Somos Corruptos en La Vida Cotidiana_1
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Al hablar de corrupción se piensa en entidades y temas el poder, pero no en acciones diarias de la convivencia. Medellín...
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DOMINGO, 14 DE MAYO DE 2017
SOCIEDAD INFORME
¿Somos corruptos en la vida cotidiana? Al hablar de corrupción se piensa en entidades y en temas del poder, pero no en acciones diarias de la convivencia. Por CLAUDIA ARANGO HOLGUÍN
U
n par de amigos van conversando en un auto. En medio de la charla, quien conduce no se percata de un hueco en la vía y el carro se estremece al pasarlo. Inmediatamente reniega de las autoridades y de cómo en este país se roban “la plata” de los impuestos que debería usarse para estos arreglos. El copiloto le pregunta al conductor si él está al día con el impuesto de semaforización. Se queda callado. No lo ha pagado. “Es dinero que él también ha dejado de abonar, piensa en el error de los demás, pero no cae en cuenta de que también ha dejado de contribuir al buen estado de la vía”. Con esta historia, el magíster en psicología de la Universidad de San Buenaventura, Juan Camilo Arias, explica el hecho de que los seres humanos no son conscientes de cómo las acciones a nivel microsocial tienen consecuencias a mayor escala. Algunos pensarán que un hecho simple como no respetar una fila no es un acto de corrupción, y pueden tener razón dada la idea generalizada del término, pero el profesor de antropología de la Escuela de Ciencias Sociales de la Universidad Pontificia Bolivariana, Gustavo Muñoz, asegura que la corrupción, tan antigua como el hombre, surge de fallas en la moral de los individuos. “Una persona que violenta el arte de vivir con nosotros o las formas de vivir en lo público, cuando esté en la dirección de una institución puede caer fácilmente en actos de corrupción”. La palabra viene del latín corruptio y significa corromper, dañar, alterar la forma de algo. Al pensar en el tema los ciudadanos lo aplican más al ámbito de lo público, pero desde la perspectiva institucional, no desde el plano individual. “Las instituciones están formadas por individuos y estos tienden a faltar a la racionalidad cívica o inteligencia cívica como también se denomina en térmiCortin na”, nos de la filósofa Adela Corti explica Muñoz. Por eso no se puede entender el término solo desde el plano jurídico sino también desde el antropológico, sociológico y sicológico.
La cultura ciudadana En el imaginario cultural han hecho mucho daño frases con las que se educa desde la infancia como “el vivo vive del bobo”, o “nadie es ladrón hasta que los
demás se dan cuenta”, que lo que hacen es deshumanizar la condición social y “hacer que una persona procure su bienestar particular pasando por encima de los demás –señala Muñoz–. En términos generales son personas que no se asocian sino que cometen actos que van en contravía de la sana convivencia y de lo que es en síntesis vivir en común unidad y civilidad”. Otra apreciación que aseguran es errada, es pensar que la corrupción es del sistema y no de las personas cuando son los seres humanos los que integran las instituciones y por ende, “si estas son corruptas es porque hay fallas en la moral y la ética de los individuos que integran las instituciones y sociedades”, precisa el profesor de antropología. Hay casos en que se reconocen sociedades más corruptas que otras. Esto se da porque la madurez social no ha llegado a un nivel en que exista un autocontrol de los individuos que procure la defensa del bienestar general. Otra consideración es juzgar la corrupción como equivalente a la delicuencia. “No es extraño porque el término puede llegar a tener la definición de inmoralidad o de criminalidad como ocurre últimamente, y también hay que tener en cuenta que no solo ocurre en el ámbito estatal, también se da en lo privado, solo que esa es la que menos se visibiliza”, asegura. Y las relaciones cotidianas nos afectan.
Racionalidad cívica Es ser consciente del espacio público y de que allí no solo estoy yo sino que están los otros. Los ciudadanos deben cuidar ese espacio como si fuera suyo, siendo de todos, y como eso no se da habitualmente, es el cultivo de la corrupción. De esa manera, no respetar una fila puede ser denominado como una manifestación corrupta, es un acto en el que se abusa del otro. “La inmoralidad cívica va en contravía de las normas que se tienen para la sana convivencia. Un inmoral cívico puede ser un corrupto en potencia”, anota Muñoz. Ante la pregunta de si la sociedad colombiana puede cambiar, los especialistas sugieren que hay que empezar con el ejemplo y sobre todo con los niños. “¿Qué mensaje le queda a un niño que ve cómo la mamá se queda con la devuelta o que el papá soborna a una autoridad para que no lo multe? Es lo terrible que vendrá después lo que no se entiende”, concluye Arias. Es enseñar el arte de vivir en la urbe, lo que en otras épocas se denominaba urbanidad. De ser conscientes de que vivimos en sociedad ■ EN DEFINITIVA
Las personas integran las instituciones, por ende si estas son corruptas es porque hay fallas en la moral y la ética de los individuos que las componen, y eso significa fallas en la sociedad. ¿Y el comportamiento individual qué?
ILUSTRACIÓN
ELENA OSPINA
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