Sobre La Manera y La Utilidad de Las Traducciones PDF
April 22, 2023 | Author: Anonymous | Category: N/A
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“SOBRE LA MANERA Y LA UTILIDAD DE LAS TRADUCCIONES”1 MADAME DE STÄEL ENERO, 1816
Llevar, transportar, de una lengua a la otra, las obras excelentísimas de humano ingenio es el mayor beneficio que se le puede hacer a las letras: porque son pocas las obras perfectas, y las invenciones en cualquiera de los géneros es tan poco habitual que si alguna nación quisiera satisfacer sus propias riquezas sería en este sentido pobre: el comercio de pensamientos es el que mayor ganancia tiene. Los cultos, y los poetas, en la edad en que los estudios renacieron, pensaron escribir en una misma lengua, es decir, en latín, para que no tuvieran la necesidad de ser traducidos. Esto podía beneficiar a las ciencias, las cuales no buscaban la gracia del estilo para expresar sus propios conceptos. Sin embargo, por esto, sucedía que la mayoría de los italianos desconocían la abundancia de ciencias que había en su país puesto que los que podían leer no lo hacían en latín. Por otra parte, para utilizar esta lengua en la ciencia y en la filosofía es necesario crear conceptos que los escritores romanos no poseen. En este sentido, los cultos italianos usaban una lengua muerta, y no antigua. Los poetas no salían de las palabras y las dicciones de los clásicos: Italia, no obstante se oían sobre las orillas del Tevere y del Arno y del Sebeto y del Adige, la lengua de los romanos, los escritores que fueron estimados por tener un estilo parecido al de Virgilio u Horacio, como el Fracastoro, el Poliziano, el Sanazzaro, los cuales si no tienen apagada la fama, sus obras yacen abandonadas, y son sólo leídas por eruditos: tan escasa y breve es esta gloria fundada sobre la imitación. Y estos poetas de renovada latinidad fueron agasajados con el nombre de los “Italianos” por los conciud conciudadanos, adanos, pero es obra natural que la lengua, lengua, compañera y parte continua de nuestra nuestra vida, se imponga a la realidad que só sólo lo se encuentra y enseña en llos os libros. Sé bien que el mejor medio para no necesitar de las traducciones sería el conocer todas las lenguas en las cuales escribieron los grandes poetas: griega, latina, italiana, francesa, española, inglesa y alemana. Pero ¡cuánto trabajo, cuánto tiempo lleva, cuánta ayuda demanda tal estudio! ¿Quién puede esperar que este saber devenga universal? Y ese universal debe estar al cuidado de quienes quieran hacer bien a los hombres. Diré más: si alguno comprende plenamente las lenguas extranjeras y, no obstante esto, lee en su lengua una buena traducción, sentirá un placer más doméstico e íntimo proveniente de los nuevos colores, de los modos insólitos, que el estilo nacional adquiere apropiándose de las bellezas extranjeras (forasteras). Cuando los letrados de un país se ven caer continuamente en las repeticiones de las imágenes, de los mismos conceptos, de los mismos modos: esto es signo manifiesto que las fantasías se 1
Traducido por la Profesora Regina Cellino. Uso interno de la cátedra.
empobrecieron, las letras se volvieron infecundas: para revivirlas nada mejor que traducir a los poetas de otras naciones. En cualquier cualquier obra, para que sea conveniente, debemo debemoss cuidar de no caer en la costumbre francesa que es la de trasmutar (convertir) las cosas ajenas que en la original nadie estima. Aquel que transformaba en oro todo lo que tocaba, no encontró más cuestión (cosa) que lo nutriese. Ni de aquella perversa manera de traducir podría sacar provecho el pensamiento, ni parecería novedad las cosas que, aunque lejanas, aparezcan, puesto que sería igualmente la misma cara, con alguna variedad en los ornamentos. Pero este error de los franceses tiene muchas excusas: el arte de los versos para ellos está lleno de obstáculos; rareza de rimas pero no diversidad en los metros, dificultad de inversiones: el pobre poeta se cierra en su estrechez y por necesidad debe recaer sino en sus propios pensamientos en, al menos, en hemistiquios parecidos; parecidos; y la estructura de los versos se convierte naturalmente en una monotonía aburrida. El ingenio puede liberarse cuando se alza en vuelo, pero no cuando camina, por así decirle, sobre el llano; y pasa de un argumento al otro y explica sus conceptos, y recoge sus fuerzas y prepara sus golpes. Por esto, son raras las buenas traducciones poéticas entre los franceses (…). Nuestros traductores imitan bien, convierten al francés lo que toman de otro lado así: pero no encuentro que sea una obra poética la que haga reconocible su origen, y que reserve las semejanzas extranjeras. Creo, de hecho, que tales tipos de obra no deberían hacerse jamás. […] De hecho, no es verosímil que durante tres mil años el ingenio de Homero haya sido superior al de los demás poetas. Pero en las traducciones, en las costumbres, en las opiniones, en todas las formas de aquel tiempo homérico, hay algo de primitivo que es insaciablemente querido: es el principio del genero humano, una juventud que dura siglos y que leyendo a Homero repite en nuestros ánimos aquella afección que siempre está presente y nos conmueve al rememorar nuestra infancia: esta intensa conmoción, que se mezcla con las imágenes del áureo siglo, hace que el más antiguo de los poetas sea antepuesto a todos los demás. Pero si a la composición homérica se le quita la simplicidad de un mundo nuevo (que comienza) deja de ser singular y deviene común. […] Entre todas las lenguas modernas, la italiana es la ideal para imprimir todos los sentimientos y afecciones del griego Homero. En verdad ella no tiene el mismo ritmo; ni el hexámetro puede corresponderse con la lengua que hoy se habla: las sílabas largas y breves no se pueden comparar con las que los antiguos escribían. Sin embargo, de las palabras italianas surge una armonía tal que los escritores an antiguos tiguos no hubier hubieran an necesitado hacer un espondeo.2 La construcción gramatical del italiano es capaz de una perfecta imitación de los conceptos griegos. 2
N.T. En la métrica clásica, el espondeo es una medida (un pie) formado por dos sílabas largas .
En los versos sueltos, el pensar fluye libremente como en la prosa, no está obstaculizado por la rima, reservando, sin embargo, la gracia y la medida poética. Europa, indudablemente, no tiene una traducción homérica tan bella y eficaz próxima al original como la de Monti: ostentosa y simple al mismo tiempo; las costumbres más ordinarias de la vida, las vestimentas, las residencias adquieren dignidad por la naturaleza del decoro de las frases: un pintar verdadero (una verdadera pintura), un estilo fácil que vuelve cotidiano todo aquello que en los hechos y en los hombres en Homero es grande y heroico. Nadie querrá, por lo ante dicho, traducir la Ilíada, puesto que Homero no se podrá despojar de las vestiduras que Monti revistió. Me parece que también en otros ot ros países europeos cualquiera que quiera alzarlo a la lectura del Homero original no podrá hacerlo y deba de la traducción italiana sólo tomar el mayor conocimiento y saber posible. No se traduce un poeta con el mismo compás con el que se mide y se llevan a cabo las dimensiones de un edificio, pero sí del mismo modo que una bella música puede repetirse sobre diferentes instrumentos: no importa que se haga el retrato con los mismo detalles uno a uno mientras que se mantenga en el todo una igual belleza. En mi opinión, los italianos deberían traducir con igual importancia (con diligencia) a los poetas ingleses y alemanes contemporáneos; mostrar la novedad a sus ciudadanos, los cuales aún hoy siguen contentos con la mitología antigua: no piensan que dicha fábula es una pieza antigua, mientras que el resto de Europa ya la abandonó y olvidó. Por eso, los intelectuales de la Bella Italia si quieren no yacer ociosos, dirijan siempre la atención más allá de los Alpes, no digo para vestir las formas extranjeras sino para conocerlas; no para volverse imitadores sino para salir de las viejas tradiciones, las cuales duran en la literatura lo mismo que las felicitaciones entre compañeros a prejuicio de la natural franqueza. Si las letras se enriquecen con las traducciones de los poemas, traduciendo dramas se conseguiría una mayor utilidad puesto que el teatro es como el magistrado (el juez) de la literatura. Shakespeare, traducido con vivísimo parecido por Schlegel, fue representado en el teatro alemán como si tanto Shakespeare y Schiller fueran conciudadanos. Y fácilmente en Italia tendría el mismo efecto: no dudo que en el bello teatro milanés no fuese bienvenida la Atalía si el coro estuviera acompañado por la estupenda música italiana. Se me dirá que en Italia la gente va al teatro no para escuchar sino para reunirse en los palcos con amigos a a conversar. Para concluir diré que estar más de cinco horas escuchando aquello que se llama palabras de la ópera italiana, hace necesariamente obtuso, por falta de ejercicio, el intelecto de una nación. Pero cuando Casti componía sus obras cómicas, o cuando Metastasio adaptaba muy bien a la música sus conceptos nobilísimos y graciosos, no era menor la diversión y el intelecto sacaba provecho. En esta continua y universal frivolidad de las reuniones públicas públicas y privadas, donde cada uno busca la compañía del otro para huir de sí mismo y liberarse del pesado aburrimiento, si ustedes pueden por medio del placer mezclarlo con algo verdaderamente útil y con alguna buena idea, llevarían a las mentes algo serio y racional (reflexivo),), y las dispondrían para que ellas devengan buenas en alguna cosa. (reflexivo
Existe actualmente en la Literatura Italiana una clase de eruditos que van rasgando las antiguas cenizas para encontrar algún grano de oro; y hay otra clase de escritores que sólo tienen
confianza en su lengua armoniosa de la cual recogen sonidos vacíos de cualquier pensamiento, exclamaciones, declamaciones, invocaciones que confunden los oídos, y encuentran sordos los corazones de los demás porque las palabras no exhalaron del corazón del escritor. ¿No sería posible entonces que una emulación laboriosa, un vivo deseo de ser aplaudidos en los teatros, dirija a los ingenios italianos a la meditación que hace el ser inventores y aquella verdad de ideas y de frases en el estilo, sin sin la cual no hay buen buenaa literatura, o al menos algunos elem elementos entos de ella? Gusta comúnmente el drama en Italia y digno es que guste cada vez más deviniendo perfecta y útil para la educación pública y, aún si se desea que se impida el regreso de la efervescente diversión que para el pasado era encantador. Todas las cosas buenas deben ser entre sí amigas. Los italianos tienen en las bellas artes un gusto noble y sencillo. Hoy la palabra es una de las bellas artes y por eso debería tener la misma calidad que poseen las demás: ya que el arte de la palabra es la más intrínseca a la esencia del hombre, quien puede estar más privado de las pinturas o de las esculturas o de monumentos que de las imágenes y de las pasiones a las cuales las pinturas y monumentos consagran. Los italianos admiran y aman profundamente su lengua, que fue glorificada por los sumos escritores; además la nación italiana no tuvo más altas glorias u otros placeres, o consolaciones que las que dieron los genios. Para que el individuo dispuesto por naturaleza al ejercicio del intelecto sienta en sí mismo el impulso de poner en acto dicha facultad natural necesita que las naciones tengan algún interés que lo mueva. Algunos lo obtienen de la guerra, otros de la política; los italianos deben obtener valor a través de las letras y de las artes, sin esto caerán en un sueño oscuro donde ni siquiera el sol podrá despertarlos.
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