Six Jean Francois Carlos de Foucauld PDF

March 23, 2023 | Author: Anonymous | Category: N/A
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JEAN FRANgOIS SIX

CARLOS DE FOUCAULD Itinerario

espiritual

BARCELONA

EDITORIAL HERDER 1988

 

Versión española   d e  D A N I E I . R U I Z B U E N O ,  sobre la edición original francesa de la obra 3tifléraíre   spiritutl át  Cbarlís  á t  JoHcaulá,  d e  IBAN FRANCOIS SIX,  public a da por Editions du S e uil, París 1958

Cuarta edición 19X8

Con licencia eclesiástica

  Titrdtr  S .  A., Vrwtma,  3S S - B ar ©   Editorial arct ctlo lomi mi  (España)   5   E S , p . 7 5 .    Id. " Id . 19   ia   B A C F , 4 9 , p . 1 0 4.   T P F , p . 16. 20   LM B 27 abril 1189 8977 (E S , p. 79). Cf Cf.. LM B 20 setiembre setiembre 18 1889 89 (B A CF , 49, 49, p. 10 106) 6).. Como estampa de prim era co m un ión : el corazón de Cristo, c oronado por una cruz, que tomará un día como insignia.  

/ : /  hijo

próáiyo

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¿Q U É SÉ YO?

A fin fin de 1872, 1872, Carlos de F oucauld, que ha entrado en la clase clase de seconde,   no lee a B ossuet. S e le le ha perm itido cconsu onsu ltar casi todas las obras que deseaba y el muchacho de catorce años se lanza con avidez sobre toda cla clase se de lecturas. D e ella ellass saca excelent excelentee cultura ge ne ral;  2I pero su fe se tambalea pronto . E stas lecturas dispares dispare s que le hacen abordar toda una serie de afirmaciones que se contradicen mutua mente, le conducen a dudar de todo. Sus maestros no son malos, sino estrictamente neutros, y no prestan guía alguna. ¿Cómo, entonces,   22

conceder más im valor unaa opinión que a otra? época estaba preganad de posit positivismo. ivismo. A l fin fi n Por del otra siglo sigloparte, x i x la se podía escribir que el espíritu positivo estaba «tan íntimamente unido al pensamiento general del tiempo», que ya casi no se lo notaba, «como no se nota el aire que se respira»   21.   E ste aire es el que respira el joven Foucauld, un aire hecho de «relatividad generalizada»   2 4. Se trata, para Comte, «de sustituir dondequiera lo relativo a lo absoluto»   2 S . N o es que el posit positivi ivismo smo sea ateo. E l ateí ateísmo smo es aú n para él una afirmación, y el positivismo es agnóstico, pues estima igualmente imposible probar la existencia como la no existencia de Dios.   N o es, pues, ateo, ateo, porque no niega niega formal f ormalmente mente a D ios ; para él,  D ios es el el iincognosci ncognoscible, ble, y el el positivist positivistaa nnoo sabe nada na da de la causa

última de llos os fenómenos. E l positivista sól sóloo sabe que no sabe nada, nad a, y proclama su ignorancia. D en tro de esta atmósfera, atmósfera, Carlos de F oucauld hub iera neces necesit itado ado lo que llama uno de esos «hombres sabios en las cosas religiosas, que saben dar razón de sus creencias»   2*. Pero el joven bachiller no encontró semejante maestro de religión. Su abuelo era, indudablemente, muy piadoso; pero era un esteta enamorado de la literatura y la arqueología, que no podía responder a las preguntas de su nieto. «Las almas creyentes y santas» no 31

  «S i trabaja ba un poco en N anc y es porque me dejaban jun ta r a mis estudios una gran cantidad de lecturas, que me dieron el gusto por el estudio, pero me hicieron el mal que sabes». LR B 5 marzo 119901 (B , p. 6). 22   «Yo no he tenido ning ún mae stro malo ; todos, por lo con trario, eran muy respetuo sos. A un éstos éstos hacen daño por el hecho de ser neutro s». L R B 5 marzo 1901 1901 (B ,   p. 6). 23   L .  L E V Y - B R U H L ,  Le Centcnaire d'Auguste Comte,  en la «R evue des D eux M ondes», 15 julio 1898, p. 398. 24   H .  G O U H I E R ,  La jeuftessc d'Augu ste Com te et la formation du posttivisme, V rin , Par ís 1941, t. 3, p. 400. 25   A .  COMTE,  Discours sur l'esprit  positif,  53, éd. Schleicher, París 19392 " LR B 5 marzo 19 1901 01 (B , p. 6).  

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Capítulo

primero

bastan; necesitan «además»   2/" la «ciencia», a fin de inspirar «a los jóvenes firme confianza en la verdad de su fe»   2i. La verdad de la fe: he ahí lo que Carlos de Foucauld buscará con avidez. E s difí difíci cill decir en qu é fecha fech a e xa cta em pe za ro n las d ud as . «D ur an te doce años he vivido sin si n fe fe algun a», confía confí a a su am igo H e n r y d e C a s t r i e s   29.   P e r o d iicc e a s u p r i m a : « A c u é r d a t e q u e d u r a n t e trece año s no tuve ni siquie ra fe en D ios»   3 ° . S u c o n v e r s i ó n t u v o efect efe ctoo en octub re de 1886. ¿C om en za ría la pér did a d e la f e en 1873 ó 1874? Sabemos en todo caso que perdió la fe durante el año de retórica, que cursó po r octubre de 1873. E l com ienzo ve rd ad ero de las dudas profundas hubo de tener lugar a fines del año 1873. E ste alejam iento de la f e no se s e cum ple de un golpe, sino pro gr e sivam ente. B asta, p ar a ver lo, leer lo l o qu e sobre el ello lo dice el m ism o Carlos de F ou ca uld : «A pesar de tantas gracias, comenzaba a apar  tarme de vos»   3 \ L a ter n ur a que siente p o r su abue lo, lo lo re tien e e n t o n c e s u n m o m e n t o : « A p e s a r d e t o d o e s t o ,   ¡  ay , yo m e alejaba, me alejaba cada vez más de vos, mi señor y mi vida... y así mi vida empezaba a ser una muerte»   3 2. L a p r o g r e s i ó n e s t á e x a c t a m e n t e dib uja da : A l principio, un com ienzo de alejam iento. Lo s ojos es tán aún fijos sobre la verdad. Luego un segundo tiempo: un alejamiento claro, paso a paso, a ritmo que parece acelerarse de continuo. Y Car

los de Foucauld añade, corrigiéndose, y expresando así exactamente el límite en tr e su s u f e y la pé rdid a de su fe : «O , m ás bien, er a ya muerte a vuestros ojos»   3 3. Hubo, pues, una pérdida real de la fe. Luego, la misma fe muerta se desintegró, y entonces Carlos se fue alejando más y más de la fuente de vida. Sus estudios contribuyeron a encerrarlo en sus dudas. Los auto res que prefiere, dentro de su eclecticismo, son sobre todo maestros de escepticismo   3 4 . E s c r i b e d e s u c l im im a m e n t a l d e j o v e n r e t ó r i c o : « N a d a m e p a r e c í a bastante probado. La fe igual con que se siguen religiones tan diversas -'

Id. Id. (B , p. 7). 7). L H C 1144 agosto 1190 9011 (D , p. 94). LM B 14 ago agost stoo 100 0011 (D , p. 94).   M 3   E S , p . 7 55..   E S , p . 7 6 .  = Id. 34   C CF , 25, pp. 2323-24. 24. Gusta mucho de M ontaigne, por ej ejemplo, emplo, o Vo ltaire , también de M érimée . Cf Cf.. más tarde sus lec tura s: «E n est estee momento lleo eo a R egnie r, Villon, el   Heptámeron,  Luc iano, los dram as de Lope de Vega, todo ello mezclado con algunas novelas de Voltaire; es un condimento de que no podría prescindir por mucho tiempo» (carta de 1878 [s. f.] a Gabriel Tourdes). 25   2tt   30   31

 

/ /  hijo pródigo 

25

me parecía la condenación de todas» 35. «La religión de mi infancia, con su 1 = 3, que yo no pod ía resolve rm e a plantear, m e parecía   36

m e nEo sn a fdim i bíal e lo q u e«antor i n gmuen n atab » a . u n sinfí l osof osi sofí si nfínn d e objeciones»   3 7  y se planteó «febrilmente»   3 8  t o d a s u e r t e d e c u e s tit i o n e s . E s t a b a i n q u i e to to . N o rechaz ó, pu es, l a f e de m an era ráp ida y segu ra, ni hizo profesión de ateísmo. Se hundió simplemente en la duda: «Los filósofos están todos en desacuerdo: doce años permanecí sin negar ni creer nada, dese spera ndo de l a ve rda d y sin si n cree r siquiera en D ios, pue s n ingu na p r u e b a m e p a r e c í a b a s t a n t e e v id i d e n t e »  3 9. ¿ E s e s to t o , c o m o s e h a d i ch c h o , u n a a c t i tu tu d d e « s o r p r e n d e n t e p r u  dencia» ?  4 ° N o lo pa rec e, pue s el jov en f i l ósof ósofoo h a sen tado un a afirmación grave: que su razón era incapaz de alcanzar la verdad. S in duda, du ra nte estos doce año s de incredulidad , cons ervó «el respeto a la religión católica y a los religiosos»   4 I ; sin duda, por lo menos al principio, permaneció lúcido aun en medio de sus des ó r d e n e s  4 2 ; p e r o h u b o , a n t e t o d o , u n a d u d a e x t r e m a s o b r e l a i n c a p a  cidad de su raz ón pa ra alcanzar la ve rda d. S e dir á qu e la l a palab ra desesperar   de l a ve rda d indica jus tam en te un a actitud de ang ustia trágica y que Carlos de Foucauld deseaba en el fondo hallar la verd ad, au n cuan do decía ser incapaz de alcanza rla. E s má s, el joven fi filó lóso sofo fo se s e pu so en el el pla no de la l a razó n. N o se que dó en la simple inqu ietud afect af ectiv iva. a. U n día pasó de un «e stado ato rm en tad o» a u na

posición voluntariamente escogida: la comprobación brutal de la incapacidad de l a razón p ar a reconoc er si D ios existe o no. Llega ba así al estado de espíritu de muchos de sus contemporáneos. E l I I de abril de 1874 M ar ía M oitessier se casa y se s e convierte e n v i zc z c o n d e sa s a O l iivv i e r d e B o n d y 4 3 . E s cierto qu e el nov iazgo y el el cas am iento de la qu e él consid erab a como su segunda madre fueron para el adolescente un golpe muy rudo y que hubo de encontrarse muy solo la tarde de la boda de M ar ía M oitessie r: «E ste día provoca en él un profundo queb ranto. P u e s M a r í a e r a , si s i n d u d a , h u m a n a m e n t e , el e l l aazz o m á s f u er er t e q u e ia   M  37  38 

«1 *a « obis obispo po

L H C 14 agos agosto to 1951 1951 (D , p. 94). Id. LR B 5 marzo 19 1901. 01.   a9 id. id .   L H C 14 agosto agosto 1901 1901 (D , p. 95). p . D E  B O I S S IE I E U ,  La conversión de Charles Charles de Foucauld,  CC F , 1, 1, p. 20. 20 . E S , p. 7676«H acia el mal, pero no lo lo aprobaba ni lo lo amaba» ( E S , p. 76). A nte eell padre Pe rra ud , del oratorio, su director, que acababa de ser nombrado de A utun.

 

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Capitulo primero

lo unía a todo lo que ha sta entonces creía. E ste la lazo zo se rompe . ¿Qué vale al lado de un joven marido un primito, gentil y carita tivamente querido odo lo que ella le hacía amar» ?  4M4. aría se aleja y C arlos se desvía de ttodo E l 12 de agosto de 1874, 1874, con dispensa de edad pasa su prim er bachiller bachil lerato, ato, an te la facul faculta tadd de letras de N anc y. D ecide entonces prepararse para la vida militar, que desea desde su más tierna edad. E l coronel M orlet, ant antiguo iguo al alum um no d e la E scuel scuelaa Polité Politécni cnica, ca, hubiera preferido que su nieto pasara por la misma escuela; pero Carlos de F oucauld opta por S aintaint-Cy Cy r. U na sol sol a ra razón zón para esta el elec ecci ción ón,, que conf co nfiiesa esa si sinn va cilar: la per pereza. eza. E l ingreso ingreso en S aint-C yr era, en efect efecto, o, más fácil. pues, en superiores. octubre en «Ginette» «S ai ainte nte-Genevi -Geneviéve», éve»,régimen que preparab paraE ntr lasa, Escuelas es de austero:a levantarse a las 4.40, una o dos salidas al mes, paseo único el miér  sin in vacaciones vacaciones de N avidad . L a d is iscipl ciplina ina es estrict estricta. a. L a c antidad coles, s coles, de trabajo exigido, enorme. Carlos no soporta esta atmósfera y apenas trabaja. Sin embargo, sale bien en la segunda parte de su bachillerato, a comienzos de agosto de 1875, con calificación «bastante bien», como en la primera parte. E n octubre de 1875 1875 vuelve a S ainte-Geneviéve ainte-Geneviéve pa ra un segundo curso. A caba de cum plir diec diecis isiet ietee años  :  «Comenzaba m i segundo año

de la "rué des creo mo haberme tabl table e estado de Postes". espíritu. Jamás E n cierto do, he hallado obra do en p eortanenlamen otro s tiempos, pero siempre brotaba algún bien al lado del mal: a los diecisiete años, yo era todo egoísmo, todo impiedad, todo deseo del mal; estaba como enloquecido»   4 5. Se ha insistido mucho sobre los extravíos morales de Carlos de Foucauld y se ha creído frecuentemente que fueron la causa de la pérdida de su fe. Hay que restablecer los hechos en su verdadera evolución. Hubo, primero, dudas que fueron aumentando más y más. S urg e entonces entonces una cri crisis sis m oral, viol violenta, enta, p ero que no aafe fect ctaa aún al 4Í

juicio del bien y el ida malde . laLas invaden el alma aban hasta el pu ntomismo de ac arrea r la pérd fe fe  4 477dudas ; sigúese un completo dono moral: «Yo vivía como puede vivirse cuando se ha extinguido la última chispa de fe»   4 8. E n este estadio — fines fines de 18 1871 71 — se tra ta de verdadera voluntad positiva de rechazar toda creencia y toda regla, y el el adolescente de dieci diecisiet sietee años llega a h un dirs e de d e tal for forma ma 44

    47   4S   45

M C, p. 16. 16. LM B 17 abri abrill 1 8 9 2 (B , p. 7). « E S , p. 76. 76. «D e la fe no quedaba rastro en mi alma.» LM B 24 febrero 1893 1893 (B , p. 8). L H C 14 agosto 19 1901 01 (D , p. 95).

 

1:1  hijo

pródigo

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en su «egoísmo», que su actitud le parece normal: «Cuando peor vivía, estaba persuadido de que esto estaba absolutamente en orden y que mi vida era perfecta»   4S>. ¿ H ay entonces que im aginar al Ca rlos de F ouca uld d e esta esta época como a un joven que busca con brío caminos de libertad y pone ard or extremo en en hacer el m al? D e ningun a m anera. Carlos se ha sum ergido en un repliegue repliegue profundo sobre sí m ismo. E s vi vici cioso oso y perezoso. perezoso. E s u n adolescent adolescentee que no si siente ente gus to alguno p or el el trabajo y la acción: apenas, de cuando en cuando, explosiones brus c a s   5° y cóleras terribles, sin consecuencias. E n marzo de 187 18766 lo despidieron despidieron de S ainte-Genev iéve: «E n cuan   5I

to al gradoy,dea pereza en la "rué para des Postes", tal abuelo que no 5 2 me retuvieron pesar de  las formas no afligirfue a mi , yo   53 no pude mirar mi marcha más que como un despido» . Y añade: «D espido, cuya causa no era sól sóloo la pereza»   5 4. U n despertar en m arzo de 187 6: tiene por pu ntillo ntillo en trar en S ai aint nt-- j Cyr. Cyr. T rabaja sin sin ttregua regua en N ancy con co n M . D umont, el pre ceptor que le ha puesto su abuelo y a quien él no quiere. Se presenta en junio al examen escrito del concurso de Saint-Cyr, donde es adm itido itido con el nú m ero 82 en tre cuatroci cuatrocientos entos doce doce alumn os. E l 25 de octub re fi firma rma en la alcaldí alcaldíaa d e N anc y su acta de alistam alistam iento

voluntario, que de promete «servir y honor   s5 cinco años aenpartir este día» . E con l 27, 27 ,fidelidad por la la tarde, dej dejaa durante N ancy s6 y el 30, entra en la Escuela militar especial . A caba de cumplir dieciocho años. E l desp ertar d e m arzo-junio de 1875 1875 no es m ás q ue un relám relám pago que no se repite. Carlos de Foucauld recae en su pereza. Su actitud contrasta violentamente con el conjunto de la Escuela. E l espíritu de «desquite» se manifestaba ma nifestaba all allíí bajo tod as sus formas y no se trataba más que de hacer todo lo hacedero para borrar la derrota de 1870. Se desarrollaban a fondo los sentimientos comba tivos estos ónjóvenes oficiales,n ombres ganososque de llega ambición y deilustre gloria. E n la de promoci promoción de F oucauld, llegarán rán a ser s: D riant, S arrail, Pétain . P ero él no tiene tiene nada ddee un gallardo gallardo caba49   50

LM B 11 diciembre 1895. 1895.   Por ejemplo, las cartas de cuarenta páginas a su aabuel bueloo p ara pedirle permiso de volv volver er a N ancy. 51   ¡ E n febrero, no ha cortado aú n las páginas de a geome tría 53   Tu vo un a ligera indi indisposición, sposición, que se aprovechó para hacerl hacerlee volver a N ancy. M   L M B 17 abril 19 1982 82 (B , p. 7). » ¡d. 55   I nsta ncia reproducida en C P I , p. 17 (fue admitido en S aint-Cyr a la edad edad límite inferior). 50   D iez años, día por día, día, lo separan entonces de su conversión.  

Capítulo

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primero

llero.   Sólo es célebre en la Escuela por su gordura, que le impidió hallar, en el vestuario, una chaqueta y un pantalón s?.

Como los deSi laFoucauld «rué desnoPostes», de Saint-Cyr son años de indolencia. trabaja,losnoaños es porque lleve una vida de fiesta, sino porque lleva una vida solitaria, ocupado en divagar perezosamente y en gustar los autores griegos y latinos s 8 . S e ab ur re: «N o hay nov noveda edadd en e n S aint-Cyr. aint-Cyr. N os se segui guimos mos divir divir tiendo lo mismo, es decir, no mucho»   S9.  Su vida le parece monótona y pesad a: «N ada de nuevo aquí, por lo demás. E speramos tener pron to la inspe inspecci cción ón general. E sto no va a ser mu y divertido. divertido. D ura nte la inspección se hacen muchas bufonadas y, consiguientemente, mucha gimnasia, lo cual me desagrada en grado superlativo»   6o.  N o 61

cuidado alguno en todo el vestir sientede cansado, atiene la vida. L o que sobre desea .e Se s unle poco soledad. soledad. indiferente A fines fines de julio de 1877,   a^ comenzar las vacaciones, escribe: «Estoy muy tranquilo tranqui lo eenn N ancy (.. .), bastante soli solitar tario io (.. .) . E sta soleda soledadd n o tiene nada de desagradable cuando se  se   viene.de  viene.de  Saint-Cyr, donde se tienen más compañeros de los que se desearía»   Í 2 . E L   F U R O R D E V I VI VI R

E l segundo año año de S aint-Cyr con tinúa tinúa trabajan do como como afi aficio cio

nado.   Ha sido destinado a la caballería  6¿ y se alegra  6* . E l 1 de febrero febrero de 1878 1878 es llamado llamado precipit precipitadam adam ente a N ancy . S u abuelo se está está muriendo . Carl Carlos os y su he rm ana M aría reciben reciben sus últimos últ imos consej consejos. os. M uere eell 3 de ffebrero. ebrero. E s un a «desgracia», «desgracia», dirá é l 6 ¡ .  La ternura que sentía por su abuelo le había impedido «caer en los últimos excesos»   6 6. E ste último laz lazoo de cariño que aún lo retenía, queda ahora roto. Carlos de Foucauld no tardará en arrojarse a un libertinaje violento. 57

  D ura nte varios días, hará la instrucción vestido vestido de de paisano y tocad tocadoo de un quepis,

en paraespera él. de que se termine el uniforme a medida, que hubo que hacer expresamente 58   Las cartas de esa época época están todas flor florida idass de lite rat ura . E jemplo, la imitación excelente que es una carta a su herm ana (sin fecha, fecha, pero de esta época). época). C CF , 25, p. 25. 58   CC F , 25, p. 25. » Carta a A . Hallez (CCF , 25, p. 19) 19) (s. f.). 61   E n pascua de 187 1877, 7, su peor nota es vestir, mi entras su conducta es juzga da «perfecta» (c (cf.f. T P F , p. 21). La fotografía fotografía del   saint-cyrien  es evoca dora (cf (cf.. comienz o de este volumen): cara redonda, llena, sobre un cuello ancho; los ojos hundidos en las órb itas, e mpe queñec idos por la adiposidad de la ca ra ; labios sin firmeza. firmeza. 02   Carta a Hallez (CC F , 25, p. 20) (s. f.) f.) Cf. Cf. «A un sin ser cristia no, am aba la soledad, soledad, frente a la naturalez a, con libros» libros» (L M B 16 enero 1912). 1912). 83   O btiene el núm ero 14 1433 entre 39 3911 alumnos. M   Carta a A . Hall Hallez ez (CC F , 25, p. 20) (s. (s. f.). 05   Carta de 2 marzo 18 1878 78 a A . Hallez (CC F , 25, p. 21). « E S , p-  76.  

II hijo pródigo hijo  pródigo  

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Pero este sufrimiento provoca por de pronto en él un abatimiento extremo, de letargo los que motivos lleva consigo un se abandono exIremo. Si una se especie leen atentamente por que le castiga y arresta entonces, no se hallan prácticamente razones de indisci plina, sino éstas, que son muy sintomáticas: «distracción», «habita ción y cama descuidadas», «mal vestido», «pantalón -sucio», «cabello demasiado largo»   6?, signos todos de un verdadero hastío de vivir en quien tanto gustaba de ser impecable. Ya no trabaja absoluta mente. E l p rime ro de abril pierde pierde sus gal galones. ones. E l 19 de agosto obtiene obtiene el número 333 entre 386, lo que representa una baja muy sensible respectoo al añ o ante rior. E l 20 de agosto respect agosto deja S aint-Cyr po r L ouy e, donde se encu entra con su herm ana. E l 15 de seti setiemb emb re se celebra celebra su vigési vigésimo mo aniversario. E n este este mom ento, como dirá m ás tarde , termina su adolescencia y entra en la juventud 6 8 . Toma posesión de su herencia. herencia. D e golpe, surgirá en él un furor brutal d e vivir. E l prime ro de octubre, octubre, F oucauld es nom brado subtenie subteniente nte.. A fines fines de octubre, octubre, deja L ouye p or N ancy y aquí pasa quince días en casa de amigos, con su herm ana M aría. E l 15 de noviemb re entra en la Escuela de Caballería de Saumur  69 . E l adolescente adolescente iindolente ndolente se despoja de ssuu mutismo. D e un salto salto

brusco —ruptura característica de su temperamento— deja la torre de marfil en que se había encerrado. Helo libre de toda traba. Si en Saint-Cyr los motivos de punición se referían al abandono y a la pereza, los de Saumur son de orden completamente distinto. Se trata, sobre todo, todo, de disci discipli plina. na. A ho ra el vestir es juzgado «bueno» «bueno» y la conducta «mediana»   7° . E s que F ouc auld ha deci decidi dido do gozar de la vida, y gozar lo má s intensamen te posible posible.. S u habitación, habitación, que compa rte con A ntoine de Vallombrosa, futuro m arqu és de M ores, logra cele celebri bridad dad por las «excelentes comidas que allí se hacen»   7 I . Invita largamente, es de una prodigalidad loca, no jugando más que en grande   7 2, no acep tando que un mozo de café le devuelva7 1 el cambio de un luis de oro, no yendo jamás a cobrar su paga .  A hora viste viste con extrema pulcritud. < "   C f. T P F , p pp..  22-23. 68   N os referimos a los los hitos cronológicos establecidos por e-l mismo padre Foucauld en 1897, que dividía su vida en cuatro períodos: i.» Hasta los 15 años. 2.° Ado lescencia: 15 años (en que pierdo la fe) — 20 años. 3. 0   Juventud: 20 a 28 años (conver sión).   4.° E dad m ad ura : a partir de lo loss 28 28 años (retiro de N azare t, noviembre noviembre 1897) 1897).. «" Carta a A . Hallez (CC F , 25, p. 22) (s. f.). ™ Cf. Cf. T P F , pp. 24 24-2 -25. 5. 1 B , p. 11. «   B ,  p. 12 12.. " T P F , p. 24. 24.  

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Capítulo

primero

La vida   de  cuartel  le  pesa  y las  escapadas  so son n  cada  vez más numerosas.   Los  días  de  riguroso arresto  se acumulan.  Un día se le detiene   en Tour s  por  salida  si sin n  permiso. La señora Moitessier, indignada ante  la  idea de que  haya podido verse   su  sobrino entre  do doss  gendarmes,  le  escribe  una  carta  muy violenta   con el fin de  corregirlo  y  hacerle dejar  la  vida  que  lleva. Sólo consigue irritarlo. Carlos quiere romper   co con n  ella:  «Mi tía me hizo daño   co con n  buenas intenciones», dirá  más  tarde 7 * .   M a r í a  de B o n d y   le  escribe también:  «Tú, tú me me  escribiste  una  carta  que me conmovió   a una  edad  en que yo era  dificil  de  conmover»  7S. Foucauld continúa organizando fiesta tras fiesta.  En la  inspección  de e 1879, e ell  comandante segundo de la  escuela  de  Saum ur de octubre  d anota   en su  cuaderno: «Espíritu poco militar;  no  tiene  en  grado suficiente   el  sentimiento  del  deber»  7Ó .   En los  exámenes finales  de Saumur sale   el 87 de 87 87.. D estin estinado ado  al 4.a  Regimiento  de  húsares, se une a su  guarnición, q u e   se aloja  en  Sézanne, pueblo del  M arne. Car Carll os  se  aburre  en  este pueblecillo   de dos mil  habitantes, pide  su  traslado  y es  enviado a Pont-á-M ousson, donde pasará todo  el año 1880:  doce meses  de fiestas continuas.

¿Cómo aparece   el  joven oficial  a  quienes  lo  rodean?  Sus  jefes lo encuentran «muy joven», falto   de  firmeza  y de  brío,  de «carácter muelle». muelle». E stiman   que no  está  «a la  altura  de sus  fun ciones», querrían   qu que e  estuviera mejor «dirigido»  y  piensan  que podría «lograr ciertamente mucho   con una  buena dirección». Como cualidades   le  conceden: «carácter  y  juicio rectos»  77. ¿ Y   sus  camaradas?  El  duque  de  Fitz-James,  que se  encontró c o n   él en  Pont-á-Mousson, dirá  de  Foucauld  en 1880 qu que e era «de tacto perfecto»   y de  «viva delicadeza»;  qu que e  deslumhraba  a  todo el mun do  por «su  vasta inteligencia  y su  prodigiosa osa m emoria»  y pare su prodigi  78  78

que e  estaba «dispuesto  a  batirse  en  duelo» . cía «alegre»;   qu Y Carlos   de  Foucauld ¿cómo  se  juzga  a sí  mismo, cuando pasa de placer   en  placer  y los  quiere cada  vez más  enloquecedores? E n   1897, en una  meditación, confesará  el  estado en que realmente  se hallaba   en 1880:  «Vos  me  hacíais sentir  un  vacío doloroso,  una 71   76

7S LM LMB B 20  setiembre  1889  ( B A C F ,  49, p. 106).    Id.   Cf. T P F, p. 25 25..  N o t a  del  inspector gene ral; «Tiene distinció n;  ha  sido bien educado. Pero cabeza ligera,   y no  piensa  más que en  divertirse» (id.). 77   S e g ú n  las  nota  de la  Inspección general  de  agosto  1880. (C (Cf. f. CCF, 2 22, 2, pp.  15-17. 78   CC CCE, E, pp. pp.  11-12.  Cf.:  «Vos guardabais  mi  cuerpo, porque  si  hubiera muerto entonces hubiese   ¡do al  infierno. ¡Los accidentes  de  equitación milagrosamente evitados, abortados ¡Los duelo dueloss   que vos  impedisteis  que  tuvieran efecto »  ( ES ES,, p. 77 77). ).

 

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  que no he  sentido jamás sino entonces,  y que  volvía cada tristeza noche  habitación.. ón.. .  Esa  tristeza  me mante  all  encontrarme solo en mi habitaci  a nía mudo   y  aplastado durante lo que se  llaman fiestas. Yo las organi zaba; pero, llegado   el  momento,  las las  pasaba  en un  mutismo,  en un hastío,   en un  aburrimiento infinito...  Vos me  dabais esta vaga inquietud   de una  mala conciencia  que, por muy  adormecida  que se halle,  no  está  de dell  todo muerta. Jamás, sino entonces,   he  sentido esta tristeza, este malestar, esta inquietud»   79.  Carlos ignoraba entonces que esta tristeza   y  est estee aburrimiento eran gra cia s: «D i os  mío — añade— , t od odoo   eso era don  vu estro. .. ¡Q ué le lejos jos estaba estaba  yo de   8o

 La  insatisfacción,   que irá ir áe en n  aumento,Será  en  la el   corazón sospecharlo sospecharl mismo  de olas»  fiestas, resultará pronto desgarradora. primera preparación para   el  encuentro  con con  Di os . Las fiestas,   a pesar de su  tristeza latente,  se  prosiguen  co con n  ritmo endiablado.  En  diciembre, el 4.0 R egimient egimientoo d  de e húsares es destinado a África   y se conv ierte ierte en el 4.0 de Cazadores  de  África. Foucauld tiene que marchar   a Sétif. De  Fr anci a  se  lleva  una  mu jer joven. A penas desembarca,   el  teniente Foucauld marcha  a  maniobras.  A su  vuelta

a   Sétif,  empieza otra vez la  vida alegre  y  hace pública  su  unión con la mujer   que lo ha  acompañado. Consejos, reprensiones luego,  por y fin de sus superiores: oir  nada. orden F oucauld oucaul  quiere «por Rehusa someterse   prefiere dejar el  ejército.  Sed leno   despide indisciplina, acompañada   de  notoria mala conducta»  8l. El 20 de  marzo  de 18 188 81 vuelve   a  Fr anci a  y se  instala,  co con n  Mi m í ,  en  Évian. ¿ P o r   qué  esta insumisión  y  esta ruptura?  No por  amor  a  Mimí. ¿ E s   la  solución  más  fácil? Tampoco, pues  no  puede negarse  que, en este paroxismo   de  independencia,  hay  algo  de  valor:  el  joven oficial   se  expone  a un  verdadero desprecio de su  familia.  ¿ Por qué, pues,   se atrevió  a  romper con el  ejército?  Por orgullo, p  por or  amor a la libertad. Foucauld   no  consintió  que se  tocara  su  manera  de  con   la semanas cebirLas vida.   de  Évian  son  semanas  de  vida mediocre.  Ha Hay y  gran   82 peligro  de que el  «soñador»   que es  entonces Carlos  de  Foucauld 79   83

m ES , pp pp..  76-77-  ™ E S , p. 77-    Cf. T P F, p. 27 27-  Carlos  de  Fo u cau ld  es  realmente  un  soñador  que  vive aislado  en su  universo cerrad o. E ste rasgo esencial  se  expresa  a lo  largo  de  toda  su  infancia  y  adolescencia. Su primo   — y  presidente  del del  consejo judicial —, que lo  conoce bien,  lo  nota como  uno d e   los  puntos principales  de su  carácter  y en  esta ausencia  de  adaptación  a la  realidad se apoya para pedir   a  M ac- C ar th y  que lo  disuada  de  hacer  la  exploración  a  M ar r u eco s : «Carlos  es un  soñador  — s u b r ay a Lato u ch e— car en te t e ab s oolu lu ttam am en te  del del  sentido práctico que hace   al  hombre  de  aventuras.» Carta  de 14  mayo  188 1883 (cf (cf.. CFI CFI,, p. 33 33). ). No se  trata como piensa   M. C. (p. 37), de una  «observación cicatera», sino  de un  juicio  mu muy y  exacto(Esta tendencia   al  ensueño  no nos  parece esencialmente  un  rasgo primero  de su carácter, sino   un  dato adquirido: choque afectivo  a la  muerte  de sus  padres  y al casamiento   de su  prima. Carlos  se  evade.)

 

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se encierre en de unavida adolescencia y, después de intentar un para últimosiempre esfuerzo personal, muelle se instale definitiva mente en una existencia vulgar y fácil. P er o hubo un sobresalt sobresalto. o. E n may o corre la la noticia noticia de una insu 0 rrecci rrección ón eenn el sur del O ranesado . E l 4.   de Cazadores ha entrado en campaña. Los camaradas de Carlos de Foucauld se baten. Con su sorprendente capacidad de romper con todo, abandona inmediata mente Évian y toda vida alegre, va a París al ministerio de la guerra y solicita su reintegración en caballería: aceptará las condiciones que se le impongan (ofrece incluso su dimisión, para alistarse mente en los   spahis   como soldado raso de caballería). El 3inmediata de junio se le reintegra en el mando, y se une inmediatamente a su regimiento en el sur ddel el O ranesado. ¿ Pu ede hablarse de esta m archa a Áfric Áfricaa como de una auro ra de conversión  ?  8¡   E sta «primera conver conversi sión» ón»  8 4  sólo era aún una

conversión puramente   natural  y, en este gesto, se corría el riesgo de terminar en una grande obra de orden puramente humano, sin que D ios tuviera parte algu na en esta realiza realización. ción. ¿C óm o no ver todo un resurgimiento de voluntad de poder en esta rapidez para arrojarsedea saber, la másunáspera no concluir de ahí un frenesí deseo acción? loco de¿Cómo no dejar nada ignorado, de explorarlo todo, de llenar todos los vacíos  ? ¿Y con qué fin, sino el de engrandecerse y, acaso, el de olvi darse? Porque hay una evasión que es posible en la acción, lo mismo que en el ensueño, una evasión acaso más peligrosa por más sutil. Y Carlos de Foucauld, que había notado cuidadosamente su hastío en las las fiest fiestas as como un don de D ios, no mencionó nunca la m archa al O ranes ado como el comienzo comienzo de su conversión, conversión, ni siquiera como una gracia. Él sabía todo lo que su marcha había tenidosiempre, de demasiado para si empre, a D ios. humano y hasta de posibilidad de rechazar, La explosión de este segundo sobresalto fue, por otra parte, facilitada por el intenso deseo que sentía Carlos de Foucauld de rehabilitarse a los ojos de su familia. Sufría mucho a causa de la mediocre estima en que lo tenía, por ejemplo, la señora Moitessier, « B , p. 13. Cf. Cf. CC F , 22, p. 17. s » CC F , 22, p. 117. 7. w   E ste cariñ o y esta adm iración serán serán terreno favorable, donde podrá germina r la conversión . «T oda fe fe" había desap arecido .. . E n e ste estado de m uerte , vos conservabais conservabais en mi alma el cariño, dormido como el fuego bajo la ceniza, pero real siempre, a ciertas almas bellas bellas y piadosas» piadosas» (E S , p. 76).  

lil hijo pródigo  

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que lo lo encontraba coba rde y sin sin voluntad. A pesar de ttodo, odo, C arlos le guardaba una verdadera admiración y seguía muy unido a ella, porque era «su» familia 8 5 . VO L U N TA D

D E PO PO D E R

F oucau ld se arro ja a la cam paña de dell O ranesad o como sobre los los placeres. placer es. E s una embriaguez. La per rine, que lo conoció conoció en el el tiempo tiempo de las fies fiestas tas,, lo halla metam orfosead orfo sead o: «E n m edio de los peligros y privaciones de las columnas expedicionarias, este erudito jaranero se revela un soldado y un jefe. Soportando alegremente las más duras pruebas, exponiendo constantemente su persona, preocupán dose con abnegación de sus hombres, era la admiración de los viejos mejicanos   8 6  del regimiento y de los veteranos»  8 7. O tros testi tes ti

monios —'de soldados rasos— muestran hasta qué punto había logrado la estimación de sus hombres 8 8 . E l pasado ¿está completamente olvi olvidado? dado? S ól óloo quedan algunos puntos salientes que describe Laperrine: «Del Foucauld de Saumur y de Pont-á-M ousson , sól sól o quedaba quedaba un a bonita boni ta edi edici ción ón de A ri ristóf stófanes anes que no lloo abandonab a nu nca y un residuo residuo m uy escaso escaso de snobismo, snobismo, que lo llevó a no fumar el día que no pudo procurarse cigarros de su marca preferida»   8 9. L a expedi expedici ción ón al O ranesado había du rado diez meses. Lu ego Foucauld fue destinado de guarnición a Mascara   9 °. Pero los árabes «habían producido en él una impresión profunda»   9"  y quiere estu diarlos 9 2. Ya se había apoderado de él el gusto del sur, el gusto del desierto, el gusto de lo desconocido. Si no le había gustado nada e l   ej ército,  ército,   había, sin embargo, algo que le había entusiasmado y cuya nostalgia guardará incesantemente hasta volver allí en 1901: África. E n 18 1882 82 — el añ o en en que F oucau ld es seduci seducido do por la idea de explorar   —•, L y a u t e y 9 3   escr escribí ibíaa en ssuu cuade rno pe rson al: «E l Áfric Áfricaa misma: ¿qué he amado, pues, en ella, sino una embriaguez de dos años,   el olvido, embriaguez pura ésta, una borrachera de sol, de luz, años, 86

  Los sol soldad dados os que habían habían hecho hecho la campaña de M éji éjico co bajo N apoleón n i . "   Cf. Cf. B , p. 14 14.. » I d. »» I d. 90   Ya en M ascara, Carlos Carlo s de F oucauld comenzó comenzó a aprender árabe (T P F , p. 27). 27). 81   Lap errine. Cf. Cf. B , p. 15 15.. 92   La perrin e nota bi bien en (B , p. ,15) que a F oucauld le cautivan los árabes, su vida, sus costumbres y no, primeramente, la geografía. 83

oucauld y de Lyautey se encontraron porentre vez diciembre prime ra, de justam en África, en Sétif,   o Fen el curso las maniobras en el sur, 1880ente y marzo de 1881. 3 -Six  

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Capítulo

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de plenitud artística, en toda la acepción de la palabra   ?» »4,  Foucauld, en sus marchas hacia el sur, ha entrevisto inmensos espacios que se abren a ensueños inmensos, una meta indefinida que le atrae y sub yuga. yug a. A llí llí podía apag ap ag ar su se sedd de liberación liberación de todo lim lim ite. ite. Y aun cuando se trata para él de un infinito totalmente terrestre,   ¿ cómo no pensar, sin embargo, que sintió las mismas impresiones que Psichari   ? «Puesto que sé que en África se hacen grandes cosas, puedo exigirlo todo de ella y puedo, por ella, exigírmelo todo a mí. Puesto que ella es la figuración de la eternidad, le exijo que me dé lo verdadero, lo bueno, lo bello y nada menos... Sidia se me acercó y, haciendo un gran gesto hacia el horizonte, conmovido, transfigurado, me dijo: D ios es grande»   9 3. Lo cierto es que si, más tarde, el desierto será para él ocasión de pe pensa nsa r en la grandez gran dezaa infini infinita ta de D ios, una un a invitaci invitación ón a llaa ado ra ción y una purificación del alma   »*,  en este momento es, sobre todo,

un llamamiento a la exaltación de sí y un cincelamiento eficaz de una voluntad totalmente concentrada en poner por obra este deseo de grandeza personal. A penas terminada la la campaña del del O ranesado, Carl Carlos os de F ou  cauld pide un permiso. Como razón de su petición alega la idea que ti tiene ene de hacer un viaje viaje a O rie nte 9 7 . E l permiso le es nega negado. do. E ntonces, desde M ascara, el 28 de enero de 1882, 1882, enví envíaa su dimisión dimisión del ejército. La dimisión le es aceptada el 10 de marzo. Carlos de F oucauld vi viene ene a instalarse a A rgel, para perfecci perfeccionars onarsee en árabe y aprender lo que necesita para realizar su proyecto de exploración. E studia bajo bajo la direcci dirección ón del conservado r del del M useo, M . M acCarthy. Los suyos están desesperados. Piensan en una nueva fantasía de este joven que abandona definitivamente la carrera militar para lanzarse a una aventura. U na vez que comunica la dimisión dimisión a su famil familia ia,, la señora seño ra M oitessier interviene ené enérgicamen rgicamente te y le impon imponee un consejo judicial que acepta desempeñar M. de Latouche, primo de Carlos. E n m enos de cua tro años había derrochado m ás de  9 % ciento diez mil francos oro de su patrimonio  9% . 91

  Citada por R .  S C H N E R S ,  Le XIX Sicclc, Sicclc,  col. «Histoire Genérale des Civilisations», P U F ,   Pa rís 1955, p. 183 183.. 95   E .  P S I C H A R I ,  Voyage du Centurión,  París, Conard, 1944, p. 12. 86   Cf. Cf. toda la correspondencia co conn H en ry de Ca stries. A si lloo que escribe un mes después de su llegada a   Béni  A bbé s: «A «A 'ás all alláá de este este cuadro apacible apacible  y  fresco (el oasis de B eni A bbés) están los horizon tes inm ensos de la  hamada  que se pierden en este herm oso cielo del S ah ara que hace pensa r en el infinito y en D ios, que e-s más grande =   Allah Akban.  L H C 29 noviembre 19 1901 01 (D , p 112). 112). 7 "   Cf. CCF,  2 2,  p .  i7 . "•   Carta de M . de Latouche a M ac-Carthy, 14 mayo 18 1883 (CF I , p. 31).  

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consejero Fou caulMonsieur cauld d en el mode menLatouche to en queeséste éstnombrado e deja deja M ascara por judicial A rgel y de anuncia su proyecto proyecto a todos sus amigos amigos " . L e hace venir a N ancy. Carlos obedece obed ece y, cuen ta M . de Latou che, «me conf confir irmó mó su decidido propó pro pó    IO sito de hacer su viaje de exploración» °. M . de Latouche est estáá muy perplejo. perplej o. S in embargo, le perm ite volve volverr a África: «D ejé a Carlos volver vol ver a A rgel y que se pre pa rara pa ra viajar. viajar. L o so sometí metí a ciertas pruebas, que cumplió con escrupulosa exactitud y con una fuerza de carácter muy propia para sorprenderm e y contentarme. E l pródigo, habituado en su vida de disipación a gastar más de cuatro mil francos al mes, se pusoresueltamente a trabajar, llevando de un estudiante pobre, no gastando mensnalmente másla deexistencia trescientos cincuenta francos y pagándose todavía, de esta suma, sus lecciones de árabe. Confieso que la experiencia me pareció concluyente, y le

autoricé para hacer el viaje»   I 0 1. Hay en este joven una necesidad imperiosa de engrandecerse a sus propios ojos y a los ojos de los otros. ¿Y qué mejor medio para el elllo qu e la exploración de un un.. país m isteri isterioso oso y rep utado uta do peli groso ? D esde este pun to de vista vista de la exalt exaltación ación de sí mismo, los combates, que son una empresa colectiva, son menos interesantes que todo una exploración, solitaria, en quey brilla el heroísmo con lo que suponeaventura de iniciativa individual de valor personal. ¡Y qué gozo pensar en penetrar en el   brea es siba,  el país miste rioso de la insumisión y que será el primero en hacerlo E ste gu sto de real realiz izaci ación ón de sí será, por lo demás, como agu dizado por la herida que fue para Carlos de Foucauld la imposición de un consejo judicial. Quiere, ahora más que nunca, probar a los suyos que es de raza y capaz de grandes acciones. Para llegar a esta meta, lo acepta todo. Se dobla, por vez pri mera, bajo la autoridad de alguien. alguien. Prim ero , bajo la de M . de LdeatoAuc he ; ylue luego, go, bajo la de M ac-Carthy, conservador de yla lobiblio biblsomete iote teca ca rgel gran explorador, que le le obl oblig igaa a trabajar a una discipli disciplina. na. A l pres enta r un inf informe orme sobre eell viaje y anun ciar que Carlos recibiría la primera medalla de oro de la Sociedad de Geograf Geogr afíí a, M . D uveyrie uveyrierr d irá : «N o se ssab abee qué adm irar más, si estos resultados tan bellos y útiles, o el fervor, el valor y la abnega I0 2 ción ascética, gracias a lo cual los ha obtenido este joven oficial»   I02 . Luego añadirá que el explorador «había sacrificado algo más que sus 00

  Id ., p. 32. 32 . "» Id. 1 01   Carta de M . de Latouche a M ac-Cart ac-Carthy, hy, i'» R A M , p. 14 14..

14 mayo 1883 1883 (C F I , p. 32).

 

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comodidades, habiendo hecho y cumplido hasta el fin mucho más que un voto de pobreza y miseria»   I 0 s. A hora bi bien en,, Car Carlos los de F oucauld dirá más tarde que sufrió tales privaciones y pasó por tales desprecios «por su gusto»   I 04. Se comprende que fuera para él una satisfacción extrema poder ser el primer europeo que penetró en M arru eco s, el prim ero en forzar la en trad a de un país dif difíc ícilil.. A l le leef ef el relato del viaj viaje, e, las notas tom ada s al día, se adv ierte que el joven explorador experimenta una inmensa euforia y que, en medio de las mayores dificultades, se siente como victorioso. Camina al paso de un dios joven  I 0 5 . H abía p artido de A rgel el 30 de jjunio unio de 1883 1883,, con la de decis cisión ión de triunfar, costara lo que costara, y lo descubrimos tal como va a seguir en adelante en cada uno de sus pasos, de una resolución absoluta. Ya en camino, el 23 de agosto, le manda unas palabras a su hermana,

que está muy inquieta. Le promete «hacer todo lo que pueda para volver lo más pronto posible, una vez cumplido el itinerario hasta el fin»   I o 6 . También le escribirá: «Cuando uno sale diciendo que va a hacer una cosa, no hay que volver sin haberla hecho»   I0I077.  A s u vueltlta, vue a, después de un año de terribles carreras a través de M arruecos, al encontrarse con su amigo el duque de Fitz-James, le dirá estas breves palabras: «La cosa ha sido dura, pero muy interesante, y he triunfado»   I o 8. A sí, con dos palab ras, de defi finí níaa su tenacidad y su volun tad de eficacia. Pero, apenas acabada la exploración, Carlos se arroja de nuevo al mal. «A l vol volver ver de M arruecos, yo no val valía ía más que unos años antes y m i prim era estancia en A rgel había estado llllena ena de mal mal»»   I0I099. sigue gue pega pegado do ¿ Po r qué este nuevo comienzo de extra víos ?  E s qu e si a la misma enfermedad que a la partida: la impaciencia, el furor de vivir. Su pecado es no resignarse al tiempo. Foucauld es incapaz de aceptar la suerte común, la vida cotidiana. Se le encuentra otra vez indefinidamente febril entre un tiempo fuerte de existencia, que es violencia y ruptura, y un tiempo de aburrimiento en que arrastra su vida. E s que quier quieree librarse de sus frac fracasos asos y brillar ffuera uera de tiempo, justamente cuando sus límites lo encadenan estrechamente. Incapaz, en este momento, de salir de su universo cerrado y abrirse K» Id.   K *  B , p. 284 284.. Reconnaissance sance au Maroc:  evocaciones de   H ay todo un ampli amplioo lir lirismo ismo en la  Reconnais jardines frescos, de noches admirables, en que se transparenta la expansión del alma de quien escribe estas, páginas. K»   L M F 23 a ggos osto to 18 1883 83 (C F I , p. 53) 53).. i " B , p. 72 72.. 10a CC F , 27, p. 12. io» LM B 20 seti setiembre embre 188 18899 (B A CF , 49, p. 106) 106).. MB

 

El hijo pródigo

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a los otros, inepto para toda verdadera ascesis, es prisionero de su voluntad volunt ad de poder. E n mayo de 188 1884, 4, el mal — endu recim iento y rebeldía rebel día — lo atenaza m ás fuerte fuertemente mente que nun ca.   ¿ Q uién lo librará ? ¡ E L B I E N O L V I D A D O H A C E D I E Z A ÑO ÑO S

La de esta m anera mienzo

bondad d e su prim a lo salvar salvaráá d e este m al. A l contacto bondad, la personalidad rígida de Foucauld se reblandece de absol absolutamente utamente ines inesperada perada.. A quí ponemos el verdadero co de su conversión: en julio de 1884. Foucauld habia pasado

quince día quince díass en A rgel — d el 23 de mayo al 7 de ju n io — entre ssuu vueltaa de M arruecos y su sal vuelt salida ida para F rancia. H abí a ll llega egado do a Pa rís el 17 de junio y, después de algunas rápidas visitas, a que le había obligado su viaje, m arch ó a G ironda, al casti castillo llo de Tuq uet, resi residenci denciaa de verano d e la señora M oitessi oitessier. er. A llllíí se encuen tra con la señora de B on dy : «T ú fu fuis iste te tan bondados bondadosa, a, en T uqu et, que otra vvez ez fui ca capaz paz de ver y resp etar el bi bien en olvidado hacia die diezz años. A sí, eell año que siguió, fue un poco menos malo que los precedentes»   I I 0 . Las seis semanas de Tuquet —durante las cuales, por lo demás, Foucauld estuvo bastante enfermo 1 1 1 — so sonn capi capital tales. es. A quí recu pera el sentido del bien, y por obra de la amistad admirablemente atenta de su prim a. U na carta que diri dirige, ge, el 19 de junio , a M acCarthy, nos indica bastante su estado de espíritu: «He llegado esta m añana al campo. E s una estanci estanciaa q ue m e gu sta inf infini initamente tamente m ás que París: la soledad en compañía de quien queremos más que nada en el mundo, una tierra encantadora, todo agua, todo verdor, es más de lo que necesito para encontrarme perfectamente feliz» "*. Tiene, pues,   la naturaleza, que lo rodea como en Louye. Pero tiene sobre todo expresión, «la soledadqueenescompañía» Hay queprofunda retener esta es esenci encial al y denosseres permqueridos. ite com prender profunda mente a Carlos de Foucauld: un hombre que tiene necesidad de soledad, pero de una soledad poblada de presencias queridas y silen ciosa ci osas. s. D entro de est estee cl clima ima volve volverá rá a D ios. E n Tuq uet, Carlos de F oucauld, agot agotado ado de su via viaje je y deprimido po r los m alos días de A rge l, se cal calma ma poco a poco. Comien Comienza, za, pues,   a mirar otra vez hacia el bien «olvidado hacía diez años»   M » . 11 0

  L M B 2 0 ssee tit i em e m b r e 1 8888 9 ( B A C F , 4 9 , p . r o a ) .

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  Carta de Carlos de Fsalir ouca uld a Émiley Mbastante asqueray,enfermo» de 5 julio «A cabo de pasar tres semanas sin poder ni trabajar, (CCF,1884: 22, pp. 18-19).   11 S " * C F I , p . 6 4. 4.   L M B 20 s e ttie iem m bre 18 18889 (B A C F , 49, p. 10 106) 6)..  

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Capítulo primero

Ha recuperado el afecto de los suyos y admira nuevamente a estas «almas hermosas» " 4 . D ios llee hi hizo zo una gran de gracia al rea nud ar estos lazos   I I 5 . Por otra parte,   ¿  no le ha hec hecho ho también la enfermedad m ad ura r m á s  ?  Lo cierto es que, a fines del año 1884, Carlos de Foucauld no es ya eell jove n ofi ofici cial al,, ligero de cascos, cascos, de Po nt-á -M ou sson . S e ha vuelto mucho m ás reflex reflexivo, ivo, casi taciturno . A nda en b usca de silencio y estabilidad. Piensa inclus inclusoo en casarse. D espués de un viaj viajee a A ls lsaci acia, a, en agosto, y un período militar cumplido en las Landas durante el mes

de setiembre de 1884 (sigue siendo oficial de reserva), vuelve a fines de octubre a África, con el fin de poner en limpio sus notas de exploración y preparar otros viajes. Cuenta pasar allí «una decena de meses» ' l 6 . E n A rgel, C arlos arlos de F oucauld en tra en contacto contacto con el el coman dante Titre, que se había ocupado mucho en geografía. Quiere pedirle consejo para sus futuras exploraciones. La señorita Titre, con quien quien se encu entra, le gusta. E s una muchacha de v eintitrés años, que acaba de convertirse del protestantismo al catolicismo. Sin esperar más, Foucauld habla de matrimonio al comandante. La señorita Titre y una de sus confidentes darán, mucho más tarde, su testimonio " 7 . La señorita Titre nota el perfecto dominio de sí de que daba impresión Carlos de Foucauld. Lo encuentra «serio», seguro como un hombre de «cuarenta y cinco años»   I I 8 . N os hall hallamos amos llejos ejos del F oucauld de S aum ur, a quie quienn se consi consideraba deraba demasiado joven. Foucauld alcanzó realmente entonces la edad de hombre. O tros ras go s: «Ha blaba m uy bi bien, en, juicios juiciosam am ente, sseria eria o tierna tierna m ente, siemp re dueño de sí, sí, sin sin arreba to, con ref reflexi lexión ón profunda. A pa rte de esto, y sin afecta afectació ción, n, era perf perfect ectoo en el v es tir : nunca descuidado, siempre según las ordenanzas, aunque de paisano en esta época»   I I 9 . Lo que la señorita Titre dice de la fe de Foucauld en este mo mento nos interesa m á s : «Cuando nos ca casemos, semos, señorita — me dijo dijo un día —, yo la dejaré completamente libre para hacer lo que quiera en cuestión de religión; en cuanto a mí, yo no la practicaré, porque no tengo fe»   I 2 ° . 1U

  E S , pp. 79 79-8 -80. 0. «3 Id .   Carta a M . M aunoir, 8 noviembre 118884 (R PV , p 53). 11 7   C C F , 25 25,, pp. 37 37-3 -38. 8. i " C C F , 25 , p. 38 . " " I X F ,   2 3 j p . 67. 13 u   CC F , 25, p. 38. «E n esta épo época ca no tenía fe y de ell elloo me' habl hablóó a menudo con I>ena I>e na», », dice tamb ién Ja seño rita Tit re (id .) . ,10

 

/•/   hijo pródigo

39

Pero los encuentros fueron poco numerosos. Todo se rompió cu una semana   I 2 1. «La familia de M. de Foucauld se opuso al matrimonio»   12 2.   D e hecho, M aría de B ondy, puesta puest a al cor corri riente, ente, desaconsejó claramente a su primo, a quien conocía muy bien, lo que ella juzgaba una salida de cabeza ligera: «Tenía necesidad de que alguien me librara de este matrimonio y tú me libraste», le escribirá más tarde   I2 }.

D espués de dos meses depara trabajo, trab asistir, ajo, a ffiielnes nes30,de adiciemb dici arl de Foucauld vuelve a Francia, la embre, bodare,deC arlos suosher mana M aría con M . R aymond de B li lic. c. E n su primera es esta tanci nciaa en A rgel — e n jun io de 1884 1884——- había anud ado lazos lazos que sól sólo el el puerto de Tuquet había podido romper: «Vos desatasteis, a pesar mío, todas las malas ataduras que me habrían mantenido alejado de vos»   I 2 4. E nt re noviembre y diciembre, diciembre, ssee desatan desatan otros otros laz os: «Lazos buenos que me hubieran impedido volver al seno de esta familia, en que vos queríais hacerme hallar mi salvación, y me habrían impedido ser un día totalmente vuestro»   I 2 5. Por ambos lados, la influencia de la señora de Bondy es muy fuerte. E n m arzo de 1885, 1885, F oucauld oucauld está está de nuevo nuevo en A rgel para re dactar dac tar el infor informe me de su viaje. E l 11 de abril va por la mitad de su relación y piensa «que la obra podrá imprimirse dentro de los pri meros días del invierno»   I2fi. E l 24 de abri abril,l, M . de B ondy, en nombre de su primo, primo, recibe recibe de manos de Fernando de Lesseps, en la Sociedad de Geografía, la medalla de oro que Foucauld había merecido. E n mayo mayo, , F oucauld por una«estar gran de fa fatt i ga. ga . Vuelve F rancia. Contaba, le escr escribí ibíaa a Mpasa ac-Carthy, vuel vuelta ta en A argel antes   12 7 del i.° de agosto» .   Pero, apenas llegado a Francia, cae «enfermo de una fiebrecilla mucosa sin gravedad, pero de larga convalecencia». «Ésta es la razón por que usted no me ha vuelto a ver y por la que yo no estoy en el sur, donde debería estar hace tiempo»   I 2 8. E l 14 de sset etie iembre mbre se embarca en Po rt-Ve ndre s para A rgel. Tiene intención de atravesar el sur algero-tunecino de oeste a este. Quiere, en efecto —do que dice muy bien con su carácter— dar a su 1 21

   1 21   13 0   1S 7   ,M

I d. , B p. 236. 323 Td. LM 0 set setiembre iembre 1S89 (B A CF , 49, p. 106). 106). E S , p. 77. 135  i¿ Carta a M . D uveyrier, r 2   agosto 1885 1885 (T F F , pp. 4848-49) 49).. I d . ( T P F , p . 4 9 )).. « " I d . ( T P F , p . 5 0) 0) .

 

4 0 

Capítulo

primero

trabajo la m ayor perfecci perfección ón po sible: sible : «L a relaci relación ón de mi viaje viaje a M a rruecos — escribe desde E l Golea Golea el el 1122 de noviem bre— está escrita escrita desde fines de julio, pero antes de publicarla he querido, por deber de conciencia, recorrer las partes del Sahara argelino y tunecino que no conocía aún, a fin de darme cuenta de los puntos de semejanza que podían presentar con el Sahara marroquí»   I2I299.  A partir de fines de setiembre setiembre visita visita el M zab. E n tr e los oasis oasis del C onstantinesado . y tunecinos que visita: Laghouat, adonde llega el 6 de octubre,

Gh ardaía, E l Gole Goleaa (9 de noviembre)   I 3 °. A fi fines nes de noviembre está está 1 1

en O uaderg1886 la; en Gafs Gafsa, el 18desde de diciembre dicie mbre * . A comienzos comien zos de enero llega a a,Gabes, donde se embarca para Francia. E l 26 de octubre había había esc escri rito to a M . M au no ir: «P ienso estar estar en Pa rís el 15 ó el 20 de enero con el manuscrito preparado para la impren ta (...) Cuento pasar todo el invierno y hasta probablemente la prima vera en París» '3 2 . E n la fecha fecha prev ista se halla halla en Par ís. E l 28 de enero visita visita en N iza a su herm ana M aría, que había tenido, el 7 de octubre, su prim er hijo. E l 19 de febrero deja de nuevo N iza por París,   donde alquila inmediatamente un cuarto, en el 50 de la calle de Miromesnil. Quiere encerrarse en una vida de trabajo y preparar nuevas exploraciones. a lo en árabe, sin cama — duerme con albornoz sobre el tapizSe—,instala y trabaja   gandourah   (especie de blusa de los árabes). Vive a doscientos metros de la iglesia de SaintA ugustin y está también muy cerca de llaa calle calle de A njou, en que están instaladas, instal adas, en su pala palacio, cio, la señora M oitessier oitessier y M aría de B ondy, la familia famil ia en que q ue D ios quería qu ería «hacerle hallar la salvación» salvación»  J33. A fuera, fuera, la at atmósfer mósferaa está turbada. E l general gener al B oulanger es ministro de la gu erra. L as relaci relaciones ones francoal francoalemanas emanas están sumam ente tirantes. Se habla de una guerra para el verano. Él vive en la sole dad. «Vos me disteis una vida de estudios serios, una vida oscura, una existencia '34.hacerme «Pasabavolver el tiempo y vos  , 3 5juzgasteis que se acercaba el solitaria» momento de al redil» .

159   13 0

Carta a M . D uveyrie r, 12 12 noviembre 18 1885 85 (R PV , p. 56). 56).   'En E l Gol Golea ea encuentra a un em ine nte arabista, M otylinski, que se converti convertirá rá en uno de sus grandes amigos. 131   S abemos que, en esta expedición , F oucauld, profundam ente enamorado de la sol sole e dad, dejaba frecuente frecuente men te a los que le acompa ñaban y a veces incluso le less tomaba una delantera de cuare nta y oc ocho ho horas (B , p. 82). i1s3a3 ER SP ,V p. , pp. 223-2 -224. 24. 777. 7. 223 las i " I d .    Id.  

Capítulo II

E L D E S IE R TO

DE

D IO S

F ebr ebrero ero - noviembre 18 18886

Esta angustia, esta búsqueda de la ver dad, esta oración: ¡Dios mío, si existís,  existís,   dádmelo   a conocer  a Todo esto era obra vuestra, Dios mío, obra exclusivamente vuestra... "R et etir iroo de N az are t, 8 noviembre 1897 1897

T I E R R A Q U E M A D A . . . Z A R ZA ZA A R D I E N D O

¿Cuál es su estado de alma cuando comienza a vivir, en febrero de 1886, en la soledad soledad de su hhabitación abitación de la calle calle de M iromesnil? iromesn il? «M i corazón y mi esp íritu seguían lej lejos os de vos, pero vivía vivía por l o menos en u na atmósfera atmósfera menos vicia viciada. da. N o era, con con mucho, la luz ni el bien; pero ya no era un cieno tan profundo ni un mal tan od ioso. .. E l lug ar se li limpiaba mpiaba po poco co a po co .. . el agua del di diluv luvio io cubría aún la tierra; pero iba bajando más y más y ya no caía la lluvia... Vos habíais roto los obstáculos, reblandecido el alma y preparado la tierra, quemando las espinas y la maleza» '. Para realizar este reblandecimiento del alma, esta simplificación del esp espíritu, íritu, est estaa purif purificaci icación ón del corazón, D ios quiso quiso servirse, 1

  E s siempre empresa delicada inten tar seguir el des desarroll arrolloo de una conversión. E l pad re H uv elin decía un dia en un a d e sus conferen cias, el 14 de dicie diciembre mbre de 18 78: «N o se llega llega nun ca a conocer plen am ente la histo ria de una conve rsión, ni aun de la propia. S e ve bi bien en todo lo que la ha prepa rado, pero nada má s. La acción acción de nuestro S eñor es en extremo variable. S e ver á el hastío; pero el hastíe prepara, no une» (QD A , p .   230) 230).. «E l mero dolor no t ra e consigo la conversión. E s menester el trabajo de la graciaese (...). saciedad que es también paradela D ios. conversión, no es aún golpeLamisterioso hace 1   caerunael preparación árbol del lado E n toda pero conver sión hay alg algoo divino imposib imposible le de explicar» (Q D A , p. 232).  

42

Capítulo

segundo

respecto a Carlos de Foucauld, de un encuentro inesperado que el explorador tuvo en M arruecos, un encuentro que l o conmo conmo vió:  el encuentro con el Islam. ¿Hay que decir que llegó hasta pensar en hacerse musulmán? L ap erri ne , amigo de F oucau ld, lo creyó. A sí lo escr escrib ibiió' al gene ral N iege r: «A l volver vol ver de M arruecos quiso qui so hacerse hacer se musulmán»   - . El testimonio de Laperrine, en su conjunto, está muy poco matizado, para que pueda concedérsele una autoridad total   3.  A caso caso Laperrine Laperri ne

oyó algunos ecos de palabras de F ouca uld. E n la meditaci meditación ón de N azaret,de elsu herm Carlos iindicará, ndicará,pronunciadas efec efecti tivamente, vamente, como haciendo pecados graves vida ano pasada: «palabras de viaje, creer que yo era musulmán»   4. Pero    ¿no an daba entonces disfr disfrazado azado y en la imposibilidad de dejar transparentar su condición de cris tiano  ? ¿ Cóm o puede decirse, decirse, p artiend o de estas sol solas as palab ras, que manifiesten un estado interior de deseo del Islam? Y el mero «ha ciendo creer» nos dice con suficiente claridad que no se juzgó nunca a sí mismo musulmán ni quiso serlo. Lo cierto es que sintió un atractivo cierto hacia el Islam: «El islamismo es seductor en extremo: me ha seducido con exceso»,  5

escribe a Henry Castriesun. mes Carlos de Foucauld afirma conelcla ridad pareja esta de influencia después de su ordenación, 15 de julio de 1901 y, consiguientemente, a una distancia que le permitía juzgar muy objetivamente. N o se tra ta de un simple simple encanto m ás o menos literario literario o fol folkló kló rico.   La «seducción» no venía sólo de las costumbres árabes o del color oriental oriental puesto de mo da p or los los román ticos. ticos. E ra un a seduc ción de fondo religioso: «El islamismo me agradaba mucho por su sencillez, sencillez de dogma, sencillez de jerarquía, sencillez de moral», escribe también a su amigo  6 . E s evidente que años Carlos F oucau ldy que deseaba salir salir de la del iinquietud nquietud complicada de sus de de juventud, la «sencillez» Islam era muy propia para cautivarle la inteligencia y el corazón. Sin embargo, no se trataba de una simplificación humana total mente psicológica, sino de un deseo de ser unificado por aquel que 2   3

General  N I E G E R ,  Laperrine Laperrine et le P. de Foucauld,  revista «Construiré», xin, p. 182.   B aste transcrib ir estas br breves eves líneas: «S e instaló en en Pa rís, publ publicó icó sus notas. E scribió un librejo y luego luego hizo estudios fi filo losóf sófico icoss sobre las religiones com paradas . E l padre Hu velin hiz hizoo lo demás. E n un "perique te" lo hizo hizo monje». A hora bien, el «periquete» duró tres años. 4   M óditation de N azare t, noviembre noviembre 1897 1897.. 5   L H C 14 14 julio 10 1001 01 (D , p. 90). 90). u   L H C 14 agost agostoo 190 1901, 1, (D , p. 94). E s cierto cierto que a un hombre tan independiente como Carlos de Foucauld, el Islam, con su sencillez, tenía que agradarle a primera vista más que el aspecto estricto del dogma católico.  

El desierto de Dios

43

el Islam presenta como el «más grande», el «primero», el que tiene todo poder, el único que puede dar un fin a la vida del hombre. I ndiscutiblemente, ndiscutiblemente, el sentido de la grande za de D ios — tan prof profundo undo en el el I sla m — fue lo que impresionó impresionó sobr sobree todo a Carlos de F ou  cauld y fue para él como una invitación a superar el plano de futili dades humanas en que se había ahogado, para hallar, por arriba, la unidad de alma: «El Islam me produjo una impresión profunda. La vista de aquella fe, de aquellas almas que vivían en la presencia

continua conti nua de D ios, m e hizo entrever algo al go má s gran de y m ás verda  7

nati . Vio   sumus-» deroE nco que ntró las ocupaciones mundanas hombres para quienes  : Dad iosmaiora cuentanati  m ás que todo. árabes p rosterna dos , q ue reconocían reconocían la m ano de D ios sobre ell ellos   8. Foucauld estudió el árabe en el Corán, y leyó la enseñanza del pro feta: D ios es el único, a quien todo está ssometi ometido, do, al que nada escapa, que tiene derecho a la adoración. E mpezó a com prender que ssól óloo D ios importa y que la la vida vida de un hombre es muy sencilla. La vida ha de consistir en entregarse total mente al al muy gr an de :   Allah akbar.  A sí, la uni unifi ficac cación ión de d e la la ex istencia se opera por la entreg a incondic incondiciona ionall a D ios.

tiene de un fuego las Carlos espinasdey Foucauld las zarzas». Su razón alma, alquehablar se dispersaba porque mil«quemó partes, queda devastada por el fu fuego ego devo rador de D ios, que lo calcina calcina todo y deja el si siti tioo raso. E x tra ñ o acontec acontecimient imientoo en su vida, esta esta profundización y esta purificación llevada a cabo por el contacto con el Islam. A nte esta reli religión, gión, tuv o qu quee situa rse a sí mismo, y la fasci fascinaci nación ón que ejerció sobre él le obligó a distinguirse de ella de forma muy precisa y violenta 9 . Efectivamente, en el mismo tiempo en que descubre la parte de verdad que ha y en esta religi religión, ón, C arlos de F oucau ld juzg a con con pe rs picacia que no está ahí la religión verdadera, porque el Islam no es 7

  L H C , 8 julio 190 19011 (D , p. 86). Cí. Lap errine (esta (esta vez más juicioso): «E sta vida de un año en medio de creyentes convencidos asestó el último golpe al escepticismo de F oucau ld. F ouca uld ad miraba la fuerza que todos estos ma rroquíes sacaban de su fe, lo mismo estos estos mu sulm anes fanáticos y fatalis tas, que estos judíos inquebra ntablem ente leales a su religión, a despecho de siglos de persecución.»   Revue de Cavalcrie,  octubre 1913. P - 48

  Y en la misma direcció n obró el espectáculo del desie rto: «E n esta calma pro funda, en medio de esta naturale za mágica, lle llego go a mi primera habi habitac tación ión en el S aha ra. E n el recogimien to de noches seme jante s, se com prende la creencia de los árab es en una noche misteriosa,   Leila el Kedr,  en que el cielo se en trea bre , bajan los áng eles a la tierra, las aguas del mar se tornan dulces y cuanto hay de animado en la natu raleza se se in inclina clina para adora r a su Creador» (R A M , p. 116). 9   «Las verdades que pueden subsistir en medio de los errores son un bien y siguen siendo capaces de grandes y verdaderos bienes, lo cual sucede en el Islam» (LHC 15   julio  1 9 0 1

(D ,

p. 90).

 

44

Capítulo segundo

lógico consigo mismo, no vive íntegramente la parcela de verdad que hay en él y hasta le impone límites: «Yo veía claramente — dice a Henry de Castries — que el Islam carece de fundamento y que la verdad no está en él»   I 0.   ¿Po r qué ?  Porque «el fundamento del amor, de la adoración, es perderse, abism arse en lo que se ama y m irar todo lo dem ás como n ada. E l iislamis slamismo mo nnoo tiene suf sufic icient ientee desprecio de las criaturas para poder ense enseñar ñar un amo r de D ios dig digno no de D io s: si sinn castidad ni pobreza, el amor y la adoración se quedan muy imper

fectos   ;  porq ue cuand o se am a apasionadam ente, se separa un o de todo puede distraer, siquiera un ". minuto, del ser amado, y se arrojaloy que se pierde totalmente en Él...» S i,   al contacto del Islam, despertó al sentido de la grandeza de D io s ,   Carlos de Foucauld no se detuvo, sin embargo, en ese estadio del «reconocimiento» de la trascendencia, sino que vio las consecuen cias de tal actitud de adoración y comprendió, con intransigencia, que sólo habría una solución: vivir, en cada instante, en absoluta consa gración graci ón a D ios.   ¿  Se dirá que estas ideas están sacadas de una carta escrita quince años más tarde y que, de hecho, Foucauld no pensaba así en esta época de   1886 ?  Para responder a esta interpretación que puede venir fácilmente a la mente, basta comprobar que Foucauld, desde el comienzo del año 1886, realizó lo que expresaba en 1900. Circunstancias que ignoramos le forzaron a llevar" una vida casta   I2, pero pronto deseó continuar esa vida: «Habiendo vuelto, a fines del invierno de 1886   I 3, a mi familia en París, la castidad se me hizo una dulzura y una necesidad del corazón»   '*. '* .  E s un ej ejemplo emplo de superaci superación ón del Islam. Éste no sólo no manda la castidad, sino que ni la estima siquiera. L a puri purifi ficaci cación ón que el el sentido de la gran dez a d e D ios perci pe rci bido en el Corán y al contacto con musulmanes operó en Foucauld, se realizó, de manera muy clara y antes de la conversión, en una forma de vida inconcebible en régimen islámico. Prep aración provi providenci dencial al,, est estaa exist existencia encia ca sta : «E ra n ecesario 10   n

L H C 15 julio 19 1901 01 (D , p. 90).   L H C 1155 julio 19 1901 01 (D , p. 90). N o hay que olvidar que este texto data de quince años después de la conversión. L a distinción no debía se r tan clara en 18851885-188 18866 (cf. (cf. infra   a propós ito de la oración después de la con vers ión). u   «Po r la fuerza de las cosas, Vos m e obligasteis obligasteis a se r casto» ( E S , p. 78). Cf.: «¡ D e qué tristes y culpabl culpables es caídas me habéis misericor misericordiosamente diosamente preservado » (ibid.). «I Qu é bueno habéis sido conmigo conmigo — l e dice al S eño r en Todos los S anto s de 1896 1896 — apartándome del mal por los medios más suaves y más fuertes y eso no a causa de mi buena volu ntad , sino a pesar mío » (M A T, Gen 20, 11-8) 8).. Y dos año s m ás ta rde , evocando el tiempo que precedió a su conversión, hace hablar al «amado Jesús»: «Mi protección para impedirte caer en los mayores pecados, mi protección especialísima y bien notable, si tú la con sidera s: yo te impedía impedía a pesar tujo » (M S E , 15 157, 7, M t 25, J4-30). J4-30). 1 8   E l invierno 1885-1886; 1885-1886; po porr ta nt o, febrero de 1886. 1886. 11   E S , p . 7 88..  

El desierto de Dios

45

para preparar mi alma a la verdad. El demonio es demasiado dueño de un alma que no es casta, para dejar entrar en ella la verdad» 's. E sta aspiración a la castidad castidad parec e habe r sido muy fav favore oreci cida da por el hecho de que Foucauld vivía en contacto con los suyos ' 6 . Y aqu í nos hallamos an te ot otra ra inf influen luencia cia d e que D ios se valdr valdráá mucho en el desenvolvimiento de la conversión: la influencia de la familia. Conocemos esta familia: la señora M oitessi oitessier, er, que vive co conn sus

hijas, las señoras d e B ondy y de F lavigny, en su pal palaci acioo de llaa cal calle le de A njou , a unos centena res de m etros de la cal calle le de M iromesnil iromesnil.. M uy int inteli eligente gente,, de ter terca ca voluntad volunta d a lo F oucauld — h ay que adm irar su po rte de cabeza en el ret rat o que llee pintó I ngre s — , la señora M oites oitessier sier había logrado organ izar y sostener m agistralmente el salón político del sobrino de su marido, Louis Buffet, que había sido ministro a los treinta años. Se había reconciliado con Carlos de Foucauld. Si el éxito y la gloria de la exploración de M arruec os n o ttuvieron uvieron poco peso en esta reconci reconcililiaci ación, ón, habí había, a, sobre todo,   en la señora Moitessier, mucho cariño por él, un cariño bas todo, tante rudo, pero profundo. Carlos de Foucauld recobra, por su parte, «la admiración de antaño»   I 7  por su tía y su prima, y notará este sentimiento como u na g racia de D ios en el desenvol desenvolvimient vimientoo de su conversión. U na gracia es también la mane ra como eess rec recibi ibido do por los su yo s: «A ell ellas, as, vos lles es iinspirabais nspirabais recibirme como al hijo pródigo, a quien no se le hacía siquiera sentir que hubiera jamás abandonado el techo paterno. Vos les dabais la misma bondad que hubiera podido esperar de no haber faltado nunca... Yo me estre chaba más y más junto a esta familia querida. Vivía allí en tal amb iente de virtud , que mi vi vida da retor nab a a ojos vist vistas. as. E ra llaa prim avera que volví volvíaa la la vida a la tierra d espués del invierno. A est estee sol suave habían brotado este deseo del bien, este hastío del mal, esta imposibilidad de recaer en ciertas faltas, esta búsqueda de la virtud... Vos habíais arrojado el mal de mi corazón. Mi ángel bueno había vuelto a ocupar su lugar en él, y vos le unisteis un ángel terrestre»   , 8 . Podemos sonreír ante ciertas expresiones, como el «sol suave» o el «ángel terrestre», metáforas tan próximas a las que em pleará, unos años m ás tarde , el arte poé poéti tico co de Thérése M arti artin. n. S iemp re será cierto que la virtu d, la dulzura , la dis discre creci ción ón de M aría B ondy se rán de un a inf influenc luencia ia esencia esenciall pa ra a yu da r a Carl Carlos os de 1S

  E S , p. 78. 78.

i« Id .

"

E S , p. 79. 79.

"

E S , p. 79. 79.

 

46

Capítulo

segundo

Foucauld a pasar de la concepción de una virtud estoica y de una verdad abstracta, a la fe. E n este mom ento — prima vera de 1886 1886 — tiene efect efectiva ivamente mente tendencia a proseguir un esfuerzo enteramente humano. Continuando en otros terrenos lo que habia comenzado en el de la castidad, busca por el lado de un estricto estricto moralismo, pero de un moralismo sin sin D ios.  J Tiene «gustos de virtud, pero de virtud pagana» 9. Lee filósofos

paganos, pero experimenta una viva decepción: «Vos me dejasteis buscar en los libros de los filósofos paganos, y no encontré en ellos más que vacío y hastío»   20 . Por entonces cae sobre algunas páginas de las   Élévations sur les Mysteres,  de B ossuet, el libro que su prim a le le había hab ía regalado el dia de su primera comunión. Si siente «el calor y la belleza»   2l  d e estee libro, est libro, está, sin sin embargo, aún mu y lejos lejos de la la verdad . Vem os cómo se expresa: «Este libro me hizo entrever que acaso la religión cristiana era verdadera». Y hasta quiere servirse de este libro, de una manera que le alejaría más bien de la verdad. Efectivamente, en estas estas páginas de B ossuet sólo sólo ve un alimento alimento p ara su proyecto de ideal de ascesis estoica: «Vos me hicisteis entrever que acaso> hallaría allí,í, si no la verda d (yo no creía que all qu e los hom bres pudiesen pud iesen cono cerla), por lo menos enseñanzas de virtud, y me inspirasteis buscar en los libros cristianos lecciones de una virtud completamente pagana»   22 . S e ve que se pa ra en el plano puram ente mo ral. E l fondo fondo del pro blema queda sin resolver: no piensa que pueda alcanzar la verdad y conocer por fin que una religión es la verdadera.    ¿V a a refugiarse refugiarse definitivamente en la búsqueda de un puro ideal moral, en un for  ? malismo ? malismo E sta búsqueda de la virtud fue, ue, no obstante, una aproximación preciosa: «Vos me familiarizasteis así con los misterios de la reli gión»  23 . Y es curioso ver la manera indirecta como Carlos de Foucauld vuelve al conocimiento de las verdades del cristianismo: yendo a buscar, en un libro dogmático, enseñanzas morales.

1» Id.  

M

  I d.

•> I d. 

"  I d . 

23

  Id.

 

El desierto de Dios  

47 PR E S E N C IA

S I LE N C IO S A

E st staa búsqueda búsq ueda p erm itió la influe influenci nciaa decisiva, decisiva, la que se cumple no ya solamente en el plano de la voluntad, sino de la inteligencia. L a virtud de M aría de B ondy le había .atraído ya a la virtud  2A A ho ra, por p or la belle belleza za de esta esta alma, se siente atraído «a la la verdad» verdad »   2 5. Gracia «capital» que le inspira este pensamiento: «Puesto que esta alma es tan inteligente, la religión que cree tan firmemente no puede

ser una locura como yo pienso»   26 .  A H en ry de Castries le dirá del mismo modo que, dicho ante esta tan «acaso inteligente virtuosa, cristiana, se había a sí persona mismo que esta yreligión no tan era absurda»   27 . A sí, M aria de B ondy es es el primer instrumen to de D ios en la conversi conversión ón de Carlos Carlos de F ou cau ld: « Puesto que D ios te ha hecho el primer instrumento de sus misericordias para conmigo, de ti proceden todas. Si tú no me hubieras convertido, llevado a Jesús y enseñádome poco a poco, como letra a letra, todo lo que es piadoso y bueno,    ¿estaría hoy dond e estoy estoy ?  ?»» '8 .  A hora bien bien,, para enseñarle este este «letra a letra» letra» del am or de Jes ús , M aría de B ondy no Dhace sino sinoúltimos callarse, literalm literalm eco rdand rda ndoo las laCarlos s «misericordias» «misericordi de ios los meses antesente. de suR conversión, escribirá as» en noviembre de 1897 : «T odo esto, D ios mío, era obra vuestra, obra exclusi excl usivamente vamente vu estra .. . U n alma alma hermo hermo sa os secundaba secundaba,, pero por su silencio, su dulzura, su bondad, su perfección. Se dejaba ver, era buena y esparcía su perfume atrayente, pero no obraba»   2 9.  Lo esen cial, pues, de la   acción  de M aría de B ondy sobre su pri primo* mo* consiste consiste en una presencia silenciosa. A l seguir este m étodo de silenc silencio, io, la señora de B ondy aplicaba aplicaba perfectamente los consejos habituales de su director el padre Huvelin. Éste era, desde 1875, coadjutor de la parroquia de SaintA ugustin, la la parroquia de los los M oitessi oitessier. er. M aría de B ondy se había había 30 arrodillado en su confesonario —casualmente — un día de 1876. 2 =1 Id.   " I d. -'" I d. 27   L H C 14 agosto 1190 9011 (D , p. 95 95).). ---> >   LM B 15 abril 1901. Cf.: «P or ti vo lví, despué s de trece años de alejamien to, in térra longinqtia   a la eucaristía, a la sagrada mesa, en este este querido S aint-A ugustin, en octubre de 1886; por ti conocí las exposiciones del santísimo, las bendiciones y el sagrado corazón».   L M B abril 19 1909 09.. 29   E S , p. 87. Cf.: « U n acto de verda dera bondad, el el menor acto de verdad era bo bondad ndad e s ,   a decir verdad, la mejor prueba de la existencia de D ios. Pero nue stra inteligencia está demasiado agobiada agobiada po porr nociones etiqueta das para poderlo poderlo ver. E ntonces lo creemos por el testimonio de aquellos en quienes la verdadera bondad irradia de manera que nos mara villa» (J.   M A E I T A I N ,  Apt>rochcs de Dicu,  A lsatia, lsatia, París 195 1 953, 3, P- » 7 ) . » B A C F , 4 9 , p . 1 0 44..

 

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Capítulo segundo

Lo encontró de una gran perspicacia espiritual y lo escogió por director. Lo dio a conocer a los suyos y el padre Huvelin vino a ser el consejero de la familia s 1 . La vida misma del padre Huvelin fue toda de eclipsamiento e ineficacia aparente. Su gran apostolado consistía en mostrar con paciencia mucha amistad a las almas que trataba. Solía decir: «Cuando se quiere convertir a un alma, no hay que predicarle. El mejor medio no es echarle sermones, sino probarle que se la quiere» 3 2 .

Semejante método, empleado por una mujer muy inteligente que hubiera podido intentar convertir por conversaciones y argumentos, empleado también por un sacerdote, catedrático de historia y orador de gra n clase, qu e hubiera sido sido capaz de utilizar utilizar inmen sos talentos talentos de persuasión, impresionará mucho a Carlos de Foucauld. Él mismo no dejará de seguirlo y pedirá a sus discípulos que salven las almas de sus hermanos estando presentes entre los hombres y siendo, entre ellos,   testigos silenciosos del amor de Jesucristo. U na última preparación tiene efec efectto este m es po strero antes de la la conversión. Carlos de Foucauld no la señalará expresamente como una gracia; pero este acontecimiento muy sencillo, justamente dema siado sencillo y demasiado humano para que él viera en él una ocasión de que D ios se valió, valió, nos parece debe ser indic indicado. ado. S e tra ta de un viaje a Túnez que el explorador se impone para dar la última mano a su ob ra y recoger las las últimas última s precisiones geográficas geográficas « . E l 15 de setiembre llega a Túnez y tiene intención de volver a París hacia el 13 de octubre oc tubre   3 4. A ho ra bien, bien, F oucauld precipita su vuelta a P ar ís «a consecuenci consecuenciaa de un acontecimiento acontecimiento sorprendente» ss. ss. Lu ego d irá que esta vuelta fue fue una de las «circunstancias maravillosas»   3*  de que D ios se se sirvió sirvió p ara 31

  N o creemos creemos que hubiera habido habido un encu entro importante de C arlos de F oucauld y del pad re Hu velin en casa de la la se ñora M oitessier entr e febr febrei eiro ro y octubre de 1886, 1886, antes de la conversión. A l relatar ésta, C arlos de F oucauld di rá: «E l sacerdote des conocido conoci do para mi». LH C 14 agosto 190 19011 ( D , p. 96). E n cuan to a la meditación de no viembre de 1877,   e n  N azaret, no habla habla para nada de un encuen tro que hubiera prece prece dido a la conversión. 33   S erm ón de 28 abril 1887 1887 (G L, pp. 55-56). 55-56). 33   Qu iere confirmar, por observaciones hechas en Tú ne z, ciertos datos geográfi geográficos cos observados obser vados en M arruecos. se   S e ha descubierto la existencia de este viaje viaje gracia s a la la corresp ond encia que F oucauld dirigió a su editor M . Challamel, cartas de ca rácte r única me nte técnico. O tro indicio, indicio, una carta a su cartó grafo, M . H ansen , fechada fechada a 4 de octubre octubre de 1886 1886 (desde Tunes): «Volveré pronto a París. Pienso estar allí el 12 ó 13 de este mes» Cf Cf.. C F I , p. 68; CCF , 17, P- 7; CC F , 22, p. 19 19.. 35   E S , p . 8 0. 0. *> Id.  

El desierto de Dios

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hacerle hac erle volver a la fe. ¿C uá l fv fvie este e ste «acontecim « acontecim iento sorp so rpren ren  dente»   ? F oucauld, a lo que sabemos, sabemos, no habló habló nunca de ello ello y no que  remos arriesgarnos a proponer la menor hipótesis. Pero,   aparte esta circunstancia providencial,    no ¿no>  podemos pensar que el el viaje en sí sí mismo fue fue pa ra él un ch oque? E ste alejam alejam iento, por corto que fuera, le hizo salir del ambiente familiar en el que se encogía.. A sí, con templándola a cierta distancia, encogía distancia, pu do acaso descu brir ante sus ojos más claramente la fe de los suyos. Y el hecho mismo de desarraigarse por un tiempo   ¿ no d a la impresión de que

una vida nueva puede iniciarse  ? 37. Todas estas influencias son sólo preparaciones y no tienen, en sí mismas, el do donn de hacer conocer conocer a D ios. E l alma alma de Carlos Carlos de F ou cauld, trabajada por la gracia, está simplemente más dispuesta a reci birlo, birl o, pe ro no tiene siquiera siquiera de Él una noción noción v iva : «D espués de haber recibido tantas gracias, mi alma no os conocía aún. Vos obrabais continuamente en ella y sobre ella; vos la transformabais con poder soberano y rapidez maravillosa, y ella os ignoraba completamen t e . . . » 3 8 .   Y nota con precisión su estado de alma en esta época: «A l comienzo de octubre de d e 1886, 1886, despu és de seis seis meses de vida de familia, admiraba, quería la virtud, pero no os conocía»   3 9. ¡ P O R Q U É I N V E N C IO IO N E S , D I O S D E B O N D A D . . .

Para seguir los últimos pasos de Carlos de Foucauld antes de su conversión y su conversión misma, tenemos sobre todo el testimonio del conv ertido qu e contó su vuelta a D ios en en dos escritos escritos de género muy diferente: una meditación y una carta. El primer texto, la medi tación, taci ón, está sacado sacado de un retiro hecho en N aza ret, entre el 5 y el 15 15 de noviembre de 1897; más precisamente, la meditación, en que se cuenta la conversión, lleva consigo un cuadro que el solitario pinta para sí mismo y ante el «amado Jesús», de su vida pasada y de la m isericordia isericordia de D ios. L a carta, fecha fechada da en 14 de agosto de 1901, está 37

  Cf.: «E l viajer o se siente siente un hom bre nuevo y pued e hacerse un hom bre nuevo.» ( V .   M O N O D :  Le voyaye, le déracinement de l'i l'individu ndividu hors du milieu natal constituent constituent-ils -ils un des élcments déterminants de la conversión religi religicusc? cusc? ,   «R evue d'H isto ire et de Philosophie religieuses», t. 16 [1936], p. 392). Cf. las reflexiones de Psichari, cuyo itinerario se asemeja ase meja en muchos puntos al de F ouca uld: «Los horizontes que limitan nues tra vista nos remuev en p rofun dam ente y los los diversos aspectos que entrevem os son capaces de modific modif icar ar nue stro s corazones tan to como como las meditaciones más solitarias» (E .   P S I C H A R I , Jare de soleil et de sommeil,   París 1917, p. 229). 3S   E S , p . 7 9, 9, 33   E S , p . 8 0. 0. 4   - S ix  

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Capítulo segundo

escrita a Henry de Castries, un amigo cuya fe ha vacilado; un amigo con quien Foucauld entra de nueva en relaciones después de más de quince años de silencio y a quien cuenta cómo recuperó la fe. N inguno d e los los dos1  textos, como se ve, tiene tiene nad a de un relato sistemático de conversión. Carlos de Foucauld no tiene en absoluto la intención de escribir su conversión para fines apologéticos. Cuenta simplemente, sin artificios literarios, sin notaciones pintorescas, el encuen tro que vivi vivióó un a m añan a de octu bre de 1886, 1886, enc uen tro de que continúa aún viviendo. Lo que le impulsa, ante todo, a hablar de este encuen tro es eell reconocimient reconocimientoo de llaa misericordia de D ios para con

él, él ,   con condemiras a una en or oraci ación — e nSeN comprende az are t— oasí paraqueresponder reselponder aall ruego un amigo, laóncarta. tono de este doble testimonio sea de una sobriedad y de una discreción admirables. ¿Puede concederse valor objetivo a este testimonio escrito por el convertido mismo  ?  Las opciones que ha hecho durante los once o los quince años después de su conversión,   ¿ no lo hab rán m odifi odificado cado p ro  fundamente  ? La objeción merece ser examinada. Para responder a ella, hay que poner de relieve relieve la sincer sinceridad idad del que presenta su testim testim onio. A un

cuando un convertido defor deforme me los hechos, por un ej ejemplo, emplo, rran marcado do d eta lles y aun dando a los episodios centrales relievebomás que el que realmente tuvieron, este error no es del todo lamentable, pues la visión que el convertido tiene del pasado en el momento en que escribe — varios años después del acontecimiento  —  —••  forma en cierto modo pa rte del proceso de conversión. E sta visión nos mu estra en qué pu nto de su vida espiritual se halla halla actualm ente el conve rtido, rtido, cos cosaa esencial para comprender esta historia y, consiguientemente, el suceso central que lleva consigo. A demás, nos hal halla lamos mos ante el relato de un encuentro. E n la medi tación hay un diálogo y una interrogación mutua; en cuanto a la carta, no tiene ciertamente nada de una larga introspección: son indicios de veracidad. E n fin, fin, si comparam os los textos   —•  que son, no lo olvidemos, de género d if iferent erentee y están escritos escritos a cu atro años d e distancia distancia   —>, vemos que no se contradicen contradicen en ningú n pu nto. B asta leer leerlos los en columnas paralelas.

 

lll ll l   desierto   de Dios Meditación 8 noviembre 1897

51 Carta 14 agosto agosto 1901

A l comienzo de octubre de M ientras estaba estaba en París, ha 1886,   después de seis meses ciendo ciendo imprimir mi viaje viaje a M a de vida de familia, yo admiraba rruecos,... y quería la virtud, pero no os conocía... ¿Por qué invenciones, D ios de bondad, os hicist hicisteis eis co nocer de mí  ?

quésua é rodeos rode os serv ísteis ¡ D¿D e qe uéqu suaves ves os y fuert fuertes es medios exteriores ¡  Por qué serie de cir cunstancias maravillosas, en que todo se juntó para empujarme hacia vos: soledad inesperada, emociones, enfermedades de seres queridos, sentimientos ardientes del corazón, retorno a París a consecuencia de un acontecimien to ssorprendente sorpr endente qué cia cias inte riore s E ... sta ¡Y necesida neces idaddgra de soledad, de recogimiento, de pia dosas lecturas, esta necesidad de ir a vuestras iglesias, yo que no creía en Vos, esta turbación del alma, esta angustia, esta búsque da de la verdad, esta oración: «¡ D ios m ío, si si existís, dádmelo a conocer » To do esto, mío, era obra vuestra, obraD iosexclusivamente vue stra.. . U n al alma ma hermosa os secundaba, pero por su silencio, por su dulzura, su bondad, su perfección. Se dejaba ver, era buena y esparcía su perfume atrayente, pero no obraba. Vos, Jesús mío, salvador mío, lo ha cíais todo tanto por dentro como por fuera. Vos me habíais atraído  

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Capítulo segundo

a la virtud, por la belleza de un alma, cuya virtud me había pa recido tan bella que arrebató irre vocablemente mi corazón... Vos me atrajisteis a la verdad ...me encontré con personas muy por la belleza de esta misma int inteli eligentes, gentes, muy v irtuosas y m uy alma. Entonces me hicisteis cua cristianas. Entonces me dije tro gracias: — perdona mis expresiones, pues La primera fue inspirarme no hago sino repetir en voz alta «acaso este pensamiento: Puesto que mis pensam ientos — que «acaso

esta alma es tan inteligente, la aquella religión no era absurda». religión que cree tan firmemente no puede ser una locura, como yo pienso. La segunda fue inspirarme es te otro pensamiento: Puesto que ¿e s  la religión no es una locura,     es tará acaso en ella la verdad, que no se halla en ninguna otra sobre la tierra, ni en ningún sistema filosófico ?

l mismo misgracia mo tiempo tiempo me enimpuls impulsa a ba Auna interior extre mo fuerte: empecé a ir a la igle sia sin tener fe, y no me hallaba bien más que allí, repitiendo du rante largas horas esta extraña orac ión: «D ios m ío, si existis, haced que yo os conozca.»

La tercera fue decirme: «Es

M e vino la idea idea de que era

tudiemos, estade religión. Tomemos unpues, profesor religión católica, un sacerdote instruido, veamos lo que es y si hay que creer lo que dice.»

menester estudiar esta religión, donde acaso se encontraba la ver dad de que yo desesperaba, y me dije que lo mejor era tomar lec ciones de religión católica, como había tomado lecciones de árabe. Como había buscado un buen La cuarta fue la gracia incom thaleb   que me enseñara el árabe, parable de dirigirme, para mis busqué un sacerdote instruido que lec ecci cione oness de religión, religión, a M . H u - me informara sobre la religión católica... velin.

 

IZl desierto de Dios

A l hacerme e ntra r en ssuu confe confe sonario, uno de los últimos días de octubre, creo que entre el 27 y el el 30, vos me dist disteis, eis, D ios mío, todos los bienes.   ¡  Si hay alegría en el cielo por un pecador que se convierte, la hubo cuando yo me acerqué al confesonario ¡D ía bendito, bendito, día día de bendi ción

53

Se me habló de un sacerdote muy distinguido, antiguo alum no de la escuela normal. Fui a verlo a su confesonario, y le dije que no venía a confesarme, porque no terfia fe, pero de seaba informarme algo sobre la religión católica... D ios terminó la la obra de mi conversión, que tan poderosa

Vos me pusisteis bajo las alas de este santo, y bajo ellas he se guido. Por su mano me habéis conducido y ello ha sido gracias sobre gracias. Yo le pedía lec ciones de religión y él me hizo arrodillar y confesarme y me envió a comulgar inmediata mente  4°.

mente había empezado por esta gracia interior tan fuerte que me impulsaba casi irresistiblemente a la Ig lesia. lesia. E l sacerdote, desco nocido noci do para m í, a quien quien D ios m e había encam inado, que unía a u na gran instrucción una virtud y una bondad más grandes aún, vino a ser mi confesor, y ha sido mi mejor amigo los quince años que han pasado desde entonces. A penas creí que había D ios, comprendí qué no podía menos de vivir sólo por Él. Mi vocación religiosa data de la misma hora que mi fe. fe. ¡D ios es tan gr an de ¡ H ay tan ta difer diferenci enciaa entre D ios y todo lo que no es Él •**

E n la la m editación, Carlos de F oucauld ouc auld se instala instala de ggol olpe pe:: en el 42

cen tro de congracia versió n: D ios misericor misericordioso dioso quedelo lo las ha circunstancias hecho to d o , y parte de laesta para hablar seguidamente de la la conversión y de los instrum entos de que D ios ssee valió valió pa ra 40   41   42

E S , p p . 8 00- 82 82 . L H C 14 agost agostoo 190 19011 (D , pp. 95-97).   H ay que leer seguida esta larga m editación — ocho ocho mil palabras — escrita de un tirón y en un solo día. La clave está en el segundo punto, en que se halla el relato de la conv ersió n: es un him no triu nfa l a la miserico rdia de D ios, al D ios que lo ha salvado, que se ¡o ha dado todo, que ha conducido su vida. E n esta m irada al pasado, el alm a del eremita estalla de grat itud y de ahí saca un a inm ensa es peranza par a el porve nir. D ialoga con D ios, «mi S eñor y mi vid a»; las palabras afluyen; pero no se trat a de un prolijo d elirio verbal. E stud iand o eell texto mismo, no es di difíc fícil il m ostra r que es de* una precisión rigur osa.  

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Capítulo segundo

realizarla. La carta presenta un orden más cronológico, más humana mente histórico. Comienza por exponer la influencia recibida, en el momento de su conversión, del ambiente familiar. Se comprende también la perspectiva en que se pone Carlos de Foucauld para escri bir su reto rno a D ios a u n amigo que casi casi ha perdido la fe.  fe.   ¿ H ubiera sido delicado para con él poner ante todo de relieve la acción primor diall de D ios y explicar dia explicar de ma nera brusca este este impulso interior que sólo puede comprender el que lo ha experimentado, esta fuerza de D ios ios de que su amigo no puede tener idea? M ejor era ciertamente ciertamente indicarle de manera muy humana el «lugar», donde se había operado esta convers conversión ión — y esto podía com prenderlo Castries — , estas

«personas muy virtuosas y muy cristianas», que, por su mismo si sile lenci ncio, o, habían hablado de D ios a su alma. L o cual n o quiere decir que no haga valer la la acci acción ón d e D ios, pues nota la gracia extrem am ente fuertee que lo empujaba fuert em pujaba y obraba «al mism o tiempo tiempo»» que qu e las presencias queridas. Y , al fina finall de la carta, insiste insiste mu cho sobre la acción acción de D ios que fue el principio y término de la conversión. Exposición más histórica, en la carta, más anecdótica, con frases cortas, con rápida sucesión de hechos. Exposición más lenta, más solemne, en la meditación, que no es ya sobre todo una sucesión de hechos, ni una descripción, sino variaciones unmo' mismo la misericordia de D ios, variaciones de amplio ampsobre lio liliris rismo' y detema: u na especie espec ie de ancho esplendor esplendo r uniforme. uniform e. E n verda v erdad, d, los dos relatos se verifican y completan muy bien. Tanto el «acontecimiento sorprendente»  sorprendente»   43  que hizo volver a Carlos de Foucauld a París a comienzos de octubre de 1886, como la «soledad inesperada, emociones» 4 4 , «sentimientos ardientes del corazón»   4 5, permanecen para nosotros en lo impreciso. Conocemos, en cambio, por lo menos una de las «enfermedades de seres queridos»   4* que cita en tre lo loss medios de q ue D ios se valió valió para llevarl llevarloo a la la con versió n: la enfe enfermedad rmedad de M aría d e B ondy. Carlos de Foucauld recordará en múltiples textos que le produjo un último choque choque antes de su vuelta a D ios y qu e su prim era oración después de la conversión será pa para ra pedir fervorosam fervorosa m ente a D ios la curación de su prima   4 7. Puede pensarse que, ya antes de la conver si sión, ón, Carlos de F oucauld presentó a D ios, indistinta, indistinta, pero real mente, la misma súplica. tó E S , p. 80. Cf Cf.. MÍ supra.  " Id.     I d. " Id. 47   E jemplos: LM B 10 noviembre; 4 noviembre noviembre 1891; 17 octubre 1893; 24 24 abril abril y 10 10 julio 1894; 21 ma yo 189 5; 28 28 octubr e 18 96; 25 octubre 1897; 27 octub re 1898, etc.

«

 

El desierto de Dios

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E n tod o caso, caso, du ran te este mes de octubre, octubre, sient sientee un h amb re ex trao rdin aria de D ios y una profunda necesida necesidadd de dirigirse a Él.  48 E n tra en la lass ig igle lesi sias as   y, durante horas, repite incansablemente una   49 «oraci «ora ción ón e xtrañ a» , a par que siente un cansancio inmenso  5 ° . S e vuelv vuelvee hacia hacia D io s: «V uestra p rime ra gracia, aquell aquellaa en que veo la primera aurora de mi conversión, es haberme hecho experi mentar el hambre... cuando me volví a vos, muy tímidamente, a tien tas,   haciéndoos haciéndoos esta extrañ a orac ión: " S i existís, existís, haced haced que yo os  SI conozca"» . P ara C arlos de F oucauld, D ios no es ya únicamente, únicamente, desde este momento, una verdad que aprender, sino una persona que encontrar, alguien que puede darse a conocer o negarse a ello. Este

paso del «¿qué es?» al «¿quién eres tú?» es esencial, y esta invo cación, este llamamiento a un «tú» contiene en sí el reconocimiento de que el otro es absolutamente otro y que es todopoderoso, hasta y sobre todo en la revelación que quiere hacer de lo que es. Sin embargo, esta oración en sí misma no es aún toda la con versión. La inteligencia se defiende. Quiere dar por sí misma el paso siguiente: Carlos de Foucauld, que acaba de preguntarse si la verdad que busca no podría, en el fondo, hallarse en la religión católica, decide verificar esta hipótesis y, con este propósito, se echa a buscar   52

un buen religión .   s3 que le diera lecciones B usca,«profesor pues, unde «sacerdote «sacer dotecatólica» instruido» instruido» de religión 5 4 , u n   thaleb,  un «maestro de religión», de la misma manera que en otro tiempo buscó un   «.thaleb  de árabe»  S 5. ¿A quién escoger? Carlos de Foucauld piensa primero en un medio indirecto: no tomar lecciones particulares de un sacerdote, sino seguir unas clases. Ha oído hablar de las conferencias que el pad re H uvelin da en la cripta de S aint-A ugustin y decide decide seguirlas seguirlas.. Y cuando, duran te u na comida, comida, M aría de B ondy dice dice que el padre Huvelin, enfermo, no podrá continuar las conferencias este año   ¡6 , y añade que ella lo siente mucho, su primo le contesta al punto   : «Yo también, pues pensaba seguirlas»   5 7.   ¿  E stas breves palabras fuer fueron on * 9   S obre todo S aint-A ugu stin, a dos pas pasos os de la cal calle le de M iromesnil. « Cf. Cf. L H C 14 agost agostoo 19 1901 01 (D , p. 95); E S , pp.   80-81. »> «Es bueno hallarse cansado y fatigado por la inútil búsqueda del verdadero bien, a fin de tender los brazos al liberador»   (PASCAL,  Pensées,  ed. B runschvicg, Parí s 1909,   n.° 522, p. 5 6). si M S E , 382. Le 15 15,, 11 11-3 -32. 2. H 52 E S , p. 81.     Id. M M I d .    L H C 14 agosto 19 1901 01 (D , p. 96). M   Cf. Cf. O D A , p. X I. La enfermedad interrum pió en :886 las conferenci conferencias as del padre Hu velin (las comenzaba habitualm ente a comienzos de noviembre). E n 18 1884 84 habia dejado los temas de historia por los de moral. 67   B , p. 93 93--

 

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Capitulo segundo

dichas el domingo 24 de octubre? Carlos de Foucauld evocará más tarde este domingo en una carta a su prima: «Contigo fui por vez prime ra a la la expos exposic ición ión del santí santísimo simo en en S aint-A ugus tin, un do 5í i mingo que estudiaba geografía con Franqois»   5íi . E s una hipótesis hipótesis plausible, pero que nada demuestra realmente. E n todo caso, «algunos días días»»   S 9  después de manifestar a su prima su sentimiento de que no se dieran las conferencias del padre Huvelin, le confió: «Tú eres feliz en creer, yo busco la luz y no la encuentro»   6 o. A l día si siguiente guiente  6 l  de esta confidencia, el viernes 29 o el sábado

30 de octubre   6 2, va a la iglesi iglesiaa de S aint-A ugu stin, p ara ver al pa dre Huvelin y pedirle clases de religión. Sin querer negar que antes de la conversión hubo varios días decisivos, hay, no obstante, que insistir sobre el hecho de que hubo x m   día prim ord ial y qu e llaa conversión se circunsc circunsc ribió ciertam ente a este día preciso. N o hay primeram ente que engaña rse sobre el sentido sentido de las palabras en su cuade rno. S i eenn él se escribe: «los «los tres o cuatro último último s días de octubre», esto no puede significar — los extractos de las car tas,   «29 ó sobre 30 de varios octubre» , nosloslloo últimos dem uestran la conv Como ersión el se extienda días, días—dequeoctubre.

cuaderno está lleno de abreviaciones, la expresión quiere decir cierta m ente «uno de los tres o cu atro últ últimos imos días de octubre». Hubo, pues, un día preciso, «día de bendición», dirá Carlos de F oucauld en eell retiro de N azare t, el 8 de noviembre de 1897. 1897. Y más bien que maravillarse de esta falta de memoria en un hom bre com o F oucau ld — y esto en el el acontecimiento capital de ssuu vida — ,   ¿ no hay que adm iti itirla rla como muy comprensibl comprensiblee ?  El tiempo, en primer lugar, tuvo su parte: la primera indicación de fecha que hemos mencionado — en una carta a madame de Bondy — es ocho años posterior a la conversión. Por otra parte, la falta de precisión es incluso un indicio de lo instantáneo de la conversión. Si ésta, efectivamente, efect ivamente, hub iera ido preced ida de una decidida volun tad — de varios d ías antes — de confesar confesarse, se, F oucau ld hab ría entrad o, él mismo, desde el momento de esta resolución, en la historia de su 58   m

LM B 17   B , p. 93. «o Id. "   B , p. 93. 82   L A H 15 bronquitis, estuvo

abril 189 1890. 0. F ue acaso por la noche cuando se deci decidió dió a hacer ese ge gesto. sto. octubre 1898 1898 (S , p. 89). E l padre Hu velin, atacado de- una grave a punto de morir la noche del 29 al 30.

 

El desierto de Dios

57

conversión. Entonces hubiera puesto atención en notar sus pasos y sus estados de alma. A ho ra bien, la conversión conversión adv ino bru tal mente   6 l. ¡ V O S M E H A B É I S D A D O T O D O S LLOO S B I E N E S , D l O S M Í O

Podemos situar los hechos con bastante precisión. La mañana del 29 ó del 30, Carlos de Foucauld entra en la iglesia y busca dónde se encuentra el maestro de religión católica que se ha propuesto tomar: el padre Huvelin. Lo ve, se le acerca y le dice que no quiere confesarse, confesar se, sino que llee pide «lec «lecci ciones ones de religión». E nto nc es, con tará él mismo, «me hizo arrodillar y confesarme»   6 4. Inmediatamente, por

orden de su confesor, marcha al altar de la Virgen   *s  p a r a   recibir allí la comunión. La manera de obrar del padre Huvelin puede acaso maravi llarnos  :  a este hombre que le dice no tener fe, le aconseja inmediata y vigorosamente que se confiese 6 *. Pero el coadjutor de SaintA ugu stin ¿ estaba tan poco al corriente de la la crisis crisis de F oucauld en estos días? ¿ N o lo había visto pas ar largas ho ras en un rincón de la ig iglles esiia de S aint-A ugu stin? ¿ N o había le leíído en sus rasgos su tormento interior, que tenía sin duda que transparentarse en estos días de extrema tensión  ?  P o r otr otraa parte, la señora de B ondy era su 67 hija espiritual. ¿Cómo no haberle hablado de su primo? M

  Cuand o se* presen tó al padr e Hu vel in, que halló una mañan a d e ffin ines es de octubr e en la iglesi iglesiaa de S aint-A ugustin. F oucauld no tenía intención de confes confesarse arse inmediat inmediata a mente ni de cdmulgar. L a vuelta a D ios en llaa iiglesi glesiaa de S aint-A ugu stin fue inespera da. N o negamos que hubo una larg a búsqu eda y ya la hemos explicado (san B erna rdo tiene ciertamente razón cuando afirma:   In hoc mirum fíuod nemo quaerere valet nisi qui prius inveneritt [De dilige inveneri diligendo ndo Deo,   cap. vu, 22; Ph 182, 987], lo que Pascal tradujo por el célebre «N o me buscarla s, si no me hubieras ya halla do» ); pero esta b úsqued a ha bía durado largos meses, y la conversión es el desenlace súbito que viene a irrumpir en esta larga búsqueda. Foucauld había imaginado un paciente encaminamiento inte lectual en luga r de esta conclusión fulg uran te. Po r eso, en un plano hum ano , se halla como desarmado: se le coloca en una aventura que le sorprende mucho antes de lo que él hab ía pensado, y vive esta ave ntu ra, inesperad a, en el mom ento en que' se p rese nta. Eden reflexionar este dinamism o ysí esta del acontecimiento imprev isto, ¿cómo tener la iidea dea sobre mismointensida con lad calma de un viejo eremita? A sí, F oucauld no llegará a precisar m ás tar de este «nuevo nacimiento» imprevisto, tan imprevisto que no se le ocurre la idea de llevar diario de él. Pero ¿se hubiera acordado exactamen te san Pablo del día del «camino de D amasco» después de algunos años de vida apostólica? " E S , p. 82. «5 LM B 8 febr febrero ero 18 1899 99.. 60   'E ste método de acci acción ón sobre la volun tad n o era habitual en en él padre Hu velin , como como lo era, por eejempl jemplo, o, en un padre de R avignan (A . D E   PONLEVOY,  Vie du Pire de Ravignan,   Pa rís 1869 1869,, t. 2, pp. 23-52; pp. 285-286). N otemos que la prim era y cuarta gracia — el comienzo y el térm ino de la conversión — son dada s por m ediación de personas: la señora de Bondy y el padre Huvelin; la segunda y la tercera conciernen a Carlos de Foucauld frente a frente consigo mismo y razonando su situación. 67   «E lla le hi hizo zo ha llar a D ios y lo orie ntó, p ara ir a la vida perfec ta, hacia el sacerdote que era ya su director...» (L.   M A S S I G N O N ,  La Vicomtesse Olivier de Bondy ct la conversión de C harles de Foucauld,   B A C F , 2200 , p . 1 0033 ))..  

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Capítulo segundo

Perotestimonio hay, además, este don maravilloso de intuirel las almas que, según de muchos de sus contemporáneos, padre Huvelin poseía en sumo grado 6 8 . E ste sacerdote sacerdote discernirá el pun to exacto en que s6 hallaba esta alma que dilataba dar los últimos pasos, con la inteligencia paralizada aún por el agnosticismo, y que había sobre todo que obrar sobre la voluntad. ¿Hubieran logrado sabias discu siones desprender este espíritu del relativismo que había sido durante más de diez años su modo de pensar? Sólo actos concretos podían arr as tra r la la adhesión adhesión y unifi unificar car.. E l padr e Hu velin supo atina r con este método que convenía al embrollo en que se debatía Carlos de Foucauld. Y éste asiente con este maravilloso poder de ruptura con el pasado, que es una de sus grandes cualidades.

Con versión brusca, po r llaa que D ios se conv ierte de golpe pa ra él en persona viva, que le trasciende infinitamente y está, sin embargo, tan cerca de él. Hay algo de fulgurante en este movimiento de extrema rapidez que ha conducido la gracia. Hay, sobre todo, algo muy grande: se trata de una conversión total, incondicionada. Primeramente, Carlos de Foucauld reconoce que D ios es el todopoderoso todopoderoso y, por este hecho, D ios lo transforma transforma radic alm ente : «A l hacerm e ace rcar a su confesonari confesonario, o, vos me disteis todos   los bienes»  *9.  Por otra parte, provisto de estos dones que ha recibido del Señor, el convertido reconoce el deber de responder íntegramente, y quiere entregarle de manera   absoluta toda  su vida 7° . A sí C arlos arlos de F oucauld, desde el prim er mom ento de su su convers conversión, ión, reconoce que el Trascendente se apodera de él enteramente y ente ramente quiere, por su parte, consagrarse a Él en sacrificio. E l que menos de u n año antes escribía escribía desde E l Golea Golea a su amigo «¡  D efinit Gabriel Tourdes:  Tourdes:   «¡  efinitivo ivo T ú sabes sabes mu y bien cómo hay que entend er esta palabra. U n o y o tro somos somos demasiado filós filósofo ofoss pa ra figu figu rar no s qu e haya nada def defini inititivo vo en este m undo»  7 I , hace a D ios entrega absoluta sí mismo. por que el la hecho de todo lode todo creado, pu es sienta siQuiere enta po rdesprenderse, prim er principio grandmismo, eza de D ios exige del hom bre que le responda por un a inmolaci inmolación ón radical, radical, que llegue llegue has ta el extre m o de la obedienc obediencia. ia. E s un a fe de intrans i68

  M uchos han hablado de un don de segunda   vista. Carlos de Foucauld   mismo lo atestigua: un día el padre Huvelin le responde sobre   una cuestión que le  atormen taba sin haberle aún dicho nadal de ella. Y escribe a su prima:   cYo no  le había dicho nada a él ni a nadie; pero tú, como yo, estás acostumbrada   a oírle contestar a   preguntas que no se le le hacen» hacen» ( LM B 30 diciembre 1891). 1891). • E S , p. 81 (subrayamos (subraya mos nosotros). ™ Cf. L H C 14 agosto 1901 1901 (D , pp. 96-97). 96-97). 71   Ca rta de 18 18 noviembre 1885. 1885.  

El desierto de Dios

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gencia extrao rdina ria, verdaderam ente lógica lógica consigo misma. E l orgu  llo fundamental de Carlos de Foucauld y su voluntad de poder se trasmutan en adelante en un ardor extremo de humildad, de abaja m iento, de pobreza. U n texto, d e Pentecostés de 1897, 1897, nos parece revelador de este gesto esencial de humildad que fue su conversión: «La fe —escribe el hermano Carlos— es incompatible con el orgullo, con la vanagloria, con el amor de la estima de los hombres. Para creer, hay que humillarse»? 2 . Y, revelándonos lo que su conversión le mostró, añade: la fe «nos muestra la perfección en la imitac imitación ión de un D ios que se abate en su vida vida oc ulta ; qu e es perseguido, calumniado, burlado, despreciado, acusado en su vida pública»   7í. E l movimiento movimiento prime ro, en este este hombre, es un m ovimiento ovimiento ince santemente renovado de una fe que lo empuja a entregarse cada vez

m ás al Trascendente y a disminuir conti continuam nuam ente ante Él. A l pasar de los años, Carlos de Foucauld buscará todos los medios posibles para adorar mejor, cumplir mejor la vol voluntad untad de D ios, hum il illar larse se mejor. Y no hay que olvidar que, en su conversión, le fue dado encon tra r íntimamen te, en en la eucarist eucaristía, ía, al S eño r Jesús, al al V erb o en carnado. A hora bi bien, en, ¿qué aspect aspectoo de Jesú s contempla contempla sobre todo? E l aspecto aspecto de y po breza. a quien reci sacr i fi ficio cioabatimiento comulga, com ulga, después de Asu suquel confesión, confes ión, esrecibe, Jesú Jebe, sú s,aquel el poen brecuy deo Bsacri elén, el desconoci desconocido do de N aza ret, el despreciado despreciado del C alvario, el que quiso entregarse hasta el extremo. Carlos de Foucauld no tendrá más que un deseo: imitar a Jesús, imitarle más y más, anonadarse más y más con Él. Y en adelante Jesús es para Él el «modelo único». Para él no habrá más que una sola y misma búsqueda, que se desenvolverá sin cesar desde el día de su conversión hasta el día de su muerte, el día últim últi m o, en que esc ribir á: «N uestro aniqu aniquililamien amiento to1   es el medio más poderoso que tenemos para unirnos a Jesús y hacer bien a las   74

almas» . T an ta grande za y sentido tan absoluto en la donación de sí sí mismo ¿ no son aplastantes para las alma s que adm iran, p ero se consideran incapaces incapac es de im itar? E s cierto qu e la resp uesta que el convertido dio a D ios tiene algo de heroico. heroico. P er o hay que añ ad ir que si da su vida a D ios con con liber liberali alidad dad regia, la entrega tamb ién con profunda sencillez. ™ M S E V , f o l.l. 9 9 . X oohh 5 , 4 4 . ra   I d. « LM B 1 dici di ciembr embree 19 1916 16 (T P F , p. S 9t).  

60

Capítulo scyundo

S u sac sacri rifi fici cioo se cum plió eenn gestos mu y cotidianos y en un marco en que no hay nada de extraordinario: una confesión, una comunión, una iglesia como las otras, un coadjutor de parroquia, un día entre semana, nada que se trasluzca al exterior. Su oblación total se realizó en lo secreto, de una manera oculta 7 S . A un sentido muy fuerte de la Trascendencia, a la que todo es debido, corresponden en Carlos Carlos de F oucauld la pobreza y hum ildad ildad con que se da a D ios. Y en esta visión clara que tiene entonces de su pequenez delante de D ios ios,, sólo sólo ve una man era ddee res responder ponder al S eñor y darse a É l: puesto qu e es débil y fr frágil, ágil, ofrec ofrecerse erse a D ios con u n co razón absolu tam ente sencillo.

ra

  Piéns ese en la diferencia de esta conve rsión, por por ejemplo, con la de Paul Claudel, que tendrá efecto unas semanas más tarde, el 25 de diciembre. ¡ConveTsión grandiosa, triunfal ilumina ción interior, en Notre-Dam e de Pa rís, durante el sole solemne mne canto del   Magníficat

 

Capítulo III IMITACIÓN

DE

JESÚS

Noviembre   1886 - febrero 1889 Apenas creí que había un Dios, compren dí que no tenía otro remedio que vivir

para Él sólo.. sólo.... Todas sabemos que el primer efecto del amor es la imitación; tenía, pues, que entrar en la orden en que hallara la más exacta imitación de Jesús. Curta  

a Henry de Castries, 14 agosto 1901

¿ Q U É TTEE N GO GO Q QUU E H A C E R ?

Si Carlos de Foucauld puede decir que en su conversión ha reci bido «todos los bienes» y si ha querido, en respuesta, ofrecerse sin restr res tricc icción ión a D ios, todo está, si sinn embargo, p or hace hacer.r. T iene que tra ducir, en lo concreto de su vida, día a día, el sacrificio en que ha con sentido. senti do. ¿Cóm o darse a D ios? Y , sobre todo, ¿cómo quiere D ios que se le dé ? A rdientes interrogaciones que rep etirá sin cesar, en su búsqueda de la exacta voluntad de D ios pa ra él él.. Com ienza pa ra él la lucha llaa vocación, seviembre era com com la6,de llaa birá m uerte» E«dn ura R oma, diez diezdeaños má s tarde, taenn dic diciembre de o1896, 189 escri escribirá en un*a. meditación:  «¡ H e aquí siem siem pre este quid me vis faceré faceré qu e, desde hace diez años que me volvisteis al redil, desde que me convertisteis y, sobre todo, desde hace ocho años, vuelve tan a menudo , tan a m enudo a mis labios » * ¿Cómo puede, cómo debe imitar a Jesús? E n esta búsqueda búsqueda mu y du ra y larga, Carl Carlos os será ayudado, dura nte 1

  Pau l Claudel carta a M . M assignon ),  Vie spirituelle,  julio  IO55I  p. 83. » M AT , Gen 32/13 ffin. in.

 

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Capítulo

tercero

veinticuatro año s, por un guía de gra n valía : el pad re Huv elin a. N ológi o ógicos obstante catedrático historia y haber hecho alt altos oste estudios estudi os teol te cos en ser R om a, el pad redeHu velin había insistentemen insist entemen pedido, desde su ordenación, en 1867, no ser profesor, sino coadjutor. N om brado en octubre octu bre de 18 1868 68 par paraa la parroquia de S aintaint-EE ugéne, es trasladado trasl adado en 187 1875 a S aint-A ugustin, despu és de rechazar obstinada obstinada mente la cátedra de historia que le fue ofrecida en el Instituto católico recién fundado. Será simple coadjutor de la parroquia de S aint-A aint -A ugustin, ugusti n, hasta ssuu muerte en 1910 1910.. Vida de profunda humildad la del padre Huvelin   4, a par que vida de continuos sufrimientos: este sacerdote se arrastra al confeso nario,   donde hasta dieciocho horas día. Y , echado, recibía recipermanecía, bía en su casaa a veces, llos os centenares de person as que al venían a pedirle pedirle consejo, consejo, en tre el ella lass Gounod, Pa steur, B rémond, el barón Von Hügel... E l padre Hu velin pos poseí eíaa sobre todo una bondad inm ensa : com

prend ía las almas, las calmaba, las alent alentaba. aba. E ra , adem ás, de una perspicac pers picacia ia y de una exigencia intransigen intransigen tes. N ad a dejaba pasar, cuando se trataba de eliminar del alma lo que era obstáculo para un am or má s grande, y llos os empujaba a todos a un olvido y a u n do n de sí cada vez más reales. E n 1901, 1901, Carlos de F oucauld d irá de este sacerdote sacerdote que, desde desde  s hacía quince años, no había dejado de ser «su mejor amigo» . Y, a la m uerte del pad re Huv elin, escribi escribirá rá a M . M assignon : «E l correo me ha traído pormenores sobre los últimos momentos de aquel entre cuyas manos me convertí hace veinticuatro años y que, desde enton ces,   fu fuee ssiempre iempre mi pa dre querido. H a conservado hasta lo últi últim mo todo el conocimiento, pero apenas podía hablar. Sus dos últimas palabras han sido:   "Amaba nwm quam satis" satis"..  Y "se vale por lo que se ama". Estas dos frases resumen toda sü vida»   6 . U n amigo, un p ad re : tal ser seráá el pad re Huvelin Huveli n  para el  joven con vertido, y habrá que retener bien esos dos términos para juzgar su influencia exacta en la dirección   espiritual de Carlos de  Foucauld. Si éste, por deseo de don absoluto y por   temperamento, quiere  una 8

  18381838-1910. 1910. Cf. M. T H .  LEFEBVHE,  L'Abbé Huvelin,  Lcthlclleux, Paria 1956.   U n sermó n del 13 de dicie diciembre mbre de 1868 es aun sacerdote muy jove n) expres expresaa lo esencial de su doctr doctrina inall espiritu al: «D ios quiere hacernos ver que llaa pequenez y la humildad son la condición de la grandeza. Jesucristo no quilo otra cota para si mismo. £1 grano de trigo no fructifica fructifica si no se echa en tierra» Fon do M, de Richemon t). 5   L H C 1144 agosto 19 1901 01 D , p. 96). • Carta de 31 agosto 1910. 4

 

Imitación

de

Jesús

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dirección que encuadre todas las actividades de su vida y le haga obedecer enrálos el padre parte, no responde entemenores ram ente detalles, a este deseo de su Huvelin, dirigido. por B astasu leer su correspondencia para convencerse de ello.   ¡  Cuántas veces el director no responde a las cuesti cuestiones ones pro pu esta s ¡C uá nta s veces veces vacila ¡ C uán tas vec veces es pone simplemente al dirigido frente a las exigencias exigencias de su vocación vocación ssin in ap orta rle un a respu esta pre cisa Cu and o obra, sólo lo hace pa ra g astar la voluntad de pod er, siempre renaciente en C arlos de Foucauld. Pero ¿qué quiere sobre todo hacer el padre Huvelin? Injertar más y más en el alma de su dirigido un amor muy sencillo y muy ardiente a Jesucristo. Y cuando Carlos de Foucauld quiera definir lo que ha recibido de su director, hablará de este injerto paciente del amor de Jesús realizado en su alma: «El amor de Jesús que usted ha puesto en mi corazón, tanto como ha podido y con tanto cuidado» ?. E n los prim eros meses qu e siguen a la conversión, el papel del del

padre Huvelin consiste sobre todo en ayudar a Carlos de Foucauld a ver con más claridad la situación de su alma, que, después de doce años de anarquía, presenta un estado muy caótico. Hay, ante todo, que volver a dar los elementos de la fe y extirpar lo que el espíritu del joven convertido oculta aún de elementos extra ños a la revelación de Jesucristo. «En mis comienzos —dirá él mismo— la fe tuvo que vencer muchos obstáculos. Yo que había dudado tanto, no lo creí todo en un día»   8 . D os gran des dif dific icult ultades ades sobre tod o: «U nas vece vecess lo loss milagros del evangel evangelio io m e parecían parecían increíbles 9 ; otras, quería entremeter pasajes del Corán en mis oraciones»   I 0 . E stos obstácul obstáculos os no parecen haber d urado m ucho tiem po : « La gracia divina y los consejos de mi confesor disiparon estas nubes» ". Carlos de Foucauld mostrará que este tiempo que siguió a la conversión significó mucho más que un trabajo negativo de remo ción ción de deobst obstácul áculos os siempre y de obje objecio ciones. nes. F ".u e Y—precisa d i r á — esta «unsucesión encadena encadena miento gracias crecientes» de gra cias : «U na m area que sube, sube si sinn cesar. cesar. La dire direcci cción, ón,   ¡  y qué 7   8

L A H 1144 junio 189 18933 S , p. 26).   L H C 14 agosto 19 1901 01 D , p. 97 ). * L H C 14 agosto 1901 1901 D , p. 97 ). Son las ideas de mposible» e» 3.* ed ., p. x c v i) . Lo Jésus:  «El milagro es iimposibl M   L H C 14 agosto 19 190» 0» D , p. 97). D e llas as «quería». No sabemos si es una tentación o lo hizo 11   LH C 14 agosto 1901 1901 D , p. 97 ). » E S , p. 82.

su tiempo.   SEÑAN,  en su  Vie de mismo Littré, Jules Simón, etc. oraci oraciones ones del Corán escribe: realmente.

 

64

Capítulo

tercero

direc ción L a oración, la dirección la lectu lectura ra espiritual, esp iritual, la la asistencia asistencia diaria a la misa, establecidas desde el primer día de mi nueva vida, la confesión frecuente, que vino al cabo de algunas semanas; la dirección, que se hizo cada ver más íntima y frecuente y abarcaba toda mi vida y la convertía en vida de obediencia en las mínimas cosas,  cosas,   ¡  y obediencia a qué m ae str o L a comu nión, que llegó llegó a ser casi casi diaria» diaria» "3. E L   M I S TTEE R I O D E L D O N

Como se ve, el puesto del padre Huvelin es de importancia   I 4 . Pero más que en la dirección en sí misma, el papel del director fue capital en el sentido de la eucaristía que comunicó a Carlos de Foucauld. caul d. D esde su confes confesión ión d e conversión conversión lo había enviado a com ulgar. A ho ra le pro po ne asistir asistir todos lo loss días a misa y comu lgar mu y a me nudo.   Hay que recordar que, en este punto, reina aún claramente en esta época, si no el jansenismo, sí un. rigorismo mitigado. Si el beato

Julián E ym ard había insistido insistido m ucho sobre esta esta com unión frecuente, si monseñor D upanloup — co n quien qui en el padre Hu velin m antenía antení a relaciones de amistad— había reeditado la carta de Fénelon sobre la comu nión frecuent frecuente, e, estas ideas apenas hallaban eco. M uchos sacer dotes perman ecían incluso incluso reticentes. reticentes. E n 1885 1885,, el arzobispo de C arnbrai pregunta dea lsu a S diócesis agrada Congregaci Congrega ción ón su de reglamento R it itos os qué debe de pensar de religiosas que, «contra y be contra la opinión de muchos teólogos, comulgan todos los días»   I S . A prove chando la epidemia de influenza, en 1891, el padre Jouf permite a sor Tere sa del del N iño J esús que comulgue todos todos los días, y eso eso duran te algunos meses   l € . E l decreto decreto   Sacra Tridentina Synodus  no se publi cará hasta 1905. Por otra parte, es un convertido muy joven a quien el padre Huvelin propone comulgar todos los días. Pero, sin vacilar y con un sentido muy penetrante de lo que necesitaba sobre todo el alma del convertido, le indica, como paso primordial, participar en el sacrificio la misa. Convienedesaber lo que el padre Huvelin decía de la eucaristía en un serm serm ón d e esta época. época. A sí nos darem darem os cuenta de lo que tenían de profundo sus ideas y sus miras: «En este misterio, nuestro Señor 13   14

E S , p p .  82-83.   Cf. tam bié n: «¿Q ué no ha hecho usted por mí e n los primeros tiempos de mi conversión, du rante los los años que la siguieron siguieron y siempre?» LA H 16 setiembre setiembre 18911 (S , p. 19). 189 15   Dictionn aire de Spiritualité,  art . «Comm union fréquente», col col.. 128 12833 (J.   D O H R ) . 16   C f.   Samte Thérése de l'Enfant Jésus, Man uscrit uscritss autobiographiqHts,  Carmelo de Lisieux, 1957, p. 199.  

Imitación de Jesús

65

lo da todo, se da a sí mismo todo entero. La eucaristía es el misterio dell don, es el de el don de D ios. A quí tenemos tenemos que aprend er nosotros a dar, a darnos a nosotros mismos, pues no hay don mientras no se   1? da uno a sí mismo» .  Y en el mismo sermón, lo que es una clave para comprender el lazo que existe, para Carlos de Foucauld, entre la eucaristía eucaristía y la vida de N az ar et : « H ay que mirar este don incesante, este don continuo, este don perpetuo de la eucaristía.  eucaristía.   ¿ M e cansaré cansa ré yo de darm e viendo cómo se se da Él, sin sin cansarse ja m ás .. .   ?  Con  ¿Con quién estaba yo esta mañana?... Y Él está siempre y lo tendré todavía... y lo ten dré hasta ha sta el fin... E s el el don de la la eucaristía, y ella ella nos enseña el don de nosotros mismos y nos dice: "¡ Continúa, continúa todavía, llega llega hasta el el fin fin N unca le da rás a Jesú s tanto como Él te da, nunca te hum illarás illarás h asta dond e Él se humilla al venir a ti" »   l 8 . Finalmente, un último pu nto , en el mismo sermón, también a propósito de la euca ristíaa y en relación ristí relación con ella : « U na condición condición para hacer un poco de bien, una condición absoluta es el espíritu de sacrificio, el olvido de sí mismo. Ése es el vehículo para llegar a las almas, darse, sacrifi  ;   olvidarse carse ; carse olvidarse de sí m ism o: " S i el el gran o de trigo no c ae a tierr a

y m uere, permanece estéril; pero si si m uere, da mucho fruto ." N o ha y otro medio de hacer bien a las almas»   I 9. M aría de B ondy acompaña a su prim prim o en la nueva nueva vida eucaeucarística nace él, as como lo acompañó las fi fiest estas as que del Co rpusentonces y en lasen visitas visit al santísimo, y enen NLouye, ancy, anc y, en el día de su comunión solemne   2° .  Gravemente enferma en el momento de la conversión, se hallaba aún convaleciente por navidad. Sin em bargo, tuv o interés en ir con él a la misa del ga llo: «A hora hace seiss años sei año s — les escribirá escribirá desde A kb és — que qu e volví volví al pie del pesebre. Mi primera navidad fue la de 1886. ¿Te acuerdas que viniste aquella noche a la misa del gallo, contra el parecer de todos, al final de tu convalecencia?» 2 1   Juntos comulgan en el altar de la Virgen, allí donde había él comulgado la mañana de su conversión   2 2, allí donde comulgarán el 15 de enero de 2 31890, el día de la partida para la Trapa, el también día del «gran sacrificio» . La eucaristía hace crecer y aviva intensamente en él el deseo que ha sentido en en su conversi conversión, ón, de darse totalmente a D ios, de imitar 17   20   21

GL, p. 62.  M   GL, p. 63. » Id. Cf Cf.. LM B 5 abril 190 19099 (citada (citada anteriorm ente).   L M P 20 diciembre 189 18922 (E l mismo día, 25 de diciembre de 1886, tuvo efecto efecto la «conversión de navidad» de Teres a M artin , conversión muy d ifer en te: «segunda con con versión». Cf. también, sobre otro plan, P. Claudel (v. supra). 22 23   I d .    E S , p. 83. 5  -  Six  

Capítulo tercero

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lo m ás pos posibl iblee a Jesú s. E st e propó sito de imitación ab soluta d e la vida m i s m a d e J e s ú s s e e x p re s a p ro n t o c o n c re t a m e n t e e n u n « d e s e o d e   24

vida religiosa» . C a rl o s d e F o u c a u l d n o t u v o , d e s d e l a m a ñ a n a de su conversión, un designio preciso de hacerse monje; simplemente, l a v o c a c i ó n re l iigg i o s a — e l l l a m a m i e n t o a c o n s a g ra r s e e n t e r a m e n t e a D ios y no ad or ar m ás q ue a Él, eell llama m iento a ri rioo ha cer o tra cosa que llevar la vida misma de Jesús— estaba inscrita en el movimiento m ism o de su recono cimien to del dere cho absoluto d e D ios sobre él y en el atractivo, que se amplifica en él sin cesar, por la persona de C risto. E l deseo de la vida religiosa pro pia m ente dicha es p ro nt o un «deseo nac iente y que se afirma» afi rma»   2 5 . Y, desde su conversión, Carlos d e F o u c a u l d e s t á i m p a c i e n t e p o r re a l i z a r e s e d e s e o . E l p a d r e H u v e l i n cser a l mreligioso, a egioso, s a i m pno e t uvivir o s i d am d áqsu qu e tei epar n e aa lDg oiosd ey dhacer e s o rd elon aqu d oe: er « Ya omá d ess epe a bra reli fecto,   f u e ra l o q u e fu e re . . . M i c o n fe fess o r m e h iizz o a g u a r d a r t r e s a ñ o s »  26 . Tiene, sobre todo, miedo de que el convertido se precipite demasiado pronto en la vida religiosa, a la manera del soldado que saborea el gu sto de her oísm o de un alto hecho de arm as q ue va a realizar, c u a n d o q u i e re v e r a s u d i ri g i d o e n t ra r p o r u n c a m i n o d e i n m o l a c i ó n

lenta y escondida, donde el orgullo no puede ser ya raíz de paso a l g u n o . P a ra e l e n t u s i a s m o d e C a rl o s d e F o u c a u l d , e s t a e s p e r a e s u n a prueba difícilmente soportable, pero el padre H uvelin le hace ver que Jesús le pide justamente este tiempo de maduración, y le invita a d o b l e g a rs e a n t e u n a b ú s q u e d a llaa rg a d e llaa v o l u n t a d d e D i o s  27.

M   37

Id. » Id. «  L H C  14  agosto  I V < H   d > . |>. 07 ).   U n sermón que el padre Huv elin pronunció el el  ¿7   dr «-i «-iirTo de 1887 1887 — t r e s meses despu és de la con vers ión — ex presa bas tante bien lo méritos del del libr libroo del padre   F O U A R D   (L'Évamgüe (L'Évamgüe de Jésus-Christ, Jésus-Christ,  prólogo, prólogo, p. v), 81   E l año mism o de su muerte', en febrero de 1916, 1916, escribirá todavía  Meditaciones sobre los evangelios. 32   L H C 14 agosto 19 1901 01 (D , p. 97).

 

Capítulo tercero

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qu iere am ar si sinn m edida. E n adelante, a Jes ús m ira, a Jes ús a m a y la am istad de Je sú s qu iere ga na r. D e ahí que busq ue, con pasión, en llos os evangelios, las palabras y hechos de Jesús, a fin de conformarse a ellos concretam ente, simplemente, lo m ás exac tam ente posible. Y tod a su vida, hasta la muerte, será ahora, a pesar de los caminos inespe rados, las contradicciones aparentes, los obstáculos, los fracasos y re trocesos, una búsqueda sola y única, continua y continuada: Jesús.

E L , E V A N G E LI O Y E L M U N D O

D i o s l e h a b í a a y u d a d o a n t e s d e s u c o n v e r s iióó n , q u e m a n d o t o d o l o que l e imp edía volver a Él. D ios co ntin úa ahor a su ob ra rom pien do un o a un o los laz lazos os que pu die ran reten erlo par a n o en treg ars e total m ente a É l : «A contecimientos exteriores independientes de m i voluntad me forzaron a desprenderme de cosas materiales que tenían para mí muchos encantos y hubieran retenido mi alma, la hubiesen apegado a la tierra. Vos rompisteis violentamente todos estos lazos, c o m o t a n t o s o t r o s .   ¡  Q u é b u e n o s o i ss,, D i o s m í o , p o r h a b e r l o r o t o t o d o en torn o mío, por habe r d e tal m odo aniqu ilado todo lo que me hu biera

i m p e d i d o s er e r s óóll o v u e s t r o . . . » 3 3 . E s difí di fíci cill pre cisa r cuá les fuero n estas purificaciones d ivinas. S ólo ssua b consejo e m o s q ujudicial, e C a r l o s que d e le F o uimpedía e a u l d e stener t a b a etodo n t o n cele sdinero m u y mque o l e shubiera to por deseado. E sto tenía que con trariarle ba stante, pues pensab a en otras ex pe dicio nes : «M is ingresos son ssufi ufici cient entes es p ar a estos gasto s e xt ra  o r d i n a r i o s   3 4, p e r o l o j u s t o . A s í , d e ssdd e m i v u e l t a d e M a r r u e c o s , n o h e t e n i d o q u e p e d i r p r e s t a d o n a d a , p e r o n o h e h eecc h oo'' a h o r r o s . D e s e o s e me levante el consejo judicial que tengo desde hace cinco años... M ien tras eell consejo siga, si ga, no pu ed o pen sar en otr os viajes y, e stand o pa ra salir m i li libro, bro, es ho ra de pen sar e n nue va s exped iciones»   3 5 . ¿ Q u é v i d a l le l e v a b a e n t o n c e s ? E l h i j o d e la la s e ñ o r a B o n d y , F r a n 90ÍS  3 6 , h a t r a z a d o e l r e t r a t o d e F o u e a u l d e n 1 8 7 7 : « J u s t a m e n t e e n la época en que se preparó y publicó la   Reconnaissancc au Ma roc, le veía yo constantemente en casa de mi abuelo, donde vivian mis 33   31

E S , p. 83.   S e tra ta de los gasto s ocasiona dos po r las explor acion es picccil picccili-ntcs i-ntcs y el viaje a Túnez. 3:5   LM B 9 agos agosto to 18 1887 87 (B , pp. 95-96). S ólo diec dieciocho iocho meses mí míiis u n i r , el 22 de febrero de 1889, obte ndr á se' se' le levan te el consejo jud icial. Cf. (X 'K,   :.¿,  p p .  .-.(-jo. 30   Te nía doce año s en 1887 1887..

 

Imitación de Jesús

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padres. Carlos, hijo del hermano de mi abuela y huérfano desde muy tem pr an o, h abía sido cria do p o r ella el la.. A sí pu de asistir al desa rrollo de la crisis q ue tran sf or m ó al ofi of i ci cial al ex pl or ad or en un asce ta religioso , sin que me diera, claro está, absolutamente cuenta de nada; pero tengo muy presente en la memoria a aquel primo excelente, tan dulce, siempre sonriente, un poco borrado ya por su amor a la humildad, lo que hacía que mi hermano y yo lo consideráramos venido al mundo con el único fin de que le tomáramos el pelo y nos hiciera regalos. N o s d i o s u e q u i p o m i l i ttaa r p a r a q u e p u d i é r a m o s r e p r e s e n t a r l a c o m e  d i a c o n o t r o s n i ñ o s . T e n í a m o s s u   shako  de S ain t-C yr y el go rro de b a t a l la la d e S a u m u r . L u e g o , p o c o a p o c o , f u e r o n p a s a n d o a n u e s t r o p o d e r t o d o s lloo s o b j e t o s t r a í d o s d e M a r r u e c o s : p i s ttoo l a s , e s c o p e ttaa s , puñales, N o c o m p rgualdrapas e n d i m o s n i de p o r seda u n i n sy,t a nsobre t e q u e todo, u n h o malbornoces b r e q u e ssee yd echilabas. spre ndía tan fácilmente de sus recuerdos de viaje —   ¡  y q ué vi aj e — • tenía p o c o q u e l e i m p o r t a r a s o b r e l a t i e r r a »   3 7. Reconnaissancc au Ma roc   ap are ce el 4 de feb rero d e 1888 ee,, in mediatamente, el éxito es grande.. Foueauld hubiera podido presen tarse en diversos salones y dejarse festejar. Pero estas recepciones no le dicen ya nada: «Sentimiento tanto más profundo de la vanidad,

de la falsedad de la vida mundana y de la gran distancia que existe entre la vida perfecta, evangélica, y la que se lleva en el mundo»   3 8 . E n e s t e m o m e n t o a p a r e c e a l o s q u e l e r o d e a n , n o ccoo m o p u d i e r a creer se, tran sp or tad o d e alegría po r hab er hal halll a do do** su cam ino, sino inq uieto y poco* exp ansiv o. D uv ey rier, e l gr an exp lorad or, es ssuu único a m i g o e n e s t a é p o c a 3 9 . Cuando una tarde de febrero de 1888 tiene qu e recibir a F oue auld, previene delicadamen te a M aun oir, otro g e ó g r a f o a q u i e n i n v iitt a j u n t o c o n e l e x p l o r a d o r d e M a r r u e c o s , d e l estado de éste: «Siento verdadero afecto hacia el señor de Foueauld. E s u n a n a t u rraa l eezz a ; d e ssee le l e c ccii ón ón . E s u n h o m b r e , m e t e m o , o a t a c a d o de una enfermedad definitiva, o profundamente herido en sus afectos. M e pe rm ito escribírselo... po rqu e merece se le teng a considera ción»   4 ° . Por lo demás, Foueauld mismo confiesa este estado: «Su amistad — escribe a D uv ey rier el 2 de oc tub re d e 1888 — es uno de esos lazos, tan dulces, que pe rm iten ve r la vida a un a luz m ás sere na 37

  E xtrac to de dell pref prefaci acioo escrit escritoo por F r. de B ondy para llaa edici edición ón de  Reconnaissance (m Maroc,  Société d'éditions géographiques et coloniales, París 1939, pp 6-7. 38   E S , p . 8 22.. 3B   «S u am istad es la única , fue ra de mi famil familia ia,,,, que he trabad o de-sp de-spués ués de tres años 40que estoy estoy en París. » C arta a D uvey rier, 2 de octubre de 1888 1888 (C F I , p. 80).   Carta del 13 febrero 18 1888 88 (C F I , pp. 50-51) 50-51)..  

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a ciertas horas»   4 I . lista última frase no deja lugar a dudas sobre la poca serenidad de que entonces gozaba. ¿Y los proyectos de exploración? Parecen esfumarse bastante, muy poco despué s de la aparición de su libro. libro. E l 24 de mayo de 1888, F oucauld escri escribe be a M aupas, secretario secretario de M cCarthy en la bi bibl bliio teca teca de A rg el : «S igo ocupándome ocupándome vagamente de de los los paí países ses musul manes con intención de viajar aún por allí, leo árabe y estudio a grandes rasgos las comarcas del Levante; pero no tengo ningún proyecto fijo y no pienso salir de Francia este año»   4 2 . Ya no tenemos aquí la afirmación de agosto precedente ni el deseo de consagrarse a «nuevas expediciones»«. Sin embargo, sigue la nostalgia de los viajes, la nostalgia de laa luz, el horror compro misos mundanos y también el horror la tiranía de alaslosciudades. E l 12 de junio de 1888 1888 esc escri ribe be a M au pa s: «T odavía no hemos tenido teni do este año tiempo tiempo verda deram ente caliente. caliente. E ste desgraciado desgraciado París no ve más que un cielo gris y no respira más que aire frío. S i echo vivamente de m enos a los buenos amigos dejados en A rgel, también echo de menos el cielo azul, el sol, el día espléndido»   4 4. Se tiene la impresión de que está en la noche, de que querría saber por fin fin claram ente adond ad ond e le quiere D ios llevar llevar y cómo debe en fin fin

imitar a Jesús. ¡ V E N I D Y VE D

E sta lu luzz sobre su vocación vocación que C arlos pide ardientem ente, sabe mos que D ios se se la la da p rim ero en la meditación meditación del evangelio. evangelio. S e la da también, durante el año 1888, muy especialmente, por tres aconte cimientos que, progresivamente, expresan de forma cada vez más precisa preci sa a Carlos de F oucauld dónde está la voluntad voluntad de D ios. E l prim ero de estos acontecimientos acontecimientos es una frase de u n serm ón del coad jutor de S aint-A ugu stin, que describe a Jesú s bajo el aspecto de su abatimiento profundo, Jesú s humillado humillado y desprec iado: «E stas palabras de M . Hu velin en en un se rm ón : "V o s escogis escogiste teis is de ttal al m anera el último lugar que nadie jamás pudo arrebatároslo", tan inviolable mente grabada en mi alma»   4 5. Y toda su vida, Carlos de Foucauld se referirá co nstantemen te a estas palabras, que le hicieron hicieron ver a Jesús como el pobre, como el último de los pobres. «

C F I , p. 50 50.. p .   3 3 3 » L J H 1100 octubre 1191 9155 (C C F , 16, p. 103) 103).. M   L JH 28 abril 1916 1916 (C CF , 16, p. 10 104). 4).

 

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sed incesante de absoluto. Hay en Teresa y Carlos de Foucauld el mismo dinamismo extraordinario que los empuja siempre más ade lante, un gusto por lo absoluto, magníficamente, servido por una voluntad obstinada. Tienen centrada el alma sobre las máximas realizaciones posibles, porque los dos poseen un sentido eminente de la trascendencia trascendencia de D ios, del hon or de D ios. N i uno ni ot ro se volvieron volvieron a D ios ios desde su primera ed ad. H ub o una crisis entre el tiempo piadoso de la infancia en que Teresa, inflamada por ciertas lecturas, había querido ir a tierra de moros a que la des descabe cabezas zasen en por D ios, en en qu e Carl Carlos os de F oucauld hacía hacía una fervoros fer vorosaa prim era comunión, y el tiempo tiempo del don total a D ios. La m uerte de su madre había puesto en el el corazón de Tere sa u na nece sidad, ásperamente sentida, de cariño. Carlos pasó por la misma prueba. Su carácter impetuoso los disponía a los dos a deseos inmensos. Teresa, con arte sutil y coquetería refinada, había gustado de atraerse galanes; Foucauld había organizado fiestas y pasatiempos. TeresaCarlos había de visto, con envidia, partir a sussus hermanos para A m éric a; Carlos de F oucauld había buscado los los peligros de la expedici expedi ción ón a M arrueco s. M as estos explora dores orgullosos orgullosos reciben reciben un día la gracia de reconocer recon ocer la grandeza de D ios. S u ambici ambición ón de conqu istarl istarloo todo queda transform transform ada p or este nuevo llamam llamam iento iento y y a no hay entonces más que un m edio edio de viv ir: vivi vivirr só sóllo para Él. D elante de la la T ra s cendencia, estas almas excepcionales se descubren débiles, miserables y, no obstante, segu ras de las gracias gracias qu e reci reciben ben de D ios, apo yán dose constan tem temente ente en la om omnipotencia nipotencia de d e D ios, reconociendo en su flaquez flaquezaa un m edio de que D ios puede servirse para pa ra su gloria. P or su unión con D ios, vivirán m ás y más en el olvi olvido do de sí mismos, en un aniquilamiento cada vez más profundo. Carlos de Foucauld pondrá por exergo de cada uno de los cuadernos que, de 1908 a su muerte, formarán sus diarios el breve poemita de la santa que ter m ina : «S ólo ólo D ios bast basta». a». Y este verso lo dice todo de sus sus vidas.

La influencia de la escuela francesa era una influencia indirecta a través del padre Huvelin. Con Teresa de Jesús nos hallamos ante una influencia directa y absolutamente predominante que envuelve toda la vida espiritual de Carlos de Foucauld. ¿Cóm ¿C óm o se se ejerce esta influencia? influencia? N o es difí difíci cill saberlo, pues pue s el herm ano M arí aría-A a-A lberico lberico ha experi experim m entado en sí mismo mismo lo lo qque ue aconseja al padre Jerónimo. Santa Teresa le ha dado un alimento doctrinal, el sentido de la oración, y ha dilatado su amor a Jesús.  

Pobreza de Jesús

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¿  Hay que pensar que, al hablar Foucauld de enseñanza doctrinal, quiere insinuar que en santa Teresa ha hallado los elementos de una síntesis teológica y que, consiguientemente, los cursos que seguirá en A kb es y los estudi estudios os paci paciente entess de los m anuales de H u rt er y G ury no Ciertam serviránente paraquenada? no. A pa rte algunas raras citas de orden estricta estricta mente dogmático —todo el largo pasaje de una carta sobre la Tri nidad  37 — ,   no hallamos copia de una verdadera enseñanza dogmática que,   por lo demás, no existe en cuanto tal en santa Teresa, aunque su pensamiento era muy seguro. N o es, pues, un a teol teología ogía sis sistemática temática lo que asimila en lo loss escritos de la santa de Ávila, y no hay que entender en este sentido el término «verdades religiosas» de que se vale escribiendo al padre Jerónimo. Pero ent entonces onces  ¿  qué quiere decir ? ¿  Qué «verdades religio sas» halla en santa Teresa, «cuya bula de canonización califica de "celeste" su doctrina»  ? s s88 . La lectura de los pasajes copiados nos lo dirá; pero lo que hemos dicho anteriormente acerca de la semejanza de las dos almas podía ya revelárnoslo. ¿ Q ué son efectivamente efectivamente los dos ?  N o gentes de abstracc abstracción, ión, sino sino de experiencia; no intelectuales, sino temperamentos de acción. Santa Teresa de Jesús no era «teóloga»; Carlos de Foucauld tampoco es teólogo ni lo quiere ser, pues la suerte de los pobres no es estudiar, sino traba jar, com o san san José , que no era docto en teología. Teresa contó, por obediencia, la historia de su vida, y lo hizo en una lengua sabrosa, lenguaelhablada, forma  en concreta; por obediencia también, redactó   Castillo una interior, que se luego, describen las diversas moradas, que forman los diversos grados de la ascen sión sión del alma a D ios, y que constituye en en realidad toda la ex pe riencia de su vida. A sí, si el itinerario místico traz ad o po r san Jua n de la Cruz se funda ante todo en una intención de universalidad; si la enseñanza que da, forma una síntesis científica de la vida espiritual y una teolo

gía sistemática, la aportación de santa Teresa es otra. Se trata de una descripción de los hechos sobrenaturales que ella vive, no de un estudio metódico de su naturaleza. Teresa presenta los estados y la progresión de la vida espiritual como ella los ha expe rimentado, pero no intenta dar un ejemplo tipo de toda evolución del alma. Y, realmente, esta experiencia de una «hermana mayor» 37 S8

  Cartas,  ed. Bouix, t. i, p. 3.   LP J 24 enero 18 1899 7 (B A CF , 63, p. 20).

 

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Capítulo quinto

es lo que adm ira Carlos de F oucau ld. R ealme nte, esta vida en sí misma es lo que le enseña. Carlos de Foucauld mira a Jesús, lo que hace y dice dice el A m ado. Y le m ira con u n senti sentido do ta n vivo de lo lo concreto como santa Teresa, que ama sencillamente a Jesús, y cuenta, con la misma sencillez, los encuentros de su alma con Él. Pero ¿no será este amor, en esta mujer, una vaguedad de alma sentimental sent imental o una dilataci dilatación ón afectiva? afectiva? E n m anera alguna. E s una amistad. «Que no es otra cosa —dice ella misma— oración mental, a mi parecer, sino tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama»   3 9.  D io ioss ama el e l primero. Hay que responder a su amistad y dejarse invadir progresivamente por Él. Teresa se siente apremiada por este llamamiento y, en su esfuerzo por dar una respuesta digna digna y exacta, descubre su impotencia. impotencia. E nto n cess Dcl ce clama ama tepordoce lae años, ayuda con todopoderosa ado .ncia extraordina uran docla un valor y del un aA consta cmonstancia rios  4 ° ,  Tere sa p ermanece fie fiell a su propósito de hacer oración. Con un a unidad maravillosa de vida interior, se empeña, y lo consigue, cuando está continuamente dispuesta a abandonarla, cuando aguarda impa cientemente cada día que termine la hora que se ha prescrito para la oración, cuando preferiría a la oración cualquier penitencia  4 I .   R  ¿R az azón ón de esta obstinación  ?  Q uiere am ar a aquel qu e la la am a a el ella la.. Q uie re desprenderse m ás y m ás de tod tod o lo que no es D ios. Porq ue, pa ra la vidaa de amistad con vid con D ios, es m enester renunciar a todo y, prim era m ente, a sí sí m ism o: «Toda-la falt faltaa nue stra es en n o goz ar luego luego de tan gran dignidad (del amor perfect perfectoo de D ios ).. . S omos tan caros y tan tardíos de darnos de dell todo a D ios... »   4 2. L a   Vida  nos muestra, pues, a santa Teresa en búsqueda cons tante del del A m ado, en un esfu esfuer erzo zo ininterrumpido. E lla se tiene por muy poco sabia sabia en tem as elevados y se dedica dedica a h allar a D ios en lo que la afecta directamente: vanidad del mundo, persona del Verbo encarnado, misterio de la pasión y muerte de Jesús. Y des

cubre un procedimiento muy sencillo: seguir un libro que fija el pensamiento. 39

  A l copiar esta frase la subra ya: «Pued o tra tar como co conn amigo, aunq ue es S eñor...,> eñor...,> ( c .   x x x v i l ) ( c itit ad ad o ) . 40   C f.   Fundaciones,  c. n : «i Y cómo, S eño r mío, no no queda por vos no hacer gran des obras los que os am an, sino por nu est ra, cobardía y pusilan imid ad » 41   «E s un a misericordia mu y grande de D ios dar a uno la gracia gracia y firme firme resolución de tender con todas sus fuerzas al amor perfecto de D ios»   (Vida,  c. x n ) (citado). 43   Vida,  c. xi (citado). «Y como este edificio va todo fundado en humildad, mientras más llegados a D ios, más adelan te ha de ir esta virtu d, y si no, va todo perdido* (c .   xx i i) . Cf Cf.. ibid., c.  X X I I  (citado).  

Pobreza de Jesús

Carlos de Foucauld lee y admira esta experiencia ardiente Quiere seguir el mismo camino que Teresa de Jesús. Quiere amar a A quel que lo lo am a a él y m ostrarle que lo lo ama. Con la m is isma ma terquedad, todo lo pone por obra para amar. Como ella, sintió el de sga rrón de la separación — recordem os la la pág ina de la la   Vida una de las primeras que copia Carlos Foucauld, en que Teresa des cribe su dolor al dejar a los suyos para entrar en el convento Pero como ella también, apenas entrado en la vida religiosa, expe rimentó una paz profunda. También cita este pasaje de la   Vida: «E n toma ndo el el hábito, luego m e dio el S eñor a enten der cómo favorece a los que se hacen fuerza para servirle, la cual nadie no entendía de mí, sino grandísima voluntad. A la hora me dio un tan gran contento de tener aquel estado, que nunca jamás me faltóó ha sta h oy ; y mu dó D ios la sequedad qu e tenía mi alma en falt grand ísima tern ura . D ábanm e deleit deleitee todas todas la lass cosas cosas de la la religión, religión, y es verdad que andaba algunas veces barriendo en horas que yo solía ocupar en mi regalo y gala, y acordándoseme que estaba libre de aquello me daba un nuevo> gozo, que yo me espantaba y no podía entender por dónde venía»   4 3.    ¿N o puede Carlos Carlos de F oucauld apli apli carse exactamente este texto a sí mismo? Quiere, pues, vivir como ella — y bajo su dirección —, en todo, la vida de oración, oración, el encue ntro de am istad istad con D ios. Carlos de Foucauld confía al padre Jerónimo haber recibido un gran beneficio de la lectura de santa Teresa: un tierno amor a nuestro S eño r. E ste segundo aspecto de la influe influenci nciaa de la gr an carm elita está está íntim ínti m amen te li ligado gado al prim ero. S i santa Te resa le enseñó las verdades religiosas y los caminos espirituales, si le mostró cómo hay que hacer oración, ella le enseñó sobre todo a encontrar a aquel alguien que había sido el centro de su oración, el centro de toda su vida: Jesuc risto. «A quella quella eternidad, ado nde son la lass m orada s conforme conforme al amor con que hemos imitado la vida de nuestro buen Jesús»   4 4.

E l am or a la la hum anidad de C risto se inscribe, inscribe, en santa Te resa, dentro de la comprensión profunda del misterio de la encarnación. A uno de sus corresponsales corresponsales lo lo invita invita a la oración oración en estos té rm ino s: «Considere primero la naturaleza divina del Verbo eterno del Padre unid a con la la naturaleza h um ana, que no fuera por sí m isma si D ios 43

  Vida,  c. iv (c itado). Cf. «Yo era de mi na tu ral m uy ard ien te en mis deseos. A hora van acompañados de tanta paz, que, cuando los veo cumplidos, no me doy doy cuenta si siento alegría.»   Cartas. 44 (citado y subrayado).   Fundaciones,  c. xi v (citado  

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Capítulo

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no le hubiera dado el ser. Piense en este amor inefable, en esta humildad humil dad profunda profunda de un D ios que se anonadó haciéndose haciéndose hom bre, para hacer hacer del homb re D io ios» s»  4 5 . Hay ahí el mismo movimiento de alma que hemos hallado en Carlos F ou cau ld: conside d e en D ios que ha querido queri do deabajarse. A hola ra cons bien,iderac ese esración e ión amordelse se amor exp resa Jesucristo, y busca Teresa la presencia amiga de Jesucristo. He aquí efectiva mente cuál era su método de oración: «Procuraba lo más que podía traer a Jesucristo, nuestro bien y Señor, dentro de mí presente y ésta era mi manera de oración; si pensaba en algún paso, la presentaba en lo interior»   4 6 . Pero ¿qué misterio gusta particularmente de representarse? Las horas de la pasión pasión y de la la cru z: «Ten ía este modo de oració n: que como no podía discurrir con el entendimiento, procuraba representar a Cristo dentro de mí y hallábame mejor, a mi parecer, de las partes adonde le veía más solo; parecíame a mí que, estando solo y afligido, como persona necesi necesitada, tada, me hab ía de adm itir a m í. D e e stas sim plicidades tenía muchas; en especial me hallaba muy bien en la oración del huerto: allí era mi acompañarle»   4 7 . «A com pañar a Jesú s en en sus dolores», abra zar la cruz, sufrir sufrir con É l :  Teresa mira sobre todo a Jesús paciente. Carlos de Foucauld citará un pasaje, que subraya dos veces, del   Camino de perfección: «¿ Q ué ffue ue tod a su vida, sino una continu a m uerte, siempre trayend o la que le, hab ían d e da r ta tann cruel c ruel dela delante nte de los ojos? Y esto es to er a lo menos; ¡mas tantas ofensas como se hacían a su Padre y tanta multitud de almas como se perdían » 4 8 . D espués de Teresa, Carlos de F oucauld no puede ya tener m ás que un de se o: sufrir sufrir con Jesú s. E s ssig ignif nific icat ativo ivo u n pasaje del  Castillo interior,   cuyos fragmentos se encuentran palabra por palabra en las cartas del 16 16 y ddel el 19 de ene ro de 18 1890 90 a llaa señora B on dy : «N o nos puede hacer su majestad mayor regalo que darnos vida que sea imitar la que vivió su Hijo tan amado; y así tengo yo por cierto

que son estas mercedes para fortalecer nuestra flaqueza, como aquí he dicho alguna vez, para poderle imitar en el mucho padecer. Siem pre hemos visto que los que más cerca anduvieron de Cristo nuestro   49

Señor fueron los de mayores trabajos» . Carlos quiere también llevar la vida despreciada que Jesús llevó sobre la tierra y llegar hasta la cruz. Se inspira, evidentemente, en 45

40   Cartas,    Vida,  c. IV (citado).   " Vida,  c. IX (citado). 48   Camino de la Perfección,  c. 42 (citado).. 49   Castillo interior,  S éptima morada, c. 4 (citado (citado y subrayado).  

Pobreza de Jesús

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Teresa, que desea a menudo sufrir y morir con Jesús: «Y ya que algunas veces me tenían convencida (a tener renta), en tornando a la oración y mirando a Cristo en la cruz tan pobre y desnudo, no podía poner a paciencia ser rica. Suplicábale con lágrimas lo ordenase de  s

manera que yo viese comomucho. Él» ° . A hora bien, L a oración oraci ón me consi consist stee pobre en amar bien, pa ra santa Teresa, amar no quiere decir hablar mucho, sino trabajar y sufrir. Las mismas ideas hemos hallado muchas veces en el joven novicio trapense, y se repetirán constantemente en sus escritos: «Si su majes tad nos mostró el amor con tan espantables obras y tormentos,   ¿ cómo queréis contentarle con sólo palabras?»   5 I . «¿Cómo se adquirirá este am or? D eterminándose a obrar y padecer padecer y hacerlo cuando se ofreciere»   5Z . Y otra vez: «Porque desean padecer en su servicio; y la hermana que no sintiere en sí este deseo, no se tenga por verda ve rdader deraa descal descalza, za, pues, no han ha n de ser n uestros ue stros deseos descansar, sino padecer, por imitar en algo a nuestro verdadero Esposo»   5 3. Por fin, un último texto que resume todo el pensamiento de la santa y que Carlos de Foucauld subraya dos veces: «Para gozar un día de nuestro divino crucificado es menester llevar la cruz en pos de Él; pero no es menester que pidan trabajos, aunque mi padre fray fray Grego rio piensa que hace al caso. D ios no deja nunca de enviarlos a los que ama y de conducirlos por el mismo camino que a su Hijo»   S 4. ¿  N o E S E N TO T O N CE C E S N A D A S E R TO D O D E D l O S ?

B ajo esta doble inf influen luencia cia de la direcci dirección ón de D om Po licarpo y de la lectura de las obras tteresianas, eresianas, el alma del herm ano M aría-A lberico experimenta una gran dilatación, «una unión de todos los instantes con nuestro Señor»   5 5. La eucaristía forma el centro de su vida 50

  Vida,  c. xx x v. Cf. Cf. ca rta del del 24 de abril 18 1890 90 a A . D uve yrie r, los mismos término s ( T P F , p . 7 6) 6) . 51   Castillo interior,  S éptima morad a, c. IV (cit (citado ado y subraya do). 52   c. V (cit (citado ado y su brayad o).   Fundaciones, 63 64  

., c.  28(c (citado subrayado cf . c.209, xx x212, i.   Id Cartas (cf.f.(citado ibid., y citadas pp.), cf. 208208-209, 277, 331). A la madre del padre Grac ián, al mo rir éste, le escribe la santa ma dre, como como elo elogio gio insigne de su hijo : «D esde hacia mucho tiempo tiempo ttoda oda la oración de vuestro hijo era pedir cruces a D ios»  (Cartas,  206). S e comprende que Carlos de F oucauld su brayara este ttexto. exto. A un en menudos pormeno res, hallamos en la vida de Carlos de Foucauld la marca teresiana. Como ella, por ejemplo, tiene gran devoción devoción por dos santos preferidos: san José y santa M aría M agdalena. D e pa sada notaremos huellas más importantes (a propósito de la obediencia y de la dirección espiritual). mo> en su corazón corazó n o, por m ejor decir, que uno deja que Jesús construya en nuestro corazón»  6->. «Yo creo que en todas todas p ar tes puede vivirse la vida de N azare t, 63

  Cf Cf.. un mes an tes : «Ten emo s que amar, invitar a unirse, mirar como como hermanos, hacer que se aprovechen de nu es tra s riquezas espirituales estos estos herm anos menos fa favo vo recidos que están dispersos por todos los vientos del cielo: llamémoslos a nosotros, confra ternicemos terni cemos con con ello ellos» s» (M A T, Gen 25,  1-18). 04   LM B 24 enero 1897 1897 (B , p. 142). 142). 63   E l herm ano M aría-A lberico hubiera podido podido desear llevar esta vida vida de N azaret bajo la obediencia de la Trapa, Dom Wyart lo desvía prudentemente de este camino: N azaret es radicalm ente otra cosa que la Trap a; 00   LM B 24 enero 189 18977 (B , p. 142). 67   Id. 68 69   Car ta del 27 enero 1897 1897 (S , p. 43).    Carta de  2  agosto 18 1896 96 (S , p. 40 ). 11  -  S i x  

Capítulo séptimo \b¿ hundirse en el olvido, vivir en la obediencia, abrazar la cruz»   7° .  Pero su dirigido dirigido quiere lle llevar var al pie pie de llaa letra llaa vida de N aza ret y el pa dre da su aquiescencia: aquiescencia: «S í, querido hi hijo, jo, yo veo como usted el orien te. . .

Ten go a A kbé s por muy im posible; tengo miedo por usted de llaa o t r a T r a p a 7 1 , donde, sin embargo, preferiría verle; los mismos pensamientos vendrán a visitarle, la misma comparación de la vida que usted vivirá y llaa que persigue. Y o prefi prefiero ero Cafarnaúm o N aza ret, o algún convento de franciscanos — no dentro del convento  —  —•• sólo a la sombra del convento, pidiendo sólo los auxilios espirituales y vivi viviendo endo de llaa pobreza. .. a la pu erta . . . E sto es, queri querido do amigo, 2 lo que veo posible» ? , y concluye con insistencia: «N o piense sobre todo en reunir alm as en tor no suyo, ni sobre todo en darles una regla. Viva su vida; luego, si vienen almas, vivan juntos la misma vida, pero sin reglamentar nada. Sobre este punto soy bien claro»   73 . E l 1144 de febrer febrero, o, el hermano M arí aría-A a-A lberico lberico rec recibe ibe dispensa dispensa de sus votos simples. E l mismo día em ite ite dos votos en manos de su confesor, el padre Lescand 7 4 : «i.°,   voto de perpetua castidad; 2.0 , voto de perpetua pobreza, por el que me obligo a no tener nunca de mi propiedad ni para   7S mi uso más de lo que pueda teneí un pobre obrero» . A no ta q ue hace estos votos el día de llaa «fi «fies estta del beato Co nrado ,   76 cisterciense, ermitaño de Tierra Santa» .  También él quiere vivir como co mo erm itaño en Tierr a S an ta: «L a nueva nueva vi vida da que voy a em pezar será mucho más oculta, mucho más solitaria que la que dejo»   v>. E l m arte s 16 de febrero, a las once de la noche, «fi «fies esta ta d e la or a ción de nuestro Señor Jesucristo en el huerto de Getsemaní» ? 8, sale de la casa g eneralicia y al día siguiente se em barca en B rindisi para T ierr a S an ta : «Todas las las puertas me est están án abiertas para dejar de ser   7religioso de coro y descender a la clase de doméstico y criado» 9. E l 24 de enero había escri escrito to al pad re Je rón im o:   «¡ D i o s nos lleva por caminos tan inesperados ¡  Cómo he sido yo conducido, traído y llevad llevadoo desde hace sei seiss m ese s S taouéli taouéli,, R om a y ahora lo desconocido»   8 o.

™- Carta de 27 enero 1897 1897 (S , p. 43) . S in duda la Tra pa de E l Latro un. ra Ca rta de 27 enero 1897 1897 (S , p. 43).    Id. * P ar a hacerlos pidió perm iso al padre Hu velin .  

71   ra   7

n

 

CF I , p . 1 6622 .

™ 1897 97 (B , 189 145 ' » ICd.F I , p. 16 162. 2.™  LR B m 3 1 Lenero PJ 2418 enero 18p.9 7 145). (B A). CF , 64, 64, p. 36). » I d . ( B A C F , 6 4, 4, p . 3 7) 7) .

 

Capítulo VIII VID A O CU LTA

D E JE S Ú S

EN

N AZA RET

Marzo   1897 - marzo m arzo 1900 Mi Señor Jesús, ¡qué pronto será pobre el que, amándoos con todo su coronan, no pueda sufrir ser má s rico que vos ... (...) (...) Dios mío, yo no sé si es posible a ciertas almas veros pobre y seguir de buena gana ricos, verse hasta tal punto más grandes que supadecérseos Maestro, en quetodo, su Am ado, y no querer en cuanto de ellos depende, y, sobre todo, en vuestros abatimientos. Creo, sin duda, que os aman, Dios mió; sin embargo, creo también que falta algo a su amor y,  en todo caso, yo no puedo concebir el amor sin una necesidad, sin una impe riosa necesidad de conformidad, de seme janza y, sobre ttodo, odo, de p artici articipación pación de todas las penas, de todas las dificultades, de todas las durezas de la vida. R etiro de N azaret, 11 de de noviembre noviembre de 18 1897 97

¿CA M I N O E X T R A O R D I N A R I O ? M A N D A D E R O

«N uestro padre M aría-A aría -A lberico lberico para llevar en Palestina, creo, vida Para mí es una desgracia y un gran y yo se lo dese o; pe ro será po r su

deja deci decidi didament damentee llaa orde ordenn de ermitaño o cosa parecida. dolor. Podrá hacerse un santo cu en ta; no obedeci obedeciendo. endo. Creo

que hechoque sacrificios demasiado y hermosos que D ios hapermita ssee ex tra víe ; ésta es, es, grandes a mi parecer, la úni única ca para garantía  

164

Capítulo octavo

en el camino extraordinario en que se mete»   J. A sí escr escribí ibíaa el el pad re abad de Staouéli al anunciarle la salida de su antiguo novicio. Lo que D ora Luis de Gonzaga no sabía sabía es que dejar la T rap a habíaa sido habí sido también un gra n sacr sacrif ific icio io para el herm ano M aría-A lberico. lberico .

¿N o comp arará él mismo su partida de la la Trap a a la la partida de la cal callle de A njo u? «Yo creí d arlo todo dejando el el m undo y entran do en la T ra p a ; pero recib recibíí m ás de lo que había dado ... O tra vez vez creí darlo todo dejando la Tra pa , y he sido colmado, col mado sin medida»   2. E l 15 de ene ro de 1890 había dejado u na famili familiaa m uy querida. que rida. Hoy se va lejos de otra familia, que lo ha nutrido y formado. Sería un error pensar que despreció la Trapa y no vio todo el bien que puede hacer. hacer. U n año m ás tarde di rá : «Veo muy claramente claramente el gran bien que las Trapas pueden hacer en estos países infieles, donde su misión es hacer cristianos civilizando, hacer, en una palabra, lo que en otro tiempo hicieron los monjes en Europa... Cuanto más veo estos países de oriente y el poco efecto que sobre ellos producen los misioneros, más me persuado de que nada puede hacer tanto aquí por la salvación de las almas y por el establecimiento del reino de Jesús como las T ra p a s: veo para esta esta orden orden (cada (cada día día más n um ero sa y floreciente) un admirable destino: el de repetir en oriente, entre los mu sulmanes b árbaros, lo que hicieron hicieron nuestros padres, los prim e ros benedicti benedictinos, nos, entre los bárbaro s paganos de Ing laterra, A lema nia y hasta de Francia e Italia...» a. Pero no encontró allí lo que correspondía a su vocación, y hubo de salir para llevar la vida a que se sentía llamado. Ya no tiene el apoyo de una comunidad, está como dejado a sí mismo y no sabe adonde va. Pero de lo que está seguro es de que ha de entre garse a D ios, amarlo más y m ás : «M ientras ientras estamos estamos en en la tierra, no hemos hemos de cesar de hacer progresos en el el amor de D ios. ios. Hem os de amarlo sin medida»   \  escribirá escribirá muy pro nto. Y está seguro seguro de ser el S eñor quien le invita invita a progresar. E stá completamente completamente deci deci dido a adelantar en este camino, tan lleno de lo desconocido: «N o hay hay un mo men to en en nuestra vida en que no podamos y debamos debamos empezar, por decirlo así, una nueva carrera, una existencia nueva, separada como por una muralla de nuestras infidelidades pasadas»   5. 1   2   3

Texto debido debido a llaa amabilidad de la aba abadía día de N otre-D am e des N eige eige-s -s.. LR B 25 noviembre 1897 1897 (B , P. 15 152) 2)..

4    5

18 1898 98 (S , p 74). NLAE SH, p3. marzo 8.   N E S , p . 7.

 

Vida oculta de Jesiís

165

D om Lu is de Gon zaga tenía razón de ve r en en lo loss sacri sacrifi fici cios os que Carlos de Foucauld había realizado, una garantía para la vida nueva a que se obligaba. obligaba. S ólo el el am or de Jes ús le ha em pujado a ello. ello. Sólo con Jesús puede contar para llevar esta existencia que se sale

de las normas habituales y es realmente, por su originalidad y difi cultad, un «camino extraordinario»   6 . ¿ Q ué será concretamente esta vi vida da de N azaret que quiere seguir seguir ? E l que se embarca en B rindisi no sabe gran cosa cosa de el ella la.. E l que tan

minuciosamente ha preparado siempre sus viajes, lo mismo para la explor exploración ación de M arrueco s que p ar a la entrada en la T rap a, se va aho ra como a la ventu ra, a disposición disposición de D ios, que lo lo lle lleve ve como quiera. Llega a Jafa el miércoles 24 de febrero y repite la peregrinación d e 1 8 8 8 7 : A'in Karim, Belén, Jerusalén. Primero había pensado fi fijjarse arse cerca de la lass Tra pa s de A kbe s o de E l Latrou n. E l pa dre Huvelin se lo desaconsejó, hablándole de un convento de francis canos, can os, el de Cafarnaúm o de N azaret   8. D e Jerusalén, pues, donde permanece oc ocho ho días, días, Carlos Carlos de F ou  9 cauld pie,5 de hasta a través Samaria. Llega Lle ga aremonta, N azaret siempre   la tard ea del m arzGalilea, o y se aloja en en la la de Casa N ova. A llí llí se entera que al día siguiente, fi fiest estaa de santa C oleta, oleta, hay en las clarisas misa solemne y exposición del santísimo sacramento, y ello es pa ra él un signo de que D ios lo quie re allí. allí. A llllíí va desde el el alba y ora delante del santísimo. santísimo. A las once tocan a comer y Carlos de F ouca uld invita a la herm ana tor ne ra a que se vaya, y él se se quedará adoran do. L a herm ana no se atreve a negarse, pero lo vigi vigila la,, temerosa de que robe la custodia... P o r consejo consejo de los fr franci anciscan scanos os de N a z a re t I 0   — que no tienen

p ara é lalgo Ta bo r. A caso franci ancisca nos tedeprefe la feri Casa Cas Ntrabajo ova tendrán a— lgo irá queal proponerle. H ublos ierafr ciertamen ciertscanos amen pre rido doa quedarse en N azaret y deja deja con pena la ciud ad: «N o creo hallar hallar nido ' ' e n N azaret  —•  escribe escribe el el 6 de mar zo a la señora B ondy •—, sino acaso en Sicar o en el Tabor»   I 2 . 6

  D iez años más tarde escribirá: «A l dejar la Trap a, he abr abrazado azado un es estad tadoo más austero, y no menos austero que el de la Tra pa. » L M B , 2244 abri abrill 1908 1908 (T P F , p. 213). 7   Lo hace hace ref refiri iriéndose éndose muy ex presam ente a la peregrinaci peregrinación ón de 1888: LM B 6 marzo 1897.

a   9   10   11

Carta del 27 enero 1897 (S , p. 43). Cf Cf.. E S , p. 84. Testimonio de una clarisa. S e dirige a los fran cisca nos como su dire ctor se lo había aconsejado.

la expresión de laquecarfunda ta del(S 22 setiembre de Tere 189 18933sa al aldepadre hablar   deE s «l «los os palomarcitos» , p.de32). Cf Cf.. santa Jesú s.H uvelin para la   LM B 6 m a r z o 1 89 89 7. 7.  

166

Capítulo octavo

A llí, sobre el el m on onte te de la la Transfiguración, Tran sfiguración, se confie confiesa sa con un francis fra nciscano, cano, el pad re Gabriel-M aría Voisin, y le habla habla acerca de su vocación y su deseo de un trabajo humilde. A ho ra bien, bien, por un rodeo sorprendente — diríase diríase que D ios le hace prim ero renun ciar a N aza ret pa ra m eterlo eterlo luego luego allí allí Él

mismo —, el padre Voisin, que es capellán de las clarisas, lo vuelve a e nviar nv iar a la ciudad de la vida oculta. A l mismo tiempo avisa a la madre abadesa. Y cuando el 9 de marzo Carlos de Foucauld pide hablar con la abadesa de las clarisas y le expone lo que desea: trabajo hum ilde, techo y pan cotidiano, cotidiano, la m adre M aría Ángeles de S aint-M aint-M ichel acepta acepta inm inm ediatamente. ediatamente. A l día si siguien guiente, te, 10 de marzo, IJ un miércoles, día consagrado a san José , comienza sus nuevas funciones de doméstico o de mandadero. Se le había propuesto una casa de jardinero; pero prefiere una cabanaa de tablas, donde caban do nde se dejan los utensilios. utensilios. A llllíí instalan un jergón, una mesita y un taburete, y él eleva esta cabana a la cate goría de ermita, dedicándola a nuestra Señora del Perpetuo Socorro. Le gusta vivir en esta «deliciosa ermita», «perfectamente solitaria»   I 4 . «A yudo a misa y a las las bendiciones del del santísimo, santísimo, barro , hago los recados, hago, en fin, fin, todo lo que m e mand an. E l trabajo empieza después de misa, a las ocho de la mañana, y termina a la hora de la bendición del santísimo, que tiene efecto, por término medio, cada dos días a las cinco de la tarde. Los domingos y fiestas no tengo nada que hacer y puedo orar todo el día»   I 5 . O ración eucarísti eucarística ca y ocupaci ocupaciones ones muy comunes de m anda dero : dero  :  tal es su vida, tal es su su «camino extrao rdinario» . A hora bien, bien, él afirma : «E s exactam ente la vida que yo buscaba» buscaba»  l 6 . Ha encon trado po r fi finn lo lo que no conoci conocióó nunca nunca en la T ra p a : «A quí he encon trado,   bajo mi blusa azul, lo que buscaba allí. allí. E n mi cabana de tablas, al piededeloración, sagrariotengo de lashasta clarisas, en mis lodías trabajo y mis noches tal punto quede buscaba u

  «P rim er miércole miércoless que paso en N aizar aizaret et», », anota anota en su cuaderno (C F I , p. 162). E l miércoles, día día de san José , es par a él privilegiado. privilegiado. Cf. Cf. ante riorm ente : llega llega tam bién un miércol miércoles es a Tie rra S anta y lo nota (C F I , p. 162); dirá : «E l primer miércoles miércoles que pasé en N azaret, me hicistei hicisteiss entra r, D ios mío, por intercesión intercesión de san san José, como criado en el convento de santa Clara» (R N 8 noviem bre 1897). 1897). Gusta ponerse bajo la gua rdia del protector de Jesús, como santa Teresa, que le dedicó su primer monasterio. 1* LR B 24 abril 189 18977 (B , p. 151). 15   L M B 2 ma rzo 1897 1897 (T P F , p. 101). Cf. Cf. «L legado legado aquí sin saber ningú n of ofic icio io,, sin certificado, sin otro papel que el pasaporte, a los seis días no sólo hallé con qué ganarme la vida, sino ganármela en condiciones tales que tengo absolutamente lo que había soñado du rant e tantos año s, y se se diría que este puesto m e estaba agu ardan do; y, en efecto efecto,, me D ios» aguardaba, L R B 24 pues abril nada 1897 1897 sucede CB CB , PP. por 150-151). 150-15 azar1). y todo lo que sucede ha sido preparado por '" LM B 22 marzo 189 189 7 (T P F , p. 101) 10 1)..  

Vida oculta de Jesús

167

y deseaba deseaba hace ocho ocho año s, que es visibl visiblee que D ios me había prepa  rado este este lug ar y este lug ar en su N aza ret, que desde hace tanto tiempo espe jeaba a mis; mis; ojos .. . E st o sí que es la im im itación itación de la vida oculta de nuestro Señor, en su oscuridad y pobreza»   17 . A sí pu es, la la adoració n de l santísimo santísimo sacramento y un trabajo hum ilde son son las do s bases fundam entales de su vida de N azare t.

Sígase el desenvolvimiento de una de sus jornadas l 8   y se verá cómo ha traducido sus proyectos de 1893. Se levanta muy temprano, a las dos o las tres de la madru  I9

gada n abrildedice di1898 ce qulee escribe or a desde que seHuvelin despierta el mismo ánge  l u s   2 0 ; .enE enero al padre que haenstaeseel lapso de tiempo dice maitines, luego medita por escrito los santos evangelios y los salmos hasta el ángelus 2 1 . E n este este mom ento ent o va a la iglesia de los franciscanos, oye las misas que se dicen en la cueva o cripta en que se venera la casa de la sagrada Familia, y reza el rosario   22 .  Comulga todos los días  2 3. A   las seis seis deja la cuev a p ar a volver a las clarisas. clarisas. E s sacristán sacristán y tiene que preparar lo necesario para la misa   2 4, que ayuda, a las siete. siet e. D esp ué s de la acción d e gracias, arre gla la sacristía sacristía y la 25

capilla Seguidamente trabaja. A las. diez, se interrumpe el trabajo con dos horas de oración y   2Í «lectura piadosa» .  U n a brev e comid comidaa a mediodí medio día. a. «A l as doce doce y cuarto se reanuda el trabajo, que dura hasta las cinco, interrumpido media hora, de tres a tres y media, para rezar vísperas»   2 7. «A la lass cinco cinco term term ina el trabajo, vos m e bendecís bendecís larga y dulce dulce mente con vuestra mano querida, y empieza el tiempo de oración que du ra ha sta el día siguiente. D esde llas as cinco cinco de de¡ la tard e hasta las ocho de la mañana todo son lecturas piadosas, oraciones, medi tación, que apenas interrumpen las colaciones tan ligeras y las cortas horas de sueño. con vos, como vos. Con  2 8vos oro,   leo, y estoyTodo a vuestro ladotodo en oración muda» . y como vos «N o bu sque nada excepcional», llee había escrito escrito su direc tor 2 » . Y , de hecho , na da hay aqu í de extra ord inario ni complicado. complicado. Su oración es muy sencilla: una mirada a la hostia, una adoración 17   18

  1» 21   23   2*  28   *2 9   

L A H 16 enero 18 1898 98 (S , pp. 6161-62). 62). C f.f. s ob obre re s us jorna da s y s us noc he s : M S P (P s 83); B A C F , n , pp.  150-131. N E S , p. 112 112.. *> B , p. 151. L A H 16 enero 18 1898 98 (S , pp. 59-6 59-60). 0). B , p. 151. 2= L A H 1166 enero 18 1898 98 (S , p. 59). B , p. 151. * I d. N E S , p p . 1 12 12 --11 13 13 . N E S , p . 1 13 13 . * Id. Car ta del 1133 julio 18 1897 97 (S , p. 50).

 

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Capítulo octavo

de cada instante. E l pa dre H uvelin lo anima en esta esta man era de hacer orac ión : «R uegue, como me dic dice, e, por los los otros, y déj déjese ese pen etrar por el el E spíritu S anto, y retírese de ssuu presencia presencia para dejarle el mayor lugar posible, y para que Él ocupe todo el lugar... desapa rezca usted lo m ás posi posible ble — reciba reciba todo lo q ue le le dé — , ayúd ese de un libro para buscarlo cuando se hace buscar. Los salmos,

los santos evangelios, son, efectivamente, lo mejor que usted puede enco ntrar. .. A pruebo, pues, querido querido hijo, hijo, todo este este modo de m edi tación y oración de que me habla en su carta»  3 ° . E«Yo n sutrabajo traba jopororavos, también de man era conti continua sencill oh Jesús, delante de nua vos, yconsencilla: vos,a:entre vos,   M aría y José, si sinn cesar de miraros, de contem plaros y adora ros» 3'. E ste trabajo es igualmente muy sencillo: ocupaciones ocupaciones menudas, cosas insignificantes, recados, estampitas que dibuja... «M uy a m enudo, dibujo estampitas (con (con dibujo elem enta l); las hermanas las necesitan y me mandan hacerlas»   3 2. A sí discurren discurren sus jorna das , muy suaves, penetradas de continua continua unión de alma con Jesú s. E l pad re H uvelin se alegra de est estee modo de vida 3y3 . loVarias juzga veces la primera del ideal de su dirigido da unaverdadera definiciónrealización muy juiciosa del mismo: 30

  C arta del 26 agosto 1189 8977 (S , p. 52). La car ta de que habla el padre Hu velin se ha perdido. 31   N E S , p . 118. 32   LR B 25 novi noviembre embre'' 18 1897 97 (B , p. 152) 152).. Cf.: «Como único trabajo, pinto estampas en mi casita casita.» .» LM B 15 octubre 1189 8988 (T P F , p. 105). 105). Carlos de F oucau ld tenia, de niño , gran afición al dibujo. Los textos de Saint-Cyr tienen las márgenes emborronadas de cari caturas y   Reconmissancc au Maroc  está enriquecido con croquis límpidos y muy precisos. Eí mandadero de las clarisas dibuja con paciencia estampitas que tienen algo de minia tura. Son sobre todo estampas de la sagrada Familia y de san Francisco; estampas que más bien bien copia que no compone; tal llaa transposició n, notada por M . D elaye, de u n icono crete nse del si siglo glo xv ven erad o en la igl iglesia esia rom ana de s an A lfonso de L igorio y que represen ta a nues tra S eñora ddel el Perpetuo S ocorro (recuerd o de su pas pasoo por R oma).todoH ayeste enaspecto Para ést éstaa humilde de Carlosocupación de Foucauld una artista, pied piedad ad  hayy  que una referirse contemplación a los excelentes sabrosas. artículos artí culos de M . M assi assignon gnon (B A CF , 20) y de M . D elaye (CC F , 34 34,, pp. 134134-14 140) 0).. Cf. Cf. tam biénn nota anónima en B A CF , .66, bié .66, p. 13. 33   «M e gust gustaa buscarle donde usted está.. . S í, esta vida vida me parece per perfecta fecta para usted... Todo eso me sonríe y, al recibir su carta, he sentido una impresión de paz.» Carta de l.° de mayo do 1897 1897 (S , p. 46). «B endigo a D ios de-  que le haya conducido a donde está .. . E s un desca descanso nso para mi alma, hijo hijo mío, sentirle donde está. A hí le busc buscoo con verd ader o consuelo de mi corazón.» Carta de 13 de mayo de 189 18977 (S , p. 4 7). «Lo quie ro a usted donde está, hijo mío, y de deseo seo ardien tem ente que pueda usted s eguir ahí.» Ca rta de 27 de mayo de 1897 1897 (S , p. 48). «E s realm ente eell sueñ o que usted perse guía, que D ios conviert conviertee en dul dulce ce y viva realidad realidad en N azaret, en este lugar que sus piess divinos tocaron. » Carta de 22 de junio de 18 pie 1897 97 (S , p. 48). «S u vida, querido hijo, es realm ente lo que yo soñab a, y bendigo a D ios por habe rle puesto en ella.» Carta de 26 de agosto agosto de 18 1897 97 (S , pp. 5151-53). 53). E l padre Huv elin está tan persu adido de ello ello que, durante estos años, todos sus esfuerzos consisten en encajar más y más a su dirigido en esta vida y prevenirle contra toda evasión. Conoce su inestabilidad y la teme más que ninguna otra tentación. Le desea «desaparecer» (carta de i.° de mayo de 1897, S, p. 46)

 

Vida oculta de Jesús

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Se trata de una vida «perdida en Él»   3 4, «posición completamente oscura, completamente borrosa» 3 5 , «a la sombra de una capilla, al servicio de esas almas enteramente consagradas a Jesús y a su divina pobreza»   3 6. S e ha hecho el propó sito de imitar a Jesús de N azare t, ser «humilde, pobre, oscuro, como Él ha querido ser, y desconocido»   3 7, «llevar una vida tan sencilla, tan hundida, tan perdida»   3&,  una vida

de disponibi disponibililidad dad to ta l: «N o haga otra cosa que perm anecer en la la man o de D ios, p ron to a todo lo que le pida, a su dis disposi posició ción... n...   39

Humilde, agradecido, . resum e bi U na palabra del entregado» pad re H uvelin bien en esta esta condi condici ción ón de erm itaño, una palab ra que repit repitee con frecuencia: en terra m ien to: «Entiérrese con nuestro Señor, perdido, ignorado. Ésta es su vocación»  4 ° . LECTURAS

E n las las jornadas de ermitaño de N azaret hay una oc ocupac upació iónn que llllena ena m ás lugar que el. que llenaba llenaba en A k b és : las las lecturas y la meditación por escrito. Su principal lectura, su alimento principal, es la sagrada Escri tura. La recorre sin cesar y ella será, como veremos, fuente de más y más en esta vid a: « U sted me habla de obedienci obediencia, a, querido hijo ; muy bien, pues permanezca donde está.» Carta de i.° de mayo de 1897. «Le suplico que lo conserve a usted a la la sombra d e su san ta casa de N azaret. » Carta de 13 de mayo de 1897 1897 (S , p . 47). A lgunas líneas más ade lan te repite la mis misma ma fra se: «Lo quier o dond e usted está, querido hijo,   y dese deseoo ard iente m ente que pueda pueda,, seguir ahí.» Carta de 24 de mayo de 1189 8977 (S , p. 48). Y más abajo: «S í, permanezca a la sombra de sa sann F rancisco en N azaret. S iga dond dondee está, mí querido hijo;   haec requies mea in saeculum saeculi saeculi.» .»  Car ta de 22 de junio de 1897 1897 (S , p. 49 ). «M e plac placee sentirlo a la la sombra de san F rancisco en N azar et.   Haec requies m ea   — a s í l o e sp e r o —   in saeculum saeculi.-h  Ca rta d e 29 de julio de 1897 1897 (S , p. 51). « L A H 1.» de mayo de 189 18977 (S , p. 46). 35   Carta de la herm ana Ter esa del N iño Jes ús a la la herm ana Genoveva, 7 juni o 189 1897' 7'• «La única cosa que nadie envidia es el último lugar. Sólo este último lugar no es vanidad y aflicción de espíritu. Sin embargo, el camino del hombre no está en su mano y a veces nos sorprendemos deseando lo que brilla. Pongámonos entonces humildemente entre los imperfectos, considerémonos almas pequeñas que nuestro Señor tiene que sostener a cada insta nte. A pena s nos ve conven cidas de nues tra nad a, nos tiende la rroan oano. o. S i todavía nos empeñamos empeñamos en hacer algo gr and e, aun bajo pretexto de cel celo, o, Jes ús nos deja solas: Pero,  apen as dije: m i pie ha vacilado, tu misericordia, Señor, me ha sostenido  ( P s x c m ) . S í ,   basta hum illarse, basta sobrellevar con man sedum bre las propias imperfecciones: Ésa es la verdadera santidad. Tomémonos por la mano, hermanita querida, y corramos al último lugar.  N adie vendrá a disputárnos disputárnoslo» lo»  (Lettres,  pp. 405-406). 36   Ca rta del i.« mayo 189 18977 (S , p. 46). 3 ? Ca rta del 1133 may o 189 18977 (S , p. 47). 38   Carta del 22 junio 1897 1897 (S , p, 48). 39   Ca rta del 29 julio 18 1897 97 (S , p. 51). 40   Ca rta del 9 diciemb re 18 1897 97 (S , p. 56). Cf. Cf. «U sted tiene que ser dejado en la oscuridad, en su humilde oficio, en la obediencia, en el   enterramiento  de su vida.» C arta de 16 de setiembre de 1897 1897 (S , p. 53). S ubrayado por el padre Hu velin.  

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Capítulo octavo

numerosas meditaciones escritas. Santa Teresa de Jesús se valía también de la. Escritura para hacer oración, y el padre Huvelin recomienda a su dirigido el mismo método, proponiéndole leer sobre todo los salmos y los evangelios 4 I . Y es bastante sorprendente ver el uso constante que Carlos de Foucauld hace de la Biblia en un tiempo en que no se le concedía lugar muy importante. A las lecturas lecturas bí bíblic blicas as hay que u nir la de san Ju an Crisóstom o. E n m arzo de 1898 1898 di dice haber com enzado su lectura   4 2 . E ste comienz comienzoo

data por lo menos de su su llegada llegada a N az ar et : tenem os dos cartas del pad re Huv elin, elin, de julio y de setiemb setiemb re de 1897 1897 « , que incitan incitan a su dirigido a continuar la lectura de san Juan Crisóstomo que  "4..  Lo que saca de san J  es decir, en el acto en que se «pensará en Jesús amándole» — no es la lectura, ni la reflexión,

ni la la meditación, meditación, ni siquiera la contemplación. contemplación. L o prim ero es el el am o r: «Sea cual fuere la manera de oración, pura contemplación, sencilla m irada a D ios, atención sile silenci nciosa osa y amo rosa del alma a D ios, medi tación, taci ón, reflexión reflexión,, conversaci conversación ón del alma con D ios, expansión del alma en D ios, etc., en todas estas estas m ane ras y en cualesquiera cualesquiera otras, lo que ha de dominar siempre en la oración es el amor»   6 6. D e ahí que, a través de todas las meditaci meditaciones ones escritas, a prim era vista tan fastidiosas, se pueden y se deben leer en filigrana los acon tecimientos concretos de la vida del mandadero de las clarisas de N azaret, su busc buscaa constante de m ayor am or a Jesús, sus crisis, crisis, alegrías, sus desiertos, sus esperas de Jesús ausente. Fuera de su contexto, estos escritos pueden sorprender o fatigar. Puestos en la hora que expresan, colocados en la experiencia de vida de este hombre en búsqueda ardiente de Jesús, se animan, nos hablan y se tornan vivos y preciosos en extremo para nosotros. Porque entonces nos dicen, por la sencilla desnudez del testimonio de Carlos de Foucauld, el evangelio sin glosa — de la misma manera de infan cia cia que un F ranci rancisco sco de A sí s— , n os dicen di cen algo de Jesucr Jesucrist isto, o, nos lo hacen revivir. Indudablemente, lo extraordinario de la vida de Carlos de Foucauld es este sencillo remontarse, un remontarse «ingenuo», «un nuevo nacimiento», en el núcleo inicial de toda vida, vida, de todas n uestras pobres vi da s: Jesú s de N azaret, vivi viviente ente.. R ene B azin, al publi publicar car los   Écrits Spiñtuels,  comp rendió adm i rablemente lo que había sido para Carlos de Foucauld este método de meditaci meditaciones ones escritas. escritas. A sí comenzó po r dar más de treinta páginas de extractos de meditaciones sobre el evangelio bajo la l a s   Sources,  me r director este método, por escrit escrito.» o.» B loud, Pa rís 80  

este método, muy practi practicado cado ppor or llaa escuel escuelaa fr francesa. ancesa. M onseñor P erra ud , pri de la seño ra B ondy y orato riano como el padre G ratry , recomendaba también que seguía él mismo: «Cada día, aun en sus visitas pastorales, hacía oración (A .   B A U D R I I X A R T ,  L'Enseignement catholique dans la Frunce contemporaine, 1910 1910,, p. 172).

R E (14 al 2j marzo 1898 1898).).

 

Vida oculta de Jesús

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rúbrica   Priére  (O rac ració ión) n)  *7.   Efectivamente, para orar, únicamente pa ra orar las escri escribía bía el ermitaño de N azaret. E n el centro de esta ora oración ción está la cr cruz. uz. E n la hora de su mu erte, antes de en trar en el e l sen senoo del Pa dre, Jesús g rita : «E n tus manos encomiendo mi espíritu.» Carlos de Foucauld ha compren dido —   ¡ y m uy p ro n to piénsese en la búsqueda, desde 1884, 1884, del enterram iento con Jesús — que tiene q ue ser bautizado bautizado en Cristo, inmerso en, su muerte y resurrección. Su oración —oración de desierto, desolada como la de la agonía, u oración de alabanza: «Yo te doy gracias, Padre, por haber revelado estas cosas a los

pequeños»   —•  tiene que ser una comunión con el acto redentor por el que Cristo se abrió al Padre. Ha comprendido que su vida titiene ene que ser un a m ue rte a sí m ismo y u n don don to tal a D ios y que, por tanto, la eucaristía, en que nos unimos a Cristo en su muerte y en su gloria, ha de irradiar a través de los más humildes porme nores de las horas y de los días. Léase el extraordinario llama miento que Carlos de Foucauld escribe en una meditación sobre la última oración de Jesús: «Padre, en tus manos encomiendo mi espí ritu» ritu» : «Tal es la últi últim m a oración de nu estro M aestro, de nue stro A m ado .. . ¡O jalá sea sea tambié tambiénn la nu estra .. . Y que sea sea no sól sólo la de nuestro último instante, sinomanos. la de Padre todos mío, los instantes: Padrea mío, me encomiendo en vuestras me abandono vos, me confío a vos. Padre mío, haced de mí todo lo que os plazca. D e todo lo que conm igo hicierei hiciereiss os doy gracias. Gracias por todo. Y o estoy di dispuesto spuesto a todo, lo acepto todo. O s doy gracias por  Con tal de que vu estra voluntad se haga en mí, D ios mío, con tal todo. Con todo. de que vuestra voluntad se haga en todas vuestras criaturas, en todos vuestros hijos, en todos los que ama vuestro corazón, yo no deseo otra cos cosa, a, D ios mío. E n vu estras man os encomiendo encomiendo mi alma. Y o os la doy, D ios mío, con ttodo odo el am or de mi corazón, porque os amo, y es para mí una necesidad de amor darme, ponerme en vuestras manos sin medida. Yo me pongo en vuestras manos con una confianza infinita, porque vos sois mi Padre»   6 8. Su oración, pues, tiene por «templo» a Cristo que acepta la hora del Padre, recogido en Él, asido por Él. Escondido, sepultado en Cristo paciente y glorif glorificado, icado, se une a la inmolación de Jesú s salvado r. A sí participa admirablemente del misterio eucarístico, que une a todos los hombres en la entrega de Cristo entre las manos del Padre. «7   E S , pp. 4-36 4-36.. 68

  M E S V , Le 2 3 , 4 6 ( E S , p p . 2 99- 30 30 ).).  

Capítulo octavo

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E L M O D E LO L O Ú N I CO CO

A si pues, muy poco poco después de su llle legada gada a N azaret, Carlos de Foucauld vuelve a tomar el evangelio y lo medita por escrito, siguiéndolo versículo por versículo. De ahí procede el manuscrito que poseemos, titulado:  Lecture du saint Évangile6 ? .  Comienza por el evan evangel gelio io de san M ateo. E l trabajo, inacabado, inacabado, se p ara en el versículo doce del capítulo doce. Texto fastidioso y atrayente a la vez, que sigue el evangelio sin plan ni división alguna.

Son efusiones y repeticiones continuas, con múltiples difusiones y algunos bellos arranques  7 ° . A l comienzo comienzo de esta esta lectura hal hallamos lamos un doble esquema, que es una clave para comprender la manera de componer sus medita ciones y nos hace ver mejor su meta única: conocer mejor a Jesús para mejor imitarlo. imitarlo. E l prim er esq esquema uema es : i.° L a palabra que Cristo pronunció. 2.° 2.° ¿Cóm o la vivió vivió Él m ismo? 3 . 0  ¿Cómo te tengo ngo que obrar yo ? 7 1 Y el segundo esquema (menos utilizado): del pasaje del del evangelio. 2i.°. 0   EE xplicación nseñanza que Jesú s quiere quier e dar. 3 . 0  E jemplo que debe debemos mos seg uir 7 2 . ¿ E n qué ffec echa ha se term ina la   Lecture de l'Évangilef  E s bastant bastantee difí difíci cill precisarlo. E l 13 de m ayo de 1897, el pad re Hu ve lin había recomendado a su dirigido juntar a la lectura del evangelio, que ya estaba est aba hacie haciendo, ndo, la lect lectura ura de textos del A ntiguo Testam ento, espe cialmente cia lmente de llos os profetas y los salmos. E l 31 de ma yo, Carlos de Foucauld escribe a su prima: «El señor cura me dice que lea los profetas y los salmos»   7¡ .  El día 6 de junio, día de pentecostés, emprende efectivamente una serie de meditaciones sobre las pági nas del A ntiguo T estam ento que su director le aconsejaba   7 4. E l mismo mismo día día comienza comienza otr a lectura del evangelio, pero que no sigue ya los capítulos uno a uno. Toma otro método: busca en el evangelio textos que expresen quince virtudes, cuya lista ha trazado 69   70

MSEL.   L os   Nuevos Escritos Espirituales  han utilizado ampliamen te este texto y han tratado de seleccionar, de este conjunto, bastante sentimental y muy lírico, las mejores páginas. 71   M S E L , M t s ,  39.41.  « M S E L , M t n , 2 77-- 3 0 . 73   LM B 31 mayo 1897 1897.. '« M S P (136 (136 hojas). hojas).

 

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 oculta Vida oculta Vida   de Jesús

los pasajes de los santos de antemano. Son las  Meditaciones sobre 7S bien pensar evangelios relativos a quince virtudes .   S e pue de m uy bien que este nuevo método le hizo abandonar la  Lectura  seguida que, a la larga, tenía que resultar más bien fastidiosa  y6.   Las meditaciones sobre las quince virtudes corren pronto la misma suerte que las dell A ntiguo Testamento o la  Lecture de l'Évangile.  Quedan inaca de badas en su número  :  de quince virtudes, cuatro  7 7. Y están inacaba das aun dentro del recuento de los textos para cada una de las virtudes. E s que tenía que cansarse de estas ccol olecc eccii one oness d e textos como se había cansado de seguir versículo por versículo. Impul 78

sivo como era, hubo de alegrarse de detenerse allí . E ntreta nto, sigui siguiendo endo el mismo m étodo, copia en una semana 79 más de cien hojas de  Extractos de los santos evang evangelios elios  sobre la imitación de nuestro Señor, el amor al prójimo, la pobreza y la abyección  8 o. E l 23 de mayo había comenzado las  Petites rem remarques arques sur la Sl Bible .   S e tra ta de nota s tom adas en el cu rso de lecturas de la E scritura hechas al fin fin de la jornada . E l ma nusc rito bíbl bíblico ico más voluminoso es eell de llas as  Méditations   &2 dieciocho ocho me se s: sur les Saints Évangiles ,  que se extiende n sobre dieci hasta comienzos de 1899. 78

  M S E V . S on ((después después de un preludio sobre «hacerlo todo miran do só sólo lo a D ios») llaa fe ,   la esperanza, la caridad, la humildad, el valor, el amor a la verdad, la oración, la castidad, la obediencia, la pobreza, la abyección, el trabajo manual, la paciencia, el retiro. 76   M S E L term ina en el capítul capítuloo 12 del evangelio según san M ateo. 77   Cua renta meditaciones ssobre obre «hacer «hacerlo lo tod todoo m irando sólo a D ios», que van hasta I oh 12, 28. N oventa y una med itaci itaciones ones sobre la fe, que v an h ast a I oh 20, 29. Ciento veintisiete sobre la espe ranza , qu e se para n en Le 5, 35. Y doscientas sobre la caridad, que no pasan de Le 6, 38. 78   ¿E n qué fecha? Tenem os algunos puntos de refe renc ia: la meditaci meditación ón 17 so sobre bre D ios sólo está fechada el 30 de ju ni o; la 77 sobT sobTee la fe (p or tan to, la n.° 117 117)) está escrita e.n el momento de navidad. La 80 sobre la caridad (por tanto, la 338) está escrita el 22 de julio de 1898 1898.. E l mismo texto exac tam ente y las mism as circ uns tanc ias, en llaa ffie iest staa de santa M aría M agdale na, en las consideracione s sobre las fies fiestas tas del año . A l comienzo de su comentario había escrito: «Sobre las quince virtudes citadas, leeré por orden los cuatro evangelios, deteniéndome cada vez que halle un pasaje concerniente a la virtud de que meditación» ón» (C C F , 34, p. 108). S egún los trato.   D e este pasaje har é asunto ddee un a meditaci trato. jalones que hemos notado, Carlos de Foucauld escribe una meditación por día. A este ritmo se alcanza la última meditación sobre la caridad hacía el fin de noviembre de 1898. (E stas 459 breves me ditaciones forma n 393 hojas.) N otemos qu e las que se ref refieren ieren a la caridad están m etódicamente divididas en dos: am or a D ios, amor a los hombres. 79   99-17 17 junio 189 1898. 8. *> S E E (123 hojas ). m S B R (81 hojas). 83   M S E L (608 hojas). D e el ellas las nos falt faltaa aún una buena pa rte : pos poseemos eemos 2277 de los 42 fascículos. Se han perdido los quince primeros, es decir, las 151 primeras medita ciones. E l fascíc fascículo ulo 16 comienza en la página 32 1: la med itació n 152 152 comenta M t 23, 24-39.   El trabajo termina en la meditación 524, sobre el evangelio de san Juan, página  860 24-39. del manuscrito. La meditación 178 data del 12 de marzo de 1898. Carlos de Foucauld hace también aquí una meditación por día. Su trabajo comienza, pues, hacia setiembre de 1897 para terminar alrededor de fines de marzo de 1899.

12 -   S i x  

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Capítulo octavo

Tal es lo esencial de las meditaciones escriturarias de Carlos de F oucauld oucauld en eell per período íodo de vi vida da en N azaret. H ay que añadir algunos trabajos menores. Tomando otro método de recomposición cronológica de la vida de Jesús, escribe un   Esscá pour teñir compagnie á Notre-Seigneur Jésus-Christs* .   S igue igu e a Jesús, hora por hora, por medio de una precisa composición de tiempo. Tres partes: adviento, ayuno de Jesús, vida pública y últimas semanas de su vida s * .  E n o tra pa rte hal halla laremos remos este método , en que, m inucio samente, Carlos de Foucauld cuenta los días que separan a Jesús de su pasión, de su tniuerte, etc. Con ayuda de textos evangélicos, recompone también el retrato

de Jesús. Tenemos, reconstituido, el rostro del   Modelo Ünico 8 s. Escribe otro opusculíllo:  Nuestro titierno erno salvador, nuestro buen maestro, nuestro dulcísimo hermano, nuestro único esposo, nuestro amado Jesús   86 . A sí nos dam os cuenta de que la may or p ar te de los escri escritos tos del pad re de F oucauld en N azaret son de orden bíbl bíblic icoo y, sobre todo,   evangélico: 1914 hojas de 3.016, es decir, dos tercios 8 7, lo que indica bien su intensa búsqueda de Jesús, a quien quiere conocer mejor y amar mejor. Quedan p ara este perí período odo de N azaret, aparte diversas notas sueltas 8 8, dos grupos de escritos: — escritos de retiro, — meditaciones sobre el santoral, las  Consideraciones sobré las

fiestas del año   8g . 83   84   85

M S C (117 (117 hojas). Influencia manifiesta manifiesta de santa Teresa de Jes ús . Cf. Cf.  Vida,  c. xll. E s decir, las tre s vidas .   N S M (14 hojas). E ditado por los los cuidados cuidados de M . de R ichemont,  Le Modele Unique, Publiroc, M arsella 1935. 1935. 80

S S (2 (222   hojas). podrí amos pone la a cuenta éditations éditat biblique bibliques», s»,sobre la que, en Yel podríamos fondo, no poner será rotren a cosa cos que una «M serie deions meditaciones Retraite  Nd'Ephrem, los diecisiete primeros capítulos del evangelio de san Lucas. 81   D e estas estas 1.91 1.9144 hojas, solamente 217 217 se refieren al antigu o Tes tam ento . P ar a el nuevo Testamento Testamento ten tenemo emos, s, S E E , N S C, N S M , N S S , o sea 66 6699 hojas, hojas, que no so sonn práct p rácti i camente más que citas de textos del evangelio, colocadas según dos métodos: estudios de v i r tu tu d e s ( S E E ) y r e tr t r a to t o s d e Je sú s ( N S C, N S M , N S S ) ; y o t r a p ar a r t e m u ch c h o m á s i m po p o rr tante —' 1.02 1.0288 ho ja s— que consiste consiste en med itaciones sobre textos de los cuatr o evangelios, ordenadas de dos ma nera s: sigui siguiendo endo el evangel evangelio io (M S E , M S E L ) o buscando y comen comen tando pasajes pasajes relati relativos vos a una u otra virtud (M S E V ). 8 s   108 108 hojas. N otas escritas du rant e los los años 18971897-1900 1900.. 'E ntr e otra s, las  Notes de spiritualité,   que comienzan el el 6 de jun io de 1897. Son un a colección colección de pensam ientos extraídos de libros leídos. Hay, en estas notas, numerosos pasajes tomados de   G U É R I N , Vie des saints   («Petits bollandíste's»), que, por lo demás, fue manifiestamente la fuente de CFA. s» CF A .

 

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E sta s ú lti ltim m as fueron com enz ada s el 31 de octubre de 1897 1897.. Carlos de Foucauld recibe, este día, una carta de su director invi tándole a tom ar otra ve vezz el brevia rio. E ntonc es, con el fin fin de rrezar ezar mejor el oficio divino, decide hacer cada día, antes de completas, una meditación de algunos instantes sobre la fiesta del día siguiente. Pero las consideraciones sobre los misterios de Jesús, navidad, pascua, pentecostés, llevan pronto ventaja sobre las dedicadas a la vida vida de llos os santos santos.. E stas m editaciones, que ocupa ocupann u n a ño, están fechadas y permiten así seguir exactamente día a día su vida, del 31 de octubre de 18 1897 97 al 31 d e octu bre de 189 1898. 8. N o vaci vacilamos lamos editaciones ones evangélicas.  Son del mismo en ponerlas entre las   M editaci

orden. El otro grupo —escritos de retiro— comprende dos retiros, cuyas meditaciones y propósitos escribió, el uno del 5 al 15 de no viembre viembre de 1189 897, 7, en N a z ar et 9 0 ; el otro, del 14 al 21 de marzo de 18 1898 98,, en E fré n 9 1 . Lo s prime ros meses de la vid a d e N aza ret son mes meses es de dicha inmensa, de una alegría aún más profunda que la que lo invadiera a los comienzos de su vida en la Trapa. Por fin puede vivir en N aza azaret ret.. Pu ed e im itar a M aría y Jos é y , como el ello los, s, «no dese deseaa sino sino 92 amar a D ios ios y vivi vivirr sól sól o por D io s» . «Calle todo en nosotros   93 y todo adore» . Sólo piensa en el amor con que Jesús le ama y así lo dice y repite sin tregua   9 4. La dicha de estar con el amado sumerge todo pensamiento. «E n la enca rnación» , D ios abrazó «est «estaa vida vida de destierro», y ha permanecido para siempre «nuestro compañero de destierro en la santa eucaristía»   9 S . D icha de sab saber er que D ios  9 le ama *, pero deseo también de pagarle amor con amor   9 7. «Jesús me am a; mi dicha es inf infin init ita. a. M e aleg ro sin sin medida, po rque vos me amáis, mi amado, mi todo, mi solo bien.    ¿Q ué me importa todo M   91

R N ( 1 7 h o ja j a s ).).   R E (92 (92 hojas). R. B azin azi n ha transc rito una gran parte en E S . E s de notar que la casi totalidad de estos textos fue escrita en 1897 y 1898. Prácticamente no hay nada más durante los dieciocho últimos meses que pasa en Tierra Santa (febrero 1899agosto 1900). E s que en este últim o perío do b usca muy concre tame nte las modalidades de realizació n de su vocación . E nton ces m ed ita el evangelio, no ya solamente solamente por escrito, sino, hora a hora, en su vida. M « M S E L, M t 1, 1, 15 ( N E S , p . 2 00)) < i p m a r z o 1 8 97 9 7 ))..     Id. 94   E n las tres primeras páginas de M S E L (M t 1, 15) 15) hallamos hallamos 56 veces veces la palabra palabra amor o adjetivos correspondientes. 95   M S E L , M t 1, 1, 17 ( N E S , p . 2 33)) . *> M S E L , M t 1 , J 7 ( N E S , p . 2 44)) . " 

I d . ( N E S , p . 2 5) 5) .

 

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lvos o dem cuando os ás. amoYoy soy me meásamáis? amá is? N oyo jam svos oy fe fel liz iz,, amáis? y fel feliiz ¿D sinesgraciado límite, límite, fel feliizcuando h asta querer morir de felicidad, yo, a quien vos amáis,   ¡  oh amado de mi cora zón S ól óloo una cosa cosa os p id o: que mi alma sea esposa reconocida y fiel, amándoos, glorificándoos, agradándoos lo más que pueda, ¡ oh esposo m ío que me am áis »   9& . E sta intimidad intimidad d e cada instante con Je sú s le le hace desear sufrir sufrir con ÉL Ha bla exten e xtensam sam ente del sacr sacrif ific icio io " e insiste a me menu nudo do sobre so bre la palabra evangélica «si el grano no muere» 1 0 0 ; evoca la cruz de Jes ús y la que también M aría y José conoce conocenn e n cu anto Jesús   I 01

viene al mundo

.

Q uie re salvar salvar almas almas con Jesú s. E n un a serie de meditaciones meditaciones se detiene sobre la significación del nombre de Jesús: «Salvador». «P or el nombre de Jesú s, D ios nos; grita   amor de Dios,  del D io ioss que se di digna gna am arno s: "A mem os a D io ios, s, porque por que D ios nos ha amado primero a nosotros"; y nos grita   amor de los hombres  por amor de D ios, pa ra seguir el ejemplo de D ios, par a am ar a los qi qiue Él ama. "S i de tal m anera nos nos ha amado D ios, también nosotros hemos de amarnos unos a otros". Por el nombre de Jesús, que nos hace entrever que este divino Salvador derramará toda su sangre para dar el cielo a los hombres, nos grita:   celo de las almas  y  sacrificio hasta el el m artirio. N os grita que que nuestro am ado vino a la tierra "para servir a las almas trabajando por su salvación y dar su vida en rescate de muchos", y nos convida a imitarle consa grando nuestra vida a la misma obra y ofreciendo por ella nuestra sangre»   I 0 2. E l eremita erem ita desea que el am or sea por po r fin glorif glorificado, icado, y por todos los hombres: «Sólo una cosa os pido, ¡oh mi todo Haced que yo os glorifique lo más que pueda en esta vida y en la otra... P er o m e he equivocado, equivocado, divino esposo esposo m ío. N o es eso sol solo lo que os quiero pedir: haced que no solamente yo, sino' todos vuestros hijos os glorifiquen lo más que puedan»   I 0 3 . A l fifin de   este  año, 1897  104, que es tiempo de paz y de dilatación del alma, Carlos de Foucauld decide hacer un retiro de diez días,   del 5 al 15 de noviembre. 88   1 00

Id . (N E S , p, 26). " M S E L, M t 2, n (76 (7 6 hoj hojas as sob sobre re est estee versí versículo) culo)..   101   Id.   M S E L , M t 2, 13. * « M S E L , M t 1 , 2211 ( N E S , p p . 5 00- 5 1) 1) . 1 03   M S E L, I ntroduction. C Cff. carta de la hermana T eresa ddel el N iño Jes ús de 24 de febrero de 18 1897 97 al padre B elliére: «S i eell S eño r me llev llevaa pro nto consigo, llee ppido ido que continú e usted cada día la misma breve oracioncita, pues en el cielo desearé lo mismo que en la tierra: amar a Jesús y hacerlo amar»   (Lettres,  p. 371). 10 4   Cf Cf.. carta de la hermana Te resa del N iño Jesús al padre B elli elliére, ére, de 9 de junio de 1897: «A punto de comparecer d elante de D ios, comprendo m ás que nunca que ssólo ólo  

Vida oculta de Jesús

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Patuo sa todas la lass, hora s, ya en la N ues tra sacramento, S eñora del Pe rpe S oc orro ya en la capill capi llaa ermita an te eldesantísimo santí simo orando, reflexionando, meditando por escrito   I o S . E ste retiro prese nta un a espec especie ie de himno, himno, que expresa toda toda su búsqueda, durante once años, de Jesús viviente. La gloria de D ios y el am or a Jesú s for forman man el centro de todas estas estas medita ciones. E l «últim o lugar» form a el centro del del conjunto de resolucio resolucio nes qu e quiere tom ar. E sp er a de este retiro que le le har á ado rar hay una cosa necesaria: trabajar únicamente para Él y no hacer nada por amor de sí mismo   (Lettres, ni me deha lasseguido criaturas» desde la cuna;   p. pero 407). Jesús A l mismo, me hael hecho 1133 de julio amar : con «E s pasión cierto que estasu cruz» cruz (Lettres,   p. 416 ). A l mism o, el día 26 de j ul io : «¡ Q ué ppoco oco conoc conocido idoss so sonn la bondad , eell amo r

misericordioso de Jes ús. .. E s verd ad que, p ara gozar de est estos os tesoros, hay que humi llarse, reconocer la propia nada, y eso es lo que muchas almas no quieren hacer»   (Lettres, PP-..   43o). La h erm ana Te res a del N iño Je sú s muere el 30 de setiembre, después de doce horas de agonía: «Jamás hubiera creído que era posible padecer tanto... Yo no puedo explicarme esto sino por mi deseo extremo de salvar almas.» «Sólo el amor cuenta.» 10 6   E stas m editaciones escritas ocup an cient cientoo ochenta y si siete ete hojas, lloo que da una media de seis mil palabras po r día. M uy poca pocass tacha dura s, es critura fi firme rme,, amplia, de un soloo trazo. N os hall sol hallamos amos an te un monu men to de aanálisis nálisis espiritual que un R ene B azin no temió com parar con las confesiones de san A gustín (B , pp. 157 157-1 -159) 59).. E l plan de orde orde nación es muy clásico: bjetoo del retiro. 5 nov . I. O bjet I I . D i o s ,   sus perfecciones, su presencia. 6 nov.. I I I I.. I I - III. IV. 7 nov.. i II. III. IV. & nov.. I II.. III.

Pensamsuientos de D ios ios.. su nacimiento. Jesús, encarnación, Jesús, su vida oculta. Jesús, su vida pública. Jesús, su pasión. Jesús, resurrección y ascensión. Jesús en el cielo y en la eucaristía. La. vida en la Iglesia y en el alma fiel. Y o ,   mi vida pasada, mis pecados. Y o ,   mi vida pasada, misericor misericordia dia de D ios. Mi porvenir en la tierra, mi muerte, el juicio, el cielo o el infierno. I V . Y o ,   mí vida presente, examen de las quince vir tudes. H ace rlo todo mirando ssól óloo a D ios. 9 nov. I . F e . I I . Esperanza. Inov. I I • I V1.. Valor. Caridad. I I . Humildad. I I I . Veracidad. I V . O r a c iióó n . I I nov. I . O ración (continuación). bediencia. ia. I I . O bedienc I I I . Castidad. I V . Pobreza. 1 2 nov. byección. ón. 1. A byecci I I . Trabajo manual. I I I . Retiro. I V . Penitencia. Cada uno de estos puntos lleva, como conclusión, una serie de propósitos. El 13 de noviembre, Carlos de Foucauld repite el conjunto de sus propósitos y el 14 hace una elección. 10

 

Capitulo octavo

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m a D ios, cumplir m ejor su voluntad y consolar consolar m ás el corazón deejor Cristo. Lo empieza un día que está expuesto el santísimo sacramento, y ello es para él una verdadera dicha   I o 6. Y, no obstante haberse prop uesto hablar de D ios y de sus perfecci perfecciones, ones, no p uede m enos de exaltar la eucaristía, olvidando el primer tema. Se dispone a escu char las las palabras de D ios, que habl hablaa de dos m an er as : por la sagrad a E sc ritu ra y po r llas as inspiraciones en el interior del del alma   I 0 7. A l día siguiente, siguiente, sábado 8 de noviembre, m edita sobre la enca r nación. Habla de «la humildad infinita que contiene este miste   I o8

rio» ació, vivi vivió, ó, mu riótomado en la mde ás una profunda abyección abyecci ón y enhasta los los últimos. «N oprobios, habiendo vez para siempre tal punto el último lugar, que nadie pudo estar jamás más bajo

que Él»   I09 .  B rota llaa rresolución: esolución: «P or m i parte , buscar siempre el último de los últimos lugares... arreglar mi vida de manera que sea yo el último, el más despreciado de los hombres» "°. Y entonces contempla con predilecci predilección ón a Jes ús en su su vida oc ulta : «D escendió, se hundió, se humilló; su vida fue vida de humildad»   M l . Hay que leer íntegra esta meditación en que Carlos de Foucauld traza el el cua dro de la vida vida de N aza ret y da gracias gracias a D ios de haberl haberlee hecho vivir en N aza ret. H ay un a fuerte insist insistencia encia sobre la condi condició ciónn obrera de Jesús. ¿ Cóm o se rep resen ta la vida pública  ?   Hela aquí, tal como Jesús pública ? la expresa: «Yo procuro salvar a los hombres por la palabra y las obras de misericordia, y no me contento ya con salvarlos por la oración y la penitencia com o hacía hacía en N azare t.. . M i ccelo elo po r las almas aparece al exterior»   I I 2 . Sin embargo, la vida pública, «fuera del tiempo consagrado a la evangelización, es vida de soledad»   1 I 3 . Pero ¿qué es lo esencial de la la vida púb lica? E s «tiempo de suf sufrimientos rimientos y persecuciones» persecuciones»  I U , E l dom ingo, 7, la prim era m editaci editación ón está cons agrad a a la pasión: querría imitar a Jesús, morir por su nombre, y también probar que le ama 1 1 5 . Y toma como resolución: «Pedir, desear y, si D ios quier quiere, e, suf sufri rirr el m artirio pa ra am ar a Jesú s con gran de amor»   I I 6 . Inmediatamente, enlazando la muerte de Cristo con lo que ha valido, toma una segunda resolución: «Hacer lo que pueda 106

  109   m   114   115  

E S ,  p.  47 47--   E S ,  p.  p.   55.   E S ,  p.  61.   61-63 -63.. E S , p pp..  61 E S ,  p. 65 65..  

  E S ,   p.  53-   110   ES , p.  56. 56.   * Id Id..

107

ue

lm U1

  E S ,   p.   54  Id.

  ES , p.   66.

 

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por la salvación de todas las almas»   I I 7 . Quiere sufrir para devol verle «amor por amor»   , l 8 . La hostia es para él Jesús re-presentado, el «Salvador tan real mente presente como cuando vivía en Galilea y Judea y como lo está actualmente en el cielo»   ll9 . A l día siguiente, siguiente, escribe escribe su autobiografí autobiografíaa espiritual   í2° .  Como con clusión, da gracias por tantas gracias y muy particularmente por N az ar et : « Paz , dicha, consuelos, consuelos, gracias, fel felic icid idad ad ma ravil ravillosa losa que aquí experimento»   l a i . E l m ismo día se preg unta cuál será su porvenir espir espirit itual. ual.   I 22 «¿Santo, como tan ardientemente deseo?» . «A esta vida seguir seguiráá la muerte. Tú querrías la muerte del martirio. Sabes que eres cobarde; pero sabes también que lo puedes todo en aquel que te con forta»   I 2 3. Para hacerse santo, toma una resolución que expresa con

toda ingenuidad: «Hacer todo lo que pienso que Él hacía.» Las explanaciones sobre la fe nos revelan su pensamiento pro fundo   :  «La fe adora la pobreza y la abyección de que Jesús se cubrió fundo toda su vida como de un vestido, inseparable de Él»   I2* .  «La fe no quiere conocer nada, tiene sed de sepultarse »   I 2 5 . Sobre la caridad, tenemos toda una serie de anotaciones que expresan el estado en que se encuentra en este momento el que las escribe. Q ue las m adr es d e N aza ret «hallen escribe. «hallen su gozo en verte en el último últ imo lugar». R esol esoluci ución ón   :  seguir exactamente lo que le dice el padre Huvelin, y renueva su petición del martirio. A propósito de la la humildad, Carlos de F oucauld traz a de nuevo nuevo e l cuad ro de llaa vida de Jesús en N az ar et I 2 6 . «Escoged los últimos puestos. E l m ás g rand e entre vosotros vosotros será será el el que se haga el más pequeño y se ponga al servicio de todos los demás»   1 2 7. Citemos aún otro pasaje sobre la oración: «Yo me preparé con cuarenta días de retiro y de ayuno para los tres años de vida pública. D ura nte diez diez o qui quince nce días días de retiro, retiro, en E frén, frén, me preparé p ara mi pasión.» n ' 118

E S , p . 6 6. 6.   E S , p. 67. Cf. Cf. carta de la hermana Tere sa de dell N iño Jesús al padre B ellié elliére, re, 13 do julio de 1 897: «¡ M e alegro de m orir S í, me alegro, no de verme libre ddee los sufrimientos de aquí abajo (el sufrimiento unido al amor es, por lo contrario, lo único que me parece deseable en el valle valle de lágrim as). M e alegro de mo rir, porque siento que ésa es llaa volun tad de D ios»  (Lettres,  p. 415). " » E S , p . 7 0. 0. 12 0   Tran scrita en e n muy gran part partee en E S . 2 12'  E S , p . 8 4. 4 .  ™   E S , p. 85. " » E S , p . 8 66.. »> I d . ™  E S , p. 89. u»> E S , pp. 94-95. M * E S , p . 9 55 

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Capítulo octavo

La meditación sobre la pobreza es una joya. Se halla explícita adm irablemente en la la carta del 24 de abril abril de 1890 1890 a D uvey rier. E s un maravilloso maravilloso poema sobre la bienaventuranza de la la p ob rez a: «Mi Señor Jesús,  Jesús,   ¡  qué pro nto será pobre aquel que, am ándoos con todo su corazón, no pueda sufrir ser más rico que su amado »   I 2 8 . Él, que ama a Jesús, no puede menos de querer aseme jarse a su amado en sus abatimientos. «Yo no puedo concebir el amor sin una necesidad, sin una imperiosa necesidad de confor midad, de semejanza y, sobre todo, de participación en todas las l2 9 penas,   en todas las dificultades, en todas las durezas de la vida»   l29 . Y, al final de este himno, afirma la misión que ha recibido de Jesús:no «Tú estás encargado de tu gritar sobre los tejados, por tu palabra, sino por vida»el 1 3evangelio °.

LAS «TRES VIDAS»

Pudiera creerse, leyendo este retiro, que su autor ha llegado a estabi estabililizarse zarse,, p ara siempre, en en la la vida que buscaba. E l 9 de noviem bre dec ía: «C onsidérate en N aza ret como en en ttuu vida defin definititiva iva,, tu descanso por los siglo sigloss de los siglos. siglos. T u vida es mi vida en N az a ret, escondid didoo en yD ios C risto, s, M aría y laJoprimera sé, con santaescon Magdalena san con Pablo comoentre guíasJesú particulares, para conducirte en todo y enseñarte a amarme, el segundo para enseñarte a comportarte con los hombres.» A hora bien, bien, es evidente evidente que el ermitaño de N azare t no se se tiene por fijado fijado pa ra siem pre en su condición condición de soledad. D esea, induda blemente, la soledad: «Todo el que ama, ama la soledad en compañía del ser amado»   I 3 r . S in embargo, D ios puede que rer que se se deje la soledad y entonces hay que dejarla sin vacilar: .«Hay que amar mi bien, mi consuelo, mi gloria, más que todo lo demás, más que la alegría alegría de estar conm igo. A sí, desde el mom ento ento en que mi volu n tad llama aquí o allá, hay que correr, volar, abandonar toda soledad, 128

  E S , p . 1 0 55..   E S , p . 1 0 6 . C f.f . a l g u n o s m e s e s a n t e s : « E l d i s c íípp u l o n o e s m á s q u e e l m a e s t r o . » N o busqu emo s ser m ás gra nd es que Él, ser honrad os, cuando Él fue des ho nrad o. .. ser ricos, cuand o Él fue pob re, obrero de M arí a, sin un a piedra sobre la qu e recli nar su c ab eza ; pas ar por sabios, cuan do Él pasó por ign oran te, que no ha bía estud iado la E sc ri tu ra ; vivir en la comodidad, cuando Éí vivió en el sufrimiento; vivir sin trabajar, cuando Él vivió del trab ajo de sus ma no s; que no nos falte nada , cua nd o a Él le falta ron tan tas c o sa s a s » ( M S E L , M t 1 00,, 2 4 ) . 130   R epetido en los propó sitos (E S , p. 1 21). 131   E S , p . 1 14 14 , 129

 

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arr oja rse entre los los ho m bre s; pero, desde desde el el mom ento ento en que m i volun   I 3 2hombres, tad mi obedecer ventaja no se yesté mezclado entre los hay yque a lamandan ley delque amor volver a la soledad» . Podrá,   I 33 pues,   verse en el trance de alternar las dos «vidas» . D e hech h echo, o, sóloo u na cosa cuenta e impera sobre to do : lo que Jesú s quiere. sól Su amor a Jesús le hace estar constantemente al acecho de una imitación más profunda y da, a este impulsivo, una admirable conti nu idad de vida. vida. E st e am or lo lo unifi unifica ca y le hace prog resa r incesante incesante m ente. E ste amor se convierte convierte en su ser mism o y constituye constituye toda su evolución. O cho meses después de su lle llegada gada a T ier ra S anta, el ermitaño

N azapiensa ret, impu lsado po r llamamientos un violento posibles deseo de adeJesús, ya en nuevos y sehacer ofrececonocer y dis pone enteram en te a los designios designios de D ios sobre él. él. E l pa dre H uve lin le le invita invita a lo lo largo de estos meses a vivir senci senci

llamente y al día, la voluntad del Señor. Cuando su dirigido, que vive cerca de las clarisas, clarisas, desea en tra r en la la orden terc era de san F rancisco , él le disuade: «Viva usted de su espíritu, pero no entre en la orden tercera»   I 3 4. A fines fines de julio desea hacer el voto de lo lo m ás perfecto y su director le insta a ser sencillo: «Haga usted lo más perfecto o lo que le parezca tal tal,, pe ro no hag a el voto, voto, por ahora. N o tenga nada demasiado estrecho o rígido en su reglamento»   I 3 S . Piensa se gu ir la regla de san B en ito : «S iga el espíritu d e la regla regla d e san B enito — l e responde responde el el padre H uv elin— , pero no trate t rate de adap tarla a su vida. E sto le traería complic complicaci aciones ones... ... A cerqúese a la regla de san B enito. enito. N o hay cosa cosa m ejor, ejor, pero no haga encajar encajar cosas dispares... Lo p rimero es su trabajo y su vida de N azaret»   I 3 6. Con profunda sabiduría, el padre Huvelin quiere ante todo reblandecer y simplificar el espíritu de su dirigido, que se endureció J} 7 en la Trapa   J}7 .  Carlos de Foucauld necesita descansar, recuperar toda su calma, después de varios años de inquietudes. A fi fines nes de agosto   I 3 8, la madre Isabel del Calvario, abadesa del m ona sterio de clari clarisas sas de Jerusalén, desea que el criado de N azaret vaya a trabajar a su convento para ayudar en determinadas faenas. Pid e perm iso a» su director, que se lo concede d e m ala ga na   I 3 9. ™

33

i   131   135   138   137   138  

Id.

C ff.. E Ca rta Ca rta C ar ta Cartai C art a

S , p. 121. d e 13 13 m a y o 1 8 9 7 ( S , p . 4 7 ) . de 26 agosto 1897 (S , p. 52). d e* e* 1 6 o c t u b r e 1 8 9 7 C CSS , p p . 5 4 - 5 5 ) . de 19 feb rer o 1898 (S , p. 70). de 16 setiem bre 1897 (S , p. 53).



I d.

 

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Pero resulta un temor falso: Carlos de Foucauld no es enviado  I 4

a Jerusalén, y el padre felicita ello ° . que rría pedir N uevo temor, a fines finesHuvelin de novse iemb re: el deermitaño pedir limosna para subvenir a las necesidades de las clarisas. Su director se espanta espa nta bastante: «N o deje usted N azaret... azaret...   haec requies mea... hic habitabo...  Veo demasiados peligros para su alma, si emprende esta vida aventurera y mendicante... Sacrifiqúese usted en ese rinconcit rinc oncitoo dond e trabajó n ue stro S eñor. H ag a cuanto sea sea posi posibl blee para permanecer en N azaret. A hí será será más útil para las m adres» 1 4 1 . E sta acogida tan ap resur res urad ad a de las soli solicit citacione acioness de fuera fuera ¿no vendrá del humor aventurero de Carlos de Foucauld, de su gusto de búsquedas múltiples, que su director temía más que otra cosa? A hora bi bien, en, eess impresionan te ve r que este hom bre (que carece por naturaleza de continuidad en las ideas) está, en su vida espiritual, como obsesionado por un designio fijo del que no se aparta un

solo instante. Los proyectos que no corresponden a este fin se van quedando poco a poco atrás. Se integran, en cambio, elementos hallados en el camino, porque son del mismo género que el designio final. Siendo esto así, esta marcha tan unificada no puede absoluta mente explicarse por motivos puramente racionales. Sólo tiene una causa: Carlos de Foucauld se deja llevar únicamente por el amor de Jesús. El modo como, poco a poco, se va dando cuenta de lo que pueden ser las «tres vidas», ofrece un ejemplo bastante característico de este trabajo trab ajo de la gracia en él. E n diciemb diciembre re de 1896 1896 había hab ía esbozado algunos vagos rasgos de esta concepción. Por abril-mayo de 1897 insiste sobre su idea, largamente y varias veces   I 4 2 . E n u no de estos estos pasajes   I 4 3  expone, una tras otra, cada una de las tres vidas con 14 0   la>   la   14 8

Ca rta de 16 Car ta ddee 9 M S E L , M t    M S E L, M t

La primera es castidad pobreza reti ro recogimiento vida llevada con un pequeño núm ero de almas

octubre 189 18977 (S , p. 55). dicie diciembre mbre 18 1897 97 (S , p. 56). 2,  14-23;  M t 4, I J M t 4, 17; M t 4, 2121-22. 22. 2 ,  14-23. La segund a es castidad pobreza soledad completa

La terce ra es castidad pobreza

vida pas ada sol soloo

vida de obrero evangé lico consagrada al servi servicio cio del prójim o

 

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sus características esenciales; y las tres vidas tienen elementos comu nes que se indican al concluir el análisis de cada una.   ¿ Cuáles Cu áles son estos elementos comunes? «Pobreza, castidad, obediencia continua a D ios, contemplación, contemplación, práctica de todas las virtudes interiores. Fuera de eso, no hay imitación de nuestro Señor»   I 4 4 . A sí pues, C arlos de F oucauld po ne la la contemplac contemplación ión como base de las tres v id as : «S e pue de contemplar, se debe contemp contemp lar siempre, siempre, en la pala bra y en , la acción, acción, como en el silenc silencio io del oratorio»   I 4 5, había escrito algunos días antes. E l estado de vida de desierto se comp rende sin más. L a prim era y tercera vida pueden compararse: una es de oscuridad, la otra de obras exteriores; una de silencio, la otra de palabras. H ay que defini definirr bien la terminología. terminología. E l tex to contiene contiene v arios paralelos que nos ayudan a entender bien; la evangelización de las almas (tercera vida) es el trabajo de la palabra; las obras exteriores, segunda concreción de la tercera vida, son obras de alivio de los

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