sintoma y vacilación fantasmática

February 8, 2018 | Author: Paloma Castillo | Category: Jacques Lacan, Psychoanalysis, Sigmund Freud, Happiness & Self-Help, Psyche (Psychology)
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Síntoma Y Vacilación Fantasma tica Los retornos del Goce en la Neurosis Lic. Patricia Castillo Magíster en Psicoanálisis. UBA Doctora© En Psicología. Universidad Paris 8 A través de este articulo intentaremos ubicar las relaciones que se pueden construir entre el concepto de síntoma psicoanalítico en la neurosis y las alteraciones perceptivas correspondientes a una posible vacilación de la escena fantasmatica. Esta diferenciación ilumina algunos aspectos en la clínica de importancia fundamental a la hora del diagnostico sobre todo a nivel de la estructura, pues pone en juego formas muy distintas de reacciones del aparato psíquico y del sujeto y que muchas veces se tornan confusas para poder orientar nuestro trabajo. Los fenómenos a los que atribuimos causa en una vacilación del fantasma, estarán relacionados con la despersonalización, el falso reconocimiento, el vértigo, etc. Fenómenos que muestran un extrañamiento del sujeto con la realidad y que Freud describe en su famoso texto “Una perturbación del recuerdo en la Acrópolis” (1936): “La tarde de nuestra llegada, estaba yo sobre la Acrópolis y abarcaba con mi vista el paisaje cuando de pronto me acudió este asombroso pensamiento: «¡¿Entonces todo esto existe efectivamente tal como lo aprendimos en la escuela?!». Descrito con mayor exactitud: la persona que formuló la proferencia se separó, de manera más notable y tajante que de ordinario, de otra que percibió esa proferencia, y ambas se asombraron, si bien no de lo mismo. Una se comportó como si bajo la impresión de una observación indubitable se viera obligada a creer en algo cuya realidad le parecía hasta entonces incierta.[...]” “Estas enajenaciones son unos fenómenos muy asombrosos, mal comprendidos todavía. Se las describe como «sensaciones», pero es evidente que se trata de procesos complejos, anudados a determinados contenidos y conectados con decisiones acerca de estos últimos. Muy frecuentes en ciertas enfermedades psíquicas, tampoco son desconocidos para el hombre normal, al modo de las ocasionales alucinaciones de las personas sanas. Sin embargo, no dejan de ser unas operaciones fallidas de construcción anormal como los sueños, y las consideramos paradigmas de perturbación anímica sin tener en cuenta su regular aparición en los sanos. Se las observa en dos formas: o bien es un fragmento de la realidad el que nos aparece ajeno {fremd} o bien lo es uno del yo propio. En este último caso se habla de «despersonalización»; enajenaciones y despersonalizaciones se copertenecen íntimamente. Hay otros fenómenos en que cabe discernir, por así decirlo, sus contrapartidas positivas: la llamada «fausse reconnaissance», lo «déjá vu», «déjá raconté», espejismos en que queremos suponer algo como perteneciente a nuestro yo, del mismo modo que en las enajenaciones nos empeñamos en excluir algo de nosotros. Un intento de explicación apsicológica, místico-ingenua, pretende aducir el fenómeno de lo «déjá vu» como prueba de existencias anteriores de nuestro yo anímico. Desde la despersonalización, hay un camino que lleva hasta la «double conscience», en extremo asombrosa, que sería más correcto llamar «escisión de la personalidad» {«Persónlichkeitsspaltung»}. Todo esto es aún tan oscuro, tan poco dominado por la ciencia, que me veo obligado a prohibirme seguir elucidándolo ante usted.”

Para poder acercarnos a este tema utilizaremos algunas herramientas provenientes de la lectura de Lacan, que a nuestro modo de ver iluminan otros aspectos en relación a lo real y a la forma en que se construye la realidad psíquica y asi mismo como se conmueve. Durante este desarrollo haremos un recorrido por los conceptos centrales que definen al síntoma, ubicaremos este en relación con el concepto de fantasma para desarrollar finalmente el punto de falla donde se podrían ubicar las alteraciones perceptivas al interior de la estructura neurótica.

Síntoma En La Obra Freudiana La primera hipótesis de Freud sobre el síntoma consiste en decir que el síntoma tiene sus raíces en el traumatismo sexual. De una cierta manera, el síntoma es una respuesta o una reacción al traumatismo sexual (neuropsicosis de defensa, 1894). Freud dice que el sujeto tiene una experiencia de inconciliabilidad bajo forma de un evento o de una representación es “el sujeto el que decide olvidar”. La respuesta del sujeto, según Freud, es un acto de voluntad. Hace una disyunción entre el afecto y la representación. El afecto va a deslizarse bajo otra representación sustituyendo, pues, a la primera. Y la primera se encontrara así “desinvestida”, reprimida. Mas tarde, Freud escribirá que el síntoma esta sobredeterminado, o sea, la organización en juego en el síntoma esta sobredeterminada por la fijación. Es esta “fijación” que hace la tenacidad del síntoma. Siguiendo a Freud, el síntoma tiene dos dimensiones. Por un lado, la estructura simbólica que es la de metáfora; dice que la representación sustitutiva tiene una relación simbólica con la representación substituida. Por otro lado, tenemos, la tenacidad del síntoma que se debe a una fijacion en un punto erótico. Todo síntoma neurótico comporta en si mismo un significante privilegiado. Tenemos también el caso Hans como ilustración de esto. En este caso “caballo” es un significante de cruce, y el lugar de pasaje de las significaciones. En el síntoma neurótico hay un significante velado que contiene múltiples juegos de equivocaciones significantes posibles. El síntoma es de una cierta manera, una articulación, un nudo entre un significante de cruce y una fijación erótica privilegiada. Este nudo es responsable por la tenacidad propia del síntoma. El Síntoma Y El Fantasma Retornemos al articulo de Freud “las neuropsicosis de defensa”. El síntoma neurótico, dice él, es una defensa contra una excitación insoportable a través de la operación de división de la conciencia que permite separar la representación desagradable del afecto. Esta excitación viene de la vida sexual. Al principio, Freud atribuía estos “acontecimientos traumatizantes” a seducciones reales que los niños sufrían de parte de los adultos. Freud tuvo que renunciar, en 1897, a su primera teoría del trauma, según la cual todos los padres de neuróticos deberían ser acusados de perversión para con sus hijos. Él tiene que renunciar a la teoría del trauma por seducción para substituirlo por la teoría de la fantasía según la cual la seducción no es real, ella es fantaseada por el sujeto.1 La fantasía, según Freud, es un scrip, una escena construida con fragmentos de escenas efectivamente vividas y de cosas olvidadas. En el articulo “fantasía histéricas y su relación con la bisexualidad”, Freud dice que la fantasía tiene como función “soldar”, hacer una “fusión” entre la actividad auto-erótica y la representación del deseo proveniente del amor al objeto. En suma, esta fantasía seria una construcción que reuniría el auto-erotismo al deseo. Esta construcción es la matriz de toda satisfacción encontrada con el otro. Lacan escribe este goce parcial: “objeto pequeño a” es el punto donde el sujeto encuentra al otro. El fantasma encuadra y soporta la articulación del deseo del sujeto al

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Ver carta 69 de Freud a Fliess.

deseo del Otro. El punto de junción es el objeto pequeño a (goce erótico pregenital). El fantasma, es el soporte del deseo de deseo. Diríamos, con Lacan, que el fantasma no resulta de la fantasía, mas al contrario que las fantasías resultan del fantasma inconsciente, el fantasma se sustenta más de la lógica que de la gramática. Su lógica se formula así: el deseo es deseo de deseo. La aptitud de fantasear tiene sus raíces en la alucinación primaria que ofrece una satisfacción auto-erótica, pero con Lacan, es preciso agregar que el estadio del espejo es el modo de entrada del sujeto en el fantasma. Proponemos decir que la estructuración, lo mismo que la instalación del fantasma, se produce cuando la imagen del cuerpo está constituida. El fantasma da cuerpo al sujeto y al Otro al mismo tiempo. El fantasma es placentero no solamente desde el punto de vista de la pulsión sino también en el orden del narcisismo. El objeto en el fantasma es una función de acomodación de la relación del sujeto al Otro por la vía del objeto a que hace la junción. El sujeto se apega a su fantasma porque el fantasma lo instituye como sujeto deseante, el constituye el soporte del deseo del sujeto. El fantasma supone una consistencia imaginaria al Otro, fabrica un Otro bajo medida. El fantasma al cual el sujeto se apega más que todo es el que designamos fantasma fundamental. El fantasma fundamental es la matriz tenaz de todos los otros fantasmas que de él devienen. Ellos son de alguna manera sus retoños. El propósito del fantasma fundamental es que el sujeto se pueda aproximar a la posición subjetiva de certeza. El fantasma no es un sufrimiento. No se va a buscar un análisis por causa de un fantasma. El fantasma esta del lado del placer y es este placer que constituye la forma mejor de la resistencia al análisis. Esta función protectora del fantasma se debe al cuadro que el ofrece a todo abordaje de lo real. El fantasma, según Lacan, es “una malla para lo real” que el mantiene así la distancia. El constituye lo que será la “realidad” el cubre el real para hacer de él la realidad. El fantasma debe ser situado en la vertiente del placer y el síntoma en la vertiente del displacer. El fantasma y el síntoma se cruzan en el punto de junción del objeto a (que Freud nombro “fijación”). El objeto a es al mismo tiempo el agente de la metáfora del síntoma y el nudo de la relación del sujeto al Otro en el fantasma. El fantasma tiene una estructura de imaginario y el síntoma una estructura de simbólico. Pensamos hoy, que la raíz del síntoma es anterior a la estructuración del fantasma pero que, en contrapartida, la forma que tomará el síntoma neurótico satisface convenientemente al fantasma. Síntoma y fantasma están de alguna manera conectados el uno con el otro. La forma del síntoma esta estructurada por la exigencia simbólica que satisface al mismo tiempo al fantasma. De esta manera es posible observar la forma en que se ubican estructuralmente síntoma y fantasma, correspondiendo a registros distintos y sin embargo, relacionándose de manera sumamente estrecha a partir de este punto de fijación, que tendría nombre de objeto a. El síntoma, ubicado en el lugar de metáfora que intenta barrar ese punto de goce excesivo, de acuerdo a las leyes que de alguna manera autoriza el fantasma para esa vivencia de goce. El Retorno Del Goce. Este goce fijado, pré-genital y el que corresponde al término freudiano de la “fijación”. Se trata de un goce personal privilegiado que, con Lacan, podemos escribir

objeto a. La articulación entre ese a (que es un “plus de goce”) y la castración (que se escribe – φ) no es realizada; digamos: ese goce no castrado es el goce del Otro a la espera de la castración. Proponemos anotarlo con un “+” pues sabemos que parte del goce ligado al síntoma neurótico puede ser liberado por la interpretación analítica, ponerse en juego en el lenguaje con sus funciones de metáforas y de metonimias, haciendo surgir la estructura del lenguaje del síntoma. El goce experimentado por el efecto de una interpretación y un goce fálico, consecuencia de una marca de castración que produce la emergencia del significante: podemos anotarlo con la escritura –φ. La función de transformar el + φ en – φ, esto es, hacer emerger por el juego del equivoco y bajo la forma de un goce fálico, el goce enquistado del síntoma. Se presenta entonces para nosotros la cuestión de saber si la totalidad del síntoma neurótico es analizable. El síntoma opera para suplir una carencia al nivel del deseo de un padre efectivo, pero no ofrece en este suplir, lo que el deseo del padre puede producir. Con esta observación tocamos en lo que ahí de irreducible en la estructura particular del sujeto, o que hará su singularidad. De hecho, si el síntoma neurótico es este goce del Otro al cual el sujeto esta fijado, goce, no en tanto, regido por el significante del síntoma, un análisis puede reducir la parte “falizable” de este goce a través del juego de equívocos de las asociaciones del paciente. Pero hay un resto de este goce no marcado por el falo. Este resto es un efecto de punto en que el padre efectivo no puede transmitir la castración. Este resto de goce venido del padre, al cual el sujeto está irremediablemente ligado, decidirá la forma que la sexualidad especifica del sujeto tomará, o sea, la relación de su organo, presente o ausente, con el significante falo. Esta dimensión de lo real que se representa en el objeto a habla de ese goce incestuoso del cual el sujeto es arrojado por la operación de la metáfora paterna, la función del padre es entonces la de barrar este goce en el complejo de Edipo, sin embargo, el padre no es todo simbólico y esto introduce un punto de falla donde lo real del goce se reintroduce. El síntoma tiene la misma estructura de metáfora y la metáfora tiene la misma estructura que la función simbolizante del Padre. De acuerdo, con esto la estabilidad de la escena fantasmatica es precaria, dado que este goce mal barrado esta siempre insistiendo por salir del marco en el que el fantasma pretende enmarcarlo. Basta con que se produzca una alteración de lo reconocible, del orden o desorden familiares. Basta con la aparición de algo que pueda poner en peligro la precaria estabilidad de la realidad fantasmática. Basta con la aparición de algún elemento que no deba aparecer en la escena, para que el efecto fantástico, de vacilación, se produzca.2 [...]El sentimiento de extrañeza, ese unmheimlich, ese sentimiento de horror, lo encontramos, entonces, como el efecto provocado en esa grieta manifiestamente situada en el plano de la causalidad. Lo que causa esa ruptura es a la vez lo más intimo y lo más extraño al sujeto, algo que nunca ha de ser aprehendido en las leyes del significante, más que en lo que ello tiene de razón.3

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“El Hombre de arena o el espanto se introdujo en su vida”. Autora: Lic. Martha Mon.

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Idem

¿Que es esto que nunca ha de ser aprendido por las leyes del significante? Es ese resto de goce no barrado, es el retorno de lo real en la escena imaginaria del fantasma que impide para el sujeto constituir el campo de la realidad psíquica que gracias a la función de pantalla del fantasma le permite funcionar. Esta función de pantalla, esta construida a partir de la extracción del objeto a, es decir de la operación de la metáfora paterna, que instaura un NO y reprime. Esta perdida de los objetos que procuraron una satisfacción real ( los objetos incestuosos ) es condición para que se instituya el examen de la realidad, es lo que causa el deseo de ver y de enmarcar la realidad.4 Ahora bien, ¿qué relación hay entre el síntoma y esta vacilación fantasmatica? Al parecer, en ambos hay una operación que habla de una relación con el objeto a. El síntoma acude a una metaforización de ese goce, a simbolizarlo, de hecho, en su estrecha relación con el fantasma, el síntoma da espacio para el retorno de esto, sobre lo cual no ha operado la metáfora paterna, de una manera tal que satisfaga el libreto fantasmatico del sujeto, evitando así que se conmueva la realidad psíquica. Podríamos hipotetizar que la función económica del síntoma es evitar esta conmoción (sobrecarga en términos freudianos) que produciría el retorno del objeto a desde otro registro. La vacilación fantasmatica, en una forma de leerlo, es que lo que se produciría es una caída de la escena que soporta el deseo del sujeto, aquel objeto que permanece velado y que permite que esta escena se constituya, ha sido reintegrado, el Otro se ha vuelto completo imposibilitando la pregunta ¿Chez voui? Impidiendo que el sujeto pueda articular su deseo como deseo del Otro. Un ejemplo de esto es el trabajo que desarrolla Lacan en el seminario 6 en torno a Hamlet5, ahí es posible ver como el velo de la articulación inconsciente ha sido precozmente levantado. Hamlet se encuentra con cierto horror, con lo traumático, en el encuentro con el espectro. Sin embargo, quizás lo fundamental para este trabajo va a ser lo trabajado en torno a Gertrudis, la madre de Hamlet, quien va a figurar como no castrada, como si no tuviera falta, en tanto no vive el duelo ( que representaría la castración) esto deja a Hamlet sin posibilidad de desear, puesto que el deseo solo se puede articular en tanto el Otro esta en falta, la pregunta acerca de esa falta es la que permite al hombre constituir una “hipótesis”, que será el punto de fijación en la relación con el otro (el fantasma) Gertrudis devuelve a Hamlet a un punto anterior a la de su constitución como sujeto, es decir, antes de la castración que lo hará devenir sujeto, esto impide que pueda actuar, pues la realidad psíquica esta conmovida ya que se encuentra imposibilitado de poblar el mundo de objetos en tanto él mismo no puede ubicarse como objeto para esta madre gozosa a la que nada le falta. Ahora bien, ¿qué es lo que vuelve a esta madre gozosa? La revelación del espectro en la primera escena en la cual queda abolida la metáfora paterna, al revelarse las circunstancias de la muerte del padre de Hamlet. Hamlet solo puede restituir su fantasma con la muerte de Ofelia, puesto que en ella puede encontrar un deseo en el cual alojarse y que además esta perdido, tal como los objetos incestuosos. Conclusión: el retorno del goce como llamado al padre impotente. 4

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“La Alucinación : Percepción, Cuerpo Y Lenguaje”. Claudio Godoy. Pag. 69-70 Seminario VI, El Deseo Y Su Interpretación, Clases del 4/3/59 al 29/4/59.

La constitución de la realidad psíquica requiere la sustracción del objeto a, este objeto que representa el goce incestuoso corresponde al registro de lo real, en función de él, o en relación con él, se articula el fantasma fundamental que va a dar cuenta de la estructura del sujeto orientando su deseo ( en tanto deseo del deseo del Otro). El síntoma tiene una dimensión que es coherente con esta estructura y que va a metaforizar aquello no barrado por la metáfora paterna, enunciando un malestar, sin embargo, este malestar en tanto simbolizable tiene un desplazamiento en la cadena de significaciones que no altera la realidad psíquica y, por lo tanto, cumple un rol funcional en la economía psíquica del sujeto. La vacilación fantasmatica, por el contrario, es el retorno de lo real en lo imaginario, es decir, el goce incestuoso sobre el cual opero la castración retorna ubicando al sujeto en el lugar de objeto sexual de un Otro completo, por lo tanto imposibilitando la posibilidad de saber que objeto es, incluso de preguntárselo, esto genera una sensación de irrealidad, puesto que desmonta los principios bajo los cuales el sujeto construye la realidad psíquica (para Freud, la única existente). Lo que los fenómenos de lo extraño, concebidos así, indican en psicoanálisis dice relación con la función del nombre del padre, en tanto significante portador de la castración en el Otro. La metáfora paterna opera barrando ese punto de goce pregenital, diciendo que NO, estableciendo una prohibición para la madre (no reintegraras el producto de tu cuerpo) y para el hijo (no gozaras de tu madre) y dando lugar a la simbolización alrededor del Falo. Aquello que no ha sido barrado por la metáfora paterna, a su vez lo real del síntoma, tendría relación con el desfasage entre el Padre Simbolico y el Padre Real, desfasage que estaría relacionado con una cierta inconsistencia del deseo del padre real, en la articulación de su palabra y su deseo como portador del Falo. El síntoma vendría a intentar suplir por la vía de la metáfora este desfasage. En el caso de la posición subjetiva reconocida como histérica, la posición de un sujeto responde al deseo del Otro fijando su propio deseo como insatisfecho. El sujeto histérico se sitúa en la queja, en la reivindicación, en la demanda siempre insatisfecha. La estructura histérica da cuenta de un aspecto fundamental de toda estructura del deseo, es decir, que el goce obtenido es insatisfactorio en relación con el goce esperado. Ningún objeto de la demanda podrá pretender satisfacer el deseo, que solo puede permanecer radicalmente insatisfecho. El objeto está perdido, el motor del deseo esta causado por la falta que el significante inscribe en la estructura. El sujeto histérico recibiría en su constelación edipica particular, señales irreversibles del desfasage entre el padre simbólico idealizado y el padre real encarnado por el deseo de este último. Él o ella se identifican a estas señales que le hacen esperar eternamente una reparación que no vendrá. El padre del histérico es un padre impotente. En el caso de los delirios histéricos, pensados como vacilación fantasmatica, puede hipotetizarse que lo que desencadena el episodio son aquellas situaciones en que hay un llamado imperioso a clarificar el deseo del padre (la maternidad, algunos eventos de la sexualidad, etc). Nuestra hipótesis es que en esas circunstancias la impotencia del padre se revela descarnadamente, su palabra vacila y eso podría generar una regresión (en términos freudianos) a un momento antes de la constitución subjetiva, y por lo tanto, la realidad vacila en tanto es imposible por momentos salir del lugar de objeto.

Bibliografía 1. Cuaderno de Teóricos. Psicoanálisis : Escuela Francesa. Cátedra II. Osvaldo Umerez. 2003. UBA 2. Chatel De Brancion, M.M. “O Síntoma- Seminario brasileiro”. En Letra Freudiana. Año XV- Nº 17-18. editorial Revinter. Rio de Janeiro 1996. 3. Godoy, C. “La alucinación: percepción, cuerpo y lenguaje (M.Merleau-Ponty y J.Lacan)”. Revista Universitaria De Psicoanálisis, Universidad De Buenos Aires, Nº2, 2000, p.57-75. 4. Lacan, J. Seminario VI. El deseo y su interpretación. Clases del 4/3/59 al 29/4/59. 5. Mazzuca, Roberto. “Valor Clínico de los fenómenos perceptivos”. Editorial Berggasse 19. 2003. Buenos Aires. Argentina. 6. Mon, M. “El Hombre de arena o el espanto se introdujo en su vida”. Lo siniestro en la clínica psicoanalítica. Problemas de la subjetividad contemporánea. Editorial Imago Mundi. Buenos Aires, 2001

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