Simon Decker y La Fórmula Secreta

July 10, 2017 | Author: Jesus Ruiz | Category: Leisure
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Descripción: Traducido del Inglés...

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SIMON DECKER Y LA FÓRMULA SECRETA CAPÍTULO 1 UN ASESINATO

Simón Decker estaba sentado en su silla, pensando en que escribir. Él quería escribir una historia de detectives, pero solamente podía pensar en la primera frase: Las escaleras de madera hacían un extraño ruido cuando él caminaba sobre ellas; así es como él encontró el escondite secreto. Simón tenía treinta años cuando dejó el ejército, pero a él no le gustaba su trabajo. Él era un experto en bombas. Trabajaba en una bomba la cual tenía que poner personas a dormir, antes de matarlos. Él pensaba que éste tenía que ser el mejor camino para ganar una guerra sin lastimar a otras personas. Pronto, a él le disgustó toda la idea de la guerra. Él amaba leer historias de detectives cuando él era un muchacho, y él tenía bastante dinero para vivir sin trabajar por algún tiempo. Así, él decidió dejar el ejército e intentar llegar a ser un escritor. Su perro, Rocky, estaba a sus pies. De pronto el perro levantó su cabeza y escuchó, luego corrió hacia la puerta de la cocina. “¿Qué es eso, Rocky?”. Simón escuchó un grito de una mujer, luego un disparo. Hubo otro disparo y el sonido de ventanas rompiéndose. Simón cayó al piso y gateó hacia la cocina. Rocky estaba allí ladrando y saltando en la puerta de la cocina. Simón sostuvo a Rocky en sus brazos para calmarlo, luego escuchó. Una puerta de carro se abrió y cerró, luego se fueron rápidamente. Los disparos venían de la puerta de la siguiente casa, de Gerald Dunning. Simón abrió la puerta de la cocina para mirar afuera, pero él no podía ver a nadie. Rocky corrió afuera y fue detrás de la casa de Gerald. “Rocky! Rocky, ven aquí”. Simón siguió al perro hacia la espalda de la casa de Gerald. El encontró a Rocky olfateando una bufanda roja sobre el suelo debajo de una ventana rota. La ventana estaba abierta, pero había un agujero en la parte superior, probablemente de una bala. Rocky recogió la bufanda y se fue corriendo. “Rocky!”. Simón estaba a punto de correr detrás del perro cuando miró a través de la ventana. Él vio el cuerpo de Gerald tendido sobre el piso de su sala. Él corrió a la puerta del frente y entró. Había sangre sobre el pecho de Gerald y sobre el piso cerca de él. Simón puso sus dedos sobre el cuello de Gerald para ver si estaba vivo, pero no estaba.

Simón usó el teléfono de Gerald para llamar a la policía. Él uso una toalla de cocina para sostenerlo, porque sabía que la policía podría buscar las huellas digitales. “Servicio de Emergencias”. “Yo quiero reportar un asesinato. La dirección es Camino Westbury 222. “Un momento por favor”. Mientras él esperaba vio algo brillando cerca de la mesa de sala. Eso era pequeño y redondo. Luego alguien respondió el teléfono. “Detective Frieze, ¿cómo puedo ayudarlo?”. “¡Si, por fin! ¡Es acerca de un asesinato!”. “Tómelo con calma, señor. Nosotros tenemos su dirección y estamos yendo allí ahora. ¿Puede darme su nombre?”. “Si, es Decker. Simón Decker.” “¿Es usted un pariente?”. “No, yo soy su vecino.” “¿Cómo encontró usted el cuerpo?”. “Yo estaba caminando por la ventana y le vi tendido sobre su piso a través de la ventana de su cocina”. “¿Está usted en la casa ahora?”. “Si”. “Por favor espere afuera hasta que llegue la policía y no toque ninguna cosa. ¿Entiende?”. “Sí, sí. Entiendo”. Antes de que Simón colgara el teléfono, él escuchó un “clic”. Eso sonaba como el micrófono oculto que una vez había utilizado en el ejército. Él quitó el auricular para ver si estaba en lo cierto, y lo estaba. Había un micrófono oculto allí…

CAPÍTULO II EL DETECTIVE FRIEZE

Simón esperó afuera de la casa de Gerald a la policía. Él tenía el micrófono en su bolsillo, pensando porqué alguien querría asesinar a Gerald. Él conocía

que Gerald era un científico, y que trabajaba con animales para encontrar la cura de enfermedades. ¿Por qué querría alguien desear su muerte por ello? Cuatro autos policiales, una ambulancia y un auto negro llegaron al frente de la casa de Gerald. El policía y el conductor de la ambulancia corrieron hacia Simón. “¿Es usted el que llamó?”. “Sí”. “¿Hay alguien más adentro?”. “No”. “Revisen toda la parte de atrás y las puertas. Ustedes dos, vengan conmigo”. El conductor de la ambulancia siguió al oficial adentro. Un hombre alto vistiendo lentes de sol oscuros y un largo y negro abrigo dejó el carro negro y caminó hacia Simón. Él se quitó sus lentes. Sus ojos eran pequeños y oscuros. “Usted debe ser el señor Decker”. “Si, yo soy”. “Yo soy el detective Frieze. Encantado de conocerle. ¿Hay algún lugar donde nosotros podamos ir a hablar?”. “Si, yo vivo aquí a la derecha, pero ¿no desearía usted querer ver el cuerpo?”. “Mis hombres me entregarán un reporte, entonces veré las cosas. Yo estoy interesado en qué es lo que vio”. Simón recibió al detective Frieze dentro de su casa. Mientras hablaba con él, el detective miró alrededor de la casa. A Decker no le gustaba eso. “Está usted buscando alguna cosa, detective”. “No, ¿hay alguna cosa que usted no me quiera enseñar?”. “Desde luego que no, pero yo pienso que usted querría dar una mirada alrededor de la casa de Gerald, no mía”. “¿Qué hace usted por la vida, señor Decker?”. “Yo no tengo un trabajo por el momento”. El detective Frieze vio el papel en el que Simón estaba escribiendo su historia. Él lo leyó. “¿Su escondite secreto, señor Decker?”. “Eso es una historia yo esto trabajando en ello”. “Un escritor, ¿lo es?”. “No exactamente”.

Cuando el detective Frieze paró de hacer preguntas, el dejó a Simón una tarjeta con su nombre en él. “Llámame si hay alguna cosa que te hayas olvidado decirme”. El detective Frieze y el policía se fueron antes de que Simón recordara el micrófono oculto en su bolsillo. Rocky entró a la casa con la bufanda roja en su hocico, y Simón dijo: “¡Excelente! Ahora Frieze pensará que yo intentaba ocultar el micrófono y la bufanda”. Simón cogió el teléfono para llamar al detective Frieze. Era ya la puesta del sol, por lo que las sombras de los árboles fuera de su ventana estaban largas y delgadas. Él pensó que veía alguna cosa moverse en las sombras, así que colgó el teléfono y luego salió. Había una cinta policial amarilla alrededor del exterior de la casa de Gerald, pero Simón no veía a nadie más. Él miró nuevamente dentro de la ventana donde él primero vio a Gerald tendido sobre su piso. La sala lucía más vacía porque le estaba alcanzando la oscuridad. Luego, él vio alguna cosa brillando debajo de la mesa de la sala. Nadie estaba afuera a esa hora, así Simón volvió a entrar a la casa de Gerald para ver qué era. Eso era redondo, un botón de oro del abrigo de alguien. Él no podía entender cómo la policía lo perdió. Él fue hacia la puerta de atrás pero escuchó a alguien abriendo la puerta del frente. Él se escondió detrás en una esquina de la cocina, detrás de un aparador cerca de la refrigeradora. Dos hombres estaban en la siguiente habitación. Uno era el detective Frieze. Él les escuchó hablando. “Ve arriba y busca a través de todas las cosas. Yo quiero que encuentres esa fórmula. Yo revisaré aquí abajo”. El detective Frieze entró a la cocina y buscaba en todos los cajones y aparadores. Simón estaba escondido en la sombra del aparador que estaba a su costado, pero el detective Frieze por poco lo ve cuando él abrió la refrigeradora. La puerta de la refrigeradora estaba justo al costado de su cara. Él escuchó al hombre de arriba entrar en la cocina. Él tenía una voz dura y grave como si fumara muchos cigarrillos o tuviera frio. “¿Encontraste alguna cosa?”. Frieze cerró la refrigeradora y salió afuera. “No, nada. Nosotros tenemos que encontrar a esa chica. Ella lo debe tener.” “Nosotros tenemos su micrófono oculto, pero no hemos escuchado nada.” “¿Qué hay de su compañera de cuarto, la mesera?”. “Ella trabaja en un lugar llamado Tivoli’s. Nosotros tenemos a alguien mirándola”. “Vamos a traerla para interrogarla. Y trae a ese tipo de la puerta siguiente, Decker. Yo pienso que él conoce más de lo que nos está diciendo”. El detective Frieze y su hombre se fueron. Simón esperó un poco antes de salir de detrás del aparador. Él comprendió que Frieze estaba envuelto en el

asesinato, así que él no podía llamarle. Él se sentó pensando en qué hacer cuando olió algo como basura. Él estaba sentado junto a un basurero y allí dentro, cerca de la parte superior, había una caja de fósforos con Tivoli’s escrito en él. Él pensó en ir allí para hablar con la mesera. Tal vez ella pudiera decirle alguna cosa útil.

CAPÍTULO III TIVOLI’S

Tivoli’s era un pequeño restaurante con diez mesas y sillas pequeñas. Había solamente una mesera y Simón vio que se llamaba Silvia del nombre de la etiqueta sobre su blusa. Ella tenía alrededor de veintisiete años, con cabello corto y marrón. Su cara era redonda y brillante, pero ella lucía mal cuando se acercó a la mesa de Simón. “Me gustaría el pescado con papas y una cerveza. Oh, ¿y puedo pedirle prestado un lapicero y un pedazo de papel? Yo soy escritor, y estoy pensando en algo”. Silvia entregó a Simón un lapicero y un pedazo de papel y luego ella se fue adentro de la cocina. Había cuatro hombres sentados alrededor en el bar. Todos ellos estaban solos. Tres de ellos eran de edad, y ellos parecían clientes regulares de Tivoli’s, porque todos ellos conocían a la mesera. El cuarto hombre era joven, como de treinta años. Él tenía su abrigo puesto y había un vaso de cola en frente de él. Él miraba hacia arriba de vez en cuando y luego buscaba a Silvia. Simón intuyó que él era uno de los hombres de Frieze. Simón paró de escribir, luego se levantó para ir al baño de hombres. Pasó por delante del joven en el bar y dejó caer la hoja de papel sobre el piso. Él lo levantó y se lo dio. “Discúlpeme, pero pienso que se le cayó esto”. El hombre lo tomó y Simón se fue adentro al baño de hombres. La nota decía, Yo conozco dónde está la fórmula de Gerald Dunning. Encuéntreme en el baño de hombres. El hombre puso la nota en el bolsillo de su abrigo, bebió algo más de su cola, luego calladamente se fue al baño de hombres. Cuando él caminó a través de la puerta, Simón lo golpeó atrás de su cuello y lo golpeó sobre el piso. Él tomó su tarjeta de identidad y su pistola. Cuando simón dejó el baño de hombres el vio a Silvia caminando dentro de la cocina. Él la siguió adentro y la tomó del brazo. “Yo necesito hablar contigo”.

“¡Hey! ¿Qué piensa que está haciendo? ¡Sáqueme sus manos de encima!”. “Esto es acerca de tu compañera de cuarto. ¿Esto parece como de ella?”. Él mostró a Silvia la bufanda roja. “¿Dónde conseguiste esto?”. “En casa de Gerald. Ahora déjame sacarte de aquí. Esto no es seguro”. Afuera de Tivoli’s, Simón le dijo a Silvia para que entre en su carro. “Yo no puedo dejar mi trabajo. ¿Qué les diré a ellos? Además, ¿quién eres tú de todos modos?”. “Yo soy Simón Decker. Soy vecino de Gerald. Yo golpeé a alguien quien estaba mirándote. Yo estoy seguro de que él tiene algo que ver con el asesinato de Gerald. Yo pienso que tu compañera de cuarto está en un gran problema. Tú lo estas probablemente también. Ahora, tu puedes uno de dos, entrar en el carro y ayudarme a encontrar a tu compañera de cuarto, o puedes regresar al trabajo y esperar a que no esté asesinada”. Rocky estaba en el asiento de atrás del carro de Simón. Él se levantó y besó la cara de Silvia. Ella estaba sorprendida y gritaba. “¡Rocky! ¡Siéntate! Lo siento. Ése es mi perro, Rocky. A él no le gusta que le dejen solo.” Ellos se alejaron de Tivoli’s, y Simón dijo a Silvia todo lo que él conocía acerca de la muerte de Gerald. “Así que yo pienso que su compañera, Beth, podría estar en problemas”. “Yo la conozco. Yo no la he visto en dos días. Ella me dijo que ella y Gerald trabajaban sobre algo que podía ser peligroso". “¿Tú conoces que es eso?”. “No”. “¿Tú sabes dónde podría estar ella?”. “Creo que sí”. “Bueno, dime cómo llegamos allí”.

CAPITULO IV BETH Y SU TÍO

Silvia y Simón salieron lejos del pueblo dentro de las montañas. Salieron del camino principal y empezaron a conducir a lo largo de un pequeño camino de tierra. Ellos estaban rodeando altos y tupidos árboles. El tío de Beth tenía una cabaña entre las montañas, y Silvia pensó que Beth podría estar allí.

Eso estaba muy oscuro y ellos podían solamente ver a diez pies en frente de ellos. “¿Nos estamos acercando?”. “Estoy segura de que eso está cerca de aquí en algún lugar”. Alguien tiró un disparo y rompió uno de los faros de Simón. Él paró el carro y ellos se agacharon en el piso. Otro disparo daño uno de las llantas del carro. Silvia abrió la puerta para salir. “Hey, ¿qué estás haciendo? Vuelve aquí”. “¡Beth! Soy yo, Silvia”. Silvia estaba llamando el nombre de Beth de detrás de la puerta del carro. Ella miraba arriba, pero no podía ver nada en la oscuridad. Finalmente, ella escuchó la voz de Beth venir de la oscuridad. “Silvia, dile al hombre que está contigo que salga del auto con las manos en el aire”. “Simón, haz lo que ella dice”. Simón salió del carro con las manos en el aire. Él no podía ver a nadie, pero él oía a alguien dirigiéndose hacia él. Una mujer no muy alta con cabello rojo, sostenía un arma, caminaba entre la luz que venía de los faros del auto. Ella apuntó con el arma a Simón. “¡No te muevas!”. “Beth, todo está bien. Él es un amigo de Gerald”. Beth rebuscó el interior de los bolsillos del abrigo de Simón mientras él mantenía sus manos en alto. Ella encontró el arma y la tarjeta de identidad que pertenecía al hombre de Tivoli’s. Ella leyó la tarjeta. “Gerald nunca conoció a Terrance Toliver, agente de gobierno”. “Yo tomé eso del hombre que seguía a Silvia. Mira en el bolsillo de atrás. Yo soy Simón Decker, el vecino de la puerta siguiente de Gerald”. Ella encontró su carnet de identidad con su foto. “¿Qué están haciendo ustedes dos fuera de aquí?”. “Yo estaba preocupada por ti, Beth, Simón vino a Tivoli’s diciendo que tú estabas en problema. Yo no sabía dónde estabas”. Rocky saltó fuera del carro y Beth le apuntó su arma a él. “¡No! Es mi perro, Rocky. No le gusta que lo dejen solo”. “Seguro que es un perro de aspecto agradable”. Eso era una voz de hombre viniendo de detrás de ellos. Un gran hombre con cabello largo, bigotes y barba gris salió de la oscuridad, de detrás del carro, con una pistola en sus manos. Comenzó a acariciar a Rocky.

“Este es mi tío Lou. Tío Lou, Simón Decker, y tú conoces a Silvia.” “Hola, Lou”. “Ustedes dos parecen como si estuvieran esperando problemas”. “Cuando Beth aquí me habló de lo que ocurría en la ciudad, yo no quería que tome ningún riesgo”. “De acuerdo. ¿Hay algún sitio donde nosotros podamos ir y hablar?”. “Seguro. Mi cabaña esta justo a unos pocos cientos de pies desde aquí”. “Nosotros debemos hacer algunas cosas con mi carro”. “Condúcelo arriba. Nosotros podemos arreglar eso después. Yo enseñé a Beth cómo disparar. Nosotros no queremos hacerte daño, solo queríamos que reduzcas la velocidad y bajes”. “Gracias a Dios por eso”.

CAPÍTULO V LA MADRE DE BETH

El detective Frieze estaba sentado a la cabeza de una larga mesa, con varios de sus hombres sentándose alrededor. Todos ellos tenían trajes oscuros y hojas en frente de ellos, excepto por uno. Él era el jefe de Gerald y Beth, el Dr. Leenam. El vestía un abrigo blanco de científico y tenía cabello blanco desordenado. Vestía lentes gruesos. Parecía muy nervioso cuando habló el detective Frieze. “Doctor, ¿qué está usted diciendo a las personas en el laboratorio acerca de Dunning y Morgan?”. “Yo tengo que decirle a ellos que ellos salieron del país para hacer una investigación sobre su nuevo proyecto”. “Bien”. “Pero yo no puedo seguir diciendo eso. Mr. Dunning está muerto, ¡por el amor de Dios!”. “No se asuste, doctor. Cuando el tiempo pase, nosotros diremos que Mr. Dunning tuvo un terrible accidente en auto. Por ahora, diga que él está fuera del país. ¿Tenemos que escuchar algo sobre Decker, o Silvia Collard?”. “Desde que ellos salieron juntos de Tivoli’s, nosotros no hemos sido capaces de encontrarlos. Nosotros sabemos que Decker conduce un Rover ’94 blanco. La policía tiene fotos de ambos. Nosotros le hemos dicho que queremos cogerlos inmediatamente. Tenemos personas buscándolos en el aeropuerto, estaciones de bus y de tren. Así ellos no pueden salir lejos del pueblo a menos que estén usando otros nombres.”

“¿Y que hay acerca de Beth Morgan?”. “No la hemos encontrado tampoco. Su madre está esperando afuera, y esperamos que ella pueda ayudarnos. ¿Quisiera hablarle a solas?”. “Si, pero doctor, yo quiero que usted se quede conmigo. Quiero que el resto de ustedes busque información sobre los parientes y amigos de Silvia Collard, Simón Decker y Beth Morgan.” Los hombres se levantaron y salieron de la habitación, excepto el doctor y un pequeño hombre quién estaba sentado cerca del detective Frieze cuando habló a los demás. Todo en él parecía perfecto – su cabello, su traje, su cara – excepto por un botón sobre su casaca. Este estaba diferente a los demás. El detective Frieze habló en voz baja y muy seria. “Siga lo que diga, Doctor. Nosotros no queremos asustar a esa mujer, pero queremos que piense que su hija está en peligro”. “¿Usted no piensa que eso está yendo lejos también? Yo no quiero ser parte de esto”. “Doctor, usted también tiene una familia. Dos hijos en el colegio, creo. Si usted quiere trabajar como un científico otra vez, le sugiero que haga lo que yo le digo. ¡Usted no puede enviar a sus niños al colegio si no tiene un trabajo!”. “O si usted no está vivo”. Esa era la primera vez que el pequeño hombre hablaba. Él era el hombre que estaba con el detective Frieze la noche que Simón estaba escondido detrás del aparador. Su voz grave asustó al doctor. “Cuánta razón tienes, Mr. Connors!” La puerta de la oficina se abrió y una pequeña mujer con un vestido encantador y pelo plateado atado arriba sobre su cabeza entró. “Mrs. Morgan, por favor siéntese”. “Gracias”. “Pienso que conoce al Dr. Leenam”. “Solamente por el nombre. ¿Qué hace doctor?”. “Mrs. Morgan, nosotros no queremos asustarle, pero estamos teniendo problemas buscando a Beth. Ella está trabajando en un importante proyecto y parece que ha desaparecido”. “Oh, ¿ella no está en peligro? Dígame la verdad. Quiero saberlo”. No del todo, Mrs. Morgan. Este proyecto era muy importante. Nosotros pensamos que ella se fue a algún lugar para estar sola. ¿Sabe dónde podría estar?”. “No, no puedo imaginar. Ella nunca se va por su cuenta”. “¿Ella conoce a alguien que viva fuera de la ciudad?”.

“El único lugar del que puedo pensar es la de mi hermano, pero no pienso que ella este allí. Ella no podría hacer ningún trabajo allí afuera”. “¿Dónde?”. “Esta en las montañas, fuera de todo. No, ella no podría ir allá”. “¿Podría decirnos dónde es ello?”. “Bueno, eso no tiene dirección. Es una cabaña en el bosque”. El detective Frieze y Mr. Connors se miraron. “¿Podría mostrarnos dónde es eso?”. “Lo intentaré, pero han pasado años desde que fui allí yo.”

CAPÍTULO VI LA FÓRMULA

La cabaña estaba oscura adentro como si todas las ventanas estuvieran cubiertas en tela negra. Ninguno podría ver dentro. Había leña ardiendo en una estufa en medio de la habitación. Todos ellos estaban alrededor. “Beth, ¿qué es esa fórmula que todos están buscando?”. “¿Todos?”. “Bueno, yo fui donde Gerald después del asesinato y yo…” Beth cubrió su rostro con sus manos. Cuando ella sacó sus manos afuera había lágrimas sobre su cara pero ella intentaba aguantarlos. “Yo esperaba que eso no pudiera ser cierto. Nunca supe, desde que salté a través de la ventana, si él estaba muerto o no. Vamos, dime lo que tú conoces. Ahora, eso es incluso más importante, que yo termine el trabajo que él empezó”. Simón comenzó desde el inicio. Él les hablaba acerca de los disparos y del grito. Él les mostró la bufanda y el micrófono. “Yo vi al detective buscando la fórmula en la casa de Gerald. Él dijo que te quería, luego él dijo que quería mirar mis movimientos, así que pensé que tenía la obligación de ir contigo.”

“¿Pero por qué fuiste a Tivoli’s? ¿Por qué estabas allí? ¿Cómo sé que tú no quieres la fórmula?”. “Yo incluso no conozco qué es la fórmula. Gerald era un amigo. Cuando ves a alguien que conoces muerto, y piensas que la policía tiene algo que ver con ello, empiezas a preocuparte. Yo me iré si tú quieres, pero conozco acerca de las personas quienes desean hacer daño a otros. Yo era un experto en bombas en el ejército”. Beth miraba a su tío. “Él podría ayudar con el video. Tú sabes que yo debo quedarme aquí en caso que ellos vengan buscándolos”. “Todo bien, si piensas que es una buena idea. Ahora, qué está ocurriendo aquí. Gerald y yo trabajamos en algo para ayudar a su hermano, Adam”. “¿Su hermano?”. “Si, Gerald tiene un hermano en el hospital. Él está muy mal. Piensa que todos están intentando hacerle daño”. “¿Por qué alguien querría estar intentando hacerle daño?”. “Nadie está intentando hacerle daño. Déjame decirte que está pasando. Nosotros hemos encontrado una fórmula la cual puede hacer que las personas que estén piensen que todo está bien y que nadie puede hacerles daño. Desde que esto ocurrió, el gobierno se tornó interesado. Ellos empezaron enviando personas para preguntar acerca de nuestro trabajo”. “Pero ¿por qué?”. “La noche antes de que Gerald fuese disparado, él encontró algunos papeles en la oficina de su jefe, el doctor Leenam. El gobierno quería usar la fórmula como un arma en contra de sus enemigos. Ellos pensaban que podrían hacer algo que ellos desean con una persona quien pensara que todo estaba bien.” “¿Por qué ellos mataron a Gerald?”. “Yo pienso que ellos no querían hacerlo. Gerald me llamó y me dijo para salir de su casa y que lleve una maleta de ropa porque teníamos que dejar el país. Cuando yo llegué a su casa un pequeño hombre con un traje oscuro llegaba. Cuando él dijo que quería la fórmula, Gerald luchó con él. El hombre tenía un arma. La sacó y vi a Gerald caer en el piso. Yo grité. Yo estaba cerca de una ventana abierta así que salté a través de ella. Él me disparó pero falló. Tú conoces el resto”. “¿Dónde está la fórmula ahora?”. “No nos preocupemos por ello. Ahora, si quieres ayudar, tendrás que hacer exactamente lo que yo diga.” Simón sacó el botón de oro que él todavía tenía en su bolsillo. “Yo pienso que esto se salió de la casaca del asesino cuando Gerald peleó con él. Podríamos usarlo como evidencia”.

“Primero, nosotros tenemos que visitar al hermano de Gerald. Debemos darle la fórmula. Realmente no me preocupa nada más”.

CAPÍTULO VII LAS VIDEOCÁMARAS

El tío de Beth ayudó a Simón a arreglar el auto, la llanta y el faro. Luego ellos decidieron esconderlo. “Ese detective podría venir aquí buscándolos. Si lo hace, no queremos que se entere de que has estado aquí”. Simón siguió a la camioneta roja de Lou hacia la cima de la montaña. Cuando ellos llegaron a un espacio en la cima, pararon. El carro de Beth estaba también allí. Simón estacionó su carro cerca al de Beth, luego regresaron a la cabaña en la camioneta de Lou. Cuando ellos regresaron, Simón y Lou tiraron un árbol en frente del camino que llevaba a la cueva escondida. Luego borraron las huellas de sus llantas. Beth salió de la cabaña con Silvia pero Simón no la reconocía. Ella tenía cabello corto y rubio y un vestido azul con perlas blancas. “¿Qué ocurre?”. “¿no crees que tu amigo detective tenía una foto mía? Espero que ellos no conozcan la camioneta de mi tío. Eso es lo que usaremos para regresar al pueblo”. “Ellos me conocen y a Silvia”. “Pero ellos no podrán vernos. Ven a ver tu nueva casa”. Detrás de la camioneta de Lou había dos largos asientos. Abrieron su tapa. Silvia y Simón se esconderían adentro. “Ahora, nosotros tenemos que hacer un pequeño trabajo de video”. “¿trabajo de video?”. “¿No piensas que las personas creerán que lo estamos diciendo en contra del gobierno?”. Beth tenía dos videocámaras. Ella le dio uno a tío Lou; puso el otro en la camioneta. Tío Lou empezó filmando a Beth, Silvia y Simón, mientras Beth hablaba a la cámara, explicando que es lo que harían. “Estamos a punto de salir para el hospital Rutherford. Allí, tenemos la intención de llevar a cabo el trabajo de Gerald Dunning. Mr. Dunning está muerto por los agentes de gobierno quienes están ahora detrás de nosotros. Pensamos que ellos vendrán aquí buscándonos, y les filmaremos llegando si ellos lo hacen”.

Lou paró de filmar y ellos se preparaban para salir. Lou dio a Simón un arma y el arma que él tenía cuando llegó. Beth puso una pistola en su bolso de mano. “¿Cómo filmaremos al detective Frieze y sus hombres si llegan, sin que ellos lo sepan?” “Tú déjame esto. Yo puedo vivir en las montañas, pero soy todavía más inteligente que cualquier persona de la ciudad en un nuevo traje”. “Me estoy acordando, el botón. Déjame filmar el botón y el micrófono para mostrarles que estaban en casa de Gerald”. Ellos filmaron ambas cosas. Simón dijo a la cámara su historia de encontrar el cuerpo de Gerald. Él también dijo acerca de lo que escuchó al detective Frieze y el otro hombre en casa de Gerald. Cuando el acabó, se prepararon para salir. “Lou, ¿está bien si dejo a Rocky aquí contigo?”. “Seguro, yo podría usarlo de compañía. Además, no pienso que él permanezca quieto en la parte trasera contigo”. Simón y Silvia se pusieron en la parte trasera de la camioneta de Lou, y Beth conducía. Después de que ellos salieron, Lou escondió la cámara en un árbol encima de la puerta de la cabaña. Allí, eso podría filmar a cualquiera llegando arriba del camino.

CAPÍTULO VIII LOU TIENE VISITAS

Dos autos negros subían a la cabaña. Lou estaba parado en la puerta esperando. La videocámara estaba escondida detrás de algunas hojas en el árbol arriba de él. Podría grabar cualquier cosa que ellos dijeran. El detective Frieze, Mr. Connors y Mrs. Morgan salieron del primer auto. Cuatro hombres vistiendo trajes oscuros y lentes de sol salieron del carro de detrás. “Agnes, ¿qué estás haciendo aquí?” “Oh Lou, ellos me dijeron que Beth estaba perdida. Este es el único lugar que yo podría pensar que podría estar” “¿Quiénes son estas personas?”.

“Mr. Swanson, yo soy el detective Frieze. Tenemos razones para creer que alguien está siguiendo a su sobrina. Ella está trabajando en un muy serio proyecto para el gobierno. Nosotros queremos asegurarle que nada le ha ocurrido” “Bueno, no hay nadie. Ella estaba aquí justo ayer. Me dijo que podría ir a unas vacaciones al Caribe. No me dijo ninguna cosa acerca de algún proyecto. De hecho, estaba tan emocionada por salir que olvidó una de sus maletas atrás”. “¿Podríamos ver esa maleta, Mr. Swanson?”. “Desde luego que no. Eso es el negocio personal de Beth”. “El detective Frieze. Yo necesito mirar esa maleta”. “Usted tendría que esperar hasta que Beth regrese para hacer eso. Yo no podría dejarle que registre sus cosas”. El detective Frieze caminó hacia Lou así nadie más podría escucharle. El micrófono de la videocámara estaba justo encima de sus cabezas. “Usted es un hombre inteligente, Mr. Swanson. Ahora, déjeme ver esa maleta y le dejaremos regresar a su vida agradable y tranquila”. “Yo conozco acerca de usted Frieze. Colocó micrófonos ocultos en la casa de Gerald y lo llamó, y luego lo mató”. “Y lo mataré si usted no sale de mi camino”. “Y usted quiere la fórmula para matar a otras personas”. “Eso es correcto”. “Luego adivinaré yo tengo que dejar que usted entre”. Tío Lou se movió a un lado del camino de detective Frieze para dejarle entrar. Cerca de la estufa había una pequeña maleta con la bufanda de Beth y unas pocas prendas de ropa. Como Frieze quería cogerla, Rocky corrió y le mordió en la mano. Lou escuchó a Frieze gritar y se rio. Frieze vio que había nada importante dentro de la maleta, pero le dijo a sus hombres para revisar el lugar de arriba abajo de todos modos”. Mr. Morgan estaba afuera con su hermano Lou, Mr. Connors y el detective Frieze. Ella estaba confundida por lo que los hombres hicieron. “No entiendo, detective. Pensé que estábamos aquí para buscar a Beth. Mi hermano le ha dicho que ella está bien”. “Hay algunas cosas que no podemos explicarle bien ahora, Mrs. Morgan, pero créame, todo está bien”. Los hombres de Frieze no encontraron nada en la cabaña. Ellos estaban a punto de entrar en sus carros y dejarle cuando Lou los detuvo. “Pienso que mi hermana podría estar un rato conmigo”. “Oh no, Lou. El detective me llevará a mi casa.”

“Pero hay algunas cosas que necesito hablarte, yo te llevaré a tu casa más tarde”. Frieze tomó el brazo de Lou y lo llevó lejos de los demás, pero bueno para la cámara. “¿Qué está intentando hacer Swanson?”. “Tienes lo que querías de ella. Déjala ir, yo no quiero que la lastimen”. “Bueno, todavía la necesito para asegurarme de que su hija coopere”. Lou intentó tomar el arma del detective Frieze, pero él lo golpeó sobre el suelo. Mrs. Morgan gritó. “Métanla en el carro”. Mr. Connors la llevó de nuevo al auto mientras Frieze habló a Lou, quien estaba todavía en el suelo. “¡la próxima vez que yo tenga que venir aquí arriba, no voy a ser tan agradable, Swanson!”.

CAPÍTULO IX EL HERMANO DE GERALD – ADAM

Como Beth conducía la camioneta del tío Lou hacia el pueblo, ella vio dos autos policiales estacionados sobre un lado de la carretera. Ellos estaban parando a todos los carros con pasajeros. Había una ventana abierta entre la parte frontal y trasera de la camioneta. Silvia y Simón estaban escondidos debajo de los asientos, pero ellos podían escucharla. “Permanezcan abajo y estén quietos. Nos han detenido”. Dos oficiales de policías miraron dentro de la camioneta mientras hablaban con ella. “Disculpe señorita, pero esto es un inspección rutinaria. Nosotros estamos buscando una pareja de criminales prófugos, pero parece que está bien”. Beth intentó no mirar a sus rostros cuando ellos le dijeron que podría salir. “Gracias muy bien. ¡Que tenga un buen día!”. Cuando ella llegó al estacionamiento del hospital Rutherford, ella vio a dos hombres de Frieze cerca a la puerta del frente. “Simón, Silvia, tenemos un problema”. Ellos salieron de sus escondites. Simón miró alrededor del estacionamiento. Ellos estaban a unos pocos cientos de pies de la puerta del hospital. Ninguno de los hombres los veía. Simón vio lo que él pensaba, estaban esos

carros negros estacionados afuera de la puerta, cerca de la salida del estacionamiento. “¿Puedes disparar una bala, Silvia?”. “Si, solía ir a cazar con mi padre”. “Bien. Toma esta pistola y dispara a la ventana de ese carro negro. La policía vendrá pero no te asustes, vamos a aclararlo después. Voy a grabarlo en el video”. Silvia tomó el arma e hizo como Simón le había dicho. Los hombres de Frieze corrieron a sus carros con sus armas en sus manos. Muchos de las enfermeras y doctores del hospital corrieron afuera a ver qué ocurría. Simón tenía todo eso en el video. “Esta es nuestra oportunidad. ¡Sígueme!”. Simón y Beth corrieron dentro del hospital y subieron al piso doce, donde estaba el cuarto del hermano de Gerald. Ellos corrieron hacia el escritorio de recepción, y Beth sacó un arma de su bolso. “Entrégueme las llaves del cuarto 1209. ¡Rápido!”. La enfermera detrás del escritorio entregó las llaves. Ellos corrieron al cuarto 1209. La enfermera llamó a seguridad. Cuando Beth y Simón abrieron su puerta, ellos no podían ver a Adam. Había una cama vacía con una mesa a su lado y una cortina blanca cerca de la pared de atrás. Ellos vieron algo moverse detrás de la cortina. “Adam, ¿eres tú? Soy yo, Beth. ¿Te acuerdas de mí?, soy amiga de Gerald”. Un par de ojos miraban detrás de la cortina. “Simón, enciende la cámara”. Beth empezó a hablar a la cámara. Ella se sacó la cinta de perlas y abrió una perla que no era real. “Aquí dentro está la fórmula del Dr. Gerald Dunning y yo que hemos hecho para ayudar a que las personas enfermas mejoren. El Dr. Gerald Dunning está muerto porque nuestro gobierno quería tomar la misma fórmula y usarlas en contra de sus enemigos. Ellos esperaban que uno se los enemigos tome la fórmula y sienta que todo está bien, ellos aceptarían algo que dijera o hiciera el gobierno. Eso no es por lo que nosotros trabajamos en este proyecto. El hermano del Dr. Dunning, Adam Dunning, tiene una terrible enfermedad. Nosotros estamos aquí para ayudarle y para mostrarle cómo esta fórmula podría ser realmente usada”. Cuando Beth se dio la vuelta, vio a Adam parado en frente de la cortina. Él era un joven alto y delgado con una túnica blanca de hospital. “¿Gerald está muerto?”. “Oh si, Adam. Lo siento”. Hubo fuertes golpes en la puerta.

“Adam, por favor. Gerald quería que tomes esto. Tú nunca pensarás que alguien está siempre viniendo a hacerte daño de nuevo”. “Yo no entiendo. Yo no temo que alguien este viniendo para dañarme. Yo temo que alguien está viniendo para dañarte a ti”. El ruido sobre la puerta era más fuerte. Ellos estaban intentando romperlo. “¿Tomarías esto? Nosotros trabajamos duro por ello, para ti”. “Esto no es lo que yo necesito. Esto es de ellos”. Él señalaba hacia la puerta. Simón apagó la cámara y lo escondió debajo de la cama. “Adam, intenta guardar esto aquí hasta que regresemos. Beth, dame la fórmula. Guarda esto por nosotros. Ellos no deben registrarlo. Nosotros regresaremos pronto”. Adam tomó la fórmula en sus manos sin decir nada, justo cuando la policía abrió la puerta.

CAPÍTULO X SIMÓN Y BETH

Beth estaba sola en un cuarto con el detective Frieze. Ellos miraron a través de una ventana dentro de otra habitación donde podían ver a la madre de Beth sentada en una mesa. Ellos podían verla pero ella no podía verlos. Mr. Connors entró a la habitación de Mrs. Morgan y le dio una taza de té. “Allí está. Ese es el hombre que mató a Gerald”. “Lo conozco, señorita Morgan, y si usted no quiere que lo mismo le ocurra a su madre, nos ayudará a hacer esa fórmula en la que trabajó”. Beth volteó e intentó golpear al detective Frieze. Él le cogió la mano y la sostuvo detrás de ella. Simón abrió de una patada la puerta de la habitación. “¡Déjela salir, Frieze!”. Un grupo de soldados del ejército y un hombre con una larga gabardina y un sombrero negro estaban detrás de Simón. Los soldados tomaron a Frieze por los brazos. Simón puso sus brazos alrededor de Beth. “¿Que está pasando aquí? Coronel Duncan, no entiendo”. “Usted ha ido demasiado lejos, Frieze. Nosotros no podemos tener este tipo de comportamiento en nuestro gobierno”. “Yo solamente intenté hacer lo que me dijeron”. “¡No, tu no lo hiciste! ¡Llévenlo afuera!”.

Los soldados lo sacaron de la habitación. “Simón, yo no entiendo”. “Tu tío Lou. Él envió la cinta de video a todas las estaciones de TV. Frieze y sus hombres están en todos los canales”. “¿Qué hay de mi madre?”. Ellos miraron a través de la ventana y vieron a los soldados cogiendo a Mr. Connors. “Ella estará bien. Todo estará bien”. Simón estaba de vuelta en su casa, sentado en su escritorio. Rocky estaba dormido en sus pies. Él aún tenía las mimas frases escritas en el papel al frente de él: Las escaleras de madera hacían un extraño ruido cuando él caminaba sobre ellas; así es como él encontró el escondite secreto. El teléfono sonó. Era Beth. “¿Cómo está avanzando la historia de detectives?”. “Tengo miedo. Soy mejor actuando en las historias de detectives que escribiéndolas”. “Bueno, ¡el coronel parecía pensar que eras muy inteligente!”. “Si, pero eso es solamente porque yo te tuve a mi lado”. “Yo soy muy seria. Tú debes pensar en convertirte en algo así como un buen espía tú mismo”. “Vamos a hablar de otra cosa”. “Está bien. Si tú no puedes pensar en nada más que escribir esta noche, ¿por qué no vienes a cenar?”. “¿Está bien si llevo a Rocky? A él no le gusta que le dejen solo”. “¡Desde luego! Me gusta casi tanto como me gustas tú”. Simón colgó el teléfono con una sonrisa en su rostro. Él miró a su perro. “¡Rocky, mi muchacho, parece como que vamos yendo a cenar!”.

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