Sermon Dia Del Conquistador

February 6, 2024 | Author: Anonymous | Category: N/A
Share Embed Donate


Short Description

Download Sermon Dia Del Conquistador...

Description

JESÚS, EL CENTRO: ENFOCANDO BIEN EL BLANCO ¡Buen día y feliz sábado! Hoy, la Iglesia Adventista del Séptimo Día celebra en todo el mundo la existencia de un ministerio muy especial. Es un ministerio que ha crecido tanto, que hoy es el segundo más grande de nuestra iglesia en cuanto a participación, después de la Escuela Sabática. Me refiero al Club de Conquistadores. A través de este ministerio, Dios ha tocado los corazones de muchas personas y ha cambiado sus vidas; y lo continuará haciendo hasta que Cristo regrese. Antes de continuar, me gustaría invitarles a orar conmigo. Por favor cierren sus ojos e inclinen sus cabezas. ORACIÓN: Querido Padre celestial, te agradecemos por todas las bendiciones que nos has dado. Te agradecemos por este maravilloso sábado en el que nos hemos reunido para exaltarte y adorarte. Ahora, al abrir tu Palabra, te pedimos que nos unjas con el Espíritu Santo para poder entender y oír tu voz. Oramos en el nombre de Jesús, amén. El título de nuestro sermón de hoy es: “Jesús, el Centro: Enfocando bien el blanco”, y el texto bíblico se encuentra en Mateo 14:28, que dice: “Entonces Pedro le respondió: “Señor, si eres tú, ordena que yo vaya hasta ti sobre el agua”. INTRODUCCIÓN: En nuestras vidas, todos tenemos momentos únicos y especiales, o experiencias que simplemente nos gusta recordar. Experiencias que han dejado huellas en nuestras mentes y corazones. Acontecimientos que nos han enseñado lecciones importantes y han moldeado nuestras vidas. Algunas de esas experiencias pueden incluir viajes, graduaciones, lugares, eventos, personas, reuniones familiares, etcétera. Estoy seguro de que para Pedro, la experiencia relatada en nuestra lectura bíblica, fue muy especial y única, porque le enseñó una lección muy importante, así que creo que este relato también puede ser útil para nosotros. A propósito, es maravilloso recordar nuestras experiencias pasadas, y una de las mejores maneras de hacerlo es mirando las fotografías que hemos tomado (puede mostrar fotos 2 o 3 de diferentes actividades del Club). ¿A cuántos les gusta tomar fotos? ¿Qué tal un selfi? Sí, esa foto famosa que nos gusta tomarnos con nuestra familia y amigos (simule tomarse un selfi). ¿Cuántos ya se han tomado un selfi hoy? ¡Lo sabía! Muchos ya lo han hecho. Ahora bien, ¿dónde guardas todas tus fotos? Algunos las guardamos en álbumes, ya sea en una carpeta física o en la computadora. Otros almacenan sus fotos en sus tabletas y, por supuesto, el lugar más común para guardar nuestras fotos es el celular. Muchos tenemos nuestros celulares llenos de fotos, y a veces se nos acaba el almacenamiento disponible en nuestros equipos y tenemos que borrar fotos viejas. Eso es algo difícil de hacer. ¿Cuántos han tenido ese problema ya?

La verdad es que nos encantan las fotos; porque ellas nos recuerdan esos momentos especiales que quizás nunca más vuelvan a ocurrir. También, al mirar las fotos podemos revivir esos momentos especiales porque además de recordarnos lo ocurrido, una fotografía tiene el poder de hacernos experimentar de nuevo los sentimientos y las emociones vividas en las experiencias que nos recuerdan. Sin embargo, a veces las fotos no quedan tan bien como esperábamos. Uno de los problemas más comunes en la fotografía es lograr el enfoque correcto. El enfoque es el punto de interés, el centro de atención, el blanco al que apuntamos. En una fotografía desenfocada el enfoque no está donde queremos que esté, o donde debe estar. Como resultado la foto puede quedar borrosa. Cuando esto ocurre, solo se ven las figuras, pero no podemos reconocer con claridad los rostros, los lugares, las personas o las actividades. Una fotografía puede también tener demasiado contraste y como resultado se nota una muy marcada diferencia entre las áreas iluminadas y las oscuras de la imagen, o bien la foto puede quedar sobreexpuesta o subexpuesta, teniendo demasiada luz o estando demasiado oscura, al punto de que no se pueda ver nada. Lo peor de todo es que demasiado a menudo notamos que nuestras fotos están desenfocadas cuando ya es muy tarde para tomar la foto de nuevo. Las personas han cambiado de posiciones, se han ido o, peor aún, el evento mismo terminó. Bajo tales circunstancias, se nos hace difícil aceptar que hemos perdido esa oportunidad única y que la foto ya no tiene significado porque el enfoque no estaba donde debía estar. El esplendor del momento se ha perdido para siempre. ¿Alguna vez has tomado una foto desenfocada? ¿Aún la conservas? Yo sé que muchos de nosotros guardamos incluso las fotos borrosas. Sin embargo, ¡cuán bueno sería tener la oportunidad de tomar una foto de nuevo! Pero que esta vez esté clara y nítida, con toda la belleza y los detalles de ese momento especial y único. Con esto en mente volvamos a nuestra lectura bíblica. Este texto es una fotografía perfecta, con un enfoque perfecto, y al mirarla con detenimiento podemos observar tres lecciones importantes. Allí revivimos un momento especial y único en la vida de los discípulos. Un momento que merece fotos claras y nítidas, no desenfocadas. Momentos antes habían tenido una experiencia increíble con Jesús; él había sanado a los enfermos (Mat. 14:14) y luego había realizado un milagro en el que más de cinco mil personas fueron alimentadas con tan solo cinco panes y dos pescados (Mat. 14:17). A pesar de ello sobraron doce canastas de comida (Mat. 14:20). Para los discípulos había sido un día digno de recordar. Un día lleno de momentos y experiencias que dejaron huellas en sus corazones. Sin embargo, a pesar de haber sido testigos de estos extraordinarios milagros, los discípulos estaban cegados. Todavía no comprendían los propósitos del Maestro (Marcos 6:52). Aún no veían con ojos misioneros, por lo que el Señor los condujo hacia otro milagro que marcaría sus vidas y les ayudaría a enfocarse en el centro de todos los milagros: ¡Jesús mismo!

1. Todos pasamos por tormentas Esta es la primera lección. Luego de pasar el día con Jesús, los discípulos se encontraban en un barco en el medio del mar de Galilea. Repentinamente, se desató una tormenta con fuertes vientos y olas gigantes que sacudían la nave de un lado hacia el otro. Les parecía que en cualquier momento el barco podía hundirse. El viaje no debía durar tanto tiempo, pero por causa de la tormenta se habían alejado de la costa. Eran ya entre las 3:00 y las 6:00 a.m., lapso mejor conocido como la cuarta vigilia de la noche (Mat. 14:25), y aún estaban luchando por sobrevivir. ¿Te puedes imaginar en medio de esa situación? ¿Puedes imaginar las emociones y los pensamientos que pasaban por la mente de los discípulos? Sin lugar a dudas, ellos estaban muy asustados y cansados y decepcionados. No podían entender cómo unas pocas horas antes habían presenciado un momento tan maravilloso y sobrenatural con Jesús, pero ahora su fe flaqueaba y temían por sus vidas. Habían perdido de vista lo más importante. Su enfoque no estaba donde debía estar. ¿Y nosotros? ¿Cuántas veces hemos vivido momentos llenos de experiencias maravillosas? ¿Has sido testigo de un milagro? Quizá en nuestro trabajo, en la escuela, en la casa o en actividades de la iglesia. Alguna experiencia que valoramos, recordamos y fortalece nuestra fe. Sin embargo, por causa de una tormenta inesperada en nuestras vidas, nos olvidamos de esos momentos y nos perdemos en la oscuridad de los problemas, lejos de la orilla. Cansados, exhaustos, humillados, decepcionados, resentidos, impacientes e incrédulos, porque también hemos tratado de controlar la situación pero no hemos podido. Cuando nuestra fe es puesta a prueba y nuestro enfoque no está donde debe estar, nuestras fotos salen borrosas, totalmente desenfocadas. Esto se debe a que hemos perdido de vista nuestro punto de referencia: Jesús mismo.

2. Jesús siempre viene a calmar nuestras tormentas en los momentos más inesperados. Los discípulos pasaban por un momento muy difícil, mientras luchaban desesperadamente contra los elementos (Marcos 6:48). Pero en medio de toda esa turbulencia, aparece Jesús acercándose a ellos, lo que nos enseña la segunda lección. Al principio, cuando los discípulos lo vieron andar sobre el mar, se turbaron diciendo: ¡Un fantasma! Y gritaron de miedo (Mateo 14:26). Probablemente, esa “aparición” fue para ellos como un presagio de su propia muerte. Estaban tan aterrados, que no pudieron reconocer a Jesús cuando le vieron andando sobre el agua; pero al escuchar su voz, la historia cambia por completo. Cristo rápidamente intentó apaciguar sus temores: ¡Calma! ¡Soy yo, no tengan miedo! (Mateo 14:27).

Hoy puede ser que nos esté pasando lo mismo. Probablemente hay aquí alguien que está pasando por situaciones difíciles, al grado que siente que está a punto de hundirse. Sin embargo, Jesús camina hacia nosotros, aunque probablemente no está respondiendo tus oraciones como tú quisieras o te imaginas. Pero Jesús sabe cuál es el mejor momento y la mejor manera para aparecer en nuestras vidas. Fíjate en la experiencia de los discípulos. Justo cuando el barco estaba lejos de la orilla y toda su esperanza se había desvanecido, Jesús aparece de una manera extraordinaria, trayéndoles valor y paz. Algo importante que debo mencionar es que al andar sobre el agua, Jesús demostró a sus discípulos que aquello que tanto temían, esa tormenta intensa, violenta rugiente y furiosa en el mar, estaba bajo su poder y era una oportunidad para él acercarse a ellos. Lo mismo sucede con nosotros hoy. Los momentos difíciles, las enfermedades, las crisis financieras, la pérdida de un ser querido, y demás, son oportunidades para acercarnos a Dios. Y cuando le permitimos entrar en nuestras vidas, nos da el valor y la paz que tan desesperadamente necesitamos.

3. Nuestra visión debe estar enfocada en Jesús. Por último, hay una persona importante de la que necesitamos hablar, y ese es Pedro. Él era un verdadero Conquistador, un líder extraordinario, a veces un poco terco y temerario, pero dispuesto a hacer cosas que nadie había hecho antes. En medio de la tormenta, las aguas turbulentas y el fuerte viento, Pedro le dijo a Jesús que deseaba ir hacia Él (Mateo 14:28). Yo no sé cuántos de ustedes estén dispuestos a salir de sus casas en medio de una tormenta. Lo más probable es que la mayoría de nosotros nos sentimos más cómodos permaneciendo en un lugar seco, cálido y seguro mientras pasa la tormenta. Pero Pedro no era de ese tipo de personas, él quería lanzarse, actuar; si Jesús le ordenaba que caminara sobre las aguas, él lo haría. ¡Y así fue! (Mat. 14:29). ¿Te puedes imaginar esa escena? Ese era un instante perfecto para tomar una foto: Pedro enfocado en Jesús. Si observas ese momento especial y único para Pedro, en el que tuvo que salir del barco confiando en la palabra de Jesús, notarás que fue la fe lo que lo sostuvo en esas aguas turbulentas y le dio la capacidad de caminar. La fe de Pedro se mantuvo activa mientras mantuvo sus ojos fijos en Jesús (Comentario Bíblico Adventista, t 5, p. 417). Cando Pedro ya estaba sobre el agua, con la vista enfocada en Jesús, por un momento olvidó el viento y las olas. Pero mientras más sus pies se acostumbraban a caminar sobre el agua, imagino que pensó en sus compañeros en la barca y quizás se preguntó: ¿Qué pensarán ellos de mi nueva habilidad?

Mirando a Jesús, Pedro andaba con seguridad; pero cuando con satisfacción propia, miró hacia atrás, a sus compañeros que estaban en el barco, sus ojos se apartaron del Salvador. El viento era borrascoso. Las olas se elevaban a gran altura, directamente entre él y el Maestro; y Pedro sintió miedo. Durante un instante, Cristo quedó oculto de su vista, y su fe le abandonó. Empezó a hundirse. Pero mientras las ondas hablaban con la muerte, Pedro elevó sus ojos de las airadas aguas y fijándolos en Jesús, exclamó; “Señor, sálvame”. Inmediatamente Jesús asió la mano extendida, diciéndole: “Oh hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?” (El Deseado de todas las gentes, p. 349). Mientras Pedro mantuvo la mirada puesta en Jesús, mientras se enfocó en acercarse más a Cristo, no le importaron la tormenta, el viento ni la desesperante situación que habían enfrentado esa noche. Sin embargo, en el momento en que Pedro desvió su mirada hacia otro lugar, cuando se enfocó en sí mismo, en lo que había logrado y en los demás discípulos, todo se desplomó. ¿Alguna vez has experimentado algo similar? Quizás estés pasando por una situación parecida ahora mismo. Si ese es tu caso, creo que ya sabes cuál es la solución cuando todo a nuestro alrededor parece desmoronarse. Cuando todo parece perdido, hemos de fijar nuestra vista en Cristo. Mientras mantengamos nuestros ojos enfocados en Jesús, nuestra fe se mantendrá fuerte. Esta es una verdad conocida, pero tristemente muchos nos olvidamos de ella, nos enfocamos en otras “prioridades” y, como resultado, las cosas no salen como esperamos. Hermano, si en este momento sientes que te estás hundiendo, recuerda que cuando nos enfocamos en el poder de Jesús y su maravilloso amor por nosotros, nuestra fe se fortalece para sobrellevar cualquier tormenta que azote nuestra vida. Por esta razón quiero animarte a que, como Pedro, enfoques tú vista en Cristo y le pidas ayuda. Tan pronto como Pedro pidió ayuda a Jesús, la recibió. Debemos tener la seguridad de que Dios no se retrasa en responder las oraciones sinceras para librarnos de las olas de la tentación que afligen nuestras almas (Comentario Bíblico Adventista, t. 5, p. 417). Mientras nuestra vista y nuestra confianza estén enfocadas en Jesús, no tenemos nada que temer. Su gracia y su poder están siempre presentes, pero tan pronto alejamos la vista de Él y nos miramos a nosotros mismos o a los demás, corremos el riesgo de hundirnos en el mar de los problemas. CONCLUSIÓN: Ahora que sabemos que Jesús está listo y dispuesto a responder a nuestras oraciones y a nuestras necesidades, depende de nosotros permitirle acercarse a socorrernos. La decisión es sólo nuestra. No olvides la experiencia de Pedro; él era una persona determinada, un discípulo que decía lo que los demás sólo se atrevían a pensar. Él estaba dispuesto a hacer lo que otros no se atrevían. Pedro estaba completamente enfocado en Jesús. Su deseo más profundo era seguir a Cristo, y así lo hizo. Pero al igual que nosotros, cometía errores y desviaba su mirada de Jesús. Entonces comenzaba a hundirse.

Y tú, ¿dónde te ves en esta historia? ¿Estás dispuesto a salir de tu zona de confort y caminar sobre el agua? ¿Crees que necesitas reenfocar tu visión en Jesús porque te estás hundiendo? ¿O quizás te ves más como los discípulos en el barco, solo esperando a ver qué le ocurrirá a Pedro? Nosotros como Conquistadores tenemos un lema, un blanco, un voto y una ley. Nos identificamos con nuestros emblemas porque nos describen tal y como somos, lo que hacemos y por qué lo hacemos. Nuestro Blanco nos mantiene enfocados, con la vista en el lugar correcto, concentrados en nuestra misión: Predicar “el mensaje del advenimiento a todo el mundo en mi generación”. Esta Misión nos ha sido encomendada por el mismo que rescató a Pedro de las aguas (Mateo 28:19-20). Ahora se lo pregunto a cada Conquistador: ¿dónde te ves en esta historia? ¿Te visualizas como Pedro, dispuesto a salir de tu zona de confort para compartir el evangelio? ¿Sientes la necesidad de reenfocar tu vista en Jesús porque alguna tentación te ha distraído? ¿O quizás te identificas con los discípulos en el barco? Cómodos en el club de Conquistadores, solo esperando disfrutar de los eventos, las ferias, las caminatas y los Camporees. Quizás coleccionando muchos pines y parches para tener la banda más impresionante. Recuerda que el blanco de los Conquistadores es “predicar el mensaje del advenimiento a todo el mundo en mi generación”. Todos hemos sido llamados a compartir el evangelio, proclamando el amor de Jesús, su sacrificio en la cruz y su pronta venida en gloria, cuando nos llevará a su hogar, ¡al mejor Camporee de todo el universo! (Juan 3:16). Asistir a ese glorioso evento debe ser nuestra meta. Y si has perdido de vista esto, es tiempo de retomar el camino correcto. Es tiempo de reenfocar nuestra pasión y nuestra vista en Jesús, como dijo Pablo: Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. (Colosenses 3:2). Quisiera finalizar con una pregunta: ¿Te gustaría tener una imagen clara y nítida del propósito de tu existencia? Si ese es tu deseo, este es el momento oportuno para que reenfoquemos el centro de nuestro interés, y ese centro ¡debe ser Jesús! Pedro lo comprendió, se enfocó en Cristo, le pidió ayuda y la obtuvo. El Señor no solo rescató a Pedro, también calmó la tormenta, con un poder que está disponible hoy para calmar nuestras tormentas. Solo mantengamos nuestra vista enfocada en Él. Nunca olvides que Jesús es especialista en convertir una catástrofe, en el milagro más maravilloso de victoria y restauración (Romanos 8:28). Por lo tanto, si hoy te has dado cuenta de que necesitas reenfocar tu vista en Jesús (Heb. 12:2), te invito a que no esperes más, toma la decisión ahora. Ptr. Josant Barrientos Director de Ministerios Juveniles Asociación del Potomac División Norteamericana

View more...

Comments

Copyright ©2017 KUPDF Inc.
SUPPORT KUPDF