Sentido de Comunidad_McMillan y Chavis_Traduccion Final

August 29, 2018 | Author: Luis Hernandez | Category: Community, Attachment Theory, Emotions, Self-Improvement, Behavior
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Descripción: Traducción libre del artículo Sentido de Comunidad de McMillan y Chavis...

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Journal of Community Psychology Volume 14, January 1986

Sentido de Comunidad: Definición y Teoría.

David W. McMillan y David M. Chavis George Colegio Peabody de la Universidad de Vanderbilt

Traducción de Berenice Hernandez Romero

Durante varios años, muchos de nosotros, en el Colegio Peabody, hemos participado en la evolución de una teoría de comunidad; cuya primera conceptualización fue presentada en un estudio (McMillan, 1976) del Centro de Estudios sobre la Comunidad. Para fundamentar aquella primera definición, McMillan se concentró en la literatura sobre cohesión grupal; nosotros desarrollamos lo aquí expuesto, a partir de esa definición original. Este artículo, pretende describir la dinámica del sentido de comunidad, así como identificar varios de sus elementos, y describir los procesos en los que estos elementos trabajan juntos, para producir la experiencia del sentido de comunidad.

Revisión de estudios anteriores Dollitle y McDonald (1978), desarrollaron la Escala de Sentido de Comunidad (ESC) de 40 reactivos con el fin de probar las conductas comunicativas y las actitudes de las personas en el nivel de organización social conocido vecindario o comunidad. La base de esta escala fue, la que había sido denominada “Dimensión critica de la estructura comunitaria” (Tropman, 1969, p 215), y sirvió

para diferenciar entre un bajo, mediano o alto sentido de comunidad en los vecindarios; de acuerdo a cinco factores: interacción informal (entre vecinos), seguridad (tener un buen lugar para vivir), pro urbanismo (privacidad, anonimato), preferencias vecinales (preferencia por una

interacción vecinal frecuente) y

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localismo (opiniones y deseos de participar en asuntos vecinales). Los resultados del estudio de Dolittle y McDonald llevaron a tres generalizaciones. En primer lugar, existe una relación inversa entre el pro urbanismo y las preferencias vecinales. En segundo lugar, existe una relación directa entre la seguridad y las preferencias vecinales. Finalmente, el pro urbanismo decrece mientras la percepción de seguridad se incrementa. La medición del sentido sentido psicológico de comunidad de Glynn (1981) se basó en el trabajo de Hillery (1955) al que se le aumentaron respuestas mediante un cuestionario distribuido a miembros seleccionados al azar de la División de Psicología Comunitaria, perteneciente a la Asociación Americana de Psicología. Glynn administró el instrumento de medición entre los miembros de tres comunidades distintas; la hipótesis de Glynn consistía en que los residentes de israelíes, mostrarían un mayor sentido de comunidad Kfar Blum1  y de los kibutz israelíes, que los residentes de dos comunidades de Maryland. Glynn identificó 202 conductas o subconceptos relacionados con el sentido de comunidad; de los cuales 120 ítems fueron desarrollados, representando características tanto reales como ideales. Tal y como lo predijo, se encontraron mayores niveles de sentido de comunidad entre los miembros de los kibutz que en los dos pueblos americanos del estudio. Sin embargo, no se encontraron diferencias entre las tres comunidades en la escala ideal. Un análisis de regresión múltiple demostró que 18 reactivos demográficos seleccionados, pueden predecir adecuadamente la calificación de la escala real (R=-613), pero no así en la escala ideal (R= .272). Los indicadores más importantes del verdadero sentido de comunidad fueron (a) tiempo de residencia en la comunidad, (b) grado de satisfacción con la comunidad y (c) el número de vecinos que uno identifica por su nombre de de pila. Glynn, también encontró resultados positivos entre el sentido de comunidad y la habilidad de funcionar de manera competente en la comunidad.

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 Nota del Traductor: Kfar Blumes Blumes un kibutz o comuna agrícola israelí, ubicado en el Valle Hula, en la parte de la alta Galilea en Israel.

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localismo (opiniones y deseos de participar en asuntos vecinales). Los resultados del estudio de Dolittle y McDonald llevaron a tres generalizaciones. En primer lugar, existe una relación inversa entre el pro urbanismo y las preferencias vecinales. En segundo lugar, existe una relación directa entre la seguridad y las preferencias vecinales. Finalmente, el pro urbanismo decrece mientras la percepción de seguridad se incrementa. La medición del sentido sentido psicológico de comunidad de Glynn (1981) se basó en el trabajo de Hillery (1955) al que se le aumentaron respuestas mediante un cuestionario distribuido a miembros seleccionados al azar de la División de Psicología Comunitaria, perteneciente a la Asociación Americana de Psicología. Glynn administró el instrumento de medición entre los miembros de tres comunidades distintas; la hipótesis de Glynn consistía en que los residentes de israelíes, mostrarían un mayor sentido de comunidad Kfar Blum1  y de los kibutz israelíes, que los residentes de dos comunidades de Maryland. Glynn identificó 202 conductas o subconceptos relacionados con el sentido de comunidad; de los cuales 120 ítems fueron desarrollados, representando características tanto reales como ideales. Tal y como lo predijo, se encontraron mayores niveles de sentido de comunidad entre los miembros de los kibutz que en los dos pueblos americanos del estudio. Sin embargo, no se encontraron diferencias entre las tres comunidades en la escala ideal. Un análisis de regresión múltiple demostró que 18 reactivos demográficos seleccionados, pueden predecir adecuadamente la calificación de la escala real (R=-613), pero no así en la escala ideal (R= .272). Los indicadores más importantes del verdadero sentido de comunidad fueron (a) tiempo de residencia en la comunidad, (b) grado de satisfacción con la comunidad y (c) el número de vecinos que uno identifica por su nombre de de pila. Glynn, también encontró resultados positivos entre el sentido de comunidad y la habilidad de funcionar de manera competente en la comunidad.

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 Nota del Traductor: Kfar Blumes Blumes un kibutz o comuna agrícola israelí, ubicado en el Valle Hula, en la parte de la alta Galilea en Israel.

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Riger y Lavrakas (1981) estudiaron el sentido de comunidad como un reflejo del apego vecinal y encontraron dos factores empíricamente distintos pero correlacionados, a estos factores los denominaron: lazos o vínculos sociales y arraigo conductual. El lazo o vínculo social contiene ítems relacionados con la habilidad de identificar a los vecinos, sentirse parte del vecindario, así como el número de niños del vecindario que el entrevistado conoce. El arraigo conductual se refiere a los años de residencia en la comunidad, sin importar si se renta, si la casa es propia, ni la expectativa de vida en la comunidad .Usando estos factores, los autores identificaron cuatro grupos de ciudadanos, tan distintos como significativos: jóvenes con gran movilidad (pocos vínculos, bajo arraigo), jóvenes participantes (fuertes vínculos, bajo arraigo), aislados (pocos vínculos, alto arraigo) y participantes establecidos (fuertes vínculos, alto arraigo). En estos estudios, la edad de los integrantes de la muestra jugó un papel primordial para determinar el apego entre ellos. Examinando la relación entre el involucramiento comunitario y el grado de temor al crimen, Riger, LeBailly y Gordon (1881) identificaron cuatro tipos de involucramiento comunitario: sentimientos de vinculación hacia la comunidad, raíces comunitarias extendidas, uso de los recursos locales, y grado de interacción social entre vecinos. Los autores encontraron que, los dos primeros tipos de vinculación se relacionaron de manera significativa e inversa con el miedo al crimen experimentado por los residentes, mientras que los últimos dos tipos de lazos emocionales compartidos (vinculación), más que sentimientos, reflejaron conductas, y no se se relacionaron significativamente con el miedo al crimen. Una explicación plausible para estas relaciones tan diferentes, es que: las variables dentro de un mismo dominio (por ejemplo: los sentimientos de vinculación y otros sentimientos) tienden a correlacionarse más fácilmente entre sí que con aquellas variables que son de un dominio distinto (por ejemplo sentimientos y conductas) (Campbell &Fistke, 1959). A pesar de la debilidad que sugiere este tipo de explicación, creemos que los resultados de Riger y sus colaboradores, son un

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testimonio de la fuerza del sentido de comunidad en las vidas de los residentes del vecindario.  Ahlbrant y Cunningham (1979) vieron al sentido de comunidad como un contribuidor integral para el compromiso de uno hacia el vecindario, así como para el grado de satisfacción dentro del vecindario. Los autores encontraron que las personas más comprometidas y satisfechas veían a su vecindarios como una pequeña comunidad dentro de la ciudad, también se mostraban más leales a su vecindarios que al resto de la ciudad y pensaban que su vecindario les ofrecía actividades particulares para los residentes (las características mencionadas por los residentes, representan la conceptualización de los autores acerca del sentido de comunidad). Asimismo, consideraron al tejido social como otro factor que contribuía al compromiso y grado de satisfacción; el termino tejido social, lo utilizaron para capturar la “fuerza de las relaciones interpersonales”, la   cual

midieron a través de diferentes tipos de interacción vecinal. Bachrach y Zautra (1985) estudiaron las respuestas de alerta ante un supuesto desperdicio contaminante de una fábrica en una comunidad rural. Los autores encontraron que en este caso, un fuerte sentido de comunidad implicaba una conducta de alerta y un enfoque hacia el problema -se trata de conductas que directamente tratan de alterar o enfrentar la amenaza- y que no tienen relación con las estrategias que se hayan puesto en marcha para adaptarse emocionalmente al problema o a la amenaza. La ruta analítica muestra que la respuesta enfoqueproblema, influye fuertemente en el involucramiento de uno hacia la comunidad (por ejemplo, leer reportes, asistir a juntas o asambleas, firmar peticiones), por ello los autores concluyeron que, un mayor sentido de comunidad puede llevar a “un mayor sentido de propósito y percepción de control” frente a las amenazas

externas. En un estudio similar, Chavis (1983) identificó el proceso de “empoderamiento”, el cual se suscitó a través del desarrollo comunitario. Otros

autores han reportado resultados consistentes; Florin y Wanderman (1984) y Wanderman y Gianmartino (1980), encontraron índices de sentido de comunidad

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más altos en los autoreportes de personas que habían participado en asociaciones de bloque que aquellos que no participaron en este tipo de asociaciones. Bachrach y Zautra (1985) reportaron que utilizaron una escala de sentido de comunidad, basándose en una serie de preguntas que fueron desarrolladas por Kasarda y Janowitz (1974) y Rhoads (1982). Tal instrumento incluía siete ítems: sentirse como en casa dentro de la comunidad, satisfacción con la comunidad, grado de conformidad o acuerdo con las normas y creencias de la comunidad, sentimiento de pertenencia a la comunidad, interés en lo que sucede en ella, sentimientos de sentirse importante dentro de la comunidad y apego a la comunidad. Se encontró que la escala tenía consistencia interna (alfa=.76) Los estudios revisados hasta aquí, contribuyeron a nuestro entendimiento inicial del sentido de comunidad y enfatizaron la importancia de este concepto en nuestra investigación, así como en la intervención y en la política que manejamos. Aún más importante es el reiterado énfasis en la proximidad vecinal, el tiempo de residencia, las expectativas en cuanto a permanecer en la comunidad, la propiedad del hogar y la satisfacción con la comunidad. El trabajo de Glynn (1981) resulta de particular importancia, ya que reconoce las discrepancias entre el nivel real y el nivel ideal del sentido de comunidad, así mismo demuestra la relación entre el sentido de comunidad y las habilidades del individuo para funcionar de manera competente dentro de la misma. El estudio de Riger y Lavrakas (1981) es especialmente significativo debido a su conceptualización de los aspectos emocionales de dicha experiencia. Éstos son estudios iniciales en el área del sentido de comunidad; sin embargo no puede esperarse que contribuyan a un elaborado entendimiento teorético sobre lo que es el sentido de comunidad y cómo funciona, así mismo, existen algunas limitaciones importantes, las cuales esperamos responder. Todos estos estudios carecen, por ejemplo, de una perspectiva conceptual articulada y centrada en el

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sentido de comunidad y ninguna de las mediciones realizadas en dichos estudios se desarrollaron de manera directa a partir de una definición del sentido de comunidad. Cinco de estos estudios utilizaron técnicas de factor analítico, para crear posteriormente sus dominios y subdominios, sin ninguna justificación a priori ya fuera teórica o empírica; tanto Gorsuch (1974) como Nunally (1978) aconsejan ser precavidos ante este tipo de prácticas. El sexto estudio (Bachrach y Zautra, 1985), define su dominio basándose en la validez aparente. En suma, los autores de los estudios mencionados anteriormente, asumen que cada elemento de sus mediciones del sentido de comunidad, contribuyen de la misma manera a la experiencia individual de cada persona, sin considerar la naturaleza de la carga de valores del fenómeno (expresado por Sarason, 1974), ello, podría llevar a uno a creer que algunos sentimientos, experiencias y necesidades podrían ser más importantes que otras. También es notable, que los estudios revisados no investigaron aquello que era común entre los participantes y relativo al sentido de comunidad. En cambio, estos estudios, se enfocaron más en proveer de validez a sus instrumentos de medición a través de la diferenciación de las comunidades o de los individuos. En primer lugar, estos estudios revelan que la experiencia del sentido de comunidad existe y opera como una fuerza en la vida humana. Lo que actualmente se necesita es una descripción completa de la naturaleza del sentido de comunidad, como un todo. Empezaremos este proceso de desarrollo con una definición y una teoría al respecto.

Definición y Teoría de Sentido de Comunidad. Gusfield (1975), distingue entre dos de los usos más comunes para el término comunidad. El primero, se refiere a la noción territorial o geográfica de una comunidad, vecindario, pueblo o ciudad. El segundo, es “relacional”, concerniente a una “cualidad del carácter de las relaciones humanas, sin referencia a una

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locación específica”. Gusfield evidenció  que ambos usos no son excluyentes uno del otro, sin embargo, tal y como lo observó Durkheim (1964), en la sociedad moderna, una comunidad se desarrolla alrededor de intereses y habilidades más que en base a una locación. Las ideas presentadas en este artículo se aplican de igual forma tanto a comunidades territoriales (vecindarios, barrios, colonia, pueblos) como a comunidades relacionales (profesionales, espirituales). Es así que, proponemos cuatro criterios para la definición y teoría del sentido de comunidad. En primer lugar, tal definición requiere ser clara y explícita, en segunda instancia, ésta debe ser concreta y sus partes deben ser identificables; en tercera, se necesita que represente la calidez y la intimidad que implica tal termino, y

finalmente se requiere que tal definición, pueda proveer una

descripción dinámica del desarrollo y el mantenimiento de la experiencia. Trataremos de apegarnos a dichos estándares. La definición que proponemos, tiene cuatro elementos. El primer elemento es la membrecía. La Membrecía se refiere al sentido de pertenencia o bien, a un sentido compartido de familiaridad personal. El segundo elemento es la Influencia, un sentido de importancia, o dicho de otra forma: el hacer una diferencia dentro de un grupo y que al grupo le importe o le interese sus miembros. El tercer elemento, es el reforzamiento: integración y satisfacción de necesidades. Esto se refiere al sentimiento de que las necesidades de los miembros de la comunidad serán atendidas mediante los recursos recibidos a través de la membrecía en el grupo. El último elemento es la conexión emocional compartida, es decir, el compromiso y la creencia en que los miembros de la comunidad comparten y compartirán una historia, lugares comunes, tiempo y experiencias similares. Este es el sentimiento que uno observa en los rostros de los granjeros mientras hablan sobre sus hogares, sus tierras y su familia; es el mismo sentido de familiaridad que los judíos experimentan al leer la novela The Source2de James Michener (1965). En una 2

 Nota del Traductor: The Source (La fuente) es una novela histórica que retrata la historia del pueblo judío y la tierra de Israel, desde el pre monoteísmo hasta el nacimiento del Estado moderno de Israel.

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palabra, la definición que proponemos es la que sigue: el Sentido de Comunidad es un sentimiento de pertenencia, un sentimiento de que las personas se interesan unas a otras y le importan al grupo mismo, es una fé compartida de que las necesidades de los miembros serán atendidas gracias al compromiso de estar  juntos (McMillan, 1976).

Membrecía. La membrecía se refiere al sentimiento de haber invertido parte de uno mismo para convertirse en miembro de la comunidad y por ello se tiene el derecho de pertenecer a ésta (Aronson & Mills, 1959; Buss & Portnoy, 1967). Es un sentimiento de pertenencia, pero también de sentirse apartado, (Backman & Secord, 1959). Es decir, la Membrecía tiene barreras, esto significa que hay personas que pertenecen a un grupo o comunidad y otras que no. Las barreras proveen (a los miembros de la comunidad) la seguridad emocional que se requiere para que tanto las necesidades como los sentimientos puedan expresarse, así como la intimidad para desarrollarse. (Bean, 1971; Ahrlich & Graeven, 1971; Wood, 1971). El atributo más problemático de esta definición de membrecía, se refiere a las “fronteras”. En  el estudio Wayward Puritans3, el sociólogo Kai Erickson (1966)

demostró que los grupos pueden utilizar las “conductas desviadas de la norma”, para establecer fronteras. En el texto, Erickson, hace un recuento del destierro en 1637 de Anne Hutchinson, una mujer acusada de herejía; también relata la persecución de los cuáqueros entre los años 1656 a 1665, así como los juicios contra la brujería, realizados en Salem en el año de 1692. Para cada uno de estos incidentes, Erickson nos muestra cómo es que el sentido del orden y la autoridad se fueron deteriorando y también señala que existía una necesidad de que surgiera un “asunto” o problema que fuera capaz de unir a la comunidad de 3

 Nota del Traductor: Wayward Puritans: A Study in the Sociology of Deviance, es un estudio de la desviación social en una comunidad puritana del siglo XVII en Massachusetts, Estados Unidos.

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puritanos. Así, en cada uno de esos casos, la comunidad necesitó de aquellos “desadaptados o desviados” para denunciar y castigar de manera colectiva.

La investigación en Psicología Social, ha demostrado que la gente tiende a construir fronteras para proteger su espacio personal. A menudo, los grupos utilizan el lenguaje, la vestimenta y ciertos rituales para crear fronteras. Las personas necesitan de estas fronteras para protegerse contra la amenaza (Park, 1924; Perucci, 1963): mientras las investigaciones sobre la desviación social han generado interés y simpatía; las necesidades legítimas de un grupo para proteger sus conexiones sociales íntimas, a menudo se han pasado por alto en la investigación. Nos gustaría resaltar dos puntos adicionales en relación con las fronteras. Primero, diremos que: el daño que surge del dolor producido por el rechazo y del aislamiento creado por las fronteras continuará a menos que se clarifiquen los beneficios positivos que las fronteras le otorgan a una comunidad. En segunda, es claro que los grupos usan a las personas “desviadas” como chivos expiatorios para construir fronteras sólidas, pero poco se ha dicho acerca de las personas quienes voluntariamente aceptan el rol de “desviado”   al romper una regla o manifestarse en contra del consenso grupal, con la intención de llamar la atención (Mead, 1918). Es nuestra creencia que, los “desviados”  a menudo utilizan al grupo, tanto como los grupos los utilizan para crear barreras dentro del grupo.  Así, el papel de las fronteras es de particular relevancia en los vecindarios, barrios y demás comunidades. La investigaciones tempranas de la Sociología Americana, realizadas en comunidades, se enfocaban en estudiar la forma en que los residentes de un vecindario establecían fronteras (por ejemplo Par & Burgess, 1921). Park y el modelo ecológico de la Escuela de Chicago, explican los mecanismos de grupos étnicos y de clase, mientras trabajan en las nociones de las relaciones espaciales entre los miembros del grupo (Bernard, 1973): las fronteras definen quien está dentro y quien esta fuera. Sin embargo, las fronteras

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del grupo pueden ser tan sutiles que solo pueden ser reconocidas por los mismos residentes o miembros del grupo (por ejemplo: los grafitis en las paredes marcan o identifican vecindarios étnicos) (Berger & Neuhaus, 1977; Bernard, 1973). Berger y Neuhaus (1977), observan ese tipo de fronteras como la creación de fuentes de distancia social para la protección contra las amenazas y que resultan necesarias cuando las personas son vulnerables interpersonalmente. Tales fronteras separan a un “nosotros” de un “ellos” y alivian la ansiedad al delimitar en quién se puede

confiar.

La seguridad emocional puede considerarse como una parte de la amplia noción de seguridad.

Las fronteras establecidas por el criterio de membrecía, proveen la estructura y seguridad que protege la intimidad del grupo. Tal seguridad puede ser más que simplemente una seguridad emocional; las pandillas, por ejemplo, otorgan seguridad física, mientras que los colectivos mejoran la seguridad económica (Dolittle & MacDonald, 1978; Riger, LeBailly &Gordon, 1981). El sentido de pertenencia e identidad   involucra sentimientos, creencias y

expectativas de que uno encaja en el grupo y tiene un lugar en él, un sentimiento de aceptación por parte del grupo y una voluntad de sacrificio hacia el grupo. El papel de la identidad debe ser enfatizada aquí, y puede ser representada en la declaración reciproca de: “Es mi grupo” y “Yo soy parte del grupo”. La inversión personal   es un contribuidor importante para que la persona sienta la

membrecía grupal y también resulta importante para su sentido de comunidad. McMillan (1976), sostiene que: a) trabajar en la membrecía provee de un sentimiento de que uno se ha ganado un lugar en el grupo y que, b) como consecuencia de su inversión personal, su membrecía será más significativa y valorada. La noción de inversión personal es paralela al trabajo de los teóricos de

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la disonancia cognitiva (Aronson & Mills, 1959; Festinger, 1953). Por ejemplo, las novatadas rituales de las fraternidades en las universidades refuerzan la cohesión grupal (Peterson & Martens, 1972). Así, la inversión personal tiene un papel importante en el desarrollo de una conexión emocional (tal y como cuando poseemos un hogar), y la retomaremos más adelante. Un sistema simbólico compartido , desempeña varias funciones importantes para

crear y mantener el sentido de comunidad, una de estas funciones es la de mantener las fronteras del grupo. Nisbet y Perrin (1977) afirman que “la naturaleza

simbólica de toda conducta verdadera o de la interacción, es el principal lazo social” (p.39). White (1949) define el símbolo como “un a cosa cuyo valor o

significado le es conferido por las personas que lo usan” (p.22).  Así, que el entender el sistema de símbolos compartido es un prerrequisito para entender a la comunidad. “El símbolo es al mundo social, lo que la cé lula es al mundo biológico o lo que el átomo es al mundo físico… El símbolo es el principio del mundo social tal y como lo conocemos” (Nisbet y Perrin, 1977, p.74). Warner y asociados (1949), en su clásico estudio de “ Jonesville” (una comunidad

del medio oeste americano) reconocen la fuerza de la función integradora de la representación colectiva observada en los mitos, los símbolos, los rituales, ceremonias, y fiestas tradicionales. Estos autores encontraron que para obtener un funcionamiento y una integración fluida en la vida social de las comunidades modernas, especialmente cuando éstas son heterogéneas; la “comunidad debe de

proveer un sistema común de símbolos. Los grupos utilizan estas convenciones sociales (por ejemplo, ritos de ascenso, lenguaje, vestimenta, etc.) como fronteras intencionales para crear una distancia social entre los miembros y los que no son miembros de la comunidad (McMillan, 1976). Bernard (1973), mencionó que los líderes afroamericanos utilizaron símbolos para unificar a la comunidad afroamericana y desafiar a la población blanca (por ejemplo el Black Power ); Park (1924), ofreció un razonamiento para esta te tipo de estrategias. Los símbolos de un vecindario pueden observarse en el nombre del lugar, en marcas territoriales,

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logotipos, o en su estilo arquitectónico. A un nivel nacional, las fiestas tradicionales, la bandera y el lenguaje juegan un papel integrador; en una escala mayor los arquetipos básicos unen a la raza humana (Jung, 1912). En suma, la membrecía tiene cinco atributos: las fronteras, la seguridad emocional, el sentido de pertenencia e identidad, la inversión personal y el sistema de símbolos compartidos. Estos atributos funcionan en conjunto y contribuyen al sentido de “quien es parte de la comunidad y quien no lo es”.

Influencia. La influencia es un concepto bidireccional. En una dirección, se encuentra la noción de que para que un miembro del conjunto atraiga a un grupo, él o ella deben tener alguna influencia sobre lo que el grupo hace (Petersen & Martens, 1972); Solomon, 1960; Zander &Cohen, 1955). Por otro lado, en la habilidad de un grupo para influenciar a sus miembros, la cohesión grupal es contingente (Kelley & Volkart, 1952; Kelley & Woodruff, 1956). Esto sugiere dos preguntas: Estas fuerzas, aparentemente contradictorias, ¿pueden actuar simultáneamente?; y ¿es una mala señal para un grupo, ejercer influencia sobre sus miembros para alcanzar la conformidad? Muchos estudios sugieren que dichas fuerzas, de hecho, pueden actuar de manera simultánea (Grossack, 1954; Taguiri & Kogan, 1969; Trasher, 1854). Así, las personas que aprenden que las necesidades, valores y opiniones de los demás también son importantes, a menudo resultan ser los miembros más influyentes del grupo; mientras que los miembros menos poderosos de un grupo, son aquellas personas que se esfuerzan por influir, que tratan de dominar a los otros y que ignoran los deseos y opiniones de los demás. La segunda pregunta a la que nos referimos líneas arriba, ha recibido más atención que la primera (ver Lott & Lott, 1965), y el mayor descubrimiento ha sido la relación positiva entre la cohesión grupal y la presión para ajustarse a la norma. Festinger, Schachter y Black (1950), Kelley y Woodruff (1956) consideran que

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estos hallazgos correlativos son una demostración de los efectos negativos de la cohesión grupal (tal como la libertad o la individualidad). Existe un grupo de estudios sobre la validez consensual que proveen algo de balance a las contenciones acerca de la cohesión grupal y la conformidad a la norma. El constructo validez consensual, asume que las personas poseen una necesidad inherente de saber que las cosas que ven, sienten y comprenden, son experimentadas de la misma manera por otras personas; los estudios han demostrado que las personas son capaces de realizar una gran variedad de ejercicios psicológicos con tal de obtener retroalimentación de los demás y reafirmar que no están locos, que lo que ven en la realidad es visto de la misma forma por los demás (Backman & Secord, 1959; Byrne & Wond, 1962). En los estudios sobre la conformidad a la norma, está implícita la asunción de que la fuerza primaria detrás de la conformidad (Catwright & Zander, 1960; Heider, 1958; Newcomb, 1961; Thibaut & Kelley, 1959), es la presión grupal ejercida sobre el individuo para así validar el punto de vista grupal. Sin embargo, la investigación sobre la validez consensual demuestra que la fuerza alrededor de la uniformidad es transaccional, es decir que proviene del individuo así como del grupo. Es entonces que las conductas de uniformidad y conformidad indican que un grupo opera para validar de manera consensual a sus miembros así como para crear las normas grupales. La conformidad no es necesariamente un sinónimo de pérdida de la elección personal. A. Hunter y Riger (en esta misma edición) advierten que muchas personas tratan de escapar a la conformidad que se presenta en una comunidad cerrada, para así expresar su libertad personal. Esta afirmación enfatiza la necesidad de desarrollar comunidades que puedan apreciar las diferencias individuales. Un miembro de un grupo cree; ya sea de manera directa o indirecta; que se puede ejercer algún control sobre la comunidad. Long (1958) observó que el rol de líder puede hacer sentir a la gente que es posible influir en el grupo, aun si dicha influencia se da únicamente de manera indirecta. De acuerdo a Long, las

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personas de una comunidad sienten “la necesidad de un líder, con la capacidad y

la posición para atender los problemas generales del territorio y dar sustancia a la filosofía pública (p.225). El papel del poder y la influencia dentro de una comunidad ha encabezado los paradigmas clásicos de la sociología (Bernard, 1973). Nisbet (1953) organizó su trabajo “La búsqueda de la Comunidad”  alrededor de las maneras en que el poder y la influencia habían determinado la formación y las funciones de la comunidad. Bernard (1973) consideró que mientras la influencia se aleje de una localidad, la integración y la cohesión de la comunidad se verán amenazadas. Las asociaciones de voluntarios actúan entonces como intermediarios (o estructuras de mediación) entre el individuo y el estado (Berger & Nehuauss, 1977) al incrementar la influencia y adoptar un sentido de eficacia. A través de acciones colectivas, estas asociaciones provocan que el entorno responda más a las necesidades de los individuos, dentro de una pequeña colectividad. La participación

en

las

asociaciones

voluntarias

o

en

los

programas

gubernamentales, produce un poder compartido, el cual conduce a una “posesión” mayor de la comunidad por parte de los participantes, también conduce a una mayor satisfacción y una cohesión más fuerte (Dahl, 1962; F. Hunter, 1953; Wandersman, 1981). Los conceptos de poder, influencia y participación, al estar relacionados con el sentido de comunidad, pueden ser vistos en el creciente movimiento vecinal, en la fuerzas de los sindicatos y en varios movimientos sociales (Killian, 1964), así como en la perspectiva japonesa de la administración empresarial (Pascale &Athos, 1981). En suma, las siguientes proposiciones; relativas a la influencia; pueden extraerse de las investigaciones sobre la cohesión grupal: -Los miembros de un grupo están más atraídos por aquellas comunidades en donde sienten que influyen más. 2. Existe una relaciona significativamente positiva entre la cohesión y la influencia de la comunidad sobre los miembros que la conforman. Por tal motivo, tanto

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conformidad como la influencia de la comunidad sobre los miembros que la integran, indican la fuerza de los lazos que los unen. 3. La presión por la conformidad y la uniformidad surgen de las necesidades, tanto individuales como comunitarias, por lograr la validez consensual. Por ello, la conformidad actúa como una fuerza de aproximación así como un indicador de la cohesión grupal. 4. La influencia que ejerce un miembro de la comunidad así como la influencia ejercida por la comunidad, operan de manera concurrente y uno puede esperar ver la fuerza de ambas, operar de manera simultánea en una comunidad fuertemente unida.

Integración y satisfacción de necesidades. El tercer componente de nuestra definición de sentido de comunidad es la integración y satisfacción de necesidades, lo que traducido a términos más simples se refiere al reforzamiento. El reforzamiento como un motivador de la conducta es un pilar dentro de la investigación conductual, y resulta obvio que para mantener un sentido positivo de unión en cualquier grupo, las asociaciones individuo-grupo deben interesarse por los miembros que las integran. Dada la complejidad de los individuos y de los grupos, ha sido imposible determinar todos los reforzadores que mantienen unidas a las personas dentro de una comunidad en la que existe cercanía entre sus miembros, sin embargo, varios reforzadores han podido identificarse. Uno de ellos es el estatus de ser miembro de la comunidad (Kelley, 1951: Zander y Cohen, 1955). Berkowitz (1956), Peterson y Martens (1972) y Sacks (1952), han demostrado que el éxito grupal hace que los miembros del grupo se unan. La literatura sobre atracción interpersonal sugiere que la competencia es otro reforzador (Hester, Roback, Weitz, Anchor, &McKee, 1976; Zander & Havelin, 1960). Las personas se sienten atraídas hacia aquellos individuos cuyas habilidades o competencias pueden beneficiarlos de alguna forma. Rappaport (1977) lo denomina “ajuste entorno -persona”. El punto principal

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es que las personas hacen lo que satisface a sus necesidades. Pero esto deja una pregunta sin responder: ¿Cómo las personas priorizan sus necesidades, especialmente después de que sus necesidades básicas han sido cubiertas? ¿Qué es lo que crea una necesidad más allá de la supervivencia básica? Los reforzadores, como un principio de organización, parecen estar ciegos y sin dirección a menos que se complementen con otros conceptos. Un concepto que otorga dirección a los reforzadores, es la noción de “valores compartidos”. Nuestra cultura y nuestras familias   nos enseñan; a cada uno de

nosotros; una serie de valores personales que indican nuestras necesidades emocionales e intelectuales así como el orden en que debemos atenderlas. Cuando las personas que comparten ciertos valores se juntan, encuentran que tienen necesidades, prioridades y metas similares, por tal motivo, adoptan la idea de que estando juntos pueden satisfacer mejor estas necesidades y así obtener los reforzadores que buscan. Entonces, los valores compartidos proveen una fuerza integradora para la cohesión comunitaria (Cohen, 1976; Doolittle & MacDonald, 1978). Los grupos con un sentido de comunidad se esforzaran por encontrar la manera de mantener unida a la gente para que las personas puedan satisfacer las necesidades de los demás, mientras satisfacen las propias. (cf. Riley, 1970; Zander, Natsoulas, & Thomas, 1960).  A continuación se resume el papel que juega la integración y satisfacción de necesidades en el sentido de comunidad: 1: El reforzamiento y la satisfacción de necesidades son una función primaria en una comunidad fuerte. 2. Entre los aspectos que actúan como reforzadores eficaces en una comunidad, se encuentran: el estatus de ser miembro de la comunidad, el éxito de

la

comunidad, la competencia y las capacidades de otros miembros de la comunidad. 3. Existen muchas necesidades cubiertas por la comunidad que no ha sido documentadas, pero los valores individuales son la fuente de estas necesidades.

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El grado en que los miembros de la comunidad compartan valores individuales, determinará la habilidad de la comunidad para organizar y priorizar las actividades que satisfagan sus necesidades. 4. Una comunidad fuerte es capaz de mantener unidas a las personas, para que puedan satisfacer las necesidades de otros, mientras satisfacen las propias.

Conexión emocional compartida. La conexión emocional compartida está basada, en gran parte, en una historia en común. No es necesario que los miembros de un grupo hayan participado en una historia para poder compartirla, pero si es necesario que se identifiquen con ella. La interacción de los miembros de un grupo o comunidad en eventos comunes así como los atributos específicos de tales eventos pueden facilitar o inhibir la fuerza de la comunidad. Los siguientes aspectos son importantes para el principio de conexión emocional compartida: 1.

Hipótesis de contacto: Mientras más interactúen las personas, es más

probable que se vuelvan cercanas. (Allan & Allan, 1971; Festinger, 1950; Sherif, White, & Harvey, 1955; Wilson & Miller, 1961) 2.

Calidad de la interacción: Mientras más positivas sean las experiencias y

las relaciones interpersonales, más grande será el lazo que una a las personas. El éxito facilita la cohesión. (Cook, 1970). 3.

Cierre de eventos: Si la interacción es ambigua y los asuntos de la

comunidad permanecen sin resolverse, la cohesión grupal se inhibirá. (Hamblin, 1958; Mann & Mann, 1959). 4.

Hipótesis de eventos significativos compartidos: Mientras más importantes

sean para las personas involucradas, los eventos compartidos, mayor serán los vínculos comunitarios. Por ejemplo, parece existir un tremendo vínculo entre las

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personas que experimentan juntos una crisis. (Myers, 1962; Wilson & Miller, 1961; Wright, 1943). 5.

Inversión: Este aspecto contribuye más que la disonancia cognitiva y la

permanencia de los vínculos. La inversión determina la importancia de la persona dentro de la historia de la comunidad así como también determina su estado o situación actual dentro de la misma. Por ejemplo; los propietarios que han invertido más dinero y tiempo en su parte correspondiente del vecindario, son más proclives a sentir el impacto de los eventos de la vida comunitaria. De forma similar, las personas que donan más tiempo y energía a una asociación, estarán más involucrados emocionalmente en ésta. La intimidad es otra forma de inversión. La cantidad de riesgo interpersonal y emocional que uno asume hacia los otros miembros del grupo, así como el grado en que uno se abre emocionalmente hacia el dolor de la comunidad, afectaran el sentido de comunidad que uno experimenta. (Aronson & Mills, 1959; Peterson & Martens, 1972). 6.

Efecto del honor y la humillación en los miembros de la comunidad: el

reconocimiento o la humillación de una persona en presencia de la comunidad, tiene un impacto significativo en el grado de atracción (o de rechazo) que la comunidad sienta hacia la persona. (Festinger, 1953; James & Lott, 1964). 7.

Lazos espirituales: Están presentes de cierta forma en todas las

comunidades. La conexión espiritual en la experiencia comunitaria, es a menudo, el propósito primario de las comunidades religiosas y cuasi religiosas así como de los cultos religiosos. Es muy difícil describir este elemento tan importante. Bernard (1973), denomina a este factor “comunidad de espíritu”, vinculándolo con el

concepto de volkgeist   (espíritu popular), surgido en el siglo XIX. El concepto de Soul (Alma) y su relación con los afroamericanos así como su papel en la formación en la comunidad nacional de afroamericanos, es un excelente ejemplo del papel de los lazos espirituales. “Los afroamericanos tienen un lazo espiritual que entre ellos entienden, mientras

que aquellos que no lo son difícilmente entienden dicho lazo. El Soul (Alma) era algo indefinible y deseable a la vez; los afroamericanos lo tenían pero los blancos

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difícilmente podían aspirar a compartir una noción similar. Era el espíritu animado detrás de su música, su danza, y su estilo. Aquello se expresaba en su gusto por la comida, su lenguaje y su discurso. Pero no todos los afroamericanos lo compartían. Aquellos que renegaba de su negritud, no compartían este espíritu. ” (Bernard, 1973. p.130) El elemento de la conexión emocional compartida puede rastrearse hasta el uso que Tonnies (1957) hacía del término gemeinschaft : una unidad social localizada. De acuerdo a Koning (1968), las raíces de dicho término, se encuentran en la palabra gemeinde (Comunidad local), la cual se ha aplicado durante largo tiempo como “la totalidad de aquellos quienes poseen algo en común” ( p.15). Cohen

(1976), encontró lo mismo en el concepto relacionado de Bund. Pero ni el concepto de

gemeinschaft   ni el de Bund, ni siquiera la conexión emocional

compartida que aquí presentamos, incluyen el requisito de una comunidad local a pequeña escala. Kasarda y J anowitz (1974) demostraron que “el incremento  en el tamaño de la población así como la densidad no debilitan los sentimientos de una comunidad local” (p.338), lo que a la larga nos ayuda a comprender que una

comunidad no está vinculada por la localidad o el territorio. Las futuras investigaciones deberán enfocarse en el factor causal que lleva a la conexión emocional compartida, ya que parece ser el elemento definitivo de una verdadera comunidad. En suma, las comunidades fuertes son aquellas que ofrecen a sus miembros maneras positivas de interactuar, eventos significativos que compartir y formas positivas de resolverlos, oportunidades de honrar a los miembros que la integran así como oportunidades de invertir en la comunidad y también oportunidades de experimentar un lazo espiritual entre ellos.

Dinámica entre los elementos.  Ahora que hemos definido ya los elementos del sentido de comunidad, consideraremos cómo los subelementos trabajan juntos para crear cada

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componente y cómo todos ellos trabajan dinámicamente juntos para crear y mantener el sentido de comunidad. (Ver la tabla 1). Los cinco atributos de la membrecía parecen encajar juntos de forma circular y auto reforzante con todas las condiciones, teniendo ambos causas y efectos. Las fronteras proveen una protección a la intimidad, la seguridad emocional (que es una consecuencia de las fronteras de seguridad) permiten que las personas sientan que existe un lugar para ellas en la comunidad y que pertenecen a ella. Un sentido de pertenencia e identidad facilita el desarrollo de un sistema de símbolos comunes, los cuales definen las fronteras de la comunidad. Creemos que los sentimientos de pertenencia y de seguridad emocional conllevan a la inversión personal en la comunidad, la cual tiene como consecuencia el otorgar a un miembro de la comunidad la sensación de haberse ganado su membrecía.

Tabla 1 Elementos del Sentido de Comunidad y sus relaciones hipotéticas. I.

Membrecía.

Seguridad Emocional

Sistema de símbolos compartidos Sentido de pertenencia Pertenencia e Identidad.

II.

Influencia,

 A.

Los miembros de la comunidad se abren a la influencia de otros miembros

de la comunidad. E-R. Poder de los miembros para influir en la comunidad. B.

Necesidad de los miembros de una validación consensual X necesidad de

conformidad en la comunidad= poder de la comunidad para influir en los miembros que la integran (normas de la comunidad).

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III.

Integración y satisfacción de necesidades.

 A.

De acuerdo al grado en que la comunidad facilite exitosamente el ajuste

persona-entorno (satisfacción de necesidades) entre los miembros que la integran, éstos podrán desarrollar un sentido de comunidad. IV.

Conexión emocional compartida.

 A.

Formula 1: Conexión emocional compartida = contacto +interacciones de

alta calidad. B.

Formula 2: Interacción de alta calidad=(eventos con cierre exitoso-

ambigüedad) x (eventos de valor x compartición de eventos) +cantidad de honor dada a los miembros de la comunidad  – cantidad de humillación. Dentro del contexto de la influencia, la influencia comunitaria permite a sus miembros tener más influencia en la comunidad. Cuando uno se resiste a la influencia de la comunidad o trata de dominarla, se vuelve menos influyente. Las personas tienden a elegir a líderes que escuchan y que son influenciables en lugar de aquellos que están decididos y nunca cambiaran. Entonces, el permitir que otros tengan poder sobre uno, con el tiempo puede llevar a uno a influir en los otros. Los dos últimos atributos de la influencia: la conformidad (normas comunitarias) y la validación consensual, son menos claras para nosotros. Creemos que si la gente elige libremente conformarse, entonces su necesidad de validación consensual fortalecerá las normas de la comunidad. Mientras más oportunidades de validación le dé la comunidad a sus miembros, más fuertes se harán las normas de la comunidad. Dinámicas transaccionales de la integración y satisfacción de necesidades

Las comunidades se organizan alrededor de las necesidades, así como las personas se asocian con comunidades que puedan satisfacer sus necesidades; las personas pueden resolver sus problemas y satisfacer sus necesidades si tienen alternativas y recursos. El reforzamiento en el nivel comunitario permite a las personas permanecer juntas para que las necesidades de cada quien puedan

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satisfacerse. Las personas disfrutan ayudar a otros en la medida en que otros los ayudan, y las comunidades más exitosas incluyen asociaciones que son mutuamente benéficas para todos. La conexión emocional compartida   puede ser representada simbólicamente en

dos fórmulas heurísticas. La fórmula 1, especifica los elementos de la conexión emocional compartida. La fórmula 2

se relaciona con el contenido de la

interacción de alta calidad. (Ver Tabla 1) Dinámica entre los elementos .

Resulta difícil describir; de forma abstracta;

la manera en que los cuatro

elementos del sentido de comunidad trabajan entre ellos. Por tal motivo, los siguientes ejemplos se ofrecen a manera de ilustración: La universalidad :

En el tablero de noticias de los dormitorios de una universidad alguien coloca un anuncio sobre la formación de un equipo de basquetbol “inter dormitorios”. Las

personas asisten a la reunión de organización aunque ajenas a sus necesidades individuales (Integración y satisfacción de necesidades). El equipo está vinculado por la residencia (los lazos de membrecía están establecidos) y comparten tiempo  juntos durante las prácticas (Hipótesis de contacto). Juegan un partido y ganan (evento significativo compartido y exitoso). Al jugar, los miembros del equipo gastan energía en nombre del equipo (inversión personal en el grupo). Mientras el equipo continúa ganando partidos, los integrantes del mismo adquieren reconocimiento y son homenajeados (ganando honor y estatus por ser miembros del equipo de basquetbol). Entonces uno de ellos sugiere comprar playeras y tenis iguales para uniformarse (símbolos compartidos), así que los compran (influencia). Es así que los elementos del sentido de comunidad actúan de forma lineal. Los individuos buscan satisfacer sus necesidades al integrarlas con las necesidades de otros. Los lazos de membrecía se establecen y se organizan los horarios de las sesiones de práctica únicamente para los miembros del equipo. Esto permite que puedan compartir su tiempo y espacio, lo que a cambio los provee con eventos

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significativos compartidos. El ganar partidos les facilita la reafirmación de ser miembro del grupo, lo que genera influencia y conformidad.

El vecindario:

Consideremos a un organizador comunitario cuya tarea primordial es la creación de sentido de comunidad. Primero, él platica con las personas de la comunidad para averiguar sus problemas y preocupaciones, esto es lo que permitirá el reforzamiento y los motivará a trabajar juntos (integración y satisfacción de necesidades). Cuando surge una preocupación en común (como por ejemplo: algo que todos necesitan, como podría ser un vecindario seguro), el organizador comienza a concebir distintas maneras en que los residentes puedan trabajar  juntos para satisfacer esa necesidad. Muchos de los residentes has sido víctimas de atracos, robos y asaltos. Aquellos que no han sido victimizados son dominados por el miedo de convertirse en víctimas. El miedo a una posible victimización es un evento significativo compartido. El organizador comunitario convoca a una reunión a los vecinos involucrados haciendo un anuncio que explica para quienes es la reunión. Esto establece los lazos de pertenencia. En la reunión, el organizador presenta a los vecinos unos con otros y habla con ellos acerca de las preocupaciones en común. Los miembros del vecindario eligen oficiales, establecen normas y comienzan a planear e implementar programas (influencia y evento sobresaliente). Los residentes dialogan y planean juntos para conocerse unos a otros, entonces el cuidar por la seguridad del otro, emerge como un tema común. Otras reuniones son planeadas alrededor de cenas en los hogares de los miembros del vecindario (otro evento significativo). En estas reuniones, las personas acuerdan hacer rondas en grupo para mayor seguridad. Los vecinos comienzan a llamar a la policía cuando ven a algún extraño en el área y los intrusos que entran en alguno de los hogares son detenidos (influencia). El éxito continúa con un gran sentido de comunidad entre los vecinos.

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En esta historia ideal se puede observar cómo los elementos del sentido de comunidad fueron utilizados por el organizador comunitario. El organizador comunitario estudió las necesidades de los miembros del vecindario y pensó en las posibles formar de integrarlas. También convocó a una reunión de residentes, para así aumentar el potencial de la membrecía y pidió a los miembros del vecindario que discutieran su evento significativo compartido como la victimización o el miedo. Todo ello le permitió formular un plan estructurado y exitoso. Los miembros del vecindario comenzaron a aceptar las necesidades de los demás como una influencia en su comportamiento, llevándolos a la conformidad (al salir  juntos en grupo). El sentido de comunidad del vecindario sirvió de catalizador para la participación en acciones locales (cf. Bachrach & Zautra, 1985; Chavis, 1983). La pandilla juvenil . La pandilla juvenil es una comunidad, la cual se considera que

está compuesta por individuos alienados. Tanto su formación como su mantenimiento están basados en la experiencia de distanciamiento del sistema social tradicional, que los miembros comparten, así como en la seguridad (tanto emocional como física) que la membrecía les otorga (Cloward & Ohlin, 1960). Las pandillas desarrollan fronteras tanto territoriales como simbólicas. Los colores usados (ropa y símbolos) así como los ritos de iniciación sirven como base para la integración y para el establecimiento de vínculos entre los miembros de la pandilla y también como un mecanismo importante para diferenciarse de otras pandillas. La pandilla ejerce una tremenda presión sobre los miembros que la integran para que éstos se ajusten a las normas de grupo, y el estatus así como las victorias del grupo incrementan los lazos entre los integrantes aún más. Las reglas a las que se conforman los miembros de estos grupos están largamente basadas en los valores y necesidades compartidos que son satisfechos por la pandilla. En esta misma línea, se encuentran las fraternidades universitarias, puesto que las pandillas o bandas juveniles les dan a sus miembros una influencia sobre el ambiente que no está disponible para ellos como individuos (Cloward & Ohlin, 1960).

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Los kibutz .4  Antes de la Segunda Guerra Mundial; los sionistas idealistas

comenzaron a inmigrar a Palestina para establecer un nuevo estado basado en valores humanistas y religiosos. Después de la formación del estado de Israel, el “kibutizmo” se convirtió en uno de los soportes principales de los valores y normal

culturales del nuevo estado. El siguientes análisis sobre el movimiento Kibutz está basado en el trajo de Cohen (1976). Las personas que formaron parte del Kibutizmo original fueron judíos quienes expresaban un hambre de revivir a una comunidad judía, que si bien no era una minoría dentro de una cultura dominante, se convertiría en una cultura dominante. Ellos tenían la esperanza de experimentar una hermandad judía, de tal manera que se integraran los mejores aspectos del gueto europeo occidental, pero sin la opresión. Muchos de ellos habían sido desplazados de sus hogares en Europa y estaban en busca de un nuevo hogar. Por tanto, estas personas se unieron con la esperanza de integrar sus necesidades pero fuera de una conexión emocional compartida. Las fronteras de membrecía se definieron en base a ser judíos y por compartir la visión y los símbolos de los pioneros judíos. Los miembros de los Kibutz hicieron grandes sacrificios para llegar y alzar a Israel y establecer una nueva comunidad en una parte hostil de la Tierra. Sus sacrificios fueron parte de su inversión personal en este nuevo mundo, y mientras hacían sus propios sacrificios, observaron cómo sus hermanos también tomaban enormes riesgos personales. La voluntad de la comunidad para enfrentar grandes riesgos dio a los miembros de ésta, un sentido de seguridad en cuanto a que se encontraban entre personas a quienes les importaban y en quienes podían confiar. Este interés compartido generó un sentido de pertenencia, el cual se convirtió en una fuerte frontera de soporte así como en una voluntad de inversión personal. Estas dinámicas son todas parte del principio de membrecía.

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Los kibutz, del hebreo “agrupación”, son comunas agrícolas israe líes,que fueron parte primordial para la creación del Estado de Israel.

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El espíritu pionero de crear una cultura que no fuera capitalista ni individualista y que en cambio, estuviera basada en el cuidado y en la voluntad de compartir una visión e ideales similares, mantuvo la cohesión comunitaria intacta durante algunos años. Los recursos de la comunidades kibutz provenían, en parte del gobierno de Israel, pues necesitaba ciudadanos en el nuevo estado para habitar tierras no productivas y hacerlas productivas. El movimiento kibutz estaba orgulloso de que el gobierno los usara como uno de los líderes de la socialización en la nueva nación y como un ejemplo para el país y para el mundo, de que era posible un estado, en donde el cuidado humano fuera tan importante como el poder y el éxito económico. El orgullo y la autoestima desarrollados por el movimiento fue la fuente de los cambios de valores en el Kibutizmo. Ya que dependía del mundo exterior, tanto por el apoyo económico como por el reconocimiento, el kibutizmo se hizo vulnerable a las demandas externas de cambio. Así, las necesidades de las comunidades kibutz se combinaron con las necesidades de comunidades más amplias (integración y satisfacción de necesidades), y los atributos que eran apreciados por el gobierno y las grandes culturas, comenzaron a filtrarse dentro de los kibutz. Simultáneamente, mientras recibían más atención del mundo exterior, su fuerza interna aumentaba. Una vez que el estado de Israel se estabilizó tanto económicamente, como militarmente y políticamente, dejo de depender de los kibutz para que los inmigrantes socializaran y ya no quiso seguir apoyando a la comunidad con el impuesto del dólar. Consecuentemente, el movimiento Kibutizta, comenzó a sentir una presión económica para volverse autosuficiente. A causa de esta presión, muchos de los kibutz fracasaron y fueron deshechos o restablecidos en otros lugares. Otros más, se especializaron y modernizaron sus medios de producción. Se desarrolló una estructura administrativa y el poder ya no se compartió de manera equitativa. Como mucha de la influencia provenía directamente del estado de Israel, una gran cantidad de kibutz perdieron su autonomía. Aquellos que se mantuvieron o se reintegraron, permanecieron fuertes.

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La formación de clases o subgrupos dentro de los kibutz surgió a causa de la introducción de nuevos miembros a la comunidad, quienes no tenían tanta experiencia en los asuntos de la vida comunitaria. La vivienda y los recursos se repartían en base a la antigüedad de la membrecía. Esto resultó en una marcada diferencia de estatus entre los nuevos y los antiguos miembros del kibutz. La antigüedad de la membrecía se convirtió en un símbolo de compromiso y estabilidad, creando una conexión emocional compartida (Glynn, 1981; Riger & Lavrakas, 1981). Las etapas de vida de los miembros del kibutz también cambiaron la orientación de los valores del movimiento. Originalmente los miembros del kibutz se proclamaban en contra de formar familias, pero cuando comenzaron a procrear, los miembros de la comunidad se comenzaron a identificar como familias unidas, orientadas hacia la crianza de una nueva vida. La educación de los miembros de la comunidad kibutz se especializó y se distinguía entre profesionistas y aquellas personas cuyos problemas o retos profesionales solo podían ser entendidos por otros profesionistas que no formaban parte de la comuna, ello también debilitó la orientación de los miembros de la comunidad, pues la comuna ya no era su referencia primaria. Estos procesos destacaron los cambios en la cohesión grupal que deben ocurrir cuando los valores ya no son altamente compartidos o cuando surge la diferenciación. Con estos cambios surgió el éxito económico y la abundancia; el tener más de lo que la comunidad requería para subsistir se convirtió en un serio problema. ¿Cómo se podían repartir de manera justa los recursos? ¿Quién debía partir y quien debía continuar con su educación? ¿Quería la comunidad seguir apoyando a sus miembros, satisfacer los intereses individuales y las necesidades que fueran irrelevantes o poco benéficas para la comunidad, aun si tenían los recursos para tal actividad? El éxito de un grupo para negociar el problema de la integración de recursos y necesidades refleja el éxito de la comunidad misma. Los miembros de un grupo necesitan sentir que tienen el poder en tales decisiones, mientras que la

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comunidad necesita saber que sus miembros colocarán las necesidades comunitarias en el punto más alto de sus prioridades. De cualquier forma, la abundancia significaba la seguridad básica de la comunidad y también que los miembros del kibutz estaban más preocupados en perseguir sus intereses y necesidades individuales.  A causa del éxito organizacional del Kibutizmo así como a los cambios tanto internos como externos, los lazos de cohesión se perdieron. La forma en que se manejaban los asuntos diarios se separó de los valores fundamentales, por lo que estos valores se fueron debilitando. La vida en los kibutz perdió su cualidad sagrada. Los vínculos sociales, más que las alianzas idealistas se convirtieron en la fuerza integradora y los subgrupos se formaron. Dados todos los problemas antes descritos, uno podría preguntarse cómo es que el kibutizmo ha sobrevivido y prosperado durante tanto tiempo, como comunidades activas y prosperas. Una respuesta posible es que los miembros de estas comunidades han compartido una conexión emocional. Ellos han vivido y trabajado juntos, han luchado juntos en contra de los enemigos de su país en un clima hostil; también, han resuelto amenazas juntos (eventos significativos compartidos) y con resultados positivos. Esto es un recordatorio de la canción “Fiffler on the Roof  , la cual pregunta cómo los judíos se las han “arreglado para ”  

seguir en balance en el techo ”, aun cuando el mundo es tan hostil. La respuesta es una afirmación fuerte y profunda: Tradición. El kibutizmo, aun en su corta historia, ha construido una tradición. Cada uno de ellos cuenta con una historia de cómo se estableció, de cómo su vida cambio y como creció, mientras la comunidad se las arreglaba exitosamente para sobrevivir. Los miembros de dichas comunidades se sienten orgullosos de lo que han logrado juntos. Su historia compartida es la base de su vínculo espiritual. Los kibutz son un buen ejemplo de las dinámicas inherentes en el ciclo de vida del sentido de comunidad. El sentido de comunidad no es un sentimiento estático. Es

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afectado por el tiempo a través del cambio de valores y de fuerzas externas como el comercio, los medios de comunicación, el trasporte, la especialización profesional, la economía y los factores laborales. Este ejemplo sobre los kibutz, demuestra el número de comunidades a las que uno puede pertenecer, cada una de las cuales satisface diferentes necesidades (por ejemplo; familia, kibutz, nación, profesión, religión). Algunas veces, estas comunidades son compatibles y en ocasiones los requerimientos de cada una se encuentran en conflicto. En estos casos, los valores y necesidades individuales determinan las alianzas más importantes. La estratificación de comunidades es por mucho, parte de la vida moderna (Fischer, 1982), en donde las afiliaciones múltiples están basadas tanto en la territorialidad como en la tradición (vecindario, ciudad, estado, nación) y en lo que Durkheim (1964) denominó “solidaridad orgánica” (intereses, profesiones, religión, etc.). Es esencial un entendimiento más completo de la variedad de comunidades en nuestra sociedad. La definición y teoría del sentido de comunidad, presentado en este artículo, se aplica por igual, creemos, a todos los tipos de comunidad, debido a su núcleo común, aunque nuestros cuatro elementos pueden variar en importancia dependiendo de las particularidades de la comunidad así como de su membrecía. Estos elementos, entonces, pueden proveer marcos de trabajo para comparar y contrastar distintas comunidades.

Conclusión El marco teórico presentado aquí tiene el potencial para un amplio rango de aplicaciones. Dokecki (1983; y también Hobbs et al., 1984) ha propuesto que deberíamos modelar intencionalmente las políticas públicas alrededor de los valores de desarrollo humano y comunidad. Él sugiere que las políticas emergentes deben ser evaluadas contra una serie de preguntas que resaltan las implicaciones del desarrollo humano, la familia y la cohesión de la comunidad.

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Nuestra definición de sentido de comunidad influyó en el desarrollo de los criterios de Dokecki. Un entendimiento claro y validado empíricamente del sentido de comunidad puede proveer los fundamentos para que los legisladores y planeadores desarrollen programas que alcancen sus metas al fortalecer y preservar la comunidad. Glemwick y Jason (1980) han demostrado que existen muchas contingencias en un sistema y que los psicólogos comunitarios pueden  jugar un papel importante para identificar y diseñar mecanismos que refuercen las conductas que se dirigen hacia el desarrollo del sentido de comunidad. Por ejemplo, hay que considerar que la mayoría de los programas de asistencia gubernamental requieren una solicitud individual. ¿Qué pasaría si el requisito para recibir los beneficios de dichos programas fuera que los residentes tengan que solicitarlo de manera colectiva? Esto necesitaría que ciertas actividades grupales tuvieran lugar y que un cierto porcentaje de los residentes de un área participaran en la decisión de hacer la solicitud para el programa (aunque no todos quieran la ayuda del programa para sí mismos). Un sentido de comunidad podría desarrollarse, especialmente, si se otorgara una asistencia técnica adecuada para ayudar en la organización. Una situación es así establecida a través de las necesidades de los miembros de la comunidad y que se satisfacen por el hecho de ser parte del grupo. La facilitación de los demás elementos de nuestra definición fortalecerá la formación de un sentido de comunidad. Nuestro entendimiento del sentido de comunidad también tiene implicaciones para los programas comunitarios relacionados con el retraso mental y otras enfermedades mentales. Donde la palabra “comunidad” significa más que residir

fuera de la institución mental y se pueden aplicar muchas estrategias que permitan que los beneficios terapéuticos de la comunidad se desarrollen en grupos caseros y que también provean una mejor integración de las comunidades que se encuentran cerca de dichas instituciones mentales.

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Newman (1981) afirma que un entendimiento acerca de cómo se forman las comunidades nos permitirá diseñar viviendas que puedan mantenerse mejor y que proveerán un mejor uso de las áreas circundantes (calles y parques) así como de una mejor seguridad ante la actividad criminal. En líneas similares, Ahlbrandt y Cunningham (1979) han demostrado que las personas hacen mayores inversiones para mejorar sus hogares en aquellos vecindarios en los que hay un fuerte tejido social. Yankelovich (1981) reporto que en 1973, “apenas un tercio de los americanos sentían una necesidad intensa de compensar los aspectos amenazantes e impersonales de la vida moderna, a través de la búsqueda de la mutua identificación con otros”, sobre una base en un sentido de pertenencia en conjunto. “En los inicios de 1980’s, el número de americanos profundamente involucrados en la búsqueda de comunidad se ha incrementado del 32% al 42%”

(p. 85). Resulta claro que el sentido de comunidad es una fuerza poderosa en nuestra cultura actual. Sin embargo esta fuerza no opera únicamente para el bien. En el sur de los Estados Unidos, el Klu Klux Klan   ha ganado membrecía y poder. Fuerzas vigilantes urbanas se forman para atacar e intimidar a la gente, en nombre de la comunidad. Los vecindarios, caracterizados como comunidades exclusivas, construyen bardas para mantener fuera a la gente que no pertenece al vecindario y también para distanciarse de la pobreza y de los problemas de justicia social. Mientras que la fuerza del sentido de comunidad conduce a las personas a unirse, también parece polarizar y separar a los subgrupos de personas. El potencial de un gran conflicto social se incrementa- lo cual es un aspecto de la comunidad que debe ser entendido también. Un examen crítico de la comunidad es esencial. Es nuestro deseo que este artículo intensifique la investigación de formas para fortalecer el tejido social con el desarrollo del sentido de comunidad. De alguna

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