Señora-Presidenta-de-Blayne-Cooper-y-T-Novan.pdf

March 18, 2017 | Author: Anonymous GBpITmWx | Category: N/A
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Señora presidenta Blaine Cooper (Advocate) y T. Novan

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Viernes, 6 de noviembre Su fuerte y sudoroso agarre al apoyabrazos del sillón se hizo aún más fuerte, lo que le produjo un intenso alivio. Si pudiera, se mordería el labio inferior. Pero no podía. En este momento todo lo que podía hacer era repetirse: Voy a estar bien. Estoy bien. Puedo hacer esto. ¡Hasta los niños pueden hacer esto, por el amor de Dios! Ante el sonido de unos pasos, giró la cabeza repentinamente, arrugando el babero blanco de papel que tenía atado alrededor del cuello. Sus ojos grises se abrieron de par en par. ¡Oh no, alguien viene! ¡Será él! —¡Hola! ¿Hay alguien en casa?— bromeó una voz alegre justo un segundo antes de que una cabeza calva, rodeada de un poco de pelo blanco, se asomara por la puerta entornada. — ¡Hola!— El hombre sonrió a la asustada mujer y entró felizmente en la habitación. —Soy el doctor Cardozo, y eso quiere decir, que usted debe de ser… — Discretamente, mientras se ponía un par de guantes, ojeó la ficha de su paciente, ya que había olvidado su nombre. Agitando ruidosamente el segundo guante, escudriñó la información de su paciente que su asistente había resaltado con fluorescente rosa. Lauren Strayer Enfermedades sanguíneas: ninguna reportada Ultimo chequeo: 12/12/14 Evaluación del paciente: Quejas por dolor crónico en… Levantó la vista del expediente y miró a Lauren. —Señorita Strayer, cuando estuvo aquí la última vez, debió entender mal las instrucciones de mi colega. El tiempo entre chequeo y chequeo es de seis meses, no de seis años. Su frase era un intento de regañina y Lauren asintió, pero entornó los ojos. Imbécil, pensó enfadada. Sólo vengo aquí porque está cerca de mi casa. Un comentario estirado más, y me cambio de consulta. El doctor Cardozo observó un pequeño diagrama de una boca humana, donde una X marcaba la muela del juicio inferior izquierda. Frunció los labios durante un momento, y mientras dejaba el gráfico empujó un taburete hacia Lauren. —Bien, ahora vamos a ver lo que tenemos— Cogió de una bandeja llena de instrumental un pico plateado muy brillante y lo dirigió a la boca de Lauren, la cual ya estaba completamente abierta, sostenida por un extensor de mandíbula que había sido colocado por la enfermera que

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la había preparado. Con sólo una mirada, la enfermera había sabido que esa muela iba a ir fuera. Unos ojos como platos y muy aprensivos, siguieron la herramienta mientras esta se acercaba hacia su objetivo. Cuando estaba a un par de centímetros de la boca de Lauren, ella sacudió la cabeza involuntariamente. El dentista exhaló cansado —Venga, Srta. Strayer, esto es solo un chequeo— él mantuvo el pico para que ella lo viera —Sé que le debe estar doliendo. Su mejilla está toda hinchada y enrojecida— Un dedo frío se posó en la zona en cuestión y Lauren hizo una mueca de dolor gruñendo afirmativamente. Ella miró al doctor enfurecida, pero, sabiendo que estaba en lo cierto, se volvió hacia él con la boca totalmente abierta. Tampoco es que tenga ninguna otra opción con esta cosa sujetándome la mandíbula y abriéndomela como si fuera un buzón de correos. Él, inmediatamente hizo un ruido siseante que ella interpretó correctamente como que algo iba mal, muy mal. —Es necesario quitarla— le dijo sin rodeos. Y, aunque no hacía lo que iba a hacer muy a menudo, pensó que con esta paciente haría una excepción. Por esa razón, aún mantenía esa vieja máquina. —Esto ayudará— Alcanzó una boquilla a la que puso una mascarilla momentos antes de situarla sobre la boca y la nariz de Lauren. —Respire normal. Ella pareció asustada durante un momento, entonces recordó que de pequeña le habían administrado también el gas de la risa. Bonito trato al paciente. Podrías, al menos, haber explicado primero lo que estabas haciendo. Pensó Lauren enfadada. ¿Necesitarían usar el… (Tragó saliva)… el láser para extraer una muela? Ella creía que no era necesario, y con ese auto-convencimiento empezó a notar como su rígido y dolorido cuerpo se iba relajando. —Sostén esto— El dentista soltó los dedos de Lauren de uno de los apoyabrazos y le colocó la mano sobre la mascarilla. —Estaré de vuelta en un minuto y solucionaremos tu problema. ¿Te gustaría ver la televisión mientras esperas? Lauren asintió agradecida. Haría lo que fuera para mantener su mente alejada de lo que estaba a punto de suceder. —Televisión encendida— ordenó el dentista. Tres cajas grises muy pequeñas y planas, cada una situada estratégicamente en diferentes paredes, soltaron rayos que, combinados, formaron una impresionante escena en tres dimensiones cuyos límites se fundían y dispersaban en la realidad. Ahora, ocupando la esquina de la consulta, había un guapo y atractivo presentador. Su mesa la rodeaba una gran pancarta en la que ponía en letras rojas, azules y blancas: Elecciones 2020.

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Lauren se quejó pero era demasiado tarde, el Dr. Cardozo ya había abandonado la habitación, presumiblemente para atender a su nueva víctima. Irritada, se quitó la máscara e intento dar el comando de voz "cambiar de canal", pero el actual estado de su boca lo hizo imposible. Sus esfuerzos sirvieron solo para que la saliva se saliera de su boca y chorreara sobre su barbilla. Intentó maldecir la situación, pero tampoco funcionó, lo que la hizo intentarlo aún más. Al final se rindió y volvió a colocarse la mascarilla. Inhaló profundamente y rezó para que en un minuto estuviera tan colocada que echara de menos a ese presentador, imitador de Ken, hablando sobre la Presidenta electa Marlowe. La sintonía de las elecciones finalizó y, en un abrir y cerrar de ojos, Devlyn Marlowe, situada en un podio en la puerta de la Mansión del Gobernador en Columbus, Ohio, estaba a los pies de Lauren. Una brisa de final de otoño alborotó levemente el pelo oscuro de la Presidenta electa, y sus ojos azules brillaban intensamente mientras miraba fijamente a la alegre multitud. —¡Oh, Dios!— ¡Ella otra vez no! Todos los días. Un día detrás de otro, y otro, y otro… El murmullo de la gente aumentó, y Lauren sintió como su cuerpo se hundía en la silla a la vez que una agradable sensación de abandono se apoderó de ella. Lauren estaba frente al holograma de esa carismática mujer, que llevaba un largo impermeable negro y parecía ignorar la ligera llovizna que empapaba su cabeza y su ropa. —¿Cómo se encuentra, Srta. Strayer?— El Dr. Cardozo reapareció a su lado y ella le miró atontada. No le había escuchado entrar. Él la miró y sonrió sabiendo perfectamente que en ese momento ella no sentía nada de dolor. —Creo que hemos terminado con esto ya— El hombre le quitó la mascarilla a Lauren amablemente. —¿No la adoras?— dijo apuntando sobre su hombro con una de sus herramientas. Lauren frunció el ceño. ¿Adorarla? Nooooooo. Estoy harta de ella y de estas elecciones. Lauren dejó que el discurso de aceptación del cargo, la envolviera, haciendo que el tono tranquilo de la mujer de pelo negro la llevara lejos. Pero incluso en ese momento, no podía apartar los ojos de la imagen de Marlowe. Tiene una mirada tranquila. Bonito cabello, alta, su mente divagaba mientras el dentista empezó a trabajar en su boca. Al cabo de un rato, el dentista empezó a regar con agua la boca de Lauren para succionarla después. El ruido del aspirador le impidió oír la televisión. —Subir volumen dos rayas— ordenó ausentemente. Lauren se sobresaltó un poco, en el momento en que la voz de Marlowe subió demasiado como para poder ignorarla. Devlyn Marlowe se inclinó sobre el púlpito, sus manos apoyadas en los bordes. Aunque físicamente se le notaba cansada por lo que había sido una agotadora campaña, cuyos resultados finales fueron los más apretados desde el fiasco Gore/Bush 20 años atrás, se alimentó de la energía de la multitud, levantando aún más su excitación. —¡Lo conseguimos!— Levantó un puño en señal de victoria y la multitud rugió. 4

La Presidenta electa sonrió cálidamente, acto seguido levantó sus manos para calmarlos de modo que ella pudiera continuar. Devlyn miró y dirigió a alguien entre la multitud, una sonrisa capaz de provocar un infarto. Lauren soltó un suspiro; su estado de estupor inducido le hizo sentir que Devlyn estaba sonriéndole directamente a ella. Guau. La mirada fija de Marlowe se apartó de la de Lauren. Metió sus manos mojadas en los bolsillos de su abrigo mientras bajaba varios escalones para poder hablar más directamente a la multitud. Una agitada actividad alrededor de ella le dejó claro que ese movimiento era inesperado para los agentes del Servicio Secreto que vigilaban todos sus pasos. Varios de ellos se pusieron sin ningún problema en una posición nueva justo antes de volver a desaparecer. — Como una de mis autoras favoritas escribió cuando nos enfrentemos ante lo que parece un reto inabarcable, solo tienes una elección… excavar dentro de ti más hondo de lo que nunca creíste posible… para cuestionar la dedicación y el esfuerzo de lo más profundo de tu ser… entonces arroja la cautela al viento y agarra tu destino con tus propias manos. Lauren empezó a ahogarse, jadeando en busca de aire, sus manos golpearon la bandeja del instrumental haciendo que varias herramientas cayeran sobre sus piernas. ¡Oh, Dios mío! La multitud, que se había quedado en silencio respetuosamente, explotó una vez más cuando Devlyn añadió —Eso es lo que hicimos, amigos… ¡Y hemos hecho historia al conseguirlo!— Su voz quedó camuflada por la vitoreante multitud. El presentador interrumpió para añadir su propio comentario. —¡Maldita sea!— El Dr. Cardozo patosamente sacó su mano de la boca de la convulsionada mujer, cuyos dientes estaban atrapados entre los ensangrentados hierros de los fórceps. Gracias a Dios que no se lo ha tragado. Mi seguro es una mierda. —¿Qué le pasa? ¿Le duele? —¡Ci… Ci… Ci…! —¿Qué? ¿Qué?— Preguntó desesperadamente, empezando a sentir pánico debido al agitado estado de Lauren. A lo mejor lo iba a demandar. El doctor, prácticamente, lanzó los fórceps hacia la bandeja de al lado, haciendo que la muela del juicio de Lauren cayera brincando por la alfombra. Sin avisar, la mujer se inclinó sobre la pequeña palangana de porcelana y escupió el sostenedor de mandíbula. Sus labios estaban dormidos y apenas podía formar las palabras. — Ci… Ci… — Tragó saliva y golpeó con sus manos sus mejillas y labios. —Señor ten piedad. Niña, ¿Qué te pasa? Lauren apuntó con su dedo a la figura del presentador, el cual aún estaba hablando felizmente. Una foto de Devlyn apareció sobre él cuando aparecieron los porcentajes.

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—Ella… Ella… me… El Dr. Cardozo la miraba expectante. —¡Ella me ha citado!— Lauren, finalmente, fue capaz de soltarlo. Frunció el ceño y se secó un hilo de saliva que colgaba de su barbilla. El dentista se rascó la cabeza, empezando a sospechar que la revelación de Lauren no tenía nada que ver con la odontología. —¿Huhh? Lauren parpadeó confundida, el gas de la risa estaba haciendo que sintiera la lengua gruesa y sus sentidos torpes. —Yo soy la… la autora— Pasó su mano por su ondulado pelo rubio, el cual le llegaba por el hombro. —Dios mío— dijo arrastrando las palabras y pudiendo hacerlas comprensibles finalmente. —¡Si ni siquiera voté por esa Yankee! La apreciación de algo de color le llamó la atención, y Lauren de repente miró su babero de papel, el cual estaba lleno de puntos rojos y varias manchas de color carmesí de considerable tamaño. Sus ojos se abrieron como platos y el color abandonó su cara. —¿Eso es san… sang? —Sangre— El Dr. Cardozo terminó la frase, mirando a Lauren, la cual se había desmayado en el sillón. —Mierda— Paseaba alrededor de la mujer inconsciente. Se dirigió hacia la puerta y le hizo una seña a la recepcionista. —Necesito un número de teléfono… La recepcionista se asomó a la habitación. —¿Tu abogado? —Mi abogado— confirmó frunciendo el ceño. *** Lauren se acercó al aparcamiento designado para ella en el exterior del complejo donde se encontraba su apartamento. Apagó el motor con el comando de voz "apagar motor" seguido de "4213" que no era otra cosa que los cuatro últimos dígitos de su número de la seguridad social. En un esfuerzo por hacer su vida más sencilla, usaba esos mismos cuatro números para cada código que necesitaba, sabiendo también que cualquier ladrón con un mínimo de actividad cerebral podría limpiarla económicamente en un abrir y cerrar de ojos. Pero de este modo, afirmaba Lauren, nunca se había quedado fuera de su apartamento o había mandado su lista de la verdulería a la compañía de teléfono. Lo simple era lo mejor, pensó. La mujer de cabello claro se quitó unas gafas de montura al aire pequeñas y plateadas y se inclinó, apoyando su cabeza contra el volante. Después de haberse despertando en la clínica del dentista, le había llevado casi treinta minutos convencer al hombre de que no lo iba a denunciar. Ella explicó que el desmayo era su típica reacción ante la visión de su propia sangre. Nada como hacer la tonta completamente para empezar el día con buen pie.

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Lauren gruñó levemente, se sentía la mandíbula como si hubiera sido golpeada por un boxeador. Sacó de su bolsillo una pequeña botella de pastillas que le había ordenado el dentista y que ella había comprado de vuelta a casa. Observó la etiqueta con los ojos entornados, después sacudió la cabeza y se volvió a colocar las gafas. ¡Tres horas más hasta que pueda tomarme otra. Perfecto! Se sintió como si fuera a explotar en cualquier momento. Devolviendo el frasco a su bolsillo, salió del coche y despacio se dirigió hacia la puerta de la escalera donde estaba su apartamento. Vivía en un segundo piso. Con una mano cerró las solapas de su chaqueta huyendo del frío. Noviembre en Nashville siempre era impredecible. La mayoría del tiempo llovía; a veces incluso había grandes tormentas. La semana pasada la temperatura había sido muy suave, 25 grados, y ella había salido con su ordenador al balcón ante el cálido sol de la tarde. En contraste, hoy, la temperatura era de 3 º C, y nubes de lluvia cubrían el cielo. El aire frío parecía intensificar el dolor de mandíbula. Ella giro una esquina que la conducía hasta su apartamento, mientras buscaba en su bolso las llaves. Cuando levantó la vista, se paró repentinamente. Tres hombres tiritando ligeramente, dos vestidos con trajes y otro de sport, parecían estar esperándola en la puerta de su apartamento. El más mayor de los tres, un hombre de complexión fuerte, en sus cincuenta y tantos, con un atisbo de barba grisácea, captó la atención de Lauren. Esta se relajó visiblemente. —¡Lauren! Me alegro de que te hayamos pillado. Intenté llamarte, pero siempre me saltaba el contestador… Lauren cambió la cara a la vez que entornaba sus ojos. —¿Wayne?— ¿Mi agente de publicidad? ¿De Nueva York? ¿Aquí? Ellos se habían visto cientos de veces por medio de video conferencias vía satélite, pero nunca, en siete años de trabajo juntos, se habían encontrado cara a cara. Era más bajo de lo que ella había imaginado, pero su imagen virtual había retratado con mucha precisión su gordinflona cara, sus arrugadas mejillas y su personalidad paternalista. —¡Maldita sea! Necesito ajustar el color de mi aparato. Tú eres más tirando a rubia que pelirroja.— Sus ojos parpadearon felizmente. —Hola cariño, ooooh… — rozó con sus dedos su mejilla que se había tornado de un color negro azulado. Ella le sonrió tanto como su boca llena de algodones le permitió. Su manera de hablar rápida y nasal y su acento de Nueva York, parecían mucho más pronunciados en persona. Él le devolvió la sonrisa y de pronto se vio atrapado en un gran y sentido abrazo, deseando, como lo había hecho tantas veces a lo largo de los años, haber sido lo suficientemente joven para enamorar a esa guapa mujer. Lauren percibió un olorcillo a menta, y un ligero sonido cerca de su oreja le confirmó que Wayne estaba masticando un duro caramelo. —¿Qué haces aquí?— Le preguntó 7

curiosamente. —Te mandé las revisiones de esos contratos hace tres días. No era necesario que vinieras para eso—. Ella le golpeó en el brazo levemente. Recordando que había dos extraños plantados solo a unos metros de ella, la mirada de Lauren viajó hacia esos dos hombres, los cuales vestían un traje de tres piezas de color azul marino y una gabardina gris. Ella dejó de hablar, acercó los labios contra la oreja congelada de Wayne y le susurró, — ¡Te dije que no iba a hacer la biografía de Vinnie Lagulia! No me importa si está encerrado en una cárcel federal sin nada mejor que hacer. ¡No trabajo para la mafia! — Está bromeando — exclamó Wayne, mirando a los hombres. — ¡Por supuesto que está bromeando! — Amablemente cogió del codo a Lauren y nerviosamente la guió hacia la puerta. —Si nos dejas entrar, haré las presentaciones. ¡Tengo unas noticias estupendas! *** —No… La mandíbula de Wayne cayó por completo. —¿No?— repitió incrédulo. Maldita sea, ¿Qué le pasa? ¡No va a haber nada mejor que esto! —¿Qué quieres decir con "no"? Arqueando una ceja, Lauren se cruzó de brazos. —Es una palabra muy simple, Wayne. No me hagas traerte un diccionario. —Antes que Wayne pudiera argumentar contra eso, ella se dio la vuelta, cogió los abrigos de los otros dos hombres y se los dio. —Por favor, háganle saber a la Presidenta electa Marlowe que me siento muy halagada por su interés en que escriba su biografía, pero me temo que voy a tener que declinar la oferta. Siento que hayáis venido a Nashville para nada. Os lo habría dicho por teléfono. Michael Oaks, uno de los ayudantes en los que más confiaba Devlyn y pronto a ser Secretario Social para la nueva administración, estrechó de mala gana la mano de Lauren. Estaba bastante cabreado por haber tenido que volar desde Ohio hasta Nueva York y después hasta Tennessee, sólo para ver como esa jovencita declinaba su oferta en cinco minutos. Hasta donde él llegaba, Devlyn podía encontrar otra escritora… Tendría que haber una docena. Pero Michael sabía que su jefa esperaba de él que le diera a Strayer un gran motivo, no importaba como se sintiera él sobre eso. Sus ojos oscuros se volvieron más serios. — ¿Por qué, Sra. Strayer? ¿Por qué no considerará la oferta de la Presidente electa Marlowe? Es un honor incomparable. Seguramente usted no tendrá ninguna oferta mejor pendiente… — Miró a Wayne, quien movió la cabeza en gesto negativo. La escritora sonrió dulcemente y trató lo mejor que pudo sostener su lengua. Honor, una mierda. Este es uno de esos trabajos en los que ellos te dicen qué escribir, y luego imprimen tu nombre en la portada del libro. No, gracias… Ella podía encontrarse solita otra marioneta de

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propaganda. —Simplemente, no estoy interesada… — Su tono era educado, pero se enfriaba por momentos. —La oferta de compensación es más que generosa, pero aún es negociable. Nosotros consultamos a varias de las mejores compañías de publicidad, las cuales indicaron que lo que ofrecíamos estaba bastante por encima de lo que ellos pagaban a sus equipos de historiadores y biógrafos… —Estoy segura de que así es. Pero la respuesta sigue siendo "no" —insistió. No respondo bien cuando son agresivos, amigo. Y tú acabas de cruzar esa línea. El joven hombre negro lo intentó de nuevo. —Pero… Lauren levantó sus manos deteniéndolo. —Primero que todo, no estoy especializada en políticos. —Si no me equivoco, su última biografía fue sobre el Cardenal James O'Roarke. ¿Va usted a quedarse ahí plantada diciéndome que la Iglesia Católica no es una institución política?— Su voz iba aumentando de volumen, y al final había tomado un tono irónico. Lauren sintió como su mal humor empezaba a despertar. ¿Quién se creía ese tipo que era? El hombre que estaba al lado de él, que debería haber llegado tatuado en su frente "Servicio Secreto", se acercó a ella invadiendo su espacio personal y mirándola con ojos desaprobadores. Pero ella se negó a dejarse avasallar. ¿Se supone que debo sentirme intimidada por el ‘sin cuello’? Creo que no. ¡Ya veo como trabajas, Devlyn Marlowe! —Sólo he estado en casa unos cuantos meses, después de pasar casi dos años en Irlanda y el Vaticano escribiendo la historia del Cardenal. Simplemente no estoy preparada de involucrarme en un trabajo que durará como mínimo cuatro años. —Es importante para la nación que… — El Sr. Oaks continuó, no deteniéndose cuando Lauren intentó tomar la palabra varias veces. Wayne notó que la cara de la mujer se estaba poniendo rosa, para finalmente, volverse rojo fuerte. Masticó su nuevo caramelo nerviosamente. Oh, no. Aquí lo tenemos. ¡Hacienda va a auditar a Producciones Starlight y a mí personalmente, todos los años desde este momento hasta el fin de nuestros días! —Lauren, por favor. Sé que tenías tu corazón puesto en la historia de Maya Angelou. Pero esto es para la Presidenta de los Estados Unidos, ¡por el amor de Dios! —No significa, no — Lauren contuvo todo lo que pudo su mal humor. Se dirigió hacia la puerta. Automáticamente la abrió y mientras con un brazo sujetaba a su dogo, Gremlin, añadió —Esta conversación ha terminado. *** Domingo, 8 de noviembre 9

El coche aminoró la marcha. De hecho, la mayoría de coches lo hicieron. Para un observador casual, podrían haber sido confundidos por una procesión familiar que llevaba los restos de alguien querido. Y, si no hubiera sido por la identidad de una de las personas del tercer coche, podría haber sido verdad. Antes de que el coche se detuviera completamente, unos hombres con traje oscuro lo rodearon; los hombres estaban protegiendo la vida de la Presidenta electa. Con un rápido pero efectivo chequeo, la zona parecía completamente segura, y dos largas piernas aparecieron por detrás de uno de los coches. Devlyn Marlowe bajó del coche. La Presidenta se inclinó, habló a uno de los otros ocupantes y cogió un ramo de rosas antes que de dirigirse despacio hacia una de las lápidas que estaban a unos metros de allí. Los hombres asignados a protegerla dudaban, pero fueron extremadamente respetuosos de su privacidad, manteniéndose tan alejados como la seguridad les permitía. Devlyn se ajustó la bufanda y se levantó las solapas del abrigo. Dev se llevó las rosas a la nariz, pero mucho de su dulce aroma fue borrado por el frío viento de otoño. Se sentó enfrente de la lápida. La húmeda hierba mojó los bajos de su ropa. Devlyn puso las flores en un jarrón de barro que estaba pegado al mármol y quitó unas cuantas hojas que se habían depositado alrededor de la tumba. —Hola preciosa. Tenía que venir hoy porque la situación se va a poner difícil para mí muy pronto— Dev soltó una ligera sonrisa a la vez que intentaba estudiar una hoja naranja que tenía en sus manos. —¿A quién estoy intentado engañar? La situación ya se ha puesto difícil para mí. Dev soltó la hoja y miró como el viento se la llevaba. Se inclinó hacia delante de modo que sus dedos pudieran trazar las líneas que formaban las letras grabadas en la lápida. —Te echo de menos. A veces, por la noche, todavía me despierto y te busco… — Sonrió y dejó caer su mano. —He estado pensando mucho sobre ti últimamente. Yo no estaría donde estoy si no hubiera sido por ti. Ojalá pudiéramos estar juntas ahora. Su sonrisa se tornó melancólica. —Habrías sido una formidable Primera Dama— Dev se desplomó sobre su trasero, descansando con las piernas cruzadas delante de ella. —Me pregunto cómo lo hubiera llevado la gente. Al menos pienso que te habrían llamado Primera Dama— Sonrió, sacudiendo la cabeza. —No importa, tú fuiste, y siempre serás, mi primera dama, y eso es lo que importa. —No creo que vuelva, Samantha. Traeré a los niños, por supuesto. Cuando ellos quieran— añadió. —Pero creo… Que yo… necesito intentar centrarme en el futuro por un tiempo… — Permaneció en silencio durante un largo momento, escuchando el leve susurro del viento y el sonido de los coches en la distancia. —Sí— sonrió y afirmó. —Sabía que lo entenderías. Dev se volvió hacia la comitiva e hizo una señal. Uno de los agentes abrió la puerta del coche de Dev y tres niños pequeños bajaron. Ashley, una niña morena de siete años, esperó pacientemente a que sus hermanos pequeños bajaran del coche para cogerles de la mano.

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La alta mujer sonrió afectuosamente mientras los niños se acercaban a ella. Se volvió hacia la tumba. —Estarías orgullosa de ellos. Son muy especiales. Aarón tiene una foto tuya en su mesilla de noche. Te besa cada noche antes de acostarse— su voz tembló un poco mientras hablaba —He hecho lo posible para que te conozcan. Ellos conocen a sus dos mamás— sonrió —Ashley, Dios la bendiga, ha aprendido a entornarme los ojos como tu solías hacerme. Los niños se unieron a ella y Aarón, el más pequeño con cuatro años, se sentó en las piernas de Dev abrazándose a su cuello. Mientras, los dos mayores pusieron dos pequeños ramos de flores en el césped, justo delante de la tumba. —Hola mami— Ashley saludó dulcemente, sentándose al estilo indio. —Me he sacado un 6 en matemáticas. Mamá dice que estoy mejorando mucho en las mates… En un impulso, Christopher, de 5 años, le dio al frío mármol un beso, después acompañó a su hermano sentándose en las piernas de Dev. Con 5 años, el niño rubio era con diferencia el más tranquilo de los tres. Ashley y Aarón se tomaban las visitas mensuales como algo normal. Pero Christopher, parecía pasarlo muy mal, como Dev, pero nunca se quejaba. Ella se preguntaba si debía de dejar de traerlo. Sin embargo, Devlyn sabía que era importante hacer que esos maravillosos niños comprendieran que tenían dos madres que los querían mucho. Incluso cuando una de ellas había sido apartada cruelmente de su lado por un conductor borracho unas semanas después de que Aarón naciera. A Devlyn le dolía en el alma que ninguno de ellos pudiera recordar mucho sobre Samantha. Solo Ashley parecía tener algunos leves recuerdos. Pero Dev no estaba segura de sí esos recuerdos eran reales o eran producto de sus fotos familiares. La familia pasó unos cuantos minutos más juntos, después la Presidenta electa mandó a los niños de vuelta al coche. Se levantó inclinándose sobre la lápida para depositar un beso en ella, tal y como había hecho su hijo. —Te quiero Samantha. Siempre estarás en mis oraciones — Respiró profundamente y se volvió al coche. No lloró mientras se dirigía hacia el vehículo y supo que eso era una buena señal. *** Devlyn se sentó en su silla acolchada en una de las puntas de la mesa, la acompañaban los niños y su niñera. Emma era un regalo de Dios. Samantha la había contratado justo después de que Devlyn tuviera a Ashley, y había estado ahí para echar una mano cuando Samantha tuvo a Christopher y a Aarón. La carrera de Dev la mantenía tan ocupada que nunca parecía tanto tiempo para pasar con los niños como a ella le hubiera gustado. Emma había ayudado aún mucho más después de la muerte de Samantha y Devlyn no estaba segura de qué les habría pasado a los niños o a ella sin Emma. Emma Drysdale era exactamente lo que buscarías en una niñera. Dedicada y cariñosa. Su 11

sonrisa generosa y su corazón eran apreciados por todos los que la conocían. Era una mujer delgada, con una gran personalidad, anchas caderas y pechos de matrona. Tenía una espesa cabellera de color gris plateado, y estaba más inclinada a dar abrazos que a regañar. Emma era más una abuela para los niños que una empleada. Eso le gustaba a Devlyn. Ella era una más de la familia, y sus enfados eran casi tan legendarios tanto como sus galletas de chocolate. —Ni pienses que te vas a levantar de la mesa hasta que te haya comido todo lo que hay en el plato. Dev miró a los niños preguntándose quién era el problema. Después miró su propio plato y supo quién estaba metida un lío. —Estoy comiendo, Emma— protestó si ningún resultado. —Estás demasiado delgada— dijo Emma mientras tocaba un huesudo hombro. —Y no estás comiendo. Estás esparciendo la comida para que parezca que comes— Emma levantó una ceja, mirando a Dev, para luego dirigir una mirada a los niños… — No querrás dar una mala impresión a tus hijos ¿verdad? —Sabes, —Dev pinchó un trozo de espárrago —odio cuando haces eso. —Lo sé — asintió la niñera mientras rellenaba de leche el vaso de Aarón. —Por eso lo hago. —Siéntate Emma— se quejó… — Los niños están bien. Come tú— Dev sacudió su cabeza y se dejó caer sobre la silla. Sabía que su protesta sería ignorada esta noche, como todas las demás. Ashley se rió y dirigió sus grandes ojos marrones hacia su madre… — Mamá. —¿Sí, cariño?— Dev decidió hacer un esfuerzo y comerse su cena, aunque estaba tan cansada que lo único que le apetecía era irse a la cama. —¿Tiene que venir ella mañana conmigo al Zoo? —¿Huh?— Dev intentó estrujarse la cabeza para saber quién era "ella". —Ah, quieres decir la Agente Hamlin. Ashley frunció el ceño y Devlyn se sorprendió al verse reflejada tan claramente en ese gesto de su hija. —Tomaré eso por un sí. Me temo que sí cariño. La niña, muy enfadada, estrujó con el tenedor el río de lava en que se habían convertido sus Mashed Potatoes. —Ninguno de los otros niños llevan.

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—Lo sé, cariño. Pero… Mira te diré una cosa, le diremos que ella se ponga unos vaqueros y una sudadera ¿vale? Ashley lo pensó por un momento. Eso no estaría mal. —De acuerdo. Christopher y Aarón pararon de comer para escuchar atentamente esa conversación. Ellos también tenían guardaespaldas. —De todas formas, debes acostúmbrate a la Agente Hamilton e intentar hacerte amiga suya. Probablemente va a estar contigo los próximos cuatro años. —¿Y qué pasa con Amy? —Mira, Moppet. Amy era de la Policía Estatal. Ella te cuidaba antes de que yo fuera elegida presidente. Ahora va a ser un agente del Servicio Secreto, y esa agente es Hamlin.— Golpeó la mano de la niña y notó que Christopher y Aarón no parecían mucho más entusiasmados a ese respecto que Ashley. Su mirada se suavizó y sonrió. —Os llegará a gustar tanto como Amy. Estoy segura de eso. —Vale. — Murmuró la niña. —Mamá, ¿puedo ir al zoo también?— preguntó directamente Christopher… — Yo quiero ir al zoo. —Estoy segura de eso, colega, pero esto es una excursión de la clase de Moppet. — Ella le cogió de las manos. —Pero te diré una cosa. Intentaré programar una excursión para ti y para Aaron, ¿vale? —Sí.— Gritaron simultáneamente Aarón y Chris. Los hermanos chocaron los cinco. Desafortunadamente, Aarón era demasiado bajo y acabó chocando en la cara de Chris. Este inmediatamente se lo devolvió y a continuación comenzó una mini-guerra de golpes con los niños gritando y riendo. —Venga. Hora de irse a la cama. — Emma se levantó de su sitió al final de la mesa y empezó a conducir a los niños hacia las escaleras. Dev se levantó también pero se volvió a sentar cuando la mujer mayor la miró desaprobatoriamente. —Soy la Presidenta electa ¿sabes?— protestó la alta mujer con un falso enfado.

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—Ohh, sí, sí, sí. Estoy muy impresionada, Señora Presidenta electa— Emma apuntó al plato. —Ahora comete tu cena. —¿Voy a hacer alguna vez algo que te impresione?— Le preguntó a la mujer que se retiraba. —Ya lo has hecho. Sus nombres son Ashley, Christopher y Aarón. Ahora come. *** Quedaban aún cerca de tres horas para que Dev terminara el día y esta se dirigía a su habitación. Un ayudante la paró por el camino. —Gobernadora. Ella dejó caer su cabeza —¿Sí? —El Servicio Secreto le acaba de traer un archivo. Dijeron que usted lo quería inmediatamente. Es solo un archivo, ¡Dios! Podré irme a la cama esta noche. —Gracias. — Lo cogió y observó el índice rápidamente. —Strayer, Lauren Anna. Lauren no Loren, ehh. Me había figurado que "L. Strayer" tenía que ser una mujer. La imagen que ella tenía en mi cabeza… —¿Gobernadora? —Oh, nada. Lo siento. Buenas noches. —Buenas noches, señora. Devlyn se dirigió hacia la habitación de Ashley primero. Era la típica habitación de niña. Llena de animales de peluche, casas de muñeca y todos los accesorios. Sólo la pequeña cama de dosel le servía a Dev para recordarle lo preciosa que era su hija mayor. —Hola Moppet. — susurró en la oscuridad. —¿Estás dormida ya? —No, señora. — La niña se giró, sus ojos oscuros brillaban ante la tenue luz proveniente del pasillo. La mujer alta se sentó en la cama, manteniendo el archivo entre sus brazos. Observó a su hija, ordenando los alborotados mechones que caían sobre su cara. —Sé que no entiendes todo lo que está pasando y te da un poco de miedo. Ashley asintió.

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—Pero necesito que confíes en mí, ¿Vale? Todo esto es algo bueno. —Mi profesora dice que tú vas a ser la mujer más poderosa del mundo. ¿Es verdad? Unos ojos claros y asombrados parpadearon. —Bueno… —¿Incluso más poderosa que Wonder Woman?— Saltó la niña en la cama. Dev miró los asombrados ojos marrones de su hija. —No. Ni hablar. Wonder Woman patearía mi trasero. Además ella tiene ese avión invisible tan grande— le recordó Dev, a la vez que le daba un amistoso cachete en la barriga. Ashley asintió. —Y el lazo de oro. —Es verdad— Suavemente recostó de nuevo a su hija hasta que sus hombros se hundieron en la blanda almohada. Después se inclinó y frotaron la nariz. —Pero confías en mí… ¿Verdad, Moppet? —Siempre y para siempre, mamá— Unos pequeños brazos se cerraron fuertemente alrededor de su cuello. Sostuvieron el abrazo durante un largo rato. —¿Le deseaste buenas noches a mami? —Sí, señora. Justo después de mis oraciones. —Buena chica. —La hechas mucho de menos ¿verdad? Devlyn frunció el ceño. Hoy en el cementerio lo había pasado muy mal, y su astuta hija, obviamente, se había dado cuenta. Había estado intentando despedirse de Samantha durante tres años. Ella no era buena para las despedidas, especialmente cuando se trataba de gente a la que quería. —Por supuesto. El gesto de Ashley se tornó pensativo. —Quizás algún día nos encuentres una nueva mami. Un nudo se formó en la garganta de Dev. Le llevó varios segundos poder contestar a su hija. — Quizás, Moppet. — concluyó dudosa. —Pero tu mami era muy especial. Yo la quería mucho. —Y yo… creo. Arropó a su hija muy cariñosamente. —Por supuesto que la querías, y mami lo sabía. Te lo aseguro. 15

Ashley bostezó —¿Crees que ella está sola, como tú? Las inocentes palabras de la niña se clavaron en el corazón de Dev y sintió como empezaban a salirle las lágrimas. —No, cariño. Ella es feliz en el cielo, con el abuelo y la abuela. Ella nunca está sola… —Vale. — sus ojos somnolientos se iban cerrando. Dev besó a su hija en la frente. —Te quiero, Ash. — dijo suavemente, viendo como la respiración de la niña se volvía más profunda. —Dulces sueños. —. De camino a la puerta de la habitación encendió la lamparilla de noche, que inundó la habitación de un leve resplandor azul. A continuación, Dev entró silenciosamente en la habitación que los chicos compartían y donde ellos yacían dormidos en unas camas que imitaban la forma de unos coches de carreras. Se arrodilló entro las dos camas y sintió como las lágrimas le salían sin control. Estos niños, con el cabello rubio y los ojos azules, eran la viva imagen de la mujer que les dio la vida. Y ahora ninguno de ellos conocería a la madre que tanto los quiso. —Maldita sea, Samantha— murmuró. Dev golpeó enfadada sus pies. —¿Cómo pudiste dejarnos?— Cubrió su cara con unas temblorosas manos, avergonzada de su pérdida de control. Se secó las lágrimas. —Lo siento, no quería decir eso. — La cansada mujer controló las lágrimas, apartando la última de ellas con el puño de la camiseta. —Te quiero, no quería decir eso. Se levantó y besó a los niños en la mejilla. —Que tengáis muchas aventuras esta noche en vuestros sueños. Os quiero… Cerró la puerta suavemente y se dirigió a su habitación. Dejó el archivo en su escritorio, al lado de la chimenea. Allí la maternal niñera le había dejado un sándwich y un vaso de leche para que se lo tomara antes de acostarse. Sonrió y dio un sorbo al vaso de leche. Después mordió la tostada y añadió —Gracias Emma Drysdale, no superaría estos días y noches sin tu ayuda. — Se inclinó para abrir y ojear el archivo mientras degustaba su tentempié. —Bueno, bueno, Lauren Strayer. ¡Qué guapa eres!— Había varias fotos de la joven mujer. Dev sostenía una tomada sin que la protagonista se diera cuenta. Lauren estaba en el parque paseando con su perro. La rubia llevaba una gorra de béisbol y el pelo recogido en una coleta. Vestía unos pantalones de chándal color gris y una sudadera naranja y blanca de la Universidad de Tennessee. Se estaba riendo. Tenía el brazo totalmente extendido de modo que parecía que la pequeña fiera la estaba paseando a ella.

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Dev comprobó la fecha en el reverso de la foto y confirmó que fue sacada hacía un par de semanas. Pasó a la siguiente foto. En esta Lauren llevaba un traje de lino, con una falda que acababa un par de centímetros por encima de la rodilla. La ropa más sofisticada la hacía parecer más mayor. La chaqueta del traje estaba sobre los hombros de Lauren y debajo de ella aparecían unos brazos bastante morenos. Llevaba también una blusa rosa de seda. Bajaba las escaleras de un edificio de oficinas y hablaba con una mujer que iba a su lado. En los labios de Dev se dibujó una sonrisa. Se pasó un buen rato disfrutando de las imágenes de esa hermosa mujer de devastadores ojos grises y hermosa sonrisa, capaz de derretir un iceberg. La Presidenta electa cogió la última fotografía que, obviamente, era la del carnet de conducir de Lauren. Torció el gesto a la vez que apretaba un botón de su escritorio. El silencio de la habitación quedó truncado por un suave murmullo. Dev deslizó la foto por el corta-papeles que había situado en una de las esquinas de su escritorio. Sonrió satisfecha cuando comprobó que la foto quedó reducida a confeti. Dejando el resto de las fotos cogió el reporte y empezó con los datos de su biografía. Las palabras empezaron a bailar por su cabeza. Cerró los ojos, sabiendo que aún le quedaban unas cuantas horas de trabajo por delante. Te dijeron que pasó la inspección de seguridad, Dev. El resto puede esperar hasta mañana. —Bueno, Lauren Strayer, no necesito que ningún archivo me diga que necesito tu ayuda. Eso ya lo sabía yo. Dev se terminó la leche, se comió el sándwich y se concentró en el reporte de las negociaciones con China. Finalmente, a eso de la medianoche se fue a dormir. *** Lunes, 9 de noviembre —¿No? ¿Qué significa "no"?— Dev firmó un documento y se lo entregó a un ayudante mientras otra estaba alrededor recordándole sus tres próximas citas. Michael Oaks sacudió la cabeza, deseando poder decir a la Presidenta electa Marlowe lo que Lauren le había dicho el día anterior. —Ella no acepta la oferta, Dev. Es tan simple como eso. Dev lo miró fríamente. —Nada es nunca "tan simple como eso". Y tú lo sabes— Dev asintió a su secretaria, la cual estaba en el despacho anotando las peticiones de café de los empleados. —¿Por qué no la acepta? No… — le dijo a la secretaria —Ese día no. ¿Podemos pasarlo al 21? Michael tomó asiento al lado de la alta mujer. —Strayer me dio unas razones poco 17

convincentes, pero creo que lo importante es que ella no está interesada en escribir tu biografía. —Entonces tenemos que conseguir que se interese. —Dev, ¿qué importa eso? Podemos conseguir a otra. Alguien mejor. Sé que adoras su trabajo, pero esa mujer ni siquiera te votó, ¡por el amor de Dios! Eso llamó la atención de Dev y levantó la mirada de su agenda electrónica. Su sonrisa desapareció de la cara. —¿Qué quiere decir que no me votó? ¿Por qué no? Michael dio las gracias cuando le pusieron una taza de café delante. Hizo espacio en la mesa para depositar una pila de papeles. —¿No te has leído su reporte?— Preguntó mientras le acercaba a Dev su taza y él daba un sorbo de la suya. —Lo ojeé — dijo Dev mientras fruncía el ceño. Vale, de acuerdo, sólo miré sus fotos. Mierda… —¿Jane? — Unos ojos azules escasearon la habitación. —Aquí, Dev — Jane, la secretaria personal de Dev, le entregó una carpeta. Sus ojos se abrieron de par en par. —A veces me asustas, Jane. Lo sabes ¿verdad? La regordeta mujer sonrió y le guiñó un ojo. —Después de 15 años, te conozco mejor que tú misma, Devlyn Marlowe — su sonrisa aumentó —¡Y no puedo esperar más para ser la Presidenta de los Estados Unidos! La habitación estalló en carcajadas. Dev se unió al chiste —Y serás una maravillosa Presidenta. Y por favor, dame un puñetazo si me interpongo en tu camino. Dev tomó un trago de café y cogió una tartaleta de mora de una bandeja. Abrió el archivo. ¿Quién eres, Lauren Strayer? ¿Y por qué me rechazaste? La habitación pareció desaparecer mientras ella se concentraba en las palabras del reporte. Sujeto: Lauren Anna Strayer Fecha de nacimiento: 4/7/1990 Altura: 1, 63 Peso: 55 kg Ojos: grises Pelo: rubio Dev siguió empapándose la información. No hay nada importante en el historial médico, ningún historial criminal…

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Estado civil: Divorciada (duración del matrimonio 24/1/2014 - 16/10/2017) Familia: ningún hijo, ningún hermano, nada significativo. Padres: viven. Sus pensamientos se detuvieron durante un momento. Parece muy sola. Estudios: Licenciada en Historia, Máster en Literatura Inglesa, Universidad de Tennessee. Magna Cum Laude. Fecha de graduación: 05/05/2011 Devlyn sonrió cuando leyó sobre sus 11 multas de aparcamiento sin pagar en la ciudad de Nashville. Su mirada volvió a la foto que le había llamado la atención la noche anterior y sonrió de nuevo. Me pregunto cuál será el nombre de ese perro feo. Cogió las últimas hojas del reporte para observar la información suplementaria que ella sabía que estaba ahí. Rápidamente observó la foto del ex-marido de Lauren, Judd Radison. Un arquitecto que vivía en Chicago y se había vuelto a casar dos meses después de su divorcio. Ahora tenía un niño de dos años y medio. Dev sacó cuentas y soltó una maldición. Asquerosa rata, bastardo. Decidió que se desharía de la fotografía más tarde. Se extrañó cuando no encontró ninguna foto de los padres de Lauren, pero un detallado reporte indicaba que Howard Strayer era un fontanero retirado. Había sido miembro y fundador durante 45 años de la Union Steward. Procedencia demócrata. Nunca lo habría imaginado. Interesante. Anna Strayer era ama de casa. Había sido hospitalizada por depresión varias veces en los últimos diez años. Cuando Dev apartó la vista de su lectura, diez minutos después, estaba sola en la sala de conferencias. Había tazas de café vacías por todos los sitios, platos de plástico por toda la habitación y, de pronto, notó un pitido intermitente que había sido programado para recordarle su primera cita. Su café se había quedado frío y apartó la taza con cara de asco. Devlyn volvió a la primera página del reporte y descolgó el teléfono mientras daba un gran bocado a su tartaleta. *** Lauren empezó a escarbar en su bolso hasta que finalmente encontró el pequeño espejo. — encender conducción automática. Destino número 12. 4213 — Lauren apartó las manos del volante y empujó su asiento para atrás. Miró su reloj y vio que llegaba tarde. —Aumento de velocidad de 15 km/h. 4213 — esperó el pitido de aviso —Aprobado el sobrepaso de velocidad obligatoria. 4213. Levantando un pequeño espejo, empezó a pintarse los labios de un color muy suave. De repente su teléfono sonó asustándola y haciendo que se pintara la mejilla con el pintalabios. — 19

Uyy. — Cogió una toallita y empezó a limpiarse la cara. Mientras el teléfono seguía sonando. Al quinto tono contestó —Hola. —Hola. — Era una voz femenina, fuerte y decidida —¿Es usted Lauren Strayer? Lauren sostuvo el teléfono un poco alejado de su cara y se quedó mirándolo como si fuera la primera vez que lo viera. Conozco esa voz. —¿Hola? ¿Srta. Strayer? Lauren volvió a pegarse el teléfono a la oreja, impresionada, a pesar de que no quería estarlo. —Sí… Soy Lauren Strayer. Dev sonrió, se dio cuenta de la sorpresa que había causado en la joven mujer, y en un instante empezó a adorar su dulce acento sureño… — Me alegro de poder hablar con usted personalmente. Ah, disculpe. Soy… —La Presidenta de los Estados Unidos— interrumpió Lauren totalmente impresionada. ¡Dios mío! ¿Me está llamando para lo de su biografía? ¿Ella personalmente? —Presidenta electa, todavía— Devlyn puso los pies encima de la mesa, deseando que su hambriento equipo no se hubieran comido todas las tartaletas. En estos momentos le apetecía una. —Habló con mi ayudante, Michael Oaks, ayer. Lauren asintió, —Sí— Su sorpresa empezó a disolverse al recordar su enfado del día anterior. —Y no me gusta mucho ser intimidada. — añadió en un tono que se tornó frío. Dev se incorporó sobre su asiento —¿Qué quiere decir con "intimidada"? — ¡¿Qué hiciste Michael?! —Oh, me refiero al Sr. Oaks y su compañero Big Joe junior. ¿Big Joe junior? Dev cerró los ojos. Oh, Dios, dime que no se llevó a Francis. —¿Se refiere a Francis Davies? ¿El serio y desafortunado agente del Servicio Secreto cuya cabeza parece nacer directamente de sus hombros? A Lauren se le escapó una carcajada, e inmediatamente intentó contenerla tapándose la boca con la mano. ¿Un político con sentido del humor? ¡Está nevando en el infierno! —Sí, ese nombre me es familiar— contestó rápidamente sin intentar disimular la sonrisa de su cara. —Entonces por favor, permítame que me disculpe inmediatamente. Estoy segura que la presencia de Francis no pretendía intimidarla— Por favor no me pregunte entonces para qué estaba allí. 20

Lauren volvió a apartar el teléfono para mirarlo, deseando poder ver la cara de Marlowe. Sonaba muy sincera. —Quizás lo malinterpreté— Se oyó a sí misma decir. —Srta. Strayer, su trabajo es a la vez inteligente y profundo. Soy una gran fan. Lauren estaba sorprendida otra vez por el halago entusiasta de Dev y notó como sus mejillas empezaron a ponerse rojas. —Gra… Gracias— Lo que no sabía es que Dev estaba intentando sofocar un sofoco similar al otro lado del teléfono. La Presidenta electa se sermoneó mentalmente por sonar como una quinceañera impresionada por su ídolo. —Necesito tu ayuda. Estoy en una posición única, Srta. Strayer. Una que necesita ser habilidosa y, aún más importante, detalladamente registrada. —La alarma de Dev sonó y ella la apagó irritada. —No podría estar más de acuerdo. Unas oscuras cejas se arquearon en señal de sorpresa. —¿Entonces lo hará?— La gente empezó a llenar la sala de conferencias. —Yo no he dicho eso. Devlyn suspiró frustrada. —Por favor, Srta. Strayer, ayúdeme en esto. Tengo una reunión en dos minutos. Dígame que tengo que hacer para que acepte. El coche de Lauren paró delante de la biblioteca pública y esperó a que ella le diera el comando de "apagar motor". —No creo que tenga que hacer nada— repitió sinceramente. — Me siento halagada, en serio… — E intrigada a más no poder. —Pero no quiero que me tengan copiando lo que escribe el Grupo de Emancipación del Presidente. Ese no es el tipo de trabajo que hago. Me encantaría poder recomendarle a alguien… —¿De qué está usted hablando? Lauren notó el asombro en la voz de Devlyn. —Eso no es lo que quiero— ¿Qué le dijo Michael? La escritora soltó un suspiro, queriendo creer a la otra mujer, pero sabiendo que no era verdad. —Usted dice eso ahora. Pero… —¡Pero nada! Yo no quiero un "sí, señora". El partido le va a pagar porque yo no quería que los contribuyentes pagaran esto, y si le pago yo de mi bolsillo, pondría su profesionalismo en cuestión. ¿No?

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Lauren se inclinó, escuchando atentamente. —Sí, tiene razón. —Yo necesito a alguien con honestidad, integridad y talento. La necesito a usted, Srta. Strayer. Tiene mi permiso para escribir lo que usted vea y piense… — Dev saludó a la mujer que quería que fuese la próxima Ministra de Salud y Asuntos Sociales. Maldiciendo al tiempo, añadió rápidamente. —Le estoy dando acceso total a todo y el completo control editorial del contenido. Su única atadura consistirá en trabajar dentro de los márgenes de la Seguridad Nacional. Lauren se quedó mirando el teléfono por tercera vez sin creerse lo que estaba escuchando. Dev levantó un dedo para indicarle a la gente de la sala que estaría con ellos en un minuto. Cuando la última persona entró en la habitación y se sentó, Jane cerró la puerta de la sala de conferencias. —¿Era eso lo que necesitaba escuchar, Srta. Strayer? Lauren asintió torpemente. ¿Total acceso? ¿Control editorial? ¿Y un "sujeto" que está haciendo historia con cada cosa que hace? —Sí— suspiró —Eso era lo que necesitaba oír. *** Jueves, 21 de enero Dev respiró hondo y miró a David McMillian, su amigo de toda la vida además de su hombre de confianza, y ahora el nuevo Jefe de Personal de la Casa Blanca. Ella lo conocía desde sus años de estudiante en Harvard. Estudiaron juntos, e incluso compartieron habitación durante un semestre, antes de que Dev conociera a Samantha. Todo el tiempo que habían pasado juntos había cimentado su amistad, la cual se había convertido en una constante en sus vidas. Mientras las aspiraciones políticas de Devlyn la situaban en el punto de mira, David era feliz de poder trabajar en las sombras, donde, como él le recordaba a Dev bromeando, se refugiaba el verdadero poder. Dev cogió y giró el frio pomo de metal. Una sonrisa tonta apareció en sus labios. —Lo conseguimos. —Sí, lo conseguimos, Señora Presidenta. —Para con eso. — Se burló al oírle llamarla así. Ellos estaban más allá de esos formalismos, al menos en privado. Y David lo sabía. Pero aun así, era divertido picarla. —O te haré llamarme Wonder Woman. El hombre alto y pelirrojo se rascó la barbilla en gesto pensativo, y sus ojos color avellana se abrieron de par en par. —¿Huh? 22

—No importa. Acababa de amanecer, las oficinas estaban vacías, una tranquilidad casi sobrecogedora los envolvía. Así era como Dev quería que ella y David entraran por primera vez en el Despacho Oval como Presidenta y Jefe de Personal. Había contado con mucha gente para llegar hasta ahí, pero sin el apoyo de su mejor amigo nunca lo habría conseguido. Era, pues, apropiado que ellos saborearan ese momento juntos y solos. Ella abrió la puerta pero no entró. Davis sonrió y le indicó. —Después de usted, Wonder Woman. —Chico listo. Entró en la oficina y respiró hondo, deteniéndose en el centro de la habitación y disfrutando cada sentimiento, abandonándose ante el placer que eso le producía. Una sonora carcajada le salió del pecho. Se giró y encontró a David de pie detrás de "el sillón". David le sonrió y dio un golpecito en el suave cuero. —Vamos, pruébalo. —Casi tengo miedo de hacerlo— admitió. —Es como si al intentar sentarme en esa silla, me fuera a despertar del sueño, y todo esto vaya a desaparecer. —No. Es real. Estás aquí y ya nada va a ser lo mismo otra vez. Has hecho historia, Señora Presidenta. Ahora vamos a darles cuatro años que no van a olvidar nunca. Devlyn respiró profundamente otra vez y se dirigió hacia el sillón. Se hundió en el suave cuero soltando un inaudible suspiro. Estiró las manos sobre el escritorio, sintiendo la fría y lisa superficie bajo sus manos. —Soy la Presidenta de los Estados Unidos— susurró mirando a su Jefe de Personal. —Sí, lo eres— le contestó soltando un suspiro. David se mordía el borde de su pequeño bigote pelirrojo, totalmente consciente de la trascendencia del momento que estaba viviendo. Dev parpadeó y se quedó quieta recorriendo toda la habitación con unos ojos impacientes. — ¡He perdido la cabeza! —Ya lo creo. — David se aclaró la garganta. —Ahora te dejaré sola para que puedas colocar tus cosas. Están en esas dos cajas blancas de la esquina. — señaló mientras se dirigía a la puerta. —Gracias, David. — Levantó la vista —Hey, si no odias esto mucho ¿vamos a ir a por los ocho?

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—Pregúntamelo dentro de dos años. Que tengas un buen día, Señora Presidenta. —¡David!— le gritó. Este introdujo la cabeza por la ranura de la puerta. —¿Sí? —Gracias por traerme hasta aquí. —Lo hicimos juntos, Dev. — Su amigo le sonrió y salió del despacho. *** Lunes. 25 de enero Dev se había acostumbrado al grupo de gente que siempre parecía estar detrás de ella donde quiera que estuviera. Era como ser gobernadora pero elevado a la décima potencia. Afortunadamente, hacía tiempo que había aprendido a escuchar a varias personas a la vez. Ahora, si alguien pudiera conseguirme un plato de ternera con maíz y centeno sin tener que volver de Ohio después, sería una mujer feliz. —Tienes una reunión con la Secretaria de Energía a las tres y media— le dijo Lizza Dennis, su nueva secretaria, mientras le daba otra carpeta. Lizza era joven y un poco más alta que Dev. Era delgada, tenía el pelo castaño y rizado y unas encías que dejaba ver demasiado cuando sonreía. Ella estaba salvando la vida de Dev llevándola al sitio donde tenía que estar con bastante puntualidad. Dev había aprendido a no llevar reloj al principio de su carrera política. La gente se sentía incomoda ante el gesto de mirar continuamente el reloj, lo que se solía hacer bastante a menudo cuando llevaba uno. —¿Qué hora es?— Dev miró la puerta del Despacho Oval, la cual parecía hacerse más grande a cada paso. Esperaba poder llegar dentro antes de que alguien declarara una guerra. —La una y cuarto, Sra. Presidenta. —Recuérdame lo de la cita a las tres y cuarto. —Sí, señora. Tiene una cita ahora también. Con Lauren Strayer. La Presidenta se paró repentinamente girando sobre sus talones para ver a la joven muchacha que casi choca contra ella. —¿Es hoy? —Sí, señora. Fue fijada para la una en punto.

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Dev hizo una mueca, y de pronto se interesó mucho por su aspecto. —Maldita sea— Se observó rápidamente estirando la chaqueta y abrochándose unos bonitos botones de ébano. — ¿Cómo estoy? ¿Estoy bien? La mente de la joven mujer se sorprendió ante el repentino cambio de tema. —Umm… por supuesto— afirmó. —Quiero decir… Sí, señora. Está bien. —De acuerdo. — Le devolvió las carpetas a Lizza y después se metió las manos en los bolsillos, reprendiéndose a sí misma por su nerviosismo. —¿Cuánto tiempo tengo aún para la reunión? —Media hora, señora. Dev se mordió el labio. Eso no iba a ser suficiente. —Retrásalo todo un poco y dame una hora para esto. Voy a necesitarla. —Sí, señora. — Lizza abrió su cuaderno de notas. Este era sólo su segundo día, y ya se había dado cuenta que la Presidenta iba a necesitar en su agenda tiempo muerto para poder aplicarlo a lo que más falta hiciera… — Eso significa que no volverá a la residencia hasta un poco después de las siete y media. —Si tengo suerte. — añadió mientras se paraba frente a la puerta de su despacho y esperaba a que un hombre vestido inmaculadamente la dejara entrar. Ella se preguntó si alguna vez se acostumbraría a la gente cuyo único trabajo parecía ser abrirle las puertas. Muy bien, no hay nada por lo que estar nerviosa. Respetas su trabajo. Está bien… Te encanta su trabajo. ¿Y qué? Ya has conocido a gente triunfadora antes. Dev soltó un suspiro. Era experta en esconder cómo se sentía. —Estaré lista para irnos en una hora. — Se volvió y cogió a Lizza del brazo. — Hazme un favor y tráeme un sándwich de ternera ¿vale? La comida que nos han servido en esa comida formar no era ni siquiera comestible… —Ahora mismo. ¿Y qué hay sobre…?— Lizza señaló hacia la puerta. —Oh, sí. — ¿Dónde están mis modales? —Espera un momento. — Dev cuadró sus hombros y entró al Despacho Oval, dejando de lado la inmediata emoción que sintió al entrar en la habitación. Eso sucedió cuando la mujer morena vio por primera vez a Lauren Strayer. Guau. Guapa es poco. Dev mentalmente corrigió su valoración de Lauren, basada en las fotos. Preciosa. Dev carraspeó y la escritora se giró, clavando unos hermosos ojos grises en la cara de Dev. Los labios de Dev enseguida dibujaron una sonrisa y saludó a Lauren calurosamente. —Hola. He estado deseando conocerte durante mucho tiempo. Estaré enseguida contigo, te lo prometo. Sólo me estoy asegurando de tener el suficiente sustento para no desmayarme. — Paró de hablar y tomó aire. De acuerdo. Yo, normalmente, no hablo tan rápido. —¿Te apetece un sándwich?

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Lauren, prácticamente, dio un salto. No había oído entrar a la Presidenta Marlowe. Sólo le llevó dos segundos romper el protocolo de la Casa Blanca. —¡Hola!— Dios, la televisión no le hace justicia. Devlyn vestía unos modernos pantalones anchos de lana de color verde oscuro. Debajo de la chaqueta, que le hacía juego con el pantalón, llevaba un elegante jersey de cuello vuelto de color gris metálico que resaltaba la musculosa complexión de Dev y su brillante pelo negro. Tenía el cuerpo de una corredora, largo y delgado, con unas piernas interminables. Los ojos de Lauren se abrieron más cuando se dio cuenta de que no había escuchado nada después del "hola". Su mente no paraba ni un minuto. ¡Mierda! ¡Sé que sus labios se están moviendo! Devlyn se extrañó ante la repentina confusión que observó en la colorada cara de la joven mujer. —¿Un sándwich?— apuntó indecisa. De acuerdo. Eso era. —No, gracias, Sra. Presidenta. Ya he comido. — Los pocos bocados que las mariposas del tamaño de murciélago que habían en mi estómago me han permitido. Que acento sureño más dulce. —¿Le importaría si me doy el gusto?— La NRA ha fallado en su intento de envenarme la comida, y estoy… —Por supuesto, Señora Presidenta. — Lauren sonrió y se colocó un mechón rubio detrás de la oreja. Se quitó las gafas y empezó a morderlas ausentemente cuando Dev se dio la vuelta. Igual que Christopher, pensó la Presidenta. El chico siempre estaba jugueteando con sus gafas. Dev sonrió otra vez. Le gustaría saber que alguien más las llevaba. Las gafas eran inusuales en estos tiempos y sabía que Chris odiaba levarlas, a pesar del hecho de que estas corregirían su astigmatismo. Esta era la razón por la que tendría que llevarlas al menos unos años más. —Gracias. — dijo Dev, suspirando aliviada. ¡Sí! No está enfada porque haya llegado tarde. — Le juro que volveré enseguida. — Con eso Dev salió del despacho y cerró la puerta tras ella. — Un sándwich y una hora. — le dijo a Liza, la cual estaba explicando algo del Protocolo de la Casa Blanca a Jane Shultz, la secretaria de Dev. La Presidenta saludó a Jane y recibió una simpática sonrisa como contestación. —Un sándwich y 56 minutos. — Le sonrió Liza mientras tapaba su cara con su reloj de pulsera. Dev arqueó una ceja, contenta y un poco sorprendida de que la mujer estuviera más tranquila que ella. Todo el mundo había empezado esta nueva administración de un modo demasiado formal, aunque era lo esperado y lo apropiado, no estaba haciendo que se sintiera cómoda. —De acuerdo. Gracias. — Dev volvió a entrar en el despacho. Inclinó los hombros sobre la puerta para cerrarla, sus ojos se cerraron y exhaló profundamente. El suspiro se convirtió en un 26

alegre gruñido cuando la pesada puerta se cerró, aislándola del resto del mundo durante 55 minutos. Lauren, que estaba apoyada en el respaldo de uno de los sillones de cuero que había en el centro de la habitación, parecía divertida. Sus manos descansaban en el respaldo del sillón y parecía como si estuviera intentando aguantarse la risa. Dev permaneció de pie, intentando recobrar al menos un poco de su actitud presidencial. Pero una mirada a unos comprensivos e indulgentes ojos hizo que ella se rindiera en el instante, sonriendo mientras se apoyaba en la puerta. —Te propongo una cosa. Vamos a hacer un trato. Tú me dejas ser yo misma cuando estemos solas y podremos superar los próximos cuatro años sin volvernos locas — sonrió ante los interesados ojos de Lauren. —Además, si voy a ser la Presidenta de los Estados Unidos todo el tiempo, el libro va a ser un asco, y las dos lo sabemos. —Trato hecho. — Lauren estaba sonriendo, pero su sonrisa se desvaneció enseguida. —¿Es lo mismo, "tú" siendo "tú" que "off-the-record"?— Oh, Dios. Aquí viene. La biógrafa enseguida se reprendió por no haber hecho caso a sus primeros instintos y rechazar esta oferta. Dev se alejó de la puerta. Se dirigió al sofá de cuero que había al lado de Lauren y se dejó caer en él. —Nop. — respondió despreocupadamente, haciéndole un gesto a Lauren para que tomara asiento. —Lo bueno, lo malo, lo desagradable de mi vida es un libro abierto para ti, Srta. Strayer. — Inesperadamente la voz de la presidenta se volvió seria y dirigió una mirada a la escritora; una mirada que le hizo inclinarse mientras escuchaba. —Mis hijos, sin embargo… —No tiene que preocuparse sobre eso, Sra. Presidenta. — la interrumpió Lauren urgentemente. —Yo nunca invadiría su espacio. Dentro de lo que concierne a su biografía, ellos son sólo una pieza relevante en la medida en que ellos la afecten a usted. Dev la miró curiosamente y soltó una tímida carcajada. —Bueno, ellos me afectan en todo. Lauren estaba a punto de discrepar, pero se detuvo. Cállate Lauren. Tú no tienes niños. Bueno, al menos no niños de los que no beben agua del váter. Nada de suposiciones ¿Recuerdas? La primera biografía de la escritora había sido la de Karina Jacobs, la estrella de los Juegos Olímpicos de 2016, la cual había nacido en Harlem y era adicta a la cocaína. Fue relanzada como la Wilma Rudolph del siglo XXI y terminó ganando siete medallas de oro, a pesar de las discapacidades físicas con las que había nacido. Karina era soltera y no tenía hijos. La segunda biografía de Lauren había sido la de Meter Orlosky, el mega-idiota que había arruinado el imperio Microsoft con su nuevo sistema operativo. Podía manejarlo todo, desde un ordenador personal hasta la más amplia red global. No sólo era soltero y sin hijos, sino que además Lauren estaba completamente segura que él nunca había practicado el sexo. Al menos

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con otro ser humano. Pero al fin y al cabo eso no lo incluyó en la biografía porque se dio cuenta que cualquier persona podía saber eso con sólo mirarlo o escucharlo. Y, finalmente, su más reciente biografía fue la del Cardenal O'Roarke. Aunque ella estaba segura de que su secretario personal, André Ricardo, tenía una muy cercana relación personal con el cardenal… ella no podía afirmar que éste tuviera ningún hijo. Por eso, ¿cómo podría ella saber la manera en que afectaban sus hijos a la Presidenta? —Permítame explicarme mejor… — intentó de nuevo Lauren. Su tono era un poco más serio que el de Devlyn, pero inconscientemente su gesto se había suavizado. —Puede confiar en mí a la hora de decidir qué es privado en la vida de sus hijos… y qué podría hacerles daño. Se lo prometo. Dev asintió. —Si no estuviera segura de eso, no estaría aquí, Srta. Strayer. No me arriesgo con el bienestar de mis pequeños. Lauren sonrió agradablemente, ligeramente sorprendida por la elección de palabras de la Presidenta. "Mis pequeños"… tan personal. Maternal. Por algún motivo, no pensaba que ella sería así. —Pero me encantaría que pudiera estar relajada y ser usted misma conmigo, a pesar de mi trabajo — se dirigió a la mujer que estaba cómodamente sentada enfrente de ella, de una manera que bordeaba la sensualidad. —Sé lo difícil que eso será para usted — añadió amablemente. Dev se rió, alegre de que su nerviosismo no se estuviera notando. —Bien, porque así— estiró la mano sobre su abdomen y, como si fuera el momento apropiado, bostezó ferozmente —Soy yo… cansada, hambrienta— apuntó a varios relojes colgados en la pared, mientras intentaba encontrar la correcta zona horaria —y un poco impuntual. Es habladora. ¡Gracias, Dios! —Realmente quería causarte una buena primera impresión. Pero al llegar tarde se estropeó esa idea… ¿Quería impresionarme a mí? Movió la cabeza ligeramente hacia un lado a la vez que pensaba sobre la líder del mundo libre con una creciente curiosidad. —Algunos pensarían eso — Pero yo no sería una de ellos. Me diste una maravillosa primera impresión, Presidenta Devlyn Marlowe. Pero seguro que ya lo sabías. —Entonces supongo que lo único que puedo hacer es decir lo siento, y esperar que puedas perdonarme. — La imagen de unos dientes blancos devolvieron la vida a la cara de Dev. La mente de la escritora no paraba, intentaba tejer un tapiz de palabras que describieran a Devlyn. Y no había ninguna que Lauren pudiera usar para referirse y retratar a la Presidenta

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Devlyn Marlowe. Carisma. —Creo que bajo estas circunstancias puedo perdonarla, Sra. Presidenta… —Gracias — la mujer alta se revolvió un poco en el pequeño sofá y se inclinó hacia delante. Sus manos descansaban sobre sus muslos con los dedos entrelazados. Lo que quería hacer era preguntarle a la escritora por algo de su trabajo, especialmente por unas cuantas obras que había escrito bajo el pseudónimo de Lauren Gallager. Pero no era la hora de comportarse como una fan loca. Había todavía un problema que solucionar y que Dev había dejado para su encuentro cara a cara. Algo que ella esperaba que diera a su biografía un toque de intimidad y candor que echó en falta en muchas otras. Tan sólo tienes que preguntarle Dev. Lo peor que puede decir es que no. Bueno, eso no es del todo verdad. Se podría reír, acusarte de estar loca y querer empequeñecer su trabajo y después decirte que no. —¿Has llegado a la ciudad esta mañana?— terminó preguntando casualmente. Lauren negó con la cabeza. —Anoche. El Partido de Emancipación me ha puesto una habitación en el Hotel Hay-Adams. —¿Y es bonita tu habitación? ¿Quiero decir que te gusta estar allí? Una tímida sonrisa intentó dibujarse en los labios de Lauren, pero sintió un atisbo de preocupación en su estómago. ¿A dónde quiere llegar con esto? —Bueno, es de estilo Renacentista italiano. No es un motel, pero creo que me acostumbraré — bromeó. —Bien… Bien— Dev, no pilló el chiste. Estaba demasiado preocupada por lo que estaba a punto de proponer. —Yo, um… bueno, de hecho tenía algo más cercano en mente. Quiero decir, que si vas a seguirme en todo momento, deberías estar más cerca—. Eso estuvo brillante. Duh. Unos ojos claros se abrieron como platos. —El Hay-Adams está a menos de tres manzanas de aquí. Un poco más cerca y estaría viviendo en su bolsillo de atrás. —Hmmm… es verdad… — Cállate Dev. Dios, no la asustes ahora. —Bueno, quizás no en mi bolsillo de atrás, pero ¿qué le parece en la residencia conmigo y mi familia? La boca de Lauren se abrió involuntariamente. —¿Dentro de la Casa Blanca? Dev sonrió. —He descubierto que dentro de la Casa Blanca se está mucho más cómodo que fuera. Los bancos del parque de ahí afuera apestan— Cuando Lauren no contestó, Dev siguió presionando. —Mira, si de verdad quieres conocerme y entender lo que hago, va a tener que acompañarme todo el tiempo. Y no puede hacer eso muy bien desde el Hotel Hay-Adams. Yo no tengo un horario muy regular. Y, simplemente, no hay suficiente tiempo durante el día para muchas entrevistas personales… — Y, aunque eso era verdad, Dev sabía que si Lauren se lo pedía, haría tiempo para ella cuando quisiera. 29

—Yo, mmmm. Sra. Presidenta, no sé qué decir— admitió sinceramente. Seguramente eso haría las cosas más interesante, pero Lauren sabía que necesitaba privacidad. No estaba segura de que pudiera aguantar vivir en algo más parecido a una pecera de lo que ella estaba acostumbrada. —Vivir aquí es el único modo de conocer realmente lo que hago— dijo razonablemente. —No es necesario que sea así durante los cuatro años. Sólo hasta que sientas que tienes suficientes conocimientos sobre mi vida en el día a día— Vamos Lauren, di que sí. Lauren había empezado a mecerse suavemente, y Dev sabía que lo estaba considerando. Continuó para rematar la faena —Quiero una precisa y sincera crónica de primera mano del trabajo de la primera mujer Presidenta de los Estados Unidos. No me tomo mi deber a la ligera, Srta. Strayer. La forma más sencilla para mí de darle completo acceso es tenerla al lado. No quiero correr riesgos. —¿De verdad desea eso?— preguntó curiosamente. Darle el control editorial del libro era un riesgo enorme, y ella lo sabía. Unos ojos azules cielo se detuvieron en los de Lauren con una casi dolorosa honestidad. —Sí, lo deseo realmente. Lauren encontró difícil desconfiar de las palabras de la Presidenta. Maldita sea. Seguro que eso le viene por su profesión. Pero una pequeña parte de la escritora encontraba esta oportunidad demasiado buena para ser verdad. —¿Y nadie va a susurrarme al oído lo que escribir? La Presidenta sonrió. No te metas en eso, Dev. Mantén tu boca cerrada. —Te prometo que no te censuraré nada de lo que escribas. Y una vez el libro esté acabado, siempre y cuando nada concierna a la seguridad nacional, no te pediré que hagas ningún cambio. Puede que haya alguien que te haga peticiones… pero puedes hacer con ellas lo que quieras. —¿Me garantizas eso? —Al cien por cien. — A Devlyn no se le había pasado que Lauren no había aceptado todavía la oferta de mudarse a la residencia. Pero estaba pensando sobre ello. Y algo dentro de la Presidenta le decía que a esta mujer no le gustaba ser presionada. Tocaron ligeramente a la puerta y Dev apartó la mirada de su invitada. —Adelante. Una mesa de servicio para dos fue introducida y rápidamente preparada. —¿Algo más, Sra. Presidenta?— le preguntó un joven y rubio camarero. 30

—No. Ya está todo. — Dev miró a Liza, la cual estaba sonriendo. Era obvio que la asistenta había ordenado comida para dos. La Presidenta le devolvió la sonrisa y le guiñó el ojo. Ella asintió y el pequeño comité abandonó la habitación dejándolas solas de nuevo. —¿Estás segura de que no quieres acompañarme? Por lo que veo mi petición de un sándwich fue completamente ignorada. — Se rió. —Hay suficiente. Todo el mundo ha estado intentando hincharme estos días. Dev dio un gran bocado y suspiró de placer. Lauren suspiró hastiada. —Bueno, si insiste. Devlyn cogió otro sándwich y le dio otro bocado. El olor a ternera con maíz le llegó hasta la nariz. Lizza se ha ganado un aumento de sueldo. Estoy en el cielo. La escritora mordió el sándwich, e inmediatamente imitó la reacción de Dev. —Oh, dios. — murmuró, lamiéndose las presillas de los labios. —Esto está muy bueno. Su mente le informó que vivir en la Casa Blanca le daría acceso a la Presidenta, pero crearía un caos en su intento de mantener una distancia profesional con el sujeto. Le dijo a su mente que se callara. Levantó de nuevo el sándwich. —¿Tendré más de estos si digo que sí? Dev paró de masticar de golpe y levantó la vista de su plato. —Tantos como quieras. — le prometió. Lauren cogió su servilleta y la extendió sobre sus rodillas. —Entonces prepáreme una habitación, Sra. Presidenta. Me parece que va a tener invitada para rato. —¡Excelente!— La sincera alegría de Dev estaba escrita en su cara. —Y mi nombre es Devlyn o Dev, no Sra. Presidenta… Sin poder disimularlo, la rubia mujer sintió como el rubor le subía por las mejillas. —Entonces, por favor, llámame Lauren. Dev extendió su mano y cuando se encontró con la de Lauren, la apretó firmemente, absorbiendo su calor con gran placer. —Es un placer conocerte, Lauren. —El placer es mío, Devlyn— contestó Lauren, volviendo a fijarse en su sándwich como si nunca antes lo hubiera visto. —Supongo… que debes querer hacerme tantas preguntas como yo a ti. Dev sonrió con satisfacción y cogió un pepinillo. —Sí. ¿Cómo puede alguien acumular once multas de aparcamiento en dos días? 31

Esta vez el rubor de Lauren era muy pronunciado. —¿Cómo… sabías eso?— murmuró avergonzada. Dev mordió el pepinillo, disfrutando su salado sabor. —¿De verdad tengo que contestar a eso? Lauren se rascó la mandíbula —No, supongo que no. Bueno, digamos que empezó por un mal día. —¿Qué terminó dos días después? Lauren soltó una carcajada. —Algo parecido. — Levantó la botella de agua que estaba en un pequeño cubo con hielo y vertió un poco en un vaso de cristal. —Yo tuve un día de esos una vez. Duró casi una semana. — Dev intentó alcanzar la cafetera, que estaba mucho más cerca de Lauren que de ella. La escritora rápidamente interceptó las manos de Dev. —Déjame hacer eso a mí— cogió la cafetera y preparó dos tazas, decidiendo que quizás a ella también le hacía falta. —¿Cómo lo tomas? —Solo. Y espero que esté muy fuerte. Gracias— dijo Dev mientras tomaba la taza de la mano de Lauren. —¿Y tú cómo lo tomas? Quiero saberlo por si alguna vez te tengo que traer una taza. —Con crema y dos terrones de azúcar. — Lauren vertió un poco de crema en el café y empezó a buscar una cucharilla, la cual apareció mágicamente delante de su cara. —Gracias. — sonrió y cogió la cuchara de la mano de Dev. —Pero por alguna razón no puedo imaginarme a la Presidenta de los Estados Unidos preparándome el café. —Mmm… — Dev asintió. —Tienes razón. La Presidenta probablemente no lo haría. Pero Devlyn Marlowe lo hará. *** Martes, 26 de enero La reunión de cada mañana con el personal estaba a punto de finalizar cuando Devlyn recordó algo muy importante. —Se me olvidaba. Ayer por la tarde conocí a Lauren Strayer, y de ahora en adelante ella asistirá a estas reuniones. Para aquellos que no lo saben aún… — Todas las personas de la sala miraron al suelo disimulando y Dev suspiró medio decepcionada, pero no sorprendida. —De acuerdo, sois unos cotillas y ya lo sabíais, pero os lo voy a explicar de todos modos. La Srta. Strayer va a escribir todo lo que suceda aquí y además se va a mudar a la 32

residencia hoy mismo. ¿Verdad, Michael?— Dev arqueó desafiantemente la ceja en dirección a Michael Oaks, el cual afirmó resignadamente. Él había intentado disuadir a la Presidenta, pero esa mujer cabezota no estaba por la labor. Había algo en Lauren Strayer que no le gustaba. No sólo había declinado arrogantemente su oferta en Tennessee, sino que le había dicho algo a Dev que había hecho que la Presidenta pusiera en cuestionamiento sus procedimientos. A parte, lo que fuera que le dijo, había enfadado tanto a Dev que había hecho que transfirieran a su agente de más confianza. Dev tomó un último trago de su café y depositó la taza en su platillo de porcelana. —La Srta. Strayer empezará su trabajo hoy mismo. Cuenta con todos los privilegios y total acceso. Por favor, tratadla bien— La última parte del discurso fue pronunciada medio en broma, pero nadie de la habitación dudaba de la sinceridad de su petición. La Presidenta miró a su equipo — ¿Algo más? El jefe de personal observó varias caras de la sala. Algunas eran nuevas tanto para él como para Dev, en cambio otros eran amigos leales. —Deberíamos anunciar que la Srta. Strayer ha sido contratada para escribir sus memorias — anunció firmemente la Secretaria de Prensa, Sharon Allen, mientras abría su cuaderno y anotaba unas cuantas ideas. El hecho de que no pareciera muy contenta no se le escapó a Dev. No era debido a que Lauren no estuviera cualificada. Es verdad que era muy joven, pero, a pesar de eso, su trabajo era muy respetado. Su desacuerdo se debía al hecho de que tuviera que vivir en la residencia. La Secretaria de Prensa Allen empezó a sentirse mareada por un sinfín de horribles situaciones que le venían a la cabeza. Alguien un poco más mayor y más gordo habría sido una elección más segura. —Oooh… Tengo 38 años, no 88. Y esto me hace sentir tan vieja como las montañas. — Dev se hundió en el sillón, arrepintiéndose de haber elegido una falda en lugar de pantalones. —Y el hecho de que vayan a escribir una biografía es una señal de ello — le dirigió a la Secretaria de Prensa una mirada suplicante. La habitación se llenó de risas, y Jane, que estaba apoyada sobre la pared sacudió la cabeza. Dev, a veces, eres como un grano en el culo. Que Dios te bendiga. —Vamos a llamarlo biografía y no memorias, Sharon. No estoy preparada para tener canas todavía. Todos se levantaron cuando la Presidenta empezó a desfilar por la sala, dispuesta a empezar su atareado día. La puerta se cerró, dejando atrás a Dev, Liza y el Jefe de Personal. David miró a la joven mujer y silenciosamente le pidió un momento a solas con la jefa. David sonrió cuando ella consultó el reloj. Dev tenía un desayuno con varios miembros de los partidos Demócrata y Republicano, incluido el ultra-conservador Portavoz de la Casa. Casi 33

sentía pena por ella. Tendría el gran placer de reunirse con dos grupos que la criticaban y desconfiaban de ella. David siempre había pensado que la vida habría sido más fácil si Dev hubiera permanecido en el Partido Demócrata. Liza salió del despacho tranquilamente. —Señora Presidenta. —Sí, David— contestó, mientras apoyaba la cabeza en su mano. —Tengo que decirte que creo que tener a la Srta. Strayer viviendo en la residencia va a causarte problemas, Dev. Una vez la prensa se entere de eso, la van a convertir en algo más que una empleada contratada para escribir un libro. —Hablas igual que Michael. Y no tengo intención de comunicar a la prensa que está viviendo en la residencia. Pero si eso se convierte en un inconveniente, ya lo solucionaremos cuando venga. David entornó los ojos. —A la prensa sólo le llevará dos días descubrirlo. Y confía en mí, eso va a ser un problema. Una Presidenta soltera y lesbiana se enamora de una atractiva y soltera escritora… —Te olvidaste de decir "muy hetero", soltera y muy respetada biógrafa. David se puso las manos en la cintura —¿Y cómo sabes que es hetero? ¿Se lo has preguntado? —Uhh… pee… ahh.— Dev intentaba hablar pero no le salían las palabras. —¡¿Qué?! —Porque he leído el reporte, Dev. Y no recuerdo ninguna información haciendo referencia a su orientación sexual. —¡Pero estaba casada con un hombre!— exclamó Dev una milésima de segundo antes de cubrirse los ojos con las manos. Dev sacudió la cabeza furiosamente. —Dios, no me puedo creer que haya dicho eso. David se rió. —Dev el hecho de que la Srta. Strayer, en la actualidad, sea hetero o gay no es el problema. La gente va a pensar lo que quiera, y las dos sois solteras. Dev, tienes tres hijos, y sabes lo que los conservadores harán cuando… —¡Que se jodan los conservadores!— exclamó muy enfadada. Ella se había cansado hacía mucho tiempo de oír cómo era pintada como la peor madre desde Joan Crawford. —Sabes que me importa una mierda lo que digan o piensen.

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—Pero debería importarte— insistió David. Él perdía casi siempre que discutían, pero nunca dejaba de intentarlo. —Están ahí fuera, y no se van a ir a ninguna parte. Dev se inclinó sobre el borde de la mesa. —Además, quizás soy soltera, pero todavía estoy superando la muerte de mi mujer… Los ojos de David se suavizaron —Lo sé, Dev. Pero estamos hablando sobre la fantasía de la gente, no sobre realidad— suspiró, preguntándose si debía ir más allá. —Ummm… sabes que Samantha no querría que la estuvieras llorando para siempre. La voz de Dev se tornó un angustiado susurro. —Lo sé. David se dirigió hacia la alta mujer y se sentó con ella. —Mira, no quiero discutir. Sé que es importante para ti que ese libro se haga bien… pero cuando esto se vuelva contra ti y te pegue una pata en el culo… y lo hará, yo voy a estar justo aquí para decirte "te lo dije". —Como siempre— bromeó ella. —Exactamente— le golpeó en el muslo y se sorprendió de tocar carne. ¿Por qué lleva falda? Ella odia las faldas. —Bueno si trasladar a Lauren a la residencia para que pueda trabajar, si es lo peor que se va a volver contra mí, consideraré éste como un mes muy afortunado. —No va a hacer falta un mes. Dev ignoró el pesimismo de David y se dio la vuelta, cogiendo un par de documentos que Lizza le había entregado antes. Ella buscó en sus bolsillos, y David, amablemente, le alcanzó un brillante bolígrafo de metal. —Estamos hablando sobre prensa importante. El Inquisidor y las otras revistas de escándalos no cuentan… —La prensa importante se hará eco de ello si es lo bastante jugoso. Y los dos sabemos que si tres de esas revistas de escándalos recogen a la vez la historia de Lauren viviendo en la residencia, lo será. Es una ley… como la de la gravedad, o la de Murphy. Dev se rió para sí misma guardándose el bolígrafo de David en su bolsillo —Es verdad, Míster Pantalones Elegantes. Intentaré recordarlo. *** Lauren se sentó en la cama nueva de su nueva habitación, en su nueva casa… la Casa Blanca —Guau—. Movió la cabeza sorprendida, permitiéndose disfrutar de donde estaba y lo que iba a hacer. 35

Desde noviembre había vivido en un continuo ir y venir para publicitar su última biografía. Eso la había dejado sin tiempo para saber o conocer algo de Devlyn Marlowe. Eso hacía que se sintiera insegura, desconcertada, como una estudiante que no había estudiado mucho para un examen y ahora se tenía que enfrentar a las consecuencias. Lauren se rió de sí misma por sus preocupaciones. Tampoco es que no conozcas nada de ella… Su cara y esos impresionantes ojos azules han estado apareciendo en tu tele continuamente desde hace seis meses. Pero la escritora tenía que admitir que la Presidenta era mucho más agradable de lo que parecía. Vale, de acuerdo, mucho más que agradable. Divertida, simpática. Lauren estaba por fin a solas, lo que le dio tiempo para ordenar las fotografías mentales que había sacado desde que conoció a Devlyn. No obstante esperaba poder tomarlas también con su cámara. La emoción de estar en ese sitio era la misma que había sentido cuando le fue permitido entrar en las más privadas y sagradas zonas del Vaticano mientras hacía la biografía del Cardenal O'Roarke. Su estómago se revolvió debido a los nervios y la excitación. Pero su tour por el Vaticano había consistido en una visita guiada. Ahora iba a vivir aquí. Al menos por un tiempo. Lauren no pensaba que su necesidad de privacidad le permitiera estar ahí mucho tiempo, pero iba a intentar aguantar el máximo posible. Su mirada se dirigió hacia unos brillantes muebles de madera de cerezo al Estilo Colonial. La habitación era casi tan grande como todo su apartamento. Aunque no tenía cocina o cuarto de lavandería, tenía más cosas de las que un dormitorio precisaba. Un bar bien aprovisionado, una zona para sentarse con dos sofás separados por una pequeña mesa de café. La cama era tan alta que Lauren no llegaba al suelo cuando se sentaba en el borde del colchón. Era una cama de dosel, hecha con la misma madera de cerezo que los demás muebles de la habitación. La madera brillaba tanto que Lauren podía ver su reflejo cuando la miraba. Acto seguido la recorrió con un dedo sintiendo la misma satisfacción que siente un niño al dejar sus pisadas en un manto de nieve virgen. Un esbelto vestidor a juego, una mesilla de noche y un gran armario flanqueaban la cama. En la mesilla de noche, en un bonito jarrón de cristal, reposaban dos docenas de rosas amarillas. Su suave fragancia llenaba la habitación mezclada con el olor a madera pulida. Unas largas cortinas de color crema, que hacían juego con toda la habitación, estaban abiertas y atadas a los lados con un lazo dorado, permitiendo que la luz de la tarde entrara por las ventanas. Unas cuantas de sus cajas habían sido desempacadas por los criados de la Casa Blanca, después, por supuesto, de que todo hubiera sido propiamente inspeccionado, radiografiado, olido y escaneado… y eso incluía también a su perro, Gremlin, el cual estaba a los pies de Lauren intentando subir encima de la alta cama. 36

—Debo estar soñando, Gremlin — Pero, mira, hablando de presión. —Espero hacerlo bien— Lauren resopló levantando un poco de cabello rubio de su flequillo. Una risa incrédula le salió de dentro. —Esto es totalmente surrealista— Los dedos de una mano acariciaban el satín de la colcha de su cama mientras se inclinaba sobre Gremlin para acariciarle detrás de las orejas. Unos grises se abrieron asombrados cuando observaron el reloj y se dieron cuenta que ya era la hora con la que había quedado con Devlyn para conocer a sus hijos. Se preguntaba si estarían todos alineados como los de la familia Von Trapp esperando inspección del Comandante en Jefe. Ewww… espero que no. Además yo no sé cantar. Estaba un poco nerviosa. Ella como hija única no estaba preparada para tratar con niños. Además, tener siempre las narices metidas en un libro cuando era una niña no la había ayudado precisamente a ser Miss Popularidad. Era guapa, pero nunca habría hecho algo vergonzoso como levantarse la camiseta y enseñar las tetas a cambio de dos chocolatinas y el asiento de ventanilla del autobús. Una sonrisa se cruzó en sus labios, por supuesto eso habría dependido de quién se lo hubiera pedido y lo buena que fuera la recompensa. La escritora se levantó y se abrochó el cinturón, despidiéndose casi de los vaqueros porque no creía que fuera a usarlos mucho durante los próximos cuatro años. Después, lo vio de refilón. ¿Debería? pensó por un momento, después asintió. —Creo que tenemos un minuto, Grem, Vamos a llamarlo… — Lauren bromeó. —Esperemos que con esto no le dé a Wayne el ataque al corazón del que lleva preocupado cinco años. Porque seguro que se va a quedar muerto cuando le diga donde estoy viviendo. La segunda leja de la mesilla de noche se deslizó hacia afuera, formando una pequeña mesa y haciendo accesible el teléfono desde la cama. La mujer rubia se disponía a dar el comando de voz “telefonear”, pero se paró cuando echó un vistazo a la elegante máquina. No tenía un registrador de voz. —Huh— Debe ser un teléfono antiguo. Lo descolgó y se quedó mirando el cordón, estirando de él unas cuantas veces. — Vaya asco de… Vale puedo hacerlo de la forma más complicada— Volvió a descolgar y se dirigió a pulsar la almohadilla, pero no tenía. De hecho, no había manera visible de llamar a nadie. De repente una sonrisa iluminó la cara de Lauren. —Maldita sea, Gremlin — El perro finalmente cogió carrerilla y pudo subir a la cama. Movía rápidamente la cola en señal de victoria y sus ojos se fijaron en la mano de su ama. —Esto es el Bat Teléfono. Un ligero ruido sonó haciendo la atención de Lauren y Gremlin se dirigiera hacia la puerta. — Hora de ir a conocer a esos humanos en miniatura. Deséame suerte, chico— lo acarició. — No… tú no puedes venir. Y ten cuidado— le rogó estirando la almohada que había aplastado — Marta Washington o alguien así hizo eso probablemente. Y no quiero tener que sacar un préstamo para remplazarlo. 37

El perro se acercó al borde de la cama para seguirla, pero se lo pensó mejor cuando miró hacia el suelo. —Ah ja. Ahora estás atrapado, ¿eh?— se rió Lauren mientras se dirigía a la puerta. —Te está bien merecido. Abrió la puerta y encontró a Michael Oaks allí plantado. Lauren se sintió un poco decepcionada. ¿Por qué estaría esperando a Devlyn? Miró por encima de los hombros del hombre negro. — ¿Qué? ¿No hay refuerzos esta vez? Michael dejó pasar su alusión a la visita a Nashville. —El agente del Servicio Secreto asignado a este pasillo está en su puesto, Srta. Strayer. Se lo aseguro. No he encontrado ningún motivo para traerlo hasta la puerta— se ajustó la corbata. —Por lo que veo está preparada. —Sí… errr… no… sólo un minuto— Lauren se dirigió hacia el escritorio situado contra la pared que había enfrente de la cama. Buscando en una mochila, sacó la cámara de fotos y rápidamente le puso un carrete. Esperó a cerrar la tapa de la cámara y añadió. —Ahora sí que estoy preparada. —No puede… — apuntó hacia la cámara. —Eso no está… — empezó a decir. Lauren arqueó una ceja. —Acceso total, Sr. Oaks. Esto es para documentación, no para publicación. Y ya tengo el permiso de David McMillian. ¿Tiene usted más poder que él? —Ehh… por supuesto que no… pero… —Se acabó— volvió a mirar al reloj. —Vamos a llegar tarde. ¿Tenemos que seguir aquí discutiendo esto?— Lauren era consciente de lo mucho que estaba enfadando al ayudante, pero estaba disfrutando cada momento. Él le dirigió una fría sonrisa. Zorra. —Vamos— Extendió una mano y Lauren siguió de largo, cerrando la puerta tras ella. Todavía no había dado dos pasos cuando un sorprendente ruido, seguido de un ladrido, se escuchó en su habitación. Unos ojos grises se cerraron. ¡Ahora no, Gremlin! Lauren se mordió el labio y se giró hacia Michael, el cual parecía mortificado. —Lo siento— se disculpó sinceramente. —No está acostumbrado a esto todavía. Permítame calmarlo. ¿O lo puedo llevar conmigo? Sólo vamos a ir unas cuantas puertas más allá a ver a los niños ¿no? —Pediré inmediatamente una jaula y un bozal. Lauren se quedó parada y clavó sus ojos en el hombre bien vestido. —Puede pedirlo si quiere. Pero no serán para Gremlin… 38

—No puede continuar ladrando de esa manera. Lauren colocó sus manos sobre sus caderas. —Pues lo está haciendo. —Eso es inaceptable— gruñó el hombre. —Estoy de acuerdo. Debería ir por él. —No— respondió Michael inmutable. Lauren suspiró. ¡Dios, ya estaba harta de él y sólo llevaba tres horas viviendo allí! —El apartamento que había alquilado antes de cambiar mis planes permitía mascotas. Gremlin lo está haciendo lo mejor que puede… —Esto no es un complejo de apartamentos. —No, no lo es. Y no tengo ningún problema con volver a llamar al dueño del apartamento y ver si aún está disponible— le contestó. —Mire, Sr. Oaks, tenemos dos opciones. O lo dejo solo y ladra; o lo llevo conmigo y se calla; o… me quedo un rato en la habitación con él hasta que se tranquilice— Lauren cruzó los brazos sobre su pecho. —Usted elige. —¡¿Espera que esa… esa cosa recorra la Casa Blanca de un lado a otro?!— Michael estaba casi gritando. —No— respondió Lauren tranquilamente. —Él se va a calmar. Está acostumbrado a viajar, pero sólo lleva aquí un par de horas. Gremlin ha sido registrado, escaneado, vacunado, por no hablarle de ese líquido verde y brillante que le han hecho beber. ¡Lo han radiografiado varias veces, como si hubiera pensando en esconder una bomba nuclear en ese Dog Chow! Es sólo un animal. No puede esperar que después de haber sido sometido a todo eso no reaccione— Y con eso volvió a la habitación y se sentó al lado de Gremlin. —Creía que teníamos una cita— Dev asomó la cabeza, actuando como si no hubiera oído las voces de enfado. Había estado esperando impaciente a Lauren y finalmente había decidido ir a buscarla. Michael se apartó cuando vio a Devlyn. Lauren se sobresaltó. —La teníamos… Lo… Lo siento. —Tranquila— dijo casualmente la mujer, sintiéndose un poco culpable por su impaciencia infantil. Pero todo el día había estado pensando en la cita de esa noche. ¡Y bien, la noche había llegado! Apuntó con la cabeza hacia la habitación y preguntó —¿Podemos entrar? Lauren asistió asombrada mientras Ashley, Christopher y Aarón corrieron delante de su madre

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sin dirigirle ni una mirada a la escritora. Se dirigieron directamente hacia el perro, el cual bajó al suelo sin problema y empezó a jugar con ellos. —Farsante— le murmuró la mujer. —¡Te dije que había oído un perro, Ash!— exclamó Aarón excitado. Sus manos luchaban con las de los otros niños, mientras Gremlin se acostaba patas arriba para disfrutar de las caricias que le provocaban un placer orgásmico. —Espero que no te haya molestado— le dijo Lauren a Dev, aliviada de que la Presidenta no pareciera enfadada. —Sólo lleva aquí un par de horas y no le gustaba la idea de que lo dejara solo tan pronto. Dev sonrió a sus hijos y contestó a Lauren sin girar la cabeza —¿Por qué no te lo trajiste contigo entonces?— Dios, sé que ahora van a querer tener un perro. Quizás soy la peor madre del mundo. Lauren casi soltó una carcajada. Miró más allá de Dev, clavando sus ojos sobre Michael, el cual estaba todavía plantado en la puerta. —Vaya, que gran idea. Michael se giró sobre sus talones y se fue murmurando, pero nadie le estaba prestando atención. —Parece que ya te has instalado— comentó Dev. La habitación parecía la misma de siempre, excepto por unas cuantas cajas sobre el escritorio. Lauren miró alrededor de la habitación y asintió. —Sí— extendió el brazo hacia el sofá. — ¿Quieres sentarte? —Por supuesto— Dev sonrió a Lauren. —Sabes lo que me gusta el relax, pero creo que antes debo hacer unas presentaciones— Ambas mujeres miraron a los niños que estaban sentados en el suelo con el perro, riendo mientras éste les lamía los dedos. Sin pensarlo, Lauren cogió su cámara y los enfocó, sacando varias fotos. —Lo siento— le dijo Dev —Se suponía que tenían que esperar a mi lado y ser presentados. —Por favor, no te disculpes— Lauren movió una mano para quitarle importancia y después depositó la cámara sobre la mesa. —Si yo fuera ellos, también estaría más interesada en Gremlin. Oh, yo no podría afirmar eso. A mí me pareces muy interesante. —Niños— Dev levantó la voz y tres pares de pequeños ojos la miraron inmediatamente. —Oh, oh— murmuró Ashley, levantándose. Christopher y Aarón la imitaron rápidamente, a pesar de que la atención del más pequeño estaba dividida entre el perro y su madre. 40

—Nos olvidamos de esperar en la puerta, mamá— admitió Ashley honestamente mientras giraba el pie sobre la alfombra. —Ya lo sé. Hablaremos sobre eso más tarde— prometió Dev, pero sus palabras fueron suavizadas por una sonrisa indulgente… — Niños, esta es Lauren Strayer. La Srta. Strayer va a escribir un libro sobre mi presidencia. Ya hemos hablado sobre que iba a estar viviendo con nosotros durante un tiempo. —Encantada de conocerla, Srta. Strayer— dijo Ashley educadamente, esperando poder arreglar su error anterior. Sus hermanos asintieron. Lauren sonrió. —Yo también estoy encantada de conoceros… — Ella es una copia de su madre, excepto por los ojos marrones. Apuntó hacia el suelo. —Y ya habéis conocido a Gremlin. Christopher sonreía tan abiertamente que Dev temió que se rompiera la mandíbula. Inconscientemente tocó las patillas de sus gafas, al observar que Lauren también llevaba. Lauren se dio cuenta de su contenta mirada y se rió gentilmente mientras caminaba hacia ellos. —Las tuyas son iguales que las mías— le dijo a Chris. Chris asintió hipnotizado. Lauren soltó una carcajada y alborotó el cabello del muchacho que era del mismo color que el de ella. La cara del niño pequeño se enrojeció y corrió hacia Devlyn, escondiendo la cabeza entre sus piernas. Lauren se sorprendió —¿Qué he…? —Es que es un poco tímido— Dev palmeó cariñosamente la espalda del niño. —No te preocupes— le dijo, sorprendida por la perpleja mirada de Lauren. Ella no ha estado con niños. Oh, esto va a ser muy interesante. Aarón se dirigió hacia Lauren y le estiró del pantalón. Lauren se agachó para estar al mismo nivel que el niño de ojos azules. —Quiero hacerte una pregunta muy importante. Lauren tragó saliva, un poco asustada… — ¿Sí? Él asintió solemnemente. —¿Podemos volver a jugar con el perro? Lauren estalló en carcajadas. —Umm… — Aún no había acabado de decir que sí cuando los 41

niños, incluido Chris, se tiraron al suelo para seguir jugando con Gremlin. Asombrada, la mujer miró a su mascota. Le sacó la lengua al perro —Mimado. —Pagaría mucho dinero a cualquier empresa para que me acogiera de esa manera— comentó Dev. —Desde luego. Dev se arrodilló delante de Lauren. Estiró una mano hacia el perro. —¡Hey, hola… Dios!— Apartó la mano corriendo cuando Gremlin le ladró inesperadamente, enseñando dos arqueados y afilados colmillos. —No. Ese nombre ya estaba cogido— bromeó Lauren. Acto seguido, como si no hubiera pasado nada, Gremlin bostezó. Su boca se cerró e, inocentemente, siguió jugando con los niños. La voz de Lauren se volvió seria y se dirigió hacia su amigo de cuatro patas. —¡Gremlin!— Te has metido en problemas, mierdecilla. —Lo siento mucho, Sra. Presidenta. —Devlyn ¿recuerdas? Lauren asintió. —Es verdad. Pero lo siento mucho. Es muy extraño— frunció el ceño. —Grem quiere a todo el mundo… — Viendo la reacción de Dev, se dio cuenta de cómo debía haber sonado eso. —Pero ha tenido un día muy estresado. Te aseguro que es 100% inofensivo, lo juro. Si normalmente tiene miedo hasta de su propia sombra. Dev repentinamente le ladró al perro, éste pegó un salto y corrió a esconderse debajo de la cama tan rápidamente como sus piernas le permitieron. —Vale, me lo creo— dijo Dev amistosamente. Nota mental: consultar a David sobre la mejor manera de sobornar a un perro, más gallina que perro, que obviamente me odia. Dev se levantó del suelo. Había sido un día muy largo y necesitaba algo de relax. Se dirigió hacia los niños. —Creo que ya es hora de devolverle a la Srta. Strayer su privacidad. —No os vayáis— se oyó a sí misma decir, bastante sorprendida por la urgencia de su voz. Podía sentir como sus mejillas empezaban a arder. —De acuerdo— contestó rápidamente Dev a la vez que se le formaba una sonrisa. —¿Quieres que hablemos mientras los niños juegan? Lauren asintió y las mujeres se sentaron en los sofás. La mujer joven se sentó primero. Dev luchó contra la necesidad de acomodarse a su lado y se dirigió hacia el sofá de enfrente.

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—Es una falda muy bonita— Los ojos de Lauren recorrieron las piernas de Dev. Debería llevarlas más a menudo. Que piernas más fantásticas. La voz de Dev la devolvió a la realidad. Era el turno de Dev para sofocarse y ésta estiró nerviosamente de la tela. —Gracias— Devlyn se metió una mano en el bolsillo y estuvo buscando algo hasta que la sacó sosteniendo un envoltorio de aluminio. La escritora percibió un aroma suave. —¿Quieres la mitad de mi chocolatina?— Dev le pasó un trozo de chocolate. —¡Claro!— Lauren lo cogió felizmente. ¿Una chocolatina? Gracias a Dios que no estamos en un autobús. *** Febrero de 2021 Martes, 23 de febrero Lauren dejó de escribir y se apartó del escritorio. Inclinó la cabeza en gesto pensativo mientras leía lo último que había escrito. No era su diario personal, aunque sus observaciones personales impregnaban el escrito. Ya las quitaría después… o no. Eso dependería del tipo que fueran y de lo que aportaran o no a la historia. De todas formas, lo que estaba escribiendo era notas sueltas de su "sujeto de estudio". Aunque para ser sólo notas ya llenaban tres carpetas bastante pesadas. La escritora tenía que admitir que su primer mes como biógrafa de Devlyn había sido como una imagen borrosa. Un torbellino de actividad y movimiento, reuniones y compromisos, tratos y sacrificios. Le había costado 29 días acostumbrarse a levantarse a las cinco de la mañana para empezar el día con Dev. Lauren se quejó bastante cuando descubrió que los lunes, miércoles y viernes, la Presidenta y un grupo de agentes del Servicio Secreto se iban a hacer footing. Sonrió para sí misma y empezó a recordar algunos momentos. No era del todo verdad, ellos no hacían footing. Corrían a toda velocidad tres millas como si les ardieran los pies. Su presencia presionó al grupo a reducir un poco la marcha, y Lauren ya conocía a Devlyn lo suficiente como para saber que eso era cosa suya. La Presidenta abordaba sus deberes con la misma concentrada intensidad con la que hacía todo. Dev trabajaba duro. No le importaba mantener alguna conversación interesante mientras hacía su trabajo, lo cual ayudó bastante a Lauren, ya que gracias a eso podía ser atendida frecuentemente por la Presidenta. Dev, no estaba por la labor de frenar un poco el ritmo y eso hizo que Lauren se empeñara en no decaer. Después de la primera semana de trabajo, Lauren

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dejó de desear que Dev estuviera muerta, para desear que fuera ella misma quien lo estuviera. Pero entonces su cuerpo empezó a aceptar esta nueva demanda. Los martes, jueves y sábados, Dev hacía ejercicio en el gimnasio privado de la Casa Blanca durante una hora y media, lo cual Lauren encontraba mucho más soportable que correr. En este aspecto incluso había enseñado a la Presidenta un ejercicio o dos. El domingo era el "día de la familia", y Dev "la no perezosa" (Lauren subrayó estas palabras, dibujando en su cara una diabólica sonrisa) no hacía ejercicio —oficialmente—. Sin embargo hay que decir que la mujer hacía más deporte ese día que cualquier otro, porque siempre daba el día libre a Emma y le tocaba encargarse a ella sola de Ashley, Chris y Aarón. Dev incluso dormía hasta las siete y medio u ocho los domingos, a no ser que algo importante requiriera su atención. Lo cual había pasado durante cuatro sábados sucesivos. Pero en defensa de Dev hay que decir, que se ocupaba de esos asuntos antes de que los niños se levantaran o después de acostarlos. La escritora había descubierto rápidamente que Devlyn estaba siempre trabajando, incluso cuando no lo estaba. Y cuando Lauren podía volver a su habitación y caer agotada sobre la cama, Dev seguía ocupada con una serie de reuniones o llamadas que nunca acababan. Muchas noches Lauren oía desde su cama los pasos de Dev retirándose a su habitación… bastante después de las doce de la noche. Privadamente se preguntaba si alguien podría llevar ese ritmo de vida. Pero a pesar de lo que ella había decidido llamar "el rollo" había también un montón de momentos placenteros que tenía en su mente y la hacían sonreír con sólo recordarlos. Había conocido a la Dev no presidenta, alejada de la Casa Blanca. Lauren tuvo una grata sorpresa cuando viajó con Devlyn en la comitiva presidencial. La sorpresa no se la produjo la comitiva en sí. Bueno, de acuerdo, admitió para sí misma, es una gran experiencia sentir como el mundo entero gira alrededor de ti. Pero lo que fue incluso mejor, fue la oportunidad de tener unos minutos a solas con Devlyn. Y, aunque no estaba segura, parecía que Devlyn se sentía igual que ella. La mujer más mayor sonreía abiertamente mientras se dirigían hacia el coche que las esperaba. Era en momentos como estos, a solas en el asiento trasero de la limusina de Dev, cuando ellas disfrutaban de las mejores conversaciones. En el pasado, Lauren siempre preparaba preguntas que anotaba en un cuaderno para hacerles a sus biografiados. Ahora, con Dev, esto no le importaba. La presidenta siempre estaba deseosa de hablar. Era sincera y divertida. Lauren no estaba segura de cómo había pasado, pero un día se escuchó a sí misma riéndose y contándole a Dev sobre sus días de instituto. Había olvidado por completo su afán de investigación a la sombra de las risas y la camaradería. Se estaban convirtiendo en amigas, Lauren podía sentirlo. Y, mientras profesionalmente estaba segura de que era una mala idea, personalmente, no podía encontrar ni un mínimo de voluntad 44

para luchar contra eso. Le gustaba Devlyn Marlowe, y cuanto más la conocía, más la quería conocer. El tiempo que no ocupaba siguiendo a Dev como un perrito faldero, lo ocupaba en investigar sobre el árbol genealógico de Devlyn. Para ello consultó a varios genealogistas famosos e incluso a geógrafo cultural. Aunque el linaje de Dev no iba a ser el foco central de la biografía, muchos lectores solían apreciar que empezaras por el principio. No obstante, Lauren no iba a ceñirse a una escritura cronológica, se centraría en el presente y aportaría datos e información de todo tipo que finalmente retratarían perfectamente a la Presidenta de América, una mujer única. Lauren había descubierto un rastro interesante que requería un poco de interés. Todas las evidencias parecían apuntar al hecho de que el tátara-tatarabuelo de Devlyn era un nativo americano, Chipewa para ser precisa, la escritora sospechaba que Dev podía haber heredado su cabello negro, su bronceado y su estructura ósea, de esa parte de la familia. Parecía ser que esta información nunca había salido a la luz porque, a principios de 1800, la familia Marlowe había ascendido socialmente, y durante el siglo XIX, tener un amante indio era algo que nadie con privilegios habría admitido nunca. Lauren pasó la página de su cuaderno. Dejó caer el bolígrafo cuando observó sus nuevas fotos. Una en particular captó especialmente su atención y la sacó de la funda. Era de Dev y los niños, tirados por el suelo de la sala de estar de la residencia. Dev sostenía un libro que le tapaba la cara, y los niños estaban sobre ella. Cada uno tenía su cabeza apoyada en una parte distinta de su cuerpo. Les estaba contando un cuento de hadas. Ella había sido invitada a pasar la tarde con la familia y recordaba cómo había disfrutado de la historia casi tanto como los niños. Dev parecía más joven, su cara más relajada y más feliz. Su pelo negro descansaba alborotado sobre la alfombra, y sus ojos azules se fijaban alegremente sobre las sombras creadas por el fuego de la chimenea. La escritora suspiró sonoramente mientras estudiaba la foto con atención, deteniéndose especialmente en la cara de Devlyn. Tiene unos ojos y unos labios tan interesantes, tan expresivos… Era una foto bonita. Un retrato de felicidad doméstica que a Lauren le era tan ajeno como confortable. Gran parte de su niñez había sido mediocre. Aunque no se había sentido querida, tampoco se había sentido despreciada. Lo que podía definir su niñez era más bien la indiferencia. Sus padres estaban tan atrapados en sus roles de "proveedor" y "ama de casa" que nunca se habían apeado de esa rutina interminable. Ellos habían aceptado su lugar en el mundo con tanta estoicidad que no se habían parado a pensar en su felicidad o en la de aquellos que los rodeaban.

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Los sueños de Lauren de viajar y estudiar nunca habían sido alentados, pero tampoco frenados. Aprendió muy pronto que esperaban que ella se buscase la vida sola, desprovista del apoyo y el cariño familiar. A pesar de todo eso ella los quería, y sentía recíproco ese sentimiento aunque no fuera mediante palabras. Había momentos esporádicos de dureza y severidad en su juventud, pero ella no solía pensar en eso. Había crecido y lo había superado, reduciendo el contacto con sus padres a una llamada de teléfono mensual y unas cortas visitas cada vacación. Lauren miró la foto otra vez y una agridulce sonrisa se dibujó en su cara durante leves instantes, después desapareció completamente. No. Su niñez no había sido ni parecida a esa. Comparó la foto de su mano con otras en las que Dev estaba en su papel de Jefa Ejecutiva, exudando poder, intelecto y determinación por todos los poros de su piel. Lauren sonrió asombrada. Cada foto representaba perfectamente aspectos distintos de la personalidad de Dev. Nunca estaba metida en un papel o fuera de él, todos esos aspectos eran ella, no fingía. Al principio, cuatros años estudiando la vida de Devlyn parecía más una sentencia de castigo que una oportunidad. Ahora Lauren se preguntaba si cuatro años serían suficientes. *** Viernes, 19 de febrero —Bien. — David se sentó justo enfrente del escritorio de su jefa sosteniendo unos cuantos periódicos en sus brazos. —Veinticuatro días no es un mes. Dev ni se molestó en levantar la vista, sólo suspiró y extendió la mano. —¿Qué?— preguntó con una voz que se situaba en algún lugar entre la decepción y la sorpresa. —Te.— dejó caer una copia del Washington Post en el escritorio delante de Dev —lo.— Lo siguiente que dejó caer fue el New York Times —dije.—. A continuación Los Ángeles Times. Finalmente dejó caer de golpe el resto de periódicos que cargaba. Dev buscó entre ellos hasta que encontró The Columbus Dispatch. —Oh mira. Están intentando adivinar que causó la explosión en la fábrica de pólvora— soltó un profundo suspiro. Se mordió los labios mientras se rascaba la cabeza con un dedo en gesto pensativo —¿Podría haber sido… Ohh, no lo sé… la pólvora? —La mitad superior de la portada, Sra. Listilla— David desplegó el periódico y apuntó con el dedo y con la barbilla.

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Devlyn dio un pequeño recorrido por la página en cuestión —Ah, ¿te refieres a esa pequeñita columna, de apenas dos centímetros de largo, que anuncia que ha sido contratada una biógrafa?— resopló —Pues qué bien. —Esa columna es amable contigo porque es un periódico de tu ciudad y lo sabes. El New York Post te está comparando con Bill Clinton y quiere saber si tú y Lauren estáis jugando a las casitas en la Casa Blanca. Ella sonrió pícaramente —No, pero podías llamar a la Asociación Médica Americana y hacerles saber que no me importaría jugar a los médicos con… — Dev enseguida se mordió la lengua y miró al sorprendido David, que prácticamente tenía los ojos fuera de las órbitas. —No has oído nada— Le dijo amenazándole con el dedo. —¡Yo no he dicho eso! —¡Oh, sí que lo he oído! ¡Y… sí que lo has dicho!— Nerviosamente se ajustó la corbata. Esto no era bueno, de hecho era muy malo. —Deeeeeeeev— pronunció su nombre amenazadoramente. —¿Qué pasó con Sra. Presidenta? Dios, incluso prefería Wonder Woman a ese Deeeeeeeeev — Devlyn imitó su tono de preocupación perfectamente. —¿Qué me estás diciendo con esto? Su voz era tranquila, y Dev se sintió como un niño pillado con las manos dentro de la caja de galletas… — Nada, lo juro— en vez de cruzar los dedos cruzó su corazón. —No está pasando nada; no va a pasar nada— Dev frunció el ceño, incapaz de controlar cómo se sentía ante esa posibilidad. —Ella está escribiendo un libro, y yo soy la protagonista de ese libro. Final de la historia. —Yo creo que te quejes demasiado— apartó la taza de café que había delante de Dev y se inclinó sobre la Presidenta. —Algo está pasando entre tú y Lauren Strayer, ¿verdad? —No— ella lo miró firmemente. Él estudió su rostro. Le estaba diciendo la verdad, más o menos. —¿Quieres que pase algo entre tú y Lauren Strayer?— David preguntó, eligiendo cuidadosamente las palabras para que ella no se pudiera escapar. Los ojos de Dev se abrieron como platos. Ella no esperaba esa pregunta. Maldito seas, David. —No— Después sacudió la cabeza, sabiendo que eso era una mentira de las gordas. —Quiero decir, sí— pero eso tampoco era del todo cierto —Mierda, quiero decir… "Tal vez ".— Dios hablo como una Demócrata. —No lo sé, David. La mirada de David se suavizó al observar la confusión y la angustia en la cara de su amiga. 47

Se reclinó un poco, sentándose sobre el borde de la mesa mientras esperaba que Devlyn continuara. —Sólo sé que cuando estoy en una habitación con ella, me siento como una tonta quinceañera. Pienso en ella todo el tiempo. Me pregunto qué estará haciendo, qué estará pensando— por qué siempre huele tan bien, qué lleva puesto, añadió para sí misma. Dev se sentó, girando el sillón hacia la ventana para observar el cielo nublado. —Creo que he estado sola tanto tiempo que había olvidado cómo era pasar el rato con alguien que te hiciera sentir a gusto… confortable. —Lauren no quiere nada de mí que no sea hablar sobre mí. Quiero decir que… sé que sólo está haciendo su trabajo. Pero a veces parece algo más. Como si de verdad le importara lo que creo y siento. No es como si me estuviera observando y estudiando para el libro. David soltó un bufido de frustración: No quería ver a su amiga dolida, y Lauren, sin saberlo, podía acabar con su carrera y con su corazón. Pero, por otro lado, era hora de que Devlyn empezara a vivir otra vez. Samantha había sido el amor de su vida, pero esa vida se había terminado. Dev había empezado una nueva en el momento en que su mujer murió. David estaba de acuerdo con el hecho de que estaba bien volver a sentir de nuevo… incluso aunque el momento y las circunstancias no fueran las mejores del mundo. —¿Se siente uno bien… eh? Ella asintió sin girarse, pero él pudo observar una frágil sonrisa reflejada en la ventana. —Sí — admitió suavemente —Ya lo creo. David dio la conversación por terminada, lo que no era muy difícil cuando Dev estaba pensando en algo. Se mordió el borde del bigote durante un momento, y cuando iba a hablar de nuevo, tocaron a la puerta y Lizza entró en el despacho. —Siento la interrupción, Sra. Presidenta— Lizza miró el reloj por octava vez en los últimos cinco minutos. —Es hora de la conferencia de prensa. —No hagas que esa chica necesite un tranquilizante — dijo Jane desde algún lugar detrás de Lizza. Lizza sonrió. Jane se atrevía a decirle cualquier cosa a su jefa, y, para Liza, la secretaria de Marlowe era como una diosa de primer orden. Dev entornó los ojos. —Claro. Por supuesto— Se giró y cogió su chaqueta de la percha pasándosela a David. Era como un ritual, él la sostenía mientras ella se metía dentro. Acto seguido ella se la abotonaba mientras él le arreglaba el cuello. Era un gesto simple que hablaba del afecto y la amistad que ambos compartían. Dev había hecho lo mismo para él en incontables ocasiones. La presidenta cogió unos folios de una carpeta negra. —Manda un ejemplar de cada uno a 48

Lauren — dijo refiriéndose a los periódicos. —No quiero que esté ajena a esto. Y… ¿Podrías decirle que siento todo esto? David asintió. —Ya lo he hecho. Y le he pedido que no asistiera a la conferencia de prensa hoy. Le dije que la llamarías en cuanto acabara… —Bueno chico. Sabía que había una razón para contratarte. —Sí. Mi encantadora personalidad y mi buena presencia. Dev estalló en carcajadas. Pellizcó a David en la barriga, haciendo que éste se arrepintiera instantáneamente de desayunar todos los días en McDonald’s. —No, es porque eres el que mejor lleva todos los asuntos, y ambos lo sabemos— Dev salió y cogió las tarjetas de Liza con las chuletas y se las metió al bolsillo. —¿Me estás diciendo que no tengo buena presencia?— Cuadró los hombros indignado y arrugó la nariz. Dev sonrió —Yo nunca diría eso. Tu mujer me patearía el culo. —Sra. Presidenta, nos tenemos que ir ya — le recordó Liza. *** Lauren abrió el papel doblado. Su boca todavía estaba abierta debido al último artículo que había leído. Aunque era imposible, su cara se volvió de un rojo más fuerte cuando divisó las siguientes palabras. —¿Jugar a casitas? ¿El pequeño juguete de la Presidenta? Hizo una bola con el papel y lo arrojó al suelo donde una cantidad de pelotas similares cubrían los pies de la cama. —¡Aahhhhhhhh… babosos hijos de puta!— Acto seguido observó quién firmaba el artículo y resopló enfadada. —¡Eras una idiota en el instituto, Marjorie! ¡Y lo sigues siendo! Gremlin aulló y se escondió bajo la almohada de Lauren. Una voz inexpresiva sonó por toda la habitación. —Tiempo estimado para la conferencia de prensa, un minuto. Activar imagen. —¡Activación autorizada… ummmm… mierda… 186… emmm, 1868… agh! Pausar activación. Intentó recordar el número. Michael le había informado de que los cuatros últimos números de su seguridad social eran una contraseña inaceptable y había insistido en que eligiera otra. Lauren aceptó sólo para que se callara y se fuera de la habitación. Se había arrepentido desde entonces. 49

Cogiendo a Gremlin por las piernas de atrás, lo sacó de debajo de la almohada. —Sal… — acarició una temblorosa pierna mientras seguía intentando sacarlo de donde estaba. —¡… sal de ahí cobarde! ¡No estoy enfadada contigo! Una vez que lo liberó, lo sujetó bien y le miró el collar. Las tachuelas brillantes se reflejaban en sus gafas. Levantó la voz y leyó su número de licencia. —Activación autorizada 1868GH89ZDC — ¡Que alguien intente adivinar ese código! Pensó desafiante. La imagen de video tomó la forma de una impresionante Devlyn, la cual estaba justo al lado de la Secretaria de Prensa Allen, a unos cuantos metros del podio de la sala de prensa, y justo enfrente del escritorio de Lauren. La escritora pensó que la imagen que una vez le había parecido tan vívida e intensa, ahora se quedaba corta en comparación con la mujer real. Además, yo estaba drogada aquella vez. Gremlin empezó a ladrar a la mujer de cabello negro. Incluso en la mejor de las circunstancias, no podía evitar mostrarse "feroz" con ella. —¡Para!— Lauren colocó la mano alrededor del hocico del animal y lo puso sobre sus piernas. —Y por última vez, tú no puedes morder eso… es sólo una imagen. Él le dirigió una esperanzada mirada mientras movía el rabo sin parar. Lauren entornó los ojos. —No puedes morder a la real tampoco. Ahora tranquilo que va a empezar— Ausentemente besó la cabeza del animal y cruzó las piernas al estilo indio. — Devlyn se ocupará de esto— asintió Lauren —Ellos no saben lo que se les viene encima. Dev se desplazaba hacia adelante y hacia atrás mientras esperaba que la Secretaria de Prensa la anunciara. No podía evitar preguntarse cómo se estaba tomando Lauren esta noticia. Lauren es una mujer razonable y madura. Entenderá que esto es inevitable y que realmente no podía ser solucionado. —¡Despelléjalos a tiras, Dev!— Coreó Lauren. —Damas y caballeros, la Presidenta Marlowe responderá algunas preguntas sobre los temas que hemos tratado esta mañana… — La Secretaria de Prensa Allen, ajustó el micro al podio para que fuera más cómodo para la altura de Dev. Dev salió y las cámaras se fijaron en ella. Cuando tomó su lugar, su mirada inconscientemente se dirigió al lugar donde solía estar Lauren. Aguantando la respiración y esperando que la decepción no se mostrara en su cara, Devlyn saludó a la prensa. —Buenos días. Murmullos de "Sra. Presidenta" y "buenos días" le respondieron.

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Devlyn colocó sus notas en el podio. —Empecemos con el tema del Registro de ADN, ¿de acuerdo?— Apuntó a un hombre de la sala y sonrió. —Pregunta, Bill. Sé que estas deseando saber sobre esto. El calvo reportero del Chicago Tribune se levantó y ajustó la grabadora, dudando durante unos segundos sobre hacer o no la pregunta. —De hecho, Sra. Presidenta… ¿Qué nos puede decir sobre Lauren Strayer? Lauren gruñó fuertemente. —Ponlo en su sitio, Dev. La expresión de Dev se endureció un poco, pero contestó elegantemente. —Es una muy talentosa biógrafa, y estoy encantada de que aceptara a escribir la mía. —¿Qué?— Exclamó Lauren a la imagen de Dev. Soltó a Gremlin, el cual corrió a esconderse otra vez. —¿Eso es todo?— El tono de la escritora era incrédulo. —¿Eso es todo lo que vas a decir? Dev hizo un gesto a una mujer que estaba en medio de la sala. —Vamos, Kathleen. Estoy segura de que tú puedes hacerlo mejor. La corresponsal de la CNN se levantó, apartando un pequeño mechón de sus ojos. —No estoy segura de eso, Sra. Presidenta. Quizá usted podría darnos algunos detalles como… ¿cuándo se mudó la Srta. Strayer a la Casa Blanca? O… ¿Por qué fue instalada en las habitaciones VIP? ¿Por qué en la residencia? No hubo un comunicado a la prensa sobre eso. ¿Qué están escondiendo? —¡Nada idiota! ¡No estamos escondiendo nada!— Lauren se quitó las gafas y las tiró a la cama. Dev miró fríamente a la reportera de la CNN. —Sólo porque no comunique cada detalle de mi vida privada a la prensa, no significa que esté escondiendo nada— añadió Dev. —Oh, Dios mío— murmuró Lauren, tapándose la cara con las manos. La Secretaria de Prensa Allen, que estaba esperando detrás, cerró los ojos mientras soltó una serie de improperios. Se giró hacia David, —Dime que no ha dicho la palabra "privada". David contestó —No creo que pretendiera decir lo que hemos entendido… — Negó con la cabeza. —Salimos de Guatemala y nos metemos en Guatepeor, amiga mía. Dev supo inmediatamente que había metido la pata, y no fue sólo porque la sala estallara en preguntas.

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—¿Dónde conoció a la Srta. Strayer? —¿Desde cuándo la conoce? —¿Cómo es intentar tener una cita como Presidenta de los Estados Unidos? —¿Es realmente rubia? Dos ojos claros desaparecieron en el cabello de Lauren. —Nunca tendréis el placer de saberlo, amigos— contestó enfadada. Devlyn silenciosamente soportó el aluvión de preguntas. Consideraba que lo que ocurriera en su residencia privada era privado, a pesar del hecho de que Lauren estuviera allí como profesional. Pero, ¿por qué no tengo la impresión de que la prensa piense de la misma manera? ¡Mierda! —¿Le cae bien a sus hijos? ¿Cómo se sienten ellos ante el hecho de que viva con ustedes? Con esa pregunta, las mejillas de Dev se encendieron a la vez que soltaba un profundo suspiro justo antes de contestar. —Señoras y caballeros, sé que la Secretaria de Prensa Allen vino aquí y les dio un panfleto sobre cinco partes importantes de la legislación. Estoy trabajando en eso. Vine aquí para contestar preguntas sobre esos y otros asuntos importantes que atañen a nuestra nación. Los ojos de Lauren estaban clavados en Dev. —No he venido para contestar preguntas sobre algo que no tiene interés… —¿Que no tiene interés? — Lauren saltó tirando sus gafas contra el suelo —He sido crucificada en todos los periódicos del país, y ¿no tiene interés?— Le gritó al holograma de Dev. —¡Muchas gracias! Un coro de voces protestó y Dev levantó sus manos para callarlos. —Estoy muy segura, que el pueblo americano está mucho más interesado en cómo pretendo hacer posible que los niños tengan un buen servicio médico. O en si habrá o no un programa de seguridad social cuando acabe mi presidencia. La Secretaria de simultáneamente.

Prensa

y

David

se

miraron

mutuamente,

entornando

los

ojos

—Y cuando estéis dispuestos a hablar sobre esas cosas, hacédselo saber a la Secretaria de Prensa Allen y volveré. Vuestra actual serie de preguntas es una pérdida de mi tiempo y de dinero público. Que tengan un buen día, damas y caballeros. 52

Y con eso, abandonó la sala. Necesito ver a Lauren. *** Lauren estaba sentada en su cama con la cabeza entre sus manos. Su carrera se estaba desmoronando. ¿Qué era una historiadora y biógrafa en la que no se podía confiar para ser objetiva y honesta? Nada. Dios, voy a acabar escribiendo la vida de Ricky Martin. Lo sé. La mujer rubia oyó como tocaban a la puerta. —Vete. Devlyn presionó la frente contra la puerta de Lauren. No le importaba si la veía alguien. — Lauren, por favor, dame un momento. —Has tenido tu momento. Y, si no recuerdo mal, decidiste no hacer ningún comentario—. Pero a pesar de ella misma, se sentía atraída hacia la puerta. Dio varios pasos hacia ella, pero decidió que aún no estaba preparada para ver a Devlyn. En lugar de eso, se cayó sobre la mesa de café, haciendo que ésta se desplomara por su peso. Devlyn golpeó la puerta varias veces más, habría acudido en su ayuda cuando oyó el estruendo. Cuando ésta había vuelto a su posición, preguntó suavemente. —¿Estas bien?— Dios, es cabezota. —Venga, déjame pasar, por favor. Al menos deja que me disculpe cara a cara… Lauren se levantó del suelo. Genial. Ahí van a ir a parar mis próximos diez cheques. Espero que a Gremlin le guste la comida para perros sin marca. Su mirada viajó hasta la puerta. Dev parecía sincera. Cruzó la habitación y abrió la puerta sólo un poco. —¿Sí? Ahora que estaban cara a cara, Dev se encontró sin palabras. Pero al mirar esos brillantes ojos grises la frase le salió rápidamente. —Lo siento. Lauren sintió una punzada en el pecho cuando vio el arrepentimiento dibujado en la cara de Dev, y luchó contra la urgencia de aceptar las disculpas de Dev inmediatamente. Pero las palabras de la conferencia de prensa estaban todavía en la mente de la escritora. Le dio la espalda a la escritora y caminó por la habitación. —¿Por qué te disculpas por algo de tan poca importancia como la carrera que me he estado labrando durante toda mi vida, Presidenta Marlowe? Devlyn se estremeció ante el frío tono en el que Lauren pronunció su cargo. Por no mencionar el hecho de que no disfrutaba que sus propias palabras se volvieran contra ella. Paciencia. —Sí — suspiró —Sé que eso sonó mal. Lauren, yo no quería decir, ni siquiera dar a entender, que tu carrera no fuera importante. Sólo que era un asunto en el cual el pueblo no tenía por qué inmiscuirse. Lo siento.

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Lauren sacudió la cabeza. Las disculpas eran buenas, pero Devlyn parecía no comprender lo que esto significaba para ambas. —Yo observo, escribo lo que veo. ¡No puedo ser un objeto de especulación!— ¿Tan ciega estoy que no he visto esto venir? —Tenías una oportunidad para acabar con todo esto y no lo hiciste. Me prometiste que me ibas a apoyar y no lo has hecho. Si no soy creíble, soy inservible como tu biógrafa— Ni como la de nadie. La Presidenta se mantuvo firme mientras las acusaciones de Lauren la golpeaban, —¡Tú no eres inservible, y nunca lo serás! Lauren, si yo me tomo esto como algo importante e intento explicarlo, no desaparecerá. Lo mejor que se puede hacer es dejar que siga su curso, y que muera lentamente. Confía en mí, mañana… Bueno vale, quizás no mañana, pero la semana que viene o el mes que viene, esto sólo será un recuerdo y el mundo se volcará a otros cotilleos… Dev ignoró los hombros caídos de Lauren y siguió presionando, cuando lo que realmente quería hacer era darle un abrazo. —¿No me has estado observado estos días? ¿No has visto como a veces saltaba de un tema a otro tan rápido que a veces me sentía como un canguro? Si no te has dado cuenta, quizás no eres la persona que buscaba para este trabajo… La mujer de pelo negro apretó su mandíbula durante unos segundos, después soltó un fuerte suspiro. No quería decir la siguiente frase, pero sabía que tenía que hacerlo. —No estamos implicadas en nada y… bien… por supuesto… no eres una prisionera. Eres libre de marcharte en cualquier momento con las más altas recomendaciones que te pueda ofrecer. Los hombros de Lauren cayeron aún más y Devlyn sintió como sus tripas se revolvían ante la certeza de lo que había causado. —Sólo quiero que sepas que siento todo lo que ha pasado. Yo nunca te haría daño intencionadamente, Lauren— Por favor, créeme. La escritora cerró los ojos ante las palabras de Devlyn. Nunca había culpado a Dev de lo sucedido, sólo de no solucionarlo de una manera distinta. ¿O sólo estoy decepcionada porque no lo solucionó a mi manera? —¿Marcharme?— susurró débilmente. ¿Quería irse? No. Lo que ella quería era que el día empezara de nuevo, y no tener una pila de periódicos y una sala llena de periodistas preguntando sobre su moralidad y profesionalidad. Su enfado empezó a disolverse, cuando se giró y miró a unos afectados ojos azules, los suyos se llenaron de lágrimas. —Pero no hemos hecho nada malo. ¡No es justo!— Sabía lo infantil que sonaba, pero en ese momento no le importaba. Era la verdad. Los labios de Dev se curvaron en una sonrisa triste. —Sé que eso es la verdad y tú también. Eso es todo lo que importa, porque mañana ya no seremos noticia… — Se mordió el labio, pero no podía dejar de hacer la pregunta que le quemaba en la lengua. —¿Sería muy horrible para ti? Quiero decir… que la gente pensara que hubiera algo entre nosotras. Dejando de lado lo del trabajo—. Ha sido una estupidez, Marlowe. Si hasta yo estoy confundida.

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Lauren negó con la cabeza mientras se le escapaban unas cuantas lágrimas. Se las secó enfadada, odiaba que su primera reacción cuando se enfadaba fuera gritar. La segunda era llorar. Y, para colmo de males, Devlyn había presenciado ambas. —Yo… um… — ¿Le estaba preguntando si le molestaba por el hecho de ser las dos mujeres? No estaba muy segura pero lo supuso. —No es eso. La voz de Devlyn era ahora más suave. Recorrió los últimos pasos que la separaban de ella, no deteniéndose hasta que estaba lo suficientemente cerca como para observar las brillantes lágrimas que aún reposaban en sus pestañas… — Es duro que todo lo que haces sea observado y estudiado bajo un microscopio. Confía en mí, lo sé. Sólo necesito que creas que lo siento de verdad… Suspiró fuertemente. —Si te quieres resignar, lo entenderé. Y me aseguraré de que Sharon dé un comunicado a la prensa explicando las cosas. Sólo hazme saber lo que quieres. En cualquier caso, si hay algo que pueda hacer, házmelo saber también. Sus ojos se cerraron, y Lauren se sintió incapaz de romper la intensa mirada de Dev. —¿Es eso… quiero decir… quieres que me resigne?— Nunca había estado tan cerca de Dev y sintió un inexplicable deseo de acercarse incluso más. Dev negó con la cabeza. —No. Eso es la última cosa que quiero. Lo que deseo es que estés feliz y cómoda aquí. Lauren asintió. No sabía si todavía era posible, pero estaba determinada a intentarlo. La escritora levantó la mirada. —No me rindo fácilmente, Devlyn. — Se apartó las lágrimas que le quedaban. Dev movió las manos cuidadosamente y tan despacio que Lauren pudo notar su temblor. —Ya lo sé. ¿Por qué crees que te quería a ti? Lauren sonrió cuando unos suaves dedos acariciaron sus mejillas, secando gentilmente sus lágrimas. Se rió nerviosa, inclinándose inconscientemente ante la caricia de Dev. —¿Hemos discutido? —Vale. Porque acabo de descubrir que odio discutir contigo— Dev sonrió, el alivio que sentía la hizo incluso marearse. Permanecieron ahí, inmóviles durante un momento, finalmente Dev apartó la mano de la mejilla de Lauren. —A veces, después de discutir con una amiga, un abrazo se agradece mucho— Dev no estaba segura si se estaba adentrando en terrenos pantanosos con la escritora. Lauren no necesitó ninguna invitación. Se inclinó rodeando con sus manos la sólida figura de 55

Dev, suspirando aliviada cuando la presidenta la correspondió con un abrazo aún más fuerte. Su cara estaba contra la camiseta de Dev, y su corazón iba a mil. Pero también pudo notar como el pulso de Dev no era muy diferente al suyo. En esa posición tan agradable, respiró profundamente y percibió el delicado perfume de la Presidenta. Oh, Dios. Devlyn presionó su cara contra el suave pelo de Lauren. Esperaba que la mujer no pudiera sentir su corazón, el cual estaba a punto de salirse del pecho. Apretó a Lauren un poco más y entonces se dio cuenta de que los dos o tres segundos que duraba un abrazo amistoso se habían acabado y tendría que soltar a Lauren. Dev estaba a punto de hablar cuando la puerta de Lauren se abrió. Cuando levantó la vista encontró a Christopher y Aarón plantados mirándola. La mirada de Lauren voló hacia la puerta y se quedó sin saber que hacer mientras los niños seguían mirando, ignorantes de la tensión que había a su alrededor. —El perro— susurró Dev a Lauren en el oído. Su cálido aliento causó un suave temblor en la escritora. —Están aquí por él. Lauren silbó de repente y Gremlin asomó la cabeza por debajo de la cama. Éste vio a Devlyn y ladró. —¡Gremlin!— Los niños gritaron felizmente. El perro atravesó la habitación, pero no sin parar antes enfrente de Devlyn y ladrarle de nuevo. Acto seguido, corrió hacia los niños, quienes inmediatamente empezaron a jugar con él, olvidándose del hecho de que su madre y Lauren estuvieran todavía envueltas en un holgado abrazo. —¡Es increíble! ¡Gremlin los hipnotiza! —Es verdad. Mis hijos son esclavos del culto a Gremlin. Ambas estallaron en carcajadas y se soltaron mutuamente. Dev observó la mesa rota. —La próxima vez que te enfades conmigo, deberías pegarme a mí. Dudo ser tan valiosa como esa mesa. —Oh, Dios mío. — Lauren exclamó marcando aún más su acento sureño. —¿En cuánto está valorada?— No es que me interese. Pero seguro que Michael Oaks me pasa una factura, por eso debo saberlo. Los ojos de Lauren se abrieron de golpe. —Estaba— dijo débilmente. Debería no haberme levantado esta mañana de la cama. Bueno excepto por ese abrazo. Me levantaría cualquier día a cambio de uno de esos. 56

—Sí. Estaba… — Dev prosiguió. —Oí que le hicieron una tasación el año pasado. Era muy cara para asegurarla. Lauren pudo percibir una sonrisa en el rostro de Dev. —¿Tasación… eh?— Su tono era escéptico. Dev se rió. —De acuerdo ¿te haría sentir mejor saber que la compré en un mercadillo cuando iba a la universidad, pagué por ella cuatro dólares y la pulí yo misma? Vino conmigo desde Ohio. —¡Tramposa! ¿Significa eso que no voy a tener que vender un riñón? —Nada de riñón. Pero me debes cuatro pavos. *** —Vamos, entra— Lauren abrió la puerta de su habitación. Una suave luz amarilla que había dejado encendida iluminaba la estancia. —Te va a encantar esta foto. La saqué a la hora de comer. Estaba dando un discurso al Congreso. Las cejas de Dev se arquearon a más no poder. —¿Ashley?— Por favor dime que no es Republicana. Las mujeres se detuvieron delante del escritorio de Lauren. La mujer más baja sonrió y le tendió a Devlyn la foto. —Uhh, huh. Dev sonrió y mantuvo la foto al nivel de sus ojos. —Por eso lleva puesta mi chaqueta— La prenda llegaba prácticamente hasta el suelo en el cuerpo de esa niña de siete años. Las mangas le colgaban de modo que las manos eran invisibles. —Es tan guapa. —Es igual que tú. Devlyn sintió como el rubor se subía por la cara. —Supongo— admitió tímidamente, aunque Lauren pudo oír el orgullo que emanaba su voz. —Samantha siempre me decía lo mismo— Dev se detuvo de golpe como si hubiera dicho algo malo. Sintió un dejo de culpa. Se dio cuenta de que no había pensado en Samantha durante días… no había dicho su nombre en semanas. Las lágrimas llenaron sus ojos, saliendo tan rápido que apenas las pudo detener. Lauren acarició suavemente el brazo de Devlyn. —La echas mucho de menos, estoy segura— sonrió. Cuando Lauren se divorció de su ex-marido, no hubo lágrimas. Ella estaba más decepcionada por haber fallado en el funcionamiento del matrimonio que por perder a su marido. Mirando a 57

Dev, Lauren se sintió un poco avergonzada por no haber experimentado nunca la pérdida que evidenciaba la cara de la Presidenta. Dev asintió. —Era una persona muy especial. Pero el mundo sigue su curso— Aunque me haya tomado mucho tiempo descubrirlo. Sus ojos se clavaron en los de Lauren. —No creo que haya nacido para vivir sola— una esperanzadora sonrisa se dibujó en su cara. —Es más divertido vivir con alguien. —Depende de ese alguien— dijo seriamente Lauren. La voz de Dev era igual de seria… — Sí, depende. Una educada voz femenina rompió el silencio de la habitación y Lauren miró hacia la pantalla azul. —Llamada entrante del (865) 555-9537. Llamada realizada desde un teléfono móvil. Causa: emergencia. Lauren contuvo la respiración. Las llamadas de emergencia no sonaban en el teléfono. Una voz automatizada las respondía. Y había tenido el móvil apagado todo el día. Aunque ella llamaba una casa una vez al mes, nunca había recibido una llamada de larga distancia de sus padres. No importándole la presencia de Devlyn en la habitación, aceptó la llamada. —¿Lauri?— Una voz de hombre con un acento mucho más pronunciado que el de Lauren irrumpió en la habitación. —¿Qué pasa, papá? ¿Es mamá? Dev rodeó a Lauren por la cintura, uniéndose para recibir malas noticias. Por favor que no se haya muerto nadie. Pidió Dev. Hubo una larga pausa, después un suspiro. —Ha estado en cama toda la semana. Ya la conoces. Lauren parecía preocupada, y Devlyn quería preguntarle sobre su madre, pero el padre de Lauren habló antes de que pudiera. —¡Por todos los cielos, niña! He estado intentando comunicarme contigo desde esta mañana. ¿Sabes qué hora es? —Sé que es tarde. Acabo de volver a mi habitación… —¿Es que esa señorita Presidenta no te deja dormir? Esto lo dice un hombre que se levantaba todos los días a las 4: 30 de la mañana para trabajar. —No importa eso ahora, papá. ¿Qué sucede? 58

—Te diré lo que sucede— Citó completamente la columna del The Revealer, y las dos mujeres sintieron vergüenza ajena. El periódico había usado la frase "gatita lista y deseosa de sexo". — ¡Todo el mundo el mundo está hablando de eso! Nuestro teléfono ha estado sonando todo el día. He tenido que desconectar esa cosa. ¡Y ahora hay un grupo de periodistas aparcado en nuestro jardín y no se van! —Oh, papá, lo siento mucho. Nosotras nunca quisimos que pasara esto. Y por milésima vez, dile a mamá que deje de leer esa basura— Aunque no es que los periódicos "respetables" fueran mucho mejor… —¿Nosotras?— Esa pregunta fue formulada con tanto rencor como era posible. No era posible que esto fuera verdad. —¿A quién te refieres exactamente con ese "nosotras"? —Ummm… — Lauren intentó decir algo, sintiéndose culpable a pesar que ni ella ni Dev habían hecho nada malo. —Niña, ¿estás viviendo ahí? ¿En la Casa Blanca? —Sorpresa— añadió dudosa —Os lo iba a decir el próximo fin de semana cuando llamara. —¿No se lo habías dicho?— Le susurró Dev en el oído. Lauren se encogió de hombros un poco a la defensiva y se alejó de Dev. Ella había estado fuera cerca de dos años, haciendo la biografía del Cardenal O'Roarke y a ellos nunca les importó en qué lugar estaba exactamente. Nunca le preguntaron la dirección. Estaban contentos con el hecho de tener el número de teléfono, aunque nunca lo usaron. De modo que no se le había ocurrido hacerles saber nada de su exacta ubicación en Washington D. C. Hubo una pausa mientras Howard Strayer cubría el auricular con su mano. —Os dije que te alejarais de esos arbustos, ¡maldita sea! Lauren miró a Dev alarmada cuando oyó el inequívoco sonido de su padre cargando la escopeta. —Sr. Strayer, soy Devlyn Marlowe— intervino Dev. —Por favor, no le dispare a la prensa. Me aseguraré de que la policía local los mantenga fuera de su propiedad. —¡Sí, claro! Y yo soy el Rey de Francia. Lauren se tapó la boca, conteniendo una sonora carcajada. —Yo… um… pero yo sí soy Devlyn Marlowe— Dev persistió indignada.

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—Niña, esto no es cosa de risa. Y para de hacer esa voz tan profunda y grave como si fuera la de un hombre. Creía que eras demasiado mayor para esos juegos. Dos cejas se curvaron en señal de asombro. Dev se puso las manos en la cintura y susurró — ¿Cómo un hombre?— A Lauren, la cual estaba contendiendo sin éxito la risa. —Papá, es realmente la Presidenta Marlowe— dijo finalmente Lauren cuando pudo recuperar el aliento. Se dirigió a Dev. —Di algo mientras estoy hablando, así me creerá. —Sr. Strayer, de verdad que soy yo— Devlyn habló sobre la renovada risa de Lauren. —¿No bromea? —No bromeo— Replicó educadamente, ahora era ella la que sonreía. —Bien, entonces Sra. Presidenta, sólo tengo una pregunta que para usted. ¡¿Qué demonios está haciendo en la habitación de mi hija a las 11:30 de la noche?! Los ojos de Dev se abrieron ante el tono del hombre. Oh, Dios. *** Domingo, 21 de febrero. A la escritora le gustaban los domingos. El cuarto domingo en la Casa Blanca transcurría tranquilo y bastante parecido al de una persona normal. ¿Por qué querría alguien un trabajo como éste? Nunca había tiempo para descansar. Incluso hoy Dev había tenido que asistir a una reunión sobre la crisis del Medio Oriente. Este era el tiempo que tenía reservado para los niños y todos querían salir fuera a jugar con la nieve que había caído durante la noche. El plan de Lauren era quedarse y escribir, a pesar de que sabía que debía sacar a Gremlin pronto a dar un paseo. Lauren estaba arañando un poco de tiempo para ella misma. Sus pequeños ojos grises se posaron en su pequeño compañero, el cual estaba acostado hecho una bola a sus pies. Un sonido fuera de su habitación proveniente de la ventana de al lado de la cama llamó su atención. Por esta podía ver a Christopher y a Aarón, y a sus respectivos agentes, jugando con la nieve y pasando un buen rato. Los dos jóvenes agentes que les habían sido asignados estaban jugando con ellos, y se podía decir que estaban pasando un rato tan divertido como el de los niños. Notó como varios agentes estaban más retirados, observando sin perder detalle la batalla de nieve mientras bebían un líquido caliente para entrar en calor. 60

La mujer rubia se levantó para tener una mejor vista del paisaje invernal y se preguntó dónde estaría Ashley. Sus ojos buscaron con más detenimiento y al final se dio cuenta de que la niña no estaba allí. —Venga Gremlin, vamos a dar un paseo. Gremlin se levantó de un salto a pesar de que estaba roncando sólo un par de segundos antes. Estaba preparado para irse al instante, girando alegremente alrededor de los pies de Lauren mientras esta cogía su chaqueta y la correa. Había varios caminos para llegar hasta el jardín, pero ella eligió la ruta que pasaba por la habitación de los niños y la sala de estar de la Presidenta. Sentada en la entrada, fuera de la sala de estar, estaba la Agente Hamlin. Mientras se acercaban, Gremlin se dirigió a la sala, corriendo delante de Lauren. Voy a tener que dejarte aquí cuando termine este trabajo, ¿Verdad, Gremlin? Cuando llegó a la puerta, la escritora se paró, inclinándose sobre el marco y mirando a la niña de cabello oscuro, la cual tenía unos cuantos libros para colorear enfrente de ella. Su abrigo y su gorro, estaban en la mesa al lado de los colores. Gremlin dio un pequeño ladrido y Ashley inmediatamente levantó la vista, saltando de la silla y dejándose caer sobre la alfombra para acariciar al perro cariñosamente. Gremlin estaba encantado y ronroneaba como si fuera un gato. Lauren sabía que el perro se sentía en esos momentos como si estuviera en el paraíso canino. La mujer se quitó las gafas y las metió en un bolsillo de la chaqueta, sabiendo que al salir se le empañarían y serían poco útiles. Además, eran bifocales y ella realmente sólo las necesitaba para leer y escribir, aunque era más fácil dejárselas puestas todo el día y olvidarse de ellas. — Hey, estábamos a punto de ir a dar un paseo. ¿Te gustaría acompañarnos? Ashley levantó la mirada y negó con la cabeza. Pero la mirada triste de la niña le dijo más que si hubiera hablado y dado una explicación. Ella entró en la habitación y se arrodilló al lado de Gremlin. —¿Estás segura?— preguntó amablemente. —Tus hermanos están teniendo una guerra de bolas de nieve. ¿Por qué no estás fuera con ellos? Ashley miró hacia la puerta pero no dijo nada. Lauren suspiró —Vamos, creo que Gremlin quiere jugar. Y yo estoy un poco cansada de esta mañana. Me harías un gran favor si jugaras con él y lo sacaras fuera. —¿De verdad?— preguntó interesada, mientras el perro le lamía la mano. —Claro.

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—¿Pero no hace mucho frío fuera? Lauren apretó los labios. ¿Desde cuándo a un niño le importaba la temperatura cuando había que salir a jugar? —Bueno, supongo. Pero te abrigarás mucho, ¿verdad? Y siempre podemos volver dentro si no aguantamos… —Vale— La niña se puso contenta de inmediato. —Bien— asintió Lauren. —Ponte tu abrigo, los guantes y… — miró la gran cantidad de ropa que había en la mesa —Y todo lo que está en esa pila, yo iré a hablar con la Agente Hamlin. Ashley no se molestó en contestar; estaba poniéndose las botas a toda prisa. Lauren se dirigió hacia la puerta. Se asomó y habló muy tranquila —Levanta tu culo de esa silla y prepárate para salir. Ashley y yo vamos a sacar a Gremlin a pasear. No hace demasiado frío para divertirse un poco fuera. ¿Qué piensas que están haciendo sus hermanos en este momento?— Dios, ahora me explico porque Ashley no estaba jugando fuera con su agente. Esta mujer actúa como la mujer de hielo. ¿No es Emma suficiente estricta? —Pero… — La agente miró a Lauren y su protesta murió en sus labios. Lauren se giró y vio como Ashley y Gremlin se dirigían hacia ella felizmente. Cuando Lauren y Ashley salieron al pasillo, oyó como la agente decía por detrás de ellas. —La Princesa y Súper Ratón están en movimiento. Nos dirigimos a sacar al perro a pasear. ¿Súper Ratón? ¡Súper Ratón! Ooooooh… Devlyn Marlowe, espero que ese apodo no haya salido de ti. Después se rió recordando el nombre que David había propuesto para que el Servicio Secreto llamara a Devlyn. Mientras Lauren seguía a Ashley y a Gremlin esperaba que su apodo no le encajara tan bien como a Devlyn el suyo. Espero que tu reunión esté yendo bien, Wonder Woman. *** Viernes, 26 de febrero Estaban sentadas en la sala de estar de Devlyn. Cansadas. Lauren miró su reloj. Eran casi las dos de la noche, y ellas habían estado en pie desde las cinco de la mañana. Llevaban casi veinte horas levantadas. Miró la cara de la mujer que estaba enfrente de ella, la cual daba un sorbo de su vaso de leche. Dev pasó un plato de galletas a Lauren. Suspiró y extendió una pierna sobre la mesa de café. La chimenea estaba encendida, pero Dev no creía que las llamas fueran las responsables de

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las sombras que apreciaba bajo los ojos de Lauren. Había sido un día duro y ella misma estaba que no se tenía en pie. —¿Cansada?— preguntó retóricamente. Lauren la miró como si estuviera loca, pero contestó la pregunta de todos modos. —Dios, sí. Estoy muerta— La escritora miró su vaso de leche sin ganas. No había bebido leche desde que era una niña. ¿Cuál era la obsesión de Emma con este líquido? Cuando ellas entraron en la sala, la mujer mayor, con el pelo lleno de rulos, le dio un vaso de leche a cada una y acto seguido se fue a la cama sin pronunciar palabra. Era muy rara. —No sé cómo haces esto cada día. Y no sé cómo puedo seguirte— dijo la escritora —No estoy segura de cómo vamos a sobrevivir cuatro años— Cogió un par de galletas Oreo y las puso en sus piernas, sin importarle un pepino que estas mancharan su falda de color crema. Para eso inventó Dios el lavado en seco. Le devolvió el plato a Dev. —De hecho, hoy fue un poco más duro de lo normal y lo sabes. El pequeño ataque del Secretario de Defensa fue inesperado, y eso trastocó totalmente mi agenda… —Ese hombre— Lauren abrió una Oreo chupando la crema y quitándola con los dientes —es un idiota. Dev asintió, metiendo su galleta en la leche hasta que quedó bien empapada. —Me odia. —Entonces es más idiota de lo que pensaba. ¿Por qué te odia?— Lauren gimió un poco mientras bebía su leche. ¡Estaba buena! —Porque sí— Devlyn metió rápidamente la galleta mojada en su boca, —y… estas son sus palabras no las mías: —Dev imitó el profundo acento de Boston —Es más falsa que un billete de tres dólares. —¿Toda esa basura de hoy era porque eres gay? La mujer alta resopló. —Muchas personas me odian porque soy gay— dio un trago de leche y una diabólica sonrisa cruzó sus labios, causando que la leche se saliera de la boca. Dev se inclinó un poco y susurró en tono de conspiración —Quiero que el Tesoro Federal imprima billetes de tres dólares solo para joderlo. Lauren estalló en carcajadas y sólo fue capaz de evitar regar a Devlyn de los trozos de galleta que salían disparados de su boca, colocándose la mano delante. Una sonrisa se dibujó en sus labios. —No deberías querer empezar con algo tan drástico. Quizás podrías empezar con algo un poco más pequeño. Por ejemplo, con sellos para coleccionar de Devlyn Marlowe en un fondo arcoíris… — Yo me compraría hasta el álbum. Después la cara de Lauren se volvió seria —¿Por qué tener un miembro del gabinete que te odia?— Miró envidiosamente los pies descalzos de Dev.

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Dev, notándolo, movió alegremente los dedos de los pies. —Quítatelos. Ah, y ya que lo has dicho, tienes que estar muerto para que pongan tu cara en un sello. No le voy a dar esa satisfacción. Rápidamente, Lauren se quitó sus zapatos. Suspiró aliviada ante la sensación del suave y frío parquet contra sus calcetines. —Venga— la animó Dev moviendo sus dedos otra vez —Es mucho mejor si los pones encima de la mesa. —¿Estás segura? —Oh, por favor. Esta no perteneció a George Washington tampoco— Se inclinó y agarró los tobillos de Lauren. La joven mujer gritó ante esas inesperadas manos frías. —Lo siento— Dev apuntó al vaso de leche fría que había estado sosteniendo. —Mis dedos no suelen estar fríos. Lauren recordó su abrazo de la semana anterior. —Lo sé. —Ahora, volviendo a tu pregunta— sonrió Dev, mirando sus pies que estaban unos al lado de los otros en la mesa. Tiene unos pies muy bonitos. —¿Sí?— le animó Lauren, preguntándose por qué Dev estaba mirando sus pies. —¿Por qué tengo un miembro en el gabinete q me odia? Bien, costó mucho, y quiero decir mucho traerme hasta aquí. Accedí a poner a gente en puestos importantes a cambio de apoyo al Partido de Emancipación. Eso me ayudó a obtener la Presidencia y a tener que aguantar cuatro años a idiotas como el Secretario de Defensa Brendwell. La política es un juego, y así es como se juega… — Dev mojó otra galleta en leche. —Ya entiendo— contestó Lauren pensativa. Pero no lo entendía realmente. Al menos no a este ese preciso momento. —Entonces no sólo tienes que luchar contra los Demócratas y Republicanos… sino que tienes que preocuparte de tu propia gente también… —Bueno, más o menos. Mi partido me apoya ahora. Sería estúpido que no lo hiciera. Se han hecho muchos sacrificios a lo largo del camino. Tenemos más enemigos alrededor que amigos. La clave aquí son los amigos que tenemos. David, por ejemplo. Él es Demócrata— suspiró —Él es mi hombre para los acuerdos. Puede cruzar de partido a partido y no parecer un falso. Le confiaría mi vida.

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Lauren mostró su acuerdo. Si el pueblo supiera la influencia que David, o incluso Jane tenían, a América le habría dado un colectivo ataque al corazón. Pero Washington era como un tiburón mortífero, y Devlyn necesitaba varios amigos tiburones que nadaran en sus aguas para asegurar que no fuera comida viva. Lauren giró la cabeza viendo como la Presidenta se comía lo que debía ser su vigésima galleta. Dev paró a mitad de bocado. —¿Qué? —Tú nunca has tenido que preocuparte por tu peso ¿Verdad?— preguntó envidiosa —Creo que te odio. Aprovechando la oportunidad, Dev miró detenidamente el cuerpo en forma de Lauren. —No creo que tengas nada de lo que quejarte, Srta. Strayer — se burló —Confía en mí, con lo que nos movemos, muy pronto aprenderás a comerte todo lo que te pongan delante sin importarte lo que sea. Y ni siquiera engordarás un gramo. De hecho, ya has adelgazado un poco ¿no? Lauren parpadeó sorprendida —Sólo un kilo— arqueó una ceja. —¿Estás espiando mi báscula? —No— se rió Dev. Sólo noto cualquier cosa que te pase. —Pero esa es la mejor parte de estar aquí. De pronto, toda la comida es buena. Necesitarás toda la energía extra que puedas encontrar para superar días tan maratonianos como este— Cogió otra galleta y se la metió en la boca. —Además, no tengo que molestarme en vigilar mi peso. Toda América me está vigilando. 320 millones de personas están interesadas en lo que engordará mi culo durante cuatro años. Lauren hizo una mueca. —Bueno, toda América puede estar mirando tu culo. Pero nadie está mirando el mío. Dev sonrió. —Yo no afirmaría eso— En menos de una décima de segundo, su cara se volvió roja como un tomate y se tapó los ojos con las manos. —Yo… ehh… Yo… — Dev se frotó la cara, intentando borrar su rubor. —Yo… no quería decir algo fuera de tono como eso. A veces me pregunto cómo he llegado hasta donde estoy. David tiene razón: abro la boca y meto la pata— Preocupada miró entre sus dedos y vio una sonrisa indulgente dibujada en la cara de Lauren. —Lo siento— dijo sinceramente Devlyn queriendo patearse ella misma el trasero. Acto seguido se descubrió los ojos completamente. ¡No recuerdo haber estado tan avergonzada en toda mi vida! Lauren empezó a reír, disfrutando del color rosado de las mejillas de Dev. ¿Estaba Devlyn flirteando con ella? —No pasa nada, Dev. Sólo se te fue un poco la lengua… Los ojos de Dev se abrieron de nuevo y su rubor aumentó. —Sí— afirmó mientras se llevaba el vaso a los labios. 65

¿Cómo voy a pretender mantener algo de distancia profesional contigo, Devlyn? ¡Dios, míranos ahora! Estaban sentadas juntas, sus caderas casi se rozaban. Lauren se alarmó cuando se vio a si misma acercándose un poco más a Dev. Quería perderse en esos ojos azul cielo. Estoy en problemas. Dev cogió la última de las galletas y le ofreció a Lauren. —¿Un bocado? —Bueno, estamos en Washington. ¿Esperarías algo menor? — La Presidenta meneó la galleta, preguntándose qué perfume llevaba la biógrafa y por qué no olía de una manera tan intoxicante en nadie más. Oh, cielos. No voy a aguantar cuatro años así. *** Marzo de 2021 Miércoles, 3 de marzo Washington D. C era un barrizal. La nieve derretida había dejado a su paso un frío líquido que mezclado con los residuos del suelo había dado lugar a un sucio y pastoso lodo. Pero, gracias a Dios, la calidez de la primavera se había apoderado de la capital de la nación y había, finalmente, acabado con todas las señales de lo que había sido un invierno brutal. Lauren dirigió su cabeza hacia la ventana, oyendo el suave cantar de un petirrojo. Oh, sí. Estoy preparada para la primavera. La escritora sonrió ante el jarrón de rosas amarillas recién cortadas que iluminaban su escritorio. Cada noche, cuando volvía a su habitación, un ramo de flores frescas le daba la bienvenida. Al principio, pensó que esos ramos se encontraban en todas las habitaciones de la residencia. Después se dio cuenta de que no había de éstas en ningún otro sitio a parte de su habitación. Le había preguntado a David McMillian sobre ello, y el hombre se encogió de hombros sin contestar a su pregunta. Esta mañana soleada, la Presidenta estaba en una reunión con su Consejero de Seguridad Nacional, y Lauren se tomó ese tiempo para empezar a investigar un tema que le había intrigado durante semanas. Pensó que Devlyn podía hablarle de ello, pero las veces que había salido el tema, Dev parecía tensa, enfadada quizás. Incapaz de soportar la sombra de dolor en los ojos de Dev, Lauren llevaba la conversación hacia otros derroteros, a pesar de que Dev parecía querer seguir adelante. Gracias a Dios, esta parte de la vida de la Presidenta había sido muy publicada. Con una serie de rápidos comandos, Lauren encendió su ordenador y se conectó. —Buenos días, Srta. Strayer— la suave voz del ordenador le dio la bienvenida.

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—Buenos días— le respondió. Siempre contestaba a los salidos, incluso a los de una máquina. De alguna manera le parecía maleducado no hacerlo. —Buscar archivos. Marlowe, Devlyn. —Buscando. Archivos localizados. ¿Directorio? Lauren se reclinó sobre su sillón y se quitó las gafas, masajeándose el puente de la nariz mientras mordía una de las patillas. —Sub-directorio: Marlowe, Samantha. Campo de búsqueda: todos. —Buscando. Archivos localizados. ¿Directorio? —Abrir todos los archivos. Los más recientes primeros. Directorio actual. —Nombre del documento: Vista de Sentencia. Harris, Theodore, 17/05/2017. Una imagen de video tridimensional apareció y Lauren se puso las gafas mientras alejaba un poco la silla para dar mayor resolución al holograma. Dev estaba en un tribunal y la mera visión de la Presidenta le causó un gran estremecimiento. La mujer de cabello negro estaba en una tarima. En su cara, muy marcada y cansada, se podían apreciar unas sombras negras rodeando unos ojos tristes. Parece que estaba viviendo un infierno. —Si el Tribunal me permite— Dev se detuvo y tomó un trago de agua. —Estoy aquí delante de todos ustedes, no como Gobernadora del Estado de Ohio, sino como víctima. Me presento ante ustedes como una esposa que llora la pérdida de… de… mi mujer. Los ojos de Dev se iluminaron, y Lauren pudo apreciar en ellos una mezcla de rabia contenida y una profunda tristeza. Ambos sentimientos suplicaban ser liberados. —He pasado cerca de 15 años con Samantha y pretendía pasar muchos más— su penetrante mirada recorrió toda la sala, su cara se había endurecido. —Sin embargo, ese hombre— apuntó a un hombre desaliñado, de treinta y pocos, —decidió subirse a un coche después de haber estado bebiendo toda la noche. Como ha sido probado, iba a mucha velocidad y en estado de embriaguez cuando colisionó con el coche que Samantha estaba conduciendo. Además, su coche estaba equipado con piloto automático y si lo hubiera usado habría prevenido el accidente. ¡Habría evitado esto con tan solo haberse preocupado en activarlo! Lauren se inclinó hacia adelante, viendo a Devlyn detenerse otra vez para luchar por mantener sus emociones. Sintió como algo le oprimía el pecho, la tensión que estaba soportando Dev, le estaba poniendo difícil hacer una cosa tan sencilla como respirar. —El acusado salió del accidente con un par de arañazos. Mientras Samantha Marlowe yacía atrapada en el coche, san… sang… sangrando y medio muerta, él abandonó el accidente y siguió su camino hacia la tienda de licores para comprar más bebida.

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La imagen rápidamente se centró en el acusado, el cual se sujetaba la cabeza con las manos, para volver a centrarse en Devlyn acto seguido. Lauren reconoció a Jane en la galería. —Al departamento de bomberos le llevó casi una hora retirar el coche y sacarla. Y por ese entonces Sam ya estaba… — La voz de Dev terminó la oración susurrando —ya estaba muerta. La mandíbula de Dev tembló por un momento, y acto seguido retrocedió un poco en el púlpito. Sus ojos bajaron para mirar las notas que tenía desparramadas delante de ellas. Estaban arrugadas y destrozadas, Devlyn de repente las retiró de la mesa, como si hubiera decidido no usarlas al final. Lauren miró a Dev. Eran demasiado personales para leerlas a toda la sala, ¿verdad? —Samantha dejó atrás tres hermosos niños— una pequeña sonrisa se asomó a sus labios, y Lauren sonrió también tristemente. No importaba el momento en que fuera, Dev siempre sonreía cuando mencionaba a sus hijos. —Nuestra hija de tres años, Ashley, a la cual Samantha adoptó nada más nacer. Nuestro hijo Christopher, de un año. Él… mm… dio sus primeros pasos un día después de la muerte de Sam. Y nuestro bebe, Aarón, el cual no tenía ni siquiera cuatro semanas cuando la mataron. La compostura de Dev empezó a tambalearse, y unas lágrimas empezaron a caer por sus mejillas, empapando los papeles que tenía delante. Lauren cerró los ojos dolorosamente, su estómago estaba hecho un nudo. No quería ver más, pero sabía que tenía que hacerlo. —Estos tres maravillosos niños nunca conocerán el amor de esta mujer que tanto los quería, a causa de su irresponsabilidad, su indiferencia y su falta de respeto hacia los seres humanos… — Devlyn continuó —Porque debido a su rechazo a ponerse en tratamiento después de sus dos anteriores accidentes, he perdido a mi compañera y mejor amiga. Ha destrozado mi familia — Dev paró, incapaz de continuar. Ni si quiera va a decir su nombre, pensó Lauren. Dev respiró hondo y detuvo sus temblorosas manos, haciendo contacto visual con el juez. — Pido a este tribunal que aplique a este hombre el justo castigo de pasar en prisión el máximo tiempo permitido en el estado de Ohio para crímenes de los que ha huido. Nunca recuperaré a Samantha. Nuestros hijos han perdido una parte irremplazable de sus vidas. La comunidad ha perdido a un gran miembro. Él— apuntó con su cabeza al imputado —debería perder tanto como hemos perdido nosotros… — Dev cuadró sus hombros. —Pero eso no es posible. Por eso su libertad es lo mínimo que puede darnos… De repente, David entró en imagen rodeando con un fuerte brazo la cintura de Devlyn cuando, por un segundo, pareció que se iba a desmayar. 68

—Detén la imagen— Lauren se levantó las gafas para retirarse unas lágrimas que habían empezado a salir de sus ojos. Había tenido suficiente. —Ordenador, busca la sentencia de un tal, —miró hacia abajo y leyó un nombre que había escrito en sus anotaciones, —Teddy o Theodore E. Harris. Arrestado por asesinato temerario al volante en Ohio, 14/05/2017. —Buscando. Archivo encontrado. No visual. La escritora miró la imagen congelada de la pantalla. Mirando directamente la cara pálida de Dev, ordenó —Abrir. —Harris, Theodore, número de caso 12843CR17, sentenciado el día 18/05/2017 a dos años de cárcel en la Prisión Estatal de Lebanon… La mandíbula de Lauren cayó hasta el suelo, —¿Dos años?— Movió con la cabeza asombrada. —¡Dos miserables años! El ordenador continuó —Puesto en libertad el 19/05/2018, después de cumplir 12 meses de prisión. —Dios mío— susurró Lauren. Se quitó las gafas y enfadada, las tiró sobre el escritorio. Acto seguido se secó los ojos, los cuales estaban llenos de lágrimas debido a todo lo anterior. El teléfono de su escritorio la sacó de sus pensamientos. —Apagar ordenador— Se volvió a secar los ojos, que se habían llenado nuevamente de lágrimas y aceptó la videoconferencia. Sonrió inmediatamente al ver la cara sonriente de Dev. —Hola. La Presidenta se reclinó sobre su sillón. Lauren pudo adivinar por el fondo de la imagen que Dev estaba en el Despacho Oval… — ¿Qué tal la reunión? —Top Secret— Dev sonrió y arrugó la nariz de una forma que a Lauren le pareció imposible no adorar. Sería bonito ver como el tiempo formaba arrugas debido a la risa alrededor de esos preciosos ojos azules. Seguro que Samantha esperaba presenciar eso. —Claro. Lo siento. —No te preocupes. Escucha. Tengo libre la hora de la comida. Si te apetece y no te importa comer en mi despacho, puedo firmar documentos, hablar contigo y comer al mismo tiempo— La sonrisa se borró de la cara de Dev y miró preocupada a Lauren. —¿Estás bien? Pareces un poco triste. Lauren sonrió suavemente e hizo un esfuerzo para eliminar su tristeza. —Estoy bien. ¿Y 69

puedes hacer todas esas cosas a la vez?— Su voz era juguetona —Dios eres una mujer multitalentosa. Silencio, Dev. Pero no podía borrar una encantadora sonrisa de su cara. —Años de experiencia. ¿Qué me contestas? —No lo sé— bromeaba la rubia —Déjame que consulte mi agenda y vea si el Primer Ministro de Gran Bretaña ha… —Muy graciosa. Lauren se rió —Bajaré enseguida. **** —¡Y una mierda!— Dev golpeó con los puños el escritorio. Lauren, al entrar en el despacho, oyó como el revuelo crecía de intensidad y tranquilamente cerró la puerta. No era necesario que todo el personal de la Casa Blanca oyera esto. Cuando se giró Dev estaba de pie, con el teléfono pegado a la oreja. —¿Qué quieres decir con que han cambiado de idea? ¡Solamente se les permite hacer eso cuando están en desacuerdo con… conmigo! ¡Recupera esos votos! ¡No voy a perder esto porque unos cuantos lameculos Demócratas deciden cambiarse de bando! La biógrafa no pudo resistirlo. Sacó la cámara y empezó a sacar varias fotografías. Oh, Dev, tienes temperamento, ¿eh?, Lauren sonrió. Esa vena que se te ha marcado en la frente podría dar lugar a una impresionante portada de libro. —¡Encuéntralos! Y no me vuelvas a llamar hasta que lo hayas hecho— Colgó el teléfono y apretó el intercomunicador. Respiró hondo para calmarse un poco antes de hablar. —Jane… —El Jefe de Personal está de camino, Sra. Presidenta. Estaba en una reunión en Hill, pero ya viene. Le llamé tan pronto como el Jefe de Personal en funciones la telefoneó. —Dios te bendiga, Jane— Dev se recostó sobre su escritorio —Gracias— suspiró —¿Te lo estás pasando bien aun siendo Presidenta? Jane se rió —Uh huh… y de nada. La Presidenta apagó el intercomunicador y miró a Lauren. —¡Aguanta ahí un momento!— le ordenó Lauren mientras cambiaba el ángulo de la foto y enfocaba la lente.

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Dev sacudió la cabeza y estalló en carcajadas. Rodeó el pupitre y se sentó sobre el borde, cruzando los brazos sobre el pecho. —De pronto me siento como una modelo— Hizo una pose, causando las risas de Lauren. —Podrías haberlo sido, ya sabes… modelo. La cámara te quiere. ¿Quiero saber por qué estás tan enfadada? Dev apretó los labios. —Ah, mi legislación para el Registro de ADN se ha encontrado con un impedimento de última hora muy inesperado. —Sabía que eso iba a pasar— dijo Lauren un poco ausente mientras se ocupaba de las lentes de su cámara. Un par de ojos se abrieron de par en par. Lauren prosiguió. —Durante la reunión de la semana pasada, bueno, digamos que no parecían muy convencidos. No les creí cuando dijeron que te iban a apoyar. Han sido esos Yankees de Nueva Jersey los que se han echado atrás ¿verdad? Creo que sólo vinieron por la comida gratis… —Bien, pues la próxima vez siéntete con toda libertad de avisarme ¿vale?— bromeó Dev — Hablando de comida, parece que hoy me la voy a saltar. Hay un par de traseros chaqueteros que necesitan ser pateados— Por una vez el Partido de Emancipación parecía de acuerdo en un mismo tema. No ha sido una buena idea apuñalarme así por la espalda, chicos. —No te preocupes— Lauren se llevó la cámara al oído para escuchar cómo se rebobinaba el carrete. Había formas más fáciles de sacar fotos, pero ella adoraba esta vieja cámara. — ¿Quieres una espectadora? Ha pasado… déjame pensar… Ohhh, hace una semana que no veo un pateo de trasero a un chaquetero. Necesito mi dosis— sonrió la escritora. —Será todo un honor, Sra.… — La Presidenta se dirigió hacia ella y le hizo una ligera reverencia antes de coger su abrigo. —Incluso seré su escolta— Dev paró de hablar por un momento y miró fijamente a Lauren —¿Votarías "sí" a mi propuesta? Has escuchado más que suficiente sobre ella para tomar una decisión bien fundamentada. Lauren suspiró resignada. ¿Por qué Devlyn hacía siempre esto? —Bueno… yo… —Lauren— La voz impaciente de Dev cayó una octava. —No. —¿No?— Dev salió disparada hacia la otra mujer.

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Lauren giró la cabeza firmemente y adoptó una postura más firme mientras Devlyn se acercaba. —No. —¿No? —Nope. —Estás bromeando. La mujer más joven no se movió. Devlyn agitó las manos —Pero, ¿por qué? He rechazado la propuesta de los Republicanos de obligar a que se registre el ADN de cada persona que nazca. Lauren levantó una ceja, haciendo saber a Dev cómo se sentía exactamente ante la pequeña sugerencia hecha por el Portavoz del Parlamento. —Mi propuesta consiste en registrar sólo a la gente que es arrestada. ¿Es que no hay ni un Demócrata que lo entienda? —Aparentemente no. Ah, y hay gente inocente arrestada todos los días— dijo Lauren razonablemente mientras abría la puerta del despacho de Dev —Es una medida invasiva y espeluznante. Es como el Gran Hermano, o algo así. Dev gesticulaba con las manos mientras andaban. Estaba en su papel persuasivo. —Pero si ya cogemos las huellas dactilares de las personas cuando son arrestadas. Y esto, al final, salvará vidas y ayudará a solucionar crímenes… La mujer joven se detuvo. —Las huellas dactilares no son… — Lauren hizo una mueca de repulsa y dijo la siguiente palabra con tanto asco que Dev tuvo que contener la risa. —Sangre. No puedes clonar a gente a partir de sus huellas dactilares. ¿Y qué pasa si alguien decide hacer algo de ese tipo con todas esas muestras?— De acuerdo, había exagerado un poco con esto último. Pero sabía que Dev picaría el anzuelo. —¡Arrrrghhhhh! ¡Yo no quiero clonar a nadie! ¡Dios!— Dev entornó los ojos mientras doblaban una esquina y enfilaban el pasillo que llevaba hasta la Habitación Verde. —¿Todavía están reponiendo "Expediente X" en la tele? Unos ojos verdes la miraron con la más pura inocencia mientras las dos mujeres continuaban su camino. ***

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Jueves, 4 de marzo

—Entonces— sonrió Dev sobre su taza de café desde la puerta de la habitación de Lauren, — ¿Quieres venir de viaje conmigo? —¿Viaje por negocios o por placer?— La rubia le devolvió la sonrisa, levantando la vista de su trabajo. —¿Importa realmente? —Lo necesito para saber qué llevarme. Dev, se desabrochó con su mano libre los botones de su americana, pero se la dejó puesta. — Es por trabajo. Nuestro especialista de protocolo, la Srta. Baldridge, te ayudará con el equipaje… — Dio otro trago a su taza y acto seguido la dejó en una esquina de la segunda mesilla de café de Lauren. Silenciosamente, hizo un gesto en dirección al sofá. Lauren asintió y dejó de lado una pila de correspondencia y acompañó a la Presidenta. Dev se sentó enfrente de Lauren. Buscó alrededor de la habitación a Gremlin, el Perro Diablo. —Tu habitación huele muy bien— comentó. —Es por las flores. —Ah mm, bonitas… — Dev se imaginó que Gremlin estaría escondido en algún lugar y saldría a ladrarle tarde o temprano. Pero por ahora, disfrutaría la ausencia del animal. —Lauren me encantaría que vinieras, por supuesto. Pero entenderé si necesitas un descanso… — Aunque no le gustaba la idea de no ver a la escritora cada día, Dev sabía que su rutina diaria podía llegar a ser agotadora. —Hemos pasado dos meses muy duros. Seguramente ya estarás harta de mí. —Nah. Comparada con Súper-Cretino, que no paraba de hablar de ordenadores la mayoría del tiempo, y con el Cardenal O'Roarke, que se echaba una siesta de 12 a 4 todos los días, tú eres un ángel— bromeó. Dev se mordió la zona interior de la mejilla. —Vaya, gracias. Lauren se rió suavemente mientras rebuscó en su correo. La mayor parte era propaganda, pero se percató de un envoltorio de color rosáceo que era de Starlight Publishing. Estaba segura de que era una copia de prueba de su última novela, pero estaba un poco avergonzada ante el hecho de que Dev conociera esta faceta de su trabajo. Lauren levantó los ojos del envoltorio.

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—Eres una persona muy dedicada. Me gusta eso de ti… — Comentó Dev sinceramente. Lauren se sonrojó. Esto, viniendo de una adicta al trabajo, era un piropo. —Y, ¿dónde vamos, Sra. Presidenta? —Vamos a la Embajada de EEUU en la Unión de la Alianza Árabe. Necesito revisar algunos de los tratados de negociación. Y allí hay unas ciertas cuestiones, vamos a llamarlas "diplomáticas", que se resolverán de una manera más sencilla si se llevan a cabo desde nuestra Embajada. Lauren miró a Dev confundida. —¿Cuestiones diplomáticas? Dev afirmó. —La cuestión diplomática de "la Presidenta de los EEUU es una mujer y una endemoniada lesbiana"— sonrió. —En la Embajada, estamos técnicamente en territorio Americano. Y lo que puede ser castigado bajo pena de muerte en su país, es… bueno, será inevitablemente aceptado en la Embajada. Además, sería una gran falta de respeto para ellos, rechazar mi invitación. Esta gente es muy respetuosa con sus tradiciones y no querrán insultarme… —Víbora— Lauren estaba continuamente impresionada por el modo en que Dev llevaba las limitaciones o las ofensas con las que tropezaba debido a su orientación sexual. Dev se rió por lo bajo. —Gracias a David. Por eso cobra muchos dólares y tiene esos grandes dolores de cabeza— gesticuló hacia las manos de Lauren. —¿Vas a abrir eso, o prefieres que me vaya primero?— Dev no se quería ir. Pero no podía robarle a Lauren más tiempo para abrir ese paquete. Estaba casi dispuesta a quitárselo de las manos y abrirlo ella misma. Pero eso sería muy difícil de explicar. —¡No!— Vale, contestaste muy rápido. Lauren se aclaró la garganta. —Yo umm… No tienes que irte. Quiero decir, no tienes ninguna reunión o algo así, ¿verdad?— preguntó esperanzada. —No tengo nada, y son solo las 5: 30— Dev exclamó. —Es un milagro. Lauren se movió para levantarse agarrando el envoltorio. —Déjame que deje esto por ahí. Estoy segura de que no es nada… —Oh, vamos, Lauren— sonrió Dev y señaló el delicado papel dorado. —Me muero por ver qué pasa con la intrépida exploradora, Adrienne Nash. ¿O tengo que llamarte Srta. Gallager cuando hablo sobre tus novelas? Lauren miró impresionada a Dev pensando que debería haber oído mal. No podía… —¿Tú lees esto?— La joven mujer agitó el paquete.

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—Oh, sí. Aunque la palabra devorar sería más apropiada. Me los he leído todos. He estado esperando como una idiota la nueva entrega. Lauren se dejó caer sobre el sofá. —¿Lo sabías y aun así me contrataste? — ¡Tonta! Por supuesto que lo sabía. Es la Presidenta de los Estados Unidos de América. Probablemente sabe más sobre mí que yo misma. Dev se burló de la pregunta. —Tus biografías son las mejores que leído nunca. Y tus credenciales como biógrafa e historiadora son impecables— Dev cogió su taza de nuevo y tomó un trago. —Nunca he entendido por qué los escritores no pueden hacer a la vez ficción y no-ficción y ser respetados en ambos campos. Además… bueno… —¿Además, yo uso un pseudónimo para mi ficción por lo que todavía puedo pasar como respetable porque nadie lo sabe?— La voz de Lauren era resignada, pero teñida de sarcasmo. Dev le replicó. —Yo controlo muchas cosas. Pero no fijo las bases de lo aceptable para la industria de la publicación. La mirada de Lauren cayó hacia el suelo. Deja de comportarte como una idiota. No es su culpa que no puedas firmar parte del trabajo que haces. —Tienes razón, tú no tienes la culpa. Lo siento. — Se le ocurrió una idea y sonrió pícaramente. Esperaba poder arreglar su enfado dirigido injustamente contra Dev. Le entregó el paquete a la Presidenta. —Toma, disfrútalo. Te lo regalo, la primera copia de la nueva novela de Lauren Gallager. Dev desenvolvió el libro como un niño abriendo sus regalos en la mañana de navidad. —¡Oh, Dios! Lauren estalló en carcajadas mientras Dev abría desesperadamente el envoltorio. La Presidenta decía mientras lo abría —¿Qué? Me lo has dado. Ahora no te rías de mí. Lauren no salía de su asombro mientras observaba como una atónita Devlyn examinaba el libro desde cada ángulo y recorriendo la portada con sus dedos. Acto seguido levantó la vista y a Lauren le vino a la mente la imagen de Ashley. Era la viva imagen de su madre, pero con distinto color de ojos. Un leve rubor subió por las mejillas de Dev. —¿Sería mucho pedir que me lo autografiaras y me lo dedicaras? Guau. No puedo creer esto. —Me encantaría. Déjame coger un bolígrafo— Antes de que pudiera moverse, Dev estaba sentada a su lado y ofreciéndole alegremente un bolígrafo y el libro. —Umm… guau, eso es rapidez. Bueno, ¿quieres que te ponga algo en especial?

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—No— Dev sacudió la cabeza mientras agitaba las rodillas excitada. —Piensa en mí como tu mayor fan. Lauren se rió por lo bajo mientras cogía el libro y lo abría cuidadosamente. Apostaría dinero a que Devlyn Marlowe no estropeaba las portadas de los libros. La punta de su lengua apareció durante un segundo mientras pensaba qué escribir. Acto seguido rápidamente escribió algo y se lo devolvió a Dev. —Estamos en paz. Dev abrió la novela cuidadosamente, investigando la contraportada. —Para Wonder Woman: Por favor, disfrútalo amiga. Lauren Gallager— Dev asintió con la cabeza… — Bonito, muy bonito— La Presidenta estaba disfrutando este momento y eso se reflejaba en el brillo de sus ojos y en la amplia sonrisa que cruzaba su cara. —Bien, ahora tengo algo que leer en el avión. —¡Oh, mierda! Dev dio un respingo, agarrando el libro que casi se le cae de las manos. —¿Qué? ¿Qué pasa? — Buscó la cara de Lauren. —Vamos a tomar el Bat Avión, ¿verdad? Dev suspiró aliviada, su ceja se arqueó fingiendo irritación. —Tengo 38 años. Una exclamación más como esa, y no llegaré a los 39. — Se puso la mano en el pecho para tranquilizarse y Lauren entornó los ojos. —Y sí, iremos a bordo del Air Force One, si eso es a lo que te referías. Y, ¿Lauren? Una cara avergonzada la miró. Una imprudente sonrisa hizo sentir a Dev como una niña —Es mucho mejor que el Bat Avión. *** Viernes, 5 de marzo —Vamos, dadme un abrazo— Dev estaba de rodillas con los niños. Las miradas de desilusión en sus caras desgarraron a Lauren de un modo que nunca creyó posible. Dios, ¿Es siempre así? ¡Yo nunca sería capaz de irme a ningún sitio! —¿Vas a estar mucho tiempo?— Preguntó Chris con su cara escondida en el largo pelo de Dev. —Sólo estaré el tiempo estrictamente necesario, compañero. Ya lo sabes. Estaré de vuelta tan pronto como pueda. 76

—Te echaré de menos— Aarón le dio un beso en la mejilla y Dev lo envolvió con su otro brazo. —Yo también os voy a echar de menos chicos. Y os prometo que cuando venga, tendremos pizza y películas de Disney todo el día el primer domingo, ¿vale? —¿Pueden Lauren y Grem ver las películas y comer pizza también?— preguntó Chris, colocándose las gafas y mirando a Lauren con una tímida sonrisa. Dev miró a la escritora, dirigiéndole una pequeña sonrisa. Así que has embrujado a mis hijos también, ¿eh? —Si ella quiere— sus ojos se clavaron en los de Lauren con la misma adoración con la que la estaba mirando Christopher. —Pero se lo tendrás que preguntar tú mismo. Antes de que Chris pudiera abrir la boca, Lauren contestó. Mantuvo la mirada penetrante de Dev mientras hablaba. —No me lo perdería por nada del mundo. Me encanta pasar tiempo con vosotros chicos— se oyó a sí misma decir. Huh. Es verdad. Judd moriría de un ataque al corazón si me oyera decir esto. Bajó la mirada hacia Chris y le dijo apuntando con el dedo en señal de advertencia —Pero pizza para Grem no, lo hace eructar. Dev hizo una mueca de dolor al oír el nombre del perro. —Hablando de Gremlin— Esa odiosa pequeña bola de pelo —Lauren va a necesitar que alguien lo cuide mientras no estamos, y estamos de acuerdo en que seáis vosotros quien lo hagáis, si estáis de acuerdo claro. ¿Qué decís? Los niños gritaron, pero Ashley, que permanecía al lado de Emma, solo se encogió de hombros evasivamente. Dev se levantó y se dirigió hacia su hija. —Venga, Moppet— su oscura cabeza se inclinó en gesto de súplica. —Tú eres la mayor, tienes que estar de acuerdo también. —Vale— Ashley intentó sonreír, pero sin éxito. Dev se inclinó y rozó la nariz con la de su hija. —Tengo una sorpresa para ti. Sin poderlos controlar, los ojos de Ashley brillaron con un renacido interés —¿Sí? —Síp. — Dev silbó y la puerta se abrió. Gremlin entró en la habitación seguido de cierta antigua miembro de la policía estatal de Ohio, que finalmente había sido aceptada para unirse al Servicio Secreto. Los ojos de Ashley se abrieron como platos cuando vieron a su amiga. —¡Amy!— Corrió a través de Dev, sus hermanos y Lauren para abrazar a la mujer por la cintura, apretando tanto como podía. Dev dio gracias a Dios por haber hecho finalmente algo que hiciera sonreír a Ashley. Sabía que había sido un invierno difícil para la niña. 77

Devlyn le preguntó a Emma —¿Estás segura de que quieres hacer de niñera de un perro también? —Pss, ¿por qué no? He estado cuidándote a ti durante cuatro años. El perro por lo menos me escuchará— La mujer mayor le dio una juguetona palmada a la Presidenta en las costillas. —Te lo agradezco mucho, Emma— dijo Lauren, encantada por la relación maternal existente entre Emma y Devlyn. —Creo que sería infeliz en una caseta después de toda la atención a la que está acostumbrado por los niños. Ellos lo aman. La niñera sonrió —Es primavera— agitó la mano delante de ella. —Está en el aire. Dev sintió algo de aprecio por el feo perro de color blanco y negro. Su cara parecía que hubiera sido aplastada por una gruesa sartén de acero. Ella sabía que ese perro era Republicano. — Ehh tú, pequeña bestia. Las orejas de Grem se empinaron y su rabo empezó a moverse rápidamente. En ese momento vio quién lo llamaba y gruño, enseñando unos afilados y largos colmillos. Dev buscó en su bolsillo y sacó una pequeña bolsa. —Tengo algo para ti— le chinchó. Se agacho al suelo y, apoyada sobre sus talones, sacó una golosina de la bolsa. Ella gruño y murmuró "chico, comerse esto es una experiencia orgásmica". Lauren inconscientemente se mojó los labios. Gremlin, nervioso, dio un paso hacia delante. Sus ojos hambrientos fijos en la mano de Dev. Dev agitó la golosina en frente de su cara, mirando como olfateaba con interés. —¿Ahora estás sobornando a mi perro?— Lauren colocó los brazos en jarras. —Cielo santo, ¿no te da vergüenza? —Nop. Nada— Dev negó suavemente. —Pensé que si a ti se te podía comprar con una Oreo, a Gremlin lo conseguiría con unas cuantas chocolatinas— Será mejor que no me dejes mal delante de tu mami y se te ocurra morderme, ¡Gremlin! He oído que la NASA está buscando unas cuantas cobayas para su próxima misión a Marte. Devlyn era cuidadosa y sostenía el dulce con la punta de los dedos mientras el perro lo olfateaba. —Oh, sí. Sabes que lo quieres— Los ojos de Devlyn se entrecerraron en una mirada casi felina. —Vamos… cógelo. Lauren miró fascinada como la Presidenta de los Estados Unidos y su perro se enfrentaban en una batalla de autocontrol. No puedo creer que esté viendo esto. Pero Gremlin se rindió primero, cogiendo la olorosa delicia de los dedos extendidos de la 78

Presidenta y llevándosela detrás de las piernas de Emma. Dev sintió como se dibujaba una gran sonrisa en su cara. —Ahhh, un progreso. Ojalá el Congreso fuera tan fácil— La mujer puso sus manos sobre las rodillas y se levantó. Le dio la bolsa de golosinas a Emma. —Ten esto a mano por si se vuelve contra ti. Emma asintió. —Ten cuidado, Devlyn Marlowe. Estos niños te necesitan— La niñera le dio un largo abrazo a la Presidenta. —Lo tendré, Emma. Y estaremos de vuelta pronto— Dev se soltó del abrazo y abrió sus brazos a los niños una vez más —El último. Sabéis que uno nunca es suficiente para mí— suspiró — Tengo que irme antes de que a Lizza le dé algo y mande un ejército a por mí. Todos los niños corrieron hacia ella y la abrazaron fuertemente. Ash la bajó hasta su nivel. — Gracias mami. Amy es el mejor regalo que he tenido nunca. —Me alegro, Moppet. Ten cuidado de ella. Acaba de terminar su entrenamiento como Servicio Secreto y creo que podría necesitar un poco de ayuda. La niña se rió. —Lo tendré. Te lo prometo— Después, sin pensarlo, se fue hacia Lauren y la rodeó con sus brazos. Lauren se quedó sorprendida pero, aunque un poco avergonzada, rodeó también con sus manos y suavemente acarició la espalda de Ashley. No estaba segura de qué decir y sintió un gran alivio al oír a Ashley hablar primero. —Te prometo que cuidaremos bien de Grem, también. Lauren se relajó y devolvió el abrazo a la niña con más fuerza. —Sé que lo haréis, Ash. Pasadlo bien mientras no estamos. *** Lauren intentó que no se le notara lo nerviosa que estaba cuando la limusina llegó al avión. Es sólo un avión. Es sólo un avión. Ya has montado en avión antes. Sus ojos estaban clavados en el enorme monstruo de acero. Por dos chocolatinas y un asiento de ventanilla en esa cosa, le daría un hijo a Dev. Su cara se puso como un tomate por la dirección que habían tomado sus pensamientos. —Lo he arreglado todo para que tengas tu propio despacho a bordo— comentó Dev como si nada, ausente totalmente a las ideas de su biógrafa. Se inclinó más sobre Lauren, preguntándose exactamente cuándo habían pasado de sentarse una enfrente de la otra a sentarse al lado. No era que se quejara, más bien todo lo contrario. —Es la oficina que normalmente se reserva para… la Primera Dama. Espero que… que te guste. Y el avión

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también. Es realmente bonito y… mmm rápido— Dev balbuceaba. Genial, ahora parezco un adolescente de 16 años tratando de impresionar a su chica con el coche de papá. —Oh, de acuerdo, me las apañaré. No sé cómo pero lo haré… — Dijo de carrerilla Lauren haciendo su mejor imitación del acento sureño. Dev se rió. —Sólo tienes que poner lo que has traído en el despacho de la Primera Dama del Air Force One. Como estás usando su habitación no te importará usar también su despacho… — Dev sacó la novela de Lauren de una bolsa y la puso sobre sus piernas. —No voy a trabajar más de lo necesario durante este vuelo. Voy a leer. El ego de Lauren engordó ante el gentil cumplido de Dev. Nunca había podido disfrutar en personas de la reacción de un fan ante su novela. —¿Alguna sugerencia para el siguiente libro de Adrienne Nash? Como los has leído todos… Dev asintió inmediatamente. —Oh, por supuesto. Necesita una novia… Lauren se cruzó de brazos ante la respuesta de Dev. —¿Eso crees?— Podría ser interesante. ¿Una alta y guapa con unos penetrantes ojos azules quizás? Eso seguro que impresionaba a unos cuantos lectores. —¡Sip!— sonrió Dev, —Así estaría más en paz consigo misma, más contenta. Y completamente satisfecha. Unas claras pestañas se arquearon. —¿Todo eso por una novia? —Uh huh. Lauren miró a la Presidenta. —¿Y qué te hace pensar que Adrienne Nash está interesada en las mujeres? Antes de que Dev pudiera contestar, el coche paró y la puerta fue abierta desde fuera. Sonrió y bajó del coche, sonriendo en forma de leve saludo a la prensa. Acto seguido tendió su mano a Lauren. Con un delicado agarre, ayudó a la escritora a salir del coche. —¿Qué te hace pensar que no?— Preguntó Dev, situando la mano gentilmente sobre la parte baja de la espalda de Lauren y dirigiéndola hacia el avión. —Buena pregunta. Las mujeres fueron asaltadas por una avalancha de preguntas que formulaba la prensa que las estaba esperando. Sus gritos casi no se oían debido al ruido de los motores de los coches y de los aviones. Dev ignoró completamente a los reporteros, pero notó que la espalda de Lauren se ponía rígida y que su pasó se ralentizó ante una pregunta personal e inapropiada dirigida hacia ella. La Presidenta se inclinó un poco y le dijo a Lauren —Tú sólo anda. Ignóralos. 80

La mujer torció la barbilla y Dev percibió un gesto de preocupación. Podría asegurar que Lauren estaba considerando hacer o decir algo, y Dev podía figurarse qué era. —Ahhh… Lauren, estoy segura que lo que sea que estés pensando hacer, sería extremadamente satisfactorio. Lauren asintió tensa, dándole una patada a una piedra que había en el camino. —Muy satisfactorio. —Pero por favor, no lo hagas. Sólo añadiría leña al fuego. Dev paró, permitiendo a Lauren empezar a subir las escaleras por delante de ella. Era muy consciente de las cámaras que no paraban de filmar su embarque. Arriba, Lauren se detuvo para esperar a Dev, pero entró enseguida cuando Dev le presionó la espalda. —Entra, así te dejarán en paz— La Presidenta le guiñó un ojo. Después se giró y saludó una vez más antes de entrar al avión. David las esperaba en la puerta, y también Lizza, la cual le pasó a Dev un archivo. —Tenemos una llamada esperándola, Sra. Presidenta. La cabeza de Dev cayó hacia adelanta y gruñó. —Qué raro. Contestaré en mi despacho. David, podrías enseñarle a Lauren su despacho y asegurarte que su ordenador y el resto de sus cosas sean insta… David asintió y empujó a Dev hacia su despacho. —Todo está preparado, y estaré encantado de enseñarle dónde se puede acomodar. Dev le dirigió a Lauren una apenada mirada y se resignó a seguir a Lizza hacia su despacho. Antes de desaparecer en él, se giró y golpeó la novela de Lauren gritando. —Es un consejo… —Pensaré sobre ello— le respondió con una sonrisa. —Pensar, ¿sobre qué?— David cogió a Lauren del codo amablemente y la dirigió hacia el lado opuesto del pasillo. —Sobre muchas cosas— admitió la rubia tranquilamente. David abrió la puerta del despacho y le indicó a Lauren que entrara. —Guau— Se tomó un momento para observarlo todo. —Esto es increíble. No puedo creer que esté en un avión. —Bueno, no se le llama "el Despacho Oval Volante" por nada. Es realmente impresionante. ¿Sabías que tiene 238 millas de cable? Eso es más del doble de lo que tiene un 747. La red de cables protege al avión de rayos los electromagnéticos generados por un ataque termonuclear.

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Incluso en una guerra nuclear, todavía seríamos capaces de recibir señales electrónicas… — Le informó. Lauren se quedó totalmente blanca. —¡Oh, Lo siento! No pretendía decir que hay sospechas de una guerra termonuclear— se disculpó rápidamente. —Gracias por aclararlo. David se desabrochó la chaqueta y se pasó la mano por su pelo rojizo. Respirando profundamente preguntó. —¿Puedo entrar un segundo? Me gustaría hablar contigo un momento… Lauren lo miró seriamente, mordiéndose el labio mientras se preguntaba si había hecho algo malo. Ella y David se habían llevado bien estos meses. Lauren se situó detrás de su escritorio y se dejó caer sobre su sillón de cuero. Eso forzó a David a hablar con ella con el escritorio de por medio, situándose ella en una posición de poder. Era una “trampa” que Lauren había aprendido inconscientemente de Dev. —Claro. ¿Sucede algo? —La verdad es— David cerró la puerta y se sentó en el sofá mirando hacia el escritorio— … que no estoy seguro. —¿Qué quieres decir? ¿Hay algún problema con el libro?— Lauren había accedido a que David leyera unas notas que posteriormente pasarían a formar parte del prólogo de la biografía de Dev. La mayor parte era información familiar y datos personales, cosas que no cambiarían en cuatro años. Nunca había compartido nada de su trabajo preliminar, pero, como mejor amigo de Dev y Jefe de Personal de la Presidenta, valoraba el punto de vista de David. —¡No! Todo lo del libro está genial. A Dev le va a encantar. Se llevará una gran sorpresa al descubrir que uno de sus ancestros era un ladrón de caballos convicto. Debe ser de ahí de dónde le viene su talento político… —¿Entonces qué? —Es Dev— él la miró directamente a los ojos. —Está… mmm, muy abierta contigo, ¿sabes? Lauren asintió, sintiéndose de repente muy incómoda por el rumbo que estaba tomando la conversación. —Es verdad. Para una que una biografía sea buena, el protagonista tiene que abrirse al escritor. —No estoy hablando sobre el libro, Lauren. Estoy hablando a nivel personal. Ella se está arriesgando mucho con esto. De hecho, no la había visto conectar así con nadie desde… — sus palabras se detuvieron y Lauren entendió por qué. 82

—¿Samantha?— Su voz sonaba atónita. David asintió. —Veo que lo entiendes… — Se levantó y se abotonó la chaqueta. —Confío en que no le hagas daño. Tú eres la primera persona en mucho tiempo que parece hacerla feliz… — Se detuvo. —Sólo te pido que no la engañes. Por favor— El hombre se giró tranquilamente y abandonó el despacho. Totalmente perpleja, Lauren parpadeó varias veces. ¿Engañarla? Volviendo en sí, saltó de detrás de su escritorio. —¡David, espera! El Jefe de Personal se detuvo a mitad del pasillo y se giró. —¿Sí? —Te has creído los rumores, ¿verdad?— Lauren bajó la voz, mirando a su alrededor un poco nerviosa. —Los de Dev y míos. —En este momento no sé lo que creer— puso su mano sobre la pared del avión y sintió como el gran aparato empezaba a despegar. —Sólo te pido que tengas cuidado. —Entonces, como Devlyn, vas a tener que confiar en mí— ella pudo ver indecisión en sus ojos. —Debo admitir que esto probablemente no haya sido lo más profesional que haya hecho en mi vida. Pero en algún momento de los últimos dos meses, nos hemos hecho muy amigas, David. Por favor, créeme que yo no haría nada que creyera que le pudiera hacer daño. No estoy engañando a nadie… Su voz era una súplica, y él no tuvo más que creerle. Odiaba estar rodeado de gente honesta. Esto era el mundo de la política, ¡por todos los dioses! —Confío en ti— sonrió levemente. —Y estoy contento de que te tenga como amiga. Ahora si me disculpas, tengo que hacer una llamada. *** El cuaderno de notas de Lauren descansaba sobre sus piernas mientras ella estaba sentada cómodamente en el gran sofá que había en su despacho a bordo del "Despacho Oval Volante". Levantó la vista hacia la azafata, la cual acababa de depositar un vaso de leche en la mesa que había frente a ella. Después de tantas semanas con Dev, la escritora se había acostumbrado a esa bebida, pero descubrió que si se la servían muy fría, realmente le encantaba. ¿Necesito preguntar quién ha ordenado esto? —Gracias. —Un placer, Srta. Strayer. ¿Hay algo más que pueda hacer por usted? —No, estoy bien, gracias— Se levantó las gafas, giró su cuello para desentumecerlo antes de coger el vaso. Estaba sorprendida que la leche estuviera muy fría. ¿Me lee el pensamiento? 83

Lauren miró su reloj. Llevaban volando unas dos horas y todavía no había sabido nada de Dev desde que se separaron en el pasillo. Deja de gimotear. Eres una persona adulta y sabes que está ocupada. Con un sonoro suspiro, volvió a su cuaderno de notas y a su leche. Dev finalmente salió de su despacho casi una hora más tarde. La Presidenta tocó en la puerta de Lauren y la oyó decir, —Adelante. Unos ojos azules se entornaron entrando en el despacho. Dev estiró las manos hacia delante como si fuera Frankenstein. Se dirigió torpemente hacia el sofá, donde se dejó caer. —Soy una mala madre… — Murmuró contra un almohadón. —¿Qué?— resopló Lauren —Ni hablar. Dev rodó, apretando un pequeño almohadón contra su pecho. —Me acabo de dar cuenta de que no voy a estar en casa para el cumpleaños de Christopher la semana que viene… — Colocó el almohadón bajo su barbilla, mientras miraba a Lauren. —Quizá pueda enviarle un camello en un avión… La escritora giró su cuerpo, levantando un brazo y dejándolo descansar sobre el respaldo del sofá. —Nah, eso es exagerar. Además si le llevas un camello, lo próximo que querrá será un elefante, y antes de que te des cuenta. ¡Poof! Tendrás rinocerontes en tus setos en el Jardín de las Rosas, y el sendero sur se convertirá en un zoo de mascotas… — Vamos, Dev, sonríe. La risa de Dev sonó tan alto que Lauren se preguntó si las ratas de la prensa, que estaban cerca de la cola del avión, la habrían oído. Acto seguido, ella fue golpeada en la cabeza por la almohada que Dev había estado usando. —¡Hey, sé buena!— replicó Lauren mientras confiscaba el almohadón y hundía su cara sobre la suave tela. —¡Yo siempre soy buena!— Sonrió Dev, pero la feliz expresión desapareció rápidamente. — Encontraré alguna manera de compensar a Christopher.— Paró de hablar un momento y una mirada pensativa apareció en su cara. Los ojos de Dev se volvieron serios. —Este es el tipo de cosas que él nunca olvidará, ¿verdad? Lauren sintió un pinchazo en lo más profundo de su pecho. Era sólo un cumpleaños, ¿verdad? Él entenderá que Dev haya tenido unos compromisos que eran de importancia mundial, cosas que no podían esperar por la fiesta de un niño. Lauren sonrió tristemente a la Presidenta. —No, no es algo que vaya a olvidar. Dev asintió despacio y se levantó del sofá para dirigirse hacia la puerta. Exhaló cansada. — Más o menos lo que me había figurado.

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*** Martes, 9 de marzo. Llevaban en la Embajada tres días y era la primera vez que Lauren había tenido un rato libre para disfrutar del balcón de su habitación. Permanecía allí observando la ciudad llena de vida. Era una ciudad abarrotada y colorida. Los extranjeros vagaban de un lado para otro, sus trajes de negocios o sus vestimentas de turista contrastaban con las tradicionales prendas nativas de color blanco. Los cláxones de los coches se mezclaban con los enfadados gritos de los viandantes y el ocasional relincho de un burro o un caballo. Era una curiosa mezcla de lo antiguo y lo nuevo. Cultura, tecnología y actitudes que para Lauren resultaban más interesantes que atrayentes. La escritora tomó unas cuantas fotos. Acto seguido entró en la habitación abandonando el fuerte olor a especias, carnes asadas, pastelerías locales y humo de coches. Se había sorprendido cuando Dev ordenó a todo el mundo que se tomara el tercer día "en el país" para descansar y relajarse. "Todo el mundo", según descubrió Lauren, era un término relativo. David estaba todavía trabajando como un loco, al igual que varios ayudantes y consejeros expertos en política internacional. Pero la mayor parte del personal, incluida la propia Dev, se tomaron el día libre. La Presidenta durmió casi todo el día y Lauren sospechó que la mujer de pelo negro estaba todavía luchando contra un acusado jet-lang. Mientras Dev descansaba, David había tomado el mando, dando órdenes que Dev no fuera molestada por nada. Dejó perfectamente claro que la necesitaba bien descansada para el resto de reuniones que estaban por venir. Lauren se había permitido dormir una siesta, pero se sintió descansada y se levantó mucho antes que Dev. Dedicó tiempo a explorar y gastar dos carretes de fotos. Estaba deseosa de huir de las habitaciones asignadas a los ejecutivos. Había demasiadas caras extrañas vigilando todo el rato, mirándola fijamente en todo momento y susurrando cuando ella, o alguien que tuviera que ver con Devlyn, pasaba. Lauren prefería pegarse a sus amigos, especialmente a esa mujer tan hermosa que además dirigía la nación más poderosa de la tierra. La primera reunión fue fijada para el día siguiente a las 9 de la mañana. Sin embargo, esa noche, Dev presidía una recepción para los dignatarios que asistirían a las reuniones. La Embajada estaba plagada de trabajadores, desde cocineros y empleados de limpieza, hasta personal de seguridad y militares. Lauren estaba empapada de sudor, observando el caos desde el balcón de su habitación, antes de que un golpe en la puerta la hiciera entrar de nuevo. Dejó la cámara en una mesa y abrió la puerta para ser saludada por una sonriente Dev. Esta estaba sosteniendo una bolsa y parecía encantada consigo misma. —¿Sabes?— Empezó Lauren, dejando descansar sus manos sobre las caderas, —Te conozco lo suficiente como para saber que esa sonrisa significa problemas.— Pero incluso bromeando, sus ojos indagaron 85

preocupados en la cara de Dev, aliviados al darse cuenta de que las arrugas de cansancio y tensión que había visto el día anterior, habían desaparecido. —¡Oh! ¿De modo que así me lo pagas, eh? Yo te traigo un regalo y te me acusas de causar problemas. De acuerdo. Me llevaré este realmente precioso e increíblemente caro vestido de noche, y encontraré a otra rubia bajita y guapa para dárselo… — Fingió estar indignada y se giró haciendo que Lauren no pudiera ver su cara, en la cual apareció una traviesa sonrisa. El brazo de Lauren salió disparado agarrando a Dev por la camiseta. —¡Espeeeera un minuto, Sra. Comandante y Jefa!— Empujó a la mujer hacia la habitación y cerró la puerta detrás de ella. —Número uno, no soy bajita… —Eres más baja que yo. —Cualquiera que no tenga una constitución masculina es más baja que tú, Sra. Gigante. Se defendió Lauren. Dev se rió. —Es verdad. —Y número dos… — Lauren levantó dos dedos. Dev cubrió la bolsa con sus brazos. Sus ojos parpadearon. —No pretenderás decirme que no soy guapa, ¿verdad? —¿Me crees estúpida? Dev abrió la boca y Lauren puso su mano sobre ella. —No es necesario que contestes a eso, Devlyn… Los ojos de la Presidenta gritaron "¿quién yo?". Pero ella se mantuvo en silencio prudentemente. Lauren sonrió malignamente y retiró su mano de la boca de Dev. Miró la bolsa. —Y qué, ¿me lo vas a enseñar? ¿O tengo que suplicar? Dev no dijo nada. Su malvada risa era más que suficiente para hacer a Lauren ruborizarse de la cabeza a los pies. Adoro cuando hace eso, pensó Dev cariñosamente. —¡Está bien, Súper Ratón… ouch!— Dev agarró su brazo y frunció el ceño. —¡Me salen morados enseguida, lo sabes! —Entonces no deberías poner motes a las personas— respondió razonablemente. —Sabes, estoy segura que pegarme es un delito federal.

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Lauren arqueó una ceja mientras liberó la bolsa de los brazos de Dev, notando que era demasiado pesada para una sola prenda. —Llama a la policía… — Su mirada viajó por toda la habitación en busca de un lugar para colgarla, pero antes de que se pudiera mover, Dev se la quitó y la sostuvo para facilitar la inspección de Lauren. La rubia abrió cuidadosamente la bolsa de cuero. Lanzó un grito cuando el vestido quedó a la vista. Dev no había mentido. Guau. —Oh, por… — acarició la brillante tela negra llena de lentejuelas. —Es… — emocionada, tragó saliva. Nadie le había regalado algo tan bonito nunca. —Es precioso. Yo no puedo… No puedo creer que sea para mí… — De repente unos tímidos ojos se izaron y miraron a Dev. —Gracias— dijo suavemente. Dev suspiró feliz. Dios, Marlowe, te tiene tocada y hundida. Estoy total e irreversiblemente a su merced. —Es… Es para la recepción de esta noche— explicó innecesariamente. Su lengua se negaba a complacer la orden de su cerebro, que le instaba a empezar a hablar y dejar de mirar a Lauren como una idiota. Lauren asintió y contenta apartó su mirada de Dev y la volvió a fijar en el vestido. Una vez fuera del alcance de esos intensos ojos grises, Dev descubrió que podía pensar mucho más claramente. —Personalmente pienso que la mujer más guapa de la habitación debe llevar el vestido más bonito… Lauren se ruborizó de nuevo, no sabía muy cómo debía tomarse esos cumplidos. Dev se comportaba como una enamorada, pero seguramente no sentía eso por ella. A parte de un inofensivo coqueteo, Dev nunca le había dado a Lauren ningún motivo para que esta pensara que sentía algo más que amistad por ella. Aun así, se sentía halagada por sus atenciones, y el modo en que Dev la miraba hacía que su estómago se revolviera y le empezaran a sudar las manos. La biógrafa desechó rápidamente la explicación más clara de por qué se sentía así, adjudicándolo todo a la dulce forma de hablar de Dev al estar bien descansada, de buen humor y totalmente encantadora. —Me vas a acostumbrar mal si sigues haciendo esto. Quiero decir, una preciosa y grande casa blanca, un avión privado, canguros de perro permanentemente… — Sonrió, arrugando la nariz y las esquinas de los ojos. —Creo que ya no valgo para estar con nadie más. Dev se mordió el labio muy fuerte. Por lo más sagrado, Lauren. —Si no te conociera mejor, pensaría que eres alguien muy importante… —Nah, sólo soy una seguidora obsesiva… — rió. —Bueno, tengo una reunión y Lizza va a venir a bajarme de la oreja en cualquier momento, ha aprendido mucho de Jane. Pero pasaré a

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por ti a las seis para bajar a la recepción. Te invitaría a acompañarme a la reunión, pero no sería una buena idea… —Creía que la primera reunión era mañana… —La primera reunión oficial es mañana. Esta tarde es con el Príncipe. Nada importante. Posar para las cámaras, el sonido de los periodistas… ese tipo de cosas… — gesticuló Dev mientras se preguntaba cuánto tiempo más podría mantener su brazo en esa posición antes de bajarlo discretamente sin parecer una tonta enfrente de Lauren… — Será aburridísimo, y ya has estado en reuniones de ese tipo un millón de veces, así que sigue disfrutando de tu día libre, por favor. No me iría si no tuviera que hacerlo. Relájate y disfruta. Puedes ver el show del perro y el poni en la tele si quieres… —Eso haré… — Cerró los ojos por un momento, rascándose justo encima de la ceja. —Por favor, no me digas que necesito mi contraseña para activar las cosas. Está a varias miles de millas de aquí en este momento… —No, aquí todo funciona simplemente con la activación por voz… —Por fin algo sencillo— Lauren entornó los ojos. Estudió la cara de Dev y sus ojos se abrieron comprensivos. —Por Dios, baja eso… — Sin avisar a Dev, Lauren le quitó la bolsa de la mano. Ella se extrañó de nuevo de su peso y miró interesada en el interior de la bolsa. Al fondo había unos zapatos y varias cajas de joyas. —¡Por todos los dioses Devlyn! ¡Esto pesa una tonelada! —Nah, ni lo había notado— mintió Dev. —Sólo quería asegurarme que tenías una decente selección de accesorios para acompañar a tu sorpresa… — Dev contuvo una sonrisa. —Hay varios adornos ahí, espero que te gusten… — Sus dedos jugaron tímidamente con la cremallera de la bolsa. —Pero los pedí prestados, así que no los pierdas, ¿de acuerdo? Lauren asintió, tragando saliva. —Esto no era necesario, Devlyn, yo podía haber… —No seas tonta— la regañó Dev cariñosamente. —Quería hacerlo— Dev apuntó hacia la bolsa, imaginándose ya lo encantadora que iba a estar Lauren. —Volveré en un par de horas para acompañarte. A no ser que tengas algún otro compromiso— comentó en un forzado tono casual. La mitad de los miembros de la prensa y una buena proporción de sus propios empleados estaban enamorados de esa hermosa escritora. Lauren negó con la cabeza. —Soy toda tuya, Sra. Presidenta… Ojalá fuera cierto. El corazón de Dev empezó a latir con fuerza. Sabía que esas simples palabras no significaban mucho, que no querían decir lo que ella quería que dijeran. Pero aun así la hacían feliz. Se dio cuenta de que no tenía voluntad ni ganas de luchar contra ese sentimiento. —Te veré pronto.

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Cuando Dev salió, Lauren abrió la bolsa y sacó varios pares de zapatos. Los levantó para acercarlos al vestido y con un ligero asentimiento, eligió un par de color negro, con medio tacón y una pequeña correa alrededor del tobillo. Los apartó y sacó varias cajas de terciopelo que tenían ‘Cartier’ impreso en ellas con letras doradas. Unos ojos grises se abrieron como platos cuando se dio cuenta de lo que había querido decir Dev cuando dijo "prestadas". Quería decir que las joyas eran un préstamo de una de las más importantes joyerías del mundo. Lauren sacudió la cabeza incrédula. —Por el amor de Dios, Devlyn. No dejes nunca que te digan que no sabes cómo hacer que una mujer se sienta especial… — Fijó su mirada sobre el vestido y soltó un suspiro. —Sólo espero poder hacerle justicia a todo esto… *** Lauren se tiró en la cama y ordenó a la tele que se encendiera. Ordenó la traducción simultánea al inglés para poder ver la sesión de fotos a la que había asistido Dev. La Presidenta permanecía de pie, alta y orgullosa. Era realmente increíble. El poder de su presencia hacía que todos los ojos presentes se giraran sobre ella y captara la atención de todos. Casi contra su voluntad, apartó la vista de Dev para observar al hombre bajito que había a su lado. Era indudablemente el Príncipe Karim Sami Hassan. Es bastante guapo, pensó Lauren. Su edad aproximada oscilaba entre los 25 y 30 años. Tenía una generosa boca, una espesa y bien recortada barba oscura que desaparecía en una gran cantidad de pelo negro rizado. El color tostado del Príncipe le hacía parecer más mediterráneo que del Medio Oriente. Vestía el tradicional atuendo para estos acontecimientos. La Alianza Árabe Unida le había elegido para esta reunión principalmente por su educación, que se había llevado a cabo en Cambridge. Una vez, incluso había visitado la universidad de Devlyn, Harvard. Pensaron que su juventud y su mente abierta les facilitarían llegar a acuerdos con esa infiel. Él no se ofendería tan rápidamente como los miembros más mayores de la Alianza. Ellos hablaron tranquilamente entre sí y se estrecharon las manos, llevando a cabo el ritual normal para los periodistas. Después de unos momentos, el Príncipe se inclinó y le susurró algo al oído a Dev. Cuando ella se retiró, estaba todavía sonriendo pero algo había cambiado. Lauren se sentó en la cama y se puso un almohadón sobre las piernas, echando de menos a Grem en ese preciso momento. Estudió la imagen. Vio como esos ojos, que normalmente eran alegres y vibrantes, ahora parecían fríos y rígidos como una piedra. —Oh, oh. Creo que la Sra. Presidenta está cabreada… 89

*** La reunión terminó y los miembros de la prensa salieron de la sala. David empezó a encaminarse hacia Dev, pero ella le gesticuló que se detuviera. Necesitaba unos momentos con el Príncipe. Hizo lo que pudo para mantener la calma, pero aún podía sentir un gesto de desprecio formándose en sus labios. —Su Majestad— se detuvo y aclaró la garganta. —Entiendo el hecho de que viera a la Srta. Strayer hoy en televisión. Y también entiendo que la encuentre atractiva y deseable… — Dev resopló por la nariz. —Pero déjeme aclararle una cosa. Ella no está disponible. Además no está interesada en quedarse en su adorable país después de mi partida… — El corazón de Dev dio un respingo con sólo imaginarlo. Los ojos del hombre se entornaron, se pasó la mano sobre el pelo y la barba. —Tenía entendido que entre la Srta. Strayer y usted no había nada… — dijo en un perfecto inglés. —Su gente aseguró a mi gente que la prensa estaba buscando sólo una historia sensacionalista, y que la Srta. Strayer estaba libre para… digamos, de ser pretendida… Cuando descubra quién ha dicho eso, ¡va a volver andando a los Estados Unidos! ¡Y qué si es verdad! Los dientes de Dev se apretaron cuando miraron a ese hombre que, con su mirada, la invitaba a desmentir el error, lo cual hizo inmediatamente. —Ha sido mal informado— contestó Dev sencillamente. —Estoy segura que entiende que debo negar nuestra relación a la prensa por mantener las apariencias. Pero le aseguro que la Srta. Strayer está cogida. Me acompañará a la recepción de esta noche… El Príncipe miró a Devlyn directamente a los ojos. —Entonces, ¿ella es su amante? —Absolutamente— intervino rápidamente, asombrada por el tono autoritario de su voz. —Pero ella no es su esposa— aclaró él con suficiencia. Inclinó la cabeza hacia un lado, esperando la respuesta de Dev. La mandíbula de Dev cayó. Idiota, ¿es que no coges la idea? —Eso no cambia nada— Excepto el hecho de que si fuera mi mujer, y tú estuvieras aquí diciendo estas cosas, te arrancaría el cuello. —Lo importante es que la Srta. Strayer no está disponible para usted, Su Majestad… — Se mantuvo firme y miró al Príncipe conteniendo su ira. ¿Cómo se atreve? — Confío, Su Majestad, en que este tema quede cerrado, ¿de acuerdo? —Esta discusión ha terminado— accedió amablemente, dirigiéndole a Dev una sonrisa. —Sra. Presidenta. Dev podía apreciar que el Príncipe estaba acostumbrado a salirse con la suya en esta materia. Siento que no vaya a pasar esta vez, señorito. Dev se agarrotó, su cuerpo estaba respondiendo 90

inconscientemente a la mirada desafiante del Príncipe. Para él, Lauren todavía era un premio que podía ganar, y ella sólo había puesto las cosas un poco más difíciles. Dios, Lauren, espero que confíes mucho en mí. Porque va a estar acechándonos toda la noche. *** Dev tocó a la puerta de Lauren. Nerviosamente recorrió con sus manos su chaqueta blanca, tirando del doble y colocándola bien sobre sus pantalones de seda. No era lo que normalmente hubiera llevado para una ocasión como esta, pero era lo suficientemente formal, y ella no estaba para ponerse algo que le robara miradas y halagos a Lauren esta noche. A pesar del peinado de Dev, de sus elegantes joyas y modesto maquillaje, su aspecto ayudaría al Príncipe Hassan a verla como la escolta de Lauren y su igual, no sólo como una mujer. En esta parte del mundo, dominada por hombres, los pantalones de Dev era una declaración de modernidad. Además, soy la Presidenta de los Estados Unidos. Voy vestida como me da la gana. La mente de Dev se detuvo a pensar en los titulares del día siguiente. Suspiró. No había elección. Si el Príncipe descubría que le había mentido sobre su relación con Lauren, el viaje habría sido una pérdida de tiempo. Había puesto sus sentimientos hacia Lauren por delante de un tema que había llevado más de diez años de trabajo. Pero tampoco quería ver como Lauren era tratada como si fuera un objeto que pudiera ser poseído. De repente, la puerta se abrió y Dev se quedó sin respiración. —Impresionante— susurró reverente mientras unos impresionados ojos azules absorbían cada detalle de la aparición de Lauren. Su pelo claro había sido recogido en un moño bajo que descansaba sobre su cuello. El vestido negro de lentejuelas era sin tirantes, por lo que mostraba un esbelto y suculento cuello, y unos ligeramente musculosos hombros cubiertos de una cremosa piel blanca con una cuantas pecas. La ajustada prenda, marcaba cada curva del cuerpo de la escritora, delineando la forma de sus pechos, una delgada cintura y unas femeninas caderas. Dev se descubrió deseando que el vestido fuese más corto, pero esto era un evento de noche, por eso el largo del vestido arreglaba un poco al haber ido un poco más allá de los límites al enseñar demasiado esos increíbles hombros. Dev respiró profundamente, muy consciente del incendio que le quemaba por dentro. —¿Debo tomar como una buena señal que estés mirándome como si me hubiera salido rabo? — preguntó Lauren un poco insegura. Sintió como las mejillas le empezaban a arder. Los ojos de Dev recorrían su cuerpo de un modo que estaba haciendo que su pulso se acelerara felizmente. Desafortunadamente, eso la estaba poniendo incluso más nerviosa de lo que ya estaba, que no era poco.

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—Guau— murmuró Dev. —Estás… — sacudió la cabeza, incapaz de que le salieran las palabras. Fabulosa, gritó su mente. ¡Está fabulosa! Oh, demasiado fabulosa. El Príncipe comose-llame va a caer muerto cuando la vea. Lauren se colocó un mechón de pelo detrás de la oreja y sus pendientes brillaron con la luz. Sus manos señalaron su garganta. —Gracias. Y por estos especialmente. Me siento como una princesa— Sus dedos tocaron los brillantes diamantes que rodeaban su cuello, después se movieron hacia la pulsear a juego que llevaba en la muñeca. Sonrió cálidamente. —Estoy un poco preocupada por si me convierto en calabaza a medianoche… — dijo Lauren sin prestar mucha atención a sus palabras. Su mirada estaba fijada firmemente en Devlyn y la mera visión de la Presidenta esta noche amenazaba con atascar su cerebro por completo. —Tú um… — Lauren se rió sin poderlo controlar, encontrándose sin palabras y con la inexplicable urgencia de recorrer con sus manos el cuerpo de Dev. ¿Y besarla en el cuello? Oh, eso es nuevo. —¿Nos vamos?— Dev le ofreció el brazo a la mujer más baja. —Oh, sí. —Espera un segundo— Dev frunció el ceño y apuntó hacia la habitación. —¿No necesitas tus gafas? —¿Voy a tener que leer o escribir? —Bueno, nos íbamos a sentar todos juntos y revisar nuestros satélites para divertirnos— Dev se rascó la frente. —Pero me parece demasiado de momento. ¿Qué vamos a hacer después del postre?— Yo tengo unas cuantas sugerencias. Una de ella incluye nata montada y… ¡PARA! Lauren se rió. —Será mejor que nos vayamos, Presidenta Marlowe— Lauren miró a los hombres del Servicio Secreto que estaban esperando al principio de pasillo. —Estoy segura que Lizza está de los nervios, esperándote. —Lauren puso su brazo alrededor del de Dev y se dirigieron hacia la fiesta. —¿Ummm… Lauren?— Hora de afrontarlo, Marlowe. —¿Sí? —¿Confías en mí? ***

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—¡¿Qué hiciste qué?!— Lauren detuvo sus pasos justo en el momento en que ambas entraban en el salón de recepciones. Miró a Dev incrédula. La sala se quedó en silencio y todos los ojos se giraron sobre las dos mujeres. —No me hagas repetirlo— le suplicó Dev susurrando mientras sonreía a la multitud y daba un rápido saludo. —Sé por la forma en que tu mandíbula casi golpea la alfombra que me has oído la primera vez. —¡Devlyn!— Lauren protestó, pero disimulando con una sonrisa. Estaba cegada temporalmente por una docena de flashes. —Ese cotilleo empezaba a olvidarse— le dijo sin mover apenas los labios. —Si actuamos así esta noche para convencer al Príncipe Hassan, todo va a empezar de nuevo. David se colocó al lado de Dev, disimulando su enfado. Dev conocía las normas. ¿Por qué se estaba comportando así? Había estado de mal humor desde la sesión de fotos de esa tarde. — Buenas noches, Sra. Presidenta— fue todo lo que dijo. Devlyn, sin embargo, oyó exactamente todo lo que David quería decirle, que era "¡¿Por qué no esperaste a que te presentaran, idiota?!" —Lo siento David, estaba distraída. Además ya fui presentada a todos esta tarde. Esto es sólo una pequeña recepción. Relájate… — Volvió la mirada hacia su Jefe de Personal y le dio un pequeño golpe en las costillas afectivamente. — Bonito esmoquin. Tu corbata está arrugada… —Gracias— luchó con la corbata hasta que esta estuvo derecha. —Sabes que tenemos que seguir el protocolo, Sra. Presidenta. El Príncipe Hassan se puso a la vista a las dos mujeres y Dev inmediatamente rodeó la cintura de Lauren con su brazo, atrayéndola más hacia ella y sorprendiendo a David y a Lauren. Un reguero de flashes iluminaron la habitación y los perros de caza de la prensa empezaron a murmurar entre ellos. —Pues vamos a saltárnoslo, y di que lo vamos a hacer, David. Tengo algo de lo que ocuparme en estos momentos. ¿Si nos disculpas? David dirigió sus ojos a Lauren, quien sólo pudo encogerse de hombros. —De acuerdo— murmuró. —Volveré en un momento. Voy a arreglarlo… Dev asintió ausentemente, sus ojos seguían al Príncipe y los consejeros que lo rodeaban. El Príncipe Hassan se detuvo justo enfrente de Devlyn y Lauren. Les indicó a sus hombres que se alejaran un poco. —Sra. Presidenta, es un placer verla de nuevo… — Pero por alguna razón Dev no podía creerle. Debía ser por el hecho de que estaba mirando a Lauren mientras hablaba. —No creo haber sido presentado a su adorable biógrafa.

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Dev permaneció en silencio hasta que Lauren la golpeó. —Su Majestad, Príncipe Hassan, ¿me permite presentarle a la Srta. Strayer? —Es un verdadero placer — El Príncipe Hassan se inclinó y agarró las manos de Lauren. Besó sus nudillos durante demasiados segundos. —Hola— Replicó Lauren cordialmente, queriendo sus manos de vuelta. —¡Qué gargantilla tan preciosa lleva, Srta. Strayer!— El Príncipe apuntó hacia las brillantes piedras y dejó libre una de las manos de Lauren para dirigirse a tocarlas. Usando la mano que aún tenía agarrada, empujó a Lauren hacia sí mismo. —Gracias— Lauren apartó la mano y discretamente se retiró de su lado, intentando no parecer tan asqueada como se sentía. De acuerdo, ahora entiendo por qué Dev no quería que hacerle creer que yo estaba libre. Puaj. —Ha sido un regalo de… Devlyn. Su amante la llamaría por su nombre, se dijo a sí misma. Lauren sonrió a Dev, la cual la miró con ojos de disculpa. El Príncipe Hassan retiró su mano casualmente, aunque se sintió escocido por las acciones de la escritora. —Confío en que estén disfrutando de todo lo que mi adorable nación puede ofrecer… —Desafortunadamente, este es un viaje de negocios, Su Majestad— interrumpió Dev. —No hemos tenido tiempo para ver nada. Quizás en otra ocasión—. Como… diez minutos después de… NUNCA Él frunció el ceño. —Quizás— su gesto se suavizó en una sonrisa que las dos mujeres estaban seguras que sólo él encontraba encantadora. —Entonces creo que debo aprovechar nuestro poco tiempo juntos… — El hombre extendió una copa de champagne a Dev, la cual la cogió sin pensar. Entonces se volvió hacia Lauren y sonrió. —Parece que necesito más champagne. ¿Le importaría acompañarme, Srta. Strayer? Dev se interpuso entre Lauren y el Príncipe. Su rabia empezó a notarse. —Sí, le importaría, hijo de… —Por supuesto que lo acompaño— Lauren apoyó una mano en la espalda de Dev para calmarla, después se dirigió hacia él. —Gracias, Su Majestad, lo acompaño encantada… El pecho del hombre inmediatamente se desinfló y le dirigió a Dev una sonrisa presuntuosa. Ninguna mujer soltera lo rechazaría. ¿Y Lauren preferiría a la Presidenta antes que a él? Eso era impensable. 94

—Un momento por favor, Su Majestad. Necesito hablar con Devlyn… — Lauren inmediatamente agarró la mano de Dev y se separaron unos cuantos metros de él. Bajó la voz y le susurró. —Déjame hacerme cargo de esto, Devlyn. —¡No, no te dejo!— Le susurró enfadada. —¡Está intentando ligarte justo delante de mis narices! Arrogante hijo de… —Lo sé. Es un cerdo. Pero tengo la sospecha de que permitirte darle un puñetazo en la nariz no ayudaría a las relaciones entre los dos países… — Arqueó una ceja. —¿Verdad? La expresión de Dev se tranquilizó. —No iba a pegarle un puñetazo— Sí, sí que lo iba a hacer. Mierda. Me estoy volviendo loca. —Uh huh— Lauren sonrió gentilmente. —Sé que lo único que estabas intentando al decirle que éramos amantes era mantenerlo alejado de mí. Y con muchos hombres, creo que habría funcionado. Pero el Príncipe Hassan es aparentemente, el tipo de hombre que necesita un convencimiento extra— golpeó suavemente a Dev en el brazo. —Confía en mí. Devlyn exhaló infeliz. —¿Tengo alguna otra opción? Lauren fingió pensar durante un momento y después sonrió triunfalmente. —Ummmmm… creo que no. Unos ojos azules se tornaron en una mirada peligrosa al dirigirse hacia el Príncipe. —Voy a estar vigilando. Y si te pone encima aunque sea una punta de un dedo… —Lo sé, lo sé. Ahora ve a saludar al resto de tus invitados antes de que te ganes una pésima reputación como anfitriona… — Lauren cuadró sus hombros, dándose cuenta de que no había tenido la oportunidad de sentirse nerviosa por todo lo que le rodeaba. Los acontecimientos se habían sucedido muy rápidamente. —Estaré bien. Dev le dirigió una sonrisa llena de admiración y afecto. Pero había un hilo de seriedad en su voz que se ganó la atención de la joven. Unos penetrantes ojos azules se clavaron directamente en Lauren, y pararon de hablar durante un largo momento mientras el resto del mundo parecía desaparecer para ellas. —Sólo no olvides quién es tu escolta esta noche— Dev susurró suavemente, su corazón latía en sus oídos. Esto debe ser real. No es una estúpida artimaña. Lauren tragó. —No lo haré— Unos cuantos segundos después todo lo que las rodeaba volvió de nuevo a su consciencia. Lauren cerró los ojos por un momento para aclarar su cabeza. Hora de arreglar esto. Se dirigió hacia el Príncipe, que había estado esperando mientras robaba miradas furtivas de las mujeres mientras se preguntaba si su cama sería calentada por alguien

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más que Lauren esa noche. Lauren colocó su brazo sobre el del príncipe y se dirigieron hacia el bar. —Necesitamos hablar un poco. —Estaba esperando a estar a solas. —Yo… umm… Quiero dejarle algo claro, Su Majestad. Pensé que era mejor que lo habláramos en privado eso es todo… —Pero a una mujer tan guapa como usted no le debe ser permitido pensar. Señor, ayúdame. Quizás sea yo la que le dé un puñetazo. Prudentemente, Lauren decidió seguir hablando, ignorando lo anterior. —Me siento halagada por sus atenciones, Su Majestad. Pero soy muy feliz con Devlyn. —Obviamente, la Presidenta Marlowe la valora, o no estaría asistiendo a un acto como este. Pero usted es su amante, no su esposa ¿correcto? Yo tengo cuatro esposas y varias amantes. Y es en usted en quién estoy interesado esta noche. ¡Qué afortunada! —Tómese esto como quiera. Yo solo tengo una amante y no estoy interesada en nadie más— A Lauren se le estaba acabando la paciencia. ¿Qué más tenía que hacer para librarse de Romeo? Su estado imaginario de amante de Devlyn era aparentemente suficientemente claro para mantener alejado al Príncipe Hormonas. Finalmente, un camarero pasó por delante y ella cogió una copa de champagne de la bandeja, bebiéndosela de un trago. —Su Majestad, estoy intentando ser discreta. Pero no me ha dejado otra opción que ser muy explícita… El Príncipe se inclinó más, obviamente interesado. —Estoy completamente satisfecha— Lauren levantó sus cejas y su voz tomó un matiz sexual dejando bastante claro qué exactamente satisfacía Dev. —No cambiaría a Devlyn ni por diez hombres— Se lamió los labios lentamente e intentó no estallar en carcajadas al ver la mirada sorprendida y el leve rubor que apareció en la cara del hombre. —No se ofenda. El Príncipe se aclaró la garganta, muy avergonzado. Su respeto por la alta americana aumentó varios puntos. —No me ofendo, Srta. Strayer. Me alegro de que usted esté tan— se detuvo y sonrió con aprecio —satisfecha—. Lauren era preciosa. Pero él no era tan tonto como para perseguir una causa perdida. —Gracias. Soy una mujer muy afortunada… — El alivio la embargó. Por fin. Justo en ese momento, David se unió a ellos. Justo a tiempo. —Ha sido un placer conocerlo, Su Majestad. Espero que sus reuniones mañana vayan bien… —Seguro que sí. Parece ser que la Presidenta Marlowe es una maestra consiguiendo y manteniendo lo que más desea. 96

Lauren le ofreció la mano y sonrió. —Estoy de acuerdo. Buenas noches… — se giró a David. —Creo que había alguien a quien querías presentarme, ¿no? David se quedó mirándola perplejo. —Al otro lado de la sala— le insistió, moviendo la cabeza hacia una dirección que acababa de escoger al azar, esperando que le llevara lo más lejos posible del Príncipe. Los ojos de David se abrieron comprendiendo finalmente. —Oh, sí, por supuesto… — Rápidamente buscó entre la multitud y seleccionó un nombre. —¿Si nos disculpa, Su Majestad? El Príncipe asintió e insistió en tomar de nuevo la mano de Lauren y darle otro beso. —Eres mi Salvador, David— dijo Lauren suavemente tan pronto como se hubieron alejado del alcance del Príncipe. Él se detuvo y miró a Lauren curioso. —¿Cómo sabes mi apodo para el Servicio Secreto? *** El Príncipe sonrió a Dev. Había conseguido evitarla durante las últimas dos horas, pero ya era el momento de retirarse y decidió que debía despedirse. —Parece que es cierto que su Srta. Strayer está muy cogida… — le dijo. Dev dio un salto ante el sonido de la voz del Príncipe, y este colocó otra copa de champagne en su mano. Había vaciado la suya de un trago cuando Lauren y el Príncipe se fueron a buscar a un camarero o el bar. Y aunque había intentado evitarlo, no había podido apartar su atención de Lauren. Sólo después de que Lauren se hubiera ido con David, se sintió lo suficientemente cómoda para hablar con sus invitados. —Se lo dije esta tarde— le dijo sencillamente Dev. —¿Qué le hizo convencerse finalmente? El hombre joven estalló en carcajadas. —La declaración de la Srta. Strayer de lo satisfecha que la tiene usted. Dev parpadeó. ¿Qué? Oooooh… ¡Bien, gracias, Lauren! Sonrió al Príncipe que la miraba como si quisiera chocar los cinco con ella si tuvieran la suficiente confianza. En lugar de eso, le dio una palmada entre los hombros. Aparentemente, Dev había sido 97

aceptada como "uno de los chicos". —Sin resentimientos, Sra. Presidenta… — Su gesto se torció un poco. No entendía mucho por qué todo esto parecía enfadar tanto a la Presidenta. Lauren era simplemente su amante. La Presidenta Marlowe era una hermosa y poderosa mujer, y su nación obviamente había aceptado su pecaminosa vida. Seguramente tenía docenas de amantes. —Es sólo una mujer— dijo finalmente, aún perplejo pero deseando irse. —Nada que debamos permitir que infiera en nuestras negociaciones mañana. —Hasta mañana, entonces— le contestó Dev, intentando contenerse antes de hacer algo estúpido. Si le pegaba un puñetazo en la nariz sólo conseguiría que Lauren se enfadara. —¿Ansiosa de volver con su preciosa rubia?— se rió. —Ahh… no puedo culparla. Afortunadamente para mí, puede ser reemplazada por otra preciosa rubia… Los ojos de Dev se oscurecieron con una inesperada ira y estrechó la mano del Príncipe Hassan. La agarró firmemente y se inclinó hacia delante, poniendo sus labios cerca de su oído. —En eso está muy equivocado, Su Majestad. *** Abril de 2021. Domingo, 4 de abril. —¿Por qué estás tan triste amiga? —David se inclinó sobre el tablero de ajedrez, preguntándose por qué siempre caía en el mismo gambito. —Oh, no lo sé —Suspiró Dev, bebiendo un trago de brandy. Se reclinó sobre el sillón y miró pensativamente cómo David intentaba escaparse de esa jugada… otra vez. ¿Nunca aprendería? Estaban en el despacho que tenía Dev en la residencia privada de la Casa Blanca. Era una habitación acogedora que Dev había transformado en una sala de juegos para la familia. A los niños les encantaba. En esta fría noche de primavera, sus hijos estaban profundamente dormidos como lo estaría, según sospechaba Dev, casi todo el mundo que no tuviera insomnio. La mujer de David estaba fuera de la ciudad visitando a unos familiares, y su viejo colega estaba apalancado en sus estancias porque no quería volver a su solitaria casa. —Tú solo bebes cuando tienes problemas de mujeres —dijo David casualmente, sin dejar de mirar el tablero. Dev miró en su vaso y gruñó. 98

—Es brandy, por el amor de Dios. Y de verdad que no tengo problemas de mujeres. No hay mujeres, no hay problemas. —Bien, me alegro de oír eso —allá vamos— porque adivina quién está en la ciudad esta semana. —¿El Emperador de Japón? —Nooooooooooo… —Dev movió el rey. Dev se inclinó e hizo un movimiento que permitiría que la partida continuara siempre y cuando David no hiciera nada estúpido. No estaba preparada para quedarse sola todavía. —¿El Rey de Inglaterra? —Nooooo… —Sus cejas se levantaron a la vez. ¿Por qué no fue a matarme rápidamente?— Piensa menos políticamente. Es más, ummm, de tu tipo. —¿Mi tipo? —Dev se golpeó en las piernas— David, yo no tengo ningún tipo. Él se reclinó sobre su asiento, después de hacer su movimiento, y le dirigió a su amiga su mejor mirada fraternal. —Sí, lo sé. Y es hora de que cambiemos eso. Dev miró hacia su compañero. —David, por favor, no me digas que has hecho algo increíblemente estúpido como… —Te he concertado una cita. Una cabeza oscura cayó. —¡Oh, Dios! —Dev dejó su vaso en la mesa de al lado. Su grueso cristal hizo que sonara muy fuerte. Acto seguido cambió totalmente y muy irritada levantó la cara de nuevo.—¿No es mi vida lo suficientemente complicada sin tenerte concertándome citas? La mitad de los EE.UU. y un príncipe árabe idiota, piensan que me estoy acostando con Lauren. —Pero como no lo estás haciendo —dijo David sensiblemente— no hay razón por la que no podrías salir con Candy Delaney. Devlyn empezó a atragantarse con la bebida, haciendo una mueca de dolor cuando el fuerte licor le salió por la nariz. Se tapó la boca con un puño e intentó volver a respirar por la nariz. 99

—Sorpresa. Cuando, finalmente, Dev pudo hablar, gritó apagadamente. —¿Quieres decir que me has concertado una cita con "Ven y toma un trozo de Candy Delaney"? Jesús, David. ¿Por qué no me has citado con una prostituta y llamas a la prensa para que saque fotos? David se mordió el interior de sus carrillos. Estaba empezando a pensar que la única persona que podía satisfacer a Dev no era otra que Lauren Strayer. —Tengo que hacerte saber que esa Candy Delaney, es ahora la doctora Candice Delaney y está en la ciudad asistiendo a una conferencia de Cirugía General. —Bueno, ella tuvo bastante de eso en la universidad. Debería ser una experta ahora. —Deeeeev… —Pero no pudo evitar soltar una carcajada. —¡Sabes que odio que me arreglen citas! —Te arreglé una cita con Samantha, Dev. —Oh, sí —Hizo un gesto mientras se desplomaba de nuevo sobre su asiento— Pero nunca volverás a tener esa suerte de nuevo. Y todavía no quiero quedar con nadie. —¡Vamos! ¡Estás siendo ridícula! —¡No voy a salir con Candy "prueba mi relleno de crema" Delaney! —Se inclinó hacia delante y perezosamente movió el alfil— Jaque mate. —Tienes razón. No vas a salir. Eres la Presidenta de los Estados Unidos, por el amor de dios. Dev resopló. —Lo has recordado justo a tiempo. —Es ella la que va a venir aquí. El viernes por la noche, a las siete en punto. Pensé en una agradable cena en la residencia. Quizás veáis una película después, o una excursión por… —Tú te crees un director de cine, ¿o qué? —Ella, no sólo no va a estar por aquí el viernes, sino que también tiene una cita — dijo David

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tranquilamente. Sabía que esas palabras le dolerían, pero no tenía ningún sentido que Dev se siguiera quejando. Dev no tenía que preguntar a quién se refería con ese "ella". Lizza había estado prácticamente sonriendo por eso toda la semana. La asistenta personal de la Presidenta, le había contado a todo el mundo que Lauren había aceptado salir con su pariente favorito, Casey Dennis. —Gracias por recordármelo, compañero. Ya casi me había olvidado de ello —murmuró sarcástica. ¿Y dónde está ese maldito reporte del FBI que ordené sobre ese pariente de Lizza? ¡Lo he estado pidiendo durante horas! David hizo un gesto hacia el tablero de ajedrez y levantó las manos en señal de rendición. Dev pensó en Lauren cenando y tomando vino, pasando una íntima velada con otra persona. A lo mejor se cogían de la mano o… Dios ¿Y si él la besa? ¿O si ella le besa a él? Y qué si eso lleva a… no, no, no. ¡No voy a pensar en eso! ¡No lo haré! Su cara estaba llena de rabia y lanzó por toda la habitación el rey de David al golpearlo con su alfil. Los dos pares de ojos siguieron al rey, viendo como la blanca pieza de madera surcaba el aire y aterrizaba en la chimenea encendida. Enseguida empezó a arder y David tragó saliva, asustado. —Oh, sí, amiga. Qué suerte tienes de no ser celosa. *** Viernes, 9 de abril. Dev suspiró al enfilar el pasillo. Miró a su agente del Servicio Secreto, el cual apartó la silla y se levantó en el momento en que ella salió de su habitación— Supongo que usted no podría dispararme ahora, ¿verdad? El hombre palideció un poco— ¿Sra. Presidenta? —¿Has hecho algo alguna vez que no querías hacer sólo para mantener a tus amigos felices? Él empezó a relajarse y le dirigió a Dev una sonrisa cómplice. —¿Una cita a ciegas, Sra. Presidenta? —Casi. No la he visto desde la Universidad — suspiró Dev — Bueno, al menos le dejé claro a mi Jefe de Personal que él y su mujer venían también —Su cabeza se izó rápidamente cuando la puerta de Lauren se abrió varios metros más allá. Oh, mierda. Está genial. ¿Por qué tiene que estar tan guapa? Si no la conociera bien, aseguraría que está intentando volverme loca.

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Se acercaron la una a la otra muy lentamente. Lauren deslizó su bolso sobre un hombro mientras se dirigía hacia Dev. —¿Así que ya estás preparada para tu gran noche? —Había oído de Emma lo de la cita a ciegas de Dev y la idea no la hizo nada feliz. Dev parecía cansada estos últimos días. Sólo tiene libres diez minutos a la semana. Debería gastarlos relajándose, o viendo la tele, o leyendo mi libro, o como sea. Pensó Lauren orgullosamente, No complicándose más la vida. ¿Y qué si esta pollita es una gran doctora de Harvard? No me impresiona. ¡La Universidad de Tennessee es una gran escuela! Dev asintió y trató de sonar positiva. — Sí, será agradable volver a ver a Candy… ehh… Candance… um, Dra. Delaney, de nuevo —Una pequeña arruga apareció en la frente de Lauren y Devlyn paró de hablar. —Bueno, debería irme. Lizza me pidió acompañarla a ella y a su novio. Umm… Un pariente suyo va a estar allí. Y… bueno… —¿De verdad? No sabía nada —dijo Dev, esperando que ningún ser divino llevara la cuenta de sus mentirijillas inofensivas, especialmente cuando estas tenían que ver con Lauren. Si llevaban la cuenta, estaba en grandes problemas. Lauren se colocó las gafas, incómoda. Sintió una inexplicable urgencia por justificarse ante Dev. — Estaba volviéndome un poco loca últimamente. Hace seis meses que no salgo a ningún sitio. Y ella… Lizza, me lo pidió. Necesitaba una cuarta persona para que su familiar no se sintiera incómodo — ¿Por qué me siento como si la estuviera traicionando? ¡No somos pareja! —Oh, lo entiendo completamente —Voy a ir directo al infierno— Nunca sabes cuándo puedes conocer a Don Perfecto. Lauren sonrió débilmente y se encogió de hombros. Por alguna razón no esperaba conocer a Don Perfecto esa noche. — O a Doña Perfecta. —¿Huh? —Dev prácticamente gritó. —¿Candice Delaney? — Aclaró Lauren, sorprendida por la reacción de Dev.—¿Tu cita de esta noche? — Sus mejillas se enrojecieron por la vergüenza. — Um… Emma la mencionó un par de días atrás. Por eso sé su nombre. — Y no he sido capaz de pensar en otra cosa desde entonces. —Oh, sí — Den intentó no parecer muy abatida. Dirigió la cabeza en dirección contraria a la dirección que tenía que tomar Lauren. — De hecho iba de camino hacia allí. Lauren ojeó el traje de Dev. Perversamente deseaba que esa tal Dra. Delaney no fuera del tipo "falda y tacón". — Ya me he dado cuenta. Bonito traje.

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—Gracias — una pequeña sonrisa de dibujó en la cara de Dev — Lo mismo digo — Tímidamente, se metió las manos en los bolsillos y golpeó los tacones. — Bueno, te veo luego — Pero no hizo ningún esfuerzo por moverse. Lauren suspiró, ya se arrepentía de haber aceptado la propuesta de cita doble de Lizza. Ordenó a sus pies firmemente que se movieran, cuando lo que más deseaba era quedarse aquí con Dev. Ugh, excepto por el hecho de que Dev iba a pasar la noche con la Sra. Harvard. Ella me ve todos los días. Estoy segura que soy la última persona con la que quiere pasar más tiempo. — Sí, te veo luego. *** Cuando el taxi de Lauren la dejó frente al Been Gi Palace, un sentimiento de vacío se apoderó de ella. Miró hacia el cartel del restaurante y arrugó la nariz. ¿Por qué accedí a comida coreana? Odio no estar segura de lo que estoy pidiendo. ¡Soy de Tennessee, maldita sea! Soy feliz al saber que la C de KFC significa chicken 1, no cat2. El molesto pensamiento la hizo temblar. —Estoy es lo que consigo por querer tener una vida — murmuró para sí misma, mientras ponía derechos sus hombros y abría la pesada puerta de madera del restaurante. Al entrar un fuerte aroma a comida coreana la rodeó. Una sonriente camarera se dirigió inmediatamente a recibirla. Lauren se quitó su abrigo y se lo colgó sobre un brazo. —Hola, hola — la joven mujer la saludó inclinando la cabeza varias veces. Parecía extremadamente contenta de ver a Lauren. —Hola — Lauren empezó a inclinar su cabeza también, hasta que se dio cuenta de lo que estaba haciendo. Paró y sonrió a la pequeña mujer. — Vengo con el grupo Dennis. —¿Un grupo de una? — preguntó la camarera. Su acento era tan cerrado que Lauren se tenía que inclinar para escuchar atentamente. —No. La camarera parecía confundida. —¿No quiere comida?

1 Chicken: pollo. 2 Cat: gato. 103

—No… quiero decir, sí. He quedado aquí con unos amigos. El grupo de los Dennis — intentó explicar de nuevo Lauren. —Si no quiere comida, ¡váyase! Esto no es un chiste — La joven mujer empezó a empujar a Lauren hacia la puerta. —No… sí quiero. Quiero comida. — Aunque no esta comida. El olor la estaba poniendo un poco enferma. Lauren exhaló impacientemente y recorrió con la vista la sala. El restaurante estaba oscuro, iluminado sólo por velas depositadas en las mesas y por unos pequeños focos amarillos que colgaban sobre la barra. Entrecerró los ojos mientras estos continuaban ajustándose a la tenue luz. Lizza no estaba en ningún lugar a la vista, por eso empezó a buscar a Casey, lo cual no era una tarea fácil ya que no tenía ni idea de cómo era. Un hombre guapo, de pelo negro y ropa cómoda estaba sentado al final de la barra tomando un trago. Los asientos que había a su lado estaban vacíos. Lauren decidió arriesgarse. Se dirigió hacia él dejando atrás a la camarera, y le saludó desde lejos. A pesar de la oscuridad, el hombre divisó a Lauren y levantó la cara. Sonrió abiertamente, devolviéndole el saludo. Lauren suspiró aliviada. Lizza y su novio se deben haber retrasado. Se giró hacia la confusa camarera, que se había puesto justo detrás de ella, aparentemente preparada para bloquearle el camino si fuera necesario. — Encontré a mi grupo, ¿ve? — Lauren apuntó hacia el hombre, el cual levantó la bebida asintiendo. La camarera asintió furiosa, finalmente entendiendo que Lauren había quedado con el hombre de la barra. — Adelante entonces — dijo felizmente — Prepararé su mesa, y un camarero le entregará los menús. Lauren la miró, no había entendido ni una palabra. —¡Vaya! — la camarera finalmente se enfurruñó. — Turistas estúpidos — murmuró mientras volvía hacia la puerta, saludando alegremente a una pareja que acababa de entrar. Lauren cogió al toro por los cuernos y se acercó al hombre. Este se levantó y le ofreció un asiento a su lado. Estrecharon las manos y Lauren se disculpó — Siento haber llegado tarde — Ocupó el asiento libre al lado del hombre. — Soy Laur… —No pasa nada, bombón — La interrumpió. Sus ojos intentaron enfocar, pero esta era la quinta bebida y las cosas estaban un poco turbias para él. Aun así, veía lo suficiente como para saber que este era el día más afortunado de su vida. — Ha merecido la pena la espera — sonrió

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triunfante. Y sus amigos intentaban decirle que ahogar las penas detrás de una botella no le iba a traer nada bueno, ¡JA! Los ojos de Lauren se entrecerraron, y se detuvo a contemplar al hombre por primera vez, notando así su camiseta destartalada y su corbata suelta. —¿Cómo te llamas? El hombre de pronto se dio cuenta de la importancia que tenía esta pregunta y se detuvo a reflexionar. —¿John? Lauren entornó los ojos. — Querrás decir, "idiota" — Se alejó de la barra. —¿Bill? — Intentó de nuevo — ¿David? ¿Sam? ¿Rick? ¿Steve? ¿Bob? ¿David? —Ese ya lo has dicho. —¿Entonces es que he acertado? —Lo siento, amigo. Ninguno de esos nombres se acercan lo más mínimo a Casey — Gracias a Dios. Una mujer sentada dos asientos más allá, que había estado escuchando la conversación medio asombrada, de repente dio un brinco. —¿Lauren? Los ojos de Lauren se dirigieron hacia la mujer castaña. —¿Sí? —Me alegro de conocerte finalmente. Soy la prima de Lizza, Casey Dennis. — Le extendió la mano y Lauren levantó las suyas en señal sorpresa. — Tu cita — añadió Casey cuando Lauren seguía pálida mirándola. La mano de la escritora estaba tan floja como un espagueti. —Eres una mujer — dijo Lauren innecesariamente. Su boca se abrió ligeramente. —¿Es que parezco totalmente gay o qué? Dos cejas se arquearon. — ¡Sííí! La última vez que miré lo eras. Creía que lo sabías. Quiero decir… Lizza dijo que… — se detuvo, notando que Lauren estaba un poco pálida. — Hey, ¿estás bien? Lauren se rascó la barbilla. — Vaya, esa es una buena pregunta — La idea no es nueva para ti, Lauren, y lo sabes. Has pensando sobre esto antes. Sobre todo últimamente. Así que no actúes ahora como una idiota. A lo largo de los años había estado medianamente interesada por varias mujeres. Lauren se había preguntado si, dada la oportunidad, podrían haber dado lugar a relaciones que no fueran solo de amistad. Pero la vida seguía su curso, y la oportunidad nunca se presentó. Su matrimonio con Judd había sido un largo estudio del que ninguno había salido satisfecho. ¿Era 105

hora de abrir horizontes? Se lo había estado planteando durante años. Lauren había tenido que admitir que no era la falta de interés en las mujeres lo que la retenía. Era más una falta de atracción. O al menos un sentimiento de atracción que no fuera fugaz. Atracción debería ser… su mente inmediatamente encontró la respuesta, y Lauren suspiró resignada… como lo que siento por Dev. Pretender decir que lo que sentía por Dev era simple atracción era mentir, y ella lo sabía. Estaba más enganchada a ella que un mosquito a una bombilla. Lauren intentó no pensar que Dev estaría probablemente besando a la Dra. Delaney en ese preciso momento. La escritora escapó de sus pensamientos y observó a Casey, la cual era, había que decirlo, una mujer bonita. Se concentró en ella durante un segundo, conteniendo la respiración y mirando profundamente los ojos marrones de Casey. Nada. Ni un ápice de interés. Ni una gota de deseo. Nada de atracción. No había nada de lo que sentía con Dev, incluso desde la primera vez que se vieron. Lauren exhaló. ¡Es que ella no es Dev, así que para de hacer eso! —Lo siento, y estoy bien — contestó finalmente, dándose cuenta de que la mujer la estaba mirando. — Lo que quería decir antes es que eres una mujer que me resulta muy familiar. ¿Nos conocíamos? — De acuerdo, esto es patético. Pero Casey pareció creerse su excusa. —No, segura que te recordaría — Casey la dirigió a la mesa vacía que las esperaba preparada. —¿Dónde está Lizza? — Lauren esperaba que la pregunta hubiera sonado casual, dejando de lado el hecho de que estaba empezando a estar un poco preocupada. —Oh, llamó hace unos minutes. Algo ha pasado en la Casa Blanca, y por eso no nos van a poder acompañar esta noche. — Casey sonrió y se sentó en su silla, colocando el menú en un espacio libre que había a su lado. — ¡Sólo seremos tu y yo toda la noche! Las pestañas de Lauren se arquearon tanto que se escondieron bajo el flequillo. — Ummm… guau. ¿Toda la noche? —¿Qué hora es? Luchó contra la necesidad de mirarse el reloj. Dale una oportunidad a la chica. Si Dev estuviera interesada en ti, no habría quedado con otra ¿Verdad? — Genial — dijo Lauren con tanto entusiasmo como pudo fingir. Toda la noche. *** En el comedor de la residencia, David y Beth hablaban con Candy, mientras Dev intentaba no parecer totalmente miserable. Sonreía por todo en los momentos justos y fingía poner interés en lo que se decía a la vez que esparcía la pasta de su plato. Había perdido el apetito mucho antes de que la comida hubiera llegado a la mesa. Lo peor de la cena llegó entre la sopa y la ensalada, Dev casi se disloca la rodilla al golpearla contra la mesa cuando sintió la mano de Candy depositarse en su muslo. Una vez que consiguió que la insistente mano de Candy se apartara de su pierna, levantó la 106

vista para encontrar a la mujer mirándola fijamente. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que alguien la miraba como si fuera el menú de la noche. Pero viniendo de Candy, esa sensación era todo menos placentera. De hecho hizo que se le revolviera el estómago. Candice Delaney, respetada doctora durante el día, súper putona por la noche. Algunas cosas nunca cambian. Dev sacudió la cabeza. Se imaginó a Lauren mirándola de esa forma, con unos lujuriosos ojos grises y sus mejillas empezaron a tomar un color escarlata muy brillante. Oh, dios. Un involuntario gemido salió desde lo más hondo de su garganta. La conversación de repente se detuvo, y todo el mundo la miró. De acuerdo, eso no fue una buena idea. — Me he quemado con la pasta — explicó Dev llanamente. Con el postre, las cosas fueron de mal en peor. Mientras David y su mujer se perdían en su propia conversación, Candy susurraba obscenas sugerencias a Dev, explicando cómo le gustaría usar la mermelada de cereza cuando estuvieran solas. Dev sintió vergüenza de sólo pensarlo. ¡No, incluso con la lengua de otra! Sus hombros se desplomaron, y dejó caer la servilleta sobre la mesa. ¿Cómo voy a sobrevivir a esto? Me pregunto cómo le irá a Lauren, Nada puede ser peor que esto. ***

La cabeza de Lauren se inclinó dudosa mientras empujaba el tenedor alrededor del plato, apenas escuchando la interminable charla de Casey, pero fascinada con los 188186 trozos de algo conglomerados que le habían puesto delante. ¿Eso son patas? Tragó saliva. ¿O tentáculos? No pedí nada que tuviera patas. Creo. —Y así es como me convertí en técnica médica de la morgue. Lauren soltó el tenedor. Sus ojos se abrieron como platos. —¿Que eres qué? —Empleada de la morgue — dijo Casey entusiasmada. Se sentía halagada de ver a Lauren tan impresionada sobre lo que acababa de decir. Quizás la escritora no era tan idiota como parecía. — ¡Es un trabajo muy interesante! Una vez, después de que una multitud… La biógrafa sintió como palidecía. No me va a hablar sobre esto, ¿verdad? ¡Oh, Dios! — Bueno, ¿y cuál es tu libro favorito? — Lauren cambió de tema tan rápido como pudo. Las patas mezcladas con lo que parecían ser fideos en su plato, ya era suficiente para hacerla vomitar. Oír historias sobre cadáveres sólo lo empeoraría todo. —¿Sabes? La gente siempre preguntas así. Realmente no tengo libro favorito. Siempre he 107

preferido las películas — Nombró por lo menos media docena de títulos, ninguno de los cuales había oído nunca Lauren. —¿No son geniales? Esas son mis favoritas. —Um… lo siento, no he visto ninguna. —Oh — Casey parecía sentirse mortalmente herida y Lauren no estaba segura de si debía sentirse mal o aliviada. Quizás podría acabar pronto. Ambas mujeres permanecieron en silencio durante unos momentos. —¿Y qué me dices de viajar? — Lauren cortó el hielo. —¿Has estado en algún sitio interesante? ¿Hay algún sitio que te gustaría visitar? —No, no especialmente. Más silencio incómodo. —Oh. Casey dio un largo trago de cerveza coreana. — La Astrología es uno de mis hobbies. Soy Virgo. ¿Cuál es tu signo? —Cáncer. Casey de pronto encontró muy interesante el contenido de su vaso. — Oh. Lauren inclinó la cabeza hacia un lado. — ¿Oh, qué? ¿Es malo o algo? —No, no realmente. Bueno, sólo que los Cáncer no son muy compatibles con los Virgo — se encogió de hombros levemente. — Eso es todo. No me digas, Sherlock. Lauren disimuladamente miró el reloj. ¿Quién diría que dos horas se pudieran hacer tan largas? —¿Te vas a comer eso? — Sin esperar a que Lauren contestara, Casey metió los dedos en la comida de Lauren, cogiendo algo verde y viscoso que inmediatamente se llevó a la boca. Los ojos de Lauren se volvieron cortantes y consideró apuñalar a Casey con el tenedor. Si eso hubiera sido una patata frita, Casey llevaría varias marcas de tenedor en su mano en esos momentos. Pero, de todas maneras, realmente no le importaba perder un trozo de algo viscoso. —Ummm… — Casey masticó feliz. — Gracias, me encantan. No puedo creer que no te los comas. Yo nunca puedo esperar. Ooooh… ¿Te he hablado de lo mucho que me gusta la música sinfónica? ¿Has oído nuestra sinfónica local? ¡Son fabulosos! 108

Lauren sacudió la cabeza. — He oído que son maravillosos, pero no soy realmente una gran fan de la música sinfónica. De modo que no he ido a verlos. Pero me gusta la ópera — intentó esperanzada. La cara de Casey se arrugó disgustada y agregó. — Odio la ópera. Lauren miró su plato desesperanzada. Pinchó un gran trozo con patas y todo, y se lo llevó a la boca. Pensó que así, probablemente, tendría que visitar urgencias pronto y quizás podría escapar de esta maldita cita. O también se podía morir. Cualquiera de las dos cosas le servía. La cara de Casey de repente se iluminó. — Pues uno de los cuerpos que recibimos en la morgue la semana pasada se parecía a uno de eso gordos de la ópera. Lauren ni siquiera levantó la vista para mirarla. Simplemente se tomó otro trozo de lo que fuera aquello. —Estaba pálido e hinchado. Creo que pescaron el cuerpo en el río, cerca del Aeropuerto Dulles. Pero eso no es lo peor que he visto. ¡Ni siquiera de lejos! Lo peor fue… *** Dev consideraba muy seriamente herir a David justo se excusaron para irse después de una insufrible cena, pero sugirieron que la Presidenta llevara a Candy de excursión por el edificio. Le cogió del brazo cuando se iba — ¡Te haré pagar esto! — gruñó, sabiendo que sólo David estaba lo suficiente cerca como para oírla. —Bueno, ya sabes lo que dice la vieja canción, — le contestó, — Si no puedes estar con la persona que amas, ama a la persona con quien estés. —Ni en sueños, David. —Buenas noches, Sra. Presidenta — Se inclinó y habló muy despacio en el oído de Dev, — No la recordaba tan “agresiva”, Dev. Fue un pequeño fallo de cálculo. Lo siento. ¿Pequeño? — Buenas noches, ex-Jefe de Personal. David y Beth salieron precipitadamente y Dev se giró para afrontar la realidad. ¿Por qué no paro de oír "Little Red Corvette" sonando en mi mente? Querido Dios, te prometo que haré algo bueno por el medio ambiente si me sacas de esto. —Bueno — gesticuló la Presidenta nerviosa — Vamos a ver que podemos encontrar para enseñarte por aquí.

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—Oh, vamos, Dev — La mujer se acercó más y Dev retrocedió un paso. — No muerdo — sonrió — No muerdo, a menos que me lo pidas educadamente. ¿Qué te parece una excursión hacia el Dormitorio Presidencial? —Dicen que la habitación de Lincoln está encantada. — Dev caminó alrededor de Candy y notó como ésta le pellizcaba el culo. *** —Gracias por traerme, Casey — A lo que tú insististe. —No te preocupes. Tenía que venir aquí a ver a Lizza de todos modos. — Las dos mujeres se dirigieron hacia una de las entradas del personal. Justo en ese momento el teléfono de Casey sonó. Era Lizza. — Bueno, ¿Y qué estás haciendo allí? — preguntó asombrada. — ¡Acabamos de salir de allí! — Puso la mano sobre el auricular y se giró hacia Lauren, la cual estaba buscando su ID requerido antes de poder registrarse y entrar a la Casa Blanca, a pesar de que el guarda de la puerta sabía perfectamente quién era y que vivía allí. Dios, si algún día pierdo esto, estoy perdida. Lauren finalmente la sacó y firmó en la lista, justo antes de girarse y dirigirle una aburrida y frustrada mirada a su compañera. — Déjame adivinar — suspiró Lauren. — Está en Been Gi — Por favor, no me digas que esto significa que tengo que pasar más tiempo contigo. —Sip. Y quiere saber si me podrías guiar tú la excursión por la Casa Blanca. — Casey le dirigió una esperanzada mirada. — No quiero tener que volver hasta aquí. Vivo en la dirección contraria. Lauren extendió una mano impaciente. — Déjame hablar con Lizza. —De acuerdo — Casey se llevó el teléfono a la boca un momento para decir adiós, pero después no se lo pasó a Lauren. — Lizza dice que no es necesario que se lo agradezcas, que puedes hacerlo el lunes. Y, mmm… ha colgado. Los hombros de Lauren cayeron y soltó un fuerte suspiro. ¿Acabaría alguna vez esta cita? — Vamos Casey, la excursión es rápida y corta.

*** Dev se preguntó si podría ser Presidenta todavía si su cerebro explotaba finalmente en su cráneo. Pensó que si Ford pudo hacerlo, ella sería capaz también. Había impedimentos más grandes que la muerte cerebral cuando el tema venía del Despacho Oval. Devlyn decidió que si

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tenía que quitar la mano de Candy de alguna parte de su cuerpo una vez más, iba a tener que tirar la educación por la ventana y simplemente darle una patada en el culo a esa mujer. —La… ummm… Habitación China está por aquí — la dirigió otra vez Dev. Cuando la pareja entró por un lado, Dev se sintió más que aliviada al ver a Lauren entrar por la otra puerta. El hecho de que estaba acompañada de una mujer lo percibió sólo un milisegundo después. ¿Qué demonios? ¿Una mujer? ¿Casey es una mujer? — Lauren estás en casa — Esas palabras fueron pronunciadas antes de que Dev consiguiera que sus labios y su cerebro se sincronizaran. En la única cosa que su mente y sus labios estaban de acuerdo era en sonreír a Lauren. Lo cual hizo bastante abiertamente, a pesar del hecho de que se sentía herida. Estaba claro que a Lauren le gustaban las mujeres. Pero no ella. Quien haya sido el responsable de que ese reporte del FBI no me llegara, el lunes estará buscando trabajo. —Hola, Devlyn — sonrió cálidamente a la Presidenta, pero dirigió una sólida y fría mirada a la atractiva mujer que había a su lado. — Creo que no me has presentado a tu amiga. —Ah, sí — ¿Y qué tiene esa Casey que yo no tenga, Lauren Strayer? — Uh, Lauren te presento a la Dra. Candice Delaney. Dra. Delaney, esta es la Srta. Lauren Strayer, la talentosa mujer que está escribiendo mi biografía. Candy deslizó una mano posesiva a través de la de Dev, solo para ver como la alta mujer se apartaba. Miró decepcionada a la Presidenta, entonces ofreció su mano y una inocente sonrisa a Lauren, percibiendo en seguida a Lauren como su competidora. — Encantada de conocerla Srta. Strayer. Tengo grandes historias de Dev Marlowe en la universidad — su voz era condescendiente. — Si las necesita. El acento bostoniano de Candy acentuó aún más con el nerviosismo de Lauren. — Encantada de conocerla también. Y veo a Devlyn todos los días. No necesito ninguna vieja historia. Ella es perfectamente capaz de decirme todo lo que necesito saber. Dev se rió por lo bajo, pero intentó disimular fingiendo que tosía. Acto seguido miró a la mujer que acompañaba a Lauren, la cual no le estaba haciendo pasar un momento muy agradable. Se dio cuenta que los ojos de Casey estaban clavados en Candy como si fuera… bueno, como si fuera un caramelo3 — Uh, Lauren. No nos has presentado a tu amiga. — Dev miraba sin parar a las dos mujeres, deseando que Lauren se diera cuenta de cómo se miraban. Pero Lauren estaba demasiado ocupada mentalmente, catalogando cada razón por la que Candy Delaney no era lo suficientemente buena para Devlyn para notarlo. Lauren no reaccionó hasta que Dev le repitió la frase, a lo que contestó. — Sra. Presidenta, permítame presentarle a Casey Dennis, la sobrina de Lizza.

3 Viva la creatividad. Aluden a Candy con un “candy” o caramelo. 111

Casey completamente ignoró a Dev y continuó mirando lujuriosamente a Candy. — Por favor, dime que tú no eres la Dra. Candice Delaney — dijo asombrada. — Leí tu artículo sobre los cangrejos el año pasado y no he sido capaz de mear un servicio público desde entonces. — Los ojos marrones de Casey se abrieron aún más y su voz tembló — Eres… quiero decir, fue maravilloso. Una enorme sonrisa se dibujó en la cara de Candy y evaluó descaradamente a la acompañante de Lauren. — Oh, muchas gracias, Srta. Dennis. Dime, ¿eres colega? — Candy se adelantó dejando atrás a Dev y ofreció su mano a Casey. —¡Oh, sí! — Lauren dijo, casi tan alto — Casey tiene un fascinante trabajo, adora hablar y hablar sobre él. Casey asintió entusiasmada. — Sería un honor hablar sobre mi pasión con alguien tan consagrado como tú. Lauren volcó todo su encanto sureño sobre Casey por primera vez esa noche. — Casey, querida, ¿quizás podrías acompañar a la Dra. Delaney de vuelta a su hotel? —Me encantaría — Casey sonrió tontamente. —Bien. — Dev juntó las manos con verdadera alegría. — Me alegro de que todo esté arreglado. ¡Jack! Un joven agente del Servicio Secreto entró en la habitación. —¿Sí, Sra. Presidenta? —¿Podría acompañar a la Srta. Dennis y a la Dra. Delaney hasta la salida? —Pero… —No te preocupes, Jack. Yo voy de vuelta a la residencia y dudo que la Srta. Strayer me vaya a atacar. —Sí, Sra. Por aquí, señoritas. — El joven les mostró el camino y las dos mujeres estaban tan atrapadas en su conversación que prácticamente murmuraron un buenas noches a sus originales citas. Lauren y Devlyn contuvieron la respiración hasta que ambas mujeres desaparecieron. Después de unos cuantos segundos, suspiraron a la vez. —Gracias Dios — murmuró Dev. —Lo mismo digo — añadió Lauren. 112

—¿En qué trabaja Casey? —Empleada de la morgue. Dev de repente se separó un paso de Lauren. — Oh, eeeeeeeewwwwwwwwww — se burló. *** Dev y Lauren se dispusieron a volver a la residencia. Dev se miraba los pies mientras caminaba. Odiaba que el ver a Lauren con otra mujer le hiciera daño. Pero se lo hacía. Y mucho. También sentía enojo. Un enojo que no tenía ningún derecho a sentir. Lauren no había hecho nada malo. Pero era obvio que estaba interesada en Dev sólo como amiga. Ese es mi problema no el suyo. Dev intentó sacarse del corazón la decepción que se le había clavado en él. Se aclaró la garganta, determinada a intentar salvar un poco de la noche, pasándola con su… amiga. —Ummm, ¿Lauren? —¿Hmm? Lauren se detuvo y miró a Dev. Miró sus ojos plagados de tristeza y… algo más. Sintió una punzada en su pecho. —¿Estás bien? —Sí — sonrió suavemente. — Yo, ummm, bueno no he comido mucho esta noche. Supongo que no querrás venir a la residencia conmigo. Podríamos pedir un par de sándwiches de ternera y quizás ver una peli o… o… algo — Así me puedo torturar durante toda la noche con algo que nunca tendré. Lauren sintió como una sincera e incomparable sonrisa se dibujaba en sus labios por primera vez esa noche. — Me encantaría —. Esa respuesta se ganó otra sonrisa por parte de Devlyn y las dos mujeres emprendieron su camino hacia la residencia. — ¡Dev, no puedo creer que Casey me haya rechazado! —Lo siento, ¿te gustaba realmente? — Retuerce más el cuchillo, Dev. —Por favor — Lauren dijo indignada. — Dame un poco más de crédito. Dev suspiró aliviada. Aunque Lauren no se interesara por ella del modo que ella quería, no deseaba ver dolida a su amiga. — Sí. Bueno. ¿Te puedes imaginar cómo me siento yo? — Bromeó — La mayor idiota que he conocido nunca, me acaba de desechar… —A la Presidenta de los Estados Unidos — añadió Lauren para dar más efecto a lo anterior. Estaba encantada de que Dev se estuviera tomando esto con tranquilidad.

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Una oscura ceja se arqueó y Dev continuó —… por una empleada de la morgue. No es una buena noche para mi ego. Lauren se rió. — No. Supongo que no — La mano de Dev rozó la suya mientras caminaban y se preguntó, por un momento, que pasaría si la cogiera. —¿Puedo preguntarte algo? — dijo en voz baja. Dev sonrió y colocó su mano en la parte baja de la espalda de Lauren mientras subían un corto tramo de escaleras. —¿Por qué lo preguntas ahora? Sabes que puedes preguntarme lo que sea. —No pareciste muy sorprendida de que Casey fuera una mujer. ¿Lo estabas? — sonrió tímidamente. Porque yo sí. Por un momento Devlyn no supo qué decir. De algún modo, pensaba que no era una buena idea decirle a Lauren que prácticamente había tenido que morderse la lengua para no decir nada. — Bueno… por supuesto que estaba sorprendida — Las palabras le salían nerviosamente. —¿Pero que se suponía que debía decir? "Dios Lauren, no me había dado cuenta que te habías vuelto lesbiana". Lauren se quitó las gafas y las metió en el bolsillo de su blusa. — Yo tampoco me había dado cuenta — contuvo la respiración, esperando la reacción de Dev. —Ves, ahí lo tienes. Habría sido un poco grosero de mi parte sacarte eso en frente de tu cita. — ¿Qué significa que no te habías dado cuenta tampoco? Lauren se rió. — Sí, supongo que lo habría sido. —Entonces, ¿esta era tu primera cita con una mujer? — Por favor, que no haya malinterpretado esta conversación. Lauren asintió mientras Dev abría la puerta de la sala de estar y la invitaba a entrar. Unos ojos azules se abrieron sorprendidos. — Guau. —Sí, guau. Creo que había algo ahí. — aclaró Lauren queriendo ser sincera. — Esta ha sido la primera cita que no ha tenido que ver con un hombre. — Podía notar que Dev estaba un poco decaída por algo y no estaba segura de si ese "algo" era ella. Dev hizo un sonido de satisfacción al ver la tenue iluminación de la sala y la chimenea todavía encendida. Se mordió el interior del labio y se dirigió hacia el teléfono. Deseaba escuchar más de lo que le estaba contando Lauren, pero le parecía demasiada persona. Dev se quitó los

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zapatos y después la chaqueta. — Sí, manden dos sándwiches ternera con todo, la guarnición clásica. — Se detuvo y miró a Lauren. —¿Qué quieres de beber? —Cerveza. Y como estoy siendo atrevida y te estoy preguntando sin miedo, ¿te molesta que me gusten las mujeres? Algo te molestó. Siempre te muerdes el labio así cuando estás disgustada. Dev suspiró profundamente. — Mande un cubo con hielo lleno de cervezas. — Lo voy a necesitar. Colgó el teléfono y colocó las manos en la cintura. —¿Por qué tendría que importarme? A mí me gustan las mujeres también, por si no lo habías notado. Lauren se encogió de hombros, mostrando su inseguridad. — No lo sé, Devlyn. Somos amigas, ¿verdad? — Levantó la mirada hacia la mujer más mayor con una expresión que era casi dolorosa por la intensidad que encerraba. Dev suspiró y se sentó en el sofá al lado de Lauren. — Me encantaría pensar que lo somos. Yo… um… te tengo mucho cariño — Lo que realmente quería era coger a la mujer en sus brazos y abrazarla hasta que ambas se sintieran mejor. — Siempre me lo paso bien cuando estamos juntas. Y, Dios, era tan desgraciada esta noche. Entonces, cuando te vi, quería… — besarte desesperadamente, se detuvo. Por supuesto, seguro que me daría un ataque al corazón antes de tener las agallas de intentarlo. Pero sigue siendo un bonito pensamiento. — Bueno, digamos que estoy verdaderamente contenta de que estemos aquí las dos, ahora. Lauren dejó escapar un suspiro de alivio y sintió como toda la tensión de su cuerpo empezaba a desaparecer. — Yo me siento así también, Devlyn. Sólo quería estar segura de que nada cambiaría entre nosotras después de lo que habías visto con Casey. — Lauren se quitó los zapatos y subió las piernas al sofá sentándose al estilo indio. —¿Quieres que te cuente mi horrenda cita? ¿O prefieres empezar tú? — Se reclinó sobre el sofá. Eres muy estúpida, Lauri. Aquí es donde tendrías que haber estado toda la noche. *** Sábado, 10 de abril. Cuando el despertador sonó, la mano de Lauren salió de debajo del edredón y lo apagó. Después su cabeza volvió a esconderse bajo las cálidas sábanas. Me pregunto qué haría falta para mantener a Dev en la cama aunque sólo fuera durante una mañana. Bostezó y se levantó, girando la cabeza hacia el despertador. Las cinco de la mañana de un sábado. Nada puede ser peor que esto. — Ughh, hoy toca gimnasio. Gracias Dios, hoy no vamos a correr. Contempló la idea de volverse a acostar cuando Gremlin se acercó a ella desde los pies de la cama y apoyó la cabeza en su estómago. — Sí, lo sé, Grem. Si no me gusta cocinar, debería estar en la cocina. Vale, mensaje captado. Me levanto.

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—Pero, al menos es tu día favorito de la semana. En unas cuantas horas los niños estarán aquí suplicándote que salgas a jugar y así te podrán malcriar. — Gremlin gruñó contento y su dueña le rascaba en la barriga. — Yo, en cambio tengo dos entrevistas telefónicas concertadas con algunos de los viejos profesores de instituto de Dev. Podría ser interesante, ¿no? — Se imaginó a una adolescente Devlyn, con unos brazos y piernas muy largas, alta y unos brillantes ojos azules. Una sonrisa le vino a los labios. Lauren rascó a su perro detrás de las orejas, buscando la energía para quitarlo de encima y ponerse su chándal dispuesta a ir a ver sudar a Dev. Bueno la verdad es que esa última cosa no le costaba ningún esfuerzo. Rió suavemente. Su atención fue apartada de esa imagen debido a una gran agitación en el pasillo. Ni una vez desde que vivía ahí había oído algo así. Parecía como si el mundo fuera a acabarse. Lauren saltó de la cama y se puso una bata sobre el pijama. Rápidamente se pasó las manos por el pelo, peinándoselo y cogió sus gafas de la mesilla de noche. El pasillo estaba lleno de agentes trajeados del Servicio Secreto. Asomó la cabeza y una mano la detuvo, hasta que el agente la reconoció y la dejó salir al pasillo. Mezclados entre los agentes había miembros del personal médico. Estaban entrando y trayendo equipamiento médico hacia la habitación de Dev. Por un momento, Lauren podría haber jurado que su corazón se había detenido. —¿Qué…? — Se aclaró la garganta y lo intentó otra vez. —¿Qué pasa? — Se apretó más la bata al cuerpo y ordenó a su estómago que parara de revolverse en protesta a lo que estaba viendo. —La Presidenta no va a salir hoy, Srta. Strayer. Puede volver a la cama si lo desea. —No he preguntado si va a salir. He preguntado qué está pasando. —No tengo la autoridad para decirlo, Srta. Strayer — Michael Oaks le dirigió una fría sonrisa. Habían dejado de pretender que se caían bien hacía mucho tiempo. — Y si la tuviera, le diría que no es de su incumbencia. Un agente del Servicio Secreto golpeó a Michael en el hombro y su atención se apartó de la biógrafa. Lauren intentó asomarse por encima de los agentes, pero no era lo suficientemente alta como para asomarse a la antesala de la habitación de Dev. Cogió a otro agente que pasaba por allí —¿Qué está pasando? ¿Está bien? Se encogió de hombros y continuó su camino. 116

Unos ojos grises iban de persona en persona y oyó más agitación, voces de pánico que provenían de dentro de la habitación de Devlyn. En ese momento lo único que pudo pensar fue… Lauren empezó a gritar con todas sus fuerzas. — ¡Emma! — Sabía que si algo le pasaba a Dev, la niñera estaría con ella. Los hombres de su alrededor se apartaron de ella como si estuviera loca. Y, por la mirada en la cara de Lauren, muchos de ellos estaban seguros de que ese era el caso. Sin embargo, sabían que era mejor no tocarle un pelo. Por algo así, la Presidenta Marlowe los transferiría sin ningún problema al Polo Norte, a guardarle el culo a Papá Noel. Emma se asomó al pasillo para ver qué pasaba ahora. —¿Qué está pasando? ¡Por todos los santos! — Preguntó, intentando adivinar por qué Lauren estaba chillando con todas sus fuerzas. Lauren inmediatamente recobró su compostura y dejó de gritar. Estaba un poco mareada por su esfuerzo. —¿Qué le pasa a Dev? ¡Nadie aquí quiere decirme nada! ¡Maldita sea! —¿No se lo has dicho? — Emma miró a Michael Oaks. Su tono era de reprimenda. — ¡Que alguien me lo diga! —Vamos dentro — Emma sacudió la cabeza tristemente. — Tienes que verlo tú misma. Lauren se preparó para lo peor. Suspiró profundamente y acompañó a Emma. Dev abrió los ojos. ¿Es esa la voz de Lauren? Entonces vio una cabeza rubia entre la multitud que había fuera de la habitación. Una tenue voz ordenó. — Hacedle sitio a Lauren. El ajetreo alrededor de su cama cesó por un momento, los doctores y enfermeras se apartaron y permitieron a Lauren tomar asiento en la cama. Sin pensarlo dos veces, tomó la mano de Dev en las suyas y la acarició cariñosamente. Oyó que los doctores hablaban a Dev, pero sólo pudo ser capaz de captar una o dos palabras. Sus ojos y su mente estaban enfocados en la enferma mujer. Lauren iba a preguntarle a Dev qué le pasaba cuando oyó al doctor. — Sra. Presidenta, vamos a ponerle una vacuna — dejó dos largos tubos de ensayo llenos de sangre que había sacado a Dev hacía unos segundos — Va a notar otro pinchazo. El estómago de Lauren se retorció. La idea de que Dev fuera atravesada por objetos afilados era casi tan angustiante como la de ser ella la siguiente. Temblando, apartó los ojos de los tubos de ensayo. 117

El doctor se dirigió hacia ella, pero se detuvo cuando oyó el gruñido de Dev. — Mantenga alejada de mí esa maldita aguja. ¿No se da cuenta que está asustando a Lauren? — Los ojos de Dev se fijaron en la bata de Lauren, y en el pijama q se asomaba por debajo. Dios, ¿son elefantes rosas lo que hay estampado en su pijama? ¿Podría estar más adorable? Me pregunto qué pensaría si la invitara a una fiesta de pijamas. — Esto es por una comida en mal estado, no por una plaga. No necesito ninguna vacuna. — Apuntó hacia la bombona de al lado de la cama. — U oxígeno. Lauren se revolvió ante las palabras "comida en mal estado". Sabía perfectamente cómo debía sentirse Dev, pero también estaba asombrada por toda la gente alrededor de Dev, que estaba actuando como si estuviera en el lecho de muerte. No le extrañaría en absoluto que la bandera del balcón de la Casa Blanca estuviera ondeando a media asta. Lauren se tapó la cara con las manos. —¿Comida en mal estado? — suspiró, aliviada de que no fuera algo más serio. Permitió que su corazón pudiera volver a latir. —Buenos días, Súper Ratón. Sabes llamar la atención cuando quieres, ¿eh? Lauren sonrió y acarició la mano de Dev con sus dedos. — Bueno, estaba cansada de que fueras el centro de atención todo el rato. Y voy a dejar de lado ese comentario de Súper Ratón sólo porque estás enferma. Todo esto — dijo señalando la habitación llena de doctores y de agentes. — Me ha asustado muchísimo. ¿Sabes? Dev entornó los ojos. Dios, la gente sobreactúa alrededor tuyo cuando eres la Presidenta. — Lo siento. No estoy realmente enferma. Es una excusa para tomarme el día libre. — Pero su pálida cara decía todo lo contrario. Una pequeña e inesperada carcajada escapó de la boca de Lauren —¿Cómo te encuentras? — preguntó amablemente. Pero antes de que Dev pudiera contestar, añadió — Y quiero una respuesta sincera, Devlyn. —He estado levantada toda la noche, adorando el retrete. ¿Cómo estoy? —Hecha una mierda. —Qué gracioso, yo no me veo tan bien. Las cejas de Lauren se arquearon en gesto preocupado. Dev parecía sentirse realmente mal. Dirigió la mirada hacia uno de los doctores. — Es sólo comida en mal estado, ¿verdad? — Ella sabía que estaba exagerando, pero no podía evitar preocuparse. El doctor, un hombre bajito, de mediana edad, calvo y con una barriga protuberante, pareció molesto por la interrupción de Lauren. Estaba tomando notas en el historial de Dev, cogió las dos muestras de sangre y las metió en un maletín, ignorando deliberadamente la pregunta. 118

Las cejas de Dev se arrugaron y volvió la cabeza. —¿Doctor? —¿Sí, Sra. Presidenta? — contestó inmediatamente, dedicando a Dev toda su atención. —La Srta. Strayer le acaba de hacer una pregunta. Por su propio bien le aconsejo que le responda. ¡Inmediatamente! — Dev gritó. En sus ojos claros se podía observar su furia. La escritora y el doctor pegaron un salto, el hombre se asustó y murmuró. — La Presidenta parece sufrir un caso agudo de Salmonelosis. Creemos que la causa fueron los langostinos que cenó la noche pasada. Los análisis de sangre son por precaución. Lauren asintió, tratando de no perder los nervios ante la rudeza del doctor. Ellos no tienen por qué darte una explicación. Métete eso en la cabeza. — Gracias — Se giró hacia Dev y sonrió. — Si hubieras visto lo que cené en mi cita anoche, no te explicarías cómo eres tú la que está en cama enferma. Una enfermera se acercó a Dev con una larga aguja otra vez. — Lo siento, Sra. Presidenta. Me temo que necesito una muestra más. Uno de sus doctores acaba de pedir otra serie de pruebas — Se acercó incómoda, notando la mirada que Lauren le dirigía. — Esto va a otro laboratorio diferente. Por eso necesitamos otra muestra. —Oh, está bien — Dev extendió el brazo. La cara de Lauren palideció. — Vas a… justo ahora… — La oscuridad invadió la visión de Lauren, y sus ojos se giraron a la vez que caía desmayada sobre Devlyn. Dev miró a la mujer que acaba de desmayarse sobre su regazo. Sonrió cansada al doctor. — Le juro, doctor, que esta no es la reacción normal de alguien que está en la cama conmigo. El doctor giró los ojos y ordenó a las enfermeras que quitaran a la rubia de encima de la Presidenta. Dev se rió y les dijo que dejaran a Lauren a su lado. La cama era matrimonial y Dev no estaba preparada para soltar su mano todavía. Le hacía sentir mejor saber que Lauren estaba cerca. Siguiendo las órdenes de Dev, uno a uno, el personal médico y el de la Casa Blanca abandonaron la habitación. Emma arqueó una ceja y, con el consentimiento de la Presidenta, dejó la puerta entornada antes de marcharse. Después limpiarse los restos de sangre, y sólo después, la joven mujer fue despertada con la ayuda de una cápsula de amoniaco. Devlyn colocó la poderosa cápsula delante de la nariz de Lauren y, después de unos cuantos segundos, la escritora empezó a despertarse. Unos confusos ojos se empezaron a abrir, e inmediatamente se sentó en la cama y miró alrededor de la habitación. Miró a Devlyn y luego otra vez a sí misma. —¿Estamos juntas en la cama? 119

Dev tosió y se rió. — Sí, pero te aseguro que tu integridad se mantiene intacta, Srta. Strayer. Te desmayaste sobre mí. —¡Oh, Dios mío! — Sus manos fueron inmediatamente hacia su cara, donde se ajustó las gafas. La mano de Devlyn cubrió la suya, y antes de que se diera cuenta, las gafas fueron depositadas sobre la mesilla de noche. — Gra… Gracias — Lauren suspiró fuerte, sintiendo como su estómago se revolvía, aunque esta vez no era sólo por la preocupación. Dev sonrió gentilmente. —¿Me harías un favor? —Lo que sea — contestó Lauren sinceramente. Dev meditó la propuesta que quería hacerle a la joven mujer y se decidió por la segunda opción. — Bueno, ya ves que cuando estoy enferma soy como el bebé más grande del mundo. — sonrió. — Odio estar sola. Emma está muy ocupada con los niños y no puede sentarse a mi lado a cogerme de la mano. ¿Te quedarías conmigo? Podríamos trabajar en el libro si quieres. Lauren asintió. Por supuesto que se quería quedar. Si Devlyn no se lo hubiera pedido, ella se habría ofrecido. — Pero… umm — gesticuló hacia su pijama. —¿Voy bien así? Dev respiró profundamente. — Bueno yo tengo que estar así, pero ummm… — No puedo creer que vaya a decir esto. Ella está asombrosa con el pelo revuelto y su pijama. Pero no quiero que esté incómoda. — Si quieres ir, tomar una ducha y cambiarte, creo que puedo apañármelas sola durante unos minutos. Lauren estaba levemente decepcionada. — Tienes razón. No sé en qué estaba pensando saliendo de mi habitación así. Pero es que estaba preocupada… y… Dev puso sus dedos sobre los labios de Lauren. — Me alegro de que lo hicieras. Gracias por preocuparte por mí — Acto seguido apartó la mano, impresionada por la suavidad de esos labios de coral. —Pero es sólo comida en mal estado, ¿verdad? — Lauren preguntó preocupada, dirigiendo la mirada a varias piezas de instrumental médico que había alrededor de la habitación. — Si fuera algo más serio, ¿me lo dirías, verdad? —Esto es solo precaución. Si no fuera la Presidenta, no se habrían tomado tantas molestias. Ellos no están preocupados por mí, están preocupados por su jefe. Lauren frunció el ceño. — Eso no es verdad. — Yo estoy preocupada por ti. Los ojos de Dev empezaron a caer pesadamente, y se preguntó si el doctor no se había

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pasado un poco con la medicación. — Claro… que… lo es. Pero tú… te… preocupas… — No podía disimular que se estaba quedando dormida en medio de la conversación. Lauren sonrió suavemente y susurró. — No luches contra el sueño. Los ojos de Dev inmediatamente se cerraron, y la mujer de pelo negro soltó un profundo y lento suspiro. Lauren levantó sus dedos cruzados con los de Dev, mirándolos como si hubiera olvidado que tenían las manos cogidas. Echó la colcha y tapó con ella el cuerpo de Dev, después miró hacia la puerta. Hazlo. Sabes que has querido hacerlo desde que entraste en esta habitación. "Incluso antes que eso". Le contestó su mente. Volviendo a fijarse en Dev, tiernamente acarició la mejilla de la Presidenta con sus nudillos justo antes de darle un suave beso. — Dulces sueños, Devlyn. Estaré aquí cuando te despiertes. — Lauren volvió a su sitio y se permitió cerrar los ojos durante unos segundos. Un sentimiento de paz se apoderó de ella a la vez que iba cediendo al sueño. *** Lauren se despertó bastante antes que Dev. Estiró la cabeza y miró a la Presidenta. Instintivamente, levantó la mano y la puso sobre la frente de Dev para ver si tenía fiebre. Se sintió aliviada cuando la notó fría, no sólo porque no le gustara la idea de que Dev estuviera enferma, sino porque ella no estaba segura de sí podría decir si tenía fiebre o no con solo tocarla. Lauren se apartó lentamente, no queriendo despertar a la Presidenta y cogió sus gafas de la mesilla de noche. Cuidadosamente, se bajó de la cama y se dirigió a su habitación. Se detuvo unos instantes para hablar con el agente del Servicio Secreto y la enfermera que había sentados afuera de la habitación. — Volveré en unos minutos. Por favor, decídselo si se despierta durante mi ausencia. La enfermera asintió. — Sí, Srta. Strayer. Mientras se alejaba oyó un comentario entre las personas que había dejado atrás. — ¿Que no se acuestan juntas? ¡Y una mierda! Lauren se dio la vuelta y se dirigió hacia el agente del Servicio Secreto y la enfermera. Abrió la boca para desmentir el rumor, pero se detuvo a sí misma antes de decir una palabra. Su boca se mantuvo cerrada y sus labios formaron una malévola sonrisa. Ella les guiñó un ojo. — No sabéis ni la mitad — en ese momento su tono se endureció — Y nunca lo sabréis. Así que en lugar de pasar el tiempo cotilleando, ¿por qué no hacéis vuestro trabajo antes de que terminéis como guarda jurado y como celadora de la morgue?

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Acto seguido, marchó hacia su habitación, si creerse todavía lo que acababa de hacer. Se dio la ducha más rápida que ha existido, se puso su chándal, llevó a Grem a dar el paseo más corto de su vida y volvió a su habitación. Lauren cogió el portátil y su cuaderno de notas, y se dispuso a volver a la habitación de Dev. Justo en el momento en que su mano tocaba el pomo, Gremlin empezó a ladrar. Sus hombros cayeron y apoyó la frente contra la puerta. — Vamos, Gremlin. Ahora no, ¡hoy no! Por favor — murmuró volviéndose hacia él. — Te compraré la cama más grande y cómoda que has visto en tu vida si te portas bien hoy. El perro no estaba impresionado. Se acercó hacia su ama y se puso patas arriba, preparado para que Lauren le rascara la barriga. Lauren suspiró frustrada y miró su reloj. Todavía era pronto para que los niños estuvieran despiertos. — Ok, puedes venir conmigo, pero tienes que prometerme que te vas a portar bien. Devlyn no se encuentra bien. Nada de ladrarle. El perro saltó contento. Agitaba el rabo muy deprisa. —Pequeño extorsionista con colmillos — gruñó Lauren. — Vamos. Y en serio, un ladrido y eres historia. — Abrió la puerta. Una enfermera estaba saliendo de la habitación de Lauren para reunirse con el agente dela puerta. Lauren les saludo con la mirada antes de que ella y Grem entraran en la habitación. Después de colocar sus cosas, se dirigió hacia la cama para ver cómo estaba la Presidenta. Dev gimoteaba un poco, su cabeza se movía de lado a lado. Parecía tener problemas con la respiración. —¿Devlyn? — Lauren miró la cara pálida de la Presidenta. Unos ojos claros se abrieron. —Hey — sonrió Lauren. —¿Qué te pasa? — Rápidamente recorrió con sus dedos los labios secos de Dev. —¿Te duele la garganta, o tienes sed? La morena negó con la cabeza salvajemente y murmuró lastimosamente. — Laur… te consejo… que… Lauren se inclinó más para oír a Dev mejor. —¿Qué pasa? El cuerpo de Dev se convulsionó y se inclinó hacia delante devolviendo sobre el pecho de Lauren. Los ojos de la escritora se abrieron al sentir un líquido caliente y con tropezones deslizarse por su camiseta y goteando sobre su sujetador. Ella gimió, sintiendo como su propio 122

estómago se revolvía furiosamente ante el olor rancio. — ¡Oh, señor! ¡Eewwwwwwwwwwwww! — Miró hacia su camiseta mientras Dev se inclinaba de nuevo y Grem salía escapado de la habitación. — ¡No, no lo hagas! — Lauren cogió una zafa de la mesilla del lado de la cama y la puso delante de Dev justo a tiempo de la segunda ronda. Después de un momento que pareció una vida entera, Dev paró de devolver y se giró, totalmente roja hacia su amiga. — Lo, lo — se detuvo, intentando ignorar el sabor de la bilis. — Lo siento muchísimo. Lauren volvió a poner la zafa bajo la barbilla de Dev, y la dejó ahí hasta que se aseguró de que la Presidenta había terminado. —No puedo creer que hiciera eso. A la mujer rubia le picaba todo y no podía creer que hubiera aguantado tanto tiempo sin vomitar ella también. —¿Estás bien? — preguntó, intentando contener la respiración. Devlyn asintió, demasiado avergonzada y débil para hacer algo más. — Lo siento. —¡No pasa nada! Lauren se levantó sin mirar su camiseta. — ¡Enfermera! — llamó a la mujer, esperando que la oyera. Suspiró aliviada cuando la mujer entró por la puerta. — Por favor atiende a la Presidenta. Necesito… volveré después de ducharme. ¿Estarás bien? — Por favor di que sí, por favor di que sí. Incluso detrás de la angustia de Lauren, Dev podía observar su preocupación. Eres distinta, Lauren. Me podría enamorar de alguien como tú. — Sí, me encuentro mucho mejor ahora. — sonrió levemente. — Ahorra tiempo, usa mi ducha. Hay ropa limpia y toallas en el armario. Coge lo que te guste. Te lo debo. — Dev apuntó detrás de Lauren. — Por esa puerta. Lauren podía decir que Dev estaba en buenas manos ya que inmediatamente dos enfermeras entraron en la habitación y se pusieron a trabajar. Ellas podrían encargarse de limpiar a Dev, lo cual no sería tan difícil, considerando que ella lo había echado todo sobre Lauren, no sobre sí misma. Lauren necesitaba ir al aseo… rápido. Se metió en la ducha multifunciones de Dev. Si no fuera por las circunstancias que la habían llevado hasta allí, estaría impresionada con ese cuarto de baño. Pero ahora estaba demasiado ocupada frotándose. Sólo quería estar limpia, muy limpia. Veinte minutos después salió del aseo vestida con un chándal de Dev, que tuvo que ser arremangado, y una toalla en el pelo. La ropa le estaba grande, pero era cómoda y ante el reciente giro de los acontecimientos se conformaba con eso. Lauren se acercó despacio.

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Una enfermera atusó la almohada de la Presidenta una última vez. — Le hemos dado una pastilla para las náuseas. —Más vale tarde que nunca — murmuró graciosamente, sabiendo que Dev podía oírla. — Y gracias por encargaros mientras me he ido. — Ella decía en serio la última parte. Pronto Dev y Lauren se quedaron solas de nuevo. — Bueno, ¿has usado antes ese truco para hacer que las mujeres se quiten la ropa? — bromeó Lauren. Entonces tomó asiento en la cama al lado de Dev. — La próxima vez, sólo pídelo. Dev se ruborizó, pero rápidamente se recobró. — No te burles. Estoy enferma. —Oh, créeme, me he dado cuenta. Pero al menos podemos conformarnos sabiendo que Candy está en estos momentos devolviendo encima de Casey. Ambas mujeres sonrieron abiertamente ante esa idea. —Sé algo que me hará sentir mejor que eso — La sonrisa de Dev se volvió malévola. — Activar teléfono. Una voz artificial de mujer respondió, — Reconocimiento de voz activado. ¿Código de activación? —Soy Devlyn Marlowe. Código: 18758OHIO6236ACA — Dev esperó a que el teléfono verificara su código de acceso y reconociera su voz. Unos ojos claros se abrieron ante el sofisticado teléfono de Dev. —Llamar a David McMillian. ¿Por qué creo que David está en problemas? Después de seis tonos David cogió el teléfono. —¿David? — Dev sonrió cuando el único sonido que oyó fue un profundo quejido. —¿Cómo te encuentras esta mañana, amigo? —Me estoy muriendo, Dev. —Sí, yo también, pedazo de tonto. Tenemos una salmonelosis por las gambas de anoche; sí, esas gambas que te empeñaste en que el cocinero trajera especialmente para Candy "idiota" Delaney.

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—Ooohh, Dios. Dev se podía casi imaginar a David escondiéndose bajo las sábanas de la cama. — El doctor dice que pasará en unos cuantos días, David. Pero… ¿sabes qué? Él sacudió la cabeza infeliz, entonces recordó que esta llamada no era una videoconferencia. —¿Qué? —Estarás en tu oficina temprano y como nuevo el lunes por la mañana. —Sí, Sra. Presidenta, zorra. Lauren empezó a reírse y agarró una almohada para presionarla contra su cara y ahogar el sonido. Oh, dios. Sólo David podría atreverse a llamarla así. Dev se burló. —¿Y qué voy a hacer yo el lunes? Te preguntarás — Dev continuo cruelmente. — Me tomaré el día libre y lo pasaré en la cama. Sólo yo y mi almohada. — Y a lo mejor tengo la suerte suficiente para continuar disfrutando de la compañía de una bonita y rubia biógrafa que está ahora en mi habitación. Me pregunto si tendré tantas historias sobre mí para rellenar dos días. ¿En qué estoy pensando? Soy una política, por el amor de Dios. David dijo unas cuantas palabras que casi hacen que a Lauren se le salten las lágrimas. —Te veo el lunes. Oh, ¿te he dicho que también tendrás que sacar a correr a los agentes del Servicio Secreto? Se ponen de muy mal humor si no dan su carrera diaria. Dev se rió sin compasión. —Llamada terminada. Código: 18758OHIO6236ACA. —Se volvió hacia Lauren, la cual estaba sin parar de reír — A veces es genial ser la Presidenta. *** Lunes, 3 de mayo. Dev estaba silbando mientras se colocaba el periódico debajo del brazo y preparaba dos tazas de café. Salió de su despacho con Lizza siguiéndole los pasos. — Sólo necesito diez minutos a solas, Lizza. —¿Te arreglas con cinco? —¿Qué tal siete?

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—Trato hecho. David las encontró en el pasillo. — Sra. Presidenta. —Ahora no, David. Tengo una reunión muy importante. Unas pestañas castañas se arquearon. — ¿Con quién? — La mente de David hizo un rápido repaso. ¿Se habría olvidado de algún compromiso? Dev le dirigió una sonrisa. El hombre entornó los ojos. — No importa. Esa sonrisa tonta lo dice todo. ¿Cuánto tiempo le ocupará, Sra. Presidenta? Tiene una reunión con la Ministra de Salud y… —Sí, lo sé. Lizza me ha garantizado siete minutos libres de mis deberes como Presidenta. Ve a hablar con Jane. Ella está al mando hasta que vuelva. David sacudió la cabeza. — Pásalo bien. —Lo intento — le guiño. Oh, espero que Lauren esté de buen humor. Lo parecía cuando le pregunté si podíamos vernos. Dev caminó rápidamente hacia su destino, rechazando la pequeña escolta que la seguía. Abrió la puerta con la cadera y respiró hondo. El olor de las primeras rosas de la primavera impregnaba el Jardín de Rosas, y su dulce aroma rodeó a Dev. Lauren estaba sentada en un banco con los brazos extendidos en el respaldo y su cara vuelta hacia los cálidos rayos del sol. Aunque Dev sólo podía ver su perfil, podía asegurar que los ojos de Lauren estaban cerrados. La miró felizmente. Una sonrisa se dibujó en sus labios ante semejante estampa. —Buenos días, Súper Ratón — Dev no pudo evitar burlarse de la escritora con su apodo del Servicio Secreto. Había una reacción diferente cada vez que lo usaba. El cuerpo de Lauren permaneció completamente tranquilo mientras continuaba disfrutando del sol y de la presencia de Dev. — Es increíble. Oigo palabras pero sé que nadie me está hablando — continuó tranquila — porque aquí no hay nadie con ese ridículo nombre. Dev se burló y tomó asiento al lado de Lauren, rozándola con el codo. — ¿Me quieeeeeeeeeeres, Lauren? — preguntó con una voz juguetona. Cuando unos ojos grises, e interrogantes se abrieron y se dirigieron hacia la Presidenta, esta le ofreció a la rubia mujer una taza de café humeante. Estaba preparado con dos terrones y crema, justo como a ella le gustaba. 126

Lauren sonrió coquetamente mientras cogía la taza. — Gracias. Y quiero a cualquiera que me traiga el café de la manera que me gusta. Dev cogió el periódico que tenía bajo el brazo e hizo el ademán de ponerse a leerlo. — Huh — Depositó su taza sobre el banco y se rascó la barbilla. — Parece que entonces están en lo cierto. Eres fácil y barata — le extendió el periódico a la escritora — Y me estás engañando — Dev se quitó un peso de encima al enseñarle el periódico. — ¿Por qué soy siempre la última en enterarme? — Se quejó bromeando. Lauren cogió el papel. Usando una mano para tapar el sol, observó la parte que estaba señalando Dev, la cual correspondía a una columna de sociedad. — “La habitante de la Casa Blanca, Lauren Strayer, fue pillada tonteando con su nuevo amor en Been Gi’s el pasado mes”. — Sus ojos escasearon el resto del corto artículo, deteniéndose en una pequeña fotografía de ella entrando en el coche de Casey. Lauren arrugó la nariz. — Dios, no tengo gusto. Te estoy engañando con una empleada de la morgue llamada "Lacey". —Eso parece, sí — Dev se preparó a sí misma para la inminente explosión, pero esta nunca llegó. —Oh, bueno — Lauren casualmente dejó el periódico de lado y tomó un trago de café, escondiendo una sonrisa detrás de la taza — Si mantuvieras satisfecha a tu mujer, no me vería obligada a buscar en otros sitios. —¡Ouch! — Dev se echó mano al corazón. — Y encima eres fría sobre el asunto. Vaya, tengo toda la culpa. Creo que necesito un descanso. Mi compañera, amante y mi cita me cambian por esta Casey/Lacey. ¿Quién se iba a imaginar que la morgue tuviera tanto morbo? — Dev sacudió la cabeza. — Quizás debería probarlo yo misma. Lauren estalló en carcajadas. Juntó los hombros contra los de la otra mujer. — ¿No me digas que la prensa finalmente te ha hartado? Han estado escribiendo sobre nosotras durante meses. —Simplemente no quería que vieras esto y explotaras — Dev explicó sinceramente. — Es sólo otra manera de intentar hacer que reaccionemos — Se reclinó e intentó actuar natural ante el hecho de colocar su brazo sobre el respaldo del banco y dejándolo descansar ligeramente sobre los hombros de Lauren. Soy muuuy patética. Lauren se sacudió al notar el brazo de Dev en su hombro. — ¿Qué pasa? ¿Un bicho? — Empezó a golpearse donde el brazo de Dev había estado. Sus ojos buscaban el bicho en la blusa. Dev inclinó la cabeza hacia atrás y rió. — Podría haberlo sido, visto la suerte que tengo últimamente — suspiró y esta vez, rodeó con su brazo a Lauren decididamente y estrechándola más contra ella. — No, no era un bicho — sonrió diabólicamente, añadió. — Súper Ratón. — 127

Debería reunir todo mi coraje y pedirle salir. ¿Qué es lo peor que puede decir? ¿No? Eso no sería una gran sorpresa. No tengo nada que perder. — ¿Uh… Lauren? Lauren se sonrojó cuando se dio cuenta de lo que Dev había intentado y cuál había sido su respuesta. Lo siento, Devlyn. Y me alegro de que no fuera un bicho. Felizmente se apretó más contra ella. ¿Va a hacerlo? ¡Oh, Dios mío! Lauren cruzó los dedos de las manos y los de los pies. — ¿Sí, Devlyn? — ¡Pídemelo antes de que me muera! —Me preguntaba si… quiero decir… ummmm… — Soy una gallina de 1,90. Menos mal que no dirijo el gobierno de la misma manera que mi vida amorosa. Si es que tuviera vida amorosa, claro. Dev se aclaró la garganta y levantó la cara. Es ahora o nunca. — Muy bien, lo que quería saber era si… Lizza abrió la puerta del jardín con un poco de prisa. Se detuvo, dándose cuenta en seguida de que estaba interrumpiendo algo. — Lo siento, Sra. Presidenta… Lauren casi soltó un gruñido de decepción, dejando que una serie de maldiciones se cruzaran por su cabeza. La boca de Dev se cerró de golpe y dejó caer su cabeza. ¡Eso no han sido siete minutos! —Hay una llamada de emergencia para la Srta. Strayer. *** Viernes, 7 de mayo. El altavoz crujió, el auditorio de la escuela estaba cargado de excitación, cuando el director de la escuela anunció — Señoras y señores, estudiantes, empleados y profesores del instituto Jefferson, ¡la Presidenta de los Estados Unidos! La banda del instituto empezó a tocar "Hail to the chief" y Dev sonrió a Liza mientras guardaba algunas notas en el bolsillo de su chaqueta. Inclinó su cabeza hacia la banda. — Hey, no son malos. —No, Sra. Presidenta. Y se sienten muy honrados de que les escogiera para que tocaran para usted. Dev se abotonó la chaqueta. — Bueno, para alguno de estos chicos es un gran momento. Creo que es hora que salga ahí afuera. Esta era otra de las muchas visitas comunitarias de Dev. Su objetivo era al menos hacer una al 128

mes. Ya eran muy populares y había peticiones de comunidades de todo el país. Sin embargo, ninguna de las visitas había sido muy lejos de Washington. Pero tenía planes para cambiar eso. Estas visitas se realizaban en institutos o centros comunitarios y eran abiertas al público, pero, a petición de Dev, no eran televisadas. Quería una interacción lo más íntima posible, y pensaba que esta era su oportunidad de devolver algo y permanecer conectada a la gente. —Bzzzz… — Lizza sonó como un mosquito, justo como Jane le había enseñado. Dev se rió. — Estoy preparada, estoy preparada. No hay nada después de eso, ¿verdad, Liza? Quiero intentar llegar a casa pronto esta noche. —No, Sra. Presidenta. — Pulsando unos cuantos botones, la alta asistenta consultó su agenda electrónica y asintió. — Esto es todo. Dev se inclinó sobre su asistente. — Supongo que no sabes nada de la Srta. Strayer. —Lo siento, Sra. Presidenta. No sé nada. Podría llamar y que alguien… Los ojos de Dev se dirigieron hacia su agente secreto, el cual le iba a dar la señal para entrar en el escenario. — No. Está bien. Llamará si necesita algo. — Como a mí, por ejemplo. Dev maldijo la reunión de gabinete de esa mañana que la había obligado a cancelar su viaje a Tennessee para ver cómo estaba Lauren con sus propios ojos. Recibió un ligero asentimiento de la agente. La Presidenta salió al escenario del auditorio del instituto. Sonrió y saludó a la multitud mientras miles de cámaras disparaban fotos sin parar. Sus flashes iluminaron por completo la habitación. Dev había aprendido a conceder unos segundos antes de empezar a hablar. Esta vez se dedicó a pasear de un lado a otro del escenario, manteniendo contacto visual con tanta gente como pudo. La última vez que había hecho una de esas visitas comunitarias, había bajado del escenario, causando que el Servicio Secreto y David, se volvieran locos. Pero después de que el Jefe de Personal le leyera la cartilla había prometido ser buena. Una vez la audiencia se calmó, tomó asiento en una alta silla, estilo barra de bar. Sonrió a la multitud y dijo, — Hola. El auditorio estalló en aplausos. *** Lauren se removió en su sillón mientras veía a su madre dormir. Unas sombras negras aparecían bajo los ojos de la anciana, y su pelo parecía no tener vida. Estaban en el hospital San Andrés de Nashville, en la misma ala en la que Lauren había visitado a su madre muchas 129

otras veces. Los largos pasillos le traían a Lauren recuerdos que prefería olvidar, y, en esos momentos, la escritora deseaba estar en cualquier sitio excepto ahí. A principio de semana, Howard había llamado a su hija y le había explicado detenidamente que la depresión de su madre había empeorado. Su madre había ido cuesta abajo desde Navidad y, ahora, se había intentado suicidar. La madre de Lauren fue a comprar y alimentó al gato antes de desnudarse y meterse en la bañera vacía. Howard no estaba seguro de por qué, pero por alguna razón, ni se molestó en llenarla de agua. Usando su afilado y punzante cuchillo de pesca, se hizo un corte profundo en ambas muñecas. Anna estaba sollozando incontrolablemente cuando Howard llegó a casa buscando una aspirina. Este la encontró todavía viva y sangrando mucho. Lauren miraba intranquila a su madre, la cual tenía un aspecto fantasmal. La visión de la mujer combinada con el olor a hospital y la tensión del día, la hicieron tiritar. Pero Lauren no podía decir que estuviera sorprendida por el intento de suicidio. La mujer mayor había estado luchando contra la depresión durante toda su vida. Este era el tercer intento de suicidio que Lauren pudiera recordar. Los otros dos habían marcado su niñez. Cuando Lauren tenía ocho años, pilló a su madre intentando cortarse las venas. La mujer estaba llorando desconsoladamente con la hoja de una cuchilla de afeitar. Lauren había intentado calmarla, pero al final se vio forzada a tener que esperar hasta que su madre se desmayara para poder acercarse lo suficiente para ayudarla. En su segundo intento, Anna Strayer lo intentó con somníferos, pero acabó vomitándolos antes de que le hicieran daño. El resultado fue un insoportable dolor de cabeza y seis meses de internamiento, al final del cual, dijeron que estaba curada. Fue enviada a casa con un armamento de antidepresivos y somníferos. Irónico… Pero esos días parecían muy lejanos, incluso cuando el dolor de su más reciente intento estaba tan fresco. Howard había ido a la cafetería a tomarse una taza de café, dejando a Lauren a solas con su madre en la habitación. Un sol primaveral se colaba a través de los limpios ventanales, haciendo más cálida la habitación que había sido pintada en tonos verdes. Los párpados de la escritora se sintieron pesados, pero sabía que estaba demasiado cansada para dormirse. En lugar de eso, se acomodó tranquilamente y observó a la persona que se suponía que tenía observar. Lauren se sentía triste. Pero también tenía rabia y poco de culpa, porque una gran parte de ella se preguntaba si su madre no estaría mejor si encontrara esa paz que tanto buscaba. ¿Era egoísta forzarla a continuar cuando ella no quería? Esto no era una manera de pedir ayuda. Se suponía que Howard estaría fuera toda la mañana y, al contrario que los otros intentos de Anna, 130

no podía entenderse como un intento a medias. Había querido morir. Era tan simple y tan complicado como eso. ¿Quiénes eran los doctores, o su padre, o ella misma, para decirle que no podía? Anna se movió, girando lentamente su cabeza hacia Lauren y abriendo los ojos por primera vez desde el día anterior. — Hola, cariño — dijo suavemente, cuando su mirada se fijó en su hija. La expresión de Anna era de desesperación, y Lauren miró con agonía cómo la cara de su madre se retorcía de dolor cuando se dio cuenta de dónde estaba, qué había pasado y qué iba a suponerle. —Hola, mamá — contestó débilmente Lauren. Su barbilla temblaba un poco, pero tomó un respiro y rápidamente se dirigió hacia su madre. ¿Qué podía decir? "Me alegro de que estés viva, aunque tú no. Papá y los doctores te han salvado sólo para que puedas pasar Dios sabe cuánto tiempo en una institución o en casa drogada". Anna trató de estirar los brazos. Entonces miró asombrada como unas fuertes correas la sujetaban a la cama. — No puedo hacer nada bien, ¿verdad? — susurró completamente derrotada. Después apartó la vista de Lauren, lamentándose por otro fallo más. Un leve golpe en la puerta hizo que Lauren girara la cabeza. Anna Strayer intentó sentarse confundida. Un quejido salió de su garganta. ¿Por qué nadie la dejaba sola? —Shh… descansa, mama — dijo Lauren tranquilamente, intentando hacer lo posible por ignorar ese quejido inhumano que estaba clavándosele en el corazón. Tiernamente estiró la sabana de su madre, vigilando las correas que la sostenían y los vendajes que envolvían sus muñecas. — Iré a ver quién es. Lauren se agachó y besó a su madre en la mejilla. Después se dirigió a la puerta, que estaba siendo abierta por una corpulenta enfermera. — ¿Sí? — dijo Lauren, preguntándose por qué se había molestado en tocar. —¿Srta. Strayer? — La voz de la mujer era profunda. —Sí. —Tiene una llamada de teléfono, Sra. Es de la Casa Blanca — dijo la enfermera. Lauren se asombró. — El doctor dice que puede contestarla en la sala de conferencias, aunque esta es sólo para el personal. Tiene que venir ahora. Es urgente. Lauren asintió levemente. Otro ápice de preocupación se hizo patente en su barriga. ¿Qué pasará ahora? — Un segundo — Se giró hacia su madre. — Tengo que contestar a esta llamada, mamá. Es del trabajo. Enseguida vuelvo. 131

Por un momento pensó que su madre no la había oído. Pero entonces Lauren notó que unos ojos grises, como los suyos, estaban perdidos en el espacio. Estaba despierta, pero en otro sitio. Lauren había intentado entender… o descubrir dónde iba su madre cuando desaparecía dentro de ella misma. Quería seguirla y traerla de vuelta a casa. No fue hasta que se convirtió en una adolescente, cuando se dio cuenta que a ese sitio tan lejano, sólo podía ir su madre sola. A pesar de sus esfuerzos, en su corazón sabía que no había manera humana de traer a su madre vuelta. Nunca la habría. Con un suspiro Lauren salió de la habitación con la enfermera. — Vamos. Al final del pasillo había una pequeña sala con una mesa redonda y seis sillas, una cafetera, y un teléfono con videoconferencia. Eso era todo. —Puede contestar la llamada aquí, Sra. Cuando vuelva a la central les diré que le transfieran la llamada. —¿Sabe…? —Lo siento — dijo sinceramente la enfermera. — No sé nada más — Cerró la puerta tranquilamente y Lauren se frotó las manos durante los treinta segundos que tardaron en transferirle la videoconferencia. Una imagen de Jane, de hombros para arriba, apareció sobre el teléfono y a lo largo de la mesa. Los ojos de la mujer estaban llorosos, y unas líneas de preocupación surcaban su frente. — ¿Lauren? Lauren palideció al ver la expresión de la cara de Jane. Se humedeció los labios. — ¿Sí? —Siento tener que ser… — Jane se detuvo un momento para reflexionar y Lauren sintió como su ansiedad aumentaba. Lo que fuera que pasara, era malo. Muy malo. — Es Dev… ha habido un accidente. Ummm… no, eso no es verdad — Jane se corrigió a sí misma rápidamente. — Le han disparado, Lauren. Lauren parpadeó, mirando estúpidamente la imagen de Jane. Las palabras de la secretaria no habían penetrado bien en su cerebro. — ¿Qu… qué? Jane sacudió la cabeza. — No en el último reporte, cielo. Pero no sabemos cómo está de grave todavía. Los ojos de Lauren se cerraron. — Oh, gracias Dios — murmuró en voz baja. Su estómago seguía revuelto todavía. — Gracias Dios. — dejó escapar un suspiro y se cubrió la cara con unas manos temblorosas. — ¿Qué ha pasado? 132

—Tenía un discurso en un instituto local. Cuando estaba abandonando el escenario, alguien abrió fuego. Estamos recopilando información todavía. — Unas lágrimas corrían por las mejillas de Jane. — David quería llamarte. No quería que pensaras… bueno, él quería estar seguro de que no te enterabas por las noticias. —Entonces… Los niños estaban en casa. No lo han visto. Están bien, ¿verdad? — Lauren preguntó todo seguido. Su mente intentaba procesar rápidamente lo que le estaban contando. Tengo que volver allí. Tengo… —Los niños están a salvo con Emma y Amy. No se lo han dicho todavía. No queríamos decírselo hasta que no tuviéramos informes reales. — Jane vaciló. Sabía que iba a poner a Lauren en un terrible compromiso con solo preguntarlo. Pero tenía que hacerlo. — ¿Le tengo que decir a David que vuelves? O te tienes que quedar… —¡No! Estaré ahí tan pronto como pueda. — No hubo ni un segundo de duda. Se lo explicaría a su padre mientras salía del hospital. — ¿Dónde está? —David enviará a alguien a buscarte al aeropuerto. Ellos te llevarán hasta ella entonces. Su localización es clasificada. Van a hacer una rueda de prensa en cinco minutos. —¿Clasificada? ¡Mierda! De acuerdo. Supongo que aterrizaré en Dulles. No sé aún la hora. — Lauren masajeó sus sienes. — Yo no sé en qué compañía. Quizá pueda alquilar un avión o… — Estaba empezando a apoderarse de ella el pánico. —Lauren, cálmate querida. Yo lo arreglaré todo. Tú sólo ve al aeropuerto. Te traeremos a costa de lo que sea. Te llamaré al móvil y te haré saber dónde tienes que ir. Lauren asintió. — De acuerdo, de acuerdo. Voy para allá en estos momentos. — Se levantó de un salto, temblando un poco cuando sus piernas amenazaron con venirse abajo. Lauren estaba a punto de salir de la habitación, sin darse cuenta que no se había despedido. Se giró de nuevo hacia Jane. — Dile a Devlyn… bueno… sólo… tú dile que no haga nada estúpido como morirse, ¿de acuerdo? Estaré ahí tan pronto como pueda, Jane — Sin esperar una réplica, Lauren salió de la sala, dejando a Jane con el sonido de sus pasos en el pasillo del hospital. *** David permanecía de pie frente a la limusina, metiendo y sacando las manos de los bolsillos una y otra vez mientras el jet que había alquilado para traer a Lauren se detenía. Había conseguido llegar desde el hospital de Nashville a Washington DC en sólo tres horas. La puerta del avión se abrió y Lauren salió, llevando una pequeña bolsa de mano. Inició una carrera a toda prisa hacia el Jefe de Personal.

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Cuando llegó hasta David estaba jadeando. Por favor, no me digas que he llegado tarde. No, David no estaría aquí si Dev estuviera… — ¡David! ¿Está…? Él la detuvo, señalando a la prensa que estaba esperando cerca, sus cámaras estaban disparando sin parar y las grabadoras esperando registrar parte de la conversación. El mundo estaba convulsionado desde que se había anunciado la noticia. La prensa estaba en todos lados, persiguiendo cada movimiento que hacía cualquier empleado de la Casa Blanca. Buscaban información oculta detrás de cada actividad o decisión. David abrió la puerta de la limusina y empujó a Lauren hacia adentro. La puerta acababa de ser cerrada, cuando el coche, seguido de una escolta policial, se abría camino. Él se sentó enfrente de ella. Las primeras palabras que pronunció David una vez estuvieron a solas fueron. — Está viva. Lauren dejó escapar un suspiro, pero antes de que pudiera saborear ese momento de alivio, una ola de ira la asaltó, apoderándose de ella y guiando sus actos. Se inclinó hacia delante y clavó furiosa un dedo en el pecho de David. — ¿Dónde estaba toda su seguridad, David? — su tono de voz aumentaba con cada palabra. — ¡Se suponía que estaban ahí para protegerla! La culpabilidad nublaba sus ojos. — Lauren, le dispararon mientras abandonaba el escenario. Ellos reaccionaron rápidamente, exactamente de la manera en la que están entrenados a hacerlo. La sacaron de allí y la llevaron al hospital. Cogieron al asesino. — Su mandíbula tembló — Sabes tan bien como yo, que si alguien tiene la determinación suficiente, ¡nada la puede parar! Lauren bajó su mano, su postura seguía siendo desafiante. — Esto no son más que excusas para mí. ¡Si hubieran estado haciendo su trabajo, habrían cogido al asesino antes de que le disparara! — Se desmoronó sobre su asiento con los brazos cruzados. Lauren sabía que estaba siendo irracional. Que se estaba descargando con alguien que no se lo merecía. Pero estaba furiosa, y se sentía como si estuviera perdiendo el control de sus emociones. Era mucho a la vez. Su madre. Dev. David se arriesgó y se sentó al lado de Lauren, la cual permaneció inmutable. Pudo observar cómo está temblaba, de modo que la envolvió con su brazo y la condujo hasta su hombro. — ¿Has llorado ya? Lauren intentó apartarlo violentamente. Era incapaz de soportar la cercanía porque no quería sacar las emociones que estaba conteniendo. Pero David no se movió. Permaneció allí como una roca. Los empujones de Lauren fueron cediendo poco a poco, mientras su respiración se hacía más intensa y dolorosa al luchar, más contra ella misma que contra David. — Yo… no… necesito… — Intentó hablar claramente a pesar de sus apretados dientes, pero su discurso fue interrumpido por una temblorosa barbilla y unos sollozos que descubrió que eran los suyos 134

propios. Sintió unos largos brazos alrededor de ella, y se hundió en su calidez y comodidad. Otro sollozo y el llanto finalmente apareció. Lauren enterró su cara en el pecho de David y empezó a llorar. Por todo. —Eso es. Sácalo todo. Está bien — le dijo suavemente, sabiendo demasiado bien que él iba a tener que hacer lo mismo en los brazos de su mujer esta noche. — Sácalo antes de que lleguemos al hospital. Viajaron varias millas antes de que las lágrimas empezaran a retroceder, y Lauren empezara a serenarse. David soltó un profundo suspiro. — Te voy a decir una cosa por la que ella me matará después, pero necesitas saberlo. En la ambulancia, era a ti a quien estaba llamando. —¿De… De verdad? — Lauren sorbió, secándose los ojos con un pañuelo que David le había prestado. Él asintió, haciéndose un poco para atrás para darle a Lauren un poco de espacio para respirar y recomponerse. — De verdad. Te quería a ti. Sólo se relajó después de asegurarle que estabas en camino. Lauren secó su cara una vez más y soltó un gran suspiro. Dios, necesitaba eso. — Gracias, David. — Sus ojos se tornaron en verdadero arrepentimiento y alcanzó y acarició su brazo. — Lo siento. No debería haber dicho esas cosas, especialmente a ti. Él se rió. — ¿Qué crees que fue la primera cosa que dije? Sólo que yo no fui tan educado como tú — giró su cuello y sus hombros. — Ha sido un día largo. ¿Bueno, quieres que te cuente los detalles antes de que lleguemos, o necesitas más tiempo para asimilarlo todo? Lauren sacudió la cabeza. — No. Cuéntamelo así no me derrumbaré en el hospital. — dirigió una tierna sonrisa a David. — En lugar de eso, me derrumbaré… otra vez… aquí contigo, si lo necesito. Él le dirigió una sonrisa consoladora. — Para eso estoy aquí. Tengo unos hombros muy anchos. — David colocó su mano sobre la que Lauren tenía descansando en su brazo. — Hubo cuatro disparos y Dev fue alcanzada tres veces. Una en la cadera, otra en el hombros y otra rozó su cabeza — Se detuvo cuando vio que la cara de Lauren perdía el color. Pobre niña. Lleva unos días que están siendo un infierno para ella. Los ojos de Lauren se abrieron como platos y tragó saliva, intentando contener una ola de angustia. — ¿Tres veces? Dios — Lauren tembló y se abrazó ella misma intentando encontrar sosiego. Acto seguido se dirigió a David con unos brillantes y determinados ojos. — ¿Se va a poner bien?

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David asintió. — Con descanso y mucha ayuda de sus amigos, sí, se pondrá bien. Salió de una operación para reparar daños hace una hora. Fue muy bien. Dev es una mujer muy fuerte. — Envolvió con sus brazos a Lauren y ésta no se resistió. — Cuando ves el video, parece peor de lo que es, las heridas en la cabeza sangran mucho. La herida del hombro fue limpia, y la bala entró y salió. Sin embargo la bala de la cadera tuvo que ser sacada. Va a necesitar mucha rehabilitación y terapia para volver a caminar. Y si su humor con la salmonelosis fue algo insoportable, ahora vamos a querer morirnos. No está acostumbrada a estar inactiva. Creo que tenemos mucho trabajo por delante. Lauren se secó los ojos con las manos. — Siempre y cuando esté bien, puede ser todo lo gruñona que quiera. La risa de David sonó por primera vez durante todo el día. — Tú y yo estamos hablando sobre la misma Devlyn Marlowe, ¿verdad? Sabes cómo se pone. ¿Crees que estás preparada para eso? Lauren se rió con el Jefe de Personal. — Ummm… Bueno, sonaba bien en ese momento. Pero tienes razón. Estamos hablando de Devlyn, de modo que nadie está preparado para eso. David bajó la cabeza para dirigirle a Lauren una seria mirada. — Ella te tiene cariño, Lauren — era algo más que eso y él lo sabía. Por eso un segundo después añadió. — Mucho cariño. Va a necesitarte. Necesitar tu amistad — Le dijo para evaluar su reacción. Unos ojos grises rebosaban de lágrimas. Ella puso derecho la arrugada chaqueta de David y sonrió cariñosamente al hombre que se había acabado convirtiendo en un amigo. — No te preocupes, David. Ella puede contar con eso — Y con mucho más. *** La nariz de Dev empezó a arrugarse al percibir una fragancia familiar. Era tan lejana que apenas era detectable, pero era un aroma fácilmente reconocible por ella, incluso en su estupor inducido por la medicación. El perfume de Lauren. Dev abrió forzosamente unos pesados párpados, parpadeando con exagerada lentitud. — ¿Está…? — su voz era rasposa, y sentía la lengua gruesa. Se chupó los labios para humedecerlos. — ¿Está Lauren en su casa todavía? — Intentó mirar alrededor de la habitación, pero su cabeza daba vueltas por efecto de los analgésicos y la anestesia. Dev sintió como la cama se movía levemente y sintió junto a ella la presencia de alguien. Su fría y floja mano fue levantada y cubierta por dos mucho más calientes que la suya. — Hola, Wonder Woman — una suave voz con acento sureño la saludó. — No te puedo dejar sola ni un minuto, ¿verdad?

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Dev intentó borrar la tonta sonrisa de su cara mientras enfocaba la imagen de Lauren. — Hola, Súper Ratón. Adivina qué. Lauren acarició con sus dedos la mejilla de Dev. Está bien, está aquí. — ¿Qué, Devlyn? —La morfina es amiga mía. Y me encaaaaaaaanta tu acento. ¿Sabías que te sale más marcado cuando no estás pensando? Es tan dulce. — Se rió. Por alguna razón encontraba eso divertido. — Hay muchas cosas sobre ti… — se detuvo cuando sus ojos empezaron a cerrarse. Las lágrimas empezaron a llenar los ojos de Lauren de nuevo, incluso cuando se estaba ruborizando. — Gracias —. Sus dedos se deslizaron hacia el vendaje que rodeaba la cabeza de Dev. ¿Cómo debió sentirlo? Los ojos dilatados que intentaban mantener el contacto con los suyos, estaban confundidos pero esperanzados. No encerraban ni un ápice de la desesperación que había en los de su madre, y Lauren era capaz de apreciar un gran contraste entre esta habitación y la otra en la que había estado sólo unas horas antes. Los ojos de la Presidenta se abrieron, siguiendo la dirección de la mano de Lauren. — No te preocupes, cariño, la tengo demasiado dura como para herirla realmente. — Se chupó los labios de nuevo e intentó golpearse la cabeza para demostrar su dureza, pero su mano cayó sin fuerza a la cama después de haberse levantado apenas unos centímetros. Dejó escapar otra pequeña carcajada y empezó a decir lo suficientemente alto para que lo oyera todo el mundo. — ¿Te he mencionado últimamente lo preciosa que estás? — Una expresión soñadora cruzó su cara. Vale, pues ahí va otra entrega. ¡Qué presión! Los ojos de Lauren viajaron por toda la habitación observando las indulgentes y sonrientes caras. Su rubor se hizo más acusado. — Oh, Dios — murmuró mientras se llevaba las manos hasta las mejillas para notar como le ardían. — Dev, um… ¿Sabes que no estamos solas? — preguntó en voz baja. Pero incluso en medio de su embarazo, se le formó una gran sonrisa. ¿Cariño? ¿Cree que estoy preciosa? Casi se desmaya. Dev todavía no podía enfocar claramente, pero podía percibir la risa en la voz de Lauren. — Sí, ¿Y? Nunca estoy sola. Ese es parte de mi problema — respiró hondo. — ¿Te puedes hacer una idea de lo nerviosa que me pones? Balbuceo como una idiota cuando estoy contigo. —No, no lo haces — mintió Lauren. Su tono era medio serio, pero había un trasfondo de broma también. — Eres encantadora, y lo sabes. David, Jane y varios agentes educadamente se apartaron un poco de la conversación de las mujeres, sintiéndose intrusos en un momento privado. —¿Cómo te sientes, Devlyn? — unos ojos claros se dispersaron ante la visión de los múltiples 137

goteros, de las máquinas monitorizando su corazón, su sangre, su respiración… y muchos otros aparatos que Lauren no sabía para qué eran. Se había preparado mentalmente lo mejor que pudo, pero aún, ver a alguien que quieres herido era muy duro. Cuando la Presidenta no contestó, Lauren continuó. — Me has vuelto a asustar mucho, ¿sabías? — Lauren torció la cabeza hacia un lado y sonrió ante los vanos intentos de su amiga de mantener los ojos abiertos. Esta era la segunda vez que veía a Dev rodeada de instrumental médico — Esto se está convirtiendo en un hábito que no me gusta nada. Tenemos que arreglarlo. —No fue mi intención… — Dev intentó disculparse por asustar a Lauren. No quería hacer nada que pudiera entristecer a la joven, pero las palabras empezaron a liarse en su cabeza. Gruñó como una niña pequeña que intentaba resistirse a ir a la cama. Su mente empezó a dar vueltas de nuevo, pero se sintió mejor con el cálido cuerpo que reposaba en su cama. Lauren dio una palmada en el pecho de Dev, evitando cuidadosamente el pesado vendaje del hombro. Se inclinó sobre la oreja de Dev y depositó un suave beso en su mejilla antes de susurrar — Dulces sueños, cielo. Estaré aquí cuando despiertes. *** Lunes, 10 de mayo. El agente que había en la puerta de la habitación del hospital en la que estaba Dev le dirigió a Lauren una irritada sonrisa mientras se dirigía a la búsqueda de algo de cafeína. Cuando Lauren entró en la habitación, fue recibida por el sonido de unas voces frustradas. —¡No quiero esperar! — Dijo Dev. Lauren pudo escuchar como la alta mujer luchaba por recobrar el aliento, incluso antes de poder verla. — ¡Quiero verlo ahora, David! —Sra. Presidenta… —Ahórrate esa gilipollez de Sra. Presidenta, David. ¡Ordena que traigan el video antes de que tenga que llamar a alguien más para que lo haga! —Pero… — David volvió a intentarlo. Lauren pasó alrededor del Jefe de Personal para ver a Dev agitándose con el gotero y los cables intentando incorporarse más. —Jesús, Devlyn. — Lauren corrió hacia su lado. — ¿Estás loca? ¡Vas a hacer que se te salten los puntos! 138

Dev pareció calmarse tan pronto como vio a Lauren. — Ayúdame, entonces. Lauren inmediatamente se dirigió a coger la mano de Dev. — No lo entiendo. ¿Qué pasa? — Intentó desliar el tubo del gotero, maldiciendo el desastre que la Presidenta había hecho. ¿Por qué no había llamado a una enfermera si quería levantarse? ¿O pedido ayuda a David? Lauren cogió los mandos de la cama, que habían acabado en el suelo. —Quiero ver el video del disparo. — Devlyn estaba jadeando y lanzaba indirectas a David — Pero algunas personas creen que no estoy preparada. Lauren apretó un botón y el respaldo de la cama de Dev se fue levantando hasta que Dev asintió. — "Algunas personas" probablemente tiene razón, Devlyn. La cinta no va a ir a ningún sitio. Hace menos de dos días. Dev se giró a mirar a Lauren, cuyas mejillas estaban rojas del frío aire de primavera, y el pelo le olía a flores. — ¡Oh, no te pongas rebelde conmigo también! ¡Todavía estoy al mando! Lauren dirigió a Dev una mirada en parte irritada y en parte concesiva. — Vas a seguir insistiendo en hacer eso, ¿verdad? —No debería tener que insistir, debería tener que pedirlo, solamente. — Miró a David otra vez, el cual movió las manos disgustado. —Entonces me quedo a verlo también — Lauren insistió, su tono dejó claro que no sería disuadida. Cada célula de su cuerpo le decía que no quería ver la cinta. Pero si alguna vez Dev había necesitado una amiga… este era ese momento, y Lauren se juró a sí misma que no iba a fallarle. Pero por favor, que no sea muy horrible. Respiró hondo. ¿Cómo no va a ser horrible? ¡Alguien le disparó tres veces! —¡De acuerdo! Me rindo — David cogió el teléfono e hizo una llamada. Dev miró a Lauren, dando un ligero apretón a su mano y acercándola a ella para que se sentara en el borde de la cama. — No quiero que veas esto — No quiero verte triste nunca. Una pequeña arruga apareció en la frente de Dev y la escritora tuvo la urgencia de alisarla. La mirada determinada de Lauren se suavizó cuando miró a Dev a los ojos. — Y yo me siento exactamente igual al respecto sobre ti. —Sí, pero yo necesito verlo. Aunque sólo sea para saber que no tengo que hacer la próxima vez. — Devlyn se rió por lo bajo, retorciéndose cuando una ola de dolor la golpeó proveniente del hombro y la cadera. La mirada de David cayó al suelo. Aunque intelectualmente sabía que había hecho lo que había 139

podido para evitar que esto pasara, todavía se sentía como si estuviera fallando a Dev y a los niños. Suspiró… Y a Lauren, y a la maldita entera nación. Lauren apretó la mano de Dev. — Sabes que un día u otro lo tendría que ver. Vamos a acabar con esto juntas. — Necesito que seas fuerte. No te marees o empieces a llorar como un patético bebé otra vez. En unos minutos todo estaba preparado, y Dev había ordenado que todo el mundo, excepto Lauren, saliera de la habitación. Se acercó un poco más a la escritora. — ¿Estás preparada? — La afirmación de la joven mujer parecía indecisa, y Dev consideró la idea de detener todo aquello y esperar a ver la cinta a que Lauren se hubiera ido. Pero Lauren tenía razón. Tendría que verla tarde o temprano. Y al menos así estarían juntas. — Um… Lauren, esto es una combinación de varias cintas que grabaron al mismo tiempo. Han sido seleccionadas según los mejores ángulos. Estas no son las que han sido hechas para la televisión. El Servicio Secreto filma todas mis apariciones públicas por razones de seguridad. Pero lo que pasó, la parte del disparo, no está editada. Lo sabes. ¿Verdad? Lauren mantuvo su voz serena y sus ojos firmes. — Lo sé. Dev asintió. — Empezar video. Lauren se encontró a sí misma respirando profundamente y conteniendo el aire cuando la imagen apareció frente a ellas. Sonrió cuando vio aparecer a Dev con su traje oscuro, camisa blanca y chaqueta. Los aplausos del auditorio fueron cesando y Dev se sentó en una silla para dirigirse a los estudiantes. —¿Quién te llamó para contarte lo que había pasado? — preguntó la morena tranquilamente. Tenía la boca cerca del oído de Lauren, pero su mirada no se apartaba del video. Lauren se humedeció los labios, recordando la cara pálida de Jane y su voz temblorosa. — Ummm… Jane — respondió suavemente. — Jane me llamó. La presidenta asintió. — Fue una buena elección para el trabajo. Jane siempre se mantiene entera, pase lo que pase. — Dev se acordó cuando le fue comunicado el accidente de Samantha. Fue Jane también quien le dio la noticia. Lauren asintió. Su atención estaba repartida entre la voz real de Dev, que sonaba tranquila en su oído, y la imagen de Devlyn a los pies de la cama. — Lo hizo genial. El agarre de Dev a la mano de Lauren se hizo más estrecho a medida que el video continuaba. En un momento se dio cuenta que podía estar haciéndole daño, aunque Lauren no se había quejado. Lauren había estado tan ocupada los dos días anteriores que no había tenido tiempo de pensar 140

sobre las exactas circunstancias de los disparos. Había pasado incontables horas en el hospital. Y, a petición de Dev, se había asegurado de que los niños supieran qué había pasado, pero sin ser asustados. Aunque no estaba completamente segura de haber cumplido completamente esa misión. Los niños ya habían perdido a una madre. Las miradas de sus pequeñas caras cuando Lauren les dijo que Devlyn estaba en el hospital casi le rompieron el corazón. Gracias a Dios, Emma acudió en su ayuda cuando Lauren empezó a flaquear. Lauren miraba el video con ojos intensos, buscando en la multitud al loco que había intentado matar a Dev. Pero nadie parecía fuera de lugar. Todos estaban contentos de que la Presidenta hubiera hecho un hueco para ellos en su apretada agenda. —¿Dónde está? — Susurró Lauren para sí misma, frustrada de no poder encontrarlo. Un asesino debería ser inmediatamente reconocible, ¿no? Él debería… bueno… parecer culpable, siniestro, algo. Lauren sabía que era un pensamiento ridículo e inocente. Pero no podía evitar pensarlo. Haría las cosas más fáciles. — Yo siempre lo dejo presagiar en mis libros. Dev se giró. — ¿Qué? Pausar video. — Ordenó en voz alta. — ¿Qué has dicho? Lauren frunció el ceño. — No lo he visto en ningún sitio. La cámara está enfocando a la audiencia, pero no puedo verlo. —Bueno si hubiera sido tan fácil estoy segura que el Servicio Secreto lo habría detenido antes de que disparara cuatro veces. Yo no estoy muy segura de quién fue. Pero los disparos vinieron del centro, justo cuando la gente empezó a aplaudir y yo me disponía a bajar del escenario — Dev movió la mano en dirección a la imagen congelada. — Vamos a saltarnos todo el rollo sobre que la legislación del Registro de ADN podría ayudar a capturar criminales. — se rió. — Aunque en este caso por ejemplo no habría importado. El que disparó nunca había tenido ni una multa por exceso de velocidad. Lauren sonrió. No era tan capaz de disfrutar de la ironía como Dev. Podía notar como su estómago se había vuelto un nudo de tensión y sus manos sudaban mucho. Sus latidos aumentaron de intensidad anticipándose a lo que iba a venir, e inconscientemente se acercó más a Devlyn para asegurarse de que estaba allí, de que estaba viva. —Adelantar video — Los ojos de Dev observaban los eventos que volaban ante sus ojos cinco veces más rápido que su velocidad normal. Movió su mano lentamente dejándola reposar sobre el brazo de Lauren. — Alto. Velocidad normal. Ellas vieron juntas como Dev hizo unos cuantos comentarios antes de despedirse y soltó una broma que los estudiantes rieron y aplaudieron. Se despidió y se dispuso a salir. La banda no había empezado a tocar todavía cuando un joven adolescente, que unos segundos antes le había estado sonriendo y aplaudiendo con el resto, se levantó y sacó una pistola de la cintura de sus pantalones. La levantó y gritó — ¡Muere, puta! — mientras disparaba cuatro veces, dejando una pausa entre el tercer y el cuarto disparo. 141

Dev se encogió cuando los disparos sonaron. Vio con un extraño sentimiento de distancia como su cuerpo temblaba y empezaba a salir sangre del hombro, la cadera y la cara. Con el último disparo, el que le dio en la cabeza, cayó al instante. El cuerpo entero de Lauren se convulsionó con el sonido de los disparos. Su estómago dio una sacudida y el corazón se le puso en la garganta. El dolor del momento la dejó fuera de sí durante unos segundos. Sabía que estaba a punto de pasar. Pero aun así no estaba preparada para ver el cuerpo de Dev retrocediendo violentamente y cayendo al suelo por el fuerte impacto de las balas. — Dios, Devlyn — susurró Lauren. Cerró los ojos lentamente cuando un cálido brazo la envolvió y la acercó más. De pronto, el ángulo de la cámara cambió, y la imagen de Dev en el suelo se hizo más grande y más cercana. El sonido y la calidad eran un poco peor por el murmullo general, pero aún dejaba oír perfectamente lo que Dev decía. —Dios… — Dev se quejó, apartando la sangre que le caía a los ojos. Tres agentes inmediatamente descendieron sobre ella, cubriéndola con sus cuerpos mientras unos cuantos agentes del Servicio Secreto atrapaban al chico y lo desarmaban. El ángulo de la cámara cambió de nuevo. Michael Oaks fue el primer miembro del personal de la Presidenta en llegar hasta ella. —Tienen al francotirador. El Jefe de Personal y el Vicepresidente Vincent han sido avisados, Sra. Presidenta. — Explicó Michael preocupadamente mientras un agente presionaba con su chaqueta el hombro de Dev para detener la hemorragia. Lauren soltó un rápido suspiro en respuesta al dolor de Dev. —Los niños… — Dev murmuró mientras dos hombres la colocaban en una camilla. Michael miró a la audiencia que estaba siendo sacada del auditorio. — Están bien Sra. Presidenta. Nadie del auditorio resultó herido. —¿Mis hijos? — Los ojos de Dev se cerraron mientras intentaba mover su brazo izquierdo, cosa que le resultó imposible. —Están bien, también. El atentado ha sido notificado y todas las precauciones de seguridad han sido tomadas. Dev abrió los ojos y los fijó en uno de los agentes, el cual estaba presionando un montón de gasas contra su cadera. — ¿Mal?

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—No, Sra. Presidenta. — Se inclinó sobre ella y le susurró. — Esto no es nada para Wonder Woman. Dev parpadeó. Su confusión era evidente y miraba como si estuviera entrando en Shock. — Súper Ratón… Lauren estalló en lágrimas cuando la oyó decir su apodo al Servicio Secreto. —Tranquila — susurró Dev. — Todo ha salido bien — Los hombres de la Presidenta habían hecho un buen trabajo. La habían cubierto y sacado de allí más rápido de lo que ella recordaba. Aunque, para ser sincera, no podía recordar mucho más que el dolor de hombro y de cadera, y el olor a sangre. El video se detuvo después de que la camilla de Dev fuera retirada. La mirada de Dev cayó hasta sus piernas y se concentró en ese día. — Ese chico. Lo recuerdo. Estuvo sonriéndome… —¿Lo recuerdas? — Lauren se giró para poder ver la cara de Dev. La Presidenta había visto el video sin apenas un sobresalto, sin embargo, a Lauren no se le escapó que la cara de Dev estaba más pálida que al principio. — ¿Entre toda esa multitud? —Sí. Estaba justo ahí. Sonriéndome: Escuchándome. Mirándome — Dev sacudió la cabeza. — Pensé que estaba interesando en lo que tenía que decir. El enfado de Lauren aumentaba al imaginar al adolescente midiendo el tiempo, esperando para matar a Dev, sonriendo cuando ella intentaba conectar con él y sabiendo que iba a matarla. ¡Bastardo! Se giró y fue golpeada de nuevo por la imagen del ensangrentado escenario. — Jesús… — apuntó a la imagen. — ¿Puedes…? —Lo siento. Apagar imagen. — Dev miró a Lauren que perecía que iba a devolver. — ¿Estás bien? Las lágrimas llenaron de nuevo los ojos de la rubia. — Yo… yo… —Hey — dijo Dev suavemente mientras dirigió la mano a la mejilla de Lauren y la acarició. — Estoy bien. A lo mejor se me sale el agua por los agujeros cuando beba, pero estoy bien — bromeó. Esta vez Lauren se rió a pesar de las lágrimas. — De acuerdo. Tienes razón. Perdón por ser como un bebé. —No lo sientas — Dios, Dev. Ni siquiera le has preguntado por su madre. ¿Qué tipo de amiga eres? — ¿Cómo está tu madre? — Sintió como Lauren se ponía rígida. — ¿Necesitas volver a Tennessee para estar con ella? — Su corazón se salió del sitio. 143

Lauren se apartó un poco, sintiéndose de pronto incómoda. — ¿Qué… mmm? ¿Qué sabes exactamente sobre mi madre? — Miró a Dev. —Sé lo que pasó, Lauren. Y entiendo si no quieres hablar conmigo sobre eso. No soy de la familia. — Ha estado aquí por mí estos últimos días cuando probablemente su corazón esté en Tennessee. — Si quieres hablar, estoy aquí. ¿De acuerdo? Lauren asintió, pero continuó separándose. No estaba preparada para esta conversación. Sobre todo ahora. Después de todo lo que había pasado con Dev. Lauren se sintió como si estuviera entre dos aguas y, aunque una gran parte de ella quería hablar sobre ello con alguien, sabía que no estaba preparada. El padre de la escritora no había entendido que dejara a Anna para volver a Washington D. C. Había intentado explicarle que Dev no era sólo parte de su trabajo, que también era una buena amiga, pero eso tampoco había funcionado. Tuvieron una horrible discusión en el hospital, y, a pesar de que no se sentía unida a ninguno de sus padres, las palabras de despedida de su padre le habían dolido más de lo que ella creía posible. La escritora cogió un pañuelo de la mesa que había al lado de la cama de Dev. — No necesito volver — se secó los ojos. — No hay nada que pueda hacer allí — Dev permaneció en silencio, pero Lauren podía adivinar que quería saber más y su pecho se encogió ante la idea. La habitación empezó a hacerse más pequeña. Aire. Eso era lo que necesitaba. Aire puro, sin olor a desinfectante. Necesitaba salir del hospital. Lauren se bajó de la cama, dejando asombrada a Dev. — Yo… um… voy a decirle a David que hemos acabado. — Y sin mirar atrás atravesó la habitación y salió por la puerta. —¡Lauren! ¡Espera! — Dev se maldijo cuando la escritora salió por la puerta. Quería seguirla e intentar disculparse por entristecerla. Quería abrazarla y decirle que todo saldría bien. Dev se quejó al intentar incorporarse. Una ola de dolor le invadió la cadera. Se quitó el cable del monitor de corazón, y la habitación se llenó de pronto de un pitido insoportable. *** Jueves, 1 de junio. Dev estaba sentada con la cabeza colgando entre las rodillas. Estaba jadeando levemente mientras su fisioterapeuta estaba sentado tomando notas en la ficha de la Presidenta. El terapeuta era joven y prometedor en su campo, habiéndose ganado las mejores recomendaciones de los médicos de Devlyn. El hombre respiró y se giró hacia la mujer que estaba sentada a horcajadas en el bando. Habían completado ya dos tercios de la rutina de

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rehabilitación y podía apreciar las líneas de cansancio y dolor en la cara de su paciente. Las cosas se iban a poner feas. —¿Sra. Presidenta? —¿Qué? — gruñó, sin molestarse en levantar la cabeza. El sudor le caía por la frente y la barbilla hacia el banco cubierto de vinilo en el que estaba sentada. —Necesitamos hacer otra tabla con su brazo. — El terapeuta levantó la vista al ver a Lauren entrar tranquilamente en la habitación. Lauren cerró la puerta tras ella y le indicó al hombre que no alertara a Devlyn de su presencia. —No quiero — La Presidenta negó con la cabeza, notando el dolor que ese pequeño movimiento causaba a sus estresados músculos. — Hemos acabado por hoy. —Señora, es necesario que usted siga una rutina para… — se detuvo justo a tiempo de ver como una pequeña botella de agua volaba por encima de su cabeza. —¡A la mierda la rutina! ¡He dicho que hemos acabado por hoy! — Los hombros de Dev se pusieron rígidos. — Ahora déjeme sola — susurró, ignorando la culpabilidad que ya sentía. Lauren se aclaró la garganta, haciendo que dos pares de ojos se fijaran en ella. — Hola, eres Julio, ¿verdad? — La rubia extendió su mano hacia el terapeuta. — Soy Lauren Strayer. El joven sonrió y se adelantó unos pasos para darle la mano. — Encantada de conocerla, Srta. Strayer. Estaba a punto de irme. Estaré fuera si me necesitan. Lauren vio como el terapeuta salía hastiado de la habitación. Decidió ignorar el bajón de Dev. Había querido acudir a una de las sesiones de Dev anteriormente. Pero siempre había sucedido algo. Sé sincera, Lauri. No quieres verla sufrir. Y no sabes qué decirle después de salir huyendo del hospital como una idiota hace un par de semanas. Te da vergüenza estar con ella en privado. La escritora lentamente se acercó a un banco cerca de Dev y se sentó. Estudió a la Presidenta cuidadosamente. La cara de Dev estaba colorada y sudada. Estaba claro que estaba dolorida. Los pensamientos de Lauren viajaron hasta el que intentó matar a Dev, Louis Henry. Hijo de puta. Cuando estuvo claro que la Presidenta no iba a decir nada, Lauren soltó un suspiro apesadumbrado. — Hola, Devlyn — dijo suavemente. — ¿Has terminado hoy? — Inclinó la cabeza hacia un lado. — Lizza dijo que ibas a estar por lo menos otra media hora.

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—Lizza se equivocó — Dev se secó los ojos con el reverso de la mano. — Eso es lo mejor de ser Presidenta. Puedo decirle a la gente que se acabó todo y me tienen que obedecer. Lauren se incorporó ante la elección de palabras de Dev. — Ya veo — contestó seriamente. — ¿Y eso me incluye a mí también? Dev le dirigió a Lauren una mirada llena de remordimiento. — No. Lauren vio como la Presidenta intentaba cerrar el puño del brazo que había sido herido. No podía hacerlo. — Sólo estoy cansada — su voz era resignada. — Y me duele mucho. Lauren tuvo que sentarse sobre sus manos para contenerse de acariciar a Dev. No estaba segura si sería bien recibida y si estaba todavía caminando por terrenos peligrosos. — Ya lo sé. Pero hay algo más que seguro que tú no sabías. —¿Qué? —Tú eres la persona más fuerte que he conocido. — Lauren se levantó y se colocó detrás de Dev. Se puso a sacarle el pelo de debajo del cabestrillo. — Y nunca te rindes. — De acuerdo, aquí es cuando te grita por no comprender por lo que está pasando. Lauren cerró los ojos y esperó. —No soy tan fuerte como piensas, Lauren. He pasado muchas cosas y ya estoy cansada. Lo único que quiero es irme a mi habitación y acostarme. Ok, eso no funcionó. — Y puedes volver a la habitación y echarte una siesta. — Esperó hasta que vio alzarse la cabeza de Dev para añadir firmemente. — Justo después de terminar tu terapia. —¿Disculpa? ¿Qué pasa con mi poder de mandato? Lauren levantó una ceja y le dio un pequeño golpecito a Dev — Que ha sido aplacado por el poder de mandato de Lauren. Anda, no hagas que me enfade contigo, Devlyn. Las mujeres sureñas somos implacables y perderías de todas formas. Dev la miró por un momento. Lauren lo decía en serio, pero las palabras también contenían un toque de humor. Era algo que había echado de menos las pasadas semanas. — Sabía que en algún lugar a lo largo del camino, encontraría a alguien que me pudiera dominar. Aunque siempre imaginé que sería Jane o Emma. — Dev cuadró los hombros y levantó la barbilla. — Supongo que le debo una disculpa a Julio por ser una auténtica bruja, ¿verdad? — Dev reposó el brazo en el cabestrillo. —No estaría mal, Sra. Presidenta. Iré a decirle que estás preparada para continuar. 146

—De acuerdo, no iré a ninguna parte. Ummm… gracias — Quería que Lauren se quedara, pero una gran parte de ella no quería que Lauren la viera así. Débil, miserable. Una disgustada mirada cruzó la cara de Dev. Quería que este día acabara. Lauren se paró en el marco de la puerta esperando, por alguna razón, cualquier palabra de Dev para que se quedara. Después de unos segundos, suspiró fuerte y abrió la puerta. — La Presidenta está lista para continuar su terapia, Julio — le sonrió simpáticamente. — Gracias por ser tan paciente. El hombre se ruborizó y se miró las zapatillas. — No hay problema, Srta. Strayer. Es mi trabajo. — miró hacia atrás. — Realmente le duele mucho. La ceja de Lauren se arqueó con preocupación. — Lo sé. Inclinó la cabeza hacia el gimnasio. — ¿Entra conmigo? —Nah — Lauren se mordió los labios antes de colocarse las gafas bien. — No me necesita. — Pero ojalá lo hiciera. *** David entró en la habitación justo cuando el video del intento de asesinato acababa con una toma del suelo ensangrentado del escenario. Sacudió la cabeza. ¿Por qué lo paraban siempre en ese preciso momento? Su temperamento salió a flote y unos enfadados ojos recorrieron la sala, fijándose en cada hombre y mujer que allí había. —¿Cómo demonios pasó eso? — apuntó a la imagen. — ¿Podría alguien explicarme por qué la Presidenta de los Estados Unidos está actualmente en rehabilitación por culpa de tres heridas de bala? — David paseó por toda la habitación y de pronto golpeó con sus puños la mesa alrededor de la cual estaban sentados los agentes. — ¿Bien? El silencio era insoportable y nadie se atrevía a mirar a David. Éste, enfadado, se aflojó la corbata y se desabrochó el primer botón de la camisa. — Pónganse cómodos, señoras y señores, porque nadie va a salir de esta habitación hasta que tenga la respuesta que quiero. Varios agentes se encogieron. David se quitó la chaqueta y la tiró sobre el sofá. Con rápidos y enfadados movimientos se arremangó la camisa. — Lo primero que quiero saber es cómo un crío de 15 años tiene una pistola. Después, cómo consigue entrar con ella al instituto. — La piel enrojecida de David ahora era prácticamente de color escarlata. — ¡Y, finalmente, cómo consigue sacarla y ponerse en una perfecta posición para matar a la Presidenta de los Estados Unidos! ¡Maldita sea! ¡Quiero saber por qué lo hizo! 147

Un hombre mayor al otro lado de la mesa respiró hondo y levantó un poco los pies antes de hablar. —¿Sí, Agente Rothsberg? —Fue un crimen de odio, señor. — Empezó tentativo. —¡Habla! —Un crimen de odio, señor — su voz era un poco más sólida esta vez. — El sospechoso intentó disparar a la Presidenta porque es una mujer y porque es lesbiana — El agente empujó un archivo hacia David, deslizándolo por la mesa. —No lo intentó — añadió David. — ¡Le disparó a la Presidenta varias veces! El agente asintió rápidamente. — Sí, señor. Toda la información que tenemos está ahí. — Apuntó al archivo que le acababa de pasar. — Es lo último que tenemos. David cogió el archivo y lo ojeó. — Estuvo muy cerca de matarla — continuó el Jefe de Personal mientras leía. — ¿A quién de vosotros le gustaría tener que confesar que fue bajo vuestra vigilancia cuando mataron a la Presidenta de los Estados Unidos? ¡Porque si continuamos siendo tan descuidados, eso es exactamente lo que va a pasar! David sacó una silla vacía de la mesa y se sentó, mientras seguía con las narices metidas en el archivo. — Dios, hace casi 60 años de la muerte de Kennedy. Será mejor que recéis para que la investigación pruebe que ese chico tuvo suerte — cerró el expediente. — Porque si descubro que algo de esto fue por un fallo en vuestras obligaciones, y que de algún modo hicisteis el atentado posible… — El final de la amenaza no lo dijo, pero había quedado bastante claro. Unos profundos ojos marrones viajaron por cada cara de la sala. Todo lo que David vio fue tristeza, vergüenza y culpa, lo cual le hizo sentir un poco mejor. Por ahora podría creer que ese chico tuvo suerte. Pero esto no podía pasar otra vez. De algún modo, de alguna manera, encontrarían dónde estaba el fallo. No iba a haber una segunda oportunidad. —Rebobinar video — ordenó David. — De acuerdo, chicos, allá vamos de nuevo. Vamos a verlo una y otra vez hasta que sepamos dónde y qué estabais haciendo cada uno de vosotros cuando la Presidenta fue abatida. Reproducir video. *** Viernes, 4 de junio. Dev se quejó al dejarse caer en la cama y colocar la muleta sobre la pared. Su cadera todavía 148

dolía mucho, y echaba de menos no ser capaz de correr o trabajar. Se preguntó si alguien se sorprendería cuando le quitaran el cabestrillo y golpeara a varias personas con él. Probablemente no. Ella sabía que podía ser una auténtica perra cuando no se encontraba bien. Pero desde que había perdido la timidez con su terapeuta, había tenido que hacer milagros para contener y no descargar con él la frustración. Suspiró al notar como el cálido sol entraba a la habitación a través de los altos ventanales. Devlyn se estaba recuperando en el solárium, que daba la casualidad que era su habitación favorita de la residencia. Lo irónico era, que en esa misma habitación el Presidente Reagan se había recuperado de un disparo 40 años atrás. Dev miraba a través de la ventana. Bueno, soy la primera Presidenta de América de este siglo que alguien ha odiado tanto como para intentar asesinarla. Lo malo es que fuera un tonto antimujeres y antilesbianas el que lo hizo. ¡A él ni siquiera le importaba mi política! Lizza entró por la puerta flanqueada por dos agentes y dejó sobre la mesa una pila de carpetas. — Si se siente preparada, Sra. Presidenta, debería echarle un ojo a esto y firmarlos. Dev cogió el primer expediente, feliz de poder entretenerse con algo que no fuera la autocompasión. — Estaré encantada de hacerlo. Los tendré listos a la hora de comer. Lizza sonrió. Jane había insistido en que le diera a Dev algo que hacer para que parara de aterrorizar a todos los empleados de la Casa Blanca. Como siempre, la vieja secretaria de Dev había tenido razón. —Lauren ha ido a por los niños. Vamos a pasar unos minutos con ellos aquí. — Bueno, por lo menos yo los voy a pasar. No sé si Lauren se quedará. Parece que desde que recibí los disparos tiene miedo de estar conmigo. No puedo culparla. ¿Quién quiere estar cerca de un objetivo? Debo tener también una diana tatuada en el culo. Y luego voy y me meto en sus problemas familiares. Si me hubiera querido hablar sobre su madre lo habría hecho. Eres una idiota. Joder. —Esa es una noticia estupenda — Lizza miró el reloj. Desde que había preparado la cita para Lauren y Casey, había estado evitando a la escritora. Había oído a Emma que Lauren iba detrás de su “trasero yankee”. Lizza no estaba muy segura de lo que eso significaba. Pero estaba bastante segura de que era malo. Muy malo. Pero al menos Casey era feliz. ¡Ella y Candace Delaney se iban a casar en otoño! Lizza le entregó a Dev un bolígrafo y miró nerviosa hacia la puerta. — ¿Debería transferir la llamada del Primer Ministro Británico aquí? — dijo mientras se dirigía a la puerta. — Es una llamada de cortesía, pero a lo mejor quiere hablar sobre la Comida de Estado para Su Majestad en septiembre.

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Dev asintió ausentemente. — Claro. Probablemente pasaré el resto de la tarde aquí. Así que transfiere todo lo que no sea clasificado. —Sí, señora. — Liza se disponía a marcharse cuando los niños entraron corriendo deteniéndose justo antes de chocar con la cama de su madre. Rodeó a Ashley, evitando a propósito la mirada diabólica de Lauren al cruzarse fuera de la habitación. Lizza se asustó cuando oyó un gruñido. ¿Lauren o Gremlin? ¿Quién había sido? Los niños eran cuidadosos con las heridas de su madre, pero aun así le dieron abrazos entusiasmados y fuertes besos. Acto seguido se tiraron al suelo a pintar con sus dibujos y colores. La agente del Servicio Secreto de Ashley, Amy, se unió a ellos en la alfombra, dejando que Dev y Lauren hablaran tranquilamente en la esquina. —Quería agradecerte que estés pasando tanto tiempo con ellos durante estas semanas — dijo Dev tranquilamente, notando que Lauren se había sentado en el centro del sofá y no en una de las esquinas que estaban más cerca de la cama. Lauren se movió incómoda. Dev ya le había agradecido esto, varias veces además. Ellas nunca habían discutido su marcha de la habitación del hospital varias semanas atrás, y desde entonces, las cosas entre ellas habían estado… suspiró apesadumbrada… tirantes. Dev se comportaba con cautela con ella, y ella no lo hacía mucho mejor. La breve conversación que habían tenido durante la terapia de Dev días atrás, había sido la vez que más habían hablado en una semana. Los silencios que una vez fueron confortables, ahora eran incómodos. Y en ese momento, era dolorosamente obvio que Dev estaba hablando de cosas sin importancia para evitar uno de esos silencios. Lauren se mordió el labio. Esto era por su culpa. Lanzó una mirada de disculpa a Dev. — No me importa pasar tiempo con ellas, Devlyn. — Era la verdad. — El libro va a salir mejor gracias a ello. Y ado… quiero decir… tus hijos son geniales. Dev no pudo evitar una sonrisa que transformó su cara. — Gracias. Están locos contigo. Excepto Christopher, claro. Lauren se inclinó hacia delante y se extrañó. — ¿De verdad? — Su mirada viajó hasta el niño que estaba tumbado en la alfombra. Volvió a mirar a Dev mientras su mente analizaba qué podía haber pasado. Ellos siempre se habían llevado genial. — Pero… pero… —Él no solo está loco contigo — aclaró Dev, — Está locamente enamorado de ti y me preguntó el otro día si estabas casada. Lauren se rió. — Guau. ¡Me habías preocupado! ¿Le dijiste que estaría disponible para cuando él crezca? 150

Y una mierda estarás libre. Dev sonrió. Esto marchaba mejor de lo que esperaba. Las bromas que había echado de menos durante las pasadas semanas parecían estar volviendo. — Claro que no. Quiero tener nietos y por ese entonces tú serás… —¡No mucho más mayor de lo que tú eres ahora! — Lauren cruzó los brazos sobre el pecho y arrugó la frente. —Sí. ¡Una vieja! — Dev le guiñó y las dos se rieron suavemente. Dev estaba determinada a que esta conversación siguiera. — Por lo que he podido sonsacarle a David, parece que piensa que el libro va genial. Pero me sigue amenazando con revelar algunas historias embarazosas si no me porto bien y hago toda la terapia. — Su cara se enrojeció cuando recordó la última vez que estuvieron juntas. — Siempre ha sido un chantajista, y si hubiera visto como me comporté el otro día en el gimnasio me habría pegado una patada en el culo. Lauren hizo un gesto pero no la corrigió. —Lo siento. —No tienes… Dev la detuvo con una mirada. Lauren sonrió y dobló la cabeza simpáticamente. — Disculpas aceptadas, Devlyn. — Su mirada cayó al suelo durante un momento antes de cambiar de tema. Parecía nerviosa. No estaba segura de cómo se sentiría Dev sobre las entrevistas personales que necesitaba. — Hablando de mí progreso en el libro… Creo… que ya he terminado con la investigación que podía hacer desde la Casa Blanca. Dev, de pronto, sintió como el corazón se le paraba y un nudo se le ponía en la garganta. Además le estaba costando trabajo respirar y tuvo que aclararse la garganta y tomar un trago de café para poder hablar. Se preguntaba si su pánico se estaba reflejando en su cara. ¡Se va a ir! Se quiere mudar. ¡Piensa en algo, rápido! — Ahhhh… — la mente de Dev se quedó en blanco totalmente. — ¿Qué te parecería conocer a mis padres? — dijo un poco más deprisa y más alto de lo que pretendía. Pero es que no creía que su corazón se pudiera arriesgar a perder a Lauren justo ahora. Quizás en algunas semanas, cuando me encuentre mejor, pero no ahora. Por favor, no ahora. No puedo perderla a ella también. Lauren arrugó la frente, se levantó y se dirigió hacia la cama. Dudó durante un segundo si sentarse en el borde, y al final lo hizo. Quería acariciar la pierna de Dev, o coger su mano, pero no lo hizo. En lugar de eso, se colocó la mano debajo de su pierna para sujetarla. — ¿Qué te

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pasa, Devlyn? — Su voz preocupada era suave y cálida e hizo a la Presidenta querer estallar en lágrimas. —Yo… umm… estaba pensando que, después de todo lo que ha pasado, quizás necesito unas vacaciones. Mis padres tienen una bonita cabaña en Ohio y podríamos tomarnos unos cuantos días libres. Los niños podrían ver a sus abuelos y nosotras… bueno… podríamos descansar y estar tranquilas. Y mis padres podrían ser entrevistados para el libro. — Dev se arriesgó y dejó que sus dedos acariciaran la pierna de Lauren muy suavemente. Si Lauren se iba a ir, quería tener tantos recuerdos como fuera posible. Con la palabra "Ohio", Ashley se había levantado y corrido alegre hacia la cama de Dev. — ¡La abuela y el abuelo! ¿Podemos? ¿Por favor, mama? ¡Eso sería maravilloso! ¿Podemos llevarnos a Gremlin? Dev golpeó suavemente la espalda de la niña. — Sí, cariño — se rió. — Iremos a verlos. Pero sólo nos podemos llevar a Grem si Lauren viene con nosotros. — La Presidenta sonrió abiertamente, sabiendo que estaba poniendo a Lauren en un compromiso, pero estando dispuesta a utilizar todas las armas que le fueran posibles. Los labios de Lauren se curvaron. — Muy rastrero, Presidenta Marlowe. Sabes que tus hijos consiguen de mí lo que quieren, como Gremlin — Intentó no reírse cuando Christopher, que estaba ahora a los pies de la cama de Dev con Aarón, se colocó las gafas nerviosamente esperando una respuesta. Entonces parpadeó asombrada. ¿Eso se le ha pegado de mí? Antes de que Lauren pudiera contestar a Dev, Aarón corrió hacia ella y se subió a su regazo, mirándola con unos ojos azules que rivalizaban con los de su madre. El niño, al igual que Gremlin, tenía algo especial cuando a manipular a Lauren se refería. — Por favor — pidió. La cabeza de Lauren cayó hacia delante y sus hombros empezaron a temblar debido a una silenciosa risa. — ¡Sí! — gritó alegre. — ¡Gremlin y yo iremos! Los niños gritaron y Aarón se bajó de las piernas de Lauren para ir a celebrarlo con sus hermanos. Ya había cumplido su misión. Lauren se giró hacia Dev que estaba sonriendo como una tonta. — Me encantaría hablar con tus padres. Estaba a punto de pedirle a David que me concertara una entrevista. Pero verte con ellos y hablar con ellos en persona será mucho mejor. — Ella necesita esto. Todos lo necesitamos. Dev todavía tenía ojeras y había perdido peso a lo largo de esas semanas. Pero todavía era la mujer más hermosa que Lauren había visto. — Creo que a ambas nos harían bien unas vacaciones — sonrió. — Me encantaría salir de la ciudad por un tiempo — Contigo. La sonrisa con la que le respondió Dev hizo que estallara en carcajadas. De pronto, sus ojos la

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miraron profundamente y bajó la voz para que solo la Presidenta pudiera oírla. — Aunque tenemos que hablar pronto, ¿de acuerdo? — Inclinó la cabeza esperando la respuesta de Dev. —De acuerdo — asintió Dev, un poco aprensiva. — De lo que quieras y cuando quieras. — Se humedeció los labios. — Lauren, si hubiera hecho algo que te hubiera molestado, me lo dirías ahora, ¿verdad? —No, no lo haría — respondió la rubia seriamente. — Prefiero hablar de esto a solas. El nudo del estómago de Dev aumentó. El teléfono sonó y dejó escapar un gruñido de frustración. — Hijo de… — se detuvo cuando se dio cuenta de que los niños estaban a solo unos metros. — Activar teléfono. La imagen del Primer Ministro Británico empezó a tomar forma. — Sra. Presidenta. — Miró alrededor y sonrió. — Espero no estar interrumpiendo un momento familiar. Sólo estaba preocupado por usted. ¿Cómo se encuentra hoy? Devlyn se transformó en la Presidenta. — Bueno, para ser honesta, Primer Ministro Hawkins, he tenido días mejores. Pero espero que vuelvan pronto. ¿Cómo está usted y su familia? *** Viernes, 11 de junio. Dev, con la ayuda de su muleta, caminaba lentamente por el pasillo. Era su primer día de vuelta en el Despacho Oval desde que recibió los disparos. Incluso desde el hospital había estado desempeñando sus labores como Jefe Ejecutivo, pero este era su primer día — oficial — de vuelta al trabajo. David y Sharon habían hecho un maravilloso trabajo manteniendo a la prensa informada y actualmente disfrutaba de un 65% de rating de apoyo. ¡Maldita sea, si me hubiera dado la cuarta bala estaría muerta o disfrutaría del 80%! —Buenos días, Sra. Presidenta. — Jane ya estaba de pie cuando Dev entró en la oficina exterior. Había oído los rítmicos pasos de Dev y el sonido de la muleta al golpear contra el suelo del pasillo. Jane sonrió y le ofreció a Dev la que sería la primera de seis o siete tazas de café. Unos cuantos segundos después de Dev entró Liza, con la nariz metida en su agenda electrónica. —Buenos días, Jane. — Dev sonrió lo mejor que pudo a pesar del punzante dolor que sentía en el hombro y en la cadera. — ¿Puedes pasar a mi despacho un momento, por favor?

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—Por supuesto. Las tres mujeres entraron pero Lizza se separó de las otras dos, cogiendo la taza de la mano de Dev y colocándola en el escritorio de la Presidenta. Inmediatamente volvió a trabajar en la agenda copiando las citas de la agenda electrónica al libro de citas de Dev. Dev se volvió hacia Jane cuando la puerta se cerró. Se dirigió hacia ella y la abrazó. — Gracias. Gracias por ser un punto de apoyo para mi familia otra vez. No sé lo que haría sin ti. Jane, que no era nunca partidaria de los momentos emotivos, le dio a Dev un caluroso abrazo. — Perderías la cabeza si David, Emma y yo no te la sujetáramos al cuerpo. La presidenta entornó los ojos pero rápidamente accedió. — Tienes toda la razón. —Y ahora Lizza se ha ganado un puesto en esa lista también, Devlyn. Esa chica no gana suficiente para todo lo que hace. Las cejas de Dev se arquearon. — Tienes razón de nuevo. Le debería mandar flores, ¿no crees? — preguntó en un susurro. —Qué gran idea, Sra. Presidenta. — Jane le respondió susurrando también. — Me ocuparé de eso. —Gracias — Dev se dirigió hacia su escritorio, pero se detuvo. — Oh, Jane. —¿Sí? —Pídete para ti uno de esos asquerosos cactus que te gustan, también. Ella se enfurruñó. — Debería comprarme dos. ¡Y muy caros! Dev sonrió y sacudió la cabeza al oír a la mujer mayor abandonar el Despacho Oval. La Presidenta se sentó cuidadosamente en el escritorio, tomándose tiempo para consultar su agenda y tomarse el café. — Lizza, ¿Dónde se ha tenido que ir corriendo Lauren esta mañana? ¿Lo sabes? — Apoyó la muleta en el escritorio, pero fuera de la vista. —Sí, Sra. — Lizza se retorció un poco al oír el nombre de la escritora. — La Srta. Strayer tenía varias reuniones en el Capitolio. Entrevistas para el libro con los congresistas y senadores de Ohio, creo. —Dios, espero que todos estén de buen humor por allí esta mañana, — Dev murmuró mientras firmaba varios documentos. Se detuvo mirando un largo papel delante de ella. — ¿Qué demonios es esto? ¿La lista del supermercado? 154

Lizza se asomó sobre el hombro de Dev. — Es el menú sugerido para la Comida de Estado, Sra. Presidenta. —Ah, llévalo a la secretaria social para que le eche un vistazo. Si tiene alguna pregunta, que hable directamente con Jane o incluso con Beth McMillian. Ellas se encargan de los papeles de la Primera Dama mucho mejor que yo. Además, siempre y cuando no sirvan chucrut, no me importa lo que comamos. Los ojos de Liza se abrieron de par en par. — Hablaré con Jane inmediatamente. Dev se rió. — Hazlo, Lizza. La joven mujer cogió el archivo de las manos de Dev y le pasó media docena más. Dev la miró, pero no había odio real en su mirada. Levantó una ceja. — ¿Obtienes un placer perverso al hacer eso, verdad? Lizza sonrió. — Me niego a contestar a una pregunta que podría volverse contra mí. —¿Ah, sí? Bien, no has mirado tu reloj en los últimos diez segundos. —No necesito mirar mi reloj para saber que tiene cuatro minutos hasta que el Jefe de Personal y el fiscal lleguen. La sonrisa de Dev desapareció. Dejó caer la cabeza sobre el escritorio, — ¿Tengo que hacerlo? —Sí, señora. Pero mírelo de esta manera. Hoy es el último día de la semana. A esta hora mañana, usted, los niños, la Srta. Strayer y los McMillian estarán de camino a Ohio para unas merecidas vacaciones. —Eso es verdad. Mañana por la noche, Lauren será sometida, sin duda, a la carne asada de mi madre. Lizza le dirigió una sonrisa. ¿Cuántas veces había mencionado la Presidenta a Lauren en lo que iba de mañana? — ¿Está buena? Dev leyó otro papel antes de contestar. — Nunca he dicho eso — firmó sin levantar la mirada. Riendo, Lizza se excusó justo cuando David y un hombre alto, de pelo negro, entraban en el Despacho Oval. David se dirigió hacia el escritorio, inclinándose sobre él y apoyando sus manos sobre el borde, — Lizza parecía bastante feliz. Me alegro de ver que no has perdido tu habilidad de hacer reír a la gente. 155

—Eso era pena, amigo. Sabe que vamos a cenar con mis padres mañana por la noche. Los ojos de David se salieron de las órbitas. — ¿Va a cocinar tu madre? — tragó saliva. — Si va a hacerlo, tengo que decirle a Beth que lleve el antiácido. —Bueno, esa es la amenaza que se cierne sobre nuestras cabezas, compañero. Su mundialmente conocida, carne asada. Y ni se te ocurra pensar en rechazarla. Sabes que herirías sus sentimientos — Cerró el último archivo y miró al hombre que estaba esperando detrás de David. Empezó a levantarse, pero David le indicó que siguiera sentada. Dev le dio las gracias y entrelazó los dedos. — Así que, caballeros, entiendo que están aquí para discutir el procesamiento de un chico de 15 años. —Sra. Presidenta, — comenzó David, — este es el fiscal, William Miller. —Sr. Miller. — Dev extendió la mano, las estrecharon formalmente. — Por favor, tome asiento. El hombre se desabrochó la chaqueta y cuidadosamente se sentó en uno de los sillones al otro lado del escritorio de Dev. David ya estaba sentando en uno de ellos. — Gracias, Sra. Presidenta. Dev presionó el botón intercomunicador. — Jane, podrías mandar a alguien... —…Con una bandeja con café. Está de camino, Sra. Presidenta. —Por supuesto… Siento haber dudado de ti, Jane. David se sorprendió del lapsus de Dev. Jane nunca olvidaba el café y galletas. —Son los calmantes. Te perdono. — Bromeó desde el otro lado del intercomunicador. —Muchas gracias — Devlyn miró a David que le estaba dirigiendo una desaprobadora mirada. — No puedo evitarlo, soy adicta al café. Por eso es por lo que Emma me hace beber vasos de leche por la noche. Está intentando cubrir el agujero de mi estómago — se reclinó sobre su asiento, respiró profundamente y estudió a los dos hombres seriamente. — Bueno, díganme qué está pasando con este joven. —Intentamos procesarlo y que caiga sobre él todo el peso de la ley, Sra. Presidenta. — Millar dijo autoritariamente mientras sacaba un expediente de su carpeta. —¿Y qué hay sobre las personas que le pusieron el arma en su mano y le enseñaron a usarla? — David cogió uno de los archivos que le ofrecían. — Un chico no consigue una pistola de la nada. La roba, la compra o se la dan. Tuvo ayuda. 156

Millar asintió. — Estamos buscando cómplices, señor. Pero de momento no hemos llegado a nada. —Bien. Porque quiero a todos los responsables de esto ante la justicia. Dev se cruzó de brazos. — ¿David? —¿Sí, Sra. Presidenta? —Supón que lo hizo él sólo. No hay leyes contra ser intolerante. —Pero sí la hay sobre intento de asesinato — David respondió. — ¿Y de dónde sacó el arma? Esa persona es responsable también. El fiscal Miller interrumpió. — El arma fue adquirida en la calle. Se ha seguido su pista hasta un pequeño departamento de policía en Wyoming de donde fue robada a un oficial que fue asesinado. El arma no va a ser una pista. —Jesús — Dev dejó caer la cabeza. — La pistola tiene bastante historia. —Sí, Sra. —Sabes — dijo Dev — Eso me da una idea — se inclinó y escribió una nota en una hoja. —Tus ideas pueden ser peligrosas, Dev — murmuró David. — No olvides que nos vamos de vacaciones mañana. —No lo olvido. — Dev levantó la vista. — Sr. Millar, si el chico es procesado, ¿qué tipo de sentencia le va a caer? —Cadena perpetúa. Soltó un disgustado suspiro y cerró los ojos. — Vaya asco — No es mucho más mayor que Ash. Y toda su vida ha acabado. —Dev, lo que ese chico intentó hacerte… Bueno, no es diferente a lo que Ted Harris hizo a Sam. — David se movió incómodo en su silla. Sabía que estaba golpeando bajo mencionando a Samantha. Pero podía asegurar que Dev estaba a punto de hacer algo estúpido. Una cosa era actuar compasivo con sus padres, sus hermanos y la comunidad que ayudó a criarlo, pero era una muy distinta actuar abiertamente como si lo que el chico hizo pudiera ser perdonado. Si lo hacía, estaría abriendo la puerta a cada tonto que quisiera disparar al Presidente. *** 157

Sábado, 12 de junio. Lauren se secó las manos nerviosamente en los vaqueros mientras se acercaba a la puerta del despacho de Dev en el Air Force One. Llevaban en el aire cuarenta y cinco minutos, finalmente había reunido el coraje suficiente. Sabía que no podía retrasar esta discusión con Devlyn mucho más. Había pasado casi un mes y eso ya era mucho. Su amistad estaba sufriendo y no dormía bien a causa de eso. Lauren no se había dado cuenta de cuánto dependía de pequeños gestos de intimidad entre ellas hasta que todo esto pasó, apartándola de algo que había empezado a querer… quizás incluso necesitar, en su vida. Se sintió tonta y culpable. Su relación se le escurría entre los dedos como granos de arena y estaba permitiéndolo. Ya no más. Necesito arreglar esto. Respirando hondo levantó una mano y golpeó tres veces en la puerta. No hubo respuesta. Lo intentó una segunda vez. Todavía nada. Qué raro. Sé que está dentro. Arriesgándose, abrió la puerta despacio y se asomó. — ¿Dev? Devlyn estaba acostada en el sofá dormida con la primera novela de Adrienne Nash abierta sobre su pecho. Los ojos de la rubia se suavizaron y su corazón se conmovió ante la imagen de la Presidenta durmiendo y su pecho subiendo y bajando en un tranquilo y lento movimiento. Lauren empezó a retroceder cuando Dev gritó y sus ojos empezaron a moverse debajo de unos párpados cerrados. — No — susurró — Por favor. La escritora dudó sólo un segundo antes de cerrar tras ella la puerta del despacho y atravesar la habitación. Se arrodilló en el suelo al lado de Dev. — Devlyn — la calmó Lauren — Tranquila. Los brazos de Dev empezaron a agitarse y golpeó el libro que estaba en su pecho enviándolo al suelo. — Por favor no — susurró otra vez mientras su respiración se volvía más agitada y empezaba a revolverse. La necesidad de tocar a Dev era demasiado fuerte para ignorarla, Lauren dirigió y depositó sus cálidas manos en los brazos de Dev, usando sus dedos para acariciarla. — Todo está bien, querida. No estás sola. Y es sólo un sueño — La agitación se paró de pronto y la respiración entrecortada de la mujer se empezó a tranquilizar y volver a la normalidad. Lauren se mordió el labio inferior mientras se preguntaba qué pesadilla tendría Dev, ¿con Samantha…? ¿El disparo? o quizás otra cosa. Apartó un oscuro mechón de cabello de la frente de Dev, teniendo cuidado con la cicatriz todavía reciente que tenía en el lado izquierdo de la frente. En este escenario, tranquilo y semi-privado con Dev dormida, Lauren se sintió cómoda. Estudió la cara relajada de Dev, sus ojos… Dios, eres tan bonita. Su mirada cayó hacia sus labios y se 158

sintió atraída. Un mechón de pelo se escapó y Lauren lo acomodó detrás de la oreja mientras se inclinaba y olía el ligero aroma del champú y la piel de Dev. Necesito besarla. Este pensamiento no le era ajeno. Sólo que esta vez venía acompañado de un sentimiento de urgencia. Si no la beso, voy a morir. Unas inesperadas turbulencias hicieron que el avión se agitara levemente y la cara de Dev se girara, abriendo los ojos de pronto. Parpadeó medio alarmada hasta que enfocó una cara muy cerca de la suya. —Hola — la voz de Dev era la de alguien recién levantado. Se inclinó un poco, restregándose los ojos con una mano. — ¿Qué haces aquí? —Lo siento — dijo avergonzada. — Toqué a la puerta y no hubo respuesta y... —Lauren — Dev detuvo el balbuceo de la joven. Antes de que Lauren pudiera escapar, Dev atrapó la mano de la escritora, sosteniéndola firmemente. Se sentó mientras sus ojos buscaban el libro — Me alegro de que estés aquí. Lauren se agachó y lo cogió del suelo, devolviéndoselo a Dev sin decir una palabra. Dev añadió. — Sólo estaba leyendo. Lauren se rió al observar las marcas que el sofá había hecho en una de las mejillas de Dev. Decidió no mencionar la pesadilla ya que Dev no parecía muy afectada por ella. — Ya lo veo — Lauren recorrió con un dedo la cara marcada de Dev. — Espero que eso no sea un reflejo de lo que produce la historia. —¡Oh, no! — Dev la corrigió rápidamente, ruborizándose — La primera es todavía una de mis favoritas. — Con un delicado gemido, bajó sus pies del sofá haciendo sitio para Lauren. Golpeó el almohadón de al lado en señal de invitación. Unas mariposas empezaron a revolotear alegremente en la barriga de la joven. Discúlpate ahora, cobarde, antes de que pase otro minuto. Y entonces bésala. —Entonces… — Dev comenzó, sin soltar la mano de Lauren. Su cuerpo se tensó al ver a Lauren, la cual no parecía muy feliz. —Sí — Lauren exhaló despacio. Dev levantó la mirada. — ¿Qué he hecho para molestarte, Lauren? Por favor, dímelo. Las cosas no han sido iguales desde aquel día en el hospital. — Y eso me está matando. Los hombros de Lauren se desplomaron. — Tú no has hecho nada. Yo… Yo…

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—¿Estás enfadada conmigo? — Aventuró Dev, preparándose para el enfado de Lauren. —¡No! — La frente de Lauren se arrugó mientras esta sacudió la cabeza — Soy yo, no tú. Los labios de Dev repitieron — Yo, no tú — murmuró. Eso suena como el beso de despedida. ¡No puede romper conmigo! Ni siquiera estamos juntas… — ¿Qué significa eso exactamente? Lauren se humedeció los labios, dejando escapar un leve suspiro. — Significa que no has hecho nada mal. Yo necesito… umm… necesito disculparme por salir corriendo en el hospital… — Lauren sintió un pinchazo en el pecho cuando pensó en lo que había hecho — Necesitabas una amiga y yo salí corriendo — admitió suavemente. — Lo siento tanto. —Hey — Dev se acercó a su compañera, aunque casi no había espacio entre ellas. Se obligó a no retorcerse cuando levantó su brazo y envolvió con el los hombros de Lauren. Hacía poco que se había quitado el cabestrillo y todavía le quedaban varias semanas de rehabilitación por delante hasta que volviera a la normalidad. — No tienes que disculparte. He estado preocupada por ti. La voz de Lauren estaba llena de auto-recriminación, y se apartó del confortante abrazo. — ¡Pero te dejé sola después de ver ese horrible video! —Eso no importa — Dev la volvió a acercar. —¡Sí importa, Devlyn! —No, no importa. Y si hubiera sabido que eso era lo que te estaba atormentando, te lo habría dejado claro semanas atrás. La acuosa mirada de Lauren se levantó para encontrarse con la de Dev, donde encontró sólo una sincera curiosidad y preocupación. No había nada de enfado, o peor aún, nada de pena. — Te veo todos los días y aun así te echo de menos. Al oír esas dulces palabras, Dev tuvo que contener las lágrimas. — Yo también te echo de menos. —Ese día estaba avergonzada. — Lauren se detuvo y después añadió — Y cansada y enfadada. —¿Enfadada? Lauren asintió. — Cuando me dijiste que sabías lo de mi madre, de pronto me sentí como si estuvieras espiándome. Era como si todos los trapos sucios de mi familia estuvieran siendo lavados enfrente de ti me gustara o no. 160

Dev hizo una mueca ante la veracidad de las palabras. Sabía que Lauren estaba teniendo problemas para ajustarse a la vida en esa "pecera". Y sus actos, aunque fueran con la mejor de las intenciones, no habían ayudado mucho. — Yo… no pretendía hacerte sentir así. Estaba preocupada por ti. Sólo hice que David se informara de lo que pasaba por si podía ayudar — la mirada de Dev cayó hacia el suelo. — No pretendía entrometerme. Sólo quería ser capaz de ayudar si me necesitabas, pero… — No pude ir contigo cuando quise. No pude estar ahí cuando realmente necesitabas una amiga. —Lo sé — ¿Cómo puedo explicar esto? — Pero es muy duro. Mamá… mi madre… quiero decir… — dejó escapar un suspiro frustrado — Si hubiera estado pensando correctamente, habría asumido que tú descubrirías qué había pasado — Lauren hizo un gesto de dolor. Veía imágenes de ella misma más joven, unas muñecas rajadas y un charco de sangre en el suelo. — Es tan personal y feo lo que intentó hacer. —Es duro — Dev se tragó el dolor de su próxima admisión. Nunca le había mentido a Lauren y no iba a empezar ahora. Pero esto iba más allá de eso. Su mente política le decía que avisara que esto no lo podía publicar, pero sabía que Lauren no traicionaría su amistad. La cara de Dev se puso muy seria pero su voz era tranquila y suave. — Algunas personas no pueden luchar contra esa necesidad. Quieren escapar. Lauren, voy a contarte algo que nunca le he dicho a nadie — Podía sentir el peso de la mirada expectante de Lauren y unos pequeños dedos que se ajustaban más fuertemente a los suyos. Devlyn miró a la pequeña mujer a los ojos. — Cuando Sam fue asesinada, pensé en ello. No sabía cómo afrontar la pérdida. No podría, no encontraba un lugar para la angustia y el dolor y eso empezó a superarme. No podía respirar sin que me doliera. Cada latido era doloroso. — Las lágrimas que brillaban en los ojos de Lauren casi la hicieron detenerse. Pero no lo hizo. — De alguna manera, después de un tiempo, encontré el camino de vuelta. A través de mis hijos. Pero hay gente que no puede luchar. Lauren cerró los ojos. Había encontrado difícil imaginarse a la fuerte mujer pensando en rendirse. Pero entonces recordó la imagen del video de Dev testificando en el juicio de Theodore Harris. Sólo una palabra le venía a la mente. Rota. Estaba rota. Pero de algún modo alguien la había "arreglado", o lo había hecho ella misma. — Pero yo no pude ayudar a mamá — susurró Lauren. — ¡Lo he intentado! ¡Toda mi vida! ¡Pero yo no era suficiente para ella! — Nada era nunca suficiente. Oh, Lauren. No te hagas eso a ti misma. — Cariño, tú la has ayudado incluso aunque no lo sepas. La has ayudado creciendo y convirtiéndote en una mujer tan inteligente y generosa. Estando ahí cuando ella te ha necesitado. E intentando superarte día a día. Muchas veces la gente no puede evitar lo que hace o cómo se siente. Si quieres, contrataremos nuevos doctores para que la vean. Pueden intentar ayudarla, quizá haya una nueva técnica o medicina o... —Ha tenido los mejores doctores que he podido encontrar. Mis facturas son suficientes para 161

darte cuenta de eso — ¿Cariño? Dejó que la palabra se le metiera en lo más profundo de su ser, curando heridas provocadas por la preocupación y el temor. Nunca me ha llamado así desde el hospital — Aprecio tu oferta. Pero no creo que haya nada en lo que puedas ayudarnos — acarició la mano de Dev. — A parte de continuar siendo mi mejor amiga. Lauren sorbió con la nariz y sonrió cuando oyó a Dev hacer lo mismo. Vaya par. — Después de salir corriendo del hospital, sentí que tampoco era suficiente para ayudarte a ti. Todo lo que estabas haciendo era ser amable conmigo. Pero en lo único que podía pensar era en salir huyendo. — Lauren levantó la mano y limpió una lágrima que estaba suspendida en el ojo de Dev esperando para caer — Siento mucho lo que pasó — susurró — Y siento especialmente estar tan avergonzada como para disculparme antes — ¡Di el resto! — Las cosas entre nosotras se han vuelto raras y no me gusta. Yo… — una pausa — Yo quiero cogerte la mano… mucho… y no puedo hacerlo si no nos sentamos al lado. — Contuvo la respiración y esperó, rezando para que Devlyn se sintiera de la misma manera. Una sonrisa brillante se dibujó en la cara de Dev y, al instante, ese gesto se reprodujo en su cara. — Pues — La presidenta se encogió de hombros un poco, esperando camuflar un poco su alegría y contenerse de ponerse a saltar como una niña pequeña. — Siéntate a mi lado. No muerdo. Incluso te daré un abrazo si lo necesitas. Y mis manos están siempre libres para que las cojas. Lauren asintió tímidamente. Lauren levantó sus manos entrelazadas. — En esto ya estamos a medio camino. ¿Pero qué tal un abrazo? —Ok — Dev usó el brazo que descansaba sobre los hombros de Lauren para acercarla más. — Esto no es un bicho — se burló — Soy yo abrazándote. No quiero confusiones. — Cuando Lauren estuvo completamente pegada a ella, ambas mujeres dejaron escapar un largo suspiro. Dev descansó la mejilla sobre el pelo de Lauren. — Sé que no hemos hablado sobre el tema de la privacidad. Pero quizás podamos ir poco a poco. Lauren murmuró su acuerdo contra la clavícula de Dev. — No dejaré que las cosas se nos vayan tanto de las manos, lo prometo. — Se hundió en el abrazo, sin pensar qué significaba o hacia donde se dirigían. Sólo aceptaba el afecto y la comodidad que Devlyn le estaba ofreciendo. E intentando devolvérselo lo mejor que podía. —¿Pero sabes algo más? —¿Mmmm? —Nash todavía necesita una novia. Lauren empezó a moverse debido a una silenciosa risa.

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Entonces Devlyn sintió unos suaves roces en el hueco de su garganta. Se quedó completamente parada y sus ojos se cerraron ¡Oh Dios, me está besando! Lauren presionó de nuevo los labios contra la suave piel, maravillándose por el pequeño hormigueo que le subía por la espalda y la ola de calidez que le corría por las venas calentándola desde dentro. Los ligeros besos eran dolorosamente íntimos y se sentía tan bien al mostrarle finalmente a Dev cómo se sentía, cómo se interesaba por ella, que Lauren no tenía intención de parar todavía. Se inclinó y rozó levemente la garganta de Dev con su boca, sintiendo como el pulso de la mujer morena se aceleraba en respuesta. El avión se tambaleó de nuevo, mandando a Lauren hacia un lado e interrumpiendo el perfecto momento. Dev iba a hablar pero la escritora se volvió a acercar, moviendo la cabeza y dirigiéndose a Dev seriamente. — No — su voz era amable pero insistente. Lauren levantó ambas manos y suavemente acarició las mejillas de Dev, disfrutando de la cálida y suave piel contra sus manos. Miró profundamente hacia unos ojos llenos de pánico pero cargados de deseo y afecto — Nada va a interrumpirnos otra vez. ¿De acuerdo? — Un leve momento de inseguridad se hizo presente pero fue desechado ante la respuesta de Dev. La alta mujer soltó un agitado suspiro y asintió, inclinando su cabeza y presionando su mejilla más firmemente contra la firme pero delicada caricia de Lauren. Cayó conscientemente en unos ojos que estaban tan llenos de honesta amistad y devoción que el pecho de Dev se contrajo ante la visión. — De acuerdo — dijo suavemente, sorprendida honestamente de poder hablar, considerando que su corazón se sentía como si fuera a salirse del pecho de un momento a otro. Ya se sentía mareada y aún ni se habían besado. Por favor, no dejes que me desmaye ahora. Los ojos de la Presidenta se cerraron cuando tan ligero como una pluma, unos suaves labios se posaron contra los suyos. Acto seguido se depositaron más firmemente. Un gemido escapó de su garganta y enredó una mano en el cabello de Lauren, manteniendo la cabeza de Lauren mientras le devolvía el beso. La boca de Lauren era suave; unos inquisitivos labios estaban haciéndola arder. La joven mujer se dejó llevar por esa mutua exploración y Dev sintió como su cuerpo entero se había convertido en una hoguera. Duró un largo y dulce momento, no deteniéndose hasta que unas tentadoras lenguas salieron de su lugar probando lo que habían estado queriendo tanto tiempo. Finalmente, Lauren empezó a separarse, ligeramente sin aliento. Pero Dev se inclinó sobre ella y mordió el labio inferior de Lauren, para volver a remolcarse hasta su boca en un movimiento que produjo en la escritora un sensual gemido. Pero la alta intensidad del momento se desvaneció rápidamente cuando Dev empezó a morder y a hacer rabiar a Lauren con sus dientes hasta que las dos estallaron en carcajadas. Esta vez fue Dev quien empezó a aflojar los dedos que tenía enredados en el pelo de Lauren, 163

pero antes de que pudiera apartarse completamente, Lauren se vengó por lo anterior lanzándose repentinamente sobre Devlyn y besándola apasionadamente. Sus temores iniciales se habían esfumado y ahora actuaba por puro instinto, dejando que el momento las embargara y profundizando su beso. Giró la lengua sobre la de Devlyn hasta que la mujer más alta empezó a gemir. ¡Sí! Gritó la mente de Lauren. Esto era lo que quería. Era hambre y deseo lo que se escondía tras cada caricia, cada mirada inocente, cada gesto tierno. Y ahora lo estaba probando. Lauren sintió como su cuerpo respondía tanto a los sonidos que salían de Dev como a las maravillosas caricias que estaba recibiendo. Su estómago estaba empezando apretar cuando una combinación de hormonas y adrenalina corrió por sus venas. Cuando finalmente se separaron, soltó un profundo suspiro, ligeramente atontada y bastante mareada. Lauren sonreía felizmente y la cara de Dev inmediatamente se sonrojó. La mujer más joven estalló en carcajadas. —Eso fue… um… — Dev buscó las palabras adecuadas. —Eso fue maravilloso, Devlyn, y ojalá lo hubiéramos hecho hace siglos. Dev estaba asintiendo antes de que Lauren pudiera terminar su frase. Suspiró aliviada, todavía un poco aturdida por los efectos del apasionado y maravilloso beso. Lauren sonrió otra vez, encontrando la timidez de Dev, mezclada con placer y una buena dosis de nervios, totalmente encantadora. — Creo que, considerando que soy la que nunca ha hecho esto antes… con una mujer, me refiero, debería ser yo la que está asustada. — Levantó la mano y con la punta de uno de los dedos trazó la figura de una deliciosa boca que ya estaba rogándole que volviera a perderse en su suavidad. La voz del piloto se oyó a través de los altavoces informando a los pasajeros del avión de que iban a emprender el descenso al Aeropuerto Internacional Port Columbus y que debían abrocharse los cinturones. Devlyn se sentó y empujó a Lauren con ella. Juntas se colocaron los dos cinturones. —Creo que tenemos varias cosas sobre las que hablar en este viaje, Lauren — dijo Dev seriamente, pero sus brillantes ojos dejaban ver su deleite por el giro de los acontecimientos. Lauren no podía dejar de sonreír mientras se acomodaba en su asiento. — Creo que va a ser toda una aventura. *** Mientras viajaban hacia la casa familiar de Dev, Lauren se sintió impresionada por el ambiente 164

familiar que flotaba en la limusina. Emma y Amy estaban sentadas enfrente de ella y Dev. Ash estaba profundamente dormida con la cabeza apoyada sobre el regazo de Emma, Christopher estaba quedándose dormido en los brazos de Amy y Lauren miró al pequeño niño que tenía sobre sus piernas. No pudo resistirse a depositar un tierno beso en la frente de Aarón mientras este dormía en sus brazos. Incluso Gremlin parecía contento de echarse una siesta en el suelo de la limusina. Dev buscó en el bolsillo y sacó un pequeño frasco de pastillas. Se colocó una en la mano y volvió a cerrarlo. Cogiendo una botella de agua de la bandeja, estaba a punto de tomar un trago cuando se dio cuenta de la mirada que Emma le estaba dirigiendo. — ¿Qué? —¿Necesitas eso? —Es ibuprofeno, Emma. Nada peligroso — miró a Lauren y se sintió en la obligación de darle una explicación. Su mirada cayó hacia el frasco. — Ummm… esto no es algo que se haya hecho público, pero después de la muerte de Samantha — dudó y después se apoderó de ello un fuerte rubor — Tuve un pequeño problema con los somníferos — miró a Lauren, la cual la miraba sin ningún gesto de reproche — Pero ya no. —Me alegro de que no — dijo la escritora suavemente, empujando juguetonamente el hombro sano de Devlyn con el suyo. Lauren sonrió cuando Dev dejó caer su mano libre y envolvió sus dedos con los suyos. Devlyn era tan distinta de cualquier persona que hubiera conocido. Siempre era totalmente honesta consigo misma. Incluso aunque fuera algo que quisiera mantener en privado, sabía que si alguien le preguntaba, diría la verdad. Pero Lauren se había prometido que no publicaría ni una sola palabra que pudiera hacer daño a Devlyn o a su familia. También ayudaba a eso el hecho de que no hubiera descubierto nada que pudiera ser realmente perjudicial. Y rezaba para no hacerlo. La escritora miró como Dev cerraba los ojos y encogía los hombros. Acto seguido la cabeza de la Presidenta cayó hacia delante. La cara de Lauren mostraba su preocupación. — ¿Cansada? —No. Rezando. Lauren se sorprendió. — ¿Rezando? —Sí. Rezando para mi padre no permita a mi madre cocinar para nosotros. —Amén — dijeron Emma y Amy a la vez. A lo largo de los años, ambas mujeres habían sido sujeto de los ofrecimientos de Janet Marlowe. La mujer era tan dulce como era posible. Quería a su marido y a Dev más que a su vida, cocinar era un hobby que había disfrutado desde la niñez. Desafortunadamente, su habilidad había permanecido en el mismo nivel desde la niñez. El Dr. Frank Marlowe, el padre de Dev, siempre había tenido una cocinera. Afortunadamente 165

para Dev, eso no cambió cuando se casó. Pero su madre se sentía todavía en la necesidad de "ayudar" a la cocinera de vez en cuando. Especialmente cuando tenía invitados. —Oh, vamos — unos ojos grises se entornaron. — No puede ser tan malo — Lauren miró cada cara — Nadie es tan mal cocinero. — Bueno, vale, yo lo soy. Pero al menos no hago que la gente se lo coma. —Bueno, digamos sólo que prefiero comer otra vez las gambas de aquella fatídica cita con Candace Delaney que ser sometida a la cocida de mi madre. Adoro a mi madre, no me malentiendas, pero… Lauren se rió, causando que Aarón se asustara un poco. Inmediatamente se detuvo y lo acercó más a ella. Los niños no asustaban tanto cuando estaban durmiendo. Dev miró a Lauren y sonrió, sacándole la lengua y haciéndole burla. Lauren sacó también la lengua para contestar pero sabía que Devlyn tenía razón. Estoy atrapada por cada uno de los miembros de la familia Marlowe, ¿o qué? Dos horas después estaban entrando en la casa familiar de los Marlowe. Lauren se colocó detrás de Emma y Amy, observando la bienvenida que Frank y Janet daban a su hija y nietos. Quería sacar fotos del momento pero se resistió, no sabiendo cómo reaccionarían el Sr. y la Sra. Marlowe. Lauren lucía incómoda como Janet Marlowe, que parecía una versión reducida de Devlyn, colocaba sus brazos alrededor de su hija y lloraba de alegría. Frank Marlowe permanecía más atrás con un nieto en cada brazo y dirigiendo una sonrisa indulgente a su nieta, la cual estaba abrazada a su cintura. Era alto y delgado, con un espeso pelo blanco y barba. —¡Oh, nena! — Janet Marlowe colocó sus manos sobre las mejillas de Dev — Estoy tan contenta de que estés en casa — arrugó la frente cuando vio la cicatriz de la cara de su hija, a pesar de que esta ya estaba desapareciendo. — ¿De verdad estás bien? —Mamá, estoy bien. Me conoces, demasiado cabezota para… — Dev se detuvo cuando se dio cuenta de lo que estaba a punto de decir. Permaneció en silencio mientras su madre retrocedía y la examinaba de pies a cabeza. — Te lo juro mamá, estoy totalmente intacta. —Yo juzgaré eso, jovencita — de pronto sus ojos se suavizaron. — Parecías muy cansada cuando llamábamos. No sé por qué no nos dejaste ir y hacerme cargo de ti. —Tengo una casa llena de gente que… —Ellos no son tu madre — cortó la pequeña mujer mientras golpeaba a Dev con un dedo.

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Lauren intentó no soltar una risa, pero fracasó. Janet giró la vista e hizo contacto visual con Lauren. Ah, la famosa Lauren Strayer. Arqueó una ceja. Así que Devlyn lo ha sacado de ella. Lauren intentó parecer arrepentida mientras bajaba la mirada. —Ah, mamá, papá, recordáis a Emma y Amy — Dev dirigió a sus padres hacia sus otros invitados. Las bienvenidas fueron rápidas y pronto la atención de todo el mundo se giró sobre Lauren. La joven mujer empezó a temblar visiblemente ante la presencia paternal de Janet y Frank. Volvió unos ojos suplicantes hacia la Presidenta que gritaban "¡ayuda!". Dev casi sonrió ante la mirada de pánico de la cara de Lauren. — Y esta — Dev extendió su mano hacia la escritora y la adelantó —, es Lauren Strayer. Está escribiendo mi biografía, como sabéis. Va a entrevistaros a los dos. Así que… ¿podríais intentar no contarle todas mis historias embarazosas de golpe, por favor? —Pero no me importaría que me contaran unas cuantas — intervino Lauren. —Oh, estoy seguro que podría ocurrírseme una cosa o dos sobre Apestosa. — Frank le guiñó el ojo — Encantado de conocerla, Srta. Strayer. Bienvenida a nuestra casa. —Por favor, llámeme Lauren. Y gracias Sr. Marlowe. — La escritora ahora estaba deseosa por saber de dónde le venía el mote de Apestosa. Iba a tener que esperar para oír la historia. —Entonces tú, jovencita, deberías llamarme Frank — sonrió encantadoramente. Lauren asintió y le devolvió la sonrisa. El acento sureño de Frank era incluso más pronunciado que el suyo. — Gracias — Respiró profundamente y miró a quien de verdad con la que contaba aquí — Encanta de conocerla, Sra. Marlowe. Devlyn me ha hablado mucho de usted. —Es un placer conocerte, Lauren. — La pequeña mujer tomó la mano de la escritora. Lauren sabía que estaba siendo examinada, puso derechos los hombros y estrechó su mano firmemente. — Y llámame Janet. La Sra. Marlowe era mi suegra. Que Dios tenga en su gloria a esa bruja, pu-. —¡Mamá” — la detuvo Dev. Janet sonrió inocentemente. — Que Dios la tenga en su gloria. ***

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David, su mujer Beth, y Lauren estaban retorciéndose de la risa. Las lágrimas resbalaban por sus caras mientras sus ojos viajaban de la ruborizada cara de Dev a la sonrisa malévola de Frank. Janet estaba intentando no estallar también ocupándose de la cafetera que acababa de ser depositada sobre la mesa. Pero sus hombros se agitaban irremediablemente. Frank Marlowe parecía satisfecho mientras se reclinaba sobre la silla. Había cumplido con su papel de padre y le había regalado a la audiencia la historia de cuando Dev se quitó el pañal en medio de una comida familiar. Devlyn le entornó los ojos a su madre y murmuró algo detrás de la servilleta que estaba sujetando contra su cara. —Bueno — Lauren tomó un trago de agua cuando por fin dejó de reírse. — Cuéntame de dónde viene lo de Apestosa. Dev levantó la vista con unos ojos abiertos de par en par, y rápidamente colocó su mano sobre la boca de Lauren. Miró hacia su padre. — No has oído eso. Ella no ha preguntado nada. No has oído eso. Lauren lamió la mano, haciendo que Devlyn la quitara. La escritora asintió antes de que Devlyn pudiera recobrarse de gritar "ewwwwwwwwww" y de secar su mano en los vaqueros. — ¡Sí me ha escuchado! Frank rió alto. — Bien, Devlyn tenía alrededor de 15 años, creo… —¡Oh, Dios! ¡Mátame ahora, se lo va a contar! — Dev se hundió en la silla y empezó a rogar clemencia. Frank ignoró felizmente a su hija. — Salió de acampada con un grupo de tres amigas. Parece ser que nuestra pequeña Devlyn y una jovencita amiga suya decidieron ir a bañarse desnudas al estanque. Las cejas de Lauren casi ocuparon media frente. Se giró hacia Devlyn. — ¿Bañarte desnuda? Oh, Sra. Presidenta. ¿Quién iba a saber que tenías un lado tan travieso? Dev miró a su padre. — Bueno, si esto sale en mi biografía, ¡el mundo entero lo sabrá! Lauren palmeó la rodilla de Dev y se volvió a fijar en Frank, haciéndole un rápido gesto con las manos. — Continúa, continúa. —Aparentemente, todo iba bien hasta que una de las acompañantes las oyó chapotear y reírse en el lago y decidió ir a mirar. Las niñas debieron ver la luz de la linterna, porque salieron del

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agua, cogieron sus ropas y empezaron a correr de vuelta al campamento, desnudas por todo el bosque… Dev soltó un quejido y se dejó caer un poco más. ¿Era posible morir de vergüenza? David la estaba apuntando riendo histéricamente. Sí, decidió, era posible. Lauren se tapó la boca con la mano. Intentó imaginarse a Dev mojada y desnuda, corriendo por el bosque. Ooooohh… ¿Cuánto pagaría por ver eso? Joder, pediría un préstamo. Su cara se enrojeció y sacudió la cabeza para liberarse de esos pensamientos lascivos. — Lo pillo, una desnuda y adolescente Devlyn corriendo por el bosque. — Esperó expectante a que Frank continuara. No estaba segura qué estaba disfrutando más, la batallita, o la mirada mortificada de Dev. — ¿Hay más? —Uh huh — el padre de Dev asintió. — Su amiga volvió bien y no la vieron. — Miró a Dev y apretó los labios y después se rió. — Pero Devil4 no tuvo tanta suerte. — Su desnudo cu- — se detuvo abruptamente y se aclaró la garganta — …trasero, se topó con un nido. Un nido con una madre mofeta sobreprotectora y cuatro pequeñas mofetitas. Todas ellas asustadas por la desnuda y mojada humana que se había colado entre ellas. ¿Sabes lo que hacen las mofetas asustadas, Lauren? Lauren estalló en carcajadas. Entonces arrugó su nariz mirando a Dev. — Oh, qué asco Devlyn. Dev se recuperó lo suficiente como para rascarse la mejilla y lanzarle a la vez la servilleta a su padre. — Muchas gracias, papá. Ahí va lo poco que conservaba de dignidad ante los ojos de Lauren. David y Beth se miraron mutuamente. — Oímos que vomitaste encima de ella, Dev. Ya no te había nada de dignidad después de eso. Dev se cubrió la cara con las manos. — ¿Fue idea mía esta visita? — gruñó. —¡Sí! — Corearon todos. Frank continuó. — Costó dos semanas y treinta galones de zumo de tomate poder estar en la habitación con ella sin que te lloraran los ojos. Y de ahí es de donde viene el apodo Apestosa. Lauren sintió un poco de compasión por Dev, la cual todavía tenía escondida la cara. Una vez que la escritora mantuvo la risa bajo control, alcanzó y acarició la espalda de Dev. Lauren se inclinó y se susurró. — Si te sirve de algo, siempre he pensado que olías genial.

4 Devil: demonio o diablo en inglés. 169

Dev le contestó susurrando sin mover un músculo. — Sí que sirve — Lauren pudo apreciar una sonrisa en sus palabras. *** Domingo, 13 de junio. Lauren mordió una tostada y bebió un trago de zumo mientras se sentaba en el porche de la casa para disfrutar del sol matutino. Era un hermoso lugar y el hecho de que el Servicio Secreto hubiera sido situado a varios cientos de yardas le hacían sentir cómoda y segura. Sólo se podía preguntar cómo sería la cabaña a la que iban a ir después. A la escritora le gustaba la casa principal. Dev la había dejado dormir esta mañana. Aunque, para ser justos, desde el disparo había podido dormir hasta las 6: 30, mientras Devlyn estaba haciendo su terapia. Pero sus sesiones diarias habían sido reducidas a tres veces por semana y Julio le había dado esta semana libre por buen comportamiento. Dev pensó que era un descanso terapéutico para sus músculos. Se había despertado por una suave brisa veraniega soplando en su ventana, las voces de los niños riendo y jugando, el olor a bacon. Añádele sexo y Lauren habría jurado que estaba en el paraíso, no en Ohio. Dejó que ese pensamiento rondara por su cabeza hasta que sintió una punzada en el estómago y en puntos más al sur. Lauren se imaginó a Dev inclinándose sobre ella y… ¡Suficiente! Se obligó a salir de la cama y se dirigió hacia el cuarto de baño. Hora de una ducha. Una ducha muy fría. Después de la ducha, Lauren se secó el cabello con la toalla y se lo ató, después se lavó los dientes y se dirigió hacia el porche trasero. Vio como los padres de Dev jugaban con sus nietos. Gremlin estaba con ellos en medio del caos, corriendo, ladrando y mirando un disco que Fran le iba a tirar de un momento a otro. Pequeño saco pulgoso. ¡Nunca ibas a coger lo que te tiraba! Traidor. Amy y Emma estaban sentadas en una mesa de picnic disfrutando de su desayuno. Lauren sonrió. Estaban cotilleando. Se pondría al día con ellas luego. Lauren había visto a David y a Beth paseando cogidos de la mano por el bosque. La única persona que estaba desaparecida era Dev. Se metió una mano en el bolsillo de sus pantalones y tomó otro trago de zumo. La mujer rubia alzó la vista cuando oyó un suave sonido dirigiéndose hacia ella. Se le paró la respiración cuando observó de dónde venía el ruido y quién lo estaba produciendo. Dev estaba montada en un precioso caballo, llevando unos ajustados pantalones negros. Una ancha camisa de color azul claro y unas grandes botas completaban el vestuario. Lauren suspiró. Eso

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era más que suficiente para que la joven de Tennessee se desmayara. Para la escritora, la Presidenta estaba absolutamente fantástica. Voy a necesitar otra ducha. Dev cabalgó lentamente hacia el porche. — Buenos días, señora — dijo Dev, sonando casi como su padre. Lauren no pudo detener una sonrisa. Se puso la mano encima de los ojos para cubrirse mientras miraba al Dev. — Buenos días. —¿Has dormido bien? Lauren asintió lentamente, no era capaz de apartar los ojos de Dev. — Muy bien. ¿Tú qué tal? —Oh, yo estaba genial hasta que papá vino y me levantó para darle de comer a los caballos. La joven arrugó la nariz. — Déjame adivinar. ¿A las 5: 00? ¿Es de ahí de donde te viene? —Justamente. —A propósito, — Lauren apuntó hacia el alto y castaño animal. — ¿Cómo te has subido al caballo más grande que he visto en mi vida con tu cadera herida? ¿Sabes que no deberías…? Dev levantó una mano. — Antes de que me regañes como mamá — gruñó —, usé una pila de heno y papá me ayudó. Estoy bien, lo prometo. —¿No te duele? — Preguntó Lauren escépticamente. —¿Si digo que sí me besarás la herida y harás que se cure? Lauren se atragantó con el zumo — ¿Quién eres tú y qué has hecho con la Presidenta? — tosió. —Oh, todavía soy yo. Supongo que olvidé comentarte que estoy mucho más relajada en casa — Dev se rió y se compadeció de su amiga cambiando de tema. — ¿Has desayunado algo? —Ummm… sí, de hecho la cocinera tiene un plato en el horno para mí, para cuando esté lista. Dev asintió. — Síp, esa es Dottie. Ha sido la cocinera de la familia desde que era una niña. Y tiene bastante éxito manteniendo alejada de la cocina a mamá. Nadie pasa hambre en la casa Marlowe si está Dottie alrededor. Si tengo suerte, hará su especialidad, galletas Devil. Lauren sonrió inocentemente y recorrió con su mano arriba y abajo una de las vigas del porche. — ¿Me quieres contar de donde te viene el apodo Devil o debería preguntárselo a tu madre? —

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Apoyó la cabeza sobre el poste y respiró hondo captando el aroma a hierba fresca, a caballo y el champú de Dev. Sintió como sus piernas le temblaban un poco. Devlyn se encogió de hombros. — Sencillamente viene de Dev. Ya sabes, como Dev-astador — murmuró en una voz muy sexy. Se inclinó sobre Lauren la cual estaba casi a su nivel gracias al alto porche. — Y Dev-astadora, y Dev-orar… — Sonrió dirigiéndole a la escritora una malévola sonrisa. — Sólo surgió de una manera natural. Los ojos de Lauren se posaron sobre los de Dev. — No olvides, Dev-ina. —Como tú. Lauren se contuvo, intentaba no sonreír. —¡Hey, así no se escribe! Lauren ni se inmutó. — Digamos que es una licencia artística. Dev reflexionó sobre eso durante un minuto. — Uh, de acuerdo, te lo permitiré. Pero sólo porque eres preciosa. Dios mío, estamos flirteando. Si esto dura dos segundos más voy a besarla otra vez. Juro que lo hago. Lauren se apartó del poste y se inclinó hacia Dev hasta que pudo sentir el calor de la mujer y la montura del caballo. Cerró los ojos y sus respiraciones se mezclaron… —¡Hey, Devil! Lauren retrocedió de golpe ante la voz de Frank Marlowe. —Mierda — se quejó Dev, poniéndose derecha en la montura. — Más tarde, Srta. Strayer — Es una promesa. Lauren se colocó las gafas y sonrió. — Más tarde, Sra. Presidenta. *** Martes, 15 de junio. Dev caminaba lentamente hacia la cabaña donde ella, Lauren, David y Beth pasarían los próximos días mientras los niños estaban con sus abuelos en una tienda de campaña unas yardas atrás. Lauren había pasado un día bastante provechoso con los padres de Dev. Y la alta mujer sospechaba que ahora les gustaba más Lauren que ella misma. Supongo que era inevitable. 172

Dev divisó varios agentes del Servicio Secreto de reojo. Estaban en caravanas varios cientos de yardas más allá. Quería darle a Lauren un poco de sensación de intimidad. Con todo lo que había pasado, todos necesitaban descansar. Miró hacia abajo cuando sintió que un brazo se enganchaba al suyo — Hola, querida madre. —Efectivamente, Devlyn Marlowe. Dev conocía ese tono. Era el tono de mama para decir "estás en problemas". — ¿Qué he hecho ahora? — Suspiró. Janet dio una patada a una piedra mientras caminaba. — ¿Qué está pasando entre tú y Lauren? —Nada. —No le mientas a tu madre — golpeó suavemente el brazo de Dev. — He visto la manera en que os miráis. —¿Y cómo es exactamente? La mujer más baja se giró sobre sus talones, haciendo que las dos se detuvieran de golpe. Levantó una mano y acarició la mejilla de su hija. — No habías mirado a nadie así desde Samantha. ¿Te estás acostando con ella? —¡No! — Dev se retiró un poco. — Sabes que nunca… quiero decir… no puedo… quiero decir… Los ojos azules de Janet parpadearon y sacudió la cabeza. Empezaron a andar de nuevo. — Lo sé. Siempre has sido horriblemente antigua en este aspecto. Casi vuelves loca a Sam. Pensé que la pobre niña iba a tener en algún momento una combustión espontánea. —¿La volví loca? —Uh, huh. Antes de que os casarais me llamó y me preguntó si estaba haciendo algo mal y por qué tú no intentabas llevártela a la cama. Devlyn, en mis tiempos tus acciones habrían sido consideradas mojigatas. Ahora, ya es simplemente completamente arcaico. Necesitas tranquilizarte un poco. No es como si alguna de las dos fuera a quedarse embarazada — Janet se rió de su propio chiste. Dev se detuvo y se llevó las manos a la cintura. — Madre, ¿me estás sugiriendo que me lleve a Lauren a la cama?

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—Tú la quieres, ¿verdad? Dev dudó. — No lo sé. —Devlyn Odessa Marlowe, no te atrevas… — movió un dedo delante de la cara de su hija — No puedo creer que me beses con esos labios mentirosos. Unos ojos azules se entornaron y Dev prácticamente miró al suelo. — ¡Mamá! —Dev, sabes que no me meto en tu vida a no ser que piense que estés haciendo algo realmente estúpido. — La postura de Janet era un calco de la de su hija. — Creo que mantenerte apartada de Lauren es realmente estúpido. Es buena para ti, cariño. No es necesario un técnico especial para ver eso. —Mamá… —Es una mujer muy atractiva, dulce y lista. Por lo que pude entender, me estuvo sonsacando información cuando pasamos el día juntas — La voz de Janet estaba llena de honesta admiración. — Y por si no lo habías notado, tus hijos la adoran. —Mamá… —Y te mira con unos ojos que prácticamente adoran cada movimiento que haces. La mente de Dev volvió a los besos que compartieron en el Air Force One. — Ella me besó — admitió tranquilamente. —¡Bien por ella! Parece ser que sus padres no criaron a una gallina. La mandíbula de Dev cayó por completo. — ¿Me estás llamando gallina? —¿Le devolviste el beso? — Giraron una esquina y ahora se dirigían hacia una gran cabaña de madera, con un pequeño porche y unos trozos de madera apilada para la chimenea. —Mamá puedo ser antigua, pero no estúpida. ¡Por supuesto que le devolví el beso! —¿Y qué pasó entonces? —El avión aterrizó. Llegamos aquí papá le contó la historia de "Apestosa". Nunca va a querer besarme otra vez. —Oh, yo no estaría tan segura de eso — Janet golpeó suavemente a su hija en las costillas. — Creo que si le das una señal, hará algo más que besarte, Dev. 174

—¡Mamá! — La Presidenta se frotó la cara esperando quitarse algo de rubor de sus mejillas. —Has estado sola mucho tiempo, cariño. Deja que el pasado permanezca en el pasado y mira hacia el futuro. Necesitas a alguien en tu vida. Te conozco. Tú no te enamoras fácilmente y no te tomas estas cosas a la ligera. Pero despiértate y huele el café, Devlyn. Estás enamorada de esa chica — Jane ayudó a Dev a subir las escaleras — Había un dicho cuando yo era pequeña que creo que es muy apropiado para este momento: “Si te duermes, pierdes”. *** La mujer de David, Beth, se levantó del sofá de la cabaña y se dejó caer sobre el duro suelo de madera. Beth era un poco más baja que Lauren, con amplias caderas y una nariz excesiva. Tenía un ingenio y un sentido del humor muy rápido, y una sonrisa más rápida aún. Era profesora de Historia Americana en la Universidad de Georgetown. Beth y Lauren enseguida habían encajado y se habían pasado toda la tarde inmersas en una conversación intelectual, riéndose y bebiendo cerveza. —Bueno — dijo Beth alegremente. — ¿Por qué no jugamos a algo? —¿A qué algo? — David arrugó la frente y se hundió más en el sofá — ¿A las strip-damas, por ejemplo? Beth se rió y le dio una palmada a su marido en la rodilla. — Pervertido. —Y tú eres su mujer — le recordó Dev. — ¿Qué dice eso de ti? Beth tomó un trago de su cerveza mientras consideraba el comentario de Dev. — Buena observación — admitió finalmente. Se giró hacia Lauren. — Estaba pensando en algo que nos pudiera ayudar a conocernos mejor. —Beth — El tono de Dev era de aviso. Beth alzó la botella, su contenido brillaba ante el reflejo de la chimenea. — Podríamos jugar a la botella — rió de nuevo cuando su marido de pronto se incorporó de golpe — Pero no quiero que a David le dé un infarto — Beth sonrió dulcemente a su marido. — Está justo en los años de riesgo. —¡No lo estoy! —¡Sí lo estás! —¿Entonces en qué estabas pensando? — Preguntó Lauren. Finalmente la curiosidad había podido con ella. Depositó la tercera botella de cerveza en el suelo al lado de su silla y se dejó 175

caer al suelo, imitando a Beth. La escritora cruzó las piernas al estilo indio, disfrutando del ligero mareo por el alcohol y el olor a roble de la chispeante chimenea. —Podríamos comprobar cómo es de valiente la Sra. Presidenta — Beth le guiñó un ojo a Dev. — ¿Qué os parece atrevido o verdad? —¡Adelante con esto Beth! Si puedo manejar o soportar un Congreso controlado por Republicanos, puedo soportar a tres miserables Demócratas. Lauren resopló, saliéndole cerveza por la nariz. — Muchas gracias, Devlyn — rió. La rubia catalogó mentalmente sus más embarazosos momentos, sus peores pecados y decidió que merecería la pena compartirlos sólo para oír los de Dev. — De acuerdo, Beth. Yo juego. David intervino. — Ya me conocéis, soy un juego hecho persona. —Todos sois unos paganos, pero yo también jugaré. Tengo el sentimiento de que yo soy la chica buena del grupo. Beth entornó los ojos. — Olvidas a quién les estás hablando, Devil. Lauren puede que se creyera lo que fuera que contaras, pero no lo intentes conmigo o David. Te conocemos desde hace muuuuuuuuuucho — tomó otro trago de cerveza — Dev, estás muy chulita esta noche. Creo que deberías empezar tú. ¿Atrevido o verdad, Sra. Presidenta? Tres pares de ojos expectantes se giraron hacia Dev. —Bueno, vamos a dejar de lado la tontería esa de Presidenta de los Estados Unidos por lo que queda de semana. Y elijo verdad. Lauren se rió cuando David hizo un sonido como de claxon, indicando que Dev había cometido un gran error al elegir verdad. Beth felizmente cogió el mando. — Verdad: ¿Con cuánta gente te has acostado? —¿Debo asumir que te refieres a acostarme en sentido sexual? — Dev dio un sorbo de cerveza y le dirigió a Beth una mirada que gritaba "guarra" — Con una — dijo muy bajito. A Lauren se le cayó la botella en sus piernas y empezó a maldecir al notar como el frío líquido se colaba por sus vaqueros. — Joder… está frío — giró unos sorprendidos ojos hacia Dev. — ¿Una? ¿Quieres decir que con sólo una persona? — A lo mejor quiere decir que con una cada vez. Dios, espero que no esté interesada en acostarse con más de una a la vez. David y Beth estallaron en carcajadas. —¡Sí! — suspiró Dev. — ¿Qué otra cosa querría decir? — Dev hizo una mueca cuando se dio 176

cuenta de que su voz se había teñido de un tono de indignación que la hacía sonar como su tía Myrtle — Sé que suena penoso y patético pero… umm… bueno… —¡No es para nada penoso ni patético! Es realmente… err… — Lauren buscó desesperadamente la palabra correcta. Le venían a la mente algunas como "increíble" y "sorprendente". — Dulce — Esa, esa es una buena palabra ¿Una? Estaba completamente en shock mientras alargaba el brazo para alcanzar otra cerveza. ¡Es prácticamente virgen! Oh, por favor, que no me pregunten a mí eso. Por favor, por favor. ¡Comparada con ese "una" voy a parecer una auténtica puta! Por favor, por favor, por favor. Dev suspiró mientras consideraba quién debía ser su primera víctima. Se sintió tentada a escoger a Beth para vengarse, pero sentía mucha más curiosidad por la escritora. — De acuerdo, Lauren, ¿atrevido o verdad? —¡Atrevido! — Exclamó Lauren, aliviada de poder evitar la pregunta que le había sido formulada a Dev. Los otros tres empezaron a reírse debido a la rapidez con la que la escritora había tomado la decisión. Los tres supieron que eso significaba que tenía algo que esconder y ahora podrían trabajar en equipo para averiguarlo. — De acuerdo — sonrió Dev. — Dame tu sujetador — se rió y gesticuló casualmente. — El que llevas puesto. La boca de Lauren se abrió de par en par. Beth se inclinó sobre David y tapó sus ojos con una mano, causando las quejas del hombre. — ¡Cállate, David! Lauren sacudió la cabeza y miró hacia Dev. Le encantó ese ligero brillo en sus ojos azules. — ¿Estas borracha? —No — Un poquito. — Estoy… contenta — Si no puedes jugar con los mayores, Súper Ratón. Una ceja rubia se arqueó y Lauren se puso de rodillas. Se giró hasta que estuvo completamente encarada a Dev. — Mi sujetador, ¿verdad? — Se llevó las manos a los botones de su camisa vaquera y Dev paró de respirar. El silencio que de golpe se había apoderado de la habitación alertó a David de que algo estaba pasando y el hombre empezó a moverse, intentando ver algo a través de los dedos de su mujer. Ambas empezaron a reír y Beth empezó a golpear a David en la barriga. — ¡Ni lo sueñes! Lauren lentamente se desabrochó el primer botón, manteniendo su mirada en la de Dev. Dev vio como Lauren se detenía un momento y entonces empezaba de nuevo con el segundo 177

botón. Oooooh, tengo que intentar algo o callarme. Pero es que si se quita la camiseta, voy a morir. Mi cerebro ya está derretido y saliendo por las orejas. Dev sabía que estaba sonriendo como una total idiota y ruborizada completamente, pero se encontró con los ojos de Lauren y no vaciló. — Eso es lo que he dicho. Por supuesto, aún te puedes echar atrás y elegir verdad. Los dedos de Lauren se detuvieron. — ¿Quieres que cambie la elección, Devlyn? — preguntó suavemente. David sacudió la cabeza y estaba a punto de gritar "no" cuando su mujer le tapó la boca con la otra mano. ¡Peligro! ¡Peligro, Hill Robinson! — Yo quiero que hagas lo que tú quieras hacer — La Presidenta se humedeció los labios y tomó un trago de cerveza, sabiendo que había devuelto la pelota al tejado de la escritora. Lauren asintió. Quiero pedirte que vengas aquí y me lo quites tú. Pero como eso, probablemente, no es una buena idea, esta noche lo tendré que hacer yo. La escritora se desabrochó el segundo y el tercer botón, deslizando sus manos dentro de la camisa para encontrar una piel caliente. Su sujetador se desabrochaba por delante y con un rápido clic, las copas cayeron. Su camisa y sus manos taparon los puntos más delicados. Sonrió cuando Dev empezó a abanicarse pero sin apartar la mirada. —Date prisa, Lauren — dijo Beth — ¡Te ha dicho que le des el sujetador, no que le hagas un striptease! David se quejó por lo que se estaba perdiendo. Esto era muy injusto. Dev finalmente se mordió el labio y apartó la vista hacia su cerveza, el tiempo justo para que Lauren apartara sus manos y se sacara el sujetador. Se abrochó el tercer botón pero dejó los otros dos botones abiertos. Era lo suficiente para dejar un generoso escote, pero no lo bastante para ser arrestada. Entonces se arrastró a gatas muy lentamente hacia Dev y sujetó la prenda enfrente de su cara. — Creo que me pediste esto. Dev cogió el sujetador y lo miró. Acto seguido, se limpió la frente con él y lo guardó en el bolsillo de sus pantalones. — Sí — su voz se quebró como la de un crío en la pre-adolescencia. — Gracias. Beth finalmente apartó sus manos de la cara de David. — ¡Ningún reto más de quitarse ropa! ¿Cuánto creéis que puedo aguantarlo a él? —Bueno, Beth, lo has aguantado durante casi 15 años. ¿Qué son otros 15 minutos? Ok, Lauren, tu turno. Lauren no volvió a su sitio. En lugar de eso, se sentó al lado de Dev, la cual se había dejado 178

caer al suelo también. La Presidenta levantó la botella para dar otro trago, pero justo cuando la botella tocaba sus labios, Lauren se la arrebató de las manos y se la terminó de un trago. — Ahhhh… — respiró. — Gracias. Estaba empezando a hacer calor aquí. —¡Ya te digo! — Beth se colocó la botella en la frente. Dev recuperó su botella y la levantó hacia la luz. — Me has robado la cerveza. Joder, ¿le pides un sujetador a una chica y tienes que darle tu cerveza? ¡Por una cerveza deberías haberme dado las bragas también! Esta vez fue Lauren la que se ruborizó. Oh, sí. Dev está borracha. Nadie se podría creer que estoy jugando a un juego de adolescentes con la Presidenta de los Estados Unidos. —Tu turno — le recordó Beth a Lauren. —De acuerdo — Lauren sacó la punta de la lengua mientras se concentraba. Se colocó bien las gafas. — David… El pelirrojo se puso derecho. —¿Atrevido o verdad? —Verdad. Lauren sonrió malévolamente. — ¿Cuál es la última cosa más embarazosa que Dev haya hecho y tu hayas mantenido fuera del alcance de la prensa? —Quedar con Candy Delaney. —¡Eyy! Eso no es justo — protestó — ¡Eso ya lo sabía” Dev le hizo un gesto al Jefe de Personal. — Además, idiota, eso fue por tu culpa. Tú me preparaste la cita con ella. Personalmente, creo que el hecho de que confundiera los discursos la semana pasada, podría servir para eso. ¿Cuándo fue la última vez que un Presidente empezó a dar un discurso escrito para La Asociación Nacional de Criadores de Ganado a la Liga Mundial de Vegetarianos? Lauren se rió. — Eso fue embarazoso. Pero David no podría contestar eso, considerando que lo estuve leyendo en los periódicos durante dos días. —¡David! — Le regaño Beth. — Se supone que debías mantener esas cosas escondidas. —Sé que pensáis que soy el gran y poderoso Oz...

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—¿Quieres decir que no lo eres? — Preguntó Beth con inocencia a la vez q David se inclinaba y le robaba un beso. El alto pelirrojo cerró los labios felizmente cuando el beso acabó. — De acuerdo, Dev, ¿Atrevido o verdad? —Verdad. David sonrió y cogió un puñado de palomitas. — ¿Cómo te rompiste el dedo pequeño, Devil? Dev se inclinó sobre su cerveza y arrojó el tapón hacia la cabeza de David. — Ya sabes cómo me lo rompí, tramposo. —Pero yo no — apuntó Lauren felizmente. Sonrió a Beth, la cual le devolvió la sonrisa. Oh, esto debe ser interesante. Dev respiró hondo y dio un trago de cerveza. — Una noche tenía la mano sobre una ventana… — pretendía dar otro trago, esperando que eso hubiera colado como respuesta. Lauren levantó una ceja hacia la Presidenta. — ¿Yyy? —Y se rompió el dedo cuando la ventana se cerró de golpe sobre él. David se metió las manos en los pantalones. — La parte que se está dejando es que estaba desnuda y bajo los efectos de la pasión cuando le ocurrió. Cogió la ventana y tiró de ella cerrándola sobre su propia mano. Dev se giró y le golpeó en el hombro. — ¡Gracias, compañero! Lauren empezó a reírse. Se inclinó y cogió el dedo meñique de Dev. Lo sostuvo y lo examinó considerando seriamente si besarlo o no. — ¿Y cómo sabes tú eso, David? —Porque ella se había presentado y tenía posibilidades para el cargo de Gobernadora, y me llamaron primero para avisarme de que se le había caído la ventana atrapando la mano. Samantha pensó que teníamos que llamar a los bomberos. Querían que yo me encargara de que no apareciera en los periódicos. Beth empezó a retorcerse. ¡Adoraba esta historia! Sabía que David sería lo suficientemente cruel para sacarla durante el juego. ¡Amaba a David! Lauren y David se unieron a las risas hasta que Dev, que estaba sentada con los brazos cruzados, tuvo suficiente.

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—Muy bien. Reíros, reíros, ratas bastardas. ¿Atrevido o verdad. Strayer? Lauren apuntó con su dedo hacia Beth. — ¡Es su turno! —No pasa nada — dijo Beth. — Como a nadie le interesa nada de mí, estaré encantada de cederle a Dev mi turno. Tómalo Dev y úsalo bien. Lauren le sacó la lengua a Beth. — De acuerdo, elijo atrevido. — No me vas a pillar en esa pregunta de sexo esta noche, Devlyn Marlowe. —Me apuesto lo que sea a que tienes un tatuaje en algún lugar. Si es así, muéstralo. —¡Ni hablar! Ella no es del tipo de llevar tatuajes. Apuesto cien a que no tiene ninguno — dijo David. —Apuesta aceptada — Dev estiró el brazo y sacudieron las manos en señal de trato. Unos ojos grises se entrecerraron. ¡Mierda! — ¿Qué te hace pensar que tengo un tatuaje? — Las palabras de Lauren mostraban tanta indignación como fue capaz de mostrar. Lo cual era mucha, considerando que sí tenía un tatuaje. Pero David tenía razón. Ella no era de ese tipo. Fue algo estúpido que había hecho cuando estuvo en la universidad. Más o menos algo como lo que estaba haciendo justo ahora. —Conozco el tipo — Dev pronunció firmemente. — Aparentemente guapas, y muy inocentes, como la chica de la puerta de al lado — se rió ante el aspecto de la hermosa cara de Lauren. — Vosotras siempre tenéis un tatuaje porque en algún momento de vuestra vida desafiáis al sistema y o salís con un motero u os hacéis un tatuaje. — Dev tomó un trago de cerveza. — Y tú no encajas con el tipo de quedar con un motero. Mierda, odio cuando tiene razón. ¡Y salir con un motero habría sido algo mucho menos permanente! Lauren miró nerviosamente a David y a Beth, los cuales la estaban mirando fijamente esperando su respuesta. Se inclinó sobre la oreja de Dev y susurró. — Ummm… suponiendo por un momento que tuviera un tatuaje, ¿a quién exactamente tendría que enseñárselo? No a todos, ¿verdad? — Había un tono de súplica en su voz. Dev miró a David y a Beth, dirigiéndoles un pequeño gesto. — Confiáis en mí para comprobarlo y decir la verdad, ¿no Beth? Beth sonrió. — Absolutamente, Devil — David iba a protestar cuando su mujer le dio un pellizco. — Y David también. Confiamos en ti. Dev giro su alegre y juguetona cara hacia Lauren y arrugó la frente. — Entonces sólo a mí. Sólo tienes que enseñármelo a mí. Vamos Lauren. — Insistió, casi sin poder controlar su risa. 181

Lauren soltó un suspiro. — ¿Sólo a ti? Dev asintió. — Sólo a mí. ¿Dónde lo tienes? — La sonrisa de Dev se hizo más amplia. Ella no había creído realmente que la escritora tuviera un tatuaje. ¿Alguien cerca de ella con una aguja? — Estabas inconsciente cuando te lo hiciste, ¿verdad? Lauren asintió. — Lo sabes. La rubia se giró hacia Beth y David y les hizo un gesto con el dedo para que se dieran la vuelta. Los McMillian les dieron la espalda, pero no sin antes unas cuantas protestas por parte de David. Levantó una ceja. — Prométeme que no te vas a reír. —No, no voy a prometer eso. — Dios, si no la vuelvo a besar pronto voy a morir. — Cuando una chica te da su sujetador antes de que la invites a cenar, renuncia totalmente al derecho de que no se rían de ella — se burló Dev. —Guarra — murmuró Lauren mientras se levantaba y empezaba a desabrocharse el pantalón. — Está en m… — una pausa — …cadera. Más o menos. Dev exhaló profundamente, levantando la mano. — ¿Qué quieres decir con más o menos? — Bájate las bragas y moriré. —Quiero decir, más o menos. Está, bueno, supongo que te lo tengo que enseñar. No existe una palabra para describir exactamente dónde está. Pero si prefieres que pare... —No, no, sigue — Sólo deseo poder recordar esto mañana. Lauren se mordió el labio pero asintió. — Estúpido juego — Se posicionó enfrente de Devlyn y miró sobre su hombro a Beth y David que estaban haciendo el tonto y no prestaban atención a lo que ellas estaban haciendo. Se desabrochó los pantalones con una agonizante lentitud, entonces empezó a deslizarlos por sus caderas. Dev sintió que el corazón le latía tan fuerte que estaba segura de que iba a salírsele del pecho en cualquier momento. Gimoteó dolorosamente cuando divisó unas bragas que hacían juego con el sedoso sujetador de encaje. Su visión de pronto se empezó a nublar y sintió como la cabeza se le iba. Acto seguido todo se puso negro. Beth y David se giraron al oír el ruido. Lauren se subió los pantalones y se quedó mirando el cuerpo de Dev.

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David saltó — ¡Jesús, Lauren, la has matado! ¿Dónde diablos está esa cosa? Lauren apuntó hacia el cuerpo de Dev — ¡Todavía está respirando! ¡Yo no la he matado! ¡Si ni siquiera había llegado a las proximidades! *** Todos se retiraron poco después de que llevaran a una Dev roncando hacia la cama. Esto los había dejado agotados ya que la habitación de Dev, al igual que la de Lauren, estaba en el piso de arriba. Lauren se fue a su habitación, la cual estaba conectada con la de Dev mediante un baño compartido. David y Beth ocuparon el dormitorio principal del piso de abajo porque tenía una cama más grande. Lauren se cambió y se puso un par de bóxer de algodón y una vieja camiseta. Sostenía las bragas en una mano, preguntándose si Dev le devolvería el sujetador o se quedaría sin el conjunto para siempre. La escritora colocó las gafas sobre la mesilla de noche y se metió en la cama, suspirando ante la maravillosa sensación de las sábanas limpias y el colchón. — Oh, qué bien — Cerró los ojos, todavía un poco atorada por el juego al que ella y Dev habían estado jugando toda la noche. Su cabeza estaba un poco ida, debido a la cerveza, pero estaba segura de que no había bebido lo suficiente como para no acordarse de nada por la mañana. Lauren no estaba segura de que la había despertado. Le llevó un momento o dos registrar los sonidos. Mantuvo los ojos cerrados y estrujó una almohada contra su cara. — Ahora precisamente esto es lo que menos necesito — murmuró contra la almohada de plumas. Un particular gemido captó su atención y la hizo reír. No estaba segura de sí era Beth o David. — Alguien está muy feliz en este momento — cuando los sonidos continuaron, Lauren consideró meter una sábana o una toalla en el conducto en el que se oían los eróticos sonidos. Finalmente, cuando no pudo aguantarlo más, se dirigió al cuarto de baño, esperando que si David y Beth oían pasos sobre ellos, bajarían el tono de sus gemidos, en deferencia a aquellos que no eran tan afortunados. No encendió la luz, una pequeña lamparilla de noche le proporcionaba luz más que suficiente. Lauren se lavó las manos. Sonrió al espejo cuando se dio cuenta que no les oía desde allí. ¡Puedo dormir en la ducha! No habría sido la primera vez. Pero era una ducha de pie, así que con un infeliz gruñido, desechó la idea. Esto podía durar toda la noche. Había estado casada tres años. ¡Podía asegurar eso con conocimiento! En ese momento otro sonido captó la atención de Lauren. Era Dev. La escritora no dudó en abrir la puerta que dirigía a la habitación de Dev para ver qué le pasaba a su amiga.

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—No… — La voz de la Presidenta estaba suplicando de nuevo, aparentemente estaba en medio de otra pesadilla. Lauren entró en la habitación y se dirigió hacia el borde de la cama de Dev. Notó dos cosas. Dev estaba girando sin parar por toda la cama, liada entre las sábanas. Y estaba desnuda como el día en que nació. Al menos de cintura para arriba. La parte de arriba de su pijama estaba hecha una bola en el suelo. —¡No! — Dev gritó de nuevo. Su respiración se agitó. Lauren suspiró al notar como la impotencia se apoderaba de ella, haciéndola casi llorar. ¿Otra pesadilla? Dios, Dev, ¿cada cuánto las tienes? —Por favor… por favor. ¡No te vayas! — Dev se revolvía, luchando con las sábanas y agitándose más a cada momento. Lauren se arrodilló en la cama. — Devlyn — susurró — Es solo un sueño, cariño. — Lauren cuidadosamente estiró las sábanas de Dev e intentó ponerlas sobre los pechos desnudos de Dev, los cuales estaban bañados en una plateada luz de luna. La sábana se acabó justo debajo de lo que estaba intentando tapar — Joder — Lauren cerró los ojos y respiró fuerte. Los quejidos de Dev se hicieron más fuertes y nada parecía consolarla. Lauren se echó sobre la cama acunando y abrazando a la mujer. Dev dejó escapar un gran suspiro, encogiéndose instantáneamente sobre Lauren y abrazándola por la cintura. Hizo unos cuantos ruidos más que fueron seguidos por un suave quejido y finalmente por unos leves ronquidos. Lauren presionó su mejilla contra el pelo de Dev y le devolvió el abrazo. — Ya está. Tranquila — respiró, percibiendo el olor de la piel de Dev. Lauren intentó no pensar en los cálidos y suaves pechos que estaban contra ella. No me quiero mover, aunque tengo que hacerlo. Con qué estás soñando, Devlyn? *** Miércoles, 16 de junio. Dev estaba atrapada en ese maravilloso espacio entre estar dormida y despertarse, donde el menor gesto te lleva hacia un lado u otro. Estaba teniendo el sueño más maravilloso: Lauren estaba en sus brazos, podía sentirla, olerla y si buscaba con los labios, podía saborear su cálida y suave piel. Apretó la almohada más hacia ella. Pero con su siguiente respiro de pronto estaba más despierta que dormida. El pánico se apoderó de ella cuando pudo sentir la suave respiración de su almohada contra su 184

sensible piel. ¡No te asustes, Marlowe! ¡Es demasiado tarde! De acuerdo, no te acuerdas de nada después de lo del tatuaje. Pero eso no significa nada. Relájate. Dev pudo oír unos pasos en el piso de abajo y por el ángulo de los rayos de sol que entraban por la ventana, podía asegurar que era, por lo menos, media mañana. Despiértala, pero no hagas nada estúpido. — ¿Lauren? —¿Hmmmm? — Lauren murmuró apretándose más contra ella. —¿Lauren? Vamos, cariño. Es hora de levantarse. Lauren negó con la cabeza y murmuró gruñonamente que no. — Vete — susurró, pero se apretaba más contra Dev, presionando su cara contra el pecho de Dev. Suspiró y empezó a bufar suavemente. Dev gimoteó. Se mordió el labio, unos escalofríos le bajaron por la espalda y se le puso la piel de gallina. Podría estar así durante un rato. ¿Qué habría de malo en ello? Recorrió con sus dedos el pelo alborotado y rubio de Lauren. Le encantaba su sedosa textura. Estaba a punto de intentarlo de nuevo cuando se oyó un golpe en la puerta, justo un segundo antes de que esta se abriera. — Devil, el desayuno está preparado y yo… — Janet se detuvo sorprendida mientras Dev rápidamente cubría con una sábana el torso desnudo y a la mujer que estaba durmiendo en sus brazos. —¡Mamá! Los ojos de Lauren se abrieron de golpe, estaba oscuro. Podía sentir algo rozándole la mejilla. Su mente intentó identificar desesperadamente qué era. — ¡Oh, Dios mío! ¡Un pezón! — gritó, agitándose salvajemente mientras Dev la sujetaba. La cara de Dev se puso totalmente roja y su madre empezó a reírse sin parar. — ¡Bueno, Devil querida, es bueno saber que ella reconoce las partes importantes! — La mujer echó la cabeza hacia atrás volviendo a estallar en carcajadas. Cuando finalmente pudo recomponerse dijo — El desayuno está preparado por si estáis interesadas. — La mujer continuó riéndose incluso cuando cerró la puerta. — Frank, por un par de platos en el horno, quizás tarden en bajar. ¡Gracias a Dios! Dev gimió, intentando decidir quién la iba a matar primero. Sospechó que iba a ser Lauren. Cuando Devlyn finalmente aflojó el agarre de la sábana, la escritora prácticamente salió disparada de la cama, aterrizando en el suelo con un glorioso golpe sordo. Miró alrededor de la habitación. ¿La habitación de Dev? En ese momento los acontecimientos de la noche anterior volvieron a su mente. — Tú — Lauren tragó saliva. — Estabas soñando. Dev no hizo ningún esfuerzo por moverse. Simplemente se reclinó con los brazos a los lados. 185

— Aparentemente — después de un momento añadió. — ¿Sabes, por casualidad, dónde está mi camiseta? —¡Yo no te la quite! — Respondió Lauren a la defensiva. En ese momento se detuvo y miró fijamente el cuerpo semi-desnudo de Dev, el cual, increíblemente, era incluso mejor a la luz del día que a la luz de la luna. — Jo, Devlyn. Devlyn se giró hacia un lado, cubriéndose con la sábana e intentando esconder la sonrisa que le provocó la obvia apreciación que Lauren estaba haciendo de su cuerpo. — No dije que lo hicieras. ¿Puedes ir a ese armario detrás de ti y darme una camiseta? Sabrás que son mías porque llevan bordado en ellas el sello Presidencial — bromeó esperando que Lauren no estuviera tan a la defensiva. Estaban ahí para relajarse y Dev iba a hacerlo y a solucionar esto sin que causara ningún problema entre ella y Lauren. Más besos, menos problemas. ¿Era mucho pedir? —¿Por qué estás tan preocupada sobre tu camisa? — Replicó enfadada. — Soy una chica también, ¿sabes? — Ignoró el hecho de que había estado observando el cuerpo desnudo de Dev como si fuera una adolescente de 16 años. — ¡Tenemos que preocuparnos por tu madre! Nos ha pillado… — Lauren movía las manos en el aire — ¡En la cama juntas! Dev respiró hondo y se levantó, buscando por los alrededores hasta que encontró la camisa del pijama en el suelo cerca de la cama y se la puso. — Primero, quería la camisa porque, lo creas o no, soy vergonzosa — Cuando no bebo cerveza. — Y segundo, ¿Parecía mi madre decepcionada o enfadada por el hecho de habernos encontrado juntas en la cama? — Dev inclinó la cabeza hacia un lado, finalmente pudiendo echar un vistazo al bóxer de Lauren y a la fina camiseta. Preciosa, realmente preciosa. —No lo sé. No podía oír muy bien porque uno de mis oídos estaba contra… — Apuntó hacia Dev y se puso como un tomate. — ¡Ya sabes contra qué! —Oh, sí, lo sé. — Dev suspiró y se adelantó un paso tentativamente. — Confía en mí. Mi madre no estaba disgustada. Así que no hay razón para que tú lo estés, a no ser que lo que te molestase es que estuvieras en la cama conmigo — Seguramente será eso, idiota. Dios, Dev, ¿Qué demonios hiciste anoche? — Yo… lo siento si hice algo indebido, Lauren. Nunca quise hacerte daño. Para ser honesta, ni siquiera estoy segura de cómo acabamos aquí juntas. Pero si te he hecho daño o te he decepcionado... Lauren levantó las manos. — Detente — Los padres de Dev no son tus padres, Lauri. Relájate. Ella no está disgustada, su madre no se ha asustado. No van a estar enfadados con ella, y nadie va a entrar cargando una escopeta. Con esfuerzo, Lauren consiguió que parte de la tensión desapareciera. — No hiciste nada. Estabas teniendo una pesadilla y entré para ver si podía ayudarte. — Se estiró de la camiseta mientras se acercaba a Dev. — Estaba

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preocupada. No te despertabas cuando te movía, por eso me subí a la cama y entonces te calmaste. Yo… umm… supongo que me quedé dormida — admitió avergonzada. Dev sonrió. — ¿Viniste para ayudarme con una pesadilla? Eso fue muy dulce por tu parte. He tenido problemas para dormir últimamente. Aparentemente tú… uhh… bueno, las dos hemos dormido como bebés esta noche. Gracias por quedarte. Sé que debe haber sido difícil para ti — Por favor, dime que no lo ha sido. Por favor, por favor, por favor. Lauren alzó la vista tímidamente. — ¿Difícil? — se rió. — Ummmm… así no es exactamente como yo lo describiría, Devlyn. — Alzó la mano y acarició un mechón de pelo negro. Dev cogió la mano de Lauren y le besó muy suavemente. Cuando sus ojos se encontraron, una sonrisa se dibujó en sus labios. — ¿Sabes qué, Lauren Strayer? Lauren negó con la cabeza y miró fijamente a Dev. — ¿Qué? —Me muero por besarte justo ahora. ¿Crees que sería correcto? ¿O tienes miedo de que mi madre vuelva otra vez? — Sonrió pícaramente a la mujer más baja y se acercó un poco a ella, respirando profundamente y acariciando la mejilla de Lauren con la parte de atrás de su mano. Los párpados de Lauren se cerraron lentamente cuando sintió la calidez del cuerpo de Devlyn descansar contra el suyo. Su corazón empezó a latir con fuerza a la vez q se ponía de puntillas. — ¿La madre de quién? Dev deslizó las manos alrededor de la pequeña mujer y rozó levemente sus labios con los de Lauren. Acto seguido, en un impulso, suspiró y decidió mostrar a Lauren cómo se sentía exactamente. El beso fue lento, paciente y tan lleno de amor como fue capaz. Lauren gimió cuando Devlyn gentilmente pidió más, accediendo a sus súplicas sin dudar ni un momento. La escritora sintió los dedos de Dev enredarse en su pelo y acercarla más, profundizando así el beso. Oh, sí. Esto es bueno de muchas maneras. Los pensamientos de Lauren lentamente pasaron de cuán bueno era el beso a qué más merecía la pena probar. Cuando finalmente se separaron, Dev sonrió y acarició con un dedo los labios de Lauren. — Son tan suaves. Ahora tengo otra pregunta para ti. —Sí — Lauren suspiró ensoñadoramente. — Sea lo que sea, siempre y cuando pueda seguir disfrutando de besos como este, la respuesta es sí. Dev se puso derecha y sonrió abiertamente. — De acuerdo. Si vamos a salir, lo menos que puedes hacer entonces es elegir el sitio.

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Lauren parpadeó. — ¿Me estás pidiendo una verdadera cita, pero de verdad de la buena? —Sí. Y ahora no te puedes echar atrás — bromeó Dev. — Ya has dicho que sí. Una alegre expresión se apoderó de la cara de Lauren. — Oh, no iba a volverme atrás, Devlyn Marlowe. Sólo estoy considerando tu propuesta — Se colocó un dedo en la barbilla y fingió estar pensándoselo. — Donde quiera que vayamos, ¿habrá un equipo de agentes del Servicio Secreto vigilando en cada esquina? —Sí. A menos que tengas alguna fantasía rara de la que no me has avisado y que requiera a varios agentes. —¡Ja! Qué más te gustaría a ti — le respondió Lauren robándole un pequeño beso — Debo ir a vestirme — La mujer más pequeña se giró sobre sus talones y se dirigió hacia el baño. — No tienes que llevarme a ningún sitio, Devlyn. Por lo que a mí respecta, podemos pasar tiempo en casa juntas. Siempre y cuando sea juntas. —De hecho me gustaría saber — le dijo Dev. — Ahora tenemos que bajar las escaleras y enfrentarnos a la familia, por no mencionar a David y a Beth. ¿Estás preparada para eso? — ¿En casa? ¿Acaba de decir en casa? Pregúntaselo estúpida. No. Espera. Una cosa cada vez. Pregúntaselo después. Lauren se giró mientras abría la puerta del baño. La madera del suelo hacía que sus pies estuvieran fríos, pero ella podía sentir el calor interior. — ¿Vamos a hacerlo juntas, verdad? Dev asintió. —Entonces estoy preparada si tú lo estás. *** Jueves, 1 de julio. Dev se frotó en las sienes. Los hombres y mujeres de la reunión del gabinete esperaban que dijera algo. Finalmente, alzó la mirada y sonrió. En sólo unos meses, este grupo había aprendido que esta sonrisa particular no era una buena señal. — De acuerdo — dijo con un tono determinado. — Como parece que no vamos a llegar a ninguna parte hablando, vamos a intentarlo a la antigua. —¿Gritando? — bromeó el Secretario de Agricultura Montgomery, intentando aliviar un poco la tensión.

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—Eso es otra opción — sonrió Dev — Pero estoy pensando más en algo en algo como los reportes de progreso. Deberían ser simples sumarios de las cosas en las que estéis trabajando. También los quiero de vuestros sub-comités. Y hacedme un favor. — Dev miró al Ministro de Transportes Giovanni con ojos de enfado. — Echa un vistazo a lo que vuestros asistentes me van a mandar antes de que lo hagan. Estoy cansada de intentar sonsacar información a vuestra gente. Es como intentar lavarle los dientes a un tigre. Ya he recibido un disparo; no quiero perder un brazo también. Dev continuó hablando mientras miraba su agenda. — Ahora que todo ha sido expuesto, ¿hay alguna pregunta? — dirigió una mirada a cada cara alrededor de la mesa. — ¿Comentarios, preocupaciones? Las críticas se las pueden dejar a la mujer de la trituradora de papel — dijo mientras se levantaba. —En serio, señoras y señores, estamos haciendo un buen trabajo. Pero necesitamos abrir las líneas de comunicación un poco más. No estoy intentando reventar a propósito todos vuestros programas. Pero sin la adecuada información, yo no puedo tomar una decisión apropiada. ¿Debo tener fe en que nuestra próxima reunión será más fructífera? — Inclinó la cabeza y esperó hasta que su pregunta fue contestada por una serie de murmullos afirmativos — Bien — se abrochó la chaqueta y le entregó su cuaderno a Lizza. La sala se despejó rápidamente, dejando atrás a la Presidenta, David y Lizza. Dev sacudió la cabeza. — Lo juro — murmuró — Parece que estoy trabajando contra ellos, no con ellos. No puedo creer que yo le diera a esa gente su trabajo — se giró hacia su asistenta personal. — ¿Qué tal vamos de agenda? —Tiene 15 minutos libres, Sra. Presidenta. —¿Estás bromeando? ¡Vamos a coger un avión para ir a cenar a París! David se rió. — Sra. Presidenta. ¿Es usted siempre tan sarcástica? — Traducción: ¿Tienes que ser tan insoportable cada segundo del día? Dev sonrió dulcemente. — ¿Es una pregunta retórica? — Dev se dirigió a la puerta. Lizza la siguió corriendo. — El regalo que pidió para el regalo de la Srta. Strayer ha llegado, Sra. Presidenta. Está en su oficina por si quiere ir a inspeccionarlo. —Ahh, bien. Dios espero que le guste. Ya no tengo tiempo de devolverlo y conseguir otra cosa. —Le va a encantar — confirmó Liza. — Son unos textos magníficos. Las primeras ediciones de los libros de Dickens no son fáciles de conseguir actualmente. —Me lo dices o me lo cuentas — Dev entornó los ojos y se dirigió hacia la puerta que conducía

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hacia las oficinas ejecutivas. — Me ha llevado semanas encontrar algunos en buena calidad y agruparlos. Esperemos que le gusten. —Estará más que encantada con ellos porque se los regalas tú. No todo el mundo recibe regalos de cumpleaños de la Presidenta de los Estados Unidos. —No es la Presidenta quien se los regala. — Dev miró a su asistenta y arrugó la frente. — ¿Vas a venir a la fiesta? Lizza se mordió el labio nerviosamente. — ¿Está segura que la Srta. Strayer no me va a tirar por la ventana? —Nah. Ya ha superado todo la historia de Casey. —¿De verdad? — preguntó Liza esperanzada. —Ummm… nop — se rió Dev. — Pero la mantendré ocupada. — De repente se detuvo, girándose y mirando a la secretaria con interés. — ¿Por qué le preparaste una cita con una mujer? ¿Cómo supiste que no iba a salir corriendo? Lauren, por lo que tengo entendido, nunca había mencionado sus preferencias sexuales. Todo lo que pudo decir Lizza antes de estallar en carcajadas fue — ¿Ha visto alguna vez cómo la mira Lauren, Sra. Presidenta? *** Viernes, 2 de julio. Dev estaba de pie frente al espejo. Estudió detenidamente su reflejo. — ¿Entonces qué os parece? — La alta mujer se giró para encontrarse con los cuatro pares de ojos que la habían visto cambiarse tres veces de ropa. Emma la miró. — Devlyn, estás estupenda. Igual que lo estabas con los pantalones, la falda y el jersey con vaqueros. —Sí, pero creo que los pantalones son lo mejor. No muy formales, pero tampoco muy informales. Emma resopló y entornó los ojos. — Vas a ver una película en el cine privado de la Casa Blanca. Podrías ir hasta en albornoz si quisieras. Unos ojos azules cargados de afecto y exasperación al mismo tiempo se clavaron en la niñera. — ¿Pero qué hay de malo en que quiera impresionarla?

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Emma se quedó mirándola. — Odio romper el momento, Devlyn, pero si no la has impresionado aún… lo que lleves esta noche no va a cambiar eso. —¡Hey, no quería oír eso! ¡Se supone que debes animarme y aconsejarme! —De acuerdo, mírate de nuevo en el espejo. Dev obedeció dubitativa. —Ahora repite conmigo: Estoy bastante bien, soy muy lista. ¡Y, maldita sea, le gusto a la gente! Dev volvió la cabeza y le entornó los ojos a la mujer mayor. — ¿Por qué te sigo aguantando, Emma? —Porque la quieres — los niños corearon la familiar respuesta. —Oh, sí — murmuró Dev. Notó que Ashley se había cambiado de sitio y ahora estaba acostada sobre la cama con la cabeza sobre los brazos. Se la veía totalmente abatida. La Presidenta se dirigió hacia ella y se sentó a su lado, acariciándole la espalda. — Hey, ¿Moppet? —¿Sí? —¿Qué te pasa? —Nada. —Oh, vamos, conozco a mi hija mejor que eso. ¿Qué te pasa? —¿Significa esto que ya no quieres a mami? — Le preguntó seriamente. El pecho de Dev sintió una punzada de dolor ante la inesperada pregunta. Por un momento no se acordó de respirar. — No, yo… — Tragó saliva y empezó de nuevo. — Tú sabes que no es así. Siempre querré a mami, pase lo que pase. Pero eso no significa que no pueda querer también a Lauren. Quiero saber lo que siente ella por mí. Christopher se acercó a Dev. — Le gustas, mamá. —Ah, sí, ¿eh? — Preguntó Dev, jugando con su hijo. —Uh huh — el niño asintió. — Mucho, mucho.

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—¿Cómo sabes tú eso, colega? Se encogió de hombros. — No lo sé. Nunca deja que Gremlin te muerda y siempre te está sonriendo. Dev resopló. — ¡Soy yo la que le va a morder a él! —¡Nooo! — los niños gritaron, riendo histéricamente cuando su madre puso sus manos como si fueran garras y empezó a chuparse los labios. — Quizás Lauren sólo piensa que estoy loca. Además, ella también os sonríe a vosotros. Christopher sonrió abiertamente y sacó pecho. — Lo sé. Yo también le gusto mucho. —¡Chris tiene razón, mamá! — Aarón se subió a la cama y se puso al lado de su hermana. — Le gustas. —¿Me estáis haciendo la pelota porque queréis que le pida a Lauren que deje a Grem que duerma aquí con vosotros? — bromeó Dev. —¡Nuh uh! — Aarón se reía mientras intentaba escapar de los dedos de Devlyn que no paraban de hacerle cosquillas. Dev se volvió seria hacia su hija. — Entonces, ¿no te gusta la idea de que Lauren y yo probablemente salgamos juntas? — Vamos, Ashley. Por favor, no seas así. Esto ya es lo suficientemente duro para mí como para tener que preocuparme de cómo te sientes respecto a ella. ¡Si sé que la adoras! Ashley se encogió de hombros evasiva. Dev se acostó en la cama con la niña. — ¿No fuiste tú la que me dijo que no quería que yo estuviera sola? Ashley suspiró. — Sí. —Bien, ¿qué pensarías si Lauren pudiera conseguir que no lo estuviera? Eso sería bueno, ¿verdad? La frente de la niña se arrugó. — Supongo que sí. —Ashley, tu mami no querría que pasara el resto de mi vida sola. Y realmente creo que a ella le gustaría Lauren. —¿De verdad? — Ashley pareció sentirse aliviada con esta noticia. 192

—Oh, sí — Dev asintió entusiasmada, sabiendo que era verdad. Sam habría aprobado a Lauren. Era inteligente, hermosa, quería a los niños y no dudaba en enfrentarse o apoyar a Dev, dependiendo de lo que esta necesitara. ¿Cómo no quererla? — ¿No estás de acuerdo, Emma? — Dev se giró suplicantemente hacia la niñera. Emma sonrió. — Absolutamente — La mujer mayor sabía que estaba confirmando esto tanto a Dev como a su hija. *** Lauren se retiró el pelo. Finalmente se había quedado con el cuarto conjunto que se había probado: un par de pantalones marrones, zapatillas y una blusa de color crema. Se puso dos pendientes de plata y dejó las gafas sobre la mesa. Se cubrió las mejillas ligeramente con un poco de maquillaje y se pintó los labios. Llegó la hora de arreglarse el pelo. — ¿Cogido o suelto? — Se giró hacia Gremlin, que estaba acostado en la cama. Levantó la cabeza y la miró. Acto seguido volvió a depositarla sobre la almohada y cerró los ojos. —Gracias por la ayuda, compañero. La escritora se volvió hacia el espejo y dejó caer el pelo sobre los hombros. — Suelto. Definitivamente suelto — se lo recogió una vez más y sonrió. — Aunque atado también tiene sus ventajas. — Lauren se volvió de nuevo hacia el perro y le enseñó el cuello. — ¿Esto te dice "soy un juguete; mordisquéame"? Gremlin bostezó. Lauren dejó de nuevo el pelo suelto y usó sus dedos para intentar ordenarse un poco los mechones ondulados. Miró hacia el reloj, sabiendo que Dev iba a llegar en cualquier momento. Me pregunto qué es lo que va a hacer. Lauren se puso la mano en la barriga y tembló ante lo que debían ser mil mariposas revoloteando en su estómago. — ¿Por qué estoy nerviosa? — se preguntó mientras se ponía una gota de perfume detrás de las orejas. — Es Devlyn, la veo todos los días. La rubia sabía que no iban a salir de la Casa Blanca, pero también sabía que Dev era muy romántica y haría que su primera cita juntas fuera algo muy especial. — Ahora, siempre y cuando alguien no se ponga en guerra en algún país, todo va a ir bien. Un golpe en la puerta hizo que su estómago diera un salto. Respiró profundamente. ¡Cálmate! La has visto prácticamente todos los días durante los últimos siete meses. Incluso la has visto

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medio desnuda. Una ligera sonrisa lujuriosa apareció en su cara. De acuerdo, eso no es precisamente en lo que debería pensar si quiero tranquilizarme. Depositando el frasco de perfume en el armario, Lauren se miró una vez más en el espejo pensando que ya no tenía tiempo para volverse a cambiar de ropa. — De acuerdo — asintió para sí misma. Estoy preparada. Mejor abrir la puerta antes de que se vaya. Aunque tampoco es que no pudiera seguirla o encontrarla si se fuera. Sólo vive al otro lado del pasillo. Lauren abrió la puerta y Dev apareció justo delante de ella. Sujetaba una rosa blanca que todavía parecía más pálida en contraste con la blusa negra que llevaba. Le tendió la rosa y le dirigió una amable sonrisa. — ¿Srta. Strayer? Soy Devlyn Marlowe, su cita de esta noche. Por si acaso, no trabajo en la morgue. Un millón de cosas pasaron por la mente de Lauren en ese momento, pero lo único que pudo decir fue: — Es la mejor frase de presentación que he oído nunca. — cogió la rosa y olió sus pétalos mientras miraba a Dev a los ojos. — Hola — dijo suavemente. De una manera encantadora, Dev le devolvió la sonrisa. — Hola. Dev contuvo las ganas de meterse las manos en los bolsillos debido a los nervios. — Creo que se supone que debemos dejar a tu pequeño compañero con mis hijos. Me han dicho que ellos tienen que hacer de canguros de perro esta noche. Por alguna razón, no creen que ese pequeño… quiero decir, Gremlin, pueda pasar tiempo sólo. Lauren sonrió. —Creo que es posible hasta que haya una petición oficial para adoptarlo. Lo siento, se me ha ido de las manos. La biógrafa se rió. Ya se había resignado a perder a Gremlin meses atrás. Dev miró hacia el perro y señaló — ¿Qué le pasa? Yo debería estar temblando por sus colmillos en estos momentos. —No lo sé. Desde que volvimos de Ohio, Grem ha estado comportándose de una manera extraña. Casi deprimido — alzó la flor y sonrió. — Gracias. Es muy bonita. Tú… umm, estás preciosa. —Gracias — Dev intentó actuar despreocupada, pero sus mejillas se habían enrojecido. — Me he puesto lo primero que he pillado. Tú estás... — La visión de Lauren la interrumpió. — absolutamente maravillosa. — Dev le agarró la mano y sintió el calor de Lauren mientras cruzaban los dedos. — ¿Nos vamos? Gremlin las seguía tranquilamente mientras caminaban por el pasillo. La Presidenta volvió la vista hacia él y frunció el ceño. — Casi me siento decepcionada porque no me ha ladrado. Y tampoco he podido responderle — Es que he estado practicando. — Si no mejora a principio de 194

semana, llamamos a un veterinario — volvió a mirar al perro feo — O quizás a un psicólogo de perros. —Creo que sería mejor un veterinario. Por alguna razón no veo a Gremlin respondiendo bien a la terapia. — Se giró hacia la mascota. — ¿Verdad, Gremlin? Gruño como respuesta, mientras movía la cabeza despacio. Cuando entraron en la habitación familiar, Grem pareció animarse un poco. Corrió hacia los niños, que estaban jugando a un juego de mesa. Lauren miró a Dev y dejó escapar un suspiro por los nervios. Se había preguntado si salir con una mujer sería diferente a salir con un hombre. Con Casey, había llegado a la conclusión de que ambos casos podían llegar a ser igual de decepcionantes. Con Dev, sin embargo, estaba esperando su velada con una mezcla de nerviosismo y excitación. — Bueno, ¿y dónde vamos a ir, Sra. Presidenta? ¿O vas a ser mi pareja en ese juego al que están jugando los niños? — Bromeó, apuntando hacia la mesa — Francamente me vendría bien tu ayuda. Aarón siempre me gana. Dev se rió. — No, vamos a dejar los juegos de niños para los niños, ¿vale? — Abrió la puerta y empujo a Lauren para que saliera. — Tengo algo muy diferente planeado para nosotras. Caminaban por el pasillo, encontrándose cada tantos pasos con caras sonrientes que las saludaban. — Guau. No puedo creerlo — Lauren devolvía las sonrisas un poco confundida. — ¡Ni siquiera sabía que estos agentes tuvieran dientes! ¿Sabe cada miembro del Servicio Secreto que tenemos una cita esta noche? Dev parecía un poco avergonzada. — Umm, quizás lo haya mencionado una vez. —¿Una? —O a lo mejor dos. —Uh, huh — dijo Lauren escépticamente. — ¿Dos? —O unos cuantos cientos de veces. —Oh, Dios. Dev continuo el camino sin decir nada. Se detuvo en la puerta del cine privado, miró a Lauren y sonrió. — ¿Conoces esa peli nueva que iban a estrenar la semana que viene? ¿Esa de ese director que te gusta tanto?

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—Sí — Lauren suspiró. Sabía que probablemente no tendría oportunidad de verla mientras estuviera en el cine. Dev abrió las puertas y la luz se encendió automáticamente. — Bueno, como resulta que tengo una casa con cine, pensé que podrías disfrutar de un pre-estreno. Pero si apesta, no se lo puedes decir a la prensa. El director vendría y me mataría personalmente — bromeó Dev. La mandíbula de Lauren se desencajó. — ¿Tienes una copia de la película antes de su estreno? Vale. Eres la líder del mundo libre. A veces aún lo olvido — miró a Dev con pura adoración. — Esto ha sido muy dulce. — Lauren abrazó a la Presidenta. — Gracias. Dev le devolvió el abrazo, sin preocuparse por su hombro dolorido. Por lo que a ella respectaba, esta era la mejor terapia que podía obtener. — Bueno, es lo mínimo que puedo hacer ya que no te puedo dar una cita normal. — Lentamente fue soltando a Lauren y la condujo hacia el centro de la sala. — ¿Y qué es una película sin una cena? — Una manta había sido extendida en el suelo, y varios platos reposaban en una mesa muy bajita. Lauren disfrutó del momento. Su estómago rugió cuando olió el arroz y la carne estofada. — Creo que tengo un poco de hambre — admitió avergonzada. —Y debemos comer y hablar o te gustaría directamente pasar a…? — Cerró los ojos y negó con la cabeza. — Quiero decir que si prefieres ver la película primero, o cenar, o… — se detuvo, soltando un suspiro. — Estoy balbuceando. Creo que voy a callarme y te dejo que elijas qué quieres hacer. Lauren se rió y tomó la mano de Dev. — Creo, Sra. Presidenta, que estás incluso más nerviosa que yo — se puso seria por un momento. — ¿Por qué? —Ummm… bueno — Dev hizo que se sentaran en la manta y empezó a ponerse con la comida. Preparó dos pequeños platos y llenó dos copas de vino. — Sabes, Yo no he tenido… Dios, esto es muy raro. Sólo he tenido una experiencia con esto de las citas… — tomó un trago de vino, haciéndole un gesto a Lauren para que la acompañara. — Samantha fue la única mujer de mi vida. Y desde que murió, no he tenido… quiero decir… no ha habido nadie más… — se detuvo cuando se dio cuenta que parecía totalmente estúpida. Oh, Devlyn. La mirada de Lauren se suavizó. Necesitaban hablar sobre Samantha pronto. Pero esta noche era para ellas solas. — No estés avergonzada por eso. Quizás las dos podamos aprender cómo hacer esto juntas — miró su copa. — Yo tampoco he tenido mucho éxito en lo que a citas se refiere. Pero… um… — La rubia levantó la mirada y la fijó en los ojos de Devlyn. — Estoy segura de que seremos capaces de hacerlo muy bien si nos empeñamos. —Creo que podemos hacer bien cualquier cosa, si nos empeñamos. — Dev se inclinó y besó delicadamente la mejilla de Lauren. Dejó que sus labios se entretuvieran un momento antes de 196

retirarse — Creo que parte del nerviosismo se debe al hecho de que nunca he salido con nadie que ya lo supiera todo sobre mí — dio un trago de vino y cerró los ojos. — Incluso cosas por las que me voy a vengar de mi padre cuando menos se lo espere. — Levantó la mirada de nuevo. — Aunque si saber todo eso no te alejó gritando de mí, he tenido mucha suerte y me alegro mucho de tenerte aquí. Lauren sospechaba que apenas había conseguido traspasar la coraza de esta complicada, dulce y hermosa mujer. Pero no iba a dejar escapar la oportunidad. Su mirada cayó hacia los labios de Dev ante la urgencia de besarlos. Se inclinó lentamente, sonriendo cuando Dev hizo lo mismo — Yo también me alegro de tenerte aquí—, susurró, y dejó que sus labios se encontraran con los de la Presidenta. *** Domingo, 4 de julio. Dev colgó el teléfono mirando el reloj de la pared. — ¿La gente sabe que aquí son las 3 de la madrugada? — Miró a David que estaba sentada enfrente de su escritorio. —Con el debido respeto, Sra. Presidenta. Lo saben pero no les importa. —Irónico, ¿verdad? Es el Día de la Independencia aquí y estoy despierta en medio de la noche para hacerme cargo de una posible crisis de misiles en China. —Y por eso cobras tantos dólares y tienes juguetitos tan chulos. Dev resopló. — Sí, cierto. —¿Tenemos que llamar al Ministro de Defensa? —No, todavía no. Pero sugiero que traigamos el culo del Embajador de China hasta aquí ahora. Su ayuda será fundamental. —Déjame adivinar. — David arqueó las cejas y se aflojó la corbata. — Lo ordenas porque puedes. Dev descolgó el teléfono. — Más o menos. Si yo no puedo dormir, nadie puede — cogió una foto de su escritorio de Lauren y los niños que había sido tomada en Ohio — Te diré otra cosa, de perdidos al río, llama también al Ministro de Defensa. David se levantó. — Sí, señora. ***

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Después de varias horas de tensa negociación, Dev consiguió una solución satisfactoria a un problema que se había ido de las manos por unos simples malentendidos. — Buf, necesito una ducha y una siesta. Esta noche tenemos la barbacoa y… — sus ojos se abrieron como platos. — ¡Oh, mierda! —¿Qué? —Es el cumpleaños de Lauren. Ordené que le mandaran el desayuno y un ramo de flores con una nota que dijera que me uniría a ella — miró de nuevo el reloj. — hace una hora y media. Aw, me va a matar — Devlyn abrió el cajón de su escritorio y sacó una caja envuelta con papel de regalo. — Al menos espero que esto le guste. Salió del despacho y se dirigió hacia la residencia. Suponía que cierta invitada, que se había convertido en una potencial novia, iba a estar extremadamente decepcionada. — No debería haber ordenado que le mandaran el desayuno tan temprano. ¡Odia madrugar! —No pasa nada, chicos. — Tranquilizó David a los alarmados agentes del Servicio Secreto que vieron pasar corriendo a Dev. — Es que… llega tarde… — Awww, continúa y díselo. — A una cita muy importante. Unos cuantos minutos después, estaba parada frente a la puerta de Lauren arreglándose un poco el pelo. Respiró profundamente y tocó a la puerta. — Por favor, que no esté enfadada. Lauren abrió la puerta y levantó las cejas ante la imagen de una muy compungida Dev. Le habría dicho algo de no ser porque tenía la boca llena de bollo. En lugar de eso, cogió a Dev de la camisa y la metió dentro de la habitación, cerrando la puerta de un golpe. —Lo siento muuuucho — empezó Dev rápidamente. — Quería estar aquí cuando te lo trajeran, pero he estado ocupada con una cosa toda la noche. Si hubiera tenido tiempo les habría llamado para decirles que no te lo trajeran. O te habría llamado a volver a la cama… um… quiero decir, um… simplemente que te habría llamado. Lauren asentía quitándole importancia. — Tranquila, Devlyn. Relájate, no estoy enfadada — se dirigió hacia el sofá. — ¿Puedes quedarte un rato? — levantó su bollo y Dev se lo comió de un bocado. —Ummmm… ¿Hay más como estos? —He ayudado a detener el comienzo de la III Guerra Mundial, y ahora necesito un descanso. Eso es lo que ha pasado. — La mujer de pelo negro se reclinó sobre el sofá con un gemido y estiró las piernas. — Parece ser que te han traído un gran desayuno — De repente se acordó que tenía el regalo de cumpleaños de Lauren. — ¡Feliz cumpleaños!

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La cara de Lauren palideció. — Oh, Dios mío, Devlyn. ¿De verdad has detenido la Tercera Guerra Mundial esta madrugada? —Pues más o menos — cerró los ojos y se masajeó las sienes. — He estado en pie toda la noche. Lauren se unió a Dev en el sofá y le dio una palmadita en la rodilla. — Lo siento — miró el regalo que la Presidenta le había colocado en las manos. — Guau, es mi cumpleaños otra vez. Juro que cada año llega más pronto. — Agitó el paquete intentando adivinar qué había dentro. — ¿Me das una pista? Dev no contesto. En lugar de eso, se levantó y cogió las gafas de Lauren de la mesilla de noche. Lauren las cogió y se las puso sin decir una palabra. Volvió a mirar el regalo, intentando recordar la última vez que había recibido un regalo de cumpleaños. Sus padres siempre le mandaban una tarjeta, pero habían dejado de hacerle regalos cuando Lauren cumplió los 18 y se hizo mayor para esas tonterías. Judd siempre le regalaba algo por su cumpleaños, pero era el único. La escritora dejó de lado esos recuerdos amargos y se colocó la caja cerca de la oreja y volvió a sacudirla. — ¿Quieres que lo abra ya? —Sí, por favor. — Dev se volvió a sentar. — Me temo que voy a tener que acostarme un rato antes de la barbacoa de esta noche, así que no vamos a tener mucho tiempo para vernos hasta entonces. Por eso quería un rato tranquila contigo para dártelo. Espero que te guste. —De acuerdo, si insistes — Pero Lauren ya había roto el papel mientras decía esas palabras. Abrió la caja y sacó tres libros pequeños, con las tapas de cuero marrón. — ¡"Historia de Dos ciudades", "Olivert Twist" y "Grandes Esperanzas"! Esa es una de mis… — Lauren se detuvo y estudió las libros más detenidamente, observando las primeras páginas. —Madre mía, ¿son las primeras ediciones? — Susurró. Dev dejó escapar un suspiro de alivio. — Sí, lo son. ¿Te gustan? — preguntó esperanzada. Lauren levantó la vista con los ojos llenos de lágrimas. — Me… — tuvo que detenerse un momento. — Me encantan — sonrió y la barbilla le tembló un poco. — Gracias. —¡Hey! — Dev estiró la mano y atrapó una lágrima. — Se suponía que mi regalo no te tenía que hacer llorar. ¡Así que nada de lágrimas! — Sonrió. — Espera hasta ver lo que te he preparado para esta noche. Lauren sorbió la nariz, medio avergonzada. — ¿Me va a hacer llorar también?

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—Bueno espero que no. Pero vas a tener que esperar para verlo. — Dev de pronto sintió un repentino dolor en la base del cráneo. — Uff… tengo un dolor de cabeza como no te puedes imaginar. Voy a coger un par de aspirinas, llamar para que me den un masaje e intentar dormir un poco — de pronto se incorporó de golpe. — Es domingo, ¿verdad? —Sí, Sra. Presidenta. — La expresión de Lauren se volvió seria. — trabajas muy duro a veces, Devlyn. Y tienes dolores de cabeza muy a menudo. Necesitas dormir más. Dev gruñó afirmativamente. — Cuando acepté el trabajo, sabía a lo que me exponía — suspiró. — Pero creo que lo de dormir no va a poder ser. Los niños se van a levantar enseguida. Quizás aún tenga algo de tiempo para lo del masaje. Lauren dejó cuidadosamente los libros sobre la mesa. — Ummm, Devlyn, yo puedo darte un masaje. — Se deslizó hacia la parte de atrás del sofá y empezó a mover las manos sobre los tensos hombros de Dev. — ¿O podría llamar a alguien? — se ofreció inocentemente, casi riendo por el profundo gemido de placer de Dev. —Sííí — La cabeza de Dev se inclinó hacia adelante, dándole a Lauren más facilidad para trabajar sus doloridos y cansados músculos. — Te daré una hora para que detengas ese dolor. O bueno, quizás dos. Pero esa es mi última oferta. Lauren se rió y continuó, mientras sentía como Dev se iba relajando más. Unos agarrotados músculos empezaron a destensarse, y pronto, la cabeza de la Presidenta cayó hacia un lado y empezó a resoplar suavemente. Lauren disfrutó tocando a Dev durante unos segundos más antes de parar el masaje. Ayudó a la cansada mujer a recostarse, acomodándola entre los almohadones. Lauren cogió una manta y tapó con ella a Dev, se inclinó y la besó en la mejilla. — Duerme bien, cariño. Grem y yo nos haremos cargo de los monstruos. La biógrafa acababa de salir de la habitación cuando se topó con Emma en el pasillo. — Si estás buscando a Devlyn, está dentro durmiendo en el sofá. Ha estado... —Levantada toda la noche. Lo sé. — Emma negó con la cabeza y sonrió. — Me alegro de que esté descansando un poco. Toma — le alargó a Lauren un pesado paquete —, esto ha llegado esta mañana al correo personal de Dev, pero está dirigido a ti. Parece que es un regalo de cumpleaños. Lauren examinó el envoltorio marrón. El remite ponía "Casa", pero el matasellos era de Columbus, Ohio. — Debe ser de los padres de Dev. Emma asintió. — Sí, estoy segura de que esa es la letra de Janet. Pero la única manera de estar completamente segura es abriéndolo. Lauren se rió y empezó a rasgar el papel. — Exactamente — Era un libro, y cuando finalmente 200

lo hubo desenvuelto, ella y Emma se pusieron más rojas que un tomate. — Oh, Dios mío. — Susurró Lauren, sintiendo como le ardían las mejillas. Emma empezó a reírse tan fuerte que se tuvo que apartar de la puerta de Lauren por miedo a despertar a Dev. — Oh, sí — rió —, definitivamente esto te lo envía Janet Marlowe. Sólo ella sería capaz de hacerlo. Dios bendiga su alma liberal. Dev salió a su padre, un poco más tradicional, pero aun así puedes ver aspectos de Janet en ella. — Emma abrió la portada y ojeó algunas páginas. — Por lo menos te ha regalado el libro y no la versión electrónica. No creo que las ilustraciones fueran igual en una pantalla, verdad? —¿Cómo quieres que lo sepa? — preguntó Lauren. Emma entornó los ojos. — Por eso te ha mandado este libro, Lauren. —Oh, sí — Lauren abrió la portada. Había una inscripción. Lauren: Tú y Devil hacéis una bonita pareja. Sé que ambas insistís en que no os estáis acostando juntas. Pero aun así pensé que esto podría ser útil. ALGÚN DÍA. Como parece ser que ya sabes lo que es un pezón, te puedes saltar el primer capítulo. Felicidades. Janet. Lauren cerró el libro. ¿Qué madre le manda a la mujer que está saliendo con su hija una copia del libro "El placer del sexo lésbico"? ¡Una muy buena madre! *** Dev se arremangó la camisa hasta los codos y se la metió en los pantalones. Buscó por toda la habitación sus zapatillas de deporte. Precisamente estaba a cuatro patas buscándolas debajo de la cama cuando Lauren entró en la habitación. —Devlyn, los niños y yo… vaya, bonita vista — se rió, cruzando los brazos y tomándose tiempo para apreciar la escena. Lauren llevaba una cámara y sin pensarlo dos veces tomó unas cuantas fotos. Dev encontró las zapatillas y las sacó, dándose un golpe en la cabeza mientras la sacaba de debajo de la cama. — ¡Joder! — se sentó en el suelo frotándose la parte de la cabeza que había sufrido el golpe. — ¡Hey! ¡América no necesita un primer plano de mi culo! —América puede que no… — Lauren levantó las cejas y sus ojos brillaban. — Pero estas van a mi colección personal.

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—Pervertida. Lauren seguía riendo. —¿Qué es lo que queríais los niños y tú? — Dev observó como el trío hacía aparición en ese momento en la habitación. —Nos preguntábamos si tendríamos tiempo de ver una peli antes de la barbacoa. —No veo por qué no — continuó rascándose la cabeza. — Duele — se quejó, esperando obtener mimos de la escritora. Lauren tuvo que dar a Dev un aprobado en esfuerzo. La presidenta la estaba mirando con ojitos de cachorro y haciendo un entrañable puchero. La mujer más baja se rió y empezó a masajear la cabeza de Dev. — Pobrecita, mi nena — se burló. —Muy bien, muy bien… ya veo. Así que en esas estamos ehh… — Dev se quejó juguetonamente mientras se ponía de pie. — Debería obtener más atención y mimos que eso pero ya veo que no… —Puedo llamar algún miembro del personal para que te haga un poco la pelota, si quieres — Lauren le guiñó a Ashley, y la pequeña empezó a reír. —No, no, está bien. Me sentaré aquí a ver como nadie me quiere — se detuvo para hacer suspirar melodramáticamente. Después empezó a cantar una canción que Ash reconoció inmediatamente. — Nadie me quiere. Todos me odian. Voy a ir al jardín a comer gusanos… Lauren y Ash estallaron en carcajadas ante la canción de Dev. Ashley se dirigió hacia ella y se sentó encima besándole la nariz. — Yo te quiero, aliento de gusano — La abrazó muy fuerte alrededor del cuello. —Yo también te quiero, Moppet. Ahora, ¿por qué no te vas a la salita con tus hermanos y escogéis una película? Lauren y yo estaremos con vosotros en un par de minutos. —¡Vale! — Ashley se bajó y se dirigió corriendo hacia la sala de estar — ¡Mamá dijo que podía elegir la película! —¡Yo no he dicho eso! — Dijo Dev mientras se levantaba. Se giró hacia Lauren con los brazos abiertos esperando un abrazo. — ¿Y tú qué? ¿Puedes querer a alguien con aliento de gusano? Lauren colocó sus brazos alrededor de Dev y la apretó contra ella. Tuvo la oportunidad de acercarse a la garganta de Dev y oler. — Ash tiene razón. Definitivamente a gusanos. — Y creo que podría enamorarme fácilmente de alguien exactamente como tú. Lauren exhaló 202

ruidosamente cuando Dev la apretó aún más como respuesta a su comentario — Vale, vale… por suerte para ti, me gustan los gusanos — bromeó. —Parece que es mi día de suerte. — Dev colocó el brazo alrededor de los hombros de Lauren. Le habían bajado a dos el número de sesiones de terapia ya que había progresado bastante con el brazo. El dolor, sin embargo, parecía ser una constante con la iba a tener que vivir durante algún tiempo. En ese momento, unas voces de niños peleándose interrumpieron el silencio de la habitación. Dev cerró los ojos mientras apoyaba la barbilla en la cabeza de Lauren. — ¿Puedo volver a la cama? Lauren se tuvo que morder la lengua para no decir "sólo si puedo acompañarte". Sin embargo, no pudo esconder el ligero rubor que invadió sus mejillas por el mero hecho de pensarlo — Ummm… quizás deberíamos ir a impedir que los niños se maten entre ellos — la escritora cogió la mano de Dev y la llevó hacia la sala de estar. — ¿Te puedo preguntar algo? —Hey — protestó Dev, disfrutando cada minuto de su conversación con Lauren y sus bromas. —Lo que quería preguntarte es como consigues ser tan buena con los niños. Tú no tienes hermanos… — volvieron al sofá pasando sobre Christopher y Aarón que estaban en el suelo peleando — Yo, la mitad del tiempo estoy aterrada, y la otra mitad, preocupada por ellos. Y eso ni si quiera son mis hijos. —Espera un momento — Dev dio una palmada y la pelea de los niños se detuvo en un santiamén — ¿Por qué os peleáis? —¡Ashley es una estúpida! — Dijo Christopher mirando a su hermana, la cual se había aliado con Aarón para ir en contra de él. —No lo soy — gritó Ashley. —Parad, o sé de tres niños que no van a asistir esta noche a la barbacoa. —¡Mamá! — se quejaron los niños. — ¡Los fuegos artificiales! —Lo digo en serio — el tono de Dev era firme. — Ahora, encontrad una película y poneos de acuerdo y la veremos todos juntos como una familia. Si no, os vais a vuestras habitaciones y os quedaréis allí castigados el resto del día. —Sí, mama. — Respondieron. Aarón se dirigió hacia la estantería para coger su peli favorita intentando convencer a sus hermanos. —¿Qué decías? — le dijo irónicamente a Dev.

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Lauren sacudió la cabeza. — Has solucionado el problema — apuntó hacia los niños. — Ya no se están peleando. —Hasta la próxima vez. —Dije que eras buena con los niños, no que fueras milagrosa. —Verdad — Dev se reclino y miró a Lauren — Supongo que sólo tengo práctica — sonrió — Y creo que tal y como te sientes sobre ellos, tu reacción, según me parece, es la de una típica mamá. Ellos me dan miedo la mayor parte del tiempo a mí también. Los ojos de Lauren se abrieron como platos — ¿Mamá? — Estaba claro que ella pasaba mucho tiempo con los niños. Con o sin Dev, pero eso era demasiado… más o menos. Uh oh, la estoy asustando — Hey, está bien, no quería decir que… quiero decir… bueno que… lo de ser madre te vendrá de una manera natural. Se sintió un poco rara, creía que estaba agobiando a Lauren. Todavía tenía la sensación de que la escritora planeaba abandonar la Casa Blanca pronto. Dev estaba francamente sorprendida que Lauren hubiera durado todo este tiempo. Y estaba empezando a considerar la idea de despedir a Michael Oaks. Él y Lauren se llevaban como perro y gato. Y sabía que su presencia en lo que se suponía que era también la casa de Lauren, no hacía más que agravar la situación. Después de todos estos meses, él todavía estaba enfadado porque la Presidenta hubiera invitado a Lauren a pesar de sus objeciones. Se encargaba de enseñarle a Lauren cada artículo que se publicaba en la prensa que hacía referencia a su presencia en la residencia. —No estoy segura de eso, Devlyn — contestó Lauren rompiendo el momento de reflexión de la Presidenta. —Yo sí — sonrió Dev confiada. — Mientras te preparas, puedes disfrutar de mis hijos sin sentirte comprometida con ellos o lo que sea. Y algún día, cuando estrés preparada y entrenada, serás una gran mamá. Lauren se sintió confundida y un tanto insegura de sí misma por un momento. Podía percibir la decepción en la voz de Dev. — Ummm… gracias. Pero dudo que vaya a tener niños. Dev pensó en eso por un momento. Lauren siempre escogía sus palabras con mucho cuidado. No había dicho que no quería niños. Sólo que no creía que ella los fuera a tener. — Eso nunca se sabe. Puedo decir con gran conocimiento que cosas más raras han pasado. —Tonta.

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—Pues no. —Pues sí. —Que sí. Lauren y Dev se detuvieron de repente al ver a tres niños mirándolas sorprendidos. —Uh oh — murmuró Lauren. — ¿Esto va a traer problemas? —Nah — le susurró. — Ellos ya saben que soy tonta. — La Presidenta se dio la vuelta y cogió a Christopher del elástico de sus pantalones. — ¿Verdad, colega? —Sip — se rió. Aarón intervino. — Pero ella está muy muy arrepentida. Y va a intentar portarse mejor en el futuro — El niño se sabía este discursito de memoria, ya que se lo había oído a su madre casi desde el día en que nació. Dev miró a Lauren pícaramente. — Somos un equipo. Unos ojos verdes miraron hacia el cielo. — ¡Un equipo que siempre está creando problemas! Los niños se rieron ante esta afirmación. Dev puso el brazo sobre el respaldo del sofá, y, con una mirada muy significativa hacia el almohadón que las separaba, invitó a Lauren a arrimarse. — Aunque decidas no tener hijos, yo tengo tres que puedo alquilar de vez en cuando. —¿Tendría descuento por ser empleada tuya? Dev reflexionó sobre eso durante un momento. — ¡Por supuesto! Soy una Presidenta comprensiva con la situación económica de la gente pequeña, ya sabes. Lauren entornó los ojos. — Con eso te referirás a los plebeyos o era un chiste sobre las personas bajitas… — preguntó con fingido enfado. —Sí. Los niños finalmente se decidieron por “Stuart Little” y los tres se acomodaron en el suelo para disfrutar de la película. La mente de Dev poco a poco volvió al tema que más le preocupaba y que últimamente nunca 205

abandonaba sus pensamientos. — Realmente te echaríamos de menos si te fueras — susurró Dev. No podía continuar con la duda, la estaba volviendo loca. Siendo realista, sabía que Lauren se tendría que irse tarde o temprano. Pero su corazón estaba en estado de negación. Lauren sintió un golpe en el pecho al oír las palabras de Dev. — No tengo pensando ir a ningún sitio por algún tiempo, Devlyn. Teníamos un trato, ¿verdad? —Verdad — Soltó un suspiro y sonrió. Dev quería hacerle más preguntas, pero ese comentario sobre la maternidad ya había descolocado a Lauren lo suficiente por ese día. No era el momento de presionarla más — Estoy muy contenta de saber que te vas a quedar más tiempo — sonrió y bromeó con Lauren. — Es divertido tener a alguien con quien discutir. Lauren sonrió a Dev. — Tú discutes con todo el mundo, Sra. Presidenta. Lo que pasa es que soy una de las pocas personas que te replica. —Sí, y me encanta. A veces es la conversación y el debate más inteligente que tengo en todo el día. Dev les dijo a los niños que bajaran la televisión. — Bueno… sé que es un poco tarde pero… ¿tienes una cita para la barbacoa de esta noche? Unos ojos verdes parpadearon sorprendidos. — ¿Qué hay si digo que sí? Dev reflexionó durante un momento, poniéndose el dedo en la barbilla mientras pensaba. — Bueno, entonces diría que quien sea que te vaya a acompañar es muy afortunado. —¿Quieres decir que no harías que la CIA lo detuviera? —¿Lo? Lauren sonrió, no iba a morder el anzuelo. — o la. —No. Eres una persona adulta. Libre de tomar sus propias decisiones. Libre de salir con quien te guste. Incluso si es la persona equivocada. ¡La persona totalmente equivocada! Que en realidad esa persona es cualquiera que no sea yo. Por ejemplo… ¿Te suena el nombre de Casey? Lauren torció el gesto. — ¡Vosotros los yankees siempre jugáis sucio! —Señora, ¿debo recordarle que sólo soy medio Yankee? Lauren palmeó la barriga de Dev con el revés de la mano. — Un yankee es un yankee — dijo firmemente.

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—Sí, sí… pero no has contestado a mi pregunta. ¿Tienes una cita para esta noche? — Dev se giró lentamente hacia Lauren — ¿Ehhh? — Arqueó y juntó las pestañas y su lenguaje corporal anunciaba que si no obtenía la respuesta que buscaba, Lauren podía encontrarse en medio de una guerra de cosquillas. Lauren rió. — De acuerdo, de acuerdo. No tengo ninguna cita. Estoy totalmente libre. ¿Qué hay de ti? Dev se rió y se la devolvió. — No. Yo sí tengo una cita. Sólo quería saber si tú también. Lauren de pronto se puso rígida. — Si David te ha preparado una cita otra vez, voy a… —¿Siiii? ¿Vas a qué? — Unas cejas oscuras se arquearon. Guau, buen, bueno… es usted un poco posesiva, no Srta. Strayer? Los ojos de la rubia se entornaron. — Bueno, yo… — Se detuvo, dándose cuenta de que le estaban tomando el pelo. ¡Oh, Devlyn! Conscientemente bajó el tono y sus gestos tomaron un aire de despreocupación. — Bueno, yo me esfumaría. De hecho, ahora que sé que tienes una cita, veré si yo puedo conseguir otra. El agente que siempre está vigilando la Habitación Verde es un bomboncito. Y no le he visto anillo de boda. —¡No tienes que ir tan lejos! — Dev levantó una mano y movió su dedo. — Aquí tampoco hay anillo. Me encantaría que vinieras conmigo esta noche. —Contaba con ello. *** La noche se iba acercando mientras llegaban los miembros del gobierno para unirse a la Presidenta y a su familia en el balcón de la Casa Blanca, con vistas al Monumento a Washington y el Congreso. Miles de personas se habían congregado allí para la celebración del 4 de Julio, totalmente ignorantes de que la verdadera fiesta estaba en el interior de la Casa Blanca. Lauren miraba como Dev iba de un lado para otro, estrechando manos y tomándose un momento para charlar con cada persona. No parecía en absoluto la mujer cansada que había entrado por su puerta esa mañana después de haber estado en pie toda la noche. Dev nunca dejaba de sorprenderla. Cuanto más descubría, más deseaba conocer. Uno de estos días juro que voy a pillar a Beth McMillian sola. Unos ojos ansiosos miraban la bonita fuente de comida cuando notaron que cierta presencia se movía a sus espaldas. — Dios, eso tiene buena pinta — susurró Dev en su oído.

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Lauren pasó el dedo por un trozo de pollo a la barbacoa que acababa de colocar en su plato. Acto seguido se llevó el dedo a la boca y saboreó la salsa que había impregnado su dedo. — Mmm… ya lo creo — Miró sobre su hombro para encontrarse con los ojos más claros y más bonitos que había visto nunca. Por un momento se quedó sin habla. — ¿No… no has cogido todavía ningún plato? —Me he limitado a ir picando un poco. Unos ojos claros desaparecieron detrás de unos entrecerrados párpados. — ¿En serio? — dirigió la mirada hacia las manos vacías de la Presidenta. —Ummmm hmmm — Dev se inclinó, situando su boca a un milímetro de la oreja de Lauren. — Un bocado de aquí, otro de allá. Ya sabes cómo es esto. — Acto seguido dio un pequeño mordisco a Lauren en el lóbulo de la oreja. Lauren se apartó de golpe. Se giró, quedando cara a cara con Dev, dándose cuenta de las interesadas caras de la gente que las estaba mirando. — ¿Qué crees que estás haciendo? Susurró severamente. Dev se irguió. Se apaleó mentalmente por haber hecho que Lauren se sintiera incómoda. — Lo siento — dijo calmadamente. — Me olvidé por un segundo de esa gente. Hubo un momento de un silencio cortante, y fue Dev la que intentó retomar la conversación. — ¿Te lo estás pasando bien? Lauren bajó la mirada y exhaló frustrada. — Lo siento, Devlyn. Es sólo que… me he pasado meses negando a casi todas las personas de esta sala que tú y yo fuéramos algo más que amigas. Supongo que ahora me siento… me siento… — Dudó — No sé cómo me siento — Lauren cogió la mano de Dev y la apretó, esperando que le diera la seguridad de la que carecían sus palabras. —Lo sé. No quería hacerte sentir incómoda en tu cumpleaños. Pero… ummm… asegúrate de dejar hueco para el postre. Es algo especial. Estaré aquí en menos de diez minutos. — Dev se aseguró de que Lauren la estaba mirando justo antes de decir — No quiero hacer nada que te haga daño o te avergüence, Lauren. Lo digo en serio. Si no estás preparada para que te toque en público, no pasa nada. Sólo házmelo saber cuándo lo estés, ¿de acuerdo? En seguida vuelvo. Las palabras de Dev fueron pronunciadas de una manera muy calmada y sosegada, sin embargo Lauren podía apreciar el dolor detrás de su mirada. — Maldita sea. Lo siento — apretó de nuevo la mano que estaba sosteniendo. — No es eso, Devlyn. En serio — con un ligero estirón, Lauren dirigió a Dev hacia una esquina del balcón, detrás de una de las mesas. Era el lugar más privado que pudo encontrar sin tener que entrar. Colocó el plato sobre la 208

mesa. — No es que no esté preparada — susurró Lauren. — Lo que me pasa es que me siento como si hubiera estado mintiendo a estas personas y ahora se lo estuviera restregando en las narices. —¿Mentido? — Ahora Dev estaba totalmente confundida. — Cariño, tú no le has mentido a nadie. ¿De qué estás hablando? Lauren hizo una mueca. — Eso no es verdad. Al menos, no del todo. — Se giró y colocó sus brazos alrededor de uno de los pilares, mirando hacia la multitud, la cual había comenzado a agruparse junto al hall a la espera de los fuegos artificiales. La vista era realmente sorprendente. — He estado pensando en ti durante meses — murmuró. —¿Pensando sobre mí cómo? — Preguntó Dev, empezando a entender lo que quería decir Lauren — Pensar en mí, salir conmigo y acostarse conmigo, son tres cosas distintas. Todo lo que hemos estado diciendo hasta ahora es que no nos estamos acostando juntas, y en realidad aún no lo estamos haciendo. Y prácticamente acabamos de empezar a salir. No tienes que sentirte culpable o incómoda. Y si piensas que Beth McMillian aún no lo sabe y no ha pasado la noticia a todo el mundo, eres muy inocente. Quiero mucho a Beth, pero si buscas la palabra “cotilla” en el diccionario, encontrarás una foto autografiada suya sonriendo. Lauren no pudo evitar reírse. — Tienes razón. El día que pille a Beth sola, voy a descubrir todo lo quiero saber sobre ti. En ese momento ya podré escribir el libro sin ningún problema — un pajarillo pasó volando y Lauren lo siguió con la mirada mientras se perdía a lo lejos. — Sé que suena tonto, pero durante los últimos meses, cada vez que tenía que negar el rumor de que estábamos juntas, sentía como si estuviera mintiendo. Supongo que aún no me puedo creer gran parte de lo que ha pasado — la escritora se giró hacia Dev — Y con quién ha pasado — sus ojos se volvieron con verdadero arrepentimiento. — Lo siento si he herido tus sentimientos. No esperaba que fueras a ser tan… — buscó durante unos segundos la palabra correcta. — demostrativa, supongo. Al menos no en público. —No. Yo soy la única que debe pedir perdón. He estado siempre "fuera del armario". Doy por supuesto que la gente conoce mis preferencias y tan sólo me comporto tal y como soy. Pero tú no estás exactamente "fuera". Quiero decir… tu ni siquiera lo eres… ¿no? Espera, no importa… quiero decir… bueno, creo que es hora de que me calle. Déjame decirte sólo que yo también he estado pensando en ti durante meses, y que esta relación es una carretera con dos sentidos. Me importas mucho, más que mucho. Antes de que Dev pudiera decir cualquier otra palabra, el carrito del postre que llevaba dos tartas gigantes apareció en escena. Una estaba decorada propiamente para la celebración del 4 de Julio. La segunda era una tarta especial, hecha para el cumpleaños de Lauren. Lauren intentó esquivar a Dev para ver mejor, pero la alta mujer le tapó los ojos con las manos. — Te dije que había ordenado algo muy especial para ti. ¿Preparada?

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Lauren asintió excitada. — ¡Totalmente! —De acuerdo — Dev guió a Lauren hacia la mesa asegurándose de que la rubia no se tropezaba. Cuando las velas hubieron sido encendidas descubrió los ojos de Lauren, mostrándole la hermosa tarta que había sido creada y preparada sólo para ella por uno de los pasteleros más importantes del mundo. Alrededor de la tarta había un borde de galletas de Devil de las que tanto le gustaban. — He hecho que las trajeran de Ohio sólo para ti, Súper Ratón. Feliz cumpleaños. Lauren sonreía mientras miraba la tarta. — ¡Es preciosa! Estoy engordando de solo mirar todas esas galletas. La multitud que se había apiñado alrededor de ellas empezó a reír. Los ojos de Lauren se abrieron de golpe y una atónita mirada se apoderó de su cara. — Por favor, dime que no es el número correcto de velas. *** Domingo, 11 de julio Lauren se dirigía a la biblioteca cuando divisó a una cansada presidenta avanzando lentamente hacia ella por el pasillo. Una enorme sonrisa iluminó su cara. – ¡Bienvenida a casa!— Acelerando los últimos pasos, cuando alcanzó a la Presidenta le dio un cariñoso abrazo — ¿Qué tal en Camp David?— Dios, que bien volver a tenerte aquí. No es lo mismo con el Video Link. —Fue un asco porque no estabas allí conmigo— le susurró Dev al oído —Es genial estar de vuelta. Vamos, necesito llegar a la sala de estar antes de que caiga muerta aquí mismo—. Dev cogió la mano de Lauren y se encaminaron en dirección opuesta a la Biblioteca Clinton. — Siento no haber podido llamar más a menudo. Ha habido mucho ajetreo. —Bueno, si tenemos en cuenta que todo formaba parte del proceso para detener la Tercera Guerra Mundial, no tengo muchas razones para quejarme. Dev suspiró. —Pues yo si me quejo. ¡Te he echado mucho de menos! — Dios, odio que me dispongan viajes siempre en el último momento. Especialmente cuando tú no puedes venir conmigo. Cogidas de la mano giraron una esquina y se encontraron de frente con dos agentes. – Bienvenida a casa Señora Presidenta — Ambos se arreglaron la corbata y se pusieron más firmes.

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—Gracias, Jack. Amy asintió a Lauren, acto seguido se dirigió hacia la Presidenta. —Me alegro de verla Señora Presidenta. —Yo también me alegro de verte Amy. Aún no he estado en el apartamento. ¿Cómo esta Ashley? ¿Has conseguido que no se metiera en problemas mientras he estado fuera? —Los niños se han ido pronto a la cama hoy, señora. Han tenido una fiesta en la piscina de la casa del Vicepresidente y han acabado agotados. Y Ashley ya no causa ningún problema. —¿Te pago lo suficiente como para decirle a una madre inocentes mentiras como esas?— bromeó la Presidenta. —Nop— contestó Amy. —Los niños sentirán no haberla visto esta noche. —No tanto como lo siento yo— Dev dibujó una mueca en su cara. —Gracias, Amy— Dev apretó la mano de Lauren para que ambas comenzaran a andar de nuevo. Necesitaba besar a Lauren, y quería hacerlo en privado. —Buenas noches. Ambos agentes asintieron. —Buenas noches, señora— contestaron. —Buenas noches, Lauren. Lauren sonrió y se despidió con la mano. Desaceleró el paso. —¡Andas demasiado rápido para estar tan cansada!— Lauren tenía que correr prácticamente para poder seguir el paso de Dev. —Puedo comprobar perfectamente que tu cadera está completamente curada. Dev la guió alrededor de una mesa pequeña y antigua que sostenía un jarrón con flores secas. A ambos lados había portarretratos de Teddy Roosevelt y Grover Cleveland, ambos a caballo. —Cuando estoy motivada puedo hacer cosas sorprendentes. Lauren abrió los ojos sorprendida. —¿De verdad, Wonder Woman?— dijo siguiéndole el juego. —Ya lo creo— contestó, mientras saludaba a un agente que se apostaba sobre la puerta de la sala de estar. Dev abrió la puerta y empujó a Lauren hacia adentro, casi levantándola del suelo. —¡Devlyn!— Exclamó Lauren. ¿Es malo que esto me esté excitando? Dev cerró la puerta de un golpe y estrechó a Lauren entre sus brazos, forzando a la más

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pequeña a reclinar su cabeza para poder ver su cara. No se molestó en decir nada. En lugar de eso, capturó a Lauren en un sorprendente y apasionado beso que las dejó a ambas sin aliento. —Hola— dijo Dev con suavidad cuando sus labios se separaron finalmente. Su corazón latía tan fuerte que apenas pudo oír las palabras mientras las pronunciaba. —Te he echado mucho de menos, de verdad. Lauren respiró profundamente y abrió los ojos. Se acurrucó más, si cabe, en el abrazo de Dev, saboreando las reacciones de su cuerpo ante la proximidad de su amiga y disfrutando la cálida sensación del cuerpo de Dev pegado al suyo. Guau. Lauren miró a Dev a los ojos y suspiró emocionada. —Hola. Yo también te he echado de menos. —Ejem...— Desde el otro lado de la habitación, Emma se aclaró la garganta. —Yo también te he echado de menos, Dev....— bromeó imitando a Lauren. Emma estalló en carcajadas, tanto que Lauren sentía como la vergüenza y el rubor le salía por las orejas. —Muy graciosa, Emma. ¿Cómo está todo el mundo? —Bueno, yo estoy bien. Los niños están en la cama. Demasiado sol y cansancio en la fiesta del Vicepresidente, me temo. —Bueno, mañana desayunamos todos juntos, ¿vale? Me aseguraré de que Liza me deje libre a las 8:30. —Estaremos preparados— La mujer mayor se dispuso a salir de la habitación. —Os veré a las dos mañana. —Buenas noches, Emma— sonrió Lauren. Dev se quitó la chaqueta y la tiró sobre una silla cercana. A continuación empezó a desabrochar su blusa. —Buenas noches. Lauren se acomodó en el sofá y miró afectuosamente como Dev se ponía cómoda y se disponía a pedir la cena. Con un leve asentimiento por parte de la escritora, Dev pidió cena para dos. Devlyn se sentó al lado de Lauren y cerró los ojos. —Estoy tan cansada— Suspiró y se inclinó hacia la rubia mientras unos pequeños dedos empezaron a masajearle la cabeza. —Entonces debes descansar. —Tengo hambre. —Entonces come, Devlyn— fue la simple respuesta. 212

Dev sonrió. —Estoy tan contenta de que estés esta noche aquí conmigo. —Mmmm....entonces, definitivamente deberías besarme otra vez. Antes de que Dev pudiera complacerla, llamaron suavemente a la puerta. —No— se quejó, cogiendo una almohada y hundiendo la cara en ella. —La cena no puede estar tan pronto. ¡Quien quiera que sea, que se vaya! No quiero ser más la Presidenta por esta noche. Lauren se rió ante la ocurrencia de Dev. —Descansa, yo me ocuparé de esto. La morena negó con la cabeza. —No— suspiró —Si están llamando aquí, me buscan a mí. Les diré que se esfumen— Se levantó y le dio un pequeño besito a Lauren en la punta de la nariz. —Guárdame el sitio. Dev se dirigió lentamente hacia la puerta mientras movía el hombro. Le dolía un poco esta noche. —Espero que sea importante— murmuró mientras abría la puerta. Se sorprendió al ver a Michael Oaks. —Sí, ¿Michael?— inquirió Dev en un tono aburrido. ¿Este hombre no tiene vida propia? Solamente llevaban fuera del Marine One una hora. ¿Es que no tiene novia, casa o una mascota en algún sitio? —¿Por qué estás aquí todavía? Michael parpadeó. —Tenía trabajo que hacer, Señora Presidenta. Pero esa no es la razón por la que estoy delante de su puerta. Seguridad está reteniendo a un hombre abajo que quiere ver a la Srta. Strayer. Dice que es su marido. —¿¿Qué??— Exclamó Lauren desde el otro lado de la habitación. —¡Ex marido! —Ya veo que está aquí y no en su habitación— La disconformidad de Michael se reflejaba claramente en su cara. Lauren se unió a Dev en la puerta. —¿Judd está aquí?— sintió un retortijón en el estómago. ¿Por qué habrá venido? —¿Conduzco a su marido a su habitación, Srta. Strayer?— Michael no podía pensar en nada que le complaciera más que poner alguna dificultad entre el romance de Dev y Lauren. Lauren era una preocupación que, de algún modo, se había ganado la confianza de la Presidenta. No era algo adecuado, no era seguro. Su desprecio por la escritora sólo rivalizaba con su resentimiento hacia la Presidenta por ignorar sus objeciones. —Ex marido— gruñó Dev. Se volvió hacia Lauren. —¿Quieres que haga que lo echen de una patada en el culo? Sabes que puedo hacerlo.

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—¿Michael?— preguntó inocentemente, sonriendo mientras la cara del hombre se oscurecía. Dev borró la sonrisa de su cara. —No, Mr. Radison. Lauren se mordió los labios. Se sentía tentada ante la idea de decir que sí y poder pasar un rato a solas con su persona favorita. Pero Judd no había contactado con ella en años. No vendría hasta aquí por nada. La escritora posó su mano sobre la espalda de Dev. —Será mejor que hable con él por si es algo importante— se giró hacia Michael. —Puedes decirle a algún agente que lo conduzca hasta mi habitación. —No, tráelo aquí mejor— intervino Dev, —Si te parece bien—. Lauren asintió. Michael desapareció rápidamente mientras ordenaba a dos agentes que llevaran al Sr. Radison hasta la Residencia. Él personalmente lo escoltaría el resto del camino. Dev entornó la puerta. Lauren se cruzó de brazos. —Sé lo cansada que estás Devlyn. Judd y yo podemos ir a mi habitación a hablar. Estoy segura que sólo va a ser un momento. —No confío en él— contestó Dev. —No lo conoces. —Sé que estaba casado contigo y te perdió, por lo consiguiente es un idiota. Y yo no confío en los idiotas. —Dev— Lauren movió la cabeza y suspiró —No fue así. Judd y yo simplemente nos distanciamos. De hecho —dudó mientras ordenaba sus pensamientos —, nunca estuvimos muy unidos, si sabes a lo que me refiero. Aunque le quería...fue un error. Dev puso la mano en el hombro de Lauren, acariciándola suavemente. —Lo siento. Lauren cogió la mano de Dev y le dio unas palmaditas. —No lo sientas. Simplemente no podía funcionar— admitió. —Él quería una esposa. Y yo quería una carrera y un compañero, y no pudimos hacerlo funcionar. Judd no es un mal tipo. Simplemente no estábamos hechos el uno para el otro. Lauren estaba abriéndose mucho, y lo sabía. Pero su rabia y frustración a causa de su matrimonio fallido había desaparecido hacía mucho tiempo. Y, a decir verdad, siempre había sido dirigida hacia ella misma. No había ninguna razón para abrir nuevas heridas. La rubia no paraba de mover las gafas nerviosamente. Estaba contenta de tener a Dev cerca y 214

apoyándola. —Simplemente no sé por qué está aquí. Judd no es un tipo muy sociable. Nunca se dejaría caer por la Casa Blanca a las 8 de la noche de un domingo simplemente para decir hola. —No sabes seguro... Otro golpe en la puerta indicó que Michael y Judd habían llegado, —Adelante— dijo Dev. Michael entró en la habitación con Judd Radison siguiéndola dudoso. Rápidamente presentó a Devlyn, la cual le dio a Judd un firme apretón de manos, esperando que el hombre no notara como se sentía realmente. Dev tenía que darle una oportunidad, incluso era más guapo de lo que su foto mostraba. Judd llevaba unos vaqueros y una chaqueta estilo deportivo. Tenía el pelo corto, rizado y castaño. Tenía ojos azules que constantemente dirigía de un lado a otro de la habitación para observar la maravillosa arquitectura y los bonitos muebles de la Casa Blanca. Dev despidió a Michael rápidamente, asegurándose de que dejaba a dos agentes fuera de la sala para que Mr. Radison fuera escoltado cuando se fuera. Lo cual, a pesar de que este parecía inofensivo, deseaba que fuera pronto. —Hola, Lauri— sonrió Judd tímidamente mientras le daba un abrazo que se percibió incómodo para ambos. Dev parpadeó sorprendida. La incomodidad entre la antigua pareja era palpable. ¿Estuvieron casados? Soy menos recelosa hasta con mi estilista. —Hola, Judd— El abrazo se aflojó lo suficiente para que Lauren pudiera mirarle a la cara. Lo observó durante un momento y de repente las lágrimas empezaron a aparecer en ambos. Algo estaba pasando, Dev podía percibirlo. Se sintió confusa y ansiosa a la vez. Supongo que se conocen muy bien. Lauren finalmente se separó de Judd. El familiar aroma de su after shave flotaba en el aire. — Vamos a sentarnos— Colocó la mano en su antebrazo para dirigirle hacia el sofá. —Dime qué pasa— dijo gentilmente, mientras se le revolvía el estómago. Oh, Dios. Algo iba muy mal. Los ojos de Judd nunca mentían, aunque no podía decir lo mismo de sus palabras. El hombre se sentó y estudió sus zapatos durante un momento. Lauren puso la mesa de té enfrente del sofá y, con ojos suplicantes y sin palabras, dirigió su mano hacia Dev.

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Dev no se habría movido más rápido ni si hubiera estado ardiendo. Con un enorme sentimiento de alivio se dirigió hacia Lauren y tomó su mano. Judd levantó la vista, sorprendido ante la escena que se producía delante de él. Su mirada se fijó en los dedos ligados de ambas mujeres y en la cercana posición de ambos cuerpos. No cabía ni un alfiler entre ellas. —¿Sois...estáis...umm?— Lauren asintió —Guau—, sonrió claramente sorprendido. —Eso no es lo que piensa tu padre. La escritora siempre había sospechado que Judd y su padre mantuvieron su amistad después del divorcio. Nunca había tenido la confirmación hasta ahora y, francamente, nunca había estado lo suficientemente interesada como para preguntar. —Es algo muy reciente, Judd. Ahora dime, ¿qué pasa? Sé que algo va mal. ¿Te has metido en algún lío? —¡No! No es eso. Yo… um... me he mudado a Falls Church, Virginia, hace un mes. He conseguido un trabajo en una pequeña compañía de arquitectura allí. Supongo que ahora somos vecinos. —De acuerdo— Lauren estaba perdiendo la paciencia rápidamente. Se había olvidado de la manía de Judd de andarse siempre por las ramas y dar rodeos. —¿Y has venido a la Casa Blanca sólo para decirme eso? Vamos Judd. —Tu padre me llamó hace una hora. He venido directamente— miró a Dev, un poco nervioso por su presencia. —Él quería que viniera a decírtelo en persona, Lauri, para que él no tuviera que decírtelo por teléfono— suspiró profundamente. —Tu ma... —Lo ha hecho al final, ¿verdad?— El color abandonó su cara mientras decía esas palabras. — Oh. Dios— susurró finalmente para ella misma. Al final ha conseguido lo que quería. Su estómago la amenazó con revelarse, y no estaba segura de si debía sentirse aliviada por su madre o enfadada por lo que había hecho. En ese momento todo lo que podía sentir eran nauseas. Judd asintió rápidamente, aliviado por un momento al no tener que pronunciar las palabras. Su frente estaba llena de sudor al igual que sus manos. —Lo siento, Lauri. Tu padre...él… um.. Quiere que lo llames tan pronto como puedas. Ella murió hace un par de horas. No quería que estuvieras sola. —¡No está sola!— interrumpió Dev, su voz totalmente conmocionada. —No lo está. Lauren soltó la mano de Dev a pesar del firme agarre de esta. Inclinándose hacia adelante, se echó ambas manos hacia el estómago. Su barbilla temblaba levemente.—No... No me encuentro muy bien— A Dev se le encogió el corazón ante la estampa. Los ojos de Lauren empezaron a inundarse en lágrimas.

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—Vamos cariño. Creo que necesitas ir al cuarto de baño— Dev puso un brazo alrededor de la rubia y empezó a ayudarla a levantarse. —Estoy bien— insistió Lauren sin convencimiento, pero no se opuso a que Dev la condujera hacia el aseo —Necesito llamar a papá— Justo en ese momento su estómago se retorció aún más. —Dios, creo que voy a vomitar— Se había olvidado por completo de Judd, el cual estaba todavía sentado en el sofá, deseando estar en cualquier otra parte. Sus piernas comenzaron a temblar. —Lo sé— Dev tomó cargo de la situación, intentando no pensar en cómo se sintió cuando Jane le comunicó la muerte de Samantha —Déjame ayudarte— Necesito ayudarte. Tan pronto como Lauren estaba lo suficientemente lejos de la mesilla de té como para poder agarrarla bien, la rodeó por la cintura y la condujo hasta el aseo. —Por favor, espera— le dijo a Judd sin dirigirle ni una mirada. —Volveré en un momento—. Judd asintió dubitativamente. Cuando la puerta del baño se abrió Lauren se precipitó hacia adentro y cayó sobre sus rodillas, vomitando en el váter. Dev cogió las gafas de Lauren antes de que las perdiera. Rápidamente a la vez que las guardaba en su bolsillo, sujetó el pelo de Lauren con la otra mano, ofreciéndole a su pareja tranquilas palabras de apoyo. Cuando acabó, Lauren se sentó sobre sus talones. Estaba temblando un poco, pero se sentía mucho mejor. Dev le dio un vaso de agua y se enjuagó la boca con el primer trago. Acto seguido se bebió ansiosamente el resto del vaso de un solo trago. —¿Mejor? Los dedos de Dev estaban masajeando su nuca. —Sí, mucho— Lauren agarró un pañuelo y secó su boca. —Muchas gracias— suspiró. —Esto...habría sido mucho peor sola— Echándose hacia adelante se abrazó a las piernas de Dev. —No tienes que darme las gracias, cariño. Esto es lo que hacen las amigas— Y tú nunca afrontarás algo como esto sola. No si puedo evitarlo. *** Domingo, 1 de agosto Los dedos de Lauren tecleaban sin descanso mientras los niños jugaban en el suelo con Gremlin. Un rápido comando le había permitido deshabilitar el sistema de reconocimiento de voz. Ahora estaba haciendo su trabajo al viejo estilo, pero es que no quería añadir más ruido a la habitación al tener que dictar. Sólo Dios sabía lo que haría el ordenador con todo el sonido 217

de fondo que iba desde tranquilas risas hasta niveles por encima de lo legalmente permitido. Todo dependía del humor de los niños y el perro en cada momento. Justo ahora, Gremlin estaba corriendo alrededor de ellos, saltando, ladrando y metiéndose entre sus piernas mientras jugaban. Para cualquier otra persona, su actitud habría pasado por la de un perro verdaderamente feliz. Pero para Lauren estaba claro que el perro no se comportaba todavía como él mismo. Estaba empezándose a preguntar si Dev tenía razón. Quizás necesitaba un psicólogo de perros. Pero los niños parecen hacerlo feliz. Si Lauren estaba segura de algo en la vida, era que Grem estaba completamente enamorado de los niños Marlowe. Ella suspiró para sus adentros. No eres el único, amigo. Desde que ella y Dev habían vuelto a casa desde el funeral de su madre, la escritora se había encontrado a sí misma usando cualquier excusa para pasar un poco de tiempo extra con los niños, por no mencionar a su madre. Dev había sido maravillosa y Lauren estaba bastante segura de que si no hubiera sido por su continuo soporte y apoyo... Sacudió la cabeza forzándose a sí misma a olvidar ese doloroso pensamiento. Dev había estado con ella en cada momento, excediendo las expectativas que previamente tenía de una amistad, o de un romance. Dev se había ocupado de todo, incluso se encargó de que la familia no fuera molestada por la prensa en el funeral y durante el rápido entierro en el cementerio. Simplemente la presencia de Presidenta de los Estados Unidos ya era una invitación al caos. Pero Dev había dejado muy en claro que iba a permanecer al lado de Lauren durante este momento tan difícil, y que nadie sufriría las consecuencias de su presencia. Lauren había sentido un gran dolor en el pecho al oír la auto-recriminación en la voz de Dev. Pero la prensa había brillado por su ausencia y ahora se preguntaba qué favores habría tenido que conceder Dev para conseguir eso. No fue hasta que volvieron a Washington D.C que un periodista fotografiara a Lauren y a Dev de camino a la Casa Blanca y les preguntara sobre la causa de la muerte de su madre. Para su pesar, la escritora estalló en lágrimas. Dev gruñó —Sin comentarios— y le dirigió una mirada de hielo al periodista que hizo que este se retirara de inmediato. No había vuelto a ser molestada desde entonces. Incluso con la constante presión a la que estaba sometida, Dev había permanecido como una roca. Cuando la popularidad de la Presidenta cayó cinco puntos durante su viaje con Lauren a Tennessee, no había hecho el menor caso, asegurándole a Lauren que los números remontarían cuando anunciara su intención de disminuir los impuestos. Lauren sintió como empezaban a asomarle las lágrimas, pero no eran de tristeza. Esta vez era simplemente de asombro y admiración ante una relación y una mujer que había llegado a apreciar y a importarle de verdad. Se levantó las gafas y se limpió las primeras lágrimas con los dedos. A pesar de los eventos de las últimas dos semanas, Lauren nunca había sido más feliz. Dirigió la mirada hacia los niños, los cuales estaban ahora sentados con Gremlin y discutiendo 218

sobre qué dibujos ver. Dev era muy cuidadosa con las cosas a las que los niños eran expuestos cuando no estaba en la Residencia. La televisión tenía restringidos los canales que no fueran apropiados para su edad. La escritora también sabía que Dev prefería que los niños jugaran o leyeran a que vieran la televisión. Lauren apagó el ordenador y lo puso sobre la mesa. A continuación se tiró sobre el suelo con los niños. –Hola, chicos. Inmediatamente pararon de discutir cuando Lauren se unió a ellos. –¡Hola, Lauren!— sonrió Christopher mientras su cara se volvía de un rojo intenso. Lauren le devolvió la sonrisa. Eres demasiado guapo para tu propio bien, Christopher. Igual que tu madre. Aarón simplemente se acomodó cerca de Lauren deslizando una mano sobre la de ella, y apoyando su cabeza sobre su hombro. Ashley rodó sobre su espalda y dirigió sus ojos marrones hacia la escritora. – ¿Cómo te sientes? Lauren se quedó sorprendida por la pregunta y parpadeó un par de veces. –Bueno, yo...estoy bien, supongo. —No es malo sentirse triste. —Tienes razón. No lo es — asintió Lauren, dándose cuenta de que Ashley había malinterpretado sus lágrimas. Se olvidaba a veces de que los niños, incluso cuando parecía que estaban en su propio mundo, eran muy conscientes de todo lo que les rodeaba. —No— suspiró la pequeña. – Yo estuve triste mucho tiempo cuando mami murió. La sonrisa de Lauren era agridulce. — Mi mamá estaba muy enferma. No había mucho... Ash puso su mano sobre el brazo de Lauren. – Aun así, no está mal sentirse triste. Mamá solía estar triste todo el tiempo— La cara de Ashley de repente se iluminó y Lauren no pudo evitar reflejar su instantáneo entusiasmo. — ¿Qué pasó? — Viniste a vivir aquí. —¿Ah, sí?— Lauren luchó contra la necesidad de llorar de nuevo, sabiendo que eso sólo confundiría más a los niños. Además, estaba cansada de llorar. – Eso me hace sentir muy bien, Ash. Gracias por decírmelo. 219

Ashley se encogió de hombros, totalmente inconsciente del significado que una simple frase había tenido para Lauren. –Es la verdad. —¿Qué es la verdad?— Preguntó Dev mientras entraba en la habitación con una enorme sonrisa. Pero Ashley ya estaba de nuevo concentrada en la televisión. Lauren se levantó para dar la bienvenida a Dev. – No era nada importante— entornó los ojos — ¿Por qué pareces tan feliz, y por qué tengo la sensación de que no me va a gustar? Dev se rió. –Debo empezar a tener cuidado. Estás empezando a conocerme demasiado bien, Lauren Strayer. —Uh huh. Eso no contesta mi pregunta, Señora Presidenta. Dispara. —Acabo de hablar con Julio, y me ha dado luz verde para volver a empezar a hacer footing otra vez. Mi cadera está totalmente curada. De hecho vamos a salir ahora mismo. Por eso mi encantadora vestimenta —Dev se señaló a sí misma con una mano. Vestía una camiseta azul marino, zapatillas de deporte y unos pantalones cortos de color gris. Lauren borró totalmente la sonrisa de su cara. –Genial— dijo con un tono de falso entusiasmo. –Ya sabes lo que me encanta hacer footing. Devlyn se rió. – Ya lo creo q lo sé. Pero si lo prefieres, puedo decirle a Michael Oaks que no estás preparada para venirte. Lauren se acercó lo suficiente como para que sólo Dev pudiera oír lo que iba a decir. –Eso ha sido un golpe bajo— bromeó —¿De verdad piensas que me puedes picar tan fácilmente? —Sí. —Es verdad. Dev bajó la mirada. –De hecho, esperaba poder invitarte a ti solamente y al número de agentes que David considere mínimamente indispensables. La cabeza de Dev estaba inclinada hacia abajo, pero Lauren podía percibir un serio semblante en su cara. –Hace un par de meses desde que...— continuó hablando sobre su cadera y la terapia física, y finalmente Lauren se dio cuenta de lo que pasaba realmente. Está avergonzada de lo despacio que va a correr. Antes, podía mantener el ritmo del mejor de los agentes. Esto es algo con lo que te puedo ayudar de una manera muy fácil, cariño. –Sabes 220

Devlyn, durante los últimos dos meses hemos estado entrenándonos en el gimnasio y andando, pero creo que no hemos corrido lo suficiente. ¿Crees que puedes bajar el nivel e ir despacio para que pueda correr contigo? Sólo hasta que vuelva a estar en forma, por supuesto. Los ojos de Dev se iluminaron. –Por supuesto— asintió entusiasmada. –Quiero decir... si realmente quieres que lo haga, por supuesto. Devlyn no tenía mucho ego, se tomaba a pecho muy pocas cosas. Desafortunadamente, su estado físico era una de ellas. Lauren disfrutaba pudiendo ayudar y disculpar a su amiga cuando podía y estaba contenta de poder hacerlo ahora. Sin embargo, eso no evitaba que tuviera que morderse el labio para que no se le escapara una sonrisa. –Si de verdad no te importa mucho, me ayudaría realmente que fuéramos un poco más lentas durante un tiempo— Lauren dio un abrazo a Dev y le susurró al oído —Estoy tan contenta de que tu cadera esté totalmente curada, Devlyn— Apretó a Devlyn un poco más. El recuerdo del disparo volvía a causarle una dolorosa punzada en el pecho. –No sé qué habría hecho si no te hubieras recuperado. Yo... —Hey— Dev al sentir como un escalofrío recorría el cuerpo de la otra mujer, hizo más firme su abrazo. Su mente intentaba entender que pasaba. –No pasa nada—. Presionó su mejilla contra la cabeza de Lauren y notó una serie de inesperados sollozos. Dev no dijo nada durante un momento para que Lauren tuviera tiempo de recomponerse. —¿Estás bien?— Preguntó finalmente. Lauren asintió contra su hombro. —No quería que esto pasara. Creo que lo he estado aguantando todo el día. —Suele pasar— dijo Dev tranquilamente –Lo estás haciendo genial. Mejor de lo que yo lo habría hecho bajo las mismas circunstancias— Si mi madre se hubiera ahorcado en la sala de estar.... Dios. —No sé por qué, pero lo dudo— Levantó la cabeza y miró la camiseta de Dev –Te he mojado toda. —Como si me importara. Lauren sonrió a Dev con sus ojos todavía llenos de lágrimas. —Gracias. —¿Por qué? —Por todo. Por estar ahí cuando te necesitaba. Por darme la oportunidad de mi vida con este trabajo. Por...simplemente, por todo—. Lauren respiró frustrada, no le gustaba la idea de no poder expresar todo lo que quería decir.

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¿Me está dando las gracias? ¿Me está dando las gracias a mí cuando el mero hecho de estar sin ella me pone enferma? –No digas tonterías, Lauren. Yo no he hecho nada que otra persona no hubiera hecho. Unos ojos grises la miraron fijamente. —¿Quieres apostar algo? —Lauren— Dev sólo pudo decir esa palabra. —Tú lo has dejado todo de lado por estar ahí conmigo— Lauren negó con la cabeza –No… Nadie… —Nadie más es tan afortunado como yo—. Finalizó Dev por ella. Levantó la cabeza de Lauren con dos dedos. –Y pretendo que siga siendo de esa manera. Lauren se inclinó hacia adelante y la besó sonoramente. Intentaba que Dev entendiera cada emoción que estaba sintiendo y todo lo que sentía por ella. Rompió el beso riéndose cuando los niños empezaron a gritar “eeeewwwww” y “qué ascooooo”, y Ashley empezó a imitar el ruido de un beso. —¿Verdad que son románticos?— Preguntó Dev guasona. Lauren se quedó sorprendida por Christopher, el cual dirigía a su madre una versión en miniatura de su mirada desafiante. Dev tiene que tener cuidado con ese pequeño hombrecito.– De acuerdo, necesito ir a cambiarme si voy a dejar que me tortures. —No tienes que venir— sonrió Dev. Lauren iba a ir y ella lo sabía demasiado bien. Una vez que hubiera dicho que iba a hacer algo, nunca daba marcha atrás. —Lo sé, pero voy a ir—. Se dirigió hacia el sofá y cogió su portátil. —Necesitamos conseguirte una oficina. —No quiero una oficina—. Insistió Lauren. Era la décima vez que se lo decía a Dev desde que se mudó a la Casa Blanca. –Me gustan las vistas desde el escritorio de mi habitación. Sólo quería visitar a los niños hoy. Además, los cerezos en flor estaban impresionantes la pasada primavera. Los miraba todos los días mientras se suponía que debía estar trabajando— Dilo, sabes que es la verdad –Estoy deseando verlos de nuevo el año que viene. Dev intentó ocultar la sonrisa que se dibujaba en su cara apretando los labios, pero no funcionó. Tenía la imperiosa necesidad de saltar y correr como un crío y gritar —¡Gracias, Señor!— En lugar de eso, se dirigió hacia Lauren y la besó en la punta de la nariz. El alivio que sentía por todo su cuerpo casi la hace desmayarse. –Seguro que no lo deseas tanto como yo, cariño. 222

*** Martes, 12 de agosto. Dev llamó a la puerta con el codo. Dejó escapar un aliento de disgusto. Apoyando la pesada caja contra la pared, levantó una mano para tocar de nuevo, pero la caja casi se cae y decidió no volver a arriesgarse. La Presidenta dejó el paquete en el suelo y volvió a tocar. –¡Vamos, Strayer! ¡Sé que estás ahí! ¡Tú y ese pequeño demonio con el que vives podéis correr, pero no esconderos! Lauren abrió la puerta y se quitó las gafas. – Estaba al teléfono con el Ministro de Justicia. ¿Sabes que piensa que eres bonita? Dev sonrió. –Soy bonita. ¿Pero te gustaría ver lo que no es bonito?— Se inclinó y volvió a coger la caja. –Bueno. ¿No me vas a invitar a entrar? —¿Dónde está ese pequeño monstruo con el que vives? —¿Grem?— Se encogió de hombros. –No estoy segura. Por aquí, en algún lado—. Era mentira y lo sabía. Le había visto meterse debajo de la cama hacía una hora, aunque no estaba al 100% segura de que siguiera allí. El pobre perro había estado muy deprimido últimamente. — ¿Por qué?— ¿Qué has hecho ahora? ¿Grem? —¡Porque pretendo que se haga cargo de la manutención! ¡O que se responsabilice al menos! ¡O… o… arrghhhhhhh… algo! Oh, ahí está de nuevo esa vena hinchada en su frente. — ¿De qué estás hablando? — rió Lauren. Dev se hizo a un lado para dejar a la vista a una enorme, hinchada y completamente embarazada perrita Pomerana. La hembra levantó la cansada cabeza y lloró suavemente. — ¿Te acuerdas de la perra de mi madre tan cara y de pura raza? — Dev movía el pie impacientemente. — ¡Esto es todo lo que queda de ella! Lauren estalló en carcajadas y se alejó un poco de una malhumorada Dev. — ¡Lo siento! ¡Lo siento! — Continuó riéndose. —¡No es gracioso! Tengo problemas con mi madre. ¡Si pudiera alcanzar mi trasero con su cuchara de madera, en estos momentos no me podría sentar! El comentario de Dev no ayudó a calmar la risa de Lauren. — Tu madre te perdonará cualquier cosa y lo sabes. Además ¿Cómo sabes que fue él quien lo hizo? — Inquirió, intentando a la vez cubrirse la risa con la mano. — Él no puede ser el único perro de la zona. 223

Dev arqueó una ceja. — Mira lo infeliz que es — señaló a la perra, cuya enorme barriga la obligaba a acostarse de lado como si fuera un cerdo mutante. — ¡Sólo dormir con Gremlin podría hacer que un perro se sintiera tan patético! Lauren entornó los ojos, pero cuando miró hacia abajo y vio a la triste perrita ante ella no pudo evitar exclamar — Oh… esta es la razón por la que no voy a tener niños. — Lauren giró la cabeza y silbó suavemente. — Gremlin, arrastra tu trasero hasta aquí ahora mismo. El avergonzado animal salió lentamente de debajo de la cama. De repente, se paró y olfateó el aire. Su rabo empezó a moverse rápidamente y salió disparado hacia donde estaba la perrita. La "Princesa" Pomerana empezó a gruñir y su rabo empezó a moverse también, golpeando rítmicamente las paredes de la camita donde estaba metida. —Ah ¡jaa! — acusó Dev. —¡Eso no prueba nada! — Exclamó Lauren cuando la redonda mascota intentó sentarse para dar la bienvenida a Grem — De acuerdo — admitió — eso lo prueba. La escritora se apiadó de Grem y lo entró en la cama, situándolo cuidadosamente al lado de Princesa. Eso no fue una tarea fácil, considerando que levantar a Grem era como levantar un torpedo en movimiento, y que ambos perros estaban moviéndose tanto que parecía que tenían espasmos. Los perros empezaron a hacerse arrumacos. Grem ronroneaba como un gato durante todo el tiempo. —¡Parece tan feliz ahora! Deben haber estado echándose de menos. Aww… Grem, que romántico eres. Estabas lamentándote por tu novia todo este tiempo. ¿No es dulce, Devlyn? —Sí, — asintió Dev. — realmente dulce. —Parece que Grem va a ser papá — sonrió Lauren. — Supongo que eso te convierte en tía. —¡De esto nada! ¡Son todo tuyos! — Dev hizo hincapié en cada palabra. — Grem es tuyo, y él la embarazó. Que lo pases bien, abuelita. Mi madre ha desheredado a la pequeña vagabunda y, por supuesto, yo no los quiero. Dev luchó por mantener su indignación y su enfado, pero se iba derritiendo más rápido que la nieve un 4 de Julio Pero un pequeño brillo en los ojos de Dev la delató. No estaba enfadada de verdad y Lauren lo sabía. Caminó hacia Dev y se puso de puntillas, dando a Dev un tierno beso en la mejilla. Cuando se retiró pudo ver que el gesto de la Presidenta se había suavizado 224

considerablemente. — No seas tonta. — Besó de nuevo a Dev, esta vez en la barbilla. — ¿Cómo puedes enfadarte ante el amor verdadero? Por favor. Dev luchó por mantener su indignación y enfado, pero estos se iban derritiendo más rápido que las figuras de hielo en el 4 de Julio. Hizo un último esfuerzo de mantener su postura altiva, pero falló miserablemente. De nuevo. Lauren se rió maliciosamente. Enredó sus dedos por el denso y negro pelo de Dev y la besó intensamente. Durante un largo y hechizador momento, ambas mujeres se olvidaron de los perros y del mundo. Devlyn se lamió los labios cuando rompieron el beso. — Genial. Lauren sonrió. — Mmmm hmmm… El gruñido feliz de Gremlin hizo que la atención de las dos mujeres se volviera a fijar en la parejita. Lauren se rascó la mandíbula pensativamente. — Bueno, piénsalo de este modo, Devlyn. Los niños, finalmente, tienen su propio perro. —Oh, ¡no! — Dev sacudió la cabeza vigorosamente — No nos vamos a quedar ni siquiera uno de esos pequeños demonios venidos del infierno. Así que esta parejita ya puede ir buscando hogares para sus semillas del diablo en cualquier otro sitio. Lauren miró hacia abajo e hizo una mueca. — Van a ser… ummm… unos cachorros… un poco feos. —Estás siendo muy amable. —Lo sé. —Mi madre dice que el parto puede ser en cualquier momento, por eso espero que sepas algo sobre el parto de cachorros. Ahora si me disculpas, tengo una cita con el Ministro de Salud y Asuntos Sociales. —Eso es genial. ¿Me puedes recoger un impreso para manutención alimentaria? Dev se rió y negó con la cabeza. — Hablas como una verdadera Demócrata. Y no, no lo haré, pero me daré por satisfecha con que los esterilices. Gremlin escogió ese momento exactamente para empezar a gruñir mucho más fuerte. Princesa, por el contrario, permaneció en silencio.

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—Jajaja, hablas como una verdadera Emancipacionista. —Prefiero emancipadora. —Oh, ¿de verdad? — sonrió Lauren mientras cruzaba los brazos. —Absolutamente. Porque así, mi amor — Dev se acercó a Lauren, y hablando en su más profunda y sexy voz añadió — puedo hacer que te liberes. Lauren se inclinó hacia adelante hasta que su frente reposó sobre el pecho de Dev. Respiró profundamente. — Dios, me encanta cuando hablas sucio. Ambas mujeres se echaron a reír. *** Viernes, 13 de agosto Dev se retiró del escritorio y dejó caer el bolígrafo claramente enfadada. — Dios, todo esto me pone enferma. El Fiscal General Millar se inclinó hacia delante, haciendo crujir la silla mientras apoyaba sus antebrazos en el escritorio. — Tenemos que hacer una declaración para el país. —¡Cuántas veces tengo que decir que esto no tiene nada que ver con el país, sino con un chico de 15 años! — gritó indignada. —¡Un chico de 15 años que intentó matar a la Presidenta! — David cerró los ojos y sacudió la cabeza. Sabía que Dev iba a reaccionar de este modo. — Señora Presidenta, lo siento, pero estoy de acuerdo con el Fiscal General en esto. —Más vale que tengas cuidado, David. El ACLU5 puede retirarte tu carné de socio por esto. Miller se cuadró de hombros. — Esto es un tema serio, Señora Presidenta. La cara de Dev se volvió de piedra. — No es necesario que me lo recuerde, Sr. Millar. David intervino, esperando cortar la discusión. — Fue lo suficientemente mayor para comprar una pistola en la calle, planear el crimen durante semanas, colar un arma sin ser detectado por el Servicio Secreto o cualquier otro equipo de seguridad y dispararte tres veces. Esas no son las acciones de un niño, Sra. Presidenta. 5 ACLU: Siglas de Unidad para las Libertades Civiles de los Americanos. 226

—Nuestros informes están listos. Nuestra posición es firme. Estoy seguro de que ganaremos. — dijo Millar confiado. —Esto no debería ser sobre ganar o perder. Estáis hablando sobre, meterlo por el resto de su vida en una penitenciaría federal de máxima seguridad, a un chico que todavía es demasiado joven para afeitarse y que gasta más dinero en medicación para el acné que en gasolina. —Con el debido respeto, Sra. Presidenta, mi trabajo es procesar — Miller se apoyó sobre el escritorio y se levantó. Ya había oído suficiente. Durante toda la reunión, la Presidenta había insistido en que justificara, no sólo los métodos de su oficina, sino también sus decisiones como Fiscal General. ¡Si así era como actuaba Devlyn Marlowe ahora, cuando fueran a juicio prácticamente estaría testificando para la defensa! El hombre se detuvo al lado del escritorio y Dev se levantó para encontrarse con su desafiante mirada. — Mi trabajo no es hacer lo que es mejor para Louis Henry. Él tiene tres abogados que están cuidando sus derechos muy bien. —¡Ya es suficiente Bill! — No era que David estuviera en desacuerdo con él. Pero podía ver que Dev estaba a punto de estallar y discutir no era la mejor manera de solucionar el problema. —Yo estoy de acuerdo en que Louis Henry es peligroso y que debería ser puesto en prisión el mayor tiempo posible. Me acuerdo de ello cada vez que me miro al espejo — alzó la mano y se tocó la pequeña cicatriz que le quedó en la sien izquierda. — Sólo digo que una penitenciaría federal es el sitio equivocado para él en este momento. Seguro que podemos encontrar algo más. —¿Nos disculpa un momento? — David dirigió la mirada hacia la puerta. Me gustaría hablar con la Presidenta a solas un momento. —Por supuesto— Miller se alejó y salió enfadado de la oficina de Dev. Dev se sentó de nuevo en el sillón. — Vas a gritarme, ¿no, David? Lo sé. Las venas de tu cuello están hinchadas y tu voz tiembla un poco. Beth tenía razón. Estás en una edad de riesgo para un ataque al corazón. David gruñó frustrado, no queriendo sonreír ante el chiste de su amiga. No quería decir lo que iba a decir a continuación. A veces mi trabajo apesta. — Te hará parecer débil no ir tras Henry inflexiblemente. La respiración de Dev empezó a agitarse de nuevo. El Jefe de Personal levantó las manos. — ¡Tranquiliza tus caballos, Devil! Y por una vez déjame terminar. Dev cerró la boca de golpe. 227

—Cada debate político en la nación ya ha especulado por qué no has hecho este movimiento antes. Los Republicanos empezaron a murmurar hace tres semanas. Ahora, hasta los Demócratas más conservadores se les están uniendo. Estás apoyando una ley criminal justo ahora que incluye tu ADN en una base de datos. ¡No es el momento de parecer flexible o débil ante el crimen! —David… —No he acabado. Sé que no te gusta Miller. Es agresivo y arrogante, y es asquerosamente bueno en su trabajo. Pero esta vez tiene razón, Dev. Louis Henry tiene que estar en prisión, no en un centro de menores. Lo creo realmente, no lo digo sólo por las implicaciones políticas. Dev se cruzó de brazos y alzó las cejas. — ¿Puedo decir algo ya? —Uh, sí. — David se rascó el cuello. —Si esto es sobre el chico y no sobre mi política criminal, ¿por qué tanta charla? David se encogió de hombros. — Me pagas para contarte las consecuencias políticas de las cosas. Esta vez, sin embargo, parece ser que lo que es lo mejor para ti, también es lo mejor para la política. Necesitas confiar en tu equipo. Dev no podía soportar ver los ojos preocupados de David clavados en los suyos. Se levantó del escritorio y se dirigió hacia la ventana observando el despejado cielo azul. Se dio a sí misma una gran patada en culo y agregó: — Odio esto David, no puedo dejar de pensar en mis hijos. Es como si este juicio hubiera tocado algún nervio sensible. Sólo puedo pensar en lo que los padres de Louis deben estar pasando. —Y te sientes culpable porque ir a por él justo ahora te va a beneficiar en tu carrera. —Sí — Dev se volvió hacia su mejor amigo sin saber que decir. Sabía que si se empeñaba podía conseguir lo que quería. Pero ella nunca desobedecía los consejos de David. Eran muy valiosos y casi nunca equivocados. — Piensas que estoy muy implicada en el caso, y que esto está afectando mi juicio, ¿verdad? —Sí. —Y que debería alejarme o dejarlo a otros. —Sí. —Y que debería dejar que Miller siguiera con su propósito y que el Tribunal decida si Louis Henry debería ser juzgado como un adulto o no. 228

—Sí. —Y disfrutar de los beneficios políticos sin remordimientos. —Sí. Dev suspiró pesadamente. — Estas conversaciones son siempre tan reveladoras, David. Debemos tener otra más pronto. David sonrió. — Seguro que la tendremos. Bien — David dio una palmada —, supongo que debería ir tras él. —Supongo — Dev sonrió cuando en lugar de dirigirse hacia la puerta, David se unió a ella en la ventana y puso la mano sobre su hombro. — Te das cuenta que Lizza probablemente va a pegarme un grito en los próximos treinta segundos. Ya llego tarde a mi próxima cita. —Es verdad. —Bueno, no es muy propio de ti malgastar unos cuantos segundos cuando podrías estar dándome una de tus charlas. Así que suéltalo, ¿qué quieres saber? Una sonrisa maligna se formó en los labios de David. — ¿Dónde exactamente tiene Lauren el tatuaje? *** Sábado, 14 de agosto. Dev estaba sonriendo como una tonta mientras ofrecía su mano a Lauren galantemente para ayudarla a salir de la limusina. — Sabes que ahora es oficial ya, ¿no? La prensa estará sobre nosotras de nuevo. — Se agarró del brazo de Lauren y con una exagerada lentitud se encaminó hacia las escaleras de la Casa Blanca. Lauren se inclinó hacia Dev. — Después de una noche como esta, Señora Presidenta, la prensa se puede ir al infierno. No me importa lo que escriban sobre nosotras. Dev se rió ante la respuesta de Lauren. — No les des carta blanca o se convertirán en unos buitres. —¿No lo son normalmente? —Buena respuesta. Cuando Sharon haga la rueda de prensa sobre esta noche, mencionará

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que eras mi acompañante. Entonces ya no habrá más desmentidos. ¿Estás preparada para eso? La respuesta vino más rápidamente de lo había pensado. — Absolutamente. — Su integridad como biógrafa de Dev se situaría en el punto de mira. Pero, ¿no lo había estado ya antes? Devlyn estaría a su lado y sabía de corazón que estaba preparada para ese reto. Lo que sentía por Dev, cómo se sentía cuando estaban juntas… todo eso merecía esos inconvenientes. Dev se preguntó si sus mejillas padecerían un daño permanente si continuaba sonriendo de esa manera. Estaba tan orgullosa en ese momento que casi dolía. — ¿Estás cansada? ¿Te puedo invitar a una copa? Resulta que tengo un brandy increíblemente caro escondido en mi habitación. Lauren miró hacia el cielo, plagado de un millón de estrellas. Aunque esta noche no envidiaba su posición allá en lo alto. Esta noche, las cosas aquí en la tierra eran maravillosamente mágicas. Habían ido a cenar y al teatro. La comida había sido exquisita, la representación la había hecho llorar y la compañía había sido inmejorable. El Servicio Secreto había estado allí, como siempre, pero desde que le dispararon a Dev, cada vez le costaba más resentirse por su presencia. Lauren se rió para sí misma. Quizás me estoy acostumbrando a esta vida loca. No, no me estoy "acostumbrando", sólo estoy llevando mejor lo de aceptar las realidades. A pesar del hecho de que esta había sido la primera aparición pública de Lauren y Dev como pareja, cuando una retirada estrella del rock hizo su aparición en escena, ésta captó toda la atención de la gente, para satisfacción de la nueva pareja. Lauren se preguntó de repente si había sido todo fruto de una agradable casualidad, o de las maquinaciones de cierta morena que era conocida por ser capaz de parar el mundo cuando realmente quería algo. —Me siento genial ahora mismo, Devlyn — juntó su cadera a la de la otra mujer — No estoy cansada para nada, y me encantaría tomar esa copa contigo. Pero antes de hacerlo, hay algo terriblemente importante que debes saber. —A ver, veamos qué es eso tan importante, Srta. Strayer. — Dev se quitó la bufanda de seda de su cuello y la lió alrededor de los hombros de Lauren. — No me digas que tienes un novio celoso que se va a presentar aquí esta noche, y a quien voy a tener que romperle la nariz. Lauren cogió la mano de Dev y la levantó para examinar sus largos dedos a la luz de la luna. — ¿Has hecho eso alguna vez? — preguntó curiosa. — Pegarle a alguien, quiero decir. —Bueno, quizás una vez o dos… pero juro que solo cuando esa persona lo merecía. —Tch — Lauren le dio un pequeño golpecito a Dev en la mano pero no la dejó escapar — No sé si creerte o no. Nunca te he visto, ni de cerca, levantar una mano a los niños. Y no has dejado sin sentido todavía al Secretario de Defensa, aunque la verdad es que no has estado muy lejos — Aunque Devlyn tenía el temperamento de un diablo cuando se la provocaba, 230

debajo yacía una amable y sensible mujer. Lauren se preguntaba cuánto costaría enfadarla lo suficiente como para que llegara a la violencia. Dejando de lado esos profundos pensamientos, la escritora tomó aire profundamente. Las brisas de este final de verano todavía eran cálidas y húmedas, y el aroma a flores frescas flotaba en el ambiente. Casi se arrepentía de estar dando los últimos pasos hacia el interior de la Casa Blanca. — Lo que quería decirte es que odio el brandy. Siempre lo he odiado. Supongo que no sería posible tomar algo más complicado, como una perfecta y helada jarra de cerveza. —Hmmmm… — Dev pretendió meditar su petición. — Sí, creo que puedo conseguir algo de eso. O al menos el personal de cocina puede. Quizás incluso pediré otra para mí y les diré que traigan un poco de helado también. —Oh… finalmente has sobrepasado mi ideal de perfección, Sra. Presidenta. — Lauren saludó con una sonrisa a varios miembros del personal de limpieza que estaban puliendo las escaleras mientras cotilleaban sobre sus parejas de telenovela favoritas. Se levantó los bajos del vestido y subió las escaleras sin ningún problema a pesar de sus afilados tacones. — ¿Debería cambiarme primero? —Hmm, te diré qué haremos. Ven conmigo y te prestaré un chándal presidencial cómodo y ancho. Es lo que me voy a poner yo también — Dev giró la cabeza y le susurró a Lauren en el oído —, sólo hay una cosa más cómoda. Lauren tembló al sentir el aliento caliente de Dev en su oreja. — Si dices algo que contenga la palabra desnudo, voy a saltar sobre ti aquí mismo en el pasillo. Te lo juro, Devlyn. —Y se supone que eso debe frenarme para que no lo diga… — Dev se rió, asiendo aún más fuerte la mano de Lauren — Tienes una mente muy sucia. Así que supongo que tendré que asegurarme de no decir la palabra desnuda hasta que lleguemos a mi habitación. No queremos dar un espectáculo. —Mentirosa. —Oh, Srta. Strayer — la voz de Dev tenía un tono solemne pero juguetón a la vez — ¿He hecho algo que le haga pensar que no soy sino una amante muy privada y muy apasionada? — Esperó hasta que un encantador rubor empezó a mostrarse en las mejillas de Lauren. Maldita sea, es adorable. Ojalá supiera lo que está pensando. Lauren suspiró profundamente. Ok, tú empezaste esto, así que ahora no te acobardes. — Honestamente, Devlyn, no estoy segura. No me has dado ninguna señal clara hacia un lado u otro en lo que se refiere a… — Se mordió la lengua, entonces susurró. — Ya sabes. Está claro como el barro. Durante los dos últimos meses las mujeres se habían besado. Mucho. Muchísimo. Pero la cosa 231

no había pasado de ahí. Por una parte, Lauren daba gracias. Le había dado tiempo a acostumbrarse y aceptar ciertos aspectos sobre sí misma y sobre cómo sería mantener una relación romántica con Devlyn. La mujer más alta estaba siendo increíblemente paciente sobre todo eso. O estaba increíblemente asustada. Lauren no podía decidirse por una. Pero nunca le había metido prisas, nunca la había presionado. El problema era que Lauren ya no era tan paciente como Dev. A la vez que sus ansiedades acerca de una relación con Devlyn más física e íntima se iban haciendo mayores, su libido empezaba a tambalearse. Escandalosamente. ¡Encima estaba ese maldito libro! Era imposible que una mujer pudiera leer El gozo del sexo lésbico sin que acto seguido necesitara probar alguna de esas cosas. La imagen mental de Lauren de ella y Dev haciendo lo que ponía en la página 212 era casi suficiente para hacer estallar su cabeza. Oh, sí. Quería probar eso, especialmente. —¿Qué quieres decir con… "ya sabes"? — Dev la atormentaba más. — No, no sé a qué te refieres para nada. Esquiar, patinar… — Abrió la puerta de su suite privada y encendió una lámpara de pie. Esta dejaba la habitación casi en penumbra, pero era más que suficiente para ver. —Perra. —¿Es así como te diriges a la Presidenta de los Estados Unidos? Tsss, tsss, pequeña. Puedo hacer que te azoten por eso — La puerta no estaba cerrada todavía, y Dev estaba quitándose sus tacones. Uno voló por toda la habitación, golpeando la pared. — Aghh, ahora se explica porque nunca llevo éstos. No sé cómo puedes soportar esos pequeños que siempre llevas. Ahh, esto está mucho mejor — Gimió mientras cerraba los ojos y se masajeaba los pies. El sonido del gemido de Dev y su imagen en ese ajustado vestido negro con la cabeza hacia atrás y los ojos cerrados, era más que suficiente para que cada gota de sangre del cuerpo de Lauren se dirigiera inmediatamente hacia el sur de su cuerpo. — Dios mío — murmuró mientras se humedecía los labios. — Estás intentando matarme, ¿verdad? Dev abrió los ojos y se encaminó hacia la escritora, la cual estaba apoyada sobre el brazo del sofá. Se inclinó y posó sus labios sobre los de Lauren, jugando con la suave piel de alrededor de su boca mordiéndola y chupándola. Cuando ambas tenían la respiración entrecortada, Dev se retiró y soltó aire, prácticamente deshecha por su propio juego. — No, no estoy jugando contigo para nada — Mintió descaradamente mientras se dirigía hacia el vestidor con unas piernas temblorosas. Lauren susurró. — “Repito: mentirosa.” Sonrió a la risa ahogada de Dev. “Odio tener que hacerme esto, Sra. Burlona. Pero me temo que voy a necesitar ayuda con estos botones. Emma estaba conmigo cuando me vestí — Lauren se volvió, mostrándole una hilera de botones perlados que se abrían paso desde el comienzo de sus nalgas hasta el medio de su espalda. — Puedo alcanzarlos todos, pero son ajustados, minúsculos y me desesperan. ¿Me echas una mano? 232

¡Sería un placer! —¿Quién se burla de quien ahora? — Dev se desplazó detrás de Lauren y muy lentamente empezó a desabotonar su vestido. —Pero recuerda, cariño, apartó el cabello de su cuello y se acercó para probar su piel —Yo no pierdo con elegancia— Delicadamente deshizo cada botón, dejando que el dorso de su mano rozara la piel suave que no había sido tocada de ese modo desde hacía mucho tiempo. —Devlyn — Gimió Lauren. Sus ojos se empezaron a entrecerrar. Su sangre empezó a palpitar caliente dentro de sus venas, aunque sabía que ésta era la dura venganza a su petición de desabotonar el vestido. Desafortunadamente, a su cuerpo no le parecía importarle —Sé buena — dijo arrastrando las palabras. — Tú... dijiste algo sobre sudaderas. —Claro que lo hice — Dev rozó el cuello de la escritora sólo un segundo antes de darle un pequeño mordisco y deshacer el último botón. Pasó su mano por la espalda desnuda de Lauren antes de girarse sobre sus tobillos e irse al baño. —Sabes dónde están. Búscalas — Oh, Dios, necesito un vaso de agua bien fría… Y vaciarlo sobre mi cabeza. Lauren respiró profundo. Sus ojos se rajaron y miró a Dev mientras desaparecía dentro del baño. — Malvada. Sencillamente malvada — susurró. Gran parte de Lauren quería seguir a Dev dentro del baño. Tan sólo con ese ligero empujón sospechó que terminarían en la cama, juntas. Pero Dev sólo parecía satisfecha jugando y bromeando, progresando con firmeza, pero muy lentamente. Lauren podía hacerlo. O eso esperaba. Un momento de duda la aisló de todo y se rió de sí misma, convencida de que después de que la sangre de su cuerpo fluyera directamente hasta su cerebro, estaría bien. La mujer rubia se estaba subiendo las mangas de una de las sudaderas de Dev cuando la Presidenta salió del baño vestida con una bata azul marina de lana. Ya no había vestido, ni maquillaje ni prendas. El cabello alrededor de su rostro estaba ligeramente húmedo, lucía cómoda y satisfecha. Durante el tiempo en el que Dev estuvo en el baño, la temperatura de Lauren se las había arreglado para normalizarse. De hecho, eso, junto con el poderoso aire acondicionado de la Casa Blanca, Lauren estaba sorprendida de estar luchando contra el frío. Se vistió sonriendo por el suave material abrigando su piel. La verdad era que disfrutaba vistiéndose con las sudaderas de Dev. Por una parte, porque eran de Dev y olían diferente a sus otras ropas, aun cuando Emma y toda la familia Marlowe usaban el servicio de lavandería de la Casa Blanca. Por otra, era porque de verdad molestaba a Michael Oaks verla compartir cualquier cosa con la Presidenta. Atrévete a fastidiarme de nuevo, neurótico imbécil. Dev miró a Lauren y le hizo saber con un gesto que se girara mientras se vestía con otro juego de sudaderas que estaba fuera del vestidor. La escritora se giró obedientemente enfrentando la pared, pero miró a hurtadillas sobre su hombro justo mientras Dev se desvestía. —Ojos al frente, Strayer — Bromeó Dev mientras se ponía los pantalones.

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Lauren chilló mientras volvía bruscamente la cabeza al frente. Pero ya había obtenido un buen vistazo de una absolutamente increíble parte trasera. Su mente se extravió en el momento en el que estaban en la cabaña Marlowe en Ohio. Oh... Es como un sexy rompecabezas que tengo que ordenar pieza por pieza. Y al final... oh, Dios. Una sonrisa enorme curvó sus labios ante al delicioso pensamiento. Manos fuertes sobre sus hombros la sacaron de sus pensamientos. —¿Aún te apetece esa cerveza? — —Uh huh — Asintió Lauren, antes de volverse. El capítulo seis era todo sobre cómo usar la comida... ¡para! ¡Ya para! Vas a volverte loca. La habitación de Dev era grande y espaciosa, así que se situaron en la sala de estar sobre un gran y mullido sofá, acurrucándose juntas. Ya habían hecho esto muchas veces antes, especialmente cuando Dev tenía algo en mente y sólo necesitaba hablar de ello. Ambas mujeres estaban bien con ello, todo eso hablaba por si sólo de su creciente camaradería e intimidad como amigas. Lauren dejó sus piernas sobre el mueble y se apoyó sobre el hombro de Dev. Suspiró mientras el peso familiar del brazo de Dev se situaba alrededor de ella. —La obra estuvo maravillosa. Gracias por haberme invitado a salir. —Oh, fue un placer. Créeme. Me alegra que hayamos llegado al punto donde podamos salir en público. La prensa va a perder la cabeza. Pero espero que sea por poco tiempo. Los conservadores estarán en guardia. Todo se va a calentar un poco y seremos llamadas por nombres desagradables. Pero si mantenemos bajas nuestras cabezas y permanecemos quietas, la tormenta se irá. —Confío en ti, Devlyn. —Me alegra escucharlo, Súper Ratón. Los ojos de Lauren se perdieron sobre la repisa donde una fotografía de los niños Marlowe se mostraba orgullosamente. Sonrió al verla. Habían sido muy dulces al tratar de animarla después del suicidio de su madre. Especialmente Ashley. Le habían hecho tarjetas con sus dibujos mostrándoselas para que las pusiera en su habitación. Pero en su corazón Lauren sabía que no era justo para ellos comparar la pérdida de su madre con la de ella. Tuvo 31 años para conocer a su madre y falló. A esos dulces niños les fue robada esa oportunidad prematuramente. —Háblame de Samantha, Devlyn — Lauren se sorprendió al pedírselo —No hablas mucho de ella. Dev se tensó por un momento e inconscientemente atrajo a Lauren más cerca de ella. — Estudiaba ciencias políticas cuando la conocí en la universidad y era tres años mayor que yo. 234

David y Beth nos presentaron y caímos atraídas la una por la otra enseguida. Salimos durante casi un año antes de que le propusiera matrimonio. Y poco después tuvimos una ceremonia de compromiso — Dev empezaba a acariciar el brazo de Lauren con la punta de sus dedos. Echó un vistazo a Lauren, quien la miraba con genuino interés, así que reticentemente continuó. —Ocho años después de eso, tan pronto como se hizo legal en Ohio, tuvimos un corto servicio civil. Pero ya estábamos casadas en nuestros corazones. Tuvimos tres niños y la amé muchísimo. —Una sonrisa amarga bordeó el camino sobre los labios de Dev. —Vosotras hubieseis sido muy buenas amigas —se encogió de hombros. —No creo que haya nada más que decir. Lauren frunció el ceño y se giró entre los brazos de Dev hasta que estuvieron en frente una de la otra y pudo mirarla a los ojos mientras hablaba. —Creo que estás equivocada. Creo que hay mucho más que decir acerca de alguien quien, obviamente, fue tan importante en tu vida. Dev se encogió de hombros nuevamente, dos cejas oscuras se juntaron. —Supongo que sí lo hay. Sólo no que no sabría qué decir. Tranquila y sin ser vista, Devlyn se quedó mirando la pared por tanto tiempo que Lauren decidió cambiar el tema. Abrió la boca para hablar cuando el suave zumbido perforó el silencio de la habitación. —Sam fue la única mujer en la que confié lo suficiente como para darle mi vida completamente. Ella sostuvo quien fui en la palma de su mano en el centro de su corazón. Intrigó mi mente, desafió mi alma y calmó mi cuerpo y mi espíritu. Cuando murió, estuve segura de que había perdido todas esas cosas para siempre. —Miró a la mujer que sostenía entre sus brazos y sonrió suavemente. —Pero creo haberlas encontrado otra vez. ¿Calmó su cuerpo y su espíritu? Jesús. ¡Pensé que no sabía que decir! Lauren trató de sofocar el rayo de celos que la recorría por aquellas palabras. Tú le preguntaste, Lauri. Ahora aguántalo y aprende a vivir con su respuesta. Tú sabías que ella la amó así. Pero de alguna forma, era diferente oírlo desde los labios de Dev. La mujer más pequeña se apartó de Dev inconscientemente. —Oh, Dios, lo siento tanto— Cerró los ojos. ¡Demasiado, idiota! ¡Fue demasiado! —No quería... digo... no quise herirte ni que te sintieras mal.— ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! Dev se acercó mientras Lauren se retiraba, sin querer dejarla ir — ¿Cómo puedo compensarlo, Lauren? No quiero que sientas celos de Sam. Ella fue parte de mi vida, sí. Pero parte de ello se terminó y está—, se detuvo, sintiendo el comienzo de sus lágrimas —, muerto— se limpió el rostro —Sé que necesito seguir con mi vida, y quiero seguir mi vida contigo a mi lado.

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Lauren deslizó sus manos a través de las sombras y limpió las lágrimas de Dev con delicados dedos. — No quise hacerte sentir mal. Soy yo quien debería disculparse, no tú. Quiero saber acerca de ella. — Abrió lastimosamente los ojos grises a su amiga. —Sólo que fue un poco difícil de oír. Me tomó por sorpresa. Pero fue precioso y me alegra que hayas tenido eso... y a los niños— Sonrió débilmente y tomó en sus manos las mejillas de Dev. —Fui yo quien preguntó acerca de ella, ¿no? Así que, está bien. Lo prometo— susurró. Lauren se acercó y suavemente besó las húmedas mejillas de Dev, degustando los restos salobres de las lágrimas. Gracias a Dios. —No quiero hacerte sentir menos especial o importante en mi vida. Y ciertamente no quiero hacerte sentir como si tuvieras que competir con ella, porque no es cierto — Dev respiró profundamente. De perdidos al río...—Ya que estamos hablando de Samantha, será mejor que vayas hasta el final. Si vas a pensar que soy una completa idiota, mejor que tengas todos los datos. Vale, voy a confesarte algo que muy poca gente sabe de mí. ¿Te acuerdas de cuando Beth me hizo aquella pregunta sobre sexo durante el juego? Lauren parpadeó, intentando seguir el hilo de lo que parecía un cambio de tema radical. Después asintió lentamente. —Por supuesto. Dev se encogió de hombros un tanto avergonzada. —Bueno, ya te dije que sólo había estado con una persona. Ésa era obviamente Samantha. Lauren asintió de nuevo, todavía confusa. —Lo daba por hecho. —Bueno, no es sólo que fuese la única. Emm... ambas esperamos. La escritora miró a Dev con aire dubitativo. —¿A tener permiso? — aventuró de repente, ya que no tenía la más mínima pista acerca de lo que Dev intentaba decir. Ésta, por su parte, frunció el ceño. —¿Permiso? ¿Por qué crees que necesitábamos permiso de alguien? Ambas éramos adultas. No, esperábamos a estar casadas. Bueno, yo lo esperaba, ella tan sólo se quejaba a su madre— intentó bromear Dev. No me he sentido tan ridícula en toda mi vida. Se frotó las manos para secarse el sudor, deseando no sonar tan mayor. Tan anticuada. Lauren era espontánea y aventurera. No había la más mínima posibilidad de que encontrara aquello atrayente en una compañera potencial. —No sé por qué. Yo era joven, y es algo que... aún hoy... no me tomo a la ligera— Dev se detuvo y entrelazó los brazos, deseando que Lauren no se echara a reír. No lo hizo. En su lugar su boca formó una pequeña "o". —Guau—dijo finalmente. Dev acababa de dejar algunas cosas muy claras para Lauren aunque 236

ella todavía quería darle sentido a algunas piezas del puzle que le faltaban.—¿Así que se trata de una cosa así como moral o religiosa?. —No, es sólo una paranoia de Dev. —Yo no quiero tener solo sexo, Lauren. Lo quiero todo. Quiero hacer el amor y estar enamorada de la persona con la que estoy. No creo que pudiera disfrutar el acto físico pensando que no hay más que eso. Lauren repentinamente se enderezó. —¿Es así como te sientes acerca de lo nuestro?—se sintió como una idiota. ¿Qué no hay más que eso, una atracción física? —¡No! — Contestó Dev sonando un poco más alto de lo que pretendía— No es eso para nada. Solo quería explicarte que…tú sabes que me encanta bromear y jugar todo el tiempo, y que adoro que podamos divertirnos de esa forma sin presiones ni expectativas. Pero no significa que no haya nada más detrás de todo eso. Especialmente cuando se trata de ti, Lauren. Lauren sonrió tímidamente disfrutando lo que esas palabras significaban viniendo de Dev. —Mi madre, por supuesto, piensa que he perdido la razón y todo eso, me dijo que te tomara, así sin más —Dev la miró de forma reflexiva —Y no creas que no he pensado en ello— gimió —, porque lo he hecho. Mucho. Muchísimo — Tragó a duras penas —No he intentado nada más contigo porque las emociones que siento son tan fuertes que no quiero que pienses que quiero aprovecharme de ti. ¿Tiene esto algún sentido para ti?. Su frente se arrugó en un claro gesto de confusión. —No, en nombre de todos los Dioses, ¿qué estás diciendo? ¿Aprovecharte de mí?. Dev la miró. Por supuesto que no. —Cariño, solo quería que supieras que significas tanto para mí que quiero ir con mucho cuidado. Tú y los niños sois lo más importante en mi vida y no quiero precipitarme o abusar de ninguno de vosotros— Dejó caer sus manos sobre su regazo —Mi madre dice que debo aligerar mi carga— apretó sus labios en un intento de sonrisa forzada —Solo que no estoy segura de saber cómo hacerlo. Quiero ir despacio. Quiero llevar cuidado. Me importas demasiado como para hacer otra cosa. Así es como siempre he sido. —No hay nada de malo en ello, Devlyn. Lauren acercó su mano a la de Dev y entrelazó sus dedos delicadamente con los de ella. —Es algo muy dulce de tu parte— Y yo estoy desesperadamente enamorada de ti. —Afróntalo. Estoy pasada de moda y sé que sueno como una completa idiota. Pero quiero que sepas lo mucho que significas para mí. —Devlyn hizo acopio de todo su coraje y la miró fijamente a los ojos. Dejó escapar el aire pesadamente — Lauren, la razón por la que estoy 237

contándote todo esto es porque quiero que entiendas cuán importante eres en mi vida— Dev apenas volvió a tragar —Me importas muchísimo. En el transcurso de los pasados meses definitivamente me he dado cuenta que estoy totalmente enam…. La alarma comenzó a sonar haciendo que ambas mujeres saltaran de sus asientos. —Sra. Presidenta— una voz de varón desconocida habló a través del sistema de altavoces que rara vez se utilizaba— La necesitamos en la Sala Oval. Código Uno. —¡Maldita Sea!— Dev se inclinó y besó rápidamente a Lauren en los labios. —Tengo que marcharme. Terminaremos con esto tan pronto como pueda, lo prometo. Dev se había levantado del sofá y desaparecido por la puerta tan rápido que a Lauren no le dio tiempo a decirle una sola palabra. Aunque la puerta estuviera cerrada podía ver a Dev siendo rodeada por sus consejeros y escuchando la palabra "BOMBA". *** El Despacho Oval era un hervidero de gente y murmullos para cuando Devlyn empujó la pesada puerta para entrar. Los hombres y mujeres que allí estaban iban vestidos de las formas más dispares yendo desde Michael Oak´s con unos pantalones kaki y una camiseta del mismo color, hasta el director del FBI que llevaba unos pantalones cortos de deporte y una sudadera de la academia militar. Todo el mundo que estaba sentado saltó sobre sus pies en cuanto ella entró. Qué fácil. Dios, eso era irritante, especialmente cuando sabía que había otras cosas mucho más importantes que solucionar. —¿Cuándo se apagó la última? — Unos ojos azules recorrieron con su mirada la enorme pantalla que mostraba un mapa de los Estado Unidos con cinco áreas iluminadas con una luz roja brillante. A la izquierda de la pantalla había cinco imágenes holográficas con los cinco nombres de las ciudades marcadas en rojo. El Secretario de Defensa y el Consejero de Seguridad Nacional entraron en el Despacho con David pegado a sus talones. Dev se giró para mirarlos. —Prepárense señoras y caballeros, va a ser una noche movidita— Agitó su cabeza y señaló el mapa —Cinco amenazas de bomba en menos de una hora. —¿Militar o terrorista? —Creo que terrorista —saltó el Secretario de Defensa Brendwell —Nuestra gente está de vuelta con informes negativos sobre amenazas militares. Aunque todavía queda el 20% por confirmar. David pasó rápidamente una mano por su corto y despeinado cabello. 238

—¿Extranjeras? —Todavía no lo sabemos. David anduvo por la habitación. —¿Cómo y por qué?— Dejó su maletín sobre la mesa y comenzó a arremangarse las mangas de la camisa. Cuando nadie contestó a su pregunta, bramó — ¿Alguien? El Director del FBI se aclaró la garganta. —No lo sabemos Señor. Todavía nadie ha reclamado la responsabilidad. —Todavía —aclaró David — ¡No lo saben, TODAVÍA! Dev torció el gesto con la imagen de varios bomberos que intentaban, aún a riesgo de sus vidas, intentar acabar con las terroríficas llamas que salían de uno de los edificios. —Saquen al Secretario de Prensa de la cama y traedlo aquí. Vamos a necesitar mantener esto bajo un maldito control. ¿Y dónde están los directores del DEA 6, de la ATF7 y el Secretario del Tesoro? —Ladró Dev al tiempo que le pasaban un papel con la localización y horas exactas de las amenazas— ¡Y alguien que me traiga un par de calcetines! —Todo el mundo está de camino, Sra. Presidenta— vino la respuesta del fondo del Despacho. —Bien. ¿Qué tenemos aquí?—Dev señaló la pantalla, pero miró a un joven situado a su izquierda que vestía un uniforme de la Armada Americana. —En orden inverso del ataque: la Oficina de Correos de Nueva York, el edificio del IRS 8 de Atlanta, el Palacio de Justicia en Dallas, un Instituto en Portland y un Centro Comercial en San Diego. Dirigió su mirada a los relojes que había en la pared hasta que dio con el que marcaba las 11:00pm en la Costa Oeste. Se maldijo por lo bajo. Las tiendas estarían siendo cerradas a la misma hora de la explosión. —¿Daños en el Centro Comercial? 6 DEA: siglas de la Administración para el Control de Drogas. 7 ATF: siglas de la Agencia de Alcohol, Tabaco y Armas de Fuego. 8 IRS: Siglas del Departamento del Tesoro. 239

—Estamos comenzando a recibir los informes de siniestralidad. Pero es muy posible que sean elevados tanto del mismo Centro Comercial como de los edificios adyacentes. El joven miró alrededor de la sala y cogió el teléfono que había a su lado cuando comenzó a sonar. —David— Dev giró alrededor buscando a su Vicepresidente entre la multitud apelotonada — ¡No es suficiente! ¡Necesitamos saberlo ya! —Estamos en ello Dev—su voz contestó aunque ella no lograra verle la cara. —Despierta a cada uno de nuestro maldito personal si es necesario. Necesito cada pieza de información disponible. Búscame a cada uno de los alcaldes en cuestión y al gobernador de cada estado y pónmelos al teléfono… ¡YA! Dev se dirigió por el despacho hacia uno más grande que era el centro de comando personal. Justo antes de que entrara notó que alguien le daba algo en las manos. Miró hacia abajo para ver un par de calcetines limpios blancos. Antes de que tuviera la oportunidad de dar las "gracias", la persona que se los había llevado había sido engullida por la multitud de la habitación. *** Lunes, 16 de agosto La Presidenta se volvió a agitar y tomó otra taza de café. Le echó un vistazo a la tortilla que le habían servido. Dev no tenía hambre, pero podía oír la estridente voz de Emma resonando en su cabeza, "COME, no le harás bien a nadie si no comes". Tomó el tenedor y cortó un pequeño trozo de tortilla metiéndoselo en la boca y masticándolo lentamente al tiempo que le echaba un vistazo a uno de los documentos que tenía frente a ella. No estaba al ciento por cien segura, pero creía que habían pasado por lo menos treinta y seis horas desde que había entrado al Despacho Oval. Y en ese tiempo, tan solo había estado ausente una vez para hacer ciertas declaraciones a la prensa. Desde entonces había estado clavada en su escritorio, trabajando como un perro, asegurándose de que el mundo supiera lo seguro que eran los Estados Unidos y de cómo repartiría justicia entre los cabrones que se habían atrevido a poner en tela de juicio la seguridad de la nación. Entre éstas y otro millón de cosas que se debían hacer estaban las llamadas tras llamadas, las videoconferencias tras videoconferencias, sentarse con sus consejeros y jefes de departamento para discutir las diferentes estrategias a llevar a cabo y continuar con las obligaciones habituales de cada día. Dios, el día no tiene suficientes horas. Estaba agradecida de que al menos los niños tuvieran a Emma y a Lauren quienes sabían que pasarían algo de 240

tiempo extra con ellos ya que ella no podía hacerlo. Eso era algo de lo que al menos no tenía que preocuparse. —¡NO! —gritó al empleado de servicio que le servía en ese momento un vaso de zumo de naranja —No, por favor. Lo odio. Me da arcadas. Leche. Un gran vaso de leche. —Sí, Señora Presidenta—asintió rápidamente el joven hombre con la cabeza. Así y todo ellos habían tenido suerte. Aunque Dev nunca pensara que la palabra "suerte" era la apropiada para una situación como ésta. Cinco bombas habían explotado y tan sólo seis personas habían muerto y veinte habían sido heridas. "SOLO", no es "solo" cuando una de esas personas es alguien a quien quieres. Por descontado hubiera sido muchísimo peor si en la bomba de San Diego no hubiera fallado parte del mecanismo de la misma. El Instituto de Portland había sido arrasado, pero a la hora de la explosión todo el mundo se había marchado a sus casas. Así y todo, la comunidad estaba muy consternada. Cuando la puerta se volvió a abrir, la Fiscal General entró a la habitación. Parecía tan cansada como se sentía Dev. —Café fresco —señaló Dev la cafetera en frente de ella. —Si tomo otro trago de café me saldrá por todos los poros de mi piel y mi marido no se me acercará en semanas. Dev se rió entre dientes y apoyó la barbilla en su puño. —Nah, eso solo es un feo rumor lanzado por los vendedores de té. —Su buen humor desapareció rápidamente y soltó un frustrado bufido. —Necesito buenas noticias. Por favor, dime que me traes buenas noticias. —Hay muy pocas buenas noticias en una situación como ésta. Pero tenemos a la mejor de nuestra gente trabajando en cada uno de los escenarios. Dev asintió con la cabeza. —¿Todavía no sabemos nada? ¿Ha contactado alguien con nosotros? Si crees que tienes que mentirme para hacerme sentir mejor, por favor, hazlo, prometo no tomar represalias contra ti. —Bien, por lo menos esto es algo que sí que sabemos. Los informes preliminares muestran que el material explosivo en Atlanta, San Diego y Nueva York eran prácticamente idénticos. Estamos esperando todavía los informes de las otras dos ciudades. Pero, por ahora, parece que los responsables son la misma persona o grupo.

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—¿Son esas buenas noticias? —Definitivamente. Un mismo grupo es más fácil de capturar que dos o tres diferentes. Dev se inclinó hacia atrás y la miró fijamente. —Es cierto. Bien, al menos hay algún progreso. —Sí, Señora. Daremos con ellos. Dev se encontró con la cabeza erguida de la Fiscal General. —Sí. Lo haremos. —Posó las palmas de sus manos sobre la mesa. —En su opinión profesional, ¿cree que es un buen momento para escaparme por un rato, tomar una ducha y ver a mi familia? —Sí, Señora Presidenta. Sería un buen momento. —La mujer de más edad le mostró una tímida sonrisa. —Usted ha tenido más desafíos en sus primeros ocho meses que la mayoría que los Presidentes han tenido que enfrentar en cuatro años. Usted está afrontando estos desafíos de una forma que me hace estar orgullosa de ser americana, de ser mujer y de formar parte de su equipo. Algunas personas piensan en usted como un héroe. Solo quería tener la ocasión de que supiera que yo soy una de esas personas. Es un honor trabajar con usted, Sra. Presidenta. Por un momento Dev se quedó sin palabras. —Guau— susurró finalmente —Eso fue una "charla alza egos". La niñera de mis hijos podría aprender mucho de usted —La expresión de Dev se volvió seria. —Sabe que yo siento lo mismo hacia usted, Evelyn. Evelyn irguió sus hombros de forma orgullosa y su cara se tiñó de un fuerte tono rosáceo. —Eso es solo porque pateo culos y tomo nota de ellos. Dev asintió. —¿Por qué crees que te elegí a ti? Esa es mi versión de cómo patear culos. Evelyn bajó su voz. —Los cogeremos, Dev. Lo sé.

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Dev asintió con la cabeza hasta mirarse los pies. Se estiró y rodó la cabeza formando un círculo para desperezarse. —Volveré en unas horas —hizo como si oliese el aire—Creo que podría ofenderme. La Fiscal General ironizó. —¿Ha percibido el ambiente en el Despacho Oval? ¿Por qué diablos cree que estoy aquí con usted? *** Dirigiéndose a la zona residencial, lo primero que escuchó Dev fueron los chillidos encantados de dos niños, su frente se arrugó al preguntarse qué ocurría con su hijo más pequeño cuya voz no se oía por ninguna parte. A medida que cruzaba el hall se dio cuenta de que los sonidos provenían de la habitación de Lauren. Se paró y escuchó a través de la puerta. —¿Está bien? —preguntó Ashley preocupada. —Creo que sí. —contestó Lauren con más confianza de la que sentía. Dev llamó a la puerta. —¿Hay alguien? —Empujó un poco más la puerta entreabierta y dio un paso adentro. —¿Es ésta una fiesta privada o puede cualquiera unirse a la diversión? —¡Mamá! —saltó Christopher y corrió hasta su madre para ser estrujado entre sus brazos. —¡Iauuu! — Se quejó silenciosamente mientras lo alzaba en brazos. Maldito hombro. Unos ojos azules recorrieron rápidamente la habitación, aterrizando en Aarón que estaba profundamente dormido sobre la cama de Lauren. Se volvió hacia Ashley y Christopher. — Ahora, ¿qué es lo que está causando todo éste jaleo? Podía escucharos a media milla de distancia. —¡Perritos!— Exclamó Ashley —Princesa está teniendo los perritos. La alta mujer alzó su mirada hacia Lauren. —Oh, aleluya. ¿Cuántos? Lauren dio un paso para apartarse y revelar la cama de Princesa. Si Dev prestaba atención, podía oír los gemiditos de los perritos mutantes. —¿Necesitáis un veterinario chicos?

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—No lo creo — La escritora dio un paso más cerca de Dev dejando a Ashley y a Christopher inclinarse sobre la caja dónde Lauren había puesto a Princesa. El muchacho y la muchacha se acercaron a los perritos que se retorcían y frotaban su largo y feo pelo. Princesa gruño y dejó escapar un largo y sufrido gemido. —Ha tenido dos, de momento— dijo Lauren haciendo una mueca de dolor —Pero no creo que haya terminado. Dev no podía contradecirla a juzgar por los gemidos que provenían de la caja, Princesa todavía tenía un largo camino que recorrer. —Aspira a ser una princesa hoy. —¡Oh sip!— La pequeña mujer arrugó su nariz —Y lo mejor es que todavía no he vomitado o me he desmayado. Una genuina mueca estrechó la cara de Dev. —Guau. Estoy impresionada. —Deberías estarlo — le contestó Lauren. Dev miró disimuladamente por encima de la cabeza de Lauren y echo un vistazo a los perritos. —¡Oh, Dios mío! —exclamó. —Lo sé. Pobres cositas. No heredaron las partes bonitas de Grem. Por lo menos sacaron parte de su raza —volvió a pensar en lo que había dicho y entonces corrigió —O a lo mejor parte de un alien. Una de dos. —¿Partes bonitas de Grem? —Dev le lanzó a Lauren una mirada de disgusto pero desapareció cuando recibió una lengua rosa como respuesta. Sin darse cuenta, los brazos de Lauren encontraron la cintura de Dev y le dio un tierno y rápido beso en sus labios. —¿Cómo te fue? —No muy bien —admitió Dev silenciosamente —Pero lo estamos llevando como podemos y empezamos a hacer progresos. —Estoy segura de que lo lograrás— Lauren cubrió la cara de Dev con la palma de su mano y la Presidenta se acomodó en su confortable caricia —¿Hay algo que pueda hacer para ayudarte? 244

Dev le echó un vistazo a Aarón que estaba hecho una bola apretada con su pelo alborotado y roncando felizmente con una fina sábana blanca sobre él. —Ya lo estás haciendo cariño. Gracias. Unos ojos verdes miraron alrededor inocentemente. —Bien. Pensé que debían estar aquí para cuando los perritos nacieran. Devlyn sonrió y alzó su bien definida ceja. —Muy viperina. Pero no vamos a quedarnos ni tan siquiera con uno de los cachorros de Grem. Y hablando del rey de Roma…—la mirada de Dev lo buscó por el piso. Lauren estalló en risas. —Está escondido bajo la cama. Intenté sacarlo antes, pero no quiere. Princesa gimoteó escandalosamente ante el inminente nacimiento de otro cachorro. Dev sacudió la cabeza molesta por el estridente aullido. —Tal vez él es más listo de lo que había pensado — Dev capturó la mano de la escritora y se la besó —Me marcho a darme una ducha y a cambiarme de ropa. Volveré en unos minutos. No tengo demasiado tiempo, pero el poco que tengo me gustaría pasarlo con vosotros cuatro. ¿Qué os parece si nos encontramos en el comedor para comer algo en unos veinte minutos? Lauren deslizó su dedo por el cuello de Dev presionando casi de forma imperceptible en el punto donde se sentía su pulso y después depositándolo sobre su clavícula. —¿Qué te gustaría? — Miró hacia arriba a Dev a través de sus rubias pestañas. Dev apenas pudo tragar cuando le invadió una cálida oleada de deseo. Maldición, sabe flirtear. Inclinó su cabeza para otro rápido beso. —Hay un montón de cosas que me gustarían, pero me parece que debo inclinarme por comida y buena compañía— Le guiñó un ojo a Lauren y se dirigió a donde estaban los niños. Dev les dio a Ashley y a Christopher un beso en la cabeza, intentando no mirar adentro de la caja y sufrir el riesgo de una traumática ceguera. ¿No se suponía que todos los cachorritos eran monísimos? —Chicos, os veo en unos minutos. *** Después del pequeño tentempié a base de fruta fresca y leche, volvieron a la habitación de 245

Lauren para hacerle otra inspección a los cachorritos. Dev quedó consternada al encontrar que Princesa no había parido al tercer cachorrito, si no al cuarto. —¡Dios bendito! —Exclamó, evitando las manos juguetonas de Lauren —Son tan, tan…— rebuscó en su cabeza el adjetivo adecuado. —¡Monos!—dijo Aarón solícitamente y un poco aturdido por el sueño. Se colocó sobre el regazo de su madre para así poder contemplar juntos la cajita de los cachorros. —Ahora tenemos suficientes para tener uno cada uno. Y ahí vamos… —Aarón, no vamos a quedarnos con esos cachorros. La boca de Aarón comenzó inmediatamente a temblar. —Awwww, Mamá… —Aww, Mamá — repitió Lauren descaradamente. Dev fulminó a la escritora con la mirada. Dejó a Aarón en el suelo para parecer más firme en su decisión. —No. Fin de la discusión— ignorando el bufido apagado de Lauren. Gremlin había finalmente reunido el coraje suficiente como para salir de su escondite y estaba sentado sobre sus patas traseras, sus patas delanteras inclinadas sobre la caja donde estaba su numerosa familia. Miró a Dev y gruñó a modo de advertencia enseñando sus dientes de forma protectora. Los tres niños comenzaron a lloriquear y a arrastrar sus pies. Justo cuando Dev estaba a punto de perder los nervios hacia su prole, Emma asomó su cabeza por la puerta de la habitación de Lauren. Viendo el desastre inminente que se avecinaba, decidió hacerse cargo de la situación y sacar a los niños fuera de la habitación de Lauren. —Gracias, Emma— le dijo Devlyn a la niñera cuando cerraba la puerta. Cuando estuvieron a solas, Dev abrió sus brazos y Lauren recorrió el espacio que las separaba con decisión. Dejó escapar un murmullo de deleite al poder tener a la escritora estrechamente abrazada. Permanecieron así en silencio. Dev necesitaba ese mudo confort y Lauren estaba más que feliz ofreciéndoselo. —No creas que vamos a pasar todo el día así —murmuró finalmente. La rubia estrechó aún más su agarre. —Si tú te animas yo también, querida.

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Dev sonrió sobre el pelo de Lauren, disfrutando de la suave fragancia de su champú y de la cercanía de una amistad que empezaba realmente a apreciar. —Tengo que volver allá. Lauren dejó escapar un suspiro de resignación. —Lo sé. No he podido seguir muy de cerca todo lo que ha estado ocurriendo. Ha sido toda una locura entre los cachorritos y los niños. Intenté no tener en marcha la televisión mientras estábamos juntos— se encogió de hombros —Ashley escuchó a unas personas hablar y tenía algunas preguntas que supuse que tú misma querrías contestar— hizo una pausa y posó su mejilla sobre el hombro de Dev —¿Hubo muchos muertos y heridos? —Uno ya es demasiado. Pero sí, varias personas murieron. Revisé las cifras una vez más antes de salir del Despacho Oval y las muertes ya suman diez, mientras que los heridos son cuarenta y seis. Las cifras iniciales no eran tan elevadas como supusimos que serían, pero han ido aumentando poco a poco, por los heridos implicados en los edificios adyacentes y los que no habíamos tenido en cuenta en los primeros informes. Y algunos de los heridos más graves no lo consiguieron— Dev dirigió su mirada a la pared del fondo de la sala —Voy a estar muy ocupada durante el próximo par de semanas. Tendré que hacer un montón de viajes, reuniones con gobernadores, alcaldes, y grupos comunitarios. —Lo sé— La voz de Lauren tomó un cariz serio —Iré contigo. Es importante para mí estar ahí contigo, Devlyn. Como hiciste tú cuando el funeral de mi madre. Por no mencionar que sería crítico para el libro. Silencio. Lauren se estiró, un extraño sentimiento se posó en la boca de su estómago. —¿Dev? Dev maldijo por lo bajo y la abrazó más fuerte. —Lo siento cariño, pero no es seguro para ti venir conmigo a este viaje. —Oh no. No lo hagas— Lauren intentó deshacer el abrazo pero Dev la mantenía apretada. —No — tensó su mandíbula —Lo digo en serio, así que no tiene sentido que discutas esto conmigo — Aunque siempre ganas nuestras discusiones. —No voy a permitir que vengas a éste viaje. Ahora es muy peligroso. Mucha gente está asustada y triste. Y la gente que está asustada y triste hace muchas estupideces. No voy a arriesgarme a que te hagan daño. El genio de Lauren comenzó a salir y una vena empezó a hincharse en su cuello.

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—No voy a permitir que me mimes de ésta forma. Y si es demasiado peligroso para mí, entonces es demasiado peligroso para ti también. —No tengo elección. No puedo aparentar miedo frente al público. Una de las razones por lo que lo hago es para asegurarme de que la gente vea que ésta administración no va a ser intimidada —Los ojos de Dev reflejaban su determinación —Que YO no voy a dejarme intimidar. Ese es mi trabajo. —¿Y qué hay de MÍ trabajo? —Contestó Lauren —El libro. —No hay razón por la que debas arriesgarte— Dev bajó su voz conciliadoramente intentando ocultar sus emociones. Sabía que estaba siendo sobre protectora. Pero seguía pensando en lo que podría perder y no estaba dispuesta a correr el riesgo. La parte racional de su cabeza le decía que el Servicio Secreto podría mantener a Lauren a salvo de la misma forma que la mantenían a ella. Pero por aquel entonces ella ya había sido tiroteada tres veces. —¿Qué hay del acceso ilimitado?— exigió Lauren. —Eso no tiene nada que ver y tú lo sabes. Lauren sentía que no podía ganar ésta batalla si seguía en los brazos de Dev. No podía pensar con claridad cuando estaba en los brazos de la mujer más mayor. Lauren necesitaba distancia. Aunque fuera tan solo un paso o dos. Cruzó sus brazos sobre su pecho y alzó su barbilla de forma desafiante. —Después del intento de asesinato viajamos a algunos sitios juntas. ¿Por qué es esto diferente? —Porque estamos en una situación en la que lo malo puede estar todavía por llegar. Y cuando cosas así suceden los que están locos, se vuelven más locos todavía y los extremistas, más extremistas. Y ese enfado lo redirigen hacia el gobierno. La gente protesta, la gente se amotina. Y desde ayer han habido diversas amenazas bastante creíbles contra mí, el Vicepresidente y el Air Force One — Dev alzó sus manos al aire —Ahora no es el momento. No es para siempre Lauren. Lo prometo. Dios, así y todo las cosas están yendo demasiado bien. No podría aguantar estar también preocupada por ti. No soportaría perderte a ti también. Por favor. Lauren seguía en sus trece. —¿Qué credibilidad le dais a esas suposiciones? —Hasta David está preocupado.

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—¡Entonces debes quedarte! —Yo no puedo. Pero tú sí— Los ojos de Dev le pedían que comprendiera. Las palabras de la Presidenta fueron suaves pero firmes y la biógrafa se sintió ceder aún sin quererlo. Por el amor de Dios, no me pongas los ojitos tristones. No es justo. —Por favor, tan solo ésta vez. Hazlo por mí. Por favor— rogó Dev. Esto iba más allá del mero trabajo. Estaba jugando con las emociones de Lauren, y lo sabía. Pero esto no era un juego, y si Dev tenía que jugar sucio, lo haría. La escritora podía ver verdadero temor en los ojos de Devlyn, exhaló fuertemente pasándose su mano desesperadamente por su rubio cabello. Apartó la mirada de Dev y se mordió la lengua para no seguir protestando. Maldición, peleas sucio. Pensó en sus opciones con el ceño fruncido y cuando se volvió para encararla, una intensa mirada verde se alzó hacia la Presidenta. —Prométeme que harás todo lo que David te diga en lo referente a la seguridad. Dev parpadeó un par de veces. No esperaba esto. —Uh… —¡Promételo Devlyn!, o te perseguiré con un avión comercial por todas partes como hacen algunas de esas locas grupies. Dev asintió con la cabeza dejando escapar un largo y revelador suspiro. Sí, gracias. —Lo prometo. —No puedo creer que te deje salirte con la tuya de esta forma— Lauren agitaba su cabeza. Entonces empujó sus gafas hacia arriba sobre su nariz —Voy a estar preocupada por ti todo el tiempo que estés fuera. Dev dio un paso adelante y viendo que Lauren no se movía, deslizó sus manos alrededor de la bajita mujer. —Gracias Lauren. Sé que piensas que todo esto es una idiotez. Pero te prometo que no es así. Una rubia ceja se alzó. —Está bien— concedió a Lauren —Tal vez si es un poco idiota.

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—Solo por ésta vez, Devlyn— remarcó Lauren —La próxima vez no voy a dejar que te salgas con la tuya tan fácilmente. Por ahora lo dejaremos correr. Dev hizo una cruz sobre su corazón, le sonrió y le alzó la barbilla para poder mirarla profundamente a los ojos. No había parado de pensar en lo que había querido decirle, o en el hecho de que Lauren nunca le había oído decir esas palabras en voz alta. —Te quiero tanto que duele— dijo en un susurro. Las palabras le salieron sin ningún esfuerzo de sus labios. Y en ese instante, se preguntó por qué diablos había esperado tanto para decírselas. Lauren cerró sus ojos y depositó su cara sobre la curvatura del cuello de Dev. Unas cálidas lágrimas amenazaban con derramarse y ella las dejó correr. Los brazos de Devlyn la apretaron aún más disfrutando del dulce placer del momento. —Tú —Lauren se detuvo y tragó dificultosamente intentando recomponerse. Estrujó un poco más a Dev y depositó un tierno beso en su cuello haciéndose inmediatamente hacia atrás para encarar esos ojos azules. Su corazón latía con fuerza y dijo. —Yo también te quiero. *** David le pasó los informes a Dev tan pronto como ésta entró en la habitación. —Los tenemos Sra. Presidenta— sonrió triunfalmente —Un grupo de la milicia de Oregón. Reclamaron su responsabilidad hace unos veinte minutos. Y por los datos tan específicos que nos dieron a cerca de las bombas, confirman que dicha reclamación es legítima. Estamos ya trabajando en su localización. Han estado bajo vigilancia militar durante meses, pero obviamente no esperábamos que preparasen algo así. —Todo el mundo involucrado en la toma de decisión, al Despacho Oval, ahora— ordenó Dev encaminándose en cabeza hacia la habitación. Quería estar cómoda cuando lo escuchase todo. Se sentó detrás de su escritorio mientras que el resto de la gente permanecía unos junto a otros de pie. Todos esperaron a que David se sentara frente a Dev. Los siguientes veinte minutos pasaron poniendo al día a Devlyn a cerca del grupo de la milicia y de los planes del FBI para neutralizarlos. Preguntó todas aquellas dudas que tenía y absorbió toda la información de la Inteligencia Militar como una esponja. Había diversos conflictos menores entre los agentes acerca de cómo dicha neutralización debía llevarse a cabo, pero Dev sintió que esos desacuerdos ayudaban a subrayar importantes consideraciones que no debían ser ignoradas. Cuando el último informe fue dado, Dev permaneció en silencio durante unos minutos absorbiendo lo que se le habían dicho, su mente recorriendo los diferentes temas que se había 250

dejado sobre la mesa para su consideración. Finalmente tomó una fuerte inspiración y dijo: —Señoras y Caballeros, necesito que salgan de aquí un momento mientras consulto al Vicepresidente— La petición de Devlyn fue recogida con murmullos, pero la sala se vació en pocos segundos. David estudió a la Presidenta atentamente. —Sabes lo que se tiene que hacer, Dev— suspiró y su mirada se posó en sus manos— Tenemos que sacarlos fuera de circulación antes de que hagan más daño. — ¿Mujeres y niños? El hombre de pelo rojo apretaba su mandíbula. —Sí —volvió a mirarse las manos—. El director del FBI confirmó que muy probablemente habrá mujeres y niños en los barracones. Dev, ellos los trajeron aquí hace meses para joderte. Las familias están allí para actuar como esclavos humanos contra la invasión gubernamental. —Éramos solo unos niños, pero David, ¿recuerdas Waco9? —Sí, Sra. Presidenta, pero aquello fue totalmente diferente— Su mente viajó a la televisión del salón de casa de sus padres mostrando imágenes de llamas, explosiones y bolsas de cadáveres— Esta gente ha atentado contra toda la nación. Ya han matado. Son muchos y organizados. Tuvimos mucha suerte al localizar a éste grupo de Oregón. Tienen asentamientos escondidos por todo el país. Dev se restregó la cara con sus manos. —¡Jesucristo! —Se cubrió los ojos con las palmas de sus manos por un momento y después las dejó caer sobre su escritorio —¿Puedes decirle a todo el mundo que vuelva? David asintió con la cabeza y se movió rápidamente. Abrió la puerta y le pidió a todo el grupo que volviera a entrar. La expresión de Dev era firme y sombría y esperó a que entrara el último hombre y cerrara la puerta para comenzar. —Así que ¿estamos trabajando con la idea de que cortando la cabeza de la serpiente, el cuerpo morirá? El Ministro de Justicia puso una nueva carpeta enfrente de Dev. 9 Con “Waco” se refiere al llamado “Atentado de Oklahoma” en abril de 1995, tras el cual se aprobó la pena de muerte y la Ley Antiterrorismo.

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—Sí, Sra. Esa es la teoría actual. Dev se alejó de la mesa haciendo girar su brazo intentando aliviar el dolor de su hombro entumecido. Sus ojos se posaron en cada una de las personas mientras hablaba. —¿Es alguno de ustedes un estudioso de la Mitología Griega? ¿La palabra Hidra significa algo para ustedes? El director del FBI asintió con la cabeza. —Sí, Sra. Presidenta, la criatura mitológica tenía nueve cabezas. El problema era que cuando cortabas una de ellas entonces le crecían dos más. —Exactamente—Dev esperó a que esto fuera asimilado por todos los hombres y mujeres —Un momento, por favor —Volvió su atención hacia la nueva carpeta que le había sido entregada leyendo y procesando cuidadosamente todos los datos. La mejor elección estaba clara. Pero le revolvía el estómago. Cerró la carpeta manila y la volvió a lanzar sobre la mesa. Todos los ojos estaban clavados en ella de forma expectante. Alzó la cabeza y los encaró. —Cójanlos, señoras y señores. El primer plan era el mejor. Adelante con ello, pero primero incorporaremos los cambios propuestos por el ATF. Y recemos porque cortemos cada una de las cabezas de la Hidra y no vuelva a crecer ninguna otra. —Eso es todo —Anunció David levantándose rápidamente sobre sus pies —Quiero el nuevo plan, con todos esos cambios incluidos, para que los revise la Sra. Presidenta listos en quince minutos. Llamémosle— sus ojos se dirigieron hacia Dev y luego hacia la audiencia—Operación: Hidra. La habitación se vació rápidamente dejando solos a David y a Devlyn. —¿Estás bien? —preguntó con voz baja y consternada. —Puede que haya ordenado la muerte de mujeres y niños inocentes. No, no estoy bien— gruñó duramente —Pero es mi deber y tengo que hacerlo. Trescientos diez millones de personas esperan de mí que les mantenga a salvo. No tengo elección. Tenemos que ponernos en marcha inmediatamente antes de que esos malditos hijos de puta vuelvan a volar otro edificio. David no dijo nada. Conocía ese tono de voz. Este era su "odio esto pero hago lo que tengo que hacer". Su forma de hablar era rápida y dura. Esta era una molesta píldora que tragar para su amiga. Pero la conocía suficientemente bien como para saber que se tomaría su medicina. Ahora Dev tan solo tendría que vivir con su decisión. Acertada o no. 252

—Diles que tengan el Air Force One listo para volar, David. Y entonces llama a Beth y… —¿Que le diga que no estaré en casa para la cena? —En el próximo par de semanas. Vamos primero a Oregón. Quiero estar allí para la neutralización. Entonces iremos a las ciudades de los atentados. A Jane y Lizza les dará un ataque al corazón al saber de éste viaje a última hora. Pero es el momento adecuado y sobrevivirán. Eso me hace recordar que basándonos en los informes que me mostraste esta mañana, únicamente el personal que sea absolutamente crucial vendrá con nosotros esta vez. No quiero arriesgar la seguridad de nadie innecesariamente — Se movió por la habitación pero se giró sobre sus talones antes de abrir la puerta. —Por cierto, felicidades. —¿Por qué? —Eres ahora el orgulloso dueño de los cachorritos más feos que hayan visto nunca tus ojos. *** —Señoras y Señores, miembros de la Prensa, la Presidenta de los Estados Unidos de América. Hicieron que el Air Force One volara a toda velocidad y a la hora de aterrizar en Oregón la Operación Hidra ya había terminado y era hora de enfrentarse a la nación. No se escuchaba ni el sonido de un alfiler cuando Dev tomó aire profundamente y caminó lentamente hacia el pódium. Miró directamente a la cámara y se recordó mentalmente el aparentar agradable. —Señoras y Caballeros, gracias por estar aquí hoy. Como el Presidente de Prensa les ha anunciado, les haré un pequeño informe de las acciones que fueron tomadas hace algunas horas. En esta ocasión no contestaré a sus preguntas, eso lo dejaremos para otro momento un poco más adelante. Hizo una pausa y bebió un sorbo de agua. Para la audiencia que la seguía, su expresión era concentrada pero afable. Pero para aquellos que la conocían bien, sabían que estaba preocupada. —Esta mañana temprano, unidades tácticas especiales de la DEA, del FBI y de la ATF en colaboración con los agentes del estado y de la ley local, hicieron una incursión en las estructuras fortificadas del grupo de la milicia Hermanos de la Libertad, grupo que estaba bajo vigilancia. Los miró directamente a la cara para dar a entender con el contacto visual de sus ojos que no tenía nada que esconder. —La incursión ha sido rápida y decisiva. Fue bien planeada y calculada para atrapar hasta el 253

último de los implicados. A la hora en que comenzó la operación, a primera hora de la madrugada, limitamos el número de accidentes fortuitos, tanto por parte de éste grupo fuertemente armado que se encontraba escondido en el campamento fortificado, como para nuestro personal militar profesional. Devlyn miró sus notas brevemente sin querer perder ni una onza de la confianza y liderazgo que intentaba comunicar con su discurso y apariencia. —Mientras que la incursión se realizó según lo planeado, algunos miembros de la organización han sido capturados, desafortunadamente ha habido bajas en ambos lados. Veintidós miembros de la milicia han muerto y catorce han sido heridos. Nuestros propios agentes fueron igualmente alcanzados habiendo registrado un total de diez muertos y cinco heridos. Se agarró fuertemente al pódium e intensificó su voz terminando con un fuerte mensaje. —Las personas responsables por los cinco atentados terroristas dentro de nuestras fronteras que acabaron con la vida de gente inocente y causaron miles de millones en pérdidas para el gobierno y los ciudadanos, han sido puestos bajo arresto y serán duramente castigados. Una minuciosa investigación se sigue llevando a cabo y les aseguro que todo aquel que esté involucrado en el asunto será llevado ante la justicia. Todo lo que ha ocurrido en el transcurso de esta operación ha sido llevado a cabo bajo mi personal consentimiento. Yo soy la única persona que debe ser tomada como responsable y capaz de responder a las preguntas que puedan surgir por las acciones tomadas hoy bajo mi dirección. Como uno de mis predecesores dijo: “El conejo se detiene aquí”. Yo soy su Presidenta y por tanto la responsable. Dev sabía que sus últimas palabras iban a hacer que todo el personal a su cargo se quedara de piedra. Eso no era parte del discurso original, pero no quería que hubiese ninguna duda acerca de quién había tomado las decisiones en éste asunto y a quién echar las culpas en el caso de que hubiese equivocaciones. Se tomó su tiempo para desabrochar su chaqueta y recoger sus notas, entonces se giró y dejó la sala. Como ya sabía que harían, David y Sharon estaban esperándola, ambos con sus bocas abiertas. —Ni una palabra. Podéis regañarme más tarde— Dev siguió a los agentes del Servicio Secreto por los pasillos que la llevarían de vuelta a su habitación de hotel. Lo hizo en silencio, volviendo a leer la lista de los muertos y heridos del asentamiento. Tenía subrayados cuatro o cinco de los nombres de la lista. Lisa Lindsey, edad ocho, y Brian Lindsey, edad seis. Mirando las palabras su estómago comenzó a revolvérsele. Esos eran dos nombres que jamás olvidaría. Dios, ayúdame, yo he hecho que les mataran. Y sé que tendré que vivir con ello por el resto de mi vida. *** 254

SEPTIEMBRE 2021 Miércoles 1 de Septiembre Lauren volvió a mirar su reloj y se volvió a dejar caer en su cama esparciendo un puñado de sobres. Los miró y comenzó a abrir otra carta. Se suponía que Dev debía haberla llamado hacía ya más de una hora y media y necesitaba hacer algo mientras esperaba. Así es que eso es lo que estuvo haciendo durante la última media hora, mirar el correo, que estaba comenzando a formar una enorme pila de papeles desordenados en su escritorio. —¡Vamos Devlyn!. —Se quejó para sí misma —Date prisa. Tengo una reunión en una hora— Lauren revolvió unas cuantas hojas más del correo y le echó un vistazo a unos cuantos artículos publicados sobre ella. Se rió. Wayne siempre mezclaba la correspondencia personal con algunos documentos que enviaba. Él era de la vieja escuela e insistía en que sus autores hicieran copias de sus libros a mano al igual que firmaban los contratos. Eso significaba que Lauren ocasionalmente recibía una carta. ¡Y escrita a mano! Nadie lo creería. Wayne nunca había creído que ella y totalmente cierto. Pero una vez que hombre se había vuelto implacable, relación y pinchándola diciéndole que a mirar su reloj de manera frustrada.

Dev fueran solo amigas. Incluso al principio, cuando era ella admitió que realmente estaban saliendo juntas, el martilleando a Lauren por los jugosos detalles de su había estado sola demasiado tiempo. La escritora volvió

Estaba a punto de tirar la carta a la papelera que había al lado de su cama, cuando tocó algo duro dentro del sobre. Echó un vistazo adentro y encontró un cd. —¡Ooooooooohh, un regalo! Puede que hayas dicho algo Wayne. Casi lo tiro— dijo. Lauren salió de la cama de un vote y miró por última vez su reloj. —Puede que mate así unos cuantos minutos mientras espero a que llame la Wonder Woman— Se dirigió hacia el mueble donde en su interior albergaba un reproductor de cd´s y puso el disco dentro preguntándose de qué se trataría. No es que se estuviera quejando, pero tan sólo había visto una película en lo que llevaba de año y eso fue cuando Dev lo organizó todo para verla dentro de la Casa Blanca en su primera cita hacía como dos meses. Retrocedió hasta su cama y casi tropezó con la caja donde se encontraban Grem con Princesa y los cachorritos. Una imagen tridimensional de una preciosa mujer de mediana edad vestida con un minúsculo bañador y reclinada en una hamaca llenaba la habitación de Lauren.

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"Starlight Publishing presents… la película del best-seller más vendido: Amor lésbico: Guía paso a paso para alcanzar la satisfacción". La boca de Lauren estaba abierta de par en par. —¿Por qué está todo el mundo mandándome instrucciones? ¿Es que parezco una total inútil? "Soy Angela Pickard y esta es mi adorable compañera Francine". Ella le hizo un gesto con el dedo para que se acercara, una alta y espectacular morena apareció de repente y se unió a su compañera. —¡Oh Dios mío, Wayne! ¡Tienes una mente tan calenturienta!— se rió Lauren cubriéndose sus ojos. "Ven conmigo y con Francine en una jornada de exploración y satisfacción sexual mutua". Lauren destapó un poco sus ojos y cotilleó. —¿Pero estáis desnudas? "Capítulo Uno: Conociendo los cuerpos" —Oh Dios…—unos ojos verdes se abrieron como platos —¡Se han desnudado! *** Dev miró a Lizza quien le señaló su reloj. La Presidenta había estado de buen humor últimamente y su asistenta odiaba tener que decirle nada. Pero entonces, otra vez, era parte de su trabajo. —Sra. Presidenta, va increíblemente retrasada. —¿No lo estoy siempre? —Respondió Dev al tiempo que buscaba con la mirada dónde estaba el teléfono en su habitación de hotel —Lo sé, lo sé. Pero solo necesito cinco minutos. ¿Por favor? Ya llego tarde. ¿Qué diferencia hay en cinco minutos más? —Señora— la regañó Lizza. —Te regalaré el estado de Arizona. —No creo que pueda hacer eso Señora— sonrió Liza. —De acuerdo, haré que no tengas que quedarte con ninguno de los cachorritos— Dev cruzó sus largos brazos y esperó. 256

—Solo ha comprado cinco minutos, Sra. Presidenta. —¡Estupendo!—Dev prácticamente se abalanzó sobre el teléfono que había sido desconectado la noche anterior. La Presidenta siempre viajaba con su propio equipo de comunicación y su personal sabía dónde exactamente le gustaba tener sus cosas. Desgraciadamente, la red eléctrica de algunas habitaciones de hotel no se acomodaba a las preferencias de Dev. Lizza desapareció silenciosamente y dejó a la Presidenta sola con su llamada. Pero antes de que la morena pudiera marcar el código de acceso, David entró a la suite sin llamar. —Dev… —Lárgate— Agarró una almohada de la cama y se la lanzó con la intención de matarlo —Estoy llamando a mi novia —Sus palabras sonaron extrañas y a la vez le encantaban en sus oídos, así que sonrió por primera vez en lo que llevaba de día. David gruñó indulgentemente. Estar enamorada transformaba a Dev. —Lizza dijo que no vas a obligarla a que se quede unos de esos feos cachorros— Le lanzó la almohada golpeándola en la cabeza. Y Dev le fulminó con la mirada al tiempo que acomodaba su pelo ahora revuelto. —Lárgate— le dijo— Solo tengo unos minutos y ya voy dos horas retrasada. Aunque probablemente Lauren habrá dado por perdida ésta llamada hace años. —¡Aaaawwwww!— David se mordió su labio inferior —¿Quieres estar sola y así poder tumbarte en la cama y susurrar y aaahhh, como si fueras una quinceañera? —No— se defendió Dev —Voy a sentarme bien erguida en la silla y dar lo mejor de mí misma para parecer irresistible. Michael se aseguró de que este sitio tuviera conexión de video antes de que lo reserváramos. Odio quedarme estancada sin él. David giró sus ojos y entonces la miró con una expresión más seria. —Escucha Dev, sé lo mucho que quieres hablar con Lauren, pero debemos estar en la mansión del Gobernador en quince minutos y tardaremos treinta y cinco en llegar. Dev miró a su amigo y comenzó a marcar manualmente el código de seguridad y el número para hablar con Lauren. Estaba llamándola. Necesitaba oír su voz. Ver su sonrisa. Por una vez, el resto del mundo podía esperar. —Dime David. ¿Qué es lo que el Gobernador de Georgia va a hacerme si llego tarde? ¿Tirarme un melocotón podrido? 257

David abrió su boca para hablar y Dev levantó su mano para acallar cualquier comentario. —Si no me das cinco minutos a solas para hablar con Lauren en paz, voy a cruzar ésta sala y te voy a retorcer ese esquelético cuello. —¡Esquelético! —David — gruñó Dev — ¡Largo! O te quedarás con dos de los cachorritos de Grem. Los ojos de David volvieron a rodar y levantó las manos a modo de defensa. —No hay necesidad de ser tan cruel. Tan solo llamaré al Gobernador y le informaré que vamos un poco retrasados en el horario— No esperó una respuesta, se largó de la habitación tan pronto como escuchó el sonido del teléfono de Lauren invadir la habitación. *** La cabeza de Lauren dio un respingo con el sonido del teléfono. —Jesús— gimió sorprendida por la interrupción de su placentera visión. Angela Pickard sonreía abiertamente. "Lo estás haciendo maravillosamente. Sé que lo estás haciendo— dijo con voz cantarina —Y ahora es hora de ir más allá. Capítulo Cuatro: Orgasmos Múltiples—Haciendo el sueño realidad". La escritora saltó de la cama y empezó a buscar el control remoto. Al no encontrarlo se dirigió inmediatamente hacia su reproductor de cd. Abrió el mueble donde estaba y apretó el botón de off al tiempo que su teléfono sonaba por segunda vez. Nada ocurrió. Lo volvió a apretar. Todavía nada. —¡Mierda! Lauren apretó su dedo fuertemente sobre el botón. Y al no pasar nada comenzó a toquetear todos los botones que encontró hasta que el volumen subió estrepitosamente. Sus ojos miraban la máquina buscando frenéticamente el botón del volumen, pero inmediatamente se dio cuenta que éste estaba en el control remoto que no encontraba. Lauren gritó por la frustración. El teléfono sonó una tercera vez. —¡Ya voy!— malgastó Lauren al tiempo que revolvía las sábanas de la cama buscando el control remoto.

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Otro timbrazo. —¡Voy! "Oh si cariño", Francine movió su cabeza hacia atrás en éxtasis, Ángela deslizó sus manos hacia arriba acariciando el cuerpo desnudo de la morena y comenzó a masajearle sus generosos pechos. —¡Maldita sea!— Volvió a apretar el botón de off otra vez, gruñendo con frustración cuando nada pasaba y el teléfono sonaba por quinta vez. Intentó levantar el aparato para arrancar el cable, pero éste estaba cogido al mueble y su mano tampoco llegaba por detrás hasta la clavija. No queriendo perder la llamada de Dev, Lauren finalmente comenzó a marcar sus códigos de acceso al tiempo que se abalanzaba sobre el mueble para intentar arrancar los cables. Con cualquier otro teléfono podría contestar la llamada. Pero no en la Casa Blanca. El teléfono comenzó a procesar los códigos de Lauren e inmediatamente una voz clara y cálida dijo: "Video conferencia aceptada". Lauren se estiró todo lo que pudo para alcanzar el enchufe, pero sus dedos podían solo rozarlo. "¡Sí!. ¡Oh Ángela! ¡Dámelo! ¡Lo quiero!", gritó Francine. Los ojos de Lauren se abrieron desmesuradamente cuando oyó esas palabras. Se apartó del mueble que contenía el aparato de cd y desesperadamente comenzó a toquetear los botones del teléfono. —¡No!, video conferencia ¡NO! Solo audio. ¡No!, ¡No!, ¡NO!— pero ya era demasiado tarde y Dev comenzaba a materializarse enfrente de ella. Lauren empezó a girar a su alrededor y su mandíbula se descolgó por la imagen tridimensional de las dos mujeres, ahora desnudas, besándose profundamente y tocándose íntimamente la una a la otra. Por un momento se quedó allí de pie, boquiabierta hasta que el sonido del teléfono la sacó de su aturdimiento. Ángela empujó a su compañera y miró directamente a Lauren "Recomiendo la estimulación directa". "Oh sí"— gimió Francine. —Uh, ¿Lauren? 259

La rubia se giró hacia la familiar voz y se encontró mirando a unos confundidos ojos azules. —Hola Devlyn— chilló ofreciéndole a la Presidenta una leve sonrisa. Una bien delineada ceja se alzó por la frente de Dev y se quedó allí. —Ya sé que hablamos de tomárnoslo con calma. "Otra vez, otra vez, otra vez"— Francine gritó a pleno pulmón mientras Ángela calmadamente describía exactamente hacía para obtener las entusiastas respuestas de su amante. Lauren se cubrió los ojos con las manos. —¡Querido Jesús, por favor hazme desaparecer!— Murmuró contra las palmas de sus manos —Por favor, hazme desaparecer. Ahora mismo. ¡En éste mismo instante! Dev continuó sin emoción alguna. —Pero cariño, ¿era totalmente necesario que comenzaras sin mí? Me siento herida— bromeó reconociendo la surrealista escena como la de un video emitido por detrás. Un video muy interesante. Quien iba a pensar que Lauren era tan perversa. "Oh, Ángela. ¿Otra vez?—dijo Francine cansadamente —Pero no puedo. Una pausa. ¡Ohhhh!. ¡Puedo, puedo!". La segunda ceja de Dev se unió a su gemela. —Herida, pero impresionada. Muy impresionada. Lauren abrió los dedos y pilló a Devlyn con expresión desconcertada. Se llevó los dedos a la cabeza y los pasó nerviosamente por su pelo formando un interesante peinado estilo Mohawk. —No puedo pararlo, Devlyn. —Perdiste otra vez el control remoto, ¿no es así?— preguntó Dev conociéndola. "¿Otra vez Ángela? No puedo"— estaba a punto del colapso.

"Francine, amor, yo sé que tú puedes". "Sí"— Francine gritó otra vez— "Puedo".

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Lauren tan solo podía mirar al cielo y rezar una plegaria para que le cayera un rayo encima y acabara con ésta vergonzosa tortura. Dev sacudió su cabeza y se rió entre dientes. El color de cara de su amiga era del más puro rojo vivo haciendo parecer sus cejas casi blancas. —¿Miraste en la mesilla de noche? —Allí no está— ojos verdes la examinaron. —¿La cama?— una cabeza rubia se agitó. —Ya miré allí. Ambas mujeres de repente alzaron sus cabezas y exclamaron al unísono: —Los perros— Y un control remoto medio mordido estaba en el suelo debajo de la cama. Lauren lo recuperó con una plegaria de "gracias" murmurada en su boca. Y con una rápida presión en el botón de apagado, Ángela y Francine desaparecieron. Dev sonrió a su avergonzada amiga. "Dios, está preciosa". —Así que, Lauren… —¡No preguntes! —Pero… —Si de verdad me quieres harás como si no hubieras visto ni oído nada. —Por favoooooor— dijo haciendo un mohín en su cara y agitando sus largas pestañas repetidamente. Agitando sus manos al aire, Lauren miró hacia arriba y suplicante habló a un techo coloreado en crema. —¿Qué exactamente he hecho yo para merecer esto? *** Viernes 3 de septiembre —¡Abuela!, ¡abuelo!— gritó Ashley. La niña pequeña saltó sobre Frank Marlowe, rodeando a 261

éste con sus piernas y brazos como si fuera un mono agarrado a un árbol. Él miró hacia abajo y frotó su suave barba contra los mofletes de Ashley, sonriendo al tiempo que su nieta se retorcía y reía con deleite. Su mirada se topó con Chris y Aarón. —Hola chicos— El hombre canoso seguía atormentando a su nieta mientras hablaba con sus nietos. —Os hemos echado de menos. Estáis creciendo como vuestro pa...— Una mirada fulminante de Janet lo silenció. —Como la hierba— Terminó como pudo. —¡Nosotros también os hemos echado de menos!— dijo Aarón desde su posición en el abrazo de su abuela. Christopher asintió con la cabeza en acuerdo con su hermano Aarón mientras esperaba su turno para abrazarse a sus abuelos. Janet Marlowe extendió su brazo libre y Chris se unió a su hermano. Al dejar marchar a Ashley, Frank miró hacia arriba y vio a Lauren que estaba callada a un lado disfrutando de la reunión familiar. —Encantado de volver a verte Lauren— dijo arrastrando las palabras y mirando a la joven con ojos brillantes. —Lo mismo digo— dijo girándose hacia Janet. No pienses en el libro que te envió. No lo hagas. —¿Tuvisteis un buen vuelo?— dijo subiéndose nerviosamente sus gafas sobre la nariz. Janet rodó sus ojos. —¡Bien, ven aquí! Hablé con Dev por teléfono después de todo éste lío de las bombas. No podéis pretender ocultar que sois una pareja— dijo firmemente. Le lanzó una mirada fulminante cuando la escritora comenzó a protestar— Y eso quiere decir que me he ganado un abrazo. Lauren sonrió y se unió a Christopher y a Aarón para darle a Janet un buen achuchón. Amy y Emma aparecieron por detrás y la niñera condujo a los portamaletas que cargaban el equipaje de los Marlowe a la habitación Lincoln. —Muy bien— exclamó Frank una vez hubo saludado a todo el mundo —Devlyn va a sentir mucho el haberse perdido esto, pero ¿qué tal si hoy comemos del McDonald’s?

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Los niños vitorearon, Emma sonrió y cogió el teléfono sabiendo de antemano lo que pediría cada uno. Eran los únicos habitantes de América que tenían una línea privada con McDonald’s. Janet miró a su alrededor meneando despacio su cabeza. Todavía no podía creer que su niñita era la Presidenta. Realmente era difícil de creer. Miró con cariño a los niños cuando estos se engancharon a las manos de su abuelo para llevarlo a su habitación y enseñarle los últimos dibujos que habían hecho. Ashley iba sobre los hombros de Frank recordándole su promesa de ir a continuación a su habitación para enseñarle la Barbie que la abuela le había enviado y el nuevo set de peluquería. La habitación se vació rápidamente dejando solas a Janet y Lauren. La joven mujer estaba allí de pie sintiéndose algo incómoda. Dev no debía estar de vuelta a la Casa Blanca hasta varios días después y Lauren trató de aprovechar éste tiempo en conocer mejor a sus padres. Dev los quería muchísimo y sabía que sería muy importante para la Presidenta si ella establecía una buena relación con ellos. Se balanceaba ligeramente de lado a lado sintiéndose algo nerviosa. No había tenido, por así decirlo, una cercana relación con sus propios padres. —Bien, me temo que tendré que dejarla. —¡Santo Dios! Ven aquí y salúdame. No muerdo, querida. A pesar de lo que Frank pueda decir después de haberse tomado unas cuantas cervezas. Lauren sonrió tontamente, entonces hizo una mueca cuando la información fue registrada en su cabeza. Ewwww. —No se ofenda— susurró tomando asiento en el sofá cerca de Janet —Pero no sigamos con ese tema. —Pero habréis pensado a… ewwww ¿no?,—acusó Janet.—Te puedo contar algunas cosas. ¡No soy tan vieja! —¡Oh no!—corrigió rápidamente Lauren. Uh, oh.—No es eso,—dijo meneando la cabeza y forzándose a encontrar las palabras adecuadas. —Es solo que…que… ¡Cielo santo! Usted es la madre de… Janet se quedó sin habla. —¿Y las madres no son sexualmente activas?— bufó y miró incrédula a los ojos de Lauren— Tal vez debería comenzar contigo por las lecciones más básicas, querida. No creí que la teoría de la concepción del repollo era tan popular entre los jóvenes de hoy en día. —A eso no es a lo que me refería y usted lo sabe— dijo Lauren totalmente avergonzada, pero muy pronto se unió a las carcajadas de Janet. La tensión del principio de la rubia mujer muy pronto fue olvidada. Era muy duro permanecer formal o incluso incómodamente ante el desparpajo y la desinhibición de la madre de Devlyn. 263

—Solo recuerda que Dev es madre por triplicado— Janet alzó sus dos cejas y Lauren vio en ello un gesto muy típico de Dev —Y te haré pensar en cosas sobre ella que harán que lo que dice el capítulo ocho del libro parezcan niñerías. —Pe…pero…—a Lauren no le salían las palabras —¿Usted leyó "Lo mejor del Sexo Lésbico" antes de enviármelo?— dijo con los ojos bien abiertos. Janet sacudió una de sus manos al aire. —Por motivos de investigación, por supuesto— entonces la encaró —¿Por qué? Si le hubiera mostrado a Frank ese libro jamás me habría dejado salir de la cama. Bueno, una vez estuviera casada, claro. Y a propósito de ello, una vez… —¡Oh, Dios mío!— Lauren pegó un pequeño brinco y tapó sus orejas con las manos.—Esto no está bien, no está bien, ¡no está bien! Janet rió fuertemente. Lauren posó una dura mirada en la madre de Devlyn. —Ahora veo de dónde sacó su hija esa vena diabólica. Janet tan solo afirmó. —Frank pudo haberte informado de ello, querida. *** Miércoles 8 de septiembre Las largas zancadas de Dev la llevaban a través del hall de la Casa Blanca para encontrarse con su familia y con Lauren. Había estado fuera casi un mes visitando las ciudades afectadas por los atentados y participando con los líderes en los encuentros de pequeñas comunidades. La alta mujer estaba tan encantada de estar otra vez de vuelta en casa que casi lloró cuando el Air Force One tomó tierra en la Andrews Air Force Base. Sus padres y Ashley la recibieron en el hall donde todos ellos se fundieron en un abrazo y Devlyn frunció el ceño ante el regaño de su madre que le recriminaba su pérdida de peso. Peso que ella no necesitaba perder. —Estoy bien mamá. Lo prometo. Solo he estado demasiado ocupada— Dev sonrió indulgentemente — Tienes que enviarme a Dottie para que me haga esas galletas que me gustan tanto. No las he probado desde el cumpleaños de Lauren. Los ojos de Dev inspeccionaron el hall y su frente se arrugó. 264

—Hablando de Lauren ¿dónde está?, ¿y los chicos?— Dev no dijo nada, pero estaba decepcionada de que no la hubiera ido a recibir junto con sus padres y a Ashley. Estuvo pensando en la escritora a todas horas y estaba tan ansiosa por verla que le estaba produciendo dolor de estómago. El pequeño grupo se quedó en silencio por unos momentos y el gesto de Dev se volvió preocupado en un instante. Se irguió y sus ojos miraron con alerta en dirección a la habitación de Lauren y de los chicos. —¿Dónde están? —Ahora, cariño, no hay nada de lo que preocuparse— Frank puso su brazo alrededor de los hombros de su hija —Estarán completamente bien en unos días. La sangre inmediatamente dejó de fluir en la cara de Dev. —¡Santo Dios, Frank! Le estás dando un susto de muerte. Y pensar que tú eres médico— dijo Janet mirando a Dev fijamente a los ojos —Cogieron la varicela, cariño. Eso es todo. Los primeros granos les salieron ayer. No es nada serio. Por eso es por lo que no te avisamos. Dev cerró los ojos y ordenó a su corazón dejar de latir con tanta fuerza. —¿Varicela?— Preguntó— Espera. ¿Varicela?. Eso no puede ser. Pensé que ya nadie la padecía. —Pensaste que habíamos acabado con esas malditas enfermedades—contestó Frank. Se llevó una mano a su cara y se rascó la barbilla —Pues no, diablos. No con ésta. Es resistente a las vacunas convencionales. Ahora no es tan común como antes, porque no parece ser tan contagiosa. Comenzó con pequeños brotes hace unos años por todo el país y parece que ahora está visitando la capital — añadió —Algunos niños de la escuela de los chicos la tienen. Dev todavía se sentía intranquila. Comenzaron a andar hacia la residencia. —Pero están bien, ¿verdad, papá?— La Presidenta sostuvo las manos de su hija y de su madre mientras andaban y asentía con la cabeza al tiempo que se cruzaban con los agentes de seguridad apostados en la residencia familiar. —Absolutamente— confirmó Frank. Y añadió confidencialmente. —Miserables, pero bien. —Tienen tantos granos que parecen monstruos— añadió Ashley entusiasmadamente. Dev alzó una de sus cejas.

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—¿Y cómo es que tú te libraste cuando tus hermanos y Lauren…? —Y Emma— añadió Janet. —¡Ooooh! y Emma— añadió— …no tuvieron tanta suerte. Ashley subió sus hombros. —El abuelo dijo que era una maldita tómbola. Y ellos se pusieron de mierda hasta… —Ahem— Frank interrumpió —Estoy seguro de que tu madre capta la idea— Era obvio ante la mirada que Dev le dedicó. Llegaron primero a la habitación de los chicos. Tenía la mano en la manivela de la puerta cuando su médico privado salía de la habitación de Lauren hacia el hall. Sus ojos azules miraron a ambos lados y Dev corrió a través de la alfombra para alcanzar al hombre antes de que doblara la esquina del pasillo. —¡Espere, Doctor! El doctor se enderezó y guardó su estetoscopio en el bolsillo de su abrigo. —Sra. Presidenta, bienvenida. ¿Cómo está su hombro? Él levantó la mano para tocar el miembro en cuestión, pero Dev le apartó la mano molesta. No quería hablar de su hombro lastimado. —¿Cómo están todos? —Tienen la varicela, Sra. Presidenta. Acabo de ver a los chicos. Ahora están durmiendo y parece que se están recuperando bien. —¿Y Lauren?— dijo Dev precipitadamente esperando la respuesta. La miró incómodo tentado de decirle que Lauren era un grano en el culo como paciente como también lo era Dev. Pero el hombre no era idiota. —La varicela es algo más complicada en los adultos que en los niños, Sra. Presidenta. Esto parece ser especialmente cierto con éste nuevo brote. Pero estoy seguro que ella apreciará su preocupación. Le diré que usted estuvo aquí preguntando por ella. —No, eso no será necesario. Iré a visitarla tan pronto como me cambie de ropa. Tan solo necesito cinco minutos.

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El doctor la miró horrorizado. —Oh no, Sra. Presidenta usted no puede entrar ahí— El tono del doctor era autoritario e intransigente. —Todavía es contagiosa y lo seguirá siendo unos días más. Dev puso sus manos sobre sus caderas. —Realmente no me importa, doctor. Entraré allí a…— Sacudió su mano y descubrió su Rolex para seguidamente decir —alrededor de las 4:35, y eso, es un hecho. —Va en contra de mi consejo médico como jefe de medicina suyo que soy. Usted simplemente no puede… Unos ojos azules centellearon. —Si trata de detenerme, llamaré a los Marines para que despejen mi camino— dijo de manera desafiante. El bajito hombre tragó ruidosamente y Dev podía ver cómo se formaban las gotas de sudor sobre su calva cabeza. Dios, ella era la paciente más difícil que había tenido nunca. —Es mi deber informarle de que no es lo mejor para sus intereses médicos estar cerca de la Srta. Stayer, sus hijos o de la Sra. Drysdale en los próximos días— Sacó pecho y se quedó allí de pie —Me temo que tendré que insistir. Estoy seguro de que el Sr. McMillian estará de acuerdo conmigo en… —¡Puede insistir hasta que se le ponga la cara azul, doctor! Y David McMillian no es el Presidente. Yo lo soy. Y no voy a estar alejada de mi familia cuando más me necesitan. Mi propio padre, que es un excelente y respetado doctor, dice que padecer ésta enfermedad es una maldita tómbola y si te toca te metes de mierda hasta los sobacos. Creo que ya he tenido suficiente mierda éste año, ¿no le parece, doctor? Mis posibilidades de coger la enfermedad son pocas. Pero si eso le hace sentir mejor, llevaré una de esas estúpidas máscaras— dijo Dev señalando la máscara que todavía pendía del cuello del doctor. —Bien, umm, sí— afirmó ligeramente con la cabeza —Eso reduciría bastante el riesgo de infección— volvió a asentir habiendo deseado hacerle esa sugerencia desde el principio — además de permanecer totalmente alejada de ellos, cosa que veo que no va a hacer— terminó rápidamente antes de que Dev pudiera contestarle —La máscara será lo mejor, Sra. Presidenta. Veré que le proporcionen una inmediatamente. —Sí, hágalo— dijo girándose y dirigiéndose hacia su habitación —Voy a ponerme unos vaqueros— Y después a visitar a unos valientes rubios que he estado echando de menos con todo mi corazón. 267

*** Tan ciertas como sus palabras, cinco minutos más tarde Dev se había quitado su traje y vestía unos vaqueros, zapatillas y una camiseta ajustada de manga corta. Su madre había llevado a Frank y a Ashley a dar una vuelta por el jardín alejándolos de los enfermos con la promesa de tomar un helado más tarde. La vieja mujer sonrió indulgentemente a su hija sabiendo que necesitaba unos minutos a solas con Lauren para decirle hola. Además, ¿qué tipo de gente se quedaba dentro cuando hacía un día tan hermoso como éste? La enfermera de los chicos estaba sentada en una silla junto a la puerta de la habitación leyendo una revista cuando Dev se acercó. La joven mujer le explicó rápidamente que el doctor les había puesto una inyección hacía poco para no solo bajarles la fiebre, sino también para calmar los picores. La única razón por la que ahora estaban dormidos era porque tan pronto como la medicación les había hecho efecto y comenzaron a sentirse mejor, empezaron a jugar peleándose como si fuera el fin del mundo. Ahora simplemente estaban agotados. El médico de Dev se encontró con la enfermera tan solo momentos antes para darle la máscara que debía llevar la Presidenta. Le dio la máscara color turquesa y sonrió cuando la Presidenta hizo girar sus ojos, pero indulgentemente se la puso. Devlyn le dio las gracias a la enfermera y silenciosamente entró al cuarto de los niños. Estaban acurrucados juntos en la cama de Aarón llevando solo su ropa interior. Las sábanas estaban hechas un lío a sus pies, sus almohadas en el suelo y los dos estaban babeando. Dios, deseaba que Lauren estuviera allí con su cámara. Dev se sentó muy despacio sobre la cama y comprobó sus temperaturas. Aarón estaba bien. Parecían realmente monstruos granosos. Pero eran sus monstruos granosos. Y esa era la diferencia. Suavemente acarició las cabezas de cada uno de ellos antes de echarles la sábana por encima y arroparlos bien. —Descansad, chicos. Se pondrán bien. Dev le dejo instrucciones a la enfermera de que les dijera a los niños que estaba en casa en cuanto se despertaran. Con mariposas en su estómago recorrió el camino hasta la habitación de Lauren. Debía haber traído flores o algo así. O chucherías. Le gustan las chocolatinas. ¡Maldición!. ¿Por qué no traje chocolate? Soy mucho más encantadora con la ayuda del chocolate. Dev estaba hablando para sí misma cuando se encontró delante de la puerta de Lauren. Un agente del Servicio Secreto pasó por su lado con expresión seria en su cara. Pero el hombre de traje oscuro no dijo nada. Se giró al tiempo que le echaba un vistazo mientras se marchaba. 268

—¿Qué le pasa?— Entonces se dio cuenta de que todavía llevaba puesta la máscara higiénica y que no debía haberla reconocido —Oh, bien— murmuró irguiéndose y llamando suavemente a la puerta de Lauren. Su llamada fue recibida por una alta maldición al tiempo que estampaban algo contra la puerta. —¡Te he dicho que te largues!— gruñó Lauren —¡Y no se te ocurra venir y acercarte con ese arpón que dices llamar aguja! No me hagas echarte a Grem y a sus diablillos sobre ti. Son más malos de lo que aparentan. Unos ojos azules rodaron. Oh, chico. Apostaría a que está haciendo de la vida del doctor un infierno. Buena chica. —Laur…— Dev se detuvo y se sacó la máscara metiéndosela en el bolsillo —Lauren, soy yo. —¿Dev? —Sip. ¿Puedo pasar?— Dev había comenzado a girar la manivela de la puerta cuando la voz de Lauren la detuvo. —¡No! Unas cejas negras se alzaron. —¿Qué quieres decir con que NO?— preguntó impacientemente —¡Quiero verte! —No, lárgate— Una pausa. La siguiente vez que Lauren habló su voz era más suave —Estoy horrible, cariño y, además, podrías contagiarte. Dev clavó su mirada en la puerta deseando tener visión rayos X. —¡Me importa un carajo lo que parezcas! ¡Quiero entrar!— Apoyó su frente contra la fría puerta —No me hagas ordenar un ataque aéreo. Lauren sonrió entre dientes, pero rápidamente se irguió. —¿Es una trampa? ¿No traerás una aguja contigo, verdad? Dev volvió a girar sus ojos. —¡Maldición!, ¡sabía que se me olvidaba algo! Desde que adquirí ese molesto hábito, las he estado coleccionando todo el tiempo.

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—Muy graciosa. De acuerdo. Gracias a Dios, pensó Dev a la vez que abría la puerta. —Puedes entrar tan solo si no te ríes de mí. Dev se paró y se mordió el labio. No me reiré. No me reiré. La Presidenta abrió la puerta, le echó un vistazo a Lauren y estalló en carcajadas. —¡Oh, Dios, lo siento! El pelo de Lauren estaba completamente alborotado y estufado hacia arriba. Llevaba un par de pantalones cortos grises y una enorme camiseta que parecía haberse tragado su pequeño cuerpo haciéndola parecer una niña chica. Su piel era pálida a excepción de las pequeñas manchitas rojas que cubrían cada centímetro de su piel expuesta. Una mano recorría su cuerpo rascándose tan frenéticamente como sus dedos le permitían. Estaba sobre las sábanas y mostrando la cara más patética que Dev había visto jamás. Bueno, hasta el momento que entró parecía patética. Ahora que estaba riéndose de ella, parecía muy enfadada. —¡Mata, Grem!— gritó Lauren —¡Ataca! ¡Cómetela! Gremlin estaba tumbado en el suelo, a los pies de la cama de Lauren. Para ser sinceros, miró a la Presidenta en respuesta a las órdenes de su ama. Desgraciadamente, lo único que hizo fue gruñir un poco y aullar cansadamente. Sus tareas como padre lo tenían tan agotado que eso era lo único que alcanzaba a hacer. Dev se tomó su tiempo para lanzarle una mirada de disgusto al chucho para después sonreírle simpáticamente a su amiga. —Lo siento, cariño. Pareces tan adorable que no pude aguantarme la risa— La mirada mortal que Lauren le lanzó a Dev le hizo saber a ésta que la escritora no se lo tragaba, así que se sentó a un lado de la cama junto a Lauren, pero sin tocarla —Te he echado de menos. Te quiero— le dijo dulcemente. Lauren inmediatamente suavizó la mirada y dijo: —Yo también te quiero— Movió su cabeza de forma resignada —Vas a seguir haciendo imposible que esté enfadada contigo, ¿verdad? Una satisfecha sonrisa trazó su camino a través de los labios de Dev. —Básicamente— Tomó uno de sus rubios mechones rebeldes y lo deslizó detrás de su oreja para poder mirar a los ojos. —¡Devlyn, no puedes tocarme! 270

—¿Te apuestas algo? —No quiero que te pongas enferma— dijo Lauren soltando la respiración. —Y no puedo dejar de tocarte. Nunca más— dijo Dev levantando sus hombros. El corazón de Lauren comenzó a latir más fuerte por las palabras de Dev. La miró a sus honestos ojos y sintió que se enamoraba aún más de esta increíble mujer. —Estoy tan contenta de que hayas vuelto a casa. —Yo también. Se quedaron mirando la una a la otra por un largo momento y Lauren podía ver la preocupación detrás de los ojos de Dev. Sabía que Dev estaba triste por la gente que había muerto cuando el FBI atacó el campamento de los Hermanos de la Libertad. David le contó que se había tomado la muerte de los niños especialmente mal, cosa que a Lauren no le extrañaba en absoluto. Esos meses conociendo y llegando a querer a la familia Marlowe le había demostrado el cariño tan grande que tenía por los niños. Con una morbosa huelga que sorprendió incluso a los de Washington, la prensa se había cebado con estos aspectos de los eventos acontecidos, mientras Dev hacía su gira por las ciudades afectadas por los atentados. Le echaron las culpas a Dev y al Primer Ministro y la nación los secundó. La alta mujer apareció para apechugar con todo contestando pregunta tras pregunta pacientemente sobre cada detalle y toma de decisión que hizo al respecto. Pero incluso en televisión, Lauren podía leer entre líneas la tensión que normalmente no surcaba la cara de Dev y el recelo en su habitual abierta personalidad. Especialmente cuando un reportero mencionaba a Lisa y Brian Lindsay. —¿Estás bien?— preguntaron las dos al mismo tiempo. Sonrieron. —Estoy bien, Lauren. No fue un viaje divertido. Pero tenía que hacerse. Estoy contenta de que se haya acabado. Lauren iba a abrazar a su amiga y sintió la frustración apoderarse de ella por el hecho de que no podía. Entonces le vino una idea a la cabeza. Bajo la atenta mirada de Gremlin cogió una sábana que había doblada a los pies de su cama. La joven mujer deshizo su pliegue y la sacudió para abrirla. —¿Qué? ¡Phft, Phft!— Lauren tiró la sábana por encima de Dev cubriéndole todo el cuerpo y cortando sus palabras. Antes de que pudiera decir nada más sintió unos brazos que la rodeaban y la estrechaban en un abrazo. Dev cerró los ojos de gusto e inmediatamente devolvió el confortable abrazo —¡Maldición!, lo necesitaba. 271

—Yo también. Dev sintió la alta temperatura que venía del cuerpo de Lauren. —Tienes fiebre— le dijo. —Un poco. Sí —Lauren se acomodó más en los brazos de Dev al tiempo que ésta le acariciaba la espalda con sus dedos —¡Oooooooh, Jesús, que bien!— Se movió otra vez, ahora presionando su hombro contra el de Devlyn y frotándose en él. —Uh, ¿Lauren?— Dev la miró un poco alarmada. —¡Ooooooo, yeah!— dijo Lauren echando la cabeza atrás. Devlyn aguantó la respiración ante el largo gemido de Lauren. Cuando los movimientos de Lauren se volvieron más frenéticos, Dev finalmente entendió. —¡Oh no! ¡Tú no! No soy un rascador— Con brazos firmes empujó a la pequeña mujer. —¡Por favoooooor!— rogó Lauren —Me pica por todas partes. —¡NO!— dijo Dev meneando la cabeza por debajo de la sábana antes de quitársela de encima —No puedo. —¡Sí, Devlyn!— dijo Lauren seriamente. Atravesó a la Presidenta con su dura y verde mirada —Puedes. Por el amor de Dios, ráscame la espalda. ¡Necesito que me la rasques! Dev intentó no pensar en lo sexy y atractiva que estaba cuando suplicaba. La amaba, pero no podía ignorar esas abultadas manchas rojas. —No lo haré—. Moriría antes tocar una sola marca en tu preciosa piel. Bueno, normalmente preciosa. —¡Por favooooor!— chilló patéticamente. Con un fuerte gemido se tumbó de espaldas en la cama y comenzó a frotarse como si fuera un pez fuera del agua, intentando alcanzar unos granos que tenía entre los omóplatos. —¡NO!— Dev se alzó sobre sus pies —Ponte la inyección que le dieron a los chicos y te sentirás mejor— explicó razonablemente. —¿Inyección? ¿Una aguja apuñalándome el trasero y un líquido extraño siendo introducido en mi cuerpo?— Lauren hizo una mueca —¿Eres masoca?

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—Tal vez. Pero esa no es la cuestión— Decidiendo lo cercano que era estar a salvo de Lauren, se arrodilló enfrente de ella. Sintiendo un escalofrío de asco alcanzó a ver a uno de los cachorros que se paseaba por debajo de la cama, Dev se acercó un poco más —Sólo quiero que te encuentres mejor, cariño. —Yo también quiero eso, Devlyn. Pero ya sabes lo que siento hacia las agujas. —Ya lo sé, pero será una muy pequeñita— Dev sonrió afectivamente. —¿Cómo de pequeña?— Lauren la miró escépticamente. —Minúscula. Apenas la notarás. —Y ¿hará que pare el picor? —Eso o te devolveremos el dinero— dijo finalmente Dev con una medio sonrisa. La cabeza de Lauren estaba inclinada hacia un lado mientras consideraba sus opciones. Tres días más de picor hasta que se volviera insoportable. O la inyección. Era una difícil decisión. —Sabes— una mirada lasciva transformó la cara de Dev —una vez que comiences a encontrarte mejor, me encantaría rascarte el picor. Silencio mortal. —Llama al doctor. *** Domingo 12 de septiembre —¿Y?— Dev estaba sentada en un banco del Jardín de Esculturas de la Casa Blanca. La tarde era soleada y agradable. Una agradable brisa soplaba a través el césped trayendo consigo el olor a humedad de la hierba. Dev abrió sus brazos de una manera familiar, invitando a Lauren a acomodarse en ellos. El movimiento todavía le causaba un ligero dolor en los músculos de su hombro, pero la Presidenta consideró que la proximidad de la posición bien valía la incomodidad. —¿Te sientes mejor?— Sus ojos miraban la escultura de un molino que se movía con cada ráfaga de aire. —Estás estupenda, Lauren. Como si nunca hubieras estado enferma. A Lauren no le importaba que estuvieran al aire libre y en lugar de sentarse junto a la alta

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mujer, dejó caer su cabeza en su regazo estrechando así el espacio que les separaba en el banco. —Me siento muuucho mejor. El doctor dijo que estoy completamente limpia. No más fiebre, no más picores. Estoy incluso agradecida de haberme puesto esa inyección. Hicieron que los últimos cinco días fueran más soportables. Dev pasó sus dedos por el pelo de Lauren enrollándolo con la yema de sus dedos. —Me alegra que te sientas mejor. He descubierto que odio cuando estás enferma y no puedo hacer nada para ayudarte. —¿Nada para ayudarme?— Bufó Lauren despacio mientras absorbía la calidez del sol y la mirada interesada de Dev mientras ella miraba complacida a la nada —Sí, vale. Y supongo que todo el mundo tiene al mejor doctor a su disposición para hacerle preguntas sobre la varicela a cualquier hora. —Bien, yo…— La cara de Dev se puso colorada y dirigió sus ojos a la nada —Solo quería que estuvieras bien. —Eres tan dulce— La escritora entrelazó sus dedos con los de la mano libre de Dev —Así que…— le dio un pequeño tirón a la mano que estaba sujetando y dejó salir un nervioso suspiro —Ahora que me siento mejor y podemos hablar de cosas duras, ¿cómo te sientes realmente, Devlyn? Dev permaneció quieta un momento y luego dejó salir un débil "Estoy bien". Una fina y rubia ceja se alzó. —No, Devlyn— dijo firmemente —Después de todos estos meses te conozco. La Presidenta bajó la cabeza y miró a Lauren seriamente. Su mirada fue devuelta con la misma intensidad. —Lo haces, ¿verdad? —Sí— una suave sonrisa recorrió sus labios y le dio un pequeño manotazo —Así que dime, ¿cómo estás? Dev la miraba tan profundamente que apenas se quejó. —¿Cómo se supone que me debo sentir?— dijo desesperadamente —Maté a mujeres y niños inocentes. Lauren eligió sus palabras con cuidado. 274

—Tú no mataste a nadie. —¡Lo hice!— insistió Dev —Yo envié al FBI. Yo di la orden— Tragó fuertemente —Sabía que estaban allí. Sabía que esos cabrones tenían a mujeres y a niños allí. Y, Dios ayúdame, lo hice de todas formas. Dos niños murieron esa mañana. El niño, Brian, fue alcanzado en el pecho por el fuego cruzado. La niña, Lisa, murió por inhalación de humo cuando el ala oeste del campamento fue incendiada. La barbilla de Dev comenzó a temblar y Lauren sintió que se le partía el corazón. Lauren se sentó y miró a Dev fijamente viendo unos ojos azules llenos de lágrimas. La mujer más joven cubrió las mejillas de Dev con sus manos depositando un suave beso en sus labios antes de, muy despacio, volver hacia atrás para dejarla continuar. Dev volvió a tragar prácticamente deshecha por la ternura de Lauren. —Encontraron a la niña acurrucada debajo de su cama con sus muñecas y sus mochilas— Dev rió sin ningún atisbo de humor —Aparentemente se estaba escondiendo de la malísima invasión del gobierno. —Jesús— Lauren cerró sus ojos y apretó la mano de Dev. —La muerte individual exacta de los miembros de la milicia y de sus familias no han sido reveladas todavía a la prensa porque la investigación todavía continúa. Tenían aproximadamente la misma edad que…— Dev se calló, intentando retener los restos de su última comida en su estómago. —Eso no fue culpa tuya, cariño— dijo Lauren —Deja ya de culparte. No comes— Sus dedos acariciaron las oscuras ojeras que rodeaban los ojos de Dev de forma permanente en las últimas semanas. —No duermes. —Pero… —¡No!— Lauren bajó su voz —Esa gente tenía que ser detenida. Las dos lo sabemos. Hiciste lo que tenías que hacer y eso podía pasar. Eso no te hace responsable de la muerte de los niños. Sus padres se convirtieron en los responsables cuando los pusieron en el punto de mira. No tú. Dev asintió miserablemente. —David me ha estado diciendo lo mismo. Pero me siento tan malditamente responsable por todo ello. Y debería. Eso está incluido en el trabajo— dejó escapar una exhalación —En el fondo de mi corazón sé que ocurren cosas terribles todos los días que yo no puedo controlar, no importa lo mucho que quiera hacerlo. Pero esto… ¿cómo se vive con algo así?— Sus ojos 275

suplicaban por una respuesta de Lauren, pero la escritora se mordió la lengua dejándola terminar —Me culpo por las muertes que hubo aquel día. De ambos lados. Pero tener los nombres de esos dos niños inocentes rondando todo el tiempo por mi cabeza, sabiendo que si yo personalmente no hubiera dicho "adelante", ellos todavía estarían vivos…— Dev miró a otro lado —Es difícil de soportar. —Lo sé— murmuró Lauren suavemente mientras volvía a girar la cara de Dev con la palma de su mano. Lentamente le acariciaba el pómulo con su dedo pulgar e inclinó su cabeza haciendo que el rubio pelo se posara sobre uno de sus hombros diciendo: —Siento tanto que te sientas así. Pero tú eres una persona con sentimientos, Devlyn. No esperaría otra cosa de ti— Lauren sonrió dulcemente. —Y tomaste la mejor decisión en las peores circunstancias. Tú me lo dijiste. No pienses en el "¿y si...?". Hiciste lo correcto. Parece como si necesitaras un abrazo. Dev sonrió acercándose a los brazos abiertos de Lauren que la esperaban. —¿De ti? Siempre. Nunca lo dudes— Dev sintió que la tensión que venía sintiendo durante las pasadas semanas iba desapareciendo con el confortable contacto de Lauren. Cerró los ojos y se permitió ser sostenida. —Tienes un don— murmuró estrechando el abrazo. Tranquilizas mi alma —Te quiero. Lauren presionó su cara contra la de Dev sintiendo su suavidad y calidez. La apretó un poco más rezando por transmitirle todo el amor que sentía por ella. —Yo también te amo, Devlyn. Dev se quedó allí un rato, escuchando a los pájaros, encontrando un sorprendente momento de paz y armonía. Tomó aire lenta y fuertemente e intentó con todas sus fuerzas dejar ir todas sus preocupaciones y culpas. Le llevaría más tiempo que eso, pero era lo que tenía y, no estaba sola. Cuando Dev finalmente se hizo para atrás, estaba lista para un cambio de tema. —Ahora quiero que me cuentes algo— Levantó una morena y juguetona ceja que indicaba que la parte profunda de la conversación había terminado. —Lo que sea que haya pasado, no he sido yo— dijo Lauren encantada de poder aligerar el peso de la morena con su buen humor. —Oh, estoy segura que tú no lo hiciste. Eres totalmente inocente ¿no?. —Oh sí— respondió Lauren agitando sus rubias pestañas. —Ya veo. Así que dime, cariño, ¿qué tipo de videos ves cuando no estoy?— Vale, sé de sobra

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de qué tipo son. Pero es muy divertido verte así de avergonzada. Sus azules ojos medio se entornaron. —Y lo que es más importante, ¿qué tipo de libros está enviándote mi madre? La cara de Lauren se volvió totalmente roja. Esa era la pregunta que menos esperaba y su cabeza empezó a trabajar en una respuesta que poder ofrecerle. —¿Por qué?— Intentó escabullirse. Oh, sí, soy un genio con las palabras. —Porque justo antes de que mis padres se marcharan, mi madre me dijo que te había enviado un libro que te ayudaría a identificar todas las partes, a pesar de que eras una alumna bastante aventajada— Sonrió y le dio en el hombro a la pequeña mujer —¿Te dio un libro sobre la importancia o cómo sentirte con tu parte lesbiana o algo así? Lauren estalló en carcajadas sintiendo cómo se iba poniendo colorada. —Ummmh…algo así— Levantó sus cejas de forma lasciva —Tiene fotos. Dev dejó salir su sonrisa burlona. Había echado de menos esto con Lauren y lo necesitaba tanto como había necesitado hablar. Le encantaba tomarle el pelo a su amiga. Le dio un pequeño codazo. —¿Qué clase de fotos? —¿Te gustaría saberlo?— Y ahora que me siento mejor creo que sería un buen momento para mostrártelo. *** Viernes 17 de septiembre Había sido otra mágica tarde para Lauren. Ni en sus más remotos sueños se hubiera imaginado en un lugar como aquel, ni emocional ni físicamente. Parte de lo mágico era, obviamente el lugar, la Casa Blanca, cuyas paredes guardaban inimaginables secretos y cuyas habitaciones eran tan interesantes y únicas como hermosas. Incluso después de estar viviendo durante nueve meses allí, Lauren se sintió totalmente fascinada. Entonces estaba la parte de la compañía para la cena. La mujer más poderosa sobre la tierra. Pero el factor más grande era Dev en sí misma. No su influencia o posición, si no la mujer que había debajo, la cual Lauren había llegado a adorar. —No puedo creer que estuve cenando con el rey de Inglaterra— se rió un poco a la vez que cogía la mano de Dev mientras paseaban por el jardín. La Presidenta la empujó a un lado y puso cara de enfado.

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—¿Es que no hay ninguna mujer en mi vida que se impresione con el hecho de que yo soy la Presidenta de los Estados Unidos de América? —Sí— Lauren rodó sus ojos y rió. Solo tú puedes sacar ese ego, cariño. —Estuve terriblemente impresionada la primera vez que te eché la vista encima— Entonces hizo una pausa y volvió a reír —No, eso no es totalmente cierto. Cuando te vi por primera vez en persona casi me caigo muerta por la impresión. Pero obviamente te había visto millones de veces en televisión antes que eso. —¿Millones? —Por lo menos— Asintió Lauren. —Guau— Dev le hizo un gesto a Lauren para que continuaran caminando mientras recorrían las distintas sombras que formaban las suaves lámparas diseminadas por el jardín a la luz de la Luna llena. —No estuve realmente impresionada por ti hasta que me tomé el tiempo de escuchar los graznidos que saturaban la televisión. Pero una vez lo hice… guau— Lauren mostraba una sonrisa juguetona —O a lo mejor el hecho de que tenía la mente bloqueada en ese momento. —¿Perdona?— Devlyn estaba cerca de molestarse. La mujer rubia levantó la cabeza y sonrió abiertamente haciendo que su nariz se arrugara ligeramente al igual que los laterales de sus ojos. —No es lo que piensas— rió. Dev aceptó la respuesta de Lauren, pero no sin antes ofrecerle un suave golpecito. Pateó una piedra que había en su camino. —¿Así que es por eso por lo que no me votaste? Porqué estaba sobreexpuesta. Lauren se paró en seco haciendo que Dev casi tropezara con ella. —¿Cómo sabes que no te voté?— Sus manos automáticamente se posaron en sus caderas y le dirigió a Dev una mirada significativa. Dev se rascó la cara y sonrió con aire de culpabilidad. —¡Oh, eso!— Yo y mi gran bocaza. —Sí, eso— demandó Lauren. 278

—Bien mmmh…Michael Oaks fue bastante minucioso con respecto al material que solicitó sobre ti para investigar— Los ojos de Dev mostraban arrepentimiento y una buena dosis de vergüenza —La información es privada. Lo prometo. Pero eso no significa que, preguntando a las personas adecuadas, no sea fácil de encontrar. Lo siento. —Cabrón. —¿Estás enfadada conmigo?— dijo Dev señalándose. —Sí. —¿Realmente enfadada?— Dev inclinó su cabeza a un lado y apenas la miraba con sus ojos translúcidos por la débil luz. Lauren dejó caer sus manos de sus caderas. —Debería— Tocó el puente de sus gafas y las deslizó hacia arriba como tenía costumbre y dijo —Pero me temo que no lo estoy. —Gracias— sonrió Dev. Pero la sonrisa se borró rápidamente de su cara.—¿Por qué no me votaste? —¡Oh Dios!— Lauren rodó sus ojos al tiempo que reanudaba su paso. —¿Qué?— Dev agitó una frustrada mano al aire —¡Quiero saberlo! —Sé que quieres. —¿Por qué me estás torturando? —Porque es divertido. —Bien, si es por eso… Un largo brazo se deslizó alrededor de la cintura de Lauren mientras paseaban lentamente, el fácil ritmo de sus pasos marchando al unísono. Así que esto es lo que es estar enamorada, pensó Lauren en parte agradecida en parte intimidada. Dios, ¿es que era antes estúpida? Si solo hubiera sabido…. Ahora entendió lo que Devlyn le había estado explicando. Asegurarse de que era real…de que era correcto. Miró hacia su costado admirando la forma en la que la luz de la Luna lavaba el pelo de Dev bañándola en una rica y blanca aura. Y en ese mismo momento, Lauren se dio cuenta que en toda su vida no había sentido que algo fuera tan correcto. 279

Ella había, por su parte, querido a Judd, pero siempre faltó algo. Una conexión que estuvo ausente desde su matrimonio. Lauren nunca sintió como si parte de ella estuviera perdida cuando estaban separados. Incluso en los mejores momentos, nunca había deseado tanto unas caricias o risas o sonrisas. Con Dev era tan diferente. Si por alguna razón no podían hablar, cosa que hacían la mayoría de las tardes cuando Dev terminaba, Lauren permanecía despierta en la cama y escuchaba las inconfundibles pisadas de la Presidenta y el sonido de la puerta al abrirse al final del hall. No importaba lo que estuviera haciendo, o con quién estuviera hablando, siempre buscaba sus ojos o sus pensamientos estaban con Devlyn. Y cuando las millas las separaban, se sintió realmente sola. Caminaron en silencio. Pero era un silencio cómodo. Una agradable paz se posó sobre Lauren. Dev se paró y giró su cabeza hacia la pequeña mujer sujetándola en un estrecho abrazo. —Estoy tan enamorada de ti Lauren. No tienes ni idea. —¡No!— Lauren sacudió su cabeza de forma enfática —Estás equivocada. La tengo. Por primera vez en mi vida, honestamente lo entiendo. Más que eso, finalmente entiendo lo que intentabas decirme en tu habitación aquella vez. Sobre tenerlo todo— Miró hacia arriba y cubrió la cara de Dev con su mano viendo en sus ojos reflejada la luz plateada de la Luna. —Creo que las dos lo hacemos— Dev se inclinó lentamente y besó a la escritora. Sus labios se separaron pero tan solo por unos milímetros y Dev susurró —Ha merecido la pena ¿no? — Créelo como yo lo hago. Con todo tu corazón. —Oh, sí— dijo Lauren sintiendo inmediatamente la pérdida cuando Dev se apartó lo suficiente como para mirarla a los ojos y captar su reacción. De repente algo rondó por la mente de Lauren y pensó en las rosas que cada mañana eran puestas en su habitación desde el primer día que pasó en la Casa Blanca. Sonrió totalmente encantada. —Has estado cortejándome desde el principio, ¿no es así, Devlyn Marlowe? Dev notó que subía el calor a sus mejillas. Pero afortunadamente se disimulaba con la oscuridad de la noche. La alta mujer se acercó hasta que Lauren pudo sentir el calor de su cuerpo y le susurró al oído. —Esa es la cuestión cuando se corteja, Lauren. Te enamoras tan despacio, que se convierte en algo parte de ti, sin siquiera tú saberlo— Rozó sus labios contra la oreja de Lauren sintiendo el temblor producido por su tierna caricia. —Te das cuenta en este mismo instante que los hombres enmascarados del tejado nos están mirando— Devlyn se acercó un poco más. —¿No

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te contó tu pequeño video de sexo que ésta es la ocasión perfecta de atacar para la mayoría de los machos de las especies? —La cuestión es que el video ignoraba bastante bien a todos los hombres, doña sabelotodo. Y nunca vas a dejar de echármelo en cara, ¿verdad? —Tú no eres la que ha tenido que explicarle al Jefe de Personal por qué se oían sonidos eróticos saliendo de mi habitación cuando te llamé. ¡Por Dios santo, creía que estábamos teniendo sexo por teléfono! La brisa posó un mechón de pelo de Lauren en sus ojos, miró hacia arriba y se lo pasó por detrás de la oreja. —Lo siento mucho. También fue una sorpresa para mí. Una broma de Wayne, creo. O a lo mejor no lo fue. No estoy exactamente segura. Se apoyó en Dev al tiempo que volvían hacia la Casa Blanca. Una ráfaga de aire hizo que le diera un escalofrío y que se acercara aún más a su compañera siempre caliente. —¿Tienes frío, cariño? —Mmm, hmmm, un poco. —Entonces sé de cierto lugar junto a una chimenea y dos tazas de chocolate caliente que tienen nuestros nombres grabados. —¿Marshmallows? —Tantos como quieras— Dev besó la cabeza de Lauren. *** Lauren extendió sus pies frente a la chimenea, sonriendo por detrás de su taza de chocolate mientras Dev se calzaba sus zapatillas de lana. —¡Pelele!— dijo Lauren a la vez que recibía la vista de la lengua de Dev como respuesta.— Esto es como estar realmente en el paraíso. Quítate esas zapatillas y deja al fuego hacer su trabajo. —Nuh uh— negó Dev, cogiendo su propia taza de chocolate y uniéndose a Lauren en el suelo. —Odio ir descalza. Desde que era una niña. —¿Por alguna razón en particular?— Lauren si hizo hacia atrás, mirando distraídamente las brasas que dejaba la madera al quemarse con algún chisporroteo ocasional. 281

Dev pensó sobre ello por un momento saboreando en su boca un trago de chocolate. —Ninguna que yo sepa. Pero a lo mejor tuve un traumático accidente yendo descalza cuando era pequeña. —A lo mejor, inconscientemente, tienes miedo de que debas salir corriendo desnuda atravesando el bosque— Intentó picarla Lauren. Si Dev podía encontrar cualquier excusa para echarle en cara lo del video, lo mínimo que podía hacer era devolverle la broma. —Admito que eso no estaría en la parte alta de mi lista. He tenido arañazos en ciertas partes delicadas que me han picado durante semanas. Lauren comenzó a reírse a carcajadas teniendo que taparse la boca para no derramar su chocolate. —Sin comentarios. Ooooo, espera. ¿No estará hablando de rascar cierto picor mientras yo estaba enferma?"— ¡Dios, Picor! Dev la miró y recogió un mechón de pelo rubio detrás de la oreja de Lauren. —Esa es mi versión. Terminó Dev. Lauren la miró confusa. —¿Picor? —¿Hum? Lauren sacudió la cabeza dándose cuenta al fin de lo que quería decir Dev. —No importa. —¿Estás bien? — Preguntó Dev suavemente— Pareces un poco distraída— Cuando Lauren asintió con la cabeza en un gesto tímido e inusual en ella y sonrió, la cara de Dev inmediatamente relajó el gesto. Estaba encantada de saber que no era la única que podía estar fuera de combate con la simplicidad de una mirada, una caricia o una frase. Deslizó sus dedos hacia arriba por el cuello de Lauren y los enredó en su sedoso y rubio cabello. La caricia fue suave e íntima y le hizo ganarse toda la atención de la escritora. Realmente lo hizo.

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Lauren se encontró a sí misma aguantando la respiración sin saber muy bien por qué. Dev dejó su taza a un lado y luego cogió la de Lauren e hizo lo mismo con la de ella, sin dejar de mirarse en ningún momento a los ojos. La Presidenta levantó su otra mano hacia la cara de Lauren y trazó con su dedo pulgar una rosada mejilla al tiempo que silenciosamente se acercaba a Lauren. No se detuvo hasta que sus caras estuvieron casi tocándose. —Creo que debería saber, Sra. Presidenta, que si no me besa ahora mismo, me voy a morir— La voz de Lauren sonó una octava por debajo de lo normal y ello hizo estremecerse a Dev. —Yo también— respiró Dev. Sus labios se encontraron, despacio, con cuidado, moviéndose juntos en una explosión de sensaciones que hizo a ambas mujeres gemir y estremecerse. Nada se hacía con prisas con Dev. Y Lauren no estaba segura si debía cantar sus alabanzas o maldecir su nombre. Pero lo que sea que fuere, tendría que esperar un poco más. Ahora mismo su cuerpo estaba comprometido. Comenzaba a sentir cómo dulcemente le subía la temperatura cuando el beso se hizo más profundo, cálido y unas lenguas húmedas exploraron cuidadosamente, saboreando. Dev estaba cerca de la locura ante los suaves gemidos que escapaban de Lauren cuando sus labios se tocaban entusiasmadamente una y otra vez. En el jardín, a la luz de la Luna, hipnotizada por un par de brillantes ojos verdes, Dev había decidido que ésta noche no pararía a menos que Lauren se lo pidiera. El suave tacto de la escritora y el maravilloso aroma de su piel y de su pelo solo sirvieron para hacer más firme la resolución de Dev. Estaba malditamente nerviosa, pero su cuerpo no compartía ninguno de los temores de su cabeza y estaba respondiendo a las caricias, al sabor de Lauren y al calor del momento. —¡Oh, Dios!—susurró Lauren suavemente cuando se detuvieron en busca del aire que les faltaba. Dev gimió y sus ojos se abrieron con exagerada lentitud. —Eso fue, um… —Maravilloso. —Oh, sí— añadió la Presidenta rápidamente —Pero tus besos siempre lo son— Desvió un poco su mirada intentando no parecer tan excitada como en realidad estaba. —¿Podemos…?— Lauren detuvo sus húmedos labios —¿Podemos probar otra vez?— preguntó despacio dándole a Dev una adorable mirada que sabía que encontraría irresistible.

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Dev asintió nerviosamente. —De hecho, ¿por qué no nos vamos a algún sitio un poco más cómodo? La mujer rubia bajó la mirada, enrojeciendo un poco por la sugerencia. Estaba malditamente cómoda justo donde se encontraba en ese momento. —¿Cómo dónde? —El sofá. Considerando que el sofá estaba solo a dos metros de allí, Lauren no tuvo una razón para protestar. —El sofá podría estar bien— Tomó impulso sobre sus piernas y con un fuerte suspiro se dejó caer en el sofá. Lauren miró hacia abajo donde Dev permanecía de rodillas. Devlyn deslizó sus cálidas manos alrededor de la cintura de Lauren y la mujer menuda ajustó sus piernas para que Dev pudiera arrodillarse entre ellas. Esto era diferente. Se mezclaban el deseo que había visto tan a menudo en los ojos de su amiga con una buena dosis de miedo. Lauren solo podía pensar en una razón por la que Dev pudiera estar asustada ahora, al contrario de todo el tiempo que se habían besado frente a la chimenea…después de una maravillosa tarde, sentadas tan juntas que podían sentir el calor mutuo de la piel a través de sus ropas. —Oh Dios— Lauren de repente se asustó por la intensidad de sus latidos y por la sensibilidad de su piel. Devlyn tragó difícilmente y miró a Lauren cogiéndola de las manos. —Estoy muy nerviosa, ¿sabes? No estoy intentando…quiero decir…— se detuvo y resopló otra vez claramente incapaz de articular las palabras que quería. —Yo solo…yo… Lauren posó dos dedos en los labios de Dev, sintiendo la suavidad de ellos. —Entiendo— Quitó sus dedos y los reemplazó por sus labios, dándole a Dev un suave y casi casto beso —No te preocupes— susurró contra la boca de Dev —Las dos estamos nerviosas. —¿De veras? Tú no lo pareces— dijo entornando un poco sus azules ojos. —Lo estoy— Lauren se humedeció los labios —Vale, solo no quería que supieras que también lo estaba. Porque lo estoy y mucho— admitió. Lauren sonrió un poco. —Pero lo superaremos juntas ¿verdad?— Buscó en los ojos de Dev su propia resolución y fue instantáneamente 284

premiada con una estúpida y loca mirada de amor de medio lado que amenazaba con derretirla en ese mismo momento. La Presidenta tomó una fuerte inspiración y bajó sus manos de la cintura de Lauren a su cadera. Sus palmas encontraron el camino bajo la sudadera de Lauren parándose en el momento en el que sintieron la caliente y desnuda piel de su vientre. Lauren inspiró rápidamente y su cuerpo se sacudió en respuesta. Dev casi se apartó, pero una manos pequeñas cubrieron las suyas, manteniéndolas fuertemente en el sitio. Le lanzó una mirada interrogativa a Lauren y ésta fue mantenida por unos intensos y dilatados ojos verdes. Lauren se inclinó un poco, disfrutando la sensación de las manos de Dev en su desnuda piel. Las sentía tan bien como había imaginado: cálidas, suaves y fuertes. Dev se acercó y posó su boca sobre el cuello de Lauren, acariciando la cálida y ligeramente húmeda piel, saboreando su sabor salado con cuidadosos labios y lengua. Sus manos viajaron hacia arriba por el torso de la joven y hacia su espalda donde comenzaron un suave masaje. —Oh, eso está bien...— gimió Lauren mientras era envuelta y sus manos buscaban el cuerpo de Dev. —Muy bien— Su cabeza rodó a un lado por voluntad propia. Devlyn respondió sin vacilar, subiendo por el cuello de Lauren hasta el hueco detrás de la oreja mordisqueándolo suavemente cuando llegó a él. Lauren gimió cuando Dev tocó un punto especialmente sensible. Para Dev fue una experiencia que estaba segura que la mataría antes de que acabara la tarde. Pero qué forma de morir. Lauren la hacía sentir tan bien, y le gustaba tanto tocarla que no sabía cómo parar. Ahora no. —Estoy pensando…— susurró Dev cuando tomo el lóbulo de Lauren en su boca y lo mordió suavemente —No sé… ¿cama? —Sí— exhaló Lauren. Estaba bastante segura de que si ésta tortura no terminaba pronto, se encontraría a ella misma siendo perseguida por los federales acusada de atentar contra la Presidenta de los Estados Unidos de América. Se alzaron sobre unos temblorosos pies y caminaron hacia la enorme cama que había pegada a la pared del fondo. Dev se paró a los pies de la cama. Tomó la barbilla de Lauren y se la levantó suavemente para poder mirarla profundamente a los ojos. A pesar de las mariposas que sentía en el vientre, Dev sonrió y habló con seguridad.

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—Si quieres parar, di la palabra. Lauren asintió rápidamente e intento recordar cómo formar una respuesta verbal coherente. —Ok— Como si eso fuera a ocurrir, su cabeza respondió de forma incrédula. A menos que hubiera un ataque nuclear en los Estados Unidos, nada iba a parar lo que iba a suceder en esa habitación esa noche. Respiró hondamente cuando sintió su sudadera subir por su cuerpo. Sí, demasiada ropa. La idea era más que bienvenida, y Lauren levantó los brazos por encima de su cabeza para ayudar a quitársela. Sus vaqueros y bragas eran los siguientes. Y cuando Dev bajó sus dedos por sus muslos y deslizó la ropa fuera de su cuerpo, Lauren sintió que se iba a desmayar. Los tirantes de un fino sujetador de satén fueron bajados a la vez y unos besos fueron dejados en su lugar. Lauren cerró los ojos y gimió suavemente. Devlyn le echó un vistazo y se humedeció sus secos labios cuando le quitó el sujetador a Lauren con sus delgados dedos. —Preciosa— susurró reverentemente —Absolutamente preciosa— Muy despacio alargó su mano y permitió a sus dedos hacer contacto con la suave piel que resplandecía con la tenue luz de la habitación. La manera en que Dev miraba a Lauren envió un torrente de sangre a su vientre y una oleada de calor entre las piernas. Sintió cómo era adorada por esos increíbles ojos azules y para nada estaba tan nerviosa por el hecho de su desnudez como pensó que estaría. Cualquier resquicio de inquietud desapareció rápidamente cuando su cuerpo comenzó a reaccionar ante Dev. Lauren se irguió rápidamente y se dejó caer sobre el pecho de la alta mujer. Los dedos de Dev lentamente se deslizaban en busca de más piel. Se inclinó y le dio un tierno beso en la mejilla a Lauren. —Te quiero. Lauren giró su cabeza y capturó los labios de Dev en un dulce beso. Posó sus manos en sus caderas y tiró de ella para que sus cuerpos hicieran contacto todo lo largos que eran. Cuando sus labios se separaron, retrocedió un poco y sonrió —Yo también te quiero, Devlyn. Mucho— dijo suavemente —Con todo mi corazón— Su mirada rápidamente se posó en los carnosos labios que ya quería volver a probar. Lauren enredó sus dedos en el largo y moreno pelo y volvió a por más entregándose a Devlyn con el beso más apasionado que pudiera expresar los sentimientos de su corazón. Fue recompensada con un profundo gemido y una respiración más agitada cuando el beso se volvió hambriento y se dejó llevar por la pasión del momento. Las uñas de Dev causaban una increíble sensación de cosquilleo cuando subían y bajaban a lo 286

largo de la espalda de Lauren. Un temblor azotó a la menuda mujer cuando una oleada de deseo la recorrió tan fuerte que sintió que sus rodillas no la sostendrían. Enseguida las manos de la escritora encontraron su camino por debajo de la camisa de Dev, levantándola y exponiendo su sedosa piel. Dev se agachó para que Lauren le sacara la prenda primero por los hombros y luego por la cabeza. Sintió la camisa acariciarle la espalda al dejarla caer una vez se hubo soltado de sus mechones morenos. La mirada de Lauren recorrió un camino de fuego desde la cara de Dev hasta su pecho. Sonrió ampliamente ante la completa apreciación de la condición desnuda de la alta mujer. —Definitivamente es un pezón— bromeó Lauren al tiempo que Devlyn bajaba sus brazos. Una negra y elegante ceja se alzó. —Mi madre tenía razón. Reconoces las partes importantes. —Umm, ¿Dev?— preguntó Lauren sin quitarle los ojos de encima a los pechos. Se humedeció los labios y tragó pesadamente. —¿Sí, cariño? —Vamos a hacer el amor ¿verdad? —Dios, eso espero— dijo Dev —Odiaría tener que ir a nadar al Potomac. —Entonces deja a tu madre al margen de esto. —Trato hecho— se rió Devlyn, pero se detuvo de inmediato al sentir los dedos de Lauren trabajando para desabrocharle los vaqueros. La bajita mujer se dobló sobre sus rodillas y comenzó a bajarle los pantalones y las bragas a Dev al mismo tiempo. Donde los dedos de Devlyn habían dejado su huella, Lauren usó sus labios para tiernamente rendirle homenaje a cada pulgada de piel nueva expuesta. Se esmeró al recorrer el camino de su pierna hacia abajo y luego volvió sobre la otra hacia arriba deshaciéndose de la ropa interior por el trayecto. Para cuando regresó a la cadera de Dev, ambas mujeres estaban ya muy agitadas. Depositó un último beso en el hueso de su curva y se alzó sobre sus pies. Un fuego interior recorría las venas de Devlyn y su poderoso corazón latía furiosamente amenazando con salírsele del pecho. Deslizó sus brazos alrededor de Lauren y lentamente se dejaron caer sobre la cama. Ambas mujeres gimieron fuertemente por el exquisito contacto de piel contra piel al volver a encontrarse. Dev rezó para que nada las interrumpiera. Estaba segura de que si paraba ahora, simplemente se moriría. 287

—Oh, Dios…— gimió cuando Lauren dejó caer la parte superior de su cuerpo y unos suaves pechos presionaron contra los suyos. Sus piernas se entrelazaron iniciando un nuevo fuego en sus almas. Para Dev esto era la máxima expresión del amor absoluto, confianza y devoción hacia la mujer que ahora tenía entre sus brazos y en su cama. Tocarla de esa manera, finalmente añadirle una dimensión física al profundo amor que compartían, hacía volar su espíritu y arder su cuerpo. Dev saboreaba las tiernas caricias de Lauren, que se iban volviendo más atrevidas por momentos. Así es como quería estar. Siempre. No entregaba su corazón fácilmente, pero cuando lo hacía no había vuelta atrás. Todo lo que tenía. Todo lo que era, se lo entregaba a Lauren. Quiero pasar el resto de mi vida con ella. Por un instante ese pensamiento la sorprendió, entonces sintió el aliento de Lauren acariciar su cuello al tiempo que recorría un trayecto desde allí hasta sus hombros. —Lauren… La joven mujer sonrió cuando escuchó a Devlyn decir su nombre. Nunca lo había oído pronunciarlo con tanta pasión y urgencia antes, y su propio cuerpo respondió con entusiasmo. Dios, nunca ha sido así antes. Tan bien. Tan correcto, reconoció su mente. No podía negar su reacción por la combinación de una piel suave, unos músculos bien torneados y unas curvas femeninas debajo de ella. Y se admitió a sí misma que debía haber cedido a sus curiosidades años atrás. Pero cuando Dev susurró su nombre en su oreja, y unas manos seguras se movieron desde la parte baja de su espalda hasta su trasero empujándola un poco más cerca, supo que se trataba de algo más que del género. No era solo una mujer haciéndola sentir de éste modo. Era Dev. Y eso lo volvía todo diferente. No había manera en éste planeta en el que Casey le hubiera provocado éstas emociones o sensaciones. Era la persona. Y ella estaba perdidamente enamorada de ésta persona. Recordando que era ella la que había hecho esto antes, Dev las hizo girar lentamente colocándose sobre Lauren y lentamente comenzó a besarla bajando por su cuerpo, los suaves gemidos de la rubia mujer la estaban encendiendo. Cada músculo del cuerpo de Lauren se puso rígido de placer, y oyó su propio gemido cuando una húmeda y cálida boca capturó su pezón. Sus manos se enredaron en el pelo de Dev y jadeó acercándola más, desesperada por sentirla. —Dios, sí…— se animó moviendo su cuerpo y dejándole más espacio para que su amante la llevara allí donde todavía no habían estado juntas. Dev susurró su aprobación sobre el pecho de Lauren luchando al mismo tiempo con su propio 288

cuerpo por las atenciones de sus labios y lengua. Sabía que no tardaría mucho en explotar por el placer que estaba dando y recibiendo. Llegaron a la cima juntas como pareja, y también de forma individual. Y cuando por fin sus cuerpos pedían descanso, la habitación se llenó de suaves gemidos y respiraciones agitadas. Se acomodaron bien juntas cubriendo con una sábana sus húmedos cuerpos. Lauren se acercó un poco más a Dev y la miró de forma reservada, esperando que dijera algo. Besó la curva del cuello de Dev, sintiendo cómo las costillas de Devlyn se expandían contra ella cuando tomó aire y lo soltó agitando el pelo de Lauren. Dev besó a la escritora en la frente. —Te quiero y me quedo contigo, Súper Ratón. Lauren rió y empujó suavemente a Dev diciendo sensualmente: —Yo también te quiero. Y realmente me has enseñado el verdadero significado de Wonder Woman. Ahora le tocaba a Dev reír. —Y yo que tenía miedo de haber perdido mi toque. —¡Oh, no, cariño!, tu toque es perfecto— Lauren cerró los ojos sintiendo una irresistible necesidad de dormirse —Créeme es realmente perfeeeeecto. *** Sábado 18 de Septiembre Dev se despertó automáticamente a las 4:30AM, solamente el tibio cuerpo pegado al suyo la disuadió de levantarse. Rodó un poco y envolvió su brazo cómodamente alrededor de la cintura de Lauren, pegando aún más sus cuerpos. Sin despertarse, la escritora posó su mano sobre el brazo de Dev. Ésta la miró contenta. Sip, me quedaré justo aquí. Sin mover un solo músculo. Además es domingo y Lauren me patearía el culo si me levantara tan temprano. Unos minutos más hicieron tic-tac en el reloj y a Dev le entro la tentación. Sonrió y echó hacia un lado el pelo de Lauren, depositando en su cuello varios besos suaves. Fue saludada por un largo gemido que estaba segura que no provenía de Gremlin. —Buenos días, cariño— dijo suavemente Dev. —Dormir— Lauren capturó su mano —Oscuro. De noche. Dormir. Dev bromeó. 289

—Estás tan mona cuando hablas con monosílabos. —"De noche" son dos palabras, maldita yankee. Vuelve a dormirte— masculló Lauren rondando para cobijarse más cerca de su abrazo. —Sí, señora. Lo que usted diga— Dev besó la frente de Lauren. —Pero cuando levantes el culo de la cama— bromeó Lauren abriendo sus ojos una fracción de segundo para depositar un besito en el cuello de Dev— quiero dos huevos duros, café con dos terrones de azúcar, tostadas, y un vaso de leche. Las cejas de Dev saltaron. —¿Qué quieres, qué? ¿Crees que esto es un hotel de lujo o algo así?— La Presidenta no podía borrar su estúpida sonrisa de su cara. Diablos, no podía siquiera reunir las fuerzas suficientes como para intentarlo. Se había preguntado un montón de veces cómo sería la "mañana de después" con Lauren y estaba encantada de encontrar que era mucho mejor de lo que esperaba. Lauren gruñó, más despierta de lo que quería estar. —Bueno, la pasada noche tú estuviste intentando impresionarme. Sacándome a pasear, invitándome a cerveza…— dijo pasando la yema de su dedo por un pezón que estaba demasiado cerca como para ser ignorado. Dev se sobresaltó y chilló por la sorpresa, causando que Lauren se riera. Inmediatamente contraído, cubrió el objeto de su ataque con la cálida palma de su mano. —Solo me figuré que también desayunaría. —¿Te gustaría que yo te lo preparara?— Dev atrapó la endiablada mano de Lauren y la atrajo a sus labios besándola sonoramente. —Oh, eso sería maravilloso— pronunció Lauren lentamente mientras enterraba su cabeza entre el hombro de Dev y la almohada. —Vale, entonces lo haré— Dev luchó por liberarse de la mujer que reía. —¿A dónde vas? Dev cruzó la habitación, desnuda como el día en que nació. Lauren se llevó la almohada donde había dormido Devlyn a la nariz aspirando su aroma. —Voy a la cocina a prepararte el desayuno.

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—¡No lo harás!— Lauren se incorporó tan rápido que tuvo que darse un segundo para dejar de ver estrellas. —Oh, sí— Dev deslizó sus pies dentro de sus zapatillas. —La Presidenta de los Estados Unidos de América no irá a la cocina a prepararme el desayuno. Dev se inclinó sobre ella y le besó la nariz. —Tienes razón, la Presidenta no, pero Devlyn Marlow sí. —Ni siquiera sabes dónde está la cocina— Lauren se movió hasta donde estaba Dev y jugueteó con el cordón de su albornoz. —No. Pero estoy segura que alguien de por aquí puede indicármelo— Dev puso sus manos sobre los hombros de Lauren y la dirigió de nuevo a la cama. —Tú quédate aquí. Yo voy arreglar lo de tu desayuno. —Dios, te quiero— Lauren volvió a meterse entre las sábanas y giró un ojo en dirección a Dev. —Tú tampoco estás mal— bromeó Dev. —Cuando te pierdas intentando encontrar la cocina, enviaré a Gremlin para que te encuentre— Escuchó a Dev murmurar ciertos comentarios acerca de su perro mientras atravesaba la habitación. —Pero no hasta dentro de unas horas— añadió Lauren cuando la puerta de la habitación y sus ojos se cerraron. *** OCTUBRE 2021 Lunes 4 de Octubre —VEN AQUÍ MALDITO…— Dev se arrastró por el suelo intentando llegar mejor por debajo de la cama y recuperar más cachorritos. —Vuestro tiempo aquí se ha terminado, pequeñas bestias. Ahora iréis a horrorizar otras partes del planeta. Lauren volvió del baño donde había tenido que encerrar a Gremlin y a Princesa antes de que Dev pudiera siquiera acercarse a los perritos. Se tapó los oídos por los ladridos de Gremlin y Princesa. —Dios, me siento como un secuestrador. 291

—No pienses en ello como un secuestro, cariño— ofreció Dev. Tumbada boca abajo miró por debajo de la cama maldiciendo mientras se le escapaban los cachorros. Se levantó sobre sus rodillas y miró a Lauren. —Tómalo como si fuera el día de la liberación— Dev gesticuló sobre la cama —Podría pasar mi mano por aquí. Lauren brincó cuando dos perritos empujaron sus narices fuera de su escondite enseñándole los dientes a la Presidenta y gruñendo. —Será mejor que cuentes tus dedos cuando todo esto acabe, Devlyn. Porque parece que no quieren marcharse— La escritora se movió cautelosamente y cogió dos de los perritos más dóciles. Estaban casi dormidos a pesar de la conmoción que sus hermanos y hermanas estaban causando. —¡Oh, seguro, coge los fáciles! Esperaba que empujaras a fuera a los que me están gruñendo — gesticuló hacia los dos que Lauren estaba poniendo en una caja. —Yo podía haber hecho eso. Y si me muerden, tendrás que curarme y besar mi herida para que se ponga mejor. Una sonrisa lasciva recorrió los labios de Lauren. —Haré eso de todas formas, cariño. Dev enarcó una ceja. —Tienes una mente muy sucia. Como mi madre. No me extraña que le gustes— Volvió a mirar por debajo de la cama donde los ariscos cachorros se habían refugiado una vez más. —Míralo de éste modo, Devlyn. Tengo un no sé qué para las mujeres mayores. —Tú— Dev se estiró tratando de meterse bajo la cama otra vez—, no podrías aguantar a mi madre. Te mataría— Dev rió imprudentemente, esperando ver qué tipo de respuesta obtenía. Pero antes de que eso sucediera un perrito mordió su dedo. —¡Auch!, ¡Maldito!— Los perritos de la caja comenzaron a raspar y a gimotear. —¡Hey!— Los ojos de Lauren enfadados.—¡Quietos!— Los perritos instantáneamente se callaron. Se arrodilló en el suelo junto a Dev y comenzó a examinarle cuidadosamente el dedo. Por favor, que no sangre. —Estoy bien. Falló— Antes de que Lauren pudiera mirarla bien, Dev apartó su mano y extendió sus dedos agitándolos frente a su cara. —Todavía tengo diez, y no tengo nada roto o sangrando— Sonrió cuando Lauren soltó el aire pesadamente que retenía en sus pulmones.— Sabes por qué no se quieren marchar ¿no? 292

—¿Seguro que estás bien? ¿No necesitas un vendaje o algo así?— Lauren quería verlo por sí misma, así que capturó el dedo de Dev. Lo estudió cuidadosamente encontrando tan solo un rojo arañazo que ella inmediatamente besó. —Les encanta dormir bajo mi cama porque es agradable y tranquilo. Una mueca sexy cruzó la cara de Dev. —Puedo cambiar eso ahora mismo, cariño. Lauren rodó sus ojos y rió, sintiendo un repentino calor en sus mejillas. —Lo siento, Devil. Tengo una reunión con Wayne en quince minutos. Y tú tienes una con el Secretario de Transporte en diez. Me sorprende que Lizza no haya aparecido por aquí buscándote ya. Y no es que no me tiente la idea. Porque lo hace— Más de lo que crees, cariño, sus ojos brillaron. Dev se mordió el labio y sonrió cuando Lauren se inclinó para besarla. —Pero— Lauren desvió el beso en el último momento decepcionando los labios de Dev y dándole una juguetona palmada en la cara —¿Podemos dejarlo en stand by?— Se volvió a reír por la cara de indignación de su amante. —Mocosa. —Más tarde— prometió Lauren mostrando su sonrisa. Se volvió hacia los perritos y los acunó cariñosamente, incluso a aquellos que habían heredado el odio de Gremlin por la Presidenta. —Terminemos con esto y así dejaré de sentirme como Cruella De Ville. —Vale, entonces coge a esas pequeñas bestias y hazte con ellos unas bragas, Súper Ratón. Creo que te estarán mejor a ti que a mí. —Eso no fue ni si quiera gracioso, Devlyn— Pero Lauren sonrió tontamente al tiempo que se agachaba bajo la cama y sacaba a dos cachorros poco cooperativos. —Hola mis diablillos— Los alzó a los dos y les dio sendos besitos recibiendo entusiasmados lengüetazos en la cara como respuesta. —¡Bien, ewwww!— se quejó Dev al ver la escena que se desarrollaba frente a ella. —Date prisa y ponlos en la caja, yo los llevaré a sus próximas victi…quiero decir dueños. Eh, ésta es otra ventaja de ser Presidenta. Puedes librarte de perritos realmente feos y la gente tiene que quedárselos— Dev arrugó la nariz y señaló a Lauren a la boca. —Y si crees que voy a besarte otra vez, tendrás que, por lo menos, lavarte la boca con lejía. Lauren señaló la puerta con su barbilla. 293

—¡Fuera! Antes de que decida quedarme con todos— subrayó con su tono la última palabra, viendo con satisfacción cómo unos ojos azules se entornaban. —Me largo—chilló Dev dándose la vuelta tratando de sostener la caja con los revoltosos cachorros. Lauren ordenó un poco la habitación antes de hacer la videollamada de Wayne. Empujó unas cuantas notas que había esparcidas y la secretaria de su agente publicitario conectó con Wayne. —¡Hiya, cariño!— dijo él afectuosamente. Lauren sonrió,—Hola Wayne. ¿Qué tal la vida en la Gran Manzana? —Eh— movió sus manos como un títere —, podría ser peor. Podría ser Cleveland. ¿Cómo estás tú?— moviendo sus grises cejas arriba y abajo repetidamente —¿Haciendo algo que más tarde te gustaría contarle a tu tío Wayne?— Le ofreció una mirada picarona. Cosa que no funcionó con ella. —Dios, Wayne, ¿por qué estoy trabajando contigo otra vez?— Lauren se rió por dentro cuando el hombre pacientemente comenzó a enumerarle una lista con todas sus virtudes, las cuales, a decir verdad, no eran muchas. —Vale, vale— dijo levantando sus manos a modo de defensa. —Ya lo capto. Wayne continuó como si nada —Y cuando termines de tontear con la Presidenta de los Estados Unidos de América, no olvides darme un toque. Algunas personas todavía aprecian a un todavía "de buen ver" hombre. —Guau. "Todavía de buen ver"— Lauren cruzó sus brazos sobre su pecho e intentó no reírse al tiempo que ambas cejar se alzaban sobre su frente. —Uh, uh. Me aseguraré de llamarte, Wayne— dijo. Wayne dejó salir un bufido de fastidio. —No, no lo harás— cruzó sus manos sobre su corazón —Pero te querré de todas formas— Su cara se volvió seria —Incluso cuando pones en peligro a un caballo ganador. Lauren escondió su labio inferior en su boca. Sabía que ésta conversación llegaría. —¿No te gustó? 294

—Oh, me gustó— alzó sus brazos al viento. —Diablos. Me encantó. Pero no es una buena idea, Lauren. Sus ojos rodaron inocentemente. —¿Qué no es una buena idea?. —Lauren— Su nombre salió en un bajo y raspante gruñido. —Tienes que dejar de fumar. —No cambies de tema— movió su cabeza compungido. —Es terreno peligroso. Tus libros de Adrienne Nash son bestsellers, por Dios santo. ¿Por qué lo pondrías todo en peligro ahora? Esto me sobrepasa. Bien. He leído el borrador. ¡No puedo entender y tengo que saberlo! Los ojos de Lauren se entornaron un poco. —Bueno, yo no creo que esté exactamente en peligro… —No, no— dijo Wayne irritado— No es eso— apoyó la barbilla en su puño —¿Son o no son? ¡Aaahhhh! —Adrianne Nash y su nueva compañera son amigas.—Lauren respondió un poco a la defensiva. —Eso es obvio. Pero quiero saber si Adrianne se está tirando a su encantadora nueva compañera. A veces pienso que sí y otras que no. —Lo que tú creas a mí no me concierne.—continuó Lauren. —¿Y bien? —No estoy segura— su cara estaba pensativa. —Digamos que estoy considerándolo seriamente. —Bien, no lo hagas— dijo tajantemente —tengo los números aquí mismo, y los resultados no merecen el riesgo. —Te envié el primer borrador hace cinco días. ¿Y tú ya has hecho un estudio de mercado?— preguntó incrédula sacándose las gafas y dejándolas sobre su regazo. —Por favor— rodó sus ojos —Mujer de poca fe. Cuando Adrianne no tenía novio después de tu segunda novela, puse en marcha las estadísticas— Wayne cogió un puñado de hojas impresas y las agitó en el aire. —El 89% de tus seguidores son mujeres. De esa cifra, una tercera parte

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rogaría por tu alma inmortal y, francamente, dejarían de leerte si Adrianne tomara una mujer como amante. —¡Pueden irse al infierno!— exclamó Lauren. Wayne volvió a dejar los papeles encima en su escritorio y respondió rápidamente a la escritora corta de vista. —Pero solo después de comprar el libro— señaló el montón de hojas. —Otra parte dice que no les importa una mierda con quién duerme mientras lo haga con alguien. Y, finalmente, otros argumentan que si Adrianne se convierte en lesbiana, no están seguros de que continúen leyendo. Además, quieren que vuelva el chico malo de tu primer libro. —¿Volver?— Las cejas de Lauren su alzaron al unísono. —Lo ahogué. ¡Está muerto! ¡No puede volver! —Fic.ción— le recordó Wayne con voz cantarina. Lauren se recostó sobre su silla mirando totalmente desconcertada. —¿Mis lectores son idiotas? —¡Ahem!— la miró fijamente y ella se calló renuentemente. —Los hay que desaprueban ésta idea, pero insisten en tener escenas gráficas de sexo. Nuestro estudio indica que su interés baja si no tienen una, por lo menos, cada 63,4 páginas. La cara de Lauren se ocultó tras sus manos. Cerró los ojos y gruñó—¡Oh, Dios! —Es solo el principio, cariño — dijo —pero ¿qué tal si añadimos un "tómame ya"? *** Domingo 10 de Octubre Entraron muy despacio, yendo todo lo indetectables que tres pares de piececitos con calcetines podían hacerlo para cruzar el suelo. El Servicio Secreto podría tomar lecciones de los niños Marlowe. Esta mañana, el plan era saltar sobre su inesperada madre antes de que se despertara. En raras ocasiones, cuando lograban levantarse antes que ella, esto se había convertido en una costumbre para ellos. Normalmente terminaban pasando un rato en la cama, contando historias o discutiendo el día que tendrían por delante. Eran unos momentos que ambos, madre e hijos, disfrutaban. Ashley inmediatamente se dio cuenta que había algo diferente esa mañana e hizo callar a sus hermanos poniéndose el dedo sobre los labios y señalando el bulto extra que había en la cama 296

de su madre. Se detuvo y estudió a su madre que roncaba ligeramente. Entonces se movió hacia el otro lado para buscar a Lauren. Una sonrisa traviesa curvó los labios de la niña y se dobló sobre sus rodillas. Ashley cruzó sus brazos y los puso a un lado encima de la cama, acomodó su barbilla en ellos y besó la nariz de Lauren apenas rozando su piel. Sus hermanos lucharon para sofocar sus risitas. La nariz de Lauren se arrugó un poquito por el tacto mientras seguía disfrutando de un profundo y agradable sueño. Otro beso y la rubia mujer frunció el ceño envejeciendo esas facciones que parecían tan jóvenes momentos antes. Unas pálidas pestañas comenzaron a abanicarse para encontrar un par de inesperados ojos marrones mirándola fijamente a unos milímetros de distancia. —¡Santo…!— los ojos de Lauren se abrieron desmesuradamente y dio un brinco enrollándose la sábana delante del pecho. Su corazón latía a mil por hora y miró de reojo a una sonriente Ashley. Todavía medio dormida, Dev se giró para ver qué había causado tal conmoción cerca de ella. —¿Lauren? ¿Cariño?— dijo apartándose de los ojos un mechón de pelo negro e intentando enfocar mejor —¿Qué ocurre? Lauren tiró aún más de la sábana para cubrir su desnudez. Estaba desorientada y su aturdida cabeza todavía no podía entender por qué los niños de Dev estaban de pie frente a ella riendo histéricamente. —Yo no… no lo sé. ¡Me desperté y esos ojos estaban en frente mío!— Lauren entrecerró sus propios ojos a modo de confusión, su voz todavía ronca por el sueño. —Uh, uh— Dev se levantó sobre sus codos y miró por encima de Lauren, imaginándose inmediatamente lo que había ocurrido y sin darle importancia a las caritas de "¿quién yo?" de sus hijos. —Sip, asalto matutino— dijo —probablemente debía haber mencionado esto antes— Miró a Lauren con cara de disculpa y ayudó a tirar de la sábana para cubrir, ésta vez, las partes más comprometidas. —Muy bien, pequeños monstruos— Dev les dijo a sus hijos, —todo el mundo daos la vuelta mirando a la pared. Lauren y yo necesitamos un momento para despertarnos. —¡Awwww, mamá! —No awwws a mamá. Hacedlo— Hizo un gesto indicativo con la mano, después se inclinó sobre el hombro de Lauren una vez que no miraban. —¿Estás bien?— dijo despacio. 297

—Eso creo— Lauren entonces se dio cuenta que los niños acababan de cogerla desnuda en la cama de su madre y se puso colorada de los pies a la cabeza. —Oh, Dios, Dev, esto está mal, ¿no?— susurró claramente triste a la vez que se ajustaba inconscientemente más fuerte la sábana alrededor de su cuerpo. —Esto está mal. Mal. No es bueno— balbuceó estirando de la colcha también. —Debí volver a mi habitación anoche. Me entró el sueño… —Cariño, esto no está mal. Al menos no para ellos. Lo prometo. De verdad, necesitamos conseguirte un… —Pijama. —Correcto— asintió la mujer más mayor. —Pero ellos están bien. Te adoran, y esto no les matará— Dev quería abrazar a Lauren, pero pensó que éste no era un buen momento para tener contacto físico con ella. —Vienen a despertarme de vez en cuando y todos nos acurrucamos aquí. Desde ahora me aseguraré de que sepan que hay que llamar a la puerta. —Pero, Devlyn… —Pero nada— dijo Dev seriamente. —Te quiero y no voy a ir escondiéndome por ahí para estar juntas. Tendré una charla con ellos— suavizó su voz. —Sabes que me encanta cuando pasas la noche conmigo— Incapaz de detenerse, Dev se acercó un poco más y rozó con la parte posterior de la mano su desnudo hombro. Suspiró por la sensación de la piel suave y caliente. —Haremos unos cuantos cambios para que esto no vuelva a suceder, ¿vale? Tienen que aprender a respetar tu privacidad también. Lauren miró de reojo a los niños que estaban hablando de espaldas a ellas. Se reían y se golpeaban continuamente y creyó oír las palabras "teta" y "desnuda". Oh, Dios. Gimió mentalmente. Lauren se volvió hacia Dev y gesticuló entre ellas rápidamente con una mano. —¿No son éstas cosas las que convierten a los niños en asesinos en serie y esas cosas?— Estaba medio bromeando, pero esto la hacía sentir tremendamente torpe, y luchó con las ganas de meterse bajo las sábanas y desaparecer de la habitación. Podía lidiar la situación si se tratara de un adulto. Diablos, ¿qué podía haber peor que la propia madre de Dev entrometiéndose en sus líos de cama? No importaba que fuera puramente inocente. Janet no lo sabía. Pero esto era diferente….Se trataba de niños. Dev tuvo que morderse el labio para no reír mientras buscaba la ropa a los pies de la cama. —No— le cogió de la mano a Lauren —es la falta de honestidad en éstas cosas las que los convierten en asesinos en serie. Lauren, ellos ya me han visto desnuda antes— Dev decidió bromear con Ashley, así que levantó la voz. Esperó hasta que Lauren terminara de vestirse para luego decir fuertemente, —estaba desnuda y en una piscina cuando di a luz a Ash, Dios bendito— Hizo una mueca cuando la niña se giró y la miró divertida con sus ojos marrones. 298

Dev se irguió y ordenó a los niños que se dieran la vuelta y se disculparan con Lauren provocando en ellos una mirada de "a sus órdenes". —Lo sentimos—susurraron mirando fijamente a Dev y no a Lauren. Dev inclinó su cabeza en dirección a su amante y luego volvió a mirarlos. —¿Qué habéis dicho?, y a Lauren, no a mí. —Perdón, Lauren— Esta vez sus voces eran claras y a la rubia mujer se le presentaron frente a ella tres caras contraídas. Christopher, valientemente, habló. —No queríamos asustarte. —Está bien niños— Lauren sonrió para asegurarse de que los niños no pensaran que estaba enfadada con ellos y fue recompensada con tres suspiros aliviados. —Es solo que a mi cerebro le cuesta unos minutos despertarse— Sus ojos volvieron a fijarse en Dev —Y no hablemos de dar a luz ¿puede ser?—Tembló con el pensamiento de toda esa sangre. —Todavía estoy traumatizada de ver a Princesa teniendo a todos esos cachorritos. —¡Y Ash fue posiblemente igual de fea!— exclamó Chris para el placer de su otro hermano. Los dos chicos comenzaron a reírse. —¡No lo fui!— la niña le chilló golpeando a Chris en el brazo. —¡Ouch! —Muy bien, chicos, es suficiente— dijo —Ir al salón y dadnos a Lauren y a mí un minuto o dos. Nos veremos allí. —Vale— Ash siguió a sus hermanos hacia la puerta, pero antes de marcharse corrió de vuelta junto a Lauren. —De verdad que no quería asustarte. Lo siento— hizo una tímida mueca. Nos gusta que estés aquí. Puedes dormir todo lo que quieras. Lauren no pudo decir nada, pero sonrió. Se acercó y alisó con su mano el revuelto pelo de Ashley. —Gracias cariño, recordaré eso— Tomó la barbilla de la niña y le alzó la cabeza de manera que se quedaran mirando a los ojos. —Y estoy segura que tú eras mucho más bonita que los cachorritos de Grem— Le sacó la lengua y le acarició la cara. —¡Mocosa! Ashley sonrió y le dio un abrazo a Lauren. —Mamá dice que yo era la niña más bonita del mundo. Y ella nunca miente.

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Lauren miró fijamente a Ashley. —Lo sé, preciosa. Ashley se apartó cuando Dev se aclaró la garganta y señaló con su dedo pulgar en dirección a la puerta, recordando a su hija mayor que se suponía que debía salir de la habitación. —Tengo que irme— sonrió Ashley mientras salía por la puerta para encontrarse con sus hermanos. —¡Tú fuiste más feo que yo, Chris!, ¡hay fotos que lo prueban! Lauren se rió y agitó su cabeza, pensando que debía haber supuesto que Dev tendría a una niña así de precoz. —¡Oh, sí!— suspiró Dev, reclinándose sobre la cabecera de la cama y abriendo sus brazos para Lauren. —Está ocurriendo. —¿Qué está ocurriendo, cariño?— Lauren se acomodó en el abrazo de Dev dejando salir un suspiro contenido. Sorprendentemente se sentía mucho menos avergonzada. Se aseguraría de que esto no volviera a suceder. Parecía que los niños lo consideraban más divertido que traumático. Por supuesto, ella estaba un poco traumatizada, pero ¡es que se había exhibido delante de tres mocosos! —Te estás convirtiendo en una "mami"— dijo Dev con aire resuelto. Enredó sus dedos en el pelo de Lauren. —Sabrás que el proceso se habrá completado cuando les limpies los restos de chocolatinas de la cara con un pañuelo mojado con tu saliva. —¡Ewwww!— se quejó Lauren. Frotó su cara contra la cálida piel de Dev, entonces se rió — Ese aspecto en particular de la maternidad es algo que jamás experimentaré, Sra. Presidenta. —¿Y los demás aspectos?— Dev sintió a su corazón saltarse un latido. —Formo parte de un paquete— Aguantó la respiración y esperó. Lauren se apartó un poco para mirarla a la cara. —Lo sé, cariño— Sonrió de manera tranquilizadora y posó su mano sobre el corazón de Dev. El latido bajo sus dedos le lanzó una punzada a su propio pecho. —Todo lo demás lo tomaré día a día. —Eso te tiene endiabladamente asustada, ¿no es así? —Bastante. Pero no me asusta mucho más que antes— su gesto se suavizó y se encontró a sí misma queriendo besar a Dev de la forma más salvaje posible. Lauren se inclinó hacia delante

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y presionó sus labios contra los de Dev, saboreando su calor y la tierna respuesta de su amante. La morena mujer dejó escapar un gemido que fue silenciado por esa boca que presionaba contra la de ella, devolviéndole el beso con todo su corazón. —Las cosas van a ir estupendamente, Lauren— susurró suavemente mientras mordía el labio inferior de Lauren antes de apartarse. —Ya lo verás. Lauren se humedeció los labios y dijo alegremente: —Las cosas ya son estupendas. *** Dev se arrodilló para ponerle la chaqueta a Aarón. Él estaba a punto de volver a protestar cuando un dedo se elevó para silenciarlo. —Hace frío hoy ahí fuera. Te pondrás la chaqueta. —Pero… —O puedes quedarte hoy en casa mientras Lauren, tu hermano, tu hermana y yo vamos al zoo. Tú eliges, hijo. Él bajó su cabeza y entonces volvió a mirar hacia arriba. —Sí, señora. Me pondré la chaqueta. —Me lo figuraba— Bajó su cabeza y le dio un beso en la mejilla a su hijo. Entonces miró a Lauren, que estaba de pie a su lado luciendo una sonrisa. —¿Y dónde está tu chaqueta, señorita?— Una ceja juguetona se alzó. —Estaré feliz de llevarte a tu habitación para cogerla si me necesitas. Lauren rodeó la cintura de Dev con su brazo al tiempo que la Presidenta se erguía todo lo larga que era. Bajó la voz. —Tú solo quieres tenerme a solas en mi habitación— Y yo solo quiero que me tengas a solas en mi habitación, admitió su mente felizmente. —¿Me culpas de ello? Nos divertimos tanto allí. Además, tú quieres que te lleve allí a solas—Le guiñó el ojo. Oh sí. Puedo leer tu mente. —Siento desilusionarte, pero ahora mismo tengo un motivo mucho más sano que ese. Solo quiero asegurarme de que vayas suficientemente caliente. Hace poco que saliste de una enfermedad— Levantó sus manos para prevenir una protesta. —Sí, ya sé que fue el mes pasado.

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Lauren rodó sus ojos, pero no pudo resistirse a dejar escapar una sonrisa. —De acuerdo, mamá— suspiró —Cogeré una de camino…justo como planeaba hacer de todos modos— Se alzó sobre las puntas de los pies y le besó a Dev suavemente en los labios. — Pero es bonito saber que te preocupas— otro beso tierno. —Es dulce, como tú—, y hace que sienta que mi corazón vaya a estallar. —Yo te la traeré, "mami"— Juguetona, Dev le dio una palmada en el trasero mientras toda la tropa cruzaba el hall en dirección a la limusina que les esperaba. —Te recordaré ese pequeño comentario ésta noche, cuando quieras que te lleve a la cama— bromeó. —Ewww….— Lauren hizo una mueca. —¿Por qué sigues haciendo eso? Necesitas ayuda, Devlyn. —Ah, probablemente sea cierto— coincidió Dev deteniéndose frente a la puerta de la habitación de Lauren. —Es parte del trabajo. Creo que mis neuronas se están secando más rápido ahora— Abrió la puerta mientras los niños jugueteaban y reían alrededor. —Venga, coge una bonita chaqueta. Lauren entró a su habitación y cogió una chaqueta del armario junto a la puerta y su cámara de fotos de encima de su escritorio. —¿Está bien ahora?— Esperó a la inspección de Dev señalándose con una mano y colocándose el cordón de la cámara alrededor del cuello con la otra. Dev asintió su aprobación y liberó el pelo de Lauren del cordón de la cámara. Segundos después Lauren llevaba puesta su chaqueta. Dev se sorprendió gratamente cuando Ashley y Christopher se cogieron de las manos de la escritora tan pronto aparecieron por las mangas de su chaqueta y la dirigieron hacia fuera sin mirar atrás. Dev miró hacia abajo hacia su hijo más pequeño. —Te quedas conmigo ¿verdad, colega? Él asintió y sonrió, mirando hacia arriba y subiendo sus bracitos para que Dev pudiera alzarlo. Dev lo miró dubitativa. —Crees que puedo levantar una cosa tan rechoncha como tú, ¿verdad? Su sonrisa se ensanchó haciendo aparecer dos hoyuelos en su carita. —Sip.

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Dev arrugó sus labios. —Tienes suerte de que aún estoy fuerte— Levantó fácilmente a su fornido hijo cargándolo con su hombro sano mientras se dirigían hacia la puerta. Como siempre, la prensa estaba esperando fuera, tomando fotos de la Primera Familia mientras caminaban. Por puro reflejo, Dev tapó la cara de Aarón y se complació al ver a Lauren bloqueando con su cuerpo la vista de Ashley y Christopher. Varios miembros de prensa habían sido invitados a ir al zoo para tomar unas cuantas fotografías. Dev era muy generosa con el acceso de la prensa. Y ninguno de ellos quería hacer nada que enturbiara dicha relación. En cuanto se sentaron en el coche, Dev se inclinó sobre Lauren y le susurró: —Gracias. —De nada— le contestó tornándose su expresión amarga. —No sé cómo soportas esto año tras año, Devlyn. A veces pienso que si yo tuviera que aguantar a alguno de esos cabrrr…— acabó con la palma de la mano de Devlyn firmemente apoyada sobre su boca. Dev negó varias veces con la cabeza y dijo sonriendo: —Cuidado Súper Ratón. Casi resbalas en frente de mis "inocentes"…— señaló a los niños con la cabeza e hizo una mueca ante la tontería que casi había dicho… —mis "impresionables" hijos. Los niños sonrieron y miraron a Lauren diciendo al unísono: —Pero ella lo siente muchísimo, mamá. E intentará hacerlo mejor la próxima vez. Con los ojos abiertos de par en par, Lauren asintió e hizo una cruz sobre su corazón. —Intentaré hacerlo mejor la próxima vez— repitió obedientemente cuando Dev quitó su mano. —Buena chica. Mi padre ya es una influencia demasiado mala. Pero te quiero de todos modos — dijo Dev cariñosamente ignorando las protestas de los niños por las muestras de cariño. Tomó un momento para revisar las notas que le había pasado Lizza esa mañana. —¿Sabías que tengo que dar un discurso en el zoo, en la casa del mono?— miró a Lauren. —¿Crees que alguien trata de decirme algo a cerca de la administración? —Espero que no— Lauren intencionadamente mantuvo su voz neutral mientras estudiaba la cara de su amante. Sabía que Devlyn se sentía aprehensiva a cerca de esto. Era su primera aparición local desde los disparos. Lauren entrelazó los dedos con los de Dev notando una inusual frialdad. —Hey— le dijo suavemente, desviando ligeramente la mirada por un momento para encontrar a los niños que habían comenzado a jugar con los libros interactivos que Emma les había enviado. Volvió a mira a Dev. —¿Estás bien?.

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—Umm…bien…—¡Oh, Marlowe, te conoce demasiado bien!—Estoy un poco nerviosa, ¿sabes? Parece que no puedo evitarlo. Lauren se inclinó más cerca de la Presidenta y le preguntó con tono preocupado. —¿Hay alguna razón para preocuparse? ¿Más de lo normal, quiero decir?— Sabía que Dev realmente no creía que hubiera ningún tipo de peligro. De otro modo, ni ella ni sus hijos habrían venido hoy. Además, cuando Dev había mencionado lo del discurso, una fina arruga de preocupación había aparecido en su frente. —No, por supuesto que no. De hecho el zoo está abierto hoy tan solo para los funcionarios. Y aunque eso no significa que todo el mundo me quiere, lo hace más seguro que en otras ocasiones— Se giró y acarició la cara de Lauren. —Además, sabes que nunca permitiría poneros a ti o a los niños en el punto de mira. Solamente tengo mariposas en el estómago— Dev tragó y humedeció sus repentinos secos labios. Su voz se hizo más suave para que los niños no pudieran escucharla. —A veces todavía puedo escuchar los disparos— Miró a través de la ventana con la vista perdida. —Me parece que va a llevarme más tiempo del que pensaba el poder olvidarlo. Lauren apretó la mano que estaba sujetando, parte de ella deseaba haber estado aquel día allí para ayudar a Devlyn, la otra parte daba gracias por no haber estado. Me habría vuelto loca verla así. La escritora se esforzó en desechar esos oscuros pensamientos y sonrió ligeramente. —Estaría bien hablar de ello cuando tú quieras. Dev asintió con la cabeza, pero no dijo nada. Lauren exhaló lentamente. Más tarde, Devlyn. Sonrió tentativamente, sus ojos buscando los de Dev. —Hoy vas a estar estupenda, cariño. Siempre lo estás. Y sé que David estará muy pendiente de la seguridad— Una sonrisa hecha y derecha iluminó su cara. —Y antes de que te des cuenta podrás estar con nosotros paseando y comiendo comida basura todo el día. Dev no pudo mantener su expresión solemne cuando se encontró con tan agradable plan. —Oooh, una mujer con un plan. Me encanta— Se inclinó para un beso rápido, que inspiró otra tanda de quejas de los mocosos que tenían enfrente. Dev giró su cabeza lentamente en dirección a ellos. —Y, por supuesto, si se diesen cuenta de que les faltan tres monos en el zoo, estaría más que encantada en hacer una donación. ***

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La limusina paró en la entrada privada que la Presidenta y su familia usarían para entrar al zoo. Dev tuvo que poner el brazo para aguantar la carrera hacia la puerta. —Tranquilos, chicos— se rió —las puertas de éste coche tienen ocho pulgadas de grosor. Dejemos a los chicos de ahí fuera que la abran y así no os herniaréis. Ashley se sentó sobre el regazo de su madre con una sonrisa en la boca. Dev giró su cabeza y juntaron sus narices. —¿Qué pasa, princesa? —¿Podemos ver los pingüinos? —Por supuesto. Estamos aquí para pasarlo bien y pasar el día viendo todos los animalitos. Solo tengo esta cosita que debo hacer esta mañana y entonces seré vuestra el resto del día. Lauren no pudo aguantarse y sonrió cuando la limusina se llenó con gritos salvajes de "gracias". Hacía ya tiempo que no pasaban un día entero con Dev. Y aunque ella, Emma y Amy hacían lo posible para que no la extrañaran, no era lo mismo que tuvieran a su madre con ellos. Christopher se dejó caer en el regazo de Lauren, pasando sus manitas por su cuello, mientras Aarón permanecía de pie entre ellos. —¿Qué animal quieres ver tu?— preguntó Chris. —Sí— la cabeza de Dev se giró lentamente y levantó una traviesa ceja. —¿Qué animal quieres ver tú, Lauren? —Bien— miró a cada niño uno por uno —todos los días veo a un mono, una hiena y una cabra. ¿Qué tal algo diferente? Tres vocecitas gritaron al unísono cuando se dieron cuenta de a quienes se refería. —¡Hey! Ashley se volvió hacia su madre y le dijo indignada. —¿Vas a permitirle que hable de nosotros así? —¿Por qué no? Es la verdad. Sólo no sé por qué no se ha referido a uno de vosotros como un enorme y apestoso jabalí berrugoso. —¡Mamá! —Solo si sois buenos hoy. Si no, pretendo hacer como si no os conociese— La Presidenta se movió cuando la puerta fue abierta desde fuera.

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Dev ayudó a los niños a salir fuera del coche y ponerlos bajo la custodia de sus respectivos agentes del servicio secreto. Antes de salir ella misma del coche, se acercó a Lauren con mirada lasciva. —Y en caso de que te preguntes qué es lo que más me gustaría ver a mí, es un fino e increíblemente precioso tatuaje de un duende en ti. —Oh, Dios— un brillante rubor volvió de color escarlata las orejas de Lauren. —Será mejor que cierres el pico o no me haré responsable de mis actos, Sra. Presidenta. Es posible que me haga un fino tatuaje, pero tú tienes la más preciosa marca de nacimiento en tu adorable… —¿Por qué, Srta. Stayer?— los ojos de Dev miraron alrededor —No me había dado cuenta de que hiciera inventario de mis marcas de nacimiento— bromeó —Sabes que tengo tres— Dev salió del coche y entonces se giró para ayudar a salir a Lauren con su mano. Podía ver que Dev estaba mucho más relajada y estaba asombrada, por lo mucho que le afectaba cuando Dev estaba preocupada y ansiosa. Se acercó a Dev y le susurró. —Créeme, cariño. Ahora conozco cada centímetro cuadrado de tu cuerpo. Dev sonrió contenidamente y se colocó bien la chaqueta. —Sí, lo conoces. Y mi cuerpo te lo agradece— Levantó juguetonamente las cejas varias veces y Lauren le sonrió divertida mientras los agentes comenzaban a prepararlo todo para su entrada al zoo. *** Dev se encontró con Lizza mientras Lauren se iba con los niños. La Presidenta rodó sus hombros deseando que Lauren estuviera allí para masajearlos. Había aprendido dónde le dolían más los músculos y la mejor forma para aliviarle el dolor, que era tan a menudo últimamente. Dev se preguntaba si aquello era por el trabajo o por los disparos. Sintió una mano frotando su brazo. Girándose encontró a Lizza que deslizaba sus notas de última hora en su bolsillo. —Gracias— Dev se aclaró la garganta, preguntándose si aparentaba tan nerviosa como en realidad estaba. Esto era una prueba de fuego para ella. Algunas de las personas de esta multitud estaban presentes cuando lo de los disparos. La vieron caer. Habían visto a su Presidenta caer. La habían visto desmoronarse y caer como una simple mortal. Para Devlyn Marlowe esto era lo más cercano a un ataque de pánico que había experimentado en su vida pública. Se miró las manos y se dio cuenta de que temblaban un poco. Las puso juntas, tomó aire profundamente y caminó hacia el atril.

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Lauren se detuvo delante de una exhibición y permitió a los niños señalar y hablar con los animales mientras se giraba para ver a su amante. Porque el traje que había elegido le daba una excelente imagen, no parecía que estuviera indecisa, cosa que, por supuesto, estaba. Lauren estaba preocupada, maldita sea. Alzó su cámara y empezó a enfocarla haciendo un zoom en Dev. Jesús, está temblando. Estuvo a punto de dejar a los niños con el Servicio Secreto e ir con ella, pero antes de que se pudiera mover, Dev subió al pódium. Sonrió y se humedeció los labios, una vez más desechando su nerviosismo. Sus ojos se movieron más rápidos ésta vez entre la multitud. El aplauso que estaba oyendo era apenas audible en su mundo cuando sus ojos se posaron en Lauren. La sonrisa que mostraba en su cara se suavizó y se convirtió en otra que Lauren reconoció era para ella. Ahí está tu fortaleza, Marlowe. Atrápala y no la sueltes. —Buenos días a todos. Me han dicho que estoy aquí esta mañana para hablar sobre monos, pero desde que no me gusta contar historias sobre mi Vicepresidente, supongo que querrían decir que lo realmente… *** Dev no tuvo tantos problemas para seguirle la pista a su familia como cualquiera que se encontrara en una situación similar. Había sido informada con detalle por el Servicio Secreto que sabía en todo momento dónde se encontraba cada miembro de la familia Marlowe. Y en éste momento estaban siendo escoltados hacia la exhibición de ballenas. Se tomó un tiempo para estrechar unas cuantas manos y firmar unos autógrafos a la muchedumbre esperando. Sabía que eso le ayudara más tarde para no tener que ser tan social y poder pasar el tiempo con su familia. Dev hizo más lento su paso cuando se acercó a sus cuatro personas favoritas con una enorme y brillante sonrisa en su cara. La borró inmediatamente, mirando alrededor para asegurarse de que no había fuentes para beber cerca. No las había. Dev metió sus manos en sus bolsillos cuando se acortó la distancia que la separaba de su familia. Se paró junto a Lauren, que estaba arrodillada frente a Aarón. Parecían estar en medio de una profunda conversación. Tuvo que luchar para borrar la sonrisa de su cara al ver a Lauren limpiar algo de la cara de su hijo, obviamente en su presencia. —¿Umm, Lauren? Lauren miró hacia arriba. —Oh, hola. Has vuelto— sonrió afectuosamente. —Te hemos echado de menos. Y ¿por qué me estás mirando como si me hubiera crecido el bigote?, ¿tengo algo entre mis dientes?— 307

Lauren inmediatamente deslizó la punta de su lengua por sus perlas blancas buscando al ofensivo resto de comida. Una pequeña risita descubrió que Dev estaba perdiendo el control. —No. Tus dientes están bien— Dev señaló con la mirada la mano de Lauren. —Solo me estaba preguntando con qué has humedecido el pañuelo que estás usando para limpiar su…— señaló con su mirada a su hijo y arrugó la nariz —… mugrienta cara. —¿Huh?—Lauren miró abajo, hacia el mugriento pañuelo manchado de helado de chocolate en su mano, explicó —Bien, no había ninguna fuente para beber o baño cerca y estaba por toda su carita, y no salía, y no podía soportarlo. Así que yo…— unos ojos verdes rodaron de forma cómica —¡Oh, Dios mío! La vista de puro shock en la cara de Lauren no tenía precio y lo que había comenzado con una pequeña, ahora se había convertido en una risa a carcajadas. Dev derramaba lágrimas por sus mejillas cuando alargó el brazo para atrapar la mano de una ofendida Lauren y atraerla hacia sí. Lauren ni siquiera había notado hacer el camino de ida antes de encontrarse en un sentido abrazo de corazón. Gruñó en el pecho de Dev cuando sintió a la mujer más mayor reír en silencio. —Muy divertido— pellizcó el vientre de Dev por burlarse de ella haciendo que ésta bufara revolviéndole el rubio cabello. —¡Bienvenida al club, cariño!— dijo finalmente Dev. —Ha sido un año bestial para ti ¿verdad? Aarón miró entre las mujeres. —¿qué club? —Ese al que pueden limpiar tu mugrienta cara con su saliva, bobalicón— Añadió servicial Christopher. —¡Oh!— Aarón solo dijo. ¿y qué?. —Yo…yo…— Lauren tartamudeó, todavía con los ojos muy abiertos. —Ni siquiera había pensado en ello. Dev eligió al azar algo para hacer y miró hacia sus zapatos pateando una piedra inexistente. —Síp, es algo que nos sale de forma natural a las mamás—. Lauren estaba sin habla y Dev se apiadó de su amiga, dándole un momento para recomponerse. Miró hacia arriba y encontró al agente del servicio secreto de Aarón muy atento cerca de ellas. Llamó al hombre con la cabeza y en unos pasos más estaba junto a ella esperando sus órdenes.

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—¿Podría usted llevar a Aarón al servicio de caballeros y limpiarlo un poco. Aunque estudios clínicos han demostrados que la saliva de las madres y el ácido hidroclorídrico son exactamente la misma cosa, creo que un poco de jabón podría venirnos muy bien en éste caso — Dev miró hacia abajo a su hijo y le alzó la barbilla para echar un buen vistazo al desastre. — ¡Ewww… ahora tendré que lavarme las manos!— levantó una bien perfilada ceja hacia su hijo. —Eres un cochino, colega— Aarón se ruborizó. Ashley, que finalmente había terminado de ver el espectáculo de ballenas, se unió a sus hermanos. Su voz tomó una tonalidad sabia. —El abuelo dice que si no te manchas toda la cara es que no lo estás disfrutando suficientemente. Los ojos de Dev miraron alrededor mientras un pensamiento de clasificación X estalló en su mente ante el inocente comentario de Ashley. De repente sitió que un calor abrasador subía por sus mejillas. Lauren miró a Dev interrogativa. —¿Por qué…?— Su mandíbula se desprendió al darse cuenta y se avergonzó tanto que se sintió ferozmente encendida. Se cubrió la cara con las manos. —Dios, eres una pervertida, Devlyn Marlowe. —¿Qué?— preguntó Ashley. —¿Qué?, ¿y por qué estáis tan coloradas?— odiaba no enterarse de nada. Lauren señaló con sus cejas a Dev que estaba de pie detrás de la niña con una cara devastadoramente inocente. —No me extraña que tus padres te llamen Devil. Dev tan solo comenzó a mover sus cejas repetidamente. Ashley se puso las manos en las caderas y esperó. Lauren miró a la niña. —No es nada de lo que tengas que preocuparte, cielo— La rubia mirada se fijó en Dev y sonrió ante las muecas divertidas de la mujer. —Tu madre estaba haciendo un chiste muy privado. Lauren tomó la mano de Dev. —Tú, vamos. Dejaremos a los niños con los agentes cinco minutos y así podré comprarte un helado— Mucho más bajo y todavía bromeando, añadió —Y dejar que no los traumatices con tus traviesos métodos. 309

Dev sintió cómo era arrastrada de allí. Le dijo adiós a Ashley con la mano que ya estaba en brazos de Amy de camino al show de los cocodrilos. —Échale un ojo a tus hermanos, volveremos en un minuto. Sé buena y no le causes a Amy ningún problema. La niña lanzó los brazos al aire y dijo —¿Lo hago alguna vez? —Sí— dijo Dev sobre su hombro —tengo un expediente tuyo del FBI así de gordo. Sé buena hasta que regresemos. —Sí, mamá. Una vez que las mujeres se habían alejado unos pasos, Lauren contuvo el paso. Se inclinó sobre Dev y le habló bajito, con tono dulce. —Tu discurso fue maravilloso, Devlyn— Buscó una discreta sonrisa, pero en esta ocasión pareció no haber ninguna. Lauren soltó la mano de Dev y la pasó por su espalda haciendo su paso muy lento. —¿Estás bien? La Presidenta afirmó con la cabeza lentamente. —Sip, estoy bien. Solo necesito echarlo fuera y volver a intentarlo. Algo así como cuando te caes del caballo por primera vez. Tienes que levantarte y volver a montarlo antes de perder los nervios— sonrió preocupadamente. —Es divertido, cuando estaba de gira después de los atentados, estando allí afuera, no me importó, pero esto, aquí en casa, donde ocurrió, me ha descolocado— Dev sintió que se le removían las tripas al pensar en los disparos y rápidamente intentó despejar su mente enfocándola hacia el aquí y ahora. —No lo entiendo, pero sobreviví a ello y es todo lo que importa. Unas inesperadas lágrimas brotaron de los ojos de Lauren y sintió que su garganta se cerraba. —Hey— Dev paró el paso y rodeó con sus brazos la cintura de la bajita mujer. —Nada de eso ¿vale?— Inclinó la cabeza hacia un lado— hoy se supone que tiene que ser un día divertido. Lauren asintió con la cabeza y tomó aire profundamente. —Tienes razón. Lo siento, Wonder Woman. Alguien tiene que mantenerte alejada de los problemas. La mano de Dev se separó de la cintura de Lauren cuando reanudaron el paso hacia un puesto de palomitas.

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—¿Tomaste buenas fotos? —Humm. Por supuesto. Un montón de los niños y algunas estupendas tuyas. No quiere decir que tus fotos no sean siempre estupendas. —Bien— contestó Dev. Lauren rodó sus ojos ante la tímida cara de Dev. —Confía en mí, Devlyn. Tú y la cámara tenéis una relación tan especial que debería ponerme verde de celos. Eres preciosa, y tú, maldita sea, lo sabes. La boca de Dev se abrió, pero no dijo nada. Lauren rió solo un momento para volver a ponerse seria, cogió la mano de su amante y entrecruzó los dedos con los de ella. Quería hablar más de cómo se sentía Dev por lo de los disparos. Dev lo necesitaba. Pero también sintió que la Presidenta todavía no estaba preparada. Necesitaba más tiempo, y eso estaba bien para Lauren. Podía ser paciente cuando tenía que serlo, y no tenía intención de ir a ninguna parte pronto. Las mujeres se acercaron al estupendo puesto de palomitas que olía tan bien que Lauren estaba segura que ya había ganado unos kilos con el delicioso olor que emanaba de allí. Gracias a Dios que estamos en forma. No había cola, Lauren caminó por delante de Dev y se apoyó en el mostrador. —Elige tu veneno, Sra. Presidenta— dijo alegremente. —Yo invito. Dev sonrió contenta. Dios, es maravillosa. Me la quedo. Tomando aire profundamente, rodeó desde atrás a Lauren con sus brazos apoyando su barbilla sobre el hombro de la bajita mujer mientras elegía algo del menú. Presionó sus labios contra la oreja de Lauren y con un sexy ronroneo dijo, —palomitas dulces. —Oh…—Lauren casi se desmaya sobre el mostrador. Intentó levantar los dedos para indicarle al vendedor que aún estaba petrificado ante sus dos más famosas clientas. —Que sean dos. *** Miércoles 13 de Octubre —Parece nerviosa —Dev le dio un codazo a David que estaba reclinado al final del escritorio en el Despacho Oval. —¿No crees que parece nerviosa? David asintió con la cabeza. 311

—Oh sí. Está nerviosa —dijo haciendo una mueca de dolor —Y eso fue solo la presentación. Lauren estaba a punto de ser entrevistada en el show número uno, en directo, por la mañana, "Despierta, América". Era un programa de los que hacían sentirte bien y que era seguido por millones de americanos todos los días. La presentadora era la irresistible y siempre tan "sabrosa antes del desayuno", Debbie Charles, amiga personal de Dev, que la había entrevistado en diversas ocasiones a lo largo de los años, primero como Gobernadora de Ohio, después como Presidenta Electa. La mujer era justa y agradable y sabía cómo abordar los temas relevantes, sin dejar nunca que sus preguntas fueran demasiado personales o cotillas. La cara de Dev estaba pensativa. —Lauren estará bien ¿verdad?.—Miró de reojo a David justo cuando la presentación del programa terminaba y daban paso a un anuncio de café.—Quiero decir, ha hecho montones de entrevistas personales para promocionar sus biografías. Me lo dijo. Esto es muy parecido. —¿Fueron también televisadas?,—preguntó David, deseando tener una enorme taza de café como la que llevaba aquel atractivo hombre del anuncio. Dev se mordía el labio mientras pensaba. Umm…ahora que lo pienso, supongo que no lo eran. No había ninguna cinta con los informes sobre ella. Si hubiera salido en televisión estaría allí. Dev se reprendió mentalmente por haber estado tan ocupada durante los últimos días que no se le había pasado por la cabeza saber cómo se sentía Lauren sobre la entrevista. —Parecía estar de acuerdo, ¿no?.—A excepción del comentario que hizo la joven mujer a principios de semana, durante el desayuno, el tema no había ni siquiera vuelto a salir. —Bien, estaba un poco reticente a hacerlo cuando se enteró que sería televisada a nivel nacional. Especialmente por ser en directo.—David frunció el ceño, resignándose a sí mismo por la taza de café.—Pero una vez le expliqué lo bueno que sería para su publicidad el mostrarla en su ámbito profesional en lugar del personal, y de que ayudaría a quitarte de encima a los perros que andaban husmeando sobre vuestra relación,—se encogió—no pareció tener ningún problema en hacerlo. Dev giró sobre sus pies, golpeando en el proceso un archivo que contenía toda la agenda del día y tirándolo al suelo en el proceso. —¡¿Dijiste qué?!. David la miró sorprendido.

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—¿Qué? —Sus ojos se abrieron por la cara que le puso Dev— Es la verdad, Dev. Lauren es una mujer adulta. Me preguntó si esto podría ayudarte y yo le dijera que sí. —No me importa si es verdad —dijo endureciendo la mirada— No quiero que la presiones. —¡Y no lo hice!— se defendió. Jane y Lizza, que estaban sentadas en un sofá que había sido empujado cerca del escritorio de Dev para tener una mejor vista de la entrevista de televisión, se miraron mutuamente con conocimiento de causa. Si David y Dev no tenían al menos tres desacuerdos al día, el mundo como ellas lo conocían estallaría por todo lo alto. Los anuncios terminaron y la música de Despierta América comenzó. Lauren y su co-invitado, un joven de apariencia agradable con un jersey de punto, estaban ahora sentados lado a lado charlando tomando su café matutino. —¡Jesucristo! —Dev señaló la imagen— ¿es que esa irritante compañía de café posee el mundo?,—miró detrás de ella, cogiendo la taza humeante de la misma marca y vio con placer que ella y Lauren sorbían al mismo tiempo. David dirigió su mirada hacia la extra grande taza de Lauren. — No me importa si no es más que envidia por la taza. Después del show, llamaré a Beth — Beth sabía dónde y qué se podía comprar en cada tienda. —Guau. Se ve bien en televisión —comentó Jane apreciativamente— No veo esos kilos de más sobre los que siempre se queja la gente. Lizza la escudriñó. —Yo tampoco. —¡Shsssss! —Dev se inclinó hacia ellas con impaciencia. El hombre sentado junto a Lauren se giró hacia la cámara y sonrió mostrando sus brillantes y perfectamente alineados blancos dientes que contrastaban con su morena piel. —Y a continuación, Traci Corbin, quien sustituirá a Debbie Charles, que tiene…si pueden creerlo…. ¡varicela! Nuestra invitada especial esta mañana es Lauren Strayer, biógrafa de la Presidenta. Las mandíbulas se cayeron en el Despacho Oval.

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—Pero primero —el joven hombre continuó— el tiempo —Un enorme mapa de los Estados Unidos apareció en Despierta América y el hombre del tiempo se materializó a lo largo de éste. —¡David! —gruñó Dev, su cuerpo entero temblando. —¡Estoy en ello! Liza puso el teléfono en la mano del Vicepresidente y frenéticamente comenzó a llamar para saber qué cabeza iba a rodar, y cómo podían parar esta entrevista antes de que el hombre del tiempo diera sus previsiones sobre California. Lauren se movía incómoda en su silla, pasándose la mano nerviosamente por el cabello al segundo que la cámara dejó de enfocar al hombre del tiempo. Traci Corbin empujó a su co-presentador, que estaba en su camino, mientras le retocaban el maquillaje antes de la entrevista con el quaterback de los Washington Redskin´s que tendría lugar en el próximo segmento. Tomó asiento frente a Lauren y extendió su mano. —Soy Traci. Lo siento, no he tenido la oportunidad de presentarme antes. Lauren le ofreció su mano y le dio su consiguiente apretón. —Lauren Strayer. Es un placer conocerla. Traci la miró rápidamente. —Hace tan solo una hora que recibí una llamada diciendo que me necesitaban y he tenido que hacer una carrera loca para llegar —Las cuarenta y tantas maquilladoras tuvieron que trabajar rápido para conseguir adecentarla— Hice unas cuantas notas mientras me arreglaban el cabello —sonrió— Espero que no te importe si mis preguntas son un poco ásperas. Los amigables modales de la mujer más mayor se lo pusieron un poco más fácil a Lauren. —No…yo… —se agitó y forzó a sus manos para que pararan de retorcerse— Está bien. A menos que no le importe tener a una más que nerviosa invitada. Realmente no hago entrevistas para televisión, así que ésta será mi primera vez. Traci asintió con la cabeza y le dio un ligero apretón a Lauren en el brazo. —La televisión en directo pone un poco más nerviosa. Pero lo harás muy bien. De repente un hombre apareció frente a Lauren y Traci, pero fuera de cámara. Levantó cinco dedos. Entonces cuatro, tres, dos, uno. Traci sonrió. —Bienvenidos de vuelta a Despierta América. Soy Traci Corbin, sustituyendo a Debby, que está 314

hoy en casa enferma. Con nosotros esta mañana tenemos a la biógrafa de la Presidenta, Lauren Strayer —se volvió para mirar a Lauren— Buenos días. —Buenos días. —¡Vaya trabajo que tiene usted, señorita Strayer! Seguir a la Presidenta por todas partes. ¿Es eso tan excitante cómo suena? Lauren sonrió un poco más olvidando su nerviosismo por la simplicidad de la pregunta. —Por supuesto. A veces. La Casa Blanca está rebosante de actividad. Siempre. Y a veces es un poco duro. Paso la mayor parte del tiempo experimentando lo que la Presidenta hace durante el día y el resto del tiempo repasando y organizando lo que he aprendido, para así poder condensar cuatro años en un solo libro que sea un fiel reflejo de la Presidenta Marlowe. —Interesante —Traci se tocó la barbilla como considerando cuál sería su siguiente pregunta— Así que ¿cómo escribe… —sus dedos haciendo comillas en el aire— un libro que sea un fiel reflejo, cuando está durmiendo con el sujeto de su trabajo? La cara de Dev se escondió detrás de sus manos al tiempo que gruñía. —¡Oh Dios mío! Los sonidos de los gemidos de la Presidenta fueron seguidos por todos los que se encontraban su alrededor. Dev se asomó entre sus dedos para así poder seguir viendo la entrevista. Vamos, Súper Ratón, no dejes que esa bruja te intimide. Tú eres mejor que ella, cariño. Lauren parpadeó repetidas veces ante la entrevistadora, momentáneamente muda por la indiscreta pregunta. Traci miró fijamente por detrás de Lauren y una fina y casi imperceptible sonrisa torció sus labios. "Acabo de ganarme el título de Prensa Asociada. Jódete, Despierta América, quiero mi propio show. Y Marlowe puede besarme el culo". Dev había denegado las repetidas peticiones de Traci para entrevistarla. Había sido persistente. Demasiado persistente, realmente. Y tuvo una visita del servicio secreto que de forma no demasiado amistosa, le pidió que la dejara en paz o se arriesgaría a ser perseguida por la ley de protección oficial sobre la Presidenta. Incluso le habían retirado sus credenciales como periodista durante un tiempo, emplazándola a un estatus de prueba. ¡A Ella! ¡A Traci Corbin!

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—¿Señorita Strayer? —le recordó Traci, disfrutando absolutamente los segundos de silencio total que estaban pasando. Por un segundo Lauren estaba confusa. Le habían prometido que ésta entrevista sería sobre su trabajo, y que no se aventuraría sobre temas personales tales como con quién dormía. Entonces le echó una mirada a la cara de Traci. Sus ojos se estrecharon ante el entendimiento de lo que estaba pasando entre las dos mujeres. Dev palideció. —¡Uh, oh, está cagada! David terminó maldiciendo por teléfono. Su furia hizo que colgara estrepitosamente y que lanzara el teléfono a sus pies, rebotando en él. Dos veces. —Despierta América dice que no sabía que sus credenciales periodísticas habían sido revocadas éste año. Aparentemente, los otros entrevistadores del show rehusaron hacerle la entrevista a Lauren. No querían parecer no estar preparados. El show ha utilizado a Traci en el pasado y ella es lo mejor que han podido conseguir en una hora de tiempo —Le gruñó al teléfono sintiendo que todo era por culpa suya. Volvió a golpearlo. Lauren miraba a Traci directamente desde su silla. —Es una buena pregunta, señorita Corbin, y para serle sincera, no creo que pueda serle totalmente objetiva. Traci sonrió triunfal.— ¿No puede? Dev, David, Liza y Amy estaban petrificados. —No. Por la simple razón de que se sabe que ningún escritor es al cien por cien objetivo, ¿no es así? —Lauren tomó el guante y corrió con él— Todo el mundo aporta sus experiencias personales para inspirarse en lo que escribe con las mejores intenciones. Somos únicamente humanos, después de todo. — "A pesar de ciertos miembros profesionales", Lauren comenzó a ahondar sobre su teoría— Creo que la clave para ser lo más fiel a la realidad y honestamente posible es un buen apoyo editorial, que investigue minuciosamente y con un fuerte compromiso de servir a sus lectores. La sonrisa de Traci comenzó a desvanecerse. —Todavía pueden mantener esas cosas, no importa la relación que se tenga con el sujeto — Lauren subrayó con la voz ésta última palabra con evidente hastío. No es que no se hubiera utilizado a sí misma en el pasado. Lo hizo. Pero estaba segura de que nunca lo había dicho de forma que convirtiera a la gente sobre la que escribía en ratas de laboratorio…para ser 316

diseccionadas. Lauren sonrió dulcemente— ¿Responde eso a su pregunta, señorita Corvin? — preguntó inocentemente sabiendo demasiado bien que acababa de echarle un cubo de agua fría a su entrevistadora. "Zorra". —¡Esa es mi chica! —gritó eufórica Dev. —¡Acaba con ella Súper Ratón!, pregúntale sobre sus tetas y nariz operadas. Las tres mujeres se quedaron mirando a David asombradas. —¿Qué? —se quejó— Un Vicepresidente sabe esas cosas. Traci miró sus notas. —Um …sí, realmente lo hace —Miró hacia arriba y sonrió a la cámara. Dev se agitó. —Ah…sí, entonces, Lauren…—comenzó Traci. Lauren se mordió el labio para evitar preguntar "¿quién diablos te ha dado permiso para llamarme por mi nombre?". En lugar de ello intentó parecer interesada, preguntándose cuánto tiempo una entrevista de tres minutos podía realmente durar. —La Presidenta Marlowe es la primera mujer presidente. Lauren afirmó con la cabeza, luchando por no hacer rodar sus ojos. "Y dices que no habías tenido tiempo para prepararte". —Es también una mujer muy atractiva, ¿no está de acuerdo? Las cejas de Lauren se curvaron. —Todo el mundo con ojos estaría de acuerdo, Traci. —¡Seguro que sí! ¿Puedes contarle a América qué piensa la Presidenta Marlowe sobre haber sido nombrada la mujer más deseable del mundo? La temperatura en el estudio subió diez grados. "¿Qué?. ¡Ella no está disponible, y tú lo sabes!". —No estoy segura de lo que Devlyn piensa sobre eso —Las manos de Lauren se cerraron formando puños, mientras su cara parecía impasible. —¡No te dejes golpear, Lauren! —dijo Devlyn a la imagen que tenía frente a ella— ¡No estoy disponible!. 317

Jane asintió con la cabeza. —¡Fuera del mercado! —Totalmente pillada —confirmó Lizza. Lauren se inclinó un poco hacia delante en su silla mirando la revista que Traci había sacado de repente frente a ella. Dev estaba fotografiada en la portada rodeando con el brazo a la nueva estrella de Hollywood: Takesha Vásquez. Estaba claro que la fotografía había sido tomada intencionadamente para mostrar lo bien que se veían las dos mujeres juntas. Cosa que, se admitió mentalmente Lauren, lo hacían. —Eso es una total y absoluta basura —anunció despreocupadamente, lanzando la revista hacia una mesa que había entre ella y Traci. Los ojos de Dev se entrecerraron y tomó aire nerviosamente. —No la mates en la televisión en directo. —Podría arreglar eso —le dijo David confidencialmente. Todo el mundo en América esperaba que Lauren armara un lío. En lugar de eso sonrió encantadoramente y dijo en un suave acento sureño. —Resulta que sé que la Presidenta Marlowe las prefiere rubias. Varios miembros del equipo de Despierta América se rieron entre dientes. Y Traci se unió a ellos reticentemente. Fuera de cámara un hombre alzó su mano y comenzó la cuenta atrás con sus dedos. Traci, diligentemente, leyó el guión. —Gracias, Lauren. Quédense con nosotros en nuestro próximo segmento donde América se despierta y conoce al quaterback de los Redskin´s, Elvis Simpson. En la televisión del Despacho Oval la imagen de Lauren y Traci fue sustituida por anuncios. Dev se giró hacia David. —Lo hizo bien ¿verdad? —"Ningún derramamiento de sangre. Todavía. Si yo fuera tú ya estaría corriendo, Traci Corvin. —Oh, sí, muy profesional —"Gracias Dios"— Estuvo estupenda. Y parecía que iba a patear a Traci de un momento a otro. —Desgraciadamente ella nunca oirá esos elogios —dijo Dev. 318

Lizza y Jane volvieron unas piadosas miradas hacia David. El pelirrojo hombre bromeó, pero tomó la indirecta seriamente. —Va a matarme ¿verdad? Dev afirmó con la cabeza y dándole una palmada en la espalda dijo: — Me temo que tan solo tienes una vida que dar por la patria…y esa, mi querido amigo, mi novia te la va a arrebatar tan pronto vuelva a casa. *** Traci se marchó del plató enfurruñada, decepcionada de no haber conseguido una sola reacción por parte de Lauren. Lo que podía haber sido una historia principal en las noticias, se había reducido a una charla intranscendente al fin y al cabo. Se detuvo bruscamente por el sonido de una fuerte voz que la llamaba por detrás. —Eso no fue muy agradable —Lauren se paró tres pasos por detrás de la delgada y más mayor mujer, sus músculos faciales contraídos con fuerza por culpa de la frustración y el enfado. Se había tragado demasiada mierda de la prensa en los últimos diez meses. Pero ahora…ahora había una cara que poner a esa maliciosa bocaza. Despacio, Traci se dio la vuelta para enfrentar a la mujer detrás de ella. —Soy una escritora de noticias, señorita Strayer, me pagan por conseguir historias, no para ser agradable. Si quisiera ser agradable escribiría biografías para ganarme la vida. Lauren dio otro amenazador paso hacia delante. —No creo que usted estuviera tratando de conseguir una historia, en absoluto. Estaba de conseguir una reacción. "Y casi lo consigues". Eso no fueron más que intentos Esperaba algo más de una "supuesta escritora de noticias" que esos baratos sensacionalistas. Se requiere habilidad y talento para ganarse la vida escribiendo, Corbin. No se engañe. Su obvia inaptitud es la razón por la que no puede hacerlo.

tratando baratos. intentos señorita

—¡Oooo, auch! —La reportera le ofreció a Lauren una menos que sincera sonrisa— Puedo morir feliz ahora. La novia de la Presidenta acaba de reñirme. ¿Ha terminado con su pataleta, señorita Strayer? Porque me voy a casa. Además, estoy segura de que debe de regresar a la Casa Blanca para hacer su trabajo como Jefe Exclusivo de Pequeñas Caricias. La cara de Lauren se puso color púrpura por el enfado. Tranquilamente se quitó sus gafas y las puso dentro del bolsillo de su chaqueta donde estarían a salvo. —Oh, van a haber caricias —Los ojos de la escritora brillaban con fuerza— Pero yo estaba 319

pensando más en las líneas marcadas en rojo de mi mano sobre tu cara —Lauren dejó salir una fría sonrisa disfrutando de la vista de la cara pasmada y preocupada de Traci Corbin— Pensaba…me aseguraré de darle recuerdos tuyos a Devlyn esta noche. —¡Hola Lauren! —una nerviosa y muy familiar voz interrumpió la conversación. Lauren ni siquiera volvió su cabeza. Continuó matando con la mirada a Traci. "Oh mierda, David tenía razón. Gracias a Dios que estaba tan cerca del estudio". David había llamado frenéticamente a su mujer cuando ella estaba a tan solo dos manzanas de los estudios de camino al centro para una reunión. Podía estar allí más rápidamente que ninguna otra persona y por el tono de la voz de David sabía que tenía que darse prisa. Beth se acercó y se detuvo en el pequeño espacio que separaba a ambas mujeres. —Hola, soy Beth McMillian —Se acercó y tomó la mano de Traci agitándola vigorosamente— Y si yo fuera usted, me marcharía ahora, antes de que mi amiga Lauren le haga un moratón en un ojo y mi marido tenga que encontrar un lugar donde poder esconder su despreciable —su mirada se posó sobre el pecho de Traci— siliconado cuerpo. —¡Oh, la caballería! —Traci se inclinó sobre Beth mirándola fijamente, su bravuconería volviendo ahora que parecía que no iba a ser golpeada— Y justo a tiempo. Odiaría tener que romperle la nariz a la rubiecita —Respiró profundamente y miró a Lauren por encima del hombro de Beth— Dele recuerdos a la Presidenta de mi parte, ¿lo hará? —ironizó Traci. Lauren finalmente reaccionó e intentó arremeter, pero Beth se giró más rápido que cualquiera hubiera pensado que podría hacer una profesora de historia de vida sedentaria. Utilizó su mayor estatura para sujetar a Lauren por los hombros y mantenerla atrás. La joven mujer parecía que iba a explotar espontáneamente si no mataba a alguien. —Permítanme, ¡MARCHARME! —La escritora miró enfadada cómo Traci tomaba esto como una ventaja para salir de allí. —¡Lauren, no lo hagas! —Le dijo Beth— Los medios de comunicación caerían sobre ti y sobre Dev. Respira hondo y piensa en Dev y en los niños —Pudo ver que sus palabras tenían un efecto inmediato— Eso es. Ella no vale la pena. Lauren soltó un frustrado soplido e intentó calmarse. —Zorra —dijo en un susurro, sintiendo aflorar unas cálidas lágrimas a sus ojos— Siempre hay algo. Siempre están mintiendo, distorsionando o malmetiendo. Y nunca se detienen, ¡incluso cuando intentas seguirles el juego! —No, no lo hacen —Beth la miró, aliviada de que Lauren tuviera este berrinche lejos de la 320

Casa Blanca. Beth había visto venir en las últimas semanas cómo la popularidad de Dev se tambaleaba. Además de la rabia creada por los atentados y el ataque del FBI, la "propia fiesta privada de Dev" con los Republicanos y ciertos conservadores Demócratas, habían comenzado a cuestionar la moralidad de la Presidenta. Después de todo estaba viviendo con su novia en la que era considerada por la mayoría de la gente la residencia pública— Si tienes la intención de tener una relación con Dev, vas a tener que aprender a ignorar éste tipo de cosas. —Es más fácil decirlo que hacerlo —Admitió Lauren. Pasó sus manos temblorosas por sus ojos para secárselos y después por su pelo, donde se le estaba formando un horroroso dolor de cabeza. "Dios, ¿qué me pasa?". Dejó escapar el aire de su boca— Tienes razón Beth. Vámonos —Las dos mujeres comenzaron a caminar hacia la salida— Ni si quiera voy a preguntar por qué o cómo demonios has llegado aquí solo treinta segundos después de que esa broma de entrevista terminara. Beth rió. —Mi querido marido me llamó a mi móvil —dijo— Resultó que estaba cerca. Me dijo que si no venía al estudio lo más rápido posible, él no iba a regresar jamás a casa porque estaría demasiado ocupado tratando de explicar cómo una simple entrevista se había convertido en un homicidio. Lauren asintió con la cabeza. —David es un hombre inteligente. Es una pena que tenga que morir por haberme metido en esto —Una pequeña sonrisa entre dientes salió de Lauren— Sabe que por las mañanas temprano es cuando estoy más predispuesta a cometer homicidios. Beth sonrió, enganchando su brazo con el de Lauren. —Sugiero que le dejemos vivir y torturarlo por el resto de nuestras vidas. Es mucho más divertido así. Sin dejarlos creer que estás preocupada y que no lo olvidas cada vez que hacen algo estúpido. Ahora, ¿te invito a desayunar? Lauren posó una mano en su rugiente estómago. Había estado demasiado nerviosa como para comer algo y se había levantado hacía algo más de cuatro horas.

—¿Habrá alcohol? —Por supuesto. No hay nada malo con un Blody Mary a las… —Beth se miró la muñeca— 7:30 de la mañana. —Mmm, mmm, o un Margarita.

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—O un Martini seco. —O cerveza —dijeron las dos a la vez, soltando la tensión acumulada por la situación vivida. Empujaron la puerta de salida y fueron golpeadas por una oleada de suave y fresco aire. Beth, de repente, se detuvo mirando la línea de coches aparcados en la calle. —Uh, vas a tener que conducir tú. —Claro —Los ojos de Lauren se entornaron al mirar la expresión de Beth— ¿Qué estás mirando? —El espacio vacío donde debería estar mi coche, justo en la señal de aparcamiento para minusválidos. —Oh —Lauren pasó su brazo por los hombros de Beth acompañándola a su propio coche— Lo siento —Sus cejas se juntaron lo más que pudo. Miró juguetona a su amiga mientras se bajaban de la acera— ¿Crees que Dev podría hacer que deportaran a Traci Corvin? Beth se rió. —Estoy segura que David se está haciendo cargo de eso mientras hablamos. ***

Viernes 15 de Octubre

—Caballeros —Dev se apoyó en su silla permitiendo a su mirada posarse sobre cada uno de los miembros del Partido de Emancipación. Cerró sus ojos por un instante para, en silencio, calmarse— Me importa un bledo lo que piensen a cerca de éste tema. Es mi maldita vida privada la que están pregonando. El Presidente del Partido, Bruce Jordon, se aflojó el nudo de la corbata con el dedo. Era tan solo unos años mayor que Dev, pero tenía el pelo gris y una profunda cara abatida. —No se ofenda, Sra. Presidenta, pero cuando el partido estuvo de acuerdo en alojar a la señorita Strayer para escribir su biografía, no pensamos que ustedes…—momentáneamente volvió sobre sus palabras, pensando en lo que quería decir y lo que realmente estaba saliendo de su boca.— Ahem… Nosotros… nunca contemplamos seriamente una relación física entre ustedes dos.

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—Bien —Dev cruzó sus brazos sobre su pecho— Porque yo tampoco —Miró a David, pero él estaba impasible. Dev estaba sola en esto. "Muchas gracias, colega". Se dirigió hacia el presidente— Lo que haya ocurrido entre Lauren y yo ha ocurrido justo como lo haría entre otra pareja. Después de unos meses, trabajando juntas, y ayudándonos la una a la otra en situaciones difíciles, nuestra relación como buenas amigas se ha transformado en amor. Se detuvo y suspiró profundamente, sintiéndose como en el infierno con cada segundo que pasaba teniendo que explicar esto. —No fuiste tú, Bruce, quien me sujetaba la mano mientras estaba en el hospital tras ser tiroteada. Sin mencionar que no fueras tú quien tranquilizara a mis hijos y les hiciera creer que todo iría bien con su madre que estaba a punto de morirse —Dev quería gritarle a toda esa gente que ella no tenía por qué justificar sus acciones al Partido o a cualquier otro cabrón en la Tierra. Pero eso no era totalmente cierto, y ella lo sabía. —Dev… —el hombre sentado rígidamente en su silla— Mira, tu sabes que siento un gran respeto hacia ti. No tengo ningún problema con tu… estilo de vida. Con quien tengo un problema es con el National News Magazine y con el reportaje de la página veinte sobre ti y sobre Lauren. Tienen fotos de las dos juntas. —Sí, bueno, desde que hemos salido en público juntas, estoy segura de que las tienen. ¿Cuál es el verdadero problema aquí? El Presidente Jordon golpeó la mesa con la palma de las manos haciendo que todo el mundo saltara por el estridente ruido. Dev no movió ni un músculo. —No juegues conmigo, Dev. Sabes malditamente bien que fuiste elegida por ser honesta sobre tu sexualidad, y no por restregársela a la gente en sus narices. Samantha… La cara de Dev se volvió de piedra, su voz alzándose en un peligroso tono. —Ni se te ocurra meterla a ella en esto. Ni una maldita palabra sobre ella —estalló. Mencionar el nombre de Sam era tabú y el Partido lo sabía. Después de su muerte, quisieron explotar la simpatía pública por la Gobernadora Marlowe y casi perdieron a Dev por ello. Si no hubiera sido por la fría cabeza de David, Dev habría roto las relaciones con el Partido de Emancipación entonces y ahora. Desde entonces, habían podido solucionar sus diferencias. Hasta ahora. Bruce Jordon agitó sus brazos al aire y dejó salir un profundo gruñido. —¡Esta vez no! —apretó su mandíbula desafiante— No voy a satisfacer tu ego ni un segundo más. Tenemos problemas que no se solucionarán ignorándolos. La mitad de Washington está cuestionando tu moralidad. Tienen grandes problemas con el hecho de que ella esté viviendo 323

en la Casa Blanca, bajo el mismo techo donde tus hijos se están exponiendo a algo del todo inmoral. Y pagándole a ella, el Partido de Emancipación está animando ese comportamiento amoral. —Y el Partido preferiría no estar sujeto a éste tipo de publicidad. —Exacto. —Aunque el Partido no tiene ningún problema cuando una revistucha de cotilleos de tres al cuarto me llama "La Mujer más Deseada del Mundo". El Presidente Jordon la miró confuso. —Dev, eso es cierto. "Y era una buena publicidad. Hay una diferencia". —Y una mierda que lo es. Primero, no estoy disponible. Dos, el artículo en el National News Magazine es correcto. Vi una copia la semana pasada, y no tengo ningún problema con él. Tres, si la gente quiere discutir sobre mi moralidad, discutamos el hecho anterior a Lauren, he pasado los últimos cuatro años sola. Estaba todo correcto y bien cuando no le restregaba a nadie nada en sus narices —dijo Dev despreciativamente— Pero no tenía a nadie en mi vida. Nadie. Hice valer mis términos como Gobernador y después como Presidenta por mí misma Pronunció éstas dos últimas palabras con exactitud, dejando saber a todo el mundo cómo se sentía a cerca de ese período de tiempo— Por el amor de Dios, Bruce, has estado con Olga desde hace alrededor de veinte años, y ¿ahora tienes la osadía de criticarme por encontrar a alguien que me hace feliz? —No es lo mismo. —Y una mierda. Estoy enamorada de una mujer que me ama y que adora a mis hijos y ¿de repente soy una inmoral? Siento que estoy retrocediendo en mi vida. No tiene sentido. —Si estuvieras casada con ella sería distinto —El Presidente Jordon se levantó de su asiento— Pero eso de vivir juntas… —¡Error! —Dev saltó sobre sus pies— Parece que estás olvidando convenientemente que los matrimonios de un mismo sexo todavía no son legales en la mitad de los estados. Hemos hecho progresos, pero… —¡Pero! —el Presidente saltó al igual que Dev— Es legal en el estado donde vives —Cuadró sus hombros y metió el estómago, sacando pecho en el proceso— ¿O es ella una mera distracción o lío de cama del que no tienes la intención de tomarte en serio? —¡Hijo de puta! —Dev se giró hacia el hombre y avanzó con la mano alzada y el puño cerrado.

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David se plantó entre los dos en un instante. "¿Qué ocurre con Dev y Lauren éste mes? Hora de tener vacaciones". —No lo hagas. No merece la pena —Sujetó su mano fuertemente contra el hombro de Dev y sus ojos buscaron los de ella— Ambos sabemos que estás enamorada de Lauren. Él está solamente asustado y frustrado —Bajó la voz y trató de convencer a su amiga, sabiendo que no podría detenerla si estaba dispuesta a golpear a Bruce— No te dejes caer en su trampa. David miró sobre su hombro. —Sr. Presidente, sería beneficioso para su interés si saliera de aquí ahora mismo. Podemos continuar con esto en otro momento, cuando las cabezas estén más frías y las cosas más claras. Déjenos estudiar las cifras. —¡Revisa las cifras, David!, no permitiré que una maldita encuesta me diga a quién se me permite amar o a quién se me permite invitar a mi casa —Dev le empujó la mano, todavía intentando acercarse al Presidente Jordon mientras que el resto de los líderes del partido salían atropelladamente de la oficina. David y Dev se quedaron solos mirando las copas de café esparcidas por la mesa y las agendas que habían sido dejadas por los miembros del partido cuando salieron de la habitación. Cada uno tomó asiento tranquilamente preguntándose cómo demonios las cosas estaban yendo tan mal en tan poco tiempo. *** Sábado 16 de Octubre

—Éste último es de mi parte —Christopher deslizó un paquete sobre las manos de su hermana — Feliz cumpleaños Ash. —Gracias, Chris —Ashley agitó la caja y rasgó rápidamente el papel de regalo— ¡Guau!, la Barbie Científica, ¡con su laboratorio y todo!, gracias Chris. El niño sonrió abiertamente y se ajustó las gafas a la nariz. —De nada —Se inclinó sobre ella y le susurró conspiradoramente, seguro de que Lauren, su madre y Emma estaban escuchando— ¿Podemos Aarón y yo jugar también? Aunque sea un juguete para niñas. Podemos volar el laboratorio y raptar a Barbie.

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Ashley estaba a punto de decirle a su hermano que siguiera soñando, cuando recibió una mirada amonestadora de su madre. Contestó con un resignado suspiro. —Claro, Chris. Vamos —Ashley tomó el disco que contenía Los Misterios de Nancy Drew que Lauren le había dado, las entradas para ver El Cascanueces que le había regalado su madre, la sudadera de Emma y el resplandeciente collar de Aarón. Se giró para seguir a sus hermanos que ya habían salido corriendo de la habitación, cuando la voz de Dev la hizo volverse. —¿No estás olvidando algo? —le recordó Dev educadamente. Ashley ya le había dado, educadamente, las gracias a Lauren y Emma. Pero no estaba de más hacerlo otra vez. —Gracias Emma y Lauren —repitió la niña obedientemente. Entonces una genuina sonrisa recorrió sus mejillas— Me encantan mis historias y la sudadera. Se lo enseñaré a mis amigos en el colegio. Lauren sonrió entre dientes. —Me alegro de que te gusten, Ashley. Yo tenía tu misma edad cuando empecé a leer esas historias. Solo que yo utilizaba los libros comunes. Ashley hizo una mueca. —Guau. Eres realmente vieja. Dev y Emma estallaron en carcajadas. —Ehhhh, gracias, pequeña —unos ojos verdes se entornaron. —De nada —respondió Ashley sinceramente mientras salía corriendo. Dev gritó otro "feliz cumpleaños" a su hija mayor y Ashley patinó en el suelo. Corrió de vuelta hacia su madre y la abrazó ferozmente. —Felicidades para ti también, mamá. Es tan guay compartir el cumpleaños. ¿Vamos realmente a ir al ballet solas tú y yo? Dev cerró los ojos y apretó a su hija aún más sintiendo una punzada de culpabilidad por el poco tiempo que podía dedicar a cada uno de sus hijos individualmente. —Lo prometo, princesita. Solamente tú y yo. Una tarde especial para nosotras juntas —Dev sintió que se le contraía el corazón y si no pensaba en algo diferente, y rápido, se echaría a llorar— ¿Cómo se siente al ser tan mayor? ¡Ocho años!. Casi no puedo creerlo.

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—¡Es estupendo, adiós! —y ésta vez cuando salió de la habitación no se giró. —Bien, ahora, Devlyn —dijo Emma— creo que me voy a retirar por ésta tarde y a llamar a mi hijo Tommy —La mujer sonrió cansadamente— Ha sido un día muy ocupado —Y lo había sido. Ashley había tenido a varias amigas del colegio pasando la tarde en la Casa Blanca, y después había tenido otra pequeña fiesta familiar para desenvolver sus regalos. —Hazlo, Emma. Y muchas gracias por todo —sonrió Dev— No te pago lo suficiente. —Buenas noches, señoras. —Buenas noches, Emma —contestaron Dev y Lauren. —Guau —Lauren sacudió la cabeza con admiración— Hizo un trabajo fantástico ésta tarde. Apenas podía oír esos gritos de segundo grado desde mi habitación hoy. Con mi puerta cerrada. Y mis auriculares puestos. Y mi cabeza tapada con la almohada. Dev rodó sus ojos. —¡Quejica! —De verdad —Bromeó Lauren. Le gustaba sus momentos de tranquilidad y la vida en la Casa Blanca nunca era así. Al menos con los Marlowe en casa —Así que…— Lauren se acercó a su lado y amoldó su cuerpo al de la Presidenta. Depositó un beso en el cuello de Dev— ¿Qué quiere hoy la chica grande del cumpleaños? Dev gimió cuando capturó los labios de Lauren en un beso apasionado. Cuando oyó el suave quejido de la mujer más joven, profundizó el beso, revelándole el sabor y aroma de su compañera. Cuando se separó, Lauren parecía un poco mareada mientras se humedecía los labios. —¿Captas la indirecta? Lauren tragó. —Uh, huh —tomó a Dev de la mano y comenzó a llevarla fuera del salón.—Vamos a mi habitación. Y no voy a dejar que te marches hasta mañana por la mañana. Dev se dejó llevar hasta la puerta del gran salón, entonces tiró de Lauren para que se detuviera. —¿Qué?,—preguntó Lauren exasperada.—¡He estado esperando mi turno todo el día!

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Dev sonrió. —Lo sé, cariño. Pero ¿podríamos quedarnos aquí?. ¿Y si los niños necesitan algo?, David podría… —¡Nop! Está todo arreglado —Sujetó fuertemente la mano de Dev haciendo que la siguiera rápidamente. —¡Dios! —Lauren rodó sus ojos riendo cuando Dev no pudo ni siquiera cerrar la puerta detrás de ella antes de que fuera arrastrada a través del hall. —Emma lo sabe. David lo sabe. Y probablemente todo el Servicio sabe que tendré —empujó bruscamente la puerta de su habitación para abrirla llevando a Dev dentro— insomnio esta noche. —¿Eso es lo que les has contado? —dijo Dev haciendo una mueca e inspeccionando el suelo en busca de Princesa y de Gremlin. Estaba siempre alerta a sus ataques sorpresa. Y desde que había venido a la Casa Blanca, Princesa imitaba la desagradable predisposición de Gremlin. Bueno, desagradable para Dev. Todos los demás, a excepción de Michael Oaks, quien Dev sospechaba que odiaba a Santa Claus y a su propia madre, parecían adorar a los perros. —Síp, eso es exactamente lo que les he dicho —Lauren finalmente detuvo su paso una vez estuvo de pie frente al sofá. Levantó la mano de Dev y la besó suavemente— Siéntate. Es hora de que te de mi regalo. —Eh —una mirada lasciva recorrió la cara de Dev— ¿Tendré que destaparlo? —Se acercó y deslizó sus manos por debajo de la sudadera de la Universidad de Tennessee de Lauren posando sus manos sobre su firme y caliente vientre. Lauren le sacó las manos de allí y la empujó para que se sentara en el sofá posando un ruidoso beso en sus labios. —Sí, tendrás que hacerlo, pero no hasta más tarde. Dev hizo una mueca sacando su labio inferior hacia fuera y Lauren no pudo aguantarse la risa. —Siéntate recta por un momento y así podré darte tu regalo, ¿de acuerdo? Dev asintió indulgentemente. —Sí, señora. —Gracias —Lauren golpeó ligeramente el hombro de Dev mientras desaparecía detrás de la Presidenta y se dirigía a su escritorio. Recogió un sobre de su brillante superficie, sorprendida

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por su propio nerviosismo. "Relájate. No pensará que es algo estúpido". Trató de convencerse Lauren. La mujer rubia se dejó caer sobre el sofá cerca de Dev, sentándose al estilo indio. La mirada de Dev se dirigió hacia las manos de Lauren. Esperó unos segundos más hasta que su curiosidad ganó. —¿No vas a dármelo?,—preguntó. —Uh… por supuesto que voy a dártelo —Lauren agitó la cabeza consternada, deseando de repente haberle comprado algo más tradicional a Dev. Pero sabiendo que ahora era demasiado tarde, hizo de tripas corazón y le tendió el grueso sobre —Feliz cumpleaños, Devlyn. Dev sonrió abiertamente. —Gracias —Con un brillo en sus ojos, fue a abrirlo, sorprendiéndose con lo que parecía ser un contrato de Publicaciones Starlight. Levantó sus cejas a modo de pregunta a Lauren, quien simplemente gesticuló en dirección a los documentos. —Léelo. Fuiste a Harvard, sabrás hacerlo —Los ojos de la escritora se entrecerraron— Sé que puedes entender un simple contrato entre Lauren Gallear y su innombrable co-autor. El coautor para la próxima novela de Adrianne Nash. —Yo… —La cara de Dev estaba pensativa— No entiendo. —Sé lo mucho que te gustan mis novelas de Adrianne Nash. Pensé que a lo mejor te gustaría ayudarme en la próxima —estaba empezando a preocuparse— Empiezo a planear la próxima cuando llevo aproximadamente las tres cuartas partes terminadas de la que esté escribiendo es ese momento —Lauren levantó un hombro— Ahí es donde estoy ahora. El contrato es al 50% de royalty para mí y el 50% para mi co-autor. Nadie tiene que saberlo nunca salvo tú, yo y el IRS. Unos ojos azules parpadearon. —¿Quieres que trabaje en tu libro? —susurró Dev. Lauren asintió despacio sin saber cómo tomarse la reacción de Dev. —Solo si tú quieres —aclaró rápidamente— Yo…yo…oh, mierda. Es una idea estúpida ¿verdad? Debía haberte comprado un jersey o algo así. Quiero decir, eres la persona más ocupada en la faz de la tierra, y no hay ninguna forma de que tú…

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Sus palabras fueron cortadas por un beso demoledor, cuya fuerza estuvo a punto de hacerla caer por el otro extremo del sofá. —Es estupendo —susurró Dev sobre los labios de Lauren— Después de tener a Ash el día de mi cumpleaños, éste es el mejor regalo de cumpleaños que me han hecho. Es otra maravillosa razón por la que pasar más tiempo contigo —Dev dibujó con su lengua los labios de Lauren, pasándola primero por el superior y luego por el inferior, ganándose un profundo gemido de su amante que le envió una corriente de sensaciones hacia su espina dorsal— Aunque estar locamente enamorada de ti es suficiente razón para mí —Sacó el contrato de entre sus cuerpos y lo dejó caer sobre el suelo, gimiendo suavemente cuando las manos de Lauren se deslizaron por debajo de su camisa para rodear su espalda donde empezaron a acariciar la sensible piel entre sus omoplatos— ¿Lauren? La escritora se fue perdiendo rápidamente en un sensual aturdimiento causado por las palabras no pronunciadas y demostradas sobre ella. Empujó a Dev más cerca gimiendo cuando sus dedos se enredaron en su suave y oscuro pelo y sintió el cuerpo entero de Dev sobre el de ella. —¿Lauren? —¿Mmmm? —suspiró lentamente. —¿Puedo desenvolver mi regalo ahora? —Oh, sí —Los ojos de Lauren se cerraron de placer al sentir que su camisa era deslizada por su pecho y luego por su cabeza— Dios, adoro tu cumpleaños. *** NOVIEMBRE 2021 Jueves, 4 de noviembre — ¿Por qué diablos tardan tanto? — se quejó Dev. — No te preocupes demasiado. Lo que sea que pase, estaremos bien. ¿Verdad? — Pero… — Cariño, han pasado solo treinta minutos — le recordó Lauren mientras cruzaba y descruzaba las piernas otra vez. — Puedo ver que tú no estás preocupada —dijo señalando sus piernas con la mirada.

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— Muy divertido. Las dos mujeres estaban sentadas una al lado de la otra, en sillones orejeros, agarradas a unos cojines grandes con el sello presidencial bordado en oro en su centro. Estaban en una de las salitas de Devlyn, la Sala del Tratado, esperando saber ansiosas si al final del día Lauren ya no sería la biógrafa de la Presidenta. Las cosas habían ido de cabeza el último mes cuando el Partido de Emancipación, oficialmente, pedía la dimisión de Lauren. Privadamente, a Dev le habían dicho que si su novia no había dimitido para Acción de Gracias, Lauren sería inmediatamente despedida. La respuesta de Dev fue que si Lauren era despedida, juraba que rompería con los "cabrones" del Partido, y pudo ser oída al otro extremo de la Casa Blanca. Fue un grito de proporciones tan épicas que incluso David no pudo ignorarlo. Wayne y dos abogados de Publicaciones Starlight habían llegado a DC ayer. Ahora estaban en una reunión con el Presidente del Partido, Jordon, el abogado del Partido y David, quien con gran dificultad, convenció a Dev y a Lauren para que esperasen en la Sala del Tratado y que dejaran las negociaciones a los abogados. — Sabes —empezó Dev lanzando el cojín al otro lado de la sala y saltando sobre sus pies— no pueden hacer que te marches. ¡No pueden! Lauren exhaló despacio. — Devlyn, piensa en esto por un momento. Mi credibilidad está sufriendo un gran revés. Tienen el derecho de estar disgustados. No importa lo que pase, no van a tener la biografía por la que pagaron. — ¡Mierda! Pero tú aún puedes quedarte aquí, escribas el libro o no. Lauren acercó sus labios al cojín. — No creo que eso fuera una buena idea,— dijo tan bajito que apenas Dev pudo oírla. — ¡Qué!, Dev caminó hacia Lauren y se agachó sobre sus rodillas en frente de la mujer que estaba sentada en la silla. Sintió una oleada de pánico recorrerla.— ¿Qué…qué has dicho?. "No, no he oído eso. No". Al mirar a Dev a los ojos Lauren sintió como una puñalada en el corazón y se encontró evitando que su boca repitiese las palabras. — Esto te está haciendo daño —susurró Lauren intentando retener las lágrimas— las encuestas… 331

Dev posó las palmas de sus manos sobre las rodillas de Lauren, con una mirada determinada en su cara. — ¡Me importa una mierda las encuestas! Esto todavía es mi casa, Lauren. Y nadie va a decirme quién puede o no vivir conmigo. Te amo y no quiero que te marches a ningún lado. — Yo también te quiero —insistió Lauren— Pero si quedándome aquí voy a arruinar tu carrera, entonces debo marcharme —Era lo último que quería hacer pero se maldeciría si por su culpa Dev cayera con ella. — Las encuestas suben y bajan. Los números son más altos que los del mes pasado y las cosas están mejorando. Fueron los atentados los que realmente dañaron mi popularidad, cariño. No tú. Y a pesar de que el partido se queje por lo contrario, a la gente le importa un pimiento de quién estoy enamorada y si ésta persona vive conmigo. Esto no es más que las alas de los conservadores calentando motores. Y el cabrón del cabecilla, Bruce Jordon, está postulando e intentando ganar un mejor punto de apoyo para sí mismo sin la ayuda del Partido. Si pueden conseguir que te pida que te marches de la Casa Blanca, sería una gran muestra de fortaleza para ellos. Si me niego a hacerlo, entonces agitarán sus morales superiores en las narices de América y echarán las culpas a nuestra relación por cualquier problema gubernamental. Esta es la cara fea de los políticos, Lauren. — ¿Es que hay una cara atractiva? —una pequeña sonrisa comenzó a fruncir los labios a Lauren. Dev agitó su cabeza en muestra de exasperación. — Estoy intentando hacer un buen uso del poder que poseo haciendo cosas para la humanidad, dándole forma al futuro…pequeñas cosas como esas. — Y lo conseguirás, Wonder Woman. Dev se relajó un poco. Lauren estaba inclinada sobre ella. Eso era una buena señal. — Por alguna razón que no puedo entender, no consiguen meterse en sus duras cabezas que nunca te pediré que te marches. Nunca. Lauren abrió su boca para hablar, pero Dev presionó dos dedos contra sus labios para sofocar sus palabras. Necesitaba aclarar esto de una vez por todas. Porque ella, por una vez, sabía que no podría vivir con la duda. Con su mano libre, Dev delicadamente tocó las puntas de los rubios mechones de Lauren que descansaban sobre sus hombros. — ¿Quieres marcharte?

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Lauren sacudió vigorosamente su cabeza. Gracias a Dios. — ¿Eres feliz viviendo con nosotros? Hubo unos segundos de meditación mientras los eventos del pasado año atravesaron la mente de Lauren. Los encontronazos con la prensa, los disparos de Dev. La pérdida de su libertad personal. Sin estar nunca realmente sola, pero sin sentirse abandonada. Lidiando con idiotas como Michael Oaks. La creciente responsabilidad y confianza que traía el vivir con Dev y con sus hijos. Lauren asintió con la cabeza rápidamente. Nunca se había sentido más feliz. Dev dejó escapar un suspiro contenido y humedeció sus secos labios. Un solo segundo nunca le había parecido tan largo. — Bien entonces —susurró— Bien —La Presidenta retiró sus dedos y besó tiernamente los labios de Lauren— Entonces no importa lo que pase con el trabajo, te quedarás ¿de acuerdo? —sus cejas alzadas a modo de interrogación— ¿Lo prometes? Lauren sonrió, demostrando que eso era lo que ella quería desde un principio. Tenía fe en que Dev pudiera solventar los ataques políticos que su presencia allí pudiera causar. Y con su siguiente respiración Lauren alargó su mano e intentó agarrar la vida que Dev le estaba ofreciendo. — Lo prometo. Tendrán que echarme a patadas. El corazón de Dev comenzó a latir otra vez. — Es solo cuestión de tiempo que te acostumbres a ésta mierda desinteresada y que te hagas con el programa, Súper Ratón. Ambas se rieron, pero el sonido de sus risas cesó rápidamente cuando alguien llamó a la puerta. David la abrió y asomó su cabeza. — ¿Listas? Dev se impulsó sobre las rodillas de Lauren y se levantó ofreciéndole la mano a su amante. Cuando las dos estuvieron de pie, Dev asintió a David con la cabeza, él abrió la puerta y permitió al pequeño grupo de hombres y mujeres entrar ordenadamente a la Sala del Tratado. Lauren sostuvo la respiración mientras sus ojos miraban fijamente a Wayne. Él le ofreció una sonrisa petulante, y ella casi terminó desplomada en el suelo ante la repentina subida de tensión por la situación. David fue el primero en hablar. 333

— Sra. Presidenta, creo que hemos llegado a una solución con la que todos podremos vivir. Dev cruzó sus brazos sobre su pecho y miró a Bruce Jordon. — ¿Está despedida? — Despreocupadamente pasó un brazo sobre los hombros de Lauren y la empujó más cerca levantando una ceja a cambio. El canoso hombre cruzó sus propias manos y las puso bajo su barbilla. — De una manera u otra, la señorita Strayer no trabajará, en breve, para el Partido de Emancipación — Su desafío era obvio y Dev sintió su temperamento empezar a explotar. La Presidenta alzó los brazos de los hombros de Lauren y dio un paso hacia el Presidente Jordon. Sus manos nerviosas, queriendo formar puños. — Hijo de… — pero David la golpeó fuertemente sobre la espalda haciéndola toser y farfullar de indignación, cortando la soez frase de Dev. — Sra. Presidenta, creo que debería mirarse esa tos tan fea que tiene. Dev volvió su mirada amenazadora sobre David. David se aclaró la garganta, figurándose que sería mejor ir al meollo de la cuestión antes de que Dev discutiera con él o lo matara. — Como estaba a punto de decir, éste es el acuerdo al que, con el consentimiento de la Srta. Strayer, implementaremos inmediatamente. Tanto los abogados del Partido como los de Publicaciones Starlight, están de acuerdo en que, a su juicio, existe una probabilidad razonable de que la relación romántica de Lauren con usted, Sra. Presidenta, altere materialmente su habilidad para escribir de una manera acorde con los términos y razonables expectativas de su contrato. En otras palabras, ella podría encontrarse incumpliéndolo. Llegados a éste punto, las partes implicadas desean evitar un litigio. Lauren alzó sus manos al aire y rodó sus ojos. — ¿Qué diablos significa eso? — Exclamó Dev— Habla en nuestro idioma. David arrugó sus labios. — Este es el acuerdo, Sra. Presidenta —pero miró a Lauren también— Publicaciones Starlight se ha ofrecido a comprar el resto del contrato de Lauren con el Partido de Emancipación. Además de quedarse con su salario durante los próximos tres años, compensarán al Partido por el salario que ella ha venido recibiendo durante el pasado año. Starlight además pagará 334

una suma razonable por la información biográfica que la señorita Strayer ha ido recopilando mientras trabajaba para el partido. — Si puede llamarse razonable a dos millones de dólares —añadió Wayne. David lo ignoró. — A cambio, la señorita Strayer escribirá una biografía como se había planeado. Además estará bajo la contratación directa de Publicaciones Starligth, quien se quedará con todos los beneficios. Lauren finalmente unió todos los puntos. — Así que, ¿puedo continuar con mi trabajo, escribir el libro, vivir aquí, y la única cosa que cambia para mí es que ahora deberé rendir cuentas a Starlight y ya no me atará nada al Partido de Emancipación? Wayne miró a Lauren. — Ese es el trato, cariño. Puedes agradecérmelo más tarde. — ¿Dónde tengo que firmar? Alguien llamó a la puerta. — Sra. Presidenta, tengo el contrato que el Vicepresidente el Sr. McMillian pidió — dijo Liza desde fuera de la sala. — Pasa, Liza, y gracias —respondió David mientras la alta asistente pasaba a los abogados, a Wayne y al propio David tres copias del contrato que acababa de redactar. Wayne le acercó un bolígrafo a Lauren. — Creo que aquí es donde debes firmar. Publicaciones Starlight y los abogados del Partido de Emancipación, cada uno se tomó unos minutos para echarle un vistazo rápido antes de asentir solemnemente con la cabeza, reflejo del consentimiento al trato al que habían llegado. Bruce Jordon firmó el primero, entonces Wayne, y finalmente Lauren quien se acercó a Wayne y le dio al orgulloso hombre un firme beso en los labios por sus esfuerzos. Cuando se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo, agarró a Lauren en un afectuoso abrazo riendo cuando fue estrujado por Lauren tan fuerte que apenas podía respirar.

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— Gracias Wayne — le dijo al oído— No sabes lo que esto significa para mí. — No tienes que agradecérmelo, cariño. Un bestseller me lo agradecerá suficientemente. Lauren rió y entonces abrazó a David también. — Sé que casi todo ha sido cosa tuya, David —Le dijo suavemente, su voz y su cara demostrando su gratitud. La cara de David se tornó de un intenso rojo. — Solo estoy haciendo mi trabajo. Lauren alzó una ceja. — Uh, huh. — ¿Qué hay de mi abrazo? —Dijo Dev juguetona— ¿Soy la última de la lista? Lauren cogió la mano de la Presidenta. — Tú tendrás una celebración privada, Sra. Presidenta. Liza —dijo sin romper en ningún momento el contacto visual con Dev— ¿Cuánto queda para el próximo compromiso de la Presidenta? — Veintitrés, cerca de veinticuatro minutos —respondió Liza sin ningún tipo de emoción, causando que Wayne alzara ambas cejas. La mujer era una agenda humana y alarma de reloj todo en uno. Se preguntó cómo es que estaba soltera. — Bien —Lauren sonrió a Dev— ¿te gustaría dar un paseo conmigo? La cara de Dev inmediatamente mostró su sonrisa. Esto se estaba convirtiendo en un día estupendo. — Muéstrame el camino. Lauren y Dev caminaron despacio hacia la puerta, cogidas de la mano. La escritora la abrió para Dev, quien estaba a punto de salir cuando sintió la mano de Lauren soltarse. Lauren se dio la vuelta y se dirigió hacia Bruce Jordon. — Señor Jordon — Lauren cuadró sus hombros— Es usted un idiota de primer orden. Y será un enorme placer hacerle saber a América este hecho en la biografía de la Sra. Presidenta para Publicaciones Starlight —Sonrió irónicamente y habló con su más dulce acento sureño— Que tenga un buen día.

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Y con eso, Lauren pasó por delante de Dev y salió. Dev miró atrás hacia el Presidente del Partido con una sonrisa tan perfecta que David hubiera deseado inmortalizar. — Lo que ella ha dicho. Entonces corrió para alcanzar a Lauren, quien ya estaba a mitad de camino del hall. *** Sábado 7 de noviembre — Vamos, papá. Toma el teléfono. Siempre estás en casa después de cenar —Lauren pulsó las opciones de habla y de video y esperó, deseando que ésta fuera la noche que contestara. Había llamado a su padre diligentemente una vez al mes desde que murió su madre, tal y como venía haciendo también desde que se marchó de casa hacía ya trece años. Solo que, desde el suicidio de Ann Strayer, el padre de Lauren nunca estaba en casa cuando lo llamaba. El retirado fontanero le dijo a su hija, en no muy buenos términos, que cuando ella decidió volver a Washington DC cuando Dev fue tiroteada, cuando Ann estaba todavía en el hospital, ella había elegido a Dev por encima de su madre. Lauren estaba en desacuerdo con su padre. Pensó que las circunstancias no eran de la forma en que su padre las había hecho sonar, Lauren sabía de corazón, que si hubiera un verdadero contexto, elegiría siempre a Devlyn. Su actitud se había suavizado inmediatamente después de la muerte de su mujer, y cuando Lauren volvió a casa para el funeral, la recibió con los brazos abiertos. Pero tan solo le tomó unas horas para que las feas ideas que rondaban su cabeza fluyeran y culpara a Lauren por su pérdida. Si ella solo hubiera estado allí para ayudar. El estrés de leer el romance de su hija con la Presidenta fue simplemente más de lo que la frágil mujer pudo soportar. Si ella hubiera llevado a Ann a unos médicos diferentes…La lista seguía y seguía y Lauren encontró que no podía dejar Tennessee lo suficientemente rápido. Pero de eso hacía ya cuatro meses, y aunque nunca habían estado muy unidos, no iba a permitir que no hubiera ningún contacto. Mientras estaba bastante segura de que nunca tendría el tipo de relación con su padre como la que tenía Dev con Janet y Frank Marlowe, todavía lo quería y deseaba saber si se encontraba bien. Lauren estaba a punto de dar la orden verbal para colgar el teléfono cuando su padre lo cogió. Una luz parpadeante verde en el teléfono le hizo saber a Lauren que no había una imagen disponible. Recordó que su padre había odiado siempre esa parte de los teléfonos y solo 337

permitía una imagen visual para complacer a su madre. Ahora que su madre ya no estaba, él debía haber deshabilitado la opción dejando únicamente la verbal. — ¿Hola? — Papá Clic. Lauren parpadeó con el sonido de tono del teléfono. — Oh, ha ido bien. Imagino que no debe saber desactivar también el identificador de llamada. ¿Todavía enfadado conmigo por alguna razón en especial? —susurró sarcásticamente. Pero se sentía herida, a pesar del hecho de haber intentado dejarlo correr. La rubia mujer miró las correas de Gremlin y Princesa que estaban encima de su tocador. Ambos perros automáticamente aparecieron de la nada marcándole a Lauren la puerta. — ¿Cómo hacen eso? —preguntó a los dos animales sintiendo que su mal humor se disipaba un poco. Se levantó, tomó las correas y las enganchó a los collares y cogió una chaqueta del armario. Cuando abrió, se sorprendió al encontrar a Ashley de pie allí. — Hola Ashley —Lauren echó un vistazo alrededor del hall buscando pero sin encontrar a los hermanos de Ashley— Estaba a punto de ir a sacar a pasear a los perros. ¿En qué puedo ayudarte? Ashley frotó la punta de su pie contra la alfombra tímidamente. — No sé —Miró hacia abajo a Gremlin y a Princesa, quienes estaban agitando sus rabos contentos al ver a su amiga. — Bien —Lauren dibujó la palabra al pronunciarla.— Bien, podemos hablar cuando vuelva de pasear a los perros o puedes unirte a nosotros. A Grem le encanta cuando paseas con él. Ashley sonrió. — Vine para ver si él y Princesa podían jugar. Estoy aburrida. — Ahhh…ya veo —dijo la escritora seriamente, tratando de recordar lo que a ella le divertía a la edad de Ashley, miró su reloj, 7:30pm. De alguna forma, no creía que tirarle piedras a la casa abandonada al final de la calle, poner monedas sobre las vías del tren para que cuando éste pasara las aplastara, o ver la televisión sin parar durante horas estuviera en lo alto de la lista de actividades permitidas de Dev.

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— ¿Quieres que te deje un chaqueta? — Claro — los ojos de Ashley se alzaron para mirarla. — Vale, puedes ponerte ésta— sostuvo su chaqueta vaquera para que Ashley la inspeccionara — o — se puso la correa de Princesa entre sus dientes y cogió una segunda chaqueta del armario— ésta otra. La niña eligió la segunda y se deslizó dentro de ella. Parecía haber sido engullida por la prenda y Lauren le echó un vistazo ayudándola a subirle las mangas antes de cerrar la puerta de su habitación. Lauren le dijo al primer agente que encontró cuando cruzaron el pasillo: — Nos vamos al lado sur a pasear a los perros.— Unos segundos más y el agente asignado normalmente a Christopher se unió a ellas en lo alto de las escaleras, permaneciendo unos pasos por detrás. Lauren miró hacia abajo a Ashley. — ¿Es la noche libre de Amy? — Hu, huh. Grem sabía que se estaban acercando a la puerta y empezó a tirar de Ashley. La morena niña intentaba poner al perro a línea tirando de su correa, pero fracasó miserablemente. — ¡Gremlin!— le gritó Lauren. Él aminoró el paso por el momento en respuesta a su llamada de atención pronunciando su nombre, pero pronto comenzó a tirar de la correa otra vez. Ashley se rió. Su brazo estaba totalmente estirado y tenía que correr un poquito cada tres pasos. — Realmente quiere salir. — Eso parece — Lauren agitó su cabeza— Cambiemos —Tomó la correa de Gremlin dándole un suave tirón para que aminorara el paso y luego le pasó la correa de Princesa a Ashley. Princesa actuaba como, bueno, como su propio nombre indicaba, andando tranquilamente a lo largo del hall como lo haría la realeza. Era la imagen de la serenidad y obediencia. — ¿Por qué pienso que en vez de adquirir la prestancia de Princesa, la arrastras a tus feos modales? —preguntó sin ninguna emoción Lauren a Gremlin, más por oír a Ashley reír que por regañar al perro. 339

Abrieron las puertas del lado sur y fueron recibidas por una brisa otoñal que olía fuertemente a las hojas húmedas de los árboles bañados por el sol. — Brrr — Lauren se agitó al tiempo que metía la mano en su bolsillo. Mejor si hacemos de esto un viaje corto. — Vale — estuvo de acuerdo Ashley acomodándose mejor en su chaqueta. — ¿Vas a contarme lo que te pasa? —preguntó Lauren casualmente. Ashley era una niña abierta y habladora que dejaba a la vista todas sus emociones para que todo el mundo las pudiera ver. No hacía falta ser un genio para saber que le pasaba algo— No parecías muy contenta cuando viniste a mi habitación. — Tú tampoco parecías muy contenta —le contestó Ashley. — Eres demasiado lista para tu edad —dijo Lauren— Como tu mamá —Se movió hacia la izquierda, guiando a Ashley y a los perros por un largo camino.— Bien, ¿vas a contármelo? — Tú primero. Ello le valió a Ashley una ceja alzada, pero Lauren no rehusó. — Traté de hablar con mi padre por teléfono y él me colgó. — Eso no estuvo bien. — No — dijo Lauren y se ajustó mejor el cuello de su chaqueta— No lo estuvo. — ¿Está enfadado contigo? Lauren asintió con la cabeza. — Eso creo. Enfadado y decepcionado, me temo. Ashley hizo una mueca triste. No había nada peor que un padre decepcionado por ti. — ¿Por qué? Lauren exhaló lentamente y miró a Ashley, pensando cuánto debía contar. Decidió que era suficientemente mayor para entender la simple verdad. — Está decepcionado porque no me quedé en Tennessee para ayudar a mi madre el pasado verano — Hubo una pausa— Cuando estaba enferma —Se acercaron a un banco y le indicó a Ashley para que se sentaran.

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Ambas tomaron asiento. — Dejémosles que corran sueltos un rato —Lauren soltó la correa de Princesa primero y luego la de Gremlin— Van a necesitar ir al baño. — ¿Cómo es que no te quedaste en casa cuando ella estaba enferma? Lauren se estremeció por la complicada situación de ser desarmada por la simple pregunta de una niña. — Ven aquí —Extendió el brazo y Ashley se sentó más cerca presionando su cuerpo con el de Lauren— No me quedé en casa porque, en mi corazón, sabía que no había nada que pudiera hacer por mi mamá. Pero tu mamá me necesitaba y pensé que yo podría hacerle sentir mejor —dijo— así es que decidí venir a casa….ésta casa. — Cuando le dispararon— recalcó Ashley. — Uh huh. Así es que por eso mi padre está enfadado conmigo. — Eso no parece justo. Lo siento. Lauren se inclinó y besó su cabeza. — Estaré bien, cariño. Solo me pone triste. Pero estaré bien y lo solucionaremos — "o no". Estuvieron unos momentos en silencio las dos, mirando a Gremlin y a Princesa jugar en el jardín. — Mamá no vino a cenar a casa esta noche —comentó Ashley muy despacio— Trabaja hasta muy tarde. "Ahhh….así que es eso". — Lo sé. Está en una reunión esta noche con unas personas de México. — No pudo venir a ver El Cascanueces conmigo la semana pasada. Era mi regalo de cumpleaños, iba a ser solo para nosotras dos. Emma me llevó, pero no es lo mismo. — Oh, cariño — Lauren cerró los ojos y apretó más a Ashley — Ella quería ir contigo. Tu mamá se sintió terriblemente mal por ello — "Estaba casi llorando esa noche cuando me lo contó" — Pero había una emergencia y… — Y tuvo que trabajar hasta tarde —terminó Ashley apenada— Siempre lo hace. Lauren dejó ir un triste suspiro. No tenía una buena respuesta para ello. A Ashley le importaba una mierda la economía global.

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— Sabes que tiene un trabajo muy importante que le ocupa la mayor parte del tiempo, ¿verdad? —empezó retóricamente. — Sí —una cabeza morena asintió— lo sé. — Y cuando ella tiene que perderse estar contigo y con tus hermanos no es porque piense que vosotros sois menos importante que su trabajo. Los ojos de Ashley se entornaron un poco mirando a Lauren directamente a la cara para ver si le estaba contado toda la verdad. — ¿No? — De ninguna manera, Ash. Nada es más importante para tu mamá que vosotros —dijo la escritora firmemente. Tomó a Ashley de la barbilla— Pero el trabajo que está haciendo es muy importante y sabe que la gente que la quiere se sacrificará aun cuando no hay suficientes horas en el día para dejarlo todo terminado. Nadie excepto su familia haría eso por ella. — ¿Nadie? — No — dijo sacudiendo la cabeza enérgicamente. — No lo sabía. — Lo sé. Es incluso difícil para los adultos entenderlo. Y no es justo para ti o para tu mamá. Pero lo está haciendo lo mejor que puede, Ashley. Si pudiera, pasaría todo el tiempo con ustedes. — ¿Lo haría?, ¿de verdad? — una sonrisa se posó en su cara. — Por supuesto — le dijo otra vez— Está muy orgullosa de vosotros y os quiere con locura. Además —apretó un poquito a Ashley contra ella— creo saber que consiguió entradas para esta semana, así es que todavía podréis ir al ballet. — Lo sé. Iremos las dos juntas. ¿Te parece bien a ti? — Por supuesto —sonrió Lauren— lo pasarán genial y luego me lo podrás contar todo. Y, si por casualidad, pasara algo y tu mamá no pudiera ir…..aunque sea lo que más desea en el mundo…..tal vez ¿podíamos ir las dos? — ¡Claro! Echaría de menos a mamá, pero eso sería divertido también —Impulsivamente Ashley le dio un beso a Lauren en la cara— Gracias Lauren.

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— De nada cariño. — Te quiero. Lauren tragó fuerte. — Yo también te quiero. *** Martes 9 de noviembre — Hemos terminado por hoy ¿verdad? —dijo Dev levantándose ansiosamente del sofá. — Claro —respondió Lauren despacio— Si eso quieres —Dejó su libro de notas sobre la mesilla de café, un poco extrañada que Dev quisiera terminar su entrevista tan pronto. Ésta había sido retrasada toda la semana. "Otra vez, es como si no llegáramos a ninguna parte". Habían sido treinta minutos de pura frustración, con Lauren apalancada con cada palabra de la normalmente habladora compañera. Dev había estado nerviosa e ida, buscando con la mirada el antiguo reloj de su abuelo a cada minuto, que había sido un añadido en la habitación de Lauren en Octubre. El súbito cansancio de Dev dejó confusa a Lauren. La rubia se quitó sus gafas y comenzó a guardar sus auriculares. — ¿Es que tienes una cita caliente ésta noche o algo así? —preguntó a modo de broma. Pero sus palabras fueron lanzadas con enfado e inseguridad. — No. No —La Presidenta agitó su mano despreocupadamente— No tengo nada — Gimió Dev para sí misma. "Mierda. ¿Eso sonó convincente?". Cuando llevaban cinco minutos trabajando, cuando Dev estaba pensando en lo mucho que quería a Lauren y lo mucho que le gustaría casarse con ella, de repente se acordó que tenía una cita con el joyero para elegir un anillo de compromiso. Desde entonces había estado nerviosa, desde entonces había estado pensando en cómo hacer una rápida escapada en medio de su conversación sin levantar las sospechas de Lauren. "Dios, estoy perdida sin Liza y Jane para controlar mi agenda". El joyero había preguntado también por el tipo de anillo y el tamaño de la mano de Lauren, dejando bien claro que ésta información era vital si Dev quería elegir la pieza adecuada de joyería. Personalmente Dev pensaba que aquello era un montón de basura, pero en lo concerniente a la felicidad de Lauren, no iba a correr riesgos. — No hay nada —volvió a repetir cuando parecía que Lauren esperaba por una respuesta más convincente. Se acercó para coger la mano de Lauren siendo ésta súbitamente rechazada.

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— Ya veo —Lauren saltó sobre sus pies, detectando inmediatamente la mentira de Dev. Cogió su libro de notas mientras caminaba hacia su escritorio y se sentaba muy despacio detrás de él. El reloj sonó siete veces y Lauren se preguntó si Dev estaría hambrienta. Lauren habló de espaldas a Dev a la vez que depositaba sus gafas cuidadosamente junto a su ordenador— ¿Te gustaría que cenáramos juntas? Estoy segura de que los niños ya han comido. Arrrhhhh. — No tengo hambre. — Bueno —El propio apetito de Lauren desapareció. "Deja de comportarte como una cría. Ella no tiene que pasar cada tarde contigo. A lo mejor solo necesita un poco de tiempo para ella misma". Mantuvo conscientemente su voz suave— Te veré mañana entonces. Dev se puso de pie y en un segundo se situó junto a Lauren. — ¿Qué tal un tentempié un poco más tarde? Estoy segura de que tendré hambre dentro de… digamos….dos horas. — ¿Estás bien, Devlyn? —dijo Lauren mirándola a la cara— Esta noche no pareces tú misma. — Estoy bien —Dev sonó algo más brusca de lo que pretendía. Soltó un suspiro y volvió a mirar al viejo reloj— No tengo hambre, eso es todo —Y era verdad. Dev ni siquiera podía pensar en comida ahora. Casualmente volvió a intentar cogerla de la mano, solo para serle denegada otra vez. Dev lo intentó otra vez. — ¿Pero qué te pasa? Y no te atrevas a decirme que nada —Una ceja bien delineada se alzó — Estás actuando ansiosamente. Y ¿por qué no paras de intentar agarrarme la mano? — No estoy intentando agarrarte, estoy intentando sujetarte la mano y hablar contigo —La voz de Dev tomó aquel tono profundo que reservaba para cuando las cosas no andaban bien en las reuniones. — ¡Estás intentando agarrarme! —El temperamento de Lauren salió y dejó su mano alzada frente a la cara de Dev, apartándola rápidamente cuando Dev intentó volver a cogérsela— ¿¿¿Ves??? — Un gesto enfadado empezó a cruzarle la cara— Y no estás hablando conmigo. Me estás mintiendo. — ¡No te estoy mintiendo! ¡Nunca lo he hecho! —Fue como una bofetada en la cara, y Dev dio un paso atrás, molesta por la acusación que era técnicamente verdad, pero que pensaba que no era del tipo de mentira que Lauren imaginaba. Se mordió el labio y su propio temperamento apareció— Gracias por tenerme en tan alta estima. No soy una mentirosa. — Entonces ¿por qué continuas mirando el reloj cada diez segundos e insistes en que no tienes que ir a ningún lugar? —le contestó Lauren. Caminó hacia Dev y la señaló con el dedo 344

sobre su hombro para captar su atención— No tienes que pasar cada minuto conmigo, ya soy adulta. Si tienes otros planes, ¡solo dilo! — Vale, de acuerdo —Dev levantó sus manos a modo de defensa— Tienes razón. Tengo que ir a un sitio. Tengo una cita esta noche. ¿Estás contenta ahora? —Cruzó sus brazos sobre su pecho y esperó. Gran parte del enfado de Lauren se desinfló, solo para ser reemplazado por dolor. — No, no estoy contenta. Todo lo que tenías que hacer era decirlo desde un principio —le dio la espalda a la Presidenta y su voz se hizo un susurro.— Judd me mentía cuando servía a sus propósitos. No aguantaré eso otra vez, Dev — "No de alguien a quien amo". — Eso sí que fue bonito —a propósito ignoró el abatimiento en los hombros de Lauren— Gracias. Gracias por compararme con tu infiel ex marido, quien se tiraba a su novia mientras te mentía a ti. Perdóname por tener un reunión sobre la que no puedo hablar. Se detuvo y cogió su chaqueta del sofá. Lauren la miró con los ojos abiertos de par en par. — ¿Cómo sabes eso? Sé que nunca te lo he contado. — ¿Cómo diablos crees que lo sé? —Contestó mientras se abotonaba la chaqueta— Hice los deberes cuando el FBI me trajo tu expediente —Lauren abrió la boca para decir algo, pero Dev no la dejó hablar continuando ella— y antes de que vayas y te enfades también por esto conmigo, ¿no creerías que el Partido te había contratado sin hacer una investigación completa sobre ti primero? ¿O que te invitaría a mi casa, con mis hijos sin hacerlo? ¡Maldita sea, Lauren! Siempre he sido honesta contigo. Esta vez hay algo de lo que no puedo hablar contigo, y tú actúas como si fuera el fin del mundo. Bien, pues no lo es. Simplemente es algo que no puedo contarte. La cara de Lauren se tornó de lo más enfadada y gruñó. — ¡Largo! — ¡Bien! —Dev se giró y caminó hacia la puerta— Sabes dónde encontrarme cuando entres en razón. — ¿Por qué debería ir a buscarte? Estoy segura que tienes a tus espías controlando cada movimiento que hago. ¡Tú puedes venir a buscarme! —Lauren pasó rápidamente por delante de Dev abriéndole de golpe la puerta. Ésta golpeó tan fuerte la pared que un cuadro que había colgado se estampó contra el suelo. Dev tomó aire profundamente y salió calmadamente de la habitación. Recogió el cuadro del suelo y volvió a colgarlo en la pared, mirando a Lauren cuando terminó.

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— No tengo a nadie controlándote. Te quiero. Pero no voy a permitir que me trates de éste modo. No me marcho para herirte. Y tú lo sabes —Sintió las lágrimas en sus ojos azules y luchó por retenerlas allí— Pero al parecer tú no puedes ofrecerme la misma cortesía —Dev tomó aire fuertemente— Buenas noches, Lauren. Que duermas bien. Te quiero —Miró unos segundos más el cuadro y se dio la vuelta para marcharse. El corazón de Lauren se contrajo ante las palabras de Dev. Estuvo a punto de ir tras ella, pero su subconsciente y su enfado ganaron, haciendo que sus pies permanecieran firmemente pegados al suelo. Después de todo, ella no era la que había mentido. ¿Por qué debía correr tras Dev y disculparse cuando no había hecho nada malo? Lauren sonrió burlonamente, completamente disgustada con ella misma. Sabía que una mirada más a aquellos ojos llenos de lágrimas y estaría disculpándose tanto si quería como si no. — Mierda, mierda, mierda —se dijo a sí misma, antes de cerrar lentamente la puerta de su habitación. Gremlin y Princesa asomaron sus cabezas de debajo de la cama ahora que la ruidosa y antipática mujer se había ido. Miraron a Lauren cerrar la puerta y después inclinarse sobre ella con los ojos cerrados. — Ya podéis salir de ahí, cobardes —dijo Lauren, preguntándose cómo diablos las cosas se había salido de control tan rápidamente— Se ha ido —Lauren se dejó caer pesadamente sobre la cama y se abrazó a un cojín. Parpadeó rápidamente, dejando escapar abundantes lágrimas que rodaron por sus mejillas. Gremlin saltó sobre la cama y se subió al regazo de su ama, quien le dio un beso en la cabeza. — Gracias, colega —le susurró al perro— Tenías razón, necesitaba un abrazo. *** Dev entró a su despacho privado en su residencia y fue recibida por un sonriente David y el joyero. Su mandíbula estaba cerrada fuertemente como una trampa de acero mientras intentaba sacudirse el dolor y el enfado. Se sacó la chaqueta y la colgó de una percha junto a la puerta. Tan pronto como soltó la prenda, ésta se resbaló de la percha y cayó al suelo. Pero Dev permaneció fría, sin importarle lo más mínimo. Permaneció así, de pie contra la pared por un largo momento antes de tomar aire profundamente y girarse para atender a su cliente. — Buenas tardes —dijo Dev, todavía desde la puerta— Yo…se detuvo y se aclaró la garganta, tosiendo un poco— Lo siento, llego tarde. Fui inevitablemente retenida. Una mirada a la cara de Dev y David recorrió el espacio que los separaba lo más rápidamente posible sin alarmar al joyero.

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— ¿Estás bien? —dijo mientras se acercaba y volvía a colocar la chaqueta en su sitio. — A lo mejor deberíamos esperar para esto, David — su voz rota— Puede que ahora no sea el momento. David parpadeó rápidamente unos segundos mientras su boca hacía esfuerzos para emitir algún sonido. — ¿Qué quieres decir con que ahora no es el momento? — Lauren y yo acabamos de tener una fuerte discusión —Se mordió el labio. A lo mejor estaba equivocada. Tal vez estoy yendo demasiado rápido. — ¿Qué? — David silbó, cogiendo suavemente a Dev por el antebrazo y arrastrándola fuera de la habitación —Miró sobre su hombro a un Alvin Cartier esperando— Será solo un momento. Por favor, siéntese.— Una vez que estaban a solas, David puso sus manos sobre sus caderas y preguntó,— ¿qué ha pasado? Dev lo pensó por un momento y se giró hacia su amigo. — Me olvidé sobre la cita de esta noche, y cuando lo recordé estaba tan nerviosa que Lauren se dio cuenta y me preguntó que qué me pasaba, y desde ese momento comencé a despeñarme —Le salió todo de carrerilla, tomó aire profundamente y dijo— tuvimos una discusión. Me acusó de mentirle y de ser como su ex marido…— volvió a salir su carácter— Yo no soy así. Sé que estaba enfadada y que fue una discusión tonta, pero… Dev se sintió confusa y, de repente, muy cansada. Todo lo que quería hacer en estos momentos era ir a su habitación, darse una ducha y meterse en la cama. Sabía que mañana probablemente todo habría acabado, pero ahora mismo eso dolía. — ¿Pero realmente piensas que te estás precipitando? Porque si es así me marcharé ahora mismo y le diré a ese hombre que se largue a casa y que mantenga su boca cerrada —David apretó el hombro de Dev para reconfortarla— Usted manda, Sra. Presidenta —El pelirrojo hombre no pensó por un momento que Dev lo involucraría en esa decisión. Pero estaba en "El Gran Libro de Mejores Amigos y Vicepresidentes" el ofrecer su ayuda de todos modos. Dev cerró los ojos y tomó aire profundamente. — Dios. No sé en lo que está pasando por mi maldita cabeza. No. Echaré un vistazo. La quiero demasiado como para dejarla marchar. No se va a alejar de mí tan fácilmente. Sólo tengo que enseñarle de qué está hecha esta Yankee.— dijo.— Y entonces aprovecharme de su sentido de la culpabilidad durante los dos primeros años que estemos casadas.

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David dejó escapar un explosivo soplo. — Me has preocupado por unos momentos, Devil. Creí que ibas a hacer algo estúpido por una simple pelea. No es que fuera la primera vez —su cara se tornó seria— ¿Y qué demonios hiciste para que te comparara con su ex? Jamás la he oído siquiera mencionarlo. — Sabes —sacudió la cabeza— no estoy segura — Dijo que era como él porque le mintió también. Pero sé que en lo más profundo de su corazón ella no cree eso. Al menos espero que no lo haga. Estaba enfadada porque soy una idiota. Estoy tan nerviosa por todo esto que lo estoy echando a perder. Tendré que buscar la forma de hacerlo mejor con ella. David rodó sus ojos y sacudió la cabeza, sabiendo que Dev sería una Diabla hasta que consiguiera arreglarlo todo con Lauren. — ¿Qué tal si comenzamos eligiendo de allá algo realmente especial? Puedes arrastrarte más tarde. Siempre encuentro esto particularmente efectivo con Beth. Dev se rió, sintiéndose mucho mejor. — Está bien saber que puedo recibir lecciones de cómo arrastrarme de un experto —le dio una palmada a su amigo en la espalda.— Ahora permíteme elegir el anillo perfecto para mi dama. *** Miércoles 10 de noviembre Dev había completado su rutina tres veces esperando a Lauren. Finalmente se convenció de que ésta mañana no vendría. — Debe de estar realmente enfadada conmigo. — ¿Señora? — Jack, su compañero de footing, y el único agente con el que se había encariñado Dev, levantó una ceja— ¿Está bien? Dejó escapara el aire — Síp, estoy bien para ser una idiota. Vamos, démosles a los chicos y chicas una buena carrera. Después de los disparos, era el hombro de Dev lo que le daba, y seguía dándole, problemas. Su cadera se había recuperado completamente, y ahora se encontraba mucho mejor que incluso antes en cuanto al jogging se refería. A pesar de ello, era su cadera la que le avisaba de cuándo iba a llover o cuándo iba a hacer frío. Y desde que el crudo otoño había llegado, ambas 348

situaciones le había obligado a ejercitarse en el gimnasio. Dev estaba enfadada…con ella misma y con Lauren. Descargó su enfado en la carrera y, por extensión, en los agentes que corrían con ella. Su rápido paso hizo que dos de ellos sufrieran sendas lipotimias, dejándolos agotados en el suelo. Jack le seguía el paso, pero no le era fácil. Se imaginaba que a la Presidenta le rondaba algo por la cabeza y, por Dios, esperaba que encontrara pronto la respuesta, o el cuerpo entero de seguridad se vería reducido a un completo desastre. Pero tenía que admitirlo, era algo divertido tener a una Presidenta que podía patearles el culo a los agentes más en forma con una carrera. Para la hora a la que Dev finalmente terminó de correr, cerca de una hora después, su respiración estaba agitada, su pelo, pantalones cortos y camiseta estaban bañados en sudor. Caminó por la cinta unos minutos más para recuperar el aliento poco a poco, antes de coger una toalla de su bolsa y secarse el sudor que corría por su cara. Mientras bajaba la toalla, Liza entró al gimnasio. — Buenos días Sra. Presidenta. — No tan buenos, Liza,— murmuró Dev al tiempo que decía adiós con la cabeza a los hombres y mujeres que la habían acompañado en el gimnasio esa mañana. La carrera le había sentado bien a Dev, dándole tiempo para encontrar la solución— Pero tengo esperanzas de poder salvarlo. — ¿Señora? — Nada. ¿Qué tenemos en la agenda para hoy? — Bien, al ser sábado, tenemos un día algo ligero. Pero tengo buenas noticias para usted. Dev dejó salir una patética sonrisa. — Maravilloso. Podría servirme eso. — El Secretario General de las Naciones Unidas llamó esta mañana. Siente informarle que le será imposible almorzar hoy con usted. Donde se encuentra está totalmente nevado, y la tormenta lo tiene incomunicado.— Liza sonrió entre dientes mientras miraba su agenda.— Le he asegurado que podríamos volver a concertar un encuentro para la próxima semana, así que lo he arreglado para que la reunión que tenía ésta tarde con el Secretario Wisecroft se convierta en un almuerzo. Así que después de su reunión con el Secretario de Prensa Allen, tiene almuerzo con el Secretario Wisecroft, y después estará libre por el resto del día. — Sabes — la sonrisa de Dev se hizo más grande— eres una buena chica, Liza. Si pudiera, te adoptaría. 349

Liza sonrió, genuinamente encantada de haber hecho feliz a su jefa. — Mis padres es posible que protestaran, pero aprecio su comentario, Señora. — Bien, entonces,— comenzó Dev al tiempo que salía del gimnasio y se dirigía hacia su residencia con Liza pisándole los talones.— Necesito que hagas un par de cosas por mí, después puedes tomarte el resto del día libre tú también. *** Prefiriendo escaparse de su habitual tanda de ejercicios a encontrarse con Dev antes de estar lista para hablar con ella, Lauren había pasado el día sola en Georgetown, yendo de compras y tratando de no pensar en la forma en que habían dejado las cosas la noche anterior. Pero el tiempo que había pasado alejada le había sentado bien. Y pensó que una vez estuviera lista para poder hablar, aclararía las cosas. "Más vale tarde que nunca". Lauren todavía estaba confusa sobre por qué pensó Dev que era necesario mentirle, pero al menos que ahora había tenido la oportunidad de calmarse un poco, sentía que podían hablar sobre ello. Eso esperaba. Lauren descubrió que necesitaba un día alejada de la Casa Blanca, el Servicio Secreto y especialmente de la prensa más de lo que se imaginaba. Nunca había entendido el valor de la cómoda privacidad hasta que careció de ella. Cuando se hizo público que ella y Dev eran pareja, las dos mujeres tuvieron una fuerte discusión sobre la negación de Lauren a aceptar la protección del Servicio Secreto que Dev estaba determinada a pagar de su bolsillo. No era solo el dinero. Dev y su familia estaban muy bien situados económicamente y esto no afectaría a su estándar de vida. Era más lo que significaba que el hecho en sí. Se sentía como encerrada a cal y canto. Solo se estaba engañando a sí misma, por supuesto. Lauren lo había reconocido en dos ocasiones hoy. La primera con un trabajador de la construcción de mediana edad, que trabajaba en un edificio cerca de donde había aparcado el coche. Cuando vio quien era ella, comenzó a gritar algo sobre impuestos, pensión alimenticia y Presidenta Marlowe. Lauren no se detuvo para una explicación. En lugar de ello, continuó andando. La segunda, una empleada de una tienda de juguetes la había reconocido cuando estaba comprando a David, Liza y Dev unas bolas anti estrés rosas. Lauren se sorprendió cuando la joven le pidió un autógrafo. Estaba a punto de preguntarle cuál de sus biografías había leído cuando la empleada comenzó a preguntarle sobre su relación con Dev. ¿Qué tipo de champú usaba Dev? ¿qué se sentía viviendo en la Casa Blanca?, ¿eran los ojos de la Presidenta tan azules como parecían en la televisión? Lauren respondió a ésta última riendo tan alto que la chica casi se desmaya cuando le confesó que eran incluso mejor en la vida real. Lauren tenía que enfrentarse a la cruda realidad. Mientras había conseguido un moderado éxito 350

por ella misma, su vida privada nunca había sido pública. No como lo era ahora. Pero aunque su paciencia había sido forzada al límite un y otra vez desde que se había mudado a la Casa Blanca, en su corazón sabía que Dev se sentía mal todo el tiempo por ello. Ahora, después de tener sus bolsas llenas de regalos de Navidad para los niños Marlowe, estaba de vuelta en el Ala Este y lista para buscar a Dev y tratar de arreglar las cosas entre ellas antes de que se les fuera de las manos. Las cejas de la escritora se juntaron cuando encontró una nota pegada en la puerta de su habitación. Luchando con sus bolsas, arrancó la nota y se las arregló para abrir la puerta y entrar sin tirar nada. — Vale, la próxima vez que el portero me pregunte si necesito ayuda, diré que sí — susurró. Gremlin apareció por detrás del sofá y empezó a plantarse jugando alrededor de las piernas de Lauren. Ella rió. — Yo también te quiero. Dame un segundo y podrás babearme todo lo que quieras. Con cuidado dejó las bolsas en la cama y se sentó también. Gremlin saltó cerca de ella y dejó caer su cabeza sobre su regazo, donde recibió inmediatamente unas caricias detrás de las orejas. — Placer perruno — El rabo de Grem comenzó a agitarse a la vez que dejaba salir un gemido — Ya, ya, te sacaré a dar un paseo en unos minutos. Deja que mis pies descansen un poco, ¿vale? ¿Deberíamos ver qué hay en el sobre? Lauren deslizó su uña por debajo de la solapa del sobre y lo abrió con un sonoro "pop". Sacó la nota, su cara formando inmediatamente una sonrisa brillante antes incluso de comenzar a leerla. "Es la letra de Dev". Pegada a la nota había un pedazo de chocolatina enrollada con un papel plateado brillante. "Mmmm", Lauren dejó salir un sensual gemido por el aroma, mientras inmediatamente la desenrollaba y se la metía en su boca hecha agua. Gremlin gimió. — Lo siento. No hay chocolate para ti —le dijo al perro simpáticamente.— Nunca podría ser un perro. Lauren permitió que el sabor a chocolate invadiera su boca moviéndolo con su lengua a la vez que leía. Cariño, Lo siento. No pretendía herirte o mentirte. He estado un poco preocupada por algo muy importante éstas 351

últimas semanas y tenía una cita la pasada noche que me ponía un paso más cerca de solucionarlo. Me temo que no pueda hablar sobre ello en estos momentos. Solo por ésta vez tendrás que confiar en mí. No estaba pensando con claridad e hice una pobre elección. Sé que nada de esto tiene sentido para ti. Pero te lo explicaré lo mejor que pueda si me lo permites. Solo sé que te quiero y que no me gusta cuando discutimos. He estado pensando en ti todo el día. Hay algo que me gustaría compartir contigo. Todo lo que tienes que hacer es seguir el rastro que dejé para ti. Con todo mi amor, Devil. Rió por la firma de Dev. "Siempre encantadora, Devlyn. No debía haberte echado de mi habitación antes de que hubiéramos solucionado las cosas". Era inmaduro, y Lauren sabía que había dejado a su enfado dominar la situación. Ahora estaba más que preparada para hablar las cosas. "¿El rastro que dejé para ti?". Se rascó la mandíbula y saltó de la cama, enviando a Gremlin con Princesa, que estaba durmiendo a los pies de la cama boca arriba, la posición favorita de un perro. "¿Rastro?". Lauren abrió la puerta y le echó un vistazo al hall. Ahora segura, había chocolatinas esparcidas por el hall en dirección opuesta de la que acababa de venir. "Tengo que mirar hacia debajo de vez en cuando". Cerrando su puerta, Lauren se movió unos pasos a través del hall y recogió otra chocolatina empapelada. Unos pasos más y había otra. Y así el rastro continuaba, con Lauren saboreando la golosina, hasta que se encontró delante de la puerta del comedor oficial de la Presidenta. La escritora se paró delante de la puerta para terminar de masticar y tragar habiéndose metido hasta cuatro trozos de chocolate de camino al comedor. Se limpió las comisuras de la boca con las yemas de los dedos, dándose cuenta de que estaba un poco nerviosa. — Relájate. Solo es Devlyn —se dijo a sí misma. Habían discutido ocasionalmente durante los últimos once meses. Y raramente provocaban lágrimas a alguna de ellas. Pero esta vez las había hecho llorar a las dos. Lauren tomó aire profundamente y echó mano de su coraje, ignorando las repentinas mariposas en su estómago. Levantó su mano para llamar a la puerta, pero se dio cuenta de que estaba ligeramente abierta. La rubia mujer permaneció un momento con su mano todavía en alto, sin estar segura si la puerta abierta significaba una invitación a pasar o una intromisión

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en la parte de la Presidenta. Decidiendo que Dev cometía muy pocos errores, Lauren empujó la puerta y entró. El Comedor Presidencial era uno de los lugares favoritos de la mujer más joven en la magnífica casa. Era luminoso, despejado gracias a los altos techos y a las baldosas verde—menta del suelo. Un delicado candelabro de cristal descansaba sobre la oscura mesa de madera y una prístina chimenea de mármol blanco presidía la habitación. Las sillas estaban tapizadas en verde y amarillo pálido. Y la mesa estaba adornada con varios centros florales que repetían, en preciosos bouquets, los colores de éstas. Era elegante sin llegar a ser excesivo. Dev miró hacia arriba desde una pequeña e íntima mesa que había preparada para dos. La luz era baja, pero varias velas estaban encendidas y las cortinas estaban retiradas, permitiendo a los últimos rayos del sol atravesar las ventanas. Dev rápidamente se levantó sobre sus pies. Había estado allí cerca de una hora esperando que Lauren simplemente no tirara la nota a la papelera. Intentó encontrar su voz e hizo un gesto hacia la mesa. — ¿Te gustaría tomar una cena temprana conmigo? Lauren dejó escapar un suspiro contenido y asintió rápidamente con la cabeza, cruzando la habitación y plantándose en frente de su amante. — Por supuesto —dijo suavemente— Se acercó y afectuosamente pasó sus dedos por el flequillo de Dev. "Dios, creo que le perdonaría cualquier cosa"— Me….me gustaría… Dev sonrió. Se acercó para coger la mano de Lauren, pero se detuvo. De ninguna forma iba a invadir su espacio personal sin su consentimiento, a pesar del hecho de que Lauren parecía consentirlo al tener todavía sus dedos entre el pelo de Dev. — Lo siento —dijo sinceramente empujando una silla para Lauren. Lauren no dijo una palabra. La mirada de indecisión en la cara de Dev cuando intentaba coger su mano y rápidamente la había retirado, le había partido el corazón a Lauren. Se acercó y cogió la mano de Dev, entrelazando sus fuertes dedos con los largos de Dev. Atrajo hacia sí a la alta mujer y la agarró en un apretado abrazo. Depositó su cabeza contra el cuello de Dev, sonriendo cuando unos largos brazos inmediatamente la envolvieron devolviéndole el sentido gesto. — Yo también lo siento —murmuró Lauren en una rasgada exhalación. — Odio cuando discutimos —le contestó Dev. Ajustó sus brazos aún más alrededor de Lauren — No hagamos esto otra vez en un tiempo, ¿vale? Lauren asintió con la cabeza contra el hombro de Dev. — Trato hecho.

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Su fuerte abrazo contra el pecho de Dev continuó y rezó una pequeña oración de agradecimiento mientras su mundo comenzaba a girar de nuevo. Lauren dio una fuerte inspiración que le trajo la cálida y limpia esencia de la piel de Dev. Se encontraba extremadamente confortada y no quería moverse de esa posición. Pero después de un momento lo hizo, sabiendo que todavía no habían terminado. Las disculpas eran una cosa, pero esta pelea en particular exigía ciertas explicaciones. Se humedeció los labios y se separó del abrazo de Dev, levantando su cabeza para poder mirarla a la cara y hablar. — ¿Podemos hablar de lo que ha ocurrido? — Creo que dos adultos razonables pueden sentarse para tomar una maravillosa cena y hablar sobre ello, si quieres. Dev comenzó a moverse hacia el teléfono pero Lauren la detuvo firmemente. — Luego, por favor. Dev volvió junto a Lauren, tragando fuertemente. — Vale, yo….pero necesito saber si tú realmente crees que yo intencionadamente te mentiría alguna vez —Dev se sentó en su silla y le hizo un gesto a Lauren para que se sentara en la suya. Entonces un flash pasó por su cabeza. "Oh Dios, ¿y si dice que sí?". — No, cariño —aseguró Lauren rápidamente viendo el miedo en los ojos de Dev. Se sentó y empujó su silla más cerca de Dev sin detenerse hasta que sus rodillas se estuvieron tocando— No lo creo, al menos no de una forma planeada. La mirada de Dev se posó en el suelo. — Entiendo que tengas tus reuniones privadas,— Lauren se paró aquí, eligiendo sus palabras cuidadosamente mientras miraba un tenedor que había en la mesa y donde posó sus dedos.— Tienes muchísimas reuniones privadas sobre seguridad y esas cosas. Y he intentado duramente hacer que no me moleste — una tímida sonrisa curvó los labios de Lauren— lo cual es una difícil tarea considerando que empiezo a echarte locamente de menos después de unas horas. Dev alzó la cabeza para mirar a Lauren. Una estúpida y feliz sonrisa entre dientes moldeó sus mejillas. — No sabes cuántas reuniones me he tragado siendo tú la única cosa que tenía en la cabeza. No solo te echo de menos cuando estamos separadas. Diablos, empiezo a echarte de menos antes de irte —rió Dev— Te echo anticipadamente de menos.

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Lauren suspiro, pero continuó. — No estaba triste porque te marcharas. Estaba triste porque cuando te pregunté si tenías o no planes, dijiste que no, aunque no fuera cierto —miró a Dev con expresión dolida— ¿Por qué harías eso, Devlyn? —preguntó suavemente. Dev estrujaba la servilleta que había cogido mientras escuchaba hablar a Lauren. — Por un montón de razones, supongo — "Y todas son una mierda"— Estoy con algo ahora que me está alterando los nervios. Tenía una reunión muy importante la pasada noche, que casi me pierdo por estar trabajando juntas en la biografía. Olvidé mi primer compromiso hasta cinco minutos antes de comenzar a trabajar juntas. Devlyn levantó un hombro. — Entonces me di cuenta y me entró el pánico. Estaba avergonzada por mi fallo y no quería hacerte sentir mal o …— dudó admitiéndose esto a sí misma al tiempo que a Lauren— parecer egoísta al tener que cancelar nuestra cita. Así que intenté terminarla lo más rápidamente posible. Y entonces, para empeorar las cosas, intenté cubrirme por la errónea decisión que tomé. Lauren dejó ir un agitado suspiro. — ¿Eso es todo? —Cuando Dev asintió con la cabeza instantáneamente, no pudo evitar rodar sus ojos. Había imaginado todo tipo de cosas equivocadas. Le gustaba la explicación de Dev mucho, mucho más. La mujer rubia dejó el tenedor que todavía sujetaba y alargó el brazo para coger la nerviosa mano de Dev— Vale. Lauren levantó la mano de Dev y se la llevó a sus labios besando tiernamente su sensible palma. — Supongo que nos apretamos los tornillos mutuamente ayer ¿huh? Dev asintió y bebió un sorbo de agua. — Realmente me heriste doblemente al compararme con Judd. Te he contado cosas sobre mí misma que nadie en la tierra sabe excepto tú y yo. Y he confiado en ti para protegerlas. He sido honesta contigo incluso cuando hubiera sido mucho más fácil omitir o colorear la verdad. Así que cuando me comparaste con tu ex marido, quien sé que te engañó…— un suspiro— Me dolió mucho. El estómago de Lauren se revolvió por el pensamiento del dolor que le había causado a Dev. — Eso no es lo que quería decir. Al menos no literalmente. Estaba intentando decirte que cuando mentiste, me hiciste sentir como cuando Judd lo hacía, lo cual era asqueroso. 355

La escritora estudió sus entrelazadas manos. "Hora de abrirte un poco Lauri. Es tu turno". Para cuando Judd comenzó a tener una aventura, a pesar de nuestros esfuerzos y propósitos, nuestro matrimonio estaba roto. No pude reunir el suficiente interés por nuestra relación e incluso envidiaba su búsqueda de la felicidad,….o sexo, supongo, en otro sitio. Pero aunque ya no fuéramos amantes, todavía lo consideraba un buen amigo —La voz de Lauren era suave, pero Dev podía oír la frustración en sus palabras— Cuando le pregunté si estaba viendo a alguien más, lo negó. Y lo hizo una y otra vez —Lauren agitó su cabeza, sin entenderlo ella misma— Sé que suena divertido, pero en mi cabeza, eso y no la aventura, era la verdadera traición. Lauren sintió que Dev le apretaba la mano, y devolvió la reconfortante presión. Su cara tomó una expresión perdida. — Dios, Devlyn, el pensamiento de llegar a eso otra vez sin importar... —se detuvo y tragó pesadamente la pelota que se le estaba formando en la garganta. — Eso no nos va a pasar a nosotras, ¿y sabes por qué? —Había una confianza en los ojos de Dev que Lauren encontró reconfortante— Porque nosotras podemos hacer esto después de discutir. Podemos sentarnos y hablar de ello para arreglarlo. Devlyn pasó su dedo pulgar por la mejilla de Lauren— Déjame decirte esto. En lo que estoy trabajando es lo más importante que he hecho nunca. En el momento que pueda contarlo, tú serás la primera en saberlo. Lauren sonrió ampliamente, la primera sonrisa genuina del día. — Es justo —Se acercó y juntó sus labios con los de Dev, luego se separó unos milímetros y dijo— gracias por invitarme a cenar —susurró besando a Dev otra vez— Te quiero, aunque acabo de darme cuenta que estoy increíblemente hambrienta. Una suave sonrisa fue la respuesta de Devlyn. *** Sábado 13 de noviembre Se empezaban a ver y a sentir las vacaciones en la Casa Blanca. Cada día Dev se sorprendía más al ver los tempranos adornos de Navidad aumentar— algunos antiguos, algunos nuevos... Estas fiestas eran algo así como ir a Disney World para un niño. Se empezó a dar cuenta de que muy pronto todos sus hijos serían demasiado mayores para un viaje así. "A lo mejor el próximo agosto, antes de que empiece el colegio". Ahora mismo necesitaba tener una charla con Lauren sobre una de las tradiciones más

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arraigadas en la familia Marlowe. Dev rezaba para que sus planes para incluir a Lauren en ellas fueran bien recibidos. Alzó la caja que llevaba bajo el brazo y llamó a la puerta de Lauren. La puerta se abrió, y un brazo apareció, agarrándola por el cuello de su camisa y arrastrándola hacia adentro. Después le siguió un beso. "Guau". Devlyn gimió cuando, por fin la escritora la dejó marchar. — ¡Hola! — Hola. Te eché de menos hoy —Lauren sonrió ante la mirada turbada de Dev sintiendo en sí misma el rubor también. — Yo también —Dev giró sobre sí misma y cerró la puerta de la habitación. — ¿Cómo fue el día? Lauren se pasó un mechón de pelo por detrás de la oreja y se quitó las gafas. — Estuvo bien. Trabajé bastante —Le hizo una mueca burlona a Dev.— Encontré un par de anuarios tuyos del instituto. La sonrisa de Dev desapareció y fue sustituida por un ceño petulante. Lauren sacó hacia fuera su labio inferior y lo mantuvo en alto hasta que Dev sonrió. — Jane también vino y trajo un par de cajas de sus propios momentos personales.— La rubia mujer parpadeó.— Te aseguro que no tienes ni idea de las cosas que tiene ahí. No sabía que os conocíais desde la universidad. Y tiene fotos para probarlo. Dev se cubrió los ojos. — Oh, Dios. ¿Eso es lo que mi secretaria hace en su día libre? —Gruñó la Presidenta mientras tomaba asiento en el sofá de Lauren, dándole una palmada para que Lauren se uniera a ella— La nueva biografía va a tener una más extensa sección fotográfica ¿verdad? — Ya lo sabes —sonrió Lauren dejándose caer sobre el sofá cerca de Dev— Tu madre ya ha donado fotos tuyas de cuando eras un bebé. Por cierto que Wayne está como loco por una foto de Devlyn desnuda cuando era un bebé sobre su mantita de dormir. La cabeza de Dev cayó, pero Lauren podía ver sus hombros agitándose por una risa silenciosa. — Voy a matar a mi madre. — Wayne me ofreció un 5% extra en los beneficios si consigo una foto similar de la Dev adulta para hacer una comparación del "antes y el después".

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— En sus sueños — gruñó. — Y los míos.— Lauren agitó sus cejas.— Vale, ¿qué ocurre? No esperaba verte hasta ésta noche. — Necesitamos tener una pequeña charla. ¿Tienes un minuto? Las cejas de Lauren se juntaron. No le gustaba la repentina cara seria de Dev. — Abrí la puerta, ¿no? Dispara. — Vale. Cada año en Acción de Gracias los Marlowe ponen unas velas que queman durante las vacaciones, por nuestros familiares y amigos. Velas blancas por aquellos que están con nosotros. Azules por los que ya no están. Las ponemos sobre la chimenea. Dev miró a Lauren que escuchaba con atención— Hay dos razones por las que te estoy contando esto. La primera es que hay unas velas para Samantha y sus padres —La mirada de Dev se suavizó. Si te hacen sentir incómoda no las pondré. Lauren posó su mano sobre la rodilla de Dev y la apretó. Sonrió tiernamente a su amiga. Sus sentimientos hacia Samantha estaban mezclados. Parte de ella admiraba a la mujer de Devlyn. Una maravillosa y cariñosa compañera de la joven y ambiciosa política, Devlyn Marlowe. La otra parte la hacían sentir enfadada e inútil. No había comparación con la memoria de la primera mujer que fue el primer amor de Dev y la mujer que dio a luz a Christopher y Aaron. Pero Lauren se dio cuenta que todo era producto de sus inseguridades, y existían a pesar del hecho de que Dev nunca había hecho nada para alimentarlas. La rubia mujer tragó fuertemente. — Devlyn, cariño, eso no es necesario —Lauren mostró una sonrisa— Samantha no tiene que desaparecer porque yo esté en tu vida ahora. No para ti o los niños. No me malinterpretes — sonrió tímidamente, lista para admitir sus defectos— me hace sentir algo celosa. Pero ésta es una tradición preciosa que tiene que ser muy importante para ti y los niños. No veo ninguna razón para cambiarla. La postura de Dev se relajó inmediatamente. — Gracias —Se inclinó sobre Lauren y le dio un suave beso en los labios que se alargó y profundizó. Dev no se apartó hasta que sintió el movimiento desigual en el pecho de Lauren, y su propia respiración ir más rápida. Lauren gimió levemente cuando los que presionaban sobre los suyos se apartaron. — ¿Te he dicho alguna vez lo estupenda besadora que eres?

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Dev sonrió socarrona. — No. Pero siéntete libre de hacerlo. Sobre todo porque eres una escritora, después de todo. Las cejas de Lauren se alzaron sobre su frente y desaparecieron detrás de su pelo rubio. — No gracias. Solo preguntaba. — ¡Mocosa! —dijo Dev sacándole le lengua. Lauren sonrió juguetona. Luego le dio un golpecito a la caja. — Así que, ¿qué tenemos aquí? ¿Algo para mí? Dev acomodó mejor la caja sobre su regazo. — Bueno, realmente, con tu permiso, estaba pensando en añadir algo a la tradición familiar, lo cual era lo segundo que quería preguntarte. Esto es para ti —Dev le pasó la caja a su amante — Es algo así como una oficiosa bienvenida a la familia. — Whoa —La mandíbula de Lauren se quedó abierta por el peso de la caja.— No tenías que… — se detuvo cuando sintió el aroma a vainilla en el aire. Dentro de la caja había dos velas blancas y una azul, cada una de aproximadamente cuatro centímetros de diámetro y diez de largo. Con mucho cuidado, Lauren hizo a un lado las velas para encontrar la razón del peso de la caja: tres brillantes candelabros de plata.— Son preciosos,— susurró cogiendo uno de ellos. "Ann Gallager Strayer" estaba grabado en letras en negrita por delante. Aguantó la respiración por la sorpresa, sintiendo cómo se formaban las lágrimas en sus ojos sin poder hacer nada por retenerlas. Dev se acercó despacio y la atrajo muy despacio contra ella. — Te quiero. Quiero poner éstas también junto a las de mi familia. ¿Te parece bien? Lauren se hundió en el abrazo de Dev. — Yo también te quiero —dejó escapar el aire lentamente y luego esnifó. La escritora se apartó un poco y cubrió con su mano la prominente mejilla de Dev acariciándola tiernamente— ¿Estás segura, cariño? —Susurró emocionada— Yo no soy realmente… La Presidenta presionó dos dedos sobre los labios de Lauren para acallar sus protestas. — No. Esta es una tradición para celebrar las vidas de las personas que nos han marcado. La

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gente que nos quiere. Y a la que queremos recordar. Tú perteneces a ella ahora. Perteneces tanto como David y Beth o Emma o Amy. Añadiremos una por Lizza este año. Una rubia cabeza asintió una vez. — Gracias —susurró cuando los dedos de Dev liberaron sus labios. Lauren le sonrió afectivamente deseando expresar con palabras lo especial que le hacía sentir el pertenecer al clan de Dev, a quien amaba como jamás había creído que podría hacerlo. Esnifó otra vez— No…no sé qué decir. Dev la arrimó un poco más y se reclinó sobre el sofá para acomodarse y dejarle claro que se quedaría allí un rato sosteniendo a su amante. — Podrías decirme que vas a recuperar la foto mía que tiene Wayne de cuando era pequeña — dijo inclinándose y besando la cabeza de Lauren. Lauren se rió y pinchó el vientre de Dev. — Nuh uh. Estás demasiado mona en esa foto como para no compartirla. Sufre, Sra. Presidenta. *** Lunes 22 de noviembre — Buenos días Sra. Presidenta. Buenos días Lauren —Lizza le ofreció a Dev un expediente y una taza de café. Estaban en el Despacho Oval, Dev sentada detrás de su atestado escritorio de madera, con Lauren sentada varios pasos más allá sobre un sillón alto y tapizado en piel. Estaban juntas, pero sumergidas en sus propios trabajos. Lauren preparando unas preguntas para la entrevista que tendría esa tarde, y Dev mentalmente repasando una charla que tenía que dar esa mañana sobre las nuevas reformas en sanidad que pretendía proponer en enero del 2022. — Hoy es un día bastante ligero, Sra. Presidenta —Liza continuó— Primero tiene que indultar un pavo. Dev miró hacia arriba desde su posición y Lauren giró su cabeza hacia Dev, captando al instante la cara de sorpresa en la cara de Dev. — ¿Perdón? —De repente comenzó a prestar una mayor atención— ¿Te he oído decir que tengo que indultar un pavo? Un suave "clic" y una risita burlona indicaron que Lauren acababa de capturar la cara de sorpresa en la cara de Dev otra vez. 360

Liza sonrió, reprimiéndose el preguntarle a Dev si alguna vez le había echado una ojeada a lo que los demás Presidentes habían hecho en el pasado. No lo creyó necesario, pues imaginaba la respuesta. — Sí, Señora, es una tradición de Acción de Gracias —explicó Liza pacientemente, de algún modo mirando a Dev mientras hablaba y al mismo tiempo escribiendo algo en su agenda— el Presidente siempre indulta un pavo y después es llevado a vivir a un zoo. Dev dejó a un lado el lápiz para coger un bolígrafo y abrir el expediente que acababa de darle Liza. — Liza, si indulto un pavo, ¿qué me darán para la cena de Acción de Gracias? — Pavo, por supuesto. Solo que no el que usted indulte —Liza se detuvo buscando las palabras adecuadas, no muy segura de cómo explicar éste extraño ritual. Finalmente dijo— Es solo una tradición. A los vegetarianos y a los niños les encanta. — No a mis hijos,— dijo Dev.— Son carnívoros y no se avergüenzan de admitirlo. — Especialmente Aarón,— añadió Lauren.— Ese niño podría comerse un pavo entero él solo. Creo que va a ser un luchador de sumo cuando crezca. Dev tomó un sorbo de su taza de café mientras leía el resto de su agenda. — Así que, básicamente, es una tradición para el Presidente ofrecerle al país su "pajarito" en Acción de Gracias. Liza y Lauren rodaron sus ojos, pero riéndose a carcajadas por el chiste mientras Dev revolvía su escritorio en busca de algo. La asistente de Dev se recuperó primero y miró a Lauren quien dijo entre risas… — Ojalá pudiera decir eso. — Pero no lo diga en frente de un micrófono abierto, Sra Presidenta,— sugirió Lauren tomando algunas fotos más, incluyendo una muy buena de Dev y Liza juntas buscando algo en el escritorio. — ¡Quisquillosa! —dijo Dev sin mirar hacia arriba.— Empiezas a sonar más como David cada día. — David es un hombre muy sabio —contestó.

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— ¿Cuánto te ha pagado para decir eso? — Nada. Pero ahora forma parte de mi grupo de gente favorita al donarme una fotografía de vuestra habitación en la Universidad. Ahora sé de donde ha sacado Aarón sus asquerosas tendencias. — Muy divertido —Dev miró por encima del documento que estaba leyendo— Toma nota de que dos personas compartían la habitación, una parte de ella estaba ordenada y limpia mientras que la otra parecía una pocilga. Entonces ve y echa un vistazo a la oficina de David, y dime qué parte de la habitación era la mía. Son sus sudados calcetines los que están en el suelo de la fotografía. Lauren se puso de pie y plantó sus manos sobre sus caderas. Entornó los ojos. — ¿Cómo sabías que había un par de calcetines sudorosos en el suelo de la fotografía? — Porque en todo el tiempo en que David y yo compartimos habitación, había un par de calcetines sudorosos tirados por el suelo. Y lo que realmente da miedo es que en lo más profundo de mi cabeza, sé que era el mismo par de calcetines todo el tiempo. — Ewwww —hicieron Liza y Lauren al mismo tiempo. — Lo sé —añadió Dev. David entró en la habitación, su cara concentrada en un expediente, lo cual hizo que cuando se dio cuenta dijo… — Oh, lo siento. Puso el expediente por debajo de su brazo a la vez que miraba a las sonrientes mujeres. David comenzó a morderse el bigote nerviosamente. — Uh, oh, esas sonrisas significan problemas. He visto antes a mi madre, a mi suegra y a mi cuñada en la misma habitación mirándome así. Al día siguiente nuestro comedor estaba pintándose de color lavanda. — Tienes razón David. Deberías estar asustado —Dev no permitió que las risitas de Lauren la distrajeran— Pero en ésta ocasión —dijo mirando hacia arriba dejando el bolígrafo sobre la mesa— estábamos discutiendo sobre pavos, y de forma natural tu nombre salió a relucir. David soltó una sonrisa falsa. Levantó el expediente. — Si no eres agradable conmigo, no te contaré lo que Santa Claus te va a traer éste año. — Ya sé lo que Santa me traerá éste año —una sonrisa satisfecha cruzó los labios de Dev— Lo mismo que obtuve por mi cumpleaños —informó a David de forma casual, sus ojos sin separarse de los de Lauren en ningún momento, quien lucía un intenso rojo en su cara. 362

David miró a las dos mujeres para una explicación, pero pronto se dio por vencido. — Síp, vale. Pero sus duendecillos acaban de enviar las enmiendas sugeridas de los Demócratas y Republicanos sobre tu acción de Registro del ADN. Dev saltó de su escritorio y se unió a David, arrebatándole el expediente. — ¿Qué me costó? — Por primera vez, la cláusula sobre delincuencia. Y… —David se detuvo con una mirada tan satisfecha de sí mismo que Dev creía que explotaría. No pudo evitar sacar pecho— Además nos las hemos arreglado para reescribirla obteniendo el completo soporte de la RNA y de los grupos de defensa para la aplicación de las leyes. Usted, Sra. Presidenta, es una persona muy popular ahora. Sus últimas cifras acaban de llegar y parece que el desastre de los atentados ha quedado atrás. Las Navidades van a ser buenas para ti, Dev. Mucha gente estará esperando para correr tras tus faldones. — Y yo que pensé que mis faldones eran cortos e impopulares. — ¡Ja! —exclamó David alzando la cabeza. Dev saltó hacia atrás, sus ojos entornándose un poco. — Para eso es para lo que yo estoy aquí. Los hago largos y populares. Lauren miró a David con curiosidad. — ¿Qué te puso Beth en los cereales esta mañana, David? Dev rodó sus ojos. — No le prestes atención. Siempre se enamora de sí mismo cuando hace un buen trabajo — Dev le sacó la lengua a su Vicepresidente. Liza miró su reloj. — ¿Debemos ir a indultar el pavo, Sra. Presidenta? Dev se alzó sobre sus piernas y cogió su chaqueta. Por inercia, David se acercó y se la cogió de las manos para ayudarla a ponérsela. — Un trabajo maravilloso, David —dijo Dev despacio sin ningún tono de broma en su voz.

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El alto hombre quitó una pelusa de la azul chaqueta de Dev. — Deseabas esto, Dev —contestó él igualmente despacio— Es una aportación muy buena a tu legislatura. Dev asintió con la cabeza y se aclaró la garganta, rompiendo el íntimo momento entre amigos. — De todos modos, vayamos a salvar la vida de una pequeña ave —miró a Liza y a Lauren cuyas caras permanecían impasibles— Oh, vamos, esto se merece al menos un pequeño "¡yuju!" —Se encaró a ellos haciendo un gesto de "¡venga!" con las manos hasta que obtuvo la deseada respuesta— Gracias. No dolió tanto ¿no? *** Lauren encontró a Dev en la Sala de Música que había sido añadida y decorada durante la legislatura de Bill Clinton. En ella se mostraban instrumentos que habían sido donados por algunos de los músicos más respetados de América. Las paredes estaban adornadas con una combinación eléctrica de discos de oro, partituras de música firmadas por algunos compositores de Broadway estupendos, fotografías de artistas que habían visitado y actuado en la Casa Blanca a lo largo de los años y pinturas de artistas que iban desde Louis Armstrong a John Denver o Kathleen Battle. Dev lo tenía todo montado con lo último en equipamiento electrónico, y la sala era ahora una maravilla para los amantes de la música. La escritora entró muy despacio, disfrutando de los sonidos de Vivaldi que llenaban la habitación. No fue hasta que se encontró muy cerca de Dev, que se dio cuenta que estaba dormida en un mullido y grande sillón. — Ha sido una vida muy ocupada, ¿verdad cariño? —dijo suavemente Lauren pasando sus dedos delicadamente por el pelo de Dev. La Presidenta había tenido que trabajar hasta casi la extenuación para tenerlo todo organizado y poder comenzar de nuevo a primeros de Enero. Lauren le sonrió a su amante, y delicadamente incrementó la presión de sus dedos acariciando su frente. — ¿Devlyn? —la llamó con voz dulce. ¿Cariño? — ¿Hmmmm? — Tu madre y tu padre llegarán en, aproximadamente una hora. Los ojos de Dev permanecieron cerrados mientras alargaba su brazo y obligaba a Lauren a sentarse sobre su regazo. Pasó sus brazos alrededor de la pequeña mujer y rozó con su nariz una zona sensible detrás de la oreja de Lauren. 364

— No voy a hablar con mi madre —dijo despacio, su voz todavía ronca por el sueño— Te dio esa horrible foto. —Es una monísima foto de un bebé desnudo. Me encanta. — Mi madre es una alborotadora. Lauren entrelazó sus dedos con los de Dev. — Tu madre es una maravillosa, encantadora y dulce mujer. Un solo ojo azul se abrió muy despacio y vio la sonrisa que tanto adoraba Dev. — ¿Tienes fiebre?, ¿Estás delirando? — No, no lo estoy. Pero tal vez deberías comprobarlo. La mano de Dev recorrió el camino que faltaba para colarse bajo la camiseta de Lauren. — Oooooh, esto está agradable y caliente. Lauren pasó sus brazos alrededor del cuello de Dev y ésta enredó su mano libre por el pelo de Lauren acercándola y besándola en los labios. — Oh, sí, lo tienen todo resuelto, Frank —Janet dio una palmada con sus manos. ¡Sabía que ese libro sería una buena idea! La cabeza de Lauren se alzó a toda prisa y, de repente, los brazos que la sujetaban desaparecieron haciendo que se cayera hacia atrás. La morena mujer intentó agarrarla, pero fue demasiado tarde, y el trasero de Lauren golpeó el suelo con un glorioso ruido que fue inmediatamente seguido por un "ouch". Dev hizo una mueca de dolor mientras se inclinaba y ayudaba a Lauren a levantarse sobre sus pies. — Lo siento, cariño. Lauren se frotó el trasero, murmurando algo sobre enseñar a Janet a llamar a la puerta. — Está bien. Dev le dio una pequeña palmada a Lauren en la espalda.

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— ¿No fuiste tú la que, no hace ni dos minutos, la llamó maravillosa, encantadora y dulce mujer? — Qué amable de tu parte, querida —le dijo Janet Marlowe a Lauren y le abrió los brazos a la rubia esperando un abrazo— Sabía que había una razón por la que me gustabas tanto. Lauren se dirigió hasta Janet y le dio un fuerte abrazo. — Bienvenida, Janet. Dev estaba justamente diciendo lo encantada que estaba de que donaras todas esas viejas fotografías —unos ojos verdes bailaron con burla—. Espero que trajeras las otras de las que estuvimos hablando. Janet parpadeó. — Y más. — ¡¡Oh, yippi!! —gruñó Dev mirando cómo Lauren abrazaba a su padre. Dev finalmente se acercó y abrazó a sus padres. Le dio un codazo a su padre. — Estoy tan acabada. — Sip, lo estás, Diabla. Pero es un buen tipo de fracaso —Se inclinó sobre Dev y le susurró al oído. Ésta joven mujer sobre la que has puesto tus ojos está muy bien. O tu madre no la tendría en tan alta estima. Dev retrocedió un paso y miró a los ojos de su padre viendo la aceptación que siempre había en la profundidad sus ojos gris azulados. — Significa mucho para mí saber que a ti y a mamá os gusta ella. — Ella es un encanto. Y tu madre la adora. — Bien —Dev desvió su mirada hacia Lauren y su madre que charlaban conspiradoramente. Volvió a mirar a su padre. — Voy a pedirle que se case conmigo el día de Navidad.— Dev señaló con el dedo a su padre. — Pero no le cuentes nada a mamá,— susurró desesperadamente.— No habría forma alguna de que guardara el secreto. A David y a mí nos está costando mucho que no se entere Beth. Y el hecho de que esté tan nerviosa mordiéndome la lengua no está ayudando en absoluto. — Devlyn eso es maravilloso. Y prometo no decirle una palabra a tu madre —Pasó su brazo alrededor de los hombros de Dev y comenzó a llevarla hacia la puerta. Frank tenía unos nietos a los que malcriar. 366

Lauren y Janet miraron alrededor para darse cuenta que estaban a solas. Encantadas, se alzaron de hombros y se sentaron en el sofá riendo y continuando con su conversación. Frank le dijo a su hija… — Tu madre lo pasará muy bien planeando una boda. Gracias a Dios que nuestra cartera está llena. — Está más que llena y tú lo sabes —dijo Dev— Además agradezco que mamá quiera ayudar porque yo no tendría tiempo —Lo miró otra vez— Si tuviera que hacerlo yo, terminaríamos casándonos en frente de un juez de paz. Hey —detuvo a su padre— Se suponía que no vendríais hasta dentro de una hora o así, y ¿cómo nos encontrasteis? —Dev miró alrededor, dándose cuenta que sus padres no tenía a nadie del Servicio Secreto alrededor. — Señor, tú conoces a tu madre. Le dijo a ese estirado y joven agente que quería seguirnos a través del hall, que buscara a otro a quien proteger, que ella no iba a robar la porcelana china. Dev rió suavemente. — Suena como algo que diría Lauren —sacudió su cabeza.— No me extraña que se lleven tan bien. Frank rascó su bien recortada barba blanca. — Puede ser. Me he dado cuenta de algunas similitudes entre ellas —le sonrió a su hija— Buena suerte. Pero contestando a tu pregunta, cogimos viento de cola y llegamos más pronto. Personalmente pienso que fue intervención divina. Dev paró de andar. — ¿Qué? — Sé que los otros pasajeros estuvieron rezando para que el vuelo terminara lo más pronto posible y que tu madre dejara de torturarlos con sus conversaciones. Esta vez la Presidenta estalló en carcajadas. Entrelazó su mano con la de su padre y miró atrás sorprendida de no ver a Lauren y a su madre siguiéndolos. — ¿Deberíamos…? — Hey, Diabla, no vayamos tan rápido. Ya se darán cuenta de que no estamos —Frank palmeó la mano que sostenía— Además no te olvides que yo también iba en ese avión.

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DICIEMBRE 2021 Viernes 3 de Diciembre A Lauren ni si quiera le importó no quitarse la chaqueta o los zapatos antes de caer rendida boca abajo sobre la cama. Gremlin y Princesa saltaron sobre la ella y lamían concienzudamente su oreja cuando oyó que llamaban a la puerta. — Pase bajo su propia responsabilidad —gritó a través de la habitación volviendo a posar su cabeza sobre el colchón. Dev dio un paso adentro, le echó un vistazo a su amante y una pequeña sonrisa cruzó inmediatamente se cara. — Pobrecita —ofreció con sincera simpatía cruzando la habitación y arrodillándose al lado de la cabeza de Lauren. Princesa ya había saltado al suelo y se había escondido bajo la cama, donde se volvió inusualmente valiente y comenzó a gruñirle a la Presidenta. Dev tan solo resopló. Gremlin, por otro lado, estaba a la defensiva. Permaneció de pie en la cama, haciéndose hacia atrás y plantando su trasero directamente sobre la cabeza de Lauren, donde podía defender a su ama y tomar posiciones contra la Presidenta. Lauren estaba demasiado cansada como para importarle. Pero se las arregló para mover su cabeza un poco y evitar la cola que le golpeaba la nariz. Gremlin dio un ladrido. Después volvió a colocarse donde estaba mostrando sus finos y amenazantes dientes. Dev se preguntaba por qué el feo animal la había tomado con ella. El perro gruñó. Dev le devolvió el gruñido y Grem se cayó de la cabeza de Lauren aterrizando sobre el colchón y después saltando a la alfombra donde rápidamente se unió a su compañera. Dev rodó sus ojos cuando los gruñidos de la fiera aumentaron una vez se sentía a salvo donde ella no podía alcanzarlo. — Gallina. Volviendo su atención a Lauren, la Presidenta pasó sus dedos por los rubios mechones 368

intentando que su dueña la mirara e intentando con todas sus fuerzas no pensar dónde, instantes antes había posado Grem su trasero. — ¿Cariño? — ¿Qué? —Fue la suave respuesta. — ¿Cómo te fue el día? Lauren rodó con un gruñido, extendiendo sus brazos a los lados. Su voz adquirió un tono mimado. — Fue horrible. Horrible. — Uh huh —Devlyn se levantó sobre sus pies y caminó alrededor de la cama. Acercándose, agarró delicadamente a Lauren y la alzó sentándola. Lauren se mantenía flácida como una muñeca de trapo mientras Dev le quitaba la chaqueta y la blusa dejándola vestida con el sujetador rojo de seda. Una tímida sonrisa apareció en la cara de Lauren cuando se sintió más cómoda. Disfrutaba de cada segundo que Dev dedicaba a mimarla y Lauren felizmente se abandonó a ello. — Pues cuéntamelo —dijo Dev. Con mucho cuidado le quitó el pendiente de una de sus orejas, después el otro, acariciando el lóbulo de la oreja con su pulgar antes de dejar ambos pendientes sobre la mesilla de noche. — ¿Mmm? —Gimió la escritora, sintiendo cómo sus zapatos se deslizaban hacia fuera y el frío aire de la habitación le rozaba los pies mientras unos fuertes dedos comenzaban a masajearlos atentamente. Inmediatamente olvidó la pregunta de Dev y cerró sus ojos de placer— Oh, Dios, eso está muy bien. Dev sonrió. — ¿Tu día? Cuéntame sobre tu día. — Oh, bien —Lauren dejó salir un satisfecho gemido por la atención de Dev.— Bien, sabía que iba a ser uno de esos días cuando la alarma de mi despertador no sonó esta mañana. Necesito uno nuevo. Y no uno de eso que hablan. Los odio. — Así es que por eso te ausentaste de nuestra sesión de ejercicios esta mañana —Dev se sentó en el suelo y continuó frotando los doloridos pies. Miró hacia abajo para ver dos negras narices de perro, una fina y delicada, la otra grande, chata y cubierta por babas olisqueando por debajo de la cama. Gruñeron y Dev les contestó con otro gruñido. Miró divertida cómo las narices desaparecían. 369

Lauren iba a reprender a Dev por atemorizar a los perros, pero su pensamiento voló de su cabeza cuando Dev le flexionó los pies y los estiró primero uno y luego el otro. — Jesús, qué gusto. Devlyn esperó un poco para que Lauren continuara. Cuando no lo hizo, Dev la animó. — ¿Lauren? — ¿Sip? —La relajada mujer contestó adormilada. Lauren flexionó su pie en las muy atentas manos de Dev antes de continuar. Dev dejó escapar una sonrisa. — Ibas a contarme sobre tu día. ¿Iba a hacerlo? —Levantó un poco la cabeza y forzó a sus ojos a abrirse para ser recibidos por una interrogante ceja alzada. Su cabeza volvió a caer sobre el colchón— Oh, bien. Si, por eso me perdí los ejercicios. Después mis pulgares atravesaron un perfecto par de medias mientras intentaba vestirme rápidamente. — Odio cuando ocurre eso. — Uh huh. Así que llegué tarde a todas mis citas esta mañana. Pinché una rueda en Georgetown. La suerte que tuve fue que mi primera cita era con Beth para desayunar. Me perdonó por llegar cuarenta y cinco minutos tarde y llamé a la Triple A. — ¿Por qué no los llamaste desde tu teléfono móvil? — Porque se me cayó al suelo y lo vi deshacerse en millones de trocitos —Unos incrédulos y juguetones ojos azules la cuestionaron— Vale, fueron solo tres trozos —concedió la escritora— Pero estaba roto. Unas oscuras cejas bajaron. — Continúa, cariño. Lauren quitó un pie de las manos de Dev tan solo para ser reemplazado por el otro. — Después del desayuno, donde tomaron mal mi pedido, pero tenía tanta prisa que no pude devolverlo, llegué finalmente a la oficina del General Brendwell con dos minutos de sobra. Entonces ese cabrón me tuvo esperando cerca de una hora más de lo que esperaba.

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— ¿Cuánto pensabas que sería? — Media hora. — El muy cabrón. — Exacto. Entonces tuvo la cara dura de enfadarse cuando acorté su entrevista en un esfuerzo por mantener mi horario. Sabes, es un gilipollas total. — Estoy de acuerdo. Pero es muy respetado y tiene una brillante mente militar —Dev sonrió cuando Lauren gimió con deleite cuando pasó sus dedos pulgares por el centro de la planta del pie desde el talón hasta los dedos. — Después de eso, me dejé las llaves dentro del coche y olvidé el código para abrirlo. Un poco más fuerte. Ahhh….justo ahí. Eso requirió otra llamada a la Triple A. Después de eso, me quedé atascada en Dupont Circle —Lauren levantó la cabeza levemente señalándola con los ojos— seguro que puedes hacer algo sobre eso. Dev le lanzó a Lauren una mirada de disculpa. — Lo siento. No estoy en la comisión de planificación y zonificación, pero mandaré un memo. Su cabeza volvió a posarse sobre el colchón. — Hazlo. Dev se plantó sobre sus pies, escuchando las perezosas protestas de Lauren al haber finalizado con el masaje. Le bajó la cremallera de la falta. — Levanta. La escritora levantó sus caderas y su falda fue quitada. Un solo ojo permanecía abierto mirando mientras Dev cruzaba la habitación hacia el ropero y abría el segundo cajón. — ¡Aha! —Dev se giró y apuntó un dedo acusador sobre Lauren— Me preguntaba dónde estaría ésta sudadera. — Está bien —dijo Lauren suavemente— Como si fueras a darte cuenta de que había desaparecido. Tienes cientos de sudaderas. Dev comenzó a revolver el cajón.

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— ¡Y mis calcetines también!. Tú, pequeña ladrona —se rió— ¿Es que no puedes robar solamente las toallas como hace todo el mundo? La Presidenta volvió a la cama y se inclinó lo justo para poner los calcetines en los pies de Lauren. Se dio cuenta de que se había olvidado de sacarle algo a Lauren para desvestirla, deslizó sus dedos por las caderas y le dio un pellizco en el trasero. — ¿Cómo es que…? — ¿Uh…. no medias? —Hizo una mueca provocativa— Solo se vive una vez. — Esa es mi chica —Dev le subió los pantalones por las piernas. — Devlyn, cariño. No pretendo criticare, pero lo estás haciendo mal. — Sin críticas. — ¿No se supone que deberías estar desvistiéndome? — Luego. Lauren quería protestar, pero realmente no importaba cómo la tocara Dev. El caso es que lo hiciera. Además, “luego” también estaba bien. — Vale. — Levanta. Lauren levantó sus caderas una vez más y sintió deslizarse los pantalones hacia arriba calentándole inmediatamente las piernas. Entonces una mano rodeó su cintura y se los acomodó adecuadamente. — ¿Sujetador o no? Una ceja rubia se alzó de forma libidinosa. — ¿Necesitas preguntar? Dev sonrió entre dientes y amorosamente le quitó la prenda interior. Lauren gimió suavemente. — ¿Luego? 372

— Síp. Luego —Lauren lanzó el sujetador a la montaña de ropa que le había quitado a Lauren. Ésta le ayudó a Dev a ponerse la sudadera levantando sus brazos. Dev no pudo resistirse y permitió a sus manos deslizarse por debajo de la sudadera de Lauren y moverse por su cálida piel. Lauren saltó aguantando la respiración cuando Dev utilizó sus nudillos para acariciar la sedosa piel alrededor de sus firmes pechos. Antes de que la rubia pudiera articular una palabra, los pulgares de Dev vagaron libremente sobre sus pezones, haciendo instantáneamente que se endurecieran dolorosamente. — Devlyn —soltó Lauren en un suave susurro— sé buena. Unos ojos azules se movieron inocentemente. — Soy buena. Hubiera sido mala si hubiera subido la sudadera…— cosa que hizo— y bajado mi boca… — ¡Alto! —Lauren se apartó y alzó su dedo índice frente a la cara de Dev— Me has vuelto a vestir por alguna razón. Así que a menos que “luego” haya llegado ya, no empieces algo que no vayamos a terminar —Se bajó la sudadera— ¿Cuál es el plan? Dev frunció el cejo, pero rápidamente se dio cuenta que la sudadera de Lauren estaba bajada. — ¿Tú, yo, los niños, el señor Monopoly, en el salón? Emma hizo galletas y chocolate caliente. — Maravilloso —dijo Lauren sintiéndose mucho mejor que hacía unos momentos. Se inclinó y le dio a la alta mujer un beso que apenas pudo resistirse a hacerlo más profundo. — Así que ¿cómo fue tu día? —Limpió una mancha de pintalabios de la comisura de la boca de Dev. Dev hizo una mueca. Plantándose, alzó a Lauren sobre sus pies y pasó un brazo por la cintura de su amante mientras comenzaban a caminar lentamente hacia la puerta. — Volé a Nueva York esta mañana para dar un discurso frente a las Naciones Unidas. — Presumida. *** Sábado 18 de Diciembre La mirada de Dev se fijó en su agenda de citas que estaba junto al ordenador, después en el 373

reloj de la pared. Tapándose un poco, rodó sus ojos al hombre que había al final de la mesa que acababa de iniciar la que debía ser la cuarta holografía visual que explicaba la situación por la destrucción de las cosechas. Sabía que debía estar prestando atención a lo que estaba diciendo, pero no podía evitarlo. Dev ya había decidido que iba a respaldar la petición de ayuda de los granjeros cuyas cosechas se habían perdido víctimas de las duras e inusualmente tempranas tormentas de nieves. Para Dev éste joven estaba malgastando saliva, como diría su padre. No necesitaba ser convencida. Además, era sábado, tenía una cita caliente, y él ya había hablado más de lo que debía. Sus pensamientos comenzaron a vagar hacia la más reciente novela de Adrianne Nash escrita por Lauren. Pensó que su pseudónimo aparecería como co-autora. Le había dejado a Lauren el peso de la escritura mientras que su contribución consistía en dar ideas y ayudar en el desarrollo del argumento. Lo que no podía entender era por qué Lauren había decidido introducir a un nuevo y fornido personaje llamado Dirk. Y, peor aún, ¡por qué Dirk tenía que estar loco por Adrianne!. Dev frunció el ceño y trazó una línea circular alrededor del nombre de Dirk en la agenda. — ¡Mejor ser un maldito rojo y dejar que muerda el polvo, que dejar que se acerque a Adrianne! —exclamó e hizo una mueca al darse cuenta que lo había dicho en voz alta. — ¿Sra. Presidenta? —El Secretario de Agricultura, y el joven ayudante que estaba haciendo la presentación, la miraron con ojos redondos, aterrorizados de que ella pudiera tener alguna pregunta. Dev le ofreció una mirada de disculpa y agitó un poco la mano. — Lo siento. Pensaba en voz alta por un momento. Continúe. — Él asintió con la cabeza, y ordenó un comando en la imagen holográfica para activar una nueva fotografía. Esta era de dos tallos afectados por el temporal. Uno de ellos estaba muy dañado, el otro no. Dev miró las demás caras de la habitación y, tras confirmar que el Secretario de Agricultura seguía despierto, dejó a sus ojos viajar de nuevo a su block de notas. “Vas a desarrollar el perfecto subtexto, Lauren. Dios, sería tan horrible como había sido con Xena”. Hacía veinte años desde que la serie había terminado, y todavía estaba molesta porque los guionistas metieran siempre a un chico cada semana. Xena y Gabriel se amaban. Fin de la historia. Su atención vagó por las páginas que habían escrito la noche anterior. Dev no estaba contenta con la forma en que Lauren había finalizado el capítulo. Hizo un dibujo de Dirk, con una soga rodeándole el cuello en su block de notas.

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— ¡Mataré a esa jodida rata! —gruñó, y cada par de ojos giraron es su dirección. El

Secretario

de

Agricultura

abrió

sus

ojos

espantado

y

tragó

ruidosamente.

— Está bien, señoras y señores —David se acercó y palmeó el brazo de Dev delicadamente, haciéndose cargo de la reunión— Creo que ya hemos terminado. La Presidenta tiene otra reunión y ya es tarde, así que… El Secretario de Agricultura fue el primero en ponerse de pie, mirando e intentando leer los pensamientos de Dev. No estaba seguro de por qué la Presidenta estaba a punto de cometer un homicidio, pero él estaba seguro que no quería ser el objetivo. — Gracias Sra. Presidenta por su tiempo. ¿Podemos contar entonces con el apoyo de la Casa Blanca? David golpeó a Dev, quien apartó la mirada de su dibujo que, ahora incluía algo como una pistola apuntando la cabeza de Dirk. — Por supuesto —dijo cerrando su block de notas y poniéndose en pie.— Tendrán todo lo que necesiten desde primera hora de la mañana del lunes. ¿No es así, David? — Así es, Sra. Presidenta —se irguió y se abotonó la chaqueta— Puedo terminar aquí por usted, Sra. Presidenta, si usted quiere ir a su próxima reunión —le indicó con la cabeza la puerta. — Bien. Gracias, David. Nos vemos el lunes. Dev hizo todo lo posible por aguantarse la risa hasta que hubo entrado en la residencia particular. Terminó frente a la puerta de Lauren y utilizó sus nudillos para llamar. Cuando se abrió la puerta, sonrió a su amante que sostenía sus gafas en una mano y la cámara de fotos en la otra. — Necesitamos hablar sobre Dirk. — ¿Dirk? —Lauren estaba realmente confusa— ¿De mis libros? — Oh, sí. Por culpa de Dirk mi Secretario de Agricultura piensa que quiero matarlo. *** Lauren yacía sobre la cama boca abajo. Esparcidos a su alrededor había docenas de papeles, referencias de libros y hasta mapas del mundo. Su barbilla se sostenía por una de sus manos, y estaba echada al revés, con lo cual su cabeza se hallaba a los pies de la cama. La escritora 375

tenía un bolígrafo entre sus dientes, que ocasionalmente se sacaba de la boca para rallar algunos de los papeles amontonados. Se había lavado la cara y cepillado los dientes y estaba tremendamente cómoda con su gastada camiseta de la Universidad de Tennessee y un par de finos pantalones grises que estaban tan usados que si los sujetabas en alto podías ver a través de ellos. Dev se sentó a su lado con la espalda apoyada en un montón de almohadas contra la cabecera de la cama. El área alrededor de ella estaba libre del desorden mientras que la parte de Lauren estaba toda llena de papeles cubriendo la cama. Ella sostenía únicamente un bolígrafo y un block de notas, que alternativamente mordía y golpeaba contra la cubierta del block. El pelo de Dev estaba ligeramente húmedo por la ducha que se había dado hacía ya casi una hora. Vestía un suave pijama de franela rojo y unos calcetines gordos que apenas la resguardaban del frío que sentía en los dedos de los pies. Aunque la temperatura en la Casa Blanca raramente variaba en un grado o dos, el resto de Washington DC estaba siendo azotada por una fría tormenta de nieve. El relativo silencio era roto periódicamente por las rachas de aire que lanzaban los copos de nieve contra las ventanas de la habitación. Gremlin y Princesa se habían acomodado sobre el sofá y ahora roncaban tranquilamente cada uno en un extremo. Lauren había especulado sobre el hecho de que los perros habían tenido una pelea de enamorados ya que normalmente Princesa dormía sobre Gremlin y al perro no parecía importarle en lo más mínimo. Tap. Tap. Tap. Tap. Tap. Lauren giro su cabeza y miró con obvia irritación por encima de sus gafas a Dev golpeando nerviosamente el block de notas otra vez. La Presidenta parecía no darse cuenta de lo que hacía y Lauren se mordió el labio para no decirle algo grosero. Dejó escapar el aire impacientemente y volvió a girar la cabeza para centrarse en su propio trabajo. Lauren estaba a punto de imaginarse cómo Adrianne Nash, intrépida exploradora, estaba a punto de escapar de sus captores cuando escuchó, Tap, Tap, Tap, Tap….Tap. Cerró los ojos fuertemente pidiéndose a sí misma ser paciente antes de girarse y mirar a Dev que estaba sumida en sus pensamientos. — ¿Te importa? — ¿Hug?— la cabeza de Dev se alzó un poco. Lauren se incorporó un poco para alcanzar a Dev con la mano y de forma efectiva parar el molesto ruido.

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— Me estás poniendo enferma. Contrariada, Dev miró a Lauren. — ¿De qué estás hablando? Estoy intentando pensar en ideas para Adrianne Nash. ¡No te estoy haciendo nada! Lauren gruñó frustrada. Dev estaba acostumbrada a trabajar con el incesante ruido de fondo de sus reuniones. Ella, por otro lado, tenía que refugiarse en el silencio de su habitación para poder hacer su trabajo. — Vale. Tienes razón. Lo siento. Ese ruido estaba matando mi concentración. Vuelve a tus pensamientos —Lauren golpeó suavemente el muslo de Dev y volvió a tumbarse a los pies de la cama revolviendo aún más los papeles mientras maduraba una idea que se le acababa de ocurrir. Dev miró hacia abajo a Lauren. — Necesitamos más luz. — No, no la necesitamos. Dev depositó su block de notas sobre sus muslos. — Sí que la necesitamos. Trabajar con poca luz es malo para tus ojos. Lauren dejó su propio bolígrafo y se giró otra vez. — Eso no es cierto. No a menos que tenga que entrecerrar los ojos. Trabajo de noche todo el tiempo. La luz está bien. Puedo ver perfectamente. Dev resopló. — No digas una maldita palabra sobre mis gafas Devlyn. Mis problemas de visión no tienen nada que ver con la poca luz, y antes de que empieces otra vez, no voy a dejar a nadie que atraviese mis ojos con agujas o láseres o lo que sea que utilicen —contestó airada mientras volvía al trabajo, ahora tremendamente desconcentrada. Después de unos momentos de silencio sepulcral, añadió— Y se acabó la discusión. — Cariño —sacó la lengua mordiéndosela con los labios mientras pateaba unos papeles que había alrededor de sus pies— Dios, eres un desastre. Cogió un papel que no contenía nada salvo unos garabatos de Lauren, lo arrugó y los hizo una bola. Buscó la papelera junto al escritorio al otro lado de la habitación y, con un perfecto estilo libre, lo lanzó. Falló por varios 377

pies. Los ojos de Lauren se fijaron en la trayectoria del papel. — Dev —dijo frustrada— ¿Y si era importante? — No lo era —dijo la Presidenta firmemente, se levantó lentamente y lo recogió del suelo en caso de que Lauren tuviera razón. Mejor asegurarse que equivocarse— La cama parece una pocilga —Dev empezó a apartar los papeles más vigorosamente— ¿Cómo puedes trabajar así? Lauren estaba a punto de contestarle y llamarla “sabelotodo” pero echó un vistazo a los papeles, los mapas, y a las referencias de los libros sobre la cama. Dejó salir un resoplido a modo de enfado y frustración. Vale, así que solo era el desorden. Sin decir una palabra, Lauren cogió el dedo gordo del pie de Dev con una mano para levantar su larga pierna. Con su otra mano apartó los papeles que estaba aplastando debajo. — ¡Hey!— Giró Dev indignada. — Silencio —Lauren soltó el pie haciendo que la pierna de Dev cayera de la cama con un ruido sordo y rebotara una vez. Le sonrió al pie de Dev afectivamente y volvió a sus papeles. — Coge mi pie…— las palabras salieron de la boca de Dev susurradas bajo su respiración. Lauren comenzó a mover rítmicamente su propio pie mientras pensaba. “Adrianne podría escapar a caballo. Oh, sí, a la gente le encantaría eso”. La rubia mujer apartó un mapa preguntándose si esa isla en particular valdría. “Lo comprobaré mañana por Internet”. Inconscientemente seguía moviendo su pie hacia delante y hacia atrás. Dev miró hacia abajo, a la ofensiva parte del cuerpo intentando, por todos los medios, ignorar el balanceo de la cama. De repente el pie de Lauren paró su movimiento, la Presidenta dejó salir un suspiro y sus pensamientos volvieron a su propio proyecto. “Dirk tiene que morir. Está solo. ¿Por qué Lauren no puede ver que Adrianne estaría mucho mejor alejada de ese chupapoyas? ¿Qué quiere decir Lauren con que “está pensando” en juntarlos? ¿Qué hay que pensar? Son perfectos el uno para el otro. No te preocupes Adrianne. Yo pondré orden en éste lío. Palabra”. La cama comenzó a agitarse otra vez con el nuevo balanceo de la, ahora pierna entera de Lauren. Dev fue sacada de sus planes y fijó su mirada en la fuente de su molestia, observando irritada mientras continuaba balanceándose, y balanceándose, y balanceándose. —¡Para de mover la cama! — Gritó cuando su paciencia sobrepasó sus límites. — Claro, cariño —contestó Lauren asintiendo y golpeando suavemente el tobillo de Dev. Estaba tan inmersa en su nueva idea que ni siguiera giró la cabeza cuando contestó. 378

Dev rodó los ojos cuando el movimiento paró por dos o tres segundos y luego continuó, no obstante se forzó a apaciguarse. Intentando ponerse más cómoda, se deslizó un poco más abajo en la cama, golpeando el codo de Lauren y haciendo que la joven mujer dibujara una raya sobre las notas que acababa de escribir. — Oh, lo siento —dijo Dev tranquilamente. Pero no movió su pie— ¿Puedes…? ¡¿Sí?!.— Lauren se encogió, dejando al menos dos pies de separación entre ellas para dejarle a la Presidenta más espacio. ¿Mejor? — Un poco. Unos minutos más y Lauren volvió a oír el Tap, Tap, Tap, Tap…otra vez. — ¡Arghhhhhh!,— la mujer rubia dejó caer la cabeza permitiendo que su frente golpeara la cama. Gruñó con sus dientes apretados. Tap, Tap, Tap, Tap, Tap. Pausa. Tap, Tap, Tap, Tap. Rápidamente Lauren se incorporó y escaló hasta la cabecera de la cama para unirse a Dev. Una vez allí le quitó el bolígrafo de los dedos y lo lanzó a través de la habitación con un golpe de muñeca. Dev se quedó mirando sorprendida sin decir una palabra mientras veía el bolígrafo pegar contra la pantalla del ordenador de Lauren y luego rebotar en el suelo. Lauren sonrió dulcemente. — Eso está mucho mejor. Gracias. — Tú —Dev gesticuló con sus brazos enfadada— ¡Tú…no puedes hacer eso! Lauren asintió con la cabeza, sus labios formando una fina línea blanca. — Oh, sí…sí que puedo, Sra. Presidenta. — Bien —unos ojos azules se entornaron— Si es eso lo que quieres. Lauren alzó el pecho y cruzó los brazos sobre él. — Oh, sí —gruñó— es lo que quiero.

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Una leve sonrisa predadora recorrió la cara de Dev y Lauren parpadeó al verla. Casualmente balanceó su pie sobre el borde de la alta cama y lo quitó aterrizando en el suelo. Las cejas de Lauren se juntaron. — Dev, ¿Dónde…? Dev se agachó, agarró el edredón y estiró de él con un movimiento rápido que lanzó los papeles de Lauren al aire. Por unos segundos, flotaron alrededor de la cabeza de Lauren y después fueron cayendo sobre el edredón como si fueran copos de nieve rectangulares. — Y eso —Dev volvió a colocar bien el edredón—, es lo que yo quiero— “Toma eso desordenada…desordenada...errr…movedora de pies”. — ¡Oooooooh! —La cara de Lauren se volvió completamente roja y se lanzó sobre su amante envolviendo sus brazos alrededor de Dev haciéndola caer de espaldas sobre la cama con un fuerte gruñido— ¡No puedo creer…ufff…que...hicieras eso!!! Dev

instantáneamente

rodó

atrapando

con

el

peso

de

su

cuerpo

a

Lauren.

— ¡Pues créelo! Las fosas nasales de Lauren se abrieron. — ¡¡Quítate de encima!! —¡No!, ¡me estás volviendo loca! — ¿Yo? ¡Ja! —Lauren comenzó a empujar contra Dev tratando de quitársela de encima—¡Tú eres la que está volviéndome loca! —dijo la escritora con esfuerzo poniéndose todavía más roja. Las venas en la garganta de Dev y una en su frente comenzaron a hincharse por la fuerza que hacía empujando a Lauren contra el colchón y evitando ser ella la capturada. — ¡No voy a soltarte!. Lo revolverás todo más y te balancearás, te balancearás, te balancearás. — Dev se balanceó contra Lauren para enfatizar las palabras haciendo que el cabezal de la cama golpeara la pared con cada movimiento. Lauren exhaló de forma explosiva y la transpiración cubrió su labio superior mientras tiró de su cuerpo intentando escapar.

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— ¡Y después de quejarás! —Gruñó Dev dándose cuenta por primera vez de lo fuerte que era el cuerpo de Lauren al lograr casi soltarse de su agarre. — ¿Quejarme? ¡No lo creo, Doña Quejica! —Lauren pudo por fin pasar sus brazos por entre sus cuerpos, pero sus muñecas fueron rápidamente capturadas por Dev quien las pasó por encima de la cabeza de Lauren y las apretó contra las suaves almohadas— ¡Maldita sea!, ¡Quítate de encima y podré matarte! — ¡Nunca, nunca, nunca! Sus ojos se encontraron y se aguantaron la mirada la una a la otra, con caras desafiantes durante unos segundos antes de estallar en carcajadas. Dev soltó las muñecas de Lauren y esta vez fueron sus risas quienes agitaron la cama. Lauren dejó escapar el aire pesadamente, cambiando de posición lentamente para que Dev no presionara tan fuerte sobre sus costillas. Enredó sus manos alrededor de su compañera sintiendo los suaves y morenos mechones de pelo entre sus dedos. — Creo que ambas hemos perdido oficialmente la razón. La presión nos ha hecho finalmente que discutamos —Pero estaba sonriendo todo el tiempo mientras hablaba y, realmente, no podía pensar en otro lugar más agradable en la tierra donde estar. — Uh, huh —Estuvo de acuerdo Dev. Se inclinó y presionó sus labios contra los suaves que había tan solo a unos milímetros de ella, haciendo que se abrieran fácilmente con su lengua para profundizar el beso. Lauren gimió suavemente y sacó una pierna de debajo de Dev para inmediatamente rodear las caderas de ésta y mantener a la mujer más mayor en el sitio. Las dos respiraban dificultosamente por el inesperado beso que acababan de compartir. — Estamos quejándonos y discutiendo como una pareja de casados —murmuró Dev, mordiéndole suavemente el labio inferior a Lauren antes de retroceder despacio encantándole la forma en que sus cuerpos estaban ahora entrelazados. Lauren asintió con la cabeza y la ladeó un poco considerando realmente las palabras de Dev. — Sonamos como un matrimonio ¿verdad? Dev rió. — Oh, sí —Sentía el cuerpo caliente de la escritora contra su piel e incapaz de resistirse probó la suave y caliente piel de la garganta de Lauren.

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Lauren gimió cuando unos atrevidos dientes y labios encontraron una zona sensible cerca de su yugular. — Entonces, ¿por qué no…? — Por qué no ¿qué? —Los labios de Dev comenzaron a vagar libremente por la garganta de Lauren, y la rubia se estremeció por las caricias. — Nos casamos —Las palabras salieron antes de que pudiera detenerlas o pensar en lo que querían decir. Los labios de Dev se pararon a mitad de un beso y su cuerpo se quedó petrificado. Sus ojos permanecieron cerrados por varios latidos de corazón mientras su cabeza iba a la carrera. Entonces se apartó un poco y los abrió. — ¿Acabas de proponerme en matrimonio? Lauren parpadeó. “Oh, Dios mío. Eso es exactamente lo que he hecho. No quería hacerlo ¿verdad?”. Una oleada de pánico la recorrió entera, pero estaba rodeada por el tranquilizador peso de su amante, que la sujetaba, en más de un sentido. Y con cada respiración se dio cuenta de que definitivamente era con Dev con quien quería pasar el resto de sus días. Su ansiedad desapareció tan rápida como había aparecido siendo reemplazada por una certeza de la que ni ella misma sabía que era capaz de sentir. Incluso si no lo hubiera dicho, en el fondo de su corazón sabía que eso era lo que quería. — Yo… —se humedeció los labios, incapaz de adivinar la respuesta de Dev por la expresión de su cara— Eso creo… Sí, sí lo he hecho —dijo ahora firmemente. Dev no pudo evitar sonreír. Parte de ella quería estrangular a Lauren por arruinar por completo todas esas semanas de planificación. Todas las preocupaciones y dudas que había sufrido, ¡para nada! Pero una mayor parte de ella estaba tremendamente emocionada. Tan emocionada, de hecho, que por un momento olvidó contestar a la pregunta de Lauren hasta que sintió aumentar los latidos del corazón de la rubia contra su pecho. — Sí — sonrió y arqueó una ceja. Lauren estudió cuidadosamente la cara de Dev. Su propia tímida sonrisa apareció y dejó escapar el aire retenido lentamente. Pero a Dev le había llevado tanto tiempo contestar a su pregunta que no estaba ni siquiera segura de que estuvieran hablando de la misma cosa.

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— Sí, ¿qué? —Lauren aguantó la respiración, su corazón saltándose un latido por el súbito parpadeo en los ojos de Dev. Dev le mostró una medio exasperada mirada. — ¿Tú que crees? Sí, me casaré contigo. Lauren estaba sin habla. — Guau —finalmente respiró abrazándose a Dev con toda su alma— Es estupendo —Lauren enterró su cara en el pelo de Dev— Te quiero tanto. Dev apretó todavía más el abrazo con Lauren. — Yo también te quiero, cariño. Unas pálidas cejas se juntaron para preguntar… — ¿Podemos incluso casarnos aquí?— “Dios Lauri, debías haberte enterado antes de preguntarle”. Dev sonrió por la repentina preocupación en la voz de Lauren. Se apoyó sobre su codo y con la mano libre trazó las mejillas de la escritora y después su cejas. — Cada estado, incluyendo DC, reconocerá el matrimonio de otro estado. Pero no todos los estados llevan a cabo la ceremonia —Los ojos de Dev la miraron apenada— Tennessee no, lo siento cariño. Lauren se encogió. No se le había pasado por la cabeza volver a ninguna parte. — Pero creo que Ohio sí, ¿verdad? —Preguntó inocentemente agitando sus pestañas y esperando por la respuesta que sabía que le daría. Una enorme sonrisa cruzó la cara de Dev, provocando pequeñas arruguitas alrededor de sus ojos. “Oh, síp, eso es lo que quería oír”. — ¡Diablos, seguro que sí! —Exclamó feliz Dev, rodando de encima de Lauren y apoyando su espalda en la cama— Mi gente estará emocionada —Giró su cabeza y miró a su compañera amorosamente— ¡Yo estoy emocionada! —Susurró rompiéndosele la voz. Lauren se puso de lado para mirar a Dev a la cara, su sonrisa reflejada en la cara de la 383

morena. — Yo también, cariño —Se quitó las gafas y, sin girarse, las dejó sobre la mesilla de noche. — No quieres ser parte del espectáculo de una boda en la Casa Blanca, ¿verdad?— dijo en broma Dev. Lauren se rió entre dientes y se colocó sobre Dev. — Yo solo quiero hacerte feliz —una juguetona ceja se alzó— y si resulta que podemos cabrear a la prensa en el proceso… — Lauren podía sentir la risa silenciosa de Dev. — No hay duda de por qué te amo. Eres mala. ¿Quién podría resistirse a eso? — Uh huh —estuvo de acuerdo Lauren, inclinándose y probando la suave piel de Dev bajo su garganta. Se alzó un poco u desabrochó el primer botón del pijama de la Presidenta para que sus labios pudieran llegar más abajo.— Realmente mala.— afirmó suavemente, incapaz de resistirse a abrir un segundo botón y aspirar más de la esencia mezclada con champú de Dev. Dev gimió suavemente e introdujo sus manos por debajo de la camiseta de Lauren pasándolas por su desnuda espalda. La pequeña mujer murmuró su aprobación a las gentiles caricias de Dev. Un tercero y después un cuarto botón fueron lentamente desabrochados mientras Lauren seguía descendiendo y dando a probar la ligeramente salada piel a su lengua y labios. Cuando el último botón fue desabrochado, volvió a subir hacia arriba, abrió la camisa de franela y acarició la parte baja de los pechos de Dev. — Mmmm…Dios, Devlyn —gimió, su lengua trazando un camino húmedo desde el contorno de sus pechos hasta el hueco que quedaba entre ellos,— estás tan suave. Dev gimió, sus ojos permanecían cerrados y una ola de calor provocada por las tiernas caricias de Lauren, bajó desde su vientre hasta la entrepierna. Se sentó llevándose a la pequeña mujer con ella y cubriendo la boca de Lauren con un apasionado beso. Lauren quitó la parte de arriba del pijama de Dev de sus hombros, maravillada por la combinación de fuertes músculos y suave piel bajo sus manos mientras la Presidenta seguía besándola sensualmente. Sus manos se movieron por entre su grueso, y oscuro pelo donde sus uñas acariciaron su cabeza. Profundizó aún más el beso enredando su lengua con la de Dev mientras absorbía sus gemidos. Reticentemente, Dev empezó a hacerse hacia atrás. — Tu también —dijo con el pecho agitado por la falta de aire. 384

Los ojos de Lauren se abrieron y miraron a Dev, por unos segundos se quedó en blanco hasta que las palabras penetraron en su cerebro. — Tu también. Yo también necesito tocarte.— Dev tiró del dobladillo de la camiseta de Lauren. Lauren alzó los brazos por encima de su cabeza y la camiseta fue sacada y lanzada al suelo inmediatamente. Sus movimientos eran lentos mientras se intercambiaban besos y susurraban tiernas palabras de amor. Le siguió el resto del pijama de franela, los calcetines, pantalones… hasta que se enredaron de piernas y brazos gimiendo por el contacto total de piel desnuda contra piel desnuda. — Quiero besarte y saborearte por todas partes —murmuró Dev contra el pecho de Lauren. Un suave pero entusiasta gemido le contestó, y giró su cabeza a un lado para chupar y mordisquear un sensible pezón. — Oh, Dev,— gimió de nuevo Lauren, su cuerpo tensándose levemente por la deliciosa sensación.— Disfrutas torturándome ¿verdad?.— Entonces sintió, como pensaba, que no podría tomar suficiente aire si Dev continuaba torturándola de esa forma. Mientras usaba su boca para excitar a la mujer que tenía entre sus brazos, las manos de Dev trazaban lentamente los costados del húmedo cuerpo de Lauren de abajo a arriba. Las movió desde las rodillas hasta los hombros y luego otra vez hacia abajo, embriagándose con la exquisita sensación de la piel suave bajo sus manos. La sensación de unas uñas cortas y bien arregladas recorriendo su espalda y hombros envió descargas de placer sobre su propio cuerpo, provocando un gemido que escapó de la garganta de Dev. La Presidenta nunca se había dado cuenta de lo mucho que necesitaba las caricias de ésta mujer hasta que las estaba recibiendo. Lauren simplemente tenía la habilidad de sacar cada emoción que Dev era capaz de sentir. Hicieron el amor despacio, apasionadamente. Tomándose el tiempo de disfrutarse la una a la otra, de acariciarse, de besarse, experimentando lo mejor que la una podía ofrecer a la otra. Sensuales respiraciones mezcladas con gemidos de placer. Una sonrisa curvó los labios de Dev cuando sus oídos captaron los suaves pero cada vez más constantes gemidos que se iban despertando en el hablar de Lauren. Con un poco de impaciencia la pequeña mujer trataba de acercar más su cuerpo al de Devlyn. Dev había llegado a reconocer éstas como las señales de su amante al ir llegando al clímax. Sostuvo a Lauren todavía más cerca, queriéndolo tanto como Lauren, su propio cuerpo reaccionando fuertemente a las miradas, olores y sonidos que la rodeaban. Dev susurró palabras de amor y devoción cuando sus cuerpos instintivamente encontraron el ritmo que sería la causa de experimentar juntas el placer que solo podían darse la una a la otra. 385

Y cuando Lauren echó su cabeza hacia atrás gimiendo suavemente, Dev la siguió. La vista de la cara de su amante mientras se precipitaba en las aguas del placer, el cuerpo sudoroso de Lauren agitándose debajo de ella y los dedos que se habían convertido en garras arañando su espalda, fueron más que suficientes para atraerla a su propio precipicio y dejarse caer. Sus respiraciones se suavizaron y sus pulsaciones se calmaron cuando comenzaron a relajarse y casi derretirse juntas. Lauren, muy despacio bajó su mano por la suave espalda de Dev y cansadamente echó por encima el edredón que, de algún modo quedó medio dentro, medio fuera de la cama, alrededor de sus rendidos cuerpos. Besó un húmedo hombro, que sacó un “te quiero” murmurado desde lo más profundo del pecho de Dev. Lauren no podía estar más contenta al sentir, más que oír la respiración de Dev que, poco a poco se volvía más rítmica. — Yo también te quiero —susurró dulcemente. Unos ojos verdes se cerraron pesadamente y sonrió débilmente cuando Dev la apretó más contra ella. *** Sábado 25 de diciembre — ¿Lauren? Silencio. — ¿Lauren? —las voces susurrantes eran más insistentes ahora. — Largaos —se quejó la escritora poniéndose la almohada sobre la cabeza. Tres risitas nerviosas se acercaron aún más a Lauren con la intención de despertarla totalmente. — Es hora de levantarte —insistió Aarón— ¡Santa vino! Lauren lloriqueó suavemente y sacó su cabeza de debajo de la almohada con el pelo alborotado. Estaba en la cama de Dev, pero la Presidenta no estaba por ninguna parte. — Santa vino, tenemos que abrir los regalos. ¡Vamos!.— Christopher agarró una de las manos de Lauren y Ashley cogió la otra mientras arrastraban literalmente a la escritora fuera de la cama. — Vale, vale. Ya voy —Lauren rió. Miró el reloj, las 3:30am. Dios, ahora sé por qué estoy cansada. Me acosté hace solo tres horas— ¿Os levantáis siempre en mitad de la noche en Navidad? —preguntó a Aarón mientras tanteaba buscando sus gafas. 386

— Uh huh. Tan pronto como Santa viene, abrimos los regalos. Ese es el trato —dijo excitadamente, tirando de la camiseta de Lauren mientras la mujer se tambaleaba saliendo de la cama bostezando. — ¿Dónde está vuestra madre? —La voz de Lauren todavía estaba ronca por el sueño y pasó sus dedos por debajo de sus gafas para restregarse los ojos. — Está en el salón. ¡Venga te la enseñaremos! Lauren miró por el rabillo del ojo el cuarto de baño mientras era empujada hacia el salón. — Aquí está —anunció Ashley, su voz todavía como un susurro. La habitación estaba a oscuras a excepción de las luces parpadeantes del árbol de Navidad que iluminaban la silueta de Dev. Estaba tumbada en el suelo, frente al árbol, durmiendo. Con la bicicleta nueva de Ashley montada y esperando, la de Christopher a medio montar y la de Aarón aún en la caja. Todavía sostenía una llave en una mano, y el rastro de babas desde su boca hasta la alfombra relucía con cada destello de las luces de Navidad. Lauren se mordió el labio para evitar reírse. Estaba exactamente en el mismo sitio donde había dejado a Dev varias horas antes, con la Presidenta prometiendo que pronto iría a la cama y que no necesitaba ayuda. Que aquello no le llevaría más que unos minutos. “Qué lástima, Devlyn. ¿Qué voy a hacer contigo?” Christopher se acercó a su madre curioso. — ¿Cómo es que los duendecitos de Santa no montaron las bicicletas juntas? ¿No es ese su trabajo? Las cejas de Lauren se dispararon hacia arriba, mientras se estrujaba la cabeza para buscar una respuesta convincente. Ashley miró a su hermano impacientemente. — Eres tan estúpido Chris. El Servicio Secreto probablemente hizo que los duendecillos dejaran los paquetes abajo. Los duendecillos no pudieron montarlas juntas porque en el Polo Norte “montar las bicicletas juntas” significaría que luego no cabrían en el trineo. Los ojos de Lauren se abrieron escuchando la explicación de Ashley. “Con una imaginación como esa, tal vez tengamos otra escritora en la familia”. — Así es que mamá lo tiene que hacer ahora —continuó Ashley con voz clara. — Oh —afirmó Chris con la cabeza, encontrando la explicación de su hermana completamente convincente—Por supuesto. 387

Aarón tiró de la mano de Lauren, y ella miró fijamente al pequeño y rubio niño. — ¿Podemos despertarla? ¡Es Navidad! Lauren sonrió. — Claro, cariño. Ve y despiértala —las palabras estaban todavía flotando en el aire cuando Chris y Aarón soltaron las manos de Lauren y los tres niños corrieron hacia su madre, moviéndola alegremente para despertarla. Lauren miraba emocionada mientras Dev medio dormida trataba de defenderse por unos segundos antes de despertarse lo suficiente para darse cuenta de lo que pasaba. La Presidenta exclamó “Feliz Navidad”, agarrando a los tres niños en un fuerte abrazo que continuó hasta que éstos comenzaron a protestar. — De acuerdo, pequeños monstruos.— Dev soltó a sus cautivos y frunció el ceño mientras se limpiaba las babas con el dorso de la mano. — Sentaos. Y ayudad a Aarón a leer los nombres de los paquetes. Tres estridentes “gracias” salieron corriendo haciendo que Dev saltara un poquito hacia atrás. Ashley rápidamente cogió de la mano a Aarón y ambos salieron corriendo hacia los regalos con Christopher pisándoles los talones. Cada niño cogió el suyo y lo depositó en frente de la chimenea para examinar su contenido. Dev caminó hacia Lauren que todavía estaba de pie mirando silenciosamente con una sonrisa cruzando su cara. — Buenos días, o algo así —susurró Dev dándole un suave beso a Lauren en los labios. Envolvió sus brazos alrededor de la pequeña mujer. — Buenos días, cariño —Lauren apretó a su vez a Dev, hundiéndose más en su abrazo. — Me quedé dormida. Lauren se rió. — Lo sé. Lo siento. Yo también caí rendida, si no habría venido a por ti. — ¿Preguntaron los niños…? Lauren agitó su cabeza y llevó a Dev del codo hacia el sofá donde ambas se dejaron caer con sendos gemidos. 388

— Ashley se chivó a los del Servicio Secreto de que estabas desmayada medio borracha debajo del árbol. Dev se rió golpeando al mismo tiempo el brazo de Lauren en broma. — Me quedé durmiendo —dijo en voz alta— Eso no es lo mismo que desmayarse. Necesito café —murmuró Dev. — Yo también. Traeré algo de café para las dos y unos zumos o algo así para los niños. — No tienes que hacerlo. Acabamos de sentarnos. Puedo esperar. — Por favor —Lauren rodó sus ojos conociéndola— Eres la mayor adicta al café que conozco. Además, si no consigo algo de cafeína para mí misma, me voy a morir. Y he oído que eso es realmente deprimente para la mañana de Navidad. — Gracias —Dev pasó su mano por los hombros de Lauren mientras se levantaban— Te quiero. Lauren hizo chocar sus caderas. — Yo también te quiero. — Se me hace raro no tener a Emma alrededor —comentó Dev sin estar todavía segura en dejar ir a Lauren. — Es verdad —admitió Lauren sonriendo cuando vio la cara de contenta de Ashley cuando descubrió un colorido bote de esmalte de uñas entre sus regalos— Pero la mujer deseaba tener unas vacaciones. No puedo creer que las enviaras a ella y a su hermana a hacer un crucero. Es tan dulce. No ha hablado de otra cosa en las últimas dos semanas. Dev se sonrojó y encontró algo interesante para mirar en sus pies. — Lo deseaba. — Lo sé —Lauren sonrió indulgentemente y le dio a Dev un pequeño empujoncito— Venga, haz algunas fotos y comienza a destapar regalos. Volveré con un poco de café. A lo mejor puedo sobornar a un par de agentes para que saquen a pasear a Princesa y a Gremlin. — ¿Un par? ¿Por qué no solo uno? — Todavía no se hablan.

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Dev la miró confusa. — ¿Los agentes? — No, Grem y Princesa. Lauren le parpadeó a su amante y muy despacio subió su mano para apartar unos mechones de pelo negro que iban en todas direcciones. — Entonces podremos buscar lo que Santa dejó para ti debajo del árbol. Dev miró a la rubia con ojos lascivos y enarcando sus cejas. Su voz ronroneó cuando presionó sus labios contra la oreja de Lauren. — Creía que ya había obtenido mi regalo anoche. Dev se ruborizó y luego dejó salir una risa vergonzosa. Miró a los niños que estaban perdidos en sus propios mundos de chocolates, juguetes, libros, y ropa. — Bueno, considera aquel regalo como un adelanto. — Si tengo suerte. La biógrafa le dio una palmada a Dev en el trasero y caminó hacia la cocina. — Confía en mí Devlyn —dijo sonriendo sobre su hombro—, las dos la tendremos. *** David llamó a la puerta de Dev por tercera vez. Eran cerca de las 11:00am, y Dev se suponía que los estaba esperando. El agente apostado en la puerta solo pudo encogerse de hombros. Había oído movimiento en la habitación muy pronto por la mañana, pero desde que sacó a pasear a Gremlin hacía ya varias horas, y lo había vuelto a llevar a la residencia presidencial, ni un maldito ruido. — ¡¡Dios Santo, David!! Abre la puerta —exclamó Beth. Sus brazos estaban llenos de regalos y el feo perrito que Dev les había dado como regalo estaba saltando nervioso entre sus piernas —Los chicos estarán levantados. No es como si fuéramos a encontrar a Dev y a Lauren desnudas en el sofá o algo así. — ¡¡Por supuesto que no!! —contestó David. Entonces hizo una pausa y comenzó a pensar realmente en lo que su mujer acababa de proponer.

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Beth rodó sus ojos y pasó por delante de David empujándolo. — Sigue soñando, pervertido. Eso nunca ocurrirá —Se acomodó un poco mejor los regalos y giró la manivela de la puerta— ¿Hola? —Se estiró y asomó la cabeza tímidamente por entre la puerta— Awwwww….debimos haber traído la cámara de fotos. El salón estaba abarrotado de papeles de regalo de colores por todas partes y Bing Crosby estaba graznando suavemente el “White Christmas”. Las luces estaban apagadas, excepto por las del árbol y, las esencias del pino, la madera quemándose en la chimenea y el chocolate llenaban el aire. David y Beth se movieron muy despacio por la habitación, y David se agachó para dejar al perrito en el suelo que, rápidamente corrió hacia el árbol de navidad y desapareció entre las montañas de papel y cajas vacías. Encontró un gran oso de peluche y se acostó a su lado cerrando sus ojos. Pero en seguida se percató de la presencia de Dev y enseñó sus dientes en un intento de gruñido furioso. Los McMillians se miraron el uno al otro con una sonrisa en sus caras. Dev está dormida en el sofá con un gorro de Santa en su cabeza y un jersey con las etiquetas colgando de su manga y cuello. Tomada en sus brazos estaba Lauren, roncando suavemente y vestida con una camiseta usada, un pantalón de pijama y unas botas de esquiar nuevas. Y ahí va el ¡¡¡ÚLTIMO!!! Los tres niños estaban dormidos y repartidos por diversas partes de la habitación. Aarón estaba medio escondido debajo del árbol de navidad y Beth tuvo que arrodillarse para poder verle la cara. Estaba durmiendo sobre una pila de papel de envolver chocolatinas con toda su cara y labios manchados. Christopher estaba acurrucado en una silla, con medio puzle terminado sobre su regazo y un coche de carreras a sus pies. Vestía una llamativa camisa hawaiana llena de etiquetas sobre su camiseta del pijama. Ashley estaba roncando más fuerte que Lauren y llevaba un par de gafas de sol y una gorra de baseball que orgullosamente decía “Voluntarios de Tennessee” en letras color naranja brillante. Sostenía flácidamente una Barbie en una mano y un peine en la otra. La rubia melena de Barbie estaba de punta hacia arriba. Gremlin estaba echado a un lado de la niña con Princesa tumbada sobre él. Unos ojos azules se abrieron perezosamente y Dev saludó a sus invitados con la mano con cuidado de no despertar a Lauren. — Feliz Navidad —susurró muy despacio apretando el abrazo de la mujer que dormía sobre ella antes de volver a cerrar sus ojos. 391

Beth y David depositaron sus regalos en el suelo, en frente del árbol. David sostenía a su mujer de la mano mientras buscaban un lugar dónde sentarse. Finalmente se echaron juntos en el suelo cerrando sus ojos. Había sido un mes muy duro con fiestas oficiales, visitando dignatarios, banquetes, champagne, vestidos y discursos. Ambos, Beth y David, dejaron escapar un suspiro contenido. Siempre les había gustado la idea que tenían los Marlowe de unas tranquilas vacaciones familiares. *** Lunes 27 de diciembre David miraba de reojo mientras Sharon continuaba con el informe matinal de la prensa. Esperaba que la habitación estallara en, aproximadamente, treinta segundos. David miró su reloj, preguntándose cómo Dev se las podía arreglar sin tener uno. “También es cierto que yo no tengo a Liza siguiéndome por todas partes e informándome sobre mi agenda cada cinco minutos”. — Y, finalmente, la Casa Blanca se complace en anunciarles el compromiso entre la Presidenta Marlowe y la señorita Lauren Strayer de Nashville, Tennessee. La Presidenta y la señorita Strayer se prometieron justo antes de las Navidades y se casarán en el estado natal de la Presidenta, en Ohio el próximo año. Todavía no se ha fijado una fecha oficial para el enlace. David sonrió ante el grito de asombro colectivo de la gente. Miró detenidamente mientras al grupo le tomaba un momento asimilar lo que Sharon acababa de decir. Entonces la habitación irrumpió en una ráfaga de preguntas. — ¿Quién lo propuso? —preguntó alzándose uno de los nuevos corresponsales de la CNN. — Una de las partes implicadas —contestó Sharon sin ningún tipo de emoción en su cara. Media habitación gimió mientras la otra mitad se reía entre dientes. Cuando Sharon respondió a la pregunta de aquella forma, ya sabían que no conseguirían mucha más información. Sharon siguió mirando sin inmutarse, deseando que Dev hubiera sido algo más explícito con la información para ofrecer. — La Presidenta y la señorita Strayer estuvieron en casa, en la residencia privada durante las Navidades —Levantó las manos a modo de defensa sabiendo lo que vendría después—. Lo sé, lo sé…. Si es posible, les daré más detalles en una próxima rueda de prensa. Un reportero del Washington Post educadamente alzó su mano, y Sharon lo señaló. — ¿Cuándo ocurrió esto exactamente? —preguntó. 392

Sharon miró al reportero y resistió la tentación de hacerse la lista. — Unos días antes de Navidad. Si es posible, les daré más detalles en una próxima rueda de prensa —repitió Sharon. — ¿Bajo qué circunstancias se hizo la proposición? —preguntó un hombre del Times mientras sostenía una grabadora en alto. — Las circunstancias bajo las que se llevó a cabo la petición son una cuestión privada entre la feliz pareja. Otro gemido de los decepcionados reporteros. Sharon se dijo a sí misma “Nunca vais a obtener ese tipo de información”. David sonreía ante las contestaciones escuetas de Sharon. “Chúpate esa”. Le encantaba la forma en la que Sharon manejaba a la prensa. “Eso es Sharon. Dales otra de tus famosas y mordaces respuestas”. Otro reportero del Boston Glove captó la atención de Sharon desde el fondo de la sala. — ¿Es ésta una forma de empuje de la Presidenta para legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo? “Ahh…una inteligente, pero inapropiada pregunta”. — Rotundamente no. Este no es más que un anuncio por parte de la Casa Blanca para mantener informado al público.— Sharon sonrió y miró hacia abajo al pódium, aunque no tenía ninguna nota que consultar. David se lo había contado tan solo unos minutos antes, explicándole que Dev estaba tan malditamente excitada que iba prácticamente gritándolo desde los tejados, así que era mejor que Sharon lo anunciara antes de que les salpicara. Sharon le asintió con la cabeza a un alto hombre negro que estaba al frente. — ¿Pasará la señorita Strayer a desempeñar las tareas típicas de la Primera Dama? ¿Y seguirá trabajando en la biografía de la Presidenta? Sharon metió sus manos en los bolsillos de su chaqueta y se alejó un paso del pódium. — La señorita Strayer continuará escribiendo la biografía de la Presidenta. Sobre lo de desempeñar las tareas como Primera Dama, será la señorita Strayer quien lo decida. — ¿Será la prensa invitada a la boda? — Sé que esto es algo muy excitante, y que han pasado cerca de cien años después de la 393

última boda de un Presidente, pero esto es tan solo el anuncio de un compromiso. Todavía no se han hecho planes de boda, así que la lista de invitados todavía no ha sido decidida. — ¿Seguirá la señorita Strayer viviendo en la Casa Blanca? ¿Se ha mudado ya a la habitación de la Presidenta Marlowe? — La señorita Strayer continuará manteniendo su propia habitación hasta después de la boda tal y como ha hecho desde que vino a principios de año. David sonrió cuando vio a Sharon terminando con el informe anunciando que atendería una última pregunta. — ¿Se ha decidido ya dónde irán de Luna de Miel? — Nada ha sido decidido todavía. Tan pronto como la Presidenta y la señorita Strayer quieran ofrecer más información sobre sus nupcias, y planes posteriores, se lo haré saber. Vayamos paso a paso —Sharon se movió hacia atrás y recogió sus notas— Que tengan un buen día Señoras y Caballeros. Les veré en el informe de las cinco. Con eso Sharon bajó de la pequeña tarima y se unió a David. Le sonreía mientras comenzaba a andar hacia el Ala Oeste. — ¿Podía haber declarado únicamente la guerra contra alguien? Podía haber estado mucho más preparada para contestar preguntas de ese tipo. David dejó salir una pequeña sonrisa. — Ah, Sharon, ya sabes cómo es Dev a cerca de éstas cosas y, más especialmente Lauren, que ama tanto su privacidad. La secretaria de prensa gimió, sabiendo que al final Dev y Lauren no responderían a las preguntas solo por fastidiar. — ¿David? — ¿Sip? — Quiero un aumento. *** Viernes 31 de diciembre Era tarde y juntas, Dev y Lauren habían acostado a los niños antes de volver al salón. Dev 394

tenía su mano dentro del bolsillo, sintiendo al tacto la cajita donde se encontraba el anillo. Se preguntó por milésima vez sí debería dárselo así, sin más. Dev estaba lo suficientemente pasada de moda como para querer que su mujer llevara un anillo de compromiso. Pero para su consternación, no estaba segura de cómo se sentiría Lauren sobre ello. Dev se había lanzado totalmente cuando Lauren le propuso en matrimonio. Se había emocionado, pero también lanzado. Todas esas semanas de preocupaciones y planes se había esfumando como una nube de humo por la tendencia natural en Lauren de cortar por lo sano. Ésta era una característica que Dev adoraba. Pero en esta ocasión en especial, la dejaba con que no sabía qué hacer con ella misma o con el anillo de su bolsillo. La cara de la escritora mostraba una sonrisa cuando aspiró la esencia a pino que flotaba en el aire. Los regalos ya no estabas debajo del árbol, pero Dev había insistido en mantenerlo hasta Año Nuevo. Quitarlo siquiera un día antes significaba que tendrían mala suerte durante todo el año próximo. Lauren agitó su cabeza por la sorpresiva superstición que provenía de tan tradicional familia. La Presidenta tomó aire calmadamente y trató de reunir todo su coraje. “Solo porque Lauren quisiera casarse no quería decir que quisiera llevar un anillo”. Sonrió y apretó más fuerte la cajita. — ¿Lauren? Habían pasado años desde que Lauren había tenido un árbol en Navidad, y era incluso vergonzoso lo feliz que le hacía sentir ésta simple tradición. — Mmmm…..tan bonito —se giró hacia Dev y extendió su mano, entrelazándola con la de Dev y tirando de ella para hacerla sentarse juntas en la alfombra junto al árbol.— ¿Qué pasa? — Ahhh…—la mente de Dev se quedó en blanco por un momento, y los músculos de su cara se tensaron por el nerviosismo. Sabía que era estúpido, incluso cuando no estaban prometidas. Pero aun así… el momento estaba tan cerca que deseaba que no llegara nunca. Se humedeció los labios y se aclaró un poco la garganta— ¿Recuerdas cuando te dije que estaba trabajando en lo más importante que había hecho jamás, y que tan pronto como pudiese tú serías la primera en saberlo? — Claro —Lauren se acercó un poco más, su curiosidad picándola. Pero los pensamientos de aquella tarde y su fea pelea la entristecieron internamente. Entonces y allí, a pesar del hecho de que faltaban bastantes horas para la media noche, Lauren hizo su propósito de Año Nuevo. Aunque se admitió a sí misma que era más un voto que un propósito. Se le había dado la extraordinaria oportunidad de ser feliz junto con Dev y sus hijos y ella iba a hacer todo lo posible porque siempre fuera así. Nunca había tenido mucho que ganar o que perder. Se prometió que cuando las cosas se pusieran feas, y sabía que sucedería, las enfrentaría y las

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solucionaría con el conocimiento de que la recompensa sería mayor que el sacrificio. “Guau. ¿Quién me iba a decir que al estar enamorada me volvería tan profunda?”. Dev le dio la vuelta a la mano que estaba sujetando y le puso la cajita en el centro de la palma de Lauren curvando sus pequeños dedos sobre ella. — Bien…. Te quiero. Y eso es todo —Dev no estaba segura de cómo explicarse, así que farfulló nerviosamente mientras la mirada de Lauren iba de la cajita a Dev y otra vez de vuelta a la cajita— Tenía esto preparado para ti —se mordió el labio mientras Lauren, sorprendida, la abría— Eso es lo que me llevó tanto tiempo…Yo…um…espero que te guste. Lauren miraba estúpidamente el anillo, demasiado sorprendida para siquiera fijarse en los detalles de éste, mientras su cabeza procesaba exactamente lo que simbolizaba. “La cosa más importante que he hecho nunca. Oh, Dios.” Su mirada se alzó para encontrarse con la seria cara de Dev. — ¿Ibas a pedirme en matrimonio? Dev asintió con la cabeza. — Sí— dijo despacio. Lauren sintió un hormigueo por el estómago. — ¿Y la noche en que nos peleamos y tú te marcharte para ir a la reunión que no podías contarme? La Presidenta posó una mano sobre la pierna de Lauren. — Oh, cariño, eso no tiene importancia —señaló con su barbilla en dirección al anillo— ¿Puedo ponértelo en el dedo? Cuando Lauren no contestó Dev comenzó a acercarse a la cajita. Lauren agarró las manos de Dev parando su movimiento. Su voz era bajita y áspera y asustó a Dev con su tono. — Lo siento tanto. Dev miró la cara de Lauren sin entender realmente si ella estaba aceptándolo o rechazándolo. Su corazón comenzó a latir fuertemente contra su pecho cuando vio las lágrimas en los ojos de Lauren. Inmediatamente las apartó con la yema de sus dedos. “¡Maldita sea!, está intentando no decepcionarme. Si hubiera querido que intercambiáramos anillos, me habría dado uno, ¿verdad?”. Dev se forzó a continuar, dejando a un lado su decepción. 396

— ¿El qué sientes? — La pelea. Las cosas se nos fueron tanto de las manos. Si yo hubiera sabido… — Alto —La Presidenta la interrumpió tomándose unos segundo para dejar escapar lentamente el aire de su boca. De repente Dev se dio cuenta. “No está rechazándolo. Al menos todavía no”. Sonrió y con mucho cuidado cogió el anillo de la cajita que todavía sostenía Lauren en su mano — Cariño, si lo hubieras sabido —tomó la mano izquierda de Lauren entre la suya y le deslizó el anillo por el dedo— no habría sido una sorpresa, ¿no es así? —Entonces aguantó la respiración y esperó. Lauren jadeó cuando le echó un buen vistazo al anillo. La banda de platino era tan ancha que casi le llegaba al segundo nudillo. En el centro tenía incrustada una esmeralda rectangular enorme con cuatro diamantes en cada una de sus esquinas. Las luces parpadeantes del árbol se reflejaban en la oscura y verde piedra. — Oh, Devlyn —Lauren cerró la mano en un puño y la levantó un poco para que las luces se reflejaran en los diamantes— Es precioso —dijo emocionada pasando su dedo índice sobre el anillo. — Me alegro de que te guste. Quería algo tan bonito y especial como tú —dijo Dev haciendo una mueca y leyendo la mirada de felicidad en la cara de Lauren sabiendo que ahora mismo ella tenía la misma expresión— Y como tú, lo es éste anillo —hizo una pausa— Uh… ¿está bien?. No estaba segura si querías llevar uno —Lauren la miró con una expresión de tanta adoración que Dev sintió el calor subir a sus mejillas. — Si, lo llevaré —Lauren se pasó un mechón rubio por detrás de la oreja para poder examinar mejor esa preciosa pieza de joyería—. Nunca antes he llevado uno —Levantó la mirada hacia Dev— Le dije a Judd que era porque no me gustaban los anillos. Pero era mentira —Lauren levantó un hombro y giró su atención hacia el árbol cubierto de bonitos adornos—. Supongo que no sentía como que aquello iba a ser para toda la vida. Y tampoco estaba lista. — ¿Y ahora?— preguntó suavemente Dev. Lauren sonrió abiertamente. — Y ahora no puedo predecir el futuro tan bien como lo hice entonces— Cogió la mano de Dev y la apretó contra su pecho, directamente sobre el corazón— Pero puedo imaginarme amándote —sonrió cálidamente—, y aún más a tus hijos. La Presidenta rodó un poco el anillo de Lauren.

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— ¿Te viene bien? He tenido que imaginar la medida del anillo. Podemos hacer que te lo ajusten si es necesario. Lauren estaba a punto de secarse las lágrimas que brotaban de sus ojos y que amenazaban caer por sus mejillas. Pero eran lágrimas de felicidad y con una maravillosa sensación las dejó correr. Movió el anillo con su dedo pulgar. Le bailaba un poco, pero no lo suficiente para que se le cayera. — Es un poco grande —unos ojos verdes encontraron los de Dev— Pero está bien ¿verdad? Siempre he oído que los dedos se hacen más gordos con la edad. Así que este estará bien ya que no tengo la intención de quitármelo jamás. — Vale, pero… Los ojos de Lauren de repente se abrieron. — ¡Mierda!— exclamó fuertemente haciendo saltar a Dev. — ¡¿Qué?! — Se suponía que debía haberte comprado un anillo ¿no es así?— Lauren agitó unas manos al aire en señal de disgusto. — Ni siquiera…Oh Dios, no pensé… Dev sonrió mientras la rodeaba con sus brazos. — Cariño, el anillo no es la parte importante de la petición de matrimonio. Lo son las palabras. Y tú tuviste el coraje de decirlas. Eso es todo lo que importa. Y lo que a mí me importa es que cuando suba al altar, tu estés ahí. Lauren la agarró de la camiseta y la atrajo para besarla profundamente. Cuando el beso terminó y se separaron, una enorme sonrisa brotó de la cara de Lauren. Tomó la mejilla de Dev con la mano y la miró directamente a esos preciosos ojos azules viendo el espíritu que la había capturado completamente. — Eso es algo de lo que no tienes que preocuparte, cariño. Estaré allí. FIN

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