Schaeffer - Por Que La Ficcion

March 29, 2017 | Author: Macue De Zan | Category: N/A
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Por qué la ficción...

Description

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Jean-Marie Schaeffer

iPor wri

- la ficciñn?

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DES(HlDENES BlBLlOTECA DE ENSAYO

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3i

\bLENGUA DE TRAPO

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Traducción de José luis Sá11c/1ez-Silva

www.lenguadelrapo.com

Diseño de colección: Rafa Sañudo - B. Oberhageman11 / RaRo SL 1'ítulo del original francés: Pourquoi la f'iction?

Índice

Esta obra ha recibido la ayuda dr.>l P. /\.. I~ GARCfA J_,onC1\, _Prograina de Publicaciones del SerYicio de ( 1ooperaci6n y de Acción Cultural de la E1nbajada de FranclA. en Espafia y Oel I\linisterio de Asuntos Exteriores francés.

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Esta obra ha sido publicada con la ayuda de la J)irección (}eneral del Libro, Archivos y _Bibliotecas del .IVUnisterÜ) de Educación, Cultura y Deporte.

Preámbnlo ................................ . L ¿Qnién teme a la imitación? ............... .

IX 1

L Del lobo imitador al lobo virtual, L 2. Platón 1: del vhacer,, al «hacer-co1no-si", 14. 3. Platón 11: ünitar y conocer, 22. 4. Las dos genealogías de la irnitación hídica, 31. 5. Platón a pesar de todo, 36.

II.

l\1í1nesis: i111itar, fingir, represe11tar y conocer ..

41

l. De un e1nbrollo secular, 41. 2. :rvlin1etisn1os, 44. 3. IJe la semejanza a la ünitación, 62. 4. De la ünitación al fingimiento, 73. 5. De la r('presentación a la representación mi1nética, 84. 6. La 1nímesis con10 n1edio de conocimiento.

100.

III. La ficción ............................. .

© Éditions du Seuil v .Jean-Marie Schaeffer. 1999 ©de la traducción: José L,ui_s Sánchez-Silva. 2002 ©EDICIONES LENGUA DE TRAPO SL, 2002 Tel.: ( +34) 914110248 \VINVi'.lenguadetrapo.co1n

Correo electrónico: info@len gt1adetrapo.con1 Reservados todos los derechoi::; ISBN: 84-89618-89-5 Depósito legal: T0-1084-2002

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l. In1itación, engaño, fingimient.o y ficción, 115. 2. La filogénesis de la ficcióv: del finginüento lúdico con1partido, 128. 3. La ontogénesis de la co1npetencia ficcional: de la nutoestimulación min1ética, 148. 4. La inmersión ficcional. 163. 5. l\1odelización ficcional: ficción y referencia, 182. .

IV De algunos dispositivos ficcionales .......... .

216

1. Juegos, ensoñaciones y arte, 216. 2. Vectores y posturas de inmersión, 228. 3 ..El relato de ficción, 245. 4. La ficción teatral, 256. 5. Representación visual y ficción, 269. 6. El cine, 281. 7. Ficciones digitales, 292.

V. Conclusió11 .. Bibliografía ................. .

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Jn1prirne: R.nR.o I'rodneciones SL 11npreso en España

Queda prohibida ter1ninante1nente la reproducción total o par('ial de estt1 nhra sin previo f'nnsent in1ip11i r) por escrito de ln editorial

VII

Preámbulo

producció11 de la joven en cueslió11 -, pues, si (al n1e11on provisional111ente) dejamos de lado el bocho de que Lara Croft es el personaje de un juego en vez del de un reluto (diferencia que pone al descubietto un aspecto interesante de las ficciones digitales), sólo se distingue de sus ancestros no digitales en que ha sido «generada» por un código digital, mientras que aquellos ftteror1 creados ~y lo so11 aún·-- a través del le11guaje (en el caso de Julien Sorel), a través de una impresión fílmica (en el caso de Indiana Jones) o gráficamente (en el caso de Scooby-Doo). En lo que se refiere a su estatus ontológico, Lara Croft no es ni máo ni menos «Virtual» que cualquier otro peroonaje imaginado. El hecho de que se trate de un personaje de ficción encarnado en una simulación digital de secuencias fílmicas no afecta a su estatus -lo que demuestra que hl iíq;i.:ín tos de la posición antin1i1nética et:>tár1 ligados a ·una inco111pre11sión 1>rofU11da de lus aclivida 1ni1uélicasi con10 testi1no-

nia especial1ne11te_ J~ f!~1~~lga1na (i_1~~!(!_io_s?) ~~1tre ft.~ción e

ilusión engaños¡¡. Al mis1i10 tiempo, la ficción está atrapa.da en el debat~ entre el filósofo y el sofista, debate en el que aquella sólo puede ocupar el lugar del perdedor: ¿quién qt1erría ocupar el puesto del «In.al vallo); solista? Asirnis111oi habrá que intentar comprender los motivos de preocupación subyacentes a la polémica, pues Sil virulencia no puede ser explicada por el mero enfrentamiento entre dos dispositivos discurnivos, el del filósofo y el del sofista. Mi l1ipótei:;is será que esas i11quietudes obedece11 a un fundamento n1ás «osct1ro», ligado a t111a co11cepciór1 particular de la genealogía de las actividades de simulación. Ahora bien, esta co11cepció11 puede er1seüarnos co.sas i111portantes ---si n9.spbre qué es la ficción, al n1enos t>ulJre lo que 110 es-. ·. '.l. ,La noción de ficción hace surgir inmediatamente las de i1nitación, firtg·in1iento, ~irnufación, si111ulacro, representación, semejanza, etc. Ahora bien, aunque todas esas nocio11es desernpeñau un papel i1nporLa11Le en 11uestras distintas formas de hablar de la ficción, raramente se utilizan de i11anera u11ívoca. 11or tanto, 110 es e11 ab,soluto sorprende11te que la 111is1na nociór1 de ,,ficcióun sea ir1aprensiblc. J)e al1í la i11lportancia de 1n1a clurifieaciún nocional: Est?t debería permitir resitm1r la ficción en el conte:x:to global de - nuestras i11a11eras de represe11tar el n1n11do y de i11teract11ar Co11 él. (;01110 es obvio, este artálisis constituirá un punto neurálgico del presente trabajo, en el sentido de que todas las consideraciones r1líe1·iores dependerán directamente de él. -3¡ Muchas especies animales han desarrollado capaci-

d8."des n1in1éticasi y no pocas SOI1 car.iaCCS de po11er los n1ecanis111os n1i111éticos al servicio de acloi:; de fing"in1ie11to (serio). Por otra parle, u1ucl1as et1pecie;:; de i11a111íferos son

capaces de desviar ciertas actividades motrices de SHS fonciones primigenias para producir con ellas simulacros lúdiXVII

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sentacionales: esta categoría no podría constituir el fundamento de una teoría general de las artes. Sería tan abusi-

cos: basta con observar a los cacl1orros cuando se pelen11 entre ellos o con sus padres. Pero la especie hnmana parece ser la ú11ica en l1nher desarrollado u11a aptitud para prod11cir y «const1n1ir» ficciones en 01_ Rentido canónico del térrni110, es decir, reJJresentacioncs ficeionnles. Aristóteles ya sefialó que el l1on1b1~e era el Anilnni h11it.ndor por excel0ncia y que esa disposició11 naturnl era la base de In i11venció11 de la ficción: ((ln1itar es connaturn] a los hon1hr0s y se 111a11ifiesta desde su infAncia ( IC'I hnrnbre se ara e111pezar, se trata de un soporte~ sc1niótico t111iversal: cualquier señal puede ser digifolizarla. Esto significa que la traducció11 de tu1a infor1nnción cnnlquicra nl lenguaje bi11ario

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del ordenador puede corresponder a transformaciones muy diferentes según la infonnación inicial ele la que se trate. Puede tratarse de la transíi:)rn1nción de una i11forn1ació11 n1imética e11 tina iníor1naeiún digital: es lo que ocurre en el caso de la digitalización de un cundro. R dP inf(irn1ncicín porq11e es de naturaleza djgital. _Esto pndrü-1 hncf'r cre0r que \o:=; otros v0hfculos de inforn1nción son todos de 1111tura!ezn ant1lógir:'rt y qne el código binario itnplica el paso del anRlúgico al digilal (en f)l presente contexto, 'nnnlógico' no significa '1nin1ético': una 8eñal analógico PR unrt sef'ial conhnua, tnientras que una sPfial digital PB di:::contlnnn l. ;\hora bien, Pl código infor1nático binario evidenteinente no es el ünico código digitnl que los ho1nhrcs han desarrollado. Las lenguns nntnrnl0s, por ejen1plo, tn1nbién son sistemas de signo,s digitnles, ni n1Pnos si la hipót-('sis sriussurinn:i es cnrrect.a, es decir si sus elen1entos últin1ns. vri sen Pll el nivel font"'tit:o, sintáctico o se1nántico, ~·eposan sobre 1111 p1-in~ipin (}(" opnsirión difercncinL El ejcn1p}o de las lenguas den11H~sfn1 tnnihiPn r¡ne no hay que confundir «digital» y "binario": un siste1nn cligitnl no está necesnrinn1Pnte bnsndo en una oposición binRrin. es del'ir qnP sns 0l011H-1nlns Líltin1ns no son nf'c_~esnrin1ncnte dos,

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mente su carácter universal); un escáner trata exactamente de la misma forma una fotografia y una página escrita. Sólo en un segundo tiempo, y gracias a un programa de reconocimiento alfabético, las marcas en forma de píxeles extraídas de las páginas de texto serán recodificadas para poder ser tratadas como signos lingüísticos. Evidentemente, el punto de partida también puede ser una señal ya digital. Es lo que pasa cada vez que introduzco letras o cifras con el teclado: a cada letra o cifra (y más generalmente a todo símbolo digital del teclado) corresponde una combinación binaria dada (por ejemplo: 00101111010). En este caso, la codificación binaria funciona en relación con la escritura alfabética como esta funciona en relación con la lengua oral, es decir, se trata de una metacodificación digital de un código ya digital. De una manera general, una gran parte de la codificación informática es de hecho una metacodificación de informaciones ya tratadas, bien miméticamente (imágenes), bien digitalmente (textos, informaciones digitales). Contrariamente a las apariencias, la fotografía digital-que hay que distinguir de la digitalización de imágenes creadas gráficamente o fotográficamentetiene, por ejemplo, estatus de metacodificación. En efecto, la codificación en píxeles que efectúa el sensor electrónico se basa en una inforrnación que ha sido tratada con anterioridad, con vistas a ser ex1)lotada como figuració11 rnin1ética,

dado que el flujo de fotones ha sido centrado por el objetivo y que el sensor constituye el plano de proyección de ese flujo centrado. Incluso en las imágenes de síntesis existe, en general, un nivel residual que pertenece a la metacodificación, ya que muy a menudo se parte de modelizaciones miméticas de los objetos a representar. En un segundo tiempo, esas modelizaciones serán transformadas en un conjunto de coordenadas de puntos de superficie a partir de las cuales el programa construirá los polígonos -estos polígonos constituyen los datos de partida del trabajo de elaboración de la imagen de síntesis propiamente dicha-. La segunda característica esencial de la codificación digital reside en su reversibilidad, ya que es capaz, no sólo de codificar cualquier infor1nación, sino de restituirla a continuación a su forma origí11al. E~n esto, 11na vez 1nás, hay un parentesco 9

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La tesis de Wiltgenstein es a 1uenuié1nlo u11a ficción. l!::sto vale ta111biér1 para &1 terreno de lut1 re-pret>enlaÍute~::>is de iinúge11es para reulizar el retrato de una persona real; el eslalns sen1iótico dt: etie. retrato tierá entonces exactu111e11te el rnis1no que el tle uu retralo pictórico, es decir, se tratará de un sig·no icónicu que represe11ta a una persona real. Del n1is1nu rnodo, Hna ftJtogl'afía digital tiene el n1ü:;n10 e::;tatus que 1a futografía ,,tradiciuuL.tl"; ~e trata de un indicio icónico causado por lo que repre::.:H::uta, incluso si, e11 este caso, los fütoncs no aclLÍau solJre u11 ag·e11te qLtÍ11lico sino sobre lU1 senso'r e'leclróníco. i\ vece::; ::;e dice que la especifídad } y s1:1 din1ensión transct1ltural; se quiera ' o no, los v1d~0Juegos han maugurado la época de los juegos de rol planetanos. Por otra parte, la etapa digital del desarrollo del ide_al ~imético permite reunir en un único soporte de comumcacwn el COI~Junto de las técnicas ficcionales que hasta ese momento estaban ligadas a medios diferentes entre sí. Finalmente, corno tendremos ocasión de ver Jos dis- 1 positivos ficcionales digitales transforman ciertas m~dalida­ des de _la ficción como la hemos conocido hasta el presente. Pero nmguno de estos desarrollos pone en cuestión la distinción entre ficción y veracidad referencial, entre simulacro Y realidad, entre apariencia ilusoria y ser, etc. Las ficciones digitales corresponden a usos específicos de la herramienta digital que no enturbian más la distinción entre el «Simulacro" y la «realidad,, de lo que la ficción verbal pone en cuestión _la distinción entre lo que se dice «de mentira,, y lo que se dice «de verdad". En ambos casos -ficción digital y ficción verbal-, la efic~cia de los dispositivos imaginativos, lejos de poner en peligro estas distinciones, presupone su validez. En resumen, para desdramatizar los debates actuales sobre la revolución cibernética, basta con contemplarlos desde una perspectiva histórica. Incluso se puede retroceder más de lo que yo lo he hecho hasta ahora. De hecho, la situación histórica acttial se f)arece extraña1ne11te a la que vio nacer el argumento 01iginario dirigido contra ]a ficción, es decir, a la 73

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podría sobrentenderse del análisis esbozado más arriba, el ciclo del desarrollo de las técnicas miméticas inaugurado por el Renacimiento no es el primer episodio de este tipo en la historia occidental. Hubo al menos un precedente en la Antigüedad. Desde mediados del siglo V, aproximadamente, se produjo en efecto u11 verdadero acceso de fiebre 1ni111ética en Grecia, tanto en teatro como en pintura: desarrollo del drama realista de Eurípides (480-406), invención de la perspectiva lineal y creación de bastidores teatrales ilusionistas, invención del degradado por Apolodoro de Atenas (hacia 420)', pintura naturalista de Zeuxis, psicologismo expresivo de Parrhasios ... Ahora bien, este precedente corresponde precisamente a la época de Platón. Lo que es válido para la denuncia de la «cibercultura" también puede aplicarse a este caso: si no la situamos en el marco del desarrollo de las técnicas miméticas en la época del filósofo, la virulencia de la ofensiva platónica no puede con1prenlótelus ::;e i·cdlere al n1is1no fe11ó1neno, sólo que, contrariarnenle a fJlu.l.ón, le rt~conoce u11a relevancia cognitiva posiliva 8 • Igual que la i111itació11fi11gin1ie11lo, aunque por otras razoues, pfobable1Y1e11te los hechos de aprendizaje poi· imitación e,;lén, por tanto, en el corazón de nuestro pmhlema. Para poder 11aLlar dos expre::>iones se refiL:r011 al nü~;rr10 tipo de aprendizaje. La pri1nera pone tle relieve el 1nudu Lle udquitüciún (por ubse1vación y no 1nedü.u1Le cúk:ulu rutíunal o 1nedia11le ensayo y error), nüentra::> que Ja segunda ,se fija en el hel'.ho Je que los i11itue1nas son unidades i.:ognilivas de naturaleza social y 110 individual. 6 Ver página 1'1, nota 4.

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que yo vea trabajar a mi vecino para deshacerse de las malas hierbas de su jardín, me produce deseos de iniciar Ja misma actividad; pero Ja forma en que la llevo a cabo es decir mediante una bina errática y en función de la m~la hierb~ encontrada (soy reticente a deshacerme de los vegetales en flor, lo que hace mi bina particularmente ineficaz), obedece a un plan que me es propio y reposa en una interpretación mny laxa del princi pío: «Lo mejor es enemigo de Jo bueno"; esto no tiene nada que ver con el plan endiabladamente eficaz, inspirado por Atila y desarrollado por Monsanto, que aplica mi vecino, el bien llamado Round-Up. Pero existe un segundo tipo de réplica observacional en que el comportamiento observado no se limita a desencadenar una actividad del mismo tipo, sino que el desarrollo mismo del comportamiento inducido es un calco del que ha funcionado como réplica. Hay nna edad en la que los niños no sólo tienden a entregarse a las n1is1r1as actividades que observan en los de1nás niños, si110 que ade1nás tie11de11 a calcar el cor1junto de la secuencia comportamental (por ejemplo, dar de comer a la muñeca) del comportamiento observado, cuando en su repertorio comportamental disponen de otros escenarios alternativos al que imitan (evidentemente, hechos del mismo tipo se producen en la vida adulta). A diferencia de lo que ocurre en los mecanismos innatos de activación, e11 los que el vínculo e11tre las dos actividades no es lo bastante selectivo como para que pueda hablarse de un proceso de imitación, en los dos tipos de réplica observacional que acabo de distinguir, el comportamiento al que se parece la actividad inducida desempeña un papel causal (el vínculo entre las dos actividades es selectivo). Pero, en el primer tipo, ese papel causal de la actividad inductora no determina el desarrollo de la aclividad indncida; incluso si el desarrollo de la actividad inducida se asemeja a la actividad inductora, no es causado por una imitación de esta. En el segundo tipo, en cambio, la causalidad actúa también en el nivel de las semejanzas entre las secuencias comportamentales y, si el comportamiento inducido se parece al gancho, es porque imita la secuencia comportamental de ese gancho.

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la elección con1portnrnentnl o c11h11inar en Ja in1it:=ició11 de un comportamiento cuya es1rucl.1ira general yn forma parte del repertorio del que imita. El hecho de que la adquisición deba ser cansada por la itnit.ación no significa que esta sea necesarinn1ent.e su úilica causa; podría oe1Jrrir que Pst.a nctivase u11a cn11acidnd innata -y, por tanto, virtualmente existente-, pero que sólo p11diese clesarrollnrse a través de aprendizajes por observació11. El ejen1plo 1nás conocído de u11a aptitud in11ata que ~ól? se_ ~esarrolJa a través de un proceso_ de 8:pre11dizaje por 11n1tac1on es la con1peter1cia lingüística. J~11 efecto, es sabido que e] aprendizaje lingüístico descansa 011 nptitudes innatas. Es el caso) especinln1ento, de la discrin1inación fonética. Los trabajos de Jacqnes Mehler han puesto de manifiesto que, desde el p
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