Santa Teresa de Jeús y la espiritualidad ignaciana

February 11, 2018 | Author: gzlezmari | Category: Ignatius Of Loyola, Teresa Of Ávila, Society Of Jesus, Mysticism, Autobiographies
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Descripción: artículo del P. Ignacio Iglesias...

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Santa Teresa de Jesús y la espiritualidad ignaciana

I

Escribo por agradecimiento a la Santa. Agradecimiento personal y me atrevo a decir que corporativo. Si ella manifestó reiteradamente su gratitud a la Compañía de Jesús hasta llegar a afirmar:

"Porque ellos (los ¡eSllitas)

SOIl

mis padres y a quiell después de Naestro

Seliof debe mi alma todo el bien que tiel1e J si es algtmo }>',

hoy me atrevo, en nombre propio y en el de muchos jesuitas, a agradecer a Teresa de Jesús el haber de mil maneras alimentado, desde su experiencia de Dios, nuestra propia respuesta y, usando su propia expresión .. haber criado mi alma-'. No pocos jesuitas nos hemos reencontrado una y otra vez en mil rincones de sus páginas . Ya los propios confesores jesuitas de la santa, testimoniaron que el influjo y la ayuda no fue sólo en una dirección, de ellos a Teresa, sino también al revés '. Se me ha impuesto la necesidad de acotar el tema más modestamente o menos pretenciosamente de cuanto reza el título. Mi objetivo es detectar qué le resuena a un jesuita, desde su cono· cimiento y experiencia de la espiritualidad ignaciana, cuando se aproxima a la figura de Teresa de Jesús, a su vida y a sus páginas. Concibo, pues, mi labor como un paseo de zahorf. que recorre, péndulo en mano, el campo frondoso de los textos de la santa, de .. teniéndose allí donde el péndulo se enfurece porque ha entrado en la misma longitud de onda. Confieso que esto me ha pasado, ahora y antes, muchas veces. Me limitaré a unos cuantos núcleos que considero más fundamentales. 1 El texto original de este ürtfcu lo tomé [a Parroquia de S. Franclsco de BorJa y la organIzó en ocasIón del IV Centenario de la diciembre 1981. :¡ Cta. 11, 2. Obras Completas de Santa

,

forma de conferencia en el programa que Congregación de Matrimonios da Nazaret muerte de Santa Teresa. los dras 1·3 de Teress, BAC, 7.D edicIón.

lb. 3.

, P. FRANCISCO RIBERA: Vida de Santa Teresa de Jesus, nueva edición por el P. Jaime Pons, Barcelona 1908. pág. 136.

VOL.

54

MANRESA

PP.

291-311

29:2

IGSACIO ICLESIAS , S. l.

Al destacar estos puntos no pretendo afirmar que santa Teresa sea en ellos deudora de [a espiritualidad ignaciana y mucho menos deudora exclusiva. Es empresa casi imposible determinar [as transferencias que hayan podido producirse entre ambas espiritualidades. Sobre todo, porque [a relación, amplísima y profunda, ue Teresa con [a espiritualidad ignaciana no se ha hecho a base de textos, sino en e[ encuentro verbal, en e[ trato personal con nurnerosos confesores y directores jesuitas, de una forma vita[, en e[ discernimiento diario sobre lo concreto de una historia -la de Teresa- riquisima en experiencias divinas y humanas alternantes. En Teresa han desembocado raudales de experiencia de Dios vivida por muchos otros hombres: carmelitas, dominicos, franciscanos, jesuitas, sacerdotes, seg[ares ... situados por e[ Señor como mensajeros precisos en momentos precisos de su vida. Así [os ha visto ella. Y se ha dejado ayudar por ellos con una soberana obediencia a Pios, hecha también de una soberana libertad frente a sus instrumentos. Incluso cuando [a relación con éstos viene descrita por ella misma en términos de amistad e intimidad ["muy buen amigo mío» ... l, nO se crean "dependencias ... Por encima de su humildad y como inseguridad, con que busca someter a .. letrados» sus escritos y abrirles su propia vida, y con que se declara permanentemente alumna siendo maestra, sorprende [a [ibertad frente a [os mismos, asi como la ingenua humildad con que pondera su propia doctrina, que no es suya, sino del Padre que esta en los cielos_ Como cuando titula:

f{prosigue la mesma materia de decir las gl'alldes mercedes que el Señor la ha hecho. De algunas se puede tomar harto buena doctrinal que éste ha sido según ha dicho) su prillcipal intento) después de obedecel'l poner las que son para provecbo de las almas. Con este capítulo se acaba el discurso de Sil vida que escribió. Sea pan; gloria del Señor] Amén» '. l

Su fuerza en su propia experiencia, [a seguridad sentida de la presencia y [a acción del Espíritu. La intervención de [as docenas de confesores, directores y letrados consultados y oídos en [argas conversaciones, servirá a encaminarla y orientarla hacia ese Espíritu. Es precisamente esta fuerza -[a experiencia- una característica fundamental común a Teresa y a Ignacio de Loyo[a, esas uos vid~s paralelas. Sólo confrontando vidas (experiencias concretas del Espíritu), se pueden comprender mejor [as "espiritua[idades .. , como realidades sobre [as que se conceptua[iza, se discurre, se hace teología. Los hombres de [a Compañía de Jesús que habrán de entrar en contacto con Teresa de Jesús, o son hijos espirituales de Ignacio de Loyo[a (así Francisco de Borjal o de alguno de sus más directos discípulos y amigos personales.

~

Vida c. 40 .

3

SANTA TERESA DE ]ESUS y

l. -

LA ESPIRITlI,\UDAD

IC:-;AC IA~A

293

TERESA E IGNACIO DE LOYOLA

Cuando Teresa viene al mundo, anda Ignacio de Loyola bien cerca, por tierras de Arévalo, a sus 24 años, paje de D. Juan de Velázquez de Cuéllar, Contador mayor del Rey Fernando el Católico. Con toda probabilidad, por entonces visitó Avila. Y con Avila volverá a encontrarse en los papeles , cuando cuarenta años después, ya General de la Compañía, escribe nombrando a Franci sco de Borja, Comísarío con autoridad de General en las cuatro Provincías españolas; quien, apenas nombrado, autorizó la fundación del entonces colegio de San Gil en Avila. Sus vidas, la de Teresa y la de Ignacio, van a discurrir muy diversamente, en paralelo. Sólo se encontrarán, para la Historia, años después, cuando en una misma ceremonia, sean reconocidos por la Iglesia como santos (1622). Sin embargo, hay no pocos elementos (circunstancias extrínsecas unos, convergencias y sintonías espirituales otros) que merecen ser estudiados o al menos destacados, porque son ilustradores y en cierto modo típicos de cómo el Espíritu del Señor actuaba en la Iglesia de aquel siglo, cultural y religiosamente explosivo. Convergencias por ejemplo, que van desde lo más extrínseco de sus vidas a lo más exquisito de su espíritu. A ambos tenemos acceso hoy a través de sus escritos, de su doctrina y pedagogía de oración, y de sus Obras -el Carmelo-La Compañía-o que tienen de común un cierto modo revolucionario de plantear la vida religiosa. Ambo~ nos han legado un rico caudal autobiográfico (La Vida, las Fundaciones, Cartas, santa Teresa; la Autobiografía, el Diario, l as Cartas, S. Ignacio). escrito por obediencia o a requerimiento ajeno con expresa conciencia de narrar la obra de Otro, .. refiriendo a Dios todas las cosas .. ' y por motivo de hacer bien a otros, como un servidor' - '.

Por encima de las evidentes y grandes diferencias literarias (Teresa es escritora, Ignacio, no; Ignacio dicta, Teresa escribe ; Ign acio narra, Teresa además revive y enseña; Teresa concluye prácticamente su obra y su vida, Ignacio la deja a las puertas de a S. IGNACIO. Autobiografía. Pr6logo. 1. 7 Vida. Prólogo, 2. • Sea bendito por siempre, Que tanto me esperó. a quien de todo mi corazón sup lico me dé gracias para que con toda claridad y verdad yo haga

esta relación que , mis confesores me mandan. y aun el Señor sé yo lo quiere muchos

días ha, sino que yo no me he atrevido: y que sea para gloria y alabanza suya, 1 para que de aqur adelante. conocIéndome ellos mejor. ayuden a mi floqueza para qu~ pueda servir algo de lo que debo al Señor. (1 Quien sIempre alaben todas las cosas. Am en~. 8 S. Ignacio. Autobiografía. Prólogo, 4... Mas. ven ido el P. Nadal, holgándose mucho de 10 que estaba comenzado, me mandó que Importunase el Padre, diciéndome mue has veces que en ninguna cosa podra el Padre hacer más bien a la Compañía que en hacer esto, y que esto era funda r verdaderamente la Compañía y a nsf é l mismo habló al Padre muchas veces , y el Padre . me dijo que yo s e lo acordase como se acabase el ne o gocio de la dotación del coleglo-,

294

IGNACIO IGLESLAS, 5.1.

4

Roma), hay grandes coincidencias en este .hacer memoria", y un profundo paralelismo en ambos procesos de entrega. Notemos brevemente algunos aspectos. Una parecida base familiar de profunda raigambre cristiana, y esa zona de vanidad juvenil simbolizada en la curiosa coincidencia de la afición de ambos a los libros de caballería con que alimentaban sus sueños (ambos son grandes soñadores), dan paso, -precisamente en gran parte a través de su misma afición a la lectura, ocasional o dirigida-, a un progresivo descubrimiento del Señor y a un interesarse por El. Paralelismo en la fase de purificación, que sigue como dolorosa confrontación de espíritus, que ambos resuelven por recurso a la oración y a sus confesores, a los que ambos se abren con absoluta transparencia ("tratando con él con verdad y llaneza" ' , "como a su confesor solía decir lo· que hacía muy menudamente " l. La riquísima experiencia de Teresa sobre sus confesores, de los que no siempre fue entendida y ayudada, pero a quienes juzga con tanta comprensión como libertad de espíritu, concluyendo la conveniencia de que sean .Ietrados" ("gran daño hicieron a mi alma confesores medio letrados" U), es equivalente a la que le lleva a Ignacio a urgir a sus jesuitas una esmerada preparac,ión para los confesores "para bien y con prudencia in Domino usar deste oficio sin daño suyo y con utilidad de los prójimos, y use, habiendo oído alguna confesión, hacer reflexión sobre sí para ver si ha faltado en algo y para adelante ayudarse ... " ". Pero ambos coinciden experimentalmente en la necesidad de verificar los caminos del Señor mediante la utilización de esos testigos personales, de esas mediaciones humanas, instituidas por El. Paralelismo en las ilustraciones con que el Señor va haciendo camino en ambos y que culminarán con fuerza decisiva, para Teresa en el 1556, precisamente el año que moría Ignacio de Loyola, y que ella describe con estas palabras: «Habiendo estado tm dio mucho en oración y suplicando al Serior f11': f!),udase a eGllleutorle eu todo, comencé el himno (Vel1i Crea/o,.), y estándol,? diciendo, vínome 1m arrebatamiento tan St¡bito que casi me sacó de mí,

(Osa que

) 10

110 puede dadar, porque filé muy cOlzocido. Fué la primera vez

que el Serlor me hizo esta merced de arrobamiento. Entendí estti:J palabras' Ya tlO quiero que tengas cOlwe1'sación C011 homb,.es Si110 con á,¡geles. A mí me hizo mucho eSpc.·l1to, porque el movimiento del á11ima /ué grande, y mu)' en el espíritu se me dijeron estas palabras, y así me hizo temor, azmqúe por o/l'a parte, gran consuelo, que en qrdtól1doseme el temor que a mi pafecer causó la l1ovedad) me quedó» ~. J

10

11

l!

1~

Comino de perfección, 40, 4. S. IGNACIO. Autobiografía, 25. Vida, 5, 3. Constituciones de la Compañía de Jesús. P. IV, c. 8, 4 O. Vida, 24, 7.

5 S,\NTA TEITESA DE JESUS y LA ESPIRlnJALlOl\D IC!'l'ACIANA 295 - - - - - - -- -- - - -- -- - - - -- -- - -

La de Ignacio había sucedido treinta y cuatro años antes (1522) en la etapa purificadora de Manresa, junto al Cardoner. La narra así: «Qtdnto. Una vez iba por

S1I

devoción a

1lI1Q

iglesit; que estaba poco

más de tilla milla de ManTesa, que creo yo se llama San Pablo. y eL camillo t'a ¡tullO al río; y yendo así en SIIS devociones, se sentó tm poco con la cort; hacia el río, el cual iba hondo. Y estaudo allí seutado, se le empezaroll a abri,. los o;os del entendimiento; y IZO que viese alguna visión, sino enten-

diendo y conociendo muchas cosro-J, tanto de cosas espirituales como de cosas de la le y de letras,' y esto COl1 ruta HnI/ració!: tan grande, qtze le parecíau' todas las cosas lluevas. Y //0 se puede declarar los particulares que Entendió entouces, auuque fuerol1 muchos, sillo qtle recibió mrGo grande claridad e,¡ el entendimiento; de manera que en todo el discurso de Sil vida, hasta pasados sesenta y dos mIOS, coligiendo todas cualltas ayudas haya tenido de Dios, y todas cru¡ntas cosas ha Jabido, aunque las aywrte todas en tilia} no l!! parece haber alcanzado tmrto como de aquella vez sola~) u. Aunque son obvias las diferencias, también lo son, creo, no pocos elementos fundamentales comunes: Ambas experiencias se producen por irrupción y por sorpresa, como no nacidas de la carne y de la sangre; ambas destacan la .. novedad. producida en el .. entender .. ; ambas van selladas con la consolación como signo sensible del Espíritu; ambas experiencias en fin, se presentan dete'minantes, como puntos de referencia permanente de los que de alguna manera vivirán ya siempre. En este camino de iluminación, que de ningún modo marginará la ascesis cotidiana, sino que la integrará como una forma de cooperación humana a la generOSidad de Dios, se irán adentrando ambos, de manera muy singular, guiados por el Espíritu del Señor, a través de condiciones personales e históricas, y de modalidades de servicio muy diversas. Y el camino de ambos se adentrará a golpe de gracia en la intimidad y familiaridad de la experiencia trinitaria, que Teresa teologizará más que Ignacio, quien a su vez la describe con una profundidad y jugosidad de relación personal fácilmente desconocida por quienes se han hecho de Ignacio otra Imagen. Una sencilla comparación de textos ilumina más que muchos comen· tarlos:

«(Esta declaración postrera me parece declara algo de este dou celestir.l, porque se ve el alma en tm punto sabia, y tall declarado el misterio de la Santísima Trinidad y de otras cosas muy subidas, que 110 hay teólogo (011 quien /10 se atreviese a disputar la verdad de estas grandezas. Quédare tan espGntada) que basta tilia merced de éstas para trocar toda t111 alma '1 hacerla uo amar cosa Si110 a quien ve qtle, sin trabajo ningulIo suyo, la bace capaz de tall grandes bienes y le C01J1zl11ica secretos y trata con ellú fon tanta amistad y amor que no se sufre escribir) l!i. «Estando una vez l'eziS¡zdo el salmo de Quicumque vult, se me dió a entender le;· manera cómo era un solo Dios y tres Personas, tan claro que JI

l:I

S. IGNACIO. Autoblograffa. n. 3D. Vida, 27. g,

IGSACIO ICI....ESr,\S, S. J.

6

J'" me espanté y consolé mucho. Hízome grandísim o provecho para conocer más la gral1deza de Dios y sus maravillas, y para cuando pienso o se trata de la Santísima T rhzidr.d, parece entiendo cómo puede !el' y esme mucbo l:outento»

18.

«A la lJI'JChe pasada, acostándome y COll pensamientos de mirar lo que baría en celebrar o cóm o, a la maÍJana desp ertando y entraJ1do en examen de la conciencia y en oración eTl mtJcha abundancia }' COIl grande efusión de lágrimas por el rostro, y dura11do lt;;· devoci6n intel1sa elJ grande manera , COl1 mtJchas il1teligel1cias o recu erdos espirituales de la Santísima Tril1idad, quitándome y regocijándome eu gral1 manera, hasta apretarme en los pechos por el intenso amor que en la santísima Trinidad sentía, asi tomando COJJfiauza y dp.termiNado de decir misa de la santísima Trinidad, para después 11et lo que bal'ír.·, asimismo al vestir COII inteligencias della misma, levo1Jtál1· JOl 1te }' haciendo 01'aci6n breve, 110 sin lágrimas, y después C011 devoción y cO l1fial1la espiritual de decir arreo seis o más misas de la santísima. Tl'inidad» 17.

Finalmente, y por apuntar a otro núcleo donde el paralelismo se hace muy cercano y merece ser profundizado, ambos viven como peregrinación su fe, una fe que les impele, guiados por el Espíritu, a .. exploraciones .. inusuales en la Iglesia y a conclusiones fácti· cas que habrán de provocar no pocos recelos, resistencias, perseo cuciones ... Ambos rondarán las cárceles de la Inquisición. Y ambos adoptarán idéntica actitud de humilde firmeza para exponer lo que han verificado como no suyo , sino .. dado de lo alto". Su sentido viajero de la fe, como una profunda fuerza inteI·ior, disparó todas sus correrías por los caminos de los hombres, y estuvo siempre presente cpmo alma de todas ellas, provocando en los dos una nueva sensibilidad para el hombre histórico, con· creta, entrañada en su altísima experiencia del Señor del hombre. y así el misionerismo de Teresa no es menos vivo que el de Ignacio, como el misticismo de éste no es menas evidente que el de Teresa. Ambos son una prueba viva de que no h~y auténtica expe· riencia de Dios que no sea .. misionera .. , es decir, que no participe al alma algo de esa misteriosa necesidad de comunicarse, que es Dios mismo. Ni puede concebirse una auténtica dimensión misIo· nera, que no hunda sus raíce s en la experiencia íntima del Unico que envia y del Unico que ha de ser comunicado. Precisamente en relación con este punto encontramos la única referencia directa de Teresa sobre Ignacio de Loyola. Aunque en otro contexto , el celo apostólico de Ignacio interpela a Teresa y Teresa interpela con él a sus monjas: «Y r.· él (el d emonio) tiene experiel1cia de este caso; porque si miramos la multitud de almas que por medio de tilla trae Dios a Sí, es para alabarle mucho los millares que cOll vertían los mártires, una doncella C01110· Sauto l . .. H

En este rapidísimo boceto de vidas paralelas, no puedo menos de mencionar siquiera otro significativo paralelismo, el del riquísimo epistolario de ambos_ Y es que [os dos son grandes -conversadores ... Sus numerosísimas cartas, rezuman conversación viva, cercanía humana, realismo, presencia a[ problema y a [os detalles. cordialidad, sentido del humor ... La más sublime experiencia mís· tica, reflexionada y . seguida como meta en Teresa o simplemente vivida como don personal en Ignacio, no les ha hecho extraños ni lejanos al ser humano y a sus problemas, al contrario. Y es que, Goma escribirá con gran intuición Teresa: «o las religiosas importa mucho esto: mientras más santas, más conversables hel'mtmas, y que aunque sintáis mucha pena, si 110 vall sus pláticas todas como vos las querl'Íales hablar, lIm/Cc.' os extraíléis de ellas, si queréis aprovecbal' y ser amadas, que es lo que much o bemos de procurar: ser ald' l/es y agrad(i,r y contentar a las personas qjle tratamos, eu especial a uuestras bermanas» 20. COl1 SIlS

Mi osadía -porque no otra cosa se puede llamar este brevísimo boceto de estudio paralelo de estos .dos grandes servidores de) Señor y de la humanidad- me hace pensar que lo aportado (y lo intuído), haya sido suficiente para poder concluir que el gran legado que Teresa e Ignacio nos han dejado -previo a su espiritualidad escrita, que no se entiende sin él- es su propia vida. "Me parecía que era guiado« " , escribe Ignacio, y escribe equivalente y reiteradamente Teresa. Cuando luego, guiados por e[ Espíritu, de cuyos movimientos son atentos observadores, o mandados por los ministros del Señor. se deciden a traducir en método realizable o inspirador para otros su propia experiencia. la diversificación entre ambos se hace ostensib[e. A[ menos desde [a perspectiva de un método. La exuberante transmisión, doctrinal y jugosa, de [a experiencia de Teresa [Camino de Perfección, Moradas), dista mucho de la pedagogía mi[imetrada [como instrumento) de los Ejercicios Espiritua[es, fruto de [a atenta reflexión y comprobación de Ignacio sobre [a suya. Con todo, ambos procesos son comparables y no pocos de sus e[ementas fundamentales asimilables: purificación, opción fundamental por Cristo - combate espiritual - intimidad -,- el amor (unión) a Dios, que es compromiso con el hombre como meta, etc. Acometer este estudio ha sido empresa ya Intentada y que merece ser continuada. Moradas v, 4.°, 6, Camino de perfección, 41, 7. El relieve Que Ignacio de Loyola da a la comunica· ción epistolar al _saber a menudo unos de otros" (Constituciones. P. VIII. c. ' 1.0 , 9) e3 lino de sus rasgos más origInales. ~o Diario, 113. lB

IP

298

l GNACIO

IGLESIAS~

S. l.

8

Resumo

Teresa no es "letrada .. , Ignacio tampoco. El magisterio espiritual de ambos no es erudito, ni cientifico (en el sentido corriente del término). Es testimonial. Son dos testigos y, como tales, maestros desde la honrada transmisión de su propia expe· riencia. Esta es su fuerza. Van -guiados ... Y observan atentamente su camino. Y lo cuentan. Y guían. Precisamente este liderazgo espiritual es el que magnetiza a su alrededor a hombres y mujeres ansiosos de Dios. Y así surgieron sus obras, el Carmelo - la Compañía de Jesús, producto no pretendido en origen por sí mismo, sino encontrado como por sorpresa a lo largo de esta experiencia y como impuesto por ella. Sin extremar el paralelismo, podría prolongarse a sus Obras el que hemos bosquejado anteriormente en los protagonistas. Es la mis· ma Teresa quien lo anticipa en carta a D. Cristóbal Rodriguez de Moya, a propósito de la fundación de Segura de la Sierra: «(C01110 ellos (tos ¡cruilas) habían criado mi alma, hame hecho el Señor merced que en estos mOllosterios se haya plantado Sil espíritu. Y Ollsí, si VM sebe sus reglas, verá que en !IIuchas de ésas lluestras cOllsa/aciones conformamos, porque tra;e yo breve del Papa para poderlas hacer, y ahora cllando nuestro revere1ldísimo ge1leral villo por aquí las aprovó y mandó se guardaJel1 en todos los 11101U;'Sterios que yo fundase, y dejó mandado que los Padres de la Compaíiía predicase11 y que IIi11glílJ prelado se lo puede estorbar, y si ellos quieren. c01lfesar /ambiél1 lo pueden hacer, sino tiue tieuen zma constitucióll que se lo quita YI si 110 C.f alguna vez, tJo lo podemos acabc;r C011 ellos. Ansí que nos tratan y aconsejan muy ordina· riamente y nos hacen hatto provecho» ~l. Años después surgirán problemas con los jesuitas (-trabajos .. los llama la Santa) de los que se lamentará dulc.emente: -Me parece que no merezco yo a la Compañía dármelos .. ". Malentendidos que Teresa por su parte se esfuerza inmediatamente por iluminar y deshacer (.yo he hablado con vuestra merced con toda verdad y, a mi parecer, he hecho lo que estaba obligada en nobleza y cristiandad .. ) ~ y en toda libertad de espfritu, como ella misma testimonia: {(Mas yo digo a vuestra paternidad que tengo tan poco miedo a sus fieros, que yo lile espallto de la libertad que lile da Dios, y amí di;e al F:ector que en cose;· que entendiese se había de servir~ que toda la Comp~llía lIi todo el IIlIlI/do sería parte para que yo de;ase de llevarlo ade· lante ... » ~'.

Si ahora hago referencia a este episodio, Intranscendente, por ~l :::1

Carta 11, 37. Carta 216, 7.

:3

1:'. 4.

::t

Corta 217, 6.

SA;'\'T,\ TEm:::S,\ DI:: JI::StlS y .LA ¡:;SPllItTUAL.lOAD IG!'JACIANA

299

humano y pequeño en una historia invadida por el Espíritu. es para hacer resaltar en la limpia humildad con que reacciona Teresa su personal deseo de esta afinidad entre Carmelo y Compañía de Jesús. Creo no andar descaminado si afirmo que la finísima deli. cadeza de Teresa le ha dictado usar la misma terminología ignaciana (Rey, Bandera, voluntad de Dios ... ) como queriendo significar su sincerisima voluntad de acercamiento, que por otra parte fluye del texto mismo ". 11. -

TERESA Y LOS CONFESORES JESUITAS

Fue precisamente a través de hombres concretos de la Compañia "que han criado mi alma», como se realizó un acercamiento efectivo entre ambos caminos del Espíritu y se produjo un real influjo de la espiritualidad ignaciana en Teresa: «Algunas veces me maravillo que siendo persona ("'1. Gaspar Daza) que tieue gracia particular en comellzal' a llegar almas a Dios cómo 110 fué servido entendiese la mía, ni se quisiese encargar della,' y veo filé todo /Jara mayor bien mía porque yo conociese y tratase gente tan santa como la de la Compañía de Jesús» ". Por las páginas de Teresa desfilan con nombres y apellidos casi cincuenta jesuitas. La mitad, más o menos, como confesores. directores o consejeros espirituales; algunos de ellos muy brevemente. pero ejerciendo un influjo muy decisivo en la trayectoria espiritual de Teresa. Otros jugarán un papel práctico. eficaz en el lanzamiento e implantación de la Reforma. Al sentido realista de Teresa no escapará esta eficacia: «No seJ'á poco bien si el Rector de ahí (¡esuita) se quisiese ellcargar como dice) y así lo haga, que, atwque algellla vez 110 1I0S esté ta" biell lo qZJe dicell¡ por lo mZlcho que importa tenerlos es bien pasado. Brisque l'nsas que los preguntar) que SOJl muy amigos de esto; y así lo hacen adoll~ de toman este cuidado» ::r. El primer encuentro de Teresa con jesuitas tiene lugar en 1554, dos años antes de la muerte de Ignacio de Loyola. Eran años de desorientación espiritual sobre su propia oración: "Yo. como en estos tiempos habían acaecido grandes ilusiones en mujeres y en:!: Carta 215, 8: -Si se me echare la culpa, no es la primera vez que padezco sil! ella, mas experiencia tengo que cuando nuestro Señor está satisfecho, todo lo allana; '1 jamas creeré que por cosas muy graves permitirá Su Majestad que Su Compañíil vaya contra la Orden de su Madre, pues la tomó por medio para repararla y renovarla, cuantlmás por cosa tan leve, y si lo permitiere, temo que será posIble que lo que se plens& ganar por una parte perderse por otra. Pleoa a Su Majestad que los del Híjo y de la Madre sean tales que, soldados esforzados, sólo mIremos [ldonde Vil la bandera de nuestra Rey para seoulr su voluntad: que si esto hacemos con verdad los carmelitas, está claro que no se pueden apartar los del nombre de Jesús, de que tantas veces soy amenazada - o

=0

Vida 23, 9.

:7

Carta 218. 4,

300

IGNACIO JCl,ESIAS, S. 1.

10

gaños que las había hecho el demonio, empecé a temer .. " ; y de una cierta relajación: ..... estaba ya tan caída en casillas de mala costumbre que no acababa de entender eran malas, que era menester ayuda de otros y darme la mano para levantarme . Bendito sea el Señor que, en fin, la suya fue la primera .. " . Fenómenos que ella misma describe abundantemente. Teresa tenía entonces 39 años. De los cuatro primeros jesuitas con los que habló, .. tratando ... toda mi alma" "', tres eran jovencísimos, 23, 27 Y 25 años, recién ordenados sacerdotes , formados en el colegio de Salamanca por el P. Miguel de Torres , hijo espiritual de Ignacio, de quien éste solía decir : .. El que tocare al Dr. Torres me toca a mí en las niñas de los ojos" " . En medio de ellos el paso providencial por Avila de Francisco de Borja, jesuita desde hacía seis años y recientemente nombrado Comisario [Vicario del General) para las Provincias de España y Portugal. El paso de todos ellos por Avila fue decisivo para el camino espiritual de Teresa. Todos contribuyeron a reorientar su oración, a despertar la cohesión de su vida y sus obras y a centrarla en una honda relación personal a la Humanidad de Jesús. El que Diego de Cetina , el primero, le asegurase .. ser espíritu de Dios muy conocidamente,, " lo que ella vivía, pero le descubriese la necesidad de reh acer el camino de la oración y de la mortificación y la centrase en la contemplación de la Pasión del Señor -diagnóstico y remedio que ratificaría luego Franci sco de Borja-, ha hecho pensar a algunos que durante este tiempo Teresa hizo al menos parte de los Ejercicios Espirituales, que son un proceso de reorientación de la vida , que comienza precisamente .. imaginando a Cristo Nuestro Señor delan· te y puesto en cruzlI ~-'.

«Quedó mi r.lmo de esta cOJl/esión tan blanda que me parecía 110 hubiera cosa a que 110 se dispusiera, y así comellcé a hacer mudal1za en !l,l/chas cosas, aUl1que el eon/esor (Dego de Cetino) 110 me apretaba, untes me pareck bacía poco caso de todo» 31, Francisco de Borja .. díjome que era espíritu de Dios y que le parecía no era bien resistirle más,,'" y Juan de Prádanos, el se· gundo jesuita proveniente de Salamanca, .. me comenzó a poner en más perfección ... n . . . También con harta maña y blandura, porque no estaba aú n mi alma nada fuerte, sino muy tierna, en especial en dejar algunas amistades que tenía; aunque no ofendía a Dios con ellas , era mucha afección, y pareciame a mi era mucha ingratitud

:~

~~ :lO

Vldn 23, 2. lb . 23. 4. lb. 23. 16.

:a RIBADENEIRA. Historia de la Compañía de Jesús en los Provincias de España y parte do las del Perú, Nueva España y Phllipinlls. lib. 1. c. VII. ~~

~ ~I 3;¡

Vida , 23, 16. Ejercicios Espirituales. 53. Vida, 24. 1. lb .• 24, 4.

II

SANTA TERESA DE JESUS y

- -- - - -

LA

E~PIflITlJALIJ)AD

IGNACIANA

301

dejarlas", .. ", Fue bajo la dirección de este Padre cuando Teresa I'ecibió la iluminación a la que hice referencia más arriba, Pero sin duda la obra más profunda y más continuada la hará el Espíritu. de manos del p, Saltasar Alvarez. "un Padre bien santo de la Compañía-" u",y que es de los mayores amigos que tengo .. ~, Su sistema, que Teresa atribuye a la humildad del confesor " porque con ser de mucha oración y letrado, no se fiaba de sí- " . acarreó a Teresa "muchos trabajos .. , Ayudada por él. aunque simultaneando otras ayudas. entre ellas la inapreciable de San Pedro de Alcántara. vivirá Teresa los años decisivos para el inicio de la Reforma. Le secunda pacientemente en la prueba de la espera y el silencio que él le impone. y que Teresa le reconocerá afirmando de él que -era el que más me aprovechó. a lo que me parece u

~o.

Habría otros jesuitas confesores y consejeros espirituales de Teresa. pero tal vez estos primeros fueron los más Significativos por el momento espiritual de Teresa en que actuaron " . Resumiendo. se puede afirmar que la principal aportación de confesores de la Compañía fue una aportación característica de la espiritualidad ignaciana: el discernimiento, Los Ejercicios Espirituales son una experiencia que intenta capacitar para elegir según Dios . leyendo sus usignos .. y sorprendiendo su voluntad . Teresa los define como "muy experimentados en cosas de espíritu- y disponibles para este servicio: «Alabo a nuestro Seíior que de l1Ínglma Orde11 se podría t ener la li. bertad que nosotras tenemos de tI'atarlos) y jamás se 110S quitará ni se lIt/ita» {~.

Las constantes de este acompañamiento espiritual que Teresa recibirá de los jesuitas son: -un remitirle de modo permanente (aun en el corazón mismo de su experiencia mística más elevada) a la persona de Jesús en su Humanidad; -un gran respeto a la acción del Espíritu (son testigos, más que directores); -una unidad fundamental en integrar unión y desasimiento (mística y ascética); -un sentido dinámico, de progreso, en la medida en que el Señor iba liberando la libertad de Teresa de Jesús, Esta larga serie de hombres, que viven pletóricamente la primera caridad de su nueva Orden , joven todavía de treinta y tantos años, no solamente asistirán a Teresa como puntos de referencia (no exclusivos por supuesto) para descubrir los caminos del Señor, sino que la apoyarán eficazmente en la concreción de su Reforma, en la difusión de su espíritu y en la promoción de vocaciones: ,~

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lb .. 24. 6. Vida, 28. 14. Carta 315, 4. Vida, 28,. 14.

_0 Vida, 26, 3. u el

lb., 23, 14. Carta 11, 5.

302

W;'¡-!\CIO IGLES IAS, S. lo

12

«Porque 110 todas las personas espirituales me contelltan pt;·/'O nuestros "101Zosterios si 110 5011 las que eJ tos padres confiesan, y Ol1sí casi todas las que están eu ellos, y 110 me acuerdo ahora estar llil1gtma de 16s que he l omado que 110 sea hija suya, porque SOIl las que 1105 cOllviellem>~. J

y hasta corren con no pocas gestiones que interesan a la infraestructura material de sus fundaciones_ En la mayor parte de éstas contó Teresa ampliamente con el apoyo de algún jesuita.

Esta ayuda es más que recompensada por parte de Teresa en el afecto, casi maternal, con que habla de sus confesores jesuitas, en el reconocimiento que hace de ellos, en la confianza con que los trata, lamenta sus ausencias y pide noticias de ellos y en la libertad y finura con que les interpela y avisa, hasta preocuparse y desvivirse por su salud H. En carta al P. Jerón imo Gracián y acon· sejándole no abusar de exceso de trabajo, le argumenta: «(Con todo

l1Q

hemos de pedir a Dios milagros y es menester que

L~lIestra paternidad mire que 110 es de hierro y que hay muchas cabez6s perdidas en la Compaiíia por darse a mucho trabajO) t~ .

Esta relació n de Teresa y los jesuitas, pudo parecer excesiva a algunos y, concretamente, al Visitador, P. Avellaneda, quien dejó al P. Baltasar Alvarez, Rector de Salamanca, este aviso, que hoy nos hace sonreir: .. No gastar tiempo con mujeres, especialmente con monjas carmelitas, en visitas y por cartas, sed suaviter et efticaciter irse soltando dellas» ". Pero es boca de este mismo confesor, P. Baltasar Alvarez , de quien recogemos el agradecimiento a Teresa, que otros confesores jesuitas hubieron podido hacer suyo: «Aunque el P. Baltasar Alvarez, escribe el P. Luis de la Puente, tenía en la.s cosas del espíritu ciencia y experiencia, la Madre Teresa de Jesús volaba tan alto, que hubo menester darse buena prisa para poderle alcanzar, como escribe el P. Ribera: "acuérdome que, estando yo una vez con él en Salamanca, y hablándose allí de diversos libros espirituales y del provecho de cada uno de ellos, dijo él: Todos estos libros leí yo para entende r a Teresa de Jesús» " .

111. - TERESA Y LA ESPIRITUALIDAD IGNACIANA El hecho de que existan profundas convergencias de fondo entre Teresa e Ignacio de Loyola, que no he pretendido más que arañar; y el que los discípulos de éste hayan jugado, en determina'-,

Carta 11, 3.

u

Carta 254 , 14.

j~

Carta 172, 2 .

•~ ASTRAIN : Historia de la Compañia de Jesús en la Asislencla de Españ¡;¡. 111, t.1adrld (19 09), pp . 193·194. n P. FRANCISCO DE AlBERA: Vida de Santa Teresa de Jesús, nueva' edición por el p, Jaime POMo Barcelona 1908. p. 118.

13

SANTA TERESA DE JESUS y

L."- ESPIRITUALIDAD IGNACIANA

303

dos momentos, un papel nada despreciable en la orientación espiritual de Teresa y en la asunción de la Reforma, es, creo, signifi. cativo para poder confrontar ambas espiritualidades, aunque no autoriza a hablar de "dependencia» de Teresa respecto a la espiritualidad de la Compañia. Una de las cosas que más impresiona en Teresa, y concreta· mente en su relación con sus confesores y consejeros, es ese ma¡'avilloso arte de Integrar adhesión y afecto personales (no se recata de llamarles amigos y de manifestar su amistad) con una soberana libertad frente a ellos. En el caso de los jesuitas, además, la movilidad apostólica de muchos de ellos les ha hecho pasar . fugazmente, aunque no sin rastro, por el firmamento de Teresa. De ello, y de su enorme personalidad humana y espiritual, resulta: 1.0, que Teresa no es hija de ninguna espiritualidad especifica, o lo es básicamente de la Carmelitana, "porque éste fue nuestro principio, de esta casta venimos, de aquellos santos Padres nuestros del Monte Carmelo ... » "; 2.°, que ella es, sin duda ayudada y enriquecida por muchos, creadora de una escuela propia. Pertenece, con su propio peso específico, el de su personal expe· riencia ("no diré cosa que no la haya experimentado mucho») ", al rango de los maestros espirituales de la Iglesia. Esto hace que el acercamiento a· ella desde otra escuela espiritual. como pueda serlo la ignaciana, no sea fácil por los métodos habituales. Ni por análisis teológicos ni por estructuras de lenguaje, ni siguiendo una determinada veta común. Hay en todos los aspectos un momento en que Teresa despega sola. Por eso, aunque menos cientifico y expuesto a subjetivismos, no queda otro camino que el de tentar desde una espiritualidad, en este caso la ignaciana, existencialmente (que es un modo teresiano de hacer). cómo resuenan con especial eco las páginas de sus textos. En el inagotable mundo del Espiritu, pienso que sea un método legítimo. Y posiblemente uno. de los más reSpetuosos con ese libérrimo hacer del Espiritu en seres humanos cuya libertad El es el primero, y el único, en liberar. Desde esta perspectiva reduciré mi aproximación a Teresa desde la espiritualidad ignaciana a tres grandes núcleos:

El primado de la oración

1)

Puede parecer extraña la selección de este núcleo en quienes tienen la imagen de un Ignacio extrovertido en el que prima la acción, la misión. Pero son la acción y la misión de un contemplativo, una acción y una misión ellas mismas contemplación, porque se viven en consciente referencia a Otro que las quiete, las manda y envía a ellas ... Esta referencia hace que las obras, las pala-

'8 (D

Moradas, V. 1,·, 3. Vida, 18. 7.

304

IGNACIO IGLESIAS, S. l.

H

bras, la doctrina, sean "obras de mi Padre, palabras de mi Padre, doctrina de mi Padre ..... ".

y es que la acción y la movilidad, verdaderamente apostólicas, son impensables sin oración: (Deciame poco ha 1m letrado que SOI1 las dmas que 110 tienen oració,¡ como cm cuerpo COI1 perlesía y tullido, que aunque tie?le pies y manos no los puede mandan> ~l. Para Ignacio como para Teresa es ésta de la oraClOn una experiencia regalada, no provocada por el hombre, sino recibida, u ••• que si El no os la da -la contemplación-, ... que os tiene guardado este regalo para dároslo junto en el cielo. ". Ignacio lo llamará Gracia ( .. pedir gracia .. , "para que me alcance gracia .... ); Teresa "merced .. , .. mercedes ... Se diria que este término no se le cae de la pluma: «Porque una merced es dar el Seiior la merced y otra es entender qué merced es y qué gracia» ~~. Y la merced es la experiencia mismQ ~l. Es una experiencia múltiple, al fin y al cabo como Vida del Espíritu: «Muchos caminos hay en la oración, unos aprovechan a tmo y otros a ot1'o»~.

Los caminos de Teresa y de Ignacio son concebidos como una iluminación progresiva del hombre interior, no a nivel de pura inteligencia, sino el del conocer bíblico, que entraña amistad. Para ambos orar es quehacer de amigos. "El coloquio se hace propiamente hablando así como Un amigo habla a otro ... ' '", "que no era otra cosa, a mi parecer, la oración mental que tratar de amistad ...• ". Es también, así, un proceso de interiorización de las realidades divinas. El ([sentir)), «gustar internamente n , «conocimiento interno ....... en el punto en el cual hallare lo que quiero, ahí me reposaré, sin tener ansia de pasar adelante .. "" ignacianos, tienen innumerables equivalentes en Teresa: , "ejemp[o", en terminolog ía teresiana . Leader (capitán) , y criterio, en terminología ignaciana:

"Que

110 1I0S

puede S" Majestad hacél'llosle mayor (regalo) que dama,

t:idc;· que sea imitando a la que vivió su Hijo tan amado/ y onsÍ t engo yo por ciertíJ que S011 estas mercedes para fortalecer nuestra flaqueza .. . para

poderle imitar en el JlJucho padecen>

0;',

No puede sorprender que esta imitación des~mboque inexorab[emente en una casi diría obsesión por vivir [a voluntad del Padre, en una radical disponibilidad. A [os conocedores de Ignacio de Loyola no [es resultarán extrañas estas expresiones de Teresa : «Aquí me parece viene bien ... dejarse del todo en los brazos de Dios:

si quiere llevarla al cielo, vaya,; si al infier11o, 110 tieue pena, como vaya eDil su Bien; si acabar del todo la vida, eso quiere; si que viva mil años . también; haga Sil Majestad eolito de cosa propia, ya- 1/0 es suya el alma de sí mesma)· dada está del todo al Seiíor¡ descllídase del todo~> ~~,

¿Quién no siente resonar en estas palabras aquellas otras, sub[imes de puro sencillas, de Ignacio: .. Tomad , Señor ... disponed a toda vuestra voluntad,,? «Yo deSf.o servir a este Se11o,.; 110 pretendo otra cosa s il10 contel/tarle: no quiero contento ni descanso, l1j otro bien sino hacer SN voltmtt:d, que de esto bien cierta estaba, a mj parecer, que lo podía afirmar» lO, J

E[ libro de [a Vida concluirá con esta oración también de resonancia Ignaciana: ":"!: ":3

Vida . 22, 9. EJercicios Espirituales. 53.

n Morndas, VII . 4. 4. -::; VIda, 17. 2. ro Vida, 25, 19.

308

lCNAcro IGLESIAS, S. l.

13

(Plega el SeiíoT pues es poderoso y si quiere puede, quie,.a qtte en todo acierte yo a buscar Sil voluntad y 110 permita se pierda estG> alma que c:oo tantos .sacrificios y maneras y tmltas veces ha sacado Su Maiestad del mlienJO y traído Ú' Sí. Amén» :1. J

3)

Espiritualidad misionera

Desde la espiritualidad ignaciana, que culmina el seguimiento de Cristo en Un total "salir de sí mismo ... " para amar -más en las obras que en las palabras "" , es gratísimo encontrar a cada paso en las páginas de Teresa de Jesús conclusiones que podrían cifrar· se en ésta:

«Sólo quiero que estéis advertidas que para aprovechar mucho en este camino y subir a las moradas que deseamos, IZO está la cosa en pensar 111U* cho, S;1I0 en amar mucho; y ansÍ lo que más os despertare a amar, eso haced. Quizá 110 s:1bemos qué es amar, y 110 me espantaré mucho; porque 110 está en el mayor gusto, sitio en la mayor determinación de desear contentar en todo a Dios y procurar en cuanto pudiéremos no le ofender y rogarle que ,.ay.· siempre adelal/te la ho"ra y gloria de StI Hijo y el al/lIJento de la I glesia

católjca»

TU.

Como de golpe nos sitúa Teresa al final del proceso de los Ejercicios, donde el amor es lo que cuenta, que hace aterrizar al ejercitante en, y para una Iglesia concreta, ayudándole con las famosas "Reglas para el sentido verdadero que en la Iglesia militante debemos tener,, ~ , que cierran el libro de los Ejercicios. Es algo que a ambos les brota cercano y propio . Ignacio y Teresa viven la Iglesia de su tiempo con una misma sintonía, reaccionando, en mujer o en varón, ante la realidad de una Iglesia turbada por herejías internas y hostilidades externas, y abierta, por otra parte, a continentes inexplorados de evangelización. Porque se trata de una Iglesia que por mandato de Jesú s es para los hombres, su amor a la Iglesia se convierte en una preocupación concreta por el hombre concreto, cada hombre, todo el hombre. Por las páginas de Teresa pasan las mismas realidades eclesiales y la misma geografía humana que por las de Ignacio . Moriscos, luteranos, nuevos mundos, herejes, ind ios , paganos, escándalos de la Iglesia ... Ignacio regará la geografía de colegios (focos de evangelización) y catequistas. Teresa la poblará de conventos y de oración. Es el mismo Espíritu, que provoca idénticas vibraciones:

«Venida a saber los daiJos de Fta1zCÍa de estos luteranos y cuánto iba Vida, 40, 25. Ejercicios Espirituales. 230. ~o Moradas, IV, 1, 7. ea Ejercicios Espirituales. 352.

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13

]9

SANTA TERESA DE JE5US y

LA ESPIRITUALIDAD ICNACIANA

309

en crecimiento esta desventurada sectal fatigtJéme lIwcbo, y como si yo PIICOIl el SeÍlor y le Sllplicaba que remediase tallto mal. Pc.·réceme que mil vidas pusiera yo para remedio de tm alma de las muchas que veía perder; y como me vi mujer y ruin y imposibilitada de aprovechc.r en nada e1l el servicio del Señor) que toda mi al1sia era, y azm es, que pues tiene tantos e1lemigos y tall pocos amigos) que ésos fuesen bzzenos/ y a1Zsí determiné a hacer eso poquito que yo puedo y es en mí, que es segui,. los consejos evangélicos COIl toda perfección que yo plldiese J' procutal' que estas poquitas que están aquí hiciesell lo lllesmo .. ,» fil,

diera algo o ¡uer" algo, lloraba

¿A quién no le resuenan en este texto palabras inmortalizadas ya, de aquel gran hijo de Ignacio, Francisco Javier? Le duele una Iglesia rota y desangrada, hasta el punto que al· gunos han creído descubrir un cierto pesimismo I!n su visión de la misma:

«y 110 sé de qué nos espantamos haya t~lltos males en la Iglesia, pues los que hubían de ser los dechados para que todos sacasen virtudes, tienen lan borrada la labor, que el espíritu de los santos pas..dos deiaroll en las religioneS)

a~,

y reafirma una y otra vez su fidelidad a ella en términos, que nos recuerdan a las famosas Reglas de Ignacio. Como cuando escribe: « ... iban a mi a decirme que andaban los tiempos recios y que podría ser me levantilsen algo y fuesen a los inquisidores. A mi me CC.JIÓ esto ell gracia y me hizo reir, porque en este caso iamás yo temí, que sabía bien de mi que en cosa de la fe, contra la me11or' cerimo11ia de la Iglesia que algtúell l'''st )'0

iba, por ella o por cur.lquier verdad de la Sagrada Escritura me

pondría yo a morir mil muertes» u.

Sufre las limitaciones de la Iglesia como propias, no sólo las que revierten directamente contra ella. Es, como Ignacio, de ésos que sufren la Iglesia pero no la destruyen, porque entienden que es algo propio más importante que ellos mismos; la cuidan como a un enfermo querido, esperan activamente la hora de Dios, -el despertar de la primera caridad-, volcando ellos la suya a raudales. Y así construyen Iglesia. La .. engendran .. , como Pablo, aquí o allí, donde está naciendo, en el Nuevo Mundo: .. Esto es lo mucho que me lastima ver tantas (almas) perdidas, yesos indios no me cuestan poco 1I 81 , Una Iglesia que evidentemente no es fin en sí misma. -Es para ... >. Su razón de ser es -andar el camino del hombre .. , que ca· menzó Cristo ... Ser para .. es también ideal explícito de Teresa ... El hombre es para ... ", que comienza Ignacio sus Ejercicios. No es un

8:1

Camino de Perfección, 1, 2. Vida, 1, 5. Vldo, 33. 5.

a,

Corta. 20. 13.

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¡:

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20

IG:- b;i.

El ansia misionera de Teresa bulle como componente de su propia espiritualidad -no menos que de la de Ignacio-, dando a sus palomarcicos alas que los sitúan eclesialmente en las nuevas cristiandades, en el frente europeo de la contrareforma, en los in· tentos reformadores de una Iglesia adocenada que preocupa a Juan de Avila, Pedro de Alcántara ... a tantos de aquellos dias! «Servía al Sellor eDil mis pobres oraciones, siempre procul'abr.. !-.ermallas hicesell lo mermo y se aficio1laseu al bien de las almas y al lO de su. Iglesia» 60,

COl1

las

(fUme1!'

Resumiendo Tal vez una de las aportaciones más originales de Ignacio a la espiritualidad, es la de incorporar a ella la dimensión de «envío., "misión •. Teresa, sin nombrar la misión, la vive. Se siente enviada. Todo en ella, contradicciones, purificaciones, gracias ... , adquiere una profunda dimensión apostólica. Por supuesto, su camino de oración, que es camino verdadero si es para la caridad. El penúltimo capitulo de sus Moradas se inicia con estas palabras:

«Abo m, pues, decimos que esta mariposicc· ya murió con gra1ldísima alegría de babel' hallado I'eposo, y que vive el/ ella Cl'isto. Veamos qué vitla bace o qué difere1Zica hay de cuando ella vivía; porque fU los efectos veremos si es verdadero lo que qtledw dicho. A lo que puedo entender son los que diré: el primero tm olvido de si, que verdaderamente parece ya !la es .. , porque toda está de tal manera que 110 se cOlloce 1li se acuerda que "lira ella ha de baber cielo, ni vida, ni bonra; porque toda· está ocupada

e11 procurar la de Dios, que pm'ece que las palabras que le dijo Su M.1¡estad hicieron efecto de obra, fJ'!1e ¡lié que mirase poI.' sus cosc.·s, que El miraría por las suyas. Y aasí de todo lo que puede suceder IZO tiene cuidado, si/JO tlll extrafio olvido, que, como digo, parece ya !la es, ni querría ser e/J uada, uadn, si no es pm'e;, cUa11do e11tiende que puede baber por su parte algo, que acreciente Ult plmto la gloria y honra de Dios, que por esto pondría 11fuy de buella gafla Sil vida., . En todo lo que puede y entiende que es servicio de Iluestro Seliol', 110 lo deiaría de bc.cer por cosa de la tierra») u,

Se diría que estamos ante dos líneas de espiritualidad en cierf.:i

M

!7

Vida, 11, 14. Fundaciones , 1, 6; Camino de Perfección. 20. 3. Moradas, VII. 3, 1.

21

SANTA TERE5,\ DE JE5US y LA ESPInlTU,\LlDA D IGNACIANA

3l!

to modo complementarias en todo aquello en lo que no son básicamente idénticas. No he hecho más que arañar el tema. Pero creo que lo expuesto es suficiente para que a nadie extrañe el que muchos jesuitas, antiguos y nuevos, recurran una y otra vez a las fuentes teresianas para su enriquecimiento espiritual y su abastecimiento apostólico, como quien entra en su propia casa. Testimonio vivo de ello es el propio P. General Arrupe, para quien las páginas de santa Teresa no guardan secretos. Suya es una ya antigua edición de los Ejercicios en japonés plagada de citas y referencias de las Obras teresianas. Un modo práctico de acercamiento entre ambas espiri· tualidades. Quiera .la Santa" continuar ejerciendo sobre la Compañía hoy, aquella maternal solicitud que testimonia en carta al Provincial, P. Juan Suárez (10 febrero 1578), precisamente en uno de esos momentos tensos e incómodos en relación con algunos jesuitas: «(Sú!roJe este encarecimiento a mi parecer para que vuestra paterniJ

J

dad entiendo que no trato con la Compañía sino como quien tiene 5115 cosas en el alma y pondría la vida por ellas, cuando entendiese 1JO descrvía a nuestro Se/ior en

110

hacer lo contrario»

85.

Ignacio Iglesias, S.I.

Madrid

¡;¡

Carta, 215. 7.

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