Sanchez, Luis Rafael - La Pasión Según Antígona Pérez

November 23, 2016 | Author: hurracapepe | Category: N/A
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Una imprescindible obra no recordada como se merece, exponente del Nuetro Teatro Latinoamericano de la década de ...

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i PASIÓ N #

A N T IG O N A PEREZ

i - ; ¡ ’ÍV)r.IAi

. í m TM l' \l. INC

51,

!DRAS, PUERTO RICO 1 8 7 4

P rim e ra edició n , o ctu b re S eg u n d a edición, ago sto T ercera edición, febrero C u arta edición, d iciem b re

1968 1970 1973 1974

“ Nada en el m undo m e r e c e que se aparte uno d e lo que ama m á s,’* D erechos reserv ad o s po r el autor

ISBN

84-39 3 -3 0 9 2 -5

Depósito le g a l: B, 46.374- 1974

Im preso en el compieio de A rtes G ráficas M eo in aceli, S, á . G eneral Sanjurjo, 53 - BarceIona-12 Printed in Spain

Im preso en E spaña

Alh

mus

PRIMER

ACTO

La crónica que revista Antígona Pérez e s la de su propia pasión, acaecida en la imaginaria república hispanoamericana de Molina . Paralelo al oscurecimiento de la sala nace, en sincopado ritmo, una melodía elem ental ejecu ta d a a contrabajo. El telón lento d escu b re un mural regio al fondo y una extraordinaria plataforma en el centro del escenario con juego de escaleras al fren te que llevan, la una, al delantal (izquierda del actor) ; la otra, al foso de la orquesta ( derecha d el actor). P o r los la­ dos de la plataforma gris alucinante hay dos pasadizos rectan­ gulares que mueren en las bambalinas. El mural regio al fondo es la suma de ocho colum nas gigantescas y tridimensionales. A l principio, el mural es sólo una cámara negra. L u ego s e con­ vierte en panel que acom oda, simétricamente, láminas de metal con anuncios d e gaseosas, cervezas, cigarros, señales de trán­ sito y toda bulla de propaganda. En la segunda parte el mural revuelve a su otra cara: una pared en la que se despliega in­ formación periodística, noticias de absoluta historicidad se re­ parten por el panel. Entre las fotos destacan las monumentales del Generalísimo Creón Molina en gala militar y de Antígona Pérez luchando con la guardia de palacio. Resaltan también las consignas que aluden a la vida política hispanoamericana de los últimos años: D E M nt 7.\ f- M - 'RISPIAN A, f O * RAN L O S DESCAÍAS,i 9C I'AFKIA O MU EL ' ‘ 26 DE j r j j n , f iO,'»(7 / r.I R A P R E S Iu P X T E , Y A N K JS

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LU IS "RAFAEL SÁNCHEZ

MAL ES DE PA N A M Á , MINAS’ DE i >, ; i\\í . • * 'VIANOS. El mural sustituye abiertam ente el cicloram a tradicional. No h o y ningún mueble. S i cualquier escena p recisara de asientos, podría recurrirse a los escalones. La luz e s la pincelada definitiva en la crea ción de la atm ós­ fera d e absoluta teatralidad q ue d eb e pervalecer en la crónica. La perturbación q ue en el ánimo d el Generalísimo Creón M o­ lina ocasiona la oscuridad, el desplazam iento cuasi-c ore ográfico de los co r o s, el cam bio continuo d el lugar d e la acción, p erm i­ ten un espectacular trabajo luminotécnico del que llega a surgir una poesía ardiente. Como el recuerdo es arbitrario, ios personajes tendrán las más diversas entradas y salidas: desde una imponente carrera a partir del foso de la orquesta hasta un desfile m asivo por entre las ocho gigantescas columnas tridimensionales. Como el recuerdo es inmenso, ilimitado, el movimiento de Antígosu _ r e s no estará confinado a área alguna, aunque ella tom e el cen­ tro d el escenario, frente a la plataforma, como su sitio o pri­

sión.

La crónica está dividida en dos partes con estructura de acto largo. A su vez, cada parte se subdivide en escenas, aun­ que esta segunda división tiene como único propósito reducir la com plicación del d iseñ o de luces, fondos musicales, cambio de vestuario, etc.

I..Á PASIÓN SEGÚN ANTÍGGNA PÉREZ

rSCEÑ l

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’ >SIMEBA

El m ural es sólo cámara n egra. Un ch o r ro cónico d e Im se estrella so b re la prisión de Antígona Pérez. E l resto del escenario está sum ido en sombra. Á niígof rs resume en su físico el cruce d e rasas en que s e asienta el s e r hispanoamericano. En la anatomía a ngu ­ lar de su cuerpo no hay cunras. El p erfil e s de una puntillosa rectitud, un p retex to las m anos para d ie s h u eso s co n versa d o ­ res. E ntre sus rasgos desta ca» el p elo lacio caído sob re los hombros, los pechos apretados, la boca carnosa. De caminar es resuelta. R esu elto es también d e g e s t e . Y d e voluntad. Nunca vacilará. Ni sigu iera cuando pida la m u erte. Antígona P érez viste falda ancha y s u éter d e m anga larga, n eg r a s ambas pie­ zas; los zapatos que calza son bajos, picudos, negros también. No lleva medias, ni prendas, ni hebillas en el pelo. Antígona P érez no pasa de los vein ticin co años. Aunque una v e je z que nada tiene que ver con la edad la posee a ratos, especia lm en te en la réplica que devuelve a lo s que la atropellan. P ero más, sobre todo, en la manera de vivir su vida al día con la eter­ nidad. -dk Antígoi ’ís deja que la mirada recorra el sitio del pú­ blico. Luego habla con una cadencia íntima, como si un verso increíble se le desboronara en la boca. ANTÍGONA Empecemos por donde se empieza siempre. Nombre, An­ tígona Pérez. Edad, veinticinco año*,. "u atinente, Amér ulor... (Sonríe.) No importa. Traigo una historia para los que tienen fe. Alguno advertirá: es demasiado joven para decir algo que merezca oírse. Cierto que soy joven. Pero esta juventud del cuerpo ha sido acunada por la triste vejez del alma, j Poesía! Claro que poesía. Si tengo veinticinco años y voy a morir mañana.

LUIS RAFAEL SÁNCHEZ

LA PASIÓN SEGÚN ANTÍGONA PÉREZ

Antígona P érez d eja que la mirada lisa recorra otra v e s el sitio d el público. L uego, con velada recriminación, ar­ gumenta: ¡A h ..., entonces que hable! (S eca .) Porque mi muerte se llam a mañana. Porque a mi voluntad de vivir apenas sí le quedan unas horas. (Pausa.) Sí. Quiero hablar. De los que crecimos en una A m érica dura, A m érica am arga, América tornada. De las generaciones, dolorosamente, es­ tranguladas, Los periódicos han inventado una historia que no es cierta, los periódicos enfermos cíe fiebre am a­ rilla. U na historia sin escrúpulos, m aligna, improvisada con el afán de destruir mi nombre y mi reputación. H a­ brá, pues, dos versiones de una misma verdad. La mía. La de ellos. L a m ía es simple. Comienza con mi nombre, este Antígona tenso con el que satisfizo mi padre su in­ clinación a lo heroico. Sus amigos, m ilitares igual que él, eran a adm irarm e. “ Ven acá, A ntígona pequeñita, dón­ de están tus herm anos.” Yo m iraba a mi alrededor, son­ reía y no sabia qué decir. Porque no había aprendido que para llam arse Antígona se necesitan hermanos. Ni sabía que Antígona era la muchacha joven que se decide por la muerte. El chorro cónico de luz se evapora. La melodía elemen­ tal ejecutada a contrabajo aumenta hasta alcanzar bri­ llantez. Las ocho gig a n tesca s colum nas que form an el mural, r eg io rotan v ertigin osa m en te, d eten ién d o se en el panel que acom od a , sim étricam ente, láminas de metal con anuncios de ga seo sa s , cervezas, cigarros, señales de trán­ sito y toda bulla de propaganda. A lapsos- in term itentes s e encienden reflejos luminosos que dividen el escenario en islas de luz; hay una isla en el cen tro de la platafor­ ma, otras en los dos pasadizos rectangulares, etc. De re­ pente, docenas de páginas de periódico levantan raudo

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vuelo por todo el espacio escén ico. Dos mujeres con ca­ pas livianas, apenas visible el rostro, cruzan d e derecha a izquierda p ersigu ien d o las páginas. Tres hombres, uno d s ellos con bastón, e m e r g e n del fo s o de la orquesta y, al igual que las m u jeres, persiguen las páginas de los pe­ riódicos. Parejas de adolescentes, luego una en ferm era , inmediatamente un -militar, se saman a la caza. Por to­ das las vías d e a cceso asoman curiosos que forman una histérica multitud de doscientas cabezas en persecución d e las páginas. El ritmo s e apresta poderosamente. Los periodistas —cin co hombres fo rn id o s , elásticos, vestidos con pantalón oscuro y chaqueta deportiva— s e descuel­ gan simiescamente d e los dos pasadizos rectangulares y, en ca rrera d esen fren a d a , llegan hasta el plano inmediata­ mente anterior a las candilejas. Los periodistas se acom­ pañan de una cám ara fotográ fica liviana q ue no obstacu­ liza el sinuoso movimiento que define su presencia. La multitud lee vorazmente las páginas de periódico que ha logrado alcanzar. P F K iO L íi'iT A 1 Información. PE'

‘. j r - l : T A 2 El Mundo,

p e r ; c >:

Excelsior. P E R -l •' i ''T A 4 El Tiempo. P E R L ,’ ’ ) - VA V erdades.

LUIS RAFAEL SÁNCHEZ

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PEI,’ '* v. Vázquez,

P E >Ot‘ ÍS T \ 3 C abrera. P E :'n M V ” í Manso.

Ñ

PEn-it

5

i . - i S ’r x

González.

D urante la a cred itación , los periodistas sonríen. En los p artes d e prensa se tornan fríos, altoparlánti-cos. PEK'x

. 1

Local. A ntígona P érez, quien desafiara a la autoridad de nuestras m áxim as instituciones con su participación en los sucesos del pasado trece de abril, sigue detenida en los sótanos de palacio.

la

PASIÓN SEGÚN ANTÍGONA PÉREZ

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cudero, siendo ésta la prim era visita oficial' de Su Emi­ nentísim a desde que regresara del V aticano a raíz de los sucesos del trece de abril. PEE U' ' ! ’ >;•! \ i Internacional. El presidente de los Estados Unidos, R ichard Nixon, extendió a Camboya la guerra asiática. PER. j Local. L a fascinerosa A ntígona P érez, que enterrara los cadáveres ele los alzados del pasado trece de abril» se ha resistido a los interrogatorios de las m ás altas autori­ dades de la República.

PEÍ'". >V ¡ 1 Internacional. E xiliados brasileños informaron hoy las horribles torturas de que son víctimas los presos políticos de su país. PEIvn L o c al El Generalísimo Creón M olina ha convocado a una m agna concentración popular a efectuarse el próxi­ mo domingo a lo largo de la Avenida Bolívar.

P E R IO D IST A 2 Internacional, Averelt Harriman, Em bajador V iajero de los Estados U nidos de N orteam érica, defiende los go­ biernos m ilitares de la América L atina, diciendo que son totalmente distintos de aquellos de la época de T rujillo, Batista y Porfirio Diaz. PE - * O 'S '1' ' '< Local, E l Generalísimo Creón M olina recibirá hoy la visita del Muy Reverendísim o Monseñor Bernardo E s­

PEI .» i . > Internacional. E l prominente escritor francés Jeati Paul Sartre rechazó el Prem io Nobel de L iteratura por con­ siderar que la labor creadora no debe estar galardonada por organismo oficial alguno.

PEI," -! n . . ' . , . Local. El Generalísimo Creón M olina informó que la escaram uza del pasado trece de abril estaba controlada

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por ideologías extrañas a nuestra cristiana m anera de vivir. PERIODISTA 5 Internacional. El secretario de Estado, Dean Rusk, de­ claró que los Estados Unidos continuarán interviniendo unilateralmente si es necesario para defender al H em is­ ferio Occidental del comunismo. A l terminar el último parte d e prensa los periodistas disparan su cámara fotográ fica . El relampagazo es mag­ nífico. E ntonces sonríen, n uevam ente, anunciando así su

salida, P E R lv 'i MST \ 1 Información. PERK ¡D IST A 2 El Mundo.

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P E R IO D IST A 3 Cabrera. PER

' ÍTA 4 Manso.

PER/O D i' González.

L os periodistas s e dispersan p or el escen a rio , d on d e per­ manecerán durante toda la crónica. P ero su p resen cia no d eb erá llamar la atención. Sólo cuando así se indique cobrarán el ánimo d e acecho que mina a la prensa en ocasiones. La multitud d e doscientas cabezas aglomerada en la plataforma com ienza a m urm urar. Lo único de su comentario que nos llega es lo que seguidamente se trans­ cribe. LA M U L T IT U D

P E R ÍU -U S T A 3 Excelsior. PEIvit 'D IST A 4 . El Tiempo. P E R IO D iS Í'A 5 Verdades. P E R K ; D ISTA 1 Oftlz. PERIODISTA 2 Vázquez.

-—L a calma se ha hecho sentir. — La tranquilidad está viva. — L a paz es nuestra. —-El país regresa a la normalidad. —A las seis es el toque de queda. —P ara proteger los derechos ciudadanos. — En la cárcel está la traidora. —La que intentara secuestrar el poder. —Triunfo de la ley, la mesura y el orden. A la m en ción de la palabra PAZ ( tercer bocadillo) la multitud cobra una expresión de dulcedumbre que rom­ pe la violenta protesta de Antígona Pérez y la reapari­ ción del ch o rro cónico de luz.

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ANTIGONA No hablemos de orden para no confundir. Orden que nace de la diaria inspección m ilitar. Orden que nace del diario asentimiento de las cabezas. Orden que nace del diario aplauso de fas manos. Enfermo, pobre, caótico orden que Impone el ordenado Creón. (En un grito p er ­ fe c to .) No.

A ntígona P e r e s avam a sin exabruptos hasta el prim er plano. La multitud empieza a escurrirse sin s e r notada. La luz en los pasadizos s e r e d u ce lentamente. Ese orden llega a ser la otra cara del miedo. Y el miedo no sirve para vivir. A menos que la paz de cementerio sea la aspiración suprema. ¡ Podrida paz de cem enterio!

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dos que vigilan siem p r e las visitas d e la prisionera. Au­ rora es una mujer frá gil , vestida con traje de gasas que resalta su enjutes. L os hombros los guarece en un chai lila. P or las manos breves le co rretea un pañolito d e en­ cajes. Antígona P érez se encuentra con su madre en el centro del primer plano. Un largo abrazo las une. El periodista 1 toma una instantánea del encuentro. AURORA A ntígona, mi Antígona pequeñita. A N TIG O N A M amá. AURO RA Quise venir la m ism a noche que te prendieron» pero le tenían incomunicada. (A prensiva.) ¿ Estás bien?

ESCENA SEGUNDA AURO RA

A N TÍG O N A Estoy bien, mamá.

A ntígona... Antígona,

En la lejanía d esp ierta la v o s d e Autora, la m adre de A ntígona P er e s . Com o la oscuridad es densa, no sabe­ m o s d e su figura, p ero si que se acerca.

AURORA A ntígona, A ntígo na... ¡S i tu padre estuviera v iv o ! Su Antígona pequeñita encerrada como tina crim in al..., co­ mo una m ujer sin clase..., sin ap ellido s..., sin... ( Con am or.) Mi Antígona.

A N TIG O N A Contra ese orden ... (irónica) perfecto se levantaron los que hoy están bajo la tierra por voluntad de mis manos. H éctor T avárez, M ario Tavárez. Abaleados. 'M uertos. Sepultados.

A urora Marean, m a dre de A ntígona P e r e s , su be del fo so de la orqu esta segu id a de dos rígid o s soldados uniform a­

A N TÍG O N A

(T ierna.) M am á, las mujeres que tú llamas sin c lise, sin apellidos, tampoco merecen una condena injusta. AURO RA T ú no me entiendes, no, nunca me entiendes. Quiero decir que hay gente para todo, gente para quien estar

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en la cárcel no supone una afrenta, gente que no tiene m ayor aspiración que la de comer tres veces al día. Tú no estás hecha para esos extremos. Es otra piel la tuya. Bien criada» celebrada por un escogido círculo de gente de prim era, hija y nieta de m ilitares, señalada por un apellido reverenciado en toda la República. ¡ N ada menos que una Pérez y Santisteban! AN TIG O N A N ada menos que un ser humano, mamá. Lo demás huel­ ga. Los apellidos, los escogidos circuios de primera» son signos de una m anera de ver el mundo que no es la mía. A i i Rl 'lí A El muhdo es ele tina sola m anera, Antígona. Personajes principales, personajes secundarios, comparsas. A sí fue siempre, así es siempre, así será siempre. Antígona P érez se vuelve al público, AN TIG O N A M am á es inflexible cuando de definiciones se trata.

Aurora gesticula, naturalmente co m o si la con versación con Antígona Peres no se h ubiese detenido. El mundo es de una sola m anera. Así lo piensa, verda­ deramente. Cuando un pueblo se levanta contra su tira­ no, lo condena. Cuando ios negros se levantan contra sus blancos» los condena. Cuando un esclavo se levanta contra su amo, lo condena. Defiende tajante su actitud alegando que, si hasta entonces lo han aceptado, para qué necesitan cam biar. Y no me preocuparía sí esa fuera

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la pueril interpretación de la historia de una m ujer que ha vivido de la ostentación, del privilegio» del halago. No. La voz de mam á es peligrosam ente mayoritaria. A su lado están los más, los que se resisten a todo cambio, los que preguntan m eram ente... AURORA ¿E n dónde d u erm es.,.? A N TÍG O N A ¡E n dónde duerm es! AURORA ¿E s buena la co m id a...? AN TÍG O N A ¡E s buena la com ida! AURORA i No te asusta lo que dicen los periódicos... ? AN TÍG O N A ¡N o te asusta lo que dicen los periódicos! A su laclo están los que concluyen diciendo... AURORA Tus locas ideas que no sirven para nada. Quijotes» Q ui­ jotes, y ai fin a l: yo soy Alonso Quijano. AN TÍG O N A ... que no sirven para nada. Aurora mira a todos lados con un p o co d e impaciencia.

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ponías el gesto grave y preguntabas con urgencia de los asuntos de la República. Nos divertíamos j nos asombrábamos. Éramos felices.

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