San Agustín - De Magister (El maestro)

May 19, 2018 | Author: José Luis Del Real | Category: Word, Truth, Christ (Title), Augustine Of Hippo, Prayer
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Descripción: Antes de que existieran las disciplinas conocidas como lingüística y semiótica, hubo pensadores que ya se p...

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El Maestro.

San Agustín EL MAESTRO

(Libro único) FINALIDAD DEL LENGUAJE 1 (I). Agustín.(I). Agustín.- ¿Qué te parece que pretendemos al hablar?  Adeodato.- Por lo que ahora se me alcanza, o enseñar o aprender.  Ag.- Así lo veo yo: una de estas dos cosas, y estoy de acuerdo; pues es evidente que pretendemos enseñar cuando hablamos; mas ¿cómo aprender?  Ad.- ¿Cómo piensas tú?; ¿no será preguntando?  Ag ..- Entiendo que aun entonces no queremos otra cosa que enseñar. Porque dime: ¿preguntas por otra causa sino por enseñar qué es lo que quieres a aquel a quien te diriges?  Ad.- Es verdad.  Ag.- Ya ves que con la locución no pretendemos otra cosa que enseñar.  Ad.- No lo veo claramente; porque, si hablar no es otra cosa que emitir palabras, también lo hacemos cuando cantamos. Y como lo hacemos solos muchas veces, sin que haya nadie que aprenda, no creo que pretendamos entonces enseñar algo.  Ag.- Yo pienso que hay un cierto modo de enseñar mediante el recuerdo, modo cierta ciertamen mente te importa importante nte,, como como lo mostra mostrará rá esta esta nuestr nuestra a convers conversaci ación. ón. Pero Pero no te contradiré si piensas que no aprendemos cuando recordamos, ni que enseña el que recuerda. Quede firme, ya desde ahora, que nuestra que nuestra palabra tiene dos fines: o enseñar o despertar el recuerdo en nosotros mismos o en los demás; lo cual hacemos también cuando cantamos; ¿no te parece así?  Ad.- De ninguna manera; pues es muy raro que yo cante por recordar, y no más bien por deleitarme. Ag.- Veo lo que piensas. Mas no te das cuenta de que lo que te deleita en el canto no es sino cierta modulación del sonido; y porque esta modulación puede juntarse con las palabras o separarse de ellas, por eso el hablar y el cantar son dos cosas distintas. Pues también se canta con las flautas y la cítara, y cantan también las aves, y aun nosotros a veces, sin palabras, emitimos ciertos sonidos musicales que merecen el nombre de canto, pero no el de locución; ¿tienes algo que oponer a esto?  Ad.- Absolutamente nada. 2.  Ag.- ¿Te parece, pues, que el lenguaje no tiene otro fin que el de enseñar o recordar? Ad.- Lo creería, de no moverme a lo contrario el pensar que, al orar, hablamos, y que, no obstante, no se puede creer que enseñemos o recordemos algo a Dios.  Ag.- A mi parecer, ignoras que se nos ha mandado orar con los recintos cerrados, con cuyo nombre se significa lo interior del corazón, porque Dios no busca que se le recuerde o enseñe con nuestra locución que nos conceda lo que nosotros deseamos. En efec efecto to,, el que que habl habla a mues muestr tra a exte exteri rior orme ment nte e el sign signo o de su volu volunt ntad ad por por la 1

Este modo de enseñar  per  per commemorationem parece aludir a la doctrina platónica de la reminiscencia, pero Agustín no admitió nunca el mito de la preexistencia de las almas, y por lo mismo le fue ajena la teoría de la reminiscencia o del recuerdo de cosas, sabidas en una vida anterior y evocadas en ésta por  un hábil interrogatorio. La doctrina de la iluminación suplió a la de la reminiscencia platónica.

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articulación articulación del sonido ; y a Dios se le ha de buscar y suplicar en lo íntimo del alma racional, que es lo que se llama «hombre interior» , pues ha querido que éste fuese su templo. ¿No has leído en el Apóstol: Ignoráis que sois templo de Dios, y que el espíritu  de Dios habita en vosotros, y que Cristo habita en el hombre interior? ¿Y no has advertido advertido en el Profeta: Hablad en vuestro interior, y en vuestros vuestros lechos compungíos. Ofreced sacrificios legítimos y confiad en el Señor? ¿Dónde crees que se ofrece el sacrificio de justicia sino en el templo de la mente y en lo interior del corazón? Y en el lugar del sacrificio, allí se ha de orar. Por lo cual no se necesita necesita lenguaje, esto es, palabras sonantes cuando oramos; a no ser tal vez, como hacen los sacerdotes, para manifestar sus pensamientos, no para que los oiga Dios, sino los hombres, y que asintiendo, en cierto modo se eleven hacia Dios por el recuerdo. ¿Piensas tú de otra manera?  Ad.- Asiento completamente a ello. 2

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 Ag.- ¿Acaso no te preocupa el que el soberano Maestro enseñando a orar a sus discípulos, se sirvió de ciertas palabras, con lo cual no parece hizo otra cosa que enseñarnos cómo se había de hablar en la oración?  Ad.- No me preocupa nada eso, ya que no les enseñó las palabras, sino su significado, con el que quedaran persuadidos ellos mismos a quién y qué habían de pedir cuando orasen –como queda dicho– en lo más secreto del alma.  Ag.- Lo has entendi entendido do perfect perfectame amente nte;; creo también también que has adverti advertido do al mismo mismo tiempo, aunque alguno defienda lo contrario, que nosotros, por el hecho de meditar las palabras, bien que no emitamos sonido alguno, hablamos en nuestro interior, y que por  medio de la locución lo que hacemos es recordar cuando la memoria, en la que están grabadas las palabras, trae, dándoles vueltas, al espíritu las cosas mismas de las cuales son signos las palabras.  Ad.- Lo entiendo y acepto. Qui enim loquitur suae voluntatis signum foras dat per articulatum sonum. Tal es la definición del fenómeno que llamamos hablar. En él entran los elementos siguientes: una voluntad interna, que da a conocer lo que quiere; unos signos con que manifiesta su deseo; unos sonidos articulados, o palabras, que son vehículo de ideas: no son simples sonidos o voces, como los que pueden emitir los animales, sino están articulados, formando grupos de sílabas que expresan una realidad y emiten fuera lo que hay dentro de la voluntad y del pensamiento. La lengua es el instrumento de esta forma de comunicación, aunque también con otros movimientos u otros miembros corporales pueden también expresarse los sentimientos internos, como llorando, la tristeza; o riendo, la alegría que hay dentro. Pero este lenguaje por gestos no es propiamente la locución. En sus Principia dialecticae da la misma definición: Loqui est articulata voce signum dare (Princip. Dial. V: PL 32, 1410). Ya aparece en este escrito la doctrina del homo interior, como una meta de formación espiritual por la enseñanza y el contacto con Dios y la plegaria. Señala como dos moradas de este hombre interior: el templum mentis y el cubiculum cordis. Son dos dimensiones de profundidad y de alojamiento para Dios como verdad y como amor. La interioridad interioridad agustiniana agustiniana ya se hace aquí bíblica por los textos que aduce para exponer sus ideas. Sin duda, recuerda también el cubiculum cordis las palabras de Cristo en el consejo que da para la oración: Intra in cubiculum tuum (Mt. 6, 6), pero esta cámara o celda exterior lleva a otra interior, que está en el recogimiento del alma. También la llama en este lugar  penetrale  penetrale mentis. 2

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3 (II). Ag.(II). Ag.- Estamos, pues, ambos conformes en que las palabras son signos .  Ad.- Lo estamos.  Ag.- Y bien, ¿puede el signo ser signo sin representar algo?  Ad.- No lo puede.  Ag ..- ¿Cuántas palabras hay en este verso: Si nihil ex tanta superis placet urbe relinqui (si es del agrado de los dioses no dejar nada de tan gran ciudad)?  Ad ..- Ocho.  Ag ..- Luego son ocho signos.  Ad ..- Así es. .- Creo que comprendes este verso.  Ag . Ad.- Me parece que sí.  Ag ..- Dime qué significa cada palabra.  Ad.- Sé lo que significa si (si), mas no hallo otra palabra con que se pueda expresar  su significado.  Ag.- AI menos, ¿sabes dónde reside lo que esta palabra significa?  Ad.- Paréceme que si indica si indica duda; y si es duda, ¿en dónde se hallará si no es en el alma?  Ag.- Conformes por ahora; pero sigue con lo restante.  Ad ..- Nihil (nada), ¿qué otra cosa significa sino lo que no existe?  Ag.- Tal vez dices verdad; pero me impide asentir a ello lo que anteriormente has afirmado: que no hay signo sin cosa significada. Ahora bien, lo que no existe, de ningún modo puede ser cosa alguna. Por lo tanto, la segunda palabra de este verso no es un signo, pues nada significa; y falsamente hemos asentado que toda palabra es signo o que todo signo significa algo.  Ad.- Me estrechas demasiado; pero advierte que, cuando no tenemos que expresar  algo, es una tontería completa proferir cualquier palabra; y yo creo que tú, al hablar  ahora conmigo, no dices ninguna palabra en vano, sino que todas las que salen de tu boca me las ofreces como un signo, a fin de que entienda algo. Por lo cual tú no debieras proferir hablando estas dos sílabas si con ellas no significas nada. Mas si, por  el contr contrar ario io,, cree creess ser ser nece necesar saria ia su enunci enunciac ació ión n y que que con ella ellass apre aprende ndemo moss o recordamos recordamos algo cuando suenan en nuestros nuestros oídos, ciertamente verás también lo que quiero decir y que no sé cómo explicar. Ag.- ¿Qué haremos, pues? Diremos que con esta palabra, más bien que una realidad, que no existe, se significa un cierto estado de ánimo producido cuando no ve 4



Ya aplica aquí el autor la teoría de los signos y su función función significativa, significativa, que es al mismo tiempo la de presentar las cosas (res ( res)) al espíritu, estableciendo como una presencia de ellas en él. Tal es la función de los signos. Después desarrollará esta doctrina más ampliamente en los libros de doctrina christiana. Según E. Schadel, San Agustín recibió aquí la influencia de los estoicos, que discurrieron mucho sobre los signos: Zenón, Crisipo, Séneca y otros. Ellos también influyeron en el tratado De dialéctica del Santo. Cf. Aurelius Cf. Aurelius Augustinus. De Magistro 107 – 108. Véase también a CORNELIUS MAYER, en Die Zeichen in der geistigen Entwicklung und in der Theologie des jungen Augustinus p. 234-237. 4

Este análisis que se propone a Adeodato sobre el verso de Virgilio ( Aen. ( Aen. II 659) era un ejercicio muy corriente en las escuelas de la antigüedad. El alumno no sólo se enriquece de las palabras, sino aprende también a conocer la estructura del lenguaje y la filosofía de la comunicación verbal. Era un ejercicio muy formativo para la cultura, al mismo tiempo que familiarizaba con los grandes autores. Estos ejercicios ejercicios los practicó mucho Agustín siendo maestro de gramática gramática y retórica. retórica. Cf. MARROU, MARROU, Saint Augustin et la fin de la culture antique p. 25-26.

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la realidad y, sin embargo, descubre, o le parece descubrir, su no existencia.  Ad ..- Quizá es esto lo que yo trataba de explicar. .- Sea ello lo que sea, dejémoslo, no sea que demos en algún absurdo peor.  Ag . Ad ..- ¿En cuál?  Ag.- En que nos detengamos sin que nada nos detenga.  Ad ..- Ciertamente es una cosa ridícula, y, sin embargo, no sé cómo veo que puede suceder; mejor dicho, veo claramente que ha sucedido. 4.  Ag ..- En su moment momento o compren comprendere deremos mos más perfect perfectamen amente te si Dios Dios lo permite permite,, este género de contradicción. Ahora vuelve a aquel verso e intenta, según tus fuerzas, mostrar el significado de las demás palabras.  Ad ..- La tercera es la preposición ex (de), en cuyo lugar podemos poner, a mi entender, de (desde). ntento to que diga digass por por una una pala palabr bra a cono conoci cidí dísi sima ma otra otra igua igualm lme ente nte  Ag .- No inten conocidísima, que significa lo mismo, si es que significa lo mismo; mientras tanto, concedamos que es así. Si este poeta, en vez de ex tanta urbe (de tamaña ciudad) hubiera dicho de tanta, y yo te preguntase el significado de de, sin duda alguna dirías que ex, como quiera que estas dos palabras, es decir, signos, significan una misma cosa, según tú crees; pero yo no busco si es una identidad lo que estos dos signos significan.  Ad.- Yo creo que denotan como sacar de una cosa que había habido algo que se dice formaba parte de ella, ora no exista esa cosa, como en este verso sucede, que, no existiendo la ciudad, podían vivir algunos troyanos procedentes de la misma, ora exista, del mismo modo que nosotros decimos haber en África mercaderes procedentes de Roma.  Ag ..- Para concederte que esto es así y no enumerarte las muchas excepciones que, tal vez, se oponen a tu regla, fácil es advertir que has explicado unas palabras con otras palabras, palabras, a saber, unos signos con otros signos, signos, y unas cosas comunísimas comunísimas con otras comunísimas; comunísimas; mas yo quisiera quisiera que, si puedes, me muestres las cosas que estos signos representan. ¿HABRÁ COSAS QUE SE PUEDAN MOSTRAR SIN SIGNO ALGUNO? 5 (III).  Ad ..- Me admiro de que no comprendas, o mejor, de que simules no darte cuenta de que me es absolutamente imposible dar una respuesta como tú la deseas; pues hete aquí que estamos en conversación, en la cual no podemos menos de responder con palabras. Pero tú preguntas cosas que, cualesquiera que ellas sean, no son palabras. Y sobre ellas, no obstante, me preguntas con palabras. Por lo tanto, interrógame tú primeramente sin palabras, para después responderte yo del mismo modo.  Ag.- Tienes razón, lo confieso; mas si buscase la significación de estas tres sílabas,  paries  paries (pared), seguramente me podrías mostrar con el dedo la cosa cuyo signo son estas tres sílabas, de tal manera que yo la viese, y esto sin proferir tú palabra alguna, sino mostrándola.  Ad ..- Concedo que esto puede hace sólo con los nombres que expresan o significan cuerpos si esos mismos cuerpos están presentes. 4

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 Ag ..- ¿Acaso llamamos al color cuerpo, y no más bien una cualidad del cuerpo?  Ad.- Así es. .- Por que, pues, podemos aquí demostrarlo con el dedo?; ¿acaso añades a los  Ag .cuerpos sus cualidades, de modo que estando presentes, puedan ser mostrados sin palabras?  Ad.- Yo, al decir cuerpos, quería que se entendiese todo lo corporal, esto es, todo lo que se percibe en los cuerpos.  Ag ..- Considera, sin embargo, si no hay también aquí alguna excepción.  Ad ..- Bien me lo haces notar, pues no debí decir todo lo corporal, sino todo lo visible. Porque confieso que el sonido, el olor, el sabor, la gravedad, el calor y otras cosas pertinentes a los sentidos no pueden mostrarse con el dedo, si bien no pueden sentirse sino en los cuerpos y, por lo tanto, son corporales. has vist visto o nunc nunca a cómo cómo los hom hombres bres habl hablan an con con los los sor sordos dos como como  Ag.- No has gesticulando, y los sordos preguntan no menos con el gesto, responden, enseñan, indican todo lo que quieren o, por lo menos, mucho? En este caso, no sólo las cosas visibles se muestran sin palabras. También los sonidos, los sabores y otras cosas semejantes. Y en los teatros, los histriones manifiestan y explican, por lo común, todas sus fábulas sin necesidad de palabras con la danza.  Ad ..- Nada tengo que oponerte, sino que el significado de aquel ex  no te lo puede explicar sin palabras ni un histrión saltarín. 6. Ag ..- Tal vez dices verdad. Pero supongamos que puede; no dudarás, como creo, que el gesto con que él intentará demostrarme lo que esta palabra significa, no es la cosa misma, sino un signo. Por lo tanto, el histrión también indicará no una palabra con otra, sino un signo con otro signo; de modo que este monosílabo, ex, y aquel aquel gesto gesto signifiquen una misma cosa, que deseara se me mostrase sin ningún signo. .- Pero ¿cómo puede hacerse lo que preguntas?  Ad . Ag ..- Como pudo la pared.  Ad ..- Sin duda alguna, ni la misma pared puede mostrarse a sí misma sin un signo por medio del cual puede verse. Así que nada encuentro que pueda enseñarse sin signos.  Ag.- ¿Qué dirías si te preguntase preguntase qué es pasear, y, levantándote, levantándote, lo hicieses? ¿No usarías para enseñármelo, más bien que de palabras, de la misma cosa o de algún otro signo?  Ad.- Confieso que es así, y me avergüenzo de no haber visto una cosa tan clara, la cual me trae a la memoria otras mil cosas que pueden mostrarse por sí mismas y sin necesidad de signos, verbigracia, comer, beber, estar sentado, de pie, dar voces y otras muchas más.  Ag ..- ¡Ea! Dime ahora, si desconociendo yo completamente el sentido de esta palabra, te preguntase, cuando paseas, qué es pasear, ¿cómo me lo enseñarías?  Ad.- Pasearía un poco más de prisa, para que, terminada tu pregunta, lo advirtieras mediante algo nuevo; y, sin embargo, no habría hecho más que lo que debía mostrarte.  Ag ..- ¿Sabes que una cosa es pasear y otra apresurarse? Porque ni quien pasea se apresura constantemente, ni quien se apresura pasea siempre, pues también decimos que uno se apres apresura ura leyen leyendo do,, escri escribi bien endo do y haci hacien endo do otras otras muchí muchísi sima mass cosas cosas.. Entonces, al hacer más de prisa lo que hacías anteriormente, creería que pasear no es

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otra cosa que apresurarse; sólo habías añadido esto, y, por esto precisamente, me engañaría. . - Confieso que no podemos sin un signo mostrar nada cuando lo estamos  Ad .haciendo y se nos pregunta sobre ello; porque si no añadimos nada, el que pregunta creerá que no se lo queremos mostrar y que, despreciándole, seguimos en lo que hacíamos. Si, al contrario, pregunta sobre algo que podemos hacer, y no pregunta cuando lo estamos haciendo, podemos mostrarle lo que pregunta haciéndolo, desde luego más con la misma cosa que con un signo. Pero, si me pregunta qué es hablar  cuando estoy hablando, todo lo que le diga para enseñárselo, necesariamente tiene que ser hablar; continuaré instruyéndole hasta que le ponga claro lo que desea sin apartarme de lo que él quiere que le enseñe, ni echar mano de otros signos para demostrárselo que de la cosa misma. COMO UNOS SIGNOS MUESTRAN A OTROS SIGNOS 7 (IV). Ag  (IV).  Ag ..- Razonas muy agudamente; mira, pues a ver si convenimos en que se puede mostrar sin signos aquello que no estamos haciendo cuando se nos pregunta, y que, sin embargo, podemos hacer en seguida; o los mismos signos de que tratamos. Pues, Pues, cuan cuando do esta estamo moss habla habland ndo, o, hacem hacemos os sign signos os,, de dond donde e viene viene la pala palabr bra a significar.  Ad ..- Convenido.  Ag ..- Por lo tanto, cuando se pregunta sobre algún signo, pueden mostrarse unos signos por otros; mas cuando se pregunta sobre cosas que no son signos, pueden mostrarse o haciéndolas después de la pregunta, si pueden hacerse, o manifestando algún signo por el cual puedan conocerse.  Ad.- Así es.  Ag ..- Consideremos primeramente en esta división tripartita, si te place, el que los signos se muestran con signos; ¿son acaso solamente signos las palabras?  Ad.- No.  Ag ..- Paréceme que, cuando hablamos, señalamos con palabras las palabras, u otros signos, como si decimos gesto o letra (pues las cosas que estas dos palabras signif significan ican son signos, signos, no obstant obstante), e), u otra otra cosa distinta distinta que no sea signo, signo, como cuando decimos piedra; decimos piedra; esta palabra es un signo, porque significa algo, sin que sea por  eso un signo lo que ella significa; significa; este grupo, que significa con palabras las cosas que no son son signo signos, s, no corres correspo ponde nde a la part parte e que que nos nos propu propusi simo moss dilu diluci cida dar. r. Pues Pues dete determ rmin inam amos os cons consid ider erar ar el que que los los sign signos os se mues muestr tran an con con sign signos os,, y en tal tal consideración distinguimos dos partes: el enseñar o recordar los mismos o distintos signos mediante signos también. ¿No te parece así?  Ad.- Es evidente. 8. Ag.8. Ag.- Dime, pues: los signos que son palabras, ¿a qué sentido pertenecen?  Ad ..- Al del oído.  Ag.- ¿A cuál el gesto?  Ad.- Al de la vista.  Ag.- ¿Qué decir cuando nos encontramos con palabras escritas?; ¿acaso no son palabras o, para hablar más exactamente, signos de las palabras, de tal modo que la palabra sea lo que se profiere mediante la articulación de la voz y significando algo? 6

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Mas la voz no puede ser percibida por otro sentido que por el oído; así sucede que, al escribir una palabra, se hace un signo para los ojos mediante el cual se entre en la mente lo que a los oídos pertenece.  Ad ..- Asiento a cuanto dices.  Ag .- Creo Creo que que tamb tambié ién n asen asenti tirá ráss a est esto: que que cuan cuando do deci decim mos «nom «nombr bre» e»,, significamos algo .  Ad.- Es verdad.  Ag.- ¿Qué?  Ad.- Aquello Aquello que designa designa este mismo nombre, como Rómulo, Roma, virtud, río y otras mil cosas más.  Ag.- Estos cuatro nombres, ¿no significan alguna cosa?  Ad.- Sí, varias. .- ¿Hay alguna diferencia entre estos nombres y las cosas que significan?  Ag . Ad.- Mucha.  Ag ..- Quisiera que me dijeras cuál.  Ad.- En primer lugar que éstos son signos, y aquéllas no lo son.  Ag.- ¿Te ¿Te parec parece e bien bien que que llam llamem emos os significables aquell aquellas as cosas cosas que pueden pueden significarse con signos y no son signos, de la misma manera que llamamos visibles las que pueden verse, a fin de disputar sobre ellas después más fácilmente?  Ad.- Sí, me parece bien.  Ag.- Y los cuatro signos que poco antes pronunciaste, pronunciaste, ¿no pueden ser significados significados por otro signo?  Ad.- Me sorprende que pienses haberme olvidado que las cosas escritas son signos de los signos que proferimos con la voz, como ya lo hemos reconocido.  Ag ..- Di: ¿qué diferencia hay entre estos signos? .- Que aquellos son visibles, y éstos, audibles.  Ad .audibles. ¿Por qué no has de admitir este nombre, si hemos admitido el de significables?  Ag.- Ciertamente que lo admito, y con mucho agrado. Mas nuevamente pregunto: ¿Pueden estos cuatro signos representarse por algún otro signo audible, como has advertido sucede con los visibles?  Ad .. - Recuerdo que también dije esto poco ha. Pues había respondido que el nombre significa algo, y había en esta significación incluido estos cuatro nombres; y sostengo que aquél y éstos, en el momento en que se profieren con la voz, son audibles.  Ag.- ¿Qué distinción hay, pues, entre el signo audible y los significados audibles, los cuales son a la vez signos?  Ad.- Entre Entre aquell aquello o que decimos decimos nombre nombre y estos estos cuatro cuatro que en su signif significa icació ción n hemos incluido entiendo haber esta diferencia: el nombre es signo audible de signos audibles, mientras que las cosas audibles son signos, pero no de signos, sino de cosas, bien sea visibles, como Rómulo, Roma, río, o bien inteligibles, como virtud. 9. Ag.9.  Ag.- Lo admito y lo apruebo; pero ¿sabes que todas las cosas que se profieren con la articulación de la voz, significando algo, se llaman palabras? 6

El «nombre», que es la primera parte de la oración o del discurso, era definido así por los gramáticos: Nomen Nomen est pars pars oratio orationis nis cum casibu casibuss sine sine tempor tempore, e, rem corpor corporale alem m aut incorp incorpora oralem lem propri proprie e communiterque significans (Diomedes, Grammatici latini I latini I 320). Los nombres, al declinarse, tienen casos que excluyen el tiempo, tiempo, mientras las variaciones variaciones o flexiones flexiones de la conjugación de los verbos verbos indican el tiempo: pasado, presente o futuro. Cf. E. Schadel, o. c., p. 131. 6

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 Ad.- Lo se.  Ag.- Lueg Luego o el nomb nombre re tamb tambié ién n es pala palabr bra, a, ya que que se prof profie iere re medi median ante te la artic articul ulac ació ión n de la voz con con algún algún sign signifific icad ado; o; y cuand cuando o decim decimos os que que un homb hombre re elocuente usa de palabras apropiadas, sin género de duda usa también de nombres; y cuando el siervo dijo a su anciano dueño en Terencio: «Quiero buenas palabras» , había también dicho muchos nombres.  Ad.- Estoy conforme.  Ag.- ¿Concedes, pues, que estas dos sílabas que articulamos al decir  verbum (palabra), significan también un nombre y que, en consecuencia, aquélla es signo de éste?  Ad.- Lo concedo.  Ag ..- Quisiera que respondieses a esto también: siendo una palabra signo de un nombre, el nombre signo de río y río signo de una cosa que ya se puede ver, según la diferencia que notaste entre esta cosa y río, esto es, su signo, y entre este signo y el nombre que es signo de este signo, ¿en qué juzgas se distinguen el signo del nombre, que hallamos ser la palabra, y el nombre del cual es signo?  Ad.- Distí Distíngue nguense, nse, a mi ver, en que todo lo que el nombre signific significa, a, también también lo significa la palabra, pues así como nombre es palabra, también río lo es; mas el nombre no alcanza a significar todo lo que la palabra significa. Aquel si  que tiene al principio el verso propuesto por ti y este ex -que ex -que nos ha traído hasta aquí, disputando y razonando sobre él- son palabras y, no obstante, no son nombres; y así se encuentran otros muchos. Así que, como todos los nombres son palabras, pero no todas las palabras nombres, creo que está claro cuál es la diferencia entre  palabra y nombre, es decir, entre el signo de aquel signo que no significa ningún otro signo y el signo del que puede significar otro signo. .- ¿Admites que todo caballo es un animal, y que, sin embargo, no todo animal es  Ag .un caballo?  Ad.- ¿Quién lo dudará?  Ag.- Pues Pues la mism misma a dife diferen renci cia a hay entre entre nomb nombre re y pala palabra bra que que entre entre caba caballllo o y animal. Si no te retrae de asentir el que decimos también verbum (verbo), en el otro sentido de significar las palabras que cambian según los tiempos, como «escriboescribí», «leo-leí», las cuales palabras está claro que no son nombres.  Ad.- Has expresado justamente lo que me hacía dudar.  Ag.- No te preocupe preocupe esto. Pues llamamos universalment universalmente e signos a todas las cosas que significan algo, entre las cuales contamos las palabras. También decimos signos militares, insignias, llamados así con mucha propiedad, los cuales no contienen palabra alguna. Y, no obstante, si te dijese: Así como todo caballo es animal, mas no todo animal es caballo, así también toda palabra es signo, pero no todo signo es palabra, creo que no dudarías un momento.  Ad.- Ya entiendo, y acepto completamente que existe idéntica diferencia entre la palabra en general y un nombre que entre un animal y un caballo. 10. Ag.10.  Ag.- ¿Sabes también que, cuando decimos «animal», una cosa es este nombre trisílabo, que es proferido por la voz, y otra aquello que con él se significa?  Ad.- Ya he concedido anteriormente esto acerca de todos los signos y significables. 7

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In Andria act. 1 esc. 2 v. 33. 8

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 Ag.- ¿Te parece que todos los signos significan distinta cosa de la que son, como este nombre trisílabo, «animal», de ningún modo significa aquella que es él mismo? Ad.- Ciertamente que no; pues cuando decimos «signo», no sólo significa significa todos los que hay, sino que se significa también también a sí mismo; porque es una palabra, y, sin duda alguna todas las palabras son signos.  Ag.- Pues qué, ¿no es verdad que sucede algo semejante semejante en este disílabo disílabo verbum (palabra)? Porque, si este disílabo significa todo lo que con algún significado profiere la articulación de la voz, también ha de estar él incluido en esta especie.  Ad.- Así es.  Ag.- Entonces, ¿no le sucede igual al nombre? Porque significa los nombres de todos los géneros, y él mismo (verbum) es un nombre del género neutro. ¿O acaso, si te preg pregun unta tase se qué qué part parte e de la orac oració ión n es el nomb nombre re,, podr podría íass acer acerta tada dame ment nte e responderme si no es diciendo «nombre»?  Ad.- Es verdad.  Ag.- Por lo tanto, hay signos que, entre las otras cosas que significan, se significan significan también a sí mismos.  Ad ..- Los hay. Ag.Ag.- ¿Cre ¿Crees es que que este este sign signo o cuat cuatri risí sílab labo o que que decim decimos os coniunctio (conjunción) pertenece a esta categoría?  Ad.- De ninguna manera; porque las cosas que significa significa no son nombres, mientras mientras que él es nombre. SIGNOS RECÍPROCOS 11 (V). Ag.(V).  Ag.- Has andado muy atinado; mira ahora si se encuentran signos que se signifiquen recíprocamente, de tal manera que, como aquél significa a éste, así éste signifique a aquél; pues ese cuatrisílabo que decimos coniunctio, y aquellas palabras que éste significa, si, o, pues, sino, luego, porque y otras semejantes, no tienen una significación mutua, porque aquella sola palabra significa todas éstas; mas no hay ninguna entre éstas últimas que pueda significar aquel cuatrisílabo.  Ad.- Lo veo, y deseo conocer qué signos sean éstos cuya significación es recíproca. Ag.- ¿Ignoras entonces que, al decir «palabra» y «nombre», decimos dos palabras?  Ad.- Lo se.  Ag.- ¿Y sabes que al decir «nombre» y «palabra» decimos dos nombres?  Ad ..- También sé esto.  Ag.- ¿Y que tanto puede una palabra significar a un nombre como un nombre a una palabra?  Ad.- Estoy conforme.  Ag.- ¿Puedes decir la diferencia que hay entre ellos, exceptuada su diversidad en la escritura y pronunciación?  Ad.- Tal vez pueda, porque veo que es lo mismo que poco ha dije. Cuando decimos palabras significamos todo lo que profiere con algún significado la articulación de la voz; por consiguiente, todo nombre, y el mismo término «nombre», es una palabra; mas no toda palabra es nombre, aunque sea nombre el término «palabra».

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12. Ag.12.  Ag.- Y si alguno te afirma y prueba que, así como todo nombre es una palabra, así toda palabra es un nombre, ¿podrás encontrar en qué se diferencia, además del distinto sonido de sus letras?  Ad.- No podré, y creo que no hay ninguna diferencia.  Ag.- Y si todo aquello que con algún significado profiere la articulación de la voz son palabras y nombres, pero son por una razón palabras y por otra nombres, ¿no habrá ninguna diferencia entre un nombre y una palabra?  Ad.- No entiendo cómo pueda ser esto.  Ag.- Por lo menos entiendes que toda cosa coloreada es visible, y que toda cosa visible es coloreada, aunque estas dos palabras signifiquen distinta y diferentemente.  Ad ..- Entiendo.  Ag ..- Si esto es así, consiguientemente, toda palabra es nombre y todo nombre palabra, aunque estos dos nombres o dos palabras, o sea, los términos «nombre» y «palabra», tengan diferente significación.  Ad.- Ya veo que puede darse esto. Espero me muestres cómo sucede.  Ag ..- Adviertes, según creo, que todo lo que significa algo y brota mediante la articulación de la voz, hiere el oído, para poder despertar la sensación y se transmite a la memoria para poder dar origen al conocimiento.  Ad.- Lo advierto.  Ag.- Por lo tanto, tanto, suceden dos cosas cuando proferimos algo con semejante voz.  Ad ..- Así es.  Ag.- ¿Y si una de estas dos cosas ha sido llamada verbum (palabra), y la otra término nomen (nombre), porque el término verbum se deriva de verberare (herir), y el término nomen se deriva de noscere noscere (conoce (conocer) r) , de suerte que el primero ha recibido este nombre por el oficio del oído y el segundo por el del espíritu? 13.  Ad.- Asenti Asentiré ré a ello ello cuando cuando me muestr muestres es cómo cómo podemo podemoss llamar llamar con rectit rectitud ud nombres a todas las palabras.  Ag ..- Esto es fácil, pues creo que has aprendido y retenido que el pronombre es llamado así porque está en lugar del nombre, y, sin embargo, expresa una realidad con un significado menos completo que el nombre. Pues, según creo, así lo definió el autor  que has recitado en gramática: «Pronombre es una parte de la oración que, usada en lugar del nombre, significa lo mismo que éste, aunque con menos fuerza».  Ad.- Lo recuerdo y lo apruebo.  Ag.- Ves, por ende, que, según esta definición, no podemos usar los pronombres más que por los nombres y para reemplazarlos, como cuando decimos. «Este hombre, el mismo rey, la misma mujer, este oro, aquella plata». Los términos éste, el mismo, la misma, éste, aquélla, son pronombres: hombre, rey, mujer, oro, plata, son nombres, los cuales significan las cosas con más fuerza que aquéllos.  Ad ..- Lo veo y estoy de acuerdo. 8

Estas etimologías que da aquí San Agustín eran corrientes entre los gramáticos clásicos: Nomen dictum est quasi notamen, quod res nobis notas faciat (CLEDONIUS, faciat  (CLEDONIUS, Grammatici latini V latini V 10). En el libro De Genesi liber imperfect imperfectus us recoge esta etimología etimología:: Omne quippe vocabulum ad distinctionem valet. Unde etiam nomen quod rem notet, appellatum est quasi notamen (De Gen. lib. imp. 6, 26 : PL34, 250). 250). El origen de verbum, palabra, lo relacionaban con verberare, sacudir el aire, o también herir el oído: Ecce enim verba ipsa quispiam ex eo putat dicta, quod aurem quasi verberent. Immo, inquit alius, quod aerem (Principia dialecticae 6: PL 32, 1411). Los antiguos, como Varrón y Cicerón y otros muchos, eran muy aficionados a buscar las etimologías de las palabras. Cf. E. Schadel, o. c., p. 131. 8

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 Ag ..- Ahora enúnciame algunas conjunciones, las que tú quieras.  Ad ..- Y, además, pero, también. .- ¿Te parece que todas estas cosas que has dicho son nombres?  Ag . Ad ..- De ninguna manera.  Ag ..- ¿Crees que, al menos, he hablado correctamente al decir: «Todas estas cosas que has dicho»?  Ad ..- Completamente Completamente bien; y ahora entiendo de qué modo me has mostrado mostrado que yo enuncié nombres, pues de otra manera no se hubiera podido decir: «Todas estas cosas». Pero temo que estas cuatro conjunciones conjunciones sean también palabras, y porque se puede decir de la misma manera, correctamente, «todas estas cosas» y «todas estas palabras». Y si me preguntas a qué parte del discurso corresponde esta expresión, «palabra», responderé que es un nombre. He aquí por qué, tal vez, añadiste el pronombre a este nombre, para que su expresión fuese correcta. 14.  Ag.- Te engañ engañas as con tu agud agudeza eza;; y para para que que deje dejess de engañ engañart arte, e, prest presta a atención atención con más agudeza todavía todavía a lo que voy a decir, si es que puedo decirlo como yo quiero; porque tan intrincado es hablar de las palabras con palabras como entrelazar  y rascar unos dedos con otros; en lo cual apenas hay alguno que conozca, si no es el que lo ejecuta, qué dedos son los que pican y cuáles los que procuran calmar el prurito.  Ad ..- Pues me tienes aquí con toda el alma, porque esta semejanza me ha vuelto muy atento.  Ag ..- Ciertamente que pronuncio palabras y que éstas constan de sílabas.  Ad.- Así es. Ag.- Así, pues, hagamos principalmente uso de la autoridad, que es para nosotros venerabilísima. El Apóstol dice: No había en Cristo el sí y el no, sino solamente en él  había sí. No creo se ha de pensar que estas tres letras, enunciadas cuando decimos est (sí), existieron en Cristo, sino lo que ellas significan.  Ad.- Eso es verdad.  Ag ..- Comprendes, por lo tanto, que el que dijo: El sí existía en él, quiso decir  solamente que se llama sí lo sí lo que existía en él; como si hubiera dicho: «La virtud existía en Cristo», no se entendería haber dicho otra cosa que llámase «virtud» lo que había en él; no fuera que creyésemos que estas dos sílabas que enunciamos cuando decimos «virtud» existieron en él, y no lo que ellas significan.  Ad.- Lo entiendo y te sigo.  Ag ..- Entonces, ¿no crees que no hay diferencia entre decir: «se llama virtud» o «se nombra virtud»?  Ad.- Está claro que no.  Ag.- Pues así es de claro que se puede decir indistintamente: «sí se llama» o «sí se nombra» lo que en Cristo había.  Ad.- Veo que aquí tampoco hay ninguna diferencia.  Ag ..- ¿Ves ya también lo que quiero expresar?  Ad.- Aún no.  Ag.- ¿No ves que «nombre» es aquello con que una cosa se llama?  Ad.- No hay cosa para mí más clara.  Ag.- Ves, por ello, que est (sí) es nombre, puesto que lo que había en Cristo se llama «sí». .- No puedo negarlo.  Ad .11

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 Ag ..- Mas si te preguntase a qué parte del discurso pertenece la expresión est, no creo que dijeses que es nombre, sino verbo, aun después de habernos mostrado la razón que es nombre.  Ad.- Así es ni más ni menos, como tú dices.  Ag ..- ¿Dudas todavía que otras partes de la oración son nombres, consideradas del mismo modo que hemos enseñado?  Ad.- No dudo, puesto que confieso que significan algo. Mas si me preguntases como se llaman, esto es, se nombran, cada una de las cosas que significan, no podré responderte sino enunciando aquellas partes de la oración que no llamamos nombres, aunque, como veo, nos vemos obligados a llamarlas así. 15.  Ag.- ¿No te preocup preocupa a que alguien alguien trate trate de debilit debilitar ar nuestr nuestro o razonam razonamient iento o diciendo diciendo que se ha de atribuir al Apóstol autoridad autoridad de doctrina doctrina y no de palabras, palabras, y, por  lo tanto, que el fundamento en que estriba nuestra persuasión no es tan firme como pensamos? En efecto, puede suceder que Pablo, no obstante la pureza de su vida y doctrina, haya hablado con menos rectitud al decir: Había en Cristo el sí, tanto más cuanto él mismo se considera indocto en el lenguaje. ¿Cómo piensas que se puede rebatir este argumento?  Ad .. - Nada tengo que oponer, y te ruego que busques a alguno de aquellos a quie quienes nes se recon reconoce oce un gran gran cono conocim cimie ient nto o de las las pala palabra bras, s, con con cuya cuya auto autori rida dad d consigas mejor lo que deseas.  Ag.- Es decir, juzgas que la razón, sin el testimonio testimonio de la autoridad, autoridad, no tiene fuerza para demostrar que todas las partes de la oración significan algo, y que de ahí reciben el nombre; y si se llama, también también se nombra; y si se nombra, nombrarse nombrarse ha con algún nombre. Lo cual se comprende tan fácilmente fácilmente en las diversas lenguas. Porque ¿quién no ve que los griegos preguntados que nombre dan a lo que nosotros llamamos quis han de respo respond nder er τίς τίς ; preg pregunt untad ados os cómo cómo llam llaman an a lo que que nosot nosotros ros volo (quién), han (quiero), han de contestar θέλω; preguntados cómo llaman lo que nosotros bene (bien), responderán responderán χαλώς; preguntados preguntados cómo llaman llaman lo que nosotros nosotros scriptus (escrito) , han de responder γεγραμμένος; γεγραμμένος; como llaman llaman lo que nosotros nosotros et (y), han de responder χαί; como llaman lo que nosotros ab (de), han de respond responder er άπό ; pregunt preguntado adoss cómo cómo llaman lo que nosotros heu (ay), han de responder ώ ; y quién en todas estas partes de la oración que acabo de enunciar ha hablado correctamente: el que preguntó? Esto sería imposible si esas partes no fuesen nombres. Ahora bien, pudiendo comprender  de este este modo, modo, sin sin ning ningun una a auto autori rida dad d lite litera rari ria, a, que que el apóst apóstol ol Pablo Pablo ha habl hablad ado o corre correct ctam amen ente te,, ¿qué ¿qué nece necesi sida dad d tenem tenemos os de busca buscarr la opinió opinión n de un autor autor para para corroborar la nuestra? 16. Mas, a fin de que ningún tardo de entendimiento, o de mala voluntad, se mantenga en sus trece todavía y afirme que no cederá de ningún modo, sino con la autoridad de aquellos a quienes la voz común atribuye las leyes de, la gramática, ¿quién podrá haber, entre los escritores latinos, de más autoridad que Cicerón? Pues éste, en sus famosísimas Verrinas, llamó nombre a la preposición coram (delante de), que, por cierto, en aquel lugar puede ser un adverbio. No obstante, porque puede suceder que yo no entienda perfectamente aquel pasaje, y sea explicado de distinta manera en otra ocasión, por mí, o por otro, no me entretengo en pensar a cuál puede corresponder el est (sí). Pues los más famosos maestros maestros en el arte de la discusión enseñan enseñan que la perfecta oración consta consta de nombre 12

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y de verbo, la cual puede ser afirmativa o negativa; esta misma clase es llamada por  Tulio proposición en un pasaje; y cuando el verbo está en tercera persona, dicen –y dicen rectamente– que el nombre debe ir con esa persona en nominativo; porque, si reflexionas conmigo sobre eso, conocerás, según creo, que hay dos proposiciones cuando decimos: «EI hombre está sentado», «el caballo corre».  Ad.- Lo reconozco.  Ag.- Luego Luego si dijera dijera solamente solamente:: «Está «Está sentad sentado» o» o «corre» «corre»,, con mucha mucha razón razón me preguntarías quién o qué cosa, para yo responderte: «Un hombre», o «un caballo», o «un animal», o cualquier otra cosa que pudiese completar por un nombre la proposición enunciada por el verbo, es decir, aquella oración que puede ser afirmativa o negativa.  Ad.- Entiendo.  Ag ..- Atiende a lo que resta, y suponte que vemos algo allá a lo lejos, y no sabemos si es un animal animal o una piedra, u otra cosa, y que yo te digo «puesto «puesto que es un hombre, es un animal»; ¿no hablaría temerariamente?  Ad.- Muy temerariamente, temerariamente, pero no lo dirías tan temerariament temerariamente e si dijeses: dijeses: «Si es hombre, es animal». Ag.-Hablas con razón; así, pues, me gusta el «si» en tu frase; también a ti te agrada; y a ambos nos desagrada «puesto que» de la mía.  Ad.- Estoy conforme.  Ag ..- Examina si estas dos frases son proposiciones completas: agrada el «si», desagrada el «puesto que».  Ad.- Completas de todo punto.  Ag.- Vamos, dime ahora cuáles son en ellas verbos y cuáles nombres.  Ad.- Creo que los verbos son agrada y desagrada; y nombres ¿qué otra pueden serlo que «si» y el «puesto que»? . - Luego Luego ya está está sufic suficie ient ntem emen ente te probad probado o que que esta estass dos dos conju conjunci ncion ones es son son  Ag .nombres.  Ad.- Sí, suficientemente.  Ag.- ¿Puede ¿Puedess por ti mismo, mismo, según esta regla, regla, demostra demostrarr lo mismo mismo en las demás partes de la oración?  Ad.- Puedo. SIGNOS QUE SE SIGNIFICAN A SÍ MISMOS 17 (VI). Ag.(VI). Ag.- Dejemos ya esto y dime, si te parece, que así como hemos notado que todas las palabras son nombres y todos los nombres palabras, así también todos los nombres son vocablos y todos los vocablos nombres.  Ad.- No veo que entre estas diversas cosas haya otra diferencia que el diferente sonido de las letras.  Ag.- Ni yo por ahora te contradigo, aunque no faltan quienes las distinguen en el sign signifific icad ado, o, y cuyo cuyo pare parece cerr no es nece necesa sari rio o que que cons consid ider erem emos os ahor ahora. a. Pero Pero,, cier cierta tame ment nte, e, te das das cuen cuenta ta que que hemo hemoss lleg llegad ado o a los los sign signos os que que se sign signifific ican an mutuamente, no diferenciándose más que en el sonido, y que se significan a sí mismos con las restantes partes de la oración.  Ad.- No lo entiendo.

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 Ag.- Luego no entiendes que el nombre está significado por el vocablo, y el vocablo por el nombre; y esto de tal modo que en nada se diferencian diferencian excepto excepto en el sonido de las letras, al menos para el nombre en general; porque, tomado de una manera particular, particular, decimos que está entre las ocho partes de la oración , sin que contenga contenga las otras siete.  Ad.- Entiendo.  Ag .. - Pues esto es lo que he expresado al decir que el vocablo y el nombre se significan recíprocamente. 18.  Ad.- Lo sé; mas te pregunto qué has querido decir con estas palabras: «Que también se significan a sí mismos con las otras partes de la oración».  Ag.- ¿No nos ha demostrado el anterior raciocinio que todas las partes de la oración pueden llamarse nombres y vocablos, esto es, que pueden ser significadas por un nombre y un vocablo?  Ad.- Así es.  Ag.- Si te pregunto cómo llamas al nombre, es decir al sonido expresado con las dos sílabas «nombre», ¿no me responderás correctamente que «nombre»?  Ad.- Lo admito.  Ag.- ¿Acaso se significa a sí este signo que enunciamos con cuatro sílabas, cuando decimos coniunctio (conjunción)? Porque este nombre no puede ser contado entre las palabras que significan.  Ad.- Lo admito.  Ag.- Esto es lo que se ha dicho: que el nombre se significa a sí mismo con los otros que él significa, lo cual debes entender por ti mismo acerca del vocablo.  Ad.- Ya me es fácil entenderlo; entenderlo; pero ahora se me ocurre que el nombre se toma de una manera general y de una manera particular, y el vocablo no se cuenta entre las ocho partes de la oración; por lo cual me parece que es ésta otra diferencia, además del distinto sonido.  Ag ..- Pues qué, ¿crees que hay otra diferencia diferencia entre nomen (nombre), y όνομα que όνομα  que el sonido, por el cual también se distingue las lenguas latina y griega?  Ad ..- No veo otra diferencia.  Ag .- Hemos emos,, pues pues,, llega legado do a los los sign signos os que que se sign signif ific ican an a sí mism mismos os y, recíprocamente, los unos a los otros, y lo que éste significa, también aquél, sin otra dife difere renc ncia ia más más que que el sonid sonido. o. En efect efecto, o, hemos hemos encont encontrad rado o ahora ahora esta esta cuart cuarta a categoría, porque las tres anteriores dicen relación al nombre y a la palabra.  Ad ..- Ya hemos llegado. 9

Varias veces alude aquí a las partes de la oración que eran ocho: Partes orationis sunt octo: nomen,  prononem, participium, adverbium, conjuntio, praepositio, interiectio, verbum (Donatus, Grammatici latini  IV 355). Este número parece que fue fijado por Dionisio de Tracia (170-190 a. C.), discípulo de Aristarco y organizador de la gramática. El número de ocho partes se hizo clásico entre los gramáticos latinos y pasó a la posteridad. No tenemos el libro De Grammatica que Agustín escribió y se le extravió de la biblioteca ( Retract. 1, 6: PL 32, 591; Marrou, o. c. p. 220). 9

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San Agustín RESUMEN DE LOS CAPÍTULOS PRECEDENTES

19 (VII).  Ag ..- Quisiera que me resumieses todo lo que hemos ya descubierto en nuestra conversación.  Ad.- Lo haré según mis posibilidades. Recuerdo que lo primero que hemos buscado durante durante algún tiempo es el porqué del hablar, y hemos encontrado encontrado que hablamos para enseñar o para recordar, puesto que, cuando preguntamos, el fin que nos proponemos es que el interrogado aprenda lo que queremos nosotros oír. Hemos añadido que el canto, que nos parece hacerlo por placer, no es propiamente un lenguaje, y que en la oración ora ción a Dios, a quien no podemos pensar que se le enseñe o recuerde algo, nuestras palabras tienen la eficacia de recordarnos a nosotros mismos o despertar el recuerdo en los otros o de instruirlos. Luego, habiendo quedado bastante claro que las palabras no son sino signos, y que las que no significan significan algo no pueden ser signos, presentaste presentaste un verso, a fin de que yo intentase mostrar el significado de cada palabra. EI verso era: Si nihil ex tanta superis  placet  placet urbe relinqu relinquii (Si agrada a los dioses no dejar dejar rastro rastro de tamaña tamaña ciudad) ciudad) . No encontrábamos el significado de la segunda palabra (nihil), aunque ella sea muy conocida y empleada. Y, pareciéndome que no a intercalamos inútilmente al hablar, sino que más bien con ella enseñamos algo al que escucha, me respondiste tú que designaba tal vez un estado de la mente cuando halla o cree haber hallado que no existe lo que busca. Pero evitando en broma no sé qué profundidad de la cuestión, la dejaste para dilucidarla en otra ocasión; y no vayas a creer que me he olvidado de tu promesa. Después, al intentar yo exponer la tercera palabra del verso, me inducías a que most mostras rase, e, más más que que otra otra pala palabra bra cuyo cuyo valo valorr fuese fuese idén idéntitico co,, la cosa cosa mism misma a que que significaban las palabras. Y habiendo yo dicho que esto no podía hacerse por el discurso, dimos en aquello que se muestra con el dedo a los que preguntan. Yo pensaba que estas cosas eran todas las corporales, pero vimos que eran sólo las visibles. De aquí no sé cómo pasamos a los sordos y bufones, los cuales significan con el gesto y sin palabras no sólo lo que se puede ver, sino mucho y casi todo lo que nosotros hablamos; por donde encontramos que los mismos gestos son signos. Entonces comenzamos a investigar cómo podríamos mostrar sin ninguna clase de signos las cosas mismas que se significan por signos, puesto que con un signo denotamos una pared, un color y todas las cosas visibles cuando las mostramos con el dedo. Aquí yo me equivoqué al decir que era una cosa imposible y quedó, por fin, establecido entre nosotros que podían demostrarse sin signos aquellas cosas que no hacemos hacemos en el momento en que somos preguntados, preguntados, y podemos hacerlas hacerlas después de la pregunta; y que, sin embargo, el lenguaje no era de esta clase, puesto que, si estamos estamos hablando y se nos pregunta pregunta qué es lenguaje, lenguaje, evidentemente evidentemente es por el mismo lenguaje por el que se muestra lo que es. 20. Hemos ya advertido que se muestran los signos con signos, o con ellos otras cosas que no lo son, o también sin ellos las cosas que podemos hacer después que se nos 10

 Aeneid. II 659.

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pregunta, y tomamos el primero de estos tres casos para considerarlo y esclarecerlo aten atenta tame ment nte. e. En esta esta disc discus usió ión n se acla aclaró ró que que hay hay signo signoss que que no pued pueden en ser  ser  significados por lo que ellos significan, como, por ejemplo, el cuatrisílabo coniunctio (conjunción), (conjunción), y que los hay que pueden ser significados, como, por ejemplo, al decir  «signo» también significamos una palabra, y al decir «palabra» también denotamos un signo; porque los términos «signo» y «palabra» son a la vez dos signos y dos palabras. Y en esta clase de signos que son recíprocos se ha mostrado que unos no tienen el mismo valor, otros lo tienen semejante y otros, en fin, son idénticos. Pues he aquí que este disílabo que suena cuando decimos «signo» significa sin excepción todo aquello por lo que se significa cualquier cosa; mas no es signo de todos los signos el término «palabra», sino sólo de aquellos emitidos por la articulación de la voz. Por donde se vea que, si bien el signo (signum), significa significa la palabra palabra (verbum) y la palabra el signo, esto es, aquellas dos sílabas a éstas y éstas a aquéllas, tiene mayor extensión el signo que la palabra; es decir, significan más aquellas dos sílabas que éstas. Sin embargo, los términos «palabra» y «nombre» tomados en su acepción general, tienen un valor equivalente. Pues la razón mostró que todas las partes de la oración son también nombres, porque pueden asociárseles pronombres, y que de todas puede decirse que nombran algo, y que no hay ninguna que, añadiéndole un verbo, no pueda formar una proposición completa. Mas aunque los términos «nombre» y «palabra» tengan el mismo valor, puesto que todas las cosas que son palabras son también nombres, no tienen, sin embargo, un valor idéntico, pues hemos hallado en nuestra discusión que por razones diferentes la una se llama «palabra» y el otro
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