Samuel Huntington - La Tercera Ola

May 1, 2017 | Author: Fernando De Gott | Category: N/A
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Un libro cxcepcionalmente importante y brillante.» ZBIGNIEW HR/.RZINSKl ••iiuntington nos ofrece en este libro una base clara e inteligente para el entendimiento de los más recientes procesos de democratización (...) y un análisis de las posibilidades de que esos movimientos se fortalezcan y se extiendan a otras naciones.» E dwin Cork , profesor del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Oklahoma «El tono de este libro es decididamente prescriptivo, pues, no contento con describir los acontecimientos, el autor se dedica también a elaborar una serie de normas prácticas para los reformadores.» M yron wniNUR, director del Ccnter for International Studics, Massachusctts Institute of Technology «Creo que Samuel P. Huntington ha escrito un maravilloso y profundo análisis de las extraordinarias conquistas democráticas que se han producido en los . últimos quince años. Sin duda, su libro se convertirá en un punto de referencia esencial para el debate sobre el futuro de la democracia.» M arc F. P lattnbr , editor de Jounuü o f Dcniocraiy

I V I I IM E R A O L A

I ./ democratización a finales del ululo XX I «»•* l'iM i IV'JO, ni/iü de treinta países en •I «mi il» I ..... i i. I atmonmérica, el este (le . u I ni> |m del fs ic pasaron de tener mu • ', mi, ii ,i 1 iiim n i ii disfrutar de unsisI biihi i K iiim rAltv ud c gobierno, indo ello en • l m uño il Milu revolución global que i|tiiM i 111 huí movimientos de reflujo que devol­ ví, i, o n lo« pulses en cuestión a un got, mui mtorilario. A través de ejemplos ■ «'ni reto«, evidencias empíricas y profur.di•, u n r.,in.íli-.iv, lluntlngton no sólo propor11-mi o mu (cot ia histórica sobre la tercera ■ la, dno también una aguda explicación de cómo y pin qué se ha producido. l nnvcmidii de que el desencanto con resp, i lo i la democracia es algo imprescindi­ ble ¡Milu MI consolidación, el autor, final«i,'tile, i m i luye el libro con un análisis de ln» bu totes políticos, económicos y culturaleí qur pueden decidir lu continuidad de cni.i Icrcct.iolu. poniendo asi el acento en la upltui, huí práctica de todas sus teorías, y ii nviiii, mío la obra en una útil herrami,’ ita pina lodo aquel que esté viviendo, prolugonl/andii o, simplemente, obscrvando de «do fuera un proceso de este tipo. I». i vt, nimio, y dada la dificultad de los ti ittp,,, la valoración de llunlington acaba •lu í......I" mi un p in ito diagnóstico de mu >i i ,i linn «’lumi

MriftltNt

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Iii'il.. i 'uii :ii: The Thini Waiv. Demoentlitolion in thr Latr Twentieth Cenluiy 11d i v i , ity t f Ok hiberna Prims, Norman. OK. Í Ill'll liy 8 il moel P. Huntington I IHN ■. de nuestra niñez en el sudeste de Oklahoma, ha sido durante artos una personalidad de la vida civil de Oklahoma. Ha traba|.ido como rector de la Universidad de Oklahoma durante dos I novios, y como rector estatal de la Educación Superior. En 1974 loe honrado con el más alto honor de la universidad, el "Disimgoe.hod Service Citation", y en 19S6 figuró en el "Oklahoma I l ili ni Paine*'. M u , lo ile Conferencias Rothbaum esté, dedicado a temas rel.n i.MM-lo ¡ ron l.i icpresentaliviilad gubernamental, la dcmocra. 11, la nluc.u ¡ón v la participación ciudadana en los asuntos púM .. . valor« . .i los ijiii' luí .ni .1 Rothbaum ha dedicado toda su i .mipli.i .1. 0 a I.I I 'niv. isldad de Oklahoma, al es' i>|o \ a mi | .ii • . oo h .hoto .1 lo i leales a In't i|iie i*stá dedicado t i l i. I.lilt • i'Oleo'l'i I.I I illih llllO I«> leiln . que o vogro i sli'

I.

I’ lfjICQO

' lo:, conforman una duradera contribución a la democracia norliMiiut icona. C a r i B. A lbert

CutxfrtijtfshHo sexto ¡¡residente tic .'■? Cántara ,¡e Rqws&títtties ¡le las Esiti,ios (Inulas ¡le América

PREFACIO

I li libro versa sobre un importante desarrollo político global .|u i/,í. el más importante— de finales del siglo xx: la transición tl> unos treinta países desde un sistema político no democrático a uno que sí lo es. Fs un intento por explicar por qué, cómo y • •■ qué consecuencias inmediatas sucedió esta ola de democratiza« nin «•ñire I‘*7-1 y 1990. I *.te abro atina la historia y la teoría, pero no es ni un »r/il>a)u i. ni ii m un trabajo histórico. Se sitúa entre ambas; ba n tímenle ■ líala de una explicación. Una buena teoría es precisa, au»i> ia, elegante, e luniina las relaciones entre distintas vai i.ibl» . nn que trun» . unen i n un |>< ito.lo lililladii de I >ñipo I n la |< iga ile la i »>o «ii. 1... lili i le trabajo no in ni nomoletko ni trllogiain«« lauto lint .................. . | m. Iu>.t‘*|». .ton lla n a » .. Mil! .'MI Ih .le. I" , p.i

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l (i liifcxn ola

• i.i i.i/ón. No les proporciona las generalizaciones que entusiasin.ni .1 los primen«, ni la profundidad que prefieren los segundos. I >e esta manera, este trabajo difiere significativamente en su < envía de varios de mis libros anteriores. En esos otros libros inten­ taba desarrollar generalizaciones o teorías sobre las relaciones entre variables clave, como poder político y profesionalismo militar, parta ¡pación política e institucional i/ación, ideales políticos y condiiet i política. Las propuestas sobre estas relaciones se formulaban generalmente como verdades intemporales. En este libro, sin em­ bargo, las generalizaciones se limitan a una restringida clase de acontecimientos de los años setenta y ochenta. Un punto clave del libro es que la democratización de la tercera ola difiere de aquellas de las olas precedentes. Mientras escribía este libro, a veces me sentía tentado de proponer verdades atemporales, como ' los reempl v/.os son más violentos que las transformaciones". Entonces debía recordarme que mi evidencia procedía de los limitados casos históruos que había estudiado, y que estaba escribiendo un libro cxplii .ñivo y no teórico. Así tuve que abjurar del atemporal tiempo pre­ sente y, en cambio, escribir en pasado: "Los reemplazos fueron más violentos que las transformaciones". Con algunas pocas excepcio­ nes asi lo hice. En algunos casos, la universalidad de las propuestas parecía tan evidente que no pude resistir la tentación de ponerla en términos atemporales. Por añadidura, sin embargo, casi ninguna suposición se aplica a todos los casos de la tercera ola. De este modo, el lector puede encontrarle con expresiones como "tiende a ser", "generalmente", "casi siempre" y otros calificativos semejan­ tes, salpicados a través del texto. En su forma final, la proposición citada más arriba debiera leerse: "Los reemplazos fueron habitualmente más violentos que las transformaciones". Este libro fue escrito durante los años 1980 y 1990, mientras los acontecimientos de los que trata estaban todavía desarrollándose. De esta manera, el libro sufre todos los problemas de la contem­ poraneidad, y debe ser visto como un acercamiento preliminar y un intento de explicación de esos regímenes de transición. El libro sigue los trabajos de historiadores, estudiosos de la ciencia política v otros académicos, que lian escrito monografías detalladas sobro ios acontecimientos particulares. También se basa extensamente en las crónicas periodísticas de esos acontecimientos. Cuando In tercera ola de democratización haya concluido, será posible una explicación más completa y satisfactoria de este fenómeno. Mi estudio anterior sobre el cambio político, l ’oltlii .il ( hita m Changiug Socielies' enfoca el problema de la estabilidad pnlilu .i •|r .i.tir .|< I I

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si. .i, ... i..i Hhii I.

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P’olaao

II

Escribí esc libro porque pensaba que el orden político e...... le.. positivo. Mi propósito íue desarrollar una teoría general m l> ciencia social de por qué, cómo y bajo qué circunstancias el otilen se resiste a ser alcanzado. Los libros corrientes enfocan el pii.M. ma de la democratización. Lo escribí porque creo que la demoi i i es buena en sí misma y, como intento explicar en el capitulo | tiene consecuencias positivas para la libertad individual, la »• i ligares del libro abandoné el papel de científico social, asumí el de consejero político y presenté algo así como una "Guía para I..-, democratizados«". Si esto me hace aparecer como un dcm... i.iltni aspirante a Maquiavelo, que así sea. I I estímulo inmediato para escribir este libro fue la im ita, mu .1 I' 11 1p.11 en las Conferencias Julián J. Rothbaum en la l.'nlwr .1.1 •le ( )k(ahorna, en noviembre de 1989. En aquellas conferí n> 1 . >pi. ■ente los temas principales de este libro sin t ni. .a. i iu en «•! análisis ningún acontecimiento posterior .1 l,f*ii I .|..\ muy en .leuda con el "Cari Albert C0ngressinn.1l Res* ai. b >u.l' lu •I ■ 1 Viilor" ile la Universidad de Oklnhoma, v con mi din*« i.-r, . I d.'ii.u Ronald M Potéis, |r., por invitarme a ofrecer e .la . nlen n • i. Mi esposa Nnncy y yo queremos también expre ai . mui., iipn • amos la constante cortesía y hospitalidad que recibimos en l i I niv.-fiidad deOklahoma |H>r parte del doctor Peten», lul a . Irene K.iihl’ai ni, J(x*l lankowsky v Cari Albert y su i- .j••* s .i como a invitación a las conferenci is prei ipitó la 1 labor 1 . m-ii .1. este libro, m i objeto había germinado en mi mente algún ti* inpo atrás l'sci bí dos artí. tilos, con anterioridad, sobre algunos i- na del manuscrito: "VVill Mor.* ( 'ounlries Ilee0111 o IVmo. rail. 1 1 t/'a/iíi.a/ . i.'ti, i- Q wirlcrly, '19, v. iano 198|, págs 191-218) y ll.e M . . I . I Meaning ol I >ein.i. r.u y", en Dcwncrúri/ ¡n Ihr Wii.vi.a fir. 1 i'iny lh> P.ihluliou, edit.nlo poi Koheit A. Pastor (Núesa No I lint. a i.l Meiei. 1'W‘i, p.tg. 11-28) l'niie 198/ y . I |>. ... 'I 1 1in I ellmvslilp 111 I >. ni» 1.11'V and IVvelopmenl hizo | • 1le . |... >1. 11. ,.i,i mu.......... . li. upo S'e.fuei/o a la inv. -I .■»• 1. ■» «I>1. . I lema .le esto libio M11. lia geni laminen l i ......0111.111.1.. en algún........................

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I .i tofcoraoia

cientrmentc V en otros di* forma impensada, a este original. I Vsdo 1983 uicto un curso sobre las democracias modernas en el plan de estudios de Harvard, y lo he centrado en los proble­ ma'. de las transiciones democráticas. Tanto los estudiantes como los catedráticos reconocen que buena parte del material de este libro procede de este curso; mi opinión sobre el tema es que en realidad lo mejor procede de sus comentarios y críticas. Mary Kiraly, Young jo Lee, Kevin Marchioro y Adam Posen propor­ cionaron una ayuda indispensable en la búsqueda de material para este libro, al ordenar mis archivos sobre este tema. Jeífrey Címbalo no sólo ayudó en esas tareas, sino que también revisó cuidadosamente la coherencia del texto y de las notas al pie de página en las etapas finales de la preparación del original. Juliet Ulackctt y Amy Englehardt aplicaron sus considerables aptitu­ des sobre el procesamiento de textos a este original, producien­ do con rapidez, eficacia y meticulosidad muchos borradores e innumerables e infinitas revisiones de los borradores. El origi­ nal fue leído por entero o parcialmente por varios colegas. Ilouchang Chchabi, Edwin C'orr, jorge Domínguez, I-ranees I lagopian, h'ric Nordlinger y Tony Smith proporcionaron co­ mentarios escritos que resultaron profundos, críticos y cons­ tructivos. Los miembros del grupo de discusión de Harvard de política comparada ayudaron con una fructífera discusión so­ ore la primera mitad del original. Estoy muy agradecido a todas estas personas por su interés por mi trabajo, y por la enorme contribución con la que han cola­ borado a mejorar la calidad de mi esfuerzo. Sin embargo, en úllimn instancia, soy el único responsable de la idea, tas pruebas y los errores de este estudio. S a m u e l P. H l n iis g t o n

Cambridge, Massíidntscífs Febrero de 1991

Capítulo 1 ¿QUE?

/ / comienzo de la tercera ola I a tercera ola de democratización en el mundo moderno meii/ó, de manera poco convincente e involuntaria, veinti. uno minutos después de medianoche, el martes 25 de abril de I". I,> unidades militares de Lisboa y sus alrededores ejecutaran lo I•l.nv . del golpe de estado, que habían skio cuidadosamente J im* nado. por los jóvenes oficiales que lideraban el Movimiento de la* I I i / . i : Armadas (MFA). El golpe se llevó n cabo con elíciem i • v . *ito, con tina pequeña resistencia por parle de las lueiva*. de hrguiulail Unidades militares ocuparon los ininr.tci m . clave . 11, .mes de radio, correos, aeropuertos y oficinas «le leV-lraer. i a*i al mediodía, la mullitml afluyó en los callevitorean d o a lo* . >kln. los y poniendo claveles en sus armas. Por la larde, el di> ladra drj...... M.m ello Caetano, se rindió a los nuevos Iftlen •• mllll.ii« * di* Portugal Al día siguiente se exilió. Así m inióla dictadura qe. balita nacido lias un golpe militar semejante en lÓjf», V ÍU*' •• * «I«i• .1.1 durante lieinla y un. o años | kh un austero civil. Autora.. fktl.i/ai, que trabajó en e:.ln ha colaWracinn m n lev. mtlll.i.• poi tugue-*»* ' I I golpe del 7S de abril lúe el ira leíble ( omien/u de un moví lira lili» mundial lie la |.I>| ileiui» 1.1. i >■ poique lo* golpi il. i .1.1

II

I .i Ictcurn ola

iln derrocaban con mucha mayor frecuencia los regímenes democi.(ticos en v e / de instaurarlos. Fue un comienzo involuntario, porque la instauración de la democracia, y mucho menos la ins­ tauración de un movimiento democrático mundial, estaba lejos de la mente de los líderes del golpe. f,a muerte de la dictadura no aseguraba el nacimiento de la democracia. Sin embargo, lo hizo al I Iterar un enorme conjunto de fuerzas populares, sociales y polílii as que habían estado de hecho suprimidas durante la dictadura. IJurante los dieciocho meses posteriores al golpe de abril. Portugal fue un torbellino. Los oficiales del MFA se dividieron en facciones conservadoras, moderadas y marxistas, que compitieron entre sí. Los partidos políticos cubrían un espectro igualmente amplió, que iba desdo el ala dura del Partido Comunista, en la izquierda, hasta los grupos fascistas, en la derecha. Seis gobiernos provisionales se sucedieron en el poder, cada uno con menos autoridad que sus predecesores. Se intentaron nuevos golpes y contragolpes. Traba­ jadores y campesinos hicieron huelgas, manifestaciones y tomaron fábricas, granjas v medios de comunicación. Los partidos modera­ dos ganaron las elecciones en el aniversario del golpe, en 1975, pero al terminar aquel año la guerra civil entre el norte conserva­ dor y el sur revolucionario parecía una posibilidad real. La erupción revolucionaria en Portugal se parecía, en muchos aspectos, a la de la Rusia de 1917, con Caetano como Nicolás II. el golpe de abril como la revolución de febrero, los grupos dominan­ tes del MPA como los bolcheviques, parecidas convulsiones eco­ nómicas y levantamientos populares, y hasta la conspiración de Kornilov sería el equivalente del fracasado intento golpista del ala derecha del general Espillóla, en marzo de 1975. lo semejanza no pasó inadvertida para los agudos observadores. En setiembre de 1974, Mario Soares, ministro de Relaciones Exteriores del gobierno provisional y líder del Partido Socialista Portugués, se encontró con el secretario de estado Henry Kissinger en Washington. Kissinger recriminó a Soares y a otros líderes moderados que no actuaran más decididamente para impedir una dictadura marxisla-leninista. —Usted es un Kerensky..., yo creo en su sinceridad, pero usted es ingenuo —le dijo Kissinger a Soares. —En verdad, yo no quiero ser un Kerensky —le contestó Soarcs. —Tampoco lo quería Kerensky —replicó Kissinger. Portugal, sin embargo, se convirtió en un fenómeno diferente de Rusia. Los Kerensky ganaron, la democracia triunfó S u. . llegó a ser primer ministro y, más tarde, presidente. Y el I «m u í de la Revolución Porlugm a. la peí m>ii .i que en el mnm cniu • m. m | movió I i . íiK'i/as d. •-iplm.itl.i-* para piudUCii el n ulladn p..lili. n

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que deseaba, fue un taciturno coronel pro democrático lliinuulo Antonio Ramalho Eanes, que el 25 de noviembre de 1975 «pl »■«*» a los elementos izquierdistas radicales del ejército y .isegniu . I futuro de la democracia en Portugal. El movimiento hacia la democracia en Portugal, en lo . arto. 1974 y 1975, fue notorio, pero no el único. Movimientos demt* i > ticos menos obvios ocurrían en otros lugares. En 1973, en lira il los líderes del gobierno saliente del general Emilio Medii l di ,i rrollaban planes de dislensáo política o "descompresión”, y en 1" i el general Ernesto Geisel comprometió a su nuevo gobierno a mi. i.ii un proceso de apertura política. En España, el primet min im Carlos Arias empujó cautelosamente a la dictadura franqm -ta en una dirección liberalizadora, mientras el país esperaba la mu« i . >iñn de lid. n a lian • de e l... Ion. . . i .ii)| t lltlvas | o| |»arl* de lo p. i

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1.1 tercera ola

tonas gobernadas por ellos, l a más importante formulación moderna de este concepto de democracia fue la de Joseph Schumpeter, en 19-12. En su primer estudio, Q ipitalisin, Socinlism mui Di'itwcnta/, Schumpeter detalla las deficiencias de lo que lla­ ma la "teoría clásica de la democracia", que define la democracia en términos de "la voluntad del pueblo" (fuente) y "el bien co­ mún” (objetivos). Demoliendo con eficacia estos prolegómenos, Schumpeter adelanta lo que denomina "otra teoría de la demo­ cracia". El "método democrático —dice— es el acuerdo institu­ cional para llegar a las decisiones políticas, en el que los indivi­ duos ejercitan el poder de decidir por medio de una lucha com­ petitiva mediante el voto del pueblo". Poco después de la Segunda Guerra Mundial tuvo lugar un debate sobre aquellos dos términos, en su acepción clásica, para definir a la democracia por la fuente o los objetivos, y un número creciente de teóricos se adhirieron al concepto de democracia de procedimientos, al modo de Schumpeter. Hacia 1970 el debate había terminado, y había ganado Schumpeter. Los teóricos aven­ turaban distinciones entre definiciones de democracia racionalis­ tas, utópicas e idealistas, por un lado, y definiciones empíricas, descriptivas, institucionales v de procedimientos, por otro, y llega­ ron a la conclusión de que solamente el último tipo de definición proporciona la precisión analítica y los referentes empíricos que hacen que el concepto sea útil. Las decisivas discusiones de la democracia en términos de teoría normativa sufrieron un brusco descenso, al menos en las discusiones académicas norteamerica­ nas, y fueron reemplazadas por los esfuerzos por comprender 1j naturaleza de las instituciones democráticas, cómo funcionan, y las razones por las que se desarrollan y mueren. El esfuerzo que prevaleció fue el do hacer de la palabra "democracia" menos una palabra triunfalista que un término de sentido común. Siguiendo la tradición schumpoteriana, este estudio define un sistema político del siglo XX como democrático siempre que la mayoría de los que toman las decisiones colectivas del poder sean seleccionados a través de limpias, honestas y periódicas eleccio­ nes, en las que los candidatos compiten libremente por los votos y en las que virtualmente toda la población adulta tiene derecho a votar. Definida así, la democracia abarca las dos dimensiones —competencia y participación— que Robert Dahl vio como de cisivas en su definición de democracia realista o poliarquía. I .lo también implica la existencia de libertades civiles y p o lít ic a ■nnm expresarse, publicar, reunirse y organizar todo lo neo- .ario para • ! debate político y la conducción do campañas electorales I .l.i di lili • ion I». ada en lo* | .... . dliillento . de la ........ - i .i. ia

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proporciona un conjunto de variaciones —agrupadas am p.i........ te en las dos dimensiones de Dahl— que permiten juzga i I«.•• • • qué punto los sistemas políticos son democráticos, para coiuparar sistemas y para analizar si los sistemas se vuelven más o ........ . democráticos. En la medida en que, por ejemplo, un sistema p>> Utico niega la participación por medio del voto a una parle en i >i sociedad — como el sistema sudafricano con el 70 % de m i p.-Ma clon negra, como Suiza con el 50 % de su población femcnln i ■■ como los Estados Unidos con el 10 % de su población negra del sur— es no democrático. Similarmente, un sistema no es d* mi* orático en la medida en qrte no permite oposición en las ele., m res, o que la oposición es presionada, o censurada para qu n.. haga lo que pretende, o si ios diarios de la oposición son ■en- u lados o clausurados, o si los votos son manipulados o mal coiu *d l'n cualquier sociedad, el pertinaz fracaso del principal pari do político de la oposición para ganar espacio suscita necesario mente preguntas que conciernen al grado de competencia permitido pm el sistema. A finales de los años ochenta, el criterio de deims ra> la basado en las elecciones libres se hizo más habitual por el aumento del control electoral por parte de grupos internacionales l'n I ''s), este punto se consideraba eficaz cuando las primeras cien ion. .en un país que estaba democratizándose eran aceptadas como legi timas tras haber sido observadas por uno o varios equij...... a/.* dablemente competentes y bien elegidos de observ.idoi.-. mlei i a. ionales, y si los observadores certificaban que la» e l......... ■i implí.m con los mínimos niveles de honestidad y limpi-v i I I acercamiento a la democracia segiín lo** prnirdimieiitns . ..m uerda con el uso de sentido común del término Todos '.abe mns que los golpes militares, la censura, las elecciones mullóla .la ., l.i coerción y la violencia sobre la oposición, la cánel p.u.i lo i olientes políticos y la prohibición de las reuniones polítli a «•>i iic oínpatibies con la democracia. Todos sitiemos que I . o|. . iva 1 i. . políticos informados pueden aplicar las coil.lu ion. de pro . tumi nto de la democracia a los sistemas políticos evisu ni. . i n I mundo, y realizar con cierta facilidad una lista de aquello. p.n e ue .»i i !arameóle democráticos, aquellos que claramente un I.. m o v aquellos que se sitúan en el medio, y que con peqn. n.e. . ».. p. Mine-, distintos observadores pueden compouei idenli a., h ia Indos rallemos también que piulemos Itu.»*r y lu o m o j u i ......... I*n■. .mui .os gobiernos c.imtii.111 t on el pa .o del Urinp- •. i .* o. Ii* puede di*., útil la afirmación do que Argentina. Iliasil \ I nip.n.n lian ni • denuicialti o . en Wftn que en l'i/h I n j•111.■ ... p o lític o n iliu a . . . l i a n p) .le í la iiU 'iile en i Cflnp II llll l U i l l o • li » iiin lo . m ie l.. 111,lím e n le y u n ilq u le i '.f.le in i de i la ill. ■ *11 llem

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Ln torce'n ola

que aceptar la existencia de casos ambiguos, fronterizos y mixtos. Ifistóricamonto, el Kuominlang (KMT) en Taiwan, por ejemplo, ha combin.ulo algunos elementos de autoritarismo, democracia y totalitarismo. Por otro lado los gobiernos que tienen orígenes democráticos pueden terminar con la democracia mediante la abolición o limitación severa de los procedimientos democráticos, como en Corea y Turquía hacia fines de los años cincuenta, y en las Filipinas en 1972, Pese a lodos estos problemas, la clasificación de los regímenes en términos del grado de procedimientos de­ mocráticos resulta una tarea relativamente simple. Si la elección popular de los que toman las decisiones en la cúpula es la esencia de la democracia, entonces el punto crítico en el proceso de democratización está en el reemplazo de un gobier­ no que no fue elegido de esta manera por uno que lo haya sido en unas elecciones limpias, libres y abiertas. Sin embargo, la totalidad del proceso de democratización antes y después de esa elección es lubitualmente complejo v prolongado. Implica avanzar desde el final del régimen no democrático, la inauguración del democrático y luego !a consolidación de este sistema. La liberalizado)!, por el contrario, es la apertura parcial de un sistema autoritario, sin que se elijan líderes gubernamentales a través de unas elecciones libre­ mente competitivas. Liberalizar un régimen autoritario puede con­ sistir en liberar presos políticos, abrir algunas instancias para el debate público, atenuar la censura, permitir elecciones para pues­ tos que tienen escaso poder, permitir alguna expresión de la socie­ dad civil y dar otros pasos en dirección a la democracia, sin some­ ter a los que toman ¡as decisiones principales a la prueba de las elecciones. La liberalizacidn puede llevar o no a la completa demo­ cratización. Es necesario añadir varios puntos para definir la democracia. En primer lugar, la definición de democracia en términos de elec­ ciones es una definición mínima. Para algunas personas, la demo­ cracia debe o debería tener connotaciones movilizadoras y más idealistas. Para ellos, la "verdadera democracia" significa íibcric, cgalité. fraternité, un efectivo control ciudadano sobre las políticas, gobierno responsable, honestidad y apertura política, deliberación informada y racional, iguales cantidades de poder y participación, y otras diversas virtudes cívicas. Estas son, para la mayor parte, cosas buenas, y la gente puede, si lo desea, definir Ja democracia en estos términos. Haciéndolo así, sin embargo, aparecen lodos los problemas que han acabado con las definiciones de democracia por la fuente o por los objetivos, l as normas borrosas no permiten análisis útiles. Elecciones, .merlina, libertad y juego Ime. >o son la esencia de la democi.s la .1 ii . u u i -ible -me quu non lo rg n l'in

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nos creados por medio de elecciones pueden ser ineficientes, •>• rruptos, de corlas miras, irresponsables, dominados por interósea concretos c incapaces de adoptar las políticas que exige el lum público. Estas cualidades los convierten en gobiernos indeseable»», pero no en gobiernos no democráticos. La democracia es una vil tud pública, no solamente la única, y la relación entre la donv ■i .« cia con las otras virtudes y vicios públicos puede ser comprendió.» solamente si se distingue claramente de las otras características de los sistemas políticos. En segundo lugar, es posible que una sociedad pueda elegir mu» lideres políticos a través de mecanismos democráticos, pero inte esos líderes políticos no puedan ejercer un poder real. Ellos pn> .Im ser simplemente la fachada o los títeres de algún otro grupo En I» medida en que la mayoría de los productores de decisiones o>l«-» livas de poder no sean elegidos a través de elecciones, el sistema político no será democrático. Sin embargo, en el concepto »le dentó cracia están implícitas las limitaciones del poder. En las dentó» ra cias, los productores electos de decisiones no ejercen la totalidad drl poder; lo comparten con otros grupos de la sociedad. Si aquellos productores de decisiones democráticamente elegidos se coiivn-t ten, sin embargo, simplemente en una fachada para que los grupo. no elegidos democráticamente ejerzan mucho más poder, enim •• aquel sistema político resulta claramente no democrático, i 1 .1. i» aparecer legítimos interrogantes, como si los gobierno. elegid........ Japón a fines de los años veinte o en Guatemala a (me . «I- ■ óchenla estuvieron demasiado dominados por sus fuei/.»■ aun «•I.*-. como para no ser verdaderamente democráticos Tamba n •tilia i-orillo para criticar a un gobierno, ya venga la crítica »!«• la izqmei da o de la derecha, argumentar que los funcionarios elegido •*o» i iu lilamente "instrumentos" de algún otro grupo, o que ej» i >en • u .mloridad solamente porque se los tolera y sin severas rn.li i. >m . pin partí* de mngún otro grupo. Estos argumentos m* »• gnu■■n < un ímdo, y pueden resultar ciertos. Pero no deben ser cmv.id- .a !■• • t.uleros hasta que no se haya demostrado que lo son I • i. n ni la diff< il, pero no imposible. II tercer punto está relacionado con la fragilidad o I.» r.i «lili ilad del sistema político democrático Es po ¡ble inm i| oi.u il . . i i'plo de estabilidad o ¡nstitucionali/ación a la delum mi il«di i i ai ia. I l.ibitualmente, esto nos remite a grado en el qin ' -

Las olas lie democratización Los sistemas políticos con características dcm ocr.U i............. limitan a los tiempos modernos. En muchos lugares del m u n d o mi eligieron jefes tribales durante siglos, y en algunos tugan • evi aian instituciones políticas democráticas a nivel de ¡as ciudades Por añadidura, el concepto de democracia era, por Hupurto, familia, para el mundo antiguo. La democracia de los griegos y lo o mi nos, -m embargo,excluía de la participación en la vida pollina a : . mujeres, a los esclavos y muchas veces n otras categoría- del pin ¡>!o, como los residentes extranjeros. I i medida en que «1 .1o-. i rp lirt ctivos fueron, en la prái tl< a " ipom »1 le i inch . i . limitaciones públicas era también, a menudo, limitada I i moderna democracia no es tan Himple como la d« in.. . i.«, i.» de la ciudad, la tribu o la . lud.ul . »lado; e . la dnm . i.» >. ie| . lado■n.wl.'ii y hii .ij ariclón está a-.iHi.ida al .1. - u n »11.• I . i 1.1 n,i mu |-n( K< I.lente el enipuje illli lal liana l.i demo« i.n >a da .-o la prim.-.a mitad del tifi-.lú XVII I a-, id r .«. *l.-imi \ I ... m... .miento. .I...., ».tln . fu. i..n i ai a. leí ii|l. a-. Imp «l.m

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lurccia ola

*«•■>, aunque im controles, de lo Revolución Inglesa. El "Fundamen­ tal Orders" de Connecticut, adoptado por los ciudadanos de Hartford y los pueblos vecinos el 1-1 de enero de 1638, fue "la primera constitución escrita de la democracia moderna". Sin em­ bargo, las revueltas de los puritanos no dejaron un legado de ins­ tituciones democráticas ni en Inglaterra ni en América. Durante un siglo, a partir de 1660, los gobiernos, en ambos lugares, tendie­ ron a volverse todavía más cerrados y menos ampliamente repre­ sentativos del pueblo que lo que habían sido antes, lín una diver­ sidad de formas, sucedió un renacimiento aristocrático y oli­ gárquico. En 17f>U, existían instituciones no democráticas a nivel nacional en el mundo occidental En 1900, esas instituciones exis­ tían en muchos países. En los años más cercanos, muchos más países tienen instituciones democráticas. Estas instituciones apare­ cen en olas de democratización (véase la figura l.l). Una ola de democratización es un conjunto de transiciones de un régimen no democrático a otro democrático, que ocurren en determinado período de tiempo y que superan significativamente a las transiciones en dirección opuesta durante ese mismo perío­ do. Una ola también implica hnmtualmente la liberalización o la democratización parcial en sistemas políticos que no se convierten por completo en democráticos. En el mundo moderno se han pro­ ducido tres olas de democratización.“ Cada una de ellas ha afec­ tado a un número relativamente escaso de países, y durante su transcurso algunos regímenes de transición (vieron en una direc­ ción no democrática. Por añadidura, no todas las transiciones hacia la democracia ocurren durante olas democráticas. La historia es una mezcla de cosas, y los cambios políticos no pueden encerrarse en clasificaciones históricas absolutas. La historia tampoco es uni­ direccional. Las primeras dos olas de democratización fueron se­ guidas por una ola inversa en la que algunos países que previa­ mente habían hecho la transición hacia la democracia, aunque no todos, volvieron a gobiernos no democráticos. A menudo resulta arbitrario intentar especificar con precisión cuándo ocurre un ré­ gimen de transición. También resulta arbitrario intentar especifi­ car con precisión las fechas de las olas de democratización y.sus contraolas. De todas maneras, a veces resulta útil ser arbitrario, y ¡as fechas de esas olas en que cambian los regímenes son más o menos las siguientes:

Primera —extensa— ola de democratización Primera eontraola Segunda —breve— ola i .i lización aproximadamente en 1828.' La abolición de las i.dlllia cioe.es según la propiedad, en los estallos más antiguos, y I.i ad misión de nuevos estados con sufragio universal mas- ululo . I. »a ron por encima del 5f) % la proporción de varones blanco , que votaron en aquella elección presidencial de 182H I n la . de. >1 m siguientes, otros países ampliaron progresivamente el ■o lia g i" , redujeron la pluralidad de votos, introdujeron el setenvi .!.• > - . secreto v establecieron la responsabilidad del prlinn nuiu .do v gabinetes parlamentarios. Suiza, los dominios ingleses tic ulliionm ( irán Bretaña y varios países europeos más peoueiV tu. . m .i, de treinta países • .tableeieron, por lo menos mínlnumottle Instituciones n.ii límales y democráticas. En 1630, Tocqiievllle piedljoi le movimiento cuando einpivaba En 1920. James l'. y.e ti ......... .. historia, y dedujo que "el movimiento hatla la deuus i .i . i.i ho\ ampliamente visible,« . un mov límenlo natural, del lo una ley general ilel peogn .o -Nial l,i i>i, m a ., iifí.i,./a \ | i de la i p .. nl.c n'.iiile Mi \ >« w hi# nii InlUl.., el modinli iiln li.i. ta la demn* ia> la • .laba n du< >• m.Iixh*

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¿Ouó?

31

occidental produjo gran número de nuevos estados. En mucho'. ' ellos no se hicieron verdaderos esfuerzos para establecer in- lilu i iones democráticas. En algunos la democracia fue débil: en Paquistán, ppr ejemplo, las instituciones democráticas nunca íuen m efectivas, y fueron formalmente derogadas en 1958. Malasia :. lo». "upiimió v m «ileu. tri l.ulii cla*e de di .. ui*> polín« «t**.

S

3?

La torcow ola

En l.i zona mediterránea, la democracia griega cayó antes de que tuvieran lugar un golpe de estado "real" en 1965 y un golpe militar en 1967 .1as fuerzas armadas turcas derrocaron al gobierno civil de su país en 1960, devolvieron la autoridad a un gobierno elegido en 1961, intervinieron otra vez en un "semigolpe" en 1971, permitieron el regreso de un gobierno elegido en 1973 y luego ejecutaron un golpe militar a gran escala en 1980. Durante los años sesenta, varias colonias británicas no africa­ nas obtuvieron su independencia, y establecieron regímenes de­ mocráticos que duraron significativos períodos de tiempo. Se trata de Jamaica y Trinidad Tobago en 1962, Malta en 1964, Barbados en 1966 y Mauricio en 1968. Sin embargo, el grueso de los nuevos países que se independizaron en los años sesenta estuvo en Africa. El más importante de esos países, Nigeria, empezó como una democracia, puro sucumbió a un golpe militar en 1966, l'l vínico país africano que mantuvo las prácticas democráticas fue Botswana. Oíros treinta y tres países africanos que se independizaron entre 1966 y 1970 se volvieron autoritarios a partir de su independencia, o poco tiempo después. La descolonización de Africa provocó la mayor multiplicación de gobiernos independientes autoritarios de la historia. Entre 1960 y 1970, el movimiento mundial que se apartó de la democracia fue impresionante. En 1962, trece gobiernos eran pro­ ducto de golpes de estado en todo el mundo; en 1975, lo eran treinta y ocho. Según otra estimación, un tercio de las treinta y dos democracias activas en el mundo un 1958 se volvieron autoritarias hacia mediados de los años setenta. En 1960, nueve de los diez países sudamericanos de origen español tenían gobiernos elegidos democráticamente; en 1973, solamente dos, Colombia y Venezue­ la, los tenían. Esta ola de cambios no democráticos era más impac­ iente porque implicaba a varios países, como Chile, Uruguay ("la Suiza de Sudamérica"), India y Filipinas, que habían mantenido gobiernos democráticos durante un cuarto de siglo o más. Estos regímenes de transición no solamente estimularon la teoría del autoritarismo burocrático para explicar los cambios de América latina. También produjeron un gran pesimismo en el extranjero respecto de la aplicabilidad de la democracia en los países en desarrollo, y contribuyeron a la preocupación sobre la viabilidad y la operatividad de la democracia en los países desarrollados, donde ya había existido durante artos. 7 1i) I r n >>a «'la de (Ipiii . i, i, a U na VOZ ma ion e m b a rg o , la ■ti i).. t|. >de la bl'ittiiia ■ Imputo 1obre he, 6 miau «le la . rlom la».

gubernamental mexicano ganó por primera vez por poco marn la-; elecciones presidenciales en 1988, y perdió, por primera vez, el gobierno de un estado,en 1989. El pueblo chileno votó en I < i el referéndum para que terminara el gobierno del general I .i lv t, y eligió al año siguiente un presidente civil. La interven. .....de las fuerzas armadas norteamericanas terminó ron la dici ni na marxista-leninista en Granada en 1983 y con la dictadura iinlr n Je) general Manuel Noricga en Panamá en 1989. En febrero •l■- i rm, el régimen marxista-leninista de Nicaragua cayó tras la ib unta electoral, y en diciembre de 1990 se eligió en Haití un l>. bii'ino democrático. I .i, artos setenta y los comienzos de los ochenta contemplaron lambini la fase final de la descolonización europea. El fin del ini| .-no portugués produjo cinco gobiernos no democráticos. En |U 7 \ nin embargo, Papuasia-Nueva Guinea se independizó con un .i i. m.i político democrático. La liquidación de loque quedaba ,t.-i mp. i» británico, en su mayoría islas, produjo una docena de ¡Mu ( un inne. entre el gobierno y el ........ .... i.mal Aln- .iiu» I n l‘>M hubo cambios demorrálicos pal, Albania \ nlm . pal», i uta oxp.'riencia pievia con la I .i o un habla i • mtlilo

K

36

La

tercera ola

Lo más importante es que el movimiento hacia la democra­ cia ha sido un movimiento universal. En quince años, la ola democrática se trasladó por Europa del Sur, de allí saltó a La­ tinoamérica, se trasladó a Asia y diezmó las dictaduras del bloque soviético. En 1974, ocho de los diez países sudamericanos tenían gobiernos no democráticos. En 1990, nueve tenían go­ biernos elegidos democráticamente. En 1973, según estimaciones de Freedont House, el 32 % de la población mundial vivía en países libres; en 1976, como resultado de un gobierno de emer­ gencia en India, menos del 20 % de la población mundial perte­ necía al mundo libre. En 199(1, por el contrario, cerca del 39 % de la humanidad vivía en sociedades libres. En cierto sentido, las olas y contraolas de democratización sugieren el modelo de dos pasos adelante y uno atrás. Las fe­ chas de cada contraola han eliminado algunas, pero no todas, las transiciones a la democracia de la ola previa de democra­ tización. Sin embargo, la columna final en el cuadro l.l sugiere un pronóstico menos optimista para la democracia. Los estados toman diversas formas y dimensiones, y en lo segunda posguerra se duplica el número de estados independientes. También la proporción do estados democráticos en el mundo muestra una considerable regularidad. En los intervalos entre las dos olas de democratización, el 19,7 % y el 24,6 % de los países del mundo eran democráticos. En la cresta de las dos olas, el 45,3 % y el 32,4 ' de los países del mundo eran democráticos. En 1990, escasamente el 45,0 % de los países independientes tenían sis­ temas democráticos, el mismo porcentaje que en 1922. Obvía­ me nte, que Granada sea democrática tiene un impacto menor que el hecho de que China lo sea, y los porcentajes de países democráticos no tienen todos el mismo significado. Por añadi­ dura. entre 1973 y 1990 la cantidad absoluta de estados autori­ tarios disminuyó por primera vez, aun cuando la tercera ola de democratización todavía no lia aumentado la proporción de es­ tados democráticos por encima del nivel alcanzado ¡interior­ mente, en la cresta de 68 años atrás.

¿ Ouó?

37

Cuadro 1.1

l ,i tfe/nocraiización en el mundo moderno

ztrta

Estados democnUfcos

• ¡922 ( l'M2

29 12 36 30 58

>1^.2 >1^73 Vpioi)

Filado» no democráticas

,3 5 49 75 92 71

Total de estados

Porcentaje tota! de estados democráticos

64 61 111 122 129

45,3 19,7 32,4 24,6 45,0

Nni i En I«i estimación que antecede se han omitido los países cuya i i Id i i *ri ro alcanza al millón de habitantes. / .'■ puestas a la segunda pregunta: por qué «ras Irán n a ii' o» unieron en determinado momento y no en otro. I'atere I •! * >11 i|tti i I i i , mío ile lian mi ion« en una .1« ada y media

¿f'or ( f j ú l

53

pudiera ser pura coincidencia. Parece razonable aceptar que estas transiciones se produjeron en parte por causas comunes que afec­ taron a muchos países, por un desarrollo paralelo en varios países, y por el impacto de las primeras transiciones en los restantes. Sin embargo, la previa experiencia democrática no explica por qué la transición a la democracia en aquellos países ocurrió entre 1970 y 1980. De manera similar, algunos atribuyen las transiciones demo­ cráticas de los años ochenta a un profundo y amplio "anhelo de libertad" por parte de los pueblos oprimidos por gobernantes autoritarios. La presencia de este anhelo puede distinguir a los países que se democratizaron fíe aquellos que no lo hicieron, pero no puede explicar por qué la democratización ocurrió en un mo­ mento determinado. Como muestran los acontecimientos de 1953, 1956, 1968 y 1980-81, los países del liste europeo habían anhelado la libertad durante décadas: la consiguieron finalmente, sin em­ bargo, en 1989. ¿Por qué entonces y no antes? En otros países, el pueblo puede no haber tenido nunca un anhelo de libertad en su historia, pero lo desarrolla entre 1970 y 1980. El problema es ex­ plicar por qué ese deseo aparece entonces. Forzosamente, el aná­ lisis debe dirigirse a observar otras circunstancias que pueden ha­ berlo ocasionado. La pregunta debe plantearse así: ¿qué cambios en las variables independientes plausibles en, más probablemente, los años sesen­ ta y setenta, producen la variable dependiente, es decir, los cam­ bios de democratización de los regímenes en los años setenta y ochenta? Parece que son cinco los cambios que han desempeñado papeles significativos en la producción de las transiciones de la tercera ola, en los países donde ocurrieron y cuando ocurrieron: (1) I os profundos problemas de legitimación do los sistemas au­ toritarios en un mundo donde los valores democráticos eran amplia­ mente aceptados; la dependencia de aquellos regímenes de la legiti­ mación de su desempeño y el debilitamiento de eso legitimidad por derrotas militares, problemas económicos y la crisis del petróleo de 1973-74 y 1978-79. (2) i:j crecimiento económico mundial sin precedentes de los años sesenta, que elevó los niveles de vida, acrecentó la educación y expan­ sión de modo notable de las clases medias urbanas en muchos países. (3) los sorprendentes cambios en la doctrina y en las actividades ilo la Iglesia Católica, manifiestos en el Concilio Vaticano Segundo, en l‘»o.V65, y la transformación de las iglesias nacionales, de una postura de defensoras del statu quo a otra de oposición al autoritarismo y . . Vn .ni ei de lelon • MKiales, económicas y políticas. ( II ' I-i...... .. la . p o líl • as de los .u lores externos, que iiu luye a I ' " » di lo » ....... . • l! I 1,1 .1 lltOll I l l t ollUlllKl.Itl I IIIU| lll* .JO'.

£■1

La torcora ola

fci de la ampliación de sus miembros, el importante desplazamiento de las políticas de los Estados Unidos, a comienzos de 1974, liada la promoción de los derechos humanos y la democracia en otros países, y el notorio cambio de Gorbachov a fines de los artos ochenta en la |>olilica soviética en relación con el mantenimiento del imperio sovié­ tico, y (*>) "el efecto bola de nieve”, o efecto demostración, apoyado por los nuevos medios internacionales de comunicación, dp las primeras transiciones a la democracia en la tercera ola, cue estimuló y proveyó de modelos para esfuerzos consecuentes de cambio de régimen en otros países.

/! declive de la legitimidad y el dilema del desempeño El de legitimidad es un concepto difuso que los analistas po­ líticos deben evitar. Sin embargo, es esencial para comprender los problemas a los que se enfrentan los regímenes autoritarios a fines del siglo XX. "El más fuerte nunca es lo bastante fuerte como para «■i siempre el amo —dijo Rousseau a menos que transforme la fuerza en derecho y la obediencia en deber." ¿De dónde procede el "derecho" de los líderes autoritarios a gobernar, y el "deber" de obedecer de su pueblo? En el pasado, la tradición, la religión, el derecho divino de los roye-, y la aceptación socipl proporcionaban legitimidad a los go­ biernos no democráticos.Qín la época de los pueblos alfabetizados •. .. un ¡entizados, las razones tradicionales para el autoritarismo pierden su eficacia) En los tiempos modernos, el autoritarismo ha • ido ju-.iificadó por nacionalismo y por ideología. Sin embargo, la i h. .!• i.i del primero como fundamento de un gobierno no demoi i.itl o depende en gran parte de la existencia de un enemigo de 1.1. .• piraciones nacionales de un pueblo, y que resulte creíble. El 11.1. -tonal ano también es una fuerza popular, y puede legitimar .. .i I.» misma eficacia tanto un gobierno democrático como autoi .i.n i.» I .i principal justificación ideológica para el autoritarismo . o los tiempo*, modernos ha sido el marxismo-leninismo. Propor< u n a , / . n para la dictadura de un partido único, y gobierna I•• ni. .lio de una pequeña elite burocrática que se perpetúa a sí muñía ‘mi embargo, h mayoría de los regímenes autoritarios de lio i!. . del siglo XX no son los regímenes comunistas. Junto con l... n-gíineiu . comunistas, se enfrentan a grandes problemas para estable, ei y mantener su legitimidad. I . vtrt. na de los aliados occidentales en la Segunda < ¡tierra Mundi.il |.i>k!im i en l.t práctica la •■egunda ola de democratiza. m.i I .tu l i. ii | . m*. 111|.i un cambio todavía m i. profuri lo y dura h

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¿P Robert J. Mundt concluyen que todos los casos estuvi' i.iii • ar.u lerizados por "componentes de declive económico (d. pii iii.n, desempleo, falta de alimentos y hambre)". Un ejercicio i....... insatisfactorio desempeña del mismo modo un rol da\< o •. ■i . -. de los regímenes autoritarios de los años setenta. I i bu »queda de reformas sociales y económicas se estancó con repulí-/, «mi la Filipinas, y fue momentáneamente abandonada en l'i i n I a posibilidad de mudaos gobiernos autoritarios de obtener legitimidad por medio del crecimiento económico se debilitó por el alimento de los precios del petróleo en 1970 y por las políticas ■viiiiómicas que siguieron los gobiernos autoritarios. I a subida del precio del petróleo de 1973-74 ocasionó una recesión económica mundial. Suscitó preguntas concernientes a la giiberHabilidad de la democracia en el mundo trilateral formado ñor Europa, Estados Unidos y japón, y debilitó significativamente los intentos de los regímenes autoritarios del Tercer Mundo por usar el ejercicio económico para afianzar su legitimidad. A países como Filipinas, España, Portugal, Grecia, Brasil y Uruguay les resultó especialmente difícil superar este problema, a causa de su total dependencia del petróleo importado. En Alemania occiden­ tal, Gran Bretaña, Francia, Canadá y los Estados Unidos, los par­ tidos en el poder fueron desalojados del gobierno. En el Tercer Mundo, las posibilidades de los regímenes autoritarios supervi-' vientes de afianzar su legitimidad a través del desempeño econó­ mico se debilitaron muchísimo. La subida del precio del petróleo y sus consecuencias económicas merecen un lugar considerable entre las causas del debilitamiento del autoritarismo de los años setenta y comienzos de los ochenta. Con raras excepciones, las políticas adoptadas por los go­ biernos autoritarios para combatir la crisis del petróleo y la deuda externa a menudo empeoraron la situación, produciendo estancamiento, depresión, inflación, bajos o nulos porcentajes

»Ir i rn ¡miento. expansión •1«* l.i «Ittudii exlvrna o jilgm........mlu unción d eesa s condiciones. Por lo (Aldo, nmlribtiyemn n .li l i lil.ir I.» legitimidad del régimen I as l'ilipinas proponliman un ejemplo: Pl fundamento económico de la Nueva Sociedad comenzó a re. quebrajarse con la crisis del petróleo de 1973-74 y la recerión mundial que le siguió. Filipinas, que importaba el 9.1 % de su petróleo, vio cuadruplicarse sus costos de energía, mientras los precios de sus ex­ portaciones caían Con el segundo ajuste del precio del petróleo do 1979, la economía cayó aceleradamente. Marcos respondió con más endeudamiento y gastos, y Manila duplicó su deuda extema entre 1979 y 19S3. Casi la mitad de la deuda era a corlo plazo, y los pres­ tamistas internacionales se pusieron nerviosos con los filipinos: sólo durante los últimos cuatro meSes de 1982 unos 7UÚ millones de dóla­ res en créditos fueron retirados.1" Desde 1980, el ingreso per cápita descendió aceleradamente en Filipinas. En Argentina, las políticas económicas de Martínez de Hoz entre 1978 y 1980 crearon un boom artificial que no pudo durar. Lis importaciones resultaban tan baratas que la industria local se hundió ante la competencia. Las exportaciones se hicieron tan caras que la agricultura tenía precios superiores a los del mercado... Kn 1981, el globo reventó... l-i economía se hundió en la recesión casi de la noche a la maóana. Un nueve meses estallaron tanto la inflación como el desempleo. El peso, bajo la tremenda presión especulativa, se devaluó más del l Oí l . Los argentinos que tenían deudas en dólares se encontraron de pronto con que necesitaban cinco veces más pesos para pagarlas. No pudieron cumplir con sus pagos... Aterrados ahorradores, mientras tanto, empezaron a correr hacia los bancos. Las reservas del país cayeron precipitadamente." F.n Uruguay, a comienzos de los artos ochenta, el régimen militar contrajo la deuda externa más grande per cápita, la segun­ da de América latina, y produjo una recesión que redujo el salario real a la mitad de lo que había sido una década antes. En Portugal, el enorme costo de su guerra colonial combinado con el aumento del precio del petróleo y las dificultades económicas produjeron resultados económicos similarmente desastrosos. Una de las otras causas |de la guerra] fue la economía de Portu­ gal. En la época de la guerra, la tasa de inflación del país había alcan­ zado el 3U %(la mis alia de Europa occidental), su déficit era todavía

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I a (Dtcoia Día

peor y d desempleo crecía, a pesar del gran éxodo de emigrantes en busca de trabajo y para evitar ser reclutados. Con casi la mitad de los gastos gubernamentales dedicados a los militares, el promedio de las inversiones "tijas" de Portugal —del tipo .le inversiones que crean trabajo y exportaciones— era el más bajo de l uropa occidental... Portugal, que importaba el 60 % de su energía y más de Ja mitad de sus alimentos, fue particularmente dañado por el ataque mundial de recesión e inflación que siguió al embargo de petróleo que en 1973 hizo la OI’I I' (Organización de Países Exporta­ dores de Petróleo). Como las exportaciones portuguesas eran escasas, el costo de cada cosa, desde el bacalao hasta las entradas a las corri­ das de toros, sufrió aumentos galopantes. Aunque tanto los sindicatos como otras asociaciones de trabajadores eran ilegales, en el Nuevo I t.i.ln ios trabajadores comunistas hicieron 40 huelgas importantes en 1973 Plantas que pertenecían a la International Telephóne y le legra ph, Grundig, British Lcyland y otras firmas Cerraron.'5 Grecia experimentó un crecimiento económico tan significati­ vo o uno desequilibrado bajo el régimen militar que su rgió en 1967. ui embargo, el nuevo grupo militar que asumió el poder a fines de 1971 "se mostró completamente incapaz de enfrentarse cor. los .o ui antes problemas que tenía el país... La inflación siguió •li ntrolándosc, y Grecia, con varias fuentes propias de energía, se vio .dedada de forma especialmente severa por la crisis del peln*!i H que siguió a la guerra del Yom Kippur".:i En Perú, los i ifuerxos del régimen militar para incentivar el crecimiento econ lim o del país fracasaron estrepitosamente la productividad d. . nilió. lanío en la agricultura como en la industria, los salarios i .iv i mu, el desempleo creció, la inflación subió y la deuda pública del IViw • puso por las nubes". También Brasil tuvo problemas i *mi h economía. Cuando el régimen empezó a democratizarse giadu ilmi-nte a fines de los años setenta, los problemas éconómi• ii*. i iei leron, y "hubo un marcado deterioró en la capacidad del gnbtemu de obtener crecimiento económico y prometer un futuro uie "i p.un todos los brasileños". En 1982, gran cantidad dcciudadaui1 br.v ' ños atribuían estas deficiencias a las fallas políticas del gobierno. I*., o giuieni . comunistas estuvieron relativamente aislados del aumentu d< pus io del petróleo y d e otros acontecimientos de l.i. sminia mundial, aunque Polonia y I lungría contrajeron den«las mq Mi.mlr.. Su pobre desempeño era, originariamente, un o tilia i-• de la economía dirigida que la Unión Soviética Impuso i i' ii" paiM'T« al terminar la Segunda Guerra Mundial Duran Ir I.. h\"» j. nla "el nivel de desarrollo económico tiene un «•!»•» tu pión titulado sobre la democracia política, aun cuando se iMi' i Icuii (Actor•*** que no »«iii i-conónii os l’fxll es la variable



Ln lorcora ola

explicativa dominante"." En 1989, el Banco Mundial clasificaba como "de altos ingresos" a 14 países con ingresos per cápita que iban desde los U$S 6010 (España) a U$S 21.330 (Suiza). Tres de ellos (Arabia Saudita, Kuwait y los Emiratos Arabes) eran expor­ tadores de petróleo y no democráticos. De los restantes, todos excepto Singapur eran democráticos. En el otro extremo, el Banco Mundial categorizaba como "pobres" a cuarenta y dos países con ingresos per cápita que iban desde los L'$S 130 (Etiopía) a los U$S 450 (Liberta). Solamente dos de esos países (India, Sri Lanka) habían tenido una experiencia democrática amplia, Entre los 53 de "ingresos medios", que van desde Scnegal (PNB per cápita de L'$S520) a Omán (PNB per cápita de U$5 5810), había 23 demo­ cracias, 25 no democracias y 5 países que podían, en 1989, ser plausiblemente clasificados como en transición de la no democra­ cia a la democracia. I a correlación entre riqueza y democracia implica que las tran­ siciones a la democracia deberían ocurrir originariamente en paí­ ses de nivel medio de desarrollo económico. En los países pobres, la democracia es improbable; en los países ricos, ya es un hecho. En el medio hay tina zona de transición política; los países en esc particular estrato económico tienen más posibilidades de transitar hacia la democracia, y más países que transiten hacia la democra­ cia estarán en ese estrato. Cuando los países se desarrollan econó­ micamente y se desplazan hacia esa zona, se vuelven candidatos a la democratización. Durante la primera ola de democratización en el siglo XIX y a comienzos del XX, las democracias aparecieron generalmente en los países del norte de Europa, cuando su PNB per cápita, en dólares de los años sesenta, estaba entre los 300 y los 500 P.n 1920 y 1930, diversos factores, que incluyen las crisis eco­ nómicas. produjeron la primera contraola al autoritarismo. En ger.i ral sin embargo, el desarrollo económico continuó, v por ello el nivel de ingresos de la zona de transición que separa fas demo­ cracias de las no democracias se elevó." Los años cincuenta y sesenta fueron décadas de impresionante crecimiento económico mundial, particularmente entre los países menos desarrollados. Entre 1950 y 1975, el PNB per cápita de los países desarrollados creció en una tasa promedio del 3,4 % anual, una tasa que "excedía tanto los objetivos oficiales como las expec­ tativas privadas".*'" Esta tasa fue históricamente sin precedentes, tanto en los países en desarrollo como en los desarrollados. En los años sesenta, la "década del desarrolla", el P.NB anual promedio de crecimiento de los países en desarrollo subió el 5 ' gei'.ml mente más del dol le de las t is de I p ■ • eun .ir. la i", cnmpai.iblf. du di ninollo en mam i . .» Poi

¿Porqué?

67

lasas para los países individuales varían considerablemente: más altas en el sur de Europa, este de Asia, el Oriente medio y I atinonmírica; más bajas en Asia del sur y Africa. En general, sin embar­ go, la segunda posguerra contempla un crecimiento de la econo­ mía que dura hasta el shock del petróleo de 1973-74 y permite el desplazamiento de muchos países hacia la zona de transición, creando en ellos las condiciones económicas favorables al desarro­ llo de la democracia. En una medida considerable la ola de demo­ cratización que comenzó en 1974 era el producto del crecimiento económico de las dos décadas anteriores. En los años setenta, el centro de la zona de transición econó­ mica había aumentado por encima de los niveles de preguerra de 300-500 USS (en dólares de 1960) a USS 500-1000. Nueve o casi la mitad, de veintiuna democratizaciones de la tercera ola sucedie­ ron en países dentro de aquellos límites; cuatro ocurrieron en países de 300-500 USS; dos (Grecia y España) en países con una venta per cápita levemente por encima de los USS 1000 (en dólares de 1960), y seis (India, Paquistán, El Salvador, Honduras, Bolivia, Filipinas) en países con PNB per cápita de menos de U$S 300. La oscilación en el nivel del desarrollo económico, desde la India (USS 87) hasta Grecia (USS 1291) fue importante, pero alrededor de los dos ter­ cios de las transiciones ocurrieron en países que estaban aproxi­ madamente entre U$S 300 y L’$S 1300 per cápita (en dólares de 1960) en el momento de la transición. Las transiciones sucedieron con mayor posibilidad en países que estaban en la mitad o por encima de la mitad del nivel de desarrollo económico y, como era de esperar, se concentraban en una zona de ingresos superior de la observada por Sunsbine antes de la Segunda Guerra Mundial. La zona de la transición de la tercera ola también aparece en los datos presentados en el cuadro 2.1. Los países han sido clasi­ ficados según su PNB per cápita en 1976, según el informe del Banco Mundial, y de acuerdo con si tenían sistemas políticos de­ mocráticos en 1974, si se democratizaron o se liberalizaron entre 1975 y 1989 o si tuvieron regímenes no democráticos durante aquellos años.11 Estas cifras indican otra vez uue los países de la tercera ola tienen grandes variaciones en lo relativo a su nivel de desarrollo económico, como es el ejemplo de India y Paquistán, con un PNB ner cápita en 1976 de menos de U$S 250, y Checos­ lovaquia y Alemania Oriental, por encima de L:$5 3000. Sin emb.irgo, veintisiete de los treinta y un países que se liberalizaron o ■ democratizaron estaban en el nivel medio de ingresos, ni jmihri • iii un'-, y 11 mitad de lo-, países de la tercera ola tenían un p; dt | ii *i t.ipiia en 1976 de entre l !$S 1000 y 3000. Tres cuartas I lili « de li>. qi >• i- t il............... m u I de di arrollo económico en

C8

La te-cora ola

1976, y qvie tenían gobiernos no democráticos en 1974, se demo­ cratizaron o se liberalizaron Cuadro 2.Í Desarrollo económico \j tercera ola de democratización

(1)

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La lorcora ola

los países los promotores más activos de lo democratización fue­ ron las clases medias urbanas. En Argentina, por ejemplo, la op­ ción, en los años sesenta y setenta, fue un gobierno peronista ele­ gido con el apoyo de la clase trabajadora o un régimen militar originado en un golpe con apoyo de la clase media. Pero en los ochenta, sin embargo, la clase media fue lo bastante numerosa como para proporcionar la clave de la victoria del partido radical de Raúl Allonsín, e inducir a los candidatos peronistas a ser sen­ sibles a sus intereses. En Brasil, la clase media apoyó de manera aplastante el golpe de 1964. A mediados de los años setenta, sin embargo, "eran precisamente aquellos sectores que más se habían beneficiado de los aiSos del 'milagro económico' los primeros en exigir una vuelta al gobierno democrático: la población de las grandes ciudades desarrolladas y la clase media".77 En filipinas, los profesionales de clase media y los hombres de negocios nutrían las manifestaciones contra Marcos, en 1984. Al año siguiente, los grupos principales de la campaña a favor de Aquino eran "clase media, abogados y médicos no políticos, que se habían brindado como voluntarios n los candidatos de la opo­ sición o a los grupos cívicos (NAMFREL: Movimiento Nacional por Elecciones Libres), más que cualquier otro partido".7* En Espa­ ña, el desarrollo económico había creado "una nación de moderna clase media, que hizo posible el rápido y pacífico proceso de llevar el sistema político al ritmó de la sociedad"/' En Taiwán, los "prin­ cipales agentes del cambio político" fueron "los recientemente aparecidos intelectuales de clase media, que crecieron durante el período de acelerado crecimiento económico".* En Corea, el mo­ vimiento en pro de la democracia, en 1980, solamente se convirtió en una seria amenaza al régimen autoritario después de la apari­ ción ile "una floreciente clase media urbana", y los profesionales de clase media se unieron a los estudiantes en la exigencia de que finalizara el autoritarismo. l.a movilización de las clases dirigentes y profesionales de Seúl [...] fue tal vez uno de los factores más importantes de la transición a ¡a democracia en 1987. Al referirse a las manifestaciones contra el autoritarismo del régimen Chun en 1987, el tVomw/ísí se preguntaba: "¿Qué pasa cuando el gas lacrimógeno se encuentra cor. la clase media de Seúl?".* La res­ puesta pronto estuvo clara: el gas lacrimógeno pierde. En varios países, incluyendo España, Brasil, Perú, Ecuador y Filipinas, la comunidad empresarial, que había apoyado previamente la crea­ ción de un régimen autoritario, desempeñó un papel crucial en la promoción de la transición a la democracia.” Por contraste, donde la clase media urbana era más pequeña en Eimipa Si el crecimiento o las crisis económicas . 1. . ... ii.il. i Ini.u. avanzan sin que se alcance la zona de transii«»i .1. i.i in|\i. i el n gimen autoritario puede caer, pero su rei-mpl.i/ | un i. , in> n democrático de larga vida es muy problim.ltii o I ii I.i 1. 1, - i .i nl.i, la combinación de niveles importantes de de .arrollo i*..... .. y las crisis o fracasos económicos a corto plazo fueron la loimula ivonómica más favorable a la transición de los gobiernos nulorltarios a los democráticos.” ( AMBIOS REI ICIOSOS Dos procesos religiosos promovieron la democratización en los años setenta y ochenta. Existe una fuerte correlación entre el cristianismo occidental y 'D u r a n li'.

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la democracia. La democracia moderna se desarrolló antes, y de forma más vigorosa, en los países cristianos. En 1988, el catolicis­ mo y /o el protestantismo eran las religiones dominantes en 39 de •16 países democráticos. Estos 39 países democráticos constituían el 57 % de un total de 68 países que eran predominantemente cristianos occidentales. En contraste, solamente siete, o el 12 %, de 58 países con otras religiones dominantes eran democráticos. La democracia era particularmente escasa entre los países que eran predominantemente musulmanes, budistas o confudanistns.* Esta correlación no demuestra una relación entre causa y efec­ to. Sin embargo, el crislianism'o occidental enfatiza la dignidad del individuo y la separación entre la Iglesia y el estado. En muchos países, los líderes de las iglesias católica y protestante han desem­ peñado un papel central en las luchas contra los países represores. Puede resultar plausible la hipótesis de que la expansión del cris­ tianismo favorece el desarrollo democrático. ¿En qué lugares se expandió el cristianismo de forma signi­ ficativa en los años sesenta y setenta? La respuesta es que en varios lugares. El caso más destacado fue Corea del Sur. Corea tuvo primero un régimen civil semideinocrático bajo Syngman Rhee en los años cincuenta, un régimen militar semidemocrático bajo Park Chung I lee en los sesenta y una dictadura militar bajo Park y el general Chun Doo Hwan en los setenta y ochenta, con una transición a la democracia que se inició en 1987. Al terminar la Segunda Guerra Mundial, Corea era básicamente un país budista con un sustrato confucionista. Quizás el 1 % de la po­ blación era cristiano. A mediados de los años ochenta, escasa­ mente el 25 % de la población era cristiano: cuatro quintas partes de cristianos presbiterianos, y un quinto de católicos. Los cris­ tianos conversos eran principalmente jóvenes, urbanos y de clase media. Sus razones para convertirse al cristianismo procedían de los profundos cambios sociales y económicos que sucedieron en Corea. "Para los millones que se volcaron sobre las ciudades", como describe un informe, “y para los muchos que se quedaron en el campo, el pasivo budismo de Corea en su etapa agraria perdió su atractivo. El cristianismo, con su mensaje de salvación i ' personal y destino individual, ofrecía una comodidad más segu­ ra en una época de confusión y cambio". El cristianismo también ofrecía una doctrina más segura, y una base institucional para oponerse a la represión política. El cristiani-.mo, como señala un surcoreano, "plantea una diferencia, por­ que promueve la Idea de igualdad y respeto para la autoridad i i | ;r.m demostración contra el presidente Park y su régimen de ley marcial. Muchos de los principales líderes de los movimientos de oposición, como Kim Dae Jung y Kim Voung Sam, eran cristianos, v clérigos protestantes y católicos, como el reverendo Moon Ik I luán y oto " > 11 de de

¿Por . gobiernos comunistas respaldaron los principios occidentales reía livos a los derechos humanos, y de esa manera quedaron expui tos a las críticas internacionales y domésticas cuando violaran esos derechos. Helsinki fue un incentivo y un arma para que los refor mistas intentaran abrir sus sociedades. Al menos en dos casos, • I impacto fue muy directo. En septiembre de 1989, el gobierno i«-formista de Hungría usó su compromiso sobre el derecho «le un individuo a emigrar (incluido en el documento final del encuentro de Viena) para justificar la violación de sus acuerdos con el go­ bierno de Alemania oriental y permitir a los alemanes orientales salir a través de I lungría hacia Alemania occidental. Este punes,i puso en marcha una serie de acontecimientos que llevarían .• \ I.i «I.-iii. rai l,i en olio-, p.u,. .« i ' l n p . / . I .1 . i l l n l ' l a l

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La toicora ola

Stephen Bosworth en Filipinas, Deane K. Hmion en El Salvador, Pakistán y Panamá, Edwin C orren Perú, Boílvía y El Salvador, Clyde Tavlor en Paraguay, Marry Bornes en Chile y Mark Palmer en Hun­ gría, y también incluyó las gestiones del comandante en jefe del U.S. Southern Command en Ecuador y en Chile; (4) apoyo material para las fuerzas democráticas, que Incluyó lo que probablemente fueron diez millones de dólares de la Agenda Central de Inteligencia (CIA) al Partido Socialista Portugués en 1973, importante apoyo financiero a Solidaridad en Polonia, varios millones de dólares de la Agencia para el Desarrollo Internacional (AID) y el National Endowment for Dcnuxrracy que aseguró la limpieza del referéndum sobre el general Pinochel en Chile en 1988 y ayudó a promover una salida democrática en Nicaragua en 1990; (5) acción militar, incluyendo el despliegue de buques de guerra por ¡a administración Cárter frente a la República Dominicana, para «segurar un escrutinio limpio en las elecciones de 1983, y los aviones de la administración Bush en apoyo de Aquino y la invasión a Pana­ má en 1989; ayuda militar a los gobiernos democráticamente electos cu Pilipinas y El Salvador, en sus combates contra la insurgencia marxistA'leninista; la invasión de Granada en 1983 por parle de la administración Reagan y el apoyo financiero a los insurgentes contra los gobiernos antidemocráticos de Afganistán, Angola, Camboya y Nicaragua; (6) diplomacia multilateral, que incluye la presión a la Unión Soviética por parte del representante designado por Carter-Reagan Max Kampelman, en el Apartado III de los acuerdos de Helsinki de CSCE y sus conversaciones en Belgrado y Madrid, y los esfuerzos t» ': movilizar la oposición por parte de las agencias de las Naciones 1 nulas (UN) contra violadores notorios de los derechos humanos.

, I l.vdn qué punto estas acciones ayudaron n la dcmocratizai tnu' Indudablemente, el efecto más significativo fue hacer que ln d- rcchos humanos y la democracia fueran objetivos importan­ te ,« n las relaciones internacionales. En 1977, la Liga Internacional pm los Derechos Humanos señaló que los derechos humanos "se

i 11 -. .nm.nKt.i-. c •. noviembre de 1975." Kenneih Maxwell. "Regíme Overllwow iin.l Ibe IVtspecis loi Dt-imxralic Transítino ¡n Portugal”, en Tmii?í. ' ; i. frottt AultwnUiuii Ruit- &>uthtrn Europe, cornp de Guillermo O'ÍXmncll, Phlüppe C htolli. r y I M.r.ivv VVhltehead (Baltimore, John* llopkir.s Univetsity Press, P ' v.|. p 4g.

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¿Por qué?

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habían convertido por primera vez en lema de política nacional en muchos países", y "el toco de la discusión en organismos interna­ cionales y de una atención más grande en los m edios supranacionales. Un factor más significativo ha sido la política de derechos humanos del presidente Cárter y de Estados Unidos". La campana de Cárter, como escribió Arthur Schlesinger, "alteró el contexto internacional", y "ubicó a los derechos humanos en el debate mundial, y en su conciencia".** El respaldo del presidente Reagan al "Proyecto Democracia" en el primer año de su adminis­ tración, su discurso al Parlamento en 1982, la creación del National Endowment íor Deinocracy en 1984, su mensaje al Congreso en marzo de 1986, más las actividades de los diplomáticos norte­ americanos en gran número de países ayudaron a conservar la democratización en el centro de los asuntos internacionales duran­ te los años ochenta, y fortalecieron el contexto intelectual del mundo entero, favorable a las democracias. En algunos países, el papel norteamericano fue directo y cru­ cial. Como los cardenales y nuncios papales, los embajadores norteamericanos a la vez promovieron el acuerdo entre los gru­ pos de la oposición y sirvieron como mediadores entre aquellos grupos y el gobierno autoritario. En 1980, 1983 y 1984, Estados Unidos intervino para prevenir golpes militares planeados en El Salvador, I londuras y Bolivia. En 1987, el presidente Reagan y el secretario George Shultz presionaron al presidente C h u n /d e Corea, para que iniciara un diálogo con la oposición y el Depar­ tamento de Estado formuló severas advertencias al ejército co­ reano si intentaba perpetrar un golpe de estado. En Perú, en enero de 1989, un golpe militar parecía inminente. El embajador norteamericano anunció contundentemente la oposición de Esta­ dos Unidos a dicho golpe. El golpe no se produjo.4* En varias oportunidades, Estados Unidos actuó para sostener la democra­ cia filipina contra los golpes militares. Las acciones norteameri­ canas en ese y otros casos pudieron o no haber sido decisivas, pero claramente resultaron eficaces como una gran ayuda para los movimientos democráticos. En efecto, bajo Cárter, Reagan y Bvish, Estados Unidos adoptó una versión democrática de la doctrina de Brczncv: dentro de su área de influencia, no permi­ tiría que los gobiernos democráticos fueran destituidos. Obviamente, el impacto de los esfuerzos de Cárter y Reagan cambió mucho de un país a otro, y requeriría extraordinarios es tuerzo-. evaluar aquel impacto incluso en un solo país. Dos iim'iIiil.i. M»n, tal v e/, teli'vanlm. Lina consiste en los juicios de aqin'llim a l e que j .»lili i. | m íe iniiin I n IWgñ, poi rjempln. (Vival.t > lliiiltelu pi.'4iil)'iiii‘ .Inm*. iitlli de I ii.nlm en

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La tercena c'a

1981-84, dijo: "Estados Unidos se ha comprometido con las ins­ tituciones democráticas como nunca en el pasado; sin las políti­ cas pro democráticas asumidas por los presidentes Cárter y Rea­ gan, algunos procesos democráticos latinoamericanos nunca hubieran comenzado, ni se hubieran concretado con tan buenos resultados". En diciembre de 1984, una semana después de ha­ berse convertido en el primer presidente democráticamente elec­ to desde 1971 en Uruguay, Julio Sanguinetti expresó sentimien­ tos similares: "Las vigorosas políticas de la administración Cár­ ter han sido la influencia externa más importante en el proceso uruguayo de democratización. Durante los años de dictadura, aquellos que estábamos en la oposición teníamos que luchar prácticamente en la oscuridad. Una de las más significativas fuentes de apoyo que tuvimos fue la política del gobierno de Estados Unidos, que estaba constantemente preocupado por las violaciones de los derechos humanos". Comentando la lucha contra Marcos en Filipinas, el cardenal Sin observó: "Nadie gana aquí sin la ayuda de Estados Unidos". Hasta la Unión Soviética sintió estos efectos: "No sé si el presidente de Estados Unidos, Cárter, va n entrar en la historia norteamericana —comentó el líder de la división regional de Moscú de Amnistía Internacional en 1980— pero ya ha entrado en la historia de Rusia con esta política". Otro punto de vista del impacto estadounidense en la demo­ cratización es el de aquellos que querían mantener las dictaduras. Durante las gestiones de Cárter y Reagan, los principales lideres de los gobiernos autoritarios de Brasil, Argentina, Chile, Uruguay, Filipinas, China, la Unión Soviética, Polonia y otros países se quejaban amargamente, y en algunos casos con mucha frecuencia, de las injerencias norteamericanas en sus políticas internas. La evidencia sugiere fuertemente que en la mayoría de los casos las quejas estaban justificadas. Aquellos juicios por parte de los implicados se vieron retozados en muchos países por los de observadores expertos. En Perú, en 1977, según Luis Abugattas: La redemocratización se vio de esta manera reforzada por las políticas de derechos humanos de la administración Cárter, y la nece­ sidad de desarrollar una legitimidad externa en las negociaciones sobre la deuda externa. Las negociaciones con el FMl habían sido suspen­ didas desde mediados de 1976 y el gobierno militar no podía reanu­ darlas a causa de su mala voluntad para adoptar la "poiílir.i de cho que" exigida por el Fondo. La apertura democrático atrajo la aU-m lún ■li I Departamento de I’• tadrule l ••i.u¡i que necesitamos os un general Spinola griego para derrocar a la junta, y volver a un gobierno constitu­ cional", como dijo un ateniense en junio de 2974, dos meses des­ pués del golpe en Portugal y un mes antes del colapso del régi­ men militar griego. F.I fin de cuarenta y cinco años de dictadura portuguesa también "fue un profundo shock para el búnker espa­ ñol, y un gran incentivo moral para la oposición. El hecho de que alguien tan irrelevante pudiera iniciar el cambio hacia la democra­ cia sirvió para intensificar las exigencias de cambio en España".7* Fn realidad, la democratización griega tuvo pocos efectos en otros países. Sin embargo, la democratización española fue Inmensamenle relevante . en Corea y Sudáírica estimularon las manifestaciones en favor -I-' la democracia en Birmania en el verano de 1988, y las de China en otoño de 1986 y en la primavera de 1989, así como tuvieron un j'.i-ui impacto sobre la iiberalización ocurrida en Taiwan. El - tocto ile "bola do nieve" más evidente tuvo lugar en Euro­ pa oriental Cuando la Unión Soviético aceptó, y hasta tal vez alentó, la llegada al poder de no comunistas en Polonia, en agosto de 1989, la ola de democratización avanzó sucesivamente sobre I iimpa on< nial: en Hungría en septiembre, Alemania oriental en .-ctubre, ( 'lie- o Inv.-.qtu.i y Bulgaria en noviembre, Rumania en diciembre l omo de tacó un alemán oriental "Vimos lo que Po Iihii.I \ I Itingiu i u.ihan li-i.anulo, es« licitamos a Gorbachov, y | mun,iiiiii-. , IVi que mi Imitarlo*’’“ I n » hi u n lov.iqu la,.........

¿Por quó?

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dice Timothy Cartón Ash, "cada uno aprendió de Ir» experiencia de sus vecinos y supo que se podía"."5 La democratización de algunos países también estimulo el orgullo de sus vecinos. ¿No iba a seguir al pequeño y pobre Portugal la sofisticada e industrializada clase media española? ¿Iban a ser superados Uru­ guay y Chile, con su larga experiencia de gobiernos democráticos, por Argentina y Brasil? Checoslovaquia, el único país de Europa oriental con una verdadera tradición democrática, ¿iba a quedar rezagado respecto de los otros? La democratización de Europa oriental y del este de Asia ilus­ tra con su proceso un tercer aspecto importante del efecto de­ mostración: el cambio con el paso del tiempo de la relativa impor­ tancia de las causas de la ola de democratización. Obviamente, los efectos demostración no pueden afectar a la primera democratiza­ ción. Las primeras democratizaciones de la tercera ola fueron el resultado de resortes, no de "bolas de nieve". Una guerra que no podía ser ganada, una derrota militar en Chipre y la muerte de Franco dispararon las democratizaciones en Portugal, Grecia y España. La derrota de las Malvinas, el asesinato de Benigno Aquino y la visita del Papa tuvieron similares efectos en Argentina, Filipi­ nas y Polonia. Estos procesos fueron, en una medida considerable, autónomos. Tras ellos, sin embargo, los cambios en aquellos primeros países -España, Portugal, Argentina, Filipinas, Polonia— ayudaron a estimular exigencias de cambios comparables en países vecinos y con culturas similares. El impacto de los efectos demostración no dependió significativamente de la existencia de condiciones eco­ nómicas y sociales favorables a la democracia en el país receptor. En realidad, cuando ocurrió el proceso de "bola de nieve" tendió en sí mismo a convertirse en un sustituto de aquellas condiciones. Esto se vio reflejado en su aceleración. En Polonia, como dice el refrán, la democratización necesitó diez años, en Hungría diez meses, en Alemania oriental die2 semanas, en Checoslovaquia diez días y en Rumania diez horas.*1 A finales de 1989, un egipcio comentó sobre el futuro del mundo árabe: "No se puede escapar de la democracia ahora".® Su pre­ dicción ejemplificó la asunción del efecto "bola de nieve" como causa: dado que la democratización ocurrió allí, ocurrirá aquí. Sin embargo, la bola de nieve rodó cuesta abajo no solamente acele­ rando su velocidad y aumentando de tamaño; también se fundió con un contexto que no resultaba similar. Al acabar los años .ldm tonal der por el camino electoral.9 En Bulgaria y Rumania i>■• |1 irlitltr. comunistas ganaron las elecciones; en los otros países ■le I uinpa oriental tuvieron por lo menos expectativas de particiC i n i un.» coalición de gobierno alguna vez en el futuro. I >. pues de la democratización, un anterior partido monopo­ lio i luí no está en mejor situación que cualquier otro partido politn •» para reinstaurar un sistema autoritario. El partido abandona •ni monopolio de poder, pero no la oportunidad de competir por • I | o,leí por vía electoral. Cuando vuelven a los cuarteles, los iiiiíii.iir . abandonan el poder, pero también conservan la capaciI I de ien.br.illo por medios no democráticos. Por lo tanto, la li..»dcr de HMi.lii.il MU pai'.ex li.m.i la demihia. la, «I el loa lo t|«it «•■«•. In

¿Cómo? Les procosos do democratización

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todos los casos, la oposición ora, ni menos al comienzo del proce­ so, marcadamente más débil que el gobierno. En Brasil, por ejem­ plo, como Stepan observa, cuando "comenzó la liberalización no hubo una política de oposición significativa, ni crisis económica ni colapso del aparato represivo debido a una derrota militar".11 En Brasil y otros lugares, la gente mejor situada para terminar con el régimen militar eran los líderes de ese mismo régimen, y ellos lo hicieron. Los casos típicos de transformación fueron España, Brasil y, entre los regímenes comunistas, 1iungría. El caso más importante, si se materializa, será la Unión’Soviética. La transición brasileña fue "liberalización desde arriba", o "liberalización iniciada desde el régimen".'* Las dos transiciones difirieron significativamente. En España "era una cuestión de elementos reformistas asociados gon la dictadura en el poder, que iniciaron los procesos de cambio político desde dentro del régimen establecido".15 Sin embargo, las dos transiciones difirieron significativamente en manto n su dura­ ción. En España, en menos de tres años y medio después de la muerte de Franco un primer ministro democratizndor reemplazó a otro liberalizado^ la legislatura franquista había votado el fin del régimen; las reformas políticas habían sido respaldadas en un referéndum; los partidos políticos (incluido el Partido Comunista) fueron legalizados; se eligió una nueva asamblea; se diseñó una Constitución democrática y fue aprobada en un referéndum, los actores políticos más importantes lograron acuerdos en la política económica y se realizaron elecciones parlamentarias bajo la nueva Constitución, Se rumorea que Síiárez le dijo a su gabinete que "su estrategia se había basado en la rapidez. E: había obtenido ventaja al introducir medidas específicas muy rápido, antes de que los contimitelns del sistema franquista pudieran responderá ellas". Sin embargo, aunque las reformas se desarrollaron en un corto perío­ do de tiempo, también adquirieron forma de secuencia. Por lo tanto, también puede argumentarse que "para que las reformas no se tambalearan, Suárez evitó antagonizar simultáneamente a mu­ chos sectores del régimen franquista. El último paquete de refor­ mas democráticas provocó abierta hostilidad por parte de los militares y de otros franquistas duros, pero el presidente (Suárez) había ganado ya en ímpetu y apoyo . En electo, Suárez siguió entonces una versión muy comprimida del modelo de reforma kemalista: "Estrategia fabiana, tácticas blilzkrieg". En Br.n I por el contrario, el presidente Geisel determinó que el cambio jilitiio il'.i i m i "gi.uiu.it, lento y seguro". El proceso com en/ó al lio il de h .ulm iiuti.n i.'m N1edu i en P>7X • Ontinuó a llave . de 1.0 .MlminlNlr*' .........de t , . I \ I ik u . ií»h!o, dio un • lito

i u.iliMttvo con l.i uv.laura« i- ii do un gobierno civil en IWI y i ni ..... »‘i con l.i adopción d e m u nueva C onstitución en 1988 y la ele. vii‘>n popular de un presídeme en 1989. I os movimientos de­ cretados por el régimen hacia la democratización coexistieron con otros tendentes a dar confianza a los sectores duros del ejéri ito y otros núcleos reacios. Un efecto, el presidente Ceisel y tam­ bién l'ieuciredo siguieron una política de dos pasos adelante y uno hacia atrás. El resultado fue una democratización insinuante, •■II la que el control gubernamental sobre el proceso nunca fue ■liamente desafiante. En 1973, Brasil tenía una dictadura militar represiva; en 1989, era una democracia a grandes rasgos. Se acos­ tumbra datar la llegada de la democracia en Brasil en enero de IW», cuando el colegio electoral eligió un presidente civil. En n .didad, sin embargo, no fue una ruptura clara; la genialidad de l.i li an .formación brasileña es que es virtunlmcnte imposible decir en qué punto Brasil dejó de ser una dictadura y se transformó en una democracia. I paño y Brasil fueron los casos prototípicos del cambio diri­ gido Je de arriba, y en particular el caso español se convirtió en . I modulo para las siguientes democratizaciones en Latinoamérica v Europa oriental. En 1988 y 1989, por ejemplo, los líderes húngai o . consultaron ampliamente con los líderes españoles cómo intro­ ducir la democracia, y en abril de 1989 una delegación fue a Bu­ dapest para ser consultada. Seis meses más tarde, un comentarista • n.ilaba las semejanzas en las dos transiciones: l.os últimos días de la era de Kadar guardan alguna semejanza con el benigno autoritarismo de la decadente dictadura de Franco, luiré l’ozgay desempeña el papel del principe Juan Carlos en esta comparación. Es el símbolo tranquilizador de la continuidad en me­ dio d e un cambio radical, l os expertos económicos liberales, con víni idos en el viejo sistema y en la nueva dase empresarial, proveen una élite tecnocrálica para la transición, como la nueva elile burguesa asociada con el Opns Del lo hizo en España. L.os partidos de oposi­ ción también aparecen en esta analogía, saliendo de su ocultamiento, de la misma manera como en España volvieron del exilio una vez ciue estuvieron seguros de que podían hacerlo. Y, como en España, los opositores húngaros -m oderados en su estilo, pero radicalmente de­ mocráticos en esencia— desempeñan un rol vital en la «Invención de la democracia.1® %

I .i tercera olí* de transformaciones generalmente evolucionó a ii.iv. r d e cinco fases importantes, cuatro de las cuales ocurrían dentro del sistema autoritario.

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A fiirú a''ti i/i*n lorvitidoro. II primer paso lúe la aparición de un

grupo de líderes o líderes polenciales dentro del régimen auto­ ritario que creyeron que el movimiento hacia la democracia era deseable o necesario. ¿Por qué llegaron a esta conclusión? l.as razones por las que la gente se convierte en reformista democrá­ tica cambian mucho de un país a otro, y rara vez estuvieron claras. Sin embargo, pueden agruparse en cinco categorías. Pri­ mero, a veces los reformistas llegaban a la conclusión de que los costos de permanecer en el poder —como politizar sus fuerzas armadas, dividir la coalición que los ha apoyado, enredarse con problemas aparentemente insolubles (por lo general económicos) y aumentar la represión— habían alcanzado un punto donde era preferible una salida airosa. Loslíderes de los regímenes militares fueron particularmente sensibles a los efectos corrosivos de im­ plicarse políticamente en cuanto a su integridad, profesionalismo, coherencia y estructuras de mando del ejército. "Todos nosotros, directa o indirectamente —observó el general Morales Bernuidez cuando condujo a Perú hacia la democracia hemos estado de acuerdo respecto de lo que estaba pasando en esta institución fundamental do nuestra patria y, de la misma manera, en otras instituciones. Y no nos gusta." De manera similar, el general Fer­ nando Malthei, jefe de la fuerza aérea chilena, advirtió: "Si la transición hacia la democracia no se inicia con rapidez, arruina­ remos las fuerzas armadas de una manera que no pudo conseguir la infiltración marxiste".'7 Segundo, en algunos casos los reformistas deseaban reducir los riesgos a los que se enfrentarían si se aferraban al poder y finalmente lo perdían. Si ia oposición parecía estar ganando fuer­ za, el acuerdo para una transición democrática era una forma de salir airosos. Era, después de todo, preferible arriesgarse a perder el cargo que arriesgarse a perder la vida. Tercero, en algunos casos, incluidos India, Chile y Turquía, los líderes autoritarios creyeron que ellos o sus socios no perderían los cargos. Al tener compromisos para restaurar las instituciones democráticas y enfrentarse al declive de la legitimidad y el apoyo, intentaron la renovación de su legitimidad por medio de eleccio­ nes organizadas por anticipado para permitir que las votantes los confirmaran en el poder. Este adelanto electoral no tuvo por lo general los resultados apetecidos (véase la discusión de "eleccio­ nes sorpresa", pág. 162 y siguientes). Cuarto, los reformistas creyeron a menudo que la democrati­ zación produciría beneficios para su país: aumentaría su legitimi­ dad internacional, reduciría las sanciones de Estados Unidos o de oíros países contra su régimen y abriría la puerta a la asistencia económica y militar, la ayuda del Fondo Monetario Internacional,

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l.,.. mvilaciones a Washington y la inclusión en las reuniones inter­ nacionales dominadas por los líderes de la alianza occidental. I mnlmente, en muchos casos, incluidos España, Brasil, Huni-ii.i, l orquía y otros regímenes militares, los reformistas creyeron .¡uo la democracia era la "forma correcta" de gobierno, y que sus países habían evolucionado hasta el punto en que, como otros que sin respetados y desarrollados, también tendrían un sistema po­ lítico democrático. Los reformistas liberales tendían a ver l.i liberalizacion como un camino para desactivar la oposición a su régimen sin democratizarlo por completo, hilos ablandarían la represión, res­ taurarían algunas libertades civiles, reducirían la censura, permi­ tirían una discusión más amplia de las decisiones publicas y per­ mitirían n la sociedad civil —asociaciones, iglesias, sindicatos, empresas— una mayor autonomía. Sin embargo, los liberalizadores no querían introducir una participación completa por medio de elecciones competitivas, que podrían acarrear a sus líderes la pér­ dida del poder. Ellos querían crear un autoritarismo más amable, humano, seguro y estable, sin alterar fundamentalmente la natu­ raleza del sistema. Algunos reformistas no estaban seguros de basta dónde deseaban llegar en la apertura política en su país. A veces, también sintieron, indudablemente, la necesidad de velar sus in­ tenciones: los democratizadores intentaron tranquilizar n los ultraconservadores dándoles la impresión de que ellos eran sola­ mente liberalizadores: los liberalizadores intentaron ganar un apo­ yo popular más amplio por medio de la creación de la sensación de que estaban democratizando. En consecuencia, los debates se centraron en hasta dónde querían llegar "realmente" Geisel, Botha, Gorbachov y otros. La aparición de los liberalizadores y democratizadores dentro de un sistema autoritario crea una fuerza de primer orden para el cambió político. Sin embargo, también puede tener un efecto se­ cundario. En los regímenes militares, en particular, divide al gru­ po gobernante y politiza a los militares, y por ello lleva a más oficiales a creer'que el "ejército como gobierno" tiene que termi­ nar, para preservar al "ejército como institución". El debate sobre si irse o no del gobierno se convierte en sí mismo en un argumen­ to para alejarse de él.

¿Cómo? Los procesos He do mocratización

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inenes autoritarios fueron definidos desde el principio como paicntes:s en el modelo democrático formal. Los regímenes fueron de corla vida v finalizaron con elecciones organizadas por los lí­ deres autoritarios con la falsa expectativa de que ellos o los can­ didatos apoyados por ellos ganarían aquellas elecciones. bn Chile, el general Pinochet creó el régimen, permaneció en el poder du­ rante diecisiete años, estableció un prolongado programa para la transición a la democracia, amplió aquel programa con la inten­ ción de que los votantes le extendieran el mandato durante ocho años más y cuando no lo hicieron abandonó el poder. De otra manera, los que crearon regímenes autoritarios o los dirigieron durante prolongados períodos de tiempo, no tomaron la iniciativa de acabar con ellos, bn todos estos casos, la transformación sucedido, a su vez, en 1978, por un miembro del grupo Sorlvna, el general Joáo Batista I igueiredo. bn México, a la salida en KM del pie .ideóle J«r,é ló p e / Portillo siguió la práctica típica «le ., |e,u,,ii. i a ,u imninlroile i l.mifU.wión y Presupuesto, Miguel 11 *'

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.......... he I.I M adrid n a un libcrall/ador

s | " * l í l k o \ n . l M / a n d i l « i.in d id .iliM n itln li.u li. tímale»

I.( i

latorcoraola

Cintelr o 3.2

Pall

Líder

Cambio

Uder reiormistd 1

Nigeria

Gowon

ju lio 1975 golpe

M urtala Mohammed

Ecuador

Rodriguez Lara

enero ’.976 golpe

I’oveda

IVrü

Velasco

agosto 1975 golpe

Morales Bermudez

II. 4, il

Mèdici

marzo de 1974 sucesión

Geisel

Cu. llámala

Rios M onti

agosto de 1983 golpe

Mejia

1 apatia

Franco

noviembre de 1975 muerte diciembre de 1973 muerte

Jtwrt Carlos

Carrero Blanco

Arias

U l» an

Chiang Kai-shek

abril de 1975 muerte

Chlang Ching kuo

1 lu tig li*

K¿«tar

mayo de 1985 desalojo

Grosz

Mi Ml II

Portillo

diciembre do 1952 sucesión

De la Madrid

% 'iiitAIrlia

Vorsin

septiembre de 1978 desalojo

Botha

IMC..

Owrncnfco

marzo de '.985 muerte

Gorbachov

I'll V .Ill*

Zhivkov

noviembre de 1989 desalojo

Mladenov

¿Cómo? Los proceses do domocrat-zadón

Cambio de líderes y reformas, 1973-1990

Cambio

Líder reformista 11

Primera elecdón democrática

febrero 1976 muerte

CXa.is.mjo

agosto de 1979

0 —

abril de 1979





mayo de 1960

marzo de 1979 sucesión

Figueitedo

enero de 1985





diciembre de 1985



Juan Carlos

marzo de 1979

ju lio de '.976 desalojo

$u.ircz

enero de 1963 muerte

Lee Tcng-hui

mayo-octubre de 1989 desalojo

Nyerspozsgay

diciembre de 19S8 sucesión

Salinas

septiembre de 1989 desalojo

de Klcrk

marzo de 199!)

junio de 1990

1 27

\ ilr l.i v guardia, eligió a un joven lecnócrata reforinUl.i t arlo-, Laltn.v., |'.iiii lonUniiiii i'l [uwi-Mi do apertura. Donde Km líderes autoritarios no murieron y no fueron susIil mili vi regularmente, los reformistas democráticos tuvieron que abandonar el gobierno y proponer líderes pro democráticos. En le. gobiernos militares, aparte de brasil, esto significó el reem­ plazo de un líder militar por otro mediante un golpe de estado: Múrale:. Ilernnidez reemplazó a Velasco en Perú, Poveda a Ro■liiguez I ara en Ecuador, Mejía a Ríos Montt en Guatemala; Muríala Muhnmmed a Govvon en Nigeria.1* En Hungría, sistema de partido único, los reformistas movilizaron su fuerza y depu­ sieron ni antiguo gobernante [anos Kadar en una conferencia . pi ii.il del partido en mayo de 1988, reemplazándolo como retar ¡n general por Karoly Grosz. Sin embargo, Grosz sólo era un ■mu reformista, y un año más tarde el Comité Central lo 1«emplazó por una presidencia de cuatro personas dominada por lo-. ivini mistas. En octubre de 1989, uno de ellos, Re/.su Nyers, se . mu m ió en el presidente del partido. En Bulgaria, en otoño de 1'tH‘i los líderes reformistas del Partido Comunista desplazaron .i I ndoi /h ivk ov de la posición dominante que había ocupado di 11.- hacía treinta y cinco años. l.os cambios de liderazgo aso. lados con algunas reformas iiberalizadoras o democráticas están i. ,muidos en el cuadro 3.2. / 1fracaso ¡le la libi.'ralizaaóit. Un punto crítico de la tercera ola ■ .la relacionado con el papel do los reformistas liberales y la es­ tabilidad de una política autoritaria Jiberali/adora. Los reformistas liberales que sucedieron a los líderes conservadores generalmente tu* m u figuras de transición con una breve permanencia en el poder. I n Inovan, Hungría y México, los libcrallzadores fueron rápidarnrnte sustituidos por reformistas orientados más democrática­ mente l'n Brasil, aunque algunos analistas disienten, parece bas­ tante claro que Geisel y Golbery estaban comprometidos con una d> ii ik rntizadón significativa desde el principio.” Aun cuando sólo hubieran intentado liberalizar el sistema autoritario en vez de reemplazarlo/ Flgueiredo amplió el proceso hasta la democratizai ion " rengo que llevar a este país a la democracia", dijo en 1978 aUles de asumir su cargo, y así lo hizo.20 En España, el primer ministro "duro", el almirante Luis Carrero Illanco, fue asesinado en diciembre de 1973, y Tranco designó a ( .u tos Arias Navarro para; suceder!». Arias era el clásico liberal reformista. Quiso modificar el régimen de Franco para preservar­ lo En un famoso discurso de febrero de 1974, propuso una aper­ tura y recomendó un número de modestas reformas que incluían,

pi'i ejemplo, permitir que fuiu limaran asociaciones políticas, pero n.' pai diln. polilíeos. I ra "demasiado conservador y franquista de corazón como para llevar a cabo la verdadera democratización del régimen". Sus propósitos reformistas fueron torpedeados por los ultraconservadores del "búnker", incluido Franco; al mismo tiem­ po, sus propósitos estimularon a la oposición a pedir una apertura más amplia. Al final. Arias "desacreditó el aperlitriíino tanto como Carrero Blanco había desacreditado el inm ovilism oV En noviem­ bre de 1975, Franco murió y Juan Carlos le sucedió como jefe de estado. Juan Carlos estaba comprometido a transformar España en un verdadero sistema parlamentario y democrático europeo. Arias resistió este cambio, y en julio de 1976 Juan Carlos lo reemplazó por Adolfo Suárez, quien rápidamente actuó para promover la democracia. Sin embargo, la transición desde el autoritarismo liberalizado podía retroceder tanto como avanzar. Una apertura limitada po­ día despertar expectativas de cambios adicionales, que podían lle­ var a la inestabilidad, a la sublevación y hasta a la violencia; éstos, a su vez, podían provocar una reacción antidemocrática, y el re­ emplazo de los líderes liberalizadores por líderes ultracon­ servadores. En Grecia, Papadopoulos intentó cambiar de una política ultraconservadora a una liberalizadora. Esto llevó a la manifestación de estudiantes del politécnico y a su sangrienta represión; la reacción fue el reemplazo del liberalizador Papa­ dopoulos por el "duro" Ioannidis. En Argentina, el general Rober­ to Viola sucedió al "duro" general Jorge Videla como presidente, y comenzó la liberali/.ación del régimen. Esto produjo una reac­ ción en el ejército, la destitución de Viola y su reemplazo por otro "duro", el general Leopoldo Galtieri. En China, el poder estaba monopolizado por Deng Xiao ping. Sin embargo, en 1987 Zhao Ziynng se convirtió en secretario general riel Partido Comunista y comenzó a abrir el sistema político. Esto llevó a la gran manifes­ tación de estudiantes de la plaza Tiananmen en la primavera de 1989, que, a su vez, provocó una reacción de la línea dura, el aplastamiento del movimiento estudiantil, la caída de Zhao y su sustitución por Li Peng. En Birmania, el general No Win, que había gobernado el país durante veintiséis años, se retiró ostensiblemen­ te de su cargo en julio de 1988 y fue reemplazado por el general Sein Lxvin, otro miembro de la linea dura. Las crecientes protestas y olas de violencia forzaron a Sein Lwin a retirarse al cabo de tres semanas. Fue sucedido por un presidente civil, y presumiblemen­ te moderado, Maung Maung, quien propuso celebrar elecciones e intentó negociar con los grupos de la oposición. Sin embargo, con­ tinuaron las protestas, y en septiembre el ejército depuso a Maung

130 Lniorcoraola

L

Mnung, tomó el control del gobierno, suprimió de forma sangrien­ ta las manifestaciones y terminó con el movimiento liberalizado!-. III dilema de los liberaliza dores se reflejó en la experiencia de l\ VV. Ik>tha y Mijail Gorbachov. Ambos líderes introdujeron gran­ eles reformas liberalizadoras en sus sociedades. Bothn llegó al poder en 1978 con el lema "adaptarse o morir", y legalizó los sindicatos clandestinos, revocó las leyes matrimoniales, estableció zonas mixtas de comercio, garantizó la ciudadanía a los negros de las ciudades y les permitió adquirir títulos de propiedad, redujo suslancialmente el apartheid. aumentó significativamente las inversio­ nes en la educación de los negros, abolió las leyes anteriores y creó consejos ciudadanos integrados por blancos elegidos y pequeños parlamentos que representaban a los mestizos y a los asiáticos, aunque no .1 los negros. Gorbachov permitió e! debate publicó, redujo en gran medida la censura, recortó considerablemente el poder del aparato del Partido Comunista e introdujo, al menos, mu triestas formas de responsabilidad de gobierno para una legis­ latura electa. Ambos líderes dieron a sus sociedades nuevas cons­ tituciones que incorporaban muchas reformas y también crearon nuevos y muy poderosos poderes presidenciales que fueron asu­ midos por los presidentes. Sin embargo, parece probable que ni Botha ni Gorbachov desearan cambios fundamentales en su siste­ ma de gobierno. Sus reformas fueron diseñadas para mejorar y moderar, pero también para ayudar al sistema vigente y hacerlo n i-, aceptable para sus sociedades. Ellos mismos lo dijeron repetulas veces. Bothn no intentó terminar con el poder blanco; Gorbachov no intentó terminar con el poder comunista. Como los libé­ lales reformistas, ellos quisieron cambiar, pero también preservar I" -.l itemos que dirigían y en cuya burocracia habían invertido buona parte de su carrera. I iis reformas 1ibera lizadoras, pero no democratizadoras, de Itotha estimularon las exigencias de los negros sudafricanos a fa­ vor ite su total incorporación al sistema político. En septiembre de 1984, las ciudades negras entraron en erupción mediante protestas que condujeron a la violencia, la represión y la intervención de las luer/as militares. Simultáneamente, cesaron los esfuerzos por rea­ li/.u reformas, y "Botha el reformista", pasó a ser visto rápida­ mente como "Botila, el represor". El proceso de reformas sólo se 1 .'pilló en 1989, cuando Botha fue reemplazado por P. VV. de Klerk, 1 wv ■. 1 Hormas más amplias provocaron las críticas de Botha y su de lili.. ión por el Partido Nacional. En 1989 v 1990, las i. fouua-. Ii 1 al1 adulas pero no democrati/.idor.is de Gol ha I mía o .11 iimilaii's lolvlioin • protestas y violciv > 1 o rn o 111 • u r ia lii. a, g ru|H >i ............... 1

¿Cómo? Los Diocesos do democratización

1 31

la autoridad del gobierno central. El dilema para Gorbachov esta­ ba claro. Avanzar más hacia una democratización a gran escala significaría no solamente el fin del poder comunista en la Unión Soviética, sino muy probablemente el fin de la Unión Soviética. Reprimir duramente las protestas significaría el fin de sus esfuer­ zos de reforma económica, de sus progresos en las relaciones con Occidente y de su imagen mundial de líder creativo y humano. Andrci Sajarov expuso con claridad a Gorbachov en 1989: "Dete­ nerse en situaciones como ésta es casi imposible. El país y usted a nivel personal están en una encrucijada: intensificar el proceso de cambio al máximo o intentar mantener bajo control el sistema administrativo con todas sus cualidades".” Allí donde se intentó, la liberalización estim uló el deseo democratizada en algunos grupos y el deseo de represión en otros, l a experiencia de la tercera ola sugiere que el autoritarismo liberalizador no logra un equilibrio estable: la mitad de la casa no se sostiene. Legitimidad tardía: someter a ¡os ultraconservadores. Alcanzar el poder permitió a los reformistas comenzar la democratización, pero no eliminó la posibilidad de que los ultraconservadores hostiga­ ran a los reformistas. Los elementos ultraconservadores de lo que había sido la coalición gobernante —el "búnker" franquista en España, los militares de la línea dura en Brasil y en otros países latinoamericanos, los estaiinistas en Hungría, la vieja guardia en la K.V1T, los caciques y la burocracia en el PRI, el ala Verkrampte del Partido Nacional— no cedieron fácilmente. En el gobierno, en el ejército y en las burocracias partidistas, los ultraconservadores tra­ bajaron para detener o retrasar los procesos de cambio. En los sistemas pluripartidistas —Brasil, Ecuador, Perú, Guatemala, Nigeria y España—, los grupos ultraconservadores del ejército intentaron golpes de estado e hicieron otros esfuerzos por expulsar a los reformistas del poder. En Sudáfrica y l kingria, las facciones de ultraconservadores se infiltraron en los partidos mayoritarios cambiándoles por medio de la traición los principios básicos en los que se basaban. Lo gobiernos reformistas intentaron neutralizar a la oposición ultraconservador.! debilitando, dando confianza y transformando i lo. ultraconservadores. A menudo, neutralizar la resistencia ultiiH'oiv.orvadnra requirió una concentración de poder en el jefe .I .! i i ni.en (...•!>.•: *.•• afirmó como "el dictador de la abertura'', .11.1 loi.ar li »•’. ii'glm en no dento* i >

(ti ", y lianqniii,. .1 ■ | rup«», ........ m eivadonu «>-n c o n ....... *m» lu lii.' ngulfiuln el ii ii‘Ir*.lo di «km pam adulante uno I*.•( la ali i

¿Cómo? Los procosos cío democratización

I '•

(3) Desvíe gradualmente mi propio apoyo, d i modo que so ivdvi/,ca l.i dependencia lucia los grupos del gobierno que se oponen il cambio, y se amplíe su base en dirección a los grupos de oposli imi que apoyan la democracia. (■i) Esté preparado para que los ultraconservadores adopten algu­ na medida extrema para detener el cambio (por ejemplo, un inl uto de golpe) —incluso estimúlelos a hacerlo—, y entonces caiga -obre ellos con tuerza, aislando y desacreditando a los opositores más ex» tremados al cambio. {5) Tome y conserve el control de las decisiones en el proa- i de democratización. Solamente dirija desde una posición de íuei za, y nunca introduzca medidas democratizad oras en respuot i .* presiones obvias por parle de los grupos de oposición más radk.i ¡izados. (íi) Conserve bajas las expectativas sobre cómo hacer que el cam­ bio avance; hable en términos de mantener un proceso dinámico en vez de alcanzar una utopía democrática completamente desamé ada (7) Anime el desarrollo de un partido de oposición moderado v responsable, que sea aceptado por los grupos clave de la sociedad (incluyendo al ejército) como una alternativa de gobierno aceptable > no amenazadora. (8) Cree una sensación de inevilabilidad sobre el proceso de de mocratización, de modo que sea ampliamente aceptado, como una necesidad y un camino natural de desarrollo aun si para alguna gente resulta indeseable.

Reemplazos Los reemplazos implican un proceso de transformaciones muy diferente. Los reformistas dentro del régimen son débiles, o no existen. Los elem en tos dom inantes en el gobierno son ultraconservadores opuestos al cambio de régimen de maivi.i acérrima. En consecuencia la democratización depende del he. i.•• de que la oposición gane fuerza y el gobierno la pierda h.e.t.i ttu* caiga o sea derrocado. Los grupos de opositores preceden*. •*. 11« gan al poder, v entonces el conflicto n menudo entra en una nu* a lase, cuando (os grupos en el nuevo gobierno luchan entre ell.». sobre la naturaleza del régimen que desean establecer. En n ■ meo, el reemplazo implica tres fases distintas: la lucha por prod i cir la caída, la caída y la lucha después de la caída. I a mayoría de las democratizaciones de la tercera ola requlr le ron Alguna cooperación de lo« que estaban en el poder. Sólo «•« o mi-ron m*íx reemplazo?- basta U . s reemplazos fueron iano en la*. tranMi lotv *• de li m n ) y rn loi. I. I til

M. . luiltlau

(do-» .obre «lie. I m 'I k I. V

136 La tercera c¡a

más comunes en las transiciones de las dictaduras personalistas (tres sobre siete). Como ya hemos visto, salvo alguna excepción (Gandhi, Evren, Pinochet), los líderes que crearon regímenes auto­ ritarios no los desmantelaron personalmente. Los cambios de di­ rección dentro de los sistemas autoritarios fueron mucho más posibles en los regímenes militares, a través de golpes "segunda fase" o, en los sistemas de partido único, a través de la sucesión regular o de la acción de órganos partidistas. Sin embargo, los dictadores personalistas rara vez se retiraron voluntariamente, y la naturaleza de su poder —personal más que militar u organiza­ tivo— hizo difícil a sus oponentes dentro del régimen derribarlos y, además, hizo imposible que tales oponentes existieran en núme­ ro significativo o que adquirieran fuerza. El dictador personalista intentó permanecer hasta su muerte o hasta que el mismo régimen llegara a su fin. I.n vida del régimen se identificaba con la vida del dictador. Política y a la vez literalmente (por ejemplo, Franco y Ceausescu), las muertes del dictador y del régimen coincidían. l-os reformistas democráticos fueron notablemente débiles, o suprimidos por los regímenes autoritarios que desaparecieron al ser reemplazados. En Argentina y en Grecia, los líderes liberalizadores Viola y Papadopoulos fueron arrancados del poder, y les sucedieron militares de la línea dura. En Portugal, Caelano inició algunas reformas liberalizadoras y fue derrocado por ellas. F.n Filipinas, Rumania y Alemania oriental, los entornos de Mar­ cos, Ceausescu y Honecker encerraban a algunos demócratas y hasta liberales. En los seis casos, los ultraconservadores monopo­ lizaron el poder, y no hubo casi ninguna posibilidad de iniciar reformas desde el régimen. ('l.'n sistema autoritario existe porque el gobierno es politica­ mente más fuerte que la oposición. Fs reemplazado cuando el gobierno se vuelve más débil que la oposición.jDe esta manera, los reemplazos requieren que la oposición acose ni gobierno, e invier­ ta el balance de poder a su favor. Cuando se iniciaron, los regíme­ nes autoritarios comprendidos en la tercera ola fueron casi siem­ pre populares y ampliamente apoyados. Por lo general, tenían el apoyo de una amplia coalición de grupos. Con el tiempo, sin em­ bargo, como sucede con cualquier gobierno, su fuerza se deterio­ ró. Los regímenes militares griego y argentino sufrieron la humi­ llación de la derrota militar. Los regímenes portugués y hllpino no pudieron ganar la guerra de la con tratas urgencia, y • I n-gimen filipino creó un mártir y amañó unas elecciones I I légimen inmuno siguió un rum bo q u e creó profundos u n lu g n m m ......... su |u hln V r.r aisló dr él; »le < c modo r ln/o vulni'iahlr i| ele. |n u> timo lallvn lie hola lie lili M di'l innvimli'Ml.i .lililililí. •! iliiit>• m r una i elación «■■ni >1«•■n I«»-, medios do información y prestoluí i I •,«. d..H I n>d*• 'i pan

• 42 La tercera ola tumbía pasar), remarcar su ilegitimidad se convierte en el procedi­ miento más importante para desestabilizarlo en el poder. (2) Como los gobernantes democráticos, los autoritarios crean con el tiempo sus propios enemigos. Anime a estos grupos descontentos i ajxiyar la democracia como una alternativa necesaria al régimen actual. Haga especiales esfuerzos por enrolar a hombres de negocios, profesionales de clase media, figuras religiosas y dirigentes de parti­ dos políticos, muchos de los cuales habrán apoyado la creación del légimcn autoritario. Cuanto más "respetable" y "responsable" apa­ rezca la oposición, más fácil será ganar más adeptos. (3) Cultive a los generales. En última instancia, que el régimen se derrumbe o no dependerá de si ellos apoyan al régimen; se unen a uded en la oposición, o se mantienen al margen, l-'l apoyo de los militaros puede resultar una ayuda cuando llegue l.i crisis, pero todo f i que usted necesita es el compromiso de los militares de que no van a defender al régimen. (•SI Practique y predique la no violencia (véanse las páginas 180-1). I ñire otras cosí-., esto le hará más fácil ganarse la simpatía de las fuerzas de seguridad: a los soldados no les gusta la gente que prepara •••• t< :■■■• Molotov contra ellos. (*>) Aproveche cada oportunidad para expresar su oposición al i. gimen, incluida la participación en las elecciones que él organiza (véase la Pág. 171). (6) IX .anotle contactos con los medios de información extranje­ ro*, i.i • organizaciones de derechos humanos y las organizaciones upian.i. ionales, como las iglesias. En especial, movilice el apoyo de I dados Unidos. Los congresistas norteamericanos siempre están I i ando causas morales para conseguir publicidad y usarlas contra el gobierno norteamericano. Exagere su causa ante ellos, y propor. i un les material televisivo y fotográfico de sus propios discursos. (7) Promueva la unidad entre los grupos de la oposición. Intente i re.u una organización que los comprenda y los proteja, lo que faci­ lita« á la cooperación entre esos grupos. Esto resulta difícil porque, hmiui en las pim plos de Filipinas, Chile,Corea y Sudáfrica, los gobernanl. . autoritarios a menudo son expertos en promover la desunión .1.' .ti. o|>osiloivs. Una prueba de sn capacidad para convertirse en un l'>ha democrático de su país consiste en su habilidad do superar esos ni' ' tallos y asegurar en cierta medida la unidad de la oposición I’1■i ' ni esta sentencia de Gabriel Almond: "l os grandes líderes son ln. constructores de grandes coaliciones" M (M) Cuantío el régimen autoritario cae, esté preparado para llenar i,l|>iri imente el vacio ile autoridad Esto puede hacerse de varias ••. iik i poniendo en e.> i-nn a un líder popular, carisinático y denso II »ti. ámenle orientado, organizando rápidamente elecciones popula u | m | 'iop. >u looat legilimld.nl al nuevo gobierno y coi v.t luyendo una li giiiiuid i I interna. tonal | ira ubtein i el apoyo de Ion clemente« i •lrai'|>oo y «upi. in.i« luí ile . (urganli.ino« Inleiini ioim I. > loado*

t i.i.l.

la l omunidatl I • •Hs'nnii a l.iin>pe« la Ig ltu ii ( atoll..«) ge. o

¿Cómo? Los procesos ce democratización

143

nozc.1 si algunos de sus recientes compañeros de coalición querrían establecer una nueva dictadura propia, y organice tranquilamente los apoyos de la democracia para contar con su esfuerzo si se materializa aquélla

TRASPASOS

Bn los traspasos de poder, la democratización se produce por la acción combinada de gobierno y oposición. Dentro del gobier­ no, el equilibrio entre conservadores y reformistas es tal que el gobierno quiere negociar un cambio de régimen —a menos que la situación de predominio ultraconservador lleve al reemplazo—, pero no quiere iniciar el cambio de régimen. Tiene que ser presio­ nado o empujado a negociado«tes formales o informales con la oposición. Dentro de la oposición, los demócratas moderados son l«>bastante fuertes como para prevalecer sobre los antidemocráticos radicales, pero no tanto como para derrocar al gobierno. Por eso pueden ver ventajas en la negociación. Aproximadamente once de treinta y cinco liberalizaciones y democratizaciones que ocurrieron o comenzaron en los años setenta y ochenta se aproximaron al modelo del traspaso. Los casos más notables fueron Polonia, Checoslovaquia,(¿ruguaVjy Corea; el cambio de régimen en Bolivia, Honduras, iD&alvacfor y Nicaragua también implicó elementos significativos de des­ plazamiento. En Fl Salvador y Honduras, las negociaciones fueron en parte con el gobierno de Estados Unidos, que actuó como un sustituto de los democráticos moderados. En 1989 y 1990, Sudáfrica comenzó un proceso de traspaso, y Mongolia y Nepal se movieron en esa dirección. Algunos rasgos de los tras­ pasos estuvieron también presentes e i / ChiÍe~.j5in embargo, ot régimen de Pinochet era fuerte para resistir a la presión de la oposición para negociar la democratización, y se adhirió obsti­ nadamente ai programa de cambio de régimen que había aban­ donado en 1980. F.n los traspasos que culminaron con éxito, los grupos mayoritarios tanto en el gobierno como en la oposición reconocieron que eran incapaces de determinar unilateralmente la naturaleza riel futuro sistema político para su sociedad. Los líderes del go­ bierno y de la oposición desarrollaron a menudo estos puntos de vista, después de hacerse demostraciones de fuerza y enzarzarse en una díale» lira política, Inte ¡alineóte, la oposición solía creer que •eiia I'omI'Io i um oguii que el gol >1«(no • ayer.t 111 un momento no muy lejano I lia .O* ........... . un . .............................. .. 11re.1l

144

La torcera o'a

pero los líderes la sostuvieron lanío como les fue posible, impidiéndose entonces las negociaciones serías con el gobierno. En contraste, el gobierno por lo general creyó al principio que podría contener de forma efectiva y hasta suprimir a la oposición sin incurrir en costos inaceptables. Los traspasos sucedieron cuan­ do cambiaron las convicciones de ambos. La oposición compren­ dió que no era lo bastante fuerte como para derrocar al gobierno. El gobierno comprendió que la oposición era lo bastante fuerte como para aumentar significativamente el costo de no negociar, de tal modo que habría que aumentar la represión, lo que provo­ caría el rechazo de grupos de apoyo del gobierno, intensificaría las divisiones en la coalición de gobierno, aumentaría las posibilidades de un endurecimiento de éste para recuperar el control y perdería significativamente la legitimidad en el extranjero. Los traspasos tienen una dialéctica que a menudo implica una secuencia bien diferenciada de pasos. Primero, el gobierno se com­ promete en cierta liberalizacion, y comienza a perder poder y autoridad. Segundo, la oposición explota esta pérdida y debilita­ miento del gobierno para ampliar sus apoyos c intensificar sus actividades, con la esperanza y la expeclaliva de que n corto plazo será posible derrocarlo. Tercero, el gobierno reacciona con fuerza para contener y suprimir la movilización del poder político por parle de la oposición. Cuarto, los líderes del gobierno y de la oposición perciben el inicio de una ruptura y empiezan a indagar las posibilidades de un.\ transición negociadas Sin embargo, este cuarto paso no era inevilaÜIcTA vece»,-cbggfrieino, tal vez después de un cambio de liderazgo, pudo usar brutalmente sus fuerzas policiales y militares, y restaurar su poder, al menos temporal­ mente. O la oposición pudo continuar desarrollando su fuerza, erosionar un poco más el poder gubernamental y al final lograr su caída. De esta manera, los traspasos requieren algún tipo de igual—■ dad de fuerzas entre él gobierno y la oposición, tanto como la mséguflítnrLpor pnrte do ambos dé quién va a prevalecer en una importante prueba de fuerza. En este caso, los riesgos de la nego­ ciación y el compromiso parecen menores que los de la confron­ tación y la catástrofe. Los procesos políticos que llevaron al traspaso vinieron mar­ cados por oscilaciones y gran cantidad de huelgas, protestas y manifestaciones, por un lado, y represión, encarcelamientos, vio­ lencia policial, estados de sitio y ley marcial, por otro. Ciclos de protesta y represión en Polonia, Checoslovaquia, Uruguay, Corea y Chile llevaron al final a acuerdos entre el gobierno y la o j >o m < ión en todos los casos, salvo en Chile. En Uruguay, por ejemplo, l e. ■ie, lente . pinte i ,, ) m imli l.i

¿Cómo'/ Los procosos de democratizaos n 1 4'í

ciones del otoño de 1983 estimularon las negociaciones que lleva­ ron a los militares al abandono del poder. En Bolivia, en W/H, "una serie de conflictos y movimientos de protesta" precedlticn al acuerdo de los militares sobre un calendario para las elevan nos.51 En Corea, tanto como en Uruguay, el régimen militar airón tó protestas rápidamente suprimidas. Sin embargo, en la primas e ra ile 1987, las manifestaciones se volvieron más importante, y ampliamente apoyadas, y su baso so extendió a la clase media I I gobierno reaccionó primero del modo habitual, pero luego efectuó un cambio de rumbo, acprdó negociar y aceptó las principaU * exigencias do la oposición. En Polonia, las huelgas de 1988 tus ti­ rón un impacto similar. Como explica un comentador, "las luirl* gas hicieron que la mesa de negociaciones fuera no solamente posible sino necesaria para ambas partes. Paradójicamente, l.i*. huelgas fueron lo bastante fuertes como para obligar a los comu­ nistas a ir .i la mesa de negociaciones, y hasta lo bastante débil, como para permitir a los líderes de Solidaridad rechazar las nego­ ciaciones. Esta es la razón por la que se entablaron conversavlnnes".» En los traspasos, la confrontación violenta en la plaza cendal de la capital entre protestas masivas y las filas de la policía revelo a cada parte sus fuerzas y sus debilidades. La oposición pudu movilizar un apoyo masivo; el gobierno pudo contener y n .i-.lu la presión de la oposición. Las estrategias en Sudáfrica en las años ochenta también evo­ lucionaron sobre el modelo de los cuatro pasos. A comienzo;, de los setenta, P. VV. Botha comenzó el proceso de liberalizad,-n v reforma, alimentando las expectativas de los negros y luego d u ­ dándolas, cuando '.a Constitución do 1983 les negó un papel po Utico nacional. Esto provocó desórdenes en las ciudades negn-, en 198-1 y 1985, lo que estimuló las esperanzas negras de que el m > lapso del régimen autoritario fuera inminente. El esfuerzo ) la supresión efectiva por parte del gobierno de los desacuerdo. entie blancos y negros llevaron a la oposición a revisar sus esperanzaAl mismo tiempo, los desórdenes atrajeron la atención inlem.i, i>> nal, estimularon la condena tanto del sistema del a flu í.............m de las tácticas del gobierno y obligaron a Estados Unido.-, y a I**gobiernos europeos a intensificar las sanciones económica-, o-nii.i Sudáfrica. Cuando disminuyeron las esperanzas de 1« miili.il« ■del Congreso Nacional Africano (CNA) en la revolución, civ* i. mmi las quejas del Partido .NI.iviiMi.il en el gobierno sobre la legiltmi.l.i.l Internacional y el intuí" e. .»nóinico. A m ediado de Iy u l> ‘ im n, ■ube/.t del Partido Comunk •li Nuil ilin a y •!' 1' ............................ del CNA, argum entó que

KG i ¡i torcera cu*

el (.'NA podía derrocar ni gobierno y tomar el poder a través de una guerra de guerrillas y la revolución. A fines de los años ochenta, >• comprometió a usar la violencia, pero vio que las negociaciones eran el camino más fácil para conseguir los objetivos del CNA. I k ••pués de convertirse en el presidente de Sudáfrica, en 1989, F. W de Klcrk también enfatizó la importancia de las negociaciones. I .i lección de Rhodesia, dijo, era que "cuando se presentaba la oportunidad para negociaciones reales y constructivas, no había que vacilar. Sería un error porque, en las circunstancias concretas, ellos esperaron demasiado antes de comprometerse en negociai iones fundamentales y en un diálogo. Nosotros no debemos co­ metí i el mismo error, y estamos decididos a no repetirlo".5®Los do . lideres políticos estaban aprendiendo de su propia experiencia V de la ajena. d in » hile, por el contrario, el gobierno quería evitar en lo po­ sible la negociaciones. Estallaron huelgas importantes en la priKMvei.i de 1983, pero una huelga general fue reprimida por el r.ni u mo I n mayo de 1983 la oposición empezó una campaña de m. ai a*, manifestaciones mensuales en el "Oía Nacional de Proh tii l iiemn reprimidas por la policía, habitualmente con algunos muer tu . 14>s problemas económicos y las protestas de la oposición Im/aron al gobierno de Pinochet a iniciar el diálogo con ella. Sin embargo, como la economía empezó a recuperarse, las clases me.Iln- se asustaron de la quiebra de la ley y el orden. L'n octubre tle I9KI una huelga nacional fue reprimida, con heridos y muerti* i Poco tiempo después, el gobierno volvió a imponer el estado .I.- •■tilo, que había sido levantado en 1979. Los esfuerzos de la i 'i" * . mu fracasaron de esta manera en su propósito de derrocar .1 gobierno o de inducirlo a comprometerse en negociaciones signtlii ntlv.r I a oposición había "sobrestimado su fuerza y subestiinailu la del gobierno".31 También había subestimado la tenacidad d< l'm... het y la habilidad y la voluntad de las fuerzas de seguriil.'d i hth'iius para reprimir a tiros manifestaciones civiles. ^ I oh traspasos requieren en ambas partes lideres que qtiieran ai o. gai a negociar. Dentro de las ditos gobernantes, a menudo i»m .ti n diferencias do opinión sobre las negociaciones. A veces, los Hilen , máximo, deben ser presionados, por sus colegas y por las ...... instan....... para negociar con la oposición lín 1989, por ejem ('I.• Ailant Mii Imil arg u m en tó n u e Polonia, com o H ungría, esta i a 11,'Uii i .lo "el i am ino español hacia la democracia'". I l.e.la cicr tu fMinio i ituha en lu i lelto, iladn q u e tanto la transición i .palióla io n io l i pol.n.i lueion h.V. n ám ente p a.ilir.ei Sin em bargo, pro lito.|»r.indo en la u i 'l i ó n . la aoalogi i < p.lOol.i no e m a pam I"..10111,1 | uqiie laru/i Ukl no i i .i un luán i arlos ni un na». »

¿Corno? Los p-ocasos do domocrat zación

147

(mientras que, en Hungría, lo fue considerablemente Imre I’ozsgny) Jaruzelski era un demócrata reacio, que so vio forzado por el de lerioro de su país y de su régimen a las negociaciones con Solida­ ridad.“ En Uruguay, el presidente, general Gregorio Alvarez, quiso prolongar su poder y pospuso la democratización, y tuvo que sei forzado por los otros miembros de la junta militar a retirarse con el cambio de régimen. En Chile, el general Pinochet fue presiona­ do de manera similar ñor otros miembros de la junta militar, es­ pecialmente el comandante de la fuerza aérea, general Fernando Matthei, y tuvo que comportarse de forma más condescendiente con la oposición. Pero Pinochet resistió esta presión con buenos resultados En otros países, en las cúpulas de dirigentes hubo cambios antes de que se entablaran negociaciones serias con la oposición. En Corea, el gobierno del general Chun Doo Hwan siguió una política conservadora rígidamente contraria a las exigencias de la oposición y de supresión de la actividad política. Sin embargo, en 1987 el partido gobernante designó a Koh Tac Woo como candida­ to a suceder a Chun. Koh cambió radicalmente las políticas de Chun, anunció una apertura política y entró en negociaciones con el líder de la oposición.5’ En Checoslovaquia, el secretario general del Partido Comunista, el conservador Gustav Husak, que había prolongado durante años su permanencia en el poder, fue sucedi­ do en diciembre de 1987 por el discretamente reformista Karel Urbanek. Urbanek y el primer ministro reformista Ladislav Adamec negociaron un programa para la transición a la democracia con Vaclav I lavel y los otros líderes de la oposición, pertenecientes al Fórum Cívico. En Sudáfrica, De Klerk avanzó a partir de) abortado proceso de transformación "desde arriba" de sus predecesores, hasta las negociaciones para un cambio tipo desplazamiento con los líderes de la oposición negra. De este modo, tanto la incertidmnbre como la ambigüedad y la división de opiniones sobre la democratización eran características propias de los círculos go­ bernantes durante las situaciones de traspaso. listos regímenes no estuvieron totalmente comprometidos ni con el apoyo incondicional al poder ni con un decisivo giro hacia la democracia. Hubo desacuerdo e incertidumbre no sólo en el bando del gobierno. En realidad, el único grupo con posibilidades de divi­ dirse entre sí, más que los líderes de un gobierno autoritario en decadencia, es el de los líderes de oposición que aspiran a reem­ plazarlos En las situaciones de traspaso, el gobierno reprime a la optr.i. ii ni y la oposición Mimm* intereses comunes para derrocar al gobierno C om o ii».I•• ni I « 1' inplo. d e Filipinas y Nicaragua, aun h.i|n enl.i« mndlCliiiM • una u nidad M’gur.i entre lie. líderes y o n

Mil L a torcera ola

los partidos de la oposición resulta muy difícil, y aun la unidad alcanzad«’), a menudo resulta frágil y sutil. En íos traspasos, el problema reside no tanto en derrocar al gobierno sino en negociar . mu él, y la unidad de la oposición resulta más difícil de alcanzar. No se alcanzó en Corea, y por lo tanto el candidato del gobierno. Rol» l ae Woo, fue elegido presidente con una minoría de votos, t uando los dos candidatos de la oposición dividieron a la mayona antigubernamental oponiéndose entre ellos. En Uruguay, a . ansa de que su líder estaba todavía preso, un partido de opo•»telón —el Partido Nacional— rechazó el acuerdo alcanzado entre los otros partidos y los militares. En Sudáfrica constituyeron un gran obstáculo para la reforma democrática las muchas divisiones existentes dentro de la oposición entre los grupos parlamentarios y no parlamentarios, africanos e ingleses, negros y blancos, y entre I. i Ideología de los negros y los grupos tribales. Hasta 1990 el gobierno sudafricano se enfrentó a una amplísima multiplicidad de grupos de oposición, cuyos diferencias entre ellos a menudo fu.'ion tan grandes como las que tenían con el gobierno. I n Chile, la oposición estuvo seriamente dividida en un gran iiiíiivio de partidos, fracciones y coaliciones. En 1983, los partidos de la oposición centrista moderada podían unirse en la Alianza II, ihk i ática. En agosto de 1*985, un grupo más amplio, una doce­ na .te partidos, se unieron en el Acuerdo Nacional y llamaron a una transición a la democracia. Todavía continuaron los conflictos entre liderazgo y tácticas. En 1986, la oposición chilena movilizó protestas masivas, esperando reproducir en Santiago lo que había i.nn iido en Manila. Sin embargo, la oposición se dividió, y su •mlitmi n asustó a Jos conservadores. El problema, como un ob«i iv.nlor dijo entonces, era que "el general no os provocado por u n . opu a. ión moderada que se mantiene unida bajo el liderazgo .li- un i figura respetada. No hubo un Cory chileno".37 En Polonia, p. i olía parle, las cosas fueron diferentes. Lech Walesa fue un > mis | >.il.it 11, y Solidaridad dominó la oposición durante más de n i.. limada l n Checoslovaquia, el traspaso ocurrió tan rápida­ mente que las diferencias entre los grupos de la oposición política n.» tuvieron tiempo de materializarse. I ii los traspasos democráticos, los moderados fueron lo bas­ tante fuelles dentro de la oposición como para ser socios creíbles i n la negó, laciones con el gobierno. Casi siempre hubo grupos .h litio .le lt opo ación que rechazaban las negociaciones con el gol.n rilo Ien lían que < las produjeran compromisos indeseables, » . ¡ malsín que la continua presión de l.t oposición produciría el li n.i .Ilútenlo o la ..mi.i del gobierno I n Polonia en 19 'i v», la i " i.u .le |n . g n ip ... .1. i i . lie t, . e» gló un I......»1 a la m> id .

¿Cómo? Los piocosos ce deirocraUzaclón

1 uliiil a ii • I .... .. i.nli iles. y iimnoI ios controlarernoii li•. ion •tro-i

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Iii ali . I m |i ■ . m l i .1 ,i incluido

1!)G Lo tercero ola

requiere la cooperación del otro bando. En las negociaciones para el traspaso, cada partido tiene interés en fortalecer al otro, y asi puede pactar de manera más efectiva con los extremistas de su bando. En junio de 1990, por ejemplo, Nelson Mándela comentó los problemas que F. W. de Klerk tenía con los blancos de la línea dura, y dijo que él había llamado a "los blancos a apoyar a De Klerk. Nosotros también estamos intentando plantearle los proble­ mas de la oposición blanca a él. Ya han comenzado discusiones con los sectores de influencia en el ala derecha". Al mismo tiempo. Mandola dijo que su propio deseo de encontrarse con el jefe Mengosuthu Buthelezi había sido vetado por los militantes del ( NA, y que tenía que aceptar aquella decisión porque era "un leal disciplinado miembro del CNA".*' De Klerk, obviamente, tenía Interés en fortalecer a Mándela, y en ayudarlo a negociar con su oposición militante de izquierda. A veces, las negociaciones para el cambio de régimen fueron I>iei edidas por "prenegociaciones" sobre las condiciones para entrar en las negociaciones propiamente dichas. En Sudáfrica, la rondi. lón previa del gobierno fue que el CNA renunciara a la violencia. I •»condiciones previas del CNA fueron que el gobierno reuniera .1 l.i oposición urbana y liberara a los prisioneros políticos. En algunos casos, las prenegociaciones se referían a qué individuos y grupos opositores deberían intervenir en las negociaciones. A voces, las negociaciones fueron extensas, y otras breves. A menudo fueron interrumpidas cuando un partido y otro las rom­ pían in embargo, cuando continuaban, el futuro político de cada I oti lo >■ veía m.ís comprometido con los resultados. Si las urgí Hi.n innr ¡ fracasaban, los conservadores dentro del gobierno > t i.nlic.ili en la oposición se preparaban para capitalizar •ii|o«>l ti.ii aso y expulsar a los líderes que se habían compromeJulo n i elle Nacía entonces un interés común y la sensación de • oiop.utir un destino también común. "En cierto modo —obser­ vo Nelson Mandola en agosto de 1990—, ahora hay una alianza" enhe el ( NA y el Partido Nacional. "Estamos en el mismo barco aiVulió el líder del Partido Nacional, E. F. Botha— y los tibulonrn que nos amenazan a ambos lados no van a distinguir entre no otro-, cuando nos caigamos por la borda."1" En consecuencia, . u.indo la*. negociaciones continuaban, los partidos estaban en me|o! di .poní, ión de comprometerse para obtener acuerdos. I os acuerdos que alcanzaron originaban a menudo ataques ile lo que. dentio del gobierno y de la oposición, pensaban que ihian i uncí illdo dem.l itado Poi tupii 'ito, lo» acuerdo* > .|»ec( Mi« n il. i1'm caiiu leí isln 1 p.irliiulari do ......... . p i.tivos paue«; tu einli ligo, lile d e im poifai . 1.1 vital en c.e bulas I i

¿cómo? Los p'ocesos ce dewjcrn’.izncon i M negociaciones el cambio de garantías. En las transformaciones, los últimos funcionarios del régimen autoritario casi nunca fia­ ron castigados; en los reemplazos, casi siempre lo fueron. En los tr.ispasos, eslo fue a menudo un punto a negociar: por ejemplo los líderes militares en Uruguay y en Corea pidieron garantías contra la persecución y el castigo por las violaciones a los derechos humanos. En otras situaciones, las negociaciones sobre las ga­ rantías incluían acuerdos para compartir el poder o para cam­ biarlo a través de elecciones. En Polonia, cada bando garantizó un compromiso explícito de compartir el período legislador. En Checoslovaquia, las posiciones en el gabinete se distribuyeron entre los dos bandos. En ambos países, la coalición gubernamental aseguró a los comunistas y a la oposición que sus intereses serían protegidos durante la transición. En Corea, el partido en el go­ bierno aceptó unas elecciones presidenciales directas y abiertas, y, posiblemente, comprendió también que, ya que por lo menos competirían dos candidatos importantes de la oposición, esta haría muy probable la victoria del candidato de su partido. De este modo, los riesgos de la confrontación y de perder em­ pujaron al gobierno y a la oposición a negociar entre ellos y la garantía de que ninguno de los dos perdería fue la base del acuer­ do. Ambos consiguieron la oportunidad de compartir el poder o de competir por él. Los líderes de la oposición supieron que no se los encarcelaría; los líderes del gobierno supieron que no tendrían que exiliarse. La reducción mutua de riesgos les alentó, tanto a los reformistas como a los moderados, a cooperar en la instauración de la democracia. Cuín para denme rali /adores 3: cómo negociar el cambio de régimen Para les reformistas dcmocrdlicos «Mgobierno: (1) Siguiendo la guía para transformar los sistemas autoritarios (ver pp. 141-142), primero hay que aislar y debilitar a la oposición conservadora, y consolidar el apoyo que le brinden el gobierno y la maquinaría política. (2) Después, tome Ja iniciativa y sorprenda tanto a la oposición como a los conservadores con las concesiones que usted está dispues­ to a hacer, pero nunca haga concesiones bajo la obvia presión de la oposición. 0 ) As. cure el n paldo ni tema central d e las negociaciones por paite de I g. •" i.ih , dirigentes u otros oficiales de la cúpula de los I lli l p .. ile glu .1 i I i i I . i I.i I i i i , m i ll lililí

ü 2 la terceraola i¡a ñera implícita o explícita, durante el proceso de negocia. >ón que llevaba a la democratización se ampliaba el alcance de la pailii i pación, y más figuras y grupos políticos ganaban la oportmnd id de competir por el poder o influir en el entendimiento implíi i|0 o explícito de que serían moderados en sus tácticas y polihi .> tai este sentido, la tercera ola duplicó las experiencias de 11 pmm . i ola en Europa; cuando el sufragio se extendió a la dase iiab j.uli» ra y los partidos socialistas abandonaron su compromiso con la revolución violenta y atemperaron sus políticas. A fines del «agio XIX, en Italia, Ciovanni Giolitti persiguió una política explícita de conseguir la "desradicalización mediante la incorporación" A li nos del siglo XX, España, Portugal y Grecia plantearon la modo ración como "precio ‘leí poder", y los partidos socialistas aqu. lio- paí "ganaron sus victorias y alcanzaron la tolerancia do • o , propio adversarlos intransigentes a fuerza de apoy.ii la denr.nlit aligación" * l o i. , i i i . o. aiiloi itai i. . |>oi definición, leslringen ili.tNli.,« inenle la paii|, ip .. i. oi |>.i||||. a A incitu.l.., I.Mt grupo gol.. n> mi. .

156 La torcera o*a

en los sistemas autoritarios ven a determinados líderes de la opo­ sición y ciertos grupos políticos como enemigos irreconciliables. La democratización requiere la aceptación de aquellos grupos como arlid pautes legítimos en la política nacional. Durante décadas, P leos militares del Perú y Argentina usaron la fuerza para combatir a los apristas y a los peronistas, e impedir que llegaran al poder. En los procesos de democratización en aquellos países, en los artos ochenta, los militares no sólo aceptaron la participación en la política de sus viejos oponentes sino también que al final obtuvie­ ran el poder. Varios meses después de haber asumido la transición griega, Karamanlis legalizó el Partido Comunista griego. Enfren­ tado a una situación mucho mas difícil, y a la seria amenaza de un golpe de estado derechista, Suárez también legalizó al Partido Comunista español en abril de 1977; Juan Carlos desempeñó un papel clave en la "aceptación a regañadientes" de éste por parte de las fuerzas armadas. En Uruguay, el acuerdo del Club Naval legalizó al izquierdista Frente Amplio. En la transición brasileña, el grupo de los líderes políticos anteriores a 196-1 fue prohibido en 1979 y en 1985 la legislatura legalizó el previamente proscrito partido marxistn y concedió derecho de voto a los analfabetos. En 1989, los votantes chilenos modificaron su Constitución para lega­ lizar el Partido Comunista.10 En 1987, en Turquía, primero el Par­ lamento y luego el electorado revocaron los decretos militares que prohibían a un centenar de políticos su participación en la vida pública. En Sudáfrica, en 1990, el Congreso Nacional Africano fue reconocido, liberaron a sus dirigentes políticos y se permitió re­ gresar al país a los exiliados. Otro aspecto de la negociación fue la moderación en las tácti­ cas y políticas por parte de los líderes y grupos implicados. Esto, a menudo, exigió su acuerdo para abandonar la violencia y cual­ quier compromiso con la revolución, aceptar la base social existen­ te, las instituciones políticas y económicas (por ejemplo, la propie­ dad privada y el sistema de mercado, la autonomía del ejército, los privilegios de la Iglesia Católica), y trabajar a través de elecciones y procedimientos parlamentarios para alcanzar el poder y desa­ rrollar sus políticas." En la transición espartóla, el ejército acopló a los socialistas y comunistas como participantes de la vida polí­ tica, y los comunistas abandonaron su convicción republicana y aceptaron la monarquía, así como tratos especiales con la Iglesia Católica. Al persuadir a sus seguidores socialistas en 1979 de que abandonaran su compromiso con el marxismo, Felipe González aseguró el camino de su victoria en las elecciones 11 ■ artos más t.rnle. En Portugal, Mario Soares también condujo a los w» i«iIi1las hacia posiclom -i vnlrlslas A l\o l\* i al podei rn I9M. i ....... «luí

¿Cómo? Características do la domocratizactóo

IV)

gente de una coalición que incluía a los partidos conservador!- ., aceptó la necesidad de "abandonar el marxismo, el colectivismo y —en menor medida— los conceptos social izad ores n los que la gran mayoría de su partido se adhería", e impuso un programa diausteridad bastante severo. Fn Grecia, Papandreu se distam ió »le "las posiciones más extremas y polémicas" que había abrazado en el pasado, y actuó con sobriedad en la función pública,12 Fn Peni, el APRA se desplazó hacia el centro; en Argentina, el peroné .no lo hizo hacia la derecha; en Polonia, Solidaridad lo hizo primero hacia el centro, y luego haga la derecha. Fn Brasil, el partido do oposición, el MDB, "cooperó con el juego político del gobierno [ | la oposición ora extraordinariamente moderada. Aun con mi., ñi­ vos cassacoes el MDB exigió con éxito moderación a sus miembio» más radicalizados". En 1988, en la campaña para el referéndum sobre Pinochet, en Chile, la coalición opositora perseguía de m.i neta similar un rumbo consciente y explícitamente moderado" i (De esta manera, las transiciones se vieron ayudadas noi l.i desradicalización de nuevos participantes y ex izquierdistas' l.unbién habría sido de ayuda que los que primero llegaron al p 1 i en el nuevo régimen no estuvieran políticamente muy le|u-. di-1... anteriores gobernantes autoritarios/Karamnnlis fue un u n • i dor moderado que tranquilizó a los militares anticomune t.n giw gos, y Soares fue un socialista moderado, aceptable al mono» pura algunos elementos del ejército portugués. Juan Cario:, v ........ .. tenían indiscutibles credenciales conservadoras y franquista* Aylwln, un demócrata cristiano, era lo bastante conservador . mn.i para satisfacer al ejército chileno. Desde cualquier punto di- vi .la, el hecho de que los oue primero obtuvieran el poder fuei.m dijl gentes conservadores y centristas TáciTitó la transición .1 la di mócracia de los regímenes autoritarios no comyiysjgs. 1 IV mo»lo similar, el que luego accedieran al poder dirigentes socialista-. a menudo facilitó la introducción de reformas económicas y pro gramas de austeridad. lanto la voluntad como la capacidad de los dirigente n1 alcanzar compromisos se vieron afectadas por las actim.li-. .míe el compromiso que prevalecían en sus correspondiente* ........ I id.** Algunas culturas aparecen como más favorables hacia el • nmpru miso que otras, y la legitimidad y el valor que le adju.l .111 pin den variar en una sociedad a través del tiempo. I lintóli* .un.-nle lo» i .........I< p ................ taños, por ejemplo, se destocaron inil por el val»»1 que adjudicaban a l»r. priiu iplos y al honor que n la negocia....... Al im-ito-t •••• p u ed e pl.u)t»-.ii la hipótesi» do que la» • l. lg l............ .



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ICO La torcera oía

años setenta y ochenta. En los tres países, los dirigentes políticos valoraron positivamente la necesidad de las negociaciones para llevar a sus países hacia la democracia. Cuando, por ejemplo, los partidos del gobierno y de la oposición en Corea lograron un acuerdo sobre una nueva Constitución, se dijo que "el comité de negociaciones de los dos partidos hizo hoy algo que para los co­ reanos resulta extraño en política: negociaron".1' La democratiza­ ción se produce en una sociedad cuando aquella rareza se convier­ te en una realidad, y la democracia se estabiliza cuando aquella realidad se convierto en un lugar común. Históricamente, los primeros esfuerzos para establecer la de­ mocracia en los países fallan con frecuencia; muchas veces, los segundos esfuerzos se materializan. Una razón plausible de este modelo es que se necesita un aprendizaje, y éste parece ser el caso en varios ejemplos. Venezuela es un ejemplo evidente de la segun­ da ola. El primer esfuerzo significativo para establecer la democra­ cia en Venezuela ocurrió durante el llamado trienio de 1945-48. En 1945, un golpe militar derrocó al dictador, e introdujo la política democrática que durante los siguientes tres años estuvo dominada por la reformista Acción Democrática (AD). El gobierno de Acción Democrática siguió una política radical, que alejó a muchos gru­ pos y llevó a una polarización extrema, " la democracia en el trie­ nio se caracterizó por la falta de sentido de la confianza y mutuas garantías entre los grupos más importantes sociales y políticos... Confiados en su superioridad numérica, los dirigentes de la AD desestimaron la necesidad de negociar con las minorías fuertes, que no importaba cuán pequeñas fueran." Este primer intento de democracia finalizó en un golpe militar en 1948. Diez años más tarde, cuando la dictadura militar del general Marcos Pérez Jiménez se disolvió, los dirigentes de la AD y otros grupos democráticos actuaron explícitamente "para redu­ cir la tensión y la violencia entre partidos, para poner las bases de los procedimientos y beneficios, y desterrar, tanto como fuera posible, las características de supervivencia y legitimidad de la escena política". Los dirigentes de la triunfal democratización de 1958 fueron en gran parte aquellos que habían dirigido el fracasa­ do intento de 1945. Se habían beneficiado de la experiencia; mis acciones de 1958 reflejaban su "reconocimiento de la lección anren dida de la caída de la democracia en el trienio de 1945 1948’ " En la tercera ola de transiciones hubo similares exponen- ia-. de aprendizaje, a partir de la necesidad de acuerdo» y actitudes, moderadas. En España, por ejemplo, Juan ( arlo tuvo u n . en (revista con un diligente político, q u e > .taba 1 *1 «... u p a d o p■ I p o rq u é d e que la m onarquía lia. . vil ai qo-

¿Cómo? Caracíer'sllcas de la democratizo' lón

li. I

cometiera los mismos errores de su abuelo". Los dirigente. del Partido Comunista también estaban convencidos de que podían evitarse los errores de 1930. "La memoria del pasado en . obliga —dij n i hazó por un porcentaje del 57 ante el 43 %. El resultado "sorprrn dió tanto al electorado como a la oposición".” Dos años más larde, • I gobierno militar autorizó la elección de delegados en las conven, lo ne .de los par tidos más importantes. I.os oponentes del i iérctt- • lur.n i mn, con un candidato cercano al ejército, el ex presidente jorge I’.i. |w* i> Amo, obteniendo solamente el 27.8 % de los votos en u partido (5) El gobierno militar de transición en Argentina .Hispí...... te. . luir- nacionales en octubre de 1983. El Partido Radical, dine/ I" |•»•» R.iiit Alleu.sín, viejo opositor de los militares, obtuvo una ' •■•ip:. n.l. u ti mi loria sin precedentes con un 52 % del voto popular I • • an.ll dato del otro partido mayoritario, el peronista, tuvo "el apoyo aWeito 0 I ». ito de varios sectores militares", y obtuvo el 40 %de fos vot-n “ luí | in mera vez en la historia, los peronistas perdieron en elee« imi. • libre* (6) lin noviembre de 1983, el gobierno militar de Turquía com •»•ó a i leí rucies para instaurar un gobierno civil, y los dirigenti-, del gi> 1' i mu. organizada y explícitamente, respaldaron al Partido IJeme* '•» ti o N.ii ionali.ita, presidido por un general retirado. "Para •••rpfí- i .........tes militares turcos—sin embargo* , ganóc i:- itvoiailo,""' l.oi demócratas nacionalistas ootuvierao un mi *•■• 1. 1, ei lugar, con un 13 %de los votos, mientras el Partido Motherl.m.l »le U niHMilción llegó al jxxlcr con el 45 % ile los votos i i I n febrero de 1985, en las doccioni . para Asamblea N.■■mnal . e t •• e,i, el re» lentemenle formado partido de la oposición, el Nueve l’.o lidi) I temi*, iat i o de ('orea, participó "ineqxT.uliimente bien", i; m.iniJo Uri de loa 276reaAiv.de la legislatura l »to ocurrió a |>» ai ■li ima . ,iim| vjiYi que “|m i triHh.mu'Otp controlada por el i’.d'ieini' . | iiii.li.'. d e la i pnMvlón (leiuiii. iati,in que serta Inquw I II gai.in lUill et.* .le m * llnq tus imi I n l'uri, .1 gi4 . m mie militai de l'aqin ' i n g. neial / l a ut l i n i i« n .......o . ............ .. | ni., ni’iilmi i • peni l'inlitlno Ini. mlin.iili

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La leiceia ola

.1 los partidos políticos nombrar candidatos. Los partidos boicotearon formalmente las elecciones. A pesar de estas circunstancias, "un gran mí mero de candidatos que tuvieron altos puestos en el régimen de ley marcial, o que fueron identificados como partidarios de Zia, fue­ ron derrotados".* (9) lin Chile, en octubre de 1988, el general Pinochct so sometió al voto afirmativo o negativo para continuar su mandato. Un arto antes del referéndum, la opinión mayoritaria era que "ganaría por gran mayoría".” Reanimado por la reactivación económica, el mismo gene­ ral confiaba en su victoria. Sin embargo, mientras la campaña progre­ saba, la oposición movilizó a la opinión publica en su contra, El elec­ torado frustró el intento del general Pinochct de gobernar ocho artos más, con un porcentaje de votos del 55 por denlo contra el 43 por denlo. (10) En marzo de 1989, por primera vez durante setenta años, los votantes soviéticos tuvieron la oportunidad de votar libremente a los miembros de la Legislatura, lil resultado lúe en gran medida sorpitmdente, "un castigo mortificante al poder supremo", que incluyó la derrota del jefe del partido en Leningrado y los miembros del Politluiió, los jefes del partido en Moscú, Kiev, Lvov y Minsk, varios dii (gentes locales del partido, por lo menos dos comandantes militares, ,i ,¡ como otras figuras dirigentes del sistema comunista.’* (11) En junio dé 1989, en las elecciones polacas. Solidaridad obtu­ vo una victoria aplastante y totalmente Inesperada, ganando 99 de los IIH) escaños en el Seriado y 160 de los 161 por los que competía en la ( amara Baja Treinta y tres de los treinta y cinco candidatos de alto niv< l del gobierno, que concurrieron sin oposición, no llegaron a olv lri» i •'! m-i• ario 50% de los votos requeridos para ser elegidos. Los i, «oll.t.lor. >.e describieron como "sorprendentes" y, según los ruinole» l inio |.v. |>.ii luíanos del gobierno como Solidaridad los saludaron m ui i-'ilo il gasto, porque no estaban preparados para esta eventua­ lidad “ (12) la victoria en febrero de 1990 en .Nicaragua de la Unión N'u'imial ile la Oposición (UNO), dirigida por Violeta Chamorro, i .'iistlluyó una de las más increíbles y asombrosas elecciones en cu»Iipoei lugar hasta la fecha. Fueron descritas, con variantes, como "asomI n i derrota electoral", "asombrosa caída" y una "asombrosa expre­ sión de la voluntad popular en Nicaragua”, que "asombró a muchos .ni iliNt.e. políticos" y produjo "gran sorpresa en los sandinistas".'1A p. ir de lo. cálculos de que los ^andinistas sacarían partido do su i orllrol del gobierno y «te los recursos nacionales para ganar fácilmen­ te. < harnoiTii ganó en ocho de las nueve reglones edminUtrativas y olí tuvo «-I 5S.2 „ ile los votos ante el 40,8 * de Daniel Ortega (I t) l n mayo ile 1990, en Myanmar (anleriormcnte Birmania), el I »lado Mayor del eji'n ilo y el ( ónsojo para la 16 laura« ión «ti l ( >r«l«-n t.iion l.e. |'i I n i c i a s elección«“* mullipaitnlisU» en lieinta arto I I i .'•lilla lo to .' | >.i i ■ •' ,t y " u n a -•*»«j •i • I a I , illi' ia>M INI Di ilc la o| •• .»«i« lón. ga nó «on un» “ VI* loria

¿C óiro? C aracloristcas de la democratización

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arrasadora", y eligió 392 de los 485 disputados escaños en la Asam­ blea Nacional; el Partido de Unidad Nacional, respaldado por los militares, ganó 10 asientos. Durante la campaña, el líder del NLD y cuatrocientos de sus activistas estuvieron presos, y su partido fue sometido a toda clase de restricciones y malos tratos.” (14) En junio de 1990, en las primeras elecciones multipartidislas en Argelia después de 28 años de independencia, el Fronte Islámico de Salvación, tic la oposición, "obtuvo un resultado sorprendente", que fue recibido por los funcionarios en Africa del Norte y en Europa con "asombrado silencio”.'1El Frente Islámico ganó el control de treinta y dos provincias y 853 concejos municipales. El partido único en el poder, el Erenle Nacional «le Liberación, ganó en catorce provincias y ■187 concejos municipales. En todos los casos, los gobiernos autoritarios auspiciaron las elecciones y perdieron o les fue mucho peor de lo que ellos mis­ mos y otros habían imaginado, ¿Hubo alguna excepción a este modelo, donde los gobiernos autoritarios auspiciaran elecciones limpias y ellos o sus aliados ganaran limpiamente? Un caso ambi­ guo fue el del referéndum de septiembre de 1980 en Chile, en el que el 68 % de los votantes aprobó una Constitución propuesta por el general l'inochet. Sin embargo, la oposición estaba severa­ mente restringida y no hubo control electoral ni tampoco otras formas claras de supervisar la limpieza del proceso.” En Corea, en 1987, el candidato respaldado por el gobierno militar, Roh Tac Woo, fue elegido presidente por una mayoría del 36 % sobre los otros tres candidatos. Los dos candidatos de la oposición, que habían hecho una larga campaña contra el gobierno militar, ob­ tuvieron un total del 54 % de los votos. Si hubieran unido sus fuerzas, probablemente habrían ganado las elecciones. Las excepciones más significativas del fenómeno de la elección sorprendente sucedieron en las elecciones de Rumania, Bulgaria y Mongolia en mayo, junio y julio de 1990. En Rumania, el Frente Nacional de Salvación tomó el gobierno tras la caída de Ceouccseu, y cinc«» meses más tarde obtuvo una importante victoria en las elecciones de mayo de 1990. En Bulgaria, el Partido Comunista, que había gobernado el país durante décadas, se autodenominó Partido Socialista, y gan«^ el control de la Gran Asamblea Nadonal En Mongolia, el secretario general y otros dirigentes de la cúpula del Partido Comunista fueron reemplazados, formaron partidos de oposición y llamaron a elecciones competitivas en las que l«>. li'n alroiletliM «le la» imi|« n Mipeivlvienli . l unlllan » de lo*

IGU La tercera ola

héroes mártires: Corazón Aquino, Benazir Bhulto, Violeta Chamorro, Aung San Suu Kyi. Aquellos líderes encarnaron la contradicción del bien contra el mal propia del régimen autorita­ rio, y proporcionaron un símbolo magnético y una personalidad alrededor de la cual toda clase de grupos disidentes pudo alinear­ se. Además, el pueblo rara vez perdió la oportunidad de emitir votos de protesta contra los representantes de los gobiernos auto­ ritarios instalados en el poder. Segundo, en vista de este modelo de derrotas sorprendentes, ¿por qué los gobiernos autoritarios auspiciaron unas elecciones en las que perderían con tanta facilidad? Parecen haber sido forzados por diversos factores, incluyendo la percepción de la necesidad de revivir su decadente legitimidad nacional, la prevalencia de las t normas democráticas en el mundo y en sus países, y el deseo de l lograr el respeto y la legitimidad internacionales (simbolizada esta/ última por una recepción del presidente en la Casa Blanca). PoJ añadidura, en la mayoría de los casos, los riesgos de afrontar unas elecciones no parecían ser muy grandes. Normalmente, los regí­ menes autoritarios proporcionan mecanismos de realimentación, y los dictadores tienden a creer que tienen suficiente entendimien­ to con su pueblo como para ganar su apoyo. Por supuesto, los líderes autoritarios también controlaban el gobierno, las organiza­ ciones políticas legalizadas por ellos y los recursos financieros básicos. Por ello era razonable que pensaran que iban a barrer lo que habitualmente se veía como una oposición débil, de base es­ trecha, desorganizada y fragmentaria. Los gobernantes autorita­ rios extrajeron la siguiente conclusión: "¿Cómo podría perder?". En gran medida, la tercera ola de democratizaciones se movió gracias a la-falsa-cólifí.Trrzá~dé IciTdicladores. T i n duda, la confianza dé los gobernantes autoritarios de que podrían ganar las elecciones que habían auspiciado residía en la convicción de que podrían manipular los procedimientos electora­ les. Algunos líderes intentaron influir en el resultado de las elec­ ciones, modificando el calendario de éstas. Normalmente, tanto ellos como sus oponentes pensaron que adelantar las elecciones beneficiaría al gobierno porque estaba organizado y controlaba la opinión pública, mientras que convocar a elecciones a largo plazo beneficiaría a la oposición porque, al darle tiempo, le permitía organizarse, informar al pueblo y movilizar sus apoyos. Marcos convocó a unas elecciones "instantáneas", con la esperanza de que la oposición estaría desorganizada y mal preparada. En Hr.i-.il, la oposición apoyó retrasar el programa de elecciones hasta mavode 1980, porque temían no estar preparados para ellas * I o la M. i de NegociacioiK“'. polaca, el gobierno Intentó oblen*» ■ n,

¿Cómo? C aracterísticas de la democratización

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anticipadas, y Solidaridad hizo una importante concesión cun estuvo de acuerdo con esto. En Hungría, el gobierno quiso ele nes presidenciales anticipadas porque comprendió que su p ble candidato, Imre Pozsgay, tenía buena imagen pública y mu chas posibilidades de ganar. La oposición temía que esto sucedí ra, y presionó mediante una propuesta de referéndum sobre tema, en la que el pueblo aprobaría un Parlamento que solee» naría al primer presidente. En Checoslovaquia, similares prc» paciones sobre las ventajas de las elecciones anticipadas aqueja a los comunistas, y en Rumania, en febrero de 1990, los dirigen de la oposición dijeron que querían retrasar las elecciones prog madas para mayo, porque no disponían de recursos apropiados tenían poco tiempo para prepararse para ellas. La lógica de las distintas posiciones del gobierno y la opuse ción sobre el calendario electoral parece obvia: los grupos tic la oposición se beneficiarían con más tiempo para prepararlas Sin embargo, en apoyo de esta lógica existe muy poca evidencia empírica. Por ejemplo, volviendo a la segunda ola de democratl /.ación en Turquía, el gobierno anticipó las elecciones a julio «fe 1946 para "sorprender a la nueva oposición antes de que pudl iosición, y partidos, en consecuencia, admitieron que habían cometido un nmr al pedir la abstención. Cerca del -10 % de los votantes poten* nili « se abstuvieron en las elecciones provinciales y locales de l'f d en Argelia.45 ¿En qué consistían, entonces, la eficacia y la conveniciv la de los boicots como estrategia de la oposición democrática? I I • «lu­ de un boicot no radicaba en terminar con el régimen autorilai i.., 0 expulsar al gobierno del poder. Reducía su legitimidad, m . de las razones por la que los gobiernos respondieron tan vigou. ■ mente contra los intentos de boicot. Por otro lado, los lra.a*.n*i del boicot fueron l.i evidencia de la debilidad de la opunl...... 1 iv. bol« ni*' má'* importante*, a n nudo se tradujeron en la opm Iunidad di lenuH' lar, ellgi.-ndo una -ali.la sin pmlileiu.is en vi t de • i e.pnU .id........ .. vi'1. ii. . l'artli ipai en una campana

174 La tercera ola

proporcionaba una oportunidad, que dependía de las restric­ ciones del gobierno, para criticarlo, movilizar y organizar a los partidarios de la oposición, y convocar al pueblo. Era un incen­ tivo para la actividad política, y los regímenes autoritarios sólo cambiaron o cayeron a partir de la actividad política. Si las elecciones se llevaban a cabo con una mínima limpieza, a me­ nudo la oposición se portaba extraordinariamente bien. Nor­ malmente ganó una elección "sorprendente" y derribó al go­ bierno. En relación con esto, los candidatos de la oposición hicieron campañas efectivas en las elecciones auspiciadas por los gobiernos autoritarios en brasil, Taiwan, México, Filipinas, Paquistán y la Unión Soviética. Hasta los resultados más modestos de la oposición electoral pudieron ser capitalizados para debilitar al gobierno. Peping Cojuangco argumentó que !a oposición filipina intentaría ganar las elecciones parlamentarias de 1984, aunque claramente no pu­ dieran ganar por mayoría, porque "si ganan 30 (escaños del Par­ lamento) esta vez, el pueblo entonces creerá que pueden ganar, y en las próximas elecciones esos treinta se multiplicarán". En brasil, en los años setenta, el gobierno restringió la campaña electoral de la oposición, y cambió las leyes electorales para di­ ficultar su victoria. Sin embargo, el partido de la oposición intentó ganar cada escrutinio lo mejor que pudo, ampliando gradual­ mente su fuerza y control de los cuerpos legislativos, y usó estas posiciones para presionar al gobierno para ir hacia la democra­ tización y, como resultado, progresivamente, llegó a ser visto como una alternativa real de poder.13 Al mismo tiempo, sus ac­ tividades fortalecieron el juego de los reformistas democráticos en el gobierno, que negociaban con los ultraconservadores que resistían en el sector militar. En Sudáfrica, los partidarios del boicot redujeron mucho su participación en las elecciones de 1984 para los parlamentos indio y de color. Algunos de los que fueron elegidos, sin embargo, hi­ cieron un uso efectivo de su posición en la campaña contra el afwlheid. Una sesión parlamentaria en 1985 abrogó las leyes que prohibían los matrimonios interraciales, así como las relaciones ■exuales, y la formación de partidos políticos multirraciales. Tam­ bién so relajaron las restricciones sobre la residencia y el empleo de Un negros en las áreas urbanas. Los miembros del Parlamento I'" eran indios o de color impulsaron estos cambios. Alian 11- mil i** líder del Partido laborista de color, "forzó al señor l'otha a oponerse a la ley que impedía la formación de pailidn-. iiiullin.il lali proponiendo a lo* candidatos do color ala • ama o* Imb • I | Piulido I al -insta lamba n pisitia haber u I ni • a

¿Córr o? Características do ía democratización l / 6

aflojar 'las leyes de circulación del pasado', que controlaban el movimiento de los no blancos, y animado a la comunidad negra a resistir los planes gubernamentales de alejarlos del hogar de su* antepasados".41 A continuación, I lendrickse usó la fuerza del grupo de color del Parlamento para pedir que el presidente Botha revo­ cara al Grupo Area de Acción, a cambio del acuerdo de HendrickMpara enmendar la Constitución, de modo que se pospusieran las elecciones parlamentarias de 1989 a 1992. Botha se negó a cumplir el trato, y las elecciones se realizaron en 1989. En Sudáfrica y en otros lugares, los representantes elegidos encontraron vías de rea­ lizar acuerdos con el gobierno, y negociar con él en interés de la* reformas democráticas. Los más propensos a) boicot electoral oran los grupos rudi cali/.ados de oposición, en contra de la democracia. Los insur­ gentes mnrxistns-leninistas de Filipinas y El Salvador despuciaron las elecciones. Grupos de oposición, como la Organiza­ ción para la Liberación de Palestina (OLP) y el CNA en los arto* ochenta, que rechazaban participar en elecciones limitada-, o fraudulentas, fueron dominados por dirigentes que no se opo­ nían a que un régimen no democrático fuera reemplazado poi otro do las mismas características. En 1984, en las elección*- ' filipinas, el Frente Nacional Democrático dominado por *1 I el número de muertes ocurridas durante la tercera ola Coro«-p tualmente, la violencia como parte del proceso de domo> cati/.i ción tiene que ser diferenciada de la violencia que puede o« urm durante la democratización, como los habituales ¿is< -.inalMt d. presuntos opositores por parte del gobierno (lo que «• u n a ....... terística inherente a muchos regímenes autoritarios), y iln \ de la democratización. l£n una minoría de países, los esfuerzos democratizadme* (ne­ rón acompañados por importantes actos de violencia I a violero ia más vasta se produjo donde se había sostenido un conflicto uima do entre el gobierno y los movimientos guerrilleros de opo .u ion durante un período prolongado de tiempo. En Guatemala, I I •al vador, Filipinas y Perú, los marxistns-leninistas mantuvieron gue­ rras de insurgencias contra los gobiernos autoritarios, eso* gi>|.»-i nos fueron reemplazados por gobiernos elegidos déme- i.itn am«1 aipero la insurgenda, sin embargo, continuó. Al menos en 78 y la llegada al poder de Duarte en 1981 lian sido «■ im . i.m entre 30.000 y 45.000. Aquellos muertos fueron la comas ro o. i.i «leí brutal e indi* rimmado ii .o de la violencia por parle de la- lun / a h d«- M'gurldad. pie defendían a lo. gobierno- .ni toril ario* •«• güeña lonli.» !>■• m.«siini.-nlo . i. l .‘Mi • que inl. ot.iban tlcin* ii lo* s i il iblis t i (n-iiueni-'. man ulau li-ttinltila < I • mi.. lien fli>

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La tercera ola

ron el producto de una guerra entre dos grupos no democráticos, más que el intento democratizado^ por parte del gobierno o de la oposición. l£n Nicaragua, 23.000 personas fueron muertas, según algunos cálculos, en la guerra civil que transcurrió entre 1981 y 1990. No se sabe si la victoria militar de la contra hubiera pro­ ducido un gobierno democrático en Nicaragua. I a guerrilla de la contra, sin embargo, fue uno de los factores que indujeron al régi­ men sandinistn a convocar a elecciones. Tras asumir el gobierno democrático, la contra, a diferencia de los marxistas-loninistas en Guatemala y El Salvador, finalizó su rebelión y se desmanteló. Fn consecuencia, las víctimas de la guerra civil en Nicaragua, a dife­ rencia de Fl Salvador, Guatemala, Filipinas y Perú, fueron consi­ deradas como parte del costo de la democratización. Nicaragua ocupa el primer puesto de los países de la tercera ola que lucharon por la democratización en cuanto al número de víctimas. Para el período 197-1-90, probablemente Sudáfrica sea el segundo. En Suciáfrica, 575 personas fueron masacradas en la matanza de Soweto en 1976; unas 207 fueron asesinadas por las fuerzas gubernamentales, el CNA y otros grupos entre 1977 y 1984; se calcula que alrededor de 3500 murieron en los levantamientos en poblaciones negras entre 1984 a 1988, y entre 3500 y 5000 más en las luchas m ire grupos negros desde 1985 a 1990. Quizás un total de 9500 a 10.000 personas han muerto por la violencia |x>lítica entre 1976 y 1990. Los incidentes o acciones individuales también han provocado un significativo número de muertos en algunos países. Las inva­ siones de Estados Unidos ocasionaron la muerte He unas 120 a 150 personas en Granada, y al menos 550 y posiblemente más de 800 en Panamá. Fl ejército coreano mató por lo menos a 200, y proba­ blemente a más de 1030 personas, en el incidente de Kvvangju en mayo de 1980. Probablemente, de 1000 a 3000 personas fueron asesinadas por el ejército birmano cuando suprimió el movimien­ to a favor de la democracia en agosto y septiembre de 1980. Entre 41111. o el < lo ■n s | i I ..>. luíhmita« de la leí. n a nía lie

(Mu I i tercera ola

r»ti.»ordinariamente bajo. La democratización se ha cobrado una (tarto infinitesimal de las muertes por razones políticas en el mundo • ñire 1974 y 1990. Desde la "revolución de los claveles", en Lisboa, i la "revolución de terciopelo" en Praga, la tercera ola ha sido de manera concluyente una ola pacífica. ¿Cómo se explica ese bajo nivel de violencia en estos cambios ile régimen? Primero, la experiencia de algunos países con una violencia civil importante antes de que la democratización empezara, o en los inicios de su proceso de democratización, animó tanto a) go­ bierno como a la oposición a renegar de la violencia. España y Grecia sufrieron sangrientas guerras civiles que ahondaron las divisiones, antes y después de la Segunda Guerra Mundial. Los gobiernos militares de Brasil, Uruguay y Argentina tuvieron des­ piadadas "guerras sucias" contra los grupos terroristas en los años ■escuta y setenta. El efecto de esas guerras fue reducir drástica­ mente o eliminar la oposición extremista del tipo Marighelln, com­ prometida exclusivamente con la violencia.*1 Un segundo efecto lúe producir en todos los sectores sociales la reacción de "nunca /!!I Congreso Nacional Africano empleó la violencia contra el n pon. o sudafricano. Los grupos de oposición usaron la violencia contra tres tipos de blancos: (1) Funcionarios del gobierno (líderes político. a. cíales de policía, soldados) e instalaciones (dcftlaiMinenlo* .1. policía, centrales eléctricas, depósitos, vías d e «Ofmuih a< tón), ( i) "colaboracionistas", es decir, individuos o ten bl.'in.nl. altado« I de la o p o sició n , o que pertenecían a grupo* i........ iN f radicalizados que apoyaban a la oposumn pero >|m* * l |M,NNI disimuladamente como informantes, ngenh..... ...................i» 1.1 régimen no democrático; (3) lugares di* m i vi . lo . p.u.i I... . in.h danos, elegidos al azar, como grandes almacene* >• •'■»ton, qu# fueron atacados presumiblemente para demostrar la fuer#« déla Loposiclón y la incapacidad del gobierno para o l í . . . . ■•••giiildad Se ha debatido mucho dentro de la oposición sobre los m. illiM relativos de estos diferentes tipos de blancos, y p.u titula tinenta sobre la moralidad y la efectividad de ataque* lriiiuini.it. indiscriminado-. contra nvili . Por añadidura, loti grupo* de la oponte tón .omproiiH'li. I"» ron l*> violen.: ta .lebalieroii •. .1*i. lo. iii.n lio* ifl.ili\ .U* la gin . i illa urbana o nnal y en que m edida

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Ln icico ta ola

V .mi qué periodicidad resultaban deseables las ofensivas imporlantes y los levantamientos populares. Durante los años setenta y ochenta los dirigentes del Con­ greso Nacional Africano afirmaron repetidamente el rol de la violencia como una táctica en su lucha contra el aparthcid. "La violencia —como dijo en 1987 Thabo Mbeki, líder del Congreso Nacional Africano— es un medio muy importante para conseguir »•I cambio."*2 Inicialmente, el CNA se centró en los edificios del gobierno, los destacamentos de policía, las centrales eléctricas, las Inenies energéticas y otros servicios. Entre octubre de 1976 y di­ ciembre de 1984, según rumores, el CNA realizó 262 ataques ar­ mados contra estos objetivos. En los tres años siguientes, al co­ mienzo, en septiembre de 1984, de una creciente intranquilidad en l.is (»oblaciones negras, el número de ataques se cuadruplicó, y los 0. gios aliados con el régimen se convirtieron cada vez más en objetivos. Después que la policía disparó sobre los manifestantes ni Sharpeville, en septiembre de 1984, la multitud mató a seis concejales negros, incluido el diputado mayor de Sharpeville. En I' años siguientes, los negros mataron a centenares de otros negros sospechosos de ser colaboracionistas. Durante los nueve meses siguientes a septiembre de 1984, los negros radicalizados atacaron i ciento veinte concejales negros, mataron a cinco e incendiaron !•••■ casas de setenta y cinco. En julio de 1985, sólo dos de los h.-inta y ocho concejales pudieron seguir trabajando. Finalmente, .il terminar 1985 y 1986, hubo un importante aumento en el tercer

lidación de las nuevas democracias. En realidad, sin embargo, aparte del bajo nivel de desarrollo económico, el número y la gravedad de los problemas contextúales de un país no parecen estar muy relacionados con su éxito o su fracaso en el camino de consolidación de la democracia. Finalmente, cuando las democracias se consolidan y alcanzan] cierta estabilidad, pueden llegar a enfrentarse con problemas 1 slslémicos, derivados del funcionamiento del sistema democrático. lx>s sistemas políticos autoritarios sufren problemas derivados de su propia naturaleza, como una excesi va concentración del poder de decisión, deficiente realirrymtadónjthípendencia de la legitimación en base a su rendimiento^Otros problemas son los característicos de los sistemas democráticos: llegar a un punto muerto, la imposibilidad de tomar decisiones, la debilidad ante la demago­ gia, el control por parte de intereses económicos parciales, listos problemas han aparecido a lo largo del desarrollo de las antiguas democracias y las democracias de la tercera ola presumiblemente no serán inmunes a ellos. En el esquema 5.1 vemos cómo suelen presentarse estos problemas. Los siguientes apartados de este capítulo plantean el problema de la tortura y el ejército, y luego discuten el papel de los proble­ mas contextúales en los procesos de consolidación. N o haremos ningún esfuerzo por analizar los problemas sistémicos derivados del funcionamiento de una democracia puesto que son, en cierto sentido, un fenómeno de la posconsolidación. Evolución política Tipo tii“ problema:

Sistema Autoritario

Fase de transición

CtKxlextu.il De transición Sistemico

Figura 5.1. Problemas de la tercera ola

Sistema ítem, urálico

¿Durarle cuánto tic-upo? 193 EL PROBLEMA DE LA TORTURA PROCESO Y CASTIGO VERSUS OLVIDO Y PERDON

Entre otras cosas, los nuevos regímenes democráticos han te­ nido que decidir qué harían con los símbolos, doctrinas, organiza­ ciones, leyes, funcionarios y líderes de los sistemas autoritarios. Sobre estos puntos, a menudo recaen problemas fundamentales de identidad y legitimidad política. Un tema común es el relativo a los crímenes cometidos por los funcionarios y militares del régi­ men anterior.2 Los gobiernos democráticos, cuando se suceden unos a otros, aprovechan la oportunidad de mostrar y castigar la in­ competencia, la corrupción y el fraude cometido por funcionarios del gobierno anterior. Los gobiernos democráticos que suceden a gobiernos autoritarios se enfrentan a problemas mucho nías se­ rios, densos emotivamente y políticamente sensibles. ¿Cómo debe­ rían responder los gobiernos democráticos a los cargos de grave:, violaciones de los derechos humanos - -asesinatos, secuestros, tor­ turas, robos, prisiones sin juicio— cometidas por los funcionarios de los regímenes autoritarios? ¿F.l camino adecuado es perseguir y castigar, u olvidar y perdonar? Los regímenes autoritarios de los años setenta y ochenta dieron motivos importantes para que se plantearan estos te­ mas. Durante los años de gobierno militar, casi 9000 argenti­ nos desaparecieron, presumiblemente asesinados por las fuer­ zas de seguridad, y otros muchos fueron secuestrados y tortu­ rados. Durante los años de gobierno militar, Uruguay, según los cálculos, tuvo el más alto porcentaje de presos políticos del mundo. Uno de cada 50 uruguayos fue detenido alguna v e /, y muchos fueron torturados. Alrededor de 200 personas de* aparecieron o fueron asesinadas mientras estuvieron d en mi das. En Grecia, los que fueron torturados, o maltratados de alguna manera, llegan a varios centenares. En Chile, re n « de 800 ciudadanos fueron asesinados durante el golpe de l'»V l n inmediatamente después de él, y otros 1200 murieron en lo*, años siguientes. Cuando se declaró una amnistía en 1979, uní**« 7000 presos políticos fueron liberados de la cárcel. El régimen de Ceausescu violó los derechos humanos básicos de mili • de rumanos. Los dictadores centroamericanos, tanto de d e i e J i a com o de izquierda, trataron a su pueblo, particularmente i I »-» minorías raciales, d e manera igualmente brutal. I Insta en Hm sil, unos 81 dvlli fu ero n muertos y *15 desaparecieron enin* 1966 y 1975 en la guen.i i unirá la guerrilla urbana ' A ve. i -., I«», ,ii tos colilla peí muí.o. lue ion apoyados por'el uao de vio* leni ni m asiva omlM I ' I lóu comi 11 . ( l) I .i tilín I yinl«ti"i ...........mil lile ll» ileti'i lum Ihuimium In ri/ i» del

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La lorcha o a

Una amnistía general para todos proporciona una base mucho más sólida que los intentos de procesar a unos o a otros, o a ambos. (■1) I.os crímenes de los funcionarios del gobierno estuvieron jus­ tificados en su momento por la necesidad imperiosa de reprimir al terrorismo, derrotar a la guerrilla marxista-leninista y restablecer la ley y el orden en la sociedad, y su actuación fue ampliamente apoya­ do por el pueblo. (5) Muchas personas y grupos de la sociedad compartieron la culpa por los crímenes realizados por el gobierno autoritario, "todos heñios sacado partido del sistema totalitario —opina Vaclav Havel—, y lo hemos aceptado como un hecho inmutable, ayudando de esta manera a perpetuarlo. En otras palabras, todos —aunque, natural­ mente, en grados diferentes- somos responsables por la creación de la maquinaria totalitaria. Ninguno de nosotros es sólo una victima; lodos somos responsables do ello." (6) La amnistía es necesaria para establecer la nueva democracia sobre una base sólida. Aunque se pueda argumentar a favor de los procesos penales desde el punto de vista legal y moral, lodo esto debería perder sentido ante el Imperativo moral de crear una demo­ cracia estable. La consolidación de la democracia debería tener prio­ ridad sobre el castigo de los individuos. O, como dijo el presidente viel Uruguay, Julio Suuguinetti: "¿Qué es más justo? ¿Consolidar la paz en un pata donde hoy están garantizados los derechos humanos o pretender una justicia retroactiva que podría comprometer esa paz?"“

lisios fueron, en síntesis, los argumentos en pro y en contra de los procesamientos penales de los crímenes realizados por los gobiernos autoritarios en los países do la tercera ola. En la prácti­ ca, lo que ocurrió estuvo poco influido por consideraciones inóra­ los y legales. Estuvo condicionado casi exclusivamente por razo­ nes políticas, por la naturaleza del proceso de democratización y por la distribución del poder político durante la transición y des­ pués de ella. Finalmente, la actividad política en los países de la tercera ola minó los esfuerzos por juzgar y castigar a los criminal- • de los regímenes autoritarios. En unos pocos países se hicieron juicios sumarios a unos pocos individuos; en casi todos los países no hubo ni procesos efectivos ni castigos. Entre los países que se democratizaron antes de 1990, sólo en Grecia hubo un número importante de funcionarios gubernamentales sometidos a proeemv. y castigos significativos. IXulos el acalorado debate político y la intensidad emocional de esto lema, ¿cómo puede explicarse el resultado? Primero* casi la mitad de las democratizaciones anteriores a l'JUO fueron transformaciones iniciadas y dirigidas por los |fdrn% ■h le . ivgímonr . autoritarios existentes. Normalmente, esto , din g*»nl< ■ruin reínrrnir.t.v. democráticos, que habían de pl.i id" en

¿Durante cuánto tiempo?

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la mayoría de los casos, a los lideres conservadores anteriores Aquéllos no querían, obviamente, ser procesados por los crímenes que hubieran podido cometer. Los reformistas querían inducir a los conservadores a aceptar el proceso de democratización, y ase­ gura ríes que no serían castigados por el régimen democrático sucesor era fundamental para lograr su objetivo. Por aftadiduia, los regímenes autoritarios en los que los reformistas pudieron desplazar a los conservadores en el poder podrían haber sido res­ ponsables de menos crímenes y violaciones flagrantes de los dere­ chos humanos que aquellos regímenes en los que los conservado­ res permanecieron en el podér hasta el final. Por ello, prócticamen te cada régimen autoritario que inició su transformación hacia la democracia también decretó una amnistía como parte de ese pío ceso. Estas amnistías se aplicaron, de manera general, a los ci íme nes cometidos durante un período preciso de tiempo por los agen­ tes del régimen o los miembros de la oposición. Los regímenes del Brasil y Chile proclamaron tales amnistías en 1979. Guatemala lo hizo en 1986. Los generales turcos garantizaron su inmunidad penal anles de permitir que se eligiera un gobierno democrálu o en |o ,h i En este v otros casos de transformación, los regímenes autor t tarros no sólo actuaron en su propio interés al legislar la amhiMia, también tuvieron el poder de hacer que la amnistía fuera apoyad i Se objetó que, como resultado, los regímenes democráticos mu e .. res no fueron democracias reales, porque les falló el podei para ejercer la justicia sobre aquellos que habían cometido crímem .en los regímenes autoritarios. En Guatemala, por ejemplo, los imltl i res declararon una autoamnistía cuatro días antes de entregar • I gobierno al presidente civil democráticamente electo, Vinit io i «• rezo, en enero de 1986, Cerezo aceptó la amnistía, la amplió »n por las aparentemente numerosas violaciones de los derecho* humanos durante el gobierno militar. De este modo, se objetó, el gobierno de Cerezo no fue "un gobierno democrático, o ni siqulc ra un gobierno que está realizando su transición a la demncr.n i ' La misma acusación se hizo al régimen que sucedió a Piran l en Chile. La coalición mult.partidista que respaldó a Patricio Aylwin, romo presidente en las elecciones de 1989, adopto un programa que exigió a la legislación revocar la ley de amm-.tia p i.a ., • i a Mi l i miembro-, ' rigiendo .unni-1¡.«• I . ej....... m ti »> •' -1-I.

¿Durante cuánto tiompO?

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fue la de Argentina, donde el general Bignone presidió un regí men militar interino durante dieciséis meses, desde la caída de la junta hasta la elección de un gobierno democrático. Su gobierno hizo sucesivos esfuerzos, que fracasaron en su totalidad, para proteger a los militares y a la policía de los procesos penales. Primero intentó negociar un acuerdo sobre los procesos con los dirigentes civiles; su esfuerzo "fue ampliamente ridiculizado" Luego preparó un informe televisivo sobre la guerra contra los terroristas de izquierda, con la esperanza de justificar las acciones del gobierno militar: también fracasó. El siguiente intento con-.i-, tió en negociar un acuerdo secreto con los dirigentes conservado­ res del movimiento peronista, pero los otros líderes de la oposi­ ción lo divulgaron y tuvo que abandonar la idea.11 Finalmente, pocas semanas antes de las elecciones, el gobierno de Bignone decretó una "Ley Nacional de Pacificación", que garantizaba la inmunidad en relación con los procesos y la investigación a todos los militares y oficiales de policía por cualquier tipo de acción anterior, incluyendo "crímenes comunes y relacionados con accio­ nes militares", cometidos durante la guerra contra el terrorismo. La amnistía también se aplicaba a un pequeño número de terroris­ tas, quizás una docena, que no habían sido arrestados ni acusados y que no estaban en el exilio. Esta ley fue inmediatamente denun­ ciada por los líderes de la oposición política. Fl gobierno democrá­ tico derogó la ley de amnistía dos semanas después de haber asu­ mido la presidencia, en diciembre de 1%3. Los funcionarios de los gobiernos autoritarios que cayeron o fueron derrocados fueron los objetivos de los castigos. Después de sor derrocado por las fuerzas militares de Estados Unidos, Bernard Coard y otros trece líderes del régimen comunista de Grana da fueron acusados de asesinato y otros crímenes, y se enfrentaron a una larga condena de prisión. Si Moriega no humera sido lleva do a Estados Unidos para procesarlo por los cargos sobre tr.il i. *• ile drogas, habría tenido que afrontar diversos cargos en su propio país. lo s Ceausescu tuvieron una justicia bastante expeditiva. Ante • de ser elegida, Corazón Aquino amenazó a Marcos con procesarlo, por lo que aquél huyó en avión hacia el exilio. I lonecker y su.i aliado, evitaron inicialmente serios castigos, a causa de su avan /ada edad y su delicado estado de salud, pero a fines de I9*AI I lonecker fue acusado de haber ordenado la muerte de alemanes orientales que habían intentado cruzar el muro de Berlín. I os esfuerzos más amplio-, s serie*, por procesar y castigar • li i i i m i i i . i l r . do IOS gol " • u illll.u . . *.e hicieron en G m m .i y A rg u n tin .i

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Í DO Ln tercera c'a

claramente culpables de importantes violaciones de los derechos humanos. Ambos gobiernos cayeron tras haber sufrido derrotas militares en conflictos externos. En ambos casos, los gobiernos democráticos que los sucedieron estuvieron controlados completa­ mente por un partido, y encabezados por un líder muy respetado y popular. También en ambos casos, cuando se eligió el gobierno democrático, la opinión pública apoyó de manera aplastante el enjuiciamiento y el castigo de los culpables de violaciones de los derechos humanos. En Grecia, como señaló un analista, esto fue "la más sensible y explosiva de las exigencias populares".'1 Lo mismo puede decirse de Argentina, Los dos nuevos gobiernos intentaron responder a las exigencias populares y al imperativo moral desarrollando un programa que versara sobre las violacio­ nes de los derechos humanos. Ambos gobiernos se enfrentaron también a problemas simila­ res para el desarrollo de su política. Tuvieron que decidir quién sería juzgado por qué crímenes, de qué manera, cuándo y ante qué tribunales. Cuando los dictadores personalistas fueron derro­ cados en Colombia, Venezuela, Filipinas y Rumania, el proceso y el castigo se limitaron al dictador, sus familiares y sus aliados cercanos. El reemplazo de un régimen militar provocó mayores dificultades. Tanto en Argentina como en Grecia era claramente necesario procesar a los líderes del gobierno militar. Pero, ¿hasta dónde llegaría el enjuiciamiento de las jerarquías militares y de policía? Fl gobierno de Alfonsín intentó abordar este tema divi­ diendo a los culpables potenciales en tros categorías: (1) Los que dieron las órdenes de violar los derechos humanos; (2) los que ejecutaron las órdenes; (3) los que se comprometieron en las violaciones de los derechos humanos a través de acciones que les fueron ordenadas. En unos casos, los militares y policías englobados en las cate­ gorías (1) y (3) serían acusados y procesados; los que entraran en la categoría (2) serían procesados sólo si hubieran sabido que las órdenes recibidas eran claramente ilegítimas. Las condiciones a las que se enfrentaron los gobiernos de Alfon­ sín y Karamanlis eran semejantes. Los resultados obtenidos por los dos gobiernos fueron muy diferentes. En agosto de 1975, nueve meses después de que Karamanlis fuera elegido primer ministro, los dieciocho principales funcionarios del gobierno militar habían sido acusados, juzgados y declarados culpables por alta traición. En el prim er juicio |x v torturas que reguló inm ediatam ente, tiemt.» y di»i poli« fas militare (ra to n e oficíale* y dle< lorlm reclutas) fnenm

¿Durarlo cuánto lifimpo? . » I

acusados, y de ellos dieciséis fueron declarados culpable-:.. I'n I oíros li es tribunales militares, navales y policiales, dos más a fin. -. de 1976 y un juicio para los líderes que encabezaron el gobierno militar cuando ocurrió la masacre del Politécnico, pronunciaron acusaciones adicionales y sentencias de prisión. En total, se llevaron a cabo en Crecía entre 100 y 400 juicios por torturas, y un gran número de personas fueron procesadas por la violación de lo. de rechos humanos en aquellos tribunales.1' A fines de 1976, dos años después que el gobierno democr.iiu o llegó al poder, se había logrado hacer justicia, y la decisión del juicio y el castigo dejó de téner influencia en la política griega Las violaciones de los derechos humanos en Argentina fueron mayores en número y gravedad que en Grecia. La comisión inven tigadorn designada por Alfonsín llegó a la conclusión de que I >• fuerzas de seguridad habían "hecho desaparecer por la fuerza" a al menos 8960 personas, que habían mantenido una red de ,110 centros clandestinos de detención y tortura, que alrededor de 200 oficiales, cuyos nombres eran conocidos, habían sido identificado-, como participantes directos en aquellas operaciones, y que Itabian intervenido muchos más en la represión.14 Al cabo de siete arti - -le que Alfonsín llegó al poder, la decisión de cómo abordar las violaciones de los derechos humanos agitó, y a veces convul tunó a la política argentina, estimulando por lo menos tres int» nto* de golpe militar. Cuando todo había sido dicho y hecho, un total «le dieciséis oficiales (incluidos los dirigentes de las juntas militare •) fueron conducidos a los tribunales, y diez fueron declarados t tilpables de violaciones a los derechos humanos. En contraste i»n Grecia, los esfuerzos por juzgar y castigar en Argentina no mm i­ rón ni a la justicia ni a la democracia, y en su lugar produjeron desórdenes morales y políticos. En 1990, el tema todavía era un factor de división en la política argentina. El país quedó con i> cuerdos del trauma cívico causado por los esfuerzos por juzgar .i los criminales del gobierno militar, que contrarrestaban los reouei ilos del trauma cívico y personal causado por los horrendos ■rime nes que aquéllos cometieron. ¿Cómo puede explicarse la diferencia entre Argentina y Gre tia? En parte se debió al hecho de que existió en Argentina ui • eiia amenaza a la seguridad interna, que el gobierno permuta que precedió a la imita militar había ordenado al i-|ércllo ''elimi­ n o a los terroristas y que importantes ton- , ih-l pueblo .ugi o lino habían aceptado tranquilamente, y en alguna medida npn*l»a do, la-, tai tu . •> grupos de derechos humanos denunciaron este propósito casi la mayoría de los argentinos eran indiferentes, y lia*« intento por realizar una movilización de 24 horas contia el «I i»», H Congreso aprobó el decreto, y se presentaron cargo# unos 2lK) oíic iales, mucho* d e ello • en activo. El ojén ilo m In que i.e oponía con fm-i / >• a < tu último Al mismo tinn nía - iinporl.uite giup a la*m d I". pnm las M.uh l’la d> M ayo s« dlvldlú * *u* man has M in.inalr-. i m p

204 La torcera o'a

.1 parecerse a "una reunión de viejos primos o viejos amigos, acompañados por sus maridos, hijos y nietos".1' En abril de 1987, en un intento de impedir la presencia de un oficial ante el tribunal, se produjo el movimiento llamado de Semana Santa, en el que se amotinaron unidades de la armada en dos bases navales y plantearon varias exigencias al gobierno. Alfonsín logró inducir con éxito a los rebeldes a que se rindieran, pero aceptó sus principales exigencias. Cambió al jefe del estado mayor y, a pesar de las fuertes objeciones de los grupos de de­ rechos humanos, garantizó la aprobación de una ley "de obe­ diencia debida", que impidió en la práctica el procesamiento de todo-. los militares salvo un grupo de oficiales retirados. En ene­ ro y diciembre de 1988, fueron reprimidos otros levantamientos militan pero hicieron más presión sobre el gobierno para que *. iiMiii.ii.i con los procesos. En 1989, el candidato peronista, i arlo Menern, fue elegido presidente, lil partido peronista había Iniinh Chin sus la/os con el ejército, y Menern designó a un par­ tid n»abl|| di* li crímenes más notorios. El ex líder comunista en i l>ie ■i/garlo y sentenciado a cuatro años de prisión por usar la violen ila contra los manifestantes. Dos generales de la |x>lic¡a *>'«i.t« p i na fueron arrestados y hallados culpados de "instigar y -lili . n el asesinato del padre Jcrzy Popicluszko en I9M ’l'odm . Im-kov fue retenido en Bulgaria durante seis meses, y luego h i " nulo en julio de 1990, con cargos en su contra todavía sin |uzj;.u 1 1 balance de los intentos de los gobiernos democrático-, prito .uilonlmlo jkw mu, ............ .... >1 ■ . ,li iei li ■■luiii' H•• I I i ' lo pnlilii >i di' 1*1 InU'itlu | > mt iná» qiMMiMlrjub'i ln*n«,bi 1*1 nt'Uiiiiln

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La te rc e r ota

(2) Tras un reemplazo, si usted siente que es deseable desde el jumto de vista moral y político someter a proceso a los dirigentes del gobierno autoritario, hágalo con rapidez (dentro de un período de un año a partir de su asunción del poder), mientras deja oien claro que no procesa a los oficiales de mediana y baja graduación. (3) Busque una manera de alcanzar una rendición de cuentas pública y desapasionada sobre cómo y por qué se cometieron esos crímenes. ( I) Reconozca que, en el tema de "proceso y castigo vtrsus olvido y perdón", cada alternativa presenta graves problemas, y que debe elegirse el camino más satisfactorio: no procesar, no castigar, no per­ donar, y, sobre todo, no olvidar, LA CUESTION I'RETORIAN'A LOS PODEROSOS Y RF.UEI.OES MILITARES

Fl problema de cómo actuar en relación con los actos crimina­ les de los funcionarios de los regímenes autoritarios coincide con un problema más amplio, más duradero y políticamente más se­ rio, que afrontan muchas nuevas democracias: la necesidad de contener el poder político del estamento militar y transformar a las fuerzas armadas en un cuerpo de profesionales comprometi­ dos a garantizar la seguridad externa del país. Los problemas cí­ vico-militares de las nuevas democracias asumen tres formas, se­ gún el tipo de régimen autoritario, el poder del estamento militar y la naturaleza del proceso de transición Las fuerzas armadas de las dictaduras de partido único, con la notoria excepción de Nicaragua y la parcial de Polonia, han estado por lo general bajo el firme control del partido. No intentaron golpes de estado, ni desempeñaron un papel importante en la política del régimen. En los estados comunistas, y en menor grado en la República China, la mayoría de los oficiales del ejército per­ tenecían al partido gobernante, las células del partido y sus orga­ nizaciones tenían fuerza en la jerarquía militar y los cuerpos supe* rieres del partido dirigieron al ejército tanto como a otras corpo­ raciones Iil problema en los estados democráticos que sucedieron a estos regímenes fue el de separar a! partido del ejército v reem­ plazar la subordinación militar a un partido por la subordinación militar a un sistema democrático mullipartidista. En los países de Europa oriental, la separación del partido y el ejército fue relativa­ mente fácil. En la Unión Soviética, hubo intensos debates sobre la di partidiza» ión" del ejército; la legislación aprobada en IW0 Cambió l e. funcione • de la Administración 1'olflíia C'eiitial | Iil ih■;«■» mt.1i t.l l.l • ll lli tlll.l de | I ■. élul.e del | >II ll'lo ,1 | H M I ili I i

¿Durarlo cuánto I.1. . sacan los tanques de Atenas o el pueblo decidirá la cuestión mi.« Plaza de la Constitución".” Los tanques se fueron. Si los grupos civiles dominante lili camente en Grecia hubieran sido todavía los propietario d« I» tierra y los grupos numéricamente dominantes hubieran sido i .un pesinós, la solución habría podido ser muy diferente. Los esfuerzos por derrocar a los nuevos gobiernos dein ráli eos fracasaron porque los golpistas no pudieron tener .i su favni a la clase media ni n otros grupos de la coalición política que habla hecho posible la democratización. Los intentos de golpe fueron, • n efecto, desesperadas acciones de retaguardia de elementos t oiimt* vadores minoritarios en el ejército. Como la ofensiva de la Antena en 1941. fueron esfuerzos para torcer el curso de los aconte Inuen los después que se hubiera perdido la guerra. Un intento de golpe contra un nuevo régimen democrático es el signo de que la demo Cincia esl.í funcionando. El fracaso de estos in t e n t ó - ,e l ingle« «1« que la democracia funciona con éxito. Allí que ningún gobierno fue cierro« .ido por un golpe (luíante la iiaie.it ión, entre 1974 y 1990 los intentos de golpe y Ion 1« \nn I,límenlos mllllaies .1 . tamil ecl i*t aslont la política del goli|' juzgar la constitucionalidad de las leyes. En Turquía, eTConsejo Nacional de Seguridad, que había sido el centro del poder en el régimen militar, fue reconstituido con oficiales retirados de las fuerzas armadas, como un órgano asesor del presidente.3* Cuarto, los oficiales de la cúpula militar asumieron por sí mismos posiciones cláve en el nuevo gobierno democrático. En países con sistemas presidenciales al estilo norteamericano, los oficiales militares ocupan posiciones en el gabinete por debajo del presidente civil; en Brasil, seis entre veintidós a veintiséis miem­ bros del gabinete eran oficiales del ejército. En regímenes parla­ mentarios, o semiparlnmentnrios, los oficiales del ejército, como Eanes en Portugal o Evren en Turquía que habían dirigido la

¿Dura-ie cuánto l¡omcnV Ulf

transición a la democracia se convirtieron en presidente , y • nía blaron forcejeos con el primer ministro civil sobre los poden* (I# sus respectivos cargos. En Chile, el presidente del gobierno au toritario, el general Pinochet, permaneció como comandani....... jefe del ejército en el gobierno democrático. En NJicnr»»j;u.i .1 ministro de Defensa del gobierno no autoritario, general I liimlt'i to Ortega, permaneció como jefe del ejército en el gobierno den ■ orático y los sandinistas mantuvieron su predominio y el ro iiiiil militar. Quinto, a menudo los^nilitares intentaron garantizar la luí autonomía de las fuerzas orneadas, en especial salvagu n.1 o independencia de su personal y sus finanzas del control del bierno civil electo. En Brasil, el ejército se aseguró de i|ii< 1.1 todo el control sobre los ascensos. El ejército chileno dis rr l los jefes de las fuerzas armadas y de la policía no po.lnan sustituidos durante siete años, que el gobierno elegido mi reducir la influencia del ejército y que las fuerzas arn drían controlar su propio presupuesto. El ejemplo • lulmi.i sionó al ejército nicaragüense. "En la discusión «!«• '■■■......I* podrían seguirse al crear un equilibrio posterior a h • i entre las fuerzas armadas y el gobierno elegido, !•••■ *aml hablaron abiertamente sobre países como Chile, pon mismos en el papel del dictador militar de aquí I i ■" Pinochet." Sin embargo, w r» los sandinistas superaron a promulgaron una ley (fechada antes que ellos entregaran pero posiblemente escrita después) que perpetuaba \ i el poder del ejército saiidinista. Esta ley dio al romand.u de las fuerzas armadas más influencia que al presidente v de designar al nuevo comandante; también dio al mina jefe, entre otras cosas, el poder de designar .1 lodu. I » militares, comprar armas, equipamiento bélico y olio organizar y desplegar el ejército, adquirir y amMiuli establecer negocios para cubrir las necesidades de Im madas y elaborar el presupuesto militar" ' Este tipo de disposiciones fueron significativa'' a la Autoridad normal del gobierno electo. Sobre mente lúe más fácil para los nuevos gobiernos de hits er su control sobre los militares rebeldes, que sobre militare aliarlos, qui1eran fuciles Aun r nandú riu ' colaboraron m la democratización pudin.m ln C r "i poder, el informe Mimen que >n Im nal»mediano ríe Ile ..11 mllo '■>onóinlío. el pudrí inllll.'i ilUii t n el p.i o riel lleiiq • I n P o r t u g a l , | - ' I r | r i U derrocó a la dMadurn |-.i mi.Miiva propia ilornnm .111 e««. j*

¿Durante cuánto tiempo?

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ción." "Fn sus primeros meses en el poder, el presidente chileno Aylwin dijo más bien abruptamente al general Pinochet "que mantuviera al ejército fuera de la política". El acuerdo logrado entre los ¿andinistas y el nuevo gobierno especificaba que "las fuerzas armadas tendrán un carácter profesional, y no pertenecerán a ningún partido político".43Juan Carlos, Alíonsín y Aquino tam­ bién remarcaron repetidas veces la necesidad de una total abs­ tención de la política. Para reforzar este punto, los nuevos líderes democráticos in­ tentaron cambiar la formación militar y sus sistemas de educación. Papandreu empezó a reorganizar los programas en la academias militares en torno del énfasis del profesionalismo y la advertencia del peligro del totalitarismo. Alfonsín promovió cambios en las doctrinas enseñadas en Argentina en las academias militares, e introdujo en ellas cursos impartidos por civiles sobre el rol de las fuerzas armadas en la democracia. El gobierno de Aquino creó un nuevo centro de formación nacional para fortalecer el profesionalismo y combatir las intrigas en el ejército filipino. Gon­ zález promovió la educación de los oficiales españoles, en un es­ fuerzo por elevarlos a los niveles profesionales de sus aliados en el Tratado del Atlántico Norte (OTAN). En España, Grecia y otros lugares, los líderes democráticos alentaron el retiro de los viejos oficiales, aceleraron la promoción de los más jóvenes y más orien­ tados profesionalmente y consideraron la aptitud más que la edad como un criterio de promoción. (2) Misiones. Para despolitizar al ejército, era necesario orien­ tarlo al desempeño de misiones puramente militares. En muchos países, las fuerzas armadas han cambiado a funciones mixtas no relacionadas con la seguridad militar. Casi sin excepciones, los nuevos gobiernos democráticos intentaron eliminar las funciones no militares y de seguridad interna en sus fuerzas armadas y di­ rigir su atención a la misión de defender la seguridad externa del país. En Argentina, Alfonsín intentó traspasar el control de Fabri­ caciones Militares, una enorme industria muy compleja, a manos civiles: era la fábrica con más amos del país, que trabajaba con líneas de aviación nacionales y fabricaba más bienes civiles que equipamientos militares. En 1990 su sucesor, Carlos Menem, re­ dactó un plan de venta de las acciones militares de ocho compa­ ñía*., que incluían fábricas de hierro y acero, un astillero y varias lompañía*. petroquímica*. En Grecia, el gobierno eliminó el con­ trol militar de una «--.i.»- ióii de nidio y un banco. Intentos compaiabh en llraml - viei ......ú>n|iu ull/ >í«** pin la continuación de la l i l i l í " ii- la d e lo*, m l l l l . i l « . l i a . la . 1« ...........

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La torcera ola

Obviamente, la reorientación de los militares resultó más fácil ile concretar cuando hubo posibles amenazas a la seguridad ex­ terna. La rapidez, con que los militares turcos cedieron el poder después de sus intervenciones de 1960,1971 y 1980 estuvo, hasta cierto punto, relacionada con las amenazas de la Unión Soviética. Después de entregar el poder en 1974, los militares griegos pu­ dieron estar completamente ocupados, no sólo con sus responsa­ bilidades de la OTAN sino, lo que fue mucho más importante, m u la amenaza planteada por sus aliados en la OTAN, los tur­ cos. Tanto Karamanlis como Papandreu adoptaron posturas muy nacionalistas pensadas para conseguir el apoyo de los militares. Marcaron el papel independiente de Grecia en la OTAN, e intcni.iion reducir tanto la identificación de sus militares con ella como la dependencia de Estados Unidos. Papandreu puso gran énfasis . a |,i amenaza turca y la consiguiente necesidad de que los mi­ litares griegos ampliaran su eficacia profesional. Sus políticas es­ lío leron destinadas a "crear un clima que forzaría a los militares a preocuparse por los asuntos relacionados con la preparación militar, en prevención de una posible guerra con el eterno 'ene­ migo’ del Este”. La OTAN fue el equivalente práctico, para los militares espa iv :• s, de Turauía para los militares griegos. Fue el objetivo de m u misión referida a seguridad externa, y de una amplia ronda .le nuevas exigencias y actividades para las fuerzas armadas • ; .molas, que estimularon la moral y el prestigio militares. Como •chaló un analista de Defensa en Madrid, la OTAN "sirvió como i. i.ip a laboral para las fuerzas armadas. Durante las décadas franquistas, habían sido condenadas al ostracismo por los países . tvillatndos. Fntoces, súbitamente, se les permitió ocupar puestos importantes junto a los otros países de la OTAN, los invitaron a .(impartir sus maniobras, les dieron nuevas armas para que se . lili, liaran Fueron respetables".4- Evidentemente los militares fi­ lipino., peruanos y salvadoreños habían tenido una insurrección ñu. nía más importante que pacificar, aunque la experiencia nos Migimv que las frustraciones y el carácter aplastantemente polí• *>do la guerra de contrainsurrecdón generaron en los oficiales ideologías políticas e incentivos para desempeñar papeles polítiCON« (unto con la reorienlación de sus ejércitos hacia las amena/ i . de •egurldad externa, los nuevos gobiernos democráticos mi. ni.non hln. timar a las fuerzas armadas de m odo que deI. mli. mu a la n i. huí en vez de derrocar a sus gobierno;. Alfon'.iii di .hizo I’innei Cuerpo de Ejército ubicado *n Buenos 'Sil. ■ \ lliinallrli'i Nll'i Iimilnde* a olí,e. lia r . dlr.pen e por el

¿Durante cuá "lo t-oirío?

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país. F.l ministro de Defensa de Felipe González, Marcís Serr.i, redujo de nueve a seis el número de regiones militares en Kspaña, estableció una cantidad de brigadas móviles y trasladó las unidades militares fuera de las ciudades importantes. Una intensa resistencia por parte de los cuerpos de oficiales lo forzó a posponer la total realización de estos planos. A fines de 1987, el gobierno de Aquino trasladó muchas divisiones y brigadas fuera de las ciudades y las envió al campo, para combatir con mayor efectividad la insurrección comunista. Sin embargo, en Portugal, diez años después de la revolución, el ejército no te­ nía ninguna misión significativa de seguridad nacional y toda­ vía estaba relegado principalmente a "bases fuera de Lisboa y de las principales ciudades". Los gobiernos democráticos, ya lo hemos dicho, no son nece­ sariamente más pacíficos que los autoritarios. Sin embargo, las democracias casi nunca luchan con otras democracias, y los nue­ vos gobiernos democráticos a menudo intentaron resolver pro­ blemas internacionales muy antiguos. Bajo los gobiernos de Alfonsfn y Menem, las relaciones argentinas con Gran Bretaña y Chile mejoraron. Con el advenimiento de la democracia en España, Gibraitar no fue tan problemática en las relaciones angloespañolas. Sin embargo, a medida que los gobiernos democráti­ cos resuelvan problemas internacionales pueden privar a sus fuerzas armadas de las misiones externas que reducirían la pro­ babilidad de que intervinieran en la política interno. Desde la perspectiva del control civil, puede considerarse afortunado aquel país que tiene un enemiga tradicional. (3) Liderazgo y organización. Los gobiernos democráticos inicia­ les y su sucesores generalmente reemplazaron la cúpula de las fuerzas armadas. Esto tuvo mayor importancia donde había mili­ tares débiles y politizados, porque era esencial que los nuevos líderes democráticos pudieran confiar en la lealtad de la cúpula militar. Fue menos necesario donde la cúpula militar entrego vo­ luntariamente el poder, porque presumiblemente tendrían un puesto en el régimen democrático siguiente. Sin embargo, los líde­ res democráticos, en ambas situaciones, normalmente actuaron con rapidez para cambiar a los líderes militares por otros en cuya lealt.ui pudieran confiar. Esto ocurrió en Grecia, España, Portugal, Argentina, Filipina ., Paqui-dán, Turquía y Polonia. En Argentina, i.in embaígo. Alt n un i.nnl i. ii i tuyo, presionado por los milita­ ra , lis lu por \ oías inii'iiten.»• , •*lj«i-.i.f para que reemplazara alguna'. «le i.u . pioplu i »1* i '.na- Imu'. pul > ........ ialru má-. Ui epInllll p.ua Im • ....................... »

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¿Durante cuánto si-Mintf |

están más cerca de perder su gusto por la democracia que «u >iu«4n por intervenir en |>olítica. (2) Castigue severamente a los jefes de las intentonas goipisl.v.. mitra el nuevo gobierno, para desanimar a los posibles conspiradores. (3) Clarifique y consolide la cadena de mando en las fuerzas ai ntadas. Termine con ambigüedades o anormalidades, haga saber ■11 ramente que la cabeza civil del gobierno es el jefe del ejército. (4) Haga abducciones importantes en las dimensiones de las fuer­ zas armadas. Cualquier ejército que haya ejercido funciones guberna­ mentales será demasiado grande y. muy probablemente, tendrá de­ f masiados oficiales. (5) Los oficiales del ejército piensan que están mal pagados, mal alojados y mal equipados, y probablemente tengan razón. Use el di­ nero obtenido de la reducción de las dimensiones del ejército para aumentar los salarios, pensiones y jubilaciones, y para mejorar lúa condiciones de vida. Saldrá ganando. (6) Reoriente a las fuerzas militares en sus misiones. Usted puede tener interés en desear resolver conflictos con otros países. Sin embaí go. '.a ausencia de una amenaza externa puede permitir que Sus mi litares carezcan de misiones militares legítimas, y realzar su inclina clón a pensar en política. Se gana en equilibrio al anular anu na/m extranjeras, pero a costa del precio potencial de tener inestabilidad interna. (7) Para volver a centrar a los militares en sus propósito-. iu.li Monales, reduzca drásticamente el número de tropas estacionada..... su capital o alrededor de ella. Trasládelas n las frontera-, o a i-lma lugares relativamente distantes y despoblados. (X) Déles juguetes, Esto quiere decir proporcionarles niu vo* y divertidos tanques, aviones, autos blindados, artillería y equipo» rh ■ Irónicos sofisticados (los barcos no tienen tanta importancia: no mi ven para hacer golpes de estado). El nuevo equipamiento lo» hará Iolives, y los tendrá ocupados mientras intentan aprender cómo u u lo. jugando bien sus cartas, y dando una buena impresión en VW hmgton, usted también podrá sacar mucho del presupuesto imite •imcricano. Entonces ganará la ventaja adicional do que podrá a. li fn i qu- milllai

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La torcera ola

Si usted sigue estas diez reglas, no solo podrá prevenir los golpes de estado sino que también podrá derrotarlos. Al menos hasta fines de 1990, Suárez y González, Karamanlis y Papandreu, García y Fujimori, Alíonsín y Menem, Collor, Ozal y Aquino si­ guieron en líneas generales estas reglas, y permanecieron en sus cargos. En sus sociedades, esto tiene mucho mérito. PROBLEMAS CONTEXTUALES, DESILUSIONES Y NOSTALGIA AUTORITARIA

Si los nuevos regímenes democráticos quieren consolidarse, tendrán que buscar modos de afrontar ciertos problemas de la transición, como terminar con el cuerpo legislativo del autoritarismo y establecer un control efectivo sobre los militares. Ix>s desafíos más importantes proceden de los problemas contextúales endémi­ cos en cada país en particular. En algunos países, éstos no son ni numerosos ni graves; en otros, son ambas cosas a la vez. Una lista muy sucinta de los problemas contextúales más importantes que han afrontado las democracias de la tercera ola en los años setenta y ochenta, y de los países en los que esos problemas fueron más serios, podría ser la siguiente: (1) Insurrecciones importantes: El Salvador, Guatemala, Perú, Fi­ lipinas. (2) Conflictos étnicos o sociales (sin incluir las insurrecciones): India, Nigeria, Paquistán, Rumania, Turquía. (3) Extrema pobreza (bajo ingreso per Cápita); Poli vía, El Salva­ dor, Guatemala, Honduras, India, Mongolia, Nigeria, Paquistán, Fili­ pinas, Sudán. (4) Desigualdades socioeconómicas importantes: Brasil, El Salva­ dor, Guatemala, Honduras, India, Paquistán, Perú, Filipinas. (5) Inflación crónica: Argentina, Bulivia, Brasil, Nicaragua, Perú. (6) Deuda externa importante: Argentina, Brasil, Hungría, Nige­ ria, Perú, Filipinas, Polonia, Uruguay. (7) Terrorismo sin insurrección: España, Turquía. (8) Excesiva participación del estado en la economía: Argentina, Brasil, Bulgaria, Checoslovaquia, Alemania oriental, Hungría, India, Mongolia, Nicaragua, Peni, Filipinas, Polonia, Rumania, España, Turquía.

Los ocho problemas enunciados más arriba constituyen una lista razonable de los problemas contextúales más Importante-, a los que se enfrentan las nuevas democracias de la tero-i.i ola I ,e opiniones sobre los países donde esto • problema-...... ........ * i> >ul

¿Durante cuánto i < tpo? V.'«

tan superficiales y dependen el momento; aunque no tengan una validez absoluta, sugieren que estos veintinueve países de l.i tet cera ola podrían estar agrupados en tres categorías, en reLnlón con el numero de problemas contextúales serios que afrontan (1) C uatro o más problemas contextúales im portante -.: Ura-al. In

din, Filipinas, Perú. (2) Dos o tres problemas contextúales importantes Argentina. Dolivia, El Salvador, España, Guatemala, Honduras, Hungría, Mm» golia, Nicaragua, Nigeria, Pnquistán, Polonia, Rumania, Sudán, Im qufa. (3) Menos de dos problemas contextúales importantes: Alrimim . oriental, Bulgaria, Corea, Cldle, Checoslovaquia, Ecuador, Gris i.i, o to d p «*sti> se volvió el le m a rie l illa A liu 'IU ld i), le ■lir ii íes de la. me 1 i .

¿Duianto cuánto tienpot

't

democracias fueron considerados arrogantes, incompetentes o co* rruptos, o estas tres cualidades combinadas. Una respuesta a la democracia que estuvo relacionada con lodo «•»lo fue "la nostalgia del autoritarismo". Esto no alcanzó un nivel significativo en los países donde los regímenes autoritarios habían sido extremadamente duros, incompetentes o corruptos, o donde no habían querido abandonar el poder. Esta sensación prevaleció donde la dictadura había sido moderada, donde había tenido al gún éxito económico y donde los regímenes fueron, más o mono* voluntariamente, transformados en democracias por sus dirigen le-.. En aquellos países, ios recuerdos de la represión se extinguió ron y fueron reemplazados en cierta medida por imágenc •!• orden, prosperidad y crecimiento económico durante el periodo autoritario. En España, por ejemplo, los logros del gobierno de I i.mco en términos de satisfacción general, nivel de vida, ley y oí den e igualdad social crecieron entre 1978 y 1984: "Los recuerdos de Tranco se han vuelto de color de rosa, la crueldad del dictndoi «• ha desvanecido en el pasado". Esta sensación de que "con la di'.tancia lo veo más amable" también apareció en Brasil. En 1980, el buen recuerdo del gobierno del general C.eisel estaba "en plena riMiperación. Hoy su gobierno se recuerda con simpatía como una época en que la inflación anual era mucho más baja del UNI "■>, no era de cuatro dígitos, y se podía caminar con confianza poi la* . d le. de Río de Janeiro por la noche". En 1978, cuando f-e reallM ion encuestas sobre qué gobierno dirigió a Portugal mejor íu< mu lie veces más los portugueses que eligieron la dictadura de « aelnnoque los que optaron por el régimen democrático de Man. • '•nares. En 1978, siete años después del comienzo de lo drino. i.....i • ii Peni, los residentes en Lima eligieron al general Juan YYI.i«n du lador militar de Perú desde 1968 hasta 1975, como el n.• i u pn Ideóte dol país desde 1950. Hada 1990, la reputación lanío di I uneral Zia como del general Ayub Khan estaban en numento i n 'aqulstán.u I a imposibilidad de solucionar los problemas y la de-llu . o popular fueron características constantes de las nuevas denv>ofíere quedarse en casa frente al televisor."** Fn general, los grtl pos fanatizados y extremistas influyentes tendieron a quedar marginados de la política en las nuevas democracias de los ai\.H .«•tenía y ochenta. I I predominio de las prácticas políticas democráticas «o l.m democracias de la tercera ola refleja la ausencia de alten it|\.i autoritarias. Las juntas militares, los dictadores personah sl.it \ I«'1, partidos marxistas-leninistas lo intentaron y fracasaron, l'n «onsecuencia, la democracia era la única alternativa. Por supi l*i, la pregunta crucial era si esta situación se mantendría o ni lia nuevos movimientos acabarían promoviendo nuevas forma* di •nitoritarismo. I£1 grado en el que estos movimientos se matwlál li/.irían y obtendrían un apoyo significativo dependía, ¡■••guia ii nle, de la amplitud en que lá conducta democrática, incluyemlÜK recambios electorales, había llegado a estar institucum alítaH S;n embargo, por añadidura existía la posibilidad de qui ion el paso del tiempo, llegaran a agotarse las alternativa-, di •«t ••• •lei sistema democrático. ¿Cuántas veces la ciudadanía di iá reemplazar a un partido o una coalición por otro., . m» «speranza de que alguno de ellos resuelva los problema-» n que • i enfrenta el país? ¿Cuán a menudo los votante - quefl elegir líderes carismàtico» y populistas venidos desde ato «le I. política, creyendo que poorían hacer milagro» »oclalet «'« onómico»? I o d e te rm in ad o m om ento 1.« « liu ln d an ia pm ln s e n i l i 'e > llm .ion ad a no -uilo a i ausa d e lo (u t. .e.o i de lo'i. gobti-i lio mu i itili o i, olio I im lo rn «le le . p i ...............dem o. i Alleno IV I

242

La torcera ola

desear cambiar sus respuestas antioficialistas y antisociales por respuestas antisistema. Si las opciones democráticas dieran la impresión de agotamiento, algún líder político ambicioso ten­ dría poderosos incentivos para producir nuevas alternativas au­ toritarias. CONDICIONES QUE FAVORECEN l.A CONSOLIDACION DE NUEVAS DEMOCRACIAS

¿Cuáles son las condiciones »pie favorecen la consolidación de las instituciones políticas democráticas y de una cultura política democrática en los países de la tercera ola? En 1990, la tercera ola tenía solamente quince años, y era imposible extraer conclusiones con carácter definitivo. Sin embargo, había dos conjuntos de prue­ bas de considerable relevancia. Primero, de la experiencia de la consolidación de la primera y la segunda ola de democracias se podía extraer una lección para la tercera ola. Segundo, como ya hemos señalado, los factores que favorecen la instauración de los regímenes democráticos no necesariamente promueven su conso­ lidación. Por añadidura, sería posible llegar a la conclusión de que algunos procesos serán más eficaces para sostener la democracia que otros. Sería absurdo intentar predecir en qué países se va a consolidar la democracia y en cuáles no, y aquí no vamos a inten­ tar de ninguna maiwra realizar esa predicción. Sin embargo, pue­ de sor útil, a título meramente especulativo, el intento de identi­ ficar variables que han podido afectar la consolidación democrá­ tica y de averiguar en qué medida estaban presentes o ausentes en cada país de la tercera ola. El éxito de la consolidación podría verse influido por varios factores. Primero, como ya hemos observado, en el siglo XX muy pocos países crearon sistemas democráticos estables en su primer in­ tento. NJo parece aventurado deducir que una experiencia demo­ crática previa es aconsejable para el logro de la estabilidad democrática. Si ampliamos esta suposición, es razonable construir la hipótesis según la cual una experiencia más larga y más reciente con la democracia es más propicia para la consolidación democrá­ tica que una más corta y más lejana. Como indica el cuadro 5.1, cinco países —Uruguay, Filipinas, India, Chile y Turquía— tuvieron veinte o más años de experiencia democrática tras la Segunda Guerra Mundial antes de la tercera ola de democratización, aun que para Turquía se interrumpió a causa de breves intervenciones militares en l'*t>0 y 1971 En «•! otro extremo, duv países no luvieiiiii | i .......... . i Hi' a .1. ¡a la ' ................ Miiii

¿Liu'anta cuánto 1" >«ttf

BM

di.il, y seis —l'l Salvador, Nicaragua, Rumania, Bulgaria, lia v Sudán— no tuvieron ninguna experiencia democrát de la tercera ola. Cuadro 5.7 Países de la tercera ola Experiencia (tosterbr a la Segunda Guerra M undial Años de democracia posteriores a la Segunda Guerra Mundial v anteriores a ¡a tercera ola

9

Pafse*

20 i» inác

Uruguay*, Filipina», India, Turquía, Chile*.

10-10

Grecia*. Ecuador, Peni, Bolivia Corea, Paqulslán, Brasil.

1-9

Argentina*, Hondura«, Guatemala, Hungría*, Checoslovaquia*, Granada. Nigeria.

Menos de 1

Esparta*. Portugal*. El Salvador, Polonia*, Alemania oriental*, Rumania Bulgaria, Nicaragua, Sudán, Mongol ia.

M’aLscs con alguna experiencia democrática ante* ile l.i Segunda Guerra

Mundial.

Segundo, como ya hemos destacado en el capítulo 2, exule bastante relación entre el nivel de desarrollo económico y la exislencln de regím en es dem ocráticos. Una econom ía más Industrializada y moderna, una sociedad más compleja y un pueblo más educado son más propicios a la instauración de n gímenos democráticos Podemos conjeturar que en ellos seiá mS» probable l.i consolidación de la democracia que en la« mh ie.l ules no indtislri.lli/adas Si el l’NII per rápita (corno el de I‘*h7) «e tom.' to m o u n indi o Importante del d. larrollo n miuuiiIi o, 1«••• j’atses do la ten ora ola entran dentro de categorías relativamente bien illfen tu l.id n (v»'a««> el i liad lo *• 2). I -.pana (con un PNII peí

2«44

La tercero ola

cápita de 6010 S), Alemania oriental, y probablemente Hungría, Checoslovaquia y Bulgaria, estaban en el grupo a la cabeza, se­ guidos por ¿recia (PNB per cápita de 4020 $). Otros países estu­ vieron por encima de los 2000 $, incluyendo Portugal, Uruguay, Corea, Brasil y probablemente los tres países restantes de Europa oriental. En la base estaban los cuatro países de la tercera ola con un PNB per cápita inferior a 500 $. A fines de 1990, dos de estos países (Nigeria y Sudán) retrocedieron a gobiernos militares, y en el tercero, Paquistán, el gobierno elegido democráticamente había sido derrocado de forma sumaria por funcionarios de la cúpula del estado, según ciertos rumores con el beneplácito del ejército. En 1990, en consecuencia, la India seguía siendo el único país muy pobre de la tercera ola donde la democracia no había sido dañada. Cuadro 5.2 Niveles de iksnrrolh económico de los ¡\ihes de la tercera ola PNB per cápita

en 1987 (en diMarcs)

Países

5000 y más

Espada, Alemania oriental, C hro«lovjiiuia Hungría, Bulgaria

21X0-4999

Grecia, Portugal, Argentina, Uruguay, Brasil, Polonia, Rumania, Corea

1C00-1999

Perú, Ecuador, turtjuia, Granada, Chile

5¡>teñoay Unto como r l de I .lad.>. Unido*, que lian intervenido para deriol.n golfín V ntr.i . «me ■ la dcmuci*. m I I aiui-ma caribeño internacional ha dado f i i -n«la.! a la "d,na n i . ■ « I n lo * pueden ■ etvn nu ot de apny o « la

248 La torcera ola

dación, Jas transformaciones seguirían en orden y los reemplazos e intervenciones proporcionarían el menor apoyo a la consolida­ ción (ver cuadro 3.1). También podría aventurarse la hipótesis de que cualquiera que sea la naturaleza del proceso, cuanto menos violencia naya más favorables serán las condiciones para la conso­ lidación democrática. Si ampliamos este punto, vemos que la vio­ lencia ha creado problemas para la consolidación democrática en l£l Salvador, Guatemala, Nicaragua, Granada, Panamá, Rumania y Suda frica. Sexto, al principio se opinó que la consolidación ile las demo­ cracias no era simplemente un resultado del número y la seriedad do los problemas contextúales a los que ellas se enfrentaron. En cambio, el aspecto básico residía en cómo las élites políticas y la ciudadanía respondieron a aquellos problemas, y en la incapaci­ dad de los nuevos gobiernos democráticos para’ resolverlos. Sin embargo, esto no significa decir que los problemas que afrontaban las nuevas democracias fueran totalmente irrelevantes en relación con su consolidación. El número y la naturaleza de los problemas contextúales serios podrían ser una variable ¡unto con otros que afectarían a la consolidación democrática (véanse las páginas 22831). Otros factores, añadidos a estos seis, afectan de forma indiscu­ tible el éxito o el fracaso de la consolidación. Sin embargo, no siempre es fácil calcular la extensión y la dirección de estas in­ fluencias. Podríamos suponer, por ejemplo, que la naturaleza y el éxito del régimen autoritario podrían afectar las perspectivas de consolidación de su sucesor democrático. La perspectiva de la consolidación democrática, ¿se verá afectada según el régimen au­ toritario haya siilo un gobierno militar, un sistema de partido único, una dictadura presidendalista o una oligarquía racial? Tenemos la posibilidad de aventurar distintos y conflictivos argumentos e hipótesis, incluyendo aquel de que la naturaleza del sistema auto­ ritario predecesor no tiene ninguna implicación significativa para la consolidación de su sucesor democrático. De numera semejante, nos preguntamos si la consolidación democrática tiene mayores posibilidades en lo que podría catalogarse como regímenes autor¡tarios de éxito relativo (por ejemplo España, Brasil, Taiwan, Corea, Chile), o en aquellos relativamente fracasados (por ejemplo Ar­ gentina, Filipinas, Portugal, Bolivia, Rumania). Obviamente, esta distinción está relacionada con las diferencias en los procesos de transición, pero también podría ser una variable independiente por sí misma. Pero, ¿en qué dirección? Podría nrgume liarse que las reacciones de elites y ciudadano- ante I«-- li.» a ... m a n l l i . >. de I - regímenes auloi llano', pini lian tei un • Iti* i , . | Ulva , n |,<

¿Durante cuánto tiempo? 249

consolidación de la democracia. También podría argumentarse que las naciones pueden diferir en su capacidad política, y que el pueblo que logra un éxito del autoritarismo (por ejemplo, los españoles) hará lo mismo con la democracia, mientras que un pueblo que es incapaz de crear un sistema autoritario con éxito (por ejemplo, los argentinos) tampoco lo tendrá en consolidar un sistema democrá­ tico. Li consolidación democrática también podría verse afectada por la naturaleza de las instituciones democráticas establecidas. Se ha argumentado con bastante lógica que, por ejemplo, el sistema parlamentario tiene más capacidad que el presidendalista para contribuir al éxito de las nuevas democracias, porque reduce el extremismo de la política, requiere usualmente una coalición de partidos para formar un gobierno y proporciona una oportunidad para conseguir el equilibrio entre un jefe de estado y un jefe de gobierno.“ Estos argumentos son sugestivos, y varios latinoame­ ricanos, incluido Raúl Alfonsín, han manifestado las ventajas del régimen parlamentario. Sin embargo, todavía no hay una eviden­ cia concreta de que los regímenes parlamentarios contribuyan a la consolidación democrática. Una situación similar sucede con res­ pecto a la naturaleza de los sistemas partidistas en las nuevas democracias. ¿Es mejor para la democracia que existan muchos partidos que representen intereses económicos, sociales, regiona­ les, comunales o ideológicos particulares? ¿O es mejor que haya dos partidos amplios, cada uno de los cuales proporcione una alternativa de gobierno posible y responsable a los otros, y cuya dirección pudiera cooperar más fácilmente en afrontar las crisis económicas, las mafias de la droga y las amenazas de rebelión? De nuevo nos faltan evidencias para pronunciarnos sobre un modelo. Si los factores que acabamos de plantear son relevantes para la consolidación de las nuevas democracias, y si hacemos una dudo­ sa asunción de que tienen la misma importancia, podemos obtener una amplia suposición respecto de hasta dónde las condiciones son más o menos favorables para la consolidación democrática. I.os conclusiones no son sorprendentes. En general, las condicio­ nes para la consolidación eran más favorables en los países del sur de Europa, Alemania oriental, Uruguay y Turquía. Para un gran grupo do países, las condiciones fueron menos favorables, pero todavía de caí i/, positivo; Checoslovaquia, Chile, Ecuador, Bohvin, Perú, lloiultir.i!» Argentina. Brasil, Eiliplnas, India, Polonia y Hungría Comí.. u»m . im n < lavor.ib k 1. a la consolidación fueron las que almntanm tm ( ¿iMlnmild (.lanuda, NlgeiuV, I I Salvador, PaquisUn, NI..... .. \ , I «nalm. nli-. Sudan y

250 La torcera ola

Rumania parecen hacer sido especialmente incapaces de reunir las condiciones que podrían favorecer a la democracia. Son muchos los factores que podrían tener influencia en la consolidación de la democracia en los países de la tercera ola, y su importancia relativa no está del lodo clara. Sin embargo, parece muy probable que el hecho de que la democracia se tambalee o se mantenga dependerá principalmente de hasta qué punto los líderes políticos quieran mantenerla, y estén dispuestos a pagar los costos de esta actitud en vez de dar prioridad a otros objetivos.

Capítulo 6 ¿HACIA DONDE?

La democratización de casi treinta países entre 1974 y 1990 y la liberalización de algunos otros llamaron la atención sobre una cuestión básica. ¿Esa democratización era parte de una "revolu­ ción democrática mundial” continua y en permanente expansión, que finalmente podría llegar a abarcar a todos los países del mundo, 0 se trataba de una expansión limitada de la democracia, que en la mayoría de los casos se reinstalaba en países que va la habían experimentado en el pasado? Si la tercera ola se detuviese, ¿sobre­ vendría una torcera contraola que eliminara muchas de las demo­ cracias conquistadas en los años setenta y ochenta? ¿Volvería la situación a los tiempos previos a la democratización, cuando sólo una quinta parte o menos de los países independientes del mundo tenían gobiernos democráticos? La ciencia social no puede dar respuestas fiables a estas pre­ guntas, como tampoco lo puede hacer ningún científico social. Quizá sea posible, sin embargo, identificar algunos de los factores que afectarán la futura expansión o retroceso de la democracia en el mundo, y formular las preguntas que sean más relevantes para el futuro cíe la democratización. Los factores clave incluyen (1) hasta qué punto los fmiorcfl desencadenantes de la tercera ola p in dén seguir opei'.m dn, ganar luer/a •, debilitarse o ser reforza­ dos o re e m p la/ idos |>m mn va

ln. i .m » p ro d r iin vi,U n as, (2) las

1 n i u n tan« la . qu> pu< d e n p n o o . a i tilia «o t ilin 'la a g m ln a Uva, y las Im illa s que i'M i p u e d e > «m il• v ( t) lu . . 4 . .la ti los y las o|N il

252 La tercera ola

tunidades para la democratización que pueden existir en los paí­ ses que hasta 1990 no se han democratizado. Las siguientes pági­ nas son un intento de analizar estos factores; las frases finales en las discusiones sobre cada punto casi siempre van entre signos de interrogación. Cansas de la tercera ola: ¿continuarán, se debilitarán, cambiarán?

¿Continuará la tendencia a la democratización de los setenta y ochenta durante los noventa? En el capítulo 2, hemos visto cinco causas desencadenantes de carácter general. Dos de ellas —el pro­ blema de la legitimación de los regímenes autoritarios y el desa­ rrollo económico— serán tratadas posteriormente, en conexión con los obstáculos potenciales para la democratización. Esta sección pone especial atención en los otros tres factores, a los que se asig­ na un papel preponderante en la tercera ola. Uno ha sido la expansión del cristianismo y, más específica­ mente, los grandes cambios en la doctrina y en el compromiso social y político que la Iglesia Católica ha experimentado en los años sesenta y setenta. La expansión del cristianismo ha tenido su mayor impacto en Corea. ¿Hay otras áreas donde esta expansión esté ocurriendo y donde, en consecuencia, haya más posibilidades de democratización? El lugar más obvio es Africa. El número de cristianos en Africa en 1985 fue estimado en 236 millones, y para el año 20C(1 se calcula que habrá 400 millones. En 1990, la región del Sabara, en Africa, era el único lugar en el mundo donde im­ portantes cantidades de católicos y protestantes vivían bajo un régimen autoritario en un gran número dé países. En 1989 y 1990, los líderes cristianos se opusieron activamente a la represión en Kenia y otros países africanos.1 Mientras se multiplique el número de cristianos, es muy posible que la actividad c e ios líderes eclesiásticos en defensa de la democracia no disminuya, y que su poder político aumente. En 1989, un informe hablaba de la expan­ sión del cristianismo en China, sobre todo entre los jóvenes, aun­ que las cifras aún no eran importantes. En Singapur, en 1989, qui­ zás un 5 % de la población fuese cristiana, pero el gobierno estaba cada vez más preocupado por la expansión del cristianismo, y se vio envuelto en discusiones sobre sus medidas represivas con el arzobispo católico de Singapur, y el secretario ejecutivo de la Co­ misión de Paz y Justicia de la A rch idiócesis Católica.2 El aparente final de la prohibición y persecución de la religión en la Unión Soviética puede llevar a una proliferación de cn yonti . y octivlda

¿Hacia dóndo?

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des religiosas, con consecuencias para el futuro de la demorr.n 11 en ese país. Hacia 1990, el ímpetu católico por la democratización se hnbi.i agotado en gran medida. La mayoría de los países católicos so habían democratizado o, como en el caso de México, liberalizad«' La habilidad del catolicismo para promover la expansión de la democracia, sin expandirse él mismo, estaba limitada a Paraguay. Cuba y Haití, y unos pocos países africanos como Scncgal y la Costa de Marfil. Además, ¿hasta qué punto la Iglesia Católica continuaría siendo la potente fuerza democratizadme que había sido en los años setenta? £1 papa Juan Pablo H promovía sin va­ cilaciones el conservadurismo. ¿I-as actitudes del Vaticano sobie el control de la natalidad, el aborto, las mujeres sacerdotes y ohns teínas eran coherentes con la promoción de la democracia en uiu sociedad y una forma de gobierno tolerantes? El rol de otros agentes externos de democratización también parece estar cambiando. En abril de 1987, Turquía solicitó su in corporación como miembro de pleno derecho a la Comunidad Europea Un incentivo para hacerlo era el deseo do lm ll.lm . turcos de reforzar las tendencias democráticas y muden i/a-lmaV contener y aislar a las fuerzas fundaméntatelas islámica' 11 o tro de la CE, sin embargo, la propuesta turca fue recibida «km | ...... entusiasmo y algo de hostilidad (por parte de Grecia), l n P' i i > liberación de Europa del Este hizo aparecer la posibilid.nl .!•' m corporal-a Hungría, Checoslovaquia y Polonia a la ( E. A sí,« .la M enfrentaba a dos cuestiones. Primero, ¿debía dar prioridad e h expansión del número de miembros o a la profundiz.inón de 11 comunidad existente, avanzando hacia una mayor unidad pollli. i V económica? Segundo, si la decisión era expandir el núnvro «l,miembros, ¿debían ser prioritarios los miembros de la A mu i." iún Europea de Libre Comercio, como Austria, Noruega y Sue. m . I««. países de Europa del Este o Turquía? Presumiblemente, la ( ’nmu ntdad sólo sería capaz de absorber un número limitado de par. . «n un período de tiempo determinado, Las respuestas a esas preguntas tendrían consecucn- iar. para la « .labilidad de la democracia en Turquía y en los países de Eunip • del Este. En Turquía, la falta de respuesta n su solicitud oslaba empezando a estimular una "revuelta islámica" en 1991) Dnilnt I« posición periférica de Turquía, su herencia musulmana, las inlei venciones militan -, anteriores y dudo.os nntecedenU . de denhps humanos, o «lem • ia. ia pii>hahleii.>nti- nc«« lilaila, e l .... la do la ( T, para « Ialuli/ai• e. i oiim habla ocurrido en EspaOii, Pol lilgal v Givi «a en lo» ,i(V». >1»ola No l..< ilil.u » • punto «le apero volvía m.u im ieilo el lulum «1« l.i «I........c ía m Turquía la«

254 La turcora ola

perspectivas del ingreso a la Comunidad también podrían refor­ zar a las nuevas democracias en Europa del Este y Central. En cambio, allí no había países con gobiernos autoritarios para los que estas perspectivas representasen un incentivo para la demo­ cratización. La retirada del poder soviético permitió la democratización en Europa oriental. Si la Unión Soviética cesase o redujese drástica­ mente su apoyo al régimen de Castro, podría darse un movimien­ to hacia la democracia en Cuba. En cambio parece que la Unión Soviética no estaba dispuesta a hacer mucho más para promover la democracia fuera de sus fronteras. La clave de la cuestión era ciué sucedería dentro de la propia Unión Soviética. Con la pérdida de control soviético, parecía factible que la democracia se instalase en los estados bálticos. También en otras repúblicas había movi­ mientos tendientes a la democracia. El más importante, por su­ puesto, era en Rusia misma. La inauguración y consolidación de la democracia en la República Rusa, si ocurriera, sería la conquista singular más importante para la democracia, desde los años inme­ diatamente posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Sin embar­ go, a fines de 1990, las fuerzas conservadoras so estaban reafir­ mando tanto en Rusia como en la Unión Soviética, enfatizando la necesidad de reimponer el orden y la disciplina, y alimentando la posibilidad de un golpe militar soviético. Durante los años setenta y ochenta, Estados Unidos fue un gran promotor de la democratización. El que siga jugando este rol depende de su voluntad, su capacidad y su influencia. Antes de mediados de los años setenta, la promoción de la democracia no había sido de máxima prioridad en la política exterior americana. Es posible que vuelva a perder importancia. El fin de la Guerra Fría y la competencia ideológica con la Unión Soviética pueden haber constituido una razón fundamental para apuntalar dictado­ res anticomunistas, pero también pueden reducir los incentivos para cualquier compromiso americano con el Tercer Mundo. Ha­ cia principios de los años ochenta, los diseñadores de la política norteamericana habían aprendido la lección de que las democra­ cias eran un baluarte más sólido contra el comunismo que los regímenes autoritarios de escaso sustento. Si se redujo la amenaza del comunismo, también lo hizo la necesidad de promover la de­ mocracia como la mejor alternativa a él. Por añadidura, tanto Cárter como Reagan se habían acercado en política exterior a un papel retórico y, en considerable medida, a un significativo y real papel en sus objetivos en política exterior. El presidente üush, en cam­ bio, parecía considerablemente más pragmático que nun.ili*.t.i en su difunto« comparado con su-, do* p r c ljn no En al ol de

¿Hacia dórxío?

2G5

1990, el secretario de estado James Baker declaró: "Junto a la con­ tención descansa la democracia. El tiempo de barrer a los viejos dictadores pasará rápido. El tiempo de edificar las nuevas domo* i radas ha llegado, lita es la razón por la que el presidente llush ha definido nuestra nueva misión como la de promover y conso* lidar la democracia". Pronto otros objetivos parecieron ser priori­ tarios. Esto fue más evidente en la política de la administración hacia China en 1989 y 1990. Después de la masacre de la Plaza I iananmen, el ex presidente Reagan declaró en elocuentes frases wilsonianas que "no se puedp aplastar una idea. N o se pueden enviar tanques contra la esperanza".4 El presidente Bush envió a ■u consejero en seguridad nacional n entrevistarse en secreto con los dirigentes chinos. Estados Unidos promoverá la democracia aunque no pueda ostenerla. Por otra parte, la posibilidad norteamericana de hacerlo parece a punto de verse restringida. A menudo se han exagerado ios rumores sobre la decadencia de Estados Unidos en los años ochenta. En realidad, sin embargo, el déficit comercial y presu­ puestario ha impuesto nuevos límites a los recursos que Estados Unidos ha podido usar para influir en los países extranjeros. Por añadidura, también se ha reducido mucho la futura capacidad de la Iglesia Católica para promover la democracia en los países a ii Inri taños, porque la mayor parte de los países católicos no dieron autoritarios durante mucho tiempo, y de esta manera la capacidad de Estados Unidos de promover la democracia tuvo en alguna medida ciertas facilidades porque había sido ejercida donde podía ••i lo más fácilmente. Eos países de Latinoamérica, el Caribe, Europa v Asia oriental, que fueron más susceptibles a la influencia norteunericana, tuvieron, con algunas excepciones, que volverse demo• latiros En 1990, el único país importante sobre el que Estados i 'nulo-, todavía podía ejercer una influencia significativa a favor »le li democratización era México. I o , países no democráticos de Africa, Oriente Medio y Asia Continental fueron menos susceptibles a la influencia norteamerii .ma En 1988, por ejemplo, los manifestantes a favor de la domo* . mi i.i en Birmania vitorearon a Estados Unidos por sus denuncias de I.i represión del gobierno. Se esperanzaron con que "Estados I ii .los podría intervenir", y hasta saltaron de alegría al enterarse «le que I.i armada norteamericana navegaba en aguas de Birmania.9 I n i u na imiMón. para apoyar a la democracia, la marina norte...... •ii. .ma había navegadopoi aguan»1«* la República Dominicana, llnli l'anainA v (¡rallada No '. - n a liu niu • l>iblo que algún día na*- • gala poi aguan luhrtW» raía •••* « misión lili maílla, Mn m i baigo. quedaba muy lejoa .le los míen . y el p dei muleameii

25G La tercera ola

cano. Allí Estados Unidos solamente llegó con protestas diplomá­ ticas y proporcionó ayuda económica. La capacidad de Estados Unidos para promover la democracia entre los africanos y los chinos también fue limitada. Fuera de América Central y el Caribe, el área más importante del Tercer Mundo en la que Estados Unidos sigue teniendo inte­ reses de vital importancia es el Golfo Pérsico. La guerra del Golfo y el envío de más de 500.000 soldados norteamericanos a aquella región estimularon las demandas a favor de la democracia en Kuwait y Arabia Saudita, y quitó legitimidad al gobierno de Saddam Hussein en Irak. El gran despliegue militar norteamerica­ no en el Golfo, si se mantuviera durante mucho tiempo, sería un poderoso empuje externo hacia la liberalización, aunque no fuera hacia la democratización, y este despliegue podría, con grandes probabilidades, mantenerse a través del tiempo sólo si se produ­ jera el acercamiento a la democracia. La importancia estadounidense en la democratización compren­ de no sólo el ejercicio directo y consciente del poder norteameri­ cano. En la década de 1980, los movimientos a favor de la demo­ cracia a través del mundo fueron inspirados y calcados del ejem­ plo norteamericano. En Rangún, los que apoyaban a la democracia llevaban la bandera norteamericana; en Johannesburgo volvieron a imprimir The Feítenüisi; en Praga cantaban "We Shell Overeóme"; en varsovia leían a Lincoln y citaban a Jefferson; en Pekín levan­ taron a la "Diosa de la Democracia"; en Moscú, John Sununu acon­ sejó a Mijail Gorbachov sobre cómo organizar una presidencia.4 El modelo democrático americano era invocado en parte porque re­ presentaba la libertad, pero también, hay que admitirlo, porque transmitía una imagen de fuerza y éxito. Como en la segunda ola l-íi identificación de Estados Unidos con I.» democracia fue tremendamente evidente en la manifestación de septiembre de 1988 en Rangún, contra el régimen m ilitan Medio millón de eufóricos birmanos desfilaren por las calles de Rangún, pasando ante las desiertas oficinas gubernamentales. Et centro de las manifestacio­ nes fue la embajada norteamericana, Cuando el embajador. Burlón le v ir», salió en su automóvil oficial, con banderines co deando en las ventanillas, la multitud aplau­ dió; como saben los birrnarxis, Estados Unidos había sido la primera nación ir» condenar las brutales matanzas baja Scin Lwln el pasado agosto. Todos los día . se hablaba fíente a la embajada. El tensa de los discutios era la dcnwvi.x i. y Estados Unidos se convirtió en el símbolo de todo lo que los birmanos querían y les faltaba. Algunos manifestantes llevaban la bandera norteamericana, y n i > il r momento un grupo de estudiantes llegó hasta la pueril delantera da la • ihIm i i.i y recitó la "Gettysbur Addrcvi", palabra por palabra, . n ingle. Slan Scsscr, "A Ki* h C o u n lr y C.ihv W nmg“, A' ■ o d n b ie •> I1' 1 i p.tg ftú-MI

¿Hado tíónrlo? 257

después de la Segunda Guerra Mundial, la gente quería imitar el modelo ganador. ¿Qué pasaría, sin embargo, si el modelo norteamericano no encamara por más tiempo la fuerza y el éxito, dejara de ser el modelo ganador? Hacia fines de los años ochenta muchos argu­ mentaron que la "decadencia americana" era la cruel realidad. e n le ol ei v o

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La tercera ola

tonces también se verán afectados otros países con sistemas de partido único y que profesan el socialismo". Tanzania ha podido aprender "una o dos lecciones" de Europa oriental. En Nepal, en abril de 1990, el gobierno anunció que el rey Birendra iba a le­ vantar la prohibición a los partidos políticos como resultado de "la situación internacional" y "las crecientes expectativas del pueblo". Sin embargo, en ausencia de condiciones favorables en el país afectado, el efecto "bola de nieve" sólo es una causa débil de de­ mocratización. La democratización de los países A y 13 no es una razón, en sí y por sí, para la democratización en el país C, a menos que las condiciones que la favorecen en los países A y 13 también existan en el país C. En los años ochenta, la legitimidad de la democracia como un sistema de gobierno llegó a ser aceptada en todo el mundo. Sin embargo, las condiciones económicas y socia­ les favorables a la existencia de la democracia no existían en todo el mundo. En un país determinado, la "revolución democrática mundial' pudo producir un contexto externo que condujera a la democratización, pero no pudo crear las condiciones internas ne­ cesarias para ésta. l-.n Europa oriental, el obstáculo más importante para la demo­ cratización ha sido el control soviético. Una vez derrocado, el movimiento en pro de la democracia se desarrolló fácilmente. Parece imposible que el único obstáculo importante para la demo­ cratización en Oriente Medio, Africa y Asia fuera la ausencia del ejemplo democrático de Europa oriental. No está claro por qué, si los gobiernos pudieron elegir el autoritarismo antes de diciembre de 1989, no pudieron también, si lo deseaban, elegirlo después de esa fecha. El efecto "bola de nieve" sería real sólo en la medida en que lo fuera en sus mentes, y los condujera a creer en la posibili­ dad de desear o sentir como necesaria la democratización. Sin duda, los acontecimientos de 1989 en Europa oriental animaron a los grupos democráticos de la oposición y asustaron a los líderes autoritarios. Sin embargo, según la debilidad previa de dichos grupos y la larga represión ejercida por los líderes autoritarios, cierto escepticismo parece garantizar en qué medida el impulso de la Europa oriental produciría en realidad un progreso significativo hacia la democracia en la mayoría de los países que aún conserva­ ban gobiernos autoritarios. Hacia 1990, muchas de las causas originales de la tercera ola estaban significativamente debilitadas o exhaustas. Ni l.i Casa Blanca, ni el Kremlin, ni el Vaticano, ni la Comunidad Euinp. ■ estaban en una posición fuerte para promovei la dinu» ».*. m im los países donde no existía: Asi.», Afil-.i v Oriente Medio *,m

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embargo, no era imposible que pudieran apareen nueva« que favorecieran la democratización. F.n 1985, ¿quién o. o -aba unco años después Mijail Gorbachov facilitaría la ucu»« taina ción en Europa? En 1990, tanto el FMI como el Banco Mundial pudieron ser mucho más exigentes al pedir la democrat)/...... .. política y la liberal i/ación económica como una condición ptevia .le su asistencia económica. Simultáneamente, Francia pudo llegar a jugar un papel más activo al promover la democracia en sus ex Colonias africanas, donde su influencia seguía siendo fundamen­ tal También la Iglesia Ortodoxa pudo aparecer como una poderoi.ji influencia a favor de la democracia en los Balcanes y en la t Inión Soviética. De la misma forma, una personalidad que apoya­ ba la democracia, en una versión china de la glasnosl, pudo llegar al poder en Pekín. De una manera concebible, un nuevo Nasser jelersoniano pudo desarrollar una versión democrática del panarabismo en Oriente Medio, y hasta japón pudo usar su cre. lente poder económico para promover los derechos humanos y la .1. mocrac ia en los países pobres a los que estaba dando subven. Iones y préstamos. En 1990, ninguna de estas posibilidades pare■ia cercana, pero después de los acontecimientos de 1989 habría ■i lo temerario desestimarlas. ,

limi tercero contraola?

En 19%, por lo menos dos democracias de la tercera ola ha­ bían retrocedido hacia gobiernos autoritarios. Como hemos visto • n 1 1 capítulo 5, los problemas de la consolidación han podido llev ar a retrocesos posteriores en países donde las condiciones para sostener a la democracia eran débiles. Sin embargo, la i .murra y segunda ola democrática fueron seguidas por contraolas {minu tantes, que sobrepasaron los problemas de la consolidación y ilut ante las cuales la mayoría de los cambios de régimen torna­ mi) el rumbo desde la democracia al autoritarismo. Si la tercera ola de democratización fue más despacio, o hizo un alto, ¿qué la. ton . podrían caracterizar esta tercera contraola? La experien­ cia Je la primera y la segunda contraolas podría ser relevante. I l a. et un e .ludio exhaustivo de estos cambios de régimen sobreI i i la perspectiva de este estudio. Sin embargo, las siguientes ..I. . iva. iones podrían ser válidas en relación con las dos prime­ ra'« or encima del desacuerdo y la competencia I o . valore ■prírx qul. . fueron el mantenimiento del orden y el ie»|X>(n por I,.. |er«iqui.t'.

¿H acia d órete?

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Se juzgó peligroso e ilegítimo el conflicto de ideas, grupos y par líelos políticos. Sobre todo, el confucianismo imbuyó a la sociedad y al estado, y no proporcionó legitimidad a las instituciones socin les autónomas para equilibrar al estado a nivel nacional l’n la ( bina tradicional, no hubo ninguna forma de concebir la separa nón entre lo sagrado y lo profano, lo espiritual y lo secular, lin la ( hiña coníudanista, la legitimidad política descansó en el Manda ¡o del Cielo, lo que definió la política en términos de moralidad No hubo bases legítimas para limitar el poder, porque el podrí V la moralidad eran idénticos." Fxisto una "contradicción en los términos si se piensa que el poder puede ser corrupto y al mismo tiempo se requiere un control y un equilibrio institucionales" ■'* l o la práctica, el confucianismo o las sociedades influidas poi I han sido poco receptivos a la democracia. En Asia oriental sólo i . países, Japón y Filipinas, tuvieron experiencia con gobierno* democráticos antes de 1990. Fn ambos casos, la democracia fue el producto de la presencia norteamericana. Filipinas, además, e un pah de mayoría católica, y el confucianismo está prácll. ámente .ni ente. Fn Japón, los valores confucianistas fueron reintftrpr» lados \ ue ímuljeron con la tradición cultural autóctona. China continental no ha tenido ninguna experiencia o m un , >Fiemo democrático, v la democracia en su variante......... . nial i »re. ¡ludo apoyo a lo íargo de los años sólo por parte de guipo i. i ad icales disidentes relativamente pequeños. Las cr nienti'« I. ino« i áticas críticas no rompieron con los elementos clave de I » "adición de Confucio." Los modernizadores de China lian "do lo* leninistas confucianistas, en una frase de Ludan Pye, de l«»i partidos Nacionalista y Comunista. A fines de los años ochenta ■liando el rápido crecimiento económico produjo en China nueva-. tt«nu mías de reformas políticas y democracia por parte de . ntu •Ii tuli intelectuales y grupos de la clase media urbana, la díte» II, i. comunista respondió por dos vías. Primero, se articuló una i».....i del “nuevo autoritarismo", basada sobre la experiencia de ilvc an, Singnpur y Corea, y justificado con el argumento ile que. • i un país en lá etapa de desarrollo económico de ( hiña, el '>ilat b ñu» era necesario para conseguir un crecimiento «s on«'. • equilíbrenlo y contener las distintas consecuencias del »rm i !.. económico Segundo, la dirección reprimió violentamente movimiento* democrático* de Pekín y otros lugares en el ve de l'WJ I M i Inn i, la econom ía reforzó lo* inguiiieiilou onuestu* .» I.i ]> i.iria I n Sm n.ipiu, taiw an y Coren un crecim iento •xon»'» • p ., 1.1« (it.ti . r i ó la h a - . -. .nani» a para la d e m i* MI la A ,|, lo» .mus !.. lienta I ». «’*•!.m pal-. •» la «< momia »I.....«MI

27 Q La tercera ola

la cultura en la creación de un desarrollo político. En 1990, Singapur era el único país de "ingresos elevados" no exportador de petróleo (como lo definió el Banco Mundial) que no tenía un sis­ tema político democrático, y su líder era un exponente claro de los valores confudanistas como opuestos a los de la democracia occi­ dental. Los americanos, argumentó Lee Kwan Yew, creen "que el multipartidismo, el desacuerdo, la discusión, el discurso vigoroso, el conflicto y su fin traen la luz". En realidad, sin embargo, "el libre mercado de las ideas, en lugar de producir armoniosas ilu­ minaciones, ha llevado, regularmente, a sublevaciones y derrama­ mientos de sangre". La competencia política no es "el camino que los japoneses, los chinos o las culturas de Asia deben seguir: lleva al descontento y a la confusión". El tener adversarios políticos es algo que esta especialmente fuera de lugar en una sociedad multirracial como Singapur, y Lee declaró que "en Singapur nadie tiene derecho a ser mi adversario". En los artos ochenta. Lee hizo de la enseñanza y la promulgación de los valores del confucinnismo una importante prioridad para su ciudad-estado.” También adop­ tó enérgicas medidas para limitar y reprimir el desacuerdo v para impedir la circulación de órganos periodísticos que criticaran al gobierno y su política. De esta manera, Singapur fue una anomalía confuciarüsta autoritaria entre los países ricos del mundo. ¿Que­ daría así después de que Leo, que había creado el estado, desapa­ reciera de la escena política? A fines de los años ochenta, tanto Taiwan como Corea avan­ zaron hacia la democracia. Históricamente, Taiwan había sido siem­ pre una parte periférica de China. Estuvo ocupada por los japone­ ses durante cincuenta artos, y sus habitantes se rebelaron contra la imposición del control chino en 1947. Fl gobierno nacionalista lle­ gó en 1949, humillado por su derrota a manos de los comunistas. Esta derrota impidió que “la mayoría de los líderes nacionalistas mantuvieran la postura de arrogancia asociada con las tradiciona­ les nociones confudanistas de autoridad”. El rápido desarrollo económico y social debilitó aun más la influencia del tradicional COnfucianismo. La aparición de una importante clase empresarial, compuesta inicialmente por nativos taiwaneses, creó de una ma­ nera muy poco confucianista una fuente de poder y de riqueza independiente del estado dominado inicialmente por los continen­ tales. Esto produjo en Taiwan "un cambio fundamental en la cul­ tura política china, lo que no había ocurrido en la misma China, Corea o Vietnam, y verdaderamente no había existido nunca en Japón".” En Taiwan, un desarrollo económico espectacular aplas tó de ese modo el logado confucianista relativamente débil, y a fines de los años ochenta Chlang »(iÍM«> ruta íietión por la nivciidail 1I1 1

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La teiccra ola

generaciones y regiones". Debemos terminar, dijo, "con las con­ frontaciones y divisiones sobre los intereses partidistas".1* A fines de los años ochenta, el desarrollo democrático de Taiwan parecía estar avanzando hacia un sistema electoral en el que el KMT po­ dría quedar como partido dominante, junto con el Partido Demó­ crata Progresista, formado en 1986, confinado al permanente rol de opositor. En Malasia, la coalición de los tres partidos represen­ tativos de las comunidades malaya, china e india, primero en el Partido de la Alianza y luego en el Frente Nacional controló de manera similar el poder en forma ininterrumpida contra todos sus competidores, desde los años cincuenta hasta los ochenta. A me­ diados de esta última década, el diputado y opositor Lee Kwan Yew respaldó un tipo similar de sistema de partido en Singapur. Pienso que un sistema estable es aquel donde hay un partido político principal que representa a una amplia muestra de la pobla­ ción. Entonces se pueden tener unos pocos partidos diferentes en la periferia, partidos dirigidos con mucha seriedad. Pueden tener pun­ tos de vista in,is amplios, pero de ninguna manera representar inte­ reses sectoriales. Y el principal vuelve todo el tiempo. Pienso que es bueno. Y no me importaría si termináramos en eso en Singapur.14 Un primer criterio de democracia consiste en la competencia equitativa y abierta por los votos entre partidos políticos, con ausencia o mínimos niveles de acoso o restricción a los grupos opositores por parte del gobierno. Japón superó claramente esta prueba durante décadas, con libertad de expresión, prensa y re­ unión, y condiciones razonables de equitntividad en la competen­ cia electoral. En los otros sistemas de partido dominante de Asia, durante muchos años, el campo de juego se inclinó, a veces de forma aplastante, a favor del gobierno. A finales de los años ochen­ ta, sin embargo, las condiciones se habían vuelto iguales en algu­ nos países. En Corea, en 1989, el partido dominante no pudo ga­ nar el control de la Legislatura. Presumiblemente, este fracaso fue un factor importante de su fusión posterior con dos de sus opo­ nentes. En Taiwan, las restricciones a la oposición se levantaron gradualmente. Resulta así concebible que otros países de Extremo Oriente pudieran unirse a Japón en la necesidad de tener un cam­ po de acción en el que el gobierno ganara siempre. En 1990, los sistemas de partido dominante de Extremo Oriente cubrían un abanico que iba desde la democracia hasta el autoritarismo, con Japón en un extremo, Indonesia en el otro, y Corea, I nlwan, M . i I.im .i y Singapur en el centro, más o menos en r le orden Un sistema aunó éste piulo mlm.ii lia nquUlio «1« • >. i.tli

¿Hacia dónde? 273

eos, pero difería significativamente de los sistemas democráticos predominantes en Occidente. Es un hecho que los partidos y las coaliciones políticas no sólo compiten libre y equitativamente por el poder, sino que también pueden alternarse en él. En algunas sociedades occidentales, como Suecia, un partido permanece en el poder a lo largo de muchas elecciones. Esto, sin embargo, ha sido la excepción. Los sistemas de partido predominante de Asia orien­ tal, que podrían estar apareciendo, parecen aceptar la competencia por el poder pero no la alternancia en él, y la participación en las elecciones para todos, pero Ja participación en el poder sólo para aquellos del partido principal. Es la democracia sin recambio. El problema básico de este tipo de sistema es diseñar los límites entre "el predominio del partido dominante y el grado de tolerancia de una oposición".17 Este tipo de sistema político representa una adaptación de las prácticas democráticas occidentales para conser­ var los valores políticos confucianistas o asiáticos. Las institucio­ nes democráticas no trabajan para promover los valores occiden­ tales de competencia y cambio, sino los valores confucionistas de consenso y estabilidad. Los sistemas democráticos occidentales, como ya hemos seña­ lado, son menos dependientes que los sistemas autoritarios del rendimiento para lograr su legitimación, porque el fracaso en el ejercicio recae sobre los funcionarios más que sobre el sistema, y la caída y el reemplazo de los funcionarios acarrea la renovación del sistema. Las sociedades de Extremo oriente que han adoptado, o parecen haber adoptado, el modelo de democracia de partido dominante tienen cotas desiguales de desarrollo económico desde los años sesenta a los ochenta. ¿Qué sucede, sin embargo, cuando el ocho por ciento del promedio de crecimiento del PNB desapa­ rece, y se intensifican el desempleo, la inflación y otras formas de percances económicos, y los conflictos sociales y económicos? En una democracia occidental, la respuesta sería cambiar a los funcio­ narios. Sin embargo, en una democracia de partido dominante, r.ilo significaría un cambio revolucionario en un sistema político basado en la convicción de que un partido siempre estaría en el poder y los otros siempre afuera. Por desgracia, si la estructura de la competencia política no permite que esto suceda, el fracaso del gobierno puedo llevar a manifestaciones, protestas, sublevaciones s € 0 0 0 )

Africa

Otros

(Emiratos Singapur árabes)* (Kuwait) (Arabia Saudita)

Ingreso medio alto (2300*5500)

(Irak) (Irán) (Libia) (Omán)* Argelia*

Ingreso mediobajo (1000*2200)

Siria Jordania* Túnez*

(500-1000)

Marruecos* Egipto4 Yemen* Líbano

Malasia* Tailandia

(Gabán) Sudàfrica

Yugoslavia

Camerún*

Panamá México Paraguay

Congo’ Costa de Marfil Zimbabwe Senegal* Angola

Fuente: Banco Mundial, IVor/d R e /* r l 1 9 9 0 (Nuova Voi l, Oxford University Previ, 1990) págs. 178-81. *Los paréntesis indican un pa i|i .• un in |mrt, lln .ii.ili wn and Reequilibration”, en The Breatdoum of H ....... i l l , K e g ................| • I...... I I in/ y Alfred Stepan (Oallimob Johns Hop* k l e t l ' n i v i i

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La tòrcerà ola

Transitions f t cm Autlroritarian Rute Tentative Conclusioni about Uncertain Democracies

(Baltimore: Jolws Hopkins University Press, 1986), pp. 6-14 /Trad. cast.:Tra»iiiefc»»« desde tot gobierno autoritaria■Conclusiones tentafinis sobre J,is democracias inciertas

(Buenos Aires: Paldós, 1988)/; Alex Inkeles, "Introduction: On Measuring Democracy", Studies in Comparative International Development 25 (primavera 1990), pp. 4-5; Tatù Vanhanen, The Emergence o f Democracy: A Comparative Study o f 119 Slates. 1850-1973) (Helsinki, Finnish Society of Sciences and Letters, 1984), pp. 24-55. 6, Para el problema de la confluencia entre estabilidad y democracia, víase Kenneth A Bollen, "Political Democracy: Conceptual and Measurement Traps", Studies in Comparative International Development 25 (primavera 1990), pp. 15-17. 7. Inkeles, "On Measuring Democracy", p. 5. Bollen argumenta a favor de variables y medidas continuas, sugiriendo que la democracia varia en grados, al igual que la industrialización. Claramente no es asi, sin embargo, y los países, como los sucesos de 1989-90 en Europa oriental lo demuestran, pueden cambiar rápidamente de la no democracia a la democracia. No pueden cambiar de no ser industriales a serlo, aunque con la industrialización los economistas generalmen­ te están de acuerdo sobre cuáles países están industrializados y cuáles no. Fl propio índice numérico de Bollen, que da seis indicadores de la democracia, sitúa en 1965 a veintisiete países con puntajes de •X) o más en un extremo de una escala que va de 0 a 105. Están en ese grupo todos los países que en general habrían sido clasificados de democráticos en 196.?, con excepción de Alemania occidental, que obtuvo 88,6 puntos. Véase Bollen, "Political Democracy", pp. 15-14, 18, 2025. Para una sucinta exposición de las razones que respaldan un enfoque dicotòmico de este tema véase Jonathan Sunshine, "Economic Causea and Consequences of Democracy: A Study in 1listorkal Statistics of the Euiopean and European Pupulated-EngUsh-Speaking Countries" (tesis, Columbia University, 1972), pp. 43-48. 8 Juan J. Linz, "Totalitarian and Authoritarian Regimes", en Macro}\>liticai Theory, compi, Fied I, Greenstdn y Nelson VV. Polsby, vo). 5 de Handbook of Political Science (Reading, Mass: Addison-Wesley, 1975), pp. 175 y ss. Véase también Carl. J. Fried»kb y Zbigniew Brzezinski, Totalitarian Dictatorship and Autocracy, 2* ed. (Nueva York Praeger, 1965), passim. y. G. P. Gooch, English Democratic Ideas in the Seventeenth Century, 2* ed. (Nueva York: Harper, 1959), p. 71. 10. Para recorridos similares pero no idénticos de las dispares apariciones de las políticas democrática», véanse Robert A. Dahl, Democracy and Its Critics (New Haven: Yale University Press, 1989), caps. 1,2,17 /Trad, cast.: La democracia ysus critic a (Buenos Aires: Paidóí, 1991)/; Tesi Robert Gun, Keith Jaggers y Will M. Moore, "The Transformation of the Western Staten The Growth oí Democracy, Autocracy and State Power Since 1800", Studies in CompitMfrw Development 25 (primavera 1990), pp. 88-95; Vanhanen, Emergence o f Democracy, passim; Dankw.tr! A. Rustow, "E>emocracy: A Global Revolution?* Foreign Affairs 69 (otoño 1990), pp. 75-76: Powell, Contemporary Democracies, p. 238; y S. P. Huntington, "Will More Countries Become Democratic?" Political Science Quarterly 99 (verano 1984), pp. 196-98. 11.Jonathan Sunshine, "Economic Caiuu tand Con iv> »of l)r " i >■) “ pp 48 r»t |.V it, líenlo con Soiubtne. I»». r»i.i,lim I ni.lm ri» •«tiraron il «1 1'» •»* /etna I Alai que i in n m-i e»ia ii .nii.ii se ve ■eltaiiu ile i'rtjtidlca«l«i pm tin.« uintihlidogi^ qua i.uiil'ln» im ii ■lien ,« vai la hie .I. p iilliuilr I out,..ut «lenirò ile I,.« i. gfii.t'ii. * > ■aml'k s de Mu I«'I, uait » «ilio V«'*« Alai liait’", m » a n d l ....... ... I ..... I.,pi■.•.,i

283 La tercera ola Modernization Theory Revisited", C o m p a r a t i v e P o l i t i c s 21 (octubre 1986), pp. 21-37. 19. Jonathan H. Sunshine, "Economic Causes and Consequences of Democracy: A Study in Historical Statistics o f the European and EuropeanPopulated, English-Speaking Countries" (tesis, Columbia University, 1972), pp. 109-10, 134-40. 20. David Mora'vet z, Tttw/ily■/»t-1*Y e a n o f E c o n o m i c D e v e l o p m e n t 19 5 0 t o 19 7 5 (Washington: World Bank, 1977), p. 12. 21. Idealmente hubiera sido más apropiado ordenar a los países desde el punto de vista económico por sus PNB per capita en 1974, cuando la tercera ola comenzó. Sin embargo, los datos de que íe dispone correspondientes a ese arto son escasos. El Banco Mundial, en su primer informe anual sobre desarrollo, publicado en 1978, incluye cifras per rápita de 1976 para 125 entidades políticas, entre ellas varios países con economía planificada por el gobierno central, las estimaciones para estos países no deben tomarse demasiado en serlo, y en los artos siguientes el banco abandonó el intento de proporcionar datos sobre países no miembros con economía planificada. Estas cifras deben considerarse suíicicntemerte exactas, sin embargo, para el propósito de clasificar a los países en cuatro grupos principales a los fines de este análisis, Véase World Bank, W o r ld Detyhpmntt R e p o r t, 1 9 7 6 ' (Washington: World Bank, 197B), pp. 76-77. 22. Phillips Culrlght, “National Political Development: Measurement and Analysis", A m e r i c a n S o c io lo g ic a l R e v i e w 28 (abril 1963), pp. 253-64. ¿3. Mitchell A. Seligson, “Democratization in Latin America: The Current Cycle" y "Development, Democratization, and Decay: Central America at the Crossroads", en A u t h o r i t a r i a n s a n d D e m o c r a ts , comps. Malloy y Seligsor.. pp. 6-11, 173-77; Enrique A. Baloyra, "Conclusion- Toward a Framework for the Study of Democratic Consolidation", en C o m p a r i n g N e w D e m o c r a c i e s : T r a n s i t i o n a n d C o n s o l i d a t io n in M e d i t e r r a n e a n E n r o ¡ y a n d lite S o u t h e r n C o w , comp. Enrique A Baloyra (Boulder, Colo.: Wostview Press, 1987), p. 297. 24. Para un agudo y detallado análisis de la desigual repercusión de las rentas del petróleo y los envíos de mano de obra sobre el desarrollo político y económico en Arabía Saudita y Yemen del Norte, véase Kiren Aziz Chaudhrv, “The Price oí Wealth: Business and State in Labor Remittance and Oil Economies" (tesis, Harvard University, 199Ú). 25. Alex Inkeles y Larry J. Diamond, "Personal Development and National Development: A Cross-National Perspective", en T h e Q u a l i t y o f L ife . C o m p a r a tiv e S t u d i e s , comps. Alexander Szalai y Frank M. Andrews (Londres: Sage Publica­ tions, I960), p. 83: Lipset, Seong y Torres, "Social Requisites of 1democracy", pp. 24-25; Ronald Jngleharl, "The Renaissance of Political Culture", A m e r i c a n P o litic a l S c ie n c e R e v i e w 82 (diciembre 1988), pp. 1215-20 26. Lipset, Seong y Torres, “Social Requisites of Democracy", pp. 25-26; World Ikuik, W o r ld D e v e lo p m e n t R e p o r t 1 9 S 4 (Nueva York: Oxford University Press, 1984), pp. 266-67. Véase Dahl, P o ly a r c h y , pp. 74-76. 27. Scott M.iinw.iring, "The Transition to Democracy in Brazil", l o n n t a l o f h i t e m u e r i c a n S t u d i e s a n d W o r l d A ff a i r s 28 (septiembre 19S6), p. 152. 28. N e t o Y o r k T i m e s , octubre 8, 19S4, p. A,. Sandra Burton. v .We D r e a m T h e M a r c o s e s , t h e A q u i n o s , a n d Ih e U n / i n n h o d R a n l u t k n (Nm > i Nuil. 1V.> . i Book, 1989), p. .127

Noi I'. . *'t ■tl.m, f rom Authoritarianism to Democracy in South Korea", P c iiU a it S M i e s 37 (¡uim« 1989), p. 252. f 32. Wase Ucrnwo, C o w / m i t i v e P o iitic s 19,219 y s.; Linz y Stepan, "Political ( ian nig /'•,w ;«y in lite A /'tc r iù K , comp. Paster, p. 4b; Fernando H. Cardato, ‘Tut . pni.ii .• . tin* Transition l'n m e Ibe Brazilian Gise“, cn T r a n s ä i c n s f n v i t A u l i r n e '>»/>i R u le C i i » ! { \ m i h v P e r s p c c t i w s , comps.GuillermoODonneH, l’hbiptx* C. Schmitler y I .imiiii W'hilduvd (Ikiltimmv* Johns Hopkins University Press, 1966), pp 137*53 / h I . ■t (Vi-pviicws .Ywtjwivfes, tomo 4, Buenos Aires, Paldde, 1988/. 33. Allan Williams, S o u t h e r n Eii/op*T r a n s f o r m e d : P o li t i c a l ami Perni > i i > . ••f G r e e c e , I t a l y . P o r t u g a l , a m i S fta ln (Londros: Harper & Row, 1981), pp 2 •«, a i ...I Invi.«, "The International Context of Democratic Transition", m T in NaM M i l i t e r r a n c a n D e m o c r a c ie s : R e g i m e T r a n s i t i o n in S p a i n , G r e e c e . a m i Porti, «sd. romp I . offrey Pridham (Londres: Frank Cass, 1981), p. 159; Jane S. J.iqui*lii< \ I «•• . nih.l iV: I h i P o l i t i c s 39, p. 390; Catherine M. Conaglmn, “Paily Politi. » and |)i u Deratization In Ecuador", en A u t h o r i t a r i a n s a n d D e u w c r a b . comp Mallo) y S ligson, pp. 146*47; Burton, I in f.V is ib le D r e a m , p. 283; S e n t Vi d fi.... - , n n ine I. 1984. p. Dl. 31. P. NikiforOd Diamandouro*, “Regime Change and the I'm i-.l* (ill Democracy in Greece. 1974-1983". T r a n s i t i o n s f r o m A u th o r i t a r i a n Rid. ‘ i inupf, comps. Guillermo O' Donnell, Philippe C. Schmitler y ............. While I .1 (Baltimore: Johns Itopkir.s University Press, 1988), p. 149. ’•3 Psomiades, "Greece", en F r o m D i c t a t o r s h i p t o D e m o c r a c y , conp Ibi252. 3i>. Kenneth Medhurst, “Spain's Evolutionary Pathway from Diet >to. htp •■> I Vnuvi.!cyv. < o N e w M e d ite r r a n e a n D c v u x r u e i e o , comp. Piidh o i. pp V> t| V7. l’ara mi anàlisi* similar sucinlamenle expucsto, Vtsv-i* li pei > loin-s, "Social Requisites of Democracy*, pp. '.*H9. 34. I.i d.isific.icii)n de l.n paises sogiin *u teligiOn s o b." i rn I- le... un h i.losen T h e S t a i n m i 's ) , i / l , i . J988-298:), comp. John Paxton (No. ... Voti M MarlinV Press. |0'*8J I os patos muy pequeftos y ¿quello-. ini «pi.- n • pn •'•iMimi.i nuiguna idlgton fui-ron orni lidos del e.tlculo 39. Il I Iy Scott Sloki Konsi'vQiuich Militant", .V«. ' Ver» Tf" W......... liovi.'inhie l 1*, l*/72, |>. f>1' ¡it t Milo r • Janie. Fallo»1 Korea It Not Japan", Alianti. ,'l...... In) h* lohn' lUr.'i), p v II * i. I oleati 'Hitch Militant p In'* lVn>7»i». »•/< a Pea», mai.m w |wn. I

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290 La tercena c'a Inédito, Harvard University IX-partment of Sociology, Center for Research on Politics and Social Organization, 1988), p. 22. 42. Kenneth A. Bollen, "Political Democracy and the Timing of Develop­ ment", A m e r i c a n Sociotogkat Review. Vol. 44, i f I (agosto 1979). p. 583; Upset, Scong y Torres, "Social Requisites of Democracy", p. 29. 43. Pierre Elliot Trudeau, Federalism and lire French Canadians (Nueva York: St. Martin’s Press, 196S). p. IOS, citado cn Lipsct, Scong y Torres, "Social Requisites of Democracy", p. 29. 44. ingjeharl, American Political Science Review 62, pp. 1226-2».

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292

La tercera ola

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ii/B roto, i-r-cro 18, 1990, p. 51;

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noviembre 27, 1989, p. II

.8 1 . l.sta agudeza te debe probablemente a Timothy Clarion Ash Víase Asli. iVoe Y o r k R e n e , « f llo o k s , enero 18, 1990, p. 42. 82. N e t o Y a k T i m e s. diciembre 28, 19S9, p. A13. 83. Sobre los Kdrn-. y sus opciones, véanse Samuel P. I lunlinglún y loan M. \ -i.. | C h o te e ; M H k o i P a r t i d p a i l ó n ; n O e p e fo p ir r g C o u i t í r k * (Cambrldgt Harvard L'mversltv Press, 1976), pp. 159-71, y Larry Diamond, "Crisis,Cholee, and Stmctuie: Reconcilio« Alternativa Models íor Explaining Demoeratte Succcss and Pailure in Ihe Third World" (Trabajo presentado en la Reunión Aiui.il, American Pciitical Scienec Assodalioo, Atlanta, Georgia, agosto 3)-septiembre 3, 1989), Ví a­ se también, en el cap. 3, un análisis de k* motivos de la drniocralizaiiiV Capitulo 3 : ¿Cómo? Los procesos de democratización

l. Véanse, por ejemplo, 'v ""y I ...... P a rlh ip a lü m . Ü lM Iity. m U V t- 'k m e H

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Notó8 cap». 5-9; Juan J. U n/, "Perils of Prcsidemialism", Journ al r f Democracy 1 (invierno 1990), pp. 51-69. 2 Robert A. Dahl, P olyarchy: ParUcifntiion a n d O p p osition (New Haven: Yale University Press, 1971), pp. 33-40. 3 Véanse Donald L Horowitz, Three Dimensions of Ethnic Politics", W o rld P o litics 23 (enero 1971), pp. 232-36; Samuel P. Huntington y Jorge I. IX'ininguez, “ Political Development", on H nndhook o f Political Science, vol. 3, comp. I'red I. Greenstein y Nelson W. I’olsby (Reading, Mass.: Addlson-Weslcy, 1975), pp. 74-75. 4. Véase Marlin. C. Needier, "The M ilitary Withdrawal from Power in South America", A rm e d Forces a n d Society i> (verano 1980). pp. 621-23. 5. Para un examen de los términos bajo los cuales los gobernantes militares roncería ron su salida del pester, véase Robert H. Dix, "The breakdown oí Authoritarian Regimes", W estern Political Q u a rt e rly 35 (diciembre 1992), pp, 567* respecto a las "garantías de salida”; Myron Weiner, "Empirical Democratic theory and the Transition from Authoritarianism to Democracy", P S 20 (otoño 1987), pp. 864-65; Enrique A. Daloyra, "Conclusion: Toward a Framework for the Study o f Democratic Consolidation", en Ccwparmy N eto D e m o c r a c ia : I ra u tilio n arid C c n sc lid a lio n in M edite rrane an E u ro p e a n d the Southern Cone, comp. I'nnque A. Baloyra (Boulder, Colo.: Westvicw Press, 19S7), pp. 299-301); Alfred Mepan, R e th in k in g M ilit a r y Pot Hies: B ra z il a n d the So u th e rn C o n e (Princeton: Pi ncelen University Press, 19S8), pp. 64-65, Philip Mauceri. "Nine Cases of I ran-itions and Consolidations", cn Democracy in the A m e rica s: Slopping Hie P e n d u lu m , comp. Robert A, Pastor (Nueva York: Holmes and Meier, 1989), pp. .'.’ S 229; Lu:s A. Abugattas, "Populism an.1 After: The Peruvian Experience", i n A u th o rita ria n s a n d D em ocrats: R e gim e Tran sit ion in L atin A m erica, comps. James M Malloy y Mitchell A. Scllgson (Pittsburgh: University of Pittsburgh Press, |987|, pp. 137-39; A hto C Vacs, "A u th o rita ria n Breakdown and P< .k iiMKratizatior. in Argentina", en A n t h o r H a iia u sa n d Dem exrats, comps. Malloy v • ligson, pp. 30-31; P. Nik-.foros Diamandouros, "Transition to, and i n iiio liila tio n of, Democratic Politics in Greece, 1974-83: A Tentative A • isinent", en T h e N eto M editerranean Dem ocracies: Regime T ra n sitio n in Spa in, i . i i v . i, '. 't P ortu gal, comp Geoffrey Pridham (Londres: Frank Cass, 1984), p. i. Harry ). Psomlades, "Greece: From the Colonels' Rule to Dcmociacy", en 1 1 ," • D icta torsh ip to D e m o c ra cy ; C o y m g n-ith the L egacies c f A u th o rita ria n ism arid le i i h l a r h r u s m , comp. John II. Herz (Westport, Conn.:Greenwood Press, 1982), PP 2W-54. !• l im-jen Cheng, “ Democratizing liw Quasl-Lcnmitt Regime in Taiwan". l\. >1.1 M i l k s 41 (Julio 1989), p. 496. 7 AV.i* Y a k Tim es, marzo 9. 1950, pp. A l, A ll; marzo 11, 1990, p. F3. 8 Bronislaw Geivmok, "Postcommunism and Democracy in Poland", IVat h i o g l ii Q u a rte rly 13 (verano 1Val), p 129. •i. N e w V. A lim e -, n .ii/o II. I'M ), p. F3. Ill Para una coi'i liiD ii'i • ■m m ■ I William /.uln a n, "Transition to 11. h i i Ii i

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Rioting Mob»: Doe» Ihe Domite of Authoritarian Rulers Lead to Political Instability?'' In t c r u a lh n a l Se cu rity 10 (invierno 1985-86), pp. 112-46. 12. Véase Raymond Carr, "Introduction: The Spanish Transition to Democracy In Historical Perspective", > and K> i-iil 1‘olltnal Developments in tl - R.-pul.......it htn-i", , J *i •, 'i i w ' i i* HM1 N ‘ a Y ork Tim m , •h n ul i e I 191" p A 1 di- .. iP" 1 p At IVW. a ,'»■••• / ‘••»I N a t i ..... I tV.vtfy

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54. Timothy Carton Ash, "The German Revolution", N e w Y o r k R e n e w o f Beato, diciembre 21, 1989, p. 16. 55. Ash. Mu» Ywk R e v i e w o f Books, febrero 15, 1990, p. 19. 56. S e w Y o r k Times, septiembre 28, 1984, p. AT. 57. E tO 'io m is I , febrero 17, 1991), p, 35. 58. Víase J. Bryan Hchir, “Papal Foreign Policy", F o r e ig n P o li c y 78 (prima­ vera 1990), pp. 45-46, sobre el punto de vista de luán Pablo II vie que "la violencia es mala, la violencia es inaceptable como solución do los problemas", y que por ello no puede haber una doctrina de la "revolución justa", opinión que no es universalmente compartida por los clórlgos católicos. 59. Benigno Aquino, discurso que se proponía pronunciar el 21 «le agosto de 1983 en el Aeropuerto de Manila, N e t o York T i m e s , agosto 22, 1983, p. AH. 60. Zbigniew Bujak, citado en David S. Mason, "Solidarity as a Sod«) Movement", P o li t u n i Science Q u a i l e r l y 104 (primavera 1959), p. 53; Lech Walesa, entrevista por Neal Conan, National Public Radio, febrero 5,1985; Ash, "Eastern Europe", p. 19. 61. jefe Mr.ngosuthu G Bulhelczi, "Disinvestment Is Anti-Black”, W a l l S t r e e t f o u r u .i l , febrero 20, 1985, p. 32. 62. S e w Y o r k T im e s , cr.ero 20, 1987, p. 3; |e(frey Herbal, "Prospects lor Revolution in South Africa", P o l i t ic o l Science Q u a t l e i I y 103 (invierno 1988-89), pp. 681-82. 63. E c o n o m i s t , julio 27. 1985, p . 26; W a s h i n g t o n P o s t N a h a t u t l W e e k l y E d itio n . julio 21, 1986. p. 15. 64. W a s h i n g t o n P o s ! , marzo 28,1984, p. A16; N e w Y o r k T i m e s , octubre 30,1984, p Al; B o s t o n G lo b e , iKlubrp 31, 1984, p. 3, noviembre 28, 1984, p. 17; Charles I .me, "Marcos, He Ain't“, S e w R e p u ls 'ie , julio 7, 1986, p. 21. 65. S a e Y o r k T i m e s , mayo 15. 1986, p. A21; junio 17, 19%, p. A2: marzo 4, •987, p. A3, agosto 4, 1987, p. A13. 66. William Flanigan y Edwin Fogelman, "Patterns of Democratic Develop­ ment: An Historical Comparative Analysis*, en M a c r o - Q u a n t i t i t r o e A n a l y s i s : C o n f l i c t , D f i e l o p m e n l , a n d D e m o c r a t i z a t i o n , comps, jolm V. Gillespie y Betty A. Nesvold (Beverly Hill« Sage Publications, 1971), 487-88. Capítulo 5: ¿Durante cuánto tiempo? I Para olros nnóllsis de los problemas de ronsolidación de la democracia, ' » . ..■ )«•».•> 11 |l n . • le > Il IV. | ». .. I II V a lle i lite IS '.v h fa ll n i Aull;m lina, Brasil y Uruguay, véase Alfred Stepan, R e t h i n k i n g M i l i t a r y P o litic s : l i r i t z il a n d th e S o u t h e r n C o.ne (Princeton: Princeton University Press, 1988). pp, 69-72, 107-8, 115-16, y para un excelente análisis de los aspectos políticos y morales, véase el Aspen Institute, Justice and Society Program, S t o l e C r im e s : P u n i s h m e n t o r P a r d o n (Queenstown, Md.: The Aspen Institute, Papers and Report of a Conference, noviembre 4-6 1588, 1989) , 3. Estas cifras que no pueden ser sino aproximadas, proceder, de diversas fuentes, incluyendo las citadas en d capitulo 4 en conoxiAn con las estimaciones sobre el total de muertos en las democratizaciones. Para las cifras correspondien­ tes a Chile, véase también N e w Vori T i m e s , agosto 1, 1959, p. A4: marzo 15, 1995, p. A3, y para las corrr*pond¡entes a Brasil, N e t o Y o r k T i m e s , diciembre 15, 1%3, PÁS 15. 4 Citado en Lawrence Wcschtcr, "The Great Exception: I-Liberty", N e w Y o r k e r , abril 3, 1589, p. 84 5. Whitehead, "Consolidation of fragile Democracies", en D o u x r M t f i>t Hie A m e r i t a s , comp Pastor, p. 84. 6 Arych Neier, "What Should Be Done About the Guilty?" N n Y o r k R e v i e w o f ¡S o o ta , febrero 1, 1990. p. 35. 7 Vaclav Havel,New Yeai's Address, U n e a p t i v e M i n d s 3 (enero-febrero 1WO). p. 2. 8. c itado en Weschler, N e w Y o r k e r , abiil 3, 1989, p. 81 9. Neier, N e w Y o r k R e v i e w t f B o o k s , febrero 1, 1950, p. 35. 10. N e t a Y o r k l i m e s , agosto 1, 1989, p. A4: marzo »0,1990, p. 4; Bastan G lo b e , diciembre 10, 1939, p. 17. It. N e w Y o r k T i m e s , mayo 29, 1983, p E3. 12. P. 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302 La íorcera ola

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Q u a r te r ly

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Notos 303

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304

La lorccra c a

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Capdulo 6: ¿Hacia dónde? I

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Kola» 305

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Africa, marxismo lenui. un ■u r. I cristianismo en 167-8, nifluen.ii la los EO.UU. en 170-I, I7l i II.......... ción en 172-3; influencia lian, i »i un 257-S; soportar el aulnrítn........... sahariano 264-5, crecii....uto >....... mico en 273-9, 282, PEN | * ■.«| 1• en 278-9; obstáculos a l.i denu« rail zadón en 231-2 Agencia de Información* , de |.. i lados Unidos 93 AID (Agencia para el I). m i ■ln tenuicioivil, EE.L'U.) 9.1 I Albania 36-7, 102-3; denme iail/a, ton de 172-3; apertura de 1K¡> 1 Alemania occidental 237 H, ;n i n .' democracia en 31*2, 49 dlsl'uln.m relacionados con el petróleo en M>, y la Comunidad Fmo|vi hv, ayu 1« a Portugal d e90; 0 >«no “| u • i. .. 135-6 Alemania, na/.i«nK> m II JB 260 I; democracia en 'al I. y la ,u i di pn-'.i,'.n 232 1, ........................i e n 2 »7 8. imi/ii a.. mi le 2líe7, i ■ f*m i oí .................. «ip il. Al*....... .i •"

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-7 Aciii (dos de la Me .a Redoivia, pola c m I d \ lÜfi-f'. IM-7. 161« »

308

La teroera ola

35-6; PEN p«r cipila do 69-9, 244-5; democracia en 76-7, 249-50; Unión Soviética y 88-9, 135-6; emigración a través de 90-1, 135-6; colapso comu­ nista en 91; democratización do 97-8, 101-2, 102-3, 113-4, 137-8, 138, 18990, 185-6; e Ideología, 115-6; como "pariente pobre" 135-6; protestas masivas en 137-8, 186-7; desmo­ vilización niüilfli en 137-8; revolución en 154; violencia gubcrnamental en 161-3; violaciones n los derechos humanos en 209-10; tvW t a m b i é n Honecker, Erlch. Alfabetismo, democracia y 42, 46-7, 69-70 Alfonsfn, Raúl 72. 104-5,138, 249-50, 265-6; v los militares argentinos 101, 219-20,220*1. 221-2; 222-3; 224-5; 2256; y violaciones a les derechos hu­ mane» 196-9, 199-200, 200-4, 207-8; golpes resistidos por 212-3, 227-8 Alianza Democrólica chilena 146-7 Alianza Nacional Renovadora (ANR) 162-3 Alianza Popular Revolucionaria Americana (rítate AI'RA) Alianza para el Progreso 9J Alianza malaya, Ponido de la 272 Allende, Salvador 272 Almond. Gabrtet 44-5,57-8,98-9,1412

Alvaro/, Gregorio 144-5 América del Sur, retroceso de la de­ mocratización en 33-4; represión en 64-5; íóise írwiWAi Argentina, Bolivía, Brasil, Chile, Colombia, Potador, Paraguay, Perú,Surinam, Uruguay y Venezuela América latina, autoritarismo en 32-3, 61-5; clase media militante de 75-2, democratización en 76-7, 121-2; obis­ pes católicos romanos de 78-9; efectos de la democratización española •• m como instrumento del >8 9. |i«i » 187-8; l é a s e l.re.'i: •: nadnam» de la muerte; retomo al l i o , O I i n blenus del 192, 229, nostalgia ,..i el 229-31,235-6,236-7; viola*...... d. lo« derechos humanos d»-i 191 .'Ir >7*i n 3; oligárquico 2634; perMUttkiti del 263-6; lecnocritica 2t>3 87. r .- im* b i é n dicl.ntura, fascismo, re no - ••■ leninismo, M.ililan -mo Avcroff, Evangelíi -i 2?) Ayatollah, u W Khomeini Aylwin. Patiíck» 158-9, iv n . i el profesional-nu> del i ¡Cii l Ayub Khan 230-1 ta m b ii'ii

líala», Jaitta'i 230*1

HaIrunes falo lOrlodo«a* .......alen lo« 257 N; di-ni.viali/.e lón in I»* 7».' 8; t-i'.»«i* t a m b i é n Albania IhilgaiM, I , • • ' I |ll» M l||l > IV f"|-"> 1 u ^ n n U i U

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310 La tercera ola pluripartldistas en le®34-5; n w í ¡muEstonia, Latvia, Lituania Banco», corrida barrearía argénlina 42; griegos controlados militarmente 221; Banco Mundial 257-8 Banzer, Hugo 170 Barbados 33 Bornes, I larry 93-4 Battle íbáftez, Jorge 147-8, 207-8 Balaguer, Joaquín 86-7, 172-3 Bdaúndc Terry, Fernando 265-6 Bélgica 232-3 Bélico 51-2 Bentlwm, Jeremy 48-9 Botanoourt, Róntulo 265-6 Bhutlo, Benazir 167-8 Bignone, Rcynaldo 137-S, 138-9. I SO1, 198; y la amnistía 200-1 Biscndra, King 256-7 IKanco, partido uruguayo 204-5 Bolivia, democracia en 34, 219-50; oscilaciones políticas en 5D; PBN per cápita en 67-8, 69-70; alfabetismo en 69-70; EVA y 94, 95-6, 96-7. 246-7; democratización en 101, 141-2; pro­ testa» en 142-3; revolución en 153; acuerdo político en 156-7; fraude elec­ toral en 170; violencia política en 179; inflación crónica de 228-9; pobreza de 223-9, autoritarismo en 248-9 Bollen, Kcnneth A, 66-7, 284 Bolcheviques y la Revolución de fe­ brero 18 Bosch, Juan 265-6 B06worlh, Stcphen 93 Bolha, P. VV. 111-2, 123, 130-1, 143, 171-2, 174-5; reformas de 128-9 Botha, C. F. 148-9 Bosticaría, democracia en 33, 49-50; democratización de 47-8 Burguesía, democracia y 46-7, 48-9; protestantismo y 76-7; p s . autorita­ rismo 136-7; «irse t a m b i é n clase me­ dia Brasil 61-2; democratización del 19,22, 47-8. 49-50, 101, 120, 120-1, 123-5; de­ mocracia m 31-2, 34, 169-70, 249-60, golpes en 31 2,32 3, 72. y al- rima 34 dacliiOi |-.i'iliia 50 b ié n

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sidencial en 56-7, políticas anti­ comunistas de 58; dependencia petro­ lífera de 53, disturbio» económicos en 59-60, autoritarismo i-n 69-70, 248-9, 260-1; alfabetismo en 69-70; PBX per rápita 7, 267-8 1ld|l JM 31

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Figueres, José 26-5 6 Filipinas, autoritarismo en 22-3, 31, 50-1, 57-8. 25, 248-9, 265-6; dem — ._ 5 « = ?n

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318 La toreara ola 5; favorable al tíb iU M im e til 7 9 -8 2 , regímenes represivos t>*. 82-3; autoritarismo í*í 88-9; en China 1023; y acuerdo democrático 157-8; es­ pañola 157*8; y la no videncia 184-5; en Venezuela 197-8; militares fran­ quistas y 219-20;en Africa 251*2; cam­ bios en la 251-2; en Singapur 252*3; ¡ • fa s e l a m b U n Juan Pablo II; Juan XXIII; monjas; curas; Vaticano II Iglesia Ortodoxa Oriental 7b*7, 2578. 267-8 Iglesia Ortodoxa i\'ii>e Iglesia Orlodo xa Oriental Igualitarismo, Islam c 275 Diesen, Ion 165*6 Ilustración, la 267-8 Imperialismo, democratización e 49* 50; tr'.iic la m b ü 'tt colonialismo Oúdden* tal, fin del Imperio Otomano 267*8 India, democracia en 32-3,33*5,47-8, 49-51, 243-4, 246; gobierno de emer­ gencia en 36*7, 50-1, 265-6; pobreza do 66*7,228-9; PBN per cápiU de 689; autoritarismo en 108-9, 123*4; elec­ ciones en 116-7; demcvratlzación di: 122-3, 179-SO; problemas étnicos en 228-9; influencia exterior en 246-7; golpe en 259-60; influencia tercermundista de 261-2; v é a s e t a m b i é n Gandhi, Indita Indonesia, democracia en 32-3,49-50, 265-6; Sukamo e 33, régimen militar de 50; golpe en 259-60; liderazgo de 265; gobierno de 273-4 Industrialización, democratización o 48-9, 70-1, 243-6; política e 65-6; dase media como producto de la 71-2; grados de 284 n. 7 Inflación 58,228-9, 229, en Argentina 58*9; cambio de gobierno e 42-3; en Portugal 58-9; en Greda 59*60: en Perú 59*60; corno un problema de la democracia i 92 Inglaterra Véase ta m b U tt Gran Brda­ lla Instituto Democrático \'ai tonal para Atunii*'- Int»roa»l.svali» 170 I h i n l t r i i x 6 7 - r,

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lia»«, gobierno de 53, 70-1; petróleo de 68*70; crecimiento económico He 278*9 Irán, erupción política en 63-4; petró­ leo de 68-70; gobierno de 70-1; creci­ miento económico de 74*5, 278-9, re­ volución en 12U, 207; fundamenlalis* mo de 263-4; ¡.‘¿ a se t a m b i é n Pnhlavl, sliah Reza Irlanda del Norte 263-4 Irlanda, democracia en 30-1, 49-50; y la Comunidad Europea 95-6; uhi« t a m b U n Irlanda del Norte Islam 267*8; fundamentalista 63-4, 167*8, 218*9, 252*3, 263*4. 275, 275-7; democracia e 75,281-2; cambios en el 78*9 n., y Turquía Kcmalí 115*6; autoritarismo c 264-5; aspectos polí­ ticos drl 275-7; y la prosperidad eco­ nómica 2 8 1-2 Islandia 30-1, 49-5 Islas Falkland* y dependencias 51-2; después de la guerra 34, 63-1, 62-3. 101-2, 112-3. 134-5, 135*6, 137*8 Islas Solomon 51-2 Israel 32-3, 49*53 Italia, democratización de 30*1, 31-2, 49-50, 50*1; Mussolini y 30*1; y la Comunidad Europea 89; fascismo en 260-1 Jackman, Róben VV. 66-7 Jakes, Mitos 97-8, 98-9, 141-5 Jamaica 33 Janato I62-3 Japón, gobierno militar en 24, 31-2; democracia en 25, 31-2, 49-50, 50-51, 240-1, 269-70, 272. 273-4; democrati­ zación de 47-8, 237*9; y los precios del petróleo 58; PON per rápita cr 73: perspectivas ideológicas de 258-9, golpe en 259-60; coníucianismo de 269*70 Juruzolski, W o jc ic c h V ‘ -o J o r d a n i a . I i l v i a l ........................

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322

La tercera ola

Noriega, Manuel 35-6, 86-7, 109-10, 116-7, 138-9, 198 Noruega 89, 253 Nueva Zelanda 25, 4S-9 .Vkikvj Mrfs (Comisión Sábalo) 207-8 Nyerere, Julius 256-7 Nyers, Kedzso 124-5 O'Donnell, Guillermo 72*3 Obando y Bravo, cardenal 86-7 Obreros, v s . il.iv media 71-2 Obreros clase media w. 71-2; demo­ cratización y 72 OCDE (Organización para Li Coope­ ración y el Desarrollo Económico) 73 Olas de democratización 27-4*3, 41; retroceso de las 29-30, 30-4, 36-7, 41, 67-8, 258-64; causas de las 11-65,101, 102, 1113, 104; PB\ per capita y 66-3 Oligarquía 26 OLI’(Organización para la Liberación de Palestina) 175-6 Omán 66-7 OPBP (Organización de Países Expor­ tadores de Petróleo) 59-60, 103-1 Opositoras, manifestaciones 186-9; v é a s e LviriWAt disenso; estudiantes Opus I>ci 1 2 1-2 Ordenes fundamentales de Connec­ ticut 27 Organización de los Estados Ameri­ canos 170 Organización del Tratado del Atlán­ tico Norte (OTAN) 22Ú-2 Organización pora U Cooperación y el I X-sarrollo Económico (OCDE) 73 Organización para la Liberación de Palestina (OLP) 175-6 Oriente Medio, influencia de los Es­ tados Unidos en 254-5, perspectivas democráticas para el 258-9; golpes en 265-6; crecimiento económico en 2789; v é a s e ta m b ié n Golfo Pérsico Orlov, Yuri 90-1 Ortega, Daniel 164 Ortega, Humberto 156-7, 217-8, 22L3-I OTAN (Organiza, um del Tratado del Atldnucii N o l l e ) 220-2 Oz d l i li g o l KM • JIM « ) • ' n

Pacheco Areco, Jorge 163-4 Pactos de la Moncloa v é a s e Pacto de Moncloa Pahlavl, shah Reza 62-3, 74-5, 108-9; y l.i violencia militar 181-2 Pakistán, autoritarismo en 32-3, 1039, 264-5, 275; democracia en 34-5,4950,247,249-53; PBN per ciipita de 41, 68*9, 273; elecciones en 172-3, 173-4, 174-5; reorganización militar en de­ mocracia 222-3 Palmer, Mnrk 93-4 PAN (Partido Acción Nacional) 1156

['»narabismo 258-9 Panamá 153; Estados Unidos y 35-6, 93-4, 96-7, 112-3,154-5; activismo entóllo> en 86-7; elecciones fraguadas 170; heridos en la invasión de los Estados Unidos 179, 183-4; "batallo­ nes de la dignidad" de 182-3; demo­ cratización de 189; v é a s e t a m b i é n Noriega, Manuel Panellinio Sosialistiko Kinima (PASOK) 214-5, 2.39-40 Papadopoulos, Gcorgc 73-4, 128-9, 171-2; expulsado del poder 134-5 Papandreu, George 227-8; acomodacionismo de 158-9; y lo» militares griegos 219-20, 223-1, 224-6; como miniítro de Defensa/primer ministro 223-4 Papila Nueva Guinea 35-6, 51-2 Paraguay, dictadura en 69-70; Juan Pablo II en 85-6; activismo católico en 252-3; ingreso per cáplta en 27980 Park Chung Hcc 75-6, 265-6 Parlamento, primeros ministros y 2931 Partido Acción Nacional (PAN) 115 6

Partido Comunista de Esparta »'ase PCE Partido Comunista (»riego, legaliza rión riel 157-8 Partido ile la Madre Patria 163-4 Partido de la Unidad Naimnal. Myaemai IM

Indice terrático :i.’ t Partido Demócrata Progresista, taiwanés (POP) 132-3, 272 Partido Democrático Nueva Corea 163-4, 169-70 Partido Laborista Sudafricano 174-5 Partido Movimento Democrático Brasileiro (PMDU) 132-3 Partido Nacional Uruguayo 145-6 Partido Nacional Sudafricano 129, 143, 14.8-9; ala Vcrkramtcdel 129-30; reformistas del 130-1; l é a s e ta m b ié n Bulbo, P. VV\; IX- Klerk, F. W. ' Partido Nacionalista Democrático Tuteo 163-4 Partido Nacionalista Chino 269-70 Partido radical, argentino 72, 163-4; v é a s e t a m b i é n Alfonsín, Raúl Partido Revolucionario Institucional (PRI) 115-6, 129-30, 130-1 Partido Social Demócrata, germanooccidental 90 Partido Social Demócrata Portugués 214-5 Partido SocLiltslu Portugués 18 PASOK (Pancllinio Soclalistiko Kinima) 214-5, 239-40 Patronazgo político, dictadura y 1089 PBI (Producto Bruto Interno) africa­ no 278-9 PBN (Producto Bruto Nacional), de­ mocratización y 42; importancia Mi, alfabetismo en 69-70; PBN per rápi­ ta en 69-70; empresariado de 72 i, Estados Unidos y 94, 94-5, 97, ‘»8, 274; resistencia a la reforma en 137. nueva constitución para 131-2; fic­ ciones en 176-7, 240-1; insurgente. de 178-9, 185-6, 227-8, 233-4; te.... niente» de 212-3; e s t a b li s h m e n t mili tai de 218-9, 221-2, 223-4, 224 \ Ministerio de Defensa creado en .’2.' 3; inflación crónica 228-9; evaluación ciudadana de la democracia 236 9, uéasr t a m b i é n APRA (Alianza Popu lar Revolucionarla Americana), Fujimori, Alberto; García, Alan; Ve lasco, Juan Petróleo, autoritarismo y 53-4,103-4, y la salud económica mundial 58,65 6, 67-8, 278; la economía portuguesa y el 58-60; embargo de la OPEP Johnel 5960; y riqueza 66-7; y lo» inipu.t tos 70-1; Venezuela y 234-5; demo­ cratización y 279-80; v é a s e funi'-i i OPEP (Organización de Países Expoi tadores de Petróleo) Pezzullo, Lawrence 93 Pinociiet, Augusto 86-7, 108-9, I ri 137-8, 142, 143-4,144-5; derrota d.- 35 6, 93-4,95-6, 113-4, 116-7, 123-1 I'-" 9, 163-4, 164-5, 299 n. 33; lz.piUi.il* tas v s . 185-6; atentado a I8‘>7, ) la amnistía 196-7; poder pot-pro l« -i • de 217-8, 223-4; corrupción de 7IH reprendido por Ayhvin 221) I liaza lie Tiananmen, cstodunt- ni* saciados en la 33-4,101-2, 128 •«, P . 6. 137-8, 1?), 183-4, 253-4, 2'M n 7 Pluralismo social, democracia y I' * PMDB (Partido Movimento Derniufi. tico Brasileiro) 132-3 Pobres, compromiso católe o con I" . 78-9, 81-2; l é a s e l a w l i é n pobreza Pobreza, democracia y 192, ?if> 78| ¡t; W. democratización 2 /»ièri pobt. . Poder nu. le u Hiaml y H 21«

324

La tercera ola

Poder, democracia y 24 Poliarquía 21 Policía secreta, democracia y 191; comunista 241 Polltburó 114-5 Polonia, golpe militar en 33-2; demo­ cracia en 50-1,249-50; problemas eco­ nómicos de *0-1, 68-9; autoritarismo en 68-9, 88-9; democratización do 20, 97-«. 101-3, 113-4, 141-2, 179-80 («*»« ta m b ié n Solidaridad, polaca); activismo católico en 77-80; precaución de la Iglesia en 83-4; Juan Pablo II en 85-6, lrt¡-2; mentalidad del miedo en 85-6, listados Unidos y 96-7, 246-7; medio« de comunicación subternlneos de 1031; gobierno de 109-10; fuerzas arma­ das de 114-5; comunista 114-5; protes­ tas masivas en 137-8; represión en 142-3,181-3; acuerdos de la Mesa Re­ donda en 154, 155, 156, 157, 168-9; acuerdo político en 160 -1 ; juicios por violaciones a lo« derechos humanos en 206-7; como dictadura 210-11; reordenamircto militar en democracia 222-3; y La Comunidad Europea 2523. v é a t e t a m b i é n Jaiuzelskl,Wo(ciech; Solidaridad; Walésa, l.rch Popieluszko, Jer/.y 206-7 Populismo 263-4; latinoamericano 239-40 Portugal, golpes en 17-9, 31-2, 33-4. 219, 259-60; disturbios revolucionaríos en 18, 99-100, 138-40, 176-8; de­ mocratización de 19, 76-7, 100-101, 101-3, 137-8; colonias de 35-6, 63-4 (¡v'ase t a m b i é n Portugal, guerras colo­ niales de); democracia en 50-1, 63-4; dependencia del petróleo de 58, 59, 60; guerras coloniales de 58-9, 60-1, 101-2,134-5; turbulencias económicas en 58-60; autoritarismo en 68-9, 1089, 248-9; crecimiento económico de 72-3, 244-5; en la Comunidad Euro­ pea 89, 89-90; Carluccl en 93 y n.: apoyo de la CIA a 93-4; Estados Unidos y 96-7; desmovilización mili­ tar en 136-7; socialistas de 157, 23940; elecciones en 176-7; r.-rv* ! 4, i : : . victoria de 178 Roma, democracia en la antigua 11 Roma, Tratados de 87 Romanovs 30-1, 49-53 Romero (arzobispo de El Salvad.») 82-3, 83-4 Rousseau, Joan Jacqucs 47-h, M . Rumania 165-6, 268-9; elección, en 35-6,116,164-5,165-6,31-2, de....... cía en 51-2, 247-8, 249-50; demmrail* zación de 52-3 101-2,102-3,131 o, I »/ 8, 139-40, 243-4, 256; elaso . ic.lia .1. bil de 72-3; Juan Pablo II en «i. 7 pobreza de 102-3; autoritario .. • • n 108-9, IC9-10, 116-7, 208-9, 248 •» ... muíosla 114-5; desmovilización m.li lar en 136-8; protesta» masiva , i .» I >'■ 8, 183-4; revolución en 153. I*1 >> lervcia política en 179, 1R2-3. ii 47; violaciones a los il. techos 1« ■ nos en 193-4; proWrmas . in* ... •*« 228-9; influencias esternas «m .'4* oórse t a m b i é n Ceauce u Ni.-.la« securilate Rusia 258-9, 268-9; p. i p* • tu »• ib mocrátícas en 253-4, 26r>, /aii.M ■'< 8; v é a s e t a m b i é n Unión Suvkllltl Rustosv, Dankwait 43-6 Sábalo, Ernesto 2ft>-l, 20 s i ,*nr. '• Ssint CrislliOfvr-NcVi» 51-2 Sakharnv, Andr.-I 'ti. 129 V)

Solazar, Antonio 17, U-2, ltn > I.• gros de 266-7 Salinas, Curios 124 1VI-1 San Vicente y los gì erudir»“ M ; Sanciones de los I sta.loa Uh I

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95-6, 143 SandtnUUs 86-7, Il M IMA Mí V Idrologia de I

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326

l.n torcera ola

Sangulnc-ttl, Julio94-5,101, 194-5,2(145, 207-8; y la amnistía 37-8 Sania Lucia 51-2 Saraiva de Carballo, Otelo 214-5 Schlesinger, Arlhur 93-4 Schullz, Gcorge 94 Schumpeler, Joteph 20 Secuestros por porte del Estado 193, 194, 204-5 Securitatc, rumana 182-3; ejército rs„ 183*4; archivos secretos de 205-10 Segunda Guerra Mundial, democra­ tización a continuación de la 31-2,367, 42, 49-50, 54-6, 88-9, 256 Seguridad, regímenes militares v 1 13 Sein Lwln 128-9, 255-6 n. Seineldín, Mohamed Alí 212 Seligson, Mitchell 69-70 Semana Santa, rebelión de oficiales argentinos en 202-3, 213-4 Semidemocradas 26, 264-5 Sendero l uminoso 241 Senegal como una sem¡democracia 26; liberaOvación rn 35-6; economía lie 66-7, 279-SO; activismo católico en 252-3 Serbia 296 Sorra, Narcis 219-20, 221-2 Servicio Nacional de Informales (SNI) 218 Sexo interracial, prohibición suda­ fricana del 174-5 Shah véase Pihlavl, sha Ke/a Sharc, Donald 1 1 1 - 2 n, Shari'a 275 Sharpeville, masacre de 185-6, 187 Shillas 263-4 Silva I nríquez, Raúl 86-7 Sin, Jaime 82-3, 84, 86-7, 94-5, 101, 183-4 Sindicatos prohibidos en Portugal 5960; españoles 82-3, 154-5; Iglesia rv pañola en defensa de los 82-3; negros sudafricano* 96-7, 128-9; ís. totalita­ rismo 1.16-7; anlisandlnUUs 156-7; bolivianos 156-7; w. Walesa 156-7; Controlados por lo* vmdinistas 241 • mg rpui 105-6, prosperidad de 66-7, 7AH, 778 9, gobierno de 69-70, 265;

cristianismo en 252-3; fin de la demo­ cracia en 265-6; natuialeva poli lisa de 272-4; vifa s e t a m b i i » Lee Kw.in Yew Siria 265, 279-80, 280-1 Sisulu, Walter 147-8 Skldmore, Ihomas E, 132-3 Slovo, Joc 143 SNI (Servicio Nacional de Informaqoes) 218 Soare*, Mario 18-9, 104-5,158-9, 218, acomodacionismo de 157-9; visión popular sobre 230-1 Sobredelermi nación 45-7 Socialistas, moderación de los 157; españoles 214-6; Solidaridad, polaca 83-4. 97-8, 100-1, 143, 146-7, 151-5; victoria de 34-6, 113-4, 164, 169-70, apoyo de los Estados Unidos a 93-4; y el Partido Comunista polaco 155-6, 156-7; acomodacionismo de 155-9, 168-9; proscripción gubernamental de 160-1; y la no-violencia 184-5; «tose t a m N f n Walesa, Livh Somalia 265 Somoza, Anastasio 108-9 Soweto, masacre de 178-9, 186-7 Spinola, general Antonio 18, 89-91), 100-1

Sri i aula, democracia en 32-3,49-50; pobre/,» de 66-7; autoritarismo en 2635 Stalinismo 116-7, 129-30 Stepan. Alfrod 64-5, 123, 232-3 Suilrez, Adolfo 34, 104-5, 119, 127-8, 130-1, 154-5. 158-9, 227-8, 235-6; es­ trategia de 125-6, 167; y el ejército español 131-2; y los Pactos tic la Moncloa 132-3; y el PCE 157-8 Sudéfrica 145-6; votación sobre res­ tricciones a los derechos en 21; liberalización en 36-7, 50, 142, 247; de­ mocracia y 76-7; sanciones a 95-7; perspectivas para la democratización en 108-9, 247-8; transformación polí­ tica en 111-3; protesta negra en 129, 188-9, resistencia a la reforma m 12930; tensiones políticas en 143-4; boicots ilegales a comidos en 172-3; elecciones rn 171-6; violencia gubor-

Incili i l litmAlk MII proii'iw «le 11- I okl de l.i 'M| I. > I i

caída del comunismo en Europa oc­ cidental 101-2; ideología de la 115-6; elecciones en la 164; 174-5; violencia étnica en la 183-4; militares de la 2101; temor de los turcos a la 221; reli­ gión en la 252-3; conservadurismo en la 253-4; y Cuba 253; y los Estados Unidos 283-1; Iglesia Ortodoxa Orien­ ta! en la 257-8; influencia europea de I.» 257-8, 261-2; perspectivas de de­ mocratización en la 267-8; u f a s e t a m ­ b i é n Corbachos’, Mijail; Rusia UNO (Unión Nacional Opositora, nicaragüense) 164, 220-1 Urbanek, Kaiol 144-5 Urbanización, democratización y 489; coreana 271-2 URSS u f a s e Unión Soviética Uruguay, democratización de 22,945, 101, 141-2; autoritarismo en 31-2, 113, democracia en 31-2, 33-4,34, 501, 243-4, 249-50; golpe en 32-3, 263-1; dependencia del petróleo de 58; pro­ blemas económicas de 52, 272; i>s. Tupamaros, 55; Estados Unidos y 967, 246-7; represión en 142-3; acuerdo político en 154-5; rechazo a! gobierno militaren 162-4; ¡*s. terroristas 180-1; violaciones a los derechos humanos rn 193,204-5,207-9; controversia por la amnistía en 203-7, 302 n. 22; redimensionamlento del ejército en 2234; íVi¡m’ t a m b i é n Alvarez, Gregorio, Pacto Club Naval; Sanguinctti, Julio Vanuatu 51-2 Vas««, movimiento separatista 94, 233 4; Iglesia española y los 78-9 Vaticano II 77 n. 78-9 Velasen, Juan, nostalgia por 230-1, 235-6, 124-5, 212-3 Venezuela, democracia en 31-3, 31 4, 50-1; dictadura en 31-2, 32-3, demo craliración de 47-8, 49-NI, |'>V5, |Ví61;

g o l p e , e n 159 ÓO, 1 9 1 9 ........ J.I.I.I

politkn en 197-8, uiMiigenu • de ! M 1; p ihl.-mn .te la .1 .. .. .. . .. la . u f.(. H . - M I ............... .. .............................. u I

Iodico tomài-o

Vicaria de la Solidaridad, Iglesia Católica chilena 61-2, 83-4 Vldela, Jorge 50, 128-9 Vielnam 265 Viola, Roberto 128-9, 134-5 Violación sancionada estatalmente 193 Violencia, como Ingrediente de la democratización 177-89 Voto secreto 29-30 Voto calificado por posesión de pro­ piedades 29-30; restricciones en l6s Estados Unidos al 29-30; democrati­ zación y 109-10; clase obrera y 157; para los analfabetos brasileños 137-8: tv'asr /ii.'iiiitifri elecciones Voz de América 93 Walesa, Lech 34-5, 104-5, 146-7, 1478. 155-6. 156-7, 184-5 Wallace, William 267-8 Weber, Max 75-6, 103-9. 277-8 Weigel, George 77-9 n Weiner, Myron 47-B, 51-2, 139-40 n

Yakoicv, Alexandi t 20>> 7 Yemen del Norte 256-7, 2tí0 I Yemen del Sur 256-7 Yemen 189, 279-80; oów f a n b i e n Yemen Jel Norte; Yemen del Sur Yugoslavia 268-9; totalitarismo en II 2; democratización de 69, 257, fclon logia de 115-6; Unión Soviética y ?' l 2, crecimiento económico de 27>' véase ta m b ié n Croacia; Serbia Estóvenla Zaire 256-7, 265 Zambia 265 Zhao Zlyang 128-9 Zhivkov, Todor, calda de 91, 97-8, 124-5, 165-6, 206-7, 203-9 Zia-ul-Huq 163-4, 172-3, 230-1 Zimbabwe 279-80

Zimmerman, Ekkarl 232-3

ESTAIX) Y SOCIEDAD

Tr.in$icbur.« defile mi gobiento autorlUrio (4 tomes) 1. Euroya meridional. Guillermo O' Donnell, Philippe C. Scmhiltcr y l.um r. Whitehead (comps.) 2. Am/rka hlim. Guillermo ODonncll, Philippe C. Schmitter y Laurence Win tchead (comps I 3. Penpeclhmscanjuu.'hlas. Guillermo O' Donnell, PhilippeC. Schmittcr y Laurener Whitehead (comps.) I CcvicJmsnwcs IciilnHvas solve democracm imkrltf. Guillermo O'Donnell y Pin lippe C. Schmlller. '• I I cniou polllko on las cocicdadcs rn cambfo. Samuel P. Huntington i> I a deciiida de privalizar. J. D. Donahue ’ In 'odciir.il dcspvlitizaJii. \ \ Tcnzer M / ii democracia y sws crl’icos. R. A. Dahl ■I J>. ; v s ste Germni. J. R Iorr.it y K. Sautu (comps.) Ii i iipii.ii'isiua c o n t r a c a p i t a l i s m . Michel Albert I. ).■ u i l m I tes OOT.pi/stfltiorei. J Lacuuturc I > Jim In-, c a m .' d e l piiiirr. K. Bouldiilg 14 l a i "'i/i.:i3u h i i m a t u . II, Arcndt l'• I. "H i' il I n ..v!: / u i lis n x i. G . Delannoi In /a I. ih> gii ilc la lib e r ,itid it. C. Smith. i ' l l i n .... . unrmlo K n i e - S u r : un polvorln para cl ntitnda moderno. |. Emm.n| m /. in 'll ) In . ¡I’litlm - ' r. • I lucouturc P* / .t ■•?>. '« de n»i' itncia | I Gonlllk) la In

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SAMUEL P. HUNTINGTON Samuel P. Huntington es profesor de Cic n CÍ8& Políticas y director del John M Olin Instiiutc for Strategie Studios de la L'nivn sidad de Harvard. Es autor de varios libln« sobre política comparativa y asuntos milita* res, y además trabajó como courdinadoi da planificaciones en ci Consejo de Seguridad Nacional. Fue el fundador de la publicac Fui F o r e l g n P o l k y y ha sido presidente de lu American Polílical Science Association

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