Samantha Hamilton - El Secreto de Adriana
March 16, 2017 | Author: Lilibeth Kasrey | Category: N/A
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El Secreto de Adriana
Esa mañana Mauro Cerna, un estresado empleado de banco, conducía quebrantando casi todas las leyes de tránsito porque iba a llegar tarde al trabajo y además acababa de dejar a su recién nacido hijo con una fiebre de treinta y nueve grados bajo la responsabilidad de su inexperta madre, ella lo llamaba cada dos minutos para preguntarle cosas como qué podía hacer con el niño, o para decirle que la temperatura no bajaba, sólo estaba esperando su aprobación para llevarlo al médico. Por otra parte, al otro lado de la ciudad en un costoso y lujoso apartamento de soltera estaban Adriana y Cintia tomando café, Adriana era una chica de cabello castaño claro a nivel de los hombros y ojos marrones, de estatura media y un bonito cuerpo, de veintitrés años, se acababa de graduar de arquitecto y ya tenía un buen trabajo, además del auto que le regaló su madre a los dieciocho años y el apartamento que le había regalado al cumplir veintiuno -
Si me vuelve a dejar tirada voy a tener que venderlo, con todo el dolor de mi alma, pero no sé nada de mecánica y no puedo estar llamando a Manuel a cada rato y mucho menos a tu papá – dijo la muchacha en referencia al ya algo experimentado automóvil
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A él no le molesta – contestó Cintia en relación a su papá
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Sí, pero ya me da vergüenza – aseguró Adriana y Cintia le sonrió dulcemente, de hecho, Cintia era una chica bastante dulce, un poco distraída pero una excelente persona, de ojos grises y cabello negro largo, un poco más alta que Adriana y con mas cuerpo, aun cuando era dos años menor que ella, paradójicamente estaba estudiando cuarto año de odontología, ni Adriana sabía cómo le iba tan bien con lo despistada que era.
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A él no le importa… eres su nuera favorita – le aseguró Cintia al borde del oído y le dio un beso
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Soy la única – aseguró convencida Adriana – espero ser la única – dijo girando la cabeza para verla con esa mirada inquisidora que le causaba mucha gracia a Cintia
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Eres única – confirmó Cintia con una sonrisa y le dio un dulce beso en los labios
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Cintia, no es por presionarte pero tienes media hora para arreglarte si pretendes llegar temprano a clases – le recordó Adriana cuando la vio de cerca y recordó que una bata de seda sobre una minúscula pijama no era el atuendo más adecuado para ir a la facultad de odontología
Hacía unos cuantos meses desde que decidieron vivir juntas. Adriana empezó a vivir sola desde el mismo instante en que su mamá le regaló el apartamento, a su madre no le agradaba mucho la idea pero ella se impuso y se mudó “¿para qué me regalaste un apartamento si no puedo vivir en él?” esa fue su excusa y se mudó lo antes posible, en realidad sólo quería un poco de libertad, su familia no tenía ni idea de que ella era
homosexual y el tener que ver programas referidos a eso escondida o hablar con cualquier amiga y vivir pendiente de que se podía decir o no la sacaba de quicio, pero no estaba dispuesta a confesar lo que realmente era porque su madre muchas veces le había comentado a su tía Catalina que prefería ser prostituta antes que lesbiana y con eso bastaba para saber que la noticia no le iba a hacer mucha gracia. En fin, a diferencia de Adriana, Cintia estaba más que fuera del armario, su madre lo supo cuando ella tenía cinco años -
Con lo linda que es y la cantidad de niños que quieren tratar con ella y ella no quiere separarse de esa amiguita suya, ha de ser lesbiana, de otra forma no me lo explico – le comentó una noche la señora Jennifer a su esposo Patricio
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Es una bebé, esa no es edad para tener novio, es comprensible que prefiera jugar a las muñecas con las niñas – explicó su esposo Patricio, pero las palabras de su esposa regresaron a su mente cuando su hija, ya de quince años, le dijo
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El hombre que se case conmigo ha de parecerse a una mujer porque de lo contrario no sé cómo podré vivir con él – aseguró dejando a su padre tieso de confusión
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¿te refieres a los sentimientos y la manera de expresarlos? – preguntó tímidamente con un poco de temor por la respuesta que pudiera darle su princesita
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Bueno, a eso también, en realidad me refiero a físicamente porque aunque pueda valorar la belleza masculina he de confesar que no me atrae ni una décima parte de lo que me atrae la figura de una mujer – confesó Cintia y su papá se recostó del espaldar del mueble
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Y… ¿sabes cómo se llama eso? – preguntó el papá pensando que existía la posibilidad de que todo el discurso de su hija hubiese sido un intento de ser sutil al confesar su identidad
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¿Cómo se llama qué? – preguntó Cintia para la sorpresa de su padre
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Eso… eso que me dices que sientes por las mujeres, se llama lesbianismo, si estás segura de lo que me estás diciendo pues existe un noventa por ciento de probabilidad de que seas lesbiana – le explicó su padre
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No, no lo soy, sólo me gustan las mujeres, es todo – dijo tranquilamente Cintia mientras cambiaba el canal de la televisión, siempre había sido muy despistada y en esa época ella juraba que una lesbiana era una mujer que se vestía de hombre, se comportaba como hombre y deseaba ser hombre, desde su punto de vista no tenía nada que ver con el norte de su atracción, más tarde saldría de la confusión.
Cintia y Adriana se conocieron por un amigo en común, Alan Baroja, él estaba estudiando séptimo semestre de arquitectura cuando Adriana entro a la facultad y como
en ese momento existía una política de asignar un estudiante asesor a los alumnos nuevos con la intención de que los de más experiencia los incluyeran en el mundo universitario, a Adriana le tocó Alan como estudiante asesor, a partir de ahí se hicieron muy amigos, Alan y Adriana eran muy parecidos, tenían de todo pero veían poco a sus padres porque trabajaban mucho, cuando la madre de Alan murió, el quedó devastado y se desapareció un semestre de la universidad, se refugió en una familia modesta pero más unida que la suya, los Longoria, la familia de Cintia, Patricio era el padrino de Alan y siempre lo quiso mucho, como a un hijo y durante ese tiempo él vivía con ellos como un hijo. Cuando Alan, por persuasión de Jennifer, decidió volver a la universidad, Adriana estaba en cuarto semestre y él estaba entrando al noveno, unos meses después de reencontrarse al iniciar las clases, era el cumpleaños de Alan y su casi familia sustituta le iba a celebrar el cumpleaños, así que Alan invitó a su novia, a un par de amigos de su curso y a Adriana. Ahí ella conoció a Cintia, pasarían un par de años antes de que pasara algo entre ellas pero esa noche se conocieron, charlaron y se llevaron muy bien. Un par de meses después de cumplir los veintiún años Cintia acepto la propuesta de Adriana de vivir juntas y a partir de ahí crearon una rutina matutina inviolable; Adriana se levantaba primero, y como Cintia parecía un ángel mientras dormía, a ella le parecía una crueldad levantarla tan temprano cuando la mayoría de los días tenía clases a partir de las ocho y media, así que daba una vuelta por la casa, iniciaba una rutina de ejercicios y luego se arreglaba, hacía café para Cintia que sí tomaba porque ella se tomaba una merengada rarísima que contenía un montón de cosas y que no podía preparar frente a Cintia porque siempre terminaba en el baño vomitando. Bastaba con que Cintia percibiera el aroma del café para despertarse, Adriana la tenía bien acostumbrada. Mientras Cintia se tomaba su café las chicas conversaban un rato y luego Cintia corría a arreglarse y Adriana bajaba a comprar el periódico y algún tipo de pastel en la panadería para desayunar en el camino a la universidad de Cintia y la constructora. En el trayecto hablaban de millones de cosas y luego cada una seguía su camino, a veces se veían para almorzar y otras veces Cintia almorzaba en casa de sus padres y Adriana en el trabajo, a veces salían a cenar y otra veces no, pero a las nueve a mas tardar ya estaban juntas otra vez, los fines de semana eran una incógnita total hasta la noche del viernes o el sábado en la mañana cuando a alguna de las dos se le ocurría alguna locura. El único problema de su relación era que, ante la familia de Adriana, Cintia era sólo una amiga y había días en que eso le molestaba muchísimo y hasta se acostaban peleadas, Cintia igual le daba el beso de buenas noches porque su madre le había enseñado que la noche podía traer sorpresas y que uno no podía irse a la cama sin hacer las paces con las personas que mas amaba en el mundo, a veces le costaba cumplir con eso, porque entendía los miedos de Adriana pero le parecía muy injusto que su papá la tratara a ella como una hija y que su mamá le mandara el almuerzo a la oficina y que ante la familia Calderón no podían ni tomarse de las manos “¡lo único por lo que mi mamá se opuso a que viviéramos juntas es porque todavía tiene la ilusión de que esto sea más formal! ¿Pero cómo va a ser formal si tu familia ni siquiera sabe que eres homosexual y
que vives conmigo? Dime algo Adriana ¿no te da miedo que las excusas para que tus primas no te visiten se te acaben un día?” esa fue una de las peleas más grandes “si no puedes vivir conmigo mejor es que nos separemos, así yo no te hago más daño con mi decisión de mantener a mi familia aislada” replicó Adriana y Cintia se sintió muy herida “es que ese es el problema, la familia no se puede tener aislada” dijo decepcionada Cintia y esa misma noche se regresó a casa de sus padres. Para Adriana fue todo un proceso lograr que regresara, le pidió perdón mil veces y le prometió buscar la manera de terminar de salir del armario para poder vivir una vida normal, Cintia era un poco orgullosa pero no mucho y aunque se muriera de la rabia al admitirlo, un beso de Adriana bastaba para hacerla cambiar de opinión. Por otra parte, mientras Cintia se arreglaba y Adriana compraba el desayuno, Mauro Cerna había tomado la decisión de regresarse y llevar a su hijo al médico, lo había dejado hospitalizado con su esposa Cristal y se había ido nuevamente al trabajo, esta vez con la intención de llegar, estando en el carro recibió una llamada de su jefe -
¿adónde diablos estás? – preguntó histérico el jefe de Mauro y a partir de ahí tuvo que dar mil explicaciones
Cintia y Adriana ya iban camino a la universidad, pero el auto de Adriana se accidentó -
Es definitivo, voy a venderlo – decidió Adriana al ver que el auto la volvió a dejar tirada
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Llama a Manuel – le sugirió Cintia mientras Adriana abría el capó y salía una nube de humo
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No, él está en clases – contestó Adriana bastante preocupada
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Si no quieres llamar a mi papá entonces llama a Alan, no te puedes quedar aquí
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Cintia, Alan sabe de mecánica lo que yo sé de astrofísica, vete para tu universidad que vas a llegar tarde, ahí hay una estación de servicio, voy a ver si consigo un mecánico – dijo dándole un beso en los labios muy discreto y rápido, Cintia que odiaba esos besos la tomó por el cuello y le dio un beso apasionado que dejó a Adriana nadando en las nubes
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Eso… si es un beso – dijo sonriendo y le arrancó una sonrisa a Adriana que iba caminando hacia atrás mientras se despedía de su amor con cara de boba sin darse cuenta de que estaba cruzando la calle
Por otro lado, Mauro iba manejando e intentaba explicarle a su jefe porque iba a llegar tarde -
¡pudiste haber avisado! – le gritaba histérico su jefe
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No sabía qué hacer, discúlpeme, de verdad es primera vez que me pasa esto – se excusó terriblemente apenado Mauro
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No te preocupes, cuando te suceda en tu próximo trabajo ya sabrás que hacer – le dijo tranquilamente el jefe y al verse despedido Mauro volteó a mirar el teléfono antes de colgar, pero olvidó que cuando se maneja se debe ver al frente y su pie seguía en el acelerador, frenó instintivamente cuando el parachoques de su auto se estrelló contra algo que parecía ser una persona, era Adriana, el carro le había dado un golpe y la había impulsado cinco metros más adelante.
En cuanto Cintia escuchó el frenazo se acababa de voltear y se volteó nuevamente por instinto. Cuando vio a Adriana tirada en el pavimento con la cabeza rota se acercó corriendo y llamó a una ambulancia, estaba en shock, terriblemente asustada de que algo grave pudiera pasarle a Adriana a raíz de ese arrollamiento -
¿Manuel? – preguntó entre lágrimas y sollozos con la voz quebrada
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Si ¿Quién es? – contestó una voz robusta desde el otro lado de la línea
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Manuel es Cintia, tu hermana acaba de sufrir un accidente y vamos rumbo a la clínica del centro, no sé que pueda pasar y estoy muy asustada, por favor ve para allá lo antes posible – le dijo y enseguida le colgó, por ningún motivo dejaba de sostener la mano de Adriana, quien estaba inconsciente – no me importa si nunca le dices a tu familia lo nuestro, pero por favor ni se te ocurra morirte – le decía con la voz quebrada y los ojos hinchados. El paramédico estaba concentrado en mantener a Adriana estable pero de vez en cuando le echaba una mirada de extrañeza a Cintia, que estaba bajo un grado de estrés tal que no soportó ni una mirada mas - ¿Por qué no intentas mantenerla viva en lugar de mirarme tanto? – le reprochó molesta y el paramédico se concentró aun mas en su asunto sin decir nada, intentó obviar a Cintia el resto del camino a la clínica
Ya en la clínica se llevaron a Adriana para atenderla y Cintia se quedó llorando terriblemente preocupada en un rincón de la sala de espera, las miradas de la gente eran inevitables pero Cintia estaba tan concentrada pidiéndole a Dios que no le pasara nada a Adriana que no se dio cuenta de que a la gente le extrañaba su llanto, cuando llegó Manuel la gente dejó de ver las cosas raras, es que ella le había dicho al médico que Adriana era su amiga, cuando llegó Manuel y ella lo abrazó desesperada la gente se imaginó que sí, efectivamente eran buenas amigas y el novio acababa de llegar a apoyarla -
Tengo miedo Manuel – le dijo recostando su rostro en el pecho de Manuel, Manuel era un muchacho de veinte años, unos centímetros más alto que Cintia y de buena contextura, de ojos marrones claros y cabello rubio corto, vestido siempre con suéteres cuello tortuga o con camisas manga larga y un blue jean discreto, él era muy recatado, su padre le había enseñado desde niño que esas demostraciones efusivas de los sentimientos eran cosas de niñas y que los hombres eran recios y serenos, su padre había muerto diez años atrás pero de alguna manera él ya se había acostumbrado a eso así que estaba como una tabla viendo y sintiendo como Cintia lo abrazaba fuertemente, se sentía muy raro pero al final también la abrazó
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¿Te ha dicho algo el médico? – le preguntó Manuel luego de que se hubiesen sentado
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No, me dijeron que iban a atenderla y en cuanto supieran algo me avisaban – contestó - ¿le avisaste a tu mamá?
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Sí, bueno le dije a David que es más sutil dando noticias fuertes – confesó Manuel, David era el novio de la madre de Adriana desde hacía cuatro años, era un hombre bueno y bastante tranquilo, y como decía David era más sutil.
Al poco tiempo de haber llegado Manuel, llegó la madre de Adriana, acompañada de su novio, hecha un mar de lágrimas, también, saludó a los muchachos con un rápido beso en la mejilla -
¿Qué le pasó? ¿cómo la atropellaron? – le preguntó la señora Anastasia a Cintia, la señora Anastasia era una mujer muy bien vestida delgada, de buena figura y un bonito rostro de ojos verdes y cabello rubio largo y perfectamente peinado, era toda una diosa del glamur, ella intentó inculcarle todo eso a Adriana pero su hija definitivamente no era como ella, Manuel se parecía mas
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Iba cruzando distraída – comentó y recordó que el motivo de la distracción había sido ella y un par le lágrimas resbalaron por sus mejillas – el conductor también estaba distraído – continuó intentando que su voz no se quebrara
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¿y adonde está el conductor? – preguntó Anastasia, era abogada, la accionista principal de uno de los mejores bufetes de la ciudad y del país
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La verdad no lo sé señora Anastasia, yo estaba demasiado preocupada como para prestarle atención, él estuvo ahí hasta que llegó la ambulancia
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¿anotaste la placa del vehículo? – preguntó la madre de Adriana, era evidente que quería hacer que Mauro pagara por lo que le había hecho a su hija, pero él ya tenía suficientes problemas así que menos mal que Cintia no le prestó mucha atención
-
No, en ese momento no me pareció muy importante – tras esta respuesta la madre de Adriana se quedó callada para no reprocharle nada a la muchacha e intentó ignorarla para no recordar que su actuación ante el accidente no había sido lo que ella consideraría apropiada
Estuvieron un par de horas ahí, la madre de Adriana tenía un terrible dolor de cabeza e intentaba, sin mucho éxito, no llorar, Cintia seguía llorando desconsolada con la cabeza entre las rodillas, de pronto apareció la tía de Adriana y su familia, Alan también llegó y estuvo siempre cerca de Cintia apoyándola y abrazándola. La tía de Adriana, la señora Catalina era una mujer cerca de los cincuenta años pero aparentaba mucho menos, era del mismo estilo de la señora Anastasia pero su cabello era un poco más oscuro y más corto, los mismos ojos verdes y el mismo modo de vestir formal y elegante. El esposo de ella era el señor Clemente Arroyo, un hombre bastante bondadoso que a veces se
convertía en víctima de los abusos de la señora Catalina, de cabello gris peinado hacia atrás, con lentes discretos que cubrían sus ojos marrones oscuros y siempre vestido con trajes oscuros muy elegantes que cubrían su figura robusta y la ya desarrollada barriga. Ellos dos tenían dos hijas, ambas parecían un par de modelitos, altas como su padre y de cabello negro igual al de él, en algún momento de su vida, de ojos verdes como los de la madre y con la belleza de la familia Calderón, la familia materna, una tenía veinticinco años, Natalia, ella era modelo profesional y trabajaba con muchos diseñadores famosos nacionales e internacionales, de cabello largo y un semblante un poco más rígido que el de su hermana menor era bastante distante y algunas personas la consideraban engreída, a Adriana no le parecía y siempre se había llevado muy bien con ella. La otra hermana era Jacqueline, ella era menos esquelética y sus rasgos eran más suaves, tenía veinte años y estaba estudiando publicidad, parecía amable pero Cintia nunca había tratado con ella. Los otros dos que ocupaban la sala por los mismos motivos que la familia eran David y Alan. David era un hombre barrigón de buen aspecto, de cabello negro corto y ojos marrones, siempre vestido de forma deportiva, con blue jean, una buena y costosa camisa cubierta por un suéter aun más costoso de buena tela. Alan si era un poco más normal, un jean de cualquier color con una camisa chemise era más que suficiente, siempre con el casco de su moto bajo el brazo, de buena estatura pero no mayor que la de ningún hombre de la familia de Adriana, de ojos azules y de pelo rojo largo amarrado con una media cola, con mirada inquisidora siempre. De todos los que estaban en la sala la que mas lloraba era Cintia, ocultaba su rostro en el pecho de Alan y cuando los integrantes de la familia de Adriana empezaron a mirarla raro dijo que bajaría a tomarse un café y se sentó en una mesa del cafetín a llorar -
Toma – le dijo Manuel extendiéndole la mano con un pañuelo blanco en ella
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Gracias – dijo un poco apenada
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¿Por qué no esperamos a ver que dice el médico antes de preocuparnos tanto? ¿te parece? – le preguntó y ella asintió mientras se limpiaba con el pañuelo - ¿vienes? – le invitó a acompañarlo de regreso a la sala de espera
Como a las seis de la tarde apareció el médico de Adriana -
Buenas tardes, los familiares de Adriana Gamboa por favor – dijo un hombre delgado de estatura media con una bata blanca y de inmediato Anastasia y Manuel se levantaron y se acercaron, posteriormente lo hicieron los demás – yo soy el doctor Eduardo Beltrán, soy el médico de la señorita Adriana Gamboa, voy a ser sincero y la verdad es que las noticias no son muy favorables, la señorita Gamboa ha entrado en un estado de coma simple y bueno… existen pocas esperanzas de que sobreviva – esas palabras provocaron el llanto de la familia y Cintia se desmayó.
Cintia estaba de pronto en un funeral, sobre el ataúd estaba la foto de Adriana y alrededor todos los conocidos de la muchacha llorando de manera desbordada y recordando los buenos momentos que pasaron con ella, de pronto Cintia escuchó a alguien que la llamaba, era la voz de Alan -
¿Cintia? ¿Cintia estás bien? – le preguntaba pero ella no podía verlo – ¡Cintia reacciona! – le ordenó Alan y de pronto Cintia se vio en una camilla de hospital con el rostro de Alan sobre ella – hola
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Hola, ¿Por qué tenía que pasarme esto a mi? – preguntó y Alan le acarició el cabello
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La esperanza es lo último que se pierde – le dijo Alan
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¿Qué esperanza? De la tumba no va a volver – dijo ella llorando
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¿de la tumba? Cintia, Adriana está viva, en coma pero viva – fue en ese momento cuando Cintia notó que el funeral había sido un sueño y se sintió aliviada por primera vez desde el accidente.
Adriana fue transferida a una habitación de la clínica, Cintia esperó pacientemente a que todos los familiares entraran a ver a Adriana y se quedó afuera con Alan para no importunarlos. En la habitación estaban Catalina y sus hijas sentadas en el mueble, Manuel y David estaban recostados de la pared y Anastasia y Clemente estaban en sillas individuales. Anastasia estaba justamente al lado de Adriana y luego de abrazarla sostuvo su mano con una mano y con la otra acarició su cabello -
No ha vivido prácticamente nada – decía entre sollozos la madre terriblemente preocupada – ni siquiera ha tenido su primer novio
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Cálmate Anastasia, mientras esté viva hay esperanzas – le dijo Catalina intentando tranquilizarla, además de que la tía Catalina no era tan ingenua, con veintitrés años, con apartamento propio y total libertad e independencia le era difícil creer que Adriana no hubiese vivido nada, pero igual pensaba que era muy joven y la quería lo suficiente, así que estaba terriblemente preocupada y mortificada, sin expresarlo mucho claro
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Ella es muy buena, la mejor amiga que haya podido tener, siempre tan comprensiva – aseguró Anastasia, en realidad Adriana y Anastasia tenían una buena relación, Anastasia, a diferencia de Adriana, le contaba todos sus secretos a su hija y las pocas veces que se veían conversaban amenamente sobre muchas cosas, de hecho cuando Manuel era niño se quejaba de que su mamá prefería a Adriana antes que a él porque efectivamente Anastasia la consentía bastante, esa era otra de las razones por las cuales Adriana no le había dicho nada sobre su homosexualidad, su madre estaba tan orgullosa de ella y era tan homofóbica que le daba pavor decepcionarla y que la relación se desquebrajara para siempre.
Manuel y sus primas también estaban muy preocupados, se les notaba en el semblante, en realidad nadie en la familia sabía nada de la vida de Adriana, pero creían que si y la consideraban una muy buena persona y amiga, siempre dispuesta a ayudar, alguien con quien se podía contar siempre, a decir verdad muchas personas pensaban eso de Adriana, sus amigas también lo pensaban y tampoco sabían nada de su vida oculta. Sus amigas eran la otra razón por la cual Adriana no decía nada acerca de su vida, en una oportunidad le dijo al padre de Cintia, cuando éste intentaba darle un consejo sobre cómo salir del armario -
Es que Pato – Adriana era medio abusadora, le decía “Pato” a su suegro - ¿cómo voy a decirle a mis amigas que soy homosexual? Ellas se han desvestido delante de mí, me cuentan sus cosas más intimas, les va a dar un ataque y por supuesto que las cosas nunca van a ser iguales ¿Qué van a pensar? Que las veía mientras se cambiaban, que compartieron la cama conmigo siendo yo… como soy – decía frustrada – y en realidad yo siempre fui muy respetuosa, cerraba los ojos y les daba privacidad en todo momento, pero ellas no lo van a ver así
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Puede ser hija pero no lo sabes a ciencia cierta, yo de joven, con las hormonas alborotadas en cada fibra de mi ser tuve muchas amigas y yo era respetuoso y muy buen amigo de ellas y muchas veces ellas tenían confidencias conmigo siendo yo hombre, nunca llegaron a desvestirse porque aunque existía la confianza eran otros tiempos y bueno, la gente no hacía eso – le confesó Patricio y ella sonrió
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Créeme, los tiempos no han cambiado tanto, si ellas se desvestían era porque yo soy mujer y no saben nada de mis preferencias sexuales
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Ten paciencia Adriana, en el momento más inesperado vas a sentir la necesidad de mostrarte tal cual eres, las personas que de verdad te quieren te van a querer igual, ser lesbiana es sólo una parte de lo que eres, después de que ellos sepan que eres lesbiana seguirás siendo la misma persona porque tú ya lo sabías, nada va a cambiar en ti, un poco mas de libertad pero hasta ahí, seguirás siendo una excelente arquitecto, seguirás siendo una hija ejemplar y una buena amiga y persona, tu personalidad no se va a borrar porque tu familia y tus amigos conozcan ese pedazo de ti que les falta por conocer, créeme que cuando Cintia me dijo que no era lesbiana pero que le gustaban las mujeres – Adriana sonrió, eso sólo lo podía haber dicho Cintia – yo me iba cayendo de espaldas, gracias a Dios estaba en el mueble porque ahorita estaría paralitico, pero por eso no dejé de quererla, sigue siendo mi princesita aunque no le agraden mucho los príncipes
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Ningún príncipe va a ser mejor pareja para tu hija que yo – le dijo Adriana a su suegro guiñándole un ojo y él la rodeó con su brazo y le dio un apretón
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Las cosas mejoran con el tiempo, no te desesperes
Ya entrada la noche en la habitación de Adriana sólo estaban Manuel, David, Cintia y Anastasia, cinco minutos atrás la enfermera les había avisado que sólo podía quedarse un acompañante con la paciente y Cintia estaba buscando la manera de despedirse sin morirse, en ese momento volvió a molestarse con Adriana “si tu madre supiera que somos pareja yo me quedaría a acompañarte y no ella” pensó pero luego la volvió a ver y sólo pensaba en que quería verla despierta otra vez para abrazarla y besarla -
Yo te llevo Cintia – le dijo Manuel tras un bostezo
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Okey, gracias – dijo y se despidió de Anastasia y le dio un beso en la frente a Adriana
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Yo los acompaño, adiós amor, nos vemos mañana, que pases buenas noches – le dijo David a Anastasia y Cintia lo miraba muriéndose de las ganas de poder decirle lo mismo a Adriana
Manuel llevó a Cintia a casa de sus padres, porque él sabía adónde quedaba el apartamento de Adriana, Cintia no podía pedirle que la llevara allá -
Cintia hija, hola ¿Qué pasó? ¿volviste a pelear con Adriana? – preguntó Jennifer y Cintia terminó de entrar y se sentó en el mueble
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Ojalá – esbozó resignada y a punto de llorar otra vez – con toda la preocupación de hoy no pude llamarlos, Adriana tuvo un accidente, la atropellaron y se golpeó la cabeza, está en coma
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¡por Dios santísimo hija! – dijo Jennifer y Cintia rompió en llanto nuevamente, Jennifer se sentó junto a ella y la abrazó, ante el ruido Patricio se despertó y al ver a Cintia llorando y a Jennifer abrazándola se preocupó un poco
-
¿Qué pasó hija? ¿peleaste otra vez con Adriana? No entiendo porque pelean tanto si no pueden vivir una sin la otra, hija tienes que dejar de ser tan intransigente – decía Patricio y con cada palabra Cintia lloraba mas
-
Cállate Patricio que no sabes lo que pasó – le ordenó Jennifer y Patricio frunció el ceño confundido
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Si no me lo dices mujer mas nunca voy a saber – reprochó
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A Adriana la atropellaron y está hospitalizada en estado de coma – dijo Jennifer y Patricio se dejó caer en el sillón
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¿Qué? No puede ser – decía cada vez con la voz más baja, Patricio quería mucho a Adriana, hasta el punto de que cuando ella y Cintia peleaban se ponía del lado de ella en lugar del lado de la hija
-
Está estable pero lo primero que nos dijo el médico fue que tenía pocas esperanzas de que sobreviviera y yo no sé que voy a hacer sin ella papá, ni
siquiera puedo abrazarla con tranquilidad porque su familia está ahí – decía llorando y su papá se aproximó a ella para abrazarla también, la familia de Cintia era muy unida, básicamente porque era muy pequeña, tanto Patricio como Jennifer eran hijos únicos y sus padres habían muerto, Cintia también era hija única así que sólo eran ellos tres, y de un tiempo para acá Alan y Adriana – papá ¿podrías llevarme al apartamento? Es que me trajo el hermano de Adriana y no podía decirle que me llevara allá – expresó Cintia un poco más calmada -
¿crees que sea prudente hija? Lo de Adriana está muy reciente, en ese apartamento no vas a poder dormir, todo te la va a recordar, ¿por qué mejor no vas mañana, luego de que hayas descansado? – le sugirió su padre
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Si tienes razón, además ya es bastante tarde – concedió Cintia, su cuarto estaba intacto y su madre cambiaba las sabanas semanalmente aunque estuviesen limpias, por si acaso a Cintia se le ocurría pasar una noche ahí.
Cintia se sentó en su cama y le parecía tan extraño volver a dormir ahí después de todos los meses que llevaba viviendo con Adriana, miraba todo a su alrededor, los viejos libros de sus primeros años en la carrera, sus peluches, los pocos que quedaban; miraba lo pequeño que era su antiguo closet. Por fin decidió quitarse los zapatos y ponerse uno de los pijamas que estaban guardados en las gavetas. Estando acostada en su cama recordó la primera vez que vio a Adriana en la fiesta de cumpleaños de Alan -
Buenas noches – dijo Adriana en cuanto entró a la casa de Cintia, en la cual estaban sólo Cintia, sus padres, Alan y la novia de Alan porque los otros amigos de Alan no habían llegado
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Buenas noches, bienvenida – saltó Patricio a recibirla y ella sonrió
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Gracias – dijo y continuó caminando hacia Alan que la miraba sonriendo
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¿cómo estás mi amor? – la saludó Alan con un beso – ¿te acuerdas de Camila? – su novia
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Si, hola – la saludó Adriana y la muchacha le devolvió el saludo amablemente. Cada quien andaba en lo suyo, la madre de Cintia estaba en la cocina preparando bandejas con comida para ofrecerle a los invitados, Cintia estaba en su cuarto buscando un álbum donde aparecían fotos de Alan cuando media un metro y tenía el rostro cubierto de pecas para mostrárselo a Camila. Patricio fue quien le abrió la puerta y Alan y Camila estaban sentados en la sala hablando.
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¿Alan puedes venir un momento? – preguntó Cintia sacando de la puerta de su cuarto sólo la cabeza y en ese momento Adriana pensó “que ojos tan lindos Dios”, sonrió por instinto y Cintia le devolvió la sonrisa pero también se sonrojó
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¿Qué pasó Cintia? – le preguntó Alan ya en el cuarto de ella
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Tu amiga es demasiado linda – le dijo con una sonrisa nerviosa, totalmente ruborizada y con un brillo en los ojos que Alan no había visto nunca, la reacción de su amiga le hizo gracia y no pudo evitar reírse – cállate Alan te van a escuchar – le reprendió Cintia un poco apenada – es que es bella – dijo provocando nuevamente la risa de Alan, esta vez un poco más discreta
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Sal para presentártela – le dijo él y la tomó por la mano, pero ella estaba estática – en algún momento tienes que salir, no te puedes quedar aquí durante toda la fiesta
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Si no te hubieses reído tal vez yo no me hubiese puesto nerviosa y pudiera salir sin ningún problema
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¿es mi culpa? – preguntó sorprendido Alan – habré sido yo quien te movió el tapete – dijo y Cintia sonrió
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Tienes razón, debo atacar a quien me provocó la reacción, así que… al ataque – dijo sonriente y ambos salieron del cuarto, cuando andriana la vio no pudo evitar mirarla de arriba abajo, por lo general ella intentaba ser discreta pero esta vez no tuvo éxito
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Hola – Cintia dio el primer paso y Adriana pensó “no basta con tener un cuerpo de muerte lenta, no… también tenía que tener una voz tan sensual que me estremece, perfecto, si lo consideras pecado ¿Por qué siempre me tropiezo con espectaculares mujeres que no puedo dejar de mirar? ¿intentas tentarme? Porque esta vez sí que te saliste con la tuya, estoy totalmente tentada a cruzar la línea prohibida” Adriana juraba que era la pecadora favorita de Dios y sólo Él sabía si en realidad era así
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Hola – contestó Adriana al ver que Cintia la miraba esperando una respuesta, luego del “hola” Cintia levantó una ceja – disculpa, me recordaste a alguien – mintió Adriana para salirse de la embarazosa situación y Cintia asintió
Luego de la cena y de cantar cumpleaños todos se sentaron a conversar y las muchachas estaban distantes del grupo sentadas en un rincón -
Así que estudias con Alan ¿ya se van a graduar no? – preguntó Cintia
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No en realidad, él sí pero yo todavía no – contestó Adriana muy concentrada en remover el café que se estaba tomando
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¿estás empezando? Tienes cara de pocos años
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No – contestó Adriana, era de respuestas cortas y cortantes
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¿En qué semestre vas? – preguntó Cintia intentando que Adriana hablara sobre su semestre y el de Alan y sus respuestas fuesen un poquito más extensas
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Cuarto – dijo y Cintia intentó cambiar las preguntas a unas más abiertas
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¿cómo se conocieron Alan y tú? – preguntó Cintia
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Era mi estudiante asesor
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¿sigue siéndolo? – preguntó Cintia
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No, eso funciona sólo con los estudiantes nuevo ingreso – contestó Adriana y Cintia sonrió
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¡bravo! – exclamó sin que su familia lo notara – me has dicho algo que no te he preguntado. Adriana dejó de mirar el café y levantó la mirada para verla, por supuesto con una gran sonrisa dibujada en el rostro
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Háblame sobre ti, a lo mejor así la conversación fluye de manera más eficiente – propuso, Adriana de por sí era de respuestas cortas, pero en este caso esa no era la razón por la cual contestaba con menos de dos palabras, en realidad la voz de Cintia le gustaba tanto que prefería oírla en lugar de hablar tanto
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¿qué quieres saber? – preguntó Cintia recostándose del espaldar
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Alan dijo que estudiabas odontología – acotó Adriana como inicio de la conversación
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Si, entré este año… ¿Alan y tú han hablado de mí? – preguntó haciendo hasta lo imposible por mantener la calma y no ruborizarse
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Eres el único familiar interesante que tiene, su padre es un idiota – comentó Adriana y Cintia se giró para corroborar que Alan no la había escuchado – Alan sabe lo que pienso de su padre, se lo digo cada vez que me comenta que montó una nueva empresa en alguna ciudad desconocida
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Guao – expresó Cintia y Adriana sonrió, Cintia se estaba poniendo un poquito nerviosa, si la amiga de Alan seguía sonriéndole así con esos labios carnosos y esos perfectos y hermosos dientes, iba a lograr que se ruborizara y se avergonzara por completo - ¿Qué hay de tu familia? ¿son idiotas también?
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No tanto – Cintia notó inmediatamente el retroceso a las frases de dos palabras
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¿hermanos? – preguntó Cintia
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Uno
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No te gusta que te pregunten sobre tu familia ¿no? – infirió Cintia y Adriana la miró fijamente un par de segundos para luego retirar la mirada y contestar
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Hay cosas más interesantes
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¿cómo qué?
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Como la arquitectura, si lo que quieres es oírme hablar pregúntame sobre arquitectura
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¡no! – exclamó con tanta vehemencia Cintia que le robó una gran sonrisa a Adriana – Alan vive hablando de eso, si me descuido me gradúo primero de arquitecto y luego de odontólogo – Adriana soltó una risa sutil pero el resto de la sala la notó, como todos excepto Adriana sabían de la orientación sexual de Cintia se intrigaron mucho por la risa de Adriana y se sonrieron mutuamente de manera cómplice
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Parece que va a lograrlo – comentó Alan
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¿Cuándo no? – preguntó Patricio y todos se sonrieron mirando de vez en cuando de manera disimulada a las muchachas
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Tal vez pueda mostrarte otro punto de vista – le dijo Adriana y Cintia sonrió
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Me gustan los puntos de vista diferentes – en realidad se refería a otra cosa
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Supongo que valoras mucho la belleza de una dentadura perfecta – Cintia hizo un gesto de aprobación que a Adriana le pareció muy sexy – eh… ajá la arquitectura es como eso. La dentadura la diseña Dios y es una obra perfecta o con mucho potencial, por lo general nosotros tenemos mucha responsabilidad en el daño que le causamos a nuestra dentadura y es en ese momento cuando aparece un artista llamado odontólogo que si bien nunca alcanza la perfección divina, se acerca mucho a ella y así repara el daño que nosotros hemos hecho, para mantener la belleza de nuestro rostro. Una obra, un edificio, es creado por un hombre sabio con visión, un artista que busca dar placer a nuestros ojos con filos, curvas y dimensiones perfectas. Alguien que sirve de defensor de obras antiguas pero increíblemente originales y valiosas pues repara el daño causado por el tiempo, así que en líneas generales nos parecemos bastante, ambas valoramos la belleza y buscamos mantenerla el mayor tiempo posible y de la manera más funcional que se pueda – Adriana hablaba con tanta pasión del asunto que Cintia de pronto se sentía terriblemente atraída hacia la arquitectura, en realidad era más probable que se sintiera atraída hacia la arquitecta - ¿estás bien? – preguntó Adriana jocosamente al verla con cara de tonta
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Si, sigue – dijo y esa noche Cintia se dedicó a escuchar el punto de vista de Adriana.
Luego de que Adriana se fue el asunto fue intenso, todos preguntaban y comentaban cosas en relación a ellas dos, pero Cintia seguía montada en su nube
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¡niña! – exclamó Alan al ver que ni los escuchaba, aun con el escándalo que tenían armado - ¿te enamoraste? – le preguntó en los dos segundos que tuvo su atención y Cintia suspiró profundamente
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No sé, pero si no me caí ya, estoy al borde del precipicio – concluyó con una voz suavecita y casi sin aire.
Ya era el día siguiente y Cintia quería ir a ver a Adriana pero su madre le dijo que era mejor que fuese a clases y luego fuera a la clínica porque igual con toda la familia de Adriana ahí ella no podía hacer mucho, Cintia se sintió nuevamente como una niña, obligada a asistir a clases y así lo hizo, pero estuvo inmersa en el mundo de sus recuerdos toda la mañana. Recordó que un par de meses después de que conociera a Adriana Alan la invitó a la playa, esta vez con millones de amigos varones y Camila, iban a dormir en la casa de playa de Alan. Todo el día las miradas de Cintia y Adriana iban y venían dirigidas de una hacia el cuerpo de la otra, cuando empezó a anochecer empezaron a disminuir en intensidad, además estaban jugando y fastidiando con los amigos de Alan y parecían tres parejas con un montón de terceros porque eran bastantes, Alan no los consideraba sus amigos pero eran compañeros de clase muy divertidos con los cuales se podía pasar un buen rato. Llegó la noche y aunque la casa de Alan era grande no fue suficiente, Alan y Camila durmieron en su cuarto, el cuarto de su papá era sagrado y en los otros tres cuartos durmieron los demás, cuatro varones en cada cuarto y en el último cuarto Cintia y Adriana. El detalle de los cuartos era que todos tenían una única cama matrimonial, los varones hicieron desastres, tres dormían en la cama y al cuarto le tocaba una sabana en el piso así que no fue fácil decidir quién dormiría en el piso, estuvieron en eso hasta las tres de la mañana, cuando dos desistieron y terminaron en el suelo. Las muchachas estaban despiertas pero totalmente calladas en la oscuridad, Adriana estaba de espaldas a Cintia y esta última sólo la miraba, su cabello era precioso y sedoso y ella no podía evitar querer tocarlo, se contuvo bastante pero luego desistió “nunca he luchado contra mis deseos ¿por qué voy a hacerlo ahora?”, el asunto comenzó por el cabello, Adriana se dio cuenta pero no le prestó atención, por lo general sus amigas, heterosexuales, eran muy cariñosas y no podía comportarse como una paranoica, pero cuando Cintia empezó a deslizar suavemente sus dedos por sus brazos, y sobre todo cuando empezó a sentir cosquillas en el estomago y que la piel se erizaba tanto que era sumamente visible, se salió de control y se dio la vuelta provocando que Cintia se detuviera inmediatamente -
¡Mira niña!, ¡soy gay!, lo que por lo general no es un problema en una situación como esta pero como eres tú y francamente estás tan buena que podrías seducir a un santo, no puedo controlarlo porque me gustas, así que te pido encarecidamente que dejes de acariciarme o voy a asumir que estás buscando otra cosa – por lo general Cintia no se sentía avergonzada de nada, pero esta vez estaba avergonzada y no sabía si era de ser homosexual o de fingir no serlo, decidió separarse de Adriana y luego de unos cuantos minutos de silencio
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¿hace cuanto lo eres? – preguntó y a Adriana le molestó porque pensaba que Cintia era una de esas heterosexuales ignorantes que creían que de pronto la gente se transformaba en gay o decidía serlo de la noche a la mañana
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¿Desde siempre? – contestó de mala gana
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Ok, tienes razón, lo que quise preguntar fue ¿Cuándo lo supiste? – preguntó suavemente y Adriana le bajó un poco a sus niveles de histeria
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No sé, creo que fue cuando el niño lindo de la escuela intentó besarme y simplemente sentí asco, dos noches más tarde descubrí viendo unas fotos en su blog que me gustaba su hermana, era para morirse, fue hace poco, como tres o cuatro años
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¿qué dijeron tus padres? – preguntó Cintia, si era para morirse seguro esa era la parte
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Mi papá ya estaba muerto gracias a Dios porque de no ser así se hubiese muerto en el mismo instante en que confesara – dijo Adriana y se sentó con las piernas cruzadas en forma de indio en la cama
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¿Qué dijo tu mamá? – preguntó incorporándose en la misma posición
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Nada – aseguró y Cintia frunció el ceño – aun no lo sabe – Cintia levantó las cejas totalmente sorprendida
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¿no se lo dijiste? ¿cómo puedes vivir con ellos sin decirles quien eres en realidad? – preguntó Cintia sin salir de su asombro
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¡No tienes idea de lo difícil que es! – Cintia prefirió callar, porque de alguna manera Adriana tenía razón eran situaciones muy diferentes – además sigo siendo yo, ellos me conocen, sólo que no conocen esa parte – se excusó y Cintia levantó la ceja izquierda
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Tienes razón es sólo una parte de ti, pero créeme para la mayoría de las personas es una parte sumamente importante, ¿Qué te da tanto miedo? – le preguntó y fue ahí cuando tocó un punto débil
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Mi mamá preferiría que fuese una prostituta
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¡¿qué?! – exclamó Cintia con un poco de incredulidad y un poco de molestia
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Es la verdad, en una oportunidad estábamos en una cola horrible, la calle estaba cerrada por el desfile del orgullo gay, yo no sabía nada y nadie en el carro, de alguna manera nos vimos obligados a mirar porque estábamos estancados, yo no tenía problema, me parecía tan lindo ver que aunque sea un día les pertenecía y podían disfrutarlo sin tanto rollo, hasta que mi mamá le comentó a mi tía algo así como “Dios cuide a mi familia de tal perversión, yo prefiero ser puta antes que
lesbiana, es que algo tuvo que pasarles para que se convirtieran en eso, a mi me daría vergüenza salir de mi casa, pobrecitos deben haber sufrido mucho como para preferir esto” entre otras cosas más que ahora no recuerdo, estuvieron soltando veneno homofóbico todo el tiempo que estuvimos ahí y por supuesto no podía faltar el “¿no estás de acuerdo Adriana?” y por supuesto yo soy como Pedro o Judas Iscariote o no sé quien, pero decía que sí como una autómata, en ese momento decidí que por ningún motivo ellos iban a conocer ese pedazo de mí, no estoy interesada en ganarme el odio de mi familia, las cosas van a cambiar radicalmente y ellos van a olvidar quien soy, cada vez que escuchen mi nombre o piensen en mi sólo se les va a venir a la mente “ella es la prima, sobrina, hija, hermana gay”, es una realidad, nadie va a recordar que soy una persona porque el rotulo “homosexual” es demasiado grande como para que puedan ver… que debajo de él hay un ser humano – la voz de Adriana se quebró y Cintia no sabía si abrazarla o no, pero al final lo hizo y Adriana se dejó abrazar y cuidar como una niña porque en ese momento se sentía realmente mal – es bastante oír cosas como “raros” “pervertidos” “enfermos” “maricos” cuando va dirigido a otros, no quiero ser el centro de los odios de la gente que ni conozco y mucho menos de la gente que quiero – decía con lágrimas en los ojos -
¿Has hablado esto con alguien? – preguntó Cintia sin dejar de abrazarla
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Felicitaciones, eres la primera a quien se lo digo viéndole la cara – cuando Adriana estaba triste o molesta o simplemente cuando se sentía vulnerable se le salían la ironía y el sarcasmo por los poros
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¿a quién se lo dijiste sin mirarle la cara? – preguntó Cintia haciendo caso omiso de los comentarios de Adriana
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Una amiga que tengo por internet, vive del otro lado del mundo, es lesbiana así que me entiende – explicó Adriana y en ese momento Cintia se separó de ella bruscamente
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¿una amiga por internet? ¿estás loca? Eso no es seguro – le reprochó y Adriana frunció el ceño
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Está del otro lado del mundo, que va a hacerme desde allá
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¿no te parece raro? Te apuesto a que sabe tu nombre – le dijo y Adriana asintió con tranquilidad – pero tú no sabes el de ella ¿no?
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Eso no es culpa de ella, en el link tú podías poner tu nombre o un pseudónimo, yo puse mi nombre y ella no, además, ¿Qué podría querer de mí?
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Ella es lesbiana y tu eres mujer cariño – le dijo Cintia que no terminaba de entender lo ingenua que era Adriana
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No me ha visto – aseguró Adriana haciendo un gesto que expresaba claramente que pensaba que Cintia era paranoica y dramática
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Ok, no quiere nada contigo, pero te puedo jurar que o tú le dijiste – era la verdad – o averiguó que eres hija de un difunto empresario multimillonario y que tu madre es accionista de uno de los mejores bufetes del país, sólo quiero que tengas cuidado, si es tan amiga tuya deberías saber su nombre, además si supieras algo más de ella no la llamarías “una amiga por internet”, ni siquiera sabes si es mujer, puede que sea real y yo sea una loca paranoica, pero puede ser alguien aprovechándose de tu soledad y tus sentimientos para obtener algo a cambio, sólo ten cuidado por favor – Cintia dejó de abrazarla y se acostó, Adriana por su parte quedó aturdida por el sermón, existía la posibilidad de que tuviera razón, pero también podía equivocarse, de cualquier forma ¿Qué le importaba a esa niña lo que pudiera pasarle?.
Mientras Cintia estaba en clases, toda la familia de Adriana estaba en el hospital, en realidad eran muy unidos y solidarios, la más separada era Adriana que no comentaba nada en lo absoluto sobre su vida privada. Ese día era el mar de recuerdos, cada uno recordaba algo distinto que había vivido con Adriana. Catalina recordó que a diferencia de sus hijas y su marido Adriana y Manuel siempre iban a ayudarla a pintar la casa, todos los noviembres desde que Manuel cumplió los catorce años, Adriana era muy bochinchera, a ella no le importaba que fuese su tía o quien fuese, en una oportunidad le pasó un rodillo lleno de pintura por el cabello, por supuesto Catalina quería asesinarla, pero se fue detrás de ella y se resbaló con un periódico mal puesto, terminó en el piso cubierta de pintura y con Adriana y Manuel encima muertos de la risa, al final disfrutó el episodio y luego de culminado el trabajo se pusieron a escuchar los cuentos raros de Catalina mientras tomaban cerveza y comían papas fritas. David recordó que cuando estaba empezando a salir con Anastasia Adriana lo odiaba, de hecho se distanció bastante de su madre a causa de él y la relación era buena pero no era igual, en fin, ella lo detestaba, no soportaba su presencia y ni lo miraba a la cara, hasta que un día les tocó ir a buscar unas cosas para la casa juntos y David hizo una parada de improviso, se detuvo en una iglesia enorme, pero no entró en la primera de cambio, Adriana lo odiaba y hacía cualquier cosa por no tratarlo -
Esta es la iglesia San Pedro – decía David y Adriana medio levantaba las cejas sin prestarle mucha atención – el arquitecto que la diseñó decía que si Dios era lo más grande y poderoso de este mundo nosotros debíamos hacerle una casa a su altura, por eso cada centímetro de la estructura era importante, cada línea debía ser perfecta y funcional, que si Dios nos hizo bellos lo que nosotros hiciéramos también debía ser bello, así que empezó a crear este fantástico lugar, yo no sé mucho de arquitectura pero sé que no hay columnas más hermosas que las de esta iglesia y que si la observas por unos instantes puedes llegar a sentir una paz profunda y sublime, sólo un artista ayudado e iluminado por Dios podía crear algo semejante – en ese momento Adriana empezó a detallar la estructura y a
explicarle a él algunas cosas de arquitectura que había leído porque apenas estaba entrando a la universidad en esa época. En ese momento no se convirtieron en los mejores amigos, pero la relación mejoró muchísimo, a partir de ahí David siempre recordaba eso con alegría y recordándolo en ese momento los ojos se le aguaron y tuvo que salirse de la habitación. Natalia recordó la primera borrachera de ellas, Natalia era dos años mayor que Adriana y en cuanto Adriana cumplió los dieciséis, se la llevó a un discoteca con una identificación falsa y le dio desde cerveza hasta whiskey en la misma noche, ninguna podía valerse por sí misma, pero igual se montaron en el carro, nunca supieron de que hablaron ni que pasó pero al principio estaba manejando Natalia y cuando llegaron a la casa la que estaba al volante era Adriana, de milagro llegaron vivas esa noche, por supuesto el regaño no fue normal, pero en secreto ellas se sentían orgullosas “el regaño más sabroso que me han dado en mi vida” decían y cada vez que lo decían las mamás las regañaban, la peor parte se la llevó Natalia pero Adriana siempre intentó defenderla, con mentiras y excusas muy malas pero el mero intento era suficiente para su prima. Jacqueline recordó una noche muy importante, ella había perdido la virginidad con un idiota que al día siguiente se desapareció y no volvió a ver nunca más, lloró todo el día y Adriana la sacó de su cuarto casi que a rastras y la llevó a pasear un rato, después se fueron a su apartamento y cocinaron -
Mira Jacky, si él no valoró eso tan importante que tú le diste, entonces no vale la pena y ese no vale la pena implica que no vale la pena llorar ni amargarse por él – le dijo Adriana cuando estuvo un poquito más relajada
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Yo no lloro por él, lloro porque fui demasiado tonta y le entregué algo tan importante para mí, ¿Qué hombre me va a querer ahora? – decía la muchacha llorando
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¡¿Qué?! ¿Cómo que qué hombre te va a querer ahora? ¡cualquiera Jacky! Uno que valga la pena y que de la vida por ti, a él no le va a importar que no seas virgen ni con quien hayas perdido tu virginidad, tú no le exiges a él que sea virgen o experimentado, tú vas a quererlo como es y si él te quiere va a ser justo y no va a exigirte nada más que amor. Así que vámonos, deja ese pensamiento retrogrado y a vivir la vida que para eso nos la dieron, eres una niña, todavía hay un mundo entero por recorrer y millones de hombres por conocer así que no te desanimes – esa noche fue larga, comieron, vieron películas y al final terminaron dormidas. Cuando Jacqueline recordó eso se acercó a Adriana que seguía plenamente inconsciente y le tomó la mano “gracias, por favor recupérate, hay millones de errores por cometer y si no estás ¿a quién voy a recurrir cuando los cometa?”
Manuel se mantenía recio, nadie podía enterarse de que en realidad se moría de miedo viendo como se le escapaba la vida a su hermana y con eso toda la esperanza de él. Ella lo había enseñado a andar en bicicleta, a patinar y hasta a jugar beisbol, él la enseñó a manejar porque él aprendió primero con David y Catalina, ellos tenían como una
burbuja en la que no entraba nadie, Manuel era bastante callado en ocasiones y Adriana también, pero juntos conversaban sobre muchas cosas, nunca personales, lo más personal que le preguntaba Manuel a Adriana era si alguna muchacha era bonita o no, no porque supiera algo, porque en realidad no sabía nada, pero Adriana siempre había juzgado la belleza, por eso estudió arquitectura y Manuel confiaba en ella, quería asegurarse de que estaba eligiendo bien. Recordó sus carcajadas y sus burlas, ella era una excelente persona, a veces sus neurosis lo sacaban de quicio pero en líneas generales se llevaban bien, a él le sorprendió que ella se mudara y de alguna manera siempre sentía que algo le faltaba desde que ella se mudó. Anastasia recordó las noches y los fines de semana en que hablaban de David, David no lo sabía pero Adriana conocía la relación de ellos muy bien, Anastasia le contaba de todo, ella adoraba hablar y Adriana era una excelente oyente, además intentaba mantenerse objetiva, aceptar a David no fue sencillo para ella y de hecho a partir de ahí empezó a reservarse muchas cosas que antes le comentaba a su mamá, pero cuando veía que su madre estaba siendo injusta con él, se lo decía e intentaba hacerla ver las cosas desde otro punto de vista. Anastasia estaba muy orgullosa de ella y cada vez que podía le decía lo buena hija que era en comparación con tantas niñas locas y lo ubicada y madura que era, eso hacía sentir culpable a Adriana porque ella sabía que eso no era falso pero desde la perspectiva de su mamá no era para nada cierto, siempre pensaba que si su mamá se llegase a enterar de quien era ella en realidad se iba a sentir tan decepcionada y engañada que quien sabe si volvería a hablarle. Para Anastasia su hija siempre iba a ser lo máximo fuese lo que fuese, eso decía ella, pero la realidad era que nunca se había puesto a pensar en la homosexualidad, no se había planteado esa posibilidad y no tenía ni idea de cuál sería su reacción, ella se ofendió las pocas veces que Adriana le dijo que era homofóbica, pero en realidad era porque ella no sabía lo homofóbica que era. Cintia tomó un taxi para ir a la clínica, mientras estaba estancada en el tráfico infernal se puso a recordar lo que sucedió después de que Adriana le confesara su homosexualidad, en una oportunidad acostadas una al lado de la otra en la cama de Jennifer y Patricio Adriana hizo un comentario determinante -
Mi sueño hecho realidad, estoy acostada en una cama junto a una mujer increíblemente sexy que me atrae muchísimo – comentó a modo de broma y Cintia estuvo a punto de confesarle que ella era homosexual también – menos mal que eres heterosexual, porque sería terrible, sabrá Dios que haría y después el rollo sería grande – Cintia frunció el ceño y se arrepintió así que no dijo nada
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No entiendo – fue lo único que pudo decir después de semejante sorpresa
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Bueno, yo estoy clara, en mi futuro no hay mucho futuro – Cintia sonrió ante el comentario pero volvió a su posición de “no entiendo” – mira, yo no puedo tener nada con nadie, por mucho que esa persona me quiera tarde o temprano se va a cansar de que estemos ocultas y me va a exigir que hagamos nuestra relación pública y formal y va a ser en ese momento cuando yo le diga que no puedo
porque estoy, más que metida en el closet, sepultada, y va a ser ahí cuando destruya su corazón, la culpa me ahogue y mis sentimientos se vayan por un caño, ¿Quién quiere eso? Por eso no me arriesgo, la gente dice que si de verdad te quieren te va a aceptar y no le va a importar que estés en el closet o no, que te va a esperar, y puede ser, pero ¿Cuánto va a esperar? Cuando se canse de esperar va a ser ella la que me diga ¿hasta cuándo? Si de verdad me quieres ¿por qué me ocultas? Y yo no voy a hacerlo porque no la quiera sino porque también quiero a mi familia y ninguno va a entender lo que yo llegue a sentir por ella así que no voy a poder decirlo nunca, soy una maquinita de hacer daño y prefiero mantenerme el mayor tiempo posible apagada porque al final, siendo honestas, la más lastimada voy a ser yo – a Adriana se le quebraba la voz en ese momento, sin estar enamorada aun y Cintia suspiró resignada, preocupada y triste porque ella sentía cosas por Adriana, le encantaba su manera de ser y de expresarse, lo mucho que le gustaba su profesión y lo buena gente que era, le gustaba mucho su serenidad y sobre todo como la miraba, con esa mirada profunda y pensativa que la volvía loca, sobre todo si venía acompañada de una linda sonrisa Después de eso Cintia tomó la determinación de no decirle nada a Adriana sobre su homosexualidad -
¿se puede saber por qué Adriana me preguntó si tenías novio? – le preguntó Alan en una oportunidad y a Cintia le sorprendió la pregunta, se sentó de pronto
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Es que no le he dicho que soy lesbiana – explicó tímidamente
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No bueno, eso es evidente, la pregunta es ¿Por qué no se lo has dicho si tú nunca has ocultado tu homosexualidad? – no iba a ser nada fácil escaparse del interrogatorio de Alan así que ni lo intentó
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Si le digo que soy homosexual se va a alejar de mi
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¿Por qué? Adriana es primero payaso de circo antes que homofóbica – le aseguró Alan
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Si bueno, eso es seguro – dijo tímidamente y Alan seguía esperando una respuesta – te voy a decir algo, pero no puedes decírselo a nadie y Adriana nunca puede saber que tú sabes a menos que te lo diga – le dijo tomándolo del brazo para retirarse a un lugar totalmente solitario – tienes que prometerlo
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Ok
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Promételo pues – dijo exasperada
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Lo prometo Cintia – dijo extrañado – cálmate ya
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Ok… aquí va – decía entre pausas llenas de dudas – ella… - Alan estaba a la expectativa – es… gay – dijo y de pronto aceleró el paso – y tú no se lo puedes
decir nadie por ningún motivo porque está totalmente enclaustrada en el closet, ni su familia lo sabe, sólo lo sabemos tú, yo y una desconocida de la internet… y ella por supuesto -
¿es gay? – preguntó Alan decepcionado – que pérdida
-
Para mi es ganancia – alegó Cintia
-
Ajá, ahora, menos entiendo ¿por qué no le dices que tú también lo eres?
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Porque le da tanto miedo salir del closet que está completamente renuente a enamorarse, si sabe que soy lesbiana, me va a ver como una posibilidad y de inmediato va a alejarse, mi falsa heterosexualidad la convence de que no hay peligro – explicó Cintia
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En algún momento vas a tener que decírselo – infirió Alan poco convencido
-
Si, cuando este completa e irremediablemente enamorada de mi, cuando su amor por mi sea tan grande que por ningún motivo su corazón le permita huir de mis brazos – explicó y Alan levantó ambas cejas y sus ojos se desorbitaron por la sorpresa
-
¿de dónde te salió tanta cursilería? – le preguntó y ella achicó los ojos afinando la mirada – tú pretendes controlar sus sentimientos sin su permiso, no me parece que esté bien Cintia
-
Yo no voy a controlar sus sentimientos, voy a acelerarlos, ella me dijo que yo le gustaba, pero que menos mal que era heterosexual, tú sabes por eso de las tentaciones – explicó Cintia
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Y ¿más o menos cómo vas a hacer para que no se entere si todos los que te conocen lo saben? – preguntó Alan, a quien no le gustaba para nada el plan de Cintia
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Ya veré – fue lo único que dijo Cintia. Ella se las arregló para que Adriana no se enterara por un tiempo que ella también era gay y que se moría por ella.
Otro recuerdo de Cintia fue cuando finalmente Adriana se enteró de que ella era lesbiana. Estaban ellas dos entre un grupo de muchachos y muchachas, todos amigos de Alan y Camila. Estaban jugando cartas y las mejores eran Adriana y Camila, el papá de Camila era dueño de un casino así que, jugar cartas no había sido una idea beneficiosa para el resto del grupo, los desfalcó a todos, excepto a Adriana que había aprendido a jugar muy bien con su tío Clemente. En la última ronda de apuestas el asunto se ponía bueno -
Está todo en la mesa, ¿quieres poner las llaves del carro? – preguntó Adriana y Camila sonrió mientras el resto las veía a la expectativa
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Tengo una mejor apuesta cariño, la que pierda cumple con un reto de la otra – propuso Camila y Adriana sonrió
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¿estás segura? – le preguntó con una sonrisa engreída
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A diferencia de ti no hay nada que puedas pedirme que no pueda cumplir o que odie hacer, soy todo terreno – aseguró totalmente convencida de que la mejor manera de evitar hacer algo desagradable era ganando, y que era la única oportunidad de cumplir con su plan porque tanto esperar la estaba desesperando
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Ya veremos – dijo Adriana – muéstrame tus cartas y prepara tu doble tracción – le dijo sonriendo y Camila mostró sus cartas
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Póquer – dijo mientras mostraba sus cuatro reinas
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No tienes idea de cuánto te odio – dijo y a Camila se le dibujó una sonrisa en el rostro, la algarabía se hizo presente y todos estaban desesperados por escuchar el reto
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¿Qué tenías? – preguntó Camila y Adriana le mostró tres cincos y dos nueves, Camila levantó las cejas – full – estaba sorprendida – eres buena
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No tanto parece – dijo Adriana y Camila sonrió
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Es una lástima, prepárate… sólo tú sabrás lo que piensas de mi reto – dijo y Adriana frunció el ceño con una sombra de sonrisa en sus labios
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Estrena los labios de Cintia – le dijo sonriendo con toda normalidad, de pronto todos se callaron y la sonrisa de Cintia se borró de su rostro, Adriana bajó la mirada y se sonrojó sin poder evitarlo, ni siquiera sabía que a Cintia no la habían besado nunca. El asunto se puso peor cuando todos pitaban y gritaban desesperados porque se cumpliera el reto – tranquila niña, ni que te hubiese pedido que te desnudaras – Adriana se puso totalmente roja y sus ojos estaban desorbitados, no podía creer que eso le estuviese sucediendo, además la combinación de “Cintia” con el “estrena los labios” y “desnudez” creaban un ambiente totalmente tenso para las muchachas
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¿No… necesitas mi aprobación para pedir eso? – le preguntó Cintia a Camila y ésta se encogió de hombros
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Dímelo tú – fue lo único que contestó y Cintia se quedó muda, se moría de ganas de besar a Adriana pero no quería que el asunto le molestara así que prefirió quedarse callada y las pitas y los silbidos empezaron nuevamente. A todas estas, Adriana estaba muda y del color de un semáforo en alto – ¿lo vas a hacer o te acobardaste? Si no lo haces me debes una enorme cantidad de dinero porque no tienes idea de cuánto pagaríamos cada uno de los que estamos aquí por ver que hagas lo que te estoy pidiendo – le dijo a Adriana
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Y yo juraba que el morbo era algo masculino – comentó Adriana
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No lo es, pero tal vez yo no lo hago por morbo, sino por amistad – Cintia se quedó estática y Adriana frunció el ceño en señal de incomprensión – por amistad a todos los que están aquí que se mueren por verlas hacer algo fuera de ese capullo puritano
Adriana levantó la mirada, miró a Cintia y con un par de dedos le hizo un gesto para que se acercara, Cintia suspiró y caminó resignada, el asunto no le molestaba pero la ponía muy nerviosa -
No fue mi idea, te juro que no tuve nada que ver – le dijo Adriana en cuanto la tuvo cerca
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Yo sé – contestó tímidamente, sus respuestas se habían vuelto cortas por el nerviosismo
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Somos amigas ¿no? – preguntó y Cintia asintió – y… las amigas pueden pasar por esto sin que vaya a mayores ¿no?
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Supongo – contestó Cintia
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Antes del juicio final por favor – gritó un muchacho del enorme grupo y Adriana suspiró profundo, su respiración estaba completamente acelerada, dio un paso más y acercó sus labios a los de Cintia, quien estaba totalmente estática. A Adriana se le hacía muy difícil mantener un ritmo normal en su respiración, cuando iba dispuesta a separar sus labios de los de Cintia abrió la boca y Cintia sintió en su labio superior el labio inferior de Adriana pero de manera más profunda, lo que sintió le gustó mucho, era una tontería pero de pronto sintió que era su oportunidad y no quería dejar de besarla, antes de que Adriana se separara completamente se acercó rápidamente y extendió su mano derecha hasta su rostro, la tomó por el rostro y profundizó el beso, Adriana se sorprendió, todos se sorprendieron y los silbidos se hicieron presentes una vez más, pero Cintia no oía nada, la besaba con total ternura mientras acariciaba su rostro y Adriana no podía evitar continuar y en realidad no quería detenerse, extendió ambas manos y acarició el rostro de Cintia, el beso se prolongó y se profundizó mas, ambas disfrutaban sentir esos labios húmedos a los que les tenían ganas de hacía tiempo
-
Si se unen mas van a fundirse Camila – le reclamó Alan a su novia y ella sonrió
-
No te vayas a ofender pero es el beso más bonito que he visto en mi vida – le susurró Camila a Alan y este se quedó observando a las muchachas
-
Está bien, ya basta, el reto está más que cumplido – les dijo en cuanto se les acercó y las despertó de ese sueño lleno de miel, ambas se separaron, nerviosas pero complacidas se miraban a los ojos sin decir nada – tú y yo nos vamos – le dijo
Alan a Cintia y la tomó por el brazo, ella casi tropieza pero recobró la compostura, Adriana tuvo que sentarse, la nube estaba tan alta que le daba miedo caerse -
Es buena ¿verdad? – le preguntó Camila totalmente feliz y Adriana volteó a mirarla
-
¿Sabes algo de mí que no me has dicho?
-
Fuera de que eres lesbiana y te mueres por Cintia… no, creo que no – le dijo jocosamente Camila y Adriana negó con la cabeza con una sonrisa incrédula y aun en las nubes, Camila la abrazó con un solo brazo y le sonrió mientras levantaba y bajaba ambas cejas con rapidez – te dije que era por amistad
Por otra parte Alan se había llevado a Cintia a la tienda de acampar -
¿tuviste algo que ver con esto? – le preguntó un poco desconcertado
-
¡¿yo?! – preguntó sorprendida - ¡claro que no! Camila planeó todo, yo no tuve nada que ver, como se te ocurre
-
No estás jugando sucio ¿no? – preguntó Alan como hermano mayor regañón
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Ya te dije que no
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Tú la besaste
-
Ella me besó, yo… sólo continué – se excusó Cintia y se mordió el lado derecho del labio inferior mientras sonreía – ay ¡por favor Alan! ¿Cómo no iba a besarla? Si me tiene caminando por la calle de la amargura desde hace rato, un poquito de cariño no le hace mal a nadie… ¡Dios! Y menos a mi – dijo Cintia saboreándose los labios mientras recordaba lo sucedido momentos antes
-
Creo que ahora sí tenemos que hablar – dijo Adriana desde la entrada de la carpa y ambos se voltearon sorprendidos, Cintia volteó a ver a Alan y casi lo mata con la mirada – para ser más precisos tú tienes que hablar, estoy esperando – la sonrisa de Cintia se borró y Alan enseguida se salió de la tienda, Adriana entró y cerró la puerta
-
Perdóname
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No basta, dame una explicación y tal vez lo piense – le dijo Adriana y Cintia tragó saliva
-
Soy lesbiana
-
¿hace cuanto lo sabes?
-
Desde antes de conocerte – contestó Cintia
-
¿Cuánto?
-
Mucho – contestó, nunca había visto a Adriana así
-
¿Cuándo pretendías decírmelo? ¿pretendías decírmelo en algún momento? – preguntó molesta y Cintia suspiró
-
¿Qué hubieses hecho de saberlo antes? ¿estarías aquí? ¿te hubieses dejado besar por mí? – preguntó Cintia
-
Era ¡mi! Decisión… no tuya
-
Admítelo, ni siquiera me hubieses dado la oportunidad, seguro hubieses ido corriendo a enclaustrarte en tu armario para intentar arrancarte la atracción que sentías por mi
-
Cintia, tomaste una decisión a mis espaldas ¿Qué se suponía que ibas a lograr?
-
Que me dieras la oportunidad antes de desplazarme por miedo a lo que sientes – explicó Cintia
-
Yo no siento nada mas allá de decepción y molestia, te burlaste de mi – dijo Adriana y empezó a abrir la puerta de la carpa
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¡eso es! ¿Para qué perder tiempo? – le dijo en broma un muchacho que notó que estaban las dos solas en la carpa
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Lo último que quiero es tener algo con ella – aseguró Adriana molesta y dejando totalmente triste a Cintia, quien no tardó en salir de la carpa detrás de Adriana, Alan y Camila estaban a la expectativa, no sabían si lo que habían hecho, cada uno por su lado había sido lo adecuado
Adriana se había ido a caminar entre las piedras de los acantilados y Cintia llegó al lugar antes que ella, en cuanto Adriana la vio quiso devolverse pero Cintia se aproximó rápidamente y la tomó del brazo -
Me estás haciendo daño y necesito saber cuál es la razón, quiero saber si es por orgullo o por miedo
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Suéltame Cintia, es en serio, no quiero hablar contigo – le pidió Adriana agotada pero Cintia no la soltó
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Si son esas razones te pido por favor que lo reconsideres, no arriesgues tu felicidad por algo que te molestó o porque sea tan grande que la sociedad no pueda con ello y pretenda que tú tampoco
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Tú no sabes nada acerca de mi felicidad Cintia
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Dime que no sientes nada cuando me tienes cerca, dime que no te revolotean unas mariposas en el estomago cuando te toco, dime que ese beso no te llevó a la luna como a mí, dime en mi cara que el sentirte temblar y tu corazón latir
desesperado fue algo que me imaginé, dime que yo no estoy ni remotamente cerca de ser tu felicidad y yo te juro que te dejo en paz para siempre. Asegúrame con el corazón en la mano y mirándome a los ojos que no sientes absolutamente nada por mi y aunque me duela – suspiró – yo doy un paso al costado y te dejo tranquila, no vuelves a saber de mi ni siquiera por boca de Alan – le pidió Cintia y Adriana miraba esos ojos grises que la volvían loca pero que estaban tan tristes y esperaban una respuesta desfavorable porque Cintia conocía los miedos de Adriana y sabía que para ella eran enormes y casi invencibles. El problema no era mentir, podía hacerlo viéndola a los ojos, pero al mismo tiempo no quería hacerlo, cuando estaba con ella se sentía viva, sentía que ninguna montaña era suficientemente grande o peligrosa como para no escalarla y no quería dejar de lado toda la felicidad que ella le brindaba, se sentó en una piedra, Cintia la soltó y se agachó para mirarla a los ojos, colocando sus manos en las rodillas de ella, pero Adriana le retiró las manos de sus rodillas, dándole menos esperanzas a Cintia -
No puedo – Cintia frunció el ceño – no puedo decirte que no siento nada porque nunca antes había sentido tantas cosas, tú me haces vivir y sentir intensamente, nunca antes había estado tan molesta con nadie, tan decepcionada, ¡me has mentido por más de un año! – reclamó – y aun así nunca había sentido tanto miedo de dejar salir a alguien de mi vida – se quedó pensativa unos segundos – no puedo decirte que no estás ni remotamente cerca de ser mi felicidad – tragó saliva para evitar que su voz se quebrara – porque antes de ti no tenía ni idea de que era eso, yo pensaba que si pero contigo descubrí que no – suspiró – así que no, no puedo dejar que me dejes en paz y desaparezcas de mi vida, prefiero vivir una tormenta contigo antes que vivir en paz sin ti – confesó y esbozó una sonrisa que Cintia inmediatamente le devolvió, se lanzó a abrazarla pero Adriana la paró en seco – sigo molesta contigo
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No me importa – le dijo y la abrazó, obligada al principio, pero Adriana no era tan dura ante las demostraciones de cariño de Cintia y ésta le dio un beso en la mejilla – te quiero mucho
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No voy a seguir declarándote mi amor, ya te he dado demasiadas herramientas para agigantar tu ego – le contestó y ambas sonrieron
Regresaron tarde al campamento y todos estaban dormidos, no comentaron nada hasta el regreso a casa, en donde Adriana habló con Camila y Cintia con Alan. Cintia se moría de ganas de besar a Adriana y de abrazarla como antes. Cintia llegó a la clínica y se tropezó con alguien, cuando levantó la mirada vio a Camila -
Hola – dijo Camila y Cintia le sonrió y la abrazó
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¡hola! – le dijo feliz, Camila y Alan habían terminado año y medio años antes y hacía un año que Camila estaba viviendo fuera del país porque se había ido a estudiar un postgrado
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¿cómo estás? – preguntó en referencia a la situación de Adriana y ambas se sentaron
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Bueno… ellos no saben nada – confesó y Camila frunció el ceño – así que aquí soy una desconocida y sólo la veo cuando queda algo de tiempo para mi
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Ya va… ¿no saben nada? – Cintia negó con la cabeza – bueno y – bajó la voz y se acercó un poco más a Cintia – ¿ustedes no estaban viviendo juntas? Adriana me dijo que…
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Sí, vivimos juntas pero su familia no sabe nada, hace casi un año que por diversos y falsos motivos nadie de la familia Calderón va al apartamento de Adriana
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Deja que se despierte que voy a matarla – dijo Camila incrédula y Cintia sonrió
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Yo lo he intentado, pero cuando mas quería tenerla viva pasa esto, no sé si sabes pero el médico no dio muchas esperanzas y yo quiero morirme
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Tranquila – la abrazó – ella tiene muchos motivos por los cuales vivir, tú eres el primero y tiene muchos problemas que resolver, también estás metida en ese paquete.
Cintia y Camila habían bajado al cafetín de la clínica a tomar café para hablar con un poco mas de tranquilidad. En la habitación de Adriana estaba toda la familia y de pronto escucharon una respiración profunda, todos estaban atentos a Adriana y en cuanto abrió los ojos, un poco confundida, todos empezaron a acercarse y a hablar con ella, la estaban aturdiendo, estaban felices pero Adriana tenía una cara de pánico que preocupó a Manuel -
Sepárense – dijo en su tono de voz normal - ¡sepárense! – exclamó con un tono de voz más fuerte que los calló a todos – déjenla respirar – todos obedecieron y la primera en acercarse fue Anastasia, la veía incrédula y casi llorando de felicidad, le besaba el rostro y estaba muy emocionada
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Usted me provoca sentimientos muy bonitos – dijo Adriana y Manuel la veía raro
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Mas te vale puesto que soy tu mamá – dijo Anastasia y Adriana estaba como distraída
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Sabías que es tu mamá ¿no? – preguntó Manuel y Adriana dirigió su mirada hacia él sin contestar nada - ¿Quién soy Adriana? – preguntó y ella seguía sin decir nada, no había una intención oculta, sólo no sabía la respuesta a la pregunta – David anda a buscar al médico porque no soy tan mal hermano como para que no se acuerde ni de mi nombre – alegó Manuel y David salió corriendo a buscar al médico y en pocos minutos regresó con él
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Hola Adriana – le dijo el médico – yo soy el doctor Eduardo Beltrán, voy a revisarte un poco – le dijo y empezó a revisar sus pupilas, la auscultó y revisó sus extremidades – bien, cuéntame que pasó – le dijo y ella levantó la ceja izquierda –
está bien, dime quien eres, cuántos años tienes y quienes están aquí contigo – le ordenó el médico y ella seguía mirándolo como si estuviese hablando en otro idioma, de no ser por lo preocupado que estaba, el recatado Manuel se hubiese muerto de la risa por como Adriana ignoraba al médico viéndolo a los ojos – Adriana, necesito que me respondas, si no sabes la respuesta sólo dime que no la sabes, es todo -
Pensé que con mi silencio se hacía obvio que no tengo ni idea de lo que me preguntas – Adriana no daba una respuesta de ese estilo desde que tenía como catorce años, eso sí detonó la risa de Manuel
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¡buenísimo! – dijo y la primera que giró la cabeza para mirarlo fue Anastasia – perdóname mamá pero es que se me había olvidado la divertida que era la Adriana adolescente – decía con una súper sonrisa y Adriana frunció el ceño, eso lo devolvió a su estado de recato
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No fue mi intención ser grosera…
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Aquí vamos – dijo Manuel haciendo alusión a que se acababa la diversión
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Disculpe doctor, no quise ofenderle, la verdad es que no tengo idea de que hago aquí y esta gente parece divertida pero no sé quiénes son ni por qué me miran como experimento de laboratorio – Adriana tenía conocimiento sobre las cosas, sabía de todo como un adulto pero al mismo tiempo no recordaba como lo había aprendido ni quien se lo había enseñado – sólo supongo que me llamo Adriana – Anastasia y todos los demás estaban como decepcionados, estaban felices de que Adriana estuviese despierta pero algo les decía que no estaba tan fuera de peligro
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Bueno, la buena noticia es que hay alguien en el cielo que te quiere mucho y estás muy bien, vas a vivir mucho tiempo – esto les dio un respiro a los familiares de Adriana – la mala noticia es que al parecer perdiste la memoria y necesito saber si es temporal o permanente, por eso voy a hacerte algunas pruebas, pero por los momentos voy a dejarte un rato con tus familiares, intenta ponerte al día puede que sea sólo a causa de la contusión y que con un par de datos recuerdes lo demás – dijo y se fue, Adriana miraba a Natalia mucho, se sentó en la cama y se quedó observándola fijamente en silencio
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Bien, estás empezando a ponerme nerviosa – le dijo Natalia con una sonrisa nerviosa y Adriana le sonrió
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Eres muy bonita – le dijo sin dejar de mirarla
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Tranquila Adriana, ella es Natalia, tu prima mayor y tiene que ser bonita porque es modelo – le dijo odiosamente Manuel que adoraba meterse con su prima aunque le llevara cinco años de diferencia en edad, Adriana le sonrió a Manuel
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Y tú eres mi hermano bipolar ¿no? – preguntó y Manuel sonrió, la Adriana adolescente estaba más presente que la Adriana de los últimos años, se notaba que esa era su verdadera personalidad y ella sólo la reprimía un poco para no ofender a las personas – no quise ofenderte, sólo lo digo porque pareces muy serio pero de pronto tienes arranques de alegría muy raros
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¡toma tu tomate Manuelito!, no tiene ni media hora despierta y ya te puso en tu lugar – le dijo Jacqueline y chocó su palma con su hermana en plan bastante infantil y Adriana las miraba con una media sonrisa
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Y tú eres… - dijo y Jacqueline sonrió
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Jacqueline, hermana de Natalia – dijo señalando a Natalia
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Jacky – dijo en un tono casi imperceptible pero Jacqueline la escuchó
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¿te acuerdas? – preguntó con los ojos desorbitados por la sorpresa
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¿de qué?... bueno, no sé ni para que pregunto si no me acuerdo de nada relacionado con ustedes en realidad – acotó con frustración
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¿Por qué me llamaste “Jacky”? – preguntó la muchacha con cara de decepción y lastima
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Me parece un buen apodo – dijo Adriana con total normalidad
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Antes también te parecía porque desde que recuerdo siempre me has llamado así – Adriana sólo sonrió, eso de no recordar nada pero al mismo tiempo saber de todo como si le hubiesen colocado los conocimientos en el cerebro sin una vida previa le estaba causando dolor de cabeza y prefirió quedarse callada un rato, ellos se preocuparon porque ya Adriana no estaba haciendo bromas ni nada semejante, sólo estaba sumergida en sus pensamientos
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¿estás bien hija? – preguntó Anastasia un rato después
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¿será que voy a recordarlos en algún momento o voy a tener que aceptar que esta es mi vida aunque en realidad para mí parezca caída del cielo? – preguntó y nadie en la habitación conocía la respuesta
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No sé mi amor pero si por algún motivo no llegaras a recordarnos nunca, igual estamos agradecidos de que estés viva y vamos a ganarnos tu cariño como antes, en poco tiempo volverás a vernos como tu familia, es probable que no sea fácil pero todos vamos a poner todo de nuestra parte – le dijo, le dio un beso en la frente y la abrazó
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Yo creo que ya los he tenido en zozobra suficiente tiempo, no los estoy corriendo pero váyanse a descansar – dudaron un poco – estoy bien, digamos que tengo un mar en la cabeza, porque a eso no se le puede llamar laguna, pero estoy bien,
además teniendo en cuenta que para mi todavía son desconocidos, creo que prefiero pasar esta noche sola, no vayan a ofenderse, es porque me sentiría incomoda de tener a alguno aquí, es todo – a Anastasia no le hizo gracia el asunto pero sabía lo obstinada que podía llegar a ser Adriana y como estaba desmemoriada no iba a ser sutil con ella como solía serlo, así que mejor era evitar. Todos empezaron a despedirse de Adriana y estaban listos para salir cuando entró de golpe Cintia -
¡estás despierta! – gritó terriblemente emocionada y se lanzó encima de Adriana, la abrazó muy fuerte y Adriana estaba sorprendida y estática, de pronto sintió el olor del perfume de Cintia y respiró profundo, abrazó a Cintia con un poco de timidez y Cintia lo notó - ¿qué te pasa? – preguntó Cintia mirándola a los ojos y Adriana la miró en silencio “que ojos tan bellos” pensó y luego regresó al ver que Cintia esperaba una respuesta a su pregunta
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En líneas generales no sé quién eres – dijo Adriana y Cintia se separó de golpe
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Entre todas las personas a las que podías olvidar ¿tuviste que olvidarme a mí? – preguntó y Adriana levantó una ceja, ¿a qué venía el reclamo? ¿Qué tenía ella que los demás no?
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En realidad no recuerda a nadie – dijo Manuel y Cintia lo miró rápidamente y volvió el rostro hacia Adriana, la miró como si no la conociera y se paró frente a ella
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Discúlpenme – dijo y salió del cuarto, Camila se fue detrás de ella, nadie tenía ni idea de qué había pasado
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Tus amistades son raras – dijo Natalia con una sonrisa ligera dispuesta a irse
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¿amiga? Juraba que era mi novia – dijo Adriana con toda naturalidad, no tenía ni idea del explosivo que acababa de activar
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¿Qué dijiste? – preguntó Anastasia sentándose en el sillón totalmente anonada
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¿tu qué? – preguntó Jacqueline completamente sorprendida
-
¿novia? – preguntó Adriana, quien no entendía en absoluto las reacciones de sus familiares. De pronto Manuel sólo miraba el piso con una ligera e imperceptible sonrisa. Natalia recordó la borrachera de su vida, y supo finalmente como era que Adriana había terminado manejando, resulta que en medio de la embriaguez Adriana le confesó a su querida prima que era homosexual y Natalia frenó de golpe, se paró en un lugar totalmente desierto y peligroso, no se percataron de eso, se sentaron y Adriana le contó entre lagrimas que era horrible porque le gustaban las mujeres y todo mundo la iba a odiar por eso y nunca iba a poder ser quien realmente era porque a la gente no se le daba la gana, que su vida estaba condenada a la miseria y un montón de cosas más que la hacían llorar mas, Natalia vio llorar tanto a Adriana que ella también terminó llorando y al final
Natalia la abrazó y le dijo que ella no iba a odiarla que seguía siendo su prima y que la quería muchísimo, que eso no cambiaba nada, que esos eran los gustos que si ella la odiaba era algo tan absurdo como odiarla porque le gustaba el color azul y no el verde, que era el que le gustaba a Natalia. En fin, después de toda la confesión Natalia le dijo a Adriana que manejara para que se relajara, que ella no iba a decírselo a nadie y efectivamente, gracias a la borrachera, cumplió con su palabra porque ni ella sabía. cuando Natalia recordó todo eso no pudo evitar sonreír, no quería que su mamá se diera cuenta así que no levantaba el rostro ni de broma. -
¡¿Qué demonios estás diciendo?! – le gritó Anastasia mientras la señalaba de manera agresiva con la mano derecha y Adriana se sorprendió mucho
-
Cálmate Anastasia – le dijo Catalina mientras miraba a Adriana con cara de asco. Adriana sonrió de mala gana
-
Ya va, ¿ustedes no sabían que era gay? ¿Qué tipo de familia son que no sabían algo tan importante en mi vida como eso? No bueno, es evidente por qué no lo sabían, supongo que nunca les tuve la suficiente confianza como para decirlo – dijo a modo de reclamo Adriana y los hizo pensar a todos, nadie sabía nada acerca de la vida de Adriana, Jacqueline se sintió culpable porque en realidad no sabía nada pero ya la había juzgado, ni siquiera sabía cuál era su comida favorita o que le gustaba hacer en su tiempo libre, sabía que su color favorito era el azul porque Natalia se lo dijo, sabía que era muy buena en el póquer porque había sido Clemente, el padre de Jacqueline y Natalia, quien la enseñó, y sabía que le gustaba la arquitectura porque era lo que estudiaba, no sabía absolutamente nada mas acerca de ella
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No hija – dijo Anastasia intentando contener su molestia – tienes que estar confundida, seguro sentiste que te quiere mucho y tú también, pero es porque son buenas amigas, de pronto recordaste lo bien que se llevaban
-
No estoy confundida… - Adriana intentó continuar pero Anastasia no la dejó
-
¡claro que sí! Yo no crié una pervertida – alegó y Adriana levantó las cejas
-
Manuel, búscale a tu mamá un calmante y váyanse de aquí, quiero y necesito estar sola, si lo que soy les molesta tanto están en su total derecho de no volver y si quieren volver háganlo otro día – dijo y entre Manuel y David obligaron a Anastasia a dejar la habitación
-
Yo no sé si ser homosexual es bueno o malo, es tu problema pero alguien va a hacerte pagar por lo que le estás haciendo a tu madre – le dijo Catalina que estaba totalmente decepcionada
-
Ya mamá déjala en paz – le dijo Natalia a su mamá y Catalina salió de la habitación – nos vemos mañana Adriana – le dijo para dejarle muy en claro que no le
importaba, a ver si recordaba aquella noche, pero era difícil, si no recordaba su nombre menos iba a recordar lo que dijo una noche mientras estaba totalmente alcoholizada -
¿en realidad no estás confundida? – le preguntó Jacqueline
-
Jacky… no preguntes si no quieres escuchar la respuesta – dijo de la manera más cariñosa posible
-
Quiero escucharla – dijo y se sentó en la punta de la cama
-
No, no estoy confundida, absolutamente todo lo que he dicho desde que me desperté es verdad, simplemente les he comunicado lo que siento, no pensé que les fuera a doler o molestar tanto, pero ¿qué hago? No puedo evitar sentir lo que siento, el error fue decírselo a ustedes, yo no he recordado nada, no sé como haya sido mi relación con esa muchacha, sólo sé que cuando la vi sus ojos me parecieron preciosos, que su perfume es embriagante, que su rostro y su cuerpo son espectaculares y que me gustaría que me regalase una sonrisa mas – dijo y Jacqueline las escuchaba atentamente – ese abrazo… fue excelente – dijo Adriana y sus ojos se iluminaron como en otras oportunidades, en su rostro se notaba la felicidad y a Jacqueline le gustó muchísimo verla así, nunca la había visto así, le sonrió – seguro ustedes no lo saben pero seguramente ella es mi novia, yo sé que tengo una novia, no sé por qué pero lo sé – dijo y Jacqueline suspiró
-
Te quiero mucho, y siempre voy a quererte, mi tía va a entenderlo dale tiempo – dijo y le dio un beso en la frente, a Adriana no le preocupaba mucho eso, para ella todos ellos eran un grupo de desconocidos y no le importaba lo que pensaran, pero si se sintió un poquito mal por la reacción tan agresiva e intolerante de Anastasia, y le agradó la actitud de Natalia y la de Jacqueline, algo en Jacqueline le inspiraba ternura y algo en Natalia le inspiraba confianza. Estuvo un rato pensando hasta que se quedó dormida.
Cuando Cintia salió perturbada de la habitación de Adriana, fue y se sentó en la sala de espera, un par de segundos después Camila se sentó a su lado -
Si era difícil originalmente, sin memoria va a ser peor, antes valía la pena, estaban nuestras bases, nuestro amor era lo que nos daba sustento, si no recuerda nada de eso es como si hubiese desaparecido – dijo en cuanto Camila se sentó
-
¿tú dejaste de amarla? – preguntó Camila
-
¡no! ¿cómo voy a dejar de amarla?... si no supiera que es imposible diría que todo su ser corre por mis venas – Cintia estaba un poco desorientada y por lo general Camila siempre la ayudaba con eso
-
Entonces ¿por qué dices que desapareció?, si tu amor por ella no ha acabado, no importa que no te recuerde, eso no ha desaparecido, es sólo como si estuviesen
en el principio de la carrera otra vez, tú locamente enamorada de ella y ella queriéndote sin saberlo, sólo tienes que empezar de nuevo, creo que tu amor por ella vale la pena ¿no? Alejarte de ella no es la solución – Cintia suspiró y se recostó del espaldar de la silla, Camila tenía razón, se estaba rindiendo muy pronto, no podía ser tan cobarde, de pronto lo vio todo claro, iba a ser difícil pero no iba a detenerse hasta lograr su objetivo, además iba a ser más sencillo porque siempre estaba la posibilidad de que Adriana recordara todo y de alguna manera tenía ventaja porque esta vez no era sólo ese enamoramiento loco y desesperado, habían vivido juntas y Cintia la conocía muy bien. De pronto Cintia y Camila se quedaron calladas para escuchar lo que parecía una discusión acalorada -
No cata, ella no puede ser… eso… yo no se lo enseñé, no soy tan mala madre como para que ella sea así – decía Anastasia totalmente fuera de control
-
Anastasia mi amor, cálmate, cuando ambas estén más tranquilas pueden hablarlo y ella te puede explicar – le dijo David mientras Catalina la consolaba en silencio
-
¡no! Esto es inexplicable, inaceptable David, y yo siempre se lo dije, no me va a importar la edad que tenga, si se descarrila voy a hacer hasta lo imposible por regresarla al buen camino y esto es eso, sabrá Dios con quien se está juntando que la hace pensar así – dijo supremamente molesta Anastasia y en eso Cintia se asomó por el pasillo
-
¿está bien señora Anastasia? – preguntó tímidamente y Anastasia se levantó inmediatamente de la silla, con una velocidad increíble se acercó a Cintia
-
¿tienes algo que ver con la locura de mi hija? – preguntó
-
¿Qué? – Cintia no tenía ni idea de lo que acababa de suceder así que no sabía a qué se refería Anastasia
-
Dime… que tú y mi hija son únicamente amigas – Cintia frunció el ceño y Anastasia se desesperó - ¡¿te estás acostando con mi hija?! – preguntó histérica y Cintia recordó velozmente todos los miedos de Adriana y el espectáculo que ella le acababa de armar, supuso que a eso se debía la pregunta de Anastasia y para no divulgar el secreto de su noviecita dijo
-
¿Qué? – la miraba asustada y tomó la decisión – no, Adriana y yo sólo somos amigas ¿Por qué me pregunta eso? – dijo y Camila volteó a mirarla incrédula, a los ojos de ella era la oportunidad perfecta
-
Entonces compórtate como una amiga y aprovecha que te quiere tanto para hacerla entrar en razón y convencerla de que no es homosexual – dijo Anastasia y Cintia se quedó pasmada, Adriana sabía que era homosexual, lo sentía independientemente de su falta de memoria y ella sólo había complicado más las
cosas, sintió tanta angustia que giró el rostro para ver a Camila y ésta se puso la mano en la cabeza como quien dice “que metida de pata” – prométeme Cintia que vas a lograr que mi hija entre en razón – Cintia no sabía cómo actuar, no quería hacer semejante promesa pero no quería tener un problema con Anastasia que empeorara las cosas, Camila detrás de ella le rogaba al cielo para que Cintia confesara todo y no prometiera nada -
Se lo prometo señora Anastasia – dijo Cintia sintiéndose totalmente acorralada y Camila que era de las que pensaba que siempre había otra opción quería pegarse un tiro, o mejor, pegárselo a Cintia. Anastasia y su combo se fueron del hospital y Camila no dejaba de mirar a Cintia con ganas de asesinarla
-
¿Cómo se te ocurre prometerle semejante cosa? – le reclamó
-
Voy a romper de forma premeditada esa promesa – dijo Cintia con pesar
-
Cintia – suspiró impaciente – debiste decirle la verdad, que sí, que te acuestas con su hija – Cintia frunció el ceño y levantó las manos como diciendo “¿Qué te pasa?” – eso fue lo que te preguntó ¿no?
-
No era el momento – alegó Cintia y se sentó
-
Llevas mil años esperando que Adriana diga la verdad y cuando finalmente la dice tú lo embarras todo con una mentira enorme y además con una promesa de regalo, como si no fuese suficiente – Camila estaba molesta
-
Adriana les dijo la verdad porque para ella ninguno de nosotros tiene valor porque no sabe quiénes somos o que representamos en su vida
-
Eso que importa Cintia, se los dijo y tú debiste aprovechar la oportunidad para arreglarlo
-
Camila, no iba a arreglar nada, todo lo contrario, iba a empeorarlo, ¿no viste como estaba esa señora? Si le decía algo o me golpeaba o le daba un infarto… el golpe lo resisto, pero si Adriana recupera la memoria ¿cómo le digo que le maté a la madre? – Camila se sentó junto a Cintia resignada y decidida a no pelear mas con su amiga
-
Yo quería hablar con Adriana pero ahorita no es el mejor momento, vuelvo mañana – le dijo Camila mientras tomaba su cartera, ambas se levantaron
-
Yo necesito verla, por fin se fueron y quiero verla despierta y oírla – dijo y Camila le sonrió, era evidente que Cintia se moría por Adriana.
Camila se fue y a Cintia le costó un mundo caminar hasta la habitación de Adriana, luego fue otro proceso para que se decidiera a entrar, tocó
-
¡Dije que no quiero ver a nadie de mi supuesta familia, váyanse a descansar y déjenme en paz! – gritó Adriana
-
Si nos basamos en la genética y los lazos de afinidad podría decirse que yo no soy familia tuya – dijo Cintia sin abrir la puerta y el sonido de su voz resonó en los oídos de Adriana, era la chica de los ojos bellos, la misma de los reclamos
-
Pasa… disculpa – dijo en un tono más bajo y con algo de vergüenza
-
Hola – dijo Cintia tras abrir la puerta y en cuanto Adriana la vio no pudo evitar sonreír, Cintia le devolvió la sonrisa tímidamente
-
Hola – dijo y no dejaba de mirarla, de pronto notó que estaba de pie – siéntate – Cintia se sentó en el mueble – aquí – le dijo Adriana señalando la cama y Cintia suspiró, no podía verla sin desear besarla, nunca había podido
-
¿cómo… te sientes? – preguntó Cintia
-
Bien… ahora – la Adriana adolescente sin reservas adoraba coquetear, era uno de sus fuertes, Cintia le sonrió y se sonrojó un poco – mi familia no está aquí así que puedes decirme la verdad, ¿eres mi novia? – preguntó y Cintia estuvo a punto de contestar que sí – ¿o eres una amiga como dice la señora… mi mamá?
-
Si… soy lo que dice tu madre – dijo resignada, sus miradas se encontraban y Cintia no pudo evitar acariciar el rostro de Adriana
-
Escucha, no quiero ser grosera, pero… no sé si lo sabías pero soy lesbiana y eso por lo general no representaría ningún problema, al menos no desde mi punto de vista, pero el detalle es que me gustas – Cintia sentía haber escuchado eso antes – mucho y sé que tengo novia, lo siento, no sé en donde este pero sé que existe y es totalmente comprensible que no esté aquí, con la familia que me gasto seguro le dio pánico acercarse… en fin, no creo que a ella le agrade que alguien que me gusta me acaricie, y yo no quiero tentaciones cerca, yo siento que hay un amor enorme que me une a ella y no quiero arriesgarlo, además no sé pero a lo mejor se molesta conmigo y me corre de su casa o algo – Cintia sonrió
-
Tu novia nunca te correría de la casa, empezando porque la casa es tuya – el tener casa propia sorprendió y alegró a Adriana – por lo general es ella la que se va
-
¡¿yo la corro?! – preguntó sorprendida Adriana
-
En realidad nunca la has corrido, si la corres no regresa, pero como es ella la que se va dura unos días en la casa de sus padres y luego entre tú y su papá arman un plan perfecto y ella vuelve como una idiota rendida a tus pies – explicó Cintia
-
Y tú la conoces muy bien ¿no? ¿de qué otra manera sabrías todo eso?
-
La conozco mejor que tú – le dijo y Adriana sonrió, desistió de su idea de alejar a Cintia, a través de ella tendría cerca al amor de su vida, que seguro estaba aterrorizada por la familia Calderón
-
No me has dicho cómo te llamas – dijo Adriana
-
Cierto, se me olvida que no lo recuerdas… Cintia, Cintia Longoria – le sonrió y de pronto unas imágenes borrosas y raras llegaron a la cabeza de Adriana, pero no las pudo descifrar y empezó a dolerle la cabeza
-
Cuéntame sobre ella Cintia
-
Bueno, estudia odontología, es abierta y orgullosamente homosexual, le gusta el color rosado y muere por los zapatos – Adriana sonreía – siempre tienes que despertarla pero nunca lo haces, así que se despierta con el olor a café, siempre se baña corriendo porque se le hace tarde, es sumamente consentida por sus padres porque es hija única, aunque desde que llegaste a su vida su papá se debate entre tu amor y el de ella y la mayoría de las veces te prefiere a ti – los ojos de Adriana se iluminaron, Cintia le estaba describiendo una familia, la suya, esa que no juzgaba ni se enrollaba tanto, aquella que disfrutaba y vivía el amor – ella no puede vivir sin ti, te abraza en las noches y tú siempre te duermes después de ella, la cuidas muchísimo y ella se siente protegida contigo, a veces tiene pesadillas y tú te levantas, le preparas té o leche tibia y no te duermes hasta que ella no esté dormida – Cintia continuó hablando durante mucho tiempo y Adriana estaba agotada, sin darse cuenta se quedó dormida y Cintia se quedó dormida al rato, en la cama y con la cabeza recostada del pecho de Adriana.
Al día siguiente Adriana estaba despierta, observando cómo dormía Cintia, abrazada a su cintura y con su cabeza recostada de su pecho, de pronto entró el médico -
Hola – dijo Adriana
-
Vuelvo después
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¿a que vino? – preguntó Adriana
-
Un chequeo, pero veo que estas muy bien, no es nada urgente, vengo más tarde – dijo el médico y salió de la habitación y se fue a la sala del café donde se tropezó con un médico amigo y se tomó un café con él
-
Así que es homosexual – le dijo el médico al doctor Beltrán y él asintió – con razón la madre estaba como estaba, no es para menos, cualquiera en su lugar estaría igual o peor
-
Si – contestó el doctor Beltrán
-
¿Así que la dejaste ahí sin hacerle el chequeo? – le preguntó el doctor Bernardo Baptista al doctor Beltrán
-
Sí, no va a pasarle nada, además si algo llegara a sucederle sería una terrible perdida para el mundo, oh perdimos una lesbiana – dijo en tono irónico – deberían desaparecer a esa cuerda de fenómenos, ellos son la razón por la cual odio vivir en una de las mejores zonas del país, la fulana marcha pasa por ahí
-
Que mala suerte compadre, pero ni modo, te toca atenderla, gajes del oficio – dijo el doctor Baptista
-
Si – aceptó el doctor Beltrán y continuó con su café.
Manuel llegó temprano a la clínica y entró a la habitación de su hermana y vio a Cintia abrazándola, como si hubiesen acabado de pasar una velada romántica juntas… en una clínica. -
Es hermosa ¿verdad? – le preguntó Adriana a Manuel al ver que miraba demasiado a Cintia
-
Ya basta, si mi mamá te llega a escuchar le va a dar otro ataque – aseguró Manuel
-
¿te molesta? ¿te causa repugnancia que sea feliz con una mujer? – le preguntó Adriana y Manuel la miró con compasión
-
Yo lo presentía, eso de no tener novio y no querer tenerlo, los comentarios y las páginas raras de internet que se abrían solas en mi computadora cuando la tuya se dañó, después apareció Alan y pensé que serían como esos amigos que en realidad están enamorados pero no se dan cuenta hasta veinte años más tarde, ahorita sólo confirmaste mis sospechas originales
-
¿Quién es Alan? – preguntó Adriana
-
Tu mejor amigo, ya lo conocerás nunca está demasiado lejos y ha estado pendiente de ti desde el accidente igual que Cintia
-
Entonces ¿no te molesta? – preguntó y sin darse cuenta miró a Cintia rápidamente y regresó la mirada hacia Manuel
-
A mí no me importa Adriana, esa es tu vida, hasta te entiendo, no sé cómo hay gente a la que no le gustan las mujeres si son una creación divina – dijo Manuel y Adriana sonrió mientras movía la cabeza de un lado a otro – pero menos mal que existen porque mi vida como hombre sería triste – eso hizo reír a Adriana y Cintia se despertó y en seguida la soltó, nunca pensó que iba a sentir vergüenza de abrazarla
-
Hola Manuel – dijo levantándose rápidamente de la cama
-
Hola Cintia – dijo Manuel intentando contener la risa al ver la cara de Cintia
-
No es lo que parece… te lo juro – Manuel sonrió
-
Okey - fue lo único que dijo
-
Nos… nos vemos después – le dijo a Adriana y ella sonrió
-
En realidad vine a decirte que tus amigas vienen a visitarte – le dijo Manuel en cuanto Cintia salió
-
¿tengo que mentir? – preguntó Adriana, la sola idea le causaba gran molestia
-
No veo por qué, si ya se lo dijiste a mi mamá, decírselo a todas ellas es algo muy sencillo – aseguró Manuel y ella sonrió – puedes decirle a Cintia que venga y a medida que entren se las presentas como tu novia, es rápido y ligero
-
Cintia y yo no tenemos nada – aseguró y Manuel frunció el ceño – ella es amiga de mi novia, es todo
-
¿Y adonde está tu novia? – preguntó
-
Aun no lo sé, pero la entiendo perfectamente, debe tenerle miedo a mi progenitora – explicó Adriana
-
Yo digo que esa novia tuya no te quiere – dijo Manuel mientras se sentaba
-
Claro que me quiere, Cintia me estuvo contando todo sobre ella anoche pero me quedé dormida
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Si bueno, lo que tú digas, pero yo pienso que hay mas entre tú y Cintia que entre tú y tu supuesta novia – aseguró
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No, yo siento que hay algo muy grande que me une a esa mujer y no lo voy a botar a la basura porque me guste Cintia – aseguró y no pudo seguir porque en eso llegó el médico
El doctor empezó a hacerle el chequeo a Adriana pero fue bastante rudo en su trato, se comportó muy mal con ella y le salió con un par de groserías, ninguna referida a su homosexualidad, Manuel lo miraba de reojo, era evidente que algo raro le pasaba -
En un rato van a venir por usted para hacerle unas pruebas y dependiendo de ellas se le dará el alta o no – dijo sin mirarla a la cara, puso la historia en su sitio y se fue
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¿y a este qué le pasó? – preguntó Manuel y Adriana se encogió de hombros
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No sé, ni me importa, a lo mejor sigue molesto porque no le contestaba las preguntas la primera vez que me vio – asumió Adriana y se levantó para arreglarse y esperar que fueran a buscarla para las pruebas.
Un enfermero se la llevó de su habitación y la tuvieron más de dos horas de un lugar a otro haciéndole diferentes pruebas. Por su parte Cintia fue al apartamento de Adriana y recogió todo, lo hizo rapidísimo -
No sabía que recoger tu vida y desaparecerla podría hacerse en dos horas – decía para sí misma mientras recogía todo y lo metía en maletas
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¿listo hija? – preguntó Patricio que la estaba ayudando con la mudanza
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Si papi ya – dijo Cintia entregándole un par de maletas y mirando lo que días antes era su hogar
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Bueno, ahora que estás menos apurada me vas a contar que pasó porque tengo el presentimiento de que causaste un lio – le dijo, Cintia le contó todo y su padre sentía deseos de regañarla pero la vio tan melancólica que no pudo - ¿cómo lo piensas solucionar?
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Todavía no sé, deseo fervientemente que Adriana recupere la memoria y me haga el trabajo más fácil
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Mi amor, no vayas a molestarte, pero yo pienso sinceramente que esa mentira no era necesaria
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Si yo sé, Camila piensa lo mismo, pero ya la dije y hasta que la mamá de Adriana no se calme un pelo no voy a decir nada – Patricio no estaba convencido pero no dijo nada más en todo el camino.
En la habitación de Adriana estaban siete mujeres, tres del trabajo y cuatro ex compañeras de facultad y además Alan y Manuel. Adriana llegó y se topó con el montón de gente, sólo uno conocido -
Hola mi amor, ¿cómo estás? – la saludó Alan dándole un abrazo y un beso
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¿Alan? – preguntó, Manuel ya los había puesto al tanto y todos sabían que Adriana estaba amnésica o algo similar
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Si corazón, el príncipe de tus sueños – dijo en tono de broma, solía decirlo, como Adriana no tenía príncipe sino princesa él se hacía acreedor del título
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Bueno, hola, no tengo idea de quienes son, pero no me lo digan, siéntense, voy a darles una noticia y… - entró Camila
-
Hola Adriana… hola… Alan – ver a Alan le sorprendió mucho después de lo que había pasado entre ellos
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Hola – dijo Alan y Adriana los miraba a ambos
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Otra amiga ¿no? – preguntó y Camila asintió – siéntate… bienvenida
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Camila – dijo ella antes de sentarse – cuando me recuerdes vas a quererme – el comentario le pareció raro a Adriana pero continuó con su salida pública del armario
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Bueno, tú no sabías – le dijo a Camila – pero el resto no me diga su nombre ni como nos conocimos ni nada, cuando sepan realmente quien soy, tienen toda la libertad de decidir si quieren seguir siendo mis amigos o no. si quieren pertenecer a mi vida, me pueden decir lo que quieran pero necesitan saber que soy completamente gay… ¿gay?... sí, gay; así evito las preguntas fastidiosas, ¿Cuándo lo supe? No tengo idea porque no lo recuerdo pero desde que me desperté y vi a Cintia lo supe, ¿estoy segura? Completa y absolutamente segura, prefiero perder un brazo antes que tener algo con un hombre… sin ofender – le dijo a Manuel y a Alan – Así que decidan, quienes se quedan quienes se van, no me van a herir ni me va a importar porque en realidad no tengo idea de quienes son – dijo rápidamente y todos quedaron sorprendidos, unos por la noticia, otros por la facilidad con la que lo decía y otros por el hecho de que lo dijera
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Gran cosa Adriana, pensé que era una noticia nueva, hace años que sé que eres homosexual, si yo te presenté a tu novia – dijo y los ojos de Camila se desorbitaron
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¿en serio? – preguntó Adriana pero Alan aprovechó que dos de las mujeres estaban saliendo de la habitación para no decir nada mas hasta saber qué era lo que Camila quería que no dijera
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Yo ya lo sabía – comentó una muchacha que estaba totalmente molesta con las otras dos que se fueron
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Yo también – comentó otra
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Si… era bastante evidente – dijo otra y Adriana era la sorprendida
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Definitivamente no quiero recordar cuanta energía desperdicié intentando ocultarlo – dijo y todos sonrieron
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Yo no sabía – dijo una muchacha – pero no me importa, es tu vida y tú no me dices que hacer con la mía
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Si, a mi tampoco, aunque nunca había tenido una amiga lesbiana – comentó otra
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¿y tú? – le preguntó Adriana a Camila al ver que estaba muda, en realidad preocupada por no delatar a Cintia
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¿yo qué? – preguntó
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¿Lo sabías?, ¿te enteraste?, ¿te molesta? ¿o qué? – preguntó Adriana sintiéndose ignorada
-
Ah… sí, yo sabía hace rato – contestó Camila y Adriana estaba intrigada
-
Pero ¿qué? ¿te lo dije? – preguntó
-
No exactamente, pero sabías que yo sabía – le respondió aun distraída y en eso entró Cintia
-
Hola Cintia, bienvenida, Adriana está saliendo del armario – le dijo Alan y Cintia levantó las cejas y miró a Adriana, ésta se encogió de hombros, luego miró a las cinco muchachas y la miraban raro, a los efectos Cintia siempre había sido la mejor amiga de Adriana, pero ahora conociendo el secreto empezaban las sospechas y las miradas raras hacia Cintia, además era evidente, por la mirada de Adriana, que a la paciente le gustaba mucho esa última visita
-
Alan ¿podemos hablar afuera? – le preguntó Cintia y a Adriana eso le parecía rarísimo, el asunto de interés se encontraba entre Alan, Camila y Cintia
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Dime – le dijo Alan estando afuera de la habitación
-
Dije una mentira – confesó Cintia y Alan se puso la mano en la cabeza y suspiró
-
¿Por qué presiento que no es una blanca? – preguntó
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Porque no lo es, es más o menos como la primera, excepto porque esta no era tan necesaria como aquella pero la dije en un momento de desesperación
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¿y qué vas a hacer?
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No sé, pero por los momentos no le digas nada, yo soy amiga de su novia, nada mas – Alan aceptó, igual que todos los demás, a regañadientes
Las amigas de Adriana estuvieron con ella hasta tarde y luego apareció el médico y les dijo que Adriana se podía ir a la mañana siguiente -
No hay daño cerebral, la falta de memoria es temporal y se irá estimulando con el pasar de las semanas, no hace falta que siga aquí, mañana se puede ir y cualquier cambio su madre tiene mi tarjeta – aseguró y se fue, esta vez fue menos grosero, tal vez porque había más gente en la habitación, o tal vez porque ya no tendría que ver a la lesbiana
Como a las nueve sólo quedaban Camila y Cintia en la habitación -
Dime algo – le dijo Adriana a Camila - ¿tú eres mi novia? – preguntó y Camila sonrió
-
Si fuese homosexual seguro daría mi batalla, pero como no lo soy, no, no soy tu novia – aseguró – aunque ahora que lo pienso tu novia está como bien también – aseguró y Cintia volteó a mirar a Camila totalmente seria y Camila sonrió – lástima que sea tan mentirosa y tenga la facultad de armar una tormenta en un mínimo vasito de agua – continuó y Cintia achicó los ojos dirigiendo la mirada hacia ella –
por cierto, ¿Cintia ya te dijo como se llama tu novia? – preguntó y Cintia quería matarla -
No, tienes razón, ¿cómo se llama?- preguntó y Cintia pensó muy rápido
-
Patricia… como su papá – dijo mirando a Camila y ella la miraba como quien dice “mentirosa, tarde o temprano te van a agarrar”.
Al rato de eso Camila se fue y Cintia estaba dispuesta a irse, a Adriana la daban de alta al día siguiente y no quería quedarse a dormir porque seguro su familia iría a acompañarla y la iban a ver ahí -
Me voy mi… Adriana, te veo mañana – dijo y se iba a levantar
-
Ya va, no te vayas todavía, tengo que hacerte una pregunta – dijo y Cintia se sentó en la silla junto a la cama
-
Yo… ¿le soy infiel a mi novia? – preguntó y el rostro de Cintia cambió por completo
-
No sé… dime tú ¿le montas los cachos a tu novia? – preguntó casi molesta
-
Bueno… es evidente que no – dijo un poco cohibida
-
Para mí no es tan evidente – continuó Cintia y Adriana sonrió
-
Si te molesta tanto, debes ser muy buena amiga de mi novia así que no puedo serle infiel
-
Adriana… no te entiendo – dijo Cintia disminuyendo un poco su molestia
-
Es que… pensé que le era infiel contigo – explicó y Cintia frunció el ceño
-
¿Qué? ¿por qué? – preguntó a ver que le decía Adriana
-
Es que, cuando yo te vi por primera vez me di cuenta de que era lesbiana, juraba que tú eras mi novia, luego me dijiste que no y supe que tenía que tener una novia en algún lugar porque sentía que algo faltaba en mi vida, algo no cuadraba, cuando tú estás, ese vacío se llena por completo, así que creo que si no le era infiel a mi novia contigo tenía deseos de serlo, y como quiero ser honesta voy a decírselo, no vayas a decirle nada, quiero decírselo personalmente yo – Cintia sólo pensaba en la batalla campal que se iba a armar cuando Adriana recordara todo y descubriera la cascada de mentiras de Cintia
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Yo no voy a decirle nada, tú se lo dices cuando la veas – dijo – tengo que irme – dijo y olvidó todo lo anterior y le dio un beso en la frente a Adriana
Al día siguiente, Natalia apareció en la habitación de Adriana -
hola – dijo Natalia
-
hola, ¿le pasó algo a Manuel? – preguntó Adriana
-
no ¿por qué? – preguntó mientras se sentaba y dejaba a Adriana un poco sorprendida
-
¿Por qué no vino él? – preguntó Adriana y Natalia estaba concentrada buscando el control del televisor entre los cojines
-
Ah… yo le dije que yo venía por ti – aseguró y encontró el control en un cajón de la mesita
-
¿por qué? – preguntó pero nunca obtuvo respuesta porque Natalia encendió la tele
-
¿qué estabas viendo Adriana? – preguntó al ver un montón de dibujos animados en la televisión – Adriana medio sonrió
-
Yo… eh… yo no estaba viendo nada, Cintia estaba aquí anoche y se puso a ver eso con Manuel – dijo tartamudeando mientras veía las comiquitas de la tele
-
Ah… Cintia… - dijo Natalia sonriendo – se me olvidaba que ahora te dejas manosear por las mujeres – aseguró mientras pasaba los canales y Adriana volteó a mirarla
-
¿te molesta? – preguntó una vez mas
-
No, en realidad me lo dijiste una vez pero se me olvidó – aseguró Natalia y Adriana levantó ambas cejas
-
¿tan grande fue el trauma? – preguntó sin conseguir que Natalia le prestara total atención
-
¿el trauma? No, la embriaguez, creo que esa noche respirábamos y transpirábamos alcohol – aseguró Natalia y Adriana sonrió. Natalia se cansó de jugar con el televisor y lo apagó, se acercó a Adriana – ojalá recuerdes lo que te dije esa noche, sigo pensando igual, no me importa lo que seas mientras sigas siendo mi prima y pueda contar contigo, no me importa si en tu casa hay calzones o bragas – los ojos de Adriana se desorbitaron – me da igual, es tu vida y mientras seas feliz y esa persona te quiera yo no voy a tener problemas con ella, pero si te hace algo voy a odiarla y voy a hacértelo saber – Adriana sonrió, no la recordaba pero parecía quererla mucho
-
Si no lo recordaba antes dudo que lo recuerde ahora – aseguró Adriana
-
La vida te da sorpresas, yo juraba que esas horas de mi vida habían desaparecido en el limbo de mis recuerdos pero ayer las recuperé – aseguró y se sentó en la cama – ¿ya recogiste todo?
-
Sí, estoy esperando que me den el alta – aseguró Adriana
-
¿Cuándo va a ser eso? – Natalia quería salir de esa clínica lo más rápido posible
-
Cuando aparezca el médico, debe estar por llegar – aseguró Adriana mientras Natalia le recogía una cola en el cabello, en eso entró el médico, quien vio a Natalia recogiéndole el cabello a Adriana y se detuvo en la puerta, sin entrar ni salir
-
¿le va a dar el alta doctor? – preguntó Natalia pero el médico no dijo nada ¿doctor? ¿sigue en la tierra?
-
¿Ah? – preguntó cuando regresó de sus pensamientos – ah sí, ya firmé el alta, estos son los récipes y las indicaciones, más que nada para las raspaduras y los golpes, cualquier cosa ahí está mi número, pero finalmente se va – Natalia frunció el ceño y el doctor salió de la habitación
-
Ese “finalmente” sonó a que le daba más alivio a él que a ti – aseguró Natalia – es medio raro ese doctor ¿no?
-
Si, no es la primera vez que pasa, ayer cuando Manuel estaba aquí también estaba así, y cuando nos vio a mí y a… claro, ya sé que le pasa, no es raro, sólo le tiene miedo a los “raros” – concluyó Adriana al recordar que el médico cambió de actitud luego de que vio Cintia dormir con ella en la misma cama – y claro, ante sus ojos tú no eres precisamente mi prima – aseguró sonriendo Adriana y Natalia se sorprendió – además debe pensar que no sólo soy gay sino una promiscua que aun desmemoriada cambia de pareja cada día
-
Ay pero que idiota, ¿Qué le pasa? ¿hará lo mismo con los negros o los judíos? – preguntó Natalia molesta
-
No sé, y no me importa, él verá como hace con sus traumas, supongo que sale a la calle con los ojos cerrados para no ver algo con lo que no esté de acuerdo… en fin ¿nos vamos? – preguntó Adriana
-
Si… - dijo Natalia y recordó que había un detalle importante que Adriana no sabía – eh… Adriana
-
¿sí?
-
Eh… tu madre quiere que te lleve a su casa – comunicó Natalia sin mirarla a los ojos
-
No me vas a llevar a ningún otro lugar que no sea mi apartamento – aseguró Adriana y Natalia medio cerró un ojo – no Natalia, prefiero quedarme aquí con el médico homofóbico… vamos a estar claros, tu tía seguro tiene un plan perfecto para heterizarme y como sé que no va a suceder prefiero no perder mi tiempo ni mi paciencia, tú decides o me llevas a mi apartamento o te vas porque puedo
llamar a Alan o a Camila o a Cintia, al parecer tengo unos cuantos amigos que me apoyan incondicionalmente -
¿Qué hay en ese apartamento que es tan importante? En la casa de mi tía está tu familia – Natalia no se rendía a la primera, tal vez a la segunda
-
Si claro, una familia a la que le repugna saber quien soy en realidad – aseguró Adriana
-
¡hey! – reprendió Natalia – yo pertenezco a esa familia y no soy así
-
Solamente tú y Manuel, porque hasta tu hermanita, que se nota que me quiere, pero está como asustada – dijo y se sentó en una silla porque ya habían salido de la habitación – ¿me vas a llevar a mi apartamento o no? – preguntó y Natalia suspiró
-
Está bien – desistió – esa novia tuya seguro ni está ahí – Adriana volvió a sentarse y Natalia la tomó por la muñeca – ¡ya!... levántate, no voy a decir nada mas, después de todo tú eres un adulto independiente – aseguró Natalia y continuaron caminando hasta su carro
-
¿hace cuanto? – preguntó Adriana
-
¿qué? – Natalia ya había perdido el hilo de la conversación
-
¿hace cuanto soy un adulto independiente? – preguntó, nadie, nunca, desde que despertó le dijo cuantos años tenía ni a que se dedicaba
-
Bueno… adulto… desde hace cinco años – los ojos de Adriana se desorbitaron – sí, estás vieja… adulto con casa propia… desde hace dos… creo, y adulto independiente desde que te graduaste hace más de un año y empezaste a trabajar con mi papá – aseguró Natalia haciendo un recuento cronológico de la vida conocida de Adriana
-
¿de qué me gradué? – Adriana no recordaba nada de su vida
-
De arquitecto – contestó Natalia que después del asunto de la homosexualidad no había apreciado desde todos los puntos de vista lo inconveniente de ser amnésico
-
Sabes adonde vivo ¿no? – preguntó Adriana luego de perderse en sus pensamientos un par de minutos
-
Si, solía venir antes de que empezaran las excusas raras y absurdas… las cuales supongo tenían que ver con tu aun desconocida novia – dijo y como Adriana no recordaba nada el comentario no provocó ni vergüenza ni ninguna otra cosa – aquí estamos – dijo, el vigilante la recibió con cariño, con deseos de preguntarle por Cintia pero se cohibió al ver a Natalia. Llegaron al piso y a la puerta del apartamento - ¿tienes llaves?
-
¡no! – no se había dado cuenta
-
Excelente, sabes algo de artes arácnidas que no nos hayas comentado – Adriana ignoró el comentario
-
Debí perderlas en el accidente, seguro mi novia tiene una copia
-
Adriana, ni siquiera le hemos visto la cara a tu novia – comentó Natalia
-
Se llama Patricia – aseguró Adriana
-
Claro… y como es la única Patricia en la faz terrestre – dijo irónicamente Natalia
-
No estás ayudando – le dijo Adriana y se volteó, entonces vio el extintor y se acercó
-
Tú tampoco – replicó Natalia al ver que se acercaba a extintor de manera extraña, de pronto Adriana sacó una llave de debajo del extintor - ¿cómo…? ¿lo recordaste?
-
No, ahí la hubiese puesto de haber sido yo y como efectivamente fui yo, ahí estaba – dijo y con la llave de repuesto abrió, mientras Natalia metía las maletas Adriana regresó la llave a su sitio
-
No ha cambiado mucho – le dijo mientras hacía café
-
Tiene que haber cambiado… porque no vivo sola – dijo Adriana medio distraída intentando encontrar fotos o algo que dijera que realmente la tal Patricia había dejado su huella ahí e iba a aparecer en algún momento
-
Adriana es tarde, me tengo que ir a la casa de tu mamá a decirle porque estoy llegando sin su hija y a recibir uno de esos regaños que no recibo desde hace quince años
-
Okey – dijo Adriana aun sorprendida por no encontrar nada relacionado con su novia
-
Cuídate – dijo Natalia y se fue
Adriana estaba buscando y buscando, pero no encontró nada, se cambió de ropa y se puso a leer unos documentos que estaban en la peinadora, notó que entendía todo a la perfección y hasta se le ocurrieron un par de ideas. Su bolígrafo se quedó sin tinta y buscando uno consiguió una foto debajo de unos papeles en la gaveta de la mesita de noche, era una foto de ella con Cintia, en su mente, empezaba a preguntarse si esa novia realmente valía la pena, porque si era así entonces ¿por qué ella parecía estar más unida a Cintia que a su novia?, se quedó dormida con la foto en la mano recostada del pecho. Al apartamento llegó Cintia, era una total imprudencia pero ella no podía dejar de hacerlo así que invitó a sus padres para disimular. Cuando llegó al cuarto vio a su amor durmiendo como un angelito con algo en la mano, le causó curiosidad y medio movió su
mano sin despertarla y le quitó la foto, Cintia sintió una total mezcla de sentimientos, culpabilidad, emoción, ternura, sentía que extrañaba a Adriana y le daba mucha rabia haber enredado todo el asunto -
Hola – la saludó Adriana y la despertó de sus recuerdos
-
Hola – dijo Cintia y llevó su mano con la foto detrás de su espalda
-
Dámela – dijo Adriana y Cintia se la entregó avergonzada - ¿cómo entraste? – le preguntó, Adriana empezaba a sospechar
-
La llave del extintor – aseguró y Adriana le creyó – ajá, y ¿será que puedes explicarme por qué tenía esto en la mesita de noche?
-
Tu y yo… sólo somos amigas… buenas amigas – aseguró Cintia y Adriana se levantó de la cama
-
No me digas – dijo y empezó a caminar hacia Cintia – y ¿por qué tengo ganas de besarte? – preguntó mientras se acercaba a Cintia y ésta daba pasos hacia atrás hasta estar acorralada contra la pared, podía sentir el perfume de Adriana y su respiración y su pulso se aceleraron, Adriana empezó a acercar su rostro al de Cintia y Cintia estaba totalmente ansiosa, no sabía si quería que Adriana la besara o se alejara
-
Hija ¿está Adriana? – preguntó Patricio y Adriana se separó de golpe de Cintia
-
¡Si papi aquí está! – le gritó Cintia desde la habitación principal a su papá – les pedí a mis padres que me acompañaran a darte la bienvenida – confesó Cintia y Adriana no decía nada, se moría de ganas de besarla y al mismo tiempo quería matarla por haber llevado a sus padres como escudo
-
Claro… será un placer hablar con ellos – dijo Adriana liberando totalmente a Cintia, quien salió corriendo de la habitación hacia donde estaba su mamá
-
Hola hija – le dijo Jennifer a Adriana dándole un beso y un abrazo – no te preocupes, pronto nos recordarás
-
Sí, me muero de ganas de recordar a esta familia, se me aclararía la mente – dijo mientras miraba profundamente a Cintia, tanto que Cintia retiró la mirada. Cintia y Adriana se sentaron en el mismo mueble y Patricio y Jennifer en el otro de enfrente – algo me estás ocultando – le dijo entre dientes mientras les sonreía a Patricio y Jennifer
-
Adriana, mi papito se va de viaje ¿verdad papi? – Adriana no pudo contener una linda sonrisa, no sabía si le causaba gracia la manera en que Cintia ignoraba sus preguntas o si le causaba ternura la relación que tenía con su padre y eso era lo que le causaba gracia
-
¿adónde va a viajar señor…? – preguntó luego de que Patricio asintiera
-
Patricio, aunque tú me llamabas Pato – aseguró el padre de Cintia
-
¿Patricio? – preguntó y volteó a ver a Cintia, quien se encogió de hombros – pues señor… yo era una total… falta de respeto... o le tenía mucha confianza – volteó a mirar a Cintia una vez mas
-
Yo siempre pensé que le tenias más confianza que a mí – agregó Jennifer
-
Yo juraba que la respetabas mas a ella, pero no me molestaba – continuó Patricio y ante ambas alegaciones Adriana se sintió un poco acorralada
-
Lástima que haya perdido la memoria y no pueda decirles la verdad – aseguró Adriana – aunque eso sucede mucho ¿no Cintia? – preguntó y la muchacha no contestó nada en lo absoluto
-
En fin, me voy a Tokio por una semana – aseguró Patricio y comenzó a explicarle a Adriana qué iba a hacer en Japón y por qué.
Las horas transcurrían y mientras tanto Camila y Alan conversaban en un café -
Al final no sé cómo va a resolverlo pero sé que la ama mucho y mientras siga siendo así supongo que ningún obstáculo será demasiado grande – aseguró Alan
-
Sí, ella me hace reír mucho porque la adora, dice que Adriana es tan especial que logró meter en el closet a una persona que nunca había estado en él porque siempre estuvo segura y orgullosa de quien era – comentó Camila
-
En realidad eso no es de ahora, siempre fue así, pero ella debió aprovechar la salida del closet de Adriana frente a toda su familia para hacerle frente a la situación – lamentó Alan
-
Yo estoy de acuerdo pero en realidad también la comprendo un poco, no iba a lograr nada diciéndole a la madre todo porque igual Adriana no recuerda nada – aseguró Camila
-
Pero la pérdida de memoria de Adriana es temporal – replicó Alan
-
Precisamente, puede esperar a que Adriana recupere la memoria y entre las dos le dan la noticia a la madre
-
Anastasia igual va a odiarla, si quiere aceptarla lo va a hacer y si no, no importa que a Cintia le salgan alas y una aureola, no va a aceptarla y punto – Alan conocía un poco a Anastasia por las pocas cosas que le contaba Adriana de ella
-
Bueno pero al menos se van a tener la una a la otra para apoyarse, ahorita es como si Adriana no estuviese del todo… por esto terminamos ¿no? – preguntó Camila y Alan se quedó callado – hasta por ellas peleamos
-
No siempre fue así – aseguró Alan – tal vez cambiamos – continuó y ambos se quedaron un rato en silencio tomando café
-
A veces me gustaría ser lesbiana – aseguró Camila
-
¡¿qué?! – exclamó alarmado Alan - ¿por qué? No estás viendo por todo lo que están pasando las muchachas gracias a eso
-
En esa relación es más equitativo el asunto, quisiera estar con un hombre que no sintiera que pierde la hombría si se apoya un poco en mi – aseguró Camila
-
Yo quisiera apoyarme en ti, si me lo permites claro – confesó Alan y Camila sonrió. Eso representó un nuevo inicio entre ellos.
En el apartamento de Adriana, Cintia y su familia estaban dispuestos a irse -
Que tenga buen viaje señor Patricio – dijo Adriana mientras se despedía – yo le cuido a su hija – aseguró y tomó a Cintia por la cintura sin soltarla
-
Como siempre – dijo Patricio y salió con Jennifer
-
¿me vas a soltar? – preguntó Cintia un poco nerviosa
-
No – dijo serenamente Adriana – después la llevo a su casa – aseguró
-
¿con qué carro más o menos? – preguntó Cintia
-
Ya veremos, el hecho es que no vas a salir de aquí hasta que hables conmigo así que despídete de tus padres – Cintia suspiró
-
Nos vemos más tarde, yo llego antes de que te vayas – le aseguró a su padre y Adriana cerró la puerta pero quedó medio abierta
-
Bueno… estás en tu casa – el rostro de Cintia fue revelador ante este comentario ¿esta era tu casa? – le preguntó Adriana acercándose un poco y Cintia prefería quedarse callada – vamos por favor Cintia, ya basta, una novia llamada Patricia como su padre, ¡tu papá se llama Patricio! – reprochó y continuaba acercándose, Cintia caminaba hacia atrás una vez más – deja de huir, ¿Qué vas a ganar con eso? ¿Qué hacía esa foto en mi gaveta? ¿Por qué no hay rastros de esa fulana novia? ¡Dime la verdad!... vamos, tienes la oportunidad – dijo y se acercó a ella pero esta vez Cintia no retrocedió y Adriana tocó su rostro – demuéstrame que eres inteligente – decía bajando el tono de voz – cállame la boca y dime algo que pruebe que todo lo que has dicho no son mentiras – Cintia tomó el rostro de Adriana con ambas manos y la miró fijamente a sus ojos marrones
-
No puedo – dijo y se acercó totalmente, sus labios se unieron, Adriana se unió más a Cintia y la besó de vuelta. Cintia entre abrió los labios dejando escapar un jadeo. Cintia no quería detenerse pero intentó hacerlo y Adriana no la dejó, la llevó hasta
una pared y la puso contra ella, Cintia no soltaba el rostro de Adriana y Adriana tomó a Cintia por la cintura, sin dejar de besarla de sentir sus suaves labios y toda la pasión y desesperación que Cintia sentía. De pronto Adriana sintió un fuerte dolor de cabeza que la hizo separarse de Cintia, quedó paralizada frente a Cintia y su mirada estaba perdida, Cintia no entendía que pasaba e intentó encontrarse con su mirada, cuando lo logró Adriana le sonrió, tomó sus manos y las sostuvo contra la pared por encima de la cabeza de Cintia, la besó nuevamente pero esta vez con más pasión, saboreando desesperadamente sus labios y algo se sentía distinto, igual de bien, pero distinto, entonces Adriana la soltó y Cintia acarició su rostro, Adriana la tomó por el cuello y la besó, sumergió sus dedos en el bello y largo cabello negro de Cintia y la fue conduciendo con los ojos cerrados hasta la habitación, había una columna sumamente atravesada en la sala pero Adriana la esquivó a la perfección con los ojos cerrados, Cintia se sorprendió pero estaba tan ocupada sintiendo todas esas cosas que no le dio importancia, Adriana bajó las manos del cuello de Cintia hasta sus hombros y las fue deslizando por sus brazos mientras Cintia le quitaba la cola del cabello a Adriana. Adriana empezó a desabotonar la camisa de Cintia y la miraba con total deseo sin decir ni una sola palabra, de pronto le quitó la camisa y la tiró en el piso, su respiración estaba sumamente acelerada, se detuvo a mirarla con su perfecto abdomen y sus senos perfectos adornados con un sostén de encaje blanco, la miraba tanto que Cintia sonrió nerviosa -
No sé cómo pude sobrevivir sin ti en mi cabeza tantos días – comentó y Cintia quedó atónita, Adriana intentó besarla nuevamente y acariciar su abdomen pero Cintia se separó
-
¿me recuerdas? – preguntó Cintia
-
Perfectamente y me debes una explicación, pero ahorita no la quiero – dijo con la respiración entrecortada y Cintia lo aceptó sin chistar y la besó nuevamente, siendo esta vez ella quien la condujo rápidamente al cuarto y la sentó en la cama, se arrodillo frente a ella, empezó a besarle los labios y luego fue bajando por su cuello mientras le desabrochaba la camisa negra que le quedaba espectacular pero ella prefería verla sin ella
-
Yo no sé qué hiciste para que sucediera pero me muero por ti – aseguró Cintia y la acostó delicadamente en la cama, con ella encima y sin dejar de besarla nunca, bajó hasta su abdomen y empezó a darle besitos mientras desabrochaba su pantalón y de pronto escucharon como se cerró la puerta
-
¡¿Adriana adonde estas?! ¡no me importa que seas mayor de edad o lo que sea ven y dame la cara! – gritó Anastasia desde la puerta y casi mata del susto a las muchachas, Adriana se abrochó rápidamente el pantalón y buscó su camisa, se la puso pero no pudo abrochársela porque Anastasia ya estaba ahí y en cuanto vio a Cintia sin camisa y a Adriana con la camisa sin abrochar le iba dando un ataque
-
¡¿Qué demonios es esto?! – gritó y Adriana ya recordaba todo así que no estaba tan dispuesta a herirla como antes - ¡tú! – gritó acercándose a Cintia – ¡eres una zorra, pervertida! - gritó y le dio una cachetada a Cintia - ¿Qué le hiciste a mi hija?
-
¡nada! – dijo Adriana metiéndose entre Cintia y Anastasia – lo único que hizo fue darme todo el amor que tenía y poner sus sentimientos a mi disposición y no sé qué piensas de eso pero la madre que yo conocí me enseñó que eso era lo que debía darme la persona que estuviera conmigo si realmente me quería y que eso debía valorarlo por encima de todas las cosas – Anastasia estaba tan furiosa que no notó que Adriana había recobrado la memoria
-
Eso no es amor Adriana, esto es un deseo sexual desenfrenado que ignora todos los límites morales sólo por satisfacer un capricho físico – aseguró Anastasia
-
¿qué? ¿un capricho físico? Mamá un capricho físico es ir a acostarse con cualquiera y cambiar a diario de pareja, yo y Cintia llevamos dos años juntas como pareja, mas de tres como amigas y llevamos muchos meses viviendo juntas y nuestra relación se basa en el respeto, el apoyo mutuo y sobre todo en el amor que sentimos la una por la otra, sal a la calle y busca a alguien que pueda decir lo mismo o que al menos tenga la mitad de lo que yo tengo con Cintia, quiero ver a cuantos consigues
-
¡¿por qué demonios no me dijiste la verdad cuando te pregunté?! – le reclamó Anastasia a Cintia ignorando lo que Adriana le dijo
-
Porque sabía que esto iba a pasar y pensé que podía evitarlo – explicó Cintia
-
Vete de aquí necesito hablar con mi hija – Cintia caminó hacia su camisa y la recogió
-
Tú no vas a ninguna parte – le dijo Adriana tomándola por la muñeca – esta es su casa y aquí se va a quedar
-
Esta casa la compré yo – replicó Anastasia
-
Es cierto, ¿cuánto quieres por ella? Te lo pago de inmediato pero ella no se mueve de aquí – dijo Adriana, nunca se imaginó enfrentarse así a su madre
-
¿pones a una desconocida por encima de tu familia? – preguntó Anastasia
-
¿qué familia mamá? Una familia que nunca me brindó la confianza suficiente como para mostrar quien soy en realidad, una familia que no sabe absolutamente nada de mí, una familia que en cuanto me vio sin mascaras casi sale corriendo ¿esa familia? – Adriana respiró profundo porque no quería decir lo que iba a decir – Cintia es mas familia mía que ustedes – dijo con la voz quebrada y Anastasia se sintió sumamente herida porque su hija mayor, su más grande orgullo, su mejor amiga prefería a una extraña antes que a ella y Cintia volteó a mirar a Adriana
como diciéndole “te pasaste de la raya” – eres tú quien traza franjas y si te hace más feliz que este de un lado entonces elijo este lado – los ojos de Adriana estaban rojos y una lágrima brotó de ellos – donde puedo ser yo misma sin que me juzguen donde puedo disfrutar del amor sin que lo vean como una perversión – Adriana tragó saliva – eres tú quien cambió su manera de mirarme porque esta que ves aquí sigo siendo yo, sólo te muestro un pedazo mas de mi y si ese pedazo de mi es tan grande, tan malo y tan relevante para ti que no te permite ver lo demás que hay en mí, lo que siempre te demostré, entonces yo no puedo hacer nada, porque no voy a quitarme un brazo para que veas el resto de mi cuerpo, sobre todo si tú puedes ver desde otro ángulo – dijo y Anastasia se fue destruida y dejó a Adriana igual de destruida, Adriana rompió a llorar y se apoyó en Cintia, ésta la abrazó - yo… la quiero tanto… ella no puede ni siquiera mirarme a la cara sin sentir decepción, sin sentir repugnancia – decía Adriana entre lágrimas – yo no puedo creer que querer a alguien con todas tus fuerzas, que estar dispuesto a dar la vida por alguien sea tan malo -
No lo es – le dijo Cintia y la besó en la cabeza – no lo es, a ella sólo le cuesta entenderlo, pero te quiere, siempre va a quererte, por encimas de todo, aunque ahorita no lo parezca
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Yo no quería herirla Cintia te lo juro… pero… ¿Qué hago? Ya no hay vuelta atrás… yo no quiero ni voy a dejarte y a dejar de sentir todo lo que siento cuando estoy contigo para que ellos se sientan satisfechos, igual ya lo saben, nunca va a ser lo mismo, yo voy a ser miserable y ellos igual me van a ver como la prima, la sobrina, la hija lesbiana que no tiene derecho a nada, no creo que valga la pena… no sé… - Adriana estaba roja de tanto llorar y al final estaban acostadas las dos Adriana recostada del pecho de Cintia abrazándola por la cintura
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Las cosas van a mejorar mi amor, dale tiempo y ya verás como las cosas mejoran – aseguró Cintia sin tener certeza de lo que estaba asegurando.
Los meses pasaron, Patricio fue a Japón y volvió, Camila y Alan comenzaron una relación otra vez, a distancia mientras Camila terminaba su postgrado. Natalia se involucró más en la vida de Adriana. Manuel seguía siendo igual de seco y distante pero veía a Cintia como su cuñada, Jacqueline estaba un poco traumada así que no hablaba mucho con Adriana pero siempre estaba pendiente de que estuviera bien. Anastasia, Catalina y David se desligaron por completo de ella, Clemente trabajaba con ella y la trataba con normalidad, como antes, pero nunca le preguntó nada ni tocó el tema prohibido y no hablaba de ella con Catalina para evitar discusiones innecesarias que nunca llegaban a nada. -
Hola amor, buenos días – dijo Cintia que desde el accidente de Adriana se levantaba más temprano
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Hola – le dijo Adriana y le dio un beso en la mejilla – hice café
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¿te pasa algo malo? – preguntó Cintia al sentir el insípido beso de Adriana
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Me duele horrible la cabeza, ya me tome dos analgésicos y aun no se quita – aseguró Adriana mientras arreglaba unos planos y su portafolios
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Adriana… ¿tú fuiste al control que tenías con el médico después del accidente? – preguntó Cintia conociendo perfectamente la respuesta, pero intentando hacer entrar en razón a Adriana que era increíblemente terca
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Mi amor – dijo Adriana dándole un suave y tierno beso en los labios – ya me basta con mi madre, que tiene meses sin hablarme, como para que vaya a una clínica a pagar para que un médico homofóbico me trate mal porque soy el centro de sus temores – le dio un par de besos mas
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No me vas a comprar con besitos, ya no me diste el de buenos días ya te fregaste – aseguró Cintia provocando una sonrisa en los labios de Adriana - ¿Qué vas a hacer? Necesitas ir al médico, sea con ese o con otro pero tienes que ir
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Cintia estoy bien, la cabeza me duele por puro y autentico estrés, nada mas de pensar que se acerca mi cumpleaños y yo estoy peleada con mi familia me causa un terrible estrés, tengo una buena noticia, el banco me dio el crédito, me informaron hace media hora y con el dinero que tengo ahorrado voy a poder pagarle a mi mamá el apartamento y finalmente será nuestro apartamento – aseguró, Cintia le sonrió olvidando el asunto del médico y la abrazó fuertemente, luego le dio un beso de esos que dejaban a Adriana en las nubes, pero esta vez no fue tan efectivo - ¿será que mi mamá no va a felicitarme? – preguntó y Cintia olvidó el asunto del apartamento
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No tengo idea, pero aunque no te felicitara lo único que no puedes olvidar es que te quiere, aunque esté molesta contigo o no te comprenda, de hecho yo creo… no la estoy justificando… pero yo creo que su actitud se debe a que quiere protegerte y piensa que te estás yendo por un camino que te conduce al infierno – aseguró Cintia y Adriana la miró como diciéndole “defínete, de mi lado o del de ella” – tú deberías buscar la forma de explicarle
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Cintia… me voy, ella es la que está llena de prejuicios, es ella quien me discrimina y no me acepta
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Y tú eres la orgullosa incapaz de hablar con ella
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Cintia – la misma mirada
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Te quiero – dijo dulcemente con una sonrisa y Adriana le sonrió – por eso te lo digo – Adriana la besó y salió de la casa – este año me gradúo, así que estoy buscando trabajo – le dijo cuando Adriana se disponía a cerrar la puerta pero al escuchar esto se regresó
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¿estás buscando trabajo? ¿desde cuándo? – le preguntó
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Empecé a enviar correos con mi currículo anoche pero ya tú estabas dormida – confesó – no puedo seguir siendo una mantenida, necesito dinero propio, así te ayudo a pagar tu crédito y el apartamento sería realmente de las dos, además necesitamos un carro
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Tú no eres una mantenida, eres una inversión – aseguró Adriana a modo de broma y Cintia levantó la ceja izquierda provocando la risa de Adriana – no lo digo en serio, es sólo que no quiero que vayas a sobrecargarte y dejes de hacerme cariñitos – risas – no, en serio, no quiero que descuides los estudios, aun no nos morimos de hambre y te falta muy poco
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Vamos a dejarlo al destino, si me llaman de algún lugar y me ofrecen un tentador salario acepto, y mientras no me llamen me dedico tranquilamente a los estudios – Adriana suspiró
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Dame un beso por favor – dijo Adriana y Cintia sonrió y levantó las cejas – es para olvidar todas tus malas acciones de esta mañana
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Adiós amor, te lo debo – dijo Cintia y cerró la puerta
Cintia salió una hora más tarde, eso de levantarse temprano le dejaba bastante tiempo libre. Mientras tanto otro miembro de la familia Longoria hacía de las suyas -
Doctora Calderón aquí hay un señor que la busca y dice que es su “consuegro” – aseguró la asistente de Anastasia y como Anastasia intentaba mantener su vida privada muy lejos de la laboral le dijo que lo dejara pasar sin muchas explicaciones – buenos días doctora
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¿qué desea señor? Asumo que tiene que ver con Adriana y la muchachita que vive con ella ¿no? – preguntó Anastasia con un tono bastante pedante – puede ahorrárselo, no quiero saber nada de eso, sólo lo recibí por cordialidad, le agradezco salga de mi oficina y no vuelva a pisarla nunca más en su vida
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Haga uso de su cordialidad y permítame diez minutos, si estoy aquí no es porque desee ser su más intimo amigo o porque sienta la necesidad de relacionarme con la familia de mi nuera – solicitó Patricio
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Usted tiene una única hija hembra, mujer, ¿no le da vergüenza decir que tiene nuera? – preguntó Anastasia asombrada por la naturalidad con la que Patricio aceptaba la relación de Cintia y Adriana
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No, ¿por qué me avergonzaría? Mi hija va a graduarse este año de odontólogo y es lo más bonito que pudo enviarme el cielo, estoy sumamente orgulloso de ella y adoro a su novia, de la cual también estoy muy orgulloso, es una de los mejores arquitectos de la ciudad, además no creo que consiga en todo el mundo alguien
que quiera mas a mi hija y en estos últimos meses he dejado de ver su linda sonrisa porque gracias a usted no es plenamente feliz y yo no sé si usted lo sabe pero ella se merece ser completa y absolutamente feliz y yo haré todo lo que esté a mi alcance para lograrlo – Anastasia solía aparentar una dureza que en realidad no poseía -
Diez minutos – concedió
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Este es mi álbum de fotos favorito – dijo y sacó un libro rosado que decía “mi bebé” – aquí está plasmada la época más feliz de mi vida, cuando me estaba estrenando como padre – aseguró y puso el álbum de manera que Anastasia lo viera, había una multitud de fotos de Cintia recién nacida, a Anastasia los bebés le causaban mucha ternura y con Cintia no fue la excepción, una dulce sonrisa se dibujó en su rostro cuando vio a Cintia, pero permaneció en él sólo un par de segundos, su expresión cambió por completo cuando recordó que esa niña había convertido a su hija en una pervertida y pensó “hasta los asesinos eran lindos cuando eran bebitos” – yo era tan torpe para cargarla pero no podía dejar de intentarlo, era tan linda y era mía, salió de mi, tenía mi sangre, me sentía un artista, no sabía cómo había hecho algo tan bonito – habían fotos de Patricio cargando a Cintia y Cintia halándole los cabellos o la nariz – mi hija, mi más grande orgullo, lo mejor que he hecho en mi vida – aseguró y mientras Anastasia veía el álbum sacó otro libro, era morado – este es de Cintia – dijo y lo abrió – este fue el primer dibujo que me dedicó, su madre estuvo molesta conmigo una semana porque el dibujo era para mí y no para ella – aseguró Patricio mostrándole un dibujo, claramente infantil, de un hombre de pelo negro que arriba tenía un montón de letras que decían “te quiero papi”, Anastasia sonrió – este fue su primer añito, puse el dibujo adelante porque me encanta fastidiar a mi mujer – confesó Patricio y Anastasia sonrió con más ganas – bueno, este fue su primer añito, el vestido rosado, fue un proceso conseguirlo pero al final estaba preciosa – continuó pasando las hojas y explicándoles las fotos a Anastasia – aquí fue cuando se graduó del preescolar - dijo y le mostró una foto de una mini Cintia con sus ojos grises increíblemente abiertos – aquí cuando ganó las olimpiadas científicas – Cintia de catorce años con una bata blanca y… lentes – ella decía que la gente intelectual usaba lentes y ella quería lentes aunque no estuviese ciega porque ella era intelectual, aquí es cuando se graduó de bachiller y aquí va la que colocaré cuando se gradúe de odontólogo en unos cuantos meses, mi intención con esto es demostrarle que Cintia sea lo que sea sigue siendo mi hija, mi tesoro más preciado, no me importa si está con una mujer o un hombre, lo único que quiero es que sea feliz, que su pareja la valore por quién es y la quiera por sobre todas las cosas y si eso lo consigue en una mujer esa mujer va a ser el blanco de mi querer, lo mejor es que esa mujer existe, es Adriana Gamboa, su hija, esa que va a seguir siendo su hija, porque yo estoy seguro de que usted prefiere saber que ama a una mujer y vive con una mujer pero que vive y no está atada a una cama o en un ataúd, yo creo que usted debería reconsiderar su posición, antes de que sea tarde
y por alguna razón no pueda decirle a su hija lo mucho que la quiere o cuanto desea que sea feliz – dijo y empezó a guardar sus álbumes -
Eso está mal, por alguna razón sus órganos no concuerdan, por alguna razón no pueden tener hijos, si Dios aprobara eso no pondría tantas trabas – aseguró Anastasia
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Señora… yo no puedo hablar por Dios, yo no sé que piense Él, pero sé que a mí me lo presentaron como “Dios es amor” y nuestras hijas se aman, no creo que Dios las vaya a enviar al infierno por lograr lo que millones de personas con su moral intacta aun no logran… yo no quiero cambiar su pensar ni poner palabras en la boca del sumo creador pero quiero mostrarle que si Dios es el arma pues hay otro punto de vista acerca del pensamiento de Dios, sólo Él sabe qué piensa, qué está bien y qué mal pero para mí es inconcebible que esté mejor condenar a un par de muchachas a vivir miserablemente con un hombre o a vivir su felicidad juntas por pedazos porque son marginadas por su propia familia y… por el resto del mundo… - Patricio sentía rabia cada vez que pensaba como desconocidos podían llegar a herir profundamente a su hija sin darle siquiera una oportunidad de mostrar lo valiosa que era – todo el sufrimiento que pueda ahorrarle a mi hija se lo voy a ahorrar y si está mal me haré responsable de mis actos cuando corresponda. Hasta luego señora – dijo y se retiró de la oficina dejando a Anastasia pensativa
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Voy a tomarme la tarde, reprograma todas mis citas, nos vemos mañana – Anastasia nunca hacía eso, por esa razón su asistente se sorprendió pero obedeció sin decir nada.
Anastasia se fue a su casa y sacó el montón de álbumes llenos de polvo y empezó a verlos, cada foto iba sumando gotas que iban a desbordarse en lágrimas. Mientras eso sucedía Adriana llegaba a su trabajo con el dolor de cabeza exactamente igual que en la mañana -
Bendición – le dijo Adriana a Clemente
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Dios la bendiga hija – contestó Clemente
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Aquí están los planos del nuevo centro comercial, la maqueta está en mi oficina y aquí está el informe de costos y las características de la obra de manera detallada, voy a buscar la maqueta y así discutimos un par de cosas antes de la reunión con los clientes
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Te espero – dijo Clemente mientras revisaba los documentos que le acababa de entregar Adriana
Adriana llegó a su oficina y sintió una fuerte puntada en la cabeza, cayó desmayada en el suelo de su oficina con las puertas cerradas
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bueno ¿pero no sale aun? ¿Qué le habrá pasado a esta niña? La reunión comienza en cinco minutos – preguntó preocupado Clemente a la secretaria de Adriana
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aun sigo llamándola y no contesta – le dijo la secretaria
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deme la clave de la puerta o abra la puerta, como prefiera – le ordenó Clemente
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señor a la señorita Gamboa no le gusta que… - intentó explicar la secretaria
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yo soy el jefe de la señorita Gamboa y por tanto soy tu jefe… abre la puerta, no pretenderás que la tumbe ¿o sí? – Clemente era una persona ecuánime pero el cliente con el que tenían la reunión era importante y no quería que nada interfiriera en el negocio. La secretaria abrió la puerta y Clemente vio a Adriana desmayada – ¡llama a emergencias y pide una ambulancia! – la secretaria lo hizo inmediatamente mientras Clemente confirmaba que Adriana respiraba y tenía pulso – Natalia, Adriana se desmayó y está inconsciente aun, estoy en una ambulancia rumbo a la clínica, por favor avísale a tu tía y a Manuel – dijo y trancó, Natalia le informó a toda la familia, y por supuesto desde hacía meses ella consideraba a Cintia parte de su familia, o al menos de la familia de Adriana.
Clemente llegó con Adriana a la clínica, luego llegaron Manuel, Natalia, Camila y Alan. Anastasia iba corriendo, manejaba muy bien, aunque solía irrespetar las señales de tránsito, esta vez fue peor y estuvo a punto de causar un par de accidentes, en la puerta de la clínica se topó con Cintia, ambas iban apuradas, ambas por la misma razón, ambas con la misma cara de preocupación, ambas asustadas y finalmente Anastasia vio que entre ella y su acérrima enemiga había algo en común, el amor por Adriana. Cintia le indicó con la mano que pasara y luego pasó ella. Luego llegó el resto del batallón. A Adriana la estaban atendiendo un par de médicos, estaban seriamente preocupados al ver su historial médico y no explicarse el estado de inconsciencia, llamaron al doctor Beltrán y éste iba en el ascensor, desde el cafetín hasta el piso donde estaban atendiendo a Adriana -
yo juraba que no iba a tener que atender a esa lesbiana mas nunca, si no fuese por mi juramento dejaría que pasara a mejor vida, cada vez que la veo pienso en lo feliz que sería el mundo si no existieran pervertidos como ella – comentó al médico que tenía al lado, el doctor Baptista, lo que no sabía era que detrás de él estaba Anastasia que había bajado a la farmacia a comprar un par de analgésicos para combatir el dolor de cabeza que le provocó la emergencia
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por ningún motivo voy a dejar que te acerques a mi hija, y prepárate para una vida modesta, porque voy a demandarte, vas a perder tu licencia y vas a deberme hasta la vida, ahora sí vas a tener razones para odiar a esa lesbiana que tanta repugnancia te causa – le aseguró Anastasia y salió del ascensor, el médico quedó estupefacto, la amenaza lo dejó tan asustado que ni siquiera se bajó del ascensor
– su querido médico no va a venir así que busquen a otro – aseguró Anastasia y los médicos confirmaron la información y llamaron a otro especialista -
hola cariño – le dijo el nuevo médico a Adriana – puedes decirme ¿cómo te llamas?
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Adriana Gamboa, díganme que tengo menos de un día dormida por favor
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Una hora y media cuando mucho mi niña, dime algo, ¿recuerdas que te pasó?
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Sí, me dolió horrible la cabeza y… ya… no recuerdo nada mas – explicó Adriana
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Bueno señorita tengo una buena noticia para usted, tu historial médico es un poquito alarmante pero en realidad ya hicimos exámenes y esto no es más que estrés – aseguró el médico
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¡Ja!… se lo dije a Cintia… puro y autentico estrés – dijo Adriana muerta de la felicidad
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Si bueno, no te alegres mucho… un estrés que te mande a una clínica no es muy bueno ¿no? – Adriana se sintió un poquito apenada – mira lo que vamos a hacer, yo te voy a dar un reposo, absoluto, por tres días y a partir de ahí tú vas a llevar una vida más ligera, al que le moleste como vives o lo que haces que se muera de úlcera, de envidia o de lo que pueda, pero tú no te vas a dar mala vida ni por ellos, ni por el trabajo, ni por nada, responsabilidad pero sin crisis ni desesperaciones ¿te parece? – le preguntó el médico y Adriana asintió con la cabeza sonriendo – bueno, en vista de que nos entendemos puedo dejar que el comando de guerra que está allá afuera entre a saludar ¿no? Ya sabes, cero estrés porque la vida es bella y es para vivirla, no para sufrirla – dijo el médico y salió de la habitación y dejó entrar a la familia Calderón, a la familia Longoria y a los amigos de Adriana, besos iban y venían hasta que llegó el momento esperado de ver a Cintia
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Si me dices que no me recuerdas me voy a buscar a la odontóloga rusa del postrado de ortodoncia – dijo Cintia a tono de broma
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¿perdón? No hace falta que no te recuerde, puedes irte, mi nueva filosofía de vida “cero estrés” – dijo Adriana sonriendo y Cintia levantó las cejas asombrada
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Mejor me quedo, me muero por ver esa filosofía de vida aplicada – aseguró y estuvo a punto de darle un beso pero recordó a todos los espectadores que tenía y se sonrojó, prefirió quedarse quieta y evitar conflictos
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Tú eres la única persona que se desmaya y moviliza a toda una familia, dos en realidad, por estrés – aseguró Manuel bromeando
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Si te molesta vete – dijo Adriana seria
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¡mamá! ¿viste lo que me dijo? Definitivamente son los hospitales los que sacan a la Adriana adolescente – dijo Manuel armando un drama falso hasta que recibió en la cara una almohada que Adriana le tiró
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Mi médico dijo “cero estrés” y tú me estresas – le dijo y Manuel le devolvió la almohada
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Ya está bueno, quédense quietos – dijo Anastasia y eran las primeras palabras que le dedicaba en meses a su hija y eso hizo que Manuel y Adriana se quedara como estatuas – si no te importa yo te llevo a tu casa, tengo que hablar contigo – dijo Anastasia y Adriana estaba tan sorprendida que miró a Cintia y ella levantó las cejas
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Okey – dijo entre dientes
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Yo creo que es bueno que nos vayamos a ver si Adriana descansa algo antes de irse – propuso Catalina y todos estuvieron de acuerdo, se despidieron y se marcharon
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Te veo en casa – dijo Cintia y le dio un beso en la frente – hasta luego
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Adiós Cintia – se despidió Anastasia y Cintia se fue – voy a comprar un café ¿quieres algo? – preguntó y Adriana negó con la cabeza.
Anastasia llegó con su café y no sabía cómo abordar el tema así que empezó por lo que mejor conocía, el derecho -
Voy a demandar a tu médico – aseguró
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¡¿qué?! ¡¿Por qué?!
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No al que te atendió hoy, al otro, el doctor Beltrán – explicó Anastasia
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bueno no es que sea mi persona favorita pero no veo cual es la razón para demandarlo
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por discriminación y falta de ética, le oí decir que si tú pasaras a otro mundo este mundo sería mejor – Adriana levantó las cejas sorprendida - ¿por qué? Porque eres lesbiana, sólo por eso, una cosa tan insignificante como esa cuesta la vida de una persona según él – Adriana estaba más sorprendida por el comentario y la actitud de su madre que por la del médico y no quería poner el dedo en la llaga pero como evitarlo, ella era así
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hace unos meses no te parecía tan insignificante – comentó y Anastasia se sentó, ella juraba que eso de pedir perdón era muy fácil
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tienes razón hija, pero tu suegro me hizo abrir los ojos, ver las cosas de otra manera
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¿Pato? – interrumpió
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Si Adriana, el señor Patricio – le dijo Anastasia a tono de regaño por faltarle el respeto a Patricio
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Es por cariño – se excusó Adriana
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Como sea, él me mostró que no estaba cumpliendo con mi deber de madre, ayudar a mis hijos en la búsqueda de la felicidad, todo lo contrario, estaba interfiriendo con la tuya y… ya no quiero seguir haciéndolo, al principio se me va a hacer difícil pero tienes todo mi apoyo – aseguró Anastasia, Adriana quería hacer un comentario al estilo “pensé que el principio traumático había pasado cuando abofeteaste a mi novia y dejaste de hablarme” pero prefirió dejar el asunto así y abrazar a su madre porque a Anastasia ya se le hacía bastante difícil – tú eres la misma niña de la que he estado sumamente orgullosa siempre, tus gustos no cambian tu personalidad o quién eres y yo no supe entenderlo antes, te pido perdón por eso
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No te preocupes, yo le hice la vida imposible a David un buen rato – Anastasia sonrió y la abrazó una vez mas
Anastasia llevó a su hija al apartamento y todo el camino Adriana estuvo intentando convencer a su madre de que no perdiera tiempo y dinero arruinándole la vida al doctor simplemente porque fuera ignorante, y le tuviera miedo, que eso la ponía a ella del otro lado, y millones de cosas más que le entraron a Anastasia por un oído y le salieron por el otro, antes de una semana había demandado al doctor, pero, por insistencia de Adriana, sólo le quitó una considerable suma de dinero en un acuerdo. Adriana le pagó el apartamento a su madre, aun cuando ésta le dijo que no era necesario que su comentario había sido producto de la rabia pero Adriana no dio su brazo a torcer “quiero ser un adulto completamente independiente y necesito hacer esto para poder serlo” eso bastó para convencer a Anastasia. En realidad Adriana tenía la enorme herencia que le había dejado su papá, ya podía disponer de ella por una clausula en el testamento y con eso pagó la mitad del crédito porque Cintia no la dejó pagar lo demás porque eran una pareja y ella tenía que colaborar y otras cosas más. A dos meses de su graduación Cintia consiguió trabajo como ayudante de un odontólogo bastante ocupado, lo que convirtió a Cintia en un ser bastante ocupado también, Adriana hacía hasta lo imposible por lograr que durmiera mas “no quiero vivir con un zombi amor, ¿por qué no duermes un ratito más?” siempre le decía eso y se ganaba un ligero beso de Cintia pero igual no lograba que siguiera durmiendo. Por fin Cintia terminó la carrera y ese día era el día de la graduación, en el acto de la universidad estuvieron sus padres, Adriana y Alan porque daban cuatro entradas por graduando y bueno, ellos eran la familia de Cintia. Todo fue una emoción enorme, pero mayor fue la emoción y, sobre todo, la sorpresa cuando Cintia llegó al apartamento y vio a Anastasia y a David, junto con Natalia, Jacqueline, Manuel y Clemente, además de un
montón de amigos de Cintia, entre ellos Camila, todos estaban esperándola con un banquete y música para celebrar su grado -
Felicitaciones – le dijo Anastasia tímidamente
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¡qué seca! Dame un abrazo – le dijo y la abrazo
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Ya puedes trabajar de tiempo completo y hasta horas extras – le dijo el jefe que también estaba ahí
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no se pase doctor… quiero seguir viéndola – le dijo Adriana al odontólogo
Luego de un pequeño lavado de cerebro telefónico de Patricio, Catalina aceptó ir a la fiesta, en cuanto Adriana la vio supo que era absoluta obra de Patricio -
Pato no creo que en toda mi vida conozca a alguien tan especial como tú – le dijo y le dio un abrazo y se tomaron un par de fotos
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deja de robarme a mi papi hace años que lo haces – le dijo Cintia en tono de broma y se tomó unas fotos con ellos dos.
La fiesta duró hasta pasada la media noche y finalmente todos se fueron -
por fin, yo quiero mucho a mi familia pero pensé que no se iban a ir nunca – dijo Adriana y Cintia negó con la cabeza sonriendo
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eres mala pero tienes razón, ahora podemos celebrar tú y yo
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si – dijo sonriendo y le dio un beso – esas celebraciones me gustan
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no sólo celebramos mi grado, celebramos que según mis cuentas en dos años puedo pagar por completo lo que falta del crédito – dijo, Adriana iba a decir que no era necesario pero Cintia puso el dedo índice en sus labios y Adriana le dio un beso en él – y… estamos celebrando que tu familia nos acepta sin tantos problemas… somos adultas, independientes y no sé tú pero yo soy muy feliz a tu lado
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te quiero… mucho – le dijo y se acercó a ella para besarla y se detuvo a un par de centímetros
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no sé qué haces pero me muero por ti – le dijo y Adriana le sonrió, luego Cintia terminó de acercarse y sus labios se unieron como la primera vez, Cintia extendió su mano y acarició el rostro de Adriana sin dejar de saborear sus suaves y deliciosos labios, Adriana la tomó por la cintura y profundizó el beso, luego se separó, la tomó por la muñeca y la condujo al cuarto.
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Esto es el cielo… despertar por la mañana viendo tus lindos ojos y sin sentir culpa o remordimiento por ser quien soy y amarte con locura – dijo Adriana en cuanto abrió los ojos y vio que Cintia la observaba mientras acariciaba su ceja, Cintia le
sonrió se acercó y la besó y se quedó recostada de su pecho y abrazada a su cintura. Cintia y Adriana tuvieron sus discusiones pero nunca más tuvo que ver con el closet o el secreto de Adriana y nunca duraron más de dos horas peleadas, dos horas de llanto que hacían de la reconciliación el dulce más delicioso y esperado.
Adriana es un ser muy valorado por su familia, pero lleva una doble vida y un inconveniente estado médico permitirá que su secreto se sepa, cambiando por completo la vida de sus familiares y dandole un giro a la suya.
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