Said, Edward - Teoría ambulante, El mundo, el texto y el crítico
April 12, 2017 | Author: seguelcid | Category: N/A
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Edward W. Said (1935-2003) nació enJerusalénypasó parte de sujuventud en el Líbano y El Cairo. Se educó en el Victoria College de El Cairo, en el Mount Hermon School de Massachusetts y en las universidades de Princeton y
Edward W. Said
Harvard. En esta última ejerció la docencia durante breves períodos, así como en las universidades de Yale y Johns
Hopkins, pero fue en la Universidad de Columbia donde desarrolló casi toda
su
carrera investigadora como catedrá-
tico de literatura inglesa y comparada. Su actividad como pensador se extendió a la literatura, la política, la música, la filosofia y la historia. Colaboró asiduamente en las publicaciones The Nation, The Guardian, London Review of B ool, escribe Frank -modelo Lentricchia en Después de la ,citando la obra de Frye The Educated Imagination, (es un acto creativo y "formativo", que transforma en hogar el mundo meramente objetivo, proyectado contra nosotros, donde nos sentimos "solos, con miedo, desamados">.1 Pero la mayoría de los especialistas en literatura se encuentran ahora, una vez más, a la intemperie. De manera similar, la historia de las ideas y la literatura comparada, dos disciplinas estrechamente asociadas con el estudio de la literatura y la cútica literaria, apenas acreditan automáticamente en sus practicantes el mismo sentido goetheano de concierto de todas las literaturas e ideas. En todos estos casos la situación específica o el carácter local de una determinada tarea intelectual parece incómodamente distante de, y solo retóricamente apoyada por, la legendaria totalidad, coherencia e integridad del campo general al que uno pertenece profesionalmente. Parece haber demasiadas interrupciones, demasiadas distracciones, de¡nasiadas irregularidades interfiriendo con el espacio homogéneo que supuesta¡nente mantiene unidos a los eruditos. La división del trabajo intelectual, que ha significado una creciente especialización, erosiona aún más toda aprehensión directa que uno pudiera tener del campo global de la literatura y los estudios literarios; inversamente, la invasión del discurso literario por parte de las extmvagantes jergas de la semiótica, el postestructuralismo y el psicoanálisis lacaniano han inflamado el universo cútico literario hasta dejarlo prácticamente irreconocible. En pocas palabras, no parece haber nada inherentemente literario en el estudio de lo que tradicionalmente se han considerado textos literarios, ni tampoco una literariedad que pudiera impedir que un crítico literario recurriera al psicoanálisis, la sociología o la lingüística. La convención, la tradi-
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TEoRÍA AMBULANTE
IUNDO, EL TEXTO Y EL CRÍTICO
ción histórica y los llamamientos a los protocolos del humanismo y el academicismo tradicional se introducen de manera regular, por supuesto, como evidencia de la persistente integridad del campo; pero cada vez más estos parecen ser estrategias retóricas en un debate acerca de lo que
la literatura y la critica literaria deberían ser en lugar de definicione¡ convincentes de lo que de hecho son. Geofhey Flartman ha representado muy bien este escollo analizando las tensiones y vacilaciones que gobiernan la actividad cútica contemporánea. La critíca de hoy día, nos dice, es radicalmente revisionista. , la crítica está atravesando lo que él califtca como (un movimiento de lenguaje extraordínario,>.2 En algunas ocasiones este movimiento de lenguaje es tan excéntrico que se aproxima, e incluso desafia, a la propia literatura; en otras obsesiona a los críticos que se ven arrastrados por la corriente hacia el ideal de un lenguaje completamente (puro)). En otrag más, el crítico descubre que ,4 para el crítico humanista persiste la necesidad tanto de definir más claramente como de materializar (más que espiritualizar) la cultura en la que vivimos.s No obstante, concluye Hartman, atravesamos una época de transición, lo cual quizá sea otra forma de decir (como lo hace en el título Critícistn in the Wilderness) que hoy día \a critica está sola, deshecha, que tiene mala suerte, es patéticl y juguetona porque su territorio desafía toda delimi-
tación y certeza. La exuberancia de Hartman
-puesto
que su actitud es en el fondo
exuberante- habría de ser matizada por la devastadora observación de Richard Ohmann en English in Ameñca de que los departamentos
que evitan sus riesgos y, no obstante, cierta renuencia a reconocer todo vínculo entre cómo hacemos nuestro trabajo y el modo en que se desenvuelve la sociedad en su conjunto>.6 Esto no significa decir que los estudiosos académicos de la literatura presenten un frente ideológico unificado, eun cuando Ohmann esté grosso modo en lo cierto' Las divisiones en su seno no pueden reducirse simplemente a un conflicto entre los críticos antiguos y los nuevos o a una ideología antimimética monolíticamente dominante, como sostiene engañosamente Gerald Graff. Pensemos que, si restringimos el número de asuntos en discusión a cuatro, muchos de aquellos que están en la vanguardia en un asunto son muy conservadores en otro: 1) La critica como academicismo, humanismo, como del texto, mimécica en su sesgo, frente a la cú¡ica como revisionismo y como una forrna de literatura en sí misma. 2) El papel del crítico como profesor y buen lector: para salvaguardar el canon frente a los que quieren subvertirlo o crear uno nuevo. La mayoría de los críticos de Yale son revisionistas en lo que se refiere al punto 1) y conservadores en lo que respecta al punto 2)' 3) La crítica como algo apartado del mundo político/social, frente ala cÁrica como forma de metafisica filosófica, psicoanálisis, lingüística o cualquiera de ellas, frente a la crítica como algo que en realidad tiene que ver con estos territorios (contaminados> de la historia, los medios de comunicación y los sistemas económicos.Aquí el rango de dises mucho más amplio que en los aspectos 1) y 2)' 4) La critíca como crítica del lenguaje (el lenguaje como teología
tribución
negativa, como dogma privado, como metafisica ahistórica), frente a la cútica como análisis del lenguaje de las instituciones, frente a la crítica como estudio de las relaciones entre el lenguaje y los elementos no lingüísticos. En ausencia de un dominio cerrado denominado literatura, con unas fronteras exteriores nítidas, ha dejado de existir una posición autoriza-
da
u oficial para el crítico literario. Pero tampoco hay algún nuevo
de inglés representan
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