S. Bleichmar

February 2, 2018 | Author: Rita Practice | Category: Psychoanalysis, Id, Psyche (Psychology), Oedipus Complex, Jacques Lacan
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S. Bleichmar: El concepto de infancia en psicoanálisis (prerrequisitos para una teoría de la clínica) Aclaración: La noción de aprés-coup es la concepción psicoanalítica de la temporalidad. Establece una relación compleja y recíproca entre un suceso importante y su resignificación en el a-posteriori por medio del cual el suceso adquiere nueva eficiencia psíquica. ¿Qué relación existe entre las interacciones parentales y las determinaciones sintomales que hacen a la neurosis? Si las relaciones entre teoría y clínica implican la definición de un método, sabemos que el método no puede concebirse al margen de las correlaciones con el objeto que se pretende cercar, transformar. Es esta, la cuestión del objeto en psicoanálisis de niño, la que debemos poner hoy en el centro de nuestras preocupaciones. Ello me ha conducido a intentar definir ciertos puntos que permitan el ordenamiento de un accionar clínico que intente no intente un traslado del método analítico mediante un forzamiento en el cual no se discutan las ideas de existencia del objeto que se intenta abordar. He tomado partido por la propuesta freudiana que concibe al ICC como no existente desde los orígenes, definido en relación con la represión. Los fundamentos del psicoanálisis de niños deben ser replanteados, pero ello no puede efectuarse sin que sometamos a discusión las hipótesis que guían nuestra práctica. Es la categoría niño la que debe ser precisada y esto en el marco de una definición de lo originario. La precisión de psicoanálisis de niños o con niños, como cierta perspectiva contemporánea propone, es en psicoanálisis donde se subraya la cuestión y no en niño. Se trata de análisis lo cual supone un método de conocimiento del ICC, esto sin embargo no es tan lineal, dado que el ICC solo puede ser explorado, en el sujeto singular y por relación a la neurosis, una vez establecido el conflicto psíquico que da origen al síntoma y ello no es posible antes de que hayan producido ciertos movimientos de estructuración marcados por la represión originaria. El psicoanálisis de neuróticos transcurre inevitablemente los caminos de la asociación libre, la cual se establece por las vías de lo reprimido, presto a ser recuperado mediante la interpretación. Pero para que ello ocurra es necesario que el ICC y el PRCC se hayan diferenciado en tanto sistemas y que el superyó se haya estructurado en el marco de las identificaciones secundarias del complejo de Edipo sepultado. ¿De qué modo ocurre esto, en cambio, cuando el ICC no ha terminado aun de constituirse? Se abre acá una dimensión clínica nueva, la cual solo puede establecerse a partir de ubicar la estructura real, para luego definir la manera mediante la cual debe operar el psicoanálisis cuando el sujeto se halla en constitución. Conocemos diversas soluciones que se han ofrecido a lo largo de la historia del psicoanálisis a esta cuestión. Lo que nos enseño M.K Aun hoy sigue trascurriendo que alguien llega a una supervisión y expone un fragmento de sesión en el cual el contenido fantasmático salta al oído de un analista medianamente entrenado. ¿Cómo se lo decimos? acá aparece la dificultad que los analistas de niños tiene al modo de pudor, efecto de la represión de la sexualidad infantil, de hablar en sus consultorios, el lenguaje del erotismo erógeno. Se puede, por supuesto, hablar de los afectos sin que ello signifique habla del ICC. Se puede incluso, hablar de mama y papa y sin embargo, el ICC estará ausente. Porque para el ICC no se papa de quien se está celoso, ni es a mama a quien se odia, sino a las presentaciones de mama y papa que los constituyen en tanto sujetos sexuados, articulados en el propio sufrimiento y en el propio goce, a las constelaciones deseantes que el niño mismo estructura. Esta es la enseñanza principal del “Simposium sobre análisis infantil”. M.K le enchufa una simbolización a lo innombrable y, a partir de esto el psicoanálisis de niños ha entrado en el campo del psicoanálisis. Un analista que hasta transitado seriamente por su análisis, un analista que se haya reconocido en sus estallidos deseantes amorosos y hostiles, sabe que el niño al cual se enfrenta en su tarea no deja de activar, al mismo tiempo y permanentemente los fantasmas a los cuales el mismo fue confrontado. Pero sabe también de la profunda capacidad transformadora del análisis, del valor de las interpretaciones cuyo objetivo no es propiciar un acto sino ampliar, en el interior un horizonte transformador.

El intento de conciliar psicoanálisis y educación propuesto por Hug-Hellmuth: he aquí un ejemplo de cómo concibió esta pionera del psicoanálisis de niños su práctica. “Durante una de las 1meras sesiones le conté a Hans la historia de un niño que no quería dormir por las noche y que hacia ruido de tal modo que tampoco dejaba dormir a sus padres. El pequeño Rudi también hacia ruido durante la siesta, cuando su padre quería descansar, su padre se enojaba y lo azotaba. Reacción: el pequeño Hans se precipito sobre el aparador, tomo un “Krampus” (estatuilla invocada para asustar a los niños) y comenzó a golpearme el brazo mientras decía: “tú eres mala”. Y yo continúe: “Rudi no amaba en absoluto a su padre”. El padre de Hans, era un oficial de alto rango, que estaba en servicio desde el comienzo de la guerra y solo se reunió en Viena con su familia durante sus breves licencias… Al día siguiente, sus deseos de muerte dirigidos contra su padre se manifestaron más claramente. Jugaba con auto y derriba a menudo al chofer, del cual yo le había dicho que era el padre de Rudi. Yo fingía llamar por teléfono al niño para darle noticias de su padre. Se suponía que Rudi lloraba largamente al oír esas noticias y yo decía que Rudi estaba ahora muy triste porque, en verdad quería mucho a su padre. ¿Hasta dónde podía considerarse psicoanálisis este tipo de intervención pedagógica? Aplacar, educar, mostrar que el odio produce culpa, generando, a su vez, mas odio… he aquí el modelo de intervención con el cual Hug-Hellmuth se enfrenta a este Hans. Es inevitable que, ante la propuesta de A.F, que se mantiene en línea continuidad (aunque tb en ruptura) con Hug-Hellmuth, sosteniéndose de inicio en una combinatoria de psicoanálisis y educación. M.K conteste con artillería que no se asienta en pequeñeces. “He querido probar que es imposible combinar un trabajo analítico y un trabajo educativo. Una de estas actividades anula de hecho a la otra. Si el analista, deviene el representante de las instancias educativas, si toma el rol del superyó, si cierra la ruta del CC a las tendencias pulsionales, se constituye como representante de la represión”. La neutralidad analítica no se trata de guiar para incrementar la culpa, pero tampoco de conservarse abstinente ante el sufrimiento ajeno; “Mis críticas no recaen sobre el hecho de que A. F. active la culpabilidad, sino sobre el hecho de que no la disipe. Ella da prueba de una dureza inútil al amenazar la CC de un niño con su miedo de volverse loco, como lo ha descrito, sin atacar rabien esta angustia en su raíz ICC, y sin aliviarla a la vez, en la medida de lo posible”. Tolerar junto al otro para que la disminución del sufrimiento sea posible, el compromiso de una labor común que posibilite exhumar la ICC para permitir la elaboración y la ligazón de aquellos que desde ello interno-externo ataca al sujeto. Sería necesaria desde la perspectiva que estamos proponiendo, puntualizar que este ICC no está allí desde siempre, sino que es el efecto de aquello que la historia traumática, pulsional, ha quedado inscripto, desarticulado y rehusado su ingreso a la CC bajo el efecto de la represión originaria. Aperturas e impasses de la propuesta kleiniana La segunda mitad de siglo está atravesada, en lo que a la teoría psicoanalítica se refiere, por una propuesta que tiende a tomar cada vez más en cuenta, en la fundación del psiquismo, aquellos determinantes exógenos que lo constituyen. De modo espontaneo los analistas tienden a contemplar cada vez más la función de las figuras significativas que tiene a su cargo la crianza del niño. Dentro del pos kleinismo, autores como Winnicott han puesto el acento en la función materna y en las consecuencias que esta para la evolución normal o patológica del cachorro humano. Sin embargo lo que resulta difícil de concebir por los analistas es que el ICC no es un existente desde los orígenes, y que sea un producto de relaciones humanas en las cuales la cría se constituye, que no esté dado desde el comienzo. Tratemos de representarnos el contexto en el cual M.K comenzó a desarrollar su propuesta. 1927: el mundo psicoanalítico, estaba centrado en la 2da tópica, Freud mismo estaba capturado por el revelo del ICC por el ello, la teoría de la represión había sido expulsada a un 2do plano. La pulsión de muerte recuperaba por un lado, el carácter indomable de la sexualidad introducida en el ICC y por otro deslizándose a una equiparación entre las tendencias destructivas del ser humano y la agresividad. Alrededor de este momento confuso, M. K. genera su propia propuesta; mas un ello que un ICC sobre esto se apoya el concepto de analizabilidad, la única realidad es la del ICC, a partir de ellos, toda producción 2daria es un símbolo, una transcripción, de lo verdadero a cuyo encuentro debe ir el analista. Todo discurso, toda producción psíquica simboliza lo ICC.

Desde esta concepción de un ICC universal y existente desde los orígenes, las fantasías solo pueden ser extraídas en forma directa sin demasiada atención por los sistemas 2darios (PCC-CC). Desde esta perspectiva de puede hacer CC lo ICC sin que ello implique llenar lagunas mnémicas. No es la historia del sujeto singular, introducida en los sistemas psíquicos, lo que da origen al fantasma, el fantasma no es efecto sino origen, y es a este a quien se dirige el análisis. La meta del análisis es liberar la fantasía trabada por la angustia, permitiendo así una disminución de la culpa. Tal concepción se asienta en el soporte teórico del ello: bolsa de residuos fantasmáticos de la cual el analista extra y extrae, como en un sinfín, con la ilusión de un agotamiento de este ello concebido como un conjunto de contenidos. Klein no interpreta desde la contratransferencia: cree en la existencia de premisas universales del funcionamiento psíquico, de los fantasmas originarios, y en ellas se sostiene para progresar el análisis. Ya sea que se piense que se está interpretando el ICC pulsional existente desde los orígenes y endógenamente determinado (Klein), o que se asocie la emergencia fantasmática con los modos de inscripción de lo histórico-vivencial a partir de la historización del traumatismo (como yo misma propongo), todos buscamos un orden de precisión que nos libre de intervenir desde nuestra propia subjetividad, de ser así el paciente quedaría expuesto a nuestros propios fantasmas ICC. Hemos dado todo este rodeo para señalar las insuficiencias que arrastramos, en psicoanálisis de niño, para definir la relación entre objeto y método. La discusión entre M. K. y A. F. gira en el marco de un enfrentamiento entre una concepción “estructuralista” y una concepción “genético-evolucionista””. El ICC existiendo desde los orígenes, el superyó como derivado directo del ello, las defensas precoces operando desde los inicios de la vida, todo ello favoreciendo la transferencia y las condiciones de analizabilidad en la infancia. La cuestión es, desde nuestra perspectiva, reubicar cada uno de estos elementos a partir de ubicar los distintos tiempos de la constitución psíquica (dentro del periodo de infancia) y metapsicológicamente, ir cercando la constitución del objeto en aras de definir los diversos momentos de su estructuración. Relaciones entre objeto y método en la definición de analizabilidad M. K. se vio obligada a redefinir el objeto para hacerlo acorde al método: retroceder el Edipo y el superyó a tiempos anteriores de la vida para dar coherencia a la relación entre el método analítico y las posibilidades de analizabilidad en la 1mera infancia. Es aquí donde introducimos nuestra diferencia de base: nuestra posición parte de ir ubicando los momentos de constitución del objeto a partir de dos premisas de base: 1) el hecho de que el ICC no existe desde los orígenes, sino que es establecido por fundación en la cual la represión originaria ocupa un lugar central; 2) que esta fundación del ICC se estructura por relación al PRCC-CC, su operancia es relativa a la relación que establece con esta instancia a partir de sus diferencias de funcionamiento y de contenido. A partir de concebir al aparato psíquico como aparato en estructuración, debe ser establecida la relación entre objeto y método las posibilidades de analizabilidad en momentos concretos de infancia. La concepción clásica del análisis de niños, concepción derivada de kleinismo ha partido del establecimiento del método y desde ello se ha definido el objeto; es decir que acomoda el objeto al método. En cambio la perspectiva que ensayamos, implica en nuestra opinión una inversión de los pasos, es decir a partir de la definición del objeto correlacionar el método. Se trata de establecer lo que Austin ha llamado “dirección de ajuste”, ajuste del método a la “cosa del mundo”. Vemos actualmente al psicoanálisis de niños oscilar entre dos polos que operan como obstáculos constantes para pensar los fundamentos de la clínica: 1) aquel derivado del kleinismo, que da por sentada la existencia del ICC desde los orígenes y concibe a este ICC desde una determinación endógena y; 2) el que “ubica” al niño como soporte del deseo materno, como síntoma de la pareja conyugal. Un lugar para lo infantil ¿A que llamamos los psicoanalistas “lo infantil” a partir de Freud? Ubiquémonos rápidamente en las cuestiones centrales que hacen a una teoría de la clínica: en 1er lugar la neurosis recurriendo a su carácter histórico: lo que denominamos neurosis de transferencia (histeria de angustia, histeria de conversión y neurosis de compulsión). Que la neurosis sea definida en su carácter histórico implica el

reconocimiento de que algo del pasado insistente con carácter repetitivo, busca modos de ligazón y organización transaccionales a partir de la constitución de un síntoma. Aquello del pasado que insiste se trata de algo “fijado”, del orden ICC e incorporado en forma permanente a partir de la sexualidad infantil reprimida. El origen de la neurosis debe ser buscado entonces por relación al ICC, y el origen de este ICC se define respecto a la sexualidad infantil, sexualidad que encuentra su punto de culminación en el conflicto edípico bajo la primacía de la etapa fálica. Lo infantil se inscribe así para el psicoanálisis, en el ICC. De todos modos, lo que resulta más problemático en el interior del psicoanálisis, es definir el origen mismo del ICC. Entontes la 1ra cuestión por ubicar, si queremos otorgar algún tipo de racionalidad a nuestra praxis, consiste en definir bajo la perspectiva psicoanalítica, la categoría de infancia como tiempo de estructuración del aparato psíquico. Relaciones entre lo infantil y lo originario 1. ¿Ausencia de perversiones en la infancia? Nos detendremos un momento en una tendencia que se expresa frecuentemente en el interior del campo analítico, y que hace a la ideología con la cual se intenta a veces definir el proceso de cura. Se trata de la tan conocida cuestión del “polimorfismo perverso infantil”, mediante la cual se aborda en muchos casos la categoría de infancia, llegando al extremo de perder de vista la posibilidad de estructuraciones perversas específicas en esta. Apelamos para ellos, siguiendo con nuestra propuesta de repensar lo originario en Freud, al modelo de la sexualidad pulsional. Esta sexualidad pulsional es considerada como el prototipo de la sexualidad infantil, y ello no solo porque se genera en los 1ros tiempos de la vida, sino porque su destino será diverso a medida que la evolución psicosexual del niño se produzca. Es el proceso de estructuración de la tópica el que define los destinos pulsionales (recordemos que los 4 siguiendo su orden de evolución son: vuelta contra la propia persona, transformación en lo contrario, represión y sublimación). La pulsión en si misma solo va a la búsqueda de la descarga, aquello que obstaculice esta descarga obligará a movimientos defensivos que culminan en los procesos fundantes de la tópica psíquica. De ahí la importancia que tiene el reconocimiento de la posición tópica del placer pulsional por relación al clivaje del aparato psíquico. A partir de este posicionamiento se definirán modelos de intervención, de analizabilidad. Reconocemos que las inclinaciones perversas están muy difundidas, y dado este hecho, se nos impuso este punto de vista: la disposición a las perversiones es la disposición originaria y universal de la pulsión sexual de los seres humanos. Creemos que si se puede descubrir en la niñez esta disposición originaria y universal de la pulsión sexual a la perversión, pero esto no puede homologarse con el ejercicio de la perversión por parte del sujeto infantil, el cual puede devenir un perverso; siempre y cuando las condiciones de su crianza lo lleven en esa dirección. Esto no podemos perderlo de vista, ya que la disposición originaria nos conduce a diferencias entre el ejercicio del placer pulsional en los momentos de constitución del sujeto y la perversión como destino ya no de la pulsión sino del sujeto mismo. Homologar lo infantil a lo perverso es perder de vista que la perversión es una categoría psicopatológica que implica una falla en la estructuración de la represión, en el sepultamiento del autoerotismo, no una etapa de constitución psicosexual de la infancia. La pulsión tiene una disposición originaria y universal a la perversión, y esto se define solo por apréscoup. En el momento de su inscripción la pulsión no es ni parcial ni perversa, solo es. Lo infantil, en tanto inseparable de lo pulsional, alude a un modo de inscripción y de funcionamiento de lo sexual, en razón de ello, lo infantil es inseparable de los tiempos de constitución del ICC. 2. Regresión y progresión del aparato psíquico Ante un aparato psíquico clivado, efecto de la represión, determinado por sistemas de fuerzas en conflicto, la regresión es el modo privilegiado en el cual vemos invertirse el movimiento por el cual aquello que ha transcurrido históricamente se inscribió en una tópica, en una espacialidad que determino un sistema de recorridos.

Recurriendo al modelo de huellas mnémicas (modelo de la carta 52 de Fliess), en el que se suceden (suplantan) espacialmente sistemas de inscripciones producidas en distintos tiempos de la vida. Por supuesto estas relaciones se alteran tanto en la neurosis, como en el análisis, dado que representaciones que forman parte de los estratos más lejanos al yo, pueden ser activados y progresionar hacia el PRCC. Si la regresión es el camino que emprende el yo cuando se apodera de representaciones que están “en el fondo del aparato psíquico”, la progresión seria el modo de emergencia de lo ICC cuando los recorridos de investimentos avanzan por sobre el clivaje que la represión instaura. Progresión de lo ICC, retorno de lo incorporado en sistemas de huellas mnémicas, sistemas de memoria que han devenido actuales: lo infantil, lo histórico vivencial, se torna presente. Un presente duradero define lo infantil en el ICC. Lo vivido ha perdido el poder que sobre él ejerce el sujeto, y por esto aparece como algo extraño que nos agita, lo infantil deviene fuente interna atacante productora de angustia, si las representaciones no son reprimidas. Del lado del yo, de la CC, la infancia se constituye como totalidad fragmentada, acumulación seudo ordenada de flashes de memoria. Cuando lo que se ha reprimido y expulsado con esfuerzo al fondo el ICC aparece como ejercicio real en otro ser humano, es inevitable que las representaciones reinvestidas produzcan algún tipo de efecto en el niño. La amnesia de lo infantil, que Freud coloca como algo fundamental para encarar la practica analítica, hace indisolubles dos metas (siempre y cuando consideremos al ICC como producto de inscripciones determinadas desde lo histórico vivencial, de origen traumático): hacer CC lo ICC y llenar lagunas mnémicas. Un niño para el psicoanálisis: en los tiempos de lo originario De los desarrollos que venimos efectuando se desprende que lo infantil no puede ser definido, en psicoanálisis, sino es por relación a lo originario, es decir, por aprés-coup. Si pensamos a la infancia como tiempo de estructuración de lo originario, debemos tener en cuenta las formas medias las cuales un niño constituye a partir de su historia previa y sus experiencias los modos libidinales de enlace con objetos primordiales. Porque la conflictiva edípica, si no remite a las formas de ejercicio de los intercambios libidinales por relación al sujeto sexualizado, si no es pensada desde una perspectiva que tome en cuenta las inscripciones ICC de los objetos originarios y su perspectiva futura, resta siendo pura y simplemente una familiología de lo actual. No hay duda de que ningún analista con conocimiento de las premisas básicas del aparato psíquico, por ej. no citaría al marido de una paciente que se queja de ser golpeada por él. Por el contrario tratara de ver de qué modo la paciente, a partir de ciertas inscripciones, de ciertas modalidades deseantes, de ciertas formas neuróticas de producir sus concordancias libidinales, es llevada a someterse a situaciones de este tipo, en definitiva, al servicio de qué tipo de economía libidinal responde el síntoma. Sin embargo, los analistas de niños tenemos cierta tendencia a pensar que esto no ocurre del mismo modo cuando se trata de vínculos entre padres e hijos, esto es propiciado por el hecho de que la captura del niño en el entramado de la neurosis paternal tiene una característica diversa: la profunda dependencia vital a la cual el niño está sometido. La realidad estructurante del ICC infantil, aquella que tiene que ver con el ICC parental y el Edipo no es la realidad de la familia: es más reducida y más amplia al mismo tiempo. Es más reducida porque no son todas las interacciones familiares las que se inscriben en el ICC del niño; es más amplia porque se desplaza a través de objetos sustitutos que cobran significación por rasgos metafóricos-metonímicos de los objetos originarios. Abandonar una cronología genetista no implica concebir los tiempos de fundación del psiquismo como “tiempos míticos”: podemos cercar sus movimientos a partir de transformaciones estructurantes del aparato psíquico infantil y poner en correlación los determinantes exógenos que hacen a esta constitución por relación a los procesos que se desencadenan en la fundación de la tópica. Los criterios clínicos derivan d propuestas metapsicológicas No basta con destronar al biologismo (M. K.), también conocemos los excesos producidos por un estructuralismo (A.F.) que despojo al niño de su neurosis o de su psicosis en beneficio de la red relacional preexistente a su devenir y a su existencia.

La migración hacia la estructura de Edipo en la búsqueda fundante de la sintomatología infantil, y la reificación del campo del lenguaje, cerraron vías de exploración del ICC. El descubrimiento del Edipo como estructura constituyente, de partida, al no ser puesta a jugar por relación a los sistemas de mediaciones que hacen al funcionamiento psíquico singular del niño en cuestión, al no poner a trabajar los pasajes mediante los cuales opera la metabolización de sistemas deseantes y de prohibiciones de los padres en la estructura psíquica del niño, se diluyó en un fácil interaccionalismo que no está muy distante de algunas propuestas sistémicas. El niño, concebido como síntoma de la madre o de la pareja conyugal, no puede, de hecho “tener síntoma”, “hacer síntoma”: ya que el mismo ha devenido objeto, ha dejado de ser sujeto deseante y esta es la cuestión fundamental que se juega cuando nos proponemos definir una propuesta analítica. No es posible definir la especificidad sintomal a partir del discurso del otro. Ellos implica hacer oídos sordos a un postulado fundamental del psicoanálisis: aquel que considera al síntoma como un producto transaccional, efecto del conflicto éntrelos síntomas psíquicos, conflicto siempre de orden intrasubjetivo, intersistémico, definido por la represión y por el carácter de las representaciones sexuales que operan atacando contratransferencialmente al sujeto del yo o del PRCC, bajo el modo de la compulsión de repetición, es decir, la pulsión de muerte. Si la neurosis infantil queda definida en los marcos de un discurso exterior al psiquismo en cuestión, no estamos muy lejos de la liquidación misma del concepto de ICC. El ICC es arrastrado a su desaparición, al confundirse determinantes de la constitución psíquica con estructura constituida productora de determinaciones. La demanda de análisis se subordina a las posibilidades de analizabilidad. El análisis trascurre indudablemente, en “transferencia”, y es impensable un proceso analítico en el cual el niño no fuera estableciendo a lo largo del proceso, algún tipo de interrogación acerca de sus propios síntomas y, por relación a ello, una demanda. Es obligación del analista determinar las condiciones de analizabilidad y las posibilidades que estas generan asumiendo, a partir del juego que se abre entre la consulta y el futuro análisis, los prerrequisitos que hacen a la constitución del síntoma. La indicación de análisis hace a la responsabilidad del analista, y no se sostiene pura y simplemente en la demanda del paciente, sino en los prerrequisitos metapsicológicos que guían la indicación adecuada. Un modelo de funcionamiento psíquico definido por el clivaje y la existencia de sistemas en conflicto es condición de partida para que esto sea posible. ¿Cuáles son los ejes alrededor de los cuales podría centrarse hoy la cuestión de analizabilidad infantil? En 1er lugar, hemos partido de considerar al sujeto como sujeto en estructuración definido por las condiciones particulares que la estructura del Edipo otorga para la instauración de su singularidad psíquica. Una observación previa: el concepto de estructura del Edipo cuyas coordenadas sigo considerando ordenadores importantes en los términos definidos por Lacan, ha devenido insuficiente si es trasladada como se concebía originariamente en la antropología estructural sin tener en cuenta lo siguiente, como cuestión central: el hecho de que los términos que entran en ella en juego no son unidades cerradas que se definen solo por si valor posicional sino que estos términos (función materna, paterna, hijo) son ocupados por sujetos que deben ser concebidos psicoanalíticamente, como sujetos del ICC, es decir, atravesados por sus ICC singulares e históricos. Los desarrollos de Laplanche son fecundos y nos orientan para poner nuevamente el eje en la cuestión que hace a la constitución de ICC. La metábola, como modo de inscripción de las representaciones de base destinadas luego, por aprés-coup, a la represión, pone el acento en ese metabolismo extraño que, entre el ICC de la madre y el ICC en constitución del niño, abre el campo de implantación y de una sexualidad precoz que deviene motor de todo aparato psíquico. La indicación de un análisis debe encontrar su determinación a partir de la operancia del conflicto intrasubjetivo, por el hecho de que un sistema sufra a costa de la conservación del goce en otro. El sufrimiento psíquico por la emergencia de angustia es el 1er indicador de las posibilidades de analizabilidad de un sujeto. La propuesta descapturar al niño del deseo de la madre o del deseo de la pareja conyugal ha devenido hoy un obstáculo mayor del psicoanálisis de niños. La descaptura que el psicoanálisis propicia, remite al reconocimiento de que el sujeto se constituye por relación a sus propios

deseos incorporados y reprimidos en el ICC, aun cuando estos sean efectos residuales de impulsiones deseantes provenientes del semejante. La neurosis infantil es indefinible en sí misma, solo puede establecerse el carácter neurótico de un síntoma por contraposición a las formaciones anteriores a la represión originaria o 1daria, según el momento de abordaje del psiquismo. Ubicar los elementos que hacen al funcionamiento de la represión originaria y 2daria, así como los tiempos anteriores y posteriores a ella, es la cuestión central que el psicoanálisis de niños debe encarar. ¿Cómo salir del impasse entre estas dos grandes propuestas: aquella que considera al ICC como existente desde los orígenes y aquella que lo considera fundado, pero hemotécicamente, por relación a la estructura del Edipo. (Aclaración: la homotecia consiste en una transformación afín que, a partir de un punto fijo, multiplica todas las distancias por un mismo factor). Homotecia estructuralista: La concepción con la que se ha manejado centralmente la propuesta lacaniana, a partir de esta derivación directa “de ICC a ICC”, se expresa en la clínica en los siguientes términos: se “escucha el deseo de la madre”, o “de la pareja parental”, y se traslada directamente al modelo del ICC infantil. Las cuestiones se tornan así dudosas: por un lado, el análisis deviene imposible, dado que el ICC del sujeto en cuestión (el niño), ha desaparecido diluido en el interior del ICC parental. Para oír el deseo es necesaria la libre asociación del sujeto, lo cual llevaría a que fuera la madre, inevitablemente, la que deviniera analizante en la consulta con aquel supuestamente destinado a hacer cargo del proceso de la cura del niño. Así la consulta quedaría girando en el absurdo de devenir imposible del niño e inanalizabilidad de la madre. Las razones que tenemos para descartar esta teoría son teóricas y clínicas. Hemos dicho que los padres son sujetos clivados, sujetos del ICC y operan en sus interacciones a través de aspectos PRCC e ICC. Debido a ello, con relación al niño, en sus interacciones emiten mensajes que devienen inscripciones en el aparato psíquico en constitución: los sistemas se constituyen como clivados en tanto son efecto de investimientos y contrainvestimientos, de deseos y prohibiciones. Los mensajes y contramensajes obedecen a clivajes entre lo ICC y lo PRCC, no provienen del mismo sistema, en el caso de los padres, no yendo tampoco a parar al mismo sistema del lado del niño. Una vez constituido el aparato psíquico a partir de introyecciones, metábolas de los deseos y prohibiciones parentales, está el sujeto en condiciones de generar síntomas neuróticos, es decir abierto a la posibilidad productiva de que emerjan las formaciones del ICC. A partir de que opere la represión originaria, una vez ya instaurado el lenguaje, que el yo se haya emplazado en el interior de la tópica psíquica del niño, recién entonces esto revertirá sobre la estructura originaria de partida como un síntoma de proyecciones. Estamos ahora si, en condiciones de recuperar la propuesta kleiniana en relación al análisis de niños: el análisis circulara entonces por las representaciones fantasmáticas ICC, residuales de la sexualidad pulsional reprimida. El ataque que sufrirá el yo por parte del ICC será vivido por el sujeto dando origen a la angustia que expresa la operancia de la pulsión de muerte como sexualidad desligada, riesgosa, desintegrable. Ahora si habrá un sujeto psíquico que sufrirá por razones “intrasubjetivas”, un sujeto que vivirá la amenaza constante de su propio ICC y que será posible de analizabilidad. Pero al mismo tiempo la técnica sufrirá una variación sustancial: en 1er lugar; al concebir al ICC fundado, por metábola, la interpretación no podrá evitar la historia, la singularidad de las inscripciones producidas en el marco de los intercambios 1marios con los cuales el acontecimiento devino traumatismo. En este caso, hacer CC lo ICC y rellenar lagunas mnémicas se unen y queda expulsada como ele del análisis la interpretación transindividual. En 2do lugar, al concebir este ICC como un producto de la represión, fundado por aprés-coup, el analista de niños deberá ser extremadamente preciso en su técnica para dar cuenta de sus intervenciones: momentos fundacionales del aparato, momentos ligadores tendientes a instaurar lo no constituido, momentos interpretables para hacer CC lo ICC. En el movimiento que estamos describiendo el pasaje de lo que se ha constituido como intrasubjetivo se manifiesta como intersubjetivo: “conflicto con la”, a modo de expresión del “conflicto entre”: por ej. conflicto con el colegio, cuando se trata de conflicto entre representaciones amorosas PRCC, hacia la madre y las representaciones, reprimidas desplazadas sobre la maestra.

Para concluir: la infancia es el tiempo de instauración de la sexualidad humana, y de la constitución de los grandes movimientos que organizan sus destinos en el interior del aparato psíquico destinado al aprés-coup, abierto a nuevas resignificaciones y en vías de transformación hacia nuevos niveles de complejización posible. Los tiempos originarios de esta fundación deber ser cuidadosamente explorados por el analista, porque de ellos dependerá la elección de líneas clínicas y los modos de intervención que propulsen su accionar práctico. El eje tópico es la cuestión mayor que hace a los prerrequisitos de la clínica.

S. Bleichmar, J. Valeros y otros: Indicaciones y contraindicaciones en psicoanálisis con niños. María Ester García Arzeno: Lo más importante es intercambiar opiniones acerca de lo que hacemos cuando estamos ante determinando paciente. Debemos pensar psicoanalíticamente y aceptar que en nuestro quehacer profesional respondemos según nuestras series complementarias: 1. Todos descendemos de alguien. 2. Todos tenemos nuestra propia opinión según la cual asimilamos y compartimos ciertas teorías y técnicas psicoanalíticas más que otras. 3. el caso recién llegado a consulta funciona como desencadenante y si logramos escuchar con atención flotante tendremos un panorama claro de la problemática, del diagnostico y de la estrategia terapéutica más adecuada. En mi opinión ninguna teoría da cuenta de la patología de todos los casos ni nos provee de una herramienta terapéutica válida para todos los casos. Propongo ubicarnos ante cada caso: 1. Realizando un diagnostico lo más minucioso posible. 2. Preguntándonos que opinan las distintas escuelas psicoanalíticas y cuál de ellas da cuenta completa del caso. 3. Debemos encara la terapia desde el enfoque más efectivo o derivarlo si no es de nuestro dominio. Cada escuela psicoanalítica tiene sus propios criterios acerca de la indicación y contraindicación de análisis. Indicaciones más frecuentes en mi experiencia clínica: 1. Recomendación de orientación a padres (no análisis al niño) cuando se trata de conductas reactivas o de pautas que preocupan a los padres pero que están dentro de las variaciones de la normalidad (como diría A.F). 2. Terapia breve de base psicoanalítica (no psicoanalisis9 cuando se trata de momentos evolutivos difíciles. 3. Cuando el punto máximo de maduración de la pareja parental ha quedado detenido en el mismo nivel en el que se produce la consulta por el hijo, recomiendo esclarecimiento para los padres, como ayuda única o paralela a la que recibe el niño. 4. Cuando es obvio que le conflicto del hijo es reflejo de un vinculo patológico de la pareja, mi recomendación es terapia de pareja para ellos y un chequeo periódico al niño. La terapia familiar queda reservada para los casos en que el niño “engancha” en la patología de los padres y toda la flia comparte una dinámica enferma. 5. Recomiendo tto psicoanalítico cuando el motivo latente de consulta constituye realmente un “síntoma”. Pero la edad cronológica del niño nos obliga a hacer algunas salvedades debido a que si se encuentra en una etapa pre-latente, la indicación se mantiene aunque tenga: A) Ausencia de sufrimiento por el síntoma; B) Predominio de beneficio 2cundario y; C) Resistencias del niño a concurrir al consultorio. 6. En los casos de psicosis, cuadros borderline, enfermedades psicosomáticas, psicopatías y perversiones, el tto psicoanalítico es imprescindible pero no será efectivo si no se realizan algunas modificaciones en la técnica. El niño que ha enfermado antes de la palabra, necesitara una terapia de “holding” (sostén) hasta que se hayan creado las condiciones óptimas para los fenómenos transicionales (siguiendo a Winnicott) y pueda acceder a escuchar al otro, y asimilar una interpretación de su juego. Para el niño border que tiene una madre tb border, recomiendan que el tto psicoanalítico transcurra combinado con intervenciones directivas y de apoyo. En todas estas patologías de pronóstico reservado el psicoanálisis individual es necesario pero no suficiente para curar al niño. Dra. Silvia Bleichmar: Para que existan indicaciones y contraindicaciones del análisis infantil hay que reconocer el carácter específico del niño, en tanto sujeto psíquico, y partir de allí plantearse en el momento de la consulta, ante qué formación neurótica nos encontramos y cuáles son las posibilidades de operar sobre ellas.

He trabajado centralmente la propuesta de Lacan y M.K, ejes alrededor de los cuales podría centrarse hoy la indicación de un análisis infantil. En 1er lugar parto de considerar un sujeto en estructuración definido por las condiciones particulares que la estructura del Edipo otorga para la instauración de su singularidad. Es decir solo se constituye como sujeto sexuado en la relación con el otro (función paterna), cuyos momentos de inauguración no son fundamentalmente cronológicos pero si definidos por una temporalidad. Esta idea de considerar al sujeto en estructuración con momentos fundantes derivados de la estructura de Edipo, me permite mediante la exploración de la estructura psíquica saber si hay condiciones de operar psicoanalíticamente. Esto me plantea puntos de encuentro y desencuentros con el psicoanálisis de niños lacaniano y kleiniano. En relación a Lacan rescato las determinaciones del Edipo como estructura constituyente, el carácter fundante de la cultura en la humanización y las determinaciones identificatorias en la constitución de las instancias psíquicas. Mis desacuerdos, en relación a Lacan: la impronta a un estructuralismo, que sobre la sustitución de la barra respecto a la represión despoja al ICC de sus contenidos específicos sexuales. En relación a Klein retomo el carácter singular del ICC y su abordaje prioritario en la práctica con niños. Y como elemento fundante el compromiso por librar combate contra los ataques de la pulsión de muerte, es decir de todo lo que constituye la sexualidad pregenital que ataca la constitución del yo. Mis desacuerdos en relación a M.K: el carácter de un ICC que opera desde una mitología biológica. Señale anteriormente la importancia de ubicar en el proceso de estructuración, el carácter de formación de síntoma como efecto del clivaje en el interior del aparato psíquico por la operancia de la represión originaria y por el enfrentamiento entre instancias psíquicas. Mi conclusión derivada es: una indicación de análisis en la infancia, a partir de la existencia de conflicto intrasubjetivo, es decir de el producto de un corte del aparato psíquico en el momento de la consulta, y por el hecho de que un sistema sufre a costa de la conservación del goce en otro. Ambas nos darán la oportunidad de ubicar un pronóstico. Para decirlo más claro concibo al proceso diagnostico como una exploración (del aparato psíquico en constitución), en un corte que dé cuenta de su funcionamiento y posibilite la lectura de indicios, que tendremos que definir como trastorno o síntoma, dependiendo si opero la represión u operaron los movimientos defensivos estructurantes anteriores a ella. Es obligatorio para el analista determinar la analizabilidad o no de un paciente, pero es su derecho decidir si se analiza o no. La práctica analítica no queda subordinada solamente a la demanda. En resumen: Considera la posibilidad de analizabilidad: 1) Si hay formación de síntoma y; 2) Si el sufrimiento del sujeto en el momento de consulta, indica el funcionamiento de un aparato psíquico clivado por el efecto de dos instancias de conflicto (la represión originaria y por el enfrentamiento entre instancias psíquicas). Indicación para el análisis: Producto de un diagnóstico a modo de corte transversal del aparato psíquico en el momento de consulta y de la lectura de determinaciones, determinando su funcionamiento. No podemos considerar análisis en el sentido estricto, a aquellas intervenciones terapéuticas que a veces con necesarias, antes de la fundación del aparato psíquico, o sea antes de que se produzcan los clivajes estructurantes del aparato psíquico. Dr. José Valeros: El conocimiento entre analista, paciente y parientes será muy parcial, destacamos esto porque el analista debe tener una postura racional. A pesar de esto es inevitable que el paciente y sus padres tengan expectativas mágicas respecto al tto. Estas expectativas son, en gran medida, el sostén del posible tto, pero en la medida de lo posible el analista no deberá participar de las mismas, ya que esto llevara a que el proceso terapéutico se interrumpa a poco de empezar.

En cambio si la conducta del analista es acuerdo a lo parcial de su conocimiento, generara un clima y un contrato menos dominado por las expectativas mágicas. Esto mejora las condiciones del trabajo del analista y las posibilidades de beneficio del paciente. No hay situación clínica donde el analista pueda decir que el tto psicoanalítico está indicado para tal clase de enfermedad. Lo que hay son niños dentro de familias, con padres que traen a sus hijos a tto por motivos complejos y diferentes a los del niño. Hay poco tiempo, muchas expectativas y se requiere el máximo del arte analítica para determinar una indicación de: que tto, para quien y en que condiciones La indicación no queda establecida de una vez, el curso del análisis presentara momentos progresivos en que van a rectificarse las motivaciones y expectativas CC e ICC que sostienen el tto. En la realidad clínica-psicológica de la indicación, el analista en base a su experiencia personal hace dos determinaciones principales: decide si el análisis podría serle beneficioso a su paciente y luego evalúa si el paciente y los padres pueden aceptar su encuadre de tto analítico. Si se dan estas dos condiciones el tto puede comenzar. Dra. Susana Ferrer: El abordaje ideal para la psicoterapia infantil es un tratamiento con un encuadre estable en una relación bipersonal que permita instalar una relación transferencial y contratransferencial, una regresión que facilite una reconstrucción y resignificación de la conflictiva del niño. El criterio de analizabilidad de un niño, debe ser evaluado en función de un tiempo diagnostico, dando al terapeuta la oportunidad de trazar un perfil, que a su vez permita dilucidar una estrategia y una orientación terapéutica. Este tiempo diagnostico, es un instrumento valiosísimo para poder evaluar la indicación o contraindicación de un tto (esto no ha sido un supuesto aceptado desde los comienzos de la historia del psicoanálisis, por ej. Los 1ros ttos descriptos por A.F o M.K, prescindían del tiempo diagnostico). Pensar psicoanalíticamente en el niño, implica pensar en él desde el punto de vista metapsicológico. Considerando: 1) las características evolutivas en cada una de sus etapas de estructuración y; 2) la forma en que interacciona con el ambiente. Siguiendo el perfil metapsicológico de A. F (desde lo más a menos severo) vamos a tropezar con casos donde hay variaciones del desarrollo evolutivo normal, donde determinado logro evolutivo se está demorado. En una situación de esta naturaleza la exploración histórica de la evolución del niño, la exploración ambiental de su desenvolvimiento y las entrevistas diagnosticas a través de las horas de juego, nos darán la pauta respecto de si se requiere una intervención. Hay otros tipos de trastornos transitorios del desarrollo. Algunos son trastornos de funciones que habiéndose logrado, sufren una regresión. Otros en cambio son trastornos en los cuales hay una regresión o detenimiento del desarrollo del yo, del Superyó y de la pulsión instintiva. Este nivel de patología requiere indefectiblemente una intervención psicoanalítica, un tto en el cual se crea un espacio terapéutico con todo lo que esto implica, desde el consentimiento de los padres, a la creación de un encuadre en el cual el niño pueda desplegar sus fantasías, sus ensueños, su conducta en general. Hay sintomatologías que pueden ser agrupadas dentro de las psicopatías, de las perversiones y de las psicosis. En estas patologías el tto psicoanalítico es el único que puede asegurar una reversibilidad. Generalmente el tto psicoanalítico individual no es suficiente, sino que requiere de atención interdisciplinaria y del grupo familiar. Otro nivel más grave lo constituyen los trastornos que implican un compromiso orgánico, como la epilepsia, hipoacusias, etc. En estos casos la configuración de una estrategia terapéutica es muy compleja, porque implica de un equipo de trabajo en el cual el tto psicoanalítico está indicado en relación con otros abordajes interdisciplinarios.

Silvia Bleichmar: Del discurso parental a la especificidad sintomal en el psicoanálisis con niños Bleichmar tiene una posición intermedia entre estructuralismo (niño es el discurso de los padres) y la concepción de inconsciente endógeno de M.K Del discurso parental a lo especifico del síntoma en el análisis de niños La función del discurso parental en el análisis de niños es concebida como matriz simbólica de partida. Cuando un síntoma emerge (aquello que Freud llamaba “situación desencadenante”) puede ser concebido como el revestimiento de representaciones inconscientes que estaban “en espera”, dispuestas a emerger cuando su rearticulación en un complejo traumático las lanzara a una progresión tópica, que obliga a un reequilibramiento económico del psiquismo del cual el síntoma es una formación de compromiso. Del lado de quien le otorga “la verdad” al niño: no es lo acontecido en sí mismo, sino un enunciado acerca de lo acaecido. Del lado de quien recibe la demanda acerca de la verdad: es la búsqueda de una simbolización faltante a partir de la inauguración de un enigma que deja al sujeto librado traumáticamente a la repetición. Si lo histórico vivencial y la cosmovisión (la manera del ver el mundo) entran en oposición, el psiquismo queda expuesto a severos riesgos que o pueden llevar a procesos defensivos extremos. El niño construye sus sistema de certezas yoico acerca de si mismo y del mundo, fluctuando entre la posición de la revelación y de la investigación. Los enigmas se estructuran a partir de imposibilidad del lenguaje parental de “significarlo todo”. La demanda de verdad es siempre demanda de simbolización de un enigma, la verdad no puede partir de la necesidad del otro de comunicarla, sino de la tolerancia del niño a recibirla, es decir de sus posibilidades de metabolizarla. El mensaje del adulto no es portador de una verdad “realista”, sino que es un montaje en el cual el ICC del adulto compromete al otro y lo obliga a procesos de fantasmización y de resimbolización. La causalidad psíquica de un síntoma no se determina a partir de un acontecimiento, sino que el acontecimiento debe ser concebido como traumático. No se trata de lo acontencial externo, sino del modo de inscripción de éste, el cual es capaz de producir un exceso de investimento y en razón de ello es recompuesto en la economía libidinal al modo de un síntoma. Para que un episodio devenga traumático debe tener fuerza traumática e idoneidad determinadora, así su recomposición en la economía libidinal da surgimiento al síntoma. La fuerza traumática de un acontecimiento debe coincidir con una serie psíquica en cuyo ensamblaje, encontrara esta idoneidad para la determinación que se establece por aprés-coup. Una sistematización provisoria En base a los elementos planteados, sinterizaremos algunas conclusiones para un ordenamiento de ideas respecto a los determinantes parentales en relación al psiquismo infantil:  Entre los determinantes edípicos (estructura edípica de partida) y el psiquismo infantil en construcción (estructura edípica de llegada) hay procesos de descualificación y recomposición simbólica, que determinan la especificidad singular de la fantasmática infantil.  Los padres son concebidos como sujetos del ICC atravesados por sistemas de deseos y prohibiciones. Desde allí definen sus funciones y la complejidad que las entrama. No son mónadas de “funciones” homogéneamente determinadas por el complejo de Edipo.  La realidad constituyente del ICC Infantil: no es la realidad de la familia. Es más reducida y más amplia. Reducida porque no son TODAS las interacciones familiares las que se inscriben en el ICC del niño. Y es más amplia en el sentido que se desplaza a través de objetos sustitutos de hacia los cuales se desplazan rasgos metafóricos-metonímicos de los objetos (maestros, cuidadores, otros familiares).  En la perspectiva libidinal, las categorías madre y padre deben ser reubicados en tanto sujetos sexuados, recuperando en tal sentido una doble vertiente: A) son objetos instituyentes de instancias psíquicas, ya que las mismas son el residuo de los intercambios con ellos; B) son objetos fantasmatizables, a partir de los procesos metabólicos que el psiquismo infantil compone. El proceso de estructuración psiquismo del niño es concebido como: plausible de ser capturado en momentos que están definidos por tiempos reales no míticos. Ubicar el posicionamiento de estas categorías (madre padre) respecto a estos tiempos, constituye un ordenador de la clínica que permite escoger opciones técnicas.

Silvia Bleichmar: El carácter lúdico del análisis El juego en su carácter de producción simbólica, requiere que nos posicionemos en la intersección de dos ejes: el del placer, al cual remite lo lúdico; y el de la articulación creencia-realidad, que lo ubica como un fenómeno del campo virtual. Es por eso que constituye un sector importante del amplio campo de las transformaciones de “intermediación”: está entre el espacio de la realidad y las creaciones fantasmaticas del sujeto (proviene de Winnicott). Algo del orden de un producto que perteneciendo a la realidad consensuada, no deja de regirse por ciertas leyes del proceso primario, el cuál posee ausencia de contradicción. Esto es el pre requisito del clivaje (corte/escisión) psíquico que posibilitan el despegue de un espacio de certeza y otro de negación, teniendo como sustento la represión originaria. Si este clivaje no se realiza da cuenta del fracaso parcial de la función simbólica en el sujeto y también se torna irreductible al proceso de comunicación. La existencia de este clivaje implica poner de relieve: el juego, como puesta en escena de una fantasía que se realiza por medio de ciertos niveles de deformación en los cuales aquello reprimido emerja y al mismo tiempo se encubra. El juego como actividad sublimatoria, es posible en tanto haya alteración de meta y de objeto; la riqueza de la sesión de análisis consiste en la posibilidad de que (meta u objeto) quede temporariamente en suspenso por la emergencia de fantasmas reprimidos, potenciando la activación que la instauración del dispositivo de la cura genera como espacio de circulación libidinal. Se plantea así una cuestión central, que es la relación existente entre la función simbólica y placer (simbolización y sexualidad). La función simbólica se establece por el hecho de la existencia en el psiquismo de la instauración de la sexualidad humana como plus de goce no reductible a lo auto conservativo. Esta relación entre la función simbólica y el autoerotismo (modo de ejercicio del placer cuyo fin no responde a ninguna ley de naturaleza) da posibilidad al establecimiento de lo lúdico. Lo sexual sublimado tiene lugar principal en el juego. En el juego, los niños que han sido sometidos a traumatismos reiteras, emergen fragmentos de los vivido son metabolización ni transcripción, ante lo cual es necesario más que interpretarlo, restituirlos en su carácter simbólico. Considerar la intervención del analista como meramente lúdica es insuficiente, debe ser restituido el valor de la palabra como modo de simbolización dominante de la función analítica. Lo que caracteriza al método analítico, no es el empleo de la palabra, si no la operatoria sobre ella, no es entonces el hablar lo que posibilita el lenguaje, sino un modo de hablar y un modo de escuchar que implican la posibilidad de acceso al inconsciente. El cuál por estar exento de toda intencionalidad, se ve cerrado a la comunicación. Por medio del juego se puede acceder a algo del inconsciente, no es entonces el juego mismo lo que interpreta sino la presencia en él del inconsciente. La caja de juegos es un medio para acceder al fantasma, y no un medio de educar al niño para enfrentarse a las limitaciones y exigencias de la vida de interacción. Algo que se ha puesto de moda es la participación del analista solo con partenaire de juego sin que haya ningún parámetro que permita medir de qué manera se han producido los intercambios. De esta participación la única significación posible de ser transmitida es aquella de constituye el lenguaje (sea hablado, escrito o se señas) y es ésta la que permite dar lugar a un nivel restringido de intercambios humanos. El analista que se limita a jugar ha perdido de vista totalmente que el analista es del poder del sentido, del sentido del síntoma, del deseo, y no de la mera acción ni educativa, ni de obtención del placer. Tomando el juego en su carácter discursivo, no equivalente al lenguaje, debe ser siempre enmarcado, por la palabra hablada que abre el rumbo de lectura que posibilita el acceso al sentido, y del conocimiento singular de la historia y de las vicisitudes del sujeto.

S. Bleichmar: En los orígenes del sujeto psíquico. Cap. I: El concepto de neurosis en la infancia. Hace 10 años cuando empecé a interesarme en la problemática que hoy se convierte en tema de este texto. En mi país Argentina, desde la década del 70 se produjo un movimiento teorice y revulsivo que puso en crisis los modelos teóricos-clínicos sustentados hasta el momento. Una cierta corriente ideológica que hacía del campo analítico el ámbito exclusivamente del lenguaje, a través del discurso del paciente. Esto puso en crisis la técnica del juego, técnica que hasta el momento habíamos utilizado para trabajar con niños. Este conflicto llevo a gran cantidad de abandonos por parte de los psicoanalistas del campo de la clínica de niños. En mi caso particular, me pareció más productiva la línea que ponía en juego la redefinición de neurosis en la infancia partiendo de la concepción de un sujeto en estructuración. Para fue claro que no se podía definir a priori ningún tipo de técnica si no se resituaba el concepto de la represión originaria y el lugar que esta ocupa en la constitución del aparato psíquico. Aclaración del concepto metapsicología: hay 3 puntos que utiliza en psicoanálisis para estudiar el síntoma, el ICC, los sueños, actos fallidos, etc. 1) el Económico: presente en el psiquismo, transita entre las huellas mnémicas y así puede aumentar, disminuir, y descargar. Cuando hay mucha carga de afecto, la representación se vuelve intolerable y no se puede descargar; 2) el Tópico: es el lugar del aparato psíquico que dicha formación está ocupando; 3) el Dinámico: se refiere a los movimiento de fuerzas. Partí entonces de la hipótesis desarrollada por Freud en la metapsicología, que postula que la represión funda la diferencia entre los sistemas ICC y PRECC-CC, y que antes de la formación de estas instancias, son otros los destinos pulsionales (el retorno sobre la propia persona y la trasformación en lo contrario), los que pueden actuar como defensa. La represión originaria, es la condición de la trasformación de placer en displacer en relación con la pulsión, porque la posibilidad del placer en un sistema se convertiría en displacer en el otro sistema. ¿Quién sufre y porque? Se transformaron en las preguntas claves para plantearme cualquier tipo de comienzo de intervención terapéutica posible. Voy a desarrollar ahora estas ideas en relación con el concepto de nudo patógeno y de formación de síntoma en la infancia. En 1er lugar: señalare que si la teoría de la represión es la piedra angular sobre la que reposa en psicoanálisis, la teoría de la neurosis lo es tb por su correlación con el concepto de ICC y por ende, de sujeto escindido, es decir de sujeto en conflicto. Todo transcurre dentro del psiquismo en el que el conflicto posee un carácter intrapsíquico aun cuando pueda tener consecuencias en el mundo exterior y recibir influencias de este. Fred define al síntoma como un signo y un sustituto de una inlograda satisfacción pulsional, un resultado del proceso de la represión. Signo que remite acá a una manifestación, un observable que no se puede comprender en sí mismo, sino en el conjunto de las determinaciones que lo originan. Mi 1ra conclusión respecto a esto: si todo síntoma se manifiesta como un signo, no todo signo es un síntoma. En 2do lugar, la palabra sustituto remite al carácter simbólico del síntoma en tanto representación indirecta de un conflicto, de un deseo ICC. ¿Y si es simbólico, si es sustitutiva, si marca la aparición deformada de un deseo estamos hablando de desplazamiento como mecanismo de funcionamiento del ICC?. ¿Cuál es el sentido de mantener el concepto de neurosis infantil? Tomando esta idea rectora de un sujeto en estructuración, deberíamos hablar más bien de conflictos neuróticos infantiles. En 1ra infancia es un proceso altamente complejo que somete al sujeto psíquico en construcción a movimientos frágiles y masivos, todo esto hace que nos planteemos los elementos como definitivos. Si pretendemos pasar a una ubicación más precisa de este problema de la neurosis infantil será necesario replantear la noción de conflicto en el niño más allá de las clasificaciones. Para ello nos ubicaremos en una concepción del sujeto psíquico cuya tópica se presenta, desde el comienzo intersubjetivo. En el marco de esta tópica intersubjetiva se dará un proceso de constitución del aparato psíquico que en el momento de abordar el diagnostico del nudo patógeno deberemos tener en cuenta a fin de precisar, en un corte, en qué momento de esta constitución se encuentra. Si la idea de la

cual partimos es que la tópica psíquica se constituye en el marco de la tópica intersubjetiva que el Edipo define como estructura. Es necesario diferenciar los elementos que ponen en marcha la constitución del aparato psíquico, que hacen a la estructuración del aparato, del funcionamiento de estos mismos elementos una vez constituido este. El hecho de que el sujeto psíquico sea un sujeto en conflicto, marcado por la escisión, no implica que esto sea así desde los orígenes o al menos con las mismas características. M.K se da cuenta de ello, y comienza a indagar las defensas precoces, defensas que deben ser consideradas como elementos constitutivos del psiquismo y anteriores a la represión originaria. Las situó en el momento de la constitución de los destinos pulsionales. Sin embargo desde la perspectiva que proponemos a diferencia del kleinismo, estos movimientos pulsionales, estas defensas precoces, sufren una estructuración no solo cuantitativa sino integrativa, en el momento en que el aparato logra su constitución definitiva. Esta diferencia no opera simplemente en relación con las defensas, sino que marca dos grandes problemáticas: por un lado la diferencia entre ICC originario e ICC desde los orígenes y; por otra parte el papel del otro humano en la constitución del sujeto y el problema de la constitución de la tópica psíquica en el marco de una tópica intersubjetiva. Ahora realizare otro interrogante ¿Cuál es la especificidad del conflicto que pone en marcha al síntoma? Es decir: ¿Por donde debemos explorar para encontrar el rumbo que nos permita entender el motivo de consulta? Mannoni en su texto El niño, su enfermedad y los otros, coloca al niño en el movimiento que se constituye desde el deseo de la madre. Si el ICC es el discurso del Otro, cuando la madre habla entramos en su propio discurso la explicación de la significación sintomática. Esto, tanto desde lo que dice, como desde lo que dice, como desde lo que no dice. Y podríamos agregar: que estoy parcialmente de acuerdo, su propuesta, tiene el merito de ubicar al sujeto en una línea de intersubjetividad que define las líneas por las cuales se abrirán, los movimientos que nos permitirán entender la constitución de su propio aparato psíquico. Pero esto a mi entender anula el concepto de ICC como sistema intrapsíquico, si bien el conflicto remite a una tópica intersubjetiva que puede ser generadora de patología, no alcanza para explicar las peculiaridades del conflicto psíquico. En concepto de metábola que propone Laplanche sostiene: “el ICC del niño no es directamente el discurso del Otro, ni aun el deseo del Otro. Entre el comportamiento significante que es el discurso que es el deseo de la madre (totalmente cargado de sexualidad) y la representación ICC del niño no hay continuidad, el niño no interioriza el deseo de la madre. El ICC es el resultado de un metabolismo extraño que como todo metabolismo, implica descomposición y recomposición. Un metabolismo extraño que entre el ICC de la madre y el ICC en constitución del niño, abre el campo de creación y de una sexualidad prematurada que deviene motor de todo progreso psíquico Para aclarar: el sujeto se constituye por relación a sus propios deseos inscriptos y reprimidos en el ICC, aun cuando estos sean efectos residuales de impulsiones deseantes provenientes del semejante. Se trata entonces de retomar dos direcciones: 1) ubicación del conflicto en la infancia en la tópica intersubjetiva; 2) ubicación del conflicto en estricto sentido sintomático, en la tópica intersubjetiva del aparato psíquico. El sujeto no se “crea de la nada” a partir de la represión originaria. La simbolización primordial no es equivalente a la represión primordial. En esta región oscura de los orígenes y de la génesis, hay un lugar para una constitución de un 1er fantasma que no sería aun exactamente reprimido, tampoco exactamente ICC, y que estaría destinado, en un 2do tiempo de la represión. Ahora bien teniendo en cuenta estos dos elementos en la infancia: ¿abordaje del ICC para el diagnostico y la elección de estrategia terapéutica, ¿o abordaje del aparato en constitución? Si 1) el aparato implica dos sistemas, dos modos de funcionamiento y dos contenidos, y está asignado por relaciones de conflicto; y si 2) el PRCC no se funda a partir del ICC sino que cada sistema está en correlación con el otro, no ha análisis del ICC, no hay formación de síntomas, en sentido psicoanalítico antes de la constitución de este aparato. Pero ¿qué hay entonces? Porque esta conclusión nos lleva a una parálisis. O mejor dicho ¿Cuáles son los requisitos de constitución y funcionamiento de este aparato?

Volveré sobre el problema de constitución del sujeto en el marco del Edipo o de lo que llamaremos la tópica intersubjetiva para ver cómo hacer jugar estas cuestiones. En 1er lugar retomar el planteo de Lacan acerca de los 3 tiempos del Edipo para marcar los movimientos de constitución del sujeto. En mi opinión, estos 3 tiempos marcan privilegiadamente los grandes movimientos por los cuales debe pasar el sujeto psíquico en estructuración a partir de la tarea fundamental a afrontar en los 1mros años de la vida: el desprendimiento de la madre y la constitución de una estructuración singular que le permita ubicarse en el mundo en tanto sujeto. En este sentido la identificación 1maria y 2daria y la represión originaria, son parámetros de esta constitución. Narcisismo e identificación narcisista, en los orígenes de la vida, constitución de la representación del yo, ligazón a la madre, son prerrequisitos necesarios para la constitución del sujeto. Y aunque no haya una cronología, hay una etapa necesaria para que esto se produzca. Separación de la madre, castración del segundo tiempo del Edipo como lacan propone, son movimientos definitorios en la organización de las identificaciones secundarias, de la elección de objeto y de la instauración del superyó como forma definitoria de constitución del aparato psíquico. El niño no realiza el deseo materno como la historia no encarna la idea absoluta, la idea de referencia al deseo materno, debe ser rebajada y repensada en el campo de esta tópica en la cual los movimientos de la historia no están predeterminados, sino solo esbozados como rutas posibles. Voy a tratar de exponer brevemente el caso de un niño, que puede ubicar más concretamente algunas de las líneas que propongo: En octubre el 1974, llega a consulta un niño, Sebastián de 2 años y 4 meses. El motivo de consulta no fue un síntoma determinado, sino la sensación gral de los padres de que “algo andaba mal”. Estaba agresivo y celoso con su hermano menor, solo se alimentaba con la misma comida con que alimentaban al bebe. Había tenido una serie de trastornos somáticos: diarreas, otitis, infecciones en la garganta, ante los cuales el pediatra recomendó una consulta psicológica. Se quejaba, lloraba constantemente, estaba “cargoso”. Se negaba a dormir en su propia cama y aun si lo hacían dormirse en la habitación de los padres se despertaba cuando lo trasladaban a su propia habitación. Algunos elementos de la historia: matrimonio uruguayo, la madre en el momento de quedar embarazada se encontraba viviendo transitoriamente en Israel. La madre relata el parto como una experiencia terrible, dice que le cortaron la lactancia cuando el niño nació para darle alimentación artificial. Como ella no era judía no circundaron al niño, lo cual les trajo serios problemas de vinculación en el hotel de inmigrantes donde se alojaban, situación que les llevo a dejar el país cuando Sebastián tenía 2 años. Previo a esto en abril del 73 queda embarazada de su 2do hijo y en septiembre del mismo año, cuando Sebastián tenía 1 año y 3 meses, la casa en la cual vivían es bombardeada en un ataque aéreo. Dos días después el niño comienza a llorar y vomitar y 3 semanas más tarde se trasladan a Argentina. Al mes comenzaron los 1ros síntomas preocupantes: Sebastián reiteradamente abre la boca, grita, y luego se pone tenso, haciendo un gesto de horror. Dos meses más tarde empieza con sus 1ras diarreas. La adquisición del lenguaje se detiene a partir del nacimiento del hermano cuando el tenia 1 año y 8 meses. La pregunta que me hice cuando me enfrente con este caso fue: ¿se podía considerar los síntomas del niño como verdaderos síntomas en sentido psicoanalítico?; ¿Quién era mi paciente, este niño que había salido del medio filiar nunca?; ¿O esa madre débil, carenciada, que vivió el parto como si le hubieran querido robar al hijo, que añoraba a su propia madre radicada en Uruguay?; ¿O el padre, quebrado, ausente, incapaz de poner al niño ningún límite porque toda situación represiva lo colocaba el posición de verdugo?; ¿O el vinculo entre ambos, desconcertados frente al mundo?. Comencemos por definir al paciente; motivo manifiesto de la consulta, tratando de determinar si los síntomas antes mencionados son realmente tales. Freud define al síntoma como símbolo sustitutivo de una no lograda satisfacción pulsional, planteando que esto es el resultado de la represión. En la metapsicología postula que la represión no es un mecanismo de defensa originariamente dado sino que, no puede surgir hasta después de haberse establecido una precisa separación entre la vida anímica CC y la ICC. Estos conceptos tiene su complemento en la hipótesis de que antes de esta fase serán los restantes destinos de la pulsión (transformación en lo contrario y vuelta sobre sí mismo) lo que regirán la defensa frente a las mociones pulsionales. Las consecuencias del proceso de la represión serán la creación de sustitutivos y el dejar síntomas detrás de sí.

Volvamos ahora a Sebastián y sus “síntomas”: La agresión y los celos hacia el hermano puede ser considerados dentro de lo Freud postula como conductas no neuróticas. Estas conductas son emergentes directo de la hostilidad que la aparición de un rival en el amor materno le produce y en tal sentido poder ser comprendidos. Lo que no puede ser tan claramente comprendido es el horro que siente la madre frente a ellos, que coloca al niño en una posición casi de “criminal”. Y las diarreas, ¿no parecen corresponder a ese mecanismo arcaico, signado por el-placer que Freud describe, mediante el cual el sujeto separa y arroja al mundo exterior, en un movimiento que será un precursor de la proyección, los aspectos displacenteros. Pero ¿Qué ocurre con el pánico nocturno?, la madre relata que cuando ponen al osito de Sebastián en la cama, llora angustiado y trata de recuperarlo. Hay algo que pasa en esa cama. En la 2da entrevista la madre me cuenta que, luego del bombardeo (sufrido en la casa de Israel), esa misma noche se trasladaron a la habitación trasera y Sebastián durmió en una cunita al lado de la cama de los padres. Esa noche, ellos tuvieron relaciones la cual fue interrumpida por el llanto del niño, a quien creían dormido y al cual no pudieron calmar durante un largo rato. Es claro que hasta que el síntoma se desencadena, un largo recorrido ha de ser transitado por el sujeto: constitución de los fantasmas originarios, castración, instauración de la represión, constitución del lenguaje, procesos de condensación y desplazamiento en las formaciones ICC. Laplanche plantea que “el origen del ICC debe buscarse en el proceso que introduce al sujeto en el universo simbólico. Lo que me interesa señalar en relación con esta formulación es la precisión de un tiempo: 1er nivel de simbolización que solo encontrara su destino definitivo cuando, mediante la fijación de la pulsión a través de la represión, esta quede prendida en ciertas redes que limiten su oscilación indefinida. Tal vez podríamos decir que en esta aproximación que estamos haciendo al sujeto en constitución, los tiempos míticos no son construcciones, son movimientos reales de estructuración del sujeto psíquico que, aun cuando no podamos capturar en subjetividad, podemos cercar. Entre el momento del bombardeo y la presentificación de la escena 1maria, por un lado y el nacimiento de su hermano por otro, ha pasado algo con Sebastián. Los síntomas se desencadenan entre estos dos episodios, síntomas que tiene un doble carácter: por un lado durante la 1ra etapa: aparición de la angustia y de cuadro somáticos. Y durante el 2do periodo: fobia nocturna, detención del lenguaje, agudización de la simbiosis con la madre. Podríamos decir que se encuentra en momentos previos a la instauración definitiva de la represión originaria, momento de grandes movimientos pulsionales, en que la pulsión puede orientarse contra el propio sujeto o transformarse en lo contrario. El borde de la cama, de su cama, marca un punto límite que lo deja indefenso frente a los impulsos destructivos que se vuelven contra el mismo. El carácter terrorífico de los fantasmas se corporiza en esa cama (símbolo de la exclusión) no solo por la significación sádica de la escena 1maria, sino porque en su caso singular esta escena se encuentra enmarcada en el pánico de los padres frente al bombardeo. ¿Cómo definir una estrategia terapéutica y desde donde la necesidad de una intervención? En 1er lugar señalamos que si hay angustia desbordante, esta está localizada tanto en la madre como en el niño. Por otra parte (lo que compromete su evolución), su lenguaje se ha detenido, lo que anula la posibilidad de ingreso al jardín. Ha establecido una membrana protectora en el interior del vínculo materno y cualquier elemento que venga a romper esa membrana produce intensos desbordes de angustia. La madre por su parte se siente prisionera de ese vínculo que “no la deja vivir”, que la ahoga y frente a un hijo que la marca en una posición de rechazo como madre. Y el padre, con su desconcierto y su impotencia, se enfrenta a la función paterna mas como cómplice que como padre. A partir de estos elementos quisiera señalar brevemente las líneas de trabajo que permitirán definir una estrategia terapéutica: Para encarar la situación diagnostica desde esta perspectiva tomaré 3 elementos que serán los paramentos de definición del nudo patógeno: A) el modelo del aparato psíquico y su constitución; B) La ubicación del paciente en la tópica intersubjetiva; C) las determinaciones de la historia. Explicare algunos de los procesos que pueden servir como índices para el diagnostico: A) en relación con el modelo del aparato psíquico: la constitución de los procesos 1marios y 2darios como diferenciados, con la consiguiente constitución de las formaciones del ICC: en 1er lugar, síntoma en el sentido freudiano más estricto; en 2do lugar, sueños, actos fallidos y la fundación de la transferencia. B) la ubicación del sujeto en la tópica intersubjetiva puede ser explorada en relación con una genealogía de la castración en la cual aparecen los fantasmas de separación de la madre, como momentos constitutivos de la castración fálica.

Silvia Bleichmar: Hacia una teoría traumática de las neurosis. Correlaciones entre la estructura edípica de partida y la historia significante. De las dificultades en la exposición de un material clínico. En la entrevista clínica por un lado, está ese discurso que el adulto formula en el cual se entremezclan las preocupaciones por el niño y sus propios fantasmas deseos y angustias, y por otro lado los discursos que se despliegan en la mente del analista con dos oídos; uno que apunta a la ubicación de indicios que den cuenta de la estructura del niño, y otro que busca en el adulto las determinaciones simbólicas deseos y fantasías que lo capturan en cierta trama. Con ambos, el analista va definiendo la dirección del diagnóstico y el proceso eventual de la cura. Se trata, en un principio, a través de un corte transversal de la estructura psíquica del niño, de ubicar el modo de funcionamiento que la define meta-psicológicamente. Se busca capturar, las relaciones entre la estructura edípica de partida y la historia del significante que desembocará en la estructura de llegada. Estructura psíquica siempre singular, cuya constitución y modo de funcionamiento darán origen al conflicto y al síntoma. Cuando decimos “historia significante”: no se trata de una historia de vida, ni tampoco de una anamnesis; si no de aquella que dará razón de ese particular ensamblaje entre el traumatismo y síntoma. Historia de las vicisitudes libidinales, tanto pulsionales como amorosas. El relato materno, aquel por el cual nos aproximamos a esta historia de las vicisitudes pulsionales y de sus movimientos de ligazón y desligazón, de ejercicio e inhibición, solo puede ser tomado como referencia, no pudiendo nunca ser concebido como “vía regla” de acceso al inconsciente del niño, ya que el inconsciente sólo es aprehensible a partir de las propias producciones del sujeto. A continuación expondremos las 1ras entrevistas de Paula una niña de 3 años y medio. Retomaremos de ellas, dos órdenes de referencia que consideramos centrales en el comienzo de un análisis: el que hace a la constitución del inconsciente infantil y su referencia al deseo materno y el que se juega en las determinaciones entre traumatismo y síntoma. + En la 1ra entrevista la madre manifiesta, que en realidad no sabe a quién le está pasando algo, si a ella o a su hija. Hace 1 año y ½ (Paula tenía 2 años y 9 meses), a continuación de un choque, la nena dejo de hablar. Comenzó 1ro con un tartamudeo, ante el cual la mamá le informó que si seguía tartamudeando la iba a regalar. Luego de esta intervención la niña decidió dejar definitivamente de hablar (mutismo electivo), pero siguió comunicándose por otros medios. Hay algo que se pone de manifiesto respecto del narcisismo en juego en esta relación “no acepto tus fallas”; si quieres estar conmigo deberás renunciar a tus imperfecciones, parece decir la madre cuando amenaza con la expulsión. + Contó que con el nacimiento de su 1er hijo el marido se encariño tanto con el niño que ella sintió profundos celos “yo tenía un marido joven y quería disfrutarlo, pero él quería que me ocupara de mi hijo, por eso no pude disfrutar del bebé”; la 2da hija llegó al poco tiempo y ella se sentía cada vez más apresada en la situación. Pasaron varios años y entonces llegó Paula, con ella pudo establecer una relación q no había tenido con los mayores. + Hablaba de su marido como un ser posesivo, él era hijo de una flia. Patriarcal y guardaba devoción hacia sus padres, no habiendo logrado nunca establecer una alianza conyugal con su mujer, a la cual consideraba siempre imperfecta en relación a su propia madre. + Ella había sido la única mujer de 7 hnos. hija favorita del padre y nunca tuvo buena relación con su mamá, quien la criticaba y cuestionaba. Hostigada por sus propias rivalidades edípicas al respecto, tanto su deseo de tener un hombre para sí misma sin otros que obstaculizaran el vínculo, como la precocidad con la cual tuvo que hacerse cargo de las tareas maternas en relación con sus hnos. abrían una línea posible para entender su ambivalencia hacia sus hijos como su ubicación en el lugar de mala madre. + Paula fue deseada y narcisizada, tuvo un buen desarrollo. Cuando tartamudeó, la madre fue presa de un colapso narcisista que la confrontó nuevamente a su falla como mujer y como madre. Operó en esta mujer como factor de derrumbe (con esto se aclara la frase que empieza la 1ra entrevista). +Según la madre, el síntoma había aparecido después de un choque ¿Xq no un trastorno del sueño o una fobia masiva? La EEP no daba razón de la elección neurótica realizada. Tampoco el choque en sí mismo permitía dicha comprensión.

+ A pocos días de este accidente Paula empezó a tartamudear luego que la madre pronunció la frase amenazante dejó de hablar por un tiempo. Acontecimientos históricos de Paula que conducen a la EEL (estructura edípica de llegada) + Deseada por toda la familia desde el embarazo, alimentada con pecho y mamadera xq la madre sentía que tenía poca leche para satisfacerla; fantasma que asomaba: la imposibilidad de ejercer plenamente sus funciones. Cuando Paula llegó a consulta su psiquismo había pasado ya por las 1ras instalaciones de la represión originaria, y que no han sido aún re significadas por el complejo de Edipo. + Según su mamá, Paula no era muy sonriente, y si bien se chupó el dedo nunca uso chupete. + Un episodio que cobraría importancia por su desencadenamiento traumático: cuando Paula tenía 8 meses, ella se bajó del coche a buscar a sus otros hijos que estaban en el colegio, dejándola un ratito adentro del auto. Ahí se dio cuenta que se había olvidado la llave adentro del auto, regresó desesperada a intentar abrir la puerta. Y había gente que las rodeaba, tratando de ayudarla y de tranquilizar a Paula, quién comenzó a llorar. En esa época la niña no tenía noción de afuera y adentro, Paula lloró desesperadamente, por 1ra vez algo la separaba de su madre. Además las caras extrañas de las cuales se vio rodeada, unidas al gesto de horros de la madre propiciaron la emergencia de una verdadera angustia del 8vo mes, pero al modo de un excedente traumático. + Al año y ½ los padres decidieron sacarla de la habitación matrimonial la cual habitaba dsd su nacimiento; en lugar de retirar la cunita a otra habitación, la habitación de ellos mismos es cedida al hijo mayor, y Paula irá a ocupar la 3ra habitación con su hermana. Paula no llora cuando quitan su cuna de la habitación, si no cuando es retirada la cama de los padres; define su propio espacio en relación al lugar del otro. La secuencia traumática 1ra secuencia: En marzo del año anterior a la consulta, cuando Paula tenía 2 años y 4 meses, se produjo el 1er choque, sin consecuencias, la madre conducía yendo con la nena a su lado. Cuando llegó a su casa pregunto ¿Qué le paso a mi mama?, repitiendo esta frase reiteradamente, al punto que al décimo día cantaba ¿Qué le paso a mi mama?, ¿Qué le pasó a mi mamá? Cada vez que la escena traumática aparecía en su cabecita empleaba el lenguaje como objeto reasegurante, no comunicacional en el sentido estricto. 2da secuencia: Un mes después los padres parten solos de viaje por 20 días. Cuando vuelven, la madre encuentra a Paula con un cambio de carácter, llanto y berrinches. 3ra secuencia: Sale toda la flia. de viaje con los abuelos; durante las mismas: en una habitación del hotel durmieron los abuelos con los hnos. más grandes, y en otra habitación y en la misma cama Paula con sus padres. En el viaje de vuelta en el momento del aterrizaje del vuelo expresa “se cayó el avión mamá”  Poco tiempo antes de las vacaciones, Paula se cayó de la cama. En el momento en que la mamá está contando este episodio Paula habla por 1ra vez y dice “contale cuando te caíste” Poco tiempo antes de las vacaciones, la mamá iba entrando a la casa y se cayó, y la niña se impresionó mucho. Acá un encadenamiento significante se va armando: se cayó el avión, se cayó la mamá, se cayó Paula. 4ta secuencia: A la vuelta de las vacaciones se produce un segundo choque de autos, en este caso de mayor gravedad. La madre nuevamente manejaba, los 3 chicos iban atrás y si bien ninguno resultó herido, el coche es gravemente dañado. Un psicoanalista entrenado no dejará de preguntarse qué le ocurre a esta señora, que choca todo el tiempo. Pregunta que yo misma me hice para señalar, esta mujer no encontraba demasiadas vías de escape para los niveles de conflicto que la aquejaban. Una génesis constituida por aprés-coup Aclaración: La noción de apres-coup es la concepción psicoanalítica de la temporalidad. Establece una relación compleja y recíproca entre un suceso importante y su resignificación en el a-posteriori por medio del cual el suceso adquiere nueva eficiencia psíquica.

2 movimientos de los primeros tiempos de la vida de Paula, para marcar un engarce posible de conexión: A los 8 meses de vida: queda encerrada en el coche, mientras la madre intenta desesperadamente abrir la puerta. Para nosotros Paula “estaba encerrada”. Desde la niña y por referencia al espacio maternal originario “estaba afuera”, afuera del entorno materno. 1ra impronta separadora, que marca el interior del coche en su doble juego: espacio de soledad compartida con la madre durante largos paseos, espacio de exclusión por relación al cuerpo materno a partir de este traumatismo que queda en espera, en latencia. Al año y medio: expulsión de la habitación parental. El episodio de quedar encerrada en el coche no cobra fuerza traumática sólo por su encadenamiento posterior, sino porque la vivencia se ser por 1ra vez separada de los brazos de la madre se encadenó al gesto de horros de ésta, propiciando un híper investimento destinado aprés-coup. La reconstrucción de un síntoma histérico a una escena traumática solo conlleva una ganancia, si esa escena satisface dos condiciones: poseer la pertinente fuerza determinadora y traumática. Entre ambas escenas hay que buscar el elemento que determina el que la 1ra escena quede re significada por la 2da. La cual está del lado de lo sexual: en este caso la mini serie formada por el pequeño viaje realizado por los padres a solas y la posterior inclusión de la niña en la escena 1maria a través del colecho en las vacaciones compartidas. Inclusión que re significa la exclusión “Ah esto era lo que hacían cuando me dejaron sola”. De la neurosis traumática a una teoría traumática de las neurosis Anna Freud sostenía que los traumas externos se convierten en traumas internos cuando afectan, coinciden o simbolizan la concreción de ansiedades profundamente arraigadas o de deseos fantaseados. En el primer caso (traumas externos) el hecho traumático es vivenciado como aniquilación (en circunstancias de peligro extremo para la vida), como abandono por parte del objeto o como castración (operaciones, peligro de ceguera). En el segundo caso (traumas internos) los deseos satisfechos pueden ser agresivos (por ejemplo deseos de muerte respecto de padres o hermanos) o sexuales (seducciones). Cuando el hecho traumático satisface deseos inadecuados a la etapa, el resultado es una interrupción de la secuencia normal del desarrollo. Laplanche La acción del traumatismo queda descompuesta en varios tiempos y supone la existencia de, por lo menos, dos acontecimientos: la vinculación entre defensa y traumatismo. Recuperación de una serie destinada al aprés-coup, en la cual la sexualidad ocupa un lugar principal. La teoría de la seducción pone de relieve que todo traumatismo viene al mismo tiempo del exterior y del interior. Del exterior porque es desde el otro de donde llega la sexualidad al sujeto, del interior porque brota de ese externo interiorizado. Concepción del traumatismo en la cual todo es exógeno y endógeno a la vez, en la cual lo exógeno se inscribe, deviene endógeno y se reactualiza a partir de un nuevo elemento que viene a producir un reensamblaje; rearticulación que plantea un modo de temporalización que fractura todo intento de causalidad lineal. Teoría de toda neurosis: va a proponer que toda neurosis es el reensamblaje, por aprés-coup, de elementos desgajados de los acontencial que ingresan de modo descompuesto, desarticulado, investido y resignificando representaciones. La teoría de las neurosis no se sostendrá en una regresión a un punto de fijación temporalmente establecido, sino que sería, precisamente, la quiebra de toda temporalidad lineal y se sustentaría en la progresión de aquellas representaciones que, al haber quedado en espera, en latencia, son sobreinvestidas por los tiempos posteriores que dan forma final aún cuando no definitiva al traumatismo. La elección de neurosis: relaciones entre los encadenamientos traumáticos y la estructura edípica de partida Freud se rehúsa a inclinarse por una explicación mono causal de las neurosis. Tiene oscilaciones en cuanto a poner el eje exclusivamente en factores exógenos o endógenos. El traumatismo no es equivalente al acontecimiento, sino que debe entrar en confluencia con factores previos a su desencadenamiento. 1. Factor: “herencia parental”: Que no implica una derivación de histeria en histeria, sino el intento de demostrar que, en la generación anterior, hay ya antecedentes patológicos. Este factor, ocultado celosamente por el paciente, es algo del orden de la sexualidad de los padres. Extraña herencia, que da cuenta de actos que lo involucran y que no cobre el carácter de lo hereditario orgánico. Lo que da un

carácter diverso a esta herencia es su carácter factual, el hecho de que la acción seductora del adulto ha sido capturada traumáticamente por el niño: como aflujo de excitación, como enigma a resignificar, a fantasmizar. 2. Factor: constitucional: Unas vivencias sexuales infantiles son la condición básica, la predisposición, para la histeria. Producen los síntomas histéricos, pero no de una manera inmediata, sino que al principio permanecen ineficientes y solo cobran eficiencia patógena, cuando pasada la pubertad son despertadas como recuerdos inconscientes. 3. Factor: el traumatismo desencadenante: Los síntomas de la histeria derivan su determinismo de ciertas vivencias de eficacia traumática que el enfermo ha tenido, como símbolos mnémicos de los cuales ellos son reproducidos en su vida psíquica. Los síntomas histéricos no remiten linealmente a una o a dos escenas sino a una red; cadena asociativa que siempre consta de más de dos eslabones. En resumen. Comunicar la resolución de un solo síntoma en verdad es la tarea de exponer un historial clínico completo. Una revisión del concepto de series complementarias A diferencia de la sumatoria propuesta por Freud, en la cual lo azaroso del acontecimiento se engarza con vivencias infantiles y con la disposición genética; S. Bleichmar plantea que lo azaroso de la historia entra ya cualificado desde el otro, implantado en el psiquismo infantil. En la primera infancia, el acontecimiento no deviene traumático por simple encadenamiento, sino por su ingreso significante en la estructura deseante que precede su cualificación. Paula única da entonces en el lugar de objeto maravilloso que vendrá a colmar todas las fallas de su madre, a cual esta hija es cedida a cambio de la apropiación que el padre realiza con sus otros 2 hijos. Esta estructura edípica de partida tiene ya su historia, que no se reduce a la historia edípica originaria de los padres. De las entrevistas posteriores con Paula Paula entro en brazos de la mamá. Con cierta rigidez que daba cuenta de su intención de no desprenderse del cuerpo al que estaba adherida. La tomé con firmeza de los brazos de la madre, no sin resistencia de su parte. Comenzó a chillar entonces, gritaba “ya me quiero ir… ya me quiero ir”, un llanto hondo y profundo se sucedió a los gritos. Me agache ante ella y le interpreté que cuando se separaba de mamá, sentía mucha rabia porque mamá podía divertirse con papá. Respondía entre llantos “sí, sí”. Le dije entonces que no podía jugar, ni conmigo, ni con los juguetes, porque jugar era pasarla bien, divertirse y entonces mamá se iba a vengar dejándola solita. Gritó con angustia “y choco… y choco… y se cayó de la cama, el piso estaba sucio, todo sucio y cayó y chocó con el piso sucio”. Hice entonces una intervención; cuando durmió en la cama con mamá y papá y vio que ellos se divertían juntos, que chocaban sus cuerpos, sintió ganas de tirar a mamá de esa cama sucia. Luego la mamá se cayó y chocó y temió hacerla matado. “Sí, si (llora), el piso sucio, la cama sucia…. Y se cayó y se cayó”. Luego se trepa a mi falda y se duerme profundamente hasta el final de la entrevista. Varias entrevistas más fueron realizadas en las cuales seguimos ya más tranquilamente, hablando y jugando. Fue en la penúltima de ellas cuando Paula se había constituido en mi paciente. El tipo de intervención realizada tuvo carácter un tanto brusco, mis interpretaciones padecieron de la falta de tiempo suficiente para corroborar las hipótesis formuladas; con cierto aire Kleiniano. En mi descargo, diré que no fue la teoría descarnada y más allá de paciente lo que guió el tipo de mis intervenciones. Si no que surgen del material expuesto que se anudan. Lo fundamental era el ofrecimiento de la interpretación en términos de hipótesis. En ningún momento me adherí a mis certezas, ni a la posibilidad de ser refutada por Paula hubiera sido entendida por mi parte como el ejercicio de una resistencia.

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