Rodolfo Llinas Neurofisiologia Bisofisica

August 1, 2018 | Author: cabezadechito | Category: Brain, Neuron, Mind, Earth & Life Sciences, Neuroscience
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(1934-

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científico colombiano que desarrolló la magnetoencefalografía. magnetoencefalografía. Estudió medicina en la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, hizo su posgrado en las universidades de Harvard y Minnesota. Trabajó con sir John Ecless en Australia. Reside en Estados Unidos, donde es profesor y jefe del Departamento de Biofísica y Neurofisiología de la Universidad de Nueva York. Sus investigaciones versan sobre el origen de la conciencia, y se opone a la teoría de la conectividad celular. Llinás plantea que la imagen no se produce gracias a una actividad espacial del cerebro, sino a partir de una actividad en el tiempo; es decir, las neuronas intercomunicadas no forman un tejido en el que cada percepción ocupa un lugar, sino que cada neurona contiene su respectiva percepción en forma de señal cargada eléctricamente, de tal forma que el tálamo, por medio de un barrido, forma un momento de conciencia. Para este fin, ha desarrollado una técnica de exploración cerebral, la magnetoencefalografía. Ha publicado más de 200 artículos y varios libros.

Conciencia, Conciencia, en el uso moderno, término que denota varios factores esenciales en la experiencia moral. Así, el reconocimiento y aceptación de un principio de conducta obligada se denomina conciencia. En teología y ética, el término hace referencia al sentido inherente de lo bueno y lo malo en las elecciones morales, al igual que a la satisfacción que sigue a la acción considerada como buena y a la insatisfacción y remordimiento que resulta de una conducta que se considera mala. En las teorías éticas antiguas, la conciencia se consideraba como una facultad mental autónoma que tenía jurisdicción moral, bien absoluta o como reflejo de Dios en el alma humana «El cerebro es una entidad muy diferente de las del resto del universo. Es una forma diferente de expresar todo. La actividad cerebral es una metáfora para todo lo demás. Somos básicamente máquinas de soñar que construyen modelos virtuales del mundo real». De Conversaciones con Rodolfo Llinás No son palabras de un filósofo ni de un poeta, aunque su obra establece un puente entre éstos y la ciencia. Es la provocadora conclusión a la que ha llegado, tras cuarenta años de estudiar el sistema nervioso, uno de los cerebros más brillantes de nuestra época: el neurocientífico Rodolfo Llinás Riascos. Partió del estudio microscópico del funcionamiento unicelular de las neuronas hasta convertirse en fundador y pionero de la neurociencia. Ésta integra diversas ciencias para entender el funcionamiento del cerebro: biología, filosofía, fisiología, sistemas, bioelectricidad, cognición, psicología, medicina, psiquiatría, informática, zoología, evolución, antropología y geometría, por mencionar sólo algunas. En todas esas aguas navega con propiedad Llinás, hasta revolucionar el concepto que antes se tenía sobre el sistema nervioso, es decir, «la esencia de la naturaleza humana». Sus colegas dicen que la obra de Llinás rompe por completo las antiguas creencias y marca un nuevo paradigma sobre la manera de entendernos a nosotros mismos y nuestra interacción con lo que llamamos «realidad». Luego de publicar más de quinientas investigaciones y catorce libros científicos, Llinás decidió compartir sus hallazgos con el público no especializado a través de un libro pedagógico que sintetiza su hipótesis sobre la electrofisiología de la Curso Postgrado de Terapia Neural On-Line por Internet

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subjetividad: El cerebro y el mito del yo, de Editorial Norma. En la obra, salpicada de metáforas tan didácticas, cómicas y lúcidas como su autor, se resume el trabajo de este colombiano de 68 años, nacionalizado hace cuarenta en Estados Unidos, director del Departamento de Fisiología y Neurociencia de la Universidad de Nueva York, asesor de la Nasa, miembro de las academias de Ciencia de Estados Unidos, Francia, España y Colombia, y varias veces postulado al premio Nobel, entre muchas otras distinciones. Con su melena cana y una inexplicable belleza infantil en el esplendor de su sexto piso, dialogó así con Número: Por qué nos parece tan misteriosa la mente? Supongo que la conciencia, el pensamiento y los sueños nos resultan tan extraños porque parecen ser impalpablemente internos. Ello podría deberse a que, desde un punto de vista evolutivo, nosotros los vertebrados podemos considerarnos crustáceos volteados hacia fuera. Me explico: los crustáceos son exoesqueléticos, es decir, tienen un esqueleto externo. En cambio, nosotros somos endoesqueléticos, o sea, tenemos un esqueleto interno. Esto implica que, desde cuando nacemos, somos altamente conscientes de nuestros músculos, pues los vemos moverse y palpamos sus contracciones. Comprendemos de una manera muy íntima la relación entre la contracción muscular y el movimiento de las diversas partes del cuerpo. Desgraciadamente, nuestro conocimiento acerca del funcionamiento del cerebro no es directo. ¿Por qué? Porque en lo que a masa cerebral se refiere, ¡somos crustáceos! Nuestro cerebro y nuestra médula espinal están cubiertos por un exoesqueleto implacable: el cráneo y la columna vertebral. A diferencia del resto del cuerpo, no vemos ni oímos nuestro cerebro, no lo sentimos palpitar, no se mueve y no duele si lo golpeamos, ya que está protegido por la portentosa estructura del cráneo. Si tuviéramos la masa cerebral por fuera del cráneo y pudiéramos ver o sentir el funcionamiento del cerebro, nos resultaría obvia la relación entre la función cerebral y la manera como vemos, sentimos o pensamos. De la misma manera que ahora nos resulta obvio lo que sabemos sobre el funcionamiento de músculos y tendones, cuyo movimiento disfrutamos tanto que organizamos competencias mundiales para comparar y medir masas musculares. Pero no disponemos de una parafernalia análoga para medir directamente el funcionamiento del cerebro. Supongo que por eso algunas personas piensan que la mente, la conciencia o el «yo» están separados del cerebro. Y por eso en la neurociencia se dan conceptos muy diversos sobre la organización funcional del cerebro. En cuanto a nuestros amigos los crustáceos, que no se dan el lujo de conocer en forma directa la relación entre la contracción muscular y el movimiento, el problema de cómo se mueven, en caso de que pudieran considerarlo, podría resultarles tan inexplicable como lo es para nosotros el pensamiento o la mente.

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Por eso decían que el cerebro es una «caja negra» misteriosa, hasta cierto punto pasiva, con la que llegamos «en blanco» al nacer y que recibe estímulos del mundo externo, los interpreta y devuelve a través de los sentidos. ¿Qué opina usted? Digo que el cerebro enfrenta al mundo externo, no como una máquina adormilada que se despierta sólo mediante estímulos sensoriales, sino por el contrario como un sistema cerrado, autorreferencial (parecido al corazón), en continua actividad, dispuesto a interiorizar e incorporar en su más profunda actividad imágenes del mundo externo, aunque siempre en el contexto de su propia existencia y de su propia actividad eléctrica intrínseca. Para funcionar, el sistema no depende tanto de los sentidos como creíamos, como lo prueba el hecho de que podemos ver, oír, sentir o pensar cuando soñamos dormidos o cuando fantaseamos despiertos, en ausencia de estímulos sensoriales. Tampoco creo que el sistema nervioso sea una tabla rasa en el momento del nacimiento. Años de evolución hacen que cada bebé nazca con un cerebro hasta cierto punto organizado, con un «a priori neurológico» que le permite ver, sentir u oír sin necesidad de aprender a hacerlo. Nacemos, por ejemplo, con la capacidad de aprender cualquier idioma. Serán la cultura y la educación las que determinen cuál. Pero la estructura básica nace con nosotros. La historia evolutiva demostró que únicamente los animales capaces de moverse necesitan cerebro (por eso las plantas, quietas y arraigadas, aunque tan vivas como nosotros, no lo necesitan). Y que, en principio, la función principal de éste es la capacidad de predecir los resultados de sus movimientos con base en los sentidos. El movimiento inteligente se requiere para sobrevivir, procurarse alimento, refugio y evitar convertirse en el alimento de otros, pero como sería imposible sobrevivir si predijéramos con la cabeza y con la cola al mismo tiempo, se necesita centralizar la predicción en el cerebro. A esa centralización de la predicción la conocemos como el «sí mismo» de cada uno de nosotros. Por qué dice que el color, el dolor o el sonido no existen afuera sino adentro? Lo que hay afuera no es necesaria y únicamente lo que los seres humanos vemos. En realidad, afuera hay todo un caos lleno de cosas que nuestro cerebro no percibe porque no tiene necesidad de hacerlo para sobrevivir: ondas sonoras, electromagnéticas, átomos, partículas de aire, etc. Cada cerebro animal, incluido el humano, aprendió evolutivamente a discriminar de ese caos externo sólo aquello que requiere para sobrevivir. Por eso, los perros «ven» con el olfato, los murciélagos ciegos con el oído, los pajaritos ven muchos más colores que nosotros y no tenemos seguridad de que sean los mismos nuestros, etcétera. Ejemplo: si un perro y una persona quieren buscar a alguien en un aeropuerto, le damos a la persona una foto del extraviado y al perro una media. Pero si lo hacemos al revés, la foto para el perro y la media para la persona, ¡seguramente nunca encontraremos al perdido! (risas). Así, se establece un diálogo entre nuestro mundo interno y el mundo externo, por medio de los sentidos, que nos permite elaborar representaciones virtuales de los fragmentos del mundo real que necesitamos para sobrevivir. Pero no tenemos la visión íntegra de todo lo que hay allá afuera. Lo que pasa es que a través de unos quinientos o setecientos años de evolución, los humanos nos Curso Postgrado de Terapia Neural On-Line por Internet

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hemos puesto de acuerdo en una especie de «alucinación colectiva estándar» y vemos más o menos lo mismo. Eso es lo que nos permite ser una sociedad con referentes universales. ¿Por qué dice que el «yo» es un mito? Los seres humanos no tenemos cerebro. Somos nuestro cerebro. Cuando le cortan la cabeza a alguien, no lo decapitan sino que lo decorporan. Porque es en este prodigioso órgano donde somos, donde se genera nuestra autoconciencia, el «yo» de cada uno. Por tanto, lo que llamamos «yo» no es separable del cerebro. Si dijéramos «el cerebro me engaña», la implicación sería que mi cerebro y yo somos dos cosas diferentes. Mi tesis central es que el «yo» es un estado funcional del cerebro y nada más, ni nada menos. El «yo» no es diferente del cerebro. Ni tampoco la mente. Son unos de tantos productos de la actividad cerebral, a partir de la cual hemos llegado a la Luna y tenemos posibilidades ilimitadas de hacer realidad nuestros sueños. ¿Cómo puede ser el «yo» un estado funcional del cerebro? El núcleo de mi tesis radica en el concepto de oscilación neuronal, como la de las cuerdas de una guitarra o de un piano cuando las pulsamos. Las neuronas tienen una actividad oscilatoria y eléctrica intrínseca, es decir, connatural a ellas, y generan una especie de danzas o frecuencias oscilatorias que llamaremos «estado funcional». Por ejemplo, los pensamientos, las emociones, la conciencia de sí mismos o el «yo» son estados funcionales del cerebro. Como cigarras que suenan al unísono, varios grupos de neuronas, incluso distantes unas de otras, oscilan o danzan simultáneamente, creando una especie de resonancia. La simultaneidad de la actividad neuronal (es decir, la sincronía entre esta danza de grupos de neuronas) es la raíz neurobiológica de la cognición, o sea, de nuestra capacidad de conocer. Lo que llamamos «yo» o autoconciencia es una de tantas danzas neuronales o estados funcionales del cerebro. Hay otros estados funcionales que no generan conciencia: estar anestesiado, drogado, borracho, «enlagunado», en crisis epiléptica o dormido sin soñar. Cuando se sueña o se fantasea, ya hay un estado cognoscitivo, aunque no lo es en relación con la realidad externa, dado que no está modulado por los sentidos. Pero en los otros casos o estados cerebrales, la conciencia desaparece y todas las memorias y sentimientos se funden en la nada, en el olvido total, en la disolución del «yo». Y, sin embargo, utilizan el mismo espacio de la masa cerebral y ésta sigue funcionando con los mismos requisitos de oxígeno y nutrientes. Aunque el estado funcional que denominamos «mente» es modulado por los sentidos, también es generado, de manera especial, por esas oscilaciones neuronales. Por tal razón podríamos decir que la realidad no sólo está «allá afuera», sino que vivimos en una especie de realidad virtual. Es decir, que no es tan distinto estar despierto que estar dormido... El cerebro utiliza los sentidos para apropiarse de la riqueza del mundo, pero no se limita a ellos. Es básicamente un sistema cerrado, en continua actividad, como el corazón. Tiene la ventaja de no depender tanto de los cinco sentidos como creíamos. Por eso, cuando soñamos dormidos o fantaseamos, podemos ver, oír o sentir, sin usar los sentidos, y por eso el estado de vigilia, ese sí guiado por los sentidos, es otra forma de «soñar despiertos». Curso Postgrado de Terapia Neural On-Line por Internet

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El cerebro es una entidad muy diferente de las del resto del universo. Es una forma distinta de expresar «todo». La actividad cerebral es una metáfora para todo lo demás. Tranquilizante o no, el hecho es que somos básicamente máquinas de soñar que construyen modelos virtuales del mundo real. ¿Cómo mantener activa nuestra «máquina de soñar»? Estamos hablando de que todos estos prodigios de la mente se generan en tan sólo un kilo y medio de masa cerebral, con un tenue poder de consumo de catorce vatios. De manera que para mantenerla en forma se requieren buena nutrición, buena oxigenación y protegerse de golpes. Sin embargo, lo más importante es usar el cerebro, cosa que muchas personas no parecen tener tan claro. El problema es que la inteligencia es limitada pero la estupidez es infinita. Por eso es tan urgente promover una buena educación, que enseñe a pensar claramente a través de conceptos y no de mera memorización de datos. Hay que entender la diferencia entre saber (conocer las partes) y entender (ponerlas en contexto). Por ejemplo, una lora sabe hablar pero no entiende nada. ¿Por eso en su investigación se busca la síntesis y no la especialización, propia de la ciencia positiva estadounidense? El análisis del detalle es más fácil que la síntesis, pero no es suficiente. Como en la película La tienda de empeño, donde Chaplin atiende a un cliente que le pide arreglar un reloj. Saca abrelatas, alicates, empieza a sacar las partes hasta desbaratarlo por completo. Luego pone todos los pedazos en el sombrero y se los entrega al desolado cliente. ¡El señor desbarató el reloj y no lo pudo volver a construir! Así es la ciencia analítica o especializada: sin la síntesis, sólo tiene grandes cantidades de pedazos de cosas. No obstante, es incorrecto decir que mi trabajo es síntesis de fisiología con biología, con zoología, entre otras ciencias. Mi interés es explicar cómo son las cosas. El problema es que esos cajones del saber («esto es física, esto es química, etc.») son artificiales, por lo cual yo no los respeto. El mundo es uno. Y la gente le da nombres porque es estúpida y se fracciona en función de palabras, en vez de tomar las cosas por lo que son. Lo que estoy tratando de hacer es muy peligroso, porque yo me puedo mover de lo molecular a lo cósmico, sin problemas. Y eso resulta sospechoso para los científicos tradicionales, que sólo respetan el conocimiento muy especializado. En términos generales, los científicos se catalogan entre «topos» y «zorros». Los topos taladran, buscan la profundidad y cada vez saben más y más de una sola Curso Postgrado de Terapia Neural On-Line por Internet

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cosa. Los zorros lo ven todo, pero por lo mismo saben poco de mucho. Alguien dijo sobre mi trabajo: «Ese señor Llinás es ambas cosas: un topo y un zorro. O mejor, un ¡“zorrotopo”!» (risas). Mi propuesta es que la ciencia sea análisis y síntesis, que la neurociencia se aventure a cuatro órdenes de magnitud y no sólo se quede en lo microscópico, y que así podamos no sólo saber sobre el cerebro, sino entenderlo, porque mientras más comprendamos la portentosa naturaleza de la mente, el respeto y la admiración por nuestros congéneres se verán notablemente enriquecido EDUARD PUNSET: Si alguien programa algo es la mente. Pero de la mente no sabemos nada, porque la mente está cerrada, es algo impenetrable, misterioso. Tú has dicho que somos lo contrario de los crustáceos, nuestra parte blanda está fuera, es como si nos hubieran dado la vuelta hacia fuera y dentro nos hubiera quedado la columna, el esqueleto y el cerebro. RODOLFO LLINÁS: Sí. Pero la situación es aún más real, no es una comparación metafórica. Esta situación ocurrió realmente. Cuando miras un cangrejo, ves que tiene un caparazón, se mueve y mueve las pinzas. Pero si tu lo golpeas, es duro. En cambio, si tu golpeas una vaca, es blanda, pero si empujas suficientemente notas que dentro tiene huesos. Por lo tanto, nosotros tenemos endoesqueleto, y los crustáceos esqueleto fuera, exoesqueleto, y dentro son blanditos. La diferencia es monstruosa si uno piensa como se entienden las cosas. Imaginemos por un momento que hubiera un cangrejo inteligente, que pensara: "cómo me muevo?". Creería que la respuesta es misteriosa, porque lo blando está dentro. Esto no nos pasa a nosotros, porque lo blando está fuera y lo podemos tocaRodolfo Llinás: Tocamos los tendones y el movimiento no es misterioso para nosotros. EDUARD PUNSET: Tu has dicho alguna vez que sólo tienen cerebro los que lo necesitan. Las plantas no tienen sistema nervioso. RODOLFO LLINÁS: Sí, esto es así. La gente piensa que el cerebro apareció de repente, y eso no es verdad, sino que apareció trabajosamente y ha tardado 750 millones de años. Lo que pasó es lo siguiente: las células únicas, que vivieron como células únicas por dos billones de años, decidieron formar una corporación, es decir hacer un animal. Más que nada porque hay grandes ventajas en ello. Entonces se crea un sistema que puede interactuar con cosas más grandes. Y ahí se crearon casi dos filosofías. La filosofía de las plantas, que son animales como nosotros, que tienen circulación, se reproducen y mueren, pero que no se mueven activamente. Hay un incendio y los árboles no salen corriendo, pero los monos que hay en los árboles sí. Esta es la filosofía de estar quieto: no me puedo mover y voy a hacer lo mínimo necesario para poder sobreviviRodolfo Llinás: Y luego está la otra filosofía, que es la del movimiento. Ahora bien, para moverse se requiere el sistema nervioso. Entonces el sistema nervioso surgió y evolucionó de la necesidad de moverse. Curso Postgrado de Terapia Neural On-Line por Internet

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EDUARD PUNSET: O sea, que el cerebro realmente surge en aquellos organismos vivos que se mueven. RODOLFO LLINÁS: Sí, que tienen movimiento, pero movimiento con intencionalidad. Quieren moverse hacia una situación. Porque al fin y al cabo, los árboles se mueven con el viento, o cuando el sol cambia de posición, pero los animales tienen que moverse en el mundo externo, y por lo tanto requieren una imagen, aunque sea muy primitiva, de hacia dónde se están moviendo, porqué se podrían estar dirigiendo hacia la boca de una persona o de un animal que se los va a comer, por ejemplo. Entonces, moverse es peligrosísimo si no se tiene una imagen muy sencilla dentro del mundo de fuera. Esta es la clave. EDUARD PUNSET: De eso sale el cerebro. RODOLFO LLINÁS: Sí, el sistema se requiere para predecir el movimiento. EDUARD PUNSET: ¿Cuál debe de ser el organismo que dio lugar al primer esbozo de este artilugio que luego fue cableado, intrínsicamente capaz de generar imágenes que emulan lo que hay en el exterior, aunque no sea exacto? EDUARD PUNSET: Sí. Si se busca el animal que podría demostrar esta hipótesis de la que estamos hablando, el eslabón perdido de cómo apareció el sistema nervioso, se encuentran unos animales que se llaman tunicados, que viven en el fondo del maRodolfo Llinás: Son como una especie de botella, tienen una piel delgadita, de un color muy bonito, como el azul, y sólo toman agua y la empujan con un filtro. Tienen simplemente una entrada y una salida de agua, y este sistema tan mínimo no requiere cerebro. Solamente un cerebro muy primitivo, digestivo, que activa una sencilla bomba de agua. Y no les hace falta saber qué hay fuera ni a dónde dirigirse para buscar agua, porque están rodeados de agua. Cuando estos animales se reproducen, generan una semilla inteligente, y aquí está la situación extraordinaria. Porque la mayoría de los vegetales generan millones de semillas, pero muchas se mueren o no tienen la posibilidad de generar un nuevo árbol. En cambio, la semilla de los tunicados, que es móvil, como un renacuajo, tiene capacidad de recibir luz, sabe donde es arriba y donde es abajo, es decir tiene un sistema vestibular, tiene tacto, tiene la posibilidad de entender muy brevemente el mundo externo, y se mueve activamente; pero sólo tiene una hora de vida, porque a la hora se le acaba la batería, ya que carece de aparato digestivo. Nace con una yema que se come a medida que va muriendo. Y en una hora debe buscar un sitio donde fijarse. Cuando encuentra ese lugar, se fija en él, mete la cabeza y absorbe su propio cerebro. Ya no lo necesita. (EDUARD PUNSET: Eso le pasa a alguna gente cuando se aposenta.) Curso Postgrado de Terapia Neural On-Line por Internet

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RODOLFO LLINÁS: Y esto demuestra la relación entre la inteligencia y la capacidad motriz. Lo que ha pasado en la evolución es que algunas de estas formas han adquirido el aparato digestivo, y entonces ya pueden continuar explorando el universo. Y esos somos nosotros, es decir todos los vertebrados. EDUARD PUNSET: Demos un pasito más, y veamos qué pasa cuando necesitas predecir un poco lo que va a ocurrir, y programarlo. ¿Necesitas ya un organismo más complicado? RODOLFO LLINÁS: Claro. Y entonces lo que pasa es que los animales desarrollan una cabeza. ¿Qué es la cabeza?. La cabeza es el punto de lanza del animal que se mueve. Y como las cosas nuevas siempre vienen de delante, porque uno se está moviendo hacia delante; los ojos están delante, y los oídos, y todos los aparatos de percepción del universo están enfrente. Primero porque de ahí viene la información, y segundo porque la respuesta que se puede dar a un mundo externo es mucho más rápida. EDUARD PUNSET: Y para eso este artilugio tiene que ser capaz de representar intrínsecamente, interiormente, algo de lo que está ocurriendo fuera. Algo, pero no lo mismo. RODOLFO LLINÁS: Claro, porque este sistema es un sistema cerrado, que está perforado por los sentidos. El sistema nervioso tiene que hacerse una idea de lo que cree que hay afuera, y lo hace en base a la memoria, a la memoria genética y en base a lo que llega a los sentidos. Con esas tres variables genera un estado interno que solamente existe adentro. Porque solamente dentro uno mezcla el rojo de una manzana, con la redondez de la manzana, con el tacto de la manzana, con el sabor de la manzana, con el olor de la manzana. Esas cosas, las genera el sistema nervioso. Y uno es incapaz de imaginarse el mundo de otro modo, porque así lo hemos construido. Hay cosas que no vemos, como las señales de televisión que nos están perforando, ni las ondas de radio, ni muchas otras cosas, sólo vemos lo que nos importa. Lo que no nos importa lo ignoramos. EDUARD PUNSET:¿Cómo es posible que una manzana sólo exista en el cerebro? RODOLFO LLINÁS: Sí, esto es así. Porque si uno es mosca, posiblemente ve la manzana de un modo totalmente diferente. Y si uno es caballo, también. Entonces, estamos recibiendo una imagen interna de lo que es la manzana para nosotros. Como es tan nuestra, no nos imaginamos que tenga valores diferentes para los diferentes animales. Y que si no hay cerebro, las manzanas no existen. Son, pero no son reconocidas. Pero lo realmente interesante es que el sistema es cerrado. Si me duermo, sueño con gran detalle, con música, en colores, leo, todo ello cosas que no existen. Entonces yo sé que los pedazos de cosas de los cuales está Curso Postgrado de Terapia Neural On-Line por Internet

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hecha la realidad están dentro. Y lo que yo hago son objetos que son estados funcionales. La demostración preciosa de que el sistema es cerrado es el hecho de que uno pueda pensar una cosa, inventar una cosa, y luego hacerla, cuando esa cosa nunca existió fuera. EDUARD PUNSET: ¿En qué estás pensando? RODOLFO LLINÁS: Me imagino un aparato que tenga las mismas propiedades en pequeño que la rotación de la tierra. Eso se llama reloj. Es un aparato rarísimo, porque es un pedazo de metal, que representa en un mundo totalmente diferente la hora, es decir la posición entre el sol y la tierra en un momento dado. No hay igual, fuera de la raza humana, porque se necesitaba un aparato que pensara esto y luego lo hiciera posible, de modo que en nuestro caso el sistema nervioso ha llegado a tal desarrollo que podemos convertir en realidad nuestros sueños. EDUARD PUNSET: En alguna parte hablas de tormentas eléctricas poderosísimas. Este artilugio capaz de construir estas representaciones lejanas de algo que se supone que está fuera, o de un sueño, necesita que sus neuronas se comuniquen y que lo hagan a veces en una especie de estallido, que no sólo se haga en una oscilación rítmica, lo que tu llamas una coherencia, como un ejército que se mueve rítmicamente, marcando el paso. RODOLFO LLINÁS: Imagínate que grito "¡no!" y doy un golpe brusco sobre la mesa con el brazo. El brazo se ha movido y ha transmitido energía a la mesa al mismo tiempo que el aparato bucal ha producido un sonido. Todo esto es un estado funcional que se ha generado al mismo tiempo. Yo no puedo secuenciar las partes. Si tu miras dentro del cerebro en ese momento ves millones de células que cómo los espectadores en un estadio dicen gol a un tiempo. Imagínate que dentro de la cabeza millones de células se activan al mismo tiempo. EDUARD PUNSET: ¿Qué dirías si alguien te dijera: en el inicio de la casi vida fue un cristal, y luego durante 3500 millones de años ha sido el DNA, que sigue siendo un cristal, y luego será el silicio? RODOLFO LLINÁS: Y tu sabes muy bien que hay hoy en día muchos aparatos que se hacen con cristales líquidos, como los teléfonos móviles. Son sistemas muy bien organizados, de poco movimiento, que son capaces de tener ciertos estados funcionales. EDUARD PUNSET: Tu dices que la vida es un sistema. RODOLFO LLINÁS: Sí, una mitocondria o una célula, por sí sola, no está viva. Pero el sistema tiene propiedades que llamamos vida. Este es el principio de la bicicleta. El espíritu de la bicicleta está en su sistema, no en una llanta, o en el manillaRodolfo Llinás:

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EDUARD PUNSET: Pero el 90% de las actividades de este sistema son automáticas. ¿Y el resto? RODOLFO LLINÁS: Como humanos, vemos que somos animales cerebrales. Nacemos desnudos, sin la posibilidad de sobrevivir solos, y morimos con la forma casi de un feto. Somos siempre como niños. Si pensamos en nuestra fuerza dentro del reino animal, estamos en la escala menoRodolfo Llinás: Una gallina casi corre más rápido que nosotros. Cualquier otro animal nos gana en correRodolfo Llinás: En vez de tener gran fortaleza física, hemos desarrollado otro nuevo sistema interaccional: el pensar, solucionar los problemas sin movernos. Dentro del cerebro realiza todas las posibles soluciones para poder generar fuera la mejor solución, por ejemplo hacer una escalera. El sistema nervioso tiene la capacidad para nosotros última, pero para eso se requiere poder respirar sin tener que pensar, o digerir, o moverse. De eso se ocupa el cerebro automático, vegetal, que vive en el tallo cerebral, el hipotálamo, etc. El otro es el que genera la conciencia, el sistema tálamo cortical. EDUARD PUNSET: El más reciente, el que se ha hecho grande hace poco. RODOLFO LLINÁS: Hay dos grandes sistemas: el más primitivo, el de las pasiones, del dolor, porque aunque la gente no lo sepa el dolor es una pasión, de la envidia, de la pereza, de la lujuria, del comer, del sentir, etc, que no es negociable. Alguien te gusta, o no. Algo te gusta, o no. Como le pasa al reptil. La posibilidad de negociar con la realidad sólo ocurre cuando el segundo sistema, el neocórtex, aparece, que de todos modos está totalmente dominado por las pasiones. EDUARD PUNSET: ¿A dónde vamos? ¿Tiene unos límites esta computadora adicional que nos ha hecho evolucionar tecnológicamente tanto? RODOLFO LLINÁS: La repuesta tiene dos aspectos, a mi entender. Uno es la naturaleza de lo que somos, y otro a dónde vamos. Si uno mira dentro de la cabeza vemos que el cerebro no es una salchicha sin sentido, sino un instrumento con una geometría, y un sitio para cada cosa, y una comunicación radial entre el tálamo y la corteza, y la ventaja de esta situación es que si hay que comunicarse de corteza a corteza y hubiera que ir por los caminos de la corteza, que pueden estar o muy cerca o muy lejos, la posibilidad de que todo ocurra al mismo tiempo sería mucho más difícil, porque primero actúa lo que está cerca y luego lo que está lejos. Si la comunicación se hace hacia el centro y desde el centro, todo está a la misma distancia, y por lo tanto las cosas pueden ocurrir al mismo tiempo, a través de la actividad eléctrica. El tálamo es el que crea el sistema de coherencia temporal, que llamamos conciencia, o realidad virtual.

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EDUARD PUNSET: ¿Y a dónde nos dirigimos, a lo androide o al robot electrónico? RODOLFO LLINÁS: O a una cosa totalmente diferente. ¿Será posible que haya una conciencia colectiva?. Imagínate que yo cuelgo una hipótesis de trabajo en Internet, y en media hora me la devuelven totalmente revisada, o incluso refutada. Entonces yo como creador apenas propongo cosas, porqué todo se decide colectivamente. Esto es lo que pasa dentro del cerebro. EDUARD PUNSET: Parece ser que la gran diferencia con los ordenadores, por ejemplo en los juegos de ajedrez, es que el homínido tiene una gran capacidad para descartar lo irrelevante y concentrarse en lo que intuye que vale, mientras que la máquina no, realiza doscientos millones de posiciones por segundo a fuerza bruta. RODOLFO LLINÁS: Exactamente. Esto es lo que nos distingue, la capacidad para resaltar lo irrelevante y ponerlo en contexto. Nosotros actuamos por alguna razón, mientras que el ordenador hace lo que le ordenan. Hay un famoso cuento sobre la diferencia entre la semántica y la sintaxis. Es un punto clave y muy revelador de la diferencia entre el ordenador y el hombre. Se trata de meter a una persona en un cuarto cerrado y obligarla a hacer cambios en cosas que tiene ahí que tienen garabatos, y descubre que se pueden traducir con un diccionario en otras cosas, y después de cierto tiempo se le dice que está traduciendo del árabe al chino divinamente. La persona responde que no sabe ni árabe ni chino. Este señor habrá entendido la sintaxis, pero no sabe la semántica, no sabe qué está haciendo. Los ordenadores tienen solamente sintaxis, hasta ahora, y no pueden tener semántica, hasta que no sepan qué son y hasta que no empiecen a moverse... EDUARD PUNSET: Entonces necesitarán representarse interiormente la imagen del mundo exterior y... RODOLFO LLINÁS: No lo sabemos, pero yo te estaba hablando de una cosa un poquito diferente. El hecho es que en este momento la posibilidad de votar, de ponernos de acuerdo en algo, es todavía poco flexible, pero imagina que hubiera un sistema para que todos pudiéramos dar constantemente nuestro punto de vista. Esa sociedad imaginaria decidiría las soluciones globales, sociales, políticas, y sería un nuevo sistema, que ya no estaría limitado por las capacidades del cerebro de una sola persona. No sé si vamos para allá o si seguiremos defendiendo nuestra individualidad

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Sesion Cientifica del 8 de octubre de 2002 -

"El cerebro y la conciencia", por el Excmo. Sr. D. Antonio Fernández de Molina y Cañas, Catedrático de Fisiología Asesor Científico Fundación Dr. Gregorio Marañón Académico de Número Real Academia Nacional de Medicina Sillón nº 29 -Fisiología General y BioquímicaRESUMEN Se revisan brevemente la historia de la concepción filosófica y biológica de la conciencia desde Aristóteles pasando por Descartes a los neurobiólogos modernos de los últimos 15 años que se han ocupado del tema. Comentamos el concepto de integración corticotalámica de Crick, el concepto de conciencia primaria y conciencia de orden superior de Edelman, la reciente concepción del núcleo dinámico de Edelman y Tononi para ocuparnos finalmente de la teoría de la resonancia cortico-talámica para la conciencia del Prof. Llinás. La teoría de Llinás se basa en las propiedades intrínsecas eléctricas de las neuronas que les permiten oscilar a distintas frecuencias. De esta oscilación y la interconectividad neuronal resultan los lazos dinámicos talamo-corticales, tanto específicos como inespecíficos. El lazo dinámico tálamo-cortical de los núcleos específicos de relevo conecta directamente y a través de interneuronas de la capa cuarta con las  pirámides. La descarga rítmica de las pirámides llega al núcleo reticular y de aquí a los núcleos tálamo-corticales específicos. Las propiedades oscilatorias de las interneuronas inhibitorias corticales pone en marcha un circuito reverberante, recurrente que tiene como función informar a la corteza cerebral del contenido de la información sensorial. Por otro lado los lazos resonantes tálamo-corticales de los núcleos no específicos,  sobre todo de los intralaminares conecta con la parte apical de las dendritas de las pirámides de capa uno y la descarga piramidal, como en el caso anterior, y llega directamente y a través del núcleo reticular a las neuronas intralaminares. La función de este núcleo, teniendo en cuenta los datos proporcionados por la neurología y los registros magnetoencéfalo-gráficos, sería actuar como la señal de integración para todas las áreas corticales activas de los lazos cortico-talámicos específicos. De esta manera, el lazo tálamo-cortical inespecífico actuaría como un mecanismo de conjunción, que nos da el contexto de la situación en la que se materializa el contenido informativo de los lazos específicos. La conciencia sería el resultado final de la integración de la actividad a 40 Herzios llevada por los lazos resonantes tálamo-corticales.

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The philosophical and biological concepts of conciousnes are briefly reviewed, from ARISTOTLES to DESCARTES to the modern neurobiologist of the last 15 years. The CRICK's corticothalamic integration view, the EDELMAN's primary and higher order conciousness concept as well as the EDELMAN and TONONI's dinamic core concept were discussed. Then the corticothalamic resonance theory by LLINAS was reported. Central to LLINAS' theory is the existence of electrical intrinsic properties of neurones in the central nervous system that allows them to oscillate at different frequencies and if the membrane properties are suitable also to resonate at specific frequencies. From this oscillation and the neuronal connectivity result the corticothalamic loops specific and non-specific. The dynamic corticothalamic loop of the specific thalamic nuclei connect directly as well as through the inhibitory interneurones in layer 4, with the pyramids in layer 5 and 6. The pyramid's rhythmic discharge excites the thalamic specific neurones and indirectly through the reticular neurones a rebound burst is also generated in the specific relay neurones. The oscillatory properties of cortical inhibitory interneurones initiate the action of the recurrent circuit whose function is to inform the cerebral cortex of the content of the sensory pathways. On the other side, the thalamocortical resonant loops of the non-specific nuclei, particularly the intralaminar, connect with the apical dendrites of layer 1 pyramids whose discharge go to the thalamic relay neurones directly and through the reticular nucleus. The clinical and MEG data are consistent with the suggestion that the intralaminar nucleus works as providing the binding signal to the sensory specific information conveyed by the specific pathways. In this way the non-specific corticothalamic loop would act as the conjunction mechanism along the dendritic apical shaft with the specific sensory information. The specific loop will give the content and the non-specific loop the context. Conciousness would be the final result of the summation of specific and non-specific 40 Hz activity conveyed by the resonant corticothalamic loops.

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