Resumen SOJA.

September 28, 2017 | Author: Rodrigo Blanco | Category: Agriculture, Soybean, Forests, Soil, Pesticide
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SOJA ARGENTINA Origen en el mundo:

De origen asiático, la soja cultivada (Glycine max) es nativa del este asiático, probablemente originaria del norte y centro de China. Hacia el año 3000 AC los chinos ya consideraban a la soja como una de las cinco semillas sagradas. Su producción estuvo localizada en esa zona hasta después de la guerra chino-japonesa (1894-1895), época en que los japoneses comenzaron a importar tortas de aceite de soja para usarlas como fertilizantes. Es el alimento fuerte de los pueblos del oriente. En La India se la promocionó a partir de 1935. Las primeras semillas plantadas en Europa provenían de China y su siembra se realizó en el Jardín des Plantes de París en 1740. Años más tarde (1765) se introdujo en América (Georgia, EE.UU.) desde China, vía Londres. Sin embargo, no fue hasta la década del 40 donde se produce la gran expansión del cultivo en ese país, liderando la producción mundial de soja a partir de 1954 hasta la actualidad. En Japón se dice: "El que tiene soja, posee carne, leche y huevo". Ha servido de alimento a los paracaidistas alemanes, en forma de tabletas durante la segunda guerra mundial y su uso está generalizado en Estados Unidos y en el Brasil. Actualmente Estados Unidos es el primer productor mundial de soja. En Brasil fue introducida en 1882, pero su difusión se inició a principios del siglo XX y la producción comercial comenzó también en la década del 40, constituyéndose en la actualidad en el segundo productor mundial de grano de soja. Estados Unidos, Brasil, Argentina e India son los países que lideran dicha producción en la actualidad. Origen en Argentina: Las primeras plantaciones de soja en Argentina país se hicieron en 1862, pero no encontraron eco en los productores agrícolas de aquellos años. En 1925, el Ministro de Agricultura Le Bretón, introdujo nuevas semillas de soja desde Europa y trató de difundir su cultivo, conocido en esa época entre los agrónomos del Ministerio como arveja peluda o soja híspida. Hacia 1956 en la Argentina no se conocían aún los aspectos básicos de la soja como cultivo. Los fracasos en la implantación hicieron que fuese considerada para esa época como cultivo “tabú”. La primera vez que Argentina exportó soja fue el 5 de Julio de 1962, a través del buque “Alabama”, que partió en esa fecha llevando en su interior 6.000 toneladas con destino a Hamburgo (Alemania).

En 1996, Felipe Solá, el Secretario de Agricultura en ese entonces, autoriza la siembra en nuestro país de la primera semilla de soja RR, un transgénico inventado por los científicos de la empresa Monsanto (la empresa norteamericana que desarrolló el 2-4-5-T, el famoso Agente Naranja, durante la guerra de Vietnam, un poderoso arboricida). El término RR significa resistente a Roundup, que es la marca comercial de herbicida glifosato, también inventado por Monsanto. Al mismo tiempo se imponía en nuestro país la siembra directa que, a diferencia de la labranza convencional, en lugar de dar vuelta toda la tierra sólo remueve un surco donde se deposita la

SOJA ARGENTINA semilla y el fertilizante. El sistema de siembra directa deja al suelo cubierto del rastrojo del cultivo previo, impidiendo la erosión por el viento o el agua. El proceso de sojización en la Argentina se dió rápidamente gracias a la combinación de la soja RR, la siembra directa y el herbicida glifosato. Debido a que el costo de todo el cultivo era de alrededor de un 30% menos, ya que se usa sólo el herbicida glifosato (que elimina todo menos la soja RR) en lugar de varios herbicidas selectivos para cada maleza; y además se usa una sola máquina (la de siembra directa) teniedo un costo menor en combustible. Actualidad de la soja en el país: Su producción se incrementó notoriamente en los años 70 hasta alcanzar en la actualidad más de 6.000.000 de hectáreas cosechadas con una producción de más de 11.000.000 de toneladas, convirtiendo a la Argentina en el cuarto productor mundial de grano, el primer exportador mundial de aceite de soja y el segundo de harina de soja. No debe sorprender, entonces, que la soja represente en la actualidad el rubro de exportación de mayor incidencia en el Producto Bruto Agropecuario del país, y el mayor generador de divisas. Actualmente el cultivo de soja ocupa una amplia zona ecológica que se extiende desde los 23º (en el extremo norte del país) a los 39º de latitud sur, concentrándose principalmente en la Región Pampeana, con cerca del 94% de la superficie sembrada y el 95% de la producción total del país. Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires representan las provincias de dicha región con mayor producción por área sembrada y magnitud de rendimientos.

Hoy en día, la gran cantidad de tierra que se utiliza para plantar soja llevó al desmonte de áreas de recreo, forestales, frutales y se ha llegado a un punto tal que las empresas sojeras expulsan a los pueblos originarios y a los campesinos que laboran y viven en sus tierras desde hace varias generaciones (hecho de amplio conocimiento por su difusión a través de los medios de

SOJA ARGENTINA comunicación). La gran diversidad de producción agrícola en nuestro país está cambiando hacia el monocultivo de soja transgénica. Pero eso no es lo peor, antes los chacareros eran libres no sólo de plantar la más variada cantidad de alimentos, sino que eran dueños de la semilla para sembrar de un año a otro, es decir el campesino guardaba una parte de la simiente para sembrar en la temporada siguiente. Esto hoy ya no sucede, porque la semilla es ahora propiedad de la empresa que la produjo, que la tiene patentada. De esta forma, temporada tras temporada, los campesinos se ven obligados a comprarla. El INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria) durante décadas desarrolló variedades agrícolas para el cultivo en la Argentina, pero en 1991 entregó su colección de germoplasma a los semilleros multinacionales, apropiándose éstos de los secretos de la producción nacional. Desde entonces, el control y la exportación de granos quedó en manos de las compañías cerealeras (como Monsanto) por destruirse la Junta Nacional de Granos; además, un organismo nacional como el INTA quedó al servicio de estas compañías. Todo esto privó a los agricultores de las semillas de germoplasma nacional realizadas para las condiciones de cultivo en las diferentes regiones del país. Así llegamos al momento actual donde han desaparecido variedades de lentejas, arvejas, maíz, trigo, lino, girasol, batata, etc., que habían sido desarrolladas por el INTA y sembradas durante décadas en el país. Pero previo a la instalación de este modelo productivo, hubo captación de intelectuales y de científicos, subordinando los ejes de investigación a los intereses de las trasnacionales. La sojización en nuestro país ha reducido el número de cabezas de ganado vacuno de 65 millones a 48,6 millones y el lanar de 60 millones de cabezas en 1970 a 12,5 millones ahora. Nos encontramos ante una situación en la cual exportamos proteínas baratas de origen vegetal para que otros países produzcan carne barata. Lo peor del cultivo de la soja RR, es la acción de su monocultivo continuado, ya que afecta la estructura y fertilidad del suelo, sumado al sistema de cultivo que se utiliza. Como la soja RR crece bajo pulverizaciones de glifosato, se la cultiva por el método de siembra directa, es decir, sobre los rastrojos del cultivo anterior, previa aplicación de herbicida. Posteriormente se aplica glifosato y los plaguicidas necesarios mediante fumigaciones aéreas o con equipos especiales. Cuando comenzó este sistema de cultivo, sus defensores destacaron el menor uso de agroquímicos, el no laboreo del suelo y de costo que implicaba como grandes beneficios. Si bien la siembra directa desacelera la degradación del suelo, resolviendo el problema de la erosión, es funcional a la penetración de empresas como Monsanto, ya que son necesarios de herbicidas para el control de las malezas tanto antes como después de la siembra. Hoy en día, luego de muchos años, la sojización en nuestro país ha producido una desertificación biológica de los suelos. La no roturación del suelo terminó generando acumulación de residuos orgánicos que no pueden ser mineralizados. Además destruye la biodiversidad del ecosistema por modificar la microflora y microfauna del suelo, ya que el uso de herbicida de forma continua elimina las bacterias del suelo, modificando la mineralización de la materia orgánica haciendo que el suelo sea infértil. La macrofauna también se ve afectada por la contaminación del suelo. Por otro lado, el uso continuado de herbicidas sobre el suelo produce también la aparición de

SOJA ARGENTINA malezas resistentes al mismo (por los mecanismos biológicos de selección y mutación), esto obliga a aumentar las dosis del herbicida o a usar otros más fuertes en su mayoría cancerígenos, que terminarán contaminando el suelo y las napas de agua. Las pulverizaciones de estos productos herbicidas (la mayoría restringidos en sus países de origen) destruyeron montes frutales y forestales, cinturones verdes que rodeaban ciudades y pueblos, produciendo emigración de pequeños productores a las villas de emergencia de las ciudades y una mayor concentración de la tierra. En Ituzaingó, ciudad de Córdoba, se han encontrado restos de agrotóxicos en los análisis del agua de las viviendas y hay afecciones alérgicas y pulmonares en niños, los días que hay fumigación aérea de los mismos. Respuesta al problema: La respuesta de los organismos de ciencia y técnica a esta preocupante situación es escasa. La comunidad científica parece sorda a las necesidades de nuestro país y nuestro pueblo. Los pocos que salen a denunciar el grave impacto ambiental que trae aparejado el monocultivo de soja son callados o no son escuchados. Pero estaría mal decir que la biotecnología no sirve, porque ese no es el problema, está claro que los organismos transgénicos permiten obtener una mayor y mejor producción. El problema reside en que los adelantos científicos en organismos transgénicos no se encuentran al servicio del pueblo, sino de las empresas multinacionales que explotan el suelo haciendo oídos sordos a los estudios de impacto ambiental y arrasando con lo que se les tope por el camino. Hoy, más que nunca, hace falta en nuestro país, la independencia de los organismos de ciencia y técnica de los intereses de las multinacionales, y que estos organismos tengan una influencia real en las políticas que el gobierno se da hacia las empresas que practican el cultivo de soja en la Argentina.(CampoNOVA.com). Industria Argentina La Pampa Húmeda es una de las principales zonas de producción agrícola del mundo y es donde se concentra la producción de soja en la Argentina. Está integrada por cuatro de las principales provincias agrícolas del país, Santa Fe, Córdoba, Buenos Aires y La Pampa. Se trata de una de las zonas más ricas del país en cuanto a calidad de suelo tanto para la agricultura como para la ganadería. Es aquí donde se cultivan más de 10 millones de hectáreas de soja, el 71% de la superficie total sembrada en el país. Es también por este motivo que la mayor parte de las empresas que procesan soja en el país se encuentran localizadas en la provincia de Santa Fe, donde se concentra más del 76% (18,5 millones de toneladas) de la capacidad de molienda total de soja del país. La Pampa Húmeda se caracteriza por tener suelos profundos con buen contenido de materia orgánica, con buen nivel de nutrientes en sus suelos, salvo el sudeste de la provincia de Buenos Aires donde se registra un marcado déficit de fósforo que obliga a fertilizaciones anuales en el cultivo de trigo. En el resto de la Pampa Húmeda el contenido de fósforo en los suelos no es limitante para el cultivo de soja. Las lluvias anuales se ubican en un rango que va de los 700 a 1300 mm y no se registran zonas con déficit de agua que puedan impedir el cultivo de la soja. En la última

SOJA ARGENTINA década la soja ha desplazado al maíz como principal cultivo haciendo desaparecer prácticamente el cinturón maicero, localizado en la zona norte de la provincia de Buenos Aires y sur de Santa Fe. Más precisamente en los últimos años la soja se ha desplazado en zonas llamadas marginales y localizadas a mucha mayor distancia de los puertos y plantas de procesamiento. Las nuevas zonas de producción de soja en la Argentina

Si bien la superficie de soja ha tenido un fuerte aumento en la Pampa Húmeda, en los últimos años el mayor crecimiento de superficie sembrada de soja se ha producido en las zonas agrícolas no tradicionales. Nos referimos a las provincias del Noroeste (Salta, Tucumán y Jujuy) y del Noreste (Chaco y Formosa) del país, además de las provincias de Entre Ríos y Corrientes. El aumento de la superficie de soja en las regiones extra-Pampeanas fue explosivo en los últimos 5 años. En esta campaña la superficie sembrada en dichas zonas llega a las 4 millones de hectáreas mientras que cinco años atrás solamente se sembraban 500 mil toneladas. Es entonces esta expansión la que está provocando un cambio en la estrategia de la empresas para poder captar la soja física proveniente de estas nuevas zonas productoras de soja. Mientras que la distancia media de las zonas de producción a los puertos y plantas de aceites de la Pampa Húmeda se ubica en un rango de 100 a 300 km, la distancia media de las zonas de producción marginales (Noroeste y Noreste del país) se ubica en el rango de 400/800 km. Esta zona pudo crecer en los últimos años debido a la mejora en el precio internacional de la soja y el avance de la siembra directa junto con las sojas RR. En este sentido hace falta un gran desarrollo en infraestructura y logística de transporte (ferrocarril, hidrovía para las barcazas y caminos) que puedan mover la cosecha desde la zona de producción hasta los puertos de embarque y fábricas procesadoras de aceite. De la misma forma se necesitan inversiones en plantas de almacenamiento y acondicionamiento de la soja para poder ser exportada y procesadas de acuerdo a las exigencias de calidad de los compradores. Capacidad de procesamiento de soja

La capacidad actual de molienda teórica para soja en la Argentina es de 73.155 toneladas por día. En base a una utilización real anual de 330 días llegamos a un volumen teórico de industria total anual de soja de 24,1 millones de toneladas. La provincia de Santa Fe es la primera provincia en capacidad instalada de procesamiento de soja con una capacidad de molienda diaria de 55800 toneladas por día, cifra que equivale al 76% de la molienda total del país. En segundo lugar se ubica la provincia de Córdoba con una capacidad de molienda de 9600 toneladas por día, el 13% del total país. Y en tercer lugar se ubica la provincia de Buenos Aires con un volumen de capacidad de molienda de 7000 toneladas por día, equivalentes al 10% de la molienda total. El dato más importante para destacar es que el 82% de la capacidad instalada en la provincia de Santa Fe (45500 toneladas diarias o su equivalente de 15 millones de toneladas anuales) se

SOJA ARGENTINA encuentra en fábricas localizadas directamente en los puertos de embarque. De las 17 plantas procesadoras de soja localizadas en la provincia de Santa Fe, 10 están ubicadas en el margen del Río Paraná. Es decir que 10 plantas tienen sus propios puertos de embarque saliendo el producto elaborado directamente de su línea de producción al barco. Otro dato para destacar es la concentración de la capacidad instalada, siguiendo con la provincia de Santa Fe, en este sentido 9 plantas procesan el 92% del volumen total con un volumen de capacidad instalada de 51200 toneladas por día, del total de 55800 toneladas que tiene toda la provincia. Ranking de empresas procesadoras de soja

La empresa con mayor capacidad de molienda en una sola unidad es Louis Dreyfus (LDC) con una capacidad teórica de 12.000 toneladas por día equivalente a 4 millones de toneladas anuales. Se trata de la planta procesadora de soja más grande del mundo. Hay que destacar que LDC tiene en la Argentina una sola planta procesadora de soja con terminal portuaria llamada Gral. Lagos y localizado 20 km al sur del puerto de Rosario. La segunda empresa en capacidad instalada de molienda de soja es Bunge Argentina con una capacidad teórica de 11200 toneladas por día (3,7 millones de toneladas anuales) pero distribuida en tres plantas distintas. Le sigue en tercer lugar Vicentín una empresa nacional de capitales argentinos cuyos dueños son la familia Vicentín, con una capacidad de molienda de 10.000 toneladas por día (3,3 millones de toneladas) en dos plantas distintas. En tercer lugar aparece la americana Cargill con una capacidad de molienda de 8.360 toneladas por día (2,75 millones de toneladas anuales), en dos plantas distintas. Cargill tiene una planta grande donde procesa 7500 toneladas por día de soja localizada en Puerto San Martín y luego tiene una planta donde procesa tanto girasol como soja localizada en Puerto Quequén. Se trata de una planta donde Cargill históricamente procesaba girasol pero en los últimos años, con el desarrollo del cultivo de soja en el sudeste de la provincia de Buenos Aires, se ha convertido también en una planta de procesamiento de soja. A modo de conclusión, las cuatro principales empresas que procesan aceite de soja en la Argentina (Dreyfus, Bunge, Vicentín y Cargill) con un volumen de molienda diaria de 41.560 mil toneladas (13,7 millones de toneladas anuales) en su conjunto representan el 57% de la capacidad instalada total del país. Crece la demanda mundial y la Argentina es el principal país que saca ventaja del mayor comercio internacional

Las proyecciones de consumo para 2004 indican un crecimiento sostenido en todos los commodities agrícolas consolidando una tendencia que se viene registrando en los últimos tres años. El consumo mundial de trigo y maíz se proyecta en 1236 millones de toneladas y si agregamos la soja estamos hablando de 1438 millones. Tres años atrás ese mismo consumo era de 1392 millones, con lo cual el incremento del consumo mundial fue superior a los 45 millones de toneladas.

SOJA ARGENTINA En el mismo período el crecimiento del comercio mundial ha sido de 10 millones de toneladas, de las cuales el comercio de poroto de soja ha tenido un aumento de 13,7 millones de toneladas mientras que en maíz el crecimiento ha sido de apenas 700 mil toneladas y en el caso del trigo se ha visto reducido en 4,5 millones de toneladas. Desagregando el análisis para el aceite de soja y sus subproductos vemos que en el primer caso el aumento del comercio fue de 1 millón de toneladas (pasa de 8,65 a 9,65 mill tons) y en el caso de la harina de soja el aumento fue superior a los 5,46 millones de toneladas (de 126,23 a 139 mill tons). Se puede apreciar entonces que los principales productos que han incrementado su flujo comercial han sido los relacionados con el complejo soja. Y esta mayor demanda de exportación se produjo justo en el momento que los Estados Unidos perdieron más de 15 millones de toneladas de soja entre sus proyecciones iniciales (más de 80 millones de toneladas) y el volumen de producción que finalmente han cosechado (65,8 mill tons). Esto explica de alguna forma la mayor demanda relativa de estos productos que han tenido un impacto mucho mayor en la evolución positiva de los precios. Dentro de este incremento que se ha producido en el consumo y comercio mundial, la Argentina se ha visto beneficiada principalmente en el complejo soja. Las exportaciones de grano de soja de nuestro país pasaron de 6 millones de tons a 11,2 millones, aumentando en 5,2 millones de toneladas y cubriendo casi el 40% del aumento del comercio mundial. En cuanto a la harina de soja, las exportaciones de la Argentina aumentaron en 4 millones de toneladas (16 a 20 millones) absorbiendo el 73% del aumento mundial del comercio. Llegando el turno al aceite de soja, nuestras exportaciones han aumentado en 860 mil toneladas (3,7 a 4,6 mill. tons) absorbiendo más del 86% del incremento del comercio mundial. Podemos entonces concluir que la Argentina ha sido el principal país que se ha beneficiado con el crecimiento sostenido de la demanda mundial de soja y sus subproductos. Deforestación a causa de la Soja En el país se deforestan cerca de 200 mil hectáreas por año y Santa Fe no se queda atrás. El norte de la provincia tiene cada vez más soja y menos bosques. El resultado inmediato es la pérdida de biodiversidad, en particular de especies animales y vegetales, y otros trastornos como un mayor impacto de las lluvias y el incremento del nivel de los ríos.

En el departamento 9 de Julio, al noroeste de la provincia de Santa Fe, el paisaje viene cambiando desde un tiempo a esta parte. Hace no tantos años (solamente a mediados del siglo pasado) todavía quedaba algo de la sombra que protegía a especies vegetales y animales que sólo habitan en esta región del país. Hoy el horizonte es llano, y es verde: está lleno de soja que crece donde antes crecían los bosques.

El ejemplo de 9 de Julio -donde desaparecieron 100.000 hectáreas de bosques nativos en los últimos 10 años- es uno de tantos otros que se repiten en todo el territorio argentino. Según datos del Primer Censo Forestal, de 1914, en la época colonial los bosques, montes y selvas de la Argentina ocupaban 170 millones de hectáreas (61% de del territorio nacional). En 1914 quedaban

SOJA ARGENTINA aproximadamente 106 millones de hectáreas y para 1956 el número ya se había reducido a 59 millones. Desde la década del 90, el boom de la soja agudizó todavía más el problema. Según el primer censo agropecuario nacional, realizado en 1937, la superficie ocupada por bosques nativos en el país era de 37.535.308 hectáreas; en 1998 la superficie descendió a 33.190.442 hectáreas. “En 61 años hemos perdido 4.344.866 hectáreas de bosques nativos, o 71.228 hectáreas por año”, dijo José Pensiero, docente e investigador de la Facultad de Ciencias Agrarias (FCA) de la Universidad Nacional del Litoral (UNL), quien brindó una charla sobre el tema a adolescentes de escuelas de la ciudad, en el Paraninfo de la casa de estudios. Los efectos de la destrucción Además de ser vitales para la preservación de la biodiversidad, los bosques son eficaces reguladores de las altas temperaturas; importantes fijadores de dióxido de carbono (por lo que se constituyen en una herramienta eficaz contra el efecto invernadero), y participan notablemente en la regulación del ciclo de agua, entre otros atributos. En el primer Censo Forestal, de 1914, en la época colonial los bosques, montes y selvas de la Argentina ocupaban 170 millones de hectáreas (61% de del territorio nacional). En 1914 quedaban aproximadamente 106 millones de hectáreas y para 1956 el número ya se había reducido a 59 millones. Según explicó Pensiero, hay cuatro variables que permiten mostrar el comportamiento diferencial que existe entre un bosque y un cultivo (anual o perenne) en la regulación del agua de lluvia. Dichas variables son: intercepción, que mide el porcentaje de agua de lluvia que queda justamente interceptada en la copa de los árboles, troncos o ramas; infiltración, que es “el agua que llega y penetra efectivamente en el suelo”; escurrimiento, como se llama al agua que escurre y “lava” el suelo; y consumo, que corresponde a la que utilizan las plantas para vivir. ”Si comparamos estas variables entre un cultivo de soja y un bosque las diferencias son relevantes: del 100% del agua de lluvia, un cultivo anual infiltra sólo un 20%, mientras que en un bosque ese valor es cercano al 80%”, indicó el investigador. En tanto, el escurrimiento en un cultivo anual puede ser del 25-75% del agua caída, y del 10% en un bosque. Mientras, la intercepción en un cultivo anual es nula y en un bosque se ubica entre el 15-20%; y el consumo de agua de un bosque puede ser superior a 1.200 mm anuales, mientras que en un cultivo anual dicho valor resulta cercano a 400 mm anuales. En otras palabras: el agua que no es retenida en el suelo, por ejemplo, un cultivo, se escurre hasta llegar a canales de desagüe que van a parar finalmente a los ríos, provocando (entre otras cosas) el incremento en sus niveles. “Estos valores muestran por sí solos la importancia que tienen los bosques en la regulación del agua de lluvia caída”, resumió Pensiero. “No podemos saber qué hubiese pasado en marzo si hubiese habido más bosques en la provincia, pero sí podemos decir que el impacto de las lluvias no hubiese sido el mismo”, dijo el investigador, en alusión a la inundación vivida en Santa Fe en el último mes de marzo.

SOJA ARGENTINA El manejo del bosque Aunque generalmente no se los vea de esta manera, los bosques nativos pueden ser una clara alternativa de uso sustentable. La baja producción de la que se acusa a estos sistemas muchas veces está disfrazada por el mal manejo: los bosques se deterioran si no son bien manejados, y – por el contrario- pueden ser muy productivos si se los trabaja adecuadamente. El manejo sustentable del bosque nativo requiere del uso de distintas herramientas, como el aprovechamiento de áreas de bosques que aún conservan aptitud forestal; el incremento de la producción, la calidad y el crecimiento maderero y forrajero de los bosques degradados mediante tratamientos silviculturales; la protección e incremento de la regeneración natural arbórea; la revegetación de áreas deforestadas y de las plantaciones agroforestales en áreas desmontadas con el fin de mejorar a largo plazo la capacidad productiva de los sectores desprovistos de cobertura arbórea. Importancia de la soja en argentina A partir de los últimos años de la década del `70, la producción de soja ha venido creciendo constantemente en nuestro país. Este importante aumento de producción se ha logrado no solo con incrementos de superficie sembrada, sino también con rendimientos unitarios que se escriben entre los más altos del mundo. Esa producción agrícola ha impulsado el desarrollo de una estructura industrial para la elaboración de aceites y harinas que ha ganado rápidamente participación en el mercado internacional de estos productos, localizada en las áreas de producción y equipadas con las más modernas tecnologías a nivel mundial. El cultivo de la soja en la economía argentina Poco conocida a principios de los 70, la soja es hoy la oleaginosa mas difundida del país y, con sus derivados, el principal producto de exportación argentino. Argentina figura como el principal exportador de aceite de soja y como segundo proveedor de los subproductos proteicos del cultivo. Todo esto se debe al esfuerzo conjunto de entidades publicas y privadas, fortalecidas en su accionar por el apoyo de la industria aceitera y los sectores comerciales El gobierno nacional fue participe de este proceso, ya que el 90 % de la producción de la soja esta destinada a la exportación, fue fundamental la decisión del gobierno de desregular la actividad portuaria, eliminar retenciones y llevar a cabo el dragado del Rió Paraná, la principal vía de salida de los productos. Argentina tiene una larga trayectoria en la producción de oleaginosos, iniciada con los cultivos de maní y lino. En 1970, en la Argentina, la industrialización de la soja no-tenia mayor importancia, las fabricas de aceite trabajaban al 50 % de su capacidad productiva y no aumentaba la producción de soja por falta de porotos de soja. En 1968 el total de semillas oleaginosas que se elaboraba, correspondía un 76 % a girasol, 14 % a maní, 9 % a algodón y 1 % a soja.

SOJA ARGENTINA El auge exportador del complejo soja tubo comienzo a mediados de los años 70. La expansión productiva se vio acompañada por la modernización de la molienda y fue estimulado por la demanda mundial de soja. A fines de la década del 70, hubo un aumento en la superficie sembrada y la producción, comenzó un proceso de expansión agroindustrial. El sector aceitero aumenta 39 veces el volumen de exportaciones, entre los periodos 70/71- 95/96, mientras que la exportación de harina de soja aumenta 45 veces en el mismo lapso. Con respecto al mercado mundial, la participación de la Argentina en el mercado de aceite de soja paso de 1.75 % en el año 1979, a 31 % en 1989, ocupando de esa manera el primer lugar en el orden mundial, siguiéndolo en segundo término EE.UU. De manera similar, la harina de soja pasa de 2.5 % en 1979, a 22 % en 1989, pasando a ocupar de esa manera el segundo lugar en el ámbito internacional de este subproducto. Incorporación de tecnología Como parte del impacto de la soja en los sistemas de producción, cabe resaltar su efecto "catalizador en la incorporación de tecnología". Si bien muchos aspectos del cultivo se realizaron de acuerdo a conceptos y prácticas tradicionales ( preparación de tierra, siembra, laboreo postsiembra, cosecha, etc ) otros, particularmente los referidos al uso de agroquímicos, manejo varietal, calidad de semilla y control de plagas, requirieron un esfuerzo de aprendizaje por parte de productores y técnicos. Este aprendizaje debe valorarse como sumamente positivo, ya que significó una capacitación en técnicas de avanzada, de poca difusión anterior, que fueron transferidas luego a otros cultivos.

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