Resumen - Roberto Schmit (2006) "El Río de la Plata entre el mercantilismo y el capitalismo: mercados, comerciantes y medios de pago"
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Historia Económica - Historia del Siglo XIX - Historiografía...
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Roberto Schmit (2006)
EL RÍO DE LA PLATA ENTRE EL MERCANTILISMO Y EL CAPITALISMO: MERCADOS, COMERCIANTES Y MEDIOS DE PAGO, 1810-1860 Introducción
Hace más de una década se publicaba un volumen que resumía los avances historiográficos de la historia argentina. Entre las ponencias se presentaba un balance de la “Historiografía económica, 1810 -1870” a cargo de Samuel Amaral, quien planteaba un salto sólo parcialmente alentador en la producción, destacando que algunos temas habían concentrado mayor atención como los monetarios, financieros y de políticas económicas, mientras que los estudios sobre el comercio, los precios y la producción carecían de nuevos aportes y eran escasos. Quince años después la producción sobre esas temáticas parece haber variado en buen grado, ya que se cuenta con una nueva producción sobre el comercio interno y externo; también hay renovados estudios sobre los comerciantes, las prácticas de intercambios y los medios de pago. Los notables avances de los años noventa en adelante están dados por trabajos locales o regionales que no intentan partir de la búsqueda de respuestas interpretativas generales sobre las características de la producción y sus relaciones, el grado de penetración del capitalismo o las características del campo social y político. Asimismo es destacable que en el enfoque de las nuevas investigaciones se ha dejado atrás otra cuestión que por mucho tiempo había dificultado la comprensión de esta época. Ello se debió al supuesto erróneo de que en los años siguientes a la revolución las actividades económicas y sociales habían operado en términos de escala, unidad y carácter liberal dentro de un espacio constituido en torno a un Estado Nación argentino. Ahora se conoce mejor el basamento institucional provincial y los efectos políticos de la ausencia de un Estado unificado, que pudiera organizar una administración y elaborar reglas comunes a una escala espacial de soberanía mayor. Las transformaciones sucedidas en el comercio, el mercado, los medios de pago y los actores luego de la independencia también estuvieron vinculadas al creciente papel que jugaron los Estados provinciales, a la supremacía de los heterogéneos intereses locales, lo que conllevaba la reformulación del sistema económico colonial que hasta entonces había vinculado a un amplio mercado interno. En tanto, también es evidente que fue creciendo la emergencia de producciones primarias de exportación para las plazas de ultramar. Aquel proceso de cambios ya debe ser analizado bajo los supuestos de que el mismo no fue lineal ni autosuficiente, lo que implicaba un horizonte de fragmentación y de vinculaciones y prácticas múltiples que fueron a lo largo del siglo XIX variables de expresión compleja en relaciones complementarias y contradictorias para las diversas economías provinciales. Un punto de partida: el espacio económico tardo-colonial y sus actores
Desde la década de 1980 la publicación de los estudios de Carlos S. Assadourian iluminaron los alcances de la integración y lógica económica del espacio colonial sudamericano en los siglos XVI y XVII. Las evidencias coloniales tempranas fueron también analizadas para fines del siglo XVIII, lo que obliga a preguntar sobre la persistencia o supervivencia de aquellas relaciones dentro del espacio económico altoperuano y rioplatense. Pese a la creación del nuevo virreinato (1776) y los cambios institucionales continuaban presentes los lazos mercantiles conectados en el interior del espacio sudamericano. De allí que la incidencia del comercio atlántico sobre los mercados alto-peruanos fuera menor de lo que se imaginaba tras la ofensiva reformista y comercial de fines del siglo XVIII. Si se debe pensar la potencial supervivencia de las relaciones virreinales entre el altiplano boliviano, el mercado del Pacífico y el Río de la Plata se deben tener en cuenta aquellas características coloniales. En primer lugar, existía un nexo entre el altiplano y un amplio espacio cercano dentro del cual también estaba el actual noroeste argentino, que era un lazo mucho más fuerte de carácter regional, cultural y comercial. Asimismo, en segundo término, existía otro tipo de relación entre el eje del altiplano y Buenos Aires, de circuito mucho más largo, una relación que evolucionaba muy sujeta a la complejo dinámica de las demandas cambiantes de las renovadas fuerzas en los mercados. Aquel universo de relaciones disponibles en los estudios tardo-coloniales debe ser el punto de partida de una reflexión regional o global sobre los cambios posrevolucionarios, y no postular una historia “al revés”, que tome como co mo punto de inicio el supuesto de la existencia previa del universo de llegada que recién después de 1880 comenzaría a responder a los pulsos de una economía nacional. Se debe tener una mirada amplia, pues aquel proceso no se explica mirándolo sólo desde los puertos, que serán desde las revoluciones el nuevo centro de gravedad de las fuerzas económicas ultramarinas. La independencia de España no cambió necesariamente la naturaleza de la inserción de la región rioplatense en la economía internacional, pues si bien hubo cambio de r elación con el mercado a través del librecambio siguió siendo siempre una plaza importadora o re-exportadora para un amplio mercado del Interior, de manufacturas europeas y de exportación de bienes primarios y de metálico. Otra cuestión vital a plantearse en los nuevos estudios son los perjuicios y beneficios poscoloniales, como resultado de aquella nueva orientación comercial y de la intensidad – y desigualdad – de de los intercambios del Interior con ultramar, respecto de la desaparición y la desigual acumulación de la moneda metálica, de medios de pago y del crédito. 1
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Los circuitos comerciales y los mercados
Las guerras de independencia y los cambios en los tráficos sucedidos en el Litoral del Atlántico y del Pacífico modificaron las relaciones que habían existido dentro del eje comercial del Río de la Plata y el Alto Perú. Desde entonces se fueron incrementando las relaciones con los mercados ultramarinos de un conjunto de economías que se iban conectando con más fuerza dentro del nuevo esquema exportador e importador. Pero al mismo tiempo que los circuitos mercantiles atlánticos crecían también se sucedían readaptaciones de las relaciones mercantiles y productivas de las provincias del Interior y de Cuyo. En Tucumán y Córdoba luego de 1810 la situación era compleja, pues su intercambio estaba ligado al mercado atlántico, pero intentaban no descuidar sus nexos con los mercados chilenos y bolivianos. Por su parte, en los casos de las economías cuyanas y del Noroeste (Salta y Jujuy), tras la caída del orden colonial no ocurrió una fuerte desestructuración de sus vínculos económicos con las plazas chilenas y bolivianas. El comercio salto-jujeño sufrió restricciones iniciales para conectarse con sus mercados tradicionales entre 1810-1825. Pero desde entonces se incrementaron sus contactos con los puertos de Arica y Cobija, donde establecerán sus casas comerciales para organizar una extensa red de negocios con los territorios chilenos, cuyanos y bolivianos. En el caso cuyano, los lazos mercantiles estaban sólidos en relación con Chile y con vínculos con el Noroeste, y también con altibajos con la plaza de Buenos Aires. De modo que las provincias luego de la revolución tuvieron por lo menos hasta las décadas de 1870-80 una orientación bifronte. Sin embargo, es evidente que entre ambos circuitos había interconexiones, e incluso en algunas coyunturas bélicas las relaciones podían modificarse sustancialmente. sustancialmente. El mercado y sus actores: comerciantes, pulperos y consumidores Los comerciantes: negocios y prácticas
Una serie de estudios de caso sobre comerciantes han mostrado como la información era centralizada por el jefe de la empresa en el lugar de su residencia, generalmente hijos, sobrinos, nietos y yernos eran ubicados como agentes en puestos claves, con vínculos directos, cosanguineos y de afinidad que garantizaban fidelidad y responsabilidad en la empresa, todos ellos articulaban una serie de vínculos y redes de relaciones flexibles con apoderados, consignatarios y dependientes asentados a la largo de las rutas mercantiles. Estos nuevos enfoques han recurrido a perspectivas de análisis como la prosopografía y las genealogías sociales, donde las biografías y las estrategias familiares cumplen un rol sustancial. Los estudios intentan entender la constitución de grupos y la articulación entre individuos como un recurso para interpretar la racionalidad de los sujetos, que también implica la reconstrucción de diversas maneras de articulaciones entre los mismos para comprender determinadas acciones colectivas en el marco de complejas configuraciones siempre cambiantes. Tras la apertura al comercio libre y la complejidad de los mercados hay que replantearse en qué medida ello significó una ruptura y cambio significativo en los actores y sus lógicas de negocios. Sin duda, la apertura institucional fue vivida con preocupación y perjuicios por los comerciantes ya consolidados, no obstante muchos siguieron operando y se adaptaron a los nuevos tiempos pese a la gran inestabilidad política y riesgos que se abrían. Los pulperos y el consumo rural
En los últimos quince años se avanzó también en el conocimiento del comercio minorista, sobre todo el de Buenos Aires. Si bien el análisis de esos pequeños comercios no es reciente, la novedad está determinada por la imagen renovada sobre ellos que se brinda en relación a los estudios previos, casi de carácter costumbrista. La nueva mirada está relacionada con los estudios de Carlos Mayo y su equipo, que fueron algunos de los primeros en explorar con profundidad el análisis del consumo, intentando romper con las imágenes estereotipadas de la vida rural. También en ese sentido, ya otros estudios habían marcado una huella importante en torno al tema. Jorge Gelman (1993) propuso ideas interesantes para el análisis de la pulpería rural en la Banda Oriental, describiendo su papel de nexo entre el mercado y los campesinos. Juan Carlos Garavaglia (1994) mostraba a los pulperos rurales en el rol de acopiadores de trigo o traficantes de cueros, planteando que las pulperías eran uno de los elementos elem entos centrales del tejido económico y social. Para la década de 1810 el trabajo de Rosas Principi (2002) muestra la importancia de los actores mercantiles y los caminos del mercado en el mundo rural bonaerense, donde había ya un buen número de mercachifles, pulperos, traficantes y tenderos en toda la campaña. Este estudio remarca a los comerciantes rurales como intermediarios complejos entre el mundo rural y el mercado urbano, al tiempo que son agentes de crédito y depositarios de empeño, por lo cual los mecanismos de tratos y formas de pago se convierten en un campo muy complejo y rico para la exploración. Del mismo modo que aquellos estudios, trabajos recientes como los de Wibaux (2005) y Duart (2005) están replanteando el tema para las décadas pos-revolucionarias. Ellos presentan una una realidad diferente de la visión que consideraba consideraba a los comerciantes minoristas minoristas como meros
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Buenos Aires como intermediario comercial y centro redistribuidor que, al igual que los incrementos de las exportaciones, marca desde 1840 una ofensiva en la oferta y diversificación del consumo que no se detenía en el ámbito urbano y parece haber alcanzado también a los habitantes rurales. Parolo (2005) abordó el estudio de los comerciantes, pulperos y troperos en Tucumán entre 1800 y 1870. Plantea que allí la especificidad e specificidad de las categorías residía en el tipo de actividad que declaraban los actores en el momento del relevamiento censal como la más importante o principal. Se trataba, entonces, de esferas claramente diferenciadas aunque sumamente relacionadas y permeables. Ello explicaría que la identificación de un individuo con una ocupación no fuera permanente, por lo cual de un registro r egistro a otro los empadronados podían declarar diferentes ocupaciones observándose una fluida movilidad horizontal entre ellos. Intercambios mercantiles y medios de pago
Otra cuestión clave para entender el entramado de las transformaciones poscoloniales fue cómo en aquellas economías y mercados los actores llevaron a la práctica nuevas nuevas conductas en función de los cambios institucionales institucionales en torno a los medios de pago y en el valor de las monedas. Ambas cuestiones fueron relevantes, ya que funcionaron dentro de un sistema mayor de intercambios de múltiples tipos de monedas, cuasi-monedas y medios de pago en el cual ya no se contaba con suficientes o permanentes aportes metálicos procedentes del Altiplano. De modo que los intercambios involucraron diferentes prácticas. Aun las economías más monetizadas y con mejores conexiones mercantiles debieron operar en un contexto muy complejo, en el que por un lado la plaza portuaria de Buenos Aires sufrió desde fines de la década de 1820 un importante proceso inflacionario y de emisión de papel moneda y bonos públicos, que alteró los precios relativos de los bienes y de las otras monedas. Del mismo modo se debe considerar el rol creciente de la moneda de plata feble (devaluada) de Bolivia en las economías rioplatenses. Lo notable de las operaciones era que aún durante la década de 1810 se realizaban en un contexto de cierta estabilidad a través de contratos entre los agentes mercantiles, por un período estipulado, luego de varios meses de acopio de productos locales y regionales a un precio ya determinado; a cambio de lo cual recibían generalmente en pago bienes importados y metálico. A medida que transcurre la década de 1820 emergieron nuevos tiempos en los cuales se abrieron paso otros medios de cambio, en variados tipos de monedas y papeles, que implicaron la adopción de nuevas prácticas en relación con las estrategias que dominaban los negocios. El permanente cambio de los precios relativos de los bienes y las monedas ya no permitió una razonable estabilidad, por lo cual ya no se realizaron más contratos fijos de acopio de productos pecuarios, y mucho menos se fijaron los precios por anticipado. La situación llevó a una potencial puja por retener el metálico, que era uno de los pocos valores que no se depreciaba. Desde 1820-30 la experiencia acumulada por los diferentes actores demostraba que los negocios se movían de acuerdo con la ley de Gresham, pues en la circulación la moneda “mala” había desplazado a la “buena”. De esa manera, tanto los comerciantes del Litoral como
los porteños procuraron utilizar la moneda metálica solamente p ara atesorarla, para especular o para el comercio con ultramar. Por ello, a lo largo de la década de 1840 el Estado provincial y los “capitalistas” del Litoral parecen haber intentado recurrir a todas las fuentes alternativas de metálico posibles; comenzando a manejar junto con las viejas monedas de plata, el peso peso de cuño boliviano, y todas las otras monedas de baja calidad (cordobesas y riojanas) que se producían en las provincias rioplatenses. Para entonces las prácticas de los comerciantes y las medidas institucionales de los estados provinciales fueron muy activas en función de regular los medios de pago pago y del valor de las monedas de ese modo, hacia la mitad mitad del siglo y previo a los primeros intentos de constitución de un nuevo marco institucional institucional resultaba difícil para los negocios del Litoral estabilizar estabilizar en sus mercados los medios medios de pago, para lo cual pretendían alcanzar todas las fuentes posibles de ingresos y regulación regulación de las monedas metálicas. metálicas. En tanto en el Interior, los últimos estudios de Assadourian y Palomeque plantean la necesidad de repensar las explicaciones que se pueden dar a la desmonetización en función de la balanza comercial negativa cordobesa. También el trabajo de Nicoloni y Scrimini para Tucumán, otra economía de intermediación, da pistas acerca de las relaciones entre tráficos mercantiles y monetarios. Avances y problemas en debate
Los trabajos de las últimas dos décadas muestran que los problemas que están guiando los debates son la desaparición de la orientación mercantilista del comercio colonial, la fragmentación territorial del dominio español y la consecuente desarticulación del sistema económico, comercial y monetario existente durante la colonia. En base a múltiples tópicos, se deben repensar las continuidades y los cambios económicos sucedidos luego de la revolución a través de la interacción de todos aquellos factores dentro del espacio rioplatense. En primer lugar, parece evidente que se abandonó el supuesto que tras la caída del orden colonial se puede postular una nueva matriz unitaria para entender la renovada economía como un resultado automático de las revoluciones de independencia. Asimismo, tampoco es posible postular respuestas mecánicas acerca del impacto de la liberalización del
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tendencias, para entender la naturaleza y los ritmos de la desintegración del antiguo espacio económico colonial y el surgimiento e imposición de las nuevas alternativas productivas ocurridas en el Río de la Plata entre 1800 y 1860.
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