Resumen Outsiders
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Howard Becker, Outsiders: hacia una sociología de la desviación a) Premisas: Becker cita como premisa del interaccionismo simbólico, en la introducción a su libro, la famosa frase de William I. Thomas en su libro “The Child in America” de 1928: “Las situaciones que los hombres definen como reales tienen consecuencias re ales”
b) Mensaje General del Interaccionismo simbólico en cuanto a desviación: Partiendo de esa base, la perspectiva de la desviación vista desde el interaccionismo simbólico sostiene, en líneas generales, que los adjetivos, cualidades y en resumen etiquetas, que las personas asignan a otros individuos o a sí mismos, tienen consecuencias reales en esos individuos. En concreto, siempre que la etiqueta sea adjudicada con éxito e interiorizada por el individuo, empujará a ese individuo etiquetado a amoldarse a ella (si aún no lo estaba) o a acentuar su conformidad a esa etiqueta; asimilarla. Esto no otorga a la etiqueta un poder absoluto sobre las acciones de la gente. Para que la etiqueta tenga algún efecto debe ser tenida como cierta, deben creer en ella o bien el individuo (que entonces actuará como dicta esa etiqueta) o bien los que le rodean (que actuarán hacia el individuo en función de su etiqueta).
c) Reaccionando en contra de la etiqueta: Los individuos también pueden reaccionar en contra de la etiqueta y demostrar que su aplicación era errónea, por ejemplo un acusado de un delito, puede demostrar en el juicio que no lo cometió. Sin embargo, incluso en ese caso, es posible que la etiqueta aún persiga al individuo y le acarree consecuencias muy reales en su vida. En el ejemplo anterior, una persona a la que se acusó de delinquir, aunque haya dejado clara su inocencia, puede encontrarse con dificultades para conseguir un empleo o para entablar una buena relación con sus vecinos. Otra forma de reaccionar en contra de la etiqueta, si su portador no está conforme con ella, es cambiar de actitud, rechazar los comportamientos que se han considerado como desviados, si realmente había alguno, y adaptarse lo más posible a los comportamientos considerados normales. Por ejemplo un estudiante superdotado puede disimular sus dotes, fallando las respuestas de los exámenes para no sobresalir sobre el resto de la clase y no ser considerado diferente. En cualquier caso, ambas reacciones son también un comportamiento condicionado por el etiquetamiento. Aportar pruebas de inocencia o cambiar de hábitos no son comportamientos espontáneos, sino que responden a un etiquetamiento insatisfactorio.
d) Etiquetas y Estatus: Las etiquetas no muestran a la persona sólo en cuanto al contenido de la etiqueta, también le confieren un estatus, un estatus que puede ser maestro o auxiliar. Para explicar las consecuencias que supone adquirir un estatus, Becker se remite a la distinción que hace Hughes, en su obra de 1945, “Dilemmas and Contradictions of Status”, entre los rasgos
de estatus maestros y los auxiliares. Hughes señala que casi todos los estatus tienen un rasgo clave distintivo básico. Por ejemplo un médico es una persona con un certificado que el acredita, o una mujer es una persona del sexo femenino. Pero la sociedad, en su gran mayoría, espera que cada estatus cumpla además otros requisitos o rasgos auxiliares. En el caso del médico, tradicionalmente se espera que sea hombre y blanco, y si no lo es queda una sensación de anomalía. De la misma manera, de una mujer no sólo se espera que físicamente sea mujer, sino también se espera que cumpla una serie de requisitos o se comporte de manera determinada, por ejemplo se espera de ella, en general, que desee tener hijos o que prefiera un determinado tipo de aficiones en lugar de otras. De estas etiquetas surgen multitud de prejuicios, que sirven a la sociedad para tomar conciencia del mundo e interactuar con él, pero que en muchas ocasiones son falsos o simplemente temporales. En cuanto a la desviación, el estatus de desviado es un estatus dominante. Si una persona es etiquetada como desviada en un campo se suele presuponer que es potencialmente desviada en otros. Por ejemplo, en el caso de la delincuencia, para ser etiquetado como delincuente hace falta cometer un solo delito, que es lo que la palabra delincuente realmente denota, pero socialmente la palabra delincuente tiene otras connotaciones, como falta de respeto por la ley, así, se presume que un hombre condenado por robo es capaz de entrar a robar en una casa e incluso de matar si con ello logra sus fines. En general ser etiquetado como desviado supone una pérdida de confianza a gran escala.
e) Etiquetamiento y desviación: En este trabajo, y también como ocurre en el libro de Howard Becker y otros textos interaccionistas, se trata al etiquetamiento y a la desviación como fenómenos hermanados. Aunque podría argumentarse que las etiquetas son de múltiple naturaleza, y que incluso existe la etiqueta de “normalidad” – aunque ésta pueda aplicarse en ocasiones a situaciones y hechos que no son en absoluto habituales-, lo cierto es que toda etiqueta que juzgue el comportamiento humano, está diferenciando ese comportamiento del general de la sociedad e incluye una serie de juicios de valor auxiliares a la propia etiqueta. Por ejemplo, la etiqueta de “médico”, no sólo denota asépticamente que una persona ha estudiado esa carrera o ejerce esa
profesión. Hablar de un médico es mucho más. La mera etiqueta puede decir mucho de una
persona a los demás (aunque luego se revele que no todo es cierto), y crea unas expectativas muy amplias en la comunidad. La etiqueta de “médico” también implica un tipo de desviación, ya que no se esper a que un médico se comporte como “cualquier persona”. Y se presupone que los médicos tienen sus propia subcultura (sus colegas, el hospital…) aunque ésta interaccione muy a menudo con el
resto de la cultura general de esa sociedad. Por último, cualquier etiqueta, tiene el potencial de afectar al comportamiento social del individuo y los que le rodean. Siguiendo con el ejemplo del médico, si alguien ha sido identificado como médico, habrá ocasiones en que será tratado de manera diferente que si ha sido identificado como “fontanero” o “sacerdote”. Y viceversa, un joven que pasa de ser estudiante de medicina a ser médico, es muy posible que cambie de comportamiento una vez asuma su nuevo papel. Podría pensar “ya no soy un estudiante, debo centrarme más y ser má s responsable, pues al fin y al cabo ahora soy un médico”.
Diferentes etiquetas y diferentes personas reaccionan de manera muy diversa al etiquetamiento. Examinemos el ejemplo anterior, si la etiqueta en lugar de ser “médico” fuera “delincuente”:
Está claro que la delincuencia implica desviación, está claro que la sociedad en general no espera el mismo comportamiento de alguien etiquetado como delincuente que de otras personas. Está claro que existirán muchas situaciones en las cuales un delincuente será tratado de forma diferente a una persona no etiquetada como tal. Y, por último, está claro que un individuo que se considera a sí mismo un delincuente, tendrá un comportamiento, un discurso y una opinión de sí mismo y del mundo, diferentes a las que tenía antes de considerarse un delincuente. Los comportamientos que se salen de la norma son etiquetados como desviados (salvo excepciones que luego veremos) y los individuos etiquetados como desviados terminan actuando en función de esa etiqueta (en mayor o menor grado en función de múltiples variables, pero lo hacen). Etiquetamiento y desviación están pues, í ntimamente ligadas.
f) Diferentes aproximaciones a una definición de la desviación: A lo largo de la historia ha habido diferentes concepciones de desviación, que Howard Becker repasa en su obra: Definición Estadística: Según esta definición, la desviación sería todo aquello que se mantiene apartado del promedio. Esta definición es muy incompleta, ya que incluye todo tipo de fenómenos que la gente no considera desviados, sino normales, como ser pelirrojo o zurdo . Definición Médica: Según esta definición, la desviación es una patología, es por tanto un comportamiento disfuncional, que atenta contra la funcionalidad y la estabilidad de la sociedad. Esta definición también es incompleta, porque no incluye cuál es la correcta funcionalidad de una sociedad. En este punto, es muy difícil determinar qué elementos contribuirán o atentarán contra la estabilidad de una sociedad. Por tanto es una definición de poca utilidad. A lo largo de la historia la definición médica ha tenido también un componente moral, ya que se
consideraban “patológicos” aquellos comportamientos que además se consideraban inmorales.
Esta definición de desviación no incluye la desviación positiva. c) Definición Normativa: Según esta definición, la desviación es el fracaso de un individuo a la hora de obedecer las normas grupales. Esta definición, si bien más completa y versátil que las anteriores, tampoco retrata toda la realidad de la desviación, ya que la sociedad está compuesta de múltiples grupos y de múltiples normas entrelazadas y algunas en pugna. Por lo que obedecer unas significa desviarse de otras. Ningún individuo podría atenerse a todas las normas presentes en la sociedad actual, pero no todos los individuos son desviados. d) Definición interactiva: La definición de desviación propia del interaccionismo simbólico incluye dos elementos, el primero es la realización de actos que violen determinadas normas grupales, el segundo es que la respuesta social sea la de señalar esos actos como desviados. Sólo cuando se verifican ambos elementos existe una verdadera desviación. Como dice Becker: “Los grupos sociales crean la desviación al establecer las normas cuya infracción constituye una
desviación y al aplicar esas normas a esas personas en particular y etiquetarlas como marginales” (BECKER, Howard S.; “Outsiders: para una sociología de la desviación”; Siglo XXI
Editores, Buenos Aires, 2009. Pág. 28) La desviación es pues el reconocimiento social de un comportamiento que se sale de la norma.
g) Naturaleza de la desviación: La naturaleza de la desviación reside en la norma; la desviación existe allí donde hay normas y éstas no sean cumplidas por todos los miembros de esa sociedad. Si no existieran normas de ningún tipo y ni siquiera la costumbre marcara un tipo de comportamiento, sino que cada individuo actuara de forma distinta, sin duda no existiría desviación, pero tampoco existiría ninguna organización social. De hecho, todos los grupos sociales establecen normas, sea a una escala pequeña (las reglas de un juego, como el ajedrez) o grande (la constitución de un país o la declaración de los derechos humanos); las reglas pueden ser de índole muy variado, pueden ser normas religiosas, normas de etiqueta, o normas judiciales, normas escritas o tácitas. Las normas sociales definen las situaciones y comportamientos que la comunidad considera apropiados y que desea fomentar. Diferenciando las acciones “correctas”, de las “equivocadas”,
que desea disolver o prohibir. Cuando la regla se rompe, el infractor puede ser visto como un tipo de persona especial, como alguien que no es capaz de vivir según las normas acordadas por el grupo y que no merece confianza; es considerado un marginal, un Outsider. “Es fácil constatar que diferentes grupos juzgan como desviadas diferentes conductas, lo que
debería alertarnos a cerca de la posibilidad de que tanto la persona que juzga, como el proceso por el cual se ha llegado a ese juicio y la situación juzgada estén todos íntimamente involucrados en el fenómeno de la desviación” (BECKER, Howard S.; “Outsiders: para una sociología de la desviación”; Siglo XXI Editores, Buenos Aires, 2009. Pág. 23)
Lo que distingue a un acto cualquiera de un acto desviado, es que éste contraviene algún tipo de norma.
h) Desviación no es sinónimo de delincuencia: Quizás el campo en el que más se han estudiado el etiquetamiento y la desviación, sea el campo penal, el delito. Poco o nada se ha estudiado sobre grupos de desviados cuya desviación evoque connotaciones positivas. Y cuando se ha hecho, por ejemplo estudiando las vidas de ricos y famosos, por ejemplo desde el periodismo, a menudo se revisten de un halo de excentricidad y hedonismo que desmerecen los valores positivos de la etiqueta. También se han investigado, en sociología, otros campos de desviación cuyas connotaciones en el momento de ser estudiados eran ciertamente negativas y que de hecho rozaban la ilegalidad, como las bandas juveniles o la homosexualidad. Pero éste no es en absoluto el único campo de la desviación. Ya hemos hablado de etiquetas y desviaciones positivas como las de “genio”, o “superdotado”, a las que quizás pudieran añadirse otras como “bondadoso”, “artista” o “millonario”. Etiquetas
como estas hacen referencia a características de las personas, que en mayor o menor medida les diferencian de los demás y les acercan a quienes comparten esa característica positiva. Aunque compartan muchas de sus características con los demás, lo cierto es que hay algo que los hace diferentes; no son tipos comunes y corrientes, se salen de la norma y por tanto ellos también son desviados. Entre las etiquetas negativas encontramos algunas muy clásicas como la de “delincuente”, “drogadicto” o “proxeneta”, a las cuales podríamos sumar, también con connotaciones negativas algunas como “enfermo” o “loco”.
Pero la gran mayoría de las etiquetas no son exclusivamente positivas, o negativas, sino que pueden tener ambas connotaciones en un momento u otro muchas son meras características físicas como “mujer” u “hombre”, “blanco caucásico” o “asiático” y la gran mayoría son aplicadas a las personas según su profesión, como la citada etiqueta de “médico”, también la de “músico de baile”, analizada por Howard Becker. Otras muchas tratarán la s afiliaciones e las personas, ya sean estas religiosas (los “judíos”, los “pentecostales”…), políticas (los “liberales”, los “comunistas”…) o de ocio (los “melómanos”, los “boy scout”)
Como veremos más adelante, las etiquetas aplicadas y la propia sociología de la desviación, hablan de comportamiento humano, a menudo de profesiones, lo que permite estudiar la desviación desde un enfoque ocupacional, muy interesante, al que más t arde nos referiremos. En cualquier caso, por la literatura tradicionalmente asociada a la desviación y por las connotaciones negativas que la propia palabra suscita , es preciso insistir en que no todas las etiquetas son delictivas. La delincuencia es uno de los muchos ámbitos en los que se desarrolla la desviación.
i) Ámbitos de la desviación: Las reglas y convenciones sociales rara vez son universales, de la misma manera la desviación, que no es sino la contravención de esas normas, tampoco es universal. Algunas normas están restringidas a un grupo específico, por ejemplo las reglas del deporte: Si en el fútbol un jugador que no sea el portero toca el valor con las manos, está infringiendo la norma y puede ser señalado y sancionado por el árbitro, pero sólo en es e contexto. En cualquier otro, tocar un balón con las manos es un comportamiento normal y sin consecuencias, o puede ser una norma, por ejemplo en el baloncesto donde impulsarlo con los pies sería desviado, y no al contrario. Pero incluso dentro del fútbol, si se trata de un partido informal, en el que no se sigan estricta y seriamente las reglas del juego, puede llegarse a tocar el balón con las manos y que nada cambie. En cualquier caso, de aplicarse una sanción está estará en manos de los participantes del juego exclusivamente. Otro ejemplo de normas restringidas a un grupo concreto, son las leyes religiosas. Para un judío practicante es importante seguir la norma de comer comida kosher, y si no lo hace puede ser señalado como desviado por su comunidad, pero todas las demás personas no judías pueden saltarse esa norma sin problemas. Si alguien sanciona al judío que no ha observado esa norma, será en exclusiva la comunidad judía practicante, pero esa misma comunidad no sancionará a un miembro de otra religión pues no consideran que esas normas le atañan. Algunas normas están muy extendidas, como pueden ser los Derechos Humanos, y aún así, su incumplimiento puede no considerarse desviado, sino normal, en determinados países y contextos. También hay que tener en cuenta que no siempre el control social es único; en muchos casos, sobre todo en las sociedades occidentales, amplias y complejas, el orden social general convive con múltiples órdenes correspondientes a múltiples grupos sociales. Por ello, el quebrantamiento de los controles sociales es con frecuencia resultado de la incorporación del individuo a grupos cuya propia cultura y controles sociales operan al margen de los de la mayoría de la sociedad. Por ejemplo, un individuo que entra a formar parte de una nueva religión, puede ser visto como desviado por sus conocidos por el mero hecho de entrar a ese grupo, y esa visión de desviado se irá acrecentando a medida que el individuo abandone las normas sociales a las que antes se adhería y pase a seguir unas nuevas normas y comportamientos propios de esa religión. Pero él mismo no se sentirá un desviado, su comportamiento será obediente y conforme a las nuevas normas Las normas, y por tanto las acciones “normales” o “desviadas”, no son universales y su gestión
pertenece a aquellos grupos que las suscriben y a los organismos que ellos designan para vigilar las normas y aplicar las sanciones (árbitros, jueces, policía…) o por los propios miembros de la
comunidad en concreto, si no disponen de un órgano expresamente dirigido a ello. La desviación sólo puede entenderse dentro del ámbito donde se desarrolle, nunca desde fuera. Por ello es importante, a la hora de investigar la desviación, no sólo analizar los tipos o grupos desviados, sino en el contexto en que se engloban, para quién son desviados y cuáles son las normas que incumplen.
j) Grados de sanción: Una vez que un comportamiento es señalado públicamente como desviado, la comunidad aplica normalmente una sanción. Pero la sanción que se aplique al incumplimiento de una determinada norma, también varía. Las normas judiciales serían el paradigma de sanciones altamente taxativas, como las multas, la cárcel, o incluso el castigo físico y la pena capital. Otras normas, como las de etiqueta, no tienen prevista una sanción concreta y de hecho, a menudo no serán sancionadas, salvo por la propia consideración de su ruptura como “un comportamiento raro”. Como dice Becker: “Algunos comportamientos pueden ser considerados incorrectos por la amplia mayoría, pero
pueden no existir leyes que se apliquen al caso o un sistema organizado para detectar a las personas que violan esa regla informal. Algunos de ellos, aparentemente triviales, pueden tener que ver con el incumplimiento de las reglas de la etiqueta (eructar donde no se debe, por ejemplo). Hablar sólo por la calle (a menos que tengamos un teléfono celular en la mano) será visto como algo extraño y la gente puede llegar a pensar que uno es un poco raro, pero la mayoría de las veces nadie intervendrá ni hará nada al respecto ” (BECKER, Howard S.; “Outsiders: para una sociología de la desviación”; Siglo XXI Editores, Buenos Aires, 2009. Pág. 15)
Una respuesta típica a la desviación es la evitación o, llevada esta evitación al máximo, el ostracismo. La gente que se considera normal, tiene a guardar una distancia con el desviado, aunque su desviación sea positiva, y mucho más si esta desviación es negativa. Sin embargo, la sanción a un acto desviado no es automática ni uniforme, variará no sólo de la norma que se quebrante y los organismos que la defienden, también intervienen otros múltiples factores que permiten incluso evitar la sanción. La sanción puede evitarse, por ejemplo, si el acto no se hace público, o si en el momento en que se publica se ve atenuado por otros factores que le resten importancia. Pero estos factores atenuantes también difieren en cada ámbito y son capaces de mutar con el tiempo y no es posible realizar aquí un análisis completo de ellos. Como ejemplo, podemos resaltar la edad del individuo (algunos delitos menores suelen no tener consecuencias si se achacan a la juventud e imprudencia de los más jóvenes), la frecuencia en la que se realice un acto (un joven que prueba la marihuana puede no ser nunca considerado un adicto, pero sí serlo cuando reincide en el consumo), el estatus social del individuo (los delincuentes de clase baja suelen acabar recibiendo mayores condenas que los delincuentes de clase alta), la ocupación de un individuo (por ejemplo, los artistas pueden utilizar ropas muy llamativas sin que a nadie le extrañe, pero ese mismo atuendo en un vecino, llamaría la atención), o el momento en el que se señale la falta (quizás en periodos políticos concretos se castigue más duramente un tipo de delito, como castigo ejemplar, que en otros periodos). “El grado en que un acto será tratado como desviado, depende también de quién lo comete y de
quién se ve perjudicado con él. Las reglas suelen ser aplicadas con más fuerza sobre unas personas que sobre otras, Los estudios sobre delincuencia juvenil dejan muy claro este punto. Los procesos
legales contra jóvenes de clase media no llegan tan lejos como los procesos contra jóvenes de barrios pobres…” (BECKER, Howard S.; “Outsiders: para una sociología de la desviación”; Siglo XXI
Editores, Buenos Aires, 2009. Pág. 32) Lo que se pretende con estos ejemplos es demostrar que existen muy diversos grados de sanción y que no se distribuyen en una escala uniforme, sino que son muy variables.
k) Grados de marginalidad: Aunque la desviación sea un rasgo dominante, no siempre arrastra toda la identidad de la persona. Existen diferentes grados de marginalidad percibida, en relación con múltiples factores. Sólo por señalar algunos, Howard Becker menciona que alguien que comete una infracción de tránsito, o se emborracha en una fiesta, no suele ser juzgado como muy diferente del resto de la sociedad, y la comunidad suele ver esta transgresión con benevolencia. Otros actores, como el ladrón, ya no parecen tan semejantes al resto de la sociedad y son castigados severamente; los crímenes, como el asesinato, la violación o la traición, hacen que se conciba al infractor como un verdadero marginal.
l) Respuestas ante el etiquetamiento: Está claro que quienes advierten una infracción, verán al presunto infractor como un desviado, pero es posible que esta persona opine algo diferente quizás no acepte las reglas por las cuales está siendo juzgada, o rechace la competencia y legitimidad de los jueces. Puede sentir que son los jueces quienes son Outsiders, o puede sentir que tienen razón y coincidir en que se ha salido de la norma. Existen diferentes respuestas ante el etiquetamiento según el grado de marginalidad que el individuo percibe en sí mismo. a) Respuesta conforme a la norma: En algunos casos el infractor puede suscribir las mismas normas que ha quebrantado. En este caso verá su desviación como un error y probablemente intentará corregirlo. Este es por ejemplo, el caso de las infracciones de tráfico. b) Respuesta ambigua: En algunos casos se desarrolla una respuesta polivalente. El individuo puede pensar que ha quebrantado una norma pero que tiene razones suficientes para ello o que le juzgan bajo presupuestos equivocados. Por ejemplo, los alcohólicos suelen desarrollar discursos que incluyen aceptación de que su comportamiento es desviado, pero también se sienten incomprendidos y sojuzgados por los demás c) Respuesta contraria a la norma: Algunos grupos, sobre todo aquellos con una subcultura organizada (tal es el caso por ejemplo de los homosexuales) desaprueban la norma que les excluye y elaboran discursos y una ideología en la cual se explican los motivos por los cuales ellos tienen razón y sus jueces se equivocan.
m) Separación necesaria entre “acción” y “desviación”:
Un concepto importante dentro del interaccionismo simbólico es el que da cuenta de que el hecho de que el acto desviado no tiene unas cualidades en sí mismo que le hacen ser desviado, sino que su desviación siempre hace referencia a la sociedad donde se circunscriba. Actos tradicionalmente considerados como desviados en las sociedades occidentales, como el crimen o la homosexualidad, han llevado a pensar a muchas personas, incluso a estudiosos de lo social, que era el carácter de esos actos, de su contenido, el que los hacía desviados. Sin embargo, a efectos del interaccionismo simbólico, lo que es desviado es lo que se sale de la norma, sin entrar aún en el acto concreto. En las comunidades de Melanesia donde se practica la homosexualidad ritual, sería falaz hablar de desviación. Igualmente en una sociedad donde todos sus individuos fueran superdotados, compradores compulsivos, o ladrones, esos comportamientos no se considerarían desviados. “La desviación no es simplemente una cualidad presente en determinados tipos de
comportamientos y ausente en otros, sino que es más bien el producto de un proceso que involucra la respuesta de los otros. El mismo comportamiento puede constituir en un determinado momento una infracción a la norma y en otro momento no, puede ser una infracción si es cometido por determinada persona y por otras no. En resumidas cuentas, el hecho de que un acto sea desviado o no, depende en parte de la naturaleza del acto en sí (vale decir, si viola o no una norma) y en parte de la respuesta de los demás” (BECKER, Howard S.; “Outsiders: para una sociología de la desviación”; Siglo XXI Editores, Buenos Aires, 2009. P ág. 33)
n) Tipos de conducta desviada: Para establecer una tipología de conductas desviadas, Becker hace referencia a dos variables, la primera es si el acto realizado infringe realmente o no una norma, y la segunda es si la sociedad a su alrededor también identifica el acto como fuera de la norma. Los cuatro tipos teóricos de desviación, creados por clasificación cruzada de los tipos de comportamiento, con las respuestas que estos despiertan, consiguen distinguir entre fenómenos distintos pero que por lo general son considerados iguales. Si ignoramos esas diferencias, podemos caer en la falacia de intenta explicar de la misma manera fenómenos muy diferentes. Tipos de conducta desviada Comportamiento obediente Percibido como desviación
Comportamiento que rompe la norma
1.- Falsa acusación
No percibido como desviación 3.- Conforme
2.- Desviado Puro
4.- Desviado Secreto
De esta manera, las categorías 1, 2 y 4 son tipos de desviación, tan sólo la número 3 hace referencia a un comportamiento puramente “normal”.
La conducta conforme es aquella que obedece la regla y que los demás perciben como un acatamiento de la norma.
La conducta desviada pura, en el extremo opuesto, es aquella que desobedece la norma y es percibida como una infracción desde la perspectiva de un conjunto de reglas dado. La falsa acusación ocurre cuando la persona es vista por los otros como autor de una acción impropia, por la razón que sea, aunque no haya sido ese el caso. La sociedad reaccionará de la misma manera que si el autor fuera un desviado, pero esta persona no se sentirá identificada con dicha etiqueta. El desviado secreto surge en los momentos en que se ha cometido un acto incorrecto pero nadie lo advierte, o nadie reacciona como si se tratase de una violación a la norma. Nadie, salvo el propio actor, que conoce los hechos y puede decidir si se considera o no desviado. Si se hablara de un caso en el cual el actor no conociera ni se rigiera por las mismas normas, como en el caso de un extraño en una sociedad nueva, no entraría en esta categoría. Éste es sin duda el tipo más complejo de desviación.
ñ) Las reglas de quién: Una pregunta importante dentro de la perspectiva de la desviación que marca el interaccionismo simbólico es quién marca las normas y cuál es su función. Existen tres observaciones importantes que extraigo del texto de Becker: “En primer lugar, sólo quienes efectivamente forman parte de un grupo pueden tener interés en hacer e imponer ciertas reglas (…) En segundo lugar, los miembros de un grupo juzgan importante para su bienestar que los miembros de otros grupos obedezcan ciertas normas (…) En los hechos,
la gente está todo el tiempo imponiendo sus reglas sobre los otros, aplicándolas sin mayor consentimiento y en contra de la voluntad de la otra parte.” (BECKER, Howard S.; “Outsiders: para una sociología de la desviación”; Siglo XXI Editores, Buenos Aires, 2009. Págs. 35 -36) a) Sólo quienes forman parte de un grupo tienen interés en crear e imponer ciertas reglas en él: Las reglas se crean dentro de los grupos y por los miembros de los grupos. Sirven para lograr que el grupo funcione, pero no son de la incumbencia de los de fuera de ese grupo (salvo que tengan intereses sobre ese grupo, y por lo tanto formarían parte de él, de cierta forma). Así, un militar debe saludar a su superior de determinada manera, pero quienes no forman parte del ejército no esperan ser saludados, no lo exigirán ni sancionarán la falta de saludo. b) Los miembros de los grupos juzgan importante para su bienestar que los miembros de otros grupos obedezcan ciertas normas: En los casos en que varios grupos interaccionan, los miembros de un grupo pueden esperar que los miembros del otro grupo se atengan a ciertas normas. Tal es el caso de las profesiones, como los médicos. Sus pacientes y la sociedad en general esperan que se atengan a ciertos presupuestos profesionales y éticos, y el Estado refrenda esa postura ratificando los títulos que les permiten ejercer. c) En la realidad, el juicio hacia los demás y la imposición de etiquetas, normas y sanciones es contante: Los individuos continuamente juzgan y sancionan a los demás e imponen sus propias normas hasta el punto en que son capaces. Así encontramos que en muchos lugares, las normas para las mujeres están hechas por los hombres, las de los jóvenes por los adultos, las de cualquiera, por su vecino y el qué dirán.
o) Iniciativas morales: Antes de que un acto sea visto como desviado, y antes de que ningún tipo de persona sea etiquetada y tratada como marginal por la comisión de ese acto, alguien tiene que haber creado la norma que establece que ese comportamiento es desviado. Las normas son el resultado de la iniciativa y el emprendimiento de ciertas personas, los emprendedores morales. Según Becker hay dos especies de emprendedores morales: a) Quienes crean las reglas: El “cruzado reformista” que tiene mucho interés en el contenido de las
reglas y busca que se corrija una situación que creen incorrecta y actúan movidos por su inconformismo. b) Quienes aplican las reglas: Los “agentes de aplicación” o “policías”, que no tienen interés en el
contenido de las normas y sólo buscan vigilar su cumplimiento o castigar su incumplimiento. La desviación es producto de la iniciativa, pues, en este sentido amplio: sin la iniciativa necesaria para que las reglas se creen, la desviación, consecuencia de la infracción a esa norma, no existiría. La desviación es también fruto de la iniciativa en un sentido más restringido y particular: Una vez que la regla existe, debe ser aplicada a ciertas personas para que la clase marginal que la norma ha creado empiece a poblarse. Hay que descubrir a los infractores, identificarlos, arrestarlos y condenarlos (O identificarlos como diferentes y estigmatizarlos por su inconformismo, como es el caso de los músicos marginales legales, como los músicos de baile). Debemos pues, considerar la desviación y a los outsiders como una consecuencia del proceso de interacción entre las personas, algunas de las cuales, por propio interés, crean y aplican normas para atrapar a otros, que también, por propio interés, han cometido actos que son etiquetados como desviados.
p) Evitar el control social: Una inclinación hacia actos que la sociedad considera desviados, -en el caso friki, un gusto por los juegos de rol o las novelas de fantasía- es condición necesaria, pero no suficiente para que un individuo ingrese en una subcultura outsider. Aun debe enfrentar o burlar las poderosas fuerzas de control social que hacen de esas actividades algo inconveniente. La forma más palpable de control social es el mecanismo de premio/castigo: las conductas valoradas positivamente son recompensadas y las conductas con valor negativo son castigadas. Pero este mecanismo no es el único modo en el que el control social limita la desviación, existen otros mecanismos y procesos, muchas veces entrelazados, que actúan de formas más sutiles para prevenir la desviación. Los principales tipos de controles que den considerarse son: a) Los que limitan el acceso a las actividades desviadas:
En general, las actividades desviadas no están al alcance de todos fácilmente. Por ejemplo, en el caso de los consumidores de droga, la sociedad no aprueba la venta de tales sustancias, por lo que es difícil acceder a ellas. Sin ese acceso, es más difícil convertirse en un consumidor habitual. b) Los que explotan la necesidad del individuo de no ser descubierto: Salvo raras excepciones, el individuo sabe que los actos que pretende realizar son distintos a la norma y que en muchos casos están mal vistos por la sociedad. Esto le lleva a desear no ser descubierto nunca cometiéndolos. Entonces, puede optar por abandonar y no realizar este tipo de acciones –en ese caso, este mecanismo demostraría eficacia en cuanto a control social- o puede intentar realizarlos clandestinamente. Las acciones clandestinas suponen dos nuevos problemas, por un lado, buscar la manera de realizarlas discretamente. Por ejemplo un estudiante superdotado que no quiera diferenciarse del resto de su clase, podrá contestar libremente un examen escrito, pero podrá cohibirse a la hora de hablar en clase, si se hace una pregunta oral. En el caso de los frikis, una actividad deseada podría ser acudir disfrazados a un estreno de cine. Pero conociendo que en esos estrenos puede haber personas que les reconozcan o quizás periodistas que les fotografíen, puedan optar por no realizar esa actividad. Por otro lado, entrelazándose con el mecanismo anterior, puede ser que el individuo necesite entrar en contacto con otros para realizar sus actividades, por ello, el secreto resulta un gran inconveniente. Así, si un friki en potencia quisiera probar una partida de rol en vivo, puede que le resulte difícil entrar en contacto con personas que las organicen, si tanto ellos como él mantienen sus aficiones en secreto. c) Los que definen la actividad como incorrecta. Uno de los controles sociales más potentes son los que definen las actividades como incorrectas. El individuo normalmente no quiere hacer nada incorrecto, o malo. Por lo que si decide realizar una actividad de esa clase debe creer que es buena, o que sus virtudes superan a sus defectos, o desarrollar un discurso que le justifique de alguna manera que es lícito que lleve a cabo esa actividad. d) El premio y el castigo. Como antes se ha comentado. Las acciones correctas se premian y las incorrectas se castigan. Tanto el deseo del premio como el miedo al castigo son potentes herramientas de control social.
3) ENFOQUE OCUPACIONAL DE LA DESVIACIÓN. LA CARRERA DEL DESVIADO: De la misma manera que probar un cigarrillo de marihuana no convierte a una persona en un drogadicto, salir un día por la televisión no lo convierte en un famoso, en la mayoría de los casos, una persona no pasa a ser un desviado de manera automática por la comisión de un acto, sino que requiere de un proceso, un proceso que incluye diferentes etapas en las que va venciendo el control social, va integrándose en un subgrupo desviado y va alejándose de la sociedad que reconoce en él la desviación y la señala.
La mayoría de las veces, el primer paso de una carrera en la desviación es la comisión de un acto de inconformismo, que rompe con un conjunto de normas en particular. Muchos actos de inconformismo son cometidos involuntariamente. Los actos desviados no intencionales pueden ser explicados fácilmente por el simple desconocimiento de la existencia de la norma o de que fuera aplicable a este hecho o a esta persona en particular. Más complicado es analizar las razones de que esa persona no supiera que su acción era indebida. Una razón puede ser la pertenencia a una subcultura cerrada: Las personas muy involucradas en una subcultura en particular (por ejemplo, religiosa o étnica) pueden sencillamente ignorar que no todos actúan de esa forma, y por lo tanto, incurrir en una falta. En cuanto a los actos de inconformismo intencionales, cabe preguntarnos dos cosas: La primera son las motivaciones que llevaron a esa persona a actuar así. Sin embargo los deseos e inclinaciones de las personas son muy variados, en ocasiones muy desviados de lo que se considera normal, pero no se llevan a cabo, porque los individuos se sienten atados a las normas sociales, y arriesgan mucho si las quebrantan (prestigio, empleo, familia…) lo que lleva a la
segunda cuestión; preguntarnos por qué fallaron los mecanismos de control social habituales. Este fallo en el control social puede deberse a que el individuo, por otras razones, no esté verdaderamente ligado ni obligado a las normas sociales y por lo tanto tiene una mayor libertad de acción (quizás no tenga una familia, un empleo o un prestigio que mantener). Más habitualmente el control social debe ser evitado por diversos mecanismos que ya hemos citado. Pero lo más principal es el discurso interno, la justificación personal de los actos ya que si la persona cree que lo que hace está “mal” y no encuentra justificaciones para continuar
haciéndolo, y está en libertad de decidir sus acciones , abandonará ese comportamiento.
Autores como Sykes y Matza han sugerido que los delincuentes en realidad tienen un fuerte impulso de ajustarse a la ley, y que utilizan técnicas de neutralización para acallarlo, justificaciones de su accionar desviado que para el delincuente son válidas pero no para el sistema social o el conjunto de la sociedad. En ciertos casos, una persona que de otra manera se ceñiría a la ley puede sentir que el acto de inconformismo es necesario o inevitable (el fin justifica los medios). A la luz de esos intereses legítimos, el acto que se desvía de la norma puede ser visto como correcto o al menos no del todo incorrecto. No obstante, la persona que se desvía de la norma una vez no nos interesa tanto como quien mantiene un patrón de comportamiento desviado durante un periodo largo de tiempo, quien hace de la desviación un modo de vida. Uno de los mecanismos que llevan de la experimentación ocasional a patrones de conductas desviadas más sostenidos es el desarrollo de motivos e intereses desviados. Muchos tipos de actividades desviadas surgen de motivos socialmente aprendidos. Hasta que no ha tenido una experiencia sostenida de esa actividad la persona desconoce los placeres que derivan de ella, y se entera de ellos interactuando con desviados de más experiencia.
Lo que puede haber empezado como el impulso aleatorio de probar algo nuevo se transforma en un gusto consolidado por algo que ya se conoce de primera mano. El individuo aprende a participar en una subcultura organizada alrededor de una actividad desviada en particular. Los motivos de la desviación son de carácter social incluso cuando se trata de una actividad que se desarrolla mayormente en la intimidad, en secreto o de manera solitaria. En esos casos la interacción cara a cara que inducía al individuo a integrarse en una subcultura, podrá ser reemplazada por otras vías de comunicación (TICs) Uno de los pasos más cruciales en el proceso de construcción de un patrón estable de comportamiento desviado quizás sea la experiencia de haber sido identificado y etiquetado públicamente como desviado. Esto no depende tanto de sus actos, sino de la reacción de los demás, de si deciden o no aplicar la ley que se ha violado. Aunque nadie lo descubra ni aplique la ley en su contra, el individuo mismo que ha cometido la infracción puede actuar como agente de aplicación de la ley. En otros casos es el propio individuo quien decide publicitar sus actos y mostrarse como desviado ante el público. Ya sea para procurarse el castigo que cree que merece, ya sea para reivindicar el acto que realizó. Cualquiera que sea el caso, ser descubierto y etiquetado como desviado tiene importantes repercusiones en la futura vida social y en la imagen que se hacen las personas de sí mismas. Su efecto más importante es el cambio drástico que se produce en la identidad pública del individuo: La comisión del acto indebido le confieren un nuevo estatus, y el estatus de desviación es un estatus maestro: la persona será identificada como desviada antes que ninguna otra cosa. Tratar a un individuo como si fuese un desviado en general y no una persona con una desviación específica, tiene el efecto de producir una profecía autocumplida, ya que pone en marcha una serie de mecanismos que conspiran para dar forma a la persona a imagen de lo que los demás ven en ella: En primer lugar, el individuo marcado como desviado tiende a ser aislado de las actividades más convencionales, aún cuando las consecuencias específicas de sus acciones concretas con hubieran generado ese aislamiento por sí solas, sin la adjudicación de la etiqueta de desviado. Por ejemplo, el hecho de ser homosexual no tiene por qué afectar en el rendimiento de trabajo de las personas, pero en determinados ambientes laborales, sobretodo hasta hace unos años, un homosexual podía perder su puesto por el sólo hecho de que se conozca su tendencia. El aislamiento de las actividades convencionales empuja a la marginalidad, por ejemplo, el homosexual que ha perdido su trabajo de oficina, si no encuentra otro debido a que ya se conoce su tendencia, puede verse obligado a aceptar trabajos marginales en los cuales no importa su tendencia. Cuando un desviado es identificado, se lo trata de acuerdo al diagnóstico popular que explica por qué es y cómo es y el tratamiento en sí mismo puede a su vez profundizar en su desviación.
Por ejemplo, la Ley Seca que prohibía la comercialización de bebidas alcohólicas llevó a la creación de todo un mercado clandestino de estas bebidas. “El tratamiento de la desviación les niega a los desviados los medios de que dispone la mayoría
de las personas para llevar una vida cotidiana normal, y en consecuencia deben desarrollar, por necesidad, rutinas ilegales” (BECKER, Howard S.; “Outsiders: para una sociología de la desviación”; Siglo XXI Editores, Buenos Aires, 2009. Pág. 54)
Sin embargo, no todos los que son señalados como desviados en un momento dado avanzan inevitablemente hacia formas más acentuadas de desviación. El proceso puede revertirse en atención a múltiples factores. Existen formas de desviación (como los crímenes mayores) cuyo impacto es grande y casi inmediato, en los que es más difícil un desprendimiento de la etiqueta de desviado. En otros casos, sobre todo si existen circunstancias justificadoras o atenuantes (sólo lo hizo alguna vez, era muy joven, sus amigos le indujeron a ello…) que hacen más sencillo volver a la normalidad y
desprenderse de la etiqueta. En este caso, la identificación como desviado puede no consolidarse y servir simplemente de toque de atención. Dice Becker que incluso la detención policial o la publicidad del hecho desviado no conducen necesariamente a un aumento de la desviación, “si la situación en la que el individuo fue descubierto por primera vez ocurre cuando todavía tiene a su disposición líneas de acción alternativas ”.
En general, si la persona se echa atrás a tiempo, es recibida de nuevo por la comunidad como normal. Pero no siempre es el caso. Por ejemplo, muchos drogadictos nunca dejan atrás la etiqueta, incluso cuando pueden demostrar fehacientemente que han abandonado la adicción descubren que muchas personas les siguen tratando como si fuesen adictos y nunca recobran la confianza en ellos. El último escalón en la carrera de un desviado es integrarse a un grupo desviado organizado. Cuando una persona da el paso definitivo y se integra a un grupo organizado, o cuando se da cuenta y acepta el hecho de que ya lo integra, el impacto sobre la imagen que tiene de sí misma es muy fuerte. Del sentimiento de destino compartido presente en los grupos de desviados y de tener que enfrentar los mismos problemas surge una subcultura desviada: un conjunto de ideas y puntos de vista acerca de lo que es el mundo y de cómo lidiar con él, y un conjunto de rutinas basadas en esas nociones. La inclusión en tales grupos solidifica la identidad desviada. Pasar a formar parte de un grupo desviado organizado tiene diversas consecuencias en la carrera del desviado: En primer lugar, los grupos desviados tienden a racionalizar su posición, más que los individuos desviados aisladamente. Elaboran justificaciones (que pueden llegar a ser muy complejas y amplias) para su accionar. La mayoría de los grupos desviados cuentan con alguna lógica o ideología de autojustificación; esa lógica opera para neutralizar los sentimientos que los desviados puedan sentir contra sí mismos y también cumple otra función, le brinda al individuo argumentos para continuar la línea de acción que ha tomado, reforzando las bondades de la desviación. Las diferentes lógicas de los grupos desviados suelen incluir un repudio generalizado
contra las normas morales convencionales, las instituciones y el mundo de las convenciones en general. La persona que ha logrado acallar sus dudas adhiriéndose a esa lógica, pasa a un tipo de desviación más consistente y normativo, algo que no hubiera sido posible de no haberla aceptado. Lo segundo que ocurre cuando la persona ingresa en un grupo desviado es que aprende a llevar a cabo sus actividades desviadas más fácilmente. Todos los que implica la infracción de la norma ya han sido sorteados por otros antes que él y las soluciones ya existen. De esa manera, al ingresar en un grupo desviado o institucionalizado es más probable que el individuo continúe por el camino de su desviación: Ha aprendido a evitarse problemas y ha incorporado una lógica que le permite continuar sin reprochárselo.
Relevancia del texto: Sin olvidar las críticas que se han hecho a esta teoría o conjunto de ideas, será útil incluir su perspectiva en cualquier análisis de la desviación social, ya que señala momentos importantes y hechos concretos y analizables dentro de la carrera social del individuo hasta convertirse en Outsider:
El libro de Howard Becker indica el camino para encontrar las causas sociales a la desviación, que no se produce por ciencia infusa, sino por procesos sociales y grupales en los que el etiquetamiento y la socialización con otros cobran especial relevancia.
También nos indica que no debemos estudiar sólo el grupo outsider, sino la sociedad en la que está inserto y respecto a la cual es outsider, siempre recordando que las normas sociales no son eternas ni universales.
“Veremos que las personas que participan en actividades que convencionalmente son
consideradas desviadas no lo hacen movidas por fuerzas misteriosas e incognoscibles: comprobaremos que hacen lo que hacen por razones bastante parecidas a las que sirven para justificar actividades más comunes. Veremos que las normas sociales, lejos de ser fijas e inmutables, son reconstruidas permanentemente y en cada situación en particular, para adecuarse a la conveniencia, la voluntad y la posición de poder de los diversos involucrados.” (BECKER, Howard S.; “Outsiders: para una sociología de la desviación”; Siglo XXI Editores, Buenos
Aires, 2009. Pág. 209)
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