resumen Moisés y la religión monoteísta
July 22, 2016 | Author: Juan R. García Ferrer | Category: N/A
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Protocolo sobre “Moisés y la religión monoteísta”, de Sigmund Freud Construcción del psiquismo Roberto Suárez 25 mayo 2009
En primer lugar (y siguiendo las instrucciones del profesor), el presente escrito no es un ensayo propiamente tal, sino un resumen del texto, por lo que evitaré en él la inclusión de opiniones personales en la medida de lo posible (excepto en el último párrafo, me di esa licencia). Las tesis que Freud quiere probar en el libro son dos: La primera es que Moisés no fue judío, como reza la tradición, sino un exiliado egipcio, y que la religión judía es derivada de la religión de Atón. Para esto se vale de múltiples argumentos: la naturaleza del nombre “Moisés”, su contexto histórico, las similitudes entre el culto que este personaje impulsó y la religión impuesta por el faraón Akenatón, ciertos datos históricos extraídos (deducidos más bien) de textos tradicionales judíos, hallazgos arqueológicos, etc. Con esta base, el autor sostiene lo siguiente: cuando la religión monoteísta impuesta por el faraón Akenatón es derogada (tras la muerte del gobernante, con alivio y rapidez) uno de sus seguidores, Moisés (posiblemente un gobernador de una provincia fronteriza) huye al exilio, llevándose con él a un grupo de seguidores fieles. Al salir de su país (Egipto) Moisés elige a los judíos, un pueblo fronterizo, oprimido y despreciado, como su nación y los convence de salir en una larga marcha, cuyo destino final fue la actual Israel. Al llegar allí, sin mayores sobresaltos (ni pestes ni perseguidores, ni mucho menos separación alguna de las aguas del Mar Rojo), los judíos se unen con una tribu local, además de “la guardia personal” de Moisés (los levitas) y reciben todos la religión prohibida de Akenatón. El problema es que dicha religión es completamente opuesta al tono de las creencias de ese tiempo: se prohiben los iconos y todas las expresiones de adoración voluptuosa y carnavalesca, se elimina (en la misma línea) la multitud de dioses caprichosos (que tienen intereses egoístas), y se enfatiza el sentido didáctico de la relación entre el dios único y su pueblo. El interés del dios de Moisés, que es reflejo del dios de Akenatón, es educar a su pueblo en el perfeccionamiento moral permanente, lo que resultó tremendamente opresivo para el nuevo pueblo judío (suma de los antiguos judíos, los levitas y los cananeos). Tan opresiva resultó esta exigencia de rectitud que los judíos mataron a Moisés y olvidaron su culto en favor de la creencia original: el dios-demonio-sanguinario Jahvé. Lo olvidaron durante un tiempo limitado, y aquí está el interés de Freud: luego del crimen y tras un periodo de latencia, la religión de Moisés surge con una fuerza arrolladora, como una pulsión. El porqué de este fenómeno es la segunda tesis del libro: El crimen de Moisés resultó tener resonancias muy potentes con el crimen fundacional de la humanidad, en la medida de que ambos fueron la liberación de un pueblo oprimido por un régimen insoportable, y ambas comparten mucho más en común:
La motivación de la matanza. En la hipótesis de “La horda primordial” (Tótem y tabú), el líder de la manada es culpable por ser un déspota de un egoísmo inmenso, de forma tal que amenazaba la supervivencia del resto de la manada. En la hipótesis del crimen de Moisés, éste volvió la vida de los judíos tremendamente difícil, en su exigencia permanente de rectitud moral abstracta. Más sobre esto después. Las características del crimen. Ambos asesinatos fueron cometidos, no por uno, sino por múltiples ejecutores: mientras más involucrados, mejor. De este modo de aseguraba el mejor manejo de la culpa: un asesino individual puede ser castigado su pueblo, pero un pueblo asesino solo puede ser cuestionado por alguien ajeno a esa sociedad, bajo riesgo de declaración de guerra. El arrepentimiento. Ambos pueblos se arrepintieron de la muerte que causaron, y esta culpa los llevó a abrazar sin condiciones el punto de vista de la víctima. El carácter fundacional. Con el arrepentimiento y la culpa, ambos pueblos se movilizaron hacia algo que era nuevo en su momento, se vieron forzados a crear algo: la horda primordial creó un sistema de regulaciones que dio origen a la civilización humana; el pueblo judío, al retomar y perpetuar exitosamente la religión importada por Moisés, inició la etapa racional en la historia de la humanidad. Racional porque el condicionamiento de la conducta (si vemos a las religiones en general como sistemas de control del comportamiento de los pueblos) ya no fue deudora de la extorsión simple (castigo y recompensa), ya no había que temer la muerte directa por el ataque de un dios feroz, de un depredador convertido en un ente místico, sino que había que reflexionar interminablemente sobre las implicancias de cada acción de la vida diaria, había que pensar “si hago esto, ¿en qué tipo de persona me convierto?” Freud se extiende también sobre la naturaleza del monoteísmo y su rol, en contraposición al politeísmo: cuando muere el líder de la horda primigenia, transformado por la culpa de sus asesinos se convierte en tótem, en una proto-religión. Cuando las distintas tribus primitivas se unen entre si mediante el comercio, la guerra o la fusión, unen a sus respectivos tótems en una especie de consejo divino, una decisión salomónica: “ni el tuyo ni el mío, sino los dos juntos”, dando origen al politeísmo. El problema es que, debido a la culpa por el crimen primitivo, existe una tendencia natural hacia el monoteísmo: en cuanto al esquema que rige la culpa, sólo existe un padre primitivo, no dos ni tres. Después de la resistencia inicial, el monoteísmo es abrazado automáticamente, ya que la culpa actúa desde el sector de lo automático, desde el “ello”, como pulsión. Aquí conviene una descripción sucinta de este asunto de los sectores: el yo es la conciencia del individuo, el ello es lo inconsciente y el súperyo no es relevante aquí (en este resumen y en el libro), por lo que lo paso por alto. Por supuesto, esto no es exactamente así, con fronteras tan rígidas: Freud describe el proceso mediante el cual el yo puede mandar vivencias concretas hacia lo inconsciente, suprimiéndolas completamente del recuerdo y, por lo tanto, del alcance de la razón; además de diferenciar entre lo inconsciente y lo preconsciente, lo que está olvidado, pero puede surgir a la memoria mediante algún estímulo. Hay algunos temas más en el libro que no he tratado: está el periodo de latencia del trauma, la diferencia entre el judaísmo y el cristianismo, una posible explicación del
antisemitismo. El trauma es relevante porque el crimen del padre primordial y el de Moisés son traumáticos, tanto que desaparecen de la conciencia: la latencia es el periodo durante el cual el trauma está completamente escondido, hasta que surge mediante un síntoma. La diferencia entre ambas religiones es el objeto de adoración: el dios-padre judío y el hijo-mártir cristiano (además del relajamiento de la prohibición judía: el nombre de Jesús es conocido, existe el culto a la virgen, el organigrama de ángeles, arcángeles, etc). La explicación es la envidia hacia el pueblo elegido. Finalmente, el libro de Freud se divide en tres capítulos, siendo el tercero sobre el que trata este resumen. Tomando en cuenta que la tercera parte se divide a su vez en dos partes, esto convierte a la estructura el libro en cinco capítulos, y cada uno de ellos es una versión más desarrollada del anterior, creo que “Moisés y la religión monoteísta” tiene una estructura fractal.
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