Resumen Libro Once Minutos de Paulo Coelho
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Descripción: Análisis del libro Once Minutos de Paulo Coelho...
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RESUMEN LIBRO ONCE MINUTOS DE PAULO COELHO Este libro relata la historia de la vida de María, una joven del interior de Brasil, durante su adolescencia había soñado con encontrar el hombre de su vida (rico, guapo, inteligente), casarse, tener dos hijos y vivir en una bonita casa. Su padre era vendedor ambúlate y su madre costurera. María no dejaba de esperar el día en que su príncipe encantado llegaría sin avisar, pero mientras no aparecía solo le quedaba soñar. Aparentemente se entero demasiado joven de los dolores y el desamor que trae la vida. Cuando se enamoro por primera vez de un niño de la escuela al que veía todos los días pero con el que nunca intercambió palabra y terminó yéndose de la ciudad, ella aprendió que “hay cosas que se pierden para siempre”. Con su primera decepción empezó a creer que el mundo era demasiado grande, el amor muy peligroso. A los quince se volvió a enamorar de un chico, él cual le dio su primer beso y llegó a pensar que él era hombre que buscaba, pero a él no le gustaron los besos de ella así que entendió que “la vida es muy rápida, hace que la gente pase del cielo al infierno en cuestión de segundos”. Después de algunos días ella lo vio en una fiesta con una amiga suya, consideró la posibilidad de hacerse monja y dedicar el resto de su vida a “un tipo de amor que no hiere ni deja marcas dolorosas en el corazón, el amor de Jesús”. En su adolescencia descubrió la masturbación, esto le gustaba mucho, así que abandonó la idea de hacerse monja. Se enamoró muchas veces más pero siempre sucedía algo, cuando por fin estaba convencida de haber encontrado a la persona adecuada para pasar el resto de su vida todo se terminaba, concluyó que los hombres solo aportaban dolor, frustración y sufrimiento. Decidió que podía llegar a pensar en el príncipe pero no volverá a enamorarse otra vez. Y así pasaron los años de la adolescencia de María, salió con uno, con otro, soñó y sufrió, a pesar de la promesa que había hecho de no volver a enamorarse. En una de esas citas perdió la virginidad con un chico a quién utilizó como instrumento de aprendizaje. Pero pronto se cansó ya que más placer le daba masturbarse. Aprendió que “aquellos hombres que tocaron su alma no consiguieron despertar su cuerpo, y quienes tocaron su cuerpo no consiguieron llegar a su alma”. Cuando cumplió diecinueve años encontró un empleo en una tienda de tejidos y su jefe se enamoró de ella, pero María a esas alturas ya sabía cómo utilizar a un hombre sin ser usada por él. Eso tuvo como beneficios un aumento de sueldo, trabajo veinticuatro meses sin parar hasta que ahorró dinero como para pasar una semana de vacaciones en la ciudad de sus sueños. Ella desea vivir nuevas experiencias, aventurarse, pues a pesar de haber perdido de cierta manera la esperanza en el amor, sigue siendo una especie de romántica incurable. El dueño de la tienda enamorado de ella pide ser su acompañante y pagar todos sus gastos de su viaje, pero ella no quería que nadie la acompañara ya que tendría libertad total y le permitiría estar disponible para que un príncipe encantado apareciese y la raptase para siempre. El jefe, desconsolado, resistió un poco pero acabó aceptando, pues para entonces ya estaba haciendo planes secretos para pedirle matrimonio en cuanto volviese y no quería precipitarse demasiado y estropearlo todo. Después de dos días de viaje y de disfrutar de la playa de Copacabana María conoce a un Suizo que prácticamente le ofrece el “oro y el moro” (trabajo, fama, fortuna), le iba a pagar por ser una bailarina de samba en una discoteca de Suiza. María había aprendido que “las oportunidades están para aprovecharlas” pero no iba hacer nada sin consultar a su familia primero. El suizo acepta ir con ella hasta su pueblo, ahí su madre le aconseja que “es mejor ser infeliz con un hombre rico que ser feliz con un hombre pobre”. Después de que su madre lo aprobara y pensando que era su oportunidad de lanzarse en la aventura, acepta. Antes de regresar a Río pasa por su antiguo empleo para renunciar, en eso el dueño de la tienda le da
una cadena con una medalla y le dice que nunca se olvide de rezarle a la virgen, además agrego que si algún día ella regresaba él la iba a estar esperando y que la amaba. Sin embargo, era una frase que había escuchado muchas veces a lo largo de sus veintidós años y parecía que ya no tenía ningún sentido, porque nunca había resultado ser nada serio, María agradeció las palabras y se marcho. Así llega a Suiza donde descubre que las cosas no son tan buenas, y tiene que trabajar como bailarina en una especie de cabaret, sin mencionar que el sueldo no se acercaba en lo más mínimo a lo planteado al principio. Llega a conocer a seis chicas que trabajan con ella las cuales le contaban historias de sus príncipes encantados, que generalmente estaban muy lejos, o estaban casados, o no tenían dinero y vivían del trabajo de ellas. Ella se dedicó a su trabajo y no quería regresar a su país sin dinero porque pensaba que la gente iba hablar mal de ella así que decide matricularse en un curso matutino de francés y así podría salir adelante. Llega a enamorarse de un árabe que estudiaba francés en su mismo curso pero duró tres semanas hasta que decide dejarlo todo de lado e irse a visitar una montaña cerca de Ginebra. A la tarde siguiente y después de tres meses de trabajo, Roger, el suizo le despide pero gracias a que mejoro el vocabulario pudo salir con cinco mil dólares de indemnización, un dinero que ella jamás había soñado gracias a la palabra mágica “abogado”. Con ese dinero pensó casarse con el árabe pero para ese entonces el ya estaba muy lejos, así que contrata a un fotógrafo y compra un celular para ver si con sus fotos puede encontrar un empleo de modelo y maniquí. Lastimosamente el teléfono no suena y piensa que “la montaña rusa es mi vida, la vida es un juego fuerte y alucinante, la vida es lanzarse en paracaídas, es arriesgarse, caer y volver a levantarse, es alpinismo, es querer subir a lo alto de uno mismo, y sentirse insatisfecho y angustiado cuando no se consigue”. María, para distraerse y ejercitar la lengua en las horas vagas empezó a visitar la biblioteca, a hablar con la mujer que trabajaba ahí la cual parecía tan sola como ella, a pedirle sugerencias, a comentar la vida de los autores, hasta que el dinero llegó casi a su fin. Y como la vida siempre espera situaciones críticas para mostrar su lado brillante, finalmente el teléfono sonó. Después de tres meses de espera recibe una llamada de una agencia de modelos, habló con un árabe el cual quería invitarla a participar de un desfile. Se reunieron en un restaurante muy chic y él le empezó hacer una serie de preguntas pero ella solo quería hablar del trabajo. Él árabe le hace una propuesta de pagarle mil francos por ir a un Hotel con él y tomar una copa. María desesperada acepta, se embriaga y se acuesta con el árabe, toma el dinero y regresa a su casa. Al día siguiente María no tiene ningún sentimiento de culpa por lo sucedido el día anterior ya que sabía que ella pudo haber elegido salir del restaurante con su dignidad intacta y con su cartera vacía. Pero estaba en una ciudad extraña, no conocía a nadie, no tenía que darle explicaciones a nadie. Así que decide dedicar el día entero en pensar en sí misma, mientras miraba a su alrededor siente la presencia de una mujer, la cual se parecía a la Virgen María, la cual le sonríe y le dice que tenga cuidado, ya que las cosas no eran tan simples como ella pensaba. María no le da importancia al consejo y le pide que no interrumpa sus pensamientos porque tenía decisiones importantes que tomar. Analiza la posibilidad de de volver a Brasil pero piensa lo mal que la gente hablaría de ella, lo decepcionados que sus padres estarían, volvería a trabajar en la tienda de tejidos y se casaría con él dueño. Pero ella no quería eso así que esa noche va a buscar trabajo en “la Rue Berne” un barrio de la prostitución. Allí escogió al azar un bar con el sugestivo nombre brasileño “Copacabana” la discoteca más valorada de ese barrio, ahí el dueño Milan le ofrece trabajo y una prostituta le explico que tenía que seguir tres reglas. La primera: no enamorarse de nadie con quien trabaje o haga el amor. La segunda: no creer en las promesas y cobrar siempre por adelantado. La tercera: no tomar drogas. María desesperada decide empezar esa noche. La prostituta habla con el dueño del bar y éste le
explica a María que tiene que llevar ropa interior bonita. Si entraba un cliente ella podría decidir si quería o no su compañía pero no era aconsejable decir “no” más de una vez por noche. En caso de responder afirmativamente pediría un coctel de frutas que era la bebida más cara de la lista. Nada de alcohol, nada de dejar que el cliente escogiese por ella. Después debía aceptar una eventual invitación para bailar. La mayoría de los que frecuentaban el local eran conocidos y, a excepción de los “clientes exclusivos”, sobre los que no entró en detalles, nadie representaba ningún riesgo. La policía y el Ministerio de sanidad exigían análisis de sangre mensuales, para ver si no eran portadoras de enfermedades de transmisión sexual. El eso de preservativo era obligatorio, aunque no tenían ningún modo de vigilar si esta norma se cumplía o no. No debían armar un escándalo jamás, Milan estaba casado, era un padre de familia, preocupado por su reputación y el buen nombre de su discoteca. Continuó explicando el ritual: después de bailar volvían a la mesa del cliente, como quien dice algo inesperado, la invitaba a ir a un hotel con él. El precio habitual era de trescientos cincuenta francos, de los cuales cincuenta se los quedaría Milan, en concepto de alquiler de la mesa. No debía aceptar invitaciones para ir a casas o a hoteles que no fuesen cinco estrellas. Si el cliente no tenía adónde llevarla, irían a un hotel situado a cinco manzanas de allí, pero siempre en taxi. El tiempo desde que pide la bebida hasta el momento de salir no debe sobrepasar, de ninguna manera, los cuarenta minutos. Después de la explicación del ritual empezaron a entrar los clientes, ella se puso hacer cálculos si salía tres veces al día en dos meses ganaría el equivalente a dos meses de su trabajo en la tienda de tejidos. Esa noche tuvo sus primeros clientes y entró en una especie de trance y sabía que tenía que ser fuerte. Y así pasaron seis meses: María aprendió todas las lecciones que necesitaba, como por ejemplo, el funcionamiento del Copacabana. Como era uno de los lugares más caros de la Rue Berne, la clientela se componía mayoritariamente de ejecutivos. La mayoría de las prostitutas tenían entre dieciocho y veintidós años, permanecían una media de dos años en la casa y después eran sustituidas por otras recién llegadas. Entonces se iban a Neón, luego al Xenium, y a medida que la edad aumentaba el precio bajaba y las horas de trabajo se evaporaban. Casi todas acababan en el Tropical Extasy, en donde aceptaban a mujeres de más de treinta años. María se acostó con muchos hombres. Jamás le importo la edad, ni la ropa, el “si” o “no” dependía del olor que despedían. Descubrió para su sorpresa, que uno de cada cinco clientes no estaba allí para hacer el amor, sino para charlar un poco. Pagaban el precio de la tarifa, el hotel, pero a la hora de quitarse la ropa decían que no era necesario. Querían hablar de las presiones del trabajo, de la esposa que los engañaba con alguien, del hecho de sentirse solos, sin tener con quien hablar. María entendió que liberar la tensión del alma era tanto o más lucrativo que liberar la tensión del cuerpo, volvió a frecuentar la biblioteca. Empezó a pedir libros sobre problemas conyugales, psicología, política, autoayuda, pues casi todos le pedían consejos. Estudió tratados sobre la emoción humana, ya que todos sufrían por una razón o por otra. Así llego a conocer la verdad sobre los hombres, que solo desean ser escuchados y buscan el sexo tan desesperadamente por que la sociedad los obliga y los hace pensar que eso es lo que deben hacer. Conoció a miles de hombres y miles de rostros humanos. Conoció y dio nombre a lo que son LOS 11 MINUTOS, lo que duraban sus relaciones, los minutos que esos hombres más deseaban en sus largos y tediosos días, aparentando, cumpliendo en sus casas, cumpliendo en sus trabajos. Con el conocimiento para ayudar a sus clientes y el gemir en el acto sexual sin que ella sienta placer ganaba propinas y rápidamente se hizo su propio prestigio entre los clientes ya tenía una clientela selecta, grande y fiel. Y con el dueño del local, un hombre muy sabio y muy reservado, a pesar de lo que hacía; Milán, era su protector. Ella comenzó a reunir dinero y a hacer planes, de regresar a casa, triunfante, comprar una hacienda y llevar a sus padres a una vejez tranquila (solo trabajaría un año) Gracias a sus proyectos, a la
búsqueda de conocimiento, y a una bibliotecaria, que durante ese tiempo fue siempre su única amiga, por quien tuvo un gran aprecio, y a quien, indirectamente, ayudo a descubrir cosas sobre su sexualidad de las que no tenía idea. Ya faltando tres meses para que acabara su año de trabajo, decidió a investigar sobre haciendas daca un libro y llega hasta un bar, se sienta y pide un café. La lectura era demasiado aburrida, así que paga el café y caminó en dirección a la puerta y, sin darse cuenta de la importancia de aquel momento, oyó una frase que cambiaría para siempre sus planes, su futuro, su hacienda, su idea de la felicidad, su alma de mujer, su actitud de hombre, su lugar en el mundo. Era un pintor llamado Ralf Hart. el cual le dijo que se espere un momento porque le gustaría pintarla a ella. María le dio poca importancia, pero é insistió diciendo que por lo menos le permita hacer un esbozo. Ya que él había visto una “Luz” en ella. Ella termina aceptando aunque no entendía bien lo que significaba lo de la “Luz” y después de dibujarla él le dice que la conocía, y recordó haberla visto en el Copacabana de la Rue Berne. Ella se enfada porque piensa que él la quiere humillar, pero él no la miraba así, más bien vio su “Luz” y esto era algo que nunca nadie había visto en ella. Salieron por el camino de Santiago, él le conto su vida de artista que a pesar de tener tantas personas a su alrededor, de tener dinero y posesiones no era feliz. Él quiso saber cosas sobre María y ella le dijo que era tres personas diferentes dependiendo de lo que buscaba. Era la niña ingenua, que mira al hombre con admiración, y finge estar impresionada con sus historias de poder y gloria. La mujer fatal, que ataca a aquellos que se sienten más inseguros, pero que al reaccionar así, tomando el control de la situación, hace que se sientan más cómodos, porque ellos no tienen que preocuparse por nada. Y finalmente la Madre comprensiva, que cuida de los que necesitan consejo y escucha, con aire de quien lo comprende todo. Y depende de él a quién quiere conocer. Ralf le dijo que quería conocerla a ella. María se lo contó todo, porque necesitaba contarlo, era la primera vez que lo hacía, desde que había salido de Brasil. Al final solo pregunto cuándo podría ver el lienzo, él le dio una tarjeta de su agente en Barcelona. Sus obras serían expuestas en una galería de Berlín. Pero ella sabía que dentro de poco regresaría a Brasil así que se despidió ya que cualquier relación podía significar peligro. El dijo que la iría a buscar como cliente porque quería que ella lo rescatara. Ella no entendió muy bien que quería decir eso pero sabía que ella también necesitaba ser rescatada. Ésa misma noche cuando María entro al Copacabana, él estaba allí esperando. Ella le dijo que ya tenía clientes así que prefirió la compañía de un viejo, de un contador mediocre y de un agente de seguros. Así pasaron dos días, ella trataba de no pensar en él ya que corría el riesgo de dejarlo todo. Pero al tercer día Ralf volvió y ella se dio cuenta que lo había estado esperando todos esos días. Y ese momento aceptó todo lo que el destino había puesto en su camino. Él pago por tres clientes y se la llevó a su casa. Desde ese momento ellos dos emprendieron una relación del alma, un conocimiento mutuo, más allá de lo que María esperaba jamás en su vida, donde la esperanza en el amor estaba perdida. Conoció el dolor y el placer y como ellos se relacionaban, primero mediante un “cliente especial” llamado Terence, que le enseño el sadomasoquismo, y después mediante Ralf, que le enseño el dolor del castigo físico, pero no el sexual, sino el que lleva a superarlo todo, a la paz interior. Gracias a Ralf pudo llegar al orgasmo, cosa que JAMAS había conseguido, y por lo que se había torturado pensando en que era la única, una especie de fenómeno. Así, mediante no solo el conocimiento íntimo del cuerpo de su amante, sino también del conocimiento profundo de su mente y de su alma, llego a un éxtasis que la llevo más allá del plano terrestre, hasta el placer espiritual. Entonces por fin llego el día de dejarlo todo, de volver a Brasil, de cumplir su sueño, de comprar la hacienda. Así que después de una noche de pasión con su amado se marcho, sin más, dejando a Ralf atrás, pero sin embargo con el deseo oculto de que, como en las películas, él apareciese tras de ella.
Pero eso no ocurrió, ella llegó al aeropuerto, se subió al avión, y el no apareció. Pero como, los finales felices son los mejores, mientras esperaba en un trasbordo en Paris, de pronto una voz familiar le habló, y ella lo sintió tras de sí. Allí Ralf le dijo, que no tuviera miedo de que el sueño terminara, que podían intentarlo, y podían intentar saber, que era lo que venía después de las películas, cuando en pantalla aparecía; FIN.
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