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PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL ECUADOR
ESCUELA DE TRABAJO SOCIAL CARRERA DE GESTIÓN SOCIAL
PROYECTO DE TITULACIÓN RESUMEN DEL TEXTO “TRABAJO SOCIAL: PERSPECTIVAS CONTEMPORÁNEAS” DE KAREN HEALY
ANALISIS CRÍTICO DEL TEXTO CONCLUSIONES
SILVIA DÍAZ GARCÍA
2016
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Introducción En el resumen pretendo puntualizar los enfoques de la autora en varios temas relacionados con el Trabajo Social crítico y las diversas teorías que dan sustento a las variadas prácticas del mismo en los procesos productivos de las sociedades contemporáneas, cabe mencionar que son incorporados a este análisis los enfoques de autores de las teorías post estructurales y feministas más destacados para Healy, que hacen aportes de elementos que son mencionados y relacionados con los temas de los ocho capítulos en los que se divide esta obra
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Resumen del texto “Trabajo Social: perspectivas contemporáneas” de Karen Healy Capítulo I: Trabajo social, los retos de nuestro tiempo. La autora pretende con esta obra utilizando las corrientes teorías modernas aportar a los trabajadores sociales que desde su inicio tenían criterios críticos, que toman impulso por los años 60-70 con planteamientos de un cambio radical, sin embargo en el proceso histórico de la profesión y en especial en la práctica, la teoría ha sido algo impositivo que no ha contribuido a concretizar una praxis adecuada minimizando la acción social al estudio de caso en atención a los servicios de bienestar social. Al inicio del nuevo milenio y dado los cambios socio económicos que afrontan las sociedades a nivel mundial los aportes de Healy enfatizan en la búsqueda de nuevos planteamientos para hacer efectiva una práctica que busca el cambio en los nuevos fenómenos de marginación producto de la globalización y acelerado proceso de industrialización, como respuesta a estos conflictos aparece una variada gama de ramas del trabajo social: “que pueden considerarse críticos: trabajo social antirracista y multicultural; trabajo social anti opresor y anti discriminativo; trabajo social feminista; diversas ramas de trabajo comunitario; trabajo social marxista; trabajo social radical; trabajo social estructural y formas de investigación participativas de acción” (Healy, 2001, p. 13). Nos hace notar la autora la marginación de los aportes liberadoras de las prácticas cuotidianas que contribuyen notablemente en el cambio de visión de la práctica del trabajo social ortodoxo para enfatizar en la praxis de las trabajadoras sociales activistas; incorpora en la obra a pensadores pos estructurales destacando los criterios de Foucault y las feministas que aportarán con elementos que le facilite al trabajo social critico elementos que se encuentran en las
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realidades coyunturales como el poder, identidad, cambio, también el discurso, las activistas no están de acuerdo porque estos planteamientos pueden limitar el proceso de transformación para alcanzar una sociedad más justa, igualitaria y equitativa. A pesar que los trabajadores sociales activistas dan mucha importancia a la práctica, esta no ha realizado aportes para estructurar una teoría del trabajo social, y en varias ocasiones las exposiciones teóricas relacionadas a la profesión realizan profesionales de otras disciplinas que no han participado en una práctica concreta de trabajo social. Anota Healy el contenido de la obra por capítulos. En su conclusión enfatiza en el aporte que pretende con la obra para dar al trabajo social crítico y activista elementos que les permitan afrontar las exigencias de las problemáticas actuales. Capítulo II: La herencia de nuestro pasado y la naturaleza de nuestro presente. Según la Autora expone al inicio de este capítulo. En el proceso histórico del trabajo social rompiendo los cánones otorgados a algunos profesionales han logrado prácticas creativas que han generado cambios solo que no se han observado por no encontrarse documentados. Tampoco se da un lineamiento diferente o creación de teorías exclusivas de Trabajo Social que aporte al conocimiento. El crecimiento de la esfera pública, da mayor opción a realizar prácticas de Trabajo Social que basadas en el avance de las teorías sociales destaca varias ramas del trabajo social critico, teniendo como base las teorías hegelianas que plantean la totalidad en constante dialéctica, la marxista que aporta con la teoría de la lucha de clases y la de la escuela de Frankfurt que enfoca la acción comunitaria la verdad la comprensión del saber y el acuerdo mutuo (Healy, 2001, p. 27, 28, 29).
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Cuando hace referencia a la ciencia social critica que basa su principio en la acción esta permite tomar conciencia a los oprimidos para incluirse en los procesos de cambio, además se caracteriza por explicar el orden social desde un punto de vista totalitario, por otro lado los conflictos y el poder de los individuos grupos refuerzan las desigualdades estructurales, la auto conciencia es primordial para que los oprimidos busquen un cambio de su realidad social buscando el bienestar común. Con relación al Trabajo Social menciona la autora varios enfoques críticos: Un Trabajo social asistencialista que mantiene las estructuras dominantes de los oprimidos, otro aspecto es la desigualdad entre trabajadores y clientes de los servicios (Wilson 1977, citado en Healy, 2001), ideológicamente el profesional cree saber más que el usuario del problema que atraviesa y los mecanismos para solucionarlo. La opresión es una herramienta clave, para los Trabajadores Sociales críticos, les permiten visualizar otros grupos poblacionales: blancos, indios, mestizos, negros, homosexuales, lesbianas, ansíanos y discapacitados que soportan restricciones y exclusiones por la pertenencia a los mismos. La postura igualitaria plantea estrategias para lograr, relaciones más justas en la práctica como enumera Autora: Postura igualitaria radical, aprendizaje mutuo. El conocimiento del contexto del cliente, permite comprender la sociedad y facilitar el cambio. Responsabilidad de los trabajadores sociales, dar a conocerlo que pretende, y facilitar la responsabilidad de los prestadores del los servicios. Estos elementos facilitaran a los usuarios de los servicios tomar conciencia de los problemas que les afectan, y al vivirlos y tener las experiencias de las necesidades tienen elementos para reorganizar sus planteamientos y buscar convertirse en protagonistas y liderar los cambio. El trabajo Social, desde el punto de vista de Healy, es el articulador, facilitador de la toma de conciencia de los oprimidos, para que logren reconocer las problemáticas en forma colectiva
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busquen el cambio. El profesional, deben incorporarse en la realidad de los usuarios, para dejando su autoridad, se incorpore en los grupos, con la finalidad, de lograr procesos de cambio radical. Hace una invitación, para que Trabajo Social, deje sus propios intereses, políticos, de clase, de autoridad, para que incorporándose en los grupos poblacionales, se haga parte de la transformación, ya no como un mero funcionario, sino como menciona (Mullaly, 1993, p.200 citado en Healy, 2000) un miembro activo, y como una forma de vida. Todas las teorías se han constituido en una gran herencia. Ha permitido identificar, supuestos, clave sobre los procesos de poder, identidad y cambio, a través de los cuales se desarrollo la práctica crítica, como puntualiza Karen Healy (2001, p.52). Este legado, ha permitido reorientar la función de la profesión, permitiendo la reorientación de discursos sobre, la práctica profesional. La autora menciona que en las tres últimas décadas, ha recabado, un espacio legítimo en los campos de formación. Capítulo III: Foucault, el feminismo y la política de emancipación. La autora hace notar en este tema los cambios trascendentes que se dan en las realidades contemporáneas, mismos que han que han permitido a las trabajadoras sociales, por un lado un apoyo oficial con la incorporación de la legislación infantil (Reino Unido, Nueva Zelanda, algunos estados de Austria; por el terreno dificultoso para los trabajadores sociales progresistas que consideran no útiles las teorías “post” (post estructuralistas, post fordistas y el post modernismo), estas crean una contrariedad sobre todo en la teoría con la práctica. (Healy, 2001, p.54). Algunos Trabajadores Sociales han aceptado las ideas post estructurales; otros lamentan el retraso en los aspectos de justicia y equidad, así como el enfrentamiento de las corrientes con
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el trabajo social moderno, “que ha tratado de alcanzar la belleza (estética), el bien (ética), la verdad (ciencia) al procurar conseguir una calidad de vida agradable y una sociedad justa” (Howe, 1994, p. 518, citado en Healy, 2001, p. 55). Refiriéndonos al pos estructuralismo, en el siglo XX, se nota la presencia de un variado número de proyectos teóricos desarrollados dentro de las ciencias sociales, no se puede definir un concepto entre ellos. La autora toma como referencia a Desaussure que plantea, el lenguaje como elemento que describe las entidades, en tanto que los pos estructuralistas mencionan el discurso; el primero es un conjunto de signos ordenados que señala un significante (el sonido o las imágenes escritas) y el significado entre estos se da una relación contradictoria fijada en el lenguaje (Weedon, 1987, p. 23, citado en Healy, 2001, p. 57). La autora menciona que el discurso se da en las realidades contextuales y permiten ordenar las funciones de los actores que forman la sociedad. El discurso es tomado en la teoría foucaultiana, el cual da 4 reglas con las cuales desea plantear, Healy las premisas de la práctica del trabajo social, la realidad y las teorías de que depende este. Las reglas plantadas por Foucault que antes se mencionaba son; a) los discursos son expresados por reglas, en estos se puede decir unas realidades y excluir otras; b) interrelación del discurso y el poder quien tiene este tiene el saber, pudriendo hablar de la verdad ; c) caen en diferencias contradictorias y toman variadas ponencias contradictorias de acuerdo a la coyuntura histórica en la que se va desarrollando la realidad; d) la exterioridad, a quien se expresa las formas y los límites del discurso. Los autores pos estructurales como Foucault y Derrida, citados por Healy, describe el método de la deconstrucción, para comprender los procesos de aseveración de la verdad. Toma
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importancia para las feministas post estructurales radicales que utilizándolo desequilibran las prácticas sociales patriarcales (Pringle, 1995, citado por Healy, 2001, p.60). La autora menciona que comprender la verdad en los discursos modernos, se da a través de opuestos, aunque estos para Derrida citada por Healy, son problemáticas, marginan, excluyen la diversidades, jerarquiza, da mayor importancia de unos sobre otros. La deconstrucción pretende que lo devaluado se revalué a la vez destruye y reafirma varias opciones fundamentales de los discursos contemporáneos. (Healy, 2001. P. 61). Sostiene Foucault, el poder no solo permite la dominación u opresión de individuos, este se ejerce en las formas más pequeñas de organización (Healy, 2001, p. 61) se lo puede tomar como un elemento dinámico presente en los diferentes actores sociales que lo hacen productivo. Es bueno visualizarlos poderes que ejercen las organizaciones locales para poder evaluar el poder global, para Foucault es importante las investigaciones en los contextos específicos para ascender al poder global. En el tema de identidad y subjetividad, la autora menciona a Foucaut defensor de la primera, la misma que ignora la función del discurso en la construcción del yo (Foucault 1988b, p.65). Y los post estructuralistas con la subjetividad que mencionan, con los sentimientos interiores la persona toma la pauta para poder ver el mundo desde su perspectiva real. Los discursos influyen en el individuo en sus sentimientos interiores, y delinean los deseos de actuar en el medio en que se desarrolla. Otro de los temas hace referencia la designación que hace la autora a aún grupo de pensadoras feministas contemporáneas a las cuales les denomina: feminismo estructural radical, toma como referencia a Sioux y otras teorías feministas. Las feministas contemporáneas
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radicales mi “cuestionan la lógica esencialista de los discursos sociales y políticos moderno incluyendo, las prácticas feministas modernas” (Healy, 2001, p. 65). El termino patriarcado es tratado con mucho cuidado, a si como han discutido detenidamente los proyectos totalizadores. (Healy, 2001, p.66). Las feministas estructurales radicales han intentado desmantelar la imaginaria falo céntrica, así como rechazan la idea humanista de mujer. Conley puntualiza que la esfera lingüística, es un campo de batalla primordial, y enfatiza “La transformación comienza desde el interior cuando se develan los ordenamientos jerárquicos ocultos” (Conley, 1992, p. 38 citado en Healy, 2001, p. 67). Dentro de este enfoque los términos utilizados califican a los elementos que se refiere, Ej. Masculino con dominio; razón, logos, mente; en tanto que con femenino se relaciona con: caos, pasividad, irracionalidad, en la realidad local que me desarrollo aún los términos designan poder masculino, sumisión femenino. El cuerpo es otro elemento que señala la autora, a través del planteamiento de Cixuos, enfocándolo a este, no solo desde su conformación biológica, sino desde los aspectos culturales que le da una determina especificidad. “El cuerpo se considera como objeto político, social y cultural por excelencia, y no un producto de una naturaleza bruta, pacida, civilizado” (Healy, 2001, p. 68). Si besáramos nuestro criterio para ubicar las perspectivas de de posición de clase de acuerno con la configuración de los cuerpos quedarían marginadas muchas comunidades que conforman nuestra pluralidad cultural. A aquí es importante que el discurso se hable de diversidad, y el lenguaje mencioné femenino por Ej. Amplia la convicción del “otro” (Cixous, citado en Healy, 2001, P. 69). Han sido muy criticadas las teorías liberadoras modernas por el post estructuralismo (Healy 2001, p. 69). Los mismos han tenido diversidad de criterios contrapuestos, pero estas han
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logrado dar bases para la práctica política. Foucault y las feministas estructurales radicales adelantan acciones en las prácticas más amplias que abarquen varios aspectos de la realidad, permitan un dialogo entre las mismas. En las prácticas cuotidianas y los contextos locales de las ritualidades en que se desarrolla el trabajo social, encaja el criterio de Foucault y las feministas post estructurales, para plantear su desacuerdo con las visiones totalizadoras que desvalorizan este accionar. Desde la dirección que toman las políticas de detalle, en lo que la comprensión de poder, de la identidad y proceso de cambio inicia la reflexión de las prácticas sociales del día al día. (Bennett, 1995 citado en Healy 2001, P. 70). Las ideas de cambio para las teorías modernistas basan en el aspecto de la racionalidad enmarcado en el término “avanzar”, en una forma global de progreso y única. El planteamiento de las corrientes feministas estructurales radicales referidas por la autora es de una heterogeneidad en las prácticas concretas locales. Para FOUCAULT ES MUY IMPORTANTE LAS IDENTIDADES para las acciones de vigilancia y disciplina. Sin darnos cuenta afirma Judith Butler 1995 podemos tomar la identidad de mujer y hacerle juego al proceso de formación de súbditos. Otras autoras como Rematan 1993, 1995,1997) Tapper (1993) citadas por la autora, no aceptan la práctica de la identidad, la misma puede conducir a una política de rencor y odio, este como resultado de la forma de direccionar los términos de “opresor” y “oprimido” (Healy, 2001, p. 74). Dualidad que determina la relación de ubicación, los segundos están limitados al absceso al poder, los primeros son los que causan la opresión, los supuestos dueños del desarrollo la modernidad dueños del poder, la tecnología, la ciencia; los oprimidos viviendo aún en circunstancias elementales, sin tecnología y en relaciones precarias de producción.
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En esta realidad concreta el trabajo social debería buscar prácticas que les permita empoderarse de sus realidades subjetivas socio cultural para lograr un estilo de vida progresista y trascendente. La denominación de categoría provisional, hace relación a las actividades políticas colectivas que se mantendrán solo si se focalizan en problemas comunes mantiene Healy. Para Foucault las feministas post estructurales radicales, en la política debe darse compromisos diversidad y dinámicos. El tema de la práctica del trabajo social, con los planteamientos de los post estructuralistas no se ha podido clarificar. No se debería fijar la esencia de la práctica sino su diversidad concluye Healy. Los enfoques pueden aportar a la restructuración y narración de los enfoques activistas de la práctica. En relación la teoría y la práctica facilitan la asimilación de las verdades que permitan teorizar las prácticas del trabajo social. Capitulo IV: Respuestas del trabajo social crítico a las teorías “post” En varios aspectos de las ciencias sociales, se dieron notorios cambios en las últimas dos décadas del siglo XX, por las influencias de las teorías “post” en el trabajo sociales acepta que estas teorías tienen una buena influencia en la práctica puntualiza Healy, la misma que escribe orientaciones aceptadas por las trabajadoras sociales en forma relevante con relación a las teorías post. Las respuestas basadas en la complejidad de las prácticas locales. Los trabajadores sociales desconfían en las teorías pos estructurales que han conducido a la “promoción de la complejidad, diversidad e incertidumbre” (Healy, 2001, p. 77) y hasta reciente les consideraban antirrevolucionarios. En la realidad coyuntural globalizante en la que nos desarrollemos, caracterizada por una lógica mercantil en la que deja de lado las pluralidades
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culturales, afectando a los más vulnerables estas teorías constituyen un problema para algunos activistas. Los autores pos estructuralistas, con sus planteamientos no han facilitado un camino dinámico y optimo para concretizar las luchas locales en una global, sin conseguir que los actores sociales se empoderen de sus realidades y logren un cambio estructural. Cuestionan también la diversidad, deferencia e incertidumbre sean suficientes para que los grupos mayormente marginados puedan ser tomados en cuenta en las políticas, estas teorías excluyen varios aspectos de los contextos locales. En la respuesta 2, Asunción de la crítica Postestructural de los Servicios Asistenciales: Foucault citado por la autora, crítica el trajo social individualista, también con la presentación de servicios asistenciales, trata de guardar las normas establecidas manteniendo la disciplina y así ejerce el poder sobre los oprimidos “Mientras sea posible la práctica crítica, estará siempre configurada por los contextos históricas y locales en los que están inmersas las actuaciones del trabajo social” (Healy, 2001, p. 81). Asumiéndose de ese modo las prácticas paternalistas, patriarcales que no llevan más que a la atención asistencial. Foucault en su análisis crítico, deseaba que todos los procesionales de atención a las personas se incorporen en una totalidad, el trabajo social está influido por las diferentes formas de ver la realidad, en algunas aéreas no tiene eficacia como profesión por no tener una plataforma fija de conocimientos, es por ello que se da diferencias notorias en los saberes con relación a otras atenciones a personas. “La variabilidad de los conocimientos del trabajo social es prueba de la influencia de una serie de paradigmas” (Healy, 2001, p. 81).
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En la respuesta tres, la teoría postestructural y los procesos de trabajo social se enfatiza en un cambio a las teorías de la “práctica, que se ocupa de la complejidad y la diversidad contextual de las prácticas profesionales del trabajó social” (Healy, 2001. p. 83). El trabajo social debería dejar de demostrar las causas de los problemas, podría poner mayor atención en el arte, descripción y texto que le permita realizar una práctica más concreta. Los post estructurales dejan de lado que en las prácticas se dan parámetros distintos, pero que han coexistido, haciendo con estos desviar la atención a grupos poblacionales que de verdad lo requieran. En relación a la teorización del trabajo social la autora señala 3 instituciones: EL PODER, para el trabajo critico, el poder se desarrolla en un marco global, se les invita a reorientar su criterio al no llegar a ser suficiente para entender cómo se mantiene y transgreden las relaciones de poder mediante las acciones del poder-saber de la práctica, los activistas con sus discursos permiten que se mantenga el poder. En tanto que para Foucault citado por la autora, manifiesta que el poder cobra se importancia desde los aspectos contéstales locales, pudiendo con ello facilitar la práctica del trabajo social. La IDENTIDAD, para los críticos las identidades aparecen dominantes unas de otras, dependiendo de las formas de ser en forma opuesta, pudiendo observarse que en ocasiones el uno tiene el poder sobre el otro. La práctica de trabajo social crítico debería permitir al profesional identificarse con el grupo vulnerable con el que podría asumir la acción profesional, sin embargo en varios casos se sitúa en el grupo que ejerce el poder. Con respecto al CAMBIO la teorías pos estructurales critica las formas lineales de cambio en las que han realizado las practicas los trabajadores sociales ortodoxos y conservadores
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a la convicción de los usuarios pobres, para los marxistas un individuo marginado es producto del sistema, para un trabajador social conservador se lo trataría como un pobre que no se quiere superar y le atenderá en una forma paliativa, con ello denotándose prácticas opresivas que beneficia al mantenimiento del poder establecido. Healy menciona que no se ha dado un dialogo entre el trabajo social y las teorías post, señala algunos aspectos que le permitirá desde los enfoques actuales determinar las consecuencias de los planteamientos emancipadores sino que y quien se suprime. El enfoque el discurso, es un tema nuevo, la autora lo utiliza como medio investigativo para explicar las prácticas en contextos locales complejos. En el tema de lo que es el trabajo social, Healy tomará aspectos concretos de estudio, recurriendo a la investigación –acción participativa “al investigar los contextos convencionales de la práctica profesional, me centrare en los usos y los límites de las ideas criticas del poder para extender los procesos participativos del trabajo social oficial” (Healy, 2001, p. 92). Para investigar como profesional, la autora se involucra con un grupo de estudio logrando identificar un número mayor de perspectivas, también incrementa la posibilidad de ubicar las diferencias dentro de una población. Se sensibilizó con las prácticas de otredad; concluye la autora, he dado importancia en tres orientaciones aceptadas por los trabajadores sociales críticos, en relación a la teoría pos estructural y sus funciones desestabilizadoras Capítulo V: El replanteamiento del poder y la identidad profesional En este tema se puede notar un planteamiento contrapuesto de los trabajadores sociales críticos activistas y lo pos estructurales mencionados por la autora, los primeros conciben la identidad y el poder esencia para su teoría, en la que se da una ubicación contrapuesta entre el grupo
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atendido y los prestadores del servicio , se presenta una opresión al usuario de acuerdo a la identidad del trabajador social aquí el poder se podría situar como algo negativo para la práctica igualitaria que plantean estos en busca de una reorientación en su accionar para que el trato a los oprimidos sea más justo y responsable. En tanto que para Foucault y Cixous el poder se sitúa en todos los ámbitos incluso en los discursos activistas. En el planteamiento del poder e identidad del trabajador, Healy (2001) hace notar el aspecto opresor del trabajador en las acciones con relación al beneficiario del servicio, este poder se da por la identidad de clase, el otorgamiento de autoridad por administrar los servicios de bienestar y la categoría del profesional, por estos aspectos el trabajador social no ha logrado ubicarse como agente de lucha en las realidades concretas de los beneficiarios menos aún de los oprimidos. En el replanteamiento del control social nuevamente (Foucault, 1991, p. 52, citado en Healy, 2001) niega las relaciones con las identidades y asume que las acciones del control social se dan en todas las relaciones de atención a personas; las teorías de las prácticas críticas enfatizan en el control social ejercido por los trabajadores siendo este un aspecto negativo para una verdadera lucha. Estas realidades de poder y control social casi inevitable constituyen un desafío para el empoderamiento de los problemas de los oprimidos y la búsqueda de un replanteamiento de la orientación de la práctica para los trabajadores sociales. Dentro de la atención a la infancia el trabajo social tiene mucha importancia en la mayoría de los casos, a través de sus estudios y evaluación que se incluye en una decisión interdisciplinaria se otorga la tutela de los niños, estas funciones han sido criticadas por el poder, desigualdad y jerarquía que se da en la relación del trabajador y el usuario. La autora sostiene que el poder es elemento diferencial entre los trabajadores sociales críticos y ortodoxos, los activistas amparan la postura igualitaria como
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elemento reductor del desequilibrio de la relación de trabajadores y usuarios. “Las acciones del trabajador son poderosas porque configuran de manera espectacular lo que hacen e incluso, lo que piensan los trabajadores y los usuarios del servicio en el contexto de la práctica.” (Healy, 2001. p. 103). En una investigación acción realizada por la autora con jóvenes mujeres agrupadas por la violencia proyecto que logra realizar una red de apoyo a otras jóvenes en condiciones de discriminación es el campo en donde demostrara algunos aspectos del poder. A un poder que esta visible Healy (2001) lo designa como poder explicito en el caso de estudio se lo utiliza para la mayor participación, inclusión y articulación de la diversidad de las participantes del proyecto, en un ejemplo hace notar las técnicas del saber y experiencia de las coordinadores que se intercambian con los saberes de las jóvenes intercalándose de esta manera el conocimiento local con otros saberes. “Es más el poder del trabajador opero a través del saber por experiencia de las participantes, dado que las trabajadoras utilizaron ese poder como base a partir de la cual ejercer el poder en relación con las participantes”. (Healy, 2001, p. 107). Anuncia toda una entrevista para concluir visualizando la complejidad de las relaciones de saber y poder y la dicotomía que se da en estas relaciones en la práctica en forma clara y determinante. El proyecto se basó en términos democráticos se utilizó, dice Healy (2001, p. 109), procesos de acción reflexión para estructurar el dialogo en las participantes, así lograr un análisis más sistemático y crítico de la realidad de cada joven también dar pautas en los diálogos sin tener que estar explicando pues ya estaba implícito el poder que permitía a las jóvenes expresas las características de sus contextos. El poder menciona la autora no pasa desapercibido para las participantes notándose claramente sentimientos opuestos al poder ejercido por las trabajadoras, que a medida que pasa el tiempo y el conocimiento de las participantes es mayor van aceptando
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este poder como ayuda al lineamiento correcto del grupo, la inclusión diferente de las coordinadoras del proyecto motiva a una participación cooperativa de las jóvenes integrantes. En el aspecto de la solvencia profesional los trabajadores sociales han sido criticados duramente por las jóvenes del proyecto quizá por no tener técnicas científicas concretas para su accionar como tienen otras profesiones. Cuando se habla de las diferencias y poder no solo hace mención la autora a las diferencias profesionales sino incluso de genero cuando el poder se lo asocia a rasgos masculinos, incluso las teorías de las feministas pos estructurales sitúan al cuerpo como elemento que determina la diferencia del poder, en nuestras realidades más elementales de organización el termino presidente lleva implícito mayor jerarquía y autoridad, la mujer quizá sería mejor como secretaria. En la práctica la autora y su compañera utilizan técnicas que tratan de no seguir manteniendo el poder, por el contrario les permita una relación igualitaria con las participantes, menciona la técnica del habla como elemento de la ilustración de la práctica en donde la participación hablada de las jóvenes del proyecto anti violencia da unas relaciones de igualdad en las que prima el sentimiento del deber común. Para la autora la teoría de la práctica activista no ha tomado en cuenta el saber corporal del trabajador en las diferentes coyunturas se ha presentado al profesional del trabajador social como poderoso que con solvencia soluciona los problemas que tiene en sus manos dejando de lado las dificultades que tiene para ejercer el poder. A lo largo de este capítulo enfoca la autora el poder como medio de ejercer una influencia en las relaciones de las trabajadoras sociales, las integrantes del proyecto de mujeres jóvenes anti violencia y los beneficiarios del servicio, este poder se ha encontrado influenciado
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por las corrientes de Foucault feministas y otros, estos elementos “ pueden redirigir a las activistas hacia unos enfoques más abiertos y sensibles al contexto para comprender y transformar las relaciones del poder y la identidad en las prácticas del trabajo social” (Healy, 2001, p. 122). Capítulo VI: Liberación o reglamentación, cuestionamiento de las prácticas de cambio Al iniciar este capítulo, la autora anota las ideas de los trabajadores sociales activistas las cuales para el cambio motivan la acción de los grupos vulnerables, la práctica crítica facilita elementos de liberación como conocimiento y poder a los grupos. Por otro lado cita a Foucault quien puntualiza que la verdad es el aspecto político y que nado positivo puede darse de conflictos, manifiesta Pringle (1995, p. 207, citada en Healy, 2001) “Las perspectivas postestructurales críticas pueden ayudar a los activistas a recuperar las aspiraciones y actividades locales como centros de transformación social”. Basándose en la práctica del grupo de mujeres jóvenes con problemas de violencia, en el que participa Healy, nos permite apreciar como algunas integrantes tienen rasgos de haber tomado conciencia por la asistencia prestada de trabajadores sociales activistas, otro número mantiene ideas tradicionales cerca de la convicción de maternidad dando énfasis a que este hecho les pueda permitir un cambio de vida de pronto por conformar un hogar, otras mencionan que lamentablemente tienen los niños y regresan a seguir viviendo en la calle, agravando de esta manera el problema. La concienciación que ejercen las profesionales críticas en el proceso del proyecto va generando implícitamente que algunas jóvenes vayan adquiriendo posturas criticasen sus ideas e incluso en sus exposiciones de algunos temas que se van poniendo para los debates que luego se
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abren como diálogos en los cuales se determina la opción crítica de Leah una de las participantes tornándose así en voz que sigue el grupo. En tanto que Philippa es excluida de la escucha del grupo, por sus intervenciones con ideas tradicionales como las de género y bienestar que brinda el estado dando a notar su desacuerdo con las posturas críticas. Las técnicas que usan las trabajadoras van generando la formación de las participantes, las verdades que implementaban “creaban un aparato disciplinario porque mediante ellas, se capacita a las participantes para evaluar las acciones de las demás”. (Healy, 2001, p. 132). Logran alcanzar de las jóvenes la toma de conciencia y aceptación de su problemática, no como algo personal sino como la consecuencia del sistema que atenta contra sus derechos al poner en riesgo la vida contra el cual hay que tomar acciones para cambiarlo, piensan que como ellas tantas más estarán en su misma o peor situación y solo callan, ellas en cambio logran hablar en sus familias e incluso participa una de ellas en una entrevista de radio haciendo publico su dura realidad. Las experiencias vividas de las jóvenes les constituían en un grupo de madres que sobrevivieron a los actos de violencia que en algún momento de su vida lo soportaron, esto les iba dando poder para identificar algunos grupos de trabajadores que con su acción habían también ejercido violencia, entre ellos: trabajadores de bienestar, policías, los funcionarios que disponen de mayor conocimiento mayores bienes y sus compañeros sentimentales, los identifican como grupos que ejercieron dominación y opresión en una forma de rechazo no deseaban incluirles en sus acciones, “ una muestra de la antipatía contra los identificados como “opresores” se produjo durante una conversación a cerca de las personas a las que deberían invitar al foro público”. (Healy 2001, p.140). La controversia del poder, y enfocarse en rechazo y exclusión a determinados grupos, también ocasionó desventajas como no lograr financiamientos y apoyo al proyecto, por otro lado
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identifican como grupo afín a su posición un grupo feminista fue tomado en cuenta al no relacionarlo con el ejercicio del poder y la dominación. Para el grupo de participantes se ha constituido una impotencia saber que el poder está implícito en las relaciones con los trabajadores y profesionales dentro de la práctica, aparecen los términos de poderosos, poseedores del saber, en tanto que las jóvenes tienen el poder por las experiencias vividas que les daban el conocimiento, dándose logros importantes como participar en dos programas de radio y el logro del financiamiento del estado. Se da una confusión entre la dominación y el poder, el poder desde los enfoques oposicionistas del activismo para una identidad del grupo; las ciencias sociales criticas aceptan que los oprimidos puedan pueden generar sus propias exclusiones. En sus conclusiones la autora puntualiza que las prácticas activistas utilizan las identidades; para las teorías postestructurales criticas nos alertan de las consecuencias que pueden ocasionar en las colectividades estas pueden convertirse en mecanismos de disciplina y vigilancia de los grupos vulnerables, reconoce también que a pesar de ser unas prácticas activistas se utilizaron esos mecanismos sobre las participantes. Las activistas también reconocen que no existen prácticas puras y acciones libres de la dependencia del poder. Capítulo VII: La reconstrucción de las prácticas críticas Inicia mencionando la autora la crisis que afronta el trabaja social critico, en este escenario se vuelve difícil para los activistas realizar una práctica de cambio, como manifiesta (Foucault, 1991b, p. 343, citado en Healy, 2001) es posible el cambio, pero se reconoce que es limitado y siempre peligroso”, para este filosofo , la teoría crítica no puede ser una regla absoluta porque limita la relación de la teoría con la práctica, esto ha ocasionado que en los últimos años se dé
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constantes desacuerdos de lo que es trabajo social, en vista de que los planteamientos activistas dan importancia a la praxis que desvirtúan las normas de las ciencias sociales así como las actividades prácticas para demostrar el poder , identidad y cambio, con ello hace que el trabajo social tome importancia en las dinámicas de los contextos locales y las prácticas cotidianas. Hace notorio el cambio que se dan en los servicios de bienestar, estos modelos exigen una reorientación del trabajo social tanto en sus enfoques como en sus prácticas contextuales, desde allí no puede darse una línea concreta y definida de ser trabajador social sin reconocer las variadas problematices que se dan en las realidades locales y estructúrales, además ciertos pensadores como (Esping A., 1996, p. 26, citado en Healy, 2001) cuestionan que los ideales colectivistas, que han guiado por mucho tiempo la práctica profesional crítica de bienestar, sean relevantes para las “exigencias más diferenciadas e individualistas de la sociedad postindustrial”. Uno de los elementos analizados dentro de la práctica de trabaja social es el poder, que en algunas ocasiones se lo ha identificado como la opresión, pero para las teorías críticas este puede servir para que los grupos oprimido, a través de reconocer sus saberes también puedan incorporar en sus presupuestos este mecanismo para ser escuchados buscando de este manera alcanzar un igualitarismo para romper las relaciones autoritarias entre trabajadores y usuarios del servicio. “Del mismo modo en contraste con la ecuación de equidad e identidad del igualitarismo radical las teorías pos estructurales apoyan unas prácticas que celebren la presencia de experiencias, habilidades y talentos diversos” (Healy 2001, p. 164). El saber técnico y el poder que tiene el trabajador social se deferencia de otras profesiones que prestan servicios asistenciales, cuando dentro de las prácticas locales concretas permiten la toma de conciencia de los usuarios, y no se lo utiliza no como controladora para lograr disciplina únicamente. Foucault, manifiesta que el poder y el saber está en todos los contextos institucionales, empresariales,
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organizacionales, de asistencialismo y activismo, es apoyado por “Cixous, cuestiona tanto al político como al revolucionario, cuyos discursos seductores y sus codicia del poder se contrastan con el sufrimiento de las personas.” (Conley, 1992, p. 29,30, citado en Healy, 2001). El trabajo social también va adquiriendo mayor poder por los saberes que adquiere en la práctica, desde el enfoque critico este debería servir para facilitar el diálogo entre los beneficiarios y los trabajadores para conseguir un verdadero cambio, y los grupos se independicen de los profesionales, en esta realidad surgen las identidades que ubica a los clientes impotentes y a los trabajadores poderosos, como titula Healy a uno de los subtemas de este capítulo, incluso dentro de los trabajadores poderosos se da diferencias, dependiendo de la clase social, los saberes, e incluso la categoría de profesión, estas identidades se definen por los discursos, esto no es algo estático, se puede dar mujeres con mucho poder así como beneficiarios de los servicios que van adquiriendo poder por su concienciación y saber. En varias ocasiones el activismo heroico ha estado identificado por el género en las diferentes acciones que se han realizado para conseguir cambios en las estructuras del poder, para la autora esta acción no puede darse para sobresalir, sino con un compromiso de inclusión con los grupos y realidades locales. En cuanto al cambio plantea dos estrategias: “el replanteamiento de la concienciación y de la identificación y acción colectiva” (Healy, 2001, p.175, 176.177). Nos alerta sobre las teorías pos estructural en ocasiones con sus enfoquen tienden a desorganizar el trabajo social activista, existen algunos elementos como: la falta de identificación de las diferencias, lo difícil que se hace renunciar a sus formas de ver la verdad, acepta la dominación da mucha importancia a símbolos como el discurso. Manifiesta en sus conclusiones: la teorías criticas es una de las opciones para realizar las prácticas del trabajo social critico, y las
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teorías post críticas puntualiza Healy (2001, p. 188) “desestabilizan las proposiciones de verdad de las ciencias sociales críticas sobre el poder, la identidad y el cambio”. Capítulo VII: Conclusiones Healy en las conclusiones de su obra, enfatiza en las teorías críticas con la base de las prácticas del trabajo social que ha buscado insertar la participación de los usuarios para lograr cambios estructurales con predominio de la visión de planes globales, racionales, con fe absoluta en lo burocrático, estas teorías por sus enfoques no han permitido una visualización de aspectos como el poder, la identidad, el cambio y sus operaciones que están presentes incluso en las prácticas activistas. La autora no deja de enfatizar en los cambios de los modos de producción que se dan en los procesos de producción históricos de las sociedades, que constituyen el campo de acción del trabajo social y a través de los cuales se va dando el horizonte de concepción del bienestar social, que a mediados del siglo XX estaban determinados por visiones empresariales. En estas realidades el trabajo social crítico enfrenta nuevos retos en su acción, y la práctica debe nutrirse de las realidades de los contextos locales, organizacionales, basados como manifiesta (Healy 2001) en términos variables de inestabilidad y diferenciación contextuales de los procesos de “poder identidad y cambio”. Toma aspectos de las teorías postestructurales de Foucault y las feministas para motivar, en especial a las activistas, a no dejar de lado las aspiraciones de cambio tomando saberes de los cambios locales que se pueden lograr de las prácticas para luchar por una atención más humanitaria de los servicios. Las investigaciones realizadas se han limitado a lo local y son puntuales, por ello no puede manifestar que se generalicen en otros contextos. Expone la falta de aportes teóricos desde
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las prácticas hacia las teorías, el trabajador social debería incursionar más profundamente en la investigación para tener un criterio propio de la realidad, esto le permitirá interactuar más comprometido con el cambio, sin dejar de lado el compromiso político y ético en su ejercicio. Concluye que el cuestionamiento de las teorías post contemporáneas al entorno moderno, estos pueden permitir dialogar sobre las prácticas del trabajo social y su articulación en aspectos comunes de las prácticas.
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Análisis crítico de la obra “Trabajo Social: perspectivas contemporáneas de Karen Healy” Panorama general del libro. Me parece necesario citar de manera textual algunos contenidos de cada capítulo con la finalidad de no distorsionar el enfoque con el que desea llegar la autora al lector. Contenido: “En el capítulo I, escribe una introducción sobre las teorías en que se basará el contenido del libro. En el II reviso la tradición de la ciencia social crítica, incorporando muchas de las perspectivas teóricas que subyacen a los movimientos y prácticas de cambio social radical. En el III presento una introducción a las teorías críticas post estructurales de Foucault y feministas radicales, en especial Helen Cixous. En los capítulos IV, V, VI, investigo la relevancia de las teorías post estructurales para las prácticas de Trabajo Social. En el capítulo V me planteo las ideas del Trabajo Social crítico. El Capítulo VI recoge una investigación de las posibilidades y limitaciones de las estrategias de cambio radical que apoya el Trabajo Social crítico en particular los efectos emancipadores y silenciadores de la concienciación. Los dos últimos capítulos recogen ciertos temas de investigación teórica y práctica de las teorías “post” y de las prácticas de Trabajo Social para delimitar el uso que de esta escuela hacen las formas críticas del Trabajo Social. En el capítulo VII, muestra como pueden contribuir los profundos efectos desestabilizadores de las teorías “post” a la reconstrucción de los enfoques de práctica de Trabajo Social abiertos a las incertidumbres y a la variabilidad contextual de las prácticas contemporáneas de los servicios asistenciales.” (Healy, 2001, p.21, 23). En el capítulo VIII anoto sus conclusiones.
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Articulación analítica de los temas del texto con las teorías críticas. Es preciso iniciar este análisis sin dejar de lado la base en la que surge el Servicio social, que es la asistencia de caridad que comenzó dando la Iglesia en atención a los más débiles, desprotegidos y posteriormente a los afectados por las guerras; actividad a la que se dedicaban religiosos y voluntarios, prácticas que hasta nuestros días se mantienen en algunas sociedades. Posteriormente, dado el aumento de los problemas presentes en un mayor número de grupos poblacionales como consecuencia de los cambios de los sistemas de producción que van marginándolos aceleradamente, en especial por factores como: cambio del uso de la fuerza de trabajo, de la propiedad de los medios de producción, la mala distribución de la riqueza que ocasionan migración, desempleo, falta de trabajo, hacinamiento en las urbes, abandono de los campos por un proceso injusto de implementación de la reforma agraria en algunos países de Latinoamérica, especialmente en el Ecuador; los gobiernos ven la necesidad de implementar políticas de bienestar social que atienda de alguna marera los graves venenos sociales. En la historia de la sociedad se han dado diferentes formas de atención al bienestar social, coyunturas en las que aparece el servicio social asistencialista y paternalista como profesión; en la mayoría de los casos ocupado dentro de las políticas burocráticas y con acciones de asistencia de casos y con visiones de que el individuo era el responsable de su propia realidad. Las teorías sociales de cada época han buscado técnicas y mecanismos para incorporar en las atenciones de los servicios elementos críticos que permitan una visión de que los problemas son producidos por las estructuras sociales y las profesiones, en nuestro caso el servicio social debería incorporarse en la búsqueda de enfoques para lograr un cambio general de las estructuras sociales.
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Por lo antes mencionado el Trabajo Social tiene que cumplir su práctica como un reto así enuncia el primer capítulo de la obra de Healy e invita a observar la realidad, por ello manifiesta que “La entrada en un nuevo milenio es un buen momento para que los trabajadores sociales críticos reflexionen sobre la herencia transmitida mediante los impulsos teóricos y prácticos que han fomentado la aparición de unos enfoques prácticos activistas en la segunda mitad del siglo XX. También constituye una oportunidad de evaluar las trascendentales controversias que ocasionan en la actualidad a los trabajadores sociales comprometidos con el cambio social progresista” (Healy, 2001, p. 12). En el tema articula variados elementos que la autora nos proyecta como base introductoria para entender el contenido general de su texto; siempre creo imprescindible destacar realidades como la globalización a nivel mundial con cambios acelerados de los sistemas socio económicos, y un aparente bienestar enmarcado en términos empresariales, la disminución de los servicios de atención al bienestar, para tener más claro el panorama en el que tiene que desarrollarse el Trabajo Social y los enfoques críticos que debe tener como horizonte para realizar prácticas concretas de cambio; sin duda mencionar aspectos de un cambio radical debe parecer irónico para aquellos profesionales que son contratados por los gobiernos para poner en práctica las políticas de bienestar, que en la mayoría responden a las exigencias de los sistemas capitalistas, o de otro lado su labor realizan en instituciones privadas en las que prima los procesos productivos, donde la mercancía y la ganancia importan más que la misma vida, en estas coyunturas las teorías críticas que enfatizan en los cambios pueden quedar tapadas tras el talón, y difícilmente podrán ser puestas en práctica. El Trabajo Social critico a mi modo de ver, es un conjunto amplio de teorías sociales que van desde las teorías feministas, el marxismo, la teoría de la liberación el desarrollo comunitario
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y otros muchos más, que cuestionan las prácticas asistencialistas que han servido en la mayoría de casos para mantener la disciplina y el orden establecido del sistema de producción. Este Trabajo Social, de alguna manera, limita también al Trabajo Social activista que tiene como base la práctica cotidiana, estos dos enfoques del Trabajo Social tienen un punto de unión al plantear el cambio, no puedo dejar de lado también los planteamientos del Trabajo Social conservador y radical que destacan aspectos importantes como la identidad y cambio de las estructuras de bienestar, enfoques dados desde las teorías pos estructurales. Desde el inicio del Trabajo Social no se dan prácticas que pueden servir de ilustración para desarrollar teorías propias de esta disciplina, que en la modernidad podrían constituirse en otro reto, es así que las teorías pos estructuralistas motivan a realizar un análisis de las prácticas activistas que se realizan en la modernidad. Se han dado varios autores que han escrito a cerca del Trabajo Social como Adams y algunos más, estos “cuestionan las generalizaciones acerca del profundo conservadurismo de nuestros antepasados, su práctica crítica sigue estando en gran medida indocumentada y desconocida” (Healy 2000, p.24). Las teorías sociales críticas, según se puede entender al leer esta obra, plantean la importancia del conocimiento y razón del ser humano que le permite a él mismo buscar una sociedad más humana y justa; cuando anota estos términos también asocia a la existencia de oprimidos indefensos que son parte del orden establecido y, según las teorías, pueden ser concienciados para incorporarse también en la lucha por un cambio del orden social, que les permita alcanzar la satisfacción de sus necesidades individuales y colectivas, cumpliéndose de esa manera sus interiores ideales y aspiraciones.
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Del planteamiento de las teorías críticas se permite dejar de verle al cliente, como menciona en una cita Healy, como es generador de su propia nobleza incapacidad, enfermedad marginalidad que le hace un individuo no deseado por la sociedades perfectas productivas en donde prima el consumismo, para esta realidad las condiciones del oprimido es una tranca que no permite el desarrollo, ya que son individuos que por vagancia dejadez están en esta situación. Es muy fuerte, para mi punto de vista, que la misma autora denomine a estos individuos y a aquellos que acuden a los servicios de bienestar como clientes, porque es un término que se relaciona con el mundo empresarial. Desde mi criterio, en este punto me permitiré resaltar los elementos que van articulando los diferentes contenidos de este libro y que en la mayoría de los capítulos son enunciados por la autora como elementos articuladores de su análisis, me refiero: al cambio, discurso, identidad el poder, el saber, y la verdad, de los que pude identificar más claramente; cada uno de estos enfoques de las teorías críticas se hacen presentes en las relaciones tanto contextuales como de la práctica institucional, política estatal mercantil y en la misma realidad cotidiana de la modernidad y de ni vida dentro de la familia, así como se da en las relaciones de las poblaciones más amplias de la sociedad, pudiendo afirmar con ello que están en todo lugar y a cada momento de la historia del hombre, como mantiene Foucault refiriéndose al poder: “ya no puede considerarse como posesión de unos individuos o del Estado, sino que está en todas partes; actúa a través de los elementos más pequeños: la familia, las relaciones sexuales, pero también las relaciones de domicilio, las barriadas, etc.…, siempre descubrimos el poder como algo que traspasa, que actúa, que produce efectos” (Foucault, 1978, citado por Healy) que de alguna manera con su utilización adecuada lograríamos llegar a esas acciones liberadoras que nos
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faciliten demandar y luchar por un cambio de vida individual y colectiva, siempre respetando el bien común. El ejercicio profesional del Trabajo Social no queda exento de sentir y utilizar estos enfoques, se nota en las relaciones de trabajadores y usuarios de los servicios; el saber del profesional le ubica en un pedestal más elevado que del marginado o individuo al que le presta la atención, en el servicio social paternalista se da en una forma más notoria, el desvalido al no tener, mendiga el servicio, es aquí cuando el profesional se convierte en alguien mágico para alcanzar la solución de los problemas; se da la identidad de clase en base también al conocimiento y saber y sobre todo la relación directa con los grupos de poder que otorgan las políticas de atención, sean estos gubernamentales empresariales o de ONG, al poseer estos el financiamiento tienen en sus manos el poder para ejercer con sus discursos la exposición de la verdad e implementar estrategias de disciplina y mantenimiento del orden establecido. Los trabajadores modernos en sus diferentes ramas que siguen los postulados de las teorías críticas han tenido dificultad desde sus inicios para pensar que pueden excluirse en sus prácticas y planteamientos de estos elementos, que en ocasiones han sido limitantes para hacer realidad las estrategias que han deseado implementar en busca del cambio, “como las ideas de asociación y participación, sean muy poco aplicables en los contextos oficiales y convencionales de la práctica profesional (Healy, 1998, Bricker-Jenkins y cols, 1991). Los planteamientos de cambios radicales también pueden enmarcarse en un sistema de poder en determinados aspectos de identidad de la clase que ejerza la disciplina y el control social dependiendo de la práctica concreta que realice; en la obra me llamó la atención el trabajo con menores de edad, en las manos del trabajador social estará gran parte de la decisión de ubicar
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a los niños en los hogares de atención del Estado o en familias determinadas, haciéndose presente un poder implícito del profesional me preguntó ¿será lo que desea el niño?. Lo importante es la búsqueda de estrategias de los profesionales para lograr unas relaciones más justas y equitativas de atención y relación con el usuario que incluso le permita a este integrarse en las decisiones y acciones de las prácticas. Dentro de las prácticas de cambio estos enfoques dan estrategias como la concienciación, la identificación de las identidades colectivas y la visualización de la opresión, fundamentales estos para que los grupos excluidos y hoy vulnerables de las sociedades ubiquen su posición de acuerdo a las identificaciones comunes que les hará pertenecer a determinado grupo dependiendo de su género, situación cultural, etnia y así enmarcarse en el grupo de enemigo o aliado esto “de acuerdo con la propia posición fijada en las estructuras sociales globales, como el capitalismo, el patriarcado y el imperialismo” (Healy, 2001, p. 139). La toma de conciencia de los grupos de su situación también aumenta las posibilidades de organizarse para demandar sus derechos como colectivos con poder, pues las experiencias de la realidad en que se desarrollan les permiten saberes necesarios para trabajar en los proyectos. Lo que manifiesto en el párrafo anterior se ejemplifica en el proyecto anti violencia con madres jóvenes en el que participa la autora, las profesionales influyen con su saber que les otorga poder pero en una forma positiva, concienciando a las chicas, que optan en aceptar en forma buena para ellas los conocimiento de las trabajadoras, logrando que las jóvenes no solo se constituyan en un grupo identificado con su problemática común, sino incluso reconozcan que por su experiencia ellas adquieren el poder para identificar sus problemáticas, apreciar que no es individual la dura realidad que enfrentaron, que son muchas jóvenes que pasan por la misma situación, pueden conversar de la violencia con sus familiares e incluso con quienes sobre ellas
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ejercieron este acto violento, superar los estereotipos del sistema en que se acepta ciertos valores que a pesar de ser negativos son aceptados por las sociedades; imprime un sello de valía a quienes a pesar de las adversidades y dificultades desean como la mayoría de jóvenes enfrentar el problema demandando en la esfera pública que reconozcan su identidad como grupo, financien su proyecto y las incluyan en las políticas como derecho a la solución de su situación y la incorporación adecuada en sus familias y en la sociedad. En este proyecto también las jóvenes con su identificación y la pertenencia a un grupo (oprimidas) miran de forma negativa al grupo opresor que lo identifican en otros profesionales, trabajadores, policías que en algún momento también sobre ellas ejercieron violencia, esto pone una barrera para conseguir beneficios de las clases opresoras como las llaman, el poder que ejercen las jóvenes hace que exijan atención adecuada incluso de las trabajadoras, lo que sí me parece sorprendente es que las jóvenes madres consiguieron participar en programas de radio y participen dentro de la esfera pública a través del foro en el que incluso no permitieron participar a su parejas sentimentales, “conseguimos llamar la atención de los representantes del Estado, como los burócratas encargados del desarrollo de la política social y de los magistrados que entendían de asuntos relativos a la violencia doméstica. Respondiendo en parte a este perfil, el grupo del proyecto recibió el apoyo financiero del Estado para continuar el desarrollo de la red de apoyo y defensa entre compañeras, de y para mujeres jóvenes (véase: Healy y Walsh, 1997).”(Healy, 2001, p.151.). Como en este en muchos proyectos en los que participan los trabajadores críticos y activista se ven limitados tanto por los sistemas del poder central como el Estado y los medios de comunicación, sigo insistiendo que los cambios radicales cuando el profesional está inmerso en el sistema burocrático de cumplimiento de las políticas públicas de bienestar o en instituciones
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privadas que tiene esquemas establecidos difícilmente van a poder realizar prácticas que les permitan a los clientes de los servicios entrar en la toma de decisiones, pues quien tiene el poder son los dueños de los medios de producción y quienes planifican las políticas. Las ciencias sociales criticas van teniendo dificultad dada la diversificación de las prácticas que se dan en las coyunturas actuales, los activistas que basan su postulado en la praxis no tienen un buen panorama, los paquetes de las políticas de bienestar que a nivel mundial se van dando están también regidas por el marco legal que ejerce poder para que sean ejecutadas respondiendo a los esquemas establecidos para mantener el sistema vigente de disciplina y control social; la teoría de la práctica dista mucho incluso en países que plantean cambios estructurales de sus políticas como el caso del Ecuador con el paradigma del buen vivir, sin embargo, todo queda en teoría, van varios años y no se ha logrado mejorar las condiciones de vida de las grandes mayorías, los sistemas burocráticos mantienen los esquemas anteriores, y aunque pretenden incluir en la toma de decisiones a los diferentes actores sociales siguen teniendo grupos vulnerables en mayor número. A lo largo de todo el texto en cada uno de los capítulos se ha hecho relación al poder, al saber y los otros elementos con la finalidad de ayudar a los profesionales a realizar prácticas más coherentes con su ejercicio profesional; sin embargo, en la realidad me parece que dista mucho de que las teorías se hagan efectivas.
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Conclusiones Esta amplia obra con contenidos críticos me ha permitido con su lectura enfocar mi atención a las realidades de los contextos podría decir actuales, está escrita apenas hace 16 años, fácil de recordar también los acontecimientos coyunturales de nuestra propia realidad y experimentar la atención de los servicios de bienestar públicos y en especial la atención profesional del trabajador social por ello con seguridad puedo aseverar que en algunas instituciones puntualizando en el Seguro Campesino, Ministerios de Salud, Bienestar, Educación, las teorías críticas y postestructurales pasaron desapercibidas. El contenido del texto me ha permitido conocer terminologías, corrientes y enfoques del pensamiento que realmente son ilustrativas, incluso, para ponerles en práctica en mi vida diaria en la que tengo un trabajo de voluntaria con grupos de personas de mi parroquia, tomando en cuenta que mi preparación profesional no la he podido ejercer dentro del sistema estatal ni privado, me podría identificar con la clase desempleada, que experimentan procesos de dependencia económica falta de recursos propios y la marginación de las profesionales que si “producen”, por tanto al tener dinero en efectivo les permite tener capacidad de compra, incorporándose en el sistema de consumismo que en las últimas décadas de la historia de nuestro país son característica esencial del sistema capitalista. Estos factores van afectando la autoestima de las mujeres desocupadas porque son importante aquellas que producen dinero. En el transcurso de la lectura del libro me he sentido animada y con expectativas de seguir realizando mi práctica con grupos de mi pueblo a pesar de no tener remuneración, como contraparte está el hecho de haber tenido tiempo de compartir con mi familia y acompañar el mínimo proceso de la formación de mis hijos con mis conocimientos profesionales, fortaleciendo
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su formación personal para que puedan enfrentar con facilidad los retos y el fácil desempeño en sus relaciones sociales; fijándome en la actitud de las jóvenes del proyecto me amina a buscar las técnicas y conformar grupos en mi pueblo para pensar en algunos cambios que se requiera para su desarrollo. Me llamó la atención como la autora, siendo crítica, utiliza términos del sistema mercantil para referirse a quienes acuden a solicitar la atención profesional del Trabajo Social como les nombró en algunos capítulos de la obra como usuarios y clientes del servicio, me parece que con esa forma de nombrar se hace más notoria la jerarquía y poder del trabajador social al tener en sus manos la solución del problema de quien va a suplicar la atención para su bienestar. Pese a las variadas teorías de enfoques de apoyo que ha tenido el Trabajo Social incluyendo esta obra, no he podido escuchar en los medios de comunicación pronunciamientos de trabajadoras o trabajadores sociales acerca de algún tema de la realidad, menos enfrentar a los sistemas por los problemas de explotación, injusticia y violación de los derechos humanos que vienen afrontando las sociedades, sobre todo desde los años 60; los colegios de Trabajo Social pasan velados y en algunos casos la profesión es confundida con otras en la salud con los doctores, enfermeras, psicólogos, en la educación con los orientadores. En los sistemas estatales no trabaja en los niveles de toma de decisiones para definir las políticas de bienestar, esto quizá responda a que desde la formación en las universidades estamos formados para una intervención que favorece al statu quo y en modelos que establece el capitalismo en el que nos desarrollamos y difícilmente ponemos en tela de duda sus sistemas sociales. En mi actividad de voluntaria también siento con mucha preocupación que se da programas de asistencialismo que permite mantener el poder de la iglesia, y en el seguro campesino no he buscado la unificación de criterio de mis compañeros afiliados para conformarnos en un grupo consolidado para
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incorporarnos en la lucha de un cambio en la atención de la salud en beneficio de todo el campesinado. Por otro lado a pesar de que grupos de trabajadores sociales críticos, radicales, activistas, las feministas y un sin número de variada ramas de esta disciplina que han aparecido en las últimas décadas teorías modernas, los enfoque teóricos críticos distan mucho de las prácticas concretas en las que se desarrolla, llegando en algunas instituciones a convertirse en burócratas autoritarios que claramente permiten visualizar la disciplina que ejercen. Su atención para mantener el sistema establecido y su gestión radica fundamentalmente en la puesta en práctica de proyectos que favorecen a instituciones financieras como es el caso de variadas ONG y fundaciones internacionales que traen consigo sus propios mecanismos de ejecución, sin poder por esta razón ejercer sus principios de trabajadoras y trabajadores sociales con ideología, quedando archivadas las teorías que plantean el cambio. Queda marcado luego de esta formación el reto de buscar los mecanismos necesarios en forma ética, incorporarnos en organizaciones que busquen el cambio, basta ver en las calles sindicatos y diferentes grupos de lucha que requieren nuestra participación profesional en busca de un cambio. El Trabajo Social en la realidad exclusiva del Ecuador, la responsabilidad de buscar prácticas liberadoras y transformadoras a la intervención social, más aún cuando el planteamiento del paradigma del buen vivir implementado por el gobierno facilita el ambiente y los parámetros para que nuestra profesión pueda constituirse en el eje central para conseguir un verdadero cambio que no se ha logrado en varias áreas por falta de ejecución en la mayoría de los casos de los mandos medios. Es ocasión favorable para que las áreas de formación
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profesional realicen sus intervención, aporte e inclusión en los aspectos políticos de las realidad nacional basando sus ponencias en estas teorías que plantean la búsqueda de cambios estructurales, que incorpore a todas las clases en el mejoramiento de la calidad de vida buscando el conjunto de técnicas apropiadas para poder lograrlo.
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Bibliografía 1. Healy,K, 2001, Trabajo Social: Perspectivas Contemporáneas, Madrid, España,
Ediciones Morata
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