Resumen de Teoricos Final Clinica de adultos Lombardi
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RESUMEN PARA EL FINAL DE CLINICA DE ADULTOS (TEORICOS) UNIDAD 1: El método freudi!o I: L li"ertd #o$iti% I!ter&ret$i'! de lo# #ueo# CAP *: El método de l i!ter&ret$i'! (Freud) (Freud) Freud Freud empieza defniendo lo que él entiende por interpretar: signifca indicar su sentido; sustituirlo por algo que se inserte como eslabón de pleno derecho. Pasa a comentar dos antiguas tradiciones de interpretación de los sueños: -
Interpr Interpreta etació ción n simbólica simbólica de de los sueños: sueños: tomab tomaban an todo todo el conten contenido ido onric onrico o ! lo sustituan por otro contenido comprensible. "l e#emplo e#empl o que da Freud es el de $osé ! el el Faraón. %étodo %étodo del del desci& desci&rami ramient ento: o: cada cada signo signo ha de tradu traducir cirse se merced merced a una una cla'e cla'e f#a. f#a. (n libro de sueños donde traducs cada elemento por otro. )o se dirige a la totalidad del sueño sino a cada &ragmento por separado* como si el sueño &uera un conglomerado* donde cada &ragmento tiene un destino particular. particular.
Freud Freud trata al sueño igual que a los sntomas* al aplicar su %étodo de Interpretación. "l en&ermo debe suspender la crtica ante los pensamientos que a+oran. "l é,ito del psicoanlisis depende de que tome nota de todo cuanto le pase por la cabeza ! lo comunique. )o debe so&ocar las ocurrencias. s es como se podr interpretar tanto las &ormaciones onricas como las ideas patológicas. /e debe presentar al paciente un &ragmento a la 'ez ! pedirle que asocie: aportar ocurrencias como segundos pensamientos de esa parte del sueño. /e parece ms al %étodo del desci&ramiento 0pues toma al sueño como un compuesto a descomponer1. Freud basa parte de su in'estigación en sus propios sueños: es material cómodo* rico para él* ! es de una persona 2sana3. "s di&cil el autoanlisis* pero aun as lo intenta. Para ello escoge el sueño de Irma* ! as demostrar su método de interpretación. 4isecciona el te,to del sueño en partes ! asocia para cada uno. (na 'ez que lo hace* con&ecciona el sentido del sueño con lo asociado: el propósito ! moti'o del sueño* su sentido* era que Freud no era culpable de los dolores de Irma* ! s lo era su amigo 5tto 0que era quien le haba reprochado no haber curado a Irma das antes1. 6on el sueño Freud Freud se libera de responsabilidad por el estado e stado de Irma. "l sueño fgura un estado de cosas deseable por Freud; el sueño es un cumplimiento de deseo; el moti'o del soñar es un deseo. 7eniendo 7eniendo esto en cuenta muchos detalles del sueño se 'uel'en comprensibles ba#o esta hipótesis. /olo luego de un traba#o de interpretación se da esta conclusión del sueño como cumplimiento de deseo* no antes.
I!ter&ret$i'! de lo# #ueo# CAP +: El tr",o del #ueo (Freud) (Freud) "l traba#o de interpretación arranca a partir del contenido manifesto que el paciente nos o&rece como te,to. "ste es un reb8s* una pictogra&a* que debemos tomar elemento por elemento para asociar. partir de all* mediante sus asociaciones* arribamos al contenido
latente. 4esde este es que se ensa!a la solución del sueño 0nunca es desde el manifesto; si interpretas desde el manifesto buscas entender algo que no tiene sentido1. /obre el sueño operó un traba#o de 6ondensación* que es lo que nosotros descomponemos en ese traba#o descripto. "l sueño es pequeño al lado del contenido latente. 9a cuota de condensación es indeterminable: nunca se est seguro de haber terminado de interpretar un sueño. 6ada &ragmento onrico conser'ado trae una masa de representaciones grande; esto #ustifca el decir que hubo condensación. 9a ma!or parte de esa masa de representaciones !a e,ista antes* ! estaba acti'a antes de soñar; no son creadas. /olo algunas asociaciones se crean por primera 'ez en anlisis.
-. Co!fere!$i: Premi## / té$!i$# de l i!ter&ret$i'! (Freud) Freud dice que el sueño no es un &enómeno somtico* sino psquico. 4ice no tener pruebas para ello* pero tampoco ha! algo que lo contradiga. Por qué no podramos pedir al soñante el signifcado de su sueño /on ellos los que tienen que dar la solución a los enigmas* la solución a lo que su sueño signifca. "l su#eto no sabe que sabe lo que su sueño signifca. Por eso cree que no sabe. "s un saber del cual el su#eto nada sabe. 9a prueba la dieron los &enómenos hipnóticos. "l estado hipnótico es similar al estado del dormir* dice Freud; en ambos el su#eto se duerme* ! sueña Estn en !"I#$# % M0# ll0 del Pri!$i&io de relidd2 (L$!) Freud Freud comprende que el campo de lo imaginario* de lo ilusorio* le hace perder 'alor a todo el testimonio del en&ermo. "l sntoma es psicológicoace que el su#eto se pregunte por el saber inconsciente.
A&ertur de l #e$$i'! $l4!i$ (L$!) 9a asociación libre no tiene nada de libre* dice 9acan; las asociaciones son necesarias. 9a clnica psicoanaltica tiene que 'er con discernir all las cosas que importan. 9a base de todo es lo que se dice en un anlisis. %ediante la regla de la asociación libre se dicen muchas cosas* ! lo importante ah es pesquisar los signifcantes que importan* sin dar un sentido all. "scuchar sin pre#uicios ! sin pretender entender lo que se dice. 9a clnica psicoanaltica es una &orma de interrogar al psicoanalista* de empu#arlo a que dé sus razones. 7iene que 'er con reinterrogar todo lo que Freud Freud di#o. s* la clnica psicoanaltica tiene que 'er con* no solo interrogar al anlisis como practica* sino también interrogar al analista para que dé cuenta de lo que su prctica tiene de azarosa. 9a clnica psicoanaltica debe a!udarnos a relati'izar la e,periencia &reudiana. 7odo 7odo es una elucubración de Freud. "s necesario darse cuenta de que el psicoanlisis no es una ciencia* una ciencia e,acta.
UNIDAD *: El método freudi!o II: l# re#tri$$io!e# l li"ertd #o$iti% Re$ordr5 re&etir5 reel"orr (Freud) "l ol'ido de las impresiones* escenas* 'i'encias* se reduce generalmente a un bloqueo de ella; el paciente suele decir que lo ha sabido siempre* solo que no se le pasaba por la cabeza. Para un tipo particular de importantsimas 'i'encias* sobre'enidas en épocas mu! tempranas de la in&ancia ! que en su tiempo no &ueron entendidas* pero han hallado inteligencia e interpretación con e&ecto retardado* prAs-coup. /e llega a tomar noticia de ellas a tra'és de sueños. "l paciente no aduce &alta de &amiliaridad con el recuerdo* igualmente. "l signo distinti'o de la técnica actual 0es decir* en ?B?C* luego de abandonar la hipnosis ! tomar la regla &undamental ! la asociación libre como bandera1 respecto de la época hipnótica breueriana* se puede decir que: el paciente no recuerda nada de lo olvidado y reprimido, sino que lo “Actúa/agieren”; no lo reproduce como recuerdo, sino como acción; lo repite sin saber que lo hace . Por e#emplo: el paciente no refere acordarse de haber sido
desafante e incrédulo &rente a los padres; en cambio* se comporta de esa manera &rente al analista. )o se acuerda de haber sentido intensa 'ergDenza por ciertos quehaceres se,uales* ni de haber temido que lo descubrieran* pero manifesta a'ergonzarse del tratamiento a que ahora se somete ! procura mantenerlo en secreto &rente a todos. "sta 6ompulsión a la repetición es su manera de recordar. recordar. Por supuesto que lo que ms nos interesa es la relación de esta compulsión a repetir con la trans&erencia ! la resistencia. Pronto ad'ertimos que la trans&erencia misma es solo una pieza de repetición del pasado ol'idado. Por eso tenemos que estar preparados para que el analizado se entregue a la compulsión de repetir* que le sustitu!e ahora el impulso de recordar* no solo en la relación personal con el analista* sino en todas las otras acti'idades ! 'nculos de la 'ida 0por e#emplo: si durante la cura elige un ob#eto de amor* toma a su cargo una tarea* inicia una empresa1. 7ampoco 7ampoco es di&cil discernir la participación de la resistencia. resistencia. %ientras ma!or sea esta* tanto ms ser sustituido el recordar por el actuar 0repetir1. /i la cura empieza ba#o el patronazgo de una trans&erencia sua'e* positi'a* esto permite una pro&undización en el recuerdo; pero si en el ulterior tra!ecto esa trans&erencia se 'uel'e hostil o hiperintensa* el recordar de#a sitio si tio enseguida al actuar. E a partir de ese punto las resistencias comandan la secuencia de lo que se repetir. ué es lo que repite o act8a =epite todo cuanto desde las &uentes de su reprimido !a se ha abierto paso hasta su ser manifesto: sus inhibiciones* ! actitudes in'iables* sus rasgos patológicos de carcter. E adems: repite todos los sntomas. "sta condición patológica* mientras el en&ermo la 'i'encia como algo real ob#eti'o ! actual* tenemos nosotros que realizar el traba#o terapéutico* que en buena parte consiste en la reconducción al pasado. "l hacer repetir en el curso del tratamiento analtico equi'ale a con'ocar un &ragmento de 'ida real* ! por eso no en todos los cosas puede ser ino&ensi'o ! carente de peligro. 9a introducción del tratamiento conlle'a que el en&ermo cambie su actitud conciente &rente a la en&ermedad. >a prolongado &rente a sus e,teriorizaciones la conducta represora* 29a Poltica del 'estruz3* que practico contra los orgenes de ella. Para la cura es preciso que el paciente cobre cora#e de ocupar su atención en los &enómenos de su en&ermedad. Ea Ea no tiene permitido considerarla algo despreciable; mas ben ser un digno oponente. s es preparada
desde el comienzo la reconciliación con eso reprimido que se e,terioriza en los sntomas* pero también se concede cierta tolerancia a la condición de en&ermo. 9a tctica ! meta que el analista seguir es siempre el reproducir eso en un mbito psquico. /e dispone a librar una permanente lucha con el paciente a fn de retener en un mbito psquico todos los impulsos que él querra guiar hacia lo motor. 6uando la ligazón trans&erencial se ha 'uelto 'iable* el tratamiento logra impedir al en&ermo todas las acciones de repetición ms signifcati'as ! utilizar el designio de ellas como un material para el traba#o terapéutico. "l me#or modo de sal'ar al en&ermo de los per#uicios que causara la e#ecución de sus impulsos es comprometerlo a no adoptar durante la cura ninguna decisión de importancia 'ital; que espere* para cualquiera de tales propósitos* el momento de la curación. "l principio recurso para domeñar la 6ompulsión de repetición del paciente* ! trans&ormarla en un moti'o para el recordar* reside en el mane#o de la trans&erencia. 9e abrimos la trans&erencia como la palestra donde tiene permitido desplegarse con una libertad casi total* ! donde se le ordena que escenifque para nosotros todo pulsionar patógeno que permanezca escondido en la 'ida anmica del analizado. 6onseguimos dar a todos los sntomas de la en&ermedad un nue'o signifcado trans&erencial* sustituir su )eurosis ordinaria por una )eurosis de 7rans&erencia* de la que puede ser curado en 'irtud del traba#o analtico. 6onstitu!e una enfermedad articial asequible a nuestra inter'ención. l mismo tiempo es un &ragmento del 'i'enciar real-ob#eti'o* pero posibilitado por unas condiciones particularmente &a'orables* ! que posee la naturaleza de algo pro'isional. )ombrar la resistencia no puede producir su cese inmediato. "s preciso dar tiempo al en&ermo para en&rascarse en la resistencia* no consabida para él; para =eelaborarla* 'encerla prosiguiendo el traba#o en desa&o a ella ! obedeciendo a la regla analtica &undamental. /olo en el apogeo de la resistencia descubre uno* dentro del traba#o con el analizado* las mociones pulsionales reprimidas que la alimentan ! de cu!a e,istencia ! poder el paciente se con'ence en 'irtud de tal 'i'encia. "n la prctica* esta reelaboración de las resistencias puede con'ertirse en una ardua tarea para el paciente* ! en una prueba de paciencia para el analista. )o obstante* es la pieza del traba#o que produce el m,imo e&ecto alterador sobre el paciente ! que distingue al tratamiento analtico de todo in+u#o sugesti'o.
Come!trio del te6to de A!dré Al"ert #o"re el &l$er / l re7l fu!dme!tl (L$!) Lo 8ue di$e Al"ert : Freud cuando habla de la abstinencia* asigna al analista el deber de
enseñar a su paciente a 'encer el principio del placer. 9a regla &undamental 'a en la 'a de e,hortar al psicoanalizante a una transgresión del principio del placer* a desenraizar su discurso de una economa del placer. 9a regla &undamental produce enunciados displacentes. "sta regla procede de la ética inherente al analista 0que est establecida en relación a lo real* a aquello que 'a ms all del principio del placer1. "sto e,clu!e la reducción al ofcio de un ideal donde el discurso concretamente tenido por el analizante encontrara sus garantas de buena e#ecución. 6ul es la relación entre los enunciados de la regla ! este decir ético que nosotros le suponemos
9a consigna de no discriminar entre las ocurrencias* ! decirlas todas* no es indeterminada. ",iste siempre en relación a ciertos criterios in'ariables que aducen los su#etos sometidos a la asociación libre: se siente que la ocurrencia es desagradable* o que 9a sociación libre es un se la #uzga disparatada* o se la considera nimia* o piensa que no método de producción de 'iene al caso respecto de lo que se busca. Freud nos compele a no ciertas ideas: las ideas ceder ante esta crtica; debemos &orzarlo a decir la ocurrencia a que surgen en el espritu* mediante la técnica de la pesar de la crtica del paciente a decirla. $ustamente por haber renuncia a la re+e,ión. 9a registrado una repugnancia a hacerlo* es ms importante que =egla &undamental pronuncie esa ocurrencia. "sto nos sir'e como gua en cuanto designa las modalidades aquello que no debera omitirse. "l psicoanalizante se con'ierte en de la comunicación de &aro cuando comenta esta crtica a sus ocurrencias. Por ello es importante la sumisión a la regla. Freud imagina el discurso de las resistencias del paciente* pre'iniéndolos con sus conse#os. 9a regla &undamental se con&unde con una serie de prescripciones hechas con miras a un buen uso de la asociación libre. "l Eo comunica sus ideas* imagina alternati'amente como agradar ! desagradar al analista con su apegamiento &orzoso a la regla; el Eo seduce a toda costa* ignorando que él solo se sostiene del ocultamiento del su#eto del inconciente. /entir el displacer* por medio de la producción de signifcaciones displacentes* podra ser un aspecto de las &unciones de desconocimiento del Eo* ilustrando la tesis lacaniana de que el sentimiento de lo desagradable es una gua en el acceso a lo real. "l Eo se encuentra con&rontado al dilema de aquello que es pre&erible decir en primer lugar: de all su ine'itable di'isión entre e,igencias contradictorias* ! la elección por una u otra a partir de lo que considera ms satis&actorio en cuanto a la sumisión a la regla. este ni'el solo gua el principio del placer. 9a clusula de no-omisión ordena decir algo ms: no e,cluir nada* no omitir un cierto nada* que se encuentra ms all de toda determinación en el registro de lo bueno o de lo malo. 4e all la &ormulación lacaniana de decir cualquier cosa* sin 'acilar ante las necedades que se puedan decir. 9a clusula de no-omisión aparece como aquello que tiende a atraer la palabra hacia un ms all del principio del placer* hacia una realización puntual de la in'ersión del displacer en goce* a la apro,imación de la singularidad de una cosa que no es reductible a la serie de representaciones placientes o displacentes. Lo 8ue $ome!t L$!: 9acan dice que quiere hablar de esta relación que lbert señala
entre la =egla &undamental ! el Principio del placer. 4ice que el principio del placer es el principio de temperar* de amortiguar la estimulación de la regla &undamental. 9a trampa no es lo que se llama el placer* sino lo que se llama el goce. "l principio del placer es el principio de no hacer nada* de hacer lo menos posible. "sto lo dice Freud. "l enunciado de la regla &undamental consiste en decir al paciente que la regla no es otra cosa que hacerle obser'ar que ha! que sudar un poquito para hacer algo #untos* que la cosa no 'a a andar si no se llega hasta lo que displace* si no se hace un es&uerzo. "l analista encuentra un aliado en el /uper!ó: porque este es el imperati'o del goce. lbert hablaba de la singularidad de lo que no debe ser omitido. /i no hubiera simbólico* esta in!ección de signifcantes en lo real* no habra sntoma. "l sntoma es la particularidad* es lo que nos hace a cada uno un signo di&erente de la relación
que tenemos con lo real* en tanto seres hablantes. "s el sntoma lo que est en el corazón de la regla &undamental: a lo que se apunta en el enunciado de la regla &undamental es a la cosa de la que el su#eto esta menos dispuesto a hablar* es decir* de su sntoma* de su particularidad. "s claro que cuando proponemos la regla &undamental hacemos re&erencia a la particularidad* en tanto que ella desarregla el principio del placer. "ste consiste en no tener nada de particular. >a! que sudar bastante para llegar a aislar el sntoma. 9o nuestro consiste en incitar al paciente a llegar a lo singular* para lo cual ha! que pasar por sobre lo particular del sntoma. lbert indicó que la 8nica cosa que 'ale la pena no es lo particular* sino que es lo singular. Gale la pena sudar un poco* 'ale la pena errar a tra'és de toda una serie de particularidades para que algo singular no sea omitido 0se refere a cuestiones de las f#aciones del su#eto* que tienen que 'er con un destino con reglas; el su#eto es incitado a pasar por el buen agu#ero de lo que le es o&recido como singular1.
Pu!tuli9$io!e# #o"re el mor de tr!#fere!$i (Freud) 9as difcultades en la interpretación se dan a partir del mane#o de la trans&erencia: una de esas difcultades es el 2mor de trans&erencia3. "n él la paciente de#o colegir que se ha enamorado del analista. Freud enuncia las di'ersas salidas que se le podran dar a esta cuestión: se conser'a el amor de la paciente* se le deniega el amor ! se termina el anlisis* o se tiene una posición abstinente. Para la paciente se plantea una alternati'a: renunciar a todo tratamiento analtico* o consentir su amor por el analista como un destino ine'itable. 9a paciente se muestra indócil ! reticente a todo tratamiento ! solo quiere hablar de su amor. "sta absorta en su enamoramiento. "ste &enómeno trans&erencial amoroso sobre'iene cuando se la alentó a admitir o recordar un &ragmento mu! penoso ! &uertemente reprimido. 9a resistencia de 'alió del enamoramiento 0que estaba antes1 para inhibir la prosecución de la cura* apartando del tratamiento todo interés. Forzarla a que so&oque lo pulsional no sera un obrar analtico. 7rado todo este material no sera inteligente mandarlo de 'uelta a lo subterrneo. 9lamamos a lo reprimido para reprimirlo de nue'o. 9a cura debe realizarse en bstinencia: ha! que de#ar subsistir en el paciente la necesidad ! la añoranza como &uerza pulsional de traba#o; ! guardndose de apaciguarlas mediante subrogados. /i correspondemos el amor* podramos sugestionar a la paciente a proseguir la cura. Pero esta nunca se alcanza as. /era un triun&o de la paciente ! una derrota de la cura. "lla habra logrado =epetir* ctuar* algo que debera recordar* conser'ndolo en un mbito psquico. 9a relación de amor pone fn a la posibilidad de in+uir en el tratamiento. 6onsentir el amor es tan &unesto como so&ocarlo. (no debe guardarse de ahu!entar la trans&erencia amorosa ! disgustar a la paciente. "sto también debemos abstenernos de corresponder ese amor. =etenemos esa trans&erencia de amor* pero la tratamos como algo no real. 6omo una de tantas situaciones que se dan en la cura* ! debemos reconducirla a sus orgenes inconscientes* ! as lle'ar a la conciencia lo escondido de la 'ida amorosa del paciente.
s la paciente se 'era lo sufcientemente segura para traer a la luz todas sus condiciones de amor* sus &antasas de añoranza se,ual. s podremos a'eriguar los &undamentos in&antiles de su amor. /i bien la resistencia se 'ale de ese amor* este !a estaba all como reedición de rasgos antiguos ! reacciones in&antiles. "s un amor genuino* termina diciendo Freud. "se es el carcter de todo enamoramiento. /olo se singulariza por: ser producto de la situación analtica* ! ser empu#ado arriba por la resistencia que gobierna la situación. "l médico debe buscar* éticamente* que las f#aciones libidinales que estorban a la paciente se corran* ! ella pueda tener libre disposición sobre esa &unción para la 'ida real. /e tiene que 'alorar ms la oportunidad de ele'ar a la paciente de esas f#aciones. "lla tiene que aprender a 'encer el principio del placer* a renunciar una satis&acción inmediata a &a'or de otra ms distante* intachable en lo psicológico ! en lo social.
Nue%o# $mi!o# de l ter&i i$o!l4ti$ (Freud) Freud dice que la tarea del analista es lle'ar al en&ermo a tomar noticia de las mociones reprimidas* poniendo para ello en descubierto resistencias que en su interior se oponen a tales ampliaciones de su saber sobre su propia persona. Para lograr esa meta nos 'alemos de la trans&erencia del paciente sobre la persona del médico* para que se con'enza de que los procesos represi'os son inadecuados. "l psicoanlisis es lle'ar a la conciencia algo reprimido en el su#eto. /e busca un anlisis de los sntomas ! las e,teriorizaciones patológicas del su#eto !a que estos son compuestos a des-integrar. 9os elementos de esta composición estn constituidos por mociones pulsionales; el en&ermo no sabe nada sobre estas. 4ebemos reconducir los sntomas a las mociones pulsionales que los moti'an ! que son desconocidos para el paciente. "l neurótico nos o&rece una 'ida desgarrada* segmentada. l paso que eliminamos las resistencias* se 'an integrando en torno al Eo todas las mociones pulsionales que estaban escindidas de este. 9a psicosntesis se produce sin la inter'ención del analista* se da manera automtica; se crearon sus condiciones con el anlisis ! la descomposición de los sntomas ! la cancelación de las resistencias. Por ello* nuestra terapia emprender otros caminos* los de la 2cti'idad del analista3: hacer consciente lo reprimido ! poner en descubierto las resistencias. 9a cura analtica debe realizarse* en la medida de lo posible* en estado de pri'ación* de bstinencia. )o debe entenderse por esto una pri'ación de una necesidad cualquiera* ni tampoco la abstención del comercio se,ual. /e relaciona ms con la dinmica de la contracción de la en&ermedad ! el restablecimiento. 7oda me#ora del padecer aminora el tempo del restablecimiento ! reduce la &uerza pulsional que es&uerza hacia la curación. 4ebemos cuidar que el padecer del en&ermo no termine prematuramente. /i la descomposición de los sntomas han mitigado a este padecer* tenemos que erigirlo en alguna otra parte ba#o la &orma de una pri'ación sensible; sino corremos el riesgo de solo conseguir me#oras modestas ! no duraderas. "l paciente se empeña con es&uerzo en procurarse satis&acciones sustituti'as* que ahora no 'an acompañadas de padecimiento. /e 'ale de acti'idades* pre&erencias ! hbitos* ele'ndolos a la condición de satis&acciones sustituti'as. 9a tarea es pesquisarlos uno por uno
! pedirle que renuncie a ellos* por inocente que resulte esa acti'idad productora de satis&acción. 9a cti'idad del médico se e,terioriza en la inter'ención contra estas satis&acciones sustituti'as. "l en&ermo suele buscar la satis&acción en la cura misma* dentro de la relación de trans&erencia con el médico; no es bueno consentirle demasiado* sino cometemos un error económico de hacer que todo le sea los ms grato posible al paciente* solo para que se sienta a gusto* ! en otras ocasiones de su 'ida corra a re&ugiarse all. 9o adecuado al fn es denegarle aquellas satis&acciones que ms intensamente desea ! que e,terioriza con ma!or urgencia. "n la cura es preciso mantener el estado pri'ación* de abstinencia. )os negamos de manera terminante a hacer del paciente un patrimonio personal* a plasmar por él su destino* a imponerle nuestros ideales* ! a complacernos luego de haberlo &ormado a nuestra imagen ! seme#anza. )o se debe educar al en&ermo para que se aseme#e a nosotros* sino para que se libere ! consume su propio ser. 9as &obias han sobrepasado la conducta del analista. 4i&cilmente dominara una &obia quien aguarde hasta que el en&ermo se de#e mo'er por el anlisis a resignarla: él nunca aportara al anlisis el material indispensable para la solución con'incente de la &obia. )o se obtiene é,ito si no se mue'e al su#eto* por in+u#o del anlisis* a salir a la calle ! luchar contra esa angustia. Primero ha! que mitigar la &obia hasta ese punto* ! solo después de conseguido esto el en&ermo dispondr de ocurrencias que posibilitan la solución de la &obia. "n casos gra'es de )eurosis obsesi'as también suele suceder situaciones de este estilo. A&u!te# de &r0$ti$o# e! $l#e
9as &antasas se interponen en el anlisis. Partimos de los sntomas psiconeuróticos que nosotros suponemos son un compuesto entre pulsión ! de&ensa 0son respuesta a la pulsión; el sntoma es el retorno de lo reprimido en esa de&ensa* reintroducen la pulsión de otra manera1. 9a de&ensa como modo de responder a la demanda pulsional* a esa e,igencia* produce un retorno de lo reprimido* en &orma de sntoma; este es un compuesto de mociones pulsionales. "l anlisis descompone estos sntomas* sustra!endo las mociones pulsionales. "sta pulsión que el anlisis 'a deso'illando de la made#a que son los sntomas* 'a in'estir satis&acciones sustituti'as. Ea el sntoma era una satis&acción sustituti'a de la pulsión; el anlisis el temor obsesi'o del >=* ! encuentra que all ha! placer de 'er mu#eres desnudas esta entramado con la reacción contra el padre 0si !o tengo deseo de 'er mu#eres desnudas* mi padre morir; all tenemos que el tipo tiene miedo que el padre muera; eso est 'inculado a la satis&acción escópica como elementos &usionados; el miedo a que se muera no es ms que una reacción ante esa satis&acción; es un compuesto desfgurado ! desplazado1. "n el anlisis* estas cuestiones desentramadas 'uel'en a in'estir a satis&acciones sustituti'as no !a sintomticas* sino que son hbitos* pre&erencias* acti'idades "l >= teme ser pegado por nue'as* donde esa satis&acción se 'uel'a; la pulsión se 'uelca en Freud: actualización en esa nue'a trama. /on satis&acciones en la 'ida misma* gracias a las trans&erencia de algo que mociones pulsionales que el anlisis despe#o de los sntomas. hasta ese momento era inconciente; en la medida
6uando Freud hace un desenhebramiento de la trama pulsional con en que se produce en la construcción del desaguisado se,ual* se da una trans&erencia de anlisis como &enómeno eso al analista: él teme ser pegado por Freud. "so est cargado de satis&acción; se transfere algo de eso en la persona del analista por la 'a de la &antasa que produce goce corporal. "n la trans&erencia ha! satis&acciones &antaseadas con el analista; est en #uego la satis&acción pulsional.
9a &antasa aparece en un anlisis en la medida en que las mociones pulsionales anudadas en el sntoma se transferen a estas satis&acciones sustituti'as en la cura misma. 9a &antasa aparece en anlisis en la medida en que se analiza el sntoma* porque es un modo de reintegrar la pulsión que queda a&uera
I!i"i$i'!5 #4!tom / !7u#ti ($&4tulo -5 / Adde!d &rte A: Re#i#te!$i / $o!tri!%e#tidur) (Freud) CAP -
"n este captulo Freud e,plica otras dos acti'idades del Eo en la &ormación del sntoma* los cuales son subrogados de la represión 0la a!udan* pues esta tropezó con difcultades1. /on acti'idades au,iliares ! sustitutas. /on: -
-
nular lo acontecido: mediante un simbolismo motor 2hace desaparecer3 el suceso mismo 0no solo sus consecuencias1. "sto se obser'a en los sntomas de dos tiempos* donde el segundo acto anula el primero. /e trata al suceso como no acontecido* se cancela el pasado mismo. /e lo 2reprime3 por 'a motriz. islamiento: es también motriz; consiste en que tras un suceso desagradable* o una acti'idad sintomtica neurótica* el su#eto interpola una pausa en el que no est permitido que acontezca nada 0ni percepciones* ni acciones1. 9a 'i'encia no es ol'idada* pero se la despo#a de su a&ecto. s queda aislada ! no se la reproduce en el pensamiento. /e garantiza as la suspensión del ne,o con el pensamiento. /e impide el lazo asociati'o con otras ideas.
ADDENDA &rte A: Re#i#te!$i / $o!tri!%e#tidur
9a represión no se da de una 'ez* sino que requiere un gasto de energa continuo para que no retorne lo desalo#ado* ! se haga necesaria otra represión. "sto es por la naturaleza de la pulsión. "l Eo tiene que gastar energa permanentemente en su acción de&ensi'a. "sta acción en resguardo de la represión es lo que registramos como 2=esistencia3 0Hresistencia de represión en el esquema1. "sta operada por el Eo. esta resistencia la intentamos 'ol'er conciente ! prometemos al Eo 'enta#as si abandona la resistencia. /i el su#eto termina aceptando* se necesitar adems un traba#o de =eelaboración después. (na 'ez que superas la resistencia !oica* te encontrs con la 6ompulsión a la =epetición* que implica este traba#o reelaborati'o. Freud asla las J resistencias con las que en anlisis se libra combate: - =esistencias del Eo: =esistencia de represión: es la resistencia por contrain'estidura sobre la moción reprimida; se refere a esa energa constante que el Eo gasta para mantener lo reprimido sin retornar. =esistencia de trans&erencia: se rea'i'an recuerdos como si &ueran actuales* sobre la persona del médico. Kanancia de la en&ermedad: es la integración del sntoma al Eo; se resiste a resignar esa ganancia. o
o
o
-
=esistencia del /uper!ó: 6onciencia de culpa o )ecesidad de castigo: esta se opone a todo é,ito en el anlisis. o
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=esistencia del "llo: 6ompulsión a la repetición: es aquella que implica la necesidad de reelaboración antes descripta. o
Tre# de3!i$io!e# de lo rel e! L$! (Lom"rdi) "l método &reudiano busca desconectar las palabras de sus re&erencias habituales* de la signifcación imaginaria. "stas deben ser descartadas en anlisis. "l signifcante empu#a hacia una signifcación* pero no la entrega. "l psicoanlisis asla el signifcante* lo empu#a hacia lo =eal. 9o &uerza a mostrar que el e&ecto inconsciente que e#erce sobre el su#eto es e,terior al campo de la signifcación. "l signifcante en lo =eal no opera porque tenga sentido* sino porque no lo tiene. "l sentido de la copulación signifcante camu+a lo que es esencial: que el signifcante opera en el sinsentido. "s parado#al* pues la &unción de un signifcante es signifcar. /i bien no es bueno para hacerse entender* el signifcante sir'e para e,presar el sntoma. "l sntoma responde a la estructura misma del lengua#e* que impide la signifcación. "l sntoma conser'a un sentido en lo =eal* deca 9acan. "l sntoma e,presa que no se entiende* que no se escucha su goce del signifcante en lo =eal 0esta all porque no cumple su &unción1. "l sntoma es nuestra re&erencia clnica &undamental ante la orientación particular de cada su#eto en su 'ida inter&erida por el signifcante. "l sntoma se orienta a lo =eal; la orientación del signifcante e,cluido de la signifcación 0tercer defnición de lo =eal1. -
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?er defnición de lo =eal: 9o =eal es lo que retorna siempre al mismo lugar. 9o que retorna no lo hace a la realidad* sino que 'uel'e adonde el su#eto no percibe eso que lo mira* ese ob#eto que lo in'oca. 9o real le concierne al su#eto* es inconsciente* alterado por el signifcante. /i el ob#eto a es =eal* es porque est &uera de la realidad* siendo su sostén* su marco. @da defnición de lo =eal: 9o =eal es lo imposible 0como modalidad lógica1. 9a solución analtica del sntoma neurótico es la solución de lo imposible. Ler defnición de lo =eal 0ultima defnición que hace 9acan de lo =eal1: 9o =eal es lo que no tiene sentido* ! sin embargo encuentra en el sntoma un representante en el campo del sentido. "l sntoma es lo que 'iene de lo =eal.
UNIDAD ;: F!t#45 relidd5 rel Mi# te#i# #o"re el &&el de l #e6ulidd e! l etiolo74 de l# !euro#i# (Freud) 6on el método catrtico* Freud dice que llegaba a traumas psquicos 0a partir de 'i'encias in&antiles traumticas1 que generaban sntomas histéricos. /in esas 'i'encias traumticas no se podran esclarecer los sntomas* es decir* la etiologa de la neurosis. 9a histeria era pensada como un re+e#o de comportamientos* 'i'encias e in+uencias in&antiles se,uales. /e contraponan as a las neurosis actuales* !a que en estas era una etiologa actual* ! en las otras unas 'i'encias se,uales pasadas. /e deca que dada una 'ida se,ual normal* la neurosis era imposible. Pero ahora Freud da un 'uelco a su teora traumtica. /e dispone a corregir algo de estas tesis pre'ias: resalta ahora el papel de los espe#ismos mnémicos de las histéricas* como di&erenciados de sus 'i'encias reales. %uchas &antasas 0estos espe#os mnémicos1 de seducción son ledas por Freud como intentos de de&enderse de la propia prctica se,ual masturbatoria in&antil. 9a prctica se,ual in&antil marca el modo en que la se,ualidad se desarrolle en la madurez. 9os sntomas histéricos !a no eran 2retoños directos de recuerdos reprimidos3* sino que entre los /ntomas ! las 2Impresiones in&antiles3* se intercalan las 2Fantasas3 0in'enciones de recuerdos1 de los en&ermos* casi siempre producidas en la Freud crea que una pubertad. conducta pasi'a &rente a las escenas de seducción
9os traumas se,uales in&antiles son sustituidos por el in&antilismo proporcionaba una de la se,ualidad* que se e,presa en los sntomas ! &antasas. )o disposición a la >isteria* mientras que la conducta haba tal &recuencia de escenas de seducción de adultos o in+u#os accidentales reales. )o obstante* no debemos restar importancia a los &actores constitucionales ! hereditarios* aunque no sean lo principal en la etiologa de una neurosis. )o importaba las e,citaciones que se hubieran e,perimentado en la in&ancia* sino la reacción &rente a estas 'i'encias 0si respondieron o no con represión a esas impresiones1. 9a norma es la represión de ciertas pulsiones parciales in&antiles* ! la subordinación de las restantes ba#o el primado de las zonas genitales* ! al ser'icio de la reproducción. 9a neurosis se debe a una represión e,cesi'a de aspiraciones libidinosas. 9as per'ersiones se presentan como perturbaciones de esta sntesis por obra del desarrollo hiperpotente de algunas de estas pulsiones parciales. 6omo las pulsiones parciales per'ersas in&antiles eran &uerzas &ormadoras de sntomas en las neurosis* pero en estado de represión* Freud caracterizo a la neurosis como el negati'o de la per'ersión. 9os sntomas neuróticos fguran la prctica se,ual de los en&ermos* que procede de las &uentes de unas pulsiones parciales de la se,ualidad. 9os sntomas se re'elan como 2fguraciones con'ertidas de &antasas3 que tienen por contenido una situación se,ual. 9a neurosis es la se,ualidad reprimida de los en&ermos.
L# f!t#4# i#téri$# / #u rel$i'! $o! l "i#e6ulidd (Freud) "n todas las neurosis #uegan un papel determinante las &antasas en la causación de los /ntomas neuróticos* sobre todo los histéricos. 9as &antasas las ha! tanto concientes como
Fantasas concientes: son los sueños diurnos. /on &ruto de la pri'ación ! la añoranza* ! son un cumplimiento de deseo. Poseen un gran interés por parte del en&ermo* ! se los reser'a
inconcientes; estas 8ltimas pueden de'enir patógenas 0e,presarse en sntomas1. 9as &antasas inconcientes poseen un 'nculo con la 'ida se,ual de las personas: son idénticas a las &antasas que le sir'ieron para la satis&acción se,ual masturbatoria. "l acto masturbatorio in&antil se compona de dos &ragmentos: la con'ocación de la &antasa ! la operación autoerótica de satis&acción. "ntre estos ha! una soldadura. "n un principio la acción masturbatorio era una empresa autoerótica pura* destinada a ganar placer en un determinado sector erógeno del cuerpo. %s tarde esa acción se &usionó con una representación-deseo tomada del crculo de amor de ob#eto* ! sir'ió para realizar la situación que la &antasa culminaba.
9as &antasas neuróticas inconcientes se corresponden con las situaciones de satis&acción que los
6uando la persona renuncia a esta acti'idad masturbatoria ! &antaseada* la &antasa misma* que era conciente* de'iene inconciente. Pero si una satis&acción se,ual otra no 'iene en reemplazo de esta prctica* o el su#eto se mantiene abstinente* estn dadas las condiciones para que la &antasa se re&resque* proli&ere ! se abra paso como sntoma patológico. 9os sntomas histéricos no son otra cosa que &antasas inconcientes fguradas mediante con'ersión en sntomas somticos 0en zonas erógenas tomadas del mismo lugar donde la &antasa era acompañada de sensaciones se,uales1. uien estudie los sntomas neuróticos deber interesarse en las &antasas de las cuales proceden. 9a técnica psicoanaltica 'a de los sntomas a las &antasas inconcientes* intentando que estas de'engan concientes. (n sntoma no corresponde a una 8nica &antasa inconciente* sino a una multitud de estas. "l sntoma histérico: -
"s la realización de una &antasa inconciente al ser'icio de un cumplimiento de deseo. /ir'e a la satis&acción se,ual ! fgura una parte de la 'ida se,ual de la persona 0en correspondencia con uno de los componentes de la pulsión se,ual1 6orresponde al retorno de una modalidad de la satis&acción se,ual que &ue real en la 'ida in&antil ! desde entonces esta reprimida. )ace como un compromiso entre dos mociones pulsionales opuestas* una de las cuales se empeña en e,presar una pulsión parcial* mientras que la otra se empeña en so&ocarlos.
Semi!rio < (Cl#e =) (L$!) "n la neurosis* la represión se da ante algo que no quiere ser reconocido. "sto en la per'ersión es igual. 9a per'ersión supone los mismos mecanismos edpicos* ! la represión de estos. )o nos sir'e entonces decir que en la )eurosis la pulsión se e'ita* mientras que en la Per'ersión se la reconoce la desnudo. Freud estudió la Per'ersión con el &antasma=* Freud lo empresa
claramente: la neurosis es consecuencia de que el ser hablante* pudiendo optar* no lo hace. E esto se traduce en sntomas como la duda ! las decisiones &allidas que se deshacen unas a otras. 7ambién en la descone,ión que se e,presa en los sntomas neuróticos entre satis&acción ! deseo* en la con'ersión histérica que di'orcia cuerpo ! goce* en los miedos a aquello mismo que se desea ! de lo que el &óbico hu!e. 9uego* el sntoma se consolida como &ormación de compromiso entre partes del ser que negocian entre ellas para obtener cada una su satis&acción parcial. 4i'isión sub#eti'a* spaltung del su#eto* en lugar de elección. "legir supondra una des'enta#a* pero también una cierta entereza: un acto podra aportar integridad al precio de una pérdida. "n lugar de entereza que solo un acto puede aportar* encontramos en el neurótico el rasgo de la cobarda moral.
6on su interpretación* capaz de abrir puertas asociati'as sorprendentes* el analista trata al analizante como ser capaz de elegir incluso ms all de lo que sabe* apostando a que los limites que el su#eto encuentra en el e#ercicio de su libertad asociati'a no necesariamente deben ser para siempre los que le impone actualmente la compulsión a la repetición. =ecordemos esta re+e,ión de 9acan: el su#eto in'itado a hablar en anlisis* no muestra en lo que dice una gran libertad. /us asociaciones desembocan en una palabra libre* en una palabra plena que le seria penosa. )ada ms temible que decir algo que pueda ser 'erdad. Podemos re&erirnos bre'emente al término 2identidad3. >a! dos &uentes causales* di&erentes* en lo que se llama Identidad. Por una parte tenemos todo lo concerniente a las determinaciones sociales impresas en el su#eto. 9os mecanismos &reudianos de la identifcación resumen buena parte de tales determinaciones sociales que clsicamente alcanzan para que el integrante de una comunidad adquiera en ella su ideal del !o* sus re&erencias mticas* etcétera. hora bien* en Muenos ires la crisis de identidad es algo bastante generalizado. 9a otra &uente de identidad 0la que resulta ms interesante aqu1* que no depende de las determinaciones étnicas o culturales* son los acontecimientos cu!a particularidad no intersecta con lo general sino con lo singular. /e presentan en la e,periencia ba#o la &orma de un trauma su&rido por el #er "l!te mu/ &re$i#me!te e! t!to 8ue #er $&9 de ele$$i'!. 9os analistas no tratamos autómatas* solo admitimos en tratamiento a un ser al que suponemos dotado de una 'oluntad en el sentido lacaniano del término* es decir* dotado del poder mnimo de responder Hsi o Hno a lo que se quiere. 9o que del ser decide* llamémosle 'oluntad* &ree Nill* es el decir Hsi o Hno al deseo en #uego. 9o que sucede por azar en un 2ser capaz de elección3 no es automatón sino t!ché* es decir accidente que puede ser elegido o rechazado antes de haber sucedido. (n acontecimiento puede ser señalado como como t!ché bastante después de haber sido 'i'ido. (n incidente nfmo de la in&ancia puede ser señalado como traumtico 0elegible o rechazable* &uente de un goce seductor o terrorfco1 mucho ms tarde* en el momento de incremento pulsional de la pubertad. "l gran traumatismo ha sido elaborado por el su#eto sin necesidad de a!uda psicoanaltica; ! por el contrario un acontecimiento nfmo* re&ormulado pro el &antasma en condiciones fcticias* adquiere una importancia aguda. 9o que es decisi'o* dice Freud* es la de&ensa* es decir la posición tomada por el ser* que ha inter'enido en ese traumatismo en tanto 2ser capaz de elección3. E#te trum 8ue fe$t l #er e! t!to $&9 de ele7ir25 e# el !$leo de lo 8ue Freud llm Ele$$i'! de !euro#i#2 . 9a primera nosologa psicoanaltica* que en esencia
es también la 8ltima* se apo!aba sobre la elección del trauma ! en la reacción del ser &rente a este: - 9a histérica dice haber su&rido pasi'amente el momento del trauma* siempre inocente. 9a pasi'idad de la histérica es una pasi'idad no tan tonta* ella oculta el ser que por el 'erbo se asegura en la 'oz media* ! no en el su#eto. - "l obsesi'o se siente culpable* tiene conciencia propiamente hablando de su participación acti'a en el momento traumtico* eso le gustó. Puede e,presarlo mu! sinceramente en el relato de los acontecimientos de su in&ancia.
L# di#ti!t# form# del !o 8uerer #"er di#$er!id# &or Freud e! $d u!o de #u# $#o#5 / e! $d u!o de lo# ti&o# $l4!i$o# 8ue &ro&u#o5 d! $ue!t de 8ue el me$!i#mo e#t &re$edido &or u! i!#t!$i5 u! mome!to de ele$$i'! .
"l >= señala L momentos electi'os: ?- "l primero es el de sus C o J años: estaba al cuidado de una bella gobernanta. "l niño* toda'a no obsesi'o* le pide autorización para deslizarse ba#o su &alda. "lla consiente con la condición de que no le diga nada a nadie. 4esde entonces* queda para él una curiosidad ardiente* atormentadora* por 'er el cuerpo &emenino. 7odo esto precede el momento de constitución de su sntoma primario: la idea obsesi'a de que sus padres adi'inaran sus pensamientos. @- 7odo esto precede el segundo momento electi'o &undamental: el desencadenamiento de la neurosis del #o'en uni'ersitario* en el momento en que quiere elegir mu#er. )o quiere optar como su padre por la mu#er rica ! no amada* pero tampoco se decide por su amada pobre. Eli7e !o ele7ir5 / e!ferm $u# de e#o5 3rm Freud L im&o#i"ilidd de ele7ir !o e# $o!#e$ue!$i de l e!fermedd5 #i!o 8ue e# el !oBele7ir lo 8ue l o$#io! El &re!te re#ultdo e# e! %erdd el &ro&'#ito de ell )o traba#a ms* no estudia ms* precisamente para no cometer la decisión
esencial. L- "n tercer lugar* su sntoma &undamental es también una cuestión de elección: se trata de la duda que marca sus pensamientos ! sus acciones* la duda que es la percepción interna de la irresolución. >a! autoconocimiento en el sntoma* 2es lo que uno conoce de s sin reconocerse en ello3* dice 9acan. (n psicoanlisis puede ser concebido como un traba#o de discernimiento ! de producción de algunas elecciones del ser hablante que f#an como destino las coordenadas de su identidad. Freud nos enseña sobre lo que tiene de determinante la posición tomada por el ser hablante cuando decide respecto del traumatismo 'i'ido en la in&ancia* ! precede los mecanismos de la neurosis* dando causa a su étio-patogénesis. "n el otro e,tremo* la elaboración analtica del sntoma muestra que ha! ! habr ese n8cleo resistente a la interpretación* ese rasgo conser'ador sobre el cual se produce lo incurable en que el acto analtico encuentra su fn propio. "l e&ecto de un psicoanlisis no consiste en suprimir el sntoma* aunque pueda ali'iarlo* sino en re&ormular las coordenadas de algunas elecciones alienadas del pasado* para encontrar una opción nue'a en la que el ser* puede darse una Hidentidad de separación* a partir de una elección que interrumpe todo encadenamiento causal. "l psicoanlisis permite conmutar lo que inicialmente se presenta como elección &orzada* ! como identifcación alienada al 5tro* en otro modo de elegir. "n esta oportunidad* el ser hablante puede alcanzar una identidad que &ue f#ada en el momento de elección de trauma* apo!ndose sobre la heteridad del 5tro. Moecio ! Oieregaard tu'ieron el presentimiento de que es en el pecado como e,periencia originaria del ser capaz de elegir* ! de elegir caer a&uera del alcance del saber del 5tro* que se produce el salto a la e,istencia. "n el caso del neurótico que no se cura a s mismo* no se autoa!uda* por las 'irtudes de nuestro método ! de nuestro deseo que e,altan la libertad de decir* nosotros los analistas podemos dar al ser lo que es del ser: su libertad de optar en cuanto al 2llega a ser lo que t8 eres3 por el cual el signifcante lo intima* no como signifcado* sino como causa de 'ida.
(na ob#eción que suscita los anteriores argumentos es: 6ómo pensar que un niño o una niña de C* J* Q años* en circunstancias de 'iolación u otra situación traumtica* es capaz de elegir Parece 'erosmil decir que* a lo sumo* si es una elección* es una elección &orzada. Pero ha! en todo esto algo importante* algo éticamente ms conducente que horrorizarse ante la idea de que a un niño 'arón* &uturo obsesi'o* pueda haberle gustado a sus Ja! un benefcio en la en&ermedad. "n un primer momento lo designo con el termino de Hbenefcio primario de la en&ermedad. Freud se pregunta por qué cae en&erma 4ora: se responde que lo hizo para conseguir que su padre eligiese entre ella ! la señora O. "l >ombre de las =atas se desencadenó a partir de llegar a la encruci#ada de tener que elegir entre una mu#er rica ! una mu#er pobre. "sta era !a la alternati'a paterna del hombre de las ratas. Para estos dos grandes e#emplos* la llamada causa ocasional de la en&ermedad es en s misma un problema de elección. "lección que el su#eto debe hacer 0el >=1 o que el su#eto intenta imponer al otro 04ora1; la di&erencia es con&orme a lo que opone la intrasub#eti'idad obsesi'a a la intersub#eti'idad histérica. /ea cual &uere esta di&erencia* en los dos casos el su#eto retrocede &rente a una alternati'a. 6on seguridad esto remite a otra alternati'a* a otra elección* en este caso in&antil. Para el >= esto sera 2el padre o la mu#er3; para 4ora 2o el padre u otro hombre3. /e decidió en ambos casos por un rechazo de elegir* es decir* un rechazo a renunciar* porque resulta claro que elegir entre dos términos* es renunciar a uno de los dos. 9a solución neurótica es lo que Freud llama una solución de compromiso. "s querer ganarlas todas. "n todo compromiso est el tener la chancha ! los 'einte al mismo tiempo. E es cierto que el sntoma* en tanto &ormación de compromiso llega a satis&acer a las pulsiones a pesar de las prohibiciones* que también satis&ace. >a! entonces un goce en el sntoma. Freud no emplea el término goce* emplea satis&acción. >a! un goce en el sntoma* ! ese es el benefcio del sntoma. 6uando uno dice 2responsable3* eso quiere decir benefciario. Freud introdu#o la idea de otra satis&acción; introdu#o la idea de que ha! toda'a otra cosa que puede satis&acerse en el sntoma ! en el su&rimiento del sntoma* ! es lo que nos presenta ba#o la noción de 2)ecesidad de castigo3* que culmina para él en la 2=eacción terapéutica negati'a3. 6on eso* Freud introduce otra satis&acción que se superpone* distinguiéndose al goce &lico del sntoma. /e suelen 'er casos en los que una catstro&e* o un duelo* o un matrimonio &racasado* una guerra* cura al su#eto de sus sntomas neuróticos. Freud entendió esto a partir de considerar que la desgracia es necesaria para ese su#eto* ! que el su&rimiento del sntoma ocupa ese lugar. 6omo comprender si no que el in&ortunio lo dispense de &abricar sntomas. 7odo esto nos muestra que 2"lección de la neurosis3 quiere decir 2elección sobre el goce3. "l neurótico no es un su#eto que ha elegido. "s un su#eto determinado por la elección de la no-elección. "s un su#eto que ha rechazado elegir entre HPulsión ! H4e&ensa. )o es sorprendente entonces que la satis&acción que saca de su neurosis se desdoble entre el placer ! su ms all 0o entre benefcio primario ! autopunición1. 9a cura 'uel'e a poner en #uego* a cuestionar* esa elección* esa opción. "n 2nlisis terminable e interminable3* Freud habla del fn de la cura ! de ese &amoso impasse del fn; es cierto que e'oca el tope sobre un n8cleo* una roca* el comple#o de castración. Pero si retoman ese te,to 'ern que Freud distingue implcitamente la castración como
hecho de estructura* que es lo que uni'ersal del su#eto* de lo que puede llamarse una actitud en relación a ese hecho de estructura* una posición. /obrecompensación porfada ! rei'indicación del pene* no es la castración* sino la posición que el su#eto toma en respuesta a la castración* ! sobre la que se puede ceder. 9a tarea no es 'ol'er imposibles las reacciones mórbidas* sino o&recer al Eo del en&ermo la libertad de decidirse por esto o aquello. 9a idea es conducir al paciente hasta una nue'a encruci#ada. (na encruci#ada donde le toca un camino u otro. "sto para comentar el primer punto* que era 9a fnalidad de la en&ermedad. -
"n el segundo caso* la pregunta es Por qué tal neurosis ! no otra Por qué histeria* ! obsesión* o &obia: es el problema de la elección del tipo de neurosis. "l tipo no es contingente; no depende de lo que sucedió como acontecimiento* traumatismo* de lo que de hecho se encontró por las 'ueltas de la 'ida. "l tipo no depende de la t!ché* del azar en el sentido del encuentro. 9acan deca que ha! un hiato entre el tipo ! la 'erdad de goce. Por cierto que e,isten tipos de sntomas* tipos que datan de antes del psicoanlisis* pero que estos tipos no tienen el mismo sentido. 4icho de otra manera* ellos no tienen el mismo goce* no necesariamente. (n obsesi'o bien puede no poder dar ning8n sentido al sntoma de otro obsesi'o. "sto quiere decir que la 'erdad del goce es lo que el sntoma tiene de ms particular* ! que por consecuencia no puede dar cuenta de la generalidad del tipo. 4e qué depende el tipo* si no depende de las pulsiones en s mismas 0es decir* que en el obsesi'o sea una posición pulsional f#ada en el estadio sdico-anal* ! oral en la histeria1 )o queda sino otra respuesta: el su#eto. 9a respuesta* en términos &reudianos es Hla de&ensa. "l tipo depende de la de&ensa. 4esde el punto de 'ista de las pulsiones* Freud termina por decir que lo reprimido es idéntico en todas las neurosis. saber* que en todas las neurosis se encuentra una de&ensa contra aquello que llamo 2los contenidos edpicos3* una de&ensa moti'ada por la angustia de castración. )o es entonces ni a ni'el de los contenidos pulsionales* ni a ni'el de la angustia de castración* que se 'a a encontrar la di&erencia* porque se estara ms bien del lado de lo uni'ersal* de lo general. "l ob#eto de la de&ensa son las pulsiones: el moti'o de la de&ensa es la angustia de castración. 9o que determina el tipo es la modalidad de la de&ensa. "s este el corazón de la tesis &reudiana. 9acan obser'a que la de&ensa modifca no la pulsión* sino el su#eto. >a! un 'nculo inmediato entre el termino &reudiano Hde&ensa ! el término Hposición del su#eto. 9as de&ensas que pro'ienen desde instancias ideales acampan 2en el lugar del su#eto3; son sus términos. 4icho de otro modo* ocupan el lugar del su#eto* pero al mismo tiempo enmascaran su naturaleza primaria* que es ser el lugar de un 'aco. /i cada neurosis se especifca por esta modifcación del su#eto que es la de&ensa 6ómo se sit8an histeria ! obsesión en relación a las de&ensas primarias o secundarias 0las que se referen al ideal1 del su#eto )o es necesario pensar que el su#eto elige; es impropio decir esto porque de#ara entender que el su#eto es el agente de la elección. "l su#eto est determinado por esta elección* lo que no es lo mismo. "l 2esto! 'aca3 de la histérica* o el 2esto! muerto3 del obsesi'o* son los dos pregones de cada uno de estos su#etos; implican una e!ección del ob#eto del lugar del 5tro. "l histérico es un su#eto que asume su di'isión; hace ms que asumirla: hace de ello un estandarte ! opera en su nombre. /e 'ale de su di'isión para e,igir que aparezca la 'erdad del amo* que se llama castración* ! también di'isión del su#eto. "l su#eto histérico e,ige la 'erdad. "n el &antasma histérico uno siempre tiene esta matriz: un padre ! su ob#eto 0un padre ! su ob#eto imaginario* que puede ser la niña* una mu#er* etcétera1. "l su#eto* en este escenario* se representa en el lugar de ob#eto* eso es claro* lo o
que no le impide hacerse representar por un sustituto. "l su#eto* en la escena se representa en el lugar de ob#eto. E que hace en este lugar /e sustrae. "l su#eto se 'e all como un ob#eto &orzado* como un ob#eto que est all a su pesar. 9a sustracción se 'e a8n ms en lo que Freud aisló como la crisis histérica: la histérica que le'anta su 'estido con una mano ! que lo ba#a con la otra. 5&recerse ! rehusarse a la 'ez* al mismo tiempo. "l su#eto se representa entonces como un ob#eto que se sustrae. "l benefcio de la sustracción es que produce un 'aco en el 5tro. "squi'ndose* el su#eto pro'oca la &alta del 5tro. "l 'aco que es propio del su#eto* el &antasma histérico lo obtura con otra &alta. )ecesita otra &alta para obturar la su!a. 9a sustracción de este su#eto es mucho ms amplia que lo que se describió en el &antasma de seducción. /i se puede localizar al su#eto como su#eto del inconciente* la sola localización que podemos darle es la negación. "s un su#eto que dice Hno al signifcante cuando se trata de identifcarse all. 4ice no* as sea por sus dimisiones: 2so! eso* pero también un poquito de otra cosa3. Kran tormento el del histérico: saber lo que quiere* lo que es &uera de todo lo que se le dice ser* de todo lo que se le demanda ser. "so es el 2no3 2no3 dicho a la petrifcación por el e l signifcante identifcatorio. Pero ha! también un 2no3 dicho al /@ del saber. "n el anlisis los su#etos histéricos reaccionan a lo que se puede llamar una elaboración de saber* una pequeña ganancia de saber adquirido. "l su#eto puede encantarse con esto por un momento* pero al momento siguiente es 2no es para nada eso3. "s 2si* pero a pesar de todo* ! de todos modos* para qué3. "n eso el su#eto histérico no se equi'oca nunca porque estructuralmente ha! represión ! por consecuencia nada de lo que uno dice es todo 'erdad. "s cierto que consagrarse como lo hace a pro'ocar la inconsistencia del 5tro para alo#arse all* implica lo que 9acan llamo 2una asunción de la pri'ación3* un sacrifcio de los bienes. 9a ética del deseo* que es la de la histérica* no es una ética de los bienes* sino ms bien una ética de la pri'ación. "s una &erocidad que el su#eto histérico se aplica también a s mismo* ! que paga caro* a 'eces a ni'el de los bienes* a ni'el del con&ort de la 'ida. Pero también es cierto que ese su#eto histérico* que no 'a solo porque est tomado en un discurso* arrastra a 'eces a otros con él. 9a &erocidad histérica no es una disposición sub#eti'a* es la &erocidad que resulta de la pureza del discurso. "sto no impide que los su#etos histéricos puedan ser mu! buenas personas. 4os cosas limitan la &erocidad histérica. Por una parte la piedad de ese su#eto* o la simpata para todo aquel que muestra su castración. "s un su#eto &eroz para aquel que esconde su castración* pero para aquel que la muestra es un su#eto pleno de simpata* ! eso nos da las grandes fguras de en&ermeras histéricas consagrndose a los desdichados. "l otro aspecto es la identifcación al amo que tiene ms bien una &unción socializante ! que otorga a la histérica un aspecto que no es solo de sub'ersión* sino también un aspecto edifcador. edifcador. >a! también fguras histéricas constructi'as. /u punto de angustia no es que &alte un signifcante en el 5tro* porque es en ese lugar que se alo#a el su#eto histérico. /u punto de angustia es que en ese lugar podra producirse cierto goce. 6uando el su#eto se encuentra con&rontado a este 5tro que supone querer gozar* especialmente de ella o de él. "ste goce que puede aparecer del lado del 5tro ! que le produce horror* también aparece a 'eces de su lado. /e presenta como el el horror o el asco por su propio cuerpo* hombre o mu#er. o
Freud presento a la obsesión como una 'ariante de la l a histeria* como un dialecto* una modalidad. "9 histérico domina por el deseo; la tendencia del obsesi'o es dominar el deseo. "l histérico domina al 5tro por el deseo* es as que cree
tenerlo; en el obsesi'o el peligro es la inconsistencia del 5tro* el cual intenta colmar. Ea Ea sea el padre o la dama* el 5tro 5tro del obsesi'o es uno cu!a inconsistencia esta oculta. "'identemente para que esto se sostenga* es me#or que el 5tro no este. 4e aqu la aspiración a un 5tro muerto* &allecido* o ausente. "sta idealización del 5tro permite adorar sin riesgos* sin arriesgar encontrar lo que podra habitar al 5tro como deseo o como goce* contra los que el su#eto obsesi'o pone en #uego el amor. /e trata de un su#eto cu!a relación con las damas se especifca por no acercarse a ninguna se,ualmente; por miedo mie do claro. Pero Pero acercarse mucho corporalmente* por una pro&esión que se lo permite* como siendo ciru#ano plstico 0consagrado al cuerpo de las mu#eres1 es una salida posible. 7iene entonces la posibilidad de acercrseles en este sentido* de lo que no se pri'a. "'identemente su angustia* su escapada* su huida* se produce cada 'ez que alguna de ellas lo con&ronta con que sus signifcantes no recubran todas sus aspiraciones 0de'ela la inconsistencia del 5tro que pretende tapar1. "s una ocasión tal de angustia la que lo condu#o al psicoanlisis. "ste caso ilustra bastante bien lo que se puede llamar el punto de terror del obsesi'o. /u mortifcación* su terror* es doble. %ortifcación de s mismo 0los traba#os &orzados del obsesi'o1* pero también mortifcación del compañero pre&erido 0tortura también al otro1. 9a mortifcación implica un goce. "l su#eto obsesi'o se complace en sus autoreproches* en sus autotorturas; saca de eso un pequeño benefcio. Finalmente* el su#eto prefere obedecer a los reproches de su super!ó* que tener que encontrar 0en el sentido de la t!ché* en el sentido del encuentro1 una causa que no sera la causa &lica. Por eso el obsesi'o no es un ser de encuentro. "s ms bien un su#eto que se defende contra el encuentro* que se protege. "n este sentido* lo situara de un modo in'erso en relación a la histeria. 9a histérica elige la 'entura del su#eto 0t!ché1 al precio de la des'entura de la persona.
*;.Co!fere!$i: lo# $mi!o# de l form$i'! del #4!tom (Freud) 9os sntomas son actos per#udiciales o* al menos* in8tiles para la 'ida en su con#unto; a menudo la persona se que#a de que los realiza contra su 'oluntad. 9os sntomas neuróticos son el resultado de un con+icto que se libra en torno de una nue'a modalidad de la satis&acción pulsional. 9as dos &uerzas que se han enemistado 'uel'en a coincidir en el sntoma; se reconcilian gracias al compromiso de la &ormación de sntoma. Por eso el sntoma es tan resistente; esta sostenido desde ambos lados. (na de las partes en'ueltas en el con+icto es 2la libido insatis&echa3* rechazada por la realidad* que ahora tiene que buscar otros caminos para su satis&acción. "sta libido insatis&echa emprende el camino de la regresión ! aspira a satis&acerse dentro de una de las organizaciones !a superadas o por medio de uno de los ob#etos que resignó antes. 9a libido es cauti'ada por la f#ación que ella ha de#ado tras de s en esos lugares de su desarrollo. 6uando en su re+u#o la libido in'iste estas posiciones reprimidas* se sustrae del Eo ! de sus le!es. 9a libido ha conseguido abrirse paso hasta una satis&acción real* aunque restringida ! apenas reconocible. 9as f#aciones pro'ienen de las prcticas ! las 'i'encias de la se,ualidad in&antil* en los a&anes parciales abandonados ! en los ob#etos resignados de la niñez. "n este periodo se mani&estaron por primera 'ez las orientaciones pulsionales que el niño traa consigo en su disposición innatae ah la prehistoria. 7ras 7ras la muerte del padre* la madre madre le comunico un da al hi#o que entre entre ella ! sus parientes ricos se haba hablado sobre el &uturo de él. (no de los primos de la madre haba e,presado su buena disposición para entregarle una de sus hi#as cuando él terminara sus estudios; ! que su 'inculación con los negocios de la frma le abrira brillantes perspecti'as aun en su traba#o pro&esional. "ste Plan de &amilia le encendió el con+icto: si deba permanecer fel a su amada pobre o seguir las huellas del padre ! tomar por esposa a la bella* rica ! distinguida muchacha que le haban destinado. E a ese con+icto* que en 'erdad 'erdad lo era entre su amor ! el continuado e&ecto de la 'oluntad del padre* lo solucionó en&ermando; me#or dicho: en&ermando se sustra#o de la tarea de solucionarlo en la realidad ob#eti'a. 9a prueba de esta concepción reside en el hecho de que una pertinaz incapacidad para traba#ar* que le hizo posponer 'arios la terminación de sus estudios* &uera el principal resultado de la en&ermedad. "l con+icto es &rente a una 2"lección3: en 'ez de elegir entre una ! otra mu#er* en&erma. "l con+icto es entre el amor 0su deseo1 ! el padre; la elección en realidad es esta: la 'oluntad del padre 0interdictor1 ! su deseo. 9a en&ermedad aporta una solución &rente a las e,igencias pulsionales ! sus interdicciones.
9a elección del su#eto es la de no-elegir. 9a elección implicara la opción por el no-todo; la elección conlle'a perder algo.
UNIDAD ans para e,plicar la &ormación de sntoma a consecuencia de un proceso de represión. "n ese caso* dice que hace &alta alg8n traba#o para orientarse ! reconocer la moción reprimida* su sustituto-sntoma* ! el moti'o de la represión. 6ul es ah el sntoma: el desarrollo de angustia* la elección del ob#eto de la angustia* la renuncia a la libre mo'ilidad* o 'arias de estas cosas al mismo tiempo 4ónde est la satis&acción que él se deniega Por qué tiene que denegrsela 9a incomprensible angustia &rente al caballo es el sntoma. 9a incapacidad para andar por la calle es un &enómeno de inhibición* una limitación que el Eo se impone para no pro'ocar el sntoma angustia. Pero el primer contacto con el caso no nos enseña cual es la e,presión e&ecti'a del supuesto sntoma. /e trata no de una angustia indeterminada &rente al caballo* sino de una determinada e,pectati'a angustiada: que el caballo lo morder. 5curre que este contenido procura sustraerse de la conciencia ! sustituirse mediante la &obia indeterminada* en la que !a no aparecen ms que la angustia ! su ob#eto /er este contenido el n8cleo del sntoma /e encuentra en la actitud edpica de celos ! hostilidad &rente al padre* a quien sin embargo ama. Por tanto* un con+icto de ambi'alencia* un amor &undado ! un odio no menos #ustifcado* ambos dirigidos a una misma persona. (na de las dos mociones en pugna* por regla general la tierna* se re&uerza enormemente* mientras que la otra desaparece. "s e'idente que ha! di'ersos caminos para salir de un con+icto de ambi'alencia 0adems de las &ormaciones reacti'as1. 9a moción pulsional que su&re la represión es un impulso hostil hacia el padre. "s la moción asesina del "dipo. /i el pequeño >ans* que est enamorado de su madre* mostrara angustia &rente al padre* no tendramos derecho a atribuirle una neurosis* una &obia. )os encontraramos con una reacción a&ecti'a comprensible. 9o que la con'ierte en neurosis es* 8nica ! e,clusi'amente* otro rasgo: la sustitución del padre por el caballo. "s este desplazamiento lo que se hace acreedor del nombre de sntoma. "s aquel otro mecanismo que permite tramitar el con+icto de ambi'alencia sin la a!uda de una &ormación reacti'a. "l con+icto de ambi'alencia no se tramita entonces en la persona misma; se lo esqui'a* deslizando una de sus mociones hacia otra persona como ob#eto sustituti'o. 9a desfguración en que consiste el sntoma no se emprende en la representación de la moción pulsional por reprimir* sino en otra di'ersa* que corresponde solo a una reacción &rente a lo genuinamente desagradable. )uestra e,pectati'a se satis&acera me#or si >ans hubiera desarrollado* en lugar de angustia &rente al caballo* una inclinación a maltratarlos* golpearlos. /i de hecho hubiera desarrollado como sntoma principal una hostilidad as* dirigida solo al caballo en lugar de al padre* no habramos dicho que padeca una neurosis. /i >ans hubiera mostrado una conducta as a los caballos* el carcter de la moción pulsional agresi'a* chocante* no habra sido alterado en nada por la represión; solo habra mudado de ob#eto. )o cabe duda de que la moción reprimida en las &obias es una moción hostil &rente al padre. "s reprimida por el proceso de la mudanza hacia la parte contraria; en lugar de la agresión hacia el padre* se presenta la agresión hacia la persona propia. Puesto que de todos modos una agresión de esa ndole arraiga en la &ase libidinal sdica* solo le hace &alta toda'a cierta degradación al estadio oral* que en >ans es indicada por el ser-mordido. /i apreciamos correctamente la historia del pequeño >ans* discernimos que mediante la &ormación de su &obia se cancela también la in'estidura de ob#eto-madre tierna* de lo cual nada de#a traslucir el contenido de la &obia. "n >ans se trata de un proceso represi'o que
a&ecta a casi todos los componentes del "dipo* tanto a la moción hostil como a la tierna hacia el padre* ! a la moción tierna respecto de la madre. "n lugar de una 8nica represión* nos encontramos con una acumulación de ellas* ! adems nos topamos con una regresión. /olo acerca de >ans puede enunciarse con e,actitud que tramito mediante su &obia las dos mociones principales del "dipo: la agresi'a hacia el padre* ! la hipertierna hacia la madre. 6reemos conocer el motor de la represión en el caso. "s la angustia &rente a una castración inminente. Por angustia de castración resigna el pequeño >ans la agresión hacia el padre; su angustia de que el caballo lo muerda puede completarse* sin &orzar las cosas: que el caballo le arranque de un mordisco los genitales* lo castre. "l contenido angustiante de ser mordido por un caballo es sustituto desfgurado de ser castrado por el padre. Fue en 'erdad este 8ltimo contenido el que e,perimento la represión. "n >ans e,presaba una reacción que transmudo la agresión hacia su parte contraria. Pero el a&ecto-angustia de la &obia* que constitu!e la esencia de esta 8ltima* no pro'iene del proceso represi'o. 9a angustia en la zoo&obia es la angustia de castración inmutada* 'ale decir* angustia realista* angustia &rente a un peligro que amenaza e&ecti'amente o es considerado real. qu la angustia crea a la represión ! no 0como Freud opinaba antes1 la represión a la angustia. 9a actitud angustiada del Eo es siempre lo primario* ! es la impulsión para la represión. 9a angustia nunca pro'iene de la libido reprimida.
De u! $ue#ti'! &relimi!r todo trtmie!to &o#i"le de l i$o#i# (L$!) "l 5tro es el lugar de esa memoria que Freud descubrió ba#o el nombre de inconsciente. (na 'ez inaugurada por la simbolización primordial 0que el #uego del Fort-da de Freud hace manifesta1* esta cadena signifcante se desarrolla seg8n los enlaces lógicos cu!o enchu&e se e#erce por los e&ectos de signifcante* descriptos como met&ora ! metonimia. "s en un accidente de este registro ! de lo que en él se cumple* a saber la preclusión del )ombre del padre en el lugar del 5tro* ! en el &racaso de la met&ora paterna* donde designamos el e&ecto que da a la psicosis su condición esencial* con la estructura que la separa de la neurosis. "l crculo &amiliar del psicótico ha sido ob#eto de un estudio minucioso* con las etiquetas biogrfcas ! caracterológicas de los &amiliares en la anamnesis. 9acan propone proceder seg8n los términos de la estructura* ! no los ambientalistas. Para que la psicosis se desencadene es necesario que el )P &orcluido* que nunca llego al lugar del 5tro* sea llamado all en oposición simbólica al su#eto. "s la &alta del )P en ese lugar la que* por el agu#ero que abre en el signifcado* inicia la cascada de los retoques del signifcante de donde procede el desastre creciente de lo imaginario* hasta que se alcance el ni'el en que signifcante ! signifcado se estabilizan en la met&ora delirante. Pero 6ómo puede el )P ser llamado por el su#eto al 8nico lugar de donde ha podido ad'enirle ! donde nunca ha estado Por ninguna otra cosa sino por un padre real* no en absoluto necesariamente por el padre del su#eto* sino por (n-padre. "s preciso que ese (n-padre 'enga a ese lugar adonde el su#eto no ha podido llamarlo antes. Masta que se sit8e en posición tercera en alguna relación que tenga por base la pare#a imaginaria a-a* interesando al su#eto en el campo de agresión erotizado que induce.
M8squese en el comienzo de la psicosis esta co!untura dramtica 0se presente para la mu#er que acaba de dar a luz en la fgura de su esposo* para la penitente que confesa su &alta en la persona del con&esor* para la muchacha enamorada en el encuentro con el padre del muchacho1. /e la encontrar siempre* ! se la encontrar ms &cilmente si se gua uno por las situaciones* en el sentido no'elesco de este término. "l )P redobla en el lugar del 5tro el signifcante mismo del ternario simbólico* en cuanto que constitu!e la le! del signifcante. "nsa!ar esto no costara nada a aquellos que en su b8squeda de las coordenadas de ambiente de la psicosis !erran como almas en pena de la madre &rustrante a la madre hartante. /e nos dir que se pone el acento en el lazo de amor ! de respeto por el cual la madre pone o no al padre en su lugar ideal. 9acan insiste que no es solo de la manera en que la madre se a'iene a la persona del padre de lo que con'endra ocuparse* sino del caso que hace de su palabra* de su autoridad* dicho de otra manera: del lugar que ella reser'a al )P en la promoción de la le!. un ms all* la relación del padre con esa le! debe considerarse en s misma* pues se encontrar en ello la razón de esa parado#a por la cual los e&ectos de'astadores de la fgura paterna se obser'an con particular &recuencia en los casos en que el padre tiene realmente la &unción de legislador o se la ad#udica 0!a sea e&ecti'amente de los que hacen las le!es o !a que se presente como pilar de la &e* como parangón de la integridad* o de la de'oción* como 'irtuoso* como ser'idor de una obra de sal'ación1. "stas posiciones ideales o&recen e,cluir el )P de su posición en el signifcante. "s necesario plantear el papel de la &unción paterna en el desencadenamiento del delirio a partir del signifcante* no del su#eto en s. /i se pretende poder designar la ocasión de la psicosis en el simple asumir la paternidad por el su#eto* entonces es contradictorio considerar como equi'alente la decepción anotada por /chreber de sus esperanzas de paternidad ! su acceso a la suprema corte* en la que su ttulo de presidente de la suprema corte subra!a la calidad de padre que se le asigna. %ientras que la re&erencia a la posición tercera adonde es llamado el signifcante de la paternidad en todos estos casos seria correcta ! resol'era esa contradicción. "s la preclusión primordial la que domina todo con su problema. /i nos remitimos a la obra de 4aniel Kottlob /chreber 0&undador de un instituto de ortopedia* educador* re&ormador social* con una 'ocación de apóstol para lle'ar a las masas la salud* la dicha ! la &elicidad1 lo 'irtuoso se 'uel'e 'ertiginoso* ! no nos asombrara que el niño mande a paseoa! algo por saber que est indicado; el anlisis introduce all una dimensión nue'a* que es precisamente el estatuto del signifcante. %iren hasta qué punto en la neurosis est implicado en el sntoma original* que el su#eto no llega a saber. 9acan propone una re'isión nosológica a partir del sntoma* poniendo en 'alor esta dimensión ! su 'ariedad* su di'ersidad que él ha califcado como tripartita: de la psicosis que sabe que ha! un signifcado* hasta dira que 'i'e all; en la neurosis con su espera interminable del encuentro; ! del per'erso para quien el deseo mismo se sit8a en la dimensión de un secreto posedo* ! que como tal desarrolla la dimensión de su goce. "se 2Eo no saba3* dónde estaba ! que era antes de saber "s #ustamente aqu donde se encuentra el momento propicio para e'ocar la dimensión en que culmina ! cambia toda la tradición clsica* en la medida en que ah acaba un cierto 2"statuto del su#eto3. "l deseo est determinado por el #uego del signifcante. ue el deseo es lo que surge de la marca* de la marca del signifcante sobre el ser 'i'o* ! que a partir de entonces lo que se trata es de que articulemos: ué puede querer decir la 'a que trazamos del retorno del deseo a su origen signifcante ué quiere decir que ha!a personas llamadas psicoanalistas a quienes interese esta operación "n ese registro* el psicoanalista* ante todo* se introduce como su#eto supuesto saber. "s él mismo quien soporta estatuto del sntoma. (n su#eto es psicoanalista en la medida en que entra en el #uego signifcante. E es por eso que un e,amen clnico* es decir* una presentación de en&ermos* no puede de ninguna manera ser la misma en los tiempos del psicoanlisis que en los tiempos que lo preceden. "n los tiempos que lo preceden* independientemente de la genialidad que le ha!a puesto el clnico* ha de distinguirse de lo que ha de e,igirse de la relación del clnico con el en&ermo* as &uera en el plano de la primera presentación. /i el clnico* si el medico que presenta el en&ermo no sabe que de una mitad del sntoma est él a cargo* que no ha! presentación de en&ermos sino del dialogo de las dos personas* ! que sin esta segunda persona que es el entre'istador no habra sntoma acabado* est condenado a de#ar que la clnica psiquitrica se estanque en el punto del cual la doctrina &reudiana la sacó. "l sntoma tenemos que defnirlo como: algo que se señala como un saber !a ah* para un su#eto que sabe que eso le concierne* pero que no sabe lo que es. "n qué medida podemos* los analistas* decir que estamos a la altura de esta tarea de ser aquel que* en cada caso* sabe lo que eso 0lo que concierne al sntoma1 es /olo a ese ni'el se plantea la pregunta por el estatuto del psicoanalista. 9a pregunta esta &acilitada por la e'olución de las concepciones de la ciencia respecto al saber. Por un tiempo* la ciencia nos hizo creer que el problema de las apariencias* ! de lo real* estaba bien planteado. /e nos hizo creer que el estatuto de la ciencia dependa de la puesta a prueba de la percepción. E lo que no se 'e* el real del erudito* es un saber; es nada ms ! nada menos que un cuerpo de signifcantes ! ninguna otra cosa.
/i les place escribir en términos de in&ormación el &uncionamiento interno de un organismo biológico* por e#emplo* signifca que* independientemente de lo que tengan* pondrn en alguna parte a un su#eto* que se escabulle* que es huidizo. 9os psicoanalistas no estamos desorientados* gracias a todas estas teorizaciones* al 'érnosla con la e,igencia que plantea la incidencia signifcante original. "sta es aquella en la cual el su#eto al mismo tiempo que surge* se aliena* por el hecho de esta incidencia original del signifcante. 4e ese signifcante al que se le e,ige que* para representar al su#eto* sea el representante 0en tanto signifcante1 del su#eto ante otro signifcante. 6on lo que tenemos que 'érnosla es con el hecho de que nuestro conocimiento de psicoanalistas podra desembocar en esa especie de &atalismo seg8n el cual la respuesta !a estara en nosotros 0es decir* que sabemos lo que el su#eto necesita1* ! no por el hecho de que de nosotros se espere la respuesta 0que es algo mu! di&erente: es el su#eto supuesto saber1.
Pe8ueo di#$ur#o lo# i8uitr# (L$!) 9o que primero aparece ! puede mani&estarse es que ha! algo que no 'a del lado de la comprensión cuando se est en presencia del loco* o psicótico si se prefere. Pero no ha! solamente eso en la e,periencia de un psiquiatra. /e puede hablar de un montón de cosas que no son los locos* aunque sea gente que 'iene a los mismo lugares en que se asiste al loco* son dementes* gente debilitada* desintegrada* puesta de manera pasa#era en estado de minus'ala mental. "s un rumor que se ha di&undido que el psicoanlisis a!uda a comprender. "s completamente errado creer que sea en ese registro de la comprensión que debe #ugarse el anlisis. )o se prodiga la comprensión; no e,iste eso de una comunidad de registro con el otro 0en el cual nos comprenderamos1* algo del orden de la empata que hara que el otro se nos 'ol'iese transparente. /i ha! algo que el psicoanlisis est hecho para resaltar* para poner de relie'e* no es ciertamente el sentido* sino #ustamente marcar los &undamentos radicales del sin-sentido* ! en que sitios e,isten los sin-sentido decisi'os sobre los que se &unda la e,istencia de cierto n8mero de cosas que se llaman los hechos sub#eti'os. "s en la no-comprensión que algo &a'orable puede producirse en la e,periencia analtica. /i el psicoanlisis debe enseñarnos algo* es e'identemente que lo que se recoge al fnal no es del orden de la intersub#eti'idad del sentido* tenido por sublime. "n los que se ocupan 'erdaderamente del lengua#e* se emplea el lengua#e en el sentido en que 9acan desarrolló. /e refere al hecho de que un lengua#e no est hecho de signos. 9o cual quiere decir que un lengua#e no tiene relación directa con las cosas. (n signo es lo que representa #ustamente algo* ! lo representa para alguien. (n lengua#e no sir'e para esto; no est hecho de signos. 9o que perturba* por supuesto* es que el lengua#e tiene en general una signifcación* es decir que engendra signifcado. >a! que distinguir el signifcante* el signifcado* ! e'entualmente el re&erente que no siempre es &cil de encontrar. 9a &unción del lengua#e tiene la &unción de bordear la 6osa 0se refere a la 6osa &reudiana1 que est en el corazón de todo* ! que no se toca &cilmente; #ams se llega a comprender. "l lengua#e delimita la 6osa 0que no se distingue ah por su presencia1.
"l lengua#e no est hecho para la comunicación. 6uando uno est con su pare#a* se comienza a estar &orzado a e,plicar las cosas; no solo eso 'a a ir mal* sino que es sin esperanza* pues nunca habr comunicación lograda all. 6uanto ms nos e,ponemos a querer e,plicar* menos nos comunicamos. "ntonces Para qué sir'e el lengua#e /i no est hecho ni para signifcar las cosas e,presamente* ni tampoco para la comunicación. Mien* la respuesta es simple ! es capital: el lengua#e hace el su#eto. "so basta ! sobra como &unción. Porque de otro modo no podra #ustifcarse la e,istencia en el mundo de lo que se llama su#eto. 4ebe aclararse que es &also eso que uno imagina: que cuando dice una &rase* eso represente un mensa#e* ! que del otro lado la &rase que llega es la misma que pronunciamos. "n 'erdad no es la que nosotros pronunciamos. 6ada 'ez que hablamos* no sabemos lo que decimos* ! menos aun cuando estamos solos ! hablamos. Pero el resultado del lengua#e es que* sin embargo* algo llega al otro lado* al otro imaginario* ! es por esto que siempre nos 'uel'en reacciones contrarias e impre'istas. (n e#emplo de lo que &abrica el lengua#e es el deseo. 9acan dice que él desarrollo por años una teora del deseo* que est le#os de ser acabada* de ser defniti'a* pero que es prometedora porque es !a un principio de &ormalización. "s decir* algo que puede e,presarse por lo que ha! de ms puro ! manipulable en la &unción del signifcante como tal: una manipulación de letras min8sculas. 9a combinación de los signifcantes por s misma constitu!e un orden* un registro que pueden califcar como quieran. 9o que tiene de di'ertido el #uego* es que no ha! #uego que no consista en cierto rigor; a saber* una combinatoria entre signifcantes* signifcantes en tanto que no son signos* sino que un signifcante es lo que representa a un su#eto para otro signifcante* no para alguien. "sto puede parecer opaco* poco comprensible* pero no es algo que est hecho para ser comprendido* sino que est hecho para que nos sir'amos de ello. "l signifcante toma su estatuto solo ah* ! luego de que por su relación con el otro signifcante inaugura la dimensión de la batera signifcante. Por otra parte* el signifcante es anterior al su#eto 0el cual es una dimensión del ser1. >a! su#eto solo ! 8nicamente luego de que ha!a habido signifcante. hora habr que a'eriguar como el signifcante aparece antes de que aparezca lo que es el su#eto. Para dar una respuesta a eso* 9acan introduce el campo del 25tro3* como sitio ! lugar del signifcante. "ste 5tro con 5 ma!8scula* nos podemos preguntar dónde est; pero basta con decir que es precisamente un lugar defnido como necesario para esta primaca de la cadena signifcante. 4esde el inicio se encuentra as* !a que antes del su#eto esta introducida la dimensión que llamaremos de la 'erdad* porque solo ha! dimensión de la 'erdad a partir del momento en que ha! signifcante. 9a e,periencia el anlisis es solo realizar lo que all es &unción del su#eto como tal; es producir un su#eto* hacer que emer#a. =esulta que eso abre a cierto e&ecto que nos muestra que predomina una difcultad* una &alla* un agu#ero* una &alta de esta operación signifcante* que est mu! precisamente ligada a la articulación del su#eto en tanto que se a&ecta de un se,o. "s porque el signifcante se muestra des&alleciente al momento en que se trata de decir !oa! pacientes que siempre preparan su relato* para asegurarse de apro'echar su tiempo de terapia. "so es resistencia. 9a resistencia cumplir su cometido en el modo deliberado de esa preparación* ! lograra un escape a la comunicación. (no mismo no debe de darle al paciente atención médica o clnica especializada que no sea la analtica. "s me#or recurrir a colegas. 7ratamientos combinados a causa de un padecer neurótico con &uerte apuntalamiento orgnico son casi siempre impracticables. "n cuanto a la iniciación del tratamiento* a 'eces ha! pacientes que no dicen que no se les ocurre nada para narrar* ! eso teniendo por delante toda su 'ida ! la historia de su en&ermedad. )o se debe ceder* aqu ni nunca* cuando se nos pida que indiquemos un tema para que empiecen a hablar. 4ebemos asegurar que no ha! tal posibilidad de no ocurrencia* que eso es una resistencia al anlisis. s se logra saltear este escollo. /e busca que admita que ha hecho a un lado ciertas cosas. s como la primera resistencia* también los primeros sntomas o acciones casuales del paciente merecen un interés particular* ! pueden denunciar un comple#o que gobierne su neurosis. (na #o'en que empieza tirando del ruedo de su &alda hasta e,poner sus tobillos re'ela lo que después descubriremos en anlisis: una tendencia e,hibicionista ! su orgullo narcisista. %uchos pacientes se que#an de la posición !acente en el di'n. /e les reh8sa el pedido de estar en otra posición. Pero a 'eces lo que terminan haciendo es tirar &rases antes de empezar la sesión* o después de que se les anuncio su término* cuando se le'antan del di'n. 4i'iden su tratamiento en un tramo ofcial* cuando se comportan inhibidos* ! un tramo cordial* en el que hablan con libertad ! comunican toda clase de cosas. /e tomara nota de todo esto* desgarrando el biombo que se pretende le'antar. hora algo importante: mientras que las comunicaciones ! las ocurrencias del paciente a+u!an sin detención* no ha! que tocar el tema de la trans&erencia. "s preciso aguardar para este hasta que la trans&erencia ha!a de'enido resistencia. 6undo debemos empezar a hacer comunicaciones al paciente 6undo debemos empezar a interpretar Pues bien* no antes de que se ha!a establecido en el paciente una trans&erencia operati'a* un rapport en regla. /eg8n Freud* con le'antar un par de resistencias del principio* ! e'itar ciertos !erros* el paciente solo llega a este establecimiento* e introduce al analista en las imagos de aquellas personas de quienes estu'o acostumbrado a recibir amor. unque podamos 'islumbrar ciertas cuestiones en las primeras sesiones* sobre sus sntomas* sus deseos retenidos* etcétera* no debemos hacerlo hasta establecida la trans&erencia. "l e&ecto terapéutico ser en principio nulo; no debemos comunicar nunca la solución a un sntoma ! traducción de un deseo antes que el paciente este pró,imo a ello* de suerte que tenga que dar un corto paso para apoderarse él mismo de la solución. l principio se pona mucho interés en obtener in&ormación de lo ol'idado del paciente mediante cualquier medio* para después comunicrselo ! curarlo. Pero esto no generaba
ning8n cambio. Fue preciso quitar el saber del ob#eti'o* ! poner el le'antamiento de las resistencias a saber eso reprimido como nuestra meta. 9os en&ermos saben sobre la 'i'encia reprimida en su pensar* pero a este 8ltimo le &alta la cone,ión con aquel lugar donde se halla el recuerdo reprimido. /olo puede sobre'enir una alteración si el proceso consciente del pensar a'anza hasta ese lugar ! 'ence ah las resistencias de la represión. Freud agrega que la comunicación consciente de lo reprimido no de#a de producir e&ectos: no e,teriorizara los e&ectos deseados 0poner a término los sntomas1* sino que en principio incitara resistencias. "l motor ms directo de la terapia es el padecer del paciente ! el deseo de sanar. "l tratamiento analtico mo'iliza las energas aprontadas para la trans&erencia para poder 'encer las resistencias. %ediante comunicaciones oportunas muestra al en&ermo el camino por el que debe lle'ar esas energas. 9a trans&erencia suele bastar para disminuir el padecer* pero es solo pro'isional* solo mientras la trans&erencia subsista. "so sera sugestión. /olo es psicoanlisis si la trans&erencia se ha empleado para 'encer las resistencias; solo as de#ara alguien de ser en&ermo.
A!0li#i# termi!"le e i!termi!"le (Freud) 9ibrar a un ser humano de sus sntomas neuróticos* sus inhibiciones* ! anormalidades de carcter* es un traba#o largo. 9a pregunta es si e,iste un término natural para cada anlisis* si en general es posible lle'ar un anlisis a un término tal. "n la prctica es &cil decirlo. "l anlisis ha terminado cuando analista ! paciente !a no se encuentran en la sesión de traba#o analtico. E esto ocurrir cuando estén apro,imadamente cumplidas dos condiciones: la primera* que el paciente !a no padezca de sus sntomas* ! ha!a superado sus angustias as como sus inhibiciones; ! la segunda* que el analista #uzgue haber hecho conciente en el en&ermo tanto de lo reprimido* ! eliminado tanto de la resistencia* que !a no quepa temer que se repitan los procesos patológicos en cuestión. /ino es un anlisis incompleto. "l otro signifcado de término de un anlisis es mucho ms ambicioso. 9a pregunta es si mediante el anlisis se podra alcanzar un ni'el de normalidad psquica absoluta* al cual pudiera atribuirse adems la capacidad de mantenerse estable. Freud termina diciendo que ni siquiera un tratamiento analtico e,itoso protege a una persona de contraer luego otra neurosis* ! hasta una neurosis de la misma raz pulsional* es decir* un retorno del antiguo padecer. 9o que s se pide a un tratamiento analtico es que su curación sea duradera* o al menos que las nue'as a&ecciones no sean reanimaciones de la perturbación pulsional anterior. 9a etiologa de todas las neurosis es mi,ta. /e trata de pulsiones hiperintensas* o se trata del e&ecto de unos traumas tempranos. Por regla general* ha! una acción con#ugada de ambos &actores* el constitucional ! el accidental. %ientras ms intenso sea el primero* tanto ms un trauma lle'ar a la f#ación ! de#ar como secuela una perturbación del desarrollo. 9a etiologa traumtica o&rece al anlisis la oportunidad ms &a'orable. /olo en el caso del predominio traumtico conseguir un anlisis todo aquello de que es capaz: sustituir la decisión defciente que 'iene de la edad temprana por una tramitación correcta. /olo en un caso as se puede hablar de anlisis terminado defniti'amente.
9a intensidad constitucional de las pulsiones* ! la alteración per#udicial del Eo 0adquirida en la lucha de&ensi'a1* son los &actores des&a'orables para el e&ecto del anlisis ! capaces de prolongar su duración hasta lo inconcluible. "l planteo aqu est en los impedimentos que obstaculizan la curación analtica. 4e los tres &actores que son decisi'os para las posibilidades de la terapia analtica 0in+u#o de traumas* intensidad constitucional de las pulsiones* ! alteración del Eo1 nos interesa solo la intensidad de las pulsiones. "s posible tramitar de una manera duradera ! defniti'a* mediante la terapia analtica* un con+icto de la pulsión con el Eo o una demanda pulsional patógena dirigida al Eo "sto es imposible* ! tampoco sera deseable. 9o que ha! que describir es lo que se llama el 2domeñamiento de la pulsión3: es decir* que la pulsión sea admitida en su totalidad dentro de la armona del Eo* ! !a no sigue su camino propio hacia la satis&acción. 4e la intensidad pulsional depende el desenlace. /i en un su#eto sano* por en&ermedad* agotamiento* etc* se rela#a la robustez del Eo 0que contiene el empu#e pulsional1* todas las pulsiones domeñadas con é,ito hasta entonces 'ol'ern a presentar de nue'o sus ttulos ! pueden aspirar a sus satis&acciones sustituti'as por caminos anormales. 4os 'eces en el desarrollo indi'idual emergen re&uerzos considerables de ciertas pulsiones: durante la pubertad ! en la menopausia. "n nada nos sorprende que personas que antes no eran neuróticas de'engan tales durante esas épocas. "l domeñamiento de las pulsiones* que haba logrado cuando estas eran de menor intensidad* &racasa ahora con su re&uerzo. 9as represiones se comportan como unos diques contra el es&uerzo de asalto de las aguas. 9o mismo que producen aquellos dos re&uerzos pulsionales* puede sobre'enir en cualquier otra época de la 'ida por obra de in+u#os accidentales. /e llega a re&uerzos pulsionales en 'irtud de nue'os traumas* &rustraciones impuestas* in+u#os colaterales recprocos de las pulsiones. "l resultado es en todos los casos el mismo* ! confrma el poder incontrastable del &actor cuantitati'o en la causación de la en&ermedad. "l anlisis hace que el Eo madurado ! &ortalecido emprenda una re'isión de estas antiguas represiones; algunas sern liquidadas* ! otras reconocidas* pero a estas se las edifcar de nue'o sobre un material ms sólido. "stos nue'os diques tienen una consistencia ma!or. "s confable que no cedern tan &cil a la pleamar del acrecentamiento de las pulsiones. 9a rectifcación del proceso represi'o originario* la cual pone término al hiperpoder del &actor cuantitati'o* sera entonces la operación genuina de la terapia analtica. /e sustitu!en las represiones permeables por unos dominios confables ! acordes al Eo. 9a trasmudación se consigue* pero a menudo solo parcialmente; sectores del mecanismo antiguo permanecen intocados por el anlisis. "l gobierno sobre lo pulsional* que curara de la neurosis* nunca es completo al parecer. Freud luego pasa a hablar de la lteración del Eo. 6ada persona normal lo es solo en promedio; su Eo se apro,ima al del psicótico tal o cual sector* en grado ma!or o menor. 9a medida entre el apro,imamiento a ese polo psicótico nos ser'ir como medida de lo que Freud designa lteración del Eo. "stos grados de alteración son originarios o adquiridos. 9o adquirido es en las primeras épocas de la 'ida* cuando desde el primer momento el Eo media entre el "llo ! el mundo e,terior* al ser'icio del principio del placer* ! preca'er al "llo de los peligros del mundo e,terior. "l Eo se acostumbra* ba#o el in+u#o de la educación* a dominar el peligro interior antes que ha!a de'enido un peligro e,terior* ! es probable que las ms de las 'eces obre bien haciéndolo. 4urante esta lucha en dos &rentes* el Eo se 'ale de di'ersos procedimientos para cumplir su tarea* que consiste en e'itar el peligro* la angustia* el displacer. 9lamamos %ecanismos de de&ensa a estos procedimientos. 9a represión no es el 8nico procedimiento del que dispone el Eo para estos propósitos.
9os mecanismos de de&ensa sir'en al propósito de apartar peligros. "s incuestionable que lo consiguen; es dudoso que el Eo* durante su desarrollo* pueda renunciar por completo a ellos* pero es también seguro que ellos mismos pueden con'ertirse en peligros. %uchas 'eces el resultado es que el Eo ha pagado un precio mu! alto por los ser'icios que ello le prestan. "l gasto que se requiere para sol'entarlos* ! las limitaciones que conlle'an para el Eo* los hacen ser unos pesados lastres para la economa psquica. 9os mecanismos de de&ensa se f#an en el interior del Eo* de'ienen unos modos regulares de reacción del carcter* que durante toda la 'ida se repiten tan pronto como retorna una situación parecida a la originaria. /e a&anan por conser'arse cuando ha pasado la época de la idoneidad. "l Eo &ortalecido del adulto sigue de&endiéndose de unos peligros que !a no e,isten en la realidad ob#eti'a. 9os mecanismos de de&ensa* mediante un debilitamiento permanente del Eo* preparan ! &a'orecen el estallido de la neurosis. Pero lo que importa es como la lteración del Eo a&ecta la efcacia terapéutica del anlisis. "l analizado repite tales modos de reacción en el traba#o analtico* los muestra ante nosotros* ! es solo por esa 'a que tomamos noticia de ellos. "l empeño terapéutico siempre busca* por un lado* el anlisis del "llo ! el hacer conciente algo de este* ! por el otro lado un anlisis del Eo en el que se busca corregir algo de este. )os re&erimos a los mecanismos de de&ensa de este que emergen como resistencias al restablecimiento. "stas resistencias pertenecen al Eo* pero son inconcientes. "l Eo se sale del pacto en que reposa la situación analtica. 6obran preeminencia unas trans&erencias negati'as que buscan cancelar la situación analtica ! e'itar el restablecimiento* a la curación. l e&ecto que en el interior del Eo tiene el de&ender* podemos designarlo lteración del Eo* siempre que por tal comprendamos la di'ergencia respecto de un Eo normal fcticio que asegurara al traba#o analtico una alianza de fdelidad inconmo'ible. 7ratndose del desenlace de una cura analtica* este depende de la intensidad ! la pro&undidad de arraigo de estas resistencias de la alteración del Eo. 9uego* Freud pasa a re&erirse a que es necesario* para el é,ito de la terapia* que el analista ha!a tomado conocimiento de sus puntos débiles en la propia personalidad. 9a peculiaridad del analista demanda su lugar entre los &actores que in+u!en sobre las perspecti'as de la cura analtica* ! difcultan esta tal como lo hacen las resistencias. /us propios de&ectos estorbaran al asir de manera correcta las constelaciones del paciente ! reaccionar ante ellas con arreglo a fnes. Por ello es que se le e,ige al analista una medida ms alta de normalidad ! de corrección anmica. )o puede pedirse que el analista sea un hombre per&ecto. /olo con el anlisis propio lograr una cierta aptitud para ser analista. "l didacta #uzgar si se puede admitir al candidato para su ulterior &ormación. "l aprendiz debe tener la frme con'icción del inconciente* lo cual el didacta le otorga a partir de percepciones de s en la emergencia de lo reprimido. 7odo analista debera hacerse ob#eto de anlisis periódicamente; as el propio anlisis también se con'ertira en una tarea interminable. 4e todas maneras* Freud dice que la terminación de un anlisis es un asunto prctico. (no no se propondr como meta limitar todas las peculiaridades humanas en &a'or de una normalidad esquemtica* ni demandara que los analizados a &ondo no registren pasiones ni puedan desarrollar con+ictos internos de ninguna ndole. "l anlisis debe crear las condiciones psicológicas ms &a'orables para las &unciones del Eo; con ello quedara tramitada su tarea. Por 8ltimo* Freud dice que ha! dos temas que se destacan con particularidad* ! que dan guerra al analista. 9os dos temas estn ligados a la di&erencia entre los se,os: la re'uelta contra la actitud pasi'a o &emenina hacia otro hombre 0llamado también protesta masculina*
o desautorización de la &eminidad* tan caracterstico en el hombre1* ! la en'idia del pene 0el querer alcanzar la posición del genital masculino caracterstico de la mu#er1. pesar de la di'ersidad de contenido* son correspondientes manifestos. lgo que es com8n a ambos se,os ha sido comprimido* en 'irtud de la di&erencia entre los se,os* en una &orma de e,presión u otra. "sto ha sido comentado siempre como la postura &rente al comple#o de castración. "n el 'arón* la aspiración a la masculinidad aparece desde el comienzo mismo ! es por entero acorde con el Eo; la actitud pasi'a* puesto que presupone la castración* es enérgicamente reprimida. 7ambién en la mu#er* el querer alcanzar la masculinidad es acorde con el Eo en cierta época. saber* en la &ase &lica* antes del desarrollo hacia la &eminidad. Pero luego sucumbe a la represión* de cu!o desenlace dependen los destinos de la &eminidad. 4el insaciable deseo del pene de'endr el deseo del hi#o* ! del 'arón* portador del pene. Pero con insólita &recuencia hallaremos que el deseo de masculinidad se ha conser'ado en lo inconciente ! despliega desde la represión sus e&ectos perturbadores. 9o que en ambos se,os cae ba#o la represión es lo propio del se,o contrario. /on los dos puntos de ma!or in+e,ibilidad a derribar en un traba#o analtico* el deseo irrealizable del pene ! la postura de desprecio de la actitud pasi'a por creerla causante de la castración. 4e all deri'an las ms &uertes resistencias trans&erenciales. "l hombre no quiere someterse a un sustituto del padre* ! la mu#er no quiere resignar su deseo irrealizable. 9o decisi'o es que la resistencia no permite que se produzca cambio alguno* que todo permanezca como esta. menudo uno tiene la impresión de haber atra'esado todos los estratos psicológicos* ! llegado* con el deseo del pene ! la protesta masculina* a la 2roca de base3. 4i&cil es decir si con una cura analtica hemos llegado a dominar este &actor. )os consolamos con la seguridad de haber o&recido al analizado toda la incitación posible para ree,aminar ! 'ariar su actitud &rente a él.
Refere!$i# #o"re l re$$i'! ter&éuti$ !e7ti% (Freud) >a! personas que se conducen mu! singularmente en el tratamiento analtico. 6uando les damos esperanzas ! nos mostramos satis&echos de la marcha del tratamiento* se muestran descontentas ! empeoran marcadamente. 7ales personas reaccionan en un sentido in'erso a los progresos de la cura. 6ada una de las soluciones parciales que habra de traer consigo un ali'io o una desaparición temporal de los sntomas* pro'oca en estos su#etos* por el contrario* una intensifcación momentnea de la en&ermedad* ! durante el tratamiento empeoran* en lugar de me#orar. %uestran as la llamada 2=eacción terapéutica negati'a3. "s indudable que en estos en&ermos ha! algo que se opone a la curación* la cual es considerada por ellos como un peligro. 4ecimos que predomina en ellos la necesidad de la en&ermedad ! no la 'oluntad de curación. /e trata de un &actor de orden moral* de un sentimiento de culpa* que halla su satis&acción en la en&ermedad ! no quiere renunciar al castigo que la misma signifca. Pero este sentimiento de culpa permanece mudo para el en&ermo. )o le dice que sea culpable* ! de este modo el su#eto no se siente culpable* sino solo en&ermo. "ste sentimiento de culpa no se manifesta sino como una resistencia di&cilmente reducible contra la curación. "l sentimiento moral consciente de culpabilidad 0conciencia moral1 reposa en la tensión entre el Eo ! el Ideal del !o* ! es la e,presión de una condena del Eo por su instancia critica. "l Ideal de !o muestra entonces una particular se'eridad ! hace al Eo ob#eto de sus iras. "n ciertas &ormas de neurosis obsesi'as es e,traordinariamente intenso el sentimiento de culpa* sin que por parte del Eo e,ista nada que #ustifque tal sentimiento. "l Eo del en&ermo se
rebela entonces contra la supuesta culpabilidad ! pide au,ilio al médico para rechazar dicho sentimiento. "l anlisis nos re'ela luego que el /upero es in+uido por procesos que permanecen ocultos al Eo. 4escubrimos* en e&ecto* los impulsos que constitu!en la base del sentimiento de culpa. "n la histeria ! en los estados de tipo histérico* el Eo se defende contra la percepción penosa que le amenaza por parte de la crtica del /uper!ó. 4epende del Eo el que el sentimiento de culpa permanezca inconciente. /abemos que* en general* lle'a el Eo a cabo las represiones en pro'echo* ! al ser'icio* del /uper!ó. "n la neurosis obsesi'a predominan los &enómenos de las &ormaciones reacti'as. "n la histeria no consigue el Eo sino mantener a distancia el material al cual se refere el sentimiento de culpa. 9a reacción terapéutica negati'a es una de las ms gra'es resistencias del su#eto ! el m,imo peligro para el buen resultado de nuestros propósitos. 9a satis&acción de este sentimiento inconciente de culpa es quizs la posición ms &uerte del benefcio de la en&ermedad* o sea de la suma de energas que se rebela contra la curación ! no quiere abandonar la en&ermedad. 9os padecimientos que la neurosis trae consigo constitu!en precisamente el &actor que da a esta en&ermedad un alto 'alor para la tendencia masoquista. =esulta también mu! instructi'o comprobar que una neurosis que ha desafado todos los es&uerzos terapéuticos puede desaparecer* contra todos los principios teóricos ! contra todo lo que era de esperar* una 'ez que el su#eto contrae un matrimonio que lo hace desdichado* pierde su &ortuna o contra una gra'e en&ermedad orgnica. (n padecimiento queda entonces sustituido por otro ! 'emos que de lo que se trataba era tan solo de poder conser'ar cierta medida de dolor. "l sentimiento inconciente de culpa no es aceptado &cilmente por los en&ermos. )o pueden con'encerse de que abrigan en su interior mo'imientos anlogos de los que nada perciben. /atis&acemos en cierto modo su ob#eción renunciando al nombre de sentimiento Hinconciente de culpa ! sustitu!éndolo por el de Hnecesidad de castigo. >emos adscrito al /uper!ó la &unción de la conciencia moral ! hemos reconocido en la conciencia de culpa una mani&estación de una di&erencia entre el Eo ! el /uper!ó. "ste /uper!ó ha nacido por la intro!ección* en el Eo* de los primeros ob#etos de los impulsos libidinosos del "llo 0el padre ! la madre1* proceso en el cual quedaron dese,ualizadas ! des'iadas de los fnes se,uales directos las relaciones del su#eto con la pare#a parental. "l /uper!ó conser'ó as caracteres esenciales de las personas intro!ectadas: su poder* su rigor ! su inclinación a la 'igilancia ! al castigo. "l /uper!ó* o sea la conciencia moral que act8a en él* puede mostrarse dura* cruel e implacable contra el Eo. "l imperati'o categórico de Oant es* por tanto* el heredero directo del comple#o de "dipo. "l comple#o de "dipo demuestra ser as* como !a lo supusimos en el punto de 'ista histórico* la &uente de nuestra moral indi'idual. "n el curso de la e'olución in&antil* que separa paulatinamente al su#eto de sus padres* 'a borrndose la importancia personal de los mismos para el /uper!ó. /e agregan luego las in+uencias de los maestros del su#eto ! de las autoridades por él admiradas* de los héroes elegidos por él como modelos. "l acento en la continuación inconciente de la moral recae sobre el intenso sadismo del /uper!ó* al cual se somete el Eo. "n el masoquismo el acento recae sobre el propio masoquismo del Eo* que demanda castigo* sea por parte del /uper!ó* sea por los poderes parentales e,ternos. "n ambos casos se trata de una relación entre el Eo ! el /uper!ó* o poderes equi'alentes a este 8ltimo* ! de una necesidad satis&echa por el castigo ! el dolor.
Pudimos interpretar el sentimiento inconciente de culpabilidad como una necesidad de castigo por parte de un poder mental. /abemos !a también que el deseo de ser maltratado por el padre* tan &recuente en las &antasas* se halla mu! pró,imo al de entrar en una relación se,ual pasi'a 0&emenina1 con él. 9a conciencia moral ! la moral han nacido por la superación ! la dese,ualización del comple#o de "dipo. "l sadismo del /uper!ó ! el masoquismo del Eo se complementan mutuamente ! se unen para pro'ocar las mismas consecuencias. /olo as puede comprenderse que de la represión de las representaciones a las que la pulsión estaba adherida resulte un sentimiento de culpa* ! que la conciencia moral se haga tanto ms rgida* ! susceptible* cuanto ms ampliamente renuncia a toda agresión contra otros.
Semi!rio 1 (Cl#e# = / ) (L$!) Cl#e =: L $u# del de#eo
9a angustia no es sin ob#eto. "l ob#eto a se sit8a en el centro del /eminario ?R. 9a angustia es su 8nica traducción sub#eti'a. /in embargo* el &ue introducido años antes en la &órmula del &antasma* como soporte del deseo* . caso el ob#eto del deseo est por delante "ste es el espe#ismo en cuestión. "l aislamiento de la noción de causa ha producido difcultades. "l ob#eto * en la intencionalidad del deseo* debe concebirse como la causa del deseo. "l ob#eto est detrs del deseo. Para entender la &unción de este ob#eto* debemos utilizar la &unción topológica. "sto nos da la noción de un e,terior antes de cierta interiorización* que se sit8a en * antes de que el su#eto* en el lugar del 5tro* se capte ba#o la &orma especular* la cual introduce para él la distinción entre el Eo ! el no-Eo. este e,terior* lugar del ob#eto* anterior a toda interiorización* pertenece la noción de causa. Podemos ilustrarlo con el &etiche* pues en él se de'ela la dimensión del ob#eto como causa del deseo. ué es lo que se desea )o es el zapatito* ni el seno* ni ninguna otra cosa en la que se encarne el &etiche. "l &etiche causa el deseo. )o es en absoluto necesario que sea ella quien lle'e el zapatito* pues puede estar en los alrededores. Para el &etichista* es preciso que el &etiche este ah. "l &etiche es la condición en la que se sostiene el deseo. "n el lugar donde el hbito mental nos indica que busquemos al su#eto* all donde decimos !oa! siempre una apuesta a poder lograrlo. 9acan dice que él pone el acento en la demanda. "s necesario* en e&ecto* que algo pu#e.
Re$ti3$$i'! / de#titu$i'! del #u,eto (Lom"rdi) Freud señalo la 'enta#a de que el neurótico modifque su postura respecto de su padecimiento* que admita alguna participación su!a en el estado de cosas del cual se encuentra. 4etrs de los reproches dirigidos a otras personas suelen esconderse autoreproches* sugiere Freud a 4ora. 4e la inocencia rei'indicati'a con que se presentaba inicialmente* pasa a la con&esión de su complicidad en la actualización de los sntomas. 9acan designa como 2=ectifcación sub#eti'a3 ese 'ira#e en el que el /u#eto cambia de perspecti'a sobre algo real ! concreto de su sntoma: su participación en el mismo. 9a posición del neurótico de todos modos no podra de#ar de ser ambigua* nunca totalmente pasi'a* pero tampoco acti'a* de lo contrario no habra sntoma* no habra neurosis. 9o que se busca en el anlisis no es la aquiescencia del Eo* siempre engañosa* siempre denegatoria* aun con las me#ores intenciones. Gemos a menudo al analista* aun si se considera lacaniano* dar cachetazos interpretati'os a su paciente tratando de con'encerlo sobre su responsabilidad en el asunto. s ha de#ado de ser lacaniano* ha recado en el e#e imaginario que arruina el 'nculo analtico* ! el paciente no
da brazo a torcer; ! con razón* porque la rectifcación sub#eti'a no puede ser una rectifcación a la &uerza. )o basta entonces con que el analista sepa que algo ha de suceder en el horizonte de la dirección de la cura* es preciso adems permitir ese tiempo que el analizante necesita para descubrir cosas por su propia cuenta* ! para resol'erse entregar su sntoma. 6orresponde al analizante decidir 0! generalmente sin el consentimiento del Eo1 si la inter'ención de su psicoanalista &acilita la apertura de nue'os estratos asociati'os* una luz nue'a. 9os empeños de rectifcación a la &uerza encuentran un merecida respuesta en algunas modalidades clnicas de la época: pacientes que desde el comienzo se niegan a entregar su sntoma: antes que !o rectifque nada* &#ate desde que posición me haces t8 o&erta terapéutica. ntes de pretender rectifcar a mi paciente* pero sobre todo después de &racasar en el intento* me pregunto si no debiera acomodar mi ore#a de otra manera. 9os pacientes de antes* los de Freud* parecan me#ores que los actuales; entregaban ms &cilmente* si no su angustia* al menos su sntoma. Pero no debemos preguntarnos en qué medida eso depende de la debilidad de nuestra escucha* que tal'ez resulte poco reno'adora* poco iluminante de las co!unturas actuales de ese ser que nos consulta para hablarnos de s /i la respuesta a la interpretación tiene el aspecto de una responsabilización rpida* ha! que prestar atención. "l e&ecto puede haber sido ms bien un re&uerzo moral del Eo. 7al inter'ención solamente ha propiciado un incremento de la represión. /upongamos que el Eo diga: s* me hago cargo* ahora so! conciente de mi responsabilidad en el asunto. "l analista no espera coherencia !oica sino todo lo contrario* asociaciones incoherentes* contradictorias* sorprendentes* indicadoras de una apertura del inconsciente. "s di'isión en lugar de resolución. Por eso el primer mo'imiento del anlisis no consiste e,actamente en implicar al su#eto* sino ms bien en quebrantar su implicación en la conducta sintomtica* en romper la egosintona de la neurosis; no 2que se haga cargo3 entonces* sino que e,perimente ms bien lo contrario: la a#enidad* la e,trañeza del sntoma. Para que el sntoma salga del estado de enigma aun in&ormulado* el paso que ha! que dar no es que se &ormule* es: que en el su#eto se esboce algo que le sugiera que “ay una causa para eso” . "s 8nicamente por esa 'a que la implicación del su#eto en su conducta se rompe* ! esa ruptura es el complemento necesario para que el sntoma sea abordable por nosotros. "l primer paso en esta dirección es que el su#eto ad'ierta lo que es el sntoma: un padecimiento opaco* un pensamiento que le ordena compulsi'amente de'ol'er L*ZR coronas. 9a dimensión de la causa se plantea como un 2[por algo ser\3* esto que me pasa es sntoma de alguna causa* que me concierne. 9acan da una defnición de sntoma que aqu sir'e: es lo que el su#eto conoce de s* sin reconocerse en ello. "l acto analtico mientras tanto ha in'olucrado al su#eto ba#o sospecha de un modo curioso: mientras dura el tratamiento* él no es del todo responsable porque est di'idido* ! la causa de su di'isión* la causa actualizada en el anlisis* es] el analista. 9acan dice que una 'erdadera in'itación al anlisis e,ige* antes que la Re$ti3$$i'! #u",eti% del paciente* una De#titu$i'! #u",eti% del analista. 9acan !a haba elucidado la trans&erencia como el despliegue de la no-intersub#eti'idad. 9a noción de /u#eto supuesto saber* con que caracteriza la trans&erencia* es ni ms ni menos
que un e&ecto del método &reudiano* ledo del siguiente modo: en ese método el signifcante representa al su#eto para otro signifcante* ! no para otro su#eto. Preparado por su propio anlisis* el analista ha de admitir no ser su#eto sin por ello aniquilarse como ser hablante ni como deseante. "n tanto partenaire que promue'e el desarrollo de la trans&erencia* acepta ser tomado como signifcante* como ob#eto* como causa* resignando la posición de su#eto. "l analista no puede mostrarse sintomtico* al modo de una amiga histérica que responde a su amiga histérica 02a m me pasa lo mismo3* 2en cambio a m me pasa esto otro31. "sta distinción* ese ser desalienado que se singulariza ! se resuel'e en cada encuentro 'erdadero con un analizante* no es algo adquirido de una 'ez ! para siempre; solo puede ser en acto* ! como tal ha de reno'arse cada 'ez. 9o cual es éticamente deseable* !a que un 'erdadero analizante no tolerara como analista a alguien tan asentado en su posición que no necesita !a mo'erse de all. >a de ser entonces una 4estitución producida cada 'ez en el encuentro con tal analizante. /u interpretación es libre de hacerla a ttulo de su#eto* de su#eto del inconciente de su lado* pero a condición de admitir las respuestas asociati'as trans&erenciales con que su paciente reaccione* respuestas que le recordarn: 2ahora !a no sos su#eto* so! !o el su#eto* so! !o la e,cepción* ! si querés ser analista* sers un signifcante cualquiera* en el me#or de los casos un ob#eto* pero no un su#eto3. "l anlisis irrumpe precisamente cuando los pre#uicios del analista lo demoran demasiado tiempo en una posición de su#eto* obstaculizando con ello el despliegue de la trans&erencia en el traba#o analtico. ué pre#uicios Por e#emplo* que una chica debera admitir como ob#eto al /eñor O que se le presente* ! que no debera interesarse tanto en otra mu#er como la /eñora O. 9os anlisis /e mantienen durante un tiempo a condición de que el analista no insista demasiado en interpretaciones basadas en sus pre#uicios. /on interpretaciones coaguladas que resultan entonces para el analizante dignas de un rechazo capaz de romper el lazo psicoanaltico. ctualmente* los casos no siempre responden como los clsicos. 9legan pacientes de di&cil acceso* pacientes que parecen 'enir a mostrar ms que a decir. 6ómo con'ocar en estos casos al su#eto ué inter'ención puede &acilitar el pasa#e de la trans&erencia sal'a#e al sntoma de trans&erencia* sntoma integrado en una suposición de saber especifcada en un encuentro analtico en particular 6uando el paciente llega en posición de ob#eto 0! no de su#eto di'idido1* en posición de actuar 0! no de padecer1* ha! !a trans&erencia* pero trans&erencia sal'a#e. )o ha! interpretación que la trans&erencia sal'a#e no malogre* sal'o que esa intrusión sub#eti'a del analista* en que consiste la interpretación* permita pasar a otro plano* que es el decisi'o: el plan plano del ser. "ste es el plano del acto analtico. "s donde el analista tiene la chance de hacerse &uerte con su 4estitución de su#eto; es decir* de quien puede admitir lo inadecuado de su interpretación a un su#eto que no est dispuesto a reconocer en nada la adecuación de la inter'ención del 5tro. "l paciente de di&cil acceso no est dispuesto a reconocer su efcacia* porque su ob#eti'o primero* que es el de la trans&erencia sal'a#e* es lograr la destitución del 5tro como su#eto. /olo si el partenaire se a'iene* podr ser que él pueda confrsele un poco* ! admitir entonces ante él la e,trañeza de la pulsión que in'ade su intimidad de su#eto. 4e la sumatoria de ambos casos* el clsico ! el no clsico* se deduce que la inter'ención preliminar al anlisis* ! lo que hace posible su sostén* es la 4estitución sub#eti'a del analista.
9o que me interesa promo'er es que en lugar de responsabilizar al su#eto prematuramente* pongamos sobre el tapete que ha tenido de liberador la terminación de un anlisis* adems de permitir al analizante liberarse del analista. 6reo que en este desplazamiento se #uega el mensa#e ético ! practico del giro lacaniano del psicoanlisis* el que &unda el acto analtico mismo en una elección. Para in'estigar esto 8ltimo* 9acan propuso el dispositi'o del Pase* esperando a'eriguar algo sobre las elecciones del fnal de anlisis. "s 'erdad que en el fnal del anlisis se encuentran imposibilidades* lo incurable* el sntoma. Pero lo que la castración ha e'idenciado como &alta de saber ! &alta de ser en el 5tro en el fnal de un anlisis* puede redundar en una ganancia de ser en el analizado; ! cuando digo ser* digo elección* digo e#ercicio de esa aptitud que caracteriza al ser hablante. 9a primer &orma del ser que se encuentra en el comienzo de un anlisis: es el sntoma* el ser del su#eto 0el analizante como sub#ectum1. 9a emergencia de esta &orma del ser es el analizante como soporte de la cura analtica. 9a 'erdadera carencia de ser re'elada por el sntoma es la irresolución* la &alta de un ser que elige no elegir* en el estilo de un 2no toda'a3* simulando que no pierde ninguna opción* porque tampoco apuesta. 4ecirle 2hacete cargo3 es apelar a la cobertura !oica. 9a otra &orma de ser discernida por el psicoanlisis es el 2ser en acto3* que no est en un su#eto ni puede afrmarse de ning8n su#eto* ! por eso se realiza como 4estitución sub#eti'a. "l analista* destitución sub#eti'a mediante* se hace causa de la di'isión 0de la irresolución del analizante1. Pero en la cura que el analista promue'e no podra decidir él por su analizante; la estructura del acto analtico resultara escamoteada. 9os intentos de solucionar la di'isión del analizante mediante alg8n conse#o* alguna toma de partido entre sus partes di'ididas no puede resultar sino un fasco* como siempre que en un psicoanlisis se reemplaza de manera sostenida su orientación propia por un procedimiento sugesti'o. $ustamente porque un anlisis consiste en un método que apuesta a la libertad electi'a que a8n queda en un marco estructural elstico* lo que esperamos como su resultado genuino es una ganancia de ser. "stas son las razones por las que afrmo que antes que la =ectifcación sub#eti'a del analizante* est la 4estitución sub#eti'a del analista* cu!o acto in'ita a salir de la irresolución.
Mome!to# ele$ti%o# de l $ur i$o!l4ti$ de l# !euro#i# (Lom"rdi) "l psicoanlisis puede pensarse como una puesta en suspenso de decisiones importantes* a fn de re'isar las coordenadas personales en que ellas se realizaran; sin embargo* el proceso psicoanaltico pone en #uego cada 'ez lo que ha! de ele$ti%o ! no puramente mecnico* en el cumplimiento de la regla &undamental en que se basa su método. >a! que distinguir* en la situación e&ecti'a del neurótico* entre lo electi'o ! los mecanismos de la neurosis que se e#ecutan automticamente. Para ello se debe in'estigar los momentos pre'ios a la &ormación de los sntomas* momentos que curiosamente estn siempre ligados a una $ir$u!#t!$i e! 8ue #e trt de ele7ir * ! que pueden ser rastreados en la elaboración clnica de cada caso. 4ichos momentos son particularmente el del 25casionamiento reciente de la neurosis3* el momento pre'io a la constitución del sntoma en la in&ancia* la posición actual del su#eto en relación a su sntoma 0 di%i#i'! del #u,eto e irre#olu$i'! e! lu7r de l e!tere9 morl 8ue im&li$r4 o&tr $"lme!te 1
5tra difcultad es la de ad'ertir la elección presentada como tal pero que en 'erdad no concierne al su#eto en anlisis: supuestas elecciones 'oluntarias que se limitan al Eo* tomadas prestadas del discurso com8n. "sto lle'a a interrogar el én&asis en el anlisis* ! no en la sntesis !oica* en la di'isión del su#eto* ! no en sus camu+a#es adaptati'os a la e,igencias del conte,to 0social* &amiliar* ideal o meramente &antaseado1 que acent8an la e!,e!$i'! del de#eo / de l #ti#f$$i'! &ul#io!l5 / el di%or$io e!tre u!o / otr . 9a trans&erencia* entendida como un actuar en el marco del tratamiento* es* no solamente un mecanismo repetiti'o* sino una toma de posición ante el partenaire que se hace con el sntoma* en tanto analizante del deseo del 5tro puesto en #uego en su inter'ención* ! particularmente cuando esa inter'ención incide sobre alguna de las instancias electi'as cruciales para el su#eto: trauma* &o#i$i'! defe!#i% !te lo &ul#io!l (8ue &r Freud e# determi!!te e! l ele$$i'! de l !euro#i#) ! el sntoma mismo en tanto real separable de las interpretaciones con que lo atempera la &antasa.
UNIDAD H: L éti$ del i$o!0li#i# / l form$i'! $l4!i$ Al7u!# !ot# di$io!le# l i!ter&ret$i'! de lo# #ueo# e! #u $o!,u!to: L re#&o!#"ilidd morl &or el $o!te!ido de lo# #ueo# (Freud) /e suele reaccionar &rente al hecho* sentido como penoso* de que el contenido desen&renado de los sueños tan a menudo contradiga la ética del soñante. "ste problema de responsabilidad por el contenido manifesto del sueño ha sido radicalmente desplazado* ! eliminado* por los esclarecimientos de la interpretación de los sueños. /abemos ahora que el contenido manifesto es una apariencia &alsa* una &achada. )o merece la pena someterlo a un e,amen ético. 6uando se habla de contenido del sueño* no puede mentarse otra cosa que el contenido de los pensamientos preconcientes ! el de la moción de deseo reprimida* descubiertos tras la &achada por el traba#o de interpretación. /e proceder a someter estos sueños a la interpretación; as se hallar que algunos de ellos no o&recieron nada chocante a la censura porque en el &ondo no intentaban nada malo. /on alardeos inocentes* identifcaciones que quieren disimularse tras una mscara. Pero otros* ! son la gran ma!ora* intentan realmente lo que proclaman* ! no han e,perimentado desfguración alguna por parte de la censura. /on la e,presión de mociones inmorales* incestuosas ! per'ersas* o de apetencias asesinas* sdicas. Frente a muchos de ellos* el soñante reacciona con un despertar angustiado. 9a censura omitió su acti'idad* se percató demasiado tarde ! el desarrollo de angustia es ahora el sustituto de la desfguración ausente. 4ebemos asumir la responsabilidad por el contenido de nuestros sueños 4esde luego que uno debe hacerse responsable por sus mociones onricas malas* dice Freud. /i el contenido del sueño no es el en'o de un espritu e,traño* es una parte de m ser. /i para de&enderme digo que lo desconocido* inconciente* reprimido que ha! en m no es mi Eo* no me sit8o en el terreno del psicoanlisis* no he aceptado sus conclusiones. Puedo llegar a a'eriguar que eso desmentido por m no solo est en m* sino en ocasiones también produce e&ectos desde m. "s 'erdad que en el sentido metapsicológico esto reprimido malo no pertenece a mi Eo* sino a un "llo sobre el que se asienta mi Eo. Pero este Eo se ha desarrollado sobre el "llo* &orma una unidad con él* es solo una parte peri&érica de él* que ha su&rido una modifcación particular. 4e qué me ser'ira ceder a mi orgullo moral ! decretar que* con miras a las 'aloraciones éticas* me es licito desdeñar lo malo del "llo* ! no necesito hacer a mi Eo responsable de eso malo 9a e,periencia me muestra que* sin embargo* me hago responsable* que esto! compelido a hacerlo de alg8n modo. "l psicoanlisis nos permitió conocer un estado patológico* la neurosis obsesi'a* en que el pobre Eo se siente culpable de toda clase de mociones malas de las que nada sabe. "n toda persona normal ha! un poco de esto. sombrosamente su conciencia moral es tanto ms puntillosa cuanto ms moral sea la persona. 9a conciencia moral misma es una &ormación reacti'a &rente a lo malo sentido en el "llo.
I!i"i$i'!5 #4!tom / !7u#ti (Com&leme!to #o"re l !7u#ti) (Freud)
9a ngustia tiene un inequ'oco 'nculo con la e,pectati'a: es angustia ante algo. 9le'a adherido el carcter de indeterminación ! ausencia de ob#eto; ! hasta el uso lingDstico correcto le cambia el miedo cuando ha!a un ob#eto* sustitu!éndolo por el de %iedo. Peligro realista es uno del que tomamos noticia* ! angustia realista es la que sentimos &rente a un peligro notorio de esa clase. 9a angustia neurótica lo es ante un peligro del que no tenemos noticia. Por tanto* es preciso buscar primero el peligro neurótico; el anlisis nos ha enseñado que es un peligro pulsional. 7an pronto como lle'amos a la conciencia este peligro desconocido para el Eo* borramos la di&erencia entre angustia realista ! angustia neurótica. 6ul es el n8cleo* la signifcati'idad* de la situación de peligro "'identemente la apreciación de nuestras &uerzas en comparación con su magnitud* la admisión de nuestro des'alimiento &rente a él* des'alimiento psquico en el peligro pulsional. 9lamamos 7raumtica a una /ituación de 4es'alimiento 'i'enciada; tenemos entonces buenas razones para di&erenciar la /ituación traumtica de la /ituación de peligro. 6onstitu!e un importante progreso en nuestra auto-preser'ación no aguardar a que sobre'enga una de esas /ituaciones 7raumticas de 4es'alimiento* sino pre'erla* estar esperndola. 9lamamos /ituación de peligro a aquella en que se contiene la condición de esa e,pectati'a; en ella se da la /eñal de angustia. nticipo ese trauma* quiero comportarme como si !a estu'iera ah* mientras es toda'a tiempo de e,trañarse de él. 9a angustia es la reacción originaria &rente al des'alimiento en el trauma* que ms tarde es reproducida como señal de socorro en la situación de peligro. "l Eo* que ha 'i'enciado pasi'amente el trauma* repite ahora de manera acti'a una reproducción morigerada de este* con la esperanza de poder guiar de manera autónoma su decurso. 9o decisi'o es el primer desplazamiento de la reacción de angustia desde su origen en la /ituación de 4es'alimiento hasta su e,pectati'a* la /ituación de peligro. "l Peligro realista amenaza desde un ob#eto e,terno* el Peligro neurótico desde una e,igencia pulsional. "n la medida en que esta e,igencia pulsional es algo real* puede reconocerse también a la angustia neurótica un &undamento real. "l Eo se defende* con au,ilio de la reacción de angustia* del Peligro pulsional del mismo modo que del Peligro realista e,terno. "n el ne,o con la situación traumtica* &rente a la cual no est des'alido* coinciden peligro e,terno e interno* peligro realista ! e,igencia pulsional. /ea que el Eo 'i'encie en un caso dolor que no cesa* en otro estasis de necesidad que no puede hallar satis&acción* la situación económica es en ambos la misma* ! el des'alimiento motor encuentra su e,presión en el des'alimiento psquico.
Puede! lo# le7o# e,er$er el !0li#i#J Di0lo7o# $o! u! ,ue9 im&r$il (I!trodu$$i'!5 CAP -5 CAP H) (Freud) I!trodu$$i'!
Freud escribe este te,to a partir del dialogo con una persona* a quien busca responderle la pregunta acerca de: Pueden los legos 0es decir* los no médicos1 e#ercer el rol de analista /e les est permitido a los no médicos e#ercer el anlisis "n ustria* de donde Freud era* la le! era pre'enti'a: sin esperar el resultado* prohbe al no medico tratar en&ermos. 9os neuróticos son en&ermos* los legos son no médicos* el psicoanlisis es un procedimiento a curar o me#or en&ermedades ner'iosas* ! todos los
tratamientos de esa ndole quedan reser'ados a los médicos; en consecuencia* no es permitido a los legos e#ercer el anlisis en neuróticos; ! si lo hicieran* cometeran un delito. )o obstante* surgen algunas complicaciones que la le! no considera. caso se llegue a a'eriguar que en este caso los en&ermos no son como otros en&ermos* los legos no son genuinamente tales* ni los médicos son e,actamente lo que ha! derecho a esperar de unos médicos. C&itulo -
Para la le! es curandero quien trata en&ermos sin poder acreditarse como medico mediante la posesión de un diploma ofcial. Freud prefere otra defnición: curandero es quien emprende un tratamiento sin poseer los conocimientos ! capacidades requeridos para ello. Masndose en esta defnición* los médicos entregan al anlisis el ma!or contingente de curanderos. 6on harta &recuencia e#ercen el tratamiento analtico sin haberlo aprendido ! sin entenderlo. "l médico ha recibido en la uni'ersidad una &ormación que es casi la contraria de la que hara &alta como preparación para el psicoanlisis. 9e han orientado la atención hacia hechos qumicos* &sicos* anatómicos* susceptibles de comprobación ob#eti'a* de cu!a apreciación ! adecuada modifcación depende el é,ito de la acción medica. )o se despierta el interés por los aspectos anmicos de los &enómenos 'itales; el estudio de las operaciones mentales superiores no atañe a la medicina. "&ecti'amente* toda ciencia es unilateral; ! debe serlo* pues se limita a determinados contenidos* puntos de 'ista* métodos. 9a &sica no des'aloriza a la qumica* no puede sustituirla* pero tampoco puede ser subrogada por ella. "l psicoanlisis es sin duda sumamente unilateral* en cuanto ciencia de lo anmico inconsciente. "ntonces* no se puede impugnar a las ciencias médicas el derecho a la unilateralidad. "l punto de 'ista buscado solo se halla si uno pasa de la medicina cientfca al arte prctico de curar. "l neurótico es por cierto una complicación indeseada* un moti'o de perple#idad para el arte de curar. )i en su apreciación ni en su tratamiento contribu!en en nada los estudios médicos. 6abe pre'er que llegar el da en que desde la biologa de los órganos ! desde la qumica se abrirn caminos de conocimiento hacia el campo de los &enómenos neuróticos. Pero* dice Freud* que en su época aun son estados patológicos inaccesibles desde el lado medico. /era admisible que la enseñanza que reciben denegara a los médicos toda orientación en el campo de las neurosis. Pero hace ms: les instila una actitud &alsa ! dañina. 9os médicos* cu!o interés por los &actores psquicos de la 'ida no ha despertado* estn demasiado dispuestos a tenerlos en poco ! burlarse de ellos como algo no cientfco. /i queremos ser #ustos* debemos admitir que la acti'idad del analista sin estudio es mas ino&ensi'a para el en&ermo que la del ciru#ano inhbil. "l posible per#uicio se limita a que el en&ermo &ue mo'ido a realizar un gasto in8til* ! al menoscabo o empeoramiento de sus posibilidades de sanar. "mpeoramientos gra'es ! duraderos del estado patológico no son de temer a raz de la aplicación inhbil del anlisis. 9o 8nico es que el intento terapéutico inadecuado no ha procurado nada bueno al en&ermo. Freud coloca el acento en la e,igencia de que no pueda e#ercer el anlisis nadie que no ha!a adquirido ttulos para ello mediante una determinada &ormación. "s accesorio si esa persona es un medico o no.
"s el e#ercicio del anlisis una materia que deba estar sometida a la inter'ención de la autoridad* o es ms adecuado de#arlo librado a su desarrollo natural (na superabundancia de disposiciones ! prohibiciones per#udica a la autoridad de la le!. /i las prohibiciones lo acompañan a uno dondequiera que 'a!a* se siente &ormalmente la tentación de desobedecerlas. Por eso es aconse#able* si se quiere mantener el respeto por las le!es ! disposiciones* no promulgar ninguna cu!a obser'ancia o incumplimiento sean di&ciles de 'igilar. 6abria repetir aqu* respecto del e#ercicio del genuino anlisis por los legos que la le! pretende so&ocar* mucho de lo que di#imos acerca del e#ercicio del anlisis por los médicos. quién se le ocurrira en ""(( o en (O prohibirlo o imponerle penalidades caso los estamentos de ustria se sienten tan seguros del camino recto hacia la biena'enturanza que se consideran autorizados a impedir que cada quien intente alcanzar la biena'enturanza a su manera "l psicoanlisis es algo tan nue'o en el mundo* la gran masa se orienta tan poco en esta materia* la posición de la ciencia ofcial &rente a él es tan oscilante* que parece apresurado inter'enir desde ahora en su desarrollo por medio de preceptos legales. 4ebemos de#ar que los en&ermos mismos descubran que les resulta per#udicial buscar socorro anmico en personas que no han aprendido como se lo presta. "sclarezcmoslos sobre ello ! pongmoslos sobre a'iso* ! nos habremos ahorrado prohibrselo. (na poltica de inter'ención acti'a no parece sufciente como medida paralizadora e in#usta de prohibición del e#ercicio del anlisis por los no médicos. 4ebern s f#arse las condiciones ba#o las cuales se permite el e#ercicio de la prctica analtica a todos los que pretendan realizarla* erigir alguna autoridad ante quien se pueda recabar in&ormación sobre que es anlisis ! qué clase de preparación es licito e,igirle. C&itulo H
Freud menciona el problema del diagnostico. 6uando se toma ba#o tratamiento analtico a un en&ermo que padece de neurosis* se querr tener antes la certeza de que es apto para esa terapia* ! se lo puede a!udar por ese camino. hora bien* solo es as cuando e&ecti'amente tiene una neurosis. "l distingo* diagnostico di&erencial* no siempre es &cil ni puede hacerse de primera intención en cada &ase. E* desde luego* solo el médico puede asumir la responsabilidad de seme#ante decisión. Freud e,ige que un medico pre'iamente establezca el diagnostico en cada caso que se lo requiera. 9a enorme ma!ora de las neurosis son de naturaleza psicógena e insospechables desde el punto de 'ista patológico. (na 'ez que el médico lo ha comprobado* puede confar tranquilo el tratamiento al analista lego. /iempre se ha procedido as en nuestras sociedades analticas. >a! adems un segundo caso en que el analista tiene que recurrir al conse#o del médico. "n el curso del tratamiento analtico pueden aparecer sntomas* sobre todo corporales* acerca de los cuales resulte dudoso si se los debe incluir en la trama de la neurosis o re&erirlos a una en&ermedad orgnica independiente de ella. ",iste el precepto técnico de que el analista* en caso de que emer#an en el curso del tratamiento esos sntomas mas equ'ocos* no se con&e a su #uicio propio* sino consulte a un medico ale#ado del anlisis* aunque él mismo sea !a un medico ! siga confando en sus conocimientos médicos. "n primer lugar* tratamiento orgnico ! psquico no se e#ecutan buen reunidos en una sola mano; en segundo lugar* el 'inculo de la trans&erencia puede hacer desaconse#able que el analista e,amine corporalmente al en&ermo; ! en tercer lugar* el analista tiene todas las
razones para dudar de su imparcialidad* pues su interés se concentra de manera mu! intensa en los &actores psquicos. Para el en&ermo es indi&erente que el analista sea medico o no. Para él tiene una importancia incomparablemente ma!or que el analista posea las cualidades personales que lo hagan digno de confanza* ! que ha!a adquirido los conocimientos e intelecciones* as como las e,periencias* que lo habilitan para cumplir su tarea.
Semi!rio H (Cl#e# **5 *;5 *+) (L$!) Cl#e **
9acan comienza diciendo que el analista tiene que pagar con algo para sostener su &unción: -
Paga con palabras: sus interpretaciones. Paga con su persona: en la medida en que* por la trans&erencia* es literalmente desposedo de ella. Paga con su #uicio en lo concerniente a su acción. 9a razón es que desde cierto ngulo* el analista tiene altamente conciencia de que no puede saber que hace en psicoanlisis. (na parte de esa acción permanece 'elada para él mismo. "sto #ustifca el punto donde se abre la pregunta de saber cules son las consecuencias éticas generales que entraña la relación con el inconsciente.
9o que se nos demanda es la &elicidad. "l analista se o&rece a recibir la demanda de &elicidad. Pero nosotros estamos mu! le#os de &ormular una disciplina de la &elicidad. >a! en ristóteles una disciplina de la &elicidad; muestra los caminos por los que piensa conducir a cualquiera que lo siga en su problemtica; debe permitir al hombre elegir aquello que razonablemente puede hacerlo realizarse en su bien propio. /abe dios que oscuridades permanecen en una pretensión como 2el ad'enimiento de la ob#etalidad genital3* !* se agrega* con sabe dios que prudencia* 2el acuerdo con la realidad3. (na sola cosa alude a una posibilidad &eliz de satis&acción de la tendencia* la noción de sublimación. Pero es claro que al tomar su &ormulación mas esotérica de Freud 0cuando nos la presenta como realizada eminentemente por la acti'idad del artista1 resulta una acti'idad que le da la posibilidad al hombre de trans&ormar sus deseos en comerciables* en 'endibles* ba#o la &orma de productos. 9a otra &ormulación consiste en decirnos que: la sublimación es la satis&acción de la tendencia en el cambio de su ob#eto* sin represión. "n esta defnición de sublimación como satis&acción sin represión* ha! reconocimiento de lo siguiente: que el deseo no es ms que la metonimia del discurso de la demanda. "sa relación propiamente metonmica de un signifcante con el otro que llamamos deseo* no es el nue'o ob#eto* ni el ob#eto anterior* es el cambio de ob#eto en s mismo. Intenten preguntarse qué puede querer decir 2haber realizado su deseo3 0haberlo realizado* si se puede decir* al fnal1. "sta intrusión de la muerte sobre la 'ida da su dinamismo a toda pregunta cuando ella intenta preguntarse sobre el su#eto de la realización del deseo. 7iene la 'ida algo que 'er con la muerte Puede decirse que la relación con la muerte soporta 0como la cuerda al arco1 el seno del ascenso ! descenso de la 'ida )o se trata de esta muerte. /e trata de la segunda muerte* aquella a la cual se puede aun apuntar cuando la muerte !a ha sido lograda. 9a tradición humana nunca de#ó de conser'ar presente esta segunda muerte* 'iendo en ella el termino de sus su&rimientos* as como nunca de#ó de imaginar un segundo su&rimiento* su&rimiento mas all de la muerte* indefnidamente sostenido en la posibilidad de &ranquear el lmite de la segunda muerte.
6ómo el hombre* es decir* un ser 'i'o* puede llegar a acceder* a conocer ese instinto de muerte* su propia relación con la muerte =espuesta: por la 'irtud del signifcante. "n el signifcante* ! en la medida en que el su#eto articula una cadena signifcante* palpa que él puede &altar en la cadena de lo que él es. )o reconocerlo* no promo'erlo como siendo la articulación esencial del no-saber* no reconocer que este es el descubrimiento del inconsciente* quiere decir que no saben lo que hacen. )o recordar este punto &undamental acarrea la pululación que se puede constatar en la teora analtica post&reudiana* en la que resuena una nota de desorientación que no puede de#ar de impresionar. "s acaso esa misma sombra* que la &orma de un cuerpo representa* es acaso esa misma imagen la que &orma una barrera o la 5tra-cosa que esta ms all %as all no est solamente la relación con la segunda muerte 0es decir* con el hombre en tanto que el lengua#e le e,ige dar cuenta de lo siguiente: que no es1; esta también la libido: a saber* aquello que* en instantes &ugaces* nos impulsa mas all de ese en&rentamiento que nos hace ol'idar. "l 8nico momento de goce que conoce el hombre est en el lugar mismo donde se producen los &antasmas* que representan para nosotros la barrera misma en lo tocante al acceso a ese goce* la barrera en la que todo es ol'idado. "l fn de ntgona nos presenta la sustitución de una imagen sangrienta de sacrifcio que realiza el suicidio mstico. 6iertamente* a partir de cierto momento* !a no sabemos qué pasa en la tumba de ntgona. 7odo nos indica que lo que acaba de suceder se realiza en una crisis de mana. Freud* en uno de sus 8ltimos te,tos* nlisis terminable e interminable* nos dice que en ultimo termino la aspiración del paciente se quiebra en una nostalgia irreductible en torno al hecho de que en modo alguno podra ser el &alo ! que* por no serlo* solo podra tenerlo* en el caso de la mu#er* con la condición de la penisneid* ! en el del hombre* de la castración. "sto es lo que con'iene recordar en el momento en que el analista se encuentra en posición de responder a quien le demanda la &elicidad. 9a cuestión del /oberano Mien se plantea ancestralmente para el hombre* pero el analista sabe que esta cuestión no es una cuestión cerrada. )o solamente lo que se le demanda* el /oberano Mien* él no lo tiene* sino que adems sabe que no e,iste. >aber lle'ado a su término un anlisis no es ms que haber encontrado ese lmite en el que se plantea toda la problemtica del deseo. Para todo acceso a una realización cualquiera de s mismo* el su#eto encontrar muchos bienes* todo el bien que él puede hacer* pero no ol'idemos lo que sabemos mu! bien: solo lo encontrar e,tra!endo a cada instante de su querer los &alsos bienes* al agotar no solamente la 'anidad de sus demandas* sino también la 'anidad de sus dones. "l psicoanlisis hace girar todo el logro de la &elicidad alrededor del acto genital. 6on'iene igualmente sacar de ello odas sus consecuencias. /in duda en este acto* en un 8nico momento* puede alcanzar algo por lo cual un ser para otro este en el lugar de la 6osa. 9o que el su#eto conquista en el anlisis* no es solamente este acceso 0incluso* una 'ez repetido* siempre abierto en la trans&erencia a algo de otro que da a todo lo que 'i'e su &orma1* es su propia le! cu!o escrutinio 'erifca el su#eto. "sa le! es en primer término algo que comenzó a articularse antes que él* en las generaciones precedentes. unque no siempre alcance lo trgico de ntgena* no por ello de#a de ser pariente de la in&elicidad.
9o que el analista tiene para dar no es ms que su deseo* al igual que el analizado* haciendo la sal'edad de que es un deseo ad'ertido. ué puede ser un deseo tal* el deseo del analista principalmente Podemos decir lo que no es: no puede desear lo imposible. Cl#e *;
Promo'er en la ordenanza del anlisis la normalización psicológica inclu!e lo que podemos llamar una moralización racionalizante. simismo* apuntar al logro de lo que se llama el estadio genital* la maduración de la tenencia ! el ob#eto* que dara la medida de una relación #usta con lo real* entraña ciertamente cierta implicación moral. 9a perspecti'a teórica ! prctica de nuestra acción debe reducirse al ideal de una armonización psicológica 4ebemos nosotros 0con la esperanza de hacer acceder a nuestros pacientes a la posibilidad de una &elicidad sin sombras1 pensar que puede ser total la reducción de la antinomia que Freud mismo artculo tan poderosamente 0en "l malestar en la cultura* cuando &ormula que la &orma ba#o la cual se inscribe concretamente la instancia moral en el hombre* ! que es todo menos racional esa &orma que llamó super!ó* el cual es de una economa tal que cuantos ms sacrifcios se le hacen tanto ms e,igente de'iene1 "sta amenaza* este desgarro moral en el hombre acaso nos est permitido ol'idarlo en la doctrina ! en la prctica analtica decir 'erdad* esto es e&ecti'amente lo que sucede. "s gra'e* ! ms gra'e aun cuando estamos &rente al fnal concebible de un anlisis. (n anlisis 0si debemos concebirlo plenamente terminado por alguien que luego se encontrar en posición responsable del anlisis* es decir* el mismo analista1 debe idealmente terminar en esta perspecti'a de con&ort de la racionalización moralizante "s acaso sostenible reducir el é,ito del anlisis a una posición de con&ort indi'idual* 'inculada a esa &unción con toda seguridad &undada ! legitima que podemos llamar 2"l ser'icio de los bienes3 0bienes pri'ados* bienes de la &amilia* bienes de la casa* ! también otros bienes que nos solicitan* bienes de la pro&esión* del ofcio* de la ciudad1 >acerse el garante de que el su#eto puede* de alg8n modo* encontrar su bien mismo en el anlisis es una suerte de esta&a. )o ha! ninguna razón para que nos hagamos los garantes del ensueño burgués. (n poco mas de rigor ! de frmeza es e,igible en nuestro en&rentamiento de la condición humana. "l mo'imiento en el que es arrastrado el mundo en que 'i'imos al promo'er hasta sus 8ltimas consecuencias el ordenamiento uni'ersal del ser'icio de los bienes* implica una amputación* sacrifcios; a saber* ese estilo de puritanismo en la relación con el deseo que se instauro históricamente. "l ordenamiento del ser'icio de los bienes en el plano uni'ersal no resuel'e sin embargo el problema de la relación actual de cada hombre* en ese corto tiempo entre su nacimiento ! su muerte* con su propio deseo 0no se trata de la &elicidad de las generaciones &uturas1. 9a &unción del deseo debe permanecer en una relación &undamental con la muerte. 9a terminación del anlisis 0la que prepara para de'enir analista1 no debe en&rentar con la realidad de la condición humana "s propiamente esto lo que Freud* hablando de la angustia* designo como el &ondo sobre el que se produce su señal: la >i+osigeit* el desamparo* en el que el hombre en esa relación consigo mismo que es su propia muerte* no puede esperar a!uda de nadie. l término del anlisis didctico* el su#eto debe alcanzar ! conocer el campo ! el ni'el de la e,periencia del desasosiego absoluto* a ni'el del cual la angustia !a es una protección. 9a angustia !a se despliega de#ando perflarse un peligro* mientras que no ha! peligro a ni'el de la e,periencia 8ltima de la >i+osigeit.
"l =e! 9ear también renuncia al ser'icio de los bienes* a los deberes reales 0cree que est hecho para ser amado* ese 'ie#o cretino* ! les entrega entonces el ser'icio de los bienes a sus hi#as1. Pero no ha! que creer que renuncia a nada: comienza la libertad* la 'ida de festa con cincuenta caballeros* mientras que es recibido alternati'amente por cada una de las dos arpas a las que cre!ó poder entregar las cargas del poder. "n el inter'alo* lo 'emos all con la sola garanta de la fdelidad* debida al pacto de honor. )o solamente 9ear* sino todos los que en la pieza son gente de bien* son condenados a la desgracia sin remisión por &undarse en la sola fdelidad ! en el pacto de honor. 9ear muestra que quien a'anza en esa zona a'anzar solo ! traicionado. "dipo nos muestra donde se detiene la zona lmite in&erior de la relación con el deseo. "n toda e,periencia humana* esta zona siempre es arro#ada mas all de la muerte* porque el ser humano com8n regla su conducta sobre lo que ha! que hacer para no arriesgar la otra muerte* la que consiste simplemente en hincar el pico. 9as cuestiones del ser son siempre de#adas para ms tarde* lo cual no quiere decir que no estén ah en el horizonte. 9o que el anlisis articula es que* en el &ondo* es ms cómodo padecer la interdicción que e,ponerse a la castración. ué quiere decir que el super!ó se produce en el momento en que declina el "dipo ue nazca cuando declina el "dipo quiere decir que el su#eto incorpora su instancia. /i incorporamos al padre para ser tan mal'ados con nosotros mismos* es quizs porque tenemos muchos reproches que hacerle a ese padre. "l padre real* nos dice Freud* es castrador por su presencia como e&ecti'amente necesitando el persona#e al cual en niño est en ri'alidad con él: la madre. "se padre real ! mtico se borra* al declinar el "dipo* tras ese que el niño descubre como el padre imaginario* aquel que a él le hizo tanto mal. "s el padre imaginario el &undamento de la imagen pro'idencial de 4ios. E la &unción del super!ó* en 8ltimo término* en su perspecti'a ultima* es odio de 4ios* reproche a 4ios por haber hecho tan mal las cosas. "sta es* seg8n 9acan* la 'erdadera estructura de la articulación del comple#o de "dipo. 4igamos que el drama sucediese en el ni'el sangrante de la castración* ! que el pobre niño inundase con su sangre el mundo entero. 7odos sabemos que esa castración est ah en el horizonte* ! ob'iamente no se produce en ning8n lado. 9o que se e&ect8a est relacionado con el hecho de que ese órgano* de ese signifcante* el hombre es un soporte ms 'ale pobretón* ! que aparece ante todo ms bien pri'ado de él. qu podemos entre'er la comunidad de su suerte con lo que e,perimenta la niña* quien se inscribe igualmente de modo mucho ms claro en esta perspecti'a. /e trata de ese 'uelco en que el su#eto se percata* mu! simplemente* de que su padre es un idiota o un ladrón seg8n los casos* o simplemente un pobre tipo u ordinariamente un 'e#estorio como en el caso de Freud. Precisamente porque Freud amaba a su padre le &ue necesario 'ol'er a darle una estatura* hasta darle esa talla de gigante de la horda primiti'a. "sto no es lo que resuel'e las cuestiones de &ondo* no es la cuestión esencial. /i "dipo no tiene 6omple#o de "dipo es porque en su historia no ha! padre para nada. uien le sir'ió de padre es su padre adopti'o. E todos estamos en ese punto* porque después de todo el padre es el que nos reconoció. "stamos &undamentalmente en el mismo punto que "dipo* aunque no lo sepamos. "n cuanto al padre que "dipo conoció* él no es ms que el padre una 'ez muerto. 9a 8nica &unción del padre* en nuestra articulación* es ser un mito* siempre ! 8nicamente el )P* es decir* nada ms que el padre muerto* como Freud e,plica en 7ótem ! tab8. Pero ob'iamente* para que esto sea desarrollado plenamente* es necesario que la a'entura
humana ha!a sido lle'ada hasta su término: que la zona en la que a'anza "dipo después de haberse desgarrado los o#os ha!a sido e,plorada. "l hombre hace siempre la e,periencia de su deseo por alg8n &ranqueamiento del lmite. "s todo el sentido que $ones produce cuando habla de &nisis* ligado a ese riesgo ma!or que es mu! simplemente no desear. "l deseo de "dipo es saber la cla'e del deseo. Para el hombre com8n* el doble lmite 0de la muerte real arriesgada a la muerte pre&erida* asumida* al ser para la muerte1 solo se le presenta ba#o un 'elo. "se 'elo $ones lo llama odio. Eace para el hombre com8n el e#ercicio de su culpa* re+e#o de su odio por el creador 0cualquiera sea este1 que lo hizo una criatura tan débil ! tan insufciente. "stas pamplinas nada son para el héroe* para quien e&ecti'amente a'anzó en esa zona* para "dipo que llega hasta el 'erdadero ser-para-la-muerte* considerado como el término de su anhelo. )o ha! aqu otra cosa ms que la 'erdadera e in'isible desaparición que es la su!a. 9a entrada en esa zona est constituida para él por la renuncia a los bienes ! al poder en los que consiste la punición* que no es tal. /i se arranca al mundo por el acto que consiste en enceguecerse* es porque solo quien escapa a las apariencias puede llegar a la 'erdad. 4e esta topologa* que es en esta ocasión la topologa trgica* se mostró que es ilusoria* con ese pobre 9ear que no entiende nada de ella ! que hace resonar el océano ! el mundo por haber querido entrar en esa misma región de manera benéfca* con el acuerdo de todos. /e nos presenta al fnal* siempre no comprendiendo nada ! teniendo* muerta en brazos* a aquella que es el ob#eto 0ob'iamente desconocido para él1 de su amor. Cl#e *+
9a ética consiste esencialmente en un #uicio sobre nuestra acción* en la medida en que la acción implicada también entrañe un #uicio* incluso implcito. 9a presencia del #uicio de los dos lados es esencial a la estructura. /i ha! una ética del psicoanlisis es en la medida en que de alguna manera* por mnima que sea* el anlisis aporta algo que se plantea como medida de nuestra acción. "l psicoanlisis procede por un retorno a la acción. "sto por s solo #ustifca que estemos en la dimensión moral. 9a hipótesis &reudiana del inconsciente supone que la acción del hombre tiene un sentido oculto al que se puede llegar. "sta es la posición mnima que se puede tener del anlisis. 9acan propone hacer un e,perimento tomando la perspecti'a del $uicio Final: elegir como patrón de medida de la re'isión de la ética a la que nos lle'a el psicoanlisis* la relación de la acción con el deseo que la habita. Para ello 9acan se apo!a en la tragedia. 9a ética del anlisis no es una especulación que recae sobre la ordenanza* sobre la disposición de lo que se llama el ser'icio de los bienes. Implica la dimensión que se e,presa en lo que se llama la e,periencia trgica de la 'ida. "n la dimensión trgica se inscriben las acciones ! se requiere que nos ubiquemos en lo tocante a los 'alores. 7ambién se inscribe adems en la dimensión cómica; cuando habló 9acan de las &ormaciones del inconsciente* tena en el horizonte lo cómico. 9a relación de la acción con el deseo que la habita en la dimensión trgica se e#erce en el sentido de un triun&o de la muerte. "s el carcter &undamental de toda acción trgica.
"n la dimensión cómica* en una primera apro,imación* se trata si no del triun&o* al menos del #uego irrisorio de la 'isión. 9o cómico también se trata de la relación de la acción con el deseo ! de su &racaso &undamental en alcanzarlo. 9a dimensión cómica esta creada por la presencia en su centro de un signifcante oculto* pero que en la comedia antigua* est ah en persona: el &alo. "n la comedia* lo que nos satis&ace* nos hace rer* nos la hace apreciar en su plena dimensión humana* no es tanto el triun&o de la 'ida sino su escape* el hecho de que la 'ida se desliza* se hurta* hu!e* escapa a todas las barreras que se le oponen* ! precisamente a las ms esenciales 0las que estn constituidas por la instancia del signifcante1. "l &alo es un signifcante* el signifcante de esa escapada. 9o patético de esta dimensión es e,actamente lo opuesto* la contrapartida de lo trgico. Porque sabemos reconocer me#or la naturaleza del deseo que est en el n8cleo de esta e,periencia* una re'isión ética es posible* un #uicio ético es posible* que representa esta pregunta con su 'alor de $uicio Final: >a usted actuado en con&ormidad con el deseo que lo habita "sta es una pregunta que solo puede ser &ormulada con esta pureza en el conte,to analtico. ese polo de deseo se opone la ética tradicional. "sto 9acan lo mostro tomando en una tragedia el e#emplo de la anttesis del héroe trgico que es 6reonte. lrededor de este soporte* habló del ser'icio de los bienes* que es la posición ética tradicional 0degradación del deseo1. 9a moral de ristóteles se &unda enteramente en un orden sin duda concertado* ideal* pero que responde sin embargo a la poltica de su tiempo* a la estructura de la ciudad. /u moral es una moral del amo* 'inculada con un orden de los poderes. "n lo concerniente a lo que se relaciona con el deseo* la posición del poder 0cualquiera sea* en toda circunstancia1 siempre &ue la misma. ué proclama le#andro llegando a Persépolis al igual que >itler llegando a Paris Poco importa el prembulo: 2>e 'enido a liberarlos de esto o aquello3. 9o esencial es esto: 26ontin8en traba#ando. ue el traba#o no se detenga3; lo cual quiere decir: 2ue quede bien claro que en caso alguno es una ocasión para mani&estar el mas mnimo deseo3. 9a moral del poder* del ser'icio de los bienes* es: 2"n cuanto a los deseos* pueden ustedes esperar sentados. ue esperen3. )o es otra cosa sino lo imposible donde reconocemos la topologa de nuestro deseo. hora bien* ese lugar podemos como analista reconocer que es el lugar ocupado por el deseo. 9a in'ersión que entraña nuestra e,periencia pone en su lugar* en el centro* una medida inconmensurable* una medida infnita* que se llama deseo. Oant pretende encontrar la prueba reno'ada de la inmortalidad del alma en el hecho de que nada aqu aba#o podra satis&acer las e,igencias de la acción moral. "n la medida en que el alma habr quedado con ganas le es necesaria una 'ida mas all* con el fn de que este acuerdo inacabado pueda* en alg8n lado* encontrar su resolución. 9o que hace que pueda haber deseo humano* que ese campo e,ista* es la suposición de que todo lo que sucede de real es contabilizado en alg8n lado. Oant pudo reducir a su pureza la esencia del campo moral: queda que es necesario que ha!a en alg8n lado un lugar para la contabilización. "l horizonte de la inmortalidad del alma no signifca ms que esto. )o hemos estado sufcientemente #orobados por el deseo en esta tierra* es necesario que una parte de la eternidad se dedique a hacer las cuentas de todo esto. "n la medida en que el su#eto se sit8a ! se constitu!e en relación al signifcante* se produce en él esta ruptura* esa di'isión* a ni'el de la cual se ubica la tensión del deseo. "sto nos muestra que en el horizonte de la culpa* en la medida en que ella ocupa el campo del deseo* estn las cadenas de la contabilidad permanente.
(na parte del mundo est orientada en el ser'icio de los bienes* rechazando todo lo que concierne a la relación del hombre con el deseo. )adie parece darse cuenta de que al &ormular as las cosas* no se hace ms que perpetuar la tradición eterna del poder: 26ontin8en traba#ando* ! en cuanto al deseo* esperen sentados3. "n esa tradición* el horizonte comunista no se distingue del de 6reonte. %as que al supone que el campo de los bienes* al ser'icio de los cuales debemos colocarnos* pueda englobar en cierto momento todo el uni'erso. "n otros términos* esta operación solo se #ustifca si tenemos como horizonte el "stado uni'ersal concreto. "ste no quiere decir otra cosa ms que el suponer que las cosas cambiarn a ni'el molecular* a ni'el de la relación que constitu!e la posición del hombre ante los bienes* en la medida en que* hasta el presente* su deseo no est en ellos. >asta aqu se opuso el centro deseante a el ser'icio de los bienes. hora se puede pasar al centro de la cuestión. 9acan propone que: de la 8nica cosa de la que se puede ser culpable* al menos desde la perspecti'a analtica* es de haber cedido en su deseo. "sta proposición e,presa bastante bien lo que constatamos en nuestra e,periencia. quello de lo cual el su#eto se siente e&ecti'amente culpable cuando tiene culpa es siempre* en su raz* el haber cedido en su deseo. menudo cedió en su deseo por el buen moti'o o incluso el me#or. 4esde que la culpa e,iste* se pudo percibir desde hace mucho que la cuestión del buen moti'o no de#ó a la gente demasiado contenta. Por eso precisamente los cristianos de la ms com8n obser'ancia nunca estn mu! tranquilos. Pues* si ha! que hacer las cosas por el bien* en la prctica lisa ! llanamente uno tiene que preguntarse por el bien de quien. partir de aqu las cosas no caminan solas. >acer las cosas en nombre del bien* ! ms aun en nombre del bien del otro* esto es lo que est mu! le#os de ponernos al abrigo* no solo de la culpa* sino de toda suerte de catstro&es interiores. "n particular* esto no nos pone al abrigo de las neurosis ! sus consecuencias. /i el anlisis tiene un sentido* el deseo no es ms que lo que lo que sostiene el tema inconsciente* la articulación propia de lo que nos hace arraigarnos en un destino particular* el cual e,ige con insistencia que la deuda sea pagada ! 'uel'e* retorna* nos remite siempre a cierto surco. 9acan haba opuesto el héroe al hombre com8n; pero no los distingue como dos especies de humanos* sino que en cada uno de nosotros e,iste la 'a trazada para ser un héroe ! #ustamente la realiza como hombre com8n. 9a topologa que presenta 9acan en este seminario puede llamarse el-entre-las-dos-muertes. =etoma* para e,plicarlo* a 6reonte ! ntgona. "s claro que el héroe* en la medida en que su presencia en esa zona indica que algo est defnido ! liberado* arrastra a ella a su pare#a. l fnal del cuento* 6reonte habla entonces lisa ! llanamente de s mismo como de un muerto 'i'iente* en la medida en que perdió todos sus bienes en ese asunto. tra'és del acto trgico* el héroe libera a su ad'ersario mismo. "l héroe no tiene necesidad de ser heroico para ser un héroe. Filoctetes es un pobre tipo. Partió entusiasmado de su patria hacia 7ro!a* ! ni siquiera lo quisieron para eso. 9o abandonaron en una isla porque ola demasiado mal. Paso ?R años consumiéndose de odio* ! se de#ó embaucar como un bebe por el primer tipo que 'iene a buscarlo* )eoptólemo* un amable #o'en. E a fn de cuentas ir a las orillas de 7ro!a* porque >ércules* aparece para proponerle la solución a todos sus males. ué hace que Filoctetes sea un héroe )ada ms que lo siguiente: que adhiere encarnizadamente a su odio hasta el fnal* hasta que aparece >ércules. "sto nos descubre no solo que es traicionado ! que esta desengañado acerca del hecho de que es traicionado* sino
también que es impunemente traicionado. "sto nos es subra!ado en la pieza por el hecho de que )eoptóleno* lleno de remordimientos por haber traicionado al héroe. 9e de'uel'e ese arco que desempeña un papel tan esencial en la dimensión trgica de la pieza. 9o que 9acan llama ceder en su deseo se acompaña siempre* en el destino del su#eto* de alguna traición. 5 el su#eto traiciona su 'a* se traiciona a s mismo* o tolera que alguien con quien se consagro ms o menos a algo ha!a traicionado su e,pectati'a* no ha!a hecho respecto de él lo que entrañaba el pacto 0el pacto cualquiera sea este1. lgo se #uega alrededor de la traición cuando se la tolera* cuando* impulsado por la idea del bien* se cede al punto de reducir sus propias pretensiones ! decirse: pues bien* !a que es as renunciemos a nuestra perspecti'a* ninguno de los dos* pero sin duda tampoco !o* 'ale ms* 'ol'amos a entrar en la 'a ordinaria. h pueden estar seguros de que se encuentra la estructura que se llama 2ceder en su deseo3. )o es este un hecho de e,periencia que nos muestra que el psicoanlisis es capaz de proporcionarnos una br8#ula efcaz en el campo de la dirección ética 9acan articula C proposiciones: -
9a 8nica cosa de la que se puede ser culpable es de haber cedido en su deseo 9a defnición de héroe es la de ser aquel que puede ser impunemente traicionado. 9a di&erencia entre el hombre com8n ! el héroe* es que para el primero la traición* que se produce casi siempre* tiene como e&ecto el arro#arlo defniti'amente al ser'icio de los bienes. l campo de los bienes no se trata de negarlo* pero in'irtiendo la perspecti'a se propone: no ha! otro bien mas que el que puede ser'ir para pagar el precio de acceso al deseo 0en la medida en que el deseo lo hemos defnido como la metonimia de nuestro ser1. "l arro!uelo donde se sit8a el deseo no es solamente la modulación de la cadena signifcante* sino lo que corre por deba#o de ella* que es lo que somos ! también lo que no somos.
9o que del bien es sacrifcado por el deseo 0! esto quiere decir lo mismo que lo que el deseo es perdido por el bien1* esa libra de carne* es #ustamente lo que la religión trans&orma en su ofcio ! se dedica a recuperar. "s el 8nico rasgo com8n a todas las religiones* se e,tiende a toda la religión* a todo el sentido religioso. 9o que es la carne o&recida a 4ios en el altar en el ofcio religioso* el sacrifcio animal u otro* se la manda la gente de la comunidad religiosa* ! en general el sacerdote mu! simplemente 0es decir* que se la comen1. "l acceso al deseo necesita &ranquear* no solo todo temor* sino toda compasión* que la 'oz del héroe no tiemble ante nada ! mu! especialmente ante el bien del otro. /e puede incluso presentir que si no se tienen claras las cuentas con su deseo* es porque no se pudo hacer nada me#or* pues no es una 'a en la que se pueda a'anzar sin pagar nada. "l espectador es desengañado acerca de lo siguiente: que incluso para quien a'anza hasta el e,tremo de su deseo* todo no es color de rosas. 9os programas que se diseñan como debiendo ser los de las ciencias humanas no tienen otra &unción ms que estar al ser'icio de los bienes* de los poderes* ms o menos inestables.
lo largo de este periodo histórico* el deseo del hombre largamente sondeado* anestesiado* adormecido por los moralistas* domesticado por los educadores* traicionado por las academias* se re&ugió* se reprimió en la pasión ms sutil ! también la ms ciega 0como nos muestra la historia de "dipo1: la pasión del saber. (no de los rasgos ms entretenidos de la historia de las ciencias es la propaganda que los cientfcos ! los alquimistas hicieron antes los poderes* diciéndoles: dennos dinero; ustedes no se dan cuenta* si nos dan un poco de dinero* cuantas maquinas* cuantas cosas ! maquinas pondramos a 'uestro ser'icio. 9a organización uni'ersal tiene que en&rentar el problema de saber que har con esa ciencia en la que se despliega manifestamente algo cu!a naturaleza le escapa. 9a ciencia* que ocupa el lugar del deseo* solo puede ser una ciencia del deseo ba#o la &orma de un &ormidable punto de interrogación. "n otros términos* la ciencia es animada por alg8n misterioso deseo* pero ella* al igual que el inconsciente* tampoco sabe que quiere decir ese deseo.
El ,ui$io 4!timo del !li#t (Lom"rdi) "n su te,to 29a dirección de la cura ! los principios de su poder3* 9acan discierne tres ni'eles en la acción del analista: a1 /u tctica de la interpretación; b1 /u estrategia en el mane#o de la trans&erencia; c1 /u poltica del ser en una acción sostenida en el deseo. "l anlisis de 9acan se apo!a en la di&erencia de lo que paga el analista en cada uno de esos ni'eles: -
Paga con palabras: en la interpretación. Paga con su persona: en la trans&erencia. Paga con su $uicio Intimo: en el plano del ser.
/e ha dicho mu! poco sobre este 8ltimo. 4ebemos saber a qué se refere con pagar con el $uicio Intimo* ! de qué modo incide en el proceso analtico la difcultad del analista para e&ectuar ese pago. "l analista ha de pagar con su #uicio teleológico 0#uicio en cuanto al fn de las cosas1 sobre el acto que sustenta* por desconocer el fn del proceso que su acto promue'e* en las di&erentes acepciones del termino fn: hacia donde* hasta cuando* el bien a obtener. "l acto del analista es esencialmente el de autorizar el despliegue de un saber inconciente al que él no tiene acceso sino en segundo término* siguiendo el discurso del analizante; su misión consiste entonces en causar el traba#o analtico* pero sin saber bien hacia donde lle'a. (na parte del sentido de su acción se le escapa por la estructura misma de su acto. Para lle'ar su acción al corazón del ser* el analista debe suspender su $uicio Intimo* debe admitir desconocer las consecuencias del proceso que ha puesto en marcha* ! lo que sigue a esas consecuencias* donde el #uicio que realmente importa es el del analizado. "s el analizante quien elige los caminos 0regla &undamental del psicoanlisis1 ! quien tiene la 8ltima palabra. unque la idea parece sencilla* implica el ms alto costo sostenerlo en la prctica. 9a 'erdadera dimensión de la cura se apo!a en que todo ese saber que él atesora est destinado a ser descartado* la cura solo se resuel'e si todo eso caduca. 9a perspecti'a desde la que 9acan &unda su "scuela implica poner al analista en el banquillo para dar cuenta de su obrar especifco* que inclu!e la ignorancia sobre las consecuencias de su deseo de analista. "l acto del analista es una respuesta meramente incoati'a* de puesta en marcha ! de incitación de un proceso cu!o destino se desconoce.
"n primer lugar ubiquemos este no saber hacia dónde* ni hasta cuando* por el que el analista paga con su #uicio teleológico; ese no saber se remedia siguiendo el deseo a la letra. "s un no saber inherente al acto de permitir emerger un su#eto incalculable. 5l'idar la e,istencia de ese acto en que se &unda el psicoanlisis* desconociendo que el ser del analista ! su presencia son posibles #ustamente porque ese ser no est representado en el signifcante. "n este ol'ido* este desconocimiento* es lo que la "scuela de 9acan busca remediar. "l analista sostiene su posición en esa destitución sub#eti'a que lo de'uel'e a ser la cosa silente que causa el decir del anlisis. "l analizante* parado#a en acto que interroga las respuestas del analista* es en s mismo un primer guardin de que el deseo del analista se renue'e en una destitución sub#eti'a* que el analista no se mantenga en la posición f#a* en la satis&acción boba del saber !a sabido. "l dispositi'o de control o super'isión est indicado particularmente en aquellos casos en que el su#eto es superado por su acto* ! usualmente no tanto porque ese acto resulte inefcaz* sino porque no se ad'ierte o no se tolera su efcacia. 9a &uerza del dispositi'o &reudiano es tal que casi cualquier inter'ención del analista despierta reacciones asociati'as* sintomticas* trans&erenciales* cu!a aprehensión clnica escapa al analista* tal 'ez porque el analista encuentra all algo que no puede soportar en tanto su#eto. "sas asociaciones* esas respuestas trans&erenciales e,igen de él esos pagos que cuesta e&ectuar. 9a ética del psicoanlisis 'a en contra de la canallera normal del terapeuta* del sanador* del cura* canallera en saber manipular el inconciente del su#eto* saber hacia dónde dirigirlo. 4esde esta perspecti'a* la sugestión es un caso de canallera. ",isten polticas tpicas del analizante en relación al #uicio del analista. /e pueden constatar di&erencia entre esos tipos clnicos lacanianos que son la )eurosis* la Psicosis ! la Per'ersión: -
nalizante neurótico: el neurótico quiere ser reconocido como culpable. "se reconocimiento tal 'ez lo ali'iara* argumenta* pero no corresponde al analista otorgarle tal reconocimiento. 7ampoco le corresponde absol'erlo. "l analista que quiere desculpabilizar al analizado se e,pone al reproche de &allar en su misión. 9a poltica neurótica de solicitud o espera del #uicio aprobatorio o condenatorio del 5tro defne la posición ! la trampa &undamental de la neurosis. "n lugar del 5tro del deseo* el neurótico se asigna un 5tro que lo en#uicia* ! resigna su deseo ! su ética en pos de ese #uicio a#eno. "l #uicio del analista es buscado* es esperado* es solicitado. "l super!ó* esa instancia moral contraria a la responsabilidad ! la integridad ética* que alienta la culpabilidad* en la neurosis toma la &orma del #uicio implcito* supuesto o esperado en el 5tro. 9a poltica neurótica consiste* en resumidas cuentas* en sostener el ser en tanto su#eto marcado por esa tachadura que se manifesta como di'isión en el sntoma. %ezcla de obediencia ! rebelda interior* la neurosis aporta el ms alto porcenta#e al rebaño de quienes renuncian al deseo. "l neurótico &ue el primero* el buen paciente* el que ms dócilmente responde con asociaciones; pero no por eso es necesariamente el que llega ms le#os en el anlisis* ni ms decididamente accede al deseo del analista.
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nalizante per'erso: el per'erso za&a de su di'isión sub#eti'a* es decir de su sntoma* buscando ! muchas 'eces logrando producir el e&ecto de di'isión sub#eti'a en el 5tro* ahora psicoanalista. "n sus realizaciones de &antasa* ! también en su 'ida cotidiana* suele 'alerse de esa maniobra &undamental para 2curarse3 de su sntoma. Ea en el relato de su &antasa* el per'erso inicia el pasa#e al acto* trans&ormando el consultorio analtico en escenario de una &antasa que di'ide al partenaire que no est en regla con sus deseos. 4i'idirse* angustiarse* eso puede ocurrir al analista* ! el per'erso se es&uerza en producirlo. Pero el analista ha de saber que la di'isión
sub#eti'a ! la angustia deben ser restituidas al analizante* que su deseo ! su acto de analista se realizan en cambio en la destitución. 9e#os entonces de buscar la aprobación del 5tro* el per'erso en e#ercicio de su &antasa consigue a 'eces desquiciarlo* lo cual a los fnes analticos no es de ninguna utilidad] sino como oportunidad de una maniobra de la trans&erencia que permita relanzar el anlisis. 9o decisi'o es que la inter'ención del analista se po!e en un deseo e#ercido desde la destitución sub#eti'a que le es requerida para constituirse en partenaire* no de la &antasa* sino del sntoma analizante. E en cuanto al #uicio teleológico* si el analista propicia la regla &undamental también en este caso* es porque est seguro de que su accionar 'a en el sentido de liberar también al analizante per'erso de las restricciones de la &antasa* que limitan su libertad* que inhiben sus posibilidades sociales ! sublimatorias. 9a consulta del per'erso se produce cuando el su#eto ha sido atrado por un deseo ms &uerte que el que se satis&ace en sus per&ormances de &antasa* cuando se ha di'idido o se ha angustiado. 9a sublimación* por e#emplo* supone salir del escenario de la &antasa* e,ige un plus que no se satis&ace en ese marco f#o ! restricto. Muena parte de la enseñanza de 9acan est destinada a liberar a los analistas del pre#uicio de que el per'erso es malo* que el psicótico es loco* ! que el psicoanlisis es solo para los neuróticos buenos pacientes. "l empleo del diagnóstico en psicoanlisis no es con fnes de #uicio moral ni de etiqueta que estigmatiza. )o ha de emplearse para segregar* sino para alo#ar me#or a distintos tipos de analizantes* ! no solo a los que responden dócilmente a la interpretación. -
nalizante psicótico: el psicótico no pide ser en#uiciado* él mismo !a lo hizo* ! se #uzgó rpidamente inocente si es paranoico 0la culpa es del 5tro1* radicalmente culpable si es paranoico* ! radicalmente ambas cosas si es esquizo&rénico 0no de un modo di'idido* dubitati'o* sino disociado1. "n principio* el psicótico sostiene su deseo de e,istir &uera del lazo social. Incluso el esquizo&rénico que relata sus realidades contradictorias e in'erosmiles* no es tonto* no es demente; es lógico* es irónico* sabe que el e&ecto que produce en el 5tro es de di'isión* ! si en algunos casos insiste sorprendentemente en 'ol'er al anlisis es porque apuesta a que el 5tro lo escuche incluso en las condiciones que propone su e,traña posición en el ser. "l psicótico es abordable como su#eto solo cuando ha! trans&erencia* cuando todas las posiciones sub#eti'as le estn reser'adas en ese momento de la entre'ista en que la &unción de la palabra bascula hacia la presencia del o!ente* cuando queda claro que si ha! trans&erencia no ha! intersub#eti'idad. "l analizante psicótico es el que e,ige ms radicalmente la deposición de la persona del analista. Pero también es el analizante que ms radicalmente e,ige al analista pagar con su $uicio Intimo. ",ige ese pago con absoluta 'ehemencia* ! solo lo acepta al analista cuando este admite: testimonios in'erosmiles* que el propio psicótico sabe inconcebibles desde una realidad compartida; usos neológicos del lengua#e ! otros procedimientos desestructurantes del lazo social. 6omo des-enlace por &uera de todo código social* semntico o sintctico compartido. In'itar ese decir &uera de discurso al anlisis* #i!tomti9r l #u,eto de l i$o#i# * e,ige pre'iamente entrar en una complicidad en el plano del ser que comienza por el pago de todo #uicio de realidad. 9acan señalo que el me#or modo de entrar en un lazo social es pre'iamente salir de 'eras. /olo si el analista admite salir de la realidad compartida del discurso com8n podr 'ol'er al discurso analtico acompañado por el loco* que es el hombre libre.
Para concluir señalemos que la difcultad del analista en pagar con su $uicio Intimo suele ser el desencadenante de la terminación de los anlisis. "l $uicio Intimo* esa instancia ética pró,ima al n8cleo del ser* no podra ser totalmente ignorado ni siquiera por el neurótico. Kustos* pre#uicios inconcientes* 'acilaciones sintomticas* e,pectati'as terapéuticas o didcticas respecto del fn ! de las fnalidades de la cura* aunque el analista las reser'e para s* de todos modos pueden ser ad'ertidos por el inconsciente analizante a lo largo de la cura. "n psicoanlisis lo ntimo suele resultar é,timo* lo que se disimula se comunica entre lneas* lo que se calla se repite aunque mas no sea por omisión.
El $o!trol Cu0l di#$ur#oJ (Soler) "l control es sin reglas* mientras que el procedimiento analtico tiene un e#e. "n ?BUR* con el desarrollo de los discursos* el discurso analtico 0que es un orden1 es la &orma de 9acan de reescribir el e#e del procedimiento &reudiano con sus matemas de estructura. "s porque esta este e#e que se puede hablar que los post&reudianos se des'iaron del mismo* ! as plantearnos la cuestión de saber si se est all o no* en el discurso analtico. )ada como eso ha! en el control. )inguna regla en lo concerniente a la palabra del controlante* que puede querer hablar de sus pacientes como casos* uno o 'arios* de lo que hace o no* de lo que debera hacer o no* de lo que eso le hace a él* etc. "n el control se Hhabla de* mientras que en el anlisis la regla es hablar* intransiti'amente. )inguna regla tampoco para las inter'enciones del controlador. "sta ausencia de regla e,plica la abundancia de términos que han sido producidos en el curso de la historia para designar el control: anlisis de control* super'isión* cuarto analista. ué es un control 'erdaderamente 2analtico3 "s una cuestión crucial para la comunidad analtica cuando se quiere dar el estatuto de "scuela. Por qué es necesario el control >ace &alta que se imponga para que ha!a también un acuerdo unnime sobre este punto. /e plantea la pregunta de saber si un control tiene 'alor analtico porque se sabe que este puede no tenerlo* incluso tenerlo a contrario. 9e era posible al controlador el operar como amo* mentor* el que dirige* ! sostiene. Puede también operar como pro&esor que pone el saber en el lugar dominante* que e,plica el caso* incluso que prepara la pró,ima e,posición del controlante. " igualmente como la histérica que estimula al otro* controlndose* para hacerle traba#ar. 9o puede como analista propiamente hablando "sto plantea la cuestión del lugar de la interpretación en el control* porque pasa que el controlador interpreta al su#eto controlante. /in embargo* en este caso esto conduce a la salida del control ! a un retorno al anlisis. /oler propone una primera &órmula* elemental: un control tiene 'alor analtico si a!uda al controlante a poner el acto en posición de agente. 7iene 'alor analtico si este permite al deseo del analista operar. 6uando el control no pone obstculo al acto* cuando no impide al analista en control autorizarse de él mismo en los anlisis que dirige* podemos decir que tiene 'alor analtico. )o hacer obstculo al acto que se autoriza por s mismo. Poner el acto en posición de agente quiere decir que el analista no obra a partir del saber; en el acto* él no es para nada sabio. 2Para nada sabio3 no es una de&ensa para el analista e,tra'iado. >a! un saber del analista que le sir'e para la prctica. Pero lo que tiene que saber
es que ha! un saber inconciente para re'elar 0tener la certeza o creencia en el inconciente1. 9o sabe porque lo e,perimento en su cura. >aberlo e,perimentado es saber al mismo tiempo el di'orcio estructural entre acto ! clculo sobre el saber inconciente. "l acto sobre pasa al su#eto. 9a estructura del acto anula el clculo de estrategia. 9a estrategia en cuestión es en primer lugar la de la trans&erencia del paciente. "ntonces* la estrategia del analista consiste* para todos los casos* en colocarse en la estrategia de la trans&erencia analizante. "sencialmente consiste en no resistir* en soportar* en de#arse caer* de#arse ser el ob#eto singular que anima la trans&erencia de tal o cual analizante. "sto resulta ms de una pasi'ización que de un clculo. 9acan marca la ob#eción al clculo de estrategia del analista cuando e'oca lo que es el punto de orientación de toda cura* diciendo: 2el punto en cual toda estrategia 'acila3. "l inconciente desa&a a la estrategia. "n toda la enseñanza de 9acan no ha! nada que pueda e'ocar un clculo cualquiera del acto en un anlisis particular* ! a pesar de todas sus elaboraciones para construir la estructura del acto. 2"l analista en su acto no piensa3: quiere decir que él no calcula su estrategia en la cura. hora 'ol'amos a la pregunta de lo que puede ser un control que tiene 'alor analtico. nimar el clculo de estrategia* incluso dar el modelo* engaña de#ando creer que ha! unos buenos botones sobre los cuales apo!arse. "ntonces* el primer ob#eti'o de un control es: no buscar sacar al controlante del punto cero del saber* que hace el =ubicón del cto. "s una 2ignorancia sabia3 por supuesto* &undada* no sobre la ausencia de saber* sino sobre una percepción del saber inconciente como irreductiblemente re&ractario a la captura. "'identemente este ob#eti'o a menudo se topa de &rente con la demanda del controlante que 'iene* ! es mu! legtimo* para asegurarse de lo que hace* ! para reasegurarse en lo concerniente a eso que él no sabe. 4icho de otra manera: sometido a la prueba de tener que responder sin el saber en el anlisis* acude al saber en el control. "s lógico e ine'itable. 9a posición analtica del controlador est ah &uertemente puesta a prueba; a la prueba de los buenos sentimientos que empu#an a calmar al que se angustia* pero también a la prueba de la 'anidad que empu#a a fngir saber. =esponder como amo o como pro&esor por la construcción del caso* o por la estrategia de la cura* esto no es satis&acer* es adormecer* ! posiblemente hacer ol'idar al controlante lo que se espera que él ha!a aprendido de su anlisis. unque el control no sea obligatorio en nuestra "scuela* lo subra!amos mucho. "l control es tomado en consideración cada 'ez que se trata de e'aluar el recorrido de un analista. )o lo imponemos por un reglamento pero lo hacemos a pesar de todo una condición necesaria.
"l control contin8a siendo el lugar electi'o del e#ercicio posible de la in+uencia* por no decir del poder. 9os ingleses* con su pragmatismo* instauraron la
"l control saca al controlante del acto analtico !a que retoma all la palabra. "sta all como su#eto* di'idido* de una demanda basada sobre las cuestiones que surgen para él en los momentos en los que su posición analtica lo pone a prueba. "l control es necesario* #ustamente porque no ha! garanta del acto. /e trata entonces de 'erifcar el acto indirectamente* por sus consecuencias en los anlisis* es el ob#eto del control. 9o que moti'a la demanda muchas 'eces son cuestiones o inquietudes en lo concerniente a lo que él hace o no hace* bien o mal. 7u'e razón en decir lo que di#e* no habra debido decirlo* no lo logro decir cuando hara &alta* etc. "s el acto posible lo que est en cuestión. "n el control 'erifcamos el acto por sus e&ectos sobre los analizantes; las e'oluciones del caso controlan el acto. >a! all precisamente una e'aluación. "l controlante* con la a!uda del
controlador* trata de medir el e&ecto de sus inter'enciones* pero ad'irtiendo que ellas !a tu'ieron lugar. "s un pensamiento a posteriori. "speramos que el controlante sepa sacar pro'echo de eso para lo que sigue. "l acto es un impulsador* no un calculador. hora bien* la &unción causal del acto no tiene el mismo peso en todos los momentos de un anlisis. 9os momentos cruciales son la entrada ! la salida. la entrada se trata de obtener el compromiso del su#eto en el traba#o de trans&erencia. (na 'ez obtenido este traba#o* el anlisis se alimenta un poco a solas; el analista sigue* estimula* punt8a* pero la trans&erencia se alimenta de s misma. "s sobre ese punto a lo que se refere el debate en la actualidad a propósito de los su#etos que seran reticentes a la trans&erencia. /i el su#eto entra en el traba#o de la trans&erencia* podemos decir sin duda que el acto estu'o all. 9o ms importante no son los controles de entrada en anlisis* sino aquellos de la salida. 6uando el controlante controla un anlisis 'enido a su &ase fnal* es all que el controlador* al que se le solicita responder* no puede sino poder en #uego la concepción que él mismo tiene de ello. "s discutible que es lo que defne a esta &ase fnal. "s una &ase en la que el analizante querra partir ! no parte. /e queda* como encartado con su analista. "l analista* su acto* est &uertemente interpelado: cabe* para que sir'e continuar "l controlante se plantea la pregunta* ! se la plantea al controlador* cada uno siendo as &uertemente solicitado sobre la concepción que él se hace del fnal. E no todos se hacen la misma concepción* es seguro. "sta concepción 'iene* por un lado* del anlisis que cada uno hizo; por otro lado* de aquello que se aprendió o no de los te,tos* esencialmente de los de 9acan.
El !ti$&itli#mo del $to !l4ti$o (Soler) 4esde el principio de su traba#o* Freud subra!o el lazo entre los sntomas que los su#etos presentaban al analista ! el estado de la ci'ilización. E eso no es solo en el te,to de %alestar en la cultura* sino que estu'o presente desde el principio* en "studios sobre la histeria. ll él conectaba los sntomas a la buena educación ! deca que un su#eto que tu'iera buena educación* con una transmisión de 'alores ! de ideales* posea ma!or propensión a producir sntomas. 9legaba a decir que una #o'en de condición mu! ba#a tena menos posibilidades de tener sntomas que una chica de clase alta. )o ha! inconciente colecti'o* sino que ha! un inconciente indi'idual. 9o que ocurre es que ha! una incidencia del discurso colecti'o sobre cada su#eto. 4iscurso colecti'o en el sentido que le da 9acan: discursos que dan arreglo ! orden a los lazos sociales. 4iscurso ! ci'ilizacióna! un empu#e a saber que en el anlisis se encuentra compensado con el benefcio del anlisis. Primero* el benefcio terapéutico 0! de hecho no ha! anlisis sin e&ecto terapéutico* mas all de que este benefcio terapéutico no tenga nada que 'er con el benefcio analtico1. "l benefcio es lo que se llamó el "&ecto de separación* es decir* el empu#e a saber de la castración* que empu#a a cada su#eto a descubrir el punto peor de s. "ste empu#e se compensa* primero con el benefcio terapéutico* ! segundo con el "&ecto de separación. "s decir* que el anlisis permite al analizante descubrir su singularidad* lo que no tiene en com8n* lo que no comparte con los dems. Porque la castración es para todos* pero el modo peculiar de inscripción de la castración es singular en cada uno* ! las pulsiones o las e,igencias de goce ligadas en relación a la castración* también son singulares "ntonces* permitimos al su#eto su 2identidad de separación3* lo que est en su singularidad determinada por su inconsciente. "so es un benefcio. /e separa de la 'iolencia de entrada ! de la 'iolencia del proceso psicoanaltico. hora ha! una 'iolencia de salida* que recae sobre el analista* no sobre el analizante. l fnal de un anlisis el analista es el desecho de la operación. )o quiere decir que el analista que &ue su#eto supuesto saber* in'estido con la calma de su#eto supuesto saber e idealizado con supuesto saber* al fnal cae esa idealización para que fnalmente el paciente diga Hadiós. /i era para decir eso que 9acan habló del 2analista desecho3* &rancamente no 'ala la pena decirlo.
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