resumen de película los niños de brasil

October 7, 2017 | Author: k. Cr. | Category: Adolf Hitler, Nazism, Nazi Germany, Unrest
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PELÍCULA NIÑOS DEL BRASIL...

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La idea: Tras la Segunda Guerra Mundial, muchos antiguos nazis aprovecharon el caos reinante en la Alemania ocupada por los aliados para huir a países sudamericanos. Allí adoptaron nuevas identidades tratando de pasar desapercibidos. Pero... ¿Qué sucedería si esos nazis supervivientes se estuviesen organizando y conspiraran para traer el IV Reich? ¿Y si Josef Mengele, a la sazón viviendo en Brasil, tuviera un plan para conseguir un nuevo Hitler para los años ochenta? ¿Y si hubiera conseguido clonar con éxito al temido führer?

La película: La película nos presenta a un anciano judío, cazador de nazis, Ezra Lieberman (interpretado magistralmente por Laurence Olivier). La fiebre de la caza de nazis ya ha pasado y aunque Ezra persiste en su empeño de llevarlos a la justicia, sus apoyos económicos han ido desapareciendo y su trabajo (documental y detectivesco al estilo de las novelas de le Carré) se estanca, con sus legajos de papeles en continua amenaza de quedar destruidos por la humedad y las dificultades de conservación. En esta situación, un día recibe la llamada de un joven judío que ha encontrado una pista de que importantes nazis, incluido Mengele, traman algo grande y feo. Ezra no le hace caso e intenta disuadirle de sus investigaciones peligrosas. Por supuesto, el chico es asesinado y entonces Ezra retomará la pista que le dejara. Así descubre que Mengele ha conseguido clonar al Hitler, al parecer, un total de 94 veces, y ha dado a los niños en adopción a familias con padres un poco fascistas y madres sobreprotectoras, tratando de reproducir también el ambiente en el que el joven Adolf se crió, llegando incuso a mandar asesinar al padre adoptivo cuando el clon cumple la edad en la que el Adolf original perdió a su padre. El final, como no podía ser de otra forma, conduce a los odiados antagonistas (Mengele y Ezra) a un encuentro personal a muerte del que, por supuesto, sale vencedor el viejo judío, con la irónica colaboración de uno de los clones de Hitler.

Los hechos reales: Se trata de la adaptación de la novela homonima de Ira Levin, quien se basó en algunos hechos reales para exagerarlos y construir un en realidad poco verosímil thriller. Mengele, efectivamente, escapó de los campos de prisioneros aliados. emigró a Sudamérica y vivió sus últimos años oculto en Brasil (murió en 1979). Y también es cierto que se doctoró en Antropología y más tarde trabajó en el instituto de Biología Hereditaria e Higiene Racial de la Universidad de Fráncfort; se doctoró en Medicina y parece ser que su campo de interés era la genética racial. Suponer que el doctor Mengele fuese capaz de clonar un ser humano ya a mediados de los años sesenta resulta plausible aunque no probable, y uno de los apartados más destacables de la película es cuando el judío Ezra acude a un experto biólogo para informarse de si tal

cosa es posible, ya que en esas escenas se nos proporciona los rudimentos teóricos de cómo debería realizarse tal cosa. En cuanto al personaje del cazador de nazis, Ezra Lieberman, hay que decir que está basado en Simon Wiesenthal. Hasta tal punto que se llega a atribuir a Ezra un hecho real conseguido por Simon: la localización de Adolf Eichmann, quien sería secuestrado por el Mossad para ser juzgado en Israel. También tiene una base histórica la mencionada organización Camaradem, presunta asociación clandestina de antiguos nazis, que estaría basada en la supuesta organización ilegal ODESSA. Simon Wiesenthal fue el principal impulsor de que esta organización realmente existía, pero no se ha podido corroborar tal extremo.

Conclusión: Una película amena y con varias características de calidad. Hay que decir que Gregory Peck sobreactúa en exceso en su papel de un Mengele propenso a la soberbia y a la ira. El papel de Laurence Olivier, aunque no exento de tópicos, está mucho mejor elaborado, y el veterano actor supo dotarlo de detalles brillantes. También merece especial mención el joven Hitler, interpretado por Jeremy Black, cuya mirada y voz son realmente aterradores. Ira Levin pretendía ilustrar el terror de que se repitieran errores pasados con tan maniática precisión; la idea original se fundaba casi en una adoración mesiánica a la figura del führer que sólo en las breves actuaciones de Jeremy Black alcanza un eco relevante. Mengele y su organización de nazis no son creíbles, y este es el mayor defecto de la obra.

Resumen y sinopsis de Los niños del Brasil de Ira Levin "Noventa y cuatro hombres tienen que morir en las fechas señaladas y en un plazo de dos años y medio. Todos tienen 65 años. Su muerte constituye el último paso de una operación a cuyo éxito tanto yo como la Organización hemos dedicado muchos años, un gran esfuerzo y buena parte de nuestra fortuna. La

esperanza

y

el

destino

de

la

raza

aria

dependen

del

resultado."

Un solo hombre poseía la clave de lo que estaba ocurriendo, pero lo que afirmaba era que estaba loco. Y no lo estaba. Al contrario, él era el único que podía impedir que murieran 94 personas. Así comienza una desesperada carrera contra el tiempo, una lucha titánica contra una organización tan disciplinada y perfecta que asesina nada más que porque esas son las órdenes. Las víctimas tienen diversas nacionalidades y ocupaciones. Viven en distintos lugares y entre ellos parecería no haber nada en común. Sin embargo, están en una lista y comienzan a morir. Cada asesinato acerca a la Organización a su meta. Con cada hombre que muere el terror está

más próximo y hay menos tiempo. Hay una manera de vencer: ser más astuto que los miembros de la Kamaradenwerk...

Los niños del Brasil (1978) - Franklin J. Schaffner El singular cineasta Franklin J. Schaffner es quien nos representa esta bizarra cinta, tan bizarra como atractiva, algo inquietante y perturbadora, que si estas reacciones provoca ahora, se debe imaginar el espectador lo que debió generar en los paladares que la degustaron en su estreno, en 1978. Aborda el director de origen yanqui, pero nacido en tierras niponas, el delicado tema del resurgimiento nazi, nos ubica a finales de los setenta, año en el que un joven cazador de nazis encuentra en Paraguay, a un grupo de ex integrantes de las SS, que tienen un macabro plan para rebrotar el III Reich, y lo que es peor, de alguna forma se las han ingeniado para clonar a Adolf Hitler, empleando siniestros medios e increíbles métodos, todos urdidos por ni más ni menos que el terrible Josef Mengele. El filme constará de las peripecias que atraviesa un experimentado cazador de nazis, alertado por el joven, para evitar que se consume el terrible plan germano. Notable dirección para la bizarra ambientación del filme, además de la invaluable participación de sus ilustres protagonistas, empezando por el genial Gregory Peck como el nefasto doctor nazi, un maduro Laurence Olivier, a quien los años no hacen más que mejorar, y James Mason, aunque con menor injerencia; los tres conforman un reparto de lujo que eleva los bonos de un filme de por sí ya atractivo, como siempre lo es una revisión yanqui del universo nazi. En tierras paraguayas, tras una singular corrida de toros, el joven Barry Kohler (Steve Guttenberg) se encuentra tomando fotografías clandestinamente. Acto seguido, se comunica con Ezra Lieberman (Olivier), añoso cazador de nazis, a quien le advierte que antiguos miembros de las SS se están reuniendo y planeando un oscuro resurgir de su partido. El joven sigue investigando a los supuestos nazis, que se reúnen en una residencia, donde corrobora que el mismísimo Josef Mengele (Peck) dirige una operación, en pro de depurar el mundo y a la raza aria, planea 94 asesinatos en diversos países, mayores de 65 años,

no judíos, pero mientras planean, descubren un micrófono del joven, a quien rastrean y eliminan. Lieberman, inquieto, constata que no se trata de una mera broma, intenta, con la policía, rastrear a las posibles víctimas, labor nada sencilla. Mengele es informado por su compinche, Eduard Seibert (Mason), de las actividades de Lieberman, está preocupado por sus seguimientos, y ciertamente comienza a investigar el viejo individuo, llega hasta un antiguo personaje vinculado al partido nazi, pero no puede obtener mayores pistas. De esa forma, mientras Seibert se preocupa porque Lieberman se acerca peligrosamente a su rastro y sus intenciones, Mengele lo toma tranquilamente, y comienza ya a llevar a cabo sus numerosas matanzas planeadas.

El joven David Bennett (John Rubinstein) también se le une a Lieberman en su cacería de germanos, y mientras las matanzas continúan, ellos llegan hasta la casa de una de las posibles víctimas, donde reside una mujer y también su hijo, extraño niño que a Lieberman parece haberle conocido un gemelo. Lieberman sigue investigando, llega hasta una reclusa antes ligada a las SS, que le cuenta de un grupo de niños misteriosamente engendrados, y dados en adopción por ella, fueron 94. Seibert no pierde un detalle de los movimientos de Ezra, alerta a un ya preocupado Mengele, la operación al parecer se estanca. Lieberman está tan convencido de haber visto al infante que visitó en otro lado, que consulta con un colega, que le explica la posibilidad de clonar humanos, prontamente deduce que es Hitler a quien quieren reproducir, pero poco después, Seibert encuentra e incinera su cuartel de operaciones. El siniestro Mengele se moviliza hasta la residencia del muchacho, liquida a su madre, y entonces llega allí Lieberman también. Se desata una pelea entre ellos, Ezra es herido pero salvado por una sanguinaria jauría de dobermans, mascotas de la casa, que terminan por liquidar a Mengele, que fracasa al querer poner al muchacho de su lado. Finalmente, en vano Bennett intenta que Lieberman le dé la lista de las demás victimas, mientras el oscuro muchacho sonríe al observar fotos de los fenecidos. Atractivo y bizarro filme que nos centra en las acciones y crímenes de nada más y nada menos que el Ángel de la Muerte, tristemente célebre por sus aberraciones enAuschwitz, el infeliz que es capaz de liquidar a un infante informante sin dubitar, y que experimenta en cantidad de niños sobre diversas teorías genéticas suyas, todo un miserable, él encarna a la pesadilla nazi, que amenaza con rebrotar, esta vez en Sudamérica. El filme comienza con cierta clave cómica, la misma que el director hábilmente va diluyendo conforme se desarrolla el filme, que va ganando en bizarría, en oscuridad y sordidez. El tratamiento del yanqui

nipón resulta para hacer más digerible el filme, en el que se tratan polémicos temas como el resurgimiento del terrible III Reich, además de la clonación humana, tema que por entonces era un revuelo fantástico, increíble quimera que la convierte en una suerte de bizarra ciencia ficción, fusión que desemboca en una demencial conspiración. Si bien el mencionado tratamiento resulta efectivo para suavizar y hacer más asequible el visionado, con toda la singular estética propia de todo un referente de la televisión yanqui, termina por sentirse algo blando, que bien podría haberse empleado una tónica más oscura, menos blanda, pero de cualquier forma, consigue configurarse un decente producto final, que tiene un enigmático desenlace, con el impredecible muchacho, supuesta reencarnación clonada del terrible Fuhrer, que comienza a descubrir extraños deleites en su persona. Se anima el director a realizar un atrevido y apreciable ejercicio, buena adaptación del relato homónimo del gran Ira Levin, es una sórdida visión de una teoría que suena un poco a paranoia, pues hablar de semejantes temas, clonación humana y resurgimiento nazi, a finales de los setenta era ciertamente algo tan fantástico como polémico, controversial, pero que no por eso dejó de resonar en más de una oportunidad en la vida real. Interesante apuesta de un camaleónico artista, multifacético cineasta, autor de la inmortal El planeta de los simios (1968), también de la recordada Patton (1970), además de innumerables y célebres series televisivas, que durante décadas le granjearon prestigio y aprecio de su audiencia. Buena parte de la solidez del filme descansa, cómo no, en sus solventes actuaciones, comenzando con un siempre excelente y serio Gregory Peck, que tiene inusual desafío en este filme, hace peculiar encarnación del aberrante Mengele, elegante y sobrio para caracterizar a uno de los más infames acólitos del Fuhrer, dotando de espeluznante frialdad a su personaje, pero no haciendo a su caracterización exenta de cierta gracia, que hace más atractivo al macabro caracter. Laurence Olivier demuestra una vez más, sin que sea este su mejor trabajo, porqué fue y es una de las figuras más queridas de la cinematografía británica, y James Mason, aunque en papel de menor injerencia, deja patente su siempre decente sello. Atractivo filme, que no se debe dejar pasar, retrata una historia con toques paranoicos, bizarros y aberrantes, dotada de estética singular y definida, reforzada con correctas actuaciones, un trabajo muy a tener en cuenta.

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