Resumen de México Bárbaro

October 8, 2017 | Author: yaninava | Category: Slavery, Mexico, The United States, Democracy, Elections
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Descripción: historia del derecho...

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Resumen de México Bárbaro: CAPITULO I: LOS ESCLAVOS DE YUCATÀN

La historia comienza, cuando el periodista John Kenneth Turner se encuentra con cuatro reclusos mexicanos exiliados en la prisión de Los Ángeles por conspirar contra el gobierno de Díaz. Ellos le platican sobre la situación en México, donde aun se podían ver esclavos. Él quiere verlo con sus propios ojos, así que emprende un viaje. Narra las primeras experiencias que tuvo en México, específicamente en la península de Yucatán. Llegó ahí pretendiendo ser un inversionista adinerado para adentrarse en negocio henequenero, tras oír estos increíbles rumores de que aun existía esclavitud en América. La manera en que los "magnates del henequén", (planta cultivada durante siglos en la región), hacían trabajar en las grandes haciendas a indios mayas y yaquis mandados desde el norte del país por el mismo el gobierno, desterrándolos y arrebatándolos de sus familias. Eran forzados a trabajar jornadas excesivas e inclusive podían ser comprados y vendidos. Era el trabajo de estos esclavos los que hacían de Merida, Yucatán una de las ciudades más bellas y ricas del país, pero a un costo inhumano. Los hacendados exhibían su complicidad con el gobierno, mas nunca se atrevieron a llamarle esclavitud. Estaban concientes de que la esclavitud está prohibida en la constitución mexicana pero parecían creer que al nombrar a su sistema "servicio forzoso por deuda". En este capitulo relata varias escenas de la vida común de los esclavistas yucatecos y las torturas que, casi con gusto, infringían en sus trabajadores; al mismo tiempo que compara este tipo de esclavitud disfrazada con la que en algún tiempo hubo en su país. Lamentablemente los antiguos esclavos salían ganando. Los norteamericanos llaman a México “nuestra república hermana”, república muy parecida a ellos o eso es lo que creen, pero el verdadero México es un país con una Constitución y leyes escritas tan justas en general y democráticas como las de Estados Unidos; pero donde ni la Constitución ni las leyes se cumplen. Es un país sin libertad política, sin libertad de palabra, sin prensa libre, sin elecciones libres, sin sistema judicial, sin partidos políticos, sin alguna garantía individual y sin libertad para conseguir la felicidad. Durante más de una generación no ha habido lucha electoral para ocupar la Presidencia, el Poder Ejecutivo lo gobierna todo por medio de un ejército permanente. Es una tierra donde la gente es pobre porque no tiene derechos, donde el peonaje es común para las grandes masas y donde existe esclavitud, no adora a su Presidente.

Los esclavistas se dedicaban a comprar o engañar a los visitantes, así se les llenaba la cabeza de falsedades y se les conducía por una ruta preparada para que no conocieran la verdad y vieran que los esclavos no eran tales. Los hacendados no llaman esclavos a sus trabajadores, se refieren a ellos como “obreros”, especialmente cuando hablan con forasteros. La esclavitud encontrada en Yucatán es aquella en la que la propiedad sobre el cuerpo de un hombre es absoluta y puede ser transferido a otro; propiedad que da al poseedor el derecho de aprovechar lo que produzca, matarlo de hambre, castigarlo, asesinarlo, etc. Los hacendados yucatecos no llaman esclavitud a su sistema, lo llaman servicio forzoso por deudas. Los siervos no tienen la oportunidad de pagar con su trabajo el precio de su libertad. Los prestamistas y corredores de esclavos de Mérida llevan su negocio en silencio y se aprovechan de todos a los que pueden engañar para convertirlos en esclavos por diversas formas. Entre los esclavos de Yucatán hay 10 mayas por cada yaqui, los primeros mueren en su tierra, pero los yaquis son desterrados y separados de toda su familia.

CAPITULO II: EL EXTREMINIO DE LOS YAQUIS

Se nos habla de los yaquis de Sonora, eran "indios" mandados del norte, conocidos por ser los más fuertes, resistentes y confiables quienes por una radical orden del presidente Porfirio Díaz eran deportados a Yucatán. A los norteamericanos dueños de los ferrocarriles, les molestaba que fueran exiliados para llevárselos a trabajar a Yucatán, pues los consideraban excelentes trabajadores. Ellos no los llamaban indios en el concepto norteamericano, pues éstos no son empleados. Explica la situación de estos yaquis, a partir de un decreto del propio presidente para mandarlos a Yucatán. Este decreto se valía del supuesto de que los yaquis eran conflictivos, a tal grado que para poderlos exterminar se ordenaba que a cualquier yaqui se le debería atrapar y mandarlo a Yucatán al sur del país para que sirvieran como esclavos en las haciendas henequeneras, donde morían a los seis meses por los malos tratos y el clima diferente. Este decreto también decía que las tierras de los yaquis debían ser confiscadas; aunque era de esperar que fueran los presidentes municipales, gobernadores de los estados y amigos de Díaz, quienes se quedaran con las tierras.

Cada mes cientos de familias eran recogidas para ser enviadas al exilio y nadie sabía qué era de ellas después. Los yaquis eran personas sumamente trabajadoras y pacíficas y formaban parte de la nación mexicana hasta que fueron incitados por el gobierno, al querer quitarles su tierras, a tomar las armas. Esta guerra fue larga y terrible, muriendo en ella miles de personas; a su término los yaquis que se habían rendido recibieron territorios en el norte de la República, resultando ser una zona desierta y uno de los lugares más inhóspitos de América, por lo que se vieron obligados a mezclarse con pueblos cercanos perdiendo así parte de la tribu yaqui su identidad. Son estos yaquis pacíficos a los que se aprehende y se deporta a Yucatán, siendo vendidos en ese lugar y apropiàndose las autoridades del gobierno del estado de Sonora todos sus bienes, resultando estos yaquis una gran inversión.

CAPITULO III: EN LA RUTA DEL EXILIO

Los yaquis que se dirigen a Yucatán, al llegar al puerto de Guaymas abordan un barco de guerra del Gobierno hasta el puerto de San Blas. Después de cuatro o cinco días de travesía, desembarcan y son conducidos a pie a través de una de las sierras más abruptas de México, desde San Blas a Tepic y desde Tepic a San Marcos, de quince a veinte días de viaje. Durante el camino se desintegran las familias, a las mujeres se les quitan a sus maridos y a sus hijos y se les dan hijos de extraños y cuando ya los empiezan a querer también se los llevan. Así como las confusiones que se daban al reclutar yaquis. Se llevaban a cualquier persona, aunque sólo estuviera pasando por ahí, no se hacían distinciones de otros grupos étnicos. Muchos de ellos ya eran trabajadores de familias a las que llevaban décadas ayudando en el campo, y a pesar de las suplicas que los patrones hacían por poder mantener aunque fuera a uno de ellos, hasta seguirlos era inútil. Las personas morían en el camino de semanas y eran enterrados entre ellos mismos, muchos niños quedaban huérfanos durante la travesía. Para el general encargado del destierro todos son yaquis, no hace distinción si se es de tez oscura y viste diferente, no investiga ni hace preguntas..., los detiene a todos. Muchos de los yaquis capturados mueren en el camino y por lo menos dos tercios de los que sobreviven mueren en los primeros doce meses de trabajo. Los desterrados yaquis son enviados a las fincas henequeneras como esclavos, se les trata como muebles; son comprados y vendidos, no reciben jornales, los alimentan con tortilla, frijoles y pescado podrido; a veces son azotados hasta morir, se les obliga a trabajar desde la madrugada hasta al anochecer. A los hombres se les encierra durante toda la noche y a las mujeres se les obliga a casarse con extraños, con chinos o con mayas para crear nuevas familias que produjeran más mano de obra, las familias nuevas que podían ser vendidas después en mil pesos por persona. Las mujeres yaquis no podían evitar llorar ante la idea de regresar con sus familias al lugar de donde fueron arrancadas. A las familias desintegradas no se les permite que vuelvan a reunirse.

CAPITULO V: EN EL VALLE DE LA MUERTE

A Valle Nacional también se le conoce como el Valle de la Muerte, todos los individuos a quienes arrestan van a Valle Nacional... todos, menos los ricos. Inicialmente debido a su gran belleza los españoles lo conocían como Valle Real, pero después de la independencia de México, el nombre fue cambiado por el de Valle Nacional. Los mandan a la muerte, pues nunca saldrán vivos de ese agujero. Tanto los hombres como las mujeres que son víctimas de la esclavitud son azotados hasta morir. Son los españoles quienes golpean a la gente hasta hacerlos morir, todas las haciendas tabaqueras pertenecen a españoles, menos una o dos. En Valle Nacional lo único que se ve son cuadrillas de hombres y muchachos extenuados que limpian la tierra con machetes o aran con yuntas de bueyes los anchos campos y por todas partes se ven guardias armados con largas y flexibles varas, sables y pistolas. Se retiene a todos los esclavos hasta que mueren y cuando mueren, los amos no siempre se toman la molestia de enterrarlos: los arrojan a las ciènegas donde los caimanes los devoran. Los esclavos que están exhaustos y no sirven para nada, pero que tienen fuerza suficiente para gritar y defenderse si van a ser echados a “los hambrientos”, son abandonados en el camino sin un centavo y andrajosos muchos de ellos se arrastran hasta el pueblo para morir. Los indios les dan algunos alimentos y en las afueras del pueblo hay una casa vieja donde se permite a esas miserables criaturas pasar sus últimas horas.

CAPITULO VI: LOS PEONES DEL CAMPO Y LOS POBRES DE LA CIUDAD

Se nos habla acerca de la cantidad de esclavos que existen en la República Mexicana y de la participación del gobierno en esta esclavitud. Por lo menos en 10 de los 32 estados y territorios de México la mayoría abrumadora de trabajadores son esclavos, aproximadamente el 80%, mientras que el 20% restante está integrado por trabajadores libres, quienes viven una existencia precaria en su esfuerzo por esquivar la red de los enganchadores y cuya vida es sumamente difícil y casi igual a la de un esclavo. Las condiciones secundarias de la esclavitud varían en diferentes lugares, aunque el sistema general es en todas partes el mismo: servicio en contra de la voluntad del trabajador, ausencia de jornales, escasa alimentación y azotes. La esclavitud por deudas y por “contrato” es el sistema de trabajo que prevalece en todo el sur de México. Según este sistema, el trabajador está obligado a prestar servicios al hacendado, aceptar lo que quiera pagarle y recibir los golpes que éste quiera darle. La deuda real o imaginaria, es el nexo que ata al peón con su amo. Las deudas son transmitidas de padres a hijos a través de generaciones. Por lo regular, no reciben un solo centavo en efectivo, sino que se les paga en vales de crédito contra la tienda de raya de la hacienda, en la cual están obligados a comprar a pesar de los precios exorbitantes. Sus condiciones de vida son realmente deplorables.

CAPITULO VII: EL SISTEMA DE DÌAZ

La esclavitud y el peonaje en México, la pobreza y la ignorancia y la postración general del pueblo se deben a la organización financiera y política que rige en México; en una palabra, a lo que se llamará el “sistema” del Gral. Porfirio Díaz. A pesar de que los señores españoles hicieron del pueblo mexicano esclavos y peones, nunca lo quebrantaron y experimentaron tanto como se le quebranta y destruye con Díaz. Mientras éste prometía respetar las instituciones progresistas que Juárez y Lerdo habían establecido, instituyó un sistema propio, en el que su propia persona es la figura central y dominante; en el que su capricho es la Constitución y la ley; en el que los hechos y los hombres tienen que sujetarse a su voluntad. Porfirio Díaz es el Estado. Bajo su gobierno, la esclavitud y el peonaje se restablecieron sobre bases más inmisericordes que las que existieron en los tiempos de los españoles. Se refiere al sistema de Díaz más que a él personalmente porque ningún hombre se halla solo en sus iniquidades. Díaz es el sostén principal de la esclavitud, pero existen otros sin los cuales el sistema no podría mantenerse por mucho tiempo, hay un conjunto de intereses comerciales que obtienen grandes ganancias del sistema porfiriano de esclavitud y autocracia. Los intereses norteamericanos constituyen la fuerza determinante para la esclavitud en México. En contra de la voluntad de la mayoría del pueblo, el Gral. Díaz tomó la dirección del Gobierno y permaneció ahí durante más de 34 años y está aquí la respuesta a que se viera obligado a instaurar ese régimen privando al pueblo de sus libertades. Mediante la fuerza militar y la policía controló las elecciones, la prensa y la libertad de palabra e hizo del gobierno popular una farsa. Díaz con la finalidad de obtener apoyo para su Gobierno se dedicó a repartir los puestos públicos, los contratos y los privilegios especiales de diversa índole. Gradualmente el país ha caído en la represión, en manos de los funcionarios de Díaz, amigos y extranjeros y por esto, el pueblo ha pagado con sus tierras, con su carne y con su sangre.

CAPITULO VIII: ELEMENTOS REPRESIVOS DEL RÈGIMEN DE DÌAZ

Los norteamericanos que emprenden negocios en México son muy bien tratados. Las más grandes exigencias de gratificación están compensadas con creces por los privilegios especiales que luego disfrutan. Para ellos el régimen de Díaz es el más sabio, el más moderno y el más benéfico, pero para los mexicanos comunes es un tratante de esclavos, un ladrón, un asesino. Para el gobierno de Díaz era de suma importancia contar con un elevado número de soldados, policías y rurales que se encargaran de poner orden entre la aterrorizada población. El Presidente, el gobernador y el jefe político son tres clases de funcionarios que representan todo el poder en el país. Ninguno es responsable de sus actos ante el pueblo. Es el régimen dictatorial personalista más perfecto que hay en la tierra. Los elementos represivos de su régimen son: el ejército (máquina de asesinar e institución de destierro); las fuerzas rurales (policía montada, emplean sus energías en robar y matar por cuenta del Gobierno) ; la policía ; la acordada (organización secreta de asesinos); la ley fuga (forma de asesinar muy utilizada); Quintana Roo, la “Siberia mexicana” (soldados-presos); las cárceles (grandes horrores –Belén y San Juan de Ulùa-) y los jefes políticos.

Se secuestraba gente para enviarla a trabajar a las haciendas y eliminaban a quienes se atrevían a criticar ese sistema inhumano de vida. Los poderes gubernamentales, a parte del ejecutivo, no eran más que el puro nombre y sombra de ellos. Ya no existía ningún puesto de elección popular, así era como hasta el mismo presidente se reelegía en varias ocasiones por una unanimidad que sólo podía darse ya que se encargaba de eliminar a todo adversario. Aquella perfecta dictadura no se había llevado a cabo sin lucha, muchos asesinatos tuvieron que presentarse y se seguían dando. Un sistema tan inhumano de opresión dictatorial no podía existir sin los elementos necesarios de intimidación a la población. El ejército era cinco veces más grande que antes, a pesar de que eran tiempos de paz. Se reforzaba internamente y no en la frontera, obviamente preparado para una revolución interna (más cercana que el pretexto de la invasión extranjera). Existían varias maneras de reprimir al pueblo mexicano, aunque siempre con violencia. La cuerda nacional, era el ejército; los rurales, eran la policía montada y la acordada, era una organización secreta de asesinos. Las principales prisiones del país en esa época, todas al doble de su capacidad, estaban en condiciones tan insalubres que tan sólo a los tres días de ingresar se contagiaban de varias enfermedades.

CAPITULO IX: LA DESTRUCCIÒN DE LOS PARTIDOS DE OPOSICIÒN

Se nos habla de la cantidad de personas que sufrieron a diario muerte, prisión o exilio por luchar a favor de los derechos políticos: el derecho a la libertad de palabra y de prensa, el de reunión, el de votar para decidir quiénes deben ocupar los puestos políticos y gobernar a la nación, el de tener seguridad para personas y propiedades. Los órganos de represión de la maquinaria gubernamental de Porfirio Díaz (ejército, rurales, policía ordinaria, secreta y acordada) se dedican en un 20% a la persecución de los delincuentes comunes y en el 80% restante a la supresión de los movimientos democráticos comunes. Los asesinatos secretos suceden constantemente. Se afirma que durante el gobierno de Porfirio Díaz hubo más ejecuciones políticas que en cualquier época anterior, pero que eran practicadas con más habilidad y discreción que antes. La aparente tranquilidad de México es forzada por medio del garrote, la pistola y el puñal. Durante el gobierno de Díaz, los jefes de todos los movimientos políticos de oposición a el, por muy pacíficos que hayan sido sus métodos o muy digna su causa, fueron asesinados, encarcelados o expulsados del país. Como consecuencia de esto para 1910, no había ya persona que se atreviera a apoyar de modo abierto a algún partido de oposición, principalmente al Partido Liberal, por temor de ser encarcelados también bajo la acusación de estar relacionados en una u otra forma con alguna de esas rebeliones.

CAPITULO X: LA OCTAVA ELECCIÒN DE DÌAZ POR “UNANIMIDAD”

Se dedica este capítulo a relatar la campaña presidencial que terminó el 26 de junio de 1910, con la octava “elección por unanimidad” del Presidente Díaz. Gracias a la censura hay mucho sucesos que no se conocen sobre esta y todas las demás situaciones. A través de Creelman el Presidente anunció al mundo que por ningún motivo consentiría en aceptar un nuevo periodo y que le agradaría transferir personalmente el poder gubernamental a una organización democrática. Ante esto todo el país, fuera de los círculos oficiales, se entusiasmó con la noticia. Pero esta declaración fue falsa, así que se le propuso que cuando menos permitiera que el pueblo nombrara a un vicepresidente, pero no fue así, Díaz se dedicó a destruir al Partido Demócrata y a todos sus seguidores encarcelàndolos, matàndolos, etc., así

como destruyendo todos los periódicos que iban en oposición a Díaz, volviendo una vez más a la intimidación del pueblo, por lo que el día de las votaciones los soldados vigilaban las casillas y cualquiera que se atreviera a votar por candidatos que no fueran los gubernamentales, se arriesgaba al encarcelamiento, a la confiscación de sus propiedades y aún a la muerte. Al final el Gobierno cumplió con la formalidad de contar los votos y a su debido tiempo se anunció al mundo que el pueblo mexicano había elegido a Díaz y a Corral “prácticamente por unanimidad”. La campaña presidencial del Presidente Díaz, con su octava "elección por unanimidad" fue seguida por los periódicos del país. A pesar de que estos estaban controlados por el mismo presidente y mucha de la información era manejada a su favor, narraban varios incidentes injustos que seguramente fueron peores de lo que decían, o podían decir. Durante la campaña el presidente anuncio en una entrevista que por ningún motivo consentiría en aceptar un nuevo periodo y que cualquier partido de oposición que se presentara seria tomado como un bien. Para él, nuestro país por fin estaba listo para una elección y cambio de gobierno. No hubo llamado a las armas o revolución en ninguna forma. El partido Demócrata de oposición fue creado en una atmósfera de respeto. Pero en cuanto comenzó a tener popularidad, el Gral. Díaz actuó para destruirlo. Procedió contra los militares y expulsó de sus escuelas a estudiantes, cualquiera que apoyara a Reyes o se expresara contra Díaz era acallado. Pronto los jefes del movimiento democrático sufrieron persecuciones y encarcelamientos por crímenes dudosos. El día de las elecciones había soldados vigilando las casillas, manteniendo una amenaza contra quien se atreviera a votar contra Díaz y Corral. El conteo fue una mera formalidad para anunciar que México había elegido a Díaz "casi por unanimidad".

CAPITULO XI: CUATRO HUELGAS MEXICANAS

La fábrica de textiles de Río Blanco fue escenario de la huelga más sangrienta en la historia del movimiento obrero mexicano, debido a que las condiciones que operaban en ellas eran infrahumanas. Los obreros formaron el sindicato “Círculo de Obreros” y fueron suprimidos, así que fábricas de la misma compañía en otros estados decidieron estallar la huelga y con la finalidad de ayudarlos, los de Río Blanco esperaron, pero la compañía para que ya no pudieran ayudarlos cerró la fábrica y fue entonces, que ya sin trabajo declararon la huelga y formularon una serie de demandas. Pidieron ayuda a Díaz, pero éste, como era de esperarse, dio su fallo a favor de la compañía y los empleados estaban dispuestos a acatar el fallo, pero necesitaban comida para recuperar las fuerzas y fue por esto que se desató la guerra, pues por no recibir la ayuda incendiaron la tienda de raya y posteriormente la fábrica y por ello los trabajadores fueron víctimas de una gran matanza, pero por lo menos lograron que la tienda se clausurara. Otra huelga fue la de la Gran Liga de Trabajadores Ferrocarrileros, la cual paralizó el sistema del Ferrocarril Nacional Mexicano por 6 días, pero posteriormente fue suprimida y los huelguistas en un inicio regresaron a sus puestos, pero posteriormente fueron despedidos uno a uno. La huelga de Tizapàn como las demás se dio por las malas condiciones de trabajo a las que estaban sujetos los trabajadores y como todas las demás ésta se perdió y se reabrió la fábrica, pues mano de obra abunda y además es barata. La última huelga fue la de Cananea y también fue rota por el gobierno, ésta también fue sangrienta y estuvo involucrado Estados Unidos en la captura y muerte de los empleados, gracias a ciertas falsedades.

CAPITULO XII: CRÌTICAS Y COMPROBACIONES

Se nos presentan algunas evidencias que para muchos prueban la esclavitud que había durante el mandato de Porfirio Díaz y que para otros son solo puras mentiras y que al tratar de comprobarlas acaban aceptando una u otra de estas mentiras hasta que confiesan que es verdad toda la historia. Se nos presentan una serie de artículos periodísticos de personas que lo defienden, pero que al mismo tiempo reconocen algo de lo que escribió Turner en The American Magazine (los 5 primero capítulos de este libro, pero en forma mucho más reducida).

Después de la publicación de los primeros cinco capítulos de este libro en The American Magazine, Kenneth recibió una gran repuesta en cartas abiertas en otros periódicos o dirigidas personalmente. No todas están cartas lo apoyaban. Le fueron entregados documentos de personas que comprobaban sus investigaciones y aumentaban lo que quería dar a conocer. El resto de las cartas lo acusaban de difamador y exagerado, la mayoría venía de parte de estadounidenses que utilizaban el sistema mexicano para su beneficio y se sentían demasiado cómodos con éste como para dejar que fuera desacreditado. Trataban de describir a México suavizándolo de los horrores del sistema esclavista. De cualquier manera, muchos de ellos caían en contradicciones o terminaban por admitir parte de las afirmaciones.

CAPITULO XIII: EL CONTUBERNIO DE DÌAZ CON LA PRENSA NORTEAMERICANA

Se habla de la resistencia que tienen algunos periodistas poderosos de Estados Unidos de publicar cualquier cosa que perjudique a Porfirio Díaz y del deseo que tienen de publicar lo que halague a este dictador, así de cómo los que hacen esto, lo hacen de manera en que los agentes de Díaz les dicen que lo hagan y por lo tanto sin un muestrario de hechos. Cualquier libro que fuera de oposición a Díaz era censurado y negada su circulación, no sólo en México sino también en Estados Unidos, en donde ya un libro de oposición que por la mayoría era considerado adulatorio circulaba y que posteriormente fue desapareciendo hasta que se volvió imposible conseguirlo, como sucedió con muchos otros. Ante esto se prueba que existe una influencia hábilmente aplicada sobre el periodismo y la publicación de libros y todo por “razones de negocio”. Lo que se comenta en este capítulo presenta una veracidad histórica, ya que durante el gobierno de Díaz, se suprimió toda objeción a sus métodos de gobierno, evitando aún la más leve crítica a su política. La oposición de la letra impresa fue reprimida mediante la compra o persecución de los editores de periódicos, libros o revistas, hasta lograr su completo sometimiento, como fue el caso de muchos editores norteamericanos que con tal de obtener alguna propiedad o concesión en México, dejaron a un lado todo aquello que fuera en contra de Díaz y perjudicara el negocio. Hubo quienes resistieron heroicamente al soborno, la cárcel y la hostilidad, como el caso de los directores de El Monitor Republicano, La Voz de México y El Hijo del Ahuizote. El Tiempo, periódico católico acabó por aceptar una subvención del gobierno, de manera que sus textos eran tolerados para dar la impresión de la existencia de una prensa libre. En los estados de la república la persecución contra la prensa libre fue aún más atroz, pues se llegó al asesinato de los directores de los periódicos. Toda esta censura trajo como consecuencia la absoluta indiferencia electoral del pueblo mexicano.

CAPITULO XIV: LOS SOCIOS NORTEAMERICANOS DE DÌAZ

Los Estados Unidos son socios en la esclavitud que existe en México. Son responsables como fuerza determinante de la continuación de esa esclavitud y los son a sabiendas. Hay muchos norteamericanos dispuestos a probar que la esclavitud en México es provechosa, han aportado su concurso para que ese régimen se extienda, le otorgan su apoyo unánime y total a Díaz pues consideran que es un factor necesario para perpetuar la esclavitud. Estados Unidos ha mantenido a Díaz en el poder cuando debiera haber caído. El poder policiaco se ha usado para destruir el movimiento de los mexicanos. Por medio de la asociación en los negocios, de la conspiración periodística y de la alianza política y militar, los Estados Unidos han convertido virtualmente a Díaz en un vasallo político, han transformado a México en una colonia esclava de los Estados Unidos. Díaz es el Becerro de Oro, los norteamericanos obtienen utilidades de la esclavitud mexicana y se esfuerzan para mantenerla. Existe en México un creciente sentimiento antinorteamericano, dado que el pueblo mexicano es naturalmente patriota. Existen en México 900 millones de dólares de capital norteamericano lo que representa una gran amenaza, pues es un buen pretexto para intervenir en México con la finalidad de proteger su capital y así destruir la última esperanza de los mexicanos de obtener su existencia nacional independiente, este capital se encuentra invertido en: el consorcio de cobre, la producción de petróleo crudo, el azúcar de remolacha, el hule y el negocio de transportes por exprés. El 80% de las exportaciones mexicanas se hacen a los Estados Unidos y el 66% de las importaciones provienen también de ahí. La completa norteamericanizaciòn de los ferrocarriles de México es una de las amenazas que se mantiene sobre el pueblo para impedir que derroque al gobierno que le es especialmente favorable.

CAPITULO XV: LA PERSECUCIÒN NORTEAMERICANA DE LOS ENEMIGOS DE DÌAZ

Este capítulo relata cómo los Estados Unidos han entregado sus recursos militares y civiles en manos del tirano y con tales recursos lo han mantenido en el poder. Dada esta unión entre norteamericanos y Porfirio Díaz, existen muchos casos en los que para exterminar a los enemigos de Díaz que se han refugiado en Estados Unidos, los funcionarios públicos hacen aun lado todos los principios respetados por siglos para permitir su captura por mercenarios. Incluso permitiéndole el uso de sus tropas para que Díaz pudiera vengarse de algunos de sus enemigos, Estados Unidos ayuda a ahogar un movimiento que desde mucho antes pudo haber adquirido la fuerza suficiente para regresarle a México su soberanía y libertad Por el reinado del terror así establecido por los Estados Unidos han mantenido ahogado un movimiento, que de otro modo, hubiera desarrollado fuerza suficiente para derrocar a Díaz, abolir la esclavitud mexicana y restaurar el Gobierno constitucional en México. Algunos de los procedimientos empleados en la campaña de deportación que llevó acabo Estados Unidos para ayudar a Díaz fueron: iniciar procesos de extradición bajo acusaciones de “homicidio y robo”; deportarlos por medio del Departamento de Migración bajo el cargo de “inmigrantes indeseables” (fue el más efectivo); secuestros descarados y entregas criminales al otro lado de la frontera. En este capítulo también se nos habla de varias historias sobre persecuciones supresiones de periódicos, las cuales fueron muy comunes durante el gobierno de Díaz, de hecho eran el pan de cada día.

CAPITULO XVI: LA PERSONALIDAD DE PORFIRIO DÌAZ

En general los norteamericanos tienen la opinión de que Díaz es una “muy buena persona” y que es el hombre más grande del hemisferio occidental, pero los hechos hablan por sí mismos y lo califican como un hombre misterioso. Díaz ha gastado millones para tinta de imprenta en los Estados Unidos, en donde solo se habla maravillas de él. La mayoría de los hombres son vulnerables al halago y Díaz sabe halagar, es generoso en regalar a los hombres cuya buena opinión influye en otros. Díaz se ha dedicado a perturbar la paz mediante una guerra sangrienta contra los movimientos democráticos respetables del pueblo, pero esto no lo ven los que lo admiran. Porfirio cuenta con facultades personales, como genio para la organización, agudo juicio de la naturaleza humana y laboriosidad, pero estas características las utiliza para mal. Es inteligente, pero su inteligencia se puede calificar como criminal al idear métodos para reforzar su poder personal; no tienen nada de refinamiento ni de cultura. Es sumamente cruel y vengativo y a la vez cobarde y el pueblo ha sufrido por estas causas. El General ha demostrado gratitud para algunos de sus amigos, pero al hacerlo ha exhibido al mismo tiempo su absoluto desprecio por el bienestar público. Otra de sus principales características es la hipocresía y la falta de patriotismo. Lo único a lo que se dedicó Díaz fue a entregar a su pueblo al dominio norteamericano y todo por un beneficio personal, nunca buscó el beneficio colectivo.

CAPITULO XVII: EL PUEBLO MEXICANO

Finaliza la obra discutiendo los argumentos que los norteamericanos suelen usar para defender el sistema mexicano

Se habla del carácter de los mexicanos y se presenta una discusión de los argumentos que los norteamericanos suelen usar para defender, en México, un sistema que ni por un momento disculparían en algún otro país. Dicen que el mexicano, por su etnología, no es apto para ser tratado de otra manera, no está listo para la democracia, y la única manera de que sean de algún provecho es esclavizándolos Es verdad que la mayoría del pueblo era iletrado; pero eso no significa que fuesen estúpidos. En realidad, los mexicanos tienen más fuertes tendencias artísticas y literarias que los norteamericanos y menor inclinación hacia el comercio y la mecánica. La falta de educación del pueblo mexicano no se debe a una inteligencia menor a la promedio, sino a las condiciones de pobreza que los obligan a trabajar desde pequeños y dejar a la educación como algo secundario

El punto sustancial de esa defensa consiste en que el mexicano “no es apto para la democracia” que hay que esclavizarlo en aras del “progreso”, puesto que no haría nada por sí mismo o por la humanidad si no se le obligase a hacerlo por medio del temor al látigo o al hambre; que debe ser esclavizado porque no conoce nada mejor que la esclavitud; y que, de todos modos, en la esclavitud es feliz. Algunos de los vicios atribuidos al pueblo mexicano por esas mismas personas son: pereza incurable, superstición infantil, imprevisión desenfrenada, estupidez ingénita, conservatismo inmutable, ignorancia impenetrable, indomable propensión al robo, embriaguez y cobardía. Se nos dan las razones de estos vicios y los resultados de ellos y se nos dice que el carácter peculiar mexicano es una combinación de los elementos españoles y aborígenes. También se hace un análisis de si es que México está o no preparado para la democracia.

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