Resumen de Los Romanos - Barrow

June 1, 2019 | Author: pigaa96 | Category: Augustus, Ancient Rome, Aeneid, Religion And Belief, Philosophical Science
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Resumen de “Los Romanos” de Barrow ¿Qué clase de hombres eran los romanos? Desde los primeros días podemos descubrir en los romanos un sentido de dedicación mezclado con temor. Al principio este sentido de dedicación se manifiesta en formas humildes, se amplía a las ciudades estado y culmina en la idea imperial. Emplea diferentes formas de pensamiento y de expresión según el tiempo pero su esencia es siempre religiosa. Lograda su misión sus bases cambian. La mentalidad romana es la del campesino-romano y, en general, esto es así hasta épocas posteriores en las que no se podía ser campesino ni soldado. La rutina es la ley de la vida del hombre. Las épocas de siembra, germinación y recolección suceden en un orden establecido. Su vida es la misma que la de la Tierra. Para el campesino, el conocimiento nacido de la experiencia vale mas que la teoría especulativa. Sus virtudes son la honradez y la frugalidad, la previsión y la paciencia y la humildad frente a todo lo que es mas poderoso. El soldado debe responder casi a cualquier llamada repentina. Debe bastarse a sí mismo. Debe ser el elemento imprevisto capaz de trastornar el mejor de los planes. Si asume una actitud política violenta será con el fin de conseguir tierra para labrar y una casa donde vivir. El estudio de la historia romana es en primer lugar el estudio del proceso por el cual Roma se convirtió en la dueña del mundo. En segundo lugar, el estudio de los medios por los cuales adquirió y mantuvo su dominio. Estos medios fueron la singular capacidad de convertir a sus enemigos en sus aliados, aunque siguieran siendo españoles o africanos. Principios fundamentales sobre los que descansa el Estado: 1) La religión y los auspicios Por auspicio se entiende a la sucesión de hombres a quienes se asignó el deber de descubrir la voluntad de los dioses. San Agustín se dedica a combatir la creencia de que la grandeza de Roma se debía a los dioses paganos y que solo en ellos hallaría la salvación del desastre que la amenazaba. Las viejas costumbres: Para el romano de los primeros tiempos el numen o voluntad residía en todas partes o, mejor dicho, se manifestaba en todo lugar por medio de una acción. Lo único que se sabe de esta fuerza es que es capaz de obrar, pero su manera de actuar es indeterminada. Lo más urgente es fijar esa fuerza vaga en una manera aceptable para ella, dirigiendo la acción a un fin vital del hombre. La acción de esta fuerza se dividía en innumerables poderes dominados que comunicaban energía a los actos de la vida familiar. Todas las operaciones diversas de la naturaleza y del hombre acompañaban el acto de invocar oraciones u ofrendas de alimentos, de leche y de vino y, en ocasiones sacrificios de animales. La más mínima alteración en la invocación o en la ceremonia podía impedir que el numen interviniera en el acto que el individuo o la famiia se proponía emprender.

Los nombres de muchos de estos dioses han pasado a la lengua europea. En un principio Marte fue el dios de los campos, los campensinos organizados para la guerra lo convirtieron en el dios de las batallas. A medida que el horizonte de los romanos se ensanchaba, nuevos dioses atrajeron su atención e incluyeron en el calendario deidades de las ciudades griegas de Italia como Júpiter, Juno y Minerva. En el siglo III y IV se introdujeron nuevos cultos en la práctica religiosa del Estado. Pero la influencia de estas ideas nunca llegó al corazón de la antigua religión romana, inmutable en su naturaleza esencial. En la ciudad tanto como en el campo persistió la antigua religión. Esta religión fría y poco informe sostenía una rígida moral y la mitología no impedía el desarrollo de la moral. Lo que le interesaba al individuo era establecer relaciones adecuadas con los dioses. A medida que se desarrollaba el romano le asignaba a los dioses su propia moralidad. Una de las primeras fuerzas que se individualizó fue el poder del sol y el cielo. A este poder se le llamó Júpiter, a no ser que Júpiter fuese el espíritu único del cual se individualizaron otros numina. En el hogar y en el Estado las ideas morales ocuparon un lugar semejante al de las fuerzas mismas. Eran cosas reales en sí y no creadas por la opinión. Tenían validez objetiva. Estas ideas estaban ligadas al deber, impuesto a la casa y al Estado, de adorar a los dioses. Ese sentido del deber caracterizó al romano en su mejor aspecto. No discutía acerca de lo que era honorable o justo, sus ideas eran tradicionales e instintivas y las sostenía con una tenacidad casi religiosa. Quizás el concepto que mejor demuestra el punto de vista del romano es el genius. La idea del genio empieza por el pater familias, que al engendrar hijos se convierte en la cabeza de la familia. Se le atribuye una existencia espiritual aparte, dirige la familia, que le debe su continuidad y busca su protección. Su genio, por lo tanto, es lo que lo coloca en una relación especial con respecto a la familia que ha de nacer de sus hijos. Una cadena de misterioso poder una la familia de generación en generación. Pero el concepto de genius era susceptible de expansión. Así como el genio de una familia expresaba la unidad y la continuidad a través de generaciones sucesivas más tarde se atribuyó el genio a un grupo de hombres unidos por una comunidad de propósitos e intereses durante etapas sucesivas. Así encontramos el genio de una ciudad, de un club, de una sociedad mercantil. En todo el catálogo de virtudes figura en primer lugar una constancia de que de que el hombre debe reconocer su subordinación a un algo externo que ejerce una fuerza vinculatoria sobre él, a la que se llamó religio. Se decía que el hombre religioso era un hombre de la más alta pietas. Las exigencias de pietas y officium (deber y servicios) constituyen por sí solas un voluminoso código, no escrito, de sentimiento y conducta que estaba más allá de la ley. Gravitas significa “un sentido de la importancia de los asuntos entre manos”, un sentimiento de responsabilidad y empeño. Es lo opuesto a “levitas”, cualidad despreciada por los romanos, que significa frivolidad cuando se debe ser serio, ligereza, inestabilidad. Gravitas suele ir unido a constantia, firmeza de propósito. Disciplina es la formación que da la firmeza de carácter, industria es el trabajo arduo, virtus la virilidad

y la energía, clementia, la disposición a ceder en los derechos propios, frugalitas, los gustos sencillos. El modo de vida y las cualidades de carácter aquí descritos resumen las mores maiorum, las costumbres de los antepasados, que son una de las fuerzas más poderosas en la historia romana. La religión romana no tenía sentido intelectual y por lo tanto era incapaz de producir una teología. Pero lo cierto es que con las asociaciones y costumbres que se agrupaban en torno a ella, su contribución a la formación del carácter romano fue muy grande. Capítulo IV: La restauración y el principado de Augusto, Virgilio, Horacio y Tito Livio: La civilización helenística, no hay que olvidarlo, era una amalgama de ideas griegas y orientales que se había difundido por todo el Oriente, debido en particular a la obra de Alejandro Magno y sus sucesores. Esta civilización llegó a atraer a los romanos cultos durante siglos y fue muy grande su influencia sobre el pensamiento, la religión, la moral y los medios materiales de todas las clases sociales. Cleopatra era de Macedonia, griega de origen, de inteligencia notable y de una voluntad imperiosa que imponía sin piedad. No al obsesionaba la pasión del amor, sino la pasión del poder. Ella seguía su sueño de la fusión del Oriente con el Occidente y de la unidad de la humanidad. Los romanos podían a vece odiar a sus enemigos, pero cuando hablan de Anibal y Cleopatra se sienten arrastrados por un odio especial, un odio no exento de temor, el temor a algo extraño, a algo no occidental. Octavio, ya Cesar Augusto, se esforzó por todos los medios posibles, directos e indirectos para garantizar el triunfo de la tradición romana. Augusto avanza precavidamente hacia el establecimiento constitucional de su poder y lo fundamenta con el imperium proconsular. El imperium proconsular lo investía con el mando de todos los ejércitos que se encontraban estacionados en las provincias fronterizas. El poder tribunicio le dio un carácter sacrosanto y la apariencia de ser representante del pueblo, más el derecho. La administración ordinaria, la dividió entre el Senado y su propio cuerpo de funcionarios. De este modo reconstruyó el Estado, utilizando los materiales de la República y sostuvo, con razón, que había restaurado la república. Tal reconstrucción tuvo éxito en su resultado inmediato y final porque fue acompañada por un restablecimiento de la confianza pública. La obra de Virgilio, Horacio y Tito Livio nunca se hubiera concebido ni hubiera llegado a tomar forma si el espíritu de que estaba imbuida no expresara lo inherente al carácter romano. La Eneida, el gran poema épico nacional religioso de Virgilio, los canticos de Horacio llamados odas “romanas” aunque recibieron la aprobación del Princeps y de su consejero Mecenas, no son producto del patrocinio de la corte”

Estas obras son la expresión de un gran resurgimiento del sentido religioso, que desde largo tiempo yacía bajo a superficie y que ahora brotaba por todos lados. La Eneida de Virgilio era un poema épico nacional y religioso Era épico porque narraba en verso las hazañas de Eneas y su grupo de acompañantes en la peregrinación desde Troya hasta el mundo occidental. Era nacional porque en él se afirmaba la independencia del espíritu romano del griego y se mantenía el carácter peculiar de la obra romana. Era religioso porque expresaba en frases religiosas la filosofía del pensamiento fundado los caracteres ideales de Régulo, Catón y los demás con el concepto filosófico de Cicerón y produciendo un humanismo romano. Tito Livio trazó la historia de Roma desde la fundación de la ciudad casi hasta el momento de su muerte. El lector no se sorprenderá al enterarse de que la historia comienza con Eneas. Es un poema épico en prosa magníficamente concebido, con retratos de los grandes hombres de Roma trazados con rasgos firmes y una clara exposición de los problemas de cada época. En la Eneida de Virgilio la Sibila lleva a Eneas a otro mundo para mostrarle a los grandes romanos todavía por nacer, Tito Livio nos permite contemplar las galerías de retratos de los romanos del pasado, de aquellos a quienes debemos sentirnos orgullosos y a quienes debemos imitar y de aquellos cuyo ejemplo debemos rehuir. Para Tito Livio el curso de la historia es el resultado de la obediencia de los hombres romanos a los dioses romanos. Para Virgilio la historia es la realización del destino del pueblo romano visto a la luz de la eternidad. Horacio piensa que si Roma no cambiaba sus sentimientos y se dedicaba al culto piadoso de los dioses ya no tendría historia. La era de Augusto se anunció con una explosión de auténtico sentimiento, que encontró expresión sincera en la obra de tres artistas: Virgilio, Horacio y Tito Livio.

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