Reseña Las Caras de Clio - Enrique Moradiellos. Bernardo Catalan.

December 3, 2018 | Author: Bernardo Catalan | Category: Historiography, Science, Positivism, Knowledge, Truth
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ENRIQUE MORADIELLOS . 2001. “L AS CARAS DE CLÍO : UNA INTRODUCCIÓN A LA HISTORIA”. SIGLO XXI  DE ESPAÑA EDITORES. MADRID. ESPAÑA.

El historiador español Enrique Moradiellos escribe este libro como una introducción a la Historia, como lo señala su título, construida en base a una serie de análisis historiográficos del desarrollo de esta disciplina, tanto desde el punto de vista de la discusión del carácter científico de ésta, como de su perspectiva desde el conocimiento proposicional establecido en la gnoseología. En primera instancia, Moradiellos propone descartar de plano la pretensión ingenua que versa que la Historia permita “pre“pre-decir” el futuro, además de dejar en claro que esta disciplina no es en manera alguna una magistra vitae que posee todas las enseñanzas y conocimientos en si misma. Más bien establece esta necesidad y deber del hombre de conocer el pasado, ya sea como referente positivo o como un aspecto de contraste para la planificación de un presente constante. En palabras de Polibio “ninguna educación es más apta para los hombres que el conocimiento de las acciones pasadas, (…) la instrucción y ejercicio más seguro en materia de gobierno es la enseñanza a partir de la Historia”1. Y es que no sólo se reconoce la importancia de la Historia como una disciplina humana referente a pasados ajenos y a veces extraños (desde una visión simplista), sino más bien es un punto de referencia desde el cual se trazan las líneas que van surcando el espacio temporal, dibujando y desdibujando las sociedades en un vaivén de hechos históricos que maduran al hombre y las sociedades, y lo alejan de “ser siempre un niño”2.

1

 (Polibio, Historia, 1976)  (Cicerón, 1980)

2

 Ahora bien, Moradiellos no deja de lado la discusión que existió durante mucho tiempo sobre si la disciplina histórica se encontraba relacionada a las Ciencias formales de antaño (las comúnmente denominadas “ciencias naturales”), tomando en cuenta la gnoseología como punto de referencia para comenzar a dilucidar esta disputa academicista. Es así como luego de un desglose semántico, gnoseológico y axiológico, se llega a la conclusión de que las ciencias en general (humanas y positivas) actúan y estructuran su funcionamiento en base a un principio común que es la búsqueda de una verdad que se revela a cada instante, construyéndose, deconstruyéndose y destruyéndose para levantarse una nueva verdad de entre las cenizas, en donde el cientista no hace más que defender el conocimiento científico frente a las reticentes miradas del nihilismo que asedian la razón. Y es bajo este aspecto que en el campo de la Historia como ciencia, una  joven de tres siglos, sólo se puede llegar al conocimiento mediante las trazas que van dejando a su paso “aquellos sucesos, acciones, instituciones, estructuras y procesos pretéritos de los que se conservan señales, trazas y vestigios en la actualidad, en nuestra propia dimensión temporal”3. Es así como el autor establece que la Historia se debe encargar de producir conocimiento científico y verdades históricas como un deber del cientista bajo una estructura de investigación que ha ido evolucionando y adquiriendo identidad propia a través de su corta vida como ciencia, con un enfoque crítico y con la rigurosidad de la eterna búsqueda de la verdad acerca del pasado, lo que ha sabido separar al historiador moderno del historiador de la Grecia clásica, es decir, al cientista del mero narrador de sucesos. Luego, Moradiellos se encarga de realizar un viaje a través de la historiografía a lo largo del tiempo, partiendo desde los albores de la Historia comúnmente conocida, bajo la figura de los grandes pensadores griegos Heródoto y Tucídides, quienes enfrentan por primera vez al mito versus los datos recogidos por 3

 (Moradiellos, 2001)

los autores, ya sea bajo el relato directo o indirecto de quienes se veían involucrados en los hechos históricos de la época. Pero es a través de esto mismo que el autor refuta a Tucídides como un historiador, desde el punto de vista moderno, debido a estos métodos poco científicos, propios de la época en que se desarrolla este tipo de historia. En las páginas siguientes, Moradiellos describe el curso de la disciplina a través del tiempo, en donde se circula desde la Roma imperial, en donde la historia se transforma en una fuente de disciplinamiento moral, orientada principlamente a la instrucción de gobernantes, sujetos involucrados en la alta política, y como una forma de esparcimiento y ensalzamiento del conocimiento por parte de los cultos de la época, hacia la nueva concepción que se hace de la Historia en manos del crsitianismo, en donde se verá ésta no como el fruto de una investigación secular, causal, y racional de los hechos humanos, sino como el reflejo de la revelación del Dios cristiano mediante el plan divino, en una forma lineal de estructuración de los hechos, con un principio (la creación) y un final (el juicio final). Luego, y con el advenimiento del Renacimiento y el consiguiente Humanismo, se reconsiderará el modelo clásico greco-romano de Historia, en donde se unirá otro elemento innovador para la época: la introducción de la crítica histórica de mano de los anticuarios, en donde se comienza a fundir el racionalismo clásico con el sentido crítico del tratamiento de reliquias históricas. Es en este momento en que se comienza a dar el fenómeno de entrelazado entre la tradición literaria propia de la época con la erudición documental, en donde se da paso a una suerte de etapa previa a la historia científica. Pero no es sino hasta la aparición de los historiadores alemanes que Moradiellos llega a hablar del surgimiento de la Historia Moderna, específicamente bajo la figura del filólogo alemán Leopold von Ranke, quien introdujo innovaciones al estudio de la Historia, principalmente desde la didáctica, tales como la búsqueda exhaustiva de fuentes originales, su posterior autentificación y comparación correlativa, para con el producto de ello generar, en el mejor de los casos, la base de la narración histórica. De corte positivista en el sentido del apego ferviente al

documento, su actitud de imparcialidad frente al tratamiento de los temas es el aspecto que más se destaca entre sus pares, y es a través de su misma concepción empirista que se fundamenta en la filosofía de la historia o comúnmente llamada historicismo.

El aporte de la Historia de Ranke es posible evidenciarlo a través de los tiempos posteriores, en la apropiación que hacen los modelos nacionalistas de esta forma de hacer Historia, en la historiografía marxista de corte positivista netamente, en la Escuela de los Annales, y en los métodos más interdisciplinarios más contemporáneos de la disciplina. Finalmente, Moradiellos deja en evidencia la problemática que acarrea el estudio de la Historia en los últimos tiempos, en donde se vivencian crisis de los modelos regulativos de la práctica historiográfica, para finalmente establecer que la Historia debe sobreponerse a los ataques de aquellos que critican el racionalismo histórico, para continuar con la labor de construir y reconstruir nuevas verdades al servicio de la labor pedagógica para con la sociedad, más allá de una excluyente discusión académica. Bajo las pretensiones de ser una introducción a la Historia, Moradiellos cumple con el objetivo de clarificar los vaivenes que ha tenido esta antigua disciplina-joven ciencia a lo largo del espacio temporal, y que más allá de pretender ser un reflejo de una verdad, es un verdadero manual para sujetos que se adentran en su estudio y observación. Finalmente, responde a su pretenciosa pregunta “¿Para qué la Historia?” de manera sencilla y concreta abrazándose a una frase de James Joll; se debe escapar a estudiar la Historia sólo para ser leída por otros académicos, sino más bien debe orientarse a formar la conciencia histórica de un público amplio, la sociedad, el mundo entero.

 Alumno: Bernardo Catalán F. Profesor: Javier Soto Cárdenas

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