Reseña Interculturturalismo y Justicia Social.pdf

June 13, 2018 | Author: jnorbeygn | Category: Relativism, Multiculturalism, Politics, Morality, Society
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UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA PENSAMIENTO SOCIOLÓGICO LATINOAMERICANO Johan Moreno Rodríguez 04423945 Milena Annabel Nikolaus C3J2GGPZJ Daniela Cuenca 04424086 Juan Felipe Vinasco 25361082 Reseña de “ I ntercul tur ali smo y Ju stici a Social  ” (León Olivé)

El libro “Interculturalismo y Justicia Social” de León Olivé, publicado en 2004 en México trata

de la sociedad multicultural en México, sus problemas y desafíos, y propone también posibles soluciones para lograr una “sociedad auténtica plural y justa, en donde los diferentes pueblos y las diversas culturas convivan armoniosamente, los conflictos puedan resolverse por vías no violentas, y se respeten los derechos individuales, los colectivos y los de grupo.” (Olivé, 2004,  p.9) Eso, según Olivé, incluye en primer lugar la satisfacción de las necesidades básicas de todos los miembros de la sociedad. Además, es clave la preservación de la identidad de cada pueblo y el respeto de sus diferencias y autonomía. Se debe garantizar la participación de todos los pueblos en el desarrollo de la sociedad y promover relaciones interculturales justas. En los cinco capítulos del libro Olivé propone y describe lo que él llama el “proyecto intercultural” para un país como México. 

Pluriculturalidad y Globalización

En el primer capítulo Olivé plantea y explica los conceptos básicos que son precisos tener claros cuando se habla de “Multiculturalidad” “Multiculturalidad” y un “Proyecto intercultural”. Globalización y sociedad del conocimiento

Olivé señala la indispensabilidad de la filosofía en el ámbito de la creación de “sociedades globalizadas” que se caracterizan por tener relaciones pacíficas con otros pueblos y naciones en

el mundo. La filosofía ayudará a pensar y reflexionar prácticas, normas y valores en el marco del desarrollo de convivencia pacífica. Acerca del concepto de “globalización” se puede decir que hay una gran cantidad de definiciones

diferentes. Muchas incluyen el aspecto económico y el desarrollo tecnológico. Otra definición destaca “el intercambio de información y la interacción cultural entre pueblos y naciones diferentes, posibilitada por las tecnologías de la comunicación” (Olivé, 2004, p.19). El peligro que va junto con la globalización es cierta forma de homogeneización que pueda “amenazar a las diversas identidades culturales del planeta” (Olivé, 2004, p.20).

Otro problema de las ciudades de conocimiento son los excluidos, tanto del sistema económico como de la educación. Para enfrentar ese defecto, la UNESCO propone cuatro principios: “libertad de expresión, acceso a la educación, acceso universal a la información y respeto a la diversidad cultural y lingüística” (Olivé, 2004, p.20). Según esta lógica una “sociedad de conocimiento” se entiende cómo una “sociedad de información”.

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“Multiculturalidad” e “interculturalismo” Existen muchas definiciones del término “multicultural” de las cuales se puede sacar el punto clave, el definir un “país multicultural” como un país en el que coexisten grupos que provienen de diferentes culturas. En su libro Olivé utiliza los términos de “multiculturalidad” y de “pluriculturalidad” como sinónimos. “A diferencia de la “multiculturalidad” que tiene un sentido descriptivo, el concepto de “multiculturalismo” tiene un sentido normativo”. (Olivé, 2004, p.22).

Es por eso que el último término causó grandes polémicas. En fin, no hay un único tipo de “multiculturalismo”, sino depende mucho del país. Términos alternativos para describir el fenómeno del “multiculturalismo” son el “interculturalismo” que destaca las relaciones horizontales y el “autonomismo” que enfatiza en el derecho de los pueblos a tomar decisiones  por ellos mismos. Olivé utiliza el “multiculturalismo” como sinónimo de “interculturalismo”.

Con estos términos se refiere a una sociedad multicultural, democrática y justa que se puede llamar un “proyecto intercultural”.  El concepto de cultura El término “cultura” originalmente proviene del latín y significa “cultivar”, en el sentido de cultivar conocimiento. Hoy en día es más popular una definición que describe la cultura como “la creación y realización de valores, normas y bienes materiales por el ser humano”. (Olivé, 2004,  p.25). Esta de definición le da un sentido histórico al término “cultura”. Muchas veces, la “civilización” se entiende cómo el opuesto de “cultura”, dado que el pr imer término se refiere a

lo material y el segundo a lo espiritual. El concepto de “sub cultura” o “contra cultura” en cambio quiere decir que haya un grupo social

con ciertos valores y normas que van opuestos a los de la cultura común de la sociedad. El filósofo Mosterín entiende cultura como información adquirida por aprendizaje social, tal como aprendizaje por medio de la imitación o de lenguajes. Así, que él también ve cultura en muchas especies animales. Sin embargo, los humanos tienen muchas formas más de transmitir información, formas cómo la escritura, que los animales no tienen. Considerando la variedad de sentidos del término “cultura” se puede decir que siempre se debería

utilizar la definición que en un cierto contexto más útil es para plantear problemas y proponer  posibles soluciones. Un concepto antropológico-filosófico de cultura

Referente a los problemas que se debaten en este libro, según Olivé, el concepto más adecuado de “cultura” es el concepto antropológico-filosófico. De hecho, también hay varios conceptos antropológicos-filosóficos pero todos se basan en la misma idea. El concepto que Olivé decidió utilizar es el siguiente: “Una cultura es una comunidad que tiene una tradición desarrollada a lo

largo de varias generaciones, cuyos miembros realizan cooperativamente diferentes prácticas, por ejemplo cognitivas, educativas, religiosas, económicas, políticas, tecnológicas, lúdicas y de esparcimiento- lo cual significa estar orientados dentro de esas prácticas por creencias, normas valores y reglas comunes-, que comparten una o varias lenguas, una historia y varias instituciones, que mantienen expectativas comunes y se proponen desarrollar colectivamente  proyectos significativos para todos ellos (Olivé, 2004, p.31-32).

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Villoro distingue el aspecto “externo” de una cultura del aspecto “interno”. El primero se refiere a todos los elementos que se pueden observar directamente, el segundo en cambio corresponde a los elementos que forman la base de una cultura pero que no se pueden observar directamente, cómo por ejemplo creencias y valores. Un modelo de “multiculturalismo” o un “proyecto intercultural” El modelo de sociedad que se defiende en este libro se puede llamar un “proyecto intercultural”.

Se compone de ciertas normas, derechos y obligaciones que posibiliten la convivencia pacífica entre los pueblos bajo un concepto de justicia social. Entre los derechos de los pueblos encontramos, entre otros, el derecho a la diferencia, el derecho a la autonomía y el derecho a  participar activamente en la toma de decisiones referente a los recursos naturales y territorios que habitan. Obligaciones importantes son primero la obligación de modificar sus prácticas si sean “incompatibles con la convivencia armoniosa con otros pueblos y con el resto de la nación, o sean violatorios de los derechos humanos” (Olivé, 2004, p.35). Segundo, tenemos la obligación

de preservación del ambiente y tercero, la participación en la realización del proyecto nacional. Aparte de las obligaciones de los pueblos se definen o bligaciones del Estado: “Transformarse en un Estado plural”, “reconocer y garantizar el ejercicio de la autonomía de los pueblos” y “establecer las condiciones y los mecanismos que garanticen la convivencia pacífica entre  pueblos y la resolución pacífica de conflictos”, entre otros (Olivé, 2004, p.35).  El contexto de aplicación del modelo: las políticas en México sobre la problemática de los  pueblos indígenas

Durante casi todo el siglo XX la política del Estado iba hacía la integración de los indígenas a la sociedad moderna, pero la situación de los indígenas no mejoró. De hecho, cómo el gobierno les dio un estatus especial y no promovió su participación en decisiones políticas y económicas, su situación hasta empeoró. Los pueblos indígenas eran “vejados,  humillados, explotados, marginados y excluidos” (Olivé, 2004, p.38). Hoy en día se considera que hay un camino mejor

que implica no darles ningún estatus especial a los indígenas sino respetar su autonomía e incluirlos en los decisiones acerca del desarrollo del país.  El contexto de aplicación del modelo: rasgos de la situación global 

En la actualidad muchas veces son las grandes empresas multinacionales que tienen el poder sobre los recursos naturales y los Estados nacionales cada vez tienen menos soberanía. Otro fenómeno es el surgimiento de nuevos movimientos sociales y políticos como el de los indígenas, ecologistas y de género. Muchas luchas tienen que ver con el reconocimiento de identidad, autonomía y derechos. Cultura global, culturas locales Uno de los desafíos más grandes de la actualidad es la creación de una “comunidad mundial homogénea” o “cultura global” y a la vez mantener las identidades de las culturas locales. En otras palabras, se enfrentan la idea de la “humanidad como unidad” y la idea de la “humanidad 3

como diversidad” (Olivé, 2004, p.44). Esos conceptos aunque puedan parecer opuestos, pueden

combinarse para en fin desarrollar una comunidad global, pluralista en la que todos los pueblos tienen los mismos derechos. Sobre el papel de la ciencia y la tecnología en el desarrollo de los pueblos

La ciencia tanto como la tecnología tiene un rol muy importante dentro del desarrollo de los  pueblos. La filosofía por ejemplo puede ayudar a entender mejor a la realidad y repensar  prácticas y valores. Un ejercicio vital es el pensar y actuar críticamente. Otro aspecto que se debe incluir en el modelo de la sociedad del conocimiento es el carácter multicultural. La ciencia y la tecnología no son campos aislados sino funcionan y crecen de manera integral. Deben ser apoyados del estado puesto que tienen un valor grande para la sociedad.  Diversidad de actitudes políticas: ¿es progresista el multiculturalismo? Cómo el concepto de “multiculturalismo” no es unívoco, no es sorprendente, que a veces se

asocia con políticas progresistas y otras veces con políticas conservadoras. En fin, depende del contexto. En América Latina son las fuerzas progresistas las que están promoviendo cambio en las estructuras sociales y políticas multiculturales. Con ellos será posible realizar “el modelo de multiculturalismo basado en una concepción pluralista del conocimiento y de la moral” (Olivé,

2004, p.57). 

El fundamento filosófico: absolutismo, relativismo, pluralismo

Existen problemas transnacionales que se enmarcan en la lógica de la globalización, es decir aquellos de escala planetaria como lo son el daño ambiental, el narcotráfico, la trata de blancas. Sin embargo, la era de la globalización también posee características positivas como lo son las tecnologías de la información que ya no están mediadas únicamente por el ámbito institucional. En el marco de estos cambios se requiere un proyecto de reforma estatal y una recomposición nacional en términos de la relación con el otro. Esta revolución cultural requiere del reconocimiento de la realidad nacional que debe tener como eje principal el valor pluricultural y la integración de la opinión de los diversos pueblos. (Olivé, 2004, págs. 59, 60)  Hacia un Estado plural: el proyecto intercultural 

Desde la época de la Conquista, se ha ido alimentando el ideal homogeneizador de una sola cultura que está en la cima de la evolución social, sin embargo, se ha estado gestando un discurso heterogeneizador que reconoce la existencia de la diversidad y de la convivencia armónica de estos pueblos. Esta variedad está compuesta por una pluralidad cosmogónica, es decir, por una cantidad considerable de costumbres, valores, creencias, prácticas, estéticas, relaciones y normas que constituyen el universo de necesidades humanas. Para poder alcanzar este estado de coexistencia se requiere una intercomunicación que asegure el reconocimiento de los intereses en común pero también los particulares, así como los criterios con los que se establezca la legitimidad de un sistema normativo, jurídico y moral. (Olivé, 2004, págs. 60-64)  Absolutismo vs. Relativismo 4

Para instaurar un juicio adecuado para calificar los sistemas normativos se ha hecho uso de dos  paradigmas: el absolutismo y el relativismo. El primero pretende ver la realidad social desde una  perspectiva unívoca, en otras palabras, limitando la perspectiva a una única manera, que en el caso cultural intenta despojar a las comunidades de su idiosincrasia, obligándoles a reconocer la superioridad del régimen jurídico occidental de la modernidad, tachando sus tradiciones e imaginarios como incorrectos. El segundo, aunque en apariencia parece más adecuado, pues acepta las prácticas de toda índole, no pone en consideración las implicaciones éticas del modelo de “todo vale”. Las dificultades que se hallan en cada uno de los patrones, es que el absolutismo

 privilegia a cierta cultura dándole un estatus de universalidad, mientras que el relativismo obstaculiza los intentos de cooperación que mediaría en las disputas interculturales. (Olivé, 2004,  págs. 64-70)  El pluralismo

Como salida a estos métodos deterministas, se propone un pensamiento pluralista, que por un lado reconoce el gran abanico de sistemas cognitivo-morales y por otro, la posibilidad de llegar a consensos colectivos, puesto que pone a disposición del dialogo la convergencia de los diverso métodos de solución a los conflictos de cada una de las comunidades. La base de que un mismo fenómeno puede poseer múltiples interpretaciones (marcos conceptuales), que pueden ser comprendidos mediante el aprendizaje, pero al mismo tiempo, es menester ponerse de acuerdo acerca de las reglas que deben ser aprobadas colectivamente para una buena interacción. De hecho, para la resolución de un lio transcultural se debe acudir a estándares  que no obedezcan exclusivamente a una u otra cultura pues sería un sesgo moral, sino que sean el producto del convenio intercomunicativo. (Olivé, 2004, págs. 70-76)  Prácticas sociales

Para entender el pluralismo es necesario entender la práctica social , como el grupo de acciones que realizan los miembros de un colectivo, que son guiadas por representaciones (creencias, teorías, modelos, paradigmas, etc.) y cuya estructura es normativa-valorativa. Sin embargo, también es importante mencionar que estas prácticas y representaciones cambian, se producen y reproducen, lo que hace de la cultura una dimensión dinámica. Por supuesto, cuando una práctica se modifica no implica que la identidad de quienes la realizan cambie, sino que una acción en el universo de prácticas varió, pues una mejor o más conveniente le sustituyo; aunque también hay  prácticas fundamentales para un grupo social, sin la cual no podrían mantener su identidad. Los actos sociales se dividen en:  prácticas cognitivas, que son las que se usan como resultado del ámbito epistémico; y  prácticas morales que constituyen el cumulo de valores de la comunidad. Se podría decir que la principal meta de las sociedades multiculturales es la cimentación de una  práctica ética común. (Olivé, 2004, págs. 76-79)  La propuesta de un enfoque pluralista en cuestiones éticas

El problema fundamental en torno al que gira el pluralismo, es que en la esfera de la ética, los diversos miembros de una sociedad deben intentar llegar a aceptar la legitimidad de leyes para la convivencia, aunque las razones para esta aceptación sean diferentes para cada parte. Una de las 5

columnas de este proyecto pluralista es la dignidad , pues ese es el que permite discernir entre el respeto e irrespeto hacia los individuos, por supuesto, este concepto esta sujeto a la revisión  pluralista, lo que lo ata al contexto en el que es construido. Precisamente, la anterior noción es un ejemplo de cómo en la línea del dialogo se pueden elaborar colectivamente contenidos mínimos que delimiten las barreras que no pueden transgredir los estados, las colectividades y los individuos. (Olivé, 2004, págs. 79, 80)  El derecho a la diferencia

El argumento que sostiene al pluralismo, estaría cojo sino se hablara de derechos. En esa misma línea el derecho a la diferencia permite identificar a los sujetos como parte de una comunidad, y los beneficios gracias a ello. Esto nos lleva a la preservación de las culturas, puesto que estas aseguran el desarrollo y estabilidad de la identidad, autonomía y  autenticidad   de los miembros que la componen. (Olivé, 2004, págs. 80, 81)  Derechos colectivos y derechos de grupo

Existen derechos que le son conferidos a los sujetos por el sólo hecho de pertenecer a un pueblo y las mismas comunidades también poseen derechos por sí mismas. Mientras los derechos colectivos son los beneficios que se poseen gracias a pertenecer a una colectividad, los derechos de grupo  son aquellos que le son exclusivos a la comunidad en su conjunto, gracias a las relaciones entretejidas entre los miembros del mismo. Se puede pensar que los derechos de grupo son superiores a los de los individuos, y en cierta mediad esto es verdad, puesto que en algunos casos al darle prioridad a los colectivos, se limitan los individuales, sin embargo, existen derechos individuales fundamentales, los cuales no pueden ser transgredidos por ningún derecho de grupo. Estos derechos fundamentales también se definen a través de la participación de todos los pueblos en el dialogo intercultural. Asimismo, (Olivé, 2004, págs. 81-86) 

Identidad, autenticidad y autonomía

La idea central de este capítulos culturas el, el contexto social, las relaciones del individuo, las maneras en la que otros lo ven, lo conciben y lo tratan, así como el individuo se configura y se representa a si mismo, son factores determinantes de su identidad. La tesis que quiere manejar León Olivé y es que si las culturas son tan importantes para la identidad de las personas, entonces esto constituye una razón más a favor del derecho a la diferencia, es decir, a pertenecer a una cierta cultura, y a disfrutar de las condiciones apropiadas  para que esta se preserve, se desarrolle y florezca, de acuerdo con las decisiones q sus miembros tomen autónomamente, la problemática que surge a partir de esta tesis que si se parte que las  personas son construcciones sociales contiene una serie de normas (acciones, metas, necesidades, deseos, recursos para comprender e interpretar el mundo) y relaciones (practicas económicas, religiosas, educativas políticas, militares, espirituales). El autor pone de base que hay una dimensión social del “YO” sin embargo hay otros factores que

también cuentan como la memoria y la constitución genética que enriquecen la identidad de una

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 persona; Olivé tiene un especial interés por desarrollar la construcción social del “yo” y la

identidad personal. Si las personas son construcciones sociales depende de la interpretación de sus rasgos característicos que haga el entorno con el que interactúa con frecuencia se vislumbra que no hay una clave esencial “para los seres humanos y sus identidades” en la medida que no se puede

descontextualizar a las personas que se intentan interpretar junto con la descontextualización del interpretador. Las crisis existenciales que se presentan se dan debido a unos cuestionamientos a su tipo de vida ya establecido “creencias, valores y normas” estas personas tratan de afirmar su identidad a

través de otros subgrupos de similares características que consolidan la identidad de sus miembros de tal manera que esto lleva a una no totalización de caracteres absolutos para interpretar lo que es una persona. Olivé define como cultura a una sociedad que sus miembros comparten de manera preponderante creencias, normas y valores; también tienen prácticas e instituciones comunes, comparten una historia y tienen un proyecto que realizan comunitariamente. Las culturas constituyen a las personas y a la vez las acciones de las personas son necesarias para la preservación y reproducción de la cultura, en base a esto la interrelación entre identidad  personal y identidad colectiva de una cultura son evolutivas; ni los individuos pueden formarse como personas al margen de las comunidades, ni estas pueden surgir ni preservarse ni desarrollarse sin la participación activa de los individuos. El derecho a la diferencia, se esboza en que la cultura es constitutiva de la identidad personal y ofrece el abanico de opciones para que los individuos formulen y lleven adelante sus planes de vida y esto lleva a que las culturas tengan el derecho a preservarse y florecer, dicho derecho ha sido fundamentado de manera que depende de los derechos de los individuos y por tanto del liberalismo  La autenticidad y sus límites

En relación con las diversas culturas que conviven en un cierto momento, en un país o en una región, la idea de la autenticidad de los pueblos o de las culturas es un valor que se debe asumir y  promover en la misma medida que se hace con la autenticidad de los individuos sin embargo la autenticidad de los individuos tiene límites en la medida que si la identidad de la comunidad deja de importarle al individuo que se comporta de una forma que amenaza a la comunidad, entonces dicha idea carece de peso. Pero si aún tiene valor dicha identidad deben hacerse consciente que esto lleva a que se vea limitada su autenticidad. Los miembros de la comunidad pueden reprobar y sancionar legítimamente el comportamiento de los individuos de la comunidad si y sólo si los individuos realizan acciones que dañen a otros miembros de la comunidad o amenacen la identidad de la misma comunidad, esto lleva a que se limite la autenticidad de los individuo.

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 El concepto de autonomía

El autor hace una aclaración sobre la autonomía; se puede distinguir en dos, uno en un sentido ético y la otra en un sentido político, en el sentido ético Luis Villoro hace referencia a una autonomía que sigue las normas que ella misma promulga el cual se aplica al sujeto moral pero la autonomía política, hace referencia a un grupo social que dicta sus propias reglas dentro de un territorio limitado de competencia. La autonomía de las personas, las colectividades junto con la autonomía política son un concepto gradual. Solo en un caso extremo la autonomía política significa autodeterminación absoluta como la secesión o independencia de un estado la “autonomía” el autor lo va a tomar como un

agente individual si y sólo si cada vez que ejecuta una acción o que ´pudiendo actuar de cierta manera se abstiene de hacerlo, lo hace porque el de esta manera lo ha determinado, dicha determinación es propia si la persona tiene en cuenta las razones y los motivos por los cuales actúa y se abstiene de actuar y se le hacen aceptables; el agente se identifica con esos deseos, fines y preferencias; que los considera como realmente suyos y no impuestos, esta se considera autonomía con autenticidad; y en el último caso sus acciones están reguladas por reglas y normas que el agente ha aceptado como un análisis crítico de las mismos reglas estas reglas son individualmente necesarias y conjuntamente suficientes para que un agente o un colectivo sean realmente autónomos sin embargo nadie examina todos sus motivos a la hora de actuar en base a esto no hay personas completamente autónomas. Los estándares usados en la autonomía pueden ser sometidos a crítica desde el punto de vista del agente o desde otras culturas, estos conceptos de autonomía pueden aplicarse a un colectivo de  personas y se tomen decisiones de interés colectivo, mismas que son aceptadas por la mayoría de los miembros de la comunidad.  La autonomía política

En contraste a la autonomía política completa han de surgir unas paralelas como las autonomías comunales, municipales o regionales, de la autonomía de un único pueblo o de la autonomía de regiones pluriétnicas dependiendo la contextualización del caso deben requerir diferentes clases de ordenamientos territoriales y administrativos sin embargo el tipo de autonomía que requiera el  pueblo o las regiones debe so meterse a un debate que venga del mismo pueblo o comunidad para la aceptación de dicha autonomía de la cual se va a aprehender. El argumento parte de la premisa que las personas deben tener un alto grado de autonomía, esta idea no es de carácter universalizador, lo que es un factor fundamental de análisis para el autor es “Si los pueblos indígenas tienen derecho a un cierto grado de autonomía partiendo de preceptos

como que las comunidades indígenas desean participar de manera activa en vida política nacional mexicana, y que abogan por que los miembros de las comunidades sean ciudadanos mexicanos. León Olivé concluye que la autonomía de las personas es deseable, entonces la comunidad que tiene clara su identidad y delimita el horizonte de elecciones en base al ejercer su autonomía y su autenticidad, la autonomía de la comunidad es una condición necesaria en la medida que tiene 8

como factores el autogobierno y la autodeterminación y esto fortalece la autonomía de los individuos, esto lo contrasta con la autonomía de los pueblos indígenas, implicaría la posibilidad de reproducir de acuerdo con los estándares culturales que ellas mismas promuevan, manteniendo tradiciones examinando críticamente las necesidades y los deseos creados en su cultura..(Olivé, 2004 págs. 110-111) “La autonomía entendida como la capacidad de configurar sus propias reglas, no equivale a  soberanía. Para los pueblos indígenas como lo subrayo Villoro, lo que significa autonomía es el derecho a pactar con el estado las condiciones de su sobrevivencia y la posibilidad de desarrollar su proceso colectivo, enmarcado en un estado plenamente multicultural.”( Olivé,

2004 págs. 113). 

La diversidad cultural y la justicia social

En las sociedades multiculturales donde se presentan desigualdades por parte de ciertas culturas, el estado, organismos internacionales hacen políticas de compensación hacía las culturas que tienen desventajas que se justifica a través del principio de justicia social; este principio sustenta la tesis que los pueblos indígenas tienen el derecho al acceso y a la participación efectiva en la toma de decisiones y en el control de los recursos naturales de los territorios, también los  beneficios de la explotación de esos recursos. El estado no debe tolerar a sus ciudadanos o a los pueblos o culturas que hacen parte de él, por lo cual no tendría por qué sentirse ofendido por costumbres o prácticas que hacen ya parte de ese estado, en esta medida el estado tiene obligaciones con los pueblos; el autor parte y desea analizar un caso donde todo está ya dado donde ya es una sociedad democrática multicultural  justa.  Justicia y Necesidad

El autor le da más relevancia a la propuesta que liga la justicia social con la posibilidad de satisfacer las necesidades básicas, la de propuesta de Garzón Valdez, plantea a priori la  posibilidad de satisfacer sus necesidades básicas y lo une con el respeto de sus deseos legítimos.  Necesidades Básicas

Desde Miller hay tres tipos de necesidades que el autor retoma, una de ellas es la “necesidad instrumental” en este caso para entender la necesidad se requiere conocer el fin;  está la “necesidad funcional” proviene de la naturaleza en la cual se le hace necesario para desempeñar  bien una función y la última son las “necesidades intrínsecas” que se caracterizan porque la

finalidad misma del hecho es la necesidad que es básica para que la persona no se sienta mal.  Daño

Al determinar que cuenta como daño para una persona es necesario identificar las metas, los valores y las actividades centrales en la forma de vida de esa persona. Esas metas valores y actividades son las que constituyen un plan de vida, al preguntarse sobre ¿quién es usted? trae

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una referencia al plan de vida que uno tiene trazado. Por eso los daños que puede sufrir una  persona afectan las condiciones sobre las que descansa su identidad. El daño para una persona como aquello que directa o indirectamente interfiere con su capacidad  para desarrollar las actividades esenciales para realizar su plan de vida, o que interfiera con las actividades mismas que constituyen ese plan de vida, de tal manera que se logra diferenciar las necesidades de los deseos; al contextualizar los planes de vida de ciertas personas que pertenecen a ciertas culturas requieren la preservación de su cultura ya que su plan de vida solo tiene sentido dentro de su contexto cultural.  Justicia Social

La justicia social se refiere a la distribución de beneficios y de cargas en una sociedad de seres racionales. Una sociedad justa es una que ha establecido instituciones mecanismos y organizaciones públicas para distribuir beneficios y cargas, ventajas y desventajas de una manera que calificamos justa según cierto criterio. El problema entonces es cual criterio aplicar para calificar como justa una manera de hacer esa distribución. El principio de justicia al que me referí desde el principio se basa en el criterio de la garantía de la satisfacción de las necesidades básicas de todos los miembros de la sociedad. (Olivé, págs. 125-126).  Necesidades básicas legítimas

Si el plan de vida de uno de los individuos de la sociedad atenta contra el plan de vida de otros individuos, se deslegitima dicho plan, por esto se piensa que los planes de vida de un individuo no deben interferir los planes de los demás miembros de la sociedad esto quiere decir que su satisfacción no impida la satisfacción de las necesidades básicas de algún otro miembro de la sociedad, estas son las necesidades básicas legítimas (Olivé, págs. 127-128).  La justicia en una sociedad democrática multicultural  Darán disputas acerca de límites que pueden tolerarse por esto deben diseñarse y establecerse las

instituciones legítimas para dirimir las controversias sobre la factibilidad para la sociedad multicultural, entonces se vuelven necesarias instituciones que faciliten las controversias y los medios para dirimir la aceptabilidad social de las acciones que se derivan del plan de vida en cuestión, entonces determinados costumbres de un grupo son aceptables socialmente, aunque ofendan las convicciones de otro grupo, no les impiden la satisfacción de las necesidades básicas legítimas. (Olivé, pago 130) 

Relaciones Interculturales Simétricas

Con la llegada de un nuevo milenio, también se avecinan nuevas tecnologías, nuevas formas de concebir la política y la ética. En el marco de esta última, el problema crucial que se compete al  pluralismo es el de la justicia: es más justo desarrollar un trato particular para cada miembro de la sociedad, lo que implicaría mas beneficios para unos y castigos para otros, o por el contrario, es mejor implantar un modelo de trato igualitario para todos, lo que conllevaría a la condena política o ética de las comunidades que no están en sincronía con los estándares que se les aplica. Frente a 10

estas dificultares, se propone un ejercicio de ética crítica, cuyas máximas son el desapego a las  prenociones moralistas y el cuestionamiento de la legitimidad de estas. Sin embargo, esto nos lleva a una pregunta fundamental: ¿Será posible entablar unas mininas normas compartidas a  pesar de la diversidad cultural? Precisamente el pensamiento crítico tiene la función de (1) definir que fenómenos están mal, así como evaluar los esquemas de acción frente a la acción que existen, para hallar su utilidad y limitaciones; y finalmente (3) presentar modelos alternativos que superen los anteriores, que en el caso del pluralismo se conoce como sistema normativo de convivencia intercultural.)(Olivé, 2004 págs. 137-139 Contra la idea del consenso racional universal 

El pensamiento moderno tiene un inconveniente esencial en términos de producción ética, es que ha hecho una generalización de la razón, de manera que ha negado la pluri-racionalidad y así suponiendo que todos los grupos poseen unos mismos preceptos racionales y por ende deben llegar a acuerdos sin importar el contexto en el que se haya desenvuelto la comunidad. Frente ha esta forma de episteme actual, la opción es reconocer que no todos los pueblos son iguales y que  por ende se deben establecer dispositivos diferenciales que atiendan a las necesidades  particulares. (Olivé, 2004 págs. 140-142)  El pluralismo como fundamento alternativo

El pensamiento pluralista admite la existencia simultánea de múltiples formas de pensar, así como diversas creencias que pueden ser incompatibles entre sí, pero que pueden reconciliarse a través de pactos morales, jurídicos y políticos. Estos compromisos serán definidos según la situación de la comunidad y se pueden llevar a cabo gracias a la capacidad de los pueblos de razonar, es decir, de comprender la postura del otro. (Olivé, 2004 págs. 142-145)  El mito del marco común

La racionalidad tradicional sólo concibe que se pueden llegar a acuerdos si los miembros del dialogo comparten un marco común de supuestos básicos. Este argumento es un mito, puesto que  parte de la idea de que en todos los grupos sociales hay un conjunto esencia de conocimientos que son comunes a otras colectividades. Este mito alberga el mito del consenso racional universal en su seno, que lleva la consigna de un sujeto racional que debe poseer un único punto de vista, que es incompatible con las diversas perspectivas. De hecho, estos falsos relatos no vislumbran la riqueza epistémica del dialogo plural, que aunque en muchos casos no arroja soluciones inmediatas o fructíferas, si permiten ampliar el panorama cultural. En fin, el medio que debemos tomar para superar los impases interculturales debería ser el de la comprensión de los sistemas normativos, morales y epistémicos de otras comunidades, lo que hace falta es la voluntad de reconocer a través de la comparación que cada uno de esos esquemas puede tener mucho que aportar a la construcción de la armonía. (Olivé, 2004 págs. 145-149)  Normas específicas para las relaciones interculturales

Existen 6 hechos culturales que nos permitirían construir el modelo propuesto: (1) todas las comunidades tienen el imperativo de supervivencia, (2) esta depende de otros pueblos, (3) la 11

conservación medioambiental desempeña un papel fundamental en la sobrevivencia, (4) todos los pueblos poseen problemas en común, como lo es el consumo energético, (5) los inconvenientes pueden ser entendidos desde varias perspectivas, y (6) la apertura al diálogo, sin excluir a otros grupos, es esencial para la resolución de impases. De lo anterior se desprende 8 normas básicas: (1) Todas la comunidades deben ser respetadas, (2) ninguna comunidad puede atacar a otra, ni intervenir en sus asuntos internos, (3) la construcción de pactos requiere de la toma de responsabilidad de cada grupo participante, (4) se desarrollarán castigos para quienes quebranten esos pactos, (5) estas normas deben tener como base los derechos humanos, que definen los mínimos de dignidad, (6) aquel que quebrante los derechos humanos debe ser sancionado, (7) sólo en casos extremos la organización válida podrá intervenir en los asuntos internos de una comunidad y (8) en caso de ser atacado, un pueblo se debe defender dentro de los límites de su territorio. (Olivé, 2004 págs. 150-153)  El sustento de estas normas

A diferencia del racionalismo convergentista que sostiene que la conducta racional de los sujetos en condiciones ideales llegaría a una única teoría ética, el pluralismo no concibe la existencia de una ética verdadera, sino que esta se construye por asociación de las partes interesadas, que aunque tengan motivos particulares (concepciones morales) diferentes entre sí, pueden llegar a acuerdos de convivencia. (Olivé, 2004 págs. 153-155) ¿Qué pasa con quienes no firman el convenio?

Estas normas no se sustentan en una concepción ética universal, sino en preceptos éticos  particulares, por lo que en el caso de quien no firme el pacto, se le debe analizar intensivamente en las cuestiones que tienen que ver con su contexto, con las soluciones y castigos que propone. Si definitivamente la comunidad hace caso omiso de las normas, la acción más fuerte que se  puede ejecutar es el bloqueo económico, político, cultural, es decir, dejar de interactuar con esa comunidad; o en el caso de que cierto pueblo que no acepte el convenio ataque a otro, este último tiene el derecho de defenderse. (Olivé, 2004 págs. 155-158) Choque de culturas, liberación de prisiones

El potencial de cada sujeto es el de ser uno cosmopolita, puesto que reconocería su propia  pertenencia a una colectividad y respete la existencia de otros sujetos de otras comunidades e incluso aprender de otros pueblos. Este hecho puede desencadenar choques entre comunidades,  pero también puede ser el mejor ejercicio intercultural, pues rompe barreras, creando individuos y comunidades que hagan uso de su autonomía. (Olivé, 2004 págs. 158,159) Condiciones para una política multicultural 

Una política multicultural, debe (1) garantizar los derechos grupales y colectivos, (2) minimizar las prenociones éticas, pues están deben ser resultado del consenso social, (3) evitar la idea de “todo vale”, (4) reconocer que los derechos humanos son una construcción social por lo que

dependen del contexto geo-histórico, (5) promover que el Estado impulse la cooperación y la solución a conflictos, (6) propiciar la participación efectiva de las comunidades interesadas, en la 12

toma de decisiones, (7) favorecer la libre escogencia de conocimientos y tecnologías de los  pueblos y (8) apoyar las transformaciones necesarias para una convivencia armoniosa. Por supuesto, estas nociones no son estáticas, sino que deben ser resignificadas por los interesados, cada vez que sea necesario en el marco de la interacción entre el Estado, las múltiples comunidades, y otros sectores sociales. (Olivé, 2004 págs. 160-163) 

Apéndice

Un debate filosófico sobre la diversidad cultural en América L atina y la historia de la filosofía.

Se aborda el debate sobre los problemas que plantea la multiculturalidad, a saber: a) Derechos de las minorías étnicas y su fundamento ético. b) Carácter absoluto o relativo de los principios y normas morales y de los criterios de evaluación ética. c) Relación del estado con los pueblos indígenas. d) Transición de un estado homogéneo a uno plural, y sus formas posibles de relaciones interculturales. A través de los planteamientos de tres filósofos latinoamericanos que se han destacado en este ámbito: Ernesto Garzón Valdés, Luis Villoro y Fernando Salmerón. Sus obras son representativas como de los mejores trabajos filosóficos de América Latina en la segunda mitad del siglo XX Historia de la filosofía debe entenderse, para cumplir con el objetivo de la lectura, como “la

discusión y asimilación crítica de ideas filosóficas originadas en el pasado, al menos en una generación anterior a la presente, y que han evolucionado en el tiempo.” (Olivé, 2004 p.166) Es

decir, donde hay una tradición filosófica, esto es, una disciplina con un componente conceptual y un sistema dinámico que tiene su origen hace mucho tiempo, que perdura y perdurará. Las tradiciones sirven para definir los problemas como legítimos al reconocerles el objeto de estudio, los medios y las técnicas. También ofrecen los conceptos fundamentales que se emplean para el abordaje de estos problemas. Pero las tradiciones son únicas e inmutables, de hecho se puede encontrar una línea evolutiva de las tradiciones de estas, a través de la transformación de sus teorías, métodos, conceptos y técnicas. Entonces hay que encontrar el cómo determinar si cierta práctica, teoría, método o concepto hace parte de una tradición, y de si esta tradición es científica, pseudocientífica, filosófica y demás (pero actualmente no existen las condiciones necesarias y suficientes para distinguir pragmáticamente entre cada una). Es necesaria una evaluación de estas, de su legitimidad y aceptabilidad en una comunidad pertinente, y si puede establecerse un vínculo claro con una tradición previamente considerada como tal. Aquí también aparece la necesidad de entender el proceso histórico del desarrollo de las tradiciones, por el hecho de ser evolutivas. Así mismo, es necesario entender tal proceso en el desarrollo de las instituciones que han llegado a ser actuales como el estado, o las culturas. Es necesario esto porque se tratan de sistemas dinámicos, que precisan ser comprendidos completamente, y no solo su situación presente, sino sus estados anteriores, lo que define su identidad, y sus reacciones frente a amenazas. Con ello, se conseguirá hacer predicciones exitosas acerca de su comportamiento, e intervenciones en su desarrollo igualmente exitosas. El motivo de la discusión filosófica, es que se han encontrado que muchos de los problemas que resultan de la multiculturalidad, no pueden ser resueltos con el uso único de las ciencias 13

empíricas como la economía, la antropología, la sociología o la psicología, sino que problemas como el papel de la cultura propia en el mundo, o las diferentes concepciones acerca de personas en relación a cultura-individuo en la que han crecido y formado, requieren de un análisis filosófico con el fin de comprender la naturaleza de los objetos de los problemas. El problema que ha surgido en México en torno a la multiculturalidad, ha sido principalmente, el si los pueblos indígenas tienen o no el derecho de auto-determinarse, y si es correcto el de darles un régimen político autónomo donde los pueblos gocen de ese derecho. Se plantea la cuestión “si autonomía significa o no independencia”, pero teniendo en cuenta siempre que la preservación de

la identidad de los pueblos nativos es condicionante para la preservación de la identidad individual de ellos, por lo que el darles autonomía es una condición necesaria para la  preservación de su identidad de grupo. “la identidad y la autonomía personal requieren la  preservación de la cultura propia y la preservación de una cultura auténtica exige la autonomía  para sus miembros y para el grupo”.

El foco de la crítica de Garzón Valdés es sobre el relativismo moral, por lo que defiende unos principios universales de racionalidad como fundamentos de una moralidad crítica. Él Sostiene que muchas veces no toma en cuenta ciertas distinciones necesarias para discutir el  problema de los derechos de los pueblos originarios de América, que han dado lugar a cinco confusiones muy serias: a) Confusión entre tolerancia y relativismo moral. b) Entre diversidad Cultural y enriquecimiento moral. c) Entre génesis y desarrollo de la identidad cultural y la necesidad de conservar y promover el desarrollo de la comunidad en la que se ha nacido. d) Entre unidad cultural y unidad institucional. e) Entre derechos jurídicos y derechos morales. De estas confusiones luego derivan a muchas más confusiones, por ello estas son las más importantes. Con respecto a la primera, habla de una tolerancia indiscriminada, que sin restricciones resulta la eliminación completa de toda regulación sobre el comportamiento de todos los seres humanos. Hay que comprender y llegar a una tolerancia sensata, con un mínimo de objetividad y de buenas razones. Aclara el filósofo, que La tolerancia sensata no tiene nada que ver con el relativismo moral, en cambio, es la tolerancia boba la que aceptaría el relativismo moral como fundamento. Esto surge por dilema de que al ser tolerante se es relativista, o de al defender la universalidad se Garzón Valdés:

es etnocentrista. Garzón expone que “existe una base ética mínima que hace posible la coexistencia de las diversas culturas desde un punto de vista moral” encontrada en los derechos

humanos: el derecho a la autodefensa, y la prohibición de agredir arbitrariamente a otro humano. La segunda confusión surge al ignorar la diferencia entre moral positiva y moral crítica, la  primera es una moral aceptada por una sociedad en una condición y situación determinada, la segunda es una moral que es aceptada por todo ser racional sin importar la condición o la situación. La tercera confusión entra en debate directo con el filósofo Fernando Salmerón. La cuarta confusión parte de la idea de que la unidad institucional y la cultural son casi una, y hace dar el ideal de que las entidades colectivas pueden ser sujetos morales. Garzón desecha esa mezcla entre las unidades al decir que este ideal es completamente falso. De la quinta confusión se encuentra que los grupos étnicos tienen derechos morales y no solo cierto estatus jurídico, por ello, hay que otorgarle prioridad a los derechos de grupo frente a los derechos de los individuos. Garzón sostiene el que existe primero un derecho natural para las culturas. Los derechos morales solo pueden pertenecer a individuos, pese a que los derechos  jurídicos están fundados en derechos morales. Para Garzón, lo que urge en América Latina es que se apliquen efectivamente las leyes vigentes, porque están basadas en principios morales 14

aceptables. “buena parte de la injusticia que signa nuestro continente es el resultado de una

secular ineficiencia de las leyes o de su aplicación en directa contradicción con el marco constitucional” (Olivé, 2004 p. 188 citando a Garzón Valdés, 1996, p. 107). derecho a la diferencia y la política del reconocimiento. Es el problema moral más grande con respecto al tema de los grupos nativos. Para ello se necesita entender los Fernando Salmerón:

conceptos de “dignidad”, “identidad” y “autonomía”. La dignidad se encuentra en la política de

la igualdad, la identidad en la política del reconocimiento. La identidad personal es diferente a la identidad social, por lo que los derechos fundamentales son derechos individuales, y estos establecen el límite que no pueden sobrepasar los derechos del grupo. Debe ser considerada como una necesidad básica humana el pertenecer a un grupo dentro de la cual hay una comunidad lingüística, territorial, de memoria con un proyecto común. Esto serían las entidades colectivas, que son construcción a partir de sus miembros individuales, son “representaciones intersubjetivas al servicio de un proyecto común”. Las personas son

 parcialmente construcciones sociales. Así, se puede llegar a la conclusión que toda cultura debería ser respetada y aceptada por el simple hecho de existir, pero Salmerón va contra esta idea, pues hay que ser conscientes del respeto primero a la dignidad humana, una cultura que traspase este umbral de dignidad, no puede ser respetada. Esta concepción no es totalmente propia de Salmerón, pero lo que él le agrega es el rol que hay que suplirse en la actualidad, que es “la posibilidad de construir ahora modelos que sean adecuados para abordar los problemas de las sociedades multiculturales” (Olivé 2004 p. 195). Y

hay dos finalidades máximas que resultan ser también nuestros deberes, la propia perfección, y la felicidad ajena. Justicia es un fin perfecto, porque es la imagen de la segunda máxima. “Hay una posición desventajosa y marginal de los grupos tradicionales en las naciones que han sido a su vez dependientes en el contexto internacional” (Olivé, 2004 p. 200)

los derechos colectivos son condición de los derechos humanos individuales. Él entra al tema de las creencias, principalmente respecto a los grupos étnicos, donde afirma que una Luis Villoro:

creencia es “un estado disposicional adquirido que causa un conjunto coherente de respuestas y que está determinado por un objeto o por una situación objetiva que ha sido aprehendida” las

creencias implican un juicio personal, es decir, que se sea capaz de aceptar o rechazar racionalmente las creencias que cree debe hacerlo, este es el significado de ser racional en el terreno epistémico. Para hacer el juicio concomitante, se requiere un marco conceptual: conjunto de conceptos, de reglas metodológicas, normas y valores con el fin de aprehender. Para una política efectiva de reconocimiento, es necesario que una sociedad se acepte ciertas creencias específicas para sus grupos, y que existan y se respeten sus derechos, para Villoro y  para Salmerón, la mejor sociedad para estos efectos, es la sociedad democrática, pero que haya encontrado su plenitud. Es necesario que exista en la sociedad dada, en la que se encuentra el grupo tradicional, que existan los derechos, es decir, que sean aceptados racionalmente por ella. El derecho dirigido principalmente a una comunidad tradicional, debe ser “un derecho reconocible desde la perspectiva de todos los marcos conceptuales que entren en juego en esa sociedad, incluyendo las de las mismas comunidades tradicionales” (Olivé, 2004 p. 204).

Otro planteamiento de Villoro es el de lo necesario que es la reexaminación del concepto de Estado para proponer un nuevo modelo, y así satisfacer las demandas de las culturas minoritarias en México, dado los problemas que previenen de la multiculturalidad. Para ello, hay que obtener una comprensión lo más completa posible del concepto de estado, a través de un análisis que 15

también examine las concepciones que le dieron origen al concepto. A saber pues, que ha habido una tensión incesante entre la concepción liberal del estado, y la concepción social. Y es  primordial el que es ciudadano común entienda plenamente lo que es el estado, su papel,  propósito y cuando sus acciones son legítimas, sus políticas sean aceptables, y sus bases sean éticas. Lo mismo debe aplicarse para las culturas tradicionales, y para sus individuos. Porque las soluciones son comúnmente encaminadas con una mirada que busca la transformación de las instituciones vigentes y cambio de actitud hacia las culturas tradicionales, y hasta incluso, cambios en esas mismas culturas. Estas instituciones son entidades históricas creadas, sostenidas y transformadas por medio de creencias, prácticas y actitudes de la gente. Deber de la sociedad: se ha encontrado que la filosofía juega un papel supremamente importante

 para el análisis histórico y para la resolución de los problemas que conllevan la multiculturalidad. Las respuestas filosóficas de los tres autores abordados, han sido pruebas también del papel importante de la filosófica histórica. Los autores continuamente citan autores filosóficos del  pasado, en evidencia de una tradición filosófica y que, además, dan cuenta de una vigencia de estas formulaciones para el debate actual, principalmente en Garzón Valdés. Pero la tarea que queda pendiente para la actualidad, no es una tarea única de los filósofos, ni siquiera única de los académicos o de los intelectuales, es un deber colectivo. La división de trabajo no debe ser en ningún caso un inconveniente, sino un posibilitador, unos que se concentren en la discusión histórica estricta, otros en ideas del pasado de forma pertinente, otros sobre discusiones puramente conceptuales y tal vez otros que quieras generar una aplicación a  problemas en concreto, pero: “(…) lo que es importante es que la comunidad garantice que se cubre todo ese espectro. La

situación óptima es aquella en donde los diferentes miembros de la comunidad, y los diversos grupos que se especializan en cada uno de esos aspectos, establecen una estrecha comunicación, intercambian ideas, se critican constructivamente y desarrollan controversias enriquecedoras,  pues todo eso ayuda a construir teorías más profundas” (Olivé, 2004 p. 211). Bibliografía

Olivé, L. (2004). Interculturalismo y Justicia Social. Autonomía e Identidad Cultural en la era de la Globalización. México D. F.: Universidad Nacional Autónoma de México.

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