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Año 1, número 3 (septiembre-diciembre) Reseña de Memorias de un soldado desconocido. Autobiografía y antropología de la violencia Anibal García Fernández “Listollañam kana wañunanchikpaq” (“Siempre hay que estar listos y prepararnos para la muerte”)
Es muy probable que existan más historias como la del autor de Memorias de un soldado desconocido. Autobiografía y antropología de la violencia, Lurgio Gavilán, de nacionalidad peruana. Dicho texto, editado el año pasado en México por la Universidad Iberoamericana (en donde Gavilán se encuentra realizando su posgrado), en conjunto con el Instituto de Estudios Peruanos ha levantado nuevos bríos, así como nuevas investigaciones y nos permite ver que la denominada senderología aún no está agotada, que aún faltan muchos vacios por llenar en el lapso del conflicto armado interno que vivió el Perú (1980-2000). El ahora libro -pues primero fueron las memorias de Lurgio-, cuenta con un prólogo realizado por el antropólogo peruano Carlos Ivan Degregori, quien conociera desde años atrás estas memorias. Así mismo, Yerko Castro, nos presenta una pequeña introducción al libro, desde la perspectiva antropológica. El texto se encuentra dividido en IV partes, en donde Lurgio nos narra su paso por Sendero Luminoso, por el ejército peruano, por el convento franciscano y por último lo que le siguió a los años anteriores. Si tuviéramos que resumir en muy pocas palabras la historia de Lurgio Gavilan, podría estar muy bien representada por colores. Del rojo (Sendero Luminoso), pasó al rojiblanco (ejército peruano) y posteriormente al blanco (convento franciscano). La historia que nos narra Lurgio Gavilán es por demás interesante, ha compartido con nosotros (sus lectores) una parte de su historia de vida. Comienza con su niñez, en una
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Año 1, número 3 (septiembre-diciembre) comunidad de Ayacucho, mismo departamento en donde Sendero Luminoso, guerrilla que se autodenominaba marxista-leninista-maoista, 1 comenzó su lucha armada en contra del Estado peruano en 1980. Es pues en este contexto, de lucha armada por parte de Sendero, de policías siendo atacados y expulsados de sus puestos, de campesinos que en un principio no vieron del todo mal a Sendero, y posteriormente la entrada de los militares, que Gavilán nos narra su historia. Por ir en busca de su hermano mayor, se unió a las filas senderistas, entrando así a una institución partidista de la cual viera atrocidades. En este primer periodo en donde es miembro de una columna guerrillera, Gavilán nos narra, con una narrativa excelente su paso por guerrillero. Ataques a comunidades, asaltos a policías y después de 1983, enfrentamientos con militares, 2 así como la vida cotidiana del guerrillero. Sus primeras actividades consistían en guardias nocturnas en los campamentos guerrilleros, así como el adoctrinamiento de los mismos. “Al amanecer de ese día comimos una sopa similar a la cena de la noche anterior. Luego, algunos se pusieron a leer los pocos libros de Marx y las Cinco Tesis de Mao que teníamos; yo y otros niños ni entendíamos lo que leían, sólo veíamos letras rojas con dibujos del presidente Gonzalo. Otros compañeros, en grupos, se fueron a conseguir alimentos a las comunidades cercanas. Ésa era la rutina del militante guerrillero. Leer, cantar, hacer tertulia, conseguir alimento y estar listo para el combate”.3 Nos narra también como eran las sanciones que recibían los guerrilleros y la estructura interna dentro de las guerrillas, en concreto dentro de la Compañía 90, una de las más sanguinarias de Sendero. La estructura interna de un comando era de la siguiente manera: hasta arriba se encontraba el mando político, quien era el encargado del grupo en general, debajo de éste se encontraba el mando militar, que fijaba la estrategia militar y por último el mando logístico, que se encargaba de conseguir alimentos, principalmente, así como ver en donde se descansaría. Su paso hacia el ejército fue en un enfrentamiento cerca del cerro de Razuhuillca, en Ayacucho. Los militares se enfrentaron contra los guerrilleros y Lurgio estaba ahí, narra que Tiempo después de iniciada la lucha armada en 1980, sendero agregó a su ideología el “Pensamiento Gonzalo”, denominado así por el seudónimo del máximo líder de Sendero, “Gonzalo”, quien responde al nombre de Abimael Guzmán Reynoso. 2 No fue sino hasta 1983 que el gobierno de Fernando Belaúnde Terry, decide la entrada de los militares a combatir a Sendero Luminoso, justo también a partir de ahí los muertos por el conflicto interno incrementan mucho más que en años anteriores. Véase el Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (www.cvr.gob.pe), véase también a Manrique, Nelson, “La década de la violencia”, en Bonilla, Heraclio, Perú en el fin del milenio, México CONACULTA, 1994, pp. 49-99. 3 Gavilán, Lurgio, Memorias de un soldado desconocido. Autobiografía y antropología de la violencia, México, UIA, IEP, 2012, pp. 66-67. 1
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Año 1, número 3 (septiembre-diciembre) durante el enfrentamiento hizo como si una bala lo alcanzara, cayó. Los militares junto con los ronderos4 iban a matarlo, “Wañuchiychik chay terruca, paykunam, kaynachakunallam wasiykuta cañara” (Mátenle a ese terruco, ellos, así pequeños han quemado nuestras casas). “Yo pasaba saliva con dolor y respiraba casi con esfuerzo, mi cuerpo estaba temblando; de pronto mis ojos se nublaron y ya no distinguía nada frente a la posibilidad de ser visto por los fusiladores de verdes uniformes con pasamontañas negros. Sin embargo, siempre he recordado esos últimos momentos de mi existencia –creía yo- antes de que las balas destrozaran mi cuerpo; quizá por eso ahora tengo miedo a la oscuridad y a la muerte. […] Cuando volví en mi, el teniente me estaba hablando –traducido por unos ronderos que habían venido con la patrulla- y me pedía guiar el camino de regreso a la base militar”.5 Es de esta manera que Lurgio entra a formar parte del ejército, el teniente que lo encontró (Shogun) lo llevó a la base militar de San Miguel. Ahí Lurgio, de ser prisionero, pasó a recibir instrucción militar y también educación, terminando la primaria y la secundaria. También pasó al otro bando, de ser guerrillero y enfrentarse a militares, ahora era militar y se enfrentaba contra guerrilleros. Pasaba así a otra institución que, al igual que Sendero, era jerárquica y vertical. En esta parte narra por ejemplo, los ataques contra senderistas, la vida de los militares, así como algunas historias cotidianas de militares, por ejemplo con “Las Charlis”, las prostitutas del ejército. Nos cuenta por ejemplo los cementerios clandestinos que hicieran los militares de civiles muertos. Por otro lado es a destacar que Lurgio no fue el único niño que el ejército capturó y enroló en sus filas; cuenta la historia de Chuk Norris, un niño de siete años, “gringo”, capturado por el ejército en San José. Gavilán cuenta que un día salió, no se supo más de él en el cuartel, tiempo después lo encontró trabajando en una pollería y no volvió a saber más. Por otro lado también estaban los “terrucos ayacuchanos” que eran en palabras de Gavilán, “hijos del pueblo que desistiendo de la vida dura de la clandestinidad se enrolaban en el ejército peruano por voluntad propia o a través de levas”. Los ronderos eran campesinos organizados que combatieron a sendero. En un primer momento en la sierra sur, las rondas, o más específicamente los Comités de Autodefensa Civil, fueron incentivados por el ejército, los abusos hacia los campesinos por parte del ejército hizo que varios comités, pelearan también contra el ejército, para más información véase el Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, así como Degregori, Carlos Iván, et. al. Las rondas campesinas y la derrota de Sendero Luminoso, Perú, IEP, Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga, 1996. 5 Gavilán, Lurgio, op. cit., p. 99. 4
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Año 1, número 3 (septiembre-diciembre) En 1993, después de casi una década con los militares, regresó a la base de Huanta, después de ser hospitalizado por hemorragia interna. Ese mismo año Lurgio pasa a la base de Viviana. Un año antes había sido capturado Abimael Guzmán, los senderistas estaban siendo diezmados, tanto por el ejército, como por los Comités de Autodefensa Civil, aunado a ello el duro golpe de la captura de la cúpula senderista. Fue durante su estancia en la base de Viviana, que conoció a las misioneras de Jesús Verbo y Víctima. Una monja le comentó: “Usted puede ser sacerdote”, a lo que Lurgio respondió que no. Pero era, según Gavilán, la oportunidad de ayudar a sus paisanos, pasando así a ser sacerdote.
Su vida, ahora en el convento comenzó en 1995, año en que fue aceptado. Entró así en otra institución jerárquica y que, después de haber pasado por el ejército y por Sendero encontraba similitudes entre estas. “Mi ‘padre’ maestro era igual que un oficial del Ejército. A las cinco de la mañana nos levantábamos para los ejercicios, no espirituales sino de fortalecimiento de las piernas para poder cumplir las misiones franciscanas; corríamos durante 15 minutos alrededor del claustro cuando aún no amanecía y mientras los frailes seguían durmiendo”.6 […] los religiosos vivíamos en comunidad, no era posible tener esposas, además de tiempo en tiempo rotábamos de convento en convento, como los militares y los de Sendero Luminoso”.7 Durante su estancia en el convento, hizo el noviciado, así como misiones, a la selva de Satipo, a Puerto Ocopa, entre otras. Tiempo después, Lurgio tenía en mente otros planes, volver a su pueblo natal, ser campesino, pero no. Entró a la universidad a estudiar antropología. Es durante esta parte que una monja le invita a escribir sus memorias, de las cuales saldrán las líneas para este libro. 6 7
Ibid., p. 134. Ibid., p. 137.
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Año 1, número 3 (septiembre-diciembre) La última parte del texto nos narra su historia más reciente, cuando ya, estudiando regresa a su pueblo, y desde la perspectiva mira lugares, recuerda historias pasadas, cuando senderista, cuando militar. El lector podrá ver el cambio en la narrativa en esta última parte, sin dejar de ser vivencial, hay ya un Lurgio con mirada más antropológica, que condensa tanto sus vivencias en tres instituciones peruanas, con sus estudios. La historia de Lurgio nos deja, como dijimos al principio nuevas dudas, preguntas por hacer y que seguramente en los años venideros encontrarán más preguntas y esperamos que también respuestas. Por otro lado los tiempos en Perú
han
cambiado,
pensar
en
la
publicación de este libro a principios del siglo XXI era difícil. Ahora el libro fue bien recibido en Perú, en México y esperamos que este buen recibimiento abra nuevas ventanas para los que deseen escribir su testimonio, que sí bien los hay en relación al conflicto armado en Perú, aún está por desarrollarse.
Bibliografía Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, Lima, 2003, (www.cvr.gob.pe) Degregori, Carlos Iván, et. al. Las rondas campesinas y la derrota de Sendero Luminoso, Perú, IEP, Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga, 1996. Gavilán, Lurgio, Memorias de un soldado desconocido. Autobiografía y antropología de la violencia, México, UIA, IEP, 2012. Manrique, Nelson, “La década de la violencia”, en Bonilla, Heraclio, Perú en el fin del milenio, México CONACULTA, 1994, pp. 49-99.
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