Regreso a España de La Compañía de Jesús
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IGLESIA Y ESTADO EN EL SIGLO XIX
COMPAÑÍA DE JESÚS
REGRESO A ESPAÑA L 29 DE MAYO DE 1815, LA COMPAÑÍA DE JESÚS ERA
E
RESTABLECIDA en la Es-
paña de Fernando VII. Meses antes, el 7 de agosto de 1814, el papa Pío VII la había restaurado con todas sus prerrogativas y con todos sus derechos en la Iglesia universal. Como ocurrió en los países de nuestro entorno, lo lógico hubiera sido que los jesuitas comenzasen en España sus trabajos apostólicos en el otoño de 1814. Razones de peso hicieron que estos se postergasen unos cuantos meses más. Fernando VII, nieto y admirador de Carlos III –causa eficiente y actor principal de la expulsión de los jesuitas de España en 1767 y de la extinción de la Compañía de Jesús en 1773–, sentía que la más que justificada vuelta de los jesuitas a la tierras de la Corona española significaba, en el fondo, una desautorización expresa de la política interior y exterior de su abuelo y de su padre. Con todo, consciente de las trascendentales ayudas que podía recibir de los jesuitas, el monarca español había escrito al Papa el 16 de junio de 1814 manifestándole sus deseos de que regresara la Compañía a suelo español. A partir de ese momento, dentro de los esquemas del regalismo español y de la política de control que de la IgleALFREDO VERDOY. PROFESOR DEL DEPARTAMENTO DE SAGRADA ESCRITURA E HISTORIA DE LA IGLESIA DE LA FACULTAD DE TEOLOGÍA, UNIVERSIDAD PONTIFICIA DE COMILLAS ICAI-ICADE.
PÍO VII
restauró la Compañía. Madrid, Museo del Prado.
RETORNO A LA PENÍNSULA
paña posconstitucional, a la redacción y publicación de un Dictamen General, elaborado por el Consejo Real. En él se reconocía la necesidad que la educación y la Iglesia españolas tenían de los jesuitas y, lo que era mucho más importante de cara al pasado y también de cara al futuro, se reconocían, de alguna manera, los males y los atropellos sufridos durante cuarenta y ocho años por los jesuitas y la Compañía de Jesús. El alma y el autor principal del Dictamen General fue el fiscal Francisco Gutiérrez de la Huerta. El fiscal y el Consejo de Castilla actuaron con parsimonia y esfuerzo. Su contenido enmendaba y desmentía, básicamente, el dictamen que cincuenta años antes redactara, con la autorización y el respaldo del Consejo Extraordinario, Campomanes y en el que se justificaba la expulsión y el destierro de los jesuitas fuera de España.
sia y de sus órdenes religiosas inspiraba a los gobiernos occidentales y muy en concreto a la monarquía, dignamente representada por Fernando VII, convenía hacer las cosas con pausa y con la máxima seguridad jurídica. Restaurada la Compañía de Jesús por un legítimo sucesor, Pío VII, de quien la había suprimido, Clemente XIV, y demandada por las autoridades municipales de algunas ciudades y pueblos donde estaba establecida en 1767, se procedió, para fundamentar jurídicamente la vuelta de la Compañía a la Es-
BAJO EL SIGNO DEL REGALISMO. Tanto la expulsión como el regreso de la Compañía de Jesús fueron obra del regalismo y de su tan particular manera de entender sus relaciones con la Iglesia. Los intereses del Estado prevalecían, en la práctica, sobre los intereses de la Iglesia. O lo que es lo mismo, la Iglesia en la práctica se veía sometida a las políticas generales y a las necesidades del Estado. Así las cosas, el 19 de octubre de 1815, se creó la Real Junta de Restablecimiento de jesuitas, “concediéndole toda autoridad y jurisdicción relativa al expre-
CASI MEDIO SIGLO DESPUÉS DE SU EXPULSIÓN POR CARLOS III, FERNANDO VII PERMITÍA LA VUELTA DE LOS JESUITAS. EN EL DOSCIENTOS ANIVERSARIO DE LA RESTAURACIÓN,
ALFREDO VERDOY EXPLICA LOS PROBLEMAS QUE HALLARON LOS PRIMEROS 127 QUE EMPRENDIERON EL
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RESTAURACIÓN de la
Compañía de Jesús por el papa Pío VII, en mayo de 1815.
sado objeto”. La Junta, como ha recordado el padre Manuel Revuelta, autor de El restablecimiento de la Compañía de Jesús. Celebración del bicentenario, se convirtió “en la herramienta imprescindible para la elección de las casas restauradas y para la organización de su dotación”. Los superiores de la Compañía, empezando por el llamado comisario, padre Manuel de Zúñiga, no podían tomar ninguna decisión de cierta transcendencia sin informar al menos a la Junta y sin el permiso de esta. Aun cuando la Compañía recibiese lo sobrante de las temporalidades que teóricamente le fueron devueltas –muy poco con relación al volumen de lo dejado cincuenta años antes–, la programación de sus actividades y ministerios apostólicos “dependió totalmente de los controles oficiales en la devolución de las casas y en su mantenimiento económico”, según Revuelta. El grado de injerencia fue tal que la Junta no reconoció la patente del superior provincial de los jesuitas en España al entender que si la aceptaba ponía en cuestión el contenido de la bula Inter graviores, texto arrancado al papa Pío VII en 1804 por el que el Estado español deseaba controlar la vida y el de-
sarrollo de las órdenes religiosas en territorio español de manera exclusivista y muy nacional. La dependencia, pues, de la Compañía de Jesús de la Corona acabaría condicionando, para lo bueno y también para lo malo, el presente y sobre todo el futuro de los jesuitas en la España de los siglos XIX y XX. FECHAS
Años antes de la publicación de la bula de Pío VII Sollicitudo omnium ecclesiarum (7-VIII-1814), más por razones económicas que por motivos caritativos y de justicia, se permitió en 1798 el retorno bajo ciertas condiciones de cuantos jesuitas españoles exiliados en Italia quisiesen volver al suelo patrio. Se CLAVE calcula que regresaron 1767. Carlos III expulsa a los je644. Su residencia deTRES ETAPAS. En la suitas del territorio español. bía fijarse en las casas primera época de 1773. Clemente XIV suprime la de sus parientes o en la Restauración de la Compañía de Jesús. los monasterios y conCompañía de Jesús en 1815. Pío VII restaura la Comventos que los quisieEspaña pueden y depañía y Fernando VII permite su sen recibir. Naturalben distinguirse tres vuelta a España. mente, no podían traetapas. La primera, 1820. Nueva expulsión duranbajar como jesuitas ni entre su restablecite el Trienio Liberal. como religiosos. Dos miento en 1815 y su 1823. Nueva restauración. años después, en 1801, supresión en 1820, 1833. Muere Fernando VII. eran expulsados. coincide con la etapa 1835. Los liberales expulsan de A lo largo del inviermás dura y absolutista nuevo a los jesuitas. no de 1814, y sobre del reinado de Fertodo de 1815, un total de nando VII; la segunda, entre una nueva supresión y expulsión 127 jesuitas viajaron de Italia a Esen 1820 y una nueva restauración en paña, llenos de entusiasmo, celo apos1823 con el Trienio Constitucional, y, tólico y agradecimiento. Volvían a algufinalmente, la tercera, entre 1823 y nas ciudades y pueblos de los que ha1835, en la que se puso casi punto final bían partido en 1767. No eran los misa la presencia de los jesuitas en Es- mos, y aun cuando las expectativas y el recibimiento con los que fueron paña con la Década Ominosa. LA AVENTURA DE LA
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les ofreció la posibilidad, abrieron un noviciado principal en Madrid, complementado por tres noviciados regionales en Sevilla, Loyola y Manresa. TAREAS INMEDIATAS. ¿Qué hicieron y
RETRATO ESCUESTRE DE FERNANDO VII, por José de Madrazo, 1821, Madrid, M. del Prado.
agasajados auguraban los mejores
auspicios, se encontraron con muchas dificultades. La primera y posiblemente la más importante derivaba de ellos mismos: eran muy pocos, 127, y encima tenían muchos años, muchos achaques y un gran desconocimiento de los cambios sufridos por la sociedad española. No hicieron ascos al trabajo, y en cuanto les fue posible, se incorporaron a sus nuevos destinos. En Madrid, Valencia y Palma de Mallorca, con sus
respectivos colegios, entre los que cabe destacar el Imperial de Madrid y el de San Pablo, y el Seminario de Nobles de Valencia, constituyeron sus obras más señeras. También estuvieron presentes en Sevilla y Cádiz, en Manresa y Tortosa, en Murcia y Badajoz, en Trigueros (Huelva) y Graus (Huesca), en Loyola, Oñate y Villagarcía de Campos. Atendieron los colegios y las escuelas de estas poblaciones, cuidaron del culto en sus iglesias y residencias, y cuando se LA AVENTURA DE LA
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qué aprendieron de cara al futuro los casi 130 jesuitas vueltos a la España de 1815? Trabajaron con denuedo. Trataron de adaptar sus métodos pedagógicos, la Ratio Studiorum (1599), a las nuevas circunstancias políticas y educativas españolas. Practicaron sus habituales y tradicionales métodos apostólicos. Escucharon confesiones, asesoraron espiritual y humanamente a cuantos a ellos se acercaron. Se volcaron con la juventud y reabrieron sus antiguas Congregaciones Marianas. Trataron, consiguiéndolo en parte, de asegurar su porvenir admitiendo, no siempre con la debida discreción, un total de 467 novicios, entrados entre 1816 y los tres primeros meses de 1820. Aprendieron que no por ir más deprisa se corría más y se llegaba antes. Su futuro, se dieron cuenta a tiempo, requería no solo una mejor selección de sus candidatos, sino una probación y formación más en línea con el contenido y espíritu de sus constituciones y tradiciones propias. No convenía ni era propio de los jesuitas servirse de los novicios y jóvenes escolares para suplir la misión y los trabajos que sus pocos padres y sacerdotes no podían llevar adelante. También se dieron cuenta de que en sus misiones y en sus cometidos apostólicos no podían ni debían, de cara al presente y sobre todo al futuro, ser identificados con los intereses de la monarquía, y mucho menos con la filosofía y las peculiaridades del monarca reinante. En su vuelta a la patria debían entregarse a todos los españoles, independientemente de su credo y definición política. Con el decreto de expulsión de 1820 muchos escolares y novicios fueron invitados a abandonar la Compañía; unos cuantos, los más prometedores, fueron enviados a Roma, donde acabaron siendo formados en los conocimientos, letras y virtudes que los nuevos tiempos requerían. Los pocos ancianos que quedaron en España supieron mantener el espíritu jesuítico, así como las más que humeantes cenizas de una renovada Compañía de Jesús, adaptada a los nuevos tiempos del liberalismo.
GRABADO SATÍRICO
sobre la expulsión de los jesuitas por parte de Carlos III, Ámsterdam, Rijksmuseum.
paña. Esperamos que haya quedado claro el espíritu con el que los jesuitas, en general, y los españoles, en particular, asumieron su reconocimiento jurídico y su nuevo servicio a la Iglesia y a la Humanidad. Un espíritu que en medio de profundos cambios sociales y políticos “prefería buscar seguridades en las costumbres estableTRAS LA MUERTE DE FERNANDO VII Y LA TOMA DEL PODER cidas y hallar respuestas en las doctrinas tradiDE LOS PRIMEROS LIBERALES ESPAÑOLES, SE FIRMÓ UN cionales en vez de NUEVO DECRETO DE EXPULSIÓN EL 19 DE FEBRERO DE 1835 afrontar los riesgos de nuevas experiencias, etapa, prefiriendo una dinámica que se brero de 1835, que ponía de nuevo fue- amistades y compromisos”. Clima y esmantendrá durante los dos siglos si- ra de España a la Compañía de Jesús. píritu restauracionista en el que la Al comienzo aludíamos al término Compañía de Jesús, con una cierta tiguientes, las ciudades a los pueblos. Se encargaron del Seminario de Nobles de restauración, y más en concreto a la res- midez y pudor, consolidó y acrisoló su Madrid y de un pequeño colegio en tauración de la Compañía de Jesús. Con espíritu, afrontó los riesgos y las venUtrera (Sevilla); trataron de incorpo- dicho término apelábamos, por una par- tajas de los nuevos tiempos y se prerar sus Estudios Generales a la Univer- te, al hecho histórico de la vuelta y re- paró para la renovación conciliar y possidad de Alcalá; hicieron cuantas dili- torno de los jesuitas a nivel universal, conciliar del Vaticano II. gencias pudieron para establecerse por tanto, español, a sus ministerios y J. A. FERRER BENIMELI, Expulsión y –sin buenos resultados– en Barcelo- misiones, y, por otra, a lo que algunos extinción de los jesuitas (1759-1773), na, y cuidaron y hasta mimaron sus no- han denominado el espíritu de la resBilbao, Mensajero, 2013. tauración o espíritu restauracionista. viciados de Madrid y Sevilla. L. FRÍAS, Historia de la Compañía de Jesús en su asistencia moderna de España (1815-1863), En estas líneas hemos presentado el Madrid, 1923. clima político y social en el que transcuTRÁGICAS JORNADAS. Los cambios poM. REVUELTA GONZÀLEZ, El restablecimiento líticos y sociales acaecidos en España rrió la restauración histórica, con la vuelde la Compañía de Jesús. Celebración del bicentenario, Bilbao, Mensajero, 2013. con la muerte y la difícil sucesión al tro- ta de los jesuitas naturalmente a EsEn los doce años transcurridos entre 1823 y 1835, los jesuitas crecieron y se consolidaron. En el Catálogo de 1835, tras las trágicas jornadas del mes de julio de 1834, figuran 350 sujetos, la mayoría de ellos jóvenes y animosos. Reabrieron algunas, no todas, las casas en las que trabajaron en su primera
no de Fernando VII (1833), la toma del poder de los primeros liberales españoles y las trágicas jornadas del mes de julio de 1834, en las que el Colegio Imperial fue pasto de las llamas, cobrándose la vida de quince jesuitas, crearon el clima que propiciaría la firma de un nuevo decreto de expulsión el 19 de fe-
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