Redacción argumentativa (UCA)

August 31, 2017 | Author: Gonzalo Alonso | Category: Dialectic, Certainty, Truth, Science, Argumentation Theory
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Cclección Pre-Universitaría

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Redacció unie uta ti va

La Colección Pre-Universitaria de EDUCA está constituida por textos de apoyo para los cursos de ingreso en la Pontificia Universidad Católica Argentina (UCA), los cuales han sido elaborados por los profesores del Departamento de Ingreso y Estudios Pre-Universitarios (DIEPU). Eslos cuadernos didácticos están redactados y diseñados con la finalidad de organizar un espacio de aprendizaje y trabajo. Para comprender el sentido y desarrollo de esta colección (en los énfasis o en las ausencias de determinados contenidos), hay que ubicar cada texto en el concierto de los objetivos del ingreso de la carrera correspondiente, en la duración de cada materia y en el nivel cultural y madurativo de la mayoría de los destinatarios. Por último, el presente texto, a cargo de la Lie. Analía Vélez de Villa, aborda los géneros discursivos propios de la vida universitaria. De esta manera, se intenta iniciar al aspirante en dos secuencias paradigmáticas, la exposición y la argumentación, pues ambas recorren toda la vida académica.

Pre-Umversitana

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Pontificia Universidad Católica Argentina Santa María de los Buenos Aires D e p a r t a m e n t o de Ingreso y Estudios Pre-Universitarios Colección Pre-Universüaria

REDACCIÓN ARGUMENTATIVA

EDITORIAL DE LA UNIVERSIDAD CATÓLICA ARGENTINA

Vélez de Villa, Analía Redacción argumentativa - I o ed. - Buenos Aires : Educa, 2005. 72 p . ; 28x20 cm.- (Pre universitaria) ISBN 987-1190-41-7 1. Redacción. 2. Composición Literaria I. Título CDD 808.02.

EDITORIAL DE LA UNIVERSIDAD CATÓLICA ARGENTINA FUNDACIóN UNIVERSIDAD CATóLICA ARGENTINA

A. M. de Justo 1400 • P.B., Contrafrente • (C1107aaz) Tel./Fax 4349-0200 int. 1177 • [email protected] Buenos Aires, septiembre de 2005

ISBN: 987-1190-41-7

Queda hecho el depósito que previene la Ley 11.723 Printed in Argentine - Impreso en la Argentina

ÍNDICE INTRODUCCIÓN Propósitos El inicio de la redacción

13 15 DESARROLLO

Primera parte Explicar, argumentar Textos y secuencias Géneros discursivos Textos académicos Textos expositivo-explicativos Textos argumentativos

19 10 20 20 21 23

Segunda parte Cuatro máximas del arte del "bien decir" La pureza La claridad La conveniencia

31 33 40 49

CONCLUSIÓN La revisión del discurso

53 ANEXO

Primer texto. Ejemplos en broma, pero muy en serio Segundo texto. El concepto de marcador del discurso Tercer texto. Si Dios existe Bibliografía

57 61 65 69

PROGRAMA GENERAL

TEMARIO PRIMERA PARTE

Explicar, argumentar Textos y secuencias Géneros discursivos Textos académicos Textos expositivo-explicativos Textos argumentativos SEGUNDA PARTE

Cuatro máximas del arte del "bien decir' La pureza La claridad La conveniencia TERCERA PARTE

La revisión del discurso

INTRODUCCIÓN Propósitos El ingreso en la universidad supone un compromiso con determinadas reglas de juego. Cada ámbito social funciona de acuerdo con normas pactadas. También el lenguaje establece sus propios códigos en relación con las distintas situaciones comunicativas. Si pensamos en límites concretos, en la evaluación escrita u oral por ejemplo, concluiremos en que la lengua se inscribe en un registro determinado (decir con propiedad) y una retórica propia (decir bien) ajustados ambos a las necesidades comunicativas del nivel universitario. La noción de registro o lenguaje está íntimamente unida a la idea de contexto, pues diversos contextos generan diversos registros: elaborados, cuidados, populares, espontáneos, técnicos, especializados, familiares, marginales, informales... ¿Cuál es el registro que mejor se adecúa a la universidad? Evidentemente la respuesta exige que pensemos en la intención y finalidad del mensaje y en el receptor del enunciado. La declaración es irrebatible: el mensaje tendrá que ser relevante (o pertinente)1, es decir, el emisor tendrá que ser pertinente para que su enunciado sea considerado relevante por el receptor. Para alcanzar esa virtud, el emisor habrá de seguir determinadas normas, que hacen a la coherencia textual, cualquiera sea el género discursivo2 que emplee. ¿Cuáles son los géneros discursivos propios de la vida universitaria? La cuestión dependerá de la carrera, pues el género forense o jurídico será más afín al Derecho, y los géneros literarios (lírico-poético, épico-narrativo, dramático-teatral y ensayístico) estarán más próximos a los estudiantes de Letras o de Lenguas, aunque los géneros didáctico-ensayísticos (artículos, memorias, discursos orales, diarios, tratados...) serán corrientes para el estudio de numerosas ciencias. A lo largo de la vida universitaria el alumno será receptor y emisor de 1 . El principio de relevancia o pertinencia ha sido definido por Dan Sperber y Deirdre Wilson en La relevancia. Comunicación y procesos cognitivos, Madrid, Visor, 1994 [1986] y en Sobre la definición de relevancia, en L. Valdés Villanueva (ed), 1991 [1986]: 583-598. 2 . BAJTÍN, Mijaíl M. ("El problema de los géneros discursivos" en Estética de la creación verbal, México, Siglo veintiuno editores, 1999 [1982]) describió los géneros primarios o simples (diversas formas de conversación) y los secundarios o complejos (literarios, periodísticos y científicos). Con respecto a la voz "discursivo", cabe aclarar que en este manual los términos texto y discurso se emplean en forma equivalente.

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discursos inscriptos en diferentes géneros (agrupamos por género a las unidades de discurso que comparten características formales y de fondo). Pero tampoco ellos aparecen por vez primera en la vida del postulante, razón por la que este libro se presenta como una continuidad de los saberes aprendidos en la escuela primaria y secundaria, principalmente. A cada ambiente: administrativo, jurídico, religioso, político, periodístico, literario, científico, tecnológico, médico, publicitario o cotidiano le corresponde una práctica discursiva. Concordamos con Jean-Michel Adam 3 en que las unidades modélicas pueden reducirse a cinco: la narrativa, la descriptiva, la argumentativa, la expositiva y la dialogal. A estas añadimos —como lo han hecho otros primero— una sexta secuencia, que es la instruccional. Cada una de estas secuencias puede dominar o integrar un cuerpo textual. Ellas pueden concatenarse en un texto literario o no literario, pero siempre aceptarán pautas que harán a su coherencia y cohesión. Varios son los textos no literarios que forman parte del espacio académico: evaluaciones parciales y finales, monografías, trabajos prácticos, reseñas, tesis, ponencias, clases, conferencias... Todas estas manifestaciones respetan patrones morfosintácticos, léxicos y estructurales, si bien cada género y emisor tienen su propio estilo (pero el estilo no es anárquico, por lo menos, en el contexto de la universidad). Lógicamente que hay jalones que marcan campos de complejidad, desde un informe de lectura, por citar una práctica habitual, a una tesis de posgrado; y de un examen oral a una ponencia en un panel de especialistas. La diversidad discursiva es amplia. A nosotros nos interesa abordar el ámbito preuniversitario (más cercano a la monografía que al proyecto de investigación) e iniciar al aspirante en dos secuencias paradigmáticas, la exposición y la argumentación, pues ambas recorren toda la vida académica. Sin embargo, no nos proponemos hacer una análisis exhaustivo de estos discursos pues ello nos desviaría de nuestra meta, que es enseñar al alumno preuniversitario a respetar las estrategias discursivas comunes a la escritura académica. Advertimos que muchos de los procedimientos empleados en la universidad atañen tanto a la oralidad como a la escritura4, aunque los códigos sean diferentes. Con el objetivo de orientar a nuestros postulantes en ciertos aspectos pragmáticos del discurso, en una segunda parte, enunciamos y desarrollamos algunas máximas para tener siempre en cuenta. El libro concluye con un apéndice que comprende tres textos: el primero, "Ejemplos en broma, pero muy en serio", ilustra de forma amena una materia esencial: las frases hechas y los lugares comunes; el segundo, "El concepto de marcador del discurso", permite recapacitar sobre las convenciones del texto expositivo-explicativo; y el tercero, "Si Dios existe", sirve de base para la discusión del texto argumentativo. Hemos elegido fragmentos de épocas, estilos y cánones diferentes para ampliar las perspectivas de lectura y escritura académicas. 3 . ADAM, Jean-Michel. Les textes: h/pes et prototypes. Récit, description, argumentation, explication et dialogue. París. Nathan. 1992. 4 . No nos detendremos en las diferencias entre la oralidad y la escritura. Aunque ambos discursos tienen características diferentes, para el alcance de este manual, los trataremos muchas veces en forma conjunta. Incluso reconocemos géneros mixtos (el pasaje de la escritura a la oralidad) en la defensa de tesis o proyectos, en las ponencias en congresos o jornadas, etc. (cfr. SCARAÑO, Laura y otra. Saberes de'la escritura. Géneros y convenciones del discurso académico Mar del Plata. Ed. Martín. 2001: 73-84).

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Introducción

El inicio de la redacción Linda Flower, en Problem-Solving Strategies for Writing,5 propone la primera guía que transcribimos, para responder al inicio de la redacción. Consideramos que puede resultar un buen punto de partida, puesto que la escritura requiere de una planificación ordenada. Propósito • ¿Qué quiero conseguir con este texto? • ¿Cómo quiero que reaccionen los lectores y las lectoras? • ¿Qué quiero que hagan con mi texto? • ¿Cómo puedo formular en pocas palabras mi propósito? Audiencia (receptor) • ¿Qué sé de las personas que leerán el texto? • ¿Qué saben del tema sobre el que escribo? • ¿Qué impacto quiero causarles? • ¿Qué información tengo que explicarles? • ¿Cómo se la tengo que explicar? • ¿Cuándo leerán el texto? ¿Cómo? Autor (emisor) • ¿Qué relación espero establecer con la audiencia? • ¿Cómo quiero presentarme? • ¿Qué imagen mía quiero proyectar en el texto? • ¿Qué tono quiero adoptar? • ¿Qué saben de mí los lectores y las lectoras? Escrito • • • • •

(mensaje) ¿Cómo será el texto que escribiré? ¿Será muy largo/corto? ¿Qué lenguaje utilizaré? ¿Cuántas partes tendrá? ¿Cómo me lo imagino?

Figueras y Santiago6 recomiendan plantearse las siguientes preguntas y darles una respuesta: 1. OBJETIVOS DEL TEXTO: ¿Para qué se escribe el texto? ¿Qué objetivo hay que lograr con el texto? 2. EL TEXTO COMO RELACIÓN: ¿A quién se dirige el texto? ¿Qué sabe exactamente el lector? Y, en función del destinatario, ¿cómo quiere presentarse el escritor ante él?, ¿qué imagen pretende transmitirle?

5 . En CASSANY, Daniel. La cocina de la escritura. Barcelona. Anagrama. Colección Argumentos. 1993: 55. 6 . FIGUERAS, Carolina y Santiago, Marisa, "Planificación" en MONTOLÍO, Estrella. Manual práctico de escritura académica. Volumen II. Barcelona. Ariel Practicum. 2000: 15-68.

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3. ORGANIZACIÓN DE LAS IDEAS: ¿Qué debe decir el escrito exactamente? ¿Cómo se organizará la información para que la comunicación sea más eficaz? 4. GÉNEROS: ¿En qué género se inscribe el texto? ¿Cuáles son las convenciones asociadas al género escogido? 5. SECUENCIAS TEXTUALES BÁSICAS: ¿Qué tipo de secuencias textuales (argumentación, exposición, descripción, narración) vamos a emplear en el texto? En resumen, comprobamos que las dos guías tienen aspectos en común, que el alumno deberá examinar antes de "tomar la palabra": 1. QUÉ se quiere escribir 2. POR QUE se quiere escribir 3. PARA QUÉ se quiere escribir 4. CUANTO se quiere escribir 5. CUÁNTO TIEMPO se demorará en escribir 6. CÓMO se va a escribir 7. A QUIÉN se va a escribir

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DESARROLLO

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PRIMERA PARTE Explicar, argumentar Hemos aludido al texto expositivo-explicativo y al argumentativo como las vértebras del discurso académico. Estas vértebras sostienen una columna cuyos extremos se oponen para algunos7, pues si el texto expositivo-explicativo tiende a la objetividad, el texto argumentativo es el canal que transporta la subjetividad del emisor. Nosotros, en cambio, no creemos que la subjetividad sea inherente al texto argumentativo, puesto que no se trata de "otorgarles valor a las cosas" sino de conocer el valor que hay en ellas. La vida de la universidad alienta ambas habilidades: definir una teoría y emitir un juicio crítico responsable. La experiencia académica está hecha de fundamentaciones: estas son operaciones cognitivas que remiten claramente al discurso argumentativo, y que precisan del aprendizaje significativo de las definiciones previas del discurso expositivo. Se impone ahora puntualizar a qué llamamos "texto" e individualizar ambos géneros. Textos y secuencias En primer lugar deslindaremos "texto" de "secuencia". Podríamos admitir, por ejemplo, que todo texto tiene una orientación argumentativa, pero de ninguna manera podríamos afirmar que toda secuencia es argumentativa. Un texto es un conjunto de palabras, un enunciado o un conjunto de enunciados organizados y relacionados entre sí, en un entramado de vínculos (trama y urdimbre). El texto es una unidad comunicativa conformada por secuencias. Oswald Ducrot y Jean-Michel Adam (junto con Mijaíl M. Bajtín, Teun A. Van Dijk y Egon Werlich) nos ayudan a distinguir texto de secuencia. Debido a que el texto no suele presentarse como un conjunto de secuencias homogéneas sino más bien heterogéneas, Adam ve la necesidad de postu7 . "Explicación y argumentación podrían ser entendidas como polos opuestos de un mismo continuum, en cuyos extremos se ubicaran respectivamente (el efecto de) objetividad y (la plena manifestación de la) subjetividad del enunciador". (NOGUEIRA 2003: 89).

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lar un modelo de secuencia textual prototípica y es él quien define al texto como una estructura compuesta de secuencias8. Así, pues, la secuencia es la unidad constituyente del texto, que está formada por paquetes de proposiciones, a su vez constituidas por n proposiciones. Para Adam las secuencias protorípicas responden a tipos relativamente estables de combinación de enunciados, dotados de una organización reconocible por su estructura y por su unidad compositiva. Si bien algunos textos pueden ser homogéneos y estar construidos sobre la base de una sola secuencia (pensemos en la secuencia instruccional de un mensaje dado por la computadora, que solo nos permite aceptar o rechazar el enunciado ejecutando una tecla), otros textos se muestran heterogéneos, con variedad de secuencias que pueden alternarse o no. Algunas secuencias pueden ser dominantes (así, por ejemplo, en vina obra de teatro domina la secuencia dialogal, pero hay secuencias secundarias descriptivas, en las acotaciones). La secuencia se presenta como un modo de segmentación. Antes de abordar los dos paradigmas anunciados, cabe reiterar que tampoco las tipologías que estudiaremos serán absolutamente expositivo-explicativas o argumentativas, sino que en ambas puede hacerse presentes otro tipo de secuencias, tales como las narrativas, descriptivas, dialogales o instructivas. Géneros discursivos No nos proponemos desarrollar un tema tan vasto como el de los géneros discursivos, sino simplemente definir el término que ideó Bajtín, para acordar un mismo código con nuestros lectores. Un género es una categoría o clase textual. Los géneros son clases de textos. Entendemos por "texto" todo enunciado oral o escrito, que el lingüista puede someter a estudio. Los géneros discursivos comprenden todas las maneras en que el hombre se expresa, desde una simple conversación (género discursivo primario) hasta una poesía (género discursivo secundario). En el Manual práctico de escritura académica II (Montolío 2000: 36) se afirma que un género está integrado por todos aquellos textos que comparten una serie de rasgos, tanto de forma (utilizan unas fórmulas lingüísticas comunes, una estructura estereotipada), como de contenido, y que, además, se emplean convencionalmente en las mismas situaciones comunicativas. Textos académicos Tal como señalan Figueras y Santiago (Montolío 2000: 22), los textos que se utilizan en un contexto académico son similares en algunos aspectos a los textos científicos, pues en ellos prima la información. La autoras observan que no todos los textos que se escriben en un contexto académico son idénticos ni se redactan por el mismo motivo. Así: 8 . Cfr. CALSAMIGLIA Blancafort, Helena y Tusón Valls, Amparo. Las cosas del decir. Manual de análisis del discurso. Barcelona. Ariel Lingüística. 2002: 265-267.

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PnmoM Parto

1. un 2. un 3. un 4. un

texto de nivel básico, artículo especializado, examen y artículo de divulgación

deben transmitir información, pero no pretenden conseguir el mismo efecto en el lector: a veces se trata de que el lector entienda y aprenda ciertos conceptos (1); a veces, de convencerlo de lo acertado de una teoría propia (2); en ocasiones, de demostrarle el alto nivel de conocimientos alcanzado y aprobar (3); o, por último, de interesarlo por un tema que desconoce (4). Ratificamos que el lector y el objetivo condicionan el mensaje. Esta es la primera lección que no deberá olvidar el redactor. Si pensamos en apuntes o resúmenes, la escritura está dirigida al mismo estudiante y el objetivo es aprender; en cambio, si la escritura está escrita por el alumno pero dirigida al profesor, automáticamente se cambia el registro: ya no habrá abreviaturas personales tb., x q, a', ho., Xto. (en lugar de: también, porque, que, hombre, Cristo), asimismo la información se seleccionará con cuidado, y el estilo se ajustará a las convenciones que rigen para los textos informativos. Los rasgos fundamentales del texto académico son tres: precisión, claridad y objetividad (Montolío II 2000: 40). Agregamos nosotros que son estas las cualidades que destacan, también, en un texto jurídico (muy lejos de las sutilezas e imprecisiones del lenguaje connotativo del género lírico). Ahora bien, ni siquiera un examen y una monografía, que compartan los mismos emisores, receptores y objetivos, son iguales, puesto que —entre otras cosas— varían en el tiempo de preparación. También cambian las competencias o condiciones de comprensión. La monografía, debe, por lo tanto, ser exhaustiva, a diferencia del carácter condensado del examen. No obstante esto, ambas producciones comparten el requisito de "proporcionar contenidos y datos, exponiéndolos de un modo claro, ordenado y preciso". "En un examen se suelen evaluar los conocimientos proporcionados directamente por el profesor (esto es, el lector ya posee toda la información que aparece en el texto), mientras que en una monografía se valoran los conocimientos adquiridos por el alumno a lo largo de su investigación (o, lo que es lo mismo, en ese tema específico es probable que el escritor sepa más que el lector). En un examen el escritor se comporta como si el lector desconociera la información (aunque sabe que no es nueva para él), mientras que en una monografía es probable que realmente el lector carezca de esa información"(Montolío II 2000: 168-169). La segunda lección que deberá aprender el alumno abarca la descripción de los dos tipos textuales corrientes en la vida académica. Textos expositivo-explicativos Dilucidaremos el porqué de esta doble denominación "expositivoexplicativos". La respuesta la hallamos en el Manual práctico de escritura académica (Montolío II 2000: 49)9: "las secuencias expositivas se escriben 21

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con el objetivo de proporcionar una explicación para un problema de conocimiento". Si Montolío se refiere a "secuencia", igual criterio se empleará en el Manual de lectura y escritura universitarias (Nogueira 2003: 74), pues se aclara que se debe abandonar la idea de que en la vida universitaria se puedan hallar discursos explicativos puros. Lo más habitual es encontrar sus características combinadas con formas argumentativas, narrativas, etc. Durante toda la vida universitaria, alumnos y profesores explican, es decir, declaran, manifiestan, dan a conocer, exponen, justifican, revelan todo lo que puede ser explicable en ese ámbito de estudio. El discurso explicativo tiene, en toda ocasión, la estructura de la pregunta (planteamiento del tema) y la respuesta (resolución del problema). Como observa Fernández Bravo10, la escritura en la vida universitaria está siempre ligada a la lectura. Aprender a escribir significa, en gran medida, aprender a leer (a esto llamamos una "lectura crítica"). Cuando hablamos de producir textos expositivo-explicativos, hablamos también de leer, de utilizar nociones ajenas para establecer una noción propia. Sin embargo, como aclara Fernández Bravo, desarrollar una lectura crítica no significa cuestionar de forma sistemática todo lo que leemos. Evidentemente este género no es exclusivo de la universidad: hay distintos tipos de explicaciones y distintos receptores de las mismas. Entre la diversidad de tipos, hallamos las explicaciones científicas, que intercambian los especialistas, y las de divulgación científica, dirigidas a un público no especializado. Tanto unas como otras pueden exponer el origen de algo; las probabilidades (demostrar que algo es así porque ha sucedido x cantidad de veces); las leyes que ocasionan o motivan algo; las funciones de algo; los fines y objetivos de algo... El Manual de lectura y escritura universitarias se refiere a las explicaciones causales como aquellas que dan respuestas a las preguntas encabezadas por un "por qué" y que se orientan hacia el pasado, mientras que las explicaciones teleológicas se "desplazan" hacia el futuro, a la manera de la causa final aristotélica (Nogueira 2003: 72)11. Hay diversas estrategias para explicar algo: paráfrasis, ejemplos, analogías y, por supuesto, la definición. Si en un parcial el profesor solicita que se defina algo, lo que pide, en primer término, no es un ejemplo12 ni una comparación, ni siquiera una enumeración de características o de partes, tampoco la historia de algo, sino una proposición que exponga con claridad y exactitud los caracteres genéricos y diferenciales de una cosa. Lo que demanda es la fijación precisa de la significación. Se reclama un concepto, una idea, una sentencia que sea capaz de concebir las nociones reales de algo: "La secuencia explicativa [...] se encuentra ligada al proceso de comprender con la ayuda de conceptos. Se organiza, por ende, 9. El subrayado es nuestro^ 10. FERNÁNDEZ BRAVO, Alvaro y Torre, Claudia. Introducción a la escritura universitaria. Buenos Aires. Granica. 2003: 145. 11. "De cualquier modo hay autores que persiguen la reducción de las explicaciones teleológicas a causales, así como quienes consideran el despliegue y la articulación de cadenas causales teleológicas, es decir; explicaciones en las cuales las preguntas a partir del "por qué" y del "para qué" no son exclusivas sino complementarias, la respuesta a uno de los interrogantes desemboca en el otro o viceversa". 12. "La ejemplificación es un recurso que en determinadas ocasiones utilizan los alumnos cuando no pueden conceptualizar una idea" Nogueira 2003: 114.

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Primera Partí»

sobre el eje lógico a partir de una estructura elemental que implica la presencia (explícita o no) de un problema y su resolución. Predominan los verbos en presente, en pretérito perfecto compuesto y en futuro imperfecto" (Nogueira 2003: 19).

I | i ! |

Dar un concepto equivale a dar una definición de equivalencia: esto es esto. Las definiciones (Nogueira 2003: 77) pueden ser descriptivas, cuando detallan los diferentes elementos que componen un concepto; pueden ser de denominación, cuando se quiere designar un término preciso o funcionales, cuando dan cuenta de los usos, del para qué de lo definido. Supongamos que tuviéramos que definir qué es la coma, pues bien, la definición de equivalencia sería: "la coma es un signo de puntuación que..."; la definición descriptiva se ocuparía de los diversos usos (en el caso de enumeración, de vocativo, de elipsis verbal...); la definición de denominación se detendría a explicar la voz "coma" o el término "signos de puntuación" y la definición funcional se ocuparía del para qué de ese signo en el marco de la teoría de la comunicación. Figueras y Santiago (Montolío II 2000: 46) observan que la estrategia discursiva de la definición está estrechamente relacionada con la descripción. Reparan en que la definición, en resumen, consiste en predicar determinadas características de un objeto, un proceso o un fenómeno en general, con el objetivo de determinar a qué clase pertenece y cuáles son sus atributos distintivos, idiosincrásicos, que lo convierten en un objeto singular. Pero las definiciones no agotan la totalidad de este tipo de textos, ya hemos adelantado que las reformulaciones o paráfrasis pueden desarrollar conceptos aparentemente poco claros, por medio de giros: "esto es", "es decir", "dicho en otras palabras", como así también lo logran los ejemplos, comparaciones y analogías; ni tampoco las definiciones consumen la complejidad del saber, que se fija por textos expositivo-explicativos integrados por unidades narrativas, descriptivas, argumentativas, dialogales e instruccionales. En definitiva, son secuencias del proceso explicativo la definición, la clasificación, la reformulación, la ejemplificación, la analogía, la citación. La analogía consiste en comparar lo que se intenta describir o explicar con otro objeto o concepto más sencillo: la estructura social con una pirámide, por ejemplo. Además de las reformulaciones (paráfrasis) y analogías, las citas de autoridad respaldan el hilo del discurso expositivo. Nos dicen Figueras y Santiago (Montolío II 2000: 54): "Con ellas el autor demuestra que su presentación es válida porque coincide con la explicación de reconocidos expertos en el tema, o sencillamente demuestra ser él mismo un experto, dado que ha leído todo lo que se ha escrito sobre esa cuestión".

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Es indudable que la explicación parte de un supuesto previo, que en principio, no se pone en cuestión, aunque la explicación en el conocimiento científico exige no solamente descripción sino demostración. Reparemos en el segundo texto que consta en el Anexo, "El concepto de marcador del discurso", observamos que en el mismo se anticipa una 23

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definición (§ 63.1.2. Definición del marcador del discurso). En la introducción (§ 63.1.1.) hallamos modelos de las estrategias convencionales en este tipo de secuencias: a) reformulaciones: "se percibe que las llamadas partículas, es decir, las tradicionales partes invariables del discurso". b) ejemplos: "un buen ejemplo del planteamiento tradicional lo constituye Garcés (1791)". c) metáforas: "llegan a constituir meros apoyos de la elocución ('muletillas') en el habla coloquial". d) comparaciones: "los marcadores que hemos analizado se ajustan, en general, a las categorías tradicionales de los adverbios, de las locuciones adverbiales y de ciertas interjecciones". e) analogías que hacen más preciso el mensaje: "Ya que acometer esta empresa [ofrecer una descripción sistemática de los marcadores del discurso] de un modo exhaustivo resultaría casi tan utópico —hay que admitirlo de entrada—como 'ponerle puertas al campo'". Si seguimos el célebre estudio de las funciones del lenguaje de Jakobson13, concluiremos en que es la función referencial, la que se centra en el objeto tratado, la que orienta este tipo de textos llamados comúnmente "informativos". La función referencial, denotativa o cognitiva se orienta hacia el contexto (la tercera persona; no-persona, según Benveniste) y tiene por dominio la información del mensaje. Figueras (Montolío III 2000: 21) advierte que es adecuado suponer que el referente no es directamente el objeto o la persona real, sino la representación que mentalmente se hacen los hablantes, a lo largo de la comunicación, de ese objeto o de esa persona. Esta opinión nos resulta útil pues nos obliga a sopesar cuánta precisión será necesaria si consideramos que cuando el emisor dice, por ejemplo, "Edad Media" su imagen mental no tiene por qué coincidir con la imagen mental del receptor. Textos argumentativos En un sentido amplio, la argumentación es una práctica discursiva que, según la propuesta de Román Jakobson (1960), correspondería a la función apelativa o conativa, que es la función que se centra en el receptor (la segunda persona) y cuyas realizaciones más manifiestas son el imperativo y el vocativo; pero Adam señala que la función argumentativa podría establecerse como una función con autonomía propia. Buscando organizar la cuestión, Calsamiglia y Tusón (Calsamiglia 2002: 295) enuncian como características fundamentales de la argumentación: 1. Objeto: cualquier tema controvertido, dudoso, problemático, que admite diferentes maneras de tratarlo. Se puede formular como pregunta.

13. JAKOBSON, Román. Ensayos de lingüística general. Barcelona. Ariel. 1984 [1960].

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Primera Parte

2. Locutor: ha de manifestar una manera de ver e interpretar la realidad, una toma de posición. Expone la opinión a través de expresiones modalizadas y axiológicas. 3. Carácter: polémico, marcadamente dialógico; se basa en la contraposición de dos o más posturas (verdades o creencias aceptadas o posiciones defendidas por un sector o por una persona). Los enunciados se formulan en relación con otros enunciados. Se manifiesta la oposición, el contraste, la desautorización, el ataque, la provocación... 4. Objetivo: provocar la adhesión, convencer, persuadir a un interlocutor o a un público de la aceptabilidad de una idea, de una forma de ver el tema que se debate. Quizá algún alumno piense que la argumentación ha sido desarrollada en el marco de los discursos sociales, sin embargo, el interés por el tema no es actual, ya Cicerón, San Pablo, Santo Tomás de Aquino o Aristóteles se ocuparon de ella (en la teoría y en la práctica). Esteban E. Bieda14 plantea una cuestión crucial, basándose en los Tópicos 155b 1 ss. de Aristóteles, "la cuestión de la verdad en la argumentación": ¿el emisor busca el triunfo de la verdad o persigue su propio triunfo? Bieda explica que el dialéctico para Aristóteles no se ocupa de la verdad del tema sobre el cual argumenta y que la dialéctica es simplemente una técnica interrogativa, por tanto, el dialéctico es aquel que dice proposiciones y hace objeciones. El filósofo, en cambio, no se preocupa por preguntar o esperar algo de alguien que responde, solo le interesa que las cosas sobre las cuales razona sean verdaderas y conocidas para, de esa manera, establecer razonamientos de tipo científico. Bieda alude también a Tópicos 101 a25 ss., donde Aristóteles distingue tres usos posibles de la dialéctica: para el ejercicio, para las conversaciones y para los conocimientos filosóficos. Al dialéctico no le importa si los argumentos son verdaderos o falsos, solo le incumbe vencer al interlocutor que sostenga la tesis opuesta a él. El método dialéctico es neutro con respecto a la verdad, pero esto no quiere decir que no sea necesario para acceder a ella (aunque no sea el único método). Evidentemente este sujeto "dialéctico" no tiene ningún atractivo para el filósofo. Lejos de los filósofos y más próximos a los dialécticos, encontramos los debates actuales: a menudo la argumentación aparece solo como una técnica para "descolocar al rival". Ciertamente no nos aliamos con este entrenamiento de la palabra, sino que aspiramos a que la dialéctica pueda ayudarnos a resolver conflictos de opiniones. El mecanismo de la dialéctica es el de las preguntas y respuestas. Aconseja Aristóteles que el dialéctico conozca, en la medida de sus posibilidades, no sólo la posición que pretende defender sino también la contraria para, de este modo, poder argumentar con más eficacia. La argumentación es dialéctica, o dicho de otra forma, la dialéctica es una técnica argumentativa, pues la organización se construye sobre un tema de tesis (un proponente que emite una propuesta) y antítesis (un oponente que emite 14. BIEDA, Esteban E. "La filosofía práctica y el método dialéctico aristotélicos: ¿Es la argumentación práctica una especie de dialéctica? en Arete. Revista de Filosofía. Volumen XV. N 2. Dto. de Humanidades. Pontificia Universidad Católica del Perú. 2003.

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una contrapropuesta), sostenido por partes en confrontación. O bien se puede llegar a una conclusión o bien se puede partir de la conclusión para ir justificándola en la argumentación. Aristóteles busca un método universal y el razonamiento dialéctico le brinda ciertas condiciones que él juzga valiosas: que si bien se construye a partir de cosas que parecen plausibles, trata una cuestión sobre la cual, o bien no hay opinión formada, o bien muchos y los sabios no están de acuerdo: esto implica que hay un vacío de opinión sobre el tema o un desacuerdo que debe ser resuelto. En "Apuntes sobre la argumentación en Santo Tomás de Aquino" 15 , Etchebehere vuelve sobre este asunto fundamental: "Se abre aquí la posibilidad de utilizar a la argumentación como una especie de martillo, con el cual on écrase a l'infame. Surge así la tentación de argumentar para, a toda costa, convencer, de modo que no nos mueve un problema, un enigma, sino atraer al otro a nuestro mismo modo de pensar. La razón pierde así su carácter inquisitivo, descubridor, para querer solamente 'tener razón'". Además, Etchebehere recoge algunos aspectos menos conocidos acerca de la argumentación, como por ejemplo, que el argumento también se encuentra en el campo de lo sensible. Es un signo sensible, por lo tanto, no habla solo a la razón. Fernández Bravo (2003: 149) estudia la hipótesis en las humanidades y en las ciencias sociales y observa que la hipótesis en el punto de partida, pero no lo primero que se obtiene, pues la hipótesis es el resultado de un trabajo de reflexión y estudio. Se llega a ella luego de un proceso de lectura y meditación previo, que demanda tiempo y concentración: "La puesta a prueba de la hipótesis requiere que el autor mismo imagine objeciones, críticas e interrogantes a la idea que intenta defender, para asegurarse de su validez. Si la hipótesis principal o alguna de las derivadas no resiste la crítica, significa que es incorrecta y debe reformularse". La advertencia de Fernández Bravo sitúa nuevamente el tema de la argumentación dentro del perímetro de la búsqueda de la verdad, que va desde una hipótesis inicial, a una tesis. La conclusión a la que se arriba puede ser cerrada o abierta, es decir, podrá manifestar una convicción plena o dejar espacio para la discusión. Para Fernández Bravo, cualquiera de las dos opciones es válida, siempre y cuando la conclusión sea el punto de llegada de un recorrido racional desde la hipótesis central y a través de hipótesis secundarias relacionadas entre sí. En la misma línea ubicamos el razonamiento de Raúl Carman16, para quien el principal mandamiento de la actividad periodística es respetar la 15. ETCHEBEHERE, Pablo. "Apuntes sobre la argumentación en Santo Tomás de Aquino" en Studium. Filosofía y Teología. Tomo III. Fascículo V. Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino. Centro de estudios institucionales de la orden de Predicadores. Buenos Aires. Tucuman. 2000: 33-42. 16. En SERRA, Alfredo y Vernino Teresita. Introducción a las técnicas de la escritura. Buenos Aires. Educa. Colección Preuniversitaria. 2000: 129.

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verdad. Y aunque solamente nos incumbe ahora precisar el alcance de la argumentación, vale la premisa de Carman para nuestro campo de estudio, puesto que si cualquier jefe de redacción sabe que cuando un periodista falta a la verdad, en la mayoría de los casos, no es por una acción deliberada sino por descuido, por imprecisión o por falta de rigor en su método de trabajo, muchas veces también los más enconados argumentadores desconocen esencialmente el tema en discusión. Naturalmente —como observa Carman—, si la transgresión a la verdad no proviene de descuidos o imprecisiones, el asunto es más grave pues vulnera normas éticas. En la Introducción al Manual de lectura y escritura universitarias se anticipan ciertos aspectos normativos que hacen a una buena argumentación: "La argumentación [...] se vincula con el proceso de comprensión pero, sobre todo, con el de juzgar. Se organiza, por ende, sobre un eje lógico-emocional. Su estructura básica supone una relación entre una tesis (o hipótesis) y sus fundamentos. Predominan, como en la explicación, los verbos en presente, en pretérito perfecto y en futuro imperfecto. A diferencia de la explicación, se estructura normalmente a partir de la primera persona del singular. Y la distancia afectiva entre el que enuncia y el objeto de su argumentación es muy escasa. A esto obedece la profusa presencia de palabras cargadas de una valorización subjetiva, verdaderas marcas o huellas enunciativas, llamadas "subjetivemas". Se emplean preferentemente conectores de causa, consecuencia" (Nogueira 2003: 19 y 20). Con respecto a los conectores, básicamente, concordamos con Calsamiglia y Tusón en que, aunque la simple yuxtaposición de dos enunciados, articula el discurso polémico, la argumentación elaborada necesita elementos lingüísticos que hagan explícita esa relación. Son Francisco Caballero y Maite Larrauri17 quienes presentan el siguiente cuadro con los conectores más habituales en el discurso filosófico: Causa Indican que los enunciados que los siguen explican o dan razón de los enunciados antecedentes.

• • • • • • •

porque pues puesto que dado que ya que por el hecho de que en virtud de

Certeza Indican que los enunciados que los siguen son enunciados ya probados por el autor (tesis validadas) o enunciados aceptados por una comunidad.

• • • • • • •

es evidente que es indudable que nadie puede ignorar que es incuestionable que de hecho en realidad está claro que

17. CABALLERO, Francisco y Larrauri, Maite. "El análisis de textos filosóficos" en Textos de didáctica de la lengua y la literatura, 8,1996:17-26.

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Condición Siempre que en un texto aparece un condicional, este va seguido de una consecuencia. Puede suceder que la palabra que introduce un enunciado como consecuencia de otro no vaya precedido de ningún conectar. En estos se ha de hacer explícito, en el análisis del razonamiento, un entonces (o cualquier otro conectar de consecuencia) aunque en el texto no esté.

si

con tal que cuando en el caso de que según a menos que siempre que mientras a no ser que

Consecuencia » luego Indican que los enunciados que » entonces los siguen son efecto de los razo- • por eso namientos antecedentes o de una «• de manera que condición. » de donde se sigue » así pues, así que * por lo tanto • de suerte que • por consiguiente • de ello resulta que • en efecto Oposición Estos conectores señalan que los enunciados que vienen a continuación contienen alguna diferencia respecto de los que le preceden. La diferencia puede no ser más que un matiz o, por el contrario, puede ser algo totalmente opuesto a lo afirmado anteriormente.

*» pero «• aunque «' contrariamente «• en cambio •» no obstante •• ahora bien *' por el contrario *» sin embargo *' mientras que

El alumno podrá encontrar en el Anexo un texto argumentativo modelo. En la primera parte, cuestión 2, artículos 1-3 de la Suma Teológica, Santo Tomás se plantea una hipótesis: si es posible demostrar la existencia de Dios. A esta hipótesis le siguen una argumentación principal, argumentaciones secundarias y sus correspondientes contraargumentaciones. A cada contraargumento le corresponde su refutación. La conclusión es clara: "es posible conocer a Dios por sus efectos, aunque estos no puedan dárnoslo a conocer tal como es en su esencia". En el texto de Santo Tomás se evidencian los dos componentes básicos de la secuencia argumentativa: tesis y argumentos. Con respecto a estos segmentos, el Manual práctico de escritura académica (Montolío II 2000: 61) expone que, además de presuponer la existencia de dos interlocutores o más (el escritor que defiende su opinión y su oponente, el "otro"), una secuencia argumentativa debe incluir explícitamente dos tipos de informa-

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ción lingüística, dos componentes básicos: la tesis y uno o varios argumentos que la sustenten: "Una secuencia argumentativa defiende una tesis, esto es, una opinión entre varias posibles. Precisamente porque existen diversos puntos de vista, porque hay más de una explicación plausible, es imprescindible que el escritor declare su posición, es decir, que formule explícitamente la tesis. Una tesis puede ser una opinión subjetiva, en el caso de una argumentación informal; en cambio, ha de ser una hipótesis científica, si se trata de un trabajo académico o de investigación". Es imprescindible comprender esto último: una tesis que no se apoye en argumentos racionales no constituye una argumentación académica. Si nos detenemos en el artículo 3 "Si Dios existe" (del texto seleccionado de Santo Tomás), advertiremos que la estrategia de contraargumentación llamada "A. Discusión" tiene los tres pasos característicos de la estrategia argumentativa: a) presentación del contraargumento: "Argumentos en contra. Parece que Dios no existe", b) desarrollo de su refutación: "B. Respuesta" y c) el refuerzo de la tesis principal: "C. A los argumentos en contra se responde". Por otra parte, Santo Tomás utiliza como técnicas argumentativas persuasivas, la definición: "Se llama evidente lo que se comprende con sólo conocer sus términos, cualidad que el Filósofo atribuye a los primeros principios de demostración" y la cita de autoridad: "como dice Boecio, que hay conceptos comunes que sólo son evidentes para los sabios; por ejemplo, que «lo incorpóreo no ocupa lugar»". La cita de autoridad incorpora un enunciado a través de la voz de otro enunciador considerado valioso y confiable, no solo por quien lo cita, sino por el auditorio o el lector en general. Verificamos que el texto argumentativo de la Suma teológica es de razonamiento lógico deductivo: el lector infiere, por medio de proposiciones de causa-efecto, las consecuencias, que se convierten en soluciones al problema. La retórica clásica grecolatina (Nogueira 2003: 92-93) alude al "silogismo". Por "silogismo" se entiende un discurso compuesto de tres enunciados (proposiciones) simples. Una de esas proposiciones, la conclusión, se infiere de las otras dos, las premisas. Cada una de las premisas tiene un término en común con la otra premisa y un término en común con la conclusión. Ejemplo: Los animales son mortales. Los hombres son animales. Luego los hombres son mortales. 29

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El silogismo exhibe la microestructura del texto argumentativo aunque reparamos en que los silogismos pueden falsear la verdad y el engaño puede existir en las premisas, en la conclusión o en la consecuencia lógica de la prueba.

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SEGUNDA PARTE Cuatro máximas del arte del "bien decir" Podemos considerar diversas reglas de orientación o consejos imprescindibles para redactores. Así, por ejemplo, en Introducción a las técnicas de la escritura (Serra 2000: 119) figuran una serie de recomendaciones esenciales, entre las que destacamos la de no usar palabras pesadas y las frases difusas y olvidar las expresiones floridas y supuestamente poéticas. También, la de prescindir de oraciones interminables. Calsamiglia y Tusón (2002: 338 y 339) hacen referencia a la "elocutio" de los clásicos, replanteada por las nuevas concepciones sobre el discurso. Las autoras dicen que la teoría tradicional considera que para la construcción del arte del "bien decir" (ars bene dicendi) se han de tener en cuenta cuatro "virtudes" textuales que hoy podríamos llamar "máximas". Se permiten enunciarlas como tales a la luz de la retórica y de los principios griceanos —haciendo clara alusión a Paul Grice—. Las máximas, en cuestión, son: "—Máxima de puntas 'atienda a las normas gramaticales y al léxico propio y genuino de la lengua que use. Evite construcciones y palabras propias de otras lenguas'. —Máxima de perspicuitas 'sea claro y preciso: no cree ambigüedades ni confusiones. Use recursos de orden y estructuración. Evite cualquier expresión que lleve al malentendido o a la incomprensión'. —Máxima de ornatus 'sea creativo: afine su percepción y busque la palabra o la combinación de palabras que resalte en su contexto. Ponga en juego las posibilidades expresivas de la lengua. Rompa las expectativas de su interlocutor: evite lo gastado y lo estereotipado'. —Máxima de aptum 'haga que su mensaje sea apropiado: aténgase a las necesidades y los intereses de los interlocutores, a la situación, al género y al registro'". 31

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Si pensamos en las primeras experiencias de textos escritos por estudiantes, la más sencilla podría ser la cíe dar respuesta a un cuestionario que evidencie el análisis de un texto. En ese caso, las cuatro máximas serian aplicables. En cambio, si examinamos la instancia de un parcial: una consigna requiere que el alumno defina con precisión determinada teoría o sistema, en esa ocasión, la máxima de oraatus —tan valiosa en oratoria— podría falsear el mensaje, que debería regirse con la objetividad de los textos expositivos. La máxima de ornatus liberará diferentes figuras o recursos de connotación, que la estilística ha estudiado como figuras de dicción y de pensamiento y como tropos. A este lenguaje se lo llama ''lenguaje figurado". Este lenguaje puede reemplazar el orden lógico por un orden estético, tal como lo describe Rafael Lapesa: "El lenguaje nos sirve para exteriorizar lo que sentimos, queremos o imaginamos, para la expresión cargada de afectividad. El lenguaje expresivo depende estrechamente de la emoción personal y de las circunstancias. La emoción se traduce en ricas y variadas inflexiones de la entonación. Se omite decir lo que las circunstancias dejan comprender: se insiste, repitiéndolas en palabras o frases. Las construcciones gramaticales se quiebran y desordenan. Las palabras y giros convenientes desde el punto de vista lógico, son reemplazados por otros que experimentan un cambio accidental de significación, usándose en sentido figurado".lB Pero como no es el lenguaje figurado el que nos interesa indagar en este manual, no será tampoco la máxima de ornatus la que debamos definir, si bien podría articular determinadas secuencias argumentativas. Nuestro objetivo tiene una única dirección, tres serán, entonces, las máximas que estructurarán esta exposición teórica. La máxima de puntas evitará que el emisor transgreda el nivel léxico (con barbarismos, arcaísmos, desviaciones semánticas), el nivel morfosintáctico (con solecismos), el nivel fónico (con pronunciaciones incorrectas, cacofonías) y el nivel gráfico (con faltas ortográficas). La máxima de perspicuitas apunta a la claridad que rehuye de la ambigüedad: el resultado serán frases sencillas, concretas, concisas, bien cohesionadas. Si el emisor sigue la máxima de aptum sabrá que su mensaje tiene que ubicarse en un contexto comunicativo, en el que es necesario seleccionar cuidadosamente qué debe decirse y qué debe omitirse. Todo texto tiene tma intención y todo texto se adecúa necesariamente a un interlocutor. Si el alumno escribe un parcial deberá tener en cuenta que el receptor conoce el referente (aquello de lo que se habla) y que, por lo tanto, no será necesario "traducir" el mensaje a un nivel llano para que resulte accesible, pues con la "traducción" puede venir la traición al propio mensaje. Ocupémonos de las tres máximas, a las que llamaremos: pureza (puntas), claridad (perspicuitas) y conveniencia (aptum). 18. LAPESA, Rafael. Introducción a los estudios literarios. Salamanca. Ediciones Anaya. 1964: 36-37.

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La pureza (puritas) La escritura académica, como toda escritura formal, se rige por las normas del español estándar. El primer aliado indispensable es el diccionario de la lengua, que año a año actualiza la Real Academia Española en conjunto con las academias de habla hispana. No obstante ello, el lexicón RAE no abarca el repertorio total de las palabras. Otros diccionarios especializados completan, el repertorio de términos científicos y técnicos. La preceptiva y verificación del estado de la lengua se encuentra sistematizada por la Real Academia Española, especialmente en dos publicaciones del año 1999: la Ortografía y la Gramática descriptiva de ¡a lengua española19. Por otra parte, los diccionarios de dudas, tales como los de Manuel Seco, María Moliner y el de María Luisa Olsen de Serrano Redonnet20 son imprescindibles para asegurar una buena escritura. Asimismo la Academia Argentina de Letras ha ¡mblicado varios informes bajo el título Dudas idiomáticas frecuentes que pueden resultar interesantes a todos los usuarios preocupados por el uso correcto de la lengua. Otro auxiliar conveniente puede ser el libro El arte de escribir bien en español. Manual de corrección de estilo21, coordinado por María Marta García Negroni, aunque hay también otros textos valiosos para el que quiera adiestrarse en este oficio. A los usos incorrectos se los denomina "solecismos". El diccionario RAE los define como "falta de sintaxis" v como "error cometido contra la exactitud o pureza de un idioma". Cassany (1993: 121-136) incluye entre estas falencias a la silepsis, anacoluto, anantapódoton, zeugma, pleonasmo, anfibología, cacofonía y otros tics personales. Laura Pérgola (García Negroni 2001: 441) manifiesta que las incorrecciones que consisten en el mal uso de una construcción o en la formación de la oración en desacuerdo con las reglas sintácticas se conocen con el nombre de "solecismos". Dice que los solecismos más frecuentes son: a) La utilización del pronombre que en lugar de cuyo: *Vi una película que su protagonista es R. Redford. b) Los casos de leísmo, laísmo y loísmo: Vi la presidenta se le recibió con aplausos (en lugar de: "se la recibió" ).*A Juana, la dije que viniera a verte (en lugar de: "le dije"). "Lo dieron un golpe en la cabeza (en lugar de: "le dieron"). c) Lí uso incorrecto de los pronombres personales: ^Llevábamos consigo mucho dinero (en lugar de: "llevábamos con nosotros").

19. Real Academia Española. Gramática descriptiva de la lengua español 1, 2 y 3. Madrid. EspasaCalpe. 1999. Ortografía de ¡a lengua española, Madrid, Espasa-Calpe, 1999. 20. SECO, Manuel. Diccionario de dudas y dificultades de la lengua española. Madrid. EspasaCalpe, 1993; MOLINER, María. Diccionario de uso del español. Tomo I-II. Madrid. 1987; OLSEN María Luisa de Serrano Redonnet y otra, Diccionario de los usos correctos del español. Buenos Aires, Estrada, 1996. 21. GARCÍA NEGRONI, María Marta (coord.); Stern, Mirta y Pérgola, Laura. El arte de escribir bien en español. Manual de corrección de estilo. Buenos Aires. Edicial. 2001.

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d) El empleo de las preposiciones en forma incorrecta, ya sea porque se coloca una distinta de la que exige el complemento, ya sea porque se omite la que el complemento requiere: *de acuerdo a (en lugar de: "de acuerdo con") y *estar seguro que (en lugar de: "seguro de que"). e) El uso incorrecto de las construcciones impersonales: ^Hubieron dos muertos en el accidente (en lugar de: "hubo dos muertos"). La silepsis es la figura de construcción que consiste en quebrantar las leyes de la concordancia: discrepancia nominal (igualdad de género y número) y concordancia verbal (igualdad de número y persona). Manuel Seco (1993:110-113) y García Negroni (2001:180-183) estudian las reglas generales y los casos particulares de concordancia, entre los que destacamos el caso de los nombres colectivos singulares: a) Concordancia nominal: Cuando la palabra concertada se refiere a un colectivo singular, se prefiere generalmente la concordancia en singular: La multitud es necia. Si el colectivo lleva un determinante especificativo en plural, se prefiere la concordancia en plural y en género que tenga ese determinante: La mayoría de aquellos aldeanos eran analfabetos. Advertimos que si los sustantivos pueden ser considerados como un conjunto integrado, como una suerte de sustantivo colectivo, el adjetivo puede mantenerse en singular. Ejemplos: El programa incluye historia y geografía europea. También debe estudiar lengua y literatura latina. Esta unidad queda destruida si ambos sustantivos aparecen determinados por un artículo. Ejemplos: La historia y la geografía europeas son su verdadera pasión. Le enseñó la lengua y la literatura latinas. Si el adjetivo precede a varios sustantivos en singular, la concordancia se da por proximidad, es decir, el adjetivo concuerda con el sustantivo que se encuentre más cerca, y ello aun cuando se predique- de ambos sustantivos. Ejemplos: su maravilloso empeño y fortaleza su maravillosa fortaleza y empeño *sus maravillosos empeño y fortaleza b) Concordancia verbal: Es más fácil la concordancia en plural cuando el colectivo lleva un complemento especificativo en plural: Infinidad de personas ignoran esto o cuando el verbo se encuentra alejado del sujeto: Amotinóse la gente, pero a la primera descarga de la tropa huyeron despavoridos.

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El diccionario RAE llama anacoluto a la inconsistencia en el régimen o en la construcción de una cláusula. Anacolutos son aquellas frases rotas, en las que la segunda parte no acompaña a la primera o no se corresponde con ella: *Los terroristas que perpetraron los atentados del jueves 7 de julio en Londres, con un saldo de al menos cuarenta y nueve muertos, veinticinco desaparecidos y unos setecientos heridos, lejos de disiparse la amenaza se consolida. El ejemplo presenta dos falencias: a) a la proposición subordinada adjetiva le falta un verbo principal al cual debería subordinarse y b) la construcción vuelve a quebrarse con "lejos de disiparse la amenaza se consolida", al no existir una correlación lógica con el primer enunciado. Una variante del anacoluto es el anantapódoton, que solo expone uno de los dos elementos correlativos que tendrían que aparecer en la frase: *Mientras por un lado el Papa rogaba, en un dramático llamado, que "paren, en nombre de Dios". Al lector le llega una información parcial pues si el papa "por un lado" ruega, ¿qué sucede "por otro lado"? El diccionario RAE deñne zeugma como la "figura de construcción, que consiste en que cuando una palabra que tiene conexión con dos o más miembros del período, está expresa en uno de ellos, ha de sobrentenderse en los demás". El zeugma es un tipo de elipsis que evita repeticiones innecesarias, pero que puede dar lugar a regímenes irregulares y discordancias gramaticales: *£/ ministro del Interior británico Charles Clarke afirmó que "podrían estar preparando nuevos ataques"; la reina Isabel II, que "no me sorprende que durante estos días difíciles sigamos el ejemplo de resistencia"; y los periodistas, "¿dónde se busca a los terroristas: dentro o fuera del país?" . En el caso anterior "los periodistas" no afirman sino que preguntan, pero lo que es más grave, el número singular no concuerda con este sujeto plural. El pleonasmo es, según el diccionario RAE, la "figura de construcción que consiste en emplear en la oración uno o más vocablos innecesarios para el recto y cabal sentido de ella, pero con los cuales se da gracia o vigor a la expresión" y también recoge la segunda acepción "demasía o redundancia viciosa de palabras". En el lenguaje oral se suele condescender con esta demasía viciosa, agregando a continuación: "valga la redundancia". Pero, excepcionalmente, la redundancia vale; la mayor parte de las veces revela un vicio, que exige la reformulación de la frase. 35

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¿Por qué insistir con "un ojo de la cara" o "un hijo varón y dos hijas mujeres", si pueden omitirse esas aclaraciones? La Retórica denomina anfibología a la figura que consiste en emplear adrede voces o cláusulas de doble sentido. Hablamos de "vicio de la palabra" cuando la ambigüedad dificulta la comprensión del texto: Hoy Vera Linne entona "Blancos acantilados de Dover". Ayer Mercedes Sosa cantaba "Solo le pido a Dios". *Con su música empiezan las lágrimas. El pronombre posesivo resulta ambiguo, pues no queda claro si el referente es la canción interpretada por Vera Linne o la versión de Mercedes Sosa. Cacofonía (kakos "malo" y phono "voz") es la disonancia que resulta de la inarmónica combinación de los elementos acústicos de la palabra: *La multitud aplaudió el paso de la reina, del príncipe Felipe y, luego, el de los orgullosos (casi presuntuosos veteranos) de guerra, con sus estandartes. Los tics personales son aquellas palabras que tendemos involuntariamente a repetir y que se convierten en abusivas. Los signos de puntuación y la estructura de la frases también pueden ser insistentes. Natalie Golberg22 dice al respecto de los "comodines" en el habla: "Sed precisos. No digáis fruto. Especificad de qué fruto se trata. Es una granada. Dad a las cosas la dignidad de su propio nombre". A menudo estos tics personales actúan como auténticas muletillas, y a veces se trasladan de la oralidad a la escritura: bueno, quiero decir, no sé si me hago entender, no sé si soy claro... Otras veces responden a modas que desvirtúan el lenguaje: tipo, de alguna manera, a decir verdad, es como que, de pronto... Muchas de estas locuciones en boga son vicios del lenguaje, así *a nivel + sustantivo o + adjetivo: *a nivel ejecutivo, *a nivel ministerial; *en base a, en lugar de sobre la base de... También deberían restringirse frases anunciativas: pienso que; creo que; sinceramente/honestamente/personalmente creo que... Estas frases, habituales en la conversaciones orales, pierden validez en los textos académicos que requieren la contundencia del discurso científico-técnico. Si se desea atenuar el discurso, se podrán emplear estos términos: probablemente, es posible que, se podría afirmar que... pero no a mí me parece o para mí..., puesto que en las producciones textuales académicas no suelen primar ni los sentimientos ni los deseos del autor. A veces no son frases sino palabras las que se convierten en como22. GOLBERG, Natalie. Writing Down the Bones. Freeing the Writer Within. Boston. Shambhala. Versión castellana de Rosanna Zanarini: El gozo de escribir. Barcelona. Los libros de la liebre de marzo. 1993. En: Cassany 1993:148.

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Secunda I'orlr

diñes: actualmente se abusa del vocablo "tema", antes esa primera posición la ocupaba: "cosa/-o". Otros términos que sufren esta desemantización son: aspecto, problemática, hecho...; verbos tales como: ser, haber y tener, a los que hoy se han sumado: generar, consensuar, concienciar (o concientizar, que no figura aún en el diccionario RAE), nominar, reconducir, sobredimensionar, *vehiculizar..., y adjetivos: maravilloso, positivo, interesante, visceral, divertido... En este punto coinciden también Serra y Vernino (2000: 119), que aconsejan al escritor evitar palabras vagas, vacías de significado, globales: por ejemplo, caeríamos en la imprecisión si dijéramos que algo es "muy interesante" (¿para quién?) o si lo calificáramos de "lindo", "grande", "chico", "fascinante", "genial" (palabra de la que se abusa y cuyo significado real se bastardeó completamente). En la misma Introducción se alude a la redacción como el "arte de especificar", y en consecuencia, se dice que la palabra "muy" es de las más vagas del idioma. A menudo los verbos ser y estar con predicativo recargan innecesariamente la frase. Es preferible: la oferta se ha incrementado a ha habido un incremento en la oferta. También hay que rehusar de arcaísmos como substancia, obscuro... y de reglas de acentuación caídas en desuso como: *celebróse en lugar de celebróse; *Santa Fé en lugar de Santa Fe... Otro problema son los barbarismos. Esta voz registra dos acepciones: por un lado es un vicio del lenguaje, que consiste en pronunciar o escribir mal las palabras y en emplear vocablos impropios; por otro lado, se denomina así a los extranjerismos no incorporados totalmente al idioma. Así, por ejemplo, es un galicismo usar la palabra "puntual" como sinónimo de "concreto": *tratar un tema puntual y resulta poco recomendable emplear anglicismos para reemplazar palabras de uso frecuente y conocido: delivery por entrega a domicilio o sale por liquidación. Pérgola (García Negroni 2001: 441-452) aclara que etimológicamente el término "barbarismo" designa las palabras extranjeras no asimiladas a nuestro idioma o absorbidas de forma incorrecta, pero que, sin embargo, solo se consideran barbarismos las formas léxicas defectuosas desde el punto de vista fonético o gráfico. Señala Pérgola que se producen barbarismos fonéticos al: a) pronunciar y escribir erróneamente los vocablos, como *ltbido en lugar de libido; b) usar tiempos verbales incorrectos, como *cabió en lugar de cupo; c) pronunciar o escribir palabras con más o menos letras de las que corresponden, como *disgresión en lugar de digresión.

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A continuación brindamos una lista de barbarismos frecuentes: *abajar *agrícolo-ganadero *a las 13 hs. *carie *celebro *cónyugne *cotidianeidad *crucificción *cualquiera sean *destornillarse *diabetis *disgresión *enriedo *erupto *exilar, ^exilado *hervíboro *hilación *inflingir ingerencia *manipulear *metereología, *metereólogo *ni bien *parduzco *pasar desapercibido *pergueñar *posicionar *preveer aprimar ^radioactividad, Radioactivo *rebalsar *suscinto *utensillo *verduzco *vertir

bajar agrícola-ganadero a las 13 caries cerebro cónyuge cotidianidad crucifixión cualesquiera sean desternillarse diabetes digresión enredo eructo exiliar, exiliado herbívoro ilación infligir o infringir, según corresponda injerencia manipular meteorología, meteorólogo no bien pardusco pasar inadvertido pergeñar colocar, situar, emplazar prever prevalecer radiactividad, radiactivo rebasar sucinto utensilio verdusco verter

Con respecto a la norma culta y el empleo de las preposiciones hay muchos casos de galicismos (idiotismo propio de la lengua francesa) y anglicismos (giro o modo de hablar propio de la lengua inglesa) que se deberían evitar. ¿A qué llamamos "idiotismo"?: a los giros o expresiones contrarios a las reglas generales de la gramática, pero propios de una lengua. En el Manual práctico de escritura académica (Montolío I 2000: 108-110) se mencionan como galicismos: el empleo del sintagma A + INFINITIVO como complemento de un sustantivo. Las construcciones apuntos a discutir, ^cuestión a resolver, *España, un país a descubrir han sido calcadas del francés y conviene sustituirlas por giros más propiamente españoles: puntos que discutir; cuestión que resolver; España, un país para descubrir. 38

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También, por influencia del francés, se emplea la construcción SUSTANTIVO + A + SUSTANTIVO: ^máquina a vapor (por máquina de vapor), *cocina a gas (por cocina de gas), ^aparato a pilas (por aparato de pilas), *camisa a rayas (por camisa de rayas), * suplemento a color (por suplemento en color). Otros galicismos lo constituyen las estructuras formadas por SUSTANTIVO + A + ARTÍCULO + SUSTANTIVO como *crema a la glicenna (en vez de crema de/con glicerina) y la utilización de *por contra en lugar de las construcciones propiamente castellanas por el contrario o en cambio. Asimismo son habituales oraciones en las que se suprime, por imitación del francés, la preposición por y el pronombre lo: *Seis incendios arrasan 7.500 hectáreas en Extremadura. Es por eso que el gobierno prohibe encender fuego en espacios abiertos (en lugar de: Es por eso por lo que el gobierno prohibe...). Por influencia del inglés se emplea la preposición en en vez de dentro de: *En cinco días el Congreso someterá a votación las medidas (en lugar de: dentro de cinco días...). El significado de la preposición en es durante y no al cabo de. Otro anglicismo frecuente se ve en construcciones tales como: la administración Clinton. La supresión de la preposición de se da por influencia del sintagma en inglés Clintons Administration. Del mismo modo, la expresión en orden a constituye una traducción del inglés de in orden to, pero lo correcto sería emplear la preposición para: *El Real Decreto aprobado el 22 de julio de 2005 prohibe encender fuego en "todo tipo de espacios abiertos" en orden a evitar tragedias como las de Guadalajara (en lugar de: para evitar tragedias...). El empleo de hacia, en vez de para con, ante o con, puede ser una traducción del inglés toward: *La reacción hacia estas medidas extraordinarias (también se prohibe fumar y circular con vehículos de motor en las zonas forestales) ha sido unánime y solidaria (en lugar de: la reacción ante o para con). El Manual de estilo de TVE13 destaca que está siendo construida no es anglicismo, sino simple coincidencia con el inglés. El español y el inglés tienen la posibilidad de recurrir a los tiempos continuos (el español, con menos amplitud que el inglés): estoy comiendo, estaba durmiendo, estaría descansando, etc. Pero hay verbos que no admiten este uso: los de aspecto puntual o momentáneo, como salir de viaje. Destacamos que la construcción de VERBO "ESTAR" + GERUNDIO DE OTRO VERBO expresa la acción en su período de desarrollo: estoy leyendo esta página pero no, con un matiz de futuro inmediato estamos saliendo el lunes a la tarde.

23. MENDIETA, Salvador. Manual de estilo de TVE. Barcelona. Labor. 1993: 33.

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La claridad (perspicuitas) El primer consejo puede parecer superfluo a los alumnos, sin embargo, a ningún profesor le resulta trivial: el mensaje debe ser legible (que se pueda leer) y su grado de legibilidad debe ser alto. Cassany (1993: 20-21)) distingue la legibilidad tipográfica (legibility en inglés), que estudia la percepción visual del texto (dimensión de la letra, contraste de fondo y forma), de la legibilidad lingüística (readibility), que trata de aspectos estrictamente verbales, como la selección léxica o la longitud de la frase. De esta última legibilidad extrae algunas conclusiones que abrevia en el cuadro que transcribimos:

LEGIBILIDAD ALTA • palabras cortas y básicas • frases cortas • lenguaje concreto • estructuras que favorecen la anticipación • presencia de repeticiones • presencia de marcadores textuales • situación lógica del verbo • variación tipográfica: cifras, negrita, cursiva.

LEGIBILIDAD BAJA • palabras largas y complejas • frases más largas • lenguaje abstracto • subordinadas e incisos demasiado largos • enumeraciones excesivas • poner las palabras importantes al final • monotonía

Ciertamente: no se trata de extinguir las palabras y frases largas ni el lenguaje abstracto. Habrá que huir de las subordinadas e incisos demasiado extensos y emplear los marcadores textuales, que son los goznes que dan coherencia y cohesión al texto legible. Serra y Vernino (2000: 132) son explícitos al referirse a las ventajas de la claridad: "La oscuridad es moneda de todos los días entre escritores, poetas, filósofos y científicos. Oscuridad que revela su ineptitud para la comunicación por escrito. Dijo el escritor Adolfo Bioy Casares: 'Los que practican otros oficios gozan de menos libertad que nosotros. Todo relojero debe entregar una máquina que dé la hora. Pero no todos los que escriben entregan textos que sirven para leer'. José Ortega y Gasset escribió: 'la claridad es la cortesía del filósofo'. Habría que agregar que es la obligación del periodista, ya que sin claridad no hay periodismo. Un gran estilista de la lengua castellana, Azorín (su verdadero nombre era José Martínez Ruiz) decía que los escritores debían ser 'claros, concisos, precisos. A esas tres condiciones debemos sacrificarlo todo, absolutamente todo'". Garachana (Montolío III 2000: 183) sostiene que la oscuridad expositiva no incrementa la calidad de un texto; por el contrario, evidencia que el 40

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autor o bien no domina el contenido que transmite, o bien ha olvidado que escribe para otro, que la escritura no es un diálogo consigo mismo, sino un diálogo diferido con otra persona que no podrá pedir aclaraciones de aquello que no llegue a entender. Para completar esta retahila de citas, sumamos una de Séneca: "El lenguaje de la verdad es sencillo". Creemos que con esto ya hemos ilustrado lo suficiente la claridad (perspicuitas) que reclama una buena prosa. Montolío (I 2000: 158) hace hincapié en la tendencia a "redimensionar" las palabras y subraya que la mayor parte de los tratados sobre normativa del idioma dedican algunas líneas a la inclinación, pretendidamente cultista, por utilizar palabras de muchas letras, en lugar de términos genuinos, más breves, y también más sencillos. Este es el caso de verbos como ejercitar, usado como sustituto de ejercer, o de sustantivos como peligrosidad, que con su mayor longitud, parece quizá expresar más riesgo que el sencillo peligro. Nos referiremos ahora a dos fenómenos asociados a la constitución textual ordenada. Ellos son la coherencia y la cohesión. Muchas veces se usan como sinónimos indicando la red de relaciones semántico-pragmátícas de un texto, aunque algunos autores han interpretado la coherencia como las relaciones a nivel subyacente y la cohesión como las relaciones a nivel superficial. Nosotros seguimos la descripción de Calsamiglia y Tusón y consideramos ambos conceptos relacionados entre sí por inclusión de uno en otro. La coherencia es una noción más extensa, pues coherente es un adjetivo que significa, justamente, "que tiene coherencia". La coherencia se refiere al significado del texto en su totalidad y abarca tanto las relaciones de las palabras con el contexto como las relaciones entre las palabras en el interior del mismo texto. Coherencia, en un contexto más amplio, es la conexión, relación o unión de unas cosas con otras. En Introducción a las técnicas de la escritura (Serra 2000: 79) se repara en lo siguiente: "La coherencia es la propiedad del texto que selecciona la información (relevante/irrelevante) y organiza la estructura comunicativa de una manera determinada (introducción, apartados, conclusiones, etcétera). Teun A. Van Dijk (1977 y 1978) ha propuesto la noción de macroestructura para caracterizar estos dos aspectos. La macroestructura de un texto es la representación abstracta de la estructura global de su significado. Es un tipo de esquema que contiene todas las informaciones del texto y las clasifica según su importancia y sus interrelaciones (gráficamente tiene forma de árbol con corchetes o flechas que se ramifican). Los escritores competentes dominan este tipo de estructuras y las utilizan para construir y organizar el significado del texto". La cohesión es un concepto que informa acerca de las relaciones particulares y locales que se dan entre elementos lingüísticos, tanto los que remiten unos a otros como los que tienen la función de conectar y organizar. Para Vernino y Serra (2000: 79-80) las diferentes frases que componen un texto se conectan entre sí formando una densa red de relaciones, que son 41

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reconocibles en la superficie del texto. Siempre que hablamos de cohesión nos referimos a "ligadura" y esta se da entre elementos textuales. Así la coherencia, que incluye la cohesión, es una propiedad fundamental y necesaria para que un texto sea definido como tal. Calsamiglia y Tusón (2002: 230-233) se ocupan de la cohesión y sus mecanismos, de los enlaces intratextuales que establecen las relaciones semánticas que precisa un texto para constituirse como unidad de significación. Estos enlaces se establecen tanto en un texto construido por interlocutores diferentes (en una conversación) como por un mismo locutor (en la exposición de un tema). La referencia fundamental se construye a través de elementos léxicos, que son los que introducen los temas .Un ejemplo sencillo puede ilustrar los mecanismos más habituales: si reparamos en el inicio del capítulo 63 "Los marcadores del discurso" —consta en el Anexo del presente libro—, encontraremos que los artificios para referirse a los "marcadores del discurso" son los siguientes: a) repeticiones exactas o parciales [marcador del discurso- marcadores discursivos]. Evidentemente repetir una palabra no significa necesariamente un error, sobre todo cuando la referencia se debilita por la distancia (el referente ha sido nombrado en un tiempo o espacio lejano). b) Sustitución por sinónimos o cuasi sinónimos (palabras, sintagmas, oraciones): [enlaces extraoracionales]. Por supuesto que en el caso de la sustitución por sinónimos se requiere conocer el significado preciso de cada término, para no caer en ambigüedades y sobre todo, para no variar violentamente de registro. c) Sustitución por hipónimos o hipernónimos y por antónimos [partículas]. d) Sustitución por metáfora o por metonimias [bordones]. e) Sustitución por calificaciones valorativas [muletillas]. f) Sustitución por proformas léxicas: palabras muy generales que pueden usarse en vez de otras más precisas: hacer, cosa, persona o gente, tema, cuestión, idea, lugar, hecho, etc. [ciertas unidades lingüísticas]. Otros procedimientos para referirse a los "marcadores del discurso", que contribuyen a la cohesión, se basan en las relaciones por campos semánticos que se establecen entre los lexemas: a) La relación se puede establecer porque los lexemas mantienen un rasgo semántico común: [adverbios, preposiciones y conjunciones]. b) La relación se puede establecer porque los interlocutores comparten las mismas referencias: [las tradicionales partes invariables del discurso]. c) Se establecen relaciones semánticas basadas en marcos y guiones mentales que permiten relacionar elementos léxicos y entenderlos como un conjunto unitario: [ordenadores léxicos-ordenadores periféricos]. El léxico y sus combinaciones forman parte de las redes textuales. También la elipsis es otro fenómeno de cohesión textual, que reduce la redundancia y aligera el peso que supondría la repetición [sujeto tácito]. 42

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Serra y Vernino (2000: 79-80) sintetizan los mecanismos de cohesión en los siguientes: repeticiones o anáforas (la aparición recurrente de un mismo elemento en el texto, a través de la sinonimia, la pronominalización o la elipsis), relaciones semánticas entre palabras (antonimia, hiponimia) y enlaces o conectares (entonación y puntuación, conjunciones). La progresión temática mantiene la cohesión: en un texto se avanza de la información conocida (a la que se denomina tema) a la información nueva (denominada rema). Esta información nueva puede ir convirtiéndose, linealmente, en tema (información conocida) al que se le atribuye otro rema. En un texto ni todo puede ser información nueva, ni todo puede ser información conocida: en este punto también es necesario tener en cuenta a los destinatarios y su nivel de conocimientos.. Los marcadores discursivos y los conectores relacionan de forma explícita segmentos textuales. Ello no implica que necesariamente tengan que aparecer para que se establezca la relación semántica, pero en un discurso más elaborado y neutro (no es el caso de la conversación espontánea), los conectores se expresan para evitar malentendidos y para asegurar una adecuada conexión. Desde el punto de vista de su forma son muy variados. Como observan Calsamiglia y Tusón (2002: 245-250), pueden ser piezas simples o compuestas, conjunciones, adverbios y locuciones, sintagmas nominales, verbales o preposicionales. Su finalidad discursiva se centra fundamentalmente en proporcionar cohesión y estructura, y en servir de guía o instrucción para la interpretación del sentido. 1) organización global del texto. Si tomamos al discurso como un "camino", podemos sistematizar los siguientes organizadores o marcadores: • iniciadores: para empezar, antes que nada, primero de todo... • distribuidores: por un lado, por otro; por una parte, por otra: estos, aquellos... • ordenadores: primero, en primer lugar, en segundo lugar... • de transición: por otro lado/parte, en otro orden de cosas... • continuativos: pues bien, entonces, en este sentido, el caso es que, a todo esto... • aditivos: además, igualmente, asimismo... • digresivos: por cierto, a propósito... • espacio-temporales de anterioridad: antes, hasta el momento, más arriba, hasta aquí... de simultaneidad: en este momento, aquí, ahora, al mismo tiempo, mientras, a la vez... • de posterioridad: después, luego, más abajo, seguidamente, más adelante... • conclusivos: en conclusión, en resumen, en suma, en resumidas cuentas, total... • finalizadores: en fin, por fin, por último, para terminar, en definitiva... 2) Marcadores que introducen operaciones discursivas. En este caso se trata de elementos que, en general, se sitúan en posición inicial de enunciado o como preámbulo al segundo miembro de relación. No solo funcionan 43

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como elementos de estructuración sino como pistas para que el receptor interprete adecuadamente el texto así organizado. • de expresión de punto de vista: en mi opinión, a mi juicio, a nuestro entender, desde mi punto de vista, a mi parecer, tengo para mí, por lo que a mí respecta... • de manifestación de certeza: es evidente que, es indudable, todo el mundo sabe, nadie puede ignorar, es incuestionable, de hecho, en realidad, está claro que... • de confirmación: en efecto, por supuesto, desde luego, por descontado, efectivamente... • de tematización: respecto a, a propósito de, por lo que respecta a, en cuanto a, referente a, con referencia a, en lo que concierne, en/por lo que se refiere a... • de reformulación, explicación o aclaración: esto es, es decir, en otras palabras, quiero decir, o sea, a saber, bueno, mejor dicho, en particular, en concreto... • de ejemplificación: por ejemplo, a saber, así, en concreto, pongamos por caso, sin ir más lejos... 3) Conectores. Ponen en relación lógica segmentos textuales. Ellos son: • aditivos o sumativos: y, además, encima, después, incluso, igualmente, asimismo, también, tal como, del mismo modo, ni, tampoco... • contrastivos o contraargumentativos: pero, en cambio, sin embargo, ahora bien (oposición), sino, en lugar/vez de, por el contrario, antes bien, contrariamente...excepto si, a no ser que..., de todos modos, sea como sea, en cualquier caso, a pesar de, no obstante, con todo, aun así, después de todo, así y todo, con todo... • de base causal: causativos: a causa de ello, por eso, porque, pues, puesto que, ya que, dado que, por el hecho de que, en virtud de, gracias a... consecutivos: de ahí que, pues, luego, por eso, de modo que, de ello resulta que, así que, de donde se sigue, así pues, por (lo) tanto, de suerte que, por consiguiente, en consecuencia, en efecto, entonces... • condicionales: si, con tal de que, cuando, en el caso de que, según, a menos que, siempre que, mientras, a no ser que, siempre y cuando, solo que, con que... • finales: para que, a fin de que, con el propósito/objeto de, de tal modo que... • temporales: cuando, de pronto, en ese momento, entonces, luego, más tarde, mientras tanto, una vez, un día, en aquel tiempo, de repente, enseguida... • espaciales: enfrente, delante, detrás, arriba, abajo, al fondo, a la derecha, a la izquierda, a lo largo, a lo ancho, por encima... 4) Marcadores del discurso oral. Muchos se ven convertidos en muletillas: bueno, quiero decir, ¿eh?, mejor dicho...

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Hay diversas maneras de clasificar a los marcadores textuales. Cassany (1993: 155-157) ofrece una refundición que extrae de Marshek, Flower y Castellá y que es la siguiente: PARA ESTRUCTURAR EL TEXTO. Afectan a un fragmento relativamente extenso del texto (párrafo, apartado, grupo de oraciones...). Sirven para establecer orden y relaciones significativas entre frases: • Introducir el tema del texto el objetivo principal de - nos proponemos exponer - este texto trata de nos dirigimos a usted para • Iniciar un tema nuevo con respecto a - en cuanto a - en relación con - por lo que se refiere a - sobre -acerca de - otro punto es - el siguiente punto trata de • Marcar orden I o en primer lugar - primero - primeramente - de entrada - ante todo antes que nada - para empezar 2o en segundo lugar - segundo - luego 3 o en tercer lugar - tercero - después 4o en cuarto lugar - cuarto - además en último lugar - finalmente - al final en último término - para terminar - como colofón • Distinguir por un lado - por otro - ahora bien - por una parte - por otra - no obstante - en cambio - sin embargo - por el contrario • Continuar sobre el mismo punto además - después - a continuación - luego - asimismo - así pues • Hacer hincapié es decir - hay que hacer notar - o sea - en otras palabras - lo más importante - esto es - dicho de otra manera - la idea central es - en efecto - como se ha dicho - hay que destacar - vale la pena decir - hay que tener en cuenta • Detallar por ejemplo - en particular - como botón de muestra - p.ej. - en el caso de -como, por ejemplo, - cfr. - a saber - baste, como muestra, - verbigracia - así• Resumir en resumen - brevemente - recogiendo lo más importante - resumiendo en pocas palabras - en conjunto - recapitulando - globalmente - sucintamente • Acabar en conclusión - para finalizar - así pues - para concluir - finalmente - en definitiva -

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• Indicar tiempo antes - al mismo tiempo - después - ahora mismo - simultáneamente más tarde - anteriormente - en el mismo - más adelante - poco antes ...momento - a continuación - entonces - acto seguido Indicar espacio arriba/abajo - derecha/izquierda - al centro/a los lados - más arriba/más abajo - en medio/en el - dentro y fuera - centro - delante/detrás cerca/lejos - en el interior/en el exterior - encima/debajo - de cara/de espaldas PARA ESTRUCTURAR LAS IDEAS. Afectan a fragmentos más breves de texto (oraciones, frases...) y conectan las ideas entre sí en el interior de la oración. Son las conjunciones de la gramática tradicional. • Indicar causa porque - ya que - pues - dado que - visto que - puesto que - como - considerando que - a causa de - gracias a/que - a fuerza de - teniendo en cuenta que - por razón de - por culpa de - con motivo de • Indicar consecuencia en consecuencia - por tanto - de modo que - por esto - a consecuencia de - así que - por lo cual - pues - por consiguiente - consiguientemente razón por la cual - conque • Indicar condición a condición de/que - siempre que - con solo (que) - en caso de/que - siempre y cuando - en caso de (que) - si - con tal de (que) • Indicar finalidad para (que) - a fin de (que) - con el objetivo de - en vistas a - con el fin de (que) - a fin y efecto de (que) - con miras a - con la finalidad de • Indicar oposición (adversativas) en cambio - ahora bien - con todo - sin embargo - antes bien - por el contrario - de todas maneras - no obstante • Para indicar objeción (concesivas) aunque - a pesar de (que) - por más que - con todo - si bien - aun + (gerund.) García Negroni (2001: 405-437) aborda las funciones sintácticas de las conjunciones, o sea, de los conectares coordinantes y subordinantes. Entre las conjunciones de coordinación ubica las copulativas (y, más, ni, no solo...sino también, tanto...como); las disyuntivas (o, o bien, ya (sea)...ya (sea), ora...ora, bien...bien); las adversativas (pero, mas, sino (que)); las causales (pues) y las consecutivas (conque, así que, luego). Asimismo se ocupa de los enlaces 46

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extraoracionales—también llamados marcadores discursivos—, que conectan dos enunciados o grupos de enunciados y los clasifica del siguiente modo: • Aditivos: además, encima, aparte, más aún, todavía más, es más, asimismo, análogamente. • Opositivos o contraargumentativos: antes bien (exclusivo), por el contrario, en cambio, con todo, no obstante, sin embargo, ahora bien (restrictivos). • Consecutivos: entonces, por (lo) tanto, por consiguiente, así pues, en consecuencia. • Ejempíificativos: por ejemplo, asi, en concreto, a saber, sin ir más lejos. • Reforzadores argumentativos: en realidad, de hecho, desde luego. • Reformuladores explicativos: es decir, esto es, a saber, o sea, en otras palabras. • Reformuladores rectificativos: mejor dicho, más bien, mejor aún. • Reformuladores con valor de distanciamiento: en cualquier caso, en todo caso, de todos modos, de cualquier manera, así y todo, sea como sea. • Reformuladores recapitulativos: en suma, en conclusión, en resumidas cuentas, en resumen, al fin y al cabo, en definitiva, en fin. Montolío (2000: 106) engloba estas relaciones lógico-semánticas bajo una sola denominación: se refiere a los "elementos lingüísticos especializados en conectar", "que llamamos conectores, expresiones conectivas o secuencias conectivas —y que la bibliografía reciente denomina también marcadores del discurso—". Montolío utiliza estas locuciones de forma indistinta, tampoco es nuestro objetivo hacer distinciones terminológicas, sino que el alumno sea capaz de utilizar adecuadamente estos instrumentos (para lo cual deberá reconocer sus funciones: causa, consecuencia, finalidad, concesión...). Los marcadores textuales deben colocarse en las posiciones importantes del texto (inicio de párrafo o frase). No hay que abusar de ellos porque pueden atiborrar la prosa. El párrafo es otro ordenador o estructurador del texto. Se suele definir el párrafo como un conjunto de frases relacionadas que desarrollan un único tema. Es una unidad intermedia, superior a la oración e inferior al apartado o al texto, con valor gráfico y significativo. Observa Cassany (1993: 84-85) que en los textos breves de dos páginas o menos (pensemos en un parcial), el párrafo es trascendental, porque no hay otra jerarquía (capítulo, apartado, punto) que clasifique la información y, de este modo, pasa a ser el único responsable de la estructura global del texto. De esta manera, el párrafo llega a asumir funciones específicas dentro del texto: se puede hablar de párrafos de introducción, de conclusión final, de recapitulación, de ejemplos o de resumen. Observa, también, que con respecto a la extensión, no hay directrices absolutas, pero señala que los manuales de estilo periodístico suelen recomendar brevedad y ponen varios topes: un máximo de cuatro o cinco frases, de cien palabras o de veinte líneas. Garachana y Montolío (II 2000: 70, 78 y 82) recalcan que un párrafo constituye una unidad de sentido "y no un mero encadenamiento de ora47

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dones que tengan algo que ver entre sí". Un requisito fundamental para considerar que un párrafo está bien construido —anotan las autoras— es que se distribuya la información de modo adecuado: los párrafos deben desarrollar una idea, no presentar una tras otra. En el Manual práctico se distinguen cuatro tipos de párrafos: a) de enumeración, b) expositivos, c) argumentativos y contraargumentativos y d) delimitadores de texto (introducción y conclusión). Es importante que el alumno advierta esta diversidad para que pueda estructurar su pensamiento de forma más precisa, porque, justamente, los párrafos son los "delimitadores de texto", los que van jalonando las ideas. Gracias a la ordenación que proporcionan los párrafos, el texto adquiere coherencia externa e interna. Los signos de puntuación 2 4 operan, también, como ordenadores textuales: ni hay que eliminarlos ni hay que abusar de ellos. Cassany (1993:103) siguiendo a F. Richaudeau, aconseja también limitar los incisos a menos de quince palabras, porque ellos cortan el flujo natural de la frase. "Podar lo irrelevante": limar subordinadas, complementos del nombre y que permanezca solo la información útil. Otro asunto importante es el de la disposición de la frase: la ordenación más lógica es: sujeto-verbo-complementos. Los tratadistas de retórica recomiendan variar la estructura para animar el discurso. En la posición inicial se suele colocar la información más importante, a la que quiere darse preeminencia. Cassany (1993: 109) retoma las consideraciones de Linda Flower acerca del ordenamiento de las subordinadas. Comprueba que estas quedan mejor al final y que solo los complementos cortos, como los circunstanciales de tiempo y de lugar pueden ir al principio de la frase sin entorpecer su fluencia. Flower distingue tres tipos de frase:

RAMA AL PRINCIPIO

RAMA EN EL CENTRO

De acuerdo con los plazos El retranqueo de la superficon que trabajan los técnicoscie del terreno de juego de del ayuntamiento vigués, el Balaídos y el levantamiento retranqueo de la superficie total del césped, de acuerdo del terreno de juego con los plazos con que de Balaídos y el levantatrabajan los técnicos del miento total del césped se ayuntamiento vigués, se llellevará a cabo a partir del vará a cabo a partir del día día 6 de junio. 6 de junio.

RAMA AL FINAL

El retranqueo de la superficie del terreno de juego de Balaídos y el levantamiento total del césped se llevará a cabo a partir del día 6 de junio, de acuerdo con los plazos con que trabajan los técnicos del ayuntamiento vigués.

24. El alumno podrá encontrar una descripción detallada en: Real Academia Española. Ortografía. Madrid. Espasa-Calpe. 1999 o en: AAVV. Arte y ciencia de! lenguaje. Edición corregida y aumentada. Buenos Aires. Educa. Colección Preuniversitaria. 2005.

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Con respecto a la "rama al principio", si la subordinada es demasiado larga puede desorientar al lector. La "rama en el centro" puede separar palabras que tendrían que ir juntas. La "rama al final" reproduce mejor el pensamiento natural de las personas, pero si primero leemos la frase principal, que contiene la información más importante, y después los datos secundarios, podemos cometer otro error que señala Cassany (1993: 110): "El peligro de esta opción son las frases-cascada, o aquella prosa en que los complementos se van añadiendo al final, uno detrás de otro, mediante comas o conjunciones, como una cascada interminable que va cayendo río abajo. [...] La cascada es otro tipo de frase atiborrada de incisos, típica de aprendices, novatos o de redacciones poco elaboradas". No es posible aproximarnos a la coherencia y cohesión textual sin insinuar, al menos, que otra condición que hace a la coherencia es la noción de eje verbal (Serra 2000: 23). Son posibles dos ejes temporales: presente y pasado del modo indicativo, del modo de la aseveración. Es verdad que todo texto incluye una amplia variedad de tiempos y modos: estos integran constelaciones en las que predomina un tiempo o grupo de tiempos. Se ha observado que estos pueden dividirse en dos grupos particulares: mundo comentado (tiempos comentativos) y mundo narrado (tiempos narrativos), de acuerdo con el predominio del sistema de tiempos verbales que los integren. En relación con el presente (primer grupo) aparecen el pretérito perfecto simple y el futuro y en relación con el pretérito perfecto simple (segundo grupo) aparecen el pretérito imperfecto y el pluscuamperfecto. La conveniencia (aptiim) En Introducción a las técnicas de la escritura (Serra 2000: 78) se advierte que cada situación requiere el uso de un registro particular que está determinado por el tema del que hablamos o escribimos (general o específico), por el canal de comunicación (oral o escrito), por el propósito perseguido (por ejemplo, informar o convencer) y por la relación entre los interlocutores (formal o informal). En la misma Introducción se aclara que "no usaremos las mismas expresiones si escribimos una carta de lectores a un diario que si le referimos ese mismo problema a un amigo" y, por último, se define la adecuación como "la propiedad del texto que determina la variedad (dialectal/estándar) y el registro (general/específico, oral/escrito, objetivo/subjetivo y formal /informal) que hay que usar". La primera cuestión morfosintáctica que se le planteará al alumno es qué persona es la más apropiada para su discurso académico. "La explicación, sobre todo cuando es escrita, se construye a partir de la tercera persona del singular. Tiende a marcar una distancia afectiva entre el que enuncia y el objeto de su explicación. Se emplean conectores de causa, consecuencia, etcétera" (Nogueira 2003: 19). Para Calsamiglia y Tusón (2002: 92-93 y 329) la escritura académica se constituye como el ejemplo de una escritura reflexiva que ha de cumplir los requisitos de imparcialidad, desapasionamiento, neutralidad y distancia. 49

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Las autoras sostienen que los textos que representan el conocimiento se distinguen por su capacidad de expresar la objetividad, con construcciones sintácticas impersonales o pasivas y con la elección de la tercera persona gramatical como forma de expresión que borra el protagonismo de los coenunciadores. Señalan como rasgos de personalización la utilización de deícticos personales (en verbos, demostrativos, posesivos, adverbios) y de referencias léxicas de persona (nombres sustantivos —propios y comunes— y adjetivos), junto a modalizadores que permiten sopesar el grado de involucración afectiva o epistémica que manifiesta el hablante. Las autoras hacen referencia al tenor interpersonal, al estudiar las relaciones que se establecen entre los interlocutores y nos dicen que, en un artículo de divulgación científica, las marcas de persona son mínimas —se acepta la primera persona del plural "pedagógica" o "instructiva"—, se focaliza exclusivamente el tema de referencia y el léxico especializado se acompaña de reformulaciones explicativas. El empleo del plural nosotros puede ser un mecanismo de cortesía, que atenúa el singular yo (a este uso "de modestia" se lo llama "plural mayestático"). Hemos encontrado consenso general acerca de que el discurso teórico se caracteriza por la objetividad, lo que no está tan claro es que el localizador deba ser siempre la tercera persona del singular (puesto que, como acabamos de ver, también aparece la primera del plural) e incluso, que prefiera el uso de construcciones impersonales: se encuentra, en lugar de: encuentro. A veces son las secuencias intercaladas entre las expositivo-explicativas las responsables de personalizar el texto, pues las secuencias argumentativas —por ejemplo— emplean la primera persona. Si el alumno escribe un examen parcial, es lógico que lo haga utilizando, también, la primera persona del singular25. La duda le surgirá cuando tenga que producir una monografía o ensayo, ya que en estas circunstancias se introduce en el área de la investigación. Si bien las producciones intelectuales —como dijimos— tienden a estar marcadas por la impersonalidad o por frases pasivas, para Daniel Cassany (1993: 204-205) el "estilo neutro sin autoría que no se dirige a nadie" resulta mucho más artificioso. Casssany revela que la mayor parte de los manuales de redacción técnica o científica (Bailey, 1990; Barrass, 1978; Blicq, 1990; Kirkman, 1992 y Turk y Kirkman, 1982) recomiendan el estilo matizadamente personal, puesto que las frases impersonales son más largas y más complejas "Los diversos componentes han sido ordenados..." frente a las personales, más concretas y llanas: "Hemos ordenado los diversos componentes". Nosotros creemos que lo que rige la comunicación en esta coyuntura es el registro: que el léxico sea adecuado al tema. Esto es irrebatible, pues la coherencia lo hace formal. Ratificamos: resulta más coherente que el alumno emplee la primera persona del singular en la situación concreta de un examen, pues su enunciado es absolutamente personal. En cuanto a las otras producciones, sugerimos el empleo de la primera persona plural, habitual en nuestro medio. El empleo de la primera persona singular en el texto académico puede 25. "El uso de la primera persona del plural en la resolución de consignas de parcial es incorrecto. No refiere a la comunidad científica ni debe suponer hacerse eco de ella. El explicator de esta situación comunicativa (el alumno) debe adaptarse a la consigna solicitada". En Nogueira 2003:119.

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suscitar un problema grave para el estilo objetivo que se requiere. Lo propio de estas producciones es que no aparezcan referencias del emisor ni del receptor. Montolío y Santiago (III 2000: 162 y 164) han estudiado la primera y segunda persona como mecanismos de generalización y las juzgan improcedentes, pues resultan demasiado coloquiales, al igual que "uno" con valor genérico. Para ilustrarlo, nosotros hemos ideado estos ejemplos: *La publicidad estudia los medios que se emplean para divulgar o extender noticias o para informarte. *La refracción es el cambio de dirección de la luz, y en general, de cualquier onda. Si uno verifica las leyes: 1) el rayo incidente... Las autoras encuentran, en cambio, que el mecanismo generalizador no coloquial más apto es el uso de una estructura con la forma se y el verbo conjugado en tercera persona del singular. Sugieren los próximos cambios: *Hoy en día tenemos drogas legalizadas, que comúnmente conocemos con el nombre de fármacos. Hoy en día se dispone de drogas legalizadas que comúnmente se conocen con el nombre de fármacos. El segundo ejemplo (estructura con se) evita nombrar el agente de la acción: no se expresa quién dispone de drogas ni quién las conoce. Como observan Montolío y Santiago (III2000:169-170) ante una estructura con se, deja de tener sentido preguntar: "¿Quién lo ha hecho?", ya que la interpretación de esta construcción o bien es inespecífica (es decir, algo semejante a "alguien, no importa quién") o bien es genérica ("todo el mundo"). El uso de estructuras con se resulta muy habitual en los textos científicos. Sin embargo, hay que tener cuidado con la imprecisión: no debe omitirse el sujeto cuando él es relevante para la información. Una regla irrefutable es que los textos académicos deberán evitar giros coloquiales, más próximos a la oralidad que a la escritura. Para Cassany (1993: 27) un escrito eficaz debe usar un lenguaje (registro, vocabulario) apropiado al lector (necesidades, conocimientos) y al documento (tema, objetivo). Es decir, se adapta a cada situación; por ejemplo: las ponencias para científicos incluyen terminología y datos específicos que sólo pueden entender los especialistas, pero los manuales de difusión usan un vocabulario más corriente, asequible para todos.

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CONCLUSIÓN La revisión del discurso Todo texto es susceptible de ser mejorado. Nunca hay que conformarse con la primera versión. Es frecuente que el escritor postergue o no programe la etapa de la corrección y de la autocorrección sea porque no se quiere "perder tiempo" sea porque se teme "abrir" lo que ya ha sido clausurado. Sin embargo, es fundamental que advirtamos que el texto nunca estará cerrado mientras lo estemos creando. Excepto en un examen escrito o en el lenguaje oral, siempre hay posibilidades de redactar borradores y revisar la producción. Sugerimos que mientras dure la elaboración del trabajo y una vez terminado el mismo, el alumno constate si la forma se adecúa al fondo, es decir, si la expresión transmite las ideas que se pretenden (o que se pretendían) comunicar. Serra y Vernino (2000: 97-100) analizan el proceso de escribir como un método con tres fases: planificar, redactar y examinar. Además se refieren a un mecanismo de control, denominado "el monitor", que se encarga de regularlos y de decidir en qué momento actúa cada uno (nosotros creemos que todas las etapas de composición deben estar seguidas de una fase de revisión). Con respecto al tercer tiempo, el examinar, que es el que nos interesa ahora, lo describen como el momento en que los autores deciden conscientemente releer todo lo que han planificado y escrito. En ese "proceso" se examinan las ideas y las frases, los planes y los objetivos. Describen dos finalidades de este examen: como punto de partida para modificar los planes anteriores o para generar nuevas ideas y como evaluación o revisión del texto. Señalan, también, dos subprocesos: la evaluación y la revisión. En el primero, el autor (en el caso de la autoevaluación) valora lo que ha hecho, comprueba que el texto responda a lo que ha pensado, a las necesidades de la audiencia, etcétera. En el segundo, el autor modifica algunos aspectos del texto escrito o de los planes, los corrige siguiendo distintos criterios. Evaluación y revisión son procesos cruciales, que posibilitan la reescritura y esta última es fundamental en el proceso de aprendizaje (recordemos que se aprende mientras se escribe, se aprende mientras se enseña). 53

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También Figueras y Santiago (Montano II 2000: 15-68) comprenden que se pueden distinguir tres fases en el proceso de creación de un texto: (1) la planificación; (2) la redacción (o textualización, es decir, el momento en que efectivamente se escribe el texto); y (3) la revisión de lo escrito. Scarano y De Llano (2001: 26) resumen diciendo que "todos los especialistas coinciden en recomendar el respeto de las tres fases nítidas del proceso de escritura". A estas fases las llaman: (1) la fase de "preescribir": obtener una idea general del texto, diseñar un plan, pensar el tema e investigarlo, hacer algunas lecturas, explorar nuestras ideas sobre el tema, etc. (2) la fase de escribir y (3) la fase de "reescribir". Con respecto a esta última, que es la que nos concierne ahora, señalan que la primera versión siempre es provisional, es un borrador susceptible de corrección y que solo después de revisarla desde diferentes perspectivas (encadenamiento de ideas, coherencia y cohesión, adecuación, argumentación de ideas, etc.) se hace la versión final. Fernández Bravo y Torre (2003: 144) dicen que: "Muchas veces, cuando al intentar el traslado de las ideas al papel obtenemos un resultado confuso e inmaduro, el problema reside en que el trabajo mental de ordenamiento, precisión y comprensión está incompleto. Escribir es, ante todo, un camino para producir el pensamiento, y nos permite reconocer el estado de nuestras ideas". Es que, justamente, el lenguaje constituye el pensamiento, por eso decíamos que, en la tarea de revisión, no solo se examinan la estructura, las normas y el estilo sino que también se analiza el pensamiento. Teniendo en cuenta como punto de partida la guía de revisión formulada por Cassany (1993: 231-233), hemos confeccionado nuestra propia guía de verificación, que ofrecemos enseguida. Tanto los textos exposisitvoexplicativos como los argumentativos tendrán que aprobar las tres máximas descriptas, por lo que deberán superar los siguientes controles: • La pureza: a) ¿Hay muletillas o repeticiones frecuentes? b) ¿La terminología utilizada es precisa o se han hecho adaptaciones impropias del lenguaje técnico? c) ¿Hay alguna expresión o palabra informal o demasiado vulgar? d) ¿Hay expresiones artificiosas o arcaísmos? e) ¿El texto cumple con las disposiciones de la gramática normativa? f) ¿El vocabulario presenta errores ortográficos? • La claridad: a) ¿El parcial (texto manuscrito) resulta inteligible? b) ¿Se hace un uso lógico y variado de recursos tipográficos: negrita, cursiva, mayúscula, subrayado? c) ¿Las ideas son claras? d) ¿Hay un buen equilibrio entre datos y comentarios? e) ¿La estructura es clara? 54

Concluelóit

f) ¿La información relevante ocupa una posición destacada? g) ¿Cada párrafo trata de un subtema o aspecto distinto? h) ¿Los párrafos tienen la extensión adecuada? ¿no son demasiado amplios? i) ¿Los párrafos están bien marcados visualmente en la página? j) ¿Hay abuso de incisos o subordinadas muy largas? k) ¿Los marcadores textuales son adecuados? 1) ¿Los signos de puntuación están bien situados? m)¿El texto da lo que el título promete? n) ¿Hay cohesión gramatical? (revisar referencias personales, demostrativas y relativas). ñ) ¿Los ejes verbales contribuyen a la coherencia textual? • La conveniencia: a) ¿El tipo de texto es adecuado a la situación? b) ¿El escrito respeta el canon genérico? c) ¿El texto alcanza sus propósitos? d) ¿El lector reaccionará como se espera? e) ¿La información es suficiente? f) ¿La información es ambigua? g) ¿La información es redundante? h) ¿La persona gramatical que enuncia se adecúa a la situación comunicativa? i) ¿Se mantiene la misma persona gramatical? • La ética: Si bien no es esta una de las normas enunciadas al principio, resulta imposible evadirla. a) ¿Se han asumido enunciados ajenos como propios o se ha dejado, en cambio, constancia a través de citas de referencias biliográficas?

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ANEXO PRIMER TEXTO Ejemplos en broma, pero muy en serio Para cerrar el capítulo de los lugares comunes y las frases hechas es interesante reproducir un trabajo de la revista Humor: "Curso acelerado de periodismo retardado". Primera lección Jornada: agotadora. Fuentes: fidedignas. Descanso: merecido. Sumario: secreto. Falsificación: burda. Antecedentes: pésimos. Caída: estrepitosa. Prontuario: frondoso. Ribetes: escabrosos. Resistencia: tenaz. Disyuntiva: crucial. Consecuencias: trágicas. Tiroteo: nutrido. Investigación: paciente. Derivaciones: insólitas. Maniobra: dolosa. Instinto: animal. Pasiones: bajas. Esfuerzo: desinteresado. Carrera: meteórica. Desempeño: ejemplar. Sacrificio: patriótico. Incidentes: lamentables. Pudor: ultrajado. Dominio: público. Gresca: descomunal. Accionar: policial. Desenlace: trágico o dramático. Coraje: inusitado. Montañas: majestuosas o imponentes. Final: feliz. Características: inusuales. Cifras: cuantiosas. Industrial: acaudalado. Comerciante: próspero. Víctima: inocente. Agresión: salvaje. Conmoción: honda. Vecindario: alarmado. Atentado: repudiable. Pronóstico: reservado. Estado: estacionario. Argumento: falaz. Texto tipo: Como resultado de un vasto operativo llevado a cabo bajo una lluvia torrencial en la pujante localidad de Venado Tuerto fue detenido un depravado sujeto autor de un delito aberrante en perjuicio de una menor. Identificado como Jaime Luis Lobianco, pudo saberse de fuentes fidedignas que el individuo tiene pésimos antecedentes y un frondoso prontuario. Lobianco opuso una tenaz resistencia al accionar policial, actitud que podría haber acarreado trágicas consecuencias, pero después de un nutrido tiroteo se entregó mansamente. La paciente investigación 57

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que condujo a este final feliz reveló también que Lobianco es autor de una maniobra dolosa con la que perjudicó en una cuantiosa cifra a un acaudalado industrial y a un próspero comerciante. La víctima inocente de la salvaje agresión, que ha causado honda conmoción en el alarmado vecindario, se recupera del repudiable atentado, aunque el pronóstico de los facultativos es reservado. Segunda lección Inundaciones: catastróficas. Protestas: airadas. Colisión: violenta. Interrogatorio: hábil. Universidad: alta casa de estudios. Vocero: autorizado. Maniobra (de vehículo): imprevista. Congoja: profunda. Consternación: honda. Anuncio: sorpresivo. Derivaciones: inesperadas. Hecho: luctuoso (cuando hay víctimas). Ensañamiento: feroz. Sujeto: incalificable. Esferas: altas. Pasión: enfermiza. Balazo: certero. Vida: rumbosa. Síntesis: apretada. Relato: sucinto. Versiones: encontradas. Párrafo: aparte. Debut: promisorio. Viuda: inconsolable. Alumbramiento: feliz. Fenómeno: extraño. Paraje: inhóspito. Desmentida: categórica. Trampa: mortal. Marco: adecuado. Flagelo: temido. Pluma: prolífica. Enfermedad: penosa (cáncer). Ataque cardíaco: fulminante. Oficio: triste (prostitución). Hallazgo: macabro. Texto tipo: Un macabro hallazgo se produjo en Rincón, inhóspito paraje del barrio los Girasoles, donde, según el sucinto relato de vecinos del lugar, dos niños que se dedicaban a juegos propios de su edad descubrieron los restos semiocultos de una persona de sexo masculino. Versiones encontradas señalan que se estaría en presencia de un clásico ajuste de cuentas entre gente de mal vivir, o que se trataría de un desgraciado accidente, ya que las asperezas del terreno se convierten en trampa mortal para transeúntes desprevenidos. El luctuoso hecho tendría inesperadas derivaciones, dado que la zona es frecuentada por mujeres dedicadas a un triste oficio que constituyen un temido flagelo por sus continuas reyertas, y que según voceros autorizados no serían ajenas al triste final del infortunado individuo, cuya identidad permanece en el más insondable misterio. Tercera lección Espectáculo: dantesco. Odisea: dramática. Artefacto: poderoso. Lazos: fraternos. Pueblos: hermanos. Mal: incurable. Robo: vandálico (en escuela). Recibimiento: apoteótico. Cuchillo: de grandes dimensiones. Silbatina: ensordecedora. Calibre: grueso. Llovizna: pertinaz. Lluvia: torrencial. Pérdida: irreparable. Recibimiento: caluroso. Visitante: ilustre. Ceremonia: tocante. Alocución: brillante. Ágape: cordial. Fuga: espectacular. Incendio: pavoroso. Terremoto: devastador. Desaparición: lamentada. Escándalo: de proporciones. Calor: agobiante. Frío: intenso. Actividad: febril. Calma: tensa. Persecución: cinematográfica. Libaciones: copiosas. Actitud: sospechosa. Barriada: populosa. Estafa: cuantiosa. Empleado: desleal. Manifestación: multitudinaria. Convicciones: férreas. Fallo: polémico. Celebración: tradicional.

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Texto tipo: Con motivo de la tradicional celebración de la fiesta del ternero se realizó un cordial ágape en los elegantes salones del Club Social y Deportivo Ayacucho. A la tocante ceremonia de apertura asistieron altas autoridades y prominentes vecinos de la pujante zona con el loable fin de reafirmar los fraternos lazos que unen a las altas esferas locales. Párrafo aparte merece la presencia del señor intendente, que tuvo un apoteótico recibimiento por parte de la multitudinaria manifestación, que vitoreó al ilustre visitante a su paso por la arteria principal. Las bien servidas mesas de la institución fueron el adecuado marco para un opíparo banquete, a cuyos postres el máximo jerarca de la comuna agradeció con una brillante alocución la calurosa acogida de que fue objeto.

SERRA, Alfredo y Vernino, Teresita. Introducción a las técnicas de la escritura. Buenos Aires. Educa. Colección Preuniversitaria. 2000: 126-128.

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SEGUNDO TEXTO 63.1. El concepto de marcador del discurso26 63.1.1. La aportación de las gramáticas españolas En casi todas las gramáticas de la lengua castellana o española, desde Nebrija en adelante—aunque ello no se exponga de modo sistemático—, se percibe que las llamadas partículas, es decir, las tradicionales partes invariables del discurso: adverbios, preposiciones y conjunciones, y otros elementos gramaticalizados, pueden desempeñar, en ciertos contextos, funciones que no se ajustan a las que cumplen habitualmente en el marco de la sintaxis oracional.27 Así, si bien no se reconoce propiamente la existencia de lo que hoy denominamos 'marcadores del discurso', se atribuye a ciertas unidades lingüísticas que puedan presentar usos discursivos, empleos enfatizadores, valores expresivos, etc. Un buen ejemplo del planteamiento tradicional lo constituye Garcés (1791), quien reúne un gran número de adverbios, preposiciones, conjunciones, interjecciones, etc, ordenado alfabéticamente, y muestra cómo emplean cada partícula los escritores clásicos, para lo que aporta gran cantidad de ejemplos.28 Garcés da cuenta de la vigencia de los usos que presentan, o de la expresividad —"fuerza y vigor"— que aportan, numerosas partículas, describiendo la función elocutiva que ellas cumplen: para qué sirven, qué efectos quiere conseguir con ellas el hablante, es decir, indicando una especie de las actuales funciones pragmáticas: señala valores expresivos en las interjecciones, y los aduce igualmente para ciertos adverbios como bien, bueno, cierto, claro, etc., y para algunas conjunciones, como y, pues, etc. Este autor proporciona, de este modo, una fuente de inspiración a los primeros gramáticos del español moderno, Salva y, sobre todo, Bello.29 26. Siendo el presente capítulo fruto de la colaboración de ambos autores, que han revisado y discutido su contenido de forma conjunta (particularmente, el § 63.1), ha de constar que son obra, esencialmente, de María Antonia Martín Zorraquino los §§ 63.1.1 y 63.6, mientras que se deben, esencialmente, a José Portóles, los §§ 63.1.2 y ss. 63.2, 63.3, 63.4 y 63.5. La investigación de este autor ha sido subvencionada por una ayuda de la DGICYT al proyecto PS94-0038. 27. Uno de los primeros testimonios, con referencia a la lengua española, sobre algunos de los que hoy se consideran 'marcadores del discurso', lo encontramos en el Diálogo de la lengua de Juan de Valdés, escrito a finales de 1535, donde se indica la existencia de "ciertas palabrillas, que algunas personas en su hablar usan ordinariamente" como "aqueste, pues, assí, etc.", y a las que el autor denomina 'bordones',por cuanto algunos las emplean "quando están hablando, no les viene a la memoria el vocablo tan presto como sería menester" (Valdés 1535: 186188). Valdés se refiere a unidades que cumplen, principalmente, lo que hoy llamaríamos funciones fáticas y metadiscursivas. 28. Garcés incluye bajo el término 'partícula' no sólo a las tradicionales partes invariables del discurso, sino también a los pronombres, artículos, etc., coincidiendo con otros tratadistas y estudiosos —por ejemplo, con su contemporáneo, también jesuíta, el P.E. Terreros y Pando, en su diccionario de 1786 (cf. Terreros y Pando 1786-1788: vol. III, 49). 29. En el capítulo L de su Gramática, Bello incluye, como Garcés (cf. Lliteras 1995), un elenco de partículas ordenadas alfabéticamente (si bien se trata ahí, de manera exclusiva, de adverbios, locuciones adverbiales, preposiciones, conjunciones y locuciones conjuntivas, que ven modificado su estatuto gramatical característico). Se reconocen partículas de "afirmación reforzada" (sí), de "oposición" (pero, empero, antes bien, más bien, por el contrario, etc.), de tipo "continuativo" (ahora pues, así, así es que, con que, pues), que sirven, en algunos casos, para expresar "consecuencia" (con que, pues), etc. Para la contribución de las gramáticas tradicionales en la descripción de los 'marcadores del discurso', véase Martín Zorraquino 1992, y, sobre todo, Pons 1994,1995a y 1996-1997.

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Ya en este siglo, es en los tratados gramaticales de Gili Gaya (1943: §§ 250-253) y de Alcina y Blecua (1975: §§ 7.3.6 y 8.5) donde se identifican más claramente los elementos que denominamos marcadores discursivos y donde se describen algunas de sus propiedades más características. Gili Gaya los retine dentro de los 'enlaces extraoracionales' (cf. la n. 6 del presente capítulo) y presenta algunos de sus rasgos esenciales: a) su vinculación con nociones externas a la relación de predicación oracional; b) su carácter invariable; c) la heterogeneidad de su entidad categorial (conjunciones, frases conjuntivas, interjecciones, etc.); d) la versatilidad distribucional de muchos de ellos (ocupan la posición inicial, medial o final del miembro discursivo en el que comparecen); e) su peculiaridad significativa: contribuyen a establecer lo que el autor denomina 'coherencia', y alcanzan una pluralidad de valores semánticos, en combinación, frecuentemente, con los rasgos suprasegmentales adecuados (la entonación, sobre todo); f) pueden adscribirse a registros distintos (son, en unos casos, más propios del discurso escrito —sin embargo, no obstante, por consiguiente, etc.— y, en otros, más comunes en el discurso oral—pues, así que, con que, etc.—); g) llegan a constituir meros apoyos de la elocución ('muletillas') en el habla coloquial (Gili Gaya 1943: § 251). Alcina y Blecua incluyen entre dichos elementos a los 'ordenadores del discurso' (por tanto, etc.), que vienen a coincidir con muchos de los marcadores que se analizan en el presente capítulo. Más adelante, distingue también los 'ordenadores léxicos', los cuales podrán también incorporarse al ámbito de los 'ordenadores periféricos' de carácter invariable (Alcina y Blecua 1975: § 8.5). Pese al interés de los datos que ofrecen las gramáticas citadas para la descripción de los marcadores discursivos, lo cierto es que apenas se le ha dedicado espacio a este tipo de palabras en los tratados gramaticales. Ahora bien. Desde hace ya treinta años, a partir del desarrollo de la lingüística del texto, de la gramática del discurso y, sobre todo, de los diversos enfoques de la pragmática —y la consiguiente incorporación de los factores pragmáticos a la gramática—, el estudio de estas unidades ha recibido una atención extraordinaria, desde orientaciones teóricas muy distintas y con aplicación a lenguas muy diferentes.30 A pesar de las contribuciones aludidas, debe destacarse que los marcadores del discurso son muy difíciles de sistematizar. No estamos ante una clase uniforme de palabras (pretender establecer una relación biunívoca entre el concepto de 'marcador del discurso' y una categoría gramatical determinada es algo así como intentar ajusfar el término 'deíctico' a una sola clase de palabras). Con todo, en el presente capítulo tratamos de ofrecer una descripción sistemática de los marcadores del discurso en español. Ya que acometer esta empresa de un modo exhaustivo resultaría casi tan utópico —hay que admitirlo de entrada— como "ponerle puertas al campo", ha de advertirse que hemos tratado de acotar, dentro del conjunto de dichos elementos, un amplio grupo que a) compartiera propiedades gramaticales homogéneas (§ 63.1.3.) —los marcadores que hemos utilizado se ajustan, en general, a las categorías tradicionales de los adverbios, de las 30. Véase Martín Zorraquino 1992 y 1994a; Portóles 1993; Cortés 1995a y 1995b, y Foolen 1996. Los primeros trabajos de conjunto sobre los marcadores del discurso en español se deben, fundamentalmente, a Fuents Rodríguez (véase Fuentes 1987a).

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locuciones adverbiales y de ciertas interjecciones— y b) cuyas características semánticas —la forma de significar o de configurar su significado— fueran las propias de los marcadores discursivos (los cuales son elementos que no presentan un contenido referencial o denotador sino que muestran un significado de procesamiento : § 63.1.4). En lo que sigue, presentamos, en primer lugar, la definición de 'marcador del discurso' (§ 63.1.2); tratamos a continuación, sucesivamente, de las propiedades gramaticales de dicha clase de elementos (§ 63.1.3) y de su tipo de significado (§ 63.1.4), así como de los efectos de sentido que aquel puede actualizar con regularidad en el discurso (§ 63.1.5), para ofrecer, en fin, una clasificación de los marcadores del discurso (§ 63.1.6) que se describen a lo largo del presente capítulo.

MARTIN ZORRAQUINO, María Antonia y Portóles Lázaro, José. "Los marcadores del discurso" en: Real Academia Española. Gramática descriptiva de la lengua española 3. Madrid. Espasa. 1999: 4055-4056.

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TERCER TEXTO TOMAS DE AQUINO Suma teológica, primera parte, cuest. 2, artíc. 1-3 CUESTIÓN 2 Tratado de Dios. Si Dios existe Puesto que el principal intento de la doctrina sagrada es el de dar a conocer a Dios, y no solo cómo es en sí mismo, sino también en cuanto es principio y fin de todas las cosas, y especialmente de la criatura racional, según hemos dicho, en la empresa de exponer esta doctrina trataremos primeramente de Dios, después del movimiento de la criatura racional hacia Dios, y en tercer lugar, de Cristo, que, en cuanto hombre, es nuestro camino para ir a Dios. El tratado de Dios se dividirá en tres partes. Trataremos en la primera de lo que atañe a la esencia divina; en la segunda, de lo que se refiere a la distinción de personas, y en la tercera, de lo relativo a cómo proceden de Dios las criaturas. En lo referente a la esencia divina se ha de tratar, primero, si Dios existe; segundo, cómo es, o mejor, cómo no es; tercero, de lo relativo a sus operaciones, a saber, de su ciencia, de su voluntad y de su poder. Acerca de lo primero hay que averiguar tres cosas. Primera: si la existencia de Dios es de evidencia inmediata. Segunda: si es demostrable. Tercera: si existe Dios. Artículo 1. Si la existencia de Dios es verdad de evidencia inmediata A. Discusión Argumentos a favor de que la existencia de Dios es cosa evidente por sí misma: 1. Decimos que es evidente por sí aquello cuyo conocimiento nos es connatural, como es el que tenemos de los primeros principios. Pues bien; «el conocimiento de que Dios existe está naturalmente inserto en todos», como dice el Damasceno al comienzo de su libro. Luego que Dios existe es evidente por sí mismo. 2. Se llama evidente lo que se comprende con sólo conocer sus términos, cualidad que el Filósofo atribuye a los primeros principios de demostración; y así, sabido lo que es todo y lo que es parte, en el acto se comprende que el todo es mayor que cualquiera de sus partes. Pues sabido lo que significa este término, «Dios», en el acto se comprende que Dios existe, porque con este nombre expresamos aquello mayor que lo cual nada se puede concebir, y más grande será lo que existe en el entendimiento y en la realidad que lo que sólo existe en el entendimiento. Por consiguiente, si por el hecho de entender su 65

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nombre existe Dios en el entendimiento, sigúese que existe también en la realidad. Luego que Dios existe es evidente por sí. 3. Es evidente que existe la verdad, porque quien niegue su existencia concede que existe, ya que, si la verdad no existiese, sería verdad que la verdad no existe, y claro está que, si algo es verdadero, es preciso que exista la verdad. Pero Dios es la misma verdad, como se dice en San Juan: «Yo soy el camino, la verdad y la vida». Luego la existencia de Dios es de evidencia inmediata. Argumento en contra: nadie puede concebir lo opuesto a lo que es verdad evidente, como enseña el Filósofo al tratar de los primeros principios de la demostración. Pero lo contrario de la existencia de Dios se puede pensar, como leemos en el Salmista: «Dijo el necio en su corazón: no hay Dios». Luego la existencia de Dios no es verdad evidente. B. Respuesta Una proposición puede ser evidente de dos maneras: en sí misma, pero no con respecto a nosotros, o en sí misma y para nosotros. La causa de que una proposición sea evidente es porque el predicado está incluido en el concepto del sujeto; por ejemplo, «el hombre es animal», pues «animal» entra en el concepto de hombre. Si, pues, todos conociesen la naturaleza del sujeto y la del predicado, esta proposición sería evidente para todos, como lo son los primeros principios de las demostraciones, cuyos términos, ser y no ser, todo y parte, y otros parecidos, son cosas tan sabidas que nadie las ignora. Pero si hay quienes ignoran cuál es la naturaleza del sujeto y la del predicado, la proposición en sí misma será, sin duda, evidente, pero no lo será para quienes ignoran aquellos extremos; y por esto sucede, como dice Boecio, que hay conceptos comunes que sólo son evidentes para los sabios; por ejemplo, que «lo incorpóreo no ocupa lugar». Por consiguiente, digo que la proposición «Dios existe», en sí misma es evidente, porque en ella el predicado se identifica con el sujeto, ya que, como más adelante veremos, Dios es su mismo ser. Pero con respecto a nosotros, que desconocemos la naturaleza divina, no es evidente, sino que necesita ser demostrada por medio de cosas más conocidas de nosotros, aunque por su naturaleza sean menos evidentes es decir, por sus efectos. C. A los argumentos se responde diciendo: 1. Que es verdad que tenemos naturalmente cierto conocimiento confuso de la existencia de Dios en el sentido de que Dios es la felicidad del hombre, y puesto que el hombre, por ley de su naturaleza, quiere ser feliz, ha de conocer naturalmente lo que naturalmente desea. Pero esto no es, en realidad, conocer a Dios, como tampoco conocer que alguien llega es conocer a Pedro, aunque sea Pedro el que llega; y de hecho muchos piensan que el bien perfecto del hombre, que es la bienaventuranza, consiste para unos en la riquezas; para otros, en los placeres, y para otros, en cualquier otra cosa. 66

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Que es muy posible que quien oye pronunciar la palabra «Dios» no entienda que con ella se expresa una cosa mayor que la cual nada se puede pensar, pues hasta ha habido quienes creyeron que Dios es cuerpo. Pero, aun supuesto que todos entiendan por el término «Dios» lo que se pretende, es decir, algo mayor que lo cual nada se puede pensar, no por esto se sigue que entiendan que lo designado con este nombre exista en la realidad, sino sólo en el concepto del entendimiento. Ni tampoco se puede deducir que exista en la realidad, a menos de reconocer previamente que entre lo real hay algo mayor que lo cual nada se puede pensar, cosa que no reconocen los que sostienen que no hay Dios. Que la verdad, en general, existe; pero no lo es para nosotros que exista la verdad suprema. Artículo 2. Si se puede demostrar la existencia de Dios A. Discusión Argumentos en contra. Parece que la existencia de Dios no es demostrable 1. La existencia de Dios es un artículo de fe. Pero lo que es de fe no se puede demostrar porque la demostración hace ver, y la fe es de lo que no vemos, como enseña el Apóstol. Luego la existencia de Dios no es demostrable. 2. El medio de la demostración es la naturaleza del sujeto, o «lo que» el sujeto es. Pero de Dios no podemos saber «lo que es», sino más bien lo que no es, como dice el Damasceno. Luego no podemos demostrar la existencia de Dios. 3. Si se demostrase que Dios existe, sólo cabría hacerlo por sus efectos. Pero sus efectos no guardan proporción con El, ya que El es infinito y los efectos son finitos, y entre lo finito y lo infinito no hay proporción. Si, pues, no se puede demostrar una causa por un efecto desproporcionado a ella, parece que tampoco se puede demostrar la existencia de Dios. Argumento a favor: dice el Apóstol que lo «invisible de Dios se alcanza a conocer por lo que ha sido hecho». Pero esto no sería posible si por las cosas hechas no se pudiese demostrar que Dios existe, pues lo primero que hay que averiguar acerca de una cosa es si existe. B. Respuesta Hay dos clases de demostraciones. Una, llamada «propter quid» o «por lo que», que se basa en la causa y discurre partiendo de lo que en absoluto es anterior hacia lo que es posterior. La otra, llamada demostración «quia», parte del efecto, y se apoya en lo que es anterior únicamente con respecto a nosotros: cuando vemos un efecto con más claridad que su causa, 67

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por el efecto venimos en conocimiento de la causa. Así, pues, partiendo de un efecto cualquiera, puede demostrarse la existencia de su causa propia (con tal que conozcamos mejor el efecto), porque, como el efecto depende de la causa, si el efecto existe es necesario que su causa le preceda. Por consiguiente, aunque la existencia de Dios no sea verdad evidente respecto a nosotros, es, sin embargo, demostrable por los efectos que conocemos. C. A los argumentos en contra se responde diciendo: 1. Que la existencia de Dios y otras verdades análogas que acerca de Él podemos conocer por discurso natural, como dice el Apóstol, no son artículos de fe, sino preámbulos a los artículos, y de esta manera la fe presupone el conocimiento natural, como la gracia presupone la naturaleza, y la perfección, lo perfectible. Cabe, sin embargo, que alguien acepte por fe lo que de suyo es demostrable y cognoscible, porque no sepa o no entienda la demostración. 2. Que cuando se demuestra la causa por el efecto, es imprescindible emplear el efecto para definir la causa, y esto sucede particularmente cuando se trata de Dios. La razón es porque en este caso, para probar la existencia de alguna cosa, es preciso tomar como medio «lo que su nombre significa» y no «lo que es», ya que antes de preguntar «qué es» una cosa, primero hay que averiguar «si existe». Pues bien, los nombres que damos a Dios los tomamos de sus efectos, y, por tanto, para demostrar la existencia de Dios por sus efectos, podemos tomar como medio el significado de la palabra «Dios». 3. Que aunque por los efectos desproporcionados a una causa no pueda tenerse un conocimiento perfecto de ella, sin embargo, por un efecto cualquiera puede demostrarse, sin lugar a dudas, la existencia de su causa, y de este modo es posible demostrar la existencia de Dios por sus efectos, aunque éstos no puedan dárnoslo a conocer tal como es en su esencia. Artículo 3. Si Dios existe A. Discusión Argumentos en contra. Parece que Dios no existe 1. Si de dos contrarios suponemos que uno sea infinito, éste anula totalmente su opuesto. Ahora bien, el nombre o término «Dios» significa precisamente, un bien infinito. Si, pues, hubiese Dios, no habría mal alguno. Pero hallamos que en el mundo hay mal. Luego Dios no existe. 2. Lo que pueden realizar pocos principios, no lo hacen muchos. Pues en el supuesto de que Dios no exista, pueden otros principios realizar cuanto vemos en el mundo, pues las cosas naturales se reducen a su principio, que es la naturaleza, y las libres, al suyo, que es el entendimiento y la voluntad humana. Por consiguiente, no hay necesidad de recurrir a que haya Dios.

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Arte y cinericia del lenguaje -Introducción

Argumento a favor: en el libro del Éxodo dice Dios de sí mismo; «yo soy el que soy». B. Respuesta La existencia de Dios se puede demostrar por cinco vías. La primera y más clara se funda en el movimiento. Es innegable, y consta por el testimonio de los sentidos, que en el mundo hay cosas que se mueven. Pues bien, todo lo que se mueve es movido por otro, ya que nada se mueve más que en cuanto está en potencia respecto a aquello para lo que se mueve. En cambio, mover requiere estar en acto, ya que mover no es otra cosa que hacer pasar algo de la potencia al acto, y esto no puede hacerlo más que lo que está en acto, a la manera como lo caliente en acto, v. gr., el fuego hace que un leño, que está caliente en potencia, pase a estar caliente en acto, y así lo mueve y lo cambia. Ahora bien, no es posible que una misma cosa esté, a la vez, en acto y en potencia respecto a lo mismo, sino respecto a cosas diversas: lo que, v. gr., es caliente en acto, no puede ser caliente en potencia, sino que en potencia es, a la vez, frío. Es, pues, imposible que una cosa sea por lo mismo y de la misma manera motor y móvil, como también lo es que se mueva a sí misma. Por consiguiente, todo lo que se mueve es movido por otro. Pero, si lo que mueve a otro es, a su vez, movido, es necesario que lo mueva un tercero, y a este otro. Mas no se puede seguir al infinito, porque así no habría un primer motor y, por consiguiente, no habría motor alguno, pues los motores intermedios no mueven más que en virtud del movimiento que reciben del primero, lo mismo que un bastón nada mueve si no lo impulsa la mano. Por consiguiente, es necesario llegar a un primer motor que no sea movido por nadie, y este es el que todos entienden por Dios. La segunda vía se basa en la causalidad eficiente. Hallamos que en este mundo de lo sensible hay un orden determinado entre las causas eficientes; pero no hallamos, ni es posible, que cosa alguna sea su propia causa, pues en tal caso habría de ser anterior a sí misma, y esto es imposible. Ahora bien, tampoco se puede prolongar al infinito la serie de las causas eficientes, porque siempre que hay causas eficientes subordinadas, la primera es causa de la intermedia, sea una o muchas; y esta, causa de la última; y puesto que, suprimida una causa, se suprime su efecto, si no existiese una que sea la primera, tampoco existiría la intermedia ni la última. Si, pues, se prolongase al infinito la serie de causas eficientes, no habría causa eficiente primera, y por tanto, ni efecto último ni causas eficientes intermedias, cosa falsa a todas luces. Por consiguiente, es necesario que exista una causa eficiente primera, a la que todos llaman Dios. La tercera vía considera el ser posible o contingente y el necesario, y puede formularse así. Hallamos en la naturaleza cosas que puedan existir o no existir, pues vemos seres que se producen y seres que se destruyen, y, por tanto, hay posibilidad de que existan y de que no existan. Ahora bien, es imposible que los seres de tal condición hayan existido siempre, ya que lo que tiene posibilidad de no ser hubo un tiempo en que no fue. Si, pues, todas las cosas tienen la posibilidad de no ser, hubo un tiempo en que ninguna existía. Pero, si esto es verdad, tampoco debiera existir ahora cosa alguna, porque lo que no existe no empieza a existir más que en virtud de 69

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lo que ya existe, y, por tanto, si nada existía, fue imposible que empezase a existir cosa alguna, y, en consecuencia, ahora no habría nada, cosa evidentemente falsa. Por consiguiente, no todos los seres son posibles o contingentes, sino que entre ellos, forzosamente, ha de haber alguno que sea necesario. Pero el ser necesario o tiene la razón de su necesidad en sí mismo o no la tiene. Si su necesidad depende de otro, como no es posible, según hemos visto al tratar de las causas eficientes, aceptar una serie infinita de cosas necesarias, es forzoso que exista algo que sea necesario por sí mismo y que no tenga fuera de sí la causa de su necesidad, sino que sea causa de la necesidad de los demás, a lo cual todos llaman Dios. La cuarta vía considera los grados de perfección que hay en los seres. Vemos en los seres que unos son más o menos buenos, verdaderos y nobles que otros, y lo mismo sucede con las diversas cualidades. Pero el más y el menos se atribuye a las cosas según su diversa proximidad a lo máximo, y por esto se dice que es más caliente lo que se aproxima más a lo máximamente caliente. Por tanto, ha de existir algo que sea verísimo, nobilísimo y óptimo, y por ello ente o ser supremo; pues, como dice el Filósofo, lo que es verdad máxima es máxima entidad. Ahora bien, lo máximo en cualquier género es causa de todo lo que en aquel género existe, y así el fuego, que tiene el máximo calor, es causa del calor de todo lo caliente, según dice Aristóteles. Existe, por consiguiente, algo que es para todas las cosas causa de su ser, de su bondad y de todas sus perfecciones, y a esto llamamos Dios. La quinta vía se toma del gobierno de las cosas. Vemos, en efecto, que cosas que carecen de conocimiento, como los cuerpos naturales, obran por un fin, como se comprueba observando que siempre, o casi siempre, obran de la misma manera para conseguir lo que más les conviene; por donde se comprende que no van a su fin obrando al acaso, sino intencionadamente. Ahora bien, lo que carece de conocimiento no tiende a un fin si no lo dirige alguien que entienda y conozca, a la manera como el arquero dirige la flecha. Luego existe un ser inteligente que dirige todas las cosas naturales a su fin, y a éste llamamos Dios. C. A los argumentos en contra se responde: 1. Dice San Agustín que, «siendo Dios el bien supremo, de ningún modo permitiría que hubiese en sus obras mal alguno si no fuese tan omnipotente y bueno que del mal sacase bien». Luego pertenece a la infinita bondad de Dios permitir los males para de ellos obtener los bienes. 2. Como la naturaleza obra para conseguir un fin en virtud de la dirección de algún agente superior, en lo mismo que hace la naturaleza interviene Dios como causa primera. Asimismo, lo que se hace deliberadamente, es preciso reducirlo a una causa superior al entendimiento y voluntad humanos, porque éstos son mudables y contingentes, y lo mudable y contingente tiene su razón de ser en lo que de suyo es inmóvil y necesario, según hemos dicho.

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