Real - El Patriciado Uruguayo PDF

November 19, 2023 | Author: Anonymous | Category: N/A
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CARLOS REAL DE AZÚA

EL PATRICIADO URUGUAYO



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A la memoria de mis padres.

C. R. de A.

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PERFIL Y CATEGORIZACION DE NUESTRO PATRICIADO n toda ver:csimilitud, la competencia de otra clao:e ganadera rival. Ei curso de ]a indecisión bonaerense y de la decisió:.1 inglesa determinó, sin embargo, otra cosa y poco tiempo más tarde el sector estanciero oriental Ei1contró en Rivera un auténti([i2 bis) Ver los ~ntercsn.r.tcs &rí:ic~1los de Ariosto F-crnández sobre atribuciones ele tier~a:; c0n:orme al ''Reglamento Provisor~.o'' (en Suplementos d:J "El Di:i" de 1958 y 1959). (53) Fero tambión L~ccr cum¡;liría lo que fue la línea constal!te tle Brasil en nuestro país, esto es, el desplazamiento de haciendas hacia. Rfo Grande y las transferenci2..S de prcpir:dad a beneficio de brasilefios.

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eo defensor. Pero ese sector no significa ya aquí la clase latifundista montevideana con títulos de origen español sino el núcleo más amplio que había ido ocupando los campos en esos veinte años revueltos. El vencedor de Rincón fue t:l abanderado al mismo tiempo connatural e interesado de d, habiendo visto, como vio allí, la materia de un sólido 1e.;paldo. Rivera y Lucas Obes transan a favor de ese núcleo en 1832 -como Pivel Devoto justamente lo ha subrayado- el pleito entre ocupantes y propietarios pero todo lo que tenía de estabilizador esta medida se frustró po'panto que refleja admirablemente la correspondencia de Francisco Juanicó y sus hijos, cuidando lo que podían en las cincuenta y seis mil cuadras salteñas del Hervidero. El período que corre de 1838 a 1851 importó un intenso proceso redistribuidor de la tierra y el dinero. En lo que al campo atañe, después de la derrota riverista en Arroyo Grande ( 1843), hubo que contar, en especial, con dos protagonistas. Brasil, refugio de unitarios y colorados, prosigwo en lo posible su política de depredación y las grandes transferencias de ganado (ya iniciadas bajo Lecor) hacia el norte. A este provechoso ejercicio está unido el nombre de Francisco de Abreu, barón de Jacuy, al que tuvo que contener Diego Lamas, y que fue más tarde "guerrero del Paraguay" y arquetipo de esos señores riograndenses de horca y cuchillo que prolongaron su sombra sobre nuestra historia. Dueño del interior Oribe desde 1843, ha sido habitual wstener la fundamental importancia del decreto del 28 de julio de 1845, refrendado por el ministro Carlos Villa(1emoros y que estableció la confiscación de la propiedad

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enemiga. Magariño:; de Mello (54) con todo, sostiene que las rigurosas disposiciones tuvieron muy limitada ejecución, validando sólo unas pocas donaciones realizadas, tiempo antes, a Lamas e Ignacio Oribe. Si ello es así, y pr.se a haber sido declaradas inválidas todas esas adjudicaciones durante el último gobierno de Flores, su real impcrtancia debe confundirse con el hecho mismo de la división del país en dos zonas. Aislados de sus campos los propietarios colorados y los unitarios argentinos, hubo de intensificarse entonces el movimiento de intrusos hacia ellos, iniciándose o concluyéndose prescripciones que fueron después fatales para los primeros ( 55) . El único resumen factible de esos cuarenta años es~ entonces, el de que fueron los estancieros los, que pagaron, voluntaria o involuntariamente, los gastos mas pesados de ias guerras civiles y regionales. Materialmente, esto se tradujo en los ganados faenados, en los caballos arreados por los ejércitos, los cueros recogidos y robados, los peones enrolados por las buenas o las malas y, sobre este rol casi siempre cubierto, viviendas y cobertizos destruidos cuando el ganadero era enemigo. Tales males explican que la "estancia cimarrona" fuera a menudo (y como ya se dijo) una verdadera fortaleza, en la que era posible defender hombres y enseres, pero no el campo ni el ganado que la rodeaba. Y todo esto no ocurría desde la Revolución sino desde el siglo XVIII, durante el cual, si no hubo guerras civiles y nacionales, operaron, en forma conjunta o por partidas suelt:is, soldados, corambreros, indios y portugueses. _ Esto en el orden de las cosas, en lo material. En· todo lo que está más allá de él, el pillaje de laS estancias, la escasez de ganado para repoblarlas, la desvalorización de lo poco que quedaba por imposibilidad de comercialización (una circunstancia que no incrementa el valor de lo escaso) contuvo durante muchísimo tiempo (de 1810 al 30, por lo menos), el alza del valor de la tierra y, en ciertos períodos, la depreció sensiblemente. No fue infrecuente que el estanciero desesperanzado u obligado a abandonarla para salvar su vida, refugiado lejos de ella, la enajenase por una bagatela. En el caso de los grandes estancieros _au(54) "El Gobierno del Cerrito" (Montevideo, 1948) t. I, página 658. (56) Tal parece haber sido el caso de Tomás Garc!a de Zúfiiga que se examina en Apéndice IV.

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sentistas, como lo fueron casi todos los terratenientes mont
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