"Las enseñanzas de Erks"

July 30, 2017 | Author: Ricardo González | Category: Universe, Nature
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Versión digital para lectura gratuita de "Las enseñanzas de Erks: mensajes de los seres del Uritorco". Ricard...

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EDICIÓN DIGITAL GRATUITA



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LAS ENSEÑANZAS DE ERKS © Ricardo González Edición digital gratuita de la tercera edición impresa, Buenos Aires, agosto de 2017 ECIS Publicaciones Diseño de tapa: www.woohustudio.com Basado en la fotografía de un objeto anómalo en las faldas del Cerro Uritorco (imagen original y epígrafe en el interior del libro). Fotógrafo: Cristian Belluco: [email protected] En contratapa, otro objeto en el Uritorco y un pictograma de Cerro Colorado (Lpagola). Sitio web oficial de Ricardo González: www.legadocosmico.com Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna ni por ningún medio sin previa autorización del autor.

Impreso en Argentina / Printed in Argentina



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NOTA

La versión impresa de “Las Enseñanzas de Erks” está destinada a reunir fondos para el proyecto del Centro Roerich de Capilla del Monte, un Museo de Paz sin fines de lucro. Esta versión digital del libro ha sido preparada por el autor para que el mensaje llegue a todos.



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ÍNDICE

INTRODUCCIÓN Ur-Tokor: Breve historia de un contacto

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EL ORIGEN: TALAMPAYA

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ENSEÑANZA UNO Las misiones cósmicas Por qué nos hallamos en la Tierra

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ENSEÑANZA DOS Los centros planetarios Y el resguardo de la información

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ENSEÑANZA TRES La misión de Erks Y el Templo de la Esfera

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ENSEÑANZA CUATRO Los cristales dimensionales Y la redes de luz

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ENSEÑANZA CINCO Las experiencias iniciáticas

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ENSEÑANZA SEIS Los auto-convocados

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ENSEÑANZA SIETE El código de activación de portales Y experiencias a través del sonido

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ENSEÑANZA OCHO Los encuentros cercanos programados

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ENSEÑANZA NUEVE La información cósmica para la mente objetiva

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ENSEÑANZA DIEZ La información cósmica para la mente psíquica

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ENSEÑANZA ONCE El programa de ascensión de la Tierra

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ENSEÑANZA DOCE La estructura de la Jerarquía cósmica

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ENSEÑANZA TRECE El retorno de los enviados

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ENSEÑANZA CATORCE La redención

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APÉNDICE I Siete claves en Irdin

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APÉNDICE II El Thangka Shambhala Chintamani y el Templo de la Esfera

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APÉNDICE III Ecos de Shambhala Referencias al Reino Subterráneo

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Etapas de la Hermandad Blanca y tipos de Retiros



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A la memoria de los sabios de aquella cultura olvidada que horadó la piedra, cultivó la tierra, honró al Sol y comulgó con el Universo. Su legado, silencioso, anida en el corazón del Vórtice.



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INTRODUCCIÓN



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UR-TOKOR Breve historia de un contacto

Desde hace siglos, los pueblos originarios de las sierras de Córdoba, en la Argentina, conocían un secreto. Un tesoro espiritual que ha sido protegido a través de las edades, hasta nuestros días. El centro de este misterio es el Cerro Uritorco, nombre que alberga muchos significados de acuerdo a la fuente que se consulte. Si es el quechua, Uritorco podría significar algo así como “debajo del cerro”(Del Urin= debajo, Urqu = cerro), aunque muchos lo conozcan como “Cerro Macho” o “Cerro de los loros”. En lengua cósmica Irdin, lo conocemos como Ur-Tokor (“La ciudad que diseñó Tokor). Entre el colectivo de guardianes nativos que sabían del secreto del Uritorco resaltan los llamados comechingones. El nombre comechingón significa “morador de cuevas” (atendiendo su posible origen sanavirón “kamichingan”); para algunos, una curiosa referencia a su relación con lo intraterreno. Hacia 1543, Diego Fernández, cronista del explorador y conquistador español Diego de Rojas, describía a estos indios de las sierras cordobesas como seres muy especiales. Aquellos nativos eran fundamentalmente de raza “huarpe”; y se supone, mezclados con andinos y pampinos: altos, delgados, y de cabeza alargada. Pero lo que más le llamó la atención a Fernández fue que estos hombres no



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eran lampiños. Tenían barba. Los describió “de alta estatura y de mayor pilosidad y pigmentación que otros indios...”. Aunque muchos antropólogos tienden a considerar que su origen se halla en la etnia hênia-kamiare, no logran explicar ciertos rasgos de los comechingones, ese curioso aspecto caucasoide que aún despierta intriga en los investigadores. ¿Eran descendientes de una cultura olvidada que arribó al continente en tiempos anteriores a Colón? Como fuere, se dispone de diversos estudios que remontan el origen de estas comunidades a miles de años atrás. La tradición oral señala que Ongamira, “Los Terrones”, el Cerro Pajarillo, Los Mogotes, Sisiorco (Cerro “Las Gemelas”, la contraparte “femenina” del Uritorco) y tantos otros maravillosos escenarios de esta región de Punilla, de cautivante belleza natural, fueron algunos de los viejos centros de reunión de los comechingones. De hecho, aún se pueden apreciar sus “morteros” en la cumbre del Uritorco (1.979 msnm), o en la cueva de Ongamira. Hoy se sabe que esos orificios en la piedra no siempre se usaron para moler granos, sino como recipientes para quemar hierbas sagradas durante alguna ceremonia mística, o para observar el cielo. En este último caso, los hoyos emplazados a cielo abierto, en rocas fijas que no eran desplazables, se llenaban con agua y, en ese espejo natural, las estrellas se veían reflejadas. Y no cualquier estrella: la constelación de Orión, las Pléyades, Can Mayor (Sirio) y la no menos importante Cruz del Sur, se asocian con estas prácticas astronómicas. Una constante en otros lugares sagrados del mundo que hemos explorado in situ, desde las pirámides de Giza en Egipto a Machu Picchu en el Perú, en donde sus también pretendidos morteros ⎯otros ojos de agua⎯ eran “espejos” del cinturón de Orión.



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Los antiguos tenían una comunión especial con el cosmos. Creemos que en las sierras del Uritorco se desarrollaron distintas culturas, hoy olvidadas, que labraron la piedra y cultivaron una profunda conexión con los sagrados efluvios de la Tierra. Los comechingones son herederos de este capítulo perdido de la historia. No por casualidad le daban una importancia fundamental a lo mágico, los dioses y potencias de la naturaleza. En uno de sus principales centros en Córdoba, Cerro Colorado ⎯la reserva tiene unas 3.000 hectáreas de superficie⎯, reposan la mayor parte de sus pictogramas, que se pueden apreciar con claridad en el alero de la base del cerro, además de otros lugares, incluyendo campos privados. En esas pinturas rupestres, que albergan miles de motivos, se observan hombres vestidos con posibles trajes chamánicos. Debido a ello los estudiosos concuerdan en que los comechingones estaban iniciados en el conocimiento del mundo espiritual. El Sol Místico era su emblema. De hecho, se afirma que una enorme figura tallada en piedra, “El Sol de Intihuasi”, fue arrancada de una mole pétrea por los ingleses y habría sido escondida en el Museo de Lóndres. El famoso y respetado músico y cantautor argentino, Atahualpa Yupanqui, hace referencia a este tema en su libro “El Canto del Viento”. Además, el Dr. Rodolfo Martínez, ex Rector de la Universidad de Córdoba, escribió en el prólogo del libro “Córdoba Histórica” de Ferrari Rueda (1943) estas inquietantes líneas: “…No falta tampoco al referirse a las pictografías y petroglifos, el recuerdo del episodio de que en la Casa del Sol, el arqueólogo inglés Gardner, horadó la piedra y se llevó el Sol de los comechingones al Museo de Lóndres. Lo que probaría la preocupación por la investigación científica de otras naciones y la despreocupación nuestra por cuidar los restos de la civilización que alum-



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bró en época lejana, desde el Cerro Rojo, la belleza serena de los valles y el manchón verde y azul de la montaña…”

El objeto presuntamente saqueado en los años veinte ⎯se piensa, entre 1923 y 1926⎯ por el arqueólogo inglés Samuel Gardner de la Universidad de Oxford, es conocido como el “Sol Rojo”. En la actualidad sigue siendo un tema de gran discusión. Como haya sido, está claro que los comechingones constituían una comunidad distinta, especial, poseedora de avanzados conocimientos espirituales. Desde una perspectiva esotérica, su rica cosmovisión, tan ataviada de ceremonias para conectar con los ya mencionados “dioses”, habría permitido a estos hombres misteriosos de las sierras de Córdoba entrar en contacto con otra realidad. Una realidad que en tiempos recientes se ha denominado, simbólicamente, “Erks”. Erks, de acuerdo a nuestras experiencias e investigaciones, define una inmensa “zona vórtice”, cuyo núcleo se haya situado actualmente en las sierras chicas de Punilla, teniendo como eje al legendario Cerro Uritorco, que no es cualquier montaña: esta elevación se halla emplazada en una zona geológica particular (la denominada “Falla de Punilla”, con su impronta sísmica), albergando en sus entrañas importantes elementos conductores como el cuarzo, que se “activan” con las potentes tormentas que suelen darse en estas sierras en época estival. La zona vórtice ya fue investigada y difundida en los años sesenta por el controvertido esotérico argentino Guillermo Alfredo Terrera, catedrático de la Universidad de Córdoba, pero más conocido por haber sido depositario de



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un objeto de poder que se habría hallado en el mismísimo Uritorco en 1934. Se dice que Orfelio Ulises Herrera (Bolivar 1887 – Córdoba 1951), un profesor de escuela y miembro de una orden iniciática, encontró un bastón de piedra volcánica en la ladera norte del Cerro Uritorco, “guiado” por viejos datos nativos. Aunque esta historia se enmarcó en un viaje mítico de Herrera al Tíbet, como una suerte de preparación antes de su aventura y hallazgo en el Uritorco, la verdad es que las pistas surgieron en la propia Argentina. Era sabido que en 1830 un ambicioso jefe araucano ⎯conocedor de las leyendas de las tribus que habitaban el norte y el centro del país⎯, decidió penetrar con sus guerreros en las Sierras de la Ventana, Tandil, Balcarse, Pillahuincó y San Luis, llegando incluso a la ciudad de Córdoba tras el rastro de “la Piedra que habla…”. Una búsqueda similar había ocurrido con la “Ciudad de los Césares”, ese reino perdido que le quitó el sueño a los conquistadores, quienes la buscaron primero en las sierras de Córdoba antes de que se hablara de su probable ubicación en la Patagonia. Como fuese, para Terrera, esa piedra sobrenatural era el bastón de basalto negro que Orfelio Ulises halló en el Uritorco. Se interpretó entonces que era un legado de los antiguos maestros aborígenes. Una “llave” para ingresar al templo intraterreno del cerro. No obstante, el perseguido bastón, en la actualidad, tiene un paradero incierto. Su fantasma ha encendido una interminable cadena de relatos de conspiración y confusiones, atizados por un detalle no menor: el objeto fue replicado en más de una ocasión para proteger a la pieza original. Fue así que algunas copias circularon, despistando a toda una legión de buscadores del Simihuinqui: “la piedra que habla”. Esos bastones también fueron hechos en roca volcáni-



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ca, y fueron mostrados públicamente en pretendidas ceremonias místicas, desorientando a más de un investigador y echando más leña al fuego de su controversia. Entretanto, el bastón original, quebrado, según nos dijo la familia del desaparecido profesor Terrera, permanece oculto en un lugar, fuera de la provincia de Córdoba.

Terrera fue el primer investigador en hablar públicamente de la zona vórtice de “Erks”, de relacionarla al hallazgo de ese enigmatico “bastón de mando”, y también uno de los pioneros en adentrarse en el misterio de las “luces del Uritorco”. Terrera identificaba estas luces como guardianes de un secreto intraterrestre. Incluso afirmó haberlas visto. Tal es el caso de “Witaikon” y “Tokor”: espigadas siluetas de energía que se “corporizaban” ante un grupo atónito de testigos. Terrera no sería el único: el recordado padre Benito Segundo Reyna, jesuita y astrónomo aficionado, que fue muy cercano a Jorge Mario Bergoglio ⎯el Papa Francisco⎯, dio más de una conferencia en la provincia de Buenos Aires sobre las entidades lumínicas del Uritorco, refiriéndose entre ellas al ya citado Tokor. Y aquí debemos añadir que Fabio Zerpa, el reconocido investigador urugua-



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yo del fenómeno ovni ⎯y un querido amigo⎯, ya había dado una conferencia sobre estos asuntos en Capilla del Monte en 1971. En aquella ocasión, luego de su ponencia en el Cine-Teatro Enrique Muiño, la gente local le confirmaba que desde la época de sus abuelos ya se veían esas luces en “Los Terrones” y el Uritorco. El recordado Don Segundo Jaime, un nativo que vivía en “Ojo de Agua”, ya hablaba de estas luces en los años cincuenta y sus manifestaciones como “monjes blancos”. En otras palabras: se sabía de esto desde siempre. Es importante mencionar estos antecedentes porque algunos estudiosos de los misterios del Uritorco creen, equivocadamente, que el contacto con las luces se inició en 1983. Otros sitúan el “nacimiento ufológico” de Capilla del Monte tres años más tarde: el 9 de enero de 1986, cuando ese día se produjo la aparición de un objeto volador no identificado en la región. “Aquello” ⎯una suerte de aparato lenticular, de intensa luz rojiza⎯ fue observado desde la humilde vivienda de la familia Gómez, ubicada en Quebrada de Luna. Por si esto fuera poco, el extraordinario avistamiento se asociará a una inmensa marca oval de pasto quemado, que fue hallada al día siguiente en el Cerro Pajarillo (“El lugar de las pajas amarillas”). Allí empezó el debate entre la hipótesis extraterrestre ⎯la “huella” del Pajarillo había sido generada por la presunta nave que vieron los Gómez⎯ y la réplica escéptica, que argumentó de que se trató de un timo para “atraer turismo ufológico”. La controversia estaba servida: se habló desde un incendio provocado hasta un accidente en el vuelo de prueba de un misil argentino (el proyecto Cóndor). Es decir, ni los detractores se ponían de acuerdo. Todos discutían la “huella”, pero pocos se detenían a analizar el avistamiento, que luego



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se supo fue presenciado por otros testigos además de los Gómez. Lo cierto es que este evento tuvo una gran repercusión internacional, transformando así a Capilla del Monte en una suerte de “Roswell argentino”. El recordado director del Centro de Informes Ovni (CIO) de Capilla del Monte, Jorge Suárez, basado en una serie de estudios en el lugar de los hechos, defendió acaloradamente la naturaleza anómala de la huella.

En esa misma década de los años ochenta, el sanador argentino Ángel Cristo Acoglanis, acompañado de un grupo de seguidores, afrontará encuentros cercanos con las “luces de Erks” en los ya citados “Los Terrones”: una curiosa formación de arenisca, ripio y probablemente sedimentos de origen volcánico, enclavada en la parte posterior del Cerro Uritorco. Acoglanis popularizará en ese lugar los mantras en palabras Irdin ⎯llamadas también “Kulkán cósmico”, una lengua esotérica que mencionaba Terrera y que algunos autores asociaron al proto-sumerio⎯ para armonizar grupos de contacto antes de ver las luces. Hay que decir que estos mantras ya eran conocidos en el contactismo mundial desde los años cincuenta, pero fue Acoglanis



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quien les dio una impronta especial a nivel local. Así, “respondiendo” a esos cánticos sagrados que entonaba con su vibrante y especial voz, en algunas ocasiones los “seres de Erks” se manifestaban. Lo hacían bajo la forma de hermosas esferas de energía, con tonos azules, dorados, rojos, o naranjas, como fue el caso de “Sarumah” ⎯entidad que Acoglanis canalizaba⎯, “Sikuma” o “Maia”. En 1989 sobrevino la tragedia: Acoglanis muere por el disparo de un arma, empuñada por un viejo miembro de su grupo que irrumpió en el consultorio que Ángel atendía en Buenos Aires. A raíz de este incidente y de las confusas causas del crimen ⎯que no tenían relación alguna con los contactos, sino con asuntos más relacionados a la política⎯, surgió el mito. Antes de este episodio, los mensajes recibidos por Acoglanis y su grupo fueron entregados al escritor de origen brasilero Trigueirinho, con el objetivo de publicar un libro que difundiera la existencia de “Erks”. Así, Trigueirinho recibirá del grupo argentino, y con la anuencia de Ángel, “Los Diarios de Erks” y “Las Leyes de Erks”, entre otros textos, además de las fotografías de las luces que registró Roberto Villamil. De este material nació el libro “Erks, mundo interno” (Kier, 1989), de gran difusión en Sudamérica, aunque cuestionado por algunos seguidores de Ángel por no haber sido fiel a la historia real de los sucesos. Cuando este texto se publicó en la Argentina, Acoglanis ya había partido. De esta forma, mientras los estudiosos del fenómeno ovni se concentraban en el enigma de la huella del Pajarillo, y los esotéricos en las polémicas teorías de Terrera ⎯polémicas por asociar al Bastón de Mando con dioses nórdicos y la leyenda del Santo Grial⎯, se abría con Acoglanis una tercera vertiente contactista, tildada por algunos críticos de



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“New Age”, debido a las iniciaciones místicas que hacía Ángel a sus “discípulos”, y su afirmación de que se avecinaba un desastre global para el planeta, con una “Gran Evacuación” de ciertos escogidos vía naves extraterrestres ⎯algo típico de escuchar en el contactismo de los años ochenta⎯. Como era de esperarse, con el pasar de los años, estas tres vertientes se fueron separando, y cada una de ellas se atribuyó ser la piedra fundacional de los enigmas del Uritorco. Huelga decir que es un error ver solo los árboles y no el bosque. Para nosotros todo está relacionado en estas historias que, desde luego, no fundaron nada: son solo continuaciones de un misterio más viejo, presente en la zona desde tiempos prehispánicos. Insistimos en que para comprender el mensaje del Uritorco es imperante acudir a la auténtica raíz de estas experiencias; de lo contrario, por defender posturas personales y mitos ajenos a la realidad, se puede perder el rumbo, y es allí cuando surgen los fanatismos y delirios. Como un ejemplo de cómo algunas historias se pueden desvirtuar, se dijo que Acoglanis había nacido en Grecia (en realidad nació en Rosario, Argentina; su padre era griego), que adquirió sus conocimientos de quiropraxia en un supuesto viaje al Tíbet ⎯como antes se había dicho de Orfelio Ulises⎯, y que él mismo era el ser que canalizaba: Sarumah. Con el tiempo descubrimos que todo esto era una invención. Uno de los detalles más anécdoticos, es que Don Ramón Verón, dueño en esos años de las tierras en donde se asientan “Los Terrones”, llamaba a Acoglanis “El portero de Erks”, pero a modo de broma, ya que Ángel tenía las llaves del candado de la tranquera que daba paso a los coches. Esta broma entre amigos, con el pasar de los años,



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se transformó en otra afirmación sobrenatural, sostenida y alimentada por algunos seguidores. Tampoco está claro de dónde surge el nombre “Erks”. Pero todo indica que fue Acoglanis quien le dio su interpretación. Eran las siglas de: “Encuentros de Remanentes del Kosmos Sideral”. Con esto se pretendía interpretar al Vórtice como un lugar de acceso hacia una “ciudad interdimensional que reuniría a entidades de distintas procedencias cósmicas”. En nuestros anteriores libros, “Las luces de Erks” (2012) y “Talampaya: la otra historia de Erks”(2013), intentamos rescatar parte de estas historias que planean en los dominios del Cerro Uritorco. Nuestro objetivo era presentarlas en su justo contexto, escuchar todas la voces y unir todos los puntos posibles. Además, nuestra dilatada e inacabable investigación nos llevó a visitar otros nodos semejantes al Uritorco, con los mismos reportes de luces cósmicas, como el caso de la estancia “La Aurora” en Uruguay ⎯en donde compartimos con el entrañable Ángel María Tonna y su familia⎯; el bosque de piedra de la meseta andina de Marcahuasi, en Perú; Tepoztlán-Amatlán en México; Monte Shasta en los Estados Unidos; o la montaña de Montserrat en España, entre tantos otros puntos de poder en el mundo. Hallamos en nuestra exploración de estos parajes abundantes detalles en común con los fenómenos del Uritorco como para considerarlos un accidente. No en vano, la primera vez que vimos a uno de esos seres de energía no fue en las sierras de Córdoba, sino en Cusco. Fue en mayo de 1998. Dentro de las cuevas de la “Zona X”, próximas al templo-fortaleza de Sacsayhuamán, nos hallamos ante una criatura de energía que se materializó en el profundo túnel. Se trataba de un ser humanoide



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de luz blanca, alto y delgado, tal y como se han reportado en el Uritorco. Contemplamos su figura asombrados, al lado de un chamán cusqueño que nos acompañaba: Sergio Cáceres Huamán. Esta experiencia fue reveladora para nosotros. Aprendimos que en el contacto con seres no-humanos no solo se hallan seres físicos de procedencia extraterrestre ⎯que también hemos visto en encuentros previamente concertados en el desierto peruano de Chilca, o en el Valle de la Luna, en Atacama, Chile⎯, sino también seres de luz pura: criaturas interdimensionales que actúan como guardianes de nodos de fuerza. Los pueblos nativos lo sabían. Las leyendas de los Andes hablan de esos “custodios espirituales”. Relatos que armonizan con lo vivido en las sierras de Córdoba. Lo dicho: siguiendo este camino, luego de una larga y denodada investigación, concluimos que los primeros y auténticos contactados del Uritorco fueron, sin duda, los pueblos originarios. Está claro que esto no empezó con la huella del Pajarillo. Se remonta siglos atrás. Los padres espirituales de Capilla del Monte son los comechingones. Ahora bien, hay que decir que la noticia de la huella del Pajarillo y el misterio del “bastón de mando” de Terrera fue lo más difundido de este enjambre de enigmas del Uritorco, especialmente en países de Iberoamérica. Buena culpa de ello la tuvo el documental que el Dr. Fernando Jiménez del Oso y J.J. Benítez hicieron para la televisión española: “En busca del misterio” (1989). Luego, se sucedieron infinidad de artículos en revistas especializadas, notas en diarios, libros, y congresos en la propia Capilla del Monte, organizados por el CIO, en donde se congregaron investigadores del fenómeno ovni, astrónomos, pilotos de guerra y hasta ex astronautas. Hemos participado de todo ello.



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Sí, Capilla del Monte nunca fue la misma. Ni lo será, porque está asentada en un lugar especial… Todo esto ha convertido al pueblo en un lugar de encuentro místico, en donde muchos peregrinos, procedentes desde distintas partes del mundo, arriban buscando la magia del Uritorco; otros, con el deseo de presenciar algún avistamiento ovni ⎯a veces, al extremo de apartar el sentido común para ver, como sea, las ansiadas “manifestaciones” en satélites o en reflejos de la ruta o pueblos cercanos⎯. La fama de esta región como “lugar de contacto” desbordó cual río caudaloso. Es tal que en su pintoresca calle techada se pueden advertir negocios con detalles alusivos al tema ovni, el esoterismo oriental o la meditación. Es común hallar cabañas y hoteles con nombres esotéricos y, por otro lado, tropezarse con multitudinarios festivales de verano con gente disfrazada de “extraterrestres”. La prensa sensacionalista, habitualmente, busca aquí lo bizarro ⎯y lo hay⎯ para darse un festín. Y es que no es difícil hallar grupos inspirados en esta historia de contacto que se transformaron en sectas casi religiosas, en donde el fenómeno ovni se entremezcla con supuestas apariciones marianas, o personajes que adoptan nombres místicos y se presentan como “maestros” ⎯vestidos de blanco para la ocasión⎯ ante seguidores que perdieron la brújula y el discernimiento. Sin embargo, detrás de esta suerte de “folklore ufológico” que se ha creado, como pasó en su día con Roswell en Nuevo México o el pueblo de Monte Shasta en California, se esconde una historia real, increíble pero cierta. Hay mucha gente seria y maravillosa en Capilla del Monte y en sus alrededores, pero lejos del ruido y el circo. Son numerosos los habitantes de estas sierras que saben del contacto y su real mensaje. Empero, el lector iniciado en estos asuntos re-



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conoce que una y otra vez se cuentan las mismas historias sobre el Cerro Uritorco. Una suerte de nostalgia con el pasado, con lo que ocurrió en esas memorables décadas de contacto y misterio. Pero ese contacto ha continuado. He aquí la misión de este libro: recordar que la relación con los seres del Vórtice se mantiene, vibrando ahora en una etapa distinta, con más fuerza y profundidad que nunca. Fruto de este intercambio con ellos ha surgido un mensaje extraordinario. Como bien afirman en sus transmisiones: una suave brisa, de aires nuevos. Luego de reflexionar sobre lo ya caminado, es momento de continuar el sendero de Ur-Tokor, Uritorco.

Ricardo González Al pie del Cerro Uritorco, 21 de abril de 2017



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EL ORIGEN: TALAMPAYA



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En el marco de un encuentro de meditación por la paz mundial, celebrado en enero de 2015 en Quebrada de Luna, unas mil personas de veinte países nos dimos cita. Quebrada de Luna está ubicada en el norte de Punilla, en las sierras de Córdoba. Es la principal ruta de acceso hacia “Los Terrones” y Ongamira. Debe su nombre al militar español Luis de Luna, de quien se dice tomó estas tierras a mediados del siglo XVI. Pero antes de los tiempos de la conquista esta zona ya era territorio comechingón. Un lugar importante para los nativos. Organizamos este maravilloso campamento de meditación siguiendo las indicaciones de los seres del Vórtice, quienes, en sus mensajes telepáticos, nos habían dado instrucciones para trasladarnos a Talampaya, en La Rioja, una vez finalizara este encuentro. La multitudinaria reunión en Quebrada de Luna había sido, pues, una necesaria preparación colectiva. Así, luego del encuentro en Córdoba, un grupo de cuarenta y seis personas recorrimos los 400 kilómetros que separan Talampaya del Uritorco. Según los se-



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res del Vórtice, allí recibiríamos una importante comunicación. Talampaya se encuentra en las serranías del oeste de La Rioja. Es un hermoso santuario natural que ocupa unas 215.000 hectáreas. Esta región aporta notables descubrimientos paleontológicos que abarcan casi la totalidad del período Triásico (época del surgimiento de los dinosaurios), además de ser famosa por su impactante cañón, así como por sus caprichosas formaciones de areniscas y rocas que reproducen, muchas veces, extrañas formas humanas y zoomorfas, como en “Los Terrones”. De hecho, la historia de Erks se inició realmente aquí, antes de concentrarse en los territorios del Cerro Uritorco. Es importante mencionar que nuestro viejo trabajo de investigación en Talampaya ha tenido una gran repercusión en el seno de grupos espirituales y de contacto, que, siguiendo nuestros reportes, han procurado visitar los mismos enclaves que recorrimos nosotros, como la zona de los petroglifos ⎯en el pasado dimos a conocer imágenes inéditas, hoy de fama mundial⎯, Los Cajones, o el sagrado Cerro Piramidal, llamado por los locales “Mogote Negro”, debido al color de sus rocas volcánicas. Esa formación de basalto es el antiguo núcleo de un volcán, que luego de explotar, hace unos 18 millones de años, lanzó su materia hacia la superficie. Se alza con brío en medio de una depresión de dos kilómetros. Ese escenario es un paisaje de otro mundo: los viejos cauces de lava crearon un complejo laberinto que, visto a la distancia, parece ser la ruina de una antigua ciudad. Los guardaparque le llaman “Ciudad Perdida”. Y en cierta medida lo es, aunque en otros planos no físicos. Es el centro energético de Talampaya. Además, en nuestros viajes a esta pirámide obtuvimos una información reveladora:



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el “Bastón de Mando” original se habría construido a partir de una roca de basalto del Mogote Negro, lo suficientemente grande para fabricar esa pieza lítica de 1.10 m. de longitud. Luego de su confección, el objeto fue depositado, como parte de un ritual, en una cueva del Cerro Uritorco. ¿Quiénes hicieron esto? En esta región también hay “morteros” y representaciones en la roca que se ajustan en muchos aspectos a la cosmovisión hallada en Cerro Colorado. En el año 2002, el Intendente del Parque Nacional Talampaya, Jorge Daniel Romero Dindorf, nos había confesado que uno de los grabados más desconcertantes se hallaba precisamente en Ciudad Perdida: una cadena de trazos y signos que los lugareños pensaban se trataba de un mapa para llegar al mundo subterráneo. Pero un trozo de roca con esos grabados fue robado. Por si esto fuera poco, Romero Dindorf nos aseguró que la NASA experimentó con una nueva tecnología de satélite para detectar túneles y anomalías en la Argentina, y Ciudad Perdida fue uno de los lugares “escaneados”. Ignoramos el resultado de esas investigaciones. Pero sospechamos qué buscaban. El mensaje clave que precipitó este libro se dio la tarde del 20 de enero, en un lugar muy próximo a la citada pirámide volcánica. La comunicación fluyó tras una prolongada meditación con mantras en Irdin, aquella “lengua cósmica” que armoniza y prepara el camino del contacto. Es importante mencionar que esa misma noche tuvimos una poderosa confirmación de lo canalizado. Fue a través de un avistamiento programado, con hora exacta, que solicitamos a los hermanos del cosmos como aval de la transmisión. Ellos acudieron puntuales a la cita, mostrándose con claridad sobre nuestro campamento. El brillante objeto que surgió en el cielo estrellado de Talampaya fue



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filmado con un equipo de visión nocturna (Yukon Ranger Pro), imágenes que compartimos abiertamente en conferencias y entrevistas en medios de comunicación. Los extraterrestres querían remarcar con esta contundente confirmación física la importancia de lo que nos habían entregado. He aquí la transmisión de los seres del Vórtice:

Cañón del Arcoíris, Talampaya 20 de enero de 2015

Erks es un nombre simbólico. Han aprendido que se trata de un código de activación, una suave brisa que acompaña los pasos del autoconvocado. El llamado de los centros de información del planeta responde a viejos acuerdos. Alianzas que reposan en lo más profundo del ser. Erks es el reencuentro con esa puerta que a todos los mundos conduce. Y no necesariamente mundos ajenos a ustedes. En distintas etapas hemos activado la entrega de información, con miras al despertar de conciencia y la ejecución de misiones planetarias que puedan colaborar con los designios de la Jerarquía Cósmica. Nosotros formamos parte de ese proceso de acercamiento con el ser humano que se atreve a estrechar su mano con el universo. Así iniciamos a los auto-convocados en el sendero del conocimiento estelar, el desarrollo de potencialidades psíquicas y el fortalecimiento de la voluntad para entrar en servicio. Este nuevo compendio de información se activa en esta etapa con miras a integrar todo lo ya revelado. Pero con detalles que les permita comprender la misión de Erks y de otros centros planetarios. Erks, fue como una montaña dormida en el mar, que hoy resurge. A través de esta vía telepática iremos transmitiendo, poco a poco, una serie de conocimientos e informaciones que los reconectará con los Agentes Ordenadores del Templo de la Esfera.



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Nuestro origen es cósmico, pero nuestra energía está presente y anclada en este paraje que visitan. Hace mucho llegamos aquí y nos transformamos en guardianes. Cuando comprendan que no están tan separados, que somos parte del mismo legado, el Plan Mayor se cumplirá. Es el Plan o “programa de evolución y conciencia” que han venido conociendo y realizando. Estas líneas serán leídas por muchos caminantes. Será un conocimiento que vencerá a los años y se mantendrá vivo. El enlace para la materialización del libro está establecido, y así permanecerá, sellado, en comunión con nosotros hasta que terminen la redacción del texto. Este mensaje debe llegar libremente. Alcanzará a los comprometidos de siempre. Soy Sikuma, y les transmito esta comunicación desde el Templo de la Esfera. Las catorce enseñanzas de Erks serán entregadas así: 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14.

Las misiones cósmicas: Por qué nos hallamos en la Tierra. Los centros planetarios y el resguardo de la información. La misión de Erks y el Templo de la Esfera. Los cristales dimensionales y las redes de luz. Las experiencias iniciáticas. Los auto-convocados. El código de activación de portales y experiencias a través del sonido. Los encuentros cercanos programados. La información cósmica para la mente objetiva. La información cósmica para la mente psíquica. El programa de ascensión de la Tierra. La estructura de la Jerarquía Cósmica. El retorno de los enviados. La redención.

No era casualidad que la transmisión se haya dado en Talampaya. Como ya dijimos, fue allí en donde estos seres se



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establecieron por primera vez, dando inicio a su misión antes de enlazarse con la región del Cerro Uritorco. Ellos sostienen que el Vórtice vibra en la energía de la luz azul, radiación que se desprende de la combinación de fuerzas que surgen de tres cristales o “espejos”, que a su vez están conectados al aura azul del planeta. Por ello la denominación alegórica de “Ciudad de la Flama Azul”. Este lugar, esquivo en nuestro plano físico, y más presente en otras dimensiones, se halla conectado con otros centros de poder en todo el mundo. El “centro de control” del Vórtice, por decirlo de algún modo, es el denominado “Templo de la Esfera” que cita Sikuma. Las catorce enseñanzas abordan todo ello con simpleza y profundidad. Las “Enseñanzas de Erks” es un compendio breve pero profundo de conocimientos, que se complementa con todo lo recibido anteriormente (como los diez principios que entregó Alcir en 1996, en las selvas del Paititi). Es un mensaje que organiza las piezas sueltas sobre los misterios del Cerro Uritorco y aporta detalles significativos. Estas enseñanzas se pueden leer como un libro tradicional, de principio a fin; pero es recomendable tomarse un momento al final de cada capítulo para reflexionar en su mensaje. También, se puede tratar esta información en grupos de trabajo, abordando una enseñanza por jornada, en un sistema de catorce reuniones. Este conocimiento se canalizó vía telepática, en contactos grupales y con verificaciones. El proceso de “impregnación de información” se inició con esta visita a Talampaya del 20 de enero de 2015, y concluyó el 1 de agosto de 2016, cuando nuestro grupo realizó las expediciones al desierto de Gobi en Mongolia y las montañas del Altái en Siberia.



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La información recibida fue redactada en Capilla del Monte, en abril de 2017. Este trabajo fue completado luego del encuentro internacional celebrado en Quebrada de Luna ⎯el 14 y 15 del mismo mes⎯ y nuestra inmediata incursión a “Los Terrones” y el Cerro Piramidal de Ciudad Perdida. Como psicografió en 1959 el sensitivo argentino, Benjamín Solari Parravicini: “Razas extraterrestres regresarán a la Tierra. Ellas ampararán ciudades subterráneas que de ellos fueron, y aun habitadas por sus naturales aclimatados. Bajarán para restablecer costumbres que fueron superiores a las nuestras, hoy desaparecidas. Las manifestarán en forma telepática…” Llegó el momento de compartir lo recibido.



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Dos preciosas fotografías del Cerro Uritorco, logradas desde Perilago, Dique El Cajón (C. Belluco). Esta montaña es el punto más alto de las Sierras Chicas (1.979 m.), llamadas “Viarava” por los comechingones. En su cumbre se puede apreciar el vuelo de cóndores y una espectacular vista del valle. Desde su macizo descienden numerosos cursos de agua, muchos de ellos de forma subterránea, llegando a formar termas. Entre estos ríos destaca el Calabalumba, que cruza Capilla del Monte.



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El “guardián de piedra”. Así llamamos a esta roca vigilante, una curiosa figura que pudo haber sido usada en el Cerro Uritorco con propósitos mágicos de protección. Los guías nativos de Capilla del Monte la conocen desde hace mucho, llamándola de distintas formas. Hemos hallado este tipo de piedras en otros lugares de poder en el mundo (fotos: R. González).



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Las pirámides de Caral, en Perú, son el yacimiento arqueológico más antiguo de América. Estas construcciones, con cinco mil años de antigüedad, son más viejas que las mismísimas pirámides de Egipto. En Caral, conjuntamente con Tiahuanaco, se hallaron las primeras referencias a esas piedras protectoras o “vigilantes”, conocidas como “cabezas clavas”. Se colocaban en lugares de gran importancia religiosa. En la imagen de arriba, el autor frente al “menhir” de Caral (foto: S. Sanfelice). En los recuadros de abajo, a la izquierda, una de sus piedras vigía, que mucho más tarde copiarán los Chavín (imagen de la derecha), añadiendo motivos felinos protectores.



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Increíblemente, en el corazón de Capilla del Monte, se halla este singular conjunto de rocas, que el recordado amigo Carlos Lusianzoff nos reveló en Pueblo Encanto unos años antes de su partida. Le llaman “Pucará del Uritorco”. Luego de investigar el lugar, consideramos que ese término quechua, que define más que todo a una “fortaleza”, es inadecuado. Sería, más bien, una huaca, un lugar sagrado, en donde el hoyo en la piedra (un resonador) cumplía propósitos ceremoniales. Su oxidación (limonita) pone en aprietos la historia tradicional de la región, puesto que revelaría una antigüedad de ocho mil años. ¿Fueron los comechingones? Lo dudamos.



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Una vista de las ruinas de la Huaca del Uritorco. Fotos: R. González.



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Arriba, “Morteros” en Capilla del Monte (cortesía J. Eslava). Abajo, el “sillón de los comechingones”.



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Arriba, el autor examinando hoyos ceremoniales en Cerro Colorado. Abajo, la piedra altar “Choque Chinchay” de Chavín (Áncash, Perú). Pesa diez toneladas y sus hoyos representan a las Pléyades. Su antigüedad ha sido estimada en 3.000 años. En esa región andina se hallan diversos altares con esos orificios, caso Willkawain u Oshkosh. ¿Qué conexión hay con el Uritorco? Fotos S. Sanfelice y K. Villar.



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Cerro Colorado y el enigmático arte rupestre de los comechingones. Fotos: R. González.



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Extraños seres representados en Cerro Colorado. ¿Hechiceros? ¿O algo distinto? Fotos: R. González.



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Sendero en la mística Ongamira, un antiguo santuario aborigen cercano a Capilla del Monte. Diversos estudios revelan que este complejo de cuevas y aleros fue habitado desde hace cinco mil años. Más tarde Ongamira fue ocupada por los comechingones. Foto: C. Belluco.



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Vista panorámica de Ongamira. En el horizonte, resalta el pico del cerro Charalqueta (1575 m.), desde el cual se inmolaron miles de indios ante el asedio de los conquistadores españoles, que respondían al minero Blas de Rosales. Luego de este episodio, el Charalqueta, conocido anteriormente como “cerro de la alegría”, pasó a llamarse Colchiquí, “cerro de la tristeza”. Fotos C. Belluco.



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“Los Terrones” (C. Belluco), con sus complejas y sugerentes formas pétreas, recuerda otros santuarios semejantes en el mundo, como la montaña de Montserrat en España, Tepoztlán-Amatlán en México, o Marcahuasi en los Andes peruanos (abajo, R. González). Todos esos lugares son frecuentes escenarios de reportes ovni y depositarios de insistentes historias sobre túneles subterráneos ocultos.



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Peregrinos atraviesan “Los Terrones” y sus enormes vigilantes de piedra, antenas que unen lo telúrico y lo cósmico. C. Belluco.

El mirador de “Los Terrones”, con su cuarzo ritual. C. Belluco.



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El autor ingresando en “Ciudad Perdida”, Talampaya (C. Belluco).



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El “Mogote Negro” o Cerro Piramidal volcánico de Ciudad Perdida. En piedras yace formado el símbolo de Chintamani. C. Belluco.



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Los desconcertantes petroglifos “prohibidos” de Talampaya: pies con seis dedos y pirámides escalonadas. Fotos: R. González.



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¿Quiénes eran los seres representados en Talampaya? ¿Arte abstracto? ¿Dioses de la naturaleza? ¿”Chamanes”? ¿O estamos ante otro misterio? (fotos R. González).



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Ser de luz en movimiento, captado durante uno de nuestros encuentros programados en Talampaya (2013). Foto C. Belluco.

Otra foto registra el paso de una nave, señalada con un láser desde nuestro campamento en Talampaya (C. Belluco).



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Secuencia del avistamiento que presenciamos en el Cerro Uritorco, el 20 de diciembre de 2016. (C. Belluco, Nikon D7000 en trípode).



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Otra luz cósmica del Vórtice, en esta ocasión planeando en Cuchi Corral (C. Belluco, 14 de febrero de 2017).



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Ovni captado en Tepoztlán-Amatlán, México, en el marco de un taller de Ricardo González. La foto fue tomada el 24 de febrero por Adelina Ayala, con una cámara Nikon D5000. Al igual que el Uritorco, esta zona posee diversos testimonios de encuentros con entidades de luz.



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El autor en lo alto del Cerro Uritorco, frente a un viejo altar de piedra con su orificio ceremonial. La montaña sagrada fue venerada desde tiempos ancestrales. Los guardianes nativos conocían su secreto. Foto: C. Belluco.



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“Soy Witaicón. Estoy al mando de las tareas de ayuda. A difundir el conocimiento. Angrar y Maia me acompañan. Sikuma asiste los programas en tierra. Maikuma, Kitiuma, Epantikuama, Nahualkuma y Enrimi –entre otros–, inician al caminante en la conciencia. Tokor está a cargo, actualmente, de los Tres Espejos en el “Templo de la Esfera”. Nuestra realidad es más interdimensional que física; al menos en lo que respecta a la percepción humana. Sin embargo, si vibran, nos podrán ver, sentir y escuchar”. Uritorco, Argentina, 7 de diciembre de 2015.



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“…Nuestros impulsos telepáticos pueden ser articulados como frases, palabras, que el cerebro humano organiza. Es un mensaje. Nos estamos comunicando. No disponemos de un cuerpo físico, de corporeidad, pero somos reales. Coexistimos con el hombre. En este tipo de centros de convergencia nos podemos manifestar. Al vernos nos llaman “luces” o “entidades de luz”. Ciertamente somos energías concientes que pueden adquirir forma humana y presentarse así para interactuar. El código Irdin que nos define es Arimanai. Nos pueden hallar en los nodos, que ya conocen…” (Arimael, Amirutuk y Erasim). Amatlán-Tepoztlán, México, 25 de febrero de 2017



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ENSEÑANZA UNO LAS MISIONES CÓSMICAS Por qué nos hallamos en la Tierra.



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Soy Sikuma, conectado a través de los hilos de energía que entretejen nuestra existencia. La vida en el Universo tiene un propósito. Cuando un ser es conciente de sí mismo sabe que descubrir ese propósito es parte de su evolución, crecimiento y aprendizaje. La luz de una estrella destella en el espacio como el ser que conoce su misión. El propósito es la luz que guía y abre el camino. Vivir en esa conciencia es estar despierto. Cada ser tiene un propósito particular. Pero las misiones individuales no están separadas de la mente cósmica, de La Fuente, que todo lo une e integra. Somos granos de arena en medio de un inmenso desierto. Gotas de agua que hacen un océano. Para tomar conciencia de ese océano, primero deben ser gota, adquirir conocimiento de lo pequeño, de lo íntimo, para luego sumergirse en la profundidad de lo infinito. Las misiones cósmicas responden a la necesidad de la expansión. Del crecimiento del Universo a través del apren-



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dizaje de las criaturas que lo conforman. Las misiones toman sentido cuando el ser descubre el propósito. Y son cósmicas porque involucran importantes efectos en las distintas membranas del tejido de la Creación. Nosotros somos seres que podrían denominar “multidimensionales”, porque coexistimos con ustedes en el mismo espacio y, no obstante, nos movemos en otros tiempos y realidades. Pero ignoran que ustedes también son seres multidimensionales en su naturaleza espiritual. En esencia, las diversas criaturas del Universo somos lo mismo, aunque podamos fluir en distintos niveles de entendimiento y evolución. Al tomar corporeidad en un mundo físico, el ser podría olvidar su raíz y auténtica realidad, con el peligro de vivir en estado de sueño todo el tiempo de su estancia en el planeta-escuela asignado. En la Tierra, sus afectos, familia, vivencias, son parte de esa escuela en donde amar es la principal fuerza de empuje hacia luminosos horizontes. Podrían definir esa escuela como un holograma, pero es real en lo que sienten y aprenden. Una misión cósmica es saber unir esta experiencia en un mundo físico con la naturaleza del ser: el origen e identidad del alma encarnada en un humano. Nosotros nos hallamos en la Tierra también aprendiendo. Nuestro proceso no fue distinto al del hombre. Luego de crecer en entendimiento y conexión con La Fuente, pasamos a integrar planes mayores más allá de nuestra existencia individual. Es el siguiente aprendizaje: luego de la escuela del ser, sobreviene la escuela del servicio cósmico, en donde los ríos se unen para forman un mar, de múltiples recorridos.



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Las misiones cósmicas están orientadas a la asistencia de mundos que aún viven en la conciencia individual. Estas misiones procuran ayudar mostrando un sendero, inspirando a las mentes más sensibles y comprometidas con el cambio. Buscan la preparación de seres que sean ejemplo para sus semejantes. Devolver esperanza a la humanidad. Ahora comprenderán que el propósito les llevará, inicialmente, a la conciencia de la misión individual. Pero luego verán el panorama completo: las misiones cósmicas engloban un servicio colectivo que tiene un funcionamiento semejante a una “conciencia de panal”, en donde todo armoniza perfectamente; se enlaza en los hilos de la vida porque cada parte sabe en dónde encaja. No obstante, esta labor de servicio debe ser sostenida a través de una disciplina. Alcanzar ciertos estados de entendimiento y conciencia, aunque resulte difícil de asimilar, no es suficiente para no caer en errores, o en comportamientos ajenos al Plan Mayor trazado. En la medida que un ser individual, o una entera civilización, avanzan en conocimiento, más se les pedirá. Por ello es importante mantener un equilibro más allá de todo el conocimiento adquirido. La conciencia se debe mantener despierta a través de la acción. Así, los códigos elevados de compasión y conducta no se verán alterados. Estos conceptos que les transmitimos les resultarán familiares. Pero no es solo información. Detrás de estas palabras hay una corriente de energía que el ojo humano no leerá pero sí la mente, activando recuerdos y uniendo hilos invisibles de luz con su verdadero origen. Lo sentirán. Será como una corriente de aire fresco. Una música que les suena conocida.



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El lugar que denominan el Vórtice es, en su plano físico de percepción, un espacio de conexión con las misiones cósmicas. No es indispensable acudir a un centro de manifestación en la Tierra para descubrir todo ello. Ya saben que al centro que deben acudir es adentro, y no afuera. Sin embargo, estos centros cumplen una función que pasaremos a explicar en un próximo comunicado.



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ENSEÑANZA DOS LOS CENTROS PLANETARIOS Y el resguardo de la información



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Witaikon en contacto. Somos distintas conciencias en servicio. Más adelante entregaremos mayor información sobre la “estructura de funciones” de la organización celeste que nos congrega. Lo explicaremos así para que puedan comprender nuestra tarea en el Vórtice. Los centros planetarios son lugares en donde la Tierra respira. El espíritu de la gran madre sabe en qué parajes fluir, marcando zonas como “ventanas de contacto” con su vientre. Los antiguos humanos adquirieron este conocimiento al vivir en su regazo. Fue una revelación adquirida por ellos mismos al caminar descalzos en la roca y los verdes pastos, al recorrer desolados desiertos o alcanzar la cumbre de inhóspitas montañas. Luego esta revelación fue asistida por nosotros. Contactamos a los hombres que consideramos adecuados para guiar a los demás y, en algunas ocasiones, vivimos entre ellos.



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Los antiguos comprendieron que esos lugares tenían que marcarse para no ser olvidados, ya que la vida del hombre en la Tierra es efímera, corta, y el aliento de la madre duradero. Así, aquellos iniciados tallaron la roca, plasmaron figuras y pinturas, y en diversos casos llegaron a construir templos, levantando pirámides e irguiendo menhires y obeliscos en donde otrora sus ancestros descubrieron el viento que fluye. El Vórtice es uno de esos centros de poder. Los antiguos habitantes de este lugar lo marcaron con claras señales que el peregrino sabrá reconocer. Un centro de poder es un puente de comunicación con la Tierra y el Universo. Funciona como un portal cósmico. Por ello elegimos estos parajes como puntos de contacto y comunicación. Cada uno de estos centros es semejante a las corrientes de luz vital que recorren el cuerpo humano en lo sutil. Como saben, donde estas corrientes se unen o entrelazan, se forma un nodo, como lo es el cerro Uritorco y sus enclaves aledaños. Estos nodos, más allá de nuestra presencia, son centros de preparación que actuan por sí solos debido a su naturaleza energética. El viento sopla cuando el peregrino cierra sus ojos, y cesa cuando éste los abre ansioso de respuestas. Acaricia cuando no hay agitación. Y golpea cuando se está en silencio. Sana. Ordena. Lleva todo a su perfecto origen. Un centro de poder es una escuela de conocimiento para el iniciado. Es conectarse con la Madre Tierra y el Universo. Los hombres más iluminados de la Tierra acudían a estos nodos emplazados en desiertos, bosques y montañas para buscar consejo, o nutrirse de fuerza vital. Lo podían hacer porque antes ya habían contactado consigo mismos.



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Los centros de poder solo amplificaban lo que ya habían descubierto en su comunión personal. Soy Witaikon y les aseguro que cada ser que entienda esto, sabrá comprender por qué estos centros planetarios catapultan el camino de unos y pone a prueba el sendero de otros. Estos nodos solo potencian lo que el ser es. Por ello no deben traer viejas cargas si procuran ver lo nuevo. Deben sobreponerse a su ruido si desean paz. Los centros sanan cuando el peregrino canta. Asisten cuando se escucha y se ve con los ojos de un niño. Estos centros también son portales de conocimiento. En ellos reposan importantes archivos de viejas civilizaciones humanas y de otras estrellas y dimensiones. No todos estos archivos son físicos, como metales con signos o cristales materiales; hay “recipientes de luz” de dimensiones subatómicas que pueden contener todo lo escrito por el hombre en la historia. Ningún ser humano puede acceder a los registros completos de esta información mientras permanece en aprendizaje en su cuerpo físico. Pero podría conectar, en ciertas condiciones, con fragmentos de esta información, con el propósito de obtener guía y sabiduría para su labor de servicio. Estos archivos en su naturaleza son cósmicos, ya que el Universo los registra. También se puede acceder de forma directa a ciertos fragmentos de ese compendio. Sin embargo, su naturaleza de grabado por impregnación tiene mayores limitaciones de acceso. Hay muchos fenómenos en el Universo que desconocen. Circunstancias muy especiales podrían alterar el contenido de esos archivos, como cuando un ser humano experimenta distintos sueños durante su descanso y, al despertar,



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estos se mezclan, transformándose en una masa compleja de imágenes. Esta es una de las razones por las que la Jerarquía ha dispuesto un respaldo de la información cósmica estable, posible de ser archivada para su preservación en pureza. Estos archivos son protegidos en distintos mundos de acuerdo al arco de experiencia de vida correspondiente. En la Tierra, el Vórtice del Uritorco es uno de los numerosos centros operativos de archivo. En una próxima transmisión hablaremos de la misión de Erks.



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ENSEÑANZA TRES LA MISIÓN DE ERKS Y el Templo de la Esfera



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Maia en transmisión. Esta zona ventana, el Vórtice, es un centro de encuentro y preparación. Actúa en lo “invisible”. Pero es tan verdadero como la percepción que tienen de las rocas y la vegetación del paisaje de superfice. Es, para el caminante, un lugar de reunión. Los nodos planetarios funcionan como células de una matriz enorme que reúne información. Por ello, en estos santuarios el peregrino que abra su corazón podrá escuchar, sentir y ver lo que estaba dispuesto desde antiguo. Estoy comunicándome a través de impulsos telepáticos que se transforman naturalmente en palabras humanas. Sé que estas palabras pueden sonar extrañas. Pero guardan una verdad superior que conoce el auto-convocado. Sientan lo que transmitimos. No solo traten de entenderlo con la razón. La misión de estos centros de poder es devolver la memoria al ser para activar las tareas que forman parte del Plan Mayor.



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Como ya les dijimos, seleccionamos estos lugares como escenarios de manifestación porque son puertas que se comunican con nuestra realidad interdimensional. Algunos de nosotros, en el pasado, tuvimos corporeidad física. Otros, nunca la necesitaron, pues surgieron así, como luz pura en conciencia. Les reiteramos que ustedes, en esencia, guardan esa misma naturaleza, aunque en estado de sueño mientras actúan a través de un vehículo físico: el cuerpo humano. Pero luz eterna son, como nosotros. El Vórtice llamado Erks es un santuario no-físico, una realidad paralela, un centro de información. Y, al mismo tiempo, reúne misterios que son perceptibles en su plano material y que en su momento alcanzarán. Nuestra misión como seres cósmicos es custodiar estos centros de enseñanza. Velar por la información resguardada que tiene su centro de acopio en el denominado Templo de la Esfera: un santuario que atesora las memorias y la red de tareas de los auto-convocados. Este santuario está conectado con tres cristales que emiten distintas radiaciones de acuerdo a la función encomendada por las Grandes Mentes que sostienen el Plan Mayor. Esos espejos se enlazan con otros nodos de poder en el mundo y con otros centros ubicados en distintos astros, creando así un enorme tejido, construido con insondables corredores de energía. Esa “energía” es básicamente información. El primer centro planetario que activó en la Tierra la misión de Erks fue Talampaya. Como les explicamos en otras comunicaciones, allí se inició todo. Luego, se dispuso la conexión posterior con la singularidad del Uritorco para fines de proyección de conocimientos. Hoy, ambos puntos están unidos espiritualmente.



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Los primeros seres que contactamos en una etapa preliminar de esta misión fueron personas selectas de los pueblos aborígenes. Talampaya era un importante centro de peregrinación en el pasado, un lugar de paso de numerosos peregrinos que llegaban desde tierras distantes. Para ellos este paraje era sagrado y acudían a él para nutrirse de la fuerza del planeta. Sabían que era una zona ventana. Así fue tomando forma nuestra misión. Luego de nuestro programa de intercambio con aquellos nativos, nuestro rango de acción se amplió. Entonces se dictaminó reactivar el nodo del Uritorco, una región que no era ajena a nosotros pues ya había sido explorada en tiempos remotos. Al igual que Talampaya y otros escenarios similares en este continente, nuestra misión se concentró en los hombres sabios de pueblos originarios, quienes, posteriormente, se transformarán en guías espirituales de su comunidad. Ellos nos sintieron y escucharon. Y muchos nos vieron en estado de manifestación. Aunque no todos comprendían lo que estaban experimentando, fueron esos hombres sabios quienes le explicaron a su gente que éramos hermanos. Cerro Colorado fue el lugar del primer gran encuentro con ellos luego de la primera etapa en Talampaya. Más tarde, Uritorco se transformó en el escenario de contacto por la ubicación de la singularidad en esa región. Los nativos lo sabían. En esas tierras se selló este intercambio que ha tenido periodos de actividad y silencio. Pero ahora “Erks” permanecerá despierta. Despierta para quien quiera ver, oír y comprometerse con las tareas de servicio. Transmitiendo desde el Templo de la Esfera en el Vórtice del Uritorco, enviamos códigos de luz-información para ser integrados en el circuito interno del ser.



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El Templo de la Esfera puede ser visto por ustedes como una construcción humana, semejante a una gran cúpula, pero es, en realidad, una esfera de energía construida sobre la base de las líneas madre de un Dodecaedro. Entrarán en ese campo en circunstancias especiales que vamos a propiciar. Angrar lo explicará.



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ENSEÑANZA CUATRO LOS CRISTALES DIMENSIONALES Y las redes de luz



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Soy Angrar. Es mi código de identificación. Es la primera ocasión en que me comunico con ustedes. Suelo acompañar a Maia en tareas de transmisión, y en asistencia a Tokor, nuestro actual Agente Coordinador del Templo de la Esfera. Se me ha autorizado para invitarles a ingresar en el campo de luz del Dodecaedro. Mientras leen estas líneas, podrán visualizar que son transportados dentro de esa estructura de energía. Sentirán allí expansión y conocimiento, conciencia de unidad. Permanezcan en su interior, y sigan leyendo. Recuerden que la energía se organiza en perfecto orden y simetría. Su orden y frecuencia, su “forma” de manifestación, permite conducir distintos tipos de datos. Ya se les explicó que el Universo se basa en el procesamiento de información. Ustedes son una célula dentro de ese gigantesco entramado. Si observan bien el Templo de la Esfera, en esta circunstancia especial que estamos generando mentalmente,



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podrán distinguir su bella arquitectura fractal, como si estuviesen en un “salón de los espejos”, en donde cada realidad es reflejada. Así se construyen los denominados “cristales de luz”. Los cristales de luz que emplea la Jerarquía no son objetos sólidos, sino estas manifestaciones organizadas de energía. Les llamamos cristales porque se hallan armonizados en un cuerpo concreto de acción. El Templo de la Esfera es el núcleo del Vórtice. Concienteme ha sido diseñado en la zona de punto cero en donde las líneas de fuerza naturales confluyen. Sus tres espejos absorben esta fuerza del cielo y la tierra y crea el Dodecaedro. Witaikon ya les habló de los centros de poder y nodos planetarios. Esos nodos o vórtices surgen de los corredores de luz y redes de fuerza telúrica. Como un río abundante de agua, que al llegar a una pendiente o vacío, forma una cascada. O en una depresión, un lago. El espacio y la gravedad, en este ejemplo, afecta la dinámica del agua. Los vórtices la de las redes de luz. Y en los vórtices creamos los cristales. Estos cristales actuan en distintas membranas de realidad. Por ello les llamamos “dimensionales”. Debido a su naturaleza el concepto de espacio-tiempo puede sufrir alteraciones. Para un observador proyectado dentro del Dodecaedro de luz, estas fluctuaciones son posibles de ver y sentir. Desde el Templo de la Esfera, visualicen cómo parten numerosos hilos de luz que enlazan con otros centros de poder en el mundo. Comprenderán que todo está unido, y que cada uno de esos santuarios se retroalimenta del otro. Esta tecnología espiritual ha sido aplicada por los grupos de contacto que hemos estimulado. Partiendo del concepto



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de que la energía es información y que esta se puede manipular a través de la conciencia-voluntad en patrones geométricos, han podido actuar en la creación y siembra de cristales de luz en zonas vórtice. Tiene una especial importancia cuando el ser humano realiza estas tareas, pues se trata de un ser de luz en un cuerpo físico tomando identidad de su origen cósmico, asistiendo y acompañando al planeta en sus redes de información. Es lo que llamamos conciencia cristal, por la capacidad de fluir en la simetría de la matrix y realizar reprogramaciones. Estos son trabajos específicos que ayudan a fortalecer la comunión del hombre con las redes de luz, y afectar positivamente eventos en el futuro. Pero no son los únicos mecanismos para tal fin. Ya han aprendido que la conducta en el planeta, de respeto, equilibrio, amor y compasión, es la principal herramienta para ser útiles. Además de las formas que ya conocen y emplean, cuando quieran conectar con las redes de luz de este y otros mundos invoquen su vehículo divino con la manifestación del Dodecaedro. Son el Universo. El Templo de la Esfera es observatorio del Universo. Y una puerta.



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ENSEÑANZA CINCO LAS EXPERIENCIAS INICIÁTICAS



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Soy Tokor en transmisión. La singularidad del Uritorco resuena en la energía Ono, que surge en abundancia en este paraje. La energía Ono fluye como un manantial en los distintos nodos del planeta. Es el “aliento” del Universo. Esa energía ha tenido distintos nombres en la historia de la humanidad. Para que lo comprendan, el Ono es la radiación que nace de importantes fluctuaciones subatómicas; es decir, surge por acción del Minius, la llave que han conocido en anteriores contactos con los orientadores. Ciertamente el Minius es la partícula antes de la nada. Y el Ono es lo que se siente del Minius. Estos nodos de poder, como ya se les dijo, son centros de preparación. La energía que fluye en ellos activa o prueba al aspirante, de acuerdo al estado de paz o de ruido en el que acude a estos santuarios. Este proceso de conexión con un nodo es una experiencia iniciática. Más allá de las nociones sobre puertas de luz y redes de energía que les hemos venido transmitiendo, la exterio-



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rización de lo sutil a través de la naturaleza es un espejo sin igual para el caminante. La manifestación de formas de vida, las nubes, la lluvia y el Sol, el color que adquieren las rocas, el viento y el olor de la tierra, todo, es parte de un escenario de preparación. El aspirante, al fluir en esta conciencia, empieza a ver, escuchar y sentir. Entonces sabrá fluir en medio de los distintos peldaños de la escalera que está ascendiendo. Una experiencia iniciática es el momento más alto del caminante. Marca el cierre de una etapa y abre la puerta hacia otros estados de comprensión. Inicia. Abre. Muestra. Enseña. Y para quedar grabada a fuego en el ser, esa experiencia debe ser poderosa. Diferente. La experiencia iniciática en el Vórtice está conectada a la naturaleza, en donde las fuerzas se manifiestan. Sabrán reconocer senderos que han sido recorridos por el hombre nativo de estas sierras desde hace mucho tiempo. Esos senderos, en ciertos tramos, transitan sobre las ya mencionadas redes de luz. Es imperante recorrerlos en silencio. Y comprender que el arribo al destino no es más importante que el camino, pues éste es el que purifica, el que moldea. El destino, como puede ser la cumbre de una montaña, es el don de la visión, entregada a aquel que ya se ha vencido. Es la conciencia que superó la soledad y el miedo. Y uno se vence en el camino. No en la cumbre. Pero llegar a la cumbre no es suficiente. La experiencia iniciática advierte que luego de alcanzar la cumbre, la visión, se debe volver al valle, a reunirse con los demás. Y el camino vuelve a enseñar, a ponernos a prueba de una forma diferente al descender. Le recuerda al aspirante, al sentir sus rodillas en el sendero inclinado hacia abajo, que



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no debe perder la humildad por haber alcanzado la visión. Esa es una experiencia iniciática. El contacto con nosotros es parte de ese adiestramiento. Funciona como el ascenso a una montaña: visión en cumbre y descenso, que es saber integrarse en las misiones luego de adquirir el conocimiento.



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ENSEÑANZA SEIS LOS AUTO-CONVOCADOS



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Soy Sikuma. Ya han comprendido el mensaje y función de un nodo planetario como centro de enseñanza y templo de preparación. Esos centros emiten una vibración particular. Una energía que, como ya les explicamos, contiene información. Ese conocimiento está asociado a las tareas a realizar. En el Templo de la Esfera, nuestro gran archivo holográfico, hallarán esa conexión con lo guardado una vez que hayan abierto sus puertas internas al redescubrimiento. Pueden acudir al Dodecaedro mentalmente, con el aval y compañía de nosotros. Sabrán el momento. Lo sentirán. Mi código es Sikuma, pero Sikuma es también una red de trabajo y conciencia. Ustedes, descendientes de una vieja historia olvidada, son, también, Sikumas: transmisores de información. Guatumas Siminantu, “sacerdotes del cosmos”. La conciencia del origen devuelve al humano su conexión con el Universo.



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Cada nodo posee una vibración única, como la tiene un ser en el Universo. Ese magnetismo atraerá a ciertos peregrinos afines, y alejará a otros que no sintonicen. El término auto-convocado habla de un compromiso ancestral del alma, hoy encarnada en este plano. Antes de iniciar su experiencia humana, al auto-convocado acordó ser parte de una experiencia de aprendizaje y servicio. Y aprendizaje, como ya vieron, es parte de la conciencia individual. El servicio es el siguiento paso. El paso que involucra a otros y que nace en el recuerdo, en la conciencia del ser y su misión. Ustedes mismos dictaminaron su camino, y éste se armonizó con los requerimientos del Plan Mayor en los planeta-escuela. También es cierto que podrían eligir seguir viviendo en el sueño. Transitar por el mundo asignado como una hoja mecida por el viento. Tal vez se sientan protegidos y arropados por ese viento, pero su camino será incompleto y planearán en círculos sobre el mismo paisaje. El auto-convocado que decide asumir su labor de servicio fluirá en otros vientos, que ciertamente son más fuertes, capaz de llevarle hacia confines insospechados. Por ello aquel humano que tomó conciencia de su tarea debe ser firme, hallando el balance en cada palabra, en cada acto, en cada momento. En la primera etapa, el auto-convocado acude, por magnetismo, a los nodos en donde resuena, sin saber explicarse porqué lo hace. Solo interpreta que armoniza adecuadamente en ese lugar, pero aún ignora las tareas que le aguardan, instrucciones previamente programadas que solo se activan cuando está listo. Las tareas, son distintas para cada uno. Algunas se realizan en silencio. Otras requieren mucha exposición. Pero todas son importantes.



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La labor de los auto-convocados trae equilibro al planeta. Procura el balance de fuerzas en el proceso. Todos los habitantes de este planeta son auto-convocados. Todos eligieron de alguna forma estar aquí. Solo que algunos duermen, viviendo mecánicamente su experiencia humana; y otros, se atreven a ver y recordar, situación que no los hace mejores, sino que los sumerge en un gran compromiso: inclinar la balanza hacia la conciencia de la paz. El auto-convocado que ha despertado es un embajador de paz. La red de los Sikuma, servidores de la Tierra, se ilumina en el servicio por los demás.



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ENSEÑANZA SIETE EL CÓDIGO DE ACTIVACIÓN DE PORTALES Y experiencias a través del sonido



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Enrimi en comunicación. En mi intervención les hablaré de los portales y códigos vibratorios. Ya tienen la noción de que viven en un plano holográfico. También han comprendido que en donde sus redes de energía se cruzan, se forman los ya descritos nodos: centros de fuerza que actúan como portales naturales. Pero no son los únicos. Hay zonas ventana temporales que se pueden abrir por eventos intensos de la naturaleza, como supertormentas o grandes terremotos. También, algunas grietas en el espacio-tiempo se pueden abrir artificialmente a través de altas concentraciones de energía. Ello es peligroso porque puede alterar la red viva de luz de un planeta, con consecuencias importantes a largo plazo. Nosotros podemos abrir esas ventanas de luz, pero lo hacemos siguiendo un protocolo que no afecta el equilibrio de un planeta. Por esa razón solemos actuar en los nodos. Fluimos a través de la red natural de los mundos.



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Una forma de interactuar con las zonas ventana es a través de la vibración. Ese es el código de activación de portales: hay ciertos patrones de sonido que pueden cruzar las distintas membranas de realidad. Los códigos Irdin lo hacen, fluyendo a través de las zonas ventana. Y es así porque más que una lengua el Irdin es un conjunto de símbolos vibratorios. Transmiten por lo que hacen sentir. Pero debemos aclarar que no funcionan exactamente como una llave que abre una puerta. Solo ayudan al auto-convocado a armonizarse con entornos sagrados. Si logran resonar, la zona ventana resonará también y podrán ver lo que hay detrás del velo. Las palabras-código en Irdin son parte de nuestro adiestramiento para grupos de auto-convocados. La música de esas palabras los conecta con el origen del Universo, que basa su estructura en el sonido y la geometría, siendo esta moldeada por estados vibratorios. Mas, no olviden que la primera experiencia iniciática con el sonido es el silencio. Solo aquel que sabe armonizarse en el silencio, puede fluir con los códigos Irdin. En el pasado, hubo una lengua madre en el cosmos. Un viejo dialecto conocido por numerosas civilizaciones, que era respetado como una forma de expresión sagrada. Se utilizaba en circunstancias muy especiales, ya que el mecanismo habitual de comunicación no era la palabra hablada, sino la transmisión telepática. Hay lenguas y signos en la Tierra que recuerdan ese viejo idioma universal. Lo hallarán en la cultura sumeria, en la India, en palabras mayas, o en el quechua y aymara hablado en los Andes. Los códigos Irdin reúnen algunas de esas palabras de origen cósmico, pero no es el idioma perdido, es una aproxima-



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ción, que halla su función en los ya citados estados vibratorios que transmite. Palabras como “Samana”, “Apu”, “Ur”, “Siuk”, “Nantu”, “Inti”, “Simi”, eran de uso frecuente en esa vieja lengua universal, términos que aún pueden hallarse en los pueblos de la Tierra, fruto del contacto que tuvieron en el pasado con enviados de la Jerarquía. En estas siete palabras hallarán la clave para entender. Han recibido de nosotros códigos Irdin manifestados en mantras. El ser sabrá fluir en el tono correcto, sintiendo que no está enunciando palabras, sino que está danzando en vibraciones que armonizan en la naturaleza. Mas reiteramos que es un error interpretar que estos códigos fueron otorgados para precipitar el contacto con nosotros. Estos sonidos constituyen un sistema de armonización más allá de los encuentros. Al final de estas catorce transmisiones, publicarán los siete mantras principales de trabajo para crear un anillo de protección, armonizarse en una zona ventana, o para interactuar con las distintas frecuencias y nodos de manifestación. En el pasado ya autorizamos su difusión. Ahora es el momento de ver los códigos Irdin en su contexto adecuado. Cuando acudan a un nodo de fuerza, entonen los códigos estando serenos, conectados consigo mismos, acompañando la emisión del sonido con un estado de conciencia que pueda viajar en esas vibraciones. Que el cuerpo físico sostenga la ceremonia dibujando algunos de los gestos sagrados, que expresan respeto y conexión. Tres de esos gestos son el saludo cósmico, en donde el auto-convocado levanta su mano izquierda al cielo y deja caer suavemente la derecha, que en otra variación la pueden llevar al corazón; la irradiación, en donde se colocan los brazos flexionados



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con las palmas hacia el frente; y el núcleo del ser, que es señalado con un triángulo, formado con las manos a la altura del plexo cardíaco. Uru, uru, maguak sikiuk.



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ENSEÑANZA OCHO LOS ENCUENTROS CERCANOS PROGRAMADOS



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Witaikon en transmisión. Nuestras manifestaciones en el plano de percepción de un humano obedecen a un plan trazado. Nos dejamos ver cuando el auto-convocado está listo. Y lo hacemos si realmente requiere de esa experiencia, que procura fortalecerle, y acercarle un poco más a nosotros y el desarrollo de las tareas. Sin embargo, no todos los auto-convocados en servicio necesitan vernos. Sabemos que una experiencia física, palpable, medible, discutible, es importante para muchos, pues así se reafirman en lo que han venido sintiendo y redescubriendo en relación al contacto con nosotros. Pero no siempre podemos dar esa verificación. Depende de muchos factores. Nuestra limitada aproximación a un testigo debe ser cuidadosa, pues esta altera su línea de tiempo-conciencia, un evento que no podemos propiciar si el auto-convocado no está listo para vernos y, más importante aún, asumir las consecuencias posteriores de un encuentro. Quien nos vio, ¿está dis-



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puesto a dar testimonio de ello? ¿Se comprometerá más en la tarea, a pesar de que quienes no nos vieron y le escuchen le acusarán de estar mintiendo?¿Las pruebas le obligarán a volver a su vida mecánica, procurando olvidar lo vivido? Vernos es, para ustedes y nosotros, una gran responsabilidad. Una vía que tomamos para comunicarnos sin interferir demasiado en la psiquis humana es el mundo de los sueños. Allí podemos comunicarnos con un margen reducido de afectación. El soñante iniciado sabrá procesar la experiencia sin que esta genere conflicto en la vida material. Como les decimos, es cuando nos ven en su plano material de percepción cuando debemos hacer distintos ajustes. Muchos buscan el contacto con nosotros en los distintos nodos, esperando vernos, mas suelen confundirnos con tecnología terrestre puesta en el espacio o fenómenos de la naturaleza. Como ya han aprendido, la forma más segura de verificar de que somos nosotros es a través de los encuentros programados, en donde acordamos con el autoconvocado el día, lugar y hora del contacto, permitiendo, incluso, de que lleve testigos, y que nos puedan fotografiar en nuestra forma de luz. En estos encuentros programados no solo actuamos nosotros. Misiones de seres de origen extraterrestre, criaturas que tienen cuerpo físico y que se desplazan en naves de materia, aunque con la capacidad de moverse entre las dimensiones, contactan, también, a los grupos de superficie que están en servicio, y otorgan este tipo de corroboraciones siguiendo un protocolo. Trabajamos unidos en el Plan Mayor. Por esta razón han sido testigos de vehículos concretos de origen extraterrestre en los cielos del Uritorco, y, también, nuestras apariciones lumínicas en los lugares de poder.



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Detrás de cada contacto con un testigo hay un programa. Hemos contactado a muchos en la zona del Vórtice, pero también muchos dicen estar en enlace con nosotros cuando no ha sido así. Debido a esto seguiremos entregando verificaciones de nuestra presencia a aquellos honestos caminantes que estén dispuestos a ser y estar. Que sean capaces de seguir adelante a pesar de las pruebas. Vernos, no hace especial a nadie, sino a la misión encomendada.



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ENSEÑANZA NUEVE LA INFORMACIÓN CÓSMICA PARA LA MENTE OBJETIVA



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Soy Kitiuma, transmitiendo desde el Dodecaedro de luz. La palabra Kosmos proviene de un viejo dialecto de civilizaciones de las estrellas, aquel que Enrimi les explicó. Por ello su significado en la Tierra es similar al que nosotros le damos: el Universo. Pero más allá de una concepción espacial, su real mensaje alude al orden y la armonía de la Creación. Kosmos es orden. Lo abarca todo. Por ello verán que esta palabra se repite frecuentemente en nuestras transmisiones. Partiendo de esta comprensión, una información cósmica procura el orden y la armonía en el aspirante. Un conjunto de revelaciones que nutren al caminante para hallar su balance. Las informaciones reveladas serán claves activadoras para el auto-convocado. El ser humano procesa las informaciones a través de múltiples frentes. En estas enseñanzas lo explicaremos en dos vías: la objetiva y la subjetiva. La información cósmica para la mente objetiva se mueve en el ámbito de lo concreto, en el simbolismo del



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conciente izquierdo cerebral. Los datos y revelaciones navegan por el análisis y la comprobación, por todo aquello que la mente puede integrar gracias a su capacidad de ordenamiento. Es importante desarrollar esta capacidad a través de la educación de la mente, incrementando su habilidad de archivar información, de procesarla y discernirla. Es el ancla que permitirá detener momentáneamente el barco en mares que lo requieran. Un auto-convocado entrenado en la mente objetiva es menos susceptible a la manipulación y el engaño. Y si logra unir su habilidad para procesar información con la mente subjetiva, que es psíquica, que siente y fluye en lo sutil, que escucha al corazón y lo sigue como una brújula que busca el norte magnético, será entonces un ser completo en acción: el camino que lleva a la maestría individual y, por consecuencia, una antorcha que sabrá guiar a otros. Pero primero el aspirante debe dominar la mente objetiva. Construir la raíz firme a tierra antes de que las ramas se lancen al cielo. Las informaciones que proporcionamos guardan en realidad una sola naturaleza. Es la mente la que elige analizarlas o sentirlas. El propósito de estas enseñanzas es que logren ambas cosas simultáneamente. Cuando nos han visto en estados de proyección, planeando sobre la orografía del Vórtice, han concentrado su atención en identificar nuestra forma de manifestación, el color que perciben de nosotros, o la trayectoria del vuelo. Si hemos decidido tomar forma humana, siendo nosotros energía, intentaron escrutar nuestros rasgos, altura o vestimenta. Es la mente objetiva que intenta entenderlo todo. Y es natural ante experiencias que no han sido frecuentes en



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su caminar humano. Pero, como verán en la siguiente enseñanza, al mismo tiempo que están analizando lo que ven, se están produciendo transmisiones de energía que llegan a ustedes y que solo puede procesar la mente psíquica. Necesitan, pues, de ambas herramientas para interpretar correctamente el contacto con nosotros. En este intercambio que estamos sosteniendo con ustedes desde hace un tiempo, hemos transmitido distintos fragmentos de información relativos a nuestra historia, el origen del hombre en la Tierra, las primeras civilizaciones, nuestros centros de acción y los programas de contacto. Es parte del entrenamiento de la mente objetiva para que pueda entender el proceso. Este libro, dictado por nosotros, entrenará a la mente objetiva, pero también actuará en lo sutil. La información cósmica posee detalles que les permitirá recuperar la memoria, y les ayudará a situarse en la línea espacio-tiempo que actualmente ocupan como servidores. Eduquen su mente no solo a través de la meditación, sino también a través del estudio y la observación atenta de lo vivido, incluyendo las experiencias de otros caminan-tes que son sus espejos. Comprueben lo que les decimos. Vívanlo.



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ENSEÑANZA DIEZ LA INFORMACIÓN CÓSMICA PARA LA MENTE PSÍQUICA



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Maia en comunicación. El simbolismo del conciente derecho, habitualmente vinculado por el ser humano con la sensibilidad y el arte, la música y la poesía, es, para nosotros, un puente para la mente psíquica. La mente creativa y lúdica es capaz de adentrarse en el mundo de lo invisible. Sin embargo, entiendan que estamos explicando estos procesos desde un punto de vista simbólico. Los científicos humanos descubrirán que hay funciones que no son exclusiva propiedad de un hemisferio cerebral, sino que pueden organizarse en distintos sectores, incluyendo el propio corazón. Pero el simbolismo del cerebro como órgano cimiento de la mente, siendo ambas cosas muy distintas, es ideal para graficar esta enseñanza. La mente es un campo de fuerza que organiza. El cerebro es un órgano físico que actúa por impulsos, que proceden de distintos estímulos. El cerebro no decide, actúa de acuerdo a la mente. La mente, pues, no es resultado de los procesos cerebrales, sino una emanación del ser. Sabemos



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de la discusión que existe en los hombres de ciencia sobre la naturaleza del pensamiento. Pero ya comprenderán que los procesos químicos y electromagnéticos detectados en el cerebro no constituyen el origen, sino una de las secuelas de la mente. Cuando el auto-convocado ha logrado unir los concientes izquierdo y derecho, es decir, el balance entre lo concreto y lo sutil, hallará el puente hacia el centro, que en el cerebro humano está representando por la glándula pineal. Su ubicación en el centro del cerebro, más allá de las explicaciones científicas, es también un mensaje, pues une lo que aparentemente separado se muestra. Cuando no hay separación, el aspirante fluye en el centro. Quien entienda estas palabras sabrá hallar las puertas de su mente psíquica y, por tanto, el acceso a los mundos denominados “invisibles”. El sistema de mantras en Irdin que les hemos transmitido es una forma de adiestrar la mente psíquica. El Irdin, como ya se les dijo, debe ser sentido. Es un entrenamiento para fluir en los tonos sagrados. Todos los pueblos de la Tierra emplearon en sus rituales espirituales los cantos místicos y la música. Tenía un propósito, enseñado de antiguo, que ha prevalecido a través de las generaciones que pueblan la superficie. El entrenamiento de la mente psíquica permite al auto-convocado percibir los mensajes entre líneas, interpretar el significado de los símbolos, detectar lugares ventana y fluir adecuadamente en una transmisión. El asiento de las facultades psíquicas se halla en el ser, que es el emanador del campo de pensamiento denominado “mente”. El cerebro y sus hemisferios, y aún la importancia de la glándula pineal, son solo piezas de un gigantesco mecanismo que se



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pone en marcha con la palanca correcta: la conciencia y la voluntad. Para que la mente psíquica actúe, no es necesario intentar “apagar” a la mente objetiva. Ambas puedan danzar juntas, al compás de la misma música, ejerciendo cada componente su rol en un espectáculo maravilloso. El sonido de un violín no apaga el de un piano. Kitiuma expresó que la información que compartimos es UNA en su naturaleza. Es la mente la que divide, segmenta y analiza. Una parte de esa información será procesada por la mente objetiva, que tratará de medir y constatar lo recibido. La mente psíquica se ocupará de los otros aspectos, que es el símbolo, el mensaje, lo sutil y lo sensible. Volviendo al ejemplo de la música, escuchen un concierto de una gran obra clásica humana. Entrenen la mente psíquica sintiendo lo que les transmite cada movimiento de la obra, sus pausas, sus crescendos. Si en medio de ese conjunto organizado de hermosos sonidos fluyen imágenes, paisajes, o algún recuerdo archivado. La mente objetiva, atenta y educada, sabrá distinguir los instrumentos ejecutados, y cuál de ellos es el responsable de determinada frase musical o sonido. Y la sinfonía sigue siendo un solo elemento en la percepción. Un oyente capaz de comprender la función de cada instrumento en ejecución, sin que ello lo saque de la magia de disfrutar de la música, que lo eleva y transporta hacia mundos de ensueño, habrá comprendido la enseñanza.



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ENSEÑANZA ONCE EL PROGRAMA DE ASCENSIÓN DE LA TIERRA



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Soy Epantikuama. Les hablaré sobre la ascensión de la Tierra, un proceso natural de crecimiento en el Universo que incluye a sus formas de vida. Cuando nos referimos a “ascensión”, vamos más allá de los aspectos geológicos, climáticos, biológicos o espaciales operantes en un planeta. “Ascensión” es un salto hacia otros escenarios de realidad y conciencia. Partiendo del concepto de que la Tierra es un planeta-escuela, el citado programa de ascensión sería el resultado del aprendizaje obtenido del humano, que está sujeto, además, a un espacio de tiempo, acorde a la transformación dimensional de su mundo. En este contexto, como ya les dijimos, pueden elegir vivir en estado de sueño o tomar las riendas de su rol y misión. La ascensión de la Tierra, pues, no solo se refiere al planeta, sino a las almas voluntarias que se hallan en él. Ambos procesos están unidos y no deben separarse. El camino de la Tierra, pese al daño que ha sufrido por el comportamiento irresponsable del hombre, se halla



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asegurado hacia una dimensión superior. El planeta sabrá cambiar de piel y ajustarse a las nuevas frecuencias. La tesitura pasa por el habitante de superficie. ¿Estará listo para ajustarse a esa nueva etapa? El cambio de frecuencia en el planeta se halla en plena marcha. Es un tránsito gradual y seguro que requiere de la participación conciente del ser humano. Los físicos de la Tierra irán detectando las consecuencias de ese ajuste en el núcleo planetario y en la magnetosfera, un mecanismo similar a lo que ocurre con el ser: el cambio está en su núcleo y se expande a través de su campo de fuerza. Cuando un planeta-escuela y sus habitantes logran dar el salto hacia la siguiente etapa en armonía, los Agentes Ordenadores del Plan Mayor son asignados a otros mundos que requieren de su silenciosa pero gravitante ayuda. Entonces las civilizaciones cósmicas en servicio de este proceso también “ascienden”, como parte de un programa que obedece a Leyes Superiores de la Creación. Es una cadena solidaria de evolución, en donde aquella fuerza que denominan amor, que se basa en la compasión y el servicio, es la llave que abre las puertas. Muchos aspirantes, intuyendo la importancia de este proceso, se han sumergido en el estudio de los ciclos planetarios y el mensaje de antiguas civilizaciones. Ciertamente el mundo ha cambiado de “piel” en más de una ocasión. Son aquellas destrucciones e inundaciones que más de un mito humano retiene. De acuerdo a la forma en que miden el tiempo, estos eventos cíclicos se han dado en espacios de miles de años. Ahora están transitando otro fin de ciclo. La Tierra, por tanto, volverá a cambiar de piel como parte del mencionado ajuste hacia nuevas frecuencias. Ese cambio puede ser muy intenso para la humanidad debido a su



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divorcio espiritual con el planeta. No obstante, si logran mantener un colectivo de auto-convocados concientes, en servicio, activarán el “Efecto Fractal”, en donde las intenciones y acciones de luz contagiarán a los hermanos dormidos, despertándoles, y organizando así la gran red de acción de paz que acompañará al planeta. Esta red es silenciosa, pero poderosa. Parece ser débil y pequeña ante el ruido y el desorden del mundo. Pero he allí su poder. Solo basta una flama encendida para romper la oscuridad. Y ustedes serán miles de flamas ardiendo, cuya luz será vista en este y otros planos. Les confirmamos que el tránsito final tomará alrededor de cuatrocientos años terrestres. Acaban de iniciar esa etapa que, como saben, armoniza con viejas profecías de pueblos antiguos de la Tierra. Pero no se preocupen por los momentos que podrían sobrevenir. Ocúpense en ser útiles en el proceso. Nuestro mensaje es de esperanza y acción. Lamentablemente, en el pasado, estas informaciones fueron mal interpretadas por algunos testigos en contacto con nosotros, que vieron en nuestros mensajes un plan de evacuación física de la humanidad. En esta transmisión les aseguramos que tal “evacuación” es de los valores espirituales del humano, de su capacidad de amar, de ser y estar por el otro. Tal “evacuación” es, en realidad, un reto personal por rescatar lo que el alma es, y realizar en armonía su misión en un planeta-escuela. Cuando comprendan esto, serán esas flamas encendidas que acompañarán la “ascensión” de la Tierra.



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ENSEÑANZA DOCE LA ESTRUCTURA DE LA JERARQUÍA CÓSMICA



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Soy Nagualkuma en comunicación. Es momento de acercarles algunas nociones básicas sobre la red de acción de la Jerarquía Cósmica. Sabemos que esta información será importante no solo para la Mente Objetiva, sino también para lo sutil. Han aprendido que cuando los planetas-escuela ascienden, estos pasan a formar parte de una red organizada de civilizaciones que vela por la vida y su evolución. Ustedes la conocen con distintos nombres, como “La Alianza” o la “Confederación de Mundos”. Lo importante, en todo caso, no son las denominaciones que fueron entregadas a los testigos de contacto para la comprensión de esta red, sino su razón de ser y acción en el Universo. Esta red está organizada a través de superuniversos, universos locales, y galaxias. Es dirigida y sostenida por las mentes más elevadas del entorno espacial asignado. El hombre de la Tierra es asistido primordialmente por la red de alcance galáctico, que tiene como centro coordinador un



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Consejo de Veinticuatro Ancianos, que tiene a su cargo los veinticuatro cuadrantes de la Vía Láctea. La Tierra forma parte del cuadrante de Sahu, palabra antigua, de origen cósmico, y presente en la cultura egipcia de la Tierra, en alusión al grupo estelar llamado Orión. Como se les reveló en el pasado, el Consejo de los Veinticuatro Ancianos es el encargado de monitorear los planes de ayuda en los distintos sectores de la galaxia. Estos planes son ejecutados en los distintos mundos por los Orientadores o Guías, extraterrestres en cuerpo físico que se prepararon previamente para ajustarse a la frecuencia y misión del planeta-escuela asignado. Dentro del rango de acción de civilizaciones extraterrestres avanzadas hallarán, también, programas de inserción de vida en mundos en estado embrionario, o misiones de protección que reportan al Consejo antes mencionado. Esta regencia galáctica, asímismo, está conectada al Consejo del Universo Local, en donde la Vía Láctea es uno de los treinta y tres miembros. Como ya se les dijo, la sede principal se halla en la galaxia centro denominada por ustedes Andrómeda. Los superuniversos y sus consejos escapan a su comprensión. Pero podrán deducir que abarcan entornos más grandes y complejos, en esta y otras dimensiones de realidad, en donde las galaxias coexisten con otros conglomerados paralelos a los cuales se puede acceder a través de los núcleos. A nivel terrestre, la Jerarquía dispuso la fundación de un centro conectado a los consejos cósmicos o Gobierno Celeste. Ese centro fue emplazado, como saben, hace más de diez mil años en el desierto de Gobi, en Mongolia, luego de la última destrucción global que vivió el planeta. A raíz de



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este evento los centros de conexión se expandieron por el mundo, asentándose en nodos naturales de energía. El vórtice del Uritorco es uno de esos centros. Ciento cuarenta y cuatro de ellos están activos ahora mismo en la Tierra. Además de la labor específica de los instructores de origen extraterrestre que actúan en cuerpo físico, nació en la Tierra la llamada Hermandad Blanca, que inicialmente, como ya se les explicó, vino de las estrellas; pero con el transcurrir del tiempo fue integrando a los hombres sabios que sobrevivieron a la gran inundación. Aquellos remanentes ocuparon viejas instalaciones subterráneas, cavadas por olvidadas visitas de viajeros estelares. Algunos de sus descendientes se mantienen en el plano físico; otros, trascendieron y se han mantenido asistiendo como conciencias de luz. Una situación similar ha ocurrido con algunas misiones extraterrestres en los nodos. Es el origen de algunos de nosotros. Ya les hablamos de ello. La Jerarquía, en la Tierra, ha dispuesto tres círculos de acción, esquema basado en su Símbolo Cósmico Universal, que fue revelado a los primeros discípulos de las mentes del Gobi, y que está representado en la estructura de nuestro Templo de la Esfera y sus Tres Espejos. Ustedes conocen a ese símbolo como “Chintamani”. El primer círculo es el interno, en donde se hallan nuestros templos físicos y sutiles. El segundo círculo es el intermedio: lugares de preparación próximos a nuestros Retiros Interiores. Y el tercero es el externo, la población y ciudades humanas, en donde el auto-convocado cumple también su misión.



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ENSEÑANZA TRECE El RETORNO DE LOS ENVIADOS



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Estoy aquí. Soy Witaikón. Esta nueva exposición versará sobre el retorno de los enviados: auto-convocados de origen celeste. Como anteriormente se les ha revelado, el espíritu es un navegante cósmico que asume corporeidad en un planeta-escuela para su evolución. Hay espíritus que nacieron del “espíritu madre” de un planeta, o del resultado de complejos procesos estelares ajenos a la dinámica espectral de un mundo. Energías concientes que surgen de distintos procesos, pero que guardan una similitud: de donde proceden, el espacio y el tiempo no existe. Muchos de esos espíritus han participado del ciclo de encarnaciones en un planeta-escuela. Otros, procedentes de experiencias en mundos lejanos, se auto-convocaron para vivir como humanos y ser parte del ciclo terrestre. Más de la mitad de la población mundial de la Tierra tiene esta condición. Ya vivieron antes en otros mundos. Pero lo olvi-



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daron. Y en gran medida es adecuado que sea así, pues de lo contrario no podrían vivir plenamente la vida humana. Hay dos tipos de caminantes celestes en la Tierra. Los que en su vida humana nunca recordarán sus anteriores experiencias en otros mundos, hasta que llegue el momento de su transición física y reconexión con La Fuente; y los que pueden tomar cierta conciencia de su paso por otras civilizaciones ajenas a las de la Tierra. En este último caso, ese espíritu recuerda porque tiene una misión más allá de experimentar la vida humana y aprender. En la anterior transmisión, Nagualkuma, al referirse a la estructura de la Jerarquía, mencionó los planes de ayuda en planetas-escuela, guiados por enviados extraterrestres. Como parte del entrenamiento de esos instructores, se permitió que un grupo de ellos tomase, por un tiempo, corporeidad en sociedades humanas. No estamos hablando de asumir apariencia humana e infiltrarse para conocer de cerca las emociones y el comportamiento del terrestre, sino de nacer como un hombre, y así vivir la experiencia desde adentro. Este programa se aplicó en distintas etapas de la historia de la humanidad, especialmente en el pasado. Algunos enviados nacieron en el seno de comunidades nativas. Pero su vida fue corta. Como parte de este programa estaba vetada su longevidad en la Tierra y la procreación. Había un tiempo límite para esta experimentación, que también ocurrió, como ahora lo están deduciendo, en los pueblos aborígenes del Vórtice. Es momento de decirles que no solo asistimos a estas comunidades desde afuera. Hubo casos concretos en donde pudimos vivir entre ellos. Cuando el planeta-escuela llamado Tierra “ascienda”, los enviados volverán a su lugar de origen. Y seguirán su proceso de aprendizaje y servicio hasta que ya no necesiten



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un cuerpo físico. Entonces pasarán al siguiente estadio, en donde fluirán en distintos epiletios de realidad, perteneciendo plenamente a lo sutil, pero con capacidad de manifestación en los hologramas de la materia. Serán seres “puente”: Agentes Ordenadores. Sin embargo, en ciertos casos, hay enviados que, debido a su labor de servicio, podrán insertarse completamente en la vida humana, pudiendo experimentar, sin límites, ser un terrestre. La vejez, el dolor, la enfermedad, la sabiduría, el amor, la alegría, como lo enfrenta un humano, constituye una grandiosa oportunidad para desplegar las alas hacia cielos nuevos. Y en esos cielos, cuando llegue el momento, todos nos reencontraremos y seremos uno en la conciencia de La Fuente.



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ENSEÑANZA CATORCE LA REDENCIÓN



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Soy Sikuma. Se me ha encargado cerrar esta cadena de catorce transmisiones con una reflexión sobre el momento cúlmine de un caminante: renacer en sí mismo. Compartiré una lección que aprendimos. Como ya saben, en el Universo existen distintas civilizaciones, no solo en el plano físico que habitualmente vigilan los científicos de la Tierra. Hay miríadas de sociedades avanzadas en los distintos “cielos” de la Creación. La consigna de esos seres concientes es evolucionar para volver al origen de todo, completar el gran círculo. Sin embargo, como parte de ese largo andar, seres cósmicos de gran conocimiento cometieron graves equivocaciones. Una situación que sabemos es difícil de comprender para ustedes. ¿Cómo una criatura de un mundo superior, dotada de mayor conciencia, puede equivocarse? Una de las razones es que su sapiencia no fue suficiente para vencerse. Cayó por olvidar la conexión con sus emociones, su enlace con su



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universo interior espiritual. La enseñanza es clara: no importa cuán alto pueda llegar un ser en su capacidad de entendimiento del Universo si no puede mantener un estado de armonía con lo alcanzado. En otras palabras, como ya se les dijo, entre más alto se ascienda en la escalera, más cuidadoso se debe ser con los pasos. La altura, sinónimo de conciencia, lo exige. Y en la medida de la altura que ocupen, las pruebas serán acordes. El hombre, debido a su situación de aprendizaje en el planeta-escuela llamado Tierra, vive a menudo, en pequeño, este tipo de situaciones. Esas caídas que sobrevienen cuando se rompe la coherencia. Recuerden que Kosmos significa para nosotros “Orden”. Un humano en contacto con lo cósmico debe vibrar y accionar en esa simetría. Es inevitable “equivocarse”. Es parte, incluso, del crecimiento. Pero es muy distinto cuando esas eventuales caídas se transforman en un patrón de conducta, en un círculo vicioso, en un estancamiento del ser. A nivel galáctico, se han producido eventos de tensión entre poderosas civilizaciones, coyunturas y desacuerdos que han devenido en guerras. Ya han obtenido esta información, y constataron que muchas de las épicas batallas de ángeles o dioses que describen los viejos textos sagrados del hombre son un vago recuerdo de ese conflicto cósmico, de esa pugna de fuerzas en donde el humano puede y debe equilibrar la balanza. La misión de mundos como la Tierra es precisamente recuperar lo perdido. Comprender en qué peldaño de la gran escalera se produjo el error de esas civilizaciones y por qué. La Tierra es fundamental para esa comprensión porque su dinámica de vida ofrece un tragaluz hacia al origen,



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a recordar lo simple y verdadero. Los planes de ayuda son parte de este proceso de reaprendizaje. De redención. La experiencia extraterrestre ha obtenido resultados concluyentes: en la medida que una mente en divorcio con su interior acumula mayor conocimiento, dará prioridad absoluta a lo que puede medir y comprobar, y se amparará más en la tecnología que en la naturaleza, relegando, con el paso del tiempo, su conexión con lo sensible y lo sutil. La experiencia del ser, entonces, se volverá incompleta, fría y racional. El hombre va en ese camino. Por ello insistimos en la importancia del equilibrio, de sentir y pensar, de analizar y fluir. La redención es un paso gravitante para disolver esa “anomalía” en el crecimiento de algunas civilizaciones cósmicas. La Tierra es el espejo en donde mirarse para recobrar lo perdido. Si logran compensar la balanza, enviarán una poderosa señal de esperanza al Universo. Entonces los discípulos serán nuestros maestros y el equilibrio será reestablecido. Grandes maestros de la Tierra les enseñaron a ustedes y a nosotros que en la redención está la clave: dar todo de sí mismo por una causa superior. La redención se basa en el conocimiento y aceptación de la sombra, su transmutación a través del amor incondicional, en su manifestación suprema que es el perdón, y, finalmente, la liberación, el renacimiento. Cada historia individual de ustedes es una oportunidad de redención. Esa vela encendida de la que les hablamos anteriormente. Para redimirse como seres cósmicos tiene que “morir” todo lo viejo, lo que no significa olvidarlo, sino que deje de ser un lastre para convertirse en experiencia. Aunque no lo crean, las pequeñas grandes victorias



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del ser humano en este aspecto son auténticas puertas de esperanza para el futuro de todos y de todo. Solo aquel que no tema verse, y reconocerse, perdonarse, perdonar, y amar sin condiciones, podrá vencerse a sí mismo y renacer en una nueva forma que anticipe un efecto global en el tejido de la Creación. Que así sea.



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APÉNDICE I SIETE CLAVES EN IRDIN



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El Irdin, como sostienen la enseñanzas de los seres del Vórtice, no es un idioma estructurado como las lenguas de la Tierra. Es un código vibratorio. Una lengua ceremonial, por decirlo de algún modo. También se la conoce en entornos de contacto como “Kulkán”, y en viejos círculos esotéricos, desde el Siglo XIX, con el nombre de “Senzar”. Compartimos aquí los principales siete mantras de trabajo. Tres de ellos (Ekimana U, Uaritumi y Guatuma Siminantu), eran empleados originalmente por los grupos de contacto que acudían a “Los Terrones” en la década de los años ochenta. Los otros cuatro son recepciones recientes, que se han llevado a cabo en el Cerro Uritorco o Talampaya, especialmente en su centro de poder de Ciudad Perdida Distintos mantras en Irdin han sido grabados por nosotros a través del proyecto Mintaka. Los tres discos que han sido publicados a la fecha se pueden descargar líbremente en la web oficial: www.mintakaofficial.com.



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1. Ekimana U (Anillo de Protección). Penekente Mek Asikente Guana Emene Kiguakaima Asumani Munaguam Ente Meniguatai Ku Somi Guanai Guanti Penti Meniguam Ekiki Kusaiguam Guanai Mantimu (3) Semini Guamanti Semini Muana Guanti Ekimana U (5) Samana Sinuuuan Pesementi Meni Tomini Mantu Siki Guik Amanai Peminuk (2) Ikitani Maniguama Emina Siguantai Man Esiku Sinaikanti Aki Cuaimaniguo Masaimuanti Kinigua Okai Cuam Guam Saiguam Emenuem Pentimu Saniguen Aikaiku Emini Gotaimo Somini Mitimo



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Amini Mantu Anta Isumpu Namu Iniguekike Asi Ku Ni Mu Guamanei (3)

2. Uaritumi (Apertura de encuentro). Ai Muna Iaimanatu Kaikuana Amiki Moi Saiuna Teminikuana Ari Simiti Imina Uaritumi (3) Aimani Mituma Iaimanai Manai Oiporuma Iki Iai Muna Iaimanatu Osouma Pani Timpantu Peimi Siti Kairuma Pani Pantu Saiuma Uru Uru Maguak Sikiuk Aritai Kuana Maitun Saimi Neu Poritimenikiuma

3. Talampaya (conexión con Ankar). Tumini Ema Kaia Usumi Niperemanco Oruma Mana Jusun



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Arami Kumana Kantu Isuma Huimol Sikun Epantimana Kusumi Ipanku

4. Ur-Tokor: Uritorco (el llamado). Uru uru Maguak sikiuk Peimi siti Betiri ni mantu Kikuna guatum Pani pantu Aruma nantu

5. Mantra de afirmación de compromiso. Aruma imini nantu Saiuma pemini itul Amani omuna irinti Kaiuma sikuma imun.

6. Guatuma siminantu: Sacerdotes del cosmos Guatuma icuanta Uamanti suman Ompri lumpantu Omay santi Maiuma Guatuma siminantu Aritim soamaiki Otouma minipantu Guama korin simi



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7. Mantra de Co-creación Irimi mituma arum Aruma simini onta Kairimi anahua simun Enmana mituma nantu



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APÉNDICE II EL THANGKA SHAMBHALA Chintamani y el Templo de la Esfera



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Shambhala, para muchos occidentales, es un mito. Pero para los lamas es una realidad oculta. Gracias a Nikolái Roerich, el célebre pintor, explorador y humanista ruso, occidente pudo redescubrir el mensaje de Shambhala. Roerich, en los años veinte del siglo pasado, se empapó de ello en las expediciones que emprendió a las montañas del Altái en Siberia, el desierto de Gobi y las esquinas inhóspitas de los Himalayas. Allí supo que Shambhala no era una quimera, sino una verdad esquiva que puede manifestarse ante los sinceros buscadores. De acuerdo a viejas leyendas orientales, hace miles de años, en una época perdida de la historia humana, un centro de Paz fue fundado en algún lugar de Asia Central. Treinta y dos seres cósmicos habían elegido el desierto de Gobi en Mongolia como el escenario de su misión: equilibrar la pugna de fuerzas en la Tierra. Esos seres son mencionados, aunque desde una perspectiva contemporánea, en la profecía del Kalachakra o “Rueda del Tiempo”, y en



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posteriores textos esotéricos como las “Tablas Esmeralda” de Thot. El símbolo de poder de esta Jerarquía celeste se expresa como tres esferas envueltas por un campo de fuerza. Es, pues, el Thangka Shambhala, la hoy famosa Bandera de la Paz o Chintamani. Es importante comprender esto porque en el Vórtice del Uritorco el símbolo cósmico está representado en el Templo de la Esfera y sus Tres Espejos.

De acuerdo a la sabiduría lamaísta, el caballo blanco de los vientos, Lung-Tah, llegó desde Orión a la Tierra trayendo sobre su lomo a Chintamani: el “Agni” o fuego sagrado que será emplazado en la gran torre de Shambhala, y que representa, a su vez, el resplandor del espíritu humano. Ese fuego, pintado por Roerich en más de un cuadro, es el símbolo profundo de la Bandera de la Paz. No en vano, analizando el nombre de Chintamani hallamos un mensaje: el término sánscrito chinta significa “pensamiento profundo”; y mani “joya preciosa”. En otras palabras: la “joya del pensamiento”, o “creer en cosas profundas para crear”.



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El 5 de diciembre de 2015, el Thangka Shambhala fue sembrado en la plaza principal de Capilla del Monte, en un evento oficial respaldado por las autoridades locales y provinciales. Más tarde, gracias a la donación del Centro Roerich de Argentina, se construyó un mástil dedicado al símbolo, para que éste siempre se halle ondeando en el corazón del pueblo. Un hecho único e inédito en todo el continente. El símbolo de Chintamani que reveló Roerich al mundo luego de sus expediciones en Asia Central procura recordarnos el compromiso con la conciencia de la paz, que debe empezar en el interior de cada ser para luego proyectarse hacia los demás.



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APÉNDICE III ECOS DE SHAMBHALA Referencias al Reino Subterráneo



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En Los Maestros del Paititi (Lima, 1997), nuestro primer libro sobre el enigma de los intraterrestres, ya habíamos hecho amplia alusión a las tradiciones y leyendas de diversos pueblos del mundo que hablan de Shambhala y sus esquivos guardianes. Sin duda el tiempo no ha borrado el recuerdo de su existencia en Asia Central y sus ramificaciones en todo el mundo. Pero, ¿qué es exactamente Shambhala? ¿Sólo los lamas del Tíbet hablaron de esa suerte de ciudad espiritual enclavada en algún lugar secreto del Gobi o los Himalayas? ¿Quiénes fueron sus fundadores? ¿Y cuál fue el propósito de establecer un centro de luz como ése en el mundo? Desde luego, no sólo los lamas atesoran importantes referencias a ese lugar secreto. Los hindúes, por ejemplo, hablan de un reino mágico: Aryavarsha, la tierra de donde provendrían los sagrados Vedas. Los chinos, también, habrían conocido otra ciudad de luz “imposible”, que llamaban Hsi Tien, “El Paraíso Occidental de Hsi Wang Mu”, la Gran Madre del Oeste. Además, los antiguos rusos siberianos hablaban de Belovodye, una suerte de Shambhala en algún punto



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del Altái, probablemente en las inmediaciones del Monte Belukha. Hemos estado allí y no albergamos duda de que ese paraje está poseído por una fuerza especial. ¿Nos hallamos antes distintos “nodos” de fuerza coordinados por la esotérica Hermandad Blanca? El misterio radica en que muchos pueblos de la Tierra piensan que esas “ciudades de luz”, como Shambhala, son la fuente de donde proviene su religión. En ese pensamiento se involucra al hinduismo, el budismo, o el taoísmo ―el mismísimo Lao Tse, autor del Tao Te Ching, creía en Shambhala, aunque la llamaba La Tierra de Tebu―. Como sea, antiguos textos tibetanos la mencionan abiertamente como una realidad física-espiritual, y no como una ficción. Libros ampliamente documentados como el Vaidurya Blanco, los Anales Azules, la Ruta hacia Shambhala y la Esfera de Shambhala ―todos escritos por lamas― han disparado el enigma en occidente. El ya citado Nikolai Roerich comprendió perfectamente este misterio durante su histórica investigación de los secretos de la Jerarquía: Shambhala sería un reino en donde reside el antiguo conocimiento. Echando una rápida mirada a textos antiquísimos hallamos también en la Epopeya de Gilgamesh que el legendario héroe sumerio visita a su antepasado Utnapishtim en el “interior de la Tierra”, el mismo lugar en donde Orfeo buscará el alma de Eurícide. Y el propio Cristobal Colón, durante su viaje a América, se encontrará con las mismas historias de “enormes pasadizos subterráneos” cerca de las Antillas. Supuestamente, el navegante genovés oyó estos relatos en el Caribe, allá por el año 1493. Pero es en la India donde hallamos las más poderosas alusiones. Todas sus referencias evocan la conexión con Shambhala o, sin más rodeos, la mencionan directamente. Una de las leyendas bu-



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distas más conocidas en la India, por ejemplo, señala al sagrado Kalapa ―ubicado al norte del Himalaya― como el valle sagrado de los “Maestros de Shambhala”. De hecho, se sigue afirmando que allí habitarían los grandes Yoguis, esquivos hombres que esgrimen facultades sobrenaturales, pertenecientes a una poderosa hermandad espiritual subterránea. Hay que decir que de esto se hizo eco más tarde el esoterismo de Blavastky en su extensa obra “La Doctrina Secreta” (1888), en donde aseguraba que en esa región de Kalapa existirían grandes montañas que otrora formaron parte de una misteriosa isla que se hallaba en el desierto de Gobi; pero cuando el gran manto de arena se encontraba cubierto por las aguas. Según Andrew Tomas, en su libro “Shambhala: oasis de luz” (1976), hace siglos los monarcas de Pekín enviaban a los montes Nan Shan y Kun Lun embajadas cuyo propósito era consultar y pedir consejo a los “espíritus de las montañas”. Y ello recuerda, sospechosamente, las antiguas costumbres de los incas de ir a las montañas para “hablar” con los Apus: los “protectores”. Tal vez no eran las montañas, sino quienes se ocultaban en sus entrañas ―sean estos extraterrestres o miembros de la Hermandad Blanca― quienes “respondían” a las consultas... Es una aseveración frecuente en la tradición andina, y ello podría revelar algún tipo de actividad de la Jerarquía en América, como es el caso del Vórtice del Cerro Uritorco. Estaríamos, pues, ante un despertar colectivo planetario que será estimulado desde los Andes y su regiones colindantes, como en un principio se realizó en los Himalayas. Las referencias al reino subterráneo y sus enviados son diversas. Podríamos añadir aquí la figura enigmática de Melquisedec ―sacerdote del Altísimo según la Biblia― quien aparece ante Abram en el Antiguo Testamento para



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entregarle un mensaje; o la leyenda del Preste Juan, un presunto Emperador de “remotas tierras” de la India que despertó la curiosidad del Papa Alejandro III al enviarle una larga e intrigante carta donde se describía el fabuloso “Reino Interior”. Por otro lado, encontraremos interesantes informaciones alusivas a esa morada intraterrestre en obras más recientes. ¿Quién no ha leído “Viaje al centro de la Tierra”? Julio Verne se aproxima considerablemente al secreto de los Retiros Interiores en dicha novela (publicada por primera vez en 1864). Se piensa que el visionario escritor francés no dejaba los argumentos de sus libros al azar. Verne, probablemente, sabía muy bien lo que hacía, no en vano se adelantó varias décadas al desarrollo de los submarinos nucleares en “20.000 leguas de viaje submarino”, así como anticipó el alunizaje de 1969 en su libro “De la Tierra a la Luna”. Sólo falta ver cumplida su narración de un viaje al centro de la Tierra… Ahora bien, ¿ese mundo subterráneo del cual hablamos, es compatible con la creencia de una tierra hueca? Lo explicaremos en un pincelazo. Cada vez que se habla de la existencia de un mundo subterráneo los escépticos alegan que es una barbaridad la teoría de una Tierra hueca. Y no les culpamos. La evidencia científica disponible les da la razón. Pero ello no tiene nada que ver con ese mundo espiritual y físico del que hablan los lamas o los sabios amautas andinos. ¿De dónde, entonces, viene la confusión? Hay que decir que en 1665 el erudito alemán Athanasius Kircher (1602-1680) publicó un libro de geología donde sustentaba esa tierra hueca, obra que ha sido una referencia para los defensores de la oquedad terrestre, sobretodo porque esta teoría surgía de un hombre como Kircher, quien



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más allá de toda polémica era un jesuita de amplios estudios, considerado por algunos como el “padre de la geología”. Si a esto le sumamos de que no era el único en proponer la posibilidad de una tierra hueca, hallándose afines a esta cruzada otros importantes científicos como el gran Edmundo Halley o John Cleve Symnes, la hipótesis, al menos, debería revisarse. Y así se hizo. Es así que hoy sabemos que nuestro planeta está compuesto de cuatro capas principales: la corteza, el manto, el núcleo y el nucléolo. La corteza, básicamente una combinación de granito y roca basáltica, tiene un grosor de 30 a 40 Km. (mucho más delgada en las fosas oceánicas). Debajo de ella se encuentra el manto, que se extiende hacia adentro 2.900 Km., compuesto de silicatos de magnesio, hierro, calcio y aluminio. Debajo del manto nos topamos con el núcleo, constituido principalmente de hierro en estado de fusión. Y, finalmente, a una profundidad de unos 5.090 Km., el nucléolo, que es posible sea sólido ―como resultado de la congelación del hierro bajo la extraordinaria presión de unas 3,200.000 atmósferas―. Todo ello, pues, ha sido ampliamente estudiado y verificado, gracias a la constante gravitacional y las ondas sísmicas. ¿Entonces no existe la tierra hueca? No como muchos la imaginaron. Y menos con grandes hoyos en los polos como algunas fotografías de la NASA, retocadas o mal interpretadas, sugerían ―y a esto añadimos el mito subterráneo que se creó en torno al testimonio del aviador norteamericano Richard E. Byrd y su falso diario que circula en internet―. De lo que no hay duda es de la existencia de gigantescas cavidades en la corteza. Y ello es suficiente para que una avanzada civilización, con la tecnología adecuada, las aproveche para ubicarse allí, lejos de la mirada del hombre de superficie.



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Hay que considerar que muchos relatos o referencias de antiguo sobre esos “lugares prohibidos”, ocultos en el interior de las montañas ―como el Uritorco―, o emplazados bajo grandes lagos ―como el Titicaca―, los describen una y otra vez como una realidad. No son una ficción. Nacimos y crecimos en el Perú, y ello nos ha permitido comprender que la leyenda inca del Uku Pacha o “mundo de abajo” es auténtica. Y no sólo la existencia de los túneles, sino también la de sus sabios y esquivos guardianes, llamados Paco Pacuris: los vigilantes primigenios.

Etapas de la Hermandad Blanca y tipos de Retiros Se dice que el nombre sánscrito “Shambhala” significa “lugar de la paz, de la tranquilidad”, denominación apropiada para la labor de sembrar la semilla de la luz en el mundo. La Hermandad Blanca es parte de esa fuerza de luz que procura otorgar equilibrio y balance al planeta, inspirando a diversos hombres y mujeres del mundo a encender su propia antorcha interior. Cual faro luminoso que guía las embarcaciones, el llamado de aquellos Maestros estimula al hombre a descubrir su real “sentido” y “misión”. En suma, un compromiso con las grandes tareas. Aunque existen muchas versiones sobre el origen de Shambhala y los intraterrestres, todo apunta a Asia como cuna del primer centro espiritual mundial de la Jerarquía. Ya mencionamos que viejas leyendas señalan al desierto de Gobi como el templo fundacional de esos seres cósmicos. Especialmente se habla de esa “Isla Blanca” que citan los teósofos, un pico de montaña que era visible durante la gran inundación de la Tierra. Tenemos sólidos indicios de



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que ese pico era parte de la cordillera del Altái, en el sector mongol. En nuestra experiencia de contacto aprendimos que la “versión extraterrestre” sobre la fundación de Shambhala no era una locura. Se nos dijo, pues, que fueron treinta y dos seres los que arribaron al Gobi, entidades que representaban a distintas civilizaciones cósmicas que seguían un solo propósito: sembrar el llamado de la luz en el planeta. Las “Enseñanzas de Erks”, también, aluden a este episodio, y lo sitúan en el desierto mongol. Se afirma, además, que la “civilización treinta y tres” que se integraría a esa suerte de hermandad espiritual universal sería nuestra propia raza humana. Un plan orquestado desde altas esferas de conciencia para que el hombre pueda restituir el orden perdido en la Creación. De acuerdo a todo esto, y como bien lo definen las transmisiones de los seres del Vórtice, la Tierra es un planeta-escuela, un lugar de “paso y aprendizaje” que podría brindar respuestas y caminos para encarar nuevos horizontes en la evolución cósmica. Los treinta y dos seres que llegaron al Gobi, hace más de 10.000 años, venían con esa misión en mente: archivar y proteger toda la sabiduría que se pueda generar en la Tierra. Y guiar silenciosamente, casi de forma invisible, los pasos de los iniciados en este misterio. A este momento fundacional de la Hermandad Blanca en la Tierra se le llamó Etapa Estelar. Luego, llegaría la denominada Etapa Mestiza, en donde supervivientes de reinos perdidos, como la Atlántida de Platón, habrían constituido la segunda generación de Maestros, llamados “mestizos” o “Estekna-Manés”, por ser fruto de la unión de razas cósmicas y humanas hace miles de años.



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Se cuenta que luego de la destrucción de la Atlántida ―catástrofe que se recuerda en las leyendas de diversos pueblos como un “diluvio universal”― aquellos “Noes” se refugiaron con los archivos de su avanzada civilización en sus verdaderas “Arcas”: cuevas. Les había sobrevenido un cataclismo que hundió su orgulloso Imperio, que no supo conciliar el avance tecnológico con la espiritualidad ―un patrón heredado de ciertas civilizaciones extraterrestres―. Quienes entendieron el mensaje, decidieron proteger los anales históricos de su cultura. Por esta razón esos supervivientes ―que se mantuvieron en la luz observando el inevitable ocaso― eligieron las oquedades de la Tierra para protegerse y poner a salvo sus conocimientos. Serían aquellas instalaciones intraterrenas, de origen extraterrestre, a las que Parravicini se refiere en su psicografía de 1959: viejos entramados subterráneos, en donde se afincarán los “naturales aclimatados”. Ellos, los que sobrevivieron a la última destrucción, y luego volvieron airosos a la superficie como lo narra el mito peruano de los “Hermanos Ayar”, serán los primeros discípulos de la Hermandad Blanca del Gobi: hombres y mujeres de conocimiento, los primeros “chamanes” (shaman es una palabra de origen siberiano que significa “el que sabe”). Hoy en día esa denominación es usada irresponsablemente, confundiéndola con “curandero”. Además, los archivos rescatados de aquellas civilizaciones que el hombre considera imposibles, como Lemuria, Mu o Atlántida, pasaron a formar parte de la gran biblioteca que protegen los Maestros. En estos tiempos, descendientes de aquel remanente atlante, o muniano, permanecen en el reino subterráneo como guardianes de los tesoros



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espirituales. Algunos de ellos son hoy seres de energía que pueden asistir al aspirante. Ahora nos hallamos en la Etapa Humana, que culmina la cadena de postas para recibir y vivir el conocimiento. Aquellos que supieron escuchar el llamado de la Hermandad Blanca empezarán a constituirse en sus mensajeros o emisarios. Hoy, pues, la humanidad está llamada a integrarse a esa Magna Obra, y modificar el futuro planetario sobre la base de la fuerza más poderosa que existe en el Universo: el amor. La Hermandad Blanca está activa, y en silencio sigue iniciando a los caminantes. Los senderos que conducen a sus Retiros Interiores son variados y sutiles; sin embargo, ante los “ojos del espíritu”, se trata de un camino claramente definido que sólo puede ser transitado, como bien dicen las enseñanzas, “por un alma valiente que no tema vencerse a sí misma”. He allí el punto más importante: es imposible llegar al misterio de los intraterrestres sin adentrarse en el camino espiritual, el mensaje oculto de los símbolos y el legado esotérico de antiguas culturas desaparecidas. No en vano, la alegoría de ingresar a una cueva ―la entrada al mundo subterráneo― no es otra cosa que el contacto con uno mismo: la exploración de nuestro propio interior. Debido a esta alegoría los Maestros denominan a sus instalaciones “Retiros Interiores”. De acuerdo a nuestras observaciones, existen tres tipos de Retiros de la Hermandad Blanca: Retiros Interiores: Constituyen la morada subterránea de los Maestros. Aquí debemos subrayar que la mayor parte de los seres intraterrestres no poseen actualmente cuerpo biológico; es decir, ya dejaron su envoltura material. Por tanto, existen Retiros Interiores físicos y sutiles. Generalmen-



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te el acceso a los enclaves físicos es complicado, por cuanto se encuentran estratégicamente en lugares de difícil acceso. En el caso de los santuarios sutiles, la cosa es distinta, ya que pueden ser conectados a través de la meditación y la proyección del cuerpo astral. También hay lugares que poseen ambas realidades coexistiendo. Retiros Intermedios: Lo constituyen monasterios secretos “en la superficie”, como la antigua Hermandad de los Siete Rayos en los Andes peruanos. Sobre ese misterio, sabemos que hacia el norte de Cusco, al este de Marcahuasi y al norte de Puno, se encuentran enclavadas aquellas comunidades o aldeas místicas. Quienes forman parte de ellas son humanos, que voluntariamente se apartaron del mundo. Se hallan en conexión con los Maestros intraterrestres y actúan muchas veces como emisarios. En la tradición andina del Perú y Bolivia se habla de ellos y de sus aldeas ocultas en las montañas. Los indios Q`eros de Paucartambo conocen bien el secreto. Lo sabemos porque hemos vivido con ellos. Retiros Externos: Son aquellos seres humanos que transitan en el mundo moderno pero que, concientes de esta realidad ―que los une a la obra de la Hermandad Blanca― actúan como “infiltrados” para generar un cambio desde dentro. Sería el tercer círculo de Chintamani, que mencionamos anteriormente. Estos Retiros Externos están constituidos, también, por los estudiantes de misterios. Conviene subrayar que acercarse a estos conocimientos no solo supone una madurez de pensamiento hacia lo espiritual; involucra, inevitablemente, hacerse cargo de uno mismo y ver las cosas en perspectiva más allá de la “ilusión”. En otras palabras, el mensaje que encierra la existencia de esos seres nos lleva a un despertar de conciencia.



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Actualmente, los Retiros Interiores de Oriente se encuentran en un estado de “sueño”. América ha empezado a despertar y los sabios Maestros del reino subterráneo se hallan atentos, protegiendo los archivos antiguos del conocimiento y sus objetos de poder ―como la red de los trece discos solares que revelamos en el año 2001, y de la que se han hecho eco muchos grupos espirituales en el mundo―. Todo este proceso está reuniendo a muchos auto-convocados en servicio. Es tiempo de unir, ser y estar.



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