"Converse con su perro" - Stanley Coren

March 26, 2017 | Author: Antonella D'Amico | Category: N/A
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En .este libro informativo y entretenido, StanJey Coren -autor de La inteligfllcia de los perros- enumera no sólo los sonidos, palabras, acciones y movimientos con los que podemos comunicarnos de manera efectiva con nuestros perros, sino que también descifra los signos que éstos nos envían: el meneo de su cola, el vaivén de sus orejas, el movimiento de su cuerpo así como sus ladtidos. Así, nos abre las puertas de su maravilloso mundo comunicativo. equipando a los amantes de los perros con las habilidades que necesitan rara mejorar las relaciones con sus animales de compañía. Dibujos originales ilustran las sutilezas de su lenguaje corporal, y se incluye un práctico glosario de consulta. Como todo dueño admitirá, los Faros tienen una increíble habilidad para responder a los matices del habla humana. Aunque conversaciones como aquéllas de las que parece ser capaz Lassie y otros perros de Hollywood siempre estarán fuera de nuestro alcance, la investigación y la observación demuestran que es posible establecer una intensa comunicación real que vaya más allá del simple hecho de dar órdenes y obedecerlas. Este libro explora los límites del lenguaje canino y examina sus posibilidades. ProporcIOna a los dueños las claves necesarias para interpretar correctamente no sólo la información sino también los estados emocionales, brindando consejos taciles de seguir para imitar el lenguaje

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How TO SrUK DOG Edición original

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Este libro está dedicado a mi viejo amigo y respetado colega Pe ter Suedfeld, a su esposa, Phyllis Johnson, y a su no-perro, Buckshot (Perdigón)

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2000

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2000 2001

Stanley Coren Laura Hartman Maestro. ilustraciones de Interior Ediciones BArgentina S.J. Paseo Colón 221 - 6' - Buenos Aires - Argentina

ISBN 950,15-2208-3 Impreso en la Argentina I Printed in Argentine Depositado de acuerdo a la Ley 11.723

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Esta edición se terminó de Imprimir en General Diaz 1344

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Avellaneda - Prov. de Buenos Aires - Argentina.

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en el mes de abril de 2001.

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concepto, Einsemann iba variando las frases que usaba y presentaba el mismo problema en varios entornos distintos. Exhibió los resultados que podía obtener con su adiestramiento demostrando que London no sólo respondía a la orden "Abajo", sino también a formulaciones alternativas como "Ten la bondad de reclinarte en el suelo" o "Adopta una postura prona". Aquellos perros entendían muy bien el lenguaje, desde luego.

Cuando Eisenmann les hablaba en un tono de conversación usando

palabras y frases cotidianas, los perros demostraban entender cuanto

les decía, ya fuese abrir o cerrar una puerta, encender o apagar una luz

accionando el interruptor y toda una serie de acciones similares. Re­

cuerdo lo mucho que me impresionó que fueran capaces de examinar

un grupo de objetos y elegir el que había mencionado su amo. Mi

credulidad empezó a verse puesta a prueba, no obstante, cuando

Eisenmann afirmó que sus perros responderían igual de bien si les

hablaba en francés o en alemán. Supongo que, al tratarse de California,

era inevitable que alguien le preguntara si también le obedecerían en

el caso de que les hablara en español.

"No sé si los perros entienden el español-replicó Eisenmann-.

¿Por qué no lo intentamos? Déme una orden sencilla en español."

Se le explicó qué significaban las palabras españolas Cierra la puerta y, con ese conocimiento, Eisenmann se volvió hacia el perro y dijo:"¡London, cierra la puerta!" El perro se levantó, y aunque pareció titubear y tardó un poco más de lo habitual en reaccionar, fue hacia la puerta que había sido utilizada anteriormente para una demostración de su habilidad para abrir puertas. London miró a su amo y después adelantó una pata, y la puerta entreabierta se cerró. El público lo re­ compensó con un gran grito de aprobación. Aquella demostración me dejó verdaderamente inquieto. Creo que a los perros se les puede enseñar a comprender muchas más frases y palabras de lo que la mayoría de la gente piensa que son capaces. También creo que pueden aprender órdenes o palabras en varias len­ guas, de una manera muy parecida a Como lo hacen los humanos. Pero también sé que cada palabra en cada nueva lengua requiere alguna forma de aprendizaje antes de que esa comprensión pueda ser demos­ trada. Por ejemplo, el que yo sepa que la palabra inglesa "dog", la alemana "hund" y la francesa "chien" significan lo mismo, ciertamente no me capacita para saber que la palabra española "perro" tiene el mismo significado. Hasta que no se me proporcione alguna informa­ ción sobre la traducción, no se puede esperar de mi que entienda el

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significado de una palabra. ¿Cómo podía haber entendido el perro

London una orden la primera vez que la oía si, como parecía, su amo

no conocía aquella lengua y nunca se la había enseñado? El hábito de

hacerse preguntas forma parte de ser un científico, y dicho hábito

hace que me cueste aceptar una cosa sin pruebas incluso cuando se

trata de algo en lo que quiero creer. En ese momento, las banderas de

la cautela empezaron a ondear en mi mente y a partir de entonces vi la exhibición con ojos bastante más escépticos.

Mi inquietud no tardó en acentuarse, porque Eisenmann em­ pezó a explicarle al presentador que muchas personas creen que los perros no pueden ver los colores. Él podía demostrar que no era así. -London, señala algo de esta habitación que sea rojo -dijo. El perro se levantó, cruzó la habitación y dirigió el hocico hacia un tazón rojo que había junto a la mano del presentador. Cuando se le pidió que señalara algo azul, señaló una silla azul; finalmente, cuando se le pidió que señalara algo amarillo, London fue a la pared y dirigió el hocico hacia una cortina amarilla. Mientras el público lo aclamaba, yo empecé a ponerme muy

nervioso. Una vez más, me parecía que London no podía hacerlo tan

bien como lo estaba haciendo. Uno de los aspectos en que el ojo del

perro se diferencia del ojo humano es su área de visión de los colores, que es donde los perros muestran el mayor déficit relativo. Los pe­

rros no son ciegos a los colores, si con eso queremos decir que sólo ven el mundo en tonos grises. Los científicos han podido demos­

trar, usando técnicas especiales de adiestramiento, que los perros

probablemente ven el mundo en tonos grises, verdes y marrón­ rojizo. El hecho de que se les pueda enseñar a discriminar esos

colores demuestra que tienen cierta capacidad de ver los colores. El

reverso de ese hecho es que dichos métodos de adiestramiento son muy laboriosos y excepcionalmente difíciles, lo cual quiere decir que la visión de los colores probablemente tenga muy poca impor­

tancia para el perro. Desde un punto de vista biológico, la visión de los colores sólo es importante para los animales con una dieta muy varia­

da y que actúan básicamente durante las horas diurnas. En ese caso, ver los colores ayuda a encontrar e identificar varias cosas que podrían ser . comida. Los perros, que son por naturaleza cazadores del crepúsculo y el amanecer, no encontrarían excesivamente útil esta capacidad y no parecen usarla espontáneamente. Supongamos por un momento que Eisenmann hubiera conse­ guido que los colores llegaran a ser importantes para London, de tal

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manera que éste utilizara su limitada capacidad de visión siempre que se le pidiera que lo hiciese. Aun así, dado que los perros discriminan el mundo en tonos verdes y marrón-rojizo, el hecho de que London también pudiera identificar un azul y un amarillo, dos colores entre los que sus ojos no pueden distinguir, era asombroso... e improbable. Empecé a seguir el desarrollo de las pruebas con mucha aten­ ción. Eisenmann prosiguió con su "demostración" y le dijo a London que "encontrara algo con palabras impresas encima". El perro miró con gran atención a su amo mientras éste pronunciaba las palabras y después fue hacia un cartel colgado de un soporte y lo señaló. Luego tomó un lápiz de una mesita cuando Eisenmann le pidió que le trajera "algo con lo que pueda escribir en un papel". London asombró al público con su capacidad para deletrear palabras. Cuando se le pidió que "trajera unas g-a-f-a-s", London fue hacia el presentador; mien­ tras la audiencia se reía, London le quitó delicadamente las gafas con la boca y se las llevó a su amo. La comprensión del lenguaje demostrada por aquel perro exce­ día todo lo razonable. Si Eisenmann estaba en lo cierto al asegurar que todos los perros pueden ser adiestrados hasta alcanzar el nivel de com­ prensión de un niño de ocho años, ¿por qué tenemos tantos perros "retrasados" en nuestro mundo? Finalmente, el secreto de las exhibiciones de London me fue revelado por el profesor CarlJohn Warden, uno de los psicólogos com­ parativos de la evolución más respetados de principios del siglo xx. Mientras estaba en la Universidad de Columbia de NuevaYork,Warden tuvo ocasión de estudiar a un pastor alemán llamado Fellow (Chico) cuyo dueño, Jacob Herbert, vivía en Detroit, Michigan. Herbert era un criador de perros que había seleccionado a Fellow de entre los muchos perros que había criado por considerarlo uno de los más inte­ ligentes. Planteándoselo como una especie de proyecto personal, deci­ dió que trataría de enseñarle todo el lenguaje humano que pudiera. Había descubierto el mismo procedimiento que Eisenmann, que con­ sistía simplemente en hablarle continuamente al perro, con el mismo ánimo instructivo con que podríamos hablarle a un niño con el que estuviéramos viviendo. Herbert creía que su perro conocía unas 400 palabras y las entendía de una manera muy similar a como las habría entendido un niño en circunstancias similares. Herbert no pretendía atribuirle una capacidad lingüística plenamente desarrollada, pero es­ taba convencido de que Fellow había logrado relacionar ciertas pala­ bras con determinados objetos o acciones.

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Herbert reconocía que no era ningún experto en comporta­ miento animal y quería descubrir cuáles eran exactamente las capaci­ dades lingüísticas de Fellow. Contactó con el profesor Warden y orga­ nizaron una comprobación de las capacidades del perro para su próxima visita a Nueva York. La primera serie de pruebas se llevó a cabo en la habitación de hotel de Herbert. Warden y un colaborador suyo, L. H. Warner, se plantearon las pruebas partiendo de lo que Warden llamaba una "actitud de escepticismo crónico". No tardaron en quedar muy impresionados por el hecho de que el perro las superaba notablemen­ te bien, respondiendo a una amplia gama de órdenes. A Warden le sorprendió mucho (igual que me sorprendió a nú la demostración de London) el hecho de que el dueño del perro no intentara usar las mismas frases cuando le pedía a Fellow que hiciera cosas. Además, todas las órdenes se daban en un tono de lo más normal, como si Herbert se limitara a mantener una conversación con el perro. Los psicólogos trataron de determinar si había algo más, aparte de la comprensión de las palabras, que pudiera explicar los excelentes resultados obtenidos por Fellow. Lo primero que hicieron fue usar una lista de órdenes habladas en un orden totalmente distinto al empleado por Herbert hasta aquel momento para averiguar si Fellow respondía a ellas. El perro estuvo igual de acertado, lo que significaba que no estaba siguiendo ninguna rutina "fija". Parecía que Fellow respondía a las palabras en sí, dado que cuando su amo variaba deliberadamente el tono con que se dirigía al perro, pasando de un tono grave o agudo a hablar con voz monocorde, eso no afectaba a los resultados obtenidos por Fellow. Para asegurarse de que no había ninguna clase de señales secretas, Herbert fue al cuarto de baño de la suite y cerró la puerta, con lo que no podía ser visto. Aunque en esas condiciones Fellow no obtuvo unos resultados perfectos, su respuesta fue correcta en la ma­ yoría de las ocasiones. Eso era sorprendente, ya que se trataba de una situación nueva para él y, al tener que atravesar la puerta, las palabras no se oían con tanta claridad. Los psicólogos convencieron a Herbert y Fellow de que debían ir al campus de la Universidad de Columbia, donde se los sometió a pruebas más elaboradas. En esas pruebas, tanto Herbert como los psi­ cólogos permanecieron escondidos detrás de biombos, observando la conducta del perro a través de pequeñas rendijas. Una serie de pruebas de localización dejaron claro que Fellow conocía el significado de muchas palabras comunes. Entre los objetos de uso cotidiano que Fellow reconocía estaban llave, cepillo, guante, paquete, almohada, agua, leche, ~'C'VM~~~:'i~~~",,~X~~;.;'¡o("..g:;~~W&t'~~to1~~r.:¡ItíWr~~~~~1i~~~~ie~R!"jLW! ..~~!rit.JGlt2t'it!i,.~~i':t'tW1t":,'!.,'$t~~~~~.,r";'$~~~ª~~'¿;!;'iii~~~

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otros aspectos de nuestros sonidos hablados pueden no tener absolu­ tamente ningún significado para él. Así, si le digo a mi perro, "Trae la cosa roja", es mi palabra inulcando la acción, "Trae", la que hace que se ponga en movimiento para traerme algo, pero lo que realmente lo alinea con la pelota roja que quiero que me alcance es el giro de mi cabeza y de mi cuerpo. Pensar que el lenguaje hablado es lo único que importa es un prejuicio muy humano. Mi perro no tiene ni idea de lo que es "la Cosa roja", pero cualquier objeto presente en la trayectoria de mi mirada -ya sea rojo, blanco o verde-- es lo que me traerá. Aunque solemos pensar que el perro interpreta nuestro lenguaje escu­ chándolo, es muy posible que preste mucha más atención a lo que está haciendo nuestro cuerpo. Los perros son grandes lectores del lenguaje corporal, incluso cuando nosotros no somos conscientes de estar comuni­ cándonos de esa manera. Más adelante, veremos que pueden usar inten­ cionadamente su propio cuerpo para transmitir complejos mensajes. Por el momento sólo hemos examinado hasta qué punto los perros son capaces de interpretar el lenguaje humano. Es evidente que son bastante hábiles a la hora de interpretar el significado de lo que queremos que sepan, tanto si extraen dicho significado del lenguaje hablado como si lo obtienen de otras indicaciones. Después de haber tratado brevemente el lenguaje receptivo de los perros, pasaremos a ocuparnos de su lenguaje productivo para determinar hasta qué punto son capaces de comunicarse entre ellos.

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La mejor manera de empezar a tratar de entender el lenguaje de los perros sea quizás examinar la manera en que hablan. Para los seres humanos, el habla, definida como la producción de sonidos dotados de significado, es una forma de comunicarse tan natural que muchas personas piensan que el habla es ellenguaje.Ya hemos visto que, debi­ do a sus limitaciones físicas, los perros nunca podrán llegar a producir los complejos tipos de sonidos que crean los humanos; no obstante, los perros pueden producir sonidos, y los producen, con el propósito de comunicarse. El lenguaje en [arma de sonidos aventaja en algunos aspectos a otros tipos de comunicación. Comparemos 'los sonidos con las señales visual~s. El lenguaje corporal visible es un medio importante de co­

municación para los perros y los ayuda a sobrevivir. Un mensaje en­ viado en forma de signo visible no produce ruido, pero puede ser

captado desde lejos. La ubicación y el origen del mensaje también pueden detectarse con facilidad. La señal puede ser "activada" o "desactivada" instantáneamente, y también se puede variar su intensi­ dad haciendo que los movimientos de seiialización sean más vigoro­

sos, más rápidos o más exagerados. Con tal de que el perro haya apren­ dido a traducirlas, señales visuales tan simples como menear la cola o mover la cabeza pueden contener información bastante compleja. Esto

significa que el lenguaje de las señales visuales es muy flexible y que sus posibilidades son ilimitadas. Así pues, ¿por qué se desarrollaron las señales sónicas? Para un animal, el gran problema del lenguaje visual estriba en que sus mismas ventajas pueden volverse contra el individuo que lo emplea. Como las señales tienen que ser recibidas, no siempre es posi­ ble evitar que un depredador, o una presa en potencia, también vea al

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emisor. El uso del lenguaje corporal y las señales visuales requiere ojos altamente desarrollados, con una extremada agudeza y capacidad para percibir los pequeños detalles. Por muy buena vista que tenga el re­ ceptor, los mensajes vist::l1es empezarán a perder sus detalles si el emi­ sor se encuentra demasiado lejos. El humo, la niebla o cualquier con­ dición que disminuya la visibilidad también anulan la claridad del mensaje. Además, cualquier obstáculo fisico, como rocas, árboles o muros, bloqueará la comunicación visual porque esos mensajes no pueden salvar obstáculos o rodearlos. La comunicación visual también requie­ re que haya suficiente luz ambiental para que los mensajes puedan ser vistos. La evolución habría cometido un grave error creando un ani­ mal totalmente dependiente de un canal de comunicación que deja de funcionar durante la noche y no puede volver a conectarse hasta las primeras luces del alba. Las señales sónicas parecen estar libres de muchos de los incon­ venientes asociados con la visión. Aunque la comunicación mediante sonidos requiere un aparato auditivo sensible, los sonidos pueden re­ correr largas distancias y seguir siendo interpretables. Los sonidos no son interceptados por la niebla o la total oscuridad, y pueden doblar esquinas y atravesar o salvar muchos obstáculos como bosques, rocas y muros. Ésa, naturalmente, es la razón por la que resulta tan dificil acer­ carse a una criatura salvaje sin ser detectado, incluso cuando está dor­ mida o adormilada. El sonido llegará hasta ella mucho antes de que la vea. El aspecto negativo es que el sonido puede transmitirse desde un lugar escondido, permitiendo así que quien lo envía permanezca oculto. La fuente del sonido puede ser localizada con precisión por dos oídos agudos, pero también puede parecer que el sonido procede de una ubicación falsa o ambigua (como cualquier buen ventrílocuo puede demostrar). Los sonidos breves y agudos, como un graznido, resultan

dificiles de localizar. No obstante, si otro animal, digamos la madre del

que grazna, ha estado a la escucha y ya conoce la ubicación del emisor,

puede interpretar el mensaje y acudir inmediatamente.

En lo que respecta a los sonidos, sabemos efectivamente que los animales producen un gran número de ellos. Parece intuitivamente lógico sugerir que esos sonidos no habrían evolucionado como parte de las pautas de comportamiento normales de los animales si no tu­ vieran una función específica. Bastantes científicos han llegado a la conclusión de que muchos de los sonidos que producen los animales parecen ser similares a lo que llamamos "palabras" y tener significados muy específicos que son entendidos por otros miembros de la especie.

La evidencia más abrumadora nos la proporcionan los monos (quizá porque los humanos tienden a sentirse más impresionados por lo que hacen los monos que por lo que hacen los animales de cuatro patas). U no de esos monos es el vervet africano. Este simio esbelto y grácil, de largos brazos y piernas y rostro bastante plano, también es conocido como mono de la sabana, dado que permanece casi siempre en la misma sabana o cerca de ella. Pasa una gran parte de su vida en el suelo, donde busca fruta, hojas y demás vegetación. Los vervets obtu­ vieron su nombre de la palabra francesa ver!, que significa verde, por­ que el suave y espeso pelaje de su espalda tiene un tono verdoso que contrasta con la negrura de sus manos, pies y cara y el color amarillo pálido o blanco de la parte delantera del cuerpo. Y lo más importante para el tema que ahora nos ocupa es que también poseen un vocabu­ lario que advierte de la proximidad de posibles depredadores. Los vervets no sólo dan la alarma cuando se detecta a un depredador, sino que también usan "palabras" específicas para informar a los otros miem­ bros de su manada de contra qué clase de depredador deberían mante­ nerse alerta. Los psicólogos Dorothy Cheney y Robert Seyfarth de la Uni­ versidad de Pensilvania dirigieron la mayor parte de las investigaciones lingüísticas relacionadas con los vervets. Descubrieron que hay tres grandes depredadores que cazan a estos pre~iosos manitos: el leopardo, el águila y la serpiente. Un vervet que detecta a un leopardo produce una especie de ladrido entrecortado que suena como una ráfaga de ametralladora. Si detecta a un águila, produce un ladrido distinto que suena como una risa forzada y si detecta a una serpiente, produce una especie de parloteo estridente. Cada uno de estos sonidos actúa sobre los otros vervets como si fuera una señal de alarma o palabra específica y provoca un comportamiento distinto. Cuando oyen el ladrido que significa "leopardo", todos los monos dejan lo que estuvieran hacien­ do y buscan refugio en los árboles. Cuando un vervet oye la carcajada que significa "águila", alza rápidamente los ojos hacia el cielo para observarlo antes de ponerse a cubierto entre los matorrales. Cuando un vervet emite el parloteo que significa "serpiente", los otros monos se yerguen sobre sus patas traseras para inspeccionar el suelo a su alre­ dedor en busca de su sigiloso enemigo reptante. Para confirmar su impresión de que aquellos sonidos actuaban como palabras, los dos investigadores tenían que descartar antes otras posibilidades. La más importante es que tanto los sonidos como las conductas protectoras específicas que exhibían los monos no tuvieran

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como objetivo comunicar algo, sino que en realidad sólo fuesen una especie de respuesta emocional causada por la visión del depredador. Para verificarlo, Cheney y Seyfarth grabaron las distintas llamadas de alarma. Después pusieron las grabaciones cuando no había ningún depredador en los alrededores. El resultado fue que todos los monos que oyeron las llamadas grabadas respondieron de la manera apropia­ da. Esto quiere decir que los monos extraían los significados de los sonidos y que los consideraban palabras. Había otro característica por la que las palabras de los vervets parecían asemejarse al lenguaje humano. Cuando los niños están apren­ diendo a hablar, suelen cometer el error de usar la misma palabra para varias cosas similares. Los vervets jóvenes también cometen esa clase" de errores. Un vervet joven puede usar la llamada de alarma del águila cuando ve caer una hoja, o la del leopardo cuando un antílope pasa cerca de él, o la de la serpiente cuando ve una liana que cuelga de un árbol. Los vervets cometen muchos menos errores conforme van cre­ ciendo, lo cual sugiere que están aprendiendo y desarrollando sus ha­ bilidades lingüísticas. Durante el proceso, tienden a volver la mirada hacia sus madres cuando otro mono da la alarma, como si aprendieran qué es lo que han de hacer observando la manera en que responden los animales más viejos y experimentados. También parecen compro­ bar si otros monos están de acuerdo con su elección de la llamada de alarma cuando utilizan una. Con el paso del tiempo, los jóvenes vervets llegan a ser hablantes más precisos del "vervés" escuchando y obser­ vando a otros monos. Si los sonidos de los vervets fueran una especie de lenguaje pri­ mitivo, entonces, como todos los lenguajes vivos, el vervés debería ser capaz de crear nuevas palabras con las que describir nuevas cosas o condiciones en el entorno. Los lenguajes humanos modernos han te­ nido que crear palabras como "teléfono", "ordenador" y "láser" a me­ dida que cada una de esas cosas entraba en escena y se volvía impor­ tante. Así pues, podríamos preguntar: si apareciera una nueva clase de depredador especializado en los vervets, ¿producirían éstos una nueva llamada de alarma? Marc Houser, un psicólogo y antropólogo de la Universidad de Harvard, tuvo ocasión de observar cómo ocurría esto entre los vervets. Mientras pasaba por el mismo hábitat que habían estudiado Cheney y Seyfarth, oyó un coro de llamadas de alarma que sugería la proximidad de un leopardo. Pero al escucharlas más atenta­ mente, se percató de que las llamadas eran ligeramente distintas. "En vez de las intensas llamadas de alarma parecidas a ráfagas asociadas con

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los avistamientos de leopardos -comunicó después-, estas llamadas mostraban una pauta temporal de emisión mucho más lenta, tal como se percibiría una grabación si las pilas del aparato se fueran agotando' durante la reproducción." Cuando llegó a la escena, descubrió que los vervets se habían subido a los árboles y saltaba a la vista que habían estado indicando la presencia de un león. En el transcurso de los estudios, nunca se había visto que los leones trataran de cazar a los vervets. Parece lógico, dado que el león es más lento que el leopardo y por lo tanto tiene menos probabilidades de atraparlos. Además, el pequeño vervet no representa ningún gran

trofeo para el león, que necesita presas más grandes para sustentarse a sí mismo y a su manada. Al parecer, en este caso, y dado que las otras fuentes de alimento habían empezado a escasear, el león recurrió a una fuente de comida no-tradicional. Los vervets respondieron inclu­

yendo a los leones en la categoría general de los felinos cazadores y produjeron una nueva "palabra" modificando el sonido de la llamada del leopardo. El entorno había cambiado y el lenguaje vocal de los vervets respondió cambiando para incluir las nuevas condiciones, de manera muy parecida a como se expande el lenguaje humano para incluir nuevos conceptos. Este grado de sofisticación lingüística parece muy complejo, pero no deberíamos pensar que tales habilidades,lingliísticas sólo son posi­ bles en especies COl! cerebros tan complejos como el que encontramos en un mono. Hallamos palabras específicas similares, en forma de lla­ madas de alarma, en muchos otros animales. Un ejemplo nos lo ofrece

la ardilla terrestre de Belding, una criatura muy sociable que excava madrigueras. Como pasa la mayor parte de las horas diurnas al descu­

bierto, encima de rocas y junto a troncos, esta ardilla es muy vulnera­ ble a los ataques desde el aire de los halcones y otras aves de presa, y también está expuesta a los ataques en tierra de varios mamíferos depredadores, como los gatos monteses o los tejones. Esas dos varieda­ des de depredadores utilizan estrategias de caza muy distintas: los hal­

cones confían en la rapidez y los gatos monteses en el sigilo. Al igual que los vervets, las ardillas terrestres disponen de varias llamadas de alarma que especifican cuál es el depredador avistado. Un agudo silbi­ do es el sonido para "Se aproxima un halcón", mientras que una espe­ cie de castañeteo significa "Un mamífero está intentando acercarse sin que lo veamos". Como en el caso de los vervets, estas ardillas terrestres responden apropiadamente cuando oyen una de esas señales. Se ponen a cubierto cuando alguien lanza la llamada del "halcón", y se dirigen

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CONVE~E CON SU PERRO

hacia sus madrigueras para montar guardia cuando otra ardilla lanza la

llamada del "manúfero al acecho".

En la escala evolutiva, los perros ocupan un puesto intermedio

entre las ardilla~ terrestres y los vervets, por lo que parecería lógico

esperar encontrar vocalizaciones "con significado" en los cánidos. El

sonido más comúnmente atribuido al perro doméstico es el ladrido, por lo que quizá fuese interesante hacer algunas especulaciones evolu­ tivas acerca de cómo llegó a surgir este ladrido. En un capítulo poste­ rior, "traduciremos" los significados de los distintos ladridos. Probablemente nunca dispondremos de pruebas concluyen­

tes que nos indiquen cómo los humanos y los perros llegaron a

formalizar su mutua relación personal y de trabajo, pero lo- más

probable es que el hombre no eligiera inicialmente al perro y que

más bien fueran los perros los que eligieron al hombre. Probable­

mente se sintieron atraídos por los campamentos humanos debido

a que los_humanos también eran cazadores y había muchas proba­

bilidades- de que hubiese restos animales como huesos, trozos de

piel y demás despojos de las víctimas de cacerías recientes, esparci­

dos por los lugares donde acampaban los humanos. Los antepasa­

dos de los perros actuales (siempre pendientes de la comida) des­

cubrieron que, si se mantenían cerca de las moradas del hombre,

podrían hacerse de vez en cuando con algún que otro bocado al

tiempo que se ahorraban el esfuerzo de una cacería.

Aunque el hombre primitivo seguramente no se preocupaba mucho de la limpieza, las cuestiones de salud o el saneamiento, sí es verdad que, al pudrirse, la comida huele mal y atrae insectos que ha­ brían causado serias molestias a los humanos. Por ello, es probable que en un principio los perros fueran tolerados en el perímetro del campa­ mento porque se ocupaban de la basura. Esta función de eliminación de los desperdicios se prolongó durante incontables siglos y siguen llevándola a cabo los perros parias en muchas de las regiones menos desarrolladas del mundo. Los antropólogos que estudian a las tribus primitivas del Pacífico Sur se han percatado de que en las islas cuyos habitantes tienen perros, las aldeas y asentamientos son mucho más permanentes. Las aldeas sin perros tienen que cambiar de emplaza­ miento cada año para escapar a la contaminación ambiental causada por la putrefacción de los residuos. Esto incluso ha llevado a sugerir que los perros muy bien pudieron ser un elemento fundamental en el establecimiento de ciudades permanentes en esa remota época, antes de que descubriéramos la importancia del saneamiento público.

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En cuanto los cánidos salvajes que acabarían convirtiéndose en perros se sintieron atraídos por los asentamientos humanos, nues­ tros antepasados no tardaron en notar otro efecto beneficioso de su presencia. Recuerden que los primeros humanos vivían en una época muy peligrosa. Había muchos animales de gran tamaño que consi­ deraban a los humanos como fuentes potenciales de carne fresca. También había otros grupos de humanos con intenciones hostiles. Como los cánidos que vivían alrededor de la alde-a empezaron a considerar esa área como su territorio, daban la alarma cada vez que se aproximaba un humano desconocido o alguna bestia salvaje. Eso alertaba a los residentes con tiempo suficiente para permitirles organizar alguna clase de defensa en caso de que fuera necesario. Mientras los perros estuvieran presentes, los centinelas humanos no necesitaban mantenerse tan vigilantes, lo cual permitía más tiem­ po de descanso y una vida mejor. El proceso que va de los perros que protegen la aldea al perro personal de una casa no es muy largo. Ahora los humanos ya sabían que los perros darían la alarma si su territorio era invadido. Suponga­ mos que esa idea fue un poco más lejos: un perro que considerara una casa como su territorio proporcionaría una advertencia personal a la familia. Esto serviría al buen propósito de avisar a la familia de que se acercaban unos visitantes (una especie de timbre canino) o advertir de la aproximación de alguien con intenciones malévolas (una alarma antirrobo canina). No cabe duda de que ésta fue una de las motiva­ ciones para capturar cachorros de perro salvaje, llevárselos a casa y domesticarlos. Cuando decimos que los cánidos del hombre primitivo ladra­ ban, no nos referimos a la clase de ladrido que los perros exhiben actualmente. Los sonidos producidos por esos primeros perros proba­ blemente fueran mucho más parecidos a los que producen los cánidos salvajes de hoy. Lobos, chacales, zorros y coyotes rara vez ladran, y el ruido que hacen dista mucho de ser impresionante. Recuerdo la pri­ mera vez que oí ladrar a una manada de lobos cuando nos aproxima­ mos a su cubil. No me costó mucho reconocer aquel sonido como ladridos, pero me sorprendió lo contenido que era. Los perros domés­ ticos sueltan largas y ruidosas series de ladridos. Los ladridos de los lobos eran mucho más suaves, y sonaban como una especie de "buf" ahogado. No se producían en series, sino que consistían en un solo ladri­ do. En un período de medio minuto conté cuatro modestos ladridos, mientras que, cuando avisa de la aproximación de un desconocido, un

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Aunque tenemos la idea de que los gruñidos son sonidos aso­ ciados a los depredadores grandes y peligrosos como los tigres, los leones y los osos, en realidad e! gruñido es un sonido producido por muchos o.tros animales. Criaturas tan pacíficas e inofensivas como el faisán,la zarigüeya, e incluso algunos conejos, gruñen. El gruñido tie­ ne como propósito mantener alejados a otros animales. Los gruñidos pueden ser "palabras" completas, o pueden utilizarse para modificar los ladridos añadiéndoles un grado de amenaza. • GRUÑIDO RONCO Y SUAVE QUE PARECE PROCEDER DEL PECHO: Es el clásico gruñido de un animal dominante y seguro de sí mismo, y significa "¡Mucho cuidado!" o "¡Atrás!". Se usa deliberadamente como amenaza. Quienes oigan este sonido responderán generalmente apar­ tándose y cediéndole más espacio al perro que lo produce; el no ha­ cerlo puede desencadenar un ataque. Si un perro ha estado emitiendo este sonido y de pronto se calla sin alterar su postura para adoptar una más relajada, entonces tenga cuidado. Eso puede significar que el pe­ rro ha decidido que el "hablar" no está dando resultado y que su único recurso es emplear la violencia física. Recuerde que la inmensa mayo­ ría de ataques se inician en silencio • GRUÑIDO SUAVE UN POCO MÁS AGUDO QUE PARECE PROCEDER

Muchas personas lo describirían como más parecido a un rugido ahogado que a un gruñido y. de hecho, puede ir asocia­ do a un cierto fruncimiento de los labios. Tiene un significado similar al del gruñido anterior puesto que qui~re decir "¡No te acerques!" o "¡Mantente alejado de mí!". El tono ligeramente más agudo indica que el sonido lo produce un animal un poco menos seguro de sí mismo que preferiría no luchar, pero que está decidido a hacerlo en caso de verse obligado. DE LA BOCA:

EL PERRO HABLA

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• GRUÑIDO-LADRIDO GRAVE: Es un claro gruñido que lleva a un ladrido, y suena algo así como "grrrr-Ruff'. Al añadir el ladrido, natu­ ralmente, estamos añadiendo un componente de tono un poco más agudo. Recuerde que e! tono agudo suele asociarse a un menor domi­ nio y agresión. Al combinar e! ladrido con el gruñido, el perro está pidiendo refuerzos. Así, esta vocalización significa: "Estoy bastante al­ terado y si es necesario lucharé, pero tal vez necesite un poco de ayu­ da". Sigue siendo una clara advertencia de que hay que mantenerse alejado. Este perro preferirla recibir alguna ayuda de sus compañeros de manada pero, si se ve presionado, actuará agresivamente por su cuenta. • GRUÑIDO-LADRIDO DE TONO MEDIO ALTO: La SLlbida del tono añadida al gruñido-ladrido indica que e! perro no se siente nada segu­ ro de sí mismo. El animal está diciendo: "Estoy nervioso o asustado, pero me defenderé". Aunque no confíe demasiado en sí mismo, esta amenaza es real y hay muchas probabilidades de que el perro luche si se ve acorralado. • GRUÑIDO ONDULANTE: Es un gruñido que cambia de tono, pasando de medio bajo a medio alto. Puede quedar disgregado en frases (gruñidos cortos acompañados por cambios de tono) y ocasio­ nalmente el animal puede añadirle una especie de semiladrido a medi­ da que va subiendo e! tono. El sonido significa: "Estoy aterrorizado. Si me atacas, puede que luche o puede que huya". Es e! sonido temero­ so-agresivo de un perro muy inseguro de sí mismo. El dilema de que­ darse y luchar o huir para salvar el pellejo viene expresado por las variaciones de tono y las pausas ocasionales en e! gruñido. • GRUÑIDO RUIDOSO DE TONO MEDIO Y ALTO SIN ENSEÑAR LOS

Hasta que no se conoce bien a un perro, este gruñido puede resultar un poco dificil de interpretar basándose únicamente en e! so­ nido. Suena como un gruñido, pero el componente de! rugido ahoga­ do está ausente. En muchas ocasiones, la mejor manera de entender un sonido es observar cómo encaja dentro de la pauta de comunicación. En este caso, el gruñido es audible pero los dientes no se ven y los labios no están contraídos en una mueca amenazadora. En realidad, esto significa "¡Este juego es muy divertido!" y "¡Lo estoy pasando en grande!". Por lo general forma parte de la secuencia deljuego y puede ir intercalado en una serie de ladridos-tartamudeos. Habitualmente indica una intensa concentración, como en el juego del estira y afloja, la disputa por un palo que sujeta otro perro o la agresión fingida. Si está muy familiarizado con el perro en cuestión, reconocerá este gru­ ñido nada más oírlo incluso si no lo analiza conscientemente. Con un DiENTES:

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perro al que conozca, quizás usted se diga a sí mismo algo parecido a:

"Ese gruñido no es nada convincente; no es un auténtico gruñido

amenazador" .

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Aullidos y alaridos Aunque los perros domésticos ladran más que los lobos o sus otros primos salvajes, de hecho' aúllan mucho menos. En los lobos, el aullido tiene varias funciones. Una de ellas es reunir a la manada para cazar. Como los lobos cazan a primera hora del crepúsculo y al ama­ necer, no tiene nada de sorprendente que sea en esos momentos cuan­ do es más probable oírlos aullar. Los aullidos convocan al grupo, que puede haberse dispersado en la espesura para dormir durante la noche o descansar donde no puedan ser vistos durante el día. Como nuestros perros domésticos cuentan con la comida que les suministran sus amos, no necesitan reunir a su manada para organizar una cacería sincronizada. Otro propósito del aullido es reforzar la identidad del grupo. En cuanto oyen el aullido, los miembros del grupo se reúnen y participan en la canción de su manada. Debido a esto, los perros suelen aullar cuando se los separa de los suyos para encerrarlos en algún sitio o se los aísla de alguna manera de su familia y su manada. Este aullido de soledad tiene la misma función que el aullido grupal: es un intento de atraer a otros perros. No todos los aullidos son iguales, sin embargo. • CHILLIDO-AULLIDO: Suena algo así como "yip-yip-yip-aulli­ do", con el aullido final bastante prolongado. Normalmente significa "Estoy solo", "¡Me siento abandonado!", "¿Hay alguien ahí?". Es el aullido con más probabilidad de producirse cuando el perro ha sido apartado de su fanúlia, por ejemplo encerrándolo en un sótano o un garaje donde deberá pasar la noche. • AULLIDO: Es el aullido tradicional, que empieza sin ninguna fanfarria y produce un sonido continuo y prolongado. En ocasiones puede empezar en un tono ligeramente más alto antes de pasar al tono principal, ya veces puede bajar un poco de tono hacia el final. El oído humano lo encuentra má~ sonoro que el chillido-aullido, y suele des­ cribirse como "lastimero". Esta vocalización dice "¡Estoy aquí!" o "¡Este territorio es mío!"; Suele ocurrir que un animal que se siente seguro de sí mismo aúlle meramente para anunciar su presencia. Este aullido

suele lanzarse en respuesta a un chillido-aullido de otro perro, y en ese caso puede significar "¡Te he oído y sé que andas por ahí!". Otros animales pueden unirse al coro. Una vez iniciado, este ulular se convierte a menudo en una alegre celebración en la que los perros, o lobos, anuncian entusiásticamente su presencia y su camara­ dería con otros de su especie en lo que podría denominarse una jam session canina. Esta actividad vocal puede durar un buen rato e in­

cluir a los animales de todo un vecindario o barrio. Es durante uno

de esos conciertos salvajes cuando los cánidos demuestran su sensi­ bilidad musical. Las grabaciones han demostrado que un lobo que

esté aullando alterará su tono cuando otros lobos se unan al coro.

Ningún lobo parece querer terminar con la misma nota que otro miembro del coro. En más de una ocasión he tenido la sensación de que los humanos que no responden al aullido de un perro uniéndose al coro, de alguna manera están descuidando sus obligaciones como miembros de la manada. Pero mi esposa no está de acuerdo, sobre todo cuando cabe la posibilidad de que los vecinos me oigan aullar y sa­ quen conclusiones erróneas. En ocasiones los perros aúllan durante una interpretación musi­ cal, con especial frecuencia cuando los instrumentos son instrumentos de viento, particularmente los de lengüeta, como los clarinetes, los saxofones o las flautas. A veces se los puede inducir a aullar mediante una nota larga en el violín, o incluso cuando un humano mantiene una nota mientras canta. Es de suponer que estos sonidos le parecerán auténticos aullidos :tI perro que los escucha, por lo que debe de sentir

la necesidad de responder a ellos. • LADRIDO-AULLIDO: Es uno de los sonidos más tristes que puede llegar a producir un perro. Empieza con dos o tres ladridos y termina con un aullido, y la secuencia puede repetirse varias veces. Normal­ mente lo produce un animal que ha permanecido relativamente aisla­ do (por ejemplo, encerrado todo el día en un patio sin acceso a la compañía humana o de otros animales) cuando un desconocido u otro perro se acercan al lugar en que se lo mantiene confinado. El ladrido indica su deseo de que los miembros de su manada vengan a reunirse con él, por si surge algún problema, mientras que el aullido indica que no espera que haya respuesta a su llamada. De hecho, este sonido signi­ fica:"Estoy nervioso y solo. ¿Por qué no viene alguien a ayudarme?". El hecho de que el aullido sea un intento de reunir a la manada para no estar solo podría explicarla vieja superstición de que los pe­

rros que aúllan advierten de que alguien de la familia va a morir o de

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que está a punto de ocurrir algún desastre. Habitualmente va asociada a la creencia de que los perros poseen ciertos poderes místicos que les permiten ver el futuro. Suele ocurrir que las cosas que parecen rela­ cionarse con acontecimientos aciagos sean consideradas maléficas en sí mismas, por lo que nuestra fe en los perros parece habernos impul­ sado a interpretar los aullidos que precedieron a una muerte como un intento de nuestro fiel amigo de advertir a su familia humana de que el peligro estaba cerca. Si hacemos caso omiso de las explicaciones sobrenaturales, exis­ te otra posibilidad muy simple con la que explicar esta asociación. Supongamos que hay alguien enfermo en la casa. Debido a los cuida­ dos que necesita esa persona, un perro que normalmente permanecía dentro de la casa podría considerarse una distracción, un estorbo mo­ mentáneo o una fuente de ruidos que podrían molestar al paciente. Por esta razón, quizá sacaran al perro de la casa o lo encerraran durante un tiempo. De este modo, un perro que estaba rodeado de su familia y que incluso podía llegar a dormir en la misma habitación que la per­ sona enferma, se encuentra solo. Esta soledad podría hacer que" aullara. Como hay un enfermo en la casa, las probabilidades de que haya una muerte serían mucho más elevadas de lo habitual. De esta manera, la gente sólo recordaría cosas del estilo de: "El perro del abuelo nunca había aullado antes, pero la noche en que murió el abuelo, aulló tan desesperadamente porque sabía que el fin estaba cercano". La verdad es que el perro nunca había aullado antes porque nunca antes le ha­ bían encerrado y aislado de su familia. Esa noche, dado que el abuelo estaba enfermo, la familia pensó que era preferible encerrarlo donde no molescara. Ese tipo de asociaciones casuales pueden acabar dando origen a una leyenda. Naturalmente, si necesitamos un guión para otro episodio de Expediente X, deberíamos recurrir a explicaciones de naturaleza más mística. • DICHA: El aullido es bastante distinto de la dicha, que es el sonido que producen los perros mientras siguen un rastro. Cuando oyes por primera vez esos dos sonidos percibes una vaga similitud, pero la dicha es más melodiosa porque contiene muchas variaciones conales en vez de mantener un solo tono durante un largo período. Para mí, suena un poco parecido a la combinación de un aullido con un chillido. No cabe duda de que es un sonido mucho más apasionado y suele estar lleno de un alegre entusiasmo. Los sabuesos producen este sonido para indicar que han en­ contrado el olor de su presa. Parte de la intención de la dicha es ese

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"reuníos a mi alrededor" que caracteriza al aullido, sólo que ahora la causa no es la soledad sino la cooperación en la cacería. Durante una cacería siempre cabe la posibilidad de que el olor sólo haya sido capta­ do por unos cuantos perros de la manada, por lo que al interpretar el sonido los demás le atribuyen el significado de "¡Seguidme! He en­ contrado el rastro". A medida que el olor se intensifica, indicando que la manada se encuentra muy cerca de su presa, el sonido se vuelve un poco menos melodioso: la duración de las frases individuales se acorta al tiempo que se hacen más frecuentes, y el mensaje pasa a significar "¡A por él!" o "¡Venga, todos a una!".

Gemidos, chillidos y gimoteos Los sonidos más agudos que pueden llegar a producir los perros son interpretados por los humanos como gemidos o gimoteos. El tono indica parte de su significado: pretenden conseguir que quien los oye se acerque un poco más al que gime y denotan mie­ do o sumisión. También son los sonidos que producen los cacho­ rros, lo que quizá sea la razón por la que pueden usarse como soni­ dos apaciguadores o suplicantes. Indican ausencia de amenaza, así como dependencia y necesidad. Los estudiosos de la conducta han descubierto que estos soni­ dos cortos y agudos son, en algunos aspectos, muy especiales. Son prácticamente los mismos sonidos producidos por las crías de la mayo­ ría de vertebrados terrestres, ya sean lobos, osos, felinos, cocodrilos, gallinas o patos. Poseen dos cualidades importantes: en primer lugar, son muy faciles de oír y separar de los otros sonidos ambientales. En segundo lugar, cuesta localizar su origen exacto. Ambas cualidades son extremadamente importantes en la comunicación entre una madre y su progenie, La madre, obviamente, debe poder oír cualquier llamada de socorro que se emita. Además, estas peticiones de auxilio no deben revelar el escondite de su camada a ningún depredador potencial. El hecho de que la ubicación no se deduzca del sonido no es importante para la madre, dado que ella sabe dónde dejó a sus bebés. El código lingüístico de los cachorros es bastante simple. Cuan­ to más intenso y frecuente sea el quejido o el gimoteo, mayor será la intensidad del sentimiento. En los cachorros, el gimoteo es un intento de comunicar un deseo. Lo que se desea puede ser comida, interacción

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CONVEmE CON

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EL PERRO HABLA

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social o jugar.También puede ser causado por sensaciones corporales, como una vejiga llena. Si es ignorado, el gimoteo se volverá más inten­ so y frecuente antes de que el cachorro acabe aceptando el hecho de que nadie va a responder a él. El gimoteo inquieto o quejumbroso del "Quiero" o "Necesito" se va volviendo más agudo hacia el final del sonido. Puede alcanzar distintas combinaciones de una frecuencia tan alta que recuerda al chirrido de una tiza ar~~. f¡ji::~·"""'

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Figura 8-' La cara del extremo superior representa una cautelosa señal agresiva. Descendiendo por la columna de la izquierda. vemos señales cada vez más agresivas motivadas por el dominio. mientras que si lo hacemos por la columna de la derecha vemos señales cada vez m.is agresivas motivadas por el miedo.

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agresión (es decir, cuanto más abajo de la columna se encuentre), más probabilidades habrá de que el perro cumpla su amenaza. • POSICIONES DE LA CABEZA: Hay otro aspecto a considerar en las señales bucales caninas que se limita al hecho de si la boca está vuelta hacia ti o no. La única arma realmente peligrosa de que disponen los cánidos es su dentadura. Un perro que mira directamente a otro indi­ viduo dirige su arma hacia él. Esto puede producir el mismo efecto que provoca un ser humano cuando apunta a alguien con una pistola: suscitar miedo y una actitud defensiva en el individuo u objetivo. Un animal dominante o amenazador usará el gesto de dirigir su hocico hacia alguien como una amenaza. Un animal dominante, en cambio, puede calmar el miedo de un animal más sumiso ladeando ligeramen­ te la cabeza y apartando la boca de él para demostrar que no tiene intención de atacar. Cuando un animal menos dominante se acerca a uno de rango superior, el animal subordinado puede aproximarse con la cabeza baja al tiempo que dirige su hocico hacia el animal más poderoso para apartarlo rápidamente después. Puede responder a una mirada directa del animal dominante volviendo la cabeza de tal manera que su boca quede dirigida hacia un lado, apartándola así del otro perro. Desviar la boca equivale a decir:"He enfundado mi arma y no te estoy apuntan­ do con ella. No busco pelea, así que tranquilízate". • BOSTEZOS CANINOS: Probablemente, una de las señales caninas con más probabilidades de ser entendida por los humanos. Cuando ven bostezar a un perro, la mayoría de personas piensan que debe de estar cansado o aburrido y la consideran una señal menor o carente de importancia. Pero no es así. Fisiológicamente, el bostezo de un perro tiene las mismas carac­ terísticas que el de un humano. Suministra oxígeno adicional al cere­ bro, el cual puede ayudarnos a permanecer despierto o a espabilamos rápidamente después de haber dormido. Debido a esto, no tiene nada de sorprendente que los perros, como las personas, bostecen cuando están cansados. En el caso de los perros, sin embargo, el bostezo tiene toda una serie de otros significados. Un perro sometido a tensión bos­ tezará, En las clases de obediencia canina, he visto bostezar a muchos perros inmediatamente después de que sus amos los riñeran por algo o les impusieran un correctivo muy severo. Cuando está enseñando a su perro a sentarse y estarse quieto o a echarse y estarse quieto, la gente no suele estar muy segura de si el animal se quedará en su sitio o correrá hacia ellos (o hacia los otros perros) en cuanto se hayan alejado

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", un par de metros. Por esta razón, e! adiestrador principiante suele usar un tono muy áspero y amenazador, y ordena a sus perros que se estén "¡Quieeeeeeetos!" como si estuviera anunciando el comienzo delJui­ cio Final. En una clase de principiantes, verán cómo muchos perros a los que se les ha ordenado permanecer en una posición sentado-quie­ to bostezan mientras sus amos los observan desde el otro extremo de la sala. Cuando e! dueño aprende a dar las órdenes en un tono más afable, normalmente la conducta de bostezar desaparece. En este sen­ tido, e! bostezar debería interpretarse como "Estoy tenso, preocupado o nervioso". Uno de los usos más interesantes del bostezo consiste en enviar un mensaje pacificador. La raíz latina de la palabra "pacificar" nos da una buena indicación de su significado, dado que viene de pax, que significa "paz", y de ¡acere, que significa "hacer". El bostezo no contie­ ne elementos de miedo, dominio o agresión. Es todo lo contrario de una amenaza. Cuando un perro está siendo amenazado por las señales agresivas de otro perro, puede limitarse a responder con un bostezo. Aunque e! acompañante humano del perro quizá vea en ello un signo de despreocupación o aburrida seguridad en sí mismo, en realidad e! perro está mandando un mensaje apaciguador. Al mismo tiempo, bos­ tezar no es Ull signo de sumisión. En muchas ocasiones, el perro ame­ nazador interrumpirá inmediatamente su exhibición agresiva en cuanto vea bostezar a su blanco. Puede que incluso muestre cierto titubeo o parezca no saber qué hacer, y que luego inicie conductas de saludo y acercamiento.

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El bostezo también puede aparecer en otra situación, pero en

este caso es un gesto apaciguador hecho por un perro dominante.

Supongamos que un animal dominante va hacia un perro sumiso que

protege temerosamente algo, como un trozo de comida. En esas cir­

cunstancias, e! perro dominante puede bostezar, quizá como signo de

afable desinterés, lo cual producirá un efecto tranquilizador en el pe­

rro asustado. Los perros leen las señales del bostezo en los humanos. Hace algún tiempo me invitaron a un programa televisivo en el que iba a analizarse la personalidad de algunos propietarios de determinadas ra­ zas de perros. El presentador les había pedido que llevaran a sus anima­ les para que los acompañaran durante la entrevista, que versaría sobre sus relaciones con ellos y e! porqué los habían elegido. Cuando me acompañaron al plató, ya había sentadas en él tres parejas de dueños y perros. Como es típico en semejantes situaciones, los perros estaban

un poco nerviosos a causa de las luces, e! movimiento y todas las per­ sonas desconocidas que tenían alrededor. Se suponía que yo debía sen­ tarme al lado de! presentador del programa. Al otro lado tenía a una

mujer con un enorme rottweiler. Cuando me senté, el rottweiler dejó

escapar un ronco gruñido gutural, empezó a fruncir el labio, mostró los dientes y me miró fijamente. Al parecer ya se sentía bastante incó­

modo en aquella situación, nueva para él, y que un desconocido tuvie­

ra el descaro de sentarse a su lado fue la gota que colmó e! vaso. Me estaba indicando que quería que me apartase y le dejara un poco de espacio. Desgraciadamente, yo no podía hacer eso. Lo peor de todo era

que en un par de minutos estaríamos en antena, así que no había .tiempo para e! habitual ritual de saludo que practico cuando me en­ cuentro con un perro al que no conozco. Como no había muchas más alternativas, lo que hice fue desviar la mirada, interrumpiendo e! con­

tacto ocular con el perro, al tiempo que bostezaba aparatosamente. El

perro me miró y empezó a parpadear. Le devolví el parpadeo, y el perro se echó tranquilamente en el suelo poniéndome la cabeza enci­

ma del zapato. La amenaza se había desactivado. Desde entonces, he usado el bostezo en varias ocasiones o se lo he sugerido a personas que se enfrentaban a situaciones potencial­ mente agresivas. Por lo general, un bostezo, seguido por alguna otra

respuesta de saludo no agresiva, provoca que el perro al que iba dirigi­ do deponga su actitud hostil o baje e! nivel de la exhibición agresiva. Bostezar en público puede considerarse una conducta relativamente

carente de significado (o grosera) entre los humanos, pero cuando esa conducta es usada por los perros o va dirigida a ellos, constituye un acto de conversación y conciliación. • LAMER: Este gesto bucal se interpreta aún peor que e! bostezo por parte del gran público. Pregúntele a cualquiera qué intenta decir un perro cuando viene y le lame la mano. Las madres explican esta conducta a sus niños con palabras como, "Mira, querido, Lassie te está dando besos de perro". Desgraciadamerite, esta interpretación suele ser errónea. Dependiendo de! contexto, los gestos relacionados con el lamer pueden significar muchas cosas distintas. No pueden traducirse simplemente como afecto. Cada una de esas conductas debe interpretarse en función de la forma en que e! perro actúa y la situa­ ción que se dé en ese momento. Las lameduras difieren del beso en varios aspectos. El comporta­ miento es totalmente distinto. Cuando besan, los humanos y los primates no humanos, como los chimpancés, unen sus labios. Los perros no

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El ritmo al que parpadeamos y las situaciones en las que parpa­ deamos (o aquellas en las que no), proporcionan información acerca de los estados emocionales. Un ritmo de parpadeo rápido puede indi­ car aburrimiento, ya que parpadeamos menos cuando estamos pres­ tando atención. Cuando un conductor lleva mucho rato al volante, su ritmo de parpadeo aumenta. Si algo interesante aparece junto a la carretera, los parpadeos disminuyen considerablemente. y lo que es más importante: el parpadeo también puede funcionar como signo de sumisión. Cuando describimos un conflicto, a veces nos referimos a la persona que rehuyó la confrontación como la que "parpadeó prime­ ro". También nos referimos al individuo duro y seguro de sí mismo como aquel que puede tomar decisiones dificiles y llevarlas a la prác­ tica "sin pestañear". En el lenguaje de los perros, el parpadeo rompe la mirada de dominio y muestra sumisión. Aunque representa una renuncia al dominio, no es un gesto tan sumiso como el de desviar la mirada. El parpadeo tiende a significar, "Somos casi iguales, pero aceptaré que tú eres el jefe", en vez de "Por favor, no me hagas daño y te obedeceré en todo". Parpadear también puede ser un signo de cordialidad o incluso de atracción. Todos conocemos el estereotipo de la púdica doncella que parpadea, en una actitud de delicada invitación, cuando un hom­ bre la mira. En los perros y los lobos, el parpadeo puede llegar a formar parte de un ritual de saludo, Cuando un perro sumiso se acerca al jefe de la manada o a otro perro dominante, inclina ligeramente el cuerpo y puede lamer el aire o la cara del animal dominante. Si este acerca­ miento es aceptado, en muchas ocasiones el animal dominante parpa­

deará dos o tres veces en rápida sucesión. Entonces, el perro sumiso le

devolverá el parpadeo, para seguir lamiendo el aire o efectuando mo­

vimientos de tragar o masticar con la boca. Los dos perros han acorda­

do aceptarse el uno al otro en términos amistosos.

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Forma del ojo

La forma de los ojos de un perro se distingue fácilmente porque la mayoría de las razas caninas tienen colores contrastados en la perife­ ria de los ojos. En los perros de pelaje más claro, casi parece que les hubieran dibujado el contorno Con un lápiz. En los perros más oscuros

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suele haber un ligero aclaramiento de la cara en las regiones oculares o en la piel o membranas que rodean alojo. El propósito de estas marcas es permitir que la forma del ojo resulte visible desde más lejos. El lenguaje de la forma del ojo es muy simple: cuanto más gran­ de y redondo sea el ojo visible, más furioso y amenazador está el perro. Los ojos grandes forman parte de la pauta de la mirada de do­ minio. De hecho, los músculos de debajo de los ojos se tensan (como parte del conjunto de movimientos que produce el fruncimiento irri­ tado de la nariz y la frente del perro) y esto ejerce presión sobre el ojo, obligándolo a desplazarse ligeramente hacia adelante dentro de la cuen­ ca. La primera consecuencia es que una mayor parte del ojo queda expuesta, haciendo que parezca todavía más grande. En segundo lugar, el área superficial visible así incrementada captará mejor cualquier luz disponible, haciéndola más prominente y fácil de ver. La acción muscular inversa estrecha el ojo volviéndolo más pe­ queño y menos visible, yesos cambios van asociados con el miedo, la sumisión y el apaciguamiento. Un perro que esté intentando librarse de una amenaza y mostrar un extremado nivel de sometimiento pue­ de llegar a cerrar los ojos. Hay una situación en la que este tipo de lenguaje ocular puede sufrir serias interferencias, Esto ocurre cuando el miedo se mezcla con la agresión, como cuando un perro subordinado se ve metido en una situación de la cual no puede escapar y piensa que debe luchar. En estas circunstancias, el ojo puede adoptar una forma triangular o de lágrima, ligeramente más ancha cerca del hocico y visiblemente más estrecha hacia las sienes, como si el ojo estuviera intentando expresar dos emociones. Empieza con una mirada directa cerca del hocico y va estrechándose gradualmente de tal manera que el párpado cubre el ojo y hace que parezca más pequeño. El conflicto que hay en la mente del perro se vuelve claramente visible en el mensaje contradictorio que transmiten sus ojos. En el caso de los humanos, una gran parte del mensaje que transmiten los ojos procede de las posiciones cambiantes de las cejas. Como contrastan en color con nuestra piel, las cejas son fácilmente visibles desde lejos. Pequeños movimientos musCl.1lares alrededor de los ojos y la frente, que de otra manera resultarían difíciles de ver, se acentúan por la presencia de las cejas visibles. Las cejas envían mensajes muy claros, y los leemos de manera tan precisa como automática.Varios estudios científicos han demostrado que si cubres toda la parte inferior de la cara, dejando visible únicamente la

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porción superior que contiene las cejas y la frente, las personas siguen siendo capaces de identificar sin equivocarse la mayoría de las emocio­ nes humanas básicas. Incluso hay ciertas expresionés que involucran únicamente a las cejas, como el llamado "saludo con las cejas". Esta respuesta se produce cuando saludamos a un amigo desde cierta dis­ tancia. Consiste en una rápida elevación y descenso de las cejas, que dura un sexto de segundo. La respuesta indica cordialidad y placer, y no se da cuando saludamos a personas que no nos gustan. Aunque los seres humanos no parecen ser conscientes de esta señal, es universal y puede verse en europeos, americanos, samoanos, los bosquimanos del África e incluso en tribus aisladas del Perú. Los perros no tienen cejas. Los humanos las necesitan para evi­ tar que la transpiración de la frente nos entre en los ojos. A los perros no les hacen falta porque no sudan de la misma manera que nosotros: el único sitio por el que sudan son las almohadillas de los pies. No obstante, tienen precursores evolutivos de nuestras cejas en forma de marcas que acentúan los movimientos de los músculos situados alre­ dedor de los ojos. Estas marcas pueden ayudar a comunicar. Muchos perros tienen distintos colores del pelo cerca de los ojos, como man­ chas. Según la tradición popular, los perros con más poderes sobrena­ turales son los "perros de cuatro ojos"; perros claros con una mancha oscura encima de cada ojo o perros negros con manchas claras sobre los ojos. Se supone que estos perros tienen habilidades místicas espe­ ciales, como la capacidad de ver demonios, diablos o fantasmas. Aun­ que no puedo confirmar sus poderes de clarividencia, es probable que obtuvieran esta reputación porque sus expresiones eran más faciles de leer que las de los otros perros. Las manchas de colores contrastados hacen que los movimientos de los músculos situados encima del ojo resulten mucho más visibles. En algunas razas caninas que carecen de esas manchas, la pig­ mentación que enmarca el ojo se extenderá hasta más allá de la comi­ sura del límite de éste para marcar una región sobre la ceja. En otras razas, especialmente las de coloración uniforme y las más oscuras, la pauta del pelaje que crece alrededor de la porción superior de los ojos cambia para producir un característico dibujo de sombras que desem­ peña la misma función que las manchas en los perros de cuatro ojos. Todas esas diferencias sirven únicamente para permitirnos leer la ex­ presión del perro "como si" tuviera cejas. El lenguaje de la ceja (o marcador-ocular) canina es similar al de los seres humanos. Cuando el perro se enfada, el espacio entre las cejas

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(manchas) se contrae y las cejas se inclinan hacia abajo. El pelaje tambien

se erizará alrededor de los ojos para sugerir con mayor intensidad una ceja al estilO humano. Cuando el perro está asustado o muestra sumi­ sión, las cejas se elevan por el centro y los extremos exteriores se ten­

san hacia abajo y hacia las sienes. Este movimiento es menos espec­

tacular porque el pelaje no se eriza alrededor de los ojos y no hay ninguna acentuación de la región de las cejas.

Los perros también utilizan sus cejas para mostrar perplejidad y concentración, normalmente cuando se enfrentan a un problema o están intentando comprender algo. Esta actitud se traduce en un des­ censo conjunto de las cejas, sin la angulación que se da en la ira. Es el mismo movimiento que ejecutan los humanos cuando están cavilan­ do algo. Por esta razón, Charles Darwin llamaba al corntgador (músculo

que controla este movimiento) "el músculo de la dificultad".

Los perros pueden mostrar emociones bastante sutiles con sus cejas. La sorpresa, Y hasta un leve asombro, se expresan mediante los movimientos de elevación y descenso de las cejas. Conocí a un Airedale llamado Brandon que incluso tenía una expresión de cejas traviesamente maliciosa. Brandon te miraba y luego enarcaba una ceja.Tras este gesto siempre agarraba algo y salía corriendo, en un intento de provocar el juego de "píllame si puedes".

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Todos los mamíferos disponen del órgano necesario para producir lágrimas, .pero lo usan únicamente para mantener sus ojos húmedos y limpios. Suele afirmarse que sólo los seres humanos lloran coma expre­ sión emocional. En los humanos, las emociones que producen lágri mas normalmente son negativas, como el dolor o la pena, pero si una emoción positiva es lo suficientemente intensa, podemos "llorar de alegría". Recientemente, varios investigadores han sugerido que muchos mamíferos lloran, pero sólo bajo circunstancias de e:-"lrema emoción.

Hace unos años en una reunión de la Asociación de Medicina

Veterinaria Canadiense a la que asistí suscité una acalorada discusión

acerca de si los perros lloran o no. Una docena de asistentes a la re­

unión, ocho de los cuales eran veterinarios, estábamos sentados alre­ dedor de la mesa en la que habíamos cenado. Cuando pregunté si los

perros lloraban, los veterinarios se dividieron radicalmente: cuatro de

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ellos aseguraban que los perros lloran igual que lo hacemos los huma­ nos y otros cuatro afirmaban que esas lágrimas no eran más que un mero reflejo debido a la tensión muscular de la cara y alrededor de los ojos causada por el miedo y el dolor. Ambos bandos expusieron sus argumentos con creciente acaloramiento y terminaron discutiendo de manera bastante apasionada (y ruidosa), lo cual demuestra que se trata de un tema muy controvertido. Por mi parte, puedo decir que he visto llorar a un perro, y que tengo noticias de otro perro que lloró. Una tarde atravesaba el campus de mi universidad cerca de unas obras. De pronto, oí los gritos más desesperados y lastimeros imaginables, que sonaban como un bebé en una terrible agonía. Corrí hacia allí y encontré a una joven bóxer (después sabría que se llamaba Evita) de­ batiéndose entre unos alambres de espino. Tras haberse quedado atra­ pada probablemente había dado varias vueltas intentando soltarse. Lo que consiguió con ello fue quedar enrollada en varias vueltas de alam­ bre, y al revolverse estaba provocando que los pinchos se hundieran en los costados, la espalda y el abdomen. Me quité la chaqueta para poder controlar sus contorsiones sin cortarme. En ese mismo instante, un obrero que aún estaba trabajando en las obras vino corriendo. Vio lo que pasaba y fue a buscar unos alicates para cortar alambres. Mientras yo mantenía inmovilizada a Evita, él cortó los alambres que la sujeta­ ban. Mientras tanto, yo intentaba tranquilizarla hablándole suavemente y observaba su cara, en la que destacaban dos grandes ojos oscuros de los que brotaban hilillos de lágrimas que se deslizaban por su cara. Lo encontré muy lógico. Evita estaba sufriendo muchísimo, y lloraba como hubiese podido hacerlo un niño asustado presa de terribles dolores. La segunda vez que tuve constancia del llanto de un perro lle­ gué demasiado tarde para presenciar sus lágrimas o incluso ayudarle. Mi viejo cairn terrier, Flint, había tenido dolores durante toda la no­ che, y aunque por la mañana parecía encontrarse mejor, decidí llevarlo al veterinario para que lo examinara. Cuando llegué a su consulta, abrí la puerta de atrás de la camioneta para encontrarme con que Flint había muerto en silencio durante el trayecto. Lo había oído gemir quejumbro­ samente durante el viaje, y yo había intentado tranquilizarlo diciéndo­ le que no tardarían en atenderlo. Contemplé aquel viejo rostro gris y vi las huellas que las lágrimas habían dejado a lo largo de su hocico. En ese momento no me cupo duda de que Flint había estado llorando y que las lágrimas estaban dejando esas mismas señales en mi cara.

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Las personas que no entienden el lenguaje de los perros suelen complicarse la vida y además consiguen complicársela a los demás. Un día recibí una llamada telefónica de Steve, un profesor de Educación al que había tenido ocasión de conocer en la universidad. Parecía muy preocupado. "Necesito tu ayuda -dijo-o Mi perro se ha convertido de repente en llna especie de sociópata. Ataca sin avisar, y anoche mordió a mi nieto y mi hija dice que no volverá a traer al niño a nuestra casa a menos que hagamos algo al respecto. Dice que un perro que muerde a un niño debería ser sacrificado, pero Bagel 'no es un mal perro. ¿Po­ drías hacer algo por él?" Esa noche fui a su casa y Steve me recibió en la puerta. Detrás de él había un beagle que valoró la situación, soltó un ladrido de saludo y pasó junto a su amo para venir a darme la bienvenida. Mientras yo me inclinaba para acariciarle las orejas y el pecho, Steve me fue informan­ do. "Éste es Bagel. Normalmente está como lo ves ahora, tranquilo y encantador con todo el mundo. Pero últimamente se ha vuelto impre­ decible. Me ha mordido a nú, a mi esposa y ahora a Denny, mi nieto. No sé qué hacer. Lo queremos mucho, pero no podemos vivir con un perro peligroso o psicótico. Si no hay más remedio, tendremos que..." y Steve se calló y miró al perro con ojos apesadumbrados. Aquello me sorprendió mucho. Los beagles tienen algunos in­ convenientes, como su fuerte tendencia a deambular por su cuenta con la nariz pegada al suelo sin hacer ningún caso de los frenéticos gritos de su dueño. Pueden ser un poco tozudos e independientes, por lo menos en lo que respecta a aprender órdenes como "Siéntate", "Ven" o "Échate" y obedecerlas. También se distraen facilmente con cualquier cosa que ocurra a su alrededor. Algunas personas se quejan

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también de su tendencia a "cantar" o ulular con una estridente voz de tenor cuando se excitan por algo. No obstante, los beagles siempre han sido unas mascotas muy populares debido a lo afectuosos que son y a su bajo nivel de agresión. En una casa llena de niños activos un beagle jugará alegremente con todos ellos, mientras que en una casa con per­ sonas mayores se sentirá igual de feliz adoptando e! pape! de adorno del sofá. Además, generalmente son muy tranquilos y tolerantes. A juzgar por mi primer encuentro con Bagel, no parecía distinto al resto de los de su raza, así que. me sentí bastante perplejo. Steve me dio más detalles mientras yo me arrodillaba y acaricia­ ba a Bagel. -Le hemos comprado montones de juguetes.Ya sabes, cosas de goma que rebotan y pueden masticarse,juguetes peludos que suenan cuando los aprietas y docenas de esas cosas para masticar que parecen de cuero. Normalmente elige uno y se sube al sofa para masticarlo. Eso es lo que estaba haciendo cuando traje a Denny para que lo acariciase. Fue realmente muy extraño, ¿sabes? Bagel se incorporó y parecía muy contento de conocer a mi nieto, pero cuando Denny alargó la mano hacia él, ¡de pronto gruñó y le mordió! Eso me dejó bastante perplejo. -¿Y cuáles eran las circunstancias cuando mordió a tu esposa, Steve? -No tenían nada de especial. De hecho, eran más o menos similares. El perro estaba en e! sara con otro juguete y cuando mi esposa se inclinó sobre él, Bagel se incorporó para saludarla como si se alegrara de verla y después gruñó y la mordió. Pensé que ya sabía lo que estaba ocurriendo. -Steve, estoy seguro de que has oído decir que algunos perros pueden sentirse muy amenazados cuando están royendo o comiendo algo y se les acerca una persona. Si esa persona extiende la mano hacia ellos para acariciarlos, el perro puede confundirlo con un intento de robarle el objeto que está royendo. Robarle comida o un objeto que valora mucho a un perro puede hacer que responda agresivamente. Steve me miró y luego, hablando en el tono que usan los profe­ sores de Educación cuando están tratando de explicarle un concepto dificil a un estudiante no demasiado despierto, dijo: -Claro que lo sé. Para empezar, deberías saber que Bagel no es de esa clase de perros. Por eso te pedí que vinieras a echarle un vistazo y averiguases qué es que lo anda mal. En segundo lugar, creo que entiendo de perros tanto como cualquiera. Si nuestro perro pareciera

sentirse amenazado, gruñera o gimoteara, nunca intentaría tocarlo, y te aseguro que no le diría a mi nieto de cuatro años que lo acariciase. Pero no fue eso lo que ocurrió. Bagel se incorporó. ¡Lo miró directamente a los ojos! Y mientras hacía todo eso no paraba de menear la cola. ¡Y cuando Denny fue a acariciarlo, entonces gruñó y le dio un mordisco! -De acuerdo, de acuerdo. ¿Y cómo meneaba la cola exacta­ mente? La voz de Steve adquirió el tono de enfado del profesor que se enfrenta a un estudiante que está molestando al resto de la clase con preguntas estúpidas que no vienen a cuento. -Bueno, yo diría que la respuesta es obvia. Meneaba la cola de la manera en que un perro mueve la cola de un lado a otro para de­ mostrarte que está contento. -Steve sacudió el brazo frente a mi cara para hacerle una demostración visual del concepto a aquel estudiante tan estúpido. -Sólo una cosa más, Steve. ¿Su cola estaba un poco baja u horizontal y se movía en grandes vaivenes que también sacudían sus caderas? Esta vez fue Steve el que puso cara de perplejidad. Entrecerró los ojos como si intentara ver una proyección de su recuerdo del incidente. -No, no la movía de esa manera. -¿Mantenía la cola alta? -Steve asintió-o ¿La cola estaba casi vertical y Bage!la agitaba con una serie de movimientos cortos, más como una vibración que meneándola o sacudiéndola? -Hice una demostración con mi mano y Steve volvió a asentir. El resto de mi labor fue realmente sencilla. Se limitó a explicarle a Steve que no todos los meneos de cola significan lo mismo. Algunos van asociados a sentirse contento y satisfecho. Otros, sin embargo, pue­ den significar toda una serie de cosas, que van desde el miedo y la inseguridad, pasando por el desafio de dominio, hasta una clara adver­ tencia de que "como sigas acercándote, tienes muchas probabilidades de acabar recibiendo un mordisco". En el caso de Bagel, no cabe duda de que estaba protegiendo su juguete. No meneaba la cola porque estuviera contento y quisiera saludar a la persona que venía hacia él. Cuando alguien se le acercaba, Bagel se incorporaba, lanzaba una mirada directa de amenaza con los ojos muy abiertos y levantaba la cola de una manera dominante y amenazadora. Esa cola estaba diciendo: "¡Atrás! ¡Protegeré lo que es

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mío!". Cuando el nieto de Steve pareció ignorar esa advertencia,Bagel se creyó autorizado a cumplir su amenaza de la única forma en que sabía hacerlo... mordiendo. Entender el lenguaje de la cola de Bagel fue el primer paso de la solución del problema. En algunos aspectos, menear la cola cumple las mismas funcio­ nes que nuestra sonrisa humana, el saludo cortés o el inclinar la cabeza en señal de reconocimiento. Las sonrisas son señales sociales, y los seres humanos parecen reservar la mayor parte de sus sonrisas para las situa­ ciones sociales, cuando hay alguien cerca para verlas. A veces, las situa­ ciones sociales vividas por delegación, como cuando vemos la televi­ sión o estamos pensando en alguien especial, pueden provocar una sonrisa. En los perros, menear la cola parece tener las mismas propie­ dades. Un perro meneará la cola para una persona o para otro perro. Puede menear la cola para un gato, un caballo, un ratón o quizás inclu­ so una mariposa. Pero cuando el perro está solo, no le meneará la cola a ningún objeto sin vida. Si le pone delante un cuenco lleno de comi­ da, el perro meneará la cola para expresarle su gratitud. En cambio, cuando el perro entra en una habitación y descubre que su cuenco está lleno, irá hacia él y comerá con la núsma satisfacción, pero no meneará la cola a excepción quizá de un leve temblor de excitación. Esto es una indicación de que menear la cola sirve como comunica­ ción o lenguaje. De la misma manera en que los humanos no les ha­ blamos a las paredes, los perros no le menean la cola a las cosas que no parecen estar vivas y no devuelven una respuesta social. La cola de un perro dice muchísimo sobre su estado mental, su posición social y sus intenciones. La historia de cómo la cola llegó a convertirse en una herramienta de comunicación es muy interesante. Originalmente, la cola del perro fue diseñada para que le ayuda­ ra a conservar el equilibrio. Cuando un perro corre y tiene que girar rápidamente, lanza la parte delantera de su cuerpo hacia la dirección en la que quiere ir. Entonces su espalda se curva, pero como la veloci­ dad que ha adquirido el cuerpo es alta, los cuartos traseros tienden a seguir desplazándose en la dirección original. Si no se lo frenase de alguna manera, este movimiento podóa hacer que la parte posterior del cuerpo del perro describiese un gran arco, lo cual reducióa consi­ derablemente la rapidez de movimientos del animal e incluso podóa hacer que el perro se cayera mientras intentaba ejecutar un giro a gran velocidad. La cola ayuda a evitar que esto ocurra. Lanzar la cola hacia la misma dirección en la que está girando el cuerpo actúa como una especie de contrapeso, con lo que la cola reduce esa tendencia de

salirse del curso. Los perros también usarán sus colas cuando caminen por una superficie estrecha. Moviendo deliberadamente la cola hacia uno u otro lado en sentido opuesto a cualquier inclinación que apa­ rezca en el cuerpo, el perro mantiene el equilibr-io, de forma muy parecida a como un funámbulo de circo utiliza una pértiga de equili­ brio. Así pues, es evidente que la cola tiene usos importantes asociados con movimientos específicos, aunque no es particularmente impor­ tante en superficies planas, cuando un perro se limita a mantenerse en pie o anda a velocidades normales. En esos momentos, la cola queda disponible para otros usos. La evolución volvió a aprovechar la ocasión que se le presentaba y adaptó la cola con vistas a la comunicación. Mucha gente se sorprende cuando se entera de que los cacho­ rros no menean la cola cuando son muy jóvenes. El cachorro más pequeño al que he visto menear la cola sistemáticamente tenía diecio­ cho días de edad, y tanto el criador como yo estuvimos de acuerdo en que aquello no era nada corriente. Aunque hay algunas diferencias entre las distintas razas, los datos científicos indican que, a los treinta días de edad, aproximadamente la mitad de los cachorros ya menean la cola, y lo normal es que alrededor de los cuarenta y nueve días de edad la conducta haya quedado firmemente establecida. ¿Por qué tarda tanto el cachorro en empezar a menear la cola? La respuesta es que empiezan precisamente cuando es necesario ha­ cerlo de cara a la comunicación social. Hasta que tienen unas tres semanas de edad, los cachorros dedican la mayor parte de su tiempo a comer y dornúr. No están interactuando de manera significativa con sus compañeros de camada, como no sea para arrimarse unos a otros y darse calor mutuamente mientras duermen oapelotonándose alrede­ dor de la madre para mamar. En ese momento ya son fisicamente capaces de menear la cola, pero no lo hacen. A las seis o siete semanas de edad (que es cuando empezamos a ver de manera regular la conducta de mover la cola), los cachorros ya interactúan socialmente entre sí. La mayor parte de estas interacciones consisten en lo que los psicólogos llaman "conductas de juego". Es a través del juego como van descubriendo sus propias capacidades, cómo pueden interactuar con su entorno y, lo más importante de todo, a convivir con otros individuos. Un cachorro aprende que si muerde a un compañero de camada jugando, lo más probable es que sea mordi­ do a su vez, y que dicho compañero, ahora enfadado, puede poner fin al juego bruscamente. Es en este momento de su vida cuando el ca­ chorro también empieza a aprender el lenguaje canino. No está claro

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CONVE~E CON

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hasta qué punto esas comunicaciones sociales emergentes están preprogramadas, pero el aprendizaje es claramente necesario para refi­ nar el uso y la interpretación de esas señales. Los cachorros aprenden a relacionar sus señales y las señales proporcionadas por su madre y sus hermanos con las conductas que las siguen, así como que pueden usar las señales para indicar sus intenciones y para evitar los conflictos. Es en ese momento cuando empieza la conducta de menear la cola. Un momento en el que es probable que surjan conflictos es en el de alimentarse. Cuando un cachorro quiere mamar, debe permane­ cer muy cerca de sus compañeros de camada mientras se abre paso entre ellos para encontrar las tetas de su madre. Recuerden que ahora este cachorro va a acercarse a los mismos individuos que pueden ha­ ber estado mordisqueándolo, pisoteándolo o persiguiéndolo unos mi­ nutos antes. Para indicar que se trata de una situación pacífica, y para calmar cualquier respuesta de miedo o agresividad de los otros cacho­ rros, que también están tratando de abrirse paso, el cachorro empieza a menear la cola. En ese momento e! cachorro usa e! movimiento de la cola como una bandera de tregua ante sus compañeros de camada. Más ade!ante, los cachorros lo harán cuando pidan comida a los ani­ males adultos de su manada o familia. Los cachorros se aproximan a un adulto para lamerle la cara y muestran sus buenas intenciones me­ neando la cola. De esta manera queda claro que la razón por la que los cachorros muy pequeños no la menean es que todavía no necesitan enviar señales de apaciguamiento a los otros perros. Cuando la comu­ nicación entre perros se vuelve necesaria, éstos aprenden rápidamente a enviar las señales adecuadas con la cola. El lenguaje de la cola cuenta con tres canales de información

distintos: posición, forma y movimiento. El movimiento es un aspecto

muy importante de la señal, ya que los 0jos de! perro son mucho más

sensibles al movimiento que a los detalles o los colores. Esto hace que

llna cola que se mueve resulte muy visible para los otros perros.

La evolución ha utilizado unos cuantos trucos adicionales para hacer que las colas sean todavía más visibles. Los cánidos salvajes, como los lobos, suelen tener colas grandes y tupidas que pueden verse fá­ cilmente desde lejos. Además, muchas colas tienen una coloración espe­ cial para facilitar el reconocimiento de las señales. La parte inferior de la cola suele ser más clara, con el fin de que las señales hechas levantando la cola sean visiblemente distintas de aquellas en las que la cola adopta una posición más baja. Muchos cánidos también tendrán marcas dis­ tintivas para que la punta de la cola resulte más visible. Habitualmente,

~ HABLAR CON LA COlA

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, el color se hace más claro hacia la punta, o simplemente hay una marca blanca que define la punta de la cola. En otros cánidos, la punta de la cola es visiblemente más oscura. Cualquiera de esos dos contrastes de

color contribuye a que la punta de la cola sea más visible, lo cual

garantiza que las indicaciones propocionadas por el movimiento y la posición sean más fáciles de reconocer.

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Aunque empezaré describiendo la posición de la cola, debemos recordar que cada señal que transmite puede tener hasta tres compo­ nentes distintos. Al igual que ocurre con otras señales, es la combina­

ción de los distintos componentes la que produce los significados más ricos y más faciJes de leer.También hay otro factor importante a tomar

en consideración: las distintas razas caninas mantienen sus colas a dis­

tintas alturas. Todas las posiciones de la cola deberían leerse con rela­ ción a la posición media en que un perro mantiene la cola normal­

mente. Más adelante volveremos a ocuparnos de esta cuestión.

• COLA HORIZONTAL, SEPARADA DEL CUERPO PERO NO RÍGIDA: Es un signo de atención que podría traducir;;e como "Aquí podría estar ocurriendo algo interesante". Normalmente la causa algún aconteci­ miento cercano, la aproximación de alguien o un olor interesante que flota en el viento. Este gesto no contiene ningún signo de amenaza, pero si la coja empieza a ponerse rígida indicará que el perro se ha dado cuenta de que la situación está empezando a cambiar. • COLA EXTENDIDA HOR.IZONTALMENTE, RÍGIDA y SEPARADA DEL CUERPO: Normalmente, las colas rígidas contienen un elemento de agresión; así pues, este gesto forma parte de un desafio inicial cuando el perro se encuentra con un extraño o un intruso. Podría traducirse como "Vamos a aclarar quién manda aquí" y es el comienzo de otro ritual de saludo bastante cauteloso entre perros que no se conocen demasiado bien el uno al otro. A veces podremos verlo también si un incidente ha provocado alguna pugna, como cuando dos perros en­

cuentran un trozo de comida o un juguete muy atractivo al mismo tiempo. Dado que el jefe de la manada, o el perro más dominante, siempre

es el primero en disfrutar de la comida o los tesoros, el resultado del desafio es importante. Ese tipo de intercambio rara vez conduce a una agresión fisica, dado que normalmente uno de los dos perros evaluará

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la situación y (quizá como resultado de un historial de confrontacio­ nes anterior) se limitará a retroceder, resolviendo así e! conflicto. La posición de la cola puede tener un considerable efecto sobre el significado del gesto. Modifiquemos la altura de la cola rígida ele­ vándola un poco.

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• COLA LEVANTADA, ENTRE LA POSICIÓN HORIZONTAL Y LA VERTI­

Es el signo de un perro dominante. La rigidez de la cola indica su intención de imponer activamente su dominio sobre todo e! que se encuentre cerca de él. De momento e! perro no se siente desafiado, pero prevé la posibilidad contraria. Esta señal de la cola se traduce como "Aquí mando yo, y estoy dispuesto a demostrárselo a cualquiera que dude de mi palabra". Eliminar la rigidez de la cola al tiempo que se mantiene esa posición elevada y la punta se desplaza un poco hacia adelante, mues­ tra una actitud claramente segurade sí misma. CAL:

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• COLA LEVANTADA Y LIGERAJI,IENTE CURVADA SOBRE LA ESPALDA:

Esta señal dice: "Todo el mundo sabe que aquí nundo yo". Es la ex­ presión de un perro confiado y dominante, que no duda de su capaci­ dad para controlar la situación. Este perro no espera desafíos; todo lo que quiere ocurrirá de acuerdo con sus planes y deseos. Me he preguntado en muchas ocasiones cómo evolucionaron estas posiciones de la cola levantada que indican el dominio de un perro determinado. Curiosamente, fue un cuento popular e! que me proporcionó la pista que me puso en el buen camino. Ocurrió cuando e! Dalai Lama visitó Vancouver para dar una serie de conferencias y algunos contactos políticos. El Dalai Lama es e! líder espiritual de la mayor orden de budistas tibetanos y, hasta 1959, fue también e! gober­ nante político de! Tíbet. La universidad organizó una recepción espe­ cial a continuación de un discurso de! Dalai Lama a la que fui invitado. El Dalai Lama se hallaba rodeado de fuertes medidas de seguridad, y la sala estaba tan llena de dignatarios que no tuve ocasión de llegar a hablar con él. No obstante, varios monjes budistas de su séquito tam­ bién asistieron a la recepción y pude charlar un rato con uno de ellos. Lo que realmente me interesaba no tenía nada que ver con la politica o la religión sino, como siempre, con los perros y, concreta­ mente, con e! Lhasa Apso, la más antigua y popular de las cuatro razas de perros consideradas nativas del Tíbet. El Lhasa Apso es una raza más bien pequeña, de unos 25 centímetros de altura hasta las paletillas y unos seis kilos de peso: Tiene un pelaje largo y sedoso, orejas caídas, una pequeña cola que mantiene levantada y la cara achatada. En teoría,

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se supone que debía parecerse al León Celestial. Su historia se remon­ ta a un llÚnimo de 1.300 años. Siempre ha estado relacionado con los monasterios budistas, donde servía como perro de compañía y tam­ bién como perro guardián para dar la alarma. Además, existía la tradi­ ción de llevar a este perrito a la habitación donde agonizara un sacer­ dote. Los monjes creían que el cuerpo de! perro albergaría tempo­ ralmente e! alma de! hombre santo hasta que ésta pudiera reencarnarse en un nuevo cuerpo humano. Debido a esta asociación con las almas de los hombres santificados, dichos perros eran mascotas muy aprecia­ das. A lo largo de los años, sucesivos Dalai Lamas regalaron Lhasa Apsos a varios emperadores chinos. Yo esperaba averiguar algo más sobre aquellos perritos hablando con alguien de su tierra natal. Como ya he dicho, tuve ocasión de conversar con un sacerdote auxiliar de! Dalai Lama que hablaba un inglés muy fluido y parecía amable y dispuesto a hablar. Cuando le pregunté por e! perro se echó a reír, probablemente porque aparte de mí todo e! mundo estaba ocupadísimo con la política y otros asuntos importantes. Aun así, me habló de ellos. "Esos perros llegaron a ser muy populares en e! siglo XVII. Fue durante los tiempos del quinto Dalai Lama, al que llamamos e! Gran Quinto [Ngag-dbang-rgya-mtsho]. El Gran Quinto era un caudillo militar y político, y estableció una alianz~ con los mongoles. [De he­ cho, fue e! responsable del poder político de esta orden religiosa en e! Tíbet.] El Gran Quinto también estaba muy interesado en las tradi­ ciones e historias populares y solía contarlas para entretener a sus oyentes. Una de ellas versaba sobre la cola de! Lhasa Apso. Los mongoles y los chinos solían usar perros de guerra en sus campañas. Según el Dalai Lama, los dioses dieron las colas a sus perros para que desempeñaran la misma función que los estandartes que llevaban los caudillos militares. La bandera alzada indicaba a las tropas dónde se encontraba su coman­ dante,lo cual les permitía ir allí para recibir instrucciones o agruparse a su alrededor para la defensa. El Gran Quinto decía que ésa era la razón por la que e! perro que manda sobre los demás lleva la cola erguida. La cola es su bandera. El Dalai Lama solía echarse il reír cuan­ do decía que siempre había pensado que sólo los perros dispuestos a luchar se habían ganado sus colas. Por esa razón, sugería a veces que los Lhasas probablemente hubiesen debido nacer sin cola. Años más tarde, después de que hubiera construido el Potala, en Lhasa, cambió de parecer. [El Potala es e! magnífico palacio de invierno utilizado por los Dalai Lamas y el sitio que acabaría dando su nombre al perro.]

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PERRO HABLAR CON LA COLA

UEI Gran Quinto tenía muchos enemigos políticos que querían vedó ·inuerto. Cuentan que una noche, mientras el Da1ai Lama dor­ mía, unos asesinos entraron en sus aposentos del palacio. Mataron sin hacer ruido a los guardias del perímetro exterior y después fueron sigilosamente hacia el grupo de guardias que defendÍ3n el dormitorio del Da1ai Lama. De pronto, un pequeño Lhasa Apso que dormía en aquellos aposentos empezó a ladrar furiosamente. Eso alertó a los guar­ dias personales del Dabi Lama e hizo acudir a otros que se encontra­ ban cerca. Una vez descubiertos, los asesinos ya no tuvieron ninguna posibilidad de salirse con la suya. Fue así -comportándose como un guerrero que montase guardia- como el Lhasa Apso le salvó la vida al Da1ai Lama. Después, oyeron que el Gran Quinto le decía a su perro: "Ahora comprendo que realmente te has ganado tu cola, perrito. Le­ vanta tu estandarte de batalla, y 1úce10 con gran honor". Esta historia siempre me ha parecido encantadora, y a veces la recuerdo cuando veo a un perro con la cola erguida. Mucho tiempo después estaba viendo una serie de filmaciones de lobos, en algunas de las cuales se veía a lobos saludarse tras una cacería o preparándose para salir de caza, cuando me di cuenta de que había una partícula de verdad en la idea de que la cola levantada era el estandarte de batalla de un perro. En esos episodios, el grupo de lobos acostumbraba a reunirse alrededor del líder de la manada. Con tantos lobos juntos era difícil localizar a un individuo determinado entre la masa de cuerpos, salvo al jefe. Su cola permanecía levantada lo más arriba posible, como una bandera, para que siempre estuviera claro dónde se encontraba en un momento dado. La función de estandarte para agrupar a la manada queda toda­

vía más clara si consideramos el efecto que produce una cola levantada

en distintas situaciones. Me di cuenta, por ejemplo, de que cuando el

jefe de la manada se paseaba por la zona de descanso con la cola rela­ jada, los integrantes de la manada apenas prestaban atención a sus movimientos y seguían con lo que estuvieran haciendo. Pero si el jefe de la manada atravesaba el claro con la cola lev:mtada, los otros lobos casi siempre se percataban de ello y, lo que es más, iban a reunirse Con él. El lobo Alfa parecía usar aquella señal de manera selectiva. Levanta­ ba la cola cuando se disponía a reunir a sus camaradas para iniciar la cacería. También la levantaba cuando iba hacia un animal que no le resultaba familiar o cuando percibía una situación ambigua o posible­ mente amenazadora. La elevación de la cola agrupaba a sus tropas a su alrededor, de forma muy parecida a como el estandarte alzado del

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". caudillo mongol indicaba su posición a sus fuerzas para que se agrupa­ ran en torno a él. A medida que la cola baja, el contenido del mensaje cambia. • COLA MANTENIDA POR DEBAJO DE LA HORIZONTAL PERO TODAVíA AALGUNA DISTANCIA DE LAS PATAS, CON ALGÚN QUE OTRO VAIVÉN OCASIO­ NAL: Es la señal de un perro relajado que no tiene ninguna clase de problema por el momento. Puede traducirse como "Estoy tranquilo" o "Todo va bien" . • COLA BAJA, CERCANA A LAS PATAS TRASERAS: Esta posición de la cola modifica su significado dependiendo del lenguaje corporal del perro. Si las patas siguen rectas y la cola se mueve lentamente de un lado a otro en un va.ivén más bien corto, podemos interpre­ tar el significado del mensaje como "No me encuentro bien". Es una señal común en el perro que está enfermo o sufre algún dolor no demasiado intenso. La señal también puede indicar un malestar más mental que físico, y en ese caso podría traducirse como "Estoy un poco deprimido". Un cambio en la posición del cuerpo altera el significado de esta señal. La modificación más común consiste en un descenso del cuerpo, que se obtiene doblando las patas traseras ligeramente hacia dentro. Esto crea una leve inclinación hacia abajo de la espalda del perro y altera el significado para conveJ;tirlo en uno que contiene ciertos elementos de aprensión o timidez. Básicamente, esta señal de la cola significa ahora:"Me siento un poco inseguro". Suele verse cuan­ do el perro tiene que enfrentarse a un entorno desconocido, pero a veces también aparece cuando el perro ve que un miembro de su familia se dispone a abandonar la casa y prevé un período de separa­ ción de sus compañeros habituales. • COLA METIDA ENTRE LAS PATAS: Bajar del todo la cola desplaza la señal de la aprensión o la inquietud al miedo declarado. Esta posición se traduce como "¡Tengo miedo!" o "¡No me hagas daño!". Aunque el elemento principal de esta posición de la cola sea el miedo, también se ha ritualizado hasta convertirse en una señal pacifi­ cadora que ayuda a neutralizar la agresión de otro perro. La circuns­ tancia más habitual en la que aparece esta posición es en presencia de un perro dominante o de una persona que es percibida como domi­ nante y que controla la situación. En esos casos, esta señal de la cola también puede significar "Acepto mi humilde papel en la manada y no estoy intentando desafiarte", o "Me siento tan claramente abruma­ do por tu presencia que nunca cuestionaré tu autoridad".

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Hay una interesante razón adicional por la que las posiciones en que la cola está levantada pueden haber evolucionado como señales de dominio mientras que las posiciones en que está baja se han converti­ do en señales de sumisión o inseguridad. Esta razón no tiene nada que ver con la señal proporcionada por la cola. El argumento es que lo importante no es necesariamente la cola en sí, sino más bien lo que hay debajo de ella. Las glándulas anales de un perro contienen mucha información olfatoria que sirve para identificar al animal, y también indican su estado emocional y su nivel de receptividad sexual. Las glándulas anales son prácticamente un informe con los datos persona­ les de un perro determinado. Así pues, un perro que levanta la cola expone esta información al mundo. Esa postura pregona la identidad del perro haciendo que sus olores estén a disposición de todo el que se encuentre cerca, lo cual podría equipararse a poner nuestro nombre en neones o publicar nuestra biografia para que la lea todo el mundo. En las personas, ese tipo de exhibición pública de la información personal se asocia a individuos que son famosos, ricos, poderosos o importantes por otras razones y que, debido a ello, se sienten realmente seguros de sí mismos. Con los perros ocurre exactamente lo mismo. Los perros dominantes están orgullosos de su identidad y les encanta anunciar a todo el mundo:"Tu líder ha llegado. Huele y así sabrás quién soy yo". Si la posición de la cola levantada al máximo pretende exponer las glándulas anales y difundir e! olor, entonces, obviamente, una cola más baja tenderá a reducir la cantidad de olor. Una cola firmemente metida entre las patas tapará físicamente la región anal, con lo que cumplirá la misma función que el tapón de una botella de perfume, evitando fisicamente que se escapen los olores. Básicamente, el perro hace que su presencia resulte menos obvia evitando la difusión de los olores que lo identificarían en tanto que individuo. Algunos científi­ cos han sugerido que este gesto de la cola entre las patas es el equiva­ lente canino a una que vemos en los seres humanos inseguros -espe­ cialmente los niños- que se cubren la cara con las manos cuando tienen que comparecer ante una persona dominante o potencialmen­ te amenazadora. Así pues, las señales olfativas también pueden ser un componente importante de la comunicación con la cola. La Figura 11-1 nos ofrece una representación visual de las dis­ tintas posiciones de la cola. Fíjese en que e! aumento de! dominio o de la agresión eleva la posición de la cola, en tanto que ésta baja si e! miedo o la sumisión se incrementan.

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Forma de la cola Como he señalado antes, la información que facilita la posición de la cola está condicionada por varios factores. Uno de ellos es la forma de la cola. • PElO ERIZADO A LO LARCa DE LA COLA: La manera más racil de cambiar la forma de la cola es erizando el pelo, en vez de mantenerse liso como está normalmente. En términos generales, el centro cerebral que causa el erizamiento del pelo en el lomo del perro hace también que el pelo de la cola se erice. Al igual que el erizamiento del pelaje en la espalda del perro, el de la cola también es un signo de agresión. Es, no obstante, una señal independiente que puede ser usada para mo­ dificar cualquier posición de la cola añadiendo un poco de amenaza a la señal. Así, Con la cola recta modifica la señal haciendo que ésta pase de "Vamos a aclarar quién manda aquí" a "Vamos a determinar quién es el jefe aquí, ¡y si crees que para ello es necesario luchar, por mí de acuerdo!". Añadiendo el erizamiento a una cola que está levantada o por encima de la espalda, significa "Aquí mando yo. No te tengo miedo, y cualquier desafio por tu parte acabará en una pelea". La cola mantenida a un nivel inferior, al tiempo que el pelo está erizado, significa, "Me estás po­ niendo francamente nervioso. Si me obligas, quizá tenga que luchar". • PELO ERIZADO ÚNICAMENTE EN LA PUNTA: El erizamiento de toda la cola siempre encierra un mensaje agresivo, pero una cola que está erizada únicamente en la punta, especialmente si esa punta está levantada, añade un componente de miedo, ansiedad o desánimo, más que de agresión, al mensaje. Así, una cola baja (pero no metida entre las patas) con un erizamiento al extremo y la punta levemente doblada hacia arriba, puede estar diciendo que el perro tiene un mal día. En mis perros, esto se soluciona dedicándoles un poco más de atención personal. Si eso falla, averiguo si hay algún problema fisico que pueda estar causándole molestias. • UNA DESVIACIÓN o CURVATURA PRONUNCIAD:\ EN LA COLA CUAN­ DO ÉSTA SE MANTIENE EN ALTO: Este cambio en la forma de la cola es muy interesante, y las razas en las que puede verse con mayor claridad son aquellas que más se parecen a los lobos. Los pastores alemanes, los pastores belgas y algunas de las razas del norte 10 muestran de una manera muy visible. Esta señal cobra el aspecto de una brusca desvia­ ción o curvatura en la cola.A veces hace que parezca torcida o rota, y le da una apariencia ondulante de serpiente, una especie de letra ese puesta de lado. Es un signo inequívoco de que el perro está pensando

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en iniciar una acción agresiva. Si usted se enfrenta a esta señal, espe­ cialmente si hay otros signos de dominio o agresión, ha llegado el momento de que usted y su perro pongan la mayor distancia posible con esa situación. Esta señal significa:" ¡Atrás! Si no te largas de aquí, vaya atacar... ¡ya.1" . • UNA CURVATURA CERCA DE LA PUNTA DE LA COLA: Esto añade una amenaza moderadamente agresiva a cualquier otra señal. El perro está diciendo: "No te acerques. No te metas conmigo, porque puedo atacar". Las curvaturas de la cola son una señal que nunca debería pasar­ se por alto. Suelen ser un poco sutiles, pero habría que responder a ellas, dado que normalmente indican que el perro se siente lo bastante agresivo para llegar a morder.

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Movimientos de la cola Los distintos movimientos de la cola pueden añadir matices y significados adicionales a muchos otros mensajes, tanto si se transmi­ ten a través del sonido, el lenguaje corporal u otros métodos de expre­ sión con la cola . • MENEO RÁPIDO: Este movimiento puede aparecer como signo de excitación o tensión. En general, el vigor o la rapidez del meneo indican el grado de excitación. A la hora de juzgar la excitación basán­ dose en los movimientos de la cola, es importante prestar atención a la rapidez del meneo, ondulación o vibración, con independencia de la amplitud de barrido del movimiento. La amplitud del meneo de la cola variará dependiendo de la características de la raza, así que habría que mantener los ojos bien abiertos. Por ejemplo, un perro de caza con una cola que se agita libremente puede dar la impresión de estar moviéndola mucho más de 10 que un terrier mueve su cola en forma de zanahoria (que, de hecho, puede parecer que sólo tiembla). Pero, en ambos casos, los movimientos rápidos únicamente significan que el perro está excitado. La amplitud de cada barrido de la ,

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La manera más significativa con que los humanos han interferi­ do en las señales normales de cola en los perros ha sido seguramente con la práctica de cortarla, con la que se amputa al cachorro una parte o la totalidad de la misma en cuanto nace. Obviamente, un perro sin cola no puede emitir señales Con ella.

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Dicha práctica ha generado apasionadas controversias, y yo ten­ go sentimientos contradictorios acerca de la cuestión. Los argumentos en contra (basados en alegaciones de crueldad, dolor y mutilación) han hecho que varios países la prohibieran. No obstante, es importan­ te entender los propósitos originales que hicieron que fuese adoptada por los criadores de perros. Cortar la cola no empezó como una sim­ ple cuestión de moda mediante la cual los criadores trataban de obte­ ner un aspecto determinado en la pista de competición. Muchas razas de spaniels a las que se somete rutinariamente a esta amputación tie­ nen cola elegante y tupida, que en realidad hace que el perro tenga una apariencia más hermosa, al menos a mis ojos. Como en otros muchos casos de manipulación humana de la forma canina, esta medi­ da se adoptó por razones muy prácticas. Una de las razones es la misma que se adujo en un principio para reCOrtar las orejas a los perros guardianes. La cola proporciona un medio con el que un criminal o cualquier otro indeseable podría suje­ tar al perro, controlando así sus acciones y evitando así sus dientes. La cola se corta 10 más cerca posible del cuerpo para evitar el uso de tales estrategias Contra los perros guardianes.

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No obstante, la mayoría de los perros a los que se les corta la cola no son perros guardianes. El Corte parcial o total de la cola se aplica en más de cincuenta razas de perros. En muchas de las razas deportivas, originalmente era un procedimiento preventivo destinado a evitar que sufrieran lesiones en la cola. Esas lesiones son particular­ mente comunes en los perros de caza que tienen que perseguir presas a través de vegetación frondosa, zarzales o terreno rocoso. La rápida acción de sus colas, que se mueven incesantemente de un lado a otro, puede hacer que un perro acabe con la cola desgarrada, rota y ensan­ grentada, 10 cual es doloroso, suele ser dificil de tratar y puede requerir la amputación de la cola en el perro adulto, bastante más arriesgada. Obviamente, cortar la cola elimina el riesgo de que sufra lesiones. Las raZOnes a fa\'or de este procedimiento han sido confirmadas recientemente en un estudio realizado por el Consejo Sueco de Cría del Pointer Alemán de Pelo Corto. Después de que Suecia hubiera prohibido COrtar la cola en 1989, se produjo un visible incremento en

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el número de lesiones de cola. En 1991, esta organización efectuó un seguimiento de 191 pointers a los que no se les había cortado la cola y que en el momento del estudio tenían entre veinticuatro y treinta meses de edad. Asombrosamente, un 51 por ciento de esos perros había sufrido lesiones en la cola que requirieron tratamien­ to médico. La probabilidad y gravedad de las lesiones parece estar relacionada con algunos factores bastante obvios. Los investigado­ "res mencionaron como uno de esos factores la característica vitali­ dad de la raza y la manera en que mueve la cola. Como era de esperar, la frecuencia con que se utilizaba al perro para cazar y el tipo de terreno también eran factores importantes. Los perros que se movían por terreno rocoso, boscoso o con mucha vegetación tenían muchas más probabilidades de sufrir lesiones en la cola que los utilizados en áreas pantanosas o en praderas llanas. Los perros con colas más gruesas y musculosas, como los perdigueros labrador, conservan la totalidad de su cola y parecen me­ nos propensos a sufrir lesiones. En algunas razas, como el vizslas, la parte inferior de la cola es bastante robusta, mientras que la sección de la cola más próxima a la punta suele quedar dirigida hacia arriba (10 cual hace más probable que se enganche en los obstáculos) y no tiene mucha grasa o músculo que le sirva de protección contra la espesura y las rocas. Por esta razón, por lo general a esta raza sólo se le amputa el tercio superior de la cola. Puedo entender las razones de índole práctica con que se justi­ fica esta práctica, pero sigo temiendo que limite de manera significati­ va el uso de las señales de cola y, de esa manera, disminuya la efectivi­ dad de un canal de comunicación muy importante para el perro. Permitanme ofrecerles unos cuantos datos y una anécdota que pare­ cen confirmar mis temores. En un estudio, observamos a perros interactuando en un parque urbano donde les estaba permitido ir sin correa. Contamos 431 encuentros entre perros. La mayoría de dichos encuentros (382, o el 88 por ciento) fueron típicas conductas caninas de saludo, frecuentemente seguidas por conductas de juego, con las persecuciones habituales incluidas. Los cuarenta y nueve encuentros restantes incluyeron un elemento agresivo por parte de uno o más de los perros involucrados. Dicho elemento podía ser tan leve como un gruñido y un intento de morder sin que llegara a haber contacto o tan serio como un ataque tísico con derramamiento de sangre. Los perros involucrados fueron clasificados según tuvieran cola (intacta o parcialmente cortada) o no la tuvieran (muy probablemente

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porque se la habían cortado). Para que pudiera ser clasificado como "sin cola", un perro debía tener una cola de aproximadamente 15 centímetros o menos de longitud (eliminamos de la muestra a los perros falderos). La proporción de perros con cola era considerable­ mente más alta dentro de esta población y ascendía al 76 por ciento, contra un 24 por ciento de perros sin cola. No obstante, cuando con­ tamos a los perros que habían tomado parte en incidentes agresivos, descubrimos que en 26 de esas confrontaciones (53 por ciento) habían participado perros sin cola. Basándonos en e! número de perros con cola y sin ella, cabía esperar sólo doce incidentes agresivos (24 por ciento) en los que estuvieran involucrados perros sin cola. Así pues, nuestros resultados indican que los perros con cola corta o ausente tienen el doble de probabilidades de verse envueltos en encuentros agresivos Con perros que aquéllos con cola más larga y visible. Esto nos obliga a preguntarnos si el incremento de las confrontaciones no podría estar relacionado con la ambigüedad o ausencia de seña­ les de cola adecuadas que habrían podido indicar apaciguamiento evitando así una pelea. La anécdota acerca del corte de la cola trata de un perdiguero labrador llamado Transit, un labrador típico que se tomaba la vida de manera cordial y afable. Las personas siempre le daban besos, y se rela­ cionaba muy bien con los otros perros. Mark, su dueño, solía llevarlo a un parque cercano donde está permitido que los perros vayan sin co­ rrea dentro de una zona cercada. Mark me contó que Transit nunca había tenido interacciones agresivas o negativas con ninguno de los perros que iban al parque. Pero un día, aquel tranquilo perro negro sufrió un desgraciado accidente al fallar el cierre automático de la puerta de un garaje.Tras llevarlo corriendo al veterinario, éste no tuvo más remedio que amputarle casi toda la cola, dejándole un muñón de unos tres centímetros escasos de 10ngitud.Transit se recuperó por com­ pleto y, con esa capacidad de adaptación que hace que los labradores se mantengan entre las diez razas caninas más populares, su personalidad no mostró cambio alguno... o al menos ninguno que los seres huma­ nos pudieran percibir. Mark, no obstante, cuenta que ahora los otros perros le responden de una manera bastante más ambigua que en el pasado. Cuando Transit conoce a nuevos perros, éstos parecen tardar más que antes en completar e! ritual de saludo. y en los tres meses transcurridos desde su recuperación, ya ha habido tres incidentes de amenazas o mordiscos en el parque. En cada caso, el ataque fue inicia­ do por e! otro perro. ¿Será que Transit ha perdido parte de su precisión

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4 anterior a la hora de comunicarse? ¿Y si, al haber perdido su capacidad para hablar con la cola, Transit ya no pudiera enviar las nítidas señales cordiales y pacificadoras que transmitía antes? Aunque podría haber otras explicaciones para estOS datos y esta anécdota, y éstas podrían derivar de otros factores aparte del recorte de la cola, me han hecho recapacitar. Acepto las razones de "seguridad preventiva" para cortar la cola, pero me temo que el déficit de comu­ nicación, el cual parece ser una consecuencia de tal recorte, es signi­

ficativo. Quizá vaya siendo hora de asumir un compromiso en esta controversia. Quizás ha llegado el momento de pensar en el corte

parcial, que consiste en la amputación de esa porción de la cola

(normalmente situada hacia la punta) con más probabilidades de sufrir lesiones, al tiempo que se conserva cola suficiente para per­

mitir que el perro pueda comunicarse con sus compañeros cani­ nos. Desgraciadamente, dudo que esta idea vaya a aceptarse. Los que

se oponen a cortar la cola seguióan manteniendo que la eliminación de cualquier porción de la cola supone una mutilación del perro, mien­

tras que sus defensores dióan que no eliminamos suficiente cola para que esos perros trabajen sin correr peligro. Existe otra solución al problema que exigiría mucho más tiempo y trabajo creativo. ¿Por qué no criar perros de comperición con colas más fuertes y perros guardianes cQn colas más cortas? podóa hacerse. Hemos criado perros para obtener toda clase de atributos similares. Quizá se requiriese la relajación de algunos estándares de raza que permitiera algún grado de cruce para conseguir los cambios, pero el esfuerzo estaóa más que justifIcado. No obstante, me tema que los aficionados a los perros no permitióan que semejante "adultera­ ción" llegara a ocurrir, lo cual significa que las probabilidades de que esta solución se acepte son mínimas. Así pues, si yo tuviera una cola

que no hubiera sido acortada por las presiones evolutivas, ahora me

veóan llevarla muy baja, cerca de mis piernas y moviéndola lo menos

posible: una clara indicación del estado emocional que la cuestión de

la cola provoca en mí.

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Hace algún tiempo asistí a una reunión de laJunta Municipal de Parques en la que se debatía una norma que declararía ilegal pasear perros sin correa por cualquier parque. Varias personas expusieron sus opiniones a favor yen contra de aquel cambio en la normativa, yen poco tiempo la discusión llegó a ser bastante acalorada. En un momento dado, una mlüer se opuso apasionadamente a las áreas sin correa, afirmando que los perros eran "peligrosos y dejaban todo hecho un desastre". El hombre sentado junto a mí era un profesor de universidad que enseñaba nego­ ciación en la Facultad de Comercio. Me miró y observó: -La nueva norma ganará por tres; puede que cuatro votos de margen. Tendremos nuestros parques sin correa. -¿Cómo lo sabe? -le pregunté. -Me lo han dicho -contestó él mientras señalaba a los miem­ bros de la junta sentados a una larga mesa al fondo de la sala. -¿Quiere decir que ha hablado con ellos antes de esta reunión? -No, se lo están diciendo a todo el mundo. Fíjese en ese hom­ bre de la derecha. ¿Ve cómo se inclina hacia adelante para escuchar? Está de acuerdo con la oradora, y la mujer sentada dos asientos más allá que se acaricia el mentón también está de acuerdo con ella. Ahora fíjese en los demás. Ninguno de ellos está a favor de sus argumentos. Dos se han recostado en sus asientos como si intentaran aumentar la distancia que los separa de ella, y uno está mirando el techo. El hom­ bre que está sentado junto a él se ha cruzado de brazos, y la mujer sentada a su lado aprieta los dientes y mantiene las manos entrelazadas delante de ella. Esa mujer que se ha llevado un dedo a la cara también está rechazando el argumento. El único voto del que no puedo estar seguro es el del hombre de la barba. La manera en que apoya la cabeza en la mano indica aburrimiento, y tanto podría votar a favor como en

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contra, aunque por el ángulo de su cuerpo yo diría que piensa que esa mujer no está diciendo más que tonterías. Había sabido leer el lenguaje corporal de la gente. La idea de un período de prueba con una serie de parques concebidos para que los perros pudieran ir sin correa se aprobó por cuatro votos de margen. Aquellos cargos públicos no habían hecho ningún intento deliberado de revelar sus opiniones por adelantado, pero sus cuerpos enviaron señales muy claras acerca de sus actitudes e intenciones. Los negociadores profesionales, psicólogos clínicos, algunos agen­ tes de la ley y muchos hombres de negocios han aprendido a leer las señales no verbales que emite el lenguaje corporal. La mayoría de no­ sotros hemos llegado a dominar razonablemente bien esta habilidad aunque no se nos haya enseñado específicamente. Eche un vistazo a la Figura 12-1, que muestra unas cuantas figuras. Después lea la lista de frases que haya continuación e intente determinar qué figura es más probable que esté diciendo cada una de las frases siguientes. Escriba la letra correspondiente a esa figura junto a la frase. Cuando haya terminado, pase al párrafo siguiente para ver cuáles son las respuestas correctas.

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Los emparejamientos correctos son: 1-E; 2-A; 3-C; 4-F; 5-B; 6-H; 7-D; 8-G. Estoy seguro de que la mayoría de ustedes han inter­ pretado estos ejemplos de lenguaje corporal con muy poca dificultad incluso aunque nunca hayan sido preparados formalmente para hacer­ lo. Fíjense en que la información transmitida por estas breves "instan­ táneas" de personas está relacionada con una larga serie de temas bas­ tante complejos, como el saludo, el dominio social, la ira o el enfado, la excitación, la inocencia, etcétera. Toda esta información se comunica mediante la postura de una persona, las posiciones de sus manos, el ángulo de inclinación de su cabeza y la forma en que se mueve. Con los perros ocurre exactamente lo mismo. Los perros usan la postura corporal, la disposición de las patas y la forma en que se mueven como una parte esencial de su l~nguaje.Además, al igual que ocurre con las personas, el lenguaje corporal de los perros transmite mensajes sobre sus estados emocionales y asuntos sociales.

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Figura 12.1 Estas figuras forman parte de un test para determinar su capacidad de leer el lenguaje corporal. Escriba la letra correspondiente a cada figura jUnto a la frase adecuada del texto, y después lea el párrafo sigUiente para ver qué tal lo ha hecho.

La expresión del dominio social, la agresión, el miedo y la sumi­ SlOn en el lenguaje corporal siempre sigue la regla general de que cuanto más agresivo y dominante sea el perro, más enorme y alto tratará de parecer. Los anímales asustados y sumisos intentan volverse lo más pequeños posible. Esta observación no es nueva: Charles Darwin ya se percató de ello y lo describió en 1872 en su libro The Expression of Emotions in Animals and Man. Ahora veremos cómo este principio general se combina con los otros movimientos corporales del perro para transmitir unos cuantos mensajes muy específicos. • PATAS RíGIDAS, POSTURA ERGUIDA O MOVIÉNDOSE LENTAMENTE HACIA ADELANTE CON LAS PATAS RíGIDAS:

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un perro dominante que intenta decir "Aquí mando yo". También contiene una clara indicación de que, si es necesario, recurrirá a la agresión fisica para imponer su autoridad. Por 10 tanto, también signi­ fica "Te desafio". Esta postura está representada en el dibujo original de Darwin, que he incluido como Figura 12-2. Durante mucho tiempo se pensó que esta postura indicaba que

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no es así. Los perros dominantes rara vez llegan a luchar por la sencilla razón de que no necesitan hacerlo. El ordenamiento jerárquico dentro de una manada de cánidos salvajes, como los lobos, normalmente se establece sin que llegue a haber derramamiento de sangre. La amenaza de agresión es en realidad un ejemplo de conducta ritualizada, donde 10 que importa son los signos y las señales, no las acciones que parecen anticipar, La palabra "ritual" procede de la palabra latina ritualis, que significa "hábito" o "ceremonia". Los rituales son pautas de conducta que han perdido su [unción original de preparativo para una acción y han adquirido un significado a efectos comunicativos. Aunque es im­ probable que la amenaza vaya seguida por un ataque, el efecto que la amenaza produce en los otros animales del grupo normalmente basta para establecer el nivel jerárquico del peno dentro de la manada.

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Figura 12-2 Un perro imponiendo su dominio, según Charles Darwin en The Expression of che EmoUons in Animols ond Mon. 1872.

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¿Por qué este gesto corporal ha pasado a convertirse en una señal y a formar parte de la pauta de comunicación del perro, en vez de ser simplemente la primera fase de un verdadero ataque? La res­ puesta tiene mucho que ver con la evolución y la supervivencia. Exami­ némoslo desde esta perspectiva. Cada día ocurren muchos encuen­ tros menores que podrían producir alguna forma de conflicto. Éstos incluyen disputas sobre quién puede dormir dónde, quién se aparta del camino de quién, quién come primero, quién inicia el juego o la actividad sexual, etcétera, Si cada una de esas situaciones cotidia­ nas derivara en un enfrentamiento físico, todos los cánidos acaba­ rían agotados y pasarían una gran parte de su tiempo cuidándose las heridas y recuperándose. Esto reduciría las probabilidades de supervivencia tanto para el individuo como para la manada, dado que un animal cansado o herido no puede cazar eficientemente ni defen­ derse de manera efectiva, Aquí es donde interviene la evolución. Los perros que han apren­ dido a aceptar la señal de dominio ya someterse a ella salen beneficia­ dos en términos de salud y energía. Los perros que han aprendido a ejecutar una exhibición de dominio y esperar que ésta produzca una conducta de sumisión, por lo que no necesitan luchar a continuación, también salen beneficiados. Esto significa que la evolución favorece a los individuos fisicamente menos agresivos, en los grupos de animales sociales, al mismo tiempo que permite que algunas exhibiciones real­ mente capaces de asustar sigan formando parte del sistema de comu­ nicación canino. Si dos perros asumen esta misma postura erguida y ambos reco­ nocen que están aproximadamente igualados en lo que respecta al dominio pero que no representan una amenaza el uno para el otro, inician una pequeña danza de saludo, Los perros parpadean o inte­ rrumpen el contacto ocular durante un momento, y después cada uno va lentamente hacia los flancos de! otro, evitando cualquier tipo de mirada directa. Cuando están el uno junto al otro, ambos todavía con las colas en e! aire, cada perro husmea la región anal del otro. Esto sirve a dos propósitos: ayuda a cada perro a reconocer el sexo e identidad del otro, y también indica que ambos se sienten lo bastante seguros de sí mismos para exponerse sin temor a ser atacados. Después de esto, cada perro puede dar unas cuantas vueltas alrededor del otro y después quizá vayan corriendo a jugar o cada uno siga su camino. Esto no significa que a esta exhibición de dominio nunca le siga un ataque. Estamos hablando de comunicación, por lo que una vez la

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señal ha sido enviada, la siguiente acción del emisor dependerá de lo que el otro perro haga en respuesta. o CUERPO L1GERA!vlENTE INCLINADO HACIA ADELANTE, PIES FIRME­ MENTE PLANTADOS EN EL SUELO: Ésta es la señal que tiene más probabi­ lidades de provocar un ataque a continuación de la conducta. El perro que adopta esta posición corporal ha presenciado la declaración de un perro dominante de que allí manda él, pero no la acepta. De hecho, lo que está diciendo es: "¡Desafio tu dominio y estoy dispuesto a lu­ chad". Una vez se ha llegado a esta situación puede ocurrir práctica­ mente cualquier cosa.EI encuentro podría terminar de manera pacífi­ ca si el primer perro se echa atrás, o al menos deja de tratar de imponer su dominio, lo cual indicaría que acepta al segundo perro al menos como su igual. En caso contrario, ambos perros pueden seguir avan­ zando el uno hacia el otro y acabar luchando.

Llegados a este punto, hay pequeños cambios en las señales que también pueden indicarle qué ocurrirá a continuación. En ese caso, debería fijarse en el pelaje del lomo de los perros. o EL PELAJE SE ERIZA EN LA ESPALDA Y LAS PALETILLAS: Es un signo de posible agresión incluso cuando tiene lugar sin la postura corporal rígida y erguida. Un surco de pelo erizado a lo largo de la espalda dice "¡No me provoques!", o "¡Me estoy enfadando!". En otras circunstan­ cias, también puede indicar miedo e incertidumbre.

Es importante fIjarse en la forma que adopta el erizamiento. En muchas razas, los pelos tienden a Oscurecerse hacia las puntas. Así, cuando el perro eriza el pelaje (extendiendo los pelos sobre las paletillas y la columna vertebral), las puntas OSCUras lo vuelven más visibles, hacien­ do que el perro parezca todavía más grande y alto y reforzando la expresión de dominio. En algunos lobos y razas de perros, hay una

línea o retazo de pelo oscuro que cruza la espalda y también, ocasio­

nalmente, un oscurecimiento en las paletillas. Estos cambios de color

sirven seguramente para atraer la mirada hacia esas señales.

El pelaje puede erizarse de dos maneras. Una de ellas limita el erizamiento a la región del cuello y las paletillas. Un perro dominante, que todavía se siente seguro de sí mismo y sólo está un poco preocu­ pado por la situación actual, probablemente sólo levantará los pelos de esas regiones de la parte anterior de la espalda. En el segundo caso, los pelos se erizan a lo largo de toda la espalda (10 que también puede ir acompañado por el erizamiento de la cola). Esta "exhibición al com­ pleto" del erizamiento significa "Ya estoy harto de ti", y es un signo de ataque inminente. En otras circunstancias, también puede significar

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que el perro está un poco preocupado por la situación y se dispone a

usar sus dientes en un desesperado intento de defenderse o defender la

posición que ocupa dentro de la manada. En cualquier caso, y tanto si

se trata de miedo como de ira crecientes, este erizamiento del pelaje

suele indicar que el perro no ve más alternativa que la de luchar, a

menos que el otro perro se eche atrás o se Someta.

o BAJAR EL CUERPO O ACURRUCARSE, MIENTRAS SE MIRA HACIA ARRIBA: Es un gesto claramente sumiso, dado que consiste en bajar el cuerpo para parecer más pequeño y, por lo tanto, es justo lo contrario de expresar dominio aparentando ser más grande de lo que se es en realidad. Básicamente, el perro está diciendo "No discutamos", o "Acep­ to tu liderazgo y tu estatus social superior". Darwin representó la for­ ma clásica de esta postura en la Figura 12-3. Algunas personas han sugerido que este gesto es la expresión emocional de un perro que teme a la persona o animal ante el que se inclina, pero existen varias clases de miedo. La forma más evidente podría llamarse "miedo existencial", y aparecería en aquellas situacio­ nes en que la propia vida y la seguridad del perro se encuentran ame­ nazadas. En esta situación, el perro sólo puede seguir dos líneas de conducta: escapar de la situación que lo atemoriza o enfrentarse al individuo que lo amenaza. Si están lo bastante asustados, casi todos los perros sensatos huirán. La huida es la opción más aconsejable, dado que minimiza las probabilidades de sufrir algún daño. El hecho de que la mayoría de perros tengan las caderas bastante estrechas (una característica evidente en los sabuesos que se guían por la vista, como el lebrel y el galgo) les permite correr muy deprisa, y salir corriendo es una buena opción cuando se ven amenazados. Pero cuando la huida es imposible, como ocurre cuando un perro se ve acorralado por un depredador más grande que él, por ejemplo un oso o un puma, entonces la única opción que le queda al animal si quiere sobrevivir es luchar, al menos durante el tiempo suficiente para en­

contrar una escapatoria. Imaginemos que un perro tiene que enfren­ tarse a un oso gris que pesa 180 kilos y que no tiene manera de huir.

¿Creen que el perro adoptaría una postura como la que vemos en la Figura 12-3? Por supuesto que no. No serviría de nada y sólo conse­ guiría que alosa le resultara todavía más facil herirle. Hay una segunda forma de miedo, no obstante, a la que podria­ mas llamar "miedo social". Este miedo aparece cuando animales so­ ciales, como los perros, entran en conflicto con miembros de su propia especie. Obviamente, la huida y luchar siguen siendo dos opciones a

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las que puede recurrir. De las dos, luchar es el desenlace menos proba­ ble. Recuerden que la evolución no parece estar muy de acuerdo con la agresión entre miembros del mismo grupo, a menos que no haya otro recurso. La huida siempre es una posibilidad. Huir de un animal de estatus mucho más elevado reducirá la ansiedad, pero al mismo tiempo reducirá cualquier contacto social que tengas con ese indivi­ duo. En una manada de lobos, es importante que cada individuo tra­ baje en estrecha colaboración con los demás por la supervivencia de la manada, y esto requiere que se establezca alguna clase de lazo social. Un perro que sale huyendo elimina cualquier posibilidad de contacto social. Así pues, ¿qué puede hacer el animal que tiene miedo de un lobo más dominante? La respuesta radica en la comunicación. Admitir la superioridad o el rango superior del otro individuo mediante algún signo o gesto evita cualquier posibilidad de conflicto. Un perro que envía una señal de sumisión acepta el dominio del otro perro. Si ese perro acepta la comunicación, va hacia él y muestra quizás algún signo de saludo, no sólo se ha evitado una pelea sino que hay una posibilidad de que se cree algún vínculo. En esta situación, puede darse una ver­ sión menos exuberante de la danza de saludo que vimos entre dos perro~ del mismo rango. La danza no es tan aparatosa porque el perro

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sumiso permanece inmóvil. Sólo el perro dominante se mueve en torno a él para acabar husmeando los cuartos traseros del perro subor­ dinado. Los perros dominantes husmean mientras que los perros su­ bordinados se limitan a quedarse quietos y esperar. Mediante este ri­ tual, el perro que se ha sometido desarrolla una nueva confianza en el animal de rango superior, dado que su posición es reconocida. Ahora sabe que, si acepta su condición de subordinado, podrá permanecer en la manada sin peligro de ser atacado. La señal ritualizada de bajar el cuerpo no es un signo de miedo físico, sino más bien un medio de evitar una situación que podría llegar a producirlo. Un campesino se inclina ante un rey para demos­ .trar respeto y reconocer su rango. Sabe que, siguiendo este ritual, se protege contra el peligro e incluso puede obtener alguna clase de be­ neficios, como la protección. Entre los perros ocurre exactamente lo mismo. Esta posición es el equivalente canino a inclinarse ante alguien que nos supera en rango. Tomada por sí sola, esta conducta tiene como objetivo apaci­ guar; no obstante, en muchas ocasiones sólo es una entre varias con­ ductas de sometimiento activo. Por ejemplo, al mismo tiempo el perro puede lamer el aire o producir otras señales apaciguadoras . • EMPUJAR CON EL HOCICO: La posición inclinada del cuerpo suele ir acompañada de una conducta d~ cachorro que podríamos llamar "empujar con el hocico". Esta conducta ocurre cuando un pe­ rro sumiso va hacia un perro más dominante y empuja suavemente el hocico de ese perro con el suyo. Esta señal,junto con bajar el cuerpo, indica que el perro de estatus más bajo está aceptando el rango supe­ rior del otro. La evolución de este signo probablemente proceda de las interacciones entre los cachorros y su madre que hemos observado con anterioridad. Los cachorros piden comida con el hocico. Cuando son lo bastante jóvenes, restriegan el hocico contra las tetas de su ma­ dre para que éstas empiecen a dar leche. Posteriormente, frotarán la cara de la madre, o la de otro adulto dominante, con el hocico y la lamerán para hacerle regurgitar un poco de comida. Esta conducta infantil se ha ritualizado hasta convertirse en una señal de comunica­ ción que dice:"Sé que no vas a hacerme daño y que cuidarás de mi". Sabemos que ese frotamiento con el hocico sólo pretende comunicar, pues en muchas ocasiones los perros sumisos ejecutarán el movimien­ to sin llegar al contacto físico con el otro perro. Rozan el aire en dirección al otro animal de una manera muy similar a cuando nosotros

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CONVE~E CON SU PERRO

188

HABLAR CON EL CUERPO

besamos el aire mientras miramos a un ser querido simplemente para demostrar un poco de afecto. Los perros suelen usar ese gesto cuando interactúan con personas. Cuando quieren algo, como comida o salir a dar un paseo, es frecuente que empujen la pierna o la mano de su dueña con el hocico. Si hay una jerarquía firmemente establecida den­ tro de la familia, también es frecuente que lo hagan simplemente para que se les preste un poco de atención, y quizá para que les acaricien. • AL

ACERCÁRSELE OTRO PERRO, EL PERRO SE SIENTA Y SE DEJA

La posición inclinada del cuerpo es un signo de sumisión, pero no es la única forma en que pueden ser exhibirse las diferencias de rango. Tomemos la situación en que dos perros se encuentran y ambos se sienten bastante dominantes y seguros de sí mismos, aunque los dos reconocen que uno es el más poderoso. El perro que se siente un poco superado en rango, pero que normalmente es do­ minante con respecto a otros perros, puede encontrar dificil exhi­ bir completamente la señal de bajar el cuerpo, dado que eso suge­ riría una diferencia de rango mayor de la que existe en realidad. En vez de eso, el animal subordinado simplemente se sienta. Al hacerlo elimina todas las señales asociadas con la amenaza y el desafio, dado que éstas requieren un animal en pie que se esté moviendo. Permi­ tiendo que el otro perro se aproxime y lo olisquee, acepta el domi­ nio del otro perro, pero también indica que la relación existente entre ellos no es una relación del tipo "realeza respecto a campesino", con una gran diferencia social entre ambos. Entre los seres humanos, esto sería el equivalente a que un príncipe comparezca ante un rey. El prín­ cipe puede limitarse a bajar la cabeza y los ojos durante un momento, reconociendo así la posición del rey, en vez de ejecutar la gran reve­ rencia que se espera de otros miembros del reino. OLISQUEAR:

Conocer esta señal puede evitar confrontaciones cuando pasee a su perro llevándolo sujeto de la correa. Si un perro que parece mos­ trar intenciones hostiles va hacia su perro, puede limitarse a ordenarle a su perro que se siente. Si su perro responde a la orden, las probabili­ dades de que haya algún conflicto seguramente quedarán eliminadas. Desde el punto de vista del otro animal, su perro ha admitido su do­ minio social, por lo que no hay ninguna necesidad de probarlo fisica­ mente. Al mismo tiempo, su perro probablemente obedecerá su orden sin vacilar, dado que no le ha pedido que demuestre una gran debili­ dad delante de ese desconocido.

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es el equivalente a una reverencia humana, entonces esta posición equivale a humillarse: Es la forma más extrema de señal pacificado­ ra o de sumisión que puede llegar a transmitir el perro, dado que en esta posición renuncia a cualquier posibilidad de iniciar una acción agresiva. Es un signo de auténtico miedo social y de que hay una considerable diferencia de rango social. Si las posturas cor­ porales tuvieran un sonido, el de ésta sería un gimoteo, que dice al perro dominante: "No soy más que una humilde bestia que acepta tu irresistible autoridad". En esta posición de impotencia, el perro pasa a decir: "Para demostrarte que no soy ninguna amenaza, pue­ des hacer lo que quieras conmigo". Si el perro realmente quiere poner el máximo énfasis posible en su grado de miedo social y su reconocimiento de que existe una enorme diferencia de rango, también puede evacuar unas cuantas gotas de orina. La combinación de echarse en el suelo para parecer lo más pequeño posible con esas gotas de orina recuerda al perro dominante las conductas de los cachorros. Cuando son pequeños, a los cachorros se les tiene que limpiar la orina y las heces, y para ello la madre se limita a darles la vuelta para dejarlos tumbados sobre la espalda. En realidad, el perro que se humilla de esta manera está diciendo: "No soy un desafío mayor para ti de lo que sería un ca­ chorro indefenso". Cuando se envía esta señal, altamente pasiva, la mayoría de perros dominantes le husmearán los cuartos traseros al perro que se ha tumbado en el suelo. El perro sumiso no empezará a moverse hasta que el dominante se haya dado la vuelta o aparte la mirada. En ese momento, puede volver a adoptar la postura corporal de sumisión de la Figura12-3 en un intento de establecer alguna for­ ma de interacción social. Solemos ver elementos de esta conducta (sin la rotura total del contacto ocular o las gotas de orina) en situaciones no tan intensas emocionalmente. Muchos perros adoptan esta postura de manera bas­ tante relajada y satisfecha cuando se encuentran cerca del jefe de su manada. Entonces el perro dominante puede pasarles el hocico por la barriga, la garganta o los genitales, o lamerles la cara, como signo de aceptación. A veces los perros adoptarán esta conducta ante los huma­ nos. Cuando tu perro se echa sobre la espalda, puedes pensar que está pidiendo que le rasques la barriga. En realidad, es un signo de que has sido aceptado como el t090poderoso líder de la manada (lo de rascarle la tripa es una bonificación añadida).

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sexual con él.Yo pensé que se habria encaprichado de alguna perrita que no tenía muchas ganas de cooperar y que quizá le rechazaba. Entonces la dueña de aquel perro vino corriendo y me gritó: "Mi Walter es un perro normal. ¡Quítde de encima a ese asqueroso animal homosexual suyo! ¡Que alguien me ayude!" "No paraba de gritar, y empezó a pegarle a Sammy con la correa de su perro. La gente se giraba para averiguar a qué venía tanto escándalo. ¡Nos estaban mirando, compréndalo! Fue realmente embarazoso. Separé a los perros y me llevé a Sammy. Hoy no lo he llevado al parque y no sé si podré volver a llevarlo si va a compor­ tarse de esa manera." El significado de que Sarnrny montara a aquellos otros perros había sido totalmente malinterpretado por Adele y la dueña del perdi­ guero. Ambas mujeres, y otras personas relacionadas con ellas, aplica­ ban a los perros sus propias actitudes hacia las conductas sexuales, Lo único que saben muchas personas sobre la sexualidad de los perros es que el acto sexual se realiza adoptando una postura que los humanos conocen como "estilo perro". Pero el sexo canino no se reduce a eso, y la conducta de montar tiene un significado mucho más amplio que el meramente sexual. Hay unos cuantas cosas que todo el mundo deberia saber acerca del sexo entre los perros. En primer lugar, existe una clara desigualdad entre machos y hembras. En los seres humanos y en algunos monos (pero no en todos), tanto el macho como la hembra se mantienen sexual mente activos a lo largo de todo el año. En la inmensa mayoría de los otros animales, tanto el macho como la hembra tienen una "época de celo" que consiste en un breve periodo de tiempo durante el que ambos están preparados para mantener una intensa actividad sexual. En el caso de los perros, no obstante, los machos siguen la primera pauta, lo cual significa que están listos para la actividad sexual durante todo el año, mientras que las hembras sólo tienen dos perio­ dos de celo relativamente breves durante los que están interesadas en la actividad sexual y dispuestas a practicarla. Estas diferencias podrían tentarnos a sugerir que los machos pasan la mayor parte del año en un estado de frustración sexual, rodea­ dos por hembras habitualmente poco dispuestas a la actividad sexual. No es ése el caso. Aunque los machos pueden sentirse interesados por el sexo en cualquier momento, sólo se excitan sexualmente ante una hembra en celo, o al menos en presencia del olor que emana. Es du­ rante el celo (conocido técnicamente como periodo del estro) cuando

los ovarios de la hembra empiezan a producir las hormonas sexuales necesarias para hacerla fértil, así como el olor que la hace atractiva para los machos. La palabra procede del término latino estnlS, que significa "frenesí", dado que esas mismas hormonas la vuelven mucho más ac­ tiva y a veces más dominante Y agresiva. El periodo del estro dura unos veintiún días y está dividido en tres fases. La primera, el pro-estro, normalmente dura nueve días. Du­ rante esta fase, la helubra se muestra muy nerviosa, tiende a moverse más de lo habitual, bebe más que de costumbre y orina copiosamente durante sus paseos, y es la fragancia de esta orina lo que atrae a los machos. Éstos la husmean Y después alzan la cabeza y parecen clavar los ojos en la lejanía como si reflexionaran sobre algún profundo mis­ terio filosófIco. Los machos pueden detectar el olor de la hembra des­ de una gran distancia, Y no es raro ver a una perra en celo ávidamente perseguida por un nutrido grupa de pretendientes que se congregan esperanzadamente alrededor de su hogar. Conforme el periodo del pro-estro se aproxima a su fin, las secreciones vaginales empiezan a oscurecerse Y teñirse de sangre. Es en ese momento cuando muchas personas dicen incorrectamente que la hembra está menstruando. En las mujeres, la menstruación tiene lugar bastante después de la ovulación. Indica el fm de cada período de fertilidad y representa la ruptura de tejidos que no son necesarios para sustentar a un feto cuando la mujer no está embarazada. En los perros, la hemorragia tiene lugar antes de la ovulación a consecuencia de los cambios que se producen en las paredes de la vagina para prepararla para la ovulación. Durante este periodo de tiempo, al menos desde el punto de vista de los machos esperanzados a los que atrae, la hembra se gana el significado callejero de su nombre técnico, "perra". Ha estado dilu­ yendo ese invitador perfume sexual en su orina, y sus secreciones vaginales lo han dejado flotando en el aire para que atraiga a todos los machos de la vecindad. No obstante, la hembra rechaza todas las insi­ nuaciones amorosas de los machos. Puede recibir al pretendiente con gruñidos, amenazarlo, perseguirlo e incluso llegar a morderlo. Una hembra menos agresiva se limita a huir, o gira en redondo cuando el macho intenta montarla, con lo que eljadeante Romeo acaba tenien­ do delante no un trasero invitador sino un rostro que le amenaza. También puede adoptar una estrategia menoS complicada que consis­ te simplemente en sentarse, cortando así cualquier acceso a la parte posterior de su cuerpo.

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CON SU PERRO HABLAR CON EL SEXO

Esto no significa que la hembra esté jugando con los machos, por supuesto. Lo que OCUrre es que todavía no ha ovulado, y no lo hará hasta alrededor del segundo día del estro propiamente dicho, que es cuando las secreciones se vuelven más claras y acuosas, lo cual indicará que la vagina está lista para el apareamiento. Una vez liberados, los óvulos necesitarán alrededor de setenta y dos horas para madurar antes de que puedan ser fertilizados por el esperma del macho. El período fértil de la hembra quizá dure sólo unos días, por lo que es muy im­ portante que haya atraído a un número de machos lo bastante grande para poder seleccionar a su compañero en el momento adecuado. Las conductas y señales de cortejo presentan muchas similitudes con las del juego, con unas cuantos gestos de invitación especiales añadidos. Básicamente, es la hembra la que controla la situación. Esto era de esperar, dado que es la hembra la que debe invertir una gran energía en el proceso de la concepción, el desarrollo de los cachorros dentro del útero, el parto y los cuidados posnatales. En estado salvaje, esto significa que se produce un activo proceso de selección, en el que a algunos candidatos a la paternidad se les rechaza enérgicamente mien­ tras que otros Son buscados con afán. La evolución ha infundido un cierto grado de programación, que anima a la perra a elegir un perro robusto y dominante que transmitirá genes capaces. Llegados a este punto, es importante recalcar la diferencia entre las conductas sexuales de los perros actuales y las de los cánidos salva­ jes. Durante el proceso de domesticación, los seres humanos alteramos profundamente la naturaleza de la reproducción canina. Para ser exac­ tos, creamos un animal que es mucho más fértil. Excepto en el caso de los basenjis, normalmente los perros domésticos entran en celo dos veces al año en vez del único celo anual de los cánidos salvajes. Nues­ tro perro doméstico es también mucho más promiscuo que sus pri­

mos salvajes. Eso fUe un esfuerzo deliberado y consciente por nuestra

parte y es un aspecto necesario de nuestro deseo de crear perros con

unas determinadas características. Cada raza de perros aparece mediante la crianza selectiva. Esto

quiere decir que debemos poder tomar un perro que posea ciertas

características (como un determinado color de pelo, forma del cuerpo

o capacidad conductual, como la de cobrar la presa o cuidar de un rebaño) y cruzarlo con otro perro que tenga las mismas u otras carac­ terísticas especiales que deseemos. Obviamente, tener un perro que entra en celo con mayor frecuencia nos proporciona más ocasiones de tratar de combinar los genes de distintos perros que podrían acabar

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produciendo exactamente el perro que queremos. No obstante, tam­ bién debería ser igualmente obvio que para que tal crianza controlada tenga éxito, los candidatos a progenitores caninos deben estar dispues­

tos a aceptarse mutuamente como compañeros sexuales. Que los pe­

rros domésticos fueran altamente selectivos y rechazaran a las parejas elegidas para ellos supondría un serio obstáculo en el proceso de la

creación y el mantenimiento de nuestras modernas razas de perros.

Por esta razón, la promiscuidad en los perros es en realidad una carac­

terística deseable.

Pero en los cánidos salvajes no ocurre lo mismo. En este caso, la reproducción indiscriminada supondría un auténtico desastre, ya que sometería a una presión excesiva a los recursos alimentarios locales. En general, una manada de lobos sólo tiene una camada, que oscila entre los cuatro y los seis cachorros, y que habitualmen­ te procede del apareamiento entre el lobo Alfa y la hembra Alfa. Si corren malos tiempo y el alimento escasea, tal vez ni siquiera esa única camada llegue a nacer. Las conductas de cortejo entre los perros salvajes, y menos fre­ cuentemente entre los perros domésticos, pueden prolongarse duran­ te horas. A veces, en estado salvaje, el cortejo incluso puede quedar interrumpido temporalmente para reanudarse al día siguiente. Nor­ malmente, la hembra dará comienzo a la danza de apareamiento co­ rriendo hacia el macho para luego salir huyendo y, a continuación, volver a correr hacia él y ejecutar otra rápida retirada. La mayoría de machos encuentran irresistible esta conducta, pero en el improba­ ble caso de que el macho quiera "hacerse el duro", la hembra pue­ de empezar a dar saltos y corretear a su alrededor, llegando al ex­ tremo de golpearlo con las patas. Si eso no da resultado, algunas hembras intentarán montar al macho, como si le recordaran cuál es la auténtica finalidad de todo ese juego. Al final suele haber un largo período de persecución, correteos y esquivamientos mutuos. Esas actividades suelen estar interrumpidas por reverencias de juego y por algunos períodos en los que ambos animales se incorporan sobre las patas traseras mientras están frente a frente, a veces apoyando las patas en el pecho o las paletillas del otro y presionando con ellas, como si practicaran la lucha libre. Después de este período de jugueteo, la pareja en potencia se reúne y empieza a explorar el cuerpo del otro. Normalmente empie­ zan con unos cuantos episodios de olisqueo nariz-contra-nariz, tras lo cual pueden lamerse las orejas mutuamente. Finalmente, la pareja pasa

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Recompensando únicamente las palabras correctas mientras confiaba a Arli la labor de elegir libremente de entre su, a esas alturas, ya considerable vocabulario de palabras y combinacio­ nes de palabras, hubiese podido adiestrarle para que prefiriera las palabras reales en oposición a las secuencias causales de letras, Pasado un tiempo, los poemas habrían parecido bastante más humanos y menos concretistas, Pero me abstuve de hacerlo, El tecleo espománeo resulta muy duro para Arli, Se pone nervioso, Empieza a golpear las teclas con la pata, Empieza a gemir, gañir y gimotear. "¿Cómo vaya saber qué es lo que he de hacer? -parece decir-o ¡Dicta! ¡Por el amor del cielo, dicta!"S Lamentablemente, la palabra escrita no parece ser el medio más adecuado para que un perro exprese ideas.Arli me recuerda mucho a una secretaria mía que tuvo que transcribir algunos viejos informes para introducirlos en mi ordenador. Llevaba varios días trabajando en ello cuando pasé junto a su escritorio y le pregunté si encontraba interesante el material. "No sabría decirle -replicó ella-o Sólo lo tecleo. No es como si lo leyese o lo entendiera." Eso era lo que parecía ocurrir con Arli, el setter inglés converti­ do en secretario.

Podemos aprender a entender a los perros e incluso a comuni­ carnos con ellos a través del conocimiento de su lenguaje, pero eso sólo puede ocurrir cuando sus señales están diseiüdas para ser recibi­ das por sentidos que funcionan eficientemente en los seres humanos, Entendemos los mensajes que e! perro envía mediante e! sonido y podemos leer lo que exhibe su cara, leer sus señales táctiles e interpre­ tar sus "danzas" comunicativas y sus posturas corporales mediante la vista. No obstante, hay un canal muy importante de! lenguaje canino que siempre será un misterio para la mayoría de los humanos, y es e! lenguaje olfativo, , El hombre medio tiene alrededor de 5 millones de receptores olfativos en su nariz, lo cual nos sitúa en e! tercio inferior de los manú­ feros en lo que respecta a nuestra sensibilidad olfativa. La nariz del perro medio tiene alrededor de 220 núllones de receptores, lo que hace que su sentido de! olfato sea potencialmente cuarenta y cuatro veces más sensible que e! nuestro. Además, la evolución ha diseñado la nariz de! perro para que haga e! máximo uso posible de esa multitud de receptores olfativos. Para empezar, e! cánido dispone de orificios na~ales móviles que le ayudan a deternúnar la dirección de! olor. In­ cluso sus pautas de olisqueo difieren de las de los humanos. El perro no necesita llenarse los pulmones mientras introduce continuamente e! olor en su nariz mediante series de entre tres y siete olisqueas. La nariz de! perro contiene una estructura ósea de la que carecen los humanos. El aire inhalado pasa por encima de este saliente óseo, y muchas moléculas de .olor se adhieren a él. El área situada encima de . este saliente no es "lavada" cuando e! perro exhala, yeso permite que las moléculas de olor permanezcan allí y vayan acumulándose. Cuan­ do un perro respira normalmente, el aire pasa por su nariz y luego baja

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hasta los pulmones. Cuando olisquea, sin embargo, deja el aire en re­ poso dentro de las cámaras nasales de tal manera que el olor puede ir acumulando in tensidad. Eso significa que pueden detectar incluso olores increíblemente tenues. Hasta qué punto es sensible la nariz del perro lo ha demostrado el Ejército de los Estados Unidos, que ha usado perros para localizar minas terrestres. La limpieza de los t~rrenos minados es un tema que preocupa cada vez más, dado que actualmente muchas minas utilizan componentes de plástico (salvo para los contactos), lo que dificulta enormemente localizarlas con detectores de metal. Un informe del Centro de Investigación y Desarrollo del Ejército publicado en 1985 llegaba a la conclusión de que no había ningún aparato me­ cánico o electrónico que fuera tan efectivo como un perro a la hora de detectar minas, trampas para incautos y explosivos. Ade­ más, la habilidad del perro es rara incluso entre los animales, dado que también se hicieron pruebas Con tejones, coyotes, ciervos, coma­ drejas, zorros rojos, varios tipos de cerdo (incluida una variedad del cerdo salvaje llamada jabalina), mapaches, (y su primo sudamericano el coatí), mofetas, zariglieyas y cruces entre coyote y beagle. Ninguno lo hizo tan bien como el perro. Los investigadores del ejército asignaron algunas tareas increí­ blemente dificiles a los perros durante el curso de esas pruebas. Ente­ rraron lllinas y las dejaron allí durante semanas o meses antes de que se le pidiera al perro que las encontrara. Vertieron aceite en el suelo y le prendieron fuego para cubrir el olor; esparcieron munición intacta y usada en el suelo para que sirviera como distracción. Nada fue capaz de derrotar a la nariz del perro. Los perros empiezan sus vidas guiándose casi exclusivamente

por el olfato y el tacto. Lo primero que los atrae es el calor de su

madre, pero los cachorros recién nacidos están ciegos y deben usar su

sentido del olfato para enCOntrar las tetas de su madre y poder mamar

de ellas. Pasados unos días, ya pueden distinguir el olor de su madre de todos los demás. El mero hecho de introducir a su madre en una habi­ tación donde se les haya aislado de ella tenderá a calmar a los cacho­ rros, incluso si se la lleva allí sin hacer ningún ruido y eilos no pueden vt:-r1a. Su olor es el olor de la seguridad y las comodidades. El sensible sentido del olfato de los perros siempre produce nuevas sorpresas. Hace algún tiempo hablé con Richard Simmons, que estaba trabajando en un proyecto parcialmente financiado por los Institutos Nacionales de Salud de los Estados Unidos. Me contó una historia

sobre Marilyn Zuckerman, de Nueva York, y Tricia, su perra ovejera Shetland.Tricia había desarrollado el molesto hábito de husmearle los riñones a Marilyn o empujárselos con el hocico cada vez que se sen­ taba y la perra podía llegar hasta esa zona de su cuerpo. Su esposo se dio cuenta de que en la espalda de Marilyn había un lunar oscuro en el

que Tricia parecía muy interesada. Parecía extraño que la perra se inte­

resara tanto por aquel lunar, pero como ni le dolía ni le molestaba para nada, Marilyn se limitó a ignorarlo. Un día de primavera, Marilyn estaba tumbada en su balcón tomando el sol en traje de baño. De

pronto, sintió unos dientes en su espalda. Al parecerTricia había deci­ dido que aquel lunar no debía estar allí y estaba intentando quitárselo. La perra mordió el lunar con tal fuerza que Marilyn soltó un chillido

de dolor y se levantó de un salto.

Fue entonces cuando el esposo de Marilyn sugirió que tenía que haber algo realmente raro en aquel lunar para que preocupara tanto a la perra. Marilyn iba a ir al médico por otra razón, y más para satisfacer la curiosidad de su esposo que por otra cosa, le enseñó el lunar. Antes de que terminara el día, Marilyn ya estaba ingresada en el Centro Médico Cornell, donde el lunar fue diagnosticado como cán­ cer de piel; de hecho, era una variedad virulenta y peligrosa del melanoma, que puede ser fatal si no se detecta en una fase lo suficien­ temente temprana. La advertencia de Tricia probablemente le salvó la vida a Marilyn. Simmons me dijo: "Debido a historias como ésa empezamos a investigar las capacidades diagnosticadoras de los perros. Nuestros da­ tos preliminares sugieren que los perros pueden detectar melanomas y otros tipos de cáncer bastante antes de que haya cualquier otra indica­ ción de que existe un problema. Creemos que esos cánceres deben

desprender alguna clase de olor que la nariz del perro puede captar.

Algunos perros muestran señales de agitación en cuanto una persona con cáncer entra en la habitación. Puede que, en algún momento del

futuro. la inspección llevada a cabo por un perro llegue a ser una parte rutinaria de la detección del cáncer".

Aunque todos los perros parecen tener un agudo sentido del olfato, no podemos decir que todos hayan sido creados iguales en lo que concierne a sus capacidades olfativas. Los machos parecen tener mejor olfato que las hembras, tal vez porque son más competitivos y más sensibles a las señales olfativas dejadas por otros machos cercanos. También hay diferencias entre las razas. Los perros con caras achatadas, como los dogos falderos y los pequineses, no salen muy bien parados

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Cuando combinamos estos dos sonidos, sin embargo, obtene­ mos distintos significados, Y el significado específico dependerá del orden en que se los combine. La combinación "harrr-rruff" es una invitación a jugar, y habitualmente va unida a la típica reverencia cani­ na deljuego. Invirtiendo la combinación para producir"rrruff-harrrr", obtenemos un mensaje totalmente distinto. Esta combinación de so­ nidos es una amenaza proferida por un perro inseguro, tal vez para

tratar de proteger un objeto como un hueso, pero a veces simplemen­ te para mantener alejado a otro perro que puede aparecer como do­

minante y amenazador. En esta forma, el sonido significa algo así como:

"Me estás poniendo nervioso, y si te acercas un poco más quizá me

vea obligado a luchar". El hecho de que indique una amenaza basada en la inseguridad es lo que lo diferencia del simple "harrrr" lanzado por un perro dominante Y seguro de sí mismo. Como seres humanos, somos proclives a verlo todo en términos de nuestro propio lenguaje. Por eso tendemos a buscar combinaciones gramaticales y secuencias de palabras que adopten la forma de sonidos. Pero si adoptamos la perspectiva del perro, para el que una señal cor­ poral es tan importante como un sonido, entonces quizá podríamos encontrar más evidencias de la existencia de reglas secuenciales. Cuando un perro clava la mirada en e! rostro de otro, generalmente se trata de una exhibición de dominio o una amenaza, que básicamente dice: "Pienso que aquí mando yo. ¿Quieres desafiarme?". Por otra parte, un perro que interrumpe deliberadamente el contacto visual con otro perro y desvía la mirada, está demostrando que no representa ninguna amenaza y básicamente está diciendo: "Acepto que aquí mandas tú. Puedes establecer las reglas y yo haré lo que tÚ quieras". Combinar las dos señales, de tal manera que se empiece con una mirada directa a la cara seguida por un breve desviar la mirada para luego volver a dirigir­

la a la cara, cambia el signi6cado para sugerir un encuentro más pací­

fico entre dos perros dominantes. Esta señal podría ser interpretada

como: "Ya veo que eres un tipo muy duro y quizá seas el que manda

aquí. Bueno, yo también soy bastante duro, pero no nos peleemos".

Ahora tomemos estas dos señales y combinémoslas con un so­

nido. Al hacerlo, cambiamos por completo la naturaleza de la comuni­

cación. Cuando un perro mira fijamente a otro, y al mismo tiempo

emite el gruñidO de labios fruncidos "harrr", las probabilidades de que

haya un enfrentamiento físico son muy altas. Esta señal es el equivalen­

te canino al enfrentamiento tradicional de los westerns, cuando el fo­

rajido del sombrero negro anuncia: "Este pueblo no es lo bastante

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grande para los dos. Desenfunda". Pero si un perro mira a otro a la cara y después aparta la mirada y emite el gruñido "harrr", la respuesta es muy distinta. El perro que estaba siendo observado vuelve los ojos en la dirección en que está mirando el perro que ha gruñido. Puede que también adopte una postura defensiva junto al otro perro, al tiempo que mira en la misma dirección. Este intercambio significa algo así como: "Creo que ahí hay problemas. Unamos nuestras fuerzas y ac­ tuemos en caso de que sea necesario". Lo importante de estos intercambios es que un elemento deter­ minado, ya sea un sonido ("harrrr" o "rrruff") o un gesto de lenguaje corporal una mirada directa a la cara o volver los ojos y la cabeza), toma su significado del lugar que Ocupa en una secuencia de sonidos o gestos. Esto ciertamente parece indicar que los perros usan reglas gra­ maticales de la secuencia de palabras.

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Tomadas en conjunto, observaciones como éstas apuntan a que el lenguaje de los perros es más complejo de 10 que habíamos creído hasta ahora. No cabe duda de que parecen existir ciertas evidencias cuando menos de una gramática y sintaxis rudimentarias, así Como de reglas de combinación y de la secuencia de palabras.

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El último requisito básico para que haya un lenguaje es conoci­ do como prodllctil'idad. Un verdadero lenguaje debe permitir la expre­ sión y la comprensión de un número infinito de expresiones nuevas, todas las cuales se crean sobre la marcha. De manera más clara, esta noción se basa en la idea de que el lenguaje es un sistema creativo de comunicación y no un sistema repetitivo cuyo funcionamiento se basa en reciclar un número limitado de sentencias o frases. Algunos investi­ gadores podrían sugerir que este requisito parece descartar la posibili­ dad de que exista un lenguaje canino. Desgraciadamente, si se 10 inter­ preta de manera estricta, también descartaría la existencia de cualquier lenguaje simple con un vocabulario reducido y unas reglas gramatica­ les limitadas que obligan a usar frases cortas. Un niño de dos o tres años, Con un vocabulario de sólo cien palabras y una longitud de frase limitada a dos palabras, dispondrá de un número fijo de frases posibles y "reciclará" esas frases según las necesidades del momento para co­ municarse con quienes lo rodean. y, sin embargo, consideramos que ese niño tiene un lenguaje, a pesar de que no supera la prueba de la productividad. Personalmente, estoy dispuesto a aceptar el perruno cama un lenguaje simple, usando las mismas reglas y criterios que empleamos para atribuir un lenguaje a los niños pequeños. Cuando comprueban

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el desarrollo del lenguaje en una persona, los psicólogos conside­ ran los gestos como componentes del lenguaje, además de los soni­ dos.Veamos uno de los tests, el Inventario MacArthur del Desarro­ llo Comunicativo, que ofrece una serie de formularios para medir el desarrollo del lenguaje en niños de hasta sólo dos años de edad. El MacArthur incluye una sección entera sobre "Gestos comunicativos", a los que considera como lenguaje. Éstos incluyen seilalar objetos o acontecimientos interesantes, despedirse diciendo "adiós" con la mano cuando una persona se va, extender los brazos hacia arriba para comunicar el deseo de ser tomados en brazos e incluso rela­ merse los labios en un gesto del tipo "qué bueno" para indicar que algo sabe bien. Ciertamente, los gestos comunicativos de los perros igualan en complejidad a todos estos. No deberíamos ir demasiado lejos a la hora de determinar las similitudes existentes entre las capacidades de comunicación caninas y el habla infantil. Aun así, existen ciertos paralelismos inevitables. Tanto en los perros como en los niños, el vocabulario receptivo es más am­ plio y fiable que el productivo. Los productos lingüísticos que son entendidos también tienden a contener información referente a ac­ ciones que al orador le gustaría que el nii'io llevara a cabo. Le decimos "Dame la mano" a un niño, y le atribuimos una cierta capacidad lin­ güística cuando nos la da. Obviamente, entonces, la respuesta del perro a "Dame la pata" también representa una capacidad lingüística equiva­ lente. El lenguaje emitido tanto para los niños pequeños como para los perros es de una naturaleza casi exclusivamente social, e intenta obte­ ner respuestas de otros individuos. En los perros, de hecho, el lenguaje emitido es un poco más complejo que el de los niños pequeíios, dado que hace hincapié tanto en el dominio y las relaciones de estatus como en los estados emocionales y deseos del comunicador. Un niño de dos años de edad puede tratar de manipular a los demás mediante exhibi­ ciones como rabietas, pero normalmente los niños humanos no inten­ tarán comunicar o expresar un auténtico dominio social hasta que tienen unos cuantos años más. Algunas personas han argumentado que, dado que el perruno se ocupa principalmente de cuestiones sociales y emocionales, no puede ser considerado un auténtico lenguaje. Esas personas, sin embargo, no parecen entender cómo utilizan los seres humanos su lenguaje. Cuan­ do hablamos, la mayor parte del tiempo intercambiamos información personal y social. Habitualmente no debatimos sobre la filosofia de Aristóteles o las teorías de Einstein ni reflexionamos sobre el estado

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actual del universo, sino que parecemos mucho más interesados en los aspectos cotidianos de nuestras vidas sociales. Dos psicólogos ingleses hicieron un muestreo de conversacio­ nes para averiguar de qué habla la gente normalmente. Robín Dunbar tomó muestras por toda Inglaterra, en tanto que Nicholas Ernler hacía lo mismo con las conversaciones corrientes en Escocia. I Ambos des­ cubrieron que las cuestiones emocionales y sociales ocupan más de las dos terceras partes de nuestras conversaciones. Entre los temas típicos figuraba quién está haciendo qué y con quién, en ocasiones con co­ mentarios añadidos sobre si eso es bueno o malo. Otros temas serían quién progresa en el mundo y quién se queda atrás y por qué. Muchas de las conversaciones de mayor intensidad emocional trataban de cómo enfrentarse a situaciones sociales dificiles, y describían complejas interacciones con amantes, niños, compañeros de trabajo, vecinos, pa­ rientes, etcétera. Obviamente, había algunas discusiones técnicas com­ plejas, puede que suscitadas por un problema surgido en el trabajo o un libro leído recientemente. Pero cuando llevé a cabo mi propio muestreo con más de cien conversaciones entre mis colegas universi­ tarios, no encontré ni una sola discusión técnica que se prolongara más de entre cuatro y siete minutos sin derivar, al menos durante un rato, hacia la conversación social. De hecho, sólo una cuarta parte del tiempo se había dedicado a las cuestiones técnicas. Cuando examinamos el lenguaje impreso, encontramos una si­ tuación similar. Los libros más vendidos son de ficción. La mayoría (incluso las historias de aventuras o misterio) describen a los persona­ jes en relación con sus interacciones sociales, sus relaciones con la familia, sus ambiciones personales, los engaños que han sufrido o infli­ gido y, por supuesto, las cuestiones sexuales. Las llamadas novelas ro­ mánticas siguen ocupando los primeros puestos de las listas de éxitos en lo que respecta al volumen total de libros vendidos. La única cate­ goría de no-ficción que consigue hacerse con una porción significati­ va de! mercado son las biografias (y las autobiografias). Da la impresión de que cada actor, político, deportista, locutor y escritor hubiera escri­ to su historia, y al parecer existe un público ávido de leer esos relatos. Pero ¿por qué compramos esos libros? No leemos la vida de un polí­ tico para aprender a redactar y promulgar leyes. No leemos la vida de unjugador de béisbol para aprender cómo darle mejor a la pelota y no leemos la vida de un actor para aprender a memorizar guiones. La razón por la que leemos esos libros es que queremos enterarnos de los detalles sociales. Queremos saber a quién amaron y odiaron, cómo

reaccionaron a las dificultades sociales y situaciones emocionales, con quién se relacionaron a lo largo del camino a la fama y así sucesiva­ mente. Incluso los periódicos se rigen por ese criterio. Unas dos terce­ ras partes de los" centímetros de columna" impresos consisten en his­ torias de interés humano o información social que intentan describir las vidas íntimas de las distintas celebridades Ycreadores de noticias de los que hablan. El espacio dedicado a quién tiene conflictos o intimi­ dades con quién o quién está "de moda" o "de capa caída" en el mun­ dillo social supera con mucho al dedicado a las descripciones de obje­ tos o a cómo está el mundo. El hecho de que las personas inviertan la mayor parte de sus esfuerzos lingüísticos en temas sociales y emocionales no nos hace dudar de que posean un lenguaje. Dado que el perruno parece satisfa­ cer la mayor parte de los requisitos que se le exigen al lenguaje, no deberíamos negar que la comunicación canina es un lenguaje simple­ mente porque no suele tratar temas más elevados que las interacciones sociales y los estados emocionales. Cuando mis hijos eran adolescen­ tes, los consideraba poseedores de un lenguaje a pesar de que me pare­ cía que prácticamente toda su conversación giraba en torno a lo que sentÍan y a sus relaciones con otroS. En estructura y complejidad, el lenguaje de los perros es aproximadamente equivalente al lenguaje de un niño de dos años. El contenido de ese lenguaje, no obstante, se parece mucho al contenido de dos terceras partes del lenguaje huma­ no adulto, y se ocupa de asuntoS sociales cotidianos, la estructura de la sociedad y el mundo emocional en e! que viven los perros.

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Hasta este momento, prácticamente todo lo que hemos dicho ha estado relacionado con cómo podemos entender lo que nos está diciendo un perro usando ellengu~e canino. Salvo por nuestro breve estudio del lenguaje receptivo en los perros, no hemos considerado cómo pueden hablarles las personas a sus perros de una manera que éstos entiendan. La mayoría de nosotros ya les hablamos a nuestros perros en nuestra lengua nativa, y no me refiero a lo que hacemos cuando emi­ timos órdenes para decirle a un perro que se siente o que venga, sino a aquellas ocasiones en las que le hablamos al perro de la núsma mane­ ra en que podríamos hablarle a otra persona o niño. Una encuesta constató que el 96 por ciento de las personas les hablan a sus perros de esta manera. Prácticamente todas las personas encuestadas admitieron que habitualmente saludan a sus perros cuando entran en casa y que también les dicen adiós cuando se van. Otra forma de "conversación" muy común consiste en elogiar al perro diciéndole que es bonito o listo. Muchas personas explicaron que suelen decirle al perro lo que opinan de su conducta, yeso significa explicar que alguna conducta reciente fue estúpida, traviesa, útil o graciosa. A veces, el comentario se prolonga hasta convertirse en un breve relato: "Menos mal que he visto este desastre antes de que lo viera tu madre. Se habría enfadado muchísimo contigo". La mayoña de personas también adnútían que suelen interrogar al perro sobre cuestiones que pueden ser de interés para su acompañante canino, dirigiéndole preguntas del estilo de "¿Quieres salir a dar un paseo?" o "¿Quieres comer algo?". Uno de los aspectos más interesantes de la comunicación hu­ mano-canino es que la mayoría de los dueños afirman que de vez en cuando formulan preguntas a las que no esperan que el perro conteste

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(y ni siquiera que le interesen demasiado), como "¿Crees que hoy lloverá?" o "¿Crees que Sally me perdonará por lo que le dije?". Habi­ tualmente, esta conversación adopta la forma de un monólogo, en la que es el humano quien le dice todo mientras el perro se limita a proporcionar una presencia amiga. Una variedad de conversación un tanto más compleja adoptaría la forma de un diálogo en el que hay un cierto toma y daca pero sólo un hablante. En esta clase de conversación, normalmente miramos al perro de vez en cuando, haciendo una pausa en los momentos en que se podría esperar que el perro hiciera un comentario para luego seguir hablando, como si el silencio del animal hubiera transmitido algún significado. Si escucha esta clase de conversación, lo que oirá sonará muy parecido a escuchar una parte de una conversación telefónica. La conversación podría discurrir de esta manera: "¿Qué crees que debería regalarle a la tía Sylvia por su cumpleaños?" [Unos segundos de pausa) "No. El año pasado ya le regalé flores. ¿Algún dulce, quizá?" (Otra breve pausa) "Unos bombones, naturalmente." [Pausa) "Me parece que sé 10 que estás pensando. Un montón de bombones de licor metidos en una preciosa caja, ¿eh? Has tenido una idea realmente magnífica, Lassie." Existe otro tipo de interacción entre humanos y perros que les resultará familiar a muchos dueños de perros, pero que puede parecer­ le un poco extraña a quien no lo tenga. En esa situación, la persona no sólo le habla al perro sino que también proporciona las respuestas, esencialmente pronunciando las palabras que nos parece que diría el perro en respuesta a nuestros comentarios. Así, la persona podría decir "Bueno, Lassie, ¿te apetece una golosina?" y cuando el perro responde yendo hacia ella, la persona puede añadir (a menudo alterando la voz): "¡Pues claro que me apetece, tontaina!". A veces oyes esta clase de conversación cuando los padres le hablan a un bebé. La versión am­ pliada de esta situación, aquélla en que la persona aporta tanto su diá­ logo como el del perro, tiende a producir una conversación muy simi­ lar a las de esas típicas escenas de película de Hollywood en que las distintas personalidades múltiples de un esquizofrénico discuten entre ellas, cada una con su propia voz y su propio carácter. En realidad ninguna de estas formas de "conversación" tiene como objetivo comunicarse con el perro. Su verdadera función con­ siste en proporcionar algunas interacciones sociales al humano que habla, ya que éstas pueden. ayudarlo a resolver un problema, completar un pensamiento o reconocer una emoción. Las pruebas disponibles

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sugIeren que estas interacciones son muy importantes para la salud psicológica. Generalmente obtenemos esta interacción social de otras personas, pero las personas mayores, la gente que vive sola o cualquiera de nosotros que se encuentre en un hogar vacío porque la familia y los amigos están fuera, puede sustituirla en parte hablándole a un perro. Algunos investigadores han usado las lecturas de la presión sanguínea para demostrar que produce menOS estrés hablarle de cuestiones deli­ cadas a un perro que discutirlas con el cónyuge. Otros estudios han demostrado que las personas mayores que viven solas tienen muchas menos probabilidades de caer en una depresión o necesitar ayuda psi­ cológica si cuentan con la compañía de un perro y tienen ocasión de conversar con él. La manera más extraña de hablarle a los propios perros sea quizá la que me contaron durante una convención científica en Dallas. Esta­ ba hablando con un psicólogo argentino cuando me explicó cómo algunas personas les hablan a sus perros y, además, se hablan unas a otras a través de sus perros. Éste fue su relato. "Los achuar son una tribu sudamericana que usa a los perros como una paree viral de sus comunicaciones. Entre los achuar, las mujeres se encargan de cuidar a los perros. A su vez éstos vigilan el hogar. Algunos perros ayudan en las tare;¡s domésticas transportando cosas dentro de una especie de mochila en forma de cesta que pueden ser sujetadas a su espalda. Las mujeres les ponen nombre a los perros Y hablan con ellos, de una manera muy parecida a como hablan con sus niños. No obst:mte, la labor principal de los perros consiste en ayudar durante la c;¡cería. La caza está reservad;¡ a los hombres, por 10 que los perros pas;¡n muchas horas, ya veces incluso días enteros,junto a ellos. Los hombres llaman a los perros por los nombres que les han puesto las mujeres. También les enseñan a cazar Y a responder a las órdenes que necesitarán entender para colaborar en la cacería. A veces charlan con sus perros, especialmente cuando tienen por delante un largo y solitario viaje de regreso al hogar, de manera muy parecida a como hacen las mujeres cuando los perros están en la casa. "Creo que el que ambos sexoS compartan sus ratos libres y su conversación con los perros ha hecho que, para los achuar, esos anima­ les acabaran ocupando un lugar en el que el mundo de los hombres y el mundo de las mujeres se rozan sin llegar a mezclarse. Debido a esto, el perro puede jugar un papel muy importante en el sistema social de . los achuar a la hora de aliviar la tensión y evitar los enfrentamientoS entre un hombre Ysu esposa. Siempre que puede llegar a surgir alguna

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