PSIQUIATRÍA FOLKLÓRICA, ETNO-PSIQUIATRÍA O Psiquiatria Cultural-Examen Critico Dela Perspectiva de Carlos AlbertoSeguin

May 5, 2019 | Author: marec | Category: Psychoanalysis, Ciencia, Folklore, Anthropology, Psychiatry
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¿PSIQUIATRÍA FOLKLÓRICA, ETNO-PSIQUIATRÍA O PSIQUIA PSIQUI ATRÍA C UL ULTUR TURAL?. AL?. EXAME EXAMEN N C RÍTI RÍTICC O DE LA PERSPEC PER SPEC TI TIV VA DE CARLOS CAR LOS ALBERTO SEGUI SEG UIN N RENATO D. ALARCÓN

RESUMEN. Se examina críticamente uno de los trabajos seminales de Carlos Alberto Seguín, publicado en 1974, en torno a P siqui siquiaa tr tríía Folkl Folklóri órica ca y áreas vi vincul nculad ad as . Se pa sa revi evista sta a s us de fi fini niciones ciones y a l signi signifi fica ca do q ue él a ds cri cribió bió a co nceptos tales como folklore, etnopsiquiatría y psiquiatría cultural y a la descripción de practicantes de estos enfoques “no tradicionales” o “no occidentales” tales como curanderos, medicine-men, shamanes y charlatanes. Los aciertos así como los err errores, ores, pos ibles co ntr ntrad ad icc iones, extensión y lilimi mitac tac iones de la pe rspectiv rspectivaa seg ui uini niana ana son a nali naliza za dos en el contexto de la psiquiatría contemporánea. Seguín dedicó buena parte de su extraordinaria carrera al estudio de es tos a sp ecto s y s e erigió erigió en pionero pionero de una c onsiderac ión justici justiciera era de l pa pel de la ps iq ui uiatrí atríaa folkl folklóri órica ca dentro de la ps iquiatrí quiatríaa e n su co nj njunto. unto. Su críti crítica ca a la ps iquiatrí quiatríaa a ca démica p uede pa recer inj injusta usta pero, en todo ca so, s us plantea mi mientos entos me rece n enfoq ues ob jetiv etivos os y só lidos en el terr terreno eno teórico teórico y en la la prác ti tica ca clí clíni nica ca y tera tera péuti péutica ca .

ABSTRACT. A criti critica ca l exam ina ti tion on o f a se minal wo rk on Fo lkl klori oricc P syc hi hiatry atry and rel elated ated areas , P ubl ubliished in 1974 1974 by the P eru eruvi vian an psyc hi hiatri atrist st Ca rlos Alberto S eg uí uínn is presented. His definitions and meaning of concepts such as folklore, ethno-psychiatry and cultural psychiatry, and his depiction of practitioners such as curanderos, medicine-men medicine-men,, shama ns and cha rlata ns are revi reviewe ewe d. Acc ur urate ate and mi mista sta ken c onceptua liza tions, ti ons, a s w el elll as poss ible contrad contrad icti ctions, ons, s cope and limi mitations tations o f S eguín’ eguín’ss perspec ti tive ve a re a nalyzed in the context of contemporary psychiatry. Seguin devoted a good part of his extraordinary career to the study of these these topics, and bec ame a pi pioneer oneer of a fair consideration of the role of folkloric psychiatry within the discipline as a whole. His criticisms of a ca dem ic ps ychiatr ychiatryy ma y see m unfa unfa ir, but his his views deserve objective and solid studies in the theoretical field and in the clinical and therapeutic practices. La psiquiatría, al igual que toda disciplina clíni clí nica ca , posee un núcl núcleo eo de c onoc imi mientos entos q ue le le dan caracter universal (llamado por algunos Md, mph. P rofesor de P siquia siquiatrí tría, a, Mayo Clinic Clinic College College of Medicine; Medicine; Directo Dir ecto r Médico, Médico, Mayo Ps ychiatr ychiatryy and P syc hology Tratment Center y Mood Mood Disorder Unit;; Editor, Revista Latinoa Unit Latinoa mericana d e P siquiatrí siquiatríaa

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  “científico”) por su aceptación y práctica más o menos generalizadas, su validez y aplicabilidad ecuménica ecuméni ca s y por sus resul esultad tad os emi eminentement nentementee co mpa rab les en difer diferentes entes latitu latitudes des . Se sitúan sitúan en este ca mpo, conceptos ta les c omo la la eval evaluación uación o histori hi storiaa clí clíni nica ca de un ca so determi determinad nad o, el ca rac ter integrado de su manejo en diversos escenarios (servicio hospitalario, consultorios externos, centros co muni munitari tarios) os),, las co nsider nsiderac ac iones del diag nóstico diferenc difer enc ia l, o la la meto do log ía de investiga investiga ción en areas bien definidas del quehacer clínico. No existe pues ma yor duda en rel relac ac ión a la exi existenc stenc ia, el valor valor y la utilidad de estos enfoques en la vertebración epistemológica de nuestra disciplina. Por otra parte, sin embargo, la psiquiatría afronta más que ninguna otra rama médica, la necesidad imper mperiiosa de ad apta rse a las múl múlti tipl ples es diferencias sociales y culturales de sus pacientes. La va rieda d d e esc enari enarios os d emográfi emográficos cos en los los q ue las manif manifesta esta ciones c líni nica ca s de cua lq ui uier er tras tras torn tornoo menta l o d isfunción emoc iona l se tiñen de la s ingular concepción que los pacientes tienen respecto al origen ori gen y la na tur turaleza aleza de sus sínt síntoma oma s; la mul multi titud tud de creencias que dan forma no sólo al como el pac iente rel relaa ta s u dolencia dolencia sino, funda funda mentalmente, a la manera c omo percibe percibe y maneja maneja su rel relac ac ión co n

RENATO D. ALARCÓN, MD, MP H. P ROFES OR D E P SIQUIATRÍA, MAYO CLINIC C OLLEGE O F MEDICINE; DIREC TOR MÉDIC O, MAYO PS YCH IATRY AND PS YCHO LOG Y TRATMENTC ENTER Y MOOD DIS ORD ER UNIT; EDITOR, R EVISTA LATINOAMERIC ANA DE P S IQU IATRÍA

 la pe rsona q ue provee a tención y cuida dos ; el pape l de familias , grupos y co munida des , y aún las ca rac terística s de las diferentes e structuras neuroy psico-biológicas sobre las que se asienta, en última instancia, el resultado de la acción profesional o terapéutica obedec en a factores a veces rad ica lmente diferentes en d iferentes s oc ieda des , regiones o pa íses a lo largo de l mundo. Este co ntexto hac e la ta rea del psiquiatra y d e tod o profesional de la sa lud mental más dificil y complica da , pero tamb ién más fasc inante y a trac tiva. La exploración de estas diferencias sirve, por supuesto, a un manejo más efectivo de los problemas de la salud mental en cualquier grupo humano; pero también representa la búsqueda de una identidad de la disciplina psiquiátrica en el territorio g eog ráfico y s oc io-cultural en el que s e la prac tica . P roba blemente en ninguna región d el mundo esta búsq ueda ha sido más intensa q ue en América Latina, intensidad que se explica por una multitud de razones. Los más caracterizados psiquiatras del continente han dedicado buena parte de su producción académica, intelectual y profesional a deslindar las características sustantivas de su quehacer, las notas distintivas de lo que significa hac er y practicar psiquiatría en es ta región del mundo. Y Carlos Alberto Se guín, uno de los má s connotad os psiquiatras latinoa merica nos, es tal vez el q ue más se adentró en la exploración de la singularidad cultural de los habitantes –pacientes y curadores— del continente, de sus sufrimientos emocionales y de sus prácticas terapéuticas, en un esfuerzo tenaz y noble por adentrarse también en las raíces de la identidad de nuestra psiquiatría.

Fue precisa mente S eguín el q ue a rticuló ha ce casi treinta años lo que hasta entonces se sabía en el área q ue él lla mó “ps iq uiatría folklórica ” a nivel latinoamericano. Un extenso artículo, titulado “Introducción a la Psiquiatría Folklórica” en el número ric a  con que Ac ta Ps iq uiátr ic a y Psic ológ ic a de A m é Latina  ce leb ró en 1974 su vigé simo a niversa rio, pued e ser considerad o c omo la c larinada formal de es te ejercicio epistemológico con que Seguín intentó inaug urar muy prob ab lemente un diálogo d estinado tanto a la perfección conceptual de la sub-disciplina, co mo a la delineac ión de la identida d d e la psiquia tría latinoa merica na. A la vuelta d e má s d e tres d éca da s, parece relevante examinar la perspectiva seguiniana en lo que tiene de desafío intelectual, de cuerpo de doc trina y de ag enda de investiga ción. Este examen crítico se cons truye sob re la ba se d e las ca rdinales contribuciones de Carlos Alberto Seguín, reconoce la époc a en q ue se generaron y vertieron los temas esenciales del trabajo original, aclara conceptos y tendencias a la luz de avances heurísticos e ideas nuevas en el campo y plantea los parámetros esenc iales d e la a ctivida d futura de la ps iq uiatría del continente en el área cultural.

Elementos conceptuales básicos Ciencias del espíritu y Ciencias de la naturaleza. Recurriendo a Dilthey, S eguín des cribe a las “c iencias de l es píritu” co mo aq uélla s que permiten una captación “directa e inmediata” de los hechos, a diferencia de las “ ciencias naturales” q ue los es tudian “valiéndose de procesos conceptuales intermediarios”. Desde esta perspectiva, sitúa a la psicología (la q ue Dilthey lla ma “c omprensiva”) entre las primeras, porque intenta tratar al hombre “no solamente en su realidad presente, sino en su perspec tiva histórica y s u tota lida d vivencial”. Va lga la pena anotar, sin embargo, que en párrafos anteriores a es ta digresión, Se guín señaló ca tegórica mente (y creo que correctamente) que la psiquiatría “no es una ciencia sino un intento de aplica ción de l sa ber científico a una realidad determinada”.

Ciencias nomotéticas y ciencias ideográficas.

Prof. Carlos A. Seguín

Esta d istinción se ba sa en el enfoque q ue Windelband asignó a ciencias “que pretenden la búsq ueda de leyes, trata ndo d e hallar lo g eneral en los casos particulares” (nomotéticas) y a las que encuad ran los hec hos “ valorándo los en lo q ue tienen de particular e insustituible” (ideográficas). Seguín se apa rta aq uí de su d ictum precedente (“la ps iq uiatría

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no es una c ienc ia ”) a l pa sa r a disc utir si la psiquiatría es c iencia nomo tética o ideog ráfica . Arguye q ue tiene algo d e a mba s pero s e ma nifiesta dec idida mentre en favor de llamarla ideográfica y la incluye en el grupo que denomina “ciencias de la conducta”, definición que no solamente confirma (y confunde) a la psiquiatría como “ciencia” sino que la vincula co n disciplinas q ue hoy en día tienen una c onnotac ion sumamente d iferente a la postulad a por Seg uín. Esta imprecisión se hace más evidente cuando en sec ciones subs ecuentes, S eguín incluye también a la antropología cultural y a otras de las llamadas ciencias sociales dentro del grupo de “ciencias de la conducta” a las que en otro momento parece llamar también “ciencias del hombre”.

Folklore. Seguín estudia la etimología de este término y enfatiza el caracter sociológico del componente folk    o “pueblo”; usa esta coyuntura para reafirmar que la palabra entraña fundamentalmente “una capa d e l a s o c ie d a d c o n c a ra c t e rís t ic a s pa rticulares… (y)… un co ntenido cultura l diferente: el grupo de los que no poseen instrucción, los que tienen “ rec urso s m uy limitad os ”. Lore , por su pa rte, significa “saber, impartir o recibir conocimiento”, c o n c e b id o e n e s t e c a s o c o m o “ s a b e r tra diciona l… (y)… fruto co lectivo y pa trimonio o propieda d de un grupo”, el de los “no eruditos” . En su revisión de las varia s d efiniciones de esta palabra, acuñada por primera vez en 1846, Seguín cita, entre otros, a Imbelloni, Poviña y a la Enciclopedia B ritánica , c ritica ndo a los tres por la implicación de que el saber folklórico (el anglicismo ya cómodamente instalado en el castellano convencional) equivale a la sobrevivencia de las “tradiciones, costumbres y supersticiones de las clase s incultas en las nac iones civiliza da s” . El mae stro peruano c ondena la connotac ión peyorativa de este as erto y, más aún, la noción de “s obrevivencia” que se as igna a las prác tica s folklórica s, resa ltando mas bien, con Charléty, su adaptabilidad histórica y su ca rac ter afectivo q ue funda, ac recienta, excita, fortifica y exalta “el amor a la patria”. Está de acuerdo, sin embargo, con que el término vulgus  ca lifica a los “no ilustrados”, implicando una vez más en este rasg o a lo trad icional: puede inferirse ya entonces un as pecto esenc ial de la perspec tiva s eguiniana sobre lo que es la psiquiatría folklórica.

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Psiquiatría transcultural. Desc rita prác tica -mente c omo resultado de las investigaciones antropológico-culturales, la psiquiatría transcultural es, para Seguín, fundamentalmente un esfuerzo “por reducir las variantes culturales a cuestiones sin mayor trascendencia” y a explicar las diferencias en torno a la experiencia d e e ntida des clínica s trad icionales como esquizofrenia y depresión en diversas soc ieda des, c omo “mod ifica ciones pa toplás tica s de cua dros patog énica mente igua les” . De hecho, Seg uín reduce la psiquiatría transcultural a su componente comparativo y, aunque reconoce el valor de la relatividad cultural como un paso adelante en la comprensión integral de la enfermedad mental en toda latitud, enfatiza las ventajas de la biografía sob re la b iología, q uizá s c omo a nticipación de otra afirmación igualmente reduccionista: “idéntica conducta en diferentes sociedades puede estar ba sa da en meca nismos psicod inámicos distintos”. P or un lad o, S eguín critica certeram ente el “euroc entrismo des ca rad o” de Wittkow er al declarar q ue la esq uizofrenia d e pa cientes a frica nos es una “pob re imitac ión de las formas europea s” pero, por otro, se muestra de acuerdo con el mismo autor cuando éste identifica a po blaciones “ prealfab etas ” como el único objeto de estudio de la psiquiatría trans cultural. Más q ue cuestionar aspec tos e senc iales de las definiciones entonces en uso, Seguín las aceptó como nociones inmodificables y criticó únicamente las implicaciones y tergiversaciones anejas a ta les noc iones.

Psiquiatría Folklórica. S eg uín de fine a la psiquiatría folklórica co mo “el estudio de las idea s, las c reencias y las prác tica s que se refieren a los cuadros psiquiátricos y su tra tamiento, ma ntenida s po r trad ición popular, a pa rte y en contra de lo aceptado por la cultura dominante en el medio en el q ue se p rese ntan” . El representa nte epónimo de la psiquiatría folklórica es, pa ra S eg uin, el curand ero, a q uien llam a, c on Va ldizán, “ curad or sincero” o “convencido” y, con Sal y Rosas, “prac tica nte de la med icina tradicional”. El curande ro “c ree en lo q ue hace” , ac túa bas ad o en la s ab iduría popular y en la trad ición, es un “intermediario” ante los espíritus cuya acción benéfica busca mediante música, cantos, oraciones y otras prácticas ritualísticas “d espreciada s po r la cultura en la q ue actúa”. El curandero no tiene status oficial, es

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“c ondenado por la soc ieda d establecida … perseguido por las leyes” y obra fundamentalmente por “motivos voca cionales y humanitarios ”. S eguín esta blece finalmente claras diferenc ia s entre psiq uia tría folklórica y curanderismo , por un lad o, y psiquiatría a ca démica , etnopsiquiatría y c harlata nismo, co n sus respec tivos representa ntes (psiquiatra, medicine-man  y c harla tán), por otro. Estas distinciones se discutirán más adelante. Los dos pilares de esta definición son sin duda el ca rác ter vertebrad or de la “ tra dición popular” y su tono de abierta confrontación (“aparte y en contra”) con la “cultura dominante”. El problema aquí radica no solamente en la dificultad en precisar qué es trad ición popular y q ué es c ultura d ominante, sino en el hecho de que dado su fluido carácter epistemológico, la psiquiatría folklórica corre el riesgo de convertirse en un cuerpo de conocimientos vac ilantes , contradictorios y ha sta co nfuso s, s ujetos a interpretac iones divergentes, ca mbiantes y, a pesa r de e llo, c as i siempre do gmá tica mente rígidas en sus fas es de vigencia o pred ominio. P or otro la do , la descripción aséptica, casi idealizada, del curandero, pareciera discrepar con la prác tica rea l de los se lla ma n tales; muy a s u pesa r, S eg uín intenta d eslinda r las diferencias e n cuanto a sta tus soc ial, motivac iones y prácticas utilizand o un c artabón dec ididamente académico el cual, por definición, debe enfatizar perfiles distintivos más o menos categóricos de entidades, individuos y actividades que poseen mas bien linderos esencial y lamentablemente borrosos.

Etno-psiquiatría. Debe ac eptarse q ue el esfuerzo po r definir disciplinas q ue lidian c on las sutiles interac ciones entre psiquiatría y cultura es dificil, complicado y no poca s veces frustrante. Seg uín nos dice que la etnopsiquiatría estudia conceptos y prácticas “ps iq uiátrica s” en tanto q ue ellas se a ctualizan e n o forman parte del “seno mismo de su cultura de origen”, armonizan con su religión y filosofía y son ac eptadas , respetada s y apoya das por los poderes político s y religios os . Se guín pa rec e sus cribir la noción de que la etno-psiquiatría actúa en culturas llam ad as “primitivas ” y es , por lo ta nto, “ prec ientífica ” en cuanto a su naturaleza primordial, aun cuando ello va en co ntra de su proclama de la etno-psiq uiatría como “engranada” con todas las otras manifesta ciones de la cultura en q ue se des arrolla.

El hombre enca rga do del tra tamiento de los cua dros psiquiátrico s en las s oc ieda des “primitivas ” es el shaman, medicine-man  o b rujo. S eguín desc arta shaman   y brujo como conceptos c argados de ma gia (hechicería ) y ma lignida d, res pec tivame nte, y elabo ra s u s i d e a s e n t o r n o a l m e d i c i n e - m a n   c o m o e l prac tica nte nato de la etno-psiquiatría. Co n su ob vio origen en la a ntropología cultural anglo-sajona, el medicine-man   es descrito por Seguín en términos tan encomiásticos como los que utiliza para el curandero, a punto ta l que la única diferencia pa rece ser la de la propuesta “rebeldía” o el supuesto cuestionamiento que el curandero formula con respec to a las nociones de la cultura dominante. El m e d i c i n e - m a n    “ f o r m a p a r t e d e l a s o c i e d a d establecida” y supuestamente obedece sus leyes, pero asienta sus bases teóricas en la teología, la filosofía y la historia y sus motivaciones son religiosas, soc iales y vocac ionales. La distinción entre estos dos agentes (el curand ero y el medicine-man  ) es pues, suma mente dificil. Si la etno-psiquiatría se centra en culturas primitivas pero pra ctica en ba se a teología y filos ofía, ¿cómo y por qué es “aceptada” por la cultura esta blecida en tanto que el curandero no lo es? . Si lo étnico es también parte del “saber popular”, ¿por qué a signa S eguín al medicine-man   un c a racte r elitista y a la vez conformista vis-à-vis la cultura “dominante”?. En este aspecto, Seguín emite pero no sustenta la opinión de que los jam p ek   incaicos (término propuesto por Sal y Rosas) eran más medicine-ma n    que curanderos. Si seguimos su rac iocinio, la soc ieda d incaica deb e hab er tenido sus propios “rebeldes”, precursores tal vez involuntarios del cura ndero seg uiniano . De otro lad o, a l hab lar de tratamiento, Seguín explica los procedimientos y los resultados de la práctica del curandero (sobre alcoholismo, por ejemplo) citando fuentes etnopsiq uiátrica s q ue hab lan d el trata miento co mo un proceso de “integración cultural”.

Charlatanería psiquiátrica. Aun cuando la considera otra “psiquiatría popular”, S eguín usa co n justeza y justicia, términos duros para des cribir la cha rlata nería psiquiátrica . La define como “conjunto de ideas y prácticas no ac ad émica s q ue apa rece en med io de culturas ajenas a s u esencia y que es comb atida por la c iencia, la ley y la religión”. No niega las sem ejanza s d e es ta de finición c on la de ps iq uia tría folklóric a , pero

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establece una diferencia fundamental en el terreno ético: la psiquiatría folklórica –dice- “es un remanente de la trad ición popular” y el curand ero es sincero en sus manifestaciones y acciones, en tanto que los charlatanes “no creen lo que hacen o dicen, son comerciantes sin escrúpulos y mezclando ideas populares con palabrería pseudocientífica y pseudoreligiosa, tratan solamente de explotar a sus clientes y vivir de ellos” . J uicio, s in duda , c ateg órico y c ertero, aunq ue no d ebe olvida rse q ue el prefijo “pseudo” puede también aplicarse con justeza a diversos as pectos del quehacer del medicine-man  y el curandero.

Psiquiatría folklórica y psiquiatría académica En varios pasajes de este trabajo seminal, Seguín se muestra particularmente severo en su juicio del rol y de la ac titud de la psiquiatría ac ad émica o psiquiatría universitaria respecto a las relaciones entre psiquiatría y cultura en general y psiquiatría folklórica , e n pa rtic ula r. Tras puntua liza r lo q ue considera un intento frac as ad o por parte de esta última psiquiatría para “adoptar los métodos y las teorías de las ciencias naturales”, S eguín pos tula eloc uente y verazmente q ue, da do s u interés c entral en el hombre, la psiquiatría “está destinada a mantenerse en la enc rucijad a d e toda s las c iencias” , a co nstituir una gestalt  en la q ue “ta nto los e lementos materiales como los espirituales forman una urdimbre inextricable y comprensible solamente como tal”. Desd eña implícitamente, sin emba rgo, todo esfuerzo de estudio de tal urdimbre al describir la “d ependencia” de la ps iq uiatría en “experimentos d e lab oratorio y elabo rac iones es tad ística s” , dec lara q ue “la psiq uiatría ac ad émica no ag ota la realida d del hombre psicológicamente enfermo” y deplora q ue “en nuestros d ías se tienda a ac eptar como única pos ibilida d a ce ptab le, la de la ‘psiquiatría científica ’ b a s a d a … e n la s c ie n c ia s b io ló g ic a s … (y )… e n la q uímica y la c ibernética ”. En generaliza ción muy frecuente a lo largo del texto, describe los “lentes d e f o rm a d o r e s d e l a p s i q u ia t ría a c a d é m i c a … e l falseamiento de los resultados y la inopia de la interpretación”. Contrapone a estas percepciones, los apo rtes d e la medicina a ntropológica (ac eptando implícitamente q ue la ps iq uiatría opera en el mismo nivel que von Weiszacker atribuye a la medicina), la fenomenología (poniendo lado a lado a Schneider y Mayer-Gross co n B insw ang er o Merlea u-P onty), el existenc ia lismo (má s filos ofía q ue prác tica clínica ) y la psicología humanista.

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Ta nto o m ás duros q ue en rela ción a la psiquiatría ac ad émica son los c alifica tivos d e S eguín en relación al psiq uiatra y a su “po sición peculia r y verdaderamente dificil” como representante de aq uélla. Cues tiona si la psiquiatría deb e s er parte d e la medicina y má s a ún si debe considerársele c omo una d e las espec ialida des médica s, a las que define como “aplicaciones de las ciencias básicas”. La “encrucijad a” en la q ue se d eba te el psiquiatra puede llevarlo a “simplificaciones cómodas” resultantes tamb ién d e una e nseña nza universitaria deficiente, incompleta, insensible o ignorante. La des cripción de S eguín es d ramá tica : el psiq uiatra s e encuentra pobremente preparado para afrontar “la realidad de una pob lac ión q ue no solame nte ignora lo q ue él ha ap rendido s ino q ue lo niega , lo s ubstituye por idea s populares, muy lejanas por supuesto a su saber científico , y se entrega en manos del prac tica nte de la psiquiatría folklórica o del charlatán”. Las consec uencias so n “des as trosa s” ya q ue el psiquiatra “s e encierra c ad a vez más en su ‘ciencia’ y s e a leja de pac ientes de las c las es populares”. Mas a un, ac usa al psiq uiatra d e trata r “inútilmente” d e co mba tir por igual a charlatanes y curanderos, ajeno a que “hombres y mujeres d e toda s las es feras soc iales y eco nómica s” (nótese q ue ya no s on sólo los miembros de segmentos “primitivos” o “no eruditos” de la soc ieda d) está n subrepticiamente del lad o d e los “practicantes extramédicos”. Seguín va más allá en su apasionada crítica. A punto de pa rtida de un sólido co mentario s ob re la des humaniza ción de la relac ión méd ico -paciente (el médico y se a sume q ue, más aún, el psiquiatra “ha abandonado su papel milenario de hombre que ayuda a hombres”), Seguín puntualiza que el paciente “necesita tanto o más urgentemente comprensión, acercamiento humano, solidaridad” y que el médico co ntemporáneo es víctima d el “cientificismo” y las demandas administrativas. El enfermo “ve frustrada esa necesida d y encuentra s ordera… cuando no un rechazo indignado” por parte del profesional. Y conc luye Seg uín con un elog io, q ue algunos pueden considerar des mesurad o e idea lizad o, d el curandero: “S e trata de un hombre frente a hombres; un hombre lleno, precisamente, de esa bonhomía y esa comprensión humana intuitiva, más interesado en ayuda r a s u hermano q ue en cuida r a s u cliente y en el que el enfermo encuentra el apoyo, la seguridad y la atención que inútilmente ha ido buscando en médicos y hospitales” . Va lga la pena seña lar que su

RENATO D. ALARCÓN, MD, MP H. P ROFES OR D E P SIQUIATRÍA, MAYO CLINIC C OLLEGE O F MEDICINE; DIREC TOR MÉDIC O, MAYO PS YCH IATRY AND PS YCHO LOG Y TRATMENTC ENTER Y MOOD DIS ORD ER UNIT; EDITOR, R EVISTA LATINOAMERIC ANA DE P S IQU IATRÍA

elocuente defensa del curandero y de su agencia, la psiquiatría folklórica, no ha sido confirmada en las varias déc ad as transc urrida s d esd e su publica ción, aun cuando su invocación original merece ser escuchada. La des cripción de S eguín en torno a este e s t a d o d e c o s a s e s p u e s d e s e s p e ra n z a d a . L a s generalizaciones tanto en relación a las virtudes del curandero como a los defectos del psiquiatra son, como tod a g eneralizac ión, equivoca da s. El educa dor q ue fue S eguín, el ac ad émico q ue fue S eguín (a unque probablemente él no lo acepte así), el relativista cultural que fue Seg uín suena c omo s i no creyera en su propia visión de q ue todo ca mbio es po sible, de q ue nada es a bs oluto, de que en última instancia, ca da ac tivida d humana, ca da profesión elab ora su propia sub -cultura, y q ue en élla se pueden e ncontrar ejemplos de todo tipo en los ámbitos técnico, ocupa cional o moral. Más aún, el maes tro peruano parece olvidar que la actividad pedagógica de universida des y es cuelas de medicina es –debe s er— permeable a cambios, avances y, sobre todo, rea lida des del cuerpo soc ial en el q ue existen c omo semilleros de conoc imiento y de búsq ueda persistente de verdades o aproximaciones verificables. Su lamento es sincero y martilleante: el médico no tiene una c omprensión “s odá lica ” (término s eguiniano por excelencia) del espíritu sufriente del enfermo, no conoce “el arte” de la medicina, “se encuentra con que todo su sa ber no vale para nada ”, “ no tiene la menor idea ac erca de la me dicina folklórica ni de s u actual trascendencia”. Sólo al final del trabajo, Seguín aboga por ca mbios curriculares q ue fac iliten el estud io d e la medicina folklórica , s u historia, sus ca ra cterística s y su significado. Sugiere la creación de Departamentos de Medicina Folklórica en ca da esc uela de medicina y alienta un plan racional de investigaciones de campo. Formula la posibilidad de que sean los “psiquiatras nativos” (¿latinoamericanos?) “los auténtica mente c apa ces de justipreciar los valores de su propia cultura” . S e entusias ma (y c ontrad ice) cuando postula la necesidad de llegar a una “concepción ecuménica de la psiquiatría folklórica” a la que llama sin ambages “ciencia del porvenir”.

Psiquiatría folklórica, psicoanálisis y ciencias sociales

No por prede cible, d eja de ser interesa nte que Seguín ofrezca una opinión favorable en relación a la vinculación entre psicoanálisis y psiquiatría folkórica . S uscribe e ntusiasta mente los co nceptos de B as tide e n torno a la “tentac ión de lo profundo” y a la importancia de los símbolos en el estudio psicoa nalítico de los fenóme nos s oc ia les o cultura les, aun cuando reconoce que el autor francés escribe sobre sociología (no psiquiatría folklórica) y psicoanálisis. Recurre entonces a Freud, Abraham, Rank, J ones y Ro heim resa ltando sueños, a nimismo, magia, consejas y cuentos populares como “ma nifestaciones variad amente d isfraza da s de los impulsos instintivos sublimados o simbolizados”. Más aún, pa ra S eg uín el folklore “no s ería otra co sa que la afloración de necesidade s inconsc ientes, insatisfecha s por la ciencia y la razón… Los pueblos obtienen mediante las manifesta ciones folklórica s, una a ctualizac ión má s o menos plena, s in la cua l sus necesidades fundamentales presionarían p e l ig r o s a m e n t e e n n u e s t ro in c o n s c ie n t e ” El problema co n estas declaraciones es el mismo co n que el psicoa nálisis ha tropezad o siempre que se ha tratado de explorar la diferencia entre las metáforas, la posición hermenéutica, la aplicabilidad universal y la va lidez ob jetiva o c ientífica de la do ctrina. A salvo de la inquisición metodológica tradicional da do su ca rác ter metateórico, es cierto sin embargo q ue el psicoa nálisis se a cerca a la explica ción de los fenóme nos cultura les (los folklórico s entre ellos ) co n el bagaje probablemente más occidentalizado que ningún otro cuerpo de doctrina o escuela de pensamiento. Si se añade a ello su proverbial naturaleza dogmática, las “explicaciones” psicoa nalítica s e n rela ción a folklore y a las áreas de estud io y prác tica de la psiquiatría folklórica no s on sino brilla ntes creac iones retórica s. Desd e la perspec tiva de las c iencias s oc iales, S eguín señala a certada mente que la ma rginalida d de la psiquiatría folklórica la torna en un formida ble desafío. La antropología cultural y la sociología, particularmente, han mos trad o e spec ial interés en el estudio d e tem as psico-folklórico s o psico-culturales.  S eguín plantea preguntas enjundiosa s en relac ión al rol, representatividad y funciones del curandero en el cuerpo social, y al impacto de la psiquiatría folklórica en las sociedades contemporáneas. Sus sugerencias en relación a religión y folklore o al estudio de las supersticiones son dignas de

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 ¿PSIQ UIAT RÍA FOL KLÓRICA, ETNO- PSIQ UIAT RÍA O PSIQ UIATR ÍA CU LTURA L? . EXAMEN C RÍTICO DE LA PERSPECTIVA DE CARLOS ALBERTO SEGUIN 

co nsiderac ión. Explora ta mbién posibles apo rtes d el estructuralismo funcional y del materialismo histórico y retorna con entusiasmo a uno de sus temas favoritos: la relac ión pac iente-terape uta como fenómeno socio-antropológico y realidad interhumana.

Psiquiatría folklórica y tratamiento psiquiátrico Una de las secc iones más interesa ntes del trab ajo q ue estamos examinando es la q ue Seg uín titula “ La terapéutica e n psiquiatría folklórica ”. S in decirlo explícitamente, reconoce que la práctica de los curanderos recibe influencias “de la cultura occ identalizad a predominante”, apa rte de la de la tradición popular, refutando entonces él mismo, el aislamiento elocuentemente descrito en su conceptualización original. El impacto de esta influencia varía de co sta a sierra y selva en el ca so peruano, fluctuando en esa trayectoria entre lo religioso y lo mítico-mágico. Dentro de los procedimientos terapéuticos, cita las maniobras mágicas, las maniobras psicológicas y el empleo de drogas. Las primeras incluyen particularmente s esiones de ritual y c ontenido diverso y no pueden sustraerse al elemento común con las seg undas: el poder de la s ugestión, reforzad o por el deseo y la esperanza de mejorar y la confianza en el agente tratante. Es interesante que Seguín refuerce el ca rác ter “a fectivo” (y no pos ible elementos o componentes cognitivos) de la sugestión y la suges tibilida d. Omite desta ca r las semejanzas entre la estructura dinámica de esta relación y la que se esta blece en tod o enc uentro terapéutico en el q ue la esperanza es el elemento substantivo. Remarca dentro de la relación clínica, otro de sus conceptos favo ritos , el eros    psicoterapéutico (“forma d e a mor con ca rac terística s espec iales”), aplica ndo entonces un enfoque claramente occidental a un fenómeno que previamente describió como estrictamente folklórico, es decir ajeno y contrario a la cultura dominante. Dicho sea de paso, Seguín atribuye pode res c as i omnipotentes a l “eros ps icoterapéutico” , pero en sus e jemplos no d isc ute la ac entuación (y eventual valor terapé utico) de la d epende ncia q ue el pa ciente busca y el curandero conc ede, la regresión como elemento ritual de enorme poder sugestivo y las bases científicas de las maniobras cognitivoconductuales que tal vez inadvertidamente ejecutan los curand eros.

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En cuanto al empleo d e drogas o preparados hechos c on plantas nativas “de intensos efectos psicotrópicos”, Seguín intuye los alcances de la moderna etnopsicofarmacología, pero parece a ceptar sin cuestionamiento expreso, el hecho de que el curandero no interpreta la ac ción de s us prepa rad os “c omo el efecto de a lgo c ontenido en ellos, s ino más bien como una espe cie de invoc ac ión a l ‘espíritu de la planta ’”.

Discusión Uno de los mensa jes fundame ntales del opus  seg uiniano es s u ac entuad o humanismo, q ue sólo a veces parece coloreado por un énfasis antropocéntrico tal vez necesario. En el campo de lo q ue él llam a psiquiatría folklórica deb e resa ltarse su a ce ptac ión d el relativismo cultural como ingrediente esencial de un acercamiento integral e integrador a la enfermedad mental en sus diversas ma nifesta ciones . S eg uín no utiliza en ningún mome nto los términos “ ético ” y “é mico ” c aros a la a ntropología,   pero aboga decididamente por la necesidad de escuchar la voz del sufriente desde su propio mundo socio-cultural e integrarla con la observación del interesado investigador forastero. Su rechazo al dominio neurobiológico, formulado en los años 70, predice un fenómeno de innegable relevancia en el momento histórico que vive hoy la psiquiatría. Su crítica al “e uroc entrismo ” tiene ec os liberad ores y angustias de identidad para con la psiquiatría latinoa merica na. La importancia que ad sc ribe a los símbolos y a su significado es enormemente válida cuando se deshac e del toque dog mático d el psicoanálisis. Sin embargo, como toda obra de ca rac terística s monumentales, el a fronte de S eguín hacia la psiquiatría folklórica tiene errores o fallas q ue se ha n puntualizad o a lo largo de este traba jo. Debe des taca rse, en todo c as o, q ue las distinciones que intenta establecer entre psiquiatría folklórica y etnopsiquiatría se tornan imprecisa s a medida q ue el lecto r se a dentra en el texto, q ue los elementos comunes superan a las diferencias y q ue la teoría y la prác tica no pueden permanec er ajenas al medio en el q ue ac túan, sea él la ab iga rrad a vida urba na o el solitario entorno rural o andino. Lo mismo sucede cuando habla de las clasifica ciones de las ciencias, med icina antropológica, psiquiatría folklórica , m edicina integral o antropología cultural. El carácter de pronunciamiento social y hasta político que Seguín

RENATO D. ALARCÓN, MD, MP H. P ROFES OR D E P SIQUIATRÍA, MAYO CLINIC C OLLEGE O F MEDICINE; DIREC TOR MÉDIC O, MAYO PS YCH IATRY AND PS YCHO LOG Y TRATMENTC ENTER Y MOOD DIS ORD ER UNIT; EDITOR, R EVISTA LATINOAMERIC ANA DE P S IQU IATRÍA

adscribe al quehacer del curador folklórico, así como su ata que frontal al trab ajo aca démico peca n a veces de e xcesivos e innece sa rios: clarinad a de a lerta s í, fenómeno generalizado y generalizable, no.

a la cultura” hasta análisis de servicios y resultados [outcomes]    en un esfuerzo honesto por da r a su humanismo de base un sello de autenticidad y promesa.

Estos juicios no a lteran e n mod o a lguno el enorme valor de la contribución seguiniana a ésta y otras áreas de la psiquiatría latinoamericana y mundial. Que el paso del tiempo ha ya tra ído inexorab lemente nuevas ac epciones a palabras viejas o q ue nuevas investigaciones hayan ampliado el panorama conceptual de estos quehaceres, no opaca el mérito de la ob ra. Como S eguín lo d ice, c itando una vez má s a Cha rléty, el estudioso del folklore de un pueblo requiere “no solamente las cualidades del historiador sino las del sab io”. Y S eguín poseyó s in duda amb os atributos y muchísimos más.

BIBLIOGRAFÍA S eg uín C .A. Introd ucc ión a la P siquiatría Folklórica . Acta P siq uia t Ps ic ol. America Latina 1974; 20: 3-34 S e g u ín , C . A. P s i q u ia t r ía Tr a n s c u l t u ra l. E n : Enciclopedia de Psiquiatría, pp. 608-610. G. Vidal, H. Bleic hma r, RJ Ua ndivaras , Eds . Editoria l El Ateneo , Buenos Aires, 1977 S eg uín, C .A. P siq uia tría Trad ic iona l y Ps iq uia tría Folklórica. En: Psiquiatría, 1ª. Ed., pp. 630-640. G. Vidal, RD Alarcón, Eds. Editorial Médica Panamericana, Buenos Aires, 1986

Conclusión Debemos aceptar que tanto la psiquiatría folklórica como la etnopsiquiatría, estrechamente vinculad as y ca si indiferenciables c omo s on, se hallan defintivamente incrustadas en el tronco de la cultura de un pueblo, cualquiera que fuere su ubicación geo gráfica , su nivel de d esa rrollo o la a ntigüeda d d e su historia . Más a ún, debe distinguirse e ntre lo q ue una y otra son como proceso socio-histórico de probables raíces comunes, como construcciones teórica s y có mo prácticas clínica s o terapéutica s. Ca da as pecto merece estudios en profundida d a cargo de profesionales conocedores trabajando en consuno co n los g rupos humanos y las comunida des a las que se acerquen. Fundamentalmente, debe reconocerse que una y otra son parte de lo que mod ernamente se c onoc e co mo psiquiatría c ultural, sin prefijos ni gentilicios, sin comillas ni excusas. La psiquiatría cultural estudia los trastornos mentales como entida des de b as e posiblemente neurobiológica pero con enormes implicaciones en tanto que fenómenos individuales, grupales, sociales y c o m u n i t a r i o s . A c e p t a n d o i n p u t    d e c i e n c i a s biológicas y sociales, la psiquiatría cultural reconoce la multidimensiona lida d de la relac ión entre c ultura y ps ico pa tología (co mo he rramienta interpreta tiva y explanatoria, como agente patogénico y patoplástico, como agente diagnóstico y nosológico, como instrumento terapéutico y preventivo y co mo e lemento de manejo y servicio) y fomenta investigación multidisc iplinaria (de sd e epidemiolog ía has ta co nexiones bioculturales, d esd e “ sindromes liga dos

Alarcón R.D. Entrevista a C.A. Seguín. En: Identidad d e la P s i q u ia t r ía la t i no a m e r ic a n a . Vo c e s y Exploraciones en torno a una ciencia solidaria, pp. 579-593. Siglo XXI, Editores, México D.F.., 1990. P ag és Larra ya, F. Lo irra cional en la c ultura . FECIC, Buenos Aires, 1982 Kiev, A. Trans c ultura l P sy c hiatry. The Free P ress , New Cork, 1972 Hutchinso n J ., S mith A.D. (Eds .) Ethnicity. Oxford University Press, Oxford, 1996 Tse ng W.S . Ha ndb oo k of Cultura l Ps yc hia try. Academic Press, San Diego, CA, 2001. Kleinman A. Rtehinking Psychiatry. The Free Fress, New York, 1988. Gardiner H., Kosmitzki C. Lives across cultures: Cross-Cultural Human Development, 3rd. Ed. Allyn and Ba con, B oston, MA, 2005 Lewis-Fernández, R. Cultura, salud y enfermedad psiquiátrica . En: P siquiatría, 2a. Ed., p p. 975-986. R.D. Ala rcó n, G . Ma zzo tti, H. Nico lini, Ed s. El Manua l Moderno, México D.F., 2005. Ala rcó n R.D ., Wes termeye r J ., Fo ulks E.F., R uiz P. Clinica l relevante of c ontem porary C ultura l Ps ychiatry. J Nerv Ment Dis 1999; 187: 465-471.

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