Psicoterapia de Grupo i y II

August 1, 2017 | Author: yuleana2014 | Category: Gestalt Therapy, Psychotherapy, Leadership & Mentoring, Leadership, Learning
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Descripción: COMPILADO DEL INSTITUTO UNIVERSITARIO CARL ROGERS PUEBLA...

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MAESTRÍA EN PSICOTERAPIA HUMANISTA

PSICOTERAPIA GRUPAL I y II

Manuel Ayón Sánchez Francisco Montes Sosa Compiladores

2012

PRESENTACIÓN

Una de las dificultades que la educación de nivel superior presenta con frecuencia es que no existe un solo libro de texto adecuado y especializado para algunas de las materias en las que requieren que la lectura del tema sea específicamente de ciertos temas. Respondiendo a esta necesidad educativa es como surge esta antología didáctica que reúne temas específicos sobre la psicoterapia grupal desde la filosofía existencialista, en el marco de la psicoterapia humanista y más específicamente con el enfoque Gestalt, acorde a la filosofía, metodología y técnicas de la Maestría en Psicoterapia Humanista. Se trata de un conjunto de modelos teóricos aplicados a la intervención grupal, perspectivas teóricas, información importante para el psicoterapeuta grupal en formación, técnicas y ejercicios grupales que sirven como guía para el diseño, intervención y evaluación de la estructura terapéutica grupal y permiten que el educando construya sus propios instrumentos de intervención con un marco teórico congruente a su formación. Esta antología es una recopilación de lecturas seleccionadas y actuales en el tema de la psicoterapia grupal, dándole un procedimiento didáctico. Con este material, el psicoterapeuta en formación cuenta con la información necesaria para acompañar a cualquier grupo en su proceso psicoterapéutico. Se incluyen ciertos ejercicios previamente elaborados que permitirán al psicoterapeuta en formación crear y diseñar, de acuerdo a las necesidades propias, del grupo y del proceso psicoterapéutico grupal.

ii

ÍNDICE

Presentación

ii

Índice

iii

Características del curso

vi

Organización de los contenidos

vii

Relación con otras asignaturas

ix

Orientaciones didácticas

xi

Criterios de evaluación

xiv

Objetivos de la materia

xv

Organización por capítulos

xvi

Psicoterapia Grupal I I. Introducción a la terapia de grupo

1

1.1. Historia de la terapia de grupo

2

1.2. Metas y Factores terapéuticos

4

1.3. Nociones de terapia de grupo

6

1.4. Etapas del grupo

6

1.4.1 Aplicación de la teoría de la terapia Gestalt a la práctica del liderazgo de grupos (John E. Frew)

6

1.4.2. Teoría y práctica de la terapia grupal (Gerald Corey)

11

1.4.3. Etapas del grupo (Celedonio Castanedo)

59

Actividades

62 II. Terapia de Grupo Gestalt

2.1. Terapia de grupo Modelo Polster

63 iii

Actividades

67

2.2. Proceso de grupo gestalt, Phillippson y Harris

68

Actividades

77

2.3. Terapia de grupo (Joseph Zinker)

78

Actividades

104

2.4. Psicoterapia grupal, Martha Atienza

105

Actividades

119

III. Terapia de Grupos de Encuentro 3.1. El enfoque grupal centrado en la persona

120

3.2. Psicoterapia centrada en el grupo. Nicholas Hobbs

126

Actividades

128

IV. Terapia de Grupo Existencial 4.1. El enfoque existencial de grupo

129

Actividades

133

4.2. Grupos compartidos logoterapéuticos

134

Actividades

143

V. Rol del Terapeuta de grupos 5.1. Características del terapeuta de grupos

145

5.2. ¿Puedo actuar como facilitador de grupo?

153

5.3. Grupos de encuentro Gestáltico

166

5.4. Acerca del terapeuta y sus funciones

211 iv

5.5. Finalización de un proceso grupal

216

Actividades

223

Bibliografía

224

Glosario

226

Anexos

229

v

Características del curso

Psicoterapia Grupal I es una materia secuencial que pretende conocer los modelos teóricos actuales de intervención grupal con un enfoque psicoterapéutico humanista existencial. Esta intervención procura ser teórico práctica y recurrir a la experiencia personal y grupal del psicoterapeuta en formación. Por medio de la lectura, el análisis y la reflexión de cada tema y relacionándolo con la experiencia propia y el grupo se logra la integración de la experiencia

y

del

aprendizaje

significativo

que

facilita

todo

proceso

psicoterapéutico. Al final de cada capítulo, el lector encontrará entre corchetes, actividades que realizará para la mejor comprensión de la lectura, llevado a la experiencia propia es como se logra el aprendizaje significativo congruente con la psicoterapia humanista. Cada lectura está dirigida a identificar el momento adecuado en el que conviene intervenir durante el proceso de desarrollo grupal, esto le permite al lector facilitar con su intervención el camino por el cual el grupo está recorriendo. Al final de cada capítulo el lector también encontrará comentarios sobre el modelo o el enfoque, el autor y ciertas características propias del tema que le permitirán comprender mejor el origen y sentido de cada tema. Al tratarse de la actividad grupal permite que el mismo grupo sea un excelente recurso con el cual se pueda practicar, aprender y retroalimentarse como una manera práctica de aprender y conocer el comportamiento de los grupos. Después de cursada la materia de Psicoterapia Grupal I, se realizará una práctica en la que se aplicarán los conocimientos adquiridos y en la materia de vi

Psicoterapia Grupal II, los textos que se encuentran para esta materia están dirigidos hacia la práctica y la dinámica de los grupos.

Organización de los contenidos El curso está compuesto de cinco unidades en las que se aborda el tema de la psicoterapia grupal, en primer lugar se da una introducción a la psicoterapia de grupos, historia, nociones de la psicoterapia de los grupos y las etapas por la que atraviesa un grupo visto desde diferentes perspectivas teóricas. La segunda unidad está dedicada a la psicoterapia de grupo con enfoque Gestalt y se revisan los diferentes modelos, enfoques y escuelas a las que pertenece cada uno de los autores, sus principales técnicas y formas de intervención. Se revisan autores más representativos de cada escuela psicoterapéutica Gestalt más actuales y que han propuesto diversos modelos de intervención. En la tercera unidad del curso se aborda la que es considerada Psicoterapia de grupos de encuentro que corresponden también al enfoque humanista y que también se incorporan los principios teóricos para la intervención psicoterapéutica grupal. La cuarta unidad nos permite conocer los fundamentos teóricos del enfoque existencial en la aplicación grupal, sus métodos, técnicas y perspectivas. En este capítulo se aborda el enfoque logoterapéutico y su propuesta a la intervención grupal. La quinta unidad nos ofrece una serie de consideraciones prácticas de lo que debe considerar, desarrollar y saber el facilitador de grupos para el acompañamiento del proceso grupal.

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El curso pretende que el psicoterapeuta grupal en formación adquiera conocimientos teóricos y habilidades prácticas que le permitan desarrollar su propio estilo de intervención en la facilitación grupal.

viii

Relación con otras asignaturas

El plan de estudios de la Maestría en Psicoterapia Humanista incluye materias que son básicas para este curso. La formación es congruente desde sus bases y va enfocada para que se apliquen conocimientos previos en el mismo sentido de la intervención psicoterapéutica individual solamente que llevado a lo grupal. La base filosófica de la Psicoterapia humanista es el existencialismo y la fenomenología; es por ello que Bases Psicológicas Humanistas, Fundamentos de la Terapia Gestalt

y Fundamentos Filosóficos Humanistas ofrecen el marco

conceptual filosófico de la intervención grupal. La Teoría de la Gestalt, su metodología y técnicas gestálticas son utilizadas frecuentemente en la facilitación de grupos. Es por ello importante dominar las habilidades terapéuticas gestálticas para la intervención grupal. Durante la facilitación del proceso grupal constantemente se recurre a las habilidades, conocimientos y experiencias obtenidas en las materias de Desarrollo humano. En el grupo se considera también que el Desarrollo humano es grupal. Uno de los temas que principalmente se trabajan en los grupos es la Comunicación. Las materias de Comunicación ofrecen herramientas importantes para el trabajo terapéutico grupal. La base del trabajo psicoterapéutico grupal es el Psicodrama, en sus principios básicos, se considera al Psicodrama como trabajo terapéutico grupal y de ahí emergen muchas de las técnicas que durante el desarrollo grupal se emplean con frecuencia. La vida grupal humana se fundamenta en una relación base que se obtiene durante el desarrollo de la infancia en la familia, es por ello que la familia es

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considerada como el grupo primario y las habilidades terapéuticas grupales también se aplican en la materia optativa de Terapia Familiar. Otro grupo primario del cual el ser humano surge es la pareja. Las relaciones es el fundamento de la psicoterapia grupal, la pareja es considerada como grupo; para que surja un grupo se requiere al menos de dos personas que persigan el mismo objetivo. Por ello se considera que los conocimientos y habilidades de intervención que se aprenden para la facilitación de grupos, son también útiles en la Terapia de Pareja. Durante toda la formación de la Maestría en Psicoterapia Humanista se realizan prácticas, ejercicios, experimentos que se realizan en grupo y con el grupo. Esto permite a esta formación la característica de que el crecimiento se realiza no sólo de manera individual, sino que el grupo también crece, es por ello que se considera que ya existe en el grupo un proceso que se presta para el ejercicio de la psicoterapia grupal en el grupo de formación. Finalmente este módulo ofrece los modelos, enfoques, técnicas y conocimientos que permitirán aplicarlos de manera práctica en algún grupo que el psicoterapeuta en formación encuentre u organice. Los conocimientos que se adquieren en esta materia junto con las materias anteriormente mencionadas permitirán al alumno cumplir con el requisito de intervención que será supervisada en la materia de Psicoterapia Grupal II.

x

Orientaciones didácticas

Para dar cumplimiento a los propósitos de la materia y lograr el proceso de enseñanza aprendizaje se recomienda seguir los siguientes términos, así se facilitarán la comprensión de los contenidos y el aprendizaje significativo. 1. La lectura previa de los contenidos es fundamental para la comprensión de los modelos y la adquisición de las técnicas y metodología grupal. Esto permitirá tener un acercamiento previo para el buen desarrollo de la materia. 2. De cada uno de los temas revisados, el alumno entregará un documento por escrito en el que brevemente explique: ¿Cuáles son los puntos centrales del tema? ¿Qué fue lo que más me llamó la atención del tema? 3. Durante la lectura, el estudiante encontrará actividades que irá realizando y que están diseñadas para complementar el aprendizaje. Estas actividades son por escrito y serán entregadas al inicio de la materia con buena presentación y preferentemente impresas o bien en un manuscrito con letra legible y sin faltas de ortografía. 4. Durante la materia de Psicoterapia grupal I, se llevarán a cabo una serie de ejercicios y experimentos que permitan tener un aprendizaje por experiencia. La idea es vivenciar la psicoterapia grupal en grupo. 5. Al iniciar la materia, los alumnos se organizarán en parejas o triadas, dependiendo del número de alumnos de cada grupo, siempre que resulten ocho equipos para seleccionar alguno de los temas para compartir al grupo. Los temas para escoger son: 1. Terapia de grupo 2. El trabajo con Grupos 3. Terapia de Grupo 4. Psicoterapia grupal

Erving Polster Phillipson y Harris Joseph Zinker Martha Atienza xi

5. Grupos de encuentro Carl Rogers, Nicholas Hobbs 6. El enfoque existencial de grupo 7. Grupos compartidos logoterapéuticos 8. Rol del terapeuta de grupo 6. Los temas serán compartidos al grupo brevemente de manera teórica y por medio de alguna práctica didáctica grupal, ejercicio o técnica que permita explicar los puntos centrales del tema de manera vivencial. Cada equipo dispondrá de veinte minutos para la práctica y diez minutos para la explicación teórica. 7. La materia de Psicoterapia Grupal II consiste en la supervisión de una práctica grupal extramuros. Ésta práctica tiene la intención de aplicar los conocimientos de la materia Psicoterapia Grupal I, así como de las materias relacionadas a los diferentes temas durante la formación de la maestría. Dicha práctica tendrá una duración de veinticuatro horas que pueden ser distribuidas en sesiones de dos o tres horas, una sesión a la semana; dependiendo del horario, serán doce u ocho sesiones. 8. Cada equipo buscará u organizará al grupo en el que van a intervenir. Pueden ser grupos ya formados o convocados para la práctica. Se puede recurrir a instituciones de ayuda social –reclusorios, centros de integración social, albergues, asilos de ancianos, grupos de autoayuda, etc.,- siempre que se cuente con el apoyo y la autorización de las propias instituciones. 9. Esta práctica grupal se realizará también en parejas, preferentemente las mismas que trabajaron durante la materia de Psicoterapia Grupal I. Que se realice dicha práctica en parejas promueve la co-facilitación, el trabajo en equipo, la solución del conflicto, retroalimentación mutua, además de ser acompañados en la práctica grupal y evitar el individualismo. Se sugiere que los criterios de selección vayan de acuerdo a la empatía entre compañeros,

buena

comunicación

e

identificación

en

estilos

de

intervención.

xii

10. Los alumnos presentarán su experiencia con sus grupos de trabajo, reportando la intervención grupal de acuerdo a las fases del desarrollo grupal, actitudes trabajadas, principales experiencias y técnicas o formas de intervención. Se presentará ante el grupo por medio de presentación en la que se incluyan videos, fotografías o audio y presentará algún ejercicio que haya resultado significativo en la práctica. Habrá retroalimentación por parte de todo el grupo. 11. Para la materia de Psicoterapia Grupal II se realizará un reporte por escrito que incluya descripción: •

del grupo -edad, género, características y número de integrantes-,



del proceso grupal -espacio, tiempo, objetivos-,



y de la intervención del facilitador y cofacilitador -apertura grupal, caldeamientos, acción, cierre, observaciones;

Se realizará la presentación de un ejercicio o el experimento más importante y los resultados; finalmente se integrará la vivencia personal del terapeuta. 12. En los anexos se incluyen formatos de carta descriptiva y de reporte de intervención terapéutica que servirán como guía para la elaboración del taller y para la presentación del reporte.

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Criterios de evaluación

La materia de Psicoterapia Grupal I será evaluada por los siguientes criterios: 1. Entrega previa de todas las actividades didácticas indicadas al final de cada capítulo. 2. Entrega del documento escrito en el que brevemente explique: ¿Cuáles son los puntos centrales de cada tema? ¿Qué fue lo que más me llamó la atención del tema? 3. Explicación del tema para compartir con el grupo en el que se tomarán en cuenta las siguientes pautas: 1. 2. 3. 4.

Creatividad para impartir el tema Calidad de la exposición Manejo del tema Experiencia didáctica, ejercicio o técnica para ejemplificar el contenido del tema

4. Participación comprometida en los ejercicios presentados. En la materia de Psicoterapia Grupal II, los criterios de evaluación son: 1. Presentación de la intervención grupal (ver término 10 de las orientaciones didácticas) 2. Reporte escrito de la intervención grupal (ver término 11 de orientaciones didácticas). 3. Presentación en el grupo del ejercicio más relevante en la práctica grupal. Los criterios para acreditar ambas materias son: •

Asistencia mínima del 90%



Calificación aprobatoria mínima de 8 (ocho)



Presentar el 100% de los trabajos solicitados xiv

Objetivos de la materia Objetivo general El alumno conocerá y analizará los principales enfoques de la psicoterapia grupal humanista, que le permita a través del ejercicio y experimentos tener aprendizajes del proceso grupal.

Los contenidos de la materia y las actividades didácticas pretenden que el alumno: •

Conozca los fundamentos teóricos y características de la terapia de grupo, que le permita evaluar la dinámica de los grupos.



Descubra los elementos que intervienen en la dinámica grupal, que permita diagnosticar el comportamiento grupal.



Maneje las etapas y principios del proceso grupal, que le permita intervenir dentro del grupo terapéutico.

xv

Organización por capítulos Psicoterapia Grupal I Capítulo I. Introducción Temas 1.1. Historia de la terapia de grupo 1.2. Metas y Factores terapéuticos 1.3. Nociones de terapia de grupo 1.4. Etapas del grupo 1.4.1. John E. Frew 1.4.2. Gerald Corey 1.4.3. Celedonio Castanedo Objetivo general Que el alumno conozca los orígenes y las nociones básicas de la psicoterapia grupal desde el enfoque humanista para introducirse en el tema. Objetivos específicos • • • •

Que conozca la historia de la psicoterapia grupal y su desarrollo en el trabajo grupal. Que comprenda las metas y factores terapéuticos que intervienen en la psicoterapia grupal. Que utilice nociones básicas para el manejo de los grupos. Que comprenda las fases del desarrollo grupal para la intervención oportuna.

Bibliografía Castanedo Secadas, C. (1990). Grupos de encuentro en terapia Gestalt. España: Herder. Corey, G. (1995). El enfoque existencial de grupo destrezas del terapeuta: Teoría y práctica de la terapia grupal. España: Desclée de brouwer. ________ (1995). Teoría y práctica de la terapia grupal. España: Descleé de Brouwer. Instituto Humanista de Psicoterapia Gestalt. (2004). Modelos Gestálticos para el trabajo con grupos. México: Autor. Moreno, J. L. (1967). Bases de la Psicoterapia. Buenos Aires, Argentina: Paidós. xvi

Yalom, I. D. (1986.) Teoría y práctica de la psicoterapia de grupo, México D.F: Fondo de Cultura Económica; ____________ (2000). Psicoterapia existencial y terapia de grupo. España:

Capítulo II. Terapia de Grupo Gestalt Temas 2.1. Terapia de grupo Modelo Polster 2.2. Proceso de grupo gestalt (Phillippson y Harris) 2.3. Terapia de grupo (Joseph Zinker) 2.4. Psicoterapia grupal (Martha Atienza) Objetivo general Que el alumno aplique los diferentes modelos psicoterapéuticos grupales con el enfoque gestalt que actualmente se utilizan en la práctica grupal. Objetivos específicos • • •

Que conozca las características de cada modelo psicoterapéutico grupal. Que comprenda cuáles son las circunstancias del grupo para la adecuada aplicación de cada modelo psicoterapéutico gestalt. Que aplique los conceptos teóricos de la psicoterapia grupal a la experiencia grupal.

Bibliografía Atienza, M. (1987). Estrategias en psicoterapia guestáltica: psicoterapia de grupos. Argentina: Nueva Visión. Centro de Superación Humana del Sureste. Terapia de grupo modelo Polster. Apuntes del curso de Pedro Servín y Guy Pierre Tur. Psicoterapia Gestalt en Grupos. Zinker, J. (1995). El proceso creativo en la terapia guestáltica. México: Paidos.

xvii

Capítulo III. Terapia de Grupos de encuentro Temas 3.1. El enfoque grupal centrado en la persona. Carl Rogers 3.2. Psicoterapia centrada en el grupo. Nicholas Hobbs

Objetivo general Que el alumno conozca la propuesta de grupo terapéutico de Carl Rogers y que aprenda a aplicarlo en las diferentes fases del desarrollo grupal. Objetivos específicos • • •

Que conozca las características del modelo de grupo de encuentro que propone Carl Rogers Que comprenda las condiciones nucleares que propone Rogers en sumodelo terapéutico y las aplique al grupo. Que el alumno reconozca sus propias habilidades como facilitador de grupos y las distinga de las que puede desarrollar en su práctica grupal.

Bibliografía Instituto Humanista de Psicoterapia Gestalt. (2004). Modelos Gestálticos para el trabajo con grupos. México: Autor. Rogers, C. (2004). Grupos de encuentro. Buenos Aires, Argentina: Amorrortu. Rogers, C. Dorfman, E., Gordon, T., Hobbs, N., Carmichael, L. (1990). Psicoterapia centrada en el cliente: práctica, implicaciones y teoría. México: Paidós.

Capítulo IV. Terapia de Grupo Existencial Temas 4.1 El enfoque existencial de grupo 4.2 Grupos compartidos logoterapéuticos Objetivo general Que el alumno conozca los principios teóricos y prácticos sobre la psicoterapia existencial aplicada a los grupos terapéuticos y a los grupos compartidos logoterapéuticos.

xviii

Objetivos específicos • • •

Que el alumno reconozca sus experiencias grupales con bases existencialistas Que reconozca la influencia de la filosofía existencialista en su formación a través del grupo. Que analice la forma en que los fundamentos existencialistas están presentes en su desarrollo psicoterapéutico y los aplique a la práctica grupal.

Bibliografía Yalom, I. y Leszcz, M. (2005). Teoría y práctica de la psicoterapia de grupo, (5ª ed.). México: Paidos. Yalom, I. y Vinogradov, S. (1996). Guía breve de psicoterapia de grupo. México: Paidos. Yalom, I. (2000). Psicoterapia existencial y terapia de grupo. México: Paidós.

Capítulo V. Rol del Terapeuta de grupos Temas 5.1 Características del terapeuta de grupos 5.2 ¿Puedo actuar como facilitador de grupo? 5.3 Grupos de encuentro gestáltico 5.4 Acerca del terapeuta y sus funciones 5-5 Finalización de un proceso grupal

Objetivo general Que el alumno conozca las destrezas que se requieren de un facilitador grupal para lograr mejores resultados en la intervención terapéutica grupal.

Objetivos específicos • •

Que el alumno conozca las destrezas necesarias para desarrollarse como facilitador grupal. Que descubra sus habilidades para promover el darse cuenta en los miembros del grupo psicoterapéutico.

xix

Bibliografía Castanedo Secadas, C. (1988). Enfoque centrado en el aquí y en el ahora. España: Herder. Castanedo Secadas, C. (1990). Grupos de encuentro en terapia Gestalt España: Herder. Kesselman, H. Pavlovsky, E. y Frydlevsky, L. (1981). Las escenas temidas del coordinador de grupos. España: Fundamentos. Salama Penhos, H. (1999). Acerca del terapeuta y sus funciones: Encuentro con la psicoterapia Gestalt. México: Instituto Mexicano de Psicoterapia Gestalt.

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Psicoterapia grupal 1

I. Introducción La terapia de grupo es una forma específica de tratamiento, que se propone como tarea desarrollar, prevenir, “curar” y rehabilitar al grupo, como un todo, como al miembro individual a través del propio grupo, donde la interacción de los participantes se utiliza con fines terapéuticos. Existen diferentes tipos de grupos terapéuticos y la mayoría de ellos comparten las metas, los procedimientos, las técnicas y los procesos terapéuticos en los grupos. Sin embargo difieren con respecto a los objetivos específicos, el rol del terapeuta, el tipo de personas que integran el grupo y el énfasis que se concede a los aspectos de prevención, resolución, tratamiento y desarrollo. La terapia de grupo persigue objetivos preventivos y curativos. Generalmente el grupo terapéutico tiene un centro de interés específico que puede ser educativo, vocacional, social y personal. El grupo implica un proceso interpersonal que potencia los pensamientos, sentimientos y conductas conscientes. A menudo el grupo terapéutico está orientado hacia el problema. Su contenido y centro de atención está determinado por los miembros, quienes normalmente son individuos con buen funcionamiento, que no requieren una reconstrucción extensiva de la personalidad y cuyos problemas están relacionados con el desarrollo de tareas en su espacio vital. La terapia de grupo se orienta hacia el crecimiento siendo su centro de atención el descubrimiento de los recursos internos de los miembros. Los participantes pueden estar padeciendo una crisis situacional y conflictos temporales o pueden estar esforzándose por modificar algunas conductas autodestructivas. El grupo proporciona la empatía y el apoyo necesario para crear una atmósfera de confianza que conduzca a compartir y explorar dichos problemas. A menudo la terapia de grupo se desarrolla en entornos institucionales como escuelas, universidades, centros psicológicos, centros de salud mental y otros servicios sociales de base. Una diferencia importante existente entre la psicoterapia de grupo y la terapia de grupo, reside en las metas de una y otra. Mientras que la terapia de grupo se centra en el crecimiento, desarrollo y potencialidades, prevención, autoconciencia y superación de los obstáculos que impiden el crecimiento. La psicoterapia de grupo se centra normalmente en el tratamiento y la reconstrucción personal. El terapeuta emplea técnicas verbales y no verbales así como ejercicios estructurados. Las técnicas más frecuentes son el reflejo (reflejar los mensajes verbales y no verbales de un miembro del grupo), la clarificación (ayudar a los miembros a entender con más precisión sus mensajes o sentimientos), el roleplaying e interpretación (conectar las conductas presentes con decisiones adoptadas en el pasado). El rol del terapeuta consiste fundamentalmente en facilitar la interacción de todos los miembros, ayudarles a aprender de los otros, colaborar con ellos para establecer metas personales y animarlos a convertir sus insights en planes concretos que implique la ejecución fuera del grupo. Los terapeutas interpretan este rol

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Psicoterapia grupal 2

enseñando a los miembros del grupo a centrarse en el aquí y ahora y a identificar los problemas que desean examinar en el grupo. 1.1 Historia La terapia de grupo en el sentido de una actividad planificada bajo guía profesional para tratar la patología de la personalidad es una invención americana del siglo XX. Entre los pioneros se encuentra Joseph Pratt (1922), internista que ya en 1905 hacía sesiones de lectura con sus pacientes tuberculosos en un ambulatorio de Boston. En dichas lecturas se combinaba la información con sugerencias útiles para que los pacientes aprendieran a manejarse con su enfermedad crónica. Al observar la mejoría psicológica que proporcionaba este abordaje, Pratt y sus colegas no tardaron en hacer extensivo el método de clases a pacientes diabéticos y en ocasiones a pacientes neuróticos. Aproximadamente una década más tarde L. Cody Marsh (1931), sacerdote que luego se hizo psiquiatra, desarrolló un abordaje grupal con pacientes internos donde se aplicaba tanto el exhorto como la sugerencia. Su lema, repetido a menudo, era: “La multitud les rompió, la multitud debe sanarles”. Revisaremos en forma muy breve la evolución histórica de la aplicación de la Terapia Grupal que se inicia en 1900 con Joseph Pratt, influido por Joseph Jules Dejerine, que analizó el tratamiento de la psico-neurosis, con un grupo de tuberculosos. En 1909 Ernest Jones relató en forma de anécdota la primera sesión de psicoterapia de grupo que sostuvieron Freud, Jung y Fetenczi, en un barco, cuando se dirigían a EE.UU., donde Freud iba a recibir un Doctorado Honoris Causa de la Clark University. ¡Jones menciona que los tres hombres compartieron e interpretaron sus sueños en los desayunos, durante la travesía! En 1921, E.W. Lazell aplica la psicoterapia en forma teórica, ofreciendo clases a pacientes esquizofrénicos, centrándose en temas como la muerte y los problemas sexuales que según Lazell pueden ser sentidos por el paciente como traumático en el momento en que otros pacientes del grupo se sientan en las mismas condiciones. Además observó que por medio de la intervención grupal se disminuía el miedo al analista y muchos pacientes inaccesibles oían y retenían mucho del material que se exponía, aunque éstos estuvieran saltando, haciendo fantasías o hablándose entre ellos. En 1925, Trignant Burrow, un psicoanalista que estudió con Jung, inició el filoanálisis o análisis de grupo. Burrow fue el primero que estableció el postulado de que el hombre es parte de un grupo; en consecuencia, no se puede hacer el análisis de un individuo determinado sin estudiar antes el grupo a que pertenece. La teoría de Burrow influyó en gran medida en la teoría de las relaciones interpersonales de Sullivan. En 1931, Jacob Moreno utilizó el término «Terapia de Grupo», habiéndola ya practicado desde 1910 en Viena. Asimismo Moreno, en 1912, se refirió a la invitación a un encuentro, que consiste en que dos personas intercambien miradas para comprenderse y conocerse mejor. Este es un encuentro a dos, cara a cara, ojo a ojo.

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Psicoterapia grupal 3

Metafóricamente lo que ocurre en este encuentro es lo siguiente: «Cuando nos encontremos cerca yo arrancaré tus ojos y me los colocaré, tú arrancarás los míos y te los colocarás, así yo te miraré con tus ojos y tú me verás con los míos». En 1945 W.R. Bion, psicoanalista inglés entrenado por Melanie Klein, escribió el libro Experience in Look, en el que enfoca el presente sin ofrecer una dirección o estructura a la psicoterapia de grupo. Bion, argumenta que la reacción del paciente ante la carencia de una estructura en la psicoterapia, manifestada con rabia o confusión, la utiliza como material inicial de exploración. Este es el modelo del Grupo de Encuentro. Bion es bien conocido por su trabajo en la Clínica inglesa de Tavistock. En 1949 Alexander Wolf aplica en EE.UU. los principios psicoanalíticos al proceso grupal, utilizando la transferencia, los sueños y la asociación libre. Todos los terapeutas citados hasta ahora aplicaron la psicoterapia grupal a pacientes (agente enferma»). Entre los años 40 y 50 nace en EE.UU. la Dinámica de Grupo, que se aplica a toda clase de gente. A este grupo pertenece el T Group de Kurt Lewin. Este Training Group o Grupo de Entrenamiento se inicia en 1946; su postulado principal reposa en la conducta de la persona en el grupo. También en los años cincuenta nace el Centro de Entrenamiento de Bethel (Maine, EE.UU.), con Leland Ronald, Kenneth Benne (fundadores de los Laboratorios de Entrenamiento Nacional), Bradford y Lippit (asociados de Lewin). Todos ellos investigan para el gobierno de EE.UU. asuntos raciales, sirviéndose del modelo educacional y dejando al líder el rol de facilitador. Asimismo enfatizan el «qué», y el «como ocurre ahora», y no el «por qué», y el de «dónde proviene». En ese mismo decenio de 1950 a 1960 Carl Rogers trabaja con el modelo de enseñar organizando grupos de encuentro o grupos sensitivos que conducen al crecimiento personal. Poco más tarde, en 1964, Fritz Perls inicia el modelo de Laboratorio o Taller en Esalen Institute, lo que muchos autores han considerado el triunfo de la Terapia Gestalt. Perls utilizó la terapia individual aplicándola a grupos, sentando a menudo a los voluntarios en la silla vacía o caliente. La enseñanza la hacía empleando el grupo, como en una clase. Fritz se ocupaba del continuum del «dar- se cuenta», segundo a segundo. Al mismo tiempo su esposa, Laura Peris, trabaja con pequeños grupos en la relación de uno a uno. Finalmente, en este recorrido histórico de la Terapia Grupal se llega a su aplicación moderna en la década de los setenta, con el Grupo del Gestalt: Institute of Cleveland (GIC). El modelo actual del GIC considera al grupo como una totalidad que tiene una fuerza potente; esta totalidad determina las partes y es más y diferente que la suma de las mismas. Con este modelo de Terapia de Grupo Gestalt, el miembro del grupo puede arriesgar y crear nuevas situaciones que conduzcan a la solución de sus problemas, lo que Corresponde a una integración de la Terapia Gestalt y la Dinámica de Grupo. Este modelo de psicoterapia guestáltica está íntimamente relacionado con el ciclo de la experiencia que hemos descrito en este mismo capítulo.

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1.2 Metas terapéuticas Teóricamente los miembros deciden por sí mismos las metas específicas de su experiencia grupal. Algunas metas generales que comparten los miembros de terapia de grupo son: •

Aprender a confiar en sí mismo y en los demás.



Lograr un autoconocimiento y desarrollar la sensación de una identidad propia única.



Reconocer las similitudes de las necesidades y los problemas de los participantes y desarrollar una sensación de universalidad.



Aumentar la autoaceptación, la autoconfianza y el respeto a uno mismo para lograr una nueva imagen propia.



Buscar formas alternativas para mejorar los aspectos evolutivos normales y resolver ciertos conflictos.



Aumentar la autodirección, autonomía y responsabilidad hacia uno mismo y hacia los demás.



Ser consciente de las posibilidades propias y actuar en consecuencia



Elaborar planes específicos para modificar algunas conductas y obligarse a uno mismo a mantener dichos planes.



Aprender habilidades sociales más efectivas.



Sensibilizarse ante las necesidades y sentimientos de los otros.



Aprender a enfrentarse a los otros directamente con cautela, cuidado y honestidad.



Superar la mera búsqueda de las expectativas ajenas y aprender a vivir con expectativas propias.



Clarificar los valores propios y decidir si se modifican y cómo hacerlo

Factores terapéuticos Yalom ha desarrollado un inventario de base empírica, constituido por once factores, de los mecanismos terapéuticos que operan en la psicoterapia de grupo:

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1. Infundir esperanza: La fe en una modalidad de tratamiento es en sí terapéuticamente eficaz. Aunque infundir y mantener la esperanza es crucial en todas las psicoterapias, en el escenario grupal desempeña un papel excepcional. 2. Universalidad: Muchos pacientes sienten una abrumadora sensación de aislamiento. Están secretamente convencidos de que su soledad o desdichas son únicas. 3. Transmitir información: Muchos grupos de autoayuda (alcohólicos anónimos, enfermos de cáncer, jugadores anónimos y otros similares, hacen hincapié en la instrucción didáctica). 4. Altruismo: la experiencia de ser útil a otros miembros del grupo puede resultar sorprendentemente gratificante. 5. Desarrollo de técnicas de socialización: El aprendizaje social —el desarrollo de habilidades básicas- es un factor terapéutico que opera en todos los grupos de psicoterapia. 6. El comportamiento imitativo: Durante la terapia de grupo, los miembros se benefician de la observación de la terapia de otro paciente que tienen problemas similares. 7. Catarsis: La catarsis, o dar rienda suelta a las emociones. Ser capaz de expresar emociones fuertes y profundas. 8. Recapitulación correctiva del grupo familiar primario: Los pacientes pueden empezar a interactuar con los líderes o con otros miembros, tal y como interactuaron en su día con sus padres y hermanos. 9. Los factores existenciales: Los pacientes postulan que la lucha primordial del ser humano es aquella que tiene lugar contra los hechos de la existencia humana: la muerte, el aislamiento, la libertad y la carencia de sentido. 10. Cohesión: Los miembros de un grupo cohesivo se aceptan y se apoyan mutuamente y tienden a formar relaciones significativas en el seno del grupo 11. Aprendizaje interpersonal: En la psicoterapia de grupo se proporciona a cada miembro un conjunto único de interacciones interpersonales que debe explorar.

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1.3 Nociones de terapia de grupo Psicoterapia grupal Es una forma específica de tratamiento, que se propone como tarea desarrollar, prevenir, “curar” y rehabilitar al grupo, como un todo, como al miembro individual a través del propio grupo, donde la interacción de los participantes se utiliza con fines terapéuticos. Psicoterapia grupal (J. L. Moreno) Forma especial de tratamiento, que se propone como tarea la salud y desarrollo del grupo como totalidad y de cada miembro individual a través de grupo Terapia grupal (Grupo de gestalt instituto de Cleveland) Una totalidad que tiene una fuerza potente; esta totalidad determina las partes y es más y diferente que las suma de las mismas. Con este modelo de Terapia de Grupo Gestalt, el miembro del grupo puede arriesgar y crear nuevas situaciones que conduzcan a la solución de sus problemas, lo que corresponde a una integración de la Terapia Gestalt y la Dinámica de Grupos. En términos generales, el crecimiento personal en la psicoterapia de grupo puede ser descrito como un fenómeno de establecer límites al contacto, es decir el resultado del contacto entre el self y el medio. El terapeuta Gestalt funciona como un maestro que enseña a identificar asimismo que se den cuenta cómo y de qué forma la toma de conciencia y la energía están bloqueadas, y cómo la excitación y el contacto con el medio están siendo evitados. (Castanedo, C.)

1.4 Etapas del grupo 1.4.1 Aplicación de la teoría de la terapia Gestalt a la práctica del liderazgo de grupos (John E. Frew) Se presenta un marco teórico-práctico para ayudar a los líderes de grupos a realizar intervenciones efectivas. Se discute una variedad de grupos con límite de tiempo, incluyendo grupos de negocios, escolares y de terapia. Se delinea la teoría derivada de la terapia Gestalt y la bibliografía sobre el desarrollo de grupos. Se anima a los líderes de grupos a que alternen sus intervenciones entre los niveles intrapersonal, interpersonal y grupal del proceso, y a que apoyen las tendencias evolutivas naturales de un grupo.

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Este artículo proporciona un marco teórico-práctico para los líderes de grupos, y se aplica a una amplia variedad de ambientes grupales, incluyendo grupos de terapia, grupos de apoyo, equipos de trabajo, comités, juntas de trabajo, grupos académicos y de entrenamiento. Se ofrecen lineamientos que los líderes de grupos podrán tomar en cuenta al tratar de realizar intervenciones informadas, significativas y oportunas. Estos lineamientos animan a los líderes de grupos a respetar las tendencias naturales de los grupos a desarrollarse y madurar a lo largo del tiempo. Este acercamiento fundamental de entender el comportamiento de un individuo en el contexto del campo ambiental fue predicho por Kurt Lewin (1951). Los fundadores teóricos de la terapia Gestalt, así como todo practicante de la Gestalt que haya aplicado esta teoría a los grupos, están en deuda con Lewin y sus formulaciones originales en el área de la teoría de campos, y su subsecuente trabajo sobre la dinámica de grupos. Al igual que las parejas, familias, organizaciones y comunidades, los grupos son ambientes humanos que influyen sobre la naturaleza del comportamiento. Los pensamientos, sentimientos y comportamientos de los miembros son una función de su relación con el grupo en ese momento. Para dirigir a un grupo de una manera efectiva, el líder debemos entender como los individuos experimentan a los grupos que pertenecen. Para intervenir e influir de una manera efectiva sobre el proceso de un grupo, los líderes del grupo deberán tener un marco de referencia como pauta para sus acciones.

Crecimiento personal

Teoría de la Terapia Gestalt

Teoría del desarrollo de Grupos

Gráfica 1. Representación gráfica de los elementos que influyen en la Psicoterapia grupal

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Bennis y Shepard (1956)

Tuckman (1965)

Shutz (1973)

Frew (1983)

Fases: Dependencia • Dependencia / huida • Contradependencia / huida • Resolución / Catarsis Interdependencia • Ilusión / huida • Desilusión / huida • Validación consensual Etapas: Formación Storming Reglamentación Actuación Fases: Inclusión Control Afecto Fases del Desarrollo Grupal Orientación Diferenciación Afiliación

Cuadro 1. Diferentes teorías de las fases o etapas de los grupos

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Puesto que el grupo está conformado por una cierta cantidad de individuos, en consecuencia las figuras relacionadas con los intereses y necesidades de los individuos estarán directamente vinculadas con estas figuras grupales. Fases del Desarrollo grupal

Problemas claves que surgen

ORIENTACIÓN (busco quién se parece a mí)

Seguridad Pertenencia Orientación Similitudes Propósito Dependencia

DIFERENCIACIÓN (encuentro las diferencias)

Poder Control Diferencias Desconfianza Competencia Liderazgo Contra-dependencia

AFILIACIÓN (aceptación de mi grupo tal como es)

Afecto Apoyo Cooperación interdependencia

Cuadro 2. Problemas que surgen durante las fases del desarrollo grupal.

Fases del Desarrollo grupal

Modo dominante del grupo

ORIENTACIÓN (busco quién se parece a mí)

Intra-personal

DIFERENCIACIÓN (encuentro las diferencias)

Inter-personal

AFILIACIÓN (aceptación de mi grupo tal como es)

Grupal

Cuadro 3. Modo dominante durante las fases del desarrollo grupal.

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Resumen de las fases del desarrollo grupal según John E. Frew Fases del Desarrollo grupal

ORIENTACIÓN (Busco quién se parece a mí)

DIFERENCIACIÓN (Encuentro las diferencias)

AFILIACIÓN (Aceptación de mi grupo tal como es)

Estilo de intervención del líder Imposición Cohesión Reglas – cuidar encuadre Inclusión Minimiza el conflicto Intra – inter – grupal Competencia Facilitar expresión interpersonal Trabajar roles de cada uno que se den cuentaAlentar expresión de sentimientos Dar bienvenida al conflicto No triangulación Inter –intra – grupal Confirmación Intervenciones grupales Grupal – inter – intra

Objetivos del líder Tareas: Formar relaciones con los miembros y entre los miembros Orientar Fomentar la inclusión Crear seguridad

Tareas: Trabajar para incrementar la diferenciación, la divergencia y la flexibilidad de los roles entre los miembros. Apoyar el conflicto. Modelar el respeto a las diferencias.

Necesidades del participante Afiliación o pertenencia Establecer su propia identidad

Autonomía Poner a prueba los límites de autoridad y control

Tareas: Ser una Afecto e fuente de intimidad experiencia, un Relacionarse consultor. efectivamente Reconocer la entre sí autonomía del grupo. Reconocer la cohesión del grupo.

Comportamiento del participante Dependiente Comunicación superficial Preguntas de integración Reglas Revisar la seguridad YO Contradependiente Crítica – singularidad Influencias Desafiar Cuestionar Roles YO – TÚ

Interdependiente Conciencia de apoyo grupal. Aceptación y respeto. NOSOTROS

Cuadro 4. Resumen de intervenciones por fase del desarrollo grupal.

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Conclusiones y recomendaciones No hay recetas para ser líder de un grupo. La realización de intervenciones es un verdadero arte, para el cual se requiere de habilidad, creatividad y experiencia. El marco delineado en este artículo, que incluye la teoría y su aplicación en la práctica, puede servir como una serie de pautas generales para manejar varios tipos de grupos con límite de tiempo. La labor de dirigir a cualquier tipo de grupo es formidable. Los líderes deben tener alguna forma de organizar y entender el volumen de los datos que se generan cuando los individuos se reúnen y forman un grupo. A partir de la teoría de la terapia Gestalt y la teoría del desarrollo grupal, los líderes podrán entender la experiencia del grupo asistiendo a las figuras individuales, las figuras grupales, los niveles del proceso, las fases de desarrollo y los modos dominantes. Entonces podrán realizar intervenciones escogidas e informadas, guiados por la comprensión de estas construcciones teóricas. También animo a los líderes a examinar la relación entre lo que es figura para ellos y lo que es de interés para el grupo (o para sus miembros), y alternar las intervenciones impositivas, competitivas y confirmadoras a lo largo de la vida del grupo. Este artículo refleja una inclinación hacia la promoción del máximo desarrollo grupal en la mayoría de las situaciones grupales. Incluso en los que tradicionalmente son grupos centrados en el líder, hay formas de atender los problemas básicos de orientación y diferenciación que garantizarán la realización de algún nivel de afiliación, intensificando así la calidad de la experiencia grupal para todos los participantes.

1.4.2. Teoría y práctica de la terapia grupal (Gerald Corey) Estadios iniciales en el desarrollo grupal Este capítulo y el siguiente tratan de ser un mapa de carreteras a lo largo de los estadios del progreso grupal. Se basa en mi propia experiencia y en los textos de otros autores y describe los factores fundamentales que caracterizan el desarrollo de un grupo. Los estadios descritos en este capítulo no responden a las fases discretas y fácilmente diferenciables de la vida de un grupo real. Entre los estadios hay una diferencia considerable y los grupos no se adaptan exactamente a las secuencias de tiempo preordenadas que teóricamente separan una fase de la siguiente. Además, el contenido del proceso varía de un grupo a otro y se pueden encontrar diferentes aspectos del proceso dependiendo de la orientación teórica del terapeuta, de la finalidad del grupo y de la población que lo integra. A pesar de estas diferencias parece haber algunos patrones generalizados en la evolución de un grupo.

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Un repaso de los estadios del desarrollo grupal, incluyendo los factores que facilitan e interfieren el proceso grupal maximizará su capacidad para ayudar a los miembros de sus grupos a alcanzar las metas que se propongan. Al conocer los problemas y las posibles crisis de cada estadio, usted aprende cuándo y cómo debe intervenir. Según vaya adquiriendo la imagen de la evolución sistemática de los grupos, será más consciente de las tareas evolutivas que deben efectuarse satisfactoriamente si se desea que el grupo avance y puede también predecir problemas e intervenir terapéuticamente. Por último, el conocimiento de la secuencia evolutiva de los grupos le dará la perspectiva que necesita para dirigir a los miembros en direcciones constructivas, reduciendo la confusión y ansiedad innecesaria. Muchos autores han comentado los estadios del proceso evolutivo del grupo y de estas descripciones se deduce que, aunque el contenido específico de los grupos varía considerablemente, las tendencias y procesos son muy similares. En otras palabras, independientemente de la naturaleza del grupo y la orientación teórica del terapeuta, algunas tendencias generalizadas se muestran en la mayoría de los grupos que se encuentran durante un período de tiempo. Gazda (1989) observa que los estadios a través de los cuales progresan los grupos terapéuticos son más visibles en los grupos cerrados, aquellos que mantienen los mismos miembros durante toda la existencia del grupo. Schutz (1973b) describe tres estadios: inclusión, poder y afecto. Mahler (1969) se refiere a cinco estadios: formación, implicación, transición, trabajo y finalización. Los cuatro estadios de Gazda son similares a los de Mahler: exploración, transición, acción y finalización. Hansen, Warner y Smith (1980) mencionan cinco estadios: iniciación del grupo, conflicto y confrontación, desarrollo de la cohesión, producción y finalización. Yalom (1985) identifica tres estadios. El estadio inicial se caracteriza por la orientación, participación vacilante y búsqueda de significado; el segundo por el conflicto, dominio y rebelión, y el tercero, el estadio de la cohesión, por un aumento de la moral, confianza y auto-apertura. Este capítulo empieza con el examen de las responsabilidades del terapeuta en la formación del grupo: preparación, presentación del grupo, selección de miembros y preparación de los mismos para una experiencia satisfactoria. El Estadio según mi propia distribución en cuatro fases, constituye la fase de orientación, un tiempo de exploración durante las sesiones iniciales. El Estadio 2, la fase de transición caracterizada por el manejo de conflictos, actitudes defensivas y resistencia. En el Capítulo 5 seguiremos con el Estadio 3, denominado fase de trabajo. Esta fase está dominada por la acción, manejo de los asuntos personales significativos y traslado del insight a acción dentro y fuera del grupo. En el Estadio 4, la fase de consolidación, el centro de interés reside en la aplicación de lo aprendido en el grupo a las situaciones cotidianas. Acabaremos con el examen de los problemas postgrupo, incluyendo el seguimiento y la evaluación La descripción de estos estadios se basa en los modelos presentados por varios escritores así como en mis propias observaciones sobre la evolución de los grupos.

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Aspectos previos: formación del grupo Si usted desea que un grupo tenga éxito necesita dedicar un tiempo considerable a la planificación. En mi opinión, la planificación debería empezar con la elaboración de un borrador de la propuesta. Los aspectos que deberán incluirse en la propuesta son los principales objetivos del grupo, la población a la que va dirigida, una justificación clara del mismo, formas de presentar el grupo y captar miembros, la selección de miembros, el tamaño y duración del grupo, la frecuencia y tiempo de las sesiones, estructura y formato del grupo, los métodos de preparación de los miembros, si el grupo será abierto o cerrado, si la participación será voluntaria o involuntaria y los procedimientos de seguimiento y evaluación. La preparación del terapeuta para esta fase formativa influye de forma capital en los resultados del grupo. Así, los terapeutas experimentados dedican tiempo a pensar en el tipo de grupo que desean y a prepararse psicológicamente. Si sus expectativas son inciertas y los objetivos y estructura del grupo son vagos, los miembros adoptarán una actitud innecesariamente titubeante. Presentación del grupo y captación de miembros La presentación de un grupo influye sobre las formas de recepción de los posibles miembros y sobre el tipo de personas que se sentirán atraídos por él. Es imprescindible expresar las ideas suficientes para que los futuros miembros puedan hacerse una idea de la razón de ser y de las metas del grupo. Aunque los anuncios impresos tienen cierto valor si llegan al sector de población al que van dirigidos, presentan algunas limitaciones. Independientemente de la especificidad con que se exprese en los anuncios, los lectores, como mínimo algunos de ellos, pueden malinterpretarlos. Teniendo en cuenta este riesgo, soy partidario de establecer un contacto directo con la población que probablemente más se beneficiará del grupo. Por ejemplo, si usted programa un grupo escolar, es una idea válida visitar múltiples clases para presentarse a sí mismo y contar a los estudiantes las características más significativas del grupo. Podría también distribuir una hoja de solicitud para los interesados en recibir más información sobre el grupo. Selección de los miembros del grupo La American Counseling Association (ACA) y la Association for Specialists in Group Work (ASGW) incluyen normas éticas relacionadas con la selección de los miembros del grupo. La norma de la ACA (1988) correspondiente a este aspecto dice: “El miembro terapeuta debe cuidar la compatibilidad de los participantes en el grupo durante todo el transcurso del mismo”. La norma propuesta por el ACA (1993) referente a la selección de miembros afirma: “Los terapeutas profesionales seleccionan a los futuros participantes del grupo y se preocupan por la idoneidad de los participantes durante todo el transcurso del grupo” (p. 7). La norma de la ASGW (1989) dice: “El consultor del grupo selecciona a

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los futuros miembros (cuando se adecuen a su orientación teórica). “En la medida de lo posible, el consultor selecciona los miembros cuyas necesidades y metas son compatibles con las metas del grupo, que no impidan el progreso del grupo y cuyo bienestar no será afectado por la experiencia grupal”. El entorno en el que trabajan los terapeutas puede dificultar la selección individual de los miembros. Existen vías alternativas para cumplir los mismos objetivos. Por ejemplo, los terapeutas pueden hacer que los futuros miembros cumplimenten un cuestionario escrito y posteriormente pueden establecer entrevistas con ellos. Si estos métodos de selección no son realistas, la sesión inicial puede ser usada como sesión de recogida de información y de selección. Esta idea de reunión previa tiene una importancia especial en los entornos donde no es posible entrevistar individualmente a los miembros. En este mismo orden, el terapeuta tras captar a los posibles miembros, debe determinar seguidamente quién de ellos (si procede) será excluido. Una buena selección disminuye los riesgos psicológicos de la participación inadecuada en el grupo (comentado en el Capítulo 2). Durante la sesión de selección, el terapeuta puede dedicar algún tiempo a examinar con los posibles miembros sus temores o preocupaciones con respecto a la participación en un grupo. El terapeuta puede ayudarles a evaluar su disposición para participar en grupo y comentar los posibles cambios que pueden sobrevenir en sus vidas. Los miembros deberían saber que existe un precio si permanecen como hasta el momento y también existe otro si efectúan cambios sustanciales. Si participan en el grupo sin conocer los posibles impactos que sus cambios personales tendrán sobre sus vidas su motivación puede reducirse cuando se encuentren con problemas familiares. Los esfuerzos que efectúe el terapeuta para la selección y orientación de los miembros pueden generar la motivación y disposición del grupo a trabajar y contribuir. Las siguientes preguntas también le ayudarán a seleccionar a los miembros del grupo; “¿Cómo puedo decidir quién se beneficiará más del grupo que pretendo planificar?”, “¿Quién tiene más probabilidades de ser perturbado por la participación grupal o de ser negativamente influido por el resto de los miembros?”. La selección debería de ser un proceso de doble vía. Por lo tanto, los posibles miembros deberían disponer de la posibilidad de una entrevista privada para formular dudas y determinar si el grupo es idóneo para ellos. Los terapeutas deberían animar a los futuros miembros a implicarse en la decisión de la idoneidad de su participación en el grupo. Evidentemente siempre existe la posibilidad de que el terapeuta tenga algunas reservas sobre la participación en el grupo de algunas personas que están dispuestas a ello. En última instancia es tarea del terapeuta tomar la decisión. Es una decisión difícil y reconozco que los procedimientos de selección son subjetivos. De cualquier modo, ciertas reglas pueden ayudar al terapeuta a tomar esta decisión de forma más consciente. Encuentro que a menudo es difícil prever cuál de los candidatos saldrá beneficiado del grupo. Durante la entrevista individual muchas veces las personas describen de forma vaga sus expectativas del proceso grupal. Pueden sentirse asustados, tensos, pueden adoptar una actitud defensiva y pueden

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enfocar la entrevista individual del mismo modo que harían con una entrevista laboral, especialmente si piensan que la admisión en el grupo depende de ésta. En mi experiencia he encontrado personas que tratan de ser vagas es sus respuestas y que se esfuerzan por contestar lo que creen que yo espero oír, casi de forma idéntica lo que harían en una entrevista laboral. El criterio básico para la selección de los miembros del grupo es determinar si contribuirán a la labor del grupo o por el contrario serán contraproducentes. Algunas personas pueden absorber de tal forma la energía del grupo que quede poco para el trabajo productivo. En el mismo orden, la presencia de determinadas personas puede dificultar el logro de la cohesión del grupo. Esto es frecuente con los individuos que sienten necesidad de monopolizar y dominar, con los clientes hostiles o agresivos con necesidad de actuar y con las personas excesivamente centradas en sí mismas que conciben el grupo como una audiencia. Otros que también deberían ser excluidos de la mayoría de los grupos son las personas en situaciones de crisis extremas, personas con tendencias suicidas, con personalidades sociopáticas, personas excesivamente suspicaces o aquellas que carecen de la suficiente fuerza del ego y tienen tendencia a la conducta fragmentada y extraña. Es difícil afirmar categóricamente que cierto tipo de persona debería ser excluida de todos los grupos, como norma podríamos decir que el tipo de grupo debería determinar la admisión o rechazo de los miembros. Así, un alcohólico puede ser excluido de un grupo de crecimiento personal pero puede ser un candidato idóneo para un grupo de individuos afectados por problemas de adicción, adictos al alcohol, u otras drogas o a los alimentos. Si la entrevista individual de selección es una oportunidad para que el terapeuta evalúe a los candidatos y determine lo que estos desean lograr de la experiencia grupal, es también una posibilidad para que los futuros miembros lleguen a conocer al terapeuta y desarrollen un sentimiento de confianza. La forma en que esta entrevista inicial sea dirigida está muy vinculada al establecimiento del nivel de confianza en el grupo. Por esta razón subrayo el intercambio de doble vía durante la entrevista, en espera de que los miembros se sientan libres para preguntar cualquier aspecto que les ayude a decidir si desean o no participar en el grupo. Algunas consideraciones que yo hago son: ¿Parece esta persona dispuesta a hacer lo necesario para ser un miembro productivo del grupo?, ¿Ha tomado la persona la decisión de participar en el grupo o ha estado influido por opinión de alguna otra personas?, ¿Dispone el candidato de metas claras y entiende la utilidad del grupo para ayudarle a conseguirlas?, ¿Tiene la persona voluntad y disposición para compartir algo personal? La selección de miembros para garantizar el equilibrio óptimo del grupo a menudo parece ser una tarea imposible. Yalom (1985) propone que la cohesión es el principal criterio de selección de los participantes. Por lo tanto, lo más importante es seleccionar personas que preferentemente sean compatibles, incluso aunque el grupo sea heterogéneo.

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En el contexto de la psicoterapia de grupo, Yalom plantea que los clientes pueden sentirse frustrados salvo que se hayan empleado unos criterios de selección muy prudentes. Mantiene que es más fácil identificar a las personas que deberían ser excluidas que a quienes deberían ser incluidas. En sus citas de estudios clínicos, menciona a los siguientes como candidatos poco apropiados para una terapia intensiva de grupo, externa y heterogénea: personas con trastornos cerebrales, hipocondríacos, adictos al alcohol o drogas, individuos psicóticos y personalidades sociopáticas. En términos de criterios para la admisión, Yalom mantiene que la variable más importante es el nivel de motivación del cliente para trabajar. Desde su perspectiva los grupos son útiles para las personas que tienen problemas interpersonales como soledad, incapacidad para establecer o mantener relaciones íntimas, sentimientos de incapacidad para amar, temor a mostrarse asertivo y dependencia. Los clientes que carecen de un sentido en la vida, que sufren de ansiedad difusa, que buscan su identidad, que temen el éxito y que son trabajadores compulsivos pueden beneficiarse de una experiencia grupal. El punto clave consiste en seleccionar a los candidatos dentro del contexto del tipo de grupo que ofrece un profesional. Si un cliente es admitido o excluido depende sobre todo de los objetivos del grupo. Aspectos prácticos en la formación de un grupo Grupos cerrados versus abiertos. La población y el entorno determinarán en parte si los grupos son cerrados o abiertos. De cualquier modo este aspecto debe comentarse y decidirse durante la sesión inicial. Cada tipo de grupo presenta sus propias ventajas. En los grupos cerrados ningún miembro nuevo se admite al grupo hasta que el actual finalice. Esta práctica ofrece estabilidad a sus miembros porque posibilita la continuidad y potencia la cohesión. El problema que plantean los grupos cerrados es que cuando muchos miembros abandonan el grupo, el proceso grupal se ve drásticamente afectado. En un grupo abierto, los miembros nuevos reemplazan a los que abandonan y esto puede imprimir un nuevo estímulo. Una desventaja de los grupos abiertos es la dificultad de los nuevos miembros para llegar a ser parte del grupo porque desconocen lo comentado hasta el momento de su admisión. Otra desventaja es que la modificación de los miembros puede producir efectos indeseados sobre la cohesión del grupo. Por lo tanto, si el flujo del grupo se mantiene, el terapeuta debe dedicar tiempo y atención a preparar a los nuevos miembros y ayudarles a integrarse. Participación voluntaria versus involuntaria. ¿Deberían estar formados los grupos sólo por miembros cuya participación es voluntaria o también pueden funcionar con miembros involuntarios? Previsiblemente, existen ventajas al trabajar con un grupo de clientes que desean invertir sus esfuerzos en el proceso grupal. Como hemos visto, Yalom (1985) mantiene que para beneficiarse de la experiencia grupal, es fundamental que la persona se encuentre motivada. Participar en un grupo porque alguien le ha “mandado” allí reduce las posibilidades de éxito. Yalom cree

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que las personas con involuntariedad manifiesta a participar en el grupo no deberían ser aceptadas. Sin embargo, opina también que muchas de las actitudes negativas que muestran los candidatos involuntarios hacia los grupos pueden ser modificadas mediante la adecuada preparación de los miembros. En la misma línea de Yalom, he descubierto que muchos miembros involuntarios aprenden que la experiencia grupal puede ayudarles a efectuar cambios que ellos desean lograr. En muchos centros e instituciones, los profesionales tienen que dirigir grupos de clientela involuntaria. Por lo tanto es Importante que dichos profesionales aprendan a trabajar dentro de tal contexto en vez de aferrarse a la idea de que sólo son efectivos cuando trabajan con grupos integrados por miembros voluntarios. Si al presentar la experiencia grupal bajo una perspectiva favorable el terapeuta ayuda a los miembros involuntarios a ver los posibles beneficios de la experiencia, aumentarán las posibilidades de efectuar un trabajo productivo. La clave de la participación satisfactoria reside en la orientación y preparación de los miembros así como en la confianza del terapeuta en que el proceso grupal tiene algo que ofrecer a estos futuros miembros. Grupos homogéneos versus heterogéneos. Los terapeutas deben decidir las bases de la homogeneidad de sus grupos. Por homogeneidad entiendo el grupo compuesto por personas que, por ejemplo, son de edades similares, tales como grupos de niños, de adolescentes o de ancianos. Otros grupos homogéneos son aquellos basados en un interés o problema común. Así, existen grupos diseñados para personas con problemas de sobrepeso o personas adictas a drogas o alcohol, o grupos de concienciación de hombres o de mujeres. Algunos grupos escolares están diseñados exclusivamente para niños y adolescentes con dificultades de aprendizaje o para niños con problemas graves de adaptación al contexto del aula. Para una determinada población con ciertas necesidades, un grupo compuesto por miembros homogéneos es más funcional que uno grupos compuestos por miembros diferentes. Piense por ejemplo en un grupo de adolescentes. Tal grupo puede centrarse exclusivamente en los problemas evolutivos únicos que encaran los adolescentes tales como las relaciones interpersonales, el desarrollo y la identidad sexual y la lucha por la autonomía. En un grupo diseñado y compuesto exclusivamente por adolescentes, se anima a los participantes a expresar muchos de los sentimientos que han guardado para sí; mediante la interacción con otros de su misma edad, pueden compartir sus conflictos y recibir apoyo y comprensión. Aunque los grupos homogéneos sean más apropiados para ciertas poblaciones con necesidades específicas, los grupos heterogéneos presentan algunas ventajas decisivas para el crecimiento personal. Un grupo heterogéneo, como microcosmos de la estructura social que existe en el mundo cotidiano, ofrece a los participantes la oportunidad de experimentar una nueva conducta, desarrollar habilidades sociales y obtener feedback de muchas y diversas fuentes. Si se desea simular la vida cotidiana es preferible disponer de miembros de diferentes edades, entornos sociales, intereses y problemas.

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Tamaño del grupo. El tamaño deseable del grupo depende de factores como la edad de los clientes, el tipo de grupo, la experiencia de los terapeutas y el tipo de problema examinado. Otro elemento a considerar es el número de terapeutas con que cuenta el grupo. Para grupos continuados con adultos, una proporción adecuada parece ser la de ocho miembros por cada terapeuta. Los grupos de niños pueden reducirse a tres o cuatro niños. En general, el grupo debería tener suficientes miembros como para permitir la amplitud de interacciones y al mismo tiempo ser lo suficientemente pequeño como para dar a todos la oportunidad de participar frecuentemente sin perder la sensación de “grupo”. Frecuencia y duración de los encuentros. ¿Con qué frecuencia deberían reunirse los grupos? y ¿Durante cuánto tiempo? Estos aspectos dependen también del tipo de grupo y en alguna medida de la experiencia del terapeuta. La frecuencia más común es la semanal. Con niños y adolescentes normalmente suele ser mejor establecer sesiones de menor duración y mayor frecuencia. Con adultos que funcionan relativamente bien las sesiones semanales de dos horas son suficientemente prolongadas para posibilitar cierto trabajo intensivo. Duración del grupo. En mi opinión, durante la fase de planificación del grupo cerrado es conveniente establecer una fecha de finalización para que los miembros sean conscientes de los límites de tiempo con que cuentan. La duración varía de un grupo a otro, dependiendo del tipo de grupo y de la población. En la práctica privada los grupos pueden durar entre 30 y 50 semanas. Muchos grupos escolares y universitarios se mantienen a lo largo de un semestre (unas 15 semanas). Un grupo debería ser lo suficientemente prolongado como para permitir la cohesión de los miembros y el trabajo productivo pero sin que genere la sensación de interminable. Lugar de encuentro. Otro aspecto previo a la consolidación del grupo es el entorno. Es fundamental disponer de un espacio con cierto grado de atractivo que posibilite la intimidad y las interacciones cara a cara de los miembros. Un entorno inapropiado puede establecer un ambiente negativo que afectará negativamente sobre la cohesión del grupo, se debería hacer un esfuerzo por garantizar un lugar de reunión que posibilite el trabajo en profundidad. Las utilidades de la reunión previa o la sesión inicial Cuando los miembros del grupo han sido seleccionados, surge la siguiente cuestión: ¿Cuál es la responsabilidad del terapeuta en la preparación de los miembros para que obtengan el máximo beneficio de la experiencia grupal? En mi opinión la preparación sistemática es imprescindible y se inicia durante la entrevista individual de selección y continua durante las primeras sesiones iniciales. La preparación consiste en examinar con los miembros sus temores, metas y malentendidos, los aspectos básicos del proceso grupal, los riesgos psicológicos asociados a la participación grupal y las formas para minimizarlos, los valores y limitaciones de los grupos, la experiencia grupal y la necesidad de confidencialidad. Esta preparación

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puede realizarse en una reunión preliminar de todos los miembros que vayan a formar parte del grupo. Además de la entrevista individual con cada persona anterior a la formación del grupo, dedico la sesión inicial como instrumento de selección. La sesión inicial es un buen momento para hablar de los objetivos del grupo, para comunicar a los miembros la distribución temporal, para examinar algunos posibles aspectos que serán considerados en el grupo, para comentar las normas y pautas básicas y para iniciar la puesta en contacto de los miembros. Como soy partidario de que las personas decidan cuanto antes si están dispuestos o no a participar en el grupo y a ser miembros activos, animo a los participantes a considerar la primera sesión como una oportunidad para ayudarles a tomar tal decisión. La estructuración del grupo, incluida la especificación de las normas y procedimientos debería efectuarse al inicio de la historia grupal. Aunque parte de esta estructuración se haya realizado o al menos iniciado en la sesión individual de acogida, será necesario continuar con este proceso la primera vez que se reúna con el grupo. De hecho, la estructuración es un proceso continuo que constituye un apartado vital de las tareas iniciales del grupo. La preparación es particularmente importante para los clientes minoritarios y procedentes de diversas étnicas porque muchos de ellos mantienen valores que dificultan su participación completa en la experiencia grupal. Por ejemplo, los grupos de participación libre e intercambio de ideas parecen entrar en cont1icto con los valores asiáticos de humildad y modestia. Además, muchos asiáticos no comparten los valores occidentales de independencia, individualismo, comunicación directa, expresión de sentimientos y asertividad (Lee, Juan & Hom, 1984; Leong, 1992). Tales clientes pueden amedrentarse ante la experiencia grupal, especialmente si se espera que durante las primeras sesiones efectúen revelaciones personales. Por lo tanto, la preparación adecuada será fundamental para los clientes asiáticoamericanos que carezcan de experiencia terapéutica previa en grupo. La preparación cautelosa reducirá el índice de abandono de estos clientes y les ayudará a maximizar sus logros (Ho, 1984). La preparación no es menos importante para los individuos procedentes de otros grupos étnicos. Es fundamental que conozcan los objetivos del grupo así como la forma en que pueden salir personalmente beneficiados de la experiencia grupal. Los terapeutas deben tener presente que el rechazo o resistencia puede ser más el resultado de los antecedentes culturales que de una actitud poco cooperativa. Bowman y DeLucia (1993) sostienen que cada vez se insiste más en los métodos de preparación que reducen la ansiedad inicial del cliente, clarifican sus expectativas y les educan sobre el proceso grupal. Mantienen también que esto puede ayudar a los miembros a adquirir destrezas que contribuyan a una experiencia grupal satisfactoria. Por último, la preparación puede aportar a los terapeutas noveles una perspectiva más completa del proceso grupal e incrementar así su confianza en el rol del terapeuta del grupo.

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Yalom (1985) es otro de los defensores de la preparación sistemática de los participantes. Su preparación incluye la explicación de la teoría al grupo, examen de expectativas y malentendidos, predicción de los problemas iniciales y obstáculos, comentario sobre la forma óptima de cooperación entre miembros, comentario sobre la confianza y auto-apertura y examen de los riesgos asociados a la experimentación de nuevas conductas. Yalom comenta también aspectos como las metas de la terapia grupal, la confidencialidad y la socialización fuera del grupo. Aunque confío plenamente en el valor de la preparación sistemática y completa de los participantes, considero también el peligro de la sobre preparación. Por ejemplo, normalmente pido a los miembros que sean ellos quienes comenten sus temores o reservas. Examino también algunos riesgos asociados a la participación grupal. Sin embargo si, en este aspecto en particular, el terapeuta especifica excesivamente, los miembros pueden desarrollar miedos o preocupaciones que no tenían antes y que pueden con vestirse en profecías auto cumplidas. Por otra parte, un exceso de estructura impuesta por el terapeuta puede inhibir cualquier iniciativa de los miembros. Los riesgos inherentes a la sobre preparación deberían contrapesarse con los de la preparación insuficiente. El exceso de debates y los conflictos inútiles que a menudo surgen durante los estadios finales del grupo pueden ser el resultado de no haber adquirido las destrezas básicas y la comprensión suficiente del proceso grupal. Mis pautas de orientación y preparación de los miembros Inicio mi programa de preparación durante la selección de cada miembro potencial y dedico la mayor parte de la primera sesión (lo que denomino encuentro pregrupo) a la orientación del proceso grupal. Esta orientación continúa durante la fase inicial del grupo. Mientras el grupo va tomando firma, emergen espontáneamente y se manejan los aspectos relacionados con el proceso grupal. Empiezo comentando con los participantes la importancia de su preparación para el trabajo en grupo. Subrayo que las metas conseguidas dependerán en gran medida de su nivel de implicación. Durante la reunión de pregrupo y en las sesiones iniciales del grupo, ayudo a los miembros a examinar y decidir su nivel de compromiso. Nos centramos en lo que desean conseguir con su participación en el grupo y colaboro con ellos en la definición de metas personales claras, específicas y significativas. Después de que hayan optado por algunas metas personales que guíen su trabajo en el grupo se pide a los miembros que definan estas metas mediante la elaboración de un contrato (Para más detalles sobre la ayuda a los miembros en la definición de metas personales y formulación de contratos, ver los comentarios sobre el análisis transaccional, terapia conductual, terapia racional emotiva y terapia realista en los Capítulos 12, 13, 14 y 15). En el encuentro pregrupo se pide a los miembros que comenten sus expectativas, razones para participar en el grupo, temores ante dicha participación y esperanzas. A menudo les ofrezco algunos indicadores con el fin de minimizar las posibilidades que ofrece el grupo para efectuar los cambios que deseen en sus

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vidas. Comento con ellos el tema de la auto-apertura necesaria. Los miembros saben que son ellos quienes deciden los aspectos personales que desean examinar en el grupo. Se les comunica también la necesidad de atenerse a las reacciones que se muestran en el aquí y ahora de las interacciones grupales. Mi objetivo es enseñarles que el grupo sólo funcionará si tienen voluntad para expresar sus pensamientos y sentimientos sobre su presencia en el grupo. De hecho, sus reacciones determinarán nuestro proceder durante las primeras sesiones. Les animo a formular cualquier duda o pregunta que tuvieran sobre el proceso grupal. Pido a los miembros que antes de acudir a cada sesión piensen en los aspectos personales que desearían plantear en el grupo para proceder a su examen. Aunque tengan un índice establecido cuando llegan a la sesión, procuro que mantengan una actitud flexible hacia el trabajo de otros aspectos que puedan surgir espontáneamente en las interacciones con otros miembros. Corno sigo pensando que la lectura, reflexión y escritura ayudan a los miembros a centrarse en sí mismos, trato de motivarles para que lean determinados libros. Les pido también que escriban un diario donde pueden anotar espontáneamente las diferentes reacciones que tienen en el transcurso de la sesión y en los períodos que transcurren entre dos sesiones. Se les anima a presentar en el grupo lo esencial o la síntesis de lo escrito en sus diarios. De este modo se les enseña a valorar el trabajo continuado que se ha iniciado durante la sesión. Se repite una y otra vez la importancia del grupo para poner en práctica las conductas nuevas, que el grupo no es un fin sino el medio para adquirir nuevas formas de pensamiento, sentimiento y conducta. Asi, se les invita continuamente a probar nuevos estilos de conducta durante las sesiones para comprobar si desean efectuar algunos cambios. Resumen de los factores pregrupo Funciones y posibles problemas de los miembros. Antes de integrarse en un grupo, los individuos deberían disponer de los conocimientos necesarios para adoptar una decisión informada sobre su participación. Los miembros deberían ser activos en el proceso de toma de decisiones sobre la utilidad del grupo para resolver problemas. A continuación se adjuntan algunos aspectos relacionados con el rol de miembro en este estadio: •

Los miembros deberían conocer todos los detalles relativos al grupo que pueden influir sobre ellos.



Los miembros deberían aprender a formular preguntas al terapeuta para decidir si el grupo con ese terapeuta particular es conveniente para ellos en ese momento.



Los miembros pueden beneficiarse si preparan su participación en el grupo pensando en sus propósitos o en sus expectativas de la experiencia.

Pueden surgir problemas como:

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Los miembros han sido obligados participar en el grupo involuntariamente. Los miembros carecen de la información suficiente sobre la naturaleza del grupo. Los miembros son pasivos y no dedican tiempo a pensar en lo que quieren o esperan del grupo. Funciones del terapeuta. Las principales tareas que debe efectuar el terapeuta durante la formación del grupo son: •

elaborar una propuesta escrita clara sobre la formación de un grupo



presentar la propuesta a las autoridades competentes e impulsar su aceptación



anunciar el grupo con toda la información necesaria y posible para los futuros participantes



dirigir las entrevistas pregrupo con fines selectivos y orientadores



tomar decisiones sobre la selección de los miembros



organizar los detalles prácticos satisfactoriamente un grupo

necesarios

para

poner

en

marcha

Estadio 1: estadio inicial - orientación y exploración Características del estadio inicial El estadio inicial de un grupo es el momento de la orientación y exploración: determinar la estructura del grupo, conocerse unos a otros y examinar las expectativas de los miembros. Durante esta fase los miembros aprenden a funcionar en grupo, definen sus propias metas, clarifican sus expectativas y crean su espacio en el grupo. Durante las sesiones iniciales los miembros tienden a mantener una “imagen pública”, es decir, presentan las dimensiones de sí mismos que consideran socialmente aceptables. Esta fase se caracteriza generalmente por cierto grado de ansiedad e inseguridad en la estructura grupal. Los miembros se hallan dubitativos porque buscan y examinan los límites y se preguntan si serán aceptados. Normalmente los miembros llegan al grupo con ciertas expectativas, preocupaciones y ansiedades y es vital que dispongan de la oportunidad para expresarlas abiertamente. En este momento el terapeuta debe aclarar los malentendidos y si fuera necesario desmitificar los grupos. Asemejo esta fase inicial con los primeros días que una persona pasa en un país extranjero, que sufre la necesidad de aprender los rudimentos de un nuevo idioma y las diferentes formas de expresarse.

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Principales tareas del estadio inicial: inclusión e identidad Las principales tareas del estadio inicial consisten en hallar la identidad personal en el grupo y decidir el grado de implicación que se va a tener como miembro. Schutz (1973a) sostiene que esta fase conlleva el hallazgo del equilibrio entre el mantenimiento de la propia individualidad en el seno del grupo y los compromisos que se adoptan. Las siguientes preguntas son las que normalmente se cuestionan los miembros durante las sesiones iniciales: “¿Estaré fuera o dentro de este grupo?” “¿Cuánto de mí mismo deseo revelar?” “¿Cuánto deseo arriesgar?” “¿Con qué garantías contamos al adoptar riesgos?” “¿Puedo confiar en estas personas?” “¿Coincido con esta personas?” “¿Quiénes me gustan y quiénes me disgustan?” “¿Me aceptarán o me rechazarán?” “¿Puedo seguir siendo yo mismo y al mismo tiempo ser parte del grupo?”

La fundación del grupo: confianza La mayoría de los escritores coinciden en la importancia de establecer confianza en el seno del grupo para que sea posible su desarrollo continuo. Sin confianza la interacción grupal será superficial, la auto-exploración será escasa, no se producirá el desafío constructivo entre los miembros y el grupo operará bajo los handicaps de sus sentimientos ocultos. Es un error asumir que las personas confiarán “por naturaleza” unos en otros cuando se constituya el grupo. ¿Por qué van a fiarse directamente?, ¿Cómo saben que el grupo les ofrecerá un clima más seguro y de mayor aceptación que la sociedad en general? En mi opinión son las personas quienes deciden si van a confiar o no en el grupo, tal decisión depende en parte de la capacidad del terapeuta para mostrar que el grupo puede ser un espacio seguro donde uno puede mostrarse a sí mismo; el terapeuta también puede favorecer una atmósfera terapéutica de apertura y adopción de riesgos animando a los miembros a comentar los factores que inhiben su confianza. Formas de establecer la confianza. La forma en que los terapeutas se presentan produce un profundo efecto en la atmósfera del grupo. ¿Es el terapeuta entusiasta, atractivo, psicológicamente presente y abierto?, ¿En qué grado confía el terapeuta en sí mismo? Muchas veces he oído comentar a los miembros que es positiva la confianza de los terapeutas. El éxito del terapeuta al establecer una base de confianza y seguridad depende en gran parte del grado de preparación del grupo. La prudente selección de

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los miembros y los esfuerzos por asegurar que el grupo sea adecuado para sus posibilidades es muy importante, como también lo es la forma de presentar las reglas básicas del grupo. Los terapeutas que se muestran interesados en el bienestar de los miembros individuales y del grupo en su totalidad engendran confianza. Comentar cuestiones como los derechos de los participantes, la necesidad de confidencialidad y la necesidad del respeto mutuo demuestra que el terapeuta dispone de una actitud seria hacia el grupo. Si los terapeutas tienen interés es probable que los miembros también inviertan esfuerzo propio en el grupo. De estos comentarios no debería deducirse que el desarrollo de la confianza sea tarea exclusiva de los terapeutas. Es cierto que los terapeutas pueden engendrar confianza a través de sus actitudes y conductas, pero el nivel de confianza depende también en gran parte de los miembros, individual y colectivamente. Los miembros plantean normalmente algunos temores y algunas esperanzas en el grupo. Los participantes confiarán más en el grupo si se les motiva para exponer sus temores porque al comentarlos es probable descubrir que muchos de ellos son compartidos por los restantes miembros. Si un miembro, por ejemplo, se preocupa por su incapacidad para expresarse efectivamente y alguna otra persona expresa el mismo problema, casi invariablemente se establecerá un vínculo entre ambos. Los silencios y la incomodidad son característicos de la sesión inicial. Mientras más desestructurado sea el grupo, mayor será la ansiedad y la ambigüedad sobre el comportamiento en el grupo. Los miembros dudan y tratan de hallar la forma de participar. Según progresan las sesiones, los miembros encuentran más fácil plantear aspectos y participar en la discusión. La mayoría de las veces estos aspectos tienden a ser seguros (al principio) y se hacen comentarios sobre terceras personas o sobre material lejano. Esta es una forma en que los miembros prueban las aguas. Es como si estuvieran diciendo “Yo revelo una parte de mí, ni profunda ni sensible, y veré como me tratan los demás”. Formas de mantener la confianza. Otro aspecto característico de la fase inicial es la tendencia de algunos participantes a introducirse e intentar aconsejar sobre los problemas que se plantean en el grupo. Es tarea del terapeuta asegurar que estas “intervenciones de resolución de problemas” no se convierten en un patrón porque provocaría la imitación y la confrontación de algunos miembros contra aquellos que se precipitan por ofrecer remedios inmediatos para los problemas ajenos. La atmósfera de confianza del grupo también puede verse afectada por los sentimientos negativos que a menudo en la fase inicial experimentan los miembros del grupo contra algunos de los miembros restantes o contra el terapeuta y por el hecho de que el grupo no procede de la forma que les gustaría. Este es un factor central en el grupo y la confianza puede verse dañada o reforzada dependiendo de la forma en que se manejen los sentimientos negativos. Si el conflicto se plantea abiertamente en el grupo y los sentimientos negativos se reciben de forma no defensiva, existen más posibilidades de modificar la situación que provoca dichos

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sentimientos. Sólo entonces, el grupo puede avanzar a un nivel más profundo de trabajo. Los miembros se sentirán seguros para arriesgarse más y ser capaces de centrarse en problemas personales significativos y de expresar sentimientos presentes. Según los miembros revelen más de sí mismos, el grupo incrementa la cohesión, recíprocamente esta cohesión incipiente fortalece la confianza que existe en el grupo y crea la atmósfera conveniente para que los miembros prueben nuevas formas de comportamiento en el grupo. Cuando los miembros confían unos en otros, confían también en el feedback que reciben, que pueden usar en la medida que ensayan conductas recientemente adquiridas en sus entornos cotidianos. Rol del terapeuta en el estadio inicial Modelado. Cuando usted dirige un grupo, usted establece el tono y moldea las normas como miembro que establece un modelo y como experto técnico (Yalom, 1985). Es importante que usted exprese abiertamente sus propias expectativas con respecto al grupo durante la primera sesión y que presente el modelo de la honestidad y espontaneidad interpersonal. Usted deberá ser consciente de su propia conducta y del impacto que tiene sobre el grupo y de la práctica de las destrezas que generan un ambiente terapéutico. Para ser efectivo, un terapeuta debe ser capaz y estar dispuesto a permanecer psicológicamente presente en el grupo y a ser genuino. La autenticidad implica un nivel de entusiasmo e implicación en el propio trabajo como terapeuta. ¿Cómo podemos esperar que los participantes se impliquen y confíen en el potencial del grupo si usted no cree en lo que hace o si se muestra apático? En referencia a la empatía, tanto cognitiva como afectiva, usted puede crear una situación terapéutica observando y comprendiendo el mundo desde la perspectiva de los miembros. Otra característica clave hace referencia a su sensibilidad para atender y responder no sólo a lo que se dice sino también a los mensajes encubiertos transmitidos entre líneas. Esto puede aplicarse a los individuos y al grupo en general. Por último, las personas que constituyen su grupo tienen necesidad de sentirse respeta los y apoyados por usted. Todos estos aspectos adquieren un significado especial si recuerda que en el estadio inicial los participantes dependen mucho de usted. Se dirigirán a usted en solicitud de dirección y estructura y muchas veces se centrarán tanto en usted que no prestarán ninguna atención a sus propios recursos. Esta situación, que se produce en la mayoría de los grupos, le obliga a permanecer continuamente alerta de sus propias necesidades de ser una figura de autoridad y de mantener un control estrecho del grupo. Si usted no es consciente de estas necesidades puede impedir que los miembros de su grupo sean autónomos. Ayuda en la identificación de metas. Otra de sus tareas fundamentales como terapeuta del grupo consiste en ayudar a los miembros a implicarse. Usted puede

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hacer mucho pata motivar, inspirar y retar a las personas para que deseen obtener lo máximo del grupo. En este estadio usted lo hace fundamentalmente ayudándoles a identificar, clarificar y elaborar metas significativas. Existen metas generales de grupo, que varían de un grupo a otro porque dependen de los propósitos del grupo y existen metas del proceso grupal, que son comunes a la mayoría de los grupos. Algunos ejemplos de estas metas del proceso grupal son la permanencia en el aquí y el ahora, dejarse conocer por los otros, desafiarse a sí mismo y a los demás, arriesgar- se, dar y recibir feedback, escuchar a los otros, manejar los sentimientos que surgen en el grupo, decidir el tema a trabajar y aplicar las nuevas conductas dentro y fuera del grupo. Además de establecer estas metas referentes al proceso grupal, usted deberá ayudar a los miembros a establecer sus metas personales. Normalmente en los estadios iniciales del grupo las personas sólo presentan ideas vagas sobre sus expectativas en la experiencia grupal. Estas ideas vagas deben ser traducidas en metas específicas y concretas en relación a los cambios deseados y a los esfuerzos que está dispuesto a hacer para obtener tales cambios. Este proceso deberá efectuarse durante la fase inicial para que los miembros se beneficien al máximo de la experiencia grupal. Como he comentado anteriormente, usted puede favorecer este proceso asumiendo la responsabilidad de practicar y modelar las destrezas y actitudes necesarias pata una interacción grupa! efectiva. Una de las tareas básicas de los terapeutas, y la más desafiante, es presentar ante el grupo las agendas ocultas. Por ejemplo, algunos miembros pueden tener metas ocultas que chocan con las metas del grupo. Pueden tener una necesidad especial de ser el centro de atención o pueden sabotear la intimidad en el grupo porque no desean acercarse al resto. La función del terapeuta es hacer lo necesario para explicitar estas agendas ocultas. Si tales metas personales permanecen ocultas minarán probablemente la efectividad del grupo. La división de responsabilidades. Un factor importante que deben considerar los terapeutas es la responsabilidad en la dirección y resultados del grupo. ¿Es un grupo improductivo el resultado de la falta de destrezas del terapeuta o recae la responsabilidad en los miembros del grupo? Una forma de conceptualizar el factor relativo a la responsabilidad del terapeuta es pensar en ello como en un continuo. En uno de los extremos el terapeuta adopta toda la responsabilidad de la dirección y de los resultados del grupo. Tales terapeutas opinan que o son muy directivos o el grupo se estanca. Percibir su rol como expertos e intervienen activamente para mantener el grupo en marcha siguiendo pautas que ellos pronostican como productivas. La desventaja de esta forma extrema de responsabilidad del terapeuta es que elimina toda responsabilidad de los miembros, incluso aquella que les corresponde por derecho; si los miembros son percibidos por el terapeuta como incapaces para preocuparse de sí mismos, pronto se acostumbran a esta expectativa adoptando una actitud irresponsable, por lo menos en el grupo.

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En el otro extremo del continuo de la responsabilidad se halla el terapeuta que proclama “Soy responsable de mí y ustedes son responsables de sí mismos. Sólo de ustedes depende salir del grupo con algo válido. No puedo hacer nada por ustedes salvo que me ayuden”. Teóricamente cada terapeuta encontrará su equilibrio, aceptando una parte compartida de responsabilidad pero sin usurpar los derechos de los miembros. Este factor es central porque el enfoque del terapeuta hacia otros aspectos como la estructuración y la auto-apertura depende de su enfoque hacia la responsabilidad. La cantidad de responsabilidad que asume el terapeuta y específicamente lo que se incluye en la misma, está determinada en cierto grado por su personalidad. Estructura. Como la responsabilidad, la estructura existe en un continuo. La orientación teórica del terapeuta, el tipo de grupo y los miembros son los factores que determinan el grado y el tipo de estructuración empleados. En el estadio inicial, cuando los miembros del grupo se encuentran algo indeciso sobre la conducta esperada en el grupo y consecuentemente algo ansiosos, es importante que el terapeuta estructure la sesión. La estructura puede favorecer o inhibir el desarrollo del grupo. La falta de estructura provoca la ansiedad innecesaria de los miembros y la inhibición de la espontaneidad. El exceso de estructura y dirección, por el contrario, puede potenciar actitudes y conductas dependientes. Los miembros pueden esperar que sea el terapeuta “quien haga algo” en vez de responsabilizarse por encontrar su propia dirección. En mis grupos el tipo de estructura que propongo durante las sesiones iniciales va dirigido a ayudar a los miembros a identificar y expresar sus temores, expectativas y metas personales. Por ejemplo, los miembros trabajan en parejas, y con preguntas estructuradas como formas para facilitar que hablen unos con otros sobre sus vidas. Después de hablar de dos en dos con bastantes miembros, se sienten más cómodos para dirigirse abiertamente a todo el grupo. Desde el principio trato de ayudarles a ser conscientes de sus pensamientos y sentimientos presentes y les animo a expresar sus reacciones. Mis intervenciones van dirigidas a incrementar el grado de interacción en el grupo en oposición a crear la norma de que unos pocos trabajen durante mucho tiempo mientras que otros se limitan a observar. Este tipo de estructuración está diseñado para permitir que los miembros asuman progresivamente más y más responsabilidad en el aprovechamiento del grupo. Según aprenden normas básicas, tienden a tomar la iniciativa sin esperar que sea yo quien dirija. ¿Qué dice la investigación con respecto al valor de la estructuración durante los estadios iniciales del grupo’?. Yalom (1983, 1985) cita un cuerpo de pruebas indicando que la ambigüedad con respecto a las metas, a los procedimientos del grupo y a la conducta que se espera de los miembros aumenta la ansiedad, frustración y desinterés de éstos. Yalom descubrió que la falta de actividad o dirección del terapeuta así como el exceso de la misma producía efectos negativos sobre el crecimiento de los miembros y sobre la autonomía del grupo. La excesiva

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dirección del terapeuta tiende a limitar el crecimiento de los miembros y la insuficiencia de dirección produce grupos carentes de metas. Yalom considera que la principal tarea del terapeuta es proporcionar al grupo suficiente estructura para imprimir a los miembros la dirección general evitando al mismo tiempo la dependencia en el terapeuta. Recomienda a los terapeutas estructurar el grupo de forma que promueva el funcionamiento autónomo de cada miembro. En vez de invitar o sugerir a los miembros que hablen, por ejemplo, los terapeutas pueden enseñar a éstos a intervenir en el grupo sin necesidad de ser llamados. La investigación muestra el valor de la estructura inicial que construye normas de grupo y subraya las interacciones positivas entre los miembros. El terapeuta debe controlar y asesorar con prudencia esta estructura terapéutica durante todo el transcurso del grupo en vez de esperar hasta el estadio final para evaluarla. La estructura que ofrece un marco de trabajo coherente para entender las experiencias individuales y el proceso grupal será de gran valor. Cuando las metas terapéuticas están claras, cuando se identifican conductas apropiadas en los miembros y cuando el proceso terapéutico se estructura para proporcionar el marco del cambio, los miembros tienden a iniciar más rápidamente sus tareas terapéuticas (Dies, l983b). De acuerdo con los hallazgos de Dies las primeras fases de un grupo tienden a potenciar la cohesión y la voluntad de los miembros a arriesgarse, bien dejando conocer aspectos personales o bien ofreciendo feedback (Stockton & Morran, 1982). Otra tarea del terapeuta durante el estadio inicial del grupo implica ser consciente de la naturaleza de los problemitas de los miembros con respecto a la auto-apertura. Los terapeutas pueden intervenir ayudando a los miembros a identificar y procesar sus problemas desde el principio de la formación del grupo. Robinson, Stockton y Morran (1990) citan investigaciones mostrando que la estructura impuesta por el terapeuta durante la fase inicial tiende a aumentar la frecuencia terapéuticamente significativa de auto-apertura, feedback y confrontación. Parece que esta estructura puede reducir también las actitudes defensivas hacia la auto-apertura. En resumen, aunque muchas variables se refieran al establecimiento de normas y confianza durante la primera fase del desarrollo, el equilibrio óptimo entre el exceso y la insuficiencia de la dirección del terapeuta parece ser lo más importante. El arte reside en proporcionar una estructura que no sea tan restrictiva como para eliminar la responsabilidad de los miembros del grupo a encontrar su propia estructura. Implicar a los miembros en el proceso continuo de evaluación de los progresos individuales y del grupo en general constituye una forma efectiva de comprobar la idoneidad del grado de estructura. Los miembros necesitan aprender destrezas específicas para controlar el proceso grupal si han de adoptar esta responsabilidad.

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Resumen de la fase Inicial Características del estadio. La primera fase de un grupo es el momento de la orientación y de la determinación de la estructura del grupo. Algunos de los acontecimientos específicos de este estadio son: • • • • • • • • •

Los participantes examinan la atmósfera y se conocen entre sí. Los miembros aprenden las normas y lo que se espera de ellos, aprenden cuál es el funcionamiento del grupo y a participar en él. Los miembros muestran una conducta socialmente aceptable, se arriesgan poco y hacen algunos intentos de exploración. La cohesión del grupo y la confianza se establecen gradualmente si los miembros desean expresar sus pensamientos y sentimientos. Los miembros se preocupan sobre su inclusión o exclusión y empiezan a definir su espacio en el grupo. Un factor fundamental es la confianza frente a la desconfianza. Existen períodos de silencio e incomodidad; los miembros busca la dirección y se cuestionan la utilidad del grupo. Los miembros deciden en quién confiar, la cantidad de auto-apertura, quién les gusta y quién les disgusta y el grado de implicación. Los miembros aprenden las actitudes básicas de respeto, empatía, aceptación, precaución y respuesta, todas ellas actitudes que facilitan el desarrollo de la confianza.

Funciones y posibles problemas de los miembros. Al inicio del proceso grupal, algunos roles y tareas específicas de los miembros son críticas para la formación del grupo: • • • • • • •

Ser activo en la creación del clima de confianza. Aprender a expresar pensamientos y sentimientos, especialmente los correspondientes a las interacciones grupales. Tener disposición para expresar temores, esperanzas, preocupaciones, reservas y expectativas relacionadas con el grupo. Darse a conocer en el grupo. Implicarse en la creación de las normas del grupo. Establecer las metas personales específicas que guían la participación grupal. Aprender las bases del proceso grupal, especialmente el modo de implicarse en las interacciones del grupo.

Algunos problemas que pueden surgir son: • •

Los miembros esperan pasivamente que “algo pase”. Los miembros se reservan los sentimientos de desconfianza o temor relaciónalos con el grupo y fortalecen así su propia resistencia.

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• •

Los miembros no se dan a conocer o lo hacen de forma vaga y ambigua dificultando la interacción significativa. Los miembros tratan de resolver los problemas ajenos o aconsejan a los otros miembros.

Funciones del terapeuta. Las principales tareas que corresponden al terapeuta durante la fase de orientación y exploración del grupo son: •

• • • • • • • • • • • •

Enseñar a los participantes algunas pautas y formas generales de participación activa que aumenten sus posibilidades para disfrutar de un grupo productivo. Elaborar reglas básicas y establecer normas. Enseñar los aspectos básicos del proceso grupal. Ayudar a los miembros a expresar temores y expectativas y a trabajar para el desarrollo de la confianza. Modelar dimensiones que fomenten la conducta terapéutica. Ser abierto y mostrarse psicológicamente presente con los miembros. Clarificar la distribución de responsabilidades. Ayudar a los miembros a establecer ¡netas personales concretas. Manejar abiertamente las preguntas y problemas de los miembros. Proporcionar un grado de estructura que ni aumente la dependencia de los miembros ni favorezca su estancamiento. Ayudar a los miembros a compartir sus pensamientos y sentimientos sobre los sucesos del grupo. Enseñar a los miembros las destrezas interpersonales básicas como la escucha activa o la respuesta. Evaluar las necesidades del grupo y facilitar la satisfacción de las mismas. Mostrar a los miembros su responsabilidad en la dirección y resultados del grupo.

Estadio 2: estadio de transición - manejo de la resistencia Un grupo debe atravesar normalmente una fase de transición algo dificultosa antes de iniciar el trabajo productivo. Durante este estadio, los miembros manejan su ansiedad, resistencia y conflictos y el terapeuta les ayuda a iniciar el trabajo de sus problemas. Características del Estadio de Transición Ansiedad. El estadio de transición se caracteriza normalmente por el aumento de la ansiedad y la actitud defensiva. Estos sentimientos generalmente posibilitan la apertura y la confianza en los siguientes estadios. A menudo los participantes articulan sus ansiedades en forma de afirmación o interrogantes formulados a sí mismos o al grupo tales como:

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• • • •



“Me pregunto si estas personas me entienden realmente y si se interesan por mí”. “¿Para qué sirve hacer revelaciones aquí?, ¿Qué pasará cuando intento hacer lo mismo fuera del grupo?”. “¿Qué pasa si pierdo el control?, ¿y si me pongo a llorar?”. ‘Me veo frente a una puerta cerrada pero sin ganas de abrirla por temor a lo que encuentre detrás. Temo abrir la puerta hacia el interior de mí mismo porque una vez que haya abierto una grieta no sé si seré capaz de cerrarla de nuevo. No sé si me gustará lo que encuentro allí ni preveo vuestras respuestas al mostraros lo que llevo guardado dentro”. “¿Qué grado de cercanía se puede establecer aquí?, ¿en qué grado puedo confiar mis sentimientos a estas personas?”.

La ansiedad brota del miedo a dejarse conocer por los otros más allá del nivel de la imagen pública. La ansiedad resulta también del temor a ser juzgado e incomprendido, de la necesidad de más estructura y de la falta de claridad en las metas, normas y conducta esperadas en la situación grupal. Según los participantes vayan confiando más en los miembros del grupo y en el terapeuta, serán cada vez más capaces de compartir sus asuntos personales y esta apertura reducirá su ansiedad a dejarse conocer. Conflicto y lucha de control. Muchos escritores mencionan la importancia del conflicto durante el estadio de transición de un grupo. Yalom (1985) señala que este estadio se caracteriza por los comentarios negativos y la crítica. Las personas pueden enjuiciar a los demás y mostrarse poco receptivas hacia las percepciones que los otros tienen de uno. En opinión de Yalom, el estadio de transición es un momento de lucha por el poder entre los miembros del grupo y con el terapeuta y por el establecimiento de una jerarquía. La lucha por el control es un apartado integral de cualquier grupo: “Está siempre presente, algunas veces inactiva, algunas latente, algunas en plena conflagración” (Yalom, 1985, p. 34). Schutz (1973a) también considera el control como un factor central del segundo estadio de un grupo. Las conductas características del grupo son la competitividad, la rivalidad, las posturas cambiantes, la lucha por el liderazgo y las discusiones frecuentes por el procedimiento de toma de decisiones y división de responsabilidades. Schutz (1973a) señala que en este punto la ansiedad de los participantes se relaciona con el exceso o falta de responsabilidad y el exceso o defecto de influencia. Antes de analizar y manejar un conflicto es necesario reconocerlo. Muchas veces los miembros y también el terapeuta desean evitar el conflicto por la falsa presunción de que es negativo e indicativo de relaciones deterioradas. Si el conflicto se ignora en el grupo, el origen del mismo se encona y destruye la posibilidad del contacto genuino. Cuando se reconoce un conflicto y se maneja de manera tal que las personas implicadas en el mismo mantienen su integridad, los cimientos de la

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confianza entre las partes se fortalecen. Reconocer que el conflicto es inevitable y que favorece la confianza suele reducir la probabilidad de que los miembros y el terapeuta intenten esquivar los conflictos naturales del desarrollo grupal, ignorar los conflictos y los sentimientos negativos requiere energía y esa misma energía puede emplearse mejor en el desarrollo de un estilo honesto de encarar y trabajar con los conflictos que sean inevitables. Rogers (1970) señala que la primera expresión de los sentimientos del aquí y ahora se refiere frecuentemente a las actitudes negativas hacia otros miembros del grupo o hacia el terapeuta. Según Rogers, la expresión de los sentimientos negativos es una forma de comprobar la libertad y confianza del grupo. Los miembros investigan si el grupo es un lugar seguro para mostrarse en desacuerdo, para expresar sentimientos negativos y para experimentar conflictos interpersonales. Ellos examinan el grado en que son aceptados cuando no son “amables”. El modo de reconocer, aceptar y manejar el conflicto produce efectos críticos en el progreso del grupo. Cuando es pobremente manejado, el grupo puede retraerse y no alcanzar nunca el estadio del trabajo productivo. Si se maneja con sinceridad e interés, los miembros descubren que sus relaciones son lo suficientemente fuertes como para tolerar un nivel honesto de desafió. Ciertas conductas del grupo tienden a felicitar sentimientos negativos que reflejan el conflicto: • •



Permanecer al margen y ocultarse tras la postura de observador. Hablar demasiado e interferir activamente en el progreso grupal a través de conductas como la formulación insistente de preguntas, la presentación de consejos abundantes o distrayendo a las personas que ejecutan un trabajo. Dominar al grupo usando el sarcasmo, despreciando los esfuerzos ajenos y exigiendo atención.

El conflicto entre los miembros del grupo suele ser con frecuencia el resultado de la transferencia. Los miembros pueden tener reacciones intensas hacia el resto de sus compañeros; examinando estas reacciones hacia individuos específicos del grupo, pueden descubrir algunos vínculos importantes en el modo de transferir sentimientos por personas significativas de sus vidas hacia los Otros. A Continuación se añaden algunas afirmaciones que pueden ser representativas de las reacciones de transferencia: • • • • •

“Pareces tan virtuoso. Cada vez que empiezas a hablar desearía abandonar la sala”. “Me preocupas porque tienes el aspecto de un ordenador en buen estado. “No percibo ningún sentimiento tuyo”. “Tus esfuerzos por preocuparte por todos los presentes me preocupan. “Rara vez pides nada para ti pero siempre estás dispuesto a ofrecer algo”.

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Desafío al terapeuta del grupo. Los conflictos también suelen implicar al terapeuta del grupo. Usted puede verse desafiado en su área profesional o personal. Puede verse criticado por ser “tan reservado” y no revelar suficiente sobre sus cuestiones personales, o puede ser criticado por ser “uno del grupo” y revelar demasiado sobre su vida privada. Aquí se presentan algunos comentarios que puede oír de los miembros de su grupo: • • • • •

“Usted se comporta como un juez, fría e impasiblemente”. “Independientemente de lo que haga, siento que nunca será suficiente para agradarle. Espera demasiado de nosotros”. “Realmente usted no tienen interés personal por nosotros. Siento que usted sólo realiza su trabajo y que nosotros no contamos”. “No nos concede libertad suficiente. Usted controla todo”. “Usted presiona demasiado a las personas. Siento que no se muestra dispuesto a aceptar una negativa”.

Es útil diferenciar entre el desafío y el ataque. Un ataque adopta la forma de conducta de “tirar la piedra y esconder la mano”. Los miembros que atacan a los terapeutas con afirmaciones como “Así es usted”, no les dan demasiadas oportunidades para responder porque los terapeutas ya han sido juzgados, categorizados y rechazados. Otra cuestión es confrontar abiertamente a los terapeutas con el modo en que son percibidos por los miembros del grupo. Un miembro permite el espacio del diálogo cuando dice: “Soy consciente de que no me abro aquí. Una de las razones por la que no lo hago es que siento que usted me va a presionar para llegar más allá de donde deseo llegar”. Este miembro afirma abiertamente sus temores y permite al terapeuta responder y examinar este aspecto con mayor profundidad. Este es un desafío y no un ataque. Desafiar al terapeuta es, a menudo, el primer paso significativo de los participantes hacia la autonomía. La mayoría de los miembros experimentan la lucha de la dependencia frente a la independencia. Si los miembros deben liberarse de su dependencia del terapeuta, que es característico del estadio inicial del grupo, el terapeuta debe permitir y manejar directamente tales desafíos reveladores contra su autoridad. El modo en que usted acepta y maneja los desafíos contra su persona y su estilo de liderazgo determina en gran medida su efectividad en la dirección del grupo hacia los niveles superiores de desarrollo. Yo valoro positivamente las oportunidades que me ofrecen los desafíos que me plantean los miembros del grupo y trato de manejarlos directa y honestamente, de compartir el efecto de la confrontación, de pedir a los miembros que comprueben sus presunciones y de describir cómo me veo en referencia a su crítica. Yo confío en mantener abiertas las vías de comunicación y consistentemente trato de evitar el error de adoptar el “rol del terapeuta” que se esfuerza por diluir el desafío como medio de auto-defensa.

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Resistencia. La resistencia es una conducta que impide a uno mismo y a los demás, el examen en profundidad de aspectos personales o sentimientos dolorosos. Es un fenómeno inevitable de los grupos y salvo que se reconozca y examine puede interferir seriamente en el proceso grupal. La resistencia, sin embargo, no es solamente algo a superar. Como es parte integral del enfoque defensivo propio ante la vida, debe ser reconocida como forma de auto-protección ante la ansiedad que acabamos de analizar. Que los terapeutas no respeten la resistencia de los miembros es equivalente a que los miembros no se respeten a sí mismos. Una manera efectiva de manejar la resistencia consiste en tratarla como un aspecto inevitable del proceso grupal, es decir, el terapeuta reconoce que la resistencia es una respuesta natural del miembro al implicarse y arriesgarse. Una atmósfera abierta que anima a las personas a reconocer y trabajar cualquier duda y ansiedad que puedan experimentar es fundamental. Los participantes deben estar dispuestos a reconocer su resistencia y a comentar los obstáculos que les impiden participar plenamente. Antes de proceder con otro tema, deben hacerse dos anotaciones. Una es que la falta de voluntad de los miembros a cooperar no siempre es una forma de resistencia en el sentido correcto del término. Hay momentos en que la “resistencia” de los miembros es el resultado de factores como la inadecuidad del terapeuta, el conflicto entre los dos terapeutas que dirigen el grupo, un estilo de liderazgo dogmático o autoritario, errores del terapeuta en la preparación de los participantes para la experiencia grupal y la desconfianza engendrada por el terapeuta. En otras palabras, los miembros del grupo pueden evitar la expresión de sentimientos porque no confían en el terapeuta del grupo o simplemente porque el grupo no es un lugar seguro para hacer revelaciones. Es imprescindible que las personas que dirijan grupos analicen honestamente las fuentes de resistencia y recuerden que no todo tipo de resistencia surge de la falta de voluntad de los miembros a encarar apartados inconscientes y amenazantes de sus vidas. El segundo comentario es una advertencia contra el peligro de categorizar a las personas y reducirlas a etiquetas como “el monopolizador”, “el intelectual”, “el dependiente” o “el seductor tranquilo”. Aunque es comprensible que los terapeutas noveles se interesen por aprender a manejar a los “miembros problemáticos” y las dificultades que éstos pueden generar, se debería hacer hincapié en las conductas presentes prescindiendo de las etiquetas. Independientemente del tipo de conducta que muestre el miembro como estilo característico, tal persona es más que dicha conducta. Si usted observa y trata a una persona sólo como “monopolizador”, “consejero” o “quejita”, usted contribuye a reforzar la conducta específica en vez de ayudar a la persona a trabajar sobre los problemas que se esconden tras la misma. Por ejemplo, si tratamos a María como «‘monopolizadora” y no se le impulsa a examinar el impacto que produce su conducta en el grupo, continuará viéndose a sí misma como le observa y responde el resto. Usted puede ayudar a María y al grupo entero buscando las razones de su necesidad de atención y los efectos de su conducta en el grupo. Las personas necesitan ser conscientes de las defensas que

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les impiden implicarse en el grupo y de los efectos de estas defensas sobre el resto de los miembros. Sin embargo, deberían ser confrontadas cautelosamente y de tal manera que se les desafíe a reconocer sus conductas defensivas y se les invite a superarlas. Otro peligro derivado de la identificación de los “miembros problemáticos” y no de las conductas problemáticas es que la mayoría de quienes participan en los grupos muestran, en un momento o en otro, alguna forma de resistencia. Dar consejos, formular preguntas o intelectualizar ocasionalmente no son en sí mismas conductas problemáticas. De hecho, el terapeuta debería ser consciente del peligro que conlleva la excesiva concienciación de los pacientes sobre su conducta en el grupo. Si los clientes se preocupan demasiado por la posibilidad de ser identificados como “miembros problemáticos del grupo”, no serán capaces de comportarse espontánea y abiertamente. Resumen del estadio de transición Características del estadio. La fase de transición en el desarrollo de un grupo se caracteriza por los sentimientos de ansiedad y defensas en forma de resistencia. En este momento los miembros: • • • • • •

• •

Se preguntan qué pensarán sobre sí mismos cuando aumenten su conciencia y se cuestionan la aceptación o rechazo que experimentarán de los miembros. prueban al terapeuta y al resto de los miembros para determinar el grado de seguridad del entorno. Se debaten entre la periferia y el riesgo a la implicación. experimentan cierta lucha por el control y el poder y cierto conflicto con los miembros restantes y con el terapeuta. aprenden a resolver el conflicto y la confrontación. Se muestran reacios a implicarse mucho en el trabajo de sus problemas personales porque no saben con certeza si los restantes miembros están interesados por ellos. Observan al terapeuta para determinar si se merece confianza y para aprender a resolver conflictos. Aprenden a expresarse para ser escuchados por los miembros restantes.

Funciones y posibles problemas de los miembros. Un rol central de los miembros consiste en reconocer y manejar las diversas formas de resistencia. Las tareas incluyen: • • •

Reconocer y expresar diferentes sentimientos. Respetar las resistencias propias pero trabajarlas. Avanzar desde la dependencia hacia la independencia. Aprender a enfrentarse a los otros de forma constructiva.

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Reconocer los sentimientos no resueltos del pasado en la medida que hayan sido actualizados en relación con el terapeuta del grupo. Estar dispuesto a encarar y manejar las reacciones hacia lo que ocurre en el grupo. Estar dispuesto a resolver conflictos en vez de evitarlos.

Los problemas que pueden surgir entre los miembros son: • • • •

Los miembros pueden negarse a expresar sentimientos negativos persistentes, contribuyendo así a crear un clima de desconfianza. Los miembros pueden ser caracterizados como “tipo problemático” o pueden limitarse con una etiqueta auto-impuesta. Si las confrontaciones no son convenientemente manejadas, los miembros pueden retraerse tras posturas defensivas y aspectos ocultos. Los miembros pueden confabularse formando subgrupos y clichés, expresando reacciones negativas fuera del grupo pero permaneciendo en silencio dentro del mismo.

Funciones del terapeuta. Probablemente el desafío más importante que deben encarar los terapeutas durante la fase de transición es la necesidad de intervenir en el grupo de modo sensible en el momento apropiado. La tarea básica consiste en proporcionar el ánimo y el desafío necesarios para que los miembros encaren y resuelvan los conflictos que existen en el seno grupal y sus propias resistencias y defensas ante la ansiedad. Como se ha indicado con anterioridad, la cohesión genuina permite un trabajo productivo para que el desarrollo las demandas sea satisfactorio en esta compleja fase de actitud defensiva y conflicto. Algunas de las principales tareas que usted deberá ejecutar durante este período crítico del desarrollo grupal son: • •

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Mostrar a los miembros del grupo la importancia del reconocimiento y expresión de la ansiedad. Ayudar a los participantes a reconocer las formas de reacción defensiva que presentan y crear un clima donde puedan manejar abiertamente sus resistencias. registrar las señales de resistencia y comunicar a los participantes que algunas de estas resistencias son naturales y sanas. enseñar a los miembros el valor del reconocimiento y manejo abierto de los conflictos que suceden en el grupo. proporcionar un modelo a los miembros manejando directa y honestamente los desafíos dirigidos hacia su persona y su profesionalidad. Ayudar a los miembros a manejar cualquier problema que influya sobre su capacidad de autonomía e independencia.

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Los terapeutas deben ser especialmente activos durante los estadios primero y segundo del grupo. Durante el estadio de transición son importantes la intervención y estructuración activas porque normalmente los participantes no han aprendido aún a trabajar con efectividad a solas. Cuando surge un conflicto, por ejemplo, algunos miembros pueden intentar cambiar de tema y plantear uno más agradable u otras formas de evitar el conflicto. Los terapeutas deben mostrar a los miembros el valor de la expresión de sentimientos pensamientos y reacciones. La confrontación destructiva, a modo de ataque, puede conducir al atrincheramiento de la resistencia y al cultivo de la hostilidad y desconfianza, pero la confrontación es adecuada incluso durante los primeros estadios de un grupo si se efectúa con sensibilidad y respeto. De hecho, la confianza puede verse facilitada cuando el terapeuta cuida y maneja las confrontaciones. Evitar el desafío del grupo en las fases iniciales equivale a tratar a los miembros como si fueran frágiles. El modo del terapeuta para manejar el conflicto, la resistencia, la ansiedad y las conductas defensivas influye grandemente en el desarrollo del ambiente grupal. En mi opinión, los miembros tienden a reproducir los modelos de confrontación que observan en el terapeuta. Comentarios finales En este capítulo se han comentado los diversos aspectos de la participación y del proceso grupal que son fundamentales para su efectividad como terapeuta del grupo. Se han comentado los problemas más importantes que se producen durante la fase inicial de formación de un grupo y en el período de transición del mismo. Se han subrayado las características centrales del grupo en cada fase, las funciones y posibles problemas de los miembros, los conceptos del proceso grupal y las tareas del terapeuta. Se ha mencionado también que el enfoque del terapeuta hacia las funciones y las destrezas del liderazgo influyen sobre su comprensión de los roles que desempeñan los miembros en los diversos estadios del grupo. Sólo si percibe con claridad los diferentes aspectos de las conductas productivas e improductivas de los miembros podrán ayudar a los participantes a adquirir las destrezas necesarias para una experiencia grupal satisfactoria y las conductas correctas de las que dependen la auto-exploración e implicación en el grupo. En el siguiente capítulo se continúa con el tema del desarrollo grupal. Estadios finales en el desarrollo grupal Siguiendo con el proceso evolutivo de un grupo en acción, este capítulo versa sobre el estadio de trabajo, el estadio final y los aspectos del seguimiento y evaluación postgrupo. Analizaremos las principales características de un grupo en cada fase, las funciones y los posibles problemas que pueden surgir de los miembros y las funciones claves del terapeuta. Estadio 3: estadio de trabajo - cohesión y productividad

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El estadio de trabajo se caracteriza por el examen en profundidad de problemas significativos y por la producción efectiva de las modificaciones conductuales deseadas. Este es el momento cuando los participantes deben reconocer que son responsables de sus vidas. Así, deben ser impulsados a decidir los aspectos que desean examinar en el grupo, tienen que aprender a ser parte integral del grupo y sin embargo mantener su individualidad y deben filtrar el feedback que reciben y decidir cómo proceder con respecto a él. Consecuentemente, es importante en este estadio que ni el terapeuta ni otros miembros traten de decidir el curso de acción o de establecer prescripciones para un cliente. Desarrollo de la cohesión grupal Naturaleza de la cohesión crupal. La cohesión implica la atracción del grupo para los participantes y la sensación de pertenencia, inclusión y solidaridad. Aunque puede empezar a desarrollarse en los estadios iniciales de un grupo, en este estadio llega a ser un elemento clave del proceso grupal. Si se ha establecido la confianza y el conflicto y los sentimientos negativos han sido expresados y resueltos, el grupo se convierte en una unidad cohesionada. En parte es como si el grupo hubiera atravesado el período de prueba y los miembros hubieran reconocido: “Se pueden expresar reacciones negativas y conflictos, por lo tanto, el acercamiento es posible”. He descubierto que la cohesión se produce cuando las personas se abren y se arriesgan. Al compartir de forma honesta las experiencias y conflictos personales profundamente significativos, el grupo se cohesiona, porque esta participación permite a los miembros identificarse con los otros. Como la cohesión proporciona al grupo el ímpetu necesario para avanzar, es un prerrequisito del éxito del grupo. Sin la sensación de “agrupamiento”, el grupo permanece fragmentado, los miembros se congelan tras sus defensas y su trabajo es necesariamente superficial. Los grupos no se cohesionan automáticamente. La cohesión es el resultado del compromiso del terapeuta y los participantes para dar los pasos necesarios que conducen al sentimiento de unidad de grupo. Aunque la cohesión grupal no es en sí misma condición suficiente para la efectividad del trabajo grupal, en parte todas las características de un grupo con buen funcionamiento son contingentes con ella. La cohesión favorece las conductas orientadas a la acción como la auto-apertura, la inmediatez, la mutualidad, la confrontación, la adopción de riesgos y la traducción del insight en acción. Por otra parte, sin cohesión grupa, los participantes no se sienten suficientemente seguros como para mantener un nivel alto de auto- apertura. Según Yalom (1985) las investigaciones prueban que la cohesión es un fuerte determinante de los resultados positivos del grupo. Si los miembros experimentan poca sensación de pertenencia o atracción por el grupo, existe poca probabilidad de que salgan beneficiados y pueden experimentar resultados negativos. En la misma línea, Yalom afirma que los grupos con una orientación hacia el aquí y ahora son casi invariablemente cohesivos y vitales. Por contraste, los grupos donde los miembros

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sólo comentan aspectos pasados transcurridos en otro lugar, rara vez desarrollan mucha cohesión. Cohesión como fuerza unificadora. Aunque la cohesión es normalmente necesaria para el trabajo grupal efectivo, puede también entorpecer el desarrollo del grupo. Cuando la cohesión no va acompañada por el desafeo del terapeuta y de los miembros por avanzar, el grupo puede llegar a estancarse. El grupo disfruta la comodidad y seguridad de la unidad que ha ganado pero no se realiza ningún progreso. En muchos de los grupos adultos que dirijo surgen temas humanos comunes que la mayoría de los miembros pueden vincular a sus vidas independientemente de su edad, antecedentes socioculturales o profesión. En los niveles iniciales del grupo los miembros tienden a ser conscientes de las diferencias existentes que separan a unos de otros, sin embargo, según el grupo alcanza un nivel de cohesión es frecuente que los miembros comenten las similitudes existentes entre los sentimientos que vinculan a unos con otros. Algunas de estas repuestas son: • • •

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“No soy el único con mis dolores y problemas”. “Me merezco más amor de lo que pensaba”. “Solía pensar que era demasiado viejo para cambiar y que debía con formarse con lo que tenía. Ahora veo que mis sentimientos no difieren tanto de los sentimientos de los jóvenes aquí presentes”. “Tengo esperanzas en el futuro, incluso aunque sepa que me queda un largo camino que recorrer y que éste no siempre será fácil”. “Aquí hay muchas personas hacia las que me siento cercano y he comprobado que hemos ganado esta confianza dejándonos conocer los unos a los Otros”. “La intimidad provoca miedo pero también recompensa”. “Las personas pueden llegar a ser bellas cuando abandonan sus máscaras”. “He aprendido que la soledad que sentía era común a todos los miembros de este grupo”.

En la medida que se cohesiona el grupo, es frecuente que una mujer de unos 20 años descubra su parecido con un hombre de 50. Ambos pueden estar deseando la aprobación parental y ambos pueden estar comprobando la inutilidad de buscar fuera de sí mismos la confirmación de su propia valía. Un hombre aprende que sus problemas de masculinidad no son muy diferentes de los problemas de feminidad de las mujeres. Una mujer aprende que no está sola cuando descubre que se siente resentida por las demandas familiares que debe cumplir. Un hombre mayor observa a “su hijo” en otro miembro más joven y se permite sentir la dulzura y compasión que no se permitió sentir antes. Otros temas frecuentes que surgen en este estadio y que aumentan la cohesión entre los miembros son: el recuerdo de experiencias dolorosas de la niñez y adolescencia, la conciencia del temor y la necesidad de amor, la capacidad de

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expresar sentimientos reprimidos, el descubrimiento de que el peor enemigo de uno mismo vive dentro de si, la lucha por descubrir el sentido de la vida, el sentimiento de culpabilidad por lo que uno ha hecho o no ha hecho, el anhelo por relaciones significativas con personas importantes y el inicio del proceso de descubrimiento de la identidad propia. El terapeuta puede motivar el desarrollo de la cohesión señalando los aspectos comunes que vinculan a todos los miembros del grupo. Características de un grupo de trabajo efectivo El estadio 3 se caracteriza por la productividad que se construye sobre el trabajo efectivo realizado durante el estadio inicial y de transición. Ahora que los miembros han llegado a configurar un grupo y han desarrollado destrezas relacionales que les permiten disfrutar de un mayor grado de autonomía, dependen menos del terapeuta. La reciprocidad y la auto-exploración van en aumento y el grupo se centra en la producción de resultados duraderos. Aunque las características específicas de un grupo cohesionado y productivo varían algo en razón del tipo de grupo, existen algunas tendencias generales que identifican a un grupo en su estadio de trabajo: El centro de atención está aquí y ahora, en el presente. Las personas han aprendido a hablar directamente sobre sus sentimientos y conductas en las sesiones grupales y en general desean las interacciones significativas. Hablan unos con otros y no unos sobre otros. Se concentran más en el transcurso del grupo que en las historias de las personas fuera del grupo. Cuando se plantean aspectos de fuera del grupo, muy a menudo están relacionados con el proceso grupal. Si Henry examina su miedo a la intimidad, por ejemplo, se le pedirá que hable sobre sus temores a la intimidad en el grupo y en sus relaciones cotidianas. Los miembros están más dispuestos a identificar sus metas y preocupaciones y han aprendido a ser responsables de sí mismos. Están menos confusos sobre las expectativas que el terapeuta y los miembros restantes tienen con respecto a ellos. Los miembros desean trabajar y practicar fuera del grupo para alcanzar modificaciones conductuales. Realizan las tareas de casa y plantean en las sesiones las dificultades con que se han enfrentado al practicar las nuevas formas de pensamiento, sentimiento o conducta. Desean integrar pensamientos, emociones y conductas en sus vidas cotidianas. Son más capaces de ser conscientes cuando utilizan los viejos patrones de pensamiento o acción. La mayoría de los miembros se sienten incluidos en el grupo. Los no activos saben que su participación será bienvenida y su falta de participación no debilita el trabajo significativo del resto. Los miembros que están sufriendo dificultades de pertenencia o cohesión cuentan con la posibilidad de plantear este problema en las sesiones y teóricamente constituye un centro de interés para el trabajo productivo. El grupo ha llegado a ser casi una orquesta, donde los individuos se escuchan unos a otros y ejecutan conjuntamente un trabajo productivo. Aunque los participantes pueden seguir solicitando la dirección del terapeuta, como los músicos

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miran al director en busca de señales, tienden también a iniciar la dirección que ellos desean seguir. Los miembros evalúan continuamente su nivel de satisfacción con el grupo y dan pasos activos para modificar las dificultades surgidas en el seno de éste, cuando observan que las sesiones necesitan un cambio. En un grupo productivo, los miembros se percatan de que una parte de los resultados s responsabilidad suya. Si no consiguen lo que desean, normalmente lo manifiestan. Factores terapéuticos en un grupo La siguiente revisión ofrece una síntesis de los factores específicos que garantizan el progreso del grupo más allá de la cohesión hasta el trabajo productivo. Los tres aspectos principales del estadio de trabajo, la auto-apertura, la confrontación y el feedback se comentan en detalle. Confianza y aceptación. Los miembros del grupo en el estadio de trabajo confían entre sí y en el terapeuta, o por lo menos expresan abiertamente cualquier síntoma de desconfianza. La confianza se manifiesta en la actitud de aceptación de los participantes y en su voluntad para adoptar riesgos compartiendo las reacciones que tienen aquí y ahora. Sintiéndose aceptados, los miembros reconocen que en el grupo pueden ser quienes son sin riesgo a ser rechazados. Se atreven a responder asertivamente, por ejemplo, porque saben que no deben agradar a todos. En el estadio de trabajo el grado de confianza es alto porque los miembros tienen el deseo de superar cualquier barrera que se oponga a su establecimiento y mantenimiento. Sin embargo, como sucede con otras relaciones interpersonales, la confianza no es una entidad estática. Incluso en los estadios superiores, la confianza puede oscilar y menguar y corresponde a los miembros analizar de forma continua la seguridad que sienten en el grupo. Empatía e interés. La empatía implica la capacidad profunda de recordar, revivir y transmitir los sentimientos propios a través de las intensas experiencias de otros. Mediante la comprensión de los sentimientos ajenos - corno la necesidad de amor y aceptación, dolor ante experiencias pasadas, Soledad, alegría y entusiasmo - los miembros se aprecian más honestamente. La empatía implica interés y el interés se expresa en el grupo a través de la implicación genuina y activa con el resto de los miembros. Se expresa también a través de la compasión, del apoyo, de la dulzura e incluso de la confrontación. Según se abren las personas y muestran su dolor, sus luchas, su alegría, su excitación y sus temores, posibilitan al resto interesarse por ellos. La empatía permite superar las diferencias entre personas de distintas etnias y grupos culturales y compartir temas universales. Aunque las circunstancias específicas de la vida de los clientes pueden diferir en razón de sus antecedentes culturales, los grupos posibilitan que una variedad de personas sea consciente de lo que todas ellas tienen en común. Esperanza. Si se va a producir un cambio, los miembros deben creer que es posible, que no tienen por qué permanecer atrapados en el pasado y que pueden ser activos

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para enriquecer sus vidas. La esperanza es terapéutica en sí misma porque concede a los miembros la confianza suficiente para las exigencias de trabajo que requiere un grupo y les motiva a examinar alternativas. La esperanza es una característica de los terapeutas efectivos y subyace a sus ideas sobre los clientes, sobre sí mismos y sobre los propósitos básicos que se logran mediante la terapia grupal (Couch & Childers, 1987). Como señala Yalom (1985), en la terapia grupal es crucial el establecimiento y mantenimiento de la esperanza para que los miembros permanezcan en el grupo y para que otros factores puedan tener lugar. Cita investigaciones demostrando que las expectativas altas de los clientes en la ayuda que recibirán de la terapia, se correlacionan significativamente con los resultados positivos. La investigación sostiene también que la confianza del terapeuta en el proceso grupal es crítica para motivar a los clientes. Couch y Childers (1987) proponen una serie de estrategias de liderazgo que favorecen la esperanza. Algunas de estas consisten en emplear la entrevista pregrupo como posibilidad para transmitir esperanza a los miembros creando expectativas positivas (pero realistas), reconociendo y validando los problemas comunes a muchos participantes, dirigiendo la atención hacia los logros que han obtenido los miembros, animando cualquier signo de movimiento positivo, dejando que los miembros reconozcan los progresos ajenos y ayudándoles a asumir la responsabilidad de su propio progreso. Libertad para experimentar. La experimentación de diferentes tipos de conducta es un aspecto significativo del estadio de trabajo. El grupo es un espacio seguro donde se pueden probar conductas nuevas. Después de esas pruebas los miembros pueden decidir qué conductas desean modificar. En las transacciones diarias, las personas se comportan a menudo de modo rígido y poco imaginativo porque no se atreven a desviarse de las formas de comportamiento familiares y pronosticables. Con el apoyo del grupo, los participantes pueden practicar formas de ser más funcionales. El role play es una forma efectiva de ensayar destrezas nuevas en situaciones interpersonales, después, estas destrezas pueden aplicarse a las situaciones diarias de cada miembro. Este tema se examinará con mayor profundidad en los comentarios sobre el psicodrama (Capítulo 8) y en los grupos Gestalt (Capítulo II). Compromiso de cambio. He comentado anteriormente que para que se produzca un cambio, la persona debe creer que este es posible. Pero la esperanza, sin más, no es suficiente. El cambio constructivo requiere la firme resolución de hacer lo necesario para cambiar. Esto implica decidir cambiar y cómo hacerlo. Los participantes deben formular un plan de acción, comprometerse con ellos mismos y emplear los instrumentos ofrecidos por el grupo para examinar las formas de llevarlo a cabo. El apoyo que ofrece el grupo es de valor incalculable para animar a los miembros a mantener sus compromisos incluso cuando se encuentran con obstáculos temporales. Una ventaja inherente a los grupos es que los miembros pueden contar unos con otros para mantener los compromisos. Fuera del grupo

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pueden llamar a otro miembro solicitando ayuda cuando encuentran dificultades para ejecutar sus planes o pueden llamarse para recibir feedback cuando han tenido éxito. Un sistema de ayuda mutua puede ser instrumental para enseñar a los miembros a solicitar ayuda y a ofrecerla, o para aprender habilidades sociales que también pueden aplicarse a las relaciones exteriores al grupo. El tema del compromiso se comenta con más profundidad en el apartado de terapia realista de grupo (Capítulo 15). Intimidad. La intimidad genuina se desarrolla en un grupo después de que las personas hayan revelado lo suficiente sobre sí mismas como para que otros se identifiquen con ellos. He descubierto que la intimidad aumenta según las personas resuelven conjuntamente sus problemas. Los miembros comprueban que, independientemente de sus diferencias, todos comparten ciertas necesidades, deseos, ansiedades y problemas. Cuando los miembros aprenden que otros se enfrentan a problemas similares, dejan de sentirse aislados; la identificación con los otros produce la cercanía, que permite a los miembros ayudarse a resolver los temores relacionados con la intimidad. El entorno grupal proporciona el medio para que los miembros descubran sus temores a la intimidad y sus resistencias al acercamiento de las personas. El fin último consiste en entender cómo se ha venido evitando la intimidad fuera del grupo y cómo puede aceptarse sin miedo la intimidad en la vida. Durante la fase de trabajo, teóricamente los miembros reconocen sus resistencias a la intimidad interpersonal y demuestran también la voluntad por superar los temores asociados con el acercamiento a los otros. Tales miembros temen que si se acercan entre sí, no van a ser capaces de controlar sus impulsos; si muestran interés, pueden sufrir el abandono una vez más; si permiten la intimidad, se unirán con los otros y perderán la sensación de identidad propia y si experimentan la intimidad, se abrirán y podrán ser emocionalmente heridos de múltiples maneras por los otros. Un grupo productivo ofrece muchas posibilidades para que los miembros se enfrenten a estos temores. Son capaces de utilizar las experiencias vividas en el grupo como forma de resolver heridas pasadas y decisiones precipitadas que bloquean la intimidad. Los asuntos pasados pero pendientes aún se reviven en el contexto grupal y se posibilita la adopción de nuevas decisiones. Los miembros son capaces de apreciar los vínculos entre los diferentes modos que emplean para evitar la intimidad dentro y fuera del grupo. Ormont (1988) detalla de la siguiente forma los acontecimientos que se producen en el seno grupal según los miembros desarrollan formas maduras de intimidad: los miembros abren un espacio emocional para dar cabida a todos; la comunicación es sencilla y directa; no hay agendas ocultas en el grupo; los miembros se arriesgan abiertamente; hay presentes sentimientos poderosos; los miembros se dirigen entre sí con una naturalidad que no se apreciaba anteriormente y son capaces de vivir el momento porque los residuos pendientes del pasado han sido ya resueltos. Catarsis. La expresión de sentimientos reprimidos puede ser terapéutica porque descarga energía que se mantenía para resguardar ciertos sentimientos amenazantes. Esta descarga emocional, que a menudo se produce de forma

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explosiva, permite a la persona sentirse más libre. Poner una tapadera sobre la agresividad, dolor, frustración, odio y temor implica también impedir que broten sentimientos espontáneos de alegría, afecto y entusiasmo. Esta descarga emocional desempeña un papel importante en muchos tipos de grupos, a veces tanto el terapeuta como los miembros consideran erróneamente que la mera catarsis supone un “trabajo real”. Algunos miembros se desaniman porque no han vivido estas descargas emocionales y creen que no se están implicando. Es común observar a miembros que experimentan “envidia de problemas” o que están convencidos de no obtener tanto fruto del grupo como otros cuyas catarsis son más numerosas que las suyas. Aunque la catarsis puede ser curativa, sin ayuda de otras intervenciones no produce cambios a largo plazo. Yalom (1985) señala que la catarsis es un proceso interpersonal porque las personas no logran beneficios duraderos mediante la descarga de sentimientos en un espacio vacío. Subraya que la catarsis se relaciona con resultados positivos y que a menudo es necesaria para el cambio, sin embargo no es suficiente. Analiza desde esta perspectiva el impacto de la catarsis: “La expresión abierta del afecto es sin duda vital para el proceso terapéutico del grupo; en su ausencia un grupo degeneraría en un ejercicio académico estéril. Sin embargo es sólo una parte del proceso y debe ser completada con otros factores” (p. 85). Mi experiencia me ha enseñado que la catarsis puede ser un apartado vital del trabajo en grupo de una persona, especialmente si el cliente cuenta con una gran reserva de sentimientos no reconocidos y no expresados. También he observado que es un error asumir que no existe “trabajo real” sin la ventilación fuerte de sentimientos porque muchas personas parecen beneficiarse en ausencia de catarsis. Después de producirse la catarsis, es extremadamente importante resolver o trabajar los sentimientos que han surgido para lograr la comprensión del significado de la experiencia y para tomar decisiones consecuentes con dicho significado. Reestructuración cognitiva. Un apartado central del trabajo grupal consiste en desafiar y examinar las ideas relativas a determinadas situaciones. Es fundamental la comprensión del significado de las experiencias emocionales intensas para ampliar la auto-exploración. Este componente cognitivo incluye la explicación, la clarificación, la interpretación, la disposición del marco de trabajo necesario para el cambio, la formulación de ideas y la adopción de nuevas decisiones. Los grupos ofrecen a los miembros muchas oportunidades para evaluar su pensamiento y para adoptar ideas constructivas que reemplacen a las actuales limitadoras. Este proceso de reestructuración cognitiva desempeña un papel fundamental en muchos enfoques terapéuticos, incluyendo a los grupos adlerianos (Capítulo 7), el análisis transaccional (Capítulo 12), los grupos cognitivo-conductuales (Capítulo 13) y la terapia racional emotiva (capítulo 14). Auto-apertura. La apertura no es un fin en sí misma, es el medio que da paso a la comunicación abierta del grupo. Si la apertura se limita a los temas seguros o si equivale a la exposición de secretos, el grupo no puede avanzar más allá de un nivel superficial. Existen muchas barreras dentro de nosotros que nos impiden la auto-

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apertura, por ejemplo, el temor a la intimidad que acompaña a la auto-revelación, la evitación de la responsabilidad y cambio, los sentimientos de culpabilidad y vergüenza, el miedo al rechazo y los tabús culturales. La voluntad de superar estas barreras y darse a conocer a los otros miembros es un requisito fundamental en todos los estadios de un grupo. Durante el estadio de trabajo la mayoría de los miembros han desarrollado la suficiente confianza como para arriesgarse a revelar material amenazante. Como la auto—apertura es el vehículo principal de la interacción grupal, es fundamental que los participantes del grupo dispongan de una comprensión clara de lo que es y no es la auto-apertura. Un nivel de auto-apertura implica compartir las reacciones propias persistentes a lo que sucede en el grupo. Otro nivel implica la revelación de los problemas corrientes, aspectos personales no resueltos, metas y aspiraciones, alegrías y penas y debilidades y puntos fuertes. Si las personas no tienen disposición hacer revelaciones propias, dificultan al resto la posibilidad de mostrar interés por ellas. Al comentar los problemas ocurridos fuera del grupo o en el pasado, es importante que los miembros se refieran a aspectos actuales y presentes. Centrándose con ellos, los participantes pueden contactar sinceramente unos con otros y generalmente expresan con bastante exactitud lo que experimentan en la actualidad. Las interacciones ganan en honestidad y espontaneidad porque los miembros muestran más voluntad para arriesgarse a revelar sus reacciones. Por otra parte, la auto-apertura no implica revelar los secretos propios más profundos, ni ahondar en el propio pasado, tampoco conlleva “dar salida a todo” ni expresar cualquier reacción hacia los otros. La auto-apertura no debería confundirse con el relato de historias referentes a sí mismo, ni debería permitirse que la presión grupal dicte los límites de la intimidad propia. En algunos momentos, en sus intentos por mostrarse “abiertos y honestos” o al percibir la presión de los otros, algunos miembros pueden decir más de lo necesario para ser entendidos. Su auto-apertura es tan extensa que nada permanece en privado y consecuentemente se sienten privados de su dignidad. Al trabajar con poblaciones culturalmente diversas, recuerde que la autoapertura se valora altamente en la mayoría de los enfoques terapéuticos tradicionales que se incluyen en este libro. Sin embargo, la auto-apertura es ajena a los valores de muchos grupos culturales. Esta importancia concedida a la autoapertura por la mayoría de los enfoques terapéuticos entra en conflicto con los valores de algunos grupos étnicos de origen europeo que subrayan la importancia de mantener los problemas “dentro de la familia”. Los clientes culturalmente diferentes pueden necesitar más tiempo para decidirse a hacer revelaciones, para garantizar que hacerlo no es arriesgado, lo que normalmente implica probar al terapeuta y a los otros miembros del grupo. Salvo que los clientes luchen contra los obstáculos que se interponen frente a la auto-apertura, su participación en el grupo será muy limitada. Como terapeuta, usted puede reconocer que algunos individuos con ciertos antecedentes étnicos y culturales se enfrentarán a mayores dificultades al compartir sus sentimientos,

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reacciones y al revelar sus luchas internas. Usted puede ayudar a tales clientes mostrando respeto por sus valores culturales y al mismo tiempo animándoles a expresar sus expectativas sobre usted y sobre el grupo. Con su apoyo y la comprensión de los miembros del grupo, se hallarán en una posición idónea para clarificar sus valores correspondientes a la auto-apertura y podrán decidir el grado en que desean darse a conocer. Una buena línea de salida consiste en comentar las dificultades de auto-revelación en el entorno grupal. Confrontación. Como la auto-apertura, la confrontación es un ingrediente básico del estadio de trabajo; cuando falta se produce un estancamiento. La confrontación constructiva es una invitación a examinar las discrepancias existentes entre lo que uno dice y hace, hacer consciente el potencial no usado y convertir los insights en acción. Cuando la confrontación se produce en un entorno grupal de apoyo puede ser un acto de verdadero interés. En un grupo satisfactorio, la confrontación se produce de tal manera que los miembros que se enfrentan comparten sus reacciones y no sus juicios. Se evita el estilo negativo de confrontación, es decir, la confrontación efectuada de forma hostil, indirecta o a modo de ataque, porque puede hacer que las personas se sientan juzgadas y rechazadas. Cuando se efectúa con cuidado y sensibilidad, la confrontación de los otros ayuda en última instancia a desarrollar la capacidad de la auto-confrontación necesaria la resolver los problemas. La confrontación es un aspecto que con frecuencia malentienden los miembros y los terapeutas; a menudo se evita a todo costo porque se malinterpreta o se usa indebidamente. En mi opinión, aunque el apoyo y la empatía son imprescindibles en el proceso grupal, pueden resultan contraproducentes si se efectúan en exceso. En otras palabras, un grupo puede dejar de ser efectivo si sus miembros han decidido interactuar solo en el nivel de apoyo y han acordado centrarse exclusivamente en el feedback positivo. La falta de voluntad para desafiar a los otros a adoptar una perspectiva mas profunda de sí mismos provoca intercambios excesivamente correctos y corteses que tienen poco que ver con las interacciones cotidianas y que no proporcionan incentivo suficiente para la exploración propia. Los terapeutas del grupo pueden destinar un tiempo productivo para ayudar a los participantes a aclarar sus malentendidos respecto a la confrontación, a aprender qué deben confrontar y cómo deben hacerlo de formas constructiva. Una de las formas más poderosas de enseñar la confrontación constructiva y prudente consiste en el modelado de los terapeutas durante sus interacciones en el grupo. Siendo directo, honesto, sensible, respetuoso y puntual en sus confrontaciones, los terapeutas proporcionan a los miembros valiosas oportunidades para aprender esta destreza a través de la observación de la conducta del terapeuta. Normalmente enfatizo los siguientes puntos sobre la confrontación efectiva

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Recuerde que la confrontación debe basarse en el respeto mutuo y que va dirigida a desafiar a los otros para que analicen aspectos de sí mismos no reconocidos ni examinados. Emplee la confrontación sólo si desea acercarse al cliente y sólo si tiene la intención de permanecer con esa persona después de las confrontaciones Aprenda a discriminar entre los ataques enjuiciadores y el desafío prudente. Por ejemplo, en vez de decir “Todo lo que hace es coger del grupo sin aportar nunca nada”, podría señalar “Hecho de menos escuchar su voz. Me pregunto si le gustaría aportar más. ¿Es consciente de alguna cosa que le impide expresar sus sentimientos y pensamientos?”. Cuando confronte a alguna persona, diríjase a sus conductas específicas que afectan al resto del grupo y explique exactamente el efecto que produce. Sea responsable de sus conductas en vez de culpar a otros de sus respuestas. Así pues, en vez de decir “Me enfadas cuando te vas por la tangente”, podría señalar “Me enfado e impaciento cuando divagas”. En vez de hacer una afirmación como: “Eres un aburrido”, podría decir: “Me cuesta estar contigo cuando hablas y he descubierto que me estoy aburriendo”. En resumen, la confrontación debería efectuarse de manera tal que respete la integridad de la persona confrontada, sin prejuicio para el cliente y con el propósito de ayudar a la persona a identificar y ver las consecuencias de su conducta. Más importante aún, la confrontación debería abrir los canales de la comunicación en vez de cerrarlos. Beneficio del feedback. Aunque hemos comentado los temas de la autoapertura, la confrontación y el feedback separadamente, estos factores terapéuticos en cierto grado se superponen en la práctica real. La mayor parte del feedback puede ser auto-apertura y algunas veces el feedback puede ser confrontativo. Por ejemplo, el miembro del grupo que responde a otro: “Me he sentido muy afectado por la forma en que has interpretado una conversación con tu padre. He recordado a mi propio padre y mis luchas para acercarme a él”. Este es un ejemplo de feedback y auto-apertura. Ahora piense en un miembro que dice: “cuando hablabas sobre tu padre tus puños se cerraban y sin embargo estabas sonriendo. No sé en cuál creer, en tus puños o en tu sonrisa”. Este tipo de feedback ilustra una confrontación así como cierto grado de auto-apertura. La persona que da feedback revela sus reacciones presentes al resto de los miembros. El intercambio de feedback entre los miembros del grupo se considera como elemento clave para la promoción del aprendizaje interpersonal (Morran, Stockton & Bond, 1991). En un estudio se encontró que la incorporación de ejercicios estructurados de feedback al grupo contribuyó al logro de las metas de los miembros (Rohde & Stockton, 1992). Para que los miembros se beneficien del feedback, necesitan estar en disposición de atender a las reacciones que tienen otras personas

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ante sus conductas. Es importante que exista equilibrio entre el feedback “positivo” y el feedback correctivo (algunas veces denominado también feedback “negativo”). Si los miembros presentan sus reacciones y percepciones de forma honesta y con prudencia, todos los participantes son capaces de atender al impacto que producen sus conductas y pueden decidir, si fuera necesario, cuál cambiar. Este feedback constituye una de las formas más importantes para que se produzca el aprendizaje en el grupo. Puede ser de gran ayuda para la persona que examina un problema, trata de resolver una situación difícil o intenta diferentes formas de conducta. A continuación se incluyen algunos aspectos que pueden ayudar a los miembros a aprender a dar y recibir feedback: •

El feedback global es de escaso valor. Las reacciones a la conducta específica en el grupo, por el contrario, proporcionan a los clientes una evaluación inmediata e independiente que pueden comparar con su propia perspectiva.



El feedback conciso expresado de forma clara y directa es más útil que las afirmaciones cualificadas o el feedback interpretativo o mixto (Stockton & Morran, 1980).



El feedback positivo se valora, casi invariablemente, como más deseable, más aceptable, más influyente y más conducente al cambio que el feedback correctivo. Tal feedback se centra en los puntos fuertes de la persona y en las conductas que pueden ser fuente de dificultad (Dies, 1983b; Morran, Robison & Stockton, 1985; Morran & Stockton, 1980; Morran, Stockton & Harris, 1991).



El feedback difícil debe estar bien temporalizado y debe ser ofrecido de forma no enjuiciadora, de lo contrario la persona que lo recibe puede adoptar una postura defensiva y rechazarlo.



El feedback correctivo parece más útil y fiable cuando se centra en las conductas observables y cuando se produce en las últimas lises de un grupo, es más probable que sea aceptado cuando ha ido precedido de feedback positivo (Stockton & Morran, 1981; Morran & Stockton, & Harris, 1991).



Los miembros del grupo son más reacios a proporcionar feedback correctivo que feedback positivo. Esta actitud es debida en parte al temor de ser rechazado por el resto de los miembros y en parte al temor a dañar al receptor del feedback (Morran, Stockton, & Bond, 1991). Así pues, puede ser útil examinar con los miembros su temor a dar y recibir feedback. Los miembros deben aprender el valor de las diversas modalidades de feedback así como las formas de expresar sus reacciones.



El feedback negativo será mejor aceptado si el hablante especifica el modo en que se ha sentido afectado por la conducta del otro miembros. Esta práctica reduce las posibilidades de que los miembros emitan juicios porque los emisores se centran en sí mismos mientras están hablando de la conducta de otros.

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El feedback con calidad de inmediatez - es difícil, el feedback emitido como reacción presente, es especialmente valioso y mucho mejor que las reacciones “almacenadas”.



El feedback del terapeuta es normalmente de mejor calidad que el feedback emitido por los miembros pero no por eso más inmediatamente aceptado (Morran et al., 1985).

Algunas veces los miembros hacen declaraciones globales como “Me gustaría recibir feedback”. Si tales clientes han revelado poco, es difícil devolverles muchas reacciones. Los miembros deben aprender a solicitar y dar feedback específico. Es útil atender al feedback sin actitud defensiva, escuchar realmente lo que otros desean comunicarnos y posteriormente pensar en lo que deseamos hacer con dicha información. Según progresa el grupo hacia el estadio de trabajo, los miembros están más dispuestos a ofrecer y recibir feedback. Comentario. Como hemos escrito mis compañeros y yo en alguna obra (G. Corey, Corey, Callanan & Russell, 1992), no todos los grupos alcanzan el estadio de trabajo que aquí se describe. El cambio de los participantes en el grupo puede bloquear el progreso. Algunas poblaciones simplemente no pueden soportar la intensidad que exige el estadio de trabajo. Si las tareas de los estadios inicial y de transición no se dominan, es de esperar el bloqueo de grupo. Por ejemplo, algunos grupos no van más allá de las agendas ocultas y de los conflictos no expresados que son típicos de las primeras sesiones, o los miembros no están dispuestos a dar más de sí que lo comprendido dentro de los límites de la superficialidad. Pueden haber adoptado la decisión de quedar se en un nivel seguro caracterizado por el apoyo mutuo en lugar del desafío mutuo que podría conducirles a un territorio desconocido. Los intercambios iniciales entre los miembros y el terapeuta o entre los mismos miembros pueden haber tenido un carácter negativo, creando así un clima de duda y falta de voluntad para confiar en los otros. El grupo puede orientarse hacia la resolución de problemas o al parcheo de dificultades. Esta orientación puede desfavorecer la autoexploración porque tan pronto como uno de los miembros plantea un problema, el resto de los miembros se apresuran a aconsejarle para que remedie la situación. Por estas u otras razones similares, algunos grupos no avanzan nunca más allá del estadio inicial o el estadio de transición. Con ayuda de mis colegas he descubierto que cuando un grupo alcanza el estadio de trabajo, no avanza necesariamente de forma ordenada como sugiere la categorización anterior. Aspectos previos como la confianza, el conflicto no constructivo y el rechazo a la participación pueden absorber el tiempo y el historial del grupo. La confianza no es un problema que se resuelva de una vez para siempre durante los estadios iniciales del desarrollo grupal. En la medida que un grupo encara nuevos retos, deberán alcanzarse niveles más profundos de confianza. Por otra parte, el conflicto puede resolverse durante el estadio inicial o de transición pero en las fases posteriores surgen nuevos conflictos que deben de ser trabajados y resueltos. Como sucede con cualquier relación íntima, las relaciones de grupo no son estáticas, la utopía no se alcanza nunca porque las aguas tranquilas pueden

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convertirse temporalmente en mares tormentosos. El compromiso de funcionar como grupo consiste en ejecutar tanto el trabajo difícil como el agradable y recompensarte. Resumen del estadio de trabajo Características del estadio. Cuando un grupo alcanza el estadio de trabajo, presenta las siguientes características: • • • •

• • • • • •

El nivel de confianza y cohesión es alto. La comunicación en el grupo es abierta e implica la expresión exacta de lo que se está experimentando. Los miembros interactúan libre y abiertamente. Hay voluntad para arriesgarse con material difícil y para darse a conocer; los miembros plantean al grupo temas personales que desean comentar y entender mejor. Se reconoce el conflicto entre los miembros y se maneja directa y eficientemente. El feedback se ofrece libremente y es aceptado y considerado de forma no defensiva. La confrontación se produce de tal forma que los ejecutores evitan los juicios y las etiquetas. Los miembros están dispuestos a trabajar fuera del grupo para lograr los cambios conductuales. Los participantes se sienten apoyados en sus esfuerzos por cambiar y están deseosos de arriesgarse con una nueva conducta. Los miembros tienen la esperanza de poder cambiar si están dispuestos a hacerlo; no se sienten indefensos.

Funciones y posibles problemas de los miembros. El estadio de trabajo se caracteriza por la exploración de material personal significativo. Para alcanzar este estadio, los miembros cuentan con algunas responsabilidades y algunos roles: • • • • • •

plantear en las sesiones los aspectos que desearían comentar. proporcionar feedback a los otros y estar abierto para recibirlo. compartir el efecto que produce la presencia y el trabajo en el grupo. practicar nuevas destrezas y conductas en la vida diaria y contentar los resultados en las sesiones. ofrecer a los otros reto y apoyo y confrontarse a sí mismo. evaluar continuamente la satisfacción con el grupo y adoptar activamente pasos para modificar el nivel de implicación en las sesiones si es necesario.

En este momento pueden surgir problemas corno:

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• •



Los miembros pueden limitarse al relax y disfrute de relaciones familiares y evitar el reto mutuo. Los miembros pueden conseguir insights durante la sesión pero no apreciar la necesidad de acción fuera del grupo para que se produzca el cambio. Los miembros pueden retirarse a consecuencia de la ansiedad que les produce la intensidad de las relaciones.

Funciones del terapeuta. Algunas de las principales funciones del liderazgo en este estadio son: • • • • •



• •

Proporcionar el refuerzo sistemático de las conductas deseables que potencian la cohesión y el trabajo productivo en el grupo. Buscar temas en común del trabajo de los miembros y ofrecer cierta universalidad. Seguir modelando la conducta apropiada, cuidando especialmente la confrontación, y revelando al grupo las reacciones persistentes. Apoyar la voluntad de los miembros para arriesgarse y ayudarles a aplicar esta conducta en su entorno diario. Interpretar el significado de los patrones de conducta en los momentos apropiados para que los miembros sean capaces de alcanzar un nivel más profundo de auto-exploración y consideren otras conductas alternativas. Ser consciente de los factores terapéuticos que operan para la producción del cambio e intervenir de forma tal que sea útil para ayudar a los miembros a ejecutar las modificaciones deseadas en los pensamientos, sentimientos y acciones. Centrarse en la importancia de convertir el insight en acción; animar a los miembros a poner en práctica sus destrezas. Animar a los miembros a recordar lo que desean del grupo y a solicitarlo.

Estadio 4: estadio final - consolidación y finalización De todas las destrezas de liderazgo probablemente ninguna es tan importante como la capacidad de ayudar a los miembros a transferir lo aprendido en el entorno grupal a las situaciones cotidianas externas al grupo. Durante la fase de finalización se produce la consolidación; este es el momento de la síntesis, de la unificación de todos los cabos y de la integración e interpretación de la experiencia grupal. Considero los estadios inicial y final como los momentos más decisivos en la historia vital de un grupo. Si la fase inicial es efectiva, los participantes consiguen conocerse entre sí y establecer su propia identidad en el grupo. Se desarrolla una atmósfera de confianza y el trabajo fundamental se posterga inicialmente para intensificarlo posteriormente en los siguientes estadios. El último estadio del desarrollo de un grupo es crítico porque en este momento los miembros se dedican al trabajo cognitivo necesario para la interiorización de lo aprendido en el grupo. Si el

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terapeuta no maneja esta fase convenientemente, se reduce mucho la posibilidad de que los miembros pongan en práctica las capacidades adquiridas. Aún peor, los miembros pueden cuidarse Con problemas no resueltos y sin pautas para su análisis. Es fundamental que las cuestiones relativas a la finalización se planteen durante Las fases iniciales del curso de la historia grupal. En todo mido el fin es una realidad y el terapeuta debe recordar periódicamente a los miembros que el grupo dejará de existir en algún momento. Los terapeutas reconocen sus propios sentimientos sobre la finalización, son capaces de manejarlos constructivamente y pueden ayudar a los miembros a manejar las cuestiones de separación. Algunos terapeutas tienen dificultades para enfrentarse a las despedidas, por diversas razones y tienden a ignorar los sentimientos de tristeza o dolor que experimentan según finaliza el curso del grupo. Existe el peligro de que los miembros del grupo permanezcan tan conscientes de la cercanía de la separación de los miembros que se aíslen para evitar el manejo de la ansiedad que acompaña a la separación. Normalmente el trabajo va disminuyendo y rara vez surgen nuevos aspectos. Si se permite a los miembros distanciarse demasiado, probablemente evitarán el examen de los posibles efectos de la experiencia grupal en su conducta externa al grupo. Así pues, es crucial que los terapeutas ayuden a los participantes a adoptar una perspectiva significativa sobre los sucesos del grupo. Formas efectivas de finalización de un grupo. Este apartado se refiere a las formas de finalizar la experiencia grupal mediante el análisis de preguntas como: ¿Cómo pueden completar los miembros los asuntos pendientes de la mejor manera?, ¿Cómo se puede enseñar a los miembros a ejecutar lo aprendido en el grupo y a aplicarlo para manejar con mayor efectividad las demandas de su existencia diaria cuando abandonen el grupo?, ¿Cuáles son los aspectos y actividades relevantes en las tases finales de un grupo? Por limitaciones espaciales, la mayor parte de los comentarios se centran en la finalización de un grupo cerrado, es decir, un grupo constituido por los mismos miembros durante toda la existencia del mismo y cuya terminación se produce en una fecha predeterminada. Manejo de sentimientos. Durante los estadios finales de un grupo es conveniente que el terapeuta recuerde a los miembros el número de sesiones que aún quedan para que éstos puedan prepararse para la finalización y lograr una clausura satisfactoria de la experiencia grupal. Los miembros necesitan ayuda para enfrentarse a la realidad de la cercana desaparición del grupo. Los sentimientos de separación, que a menudo adoptan la forma de evitación o negación, deben ser expuestos y examinarlos. Es tarea del terapeuta facilitar el comentario abierto de los sentimientos de pérdida y tristeza que acompañan a la eventual finalización de una experiencia intensa y altamente significativa. La revelación de los sentimientos del terapeuta sobre la clausura del grupo puede ayudar a los miembros a enfrentarse a la separación.

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Durante la fase inicial, se pide a los miembros que expresen sus temores a introducirse en un grupo. Ahora se les debería animar a compartir sus temores o preocupaciones por abandonar el grupo y por tener que enfrentarse a las realidades diarias sin el apoyo del grupo. No es extraño que los miembros manifiesten haber desarrollado lazos íntimos genuinos y haber encontrado un lugar seguro y de confianza donde pueden permanecer sin temor al rechazo. Pueden sentirse horrorizados ante la idea de prescindir de esta intimidad y apoyo. También son frecuentes las preocupaciones sobre la incapacidad de tener confianza y ser abierto con personas ajenas al grupo. La tarea del terapeuta consiste en recordar a los participantes que si el grupo es especial - cercano, con personas interesadas por [o ajeno y con buena disposición para ofrecer apoyo mutuo - se debe a la voluntad y compromiso de los miembros para trabajar conjuntamente. Por lo tanto, pueden adoptar compromisos similares y obtener el mismo éxito en las relaciones exteriores al grupo. Este “empujón de ánimo” no trata de negar la sensación de pérdida y tristeza que puede acompañar a la clausura de un grupo. Por el contrario, mencionar la separación puede ser una experiencia enriquecedora si los miembros del grupo son animados a expresar sinceramente su dolor y ansiedad. Examen del efecto del grupo sobre uno mismo. Hacia el final del grupo es conveniente proporcionar a todos los miembros la oportunidad de expresar en palabras lo que han aprendido de toda la experiencia grupal y el modo en que intentarán aplicar este aumento de la auto-comprensión. Para que este examen sea fructífero debe ejecutarse de forma concreta y específica. Las afirmaciones como “Este grupo ha sido fantástico. Realmente he crecido y he aprendido mucho sobre otras personas y sobre mí” son las generales que la persona que lo comenta olvidará pronto lo específicamente significativo de la experiencia grupal. Cuando alguien emite una afirmación de este tipo, el terapeuta puede ayudar a la persona a expresar el los pensamientos y sentimientos de forma más concreta formulando preguntas como: “¿De qué forma te ha beneficiado el grupo’?, ¿En qué sentido has crecido?, ¿Qué quieres decir con ‘fantástico’?, ¿Cuáles son las cosas que has aprendido sobre otras personas y sobre ti mismo’?”. Yo creo que centrarse en lo específico, en la conceptualización y en la expresión de sentimientos aumenta las posibilidades de que los miembros retengan y apliquen lo aprendido. Proporcionar y recibir feedback. Dar y recibir feedback es fundamental durante las fases finales. Aunque los miembros de un grupo efectivo han estado compartiendo sus percepciones y sentimientos en cada sesión, la oportunidad de dar y recibir un feedback de síntesis tiene valor propio. Para que los participantes hagan uso de esta oportunidad durante una de las últimas sesiones pido normalmente a los miembros que realicen una síntesis de sus percepciones propias en referencia al grupo, los conflictos que se han resuelto, los puntos claves, lo que esperaban conseguir en comparación con lo que han logrado y lo que ha significado el grupo para ellos. Después los miembros restantes del grupo comentan cómo han percibido y cómo Se han sentido con respecto a esa persona. He comprobado que el feedback concreto y conciso referido también a las esperanzas y temores que ha expresado la persona puede ser útil. Los comentarios vagos como “Yo creo que eres una persona agradable” son de poco valor a largo plazo. He comprobado que es conveniente

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pedir a los miembros que anoten en sus diarios feedback específicos. Si no registran algunas de las cosas que las personas les dicen, tienden a olvidarlas rápidamente. Si las registran, pueden repasarlas meses más tarde para comprobar si han progresado en dirección a sus metas. Completar asuntos pendientes. Debe permitirse cierto intervalo temporal para resolver cualquier asunto pendiente en relación a las transacciones entre los miembros o el proceso grupal y las metas. Incluso si algunos asuntos no pueden ser resueltos, los miembros deberían ser animados a comentarlos. Por ejemplo, un miembro que ha permanecido en silencio durante la mayor parte de las sesiones puede decir que nunca se ha sentido suficientemente seguro como para comentar sus problemas reales. Aunque pueda ser demasiado tarde para trabajar este aspecto y lograr la satisfacción de todos los miembros, es importante analizarlo y no cerrar los ojos. Ampliar el aprendizaje. Siempre comento con los participantes las diferentes formas que disponen para ampliar lo aprendido en el grupo. Estas formas pueden incluir la participación en otros grupos, la terapia individual o algún otro tipo de experiencia de crecimiento. La participación satisfactoria en un grupo genera normalmente la conciencia de otros asuntos específicos. Los miembros no son siempre capaces de resolver completamente estos asuntos y necesitan continuar con el proceso de exploración mediante el hallazgo de otras rutas de crecimiento personal. Resumen del estadio final Características del estadio. Durante la fase final de un grupo se evidencian las siguientes características: • • • • • • •

Puede producirse tristeza y ansiedad por la separación. Los miembros pueden inhibirse y participar de forma menos intensa al anticipar el final del grupo. Los miembros deciden los cursos de acción que probablemente adoptarán. Puede producirse el temor a la separación así como a la aplicación al entorno cotidiano de lo experimentado en el grupo. Los miembros pueden expresar sus temores, esperanzas y preocupaciones y comentar como fueron experimentados. Los miembros pueden evaluar la experiencia grupal. Puede comentarse la posibilidad de reuniones de seguimiento para animar a los miembros a llevar a cabo sus planes de cambio.

Funciones y posibles problemas de los miembros. La principal tarea que deben efectuar los miembros durante el estadio final del grupo es la consolidación de su aprendizaje y la generalización de lo aprendido a su entorno cotidiano. Este es el momento de repasar y poner un marco cognitivo al significado de la experiencia grupal. Algunas tareas de los miembros son:

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• • • • • •

Manejar los sentimientos referentes a la separación y la finalización del grupo. Preparar la generalización de sus aprendizajes a las situaciones diarias. Dar a otros una imagen mejor de cómo son percibidos. Completar cualquier asunto inconcluso, tanto de aspectos comentados en el grupo como de aspectos pertenecientes a las personas del grupo. Evaluar el impacto del grupo. Adoptar decisiones y planes con respecto a los cambios que se desean efectuar y al modo de ejecutarlos. Algunos problemas que pueden surgir al mismo tiempo son:

• • •

Los miembros pueden evitar la revisión de su experiencia y no disponerla en su marco cognitivo, limitando así la generalización de su aprendizaje. Debido a la ansiedad provocada por la separación, los miembros pueden distanciarse. Los miembros pueden considerar el grupo como un fin en sí mismo y no usarlo como medio para el crecimiento.

Funciones del terapeuta. Las principales tareas del terapeuta durante la fase de consolidación son proporcionar la estructura que permita a los participantes clarificar el significado de sus experiencias en el grupo y ayudar a los miembros en la generalización del aprendizaje del grupo a las situaciones cotidianas. Las tareas de este estadio son: • • •

• • • •

Ayudar a los miembros a manejar los sentimientos relativos a la finalización. Dar a los miembros la oportunidad de expresar y manejar cualquier asunto no acabado en el seno grupal. Reforzar los cambios que han efectuado los miembros y garantizar que dispongan de suficiente información sobre los recursos que les capacitan para efectuar cambios posteriores. Ayudar a los miembros a determinar el modo de aplicación de determinadas destrezas a diferentes situaciones cotidianas. Trabajar con los miembros en la elaboración de contratos específicos y tareas para casa como formas prácticas para efectuar los cambios. Ayudar a los miembros a desarrollar un marco de trabajo conceptual que les permita entender, integrar, consolidar y recordar lo aprendido en el grupo. Proporcionar las oportunidades para que los miembros puedan darse feedback entre sí subrayar la importancia del mantenimiento de la confidencialidad una vez que se haya disuelto el grupo.

Aspectos postgrupo: seguimiento y evaluación Del mismo modo que la formación del grupo y las actividades preparatorias del terapeuta influyen poderosamente sobre el proceso grupal en sus diversos estadios, el trabajo que debe efectuar el terapeuta cuando el grupo ha llegado a su fin es

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también de suma importancia. Existen dos aspectos vinculados dinámicamente con la finalización satisfactoria del desarrollo de un grupo: el seguimiento y la evaluación. Las preguntas que deben formularse son: ¿Qué tipo de seguimiento debería establecerse tras la finalización del grupo?, ¿Cuál es la responsabilidad del terapeuta en la evaluación de los resultados de un grupo?, ¿Cómo puede ayudar el terapeuta a los miembros para evaluar la efectividad de su experiencia grupal’?. La sesión de seguimiento Es conveniente decidir durante la última sesión la fecha de la sesión de seguimiento para comentar la experiencia grupal y para disponer de cierta perspectiva. Esta sesión es muy útil porque ofrece al terapeuta la oportunidad de evaluar los resultados del grupo y también porque concede a los miembros la posibilidad de obtener una imagen más realista del impacto que el grupo ha tenido sobre ellos y sobre sus compañeros. Durante la sesión de seguimiento los miembros pueden comentar los esfuerzos que han efectuado desde la finalización del grupo para aplicar su aprendizaje al mundo real. Pueden manifestar las dificultades que han encontrado, compartir las alegrías y el éxito que han experimentado en la vida y recordar algunas de las cosas que ocurrieron en el grupo. Una sesión de seguimiento concede también la oportunidad de expresar y trabajar cualquier pensamiento posterior o sentimiento vinculado con la experiencia grupal. En este momento el feedback y apoyo mutuo son extremadamente útiles. Yo creo que el elemento más importante de la sesión de seguimiento es la maximización de las posibilidades de obtener beneficios a largo plazo de la experiencia grupal. Muchas personas manifiestan que simplemente saben que volverán a reunirse uno, dos o tres meses después de la finalización del grupo y que van a dar auto-informes proporciona el estímulo necesario para respetar los compromisos adoptados. Por último, la sesión de seguimiento ofrece a los terapeutas otra oportunidad para recordar a los participantes que son ellos los responsables de lo que han llegado a ser y que si esperan cambiar las situaciones deben ser activos en sus intentos. Tras la finalización de un grupo, algunos de los participantes pueden buscar otras rutas para la ampliación del crecimiento que iniciaron en el grupo. Habiendo permanecido alejados del grupo durante un período de tiempo, los miembros pueden estar más dispuestos a unirse a otro grupo o a solicitar terapia individual para trabajar ciertas áreas que consideran requieren mayor exploración. Así, la sesión de seguimiento es el momento ideal para comentar otras oportunidades para seguir con el crecimiento. Sesiones individuales de seguimiento Además del seguimiento del grupo, el terapeuta puede establecer sesiones individuales de seguimiento con cada miembro. Estas entrevistas individuales

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postgrupo, que pueden durar unos 20 minutos, ayudan al terapeuta a determinar el grado en que los miembros han conseguido sus metas porque en la sesión individual los miembros pueden revelar reacciones que no se hubieran atrevido a compartir en el grupo. Este contacto también comunica a los miembros que el terapeuta está interesado y se preocupa por ellos. La entrevista individual proporciona las oportunidades ideales para comentar fuentes de derivación y la posible necesidad de ayuda profesional - problemas que probablemente serán mejor manejados individualmente. Además, la combinación de las entrevistas individuales postgrupo y la sesión de seguimiento proporcionan al terapeuta información muy valiosa sobre el nivel de efectividad del grupo y la oportunidad de comentar la forma de mejorar futuros grupos. Aunque lo ideal sería mantener sesiones individuales de seguimiento, soy consciente de que puede ser poco práctico en determinados entornos. En un centro de salud mental, por ejemplo, puede ser difícil establecer este tipo de seguimiento. En tales casos una llamada de teléfono puede ser una opción válida. Evaluación de los resultados En múltiples ocasiones me he referido a la necesidad del terapeuta de evaluar los resultados del grupo. Personalmente, me resulta difícil evaluarlos objetivamente con procedimientos empíricos. Me he esforzado por la evaluación objetiva administrando para ello diversas pruebas e inventarios antes y después de la experiencia grupal para determinar la naturaleza y el grado del cambio de los participantes. Pero según mi experiencia ninguna de estas medidas es adecuada para detectar los cambios sutiles en las actitudes, ideas, sentimientos y conducta. Consecuentemente, he empezado a confiar en los métodos subjetivos que incluyen diversos auto-informes. Normalmente antes de participar en el grupo pido a las personas que manifiesten por escrito sus problemas y sus expectativas con respecto al grupo. Motivo continuamente a los miembros para que guarden un diario de sus experiencias grupales y de los acontecimientos vitales acaecidos entre dos sesiones. Este proceso de escritura ayuda a los participantes a centrarse en las tendencias relevantes y en los aspectos centrales que descubren sobre sí mismos y sobre el resto de los miembros a través de la interacción grupal. Después de finalizar el grupo, pido a los miembros que escriban un par de informes de reacción postgrupo antes del encuentro de seguimiento. Estos interines postgrupo proporcionan a los participantes una oportunidad para recordar los sucesos significativos en el grupo y para comentar los aspectos que más les han gustado y disgustado con respecto al grupo. Ahora el grupo ya no existe, los participantes pueden evaluar de diferente modo su impacto. Muchas personas se han comentado que estos informes de reacción postgrupo son muy útiles porque conceden el ímpetu necesario para continuar por su cuenta con el trabajo iniciado en la situación grupal. El prontos de escritura es un instrumento útil para la auto-evaluación y es en sí mismo terapéutico. Por último, a menudo añado un breve cuestionario que los miembros completan cuando se vuelven a reunir para la sesión de postgrupo. Los miembros

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evalúan las técnicas usadas, al terapeuta del grupo, el impacto del grupo sobre ellos y el grado en que piensan que han cambiado como consecuencia de su participación en el grupo. Las siguientes cuestiones están diseñadas para obtener información relativa a determinados aspectos: • • •

¿Tuvo el grupo algún efecto negativo sobre ti? ¿Cómo te ha influido el grupo en relación con los otros? ¿Siguen siendo útiles aún los cambios que realizaste?

El cuestionario es una buena forma de centrar a los miembros antes de que se produzca el intercambio de reacciones en la sesión de seguimiento. Proporciona también datos útiles para la evaluación del grupo. Resumen de los aspectos postgrupo Funciones y posibles problemas de los miembros. Una vez finalizado el grupo, las principales funciones de los miembros consisten en aplicar lo aprendido a un programa de acción para la vida diaria, en evaluar el grupo y en asistir a la sesión de seguimiento (si procede). Algunas tareas específicas son: • • •

Encontrar formas de reforzarse mutuamente para continuar con el crecimiento. Guardar algún registro de sus cambios, incluidos los progresos y los problemas. Asistir a la sesión individual para comentar el logro de sus metas o a la sesión de seguimiento para compartir con los compañeros lo efectuado con la experiencia grupal.

Algunos problemas que pueden surgir son: •

• •

Si los miembros encuentran dificultades para aplicar lo aprendido en el grupo a las situaciones cotidianas, pueden llegar a desanimarse y reducir el valor del grupo. Los miembros pueden tener problemas para continuar con las nuevas conductas sin el contexto del grupo que les apoyaba. Los miembros pueden olvidar que el cambio requiere tiempo, esfuerzo y práctica y así pueden no hacer uso d lo aprendido.

Funciones del terapeuta. La última sesión del grupo no es señal de que el terapeuta haya finalizado con su trabajo porque existen tareas importantes que aún debe efectuar. Deberían aplicarse procedimientos de seguimiento y evaluación. Una vez que el grupo concluye, el terapeuta debería efectuar las siguientes tareas: •

Si es posible, establecer una sesión de seguimiento en grupo o entrevistas individuales para evaluar el impacto del grupo.

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• •



Encontrar recursos específicos de derivación para los miembros que requieran o deseen más consultas. Animar a los miembros para encontrar otras fuentes de apoyo y reto continuo de tal forma que la finalización del grupo signifique el inicio de una búsqueda de auto-compresión. Reunirse con otro terapeuta para evaluar la efectividad general del grupo.

Comentarios finales Repetidas veces he mencionado que los estadios en la vida de un grupo no fluyen generalmente en el orden descrito en los dos últimos capítulos. En la realidad existen intervalos considerables entre los estadios y una vez que el grupo avanza hacia un estadio superior de desarrollo, pueden producirse regresiones temporales hacia estadios evolutivos anteriores. El conocimiento de las principales tareas con que se enfrentan el terapeuta y los participantes durante las diferentes fases de la evolución de un grupo le permite intervenir en el momento adecuado y con un objetivo claro. El conocimiento de los puntos críticos le capacita para ayudar a los miembros a movilizar sus recursos para satisfacer sus demandas en la medida que progresa el grupo. El conocimiento de los patrones típicos de los grupos le concede una perspectiva general que le capacita para evaluar la utilidad o falta de validez de las intervenciones programadas. Esta perspectiva también le permite predecir ciertas crisis en la vida del grupo y encontrar las formas para resolver satisfactoriamente dichas crisis.

1.4.3. Etapas del grupo (Celedonio Castanedo) Las etapas por las que atraviesa un grupo han sido reseñadas por Elaine Kepner. Para Kepner, sin líder de grupo, cuando aplica Terapia Gestalt, debe tener lentes bifocales que utilice sin interrupción, poniendo atención en el desarrollo de los individuos en el grupo, y en el desarrollo del grupo corno un sistema social. Las cuatro etapas del grupo son: 1. Identidad: darse cuenta de uno y de los otros. Esta etapa también contiene una fase de dependencia (pseudo-intimidad). 2. Influencia: energía y excitación, ansiedad, resistencia, movilización, blocage. Aquí se da también la contradependencia. 3. Intimidad: contacto, acción para completar el ciclo. Esta etapa contiene la independencia. 4. Cierre: Reposo, retirada de la energía, reconocimiento de lo que no es posible, y apreciación de lo que se ha realizado en el grupo.

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Después de haber descrito el ciclo de la experiencia y las etapas del grupo vemos que existe una inter-relación entre ambos. El siguiente cuadro y la Fig. 4 muestran esta asociación.

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Relación entre las etapas as de del grupo y el ciclo de la experiencia Etapas del grupo

Ciclo de la experien periencia 1. Sensación

I.

Identidad idad 2. Conciencia 3. Energía

II.

Influencia ncia 4. Excitación 5. Acción

III.

Intimidad idad 6. Contacto

IV.

Cierre

7. Reposo/retirada Cuadro 7. Relación entre etapas del grupo y el ciclo iclo de la experiencia

Gráfica 2. Representació ación gráfica de la relación ciclo de la experiencia y las etapas del grupo.

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En la psicoterapia de grupo no existen “buenas o malas” intervenciones, lo importante es aprender a –estar con y en el grupo- para identificar lo que el grupo necesita y facilitar así su proceso. Un psicoterapeuta grupal requiere de algunos requisitos para el trabajo: proceso personal, experiencia en psicoterapia individual, experiencia de vida. Este artículo nos ofrece una propuesta sobre el desarrollo de las fases del grupo para que desde la teoría y la práctica contemos con una guía de intervención hacia el grupo, de acuerdo al momento de desarrollo en el que se encuentra y a sus necesidades y habilidades grupales.

Actividades • Revisa los tres temas de desarrollo grupal y elabora tu propio cuadro. • Realiza un resumen de las funciones de los miembros y de las funciones del terapeuta por cada una de los estadios de Gerald Corey • Al revisar los tres cuadros, analiza con qué fases del desarrollo humano se pueden comparar.

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II. Terapia de grupo gestalt 2.1 Terapia de grupo modelo Polster A diferencia del modelo tradicional del trabajo en grupos desde el punto de vista de la Gestalt, en la cual una persona trabaja con el terapeuta y el resto del grupo juega un papel secundario, en este modelo se busca que todo el grupo esté contactando activamente entre sí. La idea es que todos los miembros estén activamente interesados en lo que está pasando y que el grupo funcione como soporte para el que sea figura. Esto se vuelve terapéutico en si para que el está trabajando, pues está recibiendo el interés activo del grupo. Es importante que el terapeuta cuide el interés del grupo y esté atento a lo que está pasando, pues si hay una o dos personas sin interés no hay contacto en ellos. Es un juego de focos, una repartición de la atención más democrática. Esto se logra retomando lo universal de lo individual. ¿Qué es lo común en todos de lo que una persona está expresando? Se retorna lo común para incluir: ¿Cómo les toca esto a los demás? Para hacer este tipo de trabajo en un grupo es importante que los grupos no sean de más de cinco o seis personas. La relevancia dé cada uno no se puede lograr tanto si hay más personas. Cada sesión del grupo va a tener tres fases que se van a tender a repetir a su vez en el trabajo del grupo a lo largo del tiempo. A. Inicial La meta es la inclusión. En esta fase es importante la centralidad del terapeuta. Lo que se busca en el grupo es que todos se sientan miembros. El papel del terapeuta es central y esta fase es de cierta dependencia en el facilitador. No es recomendable hacer trabajo individual en esta fase pues el grupo fracasaría en la misión de sentirse todos miembros. En este caso el que se convierte en figura no tiene aún el soporte del grupo. Si se va a hacer figura una de las personas del grupo, primero se hace el trabajo de interesar e incluir a todo el grupo para que este sirva de apoyo a la persona en el momento que se regrese a ella.

Figura 1. Surgimiento de la persona con la que se trabajará.

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En esta fase, para lograr esta inclusión, no se harán correcciones al contacto. (Si alguien habla en tercera persona no se le pedirá que hable en, primera etc.). Más bien en esta fase es importante que los miembros del grupo sientan que no hay nada que diga que esté mal dicho. Durante esta fase se va buscando el común denominador en el grupo, la común de la experiencia que una de las personas está comunicando. B. Intermedia Se regresa con la persona inicial después de haber escuchado a las demás personas del grupo. Se ha logrado el interés de los demás. En este momento comienza el trabajo terapéutico más profundo. Se puede comparar con el juego de una lente de cámara. En la primera fase se abre y abarca y en esta se cierra y se enfoca.

Figura 2. Trabajo a profundidad con una persona.

En esta fase se busca un trabajo más profundo intrapersonal. Aquí se llevarían a cabo las técnicas del experimento, silla vacía, etc. El terapeuta empieza a profundizar y empieza a hacer contacto más activo entre los miembros. Aunque tiene intervenciones más en función intrapersonal, utiliza el apoyo del resto del grupo. Ej. (Promoviendo contacto significativo con otros miembros del grupo, o poniendo experimentos individuales que utilicen al grupo). C. Final En esta fase se vuelve a abrir el lente a incluir lo que haya sido figura viendo qué pasa con los otros. Siempre hay que recordar que se busca lo común, lo universal. En esta fase es importante saber qué se ha llevado la persona, qué ha conseguido, con qué está satisfecho. Se vuelve hacer un contacto con todos los miembros del grupo.

Figura 3. Regreso al grupo para verificar los efectos

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Recordatorios: • Es importante llevar un buen ritmo entre las necesidades individuales y las del grupo. • Usar las técnicas, pero de una forma muy humana, que no se sientan artificiales, que no se noten mucho. • Llevar un buen ritmo entre tensión y relajación en el grupo (reírse juntos, etc.). Promover momentos de unión. • Se encontrarán momentos de mucha tensión en los que conviene deflectar, moverse del drama a la comedia. • Crear una atmósfera de interés, de relevancia y que los miembros sientan que pueden participar en cualquier momento. Que todos se sientan importantes. • Tener una visión de que todos tienen algo importante que aportar en la pequeña comunidad que es el grupo. Esto crea una sensación de cooperación, complementariedad. • El terapeuta tiene una sensación de autoridad, pero no basada en estar participando todo el tiempo. Mucho del aprendizaje que se busca es el de: todos necesitamos de todos, todos tenemos cosas que aportar y todos tenemos limitaciones y carencias. • Ser relevante sin exagerar la autoridad, ni esconderse. Sé una persona esencial sin estar todo el tiempo mostrándola. • Balancear la estructura vs la no-estructura. El grado de directividad dependerá del terapeuta y del grupo. Las tres C de la co-facilitación 1.-Competencia.

2. Confluencia.

3. Colaboración.

1. Competencia. Este estilo de co-facilitación es la más frecuente. Los facilitadores compiten por tener mejor imagen ante el grupo, por ser el que resuelve, etc. La competencia puede dar en uno de los facilitadores la sensación de mejorar, pero siempre a costa de lo que el otro pierde. La rivalidad entre los facilitadores se traduce mucho al grupo. Varios teóricos recomendarían en este caso que los facilitadores abran sus conflictos ante el grupo. Es muy importante si se considera hacer esto tener cuidado de no quitar tiempo al grupo.

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2. Confluencia. Este tipo de relación entre co-facilitadores es de poca aportación para el grupo. Generalmente uno de los facilitadores es eco del otro, uno va con el otro, sigue al otro. Ven los mismos ojos y con la misma perspectiva. Existe la negación del conflicto. 3. Colaboración (complementariedad) Hay terapeutas mejores para trabajar diferentes cosas. Las habilidades son diferentes, unas son más naturales para uno que para el otro. Hay que buscar complementar las diferentes habilidades en función del grupo. Es importante que haya un cierto parentesco entre los co-facilitadores. Debe haber mucho sentido de respeto de uno hacia el otro. Ser relevante no es igual a tener que estar diciendo y haciendo cosas, es importante poder estar en silencio sin tener la sensación de no estar haciendo nada, que el sentido de relevancia no dependa del número de intervenciones. Por su parte, Celedonio Castanedo ofrece algunas consideraciones sobre el co-liderazgo. Co-líder •

Ofrecer soporte al otro co-líder sin entrar en competencia o ponerse a la defensiva. Mantener los ojos en la acción que el otro co-líder no es capaz de detectar.



Ni dominar, ni ser sumiso (ni top-dog ni under-dog); saber compartir el liderazgo. Enriquecer un experimento, lo que significa cooperar añadiendo algo al experimento que el otro co-líder ha iniciado.



Libertad para tomar un rol diferente del otro co-líder; por ejemplo, uno de ellos es más bien rudo, el otro es dulce.



Tomarse tiempo para planificar y discutir el plan de trabajo con el co-líder.



Modelar relaciones en diadas, incluyendo la resolución de conflictos en grupo.

Después de hacer esta última evaluación de liderazgo de un grupo ¿Cómo se siente Ud. para dirigir un grupo en forma independiente? ¿Sería Ud. co-líder con otra persona de igual competencia? ¿Cómo se siente Ud. al dirigir un grupo únicamente bajo supervisión? ¿Qué es lo que Ud. cree que necesita, en este momento, para llegar a ser un líder de grupo independiente, en el caso de que Ud. se sienta aún capaz para serlo? Trabajar con un co-líder tiene las siguientes ventajas: poder contar con otro par de ojos, oídos, vísceras, etc.; compartir el desarrollo de los objetivos; permitir y compartir acciones; no estar obligado a prestar atención todo el tiempo; permite detectar en cada uno de los líderes su fuerza y su debilidad al dirigir grupos y planearse en consecuencia metas a alcanzar.

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La identificación de una “buena figura” facilita el trabajo con este modelo. Es por ello importante saber identificar la figura de la persona que está trabajando. Cuando se está buscando la identificación, es necesario evitar entre los participantes la diferenciación. Aunque existan formas diferentes a las que el miembro del grupo que está trabajando, es importante que se fomente la semejanza con respecto a la figura. El modelo de Psicoterapia Polster surge de la escuela gestalt de Cleveland y puede ser utilizado en cualquier otra fase en la que se encuentre el grupo, siempre que se requiera promover la inclusión y la identidad. La cofacilitación permite también el espacio personal para identificar asuntos que trabajar: en lo personal, en la relación con los demás y en el grupo.

Actividades • ¿En qué fase del desarrollo grupal es conveniente utilizar este modelo? • Practica este modelo con tus compañeros, escribe tus observaciones. • Al aplicar este modelo toma en cuenta que lo que promueve es la inclusión, la universalidad y la sensación de sentirse miembros del grupo, escribe tu experiencia al respecto. • Sugiere alguna forma en que puedes lograr mantener el interés del grupo mientras alguien está trabajando.

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2.2 Proceso de grupo Gestalt, Phillippson y Harris Poner al grupo a trabajar Introducción En este capítulo describo un modelo de la terapia Gestalt con grupos, que contrasta en gran medida con el modelo clásico de la “silla caliente”. Mientras que el modelo de la “silla caliente” nos ofrece una manera de hacer terapia Gestalt individual “uno a uno”, en un ambiente de grupo (y hasta ese punto no se trata en realidad de un modelo de terapia de grupo), el modelo de proceso de grupos Gestalt coloca al grupo mismo al centro del escenario. En este acercamiento más que el terapeuta con su personalidad y técnica, es el grupo mismo y su dinámica quienes son considerados como el principal instrumento de crecimiento y cambio para los miembros. El modelo de proceso de grupo ha sido desarrollado a lo largo de los últimos años por los terapeutas Gestalt (nosotros incluidos) que tenemos un interés específico en sumar el trabajo con grupos y la dinámica de grupos a nuestro entrenamiento Gestalt. Pretende combinar dos tradiciones: el acercamiento psicológico individual de Fritz Perls y sus colegas clínicos, y el acercamiento de “sistemas” de científicos sociales como Kurt Lewin. Los dos hombres están vinculados por su interés compartido en el trabajo de los grandes psicólogos Gestalt como Wertheimer, Koffka y Kohler. Tanto Perls como Lewin adoptan de estos escritores un acercamiento holístico: la convicción de que “el todo es mayor que la suma de sus partes”. También comparte un gran énfasis en la importancia central del campo organismo / medio ambiente: Ningún individuo es autosuficiente; el individuo sólo puede existir en un campo ambiental. Inevitable y constantemente, el individuo forma parte de algún campo. Su comportamiento es una función de la totalidad del campo, que lo incluye tanto a él como a su medio ambiente. La naturaleza de la relación entre él y su medio ambiente determina el comportamiento de los seres humanos... El medio ambiente no crea al individuo, ni crea el individuo a su medio ambiente. Cada uno es lo que es, cada uno tiene su propio carácter particular, a causa de su relación con el otro y con el todo. Este párrafo, escrito por Perls, describe claramente el punto de vista que sostenían tanto él como Lewin de que no podemos estudiar la psicología humana aislando a la gente. Cómo somos es el producto de la totalidad del campo: nosotros mismos, nuestro medio ambiente, y la interacción constante entre ambos. Lewin prosiguió a aplicar estas reflexiones al campo de la psicología y la acción social; Perls concentró su interés en la psicología individual. En sus escritos define a la psicología como el funcionamiento del contacto / frontera dentro del campo organismo / medio ambiente, y esto sigue siendo el enfoque central de la psicoterapia Gestalt. El modelo de proceso de grupo Gestalt desarrolla estos tres temas haciendo énfasis en la interacción y el contacto entre los miembros el grupo durante la terapia, y tomando en consideración al grupo como un sistema social, o mini - comunidad. La labor del grupo es utilizar su propio proceso para crear un espacio que ofrezca una máxima posibilidad de incrementar el awareness (darse cuenta) y explorar el contacto; el desarrollo de un estilo de trabajo que permita que

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esto suceda en “un medio ambiente que responde”, (usando la adecuada frase de Frew), parece una extensión natural y hasta inevitable de los temas e ideas centrales de la Gestalt así que veamos cómo funciona. Psicología Individual

Psicología Social

Teoría de Campo de Kurt Lewin

Terapia Gestalt de Fritz Perls

Sociología

Cuadro 5. Influencias del modelo Manchester

El modelo de proceso de grupo Gestalt Nuestra versión del modelo puede resumirse de la siguiente manera: I.

El grupo es considerado como un sistema social donde se juzga que el funcionamiento del individuo está vinculado inseparablemente del funcionamiento del grupo.

II.

El proceso del grupo, y el creciente awareness (darse cuenta) de ese proceso por parte de los miembros del grupo, es el vehículo más importante para el cambio terapéutico en el grupo.

III.

El proceso del grupo no es estático, sino que cambia a lo largo del tiempo, pasando por etapas claramente identificables al desarrollarse el grupo.

IV.

El papel del terapeuta es el de facilitar el desarrollo del grupo como un sistema social de un modo tal que permita a los miembros asumir la responsabilidad del proceso de grupo, y de su propio aprendizaje dentro del ambiente de grupo.

Ahora examinaré cada una de estas afirmaciones: El grupo como sistema social

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La mayor parte de los problemas que la gente trae a la terapia son (o comienzan siendo) problemas de adaptación social. Durante toda nuestra vida estamos sujetos a enormes presiones para que nos conformemos, por parte la familia, amigos, el gobierno, los medios, y todo un amplio rango de instituciones sociales. Estas presiones (frecuentemente contradictorias entre sí) están diseñada para producir conformismo; para canalizar el enorme potencial y rango del infante hacia los relativamente estrechos y restringidos canales del “buen ciudadano”. Por supuesto, el infante no tiene ningún deseo de ser restringido de esta manera; pero puesto que durante varios años dependerá de los otros para la satisfacción de sus necesidades físicas y emocionales, no tiene más opción que seguir adelante con este proceso de socialización. Pero no todos se conforman plenamente. Algunas personas se ajustan “mal” a su medio ambiente, y terminan en la cárcel o en un psiquiátrico. Y todos nosotros, sin excepción, pagamos algún precio por nuestra inconformidad. Fritz Perls consideraba que nuestra incapacidad de realizar y continuar con los ajustes “necesarios” era la raíz de los problemas psicológicos. Afirmaba que la supervivencia exigía la capacidad para adaptarse a los cambios constantes del medio ambiente. Cuando el individuo se vuelve incapaz de alterar sus técnicas de manipulación e interacción, surge la neurosis. Cuando el individuo se queda congelado en una forma obsoleta de actuar, se vuelve menos capaz de cumplir con ninguna de sus necesidades de supervivencia, incluyendo sus necesidades sociales. [2] Perls (a diferencia de Lewin) no tuvo mucho interés en explorar otra solución para este conflicto: ¡cambiar a la sociedad y no a la gente! Pero esto aparte, es obvio que es correcto el punto de vista de que los problemas de adaptación individual pueden ser provocados por la interacción social, y de que una terapia de grupo es un (pero sólo un) lugar donde podernos reexaminar y revalorizar nuestras formas de relacionamos con los demás: El grupo es en si mismo un pequeño laboratorio social que encarna todas las tensiones entre los individuos y “el sistema” que se experimentan en el exterior. En el grupo, cada miembro lucha por encontrar una manera de estar en y ser del grupo que le permita preservar un sentido de sí mismo. El precario equilibrio entre nuestra individualidad y nuestra naturaleza social, y nuestros continuos intentos por preservar ese equilibrio son la materia prima para la interacción del grupo. EI acercamiento de proceso de grupo pretende desarrollar el medio ambiente del grupo de tal manera que ofrezca una máxima posibilidad para explorar, experimentar y aprender sobre estos asuntos. Este medio ambiente terapéutico se crea ayudando a los miembros del grupo a cobrar consciencia de todos los niveles en los que están funcionando. En el grupo... ...los procesos fenomenológicos ocurren simultáneamente en los tres niveles: el nivel intrapersonal, el nivel interpersonal y el nivel de sistema. Con el proceso al nivel de sistema me refiero a los patrones dinámicos de interrelación que se desarrollan entre las personas a lo largo del tiempo y que crean una manera de estar juntos. Estos procesos de sistema crean un medio

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ambiente social que afecta la manera en que se sienten sobre sí mismos y los demás quienes están dentro de ese sistema, así como la manera en que se comportan dentro de ese medio ambiente. [3] Las partes del “proceso de grupo” que son únicas para cada grupo son los sentimientos, pensamientos y acciones de los miembros individuales, la interacción constante entre los miembros; y las preocupaciones y el comportamiento del grupo en su conjunto. Estos son los procesos que explican que grupo sea más que la suma de sus partes. En la terapia de proceso de grupo buscamos aumentar el awareness de los miembros de todos estos niveles, como ilustra el siguiente ejemplo: Martín está en su segunda sesión de un grupo semanal. Hasta ahora ha permanecido sentado en silencio en un extremo de la habitación evitando el contacto visual con otros miembros del grupo. Cuando el facilitador le pregunta lo que le está sucediendo se mueve incómodamente y dice que siente poca cosa. Es evidente que le resulta difícil mirar al facilitador. Se le anima a que note su respiración poco profunda y constreñida, su postura encorvada y la falta de contacto visual y físico con el resto del grupo. Pronto comienza a respirar más profundo y reporta sentir algo en el estómago. Ahora tiene un mejor contacto visual con el facilitador, y cuando se le pide que mire a los otros miembros del grupo, parece interesarse por Susan, otro miembro del grupo. Después de explorar más su interacción con Susan, decide ir a sentarse a su lado y tomarle la mano. Desde este nuevo ángulo es capaz de mirar más abiertamente al grupo y revisar su temor expresado de que los está “aburriendo a todos”. Otros miembros del grupo le dan la bienvenida al grupo y le dan retroalimentación. Alentados por el facilitador, comparten sus sentimientos cuando primero entraron al grupo y los temores que aún tienen. Ahora Martín escucha atentamente y es evidente que tiene un mayor contacto con los miembros del grupo. Un miembro del grupo señala que la llegada de Martín significa que ahora hay más hombres que mujeres en el grupo y expresa su preocupación sobre los efectos de esto sobre ella y el grupo, otros miembros del grupo recogen este tema y lo exploran al alejar el grupo su atención de Martín, quien ahora está evidentemente más involucrado en lo que está sucediendo en el grupo. Esto representa un típico ejemplo de lo que sucede en un grupo de proceso de grupo Gestalt. (En contraste con el modelo de la silla caliente), vale la pena señalar lo siguiente: I.

La manera en que se anima a los miembros del grupo a que exploren su Awareness y del contacto a todos los niveles: con ellos mismos, con los demás y con el grupo en su conjunto.

II.

Un tema importante para un individuo (unirse al grupo) es desarrollado corno un tema no sólo para él, sino para el resto del grupo; se les alienta a que compartan su propia experiencia al unirse, y a que reaccionen a Martín como nuevo miembros.

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III.

Los miembros del grupo, y no sólo el facilitador, juegan un papel crucial en ayudar a Martín a trabajar este tema. La terapia surge del proceso de grupo, e incluye a todos los presentes.

Desarrollo de grupos Un tema central en el estudio de las dinámicas de los grupos pequeños es el del desarrollo de grupos. El proceso de grupo no permanece constante ni cambian al azar; al desarrollarse a lo largo del tiempo, los grupos tienden a pasar por etapas distintas e identificables. En cada etapa predominan ciertos tipos de comportamiento, así como ciertas preocupaciones individuales y de grupo, y si se le alienta a hacerlo, el grupo tenderá a trabajar estos asuntos hasta llegar a algún tipo de resolución (que suele ser temporal). Si no se logra estar consciente de la etapa de desarrollo del grupo, eso puede tener importantes consecuencias terapéuticas, ya que no se puede obligar a los individuos a examinar temas que ellos y el grupo aún no están listos para manejar, y las cosas pueden quedarse incómodamente atascadas. Para evitar esto, tanto el facilitador corno los miembros del grupo deben ser sensibles a lo que está sucediendo en el grupo. Hay muchas teorías distintas sobre el desarrollo de los grupos pequeños, y este no es el lugar para examinarlas con detalle. En lugar de ello, me gustaría examinar brevemente un sencillo modelo de tres etapas originalmente propuesto por Irving Yalom y aplicado por Joseph Zinker a un contexto Gestalt [4]. Etapa Uno: Orientación Típicamente, al comenzar a conocerse los miembros entre sí, los grupos comienzan por un periodo de contacto superficial y exploración mutua. Los miembros no están muy seguros de cómo proceder en lo que bien puede ser una situación social poco usual, y no saben lo que se espera de ellos. También pueden portar consigo expectativas reales o irreales, así como temores, que distorsionan su percepción de la situación. Hay altos grados de ansiedad y los miembros del grupo tienden a mirar hacia el / la facilitador / a en busca tanto de protección como de un modelo de comportamiento dentro del grupo. En esta etapa hay poca confianza, y sólo uno o dos espíritus más aventureros tienden a pensar siquiera en arriesgarse y embarcarse en un trabajo terapéutico individual. Etapa Dos: Conflicto En esta etapa los miembros están comenzando a encontrar su sitio e identidad en el grupo, y tienen interés en descubrir las reglas y normas de comportamiento del grupo. La interacción ‘confluente” del inicio ha disminuido, para verse reemplazada por una interacción más abierta y significativa entre los miembros, que puede incluir enfrentamientos. En esta etapa el/la facilitador / a en particular se verá muy desafiado / a, y su capacidad para manejar esto sin ponerse indebidamente a la defensiva será crucial para ayudar al grupo a progresar.

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Etapa Tres: Alta cohesión; Un grupo capaz de reunirse durante una cantidad razonable de tiempo comenzará a desarrollar formas habituales de relacionarse que pueden llevar a que el grupo se quede estancado en esta etapa de desarrollo. Sin embargo, algunos grupos logran encontrar reservas frescas de energía y movilizar esto hacia una nueva exploración, que conllevará la ruptura de roles y expectativas estereotipadas. Entonces el grupo podrá avanzar hacia la etapa de alta cohesión, donde hay mucho trabajo terapéutico. Zinker describe esta etapa de la siguiente manera: La elevada cohesión de un grupo Gestalt se caracteriza por la confianza interpersonal, la capacidad de interesarse por el otro y de confrontarlo, y el respeto por el nivel de desarrollo individual de los demás. Ningún individuo es valorado por encima de los demás. Cada uno tiene algo especial que aportar y que tomar del grupo. El dar y el recibir se funden en una unidad funcional. Hay un interés continuo en explorarse mutuamente con seriedad y paciencia. El proceso le toma a cada persona tanto tiempo como sea necesario (dentro de los límites de tiempo asignados). Las personas son capaces de compartir, con una relativa facilidad, sus reacciones emocionales al comportamiento de los demás, en lugar de aconsejar o predicar. El trabajo del grupo se vuelve más claro, más certero temáticamente y elegante en sus resoluciones. [5] La idea de las etapas de desarrollo es importante si vamos a entender lo que está sucediendo en el grupo en cualquier momento en particular. La etapa de desarrollo alcanzada por un grupo tiene un gran efecto en lo que puede lograrse terapéuticamente: lo que es apropiado y sencillo en una etapa bien puede ser casi imposible en otra. Sin embargo, en esta área hay una brecha entre la teoría y la práctica. Los grupos no siempre avanzan nítidamente de una etapa a la otra, y quizás no pasen por las etapas en el orden esperado. ¡Los comienzos y los finales son los únicos puntos relativamente fijos en la vida del grupo! Los grupos también tienden a circular por todas las etapas para después volver a comenzar de nuevo, enfrentando temas que no se resolvieron la vez anterior. Finalmente, los grupos necesitan de tiempo, habilidad y suerte para desarrollarse en la forma en que esperamos que lo harán, y uno o más de estos ingredientes puede faltar. Sin embargo, no hay duda de que la familiaridad con las etapas de desarrollo de grupo es parte esencial del estuche de herramientas de un terapeuta de grupo. La facilitación en el grupo de proceso de grupo Gestalt Para ahora ya ha quedado claro que el facilitador de un grupo Gestalt de proceso de grupo juega un papel bastante diferente al facilitador de un típico grupo de “silla caliente”. Lo que se requiere es de un estilo de facilitación que utilice los principios y prácticas de la Gestalt dentro de un marco que reconozca el papel central del proceso en la vida del grupo. Resumiré, para abreviar, este modelo de facilitación en forma de una serie de principios:

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I.

El terapeuta considera que el establecimiento de un sistema social funcional y saludable es una importante contribución a su labor terapéutica.

II.

El terapeuta considera que el grupo “no es sólo una colección de individuos, sino poderoso medio ambiente psicosocial que afecta profundamente los sentimientos, actitudes y comportamientos de los individuos dentro de ese sistema y,-a la inversa, se ve profundamente afectado por los sentimientos, actitudes y comportamientos del individuo dentro de ese sistema”.

III.

En general, el terapeuta funcionará-de una-manera facilitadora, más que autoritaria, alentando a los miembros a responsabilizarse de si mismos y del proceso del grupo mediante una participación activa en las labores y la toma de decisiones del grupo.

IV.

El terapeuta buscará aumentar el darse cuenta (awareness) de los procesos individuales y de grupo por parte de los miembros del grupo, y alentará la interacción en el grupo como una forma de ayudar a los miembros a explorar la forma en que establecen y retiran el contacto dentro del ambiente del grupo.

V.

Cuando el enfoque está en los individuos del grupo, el terapeuta buscará “incrustar” su trabajo dentro del contexto de grupo, destacando las causas y consecuencias del comportamiento del individuo para todo el sistema de grupo.

VI.

El terapeuta “modelará” conductas que ayuden al desarrollo del grupo, como apertura, honestidad, apoyo y enfrentamiento.

VII.

El terapeuta adaptará su papel a las necesidades cambiantes del grupo, adoptando un papel cada vez menos prominente al aprender el grupo a movilizar sus propios recursos.

Un grupo maduro prácticamente carecerá de facilitador, en el sentido de que las funciones de liderazgo serán compartidas por todos los miembros, y el papel del terapeuta se convertirá en el de un consultor cuyas habilidades están disponibles para el grupo según sea necesario. Conclusión En los Capítulos Dos y Tres presenté dos acercamientos bastante distintos a la terapia Gestalt con grupos que representan los dos extremos de un espectro. En el modelo de la silla caliente, derivado en gran medida del ejemplo de Fritz Peris, los miembros del grupo en gran medida trabajan de uno a uno con el terapeuta, actuando el resto del grupo como espectadores simpatizantes. En contraste, en un grupo de proceso de grupo la terapia se lleva a cabo con el grupo entero, tratando de desarrollar su potencial como medio ambiente terapéutico, y el principal papel del terapeuta es el de facilitar este proceso.

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Quedará claro que mis propias inclinaciones tienden hacia el extremo de proceso de grupos de este espectro de estilos terapéuticos por dos razones. La primera es que me es más aceptable ideológicamente; prefiero una manera de hacer terapia que ofrezca la máxima oportunidad de apoderar a los clientes, alentándolos a responsabilizarse de sus propias vidas. Considero que el acercamiento de la silla caliente a la facilitación de grupos puede proporcionarle al terapeuta demasiado poder, colocando al cliente en una posición supeditada y ofreciendo demasiadas oportunidades para el abuso de la relación terapéutica. En segundo lugar, prefiero un estilo de liderazgo que sea menos autoritario, y no más, simplemente porque concuerda más con mi personalidad. AI elegir un estilo de facilitación de grupos es importante encontrar uno cómodo que concuerde lo más posible con uno mismo. Y, por supuesto, los facilitadores deben ser flexibles y capaces de adoptar distintos estilos para distintas ocasiones. Lo que es apropiado para un tipo de grupo o en una etapa en la vida de un grupo puede no ser apropiado en otro momento o lugar. Un comentario final sobre el proceso de grupo. Aunque distintos terapeutas pueden elegir adoptar formas distintas de trabajar con grupos, cada terapeuta de grupo debería tener algún conocimiento de las dinámicas de grupos y sus aplicaciones; y en particular los maestros de la terapia Gcstalt tienen la responsabilidad de garantizar que sus alumnos aprendan estas habilidades. Los días del amateur entusiasta se han acabado, o deberían acabarse. Además, los miembros del grupo se beneficiarán al familiarizarse con los modos de trabajar con grupos. El conocimiento y las habilidades no les son demasiado complejos ni esotéricos como para aprenderlos, y hay muchos libros excelentes disponibles. Saber un poco sobre el proceso de grupos incrementará enormemente los beneficios a ser obtenidos de la terapia Gestalt con grupos.

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Este modelo surge como una propuesta del Centro Gestalt Manchester como complemento al trabajo que Fritz Perls realizaba al ofrecer una manera de hacer terapia individual frente al grupo, mientras que este modelo coloca al grupo mismo al centro del escenario, es el grupo mismo y su dinámica quienes son considerados como el principal instrumento de crecimiento y cambio para los miembros. Este modelo combina dos perspectivas: 1. El acercamiento psicológico individual de Perls 2. El acercamiento de sistemas de Kurt Lewin, ambos adoptan un acercamiento holístico (el todo es mayor que la suma de sus partes). El enfoque central del Modelo Manchester está en el contacto/frontera dentro del campo organismo/medio ambiente. El papel de terapeuta es el de facilitar el desarrollo del grupo como un sistema social, de tal modo que permita a los miembros asumir la responsabilidad del proceso de grupo y de su propio aprendizaje dentro del ambiente grupal.

Actividades • ¿Cuáles son los puntos en común entre las fases del desarrollo grupal de John E. Frew y las etapas que propone Irvin Yalom? • Haz un repaso de la Teoría de Campo de Kurt Lewin y busca las aplicaciones de su teoría a los grupos. • Observa y escribe cómo los diferentes grupos con los que te relacionas influyen en ti y cómo influyes en ellos. • ¿Cómo cambia tu proceso de darte cuenta cuando estás dentro de un grupo?

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2.3 Terapia de grupo Joseph Zinker Los grupos como comunidades creativas. En el mejor de los casos, un grupo no sólo es una pequeña comunidad cohesiva, donde las personas se sienten recibidas, aceptadas y confrontadas; también es un lugar y un ámbito donde las personas pueden crear en común. Un grupo ideal es un sitio donde uno somete a prueba sus límites de crecimiento, una comunidad cuyos miembros pueden desarrollar, hasta los más altos niveles, su potencialidad humana. En este contexto, puede definirse al grupo como comunidad de aprendizaje, es decir, conjuntos de personas que se han reunido en torno de otra más capacitada, que las dirige, para resolver problemas personales e interpersonales. La escala de los “problemas” va desde los síntomas fóbicos de un individuo hasta los sentimientos de aislamiento y alienación entre la gente. La meta del grupo puede estar relativamente bien definida. Tal el caso de mujeres que se reúnen para tratar cuestiones relativas a la crisis de la vida o a los roles cada vez más cambiantes que adoptan en sus relaciones. Aprendizaje supone cambio de conducta, no sólo en bien de la adaptación y el ajuste, sino también como movimiento hacia niveles más altos de comprensión y realización de sí mismo. Un grupo no equivale a la simple suma de los individuos que lo componen. Todo grupo es un sistema único, dotado de su propio carácter especial y su propio sentido del poder; un conglomerado de las energías que emanan de los individuos y se interrelacionan en una configuración sistemática. Es una totalidad, una entidad, una Gestalt cuya índole es más amplia que la suma de sus varias partes. Esa interrelación puede ser dispersada o desviada por confabulaciones, conflictos internos, lealtades y actitudes estáticas. El terapeuta guestáltico aprende una variedad de métodos para aplicar la energía del grupo a un sistema integrado de trabajo creativo, a un sistema que apunta en cierta dirección. Tal esfuerzo cooperativo exige, por parte del grupo, aceptación y respeto por sus miembros individuales, así como, por parte del que dirige, la especial capacidad necesaria para convertir los talentos y resistencias del grupo en un sentimiento de comunidad unificada. Como catalizador, el director guestáltico integra los dispersos temas individuales bajo forma de creaciones comunitarias espontáneas. Tal proceso de transformación es bastante complejo y supone una distribución cronológica acertada, así como fluidez de interacción y movimiento en relación con el proceso en marcha, movilización de la energía grupal y continua realimentación entre el grupo y el líder. En consecuencia, el líder guestáltico necesita ser continuamente sensible al alcance emocional y estético del grupo.

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Antes de describir lo que es, a mi juicio, un proceso de grupo guestáltico, lo compararé con varios otros sistemas de terapia grupal, con el fin de poner de relieve qué es lo que yo hago. Modelos de proceso grupal: sus objetivos y limitaciones. Carl Rogers: el líder debe ser incondicionalmente respetuoso y humilde Por tradición, el grupo ha sido utilizado, en cuanto totalidad, en diversas formas Los terapeutas rogerianos estimulan al grupo en forma no directiva como vehículo que permitirá a los miembros sentir confianza recíproca y hallar maneras de apoyarse unos a otros. El grupo determina su propio destino, aclara y sigue su propia dirección. Quien, como líder, facilita esa tarea, se atiene a la marcha de la situación, en vez de inventar nuevos hechos que el grupo ha de ampliar, desarrollar, aclarar y explorar. Veo el grupo de Rogers como círculo de individuos dotados por igual de poder y uno de los cuales (indicado en el diagrama por una X) es el terapeuta: otro miembro del grupo.

Gráfica 5. Representación del facilitador según Rogers

El terapeuta rogeriano procura otorgar máxima potencia al grupo y sus procesos. Dentro del grupo se abre a los demás, en vez de presentarse como individuo dotado de conocimiento o como fuente de poder. Se atribuye por misión la de facilitar, o sea, estar “allí” con total libertad para expresar sus sentimientos, observaciones o respuestas al grupo, como simple miembro de una comunidad que se administra por sí sola, atenta sobre todo al proceso en marcha y al desarrollo de los sentimientos. Veo al terapeuta centrado en el cliente como una suerte de figura materna que brinda apoyo, forma y “adhesivo” a la cohesión de una comunidad amante, que se revela por sí sola. La comunidad formula sus propios problemas y trabaja como unidad para resolverlos. El proceso exige tiempo considerable, tal vez una semana, antes de que el grupo pueda funcionar como comunidad integrada, coherente, que resuelve problemas. Sin embargo, si el proceso alcanza el punto de resolución, este enfoque contiene muchas probabilidades de éxito.

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A veces me parece que, en este sistema, el terapeuta declara no tener autoridad alguna, se inviste de una suerte de humildad irreal. Empero, como quiera que se llame o se presente a sí mismo, quien facilita el proceso tiene enorme poder en el grupo. Por ejemplo, si abandonara el grupo en medio de una sesión, su ausencia tendría sobre éste un impacto mucho mayor que la de cualquier otro miembro del grupo. Se diría que el líder del grupo adopta una posición de “ingenuidad forzada” en lo atinente a la dinámica del poder que obra en el grupo, o que puede haber divergencia entre lo que el grupo espera del líder como guía experimentado y activo y la forma en que éste se presenta. He aquí un posible resultado de esa divergencia: que las cuestiones de poder y liderazgo no se tratan abiertamente en el grupo, pero existen subterráneamente y tienen posibilidad de deformar y confundir los temas en torno de los cuales se trabaja “a la vista”. La antigua terapia guestáltica: la rueda de carro rota Durante los años en que lo traté, Fritz Perls enseñó terapia guestáltica presentándola con ayuda de un miembro del grupo. Los restantes miembros lo rodeaban, observaban y a menudo se deleitaban ante la destreza y el arte con que Fritz trabajaba con ese particular integrante del grupo. No se ejecutaba esfuerzo alguno, ni existía ninguna intención de dar intervención al grupo en ese proceso; Fritz consideraba que otros podían aprender por observación e incluso tener experiencias positivas con solo presenciar su tarea. No le interesaba el proceso de grupo como tal, sino efectuar demostraciones con métodos de trabajo e individuos en presencia de grupos. Algunos discípulos de Perls tomaron al pie de la letra ese estilo centrado en el individuo y elaboraron un modelo de terapia de grupo en que los integrantes de éste se turnan para “trabajar” con el maestro en el centro, mientras los restantes observan. La labor de James Simkin, ejemplo de tal modelo, es potente, concentrada y elegante. En sus grupos, las personas se comprometen a trabajar en tomo de un tema particular y él las lleva, una por una, al centro del grupo. Si bien ese cliente puede ser inducido a dirigirse al grupo en el curso de un experimento particular, los propios miembros del grupo no son invitados a participar activamente en éste. El diagrama siguiente representa este sistema como una rueda de carro rota. Está rota porque hay escasa interconexión entre los integrantes, y más bien hay una conexión vicaria con la acción que se desarrolla en el centro. La rueda rota no gira. No constituye una comunidad en el pleno sentido de la palabra. Los asistentes experimentan un contacto terapéutico vicario con el terapeuta y la persona que ocupa la “silla eléctrica” pero tienen poco que ver unos con otros, como no sea compartir la ansiedad por pasar al centro de la acción. La fuerza del sistema radica en que el terapeuta y el cliente sienten una especie de apoyo comunitario; les parece estar rodeados por un círculo de energía que dice “sí” a la lucha librada en torno de la tarea terapéutica. Tal energía se siente

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con claridad en el centro y recibe el apoyo visible de ocasionales risas y apreciaciones. La debilidad del sistema estriba en que no emplea las ideas, sentimientos y talentos de quienes integran el grupo al servicio de un proceso creativo que beneficie al grupo entero. Otra desventaja de este modelo reside en que el terapeuta ejecuta todo el trabajo, sin permitir al grupo que lo respalde o se haga cargo de su situación, la cual no da cabida a otros.

Gráfica 6. Representación del terapeuta según el modelo de Perls

Existe aun otra limitación, que atribuyo al valor central a que se atenían los grupos dirigidos por Perls y sus discípulos más cercanos: el de asumir la responsabilidad de sí mismo. Ello se refleja en la Plegaria Guestáltica: “Yo soy yo y tu eres tú y, si por azar nos encontramos será maravilloso; si no, nada puede evitarlo”. Tal perspectiva no es apropiada para enfrentar el concepto de responsabilidad social, es decir, para que las personas se ayuden unas a otras en el grupo terapéutico o en cualquier otro marco comunitario. Psicodrama: un movimiento revolucionario Otra forma importante en que se ha dado la terapia grupal ha sido el psicodrama, donde los integrantes del grupo sirven como personajes en el drama de un individuo particular, que hace de protagonista. Desde el principio hasta el fin, el protagonista constituye el centro de la atención terapéutica del grupo. Por consiguiente, una limitación del psicodrama consiste en que, al centrarse en torno de un individuo y del compromiso con una estructura formal y con la integridad del drama en cuanto tal, con frecuencia descuida el proceso en marcha y no permite que se despliegue la propia conciencia de cada integrante del grupo. Es importante señalar, empero, que el psicodrama fue, en su momento, un movimiento genuinamente revolucionario. Hoy empleamos la frase “aquí y ahora” como si acabáramos de acuñarla. J. L. Moreno habló del “ahora y aquí” en la década de 1920 y fue un precursor que puso el acento sobre la resolución creativa de problemas en una comunidad por medio del drama. Fue este énfasis sobre la actuación dramática innovadora lo que apoyó al Zeitgeist que prevaleció en la década de 1950 y echó las bases de la popularidad que había de tener el enfoque guestáltico de la terapia grupal.

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Principios del proceso grupal guestáltico El proceso grupal guestáltico, tal como fue elaborado en nuestro Instituto de Cleveland, funciona de acuerdo con cuatro principios básicos: 1. primacía, en cada momento, de la experiencia grupal en marcha; 2. proceso de desarrollo de la conciencia grupal; 3. importancia del contacto activo entre los participantes, y 4. empleo de experimentos de interacción estimulados por un líder que interviene activamente en ellos. Primacía de la experiencia presente significa que la atención se centra en torno de lo que experimenta el individuo momento tras momento. En el plano del grupo, esto significa que todo cuanto suceda en ese marco tiene importancia y debe ser aclarado, subrayado y creativamente orientado hacia una resolución. No debe pasarse por alto ningún comportamiento que se dé en el seno del grupo. Toda acción del grupo es en principio importante y por lo general refleja preocupaciones a las que los integrantes de aquél deben prestar atención. Todo tema individual es al mismo tiempo un tema de interacción social. Si, por ejemplo, una persona se conduce como un mendigo, siempre hay otra que se rehúsa a darle limosna, así como otra que siempre le da demasiado. Y así es cómo creamos una sociedad, y cómo el grupo se despliega por sí mismo. Ningún tema individual está aislado de un tema comunal. La existencia del mendigo puede implicar la de alguien mezquino o tacaño, o puede señalar la de una persona generosa. Cuando el mendigo del grupo se comporta como si no tuviese nada en relación con otros que pueden conocer algo de su propia riqueza emocional, no sólo exploramos la experiencia de quien se siente un mendigo, sino también aquello que ese sentimiento de sí mismo supone acerca de otros del grupo, vale decir, la Gestalt social que sobreviene en la situación. Tomemos otro ejemplo: la llamada situación edípica. Si un hombre está indebidamente fijado a su madre y presenta este problema en el grupo, resulta obvio que hay posibilidad de que intervenga una figura materna elegida en el grupo. Pero ese hombre tenía también un padre, puede tener asimismo hermanos y hermanas, y además vivía en cierta comunidad. Su amor por su madre no se daba en el vacío, sino en un sistema social. El grupo, como microcosmos social, no sólo tiene capacidad de recrear este sistema, sino también de modificarlo en mil formas distintas que brinden una visión de cómo puede reinventarse una comunidad y de cómo los problemas pueden ser resueltos de mil maneras diferentes. En terapia guestáltica, conciencia significa simplemente que un individuo presta atención a su experiencia. En el plano del proceso grupal, esto asume la forma de preocupaciones y temas que se comparten. Si bien tal vez ciertos temas no

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preocupen a todos, pueden dominar en el grupo en un momento dado. Todo sucede como si el tema pesara en el aire sobre el grupo; no es posible desecharlo fácilmente. Esa conciencia grupal, esas preocupaciones del grupo, son más que la suma de las conciencias individuales y cada uno tienen el deber de considerarlas. La estrategia adecuada para trabajar con la conciencia de grupo consiste, primero, en subrayar o tornar explícita esa preocupación; después, en traducir a vivo interés la conciencia de esa preocupación, y por último en traducir ésta a acción e interacción entre los integrantes del grupo. Otro principio de la terapia guestáltica postula que el crecimiento debe operarse en el confín que separa al individuo y al ambiente. En otras palabras, es el encuentro entre ‘lo que yo soy y lo que no soy’ yo lo que me obliga a inventar nuevas respuestas para enfrentarme con el ambiente y avanzar hacia el cambio. El ambiente tiene impacto sobre mí. Y yo crezco por intermedio de este equilibrio entre asimilación y acomodación a un ambiente cambiante. La tarea del grupo guestáltico insiste en dar relieve al encuentro y al contacto entre individuos. En el nivel de los procesos grupales, el contacto se experimenta como sensación de ser cada uno único, como sensación de las diferencias que hay entre cada miembro del grupo y también de las similitudes. Es una experiencia de generalidad, de comunidad, a la vez que de individualidad. Cada persona, haga lo que hiciere, es estimulada a tener conciencia de sí misma como miembro de una sociedad y de su papel en un grupo a medida que ese rol cambia de un momento a otro. Esto difiere del grupo estilo “rueda rota”, en que la gente se retira a una suerte de anonimato en blanco. En tal grupo, una persona que se hace a un lado no piensa de sí misma como alguien en relación con otros. En una verdadera comunidad, un participante silencioso aprende a tener conciencia del rol que juega en cualquier momento determinado. Su sufrimiento, cuando lo experimenta, tiene un significado social. Posee un valor dinámico, significa una presencia en el grupo. Constituye una fuerza que incide sobre el grupo, aunque la persona, al principio, haya sentido que su silencio carecía de valor social o importancia alguna. Cada individuo adquiere conciencia de los roles que asume y comprende que existen y son definidos por el hecho de que otros les dan cabida: para que alguien permanezca en silencio, es preciso que otro hable. Y así es cómo aportamos todas las facetas y todas las fuerzas a la vida del grupo. En un sentido global, el ambiente social siempre da cabida. Si pregunto a un policía por una dirección, o me la dice o bien me responde que está demasiado ocupado. Pero incluso en este segundo caso, acomoda su respuesta a mí de manda. Así, en nuestra metodología, configuramos al grupo como microcosmos de nuestro ambiente social real. Queremos brindar a la persona una oportunidad de descubrirse y comprenderse a sí misma en su realidad social. También queremos inculcarle la capacidad de modificar el comportamiento de otros en una situación experimental relativamente segura y flexible.

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En el sistema de Rogers, el terapeuta abdica de su autoridad y, en varias formas sutiles, niega su poder, su destreza y su capacidad de influir sobre el grupo. En el modelo de Simkin, el terapeuta asume un control autoritario de la situación. En el proceso de grupo guestáltico, el terapeuta constituye inequívocamente una autoridad, pero se mueve con fluidez en el grupo. Puede decidirse por ocupar el centro y estimular activamente el trabajo individual con los miembros del grupo; o puede optar por hacerse a un lado, retirarse del centro y participar en el grupo como uno más de sus integrantes. Su presencia siempre se siente y su poder se experimenta con claridad. Mediante halagos y estímulos, el terapeuta induce al grupo a comportarse experimentalmente, a modificar de manera intencional su propio proceso. Un supuesto supremo, que está por encima de los principios guestálticos, es el que afirma que, en el grupo, todo puede suceder; cada uno tiene su propia vida intrínseca, su energía y posibilidades especiales propias, y supone su propia promesa de experimentar con las vicisitudes de su vida individual y pasar a fondo por ellas. Esta actitud creativa ayuda a los individuos a enfrentar las dificultades que los acosan, y sirve también para resolver los problemas de la comunidad en conjunto.

Gráfica 7. Representación de los grupos de encuentro gestálticos

Reglas básicas para los participantes en grupos guestálticos Con el fin de promover en el grupo guestáltico la conciencia, el interés activo y el contacto, los líderes hacen lo posible por comunicar a los participantes una serie de reglas básicas. Algunos líderes las explican abiertamente de entrada: otros, en cambio, las presentan al grupo a medida que ello parece convenir más al proceso grupal. He aquí algunas de esas reglas básicas. 1. Asumir la propiedad del lenguaje y la conducta. “Si usted quiere significar ‘yo’, diga ‘yo’ en vez de ‘usted’ o ‘alguien’, o cualquiera de las tantas otras palabras que empleamos a menudo para eludir la propiedad específica de lo que decimos y que contribuyen a impartir a las discusiones un carácter impersonal y general.”

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2. Otorgue prioridad a lo que’ usted experimenta aquí y ahora. Transmita las sensaciones, pensamientos y sentimientos que lo embargan en ese mismo momento. 3. Preste atención a la forma en que usted atiende a los demás. Jackson pregunta a sus alumnos: “Está usted escuchando a la persona que habla, o piensa más bien en otra cosa y sólo espera su posibilidad de intervenir”. 4. Cuando se formula una pregunta, con frecuencia se toma el camino que libera de efectuar una afirmación. A menos que a usted le interese un dato concreto —por ejemplo: “¿Cuántos años tiene?”, plantee su pregunta bajo forma de afirmación. Preguntar, por ejemplo, “¿le importa a usted el bienestar de quienes integran este grupo?”, es una evasiva para no afirmar: “Me parece que a usted yo le importo un bledo”. 5. Esfuércese por hablar directamente al otro, no a un espacio situado en medio del cuarto; llegará más a fondo a los demás. 6. Preste atención a los sentimientos de los demás y reconozca su validez. Evite interpretar el significado “real” de lo que dice el otro. Evite también indagar las causas de lo que otra persona siente en el momento, como en el caso de decir: “Usted se siente ansioso por que...” 7. Preste atención a su propia experiencia física, así como a los cambios de postura de los demás. Por ejemplo, si usted empieza a sentirse incómodo o irritado, cuando otro ha estado divagando, comparta su experiencia con esa persona. 8. “Parta de la base de que lo que otros dicen es confidencial, a menos que haya algún acuerdo explícito en otro sentido.” 9. “Acepte, en el experimento, correr riesgos al participar en la discusión.” El grupo constituye un laboratorio humanístico donde se puede someter a prueba la influencia de conductas que usted hasta ese momento ha juzgado inaceptables. Puede que usted desvíe a una persona del buen camino; aun en tal caso, la forma en que usted reaccione a tales respuestas puede resultar importante para su propio crecimiento. Es posible, por ejemplo, que usted se imagine: “Si expreso mi ira destruiré a otro” Usted podrá comprobar que, después de manifestar su ira, el otro está profundamente conmovido o atemorizado, pero aún vive y respira. 10. Aprenda a “poner entre paréntesis” y excluir aquellos sentimientos o expresiones que interrumpen en forma evidente algún acontecimiento importante en marcha dentro del grupo. Si no lo hace por usted mismo, otros lo harán por usted cuando se sientan interrumpidos. 11. Respete el espacio psíquico de los demás tanto como le gustaría que se respetara el suyo. Si alguien está apartado y deprimido, respete su deseo de que “se

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lo deje solo” un rato. Si bien alentamos a la gente a cambiar, no los forzamos para que cambien. El experimento de grupo En el sistema guestáltico se integran, por una parte la pureza de Rogers en de lo experimental y por otra parte, el enfoque claramente estructurado de Simkin. La acción del grupo arranca de la experiencia que sus integrantes tienen entre manos, en vez de empezar con una interacción preestablecida entre dos personas, o por un ejercicio arbitrariamente elegido. Un ejercicio de grupo es un dispositivo de aprendizaje preparado para el grupo antes de que se reúna. En general, carece de relación con un despliegue espontáneo del proceso grupal. Por ejemplo, un líder inaugura una sesión pidiendo a los concurrentes se dividan en pareja, y conversen unos a otros durante 20 min. Cuando las parejas vuelven, se les pide que presenten cada una al grupo. A este respecto, deseo referirme, de paso, a los llamados “grupo de sensibilidad” que consisten en una colaboración con los ejercicios prefabricados, planeados con anticipación, y que el líder se limita a distribuir al cambio de todo el grupo. A continuación expondremos un ejemplo de tal evento. En cambio, un experimento de grupo es un evento creativo que crece a partir de la experiencia grupal. Tal evento no es premeditado y sus resultados no pueden predecirse; es una acción de todo el grupo. A continuación expondremos un ejemplo de tal evento. Varios miembros de un grupo adoptan una actitud de crítica a los líderes. Cada uno de ellos parece tener un estilo especial frente a los problemas: unos se expresan abiertamente, otros no se comprometen, y demás. Los líderes preguntan a los miembros del grupo si tal situación les recuerda alguna experiencia de su pasado. Alguien les refiere una historia de una familia donde los padres lo pasaban bien juntos, pero dejaban a parte a los niños. Todos los del grupo parecen identificarse con la analogía; entonces los líderes estimulan a imaginarse como miembro de la familia actual. A medida de que el drama despliega el grupo elabora insights sobre su relación con los lideres, vale decir, como hijos y padres chocan entre si hasta crear insatisfacción y rebelión. Cada persona tiene oportunidad de explorar su propio puesto en este drama y el experimento ayuda al grupo a descubrir un contexto nuevo dentro del cual puede examinar sus propios problemas sin aislarse de los líderes. En el grupo, la acción puede empezar por una afirmación que formula uno de los integrantes, o por una conversación entre varias personas. Tal interacción puede incluir intervenciones verbales por parte del terapeuta, de otros integrantes que se haya comprometido con la situación, o del grupo en totalidad. El experimento siempre crece a partir de los datos que hay en juego, de la existencia del grupo en el aquí y el ahora; por tanto amplifica la situación particular y la propulsa. Al alcanzar su nivel más alto, el experimento hace entrar al grupo en una

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novedosa creación resolutoria de problemas, en la que cada integrante aprende algo especial acerca de sí mismo. Los experimentos pueden crearse a partir de una experiencia particular de un miembro, tal como una fantasía o un sueño, o a partir de un dilema en que el grupo se encuentra. El grupo entero puede experimentar con situaciones de la vida diaria: conflictos familiares, problemas entre amantes, situaciones de pérdida y aflicción, pesadillas, problemas relativos a la educación, esperanzas, ensueños, aspiraciones y traumas no resueltos. El grupo, si no es imaginativo, inventa para sí mismo experimentos hechos de medida para la situación de que se trate. En esta forma, el experimento no sólo se ajusta por sí mismo al tema del grupo; además, tiene en cuenta la capacidad de los participantes para llevar a cabo lo que el inventor propone. En una experiencia de este tipo, la energía circula no sólo entre el terapeuta y los del grupo, sino de acuerdo con varias combinaciones y trueques entre las personas. El grupo utiliza su energía en marcha y en constante desarrollo Cuando la gente no se aplasta sobre su energía, es permanentemente vitalizada y siempre tiene la sensación de que puede optar por lanzarse a la acción y modificar lo que sucede. La energía de un individuo puede dirigirse hacia “afuera” en dirección al grupo, como tentativa por modificar el ambiente, y a su vez la energía del grupo puede dirigirse hacia “adentro”, en dirección al individuo para obrar sobre éste como catalizador y en apoyo de su aprendizaje acerca de sí mismo. Por ejemplo, para ayudar a un individuo a crear nuevas caracterizaciones de sí mismo, un grupo puede pedirle que juegue en torno de su conducta dando una imagen opuesta de la que suele dar. La auténtica experimentación de grupo también implica someter a prueba y ampliar el rol del terapeuta. También él puede hallarse en situación de modificar su comportamiento habitual en el grupo; no siempre ser el líder que inventa el experimento. Su tarea más importante es crear una atmósfera o modelo que permita manifestarse a la creatividad e inventiva del grupo. El grupo propone un tema importante y grave; por ejemplo, la tristeza. Para orquestar ese tema, el terapeuta hábil deberá apelar a una serie de recursos internos: 1. Su comprensión clínica de la tristeza y estados similares; 2. Su capacidad para visualizar una situación “real” en la que, sin forzar la acción, él pueda trabajar con el grupo; 3. Su capacidad para infundir energía al grupo, avivar su fuego, de modo que la acción pueda orientarse hacia su resolución; 4. Su sensibilidad a la capacidad emocional del grupo, que le permitirá modificar la intensidad, el capricho, el encuentro físico y el esfuerzo;

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5. Su sentido del juego, el humor y la flexibilidad y su disposición a inclinarse ante la voluntad de la imaginería grupal; 6. Su sentido de la marcha de los sucesos —cuándo debe detenerse una situación que parece inminentemente peligrosa para los integrantes del grupo— y de la resolución del caso, de modo que nadie, al concluir la sesión, se quede en suspenso con su inquietud. A la vez que tiene en cuenta las cualidades dinámicas de los integrantes individuales y del conjunto grupal, el terapeuta es un improvisador, un director escénico que prepara las luces, la música y la presentación del drama mismo. En particular, es el empleo de la metáfora lo que permite a las personas acercarse unas a otras y avanzar en una dirección. La metáfora conecta cosas habitualmente ajenas entre sí. La metáfora “familia”, de mi ejemplo anterior, dio al grupo un nuevo nexo común y trajo a primer plano un rico yacimiento de recuerdos y sentimientos que otorgaron un significado distinto y mayor vitalidad a la situación presente. Los individuos pueden conectarse mediante la exploración de una metáfora porque la nueva imagen los incita en forma distinta a cada uno. La experiencia de la familia, similar para todos, difiere de un caso a otro en el detalle de los hechos y los sentimientos. La clave consiste en elegir una metáfora o imagen moderadamente novedosa, o sea, lo bastante distinta como para interesar a las personas por la exploración de nuevos modos de relacionarse entre sí sin sentirse amenazadas. Al mismo tiempo, la metáfora no debe estar tan lejos de la imaginación de los interesados que éstos no puedan identificarse y trabajar con ella. Por ejemplo, más fácil es trabajar con la noción de familia que con la de colonia de bacterias. Experimentos de grupo emanados de experiencias individuales Un miembro del grupo relata un sueño. Trabajado éste —primero en un nivel individual—, luego es desarrollado como experimento de grupo, de modo que cada individuo pueda obtener un fruto de la imaginería original de quien soñó. Parto del supuesto de que todos compartimos temas arquetípicos. Las imágenes que se presentan en el sueño o la fantasía, en consecuencia, atraen selectivamente a los distintos miembros del grupo y se prestan para dar realce a la comprensión de sí mismos dentro del proceso grupal. El sueño individual puede ser, por lo tanto, beneficioso para todo el grupo. Una vez que el individuo ha agotado su propio sueño y tomado así contacto consigo mismo, todo el grupo puede asumir papeles en el drama y participar activamente en éste. Así, si el sueño contiene una casa desmantelada, un niño tullido, sus padres y un automóvil rural, los miembros del grupo pueden elegir roles que a su parecer guardan pertinencia con sus propias vidas. Uno puede optar por el niño tullido, decir al grupo cómo se siente impotente ante las mujeres fuertes. Otro puede elegir el rol de madre dominante; otro, el de casa desmantelada, y así sucesivamente. El que

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sueña ayuda al grupo a comprender los personajes, mientras el terapeuta facilita la producción del sueño como experiencia dramática para todo el grupo. En mi escrito sobre el trabajo onírico como ofrecí un ejemplo consistente en un boceto dramático del sueño mencionado; lo interpretaban sólo dos de los personajes, ninguno de los cuales relaté el sueño original. Parte de éste, como lo había referido un hombre que integraba el grupo, decía así: “Veo a mi madre acercarse y siento en mi pecho una extraña incomodidad... El “niño tullido” es interpretado por Juan, de 40 años. De cara triste y hombros caídos, parece respirar poco; es comprensible que se le ocurra interpretar a un hijo que sufre de enfisema. Lina, mujer de edad mediana que más de una vez tuerce el gesto, se ofrece a desempeñar el papel de “madre dominante” y varios miembros del grupo se sonríen y asienten con la cabeza. El boceto empieza con una introducción a la manera de Perls. Primero habla el hombre: “Soy un niño tullido que no puede respirar, y tal es mi existencia”. La mujer responde: “Soy una madre dominante. Mantengo tullido a mi hijo, y ésa es mi existencia”. Lina se sonroja y sus ojos se llenan de lágrimas Habla al grupo sobre sus relaciones con su hijo mayor. La acción sigue así: Niño: Toda mi vida necesité que me cuidaras, pero ahora empiezo a sentir que me sofocas. .. Quiero decir, mi sofocación. Siento que me ahogas hasta matarme. Madre: De muy niño eras enfermizo y yo traté de protegerte contra males innecesarios. Niño (interrumpiéndola): Sí, y cuando tenía siete años me daba miedo ir solo a la escuela y al llegar allí vomitaba. Yo: Juan, ¿cómo se siente del estómago ahora? Niño: Muy bien, pero sigo sintiendo como si ella me ahogara. Yo (a la madre): Lina, échele las manos al cuello y apriete un poco Hágalo entrar en contacto con la sofocación. Madre (siguiendo las instrucciones): Yo solo quería cuidarte` Niño (apartando las manos de ella y tosiendo): ¡Entonces déjame en paz ¡Déjame vivir! (Se diría que, de pronto, acaba de respirar a fondo por primera vez en toda la tarde.) Miembro del grupo: Ella no lo oye. Niño (a voz en cuello): ¡Déjame en paz, déjame respirar, déjame vivir mi propia vida! (Resoplando profundamente.) Otro miembro del grupo: Quiero hacer el papel de alter ego de Lina. Al niño.) Si te dejo ser, si te dejo ir, ¿me odiarás por el resto de mi vida? Madre (completando el enunciado): .. .si al menos pudiera sentir que amarás cuanto te vayas, no me resultaría tan difícil. Niño: Necesito que me ayudes a partir y siempre te querré, pero en forma distinta, como un hombre, ‘un hombre fuerte, no un inválido.

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La pareja se abraza espontáneamente y Lina llora al comprender que deberá sostener una conversación con su hijo, quien, tras fracasar en la universidad ha vuelto a su casa seis meses atrás. Las experiencias individuales en el grupo se prestan a convertirse en experimentos grupales donde puede intervenir la mayoría de sus miembros, y no solo a los personajes principales. En el caso recién mencionado, por ejemplo, los grupos pueden optar por papeles de álter ego de los distintos personajes. El ego expresa una fuerza, un motivo o sentimiento que el “actor” pasa por alto pero que otro integrante del grupo conoce por experiencia propia. Esta técnica supone que varios miembros del grupo se ponen de pie durante la escenificación del sueño, avanzan hacia la persona que habla y habla nombre de una parte de la experiencia de ésta que no se encuentra en conciencia. Cuando el niño dice: “Toda mi vida necesité que me cuidaras, ahora empiezo a sentir que me sofocas...”, alguien puede avanzar y decir: “Sin embargo, no sé qué hubiese sido de mí si no me hubieras atendido todo el tiempo”. Formulada esta declaración, se pide a quien interpreta al niño que repita esta línea, a fin de tomar contacto con una fuerza polar que obra en su interior. En el caso de la madre, cuando dice a su hijo: “De niño eras enfermizo y yo traté de protegerte contra trastornos innecesarios”, otra persona del grupo puede reflejar los sentimientos de ira reprimidos de la madre: “Cada vez que te enfermabas yo me ponía más y más furiosa y realmente quería asfixiarte. Quería librarme de ti. ¡Tú estropeaste mí vida en muchas formas y todavía te odio por eso!” También en este caso, la madre puede optar por repetir estas líneas. La acción se torna más compleja y, a la vez, más esclarecedora tanto para la madre como para el “alter ego” del grupo que trabaja con la ira que le causa su propia situación familiar. En el drama pueden introducirse otros parientes y amigos importantes que otorguen al drama mayor realismo y permitan la expresión simbólica de otras fuerzas y conflictos en las vidas humanas. Lina puede tener tías afectuosas, tíos alcohólicos, maestros cordiales y otros personajes de importancia para quien relata el sueño u otros miembros del grupo. Así, cada integrante de éste puede explorar situaciones inconclusas de su vida. El que refiere su sueño, es decir, el creador del drama no se pierde de vista en el proceso; puede observar cómo el drama, sea pesadilla o cumplimiento de un deseo, asume forma concreta ante sus ojos. Puede intervenir y modificar la acción. Puede investirse de uno de los roles e interpretarlo en detalle. Puede hacer experimentos con distintos desenlaces: el niño tullido que se transforma en superhombre, o en sádico torturador, o en rabino santurrón. De esta manera, el autor del sueño abreva en toda una gama de fuerzas que actúan en su interior y las somete a prueba en el escenario del grupo, que le brinda apoyo. Puede experimentar, o bien limitarse a observar, cómo ciertas conductas afectan a otros y qué precio puede él verse obligado a pagar por esos comportamientos.

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El grupo también puede modificar la representación de un drama a fin de trabajar en torno de sus propias cuestiones. Ello resulta perfectamente aceptable, sobre todo después de que el individuo que ha soñado y sus personajes primarios han llegado a comprender el tema original y su importancia para sus propias vidas. Todos tienen participación. Intercambian roles, representan a los alter ego de otros y ensayan diversas interpretaciones del contenido del sueño. Cada uno se siente vitalizado en el proceso de comprender una nueva parte de sí mismo. Cada persona del grupo se convierte en creador activo de la vida de un persona le, configurándolo, entrando en él y saliendo de él, experimentando más libremente con comportamientos en el artificioso contexto de la producción escénica. Por fin, el grupo asume en cuanto comunidad la propiedad del sueño, al introducir espontáneamente variaciones en su proceso y modificar el desenlace de la acción. Problemas derivados del grupo y desarrollo de experimentos El desarrollo por el terapeuta de un experimento se relaciona con la situación en que el grupo se encuentra como tal. He aquí algunos ejemplos de tales situaciones: 1. Insatisfacción con el líder; 2. Falta de energía en el grupo; 3. Falta de intimidad o cohesión en el grupo; 4. Dificultades incipientes; 5. Atascamiento previo a la conclusión de una experiencia del grupo; 6. Decir adiós a alguien que se aparta del grupo; 7. Disensiones ásperas dentro del grupo en torno de un problema particular; 8. Aparición de confluencias personales dentro del grupo; 9. Tedio y falta de estimulación; 10. Competitividad y lucha por el poder; 11. Tendencias agresivo-pasivas; 12. Consejos estereotipados ofrecidos por miembros del grupo; 13. Dificultades que no se resuelven entre dos o más participantes; 14. El grupo, al tratar un tema particular, llega a un punto muerto; 15. Algunos miembros disputan ásperamente, pero sin entrar de ese modo en contacto; 16. Muerte de un integrante del grupo o de alguien importante para uno de ellos; 17. Dos participantes se enamoran entre sí. Tales son unos pocos de los problemas de grupo que presentan su propia estructura y pueden no consistir, simplemente, en las dificultades de una persona. Desde luego, el terapeuta creativo puede limitarse a trabajar con el nivel experimental de un tema particular. Puede estar allí para suavizar, alentar e iluminar los problemas en juego, mediante la mera formulación de observaciones claras y oportunas acerca del proceso en marcha. Por otro lado, puede optar por ampliar y ahondar el proceso desarrollando experimentos de situación que tienen por meta alcanzar un nivel de resolución de problemas.

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Se trata de escoger una situación en el grupo y luego ampliarla hasta el carácter de experimento, el cual puede ser inventado por el líder o por varios otros participantes. La situación puede consistir en insatisfacción con un miembro del grupo: sus integrantes se quejan de que Marcos, profundamente ido, se ha retirado con frecuencia de la acción y a veces se ha dormido. Él considera que no ha tenido energía suficiente y, cuando ha tenido la energía no ha estado a disposición de los otros. Es un problema serio para el grupo. A Marcos, le resulta fácil ponerse a la defensiva y plantear la posibilidad de apartarse del grupo. Empero, antes de que se adopten medidas tan radicales, el grupo debe tener una oportunidad de experimentar con su imaginación capacidad para resolver problemas. Como la conducta de Marcos divide al grupo en facciones, a alguien ocurre que están en una sala de justicia. La imagen atrae inmediatamente al grupo, porque mucho de lo afirmado suena a acusación y juicio. Poco a poco, la imagen del tribunal se transforma en un experimento. Inés sugiere que Marcos sea procesado. La idea de tribunal y proceso otorga al grupo la sensación de que puede ponerse por encima de sí mismo y contemplar la situación como en perspectiva, con sentido del humor frente a la propia experiencia, y a la vez considerar a Marcos como un ser humano de carne y hueso. Se trata de una dramatización grupal de desenlace incierto. Marcos pide a quienes más vivamente le han recriminado su pobre presencia en el grupo que hagan el papel de fiscales. Varios que han manifestado su simpatía por Marcos se ofrecen como abogados defensores. Otros miembros señalan que, en el grupo hay ciertos individuos agresivos que apoyan la actitud evasiva de Marcos y conspiran para estimularla, por lo que también, deberían ser procesados. Melina se opone: “Hagamos las cosas con claridad. Juzguemos a una sola persona, a Marcos. Él es el centro de nuestro problema”. El grupo acepta. Se plantea, desde luego, la cuestión del jurado; éste consistirá en integrantes del grupo que no se han comprometido en la discusión y se sienten capaces de examinarla imparcialmente. Se consagran varias horas a la producción del drama en la sala del juzgado, y todos los personajes se manifiestan con intenso vigor. Aunque nunca sea posible predecir con total exactitud los resultados de tales experimentos, con frecuencia dan oportunidad de resolver en forma creativa conflictos surgidos dentro del grupo. Los siguientes son pasajes del experimento, tal cual se desplegó. Fiscal: Su Señoría, ¡este hombre se ha burlado del grupo de terapia! (Uno de los asistentes dice: ‘¡Es exacto!” Otro se ríe.) Juez: Orden en la sala. (Aparte.) Aquí tengo mi oportunidad de ejercer cierto poder en el grupo. Ahora puedo ser tan porfiado como se me ocurra. Fiscal: Sí, y también yo puedo señalar con el dedo a ese hombre. (Señalando a Marcos.) ¿Qué hace en este grupo? Bosteza, se duerme y ventosea. Apenas responde a otras personas y a sus necesidades. Siempre está deprimido y se niega a aceptar los ofrecimientos de ayuda de sus colegas. ¡Es simplemente un peso muerto en el grupo! (Uno de los concurrentes: “Bueno, no es para tanto. Abogado defensor: Su Señoría, en este grupo hay personas que contribuyen a que Marcos se aparte y se distraiga. ¿Puedo tomar declaración a Juan?

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Juez: Concedido. (Juan se sienta dando frente al grupo. El juez queda a sus espaldas.) Abogado defensor: Juan, usted ha concurrido a este grupo durante muchas semanas. Parece una persona objetiva y equilibrada. ¿Podría explicar al tribunal cómo algunas personas del grupo contribuyen a que Marcos se aparte? Juan: Bien, Señoría, he notado que cuando Marcos habla sobre los problemas de libertad femenina y empieza a discutir con Jorge sobre las actitudes de éste, Marcos se retrae. Creo que Marcos asocia la seguridad y la agresividad de Marta con su propia mujer... y se pone ansioso. (Alguien del grupo: “¡Y también con su prepotente madre italiana! “) Juez: ¡Silencio! Ordeno que la palabra “italiana” sea testada del acta. Y sugiero que se interrogue directamente a Marta. (Marta cambia asientos con Juan.) Marta: Su Señoría, soy lo que soy. No estimulé deliberadamente a Marcos a retraerse. Sin embargo, ahora que lo pienso, recuerdo todas las veces que yo alcé la voz y vi una expresión de pena en el rostro de Marcos... Me gustaría llegar a conducirme con más tranquilidad frente a otros miembros del grupo para que Marcos — a quien aprecio mucho— pueda decir lo que piensa. (Todo el grupo aplaude y Marta parece algo contrita.) Juez: Que hable el abogado defensor. Abogado defensor: Me gustaría reiterar al respecto el concepto de comportamiento confabulatorio. Nos hemos sentado cómodamente y ayudado a Marcos a permanecer aparte. Todos nosotros, no sólo Marta. Todos nos apresuramos a decir que queremos trabajar y no nos prestamos atención unos a otros. No nos escuchamos entre nosotros. La discusión continúa. Varios otros testigos son llamados a declarar. Todos parecen empeñarse en presentar con sumo cuidado la relación que tienen con Marcos. De vez en cuando, Marcos ocupa el estrado para responder a comentarios. Hay aplausos, abucheos y ocasionales explosiones de risa. El cuarto está cargado de energía. La escena del tribunal ha movilizado a Marcos. Nunca ha tenido intervención tan activa. Abogado defensor: Su Señoría, el acusado desea dirigirse por sí mismo al jurado. (Marcos ocupa el estrado. Está ruborizado y su labio inferior tiembla ligeramente.) Marcos: Señoras y señores, toda mi vida fui empujado y aguijoneado por mi madre y mi padre. Siempre me decían lo que debía hacer. Cómo actuar correctamente, cómo ser más pujante y ambicioso en mi carrera. Yo quería ser panadero, pero mi padre y mi madre insistieron en que me incorporara al negocio de la familia. Nunca fui aceptado por lo que era. Ahora soy un adulto. Y sin embargo, la mayor parte del tiempo siento que estoy corriendo detrás de algo. En el trabajo no tengo un instante de paz. (`) En casa me hablan de las cuentas antes de que haya siquiera colgado el saco, (`) Su Señoría, este grupo es algo muy especial para mí. Es el único sitio del mundo donde puedo ser Marcos, donde puedo descansar y apartarme del torbellino de la vida diaria. Puedo hablar o callarme, Incluso puedo

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dormir una siestita si quiero. (...) Y ahora, en este santuario, este oasis, ¡soy empujado, aguijoneado, acusado! Se me coarta y se me intimida para que me comporte en forma socialmente aceptable. Su Señoría, señoras y señores, pido que se me deje ser Marcos, simplemente el que soy. Que se me deje evolucionar y cambiar a mi propio ritmo, a mi manera. (Largo silencio en el cuarto. Alguien se sorbe las narices. Marta rodea con los brazos los hombros de Marcos y lo besa cariñosamente.) Presidente del jurado: Su Señoría, declaramos que el acusado es inocente de ser un miembro inadecuado del grupo. Deseamos alentarlo para que en el futuro sea más abierto con nosotros, como durante el juicio, porque en ese momento fue elocuente y hermoso y estuvo con nosotros. Nos dio gran placer con su presencia. Marcos se convirtió en su propio abogado, fuerte y locuaz. A medida que hizo la experiencia de su poder y energía crecientes, su papel en el grupo se transformó. Fue visto en el grupo como un participante más vital, capaz de contribuir a la acción y al desarrollo de aquél. Asimismo, varias relaciones existentes en el grupo se definieron con mayor claridad, a la vez que otras se fortalecieron. El recurso de la sala de justicia dio al grupo oportunidad de examinar su propia naturaleza. Se disolvieron antiguas connivencias y se crearon nuevas lealtades. Pueden inventarse aun otros experimentos de grupo, de acuerdo con la situación en que éste se haya embarcado. Mencionaré algunos de los experimentos en que intervine, a lo largo de años, durante el trabajo con grupos. En su mayor parte, se basaron en una visión metafórica que el grupo tenía de sí mismo. El grupo se encuentra en un navío espacial o en algún otro vehículo, realizando un largo viaje. (Un caso basado en esta metáfora se relata más adelante en el presente capítulo.) El grupo reconstruye un recuerdo traumático de uno de sus integrantes. El grupo crea la muerte, el entierro y la resurrección de uno de sus miembros, a quien preocupa su condición mortal. El grupo se experimenta a sí mismo como una congregación y celebra una asamblea donde se dicen plegarias y se imparten bendiciones. El grupo es una tribu primitiva que festeja algo de suma importancia para ella. El grupo representa un nacimiento ritual, que empieza por el amor que en forma simbólica hacen dos de sus integrantes y en el que participan después todos los concurrentes.

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El grupo se ve como institución: cárcel, escuela, manicomio, situación laboral particular, etcétera. El grupo es una casa, o un edificio, o un castillo, y cada uno de los integrantes representa un aspecto particular de esa estructura, de acuerdo con el tema que prevalezca en la vida de ese individuo. El grupo es un zoológico y cada persona encarna un animal determinado. EI grupo es un animal y cada uno de los concurrentes representa una de sus partes: esfínteres, genitales, vientre, piel, lomo y demás. El grupo representa una fantasía que contiene una experiencia existencial de uno de sus integrantes. Por ejemplo, alguien puede decir: “Estamos flotando en el espacio”. Esta metáfora es representada con el mayor empeño posible. Tales experimentos no son prefabricados. Siempre se derivan de problemas particulares que surgen en los grupos y son ideados para esas situaciones específicas. “Mecánica” de la experimentación Si bien un experimento puede ser sentido o experimentado como algo que sucede, no se limita a suceder; exige penetración y trabajo por parte del líder. A lo largo del proceso experimental es preciso enfrentar problemas de preparación, distribución cronológica, cohesión y disponibilidad de energía. Técnicas y creaciones Hablar de técnicas constituye una forma limitada de presentar nuestra metodología. En consecuencia, en vez de hablar sobre técnicas o artificios específicos, preferimos referimos a los distintos vehículos que pueden utilizarse. Uno de ellos es el material onírico como teatro, el cual, de manera metafórica, expresa la existencia y experiencia de un grupo. Tal proceso involucra recurrir a metáforas, fantasías, interpretación de roles, relato de cuentos e improvisación. Los temas pueden ser de carácter arquetípico, como el bien y el mal, o tomados de la vida, como el nacimiento y la muerte, la separación, el matrimonio, el duelo, las situaciones de emergencia, las relaciones básicas entre madres e hijos, padres e hijas. Si usted dirige un grupo, pregunte a sus integrantes qué metáfora o analogía se les ocurre cuando piensan en sí mismos. ¿Son un animal o algún otro organismo? ¿Son una situación, como un viaje? ¿Qué clase de vehículo son? ¿A dónde van? ¿Quién conduce? Deje que el proceso se despliegue, que la energía del grupo se

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desarrolle. Estimule a los retraídos a interpretar sus roles, o a representar sus propias polaridades. El grupo puede partir de una metáfora o un sueño o una fantasía grupal y terminar creando toda una sociedad. El grupo se transforma en un microcosmos de todas las polaridades, todas las experiencias de la humanidad. No sólo es capaz de reproducir la vida tal como sus miembros la experimentaron; además puede iniciarla, creando una sociedad como nunca existió. Y este tipo de experimentación puede ser tan conmovedor y absorbente que el proceso mismo de vivir esa experiencia sea por sí solo estéticamente agradable y se comprenda con claridad. Nadie necesita decir: “Esta experiencia significó tal o cual cosa”, o bien: “Esos fueron los sentidos de lo experimentado”. Nadie necesita interpretar la experiencia; su impacto es evidente por sí mismo. Preparación y graduación No basta inventar una idea para un experimento. También hay que considerar si el grupo es capaz de llevarlo a cabo, si se trata de un experimento demasiado difícil, o demasiado fácil, o demasiado prosaico como para que el grupo lo asuma y haga algo de él. Todo el proceso de preparar la ejecución de un experimento es decisivo y no puede soslayárselo sin crear dificultades. El cuadro que presentamos a continuación describe la graduación de un experimento particular, centrado en torno de un problema de incomunicación dentro del grupo. La primera columna representa la situación particular que ha surgido entre Marta y Juan. Las que siguen ejemplifican los Niveles 1, 2, 3, 4 y 5 de construir un experimento de modo que brinde al grupo niveles de participación cada vez más activa. En cada nivel se presenta de manera palpable material que cada uno de los miembros está dispuesto a ejecutar. El Nivel 1 puede consistir en una simple intervención, como ésta: “Me pregunto, Juan si estás entendiendo bien lo que María quiere decirte”. Ese nivel no constituye un experimento; el terapeuta se limita a manifestar su impresión sobre lo que, a su juicio, sucede entre Juan y María. En este nivel Juan y María pueden estar listos para pensar acerca de su problema de comunicación y pasar al nivel siguiente, que corresponde a la ejecución de un experimento simple de conducta, tal como se lo expone en el Nivel 2 del cuadro.

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SITUACIÓN

Las personas no parecen escucharse unas a otras, en especial ciertas parejas, que terminan embarcándose en discusiones inútiles. María y Juan están discutiendo de nuevo y Juan se halla tan desalentado que parece a punto de no decir una palabra más. Los restantes miembros del grupo parecen frustrados e impacientes.

NIVEL 1

“Me pregunto, Juan, si usted no entiende mal lo que María quiere decirle.” (Intervención simple)

NIVEL 2

“Juan, me pregunto si usted podría decirle a María lo que a usted le parece que ella dijo.” (Experimento simple)

NIVEL 3

“María, ¿podría usted indicarle a Juan, en lo que él dijo, qué fue lo exacto y dónde distorsionó lo que usted quería decirles?

NIVEL 4

“Cuando el grupo parece tener problemas de escucharse, sugiero realizar el siguiente experimentó: elija a la persona con la que usted menos se sienta en contacto o a la que menos le parezca comprender; apártese con ella en un rincón y repita lo hecho por Juan y María, y después haga que el otro lo repita, de manera que ambos tengan una posibilidad de someter a prueba la atención del otro y su capacidad de escuchar al otro.”

NIVEL 5

“Hablamos de su experiencia. ¿Hubo allí puntos específicos en que escuchar le resultara aburrido o difícil?” Cuadro 8. Graduación del experimento

El experimento, por lo tanto, avanza por etapas graduales, tales que cada una de ellas contribuye a la solución del problema, hasta que da cabida al grupo entero. En este ejemplo la imagen ha sido sumamente simplificada, pues no puede incluir las varias intervenciones e interacciones, de carácter lateral, de los participantes. Y como el experimento puede modificarse, para que se ajuste a las respuestas específicas de quienes intervienen, en ningún momento tiene por qué perder su cualidad fluida y orgánica, fiel al sentimiento del grupo. Energía y distribución cronológica Un grupo es como un ser amado. Es preciso atender a sus sentimientos, sus necesidades y su energía disponible. El tema de la energía adecuada tiene importancia superlativa. Observe usted al grupo. Deténgase en los ojos, las posiciones físicas, la respiración, la atención que se prestan unos a otros y la que le prestan a usted. ¿Qué impresión le producen? ¿Parecen necesitados de una pausa y un café, o de mayor estimulación? Todo maestro sabe cuándo su clase empieza a aburrirse. Si no entiende estas observaciones fundamentales sobre energía del grupo, se transforma en un actor o ejecutante aburrido que, centrado en sí mismo, pierde al grupo después de dos o tres contactos.

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La posición del terapeuta es similar. Necesita saber cuánta energía existe en el grupo y no debe vacilar en verificar con éste la validez de su corazonada. El terapeuta, por ejemplo, puede rebosar de energía y proyectarla sobre el grupo, sin advertir que los demás no comparten su vivo interés. No es pecado tener una corazonada errónea, y resulta muy satisfactorio que una acertada se confirme. El punto de la distribución cronológica es difícil de describir. Graduación de los experimentos de grupo Se necesita una sensibilidad especial para saber cuándo algo dará buen resultado y cuándo no. Es preciso considerar el avance de la hora, así como la receptividad y la relación entre los integrantes del grupo en cualquier momento dado. A veces lo atinado consiste simplemente en suspender la acción, porque el tema ha sido desarrollado tan adecuadamente como el grupo puede tolerarlo en un lapso dado. En otras ocasiones es preciso establecer si, en ese preciso momento, el grupo está o no preparado para dar un salto creativo. Un experimento brillante e intuitivo, intentado en un marco cronológico errado, fracasará. Sin embargo, su mala distribución en el tiempo no reflejará su valor intrínseco. Cohesión del grupo La experimentación creativa exige un grupo de personas capaces de trabajar duro con espíritu cooperativo y un líder a quien se respeta, se aprecia y se siente como ser humano real. Sin un mínimo de cohesión, cooperación y voluntad de tomar contacto con el terapeuta, los esfuerzos del grupo por ser creativo simplemente se desplomarán. Existen varios indicios indicativos de la cohesión del grupo. Es un signo positivo el hecho de que, al hablar alguien, los otros parezcan invertir energía en escucharlo y reforzar el proceso de quien les habla. El momento de la respuesta es también un índice de cohesión, si bien engañoso. Una respuesta inmediata a una pregunta puede constituir un signo de interés, pero debe prestarse atención al contexto de la primera. Algunos, al escuchar, buscan en lo que dice otro una señal de la que puedan servirse no tanto para comprender al otro como para relatar su propia historia, como en el siguiente caso: Juan: Estoy muy preocupado por mis exámenes parciales; apenas estudié. Pedro (desviándose del tema): Yo a menudo tenía por costumbre dejar mi trabajo para último momento. Recuerdo que en mi último año de... En algunos grupos, la cohesión se refleja en la facilidad del contacto físico entre los participantes; en otros, el contacto físico es una manera de apartarse de la verdadera intimidad. Además, el contacto visual también se refleja en la unidad del grupo, en especial cuando se lo considera como parte de su vida total. He advertido que, en algunas familias, las personas son literalmente invisibles unas para las otras. Todo sucede como si la persona que habla ya fuera “conocida” y no hiciese falta mirarla. Casos de: “Juan es así; ahora probablemente se lamentará y gemirá”; o bien:

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“Inés siempre está deprimida; parecerá triste y empezará a llorar en cualquier momento”; o también: “José es nuestro gran disconforme; estará en desacuerdo con casi todas las cosas”. Estereotipar los roles y las caracterizaciones impide el contacto fresco y debilita la cohesión del grupo. Esta se relaciona a veces con la mayor o menor sensación que el grupo tiene de perseguir un propósito. Cuando las personas parecen desorientadas, hay que preguntarles por qué tienen cara de estarlo. Siempre me siento más cómodo cuando conozco de antemano cuál es la finalidad general del grupo, en especial cuando éste dispone de tiempo limitado. Esto lo he aprendido muy bien. Hace algún tiempo, el administrador de un hospital psiquiátrico del Oeste Medio me pidió que pasara un día con un grupo de profesionales para ilustrarlos sobre la forma en que trabaja un terapeuta guestáltico. Acepté hacerlo y supuse que los integrantes del grupo conocían ese plan. Al cabo de trabajar con ellos durante seis horas pesadas y fatigosas, descubrí que ninguno (el administrador no se encontraba allí) había oído hablar de mí, o de la terapia guestáltica o de la razón específica de mi presencia. Aclarado el punto, pasamos dos utilísimas horas conociéndonos e informándose ellos de los principios de la Gestalt. En los grupos cohesivos, con frecuencia se expresan sentimientos de afinidad y afecto. Ello puede reflejarse tanto en las agradables respuestas que unos se dan a otros, como en la libertad con que se enfrentan entre sí en tomo de cuestiones importantes. Esa confrontación no es ponzoñosa, pues refleja la personalidad de cada uno y la confianza mutua entre todos. Cuando todos concuerdan en asentirse, en cambio, puede verse en esto un signo de contacto superficial. La cohesión puede también apreciarse por la medida en que unos se confían a otros, lo que habitualmente se refleja en la revelación de problemas que afectan la sensibilidad emocional. Por lo general, crear cohesión en el grupo supone establecer contacto adecuado entre sus participantes y señalar el punto en que se pierde la conexión entre ellos. Volvamos al anterior ejemplo de Juan y Pedro: Pedro (desviándose del tema): Yo a menudo tenía por costumbre (...Recuerdo que en mi último año de...) Yo: Pedro, tengo la impresión de que a Juan no le interesa su experiencia del último año. Está tratando de hablamos sobre su ansiedad. Inés: Sí, usted lo sacó del tema. Quiero que me diga algo más de usted mismo, Juan. Juan: Me siento como si me destruyera a mí mismo al no trabajar cuando realmente debo. Tengo que decidirme, necesito saber qué pretendo obtener de mis estudios. Con ayuda del resto del grupo, el tema de Juan empieza a desarrollarse. Esa suerte de apoyo era lo que faltaba en el grupo de Belville, al que me refiero a continuación.

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El viaje existencial Me reuní con el grupo de Belville durante varios fines de semana. Lo negativo de estos encuentros residió en que por más atención que prestáramos a los problemas individuales, algunos de ellos bastante serios, la atmósfera del grupo no cambiaba. Este conservaba su espíritu inicial de recelo, insatisfacción, tendencia a la disputa y falta de comunidad. Me presenté en el taller de fines de semana sin saber bien cómo iba a enfrentar las dificultades del grupo. Me pareció que necesitábamos un vehículo por cuyo intermedio cada persona pudiese expresar sin riesgos sus sentimientos acerca de la vida en el grupo. Pensé que una fantasía ofrecería la ventaja de no sonar, a enfrentamiento directo, ni a desafío audaz que condujese a pelear y discutir en forma improductiva. Una vez expresadas, las fantasías individuales pueden combinarse entre sí de modo tal que relaten alguna historia sobre los problemas del grupo. Puesto que una combinación de imágenes abstractas no es lo mismo que una realidad, desagradable y amenazante, de paranoia de grupo, pensé que a estas personas, tan inteligentes, podría fascinarlas tejer una historia lo suficientemente distante de su comunidad como para no amenazarlas. El producto final representaría una expresión simbólica de la vida del grupo, y cabía esperar que una traducción de esta manifestación abstracta a términos más concretos revelara las dificultades y dilemas existenciales de aquél. En consecuencia, al comenzar la tarde pedí a cada persona que .escribiese una fantasía o sueño que describiera en términos figurados qué era para ella la vida en el grupo. Las fantasías resultaron ser una sucesión de pesadillas, historias de horror plagadas de monstruos, meteoros llameantes, animales prehistóricos, criaturas marinas, seres todos devoradores y destructores, en paisajes de soledad, esterilidad y aislamiento. Lo que pudiera haber de bello, expresado a medias, era incierto e inseguro. Este proceso insumió toda una tarde, y el recuento de esos sueños personales dejaba una impresión de dificultades admitidas, confesadas. En la mañana siguiente pasamos de las fantasías y sueños individuales a la construcción de una fantasía de grupo. Yo esperaba que el sueño conjunto sirviera finalmente como vehículo para que los participantes se examinaran más abierta y cuidadosamente. Marcos inició la elaboración del sueño comunal y se encomendé a Jorge registrar por escrito todo lo que se dijera. Otras personas contribuyeron al sueño en la medida de sus deseos, inspirándose en sus sueños personales de la víspera. El sueño creado por el grupo fue el siguiente: ‘Sujeten sus cinturones de seguridad’, dice la azafata, llamada Alicia. Tiene una varita mágica parecida a una regadera, con la cual riega a la gente. Un zumbido sobrenatural sale del intercomunicador; es música de las esferas. Carlos jinetea a Pegaso, cabalgando y gritando ‘Vamos, Silver’, cuando de pronto del tanque del avión sale un tigre. ‘¿Dónde están los pájaros? ‘, pregunta el tigre, lamiéndose los labios. Tiene un mapa caminero y pregunta direcciones. Todos los que viajan en el avión son animales. Jaime es un tigre que ríe, un tigre bizco. Cerca de él hay un

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hombre que constantemente detiene la acción y saca fotografías. Los fogonazos del magnesio ciegan momentáneamente a la gente. Y alguien dice: ‘Esta es mi existencia’. Hay un asaltante vestido con una larga túnica negra. Del intercomunicador sale una música como de vals. Aparece un hombre con un mazo de naipes de Tarot y entrega una carta a cada persona. A Bárbara le toca el Bufón. El piloto anuncia: ‘Les leerá del Génesis. Prepárense para encontrarse con su Creador. La vida debe seguir’. Los ginecólogos que viajan en la parte trasera del avión se sacan sus blusas, bajo las cuales tenían chaquetas militares. Son espías de un pequeño país báltico. ‘Ustedes mataron a Nicolás Zavala’, gritan. Un coro de voces repite: ‘No’. Alguien dice: ‘No, fue gallo-petirrojo’. El piloto dice: ‘Dentro de 20 segundos se despertarán’. Los pasajeros gritan: ‘¡No, no. no quiero despertarme! ‘, ‘Prepárense para el aterrizaje’, ‘¡No lo creo! ‘. Cunde el pánico, nadie sabe cómo se llaman los otros. Se abre la puerta del piloto y Rogelio, en mafia de acróbata y capa, y con una S en el pecho, se echa a correr por el pasillo gritando: ‘¡Voy a sabotear este avión!’. Todos se sien ten atrozmente mal, incompletos, fragmentados, excitados, y siguen sin sabe los nombres de los otros. “Necesitamos un navegante, pues de lo contrario estrellaremos. Y entonces nos despertamos.” Después de creado el sueño, se pidió a Jorge que lo leyera al grupo. Todos quedaron estupefactos. Florencia observó que el texto del sueño poseía la grandeza de un tema religioso para una comunidad. Yo pensé que si el grupo lograba considerar esa expresión colectiva en una atmósfera espiritual, que supusiera amor y respeto mutuo, sus propios mensajes de unos a otros seguirían gravitando en el grupo. Entonces sugerí que David, sacerdote, se pusiera de y pie y leyera el sueño como si fuese un texto religioso. Agregué que, se cuando leyera algo importante, quienes se identificaran con ese pasaje dijeran: “Y ésta es mi existencia”, o bien: “Así somos nosotros como grupo de personas, a eso nos parecemos”. Me sorprendió comprobar que, a medida que se leía cada frase, con frecuencia contestaba el grupo entero. He aquí un ejemplo del ritual según fue surgiendo a medida que David leía el “texto religioso” y la “congregación” respondía David: ... Todos los que viajan en el avión son animales. Grupo: Y ésta es nuestra existencia. Florencia: Sí, y yo esperé durante semanas que pudiéramos ser humanos unos con los otros. David: . . . Jaime es un tigre que ríe, un tigre bizco. Jaime: Y ésta es mi existencia. Bárbara (bufón): Jaime, yo disfruté de tu desenvoltura, de tu despreocupación, pero hoy necesito que seas adulto, maduro. Y ésta es mi existen David: ... Hay un asaltante vestido con una larga túnica negra... Grupo: Y ésta es nuestra existencia. Pedro (piloto) a Eduardo (asaltante): Por hoy, Eduardo, me gustaría que dejaras volar en línea recta sin contamos tus últimos problemas y amenazarnos con irte si no respondemos. Y ésa es mi posición. Grupo: Y ésta es nuestra existencia.

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Eduardo: ¡Váyanse al demonio! (Largo silencio.) Pero tienen razón, y eso duele. (Largo silencio.) David: . . . Los ginecólogos que viajan en la parte trasera del avión se sacan sus blusas, bajo las cuales tenían chaquetas militares. Son espías de un pequeño país báltico. “Ustedes mataron a Nicolás Zavala”, gritan. Un coro de voces repite: “No”. Alguien dice: “No, fue el gallo-petirrojo”. Grupo: Y ésta es nuestra existencia. Alicia (azafata): Es hora de que comprendamos que nuestros ginecólogos José y Mirna, quieren hacer nacer a nuestros bebés. Que no tienen o motivos` Javier: Es hora de que dejemos de ser tan paranoides con nuestros líderes hora de confiar más. Y ésta es mi existencia. (Alguien, desde atrás: “Eh, eh`”)

Figura 4. Representación de experimento grupal

Pedro (piloto): Hemos sido recelosos y desconfiados y, al mismo tiempo, muy hábiles para negar e intelectualizar nuestra desconfianza recíproca. Y así es cómo yo me siento. ¡Repugnado por nosotros! David: ... Cunde el pánico, nadie sabe cómo se llaman los otros. Grupo: Y ésta es nuestra existencia. Una voz: Me siento avergonzado de nosotros. Jorge: Es hora de que conozcamos los sentimientos y temores de cada uno. Es hora. Otra voz: ¡Amén! David: . . . Se abre la puerta del piloto y Roger, en malla de acróbata y capa, y con una S en el pecho, se echa a correr por el pasillo gritando: “¡Voy a sabotear este avión! “. Grupo: Y ésta es nuestra existencia. Marcos: ¿No basta con tener un asaltante? ¿Necesitamos un saboteador además? ¡Por Dios! ¡Lo que precisamos es un albañil, un constructor! Y ésta es mi experiencia. Necesitamos que Brenda, la azafata, nos haga crecer con su regadera mágica.

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David: .. Y siguen sin saber los nombres de los otros. Grupo (fuerte, a coro): ¡Y ésta es nuestra existencia! David: . . . Necesitamos un navegante, pues de lo contrario nos estrellaremos. Julia: ¡Amén! Voces: Esto será el fin si no podemos. Marcos: . . . ¡Un navegante sabio! Voces: ¡Y ésta es nuestra existencia! Al concluir el servicio, hay en el grupo una silenciosa agitación una aguda sensación de que se ha revelado la propia verdad. Y también tristeza al escuchar esas manifestaciones que han formulado acerca de sí mismos. Al cabo de minutos de silencio, el grupo, espontáneamente, comienza a representar la fantasía que ha creado. Todos se sienten como si estuvieran en un avión y empiezan a conversar sobre el punto de destino del vuelo. Entonces Pedro mira alrededor y dice: “No tenemos navegante. Sin un navegante nos estrellaremos”. Y Javier contesta: “Hay un bebé. Que el navegante sea él. Es el que tiene los motivos más puros”. (Julia ha traído a su hijo, de menos de un año.) Marcos se ofrece para tomar asiento junto al piloto, como portavoz del “bebé” navegante. Habla en voz muy suave y tierna, casi suplicante: “Lo que necesito para llevar este avión a tierra es ser amado. No soy más que un bebé indefenso y me siento solo. Necesito que ustedes me cuiden. Necesito que ustedes me quieran”. Mientras hablaba sus ojos se llenaban de lágrimas; espontáneamente, varios acudieron a Marcos para reconfortarlo. Con la misma espontaneidad, todos los viajeros empezaron a formar pequeños subgrupos de individuos que se acercaron paulatinamente unos a los otros hasta que, abrazados, hablaron en voz baja, reconfortándose unos a otros, diciéndose lo que significaban unos para los otros y reconociendo abiertamente cuán perdidos se sentían. El drama continuó al anunciar el piloto: “Sujétense los cinturones de seguridad, ahora hay bastante amor como para llevar el avión a tierra”. Todos se aferraron entre sí, como si se sostuvieran para un aterrizaje accidentado. Sus rostros estaban encendidos; algunos se abrazaban y lloraban. Entonces se escuchó la voz de la azafata: “Señoras y señores, acabamos de aterrizar en el país de la confianza, en la ciudad del amor entre hermanos (pausa). . . y hermanas. . .“. Alguien contestó: “. . . y después de recoger los equipajes, ¡tenemos mucho que hacer! “. Así culminó aquella particular experiencia de grupo. No sólo reveló la situación existencial de éste; además, por primera vez sus integrantes empezaron a apoyarse y confiar entre sí, y ver las posibilidades de trabajar constructivamente unos con otros en lo futuro. Fue la primera sensación que tuve, en ese grupo, de que en verdad podríamos aprender juntos, de que podríamos formar una comunidad. Yo había empezado por enfrentar la primacía de la experiencia del grupo pidiendo a los integrantes que, en forma individual, expresaran metafóricamente el problema. Había sentido que el grupo estaba perturbado en lo que se refería a la confianza y pensado que la metáfora nos daría libertad para abordar el problema de manera abierta y creativa. Transmitir esas fantasías iniciales estimuló tanto la

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conciencia personal como la colectiva, proceso que se intensificó mediante la creación de una fantasía de grupo. Fue como si todo el grupo se mirara en un gran espejo. El contacto se hizo más intenso al identificarse, en el grupo, el tema de la alienación, y se acentuó todavía más a medida que el grupo siguió trabajando con el sueño, en especial cuando éste se transformó en un ritual religioso. El mayor compromiso del grupo consigo mismo en cuanto comunidad fue evidenciado por el hecho de que los integrantes se sintieron lo bastante seguros como para intervenir en el experimento. El enunciado elocuente de un tema es, en muchos casos, un medio de entender el problema, e incluso de hallarle solución. En muchos sentidos, la solución del dilema del grupo estuvo implícita en el estilo, el modo en que fue formulada: el medio se convirtió en el mensaje. Al representarse el sueño, se lo trabajó con una intención de resolución de problema. De manera que cuando le pedí a David que lo leyera al grupo como si se tratara de una declaración religiosa, ya estaba diciendo: “Pongamos de relieve hasta qué punto todo esto nos trastorna; roguemos por esto; démosle tanta importancia, que nosotros mismos no podamos rehuirlo”. O bien, al pedir un navegante, el grupo efectuaba una tentativa por decir: “Encontremos una manera de orientamos nosotros mismos de modo que todos podamos descender con este avión maltrecho en una zona del mundo donde podamos vivir juntos”. La resolución se dio no sólo al dramatizar y representar, sino también en la forma en que la fantasía fue concretamente traducida a una nueva forma de mirarse unos a otros. El experimento puso en claro que este dilema había sido creado por el grupo mismo y que, al crear ese sueño, el grupo asumía la responsabilidad de sus propios problemas. En un sistema autoritario donde el terapeuta propone la solución, esa propuesta es mucho menos compulsiva que el clamor creativo y el espíritu de intervención del grupo entero. El grupo se hipnotiza a sí mismo con su propio poder creativo. Resulta imposible rechazar esta suerte de autoexamen. Si el grupo entero grita: “Tenemos que aterrizar en un sitio seguro donde vivir juntos”, nadie puede adelantarse y decir al líder: “Oh, eso es ridículo, usted propone simplezas”, porque el grupo entero ya se ha comprometido a sí mismo a formular una declaración de ese tipo. Cada uno ha internalizado a su propia manera el mensaje. Este es ineludible.

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Actividades • Realiza un resumen sobre el tema de “El experimento” de Joseph Zinker. • Haz una remembranza de los experimentos en los que has participado en grupo. • De acuerdo a la lectura, haz una revisión de los indicadores de cohesión que existen en tu grupo de estudio.

El enfoque de Joseph Zinker responde también a la escuela de Cleveland. La propuesta de Zinker radica en llevar sus conceptos sobre el experimento al grupo, observando siempre la intensidad que sea congruente a la fase por la que atraviesa el grupo, el momento en el que se encuentra, su energía y sentimientos. Es importante subrayar la sensibilidad que debe desarrollar el terapeuta para identificar las necesidades que el grupo tiene y la aplicación correcta del experimento y las intervenciones. En este artículo se puede encontrar que Zinker reconoce el trabajo de Rogers, el de Perls aunque hace una crítica a los alcances terapéuticos grupales que realizaba en su trabajo grupal, recupera también el trabajo de Moreno en el grupo y utiliza los conceptos de sistema y las fases del desarrollo grupal. El propio estilo de Zinker hace que su intervención terapéutica sea como de líder en el proceso grupal permitiendo que el mismo grupo experimente y de ello logra obtener la propia experiencia del grupo. Otra importante aportación que hace Zinker a la psicoterapia grupal es la de los indicadores en los cuales se puede observar la cohesión, elemento que es propio de cada grupo.

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2.4 Psicoterapia Grupal Estrategias en psicoterapia gestáltica de la obra de Marta Atienza Introducción a la psicoterapia de grupos La técnica guestáltica, se caracteriza por lograr un contacto directo y rápido con el inconsciente. Es la que brinda al paciente la más clara sensación de que es él mismo el autor de sus cambios, permite percibir al terapeuta como un buen acompañante. La mayoría de los trabajos consisten en un dialogo que el paciente mantiene entre dos o más símbolos de su mundo interno, a los que usa momentáneamente como interlocutores. Uno de ellos puede ser el mismo paciente. Hay dos momentos que se repiten en forma alternada. Uno, cuando el paciente habla con su símbolo, y otro, cuando se convierte en su símbolo para dialogar desde allí consigo mismo. Los diálogos que se desarrollan pueden ser de temática muy variada (exigencias, resentimientos, reflexiones sobre el sentido de la vida, etc.). La terapeuta pone énfasis en los hallazgos que “hace el paciente”, fortalece su autoestima, creatividad y autosoporte. Dinámica de grupos En el grupo terapéutico la disminución de la enajenación que presenta cada paciente se produce a través del contacto que logra cada uno con sus conflictos irresueltos. Esto es favorecido por el efecto detonante y madurativo que el trabajo de unos tiene sobre los otros, y el trabajo personal de cada uno dentro del grupo. En el grupo convergen tres tipos de dinámicas: Dinámica de las transformaciones individuales En esta toda persona se modifica gracias a todo el complejo grupal. Esto significa que todo lo que pasa a unos y otros en el grupo se ensambla y conecta como un rompecabezas. En el contexto grupal cada uno determina el camino que elige para modificarse y el estilo de transformación. La dinámica de las transformaciones individuales es producto del ensamblaje de procesos mentales, afectivos y ensayos que hace cada paciente para lograr cambios duraderos Dinámica básica Se compone de todas las experiencias grupales que fueron transcurriendo sesión tras sesión: a través de estas experiencias se arma la trama invisible del inconsciente grupal. Se manifiesta como el clima grupal resultante de la historia y memoria grupal, de las ideas y afectos que se expresan y de la manera en que se emiten.

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Dinámica de sesión Lo importante en dinámica de sesión es darse cuenta de cuáles son los temas que están motorizando la sesión, cual es el punto que enlaza todo. El grupo internalizado se compone de los recuerdos de lo compartido, los procesos que cada uno viene siguiendo dentro y fuera del grupo, la persona física de los compañeros, sus historias, sus emociones. Así mismo, la terapeuta también tiene internalizado al grupo. En el caldeamiento se pasa desde el afuera, o sea lo personal e individual, al adentro comprometido con el grupo y con la relación interpersonal que allí se da. Sobre la terapeuta recaen en sesión tres tipos de inquietudes: una es llevar a buen término el trabajo individual que se está realizando en ese momento. Otra es la necesidad de la resolución total y el cierre de la sesión, y la tercera es la evolución del grupo. Las dos primeras inquietudes se resuelven al final de la sesión y la tercera, recién al final del grupo. Dinámica de las transformaciones individuales Consiste en el ensamblaje de procesos mentales y ensayos que hace cada paciente para alcanzar cambios duraderos. El proceso de proyección-introyección, que cada paciente experimenta con sus compañeros y con el grupo como totalidad permite a cada uno recuperar aquella parte de sí mismo que había proyectado en los otros. El grupo introyectado sigue trabajando en el mundo interno de sus miembros durante y después de las horas de sesión. Los pacientes pueden dejar volar la imaginación hasta llegar a la idea omnipotente de que el grupo lo puede todo. Fuera de sesión aparecen en la mente de los pacientes recuerdos e imágenes fantaseadas de los compañeros como figuras simbólicas de los roles que les hayan depositado. En rápidas y sucesivas secuencias, cada paciente pasa de confundirse e identificarse con el que está trabajando, a discriminarse de él. Dentro del mundo interno de los pacientes hay una relación entre el yo y el tú, referido al que está trabajando y a lo proyectado en él. Un fenómeno curioso es que algunos integrantes del grupo “se quedan dormidos durante el tiempo exacto que dura el trabajo que no pueden tolerar o resolver. Juntos, los pacientes comparten lo que son capaces de ser. Cada uno tiene sensaciones de pertenencia. Los puntos de contacto con los otros generan el nosotros, la identidad grupal. Es necesario que cada uno sienta que su aporte hace la identidad grupal. Es en ella donde se abonan los cambios de la identidad individual.

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Dinámica básica del grupo Mecanismos que operan en la dinámica básica del grupo terapéutico El grupo que atraviesa un período de desorganización Este momento ocurre al comienzo de un grupo nuevo. Los pacientes suelen hablar en forma general y sin dirigirse, directamente, a sus compañeros. Cada miembro se preocupa por la imagen que los otros se van a formar de él. El intercambio es social y superficial. El objetivo del terapeuta es ayudar a los pacientes a vencer las barreras previas, y lo alcanza mediante trabajos o ejercicios que favorezcan el autoconocimento y el conocimiento de los otros. La terapeuta facilita la tarea para que se produzca la apertura a lo grupal. El grupo que atraviesa un período voraz dependiente En estos momentos el mayor vínculo entre ellos es de competencia dependiente; se pelean por la atención del terapeuta; los separan celos y envidias. La intervención más importante del terapeuta consiste en poner límite a la voracidad y egoísmo, y fomentar el compañerismo. El grupo que atraviesa un período de condenación Los miembros del grupo se juzgan y se dan buenos consejos entre ellos; de esta manera hacen sentir inadecuado y equivocado a aquel compañero que se atreve a confiar sus problemas. El objetivo de la terapeuta es que los pacientes se liberen de sus juicios para acompañar realmente a quien plantea un problema, pidiendo que registren lo que sienten al escuchar lo que dice el que está trabajando. El grupo que atraviesa un período intelectualizador Predominan en este periodo defensas obsesivas, histéricas y esquizoides. Los pacientes disfrutan de juegos verbales; hablan de los sentimientos y se deleitan con su comprensión intelectual, pero evitan los afectos. Se manifiesta claramente en sesión la competencia y la envidia entre los participantes. El objetivo que la terapeuta se plantea respecto de la dinámica básica grupal es que los pacientes logren incluir en la sesión los afectos como sensación, además de palabra. El grupo que atraviesa un período expansivo Los pacientes se interesan por sus compañeros, expresan sus afectos, comparan sus historias, compiten, están atentos, creativos, ingeniosos. La terapeuta se plantea como objetivo respecto de la dinámica básica que los pacientes tomen conciencia de sus problemas y asuman su responsabilidad.

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El grupo que atraviesa un período elaborativo El compromiso de los pacientes con el trabajo es muy bueno; están atentos, interesados y creativos; hay poca envidia y mucho compañerismo. Este es el período en que se produce el mayor número de cambios duraderos y auténticos. La identidad grupal es muy fuerte y no exige especial atención de la terapeuta; esta se puede dedicar casi todo el tiempo a los problemas individuales. El terapeuta tiene un doble objetivo de la dinámica básica que el grupo atraviesa. Uno de estos es hacer funcionar al grupo lo más eficazmente posible dentro del período que está pasando, y otro es llevarlo hacia un período elaborativo. Dinámica de sesión Mecanismos que operan en la dinámica de sesión Lo importante es darse cuenta cuáles son los temas que están motorizando toda la sesión, cuál es el punto que enlaza todo. El terapeuta ayuda al grupo a conectar la temática de la persona elegida con el tema de cada uno. Cuando comienza la sesión, todos los estímulos inciden en la terapeuta; le despiertan distintos niveles de interés, pensamientos, afectos, que la van preparando para encarar la tarea. La terapeuta hace la lectura global del material, de la dinámica básica y de las necesidades y urgencias del grupo, orienta la sesión. Durante los trabajos grupales, la terapeuta por momentos se mantiene afuera, observando y organizando. En otros momentos, se inserta en el mundo interno de los pacientes, acompañándolos en su ordenamiento y cambio. A la hora de los trabajos individuales, la terapeuta acompaña al paciente para que pueda definir, delimitar y resolver su problema. En ese momento, el resto del grupo y la situación grupal pasan al fondo. Cuando termina el trabajo individual, la terapeuta observa, nuevamente, al grupo para detectar la situación grupal y decidir el paso que sigue. Al finalizar un trabajo individual se pide al grupo que dé sus impresiones acerca del trabajo realizado. En la mayoría de los casos, esos comentarios son más útiles para el resto del grupo que para quien realizó el trabajo. La terapeuta esta en esta etapa trabajando con todo el grupo para detectar la posibilidad o necesidad de continuar la sesión a partir del material proyectado en estas intervenciones. Nuevamente, ella evalúa todas las dinámicas antes de decidir si ha de continuar con un trabajo grupal o con un trabajo individual, o si es necesario atender ambas demandas.

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La terapeuta y los trabajos individuales Desde la terapeuta, varios elementos son fundamentales para que el trabajo sea efectivo: El lenguaje, las directivas, el tono de voz y acompañamiento emocional al paciente que está trabajando. Con estos elementos la terapeuta puede ayudar al paciente a contactar con sus símbolos, sentimientos y pensamientos que lo llevan al procesamiento que finaliza en el insight. El paciente debe entregarse a ser sus símbolos y hacer el diálogo entre los distintos personajes que imagina ser. La terapeuta debe de estar atenta a las alteraciones corporales que produce el sistema nervioso autónomo del paciente. Debe incluir esas sensaciones en el trabajo y sugerir al paciente que se entregue a ser el síntoma, hablar desde él y con él. Es muy importante evaluar las situaciones de la vida real que el paciente está atravesando para saber a qué atenerse, según se desarrolla el trabajo. Aunque la terapeuta conozca mucho al paciente, su selección del símbolo para que el paciente trabaje está relacionada con su propia fantasía y curiosidad acerca del mundo interno del paciente. La terapeuta usa su experiencia subjetiva para guiar al paciente, esta muestra, paso a paso, los contenidos de sus símbolos y así reorienta a la terapeuta sobre lo que le está pasando. A veces, durante el trabajo, la terapeuta llevada por la necesidad de saber lo que está pasando pregunta: ¿Qué sientes ahora? Es conveniente que agregue: Cuéntale lo que sientes al personaje con el que hablas. La terapeuta debe proponer volver a la conversación con sus personajes, cada vez que esta se interrumpa, a través de un diálogo con él. El paciente y los trabajos individuales En el transcurso del trabajo guestáltico, el paciente se entrega cada vez con mayor soltura a la sensación de ser sus símbolos; de esta manera permite al inconsciente emerger y manifestarse. Se observa cómo el paciente alcanza el insight. Para lograrlo, se sumerge en el inconsciente libre de las barreras y control de la parte consciente de la mente; o bien, la parte consciente e inconsciente de la mente trabajan juntas y en una misma dirección. Se modifican símbolos interrelacionados y se crean nuevos símbolos. El paciente produce un cambio en su actitud frente al conflicto para poder resolverlo. Con las pesadillas repetitivas ocurre que si son trabajadas con técnica guestáltica y el trabajo es resolutivo, se producen cambios en los símbolos y las pesadillas no vuelven a repetirse. En el trabajo con cartas, (Trabajos con símbolos a partir de lo proyectado en una carta española. La terapeuta coloca sobre la alfombra un mazo de cartas. Las

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desparrama y le pide a cada miembro del grupo que elija lo que más le gusta. Una misma carta puede ser elegida por más de un paciente para trabajar), se puede observar cómo toma contacto con distintas áreas de su identidad. Para ello respeta el procesamiento natural de su organismo, crea símbolos y se entrega a ser ellos. La paciente hace un contacto vivencial con los nuevos símbolos creados, a consecuencia de lo cual se siente más energizada, y al final llega a un estado de éxtasis y alivio. En los trabajos guestálticos, cuando los pacientes se contacten con una sensación de fuerza desde un rol dado, al cambiar de rol, generalmente la sensación de fuerza se mantiene y el segundo rol cambia sus características. Aquí trabajamos con los opuestos, “denominación” (armero) - “sumisión” (mostrador). El rol que representa la fuerza es siempre externalizado. El paciente se identifica en forma fija con el rol de sometido, impidiéndole esto último pasar la fuerza de un rol a otro. Los símbolos en la neurosis Cuando un paciente comienza a trabajar con sus símbolos, su mente transita fluidamente entre el ámbito real y el imaginario. Durante los trabajos guestálticos hay una participación simultánea de las partes consciente e inconsciente de la mente. Pero la participación de la parte consciente va decreciendo, al tiempo que el inconsciente se expresa progresivamente, pudiendo llegar a manifestarse en forma totalmente autónoma. El paciente profundiza en forma progresiva en el trabajo porque, apoyado en sus símbolos, se compromete cada vez más con lo que está vivenciando. Es así como de una manera suave y gradual pasa de imaginar a alucinar sus símbolos. En otras palabras, pasa de representarlos y sentir a medias que él es sus símbolos, a sentirse siendo completamente sus símbolos. En este momento de trabajo directo con el inconsciente cuando se dan más fluidamente los cambios en los símbolos representados y se crean nuevos símbolos. Durante el trabajo con sus símbolos, el paciente también sufre alteraciones del sistema nervioso autónomo, que se expresan como reacciones vasomotoras. Puede tener una mano caliente y la otra fría, o tener la piel de la mitad del cuerpo caliente y la otra mitad fría. También pueden ocurrir alteraciones del ritmo cardiaco, palidez, sudoración, manchas en la piel, náuseas, vómito y vértigo. Es muy común que no coincida la duración real de la experiencia con el tiempo que el paciente cree que pasó. Por ejemplo puede creer que su trabajo duró

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apenas media hora cuando en realidad llevó tres. La orientación espacial también cambia: no coincide el espacio alucinado con el real. El paciente puede estar convencido de que caminó largo tiempo cuando en realidad solo recorrió tres metros de la habitación. Al finalizar el trabajo y abrir los ojos, el paciente se reorienta en el tiempo y el espacio y se reconecta con la realidad del consultorio. Puede olvidar total o parcialmente lo experimentado de una manera similar al fenómeno de olvido que ocurre con los sueños. Mecanismos de reactivación de símbolos infantiles. Muchas veces los pacientes sostienen que ellos no determinan lo que les pasa; que las cosas simplemente les ocurren, más en realidad, en la gran mayoría de los casos ellos provocan activamente su circunstancia. Es importante que tomen conciencia de ello. También es importante que se den cuenta de lo qué estaban sintiendo y pensando antes de provocar la situación y del momento en que la generan. Los símbolos y la identidad. Las características de la personalidad de cada ser humano están determinadas en parte por el grupo de conceptos y significados con los cuales se identifica. Estos significados grafican en el mundo interno con símbolos. A través de ellos se puede tomar contacto con los significados de la identidad. Dentro de las necesidades psíquicas del ser humano está la de preservar y reasegurar su identidad. Muchas veces el ser humano logra este objetivo, activando los símbolos de que dispone para identificarse. Por ejemplo, si para un paciente la violencia es un elemento importante de su identidad, buscará aquellas circunstancias que le despierten sentimientos de violencia. Buscará esos detonantes en su memoria, en su imaginación y en la realidad. Para que un paciente abandone la necesidad de repetir su simbología dramática, es necesario hacer cambios en los símbolos del mundo interno implicados en esa actividad. A medida que se trabaja con los símbolos se hace la lectura de sus significados y, muchas veces, se reconocen las circunstancias en que éstos se imprimieron. Para alguien que nació durante la Segunda Guerra Mundial, la angustia puede ser un componente importante de su identidad. Dicha angustia introyectada es representada por símbolos.

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La presencia de la angustia como sensación fuerte le indica que ‘no ha dejado de ser”, aliviando así el temor a la desaparición física. Para algunas personas que descienden de familias perseguidas durante la guerra, la ambivalencia, la muerte, la culpa y el sentimiento de minusvalía forman parte de su identidad. Estos sentimientos se grafican en el mundo interno con símbolos. Como se puede observar en los dos trabajos de sueño de Ana que se desarrollan a continuación, la paciente trata de modificar estas identificaciones. Los momentos de cambio coinciden con la aparición de manchas pasajeras en su piel, erupciones, picazones en la cabeza, el cuello y sobre todo en las manos. Estos síntomas desaparecen cuando ella consigue rescatar y valorar sus más profundos sentimientos. Los deja crecer y abandona los roles de quejosa y víctima. Comentario general del primer trabajo con un sueño de Ana. Ana trata de abandonar su identificación con la muerte. Relaciona esta identificación con ideas que le inculcaron sus padres y su colectividad. Ella trata de crear una identidad nueva que le permita sentir que está viva. Para lograrlo crea nuevos símbolos. Cuando el trabajo del sueño está cerca del final, ella no puede zafarse de cumplir el mandato —“NO OLVIDARAS”- y siente nuevamente culpa. Con la culpa sabotea la recuperación de los otros sentimientos —amor, alegría, rabia, calenturatransformándose en una máquina de pensar. Repetición parcial de significados en los símbolos de un mismo sueño. La detallada investigación de diferentes símbolos que aparecen en los sueños permite ver como ellos repiten significados básicos de la identidad y como cada símbolo aporta un aspecto de ella. Distintos grupos de símbolos expresan diferentes facetas del mismo conflicto. Por esta razón, no es importante a partir de qué símbolos se comienza a trabajar un sueño; el mismo problema emergerá desde cualquiera de los elementos componentes del mismo. Por ejemplo, en el sueño de Nicolás aparecen los símbolos paraguas negro para representar “masculino”, paraguas verde para representar “femenino”, y paraguas rayados para representar “integración”. El mismo conflicto está representado en los broches del paraguas. El broche macho significa “masculino”, el broche hembra significa “femenino” y los dos juntos abrochados significan “integración”. Comentario del trabajo del sueño de Nicolás. Nicolás tiene conflictos con su identidad, porque en su mundo interno existen algunas fusiones que obstaculizan su integración sexual. La fusión “organizaciónrigidez”, simbolizada en el paraguas negro, representa su identidad masculina y su

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padre. De esta fusión rechaza “rigidez”. Estar abierto-ser débil-perder unidad es otra fusión de la cual rechaza “ser débil, perder unidad”. Esta fusión simbolizada en el paraguas verde representa sus aspectos femeninos y su madre. Habitualmente, Nicolás toma un rol débil y sin unidad (paraguas verde). No puede ser organizado (paraguas negro) porque teme volverse rígido. Cuando mucho logra pasar al rol de paraguas rayado, rol con el que está muy inseguro. Desde el paraguas rayado encuentra una salida de transición para el conflicto, la cual no lo tranquiliza. Dice: “Yo tengo miedo de que se salga el broche y me quede abierto y tengo miedo de que me pongan la funda”. Desde el paraguas rayado intuye esa posibilidad, pero no puede pasar fluidamente a estar abierto o cerrado. Desde estar abierto se siente débil y desde estar cerrado, rígido. Nicolás se queda en una situación intermedia —ni abierto ni cerrado del todo- que lo deja funcionalmente impotente. Es aquí cuando proyecta afuera el rol potente, organizado y rígido. Nicolás espera que otro hombre lo complete y le dé la potencia que él no se permite tener. Características del grupo La sesión prolongada es una experiencia grupal breve e intensiva, que se realiza en días sucesivos. El número de días y la cantidad de horas las decide el terapeuta; para ello toma en cuenta la disponibilidad del tiempo, los objetivos para con los pacientes, el número de pacientes y sus necesidades. Por ejemplo, se puede hacer una experiencia con un total de tres días en la que se trabaje entre ocho y dieciséis horas diarias, en días sucesivos Es conveniente hacer tres o cuatro interrupciones en cada día, de media a una hora, para comer y descansar. La interrupción del trabajo al final de cada día depende del agotamiento físico y psíquico del grupo y de que se logre la sensación de que el grupo cumplió su cometido. No es conveniente interrumpir un trabajo individual por cansancio del grupo y dejarlo de un día para el otro. En este caso se debe dar prioridad al paciente y no al grupo, pues se hace difícil retomar el trabajo al día siguiente. El número de participantes debe oscilar entre 10 y 20 personas, de modo que todos, o casi todos, logren hacer un trabajo individual. No es conveniente incluir parejas, a no ser que la sesión prolongada sea exclusivamente para parejas. No es excluyente para participar que los pacientes se conozcan previamente entre sí, si desean compartir la experiencia. La coordinación puede ser efectuada por un solo terapeuta. Trabajos grupales A esta sesión grupal todos los integrantes trajeron sueños. El espíritu de camaradería les permitió darse turnos espontáneos para intervenir. Como solo disponíamos de tres horas, no era posible trabajar con cada uno a partir de su propio sueño. Tomé de los relatos que trajeron a sesión un elemento que pudiera cumplir la

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función de unificar y sintetizar toda la información. Escogí para ello al menos estructurado: una ficha de juego. Lo extraje del sueño de Patricio porque ofrecía la posibilidad de simbolizar opuestos y proyectar libremente los conflictos individuales de todos. Para aprovechar mejor el tiempo, esta sesión fue de pura acción. En la sesión posterior, se realizaron los comentarios y la elaboración grupal de lo ocurrido. Miguel: Soñé que estaba en una casa, había mucha gente, iban a fumigar. Tres o cuatro personas habíamos decidido quedarnos en la casa cuando fumigaran, para ver qué pasaba. Yo tenía la sensación de que íbamos a morir. Nos metíamos en un auto antiguo a esperar la fumigación. Pasaron fumigando muy liviano y no nos pasó nada. Salí de la casa y estaba sobre un acantilado, tenía miedo de caerme. Otra vez soñé que me mataba a mi mismo. Yo estaba en una galería y al final ésta se conectaba con un parque, en París. Me acercaba a un hombre y hablábamos en inglés. El me decía que me fuera, que me iban a matar. Volví a la galería y vi gente saliendo. Luego estoy sentado mirando el sueño y me veo a mi mismo salir de la galería matándome con un cuchillo. Patricio: Ayer estábamos jugando con mi mujer al Yang. Tengo que contarles un poco de eso, porque tiene que ver con lo que soñé después. El Yang es un juego que tiene la simplicidad de los movimientos del juego de damas y la complejidad del ajedrez. ¡Es desesperante! Cada ficha tiene una cara blanca y una cara negra. Cuando uno le come la ficha al otro la cambia de color. Es un juego posicional y estratégico. En mi sueño estoy bloqueado y atado. Soy una ficha, estoy atado entre dos fichas contrarias sobre el tablero. Me despierto con una sensación de dureza, de rigidez corporal tremenda. Soy una ficha negra y me transformo en blanca, porque quedo en medio de dos blancas. Comentario e información acerca de los pacientes Miguel Miguel es hijo de inmigrantes. Sus padres huyeron de los campos de concentración. Miguel rechazó a su padre porque era un hombre mediocre. Se avergonzó de él, porque no quería trabajar más de dos o tres horas diarias. El padre se conformaba con ganar lo justo para que su familia sobreviviera. En el trabajo se pone de manifiesto su temor a asumir el rol masculino cuando dice: “En cambio, arriba la responsabilidad es mayor, se puede perder en cualquier momento.’ Él se siente femenino con una apariencia masculina y lo expresa así: “La parte blanca soy yo, la persona; la parte negra es mi contorno.”

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Para Miguel, su papá era hombre porque en la unión con la madre ésta le daba el rol; por lo tanto él solo logra sentirse hombre en la medida en que una mujer lo reconozca como tal. Es el entorno de tener una mujer lo que lo hace ser hombre porque él no lo siente. En este trabajo acepta a su padre como es. Al aceptarlo se reconcilia consigo mismo como hombre. El acepta sus propias mediocridades y, por lo tanto, se siente más integrado. Bárbara Relata su rol dentro de la familia, donde ella fue y es el hombre de la casa. Después de la muerte del padre, ella consiguió hacer cierta fortuna por su gran habilidad para los negocios. Trasladó este papel ejecutivo a su matrimonio, desplazando a su mando a roles femeninos. Siempre apoyándose en su mayor habilidad para lo económico, utilizó este rol para gobernar las familias que constituyeron sus hermanas y luego su propia hija. Desplazó a sus maridos, organizando y dirigiendo la economía de sus hogares, creándoles negocios y apuntalándolos con dinero. Con ello negó y niega sus aspectos femeninos y ataca y compite con la potencia de los hombres. Por eso se identifica con la ficha negra, masculina, y habla de la muerte de los otros, de la cual es cómplice. Patricio Dice: “Soy una ficha negra y me transformo en blanca porque quedo en el medio.” El se siente atrapado. Al no tener una identidad masculina sólida, recurre a estrategias en el intento de confirmarse como hombre. No lo logra porque no está muy seguro de cuáles son esos aspectos masculinos que tiene que alcanzar. Sólo se atreve a competir con mujeres (fichas blancas), no saliendo siempre victorioso, como se ve en su sueño. Ejemplo de simbolización grupal de temas individuales. Este tipo de trabajo resulta muy útil en aquellas sesiones en donde todos los pacientes están ansiosos para que se trate lo suyo. Se detecta en la sesión angustia general, dispersión y abundante material con temas dispares. En este caso, la terapeuta pudo haber tomado el tema común subyacente el temor al desborde, a lo incontrolable, mas prefirió abordar las temáticas individuales. Se eligió este camino pese a que era necesario no descuidar lo grupal, dada la avidez y competencia entre los participantes. Por la tensión existente, la terapeuta intuyó que cada uno deseaba enfrentar su problema. Para trabajar con todo el grupo simultáneamente, respetando los símbolos individuales como en este caso, la terapeuta propone a los pacientes que se sienten en ronda con los ojos cerrados y se tomen de las manos unos a otros.

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Cada paciente debe imaginar su símbolo en el centro del círculo y por turnos espontáneos hablar en voz alta con él. Si el paciente llora frecuentemente, golpea la alfombra o hace cualquier otra manifestación en el momento en el que se está expresando otro compañero, la terapeuta no interrumpe el trabajo para atenderlo, se respetan los turnos espontáneos hasta que se expresen todos. Si los pacientes tardan mucho en decidirse a hablar, la terapeuta elige el orden en que deben hacerlo. Escoge primero a los que percibe más comprometidos afectivamente. Los demás pacientes se quedan largo rato metidos en sus sensaciones mientras esperan turno para hablar. De esta manera, los pacientes descubren más detalles sobre sus temas y afectos. La terapeuta pide a los pacientes que, al dialogar con su símbolo, digan qué beneficio les aporta retener el conflicto. A medida que cada uno se va expresando, se hace evidente a todos como necesitan el problema para mantener determinados roles neuróticos. Lo que cada uno dice suele, ser útil a los otros para completar sus ideas. Una vez que todos hablaron con sus símbolos, la terapeuta les pide que se suelten las manos. La terapeuta sugiere a los pacientes que vuelvan a sentarse en la ronda, cierren los ojos y se tomen de la mano. Nuevamente y por turnos, cada uno se contesta a lo que dijo desde su símbolo. El objetivo de la terapeuta es su intento de dar un mensaje no verbal: “como símbolo conflictivo están solos y como personas están juntos”. Estos dos momentos del diálogo —ser la persona y ser el símbolo- se repiten tantas veces como sea necesario hasta que el paciente se conecta profundamente con el problema y saca alguna conclusión. Durante el transcurso de la sesión, los pacientes requieren tiempos diferentes para procesar lo que va pasando con ellos. Durante el trabajo hay un juego de proyección-introyección que sirve para bajar las defensas, desestructurarse y luego reestructurarse. Algunos lo logran y otros no. Cuando la terapeuta observa que el problema simbolizado ha perdido fuerza, por lo menos para la mayoría del grupo, se suspende el ejercicio. La terapeuta pide a los pacientes que abran los ojos, miren a sus compañeros y se dejen mirar. Así, ellos vuelven a la realidad del grupo.

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Si para uno el encuentro con su símbolo queda inconcluso, en el sentido de que no se agotó el diálogo o no logró ninguna conclusión, el grupo continúa trabajando con él individualmente. Este estilo de trabajo brinda a los miembros del grupo la posibilidad de percibir en una sola sesión múltiples estilos de resolución de problemas. Simbolización grupal de la parte común de la problemática traída a sesión. Estos trabajos se realizan de manera muy similar a los llamados “simbolización grupal de los conflictos individuales”. La diferencia estriba en que, en este caso, la terapeuta toma el conflicto dominante como tema de sesión. Esta selección incrementa la comunicación dentro del grupo. Aunque el conflicto es un emergente grupal común a todos, cada paciente crea su propio símbolo para representarlo. El trabajo comienza con todos los pacientes en ronda, tomados de las manos. Cada uno imagina en el centro de la ronda a su propio símbolo de este tema común y le habla; primero describen al símbolo y luego expresan lo que sienten por él. En un segundo momento, ya sin tomarse de las manos, cada uno pasa al centro de la ronda. Desde ahí, sintiendo que es su símbolo mira al espacio vacío que ocupaba antes y dialoga consigo mismo como si estuviera sentado aún en la ronda. Después de varios cambios de roles, entre ser ellos mismos y ser el conflicto, se observa que la mayoría de los pacientes se siente más fuerte que antes en relación con el conflicto. Desde el rol de personas, surge el “nosotros”. Los pacientes dicen: “nosotros te vamos a mantener afuera, te vamos a matar. Ya no puedes con nosotros”. La terapeuta pide a los pacientes que permanezcan tomados de las manos y que imaginen en el centro de la ronda una forma que simbolice el conflicto de todo el grupo. Luego, cada uno habla con este símbolo colectivo, Si un solo miembro del grupo dice que él no comparte el problema con los demás, la terapeuta le solicita que haga el ejercicio y exprese lo distante que está de ese conflicto. En una sesión, cuyo tema central era la tristeza, un paciente se rehusó a trabajar porque no estaba triste. Le propuse que hiciera el esfuerzo de participar en el trabajo. Terminó contando que hacía dos meses se había suicidado su suegra tirándose por el balcón de la casa de él. Desde ese momento, él y su mujer vivían negando la tristeza. Test, juego y ejercicio Los términos test, juego y ejercicio se usan para denominar consignas que el terapeuta da al paciente para que éste ejecute.

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Una misma consigna puede ser usada como test, juego o ejercicio. La diferencia entre ellos radica en la forma de aplicar la consigna. Se usa la palabra test para referirse a la consigna que la terapeuta propone al paciente para recoger información sobre un tema específico. También se usa la palabra test cuando la terapeuta propone a su paciente la misma consigna, más de una vez a lo largo de la terapia, para observar los cambios. Si la terapeuta propone una consigna para disminuir la tensión o crea una atmósfera diferente en las relaciones humanas, se la llama juego. Si la consigna de trabajo se usa para obtener nuevo material, para que los pacientes exploren algunos temas o para reorientar la sesión, se llama ejercicio. Ejercicio Los pacientes se agrupan en parejas. Ellos se sientan como si estuvieran viajando en un tren. Se imaginan que están sentados al lado de alguien desconocido y tratan de comunicarse sólo con gestos. Luego pasan todos a otro espacio de la habitación, que la terapeuta indica como el comedor del tren. Allí deberán cambiar de pareja y seguir comunicándose por gestos. Luego de un rato vuelven al vagón y se sientan nuevamente con su primer compañero. La terapeuta elige y muestra otro espacio que hará de baño y propone que vayan cuando imaginen que lo necesitan. Finalmente todos recogen sus valijas y salen por un angosto pasillo. Este ejercicio permite jugar diferentes roles y descargar agresión. Ejercicio Entre todos los miembros del grupo deben crear una historia respetando la consigna y secuencia que se expone a continuación. Los pacientes se sientan en ronda y uno de ellos comienza la historia; siguiendo un orden continúa cada uno de los otros. Cada paciente relata tres trozos de la historia. Una vez finalizada esta etapa, cada uno dice a los demás lo que sintió mientras componían la historia. El material se escribe y su lectura se hace en dos niveles: a) individual y b) grupal (dinámica básica). a) Lo individual se pone al descubierto leyendo de corrido solamente los fragmentos que una sola persona dijo a lo largo del cuento y saltándose momentáneamente el material de sus compañeros. En el relato que hace cada uno hay una secuencia y coherencia individuales. Esta secuencia individual se da simultáneamente con la secuencia y coherencia

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grupales. Para la realización de los trabajos individuales se buscan elementos polares dentro del material de cada paciente. Cada persona trabaja solamente con su material. b) La dinámica básica se pone de manifiesto leyendo el cuento en su totalidad. En general, los grupos que atraviesan un período de desorganización, vorazdependiente o de condenación, no logran unidad temática. El grupo que atraviesa un período intelectualizados, expansivo o elaborativo suele buscar, espontáneamente, la unidad temática, y cada participante descarta parte de su propio material para armar la trama común. Este ejercicio es útil para comenzar una sesión prolongada cuando se conocen todos sus miembros entre sí y el grupo está en condiciones de pasar a los trabajos individuales. Este ejercicio también es adecuado para recoger más datos acerca de la dinámica básica.

Actividades • Elabora un resumen en el que describas las diferentes dinámicas que Atienza propone en el trabajo terapéutico grupal. • Realiza un resumen sobre el trabajo de los símbolos en el trabajo terapéutico grupal. • Describe un ejercicio en el que hayas participado en tu grupo.

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III Terapia de grupos de encuentro 3.1 El enfoque grupal centrado en la persona Carl Rogers El enfoque grupal centrado en la persona (originalmente conocido como psicoterapia centrada en la persona) fue elaborado por Carl Rogers. Se basa en el presupuesto de que los seres humanos tienden a moverse hacia la totalidad y la auto-realización y que los miembros individuales, así como el grupo en su totalidad, pueden hallar su propia dirección con un grado mínimo de ayuda por parte del terapeuta facilitador. El enfoque centrado en la persona subraya más las cualidades personales del terapeuta del grupo que las técnicas terapéuticas porque la principal función del facilitador es crear un clima fértil y curativo en el grupo. Esta terapia se concibe mejor como un “modo de ser” que un “modo de hacer”. Rogers sintetiza del siguiente modo la esencia del enfoque: El enfoque centrado en la persona es fundamentalmente un modo de ser que encuentra su expresión en las actitudes y conductas que crean un clima favorecedor del crecimiento. Se trata más de una filosofía básica que de una simple técnica o método. Cuando se vive esta filosofía ella ayuda a la persona a ampliar el desarrollo de sus propias capacidades. Cuando se vive, estimula también el cambio constructivo de otros. Fortalece al individuo y cuando se siente este poder personal, la experiencia demuestra que tiende a ser usado para la transformación personal y social. El centro de interés de la psicología humanista. Un grupo de teóricos humanistas que contribuyeron al desarrollo del movimiento frecuente denominado la “tercera fuerza” en la psicología (en reacción a las fuerzas analíticas y conductuales) se han referido a la naturaleza de la existencia humanista, a los métodos para el estudio de las formas de funcionamiento de los humanos y a las aplicaciones de los presupuestos humanistas. Sintetizando teorías de muchas áreas y enfoques divergentes, los psicólogos humanistas pioneros consideraban que las personas no pueden ser estudiadas y comprendidas de forma fragmentada. Los seres humanos deben ser estudiados en relación completa a cómo interactúan con los otros y con el mundo. Antecedentes históricos. Desde principios de 1940, el enfoque no directivo de Rogers se centró durante los primeros años en reflejar y clarificar los sentimientos de los clientes individuales. Rogers creía que mediante una relación permisiva, los clientes serían capaces de aumentar su insight sobre la naturaleza de sus problemas y entonces iniciarían una

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acción constructiva basada en su nueva auto-comprensión. Durante los años 50, Rogers desarrolló y mejoró su hipótesis básica de la psicoterapia y estos principios fueron posteriormente aplicados a la terapia de grupos por Hobbs. (1951) y Gordon (1951). Ejemplos de estas aplicaciones son los grupos con niños con deficiencias físicas y sus padres, grupos de padres de niños con necesidades educativas especiales, grupos de madres con asistencias sociales, grupos de clientes que acuden a terapia individual, grupos de pacientes psiquiátricos, grupos de ancianos residentes y grupos de profesionales de la salud mental (Raskin, 1986, p. 277). Rogers desarrolló también una teoría sistemática de la personalidad y aplicó esta teoría de la personalidad a la práctica de la terapia individual, lo que le condujo a modificar el nombre de su enfoque, denominándolo ahora terapia centrada en el cliente (Rogers, 1951). El enfoque centrado en el cliente fue ampliado hasta el punto de tener implicaciones en situaciones de enseñanza-aprendizaje, en seminarios de aprendizaje afectivo/cognitivo y en el desarrollo organizativo y de liderazgo. Durante los años 60 y 70 Rogers se esforzó mucho por promover el desarrollo de grupos de encuentro y grupos de crecimiento personal. Como las áreas de aplicación aumentaron en número y variedad, el nombre psicoterapia centrada en el cliente fue sustituido por un enfoque centrado en la persona. Rogers amplió también su énfasis más allá de la capacidad del terapeuta para reflejar con precisión lo que expresaban los clientes, para incluir la congruencia y la voluntad del terapeuta por implicarse progresivamente más en la terapia. Los grupos de encuentro básico dificultaban el hallazgo de diferencias entre la “psicoterapia” y el “crecimiento”. El trabajo grupal que Rogers promovió adoptada la forma de seminarios de fin de semana aunque algunos de estos seminarios podían durar dos o tres semanas. Estos pequeños grupos influyeron significativamente en la revolución de la práctica grupal. Conceptos claves Confianza en el proceso grupal Rogers (1986) explica que el enfoque centrado en la persona se basa en la confianza básica en la tendencia de ser humano para ser consciente de todo su potencial. Del mismo modo, la psicoterapia centrada en la persona se basa en una profunda sensación de confianza en la capacidad del grupo para desarrollar su propio potencial moviéndose en una dirección constructiva. Para que un grupo progrese, debe desarrollarse una atmósfera de aceptación y confianza en que los miembros pueden mostrar aspectos de sí mismos que normalmente ocultan y avanzan así hacia nuevas conductas. Progresan por ejemplo: Desde la representación de roles hasta la expresión más directa. Desde relativamente cerrados a la experiencia e incertidumbre hasta llegar a ser más abiertos a la realidad externa y tolerantes a la ambigüedad.

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De hallarse sin contacto con la experiencia interna y subjetiva a ser más consciente de la misma. De buscar respuesta fuera de sí mismo al deseo de dirigir sus propias vidas desde dentro. De la falta de confianza y cierto temor a las relaciones interpersonales a ser más abiertos y expresivos con los otros. Las condiciones terapéuticas del crecimiento. El principio básico que subyace al enfoque centrado en la persona aplicado al trabajo grupal es sintetizado por Rogers (1980) del siguiente modo: “Los individuos tienen dentro de sí vastos recursos para la auto-compresión, actitudes básicas y conducta auto-dirigida; estos recursos pueden actualizarse si se proporciona un clima definible de actitudes psicológicas facilitadoras” (p, 115). Según Rogers (1986), el clima necesario que libera nuestra tendencia actualizadora se caracteriza por tres actitudes primarias del terapeuta: genuinidad, aceptación positiva incondicional (denominada también “aceptación positiva”) y empatía. Estos tres factores, llamados también “condiciones nucleares”, se comentan brevemente en este apartado y posteriormente se profundizará en cada unos de ellos. El primer elemento es la genuinidad, autenticidad o congruencia del terapeuta (o facilitador del grupo). Cuanto mayor sea el grado en que los facilitadores se impliquen en el grupo como personas, mayor será la probabilidad de que los miembros cambien y crezcan. La genuinidad implica que el proceso de un grupo está influenciado por la persona del facilitador tanto como por la individualidad de los participantes del grupo. El segundo elemento es la actitud denominada aceptación positiva incondicional, que hace referencia a la aceptación y al interés por los miembros. Cuando los facilitadores del grupo muestran una actitud positiva, no enjuiciadora, de aceptación hacia sus pacientes, es más probable que se produzca el cambio terapéutico (Rogers, 1986). Como veremos más tarde, este interés por parte del facilitador no es posesivo en el sentido de que los miembros son valorados en su totalidad y sin condiciones. El tercer factor facilitador es la compresión empática del marco de referencia subjetivo e interno de los miembros. Los facilitadores muestran esta empatía cuando son capaces de sentir con exactitud los sentimientos y significados personales que están experimentando los miembros. Es también importante que los facilitadores sean capaces de comunicar esta compresión a los miembros. El cambio y crecimiento terapéutico de la personalidad se producirá en la medida en que el terapeuta sea genuino y exprese aceptación y empatía hacia sus pacientes y en la medida en que los clientes perciban estas condiciones (Braaten, 1986; Thorne, 992). Rogers (1987) mantienen que estas hipótesis han sido comprobadas en multitud de situaciones con grupos divergentes, de diferentes culturas y diferentes nacionalidades. Rogers manifiesta que estas condiciones

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nucleares no son solo condiciones necesarias para una terapia efectiva sino también suficiente. Rogers (1986) añade otra característica de la relación que promueve el crecimiento y que a su parecer no puede estudiarse empíricamente: la presencia, que cuando el terapeuta se halla presente es su punto máximo como facilitador del grupo, está en contacto con lo desconocido de sí mismo y que este espíritu interno alcanza y conecta el espíritu interno del cliente. La relación transciende a sí misma y llega a ser parte de algo mayor. Esta presencia dispara el crecimiento y la cura más profunda. Natiello (1987) añade otra condición terapéutica central para la práctica del enfoque centrado en la persona: el poder personal. Éste en un estado en el que los individuos son conscientes y pueden actuar en base a sus propios sentimientos, necesidades y valores sin necesidad de buscar la dirección fuera de sí mismos. Cuando mayor sea el grado de autonomía de los terapeutas, menor probabilidad existe de que traten de controlar a otros y más que puede ayudar a sus pacientes en la localización de su propia fuente de auto-dirección. Los facilitadores comparten el poder confiando activamente en la capacidad de los individuos para dirigir sus propias vidas y para resolver sus problemas. En los cursos de formación de facilitadores del enfoque centrado en la persona, Natiello encuentra que estos a menudo experimentan dificultades para trasladar a la práctica el concepto de poder personal. Dudan sobre la cantidad de sí mismos que pueden comunicar y temen aplastar el poder de los otros. Este miedo conduce algunas veces a la enajenación o negación del propio poder. Para estar seguro, un reto es aprender a equilibrar la balanza entre aceptar el propio poder como terapeuta y compartir dicho poder con los clientes.

El proceso grupal Características del grupo. Un grupo centrado en la persona puede reunirse semanalmente es sesiones de dos horas y por un número indeterminado de sesiones. Otro formato consiste en los seminarios de crecimiento personal que se reúnen durante un fin de semana, una semana o más. El carácter residencial de tales pequeños grupos de crecimiento personal permite a sus miembros establecer como comunidad. 1. Circulación en masa. La falta de dirección del terapeuta produce cierta confusión, frustración y “circulación en masa” inicial. Son características las preguntas como “¿Quién es el responsable aquí?” “¿Para qué estamos aquí?” o “¿Qué se supone que debemos hacer aquí?”, y reflejan la preocupación que sienten los miembros en esta etapa.

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2. Resistencia a la expresión o exploración personal. Inicialmente los miembros presentan un rol público, que consideran será aceptado por el grupo. Temen y muestran resistencia a revelar sus aspectos privados. 3. Descripción de los sentimientos. A pesar de la duda sobre el valor del grupo y el riesgo a la exposición propia, se inicia la auto-apertura de los sentimientos personales, sin embargo, de forma dubitativa y ambivalente. Normalmente, estas revelaciones se refieren a sucesos ajenos al grupo; los miembros tienden a describir sentimientos en la forma de “allí y entonces”. 4. Expresión de sentimientos negativos en la medida que progresa el grupo se produce un avance hacia la expresión de sentimientos referido al presente “aquí y ahora”. A menudo estas expresiones adoptan la forma de ataque dirigido al terapeuta de grupo, normalmente por no proporcionar la dirección necesaria. 5. Expresión y exploración del material personal significativo. Si los miembros perciben como aceptable para el grupo la expresión de los sentimientos negativos, emerge un clima de confianza. A consecuencia de este sentimiento de confianza los miembros deciden arriesgarse con la revelación del material personal. En este punto, los participantes empiezan a comprobar que el grupo es lo que ellos deciden que sea y empiezan a experimentar la libertad. 6. Expresión de sentimientos interpersonales inmediatos en el grupo. Los miembros tienden a expresarse mutuamente multitud de sentimientos diversos. 7. Desarrollo de la capacidad curativa del grupo. A continuación, los miembros empiezan a conectar espontáneamente unos con otros, expresando interés apoyo, compresión y preocupación. En esta etapa se forman dentro del grupo las relaciones de ayuda que ofrecen a los miembros el apoyo necesario para dirigir sus vidas de forma más constructiva fuera del grupo. 8. Auto-aceptación y el inicio del cambio. En esta etapa los participantes empiezan aceptar aspectos de sí mismos que anteriormente habían negado o distorsionado; se acercan más a sus sentimientos y consecuentemente empiezan a mostrarse menos rígidos y más abiertos al cambio. En la medida que los miembros aceptan sus puntos fuertes y sus debilidades abandonan sus defensas y aceptan el cambio. 9. Agrietamiento de las fachadas. En este momento los miembros empiezan a responder a las demandas del grupo para el abandono de máscaras y simulaciones. Esta revelación de la personalidad interna de algunos miembros demuestra la validez de la teoría de que los encuentros significativos pueden ocurrir cuando las personas se arriesgan a llegar más allá de la interacción superficial. En esta etapa el grupo lucha por lograr una comunicación más profunda 10. Feedback. En el proceso de recepción de feedback, los miembros adquieren multitud de datos referidos a como los experimentan otros y al impacto que producen

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sobre otras personas. Esta información conduce normalmente a nuevos insights que le ayudan a decidir aspectos de sí mismos que desean modificar 11. Confrontación. En este momento los miembros se confrontan entre sí y se convierten en un proceso emocional intenso que conlleva feedback. La confrontación puede verse como un avance de las interacciones descritas en las etapas anteriores 12. La relación de ayuda fuera de las sesiones grupales. Para esta etapa los miembros han empezado a establecer contactos fuera del grupo. Aquí observamos la ampliación del proceso descrito anteriormente en el número siete. 13. El encuentro básico. Como los miembros establecen entre sí relaciones más directas y cercanas de lo habitual en la vida cotidiana; surgen relaciones genuinas persona a persona. En este punto los miembros empiezan a experimentar cuan significativas pueden ser las relaciones cuando existe la sensación de comunidad y el compromiso de trabajar por una meta común 14. Expresión de sentimientos de cercanía. En la medida que progresan las sesiones en el grupo se producen el acercamiento y aceptación de los miembros derivados de la expresión honesta de los sentimientos de los participantes hacia sí hacia los demás. Este sentimiento terapéutico de cercanía conduce al último y más importante cambio. 15. Modificación de conducta en el grupo. Cuando los miembros experimentan una mayor facilidad para la expresión de sus sentimientos, sus conductas, manierismos e incluso su aspecto físico empieza a cambiar. Tienden a actuar de forma abierta; expresan sentimientos más profundos hacia los otros logran una mayor compresión de sí mismos y elaboran formas más efectivas para relacionarse con nosotros. Si los cambios son efectivos, los miembros trasladarán sus nuevas conductas a las situaciones vitales cotidianas.

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3.2 Psicoterapia centrada en el grupo Nicholas Hobbs En algunos aspectos significativos, la terapia grupal es similar a la terapia individual. En otros es netamente diferente. Las similitudes emergen de un propósito común y de una misma concepción de la naturaleza de la personalidad humana y de las maneras en que cambia. Las diferencias surgen de un hecho importante: en la terapia individual solamente dos personas están inmediatamente comprendidas, en tanto que en la terapia grupal cinco, seis o siete personas interactúan en el proceso terapéutico. Esta multiplicación del número de los participantes implica mucho más que la extensión de la terapia individual a varias personas simultáneamente; proporciona una experiencia cualitativamente diferente con potencialidades terapéuticas únicas. Aunque en el presente examen se pondría de manifiesto el parentesco básico entre la terapia centrada en el cliente y la terapia centrada en el grupo, intentaremos transmitir el carácter peculiar de la terapia grupal, no meramente en un esquema amplio, sino con todos los detalles que puedan proporcionar al lector una íntima comprensión del proceso, y con transcripciones de sesiones terapéuticas y de diarios sobre la terapia, que le permitirán apreciar de cerca la experiencia. Siguiendo la tradición establecida en el desarrollo de la terapia centrada en el cliente, presentaremos datos de investigaciones para fundamentar nuestras generalizaciones. No utilizaremos el argumento de la mayor economía de la terapia grupal, aunque es una consideración que se impone cuando la necesidad de ayuda psicológica es muy urgente y las listas de espera de las clínicas muy extensas. Sólo mencionaremos al pasar la posibilidad de que la terapia grupal pueda ser realmente más eficaz que la terapia individual para algunas personas, puesto que carecemos de datos de investigación sobre este punto. Sin embargo, en el descuidado campo de la terapia para la persona normal que atraviesa por situaciones de conflicto que la debilitan, la terapia grupal parece ser más ventajosa que la terapia individual. Hay algunos problemas acerca de los cuales debemos pronunciarnos sólo a modo de ensayo. Sobre otras cuestiones se han hecho suficientes observaciones e investigaciones como para permitirnos escribir con cierta seguridad. No cabe ninguna duda de que las opiniones presentadas necesitarán modificarse a través de nuevos estudios. Hay muchas lagunas y muchos interrogantes sin responder. Pero aun en este estadio del desarrollo de la terapia centrada en el grupo, los que exploraron sus posibilidades y ponderaron sus resultados la hallaron valiosa, y desean conocer mejor este proceso. Se ha trabajado con grupos de diferente composición y propósitos. La mayor parte de nuestra experiencia se ha realizado con una población seleccionada: estudiantes universitarios que se sentían perturbados e incapaces de obtener las satisfacciones que esperaban de la vida. Algunas personas padecían de una incapacidad temporaria para enfrentar una situación (como la mujer cuyo esposo había muerto en la guerra, y no había podido reestructurar su vida después de esa pérdida); otros estaban más gravemente imposibilitados (como el hombre que no

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podía llevar a cabo sus planes de ser maestro a causa de la intensa ansiedad que le producía el contacto con la gente). Todos compartían una característica favorable: sentían agudamente la discrepancia entre lo que eran y lo que deseaban llegar a ser, y buscaban ayuda activamente. Además de un trabajo considerable con estos individuos normales pero perturbados, hemos trabajado con grupos integrados por personas con algún tipo específico de problema o de objetivo: veteranos de guerra con diagnóstico psiquiátrico de “reacción de angustia”; estudiantes universitarios que deseaban modificar sus prejuicios raciales o religiosos; madres cuyos hijos asistían a terapia de juego individual; niños desdichados cuyos padres los traían a terapia, y niños que no podían aprender a leer; chicos de una banda de Harlem, que vinieron a tratarse por invitación de un trabajador social que se había hecho amigo de ellos; veteranos con esclerosis múltiple, que buscaban modos de vida más agradables para sus personalidades en continuo cambio orgánico; individuos gravemente trastornados por dolores de cabeza crónicos y otros síntomas neuróticos permanentes; y pacientes clínicos externos con diagnóstico psiquiátrico de esquizofrenia. Sin embargo, nuestros esfuerzos se dirigieron principalmente a ayudar al hombre “medio”, que se presenta por cierto en una cantidad mucho mayor que la “media”. Uno de los principales objetivos ha sido el de descubrir maneras más eficaces de trabajar con el gran número de personas esencialmente normales que encuentran que la vida ha perdido aliciente, luchan calladamente con sus problemas, que gastan una gran cantidad de energía extra para sus actividades, y que tienen un potencial enorme para responder al tratamiento. El informe que presentamos a continuación está signado por nuestro interés en este amplio grupo de personas.

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El enfoque centrado en la persona (ECP) que propone Carl Rogers, ahora es aplicado armoniosamente en el grupo de encuentro, como lo define el mismo autor. La confianza que Rogers encuentra en el crecimiento y recursos del propio cliente, se ven reflejada en sus conceptos de autocompresión, actitudes básicas y conducta de autodirección. Por otro lado, las “condiciones nucleares” aplicadas al acompañamiento grupal: (1) genuinidad, autenticidad o congruencia del terapeuta, (2) aceptación positiva incondicional y (3) la compresión empática, son las que le dan la cualidad de calidez y humanismo al abordaje del trabajo terapéutico grupal con este sello tan distintivo que le da Rogers a los grupos de encuentro o grupos de crecimiento personal. La aceptación, punto central del trabajo de Rogers, abarca aceptar las diferentes dimensiones que en el grupo aparecen, la aceptación del grupo tal como es, la de los miembros del grupo y la de aceptación del mismo facilitador, sus sentimientos e intuición, con lo cual se permite intervenir de manera auténtica y espontánea.

Actividades • Realiza un cuadro de las etapas por las que atraviesa un grupo según Carl Rogers. • De acuerdo a las fases del desarrollo grupal que ofrece Frew, explica las razones por las que este modelo se adecua a la fase de afiliación y porqué no conviene utilizarlo en alguna otra fase. • Realiza un documento en el que describas las condiciones nucleares del modelo de Rogers en tu experiencia grupal.

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IV. Terapia de grupo existencial 4.1 El enfoque existencial de grupo La terapia existencial puede considerarse como un enfoque o filosofía a través de la que opera el terapeuta. Como tal no constituye una escuela separada o un modelo sistemático claramente definido con técnicas terapéuticas específicas. Los terapeutas de grupo no pueden asumir que ellos mismos conocen los objetivos del grupo, más bien, depende de cada participante crear dichos objetivos. Este capítulo se centra en los temas básicos, o problemas humanos universales, de este enfoque. El enfoque existencial rechaza el punto de vista determinista de la naturaleza humana adoptado por el psicoanálisis ortodoxo y el conductismo radical. El psicoanálisis percibe la libertad como restringida por fuerzas inconscientes, impulsos irracionales y acontecimientos pasados. Los conductistas perciben la libertad como restringida por el condicionamiento sociocultural. Por el contrario, aún reconociendo algunas de estas realidades de la situación humana, los terapeutas existencialistas hacen hincapié en nuestra libertad para escoger nuestra acción a partir de nuestras circunstancias. Es un enfoque dinámico que se centra en los cuatro supuestos básicos en los que se enraíza las existencia humana: muerte, libertad, aislamiento y significado (Yalom, 1980). Se basa en el supuesto de que los humanos somos libres y por lo tanto responsables de nuestras elecciones y acciones. Somos los arquitectos de nuestras vidas y diseñamos los proyectos para ello. Una premisa existencial básica es que no somos víctimas de las circunstancias, porque en gran medida somos lo que nosotros hemos escogido ser. De este modo, una de las metas del proceso terapéutico consiste en desafiar a los clientes para que descubran alternativas y escojan entre ellas. Como ha señalado Van Deurzen Smith (1988). La terapia existencial es, en definitiva, un proceso para examinar el valor y significado de lo que podemos encontrar en la vida. La tarea básica del terapeuta consiste en animar a los clientes para que consideren los aspectos que son más serios y obtengan una dirección en la vida. El enfoque existencial asume la capacidad del individuo para adoptar decisiones bien informadas sobre su propia vida. La terapia existencial implica el examen de las opciones para crear una vida con significado. Para muchos de nosotros, el reconocimiento de las formas en que nos hemos mantenido en calidad de víctimas marca el inicio del cambio. Podemos reconocer que no debemos permanecer como víctimas pasivas de nuestras circunstancias y por lo tanto podemos llegar a ser conscientemente los autores de nuestra vida. El objetivo de un grupo existencial. El grupo existencial representa un microcosmos del mundo donde los participantes viven y funcionan. Sus miembros se reúnen con el propósito de descubrirse a sí mismos tal y como son, compartiendo sus problemas existenciales. Un grupo existencial puede ser descrito como personas comprometidas en el viaje de autoexploración, que dura tanto como la vida misma, y que persiguen tres metas:

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1. capacitar a los miembros a ser sinceros consigo mismo, 2. ampliar sus perspectivas sobre sí mismos y sobre el mundo que los rodea y 3. clarificar el objetivo del sentido de la vida presente y futura. El grupo proporciona a los miembros la motivación necesaria para escucharse y prestar atención a la experiencia subjetiva. Auto-conciencia. Cuanto mayor sea nuestra conciencia, mayores son nuestras posibilidades de elegir. Incluso aunque estemos sujetos a las fuerzas determinantes del condicionamiento sociocultural y a las limitaciones impuestas por nuestra herencia genética, somos capaces de escoger en base a nuestra conciencia y conocimiento de tales factores limitantes. ¿Cuáles son las opciones que nos permitirá reconocer un mayor grado de auto-conciencia? A continuación se presentan algunos: Podemos escoger si deseamos aumentar nuestra conciencia o si deseamos limitar nuestra visión de nosotros mismos. Podemos determinar la dirección de nuestras propias vidas o podemos permitir que otras personas o las fuerzas ambientales nos determinen. Podemos usar nuestro potencial de acción o podemos escoger no actuar. Podemos escoger establecer vínculos significativos con otras personas o podemos escoger aislarnos en nosotros mismos. Podemos buscar nuestra propia unicidad o podemos permitir que nuestra identidad se pierda en la conformidad. Podemos crear y encontrar significado en nuestras vidas o podemos llevar una existencia vacía y sin significados. Podemos adoptar ciertos riesgos y experimentar las ansiedades que conllevan las decisiones propias o podemos escoger la seguridad de la dependencia. Podemos aprovechar el presente al máximo aceptando la inevitabilidad de la muerte o podemos ocultarnos a esta realidad por la ansiedad que genera. Auto-determinación y responsabilidad personal. Otro tema existencial hace referencia a que las personas somos seres autodeterminados, libres para escoger entre diferente alternativas y por lo tanto responsables de dirigir nuestras vidas y forjar nuestros destinos. Según el punto de

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vista existencialista, las personas somos arrojadas al mundo y nuestro modo de vida y lo que llegamos a ser son el resultado de muestras propias elecciones. Los seres humanos somos responsables de las consecuencias de nuestras acciones y de cualquier error en la actuación. Los miembros de un grupo existencial son confrontados una y otra vez con el hecho de que no pueden escapar de la libertad y que ellos son los responsables de sus existencias. Aceptar esta libertad y responsabilidad genera ansiedad por el riesgo asociado a la elección de posibilidades. Otra meta del grupo existencial es ayudar a los participantes a encarar y manejar estas ansiedades. La principal tarea del terapeuta de grupo, en referencia a este aspecto de la auto-determinación, consiste en confrontar a los miembros con la realidad de su libertad y en las formas en que la están restringiendo o negando. Los participantes del grupo se presentan algunas veces como víctimas, comentan sus sentimientos de impotencia e indefensión y culpan de sus miserias a otros o las circunstancias externas. Una buena línea de trabajo hacia la auto-determinación consiste en que cada cliente llegue a ser conscientes de los roles que le han sido programados desde fuera. Cuando las personas llegan a creer que pueden dirigir su propio destino, asumen su control de sus vidas. Ansiedad existencial. Desde el punto de vista existencial, la ansiedad es una característica básica del ser humano. Así pues, no es necesariamente patológica, por el contrario, puede ser una fuerza motivacional importante a favor del crecimiento. La ansiedad se produce cuando el individuo tiene que elegir alguna posibilidad sin pautas claras y sin saber cuáles van a ser los resultados y también se produce cuando somos conscientes de que nosotros somos los últimos responsables de consecuencias de nuestras acciones. En palabras del filósofo danés Soren Kierkegard (1813-1855), la ansiedad existencial es “el vértigo de la libertad”. Implicaciones para el trabajo terapéutico. El trabajo terapéutico con la ansiedad existencial como el desmantelamiento de las defensas, casi corno la acción de pelar una cebolla. En el núcleo de la terapia, los clientes se encuentran con las condiciones que subyacen a la existencia humana y que están relacionados con la ansiedad que experimentan. Estas fuentes de ansiedad existencial deben ser encaradas y trabajadas en la terapia; implican el reconocimiento de nuestra separación y nuestra necesidad de estar con otros, de nuestra culpa por no vivir auténticamente, de nuestro vacío en el universo y la falta de sentido, del peso de la responsabilidad asociada a tener que escoger por nuestra propia cuenta y de nuestro temor a la muerte y a la no existencia. Según avanza la terapia y van “pelándose” las resistencias, los clientes reconocen, a menudo con dolor, la cantidad de energía invertida en el mantenimiento de una imagen idealizad de sí mismos que es imposible de lograr.

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Muerte y no existencia El existencialismo considera la muerte como un aspecto esencial para el hallazgo del significado y sentido, de la vida (Heidegger). La vida tiene significado precisamente porque finaliza: el presente es valioso porque es todo lo que en realidad tenemos. Nuestra naturaleza temporal nos hace sentir la urgencia para algo en nuestras vidas, para escoger entre afirmar la vida tratando de llegar a ser la persona que somos capaces de ser o permitir que la vida transcurra por nosotros y en algún momento llegar a comprobar que nunca hemos estado realmente vivos. La muerte y la vida son interdependientes: aunque la naturaleza física de la muerte nos destruye, la idea de la muerte nos salva. El reconocimiento de la muerte contribuye a la sensación de intensidad de la vida, proporciona un cambio radical en la perspectiva de la vida y puede transportamos desde un modo de vida caracterizado por las diversiones, la tranquilidad y las ansiedades insignificantes hasta un modo de vida más auténtica. Implicaciones para el trabajo grupal. La conciencia de la muerte y la ansiedad que genera tiene importantes implicaciones para el trabajo grupal. La preocupación por vivir una vida plena en vez de existir meramente, es una recurrente en muchos grupos. Normalmente abordo el tema animando a los miembros del grupo a preguntarse con honestidad cómo se sienten con respecto a la calidad de sus vidas. Después les sugiero que respondan a esta misma pregunta suponiendo que iban a morir en breve. ¿En qué se diferencian las dos respuestas? ¿Han tomado decisiones que no han llevado a término o han ignorado oportunidades al azar? Reflexionando sobre los asuntos pendientes, los participantes pueden llegar a reconocer que no están viviendo el tipo de vida que desearían y pueden ser capaces de identificar las razones de esta existencia insatisfactoria. Un grupo puede ser un buen contexto para reconocer las áreas en las que nos hemos estancado y para confrontarnos a nosotros mismos con lo que deseamos cambiar y hacer brillar otra vez. La búsqueda de sentido. La lucha por percibir la sensación de significado y propósito de la vida es una característica distintiva de los humanos. Buscando un sentido y una identidad personal se nos plantea cuestiones existenciales. ¿Qué es lo que le da sentido y finalidad a mi vida? Para los existencialistas, la vida no tiene en sí misma un significado positivo; depende de nosotros crear ese significado. Frankl concluye que la carencia de un sentido es la mayor fuente de estrés y ansiedad existencial de los tiempos modernos. Concibe la neurosis existencial como la experiencia de la carencia de un sentido. Frankl (1963) dice que existen muchas formas para hallar sentido, mediante el trabajo, el amor, el sufrimiento y la ayuda a otras personas. La función de terapeuta no consiste en advenir a los clientes cuál podría ser su sentido particular en la vida sino animarlos para que sean ellos quienes la descubran. Cree que incluso el sufrimiento puede ser una fuente de crecimiento y si disponemos del valor para experimentar nuestro sufrimiento, podemos encontrar significado en ello. En los grupos se examinan con mucha frecuencia la búsqueda del sentido de la vida y, vinculado a la misma, el desafío y abandono de los valores cuyos sentidos no son ya útiles. Muchos participantes manifiestan preocupación por el abandono de

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viejos valores sin haber encontrado nuevos más acordes que los reemplacen. Una de las tareas del proceso terapéutico consiste en confrontar a los clientes con pruebas que les permitan comprobar que se hallan viviendo con valores no cuestionados y que contribuyen a una vida significativa. Algunas cuestiones útiles que pueden ser examinadas en el contexto grupal son: ¿Te gusta la dirección de tu vida? En caso negativo, ¿Qué haces para mejorarla? ¿Cuáles son los aspectos de tu vida que más te satisfacen? ¿Qué te impide hacer lo que realmente deseas?

Actividades • Escribe sobre tus experiencias grupales en los que estén presentes los supuestos básicos existencialistas. • Revisa y escribe cómo ha influido el existencialismo en tu formación. • Analiza la manera en la que los fundamentos del existencialismo están presentes en el desarrollo de tu grupo de formación.

Este enfoque permite considerar al grupo desde una perspectiva filosófica existencial, más que un modelo de intervención, es importante para considerar la totalidad del grupo desde un enfoque base del humanismo y de la psicoterapia gestalt. Los temas que desde el existencialismo se abordan en el grupo tienen que ver con los cuatro supuestos básicos: muerte, libertad, aislamiento y significado. Es el miedo a la muerte lo que conlleva a decidir al ser humano cómo elige vivir, asumiendo la responsabilidad de nuestros pensamientos, sentimientos y acciones, así como la autodeterminación. Desde esta perspectiva es que cada miembro del grupo elige estar en el grupo, aprender de sí mismo y de los demás y tomar las decisiones que para él es necesario tomar para responsabilizarse de su propia existencia y darle así sentido a su vida. Así como para la Psicoterapia Humanista, el existencialismo en la Psicoterapia grupal se convierte en los lentes filosóficos con los cuales observemos al grupo y aprendamos de él.

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4.2 Grupos compartidos logoterapéuticos Puesto que la búsqueda del sentido es un asunto personal, se argumenta a veces que el enfoque en grupo no es apropiado. Sin embargo, los logoterapeutas han de desarrollado con éxito numerosas técnicas grupales. Cuando se trabaja con un grupo, hay que tomar diversas precauciones. La logoterapia se basa en la confianza entre el paciente y el facilitador. Esta confianza debe extenderse a todos. El encuentro en tales grupos no es agresivo, sino cuidadoso y positivo. Por eso se utiliza el término “grupos compartidos”. Cada participante comparte sin presiones la búsqueda individual del significado. Deben saber que tiene siempre el derecho de negarse a responder cualquier pregunta o participar en algún ejercicio. Pero también deben saber que su participación es bienvenida y que contribuirá al éxito del grupo. Todos deben de estar conscientes de que cualquier cosa que se diga y haga dentro del grupo, no deberá ser comentado fuera con personas ajenas. La búsqueda de sentido debe seguir siendo personal, y debe tenerse cuidado a fin de evitar presiones de los miembros en el seno del grupo. El diálogo socrático se convierte en “multílogo”. El facilitador tiene que asegurarse de que los participantes no intenten resolver problemas de los demás. El descubrimiento del significado sigue siendo la responsabilidad del individuo. Se aceptan sugestiones, pero no en la forma de consejo que provoque una reacción de “sí, pero...” Las experiencias de los miembros del grupo son más efectivas cuando se presentan en forma de ejemplos, especialmente después de que se ha percibido una logopista. Los participantes pueden decir: “Sí, yo una vez estuve en la misma situación, e hice esto o lo otro”, la decisión queda en manos del facilitador, los demás miembros simplemente lo han ayudado a descubrir alternativas. Lineamientos generales Robert Leslie y otros logoterapeutas, han establecido algunos lineamientos para la operación de los grupos compartidos. • Crear una atmósfera de apoyo mutuo en la que pueda tener lugar una comunicación en su más libre, desinhibido y personal significado. • Lograr que los participantes tengan conciencia de los recursos del espíritu humano: Autodescubrimiento, capacidad de selección, individualidad, responsabilidad y autotrascendencia. • Convencerlos de que está dentro de sus potencialidades el uso de tales recursos para encontrar rutas hacia el sentido. • Ayudarlos a descubrir en dónde están, a dónde quieren ir y cómo llegar allá paso a paso.

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• Enfocar la atención en lo que está bien en ellos, y cómo pueden aprender de algo que piensan que está mal. Responsabilidad de los miembros del grupo Cada miembro acepta responsabilidad en la vida del grupo y participa e interactúa, sin esperar que sea el facilitador quien resuelva las dificultades. La comunicación debe ser vista a un nivel más profundo que el usual en las relaciones sociales. Debe permanecer en un nivel personal. Cuando se hable de libros, películas o de las experiencias de otras personas, decir se siente uno acerca de ello. Hacer de la situación actual el foco de su atención, pero sin ignorar el pasado. No utilizarlo como una explicación o excusa por los errores del presente. Más bien aprender tanto de los errores como de los logros del pasado. El énfasis en el grupo debe ponerse en la participación personal más que en el sondeo de diagnósticos. Hay que mantenerse en el área en que uno es el mejor experto del mundo: los propios sentimientos y experiencias. Las observaciones son bienvenidas, pero deben desalentarse las agresiones. En lugar de decir: “Usted tiene una forma muy molesta de interrumpirme”, diga: “Me siento molesto cuando alguien me interrumpe”. Responsabilidades de los facilitadores Las características más importantes de los facilitadores son empatía, calidez, tacto, autenticidad y la voluntad de no hablar demasiado. Los facilitadores tienen ocho funciones principales. Estructurar. Empezar y terminar a las horas acordadas, dar apoyo a las contribuciones de cada persona, proteger a los participantes de ataques destructivos. Espejear. Hacer observaciones acerca de lo que está sucediendo, detectar incongruencias entre las palabras y las acciones, identificar patrones de comportamiento. Encauzar. Ayudar al grupo a que pase de la charla social a un diálogo más profundo; de temas impersonales y periféricos al involucramiento personal en asuntos de mayor significación. Ejemplificar. Participando activamente como un miembro más del grupo y asegurándose de que se acatan las reglas que se hayan convenido al respecto.

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Incentivar. Alentando a los participantes al cambio. “¿A dónde van a ir cuando terminen aquí?” ¿Qué van a hacer para poner en práctica su decisión? Integrar. Dando unidad a asuntos inconexos, retomando otros que quedaron pendientes. Participar. Interviniendo con oportunidad en las discusiones del grupo, alentando —y permitiendo-- a los miembros a participar, ayudando a otros integrantes del grupo. Supervisar. Asegurarse de que el grupo no se deteriora por la conducta de algunos de sus miembros. Nota: En un grupo que está trabajando satisfactoriamente, las funciones del facilitador pueden ser compartidas con los participantes y éstos ser tan importantes como el facilitador. Ejemplos: Fred, un hombre joven, difícilmente participaba en el grupo. Durante las sesiones salía varías veces del salón y regresaba después de algunos minutos. En cierta ocasión, uno de los miembros se irritó y le increpó: “Después de todo, ¿para qué viniste aquí? Nunca hablas, pero nos interrumpes constantemente con, tus salidas”. Otros integrantes también lo criticaron por su conducta, y antes de que el facilitador pudiera intervenir, tuvo lugar el siguiente diálogo: Fred: Dejé a mi pastor alemán en el coche y debo salir de tiempo en tiempo para ver si está bien. Un miembro del grupo: ¿Y nos molestas solamente por un perro? Fred: Es que está solo. Un miembro del grupo: ¿Es el más importante para ti de lo que somos nosotros? Fred: Es que quiero a mi perro. Un miembro del grupo: ¿Es el más importante para ti de lo que somos nosotros? Fred: Es que quiero a mi perro.

La forma que Fred dijo lo anterior captó la atención del grupo. Es la primera vez que había mostrado alguna emoción. En la discusión que tuvo lugar, una mujer le dijo a Fred que ella y su esposo también tenían un perro al que querían, que lamentaban tener que dejarlo en una perrera una vez que salían de viaje, porque evidentemente era infeliz allí. Ellos estaban planeando salir el próximo fin de semana -¿podría Fred cuidar de su perro?-La mujer explicó que como él amaba a los animales, seguramente le daría más atención de la que podría recibir en la perrera. Ella y su esposo le pagarían con todo gusto la misma cantidad que a la perrera. Fred se mostró asombrado por la proposición, pero después de un poco de insistencia aceptó. Durante las conversaciones que tuvieron lugar en subsecuentes reuniones del grupo, se puso en evidencia que era la primera vez en su vida que Fred había recibido el ofrecimiento de una paga por algo que disfrutaba hacer.

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Desde ese día aumentó la participación de Fred en el grupo y los demás miembros lo aceptaron ya como uno de ellos. En la última sesión se les pidió a todos que manifestaran sus impresiones con relación a los demás. Uno de los participantes le dijo a Fred: “Cuando te vi por primera vez, pensé que eras un don nadie. Ahora veo que eres una buena persona. Amas a los animales. Deseo que algún día encuentre a alguien, quizá una mujer joven, a la que aprendas a amar. Fred dio al grupo un buen número de logopistas: Se le pidió que hiciera una lista de actividades que con significado para él. No resulte ninguna sorpresa que los animales tuvieran importancia entre las que enumeró. Escogió una actividad de entre esa lista de alternativas: Ofrecerse de voluntario en un hospital de animales. Como primer paso hacia esa meta, puso un anuncio en el periódico y consiguió un empleo sin paga para hacer la limpieza en una tienda de mascotas. Regresó a la escuela, se graduó y fue contratado por la misma tienda para cuidar a los animales. Más tarde encontró un empleo en un hospital veterinario y empezó a estudiar la preparatoria, con la esperanza de convertirse algún día en veterinario. Por ese tiempo empezó a vivir con su novia. Este cambio hacia un final feliz había empezado con un molesto incidente en un grupo compartido. Un incidente embarazoso que podría ser ignorado en un evento social, en un grupo compartido puede convertirse en un paso hacia una verdadera comprensión. Robert Leslie narra que, en una ocasión, en un grupo una joven mujer llegó tarde y se disculpó diciendo que se había sentido mal porque estaba embarazada. “Lo que es peor, yo no quería quedar embarazada mientras mi esposo estuviera todavía en la escuela”. Otra mujer del grupo explotó: “¿Qué pasa contigo? ¿Cómo puedes ser tan estúpida? ¿Qué no has oído nada acerca del control natal?” Siguió un silencio embarazoso. En una reunión social, alguien hubiera cambiado de inmediato de tema. Pero este no era un grupo social, sino compartido. El facilitador pregunta al grupo: ¿Cómo se sintieron cuando Sue (la atacante) le habló a Polly (la esposa embarazada) en la forma en que lo hizo?”. Varios del grupo expresaron a Sue su molestia por la forma hiriente de su ataque. El facilitador dejó correr la discusión por un tiempo y luego preguntó: Ahora, ¿cómo creen que se siente Sue?”. Sue habló diciendo al grupo cómo se sentía. “Yo por varios años he deseado embarazarme, pero por alguna razón no lo había logrado”. Súbitamente el ambiente en el grupo cambió. En lugar de estar hablando de un ataque colérico, se percataron de que habían estado escuchando la angustia por el sufrimiento de una joven mujer -expresada en forma inadecuada y pobremente comunicada, pero real a pesar de todo—. Los participantes aprendieron bastante de un incidente muy simple.

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En un grupo, la confianza compartida y actitudes positivas deben cultivarse desde el principio. Los participantes se sientan en círculo, en sillas o cojines confortables. Probablemente estén un poco nerviosos, y un facilitador relajado pone el ejemplo. Un poco de buen humor también ayuda. Se pide a los participantes que digan algo acerca de ellos mismos, de lo que esperan lograr de su experiencia en el grupo, y de algo positivo en su vida actual. El facilitador participa en este ejercicio introductorio y en las actividades del grupo. Estos momentos introductorios pueden ser dramatizados y avivados si parece apropiado. El facilitador y los participantes pueden formar un círculo, mientras todos están de pie en silencio. El primero, sosteniendo una bola de estambre, se presenta diciendo alguna cosa positiva, y luego -tomando un extremo del hilo- lanza la bola a otro través del círculo. La persona que recibe la bola repite lo que el facilitador acaba de decir: “Usted es Fred Jones, profesor de secundaria, y está feliz porque acaba de convertirse en padre”. Enseguida se presenta a sí mismo, menciona algo positivo propio, y manteniendo el hilo en sus manos lanza la bola a otro integrante del círculo. Este patrón se repite una y otra vez hasta que han participado todos. La bola se achica a medida que se forma una red de estambre que une a los participantes Cada persona repite lo que ha dicho la anterior. Este “juego” demuestra su interdependencia y los motiva a escuchar con atención lo que los otros están diciendo. Luego, la secuencia se revierte. El último que recibió la bola la lanza regresándola a quien se la envió, procurando recordar lo que esa persona dijo. Nuevamente cada participante del círculo repite dicha secuencia. La red desaparece y la bola vuelve a crecer, todos han aprendido algo acerca de los demás y cada uno está relajado y divertido. Si los participantes parecen estar nerviosos, tímidos y dicen poco o nada (tienen derecho a hacerlo) durante la sesión introductoria, la primera sesión formal puede principiar de manera diferente. A cada quien se le puede pedir que seleccione a un compañero (de entre los extraños no de sus amistades) y se pide a las parejas resultantes que conversen entre sí por unos minutos. Los primeros diez minutos A escucha a B, y los siguientes, B escucha a A. Después todos se reúnen en un círculo y dicen lo que han escuchado en el dúo. A dice lo que B platicó y a B se le pide que indique si hay que corregir o añadir algo. Entonces se le dice a B que haga lo mismo. Esto proporciona al grupo información que probablemente no habría obtenido si todos los participantes se hubieran hablado directamente. Lo anterior también sirve como ejercicio para escuchar, lo cual es importante en los grupos. Durante la primera sesión los integrantes no pasan más allá de la superficie, pero se ha iniciado el proceso de comunicación.

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El proceso del grupo Las ideas que constituyen la base del enfoque logoterapéutico no deben presentarse al grupo en forma de conferencias. Más bien deben suministrarse gradualmente, mediante pequeñas ayudas, cuando ello parezca apropiado. La información básica puede provenir de libros que leerán los participantes. Todas las ideas, ejercicios, juegos y técnicas que se han discutido en este libro, podrían adaptarse al proceso del grupo. Preparación de listas La gente en los grupos puede lograr el autodistanciamiento. Conforme los comparten una experiencia con lo demás, se ven a sí mismos a través de los ojos de los otros. Un ejercicio introductorio que puede facilitar este proceso, es la elaboración, de una lista. Se pide a los participantes que hagan una lista con las cosas que les gustan y disgustan de ellos mismos. El autodescubrimiento que resulta de esto se acentúa con los comentarios de los demás miembros del grupo. Aún las personas que permanecen en silencio durante las discusiones, probablemente tengan una visión “Aja” dentro de ellos mismos. “Aja, así es como me siento también yo”, dirán expresando un sorprendente autodescubrimiento en respuesta a los señalamientos de algún otro miembro del grupo. La discusión abierta de las listas de cada uno, amplía las alternativas. Una persona puede decir: “Esa es una posibilidad en la que no habla yo pensado”, en reacción a la lista de alguien. Otra más puede decir: “¡Hey! No soy el único que acostumbra posponer las cosas”, divertido de la frecuencia con que “aplazar las cosas” aparece en las listas de “lo que no me gusta”. Compartir lo que gusta y disgusta, puede resultar reconfortante. El facilitador debe estar al pendiente de que el “multílogo” no devenga en un sólo compartir la desesperación. Ello no significa que se ignoren los problemas, más bien hay que dirigir la atención a las posibles soluciones. El buen humor siempre ayuda. Una mujer, después de oír una larga lista de cosas que disgustaban a otro miembro del grupo acerca de él mismo, citó a un escritor austriaco de comedias: “Ninguno es un ser completamente sin valor. Uno puede siempre servir, al menos como un ejemplo patético”. El facilitador procura que todos los participantes se involucren. Esto requiere sensibilidad. ¿Una persona está callada porque es tímida y necesita ser estimulada, o es mejor dejarla sola? También debe ejercitar un juicio muy cuidadoso. Un miembro del grupo habla demasiado. ¿Requiere ser desalentado para que no domine la discusión, o tiene un problema muy intenso y necesita ser escuchado? Hicieron ver: “Es gracioso que use usted el mismo color naranja para representar su divorcio, que dijo era la peor cosa que le había sucedido y para

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mostrar el encuentro con su congregación religiosa, que aseguró era lo mejor que le había pasado. ¿Qué tienen en común?”. Después de un momento de reflexión, el hombre replicó: “Creo que ambos me hicieron crecer”. La técnica “actuar como si” (ver Apéndice B), también puede ofrecer dimensiones adicionales mediante la retroalimentación. En la seguridad de un grupo integrado por personas confiables, una joven sin atractivo puede sentirse una mujer sensual, comportarse como tal y escuchar las reacciones y crítica constructiva de los demás miembros. La retroalimentación puede utilizarse de diversas maneras. En un grupo, un hombre creía que nunca tenía algo que decir que fuera digno de ser escuchado. Se le pidió que tomara asiento en el centro del círculo y que demandara atención para cada palabra que dijera, y a una mujer se le había hecho creer que una autoalabanza era arrogante y poco cortés. Le pidieron que se sentara en el centro del círculo y que enumerara en voz alta todos sus atributos, mientras que otros miembros agregaban algunos hechos positivos que creían estaban ocultos en ella: Un “relator” escribió notas de todas las cualidades que se habían mencionado. La mujer se lleva la lista a su casa para pensar en ellas. El sentido a través de los libros Robert Leslie y otros logoterapeutas, utilizan libros en los grupos como indicadores hacia el sentido. Se usa la lectura no para discusiones intelectuales, sino como trampolín para profundizaciones personales. La historia de Job puede conducir a exploraciones personales. “¿Cómo puedo afrontar un sufrimiento inmediato?” La historia de José y sus hermanos, evoca la consideración de problemas con ellos. La de Adán y Eva, puede llevamos a reflexionar acerca del significado de decir “no” a una autoridad, incluyendo a Dios, y lo que ocasiona enfrentar las consecuencias. Leslie, en su libro Jesús como consejero, explora siete historias tomadas de Las Escrituras, que pueden servir de base para discusiones en grupo. Entre ellas incluye la historia de Zacarías, Lucas 19.1-10 (movilizando el poder desafiante), la parábola del rico y el joven soberano, Marcos, 10.17.22 (encontrando una tarea personal en la vida) y la leyenda del joven paralítico, Marcos 2.2.12 (solución de un conflicto de valores). El mismo Leslie utiliza también la literatura moderna para discutir cuestiones personales: Our Town, de Thornton Wilder, para explorar relaciones personales; The Color Purple, de Alice Walker, para validar el hallazgo del sentido en circunstancias imposibles, elevándose por encima de ellas; All My Sons y Death of a Salesman de Ariliur Miller, para meditar sobre las relaciones padre-hijo de uno mismo; East of Eden de John Steinbeck, para hacer que los participantes de un grupo piensen en cómo fue que tomó una decisión alternativa desafortunada, después de que ya era irreversible.

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Grupos de derreflexión La doctora Lukas “gradúa” a pacientes de asesorías individuales, mediante su participación en grupos de derreflexión. Cuando éstos regresan a las tensiones de la vida diaria, requieren fortalecer la visualización positiva que cada uno logró en las sesiones de asesoría. Los grupos de derreflexión tienen una regla que los diferencia de otros que son compartidos, en donde el énfasis está puesto en los problemas. En los grupos de derreflexión solamente pueden discutirse los aspectos positivos de la vida de cada persona. Si un participante insiste en lo negativo, todos reiteran que eso constituye una violación a la regla básica del grupo. Si la persona negativa tiene un problema que requiere mayor análisis, el facilitador hará arreglos para sostener una reunión privada. La mayor parte de las personas pone más atención a problemas mínimos que a las experiencias placenteras. Esperan dificultades y las hacen notar. En los grupos de derreflexión la atención se dirige hacia acontecimientos positivos, aun a los triviales -alguien le sonrió, escuchó el canto de un ave, contemple una bella figura en una nube-. Se pide a cada participante que lleve un diario de sus experiencias y encuentros placenteros, y lea sus anotaciones todas las noches antes de irse a la cama. En el grupo, se pide a cada uno que relate tres incidentes positivos que haya experimentado u observado desde la última sesión. Lo positivo se convierte en el centro de atención. Un grupo de derrefiexión también utiliza asociaciones positivas (de significación). Después de un breve ejercicio de relajamiento, se pide a los participantes que se sienten con los ojos cerrados. El facilitador menciona, a intervalos, palabras o frases como “noche”, “verano”, o “jugando con niños”. Se les indica que asocien en silencio tales palabras con cualquier cosa que venga a su mente. Luego, esas asociaciones son discutidas en el seno del grupo. Lukas ha encontrado que lo que un participante puede considerar positivo y con sentido, puede no serlo, a primera vista, para un observador objetivo. Cita como ejemplo, la respuesta de una mujer a la frase “el verano pasado”. Ella había realizado un viaje placentero a Grecia durante esa temporada, pero cuando se le mencionó “el verano pasado”, pensó más bien en un gato muerto. Como explicación contó al grupo la siguiente historia. Durante el verano pasado, había sostenido una discusión por teléfono con su pareja. Después de eso, decidió ir a casa de él para “decide todo sin rodeos”. Cuando iba en camino vio un gato muerto en la calle. Eso la hizo pensar acerca de lo corta que es la vida, y se dio cuenta de que no quería desperdiciar esos momentos preciosos discutiendo sobre trivialidades. Cuando llegó a la casa de su pareja, iba de un talante diferente del que tenía cuando había salido. En lugar de pelear nuevamente y separarse, se reconciliaron y volvieron a la normalidad. Este era el episodio que vino primero a su mente cuando pensó en “el verano pasado”.

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Grupos de meditación Estos grupos son utilizados también por Lukas a modo de “graduación” de una terapia individual, y tiene aplicaciones generales. Un grupo de meditación usa historias y parábolas que estimulan las discusiones meditativas. Pueden provenir de literatura logoterapéutica, de las Escrituras, de leyendas o de la mitología. Frankl usa muchas metáforas y símiles que conducen por sí mismas a esos ejercicios meditativos. (Algunos se mencionan en este libro). • El calendario de pared del cual desprende una hoja cada día, se describió en el capítulo siete. Usted puede observar con tristeza que van quedando menos y menos hojas, y días. O puede notar con alegría que la cada vez mayor pila de hojas desprendidas, representa acontecimientos que ha experimentado y que ya nadie le puede quitar. • El infante que siente dolor cuando le aplican una inyección, no tiene manera de saber que ello le protegerá de alguna enfermedad. • Las singulares cualidades de un aeroplano se revelan solamente cuando el aparato ha despegado -exactamente en la forma en que las cualidades específicamente humanas de un individuo, se hacen más evidentes después de que “ha despegado” hacia su espíritu. • La Biblia está llena de historias que conducen por sí mismas a discusiones meditativas -desde la lucha de Jacob con el ángel hasta la parábola del Hijo Pródigo. • La literatura secular abunda en historias adecuadas para este fin, desde la búsqueda del sentido por parte de Fausto, hasta la búsqueda de justicia por parte de Hamlet y la búsqueda del amor, de Don Quijote. • Aún las leyendas y los relatos de la mitología, de “El Patito Feo” hasta “Sísifo”, pueden servir de base para discusión en el seno de los grupos de meditación. Ejercicios finales Todos los grupos compartidos terminan con una nota positiva y de esperanza, de modo que los participantes regresen fortalecidos a sus vidas normales, y continúen pensando acerca de la búsqueda del sentido. La auto-confianza se habrá vigorizado. En la última sesión del grupo, los miembros pueden participar en un ejercicio que enfatice los aspectos positivos de la experiencia compartida en la búsqueda de sentido. En un ejercicio, el grupo se sienta en círculo y cada uno de los miembros dice algo acerca de alguien más. Después de tantas sesiones juntos, es ocioso reiterar

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que los comentarios deben ser conciliadores. Puede ser útil alguna crítica si es dicha en tal forma que quede claramente establecido que tiene como intención ser constructiva. En otro ejercicio, se da a cada participante tantas hojitas de papel como miembros tiene el grupo. Se pide a cada persona que escriba algo positivo de cada uno de los demás. Se doblan las hojas con el nombre de la persona a la que se refiere el comentario por la parte de afuera. El facilitador recolecta las hojas y las distribuye a las personas a las que van dirigidas. Cada miembro del grupo recibe una colección de cosas positivas escritas, para ser guardadas. Cuando finaliza la última sesión, todos se ponen de pie en círculo, los brazos alrededor de los hombros de los otros, y tienen la última oportunidad como grupo, de expresar sus sentimientos -acerca de lo que aprendieron, y de lo que se llevan a casa con ellos. Cuando un grupo compartido ha sido bien manejado, se fincan amistades que casi siempre continúan después de que el trabajo en grupo ha llegado a su fin.

Este enfoque nos recuerda la importancia que tiene la confianza en los grupos, el propio término se refiere a que cada miembro comparta al grupo la búsqueda individual del significado a su propia vida. Además nos recuerda la importancia que en los grupos terapéuticos existe con el respeto a cada miembro, su ritmo y su búsqueda ya que resulta muy personal y para ello se requiere crear un ambiente en el grupo que permita la individuación y su sentido personal. Nos ofrece también una serie de lineamientos generales que desde la logoterapia se pueden seguir para acompañar a los grupos en su búsqueda de sentido; por otro lado propone ciertas característica que a los facilitadores de grupo le facilitan la operación desde este enfoque. Finalmente este enfoque aporta la perspectiva de ver las situaciones de la vida desde un sentido positivo y de esta manera poderle encontrar lo placentero a la vida.

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Actividades • Realiza un breve resumen de tres experiencias en tu grupo en el que hayas encontrado aspectos relevantes del enfoque de grupos compartidos. • Realiza un cuadro en el que encuentres coincidencias de este enfoque con el enfoque gestalt en el trabajo terapéutico grupal. • Diseña un ejercicio en el que apliques algunos de los lineamientos de los grupos compartidos.

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V. Rol del terapeuta de grupo 5.1 Características del terapeuta en el grupo DESTREZA

DESCRIPCIÓN

METAS Y RESULTADOS DESEADOS

Escucha activa

Prestar atención a los aspectos verbales y no verbales de la comunicación sin juzgar ni evaluar

Potenciar la confianza, la autoapertura y la exploración del cliente.

Parafraseo

Parafrasear lo que ha dicho un participante para clarificar su significado

Determinar si el terapeuta ha entendido correctamente la afirmación del cliente, proporcionar apoyo y clarificación.

Clarificación

Captar la esencia de un mensaje a nivel de sentimientos y de pensamientos, simplificar las afirmaciones del cliente centrándose en el núcleo del mensaje

Ayudar a los clientes a diferenciar los sentimientos conflictivos y confusos de los pensamientos, comprender el mensaje

Síntesis

Agrupar los elementos importantes de una interacción o sesión.

Evitar la fragmentación y dar dirección a la sesión, proporcionar continuidad y significado

Preguntas

Formular preguntas abiertas que conduzcan a la auto- exploración del “que” y “como” de la conducta

Evitar posteriores comentarios, obtener información, estimular el pensamiento, favorecer la claridad y centrar la atención, proporcionar pautas de autoexploración

Interpretación

Ofrecer posibles explicaciones sobre ciertos pensamientos, sentimientos y conductas

Animar hacia una autoexploración más profunda, proporcionar una nueva perspectiva para considerar y entender la propia conducta

Confrontación

Retar a los miembros a observar las discrepancias existentes entre sus palabras y acciones o entre sus mensajes verbales y

Favorecer la autoexploración honesta, promover el uso completo de las potencialidades, ser consciente

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corporales, mostrar las información o los mensajes conflictivos

de las propias contradicciones.

Reflejo de sentimiento

Proporcionar ánimo y refuerzo

Crear una atmósfera que motive a los miembros a continuar las conductas deseadas, proporcionar ayuda cuando los clientes se enfrentan a problemas difíciles, crear confianza

Empatía

Identificar con los clientes asumiendo sus marcos de referencia

Potenciar la confianza en la relación terapéutica, comunicar la comprensión, animar a profundizar la auto-exploración

Facilitación

Abrir una comunicación clara y directa en el grupo, ayudar a los miembros a asumir más responsabilidad en la dirección del grupo

Promover la comunicación afectiva entre los miembros, ayudar a los miembros a alcanzar sus propias metas en el grupo

Iniciación

Promover la participación e introducción de nuevas direcciones en el grupo

Prevenir que el grupo ande a la deriva, ayudar a los miembros a seleccionar y clarificar sus metas

Definición de metas

Planificar metas específicas para el proceso grupal y ayudar a los participantes a definir metas concretas y significativas

Dar dirección a las actividades del grupo. Ayudar a los miembros a seleccionar y clarificar sus objetivos

Evaluación

Evaluar el proceso grupal continuo y la dinámica individual y grupal

Promover una mayor autoconciencia y comprensión de los movimientos y dirección del grupo

Feedback

Expresar reacciones concretas y Ofrecer una perspectiva externa honestas basadas en la de cómo es percibida una observación de la conducta de los persona por los demás, miembros aumentar la auto- conciencia del cliente

Sugerencia

Ofrecer consejo e información, dirección e ideas para una nueva conducta

Ayudar a los miembros a elaborar cursos de acción o pensamientos alternos

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Protección

Salvaguardar a los miembros de riesgos psicológicos innecesarios en el grupo

Prevenir a los miembros de los posibles riesgos de la posibilidad de la participación grupal, reducir estos riesgos

Apertura propia

Revelar las reacciones propias ante acontecimientos acaecidos en el grupo en ese mismo instante

Facilitar niveles más profundos de interacción grupal, crear confianza, modelar formas de revelar aspectos propios

Modelado

Demostrar conductas deseadas a través de la acción

Proporcionar ejemplo de conductas deseable, inspirar a los miembros a desarrollar todo su potencial

Vinculación

Conectar el trabajo que ejecutan los miembros con los temas comunes del grupo

Promover las interacciones miembro-a-miembro, favorecer el desarrollo de la cohesión

Bloqueo

Intervenir para parar la conducta contraproducente del grupo

Proteger a los miembros, fomentar la fluidez del proceso grupal

Finalización

Proponer al grupo a cerrar una sesión o a finalizar su existencia

Ayudar a los miembros a asimilar, integrar y aplicar el aprendizaje a las situaciones cotidianas

Cuadro 8. Destrezas del terapeuta de grupos

Al coordinador o líder del grupo El propósito de estos experimentos es ayudar a la gente a redescubrir su capacidad de darse cuenta de lo que realmente están vivenciando, cualquiera que sea esa vivencia. A veces, la gente describirá experiencias agradables, bienestar, alegría, amor, etc., y a veces, experiencias relativamente desagradables: cólera, confusión, pena, etc. Cualquiera sea la experiencia que una persona descubra, su experiencia debe ser respetada. Hay muchas maneras en que la experiencia de una persona puede no ser respetada. He aquí algunas de las maneras más comunes: juzgando, ayudando, señalando deberes y obligaciones y explicando. Juzgando. Algunas de las experiencias, e imágenes que las personas vivenciarán parecerán extrañas, poco familiares y hasta estrafalarias para algunos. Cualquier juicio, desprecio, burla, etc., es una condena de la experiencia y no alentará a la gente para que se explore en profundidad. El coordinador debe ser lo

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suficientemente abierto para aceptar y reconocer la experiencia de una persona, por más extraña que parezca. El coordinador debe también ser capaz de frenar el juicio de otros, sea verbal o no verbal. Si alguien juzga la experiencia de otro, hay dos cosas que usted puede hacer. Primero puede señalar que esa persona está juzgando y que eso es una actividad de la “mente” o la fantasía, y no del darse cuenta. En segundo lugar, usted puede explorar la experiencia, de la persona que juzga. Puede que él experimente miedo, confusión, aversión, etc., y esa es su experiencia válida. “Me siento incómodo” es una experiencia, mientras que “Usted está loco” es un juicio. Al juzgar, yo lo culpo y lo condeno a usted por mi experiencia. Ayudando. Una de las maneras más comunes (y también más aceptadas) de no respetar a una persona -la experiencia de una persona- es correr en su ayuda cuando se siente “mal” o incómoda. Ser “servicial” con actitudes protectoras, bromas, etc., impide a la persona vivenciar plenamente su tristeza, cólera, soledad, etc., y sólo experimentándolas plenamente puede aceptarlas, asimilarlas en la experiencia total de su vida y desarrollarse como ser humano más completo e integrado. Casi siempre el “ayudador” se ayuda realmente a él mismo ayudando a otros. Apresurándose con sus primeros auxilios, detiene la expresión de sentimientos que son dolorosos para él. Además se convence y convence a los otros de que es capaz de ayudar a otros y no necesita la ayuda de nadie. Casi todo “ayudador” tiene fuertes sentimientos de desamparo que se atenúan temporalmente cuando ayuda a alguien. Esto es válido para una gran cantidad de gente que ejerce profesiones de “ayuda”: maestros, sicológicos y, especialmente, trabajadores sociales. Si usted tiene este síntoma, tendrá que explorarlo y aceptar sus propios sentimientos de desamparo antes de que realmente pueda ayudar a otros. Intente un diálogo imaginario con alguien a quien ayuda, y desempeñe ambos papeles para descubrir cómo se ayuda a usted mismo ayudando a otros. Deberes y obligaciones. Si usted de alguna manera dice o sugiere que una persona “debería” tener una experiencia particular, esta imagen oscurecerá la experiencia. Si usted trata de contrarrestar las “obligaciones” artificiales de la sociedad con nuevas “obligaciones” propias, todo lo que hace es crear una capa adicional de artificialidad y falsedad. Entonces el individuo tendrá dos “obligaciones” con las cuales enfrentarse y que lo alejan aún más de su propia experiencia y tornan su vida más obligada. Por ejemplo, yo he visto coordinadores de grupo que decían o daban a entender que las personas debían disfrutar las experiencias que se daban en el contacto físico. Tocar es una importante necesidad humana y mucha gente disfruta estos experimentos y descubre cuán importante es el contacto para ellos. Otras personas sienten disgusto o pasan sinsabores al hacer los mismos experimentos, y esa es su experiencia válida. No hay respuesta “adecuada” o “correcta” para ninguno de estos experimentos. Sólo hay una “obligación” en este libro y especialmente en esta

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sección y es que usted debe contactar su propia experiencia, cualquiera que ésta, sea: que usted sea lo que realmente es en el momento. Si usted está vivenciando algo, vivéncielo; si está evitando algo, dese cuenta que lo está evitando; si está mintiendo, dese cuenta de que está mintiendo; si está imaginando, dese cuenta que está ocupado con una fantasía. Cualquiera sea su experiencia, tiene que comenzar en el punto donde se encuentra y comenzar su viaje de auto descubrimiento desde allí. Hay una vieja historia que ilustra la sutileza de comenzar por cualquier otro lugar: Un hombre se pierde en los tortuosos caminos rurales de Vermont y, por último, se detiene junto a un campo para preguntarle a un granjero: “¿Cómo puedo llegar Nueva York?” El granjero masca pensativamente una brizna de pasto por un rato y luego dice: “Señor, si yo fuera usted, no empezaría desde aquí”. No importa cuán confundido y perdido me encuentre, tengo que empezar desde aquí, con mi experiencia de estar perdido y confundido. Puede que sea un pobre lugar para comenzar, pero no hay alternativa: es el único para hacerlo. Explicando. Averiguar las causas y razones, interpretar, explicar, etc., son modos muy aceptados y recurridos de “comprender” su experiencia. De hecho, esos son realmente todos los modos de evitar su experiencia lo cual puede explicar su popularidad. Explicar, interpretar, justificar, etc., son todas actividades de la fantasía, hablar de la experiencia y no expresiones de esa experiencia. Tan pronto como usted comienza a explicar su experiencia, empieza a perder contacto con la experiencia en sí, y se pierde en una jungla de por qués, porqués, síes condicionales y peros. Si quiere perderse en esa selva es su responsabilidad pero no arrastre a otros hacia su pantano, interpretando y explicando lo que a ellos les sucede. Sus interpretaciones son sus propias proyecciones, sean “correctas” o no. Y aun siendo “correctas” son irrelevantes para la propia vivencia de la persona y sólo, pueden reducir el darse cuenta de la misma. Este es el mayor defecto de casi todos los grupos terapéuticos. Una enorme cantidad de tiempo se invierte en toda clase de interpretaciones, opiniones, juegos de inculpación, juegos conjeturales; etc. Frecuentemente, todo encuentro o alerta genuino se ahoga y se pierde en estas interpretaciones. Para ayudar a una persona a tomar mayor contacto con su propio vivenciar, busque los detalles de tal vivencia no las “razones”. “¿Cómo siente?” “¿Qué está experienciando?” “¿Qué le está pasando ahora?” “¿Qué siente físicamente?”. Son todas preguntas útiles que pueden ayudar a una persona a tomar mayor contacto con los de talles específicos de lo que está experimentando. Todo el enfoque presentado en este libro es la valorización de vivenciar y darse cuenta de lo que es. Como líder del grupo usted no puede tomar la responsabilidad del grupo ni de ninguno de sus integrantes, pero puede hacer lo posible por mantener la atención de la gente dirigida sobre el darse cuenta. Trate de eliminar cualquier cosa que interfiera eso. Mejor será si usted tiene experiencia en trabajar con gente y reacciona sensiblemente a lo que sucede en ellos y entre ellos,

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a fin de que los experimentos empleados por usted sean más fructíferos. Si en un grupo todos se sienten relativamente bien con cada uno de los demás, un experimento que comprenda la expresión física y contacto de los sentimientos puede ayudar a la gente a franquearse aún más. Pero si el grupo está muy nervioso, defensivo o antagónico, usted tiene que aceptarlo y trabajar por clarificar y hacer explícito lo que está sucediendo en tal momento. Proceso grupal (Celedonio Castanedo) •

Enfocar el proceso grupal sin quedarse mucho tiempo en el trabajo individual.



Implicar a otros miembros del grupo cuando se realiza un trabajo individual; esto se hace por ejemplo utilizando técnicas de role-play.



Enfatizar el tema del grupo versus el tema individual.



Movilizar la energía del grupo alrededor del problema de los miembros del grupo.



Promover la expresión verbal de los miembros del grupo en lo que se refiere a lo que han descubierto o aprendido.



Hacer un buen trabajo con dos díadas del grupo.



Trabajar con los mensajes no-verbales emitidos en el grupo.



Ciclo de la experiencia en el grupo



Quedarse en el presente.



Poner atención a los estadios de desarrollo del grupo según el ciclo.



Relacionar los acontecimientos por los que atraviesa el grupo con los estadios de desarrollo del grupo.



Detectar dónde se sitúa la energía del grupo.



Ser capaz de detectar y desarrollar el tema del grupo antes de iniciar un experimento.



Habilidad para crear un experimento de grupo; preparación, dosis, tiempo.



Empleo del tiempo



Trabajar con pequeños segmentos de tiempo que sean manejables.



Darse cuenta de la cantidad de tiempo disponible cuando se abre una nueva Gestalt (que siempre tenga tiempo para cerrarla).



Conocer cuándo hay que hacer una intervención y cuándo es mejor dejar que «el río fluya por sí solo».



Conocer cuándo es necesario omitir una parte de lo que pasa, o quedarse más tiempo en una interacción.



Conocer dónde, cuándo y cómo situar una parte del trabajo en una intervención.

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Características personales



Habilidad para diferenciar entre los datos fenomenológicos y la interpretación.



Capacidad para servirse de polaridades, paradojas, metáforas.



Capacidad para emitir frases cortas y sencillas.



Enseñar cómo se da y se recibe soporte.



Capacidad para trabajar con los conflictos que emergen en el grupo.



Capacidad para utilizar el sentido del humor.



Capacidad para utilizar cualquier oportunidad que sirva para enseñar.



Capacidad filosófica, es decir, poder relacionar un tema específico con un tema más general o universal.



Habilidad para reaccionar a la hostilidad sin ponerse a la defensiva.

Rol y funciones del terapeuta del grupo Rogers (1986) escribe que el rol del terapeuta consiste en acompañar a sus clientes es sus viajes hacia el auto-exploración y auto-realización y muestra menos interés por el dominio de destreza, técnicas o estrategias de liderazgo (Bozarth & Brodley, 1986). Rogers intentó siempre ser una persona para los miembros de sus grupos en vez de asumir un rol directivo. En su trabajo como facilitador de grupo, funcionaba como guía de viaje. Rogers (1970) subraya las siguientes características de los facilitadores de grupos: Confían plenamente en el proceso grupal y creen que el grupo puede progresar sin su intervención directiva. Escuchan atenta y sensiblemente a cada miembro. Hacen todo lo posible para contribuir a la creación de un clima que sea psicológicamente seguro para los miembros. Tratan de comprender empáticamente y aceptar a los individuos y al grupo; no presiona al grupo hacia un nivel más profundo. Operan en términos de su propia experiencia y sentimientos, lo que significa que expresan sus reacciones presentes. Ofrecen a los miembros feedback y, si procede, confrontan a los individuos en aspectos específicos de su conducta; evitan los juicios y, en su lugar, comentan el modo en que les afecta la conducta de los otros. Rogers mantiene que ciertas funciones y procedimientos son contraproducentes: 1. manipular al grupo hacia un objetivo en particular no explicito; 2. usar ejercicios destinados a provocar ciertas emociones;

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3. motivar y organizar actuaciones dramáticas de los miembros; 4. permitir a los miembros que se ataquen entre sí o insistir continuamente en que expresen hostilidad; 5. presionar a los miembros para que participen en los ejercicios grupales; 6. interpretar continuamente los motivos y las conductas de los otros; 7. hacer comentarios frecuentes sobre el proceso grupal y 8. ocultarse tras el rol del “terapeuta experto’ manteniéndose emocionalmente distante y anónimo. Aunque apoya que los facilitadores participen en el grupo expresando sus reacciones y problemas, previene de los peligros derivados de aquellos facilitadores con graves problemas que usan el grupo para resolver sus propios problemas. Rogers (1970) desaprueba el uso de técnicas para mantener el grupo en marcha y los comentarios interpretativos del facilitador. Tales comentarios, cree Rogers, no son aptos para la auto-consciencia del grupo y retardan el proceso. Así pues, cree que si deben existir observaciones del proceso grupal, deberían proceder de los miembros, un punto de vista consecuente con su filosofía de responsabilizar a los miembros de la dirección del grupo. El término facilitador refleja la importancia de las interacciones entre los miembros del grupo. El rol del facilitador es crear un clima bajo el cual la tendencia actualizarte se verá realizada. El enfoque de grupo centrado en la persona motiva a los miembros a examinar las incongruencias entre sus ideas, sus conductas, los impulsos de sus sentimientos internos y experiencias entre sus ideas de su conducta, los impulsos de sus sentimientos internos y la experiencia subjetiva. En la medida que los miembros son más conscientes de estas incongruencias internas, se amplía la visión que tienen de sí mismos. El enfoque centrado en la persona asume que los miembros necesitan un entorno grupal y tiempo para expresar lo que ordinariamente temen expresar. Dada la naturaleza no estructurada del enfoque y que el facilitador no actúa como el terapeuta tradicional, los miembros del grupo, que están acostumbrados a seguir los mandatos de autoridades, deberán confiar en sí mismos para establecer una meta y dirección. El facilitador que no actúa como experto, ni va a salvar a los miembros, ayuda a estos a empezar a escucharse a sí mismos y a los otros. Se les motiva para que se esfuercen y expresen y de este esfuerzo extraerán la base para aprender a confiar en sí mismos. En resumen, para ayudar a delinear las diferencias entre el enfoque centrado en la persona y otros modelos terapéuticos, incluyo algunos procedimientos terapéuticos que normalmente se excluyen de repertorio del facilitador: Dar consejos.

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Catalizadores y técnicas para iniciar la acción. Diagnóstico y evaluación. Estructura e intervención directiva. Tareas que los miembros realizaran fuera de la sesión. El enfoque centrado en la persona subraya la importancia de ciertas destrezas como parte necesaria del estilo del facilitador:  Escuchar de forma activa y sensible.  Reflejar.  Clarificar.  Sintetizar.  Compartir experiencias personales.  Relacionar entre sí a los miembros de grupo.  Moverse al ritmo del grupo en vez de intentar dirigirlo.  Afirmar la capacidad de auto-determinación del cliente. Para ser justos, deben mencionarse que los últimos desarrollos del enfoque centrado en la persona permiten al terapeuta compartir sus reacciones, confrontar a los clientes con cautela y ser activos en el proceso terapéutico (Lietaer, 1984). Los facilitadores efectivos del enfoque centrado en la persona no se hallan restringidos por reglas rígidas y en algunas ocasiones hacen muchas de las cosas que he incluido en el listado de los procedimientos excluidos del repertorio del facilitador.

5.2 ¿Puedo actuar como facilitador de un grupo? Cuando terminé el capítulo que se refería al proceso de los grupos de encuentro, pensé que el siguiente paso lógico era escribir a cerca de “la facilitación de grupos de encuentro”. Pero simplemente no conseguía que cristalizar en mí, y demoré más de un año para ello. Pensaba de continuo de los muy diversos estilos de coordinadores que he conocido y con quienes he compartido el liderazgo de grupos. Un capítulo de esta índole a causa de su brevedad, tendría que estar tan homogeneizado que, hasta cierto punto, todas sus verdades serían también falsedades.

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Reduje entonces mis aspiraciones y pensé que escribir sobre “mi manera de facilitar un grupo”, esperando que con ello estimularía a otros para que hicieran los mismo. Pero luego de una charla mantenida con varios facilitadores, muchos de los cuales pertenecen a nuestro cuerpo de especialistas- charla que enriqueció en todos sus aspectos la presente exposición, este tema quedó así mismo descartado. Advertí que aún conservaba el tono de trabajo de un experto en la materia, que no es mi interés acentuar. Creo que el presente título capta mi verdadero propósito. Deseo escribir con toda franqueza acerca de mis esfuerzos como facilitador en un grupo, y expresar en la medida de lo posible mis virtudes, defectos y vacilaciones al intentar desempeñar con eficacia el honesto arte de las relaciones interpersonales. Trasfondo filosófico y actitudes previas Uno no entra en un grupo como una tabla rasa. Por lo tanto, quisiera enunciar algunas de las actitudes y convicciones que me son inherentes. Cuando existe un razonable clima de facilitación, confío en que el grupo desarrollará su propio potencial y el de sus miembros. Para mí, esta capacidad del grupo constituye un motivo de reverente respeto. Quizá como corolario de esto he ido promoviendo en forma gradual una gran confianza en el proceso grupal. Es indudable que esta confianza es similar a la que llegué a depositar en el proceso de terapia individual facilitando más que dirigiendo. A mi juicio el grupo se parece a un organismo consiente de la dirección en la que se encamina. Aunque no pueda definirla de manera intelectual. Esto me recuerda un filme cuyo tema correspondía al campo de la medicina, el cual, en cierta oportunidad me impresionó profundamente. Se trataba de una película microfotográfica que mostraba los movimientos aleatorios de los glóbulos blancos en el torrente sanguíneo, hasta que surgía una enfermedad provocada por una bacteria. Entonces de un modo que solo podía describirse como intencional, se dirigían hacia esta, la rodeaban, la devoraban, poco a poco y destruían, y volvía luego a desplazarse sin orden. Se me ocurre que, en forma análoga un grupo reconoce los elementos malsanos en el proceso, se centra en ellos, los esclarece o elimina, y se transforma en un grupo más sano. Esta es mi manera de decir que he visto manifestarse la “sabiduría del organismo”, en todos los niveles desde la célula hasta el grupo. Ello no significa que cualquier grupo logra “éxito” o que el proceso es idéntico en todos los casos. Un grupo puede empezar desplegando mucha actividad inexpresiva y dar apenas pasitos hacia una mayor libertad. Otro quizá comience en un nivel muy espontáneo, avanzando largo trecho en el camino que conduce hacía el máximo desarrollo de su potencial. Creo que ambos movimientos forman parte del proceso grupal, y deposito igual confianza en cada grupo, aunque personalmente disfrute de los dos en forma muy distinta. Otra del las actitudes se relaciona con las finalidades. Por lo general, no pienso en una meta específica para un grupo determinado, abrigo el sincero deseo de que salga de su propio rumbo. A veces, a raíz de alguna ansiedad o parcialidad personal me propuse que un grupo alcanzará una meta específica. Cuando algo así

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ocurrió o bien el grupo desbarató ese propósito o bien pasó conmigo el tiempo suficiente para que yo lamentara de veras haber pensado en una meta específica. Hago hincapié en los aspectos negativos de las metas específicas porque, a la par deseo evitarlas, también espero que en un grupo se produzca algún tipo de movimiento procesal, y creo incluso que puedo predecir algunas de las probables direcciones generales que tomará, aunque no una específica. Para mí esto representa una diferencia importante. El grupo se moverá de eso estoy seguro, pero sería presuntuoso pensar que puedo o debo dirigir ese movimiento hacia una meta especifica. Por lo que no puedo observar, este enfoque no difiere en el plano filosófico del que durante años adopté en la terapia individual. No obstante, mi comportamiento en un grupo es a menudo muy distinto de lo que era una relación bipersonal. Atribuyo esto al desarrollo personal que experimenté en los grupos. De ordinario, no otorgo importancia alguna al problema de que le parece a otra persona mi estilo de facilitación. En este sentido lo habitual es que me sienta bastante competente y cómodo. Por otra parte, sé por experiencia que puedo, al menos durante un tiempo, sentir celos por un colíder que aparenta ser mejor facilitador que yo. Mi esperanza es llegar a ser en el grupo, una forma, paulatina, un participante y un facilitador a la vez. Es difícil esto sin dar la impresión de que desempeño de modo consciente dos papeles disimilares. Si observamos a un miembro de un grupo que actúa de forma sincera tal como es, veremos que por momentos, expresa emociones actitudes y pensamientos cuya finalidad principal es facilitar el desarrollo de otro miembro. Otras veces con idéntica autenticidad expresará sentimientos o preocupaciones cuya meta obvia es correr el riesgo de un mayor crecimiento. Esta última descripción se aplica también a mi caso, salvo que tiendo a ser más a menudo la segunda clase de persona. – o sea, la que se arriesgaen las últimas fases del grupo y no en las primeras. Cada faceta constituye una parte mía más real, de ninguna manera un rol. Tal vez sea útil presentar aquí otra breve analogía. Si estoy tratando de explicar algún fenómeno científico a un niño de cinco años, mi terminología y hasta mi actitud serán muy diferentes a las que usaré si explico lo miso a un joven de dieciséis años. ¿Quiere decir esto que desempeño dos roles? Por supuesto que no; significa, simplemente, que ha entrado en juego dos facetas o expresiones de mi personalidad real. De modo similar, en un momento determinado deseo verdaderamente actuar como facilitador con alguna persona, y en otro, correr el riesgo de descubrir algún aspecto nuevo en mí mismo. Creo que la forma en que desempeño mi función de facilitador es significativa para el grupo, pero que el proceso grupal es mucho más importante que mis declaraciones o mi conducta. Y tendrá lugar si yo no lo obstaculizo. Es indudable que me siento responsable ante los participantes, pero no de ellos.

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En un curso académico que estoy conduciendo a manera de un grupo de encuentro mi gran anhelo es tener presente a la persona en su totalidad que ella aparezca sus modalidades afectivas y cognitivas. Lo mismo ocurre en cierto grado, en cualquier grupo. No me ha resultado fácil conseguirlo, pues, en cualquier instancia determinada casi todos preferimos una modalidad a otra. Sin embargo esto constituye una manera de ser que para mi encierra mucho valor. Trato de progresar yo mismo. – y que también lo hagan los grupos en los que trabajo como facilitador- con miras a permitir que la persona integre ese presente en forma cabal, con sus ideas y sentimientos –los sentimientos imbuidos de ideas, las ideas imbuidas de sentimientos-. En un seminario realizado hace poco tiempo y por razones que escapan de parte a mi comprensión, todos los que interveníamos lo logramos en un grado sumamente gratificante. Función de creación del clima. Suelo comenzar un grupo de un modo muy poco estructurado quizá haciendo únicamente un simple comentario, tal como: “Sospecho que al finalizar estas sesiones grupales nos conoceremos unos a otros mucho mejor que ahora”, o más bien “Estamos listos para empezar. Podemos hacer de esta experiencia grupal exactamente lo que deseemos”; o más bien “resiento un poco inquieto, pero me tranquilizo de alguna manera cuando los miro y comprendo que todos nos hemos embarcado en lo mismo. ¿Por dónde empezaremos?”. En una charla gravada con un grupo de facilitadores formulé este punto de vista de la siguiente manera: “En parte porque confío realmente en el grupo por lo general puedo actuar en él en forma muy libre y tranquila, aun desde el principio. Acaso exagere un poco al decir esto, pues siempre me asalta alguna ansiedad cuando el grupo comienza a funcionar, pero pienso en seguida. “No tengo idea de lo que va a suceder; no obstante, se me ocurre que todo irá bien”. Ninguno de nosotros sabe lo que ocurrirá, pero no parece tratarse de algo que constituya un motivo de preocupación.” Creo que ejerce una influencia liberadora en los demás.”. Escucho con mayor atención, esmero y sensibilidad de lo que soy capaz a cada individuo que se expresa. Escucho sin preocuparme si lo que dicen es superficial o importante. A mi juicio el individuo que habla merece que se le escuche y se le comprenda: es él quien lo merece por haber expresado algo. Mis colegas dicen que, en este sentido, yo “convalido” a la persona. No cabe duda que soy selectivo al escuchar y por lo tanto, “directivo” –si se desea acusarme de ello”-. Me centro en el miembro del grupo que está hablando, e indudablemente los detalles de la disputa que tuvo con su mujer, o las dificultades

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que encuentran en el trabajo, o su acuerdo con lo que acaba de decirse, me interesan mucho menos que el significado que tales experiencias encierran para él en este momento y los sentimientos que le despiertan. Trato de responder a estos significados y sentimientos. Mi gran deseo es crear un clima que dé al individuo seguridad psicológica. Quiero que, desde el primer instante sienta que si se atreve a expresar algo muy personal o absurdo u hostil o cínico, al menos habrá en el grupo una persona que lo respete lo suficiente como para escuchar con atención lo que dice considerando que se trata de una expresión autentica de sí mismo. Hay una forma levemente distinta por medio de la cual quiero también crearle al miembro un clima seguro. Soy muy consciente de que en el curso de la experiencia, es imposible evitar el dolor del nuevo insight o del crecimiento o del tormento que produce una retroalimentación honesta de parte de los demás. Sin embargo mi intención es que el individuo sienta que, le pase a él lo que le pase y cualquiera que sea la índole de lo que ocurra dentro de él psicológicamente estaré a su lado en los momentos de dolor o de alegría –o cuando estos dos sentimientos se combinan lo cual constituye un frecuente indicio de crecimiento-. Creo que, de ordinario, puedo intuir cuando un participante sufre o está atemorizado, y entonces le hago llegar una señal verbal o no, de que percibo su estado de ánimo y lo acompaño en su dolor o en su miedo. Aceptación del grupo. Tengo muchísima paciencia con el grupo y con cada individuo que lo integra. Si algo aprendí una y otra vez en los últimos años es que a la postre, el hecho de aceptar a un grupo tal como es resulta muy fructífero. Si un grupo desea intelectualizar o discutir problemas muy superficiales, o es muy cerrado desde el punto de vista emocional, o teme mucho a la comunicación personal, estas tendencias rara vez me molestan tanto como a otros coordinadores. Advierto que en ciertos ejercicios y determinadas tareas establecidas por el facilitador, pueden, en la práctica obligar al grupo a una mayor comunicación aquí y ahora, o alcanzo un mayor nivel afectivo. Sé por experiencia que si no intento presionar a un grupo para que alcance un nivel que no tiene, ello dará buenos resultados a la postre. Por consiguiente, he comprobado que es mejor vivir el grupo exactamente en el estado en que se encuentra. De esta manera he trabajado con un grupo de científicos de primera línea- dedicados a la física casi todos ellos-, muy inhibidos y que rara vez expresaban en forma franca sus sentimientos; el encuentro personal no se produciría, sencillamente, en un nivel más profundo. Sin embargo logramos resultados positivos en nuestros reuniones, y el grupo llegó a ser mucho más libre expresivo e innovador. Obtuve resultados análogos en mi trabajo con las altas autoridades educacionales, las cuales constituyen, quizá el grupo más rígido y con mayores

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defensas de nuestra cultura. Con esto no quiero decir que la tarea siempre me sea fácil. En un grupo de educadores, se habían entablado muchas conversaciones de carácter superficial e intelectual. Con el fin de mitigar la ansiedad bastante intensa que le grupo había manifestado al principio, en la sesión inicial yo había señalado que los miembros no podían hacer lo que quisieran y, en la práctica, parecía contradictorio expresar mis sentimientos de aburrimiento y disgusto. Después de una breve lucha interior, decidí que ellos tenían todo el derecho de hablar de trivialidades, y yo todo el derecho de aguantarlo. De modo que salí en silencio de la habitación y me fui a dormir. Después de mi partida y también en la mañana siguiente, se produjeron reacciones tan diversas como lo eran los participantes. Uno se sintió reprobado y castigado, otro juzgo que era una tarea mía un tercero se avergonzó del tiempo que había perdido y otros experimentaron el mismo gusto que yo antes sus banales coloquios. Les dije siempre, que de acuerdo con lo que podía advertir, había tratado simplemente de que la conducta se ajustara a mis contradictorios sentimientos, pero que ellos gozaban del derecho de tener sus propias percepciones. De todos modos, no cabe duda de que a partir de ese momento las interacciones fueron mucho más significativas. Aceptación del individuo. Estoy dispuesto a aceptar que el participante se comprometa con el grupo o no. Si una persona desea mantenerse psicológicamente al margen de él, cuenta con mi permiso tácito para hacerlo. El grupo mismo puede estar dispuesto o no a que ella continué en esa posición. A mi juicio esta era una valiosa enseñanza para él, y le posibilitaría una participación más real en la próxima oportunidad. Los últimos informes a cerca de su conducta, a un año de la experiencia surgen cuando se benefició con esta aparente falta de participación y que se operó un cambio en él. Como facilitador (al igual que mi función como terapeuta), refiero sin lugar a dudas, ser crédulo, creeré lo que tú me cuentas que sientes dentro tuyo, si no es cierto eres libre por completo de corregir tu mensaje más adelante y, es probable que lo hagas. No quiero perder el tiempo en sospechas o preguntándome “¿Que quieres decir realmente?” Respondo más a los sentimientos actuales que a las declaraciones referentes a experiencias pasadas, pero quiero que ambas cosas estén presentes en la comunicación. No me agrada la regla “charlemos del aquí y en el ahora”. Trato de aclarar que cualquier cosa que suceda, sucederá a raíz de las elecciones que efectúe el grupo, a despecho de que ellas sean claras y consientes o representen un tanteo inseguro, o sean inconscientes. A medida de que se convirtió cada vez más en un miembro del grupo, aporto con gusto mi dosis de influencia pero no controlo lo que ocurre. Por lo común me siento cómodo si en un plazo de ocho horas podemos realizar lo que es posible realizar en ocho horas y en cuarenta horas lo que es posible en ese lapso`así como una demostración de una hora donde solo se lleve a cabo lo que es posible en una hora.

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Comprensión empática Dentro del grupo, mi conducta más importante y frecuente consiste en intentar comprender el significado exacto de lo que comunica cada persona. Entendiendo que forma parte de esta comprensión mi esfuerzo por ahondar en las complicaciones, y hacer que la comunicación retome el cauce del significado que tiene para la persona. Cuando la conversación se vuelve demasiado general o tiende a intelectualizarse, escojo el contexto total de los significados que se refieren a la persona misma y respondo a estos. Así puede ocurrir que diga “Aunque tú hablas de todo esto en términos generales como cualquier persona lo hace en determinadas situaciones, sospecho que te estás refiriendo de manera muy especial a tu caso en particular. ¿Me equivoco?”. O bien “Dices que todos sentimos u obramos en esa forma ¿Quieres decirme que eres tu quien obra y siente de esa manera?” Al comienzo de un grupo, un sujeto llamado Al expresó cosas bastante significativas. Otro miembro llamado John, lo acribilló a preguntas acerca de lo que había dicho, pero a mi juicio había algo más en su interrogatorio. Por último, le dije a John que meditara y en un instante comenzó a hablar por él mismo. Hasta este momento, había tratado en apariencia, de lograr que al articulase en lugar suyo sus propios sentimientos, para no tener que expresarlos como si surgiesen de sí mismo. Parece que esta es una pauta muy corriente. Si en cierto momento se expresan sentimientos dispares, me interesa vivamente comprender los dos aspectos encontrados. En un grupo donde el tema en discusión era el matrimonio, dos personas sustentaban opiniones muy distintas. Intervine así: “Entre ustedes hay una diferencia real, porque tu Jerry dices: “Me gusta que en una relación de pareja haya roces, que sea desagradable y tranquila” y mientras que Winnie dice “¡Al diablo con eso¡”. ¡Me gusta la comunicación¡ Esto ayuda a agudizar las diferencias y esclarecer su significación. Actuación concorde con los sentimientos. He aprendido a expresar en forma cada vez más libre mis propios sentimientos, tal como existen en un momento determinado, ya sea en relación con el grupo total, o con un individuo particular o conmigo mismo. Casi siempre siento una preocupación genuina. Creo poseo una gran sensibilidad para captar en qué momento un individuo está dispuesto a hablar o se halla a punto de ser presa del dolor, el llanto o la ira. De este modo, se podría decir “Concedemos una oportunidad a Carlene” o, tal vez: Pareces realmente perturbado por algo, ¿Quieres confiarnos de que se trata?”. Confío en los sentimientos, palabras impulsos y fantasías que surgen en mi de esta manera y utilizo algo más que a mi yo consiente; apelo a ciertas facultades de todo mi organismo. Por ejemplo, digo “He imaginado de pronto que tú eras una princesa y te encantaría que todos fuéramos tus súbditos.” Por lo tanto, puedo

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expresar esa fantasía, no como algo verdadero, si no como un producto de mi imaginación. Esto da origen con frecuencia a una reacción de sorprendente intensidad y a profundos insights. Quiero expresar los sentimientos positivos y cariñosos con igual fuerza que los negativos, los de frustración e ira. Quizás esto implique un cierto riesgo. En unas ocasiones creo que perjudique el proceso grupal, por manifestarme de manera demasiado expresiva. Me cuesta advertir con facilidad o rapidez los sentimientos de cólera que abrigo. Deploro esta falta, y estoy aprendiendo lentamente a remediarla. Considero positivo expresar los sentimientos en el momento en que surgen, olvidándose de sí mismos. En apariencia funciona mejor un grupo cuando los sentimientos que me “pertenecen” –tanto positivos como negativos- entran en interacción inmediata con los de algún participante. A mi juicio, esto quiere decir que nos estamos comunicando en un nivel más profundo de significación personal. Es la mayor aproximación que logro a la relación Yo-Tu. Un colega me ha dicho que yo actuó en el grupo como “si pelara mi propia cebolla” que expreso capas cada vez más profundas de sentimientos a medida que voy tomando conciencia de ella. ¡Ojalá sea cierto! Entrenamiento y retroalimentación. Tiendo a enfrentarme con los individuos respecto de determinadas facetas de su conducta “No me gusta la forma en que alargas tus expresiones, me parece que repites el mismo mensaje tres o cuatro veces. Quisiera que te callaras cuando has completado tu mensaje”; pienso que eres como la masilla. Se diría que si alguien te toca hace un hoyo, pero después todo vuelve a su lugar, como casi nada te hubiese hecho mella”. Y a mí me gusta enfrentar a los demás únicamente con relación a aquellos sentimientos que estoy dispuesto a reconocer como propios. A veces, estos pueden ser muy intensos. “Jamás en mi vida he sido tan basureado en un grupo como lo fui en este”. O, a uno de los miembros: “Esta mañana me desperté pensando que nunca más quería verte”. Si una persona se muestra afligida por mi enfrentamiento o el de los demás, estoy dispuesto a ayudarla para que “salga del aprieto” si así lo desea. “Creo que ya no tienes ganas de que sigamos con esto ¿Quieres que lo dejemos tranquilo por el momento?” Lo único que puede servirnos de guía es la respuesta del sujeto, y a veces nos enteramos por ella que quiere seguir con la retroalimentación y enfrentamiento, por penoso que se resulte. Expresión de los propios problemas.

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Si en determinado momento, me inquieta algo que se relaciona con mi vida privada, no rehúso expresarlo en el grupo pero tengo sobre todo en particular algo así como una cierta consciencia profesional, pues siento que si se me pega para que cumpla la misión de facilitador, debo solucionar mis problemas graves consultando a mis colegas, o a algún terapeuta y no ocupar con ellos el tiempo de grupo, En un caso, con un grupo de profesores que se reunía una vez por semana y funcionaba en forma lenta, creo que mi conducta realmente los defraudó. En algún momento me sentí muy preocupado por un problema personal, pero consideré que ello no incumbía al grupo y me abstuve de hablar del asunto. Al ver las cosas de manera retrospectiva, pienso que nada habría facilitado más el proceso grupal que manifestar mi estado de zozobra; los había ayudado así a ser más expresivos. Evitación del planeamiento previo y de los “ejercicios” Trato de evitar todo procedimiento planteado con anterioridad; lo artificial me produce verdadero rechazo. Si se ensaya cualquier procedimiento de esta índole los miembros del grupo deben conocerlo tanto como el facilitador y ellos mismos tienen que decidir si desean o no usar ese enfoque. En raras ocasiones cuando he visto frustrado o el grupo parecía haberse detenido en cierto nivel he probado emplear lo que llamo “artificios”, pero muy pocas veces ello dio resultado. El grupo no prestó atención alguna a mis sugerencias y prosiguió como si yo no hubiera dicho ni una sola palabra, No obstante, al cabo de una hora, un hombre captó el aspecto central del artificio. Para nada es un truco si se produce una autentica espontaneidad. Por consiguiente, el juego de roles, el contacto corporal, el psicodrama, ejercicios como el que he descrito y otros diversos procedimientos pueden ser utilizados si permiten expresar lo que se siente realmente en un momento determinado. Como corolario de lo anterior, podría decir que la espontaneidad es el elemento más precioso y huidizo que conozco. A veces hago algo muy espontáneo y resulta de suma eficacia: en otro, siento una gran tentación de repartir esa misma conducta- “en forma espontánea” e, inexplicablemente, fracasa: es obvio que no ha sido realmente espontánea. Evitación de interpretaciones o comentarios acerca de proceso. Formulo escasos comentarios respecto del proceso grupal, ya que estos tienden a hacer que el grupo se sienta molesto, aminoran sus movimientos y dan a los miembros la sensación de que son objeto de escrutinio. Además, tales comentarios implica que nos los veo como personas, no como una especie de conglomerado y no es una forma que quiero estar con ellos. No tiendo a indagar qué puede esconderse detrás de la conducta de una persona y tampoco hago alusiones al respecto.

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Entiendo que una interpretación de la causa del comportamiento individual jamás puede ser otra cosa que una conjetura de alto nivel; solo puede pesar cuando está sustentada por la experiencia de alguien que goza de autoridad. Pero no quiero verme envuelto en esta clase de dictámenes. Yo nunca formularía una declaración de esta índole: “Pienso que tú actúas de esa manera jactanciosa porque te siente inepto como hombre”. Potencialidad terapéutica del grupo. Aprendí que los miembros de un grupo son tan terapéuticos como yo mismo –y más aun- cuando surge en él una situación grave, en el cual el individuo manifiesta una conducta psicótica o actúa en forma extraña. De vez en cuando el profesional cae en la trampa de los rótulos y piensa por ejemplo: “¡Esta es una conducta sin duda paranoide!”. Tiende así a establecer cierta distancia y trata a la persona como si fuera más bien un objeto. Sin embargo los miembros del grupo más ingenuos, continúan relacionándose con el individuo perturbado como persona, y de acuerdo con mi experiencia, esto es mucho más terapéutico. Por consiguiente en aquella situación en las que un miembro muestra una conducta a todas luces patológica confío en la sabiduría del grupo más que en la mía propia y con frecuencia quedo profundamente sorprendido por la capacidad terapéutica de sus integrantes. Esto nos induce a ser humildes y es al mismo tiempo, alentador, a que nos permite comprender el increíble potencial de ayuda que posee la persona común carente de una formación especial cuando se siente en libertad de utilizarlo. Movimientos y contactos físicos. En mis movimientos físicos me expreso de la manera más espontánea posible. Por mis antecedentes, no siento muy liberado al respecto, pero si estoy inquieto me levanto, me desperezo y me muevo; si deseo cambiar de lugar con otra persona lo sugiero. Cualquiera pude sentarse o tenderse en el suelo si eso satisface sus necesidades físicas. No obstante no promuevo particularmente el movimiento físico de participantes; sé de algunos facilitadores que consiguen hacerlo con gran soltura y eficacia. He aprendido poco a poco a responder con el contacto físico cuando éste, me parece auténtico, espontáneo y conveniente. En un caso, una joven se echó a llorar porque había soñado que nadie la quería en el grupo; entonces la abracé, la besé y la consolé. Si veo que una persona sufre, y siento el deseo de acercarme a ella y rodearla por los hombros, lo hago sin vacilaciones. Repito que no intento promover de modo consciente esta clase de conducta. Admiro a las personas jóvenes que se muestran más libres y sueltas en este aspecto. El punto de vista de tres generaciones.

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Después de lo atendido tuve la oportunidad de discurrir sobre la comunicación no verbal y el contacto físico con mi hija Natalie Rogers de Fuchs y con una de mis nietas Anne B. Rogers estudiante universitaria. Natalie ha cumplido con frecuencia funciones de facilitadora de grupos, y Anne acaba de participar en un grupo de encuentro, experiencia que juzga muy valiosa. Ambas estaban decepcionadas por la falta de énfasis con la que yo había tratado esos temas, y se me ocurrió que el intento de reproducir sus observaciones daría la perspectiva de tres generaciones dentro de una familia, acerca de los problemas del contacto físico y otros medios de comunicación no verbales. Lo que sigue no es una trascripción literal, si no un relato más o menos fiel de la opinión sustentada por ellas en nuestras conversaciones. Para que se advierta con claridad que ellas hablan por sí mismas, las transcribo en primera persona. En primer lugar, habla la señora de Fuchs. “En mi calidad de participante en los grupos, saqué gran provecho de diversas experiencias físicas y no verbales. Fue así que luego me sentí más libre para aplicarlas en los grupos donde actué como facilitadora. Veo que en los miembros del grupo aprecian mucho estas nuevas formas de comunicación u ofrecen en ella gran cantidad de datos para su examen ulterior. >Siempre participo en cualquiera de las experiencias de este tipo que inicio. Personalmente, me cuesta indicarle a las personas qué deben hacer, o incluso sugerírselo pero la tarea se me alivia al conceder a todos la oportunidad de optar en cualquier momento por abstenerse de realizar tales ejercicios. Si participo en un grupo quiero tener libertad de elección, arriesgarse hacer algo que me sugiere o no. Considero importante que los ejercicios no verbales llenen las necesidades presentas en el grupo o satisfacen su estado de ánimo o el de alguno de sus integrantes. Si los miembros están en la etapa inicial de conocimiento y confianza mutua, sugiero hacer algo que los ayude a revelarse ante los demás en un nivel relativamente profundo. Los miembros del grupo pueden formular pregunta acerca del retrato, pero no permito que se hagan interpretaciones. El objeto del ejercicio es revelarse a uno mismo. A veces, utilizo estas instrucciones para ayudar al grupo a que conozcan con más rapidez: “parece que nos cuesta trascender la forma socialmente aceptada de conocernos unos a otros. Sugiero a quienes deseen ensayar algo nuevo que demos una vuelta en torno, presentándonos con un apretón de mano usando nuestro nombre de pila y estableciendo contacto visual.”. [Pocos minutos después]. Dejen de usar ahora palabras, estréchenselas manos y mírense a los ojos. [Más tarde] dejen ahora de estrecharse las manos y encuentren otra manera de saludarse. La gente obtiene mucha información útil respecto de si misma y de los demás la cual no siempre se emplea en la discusión inmediata se usa como referencia en sesiones posteriores.

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Co-dirijo a un grupo de conciencia sensorial compuesto por adolescentes alineados. Utilizo muchos procedimientos desarrollados en Esalen. Participo también en las sesiones semanales terapéuticas del grupo, en calidad de asesora. En las “horas de terapia”, nos ocupamos sobre todo de las experiencias del pasado – relaciones en el seno de la familia tropiezos, actitudes hacia la escuela y la sociedad-. La experiencia de conciencia sensorial parece constituir un complemento de la terapia. Pone de relieve las cosas positivas de la vida, la alegría de oler, tocar, ser consciente, aquí y ahora, de otro ser humano. Saca a la luz la parte afectiva de estos jóvenes. Cierto día, un muchacho parecía bastante ajeno a todo, muy solitario. Le pregunté si podíamos hacer algo para lograr que participara. Respondió: “Bueno` esta ha sido una semana de mucho trajín, en casa y en todas partes. Lo que quisiera, en realidad es que me masajeen el cuerpo”. Dicho esto, se tendió boca abajo y los demás lo rodearon y masajearon en forma concienzuda y cariñosa. Demostró sentir el afecto que se le dispensaba. A menudo ocurren cosas espontáneas no verbales, si el coordinador del grupo establece la norma de que las acciones de esa índole están permitidas. En un grupo de adultos, un hombre solicitaba retroalimentación de otros. Estos manifestaban con palabras y sin ambages sus impresiones. Me impresionaba como un ser solitario temeroso y pasivo, tanto por su postura (se había sentado en un rincón) como por lo que había dicho en sesiones anteriores. Cuando me tocó el turno, le pedí que saliera del rincón y se ubicara frente a mí, donde yo pudiera responderle de forma más directa. No pude resistir el impulso de darle un suave empujón. Se inclino hacia atrás, y volví a empujarlo un poquito. Retrocediendo más todavía. Comencé a enojarme y le di un empujón más fuerte en el hombro. No intercambiamos palabra alguna pero nos miramos de hito en hito. Por último se defendió luchamos y forcejeamos hasta que advertí que podía derribar. Él se beneficio mucho con la experiencia y yo también. Creo que por un momento se sintió más hombre. Casi siempre hablamos durante un rato del significado que tiene para nosotros los contactos físicos y no verbales. Se me ocurre que vuelven a producirse varias clases de aprendizaje. Con esto termina el relato de Natalie que corresponde a punto de vista de una facilitadora. Transcribo a continuación el de Anne, mi nieta vinculada con los movimientos corporales de un grupo de encuentro que se reunió durante un fin de semana y en el cual ella sintió por primera vez confianza, dentro de un grupo de personas, como para expresarse con libertad en ese plano. Al igual que en el caso de Natalie, se trata de una reconstrucción parcial de nuestra conversación.

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Uno de los participantes John había realizado experiencias de psicodrama y movimiento corporal en un grupo previo. Al principio provocó la hostilidad de todos, pues parecía sentirse superior pero al final de nuestra sesión vespertina inicial, todos nos desplazamos hacia adentro de la habitación – quizá haya sido el primero -, formamos un apretado montón de cuerpos, nos rodeamos unos a otros con los brazos y nos balanceamos hacia atrás y hacia adelante cerrando los ojos. Fue una sensación extraordinaria, y, al día siguiente todos nos sentíamos más libres para establecer contacto físico cuando lo deseáramos Sería difícil puntualizar en detalle los medios físicos que utilizamos para expresar nuestros sentimientos. A veces nos sentábamos muy juntos, sobre el piso; en algunas oportunidades lo hacíamos tomados de las manos. Hubo otras en que los miembros que se detestaban se empujaban entre sí con fuerza. En una oportunidad, se produjo una furiosa lucha que nos hizo correr de un lado a otro para proteger a cualquiera de los dos miembros o a la habitación si era necesario. Pero había también movimientos muy tiernos; personas que se abrazaban y se demostraban cariño. Era divertido dejar que las cosas se manifestaran como iban viniendo. Había en nuestro grupo dos hombres que sentían auténtico miedo al contacto. Uno de ellos era casado y, en cierto modo pensaba que tocar y demostrar sentimientos tiernos a las mujeres del grupo implicaba una infidelidad hacia su esposa. El otro era un muchacho tenso, parecía creer que si no controlaba sus emociones con firmeza --en especial, su ira y sus deseos sexuales—perdería por completo el control. En cierta oportunidad estaba escuchando lo que decía este último, muy conmovido acerca de un problema que se le había creado en su familia y era semejante a otro que se había suscitado en la mía; de pronto me puse a llorar. Sencillamente me acerque a él y lloré sobre su hombro. Más tarde tuve la sensación de que le había ayudado a comprender que el contacto físico con una chica no tiene necesariamente significado sexual. Luego pudimos discutir algunas maneras en que asusta a las mujeres con su vehemencia. Guardé unas anotaciones mías algo posteriores a las reuniones del grupo y que a mi juicio transmiten en parte el significado que todo esto tuvo para mí. Constituyen apenas un borrador pero puedes usarlas si quieres.

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5.3 Grupos de encuentro gestáltico Celedonio Castanedo Secada La terapia gestalt y su aplicación a los grupos La primera parte de este capítulo enfocará las fantasías dirigidas o vivencias que se utilizan en los grupos de encuentro gestálticos; además se describirán algunas de estas vivencias grupales que el facilitador puede utilizar, con adaptaciones al contexto o sin adaptaciones, cuando dirige grupos. Estas vivencias, y otras que se mencionan en este libro, no son para aprendérselas de memoria o seguirlas al «pie de la letra»; tampoco deben ser utilizadas como simples ejercicios grupales, sino que el facilitador debería aplicarlas según evoluciona el grupo, tomando siempre en cuenta el tema emergente. Asimismo las referidas vivencias sirven como modelo o patrón para que el facilitador diseñe y cree sus propias vivencias. Finalmente y antes que nada pueden y deben ser autoaplicadas. Ello permitirá dominarlas y determinar el impacto que producen en uno mismo, con lo que se dará una idea de la repercusión que pueden tener en los demás. La segunda parte trata situaciones grupales en las que se aplican algunas de estas fantasías y vivencias grupales. También se describen situaciones en que se trabaja en forma individual con algún miembro del grupo, siempre que esta intervención individual se requiera y se realice dentro del contexto grupal. La tercera y última parte del capítulo describe una investigación llevada a cabo con grupos de encuentro en la que participan estudiantes universitarios. Fantasías dirigidas Las imágenes mentales construidas por la mente o las fantasías dirigidas, por la persona misma (autoaplicada) o por el facilitador, son tan extendidas en su uso en psicoterapia que incluso, como hemos dicho anteriormente, la psicología soviética otorga una gran importancia a la formación de imágenes mentales producto de la imaginación (fantasías dirigidas). En un excelente estudio escrito por Krippner, comparando las perspectivas soviéticas y americanas con las reservas humanas ocultas y el potencial humano, se menciona a Kabanova que considera las fantasías como un componente básico de la inteligencia creativa. Asimismo se acuña el término «fantasía emocional» para «referirse a la suposición que el organismo tiene un modelo de conducta basado en imágenes del espacio en que actuará, la relación de su cuerpo con el espacio, y la secuencia con que intentará lograr sus objetivos». Los atletas y cosmonautas soviéticos utilizan la «fantasía intencional». También a estos últimos se les «enseña técnicas autogénicas y de autohipnosis para ayudarlos a enfrentar el estrés durante sus misiones en el espacio». Kempler aclara el significado de las fantasías: «La fantasía es a menudo percibida con altos grados de incomprensión. En un mundo en que se enfatizan las

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computadoras y la habilidad de codificar, analizar y reportar la “realidad”, existe poca tolerancia para la fantasía. En parte esto se debe a la asociación de la fantasía con las alucinaciones y estar “loco”..., todas estas restricciones son desafortunadas, ya que la fantasía puede ser una de las experiencias disponibles más ricas que tiene el ser humano». Rubenfeld en un interesante artículo sobre el rol de las conexiones y la paz, considera que la conexión con nosotros mismos requiere la utilización de nuestro hemisferio cerebral derecho, el que nos permite construir imágenes mentales sin necesidad de utilizar palabras para ello: «Usando esa parte de nosotros mismos, tomando el canal de fantasía dirigida que nos conduce a las fuentes de cura y sabiduría interna. Estas fuentes pueden sostenemos en períodos de sufrimiento y de desaliento. Sin duda una conexión de gran valor» Los experimentos pensados y realizados por Albert Einstein no eran otra cosa que verdaderas «fantasías dirigidas», con las que Einstein visualizaba lo que ocurriría “Si se montaba a la cola de un rayo de luz”. Einstein partiendo de esos experimentos descubrió la teoría de la relatividad. Se puede decir que estas fantasías dirigidas se basan en el principio oriental de que el hombre sabio se guía por lo que siente y no por lo que ve. O como se dice de Miguel de Unamuno que tenía un regla toda su vida: pensar con el corazón, sentir con el pensamiento. Llegar a esto que aparentemente es ilógico representa el más alto nivel de integración de la polaridad mente/emoción (cuerpo). Las fantasías permiten sentir (sensorial y emocional), y lo que se “ve” es interno, es un mirarse con los ojos hacia adentro y ver como decía Gibran: “Vuestro cuerpo que es vuestra mayor morada y más aún: «Vuestro cuerpo es el arpa de vuestra alma» La terapia Gestalt, aun en las situaciones en que se sirve de las fantasías dirigidas, integra la realidad en la sesión psicoterapéutica misma. Weiner, refiriéndose a la terapia integrativa de la realidad hace notar que los hallazgos clínicos han demostrado que es muy importante llevar la psicoterapia al medio real, lo que se puede lograr en Terapia Gestalt cuando se aplican fantasías y éstas se inician con sensaciones que se localizan en el interior o el exterior que se trabaja (sonidos como los producidos por las gotas de lluvia al caer, el canto de los pajaritos, ruidos como los de un ventilador de un automóvil que pasa por la calle, una motocicleta un tren, un avión, temperatura de la sala, olores que se percibe etc.) Esto es lo que significa traer el mundo real a la psicoterapia. En otras ocasiones se da lo contrario; hay que llevar la psicoterapia al mundo real, lo que consiste en revivir en las sesiones situaciones que anteriormente han sido vividas o soñadas por el cliente; al fin y al cabo, aunque hayan sido soñadas han sido también vividas. De la misma forma el cliente vive su mundo real en psicoterapia cuando interrelaciona con el terapeuta, en el aquí y el ahora del encuentro interpersonal.

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Una contraindicación de la utilización de las fantasías dirigidas ha sido reportada por Boylin. En su trabajo de grupos de encuentro con pacientes alcohólicos hospitalizados, Boylin encontró que estos pacientes se resistían a hablar en fantasía con una persona significativa para ellos. Pedir a una mujer alcohólica que imagine a su padre sentado en una silla (la silla vacía) enfrente de ella y que mantenga un diálogo con «él» sobre asuntos inconclusos, es uno de los experimentos de fantasía dirigida a la que a menudo se resisten los alcohólicos a realizar. Lo que parece ser atribuido a que el alcohólico tiene temor de aparecer, ante los ojos de los demás miembros del grupo, como ridículo al hablar a una silla vacía o a una persona inexistente o ausente. En segundo lugar el temor que tiene el alcohólico de enfrentarse a una emoción profunda y a la que no sabe cómo irá a responder. La centración en el presente inmediato, que sirve de base a la Terapia Gestalt, hace que ésta tenga aplicaciones eficaces cuando se trata de resolver situaciones en personas que presentan dificultades con el alcohol y la droga, enfatizando en estos casos, la Terapia Gestalt, las necesidades que tienen estas personas, como son el llegar a darse cuenta de su propia destrucción física y psíquica; proporcionarles autosoporte, dejando de depender del soporte externo como es el alcohol y/o la droga. Todo lo anterior se logra en la relación terapéutica al enfocar el terapeuta la modalidad de contacto yo-tú (persona a persona), creando y aplicando experimentos que incrementen la sensación (fisiológica y emocional) en los encuentros en la díada terapéutica y en los grupales, incrementando la energía y centrándose en la fenomenología de la interrelación. Siendo a veces más importante percibir los signos fenomenológicos (tono de voz, movimiento corporal, etc.), que el contenido verbal que emite el cliente. Muchos alcohólicos y drogadictos se sirven de esta dependencia nociva para llegar a la destrucción de su propio self, utilizando la resistencia gestáltica conocida como retroflectar: hacerse a sí mismo lo que se desearía hacer a los demás. Resistencia típicamente utilizada no únicamente por los alcohólicos y los adictos a la droga, sino por todas aquellas personas que sin darse cuenta se están haciendo a sí mismas todo aquello que desean y no pueden hacer a otros, como pasa con algunas enfermedades de la piel, asmáticas y ulcerosas, así como con algunos tipos de suicidios. Esta resistencia de retroflectar, como otras gestálticas, no es consciente en la persona que la utiliza; en el momento en que la persona toma conciencia de que se sirve de una resistencia para destruir su self de que se da cuenta, deja de hacerlo y se produce la «cura» terapéutica. Por consecuencia la Terapia Gestalt intenta que el cliente descubra por sí mismo, con la ayuda del terapeuta, cómo retroflecta, deflecta o proyecta, haciéndole tomar responsabilidad por su conducta y no justificándola o atribuyendo la causa a otros. En el artículo mencionado de Boylin, éste describe el encuentro gestáltico en el tratamiento de pacientes alcohólicos crónicos hospitalizados, en que cada persona es desintoxicada antes de ser sometida a tratamiento terapéutico. Uno de los pilares de este tratamiento consiste que los pacientes se hagan responsables de que la

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ayuda que reciben conlleva implícito el no beber mientras están en tratamiento; si rompen esta regla, dejan de recibir el tratamiento terapéutico. Boyen en este encuentro gestáltico retomó algunas «reglas» descritas Peris y Levitsky, utilizadas para incrementar el autodarse cuenta, el autocontacto y una mayor responsabilidad. Este trabajo terapéutico se realizó en grupo siguiendo el procedimiento de trabajo elaborado por Fritz Perls quien describe que en algunos momentos se trabaja individualmente con algún miembro del grupo, que éste se encuentre en ese momento con y en el grupo. Un interesante estudio sobre las fantasías dirigidas es la investigación realizada por St. Clair, Las fantasías como un indicador de diagnóstico de factores psicológicos y de motivación religiosa. Dada la importancia que tiene este trabajo de St. Clair para comer el significado y los objetivos de las fantasías dirigidas gestálticas se reproduce un resumen del mismo que aparece en el «Dissertation Abstract International» (1975). Esta tesis doctoral se centra en determinar si el producto de la imaginación puede ser utilizado o no como una fuente de información diagnóstica acerca del estado psicológico y religioso de la persona. Específicamente el interrogante planteado por el estudio es si las variables de estilo y de contenido de las fantasías provocadas pueden ser utilizadas en de diagnóstico. La tesis plantea hipótesis específicas, correlacionando cinco temas de fantasías con varias categorías de diagnóstico. El estudio en cuestión se basó en los trabajos anteriores de varios teóricos y clínicos europeos, incluyendo a Carl Happich, Wolfgan Kretschmer, Robert Desoille y Hanscari Leuner. La teoría sugiere que el acceso a los niveles pictóricos y simbólicos del cerebro es posible por medio de varias situaciones imaginativas o de fantasía. Para realizar este estudio fueron elegidos cinco temas de la teoría podrían discriminar las variables de diagnóstico. La primera fantasía-tema o situación era la pradera, cuyo contenido es teóricamente capaz de expresar la salud emocional básica y el estado de ánimo de la persona. El segundo tema fue el de la montaña: relacionado con el nivel de aspiración y la necesidad de realización de la persona. El tercer tema era la casa, explorada como un símbolo del self (autoestima). El cuarto tema de carácter sexual, visualiza espada, se utilizó únicamente con los sujetos masculinos. Las cualidades de la espada, como arma, son relativas a los sentimientos sexuales de aceptación del self e intereses. Los sujetos femeninos fueron instruidos, en este tema, para imaginar un jarrón; la atracción y la calidad del jarrón eran relativas a los mismos sentimientos sexuales que la espada provocaba en los varones. El quinto era una capilla, relacionada con la sinceridad y al compromiso religioso de la persona. Sobre la base de la teoría y el diseño de un modelo de validación, en el cual un instrumento de diagnóstico es comparado con otros instrumentos, se formularon doce hipótesis generales.

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El procedimiento seguido para determinar los temas de fantasía como diagnóstico, consistía en comparar los resultados del análisis de contenido, de los temas o fantasías provocadas, con puntajes de cuatro instrumentos psicométricos: The Tennessee Self Concept Scale; The Edwards Personal Preference Schedule; The Minnesota Multiphasic Personality Inventory, y The Theological School Inventory. La muestra estuvo compuesta de 27 estudiantes graduados en teología, siendo un tercio de ellos mujeres. Cada sujeto fue guiado en los temas de las fantasías y tres jueces adjudicaron los puntajes a cada uno, tomando los casetes grabados en las sesiones. Estos puntajes de las fantasías fueron correlacionados con los puntajes que había obtenido cada sujeto, en los cuatro instrumentos psicológicos ya mencionados. Los resultados del estudio fueron los siguientes: dos hipótesis fueron confirmadas; los contenidos de las fantasías de la montaña pueden indicar el grado de necesidad de realización que tiene la persona; los contenidos de la fantasía de la casa pueden indicar el grado de autoestima de la persona. Otras hipótesis recibieron soporte aunque no se confirmaron a niveles estadísticos significativo contenido de la fantasía de la casa puede indicar el grado de aceptación del propio cuerpo; el contenido de la fantasía del jarrón indicar el grado de interés sexual y el grado de autoaceptación sexual en la mujer; el contenido de la fantasía de la capilla puede indicar el grado de compromiso religioso. La conclusión que surge de los datos de este estudio es que existe soporte para establecer relación teórica entre las fantasías y los factores de personalidad y de motivación religiosa, y que las fantasías provocadas pueden ser utilizadas en circunstancias específicas de diagnóstico. Tomando como base este trabajo de St. Clair he elaborado la fantasía dirigida que utilizo en grupos: Cierra los ojos e imagina que te trasladas a un lugar en el que este momento estás viendo una pradera. ¿Cómo es esa pradera?... Comienzas a caminar por esa pradera y ves una montaña. ¿Cómo es la montaña que estás viendo en estos momentos? ¿Qué tiene esa montaña?... Sigues caminando y en tu camino te encontraras con una casa. ¿Cómo es esa casa?... Y ahora imagina que cerca de esa casa hay una ciudad a la que te acercas caminando. Al llegar a la ciudad te encuentras con una capilla. ¿Cómo es la capilla que ahora estás viendo?... Muy cerca de la capilla hay una tienda de antigüedades, te aproximas a ella y miras en el escaparate entre otros objetos hay dos que llaman tu atención, son una espada y jarrón. ¿Cómo son esos dos objetos? ¿Qué forma tienen y la espada y el jarrón? ¿De qué material están hechos la espada y el jarrón?... Ahora abandonas esa ciudad y regresas despacio aquí, a esta sala. Cuando te sientas que ya estás aquí puedes comenzar a abrir los ojos`ahora el que lo desee puede compartir la experiencia de cómo los seis elementos de esta fantasía.

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La estatua de ti mismo Con los ojos cerrados y acostado en el suelo, imagínate que te encuentras en un edificio oscuro. Aún no puedes ver nada, aunque sabes que el edificio es algo así como un museo de arte o una galería de arte para esculturas. Justo enfrente de ti hay una estatua o cultura de ti mismo, exactamente igual a como tú eres. Ésta puede ser real o abstracta, representando de alguna forma tu existencia básica. Mira en la oscuridad y a medida que empieza a hacerse luz podrás ver cómo es esa estatua. Gradualmente la luz aumenta y descubrirás más de la estatua. ¿Qué corte y forma tiene la esta estatua?... ¿Cómo es de tamaño y de qué está hecha?... Al verla más clara vas descubriendo más detalles... Camina alrededor de ella: obsérvala desde diferentes ángulos... Acércate a ella y tócala con tus manos... ¿Qué sensación sientes al tocarla? Ahora te conviertes en esa estatua. Imagina que eres esa estatua cambia la postura que ahora tienes por la postura, posición y forma que tiene la estatua... ¿Cómo te sientes siendo esa estatua?... ¿Te gustaría ser la estatua?... Descríbete tú mismo siendo esa estatua, ejemplo: «Soy...» ¿Cómo es tu existencia siendo esa estatua?.. Ahora en tu imaginación trae esa estatua a la vida... Como estatua que tiene vida, ¿qué haces y cómo es tu vida?... Toma más de tiempo para descubrir algo más de tu existencia como estatua viviente. Comienza a ser otra vez tú mismo y mira a la estatua que está enfrente de ti. ¿Es la estatua diferente para ti ahora? ¿Ha cambiado algo? ¿Qué sientes ahora hacia esa estatua? Prepárate para decirle adiós a la estatua. Dile adiós ahora y vuelve a tu existencia en esta sala. Absorbe lentamente lo que acabas de experimentar. En un instante te voy a pedir que abras los ojos y vuelvas a estar con el grupo. Después los que lo deseen que tomen físicamente la posición de su estatua y nos digan algo sobre su existencia de esa estatua. Toma una postura que calce con tu estatua y cuenta con detalles tu experiencia como estatua y qué hiciste cuando trajiste la estatua a la vida. Ahora abre los ojos y vuelve al grupo ¿Quién desea empezar a compartir con todos su experiencia? Compañero(a) Siéntate en posición buda y cierra los ojos. Imagina un lugar donde te gustaría estar en este momento. Toma algo de tiempo para sentirte realmente en contacto con ese lugar.

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Ahora toma contacto contigo mismo para darte cuenta de cómo te sientes. Toma contacto con tus sensaciones físicas internas y de tus emociones, descubre lo que estás experimentando en tu interior en este momento. Ahora imagina que tienes un compañero(a) contigo; ahí está en este momento; gradualmente comienzas a conocer a tu compañero (a) de fantasía. ¿Qué ropa viste? ¿Cómo es su cuerpo? ¿Qué postura corporal tiene? ¿Qué expresa tu compañero(a) con la postura que tiene movimiento y expresión facial? ¿Cómo se siente tu compañero(a)? Descubre todo lo que puedas de esa persona. Hazle preguntas y escucha sus respuestas. Di a esa persona cómo te sientes con su compañía y descubre cómo esa persona se siente hacia ti. Toma un poco más de tiempo para descubrir más acerca de esa persona y ve lo que puedes aprender de ella. Ahora conviértete en esa compañía de fantasía. Siendo esa persona exactamente como eres tú, ¿cómo te sientes siendo ella? ¿Físicamente cuál es la postura de tu cuerpo y cómo te mueves? Toma la postura que sea apropiada para ti siendo esa persona. ¿Cómo te sientes en esa postura? Muévete un poco y profundiza aún más en la fantasía de ser tu compañero(a). ¿Qué clase de persona eres? ¿Qué clase de cosas haces y cómo interactúas con los otros? Siéntete como si fueras esa persona que es tu propia compañía. Ahora despacio vuelve a ser tú mismo... Ya puedes abrir los ojos. Imagen en el espejo Sentado en posición buda y con los ojos cerrados imagina que encuentras en este momento en un cuarto oscuro. Todavía no ves nada aunque sabes que allí existe un gran espejo frente a ti. El cuarto se va alumbrando poco a poco y tú comienzas a ver la imagen de ti mismo reflejada en el espejo. Esa imagen puede ser diferente de lo que generalmente ves, o puede ser la misma. Justo mira en la oscuridad y deja que la imagen emerja a medida que la luz se va haciendo más intensa. Ahora ya comienzas a ver la imagen. ¿Cómo es esa imagen? ¿Qué expresión facial tiene? ¿Qué postura corporal? ¿Cómo se mueve? ¿Qué sensación o actitud expresa la imagen que estás viendo? ¿Qué sientes tú hacia esa imagen que ahora estás viendo? Ahora habla en silencio a esa imagen e imagina que ella puede también oírte y hablarte. ¿Qué dices a la imagen y qué te responde ella? ¿Cómo te sientes hablando a la imagen? Ahora cambia de lugar y conviértete en la imagen. Siendo esa imagen, qué te dice ella a ti en el diálogo que hacéis los dos, comenta la relación existente entre ambos. Mira a ver si puedes descubrir algo más de la experiencia de ser esa imagen. Continúa la conversación entre tú y la imagen y ve qué más puedes descubrir de cada uno. Ahora vuelve a ser tú mismo y mira otra vez a la imagen en del espejo. ¿Cómo te sientes ahora hacia esa imagen? ¿Hay algún cambio ahora comparado con la

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primera vez que viste la imagen? ¿Hay algo que quieras decir a esa imagen antes de que le digas adiós vuelvas a tu existencia en esta sala con este grupo? Quédate un momento con tu experiencia. Ahora abre los ojos y comparte si lo deseas tu experiencia. Cambios en los árboles Cierra los ojos y visualiza un árbol, cómo éste cambia con el transcurso de las estaciones. Imagina el agua y las sustancias de tierra que se mueven dentro de las raíces en la primavera, suben por el tronco y llegan a las ramas, convirtiéndose en las hojas que nacen. Observa las hojas que se hacen cada vez más grandes y maduras, observa cómo se mueven con la brisa del viento de verano después se hacen viejas, tomando más colores a medida que aproxima el otoño. Después las hojas se caen al suelo y llegan a ser parte de la tierra durante el invierno, siendo absorbidas de nuevo por las raíces en el momento en que el árbol revive en la primavera. Identifícate con ese árbol, siente que las hojas son absorbidas por tus pies, llegan a la parte inferior de tu cuerpo y caminan h tu tronco, llegando a la parte superior de tu tronco, a tus manos y a tus dedos. ¿Cómo te sientes siendo ese árbol? Siente tus raíces alimentándose de la substancia de la tierra; siente cómo ésta se desplaza y llega a la parte superior de tu tronco, a las ramas. Toma conciencia de cómo te sientes siendo ese árbol. ¿Qué sientes siendo ese árbol? Vuelve a ser tú mismo... ¿Cómo te sientes con el cambio? Quédate unos momentos con la experiencia y después abre los ojos. Tronco de árbol/cabaña/arroyo Cierra los ojos e imagina que eres un tronco de árbol que se encuentra en una montaña. Conviértete en un tronco de árbol. Visualiza cómo es un tronco de árbol. Toma el tiempo hasta tener la sensación de ser un tronco de árbol. Puede ayudarte describiéndote tú mismo cómo eres siendo un tronco. ¿Qué tipo de tronco eres? ¿Qué forma y altura tienes? ¿Cómo es tu existencia siendo un tronco? Cerca de ese tronco hay una cabaña. Ahora deja de ser tronco árbol y conviértete en una cabaña. ¿Cómo te sientes siendo una cabaña? Explora tu existencia como cabaña. ¿Qué tienes dentro de ti siendo una cabaña? Toma el tiempo para entrar en contacto con una cabaña. Próximo a la cabaña hay un arroyo. Deja de ser la cabaña y conviértete en ese arroyo. Como arroyo, ¿qué clase de existencia tienes? ¿Qué tipo de arroyo eres? ¿Cómo te sientes siendo un arroyo? ¿Cómo son tus alrededores? Siendo un arroyo, habla a la cabaña. ¿Qué le dice el arroyo a la cabaña? Habla a la cabaña e imagina que la cabaña te responde en la forma que dialoguen esos dos elementos o hagan una conversación. Como arroyo, ¿qué dices a la cabaña? ¿Qué responde ésta? Ahora vuelve a ser la cabaña y continúa la

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conversación. ¿Qué dices al arroyo siendo la cabaña? Continúa durante un rato el diálogo entre los dos. Si lo deseas también puedes establecer diálogo entre el tronco y la cabaña o entre el tronco y el arroyo. Ahora di adiós a la montaña, al tronco, a la cabaña y al arroyo, a estar aquí. Abre los ojos cuando sientas que estás dispuesto a hacerlo. Vamos a comentar la experiencia de cómo te sentiste siendo el tronco, la cabaña y el arroyo; hazlo en primera persona y en tiempo por ejemplo: «Soy un tronco que se siente ahora... » Debilidad/fortaleza Cierra los ojos y centra la atención hacia tu interior, toma contacto con tu existencia física interna. Utilizando la silla vacía establece una conversación entre tu debilidad y tu fortaleza. Comienza hablando con la parte débil a la parte fuerte. Puede ser con algo así como: «Yo soy tan débil y tú tan fuerte, tú puedes hacer tantas cosas que yo no puedo, etc...» Sé débil y habla a tu parte fuerte sentada en la silla vacía frente a ti. Date cuenta de cómo te sientes físicamente. En este darte cuenta entra en detalles específicos acerca de cómo eres cuando estás débil y de cómo eres cuando estás fuerte. Ahora vas a cambiar los roles y de silla; sé fuerte respondiendo a la parte débil. ¿Qué dices como fuerte a la parte débil? ¿Cómo lo dices, con qué tono de voz interna, qué gestos, etc.? ¿Cómo te sientes en ese rol? ¿Cómo te sientes hacia tu parte débil siendo fuerte? Ahora di a la debilidad qué significa para ti ser fuerte. ¿Qué lo que ganas u obtienes siendo fuerte? Ahora vuelve a cambiar de rol y de silla; sé débil de nuevo ¿Qué respondes a tu parte fuerte? ¿Cómo te sientes respondiendo? Di a la parte fuerte qué significa para ti ser débil. ¿Qué es lo que ganas siendo débil? Dile todas las ventajas que tienes de ser débil. Háblale de la fortaleza que tiene tu debilidad. ¿Cómo puedes utilizar tu debilidad para manipular a otros y recibir ayuda de ellos? Ahora sé de nuevo fuerte, cambia de silla y replica al débil ¿Qué dices como fuerte? ¿Cómo te sientes ahora? Habla de la debilidad existente en tu fortaleza. Di las desventajas, lo que pierdes siendo fuerte, cómo los otros se apoyan en ti y drenan tu energía cuando eres fuerte. Ahora, cambiando de silla, vuelve a ser débil y responde parte fuerte. ¿Cómo te sientes ahora? ¿Qué dices desde tu parte débil a la fuerte? Continúa el diálogo un poco más de tiempo que te pida abrir los ojos... Ahora ya puedes abrir los ojos. Nota: Lo, importante de esta fantasía guiada es demostrar la fortaleza de la debilidad y viceversa. En esta polaridad ambas partes utilizan diferentes medios para llegar al mismo fin: controlar a la otra parte.

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Locura Cierra los ojos y concentra tu atención en el interior de ti mismo. Ahora imagina que de pronto te vuelves loco. En tu fantasía o imaginación vuélvete completamente loco para descubrir qué significado tiene para ti el llegar a perder la razón. ¿Qué cosas haces siendo completamente loco? ¿Dónde te encuentras? ¿Cómo te sientes en la locura? ¿Cómo te interrelacionas, estando loco, con otras personas que están locas como tú y con las que no lo están? ¿Cómo te responden esas personas? Explora profundamente la experiencia de volverte loco. Ahora conviértete en lo opuesto de estar loco. Partiendo de cómo haya sido tu experiencia de imaginar que estabas loco, imagina que ahora eres lo contrario. Por ejemplo, si perdiste el control completamente al estar loco, toma ahora plenamente el control de ti mismo y experimenta qué sientes con el cambio. ¿Cómo te sientes? ¿Cómo interactúas con la gente? ¿Cómo te responden los cuando recobras la razón? Ahora abre los ojos y comenta si lo deseas sobre tu «locura». El pasado en el presente a).-Con los ojos cerrados retorna a una edad anterior que recuerdes bien. ¿Qué sientes al tener esa edad de nuevo? ¿Cómo estás vestido? ¿Qué haces en esa edad? Ahora establece un diálogo entre la edad temprana que ahora imaginas y tu edad actual. ¿Qué significa para ti tener otra edad?... Ahora vuelve a tu edad real. b) Ahora te encuentras visitando una casa en la que antes habías vivido. Imagina el lugar y la ‘casa. ¿Cómo te encuentras ahí, en ese sitio? En esa casa encuentras cosas que fueron importantes para ti en el pasado, entre ellas un álbum de fotografías. Mira las fotos del álbum ¿Qué fotos estás viendo? ¿Cómo son? ¿Quién o quienes están en ellas? ¿Qué es lo que descubres mirándolas? c) Ahora focaliza algo que te falta en tu vida de adulto, algo te en tus años de infancia. Regresa a tu infancia, a la edad de antes, y descubre qué es. Lo que hayas descubierto que te falta intégralo en tu vida ahora si lo deseas. Ya puedes abrir los ojos. Descender la escalera Acostado en posición relajada, cierra los ojos, llena tus pulmones de aire y vacíalos, toma el aire por la nariz y expúlsalo por la boca. Piensa que con el aire estás expulsando todas las tensiones que puedas tener en este momento en tu cuerpo. Ahora vuelve a respirar normalmente y concentra la atención en el ritmo de tu respiración. Concéntrate en la relajación de tus piernas y pies. Continúa concentrándote en el resto de tu cuerpo, busca y localiza tensiones en tu cuerpo. Si

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localizas alguna tensión corporal, déjala estar, concentra tu respiración en ese lugar o lugares en que sientes tensión o tensiones y disuélvelas sacándolas de tu cuerpo con el aire que expulsas siéntete ahora flotando y relajado. Ahora imagina que en este preciso momento te encuentras en lo alto de una escalera de una casa, sujétate al pasamanos de la escalera, siente la textura y la temperatura de la banderilla. ¿De qué material está hecha esa barandilla? Cuando estés listo vas a descender por la escalera que tiene diez escalones... Comienza ya a descender la escalera, contando cada peldaño que desciendes dándote cuenta del ruido que hacen tus pies al pasar de un escalón a otro y el contacto que establecen tus manos con la barandilla. A cada peldaño que desciendas te irás sintiendo más relajado. Ahora que ya has bajado todos los escalones. ¿Dónde estás? ¿Cómo encuentras al final de la escalera? ¿Qué hay a tu alrededor? ¿Es un lugar familiar para ti ese lugar? ¿Cómo te sientes en este momento?`Puedes abrir los ojos. Objeto en la playa Con los ojos cerrados y tendido en el suelo imagina que te encuentras en una playa. Elige la playa en que te gustaría estar en este momento. ¿Cómo es esa playa? Camina un poco por la orilla ¿Que sientes al pisar la arena? Acércate al agua y tócala. ¿Cómo la sientes? ¿Qué olor llega a ti? ¿Cómo son las olas? Explora más la playa y descubre más cosas que haya en ella... ¿Cómo te sientes en ese lugar, en esa playa? Ahora mira el mar. ¿Cómo es ese mar? Mira a lo lejos la costa. ¿Qué ves? Mira cerca de la orilla y comienzas a ver, en el agua algo que se va acercando a ti, que llega arrastrado por las olas a medida que se acerca tú vas viendo de qué se trata. Cuando se encuentra cerca de ti, lo observas y descubres lo que es. ¿Cómo es ese objeto? ¿Qué es? Tócalo. ¿Qué sientes al tocarlo? ¿Puedes imaginar qué circunstancias han traído a la orilla de la playa lo que estás viendo? ¿Cómo te sientes frente a ese objeto? Ahora te conviertes en ese objeto que llegó a la playa. ¿Cómo eres siendo ese objeto? ¿Qué características tienes? Descríbete en silencio: «Yo soy...» ¿Cómo te sientes con la experiencia de ser objeto? ¿Cómo es tu existencia? ¿Qué ocurrió para que ese objeto llegara a la playa? Ahora vuelve de nuevo a ser tú mismo y mira otra vez el objeto que dejas a la orilla de la playa. ¿Ves en él algo que no hubieses visto antes? ¿Qué sientes hacia ese objeto ahora? Echa un vistazo alrededor de la playa y ve si algo ha cambiado. Ahora despacio vete diciendo adiós al objeto, a la playa, a la arena, al agua y vuelve a tu existencia en esta sala. Quédate un momento con tu experiencia. Ahora abre los ojos. ¿Quién desea comentar su experiencia? Atardecer en la playa Con los ojos cerrados vamos a hacer una fantasía de imagen visual. Estás caminando por una playa, es el atardecer de un lindo día de verano, el sol aún no se ha escondido en el horizonte, tú lo estás viendo a lo lejos, a la altura del agua del

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mar. Es un sol radiante, brillante, de color anaranjado. El cielo tiene un color azul claro, reflejo del color del agua del mar. Comienzas a caminar con los pies descalzos, pisando la arena blanca y fina. Siente el contacto de tus pies en la arena, el frío y la humedad de la arena. Olfatea y huele el aire salado que respiras. Oye el sonido que produce el zumbido de las olas, su rítmico ir y venir. Mira las gaviotas que aletean y luego se dejan caer hasta casi tocar el agua del mar. Continúas caminando y de pronto llegas a una pequeña montaña de arena muy blanca, y brillante por los rayos del sol que caen sobre ella. Te detienes en lo alto de esa montaña de arena y miras hacia el mar. El agua que estás viendo es cristalina, transparente como un espejo, en ella reflejan los rayos del sol, una inmensa masa de luz blanca mirada intensamente en esa luz blanca que se proyecta en el agua y a medida que continúas enfocando en el agua comienzas a ver partículas violetas y puntos morados mezclados con colores plateados. Todo a tu alrededor es plateado y violeta. Ahora miras al horizonte y ves que el sol comienza a esconderse, da la sensación de que va penetrando en las aguas del mar, de que el mar se lo va tragando lentamente. Conforme el sol se va ocultando tú te encuentras que tu cuerpo se va relajando más y más. Antes de desaparecer el sol enrojece tomando sucesivamente colores escarlata, morado, oro y naranja, desapareciendo finalmente. Miras a la luna y te sientes envuelto en una luz crepuscular nocturna, es una noche con estrellas luminosas en el cielo. Oyes el zumbido que producen las olas, olfateas el olor a sal del mar, ves el agua, el mar, el cielo, las estrellas. Sientes que en este momento estás elevándote y descendiendo en el espacio, volando como si fueras una gaviota. Ahora abandona despacio la playa y vuelve a esta sala. Yo voy a contar hasta cinco; cuando termine de contar, tú puedes abrir los ojos sintiéndote fresco y relajado: 1, 2, 3, 4, 5. Ahora ya puedes abrir los ojos. Caracol Busca una postura cómoda sentado en el suelo en posición buda, una postura con la que te encuentres seguro en el mundo. Cierra los ojos e imagina que eres un caracol de mar cubierto por una fuerte coraza que te protege. Toma algo de tiempo para explorar cómo es tu experiencia de sentirte dentro de la coraza del caracol... Descubre cómo es ese caracol y qué sientes estando ahí adentro. Ahora despacio sal fuera de la coraza. Encuentra el camino que te permita salir de la coraza, toma conciencia de cómo te vas sintiendo al emerger, al ir tomando contacto con el mundo... ¿Cómo caminas siendo un caracol? ¿Cómo sientes la «carga» que llevas encima, en tus hombros? ¿Qué sientes cuando te arrastras? ¿Cómo son las «antenas»? ¿Las tienes escondidas en tu cabeza o están hacia afuera? Ya puedes volver al aquí y al ahora abriendo los ojos. La búsqueda de la cueva Con los ojos cerrados imagina que te encuentras en este momento caminando por un bosque lleno de árboles. Es un día precioso, luce un sol brillante que cruza las hojas de los árboles. Una brisa ligera y suave corre produciendo un dulce sonido al estrellarse con las hojas. A lo largo del camino que recorres ves flores de luminoso

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color. De pronto llegas a un lugar donde ves la entrada oscura de cueva. Entras adentro de la cueva. ¿Qué es lo que estás viendo? haces un agujero en la tierra de la cueva y encuentras algo que está ahí enterrado. ¿Qué es lo que encuentras? Cuando lo desees puedes abrir los ojos. Tienda de antigüedades Cierra los ojos y visualiza en tu mente que estás en este momento caminando por una calle, la calle que elijas, te estás acercando a una tienda de antigüedades. A medida que te aproximas a la tienda vas disminuyendo el paso y finalmente te paras frente a la puerta de la tienda y miras adentro, ves que la tienda está dividida en dos una parte que está oscura, con polvo, muy vieja; y la otra está iluminada, clara, brillante, con todo lo que contiene chispeante entras en la tienda y miras a tu alrededor... En este recorrido con tu mirada te das cuenta de que hay un objeto en la tienda que atrae tu atención. Imagínate que tú mismo eres ese objeto que estás viendo, por un momento imagina cómo es tu vida objeto. ¿Cómo es tu existencia siendo ese objeto? ¿Qué es lo que crees que eventualmente te pasará siendo ese objeto? Ahora vuelves a ser tú mismo y abres los ojos. Iluminación Tumbado boca arriba y con los ojos cerrados imagina que te encuentras recibiendo los rayos del sol, su calor. Te encuentras en un lugar increíblemente hermoso, tranquilo, pacífico, paradisíaco, algo así como el paisaje de los montes navarros del filme Tasio o de la película Qué verde era mi valle. Sientes que en este momento, en ese lugar eres querido y protegido más que nunca antes en tu vida. Miras al sol por unos segundos y experimentas en tu cuerpo la suavidad del calor de sus rayos; piensa y siente en lo bien que te encuentras. Ahora haz que el sol descienda suavemente sobre ti parándose unos instantes en tu cabeza. Cuando se encuentre cerca de tu cabeza pídele que te ilumine, que te muestre la persona que eres. Pide al sol que camine a tu alrededor, iluminándote todas las tensiones y preocupaciones que puedas tener en este momento, pídele que todas esas tensiones y preocupaciones se conviertan en energía luminosa. A medida que el sol va penetrando en tu cabeza, comienzas a sentir que su luminosidad va penetrando en cada célula de tu cerebro. Gradualmente el sol va descendiendo, recorriendo el interior de tu cuerpo y tú te vas sintiendo más y más ligero, más y más iluminado, más y más en armonía contigo mismo, con mucha paz interna, calma y una gran seguridad de que todo en ti está bien. Te sientes amado con una profunda intensidad. El sol finaliza el recorrido por tu cuerpo y sale por los dedos de tus pies. Momento en el que te sientes maravillosamente bien. Date cuenta de la intensa los energía que tienes ahora a tu alrededor y en el interior de ti mismo. Toma toda esa energía y envíala a alguien que quieras mucho, a alguien que la necesite, ve cómo esa energía baña a esa persona, la envuelve. Sigue imaginando a otras personas queridas por ti que desees envolver con esa energía luminosa. Toma una a una. Si lo deseas baña también con esa energía a alguna persona que

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hayas querido y que ahora tengas conflictos con ella y que quieras resolverlos, mírala también bañada por esa luz. ¿Cambian tus sentimientos y emociones hacia esa persona? Finalmente envía toda esa luz a un lugar que elijas, déjala que se quede ahí almacenada por si algún día la necesitas. Cuando lo hayas hecho aspira aire despacio y profundamente tres veces, siente cómo el aire penetra en tus pulmones. Al mismo tiempo que aspiras aire pide al sol que se eleve y vuelva a su lugar en el cielo. Cuando el sol se encuentre en su lugar, tu vuelves a esta habitación y abres los ojos. Resentimiento/aprecio: gente nutritiva Con los ojos cerrados piensa en alguien que te molesta, que no soportas, con quien estás resentido por algo que te ha hecho. Alguien con quien tienes dificultad para relacionarte. Imagina que esa persona se encuentra frente a ti, mirándote. Visualiza en detalle a esa persona, identifícala. ¿Qué ropa viste? ¿Cómo es la expresión su cara? ¿Cómo te está mirando? ¿Qué sientes tú frente a esa persona? Ahora expresa directamente tu resentimiento a esa persona, en forma presente y utilizando la primera persona, llamándola por su nombre, por ejemplo: «Narciso, estoy resentido contigo porque te quieres tanto a ti mismo.» Sé muy específico y exacto en lo que dices que sientes hacia ella, hasta que tengas la sensación de que realmente le comunicas tus sentimientos. Toma el tiempo que necesites a expresar todos los resentimientos que tengas hacia esa persona. Ahora toma los resentimientos y cámbialos por sentimientos de aprecio. Di lo mismo que antes sentías sustituyendo la(s) frase(s) por apreciar. Date cuenta de cómo te vas sintiendo con este cambio. Cuando hayas terminado explora si has descubierto algo que aprecias en lo que antes sentías contra esa persona. Puedes ir abriendo los ojos. Manifestación del resentimiento: gente tóxica Cierra los ojos. Imagina algunas de las personas con las que mantienes un tipo de relación desagradable para ti... Piensa en cada ellas unos instantes... Ahora selecciona una de ellas para continuar esta experiencia. Céntrate en la relación total que mantienes con esa persona... en este preciso momento, ¿deseas establecer contacto con ella o evitarla? Si descubres que te sientes bien al acercarte a esa persona toma otra persona de las que inicialmente habías pensado, hasta que te encuentres con una de las que deseas evitar. ¿Cómo podrías acercarte a ella? Estando cerca dile a esa persona lo que piensas de ella... Dile unas cuantas frases que comiencen con Repite varias veces esta experiencia hasta que tu cuerpo se sienta completamente relajado...Ya puedes abrir los ojos. Comentario: Cuando inhalas aire por la nariz y lo acompañas del mensaje «estoy», se pone en marcha, con la inhalación, un sentimiento de realmente estar,

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una toma de contacto contigo mismo te hace sentirte que existes, que estás. Cuando expulsas el aire la boca y te dices «relajado», desaparecen las tensiones internas tu organismo. Este método es una forma hipnótica de sentir. También puede ser utilizado en los momentos en que se tiene sueño y no se logra conciliar el sueño, modificando únicamente la palabra relajado» por «dormido», al expulsar el aire por la boca. Asuntos inconclusos Cierra los ojos. Ahora recuerda alguna situación en la que fuiste injustamente víctima, cualquier momento de tu vida en que fueras tratado injustamente. Pudo haber sido en tu familia, en el colegio, en tu trabajo, etc. Cuando localices la situación e identifiques la persona con la que tienes el asunto inconcluso colócala frente a ti. Establece un diálogo con ella. Dile a esa persona cómo te sientes en esta situación y cómo ésta podría haberse rectificado. Si lo deseas pensar en un castigo que esa persona podría haber recibido por ofenderte. Ahora imagina que la situación fue rectificada de la manera que tú siguieres. Toma tiempo para permitir que tu fantasía desarrolle este tema en detalle como rectificación de la situación. Si aún continúas sintiendo resentimiento por este asunto, imagina que esa persona que te ofendió y que por ello merecía un castigo fue castigada de la forma que tú consideras que hubiera sido adecuada. De nuevo permite a tu fantasía desarrollarse. Si crees que el castigo puede cambiar en algo la situación, hazlo. Puedes mantener el castigo que has elegido tanto tiempo como lo desees... ¿Ha desaparecido ya tu resentimiento? Si así es, ¿cómo te sientes ahora?... Puedes abrir los ojos. Minifantasías a) Cierra los ojos: te encuentras sentado en una piedra viendo transcurrir el agua de un río. ¿Cómo es ese río? ¿Cómo son sus aguas? ¿Cómo es la piedra en la que estás sentado? ¿Qué es lo que lleva el río en su corriente? ¿En qué estás pensando en este momento? ¿Qué estás sintiendo en este momento? Ahora estás en un valle. ¿Cómo es el valle? ¿Qué ocurre en ese valle? Levantas la vista y ves algo que se mueve hacia ti. ¿Qué es? Ahora estás en un cuarto con mucha niebla delante de ti, que no te permite ver absolutamente nada; detrás de la niebla hay algo muy importante para ti. La niebla va desapareciendo y tú poco a poco vas descubriendo lo que tienes enfrente de ti. ¿Qué es? Ahora tú te miras en una pantalla blanca donde aparece una representación nítida de tus emociones internas. ¿Qué tipo de emociones aparecen? Identifícalas.

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Ahora imagina que tu mente es un enorme baúl, con compartimentos pequeños. Levantas la tapa de ese baúl y miras en su interior. ¿Qué es lo que te encuentras? Ahora en una noche oscura te encuentras escapando de algo o de alguien que temes. Descubre qué o quién te persigue; después date vuelta y hazlo frente, interactuando y dialogando con lo que te persigue. Ahora acabas de llegar a un nuevo planeta. Explorando el nuevo planeta te encuentras con un nativo del lugar. Establece un diálogo con él y conviértete en él. ¿Cómo te encuentras siendo un habitante ‘otro planeta’?. Puedes abrir los ojos. b) Cierra los ojos; ahora estas en el vestuario de un teatro. Mira toda la ropa que hay en la sala después toma un nuevo nombre de teatro e identifícate siendo ese personaje. Explora tu nueva existencia: ¿Qué significa para ti esta nueva existencia. Ahora te encuentras en un largo pasillo con una puerta cerrada al fondo. Toma la llave de esa puerta y ábrela. Toma la llave de esta puerta y ábrela ¿Qué hay detrás de la puerta? Conviértete en lo que hay detrás de esa puerta. ¿Qué sientes? Ahora tú y tu familia estáis dando un paseo por el campo. Imagina que de pronto cada uno de vosotros se convierte en un animal. ¿Qué tipo de animal eres tú y cada uno de los miembros de tu familia? ¿Qué relación existe entre unos y otros? De todos estos animales imagina uno de ellos macho y otro hembra. Haz un encuentro entre ambos. ¿Qué ocurre entre ellos? Ahora inventa un animal que a ti te gustaría ser. Sé ese animal y explora tu propia existencia siendo ese animal. ¿Qué tipo de animal eres? ¿Cómo te sientes siendo ese animal? Ya puedes abrir los ojos. c) Con los ojos cerrados sitúate mentalmente en un lugar del presente o del pasado donde tú te encuentras con una persona que sabes tiene un gran coraje. Habla con esa persona y pregúntala qué es el coraje. ¿Cómo puedes tú llegar a tener más coraje en la vida? Escucha bien lo que la otra persona te responde. Ahora imagina un maravilloso día de primavera, tú te encuentras en lugar que es para ti preferido, lleno de paz interna y con una sensación intensa de profunda serenidad, tarareando la canción de Miguel Ríos: «Escucha, hermano, la canción de la alegría, el canto alegre del que canta el nuevo día, ven canta, sigue cantando`>>.Toma contacto con tu darte cuenta interno. ¿Cómo te sientes?

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Ahora imagina que te encuentras en una tierra paradisíaca, donde todo vive en armonía; la naturaleza, los animales. Mira a tu alrededor sin abrir los ojos y establece contacto con esa armonía. Siéntela. Ya puedes abrir los ojos. Otras fantasías y vivencias gestálticas se encuentran descritas en otras dos obras del mismo autor.

Grupos de encuentro Fundamentos teóricos Los grupos de encuentro son una forma de establecer una adecuada relación humana, que se obtiene con la comunicación abierta entre los participantes, la honestidad, la toma de conciencia, la responsabilidad, y además prestando atención a las emociones que emergen en cada miembro del grupo. Algunos terapeutas consideran que los grupos de encuentro proporcionan más ventajas que la psicoterapia individual, dado que en el grupo la persona recibe más empuje que en la relación interpersonal que recibe en la terapia individual. Los grupos de encuentro gestálticos enfatizan en todo momento el concepto existencial del aquí y el ahora, unido al cómo. Estos conceptos, como he mencionado en otra parte de este libro, son los pilares en que descansa la Terapia Gestalt. Por ejemplo, el terapeuta pregunta a menudo al cliente, en el transcurso de la sesión: « ¿Cómo se siente usted aquí y ahora?» Además de lo expuesto anteriormente, los grupos de encuentro son una forma de psicoterapia que enfatiza el que la persona enfrente sus propios problemas o conflictos existenciales, lo que le permitirá lograr un mejor funcionamiento de su potencial humano. En general, los grupos de encuentro parten del principio de que cada uno es responsable de su propia conducta y existencia. Por otra parte, los grupos de encuentro contienen elementos educativos y recreativos que crean condiciones ambientales que desembocan en un uso más satisfactorio de las capacidades personales. En los grupos de encuentro gestálticos la persona vive, siente y experimenta nuevas conductas. Ejemplo: pasar de «no puedo» a «no quiero»; actuar de forma diferente; hacer o decir cosas que corrientemente la persona no haría o diría. Asimismo en el grupo el individuo puede lograr establecer contacto y al mismo tiempo puede experimentar la separación o la desunión, lo que proporciona el equilibrio unión/separación. La teoría de la personalidad, que sustenta los grupos de encuentro, asume que el crecimiento óptimo del ser humano está frenado por los traumas físicos y

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psíquicos que padece la persona, y por el uso limitado que hace del potencial ilimitado del que dispone. Según esta teoría, tanto lo corporal como lo psíquico son percibidos como manifestaciones de la misma esencia, lo que justifica que el tratamiento o la psicoterapia impliquen la intervención en ambas dimensiones de la persona. La psicoterapia en su modalidad de grupos de encuentro se basa en tratar a la persona como una totalidad bio-psico-social-espiritual. En algunas intervenciones se hipotetiza que las emociones de algunas personas han sido inhibidas o reprimidas por la cultura en que ésta vive o ha vivido, con el fin de recuperar estas emociones perdidas; el cuerpo de estas personas tiene que estar asequible al darse cuenta. El encuentro que se produce en los grupos enfatiza el estar abierto a los demás y consciente de lo que está pasando, de tal forma que la persona llegue a darse cuenta de la realidad de sí mismo y la de los otros, incluyendo su forma de hablar, de mover- se, sus estados emocionales, sus reacciones hacia los otros e incluso su salud física. Bach y Stoller fueron los pioneros de los grupos de encuentro tipo maratón, y desde entonces este estilo de crecimiento del potencial humano ha sido cada vez más utilizado. Bach ha señalado: «El grupo de encuentro maratón ha resultado, después de tres años de práctica y de investigación, como el más directo, el más eficiente, y el más económico antídoto de la alienación, fragmentación y otras problemáticas de la salud mental de nuestro tiempo». Sin embargo esta afirmación tan rotunda ha sido criticada por Guinan y Foulds, que consideran que al no existir soporte de investigación científica, la afirmación es injustificada. Es así como estos dos autores (Guinan y Foulds) investigan, en el trabajo anteriormente citado, el crecimiento personal que se obtiene con los grupos de encuentro tipo maratón, partiendo de la hipótesis de que uno de sus efectos se centra en inducir cambios en la dirección de incrementar positivamente la salud mental y el crecimiento personal. Los 12 sujetos de esa investigación (6 hombres y 6 mujeres) eran estudiantes universitarios. Como instrumento de medida los investigadores optaron por The Personal Orientation Inventory (P0I), diseñado por Shostrom. El maratón tuvo una duración total de 30 horas repartidas en un fin de semana. Los terapeutas, autores de la investigación, utilizaron con el grupo experimental una orientación gestáltica. Los resultados indicaron diferencias significativas entre los puntajes promedio del pretest y el postest, entre el grupo experimental y el grupo control de este estudio; los primeros cambiaron significativamente en una dirección positiva en 7 de las 12 escalas del P0I, en tanto que el grupo control no obtuvo cambios significativos, comparando los puntajes de las escalas en el pretest y el postest, con lo que la hipótesis de esta investigación (a saber, que los grupos de encuentro tipo maratón tienen efectos que producen cambios que permiten incrementar en forma positiva la salud mental y el crecimiento personal de los participantes) quedó confirmada.

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Carl Rogers considera que los grupos de encuentro son «uno de los avances más interesantes y apasionantes de nuestra época» Se ha reportado que el primer grupo de encuentro fue dirigido a 33 líderes comunitarios en 1946. Aunque de una forma estructurada fueron los National Training Laboratories (NTL), de Bethel, Maine, los que más tarde implantaron la técnica de grupo T (Training Group), que inicialmente tenía características educativas y después tomó caminos terapéuticos al aplicarse estos grupos T a «gente normal». Entre los beneficios que obtienen los participantes en los grupos de encuentro, Elmore y Saunders han señalado: «Significativamente el individuo que se libera suficientemente como para implicarse en estas técnicas y llega a estar inmerso en ellas frecuentemente adquiere un marcado sentido de ayuda, libertad, alivio y afecto hacia las otras personas después de un encuentro. Asimismo la tendencia a expresar conductas inapropiadas o emociones patológicas no parece según los autores que aumente, sino que decrecen después de un grupo de encuentro». Estos mismos autores en el artículo citado señalan que el informe de la Asociación Americana de Psiquiatría (The Task Repport 1), considera que los grupos de encuentro contienen las siguientes características: se rebelan contra el orden establecido; imponen la necesidad de formación; enfocan en el «ahora»; en el «hacer sus propias cosas»; y enfatizan en la autenticidad, la meditación y la transparencia total. Además de que estos grupos de encuentro pueden ser percibidos como un oasis social, en el que las normas de la sociedad son explícitamente transgredidas. Las normas de grupo en un grupo de encuentro motivan a que los miembros expresen sus propias dudas y deseos irrealizados de intimidad y aprecio. La literatura sobre los grupos de encuentro en Terapia Gestalt es muy escasa, tanto que un buen libro con este enfoque de psicoterapia escrito por Latner dedica únicamente cuatro páginas a este tema en el apartado «Modalidades de la Terapia Gestalt». Más recientemente Feder y Ronall editaron un libro sobre grupos de encuentro gestálticos, con un título algo similar a este que nos ocupa: Más allá de la silla caliente: enfoque gestáltico al grupo, aunque existen varias diferencias siendo una de ellas que la obra en cuestión está escrita por varios autores-colaboradores y ésta es de un solo autor. La obra de Feder y Ronall contiene varias virtudes; entre ellas, tiene la valentía o el coraje de dedicar un capítulo al tratamiento gestáltico de homosexuales y bisexuales, tratamiento centrado en la comunidad terapéutica. El referido capítulo finaliza con una cita tomada de Fritz Perls por Kelley: «El hombre que puede vivir en contacto con su sociedad, sin ser tragado por ésta, ni tampoco retirándose de ésta completamente, es la persona bien integrada... la meta de la psicoterapia es crear ese hombre. La idea de una comunidad en la que teniendo sus necesidades determinadas cada miembro participe en el beneficio de todos. Una tal sociedad estará en contacto con sus miembros».

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Este tópico me recuerda que en una ocasión un canal de televisión me solicitó hacer un comentario de una película que trataba sobre la vida de un joven abogado que había contraído el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA); este comentario era un requisito que establecía la censura para autorizar proyectar dicho filme en la televisión; naturalmente que acepté el reto. Vi la película e hice el comentario, aun tomando conciencia de que este comentario era un requisito «social» y no precisamente «moral», que desculpabilizaba o eximía de toda responsabilidad a los miembros de la censura que habían impuesto esta condición a la televisión. Esto indica cómo una sociedad de represión sexual pretende que el individuo se «ajuste» a la misma, cuando en ocasiones lo que se requiere, lo que es más «sano», es lo contrario: que la sociedad se adapte al individuo, que el todo (la sociedad) se adapte a sus partes (el individuo). Esta forma de percibir las «desviaciones» de las normas socioculturales establecidas ha hecho el que muchas de estas personas «desviadas» (homosexuales, bisexuales, delincuentes, criminales, adictos a la droga y al alcohol, etc.) busquen para su tratamiento a terapeutas gestálticos sin prejuicios sociales introyectados. Hace ya más de 40 años que Paul Goodman, coautor con Fritz Peris y Paul Hefferline de Terapia Gestalt, escribía: «Debemos permitir y motivar la satisfacción sexual de los jóvenes..., con el fin de liberarlos de sumisiones ansiosas» La Terapia Gestalt respeta la integridad de la persona y no establece juicio de valores sobre sus clientes. Únicamente la persona misma es responsable de sí misma, es ella la que decide qué camino tomar; el facilitador, por medio de experimentos vivenciales, enfrenta a la persona a diferentes caminos, después ella elige, tomando conciencia de que su decisión es responsabilidad suya, lo que significa que el terapeuta no resuelve los problemas de la gente sino que ayuda a la gente a que los resuelva por sí misma. Sobre otro tema Rogers parece ignorar o desconocer los principios de la Terapia Gestalt cuando escribe: «Grupo gestáltico. El énfasis recae en un enfoque terapéutico gestáltico en el que el terapeuta experto se dedica por entero a un individuo a la vez, desde un punto de vista diagnóstico y terapéutico». Aunque este enfoque individual en los miembros de un grupo se daba en los años cincuenta con Fritz Peris, el maestro de la Terapia Gestalt, Rogers parece haberse quedado fijado en esos tiempos y no haber seguido la evolución de la psicoterapia Gestalt. Ahora el enfoque grupal gestáltico es otro, como veremos ampliamente más adelante, cuando tratemos las intervenciones grupales. Muchas de las intervenciones grupales de la Terapia Gestalt son dirigidas a la totalidad de los participantes por medio de fantasías dirigidas, vivencias, experimentos, etc., y únicamente a veces el terapeuta centra su atención e intervención en una sola persona del grupo. Por otra parte, raramente esta intervención grupal tiene un carácter de diagnóstico, poco utilizado en Terapia Gestalt, a no ser que se trate de hacer investigación psicoterapéutica, como veremos más adelante con el test FIRO. En tercer lugar, no siempre los grupos de encuentro son terapéuticos en el sentido estricto que se da a este término, aunque algunos sí lo son, otros son de crecimiento

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del potencial humano y otros son formativos, dirigidos a futuros terapeutas gestálticos. Unas páginas más adelante, en la misma obra, Rogers al referirse a los «hilos comunes» de los grupos señala: «Esta descripción de los aspectos básicos de la experiencia quizá se ajuste a la mayoría de los grupos, aunque sería menos aplicable a la terapia gestáltica y otros grupos en los que el coordinador se hace cargo en mayor medida de la situación y manipula más a los sujetos». Lo que de nuevo demuestra su desconocimiento de la teoría y aplicación de los grupos de Terapia Gestalt, en los que manipular no es el objetivo, aunque sí el terapeuta gestáltico evita, cuando se da cuenta, ser manipulado por el cliente. Seguidamente Rogers retoma el tan conocido concepto del aquí y el ahora y se contradice con el juicio que había establecido anteriormente: «No me agrada la regla: Charlaremos del aquí y el ahora». Aquí está la contradicción: «Es obvio que el grupo de encuentro tiene ciertas implicaciones existenciales, por su tendencia creciente a poner énfasis en el aquí y el ahora de los sentimientos humanos y del propio vivir». (La cursiva es nuestra.) Afortunadamente, en los orígenes de los grupos Rogers concede un puesto de honor a la Gestalt; si no hubiera sido así, se podría haber pensado, por todo lo expuesto anteriormente, en un asunto inconcluso de Rogers con la Terapia Gestalt y/o con su fundador, aunque tampoco esta citación que sigue no quiere decir que no lo tenga: «Así, pues, las bases conceptuales de todo este movimiento fueron, al principio, el pensamiento Lewiniano y la psicología de la Gestalt, por un lado, y la terapia centrada en el cliente, por otro». (La cursiva es nuestra.) Y esta formulación puramente gestáltica: «En cualquier grupo, en algún grado, aunque especialmente en los llamados cursos académicos que conduzco, a la manera de un grupo de encuentro, mi gran anhelo es tener presente a la persona en su totalidad, en ambas modalidades, las afectivas y las cognitivas». (La cursiva es nuestra.) Y aún más, en la Conferencia sobre la evolución de la psicoterapia, Rogers ante una pregunta que le formularon, relacionada con los cambios en percibir la psicoterapia que él había experimentado en el transcurso del tiempo, responde: «Yo no siento que con un cliente se debe emplear un enfoque determinado, que con un cliente debo emplear el enfoque Gestalt y con otro algo diferente, siendo que la psicoterapia es una interrelación y la calidad de la interrelación es la que va a ayudar o no al cliente». Afirmación con la que todas las psicoterapias no están en desacuerdo, incluso Ronald Laing, que dijo en la referida Conferencia: «La gente que llega a psicoterapia, que desea entrar en psicoterapia, busca la interrelación».

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Los grupos de encuentro gestálticos que dirijo, a menudo con los miembros del grupo sentados en círculo, se centran en las necesidades específicas que tienen sus miembros, considerando también el tiempo que dispone de «vida» el grupo. El tiempo en que son sometidos los participantes a la vivencia o experiencia grupal, no es el mismo en un grupo de demostración de la Terapia Gestalt de una duración de tres horas, que en un seminario-taller de un fin de semana con una duración de quince o veinte horas. Además algunos grupos están compuestos de terapeutas en formación, ejemplo: cursos a psicólogos en la universidad y en otras instituciones como las de salud mental. Otros cursos van dirigidos o están abiertos a personas de diferentes profesiones, e incluso sin profesión específica, gente que lo desea y busca en los grupos encontrar mejores formas de relacionarse con ellos mismos (intrapersonal) y de interrelacionarse con los otros (interpersonal). Otras personas buscan en los grupos de encuentro aprender algo de ellas mismas, otras incrementar el darse cuenta, tomar conciencia de asuntos inconclusos que tengan y cerrarlos, etc. A todos ellos la Terapia Gestalt ofrece un modelo de crecimiento que sitúa el acento en lo que el grupo vive en el «aquí y el ahora», en el darse cuenta, en la toma de contacto, en el cómo de la existencia y no en el porqué, en la totalidad de la persona, en el ser de la persona y no en el tener; una persona es su mano, su corazón, su intelecto y no es que tenga una mano, un corazón, etc. No tenemos una vida, somos una vida. Esta diferenciación entre tener y ser es un principio básico de la Terapia Gestalt. En el transcurso de mi intervención con grupos ofrezco, simultáneamente con la vivencia grupal, miniconferencias de la Terapia Gestalt y el proceso de cambio. Lógicamente esta parte teórica es amplia en los grupos formativos de psicoterapeutas y es mínima, e incluso a veces nula, en grupos terapéuticos con gente que padece trastornos severos de la personalidad (drogadictos, alcohólicos, psicóticos, deficientes mentales, etc.). Quiere decirse que la metodología a aplicar en grupos varía según sea la composición de sus miembros, lo que determina las características del grupo: formativo, de crecimiento y terapéutico. En los grupos de encuentro gestálticos se utilizan, dos modelos de intervención. Uno de ellos es el practicado por la Escuela Gestalt de Cleveland, el Gestalt Institute of Cleveland (GIC), y que se conoce como el proceso orientado en el modelo de grupo, en el que el acento se sitúa especialmente a nivel de la relación interpersonal. El otro enfoque, el proceso orientado en el modelo individual, opuesto al anterior, como su nombre indica, sitúa como figura la intervención intrapersonal de los miembros del grupo, ocupando el fondo la relación interpersonal que se da entre los participantes y la de éstos a su vez con el facilitador del grupo. Este último modelo corresponde al que predominaba en los inicios de la Terapia Gestalt y por lo tanto era ampliamente utilizado por Fritz Peris, como ya lo hemos mencionado. Kepner ha logrado una mutación de estos dos abordajes terapéuticos al describir el proceso grupal como un modelo en el que el facilitador, con lentes bifocales, presta atención por una parte al desarrollo de los individuos en el grupo y por otra parte al desarrollo del grupo como un sistema social; quiere decirse que considera el todo y las partes que contiene el todo.

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En el conjunto de grupos de encuentro que han sido desarrollados por el Gestalt Institute of Cleveland, entre otros se ofrece: grupo de encuentro introductorio para parejas, que tiene como objetivo enfatizar los métodos para incrementar el encuentro en la pareja, experimentando con nuevos métodos de comunicación entre las mismas. Las parejas examinan sus propios sistemas y comparten con los sistemas de las otras parejas. Identifican y exploran áreas de contacto y conflicto, así como las exigencias y las necesidades individuales de la interrelación. Otro de los talleres es de enriquecimiento familiar. Aquí se pretende ofrecer soporte al incremento de la comunicación y al desarrollo de las destrezas familiares de evolución, utilizando para ello la clarificación del rol de co-parentar en oposición con el padre único, promoviendo el darse cuenta y la apreciación de diferencias y necesidades individuales de cada miembro de la familia, y clasificando los valores familiares. En este taller participan también niños y adolescentes de 8 a 15 años de edad. En estos grupos de encuentro también se ha tenido en cuenta las necesidades que tienen los hijos de edad más avanzada y que tienen padres en la tercera edad, lo que proporciona a los hijos una excelente oportunidad de aprender acerca de y discutir con los otros miembros del grupo de encuentro, en un medio ambiente protegido, los cambios en las interrelaciones familiares y la dinámica familiar que va emergiendo en forma natural a medida que los padres y sus hijos van envejeciendo. Este tipo de taller se recomienda a parejas que reconozcan la importancia de anticiparse a cambios en los estilos de vida y cambios situacionales, así como la comunicación abierta en temas que traten sobre estos desarrollos de las familias. Situaciones a enfrentar antes de casarse: está diseñado para personas solteras, parejas que se encuentran en una «situación primaria» y parejas que planean casarse. «Entre las personas inteligentes la base más segura para el matrimonio es la amistad: compartir los intereses, la habilidad para discutir las ideas de cada uno y comprenderse en lo que se piensa y se sueña» (véase Gibran, Beloved Prophet). Este taller ofrece a los participantes la oportunidad de establecer una base firme para el matrimonio por medio de la integración de un enfoque inteligente al matrimonio con sentimientos de amor. Complementariedad en el matrimonio: enfoca en el aprendizaje para apreciar diferencias entre cada uno de la pareja. Se trabaja con conflictos y la resolución de los mismos, se enfatiza en la apreciación de la historia y desarrollo como pareja. Padres sustitutos: algunas nuevas alianzas entre dos personas implican a menudo los hijos de uno de ellos o ambos. Frecuentemente estos hijos son vistos como parte del «paquete del convenio», no libremente elegidos como son los miembros de la pareja misma. Existen muchos mitos desafortunados y con expectativas no realistas en lo que se refiere a estos nuevos roles: «Si me amas tienes que querer a mis hijos», o «Los hijos de mi compañero(a) me amarán y me apreciarán». Este taller enfoca en cómo estos mitos y expectativas interfieren con el lento y a menudo doloroso desarrollo en la interrelación entre los niños y sus padres sustitutos y lo que se puede hacer para facilitar este proceso. El taller está abierto tanto a parejas como a personas solas.

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Cuando la pareja no encuentra otro camino que la separación o el divorcio pueden participar en un grupo de encuentro que va más allá de la separación o el divorcio. Este taller está diseñado tanto para aquellas personas que ya están separadas o divorciadas como para aquellas que están en proceso de hacerlo; aquí se confrontan los asuntos inconclusos, los sentimientos o emociones que estas situaciones evocan, siguiendo en la ruta que conduzca a oportunidades de crecimiento del potencial humano de cada participante, que permita el comienzo de una nueva Gestalt que se abre resolviendo y cerrando antes la situación. El objetivo de este taller reside en afrontar períodos de transiciones en la vida, hacer frente a las alteraciones en el estilo de vida utilizando recursos tanto emocionales como cognoscitivos. De más duración que los talleres anteriormente citados, que suelen llevarse a cabo en un fin de semana de aproximadamente 14 horas de trabajo, es el programa para parejas. Este programa enseña un enfoque Gestalt a la forma de vivir las parejas y les proporciona la oportunidad para trabajar sus situaciones actuales; consta de un taller de fin de semana y de una sesión semanal de 4 horas, durante 8 meses. Una parte de cada sesión se destina a presentar conceptos gestálticos y su aplicación a la vida cotidiana de la pareja, siguiendo experimentos vivenciales diseñados para que los conceptos «tomen vida». Una segunda porción de cada sesión enfoca en el trabajo con los asuntos de la pareja, los cuales son estimulados a emerger por el material que se ha visto anteriormente y la experiencia cotidiana de cada pareja. Las parejas en este programa aprenden y experimentan los conceptos de la Gestalt tal como éstos se relacionan con el funcionamiento de cada miembro de la pareja, desarrollan destrezas específicas de pareja, exploran tópicos de pareja, trabajan asuntos personales, contribuyen al desarrollo del crecimiento en la aplicación de la Gestalt a la vida de pareja. El grupo de participantes se limita a seis parejas que llevan juntas como mínimo un año y que se encuentran en proceso de separación o de divorcio. Un extracto del material de un taller que dirigí, a un grupo de padres con hijos deficientes mentales servirá para ilustrar las metas de este tipo de grupo de encuentro con participantes homogéneos en lo que se refiere a vivir una misma situación; en este caso tener hijos deficientes mentales. El taller tuvo una duración de cuatro horas y consistía en cerrar situaciones con seis parejas, que anteriormente habían seguido doce sesiones de aproximadamente dos horas cada una, en Terapia de familia Gestalt. Este encuentro final con las parejas comienza con un ejercicio, seguidamente se hace un experimento de fantasía mental dirigida que consiste en cerrar los ojos e imaginarse cada uno a sí mismo caminando en un campo verde, visualizando flores de diferentes colores, más adelante se ve un puente, se pasa por éste y se llega a una casa en donde habita y se encuentra una familia; la persona sigue caminando, sube una colina y llega a una cueva. Después de todo este recorrido la persona regresa al lugar de partida pasando otra vez por los mismos lugares. Al finalizar esta vivencia y pedir a los participantes que comuniquen lo que «vieron», una madre la asoció con su vida real diciendo «Al pasar por la casa miré a

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la ventana y vi a una niña con retardo, entre y salude a la madre y jugué con la niña», a lo que el facilitador (F) recreando la situación dice: F: ¿Qué siente al ver a la niña? Madre (M): Me hace pensar en mi chiquita. No cabe ninguna duda de la influencia que tiene la realidad cotidiana en la fantasía dirigida y de la necesidad que tenía y tiene la madre de que la gente jugase con su hija con retardo mental, necesidad manifestada en sesiones de psicoterapia anteriores que se hicieron con ella y su esposo. A la invitación del facilitador de si alguien deseaba trabajar algún asunto, una participante dijo: «Tengo un problema con Antonio, mi hijo mayor, de 12 años, él rechaza a Luisa que tiene retardo. Cuando ella nació yo le descuidé totalmente a él, sentía rechazo, sería por ser mujer Luisa que yo me incliné más por ella. Un día Antonio me dijo que si yo ponía a Luisa en su escuela (en aula diferenciada), él se mataría.» Aquí interviene el esposo, el padre de Antonio: «Ella sobreprotege a Antonio. A veces yo le doy un permiso para hacer algo y ella dice: ¿Para qué se lo dio? Yo ya le había dicho que no.» M: Sí él es muy inocente y también es muy bueno con Luisa... Yo lo baño y le hago todo. El es muy bueno, pero yo vivo con eso de que lo descuidé mucho por dos años, incluso siento una laguna, hay cosas que no recuerdo. F: No se acuerda o no quiere acordarse M: No me acuerdo, yo trato pero no puedo, ni siquiera logro ubicarme en la época. Este proceso indica cómo esta madre toma conciencia del rechazo que siente hacia su hijo, tal vez esto haga que se resista a establecer contacto con su pasado, a recordar. Seguidamente continúa: M: Yo rechacé a mi hijo normal y me dediqué a ella, siento que no he sido una buena madre. F: (se dirige al esposo) ¿Qué piensa usted al oír a su esposa lo que acaba de decir? P: No, es ella, yo no. Yo he sido un buen padre. Yo considero que no tengo problemas con él, no es que me crea un súper papá, pero no me siento culpable como ella. Aquí interviene la madre:

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M: Sí, yo siento que desplacé todo hacia Luisa (voz suave y entrecortada), no he sido buena madre (ojos humedecidos). F: ¿Siente usted ganas de llorar, Cecilia? M: Sí. F: Hay algo que se lo impida. M: No sé, a veces como yo me reprimo muchas cosas, no quiero molestar a nadie. F: ¿A quién puede molestar? M: A Alberto. F: Pregúnteselo a él. M: (dirigiéndose a su esposo) ¿Te molesta que llore? P: Sí, no me gusta que llores. El facilitador retomando un tema urgente a tratar que había emergido anteriormente se dirige al esposo: «Alberto, ¿cómo se siente al saber lo que dice un niño de doce años, su hijo, de que pudiera matarse? La situación que planteó antes su esposa.» P: Naturalmente no me gusta. Aquí interviene la madre: «Ahora no sé si llevar o no a Luisa a la escuela de mi hijo Antonio.» F: ¿Qué le respondió su hijo Antonio cuando usted le dijo que iba a llevar a Luisa a su escuela? M: Que no debo llevarla. F: ¿Qué le parece a usted que es mejor, de acuerdo con lo que él le ha dicho. M: Que no debo llevarla. F: ¿Y qué es lo que va a hacer usted? M: No la llevaré. F: ¡Claro! Usted le preguntó a él y él no quiere; a los niños, como a todo el mundo, se les debe respetar. Imagine usted lo que significa para un preadolescente, como es su hijo, admitir que tiene una hermana con retardo. Lo que no quiere decir

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que no debe poner usted a Luisa en otra escuela con aula diferenciada, eso sí, que no sea la escuela formal a la que asiste el hermano. Grupos de encuentro gestálticos A menudo al abrir un taller de Terapia Gestalt lo hago con las siguientes palabras de introducción: Algunos de ustedes conocen mi trabajo en Terapia Gestalt, unos pueden pensar que este taller será interesante, otros que será únicamente un ensayo. Todos ustedes tienen en común el tener diferentes expectativas de lo que esperan del taller, sin embargo lo más difícil es lograr completar el proceso de desaprender lo aprendido con otros enfoques de psicoterapia, mientras viven la experiencia gestáltica. Una historia del budismo ilustra lo anterior: Se trata de un profesor de una universidad de Occidente que va a visitar a un maestro del zen en Oriente, el profesor después de saludarlo le cuenta que él es un doctor, profesor de universidad, y le explica ampliamente todo lo que sabe y conoce, aunque desea aprender del maestro qué es el zen. El maestro le escucha atentamente y le invita a tomar una taza de té. Al llenar el maestro la taza de té de su invitado el líquido se derrama, lo que es advertido por el doctor diciéndole que el té se está desbordando, a lo que el maestro responde: «Correcto, usted llega como una taza de té llena, todo lo conoce, ¿cómo puedo enseñarle yo nada? ¿Dónde va a entrar lo que le enseñe? Hasta que usted no llegue vacío no puedo ofrecerle absolutamente nada.» En pocas palabras lo que el maestro del zen transmite al profesor es que para llenarse se necesita antes vaciarse. El segundo principio, después de vaciarse, es que yo no estoy aquí para enseñarles absolutamente nada, sino que estoy aquí para compartir con ustedes cómo yo aprendí a hacer Terapia Gestalt. En este punto concuerdo plenamente con Carl Rogers cuando dice: «He llegado a creer que los únicos conocimientos que pueden influir en el comportamiento de un individuo son aquellos que él descubre por sí mismo y se apropia». Con otras palabras Gibran dice lo mismo: «El maestro que pasea a la sombra del templo, entre sus discípulos, no da su sabiduría, sino más bien su fe y su afecto. Si de verdad es sabio, no os obligará a que entréis en la casa de su sabiduría: os guiará sólo hasta el umbral de vuestra propia inteligencia». De aquí la importancia que tiene en psicoterapia el que el cliente descubra por sí mismo, llegue al continuo del autodarse cuenta, lo incremente con la ayuda del facilitador, lo que es completamente contrario a la interpretación terapéutica; se trabaja en Terapia Gestalt con el cómo y el para qué y no con el porqué, interesa el cómo se siente una persona, cómo le afecta y cómo enfrenta una situación, para que realice una conducta o acción determinada. Después de esta introducción verbal paso a una sencilla experiencia grupal de presentación de cada participante, la cual consiste en que cada uno diga su nombre

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y algo más de sí mismo si lo desea. Esto va acompañado de un ejercicio motor para el que me sirvo de una madeja de lana u ovillo de hilo: yo comienzo presentándome y después que lo he hecho lanzo el ovillo a otra persona del grupo reteniendo la punta, la que lo recibe se presenta y después lanza el ovillo a otra persona, reteniendo todos los participantes una parte del hilo del ovillo en sus manos y eligiendo a quién se lo lanzan hasta que todos han recibido el ovillo y se han presentado. Al finalizar este entretenido experimento que permite darse cuenta de quién se dirige a quién o quién elige a quién, queda al interior del grupo gestáltico una telaraña imposible de desenredar. Así comienza el grupo, como una telaraña. El rol del facilitador, en el tiempo que dure el encuentro, consiste en «desenredar» a cada uno y al grupo. ¡Lo que es más difícil de desenredar es el enredo que se hace en el ovillo, lo que quiere decir que para cada taller con esta modalidad de inicio se requiere un nuevo ovillo de lana! Muchas veces en el transcurso de un taller me sirvo de metáforas, historias, anécdotas, y toda clase de estrategias terapéuticas que puedan ayudar al desarrollo del proceso. Entre mis preferidas está ésta: «Una historia sufí cuenta que un hombre murió en un accidente. La gente del lugar exclamó: ¡Qué lástima! Después se supo que el hombre que murió en ese momento iba camino del palacio para asesinar al buen califa. Entonces la gente dijo: ¡Qué dicha que ese hombre murió! Años más tarde el buen califa se convirtió en un tirano para su pueblo y la gente entonces dijo: ¡Qué lástima que el hombre que murió hace años en el accidente no lo hubiera asesinado!» Historia que ilustra cómo las cosas cambian y cómo a todas las partes de un acontecimiento (totalidad) hay que considerarlas tomando siempre en consideración el todo. Y, en tercer lugar, cómo las cosas que un momento determinado pueden ser positivas, agradables o deseadas, se pueden convertir en otro momento en su opuesto o contrario. Otra historia antigua china cuenta que el maestro quería que sus discípulos vieran el sol, para ello el maestro señalaba con su dedo al lugar en que éste alumbraba. Algunos discípulos, «adormecidos», miraban al dedo del maestro creyendo que éste era el sol. Otros, los «despiertos», miraban no al dedo sino en la dirección que el maestro señalaba con su dedo. Historia que se relaciona con la dependencia-independencia de los pacientes en psicoterapia, la transferencia que establecen algunos terapeutas con sus pacientes, los cuales miran al dedo del terapeuta. También utilizo algunos cortos pensamientos como: «El hombre superior camina por la vida sin tener una acción preconcebida o tabú. Simplemente decide en el momento lo que es más correcto hacer» (Confucio, Anaclets). Lo que significa «caminar» en el aquí y el ahora, enfrentar las cosas en el momento que ocurren o se presentan. O como dice la letra de una conocida canción: (. Tantos estos experimentos como las fantasías dirigidas anteriormente indicadas, deben aplicarse en las situaciones que lo requieran; el facilitador elegirá y se servirá de uno de estos experimentos o diseñará uno propio cuando el proceso en el que se encuentre el grupo así lo requiera. En decidir qué experimento o fantasía aplicar en qué momento reside la creatividad y destreza del terapeuta, lo que le diferencia del técnico de la psicoterapia. Círculos de confianza: acunar el cuerpo «De la cuna nos vienen las alegrías, de la cuna nos vienen las tristezas.» Miguel de Unamuno Haced grupos de siete y colocaos en círculos cada subgrupo. Durante el tiempo que dure este experimento manteneos en silencio, evitando el hablar, las risas o las sonrisas. De cada uno de los subgrupos de siete una persona, que lo desee, comienza a ser elevada y acunada, la persona se coloca en el centro del subgrupo, con los ojos cerrados, los brazos cruzados sobre el abdomen, el cuerpo recto y relajado. Una de las personas más pequeñas del grupo se coloca detrás de la persona que está en el centro del círculo, las personas más altas a su lado, dos a cada lado. Todos los de cada círculo se acercan a la persona del centro y la sujetan

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suavemente inclinando su cuerpo lentamente hasta acostarlo en el suelo. Una vez acostada la persona, el más pequeño del grupo sostiene la cabeza, los cuatro de los lados pasan las manos por debajo del cuerpo que está acostado sobre su espalda. Éstos se entrelazan las manos que tienen colocadas debajo del cuerpo del que está acostado. El otro se coloca a sus pies y le sujeta éstos. Subid los seis lentamente el cuerpo que tenéis en vuestras manos, todos al mismo tiempo, al mismo ritmo, cuidando que el cuerpo se mantenga recto. Ahora que ya está en alto, a la altura de vuestros codos, balancead o acunad el cuerpo que estáis sujetando, sin mover ninguno de los seis los píes, moviendo únicamente los brazos. Cuando lo hayáis hecho varias veces descended el cuerpo al suelo, retirad los seis las manos y esperad a que la persona del centro abra los ojos... Ahora cambiad a otra persona del grupo, haced lo mismo. Continuad el experimento hasta que todos los que lo deseen en el grupo lo hayan hecho. Esta vivencia puede ayudar a las personas que necesitan que los demás «ocupen de ellas». También puede impactar a las personas que sienten o viven soledad y mantienen distancia con otras personas. Es un requisito, para que cumplan los objetivos que se persiguen con esta vivencia, que la persona que acunada sea levantada y balanceada con dulzura y suavidad, sin brusquedades.

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Una experiencia similar a la anterior es la del «vaivén del cuerpo», que tiene como objetivo el que la persona en el centro sienta una experiencia de seguridad y confianza, que le ofrecen las personas del círculo en el grupo. La persona que se encuentra en el círculo del grupo confía en que las personas a su alrededor no la dejarán «caer», por consecuencia los que forman el círculo deben cuidarse de que la experiencia sea de completa confianza para el que se encuentra vivenciándola en el centro del círculo. En una ocasión haciendo este experimento, de la persona en el centro del círculo que se balanceaba y era empujada suavemente por las personas a su alrededor, una joven estudiante de psicología al finalizar comentó: «La experiencia fue muy grata, sentí que mi cuerpo era acolchonadamente apoyado por el grupo, perdí la noción de la base de mi apoyo (los pies) y me sentí flotando, como si no tuviera cuerpo, fue para mí una experiencia muy placentera, pocas veces vivida anteriormente.» El testimonio anterior de vivir una experiencia evidencia que los experimentos gestálticos permiten un «dejarse ir» y al mismo tiempo permiten un darse cuenta de las emociones que se vivencian. Son como un ser y un no ser. Otro ejemplo de «dejarse ir» por medio de una vivencia fue el que relató una participante de un taller, como comentario después de haber vivenciado el experimento conocido como «hablando con el hombre sabio». Este miembro del grupo comunicó que el «hombre sabio» era su abuelo, que había hablado con él y le había preguntado cómo es que murió cuando ella tenía únicamente cinco años de edad, que lo necesitaba (asunto inconcluso), a lo que el hombre sabio le respondió: «Porque todo lo que nace muere, antes o después.» Con esto esta persona cerró el asunto inconcluso que tenía con su abuelo desde hacía ya más de 25 años. Expresión facial

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Sentado con los ojos cerrados, comienza a sentir tu cara internamente, desde adentro, sin tocártela con las manos. Localiza y siente la tensión interna de tu cara, concéntrate en lo que está ocurriendo internamente en tu cara y no intentes relajar ninguna de sus partes (mandíbulas, barbilla, ojos, mejillas, boca, nariz, orejas, cuello, etc.). La localización de la calidad del sentimiento emocional se da especialmente en los músculos de la cara. ¿Has localizado alguno? Cuando lo consideres conveniente puedes abrir los ojos. Este experimento permite llegar al darse cuenta de la sensación y la emoción interna que la acompaña.

Contacto corporal «Todo hombre puede ser, si se lo propone, escultor de su propio cuerpo.» Santiago Ramón y Cajal Con los ojos cerrados toma contacto con tu propio cuerpo. Si sientes alguna tensión que localizas en alguna parte específica de tu cuerpo, trabaja metafóricamente con ella. Es decir: ¿Qué significa esa tensión en tu vida? ¿Se refiere a tu relación interpersonal con alguna persona afectivamente cercana a ti? Conviértete en el lugar donde focalizas la tensión. Habla con esa parte que es parte tuya. ¿Qué te dice esa parte? Sigue dialogando con esa parte en tensión hasta que ésta o el dolor localizado en tu cuerpo desaparezcan. Al final para salir de la relajación profunda en que se encuentra inmerso tú cuerpo comienza a respirar con respiración alterna: inspirando el aire por el orificio nasal derecho, tapando para ello con un dedo el orificio izquierdo; espirando el aire por el orificio izquierdo y tapando con un dedo el derecho. Piensa al mismo tiempo que haces esta respiración alterna que al inspirar y espirar aire tu cuerpo se carga de energía. Haz esta respiración cinco veces completas... Ahora ya puedes abrir los ojos. Cerrar un taller Con algunos grupos utilizo el siguiente procedimiento como despedida o cierre: todos en círculo de pie, uno de ellos se sienta en una silla colocada en el círculo que forma el grupo, otro se va sentando en sus piernas y así sucesivamente van tomando asiento todos los participantes, haciendo que el círculo termine en el respaldar de la silla. De esta forma cada miembro da y recibe soporte de otro miembro, soporte interpersonal, lográndose cohesión y contacto entre los participantes en el grupo; hay algo que los sostiene a todos y son ellos mismos. Con este experimento se vive un sentimiento de comunión, de unión, de solidaridad grupal, de confluencia positiva. Esta vivencia contiene un mensaje corporal yo-tú. Curiosamente este yo-tú terapéutico se traduce en la relación interpersonal que se da entre la gente de algunos pueblos cuando una persona da y la otra recibe, por ejemplo en la isla de

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Hawai, tanto el que da como el que recibe pronuncian la palabra mahalo, que significa «gracias». Contrariamente a nuestras culturas «avanzadas y tecnologizadas» en que uno expresa las «gracias» y el otro si responde puede que diga «de nada». Decir mahalo equivale al yo-tú, ambas personas dan y reciben, lo mismo que en el encuentro terapéutico centrado en la relación yo-tú; tanto el cliente como el terapeuta dan y reciben del otro. Es así como «lo más importante para obtener éxito en una entrevista reside en el grado en que el paciente y el terapeuta desarrollen un sentimiento de comprensión compartida». Círculo de cabezas Todos tumbados en el suelo, boca arriba, con los ojos abiertos, haciendo un círculo interno con las cabezas y externo con los pies. Por turnos cada uno se va a levantar, va a entrar en el centro del círculo de cabezas y va a mirar despacio las caras de las personas acostadas, paseándose dentro del círculo interno. Después de mirar las caras durante aproximadamente un par de minutos se acuesta en el suelo, en el lugar de otro que se levanta y repite la misma operación. El experimento se va realizando así sucesivamente hasta que lo hayan hecho todos los del grupo que lo deseen. Al mismo tiempo que estás mirando las caras date cuenta de las emociones que emergen dentro de ti cuando caminas. ¿Cómo son las percepciones que tienes ahora cuando ves a las personas de esta forma? ¿Cómo percibes las caras y los ojos? Mira las diferentes caras y detecta las que existan. Si tienes necesidad de detenerte más tiempo mirando una cara determinada, hazlo, lo mismo que si necesitas pasar más rápido al ver una cara específica. Toma conciencia de qué es lo que ocurre en ti cuando te detienes en una cara o la pasas de vista rápidamente. ¿Qué sensación te produce? ¿Qué significado tiene para ti? Ahora que todos habéis terminado vamos a comentar. ¿Cuáles de vosotros habéis notado alguna diferencia mirando las caras? ¿Cómo fue esa diferencia? ¿Qué diferencia existe entre mirar una persona estando los dos en posición frente a frente, a mirarla estando tú en posición vertical y la otra persona en posición horizontal? Recientemente dirigí un taller tipo grupo de encuentro terapéutico y al hacer esta vivencia del círculo de cabezas muchos de los que se levantaron para ver las caras de los que estaban acostados en el círculo, comentaron que veían las caras de sus compañeros raras, que eran diferentes a como les habían visto antes, con la cabeza en posición vertical y no horizontal como en el experimento; las caras o los rostros ahora cambiaban de forma, distorsionándose. En ese mismo grupo, la última en levantarse del círculo para observar las caras recibió tal impacto que inmediatamente de levantarse y mirar los rostros de sus compañeros se fue a sentar y estalló en una crisis profunda de llanto. Situación que tuve que trabajar individualmente, por su gravedad. Esta persona dijo, según sus palabras, que su mente se había quedado paralizada con la percepción de los rostros, que había visto en ellos monstruos, y aun minutos más tarde de esta experiencia y teniendo los ojos cerrados (cubiertos con las manos), los seguía viendo. Mi intervención con esta paciente se centró en volverla a la realidad, sacarla

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de su crisis alucinatoria, trabajo que me llevó 20 minutos y que concluyó cuando al fin ella pudo percibirme, mirar a mi cara sentado frente a ella. Poco después, al seguir comentando, otra participante expresó que a ella la experiencia le había traído recuerdos del entierro de su abuelo. Algunos de los participantes en esta vivencia vieron las caras al revés y otra vio, en un joven del grupo con barba, a un verdadero «diablo». Estas vivencias gestálticas son efectivas para tomar contacto con las emociones y desarrollar la toma de conciencia. Por ejemplo, en este experimento una participante sintió miedo cuando vio las caras de sus compañeros de grupo que la miraban desde abajo; al comentar en grupo su vivencia pudo asociar su experiencia no grata con las situaciones vividas por ella en su niñez, cuando sus padres se enojaban con ella y la miraban de una forma parecida a la que en ese momento había experimentado. Varias personas de este grupo comentaron que a pesar de que creían que conocían a sus compañeros de grupo (algunos ya se conocían antes), mirándoles desde arriba sus caras les eran desconocidas. Estas vivencias gestálticas representan un intento por reestablecer la conexión existente entre hablar acerca de un hecho o acontecimiento importante en la vida del individuo y pasar al enfrentamiento o a la acción, lo que implica la movilización de energía que conduce al contacto y más tarde al cierre; quiere decirse que sigue las fases del ciclo de la experiencia ya descrito con anterioridad. Lo anterior explica cómo los experimentos gestálticos, aunque sean dirigidos en forma grupal, se convierten también en un trabajo individual; las interrelaciones y la diversidad de personalidades en los miembros de un grupo permiten tomar conciencia de lo que se es y de las conductas propias, así como de otras formas posibles de ser diferente, formas que se observan en otras personas del grupo. Cabe también señalar lo delicado que es hacer este experimento de ver las «caras tumbadas» y otros experimentos de profundidad, por los asuntos inconclusos «adormecidos» que se pueden «despertar» en los participantes. Además de lo capacitado o entrenado que debe estar el facilitador para intervenir en forma individual cuando emerge algún tipo de trastorno, cuando aparece en la toma de conciencia lo que antes se encontraba en la zona del no darse cuenta de la persona, como en el ejemplo citado de la paciente que veía monstruos. Cuando se trabaja con un miembro del grupo el facilitador debe estar centrado únicamente en esa persona, ella en ese momento es figura y el resto del grupo pertenece al fondo. Ahora que menciono centrarse en la persona recuerdo que en la Conferencia sobre la evolución de la psicoterapia, ampliamente referida en este libro, Carl Rogers (también ampliamente citado), en una sesión-demostración, frente a un cliente y delante de un auditorio de más de 3000 terapeutas-observadores, concluyó la sesión comunicando al cliente que durante la misma había estado centrado en él —por algo el enfoque de psicoterapia rogeriano se denomina centrado en el cliente— olvidándose por completo de la masiva audiencia de observadores. Recomendando Rogers, en esa ocasión, que el terapeuta debe estar presente en la psicoterapia que aplica a sus clientes. También fue curioso observar cómo Rogers realizó en esa misma sesión

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dos largos silencios, de los que emergió material altamente significativo para continuar elaborando el proceso terapéutico. En un grupo de encuentro en el que los participantes eran padres con hijos con síndrome de Down, se realizaron seis sesiones grupales de cuatro horas cada una y participaron diez parejas que tenían un hijo con síndrome de Down. El objetivo de este grupo de encuentro era vivencial guestáltico y no teórico. En este taller un padre relató que él antes de casarse sufría de «nervios», le vio un especialista médico y le sugirió que no sería conveniente para él tener hijos, que éstos podrían nacer con problemas. Al casarse y tener un hijo su esposa, la profecía autorrealizadora se cumplió y éste nació con síndrome de Down; entonces el padre, recordando lo que le había dicho el especialista, se sintió culpable del nacimiento de su hijo en esas condiciones físicas. Todo esto lo «habló» en la primera reunión del grupo, sin embargo aún no se decidía a trabajar con ese asunto, únicamente deseaba «hablar» de la situación. Una participante le dijo que no tenía «por qué» sentirse culpable de que su hijo naciera como nació. En ese momento enfrenté a dicha persona explicándole que cada uno tiene su «realidad», los sentimientos que cada uno tiene no desaparecen «hablando» de ellos, se requiere trabajarlos. Además le recordé un dicho del zen que paradójicamente afirma: Cuando pienso Que ya no pienso en ti Sigo pensando en ti Quiero intentar ahora No pensar Que ya no pienso en ti. Este padre en la siguiente sesión se decidió a trabajar, pasando al centro del círculo con el facilitador. A partir de esta sesión fueron emergiendo, entre los participantes, asuntos inconclusos a medida que se realizaban vivencias gestálticas como el nacimiento de un hijo, vivir el pasado en el presente, lo más feliz y lo más triste de lo vivido, etc. Con la ayuda de estas vivencias y la cohesión que se iba haciendo entre los miembros del grupo se pasó de intelectualizar la triste situación de tener un hijo con síndrome de Down, negando la realidad por medio de preguntas al facilitador de por qué había nacido el niño así y buscando siempre un culpable al que atribuir el triste nacimiento: en muchos casos, se achacaba a la negligencia del médico que había atendido el parto. Todas estas manifestaciones de quedarse «anclado» en el pasado desaparecieron a partir de la segunda sesión de este grupo, convirtiéndose la preocupación de los padres, desde ese momento, en cómo afrontar el presente; por ejemplo, un padre manifestó las dificultades que tenía en comunicar con su esposa, siendo esta dificultad para él un problema aún mayor que el hecho de tener un hijo con síndrome de Down; a ellos como pareja les afectaba esto más y por supuesto también afectaba al hijo deficiente mental. Esta situación, como otras que se dieron, fue trabajada por el facilitador con la pareja en el centro del círculo formado por el resto del grupo.

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La importancia de lo acontecido en la primera sesión de este grupo de encuentro es tal que considero conveniente describirla con amplitud tomando para ello algunos segmentos de la misma en los que la participación de cada uno se denominará (F) facilitador; (CF) cofacilitador; las diferentes (Mi, M2, M3,...) madres; y (Pl, P2, P3,...) los padres La sesión se abrió con la presentación de todos los participantes, lanzando el ovillo de la madeja, hablando sobre los hijos que tenían y el hijo con síndrome de Down, explicando seguidamente el facilitador las metas a alcanzar en el taller: F: Tenemos unos objetivos con los que pretendemos de una parte brindar información de qué es un niño deficiente mental y especialmente el que padece de síndrome de Down. Por otra parte haremos algunas vivencias que permitirán reproducir lo que sentimos, lo que vivimos. Esto último es un poco difícil de explicar con palabras, cuando hagamos estas vivencias las discutiremos. Antes de empezar hoy vamos a completar un cuestionario de información, el cual ustedes volverán a rellenar en el último taller de encuentro que hagamos, en el sexto taller, dentro de seis semanas. En cualquier momento que ustedes tengan algún tipo de comentario que hacer, plantear preguntas o inquietudes, háganlo, para eso son estos grupos. Lo que vamos a hacer es una forma de grupo de encuentro, como grupo nos encontraremos seis veces, una vez cada semana... M1 (interrumpe): El objetivo, digamos del grupo, ¿cuál es? F: Crear conciencia de lo que significa tener un hijo con síndrome de Down en la familia. MI: ¿Por qué usted vio qué miedo tenemos a pronunciar «síndrome de Down». F: Bueno, algunos lo han dicho por aquí, creo que incluso usted misma antes de ahora y también él (señalando a otro padre). También queremos ofrecer información y conocimientos de lo que es un síndrome de Down, el temor que existe en una familia sobre qué ocurrirá el día que falten los padres, qué va a ser del hijo diferente. ¿Quién se va a hacer cargo de cuidarlo si éste es hijo único? Y si no lo es, ¿es que los hermanos o hermanas que tenga van a querer ocuparse de cuidarlo? M1:Eso yo lo pensé el día que nació mi hija, cuando mi marido me lo dijo, fue la primera cosa que vino a mi mente, jamás yo les diría a ninguno de mis otros cinco hijos que cargaran con mi hija... F: Mucho de lo que vamos a vivir durante estas seis semanas no va a ser precisamente el dar saltos de alegría repitiendo «aleluya», surgirán momentos tristes y difíciles que requerirán de cada uno «renacer», y renacer, como decía Perls, es doloroso, produce dolor ver las cosas como son y dejar de verlas como la persona desearía o le gustaría verlas.

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M1: Yo personalmente tenía mucho miedo de venir hoy, le decía a mi hija grande que me acompañó: «Siento como si la herida que está cicatrizando me la vuelvan a abrir y me revuelvan toda por dentro.» F: Precisamente el estilo de trabajo que vamos a utilizar es ver qué cosas tenemos ya cerradas, concluidas, qué cosas realmente ya no nos producen dolor por estar cicatrizadas y cuáles heridas aún están abiertas y nos hacen por consecuencia sufrir. Ahora vamos a comenzar a hacer la primera vivencia. Sobre la misma si desean hacer algún comentario lo haremos al final; lo que se trata ahora es de ver qué fluye, qué ocurre; para tomar más contacto con las imágenes visuales haremos esta fantasía dirigida y las otras con los ojos cerrados. Yo me dirigiré a cada uno de ustedes en singular. Empezamos, cierren los ojos, por el momento no se centren en nada, ni en nadie que no sea estar aquí en esta sala, sentado en el círculo de este grupo. Ahora comenzamos una experiencia de volver hacia el pasado situando éste en el presente. Si es usted madre imagine que en este mismo instante es el momento que usted se encuentra embarazada, que va a tener un bebé, que puede ser un niño o niña. Sienta que es el momento en que está con el embarazo, que tiene en su vientre a su hijo o hija, el o la que ahora es síndrome de Down. ¿Cómo se siente usted con su vientre? ¿Qué siente con el nacimiento que pronto va a llegar? ¿Qué siente con la nueva situación a vivir? ¿Qué le produce pensar que va a tener un bebé, un hijo? En fin sienta ahora todo lo que en aquel momento sintió y pensó, situándolo todo ello en el aquí y el ahora, en este preciso momento. Y para usted que es el padre o que va a ser el padre en este momento del bebé: imagine que se encuentra viendo a su esposa en el embarazo, ella va a tener un hijo o una hija. ¿Cómo piensa que va a ser ese hijo o hija cuando nazca? En fin piense ahora y sienta cómo pensaba o creía que podría ser el bebé que iba a venir al mundo. Ahora las madres: imagine que en este momento se encuentra usted teniendo el bebé, que es el momento del parto, que nace el niño o niña con síndrome de Down. Esto puede ocurrir en el hospital, en la clínica, en su casa, en fin allá donde nació su hijo. ¿Cómo siente el nacimiento de ese hijo? ¿Cómo es el bebé? ¿Cómo lo ve? Si usted se da cuenta inmediatamente de cómo es, de que es «diferente», ¿qué le produce el descubrimiento? ¿Qué emoción siente al verlo? Explore internamente qué siente. A los padres: ¿Qué siente usted cuando ve que su hijo o hija al nacer es «diferente» a los demás niños o niñas? ¿Qué siente ahora al ver cómo es él o ella? A todos: ¿Qué siente usted ahora al saber que acaba de tener un hijo con síndrome de Down? Ahora va a dejar usted el momento del nacimiento y se sitúa en la última vez que vio a su hijo o hija con síndrome de Down, la última vez que usted estuvo con él o con ella. ¿Qué es lo que usted le decía o hacía a su hijo o hija? Mentalmente dígaselo o hágaselo. ¿Qué es lo que él o ella hacía o decía? Sienta y piense que eso

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mismo está ocurriendo ahora. Finalmente deje usted la situación con su hijo o hija con síndrome de Down y regrese a estar aquí, en esta sala, en este círculo donde nos encontramos. Cuando sienta que está completamente aquí puede comenzar a abrir los ojos, despacio. ¿Algún comentario? M1: No se puede volver a sentir lo que se sintió en aquel momento. F: ¿Algún otro comentario? M2: Yo sufrí mucho al revivir el triste pasado. Aquí vemos que toma la palabra por primera vez alguien que no fuera la que hasta ahora siempre había hablado, me refiero a M2. M4: A mí me ocurrió lo mismo en el momento que nació y el médico me dio el diagnóstico M7: Yo creo que todo lo que uno pudo haber sufrido se remedia con sólo verlo ahora por ahí corriendo y haciendo sus travesuras. Eso le alegra a uno el dolor que siente. F: ¿Le alegra el dolor a uno? M7: Le va amortiguando el dolor a uno. F: De ser posible en lo sucesivo vamos a hablar las cosas personales utilizando el pronombre personal «yo». Por ejemplo si usted dice: «Todas esas travesuras le alegran a uno», no dice nada, dado que puede que a usted le alegre y a otro no. Uno no son todos, ni siquiera paradójicamente uno es uno, el uno mismo es «yo». Así que para diferenciar que no todos somos iguales, que no todos pensamos o sentimos igual frente a una situación determinada, es preferible hablar de la experiencia personal, como la señora que hace un rato dijo que para ella el momento más triste de su vida fue cuando el médico le dio el diagnóstico, para otras madres ha podido ser otro momento, cada uno o cada «yo» con su propia experiencia. ¿Alguien tiene algo más que compartir? P1: Bueno nosotros. Quiero decir yo. No nos dimos cuenta, quiero decir yo el día que nació la chiquita, la primera hija, la mayor, la fui a visitar a la sala de recién nacidos y no noté en ella nada especial. Yo me sentí de lo más contento, el hombre más feliz del mundo en ese momento. Deseaba gritar con todas mis fuerzas que ya era padre, no me di entonces cuenta de cómo era ella. Mi suegra sí lo sabía pero no quería decirme nada. A mi esposa tampoco le habían dicho nada, ni siquiera el doctor que la atendió. A mí, al día siguiente del nacimiento me llamaron al trabajo y

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me dijeron que la niña tenía un problema en el corazón. Fui para el hospital y allí me contaron que era mongólica. Sentí como que una pared se derrumbaba sobre mí. Yo le dije después a mi esposa que muchas veces los médicos se equivocaban, que íbamos a ir a otro médico, para conocer otra versión. Mi esposa pasó una semana llorando, no le hablaba a nadie. Después cuando nació la segunda hija tuvimos miedo de que pudiera nacer igual, afortunadamente no fue así, no ocurrió nada. M1: Guillermo ha dicho que sintió como si se le desplomase encima una pared, para mí lo que sentí, cuando di nacimiento a mi hija, fue como que el cuarto del hospital se hubiera hecho de momento tan pequeño como un huevo, que las paredes se estrechaban, sensación que me duró toda la noche, hasta que amaneció. Sentí y siento que algo había cambiado, me sentí y me siento frustrada. Tan pronto como nació el bebé el doctor me dijo que era un niño y yo sentí lo feliz que se iba a poner mi marido, él quería un hijo. Inmediatamente que el médico me dijo que era un niño, se hizo un silencio en la sala. Más tarde en el cuarto me dieron la triste noticia. P5: Yo echo mucho la culpa a los pediatras, aunque son profesionales y todo lo que quieran ser. A mí me pegaron un gran susto. Bueno tal vez fue mejor así. Yo llegué al cuarto del hospital y los médicos me dijeron que el bebé tenía un soplo en el corazón, que estaba en la incubadora, mi mujer aún dormía. Al regresar al cuarto el médico me dijo lo que era el bebé exactamente y nos regañó, a mi mujer y a mí, nos dijo que ya no teníamos edad para tener hijos, yo no me siento aún viejito (risas en el grupo). P2: Yo me enfermé de los nervios. Siempre he padecido de los nervios, me habían internado varias veces y en una de esas veces un doctor me dijo que no me casara nunca y que si me casaba que no tuviera hijos jamás, porque podrían salir mal. Cuando me casé yo se lo conté todo esto a mi mujer y a pesar de que no queríamos tener hijos por temor, ella quedó embarazada. Durante todo su embarazo yo tenía miedo y lo presentía. Cuando nació fui a ver a la niña y ésta hacía una mueca extraña con la boca. Al día siguiente cuando mi mujer regresó a casa me dijo que la niña era mongólica. Yo comencé a llorar, culpándome de haber dado nacimiento a una niña así... M1 (interrumpe): Pero eso es una frustración... P2 (interrumpe): No sé, pero yo me siento culpable de... F (interrumpe y se dirige a P2): En algún momento haremos algo sobre eso, ¿le parece? La situación requiere un pequeño trabajo de los que vamos a hacer en grupo. De momento no voy a entrar en explicaciones que les llegarían únicamente aquí (señala la cabeza), cuando lo que se trata es de hacer algo que llegue hasta aquí (señala el pecho). CF: Lo que vamos a pretender en este grupo es que no se traten las cosas en forma intelectualizada, sino de lo que es la emoción, el sentimiento. Todas esas cosas que se sienten y que a veces no se saben ni se pueden explicar. Vamos a

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trabajar más que nada con la sensación, con el sentir, con lo que se vive y no con lo que se piensa y está en los libros. Para nosotros (risas en el grupo), quiero decir para mí, es más importante sentir cómo se vive con ese niño, cómo afecta a la familia, que saber que es la trisomía 21, conociendo esto último no hago nada. F: Bueno, el tiempo se va, vamos a terminar hoy la sesión de grupo, aunque algunas cosas quedan a flote y no las hayamos profundizado lo suficiente, las retomaremos en el próximo encuentro, la semana próxima. Así que algunas cosas quedan inconclusas, sin embargo la vida misma es un eterno inconcluso que se va resolviendo cada día que vivimos. La primera observación de esta sesión se relaciona con la gran cantidad de material que emerge de los participantes como consecuencia de la vivencia del nacimiento del hijo, las desgarraduras que produce el acontecimiento del nacimiento son verbalizadas por varias personas del grupo. Sin recurrir a esta vivencia es muy posible que muy pocas personas del grupo hubieran hablado de algo tan doloroso para ellas. Además que el revivir lo vivido con la misma intensidad emocional ayuda al cierre de la situación inconclusa. Otra observación a destacar es la negación de la realidad, el buscar otro médico para ver si da otro diagnóstico diferente, el que la persona desea recibir y no el que es. También se observa, de acuerdo con lo que comunican los padres, la carencia de conocimientos psicológicos que tienen los médicos para enfrentar a este tipo de padres que tienen un hijo con síndrome de Down, al emitir diagnósticos que saben que son erróneos o equívocos, como problemas en el corazón, soplo, etc., sin ser capaces de confrontarlos directamente con la realidad, tal vez considerando que estos diagnósticos tan tristes hay que irlos dando en pequeñas dosis, como se toman los medicamentos, cuando los padres en estas situaciones lo que solicitan es conocer, saber la verdad; para ello el médico debería conocer técnicas psicoterapéuticas de preparación y confrontación que le permitan determinar qué y cómo hacer frente a una persona que se encuentra en estas situaciones conflictivas de la existencia. Lo que sigue es una parte de lo que aconteció en un taller terapéutico de fin de semana con un grupo formado por diez profesionales de la salud. Primero dirigí varios experimentos y fantasías grupales (el de la pradera, montaña, casa, capilla, espada y jarrón; iluminación; gente tóxica y nutritiva; atardecer en la playa; conchas y caracoles puntiagudos, etc.) y luego trabajé individualmente en el centro del círculo o del grupo, en diferentes ocasiones, con ocho de ellos, como mínimo una vez con cada uno. Quedaban, por tanto, dos personas «intocables», que no habían sacado ningún asunto personal para trabajar en todo el taller. En vista de que nos acercábamos al final del mismo y teníamos únicamente unas dos horas antes de finalizar, las invité a pasar al centro del grupo, explicándoles anteriormente que íbamos a hacer algo para «ver» cómo se quedaban y trabajar con su fantasía sobre cómo se quedarían si el taller finalizaba en ese momento y ellos no «habían sacado nada significativo de ellos mismos». Para este fin me serví de una fantasía que

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describo en este libro, conocida como la toma de decisiones por medio de la silla vacía; las dos personas tenían que imaginar que el taller había concluido, tomando contacto con sus sensaciones de cómo se sentían al no haberse tratado en el taller ningún asunto personal que les concerniese a ellos; me refiero a no haber trabajado ninguno de los dos directamente conmigo sacando a flote asuntos personales, ya que cada uno de ellos podía haber trabajado solo en su interior al verme trabajar con otras personas del grupo en sus asuntos inconclusos o con el material de las vivencias ya citadas; también podría haberse dado en ellos el fenómeno de resonancia en cualquier trabajo individual realizado con los otros miembros del grupo. Continuando con la fantasía dirigida, la silla vacía opuesta sería la que representaría que cada uno de ellos terminaba el taller habiendo trabajado con algo personal, estableciendo un diálogo cambiando de una silla a otra. Al finalizar la fantasía les pedí que abriesen los ojos y que decidiesen qué hacer de acuerdo con las sensaciones que habían experimentado en las dos sillas. Como resultado de esta vivencia las dos personas decidieron que querían trabajar algún asunto personal de ellas mismas, por lo que deduzco que de no haber creado esta situación es muy probable que se hubieran quedado «frustradas» al no haber compartido con el grupo nada personal, como había hecho anteriormente el resto del grupo. A menudo en un taller de Terapia Gestalt algunos de los participantes desean y se prometen, antes de comenzarlo, no sacar ningún material personal en el grupo; otras veces ocurre lo contrario, algunas personas del grupo quieren acaparar todo el tiempo del facilitador para que éste trabaje sus asuntos inconclusos. Estas últimas personas no se dan cuenta de que manipulando de esta forma están tratando de tomar el tiempo y el espacio que pertenece a todos los miembros del grupo y no únicamente a ellos. Esta última situación se dio en dicho grupo cuando una persona, con la que había trabajado intensamente el primer día del taller, me dijo, al final del segundo día, no haber quedado «satisfecha» y que quería trabajar más, a lo que no accedí considerando que por más que trabajase con ella nunca iba a estar satisfecha. Anteriormente ese mismo día y en diferentes ocasiones al terminar de dirigir un experimento grupal y pedir si alguien tenía algo que comentar o compartir, la persona ya aludida respondía que ella sí, comentando siempre en forma intelectualizada, sin ningún matiz emocional, ni en el contenido de su mensaje, ni en el tono de su voz ni en su expresión corporal, y utilizando términos y frases lingüísticamente rebuscados. Escuchando sus comentarios decidí una vez intervenir para trabajar un asunto de ella. Después de haber trabajado por espacio de unos 15 minutos, consideré que el asunto trabajado estaba cerrado y así se lo hice saber; ella me respondió que sí, pero que quería trabajar otras cosas más, que eso no era suficiente. Conociéndola un poco del día anterior no me extrañó lo más mínimo su respuesta y no sé si a ella le extrañó la mía, de que por el momento habíamos terminado, aunque juzgando por la expresión de su cara deduzco que no le agradó que cortara el hilo de unión simbiótica terapeuta-cliente. Al inicio del tercer día pregunté en el grupo si alguien tenía deseos de trabajar con un sueño y/o pesadilla e inmediatamente esta persona me dijo que ella. Dado que el día anterior había forzado bastante su nivel de tolerancia a la frustración, decidí acceder a

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trabajar su sueño o pesadilla. La pesadilla recurrente en sus sueños era la siguiente: Se encontraba caminando por la calle y de pronto sentía sus piernas paralizadas, entonces se agachaba, tocaba sus piernas con sus manos y se detenía por vergüenza de que la gente la viera incapaz de caminar. Pesadilla que es un vivo reflejo de la estructura de la personalidad de este personaje; su «paralización» emocional de los momentos de vigilia salía reflejada en sus sueños. Todo ello correspondía a lo que yo había observado en ella los días anteriores del taller. De nuevo trabajé con ella esta situación onírica durante unos 20 minutos y, como era de esperar de acuerdo con las experiencias anteriores, cuando le dije: «Ya hemos terminado», no le gustó, quería seguir trabajando con otros sueños y fantasías que tenía. Kundera tenía sin duda razón cuando dio como título a uno de sus libros La insoportable levedad del ser; no es por casualidad que alguien es así, con palabras de Kundera: «La cara no es más que una especie de tablero de instrumentos en el que desembocan todos los mecanismos del cuerpo: la digestión; la vista; la audición; la respiración y el pensamiento». Referencia que describa exactamente la fenomenología de la expresión de la cara de esta persona, las dos veces que le había dicho: «Hemos terminado.» Aunque al mirarme se sonreía, su sonrisa iba cargada de un alto grado de disgusto, de persona que se siente injustamente tratada y maltratada. También las emociones o sentimientos se reflejan en la cara y en este caso asimismo en la utilización del lenguaje verbal, al decirme la segunda vez que le anunciaba: «Hemos terminado», como respuesta a: «Cómo te encuentras?», me dijo: «Yo, bien, pero siento que tú quedas mal, ya que podrías haber hecho mucho más conmigo; lo siento por ti, pues has tenido una gran oportunidad y la has desaprovechado.» Un buen ejemplo de lo que es un participante tóxico en el grupo. Sin lugar a dudas, la formación de facilitador de grupo conlleva el aprender a luchar contra las «embestidas» de las olas, o mejor dicho aún, saber nadar en las olas de la culpabilidad en que nos pueden sumergir algunos pacientes. Este «enganche proyectivo» de un cliente puede dañar al terapeuta inexperto o inseguro y más aún si lo que desea hacer con clientes de estas características es una demostración de sus habilidades o destrezas terapéuticas. Creo que la experiencia enseña que todas las polaridades son posibles y se dan en el encuentro terapéutico, como también se dan en cualquier situación cotidiana de la vida. La labor terapéutica puede ser apreciada o despreciada por el cliente. Todo esto para el terapeuta u observador sin experiencia puede aparecer como la polaridad éxito/fracaso terapéutico; sin embargo estos dos polos no están correlacionados con adecuada/inadecuada intervención. En Terapia Gestalt se miden las intervenciones tomando como variables, entre otras, el grado de conciencia que puede adquirir el cliente y para ello es necesario atravesar caminos que posiblemente no se atreverían a cruzar otros terapeutas que practican otros enfoques terapéuticos. Concluyendo con esta situación, considero que la experiencia relatada fue muy provechosa o beneficiosa, a mediano plazo, para esa persona. Unos meses más tarde ofrecí otro taller en la misma ciudad y la persona ya referida asistió al mismo; para mí fue algo maravilloso comprobar que su nivel de desear «ser alimentada a cuchara por mi» había descendido dejando espacio en ese taller para que otras personas pudiesen trabajar y no pidiéndome, como en el taller

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anterior, que trabajase únicamente con ella y sus asuntos. En este segundo taller, aun no pidiéndomelo, trabajé con ella en tres ocasiones breves y lo inesperado surgió; en las tres quedó satisfecha con lo que habíamos hecho juntos. Asimismo, en esta ocasión, comprobé por conversación que habíamos mantenido al margen del taller, que en su vida cotidiana había habido una gran transformación, comenzaba a darse el soporte del que antes carecía, ahora dependía menos que antes del soporte que podía recibir de los demás. Éste es uno de los objetivos que se persiguen al hacer Terapia Gestalt y que diferencian a la persona con equilibrio mental de la que no lo tiene. Me parece que el trabajo con esta persona ilustra claramente los cambios de persona tóxica a nutritiva, los resultados que se pueden obtener con la confrontación terapéutica, aplicada en dosis adecuadas y en el momento oportuno. Y ahora volviendo a la situación anteriormente descrita del taller en que dos personas del grupo de diez no habían sacado absolutamente nada de ellas mismas, cuando al fin decidieron trabajar con algo inicié mi intervención, en el centro del círculo, con una de ellas; la otra regresó a su lugar en el grupo para, después de terminar con la que iba a ser la primera, ocupar su lugar en el centro. Habiendo observado, en el transcurso del taller, que la persona con la que me encontraba enfrente era muy reservada, le di a elegir entre trabajar con la modalidad de intervención secreta, quiere decirse sin mencionarme personas que surgieran en la intervención, o mencionándolas (intervención no secreta), esto independientemente de lo que desease trabajar. Aquí se suponía que optase por la modalidad secreta, para así conservar la intimidad de sus asuntos y así fue: relaté y vivenció una situación que le producía mucho
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