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PSICOTERAPIA AUTÓGENA
Prof. JL Gonzalez de Rivera Instituto de Psicoterapia de Madrid Avenida de Filipinas, 52 28003 Madrid
© 1999 Jose Luis Gonzalez de Rivera y Revuelta Avenida de Filipinas, 52 – 28003 Madrid
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EL AUTOR: Jose Luis Gonzalez de Rivera y Revuelta,
doctor en medicina, psicoterapeuta, psicoanalista, catedrático de universidad. Se especializó en Montreal, trabajando con Wolfgang Luthe, discipulo directo de JH Schultz, llegando a ser su principal colaborador. Estudió además Psicoterapia Breve (“Short Term Dynamic Anxiety Provoking Psychotherapy”) con Habib Davanloo y Peter Sifneos. Está considerado como uno de los pioneros en la búsqueda del paradigma común a todas las psicoterapias. Preside en la actualidad el “Multilogue Working Group” Grupo de Trabajo Multidisciplinar, en el World Council for Psychotherapy. Es Miembro Númerario -"Fellow"- del Royal College of Physicians de Canada, de la American Academy of Psychoanalysis, de la Royal Society of Medicine de Londres, del Collegium Internationale NeuroPsychoPharmacologicum (CINP) y del International College of Psychosomatic Medicine. Es autor de 12 libros, 300 articulos y más de 200 conferencias, ponencias y comunicaciones en congresos. Dirige Psiquis, Revista de Psiquiatria, Psicologia y Psicosomática, y es presidente de la Sociedad Española de Psicoterapia y ex presidente de la Sociedad Española de Medicina Psicosomática.
Prof. Jose L. G. de Rivera, Licenciado en Medicina por la Universidad de Navarra. Doctor en Medicina por la Universidad del Pais Vasco. Especialista en Psiquiatria por el Royal College of Physicians de Canada, formado en la Universidad McGill, de Montreal. Fue Presidente de la Asociacion de Médicos Residentes de Psiquiatria, y representante de los Residentes en el Consejo de Docencia de la Universidad McGill. Fundó la Unidad Psicosomática del Hospital General de Montreal y fue Profesor Asociado en McGill University, y Full Professor en McMaster University, en Hamilton, Ontario. Ganó por oposición en España la plaza de Médico Adjunto de Psiquiatria en la Clinica Puerta de Hierro de Madrid y, en 1986, por unanimidad, la Cátedra de Psiquiatria y Psicologia Médica de la Universidad de La Laguna en Tenerife. En 1994 se trasladó a Madrid como Jefe del Servicio de Psiquiatria y Medicina Psicosomática de la Fundación Jimenez Diaz y Profesor de Psiquiatria y Psicología Médica de la Universidad Autónoma de Madrid.
Dirección: Avenida de Filipinas, 52, 28003 Madrid , España. tel. 91 534 2941 fax 91 554 8995 email
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INDICE Página
Introducción y desarrollo histórico............................................8 Principios Generales................................................................13 - Homeostasis y autoregulación.....................................13 - Autogenicidad..............................................................19 - Inducción estados de conciencia (ASCI).....................23 - Entrenamiento de la atención.......................................27 Neurobiología del Estado Autógeno........................................31 - Conmutación trofotrópica. .........................................32 - Hemisferios cerebrales................................................34 Fisiológia del Estado Autógeno..............................................40 - Tono muscular............................................................41 - Función cardíaca.........................................................41 - Función respiratoria....................................................42 - Circulación periférica.................................................42 - Presión arterial............................................................43 - Actividad Electrodermal.............................................44 - Actividad eléctrica cerebral........................................44 - Actividad neuroendocrina...........................................45 - Metabolismo general...................................................47 - Actividad inmunitaria..................................................48
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Fenómenos subjetivos del Estado Autógeno.........................49 - Tono afectivo básico.................................................49 - Hiperestesia propioceptiva........................................50 - Descargas autógenas.................................................52 Los Métodos de Psicoterapia Autógena................................53 Formación en Psicoterapia Autógena....................................56 La Técnica Básica.................................................................63 -Reducción de la estimulación....................................63 -Contacto mental.........................................................64 -Concentración pasiva.................................................65 -Fórmulas autógenas...................................................65 -Terminación...............................................................67 -Duración del ejercicio................................................68 -Evaluación del tono afectivo básico..........................69 -Evaluación de la reactividad......................................71 Estadíos del Estado Autógeno..............................................74 -Estadío Reflejo ( R )..................................................74 -Estadío de Concentración Pasiva ( PC )....................74 -Estadío Neutro ( N )...................................................75 -Estadío de Desintegración ( D ).................................75 -Estadío de Aceptación Pasiva ( PA ).........................76 -Estadío de Ajuste Postterminación ( A )....................76
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Las posturas de entrenamiento................................................78 -Postura sentada normal................................................79 -Postura del cochero......................................................81 -Postura tumbado..........................................................84 -Errores posturales frecuentes.......................................86 Actividad Mental durante el ejercicio.....................................87 -Relacionada con la tarea..............................................88 -Concomitante y reactiva..............................................89 -Distracciones...............................................................92 -Concentración activa...................................................93 Instrucción Clínica del Entrenamiento Autógeno..................95 -Primer ejercicio..........................................................95 -Segundo ejercicio.......................................................99 -Tercer ejercicio........................................................103 -Cuarto ejercicio.......................................................106 -Quinto ejercicio.......................................................108 -Sexto ejercicio.........................................................109 Ejercicios adicionales.........................................................110 -La fórmula del espacio............................................111 -El ejercicio de recuerdo..........................................112 -Condicionamiento de la respuesta de relajación.....115
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La Evaluación Clínica............................................................118 -Evaluación general......................................................118 -Historia traumática......................................................119 -Formulación Patogenética...........................................121 -Objetivos terapéuticos.................................................124 Relación con el paciente.........................................................126 Indicaciones y contraindicaciones..........................................131 Bibliografía Seleccionada......................................................142 Cuestionario de Alteraciones Homeostáticas.........................146 Cuestionario de Estados de Conciencia.................................153
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1. Introducción y desarrollo histórico La psicoterapia autógena es un tratamiento psicológico de orientación psicofisiológica, cuya acción se ejerce mediante la activación de procesos naturales de autorregulación y de neutralización de experiencias traumáticas. Desde sus inicios, la psicoterapia autógena viene desarrollándose por aposición progresiva de nuevos métodos y técnicas, que se integran fácilmente con los conocimientos previos a través de la aplicación práctica de una serie de principios generales que comentaré más adelante. Inicialmente
aplicado
al
tratamiento
de
trastornos
psicosomáticos y de ansiedad, pronto se descubrió además su indicación en síndromes de estrés, incluyendo el trastorno de estrés postraumático, trastornos severos de la personalidad y cuadros depresivos relacionados con experiencias de duelo y pérdida. Sus aplicaciones extraclinicas derivan de su efecto potenciador de las capacidades homeostáticas del organismo, e incluyen
sujetos sometidos a estrés laboral, deportes de
competición, entrenamiento de astronautas y personas que actúan en situaciones extremas y como simple profilaxis o tratamiento preventivo de las tensiones de la vida cotidiana. Desde el punto de vista intelectual, como casi todos los métodos psicológicos de inducción repetida de estados inhabituales de conciencia, la psicoterapia autógena facilita la conciencia de si mismo y el
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autoconocimiento, y promueve el desarrollo armónico de la personalidad y la adaptación creativa al medio ambiente. Sus orígenes históricos se remontan a los estudios del fisiólogo alemán Oskar Vogt sobre el sueño y la hipnosis a finales del siglo pasado, mediante los que llegó a describir una técnica de relajación denominada “reposo auto-hipnótico psicoprofiláctico”, basada en la concentración en sensaciones de peso y calor en las extremidades. Años más tarde, otro médico alemán, Johannes Heinrich Schultz, demostró que el estado inducido por la técnica de Vogt difería del estado hipnótico en dos variables importantes: 1. El estado especial de conciencia inducido por estos ejercicios se caracteriza por aumento de la amplitud mental, mientras que la hipnosis produce un estrechamiento de la conciencia, y 2. La práctica del método autógeno conlleva una creciente sensación de autonomía e independencia del terapeuta, que contrasta con la conocida dependencia que constituye uno de los mayores inconvenientes clínicos de la hipnosis. Schultz perfeccionó notablemente el método, al que denominó “entrenamiento autógeno”, por dos razones:
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a) El estado especial de conciencia es autogenerado por el propio sujeto mediante la práctica personal de una técnica de concentración especifica, de donde le viene el nombre de “estado autógeno” b) La eficacia terapéutica depende de la inducción regular y repetida (aproximadamente tres veces al día) del estado autógeno de manera sistemática durante un periodo de tiempo (entre tres y doce meses), de donde viene el término de “entrenamiento”. Schultz observó que la concentración sobre sensaciones de peso y calor en las extremidades llegaba a inducir un estado de relajación profunda de manera automática y espontánea, sin ningún esfuerzo ni intención consciente al respecto. La práctica repetida de los ejercicios aumentaba la habilidad del paciente para inducir por si mismo este estado peculiar, alcanzando niveles cada vez más profundos de relajación y acumulando beneficios terapéuticos. Por eso el propio nombre del método resalta la naturaleza autoinducida del fenómeno (esto es, independiente del terapeuta) y en la necesidad de una práctica regular para obtener beneficios terapéuticos. Otro aspecto técnico importante descrito por Schultz es el de “concentración pasiva”, actitud mental imprescindible para la práctica del entrenamiento autógeno, que la mayoría de los
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sujetos pueden desarrollar de manera casi intuitiva, si son debidamente guiados para ello. Este tipo de concentración es diferente de la concentración voluntarística o activa empleada a diario para la resolución de problemas, y sin embargo no tiene nada que ver con el abandono de la imaginación ni con la distractibilidad fácil de las mentes perezosas. Las características y el concepto de la concentración pasiva serán tratados más adelante. Otros refinamientos técnicos introducidos en este periodo fueron las diversas posturas de entrenamiento, y, sobre todo, las fórmulas autógenas. El siguiente paso importante en el desarrollo de la psicoterapia autógena fue la descripción por W. Luthe en 1962 de las “descargas autógenas”, fenómenos paroxísticos de tipo motor, sensorial, visceral o psíquico, que se presentan durante el estado autógeno. Luthe demostró la relación de estos fenómenos con la historia traumática del individuo, y los interpretó como favorecedores de la eliminación de tensión psíquica acumulada o “neutralización”. Con objeto de aprovechar al máximo estos efectos
terapéuticos,
Luthe
desarrolló
los
métodos
de
neutralización y abreacción autógena, que comentaremos después. Por otra parte, a partir de los ejercicios básicos, se crearon lo que se denominó “ejercicios específicos de órgano” y, posteriormente, las fórmulas intencionales o especificas, de orientación fisiológica o psicológica, especialmente diseñadas para cada paciente determinado.
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El método de reconstrucción autógena fue creado por Gonzalez de Rivera en 1980, y tiene su origen en la observación de que las “fórmulas psicológicas especificas” potencian el desarrollo
de
dinámicas
prohomeostáticas
inhibidas
por
engramas traumáticos. Aunque el desarrollo espontáneo de estas dinámicas prohemeostáticas inhibidas es, en general, la norma una vez que los engramas traumáticos han sido neutralizados, el proceso puede ser lento o insuficiente en algunos casos. La reconstrucción autógena incluye las técnicas de redecisión, rejerarquización y potenciación, y requiere una evaluación cuidadosa de cada caso concreto, prestando especial atención a no interferir con el principio de homeostasis y autoregulación, ni con el de neutralización.
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PRINCIPIOS GENERALES Como todo método clínico, la psicoterapia autógena reposa en una serie de principios básicos, derivados de observación empírica e investigación experimental, a partir de los cuales se elaboran y definen las diferentes técnicas de intervención. La consideración de los principios básicos debe ser previa a toda instrucción técnica, porque aporta los fundamentos teóricos y la actitud terapéutica sobre las reposa todo el método.
I. Principio de Homeostasis y Autoregulación. “Mi principal objetivo ha sido desarrollar un código de conducta sujeto a los principios de autorregulación, del que derivemos seguridad y sentido de propósito, de tal manera que, al final, podamos decir: ha merecido la pena” Hans Selye, Institute of Stress Research, Montreal, 1974 “Constantemente afectado por las cambiantes circunstancias del mundo exterior y por su propio proceso vital, el organismo ha de adaptarse al medio ambiente, y adaptar el medio ambiente a si mismo, sin por ello modificar ciertas constantes vitales de su medio interno”. Gonzalez de Rivera, Real Academia Nacional de Medicina, 1978.
La naturaleza ha dotado al ser humano de mecanismos automáticos, capaces de regular no sólo todas sus funciones fisiológicas (equilibrio hidroelectrolítico, presión arterial, el ritmo cardíaco, etc.), sino también procesos funcionales complejos de naturaleza mental. Por eso, en la literatura sobre psicoterapia autógena se emplea con frecuencia la expresión “Mecanismos cerebrales autoreguladores”, acuñada por Luthe
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(1974) para significar que el cerebro humano posee y aplica de manera espontánea ciertos mecanismos naturales capaces de reducir los efectos nocivos de la sobreestimulación, tanto física como emocional. En psicoterapia autógena se considera siempre la mente y el cuerpo como una unidad indivisible, enfocando las funciones mentales y somáticas de manera simultánea. Los orígenes del concepto de homeostasis proceden de Claude Bernard, fisiólogo francés del siglo XIX, y se pueden resumir en su famosa frase “La constancia del medio interno es la condición indispensable para la vida libre”. A principios del siglo XX,
el
médico
norteamericano
Walter
Cannon
definió
homeostasis como “el conjunto coordinado de procesos fisiológicos encargados de mantener la constancia del medio interno, regulando las influencias del medio externo y las respuestas correspondientes del organismo”. Saliéndose del terreno estrictamente fisiológico, Cannon describió la “respuesta de lucha y huida” como una reacción prohomeostática conductual compleja, en la que se integran procesos internos reguladores del metabolismo y acciones externas de adaptación al medio. El estrés se presenta cuando aumentan las exigencias del medio externo, hasta llegar a un punto de ruptura o “estrés critico”, que corresponde a niveles que superan la capacidad de los mecanismos homeostáticos, con lo que se altera de manera
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persistente el equilibrio del medio interno, con consecuencia generalmente patológicas. Hans Selye continuó en Montreal el estudio de los efectos patógenos del estrés, que definió como “una respuesta inespecífica del organismo a las demandas excesivas del medio”, y denominó síndrome general de adaptación a la patología somática producida por el mantenimiento de esta reacción de estrés. La homeostasis es un equilibrio dinámico, un continuo cambio en busca de las condiciones más favorables para el mantenimiento de la vida autónoma y para el desarrollo del programa genético especifico de cada individuo. Las influencias del medio y los desequilibrios producidos por el propio desarrollo y la manifestación de las necesidades internas, modifican
continuamente
el
valor
de
las
denominadas
“constantes” fisiológicas, lo cual es inmediatamente corregido por los mecanismos autorreguladores. El valor de las constantes experimenta así, de manera normal, una continua variación, -la oscilación o “temblor” de la constante-, en torno a un valor central idóneo. La tolerancia a variaciones del valor idóneo de las constantes es característica de cada individuo, y determina su grado de resistencia o vulnerabilidad a la enfermedad. Gonzalez
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de Rivera, en un trabajo premiado por la Real Academia Nacional de Medicina (1978), formuló de la siguiente manera la Ley General de la Homeostasis: “La probabilidad de que una variación en el valor idóneo de una constante fisiológica redunde en enfermedad, lesión o muerte, es directamente proporcional a la magnitud de la variación y al tiempo durante el cual se mantiene, e inversamente proporcional a la tolerancia del organismo a variaciones de esa constante”. Variaciones pequeñas, si son mantenidas en el mismo sentido durante mucho tiempo, pueden también ser patógenas. Esta relación puede expresarse esquemáticamente por la siguiente fórmula: (N+ΔN)T H = ------------Rg+Ra Salud: H < 1 Enfermedad: H > 1 Donde H representa el estado de equilibrio homeostático; N el valor idóneo de una constante fisiológica determinada; ΔN (incremento de N) el temblor de la constante o desviación media experimentada en el valor idóneo de esta constante; T el tiempo durante el cual se mantiene dicha variación; Rg, la resistencia o tolerancia genética innata del organismo a variaciones de su medio interno para la constante considerada; y Ra, la resistencia o tolerancia adquirida por el organismo a lo largo de su desarrollo. La tolerancia genética (Rg) a variaciones del medio
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interno es constante en el individuo, y relativamente uniforme entre individuos de similares características; la tolerancia adquirida (Ra) varia enormemente entre individuos, e incluso en el mismo individuo de un momento a otro. Mientras el equilibrio homeostático sea menor que 1, se mantiene el estado de salud. En caso contrario, sobreviene el desequilibro homeostático que denominamos enfermedad. Un corolario de esta fórmula, de aplicación clínica y preventiva, es que pequeñas desviaciones de N, que parecen no alterar grandemente el equilibrio, pueden provocar enfermedad (entendida como un estado de organización homeostática menos efectivo y eficaz que el basal) si se mantienen durante largo tiempo. Por otra parte, variaciones que se mantienen durante un corto lapso de tiempo sólo tienen efectos patógenos si son de intensidad suficiente para superar la tolerancia del organismo a esas variaciones.
Algunos de los mecanismos de acción de la psicoterapia autógena en los trastornos psicosomáticos y en la promoción general de la salutogénesis están relacionados con el aumento de la Tolerancia Adquirida y con la disminución y reequilibrio de la oscilación de la constante, reduciendo así la intensidad y la duración de sus desviaciones. Autoregulación y autocontrol son conceptos relacionados con el de homeostasis, y se derivan de la teoría cibernética de Norbert Wiener. Un proceso es autorregulado cuando reintroduce
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sus efectos o ´output´ en su origen, o ´input´, actuando asi estos efectos como determinantes en la modulación de su continuidad. Se establece así un mecanismo circular de retroalimentación, positiva o negativa, gracias al cual los efectos producidos por una actividad actúan como causa, positiva o negativa, de la misma. La autorregulación es esencial para la homeostasis. El proceso completo de autorregulación de una función se puede dividir en tres etapas: 1) información sobre los efectos de la función, 2) integración de esta información con los demás determinantes de la actividad de la función, 3) modificación de la función en respuesta a los nuevos determinantes. En psicoterapia autógena, la autorregulación y homeostasis se entienden no sólo en relación con variables fisiológicas (tales como el equilibrio hidroelectrolítico, la presión arterial, el ritmo cardiaco, la temperatura corporal, la cicatrización de las heridas, etc), sino también con respecto a procesos más complejos de naturaleza mental, como pueden ser la superación e integración de contradicciones y experiencias traumáticas, el desarrollo armónico de la personalidad y la adaptación creativa al medio ambiente. Es en este sentido en el que se utilizan expresiones tales
como
“mecanismos
homeostáticos
autorregulación”.
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cerebrales
de
En resumen, en Psicoterapia Autógena se considera el funcionamiento del ser humano, en sus aspectos biológicos, psicológicos y conductuales, como autorregulado en función de tres grandes grupos de factores: a) sus exigencias de desarrollo, b) las características de su entorno c) el proyecto o propósito final de su existencia. La autorregulación prohomeostática es independiente de la voluntad y puede, de hecho, alterarse por interferencia de procesos atencionales conscientes, ciertas dinámicas de tipo emocional,
la
programación
educativa
inadecuada
o
contradictoria, y el acumulo de experiencias traumáticas que sobrepasan la capacidad de neutralización del organismo.
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II. Principio de Autogenicidad. Formulado inicialmente por Schultz y desarrollado posteriormente por Luthe, el principio de autogenicidad se refiere a la capacidad natural del organismo para generar sus propios recursos de recuperación y auto-organización. Incluye varios aspectos relacionados: 1) El funcionamiento espontáneo o automático del organismo, cuya percepción a través de procesos de atención interna se denomina “experiencia de autogenicidad”. 2) Las funciones de recuperación y autoorganización psicofisiológica, que alcanzan sus niveles óptimos en el “estado autógeno”, un estado especial de conciencia inducido mediante técnicas atencionales especificas. 3) En un sentido más amplio, la toma de conciencia (“awareness”) del mundo interno, o percepción integrada del conjunto de representaciones, constructos y procesos mentales, cn sus experiencias emocionales y propioceptivas concomitantes. Desde el punto de vista práctico, es posible experimentar la autogenicidad siguiendo los siguientes pasos:
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1) El primer paso requiere la inhibición de la atención externa (desentenderse del entorno, cerrar los ojos, adoptar postura sin tensión) y su conmutación hacia la atención interna (observar los propios procesos mentales, sensaciones físicas, etc). 2) El segundo paso es la aceptación pasiva de todas las percepciones presentes, sin interferir ni tomar partido con criterios valorativos o de interés y rechazo. Algunas de las interferencias más frecuentes proceden del apego a la reacción emocional ante la experiencia, de intentar contrastarla con recuerdos, de buscarla explicación o intentar razonar sobre ella, de discutir consigo mismo sobre su significado y distintos aspectos, etc.... 3) Finalmente, mantener durante unos minutos (entre cinco y treinta, óptimamente quince) el estado de mera percepción del funcionamiento del organismo en condiciones de mínima interferencia, tanto voluntaria como por otras dinámicas parciales. De manera aislada, este procedimiento permite evaluar el estado general de la organización del mundo interno, tanto en sus aspectos de corporalidad o vivencia del cuerpo, como en los más psicológicos relacionados con los constructos y representaciones mentales. En sujetos sin experiencia previa, las respuestas iniciales tienden a ser de tipo cenestésico o somático. Una
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graduación de posibles respuestas, que indica, de mejor a peor, el estado de esta organización del mundo interno, es la siguiente: 1. Relajado y tranquilo 2. Relajado, con una leve sensación como de mareo 3. Un poco mareado, necesidad de moverse o tocarse, sensación de que alguna parte del cuerpo parece estar cambiada, adormecida, cosquilleos, etc 4. Como estar flotando 5. Angustiado, no saber donde se está, sentirse fuera del cuerpo, etc. Las varias formas de experimentar la autogenicidad ofrecen indicaciones valiosas sobre la salud psíquica y psicosomática. Los traumas o incoherencias que distorsionan el normal funcionamiento de los procesos mentales tienden a irrumpir súbitamente, con manifestaciones paroxísticas, más o menos fáciles de relacionar con el problema básico. Esta experiencia, repetida de manera graduada, permite valorar la capacidad del sujeto para realizar trabajo psicológico, poniendo en evidencia la riqueza de su mundo interno y sus habilidades de acceso al mismo. Algunos conceptos propios de la psicoterapia autógena relacionados con el principio de autogenicidad son los siguientes:
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a) presión de descarga, tendencia que determinadas dinámicas,
representaciones
mentales
o
engramas
psicofisiológicos tienen a manifestarse de manera brusca durante el estado autógeno. b) neutralización, pérdida progresiva del potencial patógeno de registros cerebrales disfuncionales ó traumáticos. c) encaje o coherencia, relación de correspondencia armónica entre las distintas representaciones y registros cerebrales, tanto de naturaleza cognitiva como emocional, motriz, propioceptiva o sensorial.
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III. Principio ASCI . ASCI: Altered State of Conciousness Induction Inducción de estado alterado de conciencia
Definimos la conciencia como un proceso activo y permanente que integra, almacena y modifica las percepciones sobre el entorno y el propio funcionamiento del organismo. La conciencia de si mismo o autoconciencia es el principal rasgo cualitativo diferencial de la conciencia humana. En una primera aproximación al estudio de la conciencia, debemos distinguir entre su nivel y su estado. El nivel de conciencia, equiparable al nivel de alerta, determina el grado de nitidez y cohesión de los contenidos mentales, y tiene como base neurofisiológica la formación reticular ascendente, que a partir del tronco-encéfalo se proyecta hacia las partes más desarrolladas del cerebro. Podríamos definirlo como el grado de energía disponible para el funcionamiento de los procesos de percepción, integración y modificación característicos de la conciencia. Los niveles de conciencia pueden variar desde el estado de coma hasta la hipervigilancia más extrema, y han sido clásico objeto de interés por la neurología y la neuropsiquiatría. El estado de conciencia, que definimos como “el conjunto de constructos mentales operativos en un momento dado”, tiene su base neurofisiológica en los hemisferios de la corteza cerebral, o, más precisamente, en el predominio relativo de cada uno de ellos.
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La existencia de constructos y modos de conceptualización a los que sólo se accede en determinado estado de conciencia guarda relación con la especialización de cada hemisferio cerebral para cierto tipo de funciones. El estado de conciencia habitual es solamente uno de los muchos estados posibles, cada uno de ellos con sus propias características cognitivas y psicofisiológicas.
Los estados de conciencia contenidos en el primer tercio de la figura (inspiración, euforia y estado autógeno) son los que logran
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el máximo equilibrio entre los dos hemisferios, facilitando el grado óptimo de activación y transmisión de información entre ambos. A partir de este punto, y ciertamente en el último tercio del esquema (éxtasis, nirvana), la actividad del hemisferio derecho supera a la del izquierdo, y puede efectuarse una desconexión en sentido opuesto, esto es, control por el hemisferio derecho de la conciencia y la actividad, y supresión del izquierdo. Es importante tener esto en cuenta, en prevención del riesgo que entrañan las técnicas de inducción de estados alterados de conciencia que sobrepasan el dintel de seguridad, y pueden conducir a estados de desconexión funcional con predominio derecho, considerados más patológicos en nuestra cultura por estar más desadaptados a las convenciones sociales. En los estados alterados de conciencia obtenidos por psicodislépticos, así como en los estadios iniciales de algunas psicosis, y en las experiencias místicas, es frecuente la vivencia de "verlo todo claro", sin que sea posible explicar esta vivencia o encontrarla aplicaciones creativas. En estos casos, la estimulación del hemisferio derecho ha tomado control total de la conciencia, y la sensación de novedad y plenitud es consecuencia del acceso a un modo cognitivo desacostumbrado, sin que sus contenidos puedan ser aplicados proactivamente en colaboración con el hemisferio izquierdo. Diversos procedimientos de activación ergotrópica o trofotrópica
han sido aplicados a la inducción de estados
inhabituales de conciencia, incluyendo la ingestión de sustancias psicodislépticas, movimientos rítmicos, y estimulación sonora. El
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entrenamiento y desarrollo de funciones atencionales especificas asegura la inducción sistemática y reproducible de estados de conciencia por estimulación trofotrópica, fenómeno conocido desde antiguo, y que está en la base de todos los métodos de meditación. Benson, en 1975, describió la “Respuesta de Relajación”, o inducción de un estado hipometabólico por concentración pasiva en un estimulo determinado. Los estímulos pueden ser tan variados
como
formas
de
meditación,
incluyendo
la
concentración en “ausencia de estimulo” o “vacío”. Las características
fisiológicas
principales
de
este
estado
corresponden a las que se obtienen experimentalmente por estimulación de las áreas trofotrópicas del hipotálamo, y consisten fundamentalmente en disminución del consumo de oxigeno, enlentecimiento del ritmo respiratorio y aumento de su amplitud, enlentecimiento del ritmo cardiaco, disminución de la presión arterial, aumento de actividad alfa en registros bioeléctricos cerebrales y disminución del tono muscular. Desde el punto de vista psíquico, el estado de relajación se acompaña de sentimientos generalizados y difusos de bienestar y seguridad, por lo que puede considerarse como opuesto al estado de ansiedad, entendido como “un estado de hiperactivación fisiológica, acompañado de sensación difusa y generalizada de peligro inminente o anticipado”.
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Entrenamiento de la Atención: Desde el punto de vista práctico, entendemos por atención un mecanismo central que regula y orienta la actividad consciente del organismo. Más que una facultad o actividad especifica, lo consideramos como un aspecto global de funcionamiento cognitivo, que condiciona y modula el rendimiento de otras funciones psíquicas. Desde William James, la atención se clasifica, según el mundo al que se dirija, en sensorial o externa, cuando se aplica a estímulos ambientales, e intelectual o interna, cuando se aplica a los contenidos de la conciencia o mundo interno. Desde otro punto de vista, las características de la atención pueden definirse también según su objeto de concentración y según el modo en que se aplica.
foco modo Global Activa Focal Receptiva Difusa Dispersa Según el objeto de concentración de la atención, esta puede ser focal, cuando está fijada en un estimulo determinado; global, cuando se mantiene abierta a todo el campo perceptual; y difusa, cuando se ejerce de manera focal sobre múltiples objetos. La atención dividida es una versión especial de la atención difusa, intermedia entre ésta y la atención focal.
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Según el modo de ejercerse, la atención puede ser: 1. Activa, cuando se ejerce de manera voluntaria, regulada por el deseo consciente de un objetivo determinado que se pretende alcanzar. Se acompaña de sensación de esfuerzo, y, generalmente, de sentimientos de tensión y frustración cuando no se logra el objetivo predeterminado. 2. Pasiva, cuando no pretende ningún fin concreto. A su vez, puede subdividirse en receptiva, cuando se mantiene equitativamente abierta a todo objeto o estímulo que aparezca en su campo, sin dejarse arrastrar por ninguno en concreto, y dispersa, cuando es atraida de manera irregular por los diversos estimulos que se presentan en su campo. A pesar de su nombre, el mantenimiento de la concentración pasiva en su versión receptiva necesita un cierto esfuerzo consciente, aunque de naturaleza diferente al propio de la atención activa. Más que en “hacer algo” este esfuerzo consiste en “dejar de hacer”, esto es, en mantener una actitud de observación receptiva sin rechazar ni participar en lo observado. La “respuesta de relajación” se induce de manera regular y espontánea por diversas técnicas de entrenamiento de la atención, todas las cuales tienen en común el mantenimiento de un modo de atención pasiva-receptiva fijado en un foco de naturaleza
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global. Los estados producidos por los diferentes métodos difieren de manera ligera en diversos aspectos, pero todos tienen en común la producción del mismo “tono afectivo básico”, que podemos definir como una sensación difusa de seguridad y bienestar, en todo opuesta a experiencia de ansiedad. La regularidad y reproducibilidad con la que se produce el fenómeno ASCI al aplicar la técnica mental apropiada es lo que nos permite considerarlo como un principio general de funcionamiento del sistema nervioso. Se trata de una respuesta automática y estereotipada ante un proceso mental definido, el cual si que puede ser iniciado y mantenido de manera deliberada siguiendo el procedimiento apropiado. Es importante tener en cuenta que este “estado de relajación” no puede lograrse directamente de manera consciente ni voluntaria. Por el contrario, aparece por si mismo de manera inevitable, secundariamente al mantenimiento de la concentración pasiva. Las exigencias, pretensiones y esfuerzos activos para “conseguir relajarse” estropean la experiencia, ya que una de sus características esenciales es la despreocupación o “desapego” total de los resultados. La experiencia ASCI por si sola favorece la estabilidad emocional y la resolución de conflictos internos, al aportar una visión más amplia de la realidad personal. Sin embargo, una vez adquirida la habilidad ASCI, es conveniente un método o sistema
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en el que englobar las nuevas experiencias. Desde el punto de vista clínico, el estado autógeno es el que ofrece mayor interés, por numerosas razones, entre ellas las siguientes: 1. Proximidad a la experiencia cotidiana. 2. Actualización del esquema corporal. 3. Activación del principio homeostático. 4. Desactivación estructurada de traumas e incoherencias.
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NEUROBIOLOGÍA DEL ESTADO AUTOGENO Como psicoterapia de orientación psicofisiológica que es, la psicoterapia autógena presta considerable atención a sus mecanismos neurobiológicos de acción, tanto como fundamento de su práctica que como herramienta de investigación para nuevos desarrollos. Desde los primeros momentos, fue evidente que la concentración pasiva en estímulos propioceptivos ejerce un potente efecto psicosomático, acompañado de marcados cambios objetivos en las funciones fisiológicas corporales. El perfil opuesto de estos cambios con los característicos de las reacciones de alerta y de estrés determinó, en primer lugar, una de las más importantes indicaciones terapéuticas del método, y, en segundo lugar, la principal línea de investigación de sus mecanismos básicos de acción. Ya hemos visto que, setenta años después de que Claude Bernard estableciera sus famosos postulados sobre el “milieu interieur”, Cannon demostró las interrelaciones funcionales multidimensionales de este principio regulador, que el denominó homeostasis (Cannon, 1932, 1935). Los estudios experimentales del premio Nobel suizo Walter R. Hess, años más tarde, correlacionaron los mecanismos homeostáticos generales con la organización funcional del sistema nervioso autónomo y el diencéfalo (Hess, 1954). Según estos estudios, existen en el diencéfalo dos zonas anatómicas y funcionales, que regulan
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diferentes y complementarios aspectos de la homeostasis del medio interno, y de cuyo equilibrio depende el buen funcionamiento del organismo y su adaptación frente al estrés. La zona ergotrópica o dinamógena comprende la parte posterior del
hipotálamo y núcleos de materia gris en el
mesencéfalo y romboencéfalo anterior, y está relacionada con la excitación en general, y con aquellos mecanismos que acompañan fisiológicamente a la actividad motora del organismo y al trabajo físico, correspondiendo en gran medida con las actividades del sistema nervioso simpático. La
zona
trofotrópica
o
endofiláctica
comprende
principalmente la porción rostral del hipotálamo, el área preóptica y supraóptica, parte del septum, y está en íntima relación con mecanismos protectores, de recuperación y de eliminación (defecación, vómito). Hess considera el sueño como un medio de preservar y restaurar las energías nerviosas, y como una expresión típica de la actividad trofotrópica. Los cambios fisiológicos observados en humanos durante el estado autógeno son similares a los observados por Hess en sus animales de experimentación después de estimular la región trofotrópica del hipotálamo. Fenómenos fisiológicos similares parecen obtenerse mediante la práctica de otros métodos de concentración pasiva, y
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Benson propone denominar al fenómeno “respuesta de relajación”, considerándolo como una respuesta de integración hipotalámica, de signo opuesto a la respuesta de alerta o “fight and flight response” de Cannon. El estado autógeno corresponde a
la
experiencia
subjetiva
de
una
“conmutación
neurofisiológica”, con inversión de la activación relativa entre los sistemas ergotrópico y trofotrópico. La acción trofotrópica del entrenamiento autógeno, y de otras formas de concentración pasiva, se ejerce mediante una reducción de estímulos aferentes, propioceptivos sobre todo, lo cual disminuye la actividad retículo-cortical, y por tanto la excitación del área ergotrópica. Desde Gellhorn (1974), es sabido que las señales propioceptivas enviadas por la musculatura estriada tienen un efecto activador de la porción posterior del hipotálamo, a través de estimulación de la formación reticular ascendente, y por lo tanto ejercen así su acción dinamógena o ergotrópica. Sin embargo, aunque la relajación muscular es un fenómeno espontáneo habitualmente presente en el estado autógeno, las técnicas basadas en la relajación muscular (Jacobson) no siempre inducen el estado autógeno, o lo hacen de manera inconstante, por lo que hemos de concluir que otros factores independientes de la relajación muscular juegan un importante papel en la inducción del estado autógeno.
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La
concentración
pasiva
modifica
los
impulsos
propioceptivos musculares, pero éste no es más que uno de los muchos fenómenos presentes durante el estado autógeno. La concentración pasiva se acompaña de una actitud de “libre aceptación”, esto es, de renuncia a la discriminación axiológica de los diversos estímulos, tanto internos como procedentes del exterior. Mediante esta suspensión del juicio crítico, todas las percepciones parecen tener el mismo significado, y nada es considerado
como
peligroso
para
la
integridad
de
la
supervivencia. Así, hay una inhibición de la reacción de estrés, con reducción generalizada de los impulsos corticales hacia el hipotálamo posterior, a través del sistema límbico, con la consiguiente desactivación relativa de la zona diencefálica ergotrópica. (ver Gonzalez de Rivera, Medicina Psicosomática, 1995). El estudio de ciertos fenómenos subjetivos durante el estado autógeno, especialmente de naturaleza cognitiva, indica que existe también un “efecto conmutación” en la relación entre los hemisferios cerebrales. Como es bien sabido desde los trabajos de Sperry, Bogen y Gazzaniga, el hemisferio derecho (en la persona diestra normal) está particularmente especializado para procesar y almacenar información relativa a sonidos musicales, formas plásticas y relaciones espaciales, mientras que el izquierdo se especializa en procesos lingüísticos y aritméticos. Sin embargo,
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no es éste el aspecto más importante en la especialización hemisférica, sino el uso por cada hemisferio de modos cognitivos diferentes: un modo analítico y lógico por el hemisferio izquierdo, para el que palabras y números constituyen excelentes instrumentos, y un modo holístico y sintético por el derecho, al que se adaptan mejor imágenes, sensaciones y melodías. En su estado de funcionamiento óptimo, las conexiones interhemisféricas transmiten información de uno a otro hemisferio, tomando el hemisferio más apto para desarrollar la tarea del momento el control de las vías motoras, y enrolando al otro en su apoyo. Teóricamente, cada hemisferio puede tener acceso a la totalidad de la información almacenada en el otro, pero en la práctica parece operarse una desconexión funcional más o menos intensa entre ellos. Las razones para ello son múltiples. En primer lugar, es preciso tener en cuenta que algunos constructos contenidos en un hemisferio no se traducen fácilmente al lenguaje del otro, como por ejemplo una sinfonía o una complicada operación matemática. En estos casos, puede que sólo se transmita la conclusión sobre la acción a tomar, y no los detalles operacionales en los que se basa tal decisión. El hemisferio derecho, con su capacidad de evaluar de manera convergente un gran número de datos dispersos y sin aparente relación lógica entre sí, nos ofrece muchas veces conclusiones intuitivas, con frecuencia acertadas, pero a las que sería imposible llegar por los procesos
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racionales del hemisferio izquierdo. Recíprocamente, el hemisferio izquierdo es capaz de planear una pauta secuencial de acción, cuya lógica escapa a los procesos imaginativos del derecho. Un segundo mecanismo de desconexión funcional, de significado patológico-defensivo, tiene lugar cuando cada hemisferio
procesa el mismo
acontecimiento
de
manera
contradictoria o incompatible, a causa de sus diferentes modos de integración perceptual. Un ejemplo clásico de este mecanismo es el del niño al que su madre abofetea mientras le dice: "Hago esto por que te quiero y es por tu bien". El hemisferio izquierdo, que procesa información verbal, incorpora la declaración de afecto y ayuda, mientras que el derecho, poco hábil con el lenguaje, evalúa solamente la comunicación no verbal y sus efectos propioceptivos, que son agresividad y dolor. Ante la vivencia de la contradicción, sólo caben tres posibilidades: 1) El bloqueo total, o fracaso global en el procesamiento de la información contradictoria, la consecuencia más patológica, que se da en los estados de "shock" traumático, base de amnesias y reacciones disociativas. 2) La desconexión funcional, en la que cada hemisferio procesa independientemente un aspecto de la información, con bloqueo de las posibilidades de intercambio. Esta reacción es moderadamente patológica y bastante frecuente, y su consecuencia principal es la pérdida relativa de la cooperación ínter hemisférica y 3) la elaboración de un nuevo constructo que integra y supera la contradicción, solución sana óptima, esencial para las respuestas
37
proactivas y la creatividad. En el ejemplo anterior, este constructo podría formularse algo asi como: "Mamá en el fondo me quiere, pero hay que tener cuidado con ella porque a veces se pone peligrosa" Debido a la particular organización de nuestra cultura occidental, la actividad del hemisferio izquierdo resulta más importante para el individuo como medio de supervivencia y obtención de gratificación. Por ello, es obvio que, en caso de conflicto, tomará el control absoluto de la respuesta, eliminando en lo posible al derecho. Sin embargo, la memoria de la situación conflictiva y el plan de acción elaborado como respuesta, persisten en el hemisferio derecho, y se manifiestan por ocasionales interferencias en el funcionamiento del izquierdo y como intromisión en ciertos estados de conciencia que favorecen su expresión y durante la fase onírica del sueño. El hemisferio derecho es así el depositario, por una parte, de las funciones que podemos llamar "intuitivas", y por otra, de elaboraciones mentales reprimidas, incoherentes o incompatibles con la conciencia vigil habitual, de claro predominio izquierdo. La intuición, o conocimiento cuya adquisición no puede explicarse bien lógicamente, depende de la particular manera de procesar la información en el hemisferio derecho, y representa su aportación desinhibida al funcionamiento global. El inconsciente freudiano, en cambio, es consecuencia de la inhibición funcional de la actividad
38
hemisférica derecha, cuando la información que contiene resulta contradictoria o incompatible con la del hemisferio dominante izquierdo. Los fenómenos que se presentan durante el estado autógeno indican un aumento funcional de la interconexión hemisférica, siendo el material del hemisferio derecho más fácilmente accesible al izquierdo, y viceversa. En esta situación, resulta posible emplear coordinadamente las funciones de los dos hemisferios, y desarrollar actividad creativa, que requiere la integración de ambos hemisferios de su grado máximo de actividad. Sin embargo, en otros casos, la vivencia puede ser desagradable, un "mal viaje" y, si el sujeto no está debidamente preparado y supervisado, su psicopatologia puede agravarse. Eventualmente, en condiciones apropiadas y siguiendo la técnica correcta, la reconexión terapéutica facilita la integración progresiva de las contradicciones, la superación del conflicto psíquico y el desarrollo de la personalidad. Estos fenómenos constituyen la base de la psicoterapia autógena, y explican no solamente sus efectos terapéuticos, sino también la frecuente movilización de la creatividad que tiene lugar incluso con los métodos básicos. Desde este último punto de vista, se puede considerar la creatividad como un peculiar proceso de estructuración de la realidad, a través del cual llegan a formarse nuevas conexiones entre representaciones mentales habituales. La expresión completa
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de este proceso comprende cuatro fases cognitivas y otras cuatro emocionales
o
Descubrimiento
afectivas. de
pautas
Las
fases
básicas
cognitivas comunes
son: que
1)
unen
acontecimientos aparentemente dispares; 2) Formación de nuevas estructuras mentales en las que las "pautas ocultas" tienen una presencia obvia; 3) Construcción de una realidad interna diferente de la inicialmente recibida, y 4) exteriorización de esa realidad interna en el mundo externo socialmente consensuable. Los aspectos emocionales que acompañan las distintas fases cognitivas son: 1) sentimientos de curiosidad y asombro, predominantes en la primera fase cognitiva, 2) Entusiasmo, descubrimiento, insight, "experiencia eureka", predominantes en la segunda fase, 3) Una particular combinación de deseo, esfuerzo y frustración, la "tensión creadora", que impulsa el desarrollo de la tercera fase cognitiva y su transición hacia la cuarta, y 4) convicción, competitividad y lucha por superar la "prueba de la realidad",
formulando las
construcciones internas de manera operativa en el mundo externo y logrando su aceptación y reconocimiento.
40
FISIOLOGIA DEL ESTADO AUTÓGENO FENOMENOS OBJETIVOS DEL ESTADO AUTOGENO Numerosos cambios fisiológicos importantes tienen lugar durante el estado autógeno, todos ellos indicativos de un aumento del tono trofotrópico o parasimpático neurovegetativo, con la consiguiente
reducción
de
la
actividad
ergotrópica
o
neurovegetativa simpática. En este campo, existen diferencias entre los sujetos que practican el entrenamiento autógeno básico de manera regular durante menos de 6 meses (entrenamiento a corto plazo) y aquellos cuya práctica del método es superior a los 6 meses (entrenamiento a largo plazo o veteranos). Las modificaciones estables de la reactividad neurovegetativa sólo tienen lugar después de un entrenamiento a largo plazo, incluyendo un mayor equilibrio, una mejor adecuación de la respuesta a las necesidades impuestas por las circunstancias, y una más rápida recuperación a valores basales una vez que cesa el estímulo. En general, es a partir de los 6 meses de entrenamiento regular cuando se eleva consistentemente el dintel de sintonía neurovegetativa, asegurando un buen equilibrio ergotrópico-trofotrópico, aún en situaciones de estrés. (La exposición
detallada
de
los
conceptos
de
“sintonía
neurovegetativa” y equilibrio ergotrópico-trofotrópico puede encontrarse en la sección dedicada a los mecanismos intermedios neurofisiológicos, en Medicina Psicosomática de Glez de Rivera)
41
Hecha esta salvedad, podemos considerar las siguientes características fisiológicas como típicas del estado autógeno: 1. Tono muscular. Desde el comienzo de su aplicación clínica, se ha considerado el estado autógeno asociado con relajación muscular. Esta disminución del tono muscular no se limita a los miembros objeto de la fórmula autógena, sino que se extiende al resto de la musculatura. Sin embargo, en ocasiones pueden observarse reacciones paradójicas con hipertonía en algunos sujetos. Este fenómeno puede deberse a errores técnicos en la práctica del ejercicio, o presentarse en coincidencia con descargas autógenas, de las que se tratará más adelante. La relajación de la musculatura voluntaria no guarda relación con el contenido de las fórmulas autógenas, sino que parece depender más de la concentración pasiva. en sujetos bien entrenados, la relajación del tono muscular puede comenzar de manera refleja, nada más adoptar el individuo la postura de entrenamiento, antes de que comience la repetición mental de la fórmula. 2. Función cardiaca. En el estado autógeno se reduce de manera significativa la frecuencia cardiaca, en un valor medio de 5-10% la frecuencia de reposo. Durante la aplicación del tercer ejercicio básico puede llegarse a una reducción aun mayor, pudiendo llegar hasta un 25% . Se desaconseja, sin embargo, el empleo de fórmulas específicamente destinadas a reducir el ritmo cardíaco. La fórmula apropiada para el tercer ejercicio básico (“el
42
corazón late tranquilo y natural”) debe comunicar la idea de equilibrio y regularidad, y no la de lentitud. En las alteraciones del
ritmo
cardíaco,
se
observa
también
una
marcada
normalización del mismo durante este ejercicio. Recientemente, en practicantes veteranos del método se ha descubierto una disminución de la sensibilidad de los receptores betaadrenérgicos, lo cual explica la normalización y enlentecimiento del ritmo cardiaco y su menor reactividad a situaciones de estrés emocional. 3. Función respiratoria. La frecuencia respiratoria disminuye, en un término medio de 15% sobre la frecuencia de reposo, con aumento de duración de la inspiración y de la expiración, y aumento de la proporción entre tiempo de inspiración y tiempo de expiración. La amplitud de expansión torácica
también
aumenta,
indicando
respiraciones
más
profundas. Ocasionalmente, sobre todo en sujetos poco entrenados, se presentan alternancias de breves periodos de apnea y respiraciones profundas con expiración forzada (suspiros). Los requerimientos metabólicos de oxígeno disminuyen durante el estado autógeno, así como los niveles circulantes de O2 y CO2. 4. Circulación periférica y temperatura de la piel. La sensación subjetiva de calor que acompaña a la práctica del segundo ejercicio básico corresponde con una elevación real de la temperatura, entre 1 - 3ºC en determinaciones realizadas en el
43
pulpejo de los dedos. Esta elevación térmica está asociada con el contenido de la segunda fórmula autógena, siendo su presentación inconsistente con las demás fórmulas. Su base fisiológica está en una vasodilatación capilar, con aumento de la circulación periférica en las extremidades, 5. Presión sanguínea arterial. En general, las variaciones de la presión arterial no son consistentes durante las 3-4 primeras semanas de entrenamiento. La mayoría de los sujetos experimentan una ligera reducción de la presión sistólica después de este período inicial y más adelante también de la diastólica. Esta reducción es más importante en los hipertensos, apareciendo antes en ellos las variaciones diastólicas. Como observación importante, debemos destacar que aproximadamente un 3% de los hipertensos experimentan elevaciones paradójicas de la tensión arterial durante el estado autógeno; cuando este fenómeno se prolonga durante más de dos semanas, puede constituir contraindicación absoluta para la práctica del método. Las medidas periódicas de la presión arterial antes, durante e inmediatamente después del estado autógeno resultan, por lo tanto, una precaución necesaria durante las primeras semanas de entrenamiento. En la mayoría de los sujetos que experimentan aumento paradójico de la presión arterial se puede poner en evidencia fenómenos de descargas de contenido agresivo, lo que constituye una buena indicación para iniciar el tratamiento con métodos de neutralización autógena.
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6. Actividad electrodermal. Durante el estado autógeno se observa un aumento progresivo de la resistencia eléctrica de la piel, que llega a un nivel estacionario a los 5-10 minutos del comienzo del ejercicio, y regresa lentamente a los valores habituales en un plazo de 10-30 minutos después de su terminación. Algunos sujetos presentan disminuciones variables e inconsistentes de la resistencia galvánica durante el estado autógeno, lo que se atribuye a descargas autógenas consistentes en la intromisión de pensamientos ansiógenos o manifestaciones neurovegetativas. 7. Actividad eléctrica cerebral. El primer fenómeno observable durante el comienzo del estado autógeno es un aumento de la cantidad de frecuencias alta, y una tendencia a una cierta constancia del ritmo dentro de la frecuencia alfa. Algunos sujetos presentan una progresiva disminución de la amplitud de las ondas alfa, con enlentecimiento del ritmo y tendencia a la preponderancia de ondas theta. El análisis computerizado de las frecuencias en ese último grupo muestra que la desaparición del ritmo alfa es más aparente que real, debido a la disminución de su amplitud, a las oscilaciones de la línea de base y a la superimposición de ondas lentas. Ambos tipos de trazado EEG se acompañan de ocasionales interrupciones de ritmo beta, más o menos generalizadas. El hecho de que pueden coexistir en el mismo sujeto parece indicar
45
que no dependen de características propias del sujeto, sino de diferentes fases o estadios en el estado autógeno. Rohmer e Israel describen tres tipos de fenómenos paroxísticos presentados por algunos de sus sujetos normales durante la práctica del entrenamiento autógeno: Tipo I: Puntas aisladas, con frecuencia generalizadas. Tipo II: Mezclas complejas de ondas lentas (alfa y theta) y puntas. Tipo III: Cortos trenes de ritmo lento, theta o delta, más o menos generalizados. El interés de estos fenómenos paroxísticos radica en la posibilidad de que representen el sustrato neurofisiológico de las descargas autógenas, frecuentemente descritas como experiencia subjetiva, pero cuyas manifestaciones objetivas son raramente observadas. 8. Actividad neuroendocrina.- Paralelamente a los cambios mediados por el sistema nervioso neurovegetativo, tienen también lugar modificaciones en la actividad endocrina, mediados a través de las conexiones limbo-hipotálamohipofisarias. Particular interés tiene la marcada disminución de los niveles circulantes de las llamadas “hormonas de estrés” inmediatamente después del ejercicio básico, efecto más marcado y consistente en los sujetos veteranos, entrenados durante más de
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seis meses. La hormona mejor estudiada es el cortisol, cuyos niveles descienden casi un 50% durante el estado autógeno, recuperando progresivamente sus niveles basales a lo largo de los 60 minutos subsecuentes. Este fenómeno correlaciona de manera interesante con las observaciones subjetivas sobre la persistencia de la respuesta de relajación durante un periodo de 20-60 minutos después de la terminación estándar (Estadio A). Estudios en sujetos veteranos con más de un año de práctica regular muestran también niveles basales en el limite inferior de lo normal, lo cual indica un efecto reductor del método básico sobre la
reactividad
neuroendocrina
a
largo
plazo.
Análoga
modificación se observa en los niveles de prolactina, cuya disminución durante el ejercicio sigue un perfil en todo opuesto a las elevaciones constatadas en situaciones de estrés. En cuanto al metabolismo tiroideo, los efectos del entrenamiento a largo plazo muestran una disminución del diferencial entre los niveles circulantes de yodo total y el yodo unido a proteínas (PBI), lo cual indica una creciente mejora en la eficacia metabólica de esta sustancia. Tanto en entrenados recientes como en veteranos, no se objetivan cambios importantes en la secreción de hormonas tiroideas; sin embargo, a lo largo del tiempo de práctica se pone en evidencia una disminución gradual de los niveles basales de TSH (hormona tirotropa hipofisaria, estimuladora del tiroides). Lo mismo que la mayor ligazón del yodo circulante con proteínas, la disminución
47
de TSH sin alteración de los niveles de tiroxina indica un más eficiente
metabolismo
del
circuito
hipofiso-tiroideo,
con
modificación del “set point” o metabolostato de sus mecanismos de retroalimentación. 9. Metabolismo general.- Aunque no hay cambios en las tasas de secreción de insulina en sujetos normales, los enfermos de diabetes muestran un aumento relativo de la actividad de esta hormona después de cierto tiempo de entrenamiento regular, con el consiguiente descenso de glucemia. Esta observación tiene importantes repercusiones clínicas, puesto que los sujetos diabéticos que practican entrenamiento autógeno, al tender a una cierta normalización de su alteración en el metabolismo del azúcar, necesitan menos aporte de insulina exógena, pudiendo sufrir crisis de hipoglucemia si continúan el tratamiento con las dosis habituales. De ahí que sea necesario el control periódico de sus tasas de glucemia, en previsión de posible necesidad de reducir la medicación. En sujetos normales, las tasas de glucemia circulantes permanecen estables, aunque tiende a disminuir localmente su metabolismo en el tejido muscular y a aumentar en el tejido cerebral. El colesterol sanguíneo tiende a disminuir de manera estable hacia los niveles inferiores del rango normal después de cierto tiempo de práctica regular, estimado entre uno y tres meses, según los sujetos. A este respecto, es interesante destacar
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que los niveles de colesterol correlacionan positivamente con la vulnerabilidad al estrés, medida por el cuestionario Índice de reactividad al estrés de Gonzalez de Rivera. 10. Actividad inmunitaria. Es una observación frecuente la mejor actividad inmunocompetente general de sujetos veteranos en la práctica del entrenamiento autógeno, como se pone en evidencia por su menor vulnerabilidad a padecer gripes, afecciones respiratorias y resfriados comunes. Medición directa de los niveles de inmunoglobulinas muestran aumento de Inmunoglobulina A en la saliva durante el estado autógeno, evidente ya en sujetos relativamente poco entrenados. La actividad linfocitaria también parece aumentada, así como la fibroblástica.
Estudios
experimentales
en
sujetos
en
entrenamiento autógeno en práctica regular muestran una reducción significativa del tiempo de cicatrización de una herida quirúrgica superficial, de longitud y profundidad estandarizada, en comparación con controles normales no en entrenamiento.
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FENÓMENOS SUBJETIVOS DEL ESTADO AUTÓGENO Uno de los aspectos más interesantes de los métodos ASCI, desde el punto de vista científico, es la consistente regularidad con que son descritos fenómenos subjetivos similares por sujetos distintos que practican la misma técnica. En el estado actual de conocimiento, las experiencias subjetivas en el estado autógeno pueden clasificarse en tres grandes grupos: a) Tono afectivo básico. Habitualmente, los sujetos bien entrenados experimentan durante el estado autógeno una sensación de bienestar y satisfacción, difícil de describir. Esta vivencia de relajación parece ser el opuesto psicológico de la ansiedad. Mientras que en esta consiste en la experiencia de un temor, vago y difuso, algo impreciso indefinido, la vivencia de relajación consiste en la sensación, igualmente vaga y difusa, de seguridad y protección, de que todo está bien y en orden. A pesar de su importancia, el tono afectivo básico ha sido poco estudiado, y son raras las descripciones, incluso anecdóticas, en la literatura. En un estudio estadístico sobre las descripciones de la vivencia de relajación en grupos de sujetos normales y pacientes con trastornos neuróticos o psicosomáticos menores, no hemos encontrado correlación entre la intensidad general y las diversas facetas del todo afectivo básico, por un lado y el tipo o gravedad de psicopatología por otro. Existe una correlación entre grado de educación y riqueza de matices del tono afectivo básico, que
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probablemente es un simple artefacto debido a las mayores habilidades verbales de los sujetos con alto nivel educativo. El 95% de los sujetos clasificaron la experiencia de bienestar durante el estado autógeno como “diferente” de la sensación de bienestar experimentada en el estado vigil habitual. Sin embargo, 72% de los sujetos afirmaron haber experimentado similar sensación con anterioridad. Muchos de ellos no pudieron precisar con detalle las circunstancias de tal ocasión, pero las respuestas predominantes la relacionaban con experiencias de contacto con la naturaleza. Un 52% de los sujetos manifestaron la experiencia de sensaciones de abandono, desinterés y libertad interior, no sintiéndose dominados o influenciados por los determinantes habituales de su conducta. Probablemente en relación con este último aspecto del tono afectivo en relación con este último aspecto del tono afectivo básico, es la sensación descrita por el 40% de los sujetos de que sus preocupaciones y temores habituales no tenían razón de ser. La sensación de estar en contacto con algo más grande que uno mismo, de participar de alguna manera en una dimensión desconocida de la existencia, de trascender la propia individualidad, etc., fue descrito por 28% de los sujetos, en su mayoría pertenecientes al grupo de mayor sofisticación intelectual.
b) Mayor capacidad perceptiva de estados internos. Durante el estado autógeno se desarrolla una mayor sensibilidad propioceptiva, cognitiva y emocional. En las fases iniciales del
51
entrenamiento existe también mayor capacidad perceptiva de estímulos exteriores, resultando molestos ruidos, murmullos, etc., que normalmente pasarían desapercibidos. La hiperreactividad a los estímulos externos decrece con la práctica, mientras que la perceptibilidad interna aumenta. Algunos pacientes experimentan ocasionales accesos de ansiedad u otra emoción disfórica en los primeros minutos de ejercicio, que puede entenderse por este mecanismo. En ciertas neurosis existe un continuo estado latente de ansiedad, a veces oculto tras incesante actividad o búsqueda continua de distracciones y estímulos. El incremento de la capacidad perceptiva lo hace bien aparente, antes de que el tono afectivo básico haya tenido tiempo de desarrollarse. La continuación, manteniendo la técnica correcta, del ejercicio termina con estas manifestaciones aparentemente paradójicas, al producirse la conmutación psicofisiológica y aumentar la intensidad del tono afectivo básico. Sin embargo, si el paciente no comprende bien la naturaleza de este fenómeno, y el terapeuta no insiste debidamente en los aspectos técnicos de inducción del estado autógeno, existen serias posibilidades de que un tratamiento potencialmente beneficioso sea abandonado. Es sumamente importante, en este punto, repasar la técnica de la “aceptación pasiva”, y mantener la actitud de “ir a favor de la ansiedad”, en lugar de oponerse y luchar contra ella, como es la reacción habitual. Es precisamente la técnica correcta la que permite superar, eliminar y sustituir la ansiedad por la experiencia de relajación, mientras que actuar de la “manera
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lógica” (esto es, asustándose, interrumpiendo el ejercicio, poniéndose a hablar o intentando distraerse y alejarse de la vivencia de autogenicidad) sólo prolonga el sufrimiento e impide el progreso terapéutico. La contrapartida cognitiva del incremento perceptivo se manifiesta por ideas de actividades o circunstancias próximas al momento del ejercicio, y no es infrecuente que se recuerden súbitamente elementos de información olvidados, tales como donde dejó uno las llaves, o la llamada telefónica pendiente. Como aspectos propioceptivos de este apartado, cabe destacar la percepción de hambre, sueño y otras necesidades biológicas insatisfechas que el sujeto es capaz de ignorar en su estado vigil. Los dolores que aparecen en el estado autógeno deber ser investigados, sobre todo si son repetitivos y corresponden a posibles síntomas patológicos. Luthe refiere el caso de una de sus pacientes que sufría intensos pinchazos en el seno izquierdo durante el ejercicio, y en la que un examen cuidadoso reveló un pequeño nódulo tumoral, totalmente silencioso en circunstancias normales. c) Descargas autógenas. La observación de ciertos fenómenos paroxísticos durante el estado autógeno, generalmente de carácter desagradable, es ya muy antigua. Denominados por Schultz
“síntomas
de
entrenamiento”,
estos
fenómenos
transitorios no recibían mayor atención, aunque en ocasiones
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podían obligar a suspender el tratamiento. Convencido de que la acción terapéutica del entrenamiento autógeno radica en la activación de las capacidades autorreguladoras del organismo, Luthe investigó el significado de los síntomas de entrenamiento, descubriendo una relación entre ellos y la historia traumática del individuo. Las descargas autógenas, como se denominan desde entonces, pueden ser consideradas como expresión del reajuste homeostático que permite la eliminación de excitación neuronal asociada con engramas de traumas tanto físicos como psicológicos. Las descargas autógenas pueden manifestarse como fenómenos motores, sensoriales o psíquicos, y con objeto de utilizar al máximo su potencial terapéutico, Luthe desarrolló los métodos de neutralización, que son la verbalización y la abreacción autógenas, cuyo estudio corresponde a la formación en métodos avanzados.
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PSICOTERAPIA AUTOGENA: LOS METODOS
En el esquema se presentan los diversos métodos que se emplean en la psicoterapia autógena. Todos ellos parten del entrenamiento autógeno de Schultz o “ejercicios autógenos básicos”, así llamados porque constituyen la entrada inicial al tratamiento. La variedad de métodos autógenos permite adaptar el programa terapéutico
a
las
necesidades
55
individuales,
obteniéndose
resultados satisfactorios, en la mayoría de los casos, con los ejercicios básicos. Aproximadamente 30% de los pacientes requieren el empleo de métodos más elaborados o “métodos avanzados”, entre los que destaca, por su versatilidad y eficacia, la neutralización autógena. Los ejercicios meditativos, la modificación autógena, y la hipnosis graduada activa son empleados con menor frecuencia, y se reservan para situaciones especiales. Su poder terapéutico es intermedio entre los ejercicios básicos y los métodos de neutralización. La asociación con técnicas de retroalimentación biológica (bio-feed-back) y con la terapia cognitivo-conductual representan algunos de los resultados de la interacción y colaboración interdisciplinaria, de gran potencialidad terapéutica. El método de reconstrucción autógena es de creación reciente, y encuentra su mejor aplicación en los trastornos severos
de
la
personalidad
y
en
algunos
trastornos
psicosomáticos graves, como la anorexia nervosa, y, en general, en los casos en que la recuperación con los métodos de neutralización es lenta o incompleta. La inducción repetida del estado autógeno desbloquea funciones cerebrales de autorregulación, facilitando el aumento de las interconexiones corticodiencefálicas e interhemisféricas, y optimizando la sintonía neurovegetativa. Por eso, el entrenamiento
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autógeno básico es considerado como el núcleo central e inicial de todo el sistema, ya que durante su práctica se activan de manera automática e inespecífica procesos prohomeostáticos naturales, como la neutralización de registros cerebrales traumáticos y la normalización de desviaciones funcionales somáticas y mentales. En términos neurobiológicos, podemos decir que la eliminación de la excitación neuronal de origen traumático desactiva circuitos reverberantes, libera secuencias de acción mental interrumpida y permite la recuperación de dinámicas bloqueadas y la continuación de
procesos evolutivos detenidos. Los métodos
avanzados sólo incrementan la eficiencia de un proceso natural, que ya ha sido activado durante los ejercicios básicos. La formación completa en los métodos de Psicoterapia Autógena comprende un programa de cuatro años, homologado con los requisitos para la acreditación de psicoterapeutas de la FEAP y de la Asociacion Europea de Psicoterapia. Consta de 5 módulos progresivos, cada uno de los cuales debe cumplir con objetivos específicos de enseñanza teórica, el desarrollo supervisado de habilidades clinicas, y la formación de actitudes terapéuticas. NIVEL 1.- Desarrollo personal y autoconocimiento. Práctica personal de entrenamiento autógeno básico. Principios de funcionamiento humano. principios de autoevaluación.
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NIVEL 2.- Introducción terapéutica. Titulación: licenciados en Medicina o Psicología graduados en el Nivel 1. Estructura y funciones mentales. Causas y mecanismos de psicopatología. Instrumentos de intervención terapéutica. NIVEL 3.- Psicoterapia General. Tratamiento supervisado de pacientes complejos con métodos autógenos básicos y técnicas integradas. Inicio de tratamiento personal*. NIVEL 4.- Métodos avanzados de Neutralización Autógena. Consolidación de pensamiento integrativo. Terminación de tratamiento personal. NIVEL 5.- Métodos avanzados de Reconstrucción Autógena. Consolidación de pensamiento creativo. Preparación para actividad docente independiente.
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LA FORMACIÓN TÉCNICA BÁSICA La enseñanza básica de métodos autógenos en España se realiza a través del Curso Oficial de la Asociación Española de Psicoterapia, impartido en el Instituto de Psicoterapia e Investigación Psicosomática de Madrid. Reconocido por ICAT (International Committee for Teaching and Clinical Application of Autogenic Therapy) y por la European Association for Psychotherapy, corresponde al primer nivel de formación en Psicoterapia Autógena. Comprende 30 horas de formación teórica y 70 de experiencia práctica. El formato de mayor aceptación es 5 sesiones intensivas en fin de semana, aunque ofrece mejor rendimiento formativo el de 10 sesiones en otras tantas semanas. A continuación se ofrece como guía el programa de fin de semana:
PRIMERA SESION: I. Introducción general. Desarrollo histórico de los métodos autógenos. Aplicaciones clínicas y paraclinicas. Principios Teóricos y áreas de investigación. II. Entrenamiento Autógeno Básico: 1. Evaluación preliminar del paciente. Contraindicaciones. 2. Introducción del primer ejercicio básico. Posturas de entrenamiento. Contacto Mental. La concentración pasiva. Recomendaciones sobre la presentación a los pacientes.
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3. Problemas en la realización individual de los ejercicios básicos. Pautas de entrenamiento, frecuencia y duración de los ejercicios. Importancia del protocolo de entrenamiento. Fenómenos subjetivos durante el estado autógeno.
SEGUNDA SESION: I. Realización práctica del primer ejercicio básico. 1. Discusión en grupo sobre los síntomas de entrenamiento. Problemas más frecuentes. Algunas áreas seleccionadas de aplicación clínica (insomnio, cefaleas, epilepsia...) 2. Continuación del primer ejercicio básico (práctica). Secuencia de fórmulas de peso, fórmulas reducidas, modificaciones de las pautas de entrenamiento. 3. Introducción y práctica de los ejercicios parciales. El recuerdo corporal. II. Aplicaciones clínicas. 1. Errores técnicos y problemas en la resolución terapéutica de los mismos. 2. Problemas clínicos especiales. Entrenamiento de niños. enfermos psicosomáticos, esquizofrénicos, etc. 3. Modalidades de entrenamiento en grupo.
TERCERA SESION: I. Realización práctica del segundo ejercicio básico.
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1. Introducción y práctica del segundo ejercicio. Secuencia de fórmulas de calor. 2. Discusión en grupo de síntomas de entrenamiento. 3. Modificaciones en las pautas de entrenamiento y aplicaciones del segundo ejercicio básico. II. Áreas de aplicación extraclinica. 1. Deportes 2. Educación 3. Industria 4. Artes y creatividad.
CUARTA SESION: I. Realización práctica de tercer ejercicio básico. 1. Introducción y práctica del tercer ejercicio (regulación cardiaca). 2. Discusión en grupo de síntomas de entrenamiento. 3. Indicaciones, contraindicaciones y dificultades en distintas categorías de pacientes. II. Realización práctica del cuarto ejercicio básico. 1. Introducción y práctica del cuarto ejercicio básico (regulación respiratoria). 2. Discusión en grupo de los síntomas de entrenamiento 3. Indicaciones, contraindicaciones y problemas especiales. III. Investigación clínica y experimental. 1. Estudios sobre presión arterial, frecuencia cardiaca, ritmo respiratorio, temperatura y conductividad epitelial.
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2. Estudios sobre la función tiroidea y suprarrenal. Variaciones de la glucemia y del colesterol plasmático. 3. Estudios electroencefalográficos. Análisis de frecuencia. Potenciales evocados.
QUINTA SESION: I. Realización práctica del quinto ejercicio básico. 1. Introducción y práctica del quinto ejercicio básico (calor abdominal). 2. Discusión en grupo de los síntomas de entrenamiento 3. Indicaciones, contraindicaciones y problemas especiales. II. Realización práctica del sexto ejercicio básico. 1. Introducción y práctica del sexto ejercicio básico (frescor). 2. Discusión en grupo de los síntomas de entrenamiento 3. Indicaciones, contraindicaciones y problemas especiales. III. Métodos autógenos avanzados 1. Modificación autógena. Las formulas especiales de órgano. 2.
Neutralización
autógena.
Conceptos
generales.
Introducción al método de verbalización autógena. Introducción al método de abreacción autógena. El formato de instrucción incluye la preparación personal en la autoinducción del estado autógeno, que, para la finalización del programa, debe ser inmediato. La práctica personal es un requisito mandatario del programa, por lo que el módulo en diez semanas
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tiene la ventaja de facilitar el uso intensivo de los ejercicios autógenos básicos entre sesiones, a una frecuencia de tres veces al día,
con
una
duración
creciente
del
ejercicio
desde
aproximadamente los 10 minutos iniciales hasta 30-45 minutos hacia el final de la décima semana. No obstante, las ventajas de la instrucción de fin de semana para los residentes en otras ciudades o para personas con difícil disponibilidad de su tiempo entre semana, compensa los inconvenientes, que pueden, por otra parte, solucionarse con la práctica reglada después de terminar el seminario, y con acceso periódico al instructor.
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ENTRENAMIENTO AUTOGENO: LA TÉCNICA BÁSICA El objetivo fundamental de la serie de ejercicios mentales de orientación psicofisiológica que componen el entrenamiento autógeno básico es la experiencia, repetida y regular, de un estado especial de conciencia, el estado autógeno, autoinducido mediante concentración pasiva en fórmulas de contenido propioceptivo y contacto mental con las regiones definidas por el contenido de la fórmula. Veamos a continuación uno por uno los elementos descritos, a los que hemos de añadir la reducción de estímulos aferentes exteroceptivos e interoceptivos y el procedimiento de terminación: a) Reducción de la estimulación. Las condiciones ambientales son relativamente importantes, especialmente para los sujetos poco experimentados. Es recomendable utilizar una habitación tranquila, con temperatura agradable y en penumbra, con objeto de disminuir la intensidad de factores externos de estimulación. En individuos bien entrenados, estas condiciones revisten menor importancia, ya que pueden llegar a inducir el estado autógeno en prácticamente cualquier circunstancia o nivel de estimulación ambiental, por ejemplo en un cuarto ruidoso, en una estación o aeropuerto, en medio de la oficina, etc. Otra fuente de estimulación externa indeseable es la procedente del propio cuerpo, a causa, por ejemplo, de prendas de ropa apretadas, presión de gafas u otras prótesis, acumulación de
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sangre en las manos por tenerlas colgando sin apoyo, estar muy cerca de una ventana o una pared fría, o de una fuente de calor, radiador, etc, tener las manos tocándose entre si o presionadas contra alguna parte del cuerpo, y cualquier otra molestia, como puede ser la derivada de una lesión, vendaje, etc. Para iniciar correctamente el ejercicio, todas estas fuentes de estimulación deben eliminarse o minimizarse en lo posible, relajar de manera general el cuerpo y cerrar los ojos antes de comenzar. Para una mayor reducción de la estimulación motriz y sensorial, Schultz recomienda la adopción de una de las tres posturas estándar de entrenamiento (ver más adelante), que son la reclinada en un sillón, la horizontal y la denominada “posición de cochero”. Cada postura confiere características especiales al curso del ejercicio, y es posible encontrar individuos incapaces de realizarlo en una de las posiciones, y si en las demás. El aprendizaje de las posturas de concentración debe ser realizado mediante instrucción directa.
b)
Contacto
Consiste
mental.
en
la
percepción
propioceptiva de la región anatómica a la que se refiere la fórmula autógena. Esta percepción no requiere ningún esfuerzo voluntario, sino que se produce de forma espontánea como aplicación parcial del principio de autogenicidad, y se potencia mediante la repetición de la fórmula autógena correspondiente, siempre que se mantenga la apropiada actitud de concentración pasiva.
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c) Concentración pasiva. Se puede describir como un proceso mental consistente en una actitud casual durante la realización de una tarea, con completa indiferencia hacia el resultado de la misma. Cualquier esfuerzo en persecución de una finalidad concreta, interés activo, o aprensión constituye una manifestación de concentración activa, y debe ser evitado durante el ejercicio. La concentración pasiva requiere una actitud no directiva de la voluntad, con focalización de la atención más en el proceso de concentración en sí que en la finalidad perseguida. En la concentración activa, que es la habitualmente utilizada durante nuestra actividad vigil, la atención se focaliza en una meta, ocupando el proceso de concentración un lugar marginal. La concentración activa reduce el campo de la conciencia, limitándolo predominante al objeto sobre el que se dirige la atención, mientras que la concentración pasiva lo amplía, otorgando idéntico valor a todos los contenidos que puedan presentarse en la conciencia. Es decir, durante la concentración pasiva se desarrolla una actitud de aceptación pasiva o receptividad sin interferencia, a todas las manifestaciones y fenómenos que puedan ser percibidos, sin rechazar ni perseguir ninguno en especial. d) Repetición mental de las fórmulas autógenas. Cada uno de los seis ejercicios básicos de entrenamiento desarrollados por Schultz hace uso de frases que formulan aspectos de la
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experiencia propioceptiva foco de la concentración. Son las siguientes: Primer ejercicio: Compuesto por una secuencia de fórmulas de introducción progresiva. “Mi brazo derecho es pesado”, “mi brazo izquierdo es pesado”, “mis brazos son pesados”, “mi pierna derecha es pesada”, “mi pierna izquierda es pesada”, “mis piernas son pesadas”, “mis brazos y piernas son pesados”. Segundo ejercicio: “Mi brazo derecho es caliente”. Idéntica progresión que en el ejercicio anterior. Tercer ejercicio: “Mi corazón late tranquilo y natural”. Cuarto ejercicio. “Esto me respira” (concentración en el acto de respirar en sí, sin contacto mental propiamente dicho con estructuras físicas). También se utiliza “Esto respira solo”. Quinto ejercicio: “Mi plexo solar es caliente”. Sexto ejercicio: “Mi frente es fresca”. Ejercicios adicionales, parciales o de apoyo: “Mi cuello (o nuca) y hombros son pesados”, “Me siento en paz” ( o “estoy tranquilo”).
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La repetición mental de la fórmula correspondiente se puede acompañar de un flujo continuo de representaciones verbales, acústicas o visuales del contenido de la misma, que ha de presentarse de manera natural y no forzada. La repetición de la fórmula no reemplaza el contacto mental propioceptivo. La concentración durante los ejercicios básicos de entrenamiento autógeno es doble o en “dos canales”: uno gestáltico y experiencial,
referido
a
la
experiencia
propioceptiva,
probablemente vehiculado por el hemisferio derecho, y otro verbal y abstracto, probablemente vehiculado por el hemisferio izquierdo. Inicialmente, la concentración pasiva en cada fórmula no debe durar más de uno o dos minutos, aumentado progresivamente el tiempo, que al cabo de algunas sesiones puede ser de 10-20 minutos. e) Terminación. Transcurrido el tiempo previsto para la realización del ejercicio, es importante interrumpir el estado especial de conciencia inducido por las fórmulas autógenas mediante el procedimiento estándar de terminación en cuatro etapas : 1.- Hacer una inspiración profunda 2.- Flexionar ambos brazos enérgicamente, con los puños cerrados, 3.- Dejar salir el aire suavemente y relajar los brazos, 4.- Abrir los ojos.
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La terminación o cancelación del ejercicio permite un retorno casi inmediato al estado vigil habitual. Olvidar cancelar el ejercicio es un error técnico, que puede resultar en fenómenos desagradables post-ejercicio en sujetos con poca experiencia, sobre todo cuando se han producido descargas autógenas de cierta intensidad durante el ejercicio. En raras ocasiones, puede ser necesario repetir la terminación si persisten síntomas de entrenamiento o una cierta sensación de extrañeza. Lo
habitual,
nada
más
terminar
el
ejercicio,
es
experimentar una sensación de descanso, relajación y claridad mental, que puede durar entre media y una hora. Esta es una razón por la que hacer un ejercicio básico puede ser útil inmediatamente antes de afrontar a una situación temida, por ejemplo, hablar en público, acudir a un examen, entrevistarse con un interlocutor desagradable, etc.
Cálculo del tiempo de duración del ejercicio.En general, es mejor empezar con una duración mínima, de 2 ó 3 minutos, y aumentar progresivamente el tiempo de concentración según la intensidad del tono afectivo básico, la reactividad del sujeto y su capacidad técnica para mantener la concentración
pasiva.
En
todo
caso,
raramente
resulta
aconsejable una duración mayor a 30 minutos, siendo el tiempo habitual entre 10 y 20 minutos. De la misma manera que las formulas autógenas son autorrepetidas mentalmente, la duración
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del ejercicio se establece mentalmente al empezar el ejercicio, sin recurrir a elementos externos, como relojes de alarma, otra persona que cronometre, etc. Como efecto colateral beneficioso, al cabo de pocas semanas de práctica la mayoría de los sujetos desarrollan en alto grado su “sentido del tiempo”, o capacidad de realizar
o
interrumpir
una
tarea
en
un
plazo
exacto
predeterminado, logrando producir con regularidad fenómenos tan espectaculares como despertarse espontáneamente a una hora pre-establecida al acostarse.
Valoración del tono afectivo básico. La respuesta de relajación se debe evaluar por observación directa del sujeto durante la introducción del primer ejercicio. Cómodamente sentado, pies sólidamente apoyados en el suelo, manos reposando en el sillón o sobre el regazo, sin tocarse se le invita a cerrar los ojos y permitir sentir todas las sensaciones procedentes del brazo derecho. A continuación se le invita a repetir mentalmente la fórmula “Mi brazo derecho es pesado”, que el terapeuta repite a su vez en voz alta inicialmente, para facilitar el aprendizaje. Signos de respuesta positiva: 1. Respiración lenta, profunda y regular. 2. Expresión facial “beatífica”. 3. Relajación aparente de la cara y manos. 4. Ausencia de movimientos voluntarios
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Signos de respuesta negativa: 1. Sin cambios en la respiración. 2. Expresión crispada de cara y/o manos. 3. Fruncimiento de ceño, movimiento de labios, etc. 4. Cambios de posición en la silla. Si la relajación es positiva, continuar por aproximadamente 5 minutos. Si la relajación es negativa, interrumpir el ejercicio. En ninguno de los dos casos se comunica al sujeto nuestra observación ni los criterios de valoración, sino que se pregunta, en tono de aceptación validante, sobre sus sensaciones durante el ejercicio. En los casos de repuesta negativa, se llega regularmente a una discusión sobre una cierta incomodidad resentida por el sujeto, dificultad de tener los ojos cerrados, de concentrarse, etc., frecuentemente relacionada con temores de pérdida de control o con temores autorreferenciales. Aclarado este punto (con frecuencia la sola interpretación de la base paranoide de esta resistencia es suficiente) se repite el ejercicio, procediendo a repetir la fórmula hasta 10 minutos, tanto si la relajación es positiva como negativa. Una valoración mas detallada y objetiva del tono afectivo básico puede hacerse mediante el cuestionario de estados de conciencia, que se incluye más adelante, pero es esencial que el terapeuta sepa percibir directamente el estado de su paciente,
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especialmente durante las primeras sesiones de introducción del método. Valoración de la reactividad. La reactividad autógena es expresión directa de la presión de descarga, y tiende a aumentar con la duración del ejercicio. Después de cada ejercicio, debe asignarse un tiempo a dialogar con el sujeto sobre los fenómenos que se presentan espontáneamente durante la experiencia, y ayudarle a distinguir cuales son expresión del tono afectivo básico, cuales lo son del aumento de percepción interna y cuales son descargas autógenas. Recordemos que las descargas autógenas,
inicialmente
denominadas
"síntomas
de
entrenamiento" (Training symptomes) fueron definidas por W. Luthe como "Manifestaciones espontáneas y paroxísticas durante el estado autógeno no relacionadas con el contenido de las formulas autógenas" y clasificadas, según su naturaleza, en sensoriales,
motoras,
interoceptivas,
vegetativas,
táctiles,
visuales,
somáticas, auditivas,
cenestésicas, gustativas,
emocionales y psíquicas complejas. Mediante detallados estudios clínicos, Luthe demostró una clara correlación entre la cantidad, tipo e intensidad de descargas autógenas y la historia traumática del paciente. Mediante el Cuestionario de Estados de Conciencia (ver apéndice), Gonzalez de Rivera ha clasificado las experiencias subjetivas propias del estado autógeno en tres grupos: 1. Tono Afectivo Básico, 2. Hiperestesia propioceptica o Percepción Aumentada de Estados Internos y 3. Descargas
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Autógenas. Los enfermos neuróticos o psicosomáticos con severa historia traumática suelen presentar las descargas autógenas al comienzo del training, mientras que los sujetos normales suelen tardar tiempo en presentarlas, aumentando su frecuencia y intensidad en todos los casos, para finalmente desaparecer de manera progresiva. Desde el punto de vista patofisiológico, se consideran
reacciones
pro-homeostáticas
de
reajuste,
relacionadas con el proceso de Neutralización Autógena. Un periodo de desgana y errores técnicos en la práctica de los ejercicios autógenos básicos suele ser indicativo de descargas subclínicas desagradables, que empiezan a movilizar una resistencia más o menos consciente del paciente a experimentar su inevitable presentación inminente. El terapeuta debe reconocer y resolver a tiempo esta resistencia a experimentar descargas, por que si no puede empeorar el cuadro clínico, producirse nuevos síntomas o abandonarse el tratamiento. Cuando el manejo ordinario durante los periodos de discusión de descargas no es suficiente, puede ser necesario recurrir a los procedimientos psicoterapeúticos avanzados desarrollados por W. Luthe, como son la Verbalización Autógena y la Abreacción autógena. La monitorización y aclaración del significado de las descargas se facilita mediante la discusión del “protocolo de entrenamiento” o registro que el paciente realiza de estos fenómenos según se presentan en sus ejercicios diarios en casa. Los diferentes tipos y cambios de reactividad permiten al
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terapeuta experto preveer el curso del tratamiento y la evolución del paciente. El enfoque clínico apropiado incluye la validación de la experiencia, el apoyo incuestionable, la aceptación sin rechazo y la instrucción continua en los pormenores de la técnica, especialmente en la educación de la concentración y la aceptación pasiva. Los comentarios sobre la naturaleza de las descargas ofrecen excelente oportunidad para ayudar al sujeto a potenciar sus capacidades de autoconocimiento y autoaceptación, así como para el aprendizaje incidental. Recordemos que el fin último del entrenamiento es liberar al sujeto de toda reactividad patógena, y convertirlo en un experto en el manejo tanto de sus dinámicas internas, como de la proyección que éstas tienen en su conducta, sus relaciones interpersonales, y la organización general de su vida.
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LOS ESTADIOS DEL ESTADO AUTOGENO. Clásicamente, se describen varias fases o estadios durante el estado autógeno, relacionados con diferentes momentos del ejercicio, con las habilidades técnicas del sujeto y con la presión de descarga. La capacidad de presentar todos los estadios durante el ejercicio se desarrolla a ritmos diferentes en diferentes sujetos, y es también indicativo de la regularidad y corrección de las pautas de entrenamiento. 1. Estadio Reflejo (R). Aparece normalmente al cabo de pocos días de práctica regular, e indica una buena adaptación al método. Consiste en la percepción mínima del tono afectivo básico y la presentación de algunos signos fisiológicos de relajación nada más adoptar la postura de entrenamiento. Corresponde al establecimiento de un automatismo condicionado de la conmutación psicofisiológica ergotrópica-trofotrópica y tiene lugar antes de iniciar la concentración pasiva en las fórmulas autógenas, sin contacto propioceptivo ni actividad mental personal ni cerebral, aunque en ocasiones, raramente, pueden ya en este estadio presentarse descargas autógenas. 2. Estadio de Concentración Pasiva (PC). Corresponde al periodo de concentración en las fórmulas autógenas, con mantenimiento del
adecuado
contacto
mental
en
la
región
corporal
correspondiente al contenido de la fórmula. La actividad mental
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personal
está
restringida
por
los
condicionantes
del
procedimiento técnico, y las elaboraciones mentales dirigidas por el cerebro, (descargas) si es que se presentan, son esporádicas y breves. 3. Estadio Neutro (N). Mantenimiento de actitud de receptividad y aceptación pasiva sin repetición de fórmulas autógenas ni contacto mental. La conciencia se experimenta como una sensación apacible de vacío o “mente en blanco”, las funciones mentales personales están disponibles, en “standby”, pero no en actividad, y no hay descargas autógenas. 4. Estadio de Desintegración (D). Desorganización e ineficacia de la concentración pasiva en las fórmulas autógenas, de comienzo variable durante el ejercicio. Su presentación es indicativa de una de tres condiciones posibles: a) En situaciones óptimas, se inicia después de largo tiempo de concentración, y representa un estado de fatiga, o de respuesta a presiones externas (por ej., necesidad de atender a otros compromisos, percepción de otras cosas que el sujeto tiene que hacer, etc). Idealmente, la duración del ejercicio debe fijarse de tal manera que su terminación llegue antes que el momento de aparición del estadio D.
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b) En situaciones de alta reactividad, puede presentarse muy pronto, como respuesta a la interferencia de descargas autógenas intensas, frecuentes y prolongadas. c) Su presentación prematura y sin, o con mínimas, descargas suele indicar una técnica pobre, generalmente por desconocimiento e insuficiente instrucción del sujeto. 5. Estadio de Aceptación Pasiva (PA). Las descargas autógenas son masivas y dominantes, no hay contacto mental ni repetición de fórmulas autógenas, y el sujeto mantiene una actitud de receptividad y aceptación pasiva de las elaboraciones cerebrales autónomas, yendo a favor de ellas, más que intentando controlarlas, inhibirlas o resistirse. Es la continuación normal del estadio D en su supuesto (b), y constituye una de las actitudes técnicas correctas cuando la aparición de descargas es tan intensa como para desorganizar el estadio PC y conducir al D (la otra actitud técnica correcta en estos casos es terminar el ejercicio y reanudarlo un poco más tarde). 6. Estadio de ajuste postterminación (A). Corresponde al periodo de reajuste psicofisiológico que sigue a la terminación del ejercicio, y su duración aproximada es de 20 – 30 minutos. Muchos de los fenómenos propios del estado autógeno desaparecen inmediatamente tras la terminación técnicamente apropiada, incluyendo las manifestaciones paroxísticas tipo
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descargas autógenas. Sin embargo, otros persisten durante el estadio A, incluyendo la preponderancia de ondas alfa en EEG y el tono afectivo básico. La sensación subjetiva de relajación psicofísica es característica de este estadio.
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Las posturas de entrenamiento. La reducción de la actividad aferente y eferente (esto es, sensorial y motora) es una de las condiciones que favorece la concentración pasiva y facilita la conmutación ergotrópicatrofotrópica. Las posturas de entrenamiento están ideadas para minimizar la actividad muscular relacionada con esfuerzos para mantener el cuerpo en su sitio, como forzar la cabeza erguida, cruzar las piernas, etc, y para eliminar la tensión innecesaria e indeseable de posturas forzadas e inadecuadas, como piernas muy estiradas o contraídas, tronco ladeado, codos rígidos y brazos estirados, etc.
fig. 3. Postura sentada normal o postura del sillón. La posición 1 es levemente forzada, con el angulo de la rodilla demasiado cerrado. La posición 2 es más adecuada.
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1. Postura sentada normal. Es la más sencilla, y por eso suele iniciarse con ella el entrenamiento. Puede utilizarse un sillón o una silla con respaldo, en el cual se apoya naturalmente la espalda. También puede servir un taburete o asiento análogo, utilizando la pared como respaldo. En este caso, es necesario asegurarse de que no esté fría, no vibré (tráfico, paso de trenes, etc) y no sea tan rugosa que resulte incómodo su contacto. Las manos y antebrazos se apoyan sobre los muslos, con los codos relajados, formando un ángulo recto con el brazo. Las rodillas separadas, con los pies firmemente apoyados en el suelo. La idea básica en esta postura es que todo el cuerpo se mantenga por su propio peso, sin forzar en nada la posición. Existen dos variantes con respecto a la posición de la cabeza, que puede estar apoyada en el respaldo, si es lo bastante alto y ello resulta confortable, o inclinada ligeramente hacia delante, con el cuello relajado, sostenida por las estructuras ligamentosas de la columna cervical. Esta última opción suele ser incómoda e incluso dolorosa en personas con hábitos crónicos maladaptativos de hiperextensión de la columna cervical, especialmente asociados a hipertonía de los músculos trapecio y esplenio cervical. Sin embargo, resulta especialmente beneficiosa para estas mismas personas a medio plazo, ya que corrige la contractura crónica de estos músculos, facilitando su estiramiento y el de las estructuras ligamentosas subyacentes.
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Las figuras, tomadas del manual de entrenamiento de Luthe, muestran los múltiples errores técnicos posibles en una tan, en apariencia, fácil postura.
fig. 4. Postura sentada normal. Las marcadas O.K. son adecuadas. Las otras muestran diversos tipos de errores técnicos, señalados con un signo de interrogación (?)
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2. Posición del taburete, llamada también “del cochero”, por se la adoptada por los antiguos conductores de coches de caballos para poder resistir con mínimo esfuerzo largas horas sentados en un pescante.
fig 5. Postura del cochero. Nótense los errores técnicos, marcados (?)
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En ella se permite la máxima flexión de la columna vertebral hacia delante, haciendo que forme un arco en cuyo interior queda situado el centro
corporal
de
gravedad. La
espalda queda así sostenida por su propio peso, reposando sobre la pelvis, con su centro de gravedad directamente en línea con la zona de asiento, de manera que no tenga tendencia a desplazarse ni hacia atrás ni hacia delante, lo cual resultaría en indeseable contractura
compensatoria
de
la
musculatura
lumbar
o
abdominal. La posición de las piernas es idéntica a la de la postura sentada normal, prestando particular atención a que los brazos estén apoyados sobre los muslos, con los hombros y codos relajados, para evitar que cuelguen a los lados del cuerpo, pero sin que ejerzan ninguna presión, ni sirvan de apoyo al tronco. Recordemos que éste se sostiene por si mismo, y que la curvatura de la espalda debe realizarse de manera tal, que no tienda a desplazarse ni hacia delante, ni hacia atrás. Las ventajas de la postura del cochero son: a) requerimientos mínimos de infraestructura, permitiendo realizar el ejercicio en situaciones de emergencia o fuera del entorno habitual de entrenamiento, por ejemplo, en el campo, en un cuarto de baño, etc. b) estiramiento mecánico de músculos y ligamentos paravertebrales, lo cual corrige contracturas crónicas, aunque puede ser doloroso al principio c) reactividad especifica
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de postura, que, en ocasiones, facilita la realización del ejercicio, bien por mejor inducción del estado autógeno o bien por mantener mínima la presión de descarga.
fig. 6: Postura del cochero modificada para ejercicios cortos o ejercicios parciales. (1y2). (3): Postura del cochero errónea, con espalda y cuello rigidos, angulo de la rodilla demasiado cerrado; (4) Postura correcta.
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3. Postura en decúbito supino. Es claramente la más cómoda, pero debe ser la última en enseñarse, siendo recomendable esperar a que el sujeto adquiera considerable práctica con las otras dos, por las siguientes razones: a) En sujetos poco entrenados, sobre todo si están cansados, es fácil deslizarse inadvertidamente a estados de conciencia de tipo oniroide, o quedarse dormidos b) En muchos sujetos, facilita el paso rápido del estadio PC al AC, lo cual puede resultar inconveniente si no están preparados
para
el
entrenamiento
en
los
métodos
de
neutralización. Lo que inicialmente se consideran inconvenientes, son la base de sus ventajas una vez avanzado el entrenamiento, ya que es la postura idónea para facilitar la conciliación del sueño, una vez que la reactividad general es bien conocida y sea evidente que no hay riesgo de descargas psíquicas complejas. Por otra parte, es la postura estándar en el tratamiento con los métodos de neutralización autógena.
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fig. 7: Postura en decúbito supino. Errores técnicos marcados con (?). Posturas correctas marcadas O.K.
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Errores técnicos posturales más frecuentes : El aprendizaje correcto de las posturas de entrenamiento requiere la supervisión de un monitor experto. La siguiente es una lista incompleta de los más frecuentes errores habituales : - Boca y mandíbula apretados, sin relajar. - Esfuerzo para mantener la cabeza recta o erguida, mala colocación del cuello, tensión en el cuello y hombros, - Espalda tensa, erguida, no relajada - Tensión en los brazos o en las manos, esfuerzo por mantenerlas en su sitio (en lugar de dejarlas reposar por su propio peso bien centradas sobre el muslo) - Brazos muy flexionados o muy extendidos - Piernas muy flexionadas (talones detrás de la vertical de la rodilla) o muy estiradas, forzando la pantorrilla. - Postura forzada, con esfuerzo para mantener las piernas o los pies en mala posición. - Tronco inclinado hacia delante, o hacia atrás - Tronco desviado lateralmente, posición asimétrica de la cabeza u otra parte del cuerpo.
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ACTIVIDAD MENTAL DURANTE LOS EJERCICIOS. La frecuente idea errónea de que una adecuada respuesta de relajación requiere “tener la mente en blanco” indica la necesidad de una adecuada instrucción sobre los fenómenos mentales que tienen lugar durante la práctica de los ejercicios básicos de entrenamiento autógeno. Desde el punto de vista neurofuncional, pueden clasificarse en: a) personales o dirigidos por el sujeto, generalmente voluntarios y conscientes, y b) automáticos o dirigidos por el cerebro, de presentación
espontánea,
involuntaria
e
incontrolada.
La
distinción entre estos dos tipos de actividad es crucial desde el punto de vista técnico, sobre todo en el curso del tratamiento con los métodos avanzados. Aunque la actividad mental de la persona puede también ser automática e inconsciente (esto es, sin darse cuenta de lo que hace), en general es adecuado definirla como realizada aposta, con intención y propósito, de manera más o menos deliberada, etc. . Se diferencia así de la actividad mental dirigida por el cerebro, que es totalmente automática, sin finalidad, ni deliberación conscientes, y totalmente fuera del control del sujeto. En cuanto a los determinantes de los dos modos respectivos de actividad, se puede considerar que la actividad personal está altamente condicionada y determinada por los propósitos, metas, objetivos y proyectos, tanto inmediatos o concretos como a largo plazo o vitales, y es en consecuencia
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proactiva y dirigida al futuro. La actividad dirigida por el cerebro, en cambio, es reactiva, y viene determinada por los registros de experiencias pasadas, en especial por la acumulación de acontecimientos traumáticos mal neutralizados. La actitud técnica correcta durante los ejercicios básicos requiere la restricción de la actividad mental personal a la concentración pasiva en las fórmulas autógenas y el contacto mental, y la aceptación receptiva absoluta de la actividad cerebral espontánea. Esta aparente contradicción entre la firmeza en mantener las funciones mentales personales técnicamente adecuadas, y la tolerancia y libertad absoluta hacia las funciones y elaboraciones cerebrales, confiere un cierto aspecto paradójico a la psicoterapia autógena, que resumimos en el dictum “control técnico del proceso, tolerancia absoluta del contenido”. Desde otro punto de vista, las funciones mentales durante el ejercicio autógeno también pueden clasificarse en a) relacionadas con la tarea y b) concomitantes y reactivas. a) Actividades mentales relacionadas con la tarea: Su interacción
coordinada,
junto
con
las
manifestaciones
psicofisiológicas acompañantes, son esenciales para iniciar y mantener el estadio PC del estado autógeno. Son las siguientes: 1. Repetición mental de estímulos verbales propios de la fórmula (por ej. “mi brazo derecho es pesado”)
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2. Concentración pasiva y aceptación pasiva. Actitud de indiferencia con respecto al resultado. 3. Contacto mental con el área topográfica indicada en la fórmula. 4. Correcto mantenimiento del contenido y secuencia de las fórmulas. 5. Cambio de contacto mental apropiado al cambio de fórmula 6. Reajuste de desviaciones técnicas y retorno a la actividad funcionalmente correcta después de interrupciones y distracciones. 7. Actitud de aceptación pasiva y tolerancia con respecto a las descargas autógenas 8. Temporización adecuada de la duración del ejercicio 9. Terminación técnicamente correcta. b) Fenómenos mentales concomitantes y reactivos. Pueden ser relacionados con el contenido de la fórmula, como sensaciones de peso, calor, frescor, o no relacionados con el contenido. Estos últimos se clasifican a su vez en relacionados con el aumento de percepción interna, por ejemplo, sueño, necesidad de afecto, recuerdo de cosas olvidadas, emergencia de respuestas
a
determinado
problema
o
comprensión
de
situaciones, etc y descargas autógenas, como por ejemplo temblores
o
sacudidas
musculares,
sensaciones
diversas,
imágenes mentales, distorsiones de la imagen corporal,
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emociones súbitas, llanto, sabores y olores, motricidad visceral, etc. Los fenómenos reactivos y concomitantes son normales, y deben ser tomados como una especie de “ruido de fondo”, que no interfiere con el estadio PC, siempre que se mantenga la adecuada concentración en las fórmulas y su correspondiente contacto mental, y la correcta actitud indiferente o de aceptación pasiva. Sin embargo, en ocasiones pueden ser tan intensos o molestos que resulte difícil mantener la concentración prioritaria en las fórmulas autógenas, con notable interferencia en las funciones mentales personales relacionadas con la tarea. En estos casos, puede ser apropiado realizar ejercicios muy cortos (de uno a cinco minutos), terminarlos, esperar un rato (unos 10-20 minutos) y volver a realizar un nuevo ejercicio. Habitualmente, la reactividad exagerada tiende a disminuir con cada ejercicio subsiguiente de esta pauta, hasta que el sujeto se siente perfectamente cómodo durante el estado autógeno. Empeñarse en continuar el ejercicio en condiciones de alta reactividad puede transformar el estadio PC en un estadio D, cuyo manejo requiere unas condiciones de práctica y experiencia que no están disponibles hasta después de un cierto tiempo de entrenamiento supervisado. De todas formas, la alternativa técnica en estos casos es permitir la evolución del estadio D hacia un estadio PA, con o sin aplicación de técnicas especificas de neutralización, y mantener la actitud de aceptación pasiva hasta que pase la
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tormenta. Aunque esta es una conducta técnicamente correcta, indicativa de un óptimo desarrollo de las capacidades del sujeto, es más aconsejable para el neófito seguir la primera pauta técnica aconsejada. Una situación funcionalmente diferente es la que tiene lugar cuando, debido al incremento de la percepción de estados internos durante el estado autógeno, los sentimientos propios de estados de ansiedad, tensión, frustración, etc, tienden a parecer más intensos (en realidad, mejor percibidos) al inicio del ejercicio. En estos casos, es aconsejable hacer caso omiso de ellos, y continuar con la concentración pasiva en las fórmulas autógenas. Como regla general, una vez atravesada la primera barrera (la percepción más clara e intensa del estado disfórico) empieza a imponerse el tono afectivo básico y la respuesta normal de relajación se hace evidente. Otro caso particular es aquél en el que las interferencias están relacionadas con un mal estado fisiológico o psíquico, por causas que pueden evitarse o atenuarse. Es lo que ocurre cuando se hace el ejercicio en condiciones de falta de sueño, fatiga, cansancio, sin haber comido suficientemente, con la vejiga llena, etc. En estos casos, es conveniente procurar cambiar o posponer la pauta de realización del ejercicio a otros momentos en que los las necesidades corporales estén razonablemente satisfechas, especialmente durante los periodos iniciales de entrenamiento. Lo mismo puede decirse de hacer el ejercicio sin apartar la mente adecuadamente de las alteraciones y preocupaciones cotidianas, o
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sin tomar las medidas necesarias para reservar claramente un tiempo y un espacio exclusivo para la práctica del ejercicio. Distracciones durante la concentración. Ya hemos visto que la actividad mental de toda suerte puede continuar durante el ejercicio, y que la técnica consiste en mantener una cierta indiferencia, “pasando” de todos estos fenómenos extraños y manteniendo la prioridad atencional en la tarea de concentración pasiva en las formulas autógenas y contacto mental. Una distracción tiene lugar cuando se subvierte esta prioridad, y el sujeto se descubre a si mismo pensando en otra cosa. Es esencial tener en cuenta que a) las distracciones son acompañantes normales e inevitables del proceso de entrenamiento, y deben ser aceptadas como tales; b) nunca debe uno enfadarse, luchar directamente contra las distracciones, empeñarse en tener la mente en blanco, etc.; c) la única solución técnicamente correcta es mantener una actitud de indiferencia y aceptación pasiva ante las distracciones, tanto en cuanto a su contenido como en cuanto al hecho de que ocurran; d) tan pronto como uno se da cuenta de que se ha distraído, simplemente volver a la tarea, sin enfadarse ni frustrarse, ni dejarse llevar por ninguna reacción emocional negativa o acusatoria (fenómeno frecuente en algunos sujetos perfeccionistas y sutilmente autodestructivos). Un caso particular de distracción tiene lugar en algunos sujetos, capaces de repetir mentalmente la fórmula autógena al
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mismo tiempo que están entregados a distintos pensamientos y ensoñaciones. En realidad, se trata de una distracción simple, sólo que el sujeto mantiene la fachada o apariencia de estar realizando
correctamente
la
tarea.
Es
probablemente adquirida desde la infancia,
una
habilidad
durante largas y
tediosas sesiones escolares o religiosas, y deja de ser un problema tan pronto como se hace ver al sujeto que a la única persona que está engañando es a si mismo. En ocasiones, intentos técnicamente erróneos de controlar activamente las distracciones
ocasionan un deslizamiento
insensible hacia la concentración activa, provocando una disrupción aún peor que la propia distracción. Relativamente frecuente en las primeras fases de aprendizaje del entrenamiento, sobre todo en autodidactas, este error técnico debe ser identificado y contrarrestado prontamente, porque puede evolucionar hacia pautas de práctica disfuncionales e incluso perjudiciales. Modos activos de concentración pueden también producirse por esfuerzo voluntaristico de conseguir experimentar una sensación determinada (por ej. peso, o calor, o relajación, etc). Nótese que, por definición, la concentración pasiva está libre de fijación en el resultado y, en consecuencia, no es posible, en sentido estricto, conseguir o lograr ningún fin, puesto que ninguno es propuesto. Lograr o conseguir son conceptos sólo inteligibles desde el punto de vista de la concentración activa. Es este otro aparente aspecto paradójico del método: concentrarse en
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algo que resulta indiferente, como por ejemplo, en la sensación de peso en los brazos, sin dar ninguna importancia al hecho de que esta sensación sea experimentada o no. O hacer un ejercicio que se supone que es de relajación, sin dar ninguna importancia a si uno se siente relajado, nervioso o experimenta cualquier otro estado o sensación. La explicación está en la ley o Principio ASCI, descrito en páginas anteriores: cuando se mantiene la concentración pasiva, se produce un cambio neurofuncional desde el predominio ergotrópico relativo propio del estado vigil habitual al trofotrópico, propio del estado autógeno. Los esfuerzos activos por relajarse, en consecuencia, van contra su propio propósito, al potenciar aún más el estado ergotrópico. De todas formas, es útil al principiante saber que no es imprescindible la sensación de peso para que el ejercicio funcione; aproximadamente 10 % de los sujetos que practican el método nunca experimentan esta sensación como tal. En los demás, la sensación puede variar en intensidad y naturaleza de unos ejercicios a otros. Además, la experiencia subjetiva no correlaciona necesariamente con los cambios fisiológicos subyacentes, ni es un buen criterio para determinar la eficacia prohomeostática del ejercicio. La siguiente lista son ejemplos de otras actividades voluntaristicas frecuentes, que interfieren con el estadio PC y que deben ser, en consecuencia, evitadas:
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- contar obsesivamente el número de repeticiones de la fórmula, mentalmente o con los dedos; -
concentrarse
activamente
en
los
síntomas
de
entrenamiento con la intención de no olvidarse de tomar nota de ellos en el protocolo; - esforzarse en quitarse de la mente descargas autógenas desagradables; - mover los brazos o las piernas intencionalmente, para comprobar si pesan o si siguen ahí; - intentos activos por rimar o cantar las fórmulas, como si fuera una oración. - intentar coordinar la repetición de la fórmula con la respiración - producción voluntarista de imágenes mentales, o manipulación de imágenes que aparecen espontáneamente. - desviación de la atención hacia ensoñamientos o actividad oniroide, de tipo sexual, grandioso, etc. - practicar fórmulas inventadas o modificadas
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INSTRUCCIÓN CLINICA DEL METODO BASICO Primera sesión. Explicación general del método y de los principios teóricos. Dos aspectos técnicos importantes requieren considerable atención: a) Concentración pasiva en las sensaciones propioceptivas y en la fórmula correspondiente. b) Actitud de aceptación pasiva de todos los fenómenos que puedan tener lugar durante el ejercicio. Generalmente es mejor dejar la introducción práctica del primer ejercicio para una sesión posterior, y dedicar la primera a la experiencia de autogenicidad y a la práctica de las posturas de entrenamiento.
primer ejercicio básico.fórmulas: “Mi brazo derecho es pesado”, “mi brazo izquierdo es pesado”, “mis brazos son pesados”, “mi pierna derecha es pesada”, “mi pierna izquierda es pesada”, “mis piernas son pesadas”, “mis brazos y piernas son pesados”. El área de contacto mental es la indicada por la fórmula correspondiente, teniendo en cuenta que “brazo” se refiere a todo el brazo, desde el hombro hasta la punta de los dedos. Similarmente, “pierna” es
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toda la extremidad inferior, desde la cintura hasta la punta de los dedos del pie. La existencia de auténticas sensaciones propioceptivas de peso debe ser aclarada, para diferenciar el estado de concentración pasiva de la sugestión o de la autosugestión. La fórmula utilizada para empezar, “mi brazo derecho es pesado" (o el izquierdo, si el sujeto es zurdo) en lugar del más gramaticalmente correcto “está pesado” sirve de base para esta aclaración: el peso es una propiedad inherente al brazo, no un estado transitorio variable. No se trata de experimentar más o menos peso, o de influir en las sensaciones, imaginar o crear una sensación de peso, etc, sino en permitirse sentir la sensación de peso que siempre está presente en el brazo, y que constituye una manifestación
propioceptiva
característica,
una
propiedad
permanente e inevitable que el brazo posee, como puede serlo su forma o su contextura (igualmente podríamos decir, en este sentido, “mi brazo es redondeado” o “mi brazo es blando”, etc).
pautas de práctica Inicialmente, si todo va bien, los ejercicios deben hacerse tres veces al día, por una duración media de 10 minutos. Ocasionalmente, si se producen reacciones desagradables (mareos, dolores, ...) o surgen otras dificultades técnicas, la duración del ejercicio debe reducirse a 1-2 minutos. Instruir al paciente adecuadamente en el procedimiento de terminación, que
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debe ser ensayado en la consulta hasta satisfacción de su buen aprendizaje. La posibilidad de “descargas autógenas” debe ser advertida al paciente y pedirle que anote después de cada ejercicio los fenómenos producidos durante el mismo (naturaleza del tono afectivo, sensaciones, imágenes, vértigo, etc.). Una frecuencia apropiada de visitas es una por semana, con
introducción
de
un
nuevo
ejercicio
por
visita.
Consideraciones técnicas pueden hacer este ritmo más rápido o más lento. Excepto en casos en que la respuesta es buena y rápida, como a veces se observa en sujetos especialmente dotados o con experiencia previa en meditación, es conveniente practicar la primera semana solamente con la sensación de peso en el brazo derecho (o en el izquierdo, si el sujeto es zurdo). Si todo ha ido bien, incluyendo la regularidad de la práctica, se inicia en la segunda (o tercera) visita la generalización del ejercicio, añadiendo la concentración pasiva en el brazo izquierdo, con la fórmula “mi brazo izquierdo es pesado”. Al introducir esta fórmula, es importante inquirir después sobre la facilidad con que se ha cambiado de brazo. Algunos sujetos se quejan de que “no consiguen quitar la sensación de peso del brazo derecho” o de que “el izquierdo se siente diferente al derecho”, etc,
99
afirmaciones
todas
ellas
que
revelan
una
insuficiente
comprensión de la concentración y aceptación pasiva, y que dan pie para una oportuna discusión instructiva sobre el tema. La siguiente fórmula, “mis brazos son pesados” puede añadirse en la misma sesión, si el cambio de lateralidad se obra cómodamente, o en la siguiente, dando una semana más de tiempo para la práctica
de
la
concentración
en
los
dos
brazos
independientemente. Se tiene también en cuenta para esta decisión la capacidad del sujeto, su tipo e intensidad de descargas, etc.. Se procede después de la misma manera para añadir las fórmulas referentes a las piernas y, finalmente, la fórmula “mis brazos y piernas son pesados”. No es infrecuente que, antes de introducir la siguiente fórmula, el sujeto ya haya experimentado espontáneamente sensaciones de peso en esa región topográfica. Más raramente, algunos sujetos reportan las sensaciones subjetivas cambiadas, es decir, peso en el brazo izquierdo cuando se concentran en el derecho, etc. Con frecuencia, la intensidad de los fenómenos subjetivos del estado autógeno aumenta progresivamente al aumentar el area topográfica de concentración.
Segundo ejercicio básico. Formulas: “Mi brazo derecho es caliente”; “mi brazo izquierdo es caliente”, “mis brazos son calientes”, “mi pierna derecha es caliente”, mi pierna izquierda es caliente”, “mis piernas son calientes”, “mis brazos y piernas son calientes”.
100
Los ejercicios de concentración en la sensación de calor siguen de manera natural a los de concentración en el peso. De hecho, es infrecuente que algunos sujetos reporten de manera espontánea la sensación de calor durante la práctica del primer ejercicio. El razonamiento al introducir el ejercicio es exactamente igual que en el primer ejercicio, incluyendo el uso de la expresión “es caliente”. La pauta de progresión de los ejercicios es similar, así como el formato y secuencia de sesiones de consulta, en las que siempre se dedica un tiempo a la discusión de los síntomas de entrenamiento y a la práctica del ejercicio bajo la supervisión del terapeuta. A lo largo del desarrollo de las fórmulas del segundo ejercicio, es oportuno comentar la relación entre la concentración pasiva en el calor y el aumento real de temperatura, generalmente aprovechando para ello alguna pregunta u observación del paciente. Que la concentración pasiva en la sensación de temperatura se acompañe de un aumento real de la misma, es un ejemplo de lo que podríamos llamar “la energía de la atención”, o efecto que el mero hecho de prestar atención a una dinámica tiene sobre ella. Naturalmente, se trata de concentración pasiva, es decir, sin exigencia ni esfuerzo. La atención voluntaristica activa no tiene estos efectos. Las funciones o fenómenos a las que prestamos atención de manera receptiva se desarrollan más que aquellas a las que no. Siempre, claro está, que la dinámica esté presente, al menos en estado mínimo.
101
Los efectos de la concentración pasiva ya han sido demostrados en la inducción del estado autógeno, pero el aumento de temperatura durante el segundo ejercicio resulta más dramática. El conocimiento operativo de los efectos de la atención pasiva, derivado de esta experiencia directa, será de gran ayuda al sujeto para la comprensión y realización de las formulas especiales y de las especificas de órgano. En otro orden de cosas, este conocimiento puede extrapolarse a otros aspectos de la vida cotidiana, y al manejo adecuado de los fenómenos mentales disfuncionales o indeseados, tales como emociones disfóricas, intrusiones obsesivas o pensamientos negativos: prestarles atención, aunque sea para luchar contra ellos, no hace más que aumentar su presencia. Dejarles pasar, como fenómenos autógenos que son, sin interferir en su desarrollo, es una de las más útiles habilidades que debe adquirirse en el curso de la psicoterapia. El mismo principio de no interferencia ha de aplicarse, durante la práctica de los ejercicios básicos, a los síntomas de entrenamiento o descargas autógenas, asi como a todas las dificultades y resistencias que puedan aparecer. La pauta de entrenamiento completa a este punto incluye todas las fórmulas de peso, seguidas por las de calor, terminando en “mis brazos y piernas son calientes”. Ambos ejercicios pueden combinarse, añadiendo como fórmula final común: Mis brazos y piernas son pesados y calientes”.
102
El cálculo de la duración del tiempo de concentración puede establecerse de dos maneras: 1. Por el método clásico, de origen alemán, consistente en contar mentalmente el número de repeticiones de cada fórmula, y mantenerlas entre 5 (mínimo) y treinta (máximo). Para una mentalidad poco preparada para la organización metódica, este método resulta un tanto engorroso, y no están nada claras sus ventajas. 2. El método que recomiendo es el cálculo mental del tiempo de concentración, lo cual se hace de la siguiente manera: al iniciar el ejercicio, uno establece mentalmente, como dato y no como exigencia, la duración prefijada, generalmente entre 10 y 30 minutos, según las condiciones de práctica, tipo de reactividad, etc, etc., tal como se haya acordado con el terapeuta. Con objeto de no alargar excesivamente el ejercicio, y según la habilidad del sujeto, es posible reducir el número de fórmulas, iniciando después de cierto tiempo de práctica el primer ejercicio directamente con la fórmula “mis brazos son pesados”, continuando con “mis piernas son pesadas” y, finalmente, “brazos y piernas son pesados”. Lo mismo puede hacerse con el segundo ejercicio, naturalmente después de un tiempo de práctica con cada fórmula individual. La razón es que, por una parte, gracias al estadio reflejo, la respuesta de relajación
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se inicia rápida y fácilmente, y, por otra, la práctica amplia la habilidad de repartir el contacto mental en zonas extensas. De todas maneras, si se notan dificultades técnicas o deficiencias de concentración, es mejor volver a la inducción sistemática del estado autógeno fórmula a fórmula. En general, la profundidad del estado, valorada tanto en lo que se refiere a la desconexión o desaferentación del entorno, como a la intensidad del tono afectivo básico, como a la facilitación de las descargas autógenas, aumenta al aumentar el tiempo y la superficie de concentración. Si por cualquier razón resulta aconsejable reducir la acción del estado autógeno, puede hacerse reduciendo el tiempo y/o el área topográfica de contacto mental. Tercer ejercicio básico: la concentración sobre el corazón. fórmula: “Mi corazón late tranquilo y natural”. Es el primer ejercicio en que el contacto mental tiene lugar en un órgano interno, al que los sentidos no tienen normalmente acceso. Al ser un músculo con movimiento continuo propio, el corazón es fácilmente localizable propioceptivamente. El momento de su introducción es variable, pudiendo oscilar entre la segunda y la doceava semana, según el caso. El objeto de
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concentración, tal como viene expresado en la fórmula, es, precisamente, la confortante sensación de movimiento regular del corazón. Recordemos que, en primer lugar, uno se concentra en una función que realmente existe, sin exigencias y sin esforzarse con intención de lograr algún cambio; y, en segundo lugar, el mero hecho de prestar atención a una función determinada, potencia dicha función, en este caso la normalidad y regularidad del movimiento cardiaco. La observación de las respuestas especificas al ejercicio concuerdan con la hipótesis de potenciación de la función por la concentración pasiva sobre la misma, con mejora de la regularidad del ritmo y disminución moderadamente la frecuencia cardiaca. Tres son los tipos de dificultad que suelen surgir en el aprendizaje del tercer ejercicio básico: los relacionados con insuficiente contacto mental, los relacionados con disrupciones en la concentración-aceptación pasiva y los relacionados con la reactividad cardiaca anómala. 1. Los defectos en el contacto mental, o torpeza en la localización propioceptiva del corazón, se encuentran sobre todo, y por razones diferentes, en alexitimicos y en obesos de fuerte complexión. Varias técnicas físicas ayudan a desarrollar el contacto mental con el corazón, empezando por su localización teórica en un atlas anatómico (el corazón no está tan a la izquierda como la gente se cree, sino más bien en el centro del
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pecho, con su extremo inferior apuntando el costado izquierdo) y continuando por acostumbrarse a sentir su latido con la mano puesta sobre el esternón. Inclinarse hacia delante o tumbarse boca abajo hace que las estructuras cardiacas tomen mayor contacto con la región esternal, y facilita la percepción del latido. 2. Los errores en la técnica de concentración, que ya deberían estar ampliamente superados con la experiencia ganada en la práctica de los dos primeros ejercicios, se deben, en general, a aprehensión con el contacto cardiaco. Obviamente, los sujetos afectos de neurosis o fobias cardiacas, de alteraciones funcionales del ritmo (palpitaciones) o de hipocondriasis infartofóbica son los que mayores dificultades tienen, y en ellos es quizá mejor posponer el tercer ejercicio hasta que hayan desarrollado una mayor confianza y experiencia en la inducción y mantenimiento del estado autógeno. El contenido verbal exacto de la fórmula puede ser importante para estos sujetos, por las asociaciones conceptuales u onomatopéyicas que algunas palabras pueden tener. Asi, la formulación “mi corazón late tranquilo
y
regular”,
que
parece
muy
razonable,
es
desaconsejada, por la facilidad con que, en castellano, se convierte por apócope en “corazón... irregular”, y el sujeto acaba concentrándose en lo que teme. Por razones distintas, se desaconseja también la fórmula “Mi corazón late tranquilo y fuerte”, traducción directa del alemán, donde las connotaciones parafóricas de
fuerte (stark)
106
están más relacionadas con
potencia que con intensidad. Es comprensible que a un alemán le sea grato tener un corazón potente, pero en español fuerte, sobre todo en relación con algo rítmico y sonoro, tiene connotaciones demasiado próximas a lo displacentero. Tranquilo
parece
bastante apropiado, pero en algunas personas puede resultar más conveniente calmo. Así, es oportuno ensayar modificaciones en la fórmula del tercer ejercicio, para ajustarla mejor a la peculiaridades parafóricas del sujeto que las utiliza. En uno de mis pacientes, una modificación tan simple como “corazón calmo, natural” facilitó de manera importante la adaptación al tercer ejercicio básico. 3. Reactividad cardiaca anómala. Por razones que pueden ser neurofuncionales, o depender de la propia patología del músculo cardiaco, algunos sujetos experimentan exagerada reactividad cardiaca, con percepción molesta del latido, taquicardias, bradicardia excesiva o disritmias, no atribuibles al supuesto anterior. En ellos, el tercer ejercicio puede ser una contraindicación más o menos absoluta (ver indicaciones y contraindicaciones, más abajo). Cuarto ejercicio básico : La concentración sobre la respiración. fórmula: “esto respira sólo” ó “esto me respira” ó “respiración tranquila”.
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Se trata del primer ejercicio sin contacto mental especifico con una estructura anatómica. La concentración pasiva-receptiva se aplica sobre el hecho de respirar y, en cierta forma, sobre su naturaleza autodeterminada e independiente de la voluntad. Bien es verdad que se puede respirar a propósito, pero el objeto de concentración en este ejercicio es el automatismo respiratorio, en todo ajeno a los designios personales. La fórmula que más exactamente trasmite el sentido del ejercicio es “ésto me respira”, pero su semántica es tan inusual que resulta necesario dedicar cierto tiempo a discutirla con el paciente. Todo respira en el universo y "Esto” representa algo asi como el principio natural que se ocupa de la existencia de los mecanismos de respiración. “Me respira” continua con la misma idea, significando que no soy yo el que decide, mantiene y regula mi
respiración
a
mi
conveniencia
personal,
sino
que,
simplemente, experimento en mi la acción del principio natural de la respiración. Parece fácil de entender, especialmente por parte de sujetos que ya han experimentado sensaciones de trascendencia o de estar en contacto con la naturaleza, o con principios universales, etc, como parte de su tono afectivo básico durante los ejercicios anteriores. Sin embargo, algunos individuos pueden encontrar esta fórmula demasiado abstracta, y para ellos pueden ensayarse las alternativas “esto respira sólo”, o, en el caso más desesperado, recurrir a la más simple formulación “Respiración tranquila”
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Quinto ejercicio básico : El calor abdominal. fórmula: “Mi plexo solar es caliente” Contacto
mental
con
sensaciones
propioceptivas
procedentes de una región anatómica situada por detrás del estómago y por delante del inicio de la curvatura dorsal. El plexo solar es una formación ganglionar, asi llamada por su aspecto redondeado, con fibras nerviosas saliendo de ella a manera de corona irridiada. Inerva la región esplácnica, y corresponde, exactamente al punto llamado “la boca del estómago” o lugar donde más duele al recibir un puñetazo en el abdomen.
fig. 8. Ilustración gráfica del punto correspondiente al plexo solar o “boca del estómago”, situado por detrás de este y por delante de la espina dorsal.
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Antes de iniciar el ejercicio, es útil tener una idea teórica de la localización del plexo solar, para lo que puede recurrirse a láminas
anatómicas
si
necesario.
A
estas
alturas
de
entrenamiento, no caben esperarse grandes dificultades en la realización de este ejercicio. La aceptación pasiva, como siempre, es el requisito técnico esencial consistente en repetir la fórmula con el adecuado contacto mental e indiferencia absoluta en los fenómenos acompañantes. Sexto ejercicio básico : la sensación de frescor en la frente. fórmula: “Mi frente es fresca” El origen de este ejercicio es la observación de coincidencia de sensaciones espóntaneas de frescor en la frente con sentimientos de paz y alerta mental. Como “frio” puede tener connotaciones desagradables, la fórmula elegida en castellano es “Mi frente es fresca”. El contacto mental es con la región correspondiente.
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Ejercicios Adicionales: 1.- fórmula: “Estoy en paz” En los primeros tiempos del entrenamiento autógeno, antes de que se descubriera el significado de los síntomas de entrenamiento y se desarrollaran los métodos de neutralización, se otorgaba gran importancia a las sensaciones de tranquilidad, serenidad, etc, que caracterizan el tono afectivo básico. La fórmula “Estoy en paz”, que se acostumbraba a emplear de manera adicional desde el primer ejercicio, fue ideada para reforzar esta sensación, que, de todas maneras, se presenta con todas las fórmulas, como propia que es del estado autógeno. El mayor inconveniente que presenta esta fórmula es su posible interferencia con descargas autógenas ansiógenas. Por otra parte, el conocimiento actual sobre la dinámica de las fórmulas especiales y de las fórmulas intencionales aconseja reservar la concentración
sobre
contenidos
psíquicos
para
sujetos
adelantados, muy bien entrenados en las fórmulas de contenido fisiológico. 2. fórmula: “Mi cuello y hombros son pesados” Se trata en realidad de un ejercicio intermedio o parcial, ideado para situaciones de emergencia, cuando no hay tiempo u oportunidad para un ejercicio estándar, o, simplemente, para reforzar las pautas de entrenamiento. Tiene la ventaja adicional de facilitar la relajación de los músculos del cuello y nuca
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(esplenio cervical y trapecio), cuya contractura crónica ocasiona problemas de postura a muchos neófitos. Se puede iniciar su práctica muy pronto, y representa una extensión del primer ejercicio, destinada a inducir el estado autógeno con mayor frecuencia que tres veces al día, aunque sea con menos intensidad. Se considera que otra de sus funciones es expandir el tiempo de acción del estadio reflejo. La postura de entrenamiento correspondiente a este ejercicio parcial es más fácil y menos exigente que la estándar (ver sección de posturas de entrenamiento).
Otros ejercicios básicos: 1. La fórmula del espacio. Ideada de manera experimental para facilitar la activación del hemisferio derecho en estudios sobre movilización de la creatividad, se puede utilizar como ejercicio alternativo o preparatorio, de utilidad en casos que, por una u otra razón, encuentran
dificultad
con
los
ejercicios
de
contenido
propioceptivo. Consiste en la imaginación secuencial del espacio comprendido entre partes simétricas del cuerpo. La introducción de la fórmula es sencilla: con el sujeto en posición sentada simple, se le pide que siga las instrucciones contenidas en frases descriptivas de la tarea de imaginación secuencial del espacio, repetidas lentamente en voz alta, con un
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lapso de unos cinco segundos entre cada una de ellas: “imagino el espacio entre mis ojos” “imagino el espacio entre mis oidos” “imagino el espacio entre mis hombros” “imagino el espacio entre mis codos” “imagino el espacio entre mis muñecas” “imagino el espacio entre mis manos” “imagino el espacio entre mis rodillas” “imagino el espacio entre mis tobillos” “imagino el espacio entre mis pies”. El estado especial de conciencia inducido por este ejercicio es afín al estado autógeno, aunque con algunas diferencias importantes: a) rápida y efectiva activación del hemisferio derecho, que se pone de manifiesto por inhibición temporal de la capacidad de cálculo mental, fenómeno que no observado en el estadio A del estado autógeno. b) Ausencia de descargas autógenas. Los concomitantes fisiológicos no han sido bien estudiados, pero, en todo caso, un breve periodo de práctica facilita enormemente la inducción del estado autógeno en casos dificiles. 2. El ejercicio de recuerdo. Es la misma idea que los ejercicios parciales, con la diferencia de que el ejercicio de recuerdo resulta más fácil, pasa mejor inadvertido, y puede, en consecuencia, ser realizado más frecuentemente. Se basa en el principio de que, igual que cualquier otra sensación o experiencia, la respuesta de relajación puede ser fácilmente recordada a voluntad, si uno se aplica a ello
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de la manera apropiada. No se trata de un esfuerzo de memoria intelectual, sino de un simple “volver a vivir” o “recordar con todo el cuerpo”, parecido a cuando nos vuelven las memorias de un verano feliz, y nos parece sentir de nuevo el sol en la piel y la brisa del mar. Se hace uso en este ejercicio de la llamada memoria somática o codificación de experiencias en forma de sensaciones, generalmente operativa de manera extraconsciente. Una vez bien aprendido, el ejercicio de recuerdo no tiene postura especifica. Sin embargo, por razones de entrenamiento, se debe iniciar su practica con los ojos cerrados, en una de las posturas estándar. Se trata así de aprovechar los efectos del estadio R en la facilitación del recuerdo. Si además se introduce este ejercicio parcial poco después de un ejercicio básico normal, cuando el sujeto está aún en estadio A, esta facilitación es aún más segura. En estas circunstancias, más que un recuerdo es un “prestar atención”, porque los remanentes del estado autógeno aun están presentes. Es importante no repetir fórmula alguna, ni dejarse llevar por ninguno tipo de elaboración o actividad mental, sino mantener la vivencia total de la respuesta de relajación. El ejercicio dura unos segundos, escasamente un minuto, y no necesita técnica de cancelación. El mejor momento para enseñar esta técnica es con el entrenamiento algo avanzado, como mínimo cuando ya se está terminando el primer ejercicio. Un sujeto que induce de manera
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segura y regular un estado autógeno satisfactoriamente profundo no tiene dificultades en re-experimentar este estado a voluntad, aunque es necesario habituarse progresivamente y evitar esfuerzos voluntaristicos activos durante el ejercicio. Una vez que se domina el recuerdo en la primera media hora después de terminar un ejercicio básico, puede empezarse a extender el tiempo, y practicarlo a la hora o a las dos horas después de una terminación estándar. Siguiendo esta pauta, el ejercicio de recuerdo sirve para ampliar considerablemente la duración del estadio A. Siempre acaba por encontrarse, de todas maneras, un punto de corte a partir del cual la experiencia de relajación se percibe como menos intensa y clara que en el “recuerdo” precedente. Es importante aceptar este hecho como un fenómeno normal, y continuar practicando el ejercicio de recuerdo como lo que es, un ejercicio parcial cuyos efectos nunca son tan intensos como los de un ejercicio básico, pero que siempre ayuda. En poco tiempo se desarrolla la habilidad de efectuar el recuerdo en cualquier momento y circunstancia, incluso en medio de situaciones tensas o de conflicto, gracias a lo cual el ejercicio de recuerdo adquiere su segunda aplicación práctica: la adaptación y defensa ante situaciones de estrés y el manejo y control de la ansiedad. Se trata, sin lugar a dudas, de un nuevo y muy eficaz mecanismo de afrontamiento del estrés.
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Condicionamiento de la respuesta de relajación. Aunque no es propiamente un ejercicio básico, es útil mencionar aquí este procedimiento terapéutico, por que hace uso extensivamente del ejercicio de recuerdo. Ya vimos como este ejercicio puede practicarse en cualquier circunstancia, y discutimos su pauta de entrenamiento como actividad temporalmente graduada a la terminación del ejercicio básico estándar, o sometida a la libre elección del sujeto. El condicionamiento de la respuesta de relajación añade una tercera pauta de entrenamiento, consistente en asociar sistemáticamente la práctica del recuerdo con un estimulo determinado. Naturalmente, es necesario adquirir primero una gran competencia en la técnica del recuerdo del estado autógeno. Esta “tercera pauta” requiere una buena capacidad de activar memorias somáticas especificas (las propias del
estado
autógeno),
en
circunstancias
precisas.
Dos
corporales.
La
procedimientos han sido ensayados: 1.
Condicionamiento
a
estímulos
observación de los cambios aparentes durante el estado autógeno permite detectar en muchos sujetos movimientos característicos que acompañan la inducción. Así, hay a quien se la bajan los hombros, o quien adopta una peculiar sonrisa y, en todo caso, siempre hay una profundización de la respiración con mayor expansión de la caja torácica. Cuando alguno de estos fenómenos motores está claramente presente, se lo haremos notar al sujeto, y le pediremos que los produzca voluntariamente al iniciar el
116
recuerdo. Pronto el movimiento en cuestión quedará tan claramente asociado con el estado autógeno que su realización facilitará enormemente el resto de las memorias somáticas del estado, y, con ellas, del tono afectivo básico. Como variante de este procedimiento, podemos asociar el recuerdo con un movimiento voluntario especifico que el sujeto encuentre conveniente, tal como juntar las puntas de los dedos de una o las dos manos, apretar el pie contra el suelo, presionar levemente en un punto discreto, por ejemplo la base del esternón, etc, etc. 2. Condicionamiento a estímulos externos. Estos pueden ser producidos a propósito, con objeto, primero, de crear la asociación y, después, de provocar el recuerdo del estado autógeno. Más sencillo y útil clínicamente es aprovechar estímulos repetitivos de ocurrencia natural, de los que podemos tener información a través de la historia clínica o del relato de las circunstancias estresantes habituales. Así, uno de mis pacientes, ejecutivo en una importante empresa de servicios, seleccionó el timbre del teléfono de su despacho como estímulo condicionado. Empezamos por, cada vez que sonaba el timbre, esperar unos segundos antes de contestar; una pequeña pegatina en el auricular con la palabra “espera”, ayudó en este paso. Unos días más tarde, más acostumbrado y confortable con la espera, empezó el aprovechamiento de esos segundos para hacer un ejercicio de recuerdo. Fiel a la filosofía de la psicoterapia autógena, cumplió durante semanas el protocolo acordado, sin, por otra parte, dar la
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menor importancia a los resultados. En menos de un mes, el sonido del teléfono perdió su carácter anteriormente ansiógeno, y el tenso ejecutivo se descubrió a si mismo contestando con una gran sensación de calma interior. Es importante notar que, durante todo el procedimiento de condicionamiento, el sujeto debe continuar practicando los ejercicios de recuerdo en cualquier otro momento, puesto que no se trata de limitar la respuesta de relajación a la situación condicionada, sino de añadir la respuesta condicionada a una experiencia de relajación cada vez más generalizada, en sustitución progresiva del antiguo estado de estrés.
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EVALUACION CLINICA Y SELECCIÓN DE PACIENTES Antes de iniciar un tratamiento con psicoterapia autógena, es necesario, como en toda terapia, un periodo de evaluación, en el curso del cual se establecen el diagnóstico y las indicaciones terapéuticas. Los aspectos completos de este proceso son la evaluación general, la historia traumática, la formulación patogenética y la elaboración de objetivos terapéuticos y del proyecto personal. I. La evaluación general .- Se realiza a través de la historia clínica, con su anamnesia y exploración psicopatológica, incluyendo la determinación detallada de acontecimientos y cambios vitales, circunstancias desencadenantes, antecedentes personales y familiares, etc, etc. Para ampliación, puede consultarse el manual “Anamnesis y Exploración del Enfermo Psiquiátrico”, Instituto de Psicoterapia, Madrid, 1991. Como instrumentos adicionales de medida, aplicamos sistemáticamente en nuestra práctica el instrumento clínico CCS (Cuestionario de Cien Síntomas) y el IRE (Índice de Reactividad al Estrés). En los casos en los que parece necesaria mayor información, recomendamos el test de color de Lüscher y el test de los 8 dibujos. Dada la naturaleza multifactorial de la patología psíquica, y en especial teniendo en cuenta los efectos fisiológicos del entrenamiento autógeno, es siempre conveniente un examen médico,
con
exploraciones
y
119
analítica
complementaria.
Naturalmente que otros procedimientos clínicos pueden ser igualmente válidos, pero, sea cual sea la sistemática de evaluación y los instrumentos de medida, lo importante en esta parte de la evaluación es determinar el estado de salud psicofísica del paciente, su sintomatología principal con sus dinámicas patogenéticas subyacentes, establecer el diagnóstico y decidir la indicación terapéutica. En líneas generales, el planteamiento de la evaluación general no difiere grandemente del recomendable para cualquier tipo de situación clínica. Sin embargo, los terapeutas formados en métodos autógenos tienden a tener más en cuenta la participación del paciente en todo el proceso, tanto desde el punto de vista personal, como desde el de sus procesos automáticos de autorregulación. De ahí la importancia que se da a la historia traumática, a la formulación patogenética (que también puede llamarse psicodinámica), a los objetivos terapéuticos y al proyecto personal. II. La historia traumática trata de recoger los acontecimientos traumáticos sufridos por el paciente a lo largo de su vida, tanto psíquicos como de tipo físico (accidentes; intervenciones quirúrgicas; intoxicaciones, etc). Para ello, además de la entrevista clínica, se utilizan dos procedimientos adicionales, la lista de traumas y el cuestionario de alteraciones homeostáticas.
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La Lista de Traumas es una tarea práctica, cuya elaboración se solicita al paciente, para realizar en su casa y aportar a la siguiente consulta. Las instrucciones para la elaboración de la lista deben incluir: 1. Una explicación sobre el concepto de trauma (por ejemplo: “ Algo que ocurrió y que le afectó mucho, tanto sólo desde el punto de vista psíquico, sino también físico”). 2. Prevenciones técnicas sobre la disociación afectiva o negación en situaciones traumáticas, fenómeno muy frecuente (decirle, por ej.: “Anote también cosas que le pasaron y que no le afectaron, pero que, visto objetivamente, hubiera sido lógico que lo hicieran). Ante esta recomendación, son muchos los pacientes que recuerdan instancias concretas de algún acontecimiento claramente traumático “que no les afectó”, como puede ser la muerte de un familiar cuando eran niños, o un severo accidente del que salieron relativamente ilesos, o la desaparición de uno de los padres en la infancia, etc, etc.. 3. Describir brevemente el tema del trauma, indicando la edad aproximada que tenia cuando ocurrió. A parte de su valor como documento clínico, la elaboración de la lista de traumas tiene en si misma un efecto movilizador, al reactivar antiguos sufrimientos y reafirmar la
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motivación del paciente en su necesidad de encontrarles solución y reorganizar su vida. El Cuestionario de Alteraciones Homeostáticas, que se incluye en el apéndice, revisa de manera sistemática las posibilidades de este tipo más frecuentes, incluyendo condiciones patológicas y pautas disfuncionales de inhibición de mecanismos protectores o de neutralización. Tiene la ventaja de servir de recordatorio o plantilla para guiar la memoria del paciente, ofreciendo en consecuencia la oportunidad de obtener un registro más completo y comprehensivo. Sus inconvenientes son: la imposibilidad de registrar todos los eventos posibles y la relativa asepsia mecánica del procedimiento, que provoca escasa movilización de las funciones mentales del paciente. III. La formulación patogenética es una hipótesis sobre los mecanismos y procesos subyacentes en la producción de síntomas (o en la inhibición o distorsión de funciones normales), de la que lógicamente se derivan decisiones sobre las indicaciones terapéuticas o métodos a aplicar para interrumpir o compensar las dinámicas patogenéticas.
El pensamiento
patogenético no es exactamente lo mismo que el etiológico. Desde el punto de vista del paciente y de la resolución de su problema vital, no tienen mucho interés los acontecimientos o mecanismos que constituyeron la causa original de su patología (etiología), sino aquellos que la mantienen, bien reactivándola,
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bien bloqueando o interfiriendo con los procesos prohomeostáticos. Una discusión introductoria del pensamiento patogenético y de su aplicación en psicoterapia se encuentra en “El Tratamiento Multidimensional en Psiquiatría”, Instituto de Psicoterapia de Madrid, 1995. Algunos elementos de la constelación patogenética pueden no ser molestias o síntomas en si mismos, y su importancia reside en su función alentadora del circuito patológico. Otros elementos contribuyentes al mantenimiento de la patología pueden haber sido soluciones o decisiones que el paciente implementó en momentos previos de su vida, pero que, siendo maladaptivas, acaban por incorporarse a la complicación del problema. Finalmente, entre los síntomas activos, es útil diferenciar aquellos que forman parte del circuito patogenético de aquellos otros que son un mera señal o producto secundario, o, incluso, un intento de autorregulación pro-homeostática. Por poner un ejemplo, cuando un paciente refiere una sensación de ansiedad, podemos entenderla, en función de nuestra comprensión de sus dinámicas subyacentes y de sus necesidades terapéuticas como: a) un elemento patogenético, o eslabón de un circulo vicioso, que se continua con mecanismos de evitación, abandono de actividades y responsabilidades, pérdida consecuente de relaciones y medios de subsistencia, sentimientos de inferioridad, desamparo e incapacidad de hacer
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frente a las exigencias vitales, incremento consecutivo de ansiedad, y vuelta a empezar. b) Un síntoma secundario, relacionado con una percepción exagerada de señales de peligro y magnificación de los riesgos. c) Una reacción apropiada ante la
percepción
subliminal
de
engramas
traumáticos
o
contradictorios. Obviamente, la clasificación no es siempre tan clara y terminante, participando con frecuencia el mismo síntoma o fenómeno en de las tres posibilidades. La priorización de síntomas, y el valor que les damos, forma parte de la formulación patogenética, que es, siempre, una hipótesis de trabajo que debe ser contrastada y reformulada según nuevos datos vayan surgiendo en el curso del tratamiento. La evaluación correcta y la responsabilización participativa del paciente en su propio proceso psicoterapéutico son cruciales para el planteamiento patogenético y la consecuente estrategia terapéutica. La lista de problemas es un trabajo para casa que se encarga en esta fase inicial del tratamiento, y que, además de ayudar a la formulación patogenética, aporta material para el trabajo psicoterapéutico, que, después de todo, no es sino resolución
de
problemas.
De
manera
incidental,
la
transformación y el cambio de énfasis desde las quejas a los problemas contribuye a la remotivación y a la movilización de actitudes de participación y colaboración. Por otra parte, la tarea de clarificación y clasificación de problemas en la mente del paciente, le ayuda a descubrir hasta que punto algunos son de su
124
propia creación, y otros, más que problemas, no son sino excusas para evitar la responsabilidad de su propia vida. IV.- Objetivos terapeúticos y proyecto personal.- El paso final de la evaluación consiste en establecer, de acuerdo con el paciente, un programa terapéutico, que consta de unos objetivos, o resultados a esperar con el trabajo a realizar, y de un procedimiento, o modo de llevar a cabo este trabajo. Independientemente de cómo quiera el terapeuta formular para si mismo sus expectativas y programa de intervención, los objetivos terapéuticos son formulaciones sencillas, elaboradas en común de manera expresa, para cuya construcción se tienen en cuenta los deseos y problemas del paciente, la formulación patogenética y el proyecto personal. Lista de deseos. Independientemente de su exploración preparatoria en la consulta, y de posibles aclaraciones y discusiones posteriores, la lista de deseos es un documento formal, cuya elaboración se requiere como “tarea para casa”, en formato libre, y en la que se han de incluir todos los deseos auténticos, sin tener en cuenta otras consideraciones, tales como si son posibles, o si se tiene derecho a ello, o si su realización conlleva riesgos, etc. . Tomamos como definición de deseo, para este propósito, todo lo que uno seriamente quiere, hasta el punto de estar dispuesto a trabajar por ello y de aceptar las responsabilidades y servidumbres que conlleva. Se excluyen
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caprichos, ensoñaciones fantasiosas compensatorias, juegos mentales que empiezan por “me gustaría...” o “seria estupendo si...”. Aparte de su valor informativo, tanto expreso como implícito, la lista de deseos obliga al paciente a clarificar su mente y formular por escrito lo que realmente quiere, al menos de momento. La diferenciación entre deseos serios y fantasías compensatorias, simple como es, tiene gran poder operativo. Muchos sujetos descubren hasta que punto están renunciando a sus deseos, y de que manera las fantasías compensatorias sólo sirven para hacerles ciegos a esta renuncia.
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RELACIÓN CON EL PACIENTE La Psicoterapia Autógena parece paradójica en cuanto a la forma de actuar del terapeuta. Mientras que su función directiva es estricta en algunos aspectos, con un protocolo extremadamente consistente de instrucción técnica, la permisividad es total en cuanto a los contenidos y modo de expresión de la experiencia en la sesión terapéutica, lo que se conoce como el principio de no interferencia. La función del terapeuta es doble: 1) educación especifica en técnicas de acceso y control a estados de conciencia, entrenando y supervisando al paciente en la adquisición de la metodología precisa para percibirse sin engaños ni resistencias (principio de autogenicidad) y 2) mantenimiento de un contexto psicoterapéutico general de remotivación, contención de la angustia y actualización de las potencialidades, que fomenta de manera incidental e inespecífica la capacidad del paciente para reconstruir de manera creativa su relación consigo mismo y con su entorno. Aunque la práctica de los métodos autógenos básicos parece
bastante
simple,
suelen
presentarse
dificultades
importantes si el tratamiento es aplicado de manera mecánica, sin tener en cuenta las necesidades y reactividades específicas de cada paciente. A diferencia de otros métodos de psicoterapia, el paciente asume, desde el primer momento, un papel activo y responsable en su tratamiento. La práctica de los ejercicios
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básicos, al menos tres veces diarias, requiere un considerable compromiso, que sólo puede mantenerse mediante la supervisión cuidadosa del terapeuta. De manera abierta, éste asume un papel de técnico o experto, que transmite sus conocimientos sobre la práctica del método al paciente, resolviendo sus dudas e indicándole las técnicas apropiadas para hacer frente a problemas como los relacionados con las descargas autógenas y las distintas modalidades de resistencia que aparecen a lo largo del tratamiento. En otro nivel, aporta una necesaria relación de apoyo afectivo y asiste en la “remoralización” o recuperación de la necesaria confianza en si mismo y en el propio proyecto vital, principio básico esencial de toda psicoterapia eficaz. El mantenimiento de la correcta actitud terapéutica es de gran
importancia,
y
tiene
dos
aspectos
aparentemente
contradictorios: Por una parte, se utilizan intervenciones directivas, haciendo uso de todos los posibles enfoques que brindan los distintos tipos de psicoterapia, pero centrándose siempre en mantener al paciente en la práctica de sus ejercicios y asegurarse del correcto aprendizaje y cumplimiento de los requisitos técnicos. Esta actitud, educativo-directiva y algo rígida en las exigencias técnicas, contrasta con la actitud permisiva y no directiva del terapeuta en el resto de sus interacciones, destinada a crear una atmósfera desculpabilizante y validante que facilita el autodescubrimiento.
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En la práctica, esto requiere una profunda comprensión de la personalidad del paciente, de su problemática y de la de su entorno. Los conceptos elementales sobre los que se apoyan los métodos autógenos deben ser comprendidos por el paciente desde el inicio el tratamiento, pues sin ello resulta difícil ganar su cooperación y participación activa. El significado de las descargas autógenas debe ser bien entendido, aunque el terapeuta debe evitar adelantar descripciones y explicaciones que puedan influir en pacientes sugestionables. Particular detalle debe prestarse a las explicaciones de porqué, desde un punto de vista homeostático, deben evitarse las situaciones que inducen acumulación de estímulos estresantes. Así, es oportuno recomendar a personas con sobrecarga de ansiedad y agresión, en las que ya se supone una deficiencia de los mecanismos neutralizadores de estas emociones, que eviten la práctica de deportes violentos, la asistencia a películas con contenido agresivo, etc.. Por otra parte, se les ofrece simultáneamente la oportunidad de verbalizar abiertamente sus reacciones en situaciones de este tipo. Con frecuencia, la aparición de descargas de tipo emocional o ideativo, relacionadas con la conflictiva personal del paciente, constituyen la razón más importante de la resistencia que invariablemente se presenta tras un período de práctica feliz del entrenamiento autógeno básico. Muchos pacientes no logran explicarse por qué, después de alcanzar considerable alivio tras
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algunas semanas de tratamiento, empiezan a encontrar los ejercicios cada vez más difíciles de practicar, la concentración se vuelve ineficaz, etc., etc. Si la clarificación simple de este proceso no resuelve la situación, puede estar indicado el paso a los métodos de verbalización o abreacción, pero no resulta adecuado aceptar, como pretenden algunos pacientes, que “los ejercicios ya no sirven”, o “que les sientan mal”, precisamente en el momento en que su eficacia se empieza a poner de manifiesto por la movilización de material traumático o contradictorio largo tiempo reprimido. Es en estas circunstancias cuando la actitud aceptante, validante y desculpabilizante del terapeuta rinde sus mayores frutos, apoyándose en la cooperación empática construida desde los primeros momentos del tratamiento para conducir progresivamente al paciente al enfrentamiento directo con sus recuerdos y fantasías más traumáticos. Mientras que Luthe recomienda terminantemente evitar las interpretaciones de tipo psicoanalítico, algunos autores franceses, como Ranty, o austriacos, como Wallnöfer, encuentran útil este tipo de intervenciones. Personalmente, recurro a técnicas interpretativas solamente cuando la situación transferencial parece ser responsable de la inhibición o dificultad en la práctica de los ejercicios, generalmente durante la fase del tratamiento en la que se está estableciendo la relación terapéutica, y siempre referido a aspectos de la conducta en estado habitual de consciencia. La interpretación sistemática de los procesos
130
mentales desarrollados durante el estado autógeno complica innecesariamente la situación, y debe ser evitada. El terapeuta con formación o inclinaciones psicodinámicas debe decidir pronto en el tratamiento que enfoque quiere emplear, refrenándose de las fáciles interpretaciones que brinda el material aportado por algunos pacientes durante el estado autógeno.
131
INDICACIONES Y CONTRAINDICACIONES Aparte de sus aplicaciones generales en la prevención y tratamiento de síndromes de estrés, la psicoterapia autógena resulta
de
gran
utilidad
para
trastornos
neuróticos
y
psicosomáticos, especialmente cuando el paciente muestra rasgos marcados de personalidad alexitímica. La indicación en las neurosis es particularmente recomendable cuando aparecen los siguientes rasgos: -Marcada angustia libre, sin cristalización defensiva específica. -Angustia “existencial”, caracterizada por incertidumbre y sensación de ausencia de sentido en sí mismo y en los propios intereses y ocupaciones. -Excesiva preocupación por la idea de la muerte. -Somatizaciones frecuentes y variadas. -Conflictos bien definidos, generalmente por formación reactiva, de tipo dependiente. -Historia clínica de traumatismos importantes de tipo físico o emocional. En cuanto a las contraindicaciones, el último consenso del comité internacional para la coordinación de la enseñanza y aplicación clínica de la psicoterapia autógena (ICAT) ha
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permitido la elaboración de la siguiente lisa de no indicaciones, contraindicaciones absolutas y contraindicaciones relativas: I. No indicaciones. Se trata de aquellas condiciones en las que no es aconsejable iniciar un tratamiento de entrenamiento autógeno básico: 1. Individuos sin motivación para aplicar los ejercicios de una manera adecuada (por ejemplo, psicópatas recalcitrantes o pacientes obligados). 2. Cuando no es posible un control crítico y cuidadoso de los síntomas de entrenamiento. 3. Cuando la evaluación diagnóstica diferencial de los síntomas de entrenamiento no puede efectuarse debidamente. 4. Durante episodios agudos de psicosis esquizofrénica. En periodos asintomáticos, o en estados crónicos, el método básico puede ser útil, pero bajo supervisión estrecha, y debe interrumpirlo en caso de que aparezcan elementos psicóticos. 5. Personas con deficiencia mental severa, esto es, con cociente intelectual por debajo de 50. Pacientes con grados menos severos de retraso mental pueden beneficiarse del método, con adecuada supervisión, como tratamiento de posibles alteraciones comportamentales o neuróticas asociadas. 6. Niños por debajo de los 5 años de edad. Los ejercicios básicos pueden ser aplicados a niños de 5 o más años, teniendo en cuenta las precauciones y adaptaciones necesarias.
133
II. Contraindicaciones absolutas. Se trata de cualquier condición o situación en la que el tratamiento resulta inapropiado o potencialmente peligroso. Generalmente, el entrenamiento básico produce en estos casos, o puede producir con gran probabilidad, modificaciones funcionales y secuelas perniciosas para la salud del paciente. 7. Paciente en riesgo inminente de infarto de miocardio, a menos que estén monitorizados en una unidad de cuidados intensivos y supervisados por un médico cardiólogo con experiencia en psicoterapia autógena. El consenso no es total en este
punto,
Polzien
observa
empeoramiento
del
electrocardiograma y aumento de la frecuencia cardiaca al practicar el primer ejercicio básico inmediatamente después de un infarto agudo, Savitsky insiste en la utilidad del entrenamiento autógeno durante el período agudo y las primeras horas de ingreso en la unidad coronaria. Luthe considera que en los pacientes con infarto agudo debe tenerse en cuenta la posible aparición de descargas autógenas relacionadas con impulsos agresivos reprimidos, que pueden empeorar la situación funcional cardiaca. 8.
Sujetos
que
repetidamente
muestran
aumentos
paradójicos de la presión arterial durante el ejercicio. González de Rivera considera que un período de prueba con verbalización autógena de la agresividad debe ser intentado antes de abandonar definitivamente el método. Con frecuencia, tales aumentos paradójicos de presión arterial están relacionados con descargas
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de tipo agresivo, mal neutralizadas por los pacientes. Luthe recomienda además que se investigue la posibilidad de feocromocitoma. A causa de esta contraindicación es necesario medir la tensión arterial de los pacientes antes de iniciar el ejercicio, durante el ejercicio y unos minutos después de terminarlo, y ello durante la primera semana de entrenamiento y periódicamente (por ejemplo, mensualmente) después. 9. Pacientes diabéticos en los que no se puede asegurar un control químico y bioquímico cuidadoso. El entrenamiento autógeno resulta útil en la diabetes, pero altera la respuesta del organismo a la insulina, generalmente reduciendo de forma drástica pero impredecible la necesidad de la misma. De ahí que o deba intentarse la aplicación del método en un diabético, a menos que la colaboración del paciente y del endocrinólogo que lo trata esté sobradamente asegurada. 10. Pacientes con tendencia marcada a la hipoglucemia que sufren mareos durante más de 3 sesiones consecutivas. 11. Pacientes con glaucoma en los que el control tonométrico de la presión intraocular aumenta durante la primera semana de tratamiento. 12. Pacientes con reacción psicótica de la tercera edad.
135
13. Sujetos que desarrollan reacciones paranoides severas, con delirio persecutorio o grandioso. La aparición ocasional de ideación paranoide no ego-sintónica durante las primeras semanas de tratamiento no constituye contraindicación absoluta, a menos que progrese hacia un franco delirio. 14.
Reacciones
disociativas
no
psicóticas,
como
despersonalización, estados de amnesia, fuga o estupor histérico, sonambulismo, doble personalidad, etc.
III.
Contraindicaciones
relativas.
Se
trata
de
condiciones que requieren particular cuidado en la aplicación del entrenamiento autógeno básico. Tales precauciones pueden incluir modificaciones de procedimiento, como por ejemplo evitar ciertas fórmulas básicas, o abandonar el tratamiento cuando aparecen ciertas reacciones indeseables. 15. La fórmula “de apoyo” preconizada por J. H. Schultz (“estoy tranquilo” o “me siento en paz”) no debe ser empleada en pacientes con tendencia a reacciones de ansiedad, inquietud y descargas motoras durante los ejercicios. Particularmente, los pacientes con neurosis de angustia, alcoholismo crónico, neurosis obsesivo-compulsiva y reacción de estrés, tienen grandes dificultades con esta fórmula, sobre todo si se aplica al principio del entrenamiento básico.
136
16. La asociación de imágenes placenteras o relajantes no debe imponerse a pacientes que experimentan dificultades en visualizar espontáneamente
tales imágenes, o cuando las
imágenes adquieren cualidades dinámicas, como si se tratara de una película o cuando las imágenes placenteras o relajantes seleccionadas cambian espontáneamente, incluyendo rasgos ansiógenos o desagradables. Cualquiera de estos fenómenos indica el desarrollo espontáneo de una abreacción autógena, procedimiento que no debe emprenderse a menos que el paciente y el terapeuta estén debidamente preparados para ello. 17. El primer ejercicio básico (fórmulas de peso) debe ser practicado con precaución cuando el sujeto experimenta ansiedad o inquietud durante o inmediatamente después de la práctica del ejercicio. Debe entonces efectuarlo bajo supervisión, y realizar ejercicios de muy corta duración (por ejemplo 1-2 minutos). Si la reacción no desaparece en el plazo de dos semanas, el tratamiento debe ser interrumpido. 18. Similares consideraciones deben aplicarse a los casos en que aparecen reacciones vasomotores y cardíacas exageradas y desagradables, tales como congestión facial, dolor torácico, taquicardia, etc. Tanto en este caso como en el anterior, pueden aminorarse
las reacciones desagradables con el empleo de
“fórmulas reducidas”, en las que se disminuye el área anatómica por la fórmula (por ejemplo, “mi mano es pesada”, etc.).
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19. El segundo ejercicio básico (fórmula de calor) no debe practicarse cuando la temperatura ambiente es anormalmente alta. 20. También existe contraindicación para el segundo ejercicio básico cuando aparecen reacciones motoras exageradas, como por ejemplo sensación de pulsación, opresión, edema, mareos, sensación de vacío en la cabeza, síntomas iniciales de desmayo, etc. Como en el caso de las reacciones exageradas al primer ejercicio, pueden ensayarse las fórmulas reducidas, y practicar numerosos ejercicios durante muy cortos períodos de tiempo. 21. El tercer ejercicio básico (fórmula cardiaca) debe interrumpirse cuando aparecen excesivas y desagradables descargas autógenas relacionadas con el corazón, tales como dolor precordial, taquicardia, tensión, etc. 22. El tercer ejercicio básico debe introducirse con sumo cuidado, y acompañado de una relación psicoterapéutica positiva, en pacientes con alteraciones cardíacas funcionales (infartofobia, astenia neurocirculatoria, neurosis cardiaca, etc.). 23. En pacientes que han desarrollado excesivas reacciones vegetativas durante la práctica del primer y segundo ejercicios
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básicos, el tercer ejercicio debe ser pospuesto hasta un tiempo de aplicación más tardío que el que normalmente correspondería. 24. La práctica del tercer ejercicio debe también ser interrumpida cuando aparecen caídas bruscas y marcadas de la presión arterial, en pacientes hipertensos, con sentimientos de incomodidad y angustia. 25. El tercer ejercicio debe ser omitido en pacientes que siguen tratamiento con hemodiálisis. 26. El tercer ejercicio debe ser omitido por pacientes que sufren de hipertiroidismo. 27. Se recomienda la no aplicación del tercer ejercicio básico en niños menores de 10 años. 28. En niños mayores de 10 años, debe evaluarse detenidamente su madurez intelectual y su capacidad de adherirse a las instrucciones terapéuticas, antes de iniciar
el
tercer ejercicio. Esto es debido a que, con relativa frecuencia, niños y adolescentes tienden a experimentar con las fórmulas, intentando acelerar, disminuir, o de otra forma alterar el ritmo cardíaco idóneo, con posibles consecuencias desagradables.
139
29. El cuarto ejercicio básico (fórmula de la respiración) debe ser introducido con sumo cuidado, y después de haber desarrollado maestría en los otros ejercicios, en pacientes con procesos patológicos del sistema respiratorio ( por ejemplo, asma bronquial, tuberculosis pulmonar, etc.). 30. Sujetos que han practicado con anterioridad métodos que incluyen control consciente de las funciones respiratorias, encuentran particular dificultad en adoptar la actitud pasiva durante el cuarto ejercicio. 31. El quinto ejercicio básico (calor en el plexo solar) no debe ser aplicado en sujetos que no pueden localizar interoceptivamente su plexo solar. 32. La práctica del quinto ejercicio básico debe ser interrumpida cuando el sujeto experimenta dolor en el área abdominal al iniciar el ejercicio. En estos casos, es aconsejable efectuar examen orgánico detenido para eliminar la posibilidad de enfermedad orgánica. 33. La concentración en el plexo solar no debe ser realizada por sujetos con lesiones del aparato digestivo (úlcera péptica,
carcinoma,
condiciones
hipertrófica, hipertensión portal, etc.)
140
hemorrágicas,
gastritis
34. El quinto ejercicio básico debe ser evitado en pacientes diabéticos que muestran disminución exagerada de la tolerancia a al insulina, y episodios frecuentes de hipoglucemia de comienzo brusco. 35. El quinto ejercicio básico no debe practicarse por pacientes que sufren de hiperinsulinismo o d otras formas de hipoglucemia. 36. La práctica del quinto ejercicio básico debe ser interrumpida en pacientes con angina pectoris que experimentan sensaciones desagradables en el área precordial durante las primeras sesiones con este ejercicio. 37. El quinto ejercicio básico no debe ser practicado durante el embarazo, particularmente durante los tres últimos meses del mismo. 38. El quinto ejercicio básico no debe ser utilizado en niños sin la suficiente madurez intelectual como para practicar la fórmula correctamente, manteniendo adecuado contacto mental y sin experimentaciones inapropiadas. 39. El sexto ejercicio básico (frescor en la frente) debe ser interrumpido en sujetos que consistentemente experimentan
141
inicio o empeoramiento de cefaleas durante o después de este ejercicio. 40. El sexto ejercicio básico debe ser introducido con precaución
en
pacientes
con
lesiones
cerebrales.
Aproximadamente la mitad de estos pacientes experimentan reacciones desagradables, que requieren la interrupción de esta fórmula. 41. El sexto ejercicio básico debe ser evitado en pacientes con epilepsia.
142
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145
APENDICE
1 . cuestionario de alteraciones homeostáticas
2. cuestionario de estados de conciencia
P.A.- AH - A
146
INSTRUCCIONES Este cuestionario contiene una serie de sucesos relativamente frecuentes en la vida de la mayoría de la gente. Marque con una x aquellos que puedan aplicarse a usted, indicando a continuación, lo más aproximadamente posible, la edad que tenia en el momento en que ocurrió. IDENTIFICACIÓN (Por favor, use letra de imprenta) NOMBRE Y APELLIDOS................................................................................................. FECHA DE NACIMIENTO..................................LUGAR.........................SEXO............ DIRECCION..................................................................................................... .......................................................................................................................... TELEFONO.............................................PROFESION.*................................ ..
*Si es estudiante, indique por favor la carrera
W. LUTHE – J.L.G. DE RIVERA 1977
147
¿Sufre, o ha sufrido usted en el curso de los últimos 6 meses, algunos de los siguientes trastornos?
Diabetes ........ Hipoglucemia ........ Glaucoma ........ Hipotensión ........ Hipertensión ........ Dolor torácico ........ Problemas cardíacos ........ Angina de pecho ........ Infarto de miocardio ........ Gastritis ........ Ulcera péptica ........ Cáncer ........ Asma bronquial ........ Hemofilia ........ Hipotiroidismo ........
Hipertiroidismo Epilepsia Narcolepsia Alcoholismo Toxicomanía Amnesia Paranoia Desmayos Ataques ansiedad Sonambulismo Crisis histéricas Sensación irrealidad Mareos Intensa agitación Depresión
........ ........ ........ ........ ........ ........ ........ ........ ........ ........ ........ ........ ........ ........ ........
¿Alguna vez ha sido hipnotizado?
Sí........... No.......
¿Suprime, bloquea o controla) las ganas de llorar?
Si............No.........
¿Suprime, bloquea o controla las ganas de vomitar? Si...........No......... Mi educación religiosa ha sido fuente de angustia Con frecuencia....... Ocasionalmente........Rara vez........ Nunca............ Haga una lista de todas la medicinas que esté tomando: 1. 2. 3. 4.
5. 6. 7. 8.
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DROGAS, MEDICAMENTOS Y TOXICOS Si ha tomado alguna de las sustancias siguientes, por favor, inidique el grado de alteración de la conciencia inducido, con arreglo a la siguiente clave: NADA: sin efectos apreciables. LEVE: ligero trastorno de la conciencia. MODERADO (MOD): trastorno moderado, confusión ligera, dificultad en la orientación témporo-espacial, inicio de pérdida de conocimiento. MARCADO (MAR): desorientación, estupefacción o pérdida de conocimiento durante varios minutos. SEVERO (SEV): estupor, pérdida de orientación o de conocimiento por un largo periodo de tiempo; trastornos funcionales severos.
EDAD
NADA LEVE MOD MAR SEV
Marihuana, hashish......................................................................................... LSD,mescalina................................................................................................ Anfetaminas .................................................................................................... Opio o morfina................................................................................................ Alcohol.......................................................................................................... Otra droga (especificar).................................................................................. Insulina............................................................................................................ Hipnóticos......................................................................................................... Tranquilizantes (Valium, etc.)......................................................................... Aspirina (ingesta excesiva).............................................................................. Gasolina............................................................................................................ Insecticidas,DDT............................................................................................. Intoxicacion alimenticia................................................................................... Otro tóxico (especificar).................................................................................. Si la intoxicación se ha producido en repetidas ocasiones, indíquense todas ellas, junto con la edad y el grado de alteración del nivel de conciencia inducido en cada ocasión, utlizando hoja aparte si es necesario.
149
AHOGO, ASFIXIA ALTERACION DE CONCIENCIA EDAD NADA LEVE MOD MAR SEV Producido por: Humos............................................................................................................... Gas.................................................................................................................... Falta de aire....................................................................................................... Inmersión ........................................................................................................ Atragantamiento (comida, etc.)........................................................................ Estrangulación................................................................................................. Asfixiamiento (cojin, ropa,etc)........................................................................ Entrapamiento (saco, bául, etc)........................................................................ Enfermedad..................................................................................................... Caida de espaldas............................................................................................ Otra causa (especificar)....................................................................................
LESIONES Y ACCIDENTES En deportes al aire libre (fútbol, tenis, etc.)......................................................................................... En deporte de interior (Judo, boxeo, gimnasia..)................................................................................ En deportes acuáticos (nadar, buceo, pesca...).................................................................................. En vehículos (bicicleta, automóvil, tren, carro...)................................................................................ Por fuego (explosivos, cocina, llamas...)............................................................................................... Por proyectil (piedra, escombro, bala,...)............................................................................................................ Por herramienta (hacha, sierra,...).......................................................................................................... Por animales (mordido, arañado, pisado...)........................................................................................................ Por personas (atacado, golpeado, empujado, mordido)........................................................................ Otros ................................................................................................................
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CAIDAS
EDAD
NADA LEVE MOD MAR SEV
De cuna, cama, mesa, silla, otro mueble, escaleras.......................................................................................................... Escalera de mano, árbol, balcón, ventana, pared..................................................................................... Por empujamiento ......................................................................................................................... Golpeado por coche u otro vehículo.................................................................................................. Por tropezón.................................................................................................... Por desmayo.................................................................................................. Salto en paracaídas, parapente o similar........................................................................................... Salto de altura.................................................................................................. Salto de trampolín............................................................................................ Otras causas (especificar).................................................................................
ESTIMULACION VESTIBULAR EDAD NADA LEVE MOD MAR SEV Vueltas de campana............................................................................................................ Rotación sobre eje corporal...................................................................................................... Montaña rusa, máquinas rotatorias......................................................................................... Mareo de viaje (auto, barco...)................................................................................................ Otras causas (especificar)....................................................................................................
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ANESTESIA GENERAL Por máscara, éter.................................................................................................................. Por inyección...........................................................................................................
HEMORRAGIA Especificar cantidad ..........................................................................................................................
Indique otras causas de accidente o injuria, con la edad en que ocurrieron y el grado de alteración de la conciencia producido .......................................................................................................................... .......................................................................................................................... .......................................................................................................................... .......................................................................................................................... .........................................................................................................................
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CUESTIONARIO DE ESTADOS DE CONCIENCIA © J.L.G. DE RIVERA. Instituto de Psicoterapia .Avenida de Filipinas, 52. 28003 Madrid. España
Nombre:............................................................................................................................ ..... Sexo.:.................. Estado Civil: ........... Fecha nacimiento: ....................... Profesión:.................................. Fecha de hoy:....................
Nombre del método que utiliza............................................................................... Cuantas veces al día hace el ejercicio por término medio ........................................................... Duración media en minutos del ejercicio cada vez que lo hace................................................... Tiempo que lleva practicando el método en meses .................................................................... . Practica el ejercicio: ....................... de manera regular y sistemática │__│ ....................... de forma esporádica │__│ ....................... cuando nota que le hace falta. │__│
Al realizar sus ejercicios habituales de meditación, concentración mental o relajación, se induce un estado especial de conciencia. En la siguiente lista se enumeran algunos de los diferentes fenómenos que pueden presentarse en dicho estado. Por favor, marque la casilla correspondiente a la intensidad o frecuencia del fenómeno descrito en cada pregunta. Si no se presenta el fenómeno en absoluto, marque el 0. Si se presenta con poca intensidad o con poca frecuencia, marque el 1. Si se presenta con intensidad o frecuencia moderada, marque el 2. Si se presenta con mucha intensidad o mucha frecuencia, marque el 3. Si se presenta con intensidad o frecuencia máxima, marque el 4.
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1. Es un estado claramente diferente del estado vigil habitual........... .. │_0_││_1_││_2_││_3_││_4_│ 2. Experimento este estado fuera de la práctica de los ejercicios......... │_0_││_1_││_2_││_3_││_4_│ 3. Antes de aprender técnicas de meditación ya había tenido estados similares de manera espontánea....................... │_0_││_1_││_2_││_3_││_4_│ 4. La impresión general es agradable.................................................... │_0_││_1_││_2_││_3_││_4_│ 5. La impresión general es desagradable............................................... │_0_││_1_││_2_││_3_││_4_│ 6. Experimento sensación de relajación y paz interior.......................... │_0_││_1_││_2_││_3_││_4_│ 7. Experimento sensación de seguridad................................................ │_0_││_1_││_2_││_3_││_4_│ 8. Experimento sensaciones de despreocupación.................................. │_0_││_1_││_2_││_3_││_4_│ 9. Tengo sensación de confianza en mi mismo..................................... │_0_││_1_││_2_││_3_││_4_│ 10. Tengo la sensación de que todo va a salir bien............................... │_0_││_1_││_2_││_3_││_4_│ 11. Tengo la impresión de existir más allá de mi propia individualidad............................................ │_0_││_1_││_2_││_3_││_4_│ 12. Me siento como unido o integrado en una entidad universal, conciencia total, divinidad, etc....................................... │_0_││_1_││_2_││_3_││_4_│ 13. Noto como desaparecen todos mis temores y preocupaciones....... │_0_││_1_││_2_││_3_││_4_│ 14. Tengo sensaciones de somnolencia................................................
│_0_││_1_││_2_││_3_││_4_│
15. Experimento sensación de libertad interior, de no estar constreñido por los condicionantes habituales de mi conducta...... │_0_││_1_││_2_││_3_││_4_│ 16. Experimento sensación de energía interior, de aumento de mis fuerzas y capacidades......................................
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17. Se me intensifican las sensaciones, emociones o preocupaciones que tenia al empezar el ejercicio........................... │_0_││_1_││_2_││_3_││_4_│ 18. Me vienen ideas, sentimientos o imágenes desagradables.............. │_0_││_1_││_2_││_3_││_4_│ 19. Soy más consciente de mis sentimientos y emociones respecto a otras personas, a determinados situaciones y recuerdos, etc.......
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20. Me vienen intuiciones, ideas brillantes o soluciones a problemas difíciles..................................................... │_0_││_1_││_2_││_3_││_4_│ 21. Percibo sensaciones físicas de peso................................................ │_0_││_1_││_2_││_3_││_4_│ 22. Percibo sensaciones de calor..........................................................
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23. Percibo pulsaciones o martilleo...................................................... │_0_││_1_││_2_││_3_││_4_│ 24. Percibo sensaciones físicas de presión...........................................
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25. Noto sensaciones físicas extrañas................................................... │_0_││_1_││_2_││_3_││_4_│ 26. Noto dolor de cabeza......................................................................
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27. Tengo sensaciones de mareo o vértigo o de caer............................ │_0_││_1_││_2_││_3_││_4_│ 28. Tengo sensación de flotar en el espacio ........................................
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29. Tengo sensaciones como de dar vueltas o girar.............................
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30. Se presentan imágenes visuales de colores..................................... │_0_││_1_││_2_││_3_││_4_│ 31. Noto sensación de luminosidad......................................................
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32. Se aparecen imágenes de objetos, rostros o personas..................... │_0_││_1_││_2_││_3_││_4_│ 33. Veo una sucesión de imágenes, como de una película...................
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34. Sensaciones como que el cuerpo cambia de tamaño......................
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35. Sensaciones como que el cuerpo cambia de forma........................
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36. Se distorsiona la forma del cuerpo o se retuerce............................
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37. Parece como si faltara alguna parte del cuerpo..............................
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38. Noto en el cuerpo sensaciones de hormigueo................................. │_0_││_1_││_2_││_3_││_4_│ 39. Sensación de adormecimiento........................................................
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40. Sensación de inflamación o de hinchazón...................................... │_0_││_1_││_2_││_3_││_4_│ 41. Noto calambres en el cuerpo..........................................................
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42. Noto escalofríos.............................................................................. │_0_││_1_││_2_││_3_││_4_│ 43. Sensación de presión en el cuerpo.................................................. │_0_││_1_││_2_││_3_││_4_│ 44. Sensaciones de dolor......................................................................
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45. Latidos o sensaciones raras en el corazón, presión, etc.................. │_0_││_1_││_2_││_3_││_4_│ 46. Me distrae la respiración................................................................. │_0_││_1_││_2_││_3_││_4_│ 47. Me entra tos....................................................................................
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48. Me vienen suspiros.........................................................................
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49. Noto que respiro mejor................................................................... │_0_││_1_││_2_││_3_││_4_│ 50. Noto que se cambia el ritmo de respiración...................................
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51. Tengo sensación de respirar mejor.................................................
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52. Noto sensación de vacío en el estómago........................................
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53. Tengo ruidos o movimientos en el intestino................................... │_0_││_1_││_2_││_3_││_4_│ 54. Noto sensación como de presión en las tripas................................
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55. Sensaciones físicas extrañas, difíciles de describir......................... │_0_││_1_││_2_││_3_││_4_│ 56. Me entran ganas de llorar o se me saltan las lágrimas.................... │_0_││_1_││_2_││_3_││_4_│ 57. Me entran ganas de reír o sonreír...................................................
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58. Bostezos.......................................................................................... │_0_││_1_││_2_││_3_││_4_│ 59. Se presentan movimientos bruscos, temblores, tics, sobresaltos, u otros fenómenos motores.......................................... │_0_││_1_││_2_││_3_││_4_│ 60. Aparecen sensaciones de tensión o ansiedad.................................. │_0_││_1_││_2_││_3_││_4_│ Algún otro fenómeno que no esté en la lista:
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