Psicología Del Amor (Willi, 2004)
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PSICOLOGIA DEL AMOR El crecimiento personal en la relación de pareja
Traducción de Merexn BenRo
f{erder
8.
Le AUTORREALI ZACIÓN EN EL PROCESO DE UNA RELACIÓN AMOROSA de uno reloción omoroso otrovieso diferentes ebp'os. El pro" ceso ideol serío el sÍguiente: deseo vehemente de omor, elección de poreio, enomoromiento, desilusión omoroso, posibilidodes de compensor lo folto de sotisfocción, construcción de un mundo común y creoción de uno fomilio, y, fínolmente, llegorío el motrimonio en lo veiez. Como tol, puede disolverse en todo momento medionte lo seporoción y el divorcio. Horé hincopié en lo cuestión de cómo codo uno de estos etopos promueve, medionte los toreos que plonieó, el desorrollo y lo modurez de lo personcr. Asimismo, se obordorón los temores que couso este desofío y los estroiegios defensivos con los que se pueden coniuror o evitor estos temores. El proceso
En 7991, en mi libro Was bóilt Paare zttsa.mmerl, describí con detalle el desarrollo de la convivencia. Quisiera aqluí referirme a las etapas del amor planteando otro problema. El proceso de la relación amorosa atraviesa diferentes etapas; y cada una de ellas plantea desafíos p^r^ la autorrealizaclón' en el amor y a través del amor eue, con frecuencia, se convierten en una exigencia excesiva y son motivo de temores y conductas defensivas. Para el individuo, esto significa que tendrá que enfrentarse inevitablemente a los desafíos de estas etapas. No obstante, no todas las personas se entregulr a relaciones arnorosas. Sin embargo, estas personas desearárt explicarse a sí mismzs, y explicar a otros, por qué no se entregart a relaciones amorosas, no establecen vínculos
136 & tu relación amorosa c>, ffie di¡o Alberto. Ello tenío lo impresión de estor yendo por cominos yo ondodos con su morido, de monero que openos hobío posibilidod de combio. Tomb¡én estobo dispuesto o obondonc¡r morido y negocios si se le ofrecío uno perspectivo mós sotistoctorio, y ése ero el coso con Alberto. Los dos, Alberto y Ruth, teníon esto impresión: .Esto es lo persono con lo que puedo reolizor todo lo que he onhelodo desde hoce oños'. Destoco que no se hobíon enomorqdo de personos que yo hobíon llegodo ol finol del comino, sino que se siniieron otroídos por personos que estobon en un proceso de bÚs-
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quedo y que se entendíon y necesitobon de monero especiol en dicho búsquedo. Ambos se sentíon inquietos por lo intensidod del enomoromiento, e intentoron tros deior el bolneorio morcor cierto distoncio enire los dos. Vorios veces rompieron lo reloción. Pero lo otrocción recíproco ero demosÍodo fuerte. Se sentíon llenos de nuevos energíos. Cre íon no poder vivir mós el uno sin el otro v estobon convencidos de que su destÍno ero esior iuntos. Primero montuvÍeron lo reloción en secreto. Cuondo el morido de Ruth se enteró, iombién me pidió uno cito poro uno entrevisto. Poro é1, lo disolución de uno reloción que hobío durodo treinto oños ero un golpe tremendo. Lo soportó sin emociones visibles, esforzóndose cloromente por montener uno octitud cobolleroso hocio Ruth. Estobo decidido o disolver lo reloción ton rópidomente como fuese posible, sin discusÍones ni reproches, poro liberor o Ruth, pero tombién pCIro liberorse él con vistos o uno nuevo reloción. No consideró que necesitoro oyudo teropéutico. No expresobo sus sentimientos, su troumo. su luto. Se montuvo rocionol y controlodo. En oquel momento, no estobo en condiciones de reconocer que esto octitud ton voleroso y folto de emoc¡ón hobío sido lo esencio del problemo de lo reloción con Ruth. Y sin emborgo, porecío que sentío de olguno monero que lo seporoción le exigío o él tombién un poso en su crecimiento. En cuolquier coso, reconoció hober comprodo libros sobre lo psicologío de los sentimientos. En cuonto o Alberto, lo úníco entrevisto que tuvimos le hobío oyudodo o que comprendiero me[or por qué se hobío enomorodo. No tuvo necesidod de mós entrevistos.
EI temor al emamorctmiento. Estrategias defertsiuas. La fuerza clel enamoramiento puede seguir teniendo Lrn efec-
to demoleclor hoy en día. Puede surgir el temor a quedar a merced de Ia pareja o a entregarse a ella y a la relación. A
vez, pueden aparecer deseos regresivos más profundos de dependencia, entreÉIa personal, fusión y subordinación, de forma que resulte affrerrazacla Ia integridad de una persona. Es posible que se despierte un ternot a que se venga abajo todo el entrarnado vital que se ha construido hasta ese rnomento y que Ia relación se rornpa deflnitivamente. El enamoramiento puede apoderarse por cornpleto de nosotros, hasta el punto de tener miedo a que se abra un abismo bajo sr'l
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nuestros pies. Entonces, lo que suele inquietar es que no comprendemos lo que nos pasa. Quizás se evite el enamoramiento. Se rechaza, se desvaloriza, se rehuye o hasta se odia a la persona de la que pudiéramos enamorarnos, sobre todo, si ese posible enarnoraflriento puede ponernos en un compromiso. No es extraño que se desplieguen maniobras defensivas para ma.rtterter el eTtaTnoramiento dentro de unos límites. Entre ellas, destaca una en particular: enamorarse de una persona que no corresponde a ese arnor. Otras son, por ejemplo, la adoración fanática de estrellas del espectáculo o de reconocidos profesionales. A diferencia de la relación de simpatía, el enamoramiento no tiene que basarse en absoluto en la reciprocidad. Incluso es posible enamorarse de alguien que nos va a rec};razar. Un fenómeno frecuente de enarnoramiento Con consecuencias limitadag es la relación de un casado y su amante. El amor pasaiero permite enamorarse intensamente sin que medie la pretensión de establecer un vínculo. Si bien la arnanlte Se siente deseada, tiene que aceptar humillaciones y Ser ignorada por el casado en situaciones importantes. No obstante, el mantenimiento del vínculo matrimonial es un eSCudo contra posibles vínculos que slrpongan un mayor compromiso. Mucho menos peligroso es enamorarse de personas con las que sólo se puede convivir durante un período limitado, por ejemplo, arrrores de verano o ligues durante acontecimientos sociales. La irnposibilidad de proseguir la relación hace que desaparezcaÍr muchas inhibiciones y reservas. En un período breve, se produce una aproxirnación intensa, aunque sin consecuencias ameÍrazarrtes. Por otra parrte, un ternor frecuente del enamorado es que el enamoramiento pueda acabarse. Habitualmente, Se intenta alimentar el enamoramiento idealizando la relacíón. Para ello, se niega y se evita lo que pueda distanciar a los miembros de la pareja y lo que pu eda crezrÍ conflictos. Deseamos reafirmarnos a nosotros mismos, y a nuestro círculo social, que hemos encontrado a la pareja de nuestros sueños. Deseamos ser considerados cclmo Ltna pareia de ensueño y celebrar luÍra; boda de ensueño. Deseamos demostrarnos a nosotros mismos y al entorno que ésta es, incuestionablemente ,la relación ide-
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al. con ello, se suele pasar por alto el momento adecuado para permitir qr-le se prodluzcar. conflictos pendientes e inevitables.
Le oesrLUSIóN AMoRosA Y LA SOLEDAD EN EL AMOR
A la larga, la felicidad y la armonía del enamoramiento se convierten en algo agotador. Ia atracción recíproca intensa conduce ala saútración. La idealización por parre de la pareja obli-
ga a mantener conductas que sólo se pueden sostener con grarr
esfuerzo. [Jno quisiera relajarse un poco, quisiera leer {t^nquilarnente el periódico y ver a otras personas. Cuando esto ,gcurre, la parela, casi siernpre- la r¡rujer, cae presa del pánico. ¿Cornienza ya la rutina diaria? ¿Ha desaparecido Ia felicidad amorosa? Ella desea que el hpmbre le diga que ra arna. Él se siente acosado y reacciona con repulsa, hiriéndola. Antes o después, llega la etapa de la desilusión. Pero esta desilusión respecro a la pareja no es una desilusión consciente. Nos sentimos des' ilusionados de las esperarrzas y expectativas que habíamos depositado én los desarróilos que poribititaría el amor. La desilusión es más intensa en aquellos que creyeron qr¡e la pareja les ayudaría a alcanzar .,'r'ra nueva vida y a l'.acer de elios rlna perso¡1a nueva. Si hlgl l7 p,are¡a mostró indicios de esrar dispües ta a .dejarse ayudar én su ciécimiento mediante el arnor, bespués sintió que se le exigía demasiado y come nzó a ceder en sus esfuerzos y a recktazar las expectativas. Con frecuencia, los reprG _9hés que las mujeres hacen a los hombres son más inteÁsos qtré -los de ellos. Hoy err día, casi siempre las mujeres están más i' motivadas para artirnar a los hombres en su crecimiento que a la inversa. Muchas mujeres buscan en la promoción de la pareja el sentido de su vida- El fracaso de sus Lsfu erzos puede conducir a que se desmoronen sus perspectivas vitales. La etapa de la desilusión se conv ertirá en una piedra de 1. toque para el amor. Aun cuando la desilusión sea dolorosa, ', , _e_s irnportante para el crecimiento personal en el amor. La desilusión no es la prueba de que el enamoramiento sea un ádpé- i_ jisriió, és una consecuencia inevitabl- y llena de sentido. rl enamoramiento conduc e a la sirnbiosis e ide alización de la ,
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relación amorosa como proceso
relación. A la larga, la feliciclacl y la armonía pueden obstacwlizar el desarrollo de una relación amorosa porque se corre el peligro de ignorar todo lo que separa y todo conflicto. Los miernbros de la pareia viven en una especie de paraíso y bloquean las tendencias agresivas y, sobre todo, las peleas. La idealización de la relación puede durar decenios y, con frecuencia, el entorno, que desea ver en ellos a la pateja ideal, la refueÍza. La desilusión destruye la idealización y la simbiosis, adernás de sepafaf a los miembros de la pateia. Resulta tan difícil decepcionar al otrcl colno sentirse uno mismo decepcionado por el otro. Durante mucho tiempo Lrno se siente atormentado por no querer Ser Cclmo podría ser si simplemente se adaptase a lo que espera el otro. La
negativa de Ia pareja ncls deja más solos en el arnor que antes de estar ccln eil.. Por regla general, se desarrolla un círc-9!9.-, vicioso: a trr^yor vehemeñcia en los reproches a la páréiá, Áiás, se encerrará ésta en sí misma. Norqt:al{1re-nt9,.tqy -qU-e-f-e,-99,{{-e-f-. ' r.r largo camino para alc:epfaÍ que la pareja es com-o es. Especialrnente, las mujeres creen a menudo que saben lo que .e*s_ bueno para el hornbre, incluso meior qlre él mismo. Esto lé5 dificulta ace ptar las ganas. de huir del hombrd Por supuesto, puede ocurrir que los puntos de contacto de los miembros de la pareja sean pocos para mantener una perspectiva de vida común, y la pareia se separa. Pero, freCuentemente, el enarnoramiento madura gracias ala etapa de la desil-usión. Se trata, entonces, de reconocer que el otro hasy se desarrolla, a Su manera. Esto sólo puede conseguirse ^rnd,ta cierto punto. Sobre las quejas y las frustraciones que se sufren en el amor, la relación puede desarrollarse mejor de lo que el entorno cree a primera vista. La. desilusión
puede estimular el crecimiento personal
A rnenudo, sólo se ve lo negativo y lo doloroso de la etapa de la desilusión, y no el estímulo que supone para el desarrollo de una relación arnorosa madura. Mucho de lo que nos había dado alas en el enamoramiento demttestra ser ah>ra un eSpejisrno. Este hecho nos lleva a sentirnos extraños en la pare-
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ja, a sentirnos lejos. Jarnás se llegará a entender al otro por completo ni tampoco llegaremos a ser completamente comprendidos por é1. El aspecto positivo de todo ello es que desp!és de la etapa de fusién vendrá wna etapa cle autonomía. Los rniémbros de la pareja volve rán a sentirse fuertes y no se verán corrlo la única fuente de felicidacl y posibiliclades de desarrollo. La simbiosis que continúa existiendo de forma subyacente crea, junto con la sensación de estar más distanciados, una relación de tensión que incita a los miembros de la pareja a dialogar continuamente. Así, se obligar, a aclarar sus propias ideas )/ a analizar y ampliar consaátemente sus ideas y valores sobre la vida. se amplia el propio sistema cle constructos gracias al punté de vista que aporta la parej . De esta forma, se acepta Ia diversidad y se experimenta la vida de otra rnanera . La pareja no es como uno había esperado. Este proceso de m4duración conduce, si las cosas van bien, a la capacidad de aceptar al otro tal como es, con sus pros y sus contras, con sus particularidades y errores, con su manera de afirar y de expresar su amor. por tanto, no k uy que perder nunca completamente la esperanza en la pareiá; no hay que dejar de arnarle aun cuancro no cumpla las Lrpé.tativas. se trata de mantener un? distancia críti,ca respecto a él y acogerle con humor y comprensión serena. se trata de no hacer que el crecimiento propio depend a en exceso clel crecimiento de la pareia, y de respons abilizarnos de nuestra vida. se trata -en especial, los hombres- de creer capaz al .-' otio de desilusionarse, de no poder cumplir sus expectativas y no llegar a ser lo que considera que es mejoÍ para uno. La actitud de aceptar al otro tal como es parece contradecir lo que se decía en el capítulo 1o sobre lá psicología de los reproches. Allí se sostiene la tesis de que criticar y prc,.r6,.", a la pareja es importante e imprescinctible porque uno resulta afectado directamente por el desenvolvimiénto clel 6,tr6,. Aunque huy que tener cuidado con los reproches, y es que la psicología del amor es cornplicacla, porque si una cosa es cierta, no tiene que ser errónea la otra. lts-.áy que consiclerar hasta qué punto es acertado tanto lo uno como lo orro. Madurar. en la relación, gracias la etapa de la desilusión, supone que los miembros de la pareia entran en una dinárni-
1.58 S t" relación amorosa como proceso ca de conflictos constantes. En ese período' son importantes la comprensión y el apo ro; pero, también, la ctítíca recíproca y la confrontación. En el meior de los casos, los miembros de la pareia aprenden a discutir animadamente entre síTernores
y estra'tegias defensiuas
durante la eta'Pa de la desilusión La desilusión amofosa v^ unida al dolor, la ira, fa penl-L-91 -sufrimiento. Por eso, como es natural, deseamos evTtarla. Hoy en día, sé observa en muchas pareias la incapacídady la falta de volunta d para el conflicto. Si la arrno¡-ía no está gaf2.¡tizada, se tiende a una separación sin peleas. No se quiere sufrir por culpa del amor. Por des gracia, esto se considera un tiempo perdido. AupQue los miembros de la pareia pueden optai pór vivir segúñ el lema: "Vive y deia vivir", lo que puedé coÁ¿ucir a eludir todas las dificultades del camino- La consecuen cia será el empobrecimiento y el deterioro de la relación, ya que, pafa eví,tat discusiones, cada vez };rabrá que deiar fuera-de ia páreia más ámbitos de la vida. Así, el amor muede inanición en una ia:ula doradau re La desilusión amorosa puede ir acompañada de graves reproches recíprocos. Algunos opinan que su pareja, si quisiéra, podría cumplir las expectativas puestas en ella' Y si no quiere cumplirlas, se apuntará en el debe de la relación. Sobre todo a lbs hombres les cuesta reconocer qlre, en el fondo, no desean sef como las mujeres esp eta:n' que sean' Tienden a escapar de los conflictos y protegerse de los ataques de ellas. En terápia, para ellos puede tener un efecto liberador que el terapeuta los anime a defender su derecho a tener una opinión divergente. A las mujeres suele resultarles más fácú enfrentarse a urra opinión divergente, pero definida, 9ue a la tendencia . ."..par del hombre consciente de su culpa. Por otro lado, es posible prever la desilusión amorosa pafa no exponerse al riesgo de ser abandonado por Ia pareEn ese caso, la tendencia consiste en devaluar el enamoia. ' rarniento y no comprometerse para conseguir que el dolor de ' la desilusión sea el mínimo posible. "si de la relación no sal-
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drá lo que espero, mejor la rompo a tiempo." Durante la eta_ pa de la desilusión, también surgen dudas sobre si se ha elegido a la pareja correcta y si no se corre el riesgo de verse enredado en una desgracia crónica. Se ven los límites del crecimiento personal que se quiere emprender juntos y se plan_ tea la cuesrión de si se conseguirán los obi-ii..o, deseados.
Los rÍ¡últes oE UNA RnracróN AMoRosA
SE PUEDEN COMPENSAR CON OTRAS RELACIONES
-los lírnites. {e una relación amoros a señalan la necesidad de no espe{ar que la pareja satisfaga todas nuestras neces ida_ *'dqs*, r,a relación con la pareja clébe ser la relación a,'orosa central, pero muchas de las posibilidades de desenvolvimiento personal que posibilit4n las relaciones no son satisfechas suficientemente por la pareja. por tanto, se requiere una
compensación mediante otras relaciones importantes del nicho personal*. Entre estas diversificaciones del nicho de relaciones personales (\X/illi, 7996), se encuentran las rela_ ciones con los padres, con los hijos, los amigos, los compañeros de trabajo o los animales clomésticos. A menudo. las mujeres se agotan de la conducta racional de sus maridos. Pero, si pueden vivir sus emociones en otras relaciones, sopor_ tarán su frialdad porque , a catrrbio, les ofrecen la ventaja de la seguridad y la visión racional de la vida. Una desilusión amorosa nos hace ver las limitaciones de la pareja, pero no nos obliga a que nos resignemos a ..Íra vida miserable, sino que nos debe condu cir a plurrt.rrnos la posibilidad de buscar compensaciones y realiÁr nuestro potencial
personal en relaciones complementarias. Las necesidades afectivas pueden satisfacerse con animales, como gatos o perros.
También los amigos o hermanos pueden funciones irnportantes- sernejantes compensaciones se"".i-i. buscan generalEl término 'nichoo (Nische) se refiere al entorno del individuo en ranro que es cread.o y por éste, que lleva su impronta y es fruto d.e sus inreracciones con el ambienre. :l.tgid: El nicho personal abarca el hogar que u-n9 se crea, la pareja que elige, los hijos, el entorno laboral' etcétera. Determina y refleja el desenvolrrimi.rrto i. l" pé.ronaliáad del individuo y el curso de su vida- Véase también las explicaciones en la'p. 166. N. de ta E-
160 {& tu relación amorosa como proceso mente de manera intuítíva. Conducen a los amantes fuera del espléndido aislamiento de los enamorados y les abre un entorno de relaciones personales rnás variado. Con ello, se relativiza la relación amclrclsa y se integra en la red relacional. Con ello, los enamorados se van integrando cada vez rnás en dicha red y reconocen el valor de las relaciones Con otras personas. Entre las compensaciones, también Se Cuentan los espacios de libertad que se crean paralelo s a la relación arnorosa y que ofrecen otras posibilidades de desenvolvimiento personal. Son, por ejemplo, las habitaciones separadas, los espacios de trabajo separados o relaciones que nos otrecen otras posibilidades de desenvolvimiento, y que, en ocasiones, se desean alejar del control de la pareia. Estos espacios libres compensatorios se suelen bus caf ta'Ín.bién en las relaciones sexuales extramatrimoniales. La impo rtancia-de estas compensaciones se comprende sólo cuando se pieiden. En muchos casos que se relatan en este libro, hubo durante el tiempo previo a La rnanifestación de la crisis una transforrnación en las compensaciones amorosas, por ejemplo, Pof Lrn cambio en las concliciones de la viviertda, por la rnarchLa de los hijos, por la rnuerte de los padres o por la ruptura de amistades. Adernás, en terapia se lnizo evidente córno estas compensaciones evitaron en parte desarrollos personales que no eran necesarios en la pareia. Con frecuencia,la falta de estas compensaciones exige a los afrra:ntes que se definan ccln más claridad en la interacción con la pareia, que decidan qué grado de intimidad desean comparti¡ que delimiten el marccl de la cornunidad que desean establecer y hasta dónde quieren llegar en su crecimiento personal. Por otro lado, fras la muerte de la pareia, la continuación e incluso la intensificación de las relaciones cornpensatorias adquiere una grarr irnportancia para superar la pérdida de La relación amorosa central. La estintula.ción del crecimiento personal Las relaciones compensatorias que forman parte del inventario de la nicho personales, no Son estáticas, sino que Se
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transforman a medida que cambian las circunstancias de las persona,s y se estimulan nuevos desarrollos personales. La organización de un nicho relacional diferenciado, efl el que la relación amorosa asutne un lugar prioritario, no cubre en absoluto todo el potencial relacional de una persona, y se trata cJe un estímulo sano para la persona. Exige la capacidad para valorar, estrllcturar y organizar las relaciones correctamente. En definitiva, dependerá de muchas cosas que una persona decida continuar la convivencia con la pareia a pesar de las desilusiones y limitaciones, y, por ello, a vivir con comprornisos. A menudo, paÍa un persorra es difícil reconocer que necesita establecer relaciones fuera de la relación arrrorosa; pero, además, el entorno no suele aprobar estas búsquedas compensatorias f-uera de la relación amorosa porque lo valora corno un fracaso. La organización de un nicho relacional cornpensatorio exige inteligencia y flexibilidad por parte de la persona. La relación'amorosa debe apaÍecer a ojos de los demás como el núcleo de la vida amorosa; pero, a str vez, es llecesario construir un nicho relacional variado. Ternores
y estrategias defensiuas
Las relaciones cornpensatorias permiten reducir las exigencias qlre se plantean a la pareia arnorosa. Pero es irnportante calibrar la medidu y la estructura de estas relaciones. Se corre el riesgo de vaciar de sentido el matrimonio depositando en otras relaciones, para aliviar a la pareia, árnbitos esenciales de la relación como la sexualidad, la intimidad personal o el diálogo sobre la vida cotidiana. Asimismo, quizás no se desee eximir a la pareja de la obligació,n de cumplir en todos los ámbits de la relación, pues se teme que acabe pidiendo la separación. En carnbio, ufl rniembro de Ia pareja puede exigir al otro que cumpla en todos los ámbitos y, además, sentir que las relaciones cotnpensatorias devalúa n y vacían la relación arnorosa. Por celos, puede irnpedir el establecimiento de otras relaciones o intentar mantenedas baio su control. corno ejemplo de las compensaciones en los lírnites de una relación atnorosa, se presenta a la pareja siguiente:
162 {b, t" relación arnorosa como proceso Eiemplo 4: Silvio, de treinio y cinco oños de edod, ocude o consulto poque tíene otoques de pónico. Se siente ofectodo por otoques corocterizodos por síntomos extremodomente desogrodobles, como pérdido de lo vÍsión, pulso ccelerodo, sudorociones, miedo de perder el conocimÍento, de sufrír uno porodo cordioco o volverse psícótico. En su fomilio, se ocumulon los cosos de depresión y suicidio. Silvio tiene mucho miedo de sufrir el mismo destino. Estos otoques se monifestoron por vez.primero hoce dos oños y hon dodo lugor o vorios ingresos hospitolorios de urgencio. No se detectó ninguno potologío orgónico. Mientrqs que ol principio los otoques se presentobon codo dos meses, mós o menos, duronte el último semestre se hon vuelto mós frecuentes y suelen producirse vorios otoques por semono. Hoce un oño, tuvo su segundo hiio. . Lo: primeros sesiones se desorrolloron como teropio individuol y troboióbomos ospectos cognitivos: llevor un diorio, ejercicios de sens¡bil¡dod corporol y ejercicios de reloioción. Yo duronte lo tercero sesión, lo pociente informó que los otoques hobíon desoporecido por completo. Pero quedó uno sensocÍón de olormo, un temor o que volviesen los otoques. Con lo reducción de los otoques, lo pociente comenz6 o ocuporse mós de los cousos de los mismos. Comprobó que se ded¡cobo en exceso o los dos hÍios. Su ideol de modre ero el de uno persono que se entrego por completo o los hiios, que siempre estó fís¡cq y psíquícomente sono poro ellos y que estó en todo momenlo o su disposíción. Se sentío frocosodo porque estobo nervioso, estresodo y-desequÍlibrodo yo que trobolobo medio fornodo en un troboio c.uolíf¡codo y no dedicobo todo su rÍempo o los hi¡os. pensó en deiár de troboior poro estor o disposición obsoluto de ellos. En ieorío, Silvio reconoció enseguído que tenío que dístonciorse mós de los hi¡os y dedicor mós tiempo y energío q sí mísmo. Tompoco podío-permitir que su modre tomose tontos decisiones por ello. Pero, en el fondo, no deseobo en obsoluto distonciorse de sus hilos porque lo ded¡coción fotol o ellos le oportobo mucho sotisfocción emocionol. Con ello, corrío el riesgo de seguir los posos de su modre, que se hobío socrificodo por los hi¡os y hoy se queio omorgomente de su folto-de ogrodecimiento. Silvio notó que ello buscoboln los hi¡os lo sotÍsfocción ofectivo que le foltobo con su morido. Antes, hobío volcodo su ofecto en su morido. Pero él no reoccÍonobo. Entonces, Silvio compensó lo corencio ofectÍvo con los hi¡os. A pesor de que lo relo-
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ción con su modre ero problemótico, tqmbién ero ofectuoso, y osí podío soportor me[or lo fríoldod de su cónyuge. Hosio ohoro, ello no hobío discutido nunco con é1. En el cursodá lo teropio, comenzó o sufrir de monero codo vez mós evidente con lo reloción motrimoniol y quiso ofrontor el conflicto, hosto entonces evitodo, que tenío con su
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morido. A portir de lo octovo visito, Doniel, el morido, empezó o porticípor en los sesiones. Silvio le echobo en coro que se oburrío con él y que se hobío morchitodo o su lodo. Él un científico de reconocído "r éxito. Sin emborgo, se sentío frustrodo con Silvio porque decío que no recíbío ninguno otención de ello, yo que estobo concentrodo en los hi1os. Al principio de lo reloción, Sílvio estobo muy enomorodo de é1. Se sentío otroído por su firmezo sereno, que le infundío conf¡onzo y le dobo volor paro líberorse de sus podres. Pero después los hi¡os lo dominoron todo, y ello yo no se tomó mós tiempo poro cuidor su reloción omoroso. Silvio y su morido coyeron en un círculo vicioso: cuonto mós se Ímplicobq emocionolmehte Silvio con sus hi1os, mós se opogobo el motrimonio; cuonto mós se opogobo el motrimonio, mós se implicobo Sílvio con los hi¡os. Doniel pudo reconocer obiertomente que ero un hombre reservodo en sus sentimientos. Pero se sentío coh¡bido y ofectodo porque creío que no ero copoz de sotisfocer o su mu[er. Medio oño después de finolizor lo teropÍo, lo muier vino o verme poro reolizor uno enlrevísto de seguimíento. Ahoro yo ero copoz de confior el cuidodo de los hiios o uno niñero y estructurorse meior el dío. El hi¡o, que codo noche se metío en lo como de los podres, qceptobo ohoro dormÍr solo. Desde que finol¡zó lo teropio, hobío sufrído dos otoques de pónico en sendos conferencios que tenío que pronuncior. SÍn emborgo, pudo montener bojo control los otoques y nodie se dio cuentq. Lo tensión motrimoniol desoporeció cuondo Silvio deshechó lo ideo de que su morido ero copoz de combior con sólo proponérselo. Hobío tenido muchos oños lo esperonzo de combiorlo. Pero le hobío llegodo ol olmo que su morído dilero que estobo muy ofectodo por no ser copoz de sotisfocerlo y por depender tonto de ello. Lo reloción omoroso recobró el lugor de honor que se merecío. De monero que cuondo Silvio pudo poner límites mós cloros o los hi¡os, lo reloción se desorrolló de formo mós tronquilo y sotisfoctorio. Pero Silvío notó tombién que no se hobío distonciodo suficientemenie de sus podres -en porticulor de su modre- y que oún dependío qfectivomente de ellos. Por ello, su modre seguío interviníendo en exceso en los cues-
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tiones fomiliores. Así que Silvio pudo tombién defin¡r mós cloromente lo reloción con sus podres y comprender, y controlor meior, los reproches de que se ocupobo poco de ellos.
Este ejemplo demuestra cómo las compensaciones ernocionales con los hijos y los padres errtrañan el peligro de que se eviten los conflictos necesarios con Ia pareja y los desarrollos pendientes.
Le CONFIGURACIÓN DE UN MUNDo CoMÚN Hasta aqwí, hemos visto cómo Ia relación amorosa se desarrolla en la dinámica de una convivencia como un asunto privado entre dos arnantes. Pero más tarde o más telnprano, se plantearán estas cuestiones: ¿para qué todo esto? ¿cuál es el sentido y el futuró de Ia relación? Se desea que los demás -en especial, las personas de referencia: padres, herrnanos, amigos y compañeros de trabajo- sepan qr-le tenemos pareja y que nos recor:ozcan como tal. Queremos que piensen: "Estos dos se pertenecen mutuamente". La relación amorosa aspira a cÍearse un mundo interno y externo propios, un microcosmo dentro de un macrocosmo. En este sentido, se diferencia entre el mundo interno común y el mundo externo común (véase más detalles en 'Will i, 1997). El mundo interrto común
la etapa del enamoralniento, se funden los sistemas de constructos-personales y se produce una metamorfosis Qgr-1nte-
en la construccién éubjetiva de la realidad.-L-os- qriterios,r convicciones y escalas de valores personales existentes hasta ese rrromento se modifican y se formulan de nuevo cotno un sistema de constructos diádicos. Cualquier aspecto de la vida (ideología, política, religión o los aspectos prácticos del rnodo de vivir) se :utlliza para la construcción diádica de la realidad. No obstante, con el sistema de constructos diádicos convivirán los sistemas de constructos personales de ambos
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miembros de Ia pareia. Con frecuencia, los sistemas de constructos personales mantienen Llna relación tensa con el diádico. El sistema de constructos diádicos ha de incluir, al menos, las reglas de juego de la convivencia, es decir, las -buestiones prácticas qr-re regulan la convivencia en el mismo hoga¡la división entre el trabajo y la vida doméstica, la organización de las relaciones sociales cornr¡nes y la administración del dinero. Los sistemas de constructos personales tie_nén que ajustarse suficientemente al diádico, aunque no se ¡equiere una coincidencia total. El sistema de constructos diádtcos, en particular, las escalas de valores, las convicciones y las reglas de juego importantes para la relación de pare-ja, verlfica su validez implícitamente cada día cuando la pareja conversa o se enfada. Al hablar de otras personas, o de otras parejas, se comprueba cómo reacciona el otro, y, para ver cómo responde, se hac-e alusión a modificaciones que se quieren realizar Los éxitbs y los fracasos de los otros son los que confirrnan o cuestionan si el camino propio es correcto o no. En este sentido, las conversaciones de las parejas después de haber recibido invitados son particularmente aclaratorias. La creación de un mundo interno común conduce a que los rniembros de la pareja experimenten Lrna vivencia corno real sólo cuando se comunica a la pareja y ésta confirrna que se da por enterada. De esta forma, puede guardarse en el archivo de la mernoria común. Según se prolonga la relación, la rnemoria diádica adquiere cada vez rnás importancia. Los miembros de la pareja desarrollan conjuntamente una memoria estereoscópica, es decir, Lrna misma vivencia será recordada por los miembros de la pareja desde un punto de vista diferente, adquiriendo así el recuerdo una dimensión rnás profunda. Sobre todo a medida que se envejece, los miembros de la pareja aportan diferentes fragrnentos de los recuerdos, que se corrrplernentan y dibujan el recuerdo de forma rnás completa que lo haría la rnernoria de uno solo.
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relación amorosa como proceso
EI mundo exterTzo crend.o en común
el nicbo diádico (\üfilli, 1996) y abarca como tal todos los objetos animados e inanimados que pertenecen a la pareja y Es
llevan las huellas de su obra. Es la dimensión ecológica de la relación amorosa, a la que dedicamos una atención especial en la terapia. En primer lugar, se introduce a la nueva pareja en el nicho personal existente, en el círculo de amigos y conocidos. Al mismo tiempo, se produce una rnetamorfosis en el sistema de constructos internos por influencia de la pareja, pero también se llega a :uíra reforma del nicho personal externo, que se convierte en un nicho diádico. En ella, algunos amigos y conocidos dejan de ejercer su función y, en cambio, se incorporan otros. Con frecuencia, se busca el contacto con otras parejas que se encuentran más o menos en la misma etap^ de crecimiento personal en su relación. El diálogo y la comparación con ellos son importantes porque orientan. La esencia del nicho diádico como rnundo creado por uno mismo es el espa.cio babitable: la vivienda, los muebles adquiridos, los cuadros, las fotografías y los objetos expuestos. De esta rÍrarrera, nace un mlrndo propio en el que la pareja se hace visible a sí misrrra y se hace visible también para otras personas. Así como el sistema de constructos diádicos es una estructura interna, la vivienda confoÍtrra una estructura externa de la pareja. A pesar de que la importancia del círculo de amistades y de la vivienda propia no es igual para todas las pare jas, a menudo se puede decir: mostradme vuestro círculo de amistades o mostradme vuestra vivienda, y os diré quiénes sois. Hoy en día, cuando los miembros de la pareja deciden irse a vivir iuntos sin estar demasiado convencidos de ello, las circunstancias que hemos citado no tienen tanta importantcia. En estos casos, la cuestión es decidir quién se rnuda con quién. El que se muda se siente a menudo corno un invitado, cuando no como un intruso. No tiene la impresión de que se trata de su propia vivienda. Por regla general, es mejor buscar juntos una vivienda nueva con la que ambos estén identificados en la misma rnedida y de la que ambos puedan tornar posesión por igual. Cuando es la prirnera relación para
La atrtorrealización en el proce"o
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ambos, por regla general, se compran muebles y se "decora" la vivienda "para convertida en el nido propio", libre de cargas previas. Pero cuando se trata de un segundo o un tercer rnatrimonio casi nunca es posible borrar por completo las huellas de la vida anterior. Se llevarán a la vivienda objetos de las relaciones anteriores. Con frecuencia, la decoración externa refleia la situación interna; es decir,la pareja no podrá paftir de cero, sino que tendrán que convivir con objetos que fueron importantes en anteriores relaciones. Esto puede dar lugar a conflictos. Con la decoración de la vivienda o, incluso, con la construcción de una casa propia, se materializa la relación amorosa. Se crea un espacio que otorga tr'aycr estabilidad a la relación. Se crea algo que existe independientemente de los vaivenes de La relación amorosa. La relación se vivirá en un marco que ha creado u¡ra nueva realidad, cualitativamente diferente, que no desapárecerá con facilidad.
La creación de la familia El mundo externo creado en cornún adquiere una dimensión adicional con la creación de la familia. Los hijos se desarrollarán con su dinámica propia, y h.abrán consecuencias que los padres ya no podrán tener bajo control. Los hifos confieren un sentido más profundo a la relación amorosa. Son fruto del arnor. son la culminación del esfu erzo por crear en común algo vivo que va a sobrevivirles. Al mismo tiempo, dan la medida de Ia relación amorosa. Los hiios molestan, incluso a veces destruyen la convivencia de la pareja. Con frecuencia, la carga de trabajo es tan grande que a los miembros de la pareja no les queda tiempo para cuidar la relación y su vida sexual (o sólo pueden hacerlo a ratos libres, pero ya dernasiado cansados). con los hijos, aparecen las desigualdades de rol en la relación de pareja. Normalrnente, las madres son las que se sienten más perjudicadas en este aspecto. Las mujeres siguen asumiendo igual que antes la carga principal de las funciones de padre y rnadr,e, en parte por necesidad, pero también por iniciativa propia. Al mismo tiempo, se sien-
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proceso
ten perjudicadas en el plano laboral y reaccionan con envidia ante las posibilidades que el hombre puede aprovechar en su caffeÍa. Cuando esto ocurre, los hombres no pueden disfrutar de sus éxitos profesionales porqLre se sentirían responsables de la frustración de su mujer. El cuidado de hijos pequeños somete a los miernbros de la pareja a un grar: estrés. Pero la convivencia con los hijos tarnbién depara rnucha alegría, ternura y satisfacción. Lcts diferentes etapas de compromiso en la. crea,ción de urz muTzdo común
Hoy en día, muchas personas reaccionan de manera sensible ante la pérdida de su libertad y el inicio de relaciones de cornpromiso. Como la sociedad acepta una mayor diversidad de ior-r" de relación diáclicas y familiares, se tiene la posibilidad de elegír la forma de convivencia que más convenga. La rrtanera rnás sencilla de empezar a vivir juntos consiste en que Lrno de los dos se mude temporalmente a casa del otro, pero conservando al mismo tiempo sl.l vivienda. Se trata de quedarse a dormir algunas noches, pasar iuntos los fines de semarra, pero también de compartir estancias rnás prolongadas.
Corre ínayor riesgo quien se muda definitivamente a casa del otro y abandona su vivienda. No obstante, de esta manera Íro surge toclavía un comprorniso obligatorio. Con ello, uno se protege adernás del riesgo cle adquirir juntos una vivienda. El inconveniente puede ser que uno no se sienta realmente en su casa, sino más bien como un invitado. El compromis
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