Psicología de la Religión (fragmento)

April 24, 2018 | Author: Rubén Jiménez | Category: Psychology & Cognitive Science, Catholic Church, Faith, Socialization, Motivation
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Descripción: Fragmento...

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PSICOLOGIA DE LA RELIGIÓN Bernhard Grom

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[.rut,lt apoya

Pensamiento-interrogación

propios

= reflexión

Aprender mediante refuerzo externo y

Comportamiento/comprobación

confirmación social

autoiniciados

34

Entre socialización externa y autosocialización Las influencias sociales que contribuyen a la formación, transformación y conservación de una determinada religiosidad pueden explicarse com o aprendizaje a partir de un modelo, iprendizaje mediante instrucción y aprendizaje mediante refuerzo e.xterno 7 confiy.t.ación social. En cuanto elementos constitutivos de la socialización externa pueden incitar y apoyar una autosocialización basada en los siguientes procesós de aprendizaje individual: en la pirtencia.personal de lo gue, en un prlmer momento, sólo fue percibido en el modelo o a través de la instrucci ón y que se desarrolla con independencia de los controles y del refuerzo sociales, en la medida en que es vivido y experimentado como en sí mismo gratificante, es decir, como autorref orzante y deseable. Aquí descmpeñan un papel decisivo los motivos que determinan la vivencia y la conducta de una persona, debido a que dirigen la atención hacia las influencias externas y condicionan la capacidad de atracción de determinadas formas de vivencia y de ionducta religiosas. (Se dedicará el capítulo 3 al estudio de estos motivos.) Et el propio pensamiento: los interrogantes, las interpretaciones y las conclusiones personales con ayuda de los cuales se elaboran las concepciones religiosas del entorno y las experiencias que cada persona vive con ellas, según el nivel de desarrollo cognitivo y el interés que despierian los conocimientos filosóficos e ideológicos. En la condwcta y la comprobación ético-religiosa autoiniciadas, que Ponen en marcha la cooperación inicial, fuertemente mediattzada por el entorno. Por consiguiente, los influjos sociales y los p.o..tor de apren drzaje pueden incitar, mediante el aprendizale rndividual, una religiosidad en la que se asumen y se interiorizan -en mayor o menor medida- los motivos' los esquemas de reacción, las valoraciones y estrategias de superación determinantes para una persona. (En este esquema faka la indicación de que la persona que se social tza puede, a su vez, influir activamente en el entorno socializador.) Las siguientes reflexiones pretenden precisar esta .otti.p.ión de_ la iocialización y de la reoría del apre ndizaje y aplicarla a las mencionadas observaciones. 35

La religiosidad y sus condicionanres psicosociales

L Aprender a partir de un modelo: ¿ eué transmiten los

ejemploi?

Las vivencias

y las acrividades religiosas forman parte de hombr. ,pl..rde no po, i.fr erzo y generalización de una conducta irrnát, o sólo mediante ensayo y error, sino mediant e observación e imitación de..personas modélicas o ejemplaresr,. En los niños pequeños esto ocurre de form. .rponiánea y en gran mediáa irr.onr.i.rrte. El escriror Gottfiied Keller cuenra 9ue, cuando tenía 4 ó 5 años, aprendió a recitar para sí, a modo de ensayo y como iu_ los comporramienros que el

gando, eI Padrenues"tri que su madre

,"r^aí,;J*pr.".'o'

gran devoción y que fue as? como descubrió que orar es poder hablar con Dios grüne Heinrich, partep.i-.rr,

.rp:3t .(DtT La hipóresis psicoanalítica según la cual to, i;¡o', ri".,_ , den, merced a .r.tá .specie de d.rá de incorporación, a una

"identificación modéiica>> con sus padres, a quienes qri.r.r, igualar (S- Freud, GW 1.3, 1,15-l2i; 15,20) pued. ,y'"ár, , cornprender algo del carácter confuso)'.-á.io.r"l . irr.orrrciente que encierra en sí esta imitación en el caso de los niños

los adultos neuróticos. pero no explica las ..p..;;;, y io, adukos,'d. ;;;. ra coflscienre y.con independencia de ,u, p.dres o d. ,rirr.,.rlacione.s parecidas a las prt..rrr, -por .j.-plo, a través de un grupo juvenil fgrTl.d.g por -r.hachos d. ,r, misma edad, o de una asociación bíblica o un círculo de medit ación; g;;;i", a un relato sobre Albert Schweitzer o la madre Teresa.

o

de

selectivamenre vivid¿s por los jóvenes

un estudiante de teología, de 24 años de edad, que acababa de pa,"c..dote de +á enfermo d,e cán"lor, cer, a quien no había conocido hasra entonces, d.r.ribí" J.i ,;gr;.r;. sar dos meses en compañía d"e un

111f ,t:^tll:-:Uón

que le produjo: oB.M. (el sacárdotelqnía

q"t;;;;

ilTJ::ii:I't:'j:iT:.',';#iJ;1'"".T*;::*::rH:::J"1','fi:: ra de su muerre, poco después de su última

*ry

-irá.

ag.idecido a 8.M., porque me dio er ejemplo de una 'Me siento vida,y una rnuerre profundamenre...y.ni.r. ño hablé mucho con é1. percr trradtaDa protunda paz, tranquilidad, aceptación dc su desrino. vivía ole_ namente en la fe de que le esperaba una ,rid" m,r.h"

-a, i.r;";", i; íii"

36

Entre socialización externa y autosocializació' ('tcl-n¿r).;'unto a Dios. No sentía, por tanto, tristeza alguna r.r'clla. Todo esto n1c causti una pro.funda impresiónl

por su muerte te_ Y p...cisamentc por-

(luc a menudo mc rcsultaba^muy difícil ..".r. Mc p."gi,,.,r.r, ¿c.rr,ri.ruo rDi vida sobre bascs scguras? ¿Existe Dios? ¿Es fiime'el fu¡jam..ro t1u.c confío? B.M. fue para míél ejemplo de r., ho,',bre que l..u,;.." "n srluta fffmeza,.on toda seriedad .ó" confianza pl.l-ru.'ü. p.;f...;.",; ^u ," cl convincente ejemplo de cómo ,esulta posible géne.o cle'.ridl , pr.t;. 'u "ste dc un fe profundl Y. ayr-rda, cla valor ¡"rr¡".r-prm atreverme a crcL,r, tiimbién con mis dudas."

Puede comprenderse de una manera suficientemente satisfactoria este tipo de repercusiones del model. recurriendo

ir una interpretación ampliada del concepro de ..apre ndizaje a partir de un modeio" de A. Bandura. El punto d.iirirro d.'.rtc.ap.rendizaje se encuenrra, por lo qr. i,".. al árnbito éticoreligioso (qu. Bandura no ha inrrestigado), en el hecho d. lrr. permite que el observador experimente un autorrefuerzo'vicario. Puede percibir en otro, a quien respeta, hrrt" qué punto puede ser gratificante o pr.d. p.opoi.ionar firÁrri un^ determin ada actitud o la cbndu.iu qr. este orro testifica. Quien antes era arreligioso o indifer.nt., o sólo conocía la fe como una doctina, alcanza ah-ora a comprender la rcligiosidad como posibilidad vivencial positiv, y .o-o conducta de zupcración. Quien se veía parah-zado poi la comodidacl o las dudas sobre la posibilidad áe lle var l^ práctica un ideal reli^ gioso se sienre ahora alentado y estimuijo. Exempla trahwnt: los ejemplos arrasrran. Los modelos pueden .j.rá. también, sin duda, un cfccto dcsalcntador, .o-o .rn.rio alguien advierte, e' el caso,de algún parie'te o conociclo, firrt" qre punto. puede resultar opresora la religiosidad obsesirra y .r-

crupulosa de una persona. Pcro, con lo dicho hasta aquí no se explica qué características se presuponen en el modeio (¿prestigif, amabilidad...?) para qué pueda irradiar una j.t.r-ii ad,a eficacia ejemplarrzante, ni qué motivos debe rener el observador, ni gtÍ p..o.esos parciales se desarrollan enrre la observ acrón y la imitación de una acción o de una actitud. De toda, fo.Árr, estas reflexiones aclaran en parte la importancia y la diversi37

La religiosidad y sus condicionantcs psicosociales

dad de las influencias de los modelos en el ámbito de la religiosidad. Se comprende bien que los padres -de acuerdo con lo que indican las encuertur rnl.s citaáas- rengan una importancia _singular en cl proceso de socialización ieligiosa dá sus hijos. Se explic.a asimisrno por qué es ranro más piobable que éstos acepten las actitudes religioso-eclesiales d. rm padies cuanto más ¿rdvierten que su relación con ellos r. .r.r.t erjza por el afecto y por_ula actitud de cliálogo y compañerismo v la valoran como cálida. Así lo han preciiado diversas encues\X/eigert - D.L. Thomas, 1970; R.I_. Dudle¡ 1978; Pr_(t¿ D.R. Floge - G.II. Petrillo, 1978; H.M. Nelsen, 1gg1; R. Kóclrer, 1987; Allensbach, 1982; E.W. Ozorak, 1gg9). Las actitudes religiosas de los padres resultan convincentes y deseables cuando van unidas a relaciones correcras y .ordí"les. En este mismo_ presupuesro se basa el hecho de que el reconocimiento de los padres tenga tanra importancií para los niños, aspecto relevante del aprendizaje mediante refuerzo exrerno. Se alcanz¿1 también a ver por qué en prácticamenre todas las religioncs, adern¿ís de los padres, r,rn i-porrantes orros modelos a la hora dc transmitir y suscitar lá [e., ya se rrare de modelos "ls;¿nos>, que sc acercan a través de la narración y de los medios de comunicació', o , con los quc se mantiene un contacto inmediato. Intcntan conscguir una cficacia cjernplar dc carácter singularmcnte emociorral los ntt.rvimicntos cie cdificación cn los quc l.rr rcgri,i,rres.dan tc'stimonio", clc la ntancr¿ rnás dramática posibl., .,,., litiirgicos, asAnlblcas v lriediante cortos cscritos, y' nr..n,i hasta qr-ró ".t,,, punto sc sfcntcn, clespuós dc su c:onvcrsicin, rcconciliados, perdonadós, henchidos de senticlo, mientras qLle anrcs llevaban una vida vací¿r y dcsdichacla.

II.

Aprendizaje mediante instrwcción: ¿ comunicatirsa o adoctrinadora, interpretatizta o fundamentalista ?

La religiosidad se aprcnde no sólo a través de los n-rodelos, sino también mediant e ense ñanza o instrwcción, fanto oral como escrita. Esta instrucción puede consistir en las ex38

I Entre socialización externa y autosocialización ¡rlicaciones proporcionadas por los padres, en la predicación o las enseñanzas impartidas por los colaboradores de las cornunidades religiosas expresamente preparados para esta tarca, en el estudio de escritos o en conversaciones personales

con un eclesiástico, y pueden abarcar tanto la información cognitiva como la llamaday el estímulo emocional. Se mueve, cn casi todas las comunidades creyentes, entre varias tensiorres básicas, de las que -trascendiendo el contenido- surgen ciertas características típicas.

l. ¿Dirigiendo o sólo enseñando? Cuanto más se lleva a cabo la instrucción bajo la forma c{e dirección de personas concretas o de grupos pequeños, con mayor eficacia puede tener en cuenta las situaciones existenciales ,la capacidad de reacción emocional, las resistencias y las dificultades de comprensión de los participantes. Puede, cn tales casos) enseñar echando mano de las vivencias y experiencias personales (8. Grom, 1,986, 276ss) y transmitir ideas elaboradas mediante ejercitaciones comunes (en la familia, en un círculo de meditación, etc.) que tienen importancia emocional, siernpre que los discentes lo quie ran y no se lo impida la carencia cle la necesaria sensibilidad. Y, por el contrario, cuanto mayores sean los grupos a quienes se pretende instruir -por ejemplo, aiumnos de una clase, comunidades litúrgicas, audiencias televisivas- tanto más se conviertc en transmisión de conocimientos genéricos, teóricos, que tienden a primar lo cognitivo, salvo que se trate de predicaciones edificantes, con alto contenido emocional.

2. ¿Comunicatiaa o adoctrinadorai

IJna instrucción comunicativa, abierta, se caracteriza porque invita a quienes la reciben a una reflexión activa, basada bien en su propio modo de ver las cosas o bien en el co39

La religiosidad y sus condicionanres psicosociales

nocimiento de orras opiniones ideológicas, y porque promueve y refuerza esra actitud. una instrucciói aio.tii.rrá,rr" tiende, en cambig, , la aceptación arrefleja y la inculcación de la doctrina, sin dar espació a las expli.r.ion., personales. En la medida de lo posible, silencia Ls .lem.ntos disonanres, oculta las objeciones y las alternativas, o las menciona sólo de pasada y restándoles importancia. con este proceder, se pracrlca y se esrimula las más de las veces ur, ,i..ntalidad rigid,a, d.osmática y auro rrta,a, en detrimento del pens^-i.rrtJ ,r-

cional. (Para el dogmarismo, cf. anexo III.)

3.

¿

Interpretativa o fwndamentalista?

Las actuales religiones universales imparten ens eñanzas que dan respuesra a las más viejas pregunrri ,i. la humanidad,

formuladT 1 fijadas por escrir" hr.é ya muchos siglos -en Bhagavad Gita, en el swtra del Loto,ia Biblia, elborán y otros documentos*. se les plantea, por tanto, el proble-, de cómo.explicar la doctrina formuladi en u.rr le.,gl a antigua y en el horizonte de una cultura preindustrial y p"...i. ntifir^ los oyentes actuales, rnsertos en una situación .orr..prral dife-^ rente.

investigación soc.iopsicológica_ ha abordado esta mareria [ajo le"litéral o mitológica (= simbólica)", o liberal", "fundame.talista o generali tuior^,, (cf. R.A. Hunt,".u.rrg'.li."l rg72i F.M. Ethridge -J.R. Feagin, 1979). Erto, inrenros no sólo han re,iucido.i;;.blema al ámbito cristiano sino que han dificultado su solución, dcbijo al hecho.d" qlg. utilizan .otr..pto, poco claros. Sc recurre, por cjá-plo, a la e.xprcsión "liberal", aunquc.este término señala tarnbiéú urr"'.or...r¿ y dcterminada orientación ieológica dcntro clcl cristianismo quc r-,o ., ,.,-,cillamente el polo opuesro de'ia..errangélica". o bien se vincula al concepto.de fundamentalismo toda una rJri. d. co'vicciones de f" qu" ,. adscribían al movimicnto teológico del mismo nombre, q*. pu.á.-r". también calificado dc conservador o de orrodoxo. En sus orígcnes, el fundamcntalismo fue un movimienro protestante norteamericano que -siguiendo l¿rs ideas dc la serie de puÉlicaci,rnes The fundamentals:.A .testimony to the úuth (1910-1915)- irrt.rrtrb, nponerse al avance de la interpretáción crítica histórica de ia Biblia desar'roT-a

mas tales co]no.postura

40

! Entre socialización externa y autosocialización llada por la .teología liberal". Hacía responsable a esta teología de la pérdida de la fe registrada a finalcs del siglo xtx e insistía en la siguiente con-

vicción fundamental: la Biblia ha sido literalmente inspirada por Dios (inspiración r,'erbal) v está, por tanto, absolutamentc y hasta en sus me,-,.-,.., dctalles libre de ...o., de suerte que dcbe scr i.ric.p.etada al pie de la letra y no simbólicarncnte (pt>r cjernplo, las sentencias sobre el nacimicnto de Jesús de la Virgen María, la resurrección corporal, etc,). El nrovimicnto se ganó fama de orientaciórr antimodcrna cuando en los años 20 consigr-rió que se prohibicra enseñar en las escuelas públicas la teoría de la evc-¡lucicin de Darwin. La razón para ello era que, scgúr-r la Biblia, el hombre había sido creado a imagen y como semejanza de Dios v, por tanto, no desciende dcl mono. Con el correr dc los años, ei fundamentalismo cle EE,.UU. se ha ido asociando a diversos objetivos políticos v lroy día se lo cncuentra) corno tcnclencia hacia el literalismo bíblico, en tocl¿rs las confcsior-rcs cristianas. En cuanto tal, ticne importancia también bajo la óptica psicológica y, cn esta línca, dcbc ser cntendido aquí como una de las tcnsiones básica.s en que sc hallan instaladas toclas las religiones de larga tradición.

La pregunta es: ¿Debe aceptarse y transmitirse la tradicicin al pie de la letra (iiteralmente) -por así decirlo, sin tradtrcción- o debe ser reinterpretada ante las nuevas preguntas, conocimientos y desplazamtentos de los centros de gravedad? ¿Puede interpretarse sirnbólicamente, por poner un ejemplo, el relato de la creación del universo en seis días y la formación del primer hombre del "[¿¡ro de la tierra", para hacerlo compatible con la teoría de ia evolución? ¿Puede interpretarse la exclusión de las mujeres de la dirección de la comunidad en la época neotestamentaria como una disposición vinculada a un tiempo concreto: QU€ debe, por tanto, desaparecer al cambiar las circunstancias sociales y culturales ? Y lo mismo respecto de la posición de ia mujer en el judaísmo y el islam. La actitud interpretativa distingue entre la letra, qlle can-rbia, y el espíritu que permanece, y estima que debe úazarse una línea divisoria entre el espíritu de la experiencia originaria y sus formas de comprensión y d. expresión, condicionadas por el tiempo. Estas formas pueden incluir errores de tipo científico y limitaciones de tipo social, y sólo puede entenderse su irnportancra y significación para el mundo actual si se pone de relieve la intención central de las afir4l

t I .r r,'lr1ii.'si,l.r.l

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ct,nclicionantes psicosociales

ilt.t( trln('\ r' s,' l,r ,lt'j.r lr.rblrrr en la actual intelección del mun,1,, 1 .1,'l t o, t.lnrllión nlilrcada, a su vez, por las concepciones ,1.' l.r , it'nt'i.t nrtttlc'r¡ra.

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; litr ifftnonización cwltwral religiosa o t'n ltrotestd contracultural?

Las convicciones de fe y las normas de comportamiento y transmitidas por una comunidad religiosa se hallan insertas, respecto de las normas y valores que predominan en una cultura (o en la capa dominante), en la tensión entre conformidad y crítica, entre armonización cubural religiosa y protesta contra,cwltwral. Una comunidad religiosa puede socializar a sus miembros de tal modo que ni su doctrina de fe y d. costumbres ni su praxis irnpiiquen distanciamiento crítico frente a la cultura del entorno, ya sea porque -como en el confucianismo o el sintoísmo- desde el primer momento, o al menos durante un gran espacio de tiempo, se identificaba con é1, ya se a porque omite enfrentarse,. desde sus propras creencias, con las normas y los valores del entorno arreflejamente vividos o incluso conscientemente defendidos. En ambos casos) se acomoda a ellos de form a acrítica. Uno de los extremos es el configurado por Ia religión cwltural gue, en las sociedades occidentales, tiende a justificar, casi sin restricciones y sin presionar para introducir las necesarias modificaciones éticas y religiosas, los valores de la civilizactón científic a, técnica y política en cuyo seno vive. El ejemplo más frecuentemente citado a este propósito es lo que R.N. Bellah (1967) llamó "religión civil american¿". Quiere indicarse con esta expresión que, a despecho de la separación entre Iglesia y Estado, la mayoría de los ciudadanos cie los Estados Unidos, ya sean judíos o cristianos, y, en el caso de estos últimos, en casi todas las confesiones, admiten que el estilo de vida y la política de Norteam érica tienen un anclaje religioso que se expresa en determinadas convicciones, símbolos y ritos (po. ejemplo, en el Día de acción de gracias).Y, en este rcpresentadas

42

t Entresocializaciónexternayautosocialización democráscntirJo, recae sobre Estados IJnidos, con su política

ricayrepublicana,lamisicindegarant:t,zar'ellcuantonuevo justicia y ,.,,rehlo d. Dio, -."-" lo fue Ir.a-el en el pasado-, la t -- - 1988)' K'-M' Kodalle' i,,, pnt(H. Kleger - A. Müller, 1986; R.C.Vimberleyyt)tros(1976)hanir-rtentadoconstruirunaen_ de las siguientcs sobre .r,o ,=liiiin cirril n.r.,.n-..icana a partir rcsBallah: R.N. dc i.lcas "Dcbcríamos ii,-r"f".iones, .l.rirl"?i", clc las los

cLrcsra

dc {_)ios' Cuando ncrar la autoricJad clel Prcsiclcntc, porqLlc vienc una República crearon If:n;H;;;;;;; ,.,o, .ii..n ,, h óon,titución,

;;;;i;"-" ,i"grf... tyi"Á,' I:,s

un error p..).nr..

afirmacicin contraria,.quc sc debe rechazar:) es hoy la nación clcgida por Dios'"

qu. A*é.ica

oFamilia dcl Encarna el otro extremo, Por ejemplo' la Berg' llaDavid por f,,rrtdrin , Ílnult' de los años'60 ..revoiución por ",,.,o-, Jesút': y mado Moisós. D. Berg incitaba a la sistcma de los entendía .o.r .rr.r fif"Uras el abandono del econoErtr.lo, IJnidos, .l ádio al mundo de la política, de la rnundo un padres' los y mía,,Je las tgi.rinr, de las escueias. ciría en el año que ya no poclría cambi ar Y cú)/9 fit se produ la comuna Igg3. La respuesta correcta sería el ingreso en ;;";t; i.l ,-o..y.d: la obediencia que Berg pretendía crear con su comunidad del fin de los tiempos' mediante refwerzo externo y^confirmación social

III. Aprendizaje

de la cuando Ia dimensión religiosa conocida a través interiodcbe reflexión observación, la *r.ñrn, a y la ltopit de forma activa, rizarse cle modo permanenre y d.rrt.ollarse vivencias y los obliga -por rnuy ,tro.tiu" qré ,.r.rlte para las

s. v reliLa ;;;itt""r. x" Éry ,.ligión que 'o actuar coni,rri.ln.t puede recoffIPcnsar por sl mlsma' puede irrforr^nte puede revestir tanta importan,.'a para i"r,, "u,o ' arrostrar por su causa algunas. persona.s que estén dispuestas a una necesidad perlulclos socrales y perset''ciot"'' Pero no es

comodidade inter-eses cle la persolta- a superar averslones' pida. perseverancia'

43

Lr r ,'lrl'r,,ri,l,r,l y sLls co.dicio'antes psicosociales

r,r,rl)('r().\,r ('()'o el hambre, la sed, la seguridad física o el

rr'r r,r( )( rnicn[o social. Para

poder desarrollá.ra ,r.a.sita, ade-

nr,r\ f .lnt() cn el caso dc los niños como de los adultos_,

una

t rt'r r.r Pr'csión_ de expecta.tivas (control sociai) el refuerzo v )) l,r crttJ'irmación a rravés de las personas y de io, g.rpá, d. r.lc.c'ncia (los orros. significrnt.i). Estos ác,s influio, opoyan la cvolución desde el exterior, mientras que np..ád;r^¡"'^ p^r-

"l tir dc un modelo proporciona ,r., refuirzo vicário "rio. instrucción transmite puntos de vista personales.

i t,

Refuerzo externo

. El refwerzo externo significa , para la mayoría de las corrientes de la teoría del apre ndizaie,la mediáa y el proceso que permite que una determinada conducta sea más fácuenre y se mantenga durante más tiempo, ya sea a consecuencia de un condicionamiento clásico o de un condicionamienro operante. En los seres humanos -a diferencia de los animales- .rtos fenómenos de refuer zo están siempre más o menos influidos por procesos conscientes de valoración y decisión. El condicionamicnto clásico puede .rpli.r., por ejemplo, que determinados conceptor ..ligiosos ("p.lrÉ,-rr r.rg.rrivaS")' símbolos, ritos o cánticos, pueda. piouo.ar, de fár-, involunt aria, una reacción emoti,rá rg.udrbl. o d.rrgradable, lg8ún que estén vinculados n ."p.ri.ncias anrcriorá, ap"cibles o desapacible¡. por. ejemplo, en el espacio g..,r'"rr,r1{_si parlante la fiesta de Navidad, con^sus sím[-¡olór, ertá"asociada en mucha.s personas con vivencias infantiles de especial cercanía emocional en el círculo familiar, con regalo, y cultos litúrgicos henchidos de sentimiento. El condicionamiento operante (instrumental) explic a cómo las personas o lo.s grupos de referencia pr.á..rrproporclonar recompensas (o castigos) que satisfacen motivaciórr., más o menos extrínsecas, externis a lo religioso (H. Heckhausen, 1980, 611) y apoy^n la conducta re"ligiosa -.diarri. ventajas no religiosas. En las páginas que sigu.r, ,. menciona44

Entre socialización externa y autosocialización r,ín algunas de las posibilidades más destacadas de esta natur;Jeza.

l. Ventajas materiales, prestigio y apoyo social

No hay que pens ar

aquí en recomPensas directas, como

lor práres^dan a sus hijos cuando se comPortan como ., d.bido o lrr que gara ntizan las sectas cuando Procuran ganr.r. adeptos *.dir'"te la entrgg.r d: dinero o de alimentos. pueden darse recompensas también bajo formas indirectas y sociales. Así, en 1", ü*unidades religiosamente homogéneas y de pequeño o mediano tamaño puede.una.persona ganarse pertenenát p..rrigio de.ciudadano honorable en virtud de su actos lilos a regular cta auna asocración de fe o la asistencia contacmedio irl.gi.or. Pueden asimismo entablarse Por este ;;;;.rtechosos con porencrales clientes, colaboradores y so.ioJ comerciales. Esta circunstancia explica en part: por qué, la ranro en los Estados unidos como .tt Al.-ania Federal, Iglesia la a asistencia a los servicios religiosos y la pertenencta en las son más frecuentes en l* pób6cionet campesinas que y urbanas (M. Argyle - B. Beit-Halahmi, 1975). Lo: grupos jardines de los de través las comu.ridades"í"ligiosas pueden -a irl*.ir, los hospit"lir, lo, hogrres para anclanos, etc.- llevar a sus a cabo rareas eá,r.atirras y aslstenciales y ofrecer así miembros ayudas de vecindad, asesoramiento Par-? asuntos autoridades y, en fin, apgyo iliJi;;, o ..l"cionados con lasrePercusiones extrínsecas sino social. (Lo cual no sólo tiene a par.tff de un modelo y á". p.libilita, además,- el aprendízaj" la .ó.rfirmación social.) También se explic a así, entre otras .orur, por qué tanto l, p.rt"nencia a la.Iglesia como la activilos d"d ..iigiosa priv"d" .rtán tan extendidai en los países en mediante compensar q.r. l* io-'nidades creyentes intentan de sus miembros las deficiencias .'l .o*promiso social ^fáro, y de las instituciones sociales: en Estados unidos .en. gene-ral ;;.;;r", p"Ufaciones de color en especial (R.J. Ttylo.. L.M' en chatters, 1988) y en algunas regionés de América Latina' l,rs que

45

La religiosidad y sus condicionanres psicosociales las que se han desarroilado comunidades de base que desem_ peñan rareas sociales de vitar i.,rporrrrr.lr. y se exprica ram_ bién, en parre, por qué en,los tj;;;;;.;r;r'::;';_plia seguridad social n..rigo ,lel Ertaj", ;r;;;1, p.;;;;;;;j;; ,". Iglesia como la asisreñcia al curi; il;ocedido mucho más acusadamente que en otras ..gion.r, qri.rr.s siguen practidos cosas lo hacen ya, prácti.^_",.r",

por

ffi*"r:rtas

li

causa

2. Legitimación y defensa de valores anre Ia opinión pública

Una comunidad de fe puede ser interesanre para sus miembros también porqu. ¿.ri."á. ;;;';;';;ilt;"ui11,,., valores y objetivor profn,ros por t", qr."rienten profunda es_ y. los legitima y revaro ríza gracias a una funcJamenra_ 'iTr'reJigiosa últi-..-Respecto ción d.i;á;;iJri.;0,, a ser miem_ bro de una cornunidacr i. f., r pr;;;il. .., sus acros y a educar a los hijos ae acucrdo con'l;, p;-i;pios en qlre dicha comunidad se inspira, puede ser impo;;;;, en dererminadas circunstancias, ,16.rr.'.omprendido por ella en y los valor., .ir.r,tr"ri"r.ior"l., ro relativo a y culturales l:::l:,:.lvos y senrrrse apoyado -o no- en el escen.rio púdli;;.";;." ejemplo de éllo c's la vitaridad, a. popurar poraca, que extrae su fuerz.a, por un rado, ,rr"p;;; d. lát comunidacles camDe_ srnas Y, por otro, de su función de paladín d; l;l;irrí)"1, U " idemidad nacion,al (V. piwowa,,t;i tiá-áj,."

3. Vinculación emocional y pertenencia al grupo

Uno de lo

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la instrucción religiosa i1 +' i,',i,fi ,Í ., i?T por ests mecrlo, f,u., consrguen el reconocimiento paterno y .onrálidan ,,, uiilulación afectiva con ellos. La satisfaccián de esra necesiclad ?j'

significa casi

46

Entre socialización externa y autosocialización

sicrnpre para los niños mucho más que una simple recompenmaterial. Este refuerzo externo, cuando va unido a un ,r¡rrendiz aje a partir de un modelo y a Ia instrucción, puede contribuir -como indican numerosas biografías- a una interiorización profundamente personalizada de la religión. Si no ocurre así, la religiosidad que se acepta se enraíza esencialmente en la necesidad de pertenencia a la familia y, una yez consumadala separación familiar, ya no despierta interés. En los jóvenes y adultos puede estar apoyada también en la necesidad de "lazos o relaciones sociales', (H.A. Murray), es decir, de pertenencia al grupo. Los encuentros de grupos religiosos, los actos litúrgicos configurados bajo formas participativas y las peregrinaciones pueden tener y mantener su valor propio en virtud de las vivencias comunitarias en una atmósfera libre de la presión del rendimiento y de la competencia. Cuando es éste el motivo principal, los participantes viven estos encuentros cada vez más como reuniones profanas de asociaciones, fiestas de empresa, grupos psicológicos, etc. También las solemnidades con que una comunidad de fe celebra los nacimientos, bodas, jubileos y entierros pueden convertirse en importante motivo -con independencia de su contenido religioso- en un sentido inespecífico. Estas celebraciones interpelan a veces a personas por otro lado indiferentes respecto de los ideales y las convicciones de su comunidad de fe, pero que se niegan, por otra parte, a conformarse con el odesencanto>> que caracteriza, según Max Weber, al mundo moderno. .s:r

Confirmación social Los padres y las personas de referencia que cultivan actitudes religiosas satisfacen también la necesidad -tanto emocional como cognitiva- de confirmación social. A diferencia de la confirmación individual entendida en el sentido de las teorías cognitivas del aprendrzaje, el concepto de confirma47

l ..r

r','ligi.siclacl y sus condicionanres psicosociales

¡,rr s,t'¡.rl ¡',rctcndc insistir en la circunstancia, destacada por l.,s ¡rsi.tilrg.s sociales y los sociólogos, de que la .o;rr.id.rr,'i.r tlr' l,r.s ¡rropias opinignes con lasl. lo, árro, significan_ r('.s' c()rtribuye a consolidarlas, en cuanto que y. ,i simple lrrcsc'cia -lo qug en los casos concretos i.r.l.ri, -.rrrdo ^ rna convicción i.dgujr;{a mediante instrucción- le asegura la lg::rrlia plausibilidad (P.L. Berger - T. Luck-rr,'j 1969, 165) y le confie re certeza contra l"I impugnacione, irrtárrr* y ,

externas.

La confirmación social hace que pare zca plausible y razonable lo que una persona o utr gr.tpo d. p..ronas a l^ q.r. se profesa esrima admiten como o-b,,ir-.nte válido. Eq"i"rt. a algo así como: olJna convicción o una práctica compr.tid, pof *l:has personas instruida: ro pu.d. ser falsa. y i, or., todas ellas, en conjunro,_ y alo largo^del tiempo, han ..fi.lonado sobre el tema mucho más de"lo que p"áaá hr;* t;;"lo. No se les habrían escapado lo, ..io.., y probable'm..rr. tienen ellos -y e\especial ir, ."p.rros, lor tá¿iogos-;;t;r., razones a favor de nuestrafe de^las que yo, r., p".of"no l, materia, soy capaz de elaborar., y aií, lr, .orrücciones "r, reli_ giosas de un c.F. von \x/eizsácker pueden testificar a un creyente que las ciencirrs naturaler ron perfectamente conciliables_ con la fe, aunque no cono ,r^ ,oi detalle ni haya;.Ji;" do los problemrr inh.rentes a esta cuestión. D.l mismo modo gr: .1. aprendizaie a partir de un modelo p..-ir. una satisfacción vicaria (auiorref uerzo), también'la confi "i"i. rmación social transmite un conaencimiento aicario una capaci_ ), dad de asentimiento. Las actitudes ..dogmáticas,, se contentan con la confirmación que prestan las áutoridad., qr. ,.ro mismo ha elegido como inlei (cf. anexo III). H^y otr, ,.titud, menos dogm átrca, que consiste en de momento "d-itir u.na dependencia r.rp..tó de la opinión de los experros, pero sin rehuir el esfu erzo por buscar respuestas perso.rrl.r' á lo, problemas. J.-P. Deconchy (1971; 19so) ir-uentó demosrrar la existencia de un mecanismo psicosocial para superar la inseguridad que se registra en los 48

T Entre socialización externa y autosocialización miembros de grupos de orientación "ideológica", es decir, religiosa, filosófica, política o artística. Consistiría en que los pertenecientcs al grupc) intentarían compensar el "déficit dc racionalidad" propio dc lo religioso que los inquicta mediante una más firmc adaptacicin a la autoridad clel grupo y a su regulación ..ortocloxa" dc la doctrina: seguridad rncdiantc adaptación, casi sin prestar ater-rción al contenido dc las convicciones. Esta cstratcgia transrnite seguridad. De todas formas, Deconchy no analizó nunca las caractcrísticas personalcs quc predisponen a cllo y consi-

deró que la prcgunta sobre "pcrsonalidacl autoritaria" (T.\l. Adorno y otros), "dogmatismo" (M. Rokeach), o "rcligiosidad intrínseca o respcctivamente extrínseca,, (G.\f. Allport - J.M. Ross) es demasiado clínica. Se limitó, por tanto, a describir un posible mecanismo y no pudo explicar cuándo entra en ;rcción ni cuándo pucdc superarsc una inscguridad

por otros mcdios totalmcntc difcrcntcs, por cjcmplo, mcdiante rcinterpretación o a través dc una tarca cle convicción. L. Fcstinger y otros (1956) pro¡-rusicron, cn la óptic;r dc la tcoría dc la disonancia cognitiva, una hipótesis cspecialmcnte pcnsada para superar la inseguridad que provoca una profecía sobrc cl fin del mundo no cumplida. Scgún ella, los creycntcs superan la incertidumbre quc se producc cn cstc caso "soliclificanclo" dentro dcl grupo y cntrc los dc su r.nismo parecer la afirmacií'¡n desmentida y dcsnrontando la disonancia cognitiva mediantc rcdobl;rclos esfucrzos misioneros, porquc cl aumento dcl número cie scguidores I'rabla a favor cle la verdad dc la fc coml-ratid¿r. Pero Fcstingcr v sus colaboradores pasaron por alto que lo que cl grupo por cllos obscrv,rclo (y quc espcraba p¿1ra un día concreto una ir-runclación devastadora cn I-ake City, dc la que scrían salvados por medio de platillos volantcs) difundió rnás tardc no fue su crccncia *no curnplida- cn cl plazo, sino una reintcrprctación (Dios l-rabría pcrclonado a la humanidad por.la fidelidad de los creyentes qlre cspcraban el fin) y quc los csfuerzos misioneros presuponen una ceÍteza previa, no surgida com() resultado de los éxitos dc la misión. No advirtieron que una cosa es la búsquccla dc confin'nacicin social ante los clel misrro parcccr y la reintcrprctacií>n dc una profccía fallida y otra mulz 6li5¡lnta dcdicarse a activicladcs misioncras. Así, por cjcmplo, un grupo dc pcntccostalistas, en una situación parecida, sc contentó con una explic:ación reinterprctativa, sin forzar la conquista de nuevos micmbros (f.A. Hardyck - M. Braden,1962).

Grupo religioso y sociedad total

El anterior análisis se limitaba a las influencias ejercidas por las personas y los grupos de referencia. Pero cabe suponer que también de la cultura y de la opinión pública de la 49

[.¿ rclisiosidad y sus condiciorlanres psicosociales

s.rcicclacl perturbadorcs, aumcntar su cociente intelectual y curar sus trastornos psicosomáticos. Una de sus ofertas es un cursillo que "hacc pasar al estudiantc por cualquier espccialid¿61", aSí corto una cura antidroga que "devuelve directamente (a los drogadictos) a la vida sin síndromes de abstlnencia en un viaje en cohete, sin dolor y sin moles¡i¿5" (L.R. Hubbard). Según las obscrvaciones de J. Lofland - R. Stark (1965) y J.V. Downton (1980), son tres los presupruestos que predisponen para el ingreso en un movimiento rleorreligioso: un descontento largo tiempo arrastradc) ya sea a causa de dificultades psíquicas o familiares o provocado por la insatisfacción del estilo dc vida convcncional, la csperanza de poder solucionar sus problemas por caminos espirituales religiosos y no políticos ni psicoterapéuticos, y el convencimiento de que debe l¡uscarse esta solución en grupos situados al rnargen de las religiones tradicionales. De los 30 miembros del movimiento neosannyas entrevistados por G. Klosinski (1985), el 80 % había iniciado curas psicoterapéuticas antcs de entrar en contacto con el movimiento. De los 106 seguidores activos de diversos grupos neorreligiosos encuestados por S. Lcvine (1978), el 80 "/. adujeron rnotivaciones intraanímicas c interhumanas y sólo cl 20 t/" razones espirituales corno causa determinante de su incorporación al grLlpo.

Entre 57 personas que antes habían pertenecido básicamentc a la Iglcsia dc la Unificación del coreano San Myung Moon (nacido en 1920) 66

Entre el estímulo espiritual y el menoscabo psíquico

r .r l,r Cientología, F. Pctermann comprobó (1984) que el motivo más lrt'cucnte de su ingreso había sido el desco de hallar protección en un riru[)o, unido al interés por los problemas de la fe v dcl sentido de la vida. Toda instrucción espiritual intensiva presupone en los l),u-ticipantes la correspondiente carga y en el director la ne( ('siu'ra clrcunspección, y puede fracasar si falla una de estas ,1,,s condiciones. En muchos de los grupos de reciente crea. itin, el peligro de este fracaso y de la generación de daños ¡,síquicos es más probable que en los grupos intensivos de las ,t'ligiones tradicionales ya por la simple razón de que es mar,,r' cl promedio de sus miembros que arrastran problemas de ,'st:r índole para cuyo tratamiento no están capacitados los dir('ctores, que sólo en contados casos tienen formación psicol,igica.

II. El grupa: ¿Una atmósfera que dpoya o que generrr adicción al grupo?

Todo grupo religioso intensivo fome ntará entre sus un clima de confianza mutua que garantice el an'rricmbros lrclado ideal comunitario y un intercambio emocionalmente irrr¡rortante, es decir, un aprendtzaje eftcaz apartrr de un moinstrucción, del refuerzo y de la confirmación. No ,lcbc ignorarse que existe el peligro de que la pertenencia al srupo que aquí se desarrolla puede significar para algunos nricmbros un valor de recompensa y autoestima tan elevado (lue se adapten con excesiva rapidez a sus normas y expectativ.rs y no poseanya la libertad suficiente para comprobar si el i,lcal del grupo responde al suyo propio, porque experimenr.rr1 como una pérdida sensible la posibilidad de distanciartc del calor y de la confirmación de autoestima que el grupo .lclc>, de la

ll'l1l1smlte.

Esta dependencia emocional es casi inevitable cuando los iliados tienen una acusada necesidad de afecto y están uni..los al grupo mediante un love bombing expresamente desea.rf

67

La religiosidad y sus condicionantes psicosociales

do. Loae bombing significa que algunos grupos reciben con un afecto absolutamente desbordante a los miembros que acuden por vez primera a los cursillos y seminarios de fin de semana: se alaba cada una de sus observaciones o sus colaboraciones, se les dan muestras de amor maternal a través de miradas íntimas e intensas, se les obsequia con regalos de dulces, frutas o chocolatinas y se les manifiesta en todo momento y ocasión la gran impb.t".rcia del grupo o ,.familia,,. De parecida man era actitan los grupos de orientación psicoespiritual. Así, por ejemplo, el movimiento neosannyas de Bhagwan pone énfasis en la afirmación de que entre ellos se puede ser débil y espontáneo como un niño y pueden llorarse las heridas recibidas en el pasad o, para extraer nuevas energías pa.ra el futuro. La invitación va unida con frecuencia a ejercicios que fuerzan el desmontaje de los mecanismos de defensa y crean una conftanza ilimitada en el grupo: masajes profund os (rolfins: €n referencia a I.O. Rolf), terapia del grito primal (según A. Janov), o de vivencia del parto (rebirtbing, según L. Orr). "Son sobre todo las personas que viven marginadas de la familia o han sido niños problemáticos con perturbaciones psicosomáticas las que más experimentan, al entrar en el movlmiento (neosannyas), una especie de aceptación en el seno de la'santa gran familia'" (G. Klosinski, 1985, 13s).

Bajo la óptica de la teoría del aprendrzaje, eI love bombing puede convertir Ia satisfacción de las desmedidas necesidades de afecto y de confirmación en un reforzamiento tan relevante Que, por su causa, se acepten limitaciones extraordinarias, hasta el punto de que no sólo no se considere deseable sino que más bien se estime como pérdida una cierta autonomía frente al grupo. Desde un punto de vista psicoanalítico, el loae bombing activa los deseos narcisistas regresivos que empujan hacia la fusión con un amor y una magnitud ilimitados de los que se depende mientras exista una fijación a ellos. Ambos modelos pcrmiten comprender por qué hay seguidores de los cultos que desempeñan trabajos penosos, distribuyen material de propaganda o piden limosna, con tal de ser 68

Entre el estímulo espiritual v el menoscabo psíquico acepta.dos y reconocidos por el grupo l.qu. éste pueda, a su vez, ejercer un estricto control sobre ellos. Y aunque en un prrmer momento los adeptos hayan podido comprometerse en la escena pública por motivos puramente emocionales, más adelante asumen con total disposición la justificación espiritual y la ideología que .se les ofrece, porque les ayuda a conservar su propla autoestuna. El lor:e bombing es algo inespecífico, que puede darse en todo grupo y en toda relación de doble sentido. A través de una vía específicame nte espiritual pueden contribu tr a la activación dc los deseos afectivos las siguientes convicciones: la pretensión de poner en práctica el ideal supremo de la comunidad y de ser la "verdadera famili2" (la Igle.sia de la Unificación) o la "familia del amor>> iluminada y querida por Dios (D. Berg). Los deseos de grand eza se ven activados en virtud de la idea de que el movimiento posee una concepción del universo superior a la de la masa común y sólo accesible a una elite, o de que únicamente este movimiento conoce el camino hacia la "luz divina" (Diuine Light Mission), hacia la "energía cósmica" (neosannyas) y la "lib erad total" (Cien-

tología).

Ejemplo. El relato de una mujer de 27 años permite rastrear la seguridad, el cobijo, el calor v la energía ilimitadas que pueden experimentar en uno de estos grupos sobre todo las personas que nunca se sintieron comprendidas por sus padres..Esta mujer describe la relación con sus progenitores conlo tensa y halrla de sus frecuentes dolorcs de cabeza, lipotimias, fobias cordialcs y angustias mortales. En un primer momento intentó abrirse camino entre drogadictos, personas políticamente corllprometicias y partidarios de un e stilo de vida alternativo. Al ree ncontrarse con un antiguo anrigo, que vivía en Poona, en el ashram de Bhagwan Rajneesh, sintió el deseo dc ..sumergirse en la corrientc dc aquel entusiasmo y aquclla energía". Cinco años más tarde entró en un centro alemán neosannyas y describió con las siguicntes palabras sus vivencias en aquella comunidad de más de 100 n-riembros: ,.De pronto, tuve la sensación de que volvía a casa. Me disolví corno un bloquc de hielo y noté cómo brotaba de mi vientre el calor, cómo ascendía... Luego todos enrpezaron a cantar. Sentí que era totalmentc aceptada, que entraba en la familia sanyasin... Experimenté l¿r sensación real de que se abría una puerta, de que había estado hasta entonces en el frío del exterior y de que ahora, 69

La religiosidad y sus condicionantes psicosociales

por fin, estaba limpia y entraba al calor... Y aquello fue para mí una experiencia absolutamente fundamental que todavía hov día me sostiene" (G. Klosinski, 1985, 113).

III. El íntegro y experimentado. El hinduismo asigna este papel al guru, el budismo al lama ttbetano o al roshi japonés, el sufismo al sbihh, el jasidismo judío al saddik, el cristianismo ortodoxo al starez y la Iglesia católica al director espiritual. La ma\/or parte de estas tradiciones ciásicas piden al "ii5.ipulo" obediencia al maestro, porque sólo así pueden evitarse los autoengaños espirituales v los peligros psíquicos. Pero también previenen contra los charlatanes y explotadores y exigen que los maestros se atengan a la tradición y a los libros santos, que son vinculantes para todos. Aclemás, dan por supuesto que la relación maestro-discípulo se limita a la dirección espiritual y qrre, incluso dentro de este ámbito, se tiende a capacrtar cada vcz más al discípulo para asumir sus propias responsabilidades. Las tradiciones indias cnseñan, por ejemplo, que al cabo de cierto tiernpo cl discípulo debe seguir a su "director interio¡" (en sánscrito antaryamin) (R. Hummel, 1984; H. Ralston, 1989). Ignacio de Loyola (1491-1556), en sus Ejercicios espirituales, desea que el director incline al cjercitando a entender sus prop-rios impulsos (". B). Además, el director no debe influir en la elección de vida, sino "dexe inmediate obrar al Criador con la criatu ra, y a la crtatura con su Criador y Señor" (n. 15). Se dan, sin embargo, casos individuales que pasan por alto estas tradiciones y provocan una dependencia emocional qlle supera incluso la antes descrita frente al grupo. Al parece r, estc peligro es particularmente amen azador respecto de los fundadores carismáticos de los nuevos movimientos reli70

Entre el estímulo espiritual y ei menoscabo psíquico riiosos y entre los directores de grupos que se sitúan a gran ,listancia de las tradiciones y de las instituciones espirituales ,r..'r-cditadas y atraen, además, a seguidores necesitados de ,,,nfirmación. Así, por ejemplo, de entre 40 hombres y mujeres de diversos grul',,s .cligiosos autoritarios cncuestados por J. Jacobs (1987), el 43 %,

nriurtuvo su fe en el director del movimiento incluso después de haber .,l,.rrrdonado el grupo. El restante5T "A se había distanciado de él cuando ,,,' sinticron desengañados por sus injustas acusaciones, sus castigos, su lrcrrnctismo, su lujo e incluso sus abusos sexuales contra las adeptas. l't'r'o sólo llegaron a estc distanciamiento al cabo de largas luchas contra .,rr propio deseo de negar o de justificar aquella conducta, y aun así con l)('r'r¿1 por la pérdida del maestro amado. Era también muy acusada la anrirrstia de tener que confesar que habían confiado en y servido a un homl,rt clue no lo merecía. A. Dcutsch (1980) ha escrito que de un grupo de I I scguidores dc un guru,6 de ellos se rnantuvicron fieles a él incluso a l)t's¿r de que se fue tornando cada vez más irnprcvisible, caprichoso y r r.tlCl

.

La relación (en el ámbito de la teoría del aprendiza)e) ('()n un director o un líder "carismático" (M. \íeber) y la trrrnsferencia a é1 (en el nivel psicoanalítico) pueden estar motivadas no sólo por ideaies espirituales, sino también por rn,rrcados deseos de afecto) reconocimiento, segu rrdad y *randeza ilimitados. IJna vez vividos y experimentados como Iucnte de suprema satisfacción, apenas es ya posible renunt'i¿rr a ellos. La correspondiente actitud de admiraci6n 1, obe,licncia de los seguidores puede, a su vez, estimular los deseos ..lc prestigio y poder del director o del líder (contratrasferent'ia) e inducirle a un comportamiento y una autoexaltación cspiritual que satisface con mayor eficacta aún las necesidades ..lc sus adeptos. Cuanto mayor es la fijación de éstos en sus propios deseos, mayor será la probabilidacl de que surja una ..lcpendencia emocional unida a una reducción de la capaci.l,rd de distanciamiento crítico y avna disposición a ia sobrei.lentificación y la sob readapación: en definitiva, al sometinriento a la autoridad. Esta dependencia emocional puede gir-;rr en torno a diversos centros de gravedad. 71

La religiosidad y sus condicionantes psicosociales 1) Un líder que se presenta y actúa con elevadas pretensiones morales y terapéuticas y altas exigencias categóricas puede convertirse en modelo en el que sus seguidores ven curnplido -o al que, resp€ctivamente, transfieren- su ideal del yo y su rigorismo ético. Es el noble y el sabio que ellos mismos querrían (componente narcisista que determina la autoestima) y deberían ser (componente compulsivo clel superego), una mezcla de exaltados sentimientos de autoestima y de rigurosa conciencia del deber. Un jovcn c1c 19 años cscribiír cn su diario, tras su conversión a la Iglcsia de la Unificación, que sus ¿-rnteriores idcas sobrc Dios, el scntido dc la vida y cl pccado habían descmbocado ahora en una "maravillosa rclación idcal. El mayor regalo es la presencia del Mesías (se reficre a Moon). Abre abundantcs fucntcs de cnergía, csperanza y fucrza. Pcro aparccen también con claridad las innurnerables dificultadcs y los obstáculos puestos por el rnal" (O. von Hammerstein, Ich uar ein Munit,, Munich 1980, 21).

Al invocar los altos ideales que su movimiento encarna y a cuyo servicio se entrega) un dirigente puecle impedir las ac-

titudes críticas y justificar la sobreadaptación. El noble objetivo a cuya implantación ha sido llamado mediante la iluminación meditativa, las revelaciones procedentes del mundo sobrehumano o su posición dentro de una jerarquía, desenmascaran las dudas, las ideas contrarias y la crítlca como oposición repudiable contra la gran obra: se exige sumisión. I.os dirigentes psicocspirituales impiden los enfrentamicntos v

las

tcndencias críticas cuando -por cjemplo, Bhagwan Rajnccsh o Maharaj Ji- rcchazan con mofa las dudas y objecioncs de los seguidores achacándolas a la obstinación y cl hipcrracionalismo del ego occidcntal, que arrebata la cncrgía a l;rs personas v las convicrte cr-l neurótic-as. Tambión la asociación católica conscrvadora dcl Opus Dei está expLresta al pcligro cie reprirnir la capacidad crítica cuando espera de sus rnicmbros dc plcno clerecho quc obcdczcan sin resistencia krs consejos v las instruccioncs que lcs da cl dircctor cspiritual al final dc las cntrevist¿rs a plazos rcgr.rlarcs -sin dcsarrollarlas en un diálogo conrún-, aducicndo

como razón no sírlo la mayor cxpcricncia del director, sir-ro también cl hcc:ho dc quc conocc cl t'rpostoladr-r clel afiliado, sabc lo que Dios quiere 72

f Entre el estímulo espiritual y el menoscabo psíquico ..lc ól y dispone de "más gracia, una gracia especial, gr:rcia de estado". Sin ,lrrc falte la indicación de que el infcrior carcce dc compctcncia para juzs,rr las decisiones de su superior: "¿Quién eres tú para juzgar el aciertc-r .lcl superi or?" (Camino, n. 457).

2) rJn dirigente carismático puede presentarse a sí misnro con tal eficacia como transmisor de conocimientos super-iores y de fuerzas liberadoras que sus seguidores le atribuyan la capacidad poco menos que mágica de solucionar sus 1'rroblemas, ya sean corporales, espiriruales o sociales, al morlo corno algunos pacientes confieren inconscientemente a un nrédico o a un psicoterapeuta, en una primera irrupción de confianza y esperanza, vna capacidad de curación ilimitada y rrjena a toda reflexión crítica. Y no sólo pueden esperar del líclcr o del director ayuda, sino desear también participar de su prestigio, sabiduría y poder,ideahzados y tenidos por ilimitaclos, para compensar así sus complejos de inferioridad y sus scntimientos de impotencia y para vivir v experimentar en él .su Lrna rigurosa, esrricta y tabuizada piedad 104

Los ntotivos intrínsccos

cle la rcligiosiciad

previa a aquélla. También supo vcr que la. rcligiosidad ,,l,rcriua ,,,,.g" ,i.,t-,prc en el marco de una obscsión generaliz.rtlrr y de laTorma.ió.t.l"l superego I q.r" esta última se basa t'rr una determinada interacción con las personas con las que st, cstablecen los prinreros contactos. Pero debc considerarse .lucl. Hablan también a favor de csta hipótesi! algunos ejemplos de psicoterapia en los que r"rr-, p.ogr"ri,ro fort"aleci_ tli:ltg {e.l yo no desemboca c,n ei aba,-,clo,.,Jd" u.," rcligiosi_ dad inicialmenre .bsesiva, sino en su rransformación, f"'rtr"rada de angustias (.f. p. 146ss).

N.

dcbc conccdersc credibilid¿tl científica a la rcntati'a tlc S. Irreucr

clc corrobc,rar con cl¿rc.rs dc la historia dc ras .ciijior*, ,., rripJi"ri. á. r" ncurosis obsesiva. En ¡'r¡i¡1c¡ lugar, nos cs clcscc,riocido l, .r"t" remprana de la cultura v de la riligió'r dc'-ra humaniclad, r.a qr. l,los prinritir.,s" h¿n .r liucio,r¿do trrnf u.o..J., .qr.l n;r.i .-,.i*;nl.;o. pucdc .lel-t.¡r.lersc J.r.tc.sis .1. qu.: rr.l¿s'].r, ,..llgii,;',.:, ,.. i,.;' j:,r.;,.,

,

\,,

rá,,.ir"l;;':;r.

ll¿do a p:rrtir del rore'rismo. El i,rtento de rcconstrucción de S. Fre¡.rd prcsupone' sin justificación-alguna, quc es lícito pasar de algo tan indrvidual com. una zoofobi. infaniil a otia rcalidad t,ln ,o.io.rñ".J'..rr., .r t.temismo, v cilo aun.pr-escindicndo clel hecho dc que ,n" i.i ,ooior,;. pue, corrobora las expericncias disuasorias o consoladoras: "Sólo manteniéndome licl a la norma podré escapar al peligro de la pérdida de autot'stima, evitar los sentimientos de vergü enza y culpa y vivir cn paz conmigo (y con Dios)." Esta obligación autoimpuesta, este deber de conciencia y ('stc autocontrol no sólo son recompensados y reforzados 133

La rcligiosidad y sus condicionantes psíqurcos

por el e.ntorno, sino que proporcionan además al adolescente autoestlma, contento y segundad. La coerción interior posibili,", en efecto, el ".rto.ótttrol mor al y Ia implantación de .rorrn", sociales frente a los impulsos antisociales como la ajr.rió.r, el robo o la mentira. Facilita asimismo el logro de oi;.tiuos erpi.ituales, como la oración o la asistencia a los actoé litú.gicós, contra ocasionales desánimos. Así, pues' aunque por camlnos indirectos, el deber de conciencia no patológlco proporclona también, siempre, satis.facción. cuando niño, d. 8 y 9 años de edad dan durante algún tiempo pruebas J. ,n .sfe.irl celo religioso, esta actitud puede depender de gue, ul hilo de la formición de un fuerte autocontrol moral' d.rá.n ejercitar su volun ad y gustar_el placer de la victoria sobre sí mir-os. Y otro tanto pred. decirse del caso de algunos jóvenes gue, en la lucha iottttt los impulsos sexuales, buscan apoyo y seguridad en actitudes sumamente severas' en las q". p"iría iimbién descubrirse.la-presencia de una cierta ri'gidiz cognitiva en la aplicación de los principios morales.

En esta perspectiva, lo que la tradición bíblica llama aeneración o tr*oi del Señor podría explicarse como una actitud surgicla cle la combinación de dos comPonentes v dimensiones qrr. pueden presentar diversas características según los casos concretos. La veneración es obediencia y, a la vez, "¡smor>> -ante el juicio y el castigo de Dios- y también "glorificación,, q.r. ,. dali mano .ón la admiración, la gratitud, la alabanza y .l ,mor (cf. Sal 11.2,1;128;Dt 6,2-5 et passim). A través de'su componente positivo, motivado por la satisfacción, es disposición y ánimo pronro pa:a.venerar a Dios del .rroio qr. .orr.rpo.rde y es justo y debido a causa de su gr^nd"i^. En ,,irt.td de su comPonente.negativo v disuasivo, inducido por el miedo, es el remor a violar -por capricho o por falta á. ,rrtodominio y ausencia de respeto- su santidad y l, ,r,rtidad (la inviolabiiidad) de -sus .Tiq9lti?t'. " hacerse Lulpable y a rener que contar con Ia posibilidad de castigos externos.

Desde aquí se comprende fácilmente que las ideas sobre 134

Los motivos intrínsecos de la religiosidad

Dios o lo absoluto pueden presentar muy diferentes características. Debería tenerse en cuenta esta circunstancia cuando se pretende averiguar mediante tests psicológicos el concepto cle Dios de un creyente. Se detecta, sin duda, una gran difercncia, pero se la describe sólo a muy grandes rasgos cuando .sc investiga, por ejemplo, si una persona determinada cree en un Dios ..que ama>> o en un "Dios que castigar' (.f. p. 265). Se obtendría una imagen más precisa y detallada si se descubriera la proporción de los motivos determinados por el temor y los que responden a la satisfacción en un concreta concepción dc Dios. En la perspectiva psicoanalítica es posible concebir la antes descrita ,'scrupulosidad de conciencia y la coerción no patológica como una fornra suave y flexible del superego, que no reprime sino que apoya al yo. S. Freud sólo habló del "swperego estricto" (G$7 15, 138). En su opinión, \Lrrge en el complejo de Edipo, de una parte como consecuencia de la inlcriorización de la presión que ejerce la autoridad paterna cuando prohílrc al niño los deseos edípicos de amor y enemistad y, de otra parte, a trav'['s de la identificación con las exigencias y la autoridad paternas (y más .rrlclante con los ideales colectivos). Pero actúa sobre todo como juez intt'rior y provoca -puesto que a este juez no se le escapa la pervivencia de l.rs deseos prohibidos- angustia de conciencia, sentimientos de culpabili,l,rcl y necesidad de castigo (G\7 14,487). Los psicoanalistas posteriores lr.rn contemplado el swperego con mirada más benévola y no lo consider'.ur tan perturbador. La concepción psicoanalítica es muy parecida a la rlc la teoría del aprendizaje. Pero resulta problemática, dado que cstá vint'rrlada a la hipótesis, menos probable, de que sólo existen dos irnpulsos Ir.isicos -la libido y la agresió.- _y a la también discutida teoría de Edipo.

). La obsesión neurótica

FrI

una transición fluida desde la escrupulosidad de

t't)r-rcr€rrcia no patológica que se acaba de mencionar ala neut osis obsesiva y a la perturbación anancástica (obsesiaa) de la

l,crsonalidad, sobre la que a menudo se fundamenta. (Se han llcvado a cabo diversas encuestas para diagnosticar las perturlr.rciones neuróticas obsesivas.) Se abandona el ámbito de lo para penetrar en lo enfermizo cuando ya no se perci'rrrrmal 135

La religiosidad y sus condicionantes psíqurcos be el impulso o la presión interna personal como fundamento de un autocontrol y de una ftrmeza flexibles, sino que se los vive como algo que coarta, que carece de sentido y que des-

pierta una angustia atormentadora. O cuando los contenidos conceptuales o los impulsos que impelen a Ia acción presionan de tal modo que la tentativa por reprimirlos provoca una opresión insoportable, de suerte que no se tiene más remedio que seguirlos y repetirlos, a pesar de que se advierte bien que son absurdos y se desearía poderlos resistir (R. Tólle, 1988). Todo ello puede exterio rrzarse también a través de varios síntomas, estrechamente emparentados entre sí. 1) Pensamientos obsesivos. Se trata de ideas angustiadas del paciente de ser el culpable de que a él o a sus familiares les ocurra una desgracia. Muchos la matertalizan en un accidente; los pacientes religiosos piensan también a veces en un castigo indeterminado de parte de Dios. 2) Impwlsos obsesi¡tos. Al paciente se le impone de modo irresistible la idea de que si toma en sus manos un cuchillo se lo clavará a alguien, o que arrojará a una persona -a veces al propio hijo- por la ventana. O que en una reunión de sociedad prorrumpirá en palabras obscenas. O que durante los actos de culto o la oración le vendrán pensamientos blasfemos. Algunos se representan a Cristo desnudo en la cruz y con el pene erecto, o piensan que cuando reciben la comunión muerden el miembro de Jesús. Y aunque los obsesos nunca ponen en práctica tales impulsos, viven bajo la presión angustiosa de poder hacer algo prohibido y se consideran malvados y culpables. Piden perdón a Dios.por sus pensamientos blasfemos, pero tienen que repetlr rncesantemente la oración, porque dudan de si la han dicho ei número de veces suficienre, o con la debida recrirud de intención (T. Reik,1929). Algunos confiesan incluso que saben bien que desde el punto de vista de la fe es una obsesión ridícuia, pero que no pueden evitarla.

3) Acciones obsesivas. El enfermo, obsesionado por el control, comprueba una y otra vez, por ejemplo, si ha apagado la luz, si ha cerrado el paso del gas o echado el cerrojo a la 136

Los motivos intrínsecos de la religiosidad

puerta. Cuando la obsesión es numérica, se ve forzado a contar todo cuanto ve: los vagones de un tren, los peldaños de una escalera, los formularios, etc. En las obsesiones por el lav,ldo tiene que lavarse las manos o el cuerpo con una frecuencia irracional; en las de limpi eza, barre la casa una y otra vez. Para evitar peligros debe reahzar el ritual en el orden y con la l'recuencia exactos. Pero aun así, le asaltan a menudo dudas cle si lo ha observado todo, 1o que provoca innumerables re¡reticiones. La presión de estas obsesiones se produce de forrna en buena parte automática. Las fobias, en cambio, sólo .r['rárecer] en determinadas situaciones, que pueden evitarse. l.as personas religiosas sitúan a veces, en el repertorio de sus :rcciones obsesivas, un ritual concreto de la comunidad, o exticnden la obsesión a un rito religioso concreto o a una oraci(rn privada. (Los ritos y oraciones realizadas en comúny a intervalos regulares no se adaptan a estas obsesiones.) Ejemplo. Un judío de 25 años de edad, de cstricta observanc,ia, acuD. Greenberg (1984). Había sido ecJucado en un amlricntc arreligioso, pero a los 13 años cmprendió la senda de la piedad. l)urante un breve período de tiempo residió en una academia de estudios r.rlrnúdicos y a continuación se dedicó a una serie de trabajos a corto plazr. Sus dificultades comenzaron cuando, en el desayuno, se le cayó dela l¡oca uo resto de comida sobre la página del Talmud que estaba leyendo. l'.ntonces empezó a obsesionarle la idea de que aquel texto podía leerse ,.'n la celebración de la Pascua, lo que haría impuros los utensilios litúrgit',s. Antcs de la fiesta dedicó a los rituales prescritos para la purificación ,lt' la casa un tiempo cuatro veces superior al usual entre la mayoría de l,'s .judíos, porque pensaba que no había limpiado suficienternente bien l.rs habitaciones, o que se habían vuclto a manchar. Incubó alavez el tenr()r a que, en contra de lo prescrito, podrían entrar en contacto la carne r lt',s productos lácteos, lo que le causaba profundas inquietudes tanto en l.r rncsa como en la cocina, y leforzaba a iimpiar durante horas el escurrcplatos y a lavarse a menudo las manos entre las comidas. Le acometía, además, el temor a no haber pronunciado con la debi..liír a ia consulta de

Ni siquiera se atrevíaarecitar plegarias más ir-nportantes o, una vcz iniciadas, las repetía una y otra r'.'2., durante más de dos horas al día. Más tarde se abatió sobre él el mierlo. rnu/ extendido entre los obsesos, a que podría contraer impureza, través de la orina y los excrementos de hombres y animales. '.,[¡rc todo a Y cste temor desencadenó largos rituales de purificación, lavados de las ,l,r r,rrrrección las palabras de las oraciones. l,r.s

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La religiosidad y sus condicionantes psíquicos rnanos hasta la exageración, vigilancia constante en las calles y exquisitos cuidados para evitar los excusados públicos y el césped. Consumía en los rituales hasta seis horas diarias. Sólo recuperó su capacidad de trabajo tras haber aprendido, gracias a los métodos de exposición y evitación de la respuesta (exposwre and response prevention) a aguantar las situaciones desencadenantes de los síntomas sin las acostumbradas reacciones.

Hoy día son más bien raras las neurosis obsesivas de contenido religioso (D. Greenberg, 1984). Pero no por eso su estudio carece de interés. Toda neurosis obsesiva religiosa significa, en efecto, desde el punto de vista psicohigiénico, un serio menoscabo del bienestar anímico ¡ bajo la óptica de la éttca religiosa, un obstáculo para poder llevar una vida normal en armonía con la concienciay para la capacidad de creer en una instancia divina benévola para con los seres humanos. El conflicto radical: El temor a la pérdida del autocontrol moral Desde el punto de vista de la rcoría del aprendizaje, los síntomas de neurosis obsesivas pueden atribuirse, según W. Belschner y otros (1979), al hecho de que una educación rígidamente normativa, basada en castigos e inconsecuente (caprichosa), crea en el niño una fuerte dependencia respecto de los padres y condiciona un alto nivel de temor encaminado ante todo a Ia corrección del comportamiento individual, en virtud de normas abstractas (sé valiente, sé honrado, sé sexualmente puro), sin suficientes contenidos concretos. El candidato a una futura enfermedad obsesiva intenta superar la "laguna cognitiva> que aquí se origina y la inseguridad extrema que se generaltza mediante suposiciones y normas sustitutivas. Piensa, por ejemplo, que se atiene a las normas sociales y que actúa correctamente si, en un rituai obsesivo, enfoca algo de una determinada manera o si, en la obsesión por el control, somete a repetidas pruebas urla situación. Cuando .rtr p.riona inse gvra abandona la familia, se enfrenta a otras normas y se ve precisad a cada vez más a to138

Los motivos intrínsecos de ia religiosidad

mar sus propias decisiones, acentúa estas tentativas de sobreadaptación y de reducción del temor hasta convertirlas en conducta obsesiva aguda. Se aferra a este proceder porque de este modo consigue evitar las temidas críticas. No ser criticado por los padres y sus sucesores es para él tan importante que acepta a cambio graves perjuicios y estima que esta garrancia es más valiosa que el reconocimiento (refuerzo positivo) que otras personas menos significantes tributan a una conducta no obsesiva. Al mismo tiempo, se rebela contra las autoridades que le domin an y siente el impulso a molestar a ()tros, a matarlos o a escandalizarlos con sus blasfemias o con sus obscenidades. Pero estos movimientos de protesta no haccn sino provocarle nuevas angustias, porque vuelve a sentirsc contrario a las normas, malvado y culpable. Para el psicoanálisis, los síntomas de neurosis obsesivas son una Itrrrrración dc compromiso entre vn superego severo, sádico, y los instintos sexuales v agresivos sólo parcialmente reprimidos. Cuando un niño ticne tcndcncia a una adaptación neurótica obsesiva de los conflictos, reprirne los impulsos típicc-rs de la fase edípica bajo la influencia de un esrricto superego de tal modo que su libido queda fijada en la anterior fase impulsos sádicos. En conscsáclico-an al y da acogida en el swperego ^ y muestra, en determinadas ('ucncia, este suPerego acrecient¿l Su severidad .'ircunstancias, tendencias autopunitivas. Su yo retrocede al pensamiento v l,i actividad mágicos, para rechazar cl temor a los instintos reprimidos. l)c este mismo modo actúan también los mecanismos defensivos de la re¡',rcsión, cl desplazamiento, el aislarniento, de negación de lo sucedido y ,lc formación de reacciones. Puede interpretarse conlo formación reacti\,.r, cs decir, como transformación de movimientos agresivos en su contr'.rrit'r, en abandonos excesivos, la angustiada preocupación por el peligro ,1.' hcrir a alguicn con un cuchillo. En la obsesión por lavarse se rechaza, ..'rr la óptica psicoanalítica, una temida impureza sexual; de este modo, la ,,I',scsién se ve desplazada a medidas de protccción con función vicaria. Y .rsí cs corno el conflicto profundo se mantiene oculto en el inconsciente.

Por encima de sus notables divergencias, la explicación ,lc la rcoría del aprendtzaje y la psicoanalítica coinciden en ,¡uc la obsesión enfermiza se basa en ei temor a perder el autoc'ontrol moral y en el afán por mitigar, siquiera sea tempor'.rlrnente, sus imprevisibles consecuencias. Para el psicoanáli139

La religiosidad y sus condicionantes psíquicos sis, este temor surge de la insalvable contradicción entre los fuertes instintos (el Es, o ello) y eI trránico superego. Se admite que junto a propensiones condicionadas por la disposición natural, es la educación demasiado severa, que presiona inexorablemente para someter al orden y a Ia Iimpieza desde la pureza hasta el comportamiento social, la que más contribuye a transmitir al niño temor frente a los impulsos sexuales y agresrvos y, en general, a restringir rígidamente la satisfacción de sus deseos mediante prohibiciones y exigencias de rendimiento. Es también probable que desempeñe aquí un papel la educación sobreprotectora, que hace depender al niño enteramente de las alabanzas y las reprensiones de los padres (\X/.M. Weisner - P. A. Riffel, 1960). La ausencia del sentimiento de autoestima puede originar el temor a hacerlo todo mal y a perder el reconocimiento de las personas de referencia, lo que desemboca en autocontrol y adaptación exceslvos.

¿En qué proporción contribuyen las influencias religiosas?

Cuando se habia de "obsesión religiosa" y de ..neurosis (E. Schaetzing, 1955; K. Thon-ras, 1964) causadas por un entorno eclesial hostil al cuerpo, se suscita la impresión de que las influencias religiosas desfavorables pueden, por sí solas, provocar obsesiones enfermizas. Se trata de una suposición inadmisible. En efecto, los padres que transmiten una religiosidad opresiva, QU€ reprime los impulsos, son excesivamente rígidos no sólo en los aspectos relacionados con la religión sino también en otros campos que preceden a la socialización religiosa, por ejemplo, en las cuestiones relativas a la limp reza o la adaptación. Los pensamientos, impulsos y acciones obsesivas muestran entre las personas obsesivas religiosas el mismo conflicto radical que entre las irreligiosas: el temor inconsciente a perder el autocontrol moral. Este temor es el auténtico responsable de que los enfermos obsesivos sean incapaces de interiori zar emocionalmente la eclesiógenas>>

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Los motivos intrínsecos de la religiosidad

convicción -esencial tanto en el judaísmo como en el cristianismo y el islam- de que "el Señor es misericordioso y compasivo, paciente y rico en bondad" (Sal 103,8; Ex 34,6; Sal 86,15), es ,.el Dios clemente y misericordioso" de que habla la fórmula introductoria de las suras del Corán (aftmaciones que ni los ambientes religiosos más severos pueden ignorar por entero) y de que, en yez de ello, tengan en cuenta sólo y exclusivamente las sentencias sobre la severi dad y el juicio de Dios. El adolescerlte no desarrolla primero una concepción dominada por el miedo t pdra trasladarla a continuación a sus padres y sucesores;.el proceso marcha en sentido contrario: se comrenzapor rnteriorizar el angustiado control de los padres, se traslada luego a las personas revestidas de autoridad que les siguen y después, finalmente, a la tdea de Dios. De ahí que sea relativamente más fácil descubrir neurosis obsesivas en el comportamiento profano que en el religioso. Ejemplo. Una mujer católica obsesiva no se atrevía a comulgar Porque temía dejar caer al suelo alguna partícula de la hostia o que pudiera .juedársele prendida en el cuerpo y mancharla luego al mantener relacio,ics sexual"r cott su marido. Al poco tiempo, esta obsesión se vio desplaz.,tda por otra, que consistía en que podía herir a otras personas con astill¿s de cristal. En consecuencia, sacudía durante horas las alfombras y ,,bligaba a su marido a que comprobara una y otra vez que no hubiera fragmento en el suelo. Así, pues, el temor a cometer un sacrilegio 'ringún contra Dios fue desplazado por el miedo a dañar a otras personas (P. Marchais, L977, 42).

Por lo demás, la educación religiosa dentro y fuera de la emilia puede corroborar y aumentar cognitivamente una prer:cdente inclinaci ón a un autocontrol dominado por el temor' Si, en el marco de un clima de rígida severidad, esta educ:rción se limita a transmitir de una man era meramente intelcctual las sentencias sobre la divina misericordia, mientras (lue pone mucho mayor énfasis emocional en prevenir contra l¿s faltas gue, en cuanto "pecados mortalesrr, atraenla cólera, .'l juicio y el castigo de Dios, acentúa indudablemente el tenror, ya de por sí virulento, a las consecuencias de la transgresirin de la ley. Cuando dicha educación eleva a categoría relif

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La religiosidad y sus condicionantes psíquicos

giosa y sanciona desde ella la obediencia a las instrucciones de los padres y d" otras personas hasta convertirla ni más ni menos que en una cuestión de obediencia a los mandamientos de Dios, ocurre que las ocasionales rebeldías y protestas frente a los padres, que form an parte del curso normal de la evolución, se convierten en pecado sumamente condenable. Las amonestaciones contra las tentaciones y la invitación a decidirse, sin componendas ni términos medios, entre el bien y el mal, unidas a la mención de la maldad del pecado original o del karma malo, puede impulsar una ascesis de supercontrol, de formación reactiva y de odio a sí mismo.

Moral y piedad dominadas por el temor Cuando el elemento predominante en las vivencias de la conciencia es el temor alapérdida del autocontrol moral, ala vergüenz a y la. culpa, los esfuerzg: pe.rsonales no propor.a cionan experiencias de paz y tranquiliclad ni transmiten orgullo, sino sólo opresora preocupación. No se vive ya como satisfacción la obediencia a una norma, sino, a lo sumo, como un alivio -por lo demás pasajero- por haber evitado la amenaza de una ignomin ta. La desconfi anza enfermiza frente a los sentimientos de alegría o de ira y la lucha contra las propias imperfecciones impiden una armonización entre los impulsos instintivos y los espirituales y anímicos. Con frecuencia todo esto desemboca en una represión masiva de los deseos sexuales -a veces hasta la frigide z o la impotencia- que pueden traducirse más tarde, y con una obstinación aún más acentuada, en impulsos obsesivos o en descargas instintivas primitivas. Sc reprimen también tan severamente otros movimientos e ideas espontáneas que se extinguen las conductas naturales. Los sentimientos de placer corporal y la fantasía creadora son más fuente de temor ("tentaciones") que de alegría y de autoestima. Esta última se ve perjudicada sobre todo si la persona obsesa se observa y analtza a sí misma con escrupulosa angustia de culpabilidad y se considera como un 142

Los motivos intrínsecos de la religiosidad

malvado peligroso. El perfeccionismo, la escrupulosidad, los sentimientos de culpabilidad inconscientes y la concepción, dorninada.por el temor, d.e una instancia superior implacable, crean un rigor amargo, triste, que puede desembocar, durante períodos de tiempo más o menos largos, en un estado de ánimo depresivo. Y si la Biblia dice que (1 Juan 4,1,8), también es verdad, a la inversa, que >.

Perfeccionismo y escrupulosidad

Mientras que el perfeccionismo nacido de la ambición es rnuy exigente consigo mismo porque quiere descollar -como rrrgulloso de su virtud-, las elevadas exigencias del perfeccionismo obsesivo se derivan de gu€, llevado de su temor y necesidad de seguridad, la persona piensa que no puede cometer ni un solo error ni quedarse rezagadd respecto de la norma ideal. Tiene un gran parecido con ello Ia escrwpulosidad, esto cs, la dwda, típica de la obsesión, de si se ba actwado correctarnente y no se ha incurrido en ninguna culpa. El miedo, que es l,r base sobre la que se alzan estas dos actitudes, hace que los .rbsesos giren siempre en.torno a sí mismos y los incapacita [)ara ;urcios morales equilibrados. - En vez de reconocer que cuando se es juez y parte rrunca puede alcanzarse una seguridad absoluta, el obseso se h:rlla inmerso en dudas incesantes: ¿He hecho las oraciones ¡'rrescritas con el debido recogimiento o debo repetirlas para c.star más seguro? Cuando di marcha atrás con el coche, ¿elirrriné absolutamente todo peligro de atropellar a un niño? ¿ I{e rech azado con la suficiente determinación todas las tent:rciones -en especial los deseos sexuales y Ia rra contra otros,, he cometido un pecado de pensamiento? ¿Fue váItda la e,rnfesión, o he dejado de confesar algunafalta o no he tenido .'l suficiente arrepentimiento? - En vez de aplicar las normas de una manera flexible y .r.lecuada a la situación y de ponderar desde esta perspectiva 143

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