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May 6, 2017 | Author: tavano90 | Category: N/A
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Proyecta tu vida

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Luis Enrique Pineda

Proyecta tu vida Estrategias para que te conviertas en el líder de ti mismo

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Introducción

Estamos en la era de los “proyectos”; gerencialmente, se habla de la importancia de los mismos. Es por eso que encontramos una gran oferta de programas en las universidades ofreciendo nuevos currículos y capacitación con nombres tan sugestivos como elaboración de proyectos, planeación y proyectos, gerencia de proyectos y evaluación de proyectos entre tantos otros. Dicha conceptualización y terminología ha sido transportada y aplicada al ámbito de los Recursos Humanos, dando origen al concepto de proyecto personal de vida. Para entender mejor este concepto, dilucidemos primero el significado de proyecto. Proyectar es un ejercicio mental o físico a través del cual establezco o elaboro un esquema, esbozo o maqueta con el máximo de detalles de algo que quiero construir. También puedo entenderlo como un “inventario de todo lo que necesito” para lograr “algo”: aspiraciones, sueños, metas. Hablar entonces de proyecto de vida no es otra cosa que “inventariar”, en la medida de lo posible, todo aquello que necesitamos realizar tanto a nivel físico como psicológico para lograr todas las metas que me propongo o que me he trazado en mi vida. Sólo sabiendo a dónde queremos llegar sabremos elegir todos los medios y estrategias necesarios para poder llegar. Este trabajo nace de la experiencia de trabajar con muchas personas y de los problemas que los aquejaban. Se pretende ofrecer algunas ideas, reflexiones o estrategias que considero herramientas esenciales desde el punto de vista psicológico, para lograr un mejor autocontrol y así conseguir el éxito en todo lo que nos propongamos en nuestra vida. Y convencido de que la “materia prima” para cualquier proyecto de vida debe ser el propio sujeto quien la proyecta; ofrezco algunos contenidos organizados en cuatro capítulos: en el primero algunas estrategias para ayudar a “tomar conciencia” de que somos esencialmente humanos. En el segundo algunas estrategias para ayudar a desarrollar y optimizar el funcionamiento de nuestra mente; en el tercero, algunas estrategias para evaluar, optimizar, cambiar o reaprender toda una serie de aprendizajes desadaptativos que arrastramos a nuestras espaldas por la vida. Finalmente, en el cuarto capítulo, muestras vidas con la mirada puesta en nuestro destino ser felices. 4

Si después de haber leído estas ideas te queda al menos la intención de cambiar “algo” en tu vida para mejorarla, estaré más que recompensado por el esfuerzo de hacer este trabajo. Luis E. Pineda O.

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I Proyecta tu humanidad

Psicológicamente, el primer paso hacia la curación de la enfermedad es reconocer que se está enfermo. Así mismo, podríamos decir también que el primer paso para poder proyectarnos como humanos es reconocer que lo somos. El ser humano, a diferencia del animal, es capaz de una metacognición; de conocerse a sí mismo: ¿Quién es? ¿De dónde viene? ¿Hacia dónde va? ¿Qué procesos realiza? ¿Cómo los realiza? ¿De qué es capaz? ¿De qué no es capaz? Pero lo más grandioso de todo es que además de ser capaz de esa metacognición, es capaz de decidirse por ser mejor de lo que es, desarrollando potencialidades; deshaciendo y construyendo; haciendo y evaluando; proyectando y comparando. A diferencia del animal es capaz de decidir hasta dónde quiere llegar; construir lo que quiere ser, alcanzar lo que puede esperar. En síntesis es capaz de decidir y construirse a sí mismo. En este capítulo encontrarás algunas “herramientas” que te ayudarán a ver lo que no has querido ver; a escuchar lo que no has querido escuchar; a palpar lo que no has querido tocar; a saborear lo que no has querido gustar y a olfatear lo que no has querido oler. Solamente cuando tú decidas aprehender con tus cinco sentidos serás más humano y así, serás feliz. Las tres dimensiones del hombre ¿Has notado que toda persona que quiere tener una buena salud física, no solamente trata de alimentarse en forma sana y equilibrada, sino que también establece horarios para el ejercicio físico? Igualmente ¿te haz dado cuenta de que toda persona que quiera mantenerse al día en su profesión u oficio asiste a seminarios, cursos, congresos, y además lee revistas especializadas? Pues bien, eso indica la necesidad que tenemos de desarrollar nuestra dimensión física y nuestra dimensión mental, intelectual. Pero acá nace una pregunta fundamental: ¿acaso es el hombre exclusivamente dimensión física y dimensión intelectual? ¡No! Nos convertimos en “discapacitados esenciales” cuando prescindimos de la dimensión espiritual, trascendente. Todo ser humano “padece” necesidades físicas e intelectuales, pero también espirituales o trascendentales. De ahí, la afirmación de que tú eres tridimensional.

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Ciertamente la necesidad de que cultives y desarrolles los valores espirituales, tu dimensión espiritual y trascendente, no es tan obvia como la de satisfacer las necesidades físicas y mentales, pero no por eso deja de ser menos importante. Puedes decir: “hay personas que no han desarrollado esa dimensión y sin embargo, han sido y son felices y de exitosas”. Y dices bien, “no han desarrollado...”. Depende de lo que tú entiendas por felicidad y por éxito. Dinero, prestigio y poder no son sinónimos de felicidad y de éxito. Más aún, ¡cuántas personas que han vivido y viven sus vidas “saboreando” estos dones, pero con inmensos vacíos interiores que producen dolor en sus vidas! Para estar bien es necesario alcanzar el equilibrio entre lo mental, lo físico y lo espiritual. Son las cualidades espirituales las que nos “engrandecen” a nosotros mismos, a las personas que nos rodean y por ende a la sociedad dentro de la cual nos desenvolvemos. Gail Sheehy, escritora estadounidense, en su libro Pathfinders1 comenta que en un estudio realizado por ella, para determinar qué era lo que caracterizaba a las personas que se sentían satisfechas consigo mismas y con sus vidas, descubrió que las personas más satisfechas eran también las más religiosas. Igualmente, encontró que la dimensión religiosa era el motor motivacional en la dedicación a ciertas causas que orientaban todas sus vidas. El bienestar que reflejaban estas personas, era directamente proporcional a lo noble del propósito que orientaba sus vidas. Una dimensión religiosa equilibrada -la fe-, es el principio unificador de la vida, lo que le da sentido, definición y dirección. La fe nos unifica como individuos y mantiene nuestra vida enfocada hacia unas metas y hacia un futuro. La fe es ese misterio que hace “vivible” nuestras vidas. Es una especie de actitud que origina nuestra capacidad de creer en nosotros mismos y en nuestro futuro. La fe es el primer paso para desarrollar nuestra dimensión trascendente pues nos da una sensación de confianza. Es ella la que le agrega a nuestra vida el sentido de definición y propósito.... Es ella, la que nos hace creer en todo lo que es posible... Es esperanza con credibilidad. El individuo que ha desarrollado su dimensión espiritual, es consciente de que el mañana puede traer dificultades, pruebas y angustias; pero está seguro (fe) de que Dios estará siempre ahí y por tanto habrá soluciones. Así como la fe es nuestra respuesta al misterio de Dios, es también el primer peldaño en la escalera del éxito. Recuerda siempre… El valor inestimable de las piedras preciosas está en su cualidad de durar y de subsistir tal como son. Igualmente el valor inestimable de las joyas del espíritu: fe, esperanza y amor, está en que perduran. Estos tres elementos le dan a tu vida las cualidades de permanencia y fortaleza que te sirven como cimientos para 7

el éxito. Sócrates decía que la belleza de un alma se mide por el equilibrio existente entre el interior y el exterior. Dale valor a tu vida ¡La vida en si misma no tiene valor!, podría pensar alguien no creyente. Es más, podría pensar que el hecho de estar aquí, no significa que nuestras vidas tengan valor. Ya un gran filósofo existencialista, Jean Paul Sastre, decía que no somos más que un “esputo” de la madre naturaleza y que un día aparecimos porque ella se indigestó y nos vomitó. ¡Triste concepción del hombre! Una cosa sí es cierta: Somos nosotros únicamente, quienes decidimos si nuestra estadía aquí en la tierra, es un privilegio para nuestra alegría y felicidad o por el contrario una sentencia al fracaso, al sin sentido, a la miseria y a la desesperación; somos nosotros quienes tomamos la decisión dependiendo de si centramos nuestra atención y conciencia en cada cosa que hacemos: es decir, en degustar cada experiencia de la vida cotidiana. La vida no es triste. Existen simplemente tristes personas, que miran su mundo a través de turbios y sucios anteojos. ¡Qué tristeza cuando las personas mueren a los veinte o treinta años, pero son sepultados únicamente hasta cumplidos los ochenta o los noventa! Sin embargo, hay algo paradójico: muchas personas ven hermosa y mágicamente todas las cosas que perciben, mientras otras permanecen absolutamente impasibles ante las maravillas de la vida… Recuerda siempre… Sin importar cuánta belleza y magia has disfrutado hasta ahora, tú puedes elegir adquirir más del día de hoy. Cada día es un tiempo de elección. La vida no es triste, será triste dependiendo del lente con que la mires. Conviértete en un hombre de oración Seguramente, le dedicas un buen tiempo a “rezar” o a orar. También puede ser cierto que pertenezcas a ese otro grupo de personas a las que no les interesa ni el rezar, ni el orar..., es más, puede ser que esas cosas te sean absolutamente indiferentes o que las consideres actitudes anticuadas. De todas maneras, es posible que alguna vez te hayas cuestionado sobre la efectividad del rezar o de la oración: ¿Tiene sentido? ¿Vale la pena? Si tiene sentido, ¿qué tan efectiva puede ser? ¿Es quizá sólo una manera de encontrarle “sentido” a todo lo que hago y a lo que pasa en mi vida? ¿O lo hago simplemente porque lo aprendí desde pequeño y ahora hace parte de mis costumbres? Veamos dos cosas: Ante todo, debes saber que “rezar” y “orar” no son la misma cosa. El rezar puede ser algunas veces oración, y la oración puede consistir algunas veces en rezar, pero no siempre la oración es rezar. El rezar puede ser un comportamiento 8

simplemente mecánico, harto y aburridor; mientras que la oración es siempre un comportamiento “activo” e intencional, dinámico y comunicativo. En segundo lugar, ¿sabías que la oración es algo esencial y no accidental en el ser humano, independientemente de que nos interese o no? Desde el momento en que la capacidad craneal del ser humano comenzó a crecer –hasta alcanzar la que tenemos en la actualidad- y pudo aprender a manejar sus facultades superiores (pensar, amar, hablar) empezó a sentir la necesidad de comunicarse con un ser superior. Y esa comunicación ha sido, es y será de formás muy diferentes. Es ahí en donde se ubica la “esencialidad” de la oración como una forma de comunicación entre el hombre y la divinidad. No ha existido una sola cultura sobre la faz de la tierra, en la que no aparezca ese elemento relacional. Esto explica también el principio de que no pueden existir las personas propiamente “ateas”. Es más, hagamos un ejercicio: imagina que eres ateo. Será muy fácil para ti decir que Dios no existe. Bien, ¿eso en qué le afecta a Dios? Pues aunque tú proclames convencido que nada tienes que ver con Dios, Él nunca te abandonará. Has de saber que aún cuando lo niegues jamás, podrás separarte de Él. Y has de saber también que si Dios retirara su mano, tú desaparecerías en la nada como una estrella fugaz. Por eso, aun cuando quisieras negar a Dios, nunca podrías “degustar” la victoria de haberlo eliminado, sino solamente la amargura de no poder negar al que es el Innegable. Pero volvamos a la oración. Desde pequeños se nos enseñó que orar es “levantar” el corazón a Dios para adorarlo, amarlo y darle gracias por todo lo que nos concede, pedirle sus gracias y su perdón... En una palabra, que orar es comunicarse con Dios. San Agustín decía que “la oración es la respiración del alma”. Con tal afirmación estaba sugiriendo dos dimensiones: La primera que la oración, al igual que la respiración, es algo connatural al hombre. Y la segunda, que el hombre no puede prescindir de ella, ya que de hacerlo, moriría. Es por eso que la oración se vuelve entonces espontánea y al mismo tiempo indispensable. ¡Cuánta profundidad de pensamiento! Y de ahí, nuestra afirmación inicial: La necesidad de que te hagas hombre de oración. La “fuente” de la oración es un corazón que ama. Y si no amas, significa que estas “muerto” en vida. ¡Ojo! ¡Ya sería una terrible tragedia! La oración no es algo subjetivo, irracional y etéreo. En EEUU, algunos científicos se han interesado por estudiar empíricamente la efectividad o pragmaticidad de la oración. Y lo han hecho con pacientes enfermos en hospitales. Hace poco leía sobre un experimento con tres grupos: Uno de pacientes que hacían mucha oración, o que tenían a personas que hacían oración por su pronta recuperación; un segundo grupo de pacientes que no creían, ni tenían a nadie quien hiciera oración por ellos o simplemente a quienes no les interesaba y finalmente un grupo control. Después de un seguimiento, los resultados fueron más que sorprendentes: Se encontró que definitivamente los 9

pacientes del primer grupo fueron los que presentaron índices mucho más altos de recuperación. Y más curioso aún que científicos hayan encontrado la “anatomía” de la oración, mediante experimentos que conduce un médico estadounidense llamado Newberg, acerca de las zonas cerebrales que se activan cuando una persona esta haciendo oración o meditación. Así como la conducta del comer y del beber tienen una zona cerebral desde donde se activan o se controlan, también han encontrado que sucede lo mismo con el orar. Pero por más que los científicos llegaran a demostrar que la “vivencia religiosa” en el hombre, fundamenta su explicación exclusivamente en conexiones neuronales, la pregunta de fondo más importante para cualquier ser humano permanece intacta: ¿Quién es el “electricista” que las formó y las programó? Recuerda siempre… Aunque quisieras negar a Dios, nunca podrías “degustar” la victoria de haberlo eliminado, sino solamente la amargura de no poder negar al que es el Innegable por excelencia. La oración, entendida como “la respiración del alma”, enfatiza dos dimensiones: la connaturalidad y la imprescindibilidad. De ahí la necesidad de la espontaneidad y al mismo tiempo la indispensabilidad de la oración. La “fuente” de la oración es un corazón que ama. Y si no amas, significa que estás “muerto” en vida. Todo lo que hagas hoy es decisivo Hoy estás en el lugar hasta donde te han traído tus pensamientos de los últimos años. Y donde quiera que estés en los próximos diez o veinte años, estarás influenciado por lo que hagas hoy. Tus amigos, tu familia, tu trabajo, tu estabilidad económica... todas las cosas que hagas donde estés, serán moldeadas por lo que elijas hacer hoy. La vida es una construcción de procesos. Lo que hagas hoy afecta lo que serás y lo que tendrás mañana. La vida no sucede en veinticuatro horas de compartimentos aislados. Es una cadena de compartimentos comunicantes e interdependientes. El esfuerzo de hoy te crea los resultados del mañana. Por eso, si decides eliminar un horrible hábito, si gastas una hora con tu familia, si te colocas algunos objetivos o metas, si ahorras o desperdicias, si ejercitas tu cuerpo, si expandes tu mente, será siempre tu decisión la que establezca la diferencia. Sólo la gente inteligente, astuta, optimista, positiva y con ganas de triunfar sabe eso. El ignorante, el perezoso, el inconstante jamás se dará en cuenta de ello. Sé siempre serio en tus decisiones. De todas maneras, recuerda que eres libre y, si quieres, puedes ignorar todo esto, y decidirte a “deambular” desprevenidamente por la vida, pero tarde o temprano, será la misma vida quien te pase la “cuenta de cobro” por tu falta de seriedad en tus decisiones. Tarde o 10

temprano, un día el mundo se te vendrá encima y entonces te preguntarás: ¿por qué no soy alegre con mi vida, con mi trabajo? ¿Por qué económicamente no poseo nada para vivir? ¿Por qué nadie es amigable conmigo? ¿Por qué no he logrado las metas que me he propuesto? ¿Por qué no he conseguido nada en la vida? ¿Por qué no soy feliz? Y muchas preguntas más. La vida tiene un efecto acumulativo y puedes llegar a sufrir las consecuencias de tus decisiones pasadas. Ciertamente el pasado, el presente y el futuro son tres conceptos que gravitan a nuestro derredor o alrededor del cual gravitamos. Y es curioso, ver como evaluando muchos de los pacientes que solicitan nuestros servicios, encontramos que debido a sus experiencias, algunos se han quedado patológicamente anclados al pasado, mientras que otros viven sólo de ilusiones en un futuro... Curiosamente casi todos olvidan el Ahora. ¿Y tú, en dónde crees estar viviendo? ¿Te haz preguntado alguna vez qué tanto eres capaz de vivir el momento presente? Pues bien, debes saber que esa capacidad es la medida de tu salud mental y de tu efectividad personal. El AHORA es lo único que tienes. Desde esta perspectiva la clave de la felicidad y de la satisfacción personal es la focalización de nuestra mente en el momento presente. Eso no significa que ignoremos completamente el pasado y el futuro: nuestro presente ha sido construido a partir del pasado y nuestro futuro lo estamos construyendo con el presente. ¿Haz observado la manera fascinante como los niños se absorben totalmente en el momento presente? “Se las arreglan” para involucrarse totalmente en las cosas que están haciendo. Ya sea amasando la plastilina, jugando con la arena, construyendo una torre de cubos, haciendo una pintura, haciendo todo aquello en lo que han decidido aplicar sus energías. Como adultos hemos aprendido el “arte” de preocuparnos acerca de varias cosas al mismo tiempo. Hemos permitido el amontonamiento en el presente, de problemas pasados y de expectativas futuras, convirtiéndonos así en personas estresadas, tristes e inefectivas. Igualmente hemos aprendido a posponer nuestros “placeres” y nuestra felicidad viviendo la ilusión de que en el futuro las cosas serán “mejor” que ahora. Y por eso, seguramente cuando estabas en el bachillerato pensabas: “¡Qué grandioso cuando salga del colegio y no tenga que hacer todo lo que ahora debo hacer!”. Pero terminaste el colegio y nuevamente pensaste: “¡Qué grandioso cuando haya terminado la universidad!”. Terminaste la universidad y pensaste una vez más: “¡Seré feliz sólo cuando encuentre trabajo y pueda independizarme!”. Curiosamente obtuviste el empleo y necesitaste comenzar de nuevo. Es decir, que no has podido ser feliz todavía… En la medida en que los años van pasando, hemos ido posponiendo la paz interior y la felicidad hasta el matrimonio. Continuamos construyendo una casa; formamos una familia, tratamos de buscar un mejor trabajo, llevamos los hijos al colegio; terminan los hijos el colegio, nos pensionamos… y posiblemente nos 11

sorprenda la muerte antes de que seamos completamente felices. Todos nuestros momentos presentes han sido desgranados y mal gastados en la planeación de un maravilloso futuro que posiblemente nunca llegará. Para alcanzar la felicidad, se debe estar completamente involucrado con el presente. Es necesario ser felices aquí y ahora, y no esperar que hayamos alcanzado nuestro “destino”. Pero, igualmente, podemos desperdiciar tiempo posponiendo nuestra felicidad para con las personas que nos son más significativas. Hace algunos años se hizo un estudio en los EU., para determinar la cantidad de tiempo “cualitativo” que gastaban algunos padres con sus hijos pequeños. Los participantes tenían micrófonos incorporados en sus vestidos que permitían monitorear qué tanta comunicación mantenían estos padres con sus pequeños durante el día. El estudio mostró que el promedio de tiempo cualitativo que los padres gastaban con sus hijos era sólo de treinta y siete segundos por día. ¡Difícil de creer! No cabe duda entonces, que muchos de esos padres seguramente tenían grandes “planes de tiempo” para gastar con sus adorados hijos “cuando la casa estuviera terminada”, “cuando terminara la presión del trabajo”, “cuando hubiera más ahorros en el banco”... y así sucesivamente. Pero, nadie tiene la garantía de que vamos a estar mañana. Solamente el ahora es todo lo que podemos tener en nuestras manos, como arena escapándose por entre los dedos. Vivir en el ahora significa igualmente disfrutar cualquier cosa que estemos haciendo por el simple hecho de estarlo haciendo, y no exclusivamente por el resultado final. Es decir: si estás barriendo tu casa, sal de la rutina y disfruta cada pasada de la escoba al son de un vallenato, por ejemplo. Si estás cortando el césped o arreglando el jardín, disfruta el ruido de la podadora o el sonido de las tijeras; disfruta ese momento que te permite la frescura de la brisa que pasa por tu cara, la hermosa sensación de las gotas de sudor que resbalan por tu piel, los pájaros que cantan en los árboles y tantas otras las cosas que están sucediendo a tu alrededor… “Vivir el ahora”… es ampliar nuestras expectativas para transformar los tristes, lúgubres y aburridos “momento a momento” de nuestras vidas, en más dulces, deliciosos y sonoros. No significa que nunca tengamos temores frente a nuestras expectativas. Siempre tendremos temores, especialmente respecto a nuestro futuro. Es posible que muchos de esos temores puedan ser casi hasta “paralizantes” y desadaptativos; estarás expuesto a tales temores solamente cuando estés inactivo y desprogramado. En el momento en que inicies una actividad o comiences a hacer algo, los temores desaparecerán como por arte de magia. 12

Significa acción sin miedo a las consecuencias. Significa esforzarse por algo que nos involucre sin preocupaciones e incluso a sabiendas de que no habrá ninguna remuneración. La manera más fácil de implementar tu salud mental es haciendo algo... involucrándote en algo. Hacer algo es mejor que estar sin hacer nada. Involúcrate llamando a un viejo amigo o a uno que acabas de conocer, ve a hacer algún deporte, lleva el perro al parque, ayuda a tus vecinos, vete al cine, lee un buen libro; ponte a hacer algo que sea productivo. Recuerda siempre… El tiempo realmente no existe. Existe solamente su concepto en nuestra mente de forma completamente abstracta. El presente es lo único que tenemos. Haz algo en este momento. Mark Twain decía que había pasado en su vida más de una vez por cosas terribles.... y algunas de ellas realmente sucedieron. Tendemos normalmente a colocar infiernos en nuestra mente contemplando lo que nos podría suceder, pero si miramos el presente que es lo único que tenemos constatamos que realmente no tenemos grandes problemas. Otras personas tienen peores problemas que los nuestros. Vivamos en el ahora. Donde quiera que estés, es el lugar para comenzar. El esfuerzo que hagas hoy marcará siempre la diferencia en el mañana. El ignorante, el perezoso, el inconstante no caen en cuenta de eso. Sólo la gente astuta, optimista, positiva y con ganas de triunfar lo sabe. ¡Lo que hagas hoy es decisivo! El dolor es necesario Todos nosotros tendemos a buscar todo aquello que nos es agradable y a evitar todo lo que nos causa dolor. Ciertamente todos nosotros hemos percibido o percibimos el dolor única y exclusivamente como experiencia negativa. No cabe duda de la dificultad para apreciar lo positivo del dolor, después de habernos quemado las manos con una plancha caliente o la lengua con un sorbo de café hirviendo. No obstante, hagamos un ejercicio: Asumamos que frente a esas experiencias no sentimos ningún dolor. Es más, vayamos más allá y supongamos que distraídamente metiste tu mano dentro de un recipiente lleno de ácido. De pronto observas que donde una vez existió una mano, ahora tienes un negro y carbonizado muñón. Absurdamente te sucedió toda esa tragedia y ni siquiera te diste cuenta. Dentro de ese mismo “loco” ejercicio de imaginación (y que en algunos enfermos de lepra parece que solía suceder), imagínate que llegas a tu casa y al momento de doblarte para colocarte tus sandalias observas que algo extraño te ha sucedido en un pie: “¿Cómo? ¡He perdido un pedazo o la mitad de mi pié izquierdo! ¡Debí haberlo perdido en alguna parte! ¡Posiblemente haya sido durante el momento del tropezón o quizás se haya quedado engarzado en la puerta del autobús, al bajar! ¡Entiendo ahora porqué me sentía un poquito 13

extraño al caminar...!”. Aunque esos ejemplos sean un poco sosos, nos ayudan a entender que el dolor como tal, tiene siempre una razón de ser: una continua retroalimentación para informarnos qué hacer y qué no hacer. Siempre que hacemos cosas en contra de nuestro organismo o siempre que hay algo “que no va” en él, ese maravilloso y automático “sistema de alarma” que es el dolor, nos lo hace saber. Con el dolor emocional sucede exactamente lo mismo. Si nos sentimos emocionalmente heridos, esa es una “señal de alarma” o mensaje de que necesitamos cambiar nuestra manera de aproximarnos a las cosas, a la vida, a las personas o simplemente que es necesario mirarlas en forma diferente. ”. El mensaje de fondo es: Si tu casa se ha quemado, derrumbado o destruido; si han robado tu carro; si ha quebrado tu negocio o has perdido la mujer de tus sueños; si has perdido un ser querido y tantas cosas más, es lógico que sientas dolor y que te sientas emocionalmente herido. Recuerda entonces que eso es normal, es humano. Anormal sería que no lo sintieras... Sin embargo, ¿has pensado en todo lo que puedes aprender de experiencias como esas? Podrías “descubrir” que puedes vivir felizmente sin las cosas a las que estabas tan apegado: lujos, mansiones, carros, dinero... Recuerda siempre que un malestar emocional te puede estar recordando simplemente cuáles son tus “prioridades” en la vida y frente a la vida ¿No te parece? El mensaje no es a que vivamos sin casas y sin carros. Lo que quiero relevar es que mucha gente y especialmente la gente exitosa, aprende de experiencias similares y que gracias a sus valores y personalidad, los infortunios de sus vidas se vuelven menos dolorosos. Es esa una de las razones por las que afirmamos que el dolor es necesario. Recuerda siempre El dolor te permite “retroalimentar” para que cambies de dirección. Te dispone a ver las cosas en forma diferente. Si continúas haciendo “cosas estúpidas”, continuarás sintiéndote siempre herido ya sea a nivel físico o a nivel emocional. Cuántas veces decimos: “Eso no me afecta ni me afectará”. Más aún, “no quiero que eso me afecte o me hiera”. Y sin embargo, eso y tantas otras cosas continúan hiriéndonos. No nos damos cuenta de que ya es hora de retirar la mano de la plancha o del ácido... Y tú, ¿cómo afrontas tus sufrimientos y tus dolores? Lo que te rodea te afecta Tú “afectas” a las personas y a las cosas que te rodean y en igual forma ellas también te afectan a ti. Cuando tú eres amable, los demás también se vuelven mucho más amables contigo; las personas y las cosas también te “observan” tristemente, cuando tú lo estás. Todos nosotros somos muy “susceptibles” a las influencias de todo lo que está a nuestro alrededor y especialmente a las 14

influencias de las personas. Por ejemplo: Es posible que hayas conocido a alguien que, habiendo ido al exterior por un período de tiempo, ha regresado con un acento especial. Igualmente habrás conocido o conoces algún niño encantador de tres o cuatro años quien comienza a “hacer pinitos” en el jardín o en la escuela y que de manera inocente e ingenua, en muy breve tiempo, ha aprendido a usar un lenguaje grosero gracias al reforzamiento de sus compañeros o de las personas de su entorno, que todo se lo congracian. Esos ejemplos nos están diciendo: nos volvemos parte “activa” del ambiente que nos circunda. Y por lo mismo, ninguno de nosotros es inmune a las influencias de nuestro propio ambiente o mundo que nos rodea: amigos, familia, compañeros de trabajo, TV, periódicos, radio, libros, revistas y todo aquello que leemos, miramos, palpamos y oímos. No seamos ingenuos creyéndonos inmunes a las cosas y a las personas que nos rodean. Nuestros pensamientos, sentimientos, metas, expectativas y acciones, están constantemente siendo “moldeadas” por todo aquello con lo que convivimos. Igualmente podemos asumir comportamientos o maneras de pesar muy parecidos a los de las personas con los cuales interactuamos: si nos mezclamos con personas criticonas, aprenderemos a criticar; si nos mezclamos con personas alegres, aprenderemos mucho acerca de la felicidad; si nos mezclamos con personas de mala reputación, sin duda algo se nos “pegará” y si nos mezclamos con gente de bien, seguramente mucho bien haremos. Mézclate con personas desordenadas y no hay duda de que tu vida se volverá un desorden. Mézclate con gente entusiasta y te volverás persona entusiasta. Necesitas decidir primero que todo, qué es lo que deseas de la vida. Una vez hecho eso, elegir tus amistades de acuerdo con ese objetivo. Ahora frente a decisiones como estas, podrías decir: “Valdría la pena hacer un esfuerzo. Pero si lo hago, podría ofender a algunos de mis amigos”. Pero esa es la vida y no hay alternativas... ¡O tú o tus amigos! De lo que sí podemos estar seguros es que si queremos mejorar la calidad de nuestra vida y transformarla para alcanzar el éxito, la primera cosa que necesitamos hacer es reconocer lo que “ha sido” en todos estos años.¡El primer paso para curarse es reconocer la enfermedad! Recuerda siempre Si un día decides cambiar tu vida seriamente, cambia primero todo lo que te circunda. Pues, si después de un mes de no bañarte decides hacerlo, pero vistes las mismas ropas, ¿de qué te sirve? Mézclate con personas desordenadas y no hay duda de que tu vida se volverá un desorden. Mézclate con gente entusiasta y te volverás persona entusiasta. Gente maravillosa te ayudara a convertirte en persona maravillosa y prosperas personas te inspiraran también para ser próspera persona.

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Cada mañana, al abrir los ojos, nunca serás el mismo Heráclito, un famoso filósofo griego, decía que “nadie se baña dos veces en un mismo río”. Se refería precisamente a esa cualidad de continuo cambio en la naturaleza de las cosas y lógicamente dentro de ti mismo. Una ley del universo es el cambio. Se va el día y llega la noche; las estaciones vienen y se van… Nada permanece ni permanecerá igual. Es ley universal y sin embargo, parece que lo olvidamos algunas veces y con mucha frecuencia, proporcionándonos dolor y desengaños innecesarios. Tú tampoco puedes ser el mismo ayer, hoy ni mañana. Porque cada día vives experiencias nuevas que consciente o inconscientemente pueden cambiar la óptica de ti mismo, del mundo y de los demás. Todas las “vivencias” diarias nos “afectan” para bien o para mal… Es realmente fascinante el noveno de los diez compromisos del éxito de Mandino: “Siempre examinaré, cada noche, mis hechos del día que toca a su fin”. Si te propusieras ese ejercicio, como estrategia para el éxito, muy pronto constatarías no sólo que no eres el mismo, sino no puedes serlo. La vida es dinámica y las cosas cambian. Y que es precisamente eso, lo que la hace más dinámica, más impredecible y por lo mismo más excitante. ¿No te parece? Es el cambio el que nos introduce dentro de la acción y nos permite crecer y fortalecernos como las encinas. Recuerda siempre Recuerda siempre que la vida es dinámica y las cosas cambian. Y es eso lo que la hace más impredecible y más excitante. Es el cambio el que nos introduce dentro de la acción y el que nos permite crecer y fortalecernos como las encinas. Un maestro budista decía: “todo sufrimiento de la humanidad es producido por los aferramientos a previas condiciones de la existencia. Cuando eliminamos las expectativas de cómo nuestro futuro podría ser una continuación de nuestro pasado, estamos garantizándonos a nosotros mismos más paz interior”. El secreto: la disciplina Si odias la disciplina, cierra este libro y renuncia desde ya a tus propósitos y a leerlo. La disciplina es la herramienta más importante para el éxito y la felicidad de cualquier persona. Y esto parece intuirlo instintivamente muy bien los niños pequeños. Pues en algunas encuestas realizadas en EEUU se ha encontrado que en algunos casos de separación, cuando se le da al niño a escoger con cual de los dos padres vivir, la mayor parte ha elegido a quien era más firme y exigente con él. Es decir, quien le exigía más disciplina. Disciplina no significa hacer cosas que alguien me exige y me impone autoritariamente. Eso es autoritarismo o tiranía. 16

Disciplina es diferenciación y uso de espacios y de tiempos. Es decir, que así como no hacemos en el comedor lo que hacemos en el baño, tampoco hacemos en el baño lo que hacemos en el comedor... En la vida tenemos espacios y tiempos para dormir, para comer, para divertirnos, para estudiar, para trabajar y para hacer tantas otras cosas. Ciertamente la palabra disciplina es una de las palabras más aversivas. Pero tienes que aprender e interiorizar que esta palabra no significa castigo ni algo desagradable, sino que tiene un propósito positivo: formar personas correctamente, evitando faltas y desventajas que obstaculicen su máximo desarrollo. Hoy más que nunca y dadas las condiciones de nuestra sociedad y de nuestro país, la disciplina, se desea, se necesita y se exige. La disciplina es la clave del éxito. Una persona disciplinada es la que hace lo que se necesita hacer, cuando se necesita hacerlo y donde se necesita hacerlo. Una persona disciplinada es una persona pragmática y práctica, que hace las cosas necesarias y no simplemente las que le gustan. La disciplina tiene un único propósito: entrenarnos en el aprendizaje de nuestro autogobierno. La disciplina nos conduce a la adquisición de hábitos poderosos de trabajo, dirección y buen juicio. Ella es la variable más importante que contribuye en la formación de nuestro carácter, del que se deriva toda nuestra capacidad de amor y de sacrificio. La sana disciplina produce fortalezas, no debilidades; creatividad, no banalidad; responsabilidad, no desenfreno y menos libertinaje. Que se sepa, ningún hombre ha llegado a ser “grande” haciendo lo que se le da la gana. Recuerda siempre Si has decidido renunciar a la disciplina, renuncia también al éxito. “Muéstrenme a alguien que haya logrado alguna cosa significativa, y yo les mostraré a una persona disciplinada”. Ni siquiera los más grandes bandidos, delincuentes y asesinos han podido prescindir de la disciplina para llegar a ser lo que son. 1 Sheehy, Gail. Pathfinders (Exploradores de sendas, o Buscadores). Bantam, Nuev a York , 1981. No se conoce edición española.

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II. Proyéctate a ti mismo

La supervivencia psicológica de una persona exige necesariamente la autoestima. Hace parte esencial de nuestras emociones y dependiendo de ellas, nuestras emociones serán más adaptativas o menos adaptativas. La vida a cualquier ser humano, sin cierta dosis de autoestima, puede resultarle enormemente penosa, aún más, puede impedirle la satisfacción de las necesidades básicas más elementales. La autoestima no es otra cosa que la capacidad de juicio sobre ti mismo. Tienes la capacidad de definir quien eres y después decidir si te gusta o no tu identidad. Ciertamente habrás notado que te pueden gustar o no ciertos colores, sabores, ruidos, figuras o sensaciones sin el mayor problema; pero si decides rechazar parte o partes de ti mismo porque no te gustan, comienzan entonces a dañarse las estructuras sicológicas que te “mantienen” vivo. Es por eso que has experimentado un enorme dolor cuando te rechazas a ti mismo. Y es por eso igualmente, que en forma natural y a veces inconscientemente has tratado de librarte y de evitar todo lo que te produce ese dolor, perdiendo incluso, muchas posibilidades de éxito en tu vida. Eso se habrá manifestado una progresiva dificultad para relacionarte con los demás, para enfrentarte a una entrevista de trabajo o simplemente bloqueos para perseguir y conseguir todas aquellas metas que te permitirían triunfar. Habrás encontrado igualmente, limitaciones para abrirte a los demás, para expresar tu sexualidad, para atender y enfrentar las críticas, para pedir ayuda o resolver tus problemas y tantas cosas más. Todo eso es apenas lógico, si tenemos en cuenta que para evitar los juicios negativos y auto rechazos, casi siempre levantamos barreras defensivas: nos inculpamos y encolerizamos, tratamos de volvernos perfeccionistas, fanfarroneamos o buscamos cantidad de excusas. Y lo que es más grave, en muchos casos simplemente recurrimos al alcohol, a las drogas o nos escudamos en tantas otras cosas. En los siguientes apartes, encontrarás una serie de “píldoras” que te ayudaran a poner fin a toda esa clase de juicios negativos que estableces acerca de ti mismo. Notarás que puedes cambiar la forma de percibirte y de sentirte, notarás que todas las “áreas de ajuste” de tu vida afectiva, sexual, social, familiar, laboral 18

e incluso religiosa cambian; procurándote y experimentando cada vez más una “extraña” sensación de paz y de libertad. Es cuestión de tu decisión personal. Ese “parqueadero” llamado autoestima Desde niño has venido construyendo autoconceptos, autoimagenes, autopercepciones, auto reconocimiento, autodeterminaciones, auto..., auto..., auto..., que podemos resumir en una sola palabra con mayúscula: AUTOESTIMA. ¡Ése es tu “parqueadero”! Ahora bien, gracias a ese “parqueadero”, ¿sabías que el mundo es un reflejo de ti mismo? Pues sí, cuando nos amamos y nos aceptamos tal como somos el resto del mundo “se vuelve” espléndido y maravilloso. Así los días sean fríos y grises, los percibimos bajo un matiz especial de aceptación y felicidad. Y al contrario, que en medio de un día esplendoroso y cálido, nos sentimos desgraciados y odiados. Pues bien, esas diferencias se deben precisamente a qué tan alta o baja autoestima poseemos. La autoestima o autoimagen es como la “fotocopia” que determina exactamente el cómo nos comportamos, con quién nos mezclamos, lo que intentamos y lo que evitamos. Nuestros pensamientos diarios y nuestra acción diaria son el reflejo de la valoración que establecemos sobre nosotros mismos y por ende, del cómo nos percibimos. La autoimagen que poseemos ha sido elaborada a partir de nuestras experiencias, de nuestros sucesos y de nuestros fracasos. Son producto igualmente de los pensamientos que manejamos y de los juicios que establecemos y de las reacciones de otras personas hacia nosotros. De ahí, que sea nuestra autoimagen la que determina qué tanto nos gusta el mundo y qué tanto nos gusta vivir en él. Siempre somos y seremos lo que “creemos que somos”. Y es eso lo que determina exactamente todo lo que realizamos en nuestras vidas. Si te percibes a ti mismo como un “incapaz”, tu vida estará llena de incapacidades. Si te percibes así en matemáticas por ejemplo, siempre vas a encontrar dificultad con los números. Si te percibes “incapaz” para el diseño, jamás harás un garabato. Entre más te lamentes con los demás y te “castigues” a ti mismo pensando que eres un inútil y “caso perdido” en determinada habilidad, mayor será tu creencia y convencimiento de eso, y más profundamente quedarás enraizado dentro de la cárcel de tu autoimagen negativa. El primer peldaño hacia el éxito en tu vida, es cambiar tu manera de pensar y de hablar hacia ti mismo. Un lento aprendizaje puede transformarse en un rápido aprendizaje tan pronto como cambies tus ideas acerca de tus propias capacidades. Si las “voces inconscientes” de tu autoimagen te dicen que tu coordinación y ejecución es excelente, entonces aprenderás un nuevo deporte o habilidad rápidamente. Pero si esas voces te dicen que eres torpe, ignorante, 19

inseguro; seguramente gastarás mucho más tiempo y energías únicamente preocupándote por eso, antes de intentarlo siquiera. Igualmente si te percibes a ti mismo como a alguien que siempre está en “banca rota”, siempre te vas a encontrar en situaciones personales de iliquidez. Si te percibes como un financiero emprendedor y vencedor, siempre serás una persona próspera, emprendedora y de mucho éxito. Como ves es un ejercicio de pensamiento. Algunos autores consideran que nuestra autoimagen hace las veces de una especie de termostato y que por eso continuamente estamos actuando dentro de los rangos prescritos por él. De ahí que los resultados obtenidos en nuestra vida dependan siempre de los “grados” que él nos asigne. Como ves, somos nosotros quienes decidimos nuestra propia autoimagen. Somos nosotros quienes decidimos nuestra propia dignidad y somos nosotros quienes decidimos día a día que tanta felicidad queremos y esperamos. ¿No te parece todo eso maravilloso? ¡Necesitamos sólo estar convencidos! Rika Zaraï, en su hermoso libro titulado Las emociones que curan2 nos regala algunas reglas claves para mejorar nuestra autoestima. Analízalas: Ten muestras de ternura y comprensión para contigo mismo. Para de menospreciarte interiormente a causa de los fracasos del pasado. Rechaza los menosprecios y faltas de respeto que provienen de los demás. Cuando te humillen, reacciona. Cuando te sientas atormentado por el ansia de la depresión, no dejes que cunda el pánico. Confía siempre en ti mismo. Cree firmemente que eres capaz de resistir los golpes duros, porque eres más fuerte de lo que crees. Felicítate siempre cada vez que obtengas un triunfo, por más insignificante que sea. Repítete siempre: “Estoy orgulloso de mi”. Para curar el corazón herido y darle un sentido a tu vida, plantéate preguntas como: ¿Por qué estoy en este mundo? ¿Cual es el motivo que me anima a vivir? ¿Tiene mi vida una razón de ser? Recuerda siempre La construcción de la autoestima es la piedra angular que nos permite a todos desarrollar con plenitud todo lo que llevamos dentro. Si quieres saber cuánto vales, analiza cuanto te estimas. Branden decía: “Lo más trágico es que la mayoría de las personas buscan la autoconfianza y el autorespeto en todas partes menos dentro de sí mismos y por ello fracasan en su búsqueda”. El primer peldaño hacia el éxito en tu vida, es cambiar tu manera de pensar y de hablar hacia ti mismo Autoestima e inconsciente

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Cuando nos sentimos mal, automáticamente tendemos la mayor parte de las veces, a “desquitarnos” con nosotros mismos. En otras palabras a autocastigarnos. Una forma puede ser con el consumo de alimentos, especialmente comida chatarra en forma desordenada; otra forma con accidentes y en algunos casos también con enfermedades. Otras veces lo hacemos “complaciéndonos” con el alcohol, las drogas o simplemente privándonos de alimentos y así sucesivamente. Puede ser que todos esos actos los comencemos de manera consciente, pero llega un momento en que definitivamente se vuelven comportamientos inconscientes. De ahí la necesidad de que tomemos conciencia de que todo ese tipo de comportamientos nos están diciendo que la manera como nos tratamos a nosotros mismos está reflejando automáticamente el trato que nos gustaría recibir de los demás. Hay evidencias que sugieren que muchas de las personas a quienes les ocurren accidentes automovilísticos y otros tipos de accidente, parecen haber estado sintiéndose mal emocionalmente en el momento mismo en que ocurrieron. Dicho en otras palabras: parecería ser que muchos de esos accidentes son parte de un “plan inconsciente” ejecutado por los mismos sujetos para castigarse y lastimarse. De ahí la enorme importancia de que nos mantengamos siempre con pensamientos sanos y optimistas. Eso asegurará que seamos siempre personas positivas. La vida es una continua cadena de aprendizajes y todos los días se nos presentan “pequeñas” posibilidades de éxito o de fracaso que sumadas son las que marcan las diferencias de nuestra actitud ante la vida. Cada vez que se nos presenten oportunidades para descansar o para aprender nuevos conocimientos o habilidades, debemos aprovecharlas siempre. Ellas constituyen los mejores “valores agregados” a nuestra vida. ¿Cómo saber acerca de las razones conscientes o “inconscientes” que determinan opciones fundamentales en nuestra vida?, ¿te gustaría saber si vives conscientemente o “inconscientemente” tu vida? Pues bien, las formás pueden ser muchas. Sin embargo, te sugiero un test que te permitirá sondear si vives conscientemente tu vida o no. Se trata de que respondas honestamente a cada una de las siguientes preguntas: ¿Eres honesto y fiel a tus principios? ¿Vives el presente y te adaptas a la realidad? ¿Piensas detenidamente lo que debes hacer? ¿Eres capaz de confrontarte a ti mismo? ¿Buscas la claridad a toda costa? ¿Afrontas la realidad, sea cual sea? ¿Tratas de ser independiente con respecto a tus propios juicios? ¿Actúas movido por los dictámenes de tu razón? 21

¿Tratas de ver tus errores y de corregirlos? ¿Eres valiente para correr riesgos razonables? ¿Respetas y amas la verdad haciéndola tu fiel compañera? Cada respuesta negativa te permitirá evaluar hasta que punto vives de manera “inconsciente” tu vida. Respóndete con honestidad a cada una de esas preguntas. Las respuestas te darán una “clave” para saber si tu vida es congruente y responsable o “inconscientemente” irresponsable. Califícalas de uno a cinco si quieres y haz buenas opciones con los resultados. Recuerda siempre Branden decía que “la autoestima es la clave para comprendernos, para comprender a los demás y para proyectarnos hacia el éxito o hacia el fracaso”. Recuerda que jamás encontraremos ni consciente, ni “inconscientemente” justificadas razones por las cuales no debamos aprender cosas nuevas que nos ayuden a crecer como personas y como seres humanos. Fortalece tu autoestima Honestamente, quien diga que no necesita fortalecer su autoestima es un mentiroso. Hay razones más que suficientes para que cada uno de nosotros sienta la necesidad de trabajar continuamente en el mejoramiento y fortalecimiento de una autoestima positiva y saludable. Si no estás convencido todavía, analiza los siguientes rasgos comportamentales que te pueden servir de test para la justificación de tal afirmación. Al mismo tiempo analiza algunos “consejos” prácticos que te pueden servir de guía para subir el ánimo y sentirte mejor. ¿Eres demasiado celoso(a)? Recuerda que los celos son simplemente inseguridad. Posiblemente no te sientes seguro del amor de tu pareja. Debes saber que si alguien te ama, te debe amar por quien eres y por lo que eres y no por lo que tienes. ¿Te expresas en forma negativa acerca de tí mismo? Aprende que “de las personas se habla bien o no se habla” y con mayor razón si se trata de ti mismo. Si no tienes nada bueno qué decir de ti mismo, mantén la boca cerrada. ¿Te acompañan con frecuencia sentimientos de culpa? Trata de separar e independizar tus comportamientos y tus actos de la tu realidad esencial. En otras palabras, concientízate de que tus comportamientos no son esencia de tu propia dignidad. Si haces algo torpemente, no significa que seas “mala persona” y mucho menos estúpido por esencia; simplemente cometiste un error o no fuiste lo suficientemente cuidadoso. De ahí la aseveración: “odiar el pecado, pero amar al pecador”. ¿Olvidas decirle gracias a los demás y darles reconocimiento? Regala cumplidos o “peluches”. Una de las maneras más fáciles de sentirse bien es reconociendo la 22

dignidad, belleza y grandeza de los demás, a pesar de que no sean perfectos. Di siempre “gracias” o palabras que produzcan los mismos efectos. Las actitudes son igualmente importantes. Una sonrisa, un saludo, un rostro afable, un gracias no te hacen rico ni pobre y en cambio pueden hacer “milagros” haciendo sentir dignos a los demás. ¿Sientes dificultad para aceptar los cumplidos de otras personas? Elógiate a ti mismo y cada vez que hagas algo correcto, bríndate una “palmadita en la espalda”, ofrécete un premio, porque te lo mereces. Esos son “peluches” o “sanas zalamerías” para contigo mismo que te ayudan a reforzar el concepto que tienes de ti mismo. ¡Reconoce siempre tu valor y dignidad! ¿Te sientes carente en habilidades sociales para interactuar con los demás? Pues bien, las habilidades sociales se aprenden como se aprenden todas las demás cosas. Y si no te las enseñaron de niño, nunca es tarde para aprenderlas. Comienza ya, ojalá con la ayuda de un profesional. ¿Te cuesta mucha dificultad expresar tus sentimientos a los demás? Deja que la gente “conozca” cómo te gustaría ser tratado. Comunica las cosas que te hacen sentir mal y las que te hacen sentir bien. Muestra un rostro amable y da un fuerte abrazo a un amigo tuyo, que se de cuenta de que eres sensible y cálido y no un pedazo de hierro o de hielo. Demuestra tu calidez al estrechar la mano y al mirar a los ojos cuando saludas... ¿Desconoces con frecuencia tus propias necesidades y jamás te cuestionas acerca de lo que realmente quieres? Si eres de las personas que no piden favores o no reconocen sus propias necesidades por vergüenza, estas en un problema serio. Recuerda que los problemas no son problemas sino oportunidades disfrazadas de problemas. Y las privaciones oportunidades y desafíos a la creatividad. ¿Cuáles son tus necesidades o limitaciones y cuáles son tus aptitudes o capacidades, tus sueños y tus quimeras? ¿Te privas de las cosas absolutamente necesarias o te excedes en las cosas suntuosas o superfluas? Recuerda que todo extremo es vicioso y de ahí la necesidad del sano equilibrio o como dice el refrán: “ni tanto que queme al santo, ni tan poco que no lo alumbre”. Reconoce todas aquellas cosas que hacemos y tenemos pero que no necesitamos para vivir, y de todas aquellas que no tenemos pero que realmente necesitamos para comenzar a buscarlas y a obtenerlas. Pero siempre controlando la compulsividad y manejando el autocontrol. ¿Te sientes carente y fracasado en la expresión y recepción de afectos? Da afecto y recibe afecto. Recuerda que todo ser humano necesita amar y ser amado. ¿Quien no se siente bien cuando le dicen: “te quiero”, “me caes muy bien”, “me gusta compartir contigo”, “te admiro”, y quién no se siente mal cuando se siente rechazado por alguien o cuando sabe que no es “bienvenido” ante los demás? Intenta expresar tus afectos, otros los necesitan y estarán siempre 23

dispuestos a aceptarlos. ¿Siempre estás criticando a los demás o a ti mismo? Una sana crítica será siempre válida y además necesaria. Pero la crítica destructiva, además de ser un lastre, es nociva, dañina y te cerrará siempre las puertas hacia los demás. Analiza siempre los juicios de valor que estableces contigo mismo. ¿Vives comparándote compulsivamente con otras personas? Recuerda que eres único, irrepetible y diferente. Ni siquiera en los gemelos monocigóticos encontramos porcentajes de igualdad. No fuimos hechos en serie, gracias a Dios, y por eso el gran valor de nuestra dignidad. ¿Te sientes débil y enfermizo tanto a nivel físico como mental? Recuerda que en toda enfermedad física existe un porcentaje muy alto de componente psicológico. En tu caso ¿qué porcentaje crees que existe? Trata siempre bien tu cuerpo. Recuerda que es el único que tienes. Todo lo que hacemos nos afecta para bien o para mal. Por eso ejercítalo y aliméntalo bien: “Cuerpo sano en mente sana”. Muchas de las enfermedades están solo dentro de tu cabeza ¿Posees hábitos y comportamientos desadaptativos? Recuerda que todo comportamiento comienza a ser psicológicamente patológico cuando comienza a ser desadaptativo. De ahí la necesidad de que los conozcas, los aceptes y busques sus raíces: en la infancia, en la familia, en el trabajo, poniendo el remedio a tiempo y en la medida de lo posible con la ayuda de un profesional. ¿De qué clase de personas normalmente te rodeas: deshonestas, criticonas, negativas, intransigentes, intolerantes...? Nunca olvides la sabiduría popular cuando dice: “el que con perros anda a aullar aprende... Mantén como propósito de tu vida rodearte siempre de gente buena y positiva. ¿Vives inconforme, amargado y aburrido con lo que haces? Trabaja placenteramente sin culpabilidad y recuerda siempre que la única forma de no percibir el trabajo como un “castigo” es disfrutándolo. Usa muchas afirmaciones positivas como: “soy digno”, “puedo”, “soy capaz”, “soy inteligente”, “tengo aptitudes”... y no te limites a pronunciarlas solamente; colócalas por escrito. Es más: usa imágenes creativas “siendo” lo que estas pensando. Así estarás usando los dos lóbulos de tu cerebro al cien por ciento. ¿Te sientes “simple”, aburrido y poco creativo? Recuerda que es nuestra autoimagen la que determina cómo somos y cómo nos sentimos. Lee siempre libros, revistas o artículos que te suministren buenas ideas e inspiración. Observa con atención la naturaleza en general: ella es la mejor fuente de inspiración. Recuerda igualmente que así como tu cuerpo necesita alimento, también tu mente necesita buenas ideas y buenos pensamientos. ¿No tienes claro y definido lo que quieres de la vida y hasta dónde quieres llegar? Colócate metas y elabora un proyecto de tu vida a corto, mediano y largo plazo. Recuerda siempre que quien no sabe de dónde viene tampoco sabe para dónde va y corre el riesgo de perderse. ¡Nunca te pierdas antes de iniciar tu 24

viaje! Como ves, podríamos agregar muchas más preguntas y consejos y la lista se haría interminable. Ciertamente cambiar es difícil, pero no imposible. La acción y repercusión de una pobre autoestima será siempre perpetuada por sí misma. Eso explica el “por qué” tan pronto como iniciamos el camino hacia una autosuperación, la tendencia es a mantenernos siempre anclados y replegados a viejos patrones de ceguera, culpabilidad y la desintegración de nosotros mismos. Trabaja siempre en tu mente imágenes o cuadros imaginativos de cómo te gustaría ser, no de como eres. Y así gravitarás siempre en la misma dirección de tus pensamientos dominantes para alcanzar todo lo que te propongas. Recuerda siempre… Mirarnos internamente y tratar de conocernos no es fácil porque casi siempre tratamos de “evitarnos” a nosotros mismos. Recuerda que nuestro “clon” es el único que nos dice siempre la verdad, aunque no la aceptemos. A veces, yo mismo soy mi mayor enemigo, a quien no quiero enfrentar. Trabaja siempre en tu mente con imágenes o cuadros imaginativos sobre cómo te gustaría ser, no sobre lo que eres. Así, avanzarás hacia la consecución de todo lo que te propongas. Los demás son tu “espejo” ¿Coincide la imagen o concepto que poseen los demás de ti, con el autoconcepto o imagen que tienes de ti mismo? ¿Cómo te perciben realmente las personas que te rodean? ¿Es una la autopercepción que tienes de ti mismo y otra la que poseen los demás de ti? Si queremos evaluar un poco nuestro propio autoconcepto, tenemos que mirarnos en un “espejo” muy especial: las personas con las cuales nos rodeamos. Ellas son nuestro reflejo. Y a esas personas las hemos elegido y las elegimos nosotros mismos y son las que llamamos amigos. Pero, ¿te has puesto a pensar alguna vez cómo has elegido casi siempre, como amigas a personas que te tratan de la misma manera como “desearías” ser tratado? Pues bien, si te consideras una persona con un sano autoconcepto, sin duda elegirás y exigirás ser respetado por esos amigos que optaste para que te circunden. Es más, esas personas seguramente te tratarán muy bien, porque se quieren, se respetan y se tratan también muy bien a ellas mismas. Por el contrario, si alguien tiene un mal autoconcepto de sí mismo, siempre tenderá a establecer relaciones con toda clase de gente y será abusado por todas aquellas personas de las que se rodea. Su mente siempre estará procesando pensamientos como “no me importa”, “soy yo”, “siempre me han tratado mal”, “eso es lo que me merezco”, “nadie me quiere”, “no valgo nada”. ¿Hasta cuándo continuarán esas personas con su maltrato y autocastigo? Hasta cuando esas personas mantengan una opinión negativa sobre sí mismas. 25

No cabe duda de que las personas nos tratan en la misma forma en que nos tratamos a nosotros mismos. Si observas atentamente notarás que todas aquellas personas a quienes encontramos y con quienes nos relacionamos en nuestras vidas, lo primero que hacen es “evaluar” rápidamente qué tanto nos respetamos a nosotros Si perciben que no nos respetamos, posiblemente tampoco lo harán. En las relaciones de pareja, aquellas personas con baja autoestima casi siempre tienen desastrosas relaciones emocionales, una detrás de otra y casi siempre en cada relación, su pareja ha sido o bien un borracho, un irresponsable, infiel, maltratador y tantas cosas más. Y lo peor de todo es que no han tomado conciencia de que ese patrón continuará repitiéndose tanto cuanto persistan en mantenerse dentro ese mismo autoconcepto negativo. Esa misma dinámica explica que muchas personas que han sufrido abuso, maltrato y malas maneras, exijan y esperen malos tratos de sus amigos, parientes y compañeros de trabajo. Lo más triste de todo es que no se han dado cuenta y posiblemente jamás tomen conciencia de que las personas respondemos dependiendo de nuestras expectativas. Por eso el mejor espejo para mirarnos interiormente y saber qué tan dignos somos y qué tanto nos respetamos a nosotros mismos, es el trato que nos dan los demás. Recuerda siempre Las personas te tratarán en la misma forma en que te trates a ti mismo. Todos aquellos con quienes te relaciones en la vida, “evaluarán” rápidamente qué tanto te respetas a ti mismo. Si te respetas, ellos también harán lo mismo. Hazte respetar sin pisotear a los demás y menos permitir que los demás lo hagan contigo. Libérate de tus embrujos Había una vez una codorniz que merodeaba en un trigal; al ver los granos de trigo, bajó a comer, con tan mala suerte que fue a caer en una trampa que había puesto el dueño del trigal. Aprisionada allí, se lamentaba la pobre diciendo: “¡Pobre de mí!, yo que antes era libre, que cantaba y volaba por los aires, que iba de acá para allá, ahora me encuentro aquí cautiva. ¡Qué pena la mía! He perdido mi nido en donde están mis hijos. ¿Quién los alimentará ahora. ¡Lo he perdido todo! Y me pregunto ahora: ¿Por qué sufro tanta desdicha? ¿He sido acaso imprudente? ¡Estoy presa por unos simples granos de trigo! ¿He cometido un grave error? ¡Qué caro me ha costado!”. Y continuaba llorando y lamentándose... ¡Cuántos de nuestros errores son ahora nuestras prisiones! La solución no está en el llanto y en las lamentaciones. Está en la lectura que hagamos de ellos y en lo que estemos dispuestos a ganar con ellos. Los problemas no son problemas, sino oportunidades disfrazadas de problemas. Recuerda igualmente que el 26

problema no son las catástrofes en sí mismas, sino la actitud que tomemos frente a ellas. Imagínate que estas metido dentro de la “jaula de tus problemas”,de la cual quieres y necesitas salir. El trabajo del sicólogo consiste exclusivamente en ofrecerte algunas “llaves” o “herramientas” para abrir esa jaula... Eres tú y solamente tú, quien debes tomar las llaves y abrir la jaula. ¡El terapeuta nunca te la abrirá! En el mito griego de Eco y Narciso, se dice que Eco era una bella ninfa que un día ofendió a Juno, reina de los dioses. Juno entonces inventó un extraño y curioso castigo para la ninfa: Eco nunca podría iniciar o participar una conversación, sino repetir lo que le hablasen. Un día en que Eco triste y afligida vagaba por los bosques, un bello joven llamado Narciso la vio pasar, y quedó inmediatamente cautivado por su belleza. Decidió llamarla y ¡oh sorpresa! escuchó de sus labios solamente la repetición de sus propias palabras. Le habló por segunda vez, pero de nuevo ella le respondió, imitando su tono, su timbre y las últimas palabras de cada frase. Creyendo que se burlaba de él, Narciso se alejó, dejando a la pobre ninfa bañada en lágrimas. Muy pronto todos los que estaban a su alrededor, rehuyeron su compañía y Eco quedó completamente sola. Con el pasar del tiempo se fue debilitando más y más, hasta que su voz hoy, no es más que un grito hueco y burlón que brota de las cavernas y de los pasajes solitarios. Pero por haber tratado tan duramente a Eco, Narciso sufrió también un singular castigo. Un día pasó frente a un estanque de aguas cristalinas, y se vio reflejado en ellas. Y creyendo que se trataba de una maravillosa joven trató de apoderarse de ella. Pero extrañamente esa imagen lo eludía y todos sus esfuerzos por atraparla eran vanos. Consumiéndose de amor por lo que en realidad era su propio reflejo, languideció y murió. De la tierra que cubrió su tumba, nació una bella y fragante flor que hoy llamamos narciso. ¡Cuántas cosas “que creemos”, “nos creemos” y “nos embrujan” son simplemente espejismos, y trastocan todo nuestro sistema de creencias y hacen que nuestra vida se vuelva una tragedia! ¿Has pensado alguna vez en tus propios espejismos? Existe una fábula oriental que tiene un profundo significado para nuestra reflexión. Esta fábula está relacionada con la autoimagen. Floralia era una joven que vivía encerrada dentro de un castillo, víctima de un viejo hechizo que continuamente le recordaba su horrible fealdad. Un día pasaba un apuesto príncipe muy cerca del castillo en donde ella se encontraba y viéndola quedó inmediatamente prendado de su belleza. Tan pronto como ella se sintió frente a su presencia trató de evadirlo, pero el príncipe quien era muy inteligente, logro “retenerla” hablándole dulcemente de su belleza. Al cabo de un buen rato, ella dejo caer a través de la ventana de la torre sus lindas trenzas de oro, de tal 27

manera que el príncipe pudo escalar la torre a través de ellas y rescatarla. Como podrás darte cuenta no era ni el castillo ni mucho menos el hechizo los que la mantenían prisionera, sino su propia creencia en su fealdad. La prisión estaba solamente en su sistema de creencias o pensamientos. Solamente cuando Floralia vio y reconoció reflejada en la cara de su príncipe encantador su propia belleza, descubrió entonces que podía ser una persona completamente “libre”. Necesitas tomar conciencia del “embrujo” o los “embrujos” que existen dentro de ti mismo y que te impiden romper las ataduras y ser una persona verdaderamente “libre...”. Para ello necesitas “tomar las llaves” y abrir esa jaula en la que se encuentran la mayor parte de tus limitaciones. Recuerda siempre La libertad es el instrumento que puso Dios en tus manos para que realices tu propio destino. Necesitas tomar conciencia del “embrujo” o los “embrujos” que existen dentro de ti y que te impiden romper las ataduras y ser verdaderamente “libre”. ¿Cuántos de tus errores son ahora tus prisiones? ¿Has pensado alguna vez en tus propios espejismos? ¿No será quizás tu propio sistema de creencias el que no te deja ser lo que quieres? Recuerda que la mayor parte de tus prisiones están solamente en tu mente y en tus pensamientos. Considérate siempre digno Manuel Vincent, un periodista, nos presenta una hermosa fábula que nos ayuda a entender el concepto de dignidad. Veamos: Se trata de alguien quien deseaba tener una limpia habitación, un pequeño armario donde colocar sus pocas pertenencias, una cama blanda en donde poder descansar, y una mesa con una lámpara en donde poder trabajar. Pero debía asesinar a alguien. Soñaba también con sentirse protegido por el Estado, tener acceso a los libros, a campos de deporte y porque no, a un jardín con lindas flores. Pero para lograr eso necesitaba solamente de una buena pistola y el dinero suficiente. Él era un sujeto con hambre y desamparado, que iba como un perro por los semáforos con la mano tendida pendiente de la caridad automovilística. Sabía que si lograba realizar aquella hazaña, toda su miseria acabaría de repente. Lo único que deseaba era “recobrar su dignidad”. No creía exigir demasiado. Y para recobrar esa dignidad pedía comida, trabajo, tiempo libre, aseo personal, un pequeño espacio para soñar, algún compañero de fatigas con el que pudiera compartir el pasado, el presente y el futuro. Pero ese paraíso estaba lejos de allí. Si quería lograr todo eso tenía que liquidar a un prójimo y un día por fin se decidió a hacerlo. Este infeliz pordiosero, primero cometió un atraco logístico a un estanco, sacó el pasaporte y compró un billete de avión con destino a Suecia. No llevaba la pistola consigo todavía. La consiguió en el mismo aeropuerto de Estocolmo y 28

después de pasar la aduana, puestos ya los pies en una tierra tan amable, disparó a un nativo y no mató a uno sino a tres, porque sabía que cuantos más crímenes cometiera, más “firme” sería su porvenir. Se entregó enseguida, lo metieron a una cárcel del país y, al instante allí le fueron “reconocidos” sus “derechos”. Esa noche durmió en una celda con calefacción; al día siguiente tomó varias sopas humeantes, luego lo atendió un psicólogo y, a continuación inició una vida “respetable” dentro de los muros de la prisión. Tampoco le faltaba cada dos semanas una mujer que le ofrecía un poco de “amor” durante una hora de visita. Su sueño ya nunca tendría final. Era esa la “dignidad” que buscaba: tener lo mínimo que puede tener un ser humano… Veamos ahora el mismo concepto de dignidad desde otra perspectiva. Supón, que te encargan el cuidado de un bebé de tres meses de nacido. Seguramente no lo alimentarías teniéndolo atado de brazos y manos con una cuerda. Aún más, tampoco le dirías: “pues bien... ¡te doy el tetero siempre y cuando hagas algo cómico y gracioso!”, o bien, “¡a no ser que te sientes y cuentes: uno, dos y tres o me hagas reír, te doy el tetero!”. Por el contrario, alimentarías al bebé por el simple hecho de que él merece ser alimentado, porque te inspira ternura y porque merece amor, cuidado y tratamiento cariñoso, porque al igual que tú, es un ser humano. Tú mereces exactamente lo mismo. Tú mereciste eso cuando naciste y continúas mereciéndolo también ahora. No será raro encontrar personas que consideren a los inteligentes, simpáticos, bien remunerados, graciosos u ocurrentes, como los únicos seres merecedores de amor y respeto. ¿Y los demás personas? ¡Tú mereces amor y respeto precisamente porque eres tú y sólo tú! ¡Porque eres un hijo de Dios único e irrepetible creado a imagen y semejanza de Él! Es una lástima que casi nunca nos centremos en nuestra belleza interior y en nuestros propios “poderes”. ¿Recuerdas por ejemplo haber visto alguna película, o haber vivido alguna experiencia que te haya despertado enormes cargas emocionales, tales como rabia, dolor, llanto, compasión, mientras las experimentabas y las vivías? Pues bien, eso es debido a que en lo más profundo de nuestro ser sentimos, amamos, sufrimos, odiamos; en lo más profundo de todos nosotros existe “algo” que es maravilloso: nuestras emociones. Son estas las que nos permiten ser humanos y diferentes unos de otros. La emociones también se aprenden. Es decir, que dependiendo de qué tanto hayamos sido amados, respetados, heridos u odiados, seremos capaces de exteriorizar o de exponer ante los demás nuestros profundos sentimientos y emociones. Si aprendiste a amar amarás, si aprendiste a respetar respetarás, si aprendiste a odiar odiarás. Es decir: la mayor parte de las cosas en nuestra vida son aprendidas y las emociones no son una excepción. El manifestarnos de determinada manera y el ser distintos, únicos, irrepetibles e individuales es lo que 29

llamamos dignidad. Las aterradoras imágenes en los noticieros que muestran las situaciones más aberrantes contra el ser humano en nuestro país y en el mundo, despiertan en nuestro interior sentimientos de dolor y compasión, y una percepción sobre el “qué hacer” frente a esas injusticias, que puede ser distinta en cada uno. Pero independientemente de ello, todos “nos dolemos” de dichas situaciones. Esa es nuestra manera de ser y reconocer que todo ser humano tiene dignidad. Aceptemos que tenemos esas cualidades: capacidad de amar, de simpatizar y de ser completamente humano. Graba esto: No eres solamente humano, sino esencialmente humano. Por eso debes ser siempre tratado bien… porque es esa la exigencia de tu propia dignidad. Recuerda siempre Dependiendo de qué tanto hayas sido amado, respetado, herido u odiado, exteriorizaras o expondrás ante los demás tus emociones y sentimientos profundos.¡Tú mereces amor y respeto precisamente porque eres un hijo de Dios, único e irrepetible creado a imagen y semejanza de Él! No eres solamente humano, sino esencialmente humano. Es por eso que debes ser siempre tratado bien… porque es esa la exigencia de tu propia dignidad. Comprométete en luchar siempre por tu dignidad y la de los demás. Di siempre gracias ¿Te ha sucedido alguna vez que después de hacer un favor o tener un detalle con alguien, ese alguien no tenga ni la menor delicadeza para decirte “gracias”? ¿Recuerdas los sentimientos que esa situación despertó en ti? Es el grado de autoestima que poseamos el que nos permite ser agradecidos con nosotros mismos, con los demás y con la misma vida por todo lo que somos y tenemos. El primer gesto de gratitud debe ser hacia Dios y el segundo a nosotros mismos y eso se llama amor propio. Pero ¡Ojo! Jamás vayamos a confundir “sano amor propio” con “egoísmo”. Ser egoísta y tener un sano amor propio son cosas completamente diferentes. El sano amor propio es directamente proporcional a nuestra autoestima. Al igual que nuestra mente, nuestra autoestima determina y orienta la dirección de nuestros pensamientos. En otras palabras, una buena autoimagen por ejemplo, nos estimula continuamente a autogratificarnos por todo lo que hacemos. Son “estrategias” que nos permiten elevar cada vez más nuestra propia autoestima. Las personas egoístas necesitan ser el centro de atención, ambicionan siempre reconocimiento y tienen muy poca consideración por los demás; quieren que todo el mundo gire a su alrededor. Si alguien no los adula, lo consideran su “enemigo” y fácilmente caen en crisis depresivas. El sano amor propio, por el contrario, nos permite reconocer y respetar nuestros propios deseos, metas, ambiciones, pero también los de los demás; nos 30

permite reconocer nuestras fortalezas y debilidades y también reconocer las fortalezas y debilidades de los demás. Sano amor propio significa poder sentirnos orgullosos de nuestros éxitos, sin necesidad de gritarlos a los cuatro vientos por doquier. Sano amor propio significa aceptar nuestras deficiencias y al mismo tiempo esforzarnos y empeñarnos en ser mejores. En cuanto a ti, ¿qué tan fácil te resulta el reconocimiento de tus propias aptitudes y limitaciones? ¿Qué tan fácil te resulta reconocer las aptitudes de los demás? Sano amor propio significa igualmente no ser compulsivos en la “justificación” frente a los demás y frente a nosotros mismos de todos y cada uno de nuestros actos: ¿Por qué hacemos esto o aquello? ¿Por qué vamos a tal parte o tal otra? ¿Por qué hablo con zutano o perencejo? ¿Por qué voy a fiestas, al cine, o a paseo? ¿Por qué nos despertamos tarde? ¿Por qué nos compramos un nuevo pantalón, un nuevo vestido o tantas cosas más? Tener un sano amor propio significa sentimos bien haciendo cosas que le agregan valor y belleza a nuestra vida. ¿Le agregas a tu vida valor y belleza todos los días? Lo que hemos dicho hasta ahora tampoco tiene nada que ver con el llamado “complejo de superioridad”, que significa desprecio y negación de las capacidades del otro. Sólo aquellos que no están convencidos de su propia dignidad, necesitan gritarle al mundo compulsivamente sus propias aptitudes, éxitos y triunfos menospreciando a los demás. Pero, cuando aceptamos un “gracias” no significa que hayamos hecho todo de manera perfecta. Significa que los demás agradecen nuestra buena voluntad y son educados. Es más, démosle gracias a Dios, que a pesar de ser una simple norma de buen comportamiento, muchas personas todavía nos dicen “gracias”. Finalmente supongamos que un amigo íntimo te hace discretamente una observación sobre algo en particular. ¿Le responderías en forma desobligante? Seguramente, si realmente lo consideras tu amigo, simplemente responderías: ¡Gracias, muchas gracias! Todo gracias o cumplido es un regalo y por lo mismo, necesita mente, voluntad y “esfuerzo” para otorgárselo sinceramente a alguien. Y como todo regalo, sería muy desagradable rechazarlo en la propia cara de quien lo ofrece. Pues bien, ya tienes otra de las razones para aceptar los cumplidos en forma sinceramente agradecida. Recuerda siempre Un sano amor propio es lo que te permite respetar tus propios “deseos” y tus fortalezas y las de los demás. Significa poder sentirte orgulloso de tus éxitos, sin la necesidad compulsiva de gritarlos a los cuatro vientos. En otras palabras, significa sentirte bien haciendo cosas que le agregan valor y belleza a tu vida. Recuerda igualmente que todo “gracias” o cumplido es un regalo y por lo mismo, necesita mente, voluntad y “esfuerzo” para otorgárselo sinceramente a alguien.

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Manténte siempre en actitud de gratitud Definitivamente la gratitud es una virtud que se aprende. Recuerdo que desde muy niño mi madre, una mujer muy sencilla, humilde, trabajadora y piadosa, cuando nos enseñaba a rezar, nos enseñaba siempre a agradecer por todas las cosas buenas que teníamos en nuestra vida. A pesar de que sufría, pedía y nos enseñaba a dar gracias por la abundancia de comida, por nuestros padres, por nuestros hermanos, por nuestra salud y por tantas otras cosas que nos habían sido concedidas. Y todo eso nos lo enseñaba no sólo con sus palabras, sino sobre todo, con el testimonio de sus obras de caridad: ¡Jamás vi que dejara ir a un pobre de nuestra casa sin ofrecerle un plato de comida o darle algo para que llevara aunque eso le proporcionara inconvenientes con mi padre! Siendo una familia de origen campesino y humilde, no éramos ricos, pero nunca faltaban la comida ni las cosas necesarias. Recuerdo también las veces, cuando a la luz de una vela y sentado sobre la rústica mesa del comedor o en un banco, con un lápiz y sobre un viejo y amarillento cuaderno después de haber hecho mis tareas, trataba de hacer una lista con todas las cosas por las que tenía que agradecer y por las que solía “pedir”, tal como le había aprendido a mi madre. Aunque la lista siempre quedaba incompleta, es enorme el valor pedagógico y educativo que me dejó ese ejercicio para mi vida. Años más tarde, fui capaz de colocar la “actitud de gratitud” dentro de una perspectiva completamente diferente: como DON y REGALO. En la medida en que somos conscientes de cómo nuestra mente funciona y se comporta, comenzamos a ver y a entender mejor que somos nosotros mismos quienes “optamos” y “decidimos” en nuestra vida lo que pensamos, lo que queremos y lo que “inconscientemente” esperamos. A través de todo ese proceso, aprendí que para gozar de “buena fortuna”, es necesario sentirse afortunado. En la misma forma en que para gozar de “buena salud”, es necesario sentirnos saludables. Si una persona se concentra “testarudamente” en lo que no tiene, entonces cada vez tendrá menos de lo que en un determinado momento pudiera desear. La mayor parte de las personas exitosas y con amistades “influyentes”, son personas que se valoran siempre “por lo alto” son poseedores de una alta autoestima. Habrás notado igualmente que todas aquellas personas que conducen vidas activamente “plenas”, son personas que se mantienen consistentemente alegres con lo que la vida les ha dado. Es decir, son agradecidas. Si deseas cambiar tus actitudes vitales, es necesario que tomes conciencia de qué tan condicionado socialmente estás, para mirar solamente el lado negativo de la misma. ¿Haz notado, por ejemplo, que si existen diez cosas que van bien y una que va mal, casi siempre tendemos a mirar y a poner la atención solamente en la que va mal? 32

Miremos otro ejemplo, el de la escuela: Cuando un niño obtiene siete de diez puntos en una determinada área, nadie se concentra en los siete puntos buenos, sino en los tres no superados. Cuando tenemos un defecto físico, no decimos todo mi cuerpo está perfecto, sino que vemos solamente la uña que nos machacamos cuando niños. Nos preocupamos de la mancha de tinta en nuestro bolsillo y no nos maravillamos de toda la pulcritud de nuestra camisa. Hemos olvidado que la belleza de los paisajes la constituyen el contraste entre las luces y las sombras. Si fuera sólo luces no sería paisaje y si fuera sólo sombras tampoco… Muchas veces creemos que la mejor manera de asumir nuestros errores es siendo exclusivamente “racionales” y “realistas”... Pero eso no es verdad. “Si tu tristeza se debe a todas las cosas que deseas y que no posees, piensa entonces en todas las cosas que no deseas y que posees”. Todas las cosas y todos los eventos tienen siempre su lado positivo. No miremos solamente la mancha negra sobre el papel, sino toda la superficie que no está manchada. De ahí la necesidad de que seamos siempre agradecidos con Dios, con nosotros mismos y con la vida. ¿No te parece suficiente con estar vivo? Recuerda siempre Una constante actitud de gratitud asegurará que focalices lo que deseas y lo que quieres. Si te encuentres viviendo en la abundancia y en la riqueza, reconoce lo que realmente tienes y bendice siempre tu fortuna y las cosas que te llegan. Eso hará que más frecuentemente te encuentres siempre en el lugar adecuado y a la hora justa. Recuerda siempre que “si tu tristeza se debe a todas las cosas que deseas y que no posees; necesitas entonces pensar en todas las cosas que no deseas y que posees”. Se agradecido con Dios, contigo mismo y con la vida. Tus emociones son tu salud ¿Sufres de alguna enfermedad, “dolor” o padecimiento? ¿Sabías que para que te cures en forma duradera, necesitas curarte en tu totalidad, es decir, físicamente, emocionalmente y mental o espiritualmente? ¿Sabías que el mayor descubrimiento que hizo Cousins, fue deducir que si la desesperación podía matarlo, una actitud de esperanza también podía salvarlo? ¡Es una realidad el hecho de que podamos enfermarnos o curarnos por simple autosugestión! Es posible, por la estrecha relación existente entre los pensamientos que procesamos cada día y nuestro cuerpo. La relación existente entre nuestra mente (cerebro) y nuestro cuerpo no ha sido entendida hasta ahora en su totalidad. Lo que si está demostrado con numerosos experimentos es que problemas emocionales generan poderosas y letales toxinas. En esos experimentos científicos se han tomado pruebas de sangre a personas que están experimentando intensas emociones de rabia y se les ha inyectado inmediatamente a animales. Esos animales mueren en cuestión de minutos. A 33

esas toxinas se les ha denominado vulgarmente como “hormonas del malestar”. ¡No alcanzamos a imaginar entonces lo que ese tipo de toxinas pueden provocar en nuestro organismo! ¿Recuerda cómo te has sentido cuando haz visto o experimentado un accidente o cuando haz padecido un gran susto? Seguramente habrás notado una fuerte sacudida; eso hace que tu cerebro dispare una serie de sustancias químicas y que sientas como una especie de “onda” a través de todo tu cuerpo. ¿Verdad? Es decir, que tu cerebro está produciendo y enviando continuamente una cantidad de sustancias químicas como respuestas a las reacciones instantáneas en todo tu organismo. Todo eso está indicando que las “hormonas del malestar” -toxinas del miedo, de la rabia, de la frustración y del estrés- no sólo envenenan y matan animales, sino que nos envenenan también a nosotros y pueden asesinarnos de igual manera. Eso explica muchos de nuestros problemas digestivos, entre otros tantos malestares. Igualmente eso mismo explica la imposibilidad de poder ser ansiosos, neurasténicos e irritables y saludables al mismo tiempo. De ahí mi insistencia para que recuerdes siempre que tu salud corporal será siempre un reflejo y una consecuencia de tu salud mental. Eso mismo explica el hecho de que algunas enfermedades frecuentemente puedan ser el resultado de conflictos “internos” no resueltos que con el tiempo hemos ido somatizando, es decir, exteriorizando y materializando en nuestro organismo. Muchas de nuestras enfermedades son simplemente el resultado de la interacción entre nuestro sistema de creencias y nuestras expectativas. Por ejemplo: alguna vez un familiar o amigo tuyo dijo: “Acá hay una epidemia de gripa y muy probablemente también tu te vas a contagiar”. Probablemente después de tal comentario te volviste más “susceptible” a la epidemia y de hecho te enfermáste. Significa eso que muchas veces nos enfermamos debido precisamente a que esas son nuestras expectativas. La gente comúnmente lo llama “sicosiarse”. Desde hace unos quince o veinte años sabemos que existen enfermedades como el alcoholismo, la esquizofrenia, el cáncer, entre otras, a las que podemos estar “predispuestos” genéticamente porque nuestros antepasados o nuestros padres las sufrieron. Ciertamente el hecho de tener la “predisposición” no significa necesariamente que la enfermedad se vaya a presentar o a desarrollar. Lo que si es cierto es que nosotros podemos hacer el “milagro” de que se “disparen” gracias al manejo de nuestros pensamientos. En otras palabras: somos nosotros quienes arrastramos inconscientemente patrones o programas en nuestra mente que nos mantienen sanos o enfermos. Eso mismo explica porqué muchas personas dicen: “jamás me resfrío”, y efectivamente jamás se resfrían. Otras dicen: “Casi siempre cojo dos resfriados por año”, y efectivamente viven los trescientos sesenta y cinco días con gripe. 34

¿Simples coincidencias? Trata de deducirlo de acuerdo con tu propia experiencia Podríamos explicarlo también por los tempranos condicionamientos desde nuestra niñez. Desde muy temprano “aprendimos” que estar enfermos era una de las maneras más efectivas para recibir atención. Es más, quizá para muchos esa era y continúa siendo la única forma de seguir recibiendo atención y “cariños”. Probablemente cuando te enfermás tus familiares y amigos te siguen colmando de atenciones y eso hace que te sientas más amado y reconfortado. Seguramente conozcas a muchas personas que todavía no han roto ese patrón o “lastre” y por eso, han continuado sus vidas manejando el “enfermarse”, el “caerse de las escaleras”, el “tener accidentes” y tantas otras cosas parecidas, debido a que se sienten ignorados, no queridos y no estimados. Y lo más probable es que todos esos comportamientos los sigan manejando de manera “inconsciente” quién sabe hasta cuándo. Ahora bien, todas esas personas que se sienten amadas, seguras y con una alta autoestima, sufren menos enfermedades y menos “accidentes” que todas aquellas personas que no lo son. No cabe duda de que los sentimientos y las emociones “reprimidas” y una baja autoestima afectan también nuestra salud. Para estar saludables y energéticos debemos mantener emociones positivas y tenemos que aprender a expresar nuestros sentimientos en forma adecuada. Es absolutamente necesario creer y estar convencidos de que merecemos ser y estar sanos. Si albergamos sentimientos inconscientes como: “no soy buena persona”, “siempre la embarro”, “soy muy torpe”, “he cometido cantidad de errores”, “merezco que esto me pase” y muchos otros más, lentamente e “inconscientemente” nos están llevando a la somatización de enfermedades, a veces para toda la vida. Necesitamos hacer un esfuerzo y llenar nuestra vida de alegrías para que nuestra mente constantemente esté elaborando pensamientos positivos. Así nuestro cuerpo, que es un “esclavo” de nuestra mente, comenzará a recoger todo lo que nosotros queremos y deseamos. De lo contrario vendrá la enfermedad y posteriormente la muerte. Recordemos siempre que a través de los pensamientos y las emociones controlamos nuestra “ecología” corporal. En nuestras manos esta el hacer de él un “caldo de cultivo” para la salud o para la enfermedad, pues una buena salud no es solamente ausencia de enfermedad: es energía y vitalidad. Nuestra mente es la “arquitecta” de nuestro cuerpo y nuestro cuerpo es el reflejo de nuestros pensamientos. Por eso, si estás consumido por el rencor y la rabia y no expresas tus emociones, tu cuerpo va a ser siempre el reflejo de eso. La “enfermedad” de tu mente se convertirá siempre en la “enfermedad” de tu cuerpo. Y ese será el inicio del fin: Un “lento suicidio”. Recuerda siempre Trata de mantener en tu cabeza pensamientos saludables y felices. Imagínate a 35

ti mismo saludable. Decide tú mismo la salud que quieres. Se siempre gentil contigo mismo. Acéptate y ámate. Da gracias a Dios por estar bien hasta ahora. “Las emociones son como los músculos de tu cuerpo: los que más a menudo ejercitas son los que más se fortalecen; sin embargo, si no los cuidas, tu organismo entero sufrirá. Estarás corriendo el riesgo de caer en un estado de dependencia o de refugiarte en otro falso remedio, muy de moda: la enfermedad”. 2 Zarai, Rik a Las emociones que curan. Editorial Martínez De Roca, Barcelona, 1996.

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III. Proyecta tus aprendizajes, tus triunfos y tus éxitos

Toda nuestra vida es una larga cadena de aprendizajes, que no se limitan exclusivamente a lo que hacemos en la escuela. Estamos y estaremos aprendiendo todos los días de nuestra vida. Aprendiste a verte a ti mismo de una manera determinada; aprendiste a ver el mundo de forma distinta a como lo ve tu vecino y es posible que hayas aprendido a ver a los demás y a relacionarte con ellos de forma distinta a como lo hacen, incluso tus propios hermanos gemelos. Aún más, manejas toda una serie de procesos internos que no pueden ser observables directamente como: sentir, amar, pensar, recordar, crear, resolver problemas, etc.; y los manejas de una forma tan particular comparados con cualquier otra persona. Todos esos comportamientos también son ejemplos de aprendizajes. Todos esos aprendizajes, y especialmente la “manera” como los aprendiste, han marcado y marcan en forma definitiva la manera como te relacionas contigo mismo, con los demás y con el mundo que te rodea, haciendo que tu vida sea todo un éxito o toda una tragedia. Este capítulo te ofrece una serie de pautas que te ayudarán a revisar muchos de los aprendizajes no funcionales de tu vida y si consideras necesario cambiarlos y te decides, podrás “re-aprenderlos”, para poder proyectar efectivamente una vida de éxitos, de satisfacciones personales y sociales. Toda tu vida aprendes para “bien” o para “mal” ¿Alguna vez te has puesto a pensar en la manera como fuiste adquiriendo todo el bagaje de conocimientos, habilidades y destrezas que posees hoy en día? El bebé aprende a chupar, aprende a mover la cabeza, aprende a comer con el pocillo, aprende a comer con la cuchara, aprende a girarse, aprende a gatear, aprende a sentarse, aprende a caminar, aprende a hablar, aprende a leer, aprende números, aprende a reconocer, aprende a amar, aprende a “sentir”, aprende, aprende... Toda nuestra vida es una cadena de aprendizajes. Pues bien, el aprendizaje es la clave para la supervivencia. Y por eso, todos nosotros aprendemos “para bien” o “para mal”. Aprendemos “para bien” cuando todos nuestros aprendizajes son comportamientos adaptativos, es decir, son funcionales para la realización de nosotros mismos como seres humanos 37

integrales. Y aprendemos “para mal”, cuando nuestros comportamientos apuntan a la dirección opuesta. Pero así como el aprendizaje es la clave para la supervivencia, también es la clave para el éxito. Las personas exitosas son aquellas que han tenido excelentes “procesos de aprendizaje”. Para cualquier cosa que intentes realizar en tu vida necesitarás siempre de estos procesos, pues de ellos depende el menor o mayor éxito en todos y cada uno de tus proyectos. Necesitamos aprender y aprender bien. Y para “aprender bien” necesitamos involucrar todos nuestros sentidos y canales sensoriales. Existe una hermosa fábula de un autor llamado Guillermo Michael en su libro Aprende a Ser tú mismo3 que nos ayuda a entender mejor el concepto de “aprender bien” y se llama la Fábula de las Estatuas. “Cuentan que en un parque había cinco estatuas que todas las noches se reunían a charlar cerca de una fuente. Pero curiosamente cada una de ellas tenía solamente uno de los cinco sentidos de los que disfrutamos todos los seres humanos. Así que una sólo podía ver, otra sólo podía oír, la tercera sólo podía oler, a la cuarta le era permitido sólo tener tacto y percibir las sensaciones que le llegaban por la piel y finalmente la quinta sólo gustar y saborear”. Una de esas noches, la primera inició una conversación de esta forma. “¿Qué les parece los arreglos que están haciendo en el jardín...? ¿No los han visto? Personalmente no me gustan para nada. Los árboles se están quedando sin hojas a fuerza de tanto podarlos. El chorro de agua antes iluminado por las noches, ya ni lo puedo ver... las flores se están marchitando”. A lo cual, comentó la segunda, como si las demás la oyeran: No entiendo lo que me dices, ni siquiera sé de qué me hablas. Sólo te puedo decir que de día y de noche me llegan unos ruidos horribles: ladridos, pasos, gritos, chirridos, chorros de agua que caen a todas horas... ¡Me estoy volviendo loca! ¿Me oyeron? Desde mucho antes de que terminara de hablar su compañera, la tercera de las ellas comentó: A mí me llegan unos olores deliciosos. En esta época, las flores tienen un aroma increíble... Pero la fuente parece que tiene el agua podrida. ¡Apesta! Sin escuchar lo que habían dicho las anteriores, la cuarta expresó: Lo único que puedo decirles es que cada vez me llegan más pedradas y no se ni de dónde provienen. Pero me hieren a pesar de todo. ¡Hoy he sentido un frío horrible! Pues no ha dejado de llover. Siento la garganta adolorida como si me fuera a dar gripe... En fin, creo que lo mejor que puedo hacer ahora, es irme a dormir... Sin darse por enterada de todo lo que habían dicho las anteriores, la quinta, casi al mismo tiempo de las demás dijo: Desde hace ya varios días tengo muy mal sabor en la boca. No se si es por 38

tanto humo que trago cuando queman la basura... A todas horas me llegan malos sabores. Ya ni siquiera puedo tomar el agua de la fuente, pues tiene un sabor espantoso. Aturdida por las voces de todas las estatuas que hablaban al mismo tiempo, la segunda exclamó: ¡Basta ya! ¡Cállense! ¡Si no pueden dejar de hablar todas al mismo tiempo, mejor vámonos a dormir! ¿Para qué venir a conversar con ustedes si no saben escuchar? Y como si las demás hubieran oído, todas las estatuas emprendieron la marcha hacia su lugar acostumbrado. La noche se encargaba de proporcionarles un merecido descanso. Lo más curioso de todo, es que desde aquel día, nunca jamás se volvieron a reunir. ¿Por qué? Nadie lo ha sabido y no se sabrá jamás”. Muchas veces nos sucede a nosotros, lo que les ocurrió a estas estatuas. No miramos, aunque tengamos ojos; otros nunca escuchan, aunque tengan oídos. Posiblemente conozcas personas que nunca perciben los aromás, o los olores desagradables aunque tengan olfato. Cuántas personas insensibles al frío, al calor, a la brisa, a la calidez de un abrazo o de un beso, aunque tengan tacto. Finalmente, es posible igualmente que conozcas o conozcamos personas que nunca paladean los sabores de la vida: las alegrías, las amarguras, las delicias que existen a nuestro alrededor. Es necesario, aprender con nuestro cinco sentidos. De ahí la necesidad de responder a algunos interrogantes: ¿Te sucede lo mismo que las estatuas? ¿Sabes escuchar? ¿Sabes mirar? ¿Sabes sentir? ¿Sabes “paladear” y saborear? ¿Sabes oler u “olfatear”? En pocas palabras: ¿Sabes aprender a través de tus cinco sentidos? Si quieres aprender “para bien”, necesitas: ABRIR tus ojos “interiores” y “exteriores” para que “mires” con profundidad todo lo que te suceda dentro y fuera de ti mismo. ESCUCHAR con tus oídos y tu “corazón”, las “voces” de todo lo que te rodea. Las voces que surgen de tu interior y las voces que vienen de tu vida. Necesitas OLER tanto los aromás como los olores desagradables que surgen de las cosas, de la sociedad, de todo tu ecosistema, de la vida... SENTIR con tu piel y con tu espíritu el “calor”, el “frío”, la “textura” (dureza o suavidad) de todo lo que te suceda a ti, a tu familia, a tus amigos, a las personas que te rodean... Y finalmente, SABOREAR todos los “sabores” y “sinsabores” que te ofrece la vida, día a día. No sólo en los alimentos materiales, sino sobre todo en los espirituales: lecturas, conversaciones, actividades, es decir, todo aquello que recibes a través de tus sentidos y canales sensoriales. Recuerda siempre 39

Cada experiencia que vivas en la “escuela” de la vida siempre tendrá aspectos que puedes “mirar”, palabras que puedes “escuchar”, elementos que puedes “tocar”, sabores que puedes “saborear” y olores que puedes “oler”. Lo importante es que los “sepas percibir” a través de tus cinco sentidos. Si nunca lo has hecho es hora de que comiences... No te arrepentirás. Aprende de la naturaleza ¿Has observado atentamente alguna vez, cómo funciona la naturaleza? ¿Has pensado en toda la sabiduría que ella encierra? ¿Has pensado sobre la posibilidad de aprender de ella, debido a la manera como se comporta? Todos nosotros somos parte del universo y nuestras vidas están gobernadas por las mismas leyes que gobiernan el resto del cosmos. De ahí la necesidad de mantener un equilibrio como lo hace el resto de la naturaleza. Necesitamos tiempo para nacer, para crecer, para madurar, para curar, para producir y para morir. Necesitamos tiempo para trabajar y para descansar y recuperarnos como lo hacen todas las demás criaturas. Es decir, nuestras vidas siempre se moverán en ciclos porque esa es la ley universal. Por eso te sugiero: * Tomate tus “tiempos” como lo hace la naturaleza La naturaleza siempre se toma sus tiempos. Las enormes ceibas no se vuelven grandes de la noche a la mañana. Y habrás notado que ellas pierden parte de sus hojas, ramas y corteza durante su proceso de crecimiento. Igualmente los diamantes no se forman de la noche a la mañana. Cada cosa hermosa, de valor y majestuosidad en el universo, se ha tomado su tiempo para convertirse en lo que son. Eso mismo sucede con nuestro desarrollo y crecimiento. Aprendamos la forma como funcionan las cosas y seamos más benévolos con nosotros mismos: no “asesinemos” nuestro propio progreso. Necesitamos tiempo para construir un cuerpo saludable, para construir confianza, para cultivar nuestra mente o para construir sanas expectativas. Necesitamos tiempo para crear nuestra propia independencia financiera. En el mundo real hay cantidad de instantes, de sucesos y de amaneceres. * Acepta y respeta los “ciclos” de tu vida como lo hace la naturaleza Así como la tierra gira alrededor del sol y a la primavera sigue el verano y a éste al otoño, para llegar al invierno...; en igual forma, muchas cosas en nuestras vidas se mueven cíclicamente. En otras palabras, tendremos siempre tiempos fáciles y tiempos difíciles; al invierno de nuestros grandes retos y oscuridades sin duda le seguirán los cálidos y claros amaneceres de la primavera con perfumes y fragancias de éxitos y felicidad. Convéncete de que las cosas mejorarán. Las mareas siempre vuelven a bajar. * Tomate tus “descansos” como lo hace la naturaleza 40

La naturaleza es la primera en enseñarnos la “higiene” del descanso. El suelo necesita descanso. Muchos animales se toman sus tiempos para invernar. Y aunque con sus ojos abiertos, los peces también duermen. Aprendamos entonces de estas realidades. Tomemos tiempo para descansar, revisar, repensar, ponderar, corregir, reprogramar, para ser.... Si te crees indispensable y crees que si no estás, las cosas se derrumban... es simplemente un “mecanismo de defensa” o sofisma de distracción. Las personas somos útiles pero jamás indispensables. Sólo cuando aprendamos a hacer del descanso una parte de nuestro estilo de vida, como lo hace la naturaleza, nos volveremos mucho más productivos en nuestro trabajo. ¡Aprendamos a hacer del descanso una necesidad y no un apéndice! * Da siempre amor y muéstrate auténtico como lo hace la naturaleza ¿Te has preguntado alguna vez por qué sentimos tanto amor y ternura hacia los niños pequeños? Los amamos porque los percibimos terriblemente vulnerables, frágiles y siempre receptivos. Si has tenido esa dulce experiencia de tener en tus brazos a uno de ellos, habrás notado que tan pronto como ellos abren sus bracitos parecen mirarte dentro a los ojos y decirte: “Necesito que me ames”. “Ámame”. “No puedo hacer las cosas solo y te necesito”. Pero qué irónico: cuando crecemos, nuestros contextos socioculturales nos obligan a “creer” en la necesidad de fingir autosuficiencia y nuestro “machismo”. O por lo menos, eso pretendemos... Cuántas veces decimos y nos decimos a nosotros mismos: “Estoy bien”; “me siento muy bien”; “estoy pensando”; “puedo manejar ésta situación...”, mientras que internamente nos derrumbamos, estamos temerosos, ansiosos, solitarios y anhelantes de que alguien nos escuche… Es más, como legado de nuestra cultura hemos aprendido: “Jamás admitas que eres vulnerable o que te sientes solo, como tampoco admitas jamás debilidad”. “Jamás seas sincero con respecto a cómo te sientes realmente, de lo contrario te comerán vivo”. Hemos aprendido a contener nuestras emociones a cambio de somatizaciones y de enfermedad. Por eso, somos unos “castrados” emocionalmente... Curiosamente la psicología demuestra que todos aquellos que viven desesperados por afecto, son los que más pretenden hacer creer que no necesitan de él. Cuando somos realmente tiernos y cálidos interiormente, estamos siendo auténticos y no tenemos que aparentar lo que no somos. Los demás nos querrán y nos valorarán precisamente por eso, por ser auténticos. El amar es vigor y compromiso. Amar a alguien significa decirle cosas hermosas y bellas, pero significa también decirle a ese alguien lo que él no quiere escuchar y lo que otros no son capaces de decirle. Amor es coraje y se necesita muchísimo más coraje para decir: “Tengo miedo”. O para decir “te amo”, y más si tenemos que decírselo a alguien personalmente. 41

Amor es respeto por nosotros mismos y por todo lo que nos rodea. Es todo lo que nos permite ser considerados dignos de amor. Qué error el que comenten muchos padres y educadores cuando dicen: “Haz esto y te quiero” o “has aquello y te amo”. Eso es manipulación o chantaje afectivo. Amar es desear y buscar el bien de las personas. Si podemos hacer eso y lo hacemos consistentemente, nuestra propia felicidad estará garantizada. Así como nuestra vida es una reflexión sobre nosotros mismos, entre más amor y belleza percibamos, más estaremos creciendo y más estaremos transformándonos como personas. Recuerda siempre Que necesitamos tiempo para construir confianza, para construir un cuerpo saludable, para cultivar nuestra mente o para construir una sana perspectiva... Recuerda continuamente que sólo cuando aprendas a hacer del descanso una parte de tu estilo de vida, como lo hace la naturaleza, sólo entonces serás mucho más productivo en tu trabajo y en todo lo que hagas. Grava siempre en tu mente que el AMOR es respeto por nosotros mismos y por los demás. Amor es todo lo que le permite a los demás, aún estando donde no deberían estar y siendo lo que no deberían ser; ser considerados dignos y amarlos aún a pesar de todo. Aprende de los niños ¿Te has embelezado alguna vez observando el comportamiento de los niños pequeños? Muchas personas tienen la fortuna de nacer, crecer y permanecer veinte o treinta años después, con la magia y el encanto de la niñez. ¡Cuántas lecciones aprenderíamos de ellos, viéndolos ejecutar sus roles de abuelos! Hasta hace algunos años, la enseñanza y el aprendizaje eran vistos como dos procesos distintos e independientes el uno del otro. Tal vez esa dicotomía haya justificado el que muchos padres hayan visto los procesos de enseñanza como la única vía recta en la interacción con sus hijos. Dentro de una nueva visión pedagógica, hoy día sería más fructífero para ellos, que gastaran más tiempo aprendiendo de los hijos y menos tiempo enseñándoles. Los niños, por ejemplo, saben mucho más acerca de “tener tiempo” que muchos de los adultos. Igualmente saben reír y cómo reír... Y la mayor parte de las veces no necesitan demasiado para reír. Simplemente se ríen porque se sienten bien. ¿Haces tú lo mismo? ¿Has tenido hoy un tiempo y un espacio para reír? Una de las cosas más hermosas en los niños es su espontaneidad. Ellos no analizan, son descomplicados y se entretienen siempre haciendo su “trabajo”. Es decir, están ocupados todo el tiempo “siendo”. Es por eso, que donde quiera que encontremos adultos espontáneos, sentimos igualmente cierta atracción como hacia los niños. Los niños son fascinantes. Y una de las mayores fascinaciones es su curiosidad: un pedazo de madera, un guijarro, una piedra, un escarabajo, un gusano, una 42

mariposa, un ratón, o un charco son siempre novedad para ellos. Cada cosa es siempre una nueva y excitante experiencia para ser asimilada. Los adultos, por el contrario, estamos siempre aletargados. Nos hemos olvidado de los escarabajos, de las mariposas, de los guijarros, de los ratones y de los charcos. La receptividad es otra de las características fascinantes en los niños. Están siempre abiertos a todo y a todos. Sean ricos o pobres, blancos o negros, altos o bajos, gordos o flacos, para ellos, todos son “bien venidos”. El niño no se inquieta ni por tu clase social, ni por tu religión, ni por tu sistema de creencias, ni por tu política. Es más, no les importa si eres aseado o no. ¿Acaso has escuchado alguna vez a un niño lamentándose por el tiempo? Parecería ser que la esencia de su filosofía de vida, es haber intuido que es necesario “dejarse llevar por la corriente”. ¿Acaso jamás has estado estupefacto y embelesado ante la honestidad y la sinceridad de los niños frente a preguntas como estas?: “¡Cómo estás de viejo!”, “¿Te vas a morir rápido?”, “¿Por qué te pones furioso?”, “¡Qué señora tan gorda!” y cuántas expresiones más por el estilo. ¿Los has escuchado? Ellos igualmente nos dan enormes lecciones sobre resistencia y determinación. Si quieren algo, no renuncian hasta obtenerlo. Prueba de ello son muchas pataletas. Y hasta tanto no lo obtienen no cesan la pataleta. Su persistencia es realmente admirable... Si un vendedor o cualquier otro profesional hiciera su práctica en un kinder, todos saldrían expertos en persistencia. Tal vez no lo recuerdes, pero de niño, aprendiste a caminar gracias a tu persistencia. Te caíste y te levantaste. Te caíste de cara y te levantaste nuevamente y así sucesivamente hasta que finalmente aprendiste.¿Exhibes y mantienes todavía esa clase de determinación en tu vida? Recuerda siempre Los niños son la mejor fuente de aprendizaje. Gasta tiempo con ellos. Aprende más sobre su risa, su espontaneidad, su curiosidad, su aceptación, su constancia, su determinación e imaginación. ¡Ellos están aquí para enseñarnos! Mantente todo el tiempo espontáneo igual que ellos. Es decir, todo el tiempo “siendo”. Permanece siempre en “movimiento” ¿Qué pasaría si un río detuviera su movimiento? Seguramente sus aguas se pudrirían. Pues bien, lo mismo sucede con las personas si suprimimos el ejercicio tanto físico como mental. Todos los que tienen algo que ver con el deporte saben que el jugador que más juega, es quizás el que más se cae, pero también el que más rápido se levanta. Con la gente de negocios sucede algo similar y ellos lo saben perfectamente: si te estancas por mucho tiempo en ellos, estás acabado. El mensaje de fondo es: “mantente siempre en movimiento, creciendo y aprendiendo”. Probablemente habrás notado, que un barco llega mucho más lejos cuando va 43

mar adentro, que cuando está anclado en el puerto. Esa misma verdad funciona para los aviones. Y así, no preservas un aeroplano manteniéndolo en tierra, sino en movimiento; es decir, en SERVICIO. Lo mismo sucede con las personas: si queremos mantenernos vivos y saludables necesitamos estar siempre en “movimiento”, es decir, SIRVIENDO. Los estudios estadísticos sobre longevidad revelan que el promedio de personas que viven después de retirarse en pensión no son muchas. Todos los días escuchamos en los noticieros y leemos sobre personas que han llegado a los cien y más años de edad. ¿Cómo llegaron a esa edad? Manteniéndose siempre “involucrados” en todo lo que hacían. ¡Y cuantos ejemplos de personas realmente involucradas...! Galileo escribió su último libro a los 74 años. Miguel Ángel fue llamado a los 71 años para encargarle la tarea de decorar la Capilla Sixtina. Grandma Moses realizó su primera pintura a los 71 años. Pablo Casals interpretó un concierto en la casa Blanca a los 85 años. Bernard Shaw se fracturó una pierna a los 96 años mientras podaba un árbol. George Bernard ganó el premio Nobel cuando estaba cerca a los setenta años. Benjamín Franklin produjo algunos de sus mejores escritos a la edad de ochenta y cuatro años y Pablo Picasso estuvo colocando el pincel en sus lienzos incluso a los ochenta años. Pregúntate a ti mismo: ¿Qué tanto estás involucrado en todo lo que haces o qué tan viejo te consideras? ¿Cuál ha sido, cuál es y cuál será tu mayor proeza? La ventaja del principio de “mantenerse en movimiento” es: mientras nos mantengamos así, en movimiento, jamás tendremos chance para preocuparnos. Evitemos esa espantosa enfermedad llamada “PARÁLISIS EXISTENCIAL”. Recuerda siempre La actividad es fuente de felicidad y realización; pero, no es lo mismo que activismo. El principio “Manténgase en Movimiento” nos exige salir de nuestro retroceso e involucrarnos. La única manera de no sentirse “viejo” e inútil, es sintiéndose involucrado. Para sentirte siempre vivo y saludable, necesitas estar siempre al servicio de los demás. Es la única manera para no dejarte “agarrar” de esa extraña enfermedad llamada “parálisis existencial”. Como la naturaleza, libérate de lo innecesario ¿Has tenido que trastearte alguna vez de pueblo, de ciudad, de casa, de oficina o simplemente de habitación? Si lo has hecho, podrás recordar la cantidad de cosas que fuiste acumulando. ¿Verdad? Muchas cosas que te prestaron un servicio, pero que ya no te lo prestan... Otras, que te podrían servir, pero que no tienes espacio para ellas, o que son nada más que basura. ¡A veces son las que ocupan la mayor parte del espacio! En un constante estado de cambio, necesitamos una actitud saludable para LIBERARNOS de las cosas viejas y abrazar las nuevas. Afortunada o 44

desafortunadamente nos movemos dentro un mundo demasiado pragmático. Desembarazándonos de lo viejo y de lo innecesario, creamos vacíos o espacios que nos permiten crear y diseñar nuevas y excitantes cosas para nosotros mismos. En cambio, cuando nos anclamos a lo viejo y anticuado, estamos creando bloques, barreras y estancamientos. Eso es aplicable no sólo a las cosas materiales sino también y sobre todo a nuestras emociones actitudes, comportamientos, hábitos... Tenemos que aprender y estar preparados para liberarnos no sólo de las cosas sino también de las personas. Si has amado a alguien, pero jamás la has “liberado” de tu mente, no estás liberando el espacio necesario para que alguien venga a reemplazarla... En el momento en que te liberes realmente de esa persona y mires hacia nuevas posibilidades de relación, sólo entonces podrás tener verdaderamente nuevas amistades. Mantén como hábito de tu vida hacer una limpieza total en el interior de tu mente y de tus emociones. De hecho, todas aquellas emociones que hemos recogido por la vida, que hemos almacenado y que no nos hemos atrevido a sacar, se van enquistando poco a poco, hasta el punto en que cada vez será mucho más difícil eliminarlas. En cambio, en la medida en que diariamente nos ejercitemos en una eliminación progresiva de pensamientos y emociones negativas, estaremos asegurando una mayor fluidez energética en todo nuestro organismo. Una estrategia práctica que nos puede ayudar es preguntarnos al finalizar de cada día: ¿Qué es lo que me preocupa o me oprime? ¿Por qué sigo estando resentido con tal o cual persona? ¿Todavía no he podido olvidar tal incidente de la semana pasada? ¿Me arrepiento de haber dicho, callado o hecho tal o cual cosa? Y después de un análisis tomo la decisión y me digo: “¡Bah!.. Ya no es hora de seguir desempolvando esas viejas historias”, y decido enterrarlas. De lo contrario producirán malos “olores” en nuestros recuerdos. Aprendamos de la naturaleza. ¡Cuantas cosas nos enseña acerca de la eliminación! Si observamos atentamente nuestro cuerpo, nos damos cuenta de que posee no menos de seis formas diferentes y distintas para desembarazarse del material desechable: ano, uretra, boca, nariz, oídos y piel. ¿Haz pensado alguna vez que sería de nuestro cuerpo si jamás eliminara? De ahí la necesidad de eliminar mentalmente y vaciar emocionalmente todas las cosas innecesarias. Recuerda siempre La higiene no es sólo del cuerpo, sino también de la mente. Si te anclas a lo viejo y anticuado, eso te coloca barreras y estancamientos. Necesitas eliminar y vaciar de tu cabeza todas aquellas cosas que no te son necesarias, para colocar en ella cosas útiles, “nuevas” y necesarias. De ahí la necesidad de que te liberes no sólo de las cosas materiales como posesiones personales, libros, ropa, 45

chatarra y toda clase de pertenencias, sino también y sobre todo, de tus actitudes, comportamientos, hábitos, emociones... Cosas que no usas las perderás Todos nosotros conocemos el principio “órgano que no se usa se atrofia”. Formulémoslo de otra manera: “cosas que no usamos, las perdemos”. Mirémoslo con un ejemplo: Si decidieras permanecer tres años acostado sobre una cama o sentado sobre una silla de ruedas, por voluntad propia, seguramente después de esos tres años, cuando quisieras volver a levantarte, ya no serías capaz de hacerlo. Lo mismo sucedería con cualquier otro de nuestros miembros. Este principio lo podemos aplicar a cualquier otra clase de habilidad. Si dejas de tocar el piano o la guitarra por un período largo de tiempo, sin lugar a dudas, vas a perder muchas habilidades en tus dedos. Si dejas de usar tu creativa imaginación o memoria tenlo por seguro que se te “evaporarán” sin que te des cuenta. Mantengámonos atentos y vigilantes... de lo contrario, nuestra conciencia podría también apagarse lo mismo que tantas otras cosas... Cuando comenzamos a pensar y a decir: “nada me importa” o “no me importa” estamos creando ya problemas. Recuerda siempre que las celdas de las prisiones y los hospitales mentales están llenas de personas para quienes las cosas “dejaron de suceder”. Gente que se las “ha arreglado” para mantener siempre “apagados” sus sentimientos, hasta el punto en que no ha quedado absolutamente “nada”. Ejercitemos nuestra mente para mantenernos “en forma”. No existe ninguna razón o causa para que nos convirtamos en “menos capaces” o en “incapacitados existenciales” con el transcurrir de los años, si no ejercitamos nuestra capacidad mental de tiempo completo. Este mismo principio parece funcionar en los negocios. El dinero esta destinado para ser usado y por eso, debe ser usado. Necesita circular, fluir, moverse. De lo contrario se “estanca” y se desvaloriza. Si observas detenidamente a los financistas, notarás que se mantienen reinvirtiendo su capital, usando lo que ya tienen, tomando “riesgos”. De ahí la necesidad de que te convenzas de que jamás te convertirás en archimillonario almacenando y manteniendo tus pesos en bolsas de plástico debajo de la cama o del colchón. Si no la pones a producir, se “estancará” y la perderás. Recuerda siempre El universo continuamente nos anima a estar involucrados en las cosas. Tómalo o déjalo, úsalo o piérdelo. Si continuamente damos lo mejor de lo que somos y tenemos, no nos quedaremos estancados. Ejercita tu mente para que te mantengas en “en forma”. No existe ninguna razón para que te conviertas en “menos capaz” con el transcurrir de los años. Si no ejercitas tu capacidad mental de “tiempo completo”, tu mente permanecerá funcionando hasta cuando tú 46

mismo lo decidas. Tú puedes ser próspero Seguramente en más de una oportunidad has comprado un billete de lotería, y habrás pensado: ¿Qué tal que me lo ganara? Y has hecho hasta los planes de cómo gastarías ese dinero ¿verdad? No pretendo desanimarte ni derrumbar tus “sueños”, pero ¿sabías que difícilmente las personas que se han ganado loterías o grandes sumas de dinero en juegos de azar, se vuelven personas prósperas? La prosperidad no se consigue de la noche a la mañana. ¡La prosperidad es una cuestión mental y de actitud! La prosperidad o “suerte” de esas personas y de su fortuna, ha sido siempre el resultado de sus continuos pensamientos y actitudes. Quizás me podrías decir: “¡Bueno... lo que pasa es que hay personas de “buena suerte”...! ¡Yo en cambio no la tengo!”. ¡No! La buena o mala suerte no existe. Existen sólo dentro de ti y concretamente dentro de tu mente o manera de pensar. Tu mente y tu sistema de creencias son tu suerte. Ellos son lo que tú eres y lo que tú esperas, estés en donde estés. Son ellos quienes te hacen y te mantienen pobre o rico, dependiendo de lo que tú decidas. Tú tienes y tendrás sólo lo que tú piensas y pienses. Piensa pobremente y permanecerás pobre, piensa “ricamente” y serás muy rico y próspero. ¡No hay duda de que el trabajo “duro” es un ingrediente para ser prósperos, pero jamás es el único y mucho menos la garantía del bienestar! En realidad lo que necesitamos es un cambio de estrategia y de mentalidad. El dinero en sí mismo no es bueno ni malo. ¡Que quede eso bien claro! De ahí que la intención no es hacer juicios de valor con respecto al él. ¡El dinero es sólo dinero y nada más! Es más, tú o cualquier otra persona, pueden ser felices así como están. Lo que sí quiero relevar es: las circunstancias tuyas han sido creadas única y exclusivamente por tí mismo. Si alguna vez decides cambiar, podrás alcanzar todos los objetivos que se propongan. Pero eso depende única y exclusivamente de ti y de nadie más. Es cuestión de decisión personal. Ahora bien, si realmente quieres ser próspero también económicamente, te propongo la siguiente ESTRATEGIA: Decide ser próspero y coloca tu mismo los esfuerzos necesarios: los esfuerzos son muy importantes, pero tienen que estar combinados con una correcta actitud y sistema de creencias. Ahorre primero “algo” y después gaste lo demás. La prosperidad es el resultado de tener un plan y después anclarse a él. Observe a la gente acaudalada. Esas personas “gastan” mucho tiempo alrededor de personas que lo están haciendo bien. Descubre cuál es la diferencia 47

entre tú y ellos. Recoge lo positivo, las cosas que te llaman la atención. Trata al máximo de ser objetivo. Estudia las cualidades y los rasgos que los hacen a ellos grandes. “Míralos” de cerca. Examina tus actitudes e imítales las cosas buenas. Pide siempre ayuda. Muchas personas están dispuestas a ayudarte cuando ven que estas seriamente comprometido ayudándote a ti mismo. Conociendo cómo pedir “primeros auxilios” tendremos también mayores habilidades para recibirlos Repítete a ti mismo constantemente que mereces prosperidad. Despójate ocasionalmente. Una parte del proceso de volverse financieramente independiente es darte cuenta de que puedes despojarte a ti mismo de cosas aún esenciales y no sólo superficiales. En la misma forma en que “gozas” el dinero que posees, en esa misma forma, siente el incentivo de poseer más. Mantén siempre planes y colócate objetivos y metas. Extiende continuamente tu Sistema de Creencias tanto como te sea posible. Existen cientos de libros y de casetes disponibles acerca de cómo tener éxito. Si adquieres una buena idea de un libro, casete e incluso de una persona, debes saber que el dinero y el tiempo que gastaste en ello, fueron dignos de ello. Carga siempre algún dinero contigo, así sea poco, por tres razones: Primero, te sentirás mucho más “próspero”. Segundo, te habituarás a tener dinero. Tercero, aprenderás a conocerte a ti mismo con dinero. Igualmente podrás eliminar miedos que has tenido acerca de perder dinero que es importante para tu prosperidad. ¿Cómo puede alguien tener algún día algo de dinero si no cree en sí mismo, ni se conoce a sí mismo manejándolo? Jamás culpes a tus padres, al tiempo, a la economía, al gobierno, a tu trabajo, a tu “suerte”, a tu educación o a tu suegra por la manera como te está yendo. Ataca cada cambio con entusiasmo y responsabilidad. Muchas personas se dieron cuenta de que comenzaron a hacer dinero de verdad, cuando dejaron de trabajar exclusivamente por ese objetivo. Recuerda siempre Ser pobres, prósperos o ricos es siempre una “decisión personal”. Para hacer dinero o asegurarlo, necesitas “sentirte bien” con él. Si te sientes incómodo con el dinero, consciente o “inconscientemente” te las arreglarás para deshacerte de él. Y... ¡Ojo! jamás olvides que si te apegas demasiado al dinero se te volverá más difícil conseguirlo e igualmente mantenerlo. Jamás culpes a tus padres, al tiempo, a la economía, al gobierno, a tu trabajo, a tu “suerte”, a tu educación por la manera como te está yendo. Ataca cada cambio con entusiasmo y responsabilidad. Muchas personas se dieron cuenta de que comenzaron a hacer dinero de verdad, únicamente cuando dejaron de trabajar exclusivamente por ese objetivo. “Sueña” e imagina y... triunfarás 48

“Los sueños son las semillas de las realidades” decía James Allen. Pues bien, si echamos una mirada retrospectiva a través de la historia, encontraremos que la mayor parte de los grandes personajes en la historia han sido aquellos que han sabido combinar el sudor de su trabajo con sus propios sueños y aspiraciones. De ahí la importancia de apreciar, amar y ejercitar nuestra imaginación y nuestras habilidades para “soñar”. Los sueños te brindan, visión, vigor y dirección. Te brindan significado y valor intrínseco y son la más profunda expresión de lo que quieres, la declaración del futuro que deseas. Los sueños son ideales con sentido de posibilidad más que de probabilidad, y de potencialidad más que de límites. Ellos son el manantial y el ardor de tus “pasiones” que te guían y te señalan grandes alturas. ¿Sabías que Martín Luther King no solamente “soñó” toda su vida la libertad de su raza, sino que escribió un discurso titulado “Tengo un sueño” con el que logró estremecer a más de doscientas mil personas en una marcha interracial? ¿Sabías que Mahatma Gandhi soñó e imagino la liberación de su pueblo del colonialismo inglés con el arma de la no violencia hasta que lo consiguió? ¿Y qué decir de Leonardo Da Vinci? De él se dice que cuando tenía doce años de edad y siendo hijo ilegítimo, se prometió a sí mismo que un día sería uno de los más grandes pintores que jamás hubieran existido y que caminaría y viviría por largos siglos junto a los reyes y a los príncipes… Desde entonces sabemos que “vive” en muchos de los palacios italianos y especialmente en el Vaticano. De Napoleón se dice que antes de conquistar Europa, desde muy joven gastó largas horas “conquistándola” en su imaginación. Y se dice que soñaba el “cómo” podría conducir y manejar sus tropas. Todos hoy sabemos que conquistó toda Europa y mucho más. De Neill Armstrong se dice que soñó desde muy niño ser uno de los más grandes en el campo de la aviación hasta que lo consiguió. En l969 se convirtió en el primer hombre que caminara sobre la Luna. Los hermanos Wright convirtieron sus “sueños” de niños en aviones. Y el norteamericano Ford convirtió su “sueño” de un común y corriente carro para todos, en una línea ensambladora de una marca que perdura como una de las mejores en el mercado mundial hasta hoy. Como te puedes dar cuenta, todas las cosas grandes comienzan la mayor parte de las veces como pequeños sueños. De ahí la necesidad de que “sueñes” y defienda esos “sueños”. Si jamás sueñas, jamás tendrás sueños convertidos en realidad”. Recuerda siempre Los sueños son los que te brindan visión, vigor y dirección. Son la más profunda expresión de lo que quieres, la declaración del futuro que deseas. Los sueños son ideales con sentido de posibilidad más que de probabilidad, y de potencialidad más que de límites. Ellos son el manantial y el ardor de tus 49

pasiones que te guían y te señalan grandes alturas. Ejercita tu imaginación así como ejercitas otras facultades de tu cuerpo. Entre más la ejercites, más fácilmente ella será capaz de resolver los problemas y de recordar hechos. Cuanta razón tenía Disraeli cuando decía: “La imaginación reglamenta el mundo”. Trabaja siempre en función de metas ¿Eres acaso de las personas que se trazan metas en sus vidas? ¿Las tienes ahora? ¿Qué clase de metas? ¿Son metas a corto, mediano o largo plazo? Si no las tienes ¿te has fijado alguna vez al menos algunos mínimos objetivos en tu vida? Pues has de saber que “quien no sabe de dónde viene, no sabe tampoco para dónde va” y para saber hacia dónde vamos en la vida, necesitamos colocarnos metas a corto, a mediano y largo plazo. Lo habíamos dicho anteriormente. Decíamos también que un barco o avión que pierden su rumbo, inmediatamente se encuentran en problemas... ¿Has pensado lo que les sucedería a los murciélagos si perdieran sus “sistemas de radar”? Simplemente se estrellarían con el primer obstáculo y morirían. Todo ser humano necesita ORIENTACIÓN, DIRECCIÓN Y CONTROL. Después de una experiencia vivida en un campo de concentración durante la segunda Guerra Mundial, Víctor Frankl nos dice en su clásico libro “El hombre en busca de sentido” que él calculó que solamente una de cada 28 personas sobreviviría al horror de los campos de concentración e hizo un estudio personal del por qué algunos pocos lograron sobrevivir mientras que la mayor parte murieron. Encontró que todas las personas que sobrevivieron, no fueron ni los más fuertes, ni los más gordos, ni los mejor alimentados, ni los más inteligentes. Descubrió simplemente que todos los que sobrevivieron fueron los que tenían una razón para hacerlo, para vivir. Es decir, los que tenían una meta. En su caso concreto fue siempre su ardiente deseo de ver nuevamente el rostro de su esposa. Todos los que sobrevivieron tenían diferentes metas. Pero lo más importante de todo es que todos tenían las metas más grandes jamás pensadas. Las metas son como la brújula y las “señales de tránsito” de nuestras motivaciones. Son ellas las que nos permiten mantenernos en la acción y en la recta dirección. ¡Qué tristeza encontrar tantas personas que han decidido andar “goteando” por el mundo la desesperanza y la muerte! Sucede con pensionados o personas que ya han superado determinada edad. Muchos de ellos se parecen a barcos y aviones que han perdido ya su rumbo, y se encuentran ahora en problemas... Y si no estamos atentos nos podemos encontrar en circunstancias parecidas. ¿Haz experimentado alguna vez en tu vida cierta felicidad cuando vas en la mitad o más, de un determinado proyecto o tarea sin que necesariamente lo hayas terminado, o cómo, tan pronto como terminamos un proyecto, buscamos 50

inmediatamente otro más interesante? Pues bien, ese tipo de experiencias nos llevan a subrayar dos elementos: Primero. Que el poseer metas es propio de la naturaleza humana. Ciertamente no podríamos vivir sin ellas o al menos, no por muy poco tiempo. Qué tristeza experimentamos los que estamos involucrados en la educación de nuestro país cuando constatamos que muchos de nuestros jóvenes parecen caminar a la deriva sin ninguna meta, y sin ningún proyecto en sus vidas... ¿Y con respecto a ti? Si no tienes todavía una lista de metas es hora de que te sientes a escribirla… Segundo: Que no importa qué clase de meta o qué tan alta ella sea. Cuántas personas que pasan sus vidas posponiendo lo que saben que tienen que hacer y lo que saben que podrían hacer con sus vidas. Saben y están tan conscientes y seguros de eso, que pareciera ser que esa es su meta: posponer continuamente lo que saben que tienen que hacer. ¿Resultado?: ¡jamás logran nada! Cuántas veces encontramos gente que dice: “¡Qué tragedia sería para mí elegir la dirección equivocada!”. “¡Qué terrible sería elegir una meta y después darme cuenta de que soy el único equivocado...!” Esas personas por lo menos ya saben hacia dónde y para dónde van. Es más, están en búsqueda del fundamento que podría hacerlos realmente felices. Mientras la gente exitosa percibe siempre una dirección equivocada como “valiosa” experiencia de aprendizaje en la consecución de sus metas, la gente no exitosa, infeliz y triste la percibe única y exclusivamente como fracaso, olvidándose de su verdadero objetivo: su meta o sus metas últimas y definitivas. Recuerda siempre La gente exitosa percibe siempre una dirección equivocada como “valiosa” experiencia de aprendizaje en la consecución de sus metas; la gente no exitosa, infeliz y triste la percibe única y exclusivamente como fracaso, olvidándose de su verdadero objetivo: su meta o sus metas últimas y definitivas. Trázate metas y trabaja siempre en función de ellas, pero nunca permitas que esas mismas metas le corten las alas a tu imaginación. Las metas son una herramienta para trabajar el desempeño, la productividad y la motivación, pero deben ser guiadas por algo más grande y significativo, por algo que nos inspire y nos infunda pasión, creatividad y valor. Siempre tendrás que correr riesgos ¿Te has puesto a pensar alguna vez en los peligros a los que estabas expuesto en el momento mismo de nacer? ¡Cuántas personas mueren en el momento del parto...! ¿Has pensado en los peligros que corres cuando sales a la calle: ser atracado, accidentado por un carro, mordido por un perro y tantas cosas más? Todos esos peligros o riesgos y muchos más, hacen parte de nuestra vida cotidiana. ¡Toda la vida misma es un riesgo: el “riesgo” de morir! En la adquisición de cualquier meta siempre existirán también muchos riesgos: 51

solamente después del riesgo viene la recompensa. Todos nosotros comenzamos nuestras vidas con una “sana” actitud hacia el riesgo. Siendo niños por ejemplo, esperábamos cada día “intentar” nuevas proezas. Toda madre es testigo de eso: invariablemente encuentran que sus hijos de dos años de edad suben y bajan escaleras, se mueven en el columpio, ruedan en el tobogán, suben a las sillas, mesas, techos, saltan, brincan, se meten al agua, se ensucian y hacen tantas y tantas otras cosas. Un niño feliz y saludable, al igual que un feliz y saludable adulto ama y se siente estimulado a “probarse”, a “desafiarse” y a “ampliarse” a sí mismo siempre. Siente la necesidad de imponerse retos todos los días. ¿Acaso hemos olvidado la experiencia de cuando dimos esos primeros y vacilantes pasos que nos permitieron convertirnos en “maestros” en el arte de caminar? ¿Olvidaste cuántos riesgos? Y lo más interesante de todo es que amábamos hacerlo... ¡Amábamos correr esos riesgos! A no ser que hayas sido la excepción… cosa que no creo. Con el transcurrir de los años, en la medida en que fuimos haciéndonos adultos, muchos de nosotros hemos padecido un dramático cambio de actitud: nuestras vidas comenzaron a “desgranarse” lentamente de manera “improductiva”, dentro de una larga cadena de aburridos días, unos detrás de otros… “inconscientemente” vivimos como aprisionados dentro de grandes “pompas de jabón”. ¡Qué tristeza...! Hemos olvidado que el hacer “cosas nuevas” se convierte en la “sal” y la “pimienta” de nuestras vidas. Vivir verdaderamente significa crear, inventar y forjar cosas nuevas a partir de nuestra propia iniciativa. No le temas al riesgo pensando que así estarás seguro. Es necesario que estemos atentos, porque si nos preocupamos exclusivamente por la búsqueda de “salvación” y “seguridad”, esa búsqueda se encargara de ahogar y asfixiar nuestra vida terriblemente. Recuerda siempre que en un mundo veloz y cambiante como el nuestro, nadie puede sentirse completamente “seguro”. Hablando al respecto, alguien decía alguna vez, que la única manera de estar seguros, salvos y libres de toda preocupación es acostándose dentro de una caja de madera tres metros bajo la tierra. ¡Cruel caricatura pero indiscutible realidad! Los riesgos son parte esencial de nuestra vida. Y eso lo constatamos en nuestra vida diaria: Cuando quieres y amas también estás corriendo riesgos. Decirle a alguien “te amo”, puede ser supremamente riesgoso, y sin embargo, la recompensa puede ser fantástica... Cuando le decimos a alguien “me caes muy bien” también es un riesgo, porque al poco tiempo podemos sentirnos defraudados. Creerles a nuestros hijos puede ser un riesgo, posiblemente nos estén engañando. Ser diferentes es también un riesgo, pero eso significa que solamente así, tu puedes ser “tú mismo”, único e irrepetible. Todos corremos riesgos en nuestros ámbitos afectivos, sexuales, sociales, laborales e incluso en nuestra área religiosa… ¿lo habías pensado? 52

¿Has notado por ejemplo que las ocupaciones más difíciles y peligrosas son las mejor remuneradas económicamente? Precisamente porque son riesgosas... ¡NO LE TEMÁS AL RIESGO! Si quieres vencer debes correr riesgos. Aprendiendo a caminar corriste el riesgo de caerte y de herirte. Al ganar un millón de pesos corres el riesgo de perderlos y sin embargo la gente que gana más es la que arriesga más... Al tener la oportunidad de ganar un partido de ajedrez o una competencia corres también el riesgo de perderlos. Pero esa es la ley de la vida y en eso consiste el juego. Aprende siempre de los vencedores, quienes toman más riesgos que los perdedores y es por eso que ganan tanto. Pero, curiosamente, son los vencedores quienes después pierden más que los perdedores, porque están jugando tan seguido que sus triunfos se van incrementando. Y son recordados más por sus victorias que por sus fracasos. A Èdison se le recuerda más por el bombillo que inventó que por todos aquellos intentos que le fallaron. Sé siempre un VENCEDOR… consciente de que correrás todo tipo de riesgos… ¡Ese es el precio! Ríe aunque corras el riesgo de parecer tonto; llora aunque corras el riesgo de que te llamen sentimental; acércate a los demás aunque corras el riesgo de quedar comprometido; expón tus sentimientos aunque corras el riesgo de mostrar tu interior; expresa tus ideas y sueños aunque corras el riesgo de parecer ingenuo; ama aunque corras el riesgo de no ser correspondido; espera aunque corras el riesgo de conocer la desesperación; intenta lo que sea aunque corras el riesgo de fracasar y vive aunque corras el riesgo de morir. Si no quieres correr riesgos, quizás puedas evitar el sufrimiento y la pena, pero jamás podrás aprender a sentir, a madurar, a cambiar, a amar y mucho menos a VIVIR. Solamente te habrás convertido en esclavo de tu propia certidumbre. Recuerda siempre Tienes que elegir entre realmente vivir o simplemente existir. Obtener un título es un riesgo, así como obtener un trabajo, salir a la calle, cruzar la autopista, conducir el carro... La vida toda es un riesgo. Puedes renunciar a todos los riesgos, excepto a uno: al de lanzarte hasta la punta de la rama si quieres recoger los frutos. El mayor peligro de tu vida será el de no arriesgarte a nada. Esfuérzate y sé perseverante en cada cosa que hagas ¿Recuerdas las veces que has necesitado de esfuerzo y de paciencia para conseguir algo? ¿Crees tú en la necesidad de la humildad y la perseverancia para el logro de las metas que te has propuesto? ¿Te consideras una persona inmediatista e impulsiva? El paciente caracol de la siguiente fábula te enseñará muchas cosas. Se dice que un águila real iba volando orgullosamente y de repente se posó en lo más alto de una roca, donde tenía su nido. Y cuál no sería su sorpresa el ver junto a su nido un pequeño y extenuado caracol. ¡Oh! – ¿Pero cómo, tú que 53

eres tan lento y tan pequeño, has podido subir hasta aquí para visitarme? El pobre y asustado caracol le contestó: - “Armado de mi única herramienta la paciencia, y arrastrándome lo he logrado, sin importar la tardanza…”. ¡Qué hermosa enseñanza! ¡Cuánto podemos aprender no sólo de los caracoles, sino de todos los animales! Todos ellos y especialmente los insectos, están siempre ocupados preparándose para el invierno, para la primavera, acicalándose y limpiándose, alistando sus redes, cuidando sus polluelos y haciendo las cosas que ellos tienen que hacer. ¡Están “vivos” e involucrados al ciento por ciento! Y lo más hermoso de todo es que siempre parecen estar felices! Si los observas con mucha atención aprenderás mucho de ellos. Para ser felices como ellos, necesitamos ser siempre ingeniosos. ¡Cuando dejamos escabullir oportunidades, debemos pagar el precio! Las cosas no progresan cuando las descuidamos. Eso lo saben muy bien los marineros con sus barcos, los atletas acerca de sus cuerpos, los músicos con los instrumentos, los pilotos con los aviones, los estudiantes con sus mentes y el conductor con su carro. Todos nosotros también lo sabemos. Es más, decimos: “el que tiene tienda que la atienda”. Cada jardinero ha aprendido rápidamente que las semillas brotan automáticamente... pero también han aprendido que con sólo una semilla no se hace un jardín. Es decir, las cosas se incrementan solamente plantando y cultivando, con esfuerzo y con constancia. Nuestro esfuerzo en todo lo que hacemos es absolutamente importante. Jamás olvides que el mayor error que cometemos es trabajar exclusivamente por los resultados finales y no por la alegría del trabajo en sí mismo. Casi siempre, cuando no se obtienen los resultados que esperamos, vienen el desconsuelo y el desgano. Es más, ¿cuántas veces el trabajo se nos ha convertido en un símbolo de castigo? Convenzámonos de que el trabajo deja de ser castigo en el momento en que comencemos a disfrutar lo que hacemos. Aprende a no esperar ganancias inmediatas en todas las cosas que hagas y especialmente en los trabajos. En muchos trabajos se necesita primero entrenar y refinar las propias aptitudes para posteriormente experimentar, gustar y deleitar lo que hacemos con la perseverancia. Empeñarnos demasiado sobre los resultados finales nos toma fuera de base y del momento presente. Esa es nuestra mayor “tentación”: focalizarnos sobre lo que tendremos más adelante y no sobre lo que estamos haciendo. Esta errónea aproximación nos priva de gozar el momento presente. Aprende que en la medida en que nos distanciemos un poquito de los resultados finales, podremos entonces gozar lo que estamos haciendo. Si trabajamos por el amor y el placer de trabajar, de estar involucrados, de ser creativos y de estar ocupados, los resultados siempre vendrán, tarde o temprano. Es más, tienen que venir necesariamente. Esa es la ley. Y en el peor de los casos, si los resultados se demoran o no llegaran cuando tú los esperas, no dejes 54

arruinar tu día, tu semana, tu mes o tu año. Se demorarán un poco pero tarde o temprano llegarán. Trabaja por el placer de trabajar. Es la única manera para alcanzar la felicidad. Depende de tu decisión. James N. Barrie decía: “El secreto para ser felices no es hacer lo que uno quiere, sino querer lo que uno hace”. ¡Cuánta razón tiene! Y la historia del gran violinista Fritz Kreisler ilustra hermosísimamente la relación entre esfuerzo y suceso. Se dice que después de una perfecta ejecución se le acercó una dama quien le dijo: “Mr. Kreisler daría toda mi vida por interpretar la música como usted lo hace”. Y él sonriendo maliciosamente le respondió: “Efectivamente, he dado toda mi vida”. De ahí la necesidad de colocar todo lo que tenemos en todo lo que hacemos. Si colocas todo lo que tienes en cualquier cosa que hagas, exorcizarás el fracaso. Si colocas todo lo que has obtenido en cada cosa que hagas, desaparecerán de tu mente los imposibles. Cuando tu filosofía personal sea: “haré lo mejor a pesar de todo”, tu voluntad siempre estará anclada a tu propia determinación. Recuerda siempre Si trabajas por el amor y el placer de trabajar, de ser creativo y de estar ocupado, los resultados siempre vendrán. Ciertamente perder duele, pero duele mucho más cuando te das cuenta de que no has hecho lo mejor. Por eso decía Miller: “Al que trata, fracasa y muere, yo le doy honor, gloria y hasta mis lágrimas”. Necesitas colocar todo lo que tienes en todo lo que haces. Cuando coloques todo lo que tienes en cualquier cosa que hagas, estarás exorcizando el fracaso. Cuando coloques todo lo que has obtenido en cada cosa que hagas, desaparecerán de tu mente los imposibles. No esperes las cosas, búscalas ¿Haz notado como cosa curiosa que cuando estás esperando un taxi, tu servicio de ruta, una respuesta, una noticia o a alguien, parecería que jamás llegan? ¿Te ha sucedido eso también con las llamadas telefónicas? Esperas, das vueltas, te llenas de ansiedad hasta que te cansas... de pronto decides hacer otra cosa... y de repente, suena el teléfono con la llamada que te tenía en ascuas. Curiosamente sucede exactamente lo mismo con otras cosas y eventos que esperamos a veces en nuestras vidas. Nunca olvides que donde quiera te encuentres y estés esperando personas, llamadas, cartas, noticias, aventuras, regalos, el trabajo ideal, la pareja perfecta y tantas otras cosas que quieres, necesitarás un largo tiempo de espera y en muchos casos es posible que jamás te lleguen. ¿Y sabes porqué? Porque parecería existir un principio actuando que dice: “Levántate; vive el momento presente y jamás gastes tu aliento esperando que las cosas sucedan”. ¿Eres de los que esperan que la “buena suerte” te suceda? ¡Quédate esperando...! Si eres de los que te dices a ti mismo: “Tengo que tener tal cosa para poder ser 55

plenamente feliz”, ponte en camino para obtenerla de una vez, las circunstancias pueden ser favorables sólo ahora. Si no puedes ahora, pruébalo e inténtalo en otra forma. Pero ponte siempre en movimiento y en pleno camino, ella te vendrá al encuentro. ¡No cabe la menor duda! Recuerda siempre Crece en la vida con cada oportunidad que tengas. Vive el ahora. Mientras esperas “algo”, aprovecha para hacer otras cosas en tu vida. Si esperas conseguir empleo sal todos los días en busca de oportunidades. Si esperas que algún cineasta descubra tus talentos, ve a tomar clases de teatro o de baile al mismo tiempo. Si tu amiga se demora en llegar, arregla tu habitación, lee algo interesante o haz algo productivo. Haciendo eso estás demostrando cierto desprendimiento del resultado final y el alejarse de la situación acelera los resultados. Tus triunfos supondrán siempre “dolor y oscuridad” ¿Conoces a alguna persona exitosa, que antes de alcanzar el éxito, haya sufrido una larga cadena de fracasos? ¿Recuerdas alguna vez cuando después de muchos esfuerzos, desilusionado y casi derrumbado, sin darte cuenta y sin saber cómo, apareció la oportunidad de tu vida? Si tu respuesta es sí, debes saber que eso sucede porque en la vida muchas veces las cosas pueden parecer realmente difíciles, desiertas, frías y oscuras, precisamente antes de llegar el éxito. Un exitoso hombre de negocios reportaba que justamente antes de conseguir su fortuna fue siempre una persona del común y corriente. Remaba y “chapoteaba contra la corriente” hasta que de pronto intempestivamente las cosas comenzaron a “salirle bien”. Decidió mantenerse siempre en esa “actitud” hasta que comenzó a cosechar todas sus mejores recompensas. Cuántas veces hemos leído y cuánto conocemos sobre campeones deportivos que comenzaron “cayendo en picada”, saboreando sólo el fruto de la derrota. Sin embargo han sido personas que parados al “borde del precipicio”, de un momento a otro han comenzado a cosechar triunfos y glorias... ¡Los ejemplos serían interminables! Es más, posiblemente hayas tenido también experiencias de “oscuridad” en tu vida que incluso te han cuestionado sobre la posibilidad de cualquier esfuerzo para continuar viviéndola... ¿Verdad? Y de pronto... experiencias de felicidad inolvidables que han cambiado toda tu manera de pensar y de vivir. La vida parecería tener esa dinámica. ¿Y sabes por qué?: “SIEMPRE LO MÁS FRÍO Y LO MÁS OSCURO VIENE ANTES DEL AMANECER”. La persistencia y la constancia es la que hace que alcancemos nuestras recompensas. Ese principio parece evidenciarse también en otras circunstancias de la vida y en la misma naturaleza como en el caso de las madres cuando dan a luz, por ejemplo. Justamente antes del más increíble don de la vida, la que va a ser 56

madre tiene definitivamente que probar toda su paciencia y tiene que padecer mucho dolor, temor y angustias. Pero después del nacimiento, todas esas angustias, desesperación, miedo y dolor valieron la pena y adquieren sentido. Cuando reconocemos y hacemos nuestro ese principio, desaparecen de nuestra vida la mayor parte de los “traumas”. Pues efectivamente es la vida misma quien frecuentemente parece estar “probándonos” para verificar nuestra valentía y nuestra “seriedad” en la obtención de nuestras metas. Si nos mantenemos siempre en actitud de DECISIÓN y PERSEVERANCIA… ¡Bingo! Nuestra vida se transforma repentinamente. Cada vez que tomamos conciencia de lo que sucede en un determinado momento en nuestras vidas, ya estamos a varios kilómetros adelante en la solución de esa situación. Cuando todo parezca oscuro, frío, helado y desolado, digámonos a nosotros mismos: “¡posiblemente tenga sentido el que todo este saliendo equivocado...! Posiblemente todo aquello por lo que he estado esforzándome, esté justamente alrededor de la esquina!”. Así no solo nos vamos a sentir mejor, sino que cuando menos lo pensamos las cosas llegan. Las “pruebas” antes de alcanzar nuestras metas pueden ser muchas y muy diferentes. Si asumimos cada contrariedad y cada dificultad como una parte fundamental y necesaria dentro de los procesos de adquisición de lo que queremos; entonces posiblemente asumiremos y afrontaremos con más decisión y más coraje los retos de nuestra vida. Es más, seguramente vamos a querer luchar y adquirir muchas más cosas en nuestra vida. ¿No te parece? Recuerda siempre ¡Ojo! Cuando todas las cosas parecen negras, oscuras y frías, podría ser tiempo de celebración, pues lo que perseguimos puede estar a la “vuelta de la esquina”. Recuerda además que la vida frecuentemente parece estar probándote para ver si eres lo suficientemente valiente y serio en la obtención de tus metas. Si te mantienes siempre en esa actitud... ¡Bingo! Tu vida se transforma inmediatamente.

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IV. Proyecta tu felicidad

Sin lugar a dudas todo el mundo quiere ser feliz. Todos anhelamos o buscamos la felicidad. El problema está en que a veces soñamos despiertos y creemos que la felicidad es algo mágico, idílico y etéreo en donde no puede haber cabida para un poquito de dolor y sufrimiento. La felicidad en su estado puro no existe y es una simple ilusión. Me fascina una de las imágenes que usa Buscaglia cuando habla de la felicidad. Afirma que a todos nosotros el día en que nacimos se nos ofreció el mundo como regalo de cumpleaños, algo así como una hermosa caja envuelta en magnifico papel y amarrada con vistosísimas cintas de colores y llena de muchos regalos. Pero sucede que muchas personas ni siquiera se toman la molestia de deshacer las cintas. Otros en cambio, pretenden encontrar solamente valiosos regalos, cosas agradables y hermosas… Pero qué sorpresa para muchos al comprobar que en su “regalo” de la vida también hay dolor y angustia, soledad y confusión. Olvidan que todo eso también forma parte de la vida de cada uno de nosotros. Felicidad quiere decir placer, satisfacción, gusto grande. Placer de vivir la vida; satisfacción de lo que somos sin que eso signifique conformismo; y gusto grande de arrancarle a la vida todo lo que queremos ser y de lo que somos capaces de llegar a ser. Felicidad no significa ausencia de momentos oscuros, de dolor y de sufrimiento; así como clima saludable no significa ausencia de nubarrones, vientos, lluvia y a veces hasta de tempestades. En este capítulo encontrarás algunos elementos y reflexiones que te ayudarán a enfrentar la vida con mayor objetividad, dinamicidad y optimismo. Es bueno que recuerdes siempre que la manera como enfrentes la vida es y será siempre una decisión exclusivamente personal y tuya. Mereces ser feliz Seguramente has escuchado muchas veces expresiones como estas: ¡Quiero ser una persona feliz! ¡No soy una persona feliz! ¡Todo el mundo busca la felicidad! ¡Daría cualquier cosa por ser una persona feliz! ¡En la vida lo que cuenta es la felicidad! Pero ¿te has preguntado alguna vez en que consiste realmente la 58

felicidad? Ciertamente la felicidad no es otra cosa que sentirnos “bien” con nosotros mismos y con todo nuestro entorno. Es por eso, que la verdadera felicidad depende de la clase de relaciones que establezcamos con nosotros mismos, con los demás, con el mundo y con Dios. Pero ¿sabes en dónde está la verdadera clave de esas relaciones? Está en tu mente. Tú eres y serás feliz en la medida en que tu mente lo sea. El famoso pedagogo William James nos lo había dicho cuando dijo: “el mayor descubrimiento de nuestra época es el poder cambiar nuestra vidas con solo cambiar la actitud de nuestras mentes”. Y Lincoln refiriéndose a lo mismo había sentenciado: “NO ES LO QUE NOS SUCEDE EN NUESTRAS VIDAS LO QUE DETERMINA NUESTRA INFELICIDAD, SINO LA MANERA CÓMO REACCIONAMOS ANTE LO QUE NOS SUCEDE”. De ahí la necesidad de que te cuestiones: ¿cuál es tu actitud frente a situaciones “generadoras de infelicidad”? Por ejemplo: ¿cómo reaccionarías ante la pérdida de tu trabajo, ante la ruptura con tu pareja, ante la pérdida de un ser querido? ¿Ante un derrumbe económico o ante una enfermedad? Frente a la perdida de su trabajo alguien podría decir por ejemplo: “Bueno, tengo la oportunidad de una nueva experiencia de trabajo para explorar nuevas posibilidades, conocer nuevas personas y ambientes, y ejercitar mi independencia en otro lugar o en otra actividad”. Otra persona en cambio, bajo las mismas circunstancias podría decidir tomarse unas tres o cuatro gotas de cianuro y ponerle fin a su existencia. Y ante los demás interrogantes ¿cómo reaccionaríamos? Como te puedes dar cuenta, frente a una misma situación problemática, una persona puede ver sólo desastre mientras que otra puede ver una gran oportunidad de aprendizaje. ¿Cuál sería tu propia perspectiva y visión? Hasta aquí las cosas parecerían demasiado simplistas. Sin embargo, hay una verdad de fondo y es que somos nosotros únicamente quienes decidimos cómo enfrentar nuestras vidas; incluso en aquellas situaciones en las que hemos perdido el control. Ser felices no siempre es fácil y ese puede ser uno de los grandes cambios que enfrentamos y que algunas veces puede tomarnos toda la determinación, la persistencia y la autodisciplina de la que podamos ser capaces. Madurez significa tomar responsabilidad de nuestra propia felicidad y elegir concentrarnos en lo que tenemos y no en lo que no tenemos. Si decides que una mala experiencia o situación negativa ocupe toda tu mente y todos tus pensamientos, eres tú el sujeto de esa decisión y por lo mismo, sólo tú vas a sufrir las consecuencias de esa elección. ¡Sólo tú puedes controlar tu mente! Preguntándole el otro día a una amiga ejecutiva muy emprendedora de dónde sacaba tanto coraje y garra para hacer todo lo que hace, me decía: “Recuerdo un 59

día a los 23 años, después de salir de uno de los tantos momentos depresivos en los que me sumergía, me dije a mí misma: “basta ya de sentirme triste”. Si realmente quiero ser una persona feliz, ¿por qué no intentarlo ahora mismo? Ese día decidí ser “completamente feliz” y tener toda la suerte que no había tenido hasta ese momento. Sentía mucho miedo pero lo intente y realmente me funcionó”. Qué hermoso, ¿verdad? Como ves en este caso era sólo cuestión de decisión... Cuando uno comparte con personas “felices” o que por lo menos tratan de serlo, y les pregunta qué han hecho para sentirse así; sus respuestas invariablemente reflejan la misma experiencia: Una decisión personal. Todas estas personas parecen decir: “Había sufrido demasiada miseria, descorazonamiento, tristeza, soledad, desesperanza... Había cargado tanta basura hasta que un día decidí arrojarla y quemarla y desde entonces cambiaron las cosas. Y aquí estoy”. Es decir, cambiaron su manera de pensar. Recuerda siempre Ser felices no siempre es tarea fácil. Es más, algunas veces puede ser demasiado difícil. Es algo así como mantener bella una casa. Tienes que ser muy creativo e ingenioso. Pero lo más importante de todo es barrer, recoger y arrojar siempre las basuras. La felicidad no consiste en buscar únicamente las cosas buenas. Por ejemplo, una persona puede ver siempre a través de una ventana el hermoso panorama o paisaje que se le presenta al fondo. Otra en cambio, pude mirar exclusivamente la suciedad y la fealdad de la ventana. Eres tú quien eliges lo que quieres ver y lo que quieres pensar. Por eso decía Kazantzakis: “Tú tienes el color y los pinceles. Pinta un paraíso y después lánzate en él”. “Recogeras” siempre lo que hayas sembrado ¿Has tenido experiencias de trabajo en el campo? ¿Provienes quizás de familias campesinas en donde se conocen muy bien las dinámicas de los diferentes cultivos? Si no has tenido este tipo de experiencias, te aconsejo que asumas por un tiempo el rol de jardinero y así entenderás mejor muchas de las cosas que me propongo exponer. Si haces la experiencia, te darás cuenta de que si siembras rosas no puedes cosechar pensamientos. Y que si siembras pensamientos, no te florecen geranios y así sucesivamente con todo tipo de plantas que pretendas plantar. Igualmente si un campesino siembra trigo, no recoge avena, sino trigo. Y si alguien siembra naranjas recogerá naranjas y no limones. Y así sucesivamente. ¿Y Existe la Ley de Causalidad, o de causa y efecto. Dicha ley asegura que toda causa tiene un efecto y todo efecto tiene una causa. Generalizando y concretando dicha ley en las cosas ordinarias de la vida podemos deducir, que si sembramos maní no recogemos fresas y si sembramos odio jamás recogeremos amor... Todas las cosas que hagamos y cada experiencia que tengamos estarán condicionadas siempre por este principio o ley. Jamás 60

podremos saltarnos o prescindir de ella. Cada acción tendrá siempre una igual y opuesta reacción. ¡Maravilloso descubrimiento el que le debemos a Newton! Recuerda siempre que jamás podremos prescindir de ese principio y que nuestra salud física y mental, el éxito en nuestros negocios, nuestras relaciones interpersonales, nuestra vida espiritual, nuestra realización y felicidad; todas esas cosas y muchas más, estarán gobernadas por la misma ecuación y por lo tanto requerirán de nosotros pagar un “precio”: el precio de AMAR y de “SEMBRAR”. El jardinero, el agricultor y el campesino saben a ciencia cierta cuando recoger la cosecha. Nosotros por el contrario jamás sabremos cuándo recibiremos los dividendos y los “intereses” del tiempo y de los esfuerzos invertidos. Lo que sí sabemos es que las recompensas siempre llegarán y que la incertidumbre de la espera sólo sirve para hacer más excitantes y amenas nuestras vidas. ¡Ese es el picante de nuestras vidas! Recuerda también que todo lo que tenemos HOY, es el resultado de lo que hayamos sembrado hasta ahora. Si disfrutamos frecuentemente de cálidas amistades y amorosas relaciones, es porque hemos preparado el “terreno”, plantado las “semillas” y hoy lo estamos recogiendo. Si nuestros negocios o nuestro trabajo son florecientes, es porque hemos preparado el “terreno” y sembrado nuestros esfuerzos para obtener hoy esos resultados. Si murmuran de nosotros hoy, probablemente hemos murmurado de los demás ayer... Si hemos “despedazado” a los demás, también estaremos siendo “despedazados”... Si nos hemos regocijado en el suceso de los demás, se estarán regocijando en los nuestros... Si nos hemos regocijado en el fracaso de los demás, también se estarán regocijando en nuestro fracaso. Si somos mentirosos ciertamente nos dirán mentiras... Si criticamos seremos criticados... Si amamos recibiremos amor, cariño y comprensión a cambio. De ahí que Aristóteles dijera: “Deberíamos comportarnos con el mundo, en la misma forma en que quisiéramos que el mundo se comportara con nosotros”. Y el Evangelio nos repite: “Lo que no quieras para ti, no lo hagas a los demás”. Qué hermoso lo que alguien escribió como epitafio sobre una tumba egipcia que data del 1600 a.C.: “solicitó siempre para otros, el bien que deseaba para sí mismo”. Como te puedes dar cuenta la “Regla de Oro” es siempre la misma: “SERÁS TRATADO EN LA MISMA FORMA EN QUE TRATES A LOS DEMÁS”, o lo que es lo mismo: “RECOGERÁS SIEMPRE DE LO QUE SIEMBRES”. Con cuánta frecuencia “envidiamos” a otras personas y decimos: “¡Cómo me hubiera gustado tener ese talento!” o “¡cómo me gustaría tener todo eso que tú tienes!”, pero ¿hemos acaso envidiado las privaciones, esfuerzos y sacrificios por días, semanas, meses y años que moldearon el suceso de esas personas...? Hay una cosa más en la que quizás no hemos pensado aún: La generosidad con que la naturaleza nos retribuye. ¿Has notado que casi siempre nos retribuye 61

mucho más de lo que hemos plantado? ¡Muy fácil comprobarlo! Siembras una semilla de naranja y recoges después no una naranja, sino muchas naranjas; no una cosecha, sino muchas cosechas. Y eso mismo sucede con la mayor parte de las “semillas” que siembres. La retribución se da siempre con creces. Nuevamente el principio parece funcionar con todo lo que hacemos: ¡NECESITAMOS SOLAMENTE SALIR A ARAR Y A SEMBRAR! Recuerda siempre ¿Eres de las personas que “envidian” a los demás por sus talentos o por lo que tienen? Si es así, ¿has envidiado las privaciones, esfuerzos y sacrificios por días, semanas, meses y años que moldearon el suceso de esas personas...? El universo es hermoso y justo. Y por eso, recogerás siempre de la vida solamente lo que hayas sembrado en ella. Y si siembras truenos sólo recogerás tempestades. Necesitas perdonar ¿Te cuesta quizás hablar con alguien después de haber tenido un altercado? ¿Te gusta guardar “pesares” por tiempo indefinido? ¿Se te “amarga” el estómago cuando tienes que interactuar con personas que no comparten tus ideas? Pues recuerda: “¿Cuantas veces debo perdonar a mi enemigo, hasta siete veces? No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete” (Mt 18, 21-22). Eso significa siempre y lo dijo el terapeuta por excelencia: JESÚS. La decisión de “olvidarse” a sí mismo o a alguien es la condición para vivir mejor el momento presente. “Jamás perdonaré a mi madre por eso”, “no puedo perdonarme a mi mismo”, “perdono pero no olvido”, “me llevaré eso aquí dentro, hasta la tumba”… ¿No te parecen expresiones comunes? ¿No las has pronunciado quizá tú mismo alguna vez? Cada vez que rechazamos perdonar a alguien o a nosotros mismos, lo que realmente nos estamos diciendo es: “en lugar de hacer algo para crecer y enriquecerme, prefiero vivir en el pasado y culpar a alguien o culparme a mi mismo por esto o por aquello”. “Prefiero mantener toda esta basura dentro de mí, aunque se pudra y huela mal”. Cuando decidimos no perdonarnos a nosotros mismos estamos eligiendo permanecer en la culpabilidad y en consecuencia introduciendo angustias “extras” en nuestra mente. De ahí la necesidad de perdonar a los demás, pero comenzando por nosotros mismos. Perdónate a ti mismo Casi todos nosotros tratamos de evitar el castigo cuando es infringido por otros, pero no cuando viene de nosotros mismos. Y tenemos muchas formas de castigarnos. ¡Definitivamente perdonar a otros es difícil, pero mucho más difícil es perdonarnos a nosotros mismos! 62

¡Cuántas personas desgastan sus vidas castigándose a sí mismas física y mentalmente! Y cuantas formas que se usan para hacerlo: algunos comiendo de gula, otros privándose de comida o de cosas placenteras; aquellos bebiendo para olvidar; estos destruyendo todas las relaciones interpersonales; los de más allá, decidiendo vivir una vida solo de pobreza, enfermedad, sufrimiento y tantas cosas más… A la raíz de todos esos sufrimientos existe un sistema de creencias que les dice: “no valgo nada”, “mi vida siempre será desgraciada”, “he hecho muchas cosas estúpidas”, “siempre soy culpable”, “no merezco ser saludable y feliz”, “siempre seré un don nadie”, etc. Y lo más triste e irónico todavía es encontrar tantas personas enfermas por la vida, que no están convencidas de que merecen ser curadas y felices. Si eres una de esas personas que ha venido sintiéndote culpable, te sugiero que no lo hagas más. ¡Ya has tenido suficiente! ¿Para qué prolongar torpemente esa situación de sufrimiento? Ciertamente la decisión es sólo tuya.¡Libérate de tu culpa! Perdonarnos y cicatrizar nuestras heridas no es fácil, pero tampoco imposible. Mantener tu mente saludable no requiere demasiados esfuerzos, como tampoco los requiere mantener tu cuerpo saludable. Y además merece la pena. ¿No lo crees? Perdona a los demás Algunas personas creen que si no pueden perdonar a su suegra por “chismosa” y “metiche” es problema de ella y solo de ella. ¡Pues sepas que no es verdad! ¡No es problema solamente de ella! ¡Es problema también tuyo! Es también problema tuyo porque cuando tú decides no perdonar, estas decidiendo SUFRIR tu mismo. Y lo más irónico de todo es que la mayor parte de las veces, las personas que crees “culpables” de tu sufrimiento no lo saben y mucho menos se dan por enteradas del veneno (hormonas del malestar) que estás arrojando en tu torrente sanguíneo. ¡Tienes tantas posibilidades y vales tanto como para que te dejes perturbar por alguien y especialmente si ese alguien tiene tan poca importancia para tu vida! ¿No te parece? ¿Te has puesto a pensar por ejemplo en las veces que has decidido no perdonar a alguien de tu familia o amigo por no invitarte a su fiesta de cumpleaños, grado o tantos otros acontecimientos sociales? ¡Cuánto te has lastimado, te has herido, has sufrido, te has irritado, se te ha dañado todo! ¿Verdad que si? ¿Y sabes que es todavía lo más cruel de todo eso? Que esa persona que te ha causado todo ese sufrimiento jamás desarrollará ulcera, jamás perderá el sueño, jamás se sentirá molesta, jamás sentirá agrieras en su boca, jamás, jamás, jamás... sabrá siquiera que estabas sufriendo por todo eso. ¿No te parece ridículo todo eso? Una MENTE AMARGA creará siempre un CUERPO AMARGO. Es por eso que el rencor es una de las mayores causas de enfermedad. Aún más. Entre más 63

culpemos a otras personas y las hagamos responsables de nuestra infelicidad, estamos rechazando admitir nuestra propia responsabilidad. En el momento en que dejemos de culpar a los demás comenzaremos a tomar las medidas necesarias para mejorar las cosas y afrontar la vida en forma más objetiva. Culpar es una buena excusa para no cambiar la realidad. El culpar a los demás jamás nos permitirá ganarnos a los demás. Cuando tu dices: “perdono pero no olvido”, lo que inconscientemente estás diciendo es: “voy a arrojar solo un poco de basura, pero no quiero arrojarla toda. Quiero quedarme con un poco en caso de que sea necesario tirársela en la cara a esa persona después”. ¡Arroja toda la “basura!”. ¡No sirve para nada! ¡Hace estorbo! ¡Da mal olor! ¡Y produce “infecciones” en tu alma...! Es decir: perdona realmente. Cuantas personas que se niegan a perdonar incluso a sus propios padres y desgranan sus vidas demostrando que ellos fueron la causa de todas sus desgracias. Lo que indirectamente están diciendo es: “por tu culpa estoy, solo, triste, “pelado” e infeliz y ahí puedes ver mi sufrimiento…”. ¡Culpar a los demás no conduce a ninguna parte! ¡Si algo sucedió esta ya hecho! Aferrarse a eso no cambia absolutamente nada. Todos nosotros vivimos nuestras vidas de la mejor forma en que podemos hacerlo. ¡De eso no hay duda! Seamos conscientes de ello. Ciertamente hemos cometido muchísimos errores a lo largo de ella y la mayor parte de las veces por ignorancia. Pero creo que lo hemos hecho siempre de la mejor manera posible. Nuestros padres también nos criaron con la mejor buena voluntad y de la mejor manera en que pudieron hacerlo; y con base en la educación e información que poseían y con el ejemplo que recibieron también de sus mayores. Con gran generosidad se aventuraron en ese territorio desconocido llamado “paternidad” y para el que nadie se prepara. ¿Porqué culparlos ahora? Culparlos a ellos de las cosas que no te “salen bien” simplemente es infructuoso y destructivo. ¿No te parece? Si te decides a perdonar, se disparará ese maravilloso principio que reza: “En la medida en que cambies, los demás cambian también contigo”. Es decir, en la medida en que cambiemos nuestra actitud hacia los demás, los demás comenzaran a cambiar también sus actitudes hacia nosotros. Y en la medida en que decidamos cambiar la manera de mirar las cosas; otros y las mismas cosas, responderán también al cambio de nuestras actitudes. Claro, algunas veces necesitamos también pedir perdón. Pedir perdón significa “descargar” la conciencia, limpiarla de toda clase de “basuras” que hayamos guardado en los “armarios” de nuestro espíritu. El proceso de pedir perdón debe comenzar por un acto de sinceridad que ponga las cosas en su sitio y cambie todo tu ecosistema afectivo y social: familia, amigos, trabajo, sexualidad y en general todas tus relaciones. 64

No creas que pedir perdón es típico de personas débiles y que por eso, los demás van a ver en ello una prueba de tu “inferioridad”. ¡Convéncete de que es la mayor equivocación! ¿Y sabes porqué? Porque cuando tenemos el coraje de pedir perdón, estamos admitiendo que somos humanos, que podemos equivocarnos y que por eso nos excusamos; sin que por ello estemos cuestionando nuestra valía personal. Pedir perdón, además de ser una prueba de coraje y de fortaleza, es una manera de limpiar nuestro entorno, nuestras relaciones con nosotros mismos y con los demás. Es decir: de limpiar nuestro “ecosistema” personal y social. Recuerda siempre Culpar y sentirse culpable es igualmente peligroso y destructivo. Mientras te culpes a ti mismo, a los demás o a Dios de tus desdichas, estás evitando el real uso de poder hacer algo por eso. Siempre será tu ELECCIÓN, decidir si te llevas bien con tu vida, si vives el ahora o si te avergüenzas de ti mismo y mantienes tus rencores y molestias del pasado. Algunas veces necesitarás también pedir perdón que significa “descargar” la conciencia, limpiarla de toda clase de “basuras” que hayas guardado en los “armarios” de tu espíritu. Y recuerda que el proceso de pedir perdón comienza por un acto de sinceridad que pone las cosas en su sitio y cambia todo tu “ecosistema” afectivo y social: familia, amigos, trabajo, y en general en todas tus relaciones. Trata siempre de ser “objetivo” ¿Recuerdas haber vivido experiencias ”amargas” en tu vida por situaciones como: perdida de un ser querido, malos negocios, incomprensiones con tus padres, con tus hermanos o familiares; perdida del trabajo, perdida de tu pareja, calamidades domésticas, accidentes personales o por muchas cosas más...? Si examinas detenidamente con lupa, cada una de las veces en que has vivido esas dificultades constatarás que jamás has estado solo ¿Verdad? ¡Siempre ha habido alguien a tu lado! Y te asombrarás de la manera cómo has podido superar esas dificultades, en tan poco tiempo y a veces de qué manera. Lógicamente frente a ese tipo de situaciones, es fácil perder la justa dimensión y pintar los cuadros más sombríos de lo que en realidad son. Cuantas veces percibimos nuestra vida y nuestro futuro como si fuera un “campo minado” dejándonos paralizar por los temores irracionales y tomando la decisión de suspender la marcha. Te ha sucedido ¿Verdad? No se si habrás notado la manía en algunas personas de empacar en sus maletas demasiadas provisiones para cortos viajes. ¡Conocerás a alguien, sin lugar a dudas! ¡Y lo mismo sucede con sus vidas...! Por eso no es extraño encontrar personas que “empacan” desde ya las preocupaciones para los próximos diez, quince o veinte años y viven lamentándose todo el tiempo de por qué sus vidas son un mar de lagrimás. Y siguen sin entender porqué la vida los 65

trata tan mal. ¡No! ¡Convéncete de que eso no es cierto! ¡Vivamos las veinticuatro horas del día primero! ¡Nada más! ¿Acaso tiene algún sentido preocuparse hoy por las cosas del “mañana” en forma obsesiva? Cada vez que te encuentres “desesperado” aplícate el siguiente test: ¿Tengo mis cinco sentidos? ¿Puedo ver bien? ¿Puedo escuchar bien? ¿Puedo caminar? ¿Puedo usar mis manos? ¿Tengo suficiente aire para respirar? ¿Tengo suficiente comida para hoy? Si la respuesta es “si”, ¿no crees entonces que las cosas no están tan mal? ¿No crees que seas demasiado exigente? ¡Con cuanta frecuencia subvaloramos el hecho de que nuestras necesidades más importantes ya estén siendo satisfechas...! Por eso me gusta mucho la historia de un hombre que llama telefónicamente a su Psicólogo y la conversación se desarrolla de esta manera: Paciente: “Se acabó, estoy destruido, todo mi dinero se acabó. Lo he perdido “todo”. Psicólogo: “¿Puedes mirar? Paciente: ¡Si, claro que puedo! Psicólogo: ¿Puedes caminar? Paciente: “¡Claro que puedo! Psicólogo: “Obviamente creo que puedes oír y hablar, puesto que me estás llamando ¿verdad?” Paciente: “Si, claro que puedo”, respondió. “Pues bien” dijo el Psicólogo, “creo que lo tienes todo. ¡Lo único que has perdido es tu dinero!”. Las preguntas que podrías hacerte durante las “desgracias” de tu vida, deberían ser: “¿Qué es lo peor que me podría suceder?” ¿Y si eso me sucediera pero continuara viviendo...? Y te podría ayudar el hacerte esta otra pregunta: ¿Me estoy tomando a mi mismo lo suficientemente “en serio”? ¡Recuerdas las veces que has perdido una semana de sueño o más, por algo, que tus amigos u otras personas jamás le gastarían ni siquiera un segundo de sus pensamientos! Lo recuerdas ¿verdad? A nosotros nos sucede porque frecuentemente nos tomamos “demasiado en serio”. ¡Nos imaginamos que el mundo entero nos esta “acorralando!”. ¡Y no es así! Y además ¿qué, si así lo fuera? Aún más, hazte esta otra pregunta: ¿Qué estoy aprendiendo de ésta situación? Convéncete de que la mayor parte de las veces tendemos a magnificar los acontecimientos más allá de su normal proporción. Y que ciertamente en el peor de los casos, lo “peor” que te podría suceder probablemente sería muy inconveniente, pero aún así, tampoco sería el fin del mundo. ¿No te parece? Mirando retrospectivamente, sabemos que podemos aprender de todas nuestras experiencias difíciles. Claro, lo más difícil es ser equilibrados y permitirnos el suficiente aprendizaje cuando estamos sufriendo y del “por qué” estamos 66

sufriendo. Pero si observas bien, encontrarás que todas las personas más felices son siempre capaces de mirar sus experiencias difíciles como valiosas ocasiones de aprendizaje. Son personas que viven con la frente en alto. Que mantienen siempre una sonrisa en sus caras. Que saben que las cosas pueden mejorar y que van a salir se sus dificultades siendo personas más fuertes, mejores y llenos de experiencias. Por eso, me fascina mucho la “historia” del hombre que no aceptaba la cruz de sus sufrimientos y decidió ir a un enorme almacén de cruces de todos los tamaños a buscar una “apropiada” para cambiarla. Después de haber probado durante todo el día casi todas las cruces que allí había, llamó al propietario del negocio para mostrarle la que había elegido. ¡Y oh sorpresa!, cuando el propietario le dijo: “Esa es la misma que usted traía y que descargó aquí mientras probaba todas la demás”. ¿No te parece una historia hermosa? Mirándolo bajo la óptica de la fe, todas nuestras dificultades y sufrimientos están hechos a “nuestra medida”. ¿Se te había ocurrido pensar en eso? Finalmente preguntémonos: Si las cosas realmente parecen tan difíciles ¿cuánto tiempo necesitaré para volver a estar bien? ¿Me serán suficientes cinco, diez o quince minutos con ejercicios de relajación, para volver a sentirme bien? Y una vez que me los haya tomado ¿puedo tomarme otros cinco y así sucesivamente hasta alcanzar mi objetivo de bienestar total? ¡Recuerda que comer un pedacito a la vez y másticarlo bien, nos evita indigestión...! Definitivamente la mejor manera de sentirnos bien es haciendo algo por alguien. Excesiva preocupación y auto lástima nacen del egocentrismo. En el momento en que comiences a hacer feliz a otras personas, con detalles como enviarle flores a alguien, visitando a alguien enfermo, haciendo una obra de caridad, ayudándole a sus vecinos en algo o dándole a los demás un poco de tu tiempo; notarás que te sientes bien y mejor! Funciona casi automáticamente, es simple y a la vez maravilloso. ¡Inténtalo! Recuerda siempre Si examinas detenidamente con lupa, cada una de las veces en que has tenido dificultades constatarás que jamás has estado solo ¿Verdad? Siempre ha habido alguien a tu lado. Y te maravillarás de cómo has podido superar esas dificultades, en tan poco tiempo y a veces de qué manera. Recuerda siempre que los desastres por más “desastrosos” que sean, no son tan “desastrosos” si los tomamos poco a poco. Igualmente tan pronto como reconocemos el lado positivo de esas experiencias, más fácilmente comenzamos a manejarlas. Recuerda que Los metales más preciosos se pulen en el fuego. A palabras “necias” mantén tu boca cerrada ¿Eres de las personas que primero hablan y después piensan o que hablan sin pensar? ¿O quizás de las personas que cuando abren la boca, dicen tan solo 67

“palabras, palabras, palabras... tan solo palabras”, como dice la canción? Pues atento, porque al primero que “afectan” tus palabras es a TI mismo. ¿Curioso verdad? ¡Pues sí!, definitivamente cada vez que hablamos, al primero que afectan nuestras palabras es a nosotros mismos. ¿Y sabes por qué? Porque cuando hablamos nos estamos comunicando a dos niveles: en primer lugar, con todo nuestro cuerpo, es decir, con nosotros mismos y en segundo lugar con los demás. Cuando tu hablas, tu pensamiento y tu percepción están siendo afectados por lo que tu estas diciendo. Es por eso que Benjamín Lee Wohorf decía que el lenguaje no es solamente la forma como nos comunicamos, sino la forma como construimos la casa de nuestra conciencia. Eso mismo explica porqué los mitómanos(los que dicen siempre mentiras) creen engañar a todo el mundo sin darse cuenta que los primeros engañados son ellos mismos y por eso, continúan viviendo dentro de sus engaños. No hace mucho tiempo me encontré con un amigo quien me dijo: “Estoy harto de ser un hombre aburrido y deprimido. Estoy harto de ser una carga para mi familia. Quiero ser feliz, pero no se como lograrlo. ¿Qué puedo hacer? Le contesté: “La primera cosa que puedes hacer y debes hacer es abrir la boca únicamente cuando tengas algo constructivo y positivo que decir. Cuando comiences a hacerlo inmediatamente percibirás el cambio y por supuesto también tu familia”. Lo volví a ver unas semanas después y todavía estaba “lloriqueando”. Me dijo nuevamente: “Quiero ser feliz... pero no puedo. ¿Qué debo hacer?”. Le respondí: “¡Ya te di el mejor consejo que podía darte la vez pasada!”. Nuevamente me contestó: “Lo he intentado, pero no puedo”. Le contesté: “Lo se... ¿pero sabes por qué? ¡Porque no eres lo suficientemente serio para tomar esa decisión todavía! Solo cuando seas lo suficientemente serio para tomar esa decisión, solo entonces comenzarás a ser feliz”. ¡Sí, tú puedes obtener siempre lo que dices! Jamás habías pensado en eso, ¿verdad? Pues bien, así como nuestros pensamientos determinan nuestras circunstancias, en igual forma nuestras palabras afectan lo que pensamos, lo que atraemos y lo que experimentamos. En el caso de mi amigo es él, quien necesita “reconocer” que es él, la única persona capaz de “hacer” y “ser” lo que “piensan” sus pensamientos y lo que “dice” su boca. Necesitará ser muy serio y tomar con responsabilidad todos los pensamientos que tiene en su mente si realmente quiere ser feliz. ¿Y sabes por qué? ¡Porque EL PRIMERO QUE SE CREE LO QUE DICE, ES QUIEN LO DICE! En la medida en que tomes con seriedad el “ser feliz” o la “felicidad” y te decidas por eso, comenzarás entonces a mirar más allá de tu nariz y tus perspectivas cambiarán. Comencemos a “hablar” positivamente de nosotros 68

mismos e inmediatamente notaremos que nuestra desmotivación desaparece como por encanto. Con esto no pretendemos ser perfectos, pero es el inicio para darnos cuenta de que no podemos sentirnos bien lloriqueando sobre nosotros mismos, sobre nuestro trabajo, sobre nuestros amigos, sobre nuestras familias y sobre todas las demás cosas. La experiencia nos enseña que cuando alguien esta cansado de la rutina de ser una persona aburrida, lo primero que hace es cambiar de actitud, y una de esas actitudes es cambiar la manera de hablar. Lógicamente eso es muy sencillo pero exige DISCIPLINA y toma ESFUERZO. La DISCIPLINA es lo que nos permite a nosotros mismos ser diferentes de la mása. Y la EXCELENCIA es hija de la disciplina. Las palabras que usamos están siempre filtrándose dentro de nuestro “inconsciente” y se convierten en una parte de nuestro carácter y de nuestra inventiva. Ellas le están comunicando a los demás en forma exacta que tan seriamente y con cuanta responsabilidad estamos obteniendo resultados. Sé siempre muy cuidadoso con tus palabras. ¿Y sabes por qué? Porque existen palabras que generalmente van minando nuestro progreso. Por ejemplo: cada vez que usas la palabra “intentar” estas indicando que tú no tienes el control en una situación. Mira el “por qué”: Tu puedes “intentar” hacer un buen trabajo, “intentar” llegar a tiempo, “intentar” ser feliz. Si te das cuenta, con estas expresiones lo que estas sugiriendo es que podrías hacerlo como podrías no hacerlo. ¿Verdad? En cambio, si tú sustituyes la palabra “intentar” por otra palabra como “haré” o “seré”, eso significa que esas palabras se convierten en un reto y en una confrontación que te permitirá mejores resultados. Aunque esto tan simple, te pueda parecer una “tontería”; esa “tontería” es absolutamente necesaria en la modulación de cómo nos percibimos a nosotros mismos y como nos perciben los demás. Tomemos otro ejemplo: El uso de las palabras “no puedo” mina también tu poder personal. Cuando tu dices “no quiero” o “no deseo” en lugar de “no puedo” estas tratando de ser más “verdadero” o sincero. ¿No te parece? Por ejemplo: Cuando tu dices “no quiero verte mañana” estas indicando que tienes el control y que eres tu quien has tomado la decisión. Igualmente cuando tu dices: “no quiero aprender a nadar” significa que no estas preparado para colocar un poquito de esfuerzo o simplemente no se te da la gana; pero que podrías perfectamente, si realmente lo quisieras. Las diferencias entonces saltan a la vista y no son simplemente semánticas. ¿No lo crees? Nuestras palabras afectan nuestro “inconsciente” y nuestra memoria esta estrechamente unida a él. Si conscientemente le das a tu “inconsciente” un programa que “diga” por ejemplo: “recuerdo cosas” notarás que tu recuerdo mejorará dramáticamente. “Inconscientemente” esperarás recordar los nombres y tantas otras cosas y podrás hacer mucho más y más....En cambio, si le “dices”: “mejor no quiero ni recordarlo”, notarás que poco a poco “eso” por lo que diste 69

la orden, se va olvidando. Como ves, la conexión y comunicación entre las palabras y el pensamiento es muy estrecho y es bidireccional. Depende solo de ti mantener el “normal” fluido o producir el “corto circuito”. De ahí mi afirmación inicial: Si solo tienes palabras “necias”, mantén mejor tu boca cerrada. Recuerda siempre Las palabras que usas están siempre filtrando dentro de tu” inconsciente” y se convierten en una parte de tu carácter y de tu inventiva. Con ellas le están comunicando a los demás en forma exacta qué tan seriamente y con cuantas responsabilidades estas obteniendo resultados. Como ves, la conexión y comunicación entre las palabras y el pensamiento es muy estrecho y es BIDIRECCIONAL. Depende sólo de ti mantener el “normal” fluido o producir el “corto circuito”. De ahí mi afirmación inicial: Si tienes palabras “necias”, mantén mejor tu boca cerrada. Los errores son una forma de “comunicarte” contigo mismo ¿Crees que la mayor parte de las personas son “perfectas” o que por el contrario la mayor parte de ellas se equivocan? ¿Te has sentido alguna vez torpe, triste, deprimido y con la autoestima por el suelo después de cometer algún error? Pues bien, no te volverás a sentir así, si le prestan atención a la siguiente fábula: Se dice que una vez un hombre se quejaba de que Dios no le hubiera hablado jamás. ¿Porqué Dios jamás me ha enviado un mensaje así como los que he ha enviado a algunos personajes de la historia? le preguntó a uno de amigos. “¡Pero el señor se comunica siempre contigo!”, murmuró su camarada. “No entiendo...”, le respondió el interesado. “Si, ¡Él se comunica contigo a través de tus errores”! ¡Sí! Definitivamente los errores no son más que una RETROALIMENTACIÓN continúa de lo que estamos haciendo. ¿Sabías por ejemplo que los vencedores cometen más errores que los llamados perdedores? Es esa precisamente la razón del “por qué” ellos son ganadores. Los vencedores obtienen más retroalimentación en la medida en que van intentando más posibilidades. El problema de los llamados perdedores es que miran los errores únicamente como enormes acontecimientos negativos sin reconocer el lado positivo de los mismos. Si miras con atención tu vida podrás darte cuenta de que has aprendido más de tus fracasos que de tus victorias. ¿No te parece? Mirémoslo con un ejemplo: Si analizas algún momento de tu vida en el que supuestamente tuviste un “fracaso”, descubrirás que contemplaste, analizaste, reorganizaste y replanteaste nuevas estrategias. ¿Verdad? En cambio en las oportunidades en que has “vencido”, simplemente te has puesto a “celebrar” la victoria. De ahí que el aprendizaje sea poco. Es esa otra razón para decir: ¡Bienvenidos los errores! La historia de Tomás Alba Èdison es elocuente al respecto. Se dice que cuando alguien le preguntó sobre las veces que había fallado y fracasado en la 70

producción del bombillo respondió: “Jamás he tenido fracasos, solo he descubierto cientos y cientos de maneras diferentes de cómo no hacer un bombillo”. Como ves, esa actitud hacia los errores fue lo que lo capacitó para hacerle una de las contribuciones más grandes que nadie le haya hecho al mundo. De Colón sabemos que buscando la ruta más corta hacia la india, por un “error” encontró a América. Werner von Braun, también fue consiente de que los errores eran un ingrediente esencial dentro de cualquier proceso de aprendizaje. De él se dice que durante la segunda Guerra Mundial estuvo desarrollando un rócket, con el que los alemanes esperaban bombardear a Londres. Se dice también que después de un tiempo de haber iniciado el trabajo, sus superiores lo llamaron para ver cómo iba el trabajo. Hasta ese momento él había fallado 65.12l veces en el intento de crear el rócket. Sus superiores le preguntaron: “¿Cuántos “fracasos” más necesitarás antes de obtenerlo?” Y él respondió: “¡posiblemente otros quinientos o más!”. Otro hubiera podido decir “estoy cansado” y entrar en el desanimo. No obstante las dificultades y el reto que eso significó, durante la segunda mitad de la guerra, Alemania golpeó a sus enemigos con los misiles balísticos elaborados por Braun. Ningún otro país tuvo tal herramienta, gracias a él. Más tarde, muchos años después Von Braun se convirtió en la mente maestra del programa espacial Americano que llevó al primer hombre sobre la luna en 1969. ¿Has notado que los mismos “errores” y “accidentes” parecen tener un propósito? ¡Pues así como lo oyes! Un ejemplo nada más: El vidrio laminado, compuesto por una tajada de plástico en medio de otros dos vidrios, ha sido uno de los primeros productos industriales creados también por “accidente”, es decir, por un “error”. ¿Sabes lo que eso significa para la industria hoy día? y sobre todo ¿que sus cualidades impermeabilizantes han salvado miles de vidas humanas? Cuanta razón tenía Thomás J. Watson cuando decía que “el camino al éxito es el doble de la taza de tus fracasos”. Por eso nunca te desanimes cuando cometas errores. ¡Analízalos y aprende de ellos! Recuerda siempre Errar es humano. Y bienvenidos todos los errores involuntarios como parte de nuestro aprendizaje. Cuanta razón tenía Thomás J. Watson cuando decía que “el camino al éxito es el doble de la taza de tus fracasos”.Whitehead en cambio decía que “el pánico al error es la muerte del progreso” y Wilde afirmaba que “la experiencia es el nombre que cada uno le da a sus propios errores”. Por eso, jamás te desanimes cuando cometas errores. Analízalos y aprende de ellos. ¡Los errores no son realmente errores! Por eso alguien llegó a decir que lo vergonzoso no son los fracasos sino no haber hecho nada en la vida por miedo a los fracasos. ¡Bienvenidos los errores! Pero ¡ojo! Porque si no te tomas a ti mismo con “seriedad”, será muy fácil que vivas solo dentro de tus propios 71

errores. No temás la muerte, es parte de tu vida ¿Te da miedo ir a una funeraria? ¿Pasas “malos momentos” cuando tienes que cumplir con entierros de “compromiso social”? ¿ Sientes taquicardia y sudoración si tienes que pasar por un cementerio o cerca de él? ¿El simple hecho de pensar sobre la muerte te produce miedo? ¿Crees que ese acontecimiento no es para ti, o simplemente prefieres no pensarlo? Si la respuesta a todos esos interrogantes o a algunos de ellos es afirmativa, significa que necesitas “reconciliarte” con ella. ¡No le temas... es parte de tu vida! Ciertamente nos es más fácil negarla. Pensamos que la muerte es para los demás, pero no para nosotros. Creemos que es el otro el que va a morir y no nosotros. ¡No! Es para todos nosotros y puede estar a la vuelta de la esquina. Una vez nacimos ya éramos demasiado viejos para morir... La negación de la muerte puede parecer una fórmula para suavizar el dolor y el temor, pero de hecho produce el efecto contrario. Si niegas la muerte, estas negando una parte fundamental de tu auténtica existencia. Nadie escapa de la muerte, porque ella es una consecuencia natural de la vida. El hecho de nacer supone necesariamente el hecho de morir, de lo contrario no seria “vida” sino eternidad... Existe un hermoso libro titulado precisamente: La muerte: la etapa final del crecimiento de Elizabeth Kübler-Ross. ¡Estupendo, que hermosa perspectiva! ¡La muerte como una etapa más del crecimiento en cada uno de nosotros! Si temes la muerte es porque has “aprendido” a temerle, como hemos aprendido tantas otras cosas y de ahí la necesidad de “des-aprender”. Aprendamos ahora a amarla. En efecto uno de los peores errores que podemos cometer los adultos es impedirles a los niños que participen en los ritos del funeral, el entierro y el dolor asociados con la muerte. En el pasado no fue así. El nacimiento y la muerte se tomaban como algo habitual, si bien, algunas veces no libres de pena, dolor y duelo, pero de todas maneras como experiencias naturales. Ellos aprendían a aceptar la muerte como una parte normal de la vida y no como algo atemorizante. Hoy se evitan los niños en los entierros o en las funerarias porque corren el riesgo de coger el “frío” del difunto... ¡Cuantas creencias y supersticiones! Si quieres des-aprender los aprendizajes equivocados con respecto a la muerte, vive tu vida con intensidad cada momento. Sé auténtico. “Quienes más gritan en el lecho de la muerte son quienes no han vivido nunca” nos dice Elizabeth Kübler-Ross. Para Buscaglia en cambio, sufren a la hora de la muerte quienes han vivido en una continua “Nuncalandia”: nunca sintieron intensamente, nunca han creído, nunca han llorado, nunca han amado, nunca han reído, nunca han gozado, nunca han vivido con desesperación, nunca, nunca, nunca han sido 72

felices. “¡Oh, Señor, haber llegado al umbral de la muerte, solo para descubrir que no has vivido nada!”, exclamaba Thoreau. La muerte te comunicó que te visitaría desde el mismo momento en que naciste, precisamente porque nació contigo. Lo que pasa es que tus padres familiares y amigos fueron injustos y “celebraron” solo tu nacimiento...y a ella ya desde entonces la ignoraron. ¡Cuanta injusticia! Ella nunca se te ha ocultado a sí misma. Si está oculta, es porque tú mismo te has encargado de esconderla y opacarla. Nadie sale vivo de este mundo...dice Buscaglia. Es el mismo quien nos dice en su libro mencionado anteriormente, que una de las características de la muerte es ser democrática y es por eso que nadie sabe cuando llega. De ahí la necesidad de VIVIR y de hacer que cada momento se constituya en un reto para cada uno de nosotros, como si la muerte estuviera a nuestro lado diciendo “¡aquí estoy!”. Quien ha vivido y vive, no teme la muerte... La muerte es un desafío –continúa diciendo- y por eso nos recuerda que no desperdiciemos el tiempo. Nos anima a crecer, a llegar a ser, nos impulsa a decirnos los unos a los otros que nos amemos, pero ahora y que nos entreguemos pero ahora... ¡Que hermoso mensaje! Para que aprendas a amar la muerte, ámate a ti mismo y regálate a los demás. Sal de la cárcel de ti mismo y lanzarte con rabia a “conquistar” el mundo. Disfrútalo con tus cinco sentidos: mira cosas maravillosas, siéntalas, deséalas, aspíralas, y obténgalas...Llora, canta, ríe, sueña, ama y sufre... Nunca desgranes tu vida encerrado dentro de ti mismo... Serías muy infeliz y ese sería el mayor de tus pecados... Cuando mueras y te presentes a Dios, ciertamente no te evaluará por no haber sido persona “importante”, científico, protagonista o personaje histórico. Lo único que te preguntará es por qué no has sido tu mismo: Pedro, Andrés, Cristina, Joaquín, Paola... ¿Por qué no has sido todo lo que eres…? Nos dice Weisel en su hermoso libro Almas en el fuego. Vive, ama y aprende..., esa es la mejor manera de exorcizar el temor a la muerte. Finalmente si eres Cristiano… ¿por qué temerle? Es CRISTO quien le da el mayor de los sentidos. Fue Él, quien la exorcizó de una vez para siempre... Y por eso san Pablo nos repite: “¿Dónde está muerte tu victoria, dónde esta muerte tu aguijón?”. Recuerda siempre Decía Sócrates: “...Nadie puede decir que la muerte no resulte ser una de las mayores bendiciones para un ser humano; y sin embargo, los hombres la temen como si supieran que es el mayor de los males”. Y Manilius repetía: “Comenzamos a morir desde el momento en que nacimos; y el fin tiene conexión con el principio”. 73

Recuerda siempre la necesidad de VIVIR y de hacer que cada momento se constituya en un reto para ti, como si la muerte estuviera a nuestro lado diciendo “¡aquí estoy!”. Quien ha vivido y vive, no teme la muerte... La muerte es un desafío y por eso nos recuerda no desperdiciar el tiempo.

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Índice Proyecta tu vida Luis Enrique Pineda Introducción I Proyecta tu humanidad

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Las tres dimensiones del hombre Dale valor a tu vida Conviértete en un hombre de oración Todo lo que hagas hoy es decisivo “Vivir el ahora”… El dolor es necesario Lo que te rodea te afecta Cada mañana, al abrir los ojos, nunca serás el mismo El secreto: la disciplina

II. Proyéctate a ti mismo

6 8 8 10 12 13 14 16 16

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Ese “parqueadero” llamado autoestima Autoestima e inconsciente Fortalece tu autoestima Los demás son tu “espejo” Libérate de tus embrujos Considérate siempre digno Di siempre gracias Manténte siempre en actitud de gratitud Tus emociones son tu salud

19 20 22 25 26 28 30 32 33

III. Proyecta tus aprendizajes, tus triunfos y tus éxitos Toda tu vida aprendes para “bien” o para “mal” Aprende de la naturaleza Aprende de los niños Permanece siempre en “movimiento” Como la naturaleza, libérate de lo innecesario Cosas que no usas las perderás Tú puedes ser próspero “Sueña” e imagina y... triunfarás 77

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Trabaja siempre en función de metas Siempre tendrás que correr riesgos Esfuérzate y sé perseverante en cada cosa que hagas No esperes las cosas, búscalas Tus triunfos supondrán siempre “dolor y oscuridad”

IV. Proyecta tu felicidad

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Mereces ser feliz “Recogeras” siempre lo que hayas sembrado Necesitas perdonar Perdónate a ti mismo Perdona a los demás Trata siempre de ser “objetivo” A palabras “necias” mantén tu boca cerrada Los errores son una forma de “comunicarte” contigo mismo No temás la muerte, es parte de tu vida

Bibliografía

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