Propercio - elegias
May 7, 2017 | Author: Nicolás Penna | Category: N/A
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PROPERCIO
L E G Í AS E IN T R O D U C C IÓ N , T R A D U C C IÓ N Y N Ó ÍA S /'D ^
A N TO N IO RAMÍREZ DE «É fcéE R
f e
EDITORIAL GREDOS
BIBLIOTECA CLÁSICA GREDOS, 131
Asesores para la sección latina:
J a v ie r I so
y
J o s é L u is M o r a u -j o .
Según las norm as de la B. C. G ., la traducción de este volumen ha sido revisada por F r a n c i s c o P e j e n a u t e R u b i o .
©
E D ITO R IA L G RED O S, S. A. Sánchez Pacheco, 81, M adrid, 1989.
Depósito Legal: M. 35986-1989.
ISBN 84-249-1400-0. Im preso en España. Printed in Spain. G ráficas C óndor, S. A ., Sánchez Pacheco, 81, M adrid, 1989. — 6287.
INTRODUCCIÓN
I.
LA ELEG ÍA LA TIN A , UN G ÉN ERO ABIERTO: EL E JE M PL O DE PR O PE R C IO
La elegía, que fue especialmente amatoria en Roma, surgió como heredera de la poesía helenística y neotérica. Y nació en un ambiente urbano, galante y refinado *. El género se inició en Catulo, especialmente en las poesías LXVIII y LXXVI 2, tomó seguramente la forma usual en Cornelio Galo y triunfó en Tibulo y Propercio. Ovidio fue, una generación posterior, el último representante de un gé nero que se agotó cuando desapareció esa misma sociedad que lo alimentaba. Por eso tenía razón Quintiliano, cuando afirmaba que «en la elegía también rivalizamos con los griegos» (Inst. Orat. X 1, 93). Y así como Virgilio era un émulo de H o mero, Horacio de Píndaro, Salustio de Tucídides y Tito 1 Cf. M. L a b a t e , «Poetica ovidiana dell’elegia: la retorica della città», Materiali e discussioni 3 (1979), 36-42. 2 Cf. J. G r a n a r o l o , «Catulle à l’origine de Pélégie latine», en A. T hell (ed.), L ’Élégie romaine. Enracinement-Thèmes-Diffusion, Paris, 1980, pàgs. 27-36; y E. P a s o l i , «Appunti sul ruolo del c. 68 di Catullo nell’origine dell’elegia latina», ibid. pàgs. 17-26.
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Livio de Heródoto, de la misma forma Galo, Tibulo, Propercio y Ovidio siguieron los pasos de Calimaco y Filetas, los máximos representantes de la elegía griega (ibid. X 1, 58). Creo que Quintiliano quería decir que los elegiacos lati nos hicieron algo más que imitar a los griegos, pues crea ron un tipo de elegía, sin duda más avanzado que las su puestas elegías objetivas de los griegos. En la elegía latina confluyen diferentes géneros literarios que, mezclados y fun didos como en un melting poí, produjeron algo diferente de los Aitia de Calimaco o las narraciones catulianas (LXIII, LXVI, LXVIII). Para que ello sucediera, la elegía acudió a géneros tan diversos como el epigrama, la elegía narrati va griega y el epilio, la poesía bucólica, la comedia, la car ta erótica y, lógicamente, la retórica 3. Es lo que el gran filólogo italiano Paolo Fedeli 4 ha llamado un mosaico o poikilía de géneros literarios. Veamos algunas muestras en Propercio, aunque lo mismo se podría hacer extensible a las elegías de Tibulo y Ovidio. 1.
El epigrama 5
Unas veces, las menos, Propercio escribió auténticos epi gramas, como las elegías I 21 y 22, y II 11. En otra oca sión, nuestro poeta inserta un epigrama en él cuerpo de una elegía; se trata de una cita directa que seguramente 3 Léase el todavía excelente libro de A. A. D a y , The Origins o f Latín LoveElegyt Oxford, 1938. 4 P. ej., en la introducción a Sesto Properzio: Elegie (BUR; 602), Milán, 1987, págs. 26-27. 5 Cf. D a y , Origins..., p á g s . í 17-127; E. S c h u l z -V a n h e y d e n , Properz und das griechische Epigramm, t e s is d o c ., M ü n s te r , 1969; M. A. M á r q u e z G u e r r e r o , Pro percio y el epigrama amoroso helenístico, S e v illa , 1986 (te s is d e lic e n c ia tu r a i n é d ita ) .
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procede de una inscripción dedicada al dios Pan (III 13, 43-46): Quienquiera que seas, forastero, podrás cazar liebres o aves, si acaso rastreas en mis cercados: invócame desde una roca como tu acom pañante, P an, ya busques presas con cañas o con perros de caza.
Propercio, en realidad, está traduciendo un epigrama de Leónidas de Tarento (A n t. Palat. IX 337), que dice: Buena caza, si liebres persigues o acaso con liga en busca de pájaros a este valle viniste: si al rústico P an desde lo alto del m onte invocares, te ayudará a cazar con perros o con cañas 6.
Sin embargo, lo normal en Propercio es partir de un motivo epigramático para desarrollarlo hasta conseguir al go muy diferente: una elegía de amor. Es el caso de la primera elegía de la colección. El poeta de Asís toma el motivo de Meleagro de Gádara (Ant. Palat. XII 101): A mí, que a Pasión en mi pecho era inm une, Miísco, hiriéndom e sus ojos, me dijo estas palabras: ‘Al valiente cacé. M ira cóm o mis pies pisotean el arrogante orgullo de tu ciencia gloriosa.’ M as yo cobré aliento y repuse: ‘¿Te extrañas, querido? Tam bién Eros a Zeus del propio Olimpo tra jo ’ 1. Cintia fue la prim era que me cautivó con sus ojos, pobre de m í, no tocado antes por pasión alguna. Entonces A m or hum illó la continua arrogancia de mi m irada y sometió mi cabeza bajo sus p lantas... (I 1, 1-4).
6 Traducción de M. F e r n á n d e z - G a l ia n o , Antología Palatina, (Epigramas hele nístico), I (B. C. G .; 7), Madrid, 1978, pág. 87. 7 Traducción de M. F e r n á n d e z - G a l ia n o , ibid., pág. 438.
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Ya no se trata de una traducción, sino de una adaptación del poeta a su propia experiencia amorosa. Propercio to ma como pretexto, por así decirlo, cuatro versos de un epigrama helenístico para amplificarlos y lograr una elegía de 38 versos que no tiene nada que ver con el original. La misma técnica 8 se observa en otras elegías, como la I 15 o la III 7. En esta última, el epicedio a Peto, el proce dimiento es un poco diferente, pues Propercio compone una elegía funeraria combinando diferentes epigramas fu nerarios del libro VII de la Antología Palatina, como ha mostrado M. A. Márquez 9. 2.
La elegía narrativa.
Una de las características de la elegía alejandrina era precisamente su carácter narrativo. Los Aitia de Calimaco, la muestra más significativa, consistían en cuatro libros, hoy fragmentarios, compuestos en dísticos elegiacos, que contaban leyendas e historias relacionadas con las costum bres, prácticas religiosas y acontecimientos históricos de los griegos 10. Catulo imitó este tipo de elegía narrativa en las ya cita das LXVI (Cabellera de Berenice) y en la LXVIII (elegía a Manlio), que, junto con el epigrama LXXVI, marcan el comienzo de la elegía «subjetiva» latina n , como dije más arriba. 8 Cf. M. H u b b a r d , Propertius, Londres, 1974, págs. 12-14 y 82-85. 9 «Propercio y el epigrama...», págs. 31-38; léase también su comunicación al VII Congreso Español de Estudios Clásicos «Componentes helenísticos de la fides amorosa de Propercio», en prensa. 10 Cf, A. W. B u l l o c h , «Hellenistic Poetry», en The Cambridge History o f Clas sical Literature, I: Greek Literature, Cambridge, 1985, pág. 553. 11 C f . F. C a ir n s , «The Origins o f Latin Love-Elegy», en Tibullus. A Hellenistic Poet at Rome, Cambridge, 1979, págs. 224-225; léase también a A. Rostagni, «L’in-
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Restos de esa elegía narrativa se observan en dos poe mas de Propercio: I 20 y III 15, 11-46 12. En el primero, tal vez un experimento temprano, el poeta narra el rapto de Hilas casi en forma de epilio 13; el segundo trata de la leyenda de Dirce y Antíope. Ahora bien, estas dos ele gías narrativas de Propercio no tienen un carácter exclusi vo de mera narración mitológica, como las griegas, sino que ambas se aplican a una situación creada por el poeta: el amor de Galo por un jovencito en I 20 y los celos de Cintia hacia la fidelidad de Propercio en III 15 14. 3.
La poesía bucólica.
Es de esperar que algunas elegías arranquen con un mar co bucólico para situar a toda la elegía, como en IV 4 y 9. Sin embargo, ya no es tan normal el amplio uso de temas bucólicos en una elegía 15. Propercio no los utilizó con la profusión con que lo hicieron Galo (cf. Virg., Bucó licas X 46 ss.) o Tibulo, pero no están ausentes de su poe sía, como en III 13, 25-46. La alabanza de la felicidad de estos versos introduce una añoranza de la sencillez y frugalidad de la edad primitiva, casi una edad de oro (cf. Tibulo, I 3, 35-40), frecuente en la poesía bucólica. Las más de las veces se utilizan esporádicamente ele mentos de la poesía bucólica, como el lamento solitario en el bosque (I 18, 19-22): fluenza greca sulle origini dell’elegia erotica latina», en L ’influence grecque sur la poésie latine de Catulle à Ovide (Fondation Hardt; 2), Ginebra, 1956, págs. 59-82. 12 Sobre influencias de la comedia en esta elegía, cf. J. C. Y a r d l e y , «Proper tius’ Lycinna», Trans. Amer. Philol. Assoc. 104 (1974), 429-434. 13 Cf., p. ej., a T e ó c r it o , Idilio XIII, y A p o l o n i o d e R o d a s , I 1207-1272. 14 Hecho señalado por P. F e d e l i , Il Libro Terzo delle Elegie, Bari, 1985, pàg. 469. 15 Cf. D a y , Origins..., págs. 76-84.
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Vosotros seréis testigos, si es que un árbol conoce el am or, haya y pino, queridos del dios de Arcadia. ¡Ah, cuántas veces resuenan mis palabras bajo vuestras som bras y se graba el nom bre de C intia en las tiernas cortezas!
El lamento del enamorado desgraciado que se refugia en los bosques fuera del alcance humano es un motivo he lenístico que procede de las invocaciones a las rocas y cue vas, frecuentes en la tragedia griega. Recuérdense los la mentos de Coridón (Virg., Bucólicas II 1-5), inspirado en el del Cíclope de Teócrito (Idilios XI 17-79), y el de Cornelio Galo (.Bucólicas X 52-54). 4. La comedia. La elegía no deriva de la comedia como un hecho bio lógico; de ahí que no haya que esperar fragmentos, tradu cidos o adaptados, de una comedia dentro de una elegía. Lo que sí podemos observar es cierta coincidencia no tan casual entre los personajes y motivos amatorios de ambos géneros 16. Por la elegía latina desfilan, por una parte, personajes de la comedia, como el joven enamorado, la cortesana ava riciosa o la astuta alcahueta, y, por otra, los motivos ama torios usuales entre los elegiacos, como la militia amoris, el foedus amoris, la tortura de amor, y otros l7. Se ha visto, por ejemplo, en la elegía III 6, donde Propercio quiere que Lígdamo hable a Cintia por él, la in fluencia de una escena del Heautontimorúmenos de Teren16 Sobre el estado de esta cuestión tan debatida, cf. D a y , ibid., págs. 85-101; J. C. Y a r d l e y , «Comic Influences in Propertius», Phoenix 26 (1976), 134-139. 17 Cf. N. Z a g a g i , Tradition and Originality in Plautus. Studies o f the Amatory M otifs in Plautine Comedy (Hypomnemata; 62), Gotinga, 1980; J. A. B e l l i d o , Sobre los motivos amatorios en Plauto, Sevilla, 1986 (tesis de licenciatura inédita).
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ció ( v v . 275-309), en la que el esclavo de Siró habla a Cli ma del estado de su amada Antífila 18. Otra elegía que presenta características de la comedia es la IV 8 (rixae in amore); contiene elementos (ser sorprendido en adulterio, el lenguaje militar, el esclavo que ayuda en el amor y el pacto de amor) que proceden sin duda de la comedia 19. 5. La carta erótica. También se encuentran no pocas similitudes entre la elegía amorosa latina y las cartas amatorias de Aristeneto (f l . 450 a. C.) y Filóstrato (fl. 220 a. C.) 20. En Propercio se ha relacionado la elegía I 2 con Filóstrato XXII y XXXVII, pero los tópicos de una suasoria en defensa de la belleza natural se encuentran también en la comedia y el epigrama. Por otra parte, cartas podrían ser las elegías I 11 (de Propercio a Cintia en Bayas) o II 19 (a Cintia a punto de partir de Roma). Pero más claro es el caso de la carta de Aretusa a su amado Licotas (IV 3), cuyo comienzo (vv. 1-6) es típico de las epístolas latinas: Este mensaje envía A retusa a su querido Licotas, si puedo llam arte querido m ío, cuando te ausentas tantas veces. Con todo, si, cuando lo leas, faltara un trozo destruido, mis lágrimas habrán causado ese borrón; o si no entiendes alguna letra por su trazado inseguro, será señal de que mi diestra ya desfallece.
18 Cf. Y a r d l e y , «Comic Influences;...», pâg. 135; J. L. B u t r i c a , «Propertius 3.6», Échos du Monde Classique, n. s. 2 (1983), 17-37; F e d e l i , Il Libro Terzo..., pâgs. 206-207. 19 Cf. P l a u t o , Asinaria 921 ss.; Mercator 783 ss. Léase a F e d e l i , Libro IV, pâg. 205 y F . L e o , «Elegie und Komòdie», Rhein. Mus. 55 (1900), 604-611; J. H. D e e , «Elegy 4.8: a Propertian Comedy», Trans. Amer. Philol. Assoc. 108 (1978), 41-53. 20 D a y , Origins..., p â g s . 3 7 -5 8 .
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La elegía (cf. III 12) presenta una gran semejanza con las cartas amatorias de las Heroidas de Ovidio, quien sin duda había escuchado las lecturas poéticas de Propercio (cf. Tristia IV 10, 45-46). También Catulo había empleado la for ma de la epístola en sus poesías LXV (a Hortensio) y LXVIII A (a Alio). 6. La retórica. La retórica 21 está presente lógicamente en la elegía de Propercio, como lo está en todos y cada uno de los escri tores clásicos, desde Homero hasta Rutilio Namaciano. No obstante, no está de más recordar, por ejemplo, el carácter de suasoria de la I 2 y otros ejercicios retóricos de escuela, como el elogio de las espartanas (III 14), la descripción de Cupido (II 12) o la libido de las mujeres (III 19). 7. Singularidad de la elegía latina. Una vez entendido que la elegía es un género abierto a componentes de procedencia muy diversa, se hace preci so recordar lo evidente y fundamental: que la elegía latina es especialmente amatoria y que, por tanto, se nutre de manera muy singular de un léxico especializado en el amor. Los elegiacos latinos reunieron en su obra un cuerpo de convenciones literarias para expresar las vivencias amoro sas, reales o metafóricas, que esto es lo de menos. No hace al caso enumerar al detalle 22 cada uno de los términos 21 Cf. D a y , ibid., pägs. 59-75. 22 Cf. R . P i c h o n , Index verborum amatoriorum, Hildesheim, 1966 (= 1902); K. Preston, Studies in the Diction o f the Sermo Amatorius in Roman Comedy, N . York-Londres, 1978 (= 1916); A . S p ie s , Militat omnis amat. Ein Beitrag zur '• Bildersprache der antiken Erotik, N . York-Londres, 1978 (= 1930); A . L a P e n n a ,
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y motivos amatorios (véase el «índice de términos amato rios» al final del volumen), pero no estará de más hacer hincapié en que de su conocimiento depende que entenda mos o no este tipo de poesía «de amor cortés» en la Roma de Augusto. Ahora, volvámonos al poeta Propercio para adentrar nos en su vida y su obra.
II.
LA VIDA DE PR O PE R C IO
Sexto Propercio debió de nacer en Asís, situada en una colina de la llana Umbría, no muy lejos de Perugia (I 22, 3-10). Apoyan esta tesis algunas inscripciones encontradas en Asís sobre la gens Propertia (p. ej., CIL XI 5405; Dessau 2925). Su familia pertenecía, probablemente, a la clase de los caballeros, una especie de clase media acomodada con propiedades de tierras. Él mismo nos cuenta (IV 1, 129-130) que esas propiedades quedaron disminuidas por las confiscaciones llevadas a cabo por Octaviano y Marco Antonio, en los años 41-40 a. C., para disfrute de sus vete ranos después del Bellum Perusinum 23. También la fami lia de Virgilio había pasado por el mal trago de las confis caciones en su Mantua natal, como recuerda en sus Églo gas I y IX. Cuando esto sucedía, Propercio era un niño; «Note
linguaggio erotico dell’elegia latina», Maia 4 (1 9 5 1 ), 1 8 7 -2 0 9 ; E . M o n t e Aspectos léxicos y literarios del latín erótico (hasta el s. I d. C.), Santiago de Compostela, 1 9 73 ; M . a C . G a r c ía F u e n t e s , «Tratamiento de los topoi elegiacos de la poesía erótica de Propercio», en Actas del V Congreso Español de Estudios Clásicos, Madrid, 1 9 7 8 , p á g s . 3 5 7 -3 6 3 ; N. Z a g a g y , Tradition and Ori ginality in Plauto, Gotinga, 1980. 23 Cf. E. G a b b a , «Transformazioni politiche e socio-economiche dell’ Umbria dopo il Bellum Perusinum», en Bimillenario nella morte di Properzio. Atti del Con vegno Internazionale di Sesto Properzio, Asis-Roma 2 1 -2 6 mayo 1 9 8 5 , Asís, 1 9 8 6 , págs. 9 5 -1 0 4 . ro
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Cartelle,
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de ahí que podamos deducir la fecha aproximada de su nacimiento, que se fija en la frontera de los cincuenta a los cuarenta a. C., durante un tiempo de continuos enfren tamientos civiles, primero entre César y Pompeyo, y des pués entre Octaviano, el futuro Augusto, y Marco Antonio. Lo cierto es que Propercio pertenece a una generación más joven que la de Virgilio (70-19 a. C.), Cornelio Galo (70/69-26 a. C.) y Horacio (65-8 a. C.), es de la misma que Tibulo (ca. 55-ca. 19 a. C.), y anterior a la de Ovidio (43 a. C.-17 d. C.). Su madre, ya fallecido su padre, lo llevó a Roma en su adolescencia, pues la capital era el centro obligado para hacer una carrera política o literaria. Y, como los poetas antes citados, Propercio dejó a un lado la milicia o el foro para dedicarse a las Musas (IV 1, 131-4): Más tarde, cuando se te quitó la m edalla de oro de tu cuello viril y tom aste la toga de ciudadano ante los dioses de tu m adre, desde entonces A polo te inspira algunos de sus versos y te prohíbe tro n ar con discursos en el loco Foro.
En Roma frecuentó los ambientes literarios, donde otros poetas recitaban sus versos ante una audiencia entendida. Allí conoció a Póntico, Baso, Vario, y otros 24. Tras la publicación de su Monobiblos, Mecenas lo atrajo a su cír culo literario al que pertenecían ya Virgilio y Horacio. Ad miró profundamente al primero (II 34, 65-66) y quedó im presionado por la lírica del segundo, pese a que sus rela ciones personales no debieron de ser muy cordiales. Tam bién conoció la actividad literaria de Tibulo, perteneciente al segundo gran círculo literario de la época, el de Mésala Corvino, y fue amigo del joven Ovidio. 24 Cf. J.-P . B o u c h e r , «Properce et ses tianum, I, Asís, 1977, págs. 53-71.
a m is » ,
en A tti del Colloquium Proper-
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Desconocemos la fecha exacta de su muerte. Por Ovi dio (Rem . 764) sabemos que habría muerto en el año 2 a. C. Sin embargo, no sería muy osado poner la fecha de su fallecimiento no mucho después del 16 a. C., tras la publicación del libro IV. Como Catulo y Tibulo, no ha bría pasado de los treinta.
III.
PR O PE R C IO Y AU GUSTO 25
La victoria de Augusto sobre Marco Antonio en Accio en el año 31 a. C. significó la progresiva introducción de formas autocráticas de gobierno; las estructuras políticas siguieron por un tiempo siendo republicanas, pero las for mas de gobierno se alejaron cada vez más de los ideales republicanos. Y todo ello sucedió con el apoyo de la ma yoría de ciudadanos, un poco cansados de todo un siglo (desde la guerra de Yugurta hasta Accio) de convulsiones político-sociales. Augusto defendía una política de mantenimiento de fronteras en el exterior y una reforma de las costumbres en el interior. Y esta doble política fue apoyada por los dos grandes poetas de la época: Virgilio y Horacio. La actitud de Propercio, en cambio, no es tan clara, porque en su poesía hay dos formas diferentes de responder a la política de Augusto: como poeta de amor que emplea una voz privada y como poeta de Roma que habla de forma
25 Cf. J. P. S u l l iv a n , «The Politics of Elegy», en Propertius. A Critical Intro duction, Cambridge, 1976, págs. 55-75; bibliografía en P . F e d e l i , P . P in o t t i , Bi bliografìa Properziana (1946-1983), Asís, 1985, págs. 42-43; V . V ip a r e l l i , «Rasseg na di studi properziani (1982-1987)», Boll. Stud. Lat. 47 (1987), 23-27; cf. W. R. N e t h e r c u t , «Recent Scholarship on Propertius», A ufst. Nied. Róm. Welt II 30.3 (1983), 1836-1852. 131. — 2
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pública. No es que Propercio haya pasado de una clara oposición hacia Augusto en los tres primeros libros a su idealización en el último, sino que el poeta enamorado de Cintia habla como individuo que se ve perjudicado por algunas reformas morales de Augusto 26, mientras que, cuando abandona a Cintia y quiere ser el Calimaco etiológico de Roma, no tiene inconveniente en proclamar públi camente la grandeza de las virtudes romanas, esas mismas que el régimen de Augusto se había propuesto reinstaurar. Propercio, como poeta de amor, no entiende la actitud de Postumo (III 12, 1-6): ¿Has tenido el valor, Postum o, de dejar a G ala llorando para seguir de soldado las valerosas enseñas de Augusto? ¿Tan im portante fue para ti la gloria de despojar a los Partos, m ientras tu G ala te pedía insistentemente que no lo hicieras? Si me es lícito decirlo, ¡ojalá perezcáis juntos todos los avaros y todo el que prefiera las arm as a un lecho fiel!
Para Propercio, como para Catulo o Tibulo, la paz ociosa es la atmósfera ideal para una vida dedicada al amor y a la poesía 27. No es que se opongan a las armas y al en grandecimiento de Roma, sino que dejan esas actividades para otros. Y, desde luego, Propercio no puede compren der la opción de Postumo; claro que tampoco los políticos de la época entendían la vida «ociosa» de los poetas elegia cos, quienes no solamente rechazaban la milicia y los ne gocios, sino que incluso se negaban a ensalzar ese tipo de vida tan normal en las clases acomodadas. De ahí que Augusto se emocionara escuchando el final del libro VI
26 C f . F. D e l la C o r t e , «Le Leges /uliae e l’elegia romana», Aufst. Nied. Rom. Welt II 30.1 (1982), 539-559. 27 Léase a J.-P. B o u c h e r , Études sur Properce. Problèmes d ’inspiration et d ’art, Paris, 1965, pàgs. 13-25.
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de la Eneida de Virgilio o que Horacio fuera otro de sus poetas preferidos y a él encargara el Canto Secular en el año 17. El ideal de Propercio, como poeta enamorado, no es proclamar el parcere subiectis et debellare superbos de Virgilio (Eneida VI 853) ni tampoco entonar el horaciano dulce et decorum est pro patria morí (Odas III 2, 13), sino elevar un cántico al haz la paz y no la guerra (III 5, 1-6): A m or es un dios de paz, a la paz veneramos los enam orados: duras sólo son las batallas que sostengo con mi dueña. Y todavía mi corazón no se atorm enta con el odioso oro, ni necesito saciar mi sed en copas de joyas preciosas, ni mil yuntas me aran en la fértil Cam pania, ni desgraciado me procuro bronces a costa de tu ruina, C orinto.
La paz, la sobriedad y el ocio eran la bandera de los poe tas elegiacos latinos frente a la guerra, la avaricia y la ca rrera política de los romanos acomodados de la época de Augusto. Por tanto, no se trata de que Propercio, Tibulo y Ovidio propugnen un ideal de vida diferente del de Augus to, sino que ellos prefieren una vida alejada del foro o la milicia. Sus ideales de vida privada se reflejan en los términos siguientes: desidia, inertia, infamia, ignauia y nequitia. Toda una serie de contravalores para el romano tradicional y, por supuesto, para Augusto, pero fundamen tales para la vida de amor que propugnaban la mayoría de los poetas latinos desde que Catulo introdujera un nue vo modelo de vida literaria: los «novísimos» o poetae noui de corte alejandrino frente a la poesía tradicional represen tada por Ennio (239-169 a. C.). Es más, cuando las reformas morales del todavía Octaviano quieren ir más allá de lo que el romano puede asimi lar y su Lex de maritandis ordinibus es rechazada en el
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28 a. C., Propercio 28 saluda la derogación de la ley de esta forma (II 7, 1-6): Te alegraste sin duda, Cintia, de la derogación de la ley, ante cuya prom ulgación ha tiem po lloram os los dos tanto no fuera a separarnos: aunque separar a dos enam orados contra su voluntad ni el mismo Júpiter puede hacerlo. «Pero César es poderoso.» César es poderoso en las armas: los pueblos vencidos no valen nada en el am or.
Pero, si pasamos del Propercio poeta de amor al Proper cio ciudadano romano, su voz se acerca no poco a las de Virgilio y Horacio. El mismo orgullo que empujó a Virgi lio a cantar las excelencias de Italia (Laudes Italiae) en las Geórgicas (II 136-176) impulsa a nuestro poeta a poner a Roma por encima del resto del mundo (III 22, 17-42). Y esa misma voz de ciudadano romano es la que emerge a lo largo del libro IV, en el que las elegías etiológicas 29 sobre Tarpeya (IV 4) y sobre el culto a Vertumno, Hércu les y Júpiter Feretrio (IV 2, 9 y 10) constituyen un canto a las tradiciones de Roma, moldeado en el más puro estilo de los Aitia de Calimaco. Esa defensa de la moral tradicio nal romana, precisamente la defendida por el régimen de Augusto, quedó expresada de forma insuperable en la últi ma de sus elegías (IV 11), la llamada regina elegiarum, quizás desde criterios masculinos, como ha señalado M. Hubbard 30. En ella Cornelia, esposa y madre ideal, repre senta el modelo augústeo de la familia, sostén de la socie dad romana, donde la lealtad y la piedad o respeto al pa28 Léase a F . C a ir n s , «Propertius and Augustus’ Marriage Law (2 .7 ) » , Grazer Beitráge 8 (1979), 185-204; E. B a d ia n , «A Phantom Marriage Law»» Philologus 129 (1985), 82-98. 29 Cf. R. M .8 I g l e s ia s , «Nacionalismo en Propercio», Cuad. Filol. Clás. 9 (1975), 79-131. 30 Propertius, pág. 146.
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peí de cada cual eran las virtudes más apreciadas. Lejos queda la Cintia del Propercio poeta de amor. El poeta de Asís despliega, pues, dos caras de una mis ma moneda en su actitud respecto al régimen de Augusto. Como individuo que poetiza sobre el amor, no tiene más remedio que chocar contra quien pueda poner freno a su vida de ocio dedicada a Cintia; pero, como poeta romano, no tiene inconveniente en defender la moral tradicional ro mana. No me parece, por tanto, adecuado hablar de un Propercio que pasó de la oposición a Augusto en los tres primeros libros a su idealización en el cuarto. Más ajusta do a la realidad sería interpretar esas dos caras de una misma personalidad: poeta de amor privado y poeta roma no público. Por la primera defiende su vida privada de amor a Cintia, mientras que por la segunda apoya no exac tamente a Augusto, sino a las virtudes tradicionales que hicieron de Roma la cabeza del mundo conocido.
IV.
LOS CUA TRO LIBROS D E ELEGÍAS
De Propercio nos han llegado un total de 92 elegías distribuidas en cuatro libros de 22, 34, 25 y 11 poemas cada uno. 1.
El «Monobiblos».
El libro primero, el Monobiblos de los manuscritos, era llamado ya por Propercio su Cynthia 31 (II 24, 1-2) siguien 31 También
M a r c ia l
(XIV
1 89)
lo recuerda con ese mismo título:
Cynthia —facundi carmen iuuenale Properti— accepit famam, non minus ipsa dédit.
22
ELEGÍAS
do la costumbre antigua de titular los libros de poesías de amor con el nombre de la amada 32. Fue publicado apar te probablemente a finales del año 29 o comienzos del 28 a. C. y estuvo dedicado a su amigo Tulo nombrado en las elegías 1, 6, 14 y 22. Los temas tratados en el Monobiblos son los siguientes: 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22
P rogram a de am or: locura de am or (insania amoris) por Cintia. Suasoria en alabanza de la belleza natural. Visita a Cintia. Reproches a Baso. Consejos a su rival Galo. Propem ptikón a Tulo. C rítica literaria: épica/elegía (a Póntico). Propem ptikón a Cintia. Crítica literaria: elegía/épica (a Póntico). Erotodidaxis: am or de Galo. A ñoranza de C intia. A ñoranza de C intia (a Póntico). Irrisor amoris: am or de Galo. Riquezas y am or (a Tulo). Traición de Cintia: (foedus amoris). Quejas de la puerta de C intia (paraclausithyron). Lam ento del poeta por la partida de Cintia. Quejas a la naturaleza por los desdenes de Cintia. A m or y m uerte. Epilio sobre la leyenda de Hilas (a Galo). Epigram a sepulcral: m andato morituri. Epigram a final: sello del libro o sphragís (a Tulo).
El tema predominante en el libro I es el amor a Cintia, pero no solamente se ocupa del amor, sino que también aparecen los temas de la poesía, la amistad o la familia. 32 Recuérdense, entre otros títulos, la Nanno de Mimnermo, la Lide de Antímaco, la Leontion de Hermesianacte, la Leucadia de Varrón de Átax, la Lesbia de Catulo, la Quintilia de L. Calvo, la Lìcóride de Cornelio Galo, la Neera de Lígdamo o, posiblemente, la Corina de la primera edición de los Amores de Ovidio.
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Los poemas no han sido ordenados ni caprichosamente ni siguiendo principios de simetría numérica 33, sino que la disposición de las elegías sigue el principio helenístico de la poikilía o mosaico de temas y motivos 34. Como dice con razón Paolo Fedeli, «il primo canzionere properziano è un esempio insigne della ripresa del Gedichtbuch alessan drino ad opera degli emuli romani: di esso il I libro di Properzio riproduce, infatti, la mescolanza dei generi lette rari, con la presenza di poesia erotica ed erotico-didascalica, di elegie che sviluppano temi di polemica letteraria 35, di due epigrammi, di un epillio e di un paraclausithyron» 36. El Monobiblos obtuvo un éxito inmediato, como nos lo recuerda el mismo Propercio (II 24A, 1-2): ¿Quién eres tú para hablar, cuando eres ahora el blanco de las m urm ura ciones por el éxito de tu libro y tu Cintia se lee por todo el foro?
Y gracias a tal éxito su autor, Propercio, fue incorporado al círculo de Mecenas, donde ya estaban, entre otros, Vir gilio y Horacio.
33 Me parece absurdo dedicarse a buscar correspondencias numéricas, como han hecho, entre otros, M. I t e s (De Properti elegiis inter se conexis, Gotinga, 1908), O . S k u t s c h (Class. Philology 58 [1963], 238-239), B. O t is (Harv. Stud. Class. Phi lol. 70 [1965], 1-44), E . C o u r t n e y (Phoenix 22 [1968], 250-258) o J. K . K in g (Class. Journal 71 [1975-76] 108-124); cf. «Propertii monobiblos: struttura e motivi», Aufst. Nied. Rom. Welt II 30.3 (1983), 1862-1865; V. E c k e r t , Untersuchungen zur Ein heit von Properz I, Heidelberg, 1985, págs. 19-23 y 259; P. T o r d e u r , «Structures symétriques chez Properce», Latomus 47 (1988), 105-116. 34 Cf. G. P e t e r s m a n n , Themenführung und M otiventfaltung in der Monobi blos des Properz (Grazer Beiträge, Suppl.; 1), Graz, 1980. 35 Cf. P. F e d e l i , «Elegy and literary Polemic in Propertius’ Monobiblos», Pap. Uv. Lat. Seminar 3 (1981), 227-242. 36 En «Propertii monobiblos: struttura e motivi», pág. 1864.
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2.
ELEGÍAS
El libro II: ¿uno o dos libros? 37
Durante los años 27 a 25 Propercio se dedicó a compo ner los 1362 versos de su libro más largo. Los temas trata dos son éstos: 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18A 18B 19 20 21 22A 22B 23 24A 24B
Program ática: elegía, no épica (recusatio ante Mecenas). Belleza de C intia: puella diuina. Descripción de Cintia: puella diuina. El am or no tiene cura. Infidelidad de C intia (foedus amoris). Celos del poeta (a Cintia). Derogación de la L e x lulia (a Cintia). La rueda del am or (a Cintia). Infidelidad de Cintia {foedus amoris). Program ática: ¿hora de cam biar a la épica? Epigram a sepulcral a Cintia. Descripción de C upido. A m or y muerte. T riunfo del am or. Noche inolvidable de am or (gaudia amoris). Llegada del rival de Propercio (prosphonetikón inverso). Penas de am or: am ante rechazado. Desprecio de Cintia. Suasoria contra la belleza artificial. Ausencia de C intia (propem ptikón). C om prom iso de fidelidad (foedus amoris). Rival de Propercio. A m or prom iscuo: catálogo de m ujeres (a D em ofonte). A m ante rechazado. El am or de las prostitutas. Infam ia de Propercio por causa de Cintia. Infidelidad de Cintia.
37 Sobre el libro II, léase a H u b b a r d , Propertius, pàgs. 41-67; A. L a P e n n a , L ’integrazione difficile. Un profilo di Properzio (Piccola Biblioteca Einaudi; 297), Turin, 1977, pàgs. 48-68.
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25 Inconstancia de Cintia. 26 Sueño: naufragio de Cintia. 27 A m or y m uerte. 28 E nferm edad de C intia (solería). 29 Visita obligada a Cintia. 30 A m or y poesía de am or. 31 Inauguración del Pórtico y tem plo de A polo en el Palatino. 32 Com prensión de la infidelidad de Cintia. 33A C ontra la devoción a Isis. 33B Vino y am or. 34 Program ática: la poesía de Propercio.
La longitud del libro II ha parecido desproporcionada a muchos estudiosos, si se la compara con la extensión usual del libro antiguo. De ahí que desde K. Lachmann (1816) se haya defendido la postura deque el libro IIes en realidad la suma de dos libros 38. Las palabras de Pro percio (II 13, 25-26: «Suficiente, suficiente es mi cortejo, si hay tres libritos/ que ofrecer a Perséfone como regalo especial») fueron interpretadas por el mismo Lachmann co mo que al libro primero siguieron otros dos libros que des pués se unieron en uno solo. El mismo filólogo creyó que la elegía 10 era el poema introductorio del supuesto tercer libro. Su teoría de la división del libro II ha sido seguida por numerosos filólogos, entre los que podríamos destacar a O. Skutsch 39, M. Hubbard 40 y B. A. Heiden 41, pero este último lo divide en la elegía 13, considerada como el poema introductorio del posible libro III. 38 C f . O . S k u t s c h , «The seoond book of Propertius», Harv. Stud. Class. Philol. 79 (1975), 229-233. 39Citado en nota anterior; cf. la réplica de E. P. M e n e s , «The External Evidence for the Division of Propertius, Book 2», Class. Philol. 78 (1983), 136-143. 40 Propertius, pàgs. 41-44. 41 «Book-Division Within Propertius Book II», Quad. Urb. Cult. Class. 40 (1982), 151-169.
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ELEGÍAS
Sin embargo, hay quienes 42 defienden la unidad del libro II porque Nonio Marcelo asigna una cita (III 21, 14) al libro a que corresponde, es decir, al III (cf. pág. 249, 32 Lindsay), no a un hipotético libro IV. Y además, las elegías 1 y 34, ambas programáticas, son las adecuadas para abrir y cerrar un libellus, eso sí, más extenso de lo normal 43. Un problema mucho más grave es el de la transmisión textual del libro II. Sólo unas pocas elegías (2, 6, 8, 12, 14, 15, 21 y 25) no presentan algunos de los problemas textuales que afectan al resto: unidad o no de la elegía, transposición de versos o interpolaciones. He aquí unos pocos ejemplos 44: II 3, 45-54 han sido separados para for mar una nueva elegía (Lemaire) o se han unido a la si guiente (edición Aldina de 1502); II 13, 17-58 forma la 13B según Broukhusius, pero Wilkinson defiende su uni dad; II 18, 1-4 se entiende como el final de la 17 (Escalígero, Luck) o como el comienzo genuino de la 18 (Cairns); II 28 se interpreta como una sola elegía (Williams, Hubbard), como tres (Hertzbert) o como cuatro (Jacob), y los versos 33-34 suelen colocarse detrás del 2 (Passerat) o en su sitio (Cairns). La situación es tal que al libro II se le aplica con razón el famoso dicho de quot editores, tot Propertii. Un hecho singular ha sido destacado por los críticos 45 en el libro II: la disposición de muchas elegías por pare42 Por ejemplo, G. W il l ia m s , Tradition and Originality in Roman Poetry, Ox ford, 1968, págs. 480-495; o G. O. H u t c h in s o n , «Propertius and the Unity of the Book», Journ. Rom. Stud. 74 (1984), 106. 43 Cf. J. A. B a r s b y , «The Composition and Publication of the First Three Books of Propertius», Gr. and Rom. 21 (1974), 128-137. 44 Tomo los datos del aparato crítico de la edición de F e d e l i (Stuttgart, 1984); cf. G. R. S m y t h , Thesaurus criticus ad Sexti Propertii textum, Leiden, 1970.-' 45 Cf. H . J u h n k e , «Zum Aufbau des zweiten und dritten Buches des Properz»,
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IN TR O D U C C IÓ N
jas 46. Así, tendríamos el siguiente esquema propuesto por Juhnke 47: 1
(I)
8
( I I / I I I ; I V /V ; V I /V I I ; V I I I / I X )
4
(X /X I; X II/X III)
12 (X IV -X X IV A ) 4
(X X IV B /X X V ; X X V IA /B )
8
(X X V 1 I/X X V III;
X X 1 X A /B ;
X X X /X X X I ; X X X II-
X X X II I) 1
(X X X IV ).
3. El final de una pasión 48. Las elegías del libro III se podrían distribuir de la for ma siguiente 49: A.
Elegías program áticas (1-5): 1 Rechazo de la épica (recusatid). 2 Poder de la poesía (priamel). 3 Elegía, no épica (recusatio). 4 A labanza de Augusto, pero preferencia por la elegía (recusatio). 5 P az y poesía de am or, no la vida de acción y la guerra (recusatio).
B.
Elegías varias (6-10): 6 Mensaje de C intia (m onólogo dirigido a Lígdamo). 7 Epicedio en honor de Peto.
Hermes 99 (1971), 96-113; J. T. D a v is , Dramatic Pairings in the Elegies o f Proper tius and Ovid (Noctes Romanae; 15), Berna-Stuttgart, 1977. 46 Lo mismo ocurre en las Pönticas de Ovidio: I 1; 2; 5; 9 / Il 3; 4 j 7; 8 / III 2; 5; 8; 9; cf. A. Pérez Vega, Ovidio, Epistulae ex Ponto II, Sevilla, 1989, pàg. 13. 47 «Zum A ufbau...», art. cit. en nota 45. 48 Cf. L a P e n n a , L ’integrazione difficile..., pàgs. 69-84; H u b b a b d , Propertius, pàgs. 68-115. 49 Bibliografia en V i p a r e l u , «Rassegna di studi properziani...», pàgs. 67-68; cf. esp. J. L. M a r k , «Structure and Sense in Propertius III», Mnemosyne 31 (1978), 265-273.
28
ELEGÍAS
8 Riñas entre enam orados (rixae in amoré). 9 Rechazo de la épica (récusâtio). 10 Cum pleaños de Cintia (genethliakón). C.
D.
Elegías sobre la m ujer (11-15): 11 Poder de las mujeres: C leopatra y M arco A ntonio. 12 D olor de G ala por la partida de Postum o: propem ptikón. 13 La am ada codiciosa. 14 Elogio de la m ujer espartana. 15 Celos injustificados de C intia hacia Licina.
Elegías de temas varios (16-20): 16 Llam ada de Cintia. 17 H im no a Baco. 18 Epicedio en ho n o r de Marcelo. 19 L a pasión de las mujeres. 20 Pacto de am or (foedus amoris).
E.
Elegías de adiós a Cintia y a la poesía de am or (21-25): 21 Viaje a A tenas. 22 Elogio de Italia con m otivo del viaje de T ulo. 23 Pérdida de los billetes de am or. 24 R uptura con Cintia. 25 Adiós form al a C intia (renuntiatio amoris).
El libro III significa el final de los cinco años (III 25, 3) que Propercio consagró a servir a Cintia, la inspiración de su poesía de amor. 4.
La madurez poética 50
El libro IV de las Elegías, publicado sobre el 16 a. C., no rompe con la poesía de sus tres primeros libros, sino 50 Cf. P. G r im a i ., «Les intentions de Properce et la composition du livre IV des Élégies», Latomus 11 (1952), 183-197, 315-326 y 437-450; W. R. N e t h e r c u t , «Notes on the Structure of Propertius. Book IV», Amer. Journ. Philol., 89 (1968), 449-464; C. B e c k e r , «Die spàten Elegien des Properz», Hermes 99 (1971), 449-480; L a P e n n a , L'integrazione difficile..., págs. 85-100; H u b b a r d , Propertius, págs. 116-156.
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que en él Propercio asume el reto de componer una forma diferente de poesía, etiológica o de amor, de miras más amplias que la de los tres primeros libros. Los temas del libro IV son los siguientes: 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11
Program ática: alabanza de Rom a y autobiografía. Etiológica: el dios V ertum no. C arta de am or de A retusa a Licotas. Etiológica: leyenda de Tarpeya. Lección am atoria de la bruja Acántide. La batalla de Accio: exaltación de Augusto. El fantasm a de Cintia. Recuerdo de unas rixae in amore. Etiológica: Hércules, Caco y el A ra M áxima. Etiológica: Júpiter Feretrio. Apología de Cornelia.
Las elegías 1, 6 y 11 serían los pivotes sobre los que giran las elegías etiológicas (2, 4, 9 y 10) y las de temas amatorios (3, 5, 7 y 8).
V.
CIN TIA , LA IN SPIR A C IÓ N D E UN PO ET A 51
Los poetas de amor latinos eligieron un seudónimo pa ra nombrar a sus amadas, fuente tanto de su inspiración poética como de su pasión amorosa. Son los casos, recor dados por Apuleyo (.Apol. X 3), de la Lesbia (= Clodia)
51 Cf. G. L ie b e r g , Puella divina. Die Gestalt der göttlichen Geliebten bei Catull im Zusammenhang der antiken Dichtung, Amsterdam, 1962; B o u c h e r , Études sur Properce, pägs. 441-474; S u l l iv a n , Propertius, pägs. 76-106; L a P e n n a , L ’integra zione difficile...., pägs. 16-22; A. R a m ìr e z e V e r g e r , «Una lectura de los poemas a Lesbia y a a rn ia » , Est. Clàs. 90 (1986), 67-81; M. W yjce «The Elegiac Women at Rome», Proc. Camb. Phil. Soc. 213 (1987), 153-178.
30
ELEGÍAS
de Catulo, la Delia (= Plañía) de Tibulo o la Cintia ( = Hostia) de Propercio. El nombre de Cintia se relaciona con Apolo, dios de la poesía, nacido en el monte Cinto, en las isla de Délos; por extensión, Cintia se relacionaba también con la poesía del propio Propercio, como él mismo recuerda en I 8, 41-42 52 ¡Existen, pues, las M usas, y no es remiso A polo con el enam orado; en ellas confío para am ar: C intia, incom parable, es mía!
Cynthia rara mea pudiera ser el eco de Moüsan leptaléen de Calimaco 53, a quien intentaba seguir Propercio. Ade más, el nombre de Cintia se emplea también como epíteto de Ártemis, diosa virginal, libre e imposible de ser someti da al amor, como hará Cintia con Propercio. Propercio, como Catulo (XLIII y LXXXVI), nos trans mite un retrato idealizado 54 de su amada Cintia, cuya be lleza de cuerpo y alma, cercana a la de una diosa, trastor nó el seso del poeta (II 3, 17-22): Me ha cautivado su elegancia en el baile, servido ya el vino, como cuando A riadna dirigía las danzas de las Ménades; y me ha cautivado cuando tantea versos en ritm o eolio, tan experta en tañer la lira como Aganipe, y cuando com para sus escritos con la antigua C orina, cuyos versos piensa que ninguna o tra puede igualar a los suyos.
La belleza física de Cintia sólo es parangonable con la de las heroínas, como en II 2, 5-12. Pero no es sólo 52 Cf. I 11, 7-8: «¿O algún desconocido rival, con pasión fingida,/ te ha robado, Cintia, de mis poesías de amor?» 33 Aitia 1, fr. 1.24; cf. J. G. R a n d a l l , «Mistresses' Pseudonyms in Latín Elegy», Liv. Class. Monthly 4 (1979), 31. 54 Pero Propercio no llega al culto casi religioso que rendirán los trovadores medievales a sus amadas en el amor cortés; cf. N. R u d d , «Romantic Love in Classical Times», Ramus 10 (1982), 149.
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31
la belleza física, sino el estilo y la cultura de una puella docta lo que llevó a Propercio a hacer que Cintia fuera la Musa desu poesía. Cuando Mecenas, tras el éxito de su Monobiblos, le invita a componer poesía épica, nuestro poeta le replica (II 1, 5-16) que no puede dejar de escribir poesía amatoria, porque: Si la veo cam inar luciendo un vestido de Cos, todo este libro versará sobre las telas de Cos; sí veo sus cabellos caer esparcidos sobre su frente, se alegra de ir orgullosa por los elogios a su cabellera; si con sus dedos de m arfil acom paña u n a canción a la lira, adm iro con qué técnica rasgan sus ágiles manos; o, cuando deja caer sus ojos que se inclinan al sueño, encuentro como poeta mil temas originales; o, si despojada del vestido lucha desnuda conm igo, soy capaz entonces de com poner largas litadas; y, haga lo que haga y diga lo que diga, de una nadería surge una gran historia.
Pero Cintia, no nos engañemos, era una cortesana de lujo, como Lesbia en Catulo o Sempronia en Salustio, que atendía a quienes le pagaban el alto nivel de vida que lle vaba, como fue el caso del pretor, rival del poeta (II 16). Las relaciones, pocas veces felices, pasaron por las fases de enamoramiento, felicidad, dudas e infidelidades y rup tura 55. Si creemos al poeta, su dependencia de Cintia duró cinco años (III 25, 3), pero el discidium no fue definitivo por cuanto después vemos a una Cintia celosa de Proper cio (IV 8) o recordando al poeta la fidelidad que le había guardado hasta la muerte (IV 7). Pero esta Cintia, ya una cortesana ajada, es muy diferente de la «diosa» altanera que hizo sufrir a nuestro poeta de un incurable mal de amores. 55 Léase mi artículo «Una lectura de los poemas...», 67-83.
32
ELEGÍAS
VI.
A SPECTO S LITERARIO S
«El arte peculiar de Propercio reside en la comunica ción de sentimientos, en el fondo un don poético, que fá cilmente puede quedar oscurecido por un excesivo acade micismo.» Con estas palabras nos pone en guardia G. Luck 56 ante la tentación de generalizar y crear problemas literarios en lugar de calar en su poesía. Y su poesía parte, no sé olvide, de unos modelos helenísticos, pasa por el ta miz de la poesía neotérica y termina en el stilus de Proper cio. Como es imposible tratar todos los aspectos del arte properciano, me voy a fijar en los que me parecen más relevantes para la comprensión de su poesía.
1. Los modelos helenísticos. La influencia griega 57 sobre Propercio empieza lógica mente con Homero, fuente constante de inspiración para los escritores clásicos. Claro que el objetivo de Propercio fue adaptar el estilo elevado de la épica homérica al ligero de la poesía elegiaca 58. Esto ocurre, por ejemplo, en I 15, 9-14; II 3, 51-54; 8, 29-40; III 12, 23-26. Sin embargo, 56 The Latin Love-Elegy, 2.* ed., Londres, 1969, pág. 133. 57 Cf. P. B o y a n c é , «Properce» en L'influence grecque sur la poésie ¡atine..., págs. 169-222. 58 Cf. F. B e r t h e , «Properce et Homère», en A. T h i l l (éd.), L ’élégie romaine, Paris, 1980, págs. 141-155 (incluye una lista de loci símiles en págs. 154-155); A. D a l z e l l , «Homeric Themes in Propertius», Hermathena 129 (1980), 29-36; D. T . B e n e d d c t s o n , «Propertius’ Elegiacization of Homer», Maia 37 (1985), 17-26.
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la fuente más evidente de la poesía properciana hay que buscarla en la época helenística. Cuando Propercio se proclama a sí mismo el «Calima co romano» (IV 1, 64), habría que preguntarse el alcance de tal afirmación. Giuseppe Giangrande ha contestado di ciendo que Propercio pretendía dejar clara así su voluntad «di essere il più grande, il più famoso dei poeti romani di ispirazione ellenistica» 59, pues otros hechos (como la poikilía o mosaico de motivos diferentes, la variatio, el estilo alusivo y las callidae iuncturae) constituyen una ca racterística común de la mayoría de los poetas helenísticos. Es más, el programa de amor de Propercio hacia Cintia no sigue las directrices de la escuela de Calimaco o Posidipo, sino las de la escuela de Meleagro, como se deduce de la I 1, que viene a ser una ampliación de un epigrama suyo (Ant. Palai. XII 101). Pese a ello, hay que reconocer que los Aitia de Calimaco vienen a ser el modelo artístico de la elegía latina 60. La importancia de Calimaco es ex traordinaria en la poesía etiológica del libro IV 61, pero también se hace extensible al resto de su obra. Y ello se observa en la elección de las versiones menos conocidas de los mitos, en la ironía 1,2 e incluso en el estilo. 59 «Propertius: Callimachus Romanus?», en Colloquium Propertianum fsecundum). A ttir Asís, 1981, pág. 167. 60 E s la te s is d e M. P u e l m a , « D i e Aitien d e s K a l li m a c h o s a ls V o r b ild d e r r ö m i s c h e n A m o r e s - E le g ie » , Mus. Helv. 39 (1.982), 221-246 y 285-304, r e s u m id o e n « G li Aitia d i C a llim a c o c o m e m o d e l l o d e ll ’e le g ia r o m a n a d ’a m o r e » , A t. e Rom. 28 (1983), 113-132; c f . S u l l iv a n , Propertius, págs. 107-158; B. A r k i n s , « T h e F r e e d o m o f I n f lu e n c e : C a l li m a c h u s a n d L a t in P o e t r y » , Latomus 47 (1988), 289-293. 61 C f . W. C l a u s e n , «Callimachus and Latin Poetry», Greek, Roman and Byzant. Stud. 5 (1964), 181-196; H. E. P il l in g e r , «Some Callimachean Influences on Pro pertius, Book 4», Harv. Stud. Class, Philol. 73 (1969), 171-199; J. F. M il l e r , « C a llimachus and the Augustan Aetiological Elegy», Aufst. Nied. Röm. Welt II 30.1 (1982), 380-396. 62 Cf. E. L e f è v r e , Propertius ludibundus. Elemente des Humors in seinen Ele gien, Heidelberg, 1966. 131.-3
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Pero a lo anterior hay que añadir que la influencia de la poesía helenística fue tamizada por los poetas «novísi mos», a cuya cabeza estaba Catulo 63, a quien podríamos llamar sin exageración el primer poeta lírico helenístico en Roma 64. No se olvide, por ejemplo, que el poeta de Veroña inaugura la poesía elegiaca con la Cabellera de Bereni ce, traducida de Calimaco (fr. 100 Pfeiffer). Lo cierto es que los modelos helenísticos 65 influyeron en Propercio de manera decisiva. Theodore D. Papanghel is 66 ha resumido la cuestión en hechos como: a) la doctri na literaria (p. ej., II 1 y III 1); b) el interés anticuario que se refleja incluso en juegos de palabras etimológicos y semánticos (II 1, 47); c) la preocupación por la magia 67 en relación con el amor (II 4, IV 5 y 7); d) la imitación variada de temas; y e) la humanización de las figuras he roicas y divinas. Sin embargo, la decisiva influencia de la poesía helenís tica no basta para explicar la naturaleza de la elegía latina, que es todo un conglomerado orgánico de componentes diversos, como se ha visto antes en las páginas 7-15.
63 Sobre la influencia, a mi parecer mucho menor, de otros poetas latinos (Ennio, Virgilio, Galo, Horacio y Tibulo), léase bibliografía crítica en V ip a r e l l i , «Ras segna di studi properziani», págs. 48-54. 64 Cf. H. T r a n k e l , Die Sprachkunst der Properz und die Tradition der lateini schen Dichtersprache, Wiesbaden, 1960, págs. 22-30; A. T h il l Alter ab ilio. Recher ches sur lim itation dans la poésie personnelle à l ’époque augustéenne, Paris, 1979, págs. 270-280; A. R a m ír e z d e V e r g e r , Catulo: Poesías, Madrid, 1988, págs. 14-16. 65 Cf. F . S c h u l z - V a n h e y d e n , Properz und das griechische Epigramm, Müns ter, 1969; P. F e d e l i , «Allusive Technique in Roman Poetry», Mus. Philol. Lond. 7 (1986), 17-30. 66 En Propertius: A Hellenistic Poet on Love and Death, Cambridge, 1987, págs. 201-204. 67 Cf. G. D a n e s i - M a r i o n i , «La potenza magica della poesia d ’amore», A t. e Rom. 26 (1981), 26-35.
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2.
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El mito, una form a artística para persuadir y fantasear.
Cuando Dámaso Alonso comparaba la Oda XIV de Francisco de Medrano (1570-1607) con la oda horaciana al ciclo natural (IV 7), llegó a decir 68 que la adaptación del poeta sevillano superaba a su original porque se libra ba «de paso del mucho lastre mitológico que —para nosotros— carga el final en el modelo». Tal afirmación será cierta, en todo caso, para aquellos lectores modernos que desconozcan la función del mito en la poesía clásica. Los antiguos reconocían los mitos que habían aprendido en otros poetas, en manuales o en las obras de arte, espe cialmente la pintura y los relieves 69. Y una cosa es clara: los poetas antiguos no salpicaban sus obras de ejemplos sacados de la mitología para alardear de erudición, sino para ofrecer conductas paradigmáticas (éthos) y expresar sentimientos (páthos), como enseñaban los retóricos anti guos y ha señalado modernamente C. Macleod 70 La función retórica del mito es evidente en Propercio. Unas veces el poeta emplea un exemplum para persuadirse a sí mismo de que es posible conseguir el amor de la altiva Cintia, como Milanión consiguió el de la esquiva Atalanta (I 1, 9-16): M ilanión sin rehuir ningún peligro, Tulo, doblegó la crueldad de la altiva hija de Jaso; pues hace poco andaba él errante y fuera de sí por las cuevas partenias e iba a visitar las fieras salvajes; 68 Vida y obra de Medrano, I, Madrid, 1948, pág. 284; cf. mi estudio «Horacio (Oda IV 7) y Francisco de Medrano (Oda XIV)», en Athlon. Satura Grammatica in honorem Francisci R. Adrados, II, Madrid, 1987, págs. 767-773. 69 Cf. L u c k , The Latin Love-Elegy, págs. 124-126. 70 «A Use of Myth in Ancient Poetry», Class. Quart. 24 (1974), 93 (= Collected Essays, Oxford, 1983, pág. 170).
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tam bién él, alcanzado por la herida de la ram a de Hileo, gimió abatido en las rocas arcadias. Así pudo dom inar a la veloz doncella: tal es el poder de las súplicas y las atenciones en el am or.
Otras veces presenta el mito para convencer a Cintia de algo, como en I 2, una suasoria en favor de la belleza natural (I 2, 15-24): No fue así como Febe, hija de Leucipo, inflam ó de am or a Cástor, tam poco con adornos a Pólux abrasó a H ilaíra, herm ana de aquella; ni así, la que fue un día m otivo de discordia entre Idas y el apasionado Febo, la hija de Eveno en las orillas de un río, su padre; ni con blancura engañosa sedujo al pretendiente frigio H ipodam ía llevada en un carro extranjero: sino que su herm osura no dependía de piedras preciosas y su color era igual al de los cuadros de Apeles. N o se preocuparon ellas de buscar enam orados por doquier: un elegante recato Ies era suficiente belleza.
Los exempla mitológicos sirven también para ilustrar las vivencias poéticas. Así, la narración mitológica ejem plifica actuaciones reales que no siguen lo señalado en los mitos. Cuando Cintia abandona a Propercio por otro, el poeta le recuerda (I 15, 9-22) que no fue así como actua ron Calipso con Ulises, Hipsípila con Jasón, Evadne con Capaneo, o Alfesibea con Alcmeón; su amada no estuvo a la altura de las heroínas citadas (23-24: «Ninguna de ellas pudo cambiar tu conducta,/ para que tú también te con virtieras en un mito famoso»). O las quejas de la amada por la infidelidad de Propercio (II 20, 1-8) superan los llan tos de Briseida a la muerte de Aquiles, los lamentos de Filomela o las lágrimas desconsoladas de Níobe ante los cadáveres de sus hijos. Muchas veces el mito simplemente se iguala a la realidad y sirve para comprenderla mejor. Es clara, por ejemplo, la función paradigmática de la serie
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de exempla mitológicos de III 19, 11-22 (Pasífae, Tiro, Mi rra, Medea, Clitemestra y Escila) para demostrar la «libi do» de las mujeres. Pero en otras ocasiones Propercio idealiza a su amada a través de las comparaciones mitológicas. Cuando el poe ta visita a Cintia después de un banquete, la amada se le aparece (I 3, 1-8) con la languidez de Ariadna, la tranquili dad de Andrómeda o el profundo sueño de una bacante: C om o A riadna quedó postrada sin fuerzas en una playa desierta al m archarse la nave de Teseo; y com o la cefea A ndróm eda quedó recostada en su prim er sueño, ya libre en los ásperos arrecifes; e igual que una bacante, agotada por danzas continuas, cae rendida en el frondoso A pídano: así m e pareció que respiraba dulce quietud Cintia, apoyada su cabeza sobre manos inseguras...
En suma, la frecuente inserción de ejemplos mitológicos en la obra properciana responde a diversas funciones (re tórica, idealizadora o expresiva) que no son excluyentes. 3.
El romanticismo de Propercio: «laus in amore mori»
Propercio está situado en el polo opuesto de la feroz diatriba contra el amor de Lucrecio (IV 1058-1287). No existe metáfora más fuerte que la que iguala amor y muer te. De ahí, la viva impresión que dejó nuestro poeta en Quevedo, Baudelaire, Bécquer o Aleixandre, como se dice más abajo. Y no es un tema que utilice de forma esporádi ca, sino que emerge por toda su obra. Ninguna poesía antigua supo conjugar la vida, el amor y la muerte como la I 19 71 y ninguna descripción es tan detallada como 71 Cf. mi artículo, «Una lectura de los poemas...», págs. 72-76.
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el propio funeral del poeta junto a la amada en II 13, 17-42 72. El clímax del motivo amor/muerte se alcanza en el fi nal de las palabras que dirige al poeta el espectro de Cintia (IV 7, 93-94): Que ahora te posean otras; luego yo sola te tendré: conmigo estarás y desharé mis huesos mezclados con los tuyos.
Un verso que era sepulcral (Carmina Epigraphica 1136.2 [Bücheler]: «aquí mi esposa mezcló sus huesos con mis hue sos») lo aplica a la consumación y unión, sexual y física, total y definitiva, entre dos enamorados. 4.
Una mirada interior: la composición de la elegía
Propercio, poeta de amor, plasma sus vivencias reales o literarias en una forma concreta: canciones en dísticos elegiacos 73. Pero, ¿cómo organiza las letras de tales can ciones? Es obvio que un poeta como el de Asís, que pre tendía seguir las huellas de Calimaco y Catulo, no podía conformarse con enunciar en diez versos una situación amo rosa dada, sea un lamento, una serenata a la puerta de la amada o una noche de amor. No, nuestro poeta organi za y dispone un motivo modelándolo con los instrumentos de la lengua, el ritmo y el estilo. A ello añadía su inspira 72 Cf. P a p a n o h e l is , Propertius..., pàgs. 50-79. 73 Sobre la mètrica de Propercio, cf. M. P l a t n a u e r , Latin Elegiac Verse. A Study o f the Metrical Usages o f Tibullus, Propertius and Ovid, Cambridge, 1951; J. A. B a r s b y , «Propertius’ polysyllabic Pentameters», Latomus 33 (1974), 646-653; É . É v r a r d , «Style et métrique dans le livre I de Properce», Rev. Philol. 53 (1979), 264-285; V . V ip a ä e l l i S a n t a n g e i x o , L *esametro di Propènzio. Rapporti con Calli maco, Nàpoles, 1986; N. A. G r e e n b e r g , «Metrics of the Elegiac Couplet», Class. World 80 (1987), 233-241.
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ción apasionada. Veámoslo de forma práctica en la elegía II 14 (triunfo del amor). N on ita D ardanio gauisus A trida tnu m p h o est, cum caderent magnae Laom edontis opes; nec sic errore exacto laetatus Vlixes, cum tetigit carae litora Dulichiae; nec sic Electra, saluum cum aspexit Oresten, cuius falsa tenens fleuerat ossa soror; nec sic incolumem Minois Thesea uidit, D aedalium lino cum duce rexit iter, q uanta ego praeterita collegi gaudia nocte: im m ortalis ero, si altera talis erit. No se alegró tanto el A trida con su triunfo en Troya, cuando cayó el gran poder de Laom edonte; ni Ulises sintió tan ta alegría cuando term inó su vida errante, y tocó la costa de su querida Duliquia; ni tanto se alegró Electra, cuando vio a salvo a Orestes, cuyos supuestos huesos había abrazado y llorado como herm ana; ni con tanta alegría vio la hija de Minos a Teseo ileso, cuando acabó el itinerario de Dédalo guiándose por el hilo, como la que yo sentí en los goces de la pasada noche: inm ortal seré, si alcanzo o tra igual.
El poeta inicia la elegía fantaseando con cuatro exempla mitológicos, cada uno de los cuales está insertado en sen dos dísticos, pues a cada unidad rítmica debe corresponder una unidad de sentido. Pero no se olvide que la ecuación m ito/poeta se establece en principio entre el verso 1 (Non ita Dardanio 'gauisus’ Atrida triumpho est) y el 9 (quanta ego praeterita collegi ‘gaudia’ nocte). Los versos 3-8 am plifican los dos primeros a través de un paralelismo paula tinamente variado. Así, al non ita corresponden tres nec sic (vv. 3, 5 y 7), pero la disposición de sus términos es muy diferente:
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errore exacto laetatus Vlixes Electra, saluum cum aspexit Oresten incolumem M ínois Thesea uidit,
donde los núcleos Vlixes, Electra y Minois (Ariadna) han sido organizados de forma muy diversa. Tampoco pasa de sapercibido que la aparente simetría de las cuatro conjun ciones temporales cum se han dispuesto por parejas en el primer lugar de verso (vv. 2, 4) o detrás de la cesura fuerte (5, 8). Si de la unidad del dístico descendemos al verso, Propercio sigue el recurso habitual de colocar el adjetivo en la primera parte y el sustantivo en la segunda, pero de vez en cuando juega con otras posibilidades que le ofrecen tanto el hexámetro como el pentámetro, como el v. 3 {errore exacto/laetatus Vlixes) o el v. 10, inesperado por la colo cación de los verbos (ero/erit), donde se esperaría el entrecruzamiento de adjetivo/ sustantivo. Toda esta disposición de términos, muy queridos del oído latino, evitaban la linealidad y pesadez, arropando de forma diferente a los términos nucleares (Atrida, Vlixes, Electra, Minois y ego). Pero, además del cómo se poetiza, esencial en el mismo poetizar, es preciso saber qué se poetiza, no tan esencial pero necesario en ese poetizar. Pues bien, Propercio utiliza la ambigüedad semántica para enfatizar el contenido. Triumphus se refiere al triunfo militar de Agamenón sobre Troya (vv. 1-2), al éxito de Ulises que consiguió llegar a ítaca (vv. 3-4), a la alegría de Electra cuando reconoció a su hermano Orestes (vv. 5-6) y al gozo que sintió Ariad na cuando vio sano y salvo a Teseo, vencedor del Minotauro. Ahora bien, el placer que sintió el poeta (ego) en una noche pasada con Cintia no se puede comparar con los triunfos mitológicos. Y, claro, al superar al mito, pue-
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de incluso llegar a ser inmortal (v. 10), si se repitiera la experiencia de otra noche de amor. Éste es el tema central de la elegía, el triunfo del amor de Propercio sobre Cintia. Así, los versos 11-22 evocan la fase anterior a esa noche de amor: A t dum demissis supplex ceruicibus ibam, dicebar sicco uilior esse lacu. Nec mihi iam fastus cipponere quaerit iniquos, nec mihi ploranti lenta sedere potest. A tque utinam non tam sero mihi nota fuisset condicio! Cineri mine medicina datur! A nte pedes caecis lucebat semita nobis: scilicet insano nemo in am ore uidet. H oc sensi prodesse magis: contem nite, am antes! Sic hodie ueniet, si qua negauit heri. Pulsabant alii frustra dom inam que uocabant: mecum habuit positum lenta puella caput. [Sin em bargo, m ientras iba, suplicante, con la cabeza gacha, se me decía que valía menos que un estanque seco. Y ya no pretende enfrentarse a mí con su injusta altivez, ni es capaz de sentarse insensible ante mis lágrimas. ¡Y ojalá no hubiera conocido tan tarde su m anera de ser! ¡A hora se ofrece remedio a quien ya es ceniza! A nte mis pies brillaba un camino, pero yo estaba ciego: cierto es que nadie ve en su locura de am or. Me di cuenta de que más sirve esto: ¡m ostrad desprecio, enam orados! Así vendrá hoy quien ayer dijo que no. U nos llam aban en vano a la puerta y solicitaban a mi dueña: la joven, insensible, reclinó su cabeza sobre mí.]
El cambio de la alegría idealizada con una capa de mi tología (vv. 1-10) al pasado narrativo viene marcado, co mo en otras ocasiones, por la adversativa at (v. 11). En esta segunda parte me parece claro un diálogo a tres ban das: el poeta (ego, mihi, mecum), la amada (puella), pre sente por doquier, y los enamorados en general (amantes)
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y rivales, despreciados por ella (alii). Y el léxico es funda mental para entender la situación. Al enamorado le cuadra el rebajamiento ante la amada (demissis supplex ceruicibus, ploraníi, cineri, caecis... nobis), a la amada la sober bia (fastus, dominam) o la insensibilidad (lenta), y a los rivales su inútil insistencia ante la puerta de ella (pulsabant... frustra). La segunda parte cambia un poco a partir del v. 23 de forma aparentemente imperceptible, pero evidente, por que se pasa del pasado al futuro con la celebración formal del triunfo de amor: haec mihi devictis potior uictoria Parthis, haec spolia, haec reges, haec mihi currus erunt. M agna ego dona tua figam, Cytherea, colum na, taleque sub nostro nom ine carm en erit: HAS PONO ANTE TVAS TIBÍ, DIVA, PROPERTÍVS AEDIS EXVVIAS, TOTA NOCTE RECEPTVS AMANS.
[Esta victoria significa para mí más que una victoria sobre los partos, éstos serán m is despojos, éstos mis reyes, éste mi carro . Grandes regalos colgaré yo, Citerea, en tus colum nas, y ju n to a mi nom bre pondré esta inscripción: ESTOS DESPOJOS EN TU HONOR, DIOSA, DEPOSITO EN TU TEMPLO YO, PROPERCIO, AMANTE DURANTE TODA LA NOCHE ]
El primer dístico es todo un insigne exemplum anaphorae, por usar las palabras de P. J. Enk 74, en el que se combina de modo magistral la forma (1 + 3: haec.../haec... haec... haec) con el contenido (1 4- 3: victoria.../spolia... reges... currus o elementos reales de todo desfile triunfal). La so lemnidad de la ocasión exige, cómo no, una dedicación votiva a la diosa del amor, Venus (vv. 25-28). 74 Sex. Propertii Elegiarum líber II, Leiden, 1962, pág. 208.
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Por último (vv. 29-32), el presente proyectado hacia el futuro: Nunc ad te, mea lux, ueniet mea litore nauis seruata, an mediis sidat onusta uadis? Q uod si forte aliqua nobis m utabere culpa, uestibulum iaceam m ortuus ante tuum! [¿Llegará ahora a ti, mi sol, mi nave anclada en la orilla, o quedará atracada en m edio de los bajíos? Pero, si acaso cam bias tu actitud hacia mí con alguna infidelidad, ¡que yazga m uerto ante tu vestíbulo!]
Había comenzado la elegía idealizando, mediante el mi to, su triunfo de amor; ahora la remata con dos fuertes imágenes amatorias. Por la primera, el navigium amoris o «nave del amor» de los versos 29-30, el poeta equipara la tranquilidad del puerto con el amor correspondido, mien tras las tempestades y los elementos adversos reflejan «el tormento de amor». Y por la segunda (vv. 31-32), la muer te, motivo tan querido a nuestro poeta, representa la quin taesencia de su amor a Cintiía, pues ¡prefiere estar de cuer po presente (iaceam mortuus) a no contar con la fidelidad de la amada! En conclusión, para acercarse a cualquier elegía de Propercio es indispensable tener en cuenta tres niveles de com prensión: a) el estilo elegiaco, en el extremo opuesto de la solemnidad y elevación léxica del épico; b) la composi ción genérica de cada elegía, es decir, el tipo de canción elegiaca; y c) el léxico convencional amatorio 75.
75 Cf. índice selecto de motivos y términos amatorios en págs. 267-270.
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VII. FO RTU N A LITERA RIA 76
Propercio no ha alcanzado nunca la fama posterior lo grada por los poetas clásicos más imitados, Homero y Vir gilio. Ni siquiera alcanza a Catulo, Horacio u Ovidio. Pese a ello, ha habido poetas posteriores que se han sentido especialmente atraídos ya por su insania amoris o ya por esa singular asociación entre el amor y la muerte. Fernan do de Herrera, Francisco de Quevedo, John Keats o Vi cente Aleixandre son quizás los poetas más propercianos hasta nuestros días. La fama de Propercio comenzó en vida. Él mismo nos recuerda el éxito de su Monobiblos (II 24, 1-2) que andaba en boca de la gente. Tras su muerte, ejerció una influencia notable en el último gran elegiaco latino de época augústea, Ovidio, quien no sólo le imita en numerosas junturas poéticas 11, sino en los temas de su obra amatoria 78.La lista sería interminable. Citaré sólo algunas muestras de los Am ores: Motivo Triunfo de Amor Amor en la siesta Exclusus amator
Ovidio Am. I 2, II 12 Am. I 5 Am. 1 6
Propercio II 14; III 1, 9-12 II 15 I 16, 17-44
76 Sui.nv.AN, Propertius, págs. 46-53; L a P e n n a , L ’integrazione difficile..., págs. 250-324; F . D e l la C o r t e , «Cultura classica e letterature moderne», en Introduzio ne allo studio della cultura classica, III, Milán, 1982, págs. 643-743; bibliografia en F e d e l i - P in o t t i , Bibliografia properziana..., págs. 39-41. 77 Léanse las referencias literarias en A. R a m ír e z d e V e r g e r , F. S o c a s , Ovidio. Am ores (Colección Hispánica de Autores Griegos y Latinos) Madrid, en prensa. También en la edición de Munari (Florencia, 1970, 5.a ed.). 78 C f . , p . ej., J . T . D a v is , Dramatic Pairings...; T h il l , A Iter ab ilio..., p á g s . 281-353.
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M otivo Rixae in amore La alcahueta La amada codiciosa Billete de amor
Recusatio Promiscuidad Aventura amorosa
Propemptikón Enfermedad de la amada Épica y elegía Epicedio Castidad ritual Infidelidad Sello final
Ovidio Am. Am. Am. Am . Am . Am .
I 7 I 8 I 10 I 11 y 12 II 1 II 4 y 10
Am . II 7 y 8 Am . II 11 Am . II 12 Am . Am . Am . Am . Am . Am .
II 13 y 14 II 18 I ll 9 (Tibulo) III 10 III 14 III 15
Propercio III 8 IV 5 III 13 III 23 II 1 II 22, 1-18 y 25, 41-47 II 20; III 15 I 8, 1-26 (8A) I 8, 27-46 (8B) II 28 I 7 III 18 (Marcelo) II 33, 1-10 II 32 I 22.
También las Heroidas de Ovidio tienen el precedente de la epístola de Aretusa a Licotas (IV 3) y hay quien ha llegado a decir que la descripción más perfecta de los Fas tos aparece en IV 1, 69: sacra diesque canam et cognomina prisca locorum 79. Las poesías de Propercio siguieron gozando de no poca aceptación entre los poetas del siglo i d. C. 80 Así se dedu ce de los numerosos loci símiles que se encuentran, entre
79 J. P . P o s t g a t e , Select Elegies o f Propertius, 2 . a ed., Londres, 1 8 8 5 , pág. CXLV. 80 Citas recogidas por P . J. E n k , Sex. Propertii Elegiarum Liber I (Monobibios), Leiden, 1946, I 1, págs. 54-70; D. R. S h a c k l e t o n B a il e y , «Echoes of Pro pertius», Mnemosyne 5 (1952), 307-320. Véase también el rico elenco de referencias literarias en la edición de R. H a n s l ik (Teubner, Leizig, 1979).
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otros, en la Consolatio ad Liviam, las tragedias de Séneca, los Astronómica de Manilio, Calpurnio Sículo, Lucano, Va lerio Flaco, Silio Itálico, Estacio, Marcial o Juvenal, amén de los versos que se leen en los Carmina Latina Epigraphica 81. También fue leído por los poetas de siglos posterio res 82, como Nemesiano, Ausonio, Paulino de Ñola, Pru dencio, Claudiano, Rutilio Namaciano, Oriencio, Paulino de Périgeux, Draconcio, Sidonio Apolinar, Venancio For tunato, Boecio y Maximiano 83. En Bizancio destaca el epigramatista griego Paulo Si lenciario del siglo vi d. C. Un epigrama suyo (Ant. Palat. V 275) guarda un gran parecido con la elegía I 3 de Propercio, pero se discute si el bizantino imita directamente a Propercio o a una fuente común de época helenística. La cuestión dista mucho de haber sido resuelta 84. Propercio fue poco conocido a lo largo de casi todo el medievo. No obstante, se observan algunas huellas, por
81 Cf. S h a c k l e t o n B a il e y , «Echoes of Propertius», págs. 329-333; Z. P o p o v a , «Influence de Properce sur les Carmina Latina Epigraphica», Ann. Univ. Sofia 67 (1973), 55-118; P . C u g u s i , «Carmina Latina Epigraphica e tradizione letteraria» Epigraphica 44 (1982) 65-107; y A spetti letterari dei «Carmina Latina Epigraphica», Bolonia, 1985, 184-186. 82 Cf. S h a c k l e t o n B a il e y , «Echoes of Propertius», págs. 320-328. 83 Desde luego no tanto como la influencia que tuvo de Ovidio; cf. A. R a m ír e z d e V e r g e r , «Parodia de un lamento ritual en Maximiano (El. V 87-104)», Habis 15 (1984), 149-156, y «Las Elegías de Maximiano: tradición y originalidad en un poeta de última hora», Habis 17 (1986), 185-193. Últimamente, Ch. R a t k o w i t s c h (Maximianus amat. Zu Datierung und Interpretation des Elegikers Maximian, V iena, 1986, págs. 7-58) sitúa a Maximiano en el siglo ix d. C., es decir, en época carolingia. 84 Léase el estado de la cuestión en J. C. Y a r d l e y , «Paulus Silentiarius, Ovid, and Propertius», Class. Quart. 30 (1980), 241-243; cf. F e d e l i , Sesto Properzio. Il primo libro delle Elegie, Florencia, 1980, págs. 109-110.
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ejemplo, en el Cancionero de Ripoll, del último tercio del siglo xii 85. Hasta la segunda mitad del siglo xm no se observan huellas claras de su poesía en la de los pre-humanistas paduanos Lovato de Lovati, 2'ambono d ’Andrea y Albertino Mussato (1261-1329), como ha señalado G. Billanovich 86. Tampoco fue grande la influencia de Propercio en la obra poética de Francesco Petrarca (1304-1374) 87, aunque se pueden rastrear algunos ecos en su décima égloga, en una carta en verso a Giacomo Colonna, en la epistola mé trica I 4 y en algunos sonetos del Canzionere 88, como el titulado «Solo et pensoso», basado en la égloga X de Vir gilio y la I 18 de nuestro poeta: Solo et pensoso i più deserti campi vo m esurando a passi tardi et lenti, et gli occhi porto per fuggire intenti ove vestigio hum an l’arena stampi. A ltro scherm o non trovo che mi scampi dal m anifesto accorger de le genti, perché negli atti d ’alegrezza spenti di fuor si legge com ’io dentro avvam pi; sì ch’io mi credo ornai che m onti et piagge et fiumi et selvi sappian di che tem pre sia la m ia vita, ch’è celata altrui.
85 Léase la excelente edición bilingue de J. L. M o r A L IJO , CarminaRivipullensia, Barcelona, 1986, pàgs. 216, 264, 296 (hay que añadir P r o p ., I l 14, 16:cineri nunc medicina datur) y 302. 86 «Veterum vestigia vatum nei carmi dei preumanisti padovani»,Ita!. Med. e Uman. 1 (1958), 214-230. 87 Véase B. L. U l l m a n , «Petrarch’s Acquaintance with Catullus, Tibullus, Pro pertius», en Studies in the Italian Renaissance, 3." ed., Roma, 1975, págs. 177-196. 88 Señalados por L a P e n n a , L ’integrazione difficile, pàgs. 254-261. Sigo la edi ción de G. C o n t i n i , Francesco Petrarca: Canzionere (Nuova Universale Einaudi; 41), 9 .a ed., Turin, 1982.
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Ma pur si aspre vie né si selvagge cercar non so, c h ’A m or non venga sempre ragionando con meco, et io con lui.
Propercio, como tantos autores clásicos, fue redescu bierto en el Renacimiento. En el Quattrocento sus poesías de amor y las de Catulo inspiraron en Italia a Antonio Beccadelli, llamado Panormita (1394-1471), especialmente en su Hermaphroditus, a A. Staccoli 89, y a Enea Silvio Piccolomini (1405-1464), el futuro papa Pío II. Este últi mo compuso en sus años juveniles un libro de poesías en latín titulado Cinthia, del que destaco la primera, en la que Cintia también es fuente de inspiración para el joven Piccolomini 90: A
C
in t ia
Cintia, si a mi trab ajo se va a conceder alguna estima, a ti deberé toda recompensa. Tú me das la fuerza misma de com poner poesía, a ti debo mi talento, a ti toda la elocuencia. 5 Bajo tu guía acceden a mis votos las divinas herm anas, bajo tu guía bebo sueños de la fuente Castalia. Sé que te pertenecen los m ejores honores: con mi m ejor poesía, pues, si m e es posible, te llevaré a las estrellas, • y estarás en la prim era com posición de mi libro: _ 10 tú serás para mí principio y serás tam bién mi fin.
Giovanni Pontano (1426-1503) conserva influencias del poeta de Asís en sus Eglogae, en los Parthenopei sive Am orum libri, en el De amore coniugali y otras obras. Miguel Marulo es un «heredero ecléctico» de Catulo y los elegía89 C f . E. C e c h i n i , «Properzio nella poesia di Agostino Staccoli», en Bimillena rio..., pàgs. 265-276. 90 Sigo la edición, en prensa, de A n a P. V e g a ; cf. A. R. B a c a , «Propertian Elements in the Cinthia of Aeneas Silvius Piccolomini», Class. Journ. 67 (1972), 221-226.
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eos latinos 91 en sus Epigrammata (1493); el II 32, una carta a su amada Neera, sigue los modelos de Propercio (IV 3, la epístola de Aretusa a Licotas) y las Heroidas de Ovidio. También está presente en Jacobo Sannazaro (ca. 1456-1520), de quien la elegía II 1 se inspira en la misma de la colección properciana 92. Cristóbal Landino (1424-1498), el nuevo Propercio del Renacimiento, cantó a Sandra siguiendo fielmente a la Cintia de Propercio. Ecos de nuestro poeta se rastrean también en las Elegiae y Sylvae de Angelo Poliziano (1454-1494). De la unión de la elegía properciana y la poesía petrarquista surgió una poesía humanista en lengua vulgar nada despreciable. Es el caso del barcelonés, afincado en Nápoles, Benedetto Gareth, llamado Cariteo o «amigo de las Gracias» (ca. 1450-1514), quien imitó muy de cerca la Cynthia' de Propercio. Ludovico Ariosto (1474-1533) imitó a Propercio tanto en su poesía latina como en la vulgar; así en Capitoli 12, inspirada en la célebre I 18. La presencia de Propercio se deja notar también en las Rime de Bernardo Tasso (1493-1569). Enorme es la presencia de Propercio y demás poetas elegiacos latinos en la obra del holandés Juan Segundo Everaerts (1511-1536), enamorado de una española, a la que él llamaba Neera. Si Catulo fue el principal inspirador de sus Besos, Propercio aflora continuamente en las Elegías. He aquí su descripción de la Cintia properciana 93: 91 S. V ia r r e , «La place de Marulle dans l’histoire de l’élégie: facture et thémati que», en L ’élégie romaine..., pág. 182. 92 Cf. G . L œ b e r g , «Properzio in alcuni passi dell’ellegia II 1 di Jacopo Sanna zaro», en Bimillenario..., pàgs. 313-318. 93 Elegías III 3, 17-22. Sigo el texto de O. G e t e , Juan Segundo. Besos y otros poemas, Barcelona, 1979, pág. 274. 131. — 4
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Después Cintia, poderosa con sus ojos que despiden fuego, las sigue contoneándose con un vestido de Cos. Ésta dom eñó a un altivo, no tocado por ningún Cupido, y, altiva, se ensaña en los despojos de su m irada soberbia. T ú tam bién que la m iras, que aquella no te hiera: respira todavía fuego y blande sus propios dardos.
La descripción ha sido tomada de la primera elegía de Propercio con la incrustación de I 2, 2 en la alusión a la seda de los vestidos de Cos. Joachim du Bellay (1522-1560) imita el canto a Roma de Propercio en el soneto 18 de su libro Las antigüedades de Roma 94. Pierre de Ronsard (1524-1585), el poeta más importante de la «Pléyade», debe no poco a Propercio y a Petrarca 95 en sus Amours. El diplomático francés y de madre griega, André de Chenier (1762-1794), sigue a Propercio en Les Amours, pu blicada en 1782. Johann Wolfgang Goethe (1749-1832), llamado por Schi ller «el Propercio alemán», compuso las Elegías romanas 96 desde 1788 hasta 1791 como fruto de su viaje a Italia (1787-1788). Cantó a Cristiana Vulpius, a quien dedica «Der Besuch» a imitación de la «Visita a Cintia» de Propercio (I 3). Algunos ecos de Propercio 96 se observan en los poetas italianos Ugo Foscolo (1788-1827) y el liberal Giovanni Bat tista Niccolini (1782-1861).
94 Cf. T o v a r , A. B e l f i o r e , Propercio: Elegías, Barcelona págs. 186-187, nota a IV 1. 95 Cf. L a P e n n a , L ’integrazione difficile..., págs. 278-281. 96 Cf. G. L u c k , «Goethe’s Römische Elegien und die augustische Liebeselegie», Arcadia (1967), 173-195; G. L ie b e r g , «Properzio e le Elegie romane di Goethe», en A tti del Colloquium Propertianum (secundum), Asís, 1981, págs. 131-145. 97 L a P e n n a , L'integrazione difficile..., págs. 286-289.
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Para B. Radice el poeta inglés que más le recuerda a Propercio es John Keats (1795-1821) en su lenguaje sen sual, eco tanto del poeta de Asís como de Milton 98. Giacomo Leopardi (1798-1837) imita en el «Sueño» (Canti XV) la aparición de Cintia de Propercio (IV 7) y el Triunfo de la muerte de Petrarca. Una visión romántica de Propercio se puede encontrar en el italiano Vincenzo Padula (1819-1893) en su obra Pauca quae in Sexto Aurelio Propertio Vincentius Padula ab Acrio animadvertebat de 1871 99. Petrarca y Propercio (I 1) inspiran algunas poesías de juventud de Giosuè Carducci (1835-1907), como el «Nuo vo amore» (Iuvenilia I 13) o el poema «A Neera» (Iuvenilia II 31). En 1917, Ezra Pound (1885-1972) completó su Homage to Sextus Propertius, una traducción recreada de algunas poesías de Propercio 10°. Aunque cometió algunos errores de traducción, su versión supera a muchos análisis fríos, distantes y no pocas veces irreales de los filólogos. Merece la pena recitar su poema VII (= II 15): Me happy, night, night full o f brightness; Oh couch m ade me happy by my long delectations; How m any words talked out with abundant candles; Struggles when the lights were taken away; Now with bares breasts she wrestled against me, Tunic spread in delay;
98 En la introduction a W. G. S h e p h e r d , Propertius. The Poems, Harmondsworth, 1985, pàg. 23. 99 Cf. P. V. T o m a s z u k , A Romantic Interpretation o f Propertius: Vincenzo Pa dula, Aquila, 1971; La Penna, L ’integrazione difficile..., pàgs. 300-313. 100 Sigo el texto de J. P. S u l l iv a n , Ezra Pound and Sextus Propertius. A Study in Creative Translation, Austin, 1964, pàgs. 143-145.
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A nd she then opening my eyelids fallen in sleep, H er slips upon them; and it was her m outh saying: Sluggard! In how m any varied embraces, our changing arm s, H er kisses, how m any, lingering on my lips. «Turn not Venus into a blinded m otion, Eyes are the guides o f love, Paris took Helen naked coming from the bed o f Menelaus, E ndym ion’s naked body, bright bait for Diana», —such a t least is the story. While our fates twine together, sate we our eyes with love; For long night comes upon you and a day when no day returns. Let the gods lay chains upon us so that no day shall unbind them. Fool who would set a term to love’s madnesss, For the sun shall drive with black horses, earth shall bring wheat from barley, The flood shall m ove tow ard the fountain Ere love know m oderations, The fish shall swim in dry streams. N o, now while it m ay be, let not the fruit of life cease. Dry w reaths drop their petals, their stalks are woven in baskets, T oday we take the great breath of lovers, tom orrow fate shuts us in. T hough you give all your kisses you give but few N or can I shift my pains to other, hers will I be dead, If she confers such nights upon me, long is my life, long in years, If she give me many, G od am I for the time.
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En 1927 y 1928 Julien Benda 101 publicó en París un libro titulado Properce ou les amants de Tibur, en el que se redescubre el alejandrinismo y romanticismo de la poe sía del de Asís. Fue un toque de atención para una inter pretación de Propercio, más directa y menos académica. Propercio en España En 1499 se publicó La Celestina de Fernando de Rojas, cuya protagonista, Celestina, está modelada por alcahue tas famosas, como la Acántide de Propercio (IV 5), la Dipsas de Ovidio (Amores I 8) y la Trotaconventos del Arci preste de Hita 102. Pero las primeras imitaciones de Propercio en Espa ña 103 se producen a finales del siglo xv en el poeta neola tino Jeroni Pau 104. La recusatio de la Oda a la flo r de Gnido (11-25) de Garcilaso de la Vega (1501-1536) se inspi ra en nuestro poeta (II 1, 17-26). A partir de la segunda mitad del siglo xvi se multiplica la influencia de la poesía amorosa de Propercio en los poetas españoles Juan de Verzosa 105 (1523-1574), Antonio Serón (1512-cc. 1580) 106 y Hernán Ruiz de Villegas (ca. 1510-ca. 1571) 107. 101 Cf. L a P e n n a , L ’integrazione difficile..., págs. 314-324. 102 Cf. G. H ig h e t , The Classical Tmdilion. Greek and Román Influences on Western Literature = La tradición clásica [trad. A . A l a t o r r e ], México, 1978, I, págs. 215-216. Sin embargo, la Pánfila de Apuleyo no influyó en la Celestina; léase a F. P e j e n a u t e , Apuleyo. El asno de oro, Madrid, Akal, 1988, págs. 80-81. 103 Deseo agradecer a J u a n F. A l c i n a R o v ir a el haber puesto a mi disposición sus trabajos «Petrarquismo latino en España, I», Nova Tellus 1 (1983), 55-74; y «Propercio y Quevedo», comunicación presentada al Simposio Catalán de Estudios Clásicos, en prensa. 104 Léase a M. V h a l l o n g a , Jeroni Pau. Obres, I-II, Barcelona, 1986, I, págs. 176-177. 105 Cf. A l c i n a R o v ir a , «Petrarquismo latino en España I», págs. 72-74. 106 Cf. Sylva Vil 152-157, y Elegeia VI 69-70 (de M a r c ia l , XIV 189). 107 Léase a J. F. A l c i n a , «Petrarquismo latino en España, II: Hernán Ruiz de Villegas y la imitación de Marulo», Nova Tellus 4 (1986), 49-51.
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El poeta español más properciano quizás sea Fernando de Herrera (1534-1597). Sus poesías rezuman por doquier el vocabulario y las imágenes amatorias de Propercio, tal vez tamizado por la influencia de Petrarca. He aquí el «So neto I» muy próximo a la primera elegía del poeta de Asís: Osé i temí: mas pudo la osadía tanto, que desprecié el tem or cobarde. Subí a do el fuego más m ’enciende i arde cuanto m ás la esperanza se desvía. Gasté en error la edad florida mía; aora veo el daño, pero tarde, que ya m al puede ser q u ’el seso guarde a quien s’entrega ciego a su porfía. Tal vez pruevo (mas ¿qué me vale?) alearm e del grave peso que mi cuello oprime; aunque falta a la poca fuerza el hecho. Sigo al fin mi furor, porque m udarm e no es o nra ya, ni justo que s’estime tan mal de quien tan bien rindió su pecho.
Como Propercio, Herrera define su amor como una locura de juventud que le impide tener seso, porque Amor le tiene oprimido el cuello. Léase por un momento la elegía properciana y se verá que es la misma situación que vivió Pro percio. Y desde luego, Fernando de Herrera era un gran conocedor del poeta de Asís, como se ve en su comentario a Garcilaso de la Vega (1580). Al comentar el «Soneto VII» de Garcilaso de la Vega 108, lo relaciona con Propercio, II 12, de quien ofrece el texto latino y una versión de Fran cisco de Medina, de la que hablo a continuación. Además, descubre muchas otras imitaciones de Propercio 109.
108 Cf. la edición de A. G a l l e g o M o r e l , Garcilaso de la Vega y sus comentaris tas (Biblioteca románica hispánica: IV. Textos; 7), Madrid, 1972, págs. 331-332. 109 Cf. G a l l e g o , ibid., p á g s . 334 ( P r o p ., II 2, 1-2 y 3, 1-2), 398 (I 18, 1-4
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De la misma escuela poética que Herrera, Francisco de Medina (1544-1615) tradujo la célebre descripción de Amor de Propercio (II 12 no), de la que destaco el co mienzo: Cualquier que fue quien al A m or tirano pintó en edad tan tierna, ¿no os parece que tuvo buen consejo y diestra m ano? A dvirtió bien que el am ador carece de seso, y como niño sin cordura por bien ligero un grave mal padece. No sin causa le puso en la pintura dos alas extendidas con que vuela encerrado del alm a la estrechura. P orque en incierto m ar, rota la vela, el am ante navega al viento airado y de varios peligros se recela. C on flecha aguda el brazo tiene arm ado y suena am enazando cruel castigo la fiera aljaba al uno y otro lado antes que se descubra el enemigo, sentim os la herida, y nadie sana de la rabia y dolor que trae consigo.
San Juan de la Cruz (1542-1591) no sé si tuvo presente a Propercio en Cántico espiritual 91-95, pero desde luego parece, salvada la diferencia, el mismo programa de vida de Propercio, la ya citada nequitia amoris: Mi alm a se ha em pleado, y todo mi caudal, en su servicio; ya no guardo ganado,
y 19-20), 416 a i 15, 1), 449 (variación de IV 9, 65), 457 (II 8, 17), 463 (¿alusión a I 21?), 489 y 561 (III 24, 15, aunque Herrera lo asigne al libro I). 110 M . M e n é n d e z P e l a y o la asigna a la elegía novena en Biblioteca de traducto res españoles, III, Santander, 1952, pág. 123.
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ni ya tengo otro oficio, que ya sólo en am ar es mi ejercicio.
Lope de Vega (1562-1635) nos ofrece una excelente tra ducción de Propercio, I 2, en su Arcadia I I ( I a ed. de 1598), de la que destaco estos versos 1U: A m or desnudo oféndese del arte; m ira la tierra herm osa de colores y cuán m ejor reparte la yedra a su albedrío ram o y flores, qué a su gusto en los riscos crece el m adroño rubio y los lentiscos.
Francisco de Medrano (1570-1607), citado antes, com puso un soneto, deudor de Propercio, IV 1, y probable antecedente de la conocida Canción a las ruinas de Itáli ca 112 de Rodrigo Caro (1573-1647). Dice así: Estos de pan llevar campos agora, fueron un tiem po Itálica. Este llano fué tem plo. Aquí a Teodosio, allí a T rajano puso estatuas su patria vencedora. E n este cerco fueron Lam ia y Flora llam a y adm iración del vulgo vano; en este cerco el luchador ufano del aplauso esperó la voz sonora. ¡Cóm o feneció todo, ay! Mas erguidas, a pesar de fortuna y tiem po, vemos estas y aquellas piedras com batidas. Pues si vencen la edad y los extremos del m al piedras calladas y sufridas, sufram os, Amarilis, y callemos. 111 P á g . 180 de la edición de E. S. M o r b y , Lope de Vega. Arcadia (Clásicos Castalia; 63), Madrid, 1975. Noticia en M . M e n é n d e z P e l a y o , Biblioteca de tra ductores españoles, IV, págs. 333-334. 112 Cf. E. M. W il s o n , «Sobre la Canción a las ruinas de Itálica de Rodrigo Caro», Rev. Filol. Esp. 23 (1936), 379-396.
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El soneto y el poema de Rodrigo Caro debieron de ser vir de inspiración a la «Silva a Roma» de Francisco de Quevedo 113 (1580-1645), quien, por otra parte, inmortali zó la elegía I 19 en el soneto amoroso 114 más acabado de la literatura española: «Cerrar podrá mis ojos la postrera...». Esteban Manuel de Villegas (ca. 1589-1669), excelente traductor de Anacreonte y Horacio, no ignoró a Propercio. El ejemplo más claro es la «Elegía II» n s , que se inspira en gran parte en la primera elegía del poeta de Asís: Pero vosotros, que a la casta diosa, quando mas resplandece alia en su esphera, hacéis vajar con voz artificiosa: O bien mágico seas, o hechicera, haced, que mi dolor se apague un tanto, 0 que se ablande, la que assi me altera. Que entonces yo cireere, que vuestro encanto es poderoso en detener los rios, 1 a trastornar la barca del espanto. Pero no es esto, paniaguados mios, assi se desam para al desdichado? assi pasm ais en mi favor los brios? T raed, traed remedios de cuidado, que por la libertad, sufrir espero el trém ulo alm acén de un abogado. Ni tem blaré las llam as, ni el acero, ni al verdugo daré palida cara, cuando me venga a desm em brar severo.
113 C f . J. F. A l c in a R o v ir a , «Propercio y Quevedo», en prensa. 114 Estudios de F. L á z a r o C a r r e t e r , C . B l a n c o A o u in a g a y W. N a u m a n n en G. S o b e ja n o ( e d .), Francisco de Quevedo, 2." ed., Madrid, 1984; cf. J. O l iv a r e s , The love poetry o f Francisco de Quevedo. A n aesthetic and existential study, Cambridge, 1983, págs. 128-141. ns Sigo la edición de N á j e r a , 1617, págs. 7-8.
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Menéndez Pelayo 116 recuerda las traducciones de Vi cente Mariner, José Cadalso (1741-1782) 117 y Juan de Iriarte (1702-1771) 118. Tovar-Belfiore (págs. XXXVI-XXXVII) destacan con razón las versiones del colombiano Miguel Antonio Caro (1843-1909), quien tradujo 29 elegías de Propercio en ter cetos. Tradujo también al latín la Canción a las ruinas de Itálica de Rodrigo Caro 119. En la poesía de Luis Cernuda(l 902-1963) se ha obser vado 120 la influencia de la poesía latina, del epigrama griego y de los filósofos presocráticos. Propercio I 3, por ejem plo, le inspiró gran parte de su Elegía (1927). Uno de los poetas contemporáneos que desarrollan más la idea del amor y la muerte es nuestro premio Nobel Vi cente Aleixandre (1898-1984). No estoy seguro de que sus atrevidas imágenes amatorias provengan directamente de Propercio, pero no me cabe la menor duda de que nuestro poeta las hubiera firmado con agrado. El amor y la muerte son el denominador común de La destrucción o el amor (1932-1933), que se podría resumir en versos como: «C uando m iro a tus ojos, profunda muerte o vida que me llama» (A ti viva) «Quiero am or o la m uerte, quiero m orir del todo, quiero ser tú, tu sangre, esa lava rugiente» (Unidad en ella) «M ás allá de la vida, mi am or, más allá siempre» (.M ás allá) 116 Cf. la edición de T o v a r -B e l h o r e , pág. XXXVI. 117 Tradujo a P r o p e r c i o , I I 1, 1-12. y J u a n d e I r i a r t e (1702-1771) 118Su refrán «A mujer mala poco aprovecha la guarda» viene de P r o p e r c i o , II 6, 39: nam nihil inuitae tristis custodia prodest. 1,9 La canción a las ruinas de Itálica del licenciado Rodrigo Caro, con introduc ción, versión latina y notas por M ig u e l A n t o n io C a r o publicadas por J o s é M a n u e l R iv a s S a c c o n i , Bogotá, 1947. 120 Cf. M a r ía , M . Á . M á r q u e z , «Comentario a Elegía: la influencia grecolatina en L. Cernuda», A ctas del VII Congreso Español de Estudios Clásicos, en prensa.
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Por último, Vicente Cristóbal me recuerda la Imitación de Propercio del poeta nicaragüense Ernesto Cardenal: Yo no canto la defensa de Stalingrado ni la cam paña de Egipto ni el desembarco de Sicilia ni la cruzada del Rhin del general Eisenhower: Yo sólo canto la conquista de una m uchacha. Ni con las joyas de la Joyería M orlock ni con perfumes de Dreyfus ni con orquídeas dentro de su caja de mica ni con cadillac sino solam ente con mis poemas la conquisté. Y ella me prefiere, aunque soy pobre, a todos los millones de Somoza.
La recusatio de la primera parte evoca a Propercio, II 1, mientras que el triunfo del amor y la poesía sobrelas ri quezas recuerda a I 8, 39-40.
V III.
TRANSM ISIÓ N DEL TEX TO 121
Las primeras imitaciones de Propercio se encuentran en Juan de Salisbury y en el Pamphilus. Ello demuestra 121 Fundamental es el libro de J. L. B u t r ic a , The Manuscript Tradition o f Propertius (Phoenix: Supplementary volume; 17), Toronto, 1984; de él son los da tos de R . J. T a r r a n t , «Propertius», en L. P. R e y n o l d s , Texts and Transmission. A Survey o f the Latin Classics, Oxford, 1983, págs. 324-326. Léase también a A. E. H o u s m a n , «The Manuscripts of Propertius 1-11», en The Classical Papers o f A . E. Housman, ed. J. D ig g l e y F . R . D. G o o d y e a r , Cambridge, 1972, I, págs. 232-304; A. L a P e n n a , «Studi sulla tradizione di Properzio. I: Il posto e il valore di D (Daventriensis 1792) e V (Ottobonianus Vaticanus 1514)», Stud. Ital. Filol. Class. 25 (1951), 199-238 y «Studi sulla tradizione di Properzio (continuazione e fine)», ibid. 26(1952), 5-36, que están resumidos en L'integrazione difficile..., págs. 243-249; y la introducción de la edición de F e d e l i (Stuttgart, 1984) en págs. III-XXIV.
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que el texto properciano era conocido en el valle del Loira, por Orleáns o París, durante los siglos x i i y x i i i . De allí procedería el arquetipo (O), del que se derivarían las tres familias de manuscritos propercianos que han llegado has ta nosotros procedentes de la segunda mitad del siglo x i i . El manuscrito más antiguo es el Guelferbytanus Gudia nus 224 olim Neapolitanus (N); fue copiado en el norte de Francia un poco antes del año 1200 122; contiene todo Propercio, excepto IV 11, 17-76. Unos 50 años después Richard de Fournival copió, tal vez en Orleáns, el Leidensis Vossianus 38 (A); contiene hasta II 1, 63, pero en tiempos debió de tener la obra entera. Este manuscrito fue enviado tras la muerte de Fournival a la biblioteca de la Sorbona. Allí fue copiado por Petrar ca, cuyo manuscrito fue copiado, a su vez, en varias oca siones; aunque se perdió, es la fuente directa o indirecta de los manuscritos italianos de los siglos xrv y xv. La co pia más antigua e importante es el Laurentianus plut. 36.49 (F), en Florencia, hecha por Coluccio Salutati entre 1379 y 1381. De él derivan los siguientes: a) el códice Holkhamicus Mise. 36 (L), conservado en la biblioteca Bodleiana de Oxford y copiado en 1421 en Génova por Giovanni Campofregoso; b) el códice Parisinus Lat. 7989 (P), en París, que contiene Catulo, Tibulo, Propercio y la Cena Trimalchionis, fue copiado en 1423; y c) el códice Marc. Lat. 443 (Z), en Venecia, copiado en Padua en 1453. La impor tancia de FLPZ 123 estriba en que sus lecturas son funda 122 Fue editado en facsímil con una completa introducción por T. B i r t , Codex Guelferbytanus Gudianus 224 olim Neapolitanus phototypice editus, Leiden, 1911; c f . P. F e d e l i , Propertius. Codex Guelferbytanus Gudianus 224 olim Neapolitanus, Asís, 1985. 123 F Z descienden directamente del manuscrito perdido de Petrarca, mientras que L P provienen de una copia perdida de ese mismo códice de Petrarca; cf. B u t r i c a , Manuscript Tradition..., págs. 53-54.
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mentales para la mayor parte del texto de Propercio, por que A se conserva incompleto, y la copia que hizo Petrar ca de él se perdió, como se ha indicado antes. Butrica defiende la tesis de que un grupo de manuscri tos del siglo xv forman una tercera familia, diferente de TVy A . Son el Vaticanus Lat. 3273 (v), copiado por Anto nio Beccadelli o Parnomita en 1427; el códice Parisinus Lat. 8233 (m), de 1465; el Bodmerianus Lat. 141 (r), de 1466; el Vaticanus Urbinas 641 (u), copiado ca. 1465-1470; el Monacencis (Bibliothecae Universitatis) Cim. 22 (s), de ca. 1460-1470; y el códice Casanatensis 15 (c), copiado en el 1470 o 1471 por Pomponio Leto. Parece ser que la fuen te común de todos estos manuscritos no es N, sino un codex vetustus (A-) que Poggio envió desde Francia a Niccoló Niccoli en Florencia. Dicho manuscrito estuvo en posesión de Bernardino Valla en 1484; sus lecturas fueron citadas por Poliziano en 1489 y por Puccius en 1502. Los manus critos v m r u s c forman, según Butrica y Heyworth, una tercera familia de manuscritos propercianos que debemos añadir a N y a A 124; tienen una gran importancia para la lectura de IV 11, 17-76, justamente donde a N le falta un folio. Por otra parte, un grupo de tres manuscritos (D = Daventriensis 1.82, olim 1792; V = Vaticanus Ottob. Lat. 1514\ y Vo = Leidensis Vossianus 117), copiados en Padua sobre 1460, no son independientes de N y A , sino que derivan de Z y otros relacionados con él. La importan cia de esta familia de manuscritos (A), procedentes de di versos manuscritos de los cincuenta años anteriores, re side en las buenas lecturas que ofrece. De ahí que E. Baeh124 Cf. B u t r ic a , págs. 62-95 y S. J. H e y w o r t h , en Class. Review 36 (1986), 45 (reseña al libro de B u t r ic a ); pero cf. las reticencias de A. L a P e n n a en Gnomon 61 (1989), 121-122.
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ELEGÍAS
rens, A. E. Housman y P. J. Enk los hayan sobrevalorado 125. En España 126 se conservan varios manuscritos, todos del siglo xv, de la obra de Propercio. De la Real Biblioteca del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial son los có dices g.IV.22 (ca. 1450-60?), g.III.12 (1450-75) y S.III.22 (1481 o después) 127. La Biblioteca Universitaria de Sala manca posee en sus fondos tres manuscritos que fueron utilizados por vez primera en la edición de TovarBelfiore 128: ms. 85 (So), ms. 86 (Se) y ms. 245 (Si), del año 1464 129. La Biblioteca Universitaria de Valencia guar da el ms. 725, de 1460 o después, con anotaciones margi nales de Pontano 130. Por último, en la Biblioteca del Se minario de San Carlos de Zaragoza se conserva el ms. A-5-9, de la segunda mitad del XV y contiene además a Tibulo, Maximiano y parte de Persio y Juvenal 131.
IX.
ED ICIO N ES Y TRADU CCIONES
La editio princeps de Propercio apareció en Venecia probablemente en febrero de 1472. En el mismo año y tam bién en la misma ciudad se imprimió el texto properciano 125 Léase a
Manuscript Tradition..., págs. 125-129 y 5-11. Catálogo de los manuscritos clásicos latinos existentes en Es paña, Madrid, 1984, pág. 624, s.u. Propertius. 127 Descripción en B u t r i c a , Manuscript Tradition..., págs. 218-221. 128 Léase su edición en págs. XXX1I-XXXIII, y, breve descripción en A. T o v a r , «Loci Propertiani», en Hommages a M. Niederman, Bruselas, 1956, págs. B u t r ic a ,
126 C f . L . R u b i o ,
3 2 4 -3 2 8 .
129 Cf. B u t r ic a , Manuscript Tradition..., 130 Cf. B u t r ic a , p á g . 2 9 8 . 131 Cf. B u t r ic a , pág. 330-331.
p á g s . 2 9 4 -2 9 6 .
IN TR O D U CC IÓ N
63
junto con el de Catulo y Tibulo. De esta edición proceden todos los incunables de Propercio 132. De las innumerables ediciones y comentarios de la poe sía properciana 133 hasta nuestros días habría que destacar a A. Poliziano (1472), F. Beroaldo (1486-1487), de donde procede la editio Aldina (1502), M. Antonio Mureto (1558), J. J. Escalígero (1577), J. Passerat (París, 1608), J. van Broekhuyzen (1702), los Adversaria de N. Heinsius (1742 por P. Burman II); a Ch. Th. Kuinoel (1805), K. Lachmann (1816), G. A. B. Hertzberg (1843), M. Rothstein (1920 y 1924), H. E. Butler y E. A. Barber (1933), P. J. Enk (1946 y 1962), D. R. Shackleton Bailey (1956), G. Luck (1964), W. A. Camps (1961-1967), L. Richardson (1976), J. C. Giardina (II, 1977), EL. Hanslik (Leipzig, 1979) y P. Fedeli, el gran estudioso moderno de Propercio, como ha demostrado en sus comentarios (I: 1980, III: 1985 134 y IV: 1965) y su edición (Stuttgart, 1984). En el mundo hispánico merecen ser reseñadas las edi ciones de Antonio Tovar y María T. Belfiore Martire 135 (Barcelona, Ediciones Alma Mater, S.A., 1963) y la de Joaquim Balcells y Joan Mínguez (Barcelona, Fundació Bernat Metge, 1946, 2 .a ed., a cargo de Josep Vergés). Si tuviera que elegir una de entre todas las traducciones españolas que conozco, me inclinaría con pocas dudas por la de Germán Salinas y Aznárez (Líricos y elegiacos lati nos. Tomo II: Propercio, Galo y Maximiano [Biblioteca Clásica Hernando; 232], Madrid, 1914, págs. 43-287). Otras, útiles en general, además de las dos citadas en el párrafo 132 Cf. B u t r ic a , p á g s . 1 5 9 -1 6 9 . 133 Lista completa en P . J. E n k , Sex. Propertii Elegiarum líber /, págs. 7 8 -8 5 . 134 Cf. mi reseña en Amer. Journ. Philol., 11 0 (1 9 8 9 ), 1 8 0 -1 8 3 . Una nueva edi ción de Propercio de G. P. Goold saldrá a la luz en la Loeb Classical Library. 135 Léase la crítica ponderada de J. P. B o u c h e r , «Une édition de Properce», Rev. Étud. Lat. 4 2 (1 9 6 4 ), 1 5 4 -1 5 9 .
64
ELEGÍAS
anterior, son las de Rubén Bonifaz (México, UNAM, 1974), Pedro L. Cano (Barcelona, Bosch-Erasmo, 1984) y Hugo F. Bauzá (Madrid, Alianza, 1987). De ellas me he benefi ciado en mayor o menor medida junto con la alemana de G. Luck (Zurich-Stuttgart, 1964), la inglesa de W. G. Sheperd (Penguin Books, 1985) y la italiana de L. Canali (Mi lán, 1987). La presente traducción He seguido en líneas generales el texto de Paolo Fedeli (Stuttgart, Teubner, 1984), pero teniendo también a la vis ta el de Georg Luck (Zurich-Berlín, 1964). Los pasajes en los que me desvío de Fedeli son los siguientes: F edeli
I 5, 5, 7,
1, 24 8 12 16
Lectura
a do pta da
t cythalinis f non solet fe r o s jq u o d nollim nostros euiolasset déos
Cytaeiadis ( L e o ) non sciet (dett.) fe r o x ( L u c k ) (quod nolim nostros, hev uoluisse deos)
8, 11 8, 13 8, 15 10, 13
nec tum patiatur reticere dolores
ne ( E s c a u g e r o ) non (c o d d .) patiantur ( G i r i ) recitare calores ( H e y -
12, 2
Pontice, R om a
conscia R om a
(C a m ps)
w orth
) (L u c k ,
Stahl)
15, 29
m ulta prius: uasto
nulla prius uasto
(P a s-
sera t)
16, 38
girato dicere to ta f
ingrato dicere p ota (C a m ps)
65
IN TR O D U C C IÓ N
LECTURA ADOPTADA
II 1, 5 3, 22 7, 8
fcog/st t quae quiuist im o re f
uidi (d e tt.) quae quaeuis ( P a l m e r ) amore (D V V o; E n k ,
7, 20 10, 22 13, 1
nom ine th a c f arm atur f etruscot
sanguine (c o d d .) his ( E s c a l i o e r o ) arm antur Susa (B e -
13, 48 19, 31 22B, 48-50
XGallicusj Macis m utem locus deperditus
24 26, 27, 31,
A, 11 23 7 5
et Cambysae tfle tu tf f/ií'c equidem P ho eb o t
Ilia d s aliquis ( M o r g a n ) m ussem ( P a l m i e r ) L u c k : quanta ilium toto uersant suspiria le c to ,/ cum recipi, quae non uenerit, ipsa ueta t? / et rursus puerum quaerendo audita fatigat, / quern, quae scire tim et, sciscere fa ta iubet. haec ( L a c h m a n n ) iam Gygae ( S c h r a d e r ) fle tu r ( G w y n n ) hic P hoebus Phoebo
32, 32, 34, 34,
33 58 29 53
corrupta corrupit terechtit restabit teru m p n a st
correpta ( F o n t e i n ) corripuit ( L u c k ) E rechtei (Itali) restabimus undas
indocta hic pecunia detrás del v. 38 50, 53, 52, 51, 54, tracta tota
in docto ( S t a h l ) hinc (dett.-, V o l s c u s ) Pecunia ( F e d e l i , 1985) orden norm al ( L u c k ) orden norm al ( L u c k ) tacta ( Vo V2) tuta ( F e d e l i , 1985)
S ta h l)
ro a ld o )
(H o e u fft)
(W a sse n b e rg )
34, 84 III 3, 17 7, 1 7, 21-24 7, 50-55 7, 68 9, 36
131. — 5
55
ELEGÍAS
66
FEDELI 10, 6
m'max
LECTURA ADOPTADA
m inas (VoF,v2:
S h . B a i
le y ) 11, 58
fem ín eo
fem íneas (F L P ;
R oh-
s te in ) 1 3 , 15
una
35
jíO ÍO ít
illa ( H e y w o r t h ) tutos ( S t e r k e ,
1 4 , 14
turba
turm a
H o e u fft) ( R a m íre z d e
V e rg e r) 1 5 , 11 1 8 , 21
uano
uero tamen huc
m anet hoc
data D indym is
date (codd.) D indym us ( F e d e l i ,
at
nec (d ett.)
u n id a a la a n te r io r
s e p a r a d a c o m o l a 25
(F e d e li,
1985)
(K e il,
P a lm e r) 20,
13
22, 3
1985) 6 2 4 , 21
(N V o,
m a y o ría d e
e d ito re s )
i sepulcral
pericia (d e t t S h .
3, 7
creáis in iteratos...ortus
creditis ( G u y e t ) at ( P a s s e r a t , L u c k ) intentos... arcus
3,
Aparee auiat
pactae tum mihi
gladios acriter in glaciem frigore nectit aguas nectit agua f sic hospes pariam ne tua regina sub aulai
ciauos (dett.\ L u c k ) astrictam in glaciem frig o re uertit aguas
t ceu blanda perure'f
ceu blanda pererrat
perque lauet
perluat
IV
1, 88
B a ile y ) 2,
12
2 , 28
(M o rg a n ) 11
(C a m p s ) 3, 34 3, 48
4 , 55
(M
organ)
sin hospes patria m etuar regina sub aula (L u c k )
5,
19
(W a a rd e n b u rg h ) 6 , 74
(M o rg a n )
67
IN TR O D U C C IÓ N
FEDELI
9, 13 9, 42, 65, 66, 43, 44, 45 9, 70, 73, 74, 71, 72
deo: furem
LECTURA ADOPTADA
deofurtum :
(H e y w o rth )
o rd e n n o rm a l
o rd en n o rm a l
He preferido mantener la forma externa del dístico ele giaco, aunque la traducción no sea en verso. He puesto además una especie de título a cada elegía, siguiendo así el criterio de ediciones y traducciones antiguas. Las expli caciones de los nombres propios quedan relegadas al índi ce correspondiente para no cargar excesivamente las notas, ya de por sí numerosas por los muchos problemas que plan tea el texto de Propercio. Deseo agradecer la valiosísima ayuda que me ha presta do la Profesora Ana P. Vega en las diferentes versiones de este volumen. Las gracias son también debidas a mis colegas Juan Fernández Valverde y Francisco Socas por sus correcciones a la Introducción. Por último, no tengo palabras para agradecer al revisor del volumen, el Profe sor F. Pejenaute, sus valiosísimas correcciones y sugeren cias. Por supuesto, los errores que se encuentren, sólo a mí son debidos. Sevilla, en Parque Cuatrotorres Semana Santa de 1989
BIBLIOGRAFÍA
Quienes se inicien en la poesía de Propercio tendrán, creo, suficiente con los siguientes libros: la edición de Fedeli (Teubner, Stuttgart, 1984), el indispensable libro críti co de Shackleton Bailey (Propertiana, Cambridge, 1956, reimpreso en Amsterdam, 1967), los estudios literarios de Boucher (París, 1965), La Penna (Turín, 1977) y Stahl (Berkeley, 1985), y, por último, algún que otro comentario pa ra pasajes concretos (Rosthein, 1920; Butler-Barber, 1933; Enk, 1946 y 1962; Camps, 1961-1967; y Fedeli, 1965, 1980 y 1985). Para quienes deseen profundizar un poco más, he aquí la siguiente bibliografía. Podrán encontrarse títu los sobre aspectos más concretos en las notas a la traduc ción. I.
R e p e r t o r io s
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V . ViPARELLi,
II.
1.
E d ic io n e s , c o m e n ta r io s , t r a d u c c i o n e s :
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LIBRO PRIMERO
EL LIBRO DE C IN T IA
1 LOCURA DE AMOR 1
C intia fue la prim era que me cautivó con sus ojos, pobre de mí, no tocado antes por pasión alguna. E n to n c es A m o r h u m illó la c o n tin u a a rro g a n c ia de m i m ira d a y so m etió m i cab eza b a jo sus p la n t a s 2, h a s ta q u e, cruel, m e in d u jo a o d ia r a las castas doncellas 3 y a llevar u n a vid a sin n in g ú n sentido. 1 La elegía gira en torno a tres secciones: a) locura de amor (1-18); b) no hay cura posible (19-34); y c) consecuencia: aviso a otros (35-38). Léase a H.-P. S t a h l , Propertius: «Love» and « War». Individual and State under Augustus, Berkeley, 1985, págs. 22-47 y 309-320; V . E c k e r t , Untersuchungen zur Einheit von Properz /, Heidelberg, 1985, págs. 36-57 y 263-275; y V . V i p a r e l l i S a n t a n g e l o , «Rassegna di studi properziani (1982-1987)», Boíl. Stud. Lat. 17 (1987), 58-60. 2 Los cuatro primeros versos constituyen una variatio del enamoramiento de Meleagro por Miísco (A n t. Palat. XII 101, 1-4); cf. G . G i a n g r a n d e , «Los tópicos helenísticos en la elegía latina», Emérita 42 (1974), 1-4. 3 Debe de referirse a las mujeres que son fieles a sus maridos o amantes. Si Propercio es rechazado por Cintia, es lógico que su pasión le lleve a odiar a quienes se mantienen leales a sus amantes, sean matronae o hetairas, no meretrices. Léase discusión de este discutido pasaje en G. L u c k , «Notes on Propertius», A m . Journ. Philol. 100 (1979), 73-75 y P. F e d e l i , Sesto Properzio. II primo libro delle Elegie, Florencia, 1980, págs. 67-69. 131. — 6
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Y y a hace u n añ o e n te ro qu e n o m e d e ja esta loca pasión, m ien tra s se m e o b lig a a ten er a los dioses c o n tra m í 4. M ilan ió n 5 sin reh u ir n in g ú n peligro, T u lo , 10
d o b leg ó la cru eld ad de la altiv a h ija de Ja so ; pu es h ace p o co a n d a b a él erra n te y fu e ra de sí p o r las cuevas p a rte n ia s e ib a a visitar las fieras salvajes; ta m b ié n él, alc a n z a d o p o r la h e rid a de la ra m a de H ileo, gim ió a b a tid o en las rocas arcad ias.
15 A sí p u d o d o m in ar a la veloz doncella: tal es el p o d e r d e las súplicas y las aten cio n es en el a m o r. E n m i caso A m o r, p erezo so , n o co n o ce astu cia alg u n a, ni se acu erd a, co m o antes, de ir p o r senderos conocidos. M as v o so tras 6, q u e ten éis el p o d e r ap a re n te de hacer b a ja r la lu n a 20
y el d eb er de o fre c e r sacrificios en altares de m ag ia, ¡ea, cam b iad el c o ra z ó n de n u estra d u eñ a y h aced q u e su r o s tro p alid ezca m ás q u e el m ío! E n to n c es creeré q u e po d éis haoer b a ja r las estrellas y d esviar el cu rso d e los río s m ediante c o n ju ro s de C ite a 7.
25 O v o so tro s, am ig o s, q u e ta rd e acudís a m i caída, b u sc ad rem ed io s p a r a u n c o ra z ó n enferm o; co n v alo r so p o rta ré el h ierro y el fuego cruel 8, co n ta l d e ten er lib e rta d p a ra d ecir lo que dicte m i ira; llevadm e p o r lejan o s p aíses, llevadm e p o r el m ar, 30
allí d o n d e n in g u n a m u jer p u e d a seguir m is p aso s. Q u ed ao s v o so tro s, a q u ienes el dios asien te co n o íd o fav o rab le, y sed fieles en u n a m o r siem pre seguro.
4 Los dioses, como en C a t u i o (LXXVI 11-12), son contrarios a su amor. Léase también a W. A. C a m p s , Propertius. Elegies book /, Cambridge, 1967, págs. 42-43. ! El mito de Milanión y Atalanta, aplicado a una experiencia amorosa, fue imi tado por O v id i o , A rte de amar II 1 8 5 -1 9 1 . 6 El motivo de las magas como remedium amoris aparece también en II 4 , 7 -8 ; 2 8 , 3 5 -3 8 ; III 6 , 2 5 -3 0 y IV 5 , 9 -1 8 ; cf. T i b u l o , I 2 , 4 3 -4 6 . 7 Medea procedía de Citea, en la Cólquide; cf. II 1, 53-54; 4, 7. 8 Es decir, el remedio más fuerte para cauterizar la profunda herida de amor que le corroe.
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En mi caso nuestra querida Venus ensaya noches am argas 9 y A m or sin dueño no me falta en tiem po alguno. Evitad, os lo aconsejo 10, mis males: que a cada cual retengan sus propias cuitas y no cambie su habitual am or. M as, si alguien hiciera oídos sordos a mis consejos, ¡con cuánto dolor, ay, recordará mis palabras!
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2 ALABANZA DE LA BELLEZA NATURAL 11
¿De qué sirve, vida m ía, ir con un peinado sofisticado y ondear los finos pliegues de un vestido de Cos, o de qué rociar tu cabello con m irra del O rontes, venderte con productos del extranjero, perder la belleza natural con m aquillaje com prado, y no permitir que tu cuerpo luzca sus propios encantos? Créeme, no existe adorno alguno que siente bien a tu figura: A m or, desnudo, desprecia la belleza artificial. M ira el colorido que ofrece la tierra en su herm osura, cóm o espontáneam ente nace m ejor la hiedra, el m adroño crece m ás hermoso en solitaria cueva, y el agua sabe correr por cam inos que nadie le ha enseñado; el litoral atrae con el color de sus propias conchas, y los pájaros trinan más dulcem ente sin ningún aprendizaje 12 . 9 Es decir, noches sin amor, atormentadas; cf. II 17, 3-4; IV 3, 29. Lo contra rio, o noche de amor, en I 10, 1 y II 15, 1. Véase análisis del pasaje en S. J. H e y w o r t h , «Notes on Propertius Book« I and II», Class. Quart. 34 (1984), 394-397. 10 El poeta, como praeceptor amoris, ofrece sus consejos (vv. 31-38) en materia de amores (erotodidaxis). 11 E l ataque a la belleza artificial y la defensa de la natural es un motivo de origen filosófico, que tuvo éxito en las suasorias retóricas. Se encuentra, p. ej., en J e n o f o n t e , Económico X 2-13; A r i s t e n e t o , Epíst. XXII 13-20; XXVII 2-13; P l a u t o , Mostellaria 288-292; T i b u l o , I 8, 9-16. Léase a F e d e l i , II libro prim o..., págs. 88-91; E c k e r t , Untersuchungen zur Einheit..., págs. 58-71 y 275-283. 12 Ejemplos de la naturaleza, enumerados por F h ó s t r a t o , Epíst., XXVII 2-4 y 8-11.
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15 No fue así como Febe, hija de Leucipo, inflam ó de am or a C ástor, tam poco con adornos a Pólux abrasó H ilaíra, herm ana de aquélla; ni así, la que fue un día motivo de discordia entre Idas y el apasionado Febo, la hija de Eveno 13 en las orillas de un río, su padre; ni con blancura engañosa sedujo al pretendiente frigio 14 20 H ipodam ía llevada en un carro extranjero: sino que su herm osura no dependía de piedras preciosas y su color era igual al de los cuadros de Apeles. No se preocuparon ellas de buscar enam orados por doquier: un elegante recato les era suficiente belleza. 25 Yo no tem o ahora que tú me estimes menos que a esos enam orados: si una joven agrada a uno solo, ya está bastante adornada; especialmente cuando Febo te regala sus cantos 15, Calíope de buen grado la lira A onia, no te falta la gracia extraordinaria de encantadoras palabras, 30 ni todo lo que Venus y Minerva alaban. Con esos dones tú serás siempre lo más dulce de mi v id a ,' con tal de que sientas hastío por los lujos despreciables.
3 VISITA A CINTIA 16
C om o A riadna quedó postrada sin fuerzas en la playa desierta al m archarse la nave de Teseo 17; 13 Marpesa prefirió a Idas frente a Apolo, temerosa de que éste la abandonara cuando ella se hiciera vieja. 14 Pélope sobornó al cochero Mirtilo para vencer en una carrera de cuadrigas a Enómao y así conseguir a la hija de Enómao, Hipodamía. 15 Alabanza de Cintia en los versos 2 7 -3 0 como puetla docta, motivo frecuente e n el epigrama helenístico; léase a F e d e l i , f l primo libro..., págs. 1 0 5 -1 0 6 ; cf. I 7 , 11 y la descripción de Lesbia en C a t u l o (XLIII y LXXXVI). 16 Merece la pena recordar dos célebres imitaciones de esta elegía: P a u l o S i l e n c i a r i o (en A nt. Palat. V 275), de la época de Justiniano (s. vi d. C.), y G o e t h e ( « D e r B e s u c h » ) , Sobre la elegía entera, cf. R. O. A. M. L y n e , «Propertius and Cynthia. Elegy 1.3», Proc. Cambr. Philot. Soc. 16 (1970), 60-78; E c k e r t , Unterzuchungen zur Einheit..., págs. 72-91 y 283-296. 17 Los exempta mitológicos de Ariadna, Andrómeda y la bacante están inspira dos en estatuas o relieves escultóricos de la época; Propercio era un gran conocedor
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y co m o la cefea A n d ró m e d a q u ed ó rec o sta d a en su prim er sueño, ya lib re de los ásp ero s arrecifes; e ig u al q u e u n a b a c a n te , ag o ta d a p o r d an zas co n tin u as,
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cae ren d id a en el fro n d o so A p íd a n o : así m e p areció q u e resp irab a dulce q u ietu d
Cintia, apoyada su cabeza sobre manos inseguras, cuando yo arrastraba mis pasos ebrios del m ucho vino bebido y los esclavos alum braban con antorchas ya bien entrada la noche. 10 Yo, sin haber perdido todavía el sentido, intento acercarm e a ella tocando ligeram ente el lecho; y, aunque arrebatado por doble llam a, tanto A m or com o Baco, dioses implacables los dos 1S, incitaban a tocarla acostada deslizando suavemente mi brazo bajo ella, a darle besos y a disponer las arm as 19 acercando mi m ano, sin em bargo no me atrevía a tu rb ar el descanso de mi dueña por miedo al enojo de su conocida crueldad; pero, clavado, la m iraba con ojos fijos, igual que Argo a los cuernos desconocidos de la Ináquida.
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Y ya quitaba de mi frente las guirnaldas de flores y las ponía, C intia, en tus sienes; o ya me divertía en arreglar tu cabello suelto o furtivam ente ponía m anzanas 20 en el hueco de tus m anos y prodigaba todos los regalos al sueño ingrato, regalos que a m enudo resbalaban de tu inclinado regazo; y cuantas veces suspiraste con extraños m ovim ientos, crédulo quedé aturdido por un vano augurio: que los sueños te trajeran insólitos temores o q u e alguien te o b lig ara a ser suya c o n tra tu v o lu n tad ; del arte griego, como demuestra en III 9 , 9-16, y 21, 29-30; O v id io imitó a Propercio en Amores I 10, 1-7; cf. también H o r ., Odas IV 4, 1-16. 18 La escena de embriaguez y excitación erótica no es original; cf. A nt. Palat. XII 118 ( C a l im a c o ); Am ores I 6 , 5 9 -6 0 ; A nt. Palat. V 93 ( R u f i n o ); A q u il e s T a c i o , Leucipa y Clitofonte II 3, 3. 19 Lógicamente, las armas del amor, como en IV 8, 88. Cf. G . G i a n g r a n d e , «Los tópicos helenísticos...», pág. 31, nota 1. La manzana simbolizaba en la Antigüedad una oferta de amor, como en C a t u l o , LXV 19-24; cf. A. R. IiT T L E w ix iD , «The Simbolism of the Apple in Greek and Román Literature», Han/. Stud. Class. Philol. 12 (1 9 6 7 ), 1 4 7 -1 8 1 , y M . C . B r a z d a , Zur Bedeutung des Apfels in der antiken Kultur, Bonn, 19 7 7 .
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hasta que la luna, que pasaba delante luna que habría detenido su luz si abrió tus cerrados ojos con sus rayos y así me habló C intia apoyando el
de la ventana entornada 21 , no fuera diligente, suaves; codo en el blando lecho:
35 « ¿A l fin el d esp recio d e o tra m u je r te h a d evuelto a m i lecho tras ex p u lsarte d e sus p u e rta s cerradas? P u es ¿d ó n d e h as p a s a d o las larg as h o ras de u n a noche q u e es m ía, im p o ten te, ¡ay d e m í!, c u a n d o las estrellas h a n term in a d o su carrera? ¡O jalá, m alv ad o , ten g as que s o p o rta r las m ism as noches 40
q u e a m í, d e s v en tu rad a , m e obligas a pasar!
Pues ha poco engañaba el sueño bordando hilos de púrpura y luego, cansada, con los sones de la lira de Orfeo; a veces quedam ente, en mi abandono, me quejaba a solas conmigo misma de los largos y frecuentes retrasos por el am or de otra: 45 h a s ta q u e el Sueño m e d e jó re n d id a co n sus alas p lacenteras: fu e la ú ltim a p re o c u p a c ió n de m is lág rim a s» 22.
4 REPROCHES A BASO
¿Por qué alabando, Baso 23, a tantas muchachas me fuerzas a cam biar y alejarm e de mi dueña? ¿Por qué no dejas que lo que me quede de vida lo pase en esta mi ya acostum brada esclavitud?
21 Ningún comentarista, a lo que sé (cf., p. ej., P. J. E nk, Sex. Propertii elegiarurrt Líber I [Monobiblos], Leiden, 1946, I 2, págs. 42-43; C a m p s , Elegies book I, pág. 51; y Fkdhí.i, II prim o libro..., pág. 129), ha reparado en que las ventanas tenían dos hojas y que, por tanto, la luz de la luna podía entrar por el espacio que quedaba cuando las hojas permanecían entornadas, es decir, una hoja frente a la otra (diversas... fenestras). C f . W . W im m e l, «Luna moraturis sedula luminibus. Zu Properz I 3, 31-32», Rhein. Museum, N.S., 9 (1967), 70-75. 22 Propercio compara a Cintia con la púdica Penélope homérica en los versos 41-46. Sobre el sueño que se abate sobre quien está en vela, cf. V irg., Eneida V 838-860. 23 Si este Baso es el poeta yámbico citado por O v i d i o (Tristia. IV 10, 45-48), el término «alabando» debe ser irónico, pues así se explicaría, por un lado, la de-
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A u n q u e tú elogies la belleza 24 de A n tío p e , h ija de N icteo
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de la e s p a rta n a H erm ío n e, y de cu a n ta s v iv iero n en la ed ad de la belleza, n o p e rm itirá C in tia q u e éstas conserven su fam a: y desde lueg o , si fu e ra c o m p a ra d a co n fig u ras m en o res, no se iría av erg o n zad a de que u n ju e z severo la v iera in ferio r.
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P e ro esta belleza es lo de m enos en m i lo cu ra; h ay cosas m ay o res, p o r las q u e m e a g ra d a , B aso, perderm e: su
fin a b la n c u ra , la g racia de sus m uchos en c a n to s y
los goces
q u e m e g u sta d isfru ta r b a jo callad a co lc h a 25. P o r lo cu al, c u a n to m ás te esfu erzas p o r ro m p e r n u e stro a m o r,
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ta n to m ás te b u rla m o s co n n u e s tra m u tu a fidelidad p ro m etid a . N o q u ed arás im p u n e: se e n te ra rá de esto m i lo ca e n a m o ra d a y será tu enem iga y te a b ru m a rá de im p ro p erio s; y d espués de esto C in tia n o m e c o n fia rá a tu am istad ni te b u sc a rá tam p o co ; se a c o rd a rá ella de u n a fa lta ta n gran d e
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y te d ifa m a rá fu rio sa en tre to d a s las o tra s m u ch ach as: ¡ay, en n in g ú n u m b ra l serás q uerido! E n sus llan to s n o d esp rec ia rá ella n in g ú n a lta r ni n in g u n a p ied ra sa g ra d a 26 d e las q u e se en cu e n tra n p o r to d a s p artes. P o r n in g u n a o fe n sa q u ed a m ás afe c ta d a C in tia q u e ser ab a n d o n a d a p o r C u p id o c u a n d o se le a r re b a ta su a m o r, especialm ente el m ío . ¡P e rm an ez ca así siem pre, suplico, y n o en cu en tre yo de su p a rte ningún m o tiv o de qu eja!
fensa que hace Propercio de la belleza física y espiritual de Cintia, y, por otro, los reproches a su amigo por criticar sus relaciones con Cintia. Cf. T. A. S u i t s , «The Iambic Character of Propertius 1.4», Philologus 120 (1976), 87-88; y F. Cairns, «Propertius 1.4 and 1.5 and the ‘Gallus’ of the Monobiblos», Pap. Liv. Lat. Sem. 4 (1983), 61-103. Hay quien identifica a este Baso con el rétor Julio Baso, citado a menudo en las Controversias de Séneca el Viejo. 24 Comienza un catálogo de heroínas (vv. 5-10) para ilustrar la belleza de Cintia. De este modo queda idealizada como puella diuina; cf. I 2, 15-20 y II 3, 23-32. 25 E n k , Líber I (Monobiblos), pág. 50: «agitur hic de veste stragula qua lectus operitur, cf. Catull. 163». R. S c a r c i a (Sesto Properzio: Elegie, Milán, 1987, pág. 71) lo explica así: «Nel linguaggio erotico, le ‘gioie sensuali’ in genere, provate nel ‘segreto’ dell'intimità (tacita veste).» 26 E1 culto a las piedras sagradas tenía lugar especialmente en la celebración de los Terminatia (23 de febrero); el rito fue descrito por O v i d i o , Fastos II 641-684.
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5 AVISO A SU AMIGO Y RIVAL GALO
¡Reprime ya, envidioso, tus desagradables palabras y déjanos ir jun to s p o r el cam ino que llevamos! ¿Qué pretendes, insensato? ¿Experim entar mis locuras? Te encaminas, infeliz, a sufrir las peores desgracias, 5 a posar tus plantas, desgraciado, en ocultas brasas 27, y a beber los tósigos de Tesalia entera. No es ella com parable con las jóvenes inconstantes: no sabrá ella enojarse suavemente contigo. Pero aunque no llegue a contrariar tus deseos, 10 ¡cuántas cuitas,por su parte, te causará! Ya no abandonará tu sueño, no abandonará ella tus ojos: ella, dom inante 28, es la única que sabe encadenar a los hom bres. ¡Ay, cuántas veces, desdeñado, correrás a mi um bral, m ientras se te escapan entre sollozos palabras arrogantes, 15tem blarás de horror entre tristes llantos, dejará el m iedo en tu rostro una mueca deform e, faltarán a tus quejas las palabras que quieras decir, y ni siquiera sabrás, desgraciado, quién eres o dónde estás! Entonces aprenderás a la fuerza la pesada esclavitud de mi am ada 20 y lo que significa irse a casa rechazado 29;
27 Pues el fuego que hay debajo de las cenizas es de naturaleza imprevisible; cf. C a l i m a c o , Epigrama XLIV 1-2 (= A nt. Palat. XII 139, 1-2): «Hay...fuego escondido debajo de las cenizas»; H o r a c i o , Odas II 1, 7-8: et incedis per ignes/ suppositos cineri doloso. 28 La sencilla enmienda de L uck (ferox animis) se adapta mejor que feros animis... uiros al contexto del poder de Cintfa sobre los hombres; cf. sus «Notes on Propertius», pág. 75. 29 En sr'vm um (v. 19) y exclusum (v. 20) se condensan dos de los motivos amatorios nías explotados por Propercio y demás poetas elegiacos; sobre «la escla vitud de amor» (seruitium amoris), cf. A. R a m í r e z d e V e r o e r , «El amor como servitium eri Tibulo», en Simposio Tibutiano, Murcia, 1985, págs. 371-377, con bibliografía en n. 7; y sobre «el amante rechazado» (exclusus amator), léase la famosa monografía de F. O. C o p l e y , Exclusus amator. A Study in Latin Love Poetry, Madison, 1956.
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ya no te extrañará tanto mi palidez o p o r q u é y o co n to d o m i cu erp o no soy n ad ie 30.
N o podrá ayudarte la nobleza cuando estés enam orado: A m or no sabe ceder el paso ante rancias imágenes. Y, si dejas la m e n o r huella de u n a in fid e lid ad tu y a ,
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¡co n q u é rap id ez tu b u en n o m b re se c o n v e rtirá en p u ro chism e!
Entonces yo no podré consolarte cuando me lo supliques, pues no tengo ningún remedio 31 para mi mal, sino que, desgraciados los dos por un m ismo am or, nos veremos o b lig ad o s a llo ra r u n o en el regazo del o tr o . P o r lo cu al, d eja, G a lo , de p re g u n ta rte so b re el p o d e r de m i C in tia: n o acu d e ella im p u n em en te c u a n d o se la p reten d e.
6 NO TE PUEDO ACOMPAÑAR, TULO 32
N o tem o yo ahora conocer el mair Adriático contigo, Tulo, ni desplegar mis velas por las saladas aguas del Egeo; contigo me atrevería a escalar los m ontes Rifeos y llegar más allá de la m orada de M em nón. 30 Porque el enamorado está «consumido» de amor; cf. C a l i m a c o , Epigramas XXX 3 (= A nt. Palat. XII 71, 3): «ya sólo eres huesos y cabello»; O v i d i o , Amores II 9, 14: ossa mihi nuda relinquil amor. 31 El amor como «enfermedad que no tiene cura»; cf. I 1, 25-28, y II 1, 58: solus amor morbi non amat artificem; amor non est medicabilis de O v i d i o (Heroidas V 149) o érotos gár oúdén phármakon de L o n g o (Dafnis y Cloe II 7, 7); cf. A. L a P e n n a , «Note sul linguaggio erotico...», págs. 206-208; añádase L u c r e c i o , IV 1119-1120: nec reperire malum id possunt quae machina uincat/ usque adeo incerti tabescunt uulnere caeco. 32 Propercio rechaza la invitación de L. Volcado Tulo para acompañarle a Asia, donde fue procónsul en el año 30-29 a. C. Para ello compone una elegía de despedi da (propemptikón) de un inferior a un superior distribuida en a) 1-4: elogio de la amistad con Tulo; b) 5-12: schetliasmós o protesta de Cintia a Propercio en el presente; c) 13-18: schetliasmós de Cintia a Propercio hacia el futuro; d) 19-36: elogio de Tulo (19-30: oposición entre la vida pública de Tulo y la vida de amor de Propercio; 31-36: elogio de las regiones que visitará Tulo). Es la interpretación de F. C a i r n s (Generíc Composition in Greek and Román Poetry, Edimburgo, 1972,
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5 Pero me detienen las palabras y abrazos de mi am ada, sus ruegos conm ovedores 33 y su rostro dem udado de color. Eila me habla de su pasión noches enteras y se queja de que, si la abandono, no existen los dioses. Ella me dice que ya no es m ía y me amenaza como 10 lo hace una enam orada desdeñada a un am ante desagradecido. A estas quejas yo no puedo resistirme ni un instante: ¡ay, que se m uera quien pueda am ar sin arrebato! ¿Es que tan to vale para mí conocer la culta Atenas y contem plar las antiguas riquezas de Asia 15 com o para que, al zarpar la nave, C intia me haga reproches, se arañe el rostro con sus m anos enloquecidas, y diga que se le deben besos si sopla viento contrario, y que nada hay más insensible que un hom bre infiel? Tú intenta aventajar las segures que mereció tu tío 34 y devuelve los antiguos derechos a los aliados olvidados.. Pues tu juventud no cedió nunca al am or, sino que siempre estuvo preocupada por las arm as de la patria. ¡Y que ese niño nunca te cause mis sufrim ientos y todo lo que he conocido entre lágrimas! 25 D eja que yo, a quien la Fortuna siempre quiso ver postrado, dedique esta vida al am or 35 hasta el final. M uchos perecieron con gusto en un am or duradero, en cuyo núm ero m e cubra a mí tam bién la tierra. 20
págs. 1-16), aceptada por F e d e u , II primo libro..., págs. 169-170. Cf. E. B u r c k , «Liebesbindung und Liebesfreiung. Die Lebenswahl des Properz in den Elegien 1.6 und 3.21», en Vom Menschenbild in der römischen Literatur, Heidelberg, 1981, II, págs. 349-372. 33 Escena similar en C a t u i o , XXXV 7-10 (invitación a Cedlio). 34 Las segures simbolizan el poder ejecutivo de los magistrados. La misma opo sición entre la vida pública de Tulo y la vida privada, dedicada al amor, de Propercio se encuentra en T i b u l o , I 1, 53-58 y 75-76 (Mésala y Tibulo). 33 Los términos latinos iners, inertía o nequitía designan la vida «ociosa» del enamorado, consagrado a la amada, por oposición a la vida «activa» del ciudadano dedicado a la milicia, el foro o los negocios; cf. E. J. K e n n e y , «Nequitiae poeta», en N. I. H e r e s c u (ed.), Ovidiana. Recherches sur Ovid, París, 1958, págs. 201-209; J. V e r e m a n s , «Le thème élégiaque de la vita iners chez Tibulle et Properce», en Hommages à R. Schilling, Paris, 1983, págs. 423-426; cf. nota a I 6, 26.
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Yo no he nacido para la gloria ni sirvo para las armas: el destino quiere que yo me aliste en esta milicia 36. Pero tú , ya por donde se extiende la muelle Jonia, ya por donde las aguas del Pactolo bañan los cam pos de Lidia, ya recorras la tierra a pie o ya surques el ponto con remos, tam bién serás parte de un imperio agradecido. Entonces, si llega un m om ento en que te acuerdes de mí, podrás estar seguro de que yo vivo bajo un signo cruel 37.
1 ÉPICA Y ELEGÍA 38
M ientras tú, Póntico 39, cantas las luchas fatales de la Tebas de C adm o y la guerra fratricida y — ¡ojalá me sintiera feliz así! — rivalizas con H om ero, príncipe de los poetas 40 (siempre que los hados sean propicios a tus versos), yo, com o acostum bro, me dedico a mi poesía de am or y busco algo con que doblegar a mi altiva dueña; y se me obliga a ser esclavo no tanto de mi inspiración com o de mi dolor y a lam entar los días penosos de mi juventud. Así transcurre mi m anera de vivir, así es mi renom bre, de esa form a deseo que se extienda la fam a de mis versos. 36 Sobre el término militia en los elegiacos latinos, cf. F. C a i r n s , «The Etymology of militia in Román Elegy», Est. Clás. 88 (1984), 211-222, esp. 214-217. 37 Propercio recuerda que la esclavitud de su amor aparece en su horóscopo (IV 1, 84 y 137-150); cf. L. R i c h a r d s o n , Propertius. Elegies I-IV, Norman, 1976, pág. 164. 38 Sobre la diferencia entre épica y elegía, léase a O v i d i o , Amores I 1 y II 18, 1-12; cf. F. Q u a d l b a u e r , «Non humilem... poetam. Zur literargeschichtlichen Stellung von Prop. 1,7,21», Hermes 98 (1970), 331-339. La estructura de I 7 y 8 es analizada por W. H e r i n g , «Form uud Inhalt in der früaugusteischen Poesie», A ufst. Nied. Rom. Welt II, 30.1 (Berlín-Nueva York, 1982), 226-243. 39 Poeta épico, autor de una Tebaida (cf. I 9, 9-10) o canto de la guerra entre Etéocles y Polinices. A la poesía épica de Póntico nuestro poeta opone la elegía o poesía de amor, la única que sirve para mitigar los sufrimientos de amor. 40 Homero es el poeta épico más importante, como Mimnermo (cf. I 9, 11), Filetas y Calimaco (cf. III 1, 1) son los maestros de la elegía.
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ELEGÍAS
Que de mí alaben tan sólo haber agradado a mi culta a m a d a 41, Póntico, y haber soportado a m enudo injustas amenazas; que después me lea asiduam ente el am ante desdeñado y séale útil el conocim iento de mis desgracias 42. 15 Si a ti tam bién este niño te hiriera con su arco certero (y espero que nuestros dioses, ay, no lo deseen), llorarás desgraciado cuando, lejos los cam pam entos, lejos los siete ejércitos 43, sean sordos a tu llam ada en eterno olvido; y en vano desearás com poner versos enternecedores 20 ni A m or, ya tardío, te inspirará poemas. Entonces ya no me verás más com o un poeta de estilo ligero 44, entonces me antepondrás a los rom anos dotados de vena poética; y los jóvenes no podrán guardar silencio en mi sepulcro: AQUÍ YACES, POETA GRANDE DE NUESTROS AMORES.
25 Tú no desprecies con tu orgullo mis poesías; cuando Am or llega tard e, cobra un interés ex o rb itan te 45.
8 TRIUNFO SOBRE EL RIVAL
¿Es que te has vuelto loca y no te retiene mi am or por ti? 46. ¿O valgo para ti m enos que la helada Iliria?
41 Sobre el motivo de la puella docta, léase I 2, 27-30; 3, 42; II 11, 6; 13, 11. 42 El poeta, una vez más, se erige en magister amoris transmitiendo sus expe riencias amorosas a otros; cf. I 10, 14-20. 43 Alusión a los Siete contra Tebas. Tal vez se trate de una velada referencia al poema épico mencionado en los versos 1-2; cf. nota 39. 44 Se refiere al estilo tenuis o ieptós, que es el adecuado a la poesía elegiaca por oposición al elevado (granáis o grauis) de la épica; cf. Q u a d l b a u e r , «Non humilem... poetam...», págs. 331-339. 45 Situación descrita en la elegía 9, donde el amor le llega a Póntico tarde y, por eso, más fuerte, como corresponde a alguien que lo ha despreciado largo tiem po; cf. Trem o, I 2, 87-88; 8, 7-8; O v i d i o , Heroidas IV 19. 46 La elegía empieza ex abrupto con un largo schetliasmós o protesta airada (vv. 1-16) por la posible marcha de Cintia con un rival. Los ocho primeros versos son dirigidos a la misma Cintia, mientras los ocho restantes expresan las amenazas
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¿Y tan gran cosa te parece ése, quienquiera que sea, com o para que desees desplegar velas sin m í con cualquier viento? ¿Puedes tú oír sin m iedo los bram idos del m ar enloquecido 5 y puedes tenderte para dorm ir en una d ura nave? ¿Puedes tú hollar con esos tiernos pies la escarcha caída, tú 47 aguantar, C intia, la nieve a la que no estás acostum brada? ¡O jalá duren el doble las brum as del invierno y las Pléyades 4S, tardías, dejen inactivo al m arinero, para que no se suelten para ti las am arras en la costa del Tirreno ni una brisa enemiga se lleve mis súplicas! ¡Y que yo no vea que am ainan los vientos hasta el punto de que, cuando las olas se lleven la nave en que viajas, tengan que soportar que yo, clavado en la vacía orilla, sin cesar te llame cruel con m ano am enazadora! 49. Sin em bargo, aunque mereces, perjura, cualquier cosa de mí, que Galatea te asista en la travesía: ¡que a ti, sorteadas las rocas Ceraunias con remos venturosos, te reciba Orico en sus tranquilas aguas! 50. típicas del propemptikón inverso, aunque no tan fuertes como las que Horacio lan zara contra Mevio en el Epodo X. Sobre los tópicos genéricos de la poesía, léase a C a i r n s , Generic Composition..., págs. 148-152. Cura equivale prácticamente a «amor»; cf. R. P i c h ó n , Index verborum amatoriorum, Hildesheim, 1966 (= 1902), pág. 120. 47 La repetición de la segunda persona («Du-Stil») es normal en las súplicas. Los versos recuerdan a V i r g i l i o , Bucólicas X 46-49. 48 La aparición de las Pléyades en primavera señalaba cada año el comienzo de la navegación, según Servio (a V irg., Geórgicas I 138). 49 Propercio desea en los versos 9-12 que el barco de Cintia no pueda zarpar porque el invierno se alargue, pero, si la nave no tiene más remedio que partir (v. 14), él no quiere que soplen vientos suaves que retrasen la nave (v. 12) y se prolongue así el sufrimiento (w . 13-14) de verla partir. He leído, pues, non videam en el verso 13 y he interpretado el ut...patiantur del verso 15 como dependiendo de taiis ventos. Sobre estos discutidos versos, léase a E nk, Líber l (Monobiblos), págs. 78-79; P. F íd e li, «Interpretazioni properziane», Riv. Filol. e Istruz. Class. 102 (1974), 415-417; II prim o libro..., págs. 214-215; F. M o y a , «Propercio I 8: apostillas reinterpretativas», Est. Clás. 88 (1984), 204-209. 50 Los deseos de un buen viaje (w . 17-20) eran tópicos en los propemptiká o poesías de despedida. Sobre este locus vexatissimus, cf. F e d e u , / / primo libro, págs. 217-219.
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ELEGÍAS
Pues ninguna m ujer po d rá seducirme com o para que yo, vida mía, deje de añorarte con lam entos en tu umbral; y no dejaré de preguntar con insistencia a los m arineros: «Decidme, ¿en qué puerto está retenida mi am ada?», 25 y añadiré: «Aunque esté en la orilla de A tracia, y aunque en las de Iliria, ella ha de ser m ía.» ¡Se quedará aquí! 51. ¡Lo ju ró y aquí permanece! ¡Que revienten mis enemigos! ¡He ganado: se rindió a mis ruegos insistentes! Ya puede la envidia avara renunciar a falsas alegrías: 30
m i C in tia d esistió d e v iajar p o r ru ta s desconocidas.
Ella me quiere y por mí dice que Rom a es lo más querido, y sin mí dice que no hay reinos que sean dulces 52. Ella ha preferido dorm ir conmigo, aun en un lecho angosto, y ser de cualquier m odo mía, 35 a p o seer el an tig u o rein o q u e h ered ó H ip o d a m ía
y las riquezas que antes Élide había ganado con sus caballos. A unque él le diera grandes regalos, aunque le prom eta otros m ayores, sin em bargo no ha huido codiciosa de mi regazo. A ella no he podido doblegar ni con oro ni con perlas de la India, 40 sino con el regalo de versos enternecedores 53. ¡Existen, pues, las M usas, y no es remiso A polo con el enam orado; en ellas confío para am ar: Cintia, incom parable, es mía! A hora puedo hollar con mi planta las estrellas m ás altas: venga el día o venga la noche, ¡ella es mía! 45 N o m e r o b a rá ese
riv al su am o r acen d rad o :
esa g lo ria co n o cerá m i encanecida cabeza. 51 Desde que Justo Lipsio (1547-1606) comenzara aquí una nueva elegía, los críticos se han dividido en la aceptación o no de su propuesta. Creo que se puede mantener la unidad de la elegía, viendo en ella dos partes complementarias de un triunfo del poeta sobre su rival: a) miedo por la posible marcha de Cintia con un amante al Oriente (w . 1-26); y b) alegría desbordada ante la no partida de Cintia. Léase un estado de la cuestión en F. M o y a , «Propercio I, 8...», págs. 193-198; cf. J. T. D a v i s , Dramatic Pairings in the Elegies o f Propertius and Ovid, BernaStuttgart, 1977, págs. 27-38. 52 El término regna «reinos» está tomado en su acepción amatoria; de ahí el adjetivo dulcía «dulces». Cf. Pichón, Index verborum amatoriorum..., pág. 251. 53 Con blandum carmen se alude a la poesía de amor quepuede doblegar a la amada por encima del oro y las gemas; cf. M. P u e l m a , Lucilius und Kallimachos, Frankfurt am Main, 1949, págs. 249-250. ¿Se refiere Propercio en concreto a los versos 1-26, como quiere FteDELi (II primo libro..., pág. 227)?
LIBRO PRIM ERO
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9 YA TE AVISÉ, PÓNTICO
Yo te decía, burlón, que te llegaría el am or y ya nunca serías libre para hablar 54: hete aquí que estás abatido, te sometes suplicante a las leyes de una muchacha y ahora manda en ti una cualquiera comprada hace poco. No me vencerían las palom as 55 de C aonia en tem as de am or, al citar los jóvenes dom inados por sus am adas. El dolor y las lágrim as me han hecho un experto con razón 56; ¡ojalá, libre de am or, se me pudiera tildar de ignorante!
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¿De qué te sirve ahora, desgraciado, com poner versos solemnes o llorar las m urallas de la lira de A nfión? 10 Más puede en el am or el verso de M im nerm o que el de H om ero 57; A m or pacífico 58 prefiere los versos suaves. ¡Ea, te lo ruego, deja a un lado esos tristes libritos y canta lo que toda m uchacha desea escuchar! Pero, ¿y si no tuvieses m ateria a tu disposición? Bueno, estás 15 buscando ahora, insensato, agua en m edio de un río 59. Todavía no estás pálido ni te ha alcanzado el fuego de verdad: ésta es la prim era chispa de la futura desgracia. Entonces desearás vértelas con los tigres de A rm enia y conocer las ataduras de la rueda infernal 60 m ejor 20
54 Propercio le había advertido en la elegía 7; sobre el motivo del irrisor amoris, cf. Tibulo, I 8, 71-76. 55 Las palomas eran las aves de Venus; cf. III 3, 31-32. Léase a R ichardson, Elegies..., pág. 171. 56 En términos parecidos se expresa T ibulo, I 8, 1-6. 57 Sobre Mimnermo y Homero, cf. I 7, 3. Aquí se condensa el tema de la pre sente elegía: la antítesis entre poesía épica y poesía de amor, tema ya tratado por Calimaco (Aitia, fr. 1, 11-12 P fe itfer). 58 El tema de Amor, un dios pacífico, es desarrollado en III 5, 1: Pacis A m or deus est, pacem ueneramur amantes. 39 Sobre el proverbio, véase A. O t t o , Die Sprichwörter und sprichwörtlichen Redensarten der Römer, Hildesheim, 1971 (= 1890), págs. 138-139, núm. 674. 40 Los dos adynata eran tópicos: los tigres de Armenia, nunca vistos en Roma
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ELEGÍAS
que sentir en la m édula otras tantas veces el arco de Cupido y no poder negar nada a la ira de tu am ada. Ningún am or ofrece nunca a nadie alas tan dóciles como para no poder m anejarlas alternativam ente con sus m anos 61. 25 No te fíes de que ella sea bastante condescendiente: la que es tuya, Póntico, penetra más hondam ente en tu corazón, especialmente cuando A m or no perm ita apartar tus ojos libres de ella 62 ni te perm ita estar en vela por otro m otivo. A m or no se ve hasta que sus m anos alcanzan los huesos: 30 ¡seas quien seas, huye, ay, de los continuos halagos! A ellos incluso las piedras y encinas llegan a ceder, con más razón tú, sólo un soplo ligero. P o r lo cual, si eres hum ilde, reconoce cuanto antes tus desvarios: contar por quién te mueres a m enudo sirve de alivio en el am or 63.
10 CUIDA, GALO, DE TU AMOR 64
¡Oh dulce velada, cuando testigo de vuestro prim er am or era confidente de vuestras lágrim as 65! ¡Oh dulce placer para mí recordar esa noche, oh cuántas veces he de evocarla en mis deseos,
hasta el ano 11 a. C. ( F e d e u , II primo libro..., pág. 242), y la rueda de Ixion que gira sin cesar. 61 E s decir, Amor juega con el enamorado como los niños con los cometas: unas veces suelta la mano y lo deja libre al viento, otras tira de la cuerda para controlarlo estrechamente. O como el niño que juega con un pájaro atado a su mano, como I. A. Vulpius (1755) y D. Wyttenbach (1746-1820) explicaran; cf. E n k , Líber I (Monobiblos), págs. 91-92; G. L u c k , Properz Tibull. Liebeselegien, ZurichStuttgart, 1964, pág. 407; y H. E . B u t l e r - E . A. B a r b e s , The Elegies o f Propertius, Hildesheim, 1969, págs. 167-168. 62 Recuérdese I 5, 11: Non tibi iam somnos, non illa relinquet ocellos. 63 Cf. H o r a c i o , Odas I 27, 10-12. 64 Léase el estudio de R. V e r d i é r e , «Analyse exégétique et psychopathologique du carmen 1, 10 de Properce», Helmantica 36 (1985), 369-416. 65 Es la imagen de quien llora de alegría en un amor feliz; cf. I 13, 15-16; III 8, 23.
LIBRO PRIM ERO
c u a n d o te vi desfallecer de a m o r, G alo 66, e n los b razo s d e tu a m a d a 61 y a la rg a r len tam en te v u estra charla!
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Y, a u n q u e el sueño p e sab a sobre m is o jo s, q u e ib an cerrán d o se, y la lu n a b rilla b a en el cielo en m ita d de la n o ch e, n o p u d e , em p ero , a p a rta rm e de v uestros ju eg o s am orosos: ta n g ran d e era la p asió n de v uestras recíp ro cas p a la b ra s.
10
P e ro , p u esto q u e n o tem iste c o n fia rte a m í, recibe la reco m p en sa p o r la aleg ría q u e m e diste: n o só lo ap re n d í a re c ita r v uestros fuegos, ta m b ié n h a y en m í, am ig o m ío, algo m ay o r q u e la lealtad 68. Y o p u e d o 69 u n ir d e nuevo a am an tes se p ara d o s
15
y p u e d o a b rir las p u ertas esquivas de la am a d a ; y p u e d o sa n ar las h erid as recientes q u e o tra p ro d u jo , p u es n o es p eq u eñ o el rem edio q u e hay en m is p alab ras. C in tia siem pre m e en señ ó lo q u e d eb ía exigir o ev itar: ¡algo h a lo g rad o A m o r!
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T ú p ro c u ra 70 n o e n fre n ta rte a tu a m a d a fu rio sa, n i h a b la rle co n altiv ez n i estar callado m u c h o ra to , ni, si alg o p id e, n eg árselo con ceño ad u sto , ni sus am o ro sas p ala b ra s caig an en el vacío. L a m u jer m o n ta en có lera, c u a n d o se la m en o sp recia,
25
y n o se o lv id a, si se la o fen d e, de sus ju s ta s am enazas. A l c o n tra rio , c u a n to m ás hum ilde y dócil seas en el a m o r, m ás a m en u d o d isfru ta rá s de sus b u en as consecuencias. P o d rá perm an ecer feliz con u n a sola am ad a q u ien n u n ca esté lib re y su c o ra z ó n n u n ca vacío 71.
30
66 Es el mismo Galo de la quinta elegía. Ahora confía su amor a Propercio, que le agradece la confianza y le da sus consejos, como praeceptor amoris, para que conserve su amor. 61 Cf. 1 13, 15-16. 68 Me convence la lectura recitare calores (v. 13), en lugar de reticere dolores, de S. J. H e y w o r t h , comparando este lugar con O v i d i o , Tristia IV 10, 45: saepe suos solitus recitare Propertius ignes; cf. su «Notes on Propertius Books I and II», págs. 397-399. A fides, por tanto, no hay que buscarle el significado de fidele silentium. 69 Propercio se erige aquí ( w . 15-20) en magister amoris, como T i b u lo , I 4, 75-78. 70 Propercio ofrece a Galo en los versos 21-30 una pequeña lección de amor (erotodídaxis), para que conserve a su aunada. 71 La felicidad en el amor, nos viene a decir Propercio, consiste en ser esclavo 131. — 7
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ELEGÍAS
11 ESTANCIA DE CINTIA EN BAYAS
M ientras tú, Cintia, veraneas en pleno centro de Bayas 72, por donde pasa la vía de Hércules a lo largo del litoral, y m ientras admiras las aguas cercanas del fam oso Miseno, ha poco sometidas al reino de T esproto, 5 ¿te p reo cu p as d e ev o car noches, ay, que se acu erd en de m í? ¿A caso q u ed a alg ú n rincón en el fo n d o de tu corazón? 73 ¿O alg ú n d esco n o cid o riv al, co n fin g id a pasió n , te h a ro b a d o , C in tia , de m is poesías de am o r?
10
Y ojalá, confiada a remos pequeños, una pequeña barca te retenga en el lago Lucrino o te m antenga encerrada en las ondas ligeras de Teutras el agua dócil para ceder al rem ar con am bas m anos, antes que disfrutes escuchando íntim os halagos de otro, recostada dulcem ente en el tranquilo litoral,
15 co m o suele en treg arse m i a m a d a , c u a n d o se ve libre de vigilancia, p é rfid a , q u e te o lv id as de los dioses que n o s son com unes 74; n o p o rq u e yo d esco n o zca tu b ien p r o b a d a fa m a ,
sino porque en este lugar peligran todos los amores.
de una mujer (numquam líber) y tenerla siempre en el corazón (numquam uacuo pectore). Es la interpretación de L uck, Liebeselegien..., pág. 27. 72 Propercio reprocha a Cintia que se haya marchado a Bayas, lugar propicio a los placeres y veleidades amorosas; cf. O v i d i o , A rte de amar I 255-256, y E n k , Líber I (Monobiblos), págs. 99-100. Los versos siguientes (2-4) ayudan a describir el lugar (ékphrasis tópou), situado en la bahía de Nápoles; sobre la elegía, cf. Ch. F. S a y l o r , «Symbolic Topography in Propertius 1.11», Class. Journ. 71 (1975-76), 126-137. 73 Cf. A nt. Palat. V 166 ( M e l e a g r o ) : «¡Oh, Noche y pasión de Heliodora que insomne me tiene,/ tenebrosos crespúsculos con lágrimas y goces!/ ¿Queda acaso un rescoldo de amor o el recuerdo de un beso/ cuya imagen entibie la ceniza fría?...» (trad. M. F e r n á n d e z - G a l i a n o ) ; cf. E . S c h u l z - V a n h e y d e n , Properz und das griechische Epigramm, tesis doct., Münster, 1969, pág. 129. 74 Los dioses por los que los dos amantes han jurado amarse en un pacto de amor (foedus amoris). Cintia es llamada pérfida por no respetar ese pacto; cf. Fed e l i , // primo libro..., pág. 277.
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LIBRO PR IM E R O
Perdónam e, pues, si mis versos te producen alguna tristeza: el miedo será el culpable. 20 ¿Es que me preocupa ahora m ás la protección de mi querida madre? ¿O tiene sin ti algún sentido mi vida? Tú eres mi única casa, tú, Cintia, mis únicos padres, tú cada instante de mis alegrías 75. Y a esté triste , y a, p o r el
c o n tra rio , alegre
c o n m is am igos,
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co m o q u iera q u e esté, diré: « C in tia es la cau sa.»
Y tú abandona cuanto antes la corrom pida Bayas: esas playas ocasionarán la separación de muchos, playas que han sido enemigas de las castas doncellas: ¡ay, m u e ra n las ag u as de B ayas, ru in a d e A m o r!
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12 AÑORANZA DE CINTIA 76
¿P or qué no dejas de acusarm e sin razón de pereza, porque me retiene R om a, cómplice de mi situación? 77. E lla está alejada de mi lecho tantas millas cuantas el H ípanis dista del véneto E rídano; 5 y n o alim en ta C in tia m i am o r c o n sus a c o stu m b ra d o s ab razo s ni m e h a b la d u lcem en te al o íd o .
75 El lenguaje utilizado por Propercio en los versos 23-24 es propio de las plega rias, indicio, según F e d e l i (// primo libro..., pág. 281), de que el poeta se dirige a Cintia como puella diuina, la mayor idealización de la amada. La misma idea de que Cintia sea toda su familia aparece en II 7,19-20 y 18, 33-34, pero se remonta a H o m e r o , Iliada VI 429-430: «tú eres mi padre, mi venerable m adre/ y mi herma no, tú mi lozano esposo»; cf. C a tu lo , LXXII, 3-4. 76 La presente elegía responde a una «etopeya patética» (ethopoía pathetiké) distribuida en: a) introducción (1-6); b) lamento del enamorado comparando el pa sado con el presente (7-18); y c) conclusión de reafirmación amorosa (19-20). El mismo esquema se da en T e ó c r i t o , Idilio XI; Vmo., Bucólica II; A p o l o n i o d e R o d a s , IV 355-390; C a t u i o , LXIV 132-201. El esquema, de E. Peiffer, ha sido aplicado a Propercio por F e d e l i , // primo libro..., pág. 287. 77 Sobre la lectura del v. 2 (quod facial nobis conscia Roma moram?), léase a H.-P. S ta h l, Propertius: «Love» and «W ar»..., págs. 12-15.
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ELEGÍAS
Antes yo le gustaba: en aquella época nadie la am ó con una fidelidad igual 78. Fuimos blanco de la envidia: ¿es un dios quien me ha perdido? ¿O 10 nos separa alguna hierba recogida en las cum bres de Prom eteo? Ya no soy el que era: una larga ausencia cam bia a las enam oradas; ¡qué gran am or ha desaparecido en tan poco tiempo! A hora por prim era vez estoy obligado a pasar solo largas noches y a ser yo mismo odioso a mis propios oídos 79. 15A fortunado 80 quien puede llorar en presencia de la am ada, (no poco se alegra A m or con las lágrimas vertidas) o quien, desdeñado, puede cam biar de amores (tam bién se disfruta en el cam bio de esclavitud)81: pero yo no puedo ni am ar a otra ni dejar de am ar a ésta: 20 C intia fue la prim era, C intia será la últim a.
13 QUE SEAS FELIZ, GALO
Tú, como tienes por costum bre, te alegrarás de mi desgracia, Galo 82, viéndome solo y abandonado por mi am or. Pero yo no imitaré, pérfido, tus palabras: ¡que nunca tu am ante, G alo, desee engañarte! 5 M ientras crece tu fam a de seductor de muchachas e, inconstante, no te detienes en ningún am or, loco por una empiezas a palidecer con tardías cuitas de am or y a m archarte tan pronto te resbalas al prim er paso 83. 78 El verso parece estar inspirado en C a t u l o , L X X X V I I 3-4; cf. A. R a m í r e z Catulo: Poesías, Madrid, 1988, pág. 191. 79 El dormir solo (monokoitein) era una desgracia para el enamorado que se veía obligado a pasar largas noches (longa... nox) en vela sin poder quejarse siquie ra a la puerta de la amada. Cf. O v i d i o , Amores II 9B, 39-40. Léase a G l a n g r a n d e , «Los tópicos helenísticos...», págs. 34-35, y F e d e l i , II primo libro..., pág. 295. 80 Estructura típica de un makarismós (felix o beatus qui) o alabanza de la felicidad. 81 Esclavitud de amor o seruitium amoris. 82 Es el mismo destinatario de las elegías V y X de este mismo libro. 83 La metáfora evoca a un hombre resbalándose en un precipicio, desde luego, el del amor. Así M. R o h s t e i n , Sextus Propertius Elegien, Dublín-Zurich, 1966 d e V e rg e r,
LIBRO PRIM ERO
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Éste será el castigo por despreciar el sufrim iento de aquéllas: una sola vengará las desgracias de muchas. É sta te reprim irá esos vulgares am oríos y, buscando aventuras, no serás siempre su am ante. Esto lo sé no por m alas lenguas, no por augurios: lo he visto yo: ¿puedes, por favor, negar mi testim onio? Y o te he visto, co m o u n c o rd e rito , co n la cerviz sum isa 84,
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llo ra r, G alo , larg o tiem p o co n tu s m an o s so b re su cuello 85, q u e re r d e ja r tu alm a en sus labios a ñ o ra d o s y lo d em ás q u e p o r discreción, am igo, callo.
Yo no pude impedir vuestros abrazos: tan grande era la loca pasión que os abrasaba. No así el dios de T énaro mezclado con el Enípeo de Hem onia dom eñó fácilmente con su am or a la hija de Salmoneo, ni así el ardiente am or de Hércules por la celestial Hebe sintió los primeros goces después de ser quem ado en el E ta 86. Un solo día pudo hacerte olvidar todos tus pasados amores: p u es aq u élla te a tiz ó fuegos n a d a tib io s, y n o p erm itió q u e te saliera tu a n tig u a a rro g a n c ia
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ni te dejará que te vayas: tu propia pasión te em pujará a ella. Y no es de extrañar que, pareciéndose a Leda, digna de Júpiter, y sien d o m ás h erm o sa
q u e la p ro le de L e d a , ella sola m ás
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q u e las tres, te n g a m ás en can to q u e las h ero ín a s del fn a c o 87 y co n sus p a la b ra s sea cap az de e n a m o ra r al m ism o Jú p ite r.
Pero tú, que vas a m orir de am or de una vez por todas, aprovéchalo: no eras digno de o tra casa. Q u e ten g as suerte en esta lo cu ra q u e te llega p o r p rim e ra vez, y ella so la signifique p a r a ti to d o c u a n to desees.
( - 1920), I , p á g s . 139-140 y D . R . S h a c k l h t o n B a i l e y , Propertìana, A m s te r d a m , 1967 (= 1956), p á g . 39. 84 Motivo amatorio ( w . 15-18) de las «cadenas del amor» o uincula amoris; cf. L a P e n n a , «Note sul linguaggio...», págs. 187-190. 85 Recuérdese I 10, 1-10. 86 Los amores de Neptuno/Tiro y Hércules/Hebe fueron menos intensos que el de Galo por su amada. 87 Podrían ser las Danaides.
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ELEGÍAS
14 RIQUEZA Y AMOR 88
A unque, tendido muellemente ju n to a las aguas del Tíber, apures vino de Lesbos 89 en copas cinceladas por M éntor, y contem ples ya la navegación de botes muy rápidos o ya el arrastre por cable de naves muy lentas, 5 y todo tu bosque levante las copas de sus árboles plantados 90, como se alzan, am enazantes, los innumerables árboles del Cáucaso, sin em bargo eso no se puede com parar con mi am or: A m or no sabe rendirse a los grandes tesoros 91.
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Pues, ya descanse ella conmigo una noche deseada, ya pase todo el día en ociosos amores, entonces llegan a mi casa las aguas del Pactolo y se recogen gemas en las profundidades del m ar R ojo 92; entonces mis goces ratifican que supero a los reyes: ¡ojalá duren hasta que los hados señalen mi muerte!
88 La superioridad del amor sobre las riquezas es desarrollada en las tres partes (8 x 3) en que se distribuye la elegía; cf. J. King, «Propertius 1.14. The epic power and valué of love», Class. World 75 (1982), 329-339; y F. H. M u t s c h i e r , «Oekonomie und Philosophie», Rhein. Mus. 128 (1985), 161-180. 89 Sobre el vino de Lesbos, de sabor fuerte, cf. G. M. N i s b e t , M. H u b b a r d , A Commentary on Hornee: Odes. Book I, Oxford, 1970, pág. 225; léase a F. C a i r n s , Lesbia Mentoreo (Propertius 1,14,2)», Pap. Liv. Lat. Sem. 3 (1981), 419-422. 90 Otro signo externo de las riquezas de Tulo consiste en poseer toda una planta ción (nemus omne) de árboles de altas copas (satas intendat uertice siluas). Vertice es ablativo instrumental dependiente de intendat, sobreentendiéndose fácilmente cáelo 0 ad auras. Véase la discusión de este pasaje en C a m p s , Elegies book I, pág. 78, y F e d e l i , II primo libro..., págs. 326-327. 91 El verso 8 (nescit A m or magnis cedere diuitiis) es una levísima variación de 1 5, 24: nescit Am or priscis cedere imaginibus. 92 El Pactolo, río de Sardes, capital de Lidia, era famoso por su oro; el mar Rojo por sus perlas. Mediante la hipérbole, el poeta expresa lo que significa para él el amor con Cintia. La interpretación de R i c h a r d s o n (Elegies..., pág. 185) me parece exagerada, pues yo no observo ni deliberada figura humorística ni deliberada figura erótica.
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P u es ¿q u ién d isfru ta d e sus riquezas co n A m o r de enem igo?
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¡no q u iera yo teso ro s si V enus está irrita d a conm igo!
Ella 93 puede doblegar la enorme fuerza de los héroes, ella, tam bién, causar dolor a los hom bres altivos: ella no ha tem ido atravesar la frontera de los árabes ni teme, T ulo, penetrar en un tálam o de púrpura ni hacer dar vueltas por todo el lecho a un joven desgraciado: ¿qué alivio le ofrece la seda de textura variada? M ientras Venus me asista complaciente, no tendré reparo en despreciar cualquier reino o, incluso, los regalos de Alcínoo 94.
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15 INCUMPLIMIENTO DE LA FIDELIDAD PROMETIDA
A m enudo temí m uchas am arguras de tu ligereza, excluida sin em bargo, Cintia, esta traición. ¡Mira a qué peligro 95 me arrastra la fortuna! T ú, sin embargo, te m uestras insensible a mis temores, y tienes el valor de arreglar con tus m anos el peinado de ayer, de m aquillarte la cara en prolongada calm a 96 y de adornar tu pecho con piedras preciosas de O riente, com o una linda doncella se engalana para presentarse a su nuevo am ante.
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Pero no fue así com o Calipso, afectada por la partida del de ítaca, lloró en otro tiem po a las solitarias olas: 10 93 Especie de himno a Venus (descripción de su poder, como en T i b u l o , I 2, 17-24) con el característico estilo de tercera persona («Er-Stil») y la anáfora de illa (vv. 17-21); cf. F e d e l i , II primo libro..., págs. 329-330. 94 Se refiere a su palacio, regalo de los dioses; cf. H o m e r o , OdiseaVII 81-132; o a los regalos que Alcínoo hizo a Ulises (Odisea VIII 392). 95 Propercio debe de encontrarse enfermo. Léase una situación similaren T i b u l o , I 3 y I 5, 9-20; cf. J. T . D a v i s , «Fropertius’ periclum in 1.15», Class. Journ. 68 (1972), 134-137. 96 Sobre la lentitud de las mujeres en su arreglo personal, léase a T e r e n c i o , Heautontimorumenos 239-240: Et nosti mores mulierum:/ dum maliuntur, dum conantur, annus est [«Y ya sabes cómo son las mujeres: mientras se preparan, mien tras se deciden, pasa un año» (trad. de L. R u b io ) ] .
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m uchos días ella, triste y con el cabello sin arreglar, se quedó sentada, lanzando mil quejas al m ar cruel 91, y, aunque nunca más habría de verlo, se dolía ella, sin em bargo, evocando los m uchos días de felicidad pasada. Ni tam poco fue así com o Hipsípila, angustiada por los vientos que se llevaban al E sónida 98, se quedó en solitario lecho: Hipsípila no experimentó después de aquel ningún otro am or, tan pronto se consum ió por su huésped de Hem onia. Evadne, precipitándose en la desgraciada pira de su esposo, m urió como sím bolo del pudor de las argivas. Alfesibea vengó a su esposo en sus herm anos " , ro m p ie n d o el a m o r los vínculos de su p ro p ia sangre.
23 Ninguna de ellas pudo cam biar tu conducta
para que tú tam bién te convirtieras en un m ito famoso. 25 D e ja y a de co m eter p e rju rio s c o n tu s p a la b ra s,
C intia, y no provoques a los dioses olvidadizos 10c; ¡ay, dem asiado osada, te va a pesar el peligro que corro, si acaso te pasara algo grave! Ningún río 101 dejará de correr hacia el ancho m ar 30 y el año pasará con su curso cam biado, antes que mi am or por ti cambie en el fondo de mi corazón: sé como quieras, pero no me seas indiferente.
97 En la Odisea (V 202-268) de Homero Calipso acepta, resignada, la marcha de Ulises. Propercio, como O v i d i o en A rs 125-143, explota la imagen alejandrina de la mujer abandonada por sus maridos o amantes. Recuérdense otras escenas semejantes en: C a tu lo , LXIV 132 ss. y 249-250 (Ariadna y Teseo); Virg., Eneida IV 296-392 (Dido y Eneas) y V I475-476; O v„ Heroidas XII 55-66 (Medea y Jasón), Metamorfosis XI 421-473 (Alcíone y Céix); Apuieyo, Metamorfosis V 25 (Psique y Cupido). 98 Sobre la historia de Hipsípila, reina d»las mujeres lemnias, y Jasón, léase a A p o l o n i o d e R o d a s , Los Argonautas I 610-909, y a E s t a c i o , Tebaida V 49-498. 99 La colocación más lógica de los versos 15-16 detrás del 22 se debe a L a c h m a n n (edición de 1816, pág. 66): nam uerisimile est errorem natum esse ex simili pentametrorum exitu, 14. «laetitiae» et 22. «pudicitiae». 100 Porque los dioses hacen oídos sordos a los juramentos de amor. Léase A nt. Palat. V 6, 1-4 ( C a l í m a c o ) ; C a t u l o , LXX, y mi nota en Catulo: Poesías, pág. 184; Trem o, I 4, 21-26; 9 , 1-6; P r o p e r c i o , II 16, 47-56; 28, 5-8. 101 Los «imposibles» (adynata o impossibilia) o «el mundo al revés» de los ver sos 29-31 enfatizan la afirmación de amor eterno; cf. II 15, 31-34; III 19, 5-8.
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¡Q ue n o te p arezcan d e ta n p o co v alo r esos o jo s, p o r los q u e a m e n u d o m e he trag ad o tu perfidia! P o r ésto s tú ju ra b a s q u e , si decías alg u n a m e n tira ,
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se te cay eran en el hueco de las m anos: ¿y te atreves a lev an tarlo s de c a ra al p o d e ro so Sol, y n o tiem b las con sciente del delito co m etid o ? ¿Q u ién te o b lig ab a a cam b iar a m e n u d o el c o lo r de tu ro stro y a p ro v o car el lla n to sin q u e tu s o jo s q u isieran ?
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P o r ellos yo a h o ra m u ero , p ero he de a c o n sejar a am an tes iguales: « ¡Q u é p o co seg u ro es c o n fia r en halag o a lg u n o !» 102.
16 QUEJAS DE LA PUERTA DE CINTIA
« Y o , que a n ta ñ o fui ab ie rta p a ra grandes triu n fo s , p u e rta co n o cid a p o r el p u d o r de T a rp e y a 105, y cu y o s u m b rales, h u m ed ecidos p o r las lág rim a s de los p risio n ero s su p lican tes, a d o rn a ro n co n frecu en cia c a rro s de o ro , a h o ra , h erid a p o r las peleas n o c tu rn a s de b o rra c h o s, m e q u e jo d e ser a m en u d o g o lp e a d a p o r m a n o s indignas;
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n u n c a m e fa lta n v erg o n zosas g u irn ald as q u e cu elg an sobre m í ni ver a n to rc h a s tira d a s, señales de e n a m o ra d o s excluidos. Y n o p u ed o ale ja r de m í las n oches in fa m a n te s de m i du eñ a, y o , n o b le u ltra ja d a co n poesías obscenas I04;
102 Sentencia o gnóme conclusiva con una finalidad didáctica, derivada de la propia experiencia erótica del poeta; cf. 1 7, 25-26; 9, 34-35; 10, 29-30; 19, 25-26; II 23, 23-24; 25 , 47-48; 33, 43-44. Sólo aparecen en los dos primeros libros; cf. F e d e l i , / / primo libro..., pág. 362. 103 Sentido irónico, pues la vestal Tairpeya traicionó a su patria por amor a Tacio, enemigo de Roma. Tarpeiae... pudicitiae puede ser interpretado como geniti vo de limitación con valor causal; véase discusión de este controvertido pasaje en F e d e l i , II primo libro..., págs. 368-370. 104 El amante rechazado solía dejar versos (grabados o colgados en tablillas) de reproche, como aquí, o de amor en la puerta de la amada; cf. Ov., Amores, III 1, 53-54.
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ella tam poco se preocupa 105 de m irar por su buen nom bre, pues vive con más desvergüenza que la que permite el desenfreno de la época. E ntre estas cuitas se me obliga a llorar con graves lam entos, m u y triste a cau sa d e las larg as g u ard ias del e n a m o ra d o suplicante. 15 É ste n u n ca co n sien te q u e m is ja m b a s descansen, e n to n a n d o versos co n m elodiosos requiebros:
‘P uerta 106, más cruel incluso que tu misma dueña, ¿ p o r q u é, a tra n c a d a , callas co n h o ja s que m e so n ta n esquivas? ¿ P o r q u é, ce rra d a , n o ad m ites n u n c a m i am o r, 20 sin sa b er, c o n m o v id a, resp o n d er a m is súplicas furtivas?
¿Es que no se concederá fin a mi dolor y dorm iré vergonzosamente en tu indiferente um bral? D e m í la m ed ia n o c h e , de m í, a q u í tira d o , las estrellas q u e llen an el cielo, y la fría A u ro ra con el hielo de la m a ñ a n a de m í se com padecen: 25 tú eres la ú n ica q u e n u n c a sientes co m p asió n del su frim ien to h u m a n o y resp o n d es p or tu p a rte con tu s goznes callados.
¡Ojalá mi débil voz, a través del hueco de una rendija, pueda llegar a herir los oídos de mi amada! 30
Y, a u n q u e ella a g u a n te más q u e la ro c a de Sicilia 107 y sea m ás d u ra q u e el h ierro de los cálibes, sin em b arg o n o p o d rá co n ten er el llan to y en tre sus lág rim a s se le esc a p a rá sin querer u n suspiro. A h o ra d u erm e reclin ad a en los b ra z o s a fo rtu n a d o s de o tro , y m is p a la b ra s se p ie rd e n en el C é firo de la noche.
35 P e ro tú so la, tú eres, p u erta, la ca u sa m a y o r de m is p enas, ja m á s d o b leg ad a p o r m is regalos.
I n te r p r e t o q u e se d a u n z e u g m a e n reuocatur, d e l q u e d e p e n d e n lo s i n f i n i t i parcere y vivere d e la s ig u ie n te f o r m a : non revocatur ut parcat (v . 11) y non reuocatur ut non uiuat (v . 12); c f . S h a c k l e t o n B a i l e y , Propertiana..., p á g . 4 7 . 104 El amante rechazado (exclusus amator) se lamenta a la puerta de la amada, con una canción o serenata (kómos), de no ser admitido por ella. Los ejemplos latinos más significativos del exclusus amator son: P l a u t o , Curculio 147-155; Lu c r e c i o , IV 1177-79; C a t u l o , LXVII; H o r . , Odas I 25 y III 10; Tmuio, I 2, 1-34; y Ov., Amores I 6. Véase el estado de la cuestión en F e d e l i , II primo libro..., págs. 363-367; afládase J. C . Y a r d l e y , «The Elegiac Paraclausityron», Eranos 76 (1978), 19-34. 107 No está clara la referencia, pero por Catulo (LXIII 53: «cuando yo ardía tanto como la roca Trinacria») se podría pensar en una alusión al Etna, el volcán de Sicilia; cf. R i c h a r d s o n , Elegies..., pág. 1 9 2 . 105
vos
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A ti no te he ofendido con ningún insulto salido de mi lengua, com o los que suele bebida lanzar contra lugares ingratos los, p o r to le ra r q u e y o , ro n c o p o r ta n p ro lo n g a d o s lam en to s, p ase en vela a n g u stio sas esperas en las esq u in as.
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» ’P o r el c o n tra rio , en tu h o n o r he e la b o ra d o a m e n u d o poesías in éd itas y estam p é b esos, a p o y á n d o m e en tu s g rad as.
¡Cuántas veces, pérfida, me volví a tus jam bas y o fren d é v o to s o b lig ad o s, o c u lta n d o m is m an o s 109! E sto dice el su p lica n te y lo q u e bien sabéis los desgraciados e n a m o ra d o s, de to d o lo cual h ace eco el ca n to de los gallos n 0 .
Así yo ahora, por los vidos de mi dueña y los llantos del eterno enam orado, me veo condenada a perpetuo desprecio.»
17 LAMENTO DEL POETA 111
Y con razón, pues tuve la osadía de huir de mi am ada, ahora hablo a las solitarias gaviotas. 108 Sigo a Camps (Elegies Book I, pág. 85) en la lectura de este controvertido verso: quae solet ingrato dicere pota loco, donde ingrato está por irato (cf. I 6, 10) y pota por tota (cf. Tib., II 5, 101 y Ov., Fastos V 335). Otra posible solución sería la ofrecida por G. L u c k (Liebeseiegien, págs. 40 y 396), quien opta por leer quae solet irato dicere torta loco, siguiendo a Hertzberg. 109 Es decir, furtivamente, no como las súplicas en público. 110 La guardia del enamorado junto a la puerta de la amada se extendía hasta el amanecer. 111 El poeta, que se encuentra lejos de Roma y de Cintia, desearía entonar una poesía de bienvenida (epibatérion) por haber regresado a su querida patria, pero la realidad le obliga a componer una queja por la imposibilidad de la vuelta (inver sión del epibatérion), que abarca los siguientes tópicos: la soledad en que se encuen tra, la posibilidad de morir, el funeral que hubiera tenido en Roma, el consejo de la amada de no partir, súplica a los dioses para un buen regreso. Los ejemplos más conocidos de esta composición genérica son: H o m e r o , Odisea V 299-312; C a t u l o , LXIII 50-73 (añoranza de Atis por su patria); H o r . , Odas III 27, 37-66 (la mento de Europa); T i b u l o , I 3, y esta elegía de Propercio. C f . C a i r n s , Generic Composition..., págs. 58-61.
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ELEGÍAS
Ni siquiera Casíope ha de ver mi nave a salvo, pues todos mis deseos se pierden en un ingrato litoral. 5 N o o b sta n te , incluso a u se n te , C in tia, los vientos te son
propicios u2: m ira cóm o el aire hace sonar am enazas terribles. ¿No vendrá Fortuna a aplacar la tempestad? ¿Esta insignificante arena cubrirá mi cadáver? Tú, sin embargo, haz buenos mis crueles lamentos: 10 séante castigo suficiente la noche y los escollos hostiles. ¿Podrás enterrar mi cadáver con los ojos secos y n o ten er en tu reg azo m is huesos qu e no son nad a?
¡M aldito el prim ero 113 que equipó una nave con velas y se abrió cam ino contra la voluntad del mar! 15 ¿N o fu e m ás fácil d o b leg ar los cap rich o s de m i am a d a (a u n q u e altiv a, sin em b arg o fue u n a jo v en especial), q u e ver así co stas ro d e a d a s de b o sq u es desconocidos y b u sc ar a los d esead o s h ijo s de T ín d a ro 114?
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Si allí 115 el destino hubiera sepultado mis penas y mi últim a piedra estuviera, sobre mi am or sepultado, ella habría regalado sus queridos cabellos en mi funeral y colocaría suavemente mis huesos sobre delicadas rosas; ella habría pronunciado mi nom bre sobre mis últim as cenizas, p ara que la tierra no me fuera pesada.
112 Cintia había advertido al poeta del peligro que correría si se marchaba. «Pro picios», pues, para ella en el sentido de que se está cumpliendo su admonición, pero «terribles» para él, que le impiden regresar junto a Cintia. 113 Tópica maldición (psógos nautilias) al inventor de algo (heuretés), aquí de la navegación, de larga tradición literaria; cf., p. ej., S ó f o c l e s Antígona 332-335; H o r a c i o , Odas I 3, 9-12; S é n e c a , Medea 3101-302; E s t a c i o , Silvas III 2, 61-64. 114 Según H o m e r o (Odisea XI 298), los Dioscuros, Cástor y Pólux, son hijos de Tíndaro. Según otras versiones eran hijos de Júpiter y Leda. En todo caso, eran abogados de los navegantes, quienes se tranquilizaban en los días de tormenta, cuando aparecía en el cielo la constelación de los Gemelos; cf. H o r . , Odas I 12, 27-32. 115 Propercio se imagina su funeral en Roma con la asistencia de Cintia. La escena (versos 19-24) está inspirada en T i b u l o , I 1, 59-64; cf. II 13, 27-30. Las honras fúnebres enumeradas en estos versos consisten en: la lápida con el nombre del difunto (v. 20), la ofrenda del cabello de la amada (v. 21), la urna adornada con flores (v. 22), el último adiós (v. 23) y el deseo, propio de los epitafios, de que la tierra le sea leve (v. 24); cf. S c a r c i a , Sesto Properzio: Elegie, págs. 112-113.
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P e ro v o so tra s, h ija s m arin as de la h erm o sa D ó rid e ,
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so lta d las b lan cas velas en p ro p icio coro:
¡si alguna vez A m or, deslizándose, tocó vuestras olas, cuidad de vuestro amigo en tranquilos litorales! 116.
18 QUEJAS A LA NATURALEZA 1,7
El soplo del Céfiro dom ina en este bosque solitario y en estos lugares, sin duda desiertos y silenciosos p a ra el lam ento. A quí se puede dar rienda suelta sin castigo a las penas calladas, con tal de que sólo las rocas puedan guardar el secreto. ¿ P o r d ó n d e em pezaré a re c o rd a r, C in tia m ía, tu s desprecios? ¿Q u é exordio m e o freces, C in tia, p a r a llo ra r? u s .
Yo, que ha poco me contaba entre los felices enam orados, ahora se me obliga a quedar m arcado por mi am or hacia ti " 9.
116 La súplica final de Propercio a las diosas marinas es típica de los epigramas votivos de la Antología Griega; otros ejemplos propercianos serían II 28, 59-62; III 4, 19-22; 24, 19-20. 117 El lamento del enamorado desgraciado, que se refugia en los bosques fuera del alcance humano, es un motivo helenístico que procede de las invocaciones a las rocas y cuevas, frecuentes en la tragedia griega. Recuérdense los lamentos de Coridón ( V i r g . , Bucólicas II 1-5), inspirado en el del Cíclope de T e ó c r i t o (Idilios XI 17-79), y de C o r n e l i o G a l o (Bucólicas X 52-54). Cf. F . S o l m s e n , «Three Elegies of Propertius’ First Book», Class. Philol. 57 (1962) 73-88; Enk, Liber I (Monobiblos), págs. 159-161; F e d e l i , I! primo libro..., págs. 417-418, un poco ampliado en «Propertii monobiblos: struttura e motivi», Aufst. Nied. rom. Welt, Berlín-Nueva York, 1983, II 30.3, págs. 1905-1906. F . C a i r n s ha puesto con razón esta elegía en relación con la leyenda de Acontio y Cidipe en C a l i m a c o fr. 73 P f e i f f e r y A r i s t e n e t o (Epist. 10); cf. su «Propertius 1.18 and Callimachus, Acontius and Cydippe», Class. Review 83 (1969), 131-134. 118 Los versos 5-6 responden a una dubitatio (aporta o diapóresis), por la que Propercio finge un apuro que se refleja en la súplica que dirige a Cintia para que ésta le aconseje cómo construir su lamento. Cf. H. L a u s b e r g , Manual de retórica literaria, Madrid, 1976 (= 1967), II, págs. 200-202. 119 F e d e l i (II primo libro..., pág. 423) explica el dístico así: «mentre prima, quando Cinzia contraccambiava il suo amore, Properzio era annoverato tra gli amanti
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¿Q ué h e hecho p a ra m erecer esto? ¿Q ué c o n ju ro s te hacen cam b iar? 10¿T al vez u n a n u ev a am an te es el m otivo de tu enojo? V uelve a m í, que n in g u n a o tra h a p u esto sus delicados y h erm o so s pies en m i u m b ral 12°. A u n q u e este su frim ie n to m ío te d e b a a ti m uchas am arg u ra s, m i ira , sin e m b a rg o , no será ta n g ran d e com o 15 p a ra q u e tu fu ria se en sañe co n ra z ó n siem pre conm igo y tus o jo s se afeen de llo ra r a lágrim a viva. ¿A caso p o rq u e, cam b ian d o de co lo r 121, do y po cas m u estras de am o r y en m i c a ra n o se refleja n in g u n a g a ra n tía de fidelidad? V o so tro s seréis testig o s, si es q u e u n árb o l conoce el a m o r, 20
h ay a y p in o , q u e rid o s del dios de A rcad ia 122. ¡A h, cu á n ta s veces resu en a n m is p ala b ra s b a jo vuestras so m b ras y se g ra b a el n o m b re de C in tia en las tiern as cortezas 123! ¿O es p o rq u e tu fría a c titu d m e h a p ro d u cid o cu itas de a m o r,
ésas q u e bien co n o ce sólo tu p u e rta callada? 25 A c o stu m b ro a s o p o rta r esto icam en te to d a s las ó rd en es 124 de u n a altiv a y a no q u e ja rm e de su c o n d u c ta co n d o lo r q u eju m b ro so . felici, ora che la sua donna non vuole piü saperne di luí egli ritiene una macchia, un’onta». El término notam (v. 7) no se refiere a la marca de los esclavos, sino a la nota censoria que los censores podian poner a ciudadanos de conducta reprobable. 120 L a e p i f a n í a d e la a m a d a c o m o puella diuina se r e m o n t a a S a f o (fr. 16, 15-18 L o b e l - P a g e ) ; c f . T e ó c r i t o , Idilios II 103-104; C a t u l o , LXVIII B 70-72. S o b r e el m o ti v o , lé a s e a G. L i e b e r g , Puella diuina, A m s t e r d a m , 1962, e s p . p á g . 205. 121 La palidez de la cara era señal tópica de amor (signum amoris). Es preferi ble, pues, leer colore a calore. 122 Estos dos árboles aparecen también en la leyenda de Acontio y Cidipe ( A r i s t e n e t o , Epist. I 10). El dios Pan se enamoró de la ninfa Pitis, que fue convertida en pino por no corresponderle. 123 Escribir el nombre de la amada en los árboles es un motivo amatorio univer sal; cf., en latín, V i r g . , Bucólicas X 52-54; para griego, léase A. S . F. Gow, D. L. P a g e , The Greek Anthology. Hellenistic Epigrams, Cambridge, 1965, II, pág. 105. E n k [Liber I (Monobiblos)), pág. 166) cita también ejemplos de S h a k e s p e a r e («o Rosalind! these trees shall be my books,/ and in their barks my thoughts ¡’11 character», A s you like it III, 2), S p e n s e r y B u r n s . Cf. El Quijote I 12: «No está muy lejos de aquí un sitio donde hay casi dos docenas de altas hayas, y no hay ninguna que en su Usa corteza no tenga grabado y escrito el nombre de Marcela.» 124 Actitud típica del seruus amoris, quien, como esclavo, soporta todo lo que le ordene su domina.
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LIBRO PRIM ERO
P o r lo cual fuentes divinas, una fría roca y un duro descanso se me concede en una senda salvaje; y todo lo que mis lam entos puedan contar, se m e obliga a
d ecirlo a solas a
las aves
c a n o ra s.
30
P ero, como quiera que seas, que los bosques m e respondan «C intia» 125 y las rocas desiertas no estén privadas de tu nom bre.
19 AMOR 126 MÁS ALLÁ DE LA MUERTE
No tem o yo ahora, C intia m ía, los tristes Manes, ni me im porta el destino debido 127 a la postrera hoguera, pero que acaso mi funeral esté privado de tu am or, ese miedo es peor que la exequia misma. N o ta n su p erficialm en te en tró C u p id o en m is o jo s c o m o p a ra q u e
m is cenizas estén
5
libres d e tu a m o r o lv id ad o .
Allí, en los lugares som bríos, el héroe descendiente de Fflaco no pudo soportar el recuerdo de su am ada esposa 128, sino que, deseoso de tocar a su am or con ilusorias manos, el tesalio había ido cual som bra a su antiguo hogar. Allí, sea lo que fuere, siempre seré tu espectro: u n g ran a m o r atrav iesa incluso las riberas del d estin o .
Allí lleguen a coro las hermosas heroínas ,29, las que el botín de Troya entregó a los héroes griegos: 125 Eco de V i r g . , Bucólicas I 5: formosam resonare doces Amaryllida siluas. 126 Sobre el término amor gira toda, la elegía: a) oblito puluis «amore» (vv. 1-6); b) magnus «amor» (vv. 7-18); c) iniquus «amor» (vv. 19-24); y longus «amor» (vv. 25-26). Cf. R a m í r e z d e V e r g e r , «Una lectura de los poemas a Cintia y Les bia», Est. Clás. 90 (1986), págs. 72-76. 127 Porque la vida, según los antiguos, es un capital que se presta al hombre y que hay que pagar con la muerte; cf. S i m ó n id e s (Ant. Palat. X 105, 2), E u r í p i d e s (Andrómeda 1271-72) y H o r a c i o (Ars 63); cf. F e d e l i , I! primo libro..., pág. 442. 128 Protesilao, nieto de Fílaco y esposo de Laodamía, fue el primer héroe que cayó en Troya. Se permitió a su sombra visitar a Laodamía, quien se suicidó para acompañar a su esposo en el más allá. 129 Casandra, Andrómaca, Hécuba, Folixena y otras; cf. E u r í p i d e s , Las Troyanas 241-277.
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ELEGÍAS
15 n in g u n a d e ellas m e se rá, C in tia , m ás ag rad ab le que tu fig u ra, y (la ju s ta T ie rra así lo perm ita) au n q u e los h ad o s te reserven u n a la rg a vejez,
queridos sin em bargo serán tus huesos a mis lágrimas.
20
¡Que esto mismo puedas tú sentir viva sobre mis cenizas! Entonces la m uerte, donde quiera llegue, no me sería am arga. ¡C uánto tem o, C intia, que, despreciada mi tum ba, A m or cruel te separe de mis cenizas y te obligue a la fuerza a enjugar las lágrimas que te brotan! Tam bién la joven fiel se doblega con continuas amenazas.
25 P o r lo cu al, m ien tra s p o d am o s, gocem os ju n to s de n u estro am or: el a m o r, d u re lo q u e d u re , n u n ca es dem asiad o larg o 13°.
20 EL RAPTO DE HILAS 131
Esto te advierto, G alo, en nom bre de nuestra constante am istad (que no se te escapen estos consejos de tu ánim o confiado 132). A m enudo la m ala suerte le llega al am ante sin esperársela: que lo diga el cruel Ascanio a los Minias. 5 El o b je to d e tu p a s ió n n o es in fe rio r en belleza, n o diferen te en el n o m b re, ig u al a H ilas 133, el h ijo de T io d a m a n te .
130 El último distico casi se repite en II 15, 23-24 y 53-54; cf. T i b u l o , I 1, 69-70: interea dum fa ta sinuní iungamus amores:/ iam ueniet tenebris mors adoperta capul. 131 Léase el estudio de J. B r a m b l e , «Cui non dictus Hylas puer? Propertius 1.20», en T . W o o d m a n , D. W e s t , Quality and Pleasure in Latín Poetry, Cambridge, 1974, págs. 81-93 y 150-151. 132 Vacuus tie n e e l s e n ti d o d e qui a curis et laboribus sunt inmunes. Cf. R. P i c h ó n , Index verborum amatoriorum..., p á g . 2 8 7 , d o n d e c it a a P r o p . , III 17, 4 1 , y a O v i d i o , Remedios contra el amor, 15 0 . 133 Según C a m p s (Eiegies book I, pág. 93), Galo estaría enamorado de un escla vo griego, de nombre Hilas, que sería tentado por jóvenes romanas (las ninfas del mito) en la mundana Bayas. Propercio tuvo en cuenta, en el tratamiento del rapto de Hilas en forma de epilio, entre otros, a T e ó c r i t o , Idilio XIII, y A p o l o n i o d e R o d a s , I 12 0 7 -1 2 7 2 . Sobre la leyenda de Hilas y la versión de Propercio, léase
LIBRO PRIM ERO
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A éste tú , ya reco rras los ríos de u n so m b río b o sq u e , y a las aguas del A n io b a ñ en tu s pies, ya vagues p o r las play as del lito ral de los G ig an tes 134, o d o n d e sea co n la h o sp italid ad de un se rp ea n te río 135,
10
d efién d elo siem pre del ra p to a p a s io n a d o de las n in fa s 136 (n o es m en o r el a m o r de las itálicas q u e el de las A d ríad es). Q u e n o tengas q u e v isitar sin descan so , G a lo , m o n tes escarp ad o s, frías ro cas o lagos conocidos: esto fue o b lig ad o a su frir el d esg raciad o H ércules, e rra n d o p o r tierras desco n o cid as y llo ra n d o al cruel A scan io 137.
15
P u es cu en tan 138 q u e u n d ía la n ave A rg o , sa lid a de los astilleros de P ág asas, to m ó ru m b o a la le ja n a F asis, y,
después de so rte a r, deslizándose so b re las ag u as, las olas
de A ta m a n te , llegó a los escollos de los m isios. — A q u í el g ru p o d e los h éroes, c u a n d o se d e tu v o en las tra n q u ila s o rillas, cu b rió la p lay a de u n b la n d o lecho de h o ja s — . P e ro el co m p añ ero del jo v e n invicto 139 h a b ía ido lejos a b u sc ar el a g u a cristalin a d e u n a a p a rta d a fuente.
a M .a L . P i c k l e s i m e r , «Properdo, I, 20», Esí. Filol. Lat. 4 (1984), 217-234. Añá dase la versión de V a l e r i o F l a c o , Los Argonautas III 545-610. Es también intere sante la de D r a c o n c i o , poeta africano del siglo v d. C., en Carm. profana II; cf. J. M. D í a z d e B u s t a m a n t e , Draconcio y sus «Carmina profana», Santiago de Compostela, 1978, págs. 137-154 y el texto en págs. 270-278. 134 Se refiere al litoral de Cumas, porque los Gigantes se habían enfrentado a los dioses en los Campos de Flegra, localizados en la Campania, cerca de Cumas; cf. E s t r a b ó n , V 243. 135 Como ha visto F e d e l i (It primo libro..., pág. 463), uago flum inis hospitio equivale por enálage a uagi fluminis hospitio. 136 Aunque suele haber confusión entre ellas, las ninfas de las montañas suelen recibir el nombre de Oréades, las de los bosques Dríades, las de los árboles Hamadríades o Adríades y las de los ríos Náyades o Idríades. Véase A. R u i z d e E l v i r a , Mitología clásica, Madrid, 1975, págs. 94-95. 137 Sigo la interpretación de F e d e l i (II primo libro..., pág. 467), quien cita a T e ó c r i t o , Idilios XIII 64-65, y entiende error Herculis equivalente a Hercules errans, y a indomito Ascanio como dativo dependiente de fleuerat. 138 Los versos 17-20 constituyen una versión, menos elevada, de C a t u l o , L X I V 1-7. Léase R a m í r e z d e V e r g e r , Catulo..., págs. 32-34 y 172. 139 Lógicamente, Hilas y Hércules. 131. — 8
20
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ELEGÍAS
25 A éste d o s h erm an o s lo siguieron, prole de A q u iló n ; rev o lo tean d o so b re éste Z etes, so b re aquél C álais, in te n ta b a n ro b a rle b eso s ex ten d ien d o las m an o s y d arle b esos desde el aire u n o después de o tro 140.
El m uchacho se inclina y se separa de los extremos de las alas, 30
a p a rta n d o co n u n a ra m a el acoso de los h erm an o s alad o s.
Ya se había retirado la estirpe de Oritía, descendiente de Pandíon: ¡ay, qué pena!, se iba Hilas, se iba hacia las Ham adríades. Allí 141 estaba Pege cerca de la cima del m onte A rganto, húm eda m orada, g rata a las ninfas de Tinia; 35 so b ré ella co lg ab an fru ta s con el fresco r del ro cío d e b a jo de árb o les salvajes q u e n a d a d eb ían al cultivo; y a su alred ed o r crecían en un h ú m e d o p ra d o lirios blancos, Y 40
m ezclados con ad o rm id e ra s co lo r de p ú rp u ra . y a c o rtá n d o la s in o cen tem en te co n sus tiern as uñas p re firió las flores a l d eber im puesto,
ya recostándose, ignorante, sobre las límpidas aguas, atractivas imágenes le inducen a error. Al fin se dispone a tocar el agua metiendo sus manos y a r ra s tr a la a b u n d a n te co rrien te ap o y ad o en su h o m b ro derecho. 45 T a n p ro n to las D ría d e s, en am o ra d a s de su belleza 142, a b a n d o n a ro n , a so m b ra d a s , sus d an zas h ab itu ales, suavem ente le hiciero n resb alar y lo aco g iero n co n a g ra d o en sus aguas:
entonces, m ientras su cuerpo era raptado, Hilas dio un grito. A él de lejos el A lcida responde repetidam ente, pero el viento 50 sólo le devuelve el nom bre desde las rem otas m ontañas 143.
140 Alterna... fuga equivale a altemi volantes, como hizo ver D . R. S h a c k l e t o n «Interpretations o f Propertius», Class. Quart. 41 (1947), 89. Sobre los hijos de Bóreas o Aquilón y Oritía, cf. O v i d i o , Metamorfosis VI 703-721. 141 Empieza (vv. 33-38) la descripción de un locus amoenus o paisaje ideal, pro pio, aunque no exclusivo, de la poesía bucólica; cf. T e ó c r i t o , XIII 39-43. Léase a E. R. C u r t i u s , «El paisaje ideal», en Literatura europea y Edad Media latina, México, 1976 (= 1955), I, págs. 263-289. 142 El término usado por Propercio es «blancura» (candore), que es sinónimo de «belleza». 145 La corrección de Heinsius (montibus en lugar de fontibus) fue con razón defendida por S h a c k l e t o n B a i l e y (Propertiana, pág. 58), aduciendo los testimo nios de V a l e r i o F l a c o , III 596-597, y D r a c o n c i o , Romulea II 141-144. B a ile y ,
LIBRO PRIM ERO
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A d v ertid o , G a lo , p o r estos ejem p lo s, co n serv arás tu am o r, tú q u e has d a d o la im p resión de co n fiar el h erm o so H ilas a las n in fas.
21 EPIGRAMA SEPULCRAL 144
« T ú , q u e te das p risa p o r escapar de m i m ism o d estin o , so ld a d o que llegas h erido de las trin c h e ra s etruscas, ¿ p o r q u é vuelves tu s o jo s llo ro so s an te m is gem idos? Y o soy co m p añ ero d e v u estro ejército 145. Q u e tu s p ad res p u e d a n alegrarse de tu salvación 146,
5
y m i h e rm a n a n o se entere de lo sucedido p o r tu s lágrim as: G a lo , q u e h a b ía escap ad o a través de las esp ad as de C ésar, n o se p u d o sa lv ar de h o m b res desconocidos; y p o r m ás hu eso s q u e en cu en tre en los m o n tes de E tru ria , sep a q u e éstos son .los m ío s.»
144 La explicación de esta controvertida elegía sería como sigue: un soldado, que ha logrado escapar de las armas de Octaviano en la batalla de Perugia (41 a. C . ) , ha caído a manos de unos bandidos (ignotas manus del v. 8). En su agonía, se dirige a un compañero de milicia, que se detiene al oír sus gemidos, asegurándole que se salvará y rogándole que no comunique a su hermana (la del caído) cómo ha sucedido su muerte, pero que le indique el lugar exacto de sus restos para que proceda a enterrarlos. La elegía sepulcral se parece a A nt. Palat. VII 521 ( C a l i m a c o ) y a H o r a c i o , Odas I 28, donde la sombra del náufrago Arquitas pide sepultura a unos navegantes. C f . G . G a r b a r i n o , «Epiloghi Properziani: Le elegie di chiusura dei primi tre libri», en Colloquium Propertianum (tertium), Asís, 1983, páginas 117-148. 145 Un poco más libre interpreta L u c k , Liebeselegien, pág. 51: «Ich bin auf deiner Seite, bin dein Kamerad!». Desde luego, próxima no tiene valor temporal, como quieren T o v a s - B e l f i o r e (Propercio. Elegías, Barcelona, 1984 (= 1963) pág. 43) o C a m p s (Elegies. B ook I, pág. 99), siguiendo a H e r t z b e r g , Sex. Aurelii Propertii eiegiarum libri IV, Halle, 1843, pág. 77. 146 Sobre el texto de los versos 5-6, consúltese F e d e l i , I! libro prim o..., págs. 491-493 y el aparato crítico de su edición Teubneriana, pág. 44.
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ELEGÍAS
22 FIRMA Y RÚBRICA 147
Q u ién soy, de d ó n d e es m i lin aje, T u lo , y cuál es m i tie rra , m e p reg u n tas en n o m b re de n u e s tra etern a am ista d . Si co n o ces los sep u lcro s de n u e s tra p a tria en P e ru g ia, exequias de Ita lia e n tiem pos difíciles 148, 5 c u a n d o la D isco rd ia ro m a n a tra s to rn ó a sus c iu d ad an o s (m ío es esp ecialm en te, tie rra E tru s c a , este d o lo r: tú has perm itido que los m iem bros de u n allegado m ío q uedaran insepultos 149, tú n o cu b res los resto s del d esgraciado co n n in g u n a tierra), la 10
fértil U m b ría 15°, q u e lim ita co n P e ru g ia a su fald a, m e vio n acer en sus tierras fecundas.
C.
147 Sphragís o sello final al libro I mejor que elegía a modo de epigrama sepulcral. 148 Alusión a la guerra de Perugia (bellum Perusinum) de los años 41-40 a. que produjo un gran número de muertos; cf. C a t u l o , LXVIII B 89-90 (a Troya). 149 Véase I 21, 9-10. 150 Cf. IV 1, 63-64 y 121.
LIBRO SEGUNDO
1 POESÍA PROGRAMÁTICA 1
Me preguntáis por qué escribo tantos versos de am or y por qué mi libro suena tierno en los labios. No me los dicta Calíope, no me los dicta Apolo: mi am ada es la inspiración de mi talento 2. Si la veo cam in ar lucien do u n vestido de C o s,
5
to d o este lib ro v ersará so b re las telas de C os; si veo sus cabellos caer esparcidos sobre su fre n te , se aleg ra d e ir o rg u llo sa p o r m is elogios a su cabellera; si co n sus ded o s d e m arfil a c o m p a ñ a u n a can c ió n a la lira, o,
a d m iro co n q u é técnica rasg an sus ágiles m an o s; c u a n d o d e ja caer sus ojos q u e se inclinan al su eñ o , e n c u en tro co m o p o e ta mil tem as originales;
1 Propercio estructura esta recusalio o rechazo de la poesía épica así: a) 1-16: la amada, inspiración de mi poesía; b) 17-38: no puedo ser un poeta épico; c) 39-56: mi destino es ser un poeta de amor; d) 57-70: no hay cura para el amor; y e) 71-78: comprensión de Mecenas. Cf. H. P. S t a h l , Propertius «Love» and «War»..., págs. 162-171 y 346-347; y J.-H. K ü h n , «Die Prooimion-Elegie des zweiten ProperzBuches», Hermes 89 (1961), 84-105. 2 Motivo de la amada como fuente de inspiración del poeta. Cf. II 30, 40; O v i d i o , Amores III 12, 16; Tristia IV 10, 59; M a r c i a l , VIII 73, 5-6 y XII 4, 5; léase a J. F. M i l l e r , «Disclaiming Divine Inspiration: A Programmatic Pattern», Wien. Stud. 99 (1986), 151-156.
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ELEGÍAS
o, si despojada del vestido lucha desnuda conmigo, soy capaz entonces de com poner largas Iliadas 3; 15 y, h ag a lo q u e h ag a y diga lo qu e diga, de u n a n a d e ría su rg e u n a g ran h isto ria.
Pero, si los hados, Mecenas, me hubieran concedido el poder de guiar huestes heroicas a la guerra, no cantaría yo 4 a los Titanes, no al m onte Osa colocado sobre el 20 Olim po, para que el Pelión fuera el cam ino hacia el cielo, no la antigua Tebas ni a Pérgam o, gloria de H om ero, ni los dos mares que fueron unidos por orden de Jerjes 5, o el reinado primero de Remo o el orgullo de la altiva Cartago, ni las amenazas de los cim bros y las hazañas de M ario 6: 25 las g u erra s y h ech o s d e tu q u erid o C ésar celeb raría y tú serías m i seg u n d o o b jetiv o después del g ran C ésar.
Pues cuantas veces cantara a M ódena 7 o las tum bas civiles de Filipos o la huida en la batalla naval de Sicilia, la destrucción de los hogares de la antigua nación etrusca, ‘ 30 y la conquista del litoral de la ptolem aica Faros, o cantara a Egipto y al Nilo, cuando, arrastrado hacia Rom a, iba debilitado con sus siete bocas cautivas, 3 Frase proverbial con la que Propercio designa la posibilidad de escribir hasta un largo poema épico para narrar las batallas amorosas que sostiene con su amada. Cf. P. J. E n k , Sex. Propertii Elegiarum líber secundas, pág. 17; W. A. C a m p s , Propertius Elegies. Book 11, Cambridge, 19862, pág. 67. 4 Los temas épicos, griegos y romanos, que Propercio no cantaría son: la batalla de los Titanes con los dioses o Titanomaquia (w . 19-20); los Siete contra Tebas o la guerra de Troya (v. 21); las Guerras Médicas (v. 22); los primeros tiempos de Roma o las Guerras Púnicas (v. 23); las hazañas de Mario (v. 24). 5 Jerjes (484 a. C . ) abrió un canal a través del monte Atos; cf. H e r ó d o t o , VII 22 y 24; C a t u l o , LXVI 43-46. Léase a E n k , Líber secundus, pág. 20. 6 Mario derrotó a los teutones en Aquae Sextiae (102 a. C.) y a los cimbros en las llanuras de Raudio, junto a Vercellae (101 a. C.). 7 Sucesión de acontecimientos vividos por Octaviano: levantamiento del cerco en Módena al que M. Antonio sometió a Décimo Bruto en el año 43 a. C. (v. 27); la batalla de Filipos del año 42, en la que Octaviano y Antonio derrotaron a Bruto y Casio (v. 27); victoria naval de V. Agripa, lugarteniente de Octaviano, sobre Sexto Pompeyo en el año 36 (v. 28); la toma y destrucción de Perugia en el año 41 (v. 29); la toma del Faro de Alejandría, una de las maravillas del mundo, después de la batalla de Accio en el 31 (v. 30); y diversos triunfos de Octavio en Accio, Egipto e Iliria (vv. 31-34).
119
LIBRO SEGUNDO
o el cuello de los reyes, ro d ead o s de cad en a s de o ro , y los espolones de A ccio q u e reco rren la vía S acra: a ti m i M usa siem pre u n iría a aquellas em p resas,
35
am ig o fiel ta n to en la p az com o en la g u erra : T eseo en los in fie rn o s, A quiles e n tre los vivos son el ejem p lo 8 el u n o con P iríto o , el o tro co n P a tro c lo . *
*
* 9
P e ro el estrép ito d e F leg ra entre J ú p ite r y E n célad o n o lo e n to n a ría C a lim aco co n su débil voz 10,
40
ni m is en trañ as se a d a p ta n al verso elevado p a ra p o n e r el n o m b re de C ésar en tre sus a n te p a sa d o s frigios. El
m a rin e ro
h a b la de los
el so ld a d o c u e n ta y o , p o r el c o n tra rio , c a d a cual p ase el G lo ria es de u n
v ien to s,
de
los
to ro s
el cam p esin o ,
las h erid as, el p a s to r las ovejas; me ejercito en co m b ates en an g o sto d ía
en el a rte de qu e
lecho: 45
es cap az 11.
m o rir d e a m o r, g lo ria m a y o r si se concede d is fru ta r solo a m o r: ¡disfrute yo solo de m i am or!
E lla, a h o ra recu erd o , suele critic ar a las m u jeres ligeras y p o r H elen a d esap ru e b a la litada en tera. E n c u a n to a m í, a u n q u e tu v iera q u e to car los filtros
de la
50 m a d ra stra
F e d ra , filtro s inofensivos p a ra su h ijastro 12, o h u b iera de perecer co n las h ierb as de C irce, o a u n q u e h irv iera la cald era d e M ed ea en el fuego de Y olco,
8 De amistad leal, como la de Mecenas con Augusto y la del poeta con Mecenas. 9 La laguna antes del verso 39 fue establecida por Vulpius (1710), porque el elogio de Augusto y Mecenas termina de forma abrupta. La aceptan, entre otros, Luck y Fedeli; la rechazan Barber y Camps. 10 Cf. C a l í m a c o , fr. 1, 19-20: «No pretendáis que yo alumbre un canto grande y retumbante: tronar no es lo mío, sino de Zeus.» Se trata del típico rechazo o recusatio del canto épico en hexámetros (aquí la Titanomaquia o lucha entre los dioses y los Gigantes en las llanuras de Flegrea, situadas en Tesalia o cerca de Cumas, Italia) en favor de una poesía de estilo ligero en dísticos elegiacos. 11 Frase proverbial; cf. A. O t t o , Die Sprichwörter..., pág. 37, núm. 167. 12 Hipólito. Sobre los versos 51-52, cf. V. C r i s t ó b a l , « L o s venenos de Fedra. Prop. II 1, 51-52», Cuad. Filol. Clds. 17 (1981-82), 135-140; y sobre la sucesión de exempla mitológicos, léase a B. H e i d e n , «Leamed Allusions and Political E x pression in Propertius 2.1.51-70», Latomus 47 (1988), 358-364.
120
ELEGÍAS
55 p u esto q u e u n a so la m u jer h a a rre b a ta d o m is sentidos, sólo de esta casa h a de p a rtir m i cadáver.
La m edicina cura todos los males de los hombres: sólo el am or no am a al médico de su enferm edad 13. M acaón sanó la pierna lisiada de Filoctetes, 60
Q u iró n , el h ijo de F íliras, los o jo s de F énix, el dio s de E p id a u ro co n h ierbas de C re ta devolvió al ex tin to A n d ro g e ó n al h o g a r p a te rn o , y el jo v e n m isio 14 sin tió alivio co n la m ism a lan za H em o n ia, co n la q u e h a b ía se n tid o la herid a.
65 Si alguien
pudiera arrancarm e este m al 15,él poner las m anzanas en la m ano de Tántalo; él llenaría los toneles con los cántaros delas
solo podrá Danaides,
p a ra q u e sus d elicad o s cuellos n o s o p o rta ra n el ag u a etern a; él lib ra rá los b razo s de P ro m e te o de la ro c a caucásica 70
y a h u y e n ta rá al ág u ila de su pecho.
Así pues, cuando el destino reclame mi vida y yo sea u n m ero n o m b re en exiguo m árm o l 16,
M ecenas, esperanza envidiable de nuestra juventud y justa gloria de mi vida y muerte, 75 si acaso u n cam in o te lleva cerca de m i p ira, d etén tu c a rro b rita n o de yugo con relieves, y dirige e n tre lág rim as estas p a la b ra s a m is m u d as cenizas: UNA
ALTIVA M UCHACHA
FUE
EL
DESTINO
DE
ESTE
DESGRACIADO.
13 Porque «el amor no tiene cura», como el poeta ejemplifica en los versos siguientes; cf. I 5, 28; T ib u lo , II 3, 13-14. 14 Télefo, rey de Misia, fue herido por Aquiles en la primera expedición frustra da a Troya. Un oráculo predijo que sólo lo curaría quien lo hirió. Aquiles lo hizo con la herrumbre de su lanza; cf. O v id io , Amores II 9, 7-8. 15 La enfermedad de amor es tan imposible (adynaton) de curar como acabar con los castigos eternos de Tántalo (alcanzar las manzanas), de las Danaides (llenar de agua las tinajas sin fondo) y de Prometeo (que un águila no le devore las entrañas). 16 Sólo quedaría una inscripción como ésta: D(IS) M(ANIBUS) SEXTI PROPERTI o algo parecido, como señala G. L u c k , Properz und Tibull. Liebeselegien, ZurichStuttgart, 1964, pág. 416.
LIBRO SEGU NDO
121
2 BELLEZA DE CINTIA
Yo era libre y pensaba vivir solitario pero A m or me engañó después de
en mi lecho, firm ada la paz.
¿P or qué sigue en la tierra este rostro hum ano? Júpiter, perdono tus antiguos adulterios. Su cabello es rubio, largas las m anos, esbelto todo su cuerpo, y su andar digno es incluso de la herm ana de Júpiter 17, o de Palas cuando pasea ju n to a los altares de ítaca con el pecho cubierto con los cabellos de serpiente de la G órgona; su belleza es igual a la de la heroína Iscóm aca de los Lápitas, botín para los C entauros en medio de su em briaguez, o com o se dice de Brimó 18, quien en las sagradas aguas de Bebeis puso su virginal costado junto a M ercurio. ¡Retiraos ya, diosas ‘9, a quienes ha tiem po un pastor vio quitarse las túnicas en las cimas del Ida! ¡Ojalá la vejez no cam bie esta belleza, aunque tenga los siglos 20 de la Sibila de Cumas!
3 SUPERIORIDAD DE CINTIA
«Tú 21, que decías que ninguna m ujer podría hacerte daño, has sido cazado: ¡ha caído aquel orgullo tuyo! Apenas puedes, desgraciado, descansar un solo mes y ya otro libro infam e saldrá de tu plum a.»
17 18 19 20 21
Juno. Brillante corrección de Turnebus (s. xvi) por primo de los manuscritos. Hera o Juno, Palas o Minerva y Afrodita o Venus. La Sibila viviría mil años; cf. O v i d i o , Metamorfosis XIV 144-146. Se refiere a sí mismo.
122
ELEGÍAS
5 Me preguntaba si el pez podría vivir en la seca arena, o si el fiero ja b a lí en el m a r al q u e no está a c o stu m b ra d o , o si yo p o d ría p asar noches en vela d ed icad o a serios afa n e s 22: el a m o r se in te rru m p e , n u n c a desaparece.
10
No me ha cautivado tan to su rostro, aunque es espléndido (los lirios no son m ás blancos que mi dueña: es co m o la nieve m eó tica si riv aliz ara co n el b erm elló n íbero 23, y co m o los p étalo s d e la ro sa n a d a n en p u ra leche), ni su cabello, q u e cae o rd e n a d a m e n te p o r su cuello suave, ni sus o jo s, d o s a n to rc h a s q u e so n m is estrellas, ni es com o
15 c u a n d o u n a jo v e n luce con u n vestido de seda de A rab ia (no soy yo u n a m a n te q u e se e n a m o ra p o r nada): m e h a cau tiv ad o su elegancia en el baile, servido y a el vino, co m o cu an d o A ria d n a dirigía las d an zas de las M énades 24; y m e h a cau tiv ad o c u a n d o ta n te a versos en ritm o eolio 25,
20
tan experta en tañer la lira com o Aganipe, y c u a n d o co m p a ra sus escritos co n la an tig u a C o rin a , cuyos verso s p ien sa q u e n in g u n a o tr a pu ed e ig u alar a los suyos 26. C u a n d o n aciste, m i v id a , ¿ n o e sto rn u d ó en tu s p rim e ro s días el b lan co A m o r c o m o a u g u rio expresivo? 27.
25 L os dioses te o to rg a ro n estos d ones celestiales, n o vayas a creer q u e te los d io tu m ad re.
N o, no proceden tales dones de un parto hum ano: diez meses 28 no han engendrado esos bienes. 30
T ú h as n acid o co m o la ú n ica g lo ria de las jóvenes ro m an as: serás la p rim e ra jo v e n ro m a n a en ac o sta rte eo n Jú p ite r,
22 Como la épica, la filosofía o la oratoria. 23 Procedía de la Bética; cf. P l i n i o e l V i e jo , Historia natural XXXIII 118. 24 Cuando, abandonada por Teseo, se unió a Baco; cf. III 17, 8 y C a t u l o , LXIV 252-264. 25 Como Safo o Alceo; cf. H o r a c i o , Odas IV 3, 12. 26 Sigo en este difícil pasaje la lectura de Palmer, defendida por S h a c k l e t o n B a i l e y (Propertiana, pág. 66): carmina quae quaeuis. 27 C f . C a t u l o , XLV 8-9 y 17-18: «En cuanto habló, Amor, como antes a la izquierda,/ estornudó a la derecha en señal de aprobación.» 28 Diez meses lunares o 29 5 días (c f . V i r g i l i o , Bucólicas I V 61), que equivalen a nuestros nueve meses solares; así S c a r c i a , Sesto Properzio: Elegie, pág. 142.
LIBRO SEGUNDO
123
y no siempre com partirás con nosotros los lechos hum anos; después de H elena, la belleza en ti vuelve: por segunda vez a la tierra 29. ¿A mí ahora me va a sorprender que nuestros jóvenes se abrasen por ésta? Más te habría valido, Troya, perecer por esta otra. E n o tro tiem p o m e e x tra ñ a b a de q u e la c a u s a de u n a g u e rra ta n
35
g ra n d e , E u ro p a c o n tra A sia , en P érg am o fu e ra u n a jo v en ; a h o r a ... P aris tú eres sabio y tú , M enelao, lo fuiste;
tú, Menelao, por reclam ar, y tú, Paris, por no ceder. Su rostro sin duda merecía que incluso Aquiles m uriera por él; in clu so q u e P ría m o lo a c e p ta ra com o m o tiv o de la g u erra .
40
Si alg u n o qu iere su p e ra r la fam a de las p in tu ra s a n ti g u a s 30, q u e to m e a m i d u e ñ a com o m o d elo en su arte: y a la enseñe a los del O este o y a a los del E ste,
abrasará a los del Este y abrasará tam bién a los del Oeste. ¡Al menos 31, perm anezca yo ya en estos límites! ¡ay, si algún otro am or me entrara para m orir más desgraciadamente!. Y, com o el toro al principio rechaza el arado,
45
d espués v a dócil al cam p o a c o stu m b ra d o al y ugo, así al p rin cip io los jó venes a c tú a n fieros en el a m o r,
después, som etidos, soportan lo justo y lo injusto. Vergonzosas cadenas sufrió el adivino M elam po, convicto de haber robado los bueyes de Ificlo 32; no le obligó el interés, m ás bien la herm osa Pero, que pronto iba a ser una novia en la casa de A m itaón.
29 Los versos 25-32 desarrollan el motivo de la puella diurna o la amada como una diosa; cf. I 4, 5-10; II 28, 29-30. 30 Los cuadros de Zeuxis, Apeles y Parrasio. 31 Los versos 45-54 (esclavitud de amor) no parecen seguir el mismo tema de 1-44 (belleza de Cintia). Desde luego el final de la elegía es abrupto, por lo que quizás tengan razón quienes los unen a la elegía siguiente (edición de Aldo del año 1502, Enk, Luck) o los separan (Lemaire, Fedeli). Cf. la edición de F e d e l i , págs. 55-56. 32 Los rebaños de Ificlo fueron robados por Biante, hijo de Amitaón, con la ayuda de su hermano Melampo, para pioder casarse con Pero, de quien también estaba enamorado, según Propercio, Melampo.
50
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ELEGÍAS
4 EL AMOR NO TIENE CURA ¡Q u éjate p rim e ro de los m uchos d efecto s de tu d u eñ a, pídele alg o a m e n u d o , vete a m en u d o rech azad o , có m ete a m en u d o tu s in o cen tes u ñ as co n lo s dientes, y tu ira te h a g a p ro d u c ir a lb o ro to c o n tu pie d u b itativ o 33! 5 E n v an o se d e rra m a b a n u n g ü en to s so b re mi cabello y m is pies c a m in a b a n ind o len tem en te con p aso m edido. N o sirven aq u í las h ie rb a s, n o a q u í la n o c tu rn a citeide 34, n o las p la n ta s co cid as p o r la m a n o de P erim ed e. 15 P u e s, ¿de qué falso ad iv in o n o soy yo u n a p resa? 35 16 ¿q u é vieja n o revuelve diez veces mis sueños? 9 P u es en el a m o r n o vem os las causas ni los golpes directos: 10
ciego es el cam in o p o r d o n d e , sin em b arg o , llegan ta n to s m ales. E ste en ferm o n o n ecesita de m édicos, no d e b la n d o lecho, a éste n o le p e rju d ic a nin g ú n e sta d o del tie m p o o el v ien to 36; p a s e a ... ¡y d e p ro n to sus am igos están viendo a un cadáver!
14
A sí es d e so rp ren d en te lo q u e se su p o n e qu e es el am o r.
17 Si yo tu v ie ra algún en em ig o , q u e se en am o re de m ujeres: si alg ú n am ig o , q u e d isfru te de u n jo v en cito . B ajas p o r u n río tra n q u ilo en u n a b a rc a segura: 20 ¿q u é d a ñ o te h ace el a g u a de ta n p eq u eñ a orilla? El u n o cam b ia a m e n u d o su co ra z ó n por u n a sola p a la b ra , la o tra difícilm en te se a b la n d a rá co n tu m ism a sangre. 33 El v. 4 no resulta claro. El enamorado, muy contrariado (ira) por haber sido rechazado por la amada, reacciona golpeando el suelo o la puerta (crepitum... susci tet) sin decidirse (dubio... pede) a esperar más tiempo o a marcharse de la casa de la amada; cf. L. R i c h a r d s o n , Propertius Elegies I-JV, Norman, 1976, pág. 223. 34 Medea procedía de Citea, ciudad de la Cólquide, su patria. 35 Para la transposición de los versos 15-16, cf. G. L u c k , «Notes on Proper tius», Amer. Journ. Philol. 100 (1979), 76 y la edición de F e d e l i , pág. 58. 36 El enamorado debe soportarlo todo por la amada. Es el motivo de los labores amoris, muy cercano (a veces, incluido) a la militia amoris. Cf., p. ej., P l a u t o , Merc. 857-863; O v i d i o , Amores I 9, 1-28. Léase a N. Z a g a g i , «Exitium amoris in New Comedy», Hermes 116 (1988), 203-204 y nota 43.
LIBRO SEGUNDO
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5 INFIDELIDAD DE CINTIA 37
¿E s v erd ad , C in tia, q u e estás en b o c a de to d a R o m a y vives en m ed io d e n o to ria in m o ra lid ad ? ¿ H e m erecido esp era r esto? S u frirá s, p é rfid a , el castigo, y m e llev ará, C in tia , el v iento a o tr a p a rte . E n c o n tra ré , co n to d o , d e en tre m u ch as m en tiro sa s a u n a
5
q u e q u iera h acerse fam o sa co n m is versos, q u e n o se b u rle d e m í co n ta n so b e rb ia c o n d u c ta y te cause d a ñ o : ¡ta rd e , ay, llo ra rás tú ta n to tie m p o am ada! A h o ra m i ira es recien te, a h o ra es tiem p o d e retirarse : si el d o lo r se fu e ra , créem e, v o lv erá el a m o r.
10
N o cam b ia n las olas del m a r de los C á rp a to s co n los A quilones ni la n eg ra n u b e ca m b ia co n el indeciso N o to ta n fácilm ente co m o los en am o rad o s airad o s v a ría n co n u n a p a la b ra : m ien tra s sea p o sib le, saca tu cuello de u n yugo desigual. N o se n tirás tú d o lo r alg u n o , excepto la p rim e ra noche:
15
to d o s los m ales en el a m o r, si los su p eras, so n livianos. P e ro tú p o r las dulces leyes 38 de tu señ o ra J u n o ev ita, vid a m ía, cau sar d a ñ o a tu c o ra z ó n . N o só lo el to r o h iere al enem igo co n sus cu rv o s cuernos, ta m b ié n la o v eja h e rid a devuelve el a ta q u e a q u ien la aco sa. Y o n o te a rra n c a ré el v estid o 39 de tu c u erp o p e rju ro n i m i ira d e rrib a rá tu p u e rta a tra n c a d a , n i m e atre v e ría en m i ira a a rra n c a r tu s tre n z a d o s cabellos n i a lastim arte co n m is ru d as m an o s:
37 Entiendo la elegía como un soliloquio en el que el poeta se dirige sucesiva mente a la amada (1-4), a sí mismo (5-16) y, de nuevo, a la amada (17-30). Ante la violación de la fidelidad (foedus amoris uiolatum) por parte de Cintia, el poeta intenta convencerse para renunciar a su amor (renuntiatio amoris). Cf. E. B u r c k , «Sextus Propertius. Elegie II 5», en W. E i s e n h u t (ed.), A ntike Lyrik, Darmstadt, 1970, págs. 431-450; C a i r n s , Generic Composition..., págs. 80-82 para los tópicos. 38 Las leyes o normas del matrimonio. 39 Típicas escenas (21-24) de las rifias entre enamorados (rixae in amore).
20
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ELEGÍAS
25 que alguien sin sen sib ilid ad b u sq u e ta n in fa m a n te pelea, alg u ien q u e n o h a y a c o ro n a d o su cabeza de h ie d ra 40. E scrib iré, pues, alg o q u e tu s añ o s n u n ca olviden: C IN T IA , DE BELLEZA A VA SA LLA D O RA ; C IN T IA , DE PA LA BRA LIG ERA .
C réem e, p o r m ás q u e desprecies los ru m o res de la fa m a , 30
este v erso , C in tia , te h a rá p alidecer.
6 CELOS DE PROPERCIO
N o llen ab an así la casa d e la efirea L a i d e 41, a n te cuyas p u e rta s se p o stró G recia en tera; ni ta n to s h a b ía n sid o en o tro tie m p o los a d m irad o res de la T aid e de M e n a n d ro , co n q u ie n se h o lg ó el pu eb lo ateniense; 5 ni F rin é , q u e fue ca p a z d e re c o n stru ir las d estru id as m urallas d e T eb as, fu e en riq u ecid a p o r ta n to s varones. T ú , en cim a, te in v en tas a m en u d o falsos parientes y n o fa lta n h o m b re s que ten g a n derecho a besarte. A m í m e m o lestan los re tra to s de jóvenes, a m í las m enciones 10
d e n o m b res, a m í u n tie rn o b ebé en la c u n a y sin h a b la r; m e m o lesta q u e tu m a d re te dé m uchos besos, a m í tu h e rm a n a y la am ig a q u e d u erm e contigo;
, to d o m e m o lesta: soy tím id o (p e rd o n a m is tem o res) y, en mi d esg racia, sospecho la p resencia de u n h o m b re d e b a jo de la tú n ica. 15 P o r estas faltas, la ley en d a cu en ta, se llegó a n ta ñ o a la g u e rra , p o r esto s inicios ves cadáveres en T ro y a; esa m ism a lo cu ra salv aje llevó a los C e n ta u ro s a ro m p e r las co p as an te la o p o sició n de P iríto o . ¿A q u é b u scar ejem p lo s griegos? T ú eres el responsable de un 20 crim en , R ó m u lo , a lim e n ta d o p o r la leche de u n a lo b a salvaje:
40 Simboliza la poesía; cf. II 30, 39; IV 1, 61-62; 6, 3. 41 Los primeros seis versos se aplican a tres famosas cortesanas de época hele nística: Laide de Corinto (1-2), Taide de Atenas (3-4) y Friné de Tebas (5-6).
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tú en señ aste a r a p ta r im p u n em en te a las vírgenes S abinas 42, p o r ti a h o ra A m o r se atreve a hacer lo q u e qu iere en R o m a. ¡Feliz la esp o sa d e A d m e to 43 y el m a trim o n io de U lises 44 y la m u jer que am e la casa de su m arid o ! ¿Q ué n ecesidad tu v iero n las doncellas de le v a n ta r tem plos al
25’
P u d o r, si a las casad as se les p erm ite h acer lo q u e quieran? L a m a n o que p in tó p o r p rim era vez cu ad ro s obscenos 45 y p u so en u n h o g a r h o n ra d o p in tu ra s licenciosas, ésa co rro m p ió los o jo s inocentes de las d oncellas y n o q uiso q u e d e ja ra n de ex p erim en tar su m a ld a d .
30
¡A y, q u e gim a en las tin ieblas q u ien con ese a rte sacó a la luz vergüenzas o cu lta d a s p o r el callad o placer de los en am o rad o s! N o a d o rn a b a n a n ta ñ o los techos con tales figuras: en to n ces n o se p in ta b a en las paredes n in g ú n crim en. ¡Y n o sin razó n ! L a a ra ñ a cubre los tem p lo s
35
y la m ala h ierb a o c u p a el lu g ar de los dioses ab a n d o n a d o s. ¿Q ué g u ard ian es, p u es, te p o n d ré , qu é u m b rales, so b re los q u e n u n ca el rival lev an te su pie? P u es de n a d a sirve u n a severa vigilancia p a r a quien la rech aza 4é; q u ien se av erg ü en za de ser infiel, C in tia, ésa está seg u ra. A m í n u n ca u n a esp o sa, n u n c a u n a am ig a m e a p a rta rá de ti: siem pre serás p a ra m í u n a am ig a, siem pre u n a esposa ta m b ié n 47.
42 Sobre el rapto de las Sabinas en la elegía, O v i d i o , Arte de amar I 101-134. 43 Alcestis. 44 Casado con Penèlope, paradigma de fidelidad conyugal. 45 Maldición tópica contra el inventor (heuretés) de algo; cf. nota a I 17, 13. Para los versos 27-34, cf. T e r e n c i o , Eunuco 584-590. Sobre las pinturas obscenas, cf. P u n i ó e l V ie j o , Historia natural X X X V 72, y nota de E n k , Líber secundus, págs. 106-107. 46 Motivo desarrollado en O v id i o , Amores III 4, 1-12. 47 L u c k («Notes on Propertius», págs. 77-78) cree que los dos últimos versos deben colocarse al comienzo de la elegía siguiente.
40
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ELEGÍAS
7 DEROGACIÓN DE LA «LEX IULIA» 48
T e aleg raste sin d u d a , C in tia, de la d ero g ació n de la ley 49, an te cu y a p ro m u lg a ció n hace tie m p o llo ra m o s los dos ta n to n o fu e ra a se p ara rn o s: a u n q u e se p a ra r a dos e n a m o ra d o s c o n tra su v o lu n ta d ni el m ism o J ú p ite r p uede h acerlo. 5
« P e ro C ésar es p o d e ro so .» C ésar es p o d ero so en las arm as: los p u eb lo s ven cid o s n o valen n a d a en el a m o r. P u es an tes so p o rta ría q u e esta cab ez a se separe del cuello que ser cap az d e m alg astar m i pasió n a causa del a m o r a u n a esposa o
10
q u e y o , m a rid o , p a s a ra a n te tu u m b ra l c e rra d o ,
m irá n d o lo tra ic io n a d o co n o jo s hum edecidos. ¡A y, ento n ces q u é su eñ o s te c a n ta ría m i fla u ta , fla u ta m ás tris te q u e u n a tro m p e ta fu n eraria! ¿C ó m o p o d ría y o o frec er hijos p a r a los triu n fo s p atrio s?
N o sa ld rá de m i sa n g re so ld a d o alg u n o . 15 P e ro , si y o sirviera e n los c am p am en to s reales de m i am a d a , n o m e sería su ficien te el fogoso cab allo de C á sto r. P o r ella, en efecto , m i g lo ria h a alcan za d o u n n o m b re ta n g ran d e, g lo ria q u e h a lleg ad o h a s ta el in v ern al B orístenes 51.
48 Protesta de Propereio contra las leyes autoritarias de Augusto, que intenta ban menoscabar la libertad individual del poeta y su amada. Léase a S t a h l , «Love» and «FVar»,.., págs. 140-156; c f . E. Ba d ía n , «A Phantom Marnage Law», Philologus 129 (1985), 82-98. 49 No se trata de leyes posteriores, como la ¡ex lulia de maritandis ordinibus (18 a. C.) o la ¡ex Papia Poppaea (9 a. C.) o ley de Papia Popea (y otras del 18 a. C.), por la que se obligaba a casarse a los célibes, sino de una, semejante a ésta, del año 28, que fue derogada ante las p r o te s ta s de los ciudadanos, como S u e t o n i o nos cuenta (Aug. XXXIV). Cf. Introducción, pág. 20. 50 S t a h l defiende acertadamente la lectura amore en lugar de more; cf. «Love» and « War»..., pág. 145. 51 Es el moderno Dniéper.
129
LIBRO SEGUNDO
T ú eres la ú n ica q u e m e este a m o r
ag rad as: ag rád ete yo solo a ti, C in tia:
v a ld rá m ás incluso q u e
la sa n g re de m i
fam ilia 52.20
8 LA RUEDA DEL AMOR 53 M e q u ita n a u n a m u c h a c h a desde hace tiem p o q u erid a, ¿y tú , am ig o , m e p ro h íb es d e rra m a r lágrim as? N o h ay en em istad es o diosas sino las del a m o r: d egüéllam e y seré u n enem igo m ás in d u lg en te. ¿ P u e d o yo verla re c o sta d a en
los b razo s de o tro ?
5
¿Y n o se d irá q u e es m ía, la q u e h a p o co se decía m ía? T o d o cam b ia
54, cam b ia n tam b ién los am ores:
o vences o eres ven cid o, ésa es la ru e d a del am o r. G ran d es jefes a m e n u d o , grandes reyes cayeron, ta m b ién estuvo en pie T eb as, ta m b ié n existió T ro y a .
10
¡C u án to s regalos le hice, q u é p o em as le escribí! P e ro ella, d e h ie rro , n u n c a m e d ijo : «T e q u ie ro .» A sí q u e bien in sen sato h e sido, m alv ad a, d u ra n te m u ch o s añ o s, yo q u e te he a g u a n ta d o a ¿T e he p arecid o acaso alg u n a
ti y a tu casa. vez libre? ¿o h a s ta c u á n d o
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lan z a rá s im p ro p e rio s c o n tra m i persona? C o n q u e ¿así vas a m o rir, P ro p e rc io , en la ju v e n tu d ? ¡P u es m uere y regodéese ella co n tu m uerte! ¡Q ue m oleste a m is M an es, p ersiga m i so m b ra , se ría de m i p ira y llegue a p iso te a r m is huesos! ¿C ó m o ? ¿N o se p recip itó H em ó n de B eocia so b re la tu m b a de A n tíg o n a hirién d o se en el pech o co n su p ro p ia espada,
52 Es decir, procrear para preservar la sangre de mi familia; cf. S t a h l , «Love» and «W ar»..., pág. 152. 53 Otro soliloquio a tres bandas: a un amigo (1-12), a la amada (13-16), a sí mismo (17-24), a la amada (25-28) y a un amigo (29-40). La distribución forma un quiasmo proporcionado: 12+4 + 8 + 4+ 12. Cf. C a m p s , Elegies. B ook II, pág. 101; T. A. S u it s , «Mythology, Address, and Structure in Propertius 2.8», Trans. Amer. Philol. Assoc. 96 (1965), 4X1A i l . 54 Una frase proverbial; cf. O t t o , Sprichwörter..., pág. 255, núm. 1292. 131. — 9
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ELEGÍAS
y m ezcló sus p ro p io s huesos co n los de su d esgraciada a m a d a , sin Ja q u e n o q u iso volver a su p a tria de T ebas? 25 P e ro n o escap arás: es preciso que m ueras conm igo; la san g re de los d o s b ro ta rá con esta m ism a espada. A u n q u e esa m u e rte m e haya de ser desh o n ro sa, m u erte desde luego d esh o n ro sa, p ero tú m o rirás co n to d o . T am b ié n el fam o so A q u iles, a le ja d o p o r el ro b o de su am an te 55, 30
p erm itió q u e las arm a s d escan sa ran en su tien d a. H a b ía visto él h u y en d o a los aq u eo s en el lito ral y los cam p am en to s d e los d o rio s a rd e r co n la tea de H é c to r, h a b ía visto a P a tro c lo d esfig u rad o ten d id o en la am p lia aren a y su cabello caíd o y sa lp ic ad o de sangre;
35 to d o lo a g u a n tó a c a u s a de la h erm o sa B riseida: ta n g ran d o lo r sin tió c u a n d o se le q u itó a su am o r. M as, en c u a n to se le devolvió la p risio n era m ed ian te ta rd ío rescate, co n sus cab allos tesalios a rra stró al fam o so H é c to r. D a d o q u e y o soy m u y in ferio r p o r m i m ad re y p o r las arm as 56, 40
¿es so rp ren d en te q u e A m o r triu n fe co n ra z ó n so b re mí?
9 INFIDELIDAD DE CINTIA L o q u e él es, y o h e sid o m uchas veces: p ero q u izás u n d ía, d esp reciad o ése m ism o , o tro se rá m ás q u erid o . P en élo p e e ra cap az d e vivir in ta c h a b le d u ra n te veinte añ o s, u n a m u je r a tra c tiv a p a ra ta n to s p reten d ien tes; 5 era cap az d e ap lazar el m a trim o n io fingiendo q u e te jía 57, d estejie n d o lo te jid o d e día co n n o c tu rn o engaño: 55 Briseida, que es imaginada por el poeta como esposa de Aquiles, pues como tal actuaba en sus relaciones amorosas con él; cf. II 9, 9-14. 56 Propercio no era hijo de una diosa (Tetis era la madre de Aquiles) ni poseía sus virtudes guerreras. 37 Propercio ha empleado una metonimia: falsa... Minerua, como V ir g il io (Enei da VIII 409). Sobre el engaño de Penélope, cf. H o m e r o , Odisea II 93-102 y XIX 138-150.
LIBRO SEGUNDO
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y, a u n q u e no esp era b a ver n u n c a a Ulises, se hizo a n c ia n a esp erá n d o lo . Y B riseid a a b ra z a n d o a A quiles m u erto g o lp eó su b la n c o ro stro co n sus m an o s fu rio sa s,
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y, cau tiv a d esco n so lad a, lavó la sangre de su am o , te n d id o en las am arillen tas ag u as del S ím ois, m an cilló su cabello y con sus peq u eñ as m an o s so stu v o en alto el c u erp o y los en o rm es huesos del ro b u sto A quiles 58; pues n o e s tab an a tu lad o ni P eleo ni tu cerúlea m a d re 59
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ni la escira D eid am ía q u e h a b ía q u ed ad o v iu d a 60. E n to n c es G recia sí q u e en to n ces, incluso en
g o zab a en sus h ija s fieles, la g u erra , florecía el p u d o r.
¡T ú , en cam b io , n o fu iste ca p a z de estar so la u n a noche, im p ía, de p erm an ecer sola u n día! T o d o lo c o n tra rio , a p u rasteis co p as en tre riso tad as:
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q u izás tam b ién h u b o p alab ras groseras so b re m í. In clu so buscas 61 a ése que antes te a b a n d o n ó : ¡los dioses h ag an q u e, e n a m o ra d a , d isfru tes de ese h om bre! ¿É ste es el p ag o a los v o to s q u e hice p o r tu sa lu d ,
25
cu a n d o las ag u as estigias ya se a p o d e ra b a n de tu cabeza y n o so tro s, tu s am ig o s, estáb am o s llo ra n d o a lre d e d o r de tu cam a? ¿D ó n d e estab a ése en to nces, p o r los dioses, o q u ién , p é rfid a , e ra ése? ¿Y q u é si, com o so ld a d o , se m e h u b iera reten id o e n tre los lejan o s in d o s o si mi n av e h u b ie ra an c la d o en el O céa n o ?
30
P e ro a v o so tras os es fácil u rd ir m en tira s y engaflos 62: esto es lo ú n ico q u e la m u jer siem pre h a a p re n d id o .
58 Briseida, en realidad, sostiene las cenizas de Aquiles. 59 Tetis, ninfa del mar, es cerúlea por el azul del mar y de sus ojos; cf. a
S m it h
T ib u l o 1 5 , 4 6 .
60 Deidamía, que tuvo de Aquiles a Neoptólemo, quedó viuda cuando el héroe griego marchó a Troya; cf. A. Ruiz d e E l v ir a , M itología..., Madrid, 1975, págs. 344-345. 61 Entiendo el dístico así: Propercio ataca la lujuria (v. 23) de Cintia al ir ella a buscar a un hombre, como la Sempronia salustiana (Conj. de Catilina XXV 3); por ello, le desea que llegue a enamorarse (v. 24) para que sufra de «mal de amo res», como le sucede a él con ella. 62 H e s io d o , Trabajos y Días 77-79: «y el mensajero Argifonte configuró en su
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ELEGÍAS
L as volubles Sirtes n o cam b ian ta n to co n el viento ni las h o ja s se estrem ecen ta n to co n el N o to invernal, 35 co m o se desvanece ta n p ro n to u n p a c to en u n a m u jer aira d a , sea el m o tiv o grave o sea el m o tiv o leve. A h o ra , p u esto q u e esa decisión te a g ra d a , m e plegaré: ¡os su p lico , A m o rcillo s, sacad d ard o s m ás agudos! ¡rivalizad p o r clav arm e y a c a b a d co n esta vida m ía! 40
m i sangre será v u e stra v icto ria m ás im p o rta n te . L as estrellas, el ro cío d e la m a ñ a n a y la p u e rta ab ierta fu rtiv am en te p a ra m i desg racia so n testigos de q u e n a d a en m i v id a fu e n u n c a m ás q u erid o qu e tú: a h o ra lo serás ta m b ié n , a u n q u e seas m i enem iga.
45 N in g u n a m u jer p o n d rá sus huellas en m i lecho: d o rm iré solo, p u esto q u e n o p u ed o ser tu y o . ¡Y o ja lá , si acaso he v ivido p iad o sam en te, aq u el riv al se c o n v ie rta en p ie d ra en m edio de su am or!
* * *
63
P o r u n rein o cay ero n b a jo crueles arm as 50
los caudillos te b a n o s 64 an te los o jo s de su m adre; ig u alm en te, si se m e d ie ra lu c h a r an te los o jo s de mi a m a d a , n o reh u iría y o e n fre n ta rm e a u n a m u erte qu e p ro v o c a ra la tuya.
10 CAMBIO DE RUMBO POÉTICO 65 P ero a h o ra tiem p o es d e v isitar el H elicón co n ritm o s diferentes y tiem p o es y a de lan zar p o r las llan u ras al caballo de T esalia.
pecho mentiras, palabras seductoras y un carácter voluble por voluntad de Zeus gravisonante» (trad. de A. P é r e z J im é n e z ); cf. E n k , Líber secundus, pág. 144. 63 L a la g u n a f u e e s ta b l e c i d a p o r K . L a c h m a n n ( Sextus Aurelius Propertius. Car mina, H ild e s h e im , 1 8 1 6 , p á g . 157) a l n o t a r q u e lo s ú l ti m o s v e rs o s n o s e g u ía n el h i lo d e lo s a n te r io r e s . E s a c e p t a d a p o r t o d o s lo s e d it o r e s y c o m e n t a r i s ta s , e x c e p to
Liber secundus, p á g s . 1 4 8 -1 5 0 . 64 Son Eteocles y Polinices, hijos de Yocasta, madre y esposa de Edipo. 65 En realidad, se trata sólo de un intento. Los dos versos finales dan la clave, como ha señalado S t a h l («Love» and «War»..., pág. 16 0 ): si Propercio no ha Enk,
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Y a m e ag ra d a c a n ta r los escuadrones valientes en la b atalla y celeb rar el cam p am en to de m i líder ro m a n o 66. P e ro , si m e fallan las fu erzas, al m enos el atrev im ie n to será d igno de en co m io : en los asu n to s im p o rta n te s la v o lu n ta d es suficiente.
5
L a ju v e n tu d can te al a m o r, la ed ad m a d u ra a la guerra: c a n ta ré a la g u e rra , p u esto qu e ya he escrito sobre mi am a d a . A h o ra q u iero iniciar u n estilo m ás elevado co n ro stro serio, a h o ra m i M usa m e enseña o tra c íta ra . L e v án tate ya, alm a m ía, de poesías m enores; to m a d fuerzas,
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P iérid es, q u e u n g ran alien to necesita m i o b ra . E l É u fra te s ya se niega a q u e el jin e te p a r to p u ed a
m ira r a
sus esp ald as y se a rre p ie n te de h ab er re ten id o a los C raso s 67; in clu so In d ia, A u g u sto , en treg a su cerviz a tu triu n fo y la reg ió n d e A ra b ia sin c o n q u ista r 68 tie m b la an te ti; y,
si alg u n a
tie rra 69 se
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te resiste en los ú ltim o s confines,
¡que ésa p ro n to sea to m a d a y sien ta tu m ano! Y o seguiré estos c am p am en to s 70, c a n ta n d o tu s c a m p am en to s seré u n g ran p o eta: ¡que los h ad o s -m e reserven este día!
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C o m o c u a n d o n o se p u ede a lcan za r la cabeza de las grandes estatu as, la c o ro n a se d ep o sita en su h o n o r an te la base de la p ean a, así a h o ra n o so tro s, sin recursos p a r a llegar a un encom io, ofrecem o s incienso b a ra to en rito s hum ildes 71. M i p o esía n o co n o ce to d av ía las fuentes de A sc ra 72, p ero hace p o co A m o r la h a lav ad o en la co rrien te del P erm eso . podido componer todavía un libro del estilo de los Trabajos y Días de Hesiodo (v. 25), pues todavía anda componiendo poesías elegiacas al estilo de Galo (v. 26), ¿cómo va a dedicarse a la poesía épica para cantar a Augusto? Claro que no (recusatio). Esa tarea quedaba reservada para Virgilio. 66 Augusto. 67 M. Craso y su hijo Pubüo cayeron en la batalla de Carras (53 a. C.) contra los partos. 68 D ió n C a sio cuenta (LUI 29) que una expedición romana, dirigida por el go bernador de Egipto, Elio Galo, acabó en un desastre en el año 24 a. C . 69 Seguramente se refiere a Gran Bretaña; cf. D ió n C a s io , LUI 25 y E n k , Líber secundus, págs. 161-162. 70 Los de Augusto. 71 Es decir, un pequeño poema, no comparable con la altura de la épica. 72 Referencia culta a Hesiodo, oriundo de Ascra. Los versos 25-26 son un eco
25
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ELEGÍAS
11 RECUERDA, CINTIA, QUE ERES POLVO 73
Escriban otros de ti o permanece desconocida, como quieres: que te alabe quien siembra en tierra estéril. T odos tus dones, créeme, contigo en un solo féretro se llevará el negro día de tu últim o funeral; 5 y p a s a rá el cam in an te d esp rec ia n d o tu s huesos sin decir: « e s t a s c e n i z a s f u e r o n u n a j o v e n r e f i n a d a » .
12 DESCRIPCIÓN DE AMOR 74
Quienquiera que fuera el que pintó a A m or com o un niño, ¿n o crees q u e tu v o u n a m a n o ex tra o rd in a ria ? É ste fu e el p rim e ro q u e vio q u e los en am o ra d o s viven sin seso y q u e gran d es bien es se e stro p e a n p o r locas pasiones. 5 E ste m ism o a ñ ad ió n o en v an o alas ligeras co m o el viento e hizo q u e el dio s p u d iera v o la r desde el c o ra z ó n h um ano: de
Bucólicas V[ 64-73 (alusión a C. Galo); cf. H. E. B u t l e r , E. A . B a r The Elegies o f Propertius, Hildesheim, 1969, pág. 209; y las reticencias de G. D ’A n n a , «Cornelio Gallo, Virgilio e Properzio», Athenaeum 69 (1981), 287. 73 Prefiero entender la presente elegía como un breve epigrama funerario y no como un fragmento de una elegía más larga, hoy perdida, o como el final de la anterior. 74 Era un ejercicio retórico de escuela describir a Cupido ( Q u i n t m a n o , Inst. Orat. II 4, 26). Descripciones de Eros o Cupido se encuentran con frecuencia en la literatura clásica; cf. E nk, Líber secundus, págs. 169-171, y T . L o n g , « T w o unnoticed parallels to Propertius 2.12», Class. Philol. 73 (1978), 141-142; léase a E. B u r c k , «Amor bei Plautus und Properz (Plautus, Trinummus 223-275; Properz II, 12)», Arctos 1 (1954), 32-60; N. Z a g a g i , Tradition and Originality in Plautus, Gotinga, 1980, págs. 90-104. V ir g il io ,
ber,
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pu es es evidente q u e so m os z a ra n d e a d o s p o r olas de aq u í p a ra allá 75 y el v iento q u e n o s sacude no p erm an ece en n in g ú n lugar. Y co n ra z ó n su m a n o está a rm a d a co n saetas afilad as y u n a a lja b a d e C n o so s cuelga de sus h o m b ro s:
10
pues h iere antes d e q u e a salvo veam os al enem igo y n ad ie se m a rc h a in dem ne de a q u e lla h erid a. E n m í p erm an ecen sus d a rd o s, p erm an ece ta m b ié n su im agen in fa n til: p ero sin d u d a aquél h a p e rd id o sus alas; p u es, ay , no v u ela desde m i p echo a o tra p a rte , y c o n tin u am en te h ace la g u e rra en m i sangre.
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¿ P o r q u é te g u sta h a b ita r en m is tu é ta n o s resecos? Si tien es p u d o r, ¡lan za tu s d a rd o s a o tr a parte! M e jo r sería te n ta r a los no e n a m o ra d o s co n ese v eneno 76: n o soy yo, sin o m i débil so m b ra la q u e es a z o ta d a . Si la destruyes, ¿q u ién será el qu e ca n te al a m o r (esta M u sa m ía ligera es tu g ra n ren o m b re), el q u e ca n te la cab ez a, los dedos, los o jo s neg ro s de m i a m a d a y la elegancia co n q u e suele cam in ar?
13 FANTASÍA FÚNEBRE: AMOR Y MUERTE 77 N o se a rm a Susa co n ta n ta s flechas p ersas co m o las que A m o r h a clavado en m i p ech o .
75 Motivo amatorio del nauigium amoris; cf. G. L a g u n a , «Ovidio, Am . II 10, 9-10 y el tópico del nauigium amoris», Emérita (en prensa). La metáfora náutica es frecuente en el epigrama helenístico y en la comedia nueva; cf. Z a g a g i , Tradi tion..., págs. 81-82. 76 Con el veneno del amor, del que hay que huir, como poetizara Mosco (I 26-27): «Tira de él si se ríe y escapa si quiere besarte,/ que es malo su beso, hay veneno fatal en sus labios» (trad, de M. F e r n á n d e z - G a i i a n o ). 77 Creo en la unidad de la presente elegía (cf. L. P . W il k in s o n , «The Conti nuity of Propertius II 13», Class. Rev. 80 [1966], 141-145), que se distribuye en tres secciones: a) 1-16: poeta enamorado; b) 17-42: descriptio mortis junto a la amada; c) 43-58: deseo de morir para ser llorado por la amada. Sobre esta preciosa elegía, puede leerse una excelente interpretación literaria en T. D. P a p a n g h e l i s , Propertius: A Hellenistic Poet on Love and Death, Cambridge, 1987, págs. 50-79.
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É ste m e p ro h ib ió d esp rec ia r a M u sas ta n finas y m e o rd en ó q u e h a b ita ra en el b o sq u e de A scra 78, 5 n o p a ra q u e las encinas d e P ie ria sigan m is p alab ras o yo p u ed a g u iar a las fieras p o r el valle ism ario 79, sin o m ás bien p a ra q u e C in tia p u e d a a d m ira r m is versos: en to n ces sería yo m ás fam o so p o r m i a rte q u e el argivo L ino. N o soy yo u n a d m ira d o r ta n g ran d e de u n cu erp o h erm oso 10
ni de si u n a m u jer se u fa n a de ilustres an tep asad o s: q u e m i p lacer sea leer en el regazo de u n a jo v e n c u lta 80 q u e a p ru e b e m is escrito s con su fin o oído. C u a n d o co n sig a e sto , ad ió s a las ind iscrim in ad o s ch arlo teo s del vulgo: pues c o n el ju icio de m i a m a d a estaré a salvo.
15 Q u e si acaso ella d irig iera sus o íd o s p red ip u esto s p a r a un a reco n ciliació n , en to n ces p u ed o yo so p o rta r la en em ista d de Jú p ite r. C u a n d o llegue, p u es 81, la h o ra en q u e la m u erte cierre m is o jo s, escucha có m o debes d isp o n er m i funeral: n o se alarg u e en to n ces el c o rte jo fú n eb re co n g ran desfile de 20
im ágenes, ni la tro m p e ta se lam en te inú tilm e n te p o r m i m u erte, ni se m e ex tien d a en to n ces u n lecho de pies de m arfil, ni descanse m i cad áv er so b re u n catafalco d igno de A ta lo . Q u e m e falte u n a h ilera d e b a n d e ja s co n esencias y tenga
las exequias in sig n ifican tes de u n fu n era l plebeyo. 25 S u ficien te, su ficiente es m i c o rte jo , si h ay tres lib rito s, q u e o frec er a P e rsé fo n e co m o regalo especial.
78 Hesíodo, de Ascra (Beocia), fue inspirado por las Musas en el monte Helicón. Cf. II 10, 25. Pero Ascraeum... nemus puede significar simplemente «el bosque de las Musas», como sostiene D ’A nna, «Corneiio Gallo, Virgilio e Properzio», págs. 288-289. 79 Como hizo Orfeo con su música: atraer a los árboles en Pieria (Macedonia) y hacer que las fieras le siguieran en el Ismaro (montaña de Tracia); cf. V ir g il io , Bucólicas VI 69-71. 80 Propercio se inspiró seguramente en la escena del proemio de L u c r e c i o (I 31-40) en la que Marte reposa embelesado sobre el regazo de Venus. 81 El igitur («pues, si es así») del texto latino impide iniciar una nueva elegía en el verso 17, como quieren algunos editores. El poeta se imagina una posible reconciliación en la hora de su muerte; ante esa hipótesis fantasea con su funeral y su amada (cf. T ib u l o , I 1, 59-68). De ahí, el «pues» que enlaza con los versos 15-16: «cuando muera y mi amada se reconcilie, entonces...»
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T ú , en cam b io , m e seguirás a ra ñ á n d o te el p ech o d esn u d o , y n o te can sa rá s d e invocar m i n o m b re 82, p o n d rá s el ú ltim o beso en m is labios h elad o s, c u a n d o se m e o fre n d e u n a c a ja d e ónice llena de p erfu m es sirios.
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D espués, c u a n d o la llam a p re n d a d e b a jo y m e con v ierta en ceniza, u n a p eq u eñ a u rn a reciba m is restos 83, p ó n g ase u n laurel 84 so b re mi exigua tu m b a , c u y a s o m b r a c u b r a el lu g a r d e m i c a d á v e r q u e m a d o , y h a y a d o s v e rso s:
el hom bre que ahora
ya ce co m o el po lv o
desa -
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[GRADABLE, ÉSE FUE EN OTRO TIEMPO ESCLAVO DE UN SOLO AMOR.
L a fam a d e m i se p u lcro n o será m enos c o n o c id a q u e lo fue la tu m b a c ru e n ta del héroe de P tía 85. T am b ié n tú , si alg u n a vez se cu m p le tu d e s tin o , ac u é rd a te , recorre este cam in o , y a en canecida, hacia la lá p id a q u e te recuerde.
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E n tre ta n to , n o desprecies m i se p u ltu ra, la tie rra n o es en teram en te inconsciente de la v erdad. ¡Y o ja lá u n a de las tre s H e rm a n a s ,86 m e h u b ie ra o rd e n a d o d e ja r la v id a c u a n d o d o rm í p o r p rim e ra vez en la cuna! P u es, ¿a q u é co n serv ar el alien to 87 p a ra h o ra ta n incierta? T res generaciones p a s a ro n an tes de verse las cenizas de N éstor:
45
a q u ie n , si alg ú n so ld a d o h u b iera a c o rta d o el destin o d e u n a la rg a vejez en las m u ralla s de Ilión 88, n o h u b iera visto aq u él in h u m ar el cu erp o de A n tílo c o , o p re g u n tad o : « ¿ p o r qué, m u erte, llegas ta n ta rd e ? » 82 La típica conclamatio romana o llamar varias veces por su nombre al recién fallecido para asegurarse de su muerte; cf. I 17, 23 y IV 7, 23-24; S e r v io a Eneida VI 218; cf. B a r b e r -B u t l e r , The Elegies..., pág. 213. 83 El latín Manes está empleado metonímicamente por «cenizas» o «restos». 84 En honor de un poeta como Propercio, no el usual ciprés. 85 Aquiles procedía de Ptía en Tesalia. La troyana Políxena fue sacrificada so bre su tumba, de donde el adjetivo «cruenta»; cf. O v id i o , Metamorfosis XIII 448. 84 Las Parcas, que hilaban el destino de los hombres, eran Cloto, Láquesis y Atropo. 87 Es un tópico de la consolatio (43-50) pensar que la muerte prematura no es sino la liberación de las penas y dolores de la vida; cf. A . R a m ír e z d e V e r c e r , «La consolatio en Frontón: en torno al de nepote amisso», Faventia 5, 1 (1983), 68-70. 88 Sigo la lectura de J. D . M o r g a n , «Cruces Propertianae», Class. Quart. 36 (1986), 183-186: cui si longaeuae.../ íliacis aliquis miles in aggeribus.
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ELEGÍAS
T ú , sin em b arg o , siem p re llo ra rá s la p é rd id a de tu am igo: de ley es q u erer siem p re a las p erso n as d esap arecid as. T estigo es aq u élla 89 a q u ien el fiero ja b a lí le h irió a n ta ñ o a su n iveo A d o n is c u a n d o c a za b a p o r las cim as del Idalio; 55 en aq u ellas lag u n as, se d ice, yacía h erm o so , hacia allí tú , V enus, te en cam in aste c o n el cabello suelto. P e ro en v an o in v o carás, C in tia, a m is m u d o s restos: p u es, ¿có m o p o d rá n h a b la r mis huesos red u cid o s a polvo?
14 TRIUNFO DEL AMOR 90 N o se alegró ta n to el A trid a 91 co n su triu n fo en T ro y a, c u a n d o cayó el g ran p o d er de L ao m ed o n te 92; ni U lises sintió ta n ta aleg ría c u a n d o term in ó su vida erra n te y to c ó la co sta d e su q u erid a D uliquia; 5 ni ta n to se alegró E le c tra , cu a n d o vio a salvo a O restes, cuyos su p u esto s h u eso s h ab ía a b ra z a d o y llo ra d o com o h erm an a; ni co n ta n ta aleg ría v io la h ija de M inos 93 a T eseo ileso, c u a n d o aca b ó el itin e ra rio de D édalo g u ián d o se p o r el hilo, co m o la que yo se n tí e n los goces d e la p a s a d a noche: 10
in m o rta l seré, si alcan zo o tr a igual. Sin em b arg o , m ien tras ib a, su p lica n te , co n la cabeza g ach a, se m e decía q u e v alía m enos q u e u n estan q u e seco 94.
89 Venus. Propercio se inspira en B i ó n , Canto fúnebre por Adonis 1 ss.: «Yace en los montes Adonis herido en el m uslo/ blanco por blanco colmillo y a Cipris aflige/ su débil aliento...» (trad. de M. F e r n á n d e z - G a l i a n o ) . 90 Sobre la elegía entera, léase la Introducción, págs. 39-43. El mismo motivo se desarrolla en O v i d i o , Amores II 12, con nota introductoria en la edición de A. R a m í r e z d e V e r o e r y F. S o c a s , ad loe. 91 Agamenón, caudillo de los griegos en Troya. 92 La poderosa ciudad de Troya, rodeada de unas casi inexpugnables murallas construidas durante el reinado de Laomedonte con la ayuda de Neptuno y Apolo. 93 La enamorada Ariadna ayudó a Teseo a salir del laberinto de Creta, construi do por Dédalo para cobijar al Minotauro. C f . C a t u l o ,LXIV 76-115. 94 P a r a J . J . E s c a líg e ro , e l v e r s o s u e n a a f r a s e p r o v e r b i a l ; c f . E n k , Líber secundus, pág. 205; O t t o , Sprichwörter..., pág. 184, núm. 906.
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LIBRO SEGUNDO
Y y a n o p reten d e e n fre n ta rse a m í co n su in ju sta altivez, ni es cap az d e sen tarse insensible a n te m is lágrim as. ¡Y o ja lá n o h u b iera co n o cid o ta n ta rd e su m a n e ra de ser!
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¡A h o ra se o frece rem edio a quien ya es ceniza! 95. A n te m is pies b rilla b a u n cam in o , p e ro yo e s ta b a ciego: cierto es q u e n ad ie ve en su lo c u ra de a m o r 96. M e di cu en ta d e q u e m ás sirve esto: ¡m o strad desprecio, en am o rad o s! A sí v en d rá h o y q u ien ayer d ijo q u e n o . 20 U n o s llam ab an en v a n o a la p u e rta y solicitab an a m i du eñ a: la jo v e n , insensible, reclinó su cab eza so b re m í. E sta v icto ria significa p a ra m í m ás q u e u n a v icto ria so b re los p a rto s: éstos serán m is d esp o jo s, éstos m is reyes, éste m i carro 91. G ran d es regalos co lg aré y o, C iterea, en tu s co lu m n as,
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y ju n to a m i n o m b re p o n d ré esta inscripción: ESTOS DESPOJOS EN TU HONOR, DIOSA, DEPOSITO EN TU TEMPLO YO, PROPERCIO, AMANTE DURANTE TODA UNA NOCHE.
¿ L leg ará a h o ra a ti, m i sol, m i n ave an c la d a en la orilla, o q u e d a rá a tra c a d a en m ed io de los b a jío s? 98 P e ro , si acaso cam b ias tu a c titu d - hacia m í ¡que yazga m u e rto an te tu vestíbulo!
co n alg u n a in fid e lid ad ,
15 NOCHE DE AMOR 99 ¡Q ué felicid ad la m ía! ¡Q ué n o ch e ta n espléndida! ¡Y q u é lecho ta n d ich oso p o r mis goces! 95 O t r o p r o v e r b i o ; cf. O t t o , ibid., p á g s . 83-84, núm. 389. 96 Otra frase general aplicada a la «ceguera de amor»; cf., p. ej., T e ó c r it o , X 19-20; H o r a c i o , Sátiras I 3, 38-39; O t t o , Sprichwörter..., pág. 23, núm. 99. 97 El dístico es todo un insigne exempium anaphorae, como Enk la describe (Liber secundas, pág. 208). Cf. Introducción, pág. 42. 98 Los versos 29-30 tratan el motivo amatorio nauigium amoris o «la nave del amor»: la tranquilidad del puerto simboliza el amor correspondido, mientras las tempestades y los elementos adversos reflejan «el tormento de amor». Cf. Ant. Palat. XII 167 (M e l e a g r o ). 99 Elegía más profunda que la mera descripción de una noche de amor, pues en ella Propercio teoriza sobre su concepción de una vida dedicada al amor. Se
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ELEGÍAS
¡Cuántas palabras nos dijim os a la luz del candil y qué combates se produjeron al apagarlo! 5 P u es y a se lan zab a a la lu cha co n m ig o co n sus senos d esn u d o s, o y a se hacía la rem o lo n a c u b ie rta co n su tú n ica.
Ella abrió con sus besos mis ojos cerrados de sueño y me dijo: «¿Así duerm es, insensible?» ¡Cuántos abrazos intercam biam os en diferentes posturas! 10 ¡Cuánto se detuvieron mis besos en tus labios! N o conviene estropear el sexo en ciegos escarceos: si no sabes, los ojos son los guías en el am or. Paris mismo, se dice, m urió de am or ante la desnudez de Helena, cuando se levantaba del lecho de M enelao; 15 d esn u d o ta m b ié n , se c u e n ta , E n d im ió n h a b ía cau tiv ad o a la
herm ana de Febo y había dorm ido con la diosa desnuda 10°. Pero si, obstinada, te acuestas vestida, en tu v estido rasg a d o p ro b a rá s m is m anos.
M ás aún, si la ira me lleva más lejos, 20
en señ arás a tu m a d re tu s b ra z o s lastim ad o s.
T odavía no te impiden jugar al am or unos fláccidos pechos: q u e se cu id e d e eso q u ie n se avergüence de h a b e r d a d o ya a luz. M ie n tras el d estin o lo p e rm ita 101, saciem os los o jo s de am o r: se te acerca u n a larg a n oche y el d ía q u e n o volverá. 25 ¡Y o ja lá q u isieras q u e estu v ié ram o s ín tim am en te en cad e n ad o s, h a s ta el p u n to d e q u e n in g ú n d ía nos sep are jam ás!
Sírvate de modelo en el am or la unión de las palom as l02, m acho y hem bra en perfecto m atrim onio.
estructura así: a) 1-24: noche de amor; b) 25-36: insatisfacción de Propercio; c) 37-48: paz en el amor (Propercio)/ guerra en la vida política (Augusto); y d) 49-54: ¡amor! (el carpe diem properciano). Léase a S t a h l , «Love» and «W ar»..., págs. 216-233; y N. R u d d , «Theme and imagery in Propertius 2.15», Class. Quart. 32 (1982), 152-155. 100 Selene o la Luna. 101 Frase de epígrafes funerarios (Carm. Epigr. 2075, 1), por la que sintieron atracción diversos poetas: T ib u l o (I 1, 69), V ir g il io (Eneida I 18), O v id i o (Tr. V 3, 5), entre otros. 102 Ejemplo tópico de fidelidad conyugal; cf. C a t u l o , LXVI1I 125-126; O v id i o , Am ores II 6, 56; y otros recogidos por E nk, Líber secundus, pág. 221.
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Se eq u iv o ca q u ien b u sc a u n fin al en u n lo co am o r: el v erd ad ero a m o r n o sabe de lím ite a lg u n o .
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A n tes la tie rra 103 d ecep c io n a rá a los cam pesinos co n fru to s en g añ o so s, m ás rá p id o c o n d u c irá el Sol negros cab allo s, los ríos co m en zarán a llevar las ag u as a su n acim ien to , y los peces sin a g u a vivirán en secas co rrien tes, an tes q u e yo p u e d a tra sla d a r m is pen as de a m o r a o tro sitio:
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d e ella seré vivo, m u e rto de ella seré. Q u e si ella q u isiera o to rg a rm e n oches a su la d o , in clu so larg o m e p arecerá u n a ñ o de vida; Y si m u ch as m e concediere, en ellas m e h a ré in m o rta l: en u n a n oche así cu alq u iera p u ed e ser in clu so d io s.
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Si to d o s d esearan llevar u n a v id a co m o ésta 104 y ten d erse co n el c u erp o a h íto de vino, n o ex istiría el h ie rro cruel ni la nave de g u e rra , ni el m ar de A ccio revolvería n u estro s h u eso s, ni R o m a , cercad a ta n ta s veces p o r sus p ro p io s triu n fo s ,
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esta ría can sad a d e so lta r sus cabellos 105. E stas h azañ a s, n o h ay d u d a , p o d rá ala b a rla s la p o ste rid ad : q u e a n in g ú n d io s h a n o fe n d id o m is co p a s 106. ¡T ú , m ien tra s luzca el sol, d isfru ta de los d o n es de la vida! Q u e a u n q u e d ieras to d o s los besos, pocos d a ría s. P u es lo m ism o q u e las h o ja s d e ja ro n los p étalo s m arch ito s, q u e p o r d o q u ier ves n a d a r esp arcid o s en las copas,
103 Los versos 31-34 desarrollan adynata o «imposibles» tradicionales; cf., ade más, II 3, 5-6; 32, 49-50; véase también E n k , Líber secundus, pág. 222. 104 La vida de los enamorados, entregados a la nequitia y desidia, vida que se oponía a los cánones de un romano normal dedicado a la milicia, la agricultura o el foro; cf. nota a I 6, 26. 105 Como señal de luto por la muerte de sus hijos, víctimas de las guerras civiles que azotaron a los romanos durante todo el siglo i hasta la batalla de Accio en el año 31 a. C. 106 Con la lectura pocula de los manuscritos, no proelia de Fontein (1708-1788), se debe entender, como hizo Passerat en su comentario póstumo (1608), que «no hemos violado en los banquetes el numen de ninguna divinidad con perjurios o palabras impías»; cf. la edición teubneriana de Fedeli, pág. 83, y N. R u d d , «Theme and Imagery...», pág. 154.
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ELEGÍAS
así a n o so tro s, q u e a h o r a , e n a m o ra d o s, resp iram o s un g ran a m o r, tal vez el día d e m a ñ a n a n o s d ep are la m u erte.
16 RIVAL DE PROPERCIO 107
H ace p o co , C in tia, h a lleg ado de Iliria el p re to r 108, el m ás rico b o tín p a r a ti, la m ayor p reo cu p ació n p a ra m í. ¿N o p u d o h ab erse m a ta d o en las rocas C eraunias? ¡A y, N e p tu n o , qué o fre n d a s te dedicaría! 5 A h o ra sin m í celeb ran b an q u etes espléndidos, a h o ra sin m í la p u e rta p erm an ece ab ie rta to d a la noche. P o r ta n to , si eres lista, no desprecies las m ieses q u e se te p o n e n a m a n o y esq u ilm a a la to n ta o v eja de rico vellón 109; d esp u és, cu an d o g aste el d in e ro y se quede p o b re , 10
¡dile q u e se e m b a rq u e p a ra o tr a Iliria! C in tia n o sigue a los p o líticos ni le im p o rta n sus carreras; siem pre es ú n ica p a r a sopesar el bolsillo de sus am an tes 110 ¡P e ro a h o ra , V enus, asístem e en m i d o lo r y que ella ro m p a sus ijares de sexo sin fin! 111.
15 ¿A sí q u e cu alq u iera c o m p ra tu a m o r co n d in ero ? u 2 . ¡O h Jú p ite r, la jo v e n se pierde p o r un precio indigno! S iem p re m e envía al O céa n o a b u sc ar gem as y m e o rd en a tra e r reg alo s de la m ism a T iro .
107 F. C a ir n s (Generic Composition..., págs. 204-208) interpreta esta elegía co mo un prosphonetikón invertido, pues el poeta no da la bienvenida al pretor, sino todo lo contrario. 108 Debe de ser el mismo de I 8, a quien Cintia rechazó invitación de marcharse con él a Iliria. 109 Frase proverbial; cf. O t t o , Sprichwörter..., pág. 260, núm. 1316. 110 Como buena «amada codiciosa»; cf. III 13; T ib u l o , I 4, 57 ss. 111 Es dedr, destroce su virilidad, como la Lesbia de C a t u l o con sus amantes (XI 16-20). 112 Motivo de los regalos y pagos (vv. 15-16) en un contexto amatorio; cf. II 20, 25; léase a N. Z a g a g i , «Amatory Gifts and Payments: A Note on munus, do num, data in Plautus», Glotta 65 (1987), 131, n. 6.
LIBRO SEGU NDO
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¡Ojalá nadie fuera rico en Rom a y nuestro mismo soberano viviera en una choza de p aja " 3! N unca se venderían las jóvenes por dinero,
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y las am ad as se h a ría n viejas en u n a sola casa; n u n c a d o rm irías se p a ra d a de m í siete noches seguidas, ech an d o tu s b lan co s b razo s a u n h o m b re ta n rep u g n an te: n o p o rq u e yo te h ay a fa lta d o (eres testigo), sin o p o rq u e,
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p o r lo general, la ligereza siem pre fue am ig a de las herm o sas.
¡Un salvaje deja su im pronta sacudiendo sus riñones 114 y, afortunado sin esperarlo, ocupa ahora mi reino! ¡Recuerda la am argura que encontró Erifile en unos regalos y en m edio de q u é desgracia a rd ió C reú sa en sus b odas!
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¿Es q u e n in g u n a in fid e lid ad tu y a va a calm ar m i llan to ?
¿Es que este dolor no sabe irse lejos ante tus faltas? ¡H an pasado ya tantos días en que ni me apetece el teatro ni pongo el pie en el Cam po de M arte ni tengo apetito! « ¡P e ro d eb erías estar av erg o n zad o , sí av e rg o n z a d o !» , a no ser
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q u e, co m o d icen , el a m o r in fa m e suele ser p a ra o íd o s so rdos.
M ira al caudillo U5, que ha poco llenó con vano estrépito las aguas de Accio de soldados condenados a morir: un am or infam e le ordenó dar la espalda y virar las naves p a ra b u scar la h u id a en los co n fin es del m u n d o .
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É ste es el v alo r d e C é sar y ésta es la gloria d e C ésar: co n la m an o q u e venció, co n ésa g u ard ó las arm as. P e ro los vestidos q u e te d io , las esm eraldas o los to p acio s d e b rillo am arille n to , q u e ra u d a s to rm e n ta s, lo vea y o, los co n v iertan en n a d a : se co n v iertan en tie rra p a ra ti, lo deseo, p a r a ti en agua. 113 Es decir, que Augusto viva en una choza como lo hicieron Rómulo y Remo; cf. Enk, Líber secundas, págs. 235-236. 114 Propercio describe con desprecio la rudeza sexual del rival con términos eró ticos fuertes, más propios de la vena satírica catuliana (XVI 11) que de nuestro poeta. Sobre «ríñones» por miembro viril, cf. E. M o n t e r o , Aspectos léxicos y lite rarios del latín erótico, (hasta el siglo i d. C.), Santiago de Compostela, 1973, pág. 119 y J. H. A d a m s , Latín Sexual Vocabulary, pág. 48. En cuanto al significado de agitat uestigia «estampa sus huellas» o «deja su impronta», léase S h a c k l e t o n B auey, Propertiana, pág. 96. 115 Marco Antonio.
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ELEGÍAS
N o siem pre ríe J ú p ite r tra n q u ilo an te los am an tes p erju ro s y co n so rd o o íd o n o p re sta aten ció n a las plegarias u 6 . ¿V isteis el estru en d o q u e re c o rrió to d o el cielo 50
y los ray o s etéreo s que sa lta ro n del O lim po?
E sto no lo producen las Pléyades ni el lluvioso O rion, ni la ira del rayo cae así para nada: aquél suele entonces castigar a las am adas perjuras, que tam bién Júpiter mismo lloró al ser engañado. 55 A sí que no estimes tan to los vestidos de Sidón, como para
que tengas que tem er cada vez que sople el nuboso Austro.
17 AMANTE RECHAZADO 117
E ngañar con una noche, dom inar al enam orado con prom esas, ¡eso es como tener las manos m anchadas de sangre! De esto soy yo profeta, cada vez que, abandonado, paso noches am argas revolviéndome de un lado a otro de la cama lls. 5 Y a te im presiones p o r la suerte de T á n ta lo en el río, c ó m o el ag u a en su ard ien te b o c a no sacia su sed; o y a p u ed as q u ed ar im p re sio n ad o p o r los tra b a jo s de Sísifo, có m o d a v u eltas a su p esad a carg a p o r to d o el m onte.
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N ada hay más duro en la tierra que la vida de un enam orado, ni, si tienes seso, n ada m enos deseable.
116 Sobre el juramento de Venus, cf. A. R a m ír e z d e V e r g e r , Catulo..., pág. 184 (epigrama LXX). 117 La elegía se distribuye en tres partes: a) desgracias amorosas del poeta; b) deseo de suicidarse por amor; c) reafirmación de su fidelidad. Para otras divisiones más complicadas, cf. F . C a ir n s , Further Adventures o f a Locked-out Lover: Pro pertius 2.17. Inaugural Lecture, Liverpool University Press, 1975, 23 págs.; P. L. T h o m a s , «Dry Moon and Thirsting Lover: Propertius 11.17», Latomus 30 (1980), 111 y 113. 118 Los romanos dividían la cama en dos partes, prior torus o parte exterior e interior torus o parte interior; cf. O v id i o , Amores III 14, 32.
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A m í, a q u ien h a p o co lla m a b a n feliz y a d m ira b a n co n envidia, a h o ra ap en as se m e ad m ite u n d ía de ca d a diez; a h o ra , im p ía, me g u sta ría a rro ja r m i cu erp o de rocas escarpadas e ingerir venenos m acerad o s en m is p ro p ia s m an o s; y n o p u ed o d escan sar p o r las esquinas en u n a n oche clara 119,
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o in tro d u c ir billetes p o r las ren d ijas de la p u erta. P e ro , a u n q u e esto sea así, no cam b iaré de d u e ñ a : llo ra rá en to n ces, cu an d o se dé cu en ta de la fidelidad q u e le g u a rd o .
ISA DESPRECIO DE CINTIA L as co n tin u as q u e ja s o rig in a n en m uchos o d io : se d o b leg a a m en u d o la m u je r si el h o m b re g u ard a silencio. Si alg o viste, ¡niega h a b erlo visto! O , si acaso alg o te h a d o lid o , ¡di q u e n o te duele! ¿Y q u é si m i ju v e n tu d se b la n q u e a ra con las canas de los añ o s
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y secas a rru g a s su rcaran m is m ejillas? P o r su p a rte , la A u ro ra , lejos de despreciar la vejez de T ito n o , n o p erm itió q u e d u rm ie ra solo en su m a n sió n de O riente: a él m u ch as veces, al p a rtir, lo calen tó en sus p ro p io s b ra z o s, an tes d e lav ar, in d o len te, los caballos sin u n cir; c u a n d o , a b ra z a d a a él, d escan sab a cerca de la In d ia ,
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se q u e jó d e q u e o tr a vez volviera ta n p r o n to el día; ella, al subirse al c a rro , llam ó in ju sto s a los dioses y c o n tra su v o lu n ta d p restó sus servicios a la tie rra . Su aleg ría p o r el a n c ia n o T ito n o vivo era m a y o r
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q u e su p ro fu n d o d o lo r p o r la m u erte de M e m n ó n . N o sin tió vergüenza u n a jo v e n así de d o rm ir co n u n an cian o y e s tam p ar besos u n a y o tra vez en su cabellos canos. T ú , en cam b io , in clu so m e o d ias a m í q u e so y jo v e n , c u a n d o no está lejos el d ía en que tú serás u n a a n c ia n a en co rv ad a.
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D e a h í q u e y o m ás b ien dism in u y a m i a m o r, pues C u p id o a m en u d o suele ser m alo c o n quien an tes fue b u en o . 119 La interpretación correcta de sicca... luna se debe a Enk (Líber secundus, pág. 252): «la luna que brilla en el claro/seco cielo». 131. — 10
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18B CONTRA LA BELLEZA ARTIFICIAL 120
¿Todavía ahora im itas insensata a los pintados britanos y coqueteas con tu cabeza teñida con brillo extranjero? 25 T al co m o la n a tu ra le z a la dio, así es ideal to d a belleza: feo es el co lo r b elg a 121 p a ra los ro stro s ro m an o s.
¡Que surjan bajo tierra m uchos males para la doncella que cam bia su cabello con artificio inapropiado! 31 ¿Es que si una se tiñera sus sienes con tinte azul, 32 por eso esa belleza azulada le sentaría bien? 29 Q u íta te el m aq u illaje: p o r ti m ism a m e p arecerás herm osa; 30
para mí eres bastante herm osa, si vienes a mí a m enudo.
33 D ado que ni tienes herm ano ni hijo alguno,
sea yo para ti un herm ano y para ti tu único hijo. 35 T u m ism o lecho de a m o r sea siem pre tu g u a rd iá n
y no te sientes con la frente demasiado m aquillada. Creeré yo lo que dice la fam a (no seas infiel): las habladurías atraviesan tierra y m ar.
19 AUSENCIA DE CINTIA
A unque m uy a pesar m ío, Cintia, te m archas de Rom a, me alegro de que vivas sin mí en cam piñas apartadas. 120 La separación de estos versos se debe a K u in o e l en su edición de 1805, pero hay quienes defienden la unidad de la elegía, como T. K. H u b b a r d , «Speech, silence, and the play of signs in Propertius 2.18», Transad. Amer. Philol. Assoc. 116 (1986), 105-136. Sobre el motivo de la belleza natural preferible a la artificial, cf. nota 11 a I 2. 121 Propercio critica el uso de la tintura en el cabello de su amada. También se podría referir al color rubio de las pelucas con cabello rubio de mujeres germanas (los germanos entregaban el cabello como señal de sumisión) que usaban algunas romanas; cf. O v id i o , Am ores I 14.
LIBRO SEGUNDO
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N o h a b rá en los casto s cam pos n in g ú n se d u cto r jo v en q u e co n sus req u ieb ro s no te deje ser h o n ra d a ; n in g u n a riñ a se o rig in a rá an te tu v en ta n a
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ni te n d rá s u n su eñ o m olesto p o rq u e te reclam en.
Estarás sola y contem plarás, C intia, los m ontes solitarios, el ganado y la tierra del sencillo campesino. Allí ningún espectáculo tendrá el poder de corrom perte ni habrá tem plos, motivo principal de tus infidelidades 122. Allí verás a los bueyes arar diariam ente
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y a la hoz p o d a r sab iam en te el fo llaje de la vid; y allí llevarás u n p o c o d£ incienso a u n tem p lete a b a n d o n a d o , d o n d e u n c a b rito caerá an te un a ltar cam p estre; rá p id a m e n te , in cluso, im ita rá s co n las p iern as d esn u d as las d a n z a s, si to d o está libre de h o m b res de fu era .
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Yo m ismo iré de caza: ahora ya me agrada ofrecer sacrificios a D iana y abandonar los votos de Venus 123. Em pezaré a cazar fieras, a colgar de un pino los cuernos de an im ales y a d irig ir a los au d aces canes;
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sin em b arg o n o m e atrev ería a in te n ta rlo co n enorm es leones o a d arm e p risa p o r acercarm e a los ja b a líe s salvajes. L legue, p ues, só lo m i o sa d ía a c o b ra r liebres de piel suave o a clav ar p á ja ro s en la c a ñ a disp u esta 124, p o r d o n d e el C litu m n o cubre las h erm o sas co rrien tes co n su p ro p io b o sq u e y las ag u as b a ñ a n a los niveos bueyes.
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Tú, cada vez que intentes algo, vida m ía, acuérdate de que yo vendré a ti en unos pocos amaneceres. A quí ni las selvas solitarias ni las corrientes errantes q u e fluyen p o r cu m b res m usgosas p o d rá n a p a rta rm e 122 Los espectáculos, los templos, el pórtico, el foro y los banquetes eran los lugares más adecuados para las citas; cf. O v id i o , A rte de amar I 41-262. 123 Significa que está dispuesto a cultivar la castidad en honor de Diana con tal de acompañar a Cintia, aunque para ello tenga que abandonar sus intenciones amatorias (el culto a Venus). El dativo votivo Venen se corresponde a Dianae del verso anterior. 124 A la cafla de cazar (en realidad se trataba de un palo largo compuesto de varios cortos que se ensamblaban entre sí) se le untaba liga, una materia viscosa, donde los pájaros quedaban adheridos; cf. P. J. C o n n o r , «Propertius 2.19.24: calamus aucupatorius», Latomus 38 (1979), 532-533.
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ELEGÍAS
de q u e yo ten g a tu n o m b re c o n tin u a m e n te en m is labios: a u n e n a m o ra d o au se n te n o h ay n ad ie q u e desee p e rju d ic a r 125.
20 COMPROMISO DE FIDELIDAD 126
¿Por qué lloras más desconsoladam ente que Briseida robada y con am argura m ás h onda que la cautiva A ndróm aca? ¿O p o r q u é , lo ca, m o lestas a los dioses con m i traición?
¿por qué te lam entas de nuestra lealtad así quebrantada? 5 T a n to n o a lb o ro ta F ilo m ela, ave fu n e sta , co n su n o ctu rn o la m en to en tre los árb o les de A ten as, ni ta n to llo ra N ío b e, a lta n e ra ju n to a doce sepulcros, d e rra m a n d o lág rim a s desde el an g u stia d o S ípilo l27. A u n q u e a ta r a n m is b ra z o s con n u d o s de bro n ce o 10
tu s m iem b ro s estu v ie ran escondidos en el p alacio de D ánae, p o r ti y o , m i vida, ro m p e ré las cad en as de bro n ce y atra v e sa ré el p alacio a c o ra z a d o de D ánae. M is o íd o s se rán so rd o s a lo q u e se m e diga de ti:
tú en to n ces c o n té n ta te co n no d u d a r de m i seriedad. 15 T e ju r o p o r los h u eso s de m i m a d re y de m i p a d re (si m ien to , ¡caigan, ay, sobre m í las p esad as cenizas 128 de am b o s!) q u e y o seré tu y o , v id a m ía, h a s ta las últim as tinieblas: la m ism a fid elid a d , el m ism o d ía nos a rre b a ta rá a los do s.
Y aunque ni tu renom bre ni tu belleza me retuvieran, 20
p o d ría reten erm e la dulce esclavitud a tu p erso n a. 125 Así interpreta el verso F. C a ir n s , «Propertius 2.19.32», en A. W a t s o n (ed.), Daube Noster, Edinburg, 1974, págs. 49-51. 126 La elegía muestra una situación típicamente dramática que presenta la pro testa de la enamorada ofendida por la conducta del amado; cf. R. O. A. M. L y n e , Latín Love Poets fro m Catullus to Horace, Oxford, 1980, págs. 120-124. 127 Níobe tenía doce hijos, según H o m e r o (¡liada XXIV 603); en la patética versión de O v id io (Metamorfosis VI 146-312) aparecen catorce hijos. Níobe quedó convertida en roca en el monte Sípilo (Lidia), donde manaba una fuente de agua (las lágrimas de Níobe). 128 Cinis... grauis parece evocar el térra leuis de las inscripciones funerarias; cf. R ic h a r d s o n , Elegies..., pág. 270.
LIBRO SEGUNDO
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Ya corre la séptim a vuelta de la luna llena, c u a n d o n in g ú n cru ce de cam inos calla de ti y de mí: e n tre ta n to a veces la p u e rta nos fue condescendiente, a veces se m e hizo p artícip e de tu lecho. N o h e c o m p ra d o n in g u n a n o ch e co n regalos costosos:
25
lo q u e yo co n seg u ía, eso era u n g ran fa v o r de tu co razó n .
C uando tantos te cortejaban, tú solamente m e cortejaste a mí: ¿p u ed o y o o lv id arm e de tu s sentim ientos?
¡En ese caso, acosadm e, trágicas Erinias, y c o n d én am e, É a c o , en el ú ltim o ju ic io ,
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y, com o castigo, ande yo errante entre las aves de Ticio, y, en ese caso, arrastre yo rocas com o en el torm ento de Sísifo! Y tú n o m e supliques co n hum ildes billetes: m i fid elid a d será al final igual q u e al prin cip io . S iem pre m an ten g o esta n o rm a: m e e n a m o ro d e u n a so la , sin ro m p e r a los tres días ni co m p ro m eterm e a la ligera.
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21 CINTIA ENGAÑADA
¡Ay, cuanto el escrito de P anto te m intió sobre mí, así Venus no sea am iga de ese Panto! Pero ya te parezco augur más veraz que el de Dodona: ¡ese bello am a n te tu y o tiene esposa! ¡T an tas noches p erd id as! ¿no te avergüenzas? P u es m ira ,
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es lib re y can ta: tú , d em asiad o créd u la, d u erm es sola.
Y a h o ra an d as en b o c a de ellos, pues aquél dice c o n desprecio q u e tú a m en u d o fuiste a su casa c o n tra su v o lu n tad :
Que me m uera si no busca otra cosa de ti que propaganda: así es co m o ese m arid o o b tien e a lab an za s.
10
Así en otro tiem po engañó Jasón, huésped, a Medea: fue expulsada del hogar, pues Creúsa lo retuvo; así el joven duliquio 129 burló a Calipso: vio a su am ante desplegar las velas. 129 Ulises, rey de ítaca, llamada también Duliquia, como en II 2, 7; 14, 4 y III 5, 17. En la versión homérica (Odisea V 160-224) Calipso facilita la partida
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ELEGÍAS
15 ¡A y, jo v en citas, d em asiad o proclives a p restar vuestros o ídos,
aprended, abandonadas, a no ser tem erariam ente condescendientes l3°! Ya hace tiem po que buscas a otro que dure: escarm entada con el prim ero, podías, necia, tener cuidado.
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Yo en cualquier lugar, yo en todo tiempo contigo estoy, ya estés enferm a, ya igualmente sana.
22A ME GUSTAN TODAS 131
Sabes que ayer me gustaban m uchas jovencitas por igual; sabes, D em ofonte, que me han causado m uchas desgracias. Mis pies no recorren en vano los rincones de la ciudad: ¡oh teatros, nacidos para mi extrem a perdición, 5 y a alg u n a ex tien d a sus m an o s co n gesto se d u cto r, y a m o d u le en su b o c a ritm o s variados!
E ntretanto mis ojos buscan ser heridos, si una blanca m ujer se sienta con su pecho sin cubrir o si sus errantes cabellos, a los que una perla de la India 10 recoge en medio de la cabeza, caen sobre su lisa frente; y si ésta acaso me había despreciado, altiva, con su rostro, un frío sudor me caía por toda la frente 132. de Ulises; Propercio, pues, ha variado una vez más la leyenda, como buen imitador de los poetas alejandrinos. 130 Puellae bonae tiene el mismo significado que en C a t u l o , C X 1: «Siempre, Aufilena, se alaba a las amantes condescendientes.» 131 El motivo es frecuente en el epigrama helenístico (Ant. Palat. XII 193 [ R la n o ] , 256 [ M e l e a g r o ] , y, más tarde, A nt. Palat. XII 5, 198, 244 [ E s t r a t ó n ] ) . Pro percio parece ser el antecedente más directo (II 22 y 25, 41-47), pero no se olvide el catálogo de mujeres de L u c r e c i o (IV 1160-1170), luego aplicado a los hijos por H o r a c i o (Serm. I 3, 43- 53); cf. también O v i d i o , Amores II 4, A rte de amar II 656-662, y Remedios contra el amor 327-330. 132 Los versos 11-12 fueron excluidos por Housman, Fontein estableció una la guna tras el v. 10, Enk los colocó detrás del v. 2, Camps detrás del 24, y Luck («Notes on Propertius», pág. 81) detrás del v. 18 (cf. edición de F e d e l i , pág. 98). Yo no encuentro razones de peso para no respetarlos tal como nos han sido trans mitidos, si entendemos que se refiere a la misma mujer candida de los versos precedentes.
LIBRO SEGUNDO
151
¿Me preguntas, Dem ofonte, por qué soy tan débil ante todas? Ningún am or tiene respuesta a tu pregunta: «por qué». ¿P or qué uno lacera sus brazos con cuchillos sagrados y se m utila al loco ritm o de Frigia? 133. A cada ser creado la naturaleza dio un defecto: a mí la Fortuna me concedió estar siempre enam orado, y, aunque a mí me persigan los hados del cantante Tam iras, nunca, envidioso, seré ciego ante las m ujeres bonitas. Pero, si mis m iem bros te parecen débiles y entecos, te equivocas: el culto a Venus 134 nunca es un trabajo. Puedes averiguarlo: muchas veces una joven h a probado que puedo cumplir con ella durante toda una noche. Júpiter por Alcmena hizo descansar a las dos Osas y el cielo estuvo dos noches sin su rey 13s; y, sin em bargo, no por eso volvió sin fuerzas a usar el rayo: ningún am or quita por sí m ismo sus propias fuerzas. ¿No? C uando Aquiles dejaba los abrazos de Briseida, ¿acaso los frigios escapaban menos de las dardos tesalios? ¿No? C uando el fiero H éctor se levantaba del lecho de A ndróm aca, ¿no tem ían la guerra las naves micénicas? Éste o aquél eran capaces de destruir una escuadra o las m urallas: yo soy ese Pelida, yo ese fiero H éctor. M ira cóm o ya el sol o ya la luna se cuidan del cielo: así tam bién una sola joven es poco para mí. Que una me tenga y caliente en sus brazos deseosos, si alguna vez o tra no me deja sitio; o, si acaso una se enoja con mi esclavo, ¡que se entere que hay otra que quiere ser mía! Pues dos m arom as agarran m ejor una nave, y con más tranquilidad una m adre angustiada cría a dos hijos.
133 En el culto de Cibeles, la diosa madre de Frigia, los iniciados podían llegar a cortarse los brazos o incluso castrarse en los momentos de éxtasis religioso. Re cuérdese a C a t u l o , LXIII (Atis y Cibeles). 154 Es decir, hacer el amor. 135 Júpiter.
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ELEGÍAS
22B AMANTE RECHAZADO
. » *
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o si eres altiva, di que no; pero si no lo eres, ¡ven!, ¿de q u é sirve, ay , n o ten er en cu en ta tu s p alab ras? 137. 45 P a r a el e n a m o ra d o el d o lo r m ás in ten so de to d o s consiste en q u e u n a m u je r, c u a n d o se la esp era diga de p ro n to q u e n o viene. ¡C u án to s su sp iro s le a b ru m a n p o r to d a la cam a, c u a n d o la q u e n o h a venido p ro h íb e p erso n alm en te que se le reciba!
Y 50
enseguida agobia a su esclavo preguntando lo que ya sabe, o rd e n á n d o le av erig u ar la suerte q u e tem e conocer.
23 IDEAL EPICÚREO DE MUJER 1J8 A m í, q u e tu v e q u e h u ir de la se n d a del in cu lto vulgo 139,
ahora me sabe dulce el agua que bebo de un estanque público.
136 Tal vez sea el fragmento de una elegía más extensa, como piensa V a h l e n acepta F e d e l i (pág. 100 de su edición). Sobre los problemas textuales, cf. G. L u c k , «Beiträge zum Text der römischen Elegiker», Rhein. Mus. 105 (1962), 341 ss. 137 La explicación correcta de nullo ponere uerba loco se debe a K. L a c h m a n n (pág. 179 de su edición): Cur nihili facis uerba, id est, promissa tua? Aduce a C i c e r ó n , Fin. II 28, 90, y Leg. II 5, 12. 138 Properdo sigue la doctrina epicúrea sobre el amor, resumida por L u c r e c i o en su famosa diatriba contra el amor: «Y no se priva del goce de Venus quien no se enam ora,/ sino que escoge placeres que están exentos de pena:/ pues el deleite que sigue es sin duda más puro en el cuerdo/ que en el amante infeliz...» (IV 1073-76; trad. de F. S o c a s , «Venus Volgivaga o el amor tornadizo y plebeyo», Er 2, 1 [1985], 7-17). La misma concepción de que el único amor que no produce sinsabores es el de las prostitutas, se encuentra en L ucino (866-7 M a r x ) y H o r a c io («Quiero a Venus disponible y condescendiente», Sátiras I 2, 119). 139 Misma frase en C a l ím a c o , Epigramas XXVIII 1-2: «Odio el camino que lleva aquí y allá a la muchedumbre»; cf. R. S c a r c ia , Sesto Properzio: Elegie, Mi lán, 1987, págs. 209-210. y
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LIBRO SEGUNDO
¿U n h o m b re libre o frece regalos al esclavo d e o tro , p a ra q u e lleve p ro m esas de a m o r a su am a d a ? Y
siem pre p re g u n ta « ¿Q u é p ó rtic o la co b ija a h o ra ? »
5
y « ¿ a q u é lu g ar del C a m p o de M a rte se dirige ella?» ¡D espués, ten er q u e s o p o rta r los fam o so s tra b a jo s de H ércu les, p a ra q u e escriba: «¿T ienes algún reg alo p a ra m í?», y p a ra q u e p u ed as ver la ca ra a d u s ta de u n g u a rd iá n y, so rp re n d id o , te n e r q u e esco n d erte en u n a ch o za in m u n d a!
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¡Q ué c a ra resu lta u n a n o ch e que llega u n a vez en to d o u n año! ¡Q ue se m u eran aqu ellos a quienes les g u sta u n a p u e rta cerrada! A l c o n tra rio , a m í m e g usta la q u e cam in a lib re sin m a n to y sin estar ro d e a d a d e la am en aza de los g uardianes; la q u e a m en u d o d esg asta la vía S acra co n sucio calzado,
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y n o p o n e o b stá cu lo s al que desee a b o rd a rla ; ésta n u n c a te d a rá de la d o ni te p ed irá sin p a r a r lo q u e un p a d re cicatero d e p lo ra rá a m en u d o h a b e rte d a d o , y n o d irá: «T engo m ied o , p o r fa v o r, d a te p risa en levantarte: Y
q u é desgracia la m ía, ho y viene m i m arid o del cam p o » . ag rád en m e las jó v en es que vienen del É u fra te s y del O ro n tes: n o q u isiera en g añ o s en u n a ca m a h o n ra d a .
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P u esto q u e y a n o q u e d a n in g u n a lib erta d p a r a el e n a m o ra d o , n ad ie será lib re, si desea estar en am o rad o .
24A FAMA DE «CINTIA» « ¿Q u ién eres tú p a ra h a b lar, c u a n d o eres a h o r a
el blancp
de las m u rm u racio n es p o r el éxito de tu lib ro y tu C intia 140 se lee [por to d o el fo ro ? » ¿A q u ién , an te estas p a la b ra s, n o se le ca e rá el
su d o r de la frente?
U n h o m b re lib re o es p u d o ro so o h a de ca lla r su a m o r. P e ro si C in tia m e p ro fe sa ra m ejo res sen tim ien to s, n o se m e d iría q u e soy u n a n u lid ad de p e rso n a 141, 140 Alusión a su libro 1 o Monobiblos. 141 Sobre el concepto de nequitia o vida de ocio (otiumj de quien no se dedica a nada «provechoso», es decir, a las preocupaciones (negotia) delromano de la
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154
ELEGÍAS
ni se me llevaría así por toda la ciudad sin honor 142 ni, aunque me abrasara, se haría burla de mi reputación. Así que no te extrañe que yo ande buscando m ujeres de poco valor: 10 m enor descrédito acarrean; ¿te parece poco motivo? Pero C intia 143 desea solamente abanicos de la altiva cola de pavo real, y transm itir frescor a sus m anos con la dura bola de cristal 144, y quiere que yo, fuera de mí, pida dados de m arfil y cuantas bagatelas brillan en la vía Sacra. 15 ¡Ay, m u e ra y o si esos dispendios m e im p o rta n , p ero m e av erg ü en za ser ju g u e te de u n a a m a d a infiel!
24B VOLUBILIDAD DE CINTIA
¿Por eso sobre todo me invitabas a estar contento? ¿A ti, tan herm osa, no te da vergüenza ser ligera? A ún no hemos tenido completas una o dos noches de am or 20 y ya me consideras una carga en tu lecho. Hace poco me alababas y leías mis poemas: ¿tan pronto aquel am or tuyo dio la vuelta a sus alas 14S? ¡Rivalice él conmigo en talento, rivalice tam bién en arte, aprenda sobre todo a am ar en un solo hogar!
clase acomodada (milicia, política, agricultura o comercio), cf. nota a I 6, 26. 142 El enamorado es capaz de perder hasta su buen nombre (in-famis) por la esclavitud hacia su amada; cf. P i c h ó n , Index verborum amatoriorum..., pág. 168. 143 Camps y Fedeli, siguiendo a E. Baeherens, establecen una laguna delante del verso 11 y consideran los versos 11-16 como un fragmento de una elegía incom pleta. Pero se puede leer haec (v. 11) en lugar de el; el pronombre se puede referir a Cintia, opuesta a las prostitutas de los versos anteriores. 144 Los comentaristas (p. ej., Rothstein, Enk, Camps) hablan de una bola de cristal que las mujeres usaban en verano para enfriar sus manos. Sólo se aduce el presente pasaje. Me parece más lógico en un contexto de regalos (la «amada codiciosa») entender un anillo con una piedra de cristal engastada que transmite frío a las manos por su enorme tamaño (pila cryslallina, no un simple crystallus). 145 Es decir, se fue volando a otra parte.
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LIBRO SEGU NDO
Si te p lace, que luche él c o n tra H id ra s de L e rn a y tra ig a p a ra ti m an zan as del d rag ó n de las H espérides.
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B eba c o n g usto n eg ro veneno o , n á u fra g o , las ag u as del m ar, y n u n ca reh ú se ser d esgraciado p o r ti (¡tra b a jo s que o ja lá , v id a m ía, p ro b a ra s en m í!): y a te re su lta rá u n d espreciable co b ard e ése
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q u e a h o ra se ja c ta d e h ab er alc a n z a d o u n p u esto digno de envidia: el añ o q u e viene será el de v u estra se p ara ció n .
A mí, en cambio, no me cam biará ni la vida entera de la Sibila, ni los trabajos de Hércules, ni aquel negro día 146. T ú los recogerás y d irás: «¿S o n éstos tu s h u eso s,
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P ro p e rc io ? A y , tú m e eras fiel, tú e ra s, ay , fiel, a u n q u e n o fu era s n o b le p o r la sangre de tu ab u elo y a u n q u e n o fu era s ta n rico .»
Lo sufriré todo; nunca me hace cam biar una infidelidad: n o co n sid ero y o n in g u n a ca rg a so p o rta r a u n a m u jer b o n ita .
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C reo q u e n o p o co s h a n m u e rto de am o r p o r u n a belleza así, p ero asim ism o creo que m u ch o s no g u a rd a ro n fidelidad.
Poco tiem po am ó Teseo a la hija de Minos o D em ofonte a la hija de Fílide, los dos, huéspedes malvados. Y a co n o ces a M edea a p a rtir de la n ave de J a só n y su a b a n d o n o p o r el héroe recién
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salvado.
Cruel es la que a m uchos finge un falso am or y la que puede acicalarse para más de uno. No me compares con nobles, no con gente afortunada: difícilmente vendrá uno que recoja tus huesos en el últim o día. Eso haré yo por ti: pero más bien te suplico que tú, co n el cabello su elto , m e llores g o lp ean d o tu pecho d esn u d o .
25 MAL DE AMORES 147 Ú n ica y deliciosa p reo cu p ació n n acid a p u esto q u e m i su e rte m e excluye a
p a ra m i to rm e n to , m e n u d o de u n
«v en » ,
146 El día de la muerte. 147 Estas reflexiones en alta voz se dirigen a Cintia, sin nombrar (1-20), a un enamorado feliz (21-38) y a un amante promiscuo (39-48).
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ELEGÍAS
esa belleza lleg ará a ser fam o sa en m is libros
con tu venia, Calvo, con tu perm iso, C atulo 14S. 5 E l so ld a d o v eteran o d escan sa al d e ja r las arm a s, y los viejos bueyes se n iegan a tira r del a ra d o ; la n av e carco m id a d escan sa en playas so litarias, y el v iejo escudo g u e rre ro en el tem p lo 149; a m í, en cam b io , n o h a b r á vejez q u e m e separe de tu am o r,
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por más que yo llegue a ser T itono o Néstor l5°. ¿No sería preferible ser esclavo de un tirano salvaje y gemir, cruel Perilo, dentro de tu propio toro? ¿Y no lo sería convertirse en piedra ante el rostro de la G órgona, incluso si tuviéram os que soportar a las aves del Cáucaso ,51?
15 ¡P e ro c o n to d o a g u a n ta ré ! E l filo de la e s p ad a se desgasta co n el m o h o y la p ie d ra co n p o c a ag u a cay en d o co n tin u am en te: en cam b io , n in g ú n e n a m o ra d o se consum e en el u m b ra l de su am a d a ;
aguanta y soporta en su oído amenazas que no merece. Despreciado, llega a suplicar y, ofendido, reconoce haber faltado, 20
y vuelve p o r sus m ism o s pies en c o n tra de su v o lu n tad .
Y tú , que te pavoneas de un am or plenam ente feliz, crédulo eres, pues ninguna m ujer es constante m ucho tiem po. ¿Qué hom bre cumple las prom esas hechas en m edio de la tem pestad, cuando a m enudo en el puerto flota un barco destrozado? 152. 25 ¿O q u ién pid e el p re m io sin te rm in a r la c a rre ra , antes de q u e la ru e d a ro ce p o r sé p tim a vez
el p o ste de llegada? 153.
148 Como la Quintilla de L. Calvo y la Lesbia de G. Catulo, ambos poetas neotéricos o «novísimos»; cf. II 34, 87-90. 149 Las armas se ofrendaban a los dioses por sus propietarios cuando se retira ban del servicio militar. 150 Paradigmas de longevidad. 151 El águila que se comía eternamente el hígado de Prometeo en el Cáucaso. Aves es plural poético, como en V ir g il io , Bucólicas V I 42. 152 Otra imagen náutica para decirle al rival que su barco (= el amor) naufraga rá (= terminará) en el mismo puerto, sin que le haya dado tiempo a iniciar siquiera una tormentosa travesía (= tormentos de amor). 1,3 La metáfora de las carreras en la elegía amorosa fue especialmente muy del gusto de O v id i o ; cf., p. ej., A m ores III 15, 2 .
LIBRO SEGUNDO
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M entirosos soplan, juguetones, los vientos propicios al amor: la destrucción, aunque llegue tarde, llega grande. C on todo tú entretanto, aunque ella te ame, ten guardados tus goces en tu callado pecho. 30 Pues en el am or a sí misma 154 siempre sus altaneras palabras suelen m olestar a todos sus am antes no sé de qué m anera. A unque ella te llame m uchas veces, recuerda, ve una sola vez: lo que produce envidia, no suele durar m ucho. P e ro si las co stu m b res d e este tiem p o 155 g u sta ra n a las an tig u as
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h ero ín as, y o sería co m o tú a h o ra , p ero la ép o ca p uede co nm igo. C o n to d o , este tie m p o n o c a m b ia rá m is co stu m b res: c a d a cual sep a ir p o r su p ro p io cam ino.
Y vosotros, que prodigáis atenciones a m uchos amores, ¡cu án to d o lo r a to rm e n ta así a m is ojos!
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H ab éis visto a u n a tie rn a jo v en to d a ella b lan ca, h ab éis visto a u n a m o ren a: los dos colores os seducen; h ab éis visto acercarse a u n a de asp ecto griego, h ab éis visto a las de a q u í: las dos bellezas os a rre b a ta n ; lleve aq u élla u n m a n to plebeyo o de p ú rp u ra :
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ésta y aq u élla llevan igualm ente a la d e sg ra c ia d a h erid a 156.
D ado que una sola puede producirte suficiente insom nio, una sola m ujer está llena de desgracias p a ra cualquiera.
26 TEMORES DE PROPERCIO 157
Te he visto en sueños, vida m ía, en un naufragio m over tus cansadas manos por las espum as jonias,
154 Suo no necesita de ninguna enmienda (viro de Camps) ni exegesis rara ( = secundo de Housman). Es enfático y sonoro (suo semper sua) como cuadra al gran egoísmo de Cintia con sus amantes. 155 Así interpretó correctamente Vuiprus saecla en su edición de 1755; cf. E n k , Liber secundus, pág. 325. 136 Porque el amor es fuente de males que atormentan al enamorado; cf. v. 48. 157 La presente elegía forma un tríptico (naufragio de Cintia imaginado con temor [1-20], porque es feliz en su amor [21-28]; de ahí que si Cintia se decide
158
ELEGÍAS
reco n o cer lo m e n tiro sa q u e h ab ías sido conm igo y n o p o d er y a le v a n ta r el p esad o cabello del ag u a, 5 co m o H ele sacu d id a p o r las p u rp ú re a s olas, cu a n d o la oveja d e o ro la tra n s p o rtó sobre su tie rn a esp ald a. ¡C ó m o tem í que acaso el m a r to m a ra tu n o m b re 158 y el m a rin e ro , al su rc a r tus ag u as, te llorara! ¡C u á n ta s p ro m esas hice en to n ces a N e p tu n o , c u á n ta s entonces a P ó lu x 10
y a su h e rm a n o C á s to r y cu á n ta s a ti, L eu có to e, ya u n a diosa! T ú , en cam b io , sa can d o ap en as la p u n ta de los d ed o s del ab ism o , a p u n to y a de m o rir, invocas sin cesar m i n o m b re. Y si acaso G lau co h u b iera v isto tu s o jo s,
te h u b ieras c o n v ertid o en n in fa del m a r jo n io , 15 y las N ereid as te h u b ie ra n in c re p a d o p o r envidia, la b la n c a N esea y la cerúlea C im ótoe. P e ro vi a u n d elfín q u e c o rría en tu ay u d a, el q u e, creo , h a b ía llev ad o an tes a A rió n y su lira 159, e in te n ta b a yo y a lan z a rm e desde lo a lto de u n a ro c a , 20
c u a n d o el m iedo m e d esp ertó de esas pesadillas. ¡Q ue se ex trañ en d e q u e
u n a jo v e n ta n h erm o sa sea m i
esclava
y se h ab le en to d a la ciu d ad de m i poder! Y ni, au n q u e v o lv ieran y a los río s de G iges y C reso, ella diría: « L e v á n ta te ,
p o e ta , de m i lech o .»
25 P u e s c u a n d o recita m is versos, dice que o d ia a los ricos: n in g u n a jo v e n cu ltiv a la p o esía co n ta n ta v eneración. ¡De m u ch o sirve la fid elid a d en el a m o r, de m u c h o la con stan cia: q u ien p u ed e d a r m u c h o , ta m b ié n puede ten er m uchos am ores! ¡A y, m i a m a d a tien e la in ten ció n de v ia ja r p o r el a n c h o m ar! 30
L a seguiré y u n so lo viento llev ará a u n a p a re ja leal. a viajar yo la acompañaré para arrostrar los mismos peligros [29-58]) que no tiene que ser entendido como tres elegías diferentes; cf. C. W. M a c l e o d , «Propertius 2.26», Simb. Osl. 51 (1976), 131-136; N. W ig g e r s , «Variations on a Theme: Nightmare and Daydream in Propertius 11.26», Latomus 30 (1980), 121-128; y A. H. J a c o b s o n , «Propertius 2.26A. The poet as lifesaver», Quad. Urbin. Cult. Class. 45 (1984), 137-140. 158 Sería prueba de que Cintia habría naufragado, como Hele dio nombre al Helesponto después de ahogarse en el mar. 159 Cf. H e r ó d o t o , I 23, 24. La leyenda de Arión se explotaba en las narrationes de las escuelas de retórica, especialmente en la Segunda Sofística; cf. A. R a m ír e z d e V e r o e r , «Frontón y la Segunda Sofística», Habis 4 (1973), 122-123.
LIBRO SEGU NDO
159
D o rm irem o s en la m ism a orilla, n o s c u b rirá el m ism o árbol y beb erem o s siem pre de la m ism a agua; y la m ism a ta b la p o d rá servir a los dos e n a m o ra d o s, sea m i lecho la p ro a o lo sea la p o p a. S o p o rta ré to d o , a u n q u e arrecie el cruel E u ro , y el frío A u s tro em p u je
35
las velas hacia lo desconocido:
v ien to s q u e m a ltra ta ste is al d esg raciad o U lises y las m il naves d e los D áñ ao s en la co sta de E u b e a 160, y los q u e m ovisteis d o s orillas, c u a n d o u n a p a lo m a guió a la n av e A rg o p o r u n m ar d esco n o cid o 161.
40
S ólo u n a co n d ició n : q u e aq u ella no falte n u n c a a m is ojos, a u n q u e el m ism o Jú p ite r p re n d a fuego a la nave. A l m en o s, d esn u d o s serem os a rro ja d o s ju n to s a la m ism a orilla: q u e a m í el ag u a m e lleve, co n ta l de q u e a ti c u b ra la tie rra . P e ro N e p tu n o n o es cruel co n u n a m o r ta n g ra n d e , N e p tu n o es igual a su h e rm a n o Jú p ite r en el am o r.
45
T estig o es A m im o n e, so rp re n d id a en A rg o s, c u a n d o b u sc ab a a g u a , y testig o la fu en te de L e rn a g o lp ead a p o r el trid e n te I62; el dio s y a p ag ó su p ro m e sa p o r ese ab razo ; y p a r a ella u n a v asija de o ro reb o só de ag u as divinas.
50
T am b ié n el ra p to d e O ritía re fu tó la cru eld ad de B óreas: este dio s d o m in a la tie rra y el p ro fu n d o m ar. C réem e, se a p la c a rá p a r a n o so tro s E scila y la vasta C aribdis n o n o s d ev o rará co n su co rrien te a lte rn a n te de agua; las m ism as estrellas n o q u e d a rá n oscurecidas p o r la o sc u rid ad : claro estará O rió n , claro ta m b ié n estará el C a b rito 163. P e ro si tu v iera q u e en treg ar
m i v id a sobre tu cu erp o ,
n o m e será d e sh o n ro so este final.
160 A su regreso de Troya, la armada griega naufragó en Cafareo, promontorio rocoso de Eubea; cf. III 7, 39-40. 161 Son las Simplégades o dos islas próximas a la costa de Tracia; cf. A p o l o n io d e R o d a s , II 549-606. 162 Amimone se entregó a Posidón con la condición de que en épocas de sequía haría brotar una fuente (la de Lerna) en e l lugar donde la poseyera; cf. H i g i n o , CLXIX. 163 Ambas constelaciones anuncian en otoño el comienzo de la estación peligro sa para los marinos.
55
160
ELEGÍAS
27 EL CAMINO DE LA MUERTE
P ero vosotros, m ortales, buscáis saber la hora incierta de vuestro funeral, y por dónde vendrá la muerte; tam bién buscáis saber en el claro cielo (descubrim iento de los fenicios) qué estrella es favorable y cuál funesta para el hom bre. 5 Si perseg u im o s a los p a rto s a pie o a los b rita n o s co n b arco s, ciegos so n los cam in o s de la tie rra y del m ar;
y de nuevo se llora que las vidas estén expuestas al estruendo de la guerra, cuando M arte mezcla sus manos inseguras en uno y otro lado; adem ás has de tem er casas en llam as, casas en ruinas, 10 y que negras pócim as se acerquen a tus labios. Sólo el am ante sabe cuándo m orirá y de qué m uerte, y éste no teme los soplos de Bóreas ni las arm as. A unque esté sentado sobre los rem os en el cañaveral estigio y distinga las lúgubres velas de la barca infernal, 15 sólo con q u e lo llam e el alien to de su am a d a reclam án d o lo ,
él recorrerá de nuevo el cam ino que ninguna ley permite 164.
28 ENFERMEDAD DE CINTIA 165
Júpiter, compadécete ya de mi am ada enferma: un cadáver tan herm oso será culpa tuya. 164 Propercio se inspira en C a t u l o , III 11-12: «Ahora va por un camino tene broso/ hacia un lugar de donde nadie regresa.» 165 C a ir n s (Generic Com poátion..., págs. 73 y 153-157) ha interpretado la ele gía como una sotería, composición genérica en la que el poeta se alegra y da las gracias por la curación de Cintia de una dolencia grave; cf. [T ib u l o ] , IV 4 ( = III 10); H o r a c io , Odas II 17; O v id i o , Amores II 13; E s t a c io , Silvas I 4. La unidad de la elegía, entendida así, parece evidente: a) 1-46: larga súplica a Júpiter, en la que se incluyen los motivos de la enfermedad, e)templa y la inutilidad de la ma gia; b) 47-58: súplica a Perséfone y Plutón; y c) curación de Cintia y cumplimiento
161
LIBRO SEGUNDO
Pues ha llegado el tiem po en el que el tórrido aire quema y la tierra empieza a hervir con el seco C an 166. P e ro la c u lp a n o es ta n to del calo r ni la fa lta es del cielo,
5
co m o d e no h a b e r resp etad o a los dioses sa g rad o s.
Esto pierde y ha perdido siempre a las m uchachas desgraciadas: sus juram entos se los lleva el agua y el viento 167. ¿Le dolió a Venus que te com pararas con ella? Ella es una diosa, que envidia por igual a las hermosas que rivalizan con ella. ¿O has despreciado los templos de Juno Pelasga? ¿O te has atrevido a decir que los ojos de Palas no son bellos? N unca, hermosas, sabéis m edir vuestras palabras:
10
eso 168 tu dañina lengua, eso tu belleza te lo provoca. P e ro a ti, z a ra n d e a d a p o r los m uchos peligros de la
vida,
15
te lleg ará u n a h o ra m ás suave en el últim o día. lo co n su cabeza ca m b ia d a m ugió en sus añ o s jóvenes: a h o ra es u n a d io sa q u e bebe, co n v ertid a en vaca, en las co rrien tes del N ilo; ta m b ié n In o an d u v o e rra n te p o r la tie rra d u ra n te su ju v en tu d : a ésta la im p lo ra el m arin ero en a p u ro s co m o L eucótoe; A n d ró m e d a fu e o fre n d a d a a u n m o n stru o m arin o : esta m ism a era la n o b le esp o sa de P erseo;
20
Calisto recorría los campos arcadicis como una osa: ésta guía de noche a los m arinos con su propia estrella 169. Y si acaso el destino adelantara tu muerte,
tu destino, cuando te entierren, estará entre los bienaventurados. C ontarás a Sémele el peligro de la herm osura y ella, jo v en escarm e n ta d a p o r su desg racia 170, te creerá;
de las promesas. Léase también J. T. D a v is , Dramatic Pairings in the Elegies o f Propertius and Ovid, Berna y Stuttgart, 1977, págs. 51-75. 166 La constelación del Perro o Canícula, con su estrellamás brillante Sirio, señala la época más calurosa del año, julio y agosto. 167 Sobre el juramento de Venus dice C a t u l o , LXX 2-3: «Lo dice, pero lo que una mujer dice a un amante apasionado/ hay que escribirlo en el viento y en el agua corriente»; cf. R a m ír e z d e V e r g e r , Catulo..., pág. 184. 168 La enfermedad de Cintia. 169 La Osa Mayor, constelación en la que quedó catasterizada Calisto. 170 Su belleza enamoró para su desgracia a Júpiter, pues murió por el fuego de sus rayos, cuando se le apareció en todo su esplendor a instigación de la celosa Juno. 131. — 11
25
162
ELEGÍAS
y en tre to d a s las h ero ín as m eonias 171 p a ra ti será 30
el p rim er lu g ar co n la a p ro b a c ió n de to d as.
A hora, enferm a, aguanta tu destino lo m ejor que puedas: el dio s 172 y el m ism o d ía cruel de la m u erte p u ed en cam b iar. E sto in cluso será cap a z de p e rd o n á rte lo tu esp o sa Ju n o : ta m b ién J u n o se p a rte de d o lo r, si u n a jo v e n m uere. 35 C aen los ro m b o s q u e g iran al so n de u n can to m ágico 173 y el lau rel está q u e m a d o en el fuego ya a p a g a d o .
Y ya la L una se niega a descender del cielo tantas veces y negra ave presagia funesto augurio.
40
U n a sola b a rc a del d e stin o 174 llev ará n u estro s am o res con velas azules h a s ta la lag u n a in fern al.
¡Si no de uno, com padécete, por favor, de los dos! 175. Viviré, si ella vive; si ella m uere, yo moriré. P or tales deseos me com prom eto con un canto sagrado, y escribiré: g r a c i a s a l g r a n J ú p i t e r e s t á a s a l v o m i a m a d a ; 45 y an te tu s pies ella m ism a se se n ta rá com o u n a d ev o ta 176 y, se n tad a, c o n ta rá la larga d u ra c ió n de sus peligros. C o n tin ú e , P erséfo n e, esta tu clem encia y tú , esposo de P erséfo n e 177, n o q u ieras m o stra rte m ás cruel. ¡H ay ta n to s m iles d e h erm o sas e n tre los m uertos: 50
h ay a u n a sola belleza, si es p o sib le, entre los vivos!
C on vosotros A ntíope, con vosotros la blanca Tiro, con vosotros E uropa y la perversa Pasífae, 171 Las heroínas cantadas por Homero, quien se decía procedía de Esmirna en Meonia o Lidia. 172 Júpiter, pues tanto deus como dies se relacionan con el antiguo Diespiter o «padre de los dioses» = Júpiter; cf. la edidón de F e d e l i , pág. 117. 173 La magia (vv. 35-38) ha fracasado en la curación de Cintia; cf. C a m p s ,Eiegies. Book II, pág. 190. 174 La barca de Caronte, que trasladaba a las almas al mundo subterráneo a través de la laguna Estigia. 175 La idea de salvar a dos a través de uno es frecuente en la literatura clásica; cf. O v id i o , Amores II 13, 15-16, y E. B r e g u e t , «In una parce duobus: Thème et Clichés», en Hommages à L. Hermann, Bruselas, 1960, 205-214. 176 Cf. O v id i o , Am ores II 13, 17, y A. R a m ír e z d e V e r g e r , «The Text of Ovid, Amores 2.13.17-18», Amer. Journ. Philol. 109 (1988), 86-91. 177 Plutón.
LIBRO SEGUNDO
163
y cuantas bellezas creó la vieja Troya y cuantas Acaya y los reinos destruidos de Tebas y del anciano Príam o, y cuantas jóvenes rom anas se podían contar, perecieron: a todas ellas las posee el fuego voraz. Nadie posee belleza eternam ente ni riquezas para siempre: antes o después a cada cual aguarda su propia muerte.
55
T ú, puesto que te has librado, lucero m ío, de un gran peligro, p a g a a D ian a las d an zas q u e le debes co m o o fre n d a , p ag a tam b ién las vigilias a la a h o ra diosa, a n te s novilla:
60
¡y cumple conmigo las diez noches que has dedicado a la diosa! I78.
29 VISITA A CINTIA 179
C uando ayer noche, lucero m ío, paseaba em briagado sin rum bo, sin que me acom pañara escolta alguna de esclavos, una m uchedum bre de no sé cuantos jovenzuelos 180 vino a mi encuentro (el miedo me im pidió contarlos); unos llevaban pequeñas antorchas, otros saetas, e incluso algunos me pareció que se disponían a encadenarm e. P ero estaban desnudos, y uno de ellos, m ás descarado, «Cogedle, dijo, ya lo conocéis bien. Éste es el que una m ujer airada ha puesto en nuestras manos»; habló, y ya tenía yo un lazo echado al cuello. O tro ordena que me em pujen en medio de la calle,pero el «¡Q ue m uera ése que no cree que somos dioses! Esa m ujer te espera, sin tú m erecértelo, horas enteras: tú, en cam bio, necio, no sé qué puertas andas buscando.
5
10 tercero:
178 El poeta exige de Cintia las diez noches de castidad (dies puri) que debe ofrecer a la diosa por haber sanado de su enfermedad; cf. E nk, Liber secundas, pág. 367. 179 F. C airn 'S entiende esta elegía comci un kdmos del estilo de I 3 y es partida rio con razón de su unidad; cf. «Two unidentified kóm oi of Propertius I 3 and II 29», Emérita 45 (1977), 337-349. 180 Son los Amorcillos o Cupidines.
164
ELEGÍAS
15 C u a n d o ella se suelte de no ch e el lazo de su tu rb a n te sid o n io 181 y te d irija sus o jo s som nolientos, te lleg arán n o los p erfu m e s de las flores de A ra b ia , sin o los q u e A m o r hizo p erso n alm en te con sus p ro p ias m an o s. P e rd o n a d le y a, h e rm a n o s, ya se co m p ro m ete a un fiel am or; 20
he a q u í q u e y a h em o s llegado a la casa in d icad a» . Y ellos m e d ijero n , tra s p o n erm e de nuev o el m a n to : « E n tra a h o ra y a p re n d e a q u e d a rte de noche en casa.» A m an ecía y q uise c o m p ro b a r co n m is o jo s si ella d o rm ía sola: p ero C in tia esta b a so la en su lecho.
25 M e q u ed é sin resp iració n : n u n c a la h ab ía visto ta n herm o sa, n i siquiera cu a n d o se vistió co n u n a tú n ic a de p ú rp u ra p a ra ir a c o n ta r sus su eñ os al tem p lo de la casta V esta, n o fu e ra n a ser p erju d iciales p a ra ella o p a ra m í. A sí m e la im aginé recién salida del sueño: 30 ¡ay, c u á n to p u ed e p o r sí m ism a la d eslu m b ran te belleza! « ¿ P o r q u é espías, m e d ijo , ta n de m a ñ a n a a tu am ad a?
¿Crees que mis costumbres son iguales a las tuyas? N o estoy yo ta n d isp u e sta: b a sta n te ten g o co n un solo hom bre, seas tú u o tro q u e p u ed a ser m ás leal. 35 N o ap arece im p re sa n in g u n a hu ella en m i lecho ni señales de q u e d o s se h ay a n d a d o u n revolcón 182. O b serv a que n in g ú n ja d e o sale de to d o m i cu erp o , p ru e b a fam iliar en u n a d u lterio co n sen tid o .» H a b ló , y, rech azan d o m is besos co n su d erech a, sa ltó de 40 la cam a a p o y a n d o sus pies en có m o d as zap atillas. D e esta fo rm a se m e excluye a m í, g u a rd iá n de u n a m o r ta n p u ro : desde entonces n o he ten id o u n a n o ch e feliz.
181 Es decir, de púrpura de la ciudad fenicia de Sidón. 182 Eufemismo para designar el acto sexual; cf. A d a m s , The Latín Sexual Voca bulary, págs. 193-194.
165
LIBRO SEGU NDO
30 AMOR Y POESÍA DE AMOR 183 ¿A d ó n d e huyes, in sen sata? N o h ay p o sib ilid ad de h uida: a u n q u e h uyas h a s ta el D o n , h a s ta allí te seguirá A m o r. N i a u n q u e te tra n s p o rte en el aire el lo m o d e
P eg aso ,
ni a u n q u e el a la d e P erseo m u ev a tu s pies, ni p o r m ás que te tra sla d e v elozm ente el aire q u e las alas ta la re s m ueven,
5
de n a d a te serv irá el elevado cam in o de M e rcu rio . A co sa siem p re A m o r so b re tu cab eza, aco sa a l e n a m o ra d o y p esad o se sie n ta so b re su cuello libre. Vigila él, cen tin ela severo, y n u n c a p e rm itirá qu e levantes del suelo tu s o jo s y a cau tiv ad o s. P e ro , a u n q u e
10
seas in fie l, él entonces es u n d io s ap lacab le,
co n ta l d e q u e vea súplicas sinceras 184. Q u e v iejos a d u sto s critiq u en esos b an q u etes 185: n o so tro s, vid a m ía , sigam os sólo el cam in o fija d o . Sus o íd o s están carg ad o s de ritm o s m usicales a n tig u o s 186: éste es el sitio, fla u ta sabia, en el q u e p u ed es so n a r, tú q u e n ad aste, in ju sta m e n te a r ro ja d a a los b a jío s del M e an d ro , c u a n d o u n tu m o r d esfiguró el ro stro de P a la s 187. 183 F . C a ir n s («Propertius 2.30 A and B», Class. Quart. 55 (1971), 204-213) ha defendido la unidad de la presente elegía al señalar que Propercio se dirige a Gintia, para que no haga caso de los viejos puritanos y siga con él, pues ella no sólo es su amor, sino también la inspiración de su poesía de amor. En consecuencia, estamos ante otra recusatio o rechazo de la poesía ¿pica. 184 Sobre este significado de praesentes, cf. C a m p s , Elegies. Book II, pág. 200. 185 Los versos 13-14 son un eco de C a t u l o , V 1-3: «Vivamos, querida Lesbia, y am ém onos,/ y las habladurías de los viejos puritanos/ nos importen todas un bledo.» El banquete (conuiuium) es para Propercio y otros poetas elegiacos el mar co de su vida amorosa; cf. C a ir n s , «Propertius 2.30 A and B», págs. 205-206. 186 El término latino leges se refiere, según C a ir n s (ibid., págs. 211-212), a las reglas de la épica tradicional (preferida por los senes y rechazada por él) frente a las de la elegía, que es simbolizada por la flauta (tibia) del v. 16. 187 Al hinchársele las mejillas soplando la flauta se le desfiguró el rostro y fue blanco de las risas de Hera y Afrodita; cf. O v id i o , Arte de amar III 505-506; Fastos VI 697-701.
15
166
20
ELEGÍAS
¡Y no sin razón! ¡Ir yo 188 ahora por las aguas frigias, dirigirme a las conocidas orillas del m ar de Hircania, esparcir nuestros comunes Penates con sucesivas m atanzas y traer a los Lares patrios crueles triunfos! ¿Que me avergüence por vivir contento con una sola am ante? 189 Si aquí hay culpa, la culpa será de Am or:
25 ¡Q ue n ad ie m e lo rep ro ch e! Sea de tu a g ra d o , C in tia , vivir
conmigo en cuevas hum edecidas de rocío sobre cumbres de musgos. Allí contem plarás a las Herm anas 190 sentadas sobre las rocas, cantando los dulces engaños del primitivo Júpiter, cómo se abrasó por Sémele, cóm o se perdió por lo y cóm o, en fin, 30 voló, convertido en ave 191, hacia los techos de Troya. Y si no hay nadie que haya vencido a las arm as del Volador, ¿por qué se me acusa a mí solo de una culpa que es de todos? Tam poco vas tú a ruborizar el rostro recatado de las Vírgenes 192; tam poco este coro desconoce lo que es el am or; 35 si h a s ta u n a d e ellas, em belesada p o r la h e rm o su ra de E ag ro , hizo el am o r en o tr o tiem p o en las rocas de B istonia 193. E n to n c es, c u a n d o ellas te co lo q u en al fren te de los coros y B aco esté en m ed io co n su sabio tirso , entonces co n sen tiré que cu elg u en de m i cab eza corim b o s sagrados: 40
pues sin ti de nada sirve mi genio poético l94.
188 El poeta rechaza irónicamente (por medio de infinitivos exclamativos) escri bir poesía épica, ya sea una Argonáutica (= 19-20: «navegar por el Helesponto o aguas Frigias y continuar por el mar Caspio o de Hircania») o ya una Tebaida (vv. 21-22; Camps [Elegies. Book II, pág. 201] piensa que se refieren a una expedi ción organizada contra los partos para vengar la derrota de Carras en el aflo 53). Cf. L u c k , Liebeselegien, págs. 433-434; y C ajrns, «Propertius 2.30 A and B», págs. 207-208. 189 Es decir, entregar su vida al amor de una sola mujer, mientras los viejos puritanos dedican su vida a la milicia o el foro. 190 Las Musas. 191 Para raptar a Ganimedes; cf. O v id i o , Metamorfosis X 155-158. 192 Las Musas. 193 Es decir, en Tracia. Eagro era el padre de Orfeo. 194 Motivo de la amada como inspiración del poeta; cf. nota 2 a II 1, 4.
167
LIBRO SEGUNDO
31 DESCRIPCIÓN DEL PÓRTICO DE APOLO
¿M e p reg u n tas p o r qué vengo a ti ta n ta rd e ? E l p o d ero so C ésar h a in a u g u rad o el d o ra d o P ó rtic o de F e b o 195. T o d o él en lín ea re c ta h a sido c o n stru id o d e colum nas p ú n icas 196, e n tre las q u e d estaca el tro p e l fem enino 197 del an cian o D á n a o . E l F eb o d e m á rm o l, m ás bello q u e el m ism o F eb o , me p areció
5
co m o si estu v ie ra e n to n a n d o versos al so n de callad a lira 198. Y en to rn o al a lta r e s ta b a de pie el g a n a d o de M irón: c u a tro artístico s bueyes, estatu as llenas d e vida. D espués, en el c e n tro , se lev an tab a el tem p lo de m á rm o l b rillan te, m ás q u erid o p o r F eb o q u e su p a tria O rtig ia 199; en lo a lto d e la
10
c u b ie rta estab a el c a rro del Sol,
y sus p u ertas era n o b ra insigne de m a rfil de L ibia; u n a h o ja llo ra b a la ex p u lsió n de los galos 200 de la cu m b re del P a rn a so , la o tr a la m u erte de la h ija de T á n ta lo 201. Y
lu eg o , en tre su m a d re y su h e rm a n a , el m ism o dios P ítico 202
15
e n to n a can to s al so n de la lira vestido d e la rg a tú n ica.
195 Fue inaugurado el 9 de octubre Res Gestae 19; V e l e y o P a t é r c u l o , I I 81,
del 3; S u e t o n io ,
aflo 28 a. C . Sobre él,cf. Augusto 29; D ió n C a s io ,
L U I 1, 3.
196 De mármol de Numidia o de Libia. 197 Las Danaides. 198 Porque era de mármol. 199 Es Délos, donde nació Apolo. 200 Los galos al frente de Breno atacaron Délos enel año 278 a. C. 201 Níobe. 202 Apolo, hijo de Latona y hermano de Diana, mató a la serpiente Pitón para establecer el oráculo en Delfos.
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ELEGÍAS
32 COMPRENDO, CINTIA, TU CONDUCTA
Q u ien te ve, co m ete in fid e lid ad ; quien no te ve, no te deseará p o r ta n to ; los o jo s so n los q u e tienen la cu lp a de ello. P u e s, ¿ p o r qué te dirig es, C in tia , a los o rácu lo s d u d o so s de P re n este, p o r q u é a las m u ralla s del E eo T elégono? 5 ¿ P o r q u é u n c a rru a je te tra sla d a a T ívoli, c o n sa g ra d a a H ércu les? ¿ P o r q u é ta n ta s veces la vía A p ia a L anuvio? ¡O jalá d ed icaras, C in tia , tu tie m p o libre a p asear aq u í 203! P e ro m e im pide c o n fia r en ti la gente, c u a n d o te ve, co m o d e v o ta , co rre r al b o sq u e co n u n a tea en cen d id a 10
y llevar lu m in arias a la d io sa T riv ia 2
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