Prolegómenos a una teoría del lenguaje
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Descripción: Lingüística estructural...
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l. TEBRIA DEL LENGUA >;:;IRSI~S ESPAROLA DE
JOSÉ. LUIS D ~ A ZDE L I A ~ O
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0 EDITORIAL CREDOS, S . A., Sánchez Pacheco, 83, Madrid, 1971,
para la versión española.
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Titulo original: OMKRING SPROGTEORIENS GRUNDLKGGELSE. E n Festskrift udg. af Kobetzhavn.s Universitet (noviembre 1943), páginas 1-113.
NOTA ECITORIAL
Ediciones de los Prolegómenos: 1. Onzkrilzg sprogteol-iens grundlalggelse. En Festsicrift trdg. af Kgbenhavns Ulziversitet (noviembre 1943), págs. 1-113.
2. Publicación aparte, también en Copenl~ague, 1943, 115 páginas. 3. Prolegonzetza t o a tizcory o f Lafzguage. Trad. de Francis J. Whitfield. Suppl. to IJAL, XIX, l. Indiana University Publications iil Ai~tl-i:oyology and king~istics. Memoir 7 of the IJAL. 92 págs. 4. Prolegoílzena t o a theory of Language. Trad. de Francis J. Whitfield. The University of Wisconsin Press, Madison, 1963, 144 págs.
5 . Prolegol1a2nes D&sito '
Legal : M. 11043 - 1971.
Gráficas Cóndor, S . A., Ssnchcz Pacheco, 83, Madrid, 1971, - 3638.
u n e olzioric dtl iangage. Trad. por un equipo cie lingüistas. Edit. du Minuit, París, 1968, 227 páginas.
ADVERTENCIA SOBRE LA TRADUCCION
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Hemos tratado de ser fieles, en los vocablos de traducción dudosa, a los criterios ya admitidos. singularmente, hemos seguido la pauta que marca Alarcos Llorach en su Gramática estructural, Madrid, Gredos, 1951, reimpresión en 1969.
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EL ESTUDIO DEL LENGUAJE Y LA TEORLA DEL LENGUAJE
El lenguaje -el habla humana- es una fuente inagotable de tesoros múltiples. El lenguaje es inseparable de1 hombre y le sigue en todas sus tareas. El lenguaje es el i n s t r ~ mento con el que el hombre da forma a su perisamicnto y a sus sentimientos, a su estado de ánimo, sus aspiraciones, su querer y su actuar, el instrumento mediante el cual ejeice y recibe influencias, el cimiento más firme y profindo de la sociedad humana. Pero también es el último e indispensable sostén del individuo humano, su refugio en las horas de soledad, cuando la mente lucha con la existeilcia y el conflicto se resuelve en el monólogo del poeta y del pensador. Antes del primer despertar de nuestra cenciencia, desplegaba ya el lenguaje sus ecos en torno nuestro, presto a cerrarse en torno a la tierna semilla del pensamiento y a acoqp@rnos &e modo inseparable por la vida, desde las sencillas actividades cotidianas hasta nuestros momentos más sublimes e íntimos -esos momentos de los que, por medio del depósito de memoria que el lenguaje cos facilita, extraemos el calor y la fuerza necesarios para el vivir dia-
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Pro1egónze:zos a tina tecría del lenguaje
- iio-. Pero el lenguaje no es 2.n mero acompañamiento exterco. Tiene sus raíces en !o más profiindo de la mente humana, tesoro de recuerdos hercdados por la tribu y el icdividuo, coilciencia vigilante que recuerda y avisa. Y el hb!a es e! signo distintivo de la personalidad, para bien o para mal, cl signo distintivo del hogar y de la nación, el título de nobleza del género li~mano.Tan inseparablemente se encuentra el lenguaje ligado a la personalidad, al hogar, 2 la nación, a! género humano y a la vida misma,, que a veces podemos sentirnos tentados de preguntar si el lenguaje es un .mero reflejo de eso, o, simplemente, todas esas cosas -el cotiledón mismo del que nacen-. Por estas razones ha atraídc. el lenguaje al hombre como ohjeto de admiración y descripción, tanto poética como científica. La ciencia ha tendido a ver el lenguaje como una serie de sonidos y de gestos expresivos, sujetos a des61 cripción física y fsiológica exacta y ordenados como signos de los fenómenos de la conciencia. Ha buscado en el lenguaje, a travks de interpretaciones psicológicas y lógicas, la fiuctuacióc de la psique humcna y la constancia del pensamiento -aq~élla en la vida caprichosa y cambiante del len~maje,ésta en sus signos, reconociendo en ellos dos clases, la palabra y la proposición símbolos palpables del concepto. y del juicio respectivamente. Del Ienpaje, concebido coma sistema de signos y como entidad estable, se esperaba que proporcionase la clave del sistema del pensamiento humano, de !a natcraleza de la psique. concebido como institución sociai supraindividual, habia de contribuir a 'expresar el carácter de ia cación. Concebido como fenómeno fluctuante y siljeto a cambio, había de marcar el camino hacia la comprensión tanto del estilo de !a personalidad como dc las lejanas vicisiiudes de generaciones pasadas. El lenguaje ,
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Estudio y teoría del lenguaje --A
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llegó a considerarse como posición clave desde la que se abrirían perspectivas en direcciones múltiples. Así considerado, aun cuando se le naga objeto de investigación científica, el 1engua.je deviene no un fin en sí mismo, sino un medio: medio de conocimiento cuyo objeto principal se halla fuera del lenguaje, aunque tal vez sólo sea posible alcanzar aquél a través del mismo y llegar a él partiendo de premisas distintas de las que el lenguaje implica. En este caso el lenguaje es un medio de conocimiento transcendente (en el sentido propio y etimológico de la palabra transtendente), y no la meta de un conocimiento inmanente. Así, la descripción física y fisiológica de los sonidos articulados degenera fácilmente en mera física y en mera fisiología, y la descripción psicológica y lógica de los signos (palabras y proposiciones) en mera psicología, lógica y ontología, con lo que se olvida el punto de vista lingüístico del que partimos. La historia nos lo confirma. Aun en aquellos casos en q'le no ocurre así precisamente, los fenómenos físicos, fisiológicos, psicológicos y lógicos per se no coostituyen el lenguaje, sino únicamente facetas externas y desconectadas del mismo, seleccionadas como objeto de estudio, no por razón del lenguaje en sí, sino de los fenómenos hacia lo; que se orienta el lenguaje. Lo mismo ocurre cuando pasamos a considerar el lenguaje, basándonos en estas descripciones, como clave que permite comprender las condiciones sociales y reconstruir las relaciones prehistóricas que existían entre los pueblos y naciones. No se vea en lo anterior un deseo de minimizar taIes puntos de vista y tales esfuerzos, sino de señalar un peligro: el peligro de que, celosos por alcanzar cuanto antes la meta de nuestro conocimiento, pasemos por alto el medio que a ese conocimicnto conduce: el lenguaje mismo.
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Prolegómenos a una teoría del lenguaje P .
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Es un peligro real, porque por su propia naturaleza el lenguaje se presta a que se le pase por alto, a que' se le considere medio, y no fin, y s610 por artificio se dirija la atención al medio mismo del conocimiento. Esto ocurre a diario, cuando no se tiene en cuenta el lenguaje de modo consciente, pero ocurre igualmente en la investigación científica. Ciertamente, se advirtió hace tiempo que además de con la filología -el estudio del lenguaje j1 de sus textos como medio de conocimiento histórico y literario- hemos de contar con una lingüistica -el estudio del lenguaje y de sus textos como fin en si mismo-. Pero del diclio al hecho hay un largo trecho. De nuevo, el lenguaje decepcionó a sus estudiosos cientíñcos. Lo que pasó a ser contenido principal de la lingüística convencional -la historia lingüística y la comparación genética de las lenguas- ni tenía como meta ni tuvo por resultado el conocimiento de la naturaleza del lenguaje, sino más bien el conocimiento histórico y prehistórico de las condiciones sociales y de las relaciones entre los pueblos, conocimiento obtenido a través del lenguaje tomado como medio. Y esto es jiiología. Ciertamente, a menudo parece, dada la técnica interna de este tipo de lingüística comparativa, que se estudia el'lenguaje; pero se trata de una ilusión. Lo que realmente se estudia son los disiecta membra del lenguaje, que no nos permiten comprender la totalidad que éste constituye. Entonces se estudian los pre"cipitados físicos, fisiológicos, psicológicos, lógicos, sociológicos e históricos del lenguaje, no el lenguaje mismo. Para establecer una verdadera lingüística que sea algo rnás que una ciencia auxiliar o derivada, es preciso actuar de otro modo. La lingüística ha de esforzarse por comprender el lenguaje no como un conglomerado de fenómenos no kgiiísticos (físicos, fisiológicos, psicológicos, lógicos, socio1Sgicos), sino como una totalidad autosuficiente, como una 4-
Esttidio 11 teoría del
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estructura s t ~ ige~zel,is. Sólo de este modo puede el lenguaje por sí mismo someterse a tratamiento científico, sin que de nuevo queden defraudados quienes lo estudian, y pierdan la perspectiva. Tarde o temprano habrá de ser posible medir la significación de todo ello por las rci:rrcusiones de esta lingüística sobre los diversos puntos de vista transcendentes -sobre la filología,y sobre lo que hasta ahora se ha considerado coma .lingüística-. La teoría de semejante lingüística, sobre todo; proporcionará una base más unifor~nede cornparacióil entre las lenguas, suprimiendo esa estrechez de miras en la formación de !os conceptos que constituye el obstáculo del fiXlogo, y establecerá finahente una lingüística genética 81 real y racional. En sus consecuencias más inmediatas, la significación de tal lingüística -tanto si la estructura del lenguaje se equipara a la de la realidad, como si se la toma como reflejo x á s O menos deformado de la misma- puede medirse también por su contrib~cióna '!a epistemología en general. Lo que se necesita es construir una teoría lingüistica cpe descubra y enuncie las preinisas de tal lingüística, qEe establezca sus métodos e indique el camino. El presente trabajo constituye los prolegómenos de semejante,te&. El estudio del' lenguaje, con sus múltiples metas, en !o esencia! transcendentes, tiene nlucl~osseguidores; la teoría, con su meta puramente inmanente, pocos. Pero no se coafunda, a este respecto, la teoría del lenguaje con la filosofia del lenguaje. Como a la de cualquier otra disciplina, a ia historia del estudio del lenguaje no le son ajenos los inten.tos de dar una motivacibn filosófica a los métodns de investigación seg~idosen la priictica; así, dado e! interh por Ics
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Prolegónzcizos a una teoría del letzgttaje kndainentoc, que tantG se ha visto crecer en los últimos alios, se h.a dotado, a ciertos tipos transcendentes de lingüística, de supuestos sistemas de axiomas l. Por otra parte, es raro que estas especulaciones de la filosofía lingüística adopten tal forma aparentemente exacta, o que las emprendan, de modc sistemático y ex gran escala, investigadores COZ 12 preparación suficiente tanto lingüística como epistemológica. La mayoría pueden relegarse a la categoría de especulaciones subjetivas, y por esta razón ninguna ha tenido buena acogida -salvo, tal vez, de modo pasajero, como tendezlcfas de moda reIativamente Fuperficiales-. De ahí que ni sea pesibie escribir la historia'de la teoría lingüística, ni seguir su evolución: es demasiado discontinua. En tal est a d . ~de cosas, los intentos de Formar una teoría lin&istica se han visto dssscreditados por muchos que los han tachado de huero filosofar y diletantismo apriorísticos. La critica, por lo demjs, parece harto justificada, puesto que el diletanlismo y el filosofar .apriorístico han prevalecido en este campo hasta tal extremo que han hecho difícil distinguir, desde fuera, entre lo verdadero y lo falso. El presente trab2jjo bien podría dejar sentado que estas características no son necvsariarnente id-erentes a todo intento de teoría lingilística. Lograremos mejor este fin olvidando el pasado, hasta cierto punt3, y conxnzando desde el principio en todos aquellcc casGs en que el pasado no haya dado nada de/ utilidad positiva. En gran parte nos basaremos en el mismo material empírico utilizado en investigaciones anteriores, material que, interpretado de nuevo, constituye el objeto de
! Leonard
Eloomfield, «A set of porkilates for the science of lan-
yagen (Langtiage, 11, 1926, págs. 153-160). Karl Bühler, Sprachtheorie,
Jena, 1934, Id., «Die Axiomatik der SprachwissenschaRen» (Kantstudien, XXXVIII, 1933, págs. 19-90).
E~ttidlio~1 teovín del lerzguaje
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la teoría lingüística. Reconoceremos explícitamente nuestr2 deuda en aquellos casos en que sabemos que 91 otros han conseguido con anterioridad los resultados deseados. Deberíamos destacar aquí; sobre todos, a m te& rico de la lingüística que fue su evidente pionero: el suizo Ferdinand de Saussure =. Parte del trabajo preparatorio de importancia fundamental para la teoría lingüística aquí presentada se hizo en colaboración con algunos miembros del Círculo Lingüístico- de Copenhague, principalmente con H. J. Uldall, en los años 1934-1939. En la elaboración de algunos de los supuestos b6sicos de la teona el autor se ha beneficiado de !os debates sostenidos en la Sociedad Filosófica y Psicológica de Copenhague, y también de un intercambio de idcas mSrs detallado COE J ~ r g e nJ ~ r g e n s e ny Edgar Tranekjaer Rasmussea. La responsabilidad del presente trabajo la asume totalmente el autor. 2 Ferdinand de Saussure, Cours d e linguistique générale, publ. par Ch. Bally & Alb. Sechehaye, Pan's, 1916, 2.' ed., 1922; 3.0 ed., 1931, 1949.
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Teoría lingüística y hrrniaízis~ilo -
TEORlA LINGUISTICA Y HUMANISMO
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Una teoría lingün'stica que trate de hallar la estructura especffica del lenguaje a través de un sistema de premisas exc1'usivamente formal, aun teniendo siempre en cuenta las fluctuaciones y cambios del lenguaje hablado, habrá de negase, necesariamente, a conceder valor exclusivo a estos cambios; habrá de perseguir una constancia que no se apo-gre en ninguna arealidada exterior al lenguaje -una constadtia que haga a una lengua lengua, cualquiera que sea, y que haga a una lengua idéntica a sí misma en todas sus diversas ~ e s t a c i o n e s - . Una vez hallada y descrita esta constancia, podrá entonces proyectarse sobre la arealidado exterior , al lenguaje, cualquiera que 'sea la especie de esta arealidada' (física, fisiológica, psicológica, Iógica u ontológica), de modo que, incluso al considerar esa arealidada, el lenguaje, como punto de referencia central, continúe siendo el objeto prine i p J -y no un conglomerado, sino una totalidad organiza&, con una estructura lingdstica como principio dominante-. La biisqueda de tal constancia agrupadora e integradora ?rs:ar& seguramente en oposición con cierta tradición huma-
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nística que, de variada guisa, ha predominado hzsta ahora en la ciencia lingüística. Esta tradición humanística, en SE forma tipica, niega a priori la existencia de tal constancia y la legitimidad de su búsqueda. De acuerdo con este punto de vista, los fenómenos humanísticos, a diferencia de Iss naturales, no son recurrentes y por esta misma razón no pueden, como los fenómenos naturales, someterse a tratamiento generalizador y exacto. En el campo de las hurnaniciades 101 habría de emplearse, consecuentemente, un método distinto -a saber, la mera descripción, que estaría más próxima a la poesía que a una ciencia exacta- o, en todo caso, un método circunscrito a una forma de presentución discursiva, a cuyo tenor los fenómenos discurren, uno a uno, sin que sean interpretados mediante un sistema. En el campo de la historia esta tesis se ha mantenido como doclrina, y parece que de hecho constituye la base de la historia en su forma clásica. Consecuentemente, aquellas disciplinas que tal vez puedan denominarse mas !~umanísticas -el estudio de la literatura y el estudio del arte- han sido consideradas históricamente c o z disciplinas descriptivas más que sictematizadoras. Podrá observarse una tendencia a sistematizar en ciertos campos, pero la historia, y con ella las 1 1 u m ~ i dades en conjunto, todavía se niegan a aceptar la legitimidad y posibilidad de semejante sistematización. A priori, la tesis de que para cada proceso hay un slsterna correspondiente, por medio del cual puede aquél analizarse y describirse con un número limitado de premisas, podría considerarse de validez general. Debe suponerse que es posible analizar todo proceso en un número lmitads de elementos recurriendo a diversas r,ombinacioees. Entonces, sobre la base de tal análisis serL viable ordenar esCss ele mentos en clases, de acuerdo c c i sus posibilidades de c x n binación. Y será asimismo viable establecer un cUIculc~ge-
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Prolegói?z~~zos G L
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neral y exkaustivo de las cornbiriaciones posibles. Una histoiia asi el-zDorada pasaría del nhel de mera descripción primitiva al de ciencia sistemática, exacta y generalizadora, en crya teoría se prevén todos los eventos (combkacisnes posibles de e!emer,tos), y se estabiecen las condiciones por las que edquieran realidad. Parece iridiscutible que, en tznto las humanidades no hayan puesto a ~ r u e b aesta tesis como hipótesis de trabajo, ha3rAn descuidado su tarea fundamental, la +e intartar'establecer los estudios hum-anísde1 Otro sino añrmando, en cambio que funriCh coa el Otro. La iimbiCiirdad apreciabIs en e]tieuze uso tradicional de 12 palabra fuecid>i se acusa ~ menudo en los 9-e Se emplean &a ;(o como diremos. -'?t:7i401 pando una sutilización terminológica que se inlrcducirá más adelante (pág. 73), una expresión de signo)
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Proíeg.jvzelzos a tina teoría del letzguaje
se caracteriza primera y principalmente por ser signo ' d e algdna otra cosa -peculiaridad ésta que probablemente despertará nuestro interés, puesto qxe parece indicar que asigno> se define por una función--. Un «signo»'funciona, designa, denota; un csignon, en contraposición a un no-signo, es el portador de una significación. Nos contentarrmos con esta concepción provisional e intentaremos decidir, basándonos en ella, hasta qué punto puede ser correcta la proposicijn de que una Iengua es un sistema de signos. Ea sus primeras etapas, ciertc: hipotético análisis del texto sodría parecer que abona plenamente esta proposición. Las entidades que comúnmente designamos como períodos, frases y palabras parecen cumplii- la condición expresada: son portadores de significado, por tanto .signos», y los inventario~establecidos por medio de un análisis que siguiese tales iíneas tradicionales nos llevarían a reconocer un sistema ségnico tras el proceso ségnico. Aquí, como en cualquier otro lugar, convendrá llevar el an5Iisis hasta donde sea posible, a! objeto de comprobar si la descripción es exhaustiva y de la rnkima simplicidad. Las palabras no son los'signos 5ltfmos e irreducibles, como podría Ilevarnos a pensar el hecho de que la lingüística corivencional gire en torno a la palabra.' Las palabras pueden analizarse en partes, las cuales; corno aquéllas, son a su vez portadoras de significado: raíces, elementos derivxioiiales, elementos flexionales. Algsnas lenguas llegan más lejos que o t r a s a este respecto. La terminación latina -ib~.isno puede resolverse en signos de menor extensión, pero es por sí misma un signo simple portador tanto de la significación de caso como de la significación de número; la terminación húngara correspondiente al dativo plural en una palabra come n z a g ~ o @ nak (de vzngyar húngaro) es un signo compuesto que consta
Signos y figuras
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del signo -ok, portador de la significacián de plural, y del signo -nak, portador de la significación de dativo. En nada afecta a tal análisis eI hecho de que existan lenguas sin elementos derivacionales o flexionales, o de que incluso en las lenguas que los tienen puedan aparecer palabras constituidas sólo por una raíz. Hecha la observación general de que una entidad puede ser a veces de la misma extensión que otra entidad de grado superior, y de que en este caso habrá de ser transferida, sin analizar, de una operación a otra, desaparecen cualesquiera dificultades. Precisamente por eso el análisis tiene en este caso la misma forma general que en todos los demás, y puede csntinuarse hasta que quepa considerarlo agotado. Así, llevando a sus últimas consecuencias, en la forma vista, el análisis de la palabra inglesa in-act-iv-ate-s puede mostrarse que contiene cinco entidades diferenciadas, cada una de las cuales es portadora de significación, y, consecuentemente, cinco signos. Al sugerir un análisis de tal alcance sobre bases con411 vencionales, quizá debiéramos advertir que la «si@caciónn atribuible a cada una de estas entidades mínimas debe entenderse como significación puramente contextual. Ninguna de las entidades mínimas, ni los radicales, tiene existencia tan «independiente> que le pueda ser asignada una significación Iéxica. Pero desde el punto de vista básico que hemos adoptado - e 1 análisis continuado sobre la base de las funciones que aparecen en el texto- no existen otras sibpificaciones perceptibles que las contextuales; toda entidad, y por tanto todo signo, se define con carácter relativo, no absoluto, y sólo por el lugar que ocupa en el contexto. Desde este pimto de vista carece de significado la distinción entre significaciones que aparecen solamente en el contexto y significaciones de las que podría suponerse que tienen exis. ; tencia independiente, o - d e acuerdo con los antiguos lgramá-
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Prolegonzenos n una teoría del lenguaje
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ticos chinos- entre palabras «vacías» y ccllenas)). Las llama. . : das significaciones Iéxicas de ciertos signos no son sino sig. : nificaciones contextuales artificialmente aisladas, o paráfra;,.. . : . sis artificiales de las mismas.!i.otalmente aislado, ningún : . . . . *.*. signo tiene significación; toda significación del signo surge 211 el contexto, entendiendo por tal un contexto situacional o un contexto explícito; . n o importa cuál, puesto que en un texto ilimitado o productivo (una lengua viva) siempre podemos transformar un contexto situacional en e ~ ~ l i c i t o ~ ~ o íniaginemos, pues, que un sustantivo, por ejemplo, es más significativo que una preposición, o una palabra más que . una terminación derivacional o flexional. Al comparar una entidad con otra podemos hablar no sólo de diferencia de ~ i ~ ~ f i c a c i sino ó n , también de diferencia de tipo de significzción, pero en Io concerniente a tales entidades podemos hablar de significación precisamente con el mismo derecho ~elativo.En nada influye que significación, en el sentido tradicional. sea un concepto vago, que no mantendremos por mucho tiempo sin unanálisis más detenido. . Ahora bien, al' tratar de analizar expresiones de signo id modo sugerido, la experiencia inductiva nos muestra que ., la teoría del lcnguaje
ción, sea la que sea; si algo hubiera que limitar en este puoto af&taria a la conformación; no al sentido. El sentidn es, por tanto, en si mismo inaccesible al conocimiento, puesto que el requisito previo para el conocimiento es el análisis --de algún tipo; el sentido sólo puede conocerse a través de una conformación y. así, carece de existencia científica fuera de ésta. Por lo tanto, no es posible tomar el sentido -sentido de la expresión o sentido del contenido- como base de la descripcidn lingüística. Para ello tendríamos que basarnos en aIgo emprendido con anterioridad, en una conformación del sentido establecida de una vez para siempre, la cual, cualquiera que fuere el-modo como se hubiese estructurado, sería inevitablemente incongruente con la mayoría de las lenguas. De ahí que tanto la construcción de una gramática basada en sistemas ontológicos especulativos como de una gramática dada basada en la gramática de otra lengua estén ..necesariamente condenadas de antemano al fracaso. No cabe, por tanto, introducir al principio una descripci6n de la sustancia como base de la descripción de una lengua. Por el contrario. la descripción de la sustancia depende de la descripción de la forma lingüística. El viejo sueño do un sistema fondtico universal y de un sistema de con- -~ c ú d o(sistema de conceptos) también universal no puede llevarse a cabo, o en cualquier caso quedaría privado de todo posible contacto con la realidad lingüística. No es superfluo, a la vista de ciertos rebrotes de la filosofía medieval aparecidos incluso en los últimos tiempos, señalar que Iii unos tipos fondticos de validez general ni un esauema --eterno de ideas pueden erigirse empíricamente con validez si~;iiaapara el lenguaje. La diferencia entre las lenguas no descansa en su diferente realización de un tipo de sustancia, s i n o en su diferente realización de un principio de confor~
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Esquetna y uso lingüístico
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mación o, en otras palabras, en uria diferente forma en presencia de un Sentido idéntico pero amorfo. Así, las coniideiacion¿?s que nos hemos visto forzados a hacer en lo que precede, de completo acuerdo con la distinción de Saussure entre forma y sustancia, nos lleian a reconocer que la lengua es una forma g que fuera de esa forma, con función con ella, está presente una materia 110 701 lingüistica, la «sustancia. de Saussure: el sentido. Así como es de la competencia de la lingüística analizar la forma lingüistica. corresponde a otras ciencias analizar el sentido. Proyectando los resultados de la lingüística sobre los resultados de estas otras ciencias obtendremos ima proyección de la forma lingüística sobre el sentido en una lengua dada. Puesto que la formación lingüisticn del sentido es arbitraria, es decir, no está basada en el sentido sino en el principio concreto de la forma y en sus consecuentes posibilidades de realización, estas dos descripcioiies -la lingüística y la no lingiiistica- deberan emprenderse independientemente la una de la otra. Para precisar tal extremo y diile una claridad palpable, plástica, tal vez convendría expresar a qud ciencias corresponde la descripción del sentido, tanto más cuanto que acerca de este punto la lingüística se ha mostrado hasta ahora inclinada a una vaguedad de hondas raíces en la tradición. A este respecto podemos llamar la atención sobre dos hechos: a) La descripción del sentidci, tanto respecto a la expresi6n lingüística como al conianido lingüístico, puede considerarse que. en lo esencial. corresponde en parte al campo de la física y en parte al de la nizrropologia (socirl). (Con esto no tomamos postura acexa de ciertas dif~rencizsde opinión surgidas en la filosofía moderna). La sustancia de ambos planos puede considerarse a !a vez como entidades fi-
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Pi~olegbmerioi n ¿;no teorio de? -ienguaje --.-. sices (sonidos en el plano de la expresión, cosas en el piano deJ. conlenido) y como la concepción que de esas entidades t i ~ n e n10s que usan la lerizua. Consecuentemente, en ambos planos se requiere tanto iiiia descripción física como fenomenológica del sentido. b ) Una descripcijn eahausti~i.del sentido del contenido lingi-iístico requiere de hecho la colaboración de todas las ciencias no iingüisticas; desde nuestro punto de vista, todas ~ !ingListico. ellas, sin excepcijn, tratan de L I contenido Con la relativ., jiistificación que nos da un punto de vista particular, nos inclinamos así a considerar que todas las ciencias girm alrededor de la lingüística. Nos inclinamos a simplificar las cosas, reduciendo ias entidades científicas a dos tipos fuiidamentales, lenguajes y no-lenguajes. y asimismo 2 ver una relación, una función entre ellas. Más tarde tendremos ocasión de discutir la naturaleza dc esta funcioii entre el lenguaje y el no-ienguaje y 711 de estridiar la clase de implicación estricta y la clase dr supuesto presentes en este caso particular. Ai mismo tiempo ampliaremos y nodificnremos ei cuadro que hemos trazado provisionalmente. Lo que se ha dicho aquí sobre el tema, y en particular acerca dc la forma y la sustancia de Saussure, es sólo provisional. Desde el punto de vista adoptado debenios concluir, pues, que así como las diversas ciencias especiales no lingüísticas pueden y deben emprender un an61isis del sentido lingüístico sin considerar la forma lingüística, así también la lingüistica puede y debe emprender un análisis de la forma lingüistica sin considerar el sentido que puede alinearse con ella ec ambos planos. Y así como el sentido del contenido y el sentido de la expresión debe considerarse que están descritos suficientemente -y en la iinica forma adecuadapor las ciencias no lingüisticas, debe encomendarse a la lin-
Esqtrerna y t ~ s oíir igilístico
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güistica la tarea especial de describir la forma lingüística, para hacer posible de este modo la proyección de la misma sobre las entidades no lingüísticas que desde el punto de vista del lenguaje proporcionan la sustancia: Así pues. la lingüística debe ver su principal misión en establecer una ciencia de la expresión y una ciencia del contenido sobre una base interna y funcional; la ciencia de la expresión, sin recurrir a premisac fonéticas o fenomeno~ógicas,y !a ciencia del contenido sin premisas ontolGgicas o fenomenol6gicas (aunque,. desde luego, no sin las premisas epistemológicas en que se apoya toda ciencia). Tai lingüística, a diferencia de la lingüística convencional, no tendrá como ciencia de la expresión una fonética y como ciencia del contenido una semántica. Tal ciencia será un álgebra del lenguaje, que opere con entidades innominadas, es decir, denominadas arbitrariamente, sin designación natural, que recibirán una designación motivada sólo al ser confrontadas con la sustancia. Puesto que la lingüística se enfrenta con una tarea principal cuya solución se ha descuidado hasta ahora por completo en todo estudio del lenguaje, deber6 estar preparada para iniciar un trabajo de meditación e investigación de gran amplitud. En lo que concierne a la expresión lingüística, en los últimos tiempos se ha iniciado ya parte de este trabajo en zonas concretas l . 1 Distintos autores h a n intentado describir las categorías de la expresión sobre una base puramente no Fonética. E n particular, L. Bloomfield para el inglés y, en parte, para otras lenguas (Language, New York, 1933, págs. 130 S S . ) , George L. Trager para el polaco (Acta Linguistica, 1, 1939, pág. 179), Hans Vogt para el noruego (Norsk tidsskrift for sprogvidenskap, X I I , 1942, p6gs 5 SS.), H. J. Uldall para el danés (Proceedings of the Second Internationaf Congress of Phonetic Sciences, Cambridge, 1936, págs. 54 SS.) y para el hotentote (Africa, XII, 1939, págs. 369 SS.), A. B j e m m para el dialecto danés de Fjolde (Fjoldedets-lydsystem, 1944), J. Kuqtowicz para ei griego antiguo (Travaux du CercIe linguistique de Copenhagtie,
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Prolegómenos u una teoría del lenguaje
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Esqttemcr y uso lingiiístico
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Desde sus primeros pasos la presente teoría lingüística se ha inspirado en este concepto, e intenta producir precisamente tal álgebra inmanente del lenguaje. Para subrayar su diferencia con otros tipos precedentes de lin,G'stica y su independencia básica de una sustancia de§nida no lingüisticamente, le hemos dado un nombre especial, que se viene usando en trabajos preparatorios desde 3936: la llamamos glosemática (de yhGooo: 'lengua') y usamos la voz glosemas para significar las formas mínimas que la teoría nos lleva a establecer como bases de explicación, las invariantes irreducibles. Tal designación especial no habría sido necesaria si no se hubiese hecho tan frecuente mal uso del término lingüística para designar un desafortunado estudio del lenguaje con base en puntos de vista transcendentes y no pertinentes. Ahora bien, la distinción establecida por Saussure entre «forma» y «sustancia» tiene sólo una justificación relativa: desde el punto de vista del lenguaje. eForzna), significa aquí forma lingüística, y asustancian - c o m o hemos visto- sustancia lingüística, o sentido. Por si mismos, los conceptos crforma~y «sustancia», en su sentido más absoluto, tienen un alcance más generaI, pero no cabe generalizarlos sin co. rrer el riesgo de provocar cierta oscuridad terminológica. Desde luego, debe subrayarse expresamente que asustancia» no está en oposición con e1 concepto de función, sino
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V, 1949, págs. 56 S.), Knud Togeby para el francés (Struciure im~nrrnente de la Iungue francaise, 1951), y L. Hjelmslev para el lituano (Siudi baltici, VI, 1936-37, págs. 1 SS.) y el danés (Selskab for nordisk filoiogi, irsberetning for 1948-49-50, págs. 12-u). Ya en la Mémoire sur le systeme primitif des voyelles, de Saussure, publicada en Leipzig en 1875, se presenta de un modo claro y consciente este punto de vista; d rnétodo lo ha formulado con toda lucidez su discípulo Sechehaye (Prograrnrne et méthodes de la linguistique théorique, Pan's, 1908. pásinas 111, 133, 151).
aue únicamente d e s i-g a un todo que es en sí mismo funcional y que se relaciona en cierto modo con una «forma), dada, lo mismo que el sentido se relaciona con la forma liiioüística. Pero también el análisis no lingüístico del sentido que emprenden las ciencias no lingüísticas lleva a reconocer, por razón de la naturaleza de la materia, una «forma>)que es en lo esencial del misino tipo que la «forma» lingüística, si bien de naturaleza no lingüística. Creemos posible suponer que varios de los principios que nos incliiiamos a establecer en las etapas iniciales de la teoría lingüística son de aplicación no sólo a la lingüística, sino a l a ciencia en general, y el principio que hace de las funciones la Única base ~ -e-r t i n e n t ede análisis no será el, que menos. Así, lo que desde un punto de vista es «sustancia» 731 en conexión coi1 el hecho de desde otro es ((forrna~~, que los funtivos denotan solameiite terminales o puntos de intersección de funciones, y de que sólo la red funcional de dependencia puede conocerse o tener existencia cientifica, en tanto que la ~sustanciau,en sentido ontológico, sigue siendo u11 concepto metafísico. El análisis no lingüístico del sentido debe llevar, pues, a través de la deducción (en el sentido dado aquí a la palabra), al reconocimiento de una jerarquía no lingüística, que tiene función con la jerarquía lingüística descubierta a través de la deducción lingüística. A esta jerarquía lingüística la llamaremos esqtletlza lirzgüistico, y a las resultantes de la jerarquía iio lingüisiica. cuando se ordenen con relación a un esquema lingüistico, uso lingiiistico. Pasaremos a decir que el uso lingüistico mnnifiesta el esquema lingüístico, y a la función entre el esquema lingüístico y el uso lingüístico la llamaremos i ~ ~ a ~ i i f e s ! ~ ~ ! ó n . Estos términos iei~dránprovisiunalmeilte valor operativo. A
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117 la expresión tiene relaciones en la ca-
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to que en un registro fonético-expeiimenta! de suficiente sensibilidad, dos ejemplares del mismo sonido no sevariantes «libres» «limitadas» varievariantes combina-
XYJ1 VARIANTES DEL ESQUEMA LINGUfSTlCO
En el esquema lingiiístico, al igual que en el uso lingüirtico. ciertas entidades pueden reducirse a ejemplares de ntras (cf. capitulo XIV). Cua!quier funtivo del esquema lingüístico pueóe estar sujeto, deiziro del esgiie>ria y sin refe-. rencia a 1s manifestación, a una desmembración en variantes. Esto se sigue de la misr.is definición de variantes (págil12 106). Adeinás. esta desrneiabración es universal, no particular (pág. 63), puesto que cualquier fuiitivo puede siempre desmembrarse un número ilimitado de veces en En número arbitrario de variantes. Las variantes son, por tanto, por regla general, ifirtua!es, al igual que las invariantes irredui-ibles, d e acrierdo con las definiciones dadas (p5g. 106). en tanto que sUlo las invariantes reducibles se realizan. En la moderna ciencia de 12 expresión de orientación fo. netics es costumbre distinguir e;itre dos clases de variantes: Iris llainadas variantes .iibres~>,que aparecen con indepeiidencia d d entorno, y ias llamadas variantes .limitadasa o ~condicionridas»(o ~ c o m b i n a t c d a s pero ~ , no recoinendamos esta expresión), que sólo aparecen en la cadena en ciertos eriornos. Si se 11ei7a a cabo ei ználisis concienzudamente,
dena, y que cualquier entidad de la expresión tiene ares posibles, pues-
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as, puesto que ni ellas presuponen, ni las presuponen a las, entidades definidas en cuanto coexistentes en la cade; las variaciones contraen combinación. Las variedades se firien como variantes solidarias, puesto que una variedad da siempre presupone, y la presupone a ella, una variedad dada de otra invariante (o de otro ejemplar de invariante) de la cadena: en la sílaba tu entran dos variedades de dos ariantes: una variedad de t que sólo puede aparecer junon a, y una variedad de a que sólo puede aparecer junto con t ; entre ellas hay solidaridad. La distribución de las variantes en dos categorías, en la forma que sugiere la moderna ciencia de la expresión, es, como puede verse, de importancia funcional y debe efectuarse en todos los casos. A este respecto, y habida cuenta de la situación actual en el campo de la lingüística, es importante subrayar que una desmembración en variantes es tan posible y necesaria en la ciencia del contenido como en la cieocia de la expresión. Todas las Ilainadas significaciones contextuales manifiestan variedades, y significaciones especiales más allá de estas variaciones manifiestas. Además, en ambos planos de una lengua, y en aras de la exigencia de máxima simplicidad, es importante insistir en que la desmembración en variaciones presupone la desmembracibn en variedades, puesto que lo primero es desmembrar unar in-
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PI-olegómenos a una teori« del lenguaje -variante en variedades, y luego las variedades en variaciones: las variaciones especifican las variedades. Pero parece posible que una nÜeva desmembración en variedades esté conectada con una desmembración exhausti\ra en variaciones, y así sucesivamente; en tanto esto sea posible, habrá especificación transitiva. Si la desmembración de una invariante en variedades se lleva hasta el fin para cada «posiciónn particular, se llega a una variedad irreducible, y se agota la desmembración en variedades. A la variedad que, de este modo, no puede ya desmembrarse en variedades la llamaremos variedad localizada Si la desmembración de una variedad localizada en variaciones se lleva hasta el fin para un caso particular, se llega a una variación irreducible, y se agota la desmembración en variaciones. A la variación que, de este modo, no puede ya desmembrarse en variaciones la llamaremos individuo. A veces será posible desmembrar de nuevo en variedades un individuo, de acuerdo con las diferentes ~posiciones)) en las que pueda aparecer; en tales casos habrá especificación transitiva. 751 El hecho de que una desmembración en variantes pueda agotarse en la forma dicha en una etapa dada no contradice la virtualidad de las variantes. A condición de que haya especificación transitiva, la desmembración en variantes es, e n principio, ilimitada. Pero, además, la desmembración en variantes es asimismo ilimitada en su etapa propia a pesar de su agotabilidad, porque el número de variantes en un texto ilimitado no será nunca limitado, y el número de desmembraciones posibles a través de las cuales puede agotarse la desmernbración en variantes, incluso en esta ctapa determinada, será, por tanto, también ilimitado. Si la especificación transitiva no puede continuarse y la jerarquía termina agotada en una desmembración de varie-
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- Valiaiztes ::; ----
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del esqueiltu lirzgüístico
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.:. dades en ilariacionci que no puedan dcsmcinbrarse ulteriormente en variedades, podrá decirse, en cierto sentido episj: temológico, que el objeto considerado ya no es susceptible ! de descripción científica ulterior. El objeto de la ciencia es siempre registrar cohesiones, y si un objeto sólo presenta la : posibilidad de registrar constelaciones o ausenciss de h n ci6n, ya no podrii someterse a tratamiento cientifico exacto. Decir que el objeto de la ciencia'es registrar cohesiones significa, si despojamos a esta afirm'ació de la envoltura terminológica introducida por nosotros, que la ciegcicia trata siempre de comprender los objetas como consecuencias de . una razón o efectos de una causa. Pero si el objeto s6lo i ~ d adecirpuede resolverse en objetos de todos los cuales pr. se que son indistintamente consecuencias o efectos de todos, o de ninguno, la continuación del análisis científico resulta infructuosa. A priori, no es inconcebible que una ciencia que intente poner en priictica los puntos de vista que hemos propugnado para la teoría lingüística haya de enfrentarse, al concluir la deducción, con una situación final en que no se perciban consecuencias de razones ni efectos de causas. Sólo quedará pues, como única posibilidad, un trataaiento estadístico de la variación, como el que Eberhard Zwirner ha intentado sistemáticamente para la expresión fonética de las lenguas l. Sin embargo, para hacer el experimento como es debido, lo que ha de tomarse como objeto de este tratamiento xfonométricon no es una clase de sonidos descubierta inductivamente, sino una variedad, localizada lingüisticamente y descubierta deductivamente, del grrdo más alto. Antes (págs. 104-105) hemos tenido ocasión íle observar que las entidades normalmente registradas por la sintaxis
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1 Véase ei trabajo del autor cri Nordisk tidssicrl:: for tale og stenznze, 11, 1938, espccialmcntc p"::s. 179 ss.
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Prolegóririios n iina teoría de! iengiiaje
convencibzal -oración 3rincipl y oración secuiidaria, miembros de la uraciiin, como c-ijeto, predicado, complemento, &c.--, son variantes. Con la terminología comple761 mentaria ahora introdiicic!~,podemos añadir, para ser precisos, que son variedades. La sintaxis convencional (entendida cono e1 estudio de las conexiones entre palabras) es, en su mzyor parte. un estudio de variedades del
pisna del contenido de la 1en;ua. aonqiie, como tal, no exhaustivo. Puesto qze cada desilembración de las variantes prPsüpone i n a s invariantes registradas, la sintaxis no puede mantenerse como disciplina autónoma.
XVII FUNCION 'Y SUMA
A la clase que tiene función con otra u otras clases del mismo rango la llamaremos suma. A la suma sintagmática la llamaremos unidad, y a la suma paradigmática, categoría. Así, unidad es una cadena que tiene relación con otra u otras cadenas del mismo rango, y categoría un paradigma que tiene corrzlación con otro u otros paradigmas del rnismo rango. Por establecimiento entendemos la relación existente entre una suma y una función que entra en ella; se dice que la funci6n establece la suma, y quela suma es establecida por la función. Asi, por ejemplo, dentro de la paradigmática (sistema lingüístico) podemos observar ia existencia de diferentes categorías que tienen correlación mutua, cada una de las cuales en particular es establecida por la correlación entre sus miembros. Tratándose de categorías de las invariantes, esta correlación será una conmutación; tratáildose de categorías de las variantes, m a sustitución. De igual modo, en la sintagmática (el proceso lingüístico, el texto) podemos observar la existencia de diferentes unidades que tiene relación mutua, cada una de lah cuales en particular es establecida por la relación entre sus partes.,
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Prolegórneizos a una teoría del lenguaje
De las definiciones se sigue que siempre hay funciones, sea entre sumas, sea entre funciones; en otras palabras, que cada entidad es una suma. Un factor que contribuye a hacer posible este punto de vista es, desde luego, que el número de variantes sea ilimitado y que la desmembración en variantes pueda continuarse indefinidamente, de modo que cada entidad pueda considerarse como una suma, esto es, en cada caso como una suma de variantes. Tal punto de vista se hace necesario debido a la exigencia de exhaustividad. En el plano de la teoría esto significa que toda entidad no es otra cosa que dos o más entidades con función mutua, io que viene a subrayar de nuevo lo que ya anticipamos: que sólo las funciones tienen existencia científica (página 40).
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En la pr6ctica es especialmente importante el analizar, comprender que sólo hay relación entre categorías. E1 análisis debe empezar por elegir la base adecuada, habida cuenta del principio empírico y de los principios de él derivados. Imaginemos que se elige la selección como base del análisis. Entonces en la primera operación se analiza la cadena dada en unidades de selección de primer grado; a la categoría que se obtenga de estas unidades la llamaremos categoría funcional. Por tal se entiende, pues, la categoría de !cs funtivos que se registran en un solo análisis con una función dada, tomada como base del análisis. Dentro de tal categ ~ r í afuncional pueden imaginarse cuatro tipos de funtivos: 1. Funtivos que pueden aparecer s61o como seleccioc.~.dos.
2. Funtivos que pueden aparecer sólo como selecciort .::tes.
3. Funtivos que pueden aparecer como seleccionados o ismo seleccionantes.
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FUMC~ÓIZ y SUMPU
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4. Funtivos que no pueden aparecer ni como seleccionados ni como seleccionantes (esto es, funtivos que solamenre contraen solidaridades y/o combinaciones, o que no contraen relación alguna). A cada una de estas cuatro categorías la llamaremos cntegoría funtiva; por tales entendemos, pues, aquellas categorías que se registran merced a la desrnembracióil de una categoría funcional de acuerdo ccn las posibilidades hlztivas. La operación del análisis consiste en investigar cuál de estas. cuatro categorías funtivas a priori posibles tiene h a gar y cuáles son virtuales, anrilizantlo para ello en rnierxbros cada una de las catcgurías funtivas, sobre la base de la pmeba de conmutacióri; a esos miembros los hemos llamado elementos. Si el análisis consiste ec una partición en m i d a des seleccionales de primer grado, los elerinentos scrán las unidades seleccionales particulares de primer grado que la partición nos lleve a registrar. Imaginemos otra vez como ejemplo concreto la partición de la cadena en oraciones principales y oraciones subordinadas. Las oraciones principales pertenecerán a la primera categoría funtiva, y las subordinadas a la segunda. Por razones de simplificación imaginemos que las categorías funiivas tres y cuatro resultan ambas ser virtuales. Coii esto queda claro que tal clasificación no puede significar que cada oración subordinada determinada seleccione a cada oración principal determinada: una orrtcióil subordinada determinada no necesita de la presencia de una oracijn principal determinada, sino de la presencia de una oracijn principal cualquiera. Es la categoría de las oraciones principales la que es seleccionada por la czregoría de las oractones 781 subordinadas; la selección existe entre las categorías funtivas, en tanto que la relación existente coino consecuencia de el!o entre un miembro de una categoría fun-
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P!-oiegón~cizusn i m n teoría dei iengziaje --tiva y otro miembro de otra puede muy bien ser diferente -por ejcmpio, una ccrnbinac5n-. U E ~ de las tareas de la Iingüistic; es establecer un cBiculo genera1 de las relaciones entre ioi aleinentos que corri;;?onda a relaciones dadas entre las catzgorias funtivas. Si ia base del análisis es la solidaridad o la combinacion, es decir, una reciprocidad siztagmAtica, las categorías funtivas serün: 1. Funtivos que pueden cparecer sólo como solidarios. 2. Funtivos que pueden aparecer sólo como combinados. 3. fintivos que pueden aperecer como solidarios o como combinados. 4. Fmtivos que no puede? aparecer ni como solidarios ni como combinados (es decir, funtivos que sólo contraen selecciones o que no contraen relación alguna). En este caso, de modo similar. habrá solidaridad o combineción entre las categorias iuntivas, en tanto que los elementos podrán tener otras relzcciones. Antes hemos visto un ejeniplo de ta1 supuesto (pág. 46), al tratar de 10s morfe=as nominales de1 latín: la categoría de número y la categoria de caso tienen solidaridñd mutua, pero entre un número determinado y un caso determinado habrá combinación.
SINCRETISMO
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Ahora estamos en condiciones de abordar el fenómeno que en gramática convencional se conoce como sincretismo y en fonética moderna como neutralización, y que consiste en el hecho de que la conmutación entre dos invariantes puede suspenderse bajo determinadas condiciones. Ejemplos conocidos, que bien podemos conservar aquí, son el sincretismo en latín entre nominativo y acusatho en el genero neutro (y en algunos otros casos) y la neutralización que se advierte en danés entre p y b en la parte final de sílaba (de modo que una palabra como top puede pronunciarse con p o con b indistintamente). Para tales casos usaremos el término suspensión, e introducimos la siguiente definición general: dado un funtivo que está presente bajo ciertas condiciones y ausente bajo otras distintas, cuando se dan las condiciones bajo las cuales está presente se dice que hay aplicación del funtivo, y 191 que en esas condiciones el funtivo se aplica; en cambio, cuando se dan las condiciones bajo las cuales está ausente, se dice que hay suspensión o ausencia del funtivo,
126 Y que
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zlna teoría del lenguaje
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y una idaridad entre uria variante por una otra la llamamos donzinaizcia; decimos que la ina a la cobertura, y que la cobertur2 es d0172i-
en esas Condiciones el funtivo está siirpendido o
ausente. A la
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suspendida entre dos funtiiros la ~lamamos cobertura; a la categoría que se establece por la cobertura la llamamos (en ambos planos de la lengua) si,7crerismo. Así. por dec"0~ que el nomiilatiiro y ,l acusatii,o en latín# o la p y la b en danés, tienen cobertura mutua, o 'Ontraen ~ ~ ~ e f i uyr que a , estas entidades junto con su cobertura constituyen un sincretismo, o que cada una de entidades entra en un sincretism6. De las Se sigue que cuando dos entidades se registran bajo ciertas condiciones corno ini,ariantes, basánen la prueba de conniutación, y bajo otras condiciones 'Ontraen cobertura, bajo estas ultimas condiciones sevariantes Y sólo su sincretismo será una invariante, En ambos. las condiciones dependerán de las rclacionrs que las entidades dadas contraigan en la cadeiia: la conmutaci6n entre nominativo y acusativo en latín se aplica, por en la primera declinación) está suspendida
nada por la variante dada '. ntaja especial de establecer las definiciones formales de este modo es que nos es posible distil?guir entre dominancia obligatoria y opcional sin tener que uestos sociológicos que la definición
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