Primeras Paginas La Riqueza en Cuatro Pisos
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X A V I E R
LA
S E R B I A
RIQUEZA EN
CU4TRO PISOS U N
P L A N P A R A C O N S T R U I R TU
INDEPENDENCIA INDEPENDE NCIA FINANCIE FINANCIERA RA
© 20 2008 08 Xa vier Serbiá © De esta esta edición: edición: 200 009, 9, San till tillan an a U SA Pub lis lishin hin g Co mpa ny ny,, In c. 2023 N. W. 84th Avenue Do ra ral, l, FL, 3312 33122 2 (305) 591-9522 www.alfaguara.net
ISBN-13: 978-1-60396-217-9 ISBN-10: 1-60396-217-4 Foto grafía d el autor: Joseph Joseph P luchino Diseño Dis eño de cubierta: Susan Susan ne O rtiz Cebreros Diseño d e interiores: Ana Ana María Ro jas Primera edici edición ón : febrero de 2009
Tod os los los derecho s res reserv ervad ad os. Esta Esta o bra no pued puedee ser ser repro ducid a n i en todo ni en parte, ni registrada en o transmitida por un sistema de recuperación raci ón de información, bajo bajo n inguna forma ni por ningún medio, sea sea mecánico, fotoq uímic uímico, o, electrón electrón ico, magnético, electroóptico, electroóptico, por fotocopia o cualq uier otr o, sin el permiso permiso prev pr evio io po r escrito escrito d e las editoriales.
Dedicatoria
Para ti, Fabi, porque me moti vaste a perseguir sueñ os cuando otros veían a u n Quijote enfrentando molinos de vi ento. Te sacrificaste tan tas veces para que siguiera llenando la cabeza de conocimientos, insististe en que escribiera cuando creía que no era i mportante, me moti vaste con tus filípi cas cuando me invadía l a duda. Y l o más importan te: du ran te todos estos añ os, tus acciones me enseñ aron que no importa cuánto mi edo tengamos ni cuán di fíciles sean los obstáculos que se nos presentan , debemos tener la acti tud y el coraj e de enfrentar los misterios que Di os nos presenta. Con todo mi amor y admiración, este libro es para ti.
Agradecimientos Reconozco que escribir no es tarea fácil y que son muchos los par ticipantes directos e indirectos de lo que estáplasmado en estas páginas. A Fabi por ayudarme con sus pregun tas y pensami entos simples e incisivos, mientras leía los tantos borradores que hi ce. A mi equi po en xavierserbia.com por su paciencia. A Freddie Pé rez por darle una revisión té cnica a la parte legal y a Glenn Von H artz por sus comentarios sobre la par te de retiro. A mi agente Di ane Stockwell y Arnoldo Langner, editor de Santillana, por la confianza puesta en mí. A decenas de persona que ayudaron en la realización de la portada, la corrección y publi cación del libro. A los cientos de personas que me han escrito y contado sus hi stori a. Sus casos me sirvieron como inspiración para este libro. A mi madre que me enseñ ó el don de dar. A Dios por darnos la oportu nidad de vi vi r y elegir.
Contenido Prefacio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11 Existe un p rob lema . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17
Prim er piso: Superv iviencia
1. Man ual de supervivencia econó mica . . . . . . . . . . . . . 29 2. Prioriza . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35 3. Con oce el ambiente econó mico . . . . . . . . . . . . . . . . . 41 4. Controlar el consumo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55 5. Vive en presupuesto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63 6. Estud ia tu historia fi na nciera . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69 7. Aumen ta la riq ueza n eta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .75 8. Sé Astuto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 83 Segundo piso: Seguridad
In troducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 89 9. Seguros . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 91 10. Reserva de emergencia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123 11. Crédito . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 135 Tercer piso: Acum ulación
In troducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 167 12. Tu socio: el gobierno . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 169 9
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13. In vierte en conocimien to . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 14. H ogar d ulce hog ar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15. Piensa en el futuro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 16. In versiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
183 209 249 269
Cuarto piso: Distribución
In troducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 315 17. Distribución . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 317
Bibliogra fía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 329
Prefacio Estaban Cauteloso y Temerario buscando la forma de encontrar una carretera para salir de la selva. Bordeaban la orilla de un extenso río discutiendo por d ónde cruzarlo para ir a la civilización. Temera rio, con voz fuerte y como si le hablara a una multitud de seguidores, se d escribía a sí mismo como eufórico, con una volunta d d e hierro, men talidad positiva y ultra enérgico en sus acciones. Para él todo el poder está en la mente. Mientras ha blaba, de su boca no salían la palabras que mo straran la más mínima duda. Decía: “Eso jamás. Dudar sería blasfemar contra mi existencia. Mi nombre es Temera rio po rq ue sé q ue con el poder d e la mente puedo lograr tod o. Con el hecho d e desear algo, logro la mitad d e la meta; la otra mitad es hacerlo”. Ca uteloso replicó a Temera rio, q ue él se considera ba m enos eufórico al confi ar en su pod er menta l. Sabía q ue la diferencia más clara entre ellos era q ue él sí creía en la dud a. Para Ca uteloso, desear algo era un principio fundamental para lograr las cosas, pero n o era lo único. Él no era m iedoso, inseguro ni evadía el riesgo. Por el contrario, era precavido, observador y paciente. Sabía que se necesitaba adquirir habilidades, que no se na ce con ellas; q ue se apren den con la experiencia y el estudio; que la práctica y la disciplina enriquecerían sus conocimientos. Tenía claro q ue na die n ace sabiend o, pero q ue es necesario apren der si se q uiere sobrevivir. 11
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Después de un breve intercambio de ideas, Cauteloso vio una caba ña al otro lad o d el río: una seña l de civilización. C on sideró q ue por el frío y el can san cio, n ecesitaban recuperar fuerzas lo má s pronto po sible. Temerario, con su volunta d de hierro, decidió cruzar primero y le recordó a Cauteloso que con una mente positiva se lograban alcanzar las metas. Retó a Cauteloso a cruzar inmediatamente. Cuando estaba a punto de lanzarse, Cauteloso le preguntó: “¿Sabes nad ar?”. Temera rio, volteó y con voz ron ca le respon dió nega tivamente, pero le volvió record ar q ue con el pod er de la m ente tod o es posible. Tras una peq ueña pausa, Temera rio se lanzó al río. A los pocos minutos estaba a punto de ahogarse. Cauteloso, al ver lo q ue pasaba con Temerario, d ecidió pen sar un mom ento y defi nió su priorida d: llegar a la caba ña con vida. Al no co no cer el ambiente, Temera rio se dejó llevar por su emoción y no vio q ue la corriente estaba muy fuerte por el lad o d el río q ue eligió para pasar. Ca uteloso sí sabía n ad ar, pero ta mbién era consciente de que debía controlar el consumo de energía. Él había tenido experiencias previas en este tipo de situaciones. Por ello, se detuvo un mom ento para med itar sobre los riesgos de cruzar al otro lado del río. Después de pensarlo, estableció una meta y prefi rió seguir camino abajo para buscar un lugar donde la corriente no tuviera tanta fuerza. Cauteloso revisó la historia y apren dió que como el lugar q ue hab ía elegido era m ás riesgoso, era má s probable el fracaso q ue el éxito. Ento nces decidió d arse a la ta rea d e buscar un lugar q ue aumenta ra sus probabilida des de éxito. Esta acción temeraria la podemos aplicar en la administración de n uestra econ omía person al. Invertimos en algo q ue no conocemos porque alguien dijo que produce 10 por ciento de rend imiento men sual y al fi na l nos dam os cuenta d e q ue no es
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así. Adquirimos una hipoteca porque hacemos un pago mínimo, sin da rno s cuenta d e que lejos de amortizar n uestra d euda , la incrementa mos. O imitamo s a n uestro pa dre, quien puso sus ahorros para el retiro en una cuenta supuestamente segura y terminó perd iendo 20 por ciento d e su din ero. En un ambiente fi na nciero que nos presenta un a varieda d d e oportunidad es y en el que la responsabilida d de nuestras fi nanzas recae cad a vez más sobre nuestros ho mbros, estamos obligados a ser cautelosos si no queremo s acabar com o Temera rio. Lo dijo el mismo Alan Greenspan en el 2005. “Al existir mayor expansión en la disponibilidad del crédito, aumenta la importancia d e la ed ucación fi nanciera. En este creciente mercado complejo y competitivo de servicios fi nancieros, es esencial que el consumidor cuente con el conocimiento q ue le permitirá evaluar el mejor prod ucto o servicio ofrecido en el mercado y determina r cuál cumple con sus necesidad es a corto y largo plazo”. ¿Pero cóm o vam os a d eterminar las necesida des fi na nciera s a corto y largo plazo? ¿Cómo valora mos cuál es el mejor prod ucto y servicio si no tenemo s entren amiento pa ra ha cerlo? El reto es mayor po rq ue no sólo se trata de la d ecisión q ue tomemos, tamb ién d e las recomend aciones y con sejos que recibimos sobre tal o cual pro ducto fi na nciero. El agente d e seguros los vend e como la pan acea, el corred or d e bolsa o frece las mejores acciones y fondos mutuales y el agente hipotecario ofrece sus préstamos como los más convenientes. El problema es que nos recomiendan posibles medicinas sin considerar nuestra situación fi na nciera y sin an alizar si el producto recomen dad o es el más idón eo. ¿Puede un médico recomend ar un a med icina a un paciente sin saber q ué tiene? El buen méd ico sabe q ue al trata r el cuerpo hum an o, enfren ta ta nta s variab les q ue el an álisis se an tepon e a la recomend ación de cualquier medicamento .
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¡Te imagina s un m édico recomen dan do a spirina sólo po rque su paciente le comentó que le dolía la espalda! Si es un cáncer de colon, la aspirina no hará nada. ¿Qué harías si por un dolor de muelas te mandan tratamiento de quimioterapia? O si un supuesto méd ico, resulta ser un representan te de varias farmacéuticas q ue recomienda la misma m edicina a tod os. Se supone que antes de recomendar un vehículo fi nanciero, se hace un análisis para saber qué nos conviene. En planifi cación fi na nciera se dice que n o se debe con diciona r la person a al pro ducto, sino al revés. Si no s cuesta d etermina r, fi na ncieramen te ha blando, las necesidades a corto y largo plazo, y no estamos entrenados para evaluar el mejor producto o servicio ofrecido en el mercado, es enten dible que temera riamen te tomemo s el primer remedio sin ha ber realizad o un d iagnó stico. Como verás en el transcurso del libro, usaré casos basados en la vida rea l para mo strar el efecto contr apro ducente q ue sucede cuando adquirimos el remedio sin saber primero dónde estamos parad os. ¿Cómo evitar ser temerario? Empezando por los fundamentos. Si queremos tener conocimiento para evaluar el mejor p rod ucto o servicio o frecido en el mercado y determ inar si cumple con nuestras necesidades a corto y largo plazo, como dice Greenspan, tenemos que tomar el control activo de nuestra vida fi na nciera . No podemos ser temerarios y delegar la completa responsabilidad a la suerte, la emoción del momento o los consejeros. Vivimos en un sistema económico q ue está sustenta do en el principio d e la libre elección. Temerario tom ó la d ecisión d e na da r por d onde h abía más corriente y ya sabemos cómo terminó . En fi nanzas estamos lidiando con tiempo, opciones, información y riesgo. Las decisiones fi nancieras implican intercam-
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biar dinero a hora , por d inero en el futuro. Cualquier decisión, positiva o negativa, puede afecta r el presente o el futuro . Si recibimos inform ación pa rcial —sea o no de ma nera in tencion al— o no podemos interpretarla, incrementamos la incertidumbre, cuando lo que debemos hacer es disminuirla. El riesgo es la oportunidad y la libertad que tenemos de elegir. Pero, como ha y incertidumbr e en el futuro, esa opción pued e ser una puerta a un a n ueva opo rtunidad o al peligro. Estas cuatro variables no s acompa ña rán dura nte to da la vida mientras existamos en este tiempo y espacio. ¿Podemos recostarnos y confi ar en que la suerte, la motivación o los consejeros harán todo el traba jo? ¿Podemo s tirarnos al río sin saber n ad ar? En un mundo fi nanciero que nos abre cada vez más oportunidad es, debemo s prepara rno s para na vegar por las agua s de sus ríos si queremos cruzarlo y llegar a la an helad a indepen dencia fi na nciera . Pa ra eso d ebemos diseña r un plan. El libro es básicamen te eso: el diseño , el plan o maestro para co nstruir tu edifi cio fi nan ciero llamado independencia con el fi n de que éste tenga la solidez fi nan ciera sufi ciente pa ra perd ura r a través de los añ os.
Existe un problema Era temprano y me d irigía a Starbucks a en contrarme con Da vid, un a migo d e juventud q ue ha cía much os añ os q ue no veía. Después de un tiempo de leer mis columnas en el periódico y de enterarse de que había estudiado economía y fi nanzas, me pidió q ue nos reuniéramos a tom ar un café para q ue le diera mi opinión sobre su situación fi nanciera actual. Mientra s esperaba , me d istraje viendo a la gente. D e repente, vi un Mercedes Benz negro del año estacionarse frente al local. Se bajó un in dividuo co n look de mod elo, broncead o tipo caribe y con cara familiar. Este personaje, que parecía una estrella de Hollywood, tenía encima, entre gafas, traje, zapatos y el Ro lex, unos 3 000 dó lares. Mientras se abo tona ba la chaq ueta Ralph Lauren, cerró la puerta con estilo. D an do pasos agiganta do s, movió su bra zo suavemente para saludarme haciendo el signo de la victoria, pero evitand o causar cua lquier ar ruga a su traje. Entró. H izo una pausa. Se quitó las gafas. Movió la cabeza con una mirada estilo Tom Cruise. Se acercó a mí con los dientes anunciando Colgate, me extend ió la mano d iciendo: “Soy David”. Después del saludo protocolar, David me invitó un capuchino . Yo pedí un american o, pero él insistió en el café con espuma , canela y crema. Mientras lo ordenaba, me fui sintiend o cómo do y en un luga r ideal para el intercam bio de idea s. Dos o 17
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tres leían periódicos, otr os dialogab an sobre evento s cotidian os y otros más sólo escribían. Con capuchino en ma no fuimos entran do en los temas q ue nos interesaban. Entre sorbo, palabra, sorbo, oración, sorbo, risa, fue pa san do el tiempo ha sta q ue Da vid se sacó un a q ue casi me atra gan to: “No ent iendo cuál es tu insistencia en q uerer q ue la gente aho rre.” Apena s me estaba sacan do el vaso de la bo ca pa ra dispara rle mi defensa, cuand o d ijo. “No es necesario a ho rrar co mo d ices. El que tiene casa, sabe q ue la propieda d aumenta rá su valor. El q ue tiene inversiones en la b olsa, ga na con la apreciación d e lo invertido. En este país, nun ca falta t rab ajo n i crédito.” Quería meter mi cuchara, pero él subió el tono en señal de que no era mi turno. “Repites hasta el cansancio que hay que ah orra r pa ra el retiro. Pero ¿te olvidas del seguro social? En este país tienes tod o cubierto. C on el seguro social, el de incapa cidad y el del trabajo, cubres el retiro. A esto le puedes sumar las gana ncias q ue tienes de la casa, las inversiones y el trabajo. Po r eso no es necesario aho rrar; siempre tend rás dinero d ispon ible.” Se hizo silencio cuando tomó el último sorbo del capuchino y se fue a com prar otro. Mientra s se alejaba , me q uedé miránd olo totalmente pasmad o porq ue no pod ía creer lo q ue había d icho. ¿Es el mismo David que me había escrito varios correos explicándome su caótica situación fi nanciera?, ¿me citó en Starbucks para q ue le ayude y sin pena me d ice q ue no es importa nte aho rrar? Lo cierto es que n i la crisis lo h ab ía cam biad o. Seguía siendo un cara dura y retador, vestido a la última moda. Desde pequeño , su vida n unca fue la d e un pobre. Recuerdo q ue el padre le daba tal mesada que podía comprarle el almuerzo a los compañeros todas las semanas. Llegaba a las fi estas montado en autos caros, con ropa de marca y el reloj de moda.
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Siempre estab a sonriend o, invitand o a am igos y descon ocido s a disfrutar de sus fi estas. Era el tipo que la gente quería porq ue siempre invitaba y compr aba . Las mujeres lo am ab an , sobre todo porque su billetera estaba llena de Grants . Los años no habían pasado. Seguía siendo el mismo. Le podía vender una nevera a un esq uimal. Sin emba rgo, pese a la segurida d y los miles de dó lares q ue aparentaba tener, ese mismo que se había levantado a buscar un segundo capuchino y que consideraba innecesario ahorrar, estaba a l bord e de un a d ebacle fi na nciera. Su vida era un desastre. Las deud as lo estaban matan do por q uerer tener un nivel de vida q ue n o pod ía sostener. Él y Jackie, su esposa, vivían alejados de la realidad. A pesar de que tenían el problema en la cara, lo ignoraba n por completo. Pero la situación era ta l, que si no a tacab an el problema junto s y de form a inmed iata, caerían en ban carrota. Esa supuesta estrategia de que la bolsa, el trabajo y el valor de la casa seguirían subiend o eterna mente, no les ha bía fun ciona do . El dinero q ue tenían invertido h abía perdido gran parte de su valor po r ma las decisiones. No h ubo aumento de salario en el trabajo y existía la posibilidad de despido. El pago de la casa los estaba ah orcan do . Entre hipoteca, impuestos, seguro y mantenimiento gastaban más de la mitad de sus ingresos. Si a esto se le suman los préstamos de dos autos recién comprados, el colegio privad o d e los hijos, las vaca ciones a Euro pa, los com promisos sociales y las fi estas semanales en casa, se comprende por q ué tuvieron q ue ha cer del uso d e las tarjetas de crédito un deporte. Esta mentalidad temeraria de que el ahorro no es importante o q ue se puede d ejar pa ra el futuro, no es un mon opolio de David, en realidad, gobierna las fi nanzas de la mayoría de nosotros.
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Nadie puede n egar q ue en los últimos cien añ os, nuestra genera ción disfruta d e un nivel de vida mejor q ue el de n uestros abuelos. Fíjate en algunos datos. •
En 1901 el ingreso d e una fa milia era d e 750 dólares. Pa ra el p eriod o 2002-2003 era d e 50 302 d óla res. I ncluso con los ajustes hechos por los efectos de la infl ación, una familia d e ho y estaría genera nd o tres veces má s q ue una de 1901.
•
En 1901, 80 por ciento de los gastos se destinaban a comida, ca sa y ropa. En 2003, ba jó a 50 por ciento .
•
La com ida representa ba 42 por ciento de los gastos de una familia en 1901. En el perio do 2002-2003, la ca ntidad dedicad a a ese renglón se redujo a 13 por ciento.
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En 1901, la ro pa representa ba 14.5 por ciento de los gastos. Para el period o 2002-2003, sólo 4,2 por ciento.
•
En el periodo 1934-1936, 4 de cada 10 personas tenían auto . Actualmente, son 9 de cad a 10 q uienes lo tienen. La posesión d e una propieda d se incrementó de 19 por ciento en 1901, a 67 por ciento en 2003.
Pero en el caso del nivel de ahorro estamos peor que en aquellos años. El ahorro personal en la década de los años 50 del siglo pasado, era mayor a 10 por ciento. Actualmente, el ah orro person al es prácticamen te inexistente. Con este nivel de ahorro, ¿crees que podremos contar con una reserva d e emergencia y un retiro d ecoroso? Ahora disfrutamos de más cosas, por ejemplo: mejores autos, com puta dora s más rápid as y celulares cada vez má s sofi sticados, pero estamos peor que antes porque tenemos más deu-
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da s, traba jamos más, no ten emos ah orro y no s falta tiempo para estar con nuestra fam ilia. Sabemos que el ahorro es importante, pero tratamos al dinero co mo a una papa caliente en el bolsillo: entre más rápido salga, m ejor. Creemo s q ue es eterno . Si por un mom ento pensáramos q ue puede faltar, entend eríamos que d ebemos ah orrar. Cuando ahorramos lo que hacemos es posponer el consumo; el dinero a ho rrad o es lo que pen samos gastar en el futuro. Ese futuro puede ser mañ an a, treinta o más añ os. El ahorro es igual de importante en el ámbito individual como en el social: es la sangre y proteína del sistema económico. Permite expandir el acceso a fondos para la inversión; la inversión crea prod ucción y la prod ucción , trab ajo. Si no acumulamos lo sufi ciente, nos volvemos vulnerables para cubrir nuestras necesidad es y no pod remos afron tar la rea lidad , tal como le sucedió a D avid. Piensa un m omento, ¿q ué harías si perd ieras el trabajo? ¿Qué ingresos tienes? ¿Crees como David que la casa va a aumentar de valor y que con eso podrás cubrir tus gastos? ¿O q ue las inversiones van a hacer ma ravillas y siempre te da rán gan an cias? No sólo estamos faltos de activos para afrontar ese imprevisto; además, la dependencia del crédito hace que incrementemos de manera desproporcionada los niveles de deuda. En con secuencia, incremen tamo s el riesgo en nuestras fi na nzas. La fa lta de a ho rro h ace q ue familias e ind ividuos carezcan de fo nd os sufi cientes y depend an cad a vez más de la ayuda gubernamental. Por eso existe el mito de que el seguro social, el de incapacidad y el gobierno serán nuestros salvadores de nuestras pena s, cuand o en realida d son un complemento, pero no la ún ica fuent e. Y si eres com o D avid y te gusta “la vida rica”, no creo q ue el gobierno te pueda fi na nciar ropa d e marca, casas de miles de dólares o colegiaturas de escuelas privadas. Es
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necesario reconocer que el dinero no viene con instrucciones. ¿Alguien te enseñó cómo administrar el dinero desde pequeño ? ¿Tus pad res eran un ejemplo de buen os ad ministradores? ¿En la escuela te ha blaron de dinero ? Que yo recuerde, en mi clase d e econom ía d oméstica de la escuela secundaria, me enseñaron cómo limpiar y ordenar la casa. No sé si ese ent ren am iento me h ubiera servido para leer la letra pequeña de los contratos de tarjetas de crédito, entender un préstamo h ipotecario o leer los resultad os de m i plan de inversiones. Está claro q ue nuestro entrena miento en tema s de d inero en el seno familiar y la escuela, es muy pobre o nulo. ¿Cómo motivarn os para ser buen os adm inistrad ores del dinero , si desde pequeñ os no n os entrenan o lo hacen como en la época d e los aban icos y la silla m ecedo ra? Pa ra muestra, un botón . Fan nie Mae h izo un a en cuesta en el 2003 do nd e mo stró la falta de cono cimiento entre los hispano s. En el an álisis encon tró q ue cerca d e 3 de ca da 4 hispan os creían q ue el prestamista estaba obligad o por ley a ofrecerles el mejor préstamo. C uatro d e cada cinco d ijeron q ue no en tendía el proceso para ad q uirir una propieda d. ¿Cuáles son las consecuencias de esta falta de conocimientos fundamentales sobre el dinero? Crear un caldo de cultivo para el erro r, el fraud e y para ser víctimas de in escrupulosos. La combinación d e un agen te profesional pobremente preparado o impulsado por la venta inmediata y la falta de conocimiento por n uestra pa rte es da ñin a para n uestra salud fi na nciera. El FINRA, el regulad or de los agentes de bolsa en los Estados U nid os de América (EU A), repo rta un aumento en los casos de agen tes q ue faltan a su respon sabilida d co mo profesiona les, por negligencia, y por h acer m alas recomend aciones de inversiones para acciones y fondos mutuales. ¿Qué ta l la can tidad de perso-
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na s q ue cayeron presas de a gentes de bienes raíces e hipotecarios irrespon sables q ue apro vecharo n la ignor an cia d e mucho s o el exceso d e otros —como Da vid —, y compra ron casas q ue no pod ían pa gar con hipotecas na da acon sejables para ellos. Así llegamos al pun to d on de está D avid: elecciones fi nan cieras pobres, llevan a consecuencias nefastas. La primera decisión fatal fue no ahorrar. El problema, la temeridad al pensar que siempre ha bría dinero d ispon ible. Esta creencia lo llevó a paga r más de ¡50 por ciento de su ingreso en el préstamo d e la casa! Estam os de a cuerd o en q ue com pra r casa es positivo. Te ayuda a acumular riqueza, ded ucir intereses, poseer activos que incrementan su valor; además, te hace parte de un lugar y te proporciona benefi cios emocionales. Esto no quiere decir que para tener una casa debes estar toma nd o té d e tila, con el estrés por las nubes y al bord e de un infarto por poner en riesgo tu economía persona l. David y Jackie fueron una de las tantas familias felices que compra ron casas de un alto valor en 2004 y q ue apo staro n al incremen to constan te de su valor, a pesar d e que sus fi nan zas ind icaba n q ue ellos no pod ían compra r una casa d e 500 mil con el ingreso que tenían. Por supuesto, con la hipoteca Option ARM encontraron la oportunidad de ser dueños de ese sueño: muchos cuartos, patio, piscina , estatus. Lo q ue no les dijeron o n o escucharo n es que Option ARM está d iseña do para minimizar el pago inicial de la h ipoteca y ha cer pagos mínimos duran te cierto tiempo. Pero a la vez, expone al comprad or a un incremento en la d euda y en el pago m ensual. No es lo mismo llamar al d iablo q ue verlo venir. La realidad es que cuando llegamos a 2008 y los intereses subían, subían y subían, los contratos aplicaron la cláusula que exigía mayor pago mensual de la h ipoteca. Enton ces, q uienes tenía n un préstamo con int erés variab le como D avid, empezaron a ha cer acro-
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bacias fi nancieras usando tarjetas de crédito y sacando de su retiro, entre otra s med idas. La ca ída en los precios de las propieda des dismin uyó el patrimo nio d e Da vid y aum entó el servicio d e deud a. Los ba nco s no estaban dispuestos a refi nanciarle porque el precio de la casa era menor de lo que debía. El estrés aumentaba porque su hipoteca iba a subir en un 30 por ciento en los próximos meses. Éste es el resultad o d e con fi ar de má s en q ue todo sube y na da baja. En esta situación, m ucha s veces no ha y espacio pa ra maniobrar porque el cáncer ya hizo metástasis difi cultando aislar el tumor. David y Jackie llegaron a un punto donde existen dos opciones: medid as extremas o ba nca rrota . Los cuentos de gener ar gan an cias con inversiones má s sueldo o aum ento d e valor d e la casa para ob tener préstamos, llegaron a su fi n. Da vid sabía q ue si quería salvar su econo mía personal y a su familia, debía hacer cambios radicales. Estos cambios harían que él y su esposa se bajaran de la luna de Valencia en la que durante muchos años vivieron. Sin duda, tendrían que ha cer sacrifi cios y cam biar un estilo d e vida . Cada vez me convenzo más de que el conocimiento es clave. ¿Cómo calcular los costos de un a ta rjeta d e crédito y compara r? ¿Cómo estimar el pago mensual d e una hipoteca con interés variable? ¿Cómo saber si se está generando sufi ciente dinero para el retiro? ¿Cómo fi nan ciar la educación universitaria de los hijos? Las preguntas siguen y siguen. P repararse, motivarse e informarse son la clave si queremo s tener un a seguridad fi nan ciera. Mientras David terminaba de pagar su ¡tercer capuchino y una tarta de cho colate! , tomé una servilleta, saq ué mi bolígrafo y dibujé un edifi cio d e cuatro pisos.
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4to piso
distribución
3er piso
acumulación
2do piso
1er piso
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seguridad
supervivencia
Apenas se sentó, le acerqué el papel. Miró el dibujo. Antes de q ue comenzara a hablar, le disparé: “En el mund o económ ico actual, todos vivimos en un edifi cio gigantesco que tiene cuatro pisos. Tod os queremos llegar al penthouse . Claro, es el que tiene la mejor vista panorámica de la ciudad llamada Independencia fi nanciera. Pa ra llegar ah í, tenemos que pa sar a ntes por tres pisos. Tú y Jackie q uisieron ser el hombre y la mujer biónicos para brincar al último sin tener a segurad o el primero. Trataron, pero n o funcionó . P uedes inten tarlo de nuevo, pero como ves, el riesgo es mucho mayor. La otra opción es no pelear con tra la gravedad económica y construir un piso a la vez. ¿Hay que ser paciente? Sí. ¿Requiere de disciplina? Sí. Pero en este juego económico el objetivo n o es ser el primero en llegar al penthouse , sino llegar con una buena solidez fi nanciera que haga más difícil que te caigas. Por eso, te sugiero q ue comencemos con el Primer piso”.
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