Politica Sociologia y Teoria Social - Anthony Giddens Cap. 2

September 20, 2017 | Author: Grace Denisse | Category: Max Weber, Karl Marx, Marxism, Capitalism, Social Democracy
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AntHonv Griddens i •

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m Política, sociología y teoría social Reflexiones sobre el pensamiento social clásico y contemporáneo

Capítulo 2 M A R X , WEBER Y EL DESARROLLO DEL CAPITAL^

Pocas relaciones intelectuales se pueden hallar en la literatura sociológica je sean tan difíciles de interpretar como las que hay entre los escritos de rl Marx y Max Weber. Muchos han considerado que los escritos de Weber especialmente La ética protestante y el espíritu del capitalismo— contienen una refutación» del materialismo de Marx; otros han planteado el punto de vista opuesto, y estiman que buena parte de la sociología de Weber «encaja sin dificultad en el esquema marxiano».1 Uno de los principales problemas que contribuyó a oscurecer la naturale/,i de la relación entre los puntos de vista de los dos pensadores proviene del [hecho de que sólo años después de la muerte de Weber fue posible evaluar la producción de Marx a la luz de sus primeros escritos anteriormente aún no publicados.2 Estos trabajos dejan dos cosas bien claras. En primer lugar, que la concepción de Marx del «materialismo histórico»3 resulta ser bastante más ¡sutil, y mucho menos dogmática, que lo que se derivaría de algunas de sus afirmaciones citadas hasta la saciedad procedentes de obras como el Prefacio • la Contribución a la crítica de la economía política.* En segundo lugar, que las I contribuciones de Engels al marxismo5 deben ser cuidadosamente diferen-

1. George Lichtheim, Marxism, an Historical and Critical Study, Londres, 1964, p. 385 I (trad. cast.: José Cano Tembleque, El marxismo: un estudio histórico y crítico, Barcelona, Anagrama, 1972).

2. Aquí se incluyen la «Crítica a la filosofía del derecho de Hegel»; «Manuscritos de economía y filosofía»; el texto completo de Lo ideología alemana; y otros artículos menores, cartas y fragmentos. I Estas obras se publicaron por primera vez entre 1927 y 1932, en Marx-Engels Gesamtausgabe (en f adelante MEGA). 3. Marx no utilizó por supuesto este término, que proviene de Engels; pero su uso se ha extendido para hacer referencia también a los escritos de Marx sobre la interpretación del desarrollo histórico. 4. A Contribution to the Critique of Political Economy, Chicago, 1904 (trad. cast.: Francesc Jesús Hernández Dobon, Contribución a la crítica de la economía política, Valencia, Ñau Llibres, [ 1985). 5. La obra de David Koigen,Ideen zur Philosophieder Kultur (Munich y Leipzig, 1910), constituye uno de los primeros intentos de subrayar la importancia del «joven» Marx. Al igual que la mayoría

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ciadas de las líneas fundamentales del pensamiento del propio Marx." En consecuencia, a fin de valorar las principales similitudes y divergencias entre Marx y Weber, hay que reconsiderar la naturaleza del materialismo histórico en general v de la concepción de Marx de la génesis y pautas de desarrollo del capitalismo en particular. Si bien es necesario, por supuesto, respetar las propias afirmaciones de Weber sobre su relación con Marx, éstas no constituyen siempre un índice suficiente. La confusión que aparece en la literatura posterior acerca de la naturaleza de la crítica de Weber a Marx proviene también del hecho que no se hayan distinguido ciertos temas de los escritos de Weber, temas diferentes aunque interrelacionados. La insistencia de Weber en la absoluta separación lógica entre conocimento factual y acción regida por valores no debería oscurecer su énfasis igualmente pronunciado en la relevancia de los análisis históricos y sociológicos para la participación en la política práctica.7 Algunas de las ideas sociológicas más importantes de Weber aparecen de hecho más claramente en sus escritos directamente políticos que no en sus publicaciones académicas.8 Weber escribió, por tanto, no simplemente como un crítico intelectual de Marx sino también en respuesta a los escritos y los compromisos políticos de los autores y políticos marxistas prominentes de su tiempo. Así, se podrían identificar en las opiniones de Weber tres aspectos parcialmente distintos: a) su actitud hacia el «marxismo» encarnado en el principal agente político marxista de Alemania, el Partido Socialdemócrata; b) sus opiniones sobre las • contribuciones académicas de los autores marxistas a la historia y la sociolo-

de los autores que han acentuado las divergencias entre Marx y Engels, Koigen enfatízó la significación del pensamiento hegeliano en todas las obras de Marx. Pero la obra más influyente en este sentido publicada antes que las MEGA fue el libro de Georg Lukács, Geschichte und Klassenbewusstseiii, Berlín, 1923 (trad. casi: Luis Clevell, Historia y conciencia de dase, Fuenlabrada, Magisterio Español, 1987). En este artículo me referiré a la más accesible edición francesa: Histoire et conscience de dasse, París, 1960. Lukács fue uno de los primeros en comprender la posibilidad de asimilar los estudios de Weber desde una perspectiva marxista verdaderamente dialéctica; véase especíalmenk' págs. 142 y sigs. y 267 y sigs. 6. En este capítulo, siguiendo la práctica terminológica sugerida por Rubel, llamaré «marxianas» las concepciones que atribuyo al propio Marx, y utilizaré el término «marxistas» para referirme ,i las ideas que adoptaron los seguidores declarados de Marx. Usaré asimismo la palabra «marxismo» en un sentido amplio para aludir genéricamente a este último grupo. 7. Véase Karl Lówith, «Max Weber und Karl Marx»,Archivfür Sozialwisscnschaft und Sozialpolilik, vol. 67,1932, parte I, págs. 58 y sigs. 8. Véase, por ejemplo, el análisis de Weber de la burocracia y del poder polilla) en «l'arliamenl and government in a reconstructed Germany», reimpreso en l.i rdidon inj'.li",.i (íc l'.conomyaiul Si., ;,•/!/, Nueva York, 1968, vol. 3, págs. 1381-1469 (lr,id. c.isl.: K u . n . l u l',ilu|- M,u i o, l'ui•lniiii-iiln i/ Xo/i/cr/id, V.ik'in-i.i, l ú l i l o n . i l N . i l . i n , I'WH).

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gía; c) sus opiniones sobre lo que él consideraba las ideas originales de Marx. listos tres aspectos del pensamiento de Weber se pueden a su vez distinguir ili-l problema analítico de hasta qué punto era de hecho válida la comprenflión de Weber de la teoría de Marx del materialismo histórico. Al analizar estas cuatro dimensiones de la relación entre Marx y Weber I voy a centrarme principalmente en la cuestión que para ambos revestía la máxima importancia: la interpretación del desarrollo del capitalismo moderno en Europa. La secuencia de cambios que tuvieron lugar en la estructura social y política de Alemania desde mediados hasta finales del siglo XIX constituye el fondo esencial de todo el capítulo; la actitud de Weber hacia Marx y hacia el marxismo no se puede comprender y analizar adecuadamente fuera de este contexto. La obra de Weber no fue escrita meramente como una réplica a un fantasmagórico «espíritu de Marx», sino que también formaba parte de un debate en el que aparecía una fuerza —el marxismo— que jugó un papel político e intelectual fundamental en la Alemania imperial. El análisis > por tanto se divide en tres partes: los antecedentes históricos del desarrollo de la sociedad alemana durante la segunda mitad del siglo XIX; las actitudes í y opiniones de Weber sobre Marx y el marxismo; y el problema analítico al que debe hacer frente el observador actual que intenta valorar las similitudes y divergencias lógicas y empíricas entre los escritos de Marx y los de Weber. Estas tres partes aparecen unidas, sin embargo, por un único tema subyacente. Se trata del hecho de que la serie de cambios descritos en primer lugar «—el desarrollo social y político de Alemania en la segunda mitad del siglo XIX— contribuye a dilucidar las características esenciales tanto de la evolución del marxismo en ese país9 como también de la respuesta de Weber a esa evolución en tanto que influencia política y doctrina académica.

9. El mejor estudio del desarrollo del SPD disponible en inglés es el de Günther Roth, The Social Democrats in Imperial Germany, Nueva Jersey, 1963. Véase también Werner Sombart, Der proletarische Sozialismus,}ena, 1924,2 volúmenes, especialmente vol. 1, págs. 333 y sigs, y vol. 2, págs. 9-95. La discusión de Birnbaum de las concepciones de Marx y Weber sobre el desarrollo del capitalismo constituye uno de los análisis más incisivos que han sido realizados sobre estas cuestiones. Pero Birnbaum no distingue las múltiples dimensiones que abarca la crítica de Weber del «materialismo histórico»; en consecuencia, tiende a fluctuar entre dos posturas: que la obra de Weber «hi/.o explícito lo que Marx había dejado implícito» (pág. 133), y que Weber modificó considerablemente la postura teórica de Marx al rechazar la noción según la cual «las ideas son meros reflejos de la posición social y no ejercen ningún efecto independiente sobre el desarrollo historia)» (pág. 134). «Conflicting iiitcrprrl.ilions ni l l i r riso of capitalism: Marx and Weber», /(/•//;-./; lniiiiiiilni .'MPi/nWi/, vol. 4, 1953, págs. 1 2 5 - 1 - I I .

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LOS ANTECEDENTES HISTÓRICOS

A finales del siglo XIX, Alemania estaba formada por treinta y nueve principados enfrentados unos con otros. Los dos Estados alemanes más importantes, Prusia y Austria, eran ambos dos grandes potencias cuya rivalidad mutua constituía uno de los factores que impedían la unificación alemana. Las esperanzas del nacionalismo alemán, por otra parte, también se veían frustradas debido a la composición étnica de las mismas Austria y Prusia. Después de 1815, Austria tenía más población no alemana que alemana; Prusia incluía un buen número de polacos en sus territorios del este. La doctrina nacionalista podía previsiblemente implicar que Prusia debería devolver esas tierras a un Estado polaco. Por tanto, el gobierno austríaco se oponía radicalmente a cualquier movimiento que tendiera a la consecución de un Estado integral alemán; y a pesar de la existencia de una fuerte corriente nacionalista, el caso de Prusia no resultaba muy diferente. Pero, aún más importantes que estos factores por lo que respecta al retraso de la unificación política de Alemania, eran las características básicas de la estructura social y económica del país. En comparación con el país capitalista más avanzado, Gran Bretaña, Alemania se encontraba todavía en la edad media, tanto en términos de su bajo desarrollo económico como en términos del bajo nivel de liberalización política de los diversos Estados alemanes. En Prusia, la aristocracia terrateniente, los Junker, cuyo poder provenía de su propiedad sobre grandes territorios exeslavos al este del Elba, mantenían una posición dominante en la economía y el gobierno. La naciente burguesía alemana, por consiguiente, prácticamente no tuvo acceso al control del gobierno en la primera parte del siglo XIX. Pero Alemania no podía permanecer completamente aislada del torrente de cambios políticos que se habían originado en Francia a raíz de los acontecimientos de 1789. Los primeros trabajos de Marx fueron escritos con la esperanza de una revolución alemana. Incluso se podría decir que la conciencia de Marx del retraso de Alemania en su estructura social y económica se encontraba en el origen de su concepción original del papel del proletariado en la historia. En Francia, escribió Marx en 1844, «la emancipación parcial es la base de la emancipación completa»; pero en Alemania, mucho menos desarrollada, una «emancipación progresiva» era imposible: la única posibilidad de avance la ofrecía una revolución radical. En Alemania, «la emancipación completa es la conditio sine qua non de cualquier emancipación parcial». Esto sólo se podrá conseguir, escribió Marx, con la form.u ion del proletariado, «una clase con cadenas radicales..., una clase qiu' iv|>rt",riii,i l,i disolución de todas las clases, una esfera de la sociedad i|iir h r n r un t ,u ,u in universal debido ,i

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que sus sufrimientos son universales».10 El proletariado en ese momento apenas existía en Alemania; hecho del que si bien Marx no era plenamente consciente en 1844, sí lo reconoció en 1847. Para esa última fecha Marx tenía muy claro que la inminente revolución en Alemania sería una revolución burguesa;" pero las características peculiares de la estructura social de Alemania, continuaba pensando Marx, podrían permitir que una revolución burguesa fuese seguida inmediatamente por otra proletaria.12 Marx era plenamente consciente, sin embargo, de la debilidad de la burguesía alemana, e hizo notar que, incluso antes de tantear directamente el poder, la burguesía malgastaría con toda probabilidad la fuerza de la que disponía en conflictos prematuros e innecesarios con la naciente clase obrera.13 El fracaso de las revoluciones de 1848 demostró este hecho y terminó con el optimismo de Marx acerca de un inmediato «salto hacia el futuro» en Alemania —o en Gran Bretaña o Francia. Las revueltas de 1848 fueron, no obstante, una experiencia saludable para los círculos dominantes de los Estados alemanes, especialmente de Prusia. Después de esta fecha, se instituyeron ciertas reformas sociales y políticas que hicieron avanzar el país lejos de la autocracia tradicional semifeudal. La incapacidad de 1848 de producir reformas más radicales, sin embargo, sirvió para sentenciar las esperanzas no únicamente de los pequeños grupos de socialis¡ tas, sino también de los liberales. El mantenimiento del poder económico \unker, de su dominio del cuerpo de oficiales en el ejército y en la burocracia , civil, forzó a los liberales alemanes a aceptar una serie de medidas de compromiso que no introducían más que un simulacro de democracia parlamentaria. 1 4 Los acontecimientos de 1848 marcan una línea de conexión directa entre Marx y Weber. Para Marx, el resultado fue el exilio físico a Inglaterra y el

10. «Contribution to the critique of Hegel's Philosophy of Right» (1844), en T.B. Bottomore, I Karl Marx, Early Writings, Nueva York, 1964, págs. 57-59 (trad. cast.: Adolfo Sánchez Vázquez, ( 11 lien de la filosofía del Estado de Hegel, Barcelona, Grijalbo, 1974). 11. Véanse también las concepciones de Engels que aparecen en «Der Status quo in Deutschland», I Wi A,; 4, págs. 47-50. 12. El Manifiesto Comunista anuncia: «la revolución burguesa en Alemania no será más que H preludio de una revolución proletaria que le seguirá inmediatamente». 13. Véase el artículo de Marx en elDeutsche Brüsseler Zeitungde 18 de noviembre de 1847; I Wi'rkí', 4, págs. 351 y sigs. Para un análisis más extenso, véase Engels, Germany: Revolution and Kiniiiterrevolution, Londres, 1933 (trad. cast.: «Revolución y contrarrevolución en Alemania», en K, Mnrx-E Engels. Obras escogidas en tres tomos, Moscú, Progreso, 1979, tomo I). 14. Véase Karl Demeter, «Die soziale Schichtung des deutschen Parlamentes seit 1848», ÍVirrli'ljiiliraclinftfür Soztal- und Wtrtscliaftsgeschichlc, vol. 39,1952, págs. 1-29. Para las actitudes de l e v . lil'iTnli'S lindel el suír,i>',io, vi'MSf W.ilU't ( .,i)',rl, / > / < • Wii/i/nr/i/s/rayí'IM ili'i (,Vs(7/;i•lili'ilcrih'ntschen mih'rilli'H l'iiili'irn. IX-ltf i"»/,S, D i i s s i ' l i l o r l . 1 ' i ' i H

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reconocimiento intelectual de la importancia de mostrar en detalle las «leyes de movimiento» del capitalismo como sistema económico. Dentro de Alemania, los fracasos de 1848 abrieron el camino para la ineptitud del liberalismo, que, en comparación con los audaces éxitos de la hegemonía de Bismarck, constituyeron ese trasfondo tan importante de todo el pensamiento de Weber en su sociología política. Quizá lo más importante de todo fue la persistencia de una estructura social y económica tradicional en Alemania después de 1848, que afectó drásticamente el papel que podía desempeñar el movimiento obrero al dejarlo en una situación bastante distinta de la de Gran Bretaña o Francia.15 No hay espacio aquí para analizar con detalle la complicada cuestión de la relación entre Marx y Lassalle y el movimiento que Lassalle fundó. Nos importan sólo ciertos aspectos de esta relación. Había desde el principio del movimiento socialdemócrata una ambivalencia característica hacia las doctrinas de Marx que dio lugar a un cisma permanente dentro del partido. Mientras que por una parte, en lo que respecta a sus concepciones teóricas, Lassalle estaba profundamente en deuda con la teoría del capitalismo de Marx, en su liderazgo práctico del nuevo movimiento Lassalle actuaba constantemente de manera opuesta a las opiniones de Marx en cuestiones específicas y defendía políticas contrarias a la misma teoría que decía profesar. Así, a diferencia de Marx, según el cual la clase obrera alemana debía colaborar con la burguesía, a fin de asegurar la revolución burguesa que subsiguientemente proporcionaría las condiciones para la toma del poder por parte del proletariado, Lassalle condujo el movimiento obrero lejos de cualquier colaboración con los liberales. De este modo fomentó el tipo de separación entre la teoría y la práctica que resultaba impensable para Marx, y también, por esta razón, sembró las primeras semillas del debate entre «evolución» y «revolución» que más tarde se convertiría en el auténtico caput mortuum del Partido Sociademócrata como agente del cambio social radical. Lassalle murió el mismo año que nació Weber. En ese momento el futuro de Alemania ya se había decidido. La separación del movimiento obrero de los liberales, juntamente con otros factores, abrió el camino para la unificación de Alemania de Bismarck en la que, en palabras del mismo Bismarck, «Alemania no buscaba el liberalismo de Prusia, sino su poder». En 1875, cuando los principales seguidores de Marx en Alemania —Liebknecht y Bebel— aceptaron la unión con el ala lassalleana del movimiento obrero, Alemania era 15. Especialmente significativo por lo que si' refiere .1 la separación del movimiento obrero alemán del británico fue el hecho di- que en Alemania la clase obrera no dispuso drl di'ivc Im , i l sufragio hasta relativamente larde.

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tanto en términos políticos como económicos una nación muy distinta de aquella sobre la que Marx había escrito en la década de 1840. Se había conseguido la integración política, no mediante el alzamiento de una burguesía revolucionaria, sino como resultado, esencialmente, de una política de Realpolitik fundada sobre todo en el uso enérgico del poder político «de arriba abajo» y dentro de un sistema social que retenía, en gran medida, su estructura tradicional. Las fases difíciles de la integración política inicial y del «despegue» hacia la industrialización se superaron en Alemania de un modo bastante distinto del proceso típico de desarrollo acaecido en Gran Bretaña —y en El capital Marx aceptó que este último país proporcionaba el esquema básico para su teoría del desarrollo capitalista. En Alemania, la centralización política y el rápido avance económico tuvieron lugar sin la formación de una sociedad burguesa plenamente liberalizada. Por tanto, ni los marxistas del Partido Sociademócrata —incluso antes de la muerte de Marx en 1883— ni los liberales alemanes disponían de untnodelo históricgi adecuado para comprender las peculiaridades de su propia posición dentro de la estructura social alema¡ na. Los socialdemócratas se aferraban tenazmente a un catecismo revoluciolo que cada vez resultaba más irrelevante para la estrucutura social y económica real de un Estado alemán industrializado. Finalmente, en consecuencia, la tensión inherente dentro del Partido Socialdemócrata entre las concepciones marxistas de la superación revolucionaria del capitalismo y el énfasis lassalleano en la apropiación del Estado capitalista desde dentro mediante la consecución de un sufragio plenamente universal, se vio forzada a salir a la palestra. El Socialismo evolutivo (1899) de Bernstein,16 aunque basado parcialmente en el modelo británico, proporcionó una interpretación teórica coherente de las fuerzas sociales que conducían al Partido Socialdemócrata hacia I la aceptación de la presumible toma del poder desde dentro del orden exisInile. El Socialismo evolutivo puso de manifiesto que la relación entre el desarrollo político y el desarrollo económico del capitalismo no se podía entender .idecuadamente en términos de las tesis principales de El capital: la progresiva formación de una sociedad con dos clases, la «pauperización» de la inmenIi'vtilwit»iixlti, Harcclona, l ' o n l a m a i a , 1974).

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camente determinados. Esta perspectiva permitió la conservación de una fraseología revolucionaria sin exigir un concomitante activismo revolucionario; si el capitalismo estaba necesariamente condenado, según parecía, no había más que esperar entre bastidores hasta que se produjese la desintegración final de la economía capitalista. LA ACTITUD DE WEBER HACIA MARX Y EL MARXISMO

Los liberales alemanes se enfrentaban a dilemas similares. Las raíces del liberalismo también se encontraban en un período anterior y en una forma de sociedad considerablemente distinta de la de la Alemania imperial. Mientras que mantenían su adhesión a los valores liberales de la libertad individual y de la participación política, los liberales estaban fuertemente comprometidos por su forzada adaptación —y subordinación— al orden autocrático dominante. Los escritos y las implicaciones políticas de Weber ponían de manifiesto constantemente su conciencia de este hecho. La apreciación de Weber de la significación del poder político, particularmente en la manera como lo manejó Bismarck al conseguir la rápida consolidación interna y el desarrollo económico de Alemania (y sobre todo, en su uso de la burocracia para tales fines), constituye una de las dimensiones clave de la aproximación de Weber a la política y, más generalmente, de su sociología.17 El compromiso de Weber con el nacionalismo, y su énfasis de siempre en la primacía del Estado alemán, también se deben entender desde este punto de vista.18 Esta determinación a reconocer las realidades del uso del poder político, sin embargo, aparecía contrarrestada en los escritos de Weber por una adhesión igualmente decidida a los valores del liberalismo europeo clásico. Lo patético del pensamiento de Weber, lo que le obligó a reconocer la existencia de una creciente divergencia entre las líneas fundamentales de desarrollo de las sociedades modernas y los valores que él reconocía como representativos del carácter específico de la cultura occidental, expresaba —si bien de manera sutil y racionalizada— los dilemas peculiares del liberalismo

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_A ACTITUD DE WEBER HACIA EL PARTIDO SOCIALDEMÓCRATA

La famosa lección inaugural que Weber dio en Freiburg en 1895 contenía n esbozo de su interpretación de las esperanzas del liberalismo alemán frente conservadurismo romántico, por una parte, y frente al partido marxista, or la otra.19 Weber se disociaba específicamente de la defensa «mística» del stado alemán,20 pero también expresaba la convicción de que¿a clase obrera •a políticamente incapaz de dirigir la nación.) Si bien manifestaba su acuero con algunos de los elementos que constituían parte del programa de los ialdemócratas, incluido que la clase obrera debería disfrutar de plenos derechos de representación politica, Weber opinaba que la clase obrera era «políticamente inmadura»j Para él, buena parte del fervor revolucionario de los líderes del movimiento obrero difería substancialmente de la tendencia real de desarrollo del Partido Socialdemócrata —tendencia que, como Weber percibió ya en una fecha temprana, llevaría al partido a acomodarse dentro del listado alemán dominante en vez de plantear una alternativa revolucionaria realista. Dicho en sus propias palabras, el Estado alemán conquistará a los ialdemócratas y no viceversa.21 Weber desdeñaba las continuas exigencias de poder de los Junker, aunque vio obligado a preconocer que en la práctica gozaban aún de una influencia nsiderable en el cuerpo de oficiales del ejército y, en menor medida, en la burocracia gubernamental^ Sin embargo, |os Junker eran sin duda, a ojos de Weber, una clase decadente^ Por consiguiente, la principal esperanza para un •'skido alemán que mantuviese su integridad nacional, pero con un nivel de emocracia política compatible con una sociedad industrializada, había que buscarla en el reforzamiento de la burguesía liberal en tanto que grupo capaz ilf proporcionar un liderazgo nacional. Esto suponía, enfatizó Weber cada v.'tv, más, el desarrollo de un sistema gubernamental que confiriese el poder político real al parlamento. Él creía que, como resultado del dominio de Bisnuivk, Alemania se había quedado sin un liderazgo político efectivo que puilirsr tomar el control de la máquina burocrática del gobierno, y bajo la ameii.i/.i de un «dominio burocrático incontrolado».22 Su actitud hacia la posibili-

alemán en su conjunto. 19. «Der Nationalstaat und die Volkswirtschaftspolitik>>;Gesí!mmrífe politische Schriften, Tübingen, IW.H, pñgs. 1-25.

17. Podríamos apuntar aquí que las consecuencias de la victoria alemana de 1870-1871 tuvieron también muchas repercusiones en la perspectiva sociológica de Durkheim. 18. Véase WolfBangJ.Mommsen,M(7rWc/i////seulsdiland»,(.Vsíimmi'//r/>ii/i/iN.i)',s. 121 -122. Hay que notar que a Weber le impresionó la lectura que hizo a una edad temprana i Ir l.i ubra de David Strauss, DasLebenjesu (1835); la misma obra que jugó un papel muy importante i'ii rl desarrollo de las concepciones de Marx cuando era miembro de los «jóvenes hegelianos». 29. Véase Karl Kautsky, Kart Marx'ókonomische Lehren, Stuttgart, 1887; y, a continuación, su I Vi I // •.;» ii u ¿ilivCliristentums, Stuttgart, 1908 (trad.cast.: Diego Rosado Espada, Orígenes y fundamento ili'l i ir,¡¡iui¡:;int>,Salamanca,Sigúeme, 1974). MI. Vc.isr ilic l'nilcstant Ethicand the Spirit of Capitalism, Nueva York, 1958, especialmente prtgs. I ' M - I W . I'.11,1 un a n á l i s i s de los orígenes de las concepciones de Weber sobre la religión, ti'.r.e r.uil I l i i n i j ' . s h e i m , « M a x Weber: his religious and ethical background and development», ( ' l i n n li llinliin/, vol. I1', |')50, págs. 2-23.

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destacados, aunque consideraba que aún se encontraban atrapados, fueran cuales fueran sus divergencias con Marx, en una teoría metafísica de la historia que simplemente les impedía percibir con claridad la realidad socioeconómica. En general, Weber aceptaba, al igual que Bernstein y otros, que el capitalismo moderno no se caracterizaba por una diferenciación progresiva entre una minoría cada vez más opulenta y una masa cada vez más «pauperizada»; que la clase media de cuello blanco no desarrollaba una conciencia de identidad de clase con la clase obrera manual; y que no había signos de un inminente hundimiento cataclísmico del capitalismo.31 Tampoco es cierto, sin embargo, que las opiniones de Weber en este sentido se derivasen del planteamiento de los marxistas «revisionistas»: él tenía muy claro que el modo de producción capitalista no conducía a una irresistible lucha de clases entre el trabajo y el capital. Sus propias referencias a la estratificación en la sociedad moderna muestran que Weber reconocía la existencia de múltiples divisiones de intereses y de status que tendían a oscurecer las divisiones de clase marxistas. Así, Weber observó que la clase obrera manual, por ejemplo, lejos de haberse constituido en un grupo no cualificado homogéneo, estaba fragmentada por diferencias en el nivel de cualificación que creaban divisiones de intereses de clase dentro de la clase obrera en conjunto.32 La relación de Weber con los principales pensadores marxistas de su tiempo resultó ser, por tanto, una relación compleja; no podía ser de otro modo, si consideramos la variedad de posiciones que asumían aquellos que se autoproclamaban seguidores de Marx.

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«dirección» general al movimiento de la historia era tan ilegítima como la filosofía hegeliana de la historia que la había ayudado a nacer.34 Aunque Weber admitía, no sin muchas reservas, el uso de los «estadios de desarrollo» como un «medio heurístico» que podía facilitar la interpretación explicativa de materiales históricos, rechazaba totalmente la construcción de «esquemas deterministas» basados en algún tipo de teoría general del desarrollo histórico.3 •\ El corolario necesario de todo esto fue su rechazo del materialismo de Marx como clave explicativa del cambio histórico. Para Weber, la tesis de que los factores económicos en algún sentido explicaban «finalmente» el desarrollo histórico, en tanto que teorema científico, era simplemente falsa.36 Weber reconocía que los escritos de Marx variaban en el grado de sofisticación con el que se presentaba la concepción materialista de la historia —el Manifiesto Comunista, por ejemplo, estableció las opiniones de Marx «con la cruda genialidad de las primeras formulaciones».37 Pero observaba que, incluso en sus análisis más profundos de El capital, Marx no definía en ningún lugar cómo precisamente lo «económico» se podía diferenciar de otras esferas de la sociedad. La distinción de Weber entre fenómenos «económicos», «económicamente relevantes» y «económicamente condicionados» tenía por objetivo clarificar este problema. Weber definía la acción económica como la acción que perseguía la adquisición del control de utilidades deseadas por medios pacíficos.38 Había, sin embargo, varias formas de acción humana —como las prácticas religiosas— que, si bien no eran «económicas» de acuerdo con esta definición, tenían relevancia para los fenómenos económicos en la medida en que influían

LAS OPINIONES DE WEBER SOBRE MARX

Weber consideraba, por supuesto, que Marx había realizado contribuciones fundamentales al análisis histórico y sociológico. Pero para Weber las teorías de Marx debían ser tomadas como fuente de inspiración, o como máximo a modo de conceptos de tipos ideales, que se podían aplicar para esclarecer secuencias específicas de desarrollo histórico. La postura neokantiana radical que Weber adoptó de Rickert y Windelband33 excluía efectivamente cualquier otra posibilidad: en la concepción de Weber, la atribución de Marx de una 31. Véase Weber, «Der Sozialismus», en Gesammelte Aufsatze zur Soziologie una Sozialpolitik, págs. 504 y sigs. 32. Véase el esbozo de Weber de Erwerbsklassen, en Economy and Society, vol. 1, pág. 304. 33. Aunque desarrollada con detalle en sus ensayos más técnicos sobre el método, la postura epistemológica básica de Weber aparece formulada de manera muy concisa en «Science as a vocation», en H.H. Gerth y C.Wright Mills, From Max Wcbcr: /Issiiys in .S'ni'in/ii.vy, Nueva York, 1958, págs. 129-156.

34. Véanse las observaciones de Weber sobre los conceptos de Marx en «Objectivity in social science and social policy», en The Methodology of the Social Sciences, Glencoe, 111., 1949, pág. 103 y-pássim. 35. Weber analizó con cierto detalle la noción de «estadios» evolutivos en relación a un problema que también preocupó a Marx y más particularmente a Engels: la cuestión del desarrollo de la sociedad tribal alemana en relación al declive de Roma y la organización del feudalismo medieval. Véase Weber, «Der Streit um den Charakter der altgermanischen Sozialverfassung in der deutschen Literatur desletzten Jahrzehnts», enGesammelte Aufsatze sur Sozial- una Wirtschaftsgeschichte, Tübingen, 1924, págs. 508-556. 36. La frase proviene de una comunicación de Weber a una reunión de la Asociación Sociológica Alemana, recogida en «Gescháftsbericht und Diskussionsreden auf den deutschen soziologischen Tagungen», en Gesammelte Aufsatze zur Soziologie und Sozialpolitik, pág. 456. 37. «Objectivity in social science and social policy», pág. 68. Weber, sin embargo, habló del Manifiesto comunista como de un «logro científico de primera clase» en «Der Sozialismus», págs. 504-505. 38. Economy and Society, vol. 1, pág. 63. Para la anterior formulación de Weber del concepto de lo «económico», véase «Objectivity in social science and social policy», pág. 64.

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las necesidades o las propensiones que los individuos debían adquirir para consumir las utilidades. Se trataba de formas de acción económicamente relevantes. Los fenómenos económicamentes relevantes se podían a su vez distinguir de aquellos que estaban económicamente condicionados. Por esto último Weber entendía las acciones que, a pesar de no ser «económicas» de acuerdo con su definición, estaban causalmente influidas por factores económicos. Como él mismo puntualizó: «Después de lo dicho, resulta autoevidente que: primero, las líneas fronterizas de los fenómenos 'económicos' son borrosas y no se pueden definir con claridad; segundo, el aspecto 'económico' de un fenómeno no se debe considerar de ningún modo sólo 'económicamente condicionado' o sólo 'económicamente relevante'».39 El calvinismo resultó ser, en este sentido, tanto económicamente condicionado como económicamente relevante por lo que respecta a las primeras etapas de la formación del capitalismo racional en Europa occidental. Weber también identificó otra fuente de ambigüedad conceptual en la interpretación «económica» de la historia de Marx: en ningún lugar se distingue claramente lo «económico» de lo «tecnológico». Allí donde Marx caía en un determinismo tecnológico más o menos directo, sostenía Weber, su argumento era inadecuado. La famosa afirmación de Marx de que «el molino manual da lugar al feudalismo, el molino de vapor al capitalismo»,40 era, según Weber, «una proposición tecnológica, no económica, y se puede probar sin dejar lugar a dudas que se trata de una afirmación rotundamente falsa. La era del molino manual, que duró hasta el umbral del período moderno, presentaba los tipos más variados de 'superestructuras' culturales en todos los lugares».41 Una forma determinada de tecnología puede estar asociada con varios tipos de organización social, y viceversa; lo podemos ver en el hecho de que el socialismo, tal y como Marx esperaba que se desarrollase —a pesar de ser un sistema social y económico distinto del capitalismo—, comportaría esencialmente la misma base tecnológica que el capitalismo. La influencia positiva de los escritos de Marx sobre Weber aparece de manera más evidente en la insistencia de Weber en que los valores y las ideas, aunque indudablemente no son meras «derivaciones» de los intereses mate-

39. «Objectivity in social science and social policy», pág. 65. 40. Marx, The Poverty of Philosophy, Moscow, s.f., pág. 92. (La cita en el texto es-la versión de Weber del original de Marx.) (Trad. cast.: Dalmacio Negro Pavón, Miseria de la filosofía, Madrid, Sarpe, 1985.) Para la distinción de Weber entre «economía» y «tecnología», véase Economy and Socicty, vol. 1, págs. 65-67. 41. «Gescháftsberichtund Diskussionsredenaniden d r i i l s r l i m K3BÍOlOgUchcnIkgUTigtn», pág. 450.

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rl.ili's, se deben siempre analizar en relación con tales intereses. Weber recoI H H u por supuesto la importancia de los conflictos de clase en la historia, si I "i -i i negaba que su predominio o significación fuera tan grande como postuIrtKi Marx. Para Weber, los conflictos entre grupos de status de varios tipos, y rntre las asociaciones políticas — incluidos los Estados-nación—, habían teni. li ' | >or lo menos la misma importancia en el desarrollo histórico de las princip.ili-s civilizaciones. La concepción de «intereses» seccionales, por tanto, no se I 'ni 1 1,1 limitar a los intereses económicos, sino que se debía extender a otras rnlrras de la vida social; los partidos políticos, por ejemplo, tenían intereses ilrnvados de su situación de aspirantes o detentadores del poder, que no se I u 1 .. iban necesariamente de manera directa en intereses económicos comparllilos. 42 Se ha discutido bastante sobre la medida en que las obras metodológicas i Ir Weber,43 escritas en un período relativamente temprano de su carrera, rur.ijan con el contenido sustantivo de sus escritos posteriores, especialmenMC de Economía y sociedad. En cualquier caso, de lo que no hay duda es de que Wi'ber nunca abandonó su postulado fundamental de la separación lógica mi iv hecho y valor, ni el supuesto correlativo de la irreducibilidad de los vdlnres confrontados. Esta postura epistemológica, según reconocía Weber, i-i.i lo que le separaba más decisivamente de Marx. La obra de Marx comI 'i M l aba una «ética de fines esenciales», y por tanto comprometía a quien la rttvptaba a una concepción «total» de la historia. Para Weber, la ciencia no I MU luí responder a la pregunta: «¿'A cuál de los dioses en guerra deberíamos «

fi-t

ir ?».

A

WrniíK Y MARX: EL PROBLEMA ANALÍTICO I ,a crítica de Weber a Marx era sofisticada; no se trataba simplemente de un análisis abstracto de la «lógica» de las teorías de Marx, sino que aparecía un orporada en el contenido substantivo de los estudios sociales e históricos ilf Weber. Esto significa, sin embargo, que no podemos considerar como la iinii ,1 fuente de información sobre este punto los propios juicios explícitos de Wrher sobre la obra de Marx. La confusión que reina sobre los objetivos de La flan ¡intentante en la extensa literatura que ha generado este tema desde su |n iimTn publicación nos indica que las observaciones de Weber que contiene

42. ¡'.aiiiuiiiy uinl Sin-ii'ly, vol. 2, págs. 928 y sigs. •ü. Publicados i'ii ('.itiiiniiiu'ltf Aitftsiilzi' zur WimsriixcliaftMin; Tübingen, 1968 (tercera edición). 44. «Sdi'iuv iis ,1 V I H . i l i n i i " , |\ig. I ñu.

U A C M

este ensayo presentan cierta ambigüedad.45 Obviamente, además, la evaluación de las diferencias entre Marx y Weber se tiene que basar en un análisis detallado de las concepciones características del primero. A fin de clarificar lo esencial de la postura teórica básica de Marx, debemos referirnos brevemente a algunas cuestiones que aparecen en los escritos de Marx y que, gracias a la inmensa cantidad de obras secundarias que se han escrito sobre Marx desde la Segunda Guerra Mundial, nos resultan hoy en día bastante familiares. Buena parte de la literatura de posguerra sobre Marx se centró en los escritos del «joven Marx»: esto es, anteriores a la conclusión de La ideología alemana (1846). El debate sobre la incidencia de estos escritos tempranos en la obra madura de Marx no dio lugar a resultados definitivos; pero no se puede negar que, en primer lugar, existen por lo menos ciertas continuidades bien definidas que atraviesan toda la obra de Marx y, en segundo lugar, algunos de sus primeros escritos nos permiten identificar cuáles son estas continuidades.46 Marx nunca escribió una exposición sistemática de su «materialismo». Sin embargo, sus primeros escritos dejan bien claro que su concepción de la aproximación materialista a la historia difiere substancialmente de lo que él llamaba «materialismo perceptual».47 Marx, al igual que otros «jóvenes hegelianos», empezó su desarrollo intelectual a partir de una crítica de la religión, derivada de una radicalización de Hegel, y basada ampliamente en el pensamiento de David Strauss y Feuerbach. La filosofía de Feuerbach se fundaba en una inversión de la premisa fundamental del sistema de Hegel. En el lugar del idealismo de Hegel, Feuerbach colocaba su propia versión del materialismo, que postulaba abiertamente que el punto de partida del estudio del «hombre» debe ser el «hombre real» que vive en el «mundo material

45. Buena parte de la discusión sobre los objetivos de Weber en este libro se explica por la inobservancia de las réplicas publicadas por Weber a sus anteriores críticos. Véase su «Antikritisches zum Geist des Kapitalismus», Archiv für Sozialwissenschaft una Sozialpolitik, vol. 20, 1910; y su «Antikritisches Schlusswort», ibíd., vol. 31. 46. La prueba más definitiva de la continuidad del pensamiento de Marx es el borrador de El capital. Este borrador fue publicado en 1939, pero no fue generalmente accesible hasta 1953, con el título de Grundrisse der Kritik der politischen Ókonomie, Berlín, 1953 (trad. cast.: Javier Pére/. Royo, Líneas fundamentales de la crítica de la economía política, Barcelona, Crítica, 1977). Para un análisis de algunas de las fases en el desarrollo de las diferentes «interpretaciones» de Marx desde principios de siglo, véase Erich Thier, «Etappen der Marxinterpretation», Marxismusstudicn, 1954, págs. 1-38. 47. «Theses on Feuerbach», en Loyd D. Bastón y Kurt H. Cuddnt, Wr/'/mys ofthc Young Marx on Philosophy and Society, Nueva York, 1967, pág. 402 (Tesis 9) (irad. rnsl.: «It-sis sobre Feuerbach», en C. Marx-F. Engels, Obras escogidas en tres tomos, Moscú, Progreso, W>, tomo I).

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! rral». IK El texto de Feuerbach se limitaba esencialmente al examen de la reli|gl6n: al «poner a Hegel sobre sus pies»,49 trataba de demostrar que lo divino 1 era un producto ilusorio de lo real. Dios era una proyección idealizada de la misma humanidad; Dios era la proyección mítica de los valores más aprecia¡dos de la humanidad, la humanidad alienada de su propia autoperfección (potencial). La consecuencia de la concepción de Feuerbach era que la religión apare•tie como una «representación» simbólica de las aspiraciones humanas y que, para eliminar la autoalienación humana, todo lo que se necesitaba era tlrsmitificar la religión y colocarla en un plano racional. Marx percibió rápitlninonte lo que para él constituían defectos fundamentales de esta noción. i ton errores de Feuerbach radicaban, en primer lugar, en el hecho de hablar •ti «hombre» en abstracto, y no darse cuenta por tanto de que los hombres lOlo existen en el contexto de sociedades particulares que cambian su estructura a lo largo del desarrollo histórico; y en segundo lugar, en tratar las ideas G la «conciencia» como meramente la «consecuencia» de las actividades humanas en el mundo «material». En palabras de Marx: «El principal defecto de ; todo oí materialismo anterior (incluido el de Feuerbach) es que el objeto, la •HÜdad, lo sensible, se concibe sólo en la forma del objeto de percepción, pero | flo romo actividad humana sensible, práctica, no subjetivamente».50 Marx se refería a su materialismo únicamente como «el hilo conductor» i Ir MIS estudios: las ideologías estaban «enraizadas en las condiciones mateI Clrtlrs do la vida», pero esto no implicaba que existiese una relación universal • unilateral entre la «fundación real» de la sociedad (las relaciones de proEdiuvión) y las «superestructuras jurídicas y políticas».51 Todo lo contrario, la Hpnclusión específica a que llegó Marx en su crítica a Feuerbach era que las IkliMN oran productos sociales, que no podían ser explicadas por el filósofo que ir mantenía fuera de la historia, sino únicamente mediante el análisis de forBlfls particulares de sociedad.52 Debemos rechazar, insistía Marx, cualquier tipo do «receta o esquema ... para ordenar impecablemente las épocas de la

•IH. I .udwig Feuerbach, The Essence ofChristianity, Londres, 1853 (trad. cast.: José L. Iglesias, uncia del cristianismo, Madrid, Trotta, 1995). 49. Esta frase fue evidentemente usada en un principio por Engels para referirse a la relación li Miii v con I U'gc'l. Véase Engels, «Ludwig Feuerbach and theendof classical Germán philosophy», c/i'i/ Works, Londres, 1950, vol. 2, p. 350 (trad. cast.: Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica ana, Madrid, Centro de Ajedrez Internacional, 1969). 50. «Theses on Feuerbach», pág. 400 (Tesis 1). 91. «Preface toA Contribution to the Critique ofPolitical Economy», en Marx y Engels, Selected , vol. I, págs. 328-329. 52. Vr.isr l.i Irsi*. '/, m ••!'hrsrs cin Irurrh.irh», pág. 402.

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historia», y «emprender la observación y sistematización —la representación real— de nuestro material histórico».53 Cuando Marx generalizaba acerca de la relación entre ideología y «subestructura» material, lo hacía en términos del análisis de las relaciones de clase en tanto que el principal eslabón mediador entre ambas. La estructura de clase de la sociedad producía un efecto determinado en base al cual las ideas asumían la prominencia en esa sociedad. Éste era el sentido de la proposición de Marx de que las ideas dominantes de cualquier época eran las ideas de la clase dominante.54 Hay que puntualizar que, incluso en la teoría dr Feuerbach, la religión era algo más que un mero reflejo de la realidad material: también proporcionaba valores e ideales por los que los hombres debían luchar. Dios representaba la humanidad como debería ser, de modo que la imagen de la deidad sostenía la esperanza de lo que la humanidad podrín llegar a ser. Marx tomó esta noción de Feuerbach, pero la vinculó a la concepción dialéctica según la cual lo que había que observar era la interacción recíproca de estas ideas religiosas con las acciones sociales de los «hombres do carne y hueso». Esta reciprocidad se podía entender en términos del análisis del desarrollo histórico de las sociedades; es imposible comprender la relación existente entre ideología y sociedad si «abstraemos el proceso histórico».55 No hay duda, por consiguiente, que Marx reconocía tanto que las ideologías podían tener un desarrollo autónomo parcialmente «interno» como que el grado de esta autonomía dependía de factores particulares de sociedades específicas, que en cualquier caso debían ser estudiados empíricamente. Ello encajaba con su concepción general del materialismo y fue puesto en evidencia en sus estudios más concretos.56 En otras palabras, la postura de Marx no es incompatible con el reconocimiento de las características y de la influencia específicas del protestantismo ascético en Europa. Todo esto es de sobra conocido; lo que quizá no se haya apreciado generalmente es que, incluso en cuestiones de detalle, la discusión de Marx del curso del desarrollo histórico en Europa resulta en varios aspectos sorprendentemente cercana al análisis de Weber. Este hecho sólo se pudo consta taiplenamente con la publicación del borrador (Grundrisse) que Marx escribió

53. The Germán Ideology, Moscú, 1968, págs. 38-39 (trad. cast: Wenceslao Roces, La ideolo^in alemana, Valencia, Servei de Publicacions de la Universitat, 1992). 54. Ibíd,pág.61. 55. «Theses on Feuerbach», pág. 402 (Tesis 6). 56. Véase, por ejemplo, «The Civil War in France», en Selccted Wtirk.i, vol. 1, págs. 429-440 (trad. cast.: «La guerra civil en Francia», en C. Marx-lí I ín >',Hs, (ilirns iviiifíiilim cu tren tomos, Moscú, Progreso, 1979, tomo II).

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|rn El capital en 1857-1858. Marx reconoció la importancia de las primeras rmas de capitalismo que se desarrollaron en Roma y su explicación de por f llevaron a un «callejón sin salida» es bastante parecida a la que posteriorIte plantearía Weber.57 Marx puntualizó que algunas de las condiciones icluyendo la existencia de una naciente clase capitalista— que desempean una función esencial en el desarrollo del capitalismo en Europa occiItal en un período posterior estaban ya presentes en Roma. Entre los factoi que identificó como significativos en la inhibición del surgimiento del callismo a gran escala se encontraba una fuerte presión ideológica en contra I la acumulación de riqueza por sí misma: «La riqueza no aparece como la •i.ilidad de la producción... El objetivo se centra siempre en buscar qué tipo i propiedad crea a los mejores ciudadanos. La riqueza como un fin en sí urna sólo aparece entre unos pocos pueblos comerciantes».58 La riqueza no valoraba intrínsecamente, sino por el «disfrute privado» que podía reporI además, el trabajo en general se miraba con desprecio, como indigno de i hombres libres. Marx reconocía que en la Europa posmedieval habían existido numeroformas primitivas de capitalismo antes del surgimiento de la sociedad iy,i íesa. Así, el capital mercantil se encontraba a menudo —como en Roma— M >i ¡edades en las que el modo de producción dominante no era capitalis-

57. Grundrisse, págs. 375-413; las secciones más relevantes aparecen incluidas en una traducción Ha de una pequeña sección de la obra: E.J. Hobsbawm, Pre-capitalist Economic Formations, tli'cs, 1964 (trad. cast.: Wenceslao Roces,Formaciones económicas precapitalistas, Barcelona, Crítica, 11, ,•! análisis de Weber sobre Roma se encuentra en «Die sozialen Gründe des Untergangs f «ntiken Kultur», en Gesammelte Aufsatze zur Sozial- una Wirtschaftsgeschichte, págs. 289-311 I*cast.: «La decadencia de la cultura antigua»,Revista de Occidente, XIII, 1926, págs. 25-59)*. II* parte siguiente de este capítulo no aludo a las discrepancias entre la discusión de Marx del do de producción asiático» y el estudio de Weber de China e India. Se ha dicho a menudo r l.is concepciones de Weber sobre el surgimiento del capitalismo racional en Occidente sólo ( M U - , leu entender plenamente a la luz de sus escritos sobre las diversas «religiones mundiales». »en innegable. Lo erróneo, sin embargo, es considerar, como han hecho muchos, que estos líos contienen una especie de experimento ex postfacto que «prueba» la influencia «indepene» de la ideología sobre el desarrollo social. Lo que Weber mostró fue que, tanto el contenido I ética religiosa que él analizó como la combinación específica de circunstancias «materiales» I hallamos en Europa, China e India, diferían. (Por ejemplo, Weber subrayó la facilidad de | comunicaciones en Europa, la peculiar independencia económica y política de la ciudad ea, amén de otras condiciones «materiales» en virtud de las cuales Europa difería de y di' India.) Estos factores materiales e ideológicos constituyeron un «conglomerado» 11111,1, ule rlcMH-nlos interrelacionados en cada caso: no se podían tratar por tanto las condiciones •iirn.ili-s simplemente como una «constante» en relación a la cual se podía determinar la i i n . TI, i . , «paralizante» o «estimulante» de la ideología religiosa en tanto que «variable». 58. /VC-CH/I//I///S/ íicomimír /'or/íidí/oiis, pág. 84.

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ta. Las operaciones mercantiles las habían llevado a cabo generalmente grupos marginales, como los judíos. El capital mercantil había existido «en las más diversas formas de sociedad, en los más diversos estadios de desarrollo de las fuerzas productivas».59 En algunas sociedades, aparte Roma, ciertos segmentos de la estructura social habían llegado a un alto grado de crecimiento, pero lo que les impidió alcanzar el nivel máximo de avance económico fue la falta de desarrollo de otros sectores. Marx citaba el ejemplo del Perú, que en ciertos aspectos poseía una economía desarrollada, pero el aislamiento geográfico de la sociedad, y la falta de un sistema monetario, la mantuvieron a un bajo nivel de desarrollo.60 Las opiniones de Marx acerca del surgimiento y la significación del cristianismo en la evolución de las sociedades europeas se deben inferir de varias afirmaciones indirectas procedentes de sus críticas a Hegel y los «jóvenes hegelianos». Como estudioso atento de Hegel, Marx era obviamente consciente de la extraordinaria importancia que historiadores y filósofos atribuían al cristianismo en Occidente. Marx no cuestionaba la validez de tal atribución. Lo que él atacaba era el punto de vista idealista desde el cual se analizaba la influencia del cristianismo. Así, Marx objetó el tratamiento que dio Stirnor al crecimiento del primer cristianismo porque se llevaba a cabo únicamente al nivel de las ideas.61 El cristianismo se desarrolló, de acuerdo con Marx, como una religión de vagabundos errantes y desarraigados, y las causas de su expansión deben ser puestas en relación con la decadencia interna del Imperio Romano: «Los mundos helénico y romano perecieron, espiritualmente en el cristianismo y materialmente en la emigración de los pueblos».62 La visión ética del cristianismo constituyó una nueva corriente moral, que contrastaba con la decadencia moral de Roma. El cristianismo substituyó el panteísmo romano por la concepción de un único Dios universal, cuya autoridad se ba-

59. Grundrisse, pág. 740. 60. Marx puntualizó también que, si bien el uso del dinero estaba muy extendido en l.i antigüedad, únicamente en ciertas naciones comerciales se hizo esencial para la economía; en Roma, el sistema monetario sólo se desarrolló plenamente durante el período de la desintegración de la economía. Grundrisse, págs. 23-24. Compárese con el análisis de Roma que hizo Engels en su «The origin of the family, prívate property and the state», en Selected Works, vol. 2, págs. 270278 (trad. cast.: Academia de Ciencias de la URSS, El origen de la familia, la propiedad privada y ;Nfry, 1877, Si'/iv/n/c 'onrs/m/ii/rmr, Londres, 1934, pág. 355. (1 le m o d i f i r . u l o l.i I r . u l i i e e i o n . )

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eNpecíficamente irracional; de modo que la dinámica revolucionaria en la historia, que para Weber procedía del surgimiento periódico de movimientos cnrismáticos, no se podía conectar con ninguna pauta global racional en el desarrollo histórico de la humanidad. Además, al acentuar la importancia de In clase, y por tanto de los intereses económicos, en el desarrollo social, Marx Ir MÍ lía a asimilar el poder económico al poder político mucho más que Weber.70 I-.lo constituye sin duda una diferencia muy significativa entre los dos auto18. Sin embargo, no debemos exagerar la divergencia.71 Marx se anticipó a Weber, por ejemplo, en el reconocimiento de un paralelismo entre la organi,'ión de los ejércitos profesionales y la separación de los trabajadores de su producto bajo el capitalismo moderno. Así, Marx hizo notar que: «En Roma h.ihín en el ejército una masa que resultaba ya bastante distinta del resto de In población, disciplinada en el trabajo..., vendió al Estado todo su tiempo de b.ijo a cambio de salarios ... lo mismo que el trabajador hace con el capitallNtil». 7 2

1

i 'OCLUSIÓN

Mi objetivo en este capítulo ha sido separar los diversos componentes de l.i relación entre los escritos de Marx y de Weber. He intentado mostrar que la Irmlencia a considerar que tales escritos forman en conjunto una comprensiVtf «crítica a Marx» ha llevado a muchos autores a simplificar excesivamente rl juicio de Weber sobre el «materialismo histórico». Se ha convertido en una i".| uvie de tópico decir que los «fundadores» de la sociología moderna —Wel n ' i , l'areto y Mosca en particular— desarrollaron sus teorías, por lo menos en p.irk-, como «refutaciones» de Marx. Cada uno de estos autores ha sido llamado en algún momento «el Marx burgués». Esta etiqueta, sin embargo, es in•dccuada en la medida en que implica que su obra representa poco más que 70. Marx era consciente, por supuesto, de que las estructuras políticas podían variar 11 1 .ulcerablemente al margen de los intereses de clase. (Véase, por ejemplo, su carta en Letters to iiniii, Londres, s.f., pág. 23. [trad. cast.: «Cartas a Kugelman», en C. Marx-F. Engels, Obras llan en tres tomos, Moscú, Progreso, 1979, tomo II.) Marx observó que la sociedad más desarrollada ni ln minos económicos, Inglaterra, tenía un Estado menos complejo que Alemania o Francia. El I ,i. u l i i inglés, escribió Marx en 1885, no era más que «un compromiso arcaico, vetusto y anticuado i ' i i h r l,i I nirguesía, que en realidad gobierna sobre todas las esferas de la sociedad civil, pero no ii/n miníenle, y la aristocracia terrateniente, que gobierna oficialmente». «Die britische Konstitution», W.'ilr, I l,p,¡g.95. 71. Cerlh y Mills, l'rom Max Weber, pág. 47. '/.',. ( , i itinli ;'•;.•:(•, pág. 428. Marx, sin embargo, hi/,o notar que el caso del ejército y el de la i t i ) ' , . i i i i / , u ion i . i p i l . i l i s l . i i l i l r n . i i i en q t i r el sold.ido profesional no había sido contratado para I ' i , , , l i u i t | > l i i .\ , I ! M

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una respuesta burguesa al marxismo. Fue esto, pero también fue mucho más. Así, la relación de Weber con Marx y con el pensamiento marxista no se puede juzgar bajo una única dimensión de «confirmación» o «refutación»; los estudios históricos de Weber desautorizan sin duda las interpretaciones marxistas más crudas del desarrollo histórico, pero, al mismo tiempo, y así lo he tratado de demostrar anteriormente, reivindican parcialmente la figura de Marx en contra de sus presuntos discípulos. Weber escribió en un período en el que carácter de los principales países de Europa occidental en general, y especialmente el de Alemania, había cambiado considerablemente desde el tiempo en que Marx había formado sus concepciones básicas. A principios de siglo, todas las sociedades económicamente avanzadas de Occidente habían alcanzado un alto grado de madurez económica sin haber experimentado la reorganización revolucionaria que Marx esperaba. En la época de Weber, era el Partido Socialdemócrata el que sostenía el pensamiento de Marx. A los ojos de Weber y de otros críticos liberales del marxismo, así como también de los mismos marxistas, el «materialismo histórico» terminó siendo identificado con la exposición de Engels en el Anti-Dühring y, más tarde, en La dialéctica de la naturaleza.73 Aunque algunos autores habían exagerado la diferencia entre el pensamiento de Marx y el de Engels, las implicaciones de la postura que Engels tomó en esas obras difieren substancialmente de la concepción central de la mayoría de los escritos de Marx. Al transferir la dialéctica a la naturaleza, Engels oscureció el elemento más esencial de la obra de Marx: «la relación dialéctica del sujeto y el objeto en el proceso histórico».74 De este modo, Engels contribuyó a desarrollar la noción de que las ideas simplemente «reflejan» la realidad material.75 El quietismo político del Partido Socialdemócrata —que Weber percibió acertadamente tras su fraseología revolucionaria— resultaba de la adopción gene-

73. Anti-Dühring, Moscú, 1962 (trad. casi: José Verdes Montenegro,Anh'-D¿i/irin£, Madrid, Ayuso, 1978); Dialectics ofNature, Moscú, 1954 (trad. cast.: Mazia Floreal, Dialéctica de la naturaleza, Torrejón de Ardoz, Akal, 1978). 74. La frase es de Lukács, Ceschichte, pág. 20. 75. Engels, de hecho, no reconoció los escritos de algunos de sus discípulos intelectuales que en realidad no hacían más que deducir las implicaciones lógicas de los temas principales del Anti-Dühring. Su intento de eludir el impasse teórico al que le habían llevado sus opiniones quede) reflejado en la siguiente matización: «De acuerdo con la concepción materialista de la historia, el elemento determinante en la historia es en última istancia la producción y reproducción en 1,1 vida real. Ni Marx ni yo hemos dicho nunca nada más que esto». Engels a Bloch, 21 de septiembre de 1890, en Selected Correspondence, pág. 475 [trad. cast.: «Engels a José Bloch, 21 de septiembre de 1890», en C. Marx-F. Engels, Obras escogidas mires fomos, Mosa'i, l'rogre 'so, 1979, lomo I I I |. Anteriormente, Marx ya se hnbí.i visto ohlig.idn .1 r u m c n l . u minie .míenle « p i e el - l u í el,i iii.ti'xislil».

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ral de ese punto de vista, que posibilitaba la preservación de una postura revolucionaria en un contexto que difería substancialmente del modelo de desarrollo anticipado por Marx. De alguna forma, por tanto, la rueda había dado una vuelta completa. A riesgo de simplificar excesivamente una cuestión realmente complicada, se podría decir que la crítica de Weber al marxismo, por lo que respecta al rol de las ideas en la historia, de hecho estuvo muy cerca de reafirmar, en muchos aspectos, ciertos elementos de la concepción marxiana original. Irónicamente, todo ello estaba estrechamente vinculado con el rechazo de ciertos aspectos del análisis de Marx del capitalismo contemporáneo y con sus esperanzas de un forma futura de sociedad radicalmente nueva. Marx, que escribió una generación antes que Weber, creía que el capitalismo podía ser trascendido, y sería trascendido, por una forma nueva de sociedad. Weber I escribió con la perspectiva de haber presenciado la formación del capitalismo industrial en Alemania en circunstancias bastante distintas de las de Gran Bretaña o Francia. La apreciación de este hecho permitió a Weber, al tiempo que utilizaba ampliamente a Marx, separarse de la camisa de fuerza que los seguidores de Marx en el Partido Socialdemócrata trataban de imponer a la historia en nombre del materialismo histórico. Se podría sostener, sin embargo, que en su análisis de la tendencia inminente de desarrollo del capitalismo, Weber también cayó víctima de una esbecie de determinismo materialista de su propia cosecha. Weber percibía una Irracionalidad fundamental en el capitalismo: la racionalidad «formal» de la lun-ocracia, que hacía posible la realización técnica de tareas administrativas [de gran escala, era «substancialmente» irracional en la medida en que contrailiria algunos de los valores más característicos de la civilización occidental. IVro Weber no vaticinó ninguna salida para esta irracionalidad: el futuro i i n i i amenté parecía presagiar una creciente sumisión de la autonomía e individualidad humanas a una burocratización de la vida moderna en constante t'xpansión.

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