Poesia Erotica I
May 3, 2017 | Author: Fredy Everardo Correa Romero | Category: N/A
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SAFO
que tanto tiempo permaneció atado.
Un igual a los dioses me parece el hombre aquel que frente a ti se sienta de cerca y cuando dulcemente hablas te escucha, y cuando ríes seductora. Esto -no hay duda- hace mi corazón volcar dentro del pecho. Miro hacia ti un instante y de mi voz ni un hilo ya me acude, la lengua quede inerte y un sutil fuego bajo la peil fluye ligero y con mis ojos nada alcanzo a ver y zumban mis oídos; me desborda el sudor, toda me invade un temblor, y más pálida me vuelvo que la hierba. No falta -me parecemucho para estar muerta.
RAFAEL ALBERTI Por allí hondo, una humedad ardiente; blando, un calor oscuro el que allí hervía; sofocado anhelar el que se hundía, doblándose y muriendo largamente. Labios en labios que no ataca diente lengua en garganta que se corta, umbría; áspero alrededor, fiera porfía por morder lo imposible de la fuente. Fiera porfía, ya que ni a la hembra más hembra ni al varón más varón dieron otra cumbre que ser sembrado y siembra,
CATULO Gorrioncito, joya de mi pequeña, con quien juega, al que resguarda en el seno, al que suele dar la yema del dedo y le incita desgarrados mordiscos: cuando a mi deseo resplandeciente le place tornarse alegre y aliviarse de sus cuitas, para aplacar su ardor, ¡cuánto me gustaría, como hace ella, jugar contigo y desterrar las penas lejos de mi triste ánimo! Me es tan grato como a la niña el fruto doradito que soltó el ceñidor
pues lo demás, ¡Oh cuerpos desvelados! son fulgores que al alba se perdieron en un súbito arder, desesperados.
VICENTE ALEXAINDRE No me digas que esta noche tu presencia murmurada, tu casi invisible presencia,
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de tan rumorosa que me eres, de tan silenciosa y sonreída que esta noche te siento. Aquí, tendida a mi lado, como casi una nota musical suspendida; en medio del silencio de la noche, cuando nadie sospecha tu presencia, una luz que silenciosa, que adelgazadamente ha irrumpido.
de la cueva sublime, y allí tú, delicada perla que por siglos viniste, gota mirífica donde con el solo brillo interior interminablemente resplandeces. Carne, alma mía, verdad concreta, cuerpo precioso. Clara tú, clara siempre, que a mí dadivosamente has sido pronunciable. Pronunciarte, decirte, con tu bulto adorarte, montón real, continuamente vivido como una verdad confesada. Mi confesión, mi dulce ser, mi dulce estar, mi vida sola, tú, mi perpetua manifestación hasta el fin de mi vida.
Dime. Callemos... ¿Qué es el amor? Vivirnos. Vivirnos día a día. Son años, Son un minuto. Son el inmóvil discurrir de la vida. Quietos, vemos pasar el tiempo. Corriente parada, paradísima, milagrosa, donde tú estás eternamente juvenil. mientras yo te contemplo, yo me vivo, trabajo, amaso mi vida contra aquello que pasa. Soy lo que pasa. Pero no paso, abrazado a ti, a tu estar, a tu sonreír, a tu existir sin medida. Oh silencio suspenso donde milagrosamente una nota resuena. Una gota de agua que en la oscuridad nunca cede, nunca cae, y en la cueva indecible misteriosamente brilla. Brillo, vida, amor mío, presente continuo que en la cueva del amor me recrea. Oigo fuera los tiempos. Oigo el embate cruel de las amontonadas espumas, y siento aquí el aire parado, el frío delgado del aire inmóvil
RAFAEL ALBERTI Rubios, pulidos senos de Amaranta, por una lengua de lebrel limados. Pórticos de limones, desviados por el canal que asciende a tu garganta. Rojo, un puente de rizos se adelanta e incendia tus marfiles ondulados. Muerde, heridor, tus dientes desangrados, y corvo, en vilo, al viento te levanta. La soledad, dormida en la espesura,
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calza su pie de céfiro y desciende del olmo alto al mar de la llanura.
impulsamos las sábanas a un abril de amapolas, nos inspiraba el mar.
Su cuerpo en sombra, oscuro, se le enciende, y gladiadora, como un ascua impura, entre Amaranta y su amador se tiende.
Soto que atrae, umbría de vello casi en llamas, dentellada tenaz que siento en lo más hondo, vertiginoso abismo que me recoge, loco de la lúcida muerte.
MIGUEL HERNANDEZ
Túnel por el que a ciegas me aferro a tus entrañas. Recóndito lucero tras una madreselva hacia donde la espuma se agolpa, arrebatada del íntimo destino.
¿Qué exaltaré en la tierra que no sea algo tuyo? A mi lecho de ausente me echo como a una cruz de solitarias lunas del deseo, y exalto la orilla de tu vientre.
En ti tiene el oasis su más ansiado huerto: el clavel y el jazmín se entrelazan, se ahogan. De ti son tantos siglos de muerte, de locura como te han sucedido.
Clavellina del valle que provocan tus piernas. Granada que ha rasgado de plenitud su boca. Trémula zarzamora suavemente dentada donde vivo arrojado.
Corazón de la tierra, centro del universo, todo se atorbellina, con afán de satélite en torno a ti, pupila del sol que te entreabres en la flor del manzano.
Arrojado y fugaz como el pez generoso, ansioso de que el agua, la lenta acción del agua lo devaste: sepulte su decisión eléctrica de fértiles relámpagos.
Ventana que da al mar, a una diáfana muerte cada vez más profunda, más azul y anchurosa. Su hálito de infinito propaga los espacios
Aún me estremece el choque primero de los dos; cuando hicimos pedazos la luna a dentelladas,
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entre tú y yo y el fuego.
¡Oh instante solemne y profundo! Instante supremo Más grande que todo el universo ¡Oh apertura del amor en el mundo!
Trágame, leve hoyo donde avanzo y me entierro. La losa que me cubra sea tu vientre leve, la madera tu carne, la bóveda tu ombligo, la eternidad la orilla.
FEDERICO GARCÍA LORCA
En ti me precipito como en la inmensidad de un mediodía claro de sangre submarina, mientras el delirante hoyo se hunde en el mar, y el clamor se hace hombre.
Lucía Martínez. Umbría de seda roja. Tus muslos como la tarde van de la luz a la sombra. Los azabaches recónditos oscurecen tus magnolias. Aquí estoy, Lucía Martínez. Vengo a consumir tu boca
Por ti logro en tu centro la libertad del astro. En ti nos acoplamos como dos eslabones, tú poseedora y yo. Y así somos cadena: mortalmente abrazados.
y arrastrarte del cabello en madrugada de conchas. Porque quiero, y porque puedo. Umbría de seda roja.
JUAN RAMÓN JIMENEZ
VICENTE HUIDOBRO
Cuando huía, en un vuelo de tocas trastornada, de la impetuosa voluntad de mi deseo, se refugiaba en un rincón, como una gata… pero sus uñas eran más dulces que mis besos… se le venía el velo hasta los ojos mágicos; surgían leves rizos del cortado cabello, rizos que descubrían un jardín
Y Adán abrazó a EVA Y al estrecharla entre sus brazos Creyó que abrazaba toda la tierra. Y allí, en medio de los campos, Debajo de las ramas, En pleno contacto con la tierra se juntaron Sus cuerpos y sus almas, Y Eva sintió que rugían De placer sus entrañas Cuando Adán afiebrado vertía En ella el germen de la vida.
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imprevisto, ¡aquellos rizos de oro en los ojos inmensos! Y en la proximidad ardiente del placer de su carne
Cinta abismal es tu lengua acierto de vigilia dejándose llevar por el lascivo inquieto travieso viento moreno de mis muslos Hebra de agua tibia descubriendo mis pechos despiertos piruetea con la gana que el espejo refleja en una marejada de pulsos agitados Lápiz de filo diligente perfilando mi abertura que se explaya enardece y grita soltando su vena salpicando los sentidos Voluntad de labios sometiendo labios a su voluntad Anzuelo que pesca sujeta y vuela con mi carne al punto preciso donde el resuello dice que termina y la quietud clama por nacer.
Me incendiaba el olor de todos sus secretos, aquel olor más fuerte para mí…y para ella… ¡que el olor de los lirios y el olor del incienso!
MIGUEL HERNANDEZ El amor ascendía entre nosotros como la luna entre las dos palmeras que nunca se abrazaron. El íntimo rumor de los dos cuerpos hacia el arrullo un oleaje trajo, pero la ronca voz fue atenazada. Fueron pétreos los labios. El ansia de ceñir movió la carne, esclareció los huesos inflamados, pero los brazos al querer tenderse murieron en los brazos. Pasó el amor, la luna, entre nosotros y devoró los cuerpos solitarios. Y somos dos fantasmas que se buscan y se encuentran lejanos.
CATULO
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NICOLÁS GUILLÉN La tarde abandonada gime deshecha en lluvia. Del cielo caen recuerdos y entran por la ventana. Duros suspiros rotos, quimeras lastimadas. Lentamente va viniendo tu cuerpo. Llegan tus manos en su órbita de aguardiente de caña; tus pies de lento azúcar quemados por la danza, y tus muslos, tenazas del espasmo, y tu boca, sustancia comestible y tu cintura de abierto caramelo. Llegan tus brazos de oro, tus dientes sanguinarios; de pronto entran tus ojos traicionados; tu piel tendida, preparada para la siesta: tu olor a selva repentina; tu garganta gritando –no sé, me lo imagino-, gimiendo -no sé, me lo figuro-, quemándoseno sé, supongo, creo; tu garganta profunda retorciendo palabras prohibidas. Un río de promesas desciende de tu pelo, se demora en tus senos, cuaja al fin en un charco de melaza en tu vientre, viola tu carne firme de nocturno secreto. Carbón ardiente y piedra de horno en esta tarde fría de lluvia y de silencio.
JUAN RAMÓN JIMENEZ Vivo olvidado de mi cuerpo. Cuando miro la aurora, confusamente lo recuerdo bello, cual si estuviera fuera de mí y muy lejos. Más cuando tú me coges me lo siento todo, duro, suave, dibujado, lleno, y gozo de él en ti y en mí, contigo, descubierto, en su secreto.
PORFIRIO BARBA JACOB Y hay días en que somos tan lúbricos, tan lúbricos, que nos depara en vano su carne la mujer: tras de ceñir un talle y acariciar un seno, la redondez de un fruto nos vuelve a estremecer.
PIERRE LOUYS Como en mis entrañas nunca habrá un dolor sé tu el pequeñuelo que busca el pezón
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JORGE ROBLEDO ORTIZ
ardor infunde al pecho más de hielo;
Para cantar tus senos, imaginé la forma de redondear dos veces la misma castidad.
con licencia del talle, que es modelo propuesto por Cupido a la hermosura, y de esa grata voz cuya dulzura de un alma enamorada es el consuelo,
Quisé cantar "el yunque donde forjas la vida" y todos mis sentidos llegaron a cantar.
juro que nada en tu persona he visto como el culo que tienes, soberano, grande, redondo, grueso, limpio, listo;
Entonces me di cuenta de que el poema estaba en el límite exacto del pecado mortal.
culo fresco, suavísimo, lozano; culo, en fin, que nació, ¡fuego de Cristo!, para el mismo Pontífice romano.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO El tigre macho roza su lujuria sobre la hembra que la espalda arquea, su vientre sobre el lomo se recrea, muerde la nuca en controlada furia.
MIGUEL OSCAR MENASSA Abre las piernas, amor mío. Tu voz rozando mi cuello, mis pezones, mi bajo vientre acongojado por el amor, se cuela entre los pliegues de mi sexo, húmedo y estremecido sexo del encuentro. Abre las piernas, amor mío, abre esas piernas, hembra mansa, da un paso más, olvídate de ti. El viento se detiene en el vértigo, arranca mi piel en destellos de luz. Cuando regreso, despeinada y maltrecha, me sonríes desde la blancura de una
Así quiero asaltarte yo en el suelo, adosando a tu espalda mi figura, estrujando tus senos con ternura, y entrando a tí, mordiéndote en el pelo.
TOMÁS DE IRIARTE Con licencia, señora, de ese pelo que en rubias ondas llega a la cintura, y de esos ojos cuya travesura
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página. Abre las piernas, amor mío, abre las piernas como para volar, abre las piernas, amor mío, demos un paso más…
huellas como un campo de sol entre dos hielos. Hay besos que parecen azucenas por sublimes, ingenuos y por puros, hay besos traicioneros y cobardes, hay besos maldecidos y perjuros.
GABRIELA MISTRAL Hay besos que pronuncian por sí solos la sentencia de amor condenatoria, hay besos que se dan con la mirada hay besos que se dan con la memoria.
Judas besa a Jesús y deja impresa en su rostro de Dios, la felonía, mientras la Magdalena con sus besos fortifica piadosa su agonía. Desde entonces en los besos palpita el amor, la traición y los dolores, en las bodas humanas se parecen a la brisa que juega con las flores.
Hay besos silenciosos, besos nobles hay besos enigmáticos, sinceros hay besos que se dan sólo las almas hay besos por prohibidos, verdaderos.
Hay besos que producen desvaríos de amorosa pasión ardiente y loca, tú los conoces bien son besos míos inventados por mí, para tu boca.
Hay besos que calcinan y que hieren, hay besos que arrebatan los sentidos, hay besos misteriosos que han dejado mil sueños errantes y perdidos.
Besos de llama que en rastro impreso llevan los surcos de un amor vedado, besos de tempestad, salvajes besos que solo nuestros labios han probado.
Hay besos problemáticos que encierran una clave que nadie ha descifrado, hay besos que engendran la tragedia cuantas rosas en broche han deshojado.
¿Te acuerdas del primero...? Indefinible; cubrió tu faz de cárdenos sonrojos y en los espasmos de emoción terrible, llenaron sé de lágrimas tus ojos.
Hay besos perfumados, besos tibios que palpitan en íntimos anhelos, hay besos que en los labios dejan
¿Te acuerdas que una tarde en loco
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exceso te vi celoso imaginando agravios, te suspendí en mis brazos... vibró un beso, y qué viste después...? Sangre en mis labios.
sueños Heme aquí perdido entre mares desiertos Solo como la pluma que se cae de un pájaro en la noche Heme aquí en una torre de frío Abrigado del recuerdo de tus labios marítimos Del recuerdo de tus complacencias y de tu cabellera Luminosa y desatada como los ríos de montaña ¿Irías a ser ciega que Dios te dio esas manos? Te pregunto otra vez El arco de tus cejas tendido para las armas de los ojos En la ofensiva alada vencedora segura con orgullos de flor Te hablan por mí las piedras aporreadas Te hablan por mí las olas de pájaros sin cielo Te habla por mí el color de los paisajes sin viento Te habla por mí el rebaño de ovejas taciturnas Dormido en tu memoria Te habla por mí el arroyo descubierto La yerba sobreviviente atada a la aventura Aventura de luz y sangre de horizonte Sin más abrigo que una flor que se apaga Si hay un poco de viento Las llanuras se pierden bajo tu gracia frágil Se pierde el mundo bajo tu andar visible Pues todo es artificio cuando tú te
Yo te enseñe a besar: los besos fríos son de impasible corazón de roca, yo te enseñé a besar con besos míos inventados por mí, para tu boca.
VICENTE HUIDOBRO Mujer el mundo está amueblado por tus ojos Se hace más alto el cielo en tu presencia La tierra se prolonga de rosa en rosa Y el aire se prolonga de paloma en paloma Al irte dejas una estrella en tu sitio Dejas caer tus luces como el barco que pasa Mientras te sigue mi canto embrujado Como una serpiente fiel y melancólica Y tú vuelves la cabeza detrás de algún astro ¿Qué combate se libra en el espacio? Esas lanzas de luz entre planetas Reflejo de armaduras despiadadas ¿Qué estrella sanguinaria no quiere ceder el paso? En dónde estás triste noctámbula Dadora de infinito Que pasea en el bosque de los
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presentas Con tu luz peligrosa Inocente armonía sin fatiga ni olvido Elemento de lágrima que rueda hacia adentro Construido de miedo altivo y de silencio Haces dudar al tiempo Y al cielo con instintos de infinito Lejos de ti todo es mortal Lanzas la agonía por la tierra humillada de noches Sólo lo que piensa en ti tiene sabor a eternidad He aquí tu estrella que pasa Con tu respiración de fatigas lejanas Con tus gestos y tu modo de andar Con el espacio magnetizado que te saluda Que nos separa con leguas de noche Sin embargo te advierto que estamos cosidos A la misma estrella Estamos cosidos por la misma música tendida De uno a otro Por la misma sombra gigante agitada como árbol Seamos ese pedazo de cielo Ese trozo en que pasa la aventura misteriosa La aventura del planeta que estalla en pétalos de sueño En vano tratarías de evadirte de mi voz Y de saltar los muros de mis alabanzas Estamos cosidos por la misma estrella
Estás atada al ruiseñor de las lunas Que tiene un ritual sagrado en la garganta Qué me importan los signos de la noche Y la raíz y el eco funerario que tengan en mi pecho Qué me importa el enigma luminoso Los emblemas que alumbran el azar Y esas islas que viajan por el caos sin destino a mis ojos Qué me importa ese miedo de flor en el vacío Qué me importa el nombre de la nada El nombre del desierto infinito O de la voluntad o del azar que representan Y si en ese desierto cada estrella es un deseo de oasis O banderas de presagio y de muerte Y ese beso que hincha la proa de tus labios Y esa sonrisa como un estandarte al frente de tu vida Y ese secreto que dirige las mareas de tu pecho Dormido a la sombra de tus senos Si tú murieras Las estrellas a pesar de su lámpara encendida Perderían el camino ¿Qué sería del universo?
MIGUEL HERNANDEZ Boca que arrastra mi boca:
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boca que me has arrastrado: boca que vienes de lejos a iluminarme de rayos.
oigo rumores de espacios, y el infinito parece que sobre mí se ha volcado.
Alba que das a mis noches un resplandor rojo y blanco. Boca poblada de bocas: pájaro lleno de pájaros. Canción que vuelve las alas hacia arriba y hacia abajo. Muerte reducida a besos, a sed de morir despacio, das a la grama sangrante dos fúlgidos aletazos. El labio de arriba el cielo y la tierra el otro labio.
He de volverte a besar, he de volver, hundo, caigo, mientras descienden los siglos hacia los hondos barrancos como una febril nevada de besos y enamorados. Boca que desenterraste el amanecer más claro con tu lengua. Tres palabras, tres fuegos has heredado: vida, muerte, amor. Ahí quedan escritos sobre tus labios.
Beso que rueda en la sombra: beso que viene rodando desde el primer cementerio hasta los últimos astros. Astro que tiene tu boca enmudecido y cerrado hasta que un roce celeste hace que vibren sus párpados.
FRANCISCO DE QUEVEDO Es hielo abrasador, es fuego helado, es herida que duele y no se siente, es un soñado bien, un mal presente, es un breve descanso muy cansado.
Beso que va a un porvenir de muchachas y muchachos, que no dejarán desiertos ni las calles ni los campos.
Es un descuido que nos da cuidado, un cobarde con nombre de valiente, un andar solitario entre la gente, un amar solamente ser amado.
¡Cuánta boca enterrada, sin boca, desenterramos! Beso en tu boca por ellos, brindo en tu boca por tantos que cayeron sobre el vino de los amorosos vasos. Hoy son recuerdos, recuerdos, besos distantes y amargos.
Es una libertad encarcelada, que dura hasta el postrero parasismo, enfermedad que crece si es curada. Éste es el niño Amor, éste es tu abismo: mirad cuál amistad tendrá con
Hundo en tu boca mi vida,
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nada el que en todo es contrario de sí mismo.
todavía eres tú, o eres la nada". Bello es oír su voz: -"'Soy una parte de ti, pero no soy sino la emanación de tu locura, la estrella del placer, nada más que el fulgor de tu cuerpo en el mundo".
GONZALO ROJAS Bello es dormir al lado de una mujer hermosa, después de haberla conocido hasta la saciedad. Bello es correr desnudo tras ella, por el césped de los sueños eróticos.
Todo es cosa de hundirse, de caer hacia el fondo, como un árbol parado en sus raíces, que cae, y nunca cesa de caer hacia el fondo.
Pero es mejor velar, no sucumbir a la hipnosis, gustar la lucha de las fieras detrás de la maleza, con la oreja pegada a la espalda olorosa, la mano como víbora en los pechos de la durmiente, oírla respirar, olvidada de su cuerpo desnudo.
DINA POSADA Es tu lengua acierto de vigilia dejándose llevar por el lascivo inquieto travieso viento moreno de mis muslos
Después, llamar a su alma y arrancarla un segundo de su rostro, y tener la visión de lo que ha sido mucho antes de dormir junto a mi sangre, cuando erraba en el éter, como un día de lluvia.
Hebra de agua tibia descubriendo mis pechos despiertos piruetea con la gana que el espejo refleja en una marejada de pulsos agitados
Y, aún más, decirle: "Ven, sal de tu cuerpo. Vámonos de fuga. Te llevaré en mis hombros, si me dices que, después de gozarte y conocerte,
Lápiz de filo diligente perfilando mi abertura que se explaya enardece y grita
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soltando su vena salpicando los sentidos Voluntad de labios sometiendo labios a su voluntad Anzuelo que pesca sujeta y vuela con mi carne al punto preciso donde el resuello dice que termina y la quietud clama por nacer.
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