Pizarro rey de barajas-Alan Garcia Perez.pdf

September 12, 2017 | Author: Speeder Physicist | Category: Francisco Pizarro, Niccolò Machiavelli, Marxism, Playing Cards, Decision Making
Share Embed Donate


Short Description

Download Pizarro rey de barajas-Alan Garcia Perez.pdf...

Description

Pizarro, el Rey de la Baraja Alan Garc´ıa naci´o en Lima el 23 de mayo de 1949. Sus primeros estudios universitarios los realiz´o en la Pontificia Universidad Cat´olica del Per´u y recibi´o m´as tarde su t´ıtulo de abogado en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en 1971. Posteriormente, se traslad´o a Europa, donde asisti´o a la Universidad Complutense de Madrid, en la cual complet´o su tesis sobre Derecho Constitucional, y luego estudi´o en el doctorado en Ciencias Pol´ıticas. En 1973, pas´o a la Universidad de la Sorbona de Par´ıs, donde obtuvo una licenciatura en Sociolog´ıa. De regreso al Per´u, entre 1977 y 1980 se desempe˜no´ como secretario de Organizaci´on del Partido Aprista, y fue elegido como miembro de la Asamblea Constituyente de 1979. Entre 1980 y 1985 fue diputado nacional, y a partir de 1982 le correspondi´o ejercer el cargo de Secretario General del Partido Aprista. En 1985, a la edad de treinta y cinco a˜nos, fue elegido Presidente de la Rep´ublica. Durante su periodo tuvo que enfrentar la crisis econ´omica de la deuda y el fen´omeno terrorista de Sendero Luminoso, que caus´o miles de muertes a pobladores y miembros de las Fuerzas Armadas y Policiales. En abril de 1992, tras el golpe de Estado perpetrado por Alberto Fujimori, fuerzas militares asaltaron su domicilio. Estando su vida en peligro, Colombia le concedi´o asilo pol´ıtico, por lo que tuvo que vivir en Colombia y Francia hasta enero de 2001, cuando pudo regresar al pa´ıs. El Presidente Garc´ıa fue candidato a la Presidencia de la Rep´ublica en las elecciones de junio de 2001,* en las que obtuvo el 47 % de los votos. En 2004 fue elegido presidente del Partido Aprista Peruano. En junio de 2006, Alan Garc´ıa fue nueva

Alan Garc´ıa Perez

PIZARRO, EL REY DE LA BARAJA Pol´ıtica, Confusi´on y Dolor en la Conquista

Titanium

Pizarro, el Rey de la Baraja

Alan Garc´ıa Perez

´ A LA GLORIA DE CHALCUCHIMAC, ´ EL MAS LEAL, EL MEJOR GUERRERO, QUE FUE ENTREGADO POR ATAHUALPA, TORTURADO POR LOS PIZARRO Y CONDENADO POR LOS OREJONES. QUE NO ACEPTO´ UN NUEVO DIOS Y MURIO´ ALTIVO EN LA HOGUERA INVOCANDO A PACHACAMAC.

Pizarro, el Rey de la Baraja

c Todos los derechos reservados.

Librer´ıas Crisol S.A.C. Pizarro, el Rey de la Baraja Pol´ıtica, Confusi´on y Dolor en la Conquista c

2012, Alan Garc´ıa P´erez c

2012, Titanium Editores Av. Larco 880, piso 11, Miraflores, Lima, Per´u Edici´on: Percy U˜narte Otoya Dise˜no y diagramaci´on: Carlos Bemal D´ıaz Correcci´on: Jos´e Carlos Yrigoyen Miro Quesada Car´atula: Hugo Rivas Quintana Primera edici´on: julio de 2012 Tiraje: 5,000 ejemplares ISBN: 978-612-46189-1-8 Hecho el Dep´osito Legal en la Biblioteca Nacional del Per´u: 2012-08427 Registro de Proyecto Editorial: 11501081200523 Impreso en Quad Graphics Per´u S.A. Av. Los Frutales 344, Lima 3, Per´u

Alan Garc´ıa Perez

´ INDICE Cronolog´ıa Una reflexi´on te´orica inicial Sistema de acci´on pol´ıtica y sistema social Sistema de acci´on pol´ıtica y sistema de reglas de la baraja espa˜nola

15 15 19

Introducci´on Conceptos generales Autonom´ıa y primac´ıa de la pol´ıtica El big bang ideol´ogico del siglo XVI en la conquista La pol´ıtica, el arma fundamental La invasi´on bacteriana Car´acter y personalidad de Pizarro Su ciencia militar

23 25 30 34 37 39 41

Cap´ıtulo I: Primera regla Sin constancia no hay pol´ıtica Constancia en el tiempo Constancia en el mando Constancia en la t´actica pol´ıtica: cambiar las cartas

45 47 49 51

Cap´ıtulo II: Segunda regla Tuvo objetivos claros para s´ı y confusos para los dem´as Objetivos definidos Crear un reino Dominar la escena y centralizar la direcci´on Eliminar al jefe adversario Salir de Almagro y de Hernando Restituir la legitimidad ind´ıgena. Funci´on de adaptaci´on Superar a Cort´es. Funci´on de motivaci´on Im´agenes confusas Cartas marcadas en el viaje a Toledo Atahualpa condenado desde el inicio Igual ocurri´o con Hu´ascar Almagro usado y desechado Ocult´o su intenci´on ante los l´ıderes ind´ıgenas Nadie supo a qui´en apoyar´ıa

55 57 57 58 58 59 60 60 61 61 62 63 64 64 65

Pizarro, el Rey de la Baraja Cap´ıtulo III: Tercera regla Con la legitimidad garantiz´o su poder a largo plazo Los oros: legitimidad real Las copas: legitimidad religiosa Legitimidad arbitral Las espadas: legitimidad carism`atica El discurso Un s´ımbolo sint´etico

67 69 70 71 72 74 76

Cap´ıtulo IV: Cuarta regla Personaliz´o la legitimidad La cruz. Un n´ucleo duro identificado

77 81

Cap´ıtulo V: Quinta regla Cre´o una legitimidad diferente Crear una aristocracia dependiente Una nueva ciudadan´ıa. La liberaci´on de los yanaconas La liberaci´on de las Ajllas La fusi´on de las dos legitimidades Las Ordenanzas olvidadas

83 85 86 88 88 89

Cap´ıtulo VI: Sexta regla Decidi´o y ejecut´o los hechos fundamentales La captura de Atahualpa La ejecuci´on de Atahualpa La entrada al Cusco La fundaci´on de Lima La relaci´on con Almagro

91 93 93 95 96 98

Cap´ıtulo VII: S´eptima regla Estudi´o sistem´aticamente la realidad f´ısica y social La extensi´on exagerada debilita el poder Las m´ultiples divisiones del Per´u

99 101 104

Cap´ıtulo VIII: Octava regla Promovi´o y multiplic´o la confusi´on del adversario El norte contra el sur Los yanaconas Los Viracochas. Confusi´on religiosa La llegada espa˜nola intensific´o el conflicto

107 109 109 110 111

Alan Garc´ıa Perez Cap´ıtulo IX: Novena regla Estudi´o profundamente la psicolog´ıa del adversario Almagro. La envidia subordinada Atahualpa. La soberbia Hu´ascar. Desesperaci´on y providencialismo Manco Inca. Credulidad y ambici´on Hernando de Soto. Ambici´on y vanidad Hernando Pizarro. Crueldad y soberbia Pedro de Alvarado. Un adversario temible Juan y Gonzalo. Los menores a proteger Los grupos humanos

113 115 117 120 121 122 124 125 125 127

Cap´ıtulo X: D´ecima regla Acumul´o la confusi´on y las debilidades del adversario Consolidar la retaguardia

129 132

Cap´ıtulo XI: Und´ecima regla Impidi´o la uni´on de los dem´as y evit´o el conflicto irreversible entre los propios

135

Cap´ıtulo XII: Duod´ecima regla Guard´o elementos de negociaci´on La vida de Atahualpa La vida de Hu´ascar La vida de Chalcuch´ımac El poder para Manco Inca

141 143 144 146 147

Cap´ıtulo XIII: Decimotercera regla Mostr´o paciencia y serenidad

149

Cap´ıtulo XIV: Decimocuarta regla Captur´o los centros de acopio

155

Cap´ıtulo XV: Decimoquinta regla Evadi´o las responsabilidades y las atribuyo a otros

159

Bibliograf´ıa

165

Pizarro, el Rey de la Baraja Cronolog´ıa 1492 Llegada de Crist´obal Col´on. 1502 Pizarro desembarca en la isla de La Espa˜nola. 1513 Vasco N´un˜ ez de Balboa y Francisco Pizarro descubren el Oc´eano Pac´ıfico. 1519-1521 Hern´an Cort´es conquista M´exico. 1524-1526 Primer viaje al sur hasta las costas de Colombia. 1526 Pizarro, Almagro y Luque se asocian en la Compa˜n´ıa del Levante. 1526-1527 Segundo viaje hasta Tumbes y el r´ıo Santa. 1528 Huayna C´apac muere de viruela. 1528-1529 Pizarro viaja a Espa˜na. Capitulaciones de Toledo. 1530 Se inicia la guerra entre Hu´ascar y Atahualpa. 1531-1532 Tercer viaje. Llegada a Tumbes. Captura de Atahualpa. 1533 Ejecuci´on de Atahualpa. Llega en noviembre al Cusco. Muerte de Chalcuch´ımac. 1534 Llegada de Pedro de Alvarado al Per´u. 1535 Fundaci´on de Lima. 1536 Insurrecci´on de Manco Inca. 1537 Al retomo de Chile, Almagro toma el Cusco. La u´ ltima entrevista en Mala. 1538 Batalla de Las Salinas. Ejecuci´on de Almagro. 1540 Prisi´on de Hernando Pizarro en Espa˜na. 1541 Asesinato de Francisco Pizarro en Lima. 1544 Rebeli´on de Gonzalo Pizarro contra las Nuevas Leyes de Indias. 1548 Ejecuci´on de Hernando Pizarro.

Alan Garc´ıa Perez

PIZARRO, EL REY DE LA BARAJA Pol´ıtica, Confusi´on y Dolor en la Conquista

Pizarro, el Rey de la Baraja

Alan Garc´ıa Perez

´ TEORICA ´ UNA REFLEXION INICIAL Sistema de Acci´on Pol´ıtica y Sistema Social En su oda ((Los caballos de los conquistadores)), Jos´e Santos Chocano, el poeta modernista peruano, reivindic´o y enalteci´o el rol del caballo en la conquista. Escribi´o: ((¡Los caballos eran fuertes!, ¡Los caballos eran a´ giles!/ Sus pescuezos eran finos/ y sus ancas relucientes/ y sus cascos musicales.../ ¡No! No han sido los guerreros solamente /de corazas y penachos y tizonas y estandartes, /los que hicieron la conquista/ de las selvas y los Andes)). Versos abajo dice: ((Y es m´as digno todav´ıa de las odas inmorta- les/e/ caballo con que Soto, diestramente /y tejiendo las cabriolas como e´ l sabe, /causa asombro, pone espanto, roba fuerzas,/ y entre el coro de los indios,/ sin que nadie haga un gesto de reproche, / llega al trono de Atahualpa y salpica con espumas /las insignias imperiales)). Luego se˜nala: ((Todos tienen menos alma,/ menos fuerza, menos sangre, /que los e´ picos caballos andaluces/en las tierras de la Atl´antida salvaje, /soportando las fatigas /las espuelas y las hambres /bajo el peso de las f´erreas armaduras,/ cual desfile de hero´ısmos,/ coronados entre el fleco de los anchos estandartes/ con la gloria de Babieca y el dolor de Rocinante)). Parafraseemos el poema contradiciendo al poeta. No, no fueron solamente los caballos, pero tampoco la p´olvora o el hierro los que hicieron la conquista. Tal vez su principal y verdadero instrumento fue la capacidad pol´ıtica de Pizarro, quien, con ella, se convirti´o en un rey de hecho sobre este inmenso territorio donde el oro no ten´ıa valor para millones de campesinos ind´ıgenas pero s´ı lo tuvo para el peque˜no grupo europeo que, en el juego de la baraja y los dados, gan´o y perdi´o, una y otra vez, inmensas riquezas. Y quiz´as, a trav´es de ese juego, Pizarro aprendi´o y ejercit´o un sistema o programa de acci´on pol´ıtica y con e´ l construy´o, poco a poco, el sistema material de sociedad que era su objetivo. La acci´on pol´ıtica de un personaje es el conjunto de decisiones, proyectos, motivaciones, relaci´on con otros, e inclusive la imagen que tiene de s´ı mismo y la imagen que quiere proyectar ante los

15

Pizarro, el Rey de la Baraja otros, etc´etera. Un conjunto que el actor totaliza permanentemente como una estrategia para alcanzar y ejercer el poder. Por consiguiente, tiene las caracter´ısticas de un Sistema de Acci´on; es decir, una pluralidad de elementos interdependientes, en interacci´on, vinculados por reglas l´ogicas, que reacciona como un todo ante el exterior y que no se reduce a la suma de esos elementos. Sus partes, las conductas y las reglas que las orientan mantienen una coherencia esencial tanto hacia el exterior, para cumplir sus finalidades, como hacia el interior, buscando estabilidad y equilibrio entre s´ı. Es una estrategia, un plan estructurado, durable y din´amico para actuar. Esto no significa que todo funcione adecuadamente en ese sistema o que todos los elementos contribuyan eficazmente a la acci´on del conjunto. Hay efectos no deseados, imprevistos, disfunciones, etc., pero el actor busca permanentemente totalizar; es decir, integrar y consolidar las partes de su acci´on como un conjunto eficaz. Esa es la funci´on de homeostasis o equilibrio din´amico de la conciencia individual o la propiedad de autorregulaci´on de los sistemas. En este trabajo seleccionaremos algunas de las reglas pol´ıticas o normas con las que Pizarro actu´o permanentemente y que son las partes de su Sistema de Acci´on Pol´ıtica. ¿Fue plenamente consciente de la totalidad y la integraci´on de este? Seguramente fue consciente de cada elemento o regla de acci´on, mas no sabemos si lo fue del conjunto. Pero lo cierto es que aplic´andolo tuvo un e´ xito rotundo, aunque tambi´en lo obtuvo por la incapacidad de los otros actores en juego. Anotemos desde ahora que, en la medida en que un actor pol´ıtico sea consciente del sistema de conexi´on de todas sus reglas de acci´on, su desempe˜no se har´a m´as eficaz. De hecho, Pizarro fue el u´ nico gran estratega en el grupo espa˜nol, en el cual solo existieron algunos t´acticos. En el campo ind´ıgena sobresalen Chalcuch´ımac como pol´ıtico y Rumi˜nahui como estratega, aunque su propuesta de guerra no fuera aceptada por Atahualpa. Este, una vez prisionero, intent´o desplegar una estrategia inteligente pero tard´ıa y en inferioridad de condiciones. Sus otros capitanes fueron esencialmente t´acticos. Y la diferencia es sustantiva, pues como se˜nal´o Cari Von Clausewitz (((De la guerra)). T. 1 -3), la t´actica usa el movimiento militar en las batallas, pero la estrategia usa las batallas para la guerra integral, y el fin de esta no es la mera eliminaci´on del

16

Alan Garc´ıa Perez adversario sino el forzar al enemigo a cumplir la voluntad del estratega. Porque Pizarro buscaba construir un reino material, un sistema territorial y social organizado, un sistema material con un espacio geogr´afico (Estado) en el que le correspondiera el rol de definir los fines colectivos (Pol´ıtica) y donde tuviera el poder de obligar a los otros a cumplir tareas para esos fines (Autoridad). Y para lograrlo utiliz´o un Sistema de Acci´on Pol´ıtica coherente. En este libro pretendemos estudiar la dimensi´on psicol´ogica y estrat´egica de la pol´ıtica y ordenar las reglas, conductas, c´alculos y motivaciones que Pizarro utiliz´o, conscientemente o no, para crear su reino o sistema material. Y veremos c´omo el sistema de reglas que gui´o las acciones de Pizarro cumpli´o hacia los dem´as actores y hacia s´ı mismo las funciones que todo Sistema de Acci´on Social debe tener, seg´un Talcott Parsons. Esas funciones son: la Adaptaci´on respecto al exterior, la precisi´on de los Fines, la Integraci´on de sus partes y la Motivaci´on a trav´es de valores y justificaciones. Adem´as el Sistema de Acci´on Pol´ıtica de Pizarro tambi´en ejerci´o las funciones que han estudiado Gabriel Almond y Bingham Powell en su texto ((Comparative Politics)): la regulaci´on, la extracci´on de recursos para su funcionamiento, la distribuci´on de bienes y honores, la expresi´on y suma de intereses, la elaboraci´on de reglas, la aplicaci´on de estas y adem´as, el reclutamiento pol´ıtico. Todos estos conceptos que provienen de autores como Berthalanffy, Parsons, Almond, Easton, etc´etera, permiten ordenar y pensar de manera adecuada los datos y reglas que, de manera aislada, ser´ıan incomprensibles o in´utiles para analizar de manera integral la conducta pol´ıtica del actor. Esos conceptos son parte fundamental de la ciencia pol´ıtica y son, adem´as, su conexi´on con la psicolog´ıa social y con la historia. Por ejemplo, para superar el empirismo de los hechos aislados y demostrar la interacci´on de las reglas y conductas de Pizarro, podemos ordenarlas de acuerdo al modelo propuesto por Talcott Parsons en su c´elebre texto ((La estructura de la acci´on social)). Para Parsons, la acci´on humana presenta las caracter´ısticas de un sistema porque organiza las relaciones de interacci´on entre el actor y su situaci´on. Pero a˜nade que un sistema para existir y mantenerse debe cumplir,

17

Pizarro, el Rey de la Baraja por lo menos, cuatro funciones elementales. Primero, adaptarse al medio exterior y buscar recursos en e´ l para la acci´on; segundo, buscar y definir los objetivos de la acci´on; tercero, mantener la integraci´on y la coherencia de sus elementos y, finalmente, motivar la conciencia de cada actor con los valores y fines que impulsan el sistema. Parsons presenta esas funciones orden´andolas en una tabla, seg´un si se trata de medios o fines o si son relaciones hacia el exterior o hacia los elementos internos, y lo hace de la siguiente manera:

Relaci´on con el exterior Relaci´on con elementos internos

Medios

Fines

´ ADAPTACION

´ BUSQUEDA DE FINES

´ MOTIVACION

´ INTEGRACION

Utilizando este esquema podemos ordenar las reglas de acci´on pol´ıtica que sigui´o Pizarro y que estudiamos en los quince cap´ıtulos del texto, pero agrup´andolas dentro de cada una de las cuatro funciones. Por ejemplo, forman parte de la funci´on de Adaptaci´on: la constancia (Cap´ıtulo I), la legitimidad (Cap´ıtulo III), promover la confusi´on del adversario (Cap´ıtulo VIII), guardar elementos de negociaci´on (Cap´ıtulo XII), la evasi´on de responsabilidades (Cap´ıtulo XV). Forman parte de la funci´on de B´usqueda de fines: tener objetivos claros para s´ı (Cap´ıtulo II), el estudio sistem´atico de la realidad f´ısica y psicol´ogica (Cap´ıtulo VII-IX) y la construcci´on de una legitimidad aut´onoma (Cap´ıtulo V). Pertenecen a la funci´on de Integraci´on el personalizar la legitimidad (Cap´ıtulo IV), impedir la uni´on de los otros (Cap´ıtulo XI). Y finalmente en el campo de la Motivaci´on se sit´uan: la regla de decidir y ejecutar los hechos fundamentales (Cap´ıtulo VI), y el mostrar paciencia (Cap´ıtulo XIII), etc´etera. Hacer esto nos permite ordenar y sistematizar las reglas de acci´on y, a trav´es de estas, comprender los hechos y las intenciones de

18

Alan Garc´ıa Perez Pizarro. De esta manera puede tenerse una imagen clara y objetiva del sistema de interacci´on entre los hechos y las reglas. De lo contrario el an´alisis se mantendr´ıa en un nivel emp´ırico de recolecci´on de hechos aislados, recogidos por su secuencia temporal pero sin entenderlos por la funci´on que cumplieron, ni por su interacci´on ni por el prop´osito que Pizarro les atribuy´o. Pero el estudio de los sistemas permite incorporar otras ideas. Ludwig Von Bertalanffy, en su ((Teor´ıa general de los sistemas)) in- trodujo un concepto muy importante, el isomorfismo, es decir, la propiedad de varios sistemas de presentar formas id´enticas o com- parables. Ese an´alisis abstracto permite comprender que una c´elula biol´ogica, entendida como un sistema de partes organizadas, cumple, por ejemplo, las mismas funciones sist´emicas que una sociedad pol´ıtica. Por eso hemos distinguido antes que de un lado est´a el Sistema material geogr´afico y humano que Pizarro quer´ıa crear en su gobernaci´on y de otro lado est´a el Sistema psicol´ogico de acci´on, como conjunto de reglas, decisiones o mensajes que explican su conducta. Son dos sistemas paralelos. ¿Logr´o Pizarro una exacta correspondencia entre ambos sistemas, entre sus proyectos y su realizaci´on? En gran parte s´ı, y creemos que ello fue producto de su extraordinaria capacidad pol´ıtica. Pero ¿donde aprendi´o a organizar adecuadamente su forma de acci´on?

Sistema de acci´on pol´ıtica y sistema de reglas de la baraja es˜ panola Sobre este tema creemos u´ til se˜nalar, aunque a primera vista pueda parecer una mera abstracci´on, que existe tambi´en un isomorfismo, una estructura comparable entre el sistema de acci´on l´udica, es decir, las reglas del juego o entretenimiento practicado por Pizarro y las reglas de su acci´on pol´ıtica. Ambos son sistemas, conjuntos de normas y elementos. Ahora bien, el juego es una praxis o trabajo que, en apariencia no es productivo materialmente, pero que es instructivo, ejercita y ense˜na a formalizar el an´alisis. Y es posible que Pizarro, que fue analfabeto y sin ninguna cultura seg´un los testimonios. tuviera en la baraja espa˜nola, el tresillo y en juegos anteriores

19

Pizarro, el Rey de la Baraja de los que fue gran practicante, unos instrumentos de aprendizaje del c´alculo estrat´egico que despu´es aplic´o, consciente o inconscientemente, en su pr´actica pol´ıtica. Pizarro no fue un ajedrecista tal cual lo fue Napole´on. Los cronistas mencionan a otros conquistadores, como De Soto, que s´ı lo fueron y que, inclusive, habr´ıan ense˜nado las reglas del ajedrez a Atahualpa durante la prisi´on. Pero Pizarro dedicaba, seg´un los testigos, muchas horas al juego de naipes. Este, que es una suma de azar y c´alculo, ense˜na m´as sobre la decisi´on y la audacia que sobre las posiciones en las que adiestra el ajedrez. Las cartas se˜nalan una jerarqu´ıa de oros, copas, espadas y bastos; es decir, legitimidad real, religi´on, fuerza y pueblo. Y adem´as, el azar en la distribuci´on inicial de las cartas coincide con el providencialismo; es decir, con el designio incomprensible de Dios como explicaci´on de la historia, que era lo aceptado por los actores en el momento de la conquista. Adicionalmente, sus reglas y posibilidades son protorreglas pol´ıticas, por ejemplo el ((penetro)) del cuarto jugador que no juega en el origen pero puede intervenir posteriormente, la ((voltereta)) del que ((entra)) y decide tomar la primera carta del mazo y de esta manera determina cu´al es el nuevo palo al que se jugar´a. Tambi´en la estrategia del que se reserva, deja jugar al ((contrahombre)) y adopta el rol del ((mingo)) o tercero para saltarse el orden; o el ((dar codillo)) al jugador inicial mostrando las ((cinco bazas)), el ((jugar m´as)) forzando la apuesta, el canje de los naipes, etc´etera. Todas estas reglas ejercidas cotidianamente sobre la mesa de juego, ¿acaso condicionaron isom´orf´ıcamente el sistema de acci´on pol´ıtica del conquistador? Es muy probable. Pero en la acci´on pol´ıtica de Pizarro distinguiremos su sistem´atico trueque de personas y objetivos, acumulando siempre mayor valor, su afici´on a ocultar el juego de sus fines present´andolos confusamente, como en una ((voltereta)). Adem´as su regla de participar e´ l mismo en los hechos fundamentales para sustentar su legitimidad ((partiendo siempre la baraja)) o en el actuar como el cuarto, que de ser un mero distribuidor de cartas pasa a ser el nuevo jugador en el ((penetro)). Algo similar a esto hizo cuando, negociando con Almagro, Luque y la Corona termin´o alz´andose con la mesa de las Capitulaciones de Toledo y la ganancia. Estudiando las reglas del tresillo el lector ver´a c´omo, cuando Pedro

20

Alan Garc´ıa Perez de Alvarado lleg´o sorpresivamente al Per´u dispuesto a dejar sin reino a Pizarro, este, que debi´o hacer el rol de ((contrahombre)) respondiendo al juego, envi´o a Almagro y se reserv´o la respuesta, cumpliendo el papel del ((mingo)) o tercero en jugar, con lo que finalmente gan´o las naves y los soldados de Alvarado. Y como esos hay muchos y sugestivos ejemplos adicionales. En todo caso, Pizarro, que no fue un estudiante de Salamanca como Cort´es, ni un latinista como Sarmiento de Gamboa ni un docto en contabilidad como el tesorero Riquelme, tal vez obtuvo de su larga experiencia y de su afici´on a la baraja espa˜nola mucho de su paciencia, constancia, astucia, c´alculo pol´ıtico y decisi´on, caracter´ısticas todas que, articuladas en un sistema de acci´on pol´ıtica, le permitieron alcanzar, contra todo pron´ostico, los objetivos que logr´o. En este trabajo buscamos formalizar esas reglas del juego pol´ıtico. Ciertamente este es un an´alisis complicado porque para Pizarro cada uno de los otros actores pod´ıa ser un naipe, una mano o un contrincante, o todo ello a la vez. As´ı pues, intentamos identificar las reglas de acci´on pol´ıtica con las que Pizarro acometi´o sus objetivos y presentarlas sistem´aticamente. Por eso este libro no es una novela ni una biograf´ıa. En estas, normalmente, los hechos se presentan en orden hist´orico para que el lector saque las conclusiones e´ l mismo. Aqu´ı, por el contrario, agrupamos los hechos en tomo a cada una de las reglas de acci´on y de esa manera mostramos expl´ıcitamente su finalidad dentro de la estrategia integral. Por tal raz´on el lector encontrar´a una cierta repetici´on de episodios y conceptos en los diferentes cap´ıtulos y pedimos por ello anticipada disculpa. Eso obedece a que cada uno de los hechos cumple un prop´osito o una funci´on en una o en varias de las reglas de la estrategia pizarrista. Cada acci´on o hecho es polivalente, sirve para la adaptaci´on al medio y al mismo tiempo puede servir para cualquiera otra funci´on, sea esta la integraci´on o la motivaci´on. Por eso, un mismo hecho se explicar´a en varios cap´ıtulos, pero para un fin distinto; por ejemplo, la liberaci´on de los yanaconas, que sirvi´o para crear una nueva ciudadan´ıa en el Capitulo V y como medida que aument´o las contradicciones andinas en el Cap´ıtulo VIII. Tambi´en la figura de Almagro al que se presentan proposiciones 21

21

Pizarro, el Rey de la Baraja contradictorias (Cap´ıtulo II) y luego, en el estudio psicol´ogico que de e´ l hizo Pizarro (Cap´ıtulo IX); adem´as a Hu´ascar, cuya vida fue un elemento de negociaci´on (Cap´ıtulo XII) y en las im´agenes confusas que recibi´o (Cap´ıtulo II); a Maisa Huilca, cuyos hechos se estudian al tratar la soberbia de Atahualpa (Cap´ıtulo IX) pero tambi´en al estudiar la paciencia de Pizarro (Cap´ıtulo XIII). Una advertencia final. No soy pizarrista. Dir´e que estoy lejos de serlo, pues no olvido que la conquista fue un proceso brutal ni creo que el fin justifique los medios. Aqu´ı me limito a estudiar si el actor tuvo o no la capacidad para organizar sus acciones y alcanzar sus objetivos. Y la tuvo porque no fue el analfabeto y b´arbaro elemental, a´ vido de riqueza, que describe su leyenda negra, como s´ı lo fueron muchos de sus acompa˜nantes. Tampoco soy antipizarrista, porque ubico al personaje en su tiempo y en su mundo psicol´ogico. Como advert´ıa el filosofo Baruch Spinoza, el prop´osito es: ((No re´ır, no llorar, sino comprender)). Evidentemente, cinco siglos despu´es la pol´ıtica exige mayor transparencia moral y democracia, pero no podemos medir a Pizarro con esos criterios actuales y menos aun en medio de su acci´on militar, juzgando desde ellos ahora sus t´ecnicas para alcanzar y mantener el poder. Y no perdamos de vista que, aun hoy, cinco siglos despu´es, los gobernantes, inclusive con prop´ositos loables como el desarrollo y la justicia, agitan pasiones, ocultan las malas noticias, emiten im´agenes calculadas, dosifican la oportunidad, unen sus fuerzas y dividen a los adversarios. Peor todav´ıa, otros gobernantes pasan la l´ınea del exceso o del crimen y usan las im´agenes para destruir a los adversarios, maniobran psicosocialmente o, m´as burdamente, abusan del poder para exterminar f´ısica o jur´ıdicamente a los rivales. A veces lo logran, pero s´olo por un tiempo, pues como demuestra la experiencia de Pizarro, casi todo puede hacerse con la pol´ıtica y sus buenas o malas artes, pero no el durar para siempre.

22

´ INTRODUCCION

CONCEPTOS GENERALES

23

Alan Garc´ıa Perez

Autonom´ıa y primac´ıa de la pol´ıtica Un objetivo de este libro es comprobar el alto nivel de autonom´ıa de ((la pol´ıtica)) y su importancia en los acontecimientos humanos, y hacerlo con el estudio de las ideas, los proyectos y las decisiones de Francisco Pizarro, conquistador del Per´u. Seguimos la l´ınea te´orica que en los u´ ltimos decenios ha ido afirmando, cada vez con m´as fuerza, la idea de que la acci´on pol´ıtica como instinto de poder, voluntad de direcci´on o conflicto de grupos y e´ lites, es independiente de los factores econ´omicos, religiosos o tecnol´ogicos. Y es que, a lo largo de la historia de la filosof´ıa y de la sociolog´ıa se busc´o explicar los hechos pol´ıticos y los procesos sociales desde un punto de vista providencial, como ejecuci´on de la voluntad y de los prop´ositos divinos. Era la tesis de San Agust´ın y con ella se interpret´o la conquista por varios cronistas, como Sarmiento de Gamboa y Garcilaso de la Vega. Despu´es cobr´o enorme importancia la explicaci´on economicista de que la acumulaci´on de la riqueza econ´omica o de la propiedad de los medios de producci´on es lo que determina y explica el porqu´e de las decisiones pol´ıticas. Tal fue el aporte del marxismo. Pero esa tesis reductiva dejaba de lado factores b´asicos como la dimensi´on psicol´ogica, el af´an por el prestigio y el instinto por la direcci´on social, as´ı como la habilidad desplegada por el actor para tales objetivos. Por ello, en los u´ ltimos a˜nos, la acci´on pol´ıtica y la ciencia del poder han comenzado a ganar independencia respecto a otros factores y ya no son definidas como un efecto necesario, un epifen´omeno o, como peyorativamente se la llam´o, una ((superestructura)) de la econom´ıa. La acci´on pol´ıtica como competencia, distribuci´on y ejercicio del poder para dirigir las sociedades y decidir en su nombre logrando la obediencia del conjunto social, ha ido cobrando cada vez mayor autonom´ıa. Esa es la tesis central de este libro. La tecnolog´ıa militar, la riqueza europea y el conocimiento con valor econ´omico eran importantes en el siglo XVI, pero hubiera sido imposible cumplir la conquista solo con ellas o lo hubiera sido con un mayor costo humano y en un plazo mucho m´as largo. La toma del Per´u fue posible por la capacidad pol´ıtica de Pizarro, su acertada e inmediata identificaci´on del poder existente en los grupos y personas, su capacidad para interpretar, planificar y anticipar sistem´aticamente los

25

Pizarro, el Rey de la Baraja hechos y adem´as, por su astucia; valores pol´ıticos de tanto poder en la historia como la acumulaci´on de recursos econ´omicos y medios productivos o como el avance tecnol´ogico. El lector responder´a que sin los caballos, la p´olvora y el hierro, Pizarro no habr´ıa logrado su objetivo. Es posible, pero tal cual demuestran otros fracasados esfuerzos de conquista, como los de Pascual de Andagoya o Alonso de Ojeda, todos esos factores no fueron suficientes sin un verdadero hombre pol´ıtico actuando en la escena. En todo caso, eso tambi´en comprueba que la econom´ıa, la tecnolog´ıa y la capacidad pol´ıtica son valores equivalentes e independientes y que ninguno es un simple reflejo de los otros. Fue la extraordinaria capacidad de Pizarro para constituir una e´ lite y dentro de ella un ((n´ucleo duro)); su habilidad para mantener confundido al adversario y para desplazar simb´olica y psicol´ogicamente sus responsabilidades sobre el oponente lo que le dio inmensa ventaja. Un lector economicista o marxista dir´a que la elite de la propiedad y de la riqueza es siempre la due˜na de las decisiones, pero eso solo ser´a cierto si no existe en la escena un pol´ıtico profesional como Pizarro, Lenin o muchos otros en la historia y si otros factores como la cultura y la religi´on no tienen m´as fuerza que la econom´ıa en la situaci´on concreta. Ahora bien, es cierto que en las decisiones pol´ıticas existe siempre una gran tensi´on entre dos elementos: de un lado la toma de las decisiones o el dirigir los objetivos de la sociedad, que es la labor de un grupo o excepcionalmente de una persona y, del otro lado, la capacidad de presi´on y movilizaci´on que pertenece a todos, pues como Talcott Parsons se˜nal´o, el poder, como el dinero, es un medio circulante del que participan todos en mucha, mediana o peque˜na cantidad. As´ı, la tensi´on entre quien dirige y la voluntad generalizada de quienes tienen una cuota mayor o menor del poder es un tema fundamental de la ciencia de la pol´ıtica. Pizarro administr´o mejor que Atahualpa y que otros jefes ind´ıgenas o espa˜noles esa tensi´on gracias a las alianzas que logr´o o a la desuni´on que multiplic´o, y de all´ı su r´apido triunfo. Pero continuemos por ahora reivindicando el rol creador de la pol´ıtica por s´ı misma. Doscientos a˜nos antes de Cristo un reh´en aqueo, prisionero en Roma, estudi´o y describi´o la autonom´ıa de la pol´ıtica y de las instituciones pol´ıticas para generar movimientos

26

Alan Garc´ıa Perez sociales independientemente de las condiciones econ´omicas. Fue Polibio quien, en los textos de su ((Historia general)), explic´o c´omo cada una de las instituciones pol´ıticas tiene, por su propia organizaci´on o estructura, un proceso de vida y de autodestrucci´on que obliga a su desaparici´on y a su sustituci´on por una instituci´on distinta en una sucesi´on circular indetenible. Polibio explic´o que, a la figura de un ((rey filantr´opico)) que toma decisiones generosas y acertadas en nombre de toda la sociedad, sucede inevitablemente la imagen o presencia del ((tirano)), como poder individual rodeado de intereses familiares y grupales que pervierte la figura del reinado. Ante esta situaci´on, un grupo esclarecido, selecto, a veces religioso, tal vez militar, pol´ıtico o intelectual, asume la responsabilidad de derrocar al tirano constituy´endose como una ((aristocracia iluminada)) que gobierna en beneficio a todos. Pero el destino de esta instituci´on es convertirse en, o aparecer ante la sociedad como una oligarqu´ıa de intereses particulares, sectoriales, lo que lleva, en consecuencia, a una insurrecci´on general de protesta, tras la cual nace la ((rep´ublica democr´atica)), que pretende ser expresi´on y decisi´on de todos en beneficio del conjunto social. Sin embargo, esta instituci´on por su pluralidad culmina en la anarqu´ıa, en la llamada ((oclocracia)) o gobierno de la plebe y del desorden. En esta circunstancia una nueva personalidad decidida e iluminada asume nuevamente el rol del monarca generoso y ordenador. Despu´es de esto, el ciclo recomienza. Seg´un Polibio, esta sucesi´on de instituciones explica muchos de los hechos y problemas pol´ıticos, independientemente de la propiedad de las tierras o de la acumulaci´on de la riqueza bancaria de las ciudades griegas y sociedades antiguas que e´ l estudi´o. Y sus estudios hist´oricos comprueban que la pol´ıtica en s´ı misma, como inteligencia y capacidad de creaci´on de espacios de poder o como la perversi´on de las instituciones por su propia estructura, es independiente de la econom´ıa y de los designios divinos. Continuando esa perspectiva, Wilfredo Pareto, en su c´elebre ensayo ((Rise and fall of the elites)) de 1901, formul´o en el siglo XX su novedosa teor´ıa de las e´ lites. Seg´un Pareto, como las decisiones y la direcci´on no pueden tomarlas ni ejercerlas todos al mismo tiempo, deben ser algunos, unos pocos, los que asuman ese papel, constituyendo una e´ lite que dirige la sociedad hasta ser desplazada por

27

Pizarro, el Rey de la Baraja otra que va constituyendo su homogeneidad, con lo que se cumple su teor´ıa de la circulaci´on de las e´ lites. La historia pol´ıtica resulta as´ı un cementerio de elites de acuerdo con Pareto, las e´ lites no son necesariamente econ´omicas o de acumulaci´on de medios productivos, como el marxismo afirm´o en el siglo XIX, sino que puede tratarse tambi´en de e´ lites religiosas, de e´ lites intelectuales, de e´ lites militares o de fuerza, que asumen la direcci´on de la sociedad para verse a su turno desplazadas por otras nuevas. Seg´un el autor, la pol´ıtica tiene como motor esencial el conflicto de las e´ lites. El lector economicista puede responder que la carest´ıa, el des- empleo, la necesidad de acumular o redistribuir es el tema fundamental. En algunos casos lo es. Pero aqu´ı el tema es comprender por qu´e un grupo o una persona determinados toman la decisi´on y por qu´e son ellos y no otros los que por el momento act´uan en nombre de todos. Ese es el an´alisis pol´ıtico. Y no tiene como una respuesta f´acil la que el marxismo vulgar ofrece. Antonio Gramsci, el mayor intelectual marxista en la Italia de entreguerras, se preguntaba en la c´arcel por qu´e el cambio pol´ıtico al socialismo no se produc´ıa all´ı si las condiciones econ´omicas, seg´un e´ l, ya estaban dadas. Y debi´o concluir admitiendo que ello era producto de que la e´ lite hab´ıa capturado la cultura, el mundo de la formaci´on y trasmisi´on de las ideas ((org´anicas)) dentro del Bloque Hist´orico; en otras palabras, acept´o que el dominio del pensamiento, de las iniciativas, de la persuasi´on, es decir, la pol´ıtica, era tan o m´as importante que la acumulaci´on de la riqueza y de la producci´on. Eso ya lo hab´ıa demostrado Lenin decenios antes, sin aceptarlo conceptualmente, al adue˜narse del poder en Rusia con un peque˜no equipo pol´ıtico profesional, proporcionalmente mucho m´as peque˜no que el de Pizarro en el Tawantinsuyo. As´ı, quienes creen, en el caso del conquistador, que la fuerza militar fue lo fundamental, reducen la historia a un an´alisis muy simple y previo a las inteligencias de Polibio, Pareto o Gramsci. Ni la realidad ni la historia tienen respuestas tan simples. Finalmente y entre otros autores, mencionemos a Robert Dahl, quien desarrollando las ideas de Parsons formul´o su tesis de la ((poliarqu´ıa)), seg´un la cual es verdad que el poder est´a distribuido desigualmente, pero de tal forma que todos participan de e´ l. En su c´elebre texto ((¿Qui´en gobierna?)), que estudia las decisiones admi

28

Alan Garc´ıa Perez nistrativas y pol´ıticas en Durham, New Hampshire, Dahl lleg´o a la conclusi´on de que las decisiones nacen por la coincidencia de la opini´on y por la presi´on de muchos y en algunas ocasiones de casi todos. No hay una sola e´ lite; el poder es un continuo del que todos tienen algo, unos much´ısimo, otros menos, tal como ocurre con la posesi´on del dinero. Pero sumados los muchos pueden equilibrar o superar a quienes aparecen como todopoderosos. Pizarro lo com- prendi´o, como veremos, estudiando los cientos de curacazgos recientemente conquistados por la etnia inca frente a los que el poder de la e´ lite cusque˜na manten´ıa un enorme espacio; comprendi´o que sin ayuda de la rueda y de la conducci´on animal, este poder era precario y mucho m´as si tal etnia estaba dividida por conflictos. Parte de su juego pol´ıtico fue impedir la uni´on de algunos o de casi todos esos componentes. Los cuatro autores mencionados han rescatado la autonom´ıa de la pol´ıtica respecto a la econom´ıa y la riqueza, pero tambi´en respecto a la tecnolog´ıa y al providencialismo divino con los que se explic´o, por mucho tiempo, el movimiento de las instituciones y de las decisiones pol´ıticas. Y a ellos podr´ıamos agregar a los propios autores economicistas o marxistas como el mismo Engels, que al explicar, por ejemplo, el fen´omeno del bonapartismo o tipo de Estado que se pone por encima de las clases sociales, caen en el c´ırculo vicioso y la confusi´on. Es, pues, en esta l´ınea de an´alisis, que estudiaremos la estructura pol´ıtica del pensamiento de Pizarro, la cual le permiti´o, con habilidad y facilidad sin precedentes, la conquista de un inmenso territorio, el mayor de todos los conocidos. Y para ello utilizaremos tambi´en algunos de los an´alisis formulados por Maquiavelo. Nicol´as Maquiavelo (1460-1527) escribi´o, a inicios del siglo XVI, ((El Pr´ıncipe)), que en s´ıntesis es un estudio de los m´etodos, los objetivos y las leyes de la Ciencia del Poder, que el florentino defini´o como la t´ecnica de adquirir, conservar y ejercer el poder. Estudi´o las leyes de esa ciencia, separ´andolas de la voluntad divina o de la perspectiva moral y limit´andose, seg´un afirm´o, a estudiar la verit´a effettuale de la cosa, es decir, el an´alisis objetivo de las acciones que permiten acrecentar y ejercer el poder sobre las sociedades. Pero Maquiavelo, al formular estas ideas, lo hizo tras estudiar la

29

Pizarro, el Rey de la Baraja geograf´ıa y el tiempo pol´ıtico italianos, que parec´ıan reproducir la dispersi´on de las ciudades estado griegas y sus conflictos en los siglos previos a la era cristiana. Fue esa circunstancia la que le permiti´o, mejor que otras experiencias, analizar los movimientos, las competencias y las acciones que conducen al poder, sin convertirse en juez moral de esas acciones y limit´andose a considerar su efectividad. Al comenzar el siglo XVI, Italia ten´ıa cinco estados; adem´as tres potencias europeas participaban de sus decisiones y exist´ıan tambi´en numerosas ciudades independientes las unas de las otras. En pocos a˜nos se hab´ıan sucedido cuatro papas: Alejandro, Sexto, P´ıo, Julio, Segundo y Le´on, todo lo cual signific´o un mundo de confusi´on, intriga y desorden. Era el reino de la iniciativa pol´ıtica. Para disciplinar tal confusi´on, Maquiavelo propuso la construcci´on de un Estado u´ nico, una monarqu´ıa que subordinara a las oligarqu´ıas, a los caudillos y a las ciudades con el prop´osito de lograr mayor orden social y disminuir as´ı las guerras y la destrucci´on. Esa fue su motivaci´on ((altruista)). Entonces, lo que parece un conjunto de consejos despiadados y fr´ıos, llamados despu´es ((maquiav´elicos)), tuvo como objetivo central construir un Estado Italiano, como ya hab´ıa ocurrido en esos a˜nos en Francia, con Francisco I, o como tambi´en ocurri´o con la unidad de Castilla y de Arag´on y la del Imperio Espa˜nol-Alem´an, dirigido por Carlos I de Alemania o Carlos V de Espa˜na. Pero ese proceso demorar´ıa todav´ıa cuatro siglos en Italia. Maquiavelo propuso la uni´on pol´ıtica, como lo hizo en Grecia Filipo II, padre de Alejandro el Magno, permitiendo con esa unificaci´on la expansi´on posterior del helenismo hacia el Asia Menor, Persia y la India. En 1513, el posible a˜no de redacci´on de ((El Pr´ıncipe)), Francisco Pizarro cumpl´ıa ya nueve a˜nos en el Nuevo Mundo, primero en La Espa˜nola (Rep´ublica Dominicana) y luego en Panam´a, donde particip´o en el descubrimiento del Oc´eano Pac´ıfico como lugarteniente de Vasco N´un˜ ez de Balboa.

El big bang ideol´ogico del siglo XVI en la conquista Ciertamente Pizarro, que fue analfabeto, no pudo leer a Maquiavelo, pero actu´o como si lo hubiera hecho gracias a sus condiciones psicol´ogicas, su conocimiento de los seres humanos y su

30

Alan Garc´ıa Perez razonamiento pol´ıtico, tal como lo comprobaremos al estudiar las quince reglas orientadoras de su acci´on. Pero hay algo m´as que no debemos olvidar. Cada uno de los espa˜noles descubridores y conquistadores, codiciosos y racistas o, en otros casos, fan´aticamente religiosos e impregnados de ambici´on hist´orica, representaban, sin saberlo, uno de los momentos m´as importantes y estelares de la historia humana. Cada uno de ellos expresaba el big bang social y psicol´ogico del Renacimiento. No solo fue el af´an por el oro y la ambici´on de dominio social. Fue mucho m´as. Que Pizarro era analfabeto es verdad, pero m´as del ochenta por ciento de la poblaci´on europea tambi´en lo era, por la simple raz´on de que la imprenta de Gutemberg solo hab´ıa comenzado su trabajo diez a˜nos antes del nacimiento de Pizarro. Sin embargo, el mundo consciente e intuitivo de una sociedad o el de un personaje no puede reducirse a la graf´ıa. Eso es tan absurdo como afirmar que antes de la escritura no exist´ıan ni la filosof´ıa ni la creaci´on po´etica. Adem´as, la cultura de la e´ poca era grupal, aldeana y con uno que en la hueste supiera leer ser´ıa suficiente y a ese escuchar´ıan los dem´as en tomo al fuego, en un campamento militar. As´ı, el libro y las informaciones le´ıdos por el alfabetizado eran intermediados oralmente para los dem´as. Un actor social cumple un papel y expresa un significado mucho mayor que el de sus prop´ositos conscientes. De la misma manera, reducir la acci´on colectiva de la conquista a la codicia o a la ambici´on de cada actor es condenar el an´alisis hist´orico y social al individualismo ((evennementiel)) m´as emp´ırico. He llamado big bang a la explosi´on inicial del Renacimiento que dio voluntad y sentido a cada actor y prest´o un significado a sus acciones gracias a m´ultiples contenidos: 1. Cop´emico y Galileo hab´ıan revolucionado la ciencia y la posici´on del hombre y la del propio Dios demostrando el giro de la tierra alrededor del sol; 2. Desde 1470 la aparici´on de la imprenta hab´ıa democratizado la cultura y las ideas, incluida la Biblia, abriendo paso a la libre interpretaci´on y lanzando la idea b´asica de la libertad y de la individualidad; 3. El Estado Nacional integraba la dispersi´on de los feudos, surgiendo como nuevo actor hist´orico, y en Espa˜na la unificaci´on pol´ıtica se dio tras la reconquista de los territorios a´ rabes con la ca´ıda del

31

Pizarro, el Rey de la Baraja Reino de Granada en 1492; 4. Con ello, el viejo esp´ıritu de las Cruzadas y el af´an de recuperaci´on de los Santos Lugares como e1 prop´osito de lucha contra los infieles se fortalecieron otra vez; 5. La Reforma de Lutero inici´o desde 1517 el debate religioso en Europa, aunque fuera despu´es violentamente reprimida en Espa˜na; 6. El avance de las artes, la medicina, la mec´anica, del estudio del cuerpo humano y del conocimiento de la historia y la geograf´ıa constituyeron un arma psicol´ogica fundamental para los aventureros ante pueblos ajenos a todo ese avance; 7. El triunfo de Carlos V sobre Francisco I de Francia, en Pav´ıa en 1524, hab´ıa devuelto el aura de invencibilidad a los espa˜noles, y 8. Aunque ingresando al Renacimiento, los libros de caballer´ıas que enloquecieron al Quijote eran los m´as difundidos, entre ellos y como principal, el Amad´ıs de Gaula (Irving Albert Leonard. ((Los libros del Conquistador)). 1953). Pero la introducci´on de este y otros en Am´erica fue prohibida por la Corona desde 1500 para evitar el conflicto y el a´ nimo de aventura. Todo esto formaba la ((personalidad b´asica)) del conquistador promedio, usando el concepto de Abraham Kardiner. Por tanto, el conocimiento no estaba ya determinado y cerrado como en los siglos anteriores, tampoco lo estaban la riqueza y el poder. Siempre estar´ıan ((m´as all´a)). Era la mentalidad de la causa y el efecto, la actitud de la explicaci´on natural y la investigaci´on, y ante los problemas, de la pregunta ((qu´e hacer)), que encontr´o en el mundo ind´ıgena otra distinta, que Zvetan Todorov ha sintetizado en ((c´omo saber)), interrogante que busca descifrar los signos sobrenaturales y aquello que est´a predeterminado. Con ese impulso, el big bang, la conquista fue en gran parte un escenario mitol´ogico y quijotesco para los propios actores. Tal vez por eso Cervantes, que public´o ((El Quijote)) ochenta a˜nos despu´es, pidi´o por dos veces a la Corona alg´un humilde empleo en el Per´u. Como el Renacimiento, la conquista fue una irrupci´on de individualidades con inmensa vitalidad. No se comprende de otra manera la presencia de personajes como Pedro de Alvarado, que prepar´o tras su presencia en el Per´u una expedici´on para conquistar China, ni la de Sarmiento de Gamboa, que propuso construir ciudades y cadenas para bloquear a los ingleses y franceses el Estrecho 32

Alan Garc´ıa Perez de Magallanes y termin´o conferenciando en persona y en lat´ın con Isabel de Inglaterra, o a De Soto, que march´o a La Florida y m´as all´a, hasta descubrir el r´ıo Mississippi; o al casi desconocido portugu´es Aleixo Garc´ıa, que en 1524, con dos mil indios guaran´ıes, lleg´o por el sur y antes que nadie al Tawantinsuyo, a trav´es de la actual Bolivia. Esta recapitulaci´on es importante, pues en el estudio sobre Pizarro existen dos tendencias: la de los pizarristas te´oricos, como Porras Barrenechea o Del Busto, y la de los furiosos antipizarristas, que atacan moralmente la crueldad y los fundamentos de la conquista. Pero esa discusi´on solo reproduce las ya entabladas en muchos casos y sobre otros personajes. Ocurri´o as´ı en el ejemplo extremo de Hitler, cuyo m´as importante bi´ografo, Alan Bullock (((Hitler, A study in tiranny))), lo defini´o en su primera versi´on como un aventurero sin principios, impulsado solo por su af´an totalitario de poder, abusando de la exageraci´on para movilizar los instintos y pasiones. Pero a e´ l respondi´o otro ingl´es, por tanto insospechable de simpat´ıa por Hitler, Hugh Trevor-Roper (((Hitler’s table talks)) y ((Hitler’s place in history))) explicando que Hitler s´ı tuvo objetivos ideol´ogicos y convicciones y que sus acciones expresaban esas creencias y lo expuesto en ((Mein Kampf)). Esta u´ ltima es la perspectiva m´as acertada, porque no existe en la sociedad un deseo de poder o dominio desnudo de inspiraci´on ideol´ogica o creencia, sea esta equivocada o no. El actor pol´ıtico tiene siempre una convicci´on y normalmente esta va m´as all´a de su propia personalidad. Se pretende altruista, portador de un mensaje general y puede serlo en el sentido racional, sinti´endose promotor de las condiciones econ´omicas y la reivindicaci´on del pueblo por la redistribuci´on econ´omica o tal vez el mensajero de la superioridad espiritual y racial. Pero el actor pol´ıtico afirmar´a siempre ante s´ı mismo su rol y su convicci´on, promoviendo con su propia f´e la aceptaci´on posterior o el respaldo social que solo son posibles cuando el emisor o l´ıder est´a, a su turno, convencido. En el caso de los conquistadores la labor ((expansiva)), ((misionera)) o ((civilizadora)) fue parte de su fuerza. Y Pizarro lo expres´o y sintetiz´o con capacidad pol´ıtica. 33

33

Pizarro, el Rey de la Baraja Por todas estas razones, a comienzos del siglo XVI, los descubridores y conquistadores comprend´ıan que la acci´on sobre la realidad no es solo la mera aplicaci´on de normas tradicionales o de la aparente voluntad divina. Se sent´ıan creadores. Por tanto, para ellos, la decisi´on pol´ıtica, como ciencia o como t´ecnica del poder pas´o a cobrar un important´ısimo papel.

¿Por qu´e la pol´ıtica fue el arma fundamental? El objeto de este libro es demostrar que el hecho asombroso por el que 168 hombres pudieron superponerse a la etnia cusque˜na, integrada por cien mil personas que, a su turno, dominaba a ocho o diez millones de habitantes en el actual Per´u, no puede explicarse solamente por factores tecnol´ogicos, como la p´olvora o el hierro que los ind´ıgenas no conocieron ni utilizaron como metal. No puede tampoco explicarse por el uso de los caballos o por la escritura que permite una comunicaci´on compleja, ni por el conocimiento hist´orico del mundo que los europeos trajeron adem´as de sus descubrimientos cient´ıficos, astron´omicos y anat´omicos. Por otra parte, el limitado alcance y escasa precisi´on del primitivo arcabuz, anterior al mosquete que solo llegar´ıa al Per´u en 1548, al final de la guerra civil, descarta que tuviera una decisiva influencia, salvo por el gran estruendo, explosi´on o illapa inicial. Todos esos factores fueron importantes, pero esencialmente mec´anicos. En ning´un caso explican por qu´e 106 soldados de infanter´ıa y 62 de caballer´ıa, llegados en tres carabelas en diciembre de 1530, pudieran abrirse camino tan f´acilmente en un inmenso territorio, totalmente desconocido, y que, despu´es de unos meses y apenas en una hora, resultaran la e´ lite dominante total. Sin la inspiraci´on y el planeamiento pol´ıtico las fuerzas mec´anicas son inertes. Recordemos que solo en la zona norte, recorrida por Pizarro desde enero de 1531 hasta el 16 de noviembre de 1532, viv´ıan m´as de un mill´on de varones adultos en capacidad de portar armas, y que a lo largo de las quince jomadas de camino hasta el Cusco, pod´ıa vivir otro mill´on de adultos capaz de participar activamente en la lucha contra los espa˜noles. Cuando Atahualpa, seg´un los cronistas, inform´o a Pizarro sobre la ubicaci´on del Cusco y de Pachacamac, le se˜nal´o que unos chasquis o mensajeros de relevo pod´ıan llegar en

34

Alan Garc´ıa Perez cinco d´ıas desde Cajamarca hasta el Cusco y que si fuera el mismo grupo o la misma persona los que hicieran ese camino, les bastar´ıan quince jomadas. T´ecnicamente esto significa que e´ n quince d´ıas apenas los pobladores del valle del Cusco y del sur hubieran podido marchar sobre Cajamarca. La pregunta sigue entonces vigente: ¿Qu´e permiti´o a Pizarro el dominio total del territorio y en tan poco tiempo? El caballo como instrumento de guerra, y como animal desconocido y asombroso fue muy importante, Chocano dixit, pero aqu´ı pudo ser contrarrestado en las zonas de la cordillera, en las que, por no existir llanuras, no era posible desplegar su enorme fuerza de tanque militar de la e´ poca. El cronista Alonso Enr´ıquez de Guzm´an dice en su ((Libro de la vida y costumbres de don Alonso Enr´ıquez de Guzm´an)): ((Tienen gran temor a los caballos pero tienen una gran defensa en la sierra)), en la que ((las galgas o ((derrumbes provocados)) impiden su acci´on. Y eso fue comprobado por las tropas de Titu Yupanqui, que, cuatro a˜nos m´as tarde, exterminaron mediante las galgas, en los pasos de la cordillera, cuatro expediciones enviadas desde Lima con m´as de doscientos cincuenta espa˜noles, en ocasi´on del sitio del Cusco. En las monta˜nas, cabe agregar, la eficacia de la p´olvora y del ca˜no´ n tambi´en se ve disminuida. Y como menciona el mismo Enr´ıquez, la honda ((es poco menos que un arcabuz)), siendo ((capaz de partir una espada a treinta pasos de distancia)). Francisco L´opez de Gomara explica adem´as que ((Rumi˜nahui hacia huecos en la tierra contra los caballos)) y Pedro Pizarro describe c´omo los canales del r´ıo Patacancha, afluente del Yucay en el Cusco, fueron abiertos para inundar el campo y hacer imposible el movimiento de los caballos durante el asedio de Ollantaytambo en 1536. Entonces, si la sierra, la sorpresa y las piedras ten´ıan tal eficacia, ¿C´omo ascendi´o la cordillera sin contratiempos el grupo de Pizarro? Lo hizo, como veremos, gracias a las informaciones o ((publicidad)) que emit´ıa Pizarro hacia Atahualpa y tambi´en a la ayuda de los grupos ind´ıgenas aliados, que le impidieron caer en tales emboscadas. Despu´es de la acci´on decisiva de Cajamarca fue m´as simple el avance de Pizarro sobre todo el territorio del actual Per´u, pues hab´ıa tomado lo que Karl Deutch denomina ((los nervios del Poder)) o lo que en su ((T´ecnica del golpe de estado)) Curzio Malaparte destaca

35

Pizarro, el Rey de la Baraja como el aporte de Trotsky: hab´ıa capturado los medios de comu- nicaci´on (trenes, tel´egrafos, radios) y el comando central, que en este caso eran la persona f´ısica de Atahualpa, como el origen y meta de toda las decisiones e informaci´on. En toda organizaci´on milenarista y vertical, la captura del jefe paraliza y descompone lo que parec´ıa muy organizado. Pizarro fue consciente de ello, entre otras cosas, y esa es la respuesta a la pregunta. Y el arma principal fue su enorme habilidad pol´ıtica, muy superior en nuestro concepto a la que Hern´an Cort´es despleg´o en la conquista de M´exico, para la que, adem´as, cont´o con la directa colaboraci´on del emperador Moctezuma quien, a diferencia del caso peruano, ejerc´ıa a la vez el papel de emperador y el de Sumo Sacerdote. Pero esa capacidad pol´ıtica se construy´o sobre la constancia, que es el elemento central de la personalidad de Pizarro, quien durante diecisiete a˜nos persever´o en el objetivo de construir para s´ı mismo un reino o gobernaci´on. En segundo lugar, se apoy´o en su gran destreza para el estudio de la realidad y de las caracter´ısticas psicol´ogicas de cada uno de los actores pol´ıticos ind´ıgenas aliados o enemigos, y espa˜noles, presentes en el Per´u o en Centroam´erica y en Espa˜na. Una capacidad que, en el caso de Hitler, tal como sus bi´ografos testimonian, fue la gran intuici´on del ((poder posible)), que cada uno de los actores de una situaci´on tiene material o potencialmente. En tercer lugar, su estrategia pol´ıtica se sustent´o en la capacidad de acumular las contradicciones existentes para fortalecerse, debilitando a los otros y en su sistem´atica destreza para sustituir personas e intercambiar objetivos acumulando siempre m´as fuerza y superando rivales gracias a ese trueque de metas, de igual manera que en el tresillo actuaba con el trueque de naipes. Otros lo intentaron sin e´ xito. Y si el lector se asombra al conocer la capacidad t´actica y manipulatoria de Pizarro, debe saber que esa conducta fue compartida por los pretendientes al trono y por cientos de caciques prestos a aliarse con uno u otro de aquellos, o con los espa˜noles contra los dos. Tomemos el ejemplo de Paullu Inca, hijo de Huayna C´apac, quien combati´o la rebeli´on de su hermano Manco Inca en el bando pizarrista, y pretendi´o despu´es ser coronado por Almagro a la vuelta de Chile y en la batalla de Las Salinas lo traicion´o atacando desde la retaguardia a sus tropas. Vuelto al campo de los Pizarro, los abandon´o tambi´en en la batalla de Jaquijaguana ante La Gasea. Y 36

36

Alan Garc´ıa Perez fue, seg´un los espa˜noles, un indio sin el cual no se hubiera logrado la conquista. La estrategia de Pizarro expres´o en ese momento una suma de las normas de ((Los trece mandamientos del arte de la guerra)), de Sun Tzu, con las del arte de la pol´ıtica de ((El Pr´ıncipe)), de Maquiavelo. Su sistema de acci´on pol´ıtica parte, como en el modelo chino, del an´alisis situacional, contin´ua por la formulaci´on y ejecuci´on de estrategias y se cierra con un permanente control estrat´egico. Due˜no de esa capacidad integral, dej´o actuar a los ((t´acticos)), como De Soto, Alvarado o Hernando Pizarro en las batallas y reserv´o para s´ı la estrategia de la guerra como un conflicto entre dos sociedades. Por eso, en los t´erminos modernos de J.C. Wylie (((Military strategy: A general theory of power control)), 1967), supo escoger el lugar y el timing de la guerra para orientar en su favor el centro de gravedad de esta. La pol´ıtica y los pol´ıticos de menor nivel aplican casi siempre el concepto mec´anico de la ((suma cero)); es decir, que en un escenario definido lo que pierde uno lo gana el otro. Sin embargo, la estrategia de la guerra pizarrista rompi´o esa l´ogica y logr´o que casi todos sintieran que ganaban algo en los primeros dos a˜nos: los huascaristas, los orejones cuzque˜nos, los caciques autonomistas, los ca˜naris del Ecuador, los siervos liberados, los espa˜noles enriquecidos, los sacerdotes, los nobles del Consejo de Indias... Su estrategia a˜nadi´o un quantum, un plus acorde al big bang renacentista que hemos descrito. Tal fue la magia de ((la pol´ıtica)) que e´ l desarroll´o.

La invasi´on bacteriana Sin embargo, no debemos olvidar que Pizarro tuvo como ayuda previa y concurrente una primera vanguardia, aun antes de su llegada. Fue la conquista bacteriana del Per´u y del Nuevo Mundo por la viruela, la peste bub´onica, la fiebre amarilla, el c´olera, el sarampi´on y la tisis, enfermedades desconocidas para la defensa biol´ogica de los naturales de Am´erica. Antes de la presencia de Pizarro en Tumbes, hacia 1526, cobraron como primeras v´ıctimas al propio Huayna C´apac y al sucesor designado, Ninan Cuyuchi, antes de asumir el trono, quienes murieron como consecuencia de la viruela, seg´un

37

Pizarro, el Rey de la Baraja los cronistas. Esta vanguardia bacteriana, como lo hicieron la peste negra y la bub´onica en la Europa de la Edad Media, diezm´o a los habitantes y origin´o trastornos econ´omicos y pol´ıticos porque, al disminuir la poblaci´on, decreci´o la producci´on de alimentos y el n´umero de per- sonas reclutables para las fuerzas militares del Inca y de los cacicazgos. Adem´as, tan importante como la enfermedad misma debi´o ser su interpretaci´on cosmol´ogica por los naturales, pues se present´o como el fin de un ciclo c´osmico o como un castigo por el conflicto y por las guerras din´asticas de los cuzque˜nos, disminuyendo as´ı tambi´en la influencia de la etnia inca. Y a esa interpretaci´on debi´o sumarse la consideraci´on de los espa˜noles como seres religiosos e invencibles, a los que no afectaban esas terribles enfermedades, enviados para sancionar y restituir el equilibrio. Este es uno de los temas no pol´ıticos que sirvieron para debilitar las defensas psicol´ogicas y pol´ıticas de la poblaci´on cuya subordinaci´on buscaban. Aqu´ı cobra importancia la enorme diferencia semi´otica que Todorov ha estudiado entre la pregunta ((¿Qu´e hacer?)) de los europeos frente a la interrogante ((¿C´omo saber?)) de los ind´ıgenas, buscando los signos de lo inevitable en las profec´ıas y en la historia c´ıclica (Tzvetan Todorov, ((La conquista de Am´erica. El problema del otro)), Siglo XXI, 1987). Adem´as, Pizarro cont´o con ind´ıgenas aliados a los que, con ha- bilidad pol´ıtica, supo ganar, articular y subordinar. Fueron cientos de miles y pudo as´ı unir a todo el Per´u contra Atahualpa, a quien present´o como un invasor y lo hizo responsable de la muerte de Hu´ascar. Lo cierto es que estos cientos de curacas y cientos de miles de ind´ıgenas le sirvieron de fuerza de combate, personal de carga y, lo que es m´as importante, gu´ıa en los caminos y advertencia ante las acciones que desde las quebradas y alturas podr´ıan acometer los ind´ıgenas atahualpistas. Como en el caso de Cort´es y sus alianzas, con el reino de Tlaxcala primero y luego con los totonacas, fueron los caciques y se˜nores aliados a Pizarro los que contribuyeron decisivamente a la victoria, aunque las cr´onicas espa˜nolas sean mezquinas en reconocer esa importancia por la simple raz´on de que la mayor´ıa de esos relatos

38

Alan Garc´ıa Perez se hicieron para obtener favores o por encargo y deb´ıan destacar sobremanera las acciones de los conquistadores. Por el momento, limit´emonos a decir que la superioridad tecnol´ogica, la conquista bacteriana y los conflictos ind´ıgenas fueron para Pizarro tres instrumentos fundamentales, pero los tres con menor trascendencia que su gran habilidad pol´ıtica, la cual buscaremos explicar a trav´es de las reglas y la estructura de su acci´on. Al aplicarlas, Pizarro pudo concentrar en e´ l toda la direcci´on y la decisi´on ante la Corona y la e´ lite militar espa˜nola, sobre los cacicazgos aliados e inclusive sobre sus adversarios ind´ıgenas.

Car´acter y personalidad de Pizarro Antes de estudiar cada una de las normas y reglas pol´ıticas de Pizarro, debemos analizar los elementos de su personalidad para comprender c´omo estos lo predispusieron a la b´usqueda y el ejercicio del poder por s´ı mismo, independientemente de la acumulaci´on de riqueza, algo que aun no entienden los fracasados en la pol´ıtica o el poder y que compensan usando la pol´ıtica para medrar recursos y frivolidad. Pizarro era un hombre pol´ıtico con una gran vocaci´on de poder, que ejerci´o de manera estrat´egica y calculada. Para comprenderlo seguimos a los cronistas y sus documentos, pero especialmente los de sus secretarios, a trav´es de los cuales habla y escribe el pol´ıtico analfabeto. El m´as importante para ello es Francisco de Jerez, quien fue escogido desde 1524, como menciona Porras Barrenechea, para ((hacer la relaci´on verdadera acerca de lo que pasare)). Luego, Pedro Sancho de la Hoz, que sustituy´o al anterior en 1533 y 1534. Tambi´en Pedro Pizarro, el primo adolescente que reclut´o en Extremadura en 1529, y el inmenso testimonio de Pedro Cieza de Le´on, detallado y latinista, quien, tal vez, fue el que m´as lo comprendi´o como pol´ıtico por sus propias ambiciones, las que lo llevar´ıan, despu´es, a proponer el bloqueo del Estrecho de Magallanes y guardar India y China, o el comercio con ellas, en beneficio de Espa˜na. Si hay una caracter´ıstica en la que, sin precisarlo, coinciden casi todos los escritos, cr´onicas y estudios sobre Pizarro es la de su aus- teridad personal. Pizarro que, seg´un el cronista Gonzalo Fern´andez de Oviedo era ((lento y espacioso e al parecer de buena intenci´on

39

Pizarro, el Rey de la Baraja pero de corta conversaci´on y valiente con su persona)) era tambi´en, a diferencia de Cort´es, su hermano Hernando, Rodrigo Org´on˜ ez y otros, muy austero en el vestir y en el comer, como el propio L´opez de Gomara, cronista adversario, reconoce: ((Solo holgaba traer los zapatos blancos y el sombrero blanco porque as´ı lo tra´ıa el Gran Capit´an)). Nada de eso lo distra´ıa. Pedro Pizarro (89 v.) refiere que ((ten´ıa por costumbre cuando algo le ped´ıan decir siempre de no. Esto dec´ıa el que hac´ıa para no faltar a su palabra y no obstante que dec´ıa no, correspond´ıa con hacer lo que le ped´ıan no habiendo inconveniente para ello)) y a˜nade malvadamente: ((Diego de Almagro era todo lo con- trario, que a todos dec´ıa que s´ı y con pocos cumpl´ıa)) (90 v.). A diferencia de otros conquistadores, Pizarro busc´o el prestigio de la direcci´on y de la decisi´on en un nuevo escenario construido por e´ l y para s´ı mismo. Sus acompa˜nantes, carentes de esa voluntad pol´ıtica de dominio y gloria, persegu´ıan esencialmente la acumulaci´on de oro y muchos volvieron a Espa˜na enriquecidos. Enr´ıquez de Guzm´an lo dir´ıa descaradamente al volver a la pen´ınsula: ((Mi ida a las Yndias fue con fm y prop´osito de haber de los b´arbaros, frutos indios, lo que de los naturales faltos de todo saber no he alcanzado)). Pero ese no fue el objetivo de Pizarro, que entreg´o la mayor parte de lo habido y ganado en oro al prop´osito de conservar y acrecentar su poder pol´ıtico, cien mil pesos en la compra de las naves y tropa de Pedro de Alvarado, trescientos mil pesos con los que pag´o la ayuda de Nicaragua, Guatemala, M´exico y Panam´a durante el sitio de Lima e inclusive, envi´o a Juan de Pa-f´ıes a Panam´a a traer los recursos que all´ı ten´ıa, como lo expuso Hernando Pizarro en Toledo (Stirling, p 141). Como su propio enemigo L´opez de Gomara anota: ((Procuraba mucho por la hacienda del Rey)), sabiendo que era la fuente de su legitimidad. No busc´o su ennoblecimiento en la sociedad espa˜nola a la que hab´ıa decidido no volver, como s´ı lo busc´o Cort´es que, abandonando a su mujer mexicana, la c´elebre Malinche, Do˜na Marina, cas´o con la hija del Conde de Aguilar y sobrina de unos de los m´as importantes nobles de Espa˜na, el Duque de B´ejar, o como so˜no´ Almagro, vincularse a la nobleza casando a su bastardo con la hija de un noble. Tampoco fue la posesi´on de las mujeres algo que sedujera a Pizarro. Entre 1504 y 1532 no se le conoce en Nombre de Dios, en Panam´a, en La Espa˜nola o en el Dari´en ninguna relaci´on sexual o

40

Alan Garc´ıa Perez rom´antica con mujer espa˜nola o ind´ıgena, ni se ha hecho el hallazgo de un hijo. Pizarro se limit´o a recibir de manos del propio Atahualpa una hermana del Inca, sin arrebat´arsela. Fue Cusi Quispe, llamada cristianamente Do˜na In´es. Con ella tuvo como hija a Do˜na Francisca Pizarro, bautizada y reconocida, que result´o a la vez que hija suya, nieta de Huayna C´apac y por tanto heredera de las dos legitimidades. Do˜na In´es fue sustituida m´as adelante por Do˜na Angelina. As´ı no cay´o en una de las razones por las cuales se llega al odio de los adversarios y que es, seg´un Maquiavelo, arrebatarles a sus mujeres. Estos rasgos de austeridad comprueban la voluntad de Pizarro por el poder en s´ı mismo y no como instrumento de riqueza o mero recurso sexual. Tal car´acter debi´o provenir de su nacimiento en Trujillo, la vieja Turgalium de los romanos, distribuida en tres zonas excluyentes en 1475, cuando fue concebido en una criada del Monasterio de Coria por el viejo y tercer´on don Gonzalo Pizarro, ((el Largo)). Aunque los estudiosos pizarristas, como Jos´e de la Riva Ag¨uero, pretenden que fue criado en el solar de su abuelo paterno, los testimonios de su probanza de m´eritos de 1529 y los historiadores modernos descartan tal versi´on. Francisco, como bastardo, busc´o reivindicarse de ese estigma construyendo un nuevo escenario en el cual reinar. Y como veremos m´as adelante, esa condici´on de bastardo dedicado a labores menores de pastoreo, junto a la situaci´on de su madre, lo determinaron a tomar importantes decisiones pol´ıticas y sociales.

Su ciencia militar Seg´un su bi´ografo Jos´e Antonio del Busto y su propia declaraci´on probatoria de m´eritos para lograr ser caballero de la Orden de Santiago, Pizarro particip´o en las guerras de Italia entre Espa˜na y Francia bajo la direcci´on del Gran Capit´an Gonzalo Fern´andez de C´ordoba, un paradigma para todos los hombres de guerra espa˜noles. All´ı habr´ıa aprendido las t´ecnicas militares. Es preciso, por ello, rese˜nar brevemente la personalidad de Fern´andez de C´ordoba y la reforma militar que ejecut´o cuando Pizarro, Carbajal, Alvarado, Org´on˜ ez, Enr´ıquez y otros m´as actuaron en Italia bajo sus o´ rdenes, antes de 1505, porque el ejemplo y el e´ xito del Gran Capit´an, que lleg´o a ser virrey de N´apoles, sirvieron de ejemplo a todos ellos, incluso, como hemos se˜nalado, de modelo en el vestir.

41

Pizarro, el Rey de la Baraja La primera experiencia de Fern´andez de C´ordoba, en la que estuvo Pizarro, lo llev´o a Italia en 1495, en defensa del rey de N´apoles, Don Fadrique, ante las pretensiones de Carlos VIII de Francia. La segunda guerra, en ocasi´on del reparto de N´apoles entre Femando II de Arag´on y Luis XII de Francia, concluy´o en un enfrentamiento entre los dos pa´ıses, pero en ambas obtuvo resonantes victorias, como la de Ceri˜nola Y lo m´as trascendente fue que, al propio tiempo, constituy´o un ej´ercito moderno mediante sus dos sucesivas reformas militares. Cre´o el concepto de la Divisi´on con dos coronel´ıas, cuya estructura permiti´o en adelante el mando directo e inmediato del general y dio, en ella, un rol esencial a la infanter´ıa por su capacidad de maniobra, desdobl´andola en piqueros y soldados de armas cortas, muy u´ tiles para herir en el vientre. De ello se aprovechar´ıa Pizarro cuando, al frente de veinticuatro soldados de a pie, ((haci´endole calle, avanz´o entre cuatro o cinco mil nativos)) hasta las andas de Atahualpa, atac´o a los cientos de cargadores en los brazos y en el vientre. Por la disposici´on de sus tropas, a una escala muy limitada por el n´umero, se reconstituy´o en Cajamarca la reforma del Gran Capit´an en la proporci´on de arcabuceros, piqueros, armas cortas y caballer´ıa. Pizarro, que fue siempre un hombre de infanter´ıa, en parte por su humilde origen, en tanto que Hernando, el hijo leg´ıtimo, era capit´an de caballer´ıa, aplic´o el ((escalonamiento en profundidad)) de Fern´andez de C´ordoba, con su disposici´on de tropas en la plaza cerrada de Cajamarca. En ella actu´o primero la infanter´ıa, luego los dos ca˜nones o((falconetes))de Cand´ıa, despu´es la carga de tres secciones de caballer´ıa y finalmente la infanter´ıa otra vez, cerrando las salidas. Esta fue la ciencia militar de su tiempo que condujo, en 1534, a la constituci´on del ((tercio espa˜nol)), el gran aporte de organizaci´on b´elica del Imperio de Carlos V, como lo fueron la falange griega o la legi´on romana. Pero recordemos otra vez que, en la conquista, toda esa ciencia poco podr´ıa haber significado sin el escenario general construido y preparado por las decisiones pol´ıticas de Pizarro. Antes de sus expediciones al Per´u, Pizarro fue minero, due˜no de la encomienda de la isla de Taboga, cazador de esclavos ind´ıgenas en las tierras de Veragua y de la actual Nicaragua, trabando desde all´ı alianzas pol´ıticas que le permitieron llegar al Per´u con una abundante dotaci´on de indios guatemalas y nicaraguas. Fueron cientos de estos y luego miles los que le servir´ıan como una base firme para su legitimidad

42

Alan Garc´ıa Perez personal. Una especie de guardia pretoriana de Roma o guardia imperial francesa. Pizarro, por su decisi´on y constancia, desarroll´o una gran capacidad de persuasi´on y con esta pudo convencer a Almagro de trabajar junto a e´ l cumpliendo el papel de subordinado y gan´o la lealtad y la admiraci´on de su tropa. Pizarro, siendo un profundo conocedor de la codicia y de la concupiscencia de sus acompa˜nantes, pudo pensar como Maquiavelo que ((los hombres son falsos y cambiantes y que son como ni˜nos que viven de sus fantas´ıas)). Este pesimismo social en la definici´on y en su conocimiento y manejo de los dem´as debi´o dar mayor fuerza a su constancia, a su frialdad para tomar decisiones y a su convicci´on para motivar a sus soldados. Todos estos son elementos de la personalidad de Pizarro que explican muchas de las reglas pol´ıticas que estudiaremos: la constancia, la claridad en los objetivos para s´ı mismo y la presentaci´on de los objetivos de manera confusa ante los dem´as; la b´usqueda de la legitimidad legal, real y carism`atica y la construcci´on de un discurso motivador y cohesionante para sus tropas y aliados, el monopolio de la legitimidad para s´ı mismo y la construcci´on de un n´ucleo duro de personas de su confianza como centro de la e´ lite y como fortaleza para s´ı mismo, lo cual derivar´a progresivamente en la construcci´on de una nueva legitimidad para el escenario creado. Adem´as, reservar para s´ı la decisi´on y la ejecuci´on dram´atica y teatralizada de los hechos que considerara trascendentales. Tambi´en, su capacidad de estudio sistem´atico de la realidad identificando los puntos de equilibrio y promoviendo y multiplicando la confusi´on de los otros; adicionalmente el profundo estudio psicol´ogico de los otros actores u oponentes y la acumulaci´on de sus debilidades, impidiendo en todo momento la uni´on de los dem´as. La t´ecnica pol´ıtica de Pizarro tambi´en le exigi´o g´uardar en todo momento elementos de negociaci´on y adem´as, ante los adversarios, practicar una paciencia y una serenidad imperturbables como imagen de fortaleza, tener como objetivo estrat´egico la captura de los centros de acopio y, finalmente, la habilidad de evadir la responsabilidad por los sucesos negativos, atribuy´endola a otros. Todas estas son, como veremos, las reglas o elementos estructurales del comportamiento de Pizarro que analizaremos en los cap´ıtulos del texto.

43

Pizarro, el Rey de la Baraja Es importante a˜nadir en esta introducci´on, como ya lo advertimos, que existen m´ultiples versiones sobre Pizarro, desde aquellas que lo ensalzan e identifican heroicamente -las de Porras y Del Busto, por ejemplo-, hasta las que lo condenan por las crueldades cometidas y por la propia conquista, en la l´ınea de Prescott, y para las que resulta el destructor de un id´ılico imperio. De hecho ambas tienen algo de raz´on. Pero tal como Nicol´as Maquiavelo lo aconsej´o, nos corresponde aqu´ı analizar la efectividad de las medidas que us´o para conservar y acrecentar su poder, dejando de lado los factores emocionales y la calificaci´on e´ tica, que pueden ser o no ser compartidos. La conquista fue cruel, en ocasiones un acto de barbarie, pero no debemos nunca olvidar que los hombres que la hicieron fueron herederos de una sucesi´on de hechos ((providenciales)) como las cruzadas contra los infieles, ((cuya alma arder´ıa en los infiernos)), la reunificaci´on de los reinos espa˜noles contra los moros y tambi´en de sucesos de atroz crueldad como los ocurridos en la cruzada contra los albigenses o c´ataros europeos, hecha en el siglo XIII, y en la cual decenas de miles de cristianos c´ataros residentes en Beziers, Carcasonne y Toulouse fueron ajusticiados en la hoguera por religiosos como ((Santo)) Domingo de Guzm´an y por los l´ıderes pol´ıticos y militares de Europa. Tampoco debemos dejar de lado que aunque el oro, las mujeres y el poder fueran la ambici´on de los conquistadores, el mundo en que vivieron fue un escenario que confirmaba en la guerra y en los descubrimientos el triunfo de la cristiandad. Fueron a˜nos en los que el emperador Carlos I, despu´es de la reconquista de Espa˜na contra los reinos a´ rabes, part´ıa a luchar contra Argel y los pueblos ´ mahometanos del Africa. Por consiguiente, para los conquistadores el concepto de vida, muerte y sufrimiento estaba indesligablemente asociado a la condici´on infiel de los ind´ıgenas, cuyo esp´ıritu y cuerpo, por no compartir la religi´on cat´olica resultaban vinculados con el demonio. Y esto que hoy, como en los siglos XIX o XX, siglos laicos y de la raz´on, nos parece una muestra de cruel primitividad, tuvo otro sentido en los a˜nos de la conquista o, antes aun, en las cruzadas y en la reconquista de los reinos moros. Comencemos, ahora s´ı, el an´alisis de las reglas pol´ıticas con las que actu´o Pizarro.

44

I PRIMERA REGLA

´ SIN CONSTANCIA NO HAY POLITICA

45

Alan Garc´ıa Perez Pizarro demostr´o a lo largo de toda su vida una admirable y esforzada perseverancia en sus objetivos. Llegado a La Espa˜nola en 1504, trabaj´o a las o´ rdenes de diferentes jefes y m´as adelante, en Panam´a, bajo el comando del c´elebre Pedrarias. En esa etapa, por encargo de este y como lugarteniente de Vasco N´un˜ ez de Balboa, particip´o en el descubrimiento del Oc´eano Pac´ıfico. En los a˜nos posteriores atisbo, por la versi´on de Panquiaco, hijo del cacique de Comagre en el Dari´en, la posible existencia de una importante cultura o imperio al sur de Panam´a, el Vir´u o Peruquete. Y comenz´o desde entonces su b´usqueda con Alonso de Ojeda, Balboa, y Pascual de Andagoya al que, tras su deserci´on, reemplaz´o como jefe por elecci´on de los soldados. Con el objetivo ya definido mantuvo la constancia, valor que Maquiavelo hab´ıa enunciado advirtiendo que ((el Pr´ıncipe debe guardarse de ser despreciado por cambiante o afeminado)), esto u´ ltimo en el sentido de demostrar temor o cobard´ıa.

Constancia en el tiempo Entre 1520 y 1524 logr´o convencer de sus prop´ositos a otro cazador de esclavos ind´ıgenas, Diego de Almagro, y a un prelado de Panam´a, Hernando de Luque. Con ambos suscribi´o el acuerdo de la Compa˜n´ıa del Levante, para descubrir y conquistar las tierras al sur del Pac´ıfico. As´ı, en 1524 y 1525 se produjo el primer viaje con resultados casi catastr´oficos por lo inh´ospito de las zonas descubiertas y por el temor y la deserci´on de los soldados enrolados por Almagro. Fue una aventura de casi dos a˜nos de duraci´on, que ocasion´o ciento treinta muertos, en la que Pizarro sufri´o siete heridas y en la cual se lleg´o hasta el r´ıo San Juan. Pero en esa aventura se produjo el c´elebre episodio de la Isla del Gallo, siete meses de ansiedad y hambre, que marcar´ıa en adelante la imagen de Pizarro ante la sociedad espa˜nola en Am´erica. En 1526 y 1527 se cumpli´o el segundo viaje, que dur´o casi tres a˜nos, con tres navios y ciento sesenta hombres. En e´ l se lleg´o hasta la bah´ıa de San Mateo, desde la cual, con el piloto Bartolom´e Ruiz, navegaron hasta la desembocadura del r´ıo Santa. Adem´as, visitando la ciudad de Tumbes, comprobaron la existencia de una importante cultura en la zona y tuvieron las primeras informaciones sobre el Tawantinsuyo, cuando todav´ıa lo gobernaba Huayna C´apac, al cual, por cierto dejaron como mensaje mortal la viruela. Tras haber confirmado all´ı su objetivo, Pizarro busc´o dar legitimidad a sus acciones, lo cual ser´ıa una de sus reglas principales: tener un funda-

47

Pizarro, el Rey de la Baraja ment´o legal y s´olido para su autoridad. Para ello viaj´o a fines de 1528 a Toledo. All´ı, aunque no se sabe si logr´o entrevistarse con el emperador Carlos V, s´ı tuvo reuniones con la Reina, y a consecuencia de estas suscribi´o en 1529 las c´elebres Capitulaciones de Toledo, que lo autorizaban legalmente para la conquista y lo nombraban capit´an general y gobernador de todo aquello que descubriera. En este caso, para allanar su futuro camino, dej´o de lado las pretensiones de Almagro y de Luque y logr´o ser reconocido por la Corona con los m´as altos cargos, solo para e´ l. Adem´as, en ese mismo a˜no, 1528, debi´o sufrir, avergonzado, la competencia de Hern´an Cort´es, que lleg´o de M´exico ante los emperadores con una enorme procesi´on de riquezas, ind´ıgenas y animales ex´oticos, hecho que caus´o gran impresi´on en Toledo, en toda la corte y en la poblaci´on. Pizarro, que apenas hab´ıa llevado algunos art´ıculos de oro, productos textiles y dos ind´ıgenas, quienes despu´es ser´ıan sus traductores, Felipillo y Martinillo, debi´o sentir entonces su gran inferioridad ante el alarde publicitario que Cort´es, m´as joven, con mayor apostura y estudiante de Salamanca, hab´ıa desplegado ante la corte. Para colmo de males, Hern´an Cort´es Pizarro era su primo extreme˜no. Pero premunido de la legitimidad real y despu´es de superar, como veremos, grav´ısimos conflictos con Almagro y Luque, que consideraron haber sido traicionados, inici´o en 1530 el tercer viaje: dos a˜nos de marchas e inh´ospitos campamentos hasta llegar a Cajamarca en noviembre de 1532 y dar el paso decisivo para la conquista del Per´u. De all´ı parti´o en agosto de 1533 para llegar al Cusco en noviembre de ese a˜no y alcanzar despu´es la cima de sus prop´ositos con la fundaci´on de Lima en 1535. Hay en todo ello una l´ınea de constancia que no existe en el caso de otros capitanes. Si comparamos la conducta de Pizarro en estos doce a˜nos continuos de acci´on con las actividades que Pascual de Andagoya, descubridor del Dari´en y de la costa colombiana y lo que otros capitanes hicieron hacia el norte y el sur de Panam´a en diferentes intentos de descubrimiento, veremos hasta qu´e punto Pizarro s´ı se mantuvo firme en sus prop´ositos. Era m´as constante. Desde 1523 hasta 1541 transcurrieron dieciocho a˜nos en los que no se dobleg´o ni un momento en su decisi´on de ir al sur a construir un reino. Igual es el caso de Sim´on Bol´ıvar que, entre 1812, a˜no de la ca´ıda de la primera junta en Caracas, hasta 1824 en Ayacucho y su muerte en 1830, incluido el largo periodo de preparaci´on y lucha en las riberas del Orinoco, se mantuvo dieciocho a˜nos en la acci´on conductora. Y el mismo empe˜no mostr´o Alejandro desde su salida de Grecia hasta su muerte ocho a˜nos despu´es, en una sola campa˜na. Pero Alejandro ten´ıa dieciocho a˜nos al comienzo de su reinado y Bol´ıvar ape48

Alan Garc´ıa Perez n˜ as veintinueve al iniciar y cuarentisiete al concluir su epopeya, dos a˜nos menos que los que contaba Pizarro cuando comenz´o su primer viaje. Y en el siglo XVI un hombre cercano a los cincuenta era pr´acticamente un anciano. Fue m´as constante que Almagro, el cual en la entrevista de los tres socios en el pueblo de Nombre de Dios, en la actual Panam´a, tom´o la decisi´on de alejarse del proyecto de la conquista por no haber obtenido el cargo de gobernador de alguna de las tierras por descubrir. Pizarro opt´o entonces por dirigirse a Juan Ponce de Le´on, proponi´endole integrarse como socio a la expedici´on y obtuvo de e´ l la promesa de armar algunos barcos. Con esta estratagema logr´o que Almagro se reintegrase a la empresa, pero en un papel subordinado como organizador, reclutador y administrador, renunciando as´ı a la ambici´on de compartir con Pizarro el papel de jefe y vanguardia.

Constancia en el mando Una segunda prueba de constancia en la conducta de Pizarro es su estabilidad en la jefatura. Entre 1529, cuando tras las Capitulaciones de Toledo asumi´o la conducci´on expedicionaria, y junio de 1541, cuando fue asesinado, transcurrieron doce a˜nos en los cuales jam´as se puso en duda por ning´un espa˜nol, ni por los ind´ıgenas aliados o adversarios en el Per´u, que Pizarro era, como gobernador y capit´an general, el jefe absoluto de todo el proyecto de creaci´on de un nuevo reino o estado sobre el antiguo territorio. Por el contrario, si recapitulamos lo ocurrido tras su muerte, veremos c´omo, en los siete a˜nos siguientes, entre 1541 y 1548, se sucedieron seis jefes o gobernantes: primero, Alma-gro el Mozo tras la muerte de Pizarro, luego Crist´obal Vaca de Castro, gobernador y supervisor real que derrot´o a Almagro ((el Mozo)) en Chupas; a continuaci´on y por breve plazo el primer virrey Blasco N´un˜ ez de Vela, al cual Gonzalo Pizarro derrot´o y ajustici´o en A˜naquito, en nombre de los encomenderos y contra la Leyes Nuevas. Despu´es de tres a˜nos y medio de poder de Gonzalo y retirado a la ciudad del Cusco, sucedi´o la presencia de Pedro de la Gasea como Presidente de la Audiencia designado por el rey que, tras derrotar a Gonzalo Pizarro en la batalla de Jaquijahuana, cerca al Cusco, fue finalmente sustituido por el segundo virrey del Per´u, con el cual se estabiliz´o la conducci´on espa˜nola desde la ciudad de Lima. Fue la firmeza de car´acter de Francisco Pizarro lo que mantuvo por doce a˜nos la conducci´on u´ nica de la experiencia conquistadora y colo- nial. Vale recordar otra vez a Maquiavelo cuando se˜nala: ((los hombres aman seg´un su fantas´ıa pero temen seg´un el car´acter del pr´ıncipe)), pues 49

Pizarro, el Rey de la Baraja para todos los conquistadores era claro que el car´acter de Pizarro, sin caer en el exceso sanguinario de sus hermanos o de otros capitanes como Pedro de Alvarado, Alonso de Alvarado o Francisco Ch´avez, que fueron responsables de los mayores cr´ımenes, era, sin embargo, de una firmeza temible para quienes se atrevieran a contestar su rol fundamental. En este sentido, Pizarro construy´o su estabilidad sobre la constancia de la que dio prueba; en segundo lugar, sobre su determinaci´on de ir siempre hacia adelante en la conquista y en la construcci´on de una nueva sociedad; en tercer lugar, sobre la firmeza de su car´acter respetado por los miembros de su hueste y en cuarto lugar, sobre las demostraciones excepcionales pero ejemplares de crueldad cuando lo juzg´o necesario para escarmentar o aterrorizar a algunos que impugnaron su autoridad. La sufrieron con la muerte los doce caciques de Amotape y la Chira en los primeros momentos de su presencia en el Per´u, pero la sufri´o tambi´en el propio Bartolom´e Ruiz, Primer Piloto del Mar del Sur seg´un designaci´on real y uno de los trece de la Isla del Gallo, al que se acus´o de escribir un libelo contra Pizarro. Por ello, Ruiz fue despojado de las yemas o ((pulpejos)) de los dedos, aunque despu´es se demostrara que la acusaci´on hab´ıa sido falsa, raz´on por la cual Pizarro le pidi´o perd´on haciendo gala de humildad. Mas si se acusa por ello de crueldad a Pizarro, recu´erdese tambi´en el caso del ((magn´animo)) Julio C´esar, que actu´o con mayor dureza en muchas ocasiones, por ejemplo, contra sus propios soldados de la Novena Legi´on, a los que hizo diezmar a golpes de garrote por haberse negado a marchar sobre Roma. Y es que Maquiavelo hab´ıa se˜nalado como norma para el pr´ıncipe que, entre la crueldad y la clemencia: ((Mejor es ser cruel en vez de dejar que, por ser misericordioso, ocurran los des´ordenes)). En ese sentido los cr´ımenes de Pizarro no fueron decisiones pol´ıticas guiadas por la ambici´on pecuniaria o por el deseo de venganza y el odio, sino por la necesidad de afirmar su proyecto. As´ı lo explicaremos en el caso de la muerte de Atahualpa o en el haberse fingido ignorante de la muerte de Hu´ascar. Resulta excepcional la crueldad con que actu´o en la ejecuci´on de Cura Ocllo, esposa de Manco Inca, a la que hizo flechar por los indios ca˜naris y cuyo cad´aver abandon´o en el r´ıo Vilcanota para que sirviera de sanci´on y escarmiento a Manco Inca, hecho abominable que critican sus propios secretarios y cronistas. A pesar de ese caso, Pizarro, al igual que Maquiavelo, supo distinguir entre ser temido a trav´es de estas acciones y el cumplir roles de exagerada crueldad que generaran odio, como la rapi˜na de los bienes de otros espa˜noles o de las mujeres de los l´ıderes ind´ıgenas. Estos actos, como Maquiavelo se˜nala, originan odio contra quienes deben ser obedecidos. Y el odio conduce inevitablemente a la sangre, 50

Alan Garc´ıa Perez como lo sufri´o Pizarro el 26 de junio de 1541. Pizarro no fue amado por do˜na In´es, la hermana de Atahualpa con la que procre´o a Francisca, como s´ı lo fue, y apasionadamente, Hern´an Cort´es por Do˜na Marina, la Malinche, que le sirvi´o firmemente en la conquista. Pizarro no fue amado por sus hombres, pero s´ı fue respetado y obedecido por los soldados, por los funcionarios, por los aliados ind´ıgenas e inclusive por sus propios adversarios. Gracias a su constancia, gan´o m´as respeto que temor u odio entre aquellos que deb´ıan obedecerle.

Constancia en la t´actica pol´ıtica: el trueque de las cartas y de las personas La perseverancia como caracter´ıstica esencial de su actuaci´on se ve tambi´en en la especie de trueque pol´ıtico de fuerzas, canje de personas y objetivos que, como en un juego maquiav´elico de baraja, desarroll´o a lo largo de todos los a˜nos de su actuaci´on, siempre con un saldo positivo de ganancia 1. Comenz´o asoci´andose a los tumbesinos frente a los vecinos de Pun´a y de otros cacicazgos y, luego, atando los cabos sueltos de las rivalidades comarcanas. 2. Logr´o articular a casi todo el norte, incluido el gran Chimo C´apac de los valles de Jequetepeque, T´ucume, Moche y Chicama, contra Atahualpa. 3. Despu´es, acompa˜nado por todos ellos y por miles de indios auxiliares se hizo presente en Cajamarca para su golpe de mano. 4. A continuaci´on, canje´o la captura y la vida de Atahualpa por ocho meses de paz y tranquilidad en la ciudad para recibir el rescate y al mismo tiempo para desalentar por hambre a los guerreros quite˜nos de Rumi˜nahui, que optaron finalmente por volver a su tierra, pues en vez de sitiadores resultaron sitiados por el desorden agrario, por la falta de alimentos en la zona y por la incomunicaci´on. Los cronistas narran c´omo, en ocasiones, los ind´ıgenas se presentaban desarmados y tambaleantes musitando las palabras: ((sara sara)); es decir, ((ma´ız, ma´ız)). Como lo veremos m´as adelante, otra de sus reglas de estrategia fue la captura de los centros de acopio de alimentos, de riqueza y de legitimidad. Pedro Sancho de la Hoz escribi´o que a pesar de la amenaza de la invasi´on quite˜na, en la zona no hab´ıa alimentos: ((Confesaron esta conspiraci´on, (y) como ven´ıan a la tierra cincuenta mil hombres de Quito y muchos caribes y que en todos los confines de aquella provincia hab´ıa gente armada en gran n´umero (pero) que por no hallarse

51

Pizarro, el Rey de la Baraja mantenimientos para toda as´ı junta, se hab´ıa dividido en tres o cuatro partes y que todav´ıa esparcida de esa manera eran tantos que no hallando con qu´e sustentarse cog´ıan el ma´ız verde y lo secaban porque les faltaron vituallas)) (traducci´on de Ramusi). 5. Gracias a ello, teniendo al jefe ind´ıgena prisionero e informado de todo lo que este y sus ej´ercitos hac´ıan, permiti´o que Atahualpa continuara devastando la zona sur y el Cusco, destruyera los rezagos de los ej´ercitos del Hu´ascar y que, capturado este, fuera asesinado cuando se acercaba a la ciudad de Cajamarca. De esta manera, se produjo un nuevo canje: la vida de Atahualpa por la muerte de Hu´ascar y la destrucci´on de todo poder en el sur. 6. Pero muerto Hu´ascar encontr´o en ello un argumento para ejecutar a su prisionero, acto que utiliz´o como una llave para la conquista del Sur. La muerte de Atahualpa, tras un simulacro de juicio, le gan´o la fidelidad de toda el a´ rea de influencia cusque˜na y el desorden en las tropas de Chalcuch´ımac y de Quisquis, ubicadas en Jauja y en Cusco respectivamente, lo cual motiv´o m´as adelante la rebeli´on de los jaujas en contra de Chalcuch´ımac, el general quite˜no. 7. Con este hizo su nuevo canje, cuando por orden de Atahualpa el general se entreg´o prisionero. Entonces, tras la muerte del jefe in- d´ıgena y con todo el actual territorio del Per´u unido en contra de los ej´ercitos quite˜nos todav´ıa existentes en el pa´ıs, mantuvo con vida a Chalcuch´ımac, jefe del ej´ercito del centro en Jauja, a pesar del pedido cusque˜no por su ejecuci´on, pues como lo expres´o por la boca de su secretario Francisco de Jerez, ((Chalcuch´ımac es la llave para el viaje al Cusco)). 8. Llegado a las cercan´ıas del Cuzco en paz, canje´o la vida de Chalcuch´ımac por la amistad de Manco Inca, pretendiente al trono, y antes de entrar al Cusco y proceder a su coronaci´on para crear una legitimidad ind´ıgena subordinada a su autoridad, procedi´o a quemar en la hoguera a Chalcuch´ımac en la llanura de Jaquijahuana, entre los pueblos de Anta y de Zurite. 9. Tras la coronaci´on de Manco Inca intent´o canjear su propia autori dad por la de sus hermanos Juan y Gonzalo, imponi´endolos como autoridades del Cusco, en lo que constituye un primer gran error pol´ıtico por su ausencia personal. Con Pizarro en Lima se produjo la sublevaci´on de Manco Inca por las crueldades y abusos cometidos por sus hermanos. Si se analiza esta sucesi´on de trueques de valores, personas y fuerzas con el mismo objetivo de desplazamiento geogr´afico y consolidaci´on de fuerza, se ve con claridad la persistencia en el sistema de acci´on pol´ıtica de Pizarro. Pero ese cambio de naipes o personas no solo lo hizo con los ind´ıgenas sino

52

Alan Garc´ıa Perez tambi´en con sus propios compatriotas. Con ellos tambi´en tuvo e´ xito en trocar y equilibrar las fuerzas para cumplir su prop´osito, 10. Recordemos que, despu´es de haber dejado de lado a Alma-gro y a Luque en sus Capitulaciones con la Corona Espa˜nola, convirti´endose en el due˜no u´ nico y jefe sin competencia, amenaz´o a Almagro con canjear su presencia por la de Ponce de Le´on y logr´o con esa amenaza el retomo de Almagro en condici´on disminuida. 11. Sin embargo, Ponce de Le´on, buen jugador, ((contragolpe´o)) y a cambio de los barcos y los soldados reclutados, le exigi´o llevar como lugarteniente a Hernando de Soto, aventurero de gran fortuna en la guerra. Pizarro fingi´o aceptar pero, si bien us´o en muchas ocasiones a De Soto como Adelantado de su peque˜no ej´ercito, siempre se vali´o del propio Almagro para contener su ambici´on. 12. Cuando De Soto, que hab´ıa sido la vanguardia hacia Cajamarca en Cajas y fue el primero en presentarse ante Atahualpa en los ba˜nos de Cajamarca, intent´o ser tambi´en el primero en llegar al Cusco, Pizarro respondi´o canje´andolo por Almagro y enviando con urgencia a este para detenerlo en Vilcaconga, donde sin que lo supieran De Soto hab´ıa sido ya interceptado por las fuerzas de Quisqu´ıs. 13. Pero esa revaloraci´on de Almagro la disolver´ıa despu´es acordando con e´ l, en uso de las autorizaciones reales, la conquista de Chile, donde distrajo su atenci´on por dos a˜nos, empobreci´endolo y haci´endole perder gran parte de sus tropas. 14. Almagro fue utilizado como un naipe cuando Pedro de Alvarado, lugarteniente de Cort´es en M´exico, se present´o s´ubitamente en Piura, con once navios y seiscientos hombres, dispuesto a sustituir a Pizarro en la conquista del Per´u. Contra e´ l, Pizarro envi´o a Almagro, comerciante de esclavos y organizador administrativo, que compr´o por 100 mil pesos, equivalentes a quinientos kilos de oro, las naves y el derecho a disponer de los seiscientos hombres. Pero el efecto no querido de ese canje fue que esos nuevos soldados resultaron pobres en relaci´on a la antigua hueste ya enriquecida por el rescate de Cajamarca y por el tesoro del Cusco, y se convirtieron en seguidores de Almagro. 15. Sin embargo, con la expedici´on a Chile, Almagro fue empobrecido y muchos de esos hombres murieron o se perdieron en el camino. Toda decisi´on tiene pues, efectos positivos y al mismo tiempo ((consecuencias no queridas)) y aun ((disfuncionales)) como lo se˜nala el soci´ologo Robert K. Merton, pero la sagacidad de un actor pol´ıtico consiste en identificar lo positivo aun en la mala circunstancia y Pizarro fue ducho en ello.

53

Pizarro, el Rey de la Baraja 16. Vuelto de Chile, Almagro, a pesar de contar solamente con una parte del ej´ercito inicial, levant´o el sitio del Cuzco, amenazado por Manco Inca, y obtuvo de hecho un canje en apariencia desfavorable para Pizarro: la posesi´on del Cuzco para Almagro. Pero este, como era inevitable, postergado en muchas ocasiones, declar´o de inmediato que mantendr´ıa la ciudad como capital de su gobernaci´on de Chile. Pizarro dej´o hacer, pues esa ((p´erdida)) le permiti´o salvar la vida de sus dos hermanos. Adem´as, la toma del Cusco por Almagro fue t´ecnicamente un golpe de estado y Pizarro, con su legitimidad, podr´ıa despu´es recuperar sus derechos. 17. Gracias a ese argumento, jug´o como carta a Hernando Pizarro, ha ci´endolo jefe del ej´ercito contra Almagro, al cual derrot´o en la batalla de Las Salinas, tras la cual procedi´o a su ejecuci´on, ((tan pobre que no tuvo ni siquiera un pa˜no en su degolladero para recoger la sangre)). Vemos n´ıtidamente c´omo Almagro fue utilizado y trocado por otros personajes, permaneciendo siempre como una figura u´ til a Pizarro. Almagro por Ponce de Le´on, Almagro por Soto, Almagro por Pedro de Alvarado, Almagro por Chile y la tranquilidad, Almagro con el que conferenci´o en Mala antes de la lucha por Hernando Pizarro, cuya libertad pidi´o y al cual, craso error, el socio tuerto puso en libertad y, finalmente, Hernando por Almagro, derrot´andolo en la batalla de Las Salinas. Todo ello muestra, por parte de Pizarro, un orden inflexible y un manejo absolutamente t´actico de las personas, ora como naipes de la baraja, ora como jugadores adversarios, pero siempre en beneficio a la constancia estrat´egica de sus objetivos. Almagro, en cambio, fue un mal jugador de la baraja pol´ıtica. Vuelto de Chile quiso canjear a Gonzalo y Hernando Pizarro, sitiados en el Cusco, por la amistad de Manco Inca, asoci´andose con e´ l en Calca, pero este no crey´o en e´ l como antes si lo hab´ıa hecho con Pizarro. Luego de tomar el Cusco, Almagro fue due˜no del mayor ej´ercito existente en el Per´u y pudo enviar a Rodrigo Orgo˜nez a tomar Lima, pero jug´o mal otra vez y lo envi´o a la selva a capturar a Manco Inca en Victos. No solo eso: desesperadamente, coron´o a Paullu, hermano de Manco, que meses m´as tarde lo abandonar´ıa en la hora decisiva de Las Salinas, junto con sus tropas ind´ıgenas, pas´andose al bando pizarrista. Almagro era un buen segundo, ordenado y eficaz, pero como suele ocurrir, sucumbi´o a la tentaci´on de ser el primero y perdi´o la partida y la vida.

54

II SEGUNDA REGLA

TUVO OBJETIVOS CLAROS PARA SI´ Y ´ CONFUSOS PARA LOS DEMAS

55

Alan Garc´ıa Perez Parece l´ogico y hasta redundante se˜nalar que el conductor pol´ıtico o el impulsor de un proyecto deben tener prop´ositos ordenados y claros para s´ı pero no revelar su estrategia a los adversarios. Sin embargo, la realidad no es tan simple o exacta, pues en muchos casos ocurre que el jefe no tiene definidos sus prop´ositos ante s´ı mismo. Entonces sobrecarga el sistema que carece de fines, motivaciones y regulaci´on. Peor aun, puede ocurrir que sea el adversario quien identifique esos fines en tanto que el actor no es consciente de ellos. Este caso generar´a la crisis del sistema, su par´alisis.

OBJETIVOS DEFINIDOS Crear un reino. Un nuevo sistema pol´ıtico Francisco Pizarro tuvo un objetivo esencial. Hijo bastardo de una criada de convento, analfabeto y pobre en la Espa˜na medioeval, quiso crear un reino para s´ı mismo, con tributos y riqueza, sostenible en el largo plazo. A diferencia de otros capitanes, utiliz´o la riqueza obtenida del rescate de Cajamarca y lo que le toc´o del tesoro del Cusco y de otras zonas para mantener su fuerza militar, comprando por 100 mil pesos las tropas de Alvarado, o comparti´endola con algunos de los soldados que llegaron tarde a Cajamarca, cuando ya el tesoro se hab´ıa repartido en los primeros meses de ese a˜no, a cambio de su fidelidad. Utiliz´o su riqueza fingiendo perder apuestas o, como recuerda Pedro Pizarro, perdiendo en el juego de los bolos y los naipes ante soldados empobrecidos. Repitamos que su objetivo no fue enriquecerse ni ennoblecerse, sino crear un reino, leal a la Corona Espa˜nola pero en los hechos independiente por la distancia, que ejerciera la hegemon´ıa desde Panam´a hasta Chile, contando con el Golfo de Guayaquil, el Cusco y una nueva capital. En e´ l, Pizarro ser´ıa gobernador vitalicio sobre una aristocracia encomendera, con incas t´ıteres, ceremoniales, pero con una alianza directa con los caciques que garantizar´ıa su dominio sobre la fuerza de trabajo capaz de continuar entregando un cuarto de su tiempo de labor como impuesto para el reino. La poblaci´on campesina habitar´ıa en pueblos de indios y los europeos en ciudades espa˜nolas con alcaldes vitalicios nombrados por e´ l. Un

57

Pizarro, el Rey de la Baraja reino con mayor rentabilidad, gracias al caballo y a la nueva tecnolog´ıa, sin amenazas militares ni adversarios. Tal era su proyecto. Esa forma de actuar es muy diferente a la de su hermano Gonzalo, el cual, en 1544, y con la inspiraci´on de Francisco de Carbajal, estuvo a punto de ser declarado/ ((rey)) o ((pr´ıncipe victorioso’, independizando estas tierras con el argumento de que la monarqu´ıa no hab´ıa invertido ((ni un peso)) para su conquista. Adem´as Pizarro tuvo conciencia del despoblamiento por las enfermedades y las guerras, y para resguardar las fuerzas productivas promulg´o sus Ordenanzas del Cusco y estableci´o, antes que el virrey Toledo, el sistema de pueblos de indios. Y todo ello lo hizo en un clima inestable y b´elico.

Dominar la escena y centralizar la direcci´on El segundo objetivo fue dominar monop´olicamente la direcci´on, lo que lo llev´o a fundar una capital, su sello personal en el Nuevo Mundo, como centro equidistante entre Quito y Cusco; un centro geogr´afico y, al mismo tiempo, el punto mar´ıtimo de vinculaci´on con Espa˜na. Para ello fund´o tambi´en ciudades intermedias (Piura, Trujillo, Huamanga), distribuy´o las encomiendas creando una protoaristocracia y se alej´o de Jauja y del Cusco, a diferencia de Cort´es, que mantuvo en la vieja Tenochtitl´an la capital del M´exico espa˜nol.

Eliminar al jefe adversario. Fortalecer la integraci´on Un tercer objetivo de su acci´on fue eliminar al jefe adversario sabiendo que, al capturar al jefe ind´ıgena, paralizar´ıa el imperio y al mismo tiempo desacreditar´ıa a Atahualpa, como en efecto lo logr´o. Con el prop´osito de superar toda rivalidad, y aun aprovechando la moment´anea vida que conced´ıa a sus prisioneros, como Atahualpa y Hu´ascar a trav´es de aquel, a Chalcuch´ımac o Almagro, llegaba invariablemente a la eliminaci´on f´ısica del adversario, tal cual ocurri´o con los mencionados. No tuvo necesidad de enfrentarse a Rumi˜nahui, el general del ej´ercito atahualpista del norte, quien, despu´es de su conflicto con el orej´on Maica Huillca sobre la estrategia de encuentro con los espa˜noles, opt´o por rebelarse, abandonar

58

Alan Garc´ıa Perez la escena y volver a Quito para construir su poder personal en conflicto con Atahualpa. En el caso de Quisqu´ıs, este general quite˜no del ej´ercito del sur, el m´as leal de todos, por exigencia de sus tropas y despu´es de ver frustrados sus intentos de impedir la llegada espa˜nola al Cusco, debi´o replegarse hacia el norte y uno de sus lugartenientes, Huayna Palc´on, lo ultim´o de un lanzazo. Se comprueba as´ı la estrategia clara de usar la muerte despu´es de aprovechar al m´aximo la vida o la prisi´on de sus adversarios, comprendiendo la importancia de un jefe m´aximo ind´ıgena cuya muerte desorganiza e infarta todo tipo de acci´on. En 1536, cuando las tropas de Titu Yupanqui, jefe militar de Manco Inca, ocuparon el cerro San Crist´obal y rodearon Lima con tres columnas, el objetivo principal fue la eliminaci´on del jefe sitiador. Y cuando este, despu´es de cuatro infructuosos intentos por tomar la ciudad, opt´o de manera suicida por encabezar el ataque por la zona del molino (barrio de Santa Ana) con otros veinte se˜nores ((vestidos galanamente)) y a bordo de una litera, fue el propio Pizarro quien se˜nal´o con su espada a Pedro Martin de Sicilia para que este, a caballo, acabara de un lanzazo con su vida. Eso origin´o el inmediato repliegue de todas las fuerzas ind´ıgenas, que ser´ıan despu´es masacradas por Alonso de Alvarado en la batalla de la Cuesta de la Sed (Lomo de Corvina), en direcci´on a Pachacamac.

Salir de Almagro y de Hernando Un cuarto y claro objetivo fue separar de la escena a Alma-gro, a pesar de contar con su subordinaci´on temerosa y mediocre o de saberlo inferior a e´ l en capacidad de an´alisis y razonamiento pol´ıtico. Almagro, que fue exigente en Panam´a, se hab´ıa dirigido a la Corona disminuyendo el rol de su jefe, le reclamaba tesoros ya repartidos, agrupaba soldados descontentos, pretend´ıa una gobernaci´on rival e inclusive el Cusco para ella. Deb´ıa ser neutralizado. Para ello lo enfrent´o a De Soto y a Hernando, lo forz´o a negociar con Alvarado, lo envi´o a Chile a empobrecerse y, finalmente, lo ajustici´o despu´es de Las Salinas. Adem´as, si bien amaba a sus hermanos y ten´ıa confianza en su respaldo, desconfiaba de la soberbia hidalga y del orgullo impetuo-

59

Pizarro, el Rey de la Baraja so de Hernando, el u´ nico hijo leg´ıtimo de su padre, quien particip´o a desgano en su visita a Trujillo de 1529 y ocasion´o, por ser altanero y cruel, graves problemas que culminar´ıan con su prisi´on en Espa˜na. Pizarro tuvo la frialdad necesaria para enviarlo a Toledo, en su condici´on de hidalgo menor, con el quinto real de Cajamarca, evitando asi un encuentro violento con Almagro, al cual Hernando despreciaba por su condici´on de plebeyo y de ((moro relajado)) (homosexual). Tal vez buscaba que permaneciera en Espa˜na con su nueva riqueza, pero volvi´o. Entonces, por segunda vez y tras la ´ırrita ejecuci´on de Almagro, lo envi´o otra vez a Espa˜na con el quinto real del Cusco. Y en esta ocasi´on no regres´o.

Restituir la legitimidad ind´ıgena. Funci´on de adaptaci´on y crecimiento Un objetivo claro fue presentarse como respetuoso de la autoridad de Manco Inca, para restaurar con e´ l una ((legitimidad subordinada)) y mantener la ((correa de trasmisi´on)) con la base social. Ello, adem´as, se enmarca dentro de la l´ogica de Maquiavelo, quien sostiene: ((No es positivo introducir nuevas instituciones)). Para e´ l, era m´as conveniente superponerse a la vieja legitimidad incaica reconociendo y coronando nuevos incas. As´ı lo hizo para dejar el sur garantizado, mientras e´ l creaba un nuevo centro de poder para su reino en Lima. Pero, ausente, no pudo frenar los abusos de sus dos hermanos menores, Juan y Gonzalo, quienes sometieron a vejaciones, encadenamiento e insultos a Manco Inca, a quien, vuelto Hernando, le arrebatar´ıa la esposa, lo que culminar´ıa en que Manco Inca, aliado con el Villa Huma, Titu Yupanqui y otros se˜nores, comenzara su gran rebeli´on. As´ı lo atestiguaron Pedro de O˜nate y Juan G´omez de Malver, los emisarios de Almagro ante Manco Inca, seg´un los cuales, su mayor queja ((fue sobre su esposa. ¿C´omo es posible que el gran se˜nor de Castilla ordene que los espa˜noles secuestren a mis esposas?)) (Macquarrie, p. 290). Fue el u´ nico momento en el cual se puso en peligro los objetivos de Pizarro.

Superar a Cort´es. Funci´on de motivaci´on Suponemos que uno de los objetivos de Pizarro fue superar la

60

Alan Garc´ıa Perez importancia y la gloria de Cort´es, su primo, al cual vio llegar a Toledo como triunfador. Y lo logr´o, habida cuenta de que no tuvo una ((Noche Triste)), como Cort´es, que en esta perdi´o la mitad de su ej´ercito y fue expulsado de Tenochtitl´an. Adem´as, Pizarro se mantuvo mucho mayor tiempo como fact´otum o rey de hecho en el Per´u. Este objetivo se deduce de la gran alarma que suscit´o en Pizarro el arribo de Pedro de Alvarado a Piura con 600 soldados y once navios. Era la sombra del conquistador joven, cronista y salmantino y ante ella us´o todo su dinero y la figura de Almagro.

Im´agenes confusas Pizarro tuvo estos y otros objetivos claros para s´ı mismo, pero se empe˜no´ como parte de su h´abil pol´ıtica en presentar metas confusas frente a los dem´as. Es una reiterada estrategia hist´orica en el juego de cartas de los triunviratos de la historia -Pompeyo, C´esar y Craso o Antonio, Octavio y L´epido-. Tambi´en se us´o en los desembarcos fingidos, como el de Napole´on partiendo de Boulogne, que culmina en un s´ubito giro hacia Alemania, o el de los Aliados en 1940, que se ((prepar´o)) para Calais y se produjo en Normand´ıa. Es una estrategia repetida en todas las reelecciones de la historia, sean del actor, de su c´onyuge o de su hijo, que primero se niegan pero luego se ejecutan, etc´etera. Veamos algunas de las se˜nales y mensajes de confusi´on emitidos por Pizarro, en lo que David Easton llamar´ıa el feedback o la retroalimentaci´on del sistema, con la que mediante un mensaje ambiguo se desorganizan y reorientan las demandas, o inputs, que recibe el sistema.

Las cartas estaban marcadas en su viaje a Toledo. Asegurar la integraci´on Por ejemplo, viaj´o a Espa˜na para alcanzar las posteriores Capitulaciones de Toledo buscando condiciones similares para los tres socios de la Compa˜n´ıa del Levante pero obtuvo solo para e´ l los cargos y la primac´ıa. Supo justificarlo posteriormente ante sus socios argumentando que no lo hab´ıa logrado porque la Corona buscaba que no se produjeran fricciones entre quienes compart´ıan responsabilidades. Eso dijo, pero podemos presumir que desde su par

61

Pizarro, el Rey de la Baraja tida de Panam´a llevaba in pectore la decisi´on de consagrar en Espa˜na la legitimidad solo para e´ l. Adem´as ni Cort´es, ni Magallanes, ni el Gran Capit´an ni el Cid fueron triunviros y cuando esta f´ormula se dio en otras ocasiones, todo jug´o a favor de uno, C´esar en el primero y Octavio en el segundo. Gran jugador de baraja espa˜nola, Pizarro reparti´o cartas para tres pero finalmente hizo su entrada como cuarto y se qued´o con la mesa. Y lo hizo conociendo la debilidad psicol´ogica de Almagro, viejo capataz de su encomienda en Panam´a. Narra Pedro Pizarro: ((El Don Diego se amotin´o y se alz´o con el dinero y hacienda que ten´ıa recogida y no quiso ayudar a Don Francisco. Y por esta causa se padeci´o mucha necesidad y muri´o alguna gente de la que Don Francisco hab´ıa pasado (de Espa˜na a Panam´a) y por no tener posible no se hac´ıa la jomada)). Pero tras ello Almagro se dobleg´o.

Atahualpa estuvo condenado desde el inicio Pizarro fue suficientemente sagaz, o c´ınico, para ocultar ante el propio Atahualpa la decisi´on de ejecutarlo. As´ı lo se˜nalan Diego de Trujillo y Pedro Pizarro al narrar que, momentos despu´es de ser aprisionado, Atahualpa pregunt´o por su suerte, seguro de morir, y Pizarro le respondi´o que posteriormente ser´ıa enviado a Quito, donde reinar´ıa. ((El marqu´es le aseguraba dici´endole que le dar´ıa la provincia de Quito para e´ l y que los cristianos tomar´ıan de Cajamarca para el Cuzco)) (Pedro Pizarro, 36 v.). En la acci´on de la captura, el u´ nico espa˜nol herido en la plaza fue el propio Pizarro por defender al Inca. De inmediato condujo al capturado hacia el galp´on donde pernoctaba, d´andole absoluta seguridad sobre su futuro y explic´andole, triste consuelo, que ((sus soldados y el Rey al que representaba hab´ıan derrotado enemigos mayores que Atahualpa y que este, por ello, no deb´ıa tener ni pena ni verg¨uenza)). Esa noche, para darle confianza, durmi´o en la misma habitaci´on que su prisionero, sin ninguna seguridad o cadena, y en los d´ıas posteriores tuvo m´ultiples reuniones y cenas con e´ l. El reh´en aliment´o as´ı la esperanza de que, entregado el rescate a esos codiciosos saqueadores, estos partir´ıan del Per´u. Esa primera noche organiz´o una nueva estrategia para recuperar su reino o ga

62

Alan Garc´ıa Perez nar tiempo y al d´ıa siguiente entr´o al juego proponiendo comprar su libertad. Pizarro despleg´o la vieja t´actica del bueno, e´ l mismo, y el malo, Almagro, para alternar la esperanza y la depresi´on en Atahualpa. Ello es tan cierto que este, a pesar de haber ejecutado fr´ıamente decenas de miles de ind´ıgenas en su guerra con Hu´ascar, en varias ocasiones cay´o en profunda tristeza y llanto al concluir que podr´ıa ser ejecutado por Pizarro. As´ı ocurri´o a la llegada del tesorero Riquelme y de Diego de Alma-gro, cuando Atahualpa comprendi´o que con m´as soldados y con dos nuevos conquistadores buscando espacios de poder, se hac´ıa m´as cercana su muerte y por ello, al producirse el simulacro de juicio en el que fue condenado en pocas horas, el 26 de julio de 1533, el jefe ind´ıgena se hundi´o en la desesperaci´on y abandon´o la serenidad con la que actuaba.

Igual ocurri´o con Hu´ascar Pizarro tambi´en ocult´o sus objetivos sobre la suerte de Hu´ascar. Conociendo que los ej´ercitos atahualpistas hab´ıan tomado el Cusco, dej´o hacer a Atahualpa, lo que produjo una enorme masacre en la propia ciudad, donde se victim´o a doscientos hijos de Huayna C´apac y a ochenta y tres hijos de Hu´ascar, seg´un cuenta la cr´onica. Sarmiento de Gamboa escribe que ((mand´o a su pariente Cuxi Yupanqui que fuese al Cusco y no dejase pariente ni valedor de Gu´ascar que no matase. Y tras esto mandaron matar a todos los chachapoyas y a Ca˜nares y su curaca llamado Ulco Colla, el cual dec´ıan que hab´ıa revuelto a los dos hermanos)) (((Historia de los Incas))). Ejerciendo mayor presi´on o una severa amenaza sobre Atahualpa, Pizarro habr´ıa podido evitar el asesinato de Hu´ascar pero no lo hizo guard´andose esa carta para tener un argumento posterior con el que condenar a su prisionero, y porque de esa manera tambi´en eliminar´ıa al jefe del territorio del sur. Adem´as, as´ı ganar´ıa la f´ırme adhesi´on de quienes deseaban hacer justicia y reivindicar la muerte de Hu´ascar. Se limit´o a repetir una y otra vez a los cronistas y a los orejones huascaristas presentes que hab´ıa pedido a Atahualpa respetar la vida de su hermano, al punto que ni sus propios cronistas percibieron esta h´abil jugada que signific´o una ganancia doble para Pizarro. Pizarro, ei Rey de la Baraja

Almagro fue usado en las primeras manos, luego desechado En cuanto a la muerte de Almagro, se ve muy n´ıtidamente que el prop´osito era salir del Adelantado sin participar directamente en su muerte. Pero como 63

Pizarro, el Rey de la Baraja recoge Hoffman Bimey en su texto ((Los hermanos del destino)), en los documentos de Pedro Pizarro, y en la versi´on de Cieza de Le´on (((Las guerras civiles))), se relata que Hernando, carcelero de Almagro, envi´o una carta a Jauja donde estaba estacionado Pizarro esperando el desarrollo de los acontecimientos, en la cual le consultaba la decisi´on a tomar y Pizarro se limit´o a responder: ((Arregle eso, as´ı ese Almagro no provocar´a m´as revueltas)). Ello concretamente significaba autorizar la ejecuci´on inmediata del prisionero. Por ello, cuando enterado de su sentencia, Almagro pidi´o elevar su proceso a Espa˜na o esperar la llegada de Pizarro desde Jauja al Cusco, no se atendi´o ese pedido y fue ejecutado en las horas siguientes.

Ocult´o a todos los jefes ind´ıgenas su intenci´on de permanecer Pizarro ocult´o a Atahualpa su intenci´on de quedarse en el Per´u y Atahualpa no comprendi´o que su captor buscaba la construcci´on de un reino m´as que un saqueo epis´odico. Y a esa interpretaci´on lo indujo Pizarro en el di´alogo sobre el rescate de Cajamarca. ¿Fue Pizarro el que lo pidi´o? ¿Fue Atahualpa el que lo ofreci´o? Seg´un el capit´an Crist´obal de Mena, testigo del encuentro: ((Pregunt´ole el gobernador que cu´anta plata le dar´ıa, el cacique dijo que traer´ıa diez mil indios y que har´ıan un cercado en medio de la plaza que lo henchir´ıan de vasos de plata. Que todo esto le dar´ıa porque lo pusiese en libertad como antes estaba)). (Porras B. ((Las relaciones primitivas de la conquista del Per´u)), p´agina 86). El di´alogo insin´ua que Pizarro pidi´o el tesoro para dejarlo en libertad y que Atahualpa le crey´o. Si fue as´ı, m´as que el tesoro interesaba a Pizarro crear la expectativa del jefe ind´ıgena y, claro est´a, enriquecer a su hueste, manteniendo su ascendencia. En todo caso, con la oferta, Atahualpa despleg´o su nueva estrategia. Era un plan inteligente: ganar tiempo a la espera de alg´un acontecimiento o tal vez satisfacer a los saqueadores. Jug´o al tresillo pensando que Pizarro era uno de los tres jugadores, pero se equi

64

Alan Garc´ıa Perez voc´o porque en realidad los jugadores resultaron ser e´ l mismo, todos los dem´as espa˜noles ansiosos de oro y Hu´ascar como Inca leg´ıtimo que no podr´ıa ofrecer tanta riqueza. Pizarro se mantuvo fuera de esa apuesta. Solo reparti´o las cartas, pero luego ingres´o como el cuarto nuevo jugador, seg´un la norma del ((penetro)), y cambi´o el ((palo)) del juego porque el suyo era permanecer y construir un reino diferente, con el tesoro o sin el tesoro. Tal vez otro capit´an espa˜nol, como De Soto o Hernando, hubieran entrado en el juego e inclusive habr´ıan aceptado que Atahualpa mismo partiera a buscar el tesoro dejando en garant´ıa sus hijos y sus mujeres y nobles, como Hernando lo hizo cuatro a˜nos despu´es con Manco Inca. Mas para Pizarro el oro no era lo esencial. Pero esa fue la misma y err´onea interpretaci´on que Manco Inca tuvo hasta el final, pues desde su refugio en Vilcabamba aun abrigaba la esperanza de que con el mayor de los tesoros los espa˜noles abandonar´ıan el Per´u y, como ya hemos se˜nalado, tal fue su pregunta en la entrevista con Ruy D´ıaz.

´ Nadie supo hasta el ultimo momento a qu´e bando apoyar´ıa El uso de objetivos confusos o el secreto sobre sus verdaderas intenciones se ve en el apoyo ofrecido a Hu´ascar, primero a trav´es de la oferta a los tallanes tumbesinos y luego cuando recibi´o en Tangarar´a a los delegados del Inca -uno de los cuales fue padre de Huam´an Poma, el cronista- que llegaron a pedir castigo para Atahualpa y a reconocer el car´acter divino que Hu´ascar les asignaba. Pero de otro lado tambi´en ofreci´o su apoyo al grupo atahualpista. En Serr´an propuso al enviado Maisa Huillca ((ir a ver a Atahualpa y servirle)); en las instrucciones que dio a su hermano Hernando, que lleg´o a los ba˜nos de Cajamarca, ofreci´o abiertamente ((apoyar a Atahualpa contra sus enemigos)). Buscaba de esta manera ganar la confianza del jefe ind´ıgena o hacerle creer que los espa˜noles ten´ıan temor de enfrentarse a e´ l, raz´on por la cual ofrec´ıan el apoyo a su legitimidad. M´as adelante, tras la ejecuci´on de Atahualpa, Pizarro ofreci´o a Chalcuch´ımac, jefe de las tropas estacionadas en Jauja, que un hijo

65

Pizarro, el Rey de la Baraja de aquel, Aticoe, ser´ıa coronado Inca, lo cual caus´o expectativa en Chalcuch´ımac, y con ello gan´o algunos d´ıas hasta nombrar al huascarista T´upac Huallpa. Luego integr´o a su comitiva a Chalcuch´ımac preso, para garantizarse el paso a los Andes, y por ello le quit´o las cadenas pero, tras la muerte del primer ((Inca t´ıtere)), al llegar a Jaquijahuana lo entreg´o a la hoguera para trabar alianza con Manco Inca. Cambio de cartas.

66

III TERCERA REGLA

´ SU CON LA LEGITIMIDAD GARANTIZO PODER A LARGO PLAZO

67

Alan Garc´ıa Perez Un objetivo central en la conducta pol´ıtica de Pizarro fue alcanzar y mantener la legitimidad; es decir, la creencia de sus soldados, aliados y posibles s´ubditos en lo justificado y en las razones aceptables de su autoridad. Porque ning´un poder puede apoyarse exclusiva y sosteniblemente sobre la fuerza; requiere siempre un argumento ((internalizado)) y aceptado por el grupo social. Es esto lo que las autocracias logran mediante la instituci´on del refer´endum o la convocatoria a asambleas populares o constituyentes. Pizarro logr´o justificar su autoridad haci´endose delegado de los poderes centrales religiosos e imperiales de su tiempo. Un e´ xito militar o pol´ıtico es solo un hecho aislado y pasajero si no se asienta en la legitimidad o en la continuidad. Sin estas, no es perdurable. Para ello busc´o monopolizar el mando a trav´es de las Capitulaciones y fue consciente de las fuerzas esenciales de la cultura pol´ıtica de su tiempo. En primer lugar la religi´on, en segundo lugar la monarqu´ıa, y en tercer lugar la autoridad carism`atica. Como jugador de la baraja y el tresillo conoc´ıa el orden de los ((palos)): oro (monarqu´ıa), copas (iglesia), espadas (ej´ercito) y, solo finalmente, bastos (pueblo). Adem´as, para la racionalidad y la estrategia de un jugador como Pizarro, la legitimidad es como el mazo de naipes al origen y durante el juego como la suma de cartas restantes. Tener la legitimidad concede el privilegio de repartir las cartas del mazo y, llegado el momento, cuando los otros tres juegan, ingresar se˜nalando el palo al que se jugar´a en adelante. Por eso Pizarro fue cuidadoso en guardar la legitimidad y la jerarqu´ıa. Supo que el af´an depredador e inmediatista de los otros espa˜noles tendr´ıa que subordinarse a esas fuerzas permanentes y universales. En su c´elebre ((Econom´ıa y Sociedad)), Max Weber defini´o la legitimidad y distingui´o en ella tres ((tipos ideales)): la legitimidad tradicional, la legitimidad racional y la legitimidad carism`atica. Los denomin´o tipos ideales pues no se encuentran puros en ninguna relaci´on de poder sino articulados, aunque con la predominancia de uno de ellos.

Los oros. Legitimidad tradicional Por ello, en 1529, suscribi´o la Capitulaci´on, que le entregaba el control total de las expediciones, la conquista y el asentamiento de

69

Pizarro, el Rey de la Baraja nuevos pueblos con los t´ıtulos de gobernador, adelantado y capit´an general. Se convirti´o as´ı en representante incontestable del emperador, una suerte de virrey sin ese nombre y en la pr´actica un rey por la gran distancia y por la capacidad conferida de entregar tierras y designar autoridades. Con ello logr´o un estatus y una defensa en el conflicto social o ((lucha de clases)), poco estudiado, que opon´ıa a la nobleza propietaria y cortesana de Espa˜na, organizada en el Consejo de Indias, frente a los aventureros y plebeyos que alcanzaban riquezas y poder en mundos ignotos. Un conflicto real, pero funcional y necesario, pues la Corona requer´ıa de la esforzada labor de esos aventureros pero dentro de l´ımites definidos que anticiparan cualquier tendencia autonomista. Y Pizarro correspondi´o con creces a su designaci´on. Como L´opez de Gomara anot´o: ((Procuraba mucho por la hacienda real)). En el primer viaje de Hernando Pizarro con el quinto real de Cajamarca, solo en oro llev´o mil cien kilos equivalentes a cien mil pesos. Cort´es, en cambio, apenas envi´o treinta y cuatro mil pesos desde Tenochtitl´an como quinto real. Pero adem´as puede calcularse en cien mil pesos adicionales el valor de la plata que tambi´en llev´o Hernando en ese viaje. En el segundo viaje, en 1538, y seg´un todos los c´alculos, el quinto del tesoro del Cusco alcanz´o una cifra mayor, pues el valor de fundici´on del tesoro lleg´o a un mill´on trescientos veintis´eis mil pesos. Era el pago de Pizarro por la legitimidad que le conced´ıa, adem´as, la supremac´ıa en la sociedad estamental o de castas que estaba creando.

Las copas. Legitimidad religiosa La segunda legitimidad tradicional que busc´o fue la religiosa. No en vano integr´o a un sacerdote como Hernando de Luque, el cual no alcanzar´ıa a conocer el Per´u por haber muerto en 1533, dos a˜nos despu´es de la partida de Pizarro. Luque fue r´apidamente sustituido por miembros de la orden dominica y uno de ellos, Vicente Valverde, fue el primero al que envi´o Pizarro ante Atahualpa. Este es un tema importante, porque muestra el apego medioeval y estamental de Pizarro a la legitimidad sustentada en la autoridad religiosa y vaticana, al concepto del pont´ıfice como ((rey del mundo)), capaz de atribuir territorios, como Alejandro VI lo hab´ıa hecho, y por la cual Pizarro mismo ten´ıa la justificaci´on de estar all´ı. Fue por ello que Valverde, acompa˜nado de ((una lengua)) o traduc

70

Alan Garc´ıa Perez tor, Felipillo, sali´o a la plaza con un soldado como testigo a ((requerir)) a Atahualpa su reconocimiento al Dios cristiano y al emperador, representante del papado en el mundo pol´ıtico. Eso demuestra el cuidado con el que Pizarro constru´ıa su legitimidad. No olvidemos que pertenec´ıa a la generaci´on que sucedi´o a la de los combatientes que reunificaron Espa˜na en lucha contra los moros y que para e´ l, tanto Atahualpa como el pueblo ind´ıgena, eran un conjunto de infieles, cuya alma arder´ıa en el infierno de no aceptar el requerimiento ni el bautizo. Y conoc´ıa tambi´en de la gran influencia del clero en la Corte de Toledo, especialmente la que ejerc´ıa la orden dominica. En Pizarro existe mayor ambici´on por el poder pol´ıtico de largo plazo que en otros, pero nunca dej´o de otorgar un lugar preeminente a los prop´ositos de ((cruzada)) religiosa en la conquista. Las cruzadas, iniciadas a fines del siglo XI, se extendieron hasta el siglo XIII y hab´ıan dejado en la cristiandad una idea de expansi´on y lucha en nombre de Cristo que estuvo presente en todos los conquistadores, a pesar de la violencia y la crueldad con la cual actuaron. Pizarro nunca tuvo conflicto con la iglesia ni con representante alguno de ella. No lo tuvo con Luque, con Valverde, con Berlanga ni con otro miembro de las o´ rdenes religiosas que se establecieron despu´es, tanto en Cuzco como en Lima. Se afirm´o as´ı como representante de la legitimidad del Imperio Universal de Carlos V y de la conversi´on religiosa de los infieles. Adicionalmente tradujo esa legitimidad en el simbolismo de la cruz contra el sol y contra los dem´as ´ıdolos, as´ı como la dramatiz´o p´ublicamente en la comuni´on compartida.

Legitimidad arbitral En el curso de su acci´on, Pizarro gan´o una tercera forma de legitimidad y fue el poder arbitral. Lleg´o a un territorio dividido y enfrentado, en el cual cientos de curacazgos luchaban entre s´ı: los yungas de la costa contra los ind´ıgenas de la sierra, el norte contra el sur, los grupos del Hanan Cusco contra los del Hurin Cusco de Hu´ascar y Atahualpa respectivamente. Aprovechando tal situaci´on pudo constituirse como un a´ rbitro por encima de esos enfrentamientos. As´ı lo hizo desde el desembarco en la isla de Pun´a en la bah´ıa de Guayaquil, donde intercambi´o mensajes con Cotoir, el mayor de los caciques y se ofreci´o a luchar contra Atahualpa, que hab´ıa destruido la sociedad punae˜na, reconociendo a esta su derecho a la independencia, inclusive respecto de la legitimidad cusque˜na de Hu´ascar. Despu´es ejerci´o su capacidad

71

Pizarro, el Rey de la Baraja de a´ rbitro entre los habitantes de Pun´a y los tumbesinos, que estaban en guerra. La ejerci´o, m´as adelante, ofreci´endose indistintamente a Hu´ascar y Atahualpa con el prop´osito cr´ıptico de ((llevar la justicia para quien tuviera la raz´on)). Esa legitimidad arbitral fue reconocida en el caso de Huam´an Malqui Topa, emisario de Hu´ascar en Tangarar´a y fue correspondida por los caciques en el acuerdo de Tangarar´a, por el cual cada se˜nor se oblig´o a entregar mil doscientos hombres para apoyar a las fuerzas de los conquistadores. El punto culminante en este tema fue su encuentro, inmediatamente despu´es, con el Gran Chimo C´apac, gracias a lo cual pudo federar todo el norte. All´ı asisti´o al pugilato del cacique tall´an Huachapuru con Maisa Huillca, el emisario de Atahualpa, pero con enorme sagacidad dio instrucci´on concreta a los espa˜noles para no intervenir y limitarse a separarlos, pues era consciente de que la capacidad de servir de equilibrio en una situaci´on solo debe ejercerse ante quienes titularizan el conflicto. De lo contrario, un favor anticipado puede bloquear a futuro la legitimidad arbitral y limitar la oferta de los contrincantes. Por ejemplo Hu´ascar, quien al conocer que Atahualpa hab´ıa ordenado que ((todo el tesoro de la tierra se lo enviasen)), exclam´o: ((Ese perro ¿de d´onde tiene el oro ni plata que dar? ¿No sabe que todo es m´ıo? Yo se lo dar´e a los cristianos y ellos lo matar´an)) (P. Pizarro, 25 v.). El episodio lo relata tambi´en Crist´obal de Mena diciendo: ((El se˜nor Cusco nos ofrec´ıa m´as oro diciendo yo s´e que Atahualpa les prometi´o un boh´ıo de oro, que yo ten´ıa para darles m´as, yo les dar´ıa cuatro boh´ıos y ellos no me matar´ıan como este pienso que me ha de matar)) (Mena. ((La conquista del Per´u llamado la Nueva Castilla))).

Espadas y bastos. Legitimidad carism`atica Otra forma de legitimidad fue desarrollada hacia el interior de su tropa y a trav´es de ella hacia los observadores de Panam´a y Santo Domingo. Es la que, en los t´erminos de Max Weber, ejerci´o como autoridad carism`atica; es decir la encamaci´on de calidades excepcionales en tanto jefe, como el m´as decidido, constante y claro. Existen innumerables y universales ejemplos de carisma pol´ıtico y militar: C´esar ante sus legiones, explicada por sus e´ xitos militares ante los galos y germanos y por su desaf´ıo a Roma; Alejandro, por su avance triunfal que solo se detuvo con la muerte; Napole´on el invencible; Bol´ıvar ((el hombre de la gloria)). Todos ellos fueron due˜nos de una gran elocuencia y h´abiles publicistas, inclusive Cor72

72

Alan Garc´ıa Perez t´es, que lo demuestra en sus poes´ıas, cartas y descripciones a Carlos V. Pero el carisma de Pizarra es diferente, no tiene el brillo o la belleza de Apolo que otros tuvieron, pero su excepcionalidad personal es distinta. Es la constancia, la decisi´on de continuar una y otra vez, es la serenidad mostrada ante el p´anico de sus soldados, es la humildad verbal sustituida por el ((discurso gestual)) del jefe que lleva a nado al soldado que no sabe nadar o que salva de las aguas a su servidor y responde a los testigos: ((ustedes no saben lo que es amar a un criado)). El carisma apela a la irracionalidad, a los contenidos m´agicos, a la superstici´on, a la eterna expectativa humana existente aun en las sociedades secularizadas y modernas, de que detr´as del mando siempre est´a la voluntad providencial. Para el individuo y para el grupo social, el atavismo m´agico permite aceptar cualquier o casi cualquier mito respecto del gobernante, su suerte, su codicia, su vida sexual, sus manipulaciones. Privado de tales ((poderes)), el ((espectador)) mira con reprobaci´on al jefe, pero tambi´en lo contempla con envidia porque, en muchos casos, al reconocer poderes excepcionales en el ((designado por el destino)), el espectador est´a proyectando sus apetitos imposibles de cumplir. C’est la vie. Pero si antes de Cajamarca Pizarro representaba la constancia de un hombre de cincuenticinco a˜nos, despu´es de la tarde de Cajamarca represent´o la voluntad divina y ese ((algo)) carism`atico que conduce seguramente al e´ xito. Esa legitimidad carism`atica le permiti´o, antes aun de la conquista del Per´u, ser elegido como jefe de una expedici´on fallida en las selvas del Dari´en, donde por la deserci´on de Andagoya y por decisi´on ((soberana)) de los soldados supervivientes, fue reconocido como capit´an y jefe. Antes del Per´u, en el pueblo de Nombre de Dios, reunido con Almagro y Luque, mostr´o una enorme f´e en el resultado de la conquista y supo transmitirla demostr´andoles que, aunque no hubieran sido favorecidos por las Capitulaciones con el emperador Carlos V, ser´ıan enormemente beneficiados con lo que habr´ıan de descubrir, aunque e´ l mismo no sab´ıa de qu´e se trataba o si en verdad exist´ıa. Ya Unamuno advierte sobre la esencia de la fe: ((Creer lo que no vimos, crear lo que no vemos)). En Tumbes, al desembarcar, se produjo un movimiento de desconcierto y desenga˜no entre los conquistadores al encontrar una ciudad que hab´ıa sido arrasada por la tropas de Atahualpa y donde no exist´ıan ni la riqueza ni el oro que cuatro a˜nos antes dijeron haber visto Pedro de Cand´ıa y otros miembros de la expedici´on. La duda de los soldados lo acompa˜no´ hasta la misma ciudad de Cajamarca, tanto en el ascenso de los Andes 73

73

Pizarro, el Rey de la Baraja como en la espera de Atahualpa, escondidos todos dentro de los galpones. Solo despu´es de la captura del Inca y la promesa del rescate eliminaron toda duda sobre la legitimidad carism`atica de Pizarro. En suma, fortalecer su legitimidad real, religiosa, arbitral y carism`atica fue uno de los objetivos, una regla pol´ıtica para tener autoridad suficiente por cualquiera de esas razones. La autoridad, bien se sabe, se acumula como el dinero en cantidades que se gastan o que pueden trocarse por m´as autoridad e influencia. Pero es oportuno anotar que Pizarro busc´o la legitimidad para ser obedecido porque e´ l, a su turno, supo obedecer la legitimidad de otros. Dice un autor que ((´el s´olo obedec´ıa al que leg´ıtimamente mandaba)) (Del Busto). A˜nadimos que es cierto porque solo puede exigirse cabalmente aquello que uno ha cumplido antes en el rol de subordinado. De lo contrario, la orden es susceptible de duda, no es sostenible a largo plazo, o quien debe cumplirla lo hace parcialmente y sin satisfacci´on. Ello se ve en el caso de Pizarro cuando, siendo amigo y compadre de Vasco N´un˜ ez de Balboa, no tuvo duda alguna en apresarlo al recibir la orden del gobernador Pedrarias, la autoridad leg´ıtima de Panam´a, y N´un˜ ez de Balboa fue decapitado despu´es. Era un soldado que obedec´ıa y por consiguiente exig´ıa ser obedecido al apoyar su autoridad sobre reglas de legitimidad que todos respetaban.

El discurso. Comunica la legitimidad, la convicci´on y el proyecto La legitimidad se traduce y comunica en un discurso de claros argumentos e im´agenes que motivan, cohesionan al grupo social y promueven su obediencia a la autoridad leg´ıtima de Pizarro. Cumple el rol de la motivaci´on que Parsons se˜nal´o. En primer lugar, la oferta global de construir un nuevo mundo, un nuevo reino. No debemos olvidar que en esos a˜nos, 1520-1530, aun faltaban ochenta a˜nos para la aparici´on del Quijote de La Mancha, de Cervantes, pero ya se difund´ıa y le´ıa como parte del ambiente general de las cruzadas, de la guerra de reconquista de Espa˜na y del descubrimiento de Am´erica, el c´elebre Amad´ıs de Gaula, un libro de caballer´ıas, de lucha contra gigantes y espejismos en tierras desconocidas, cuya difusi´on en las colonias fue prohibida por la Corona por considerar que pod´ıa incitar a la rebeli´on o a desbordar los l´ımites legales del descubrir y conquistar. Un personaje sin m´as lealtad que su honor, capaz de crear ((gobiernos de ´ınsulas baratar´ıas)), como despu´es lo fue el Quijote, era potencial 74

74

Alan Garc´ıa Perez mente un agitador revolucionario. En segundo lugar, el discurso tiene caracter´ısticas y significaci´on muy espec´ıficas. Al lado de la palabra, en el monos´ılabo o en la interl´ınea se expresan los descubrimientos de Cop´emico y Col´on, la reconquista, la escritura y sobre todo la revelaci´on religiosa y la salvaci´on. Por cierto, Pizarro no ten´ıa la formaci´on ni el carisma oral de Cort´es, quien en muchas ocasiones produjo emotivos e improvisados discursos ante su tropa. Pero el discurso noes solo oral, es tambi´en gestual, corporal. Gandhi, ante miles de seguidores permanec´ıa sentado, en silencio, hilaba la rueca y al hacerlo expresaba su desaf´ıo al consumo forzoso de tejidos ingleses. March´o tambi´en hacia el mar y recogiendo la sal derrib´o el monopolio colonial sin un disparo. El discurso gestual supera muchas veces al de las palabras. Edipo respondi´o con argumentos y palabras la pregunta de la Esfinge, pero Alejandro, ante el nudo gordiano que le abrir´ıa las puertas del Asia, tom´o su espada y lo cort´o. Pizarro sab´ıa sintetizar las actitudes y expectativas en brev´ısimos discursos gestuales, uno de ellos es el c´elebre episodio del trazo en la arena hecho en la Isla del Gallo, se˜nalando muy claramente lo adversativo de la pobreza del norte respecto de la riqueza posible del sur. La escena es inmensa en significado, no solo para los cien soldados presentes o los doce que permanecieron con e´ l. Todos ellos, y quienes los escucharon relatarlo, que fueron miles en Panam´a y en Santo Domingo, supieron de la elocuencia del analfabeto. La raya en la arena separaba a Cop´ernico de Tolomeo, al Dios jud´ıo de la idolatr´ıa, a la historia de todo lo conocido de lo desconocido, a la escritura de la oralidad, en fin, al oro de la pobreza y c´omo no, a la gloria de un reino propio respecto de la servidumbre en la gleba extreme˜na. Y el discurso gestual se expresa tambi´en en la c´elebre escena de la hostia compartida. Ella no ocurri´o en Panam´a, como la leyenda trasmite, sino mucho m´as adelante, cuando Almagro pretendi´o que el Cusco estaba dentro de su nueva gobernaci´on. Pizarro viaj´o en solo siete d´ıas desde Lima y tras conferenciar con Almagro, comulgaron ambos con una sola hostia ante todos sus soldados en una espectacular ceremonia publicitaria. La forma discursiva de definici´on y desaf´ıo la repiti´o en muchas ocasiones, una de ellas en el Valle de La Leche, actual departamento de Lambayeque en el Per´u, antes de tomar la decisi´on de subir la cor-

75

Pizarro, el Rey de la Baraja dillera hacia Cajamarca, mientras otros capitanes le recomendaban continuar hacia el sur, hacia Pachacamac o hacia el Cusco para tomar el oro. Entonces, al igual que en la Isla del Gallo, supo plantear que la ascensi´on hacia Cajamarca era la ascensi´on a la riqueza en tanto que, continuar hacia los valles de la costa, era una evasi´on y una demostraci´on de cobard´ıa. Y tuvo raz´on. De haber continuado hacia Pachacamac o el Cusco la pasividad de espera de Atahualpa se habr´ıa convertido en acci´on con la confluencia de sus tres ej´ercitos (Cajamarca, Jauja y Cusco) contra Pizarro, y este, como veremos, requer´ıa atacar cuanto antes la cabeza de la estructura, evitando la uni´on de los tres ej´ercitos. Adem´as, su invocaci´on frecuente y motivadora a los soldados es de tipo religiosa llamando al ap´ostol Santiago, y su oferta a los naturales es servir a la justicia repitiendo en varias ocasiones que est´a ((en camino con la verdad y la justicia para ayudar a quien la tuviese)), oferta ciertamente imprecisa pero que tuvo los efectos buscados tanto en algunos atahualpistas como en el propio Hu´ascar.

La cruz. Un s´ımbolo sint´etico Esa legitimidad comunicada en el discurso fue, a su turno, expresada en un s´ımbolo, lo que es el secreto de las legitimidades perdurables y ese s´ımbolo fue la cruz. Como firme cat´olico, en tanto hijo de una sierva del convento de Coria en Trujillo, Pizarro analfabeto firm´o siempre con una cruz hasta que aprendi´o a dibujar mec´anicamente su r´ubrica. Adem´as, aparece asociado a Luque y Valverde, al que envi´o ante Atahualpa llevando en una mano un breviario, no la Biblia y en la otra, una cruz, como instrumento de exorcismo. Llev´o, e´ l mismo sobre sus hombros, cuando ten´ıa m´as de sesenta a˜nos una cruz de madera a la cima del cerro San Crist´obal de Lima para reponer la que hab´ıa sido destruida por los naturales durante el sitio de Manco Inca. Y cuando fue asesinado en 1541, los testigos afirman que con la sangre que brotaba de su herida en la garganta intent´o hacer una cruz en el suelo y besarla pidiendo a voces la confesi´on, momento que fue aprovechado por uno de sus asesinos para arrojar contra su cr´aneo una vasija de cer´amica. ¡Vae Victis!

76

IV CUARTA REGLA

´ LA LEGITIMIDAD PERSONALIZO

77

Alan Garc´ıa Perez Pizarro buscaba una legitimidad no compartida, personalizada, pues una legitimidad plural es conflictual y confusa. Individualizar la legitimidad limita la tensi´on, siempre existente, entre la direcci´on y la decisi´on que son tomadas por un grupo reducido o por una persona frente al af´an de participaci´on presente en todos los dem´as que demandan tambi´en conducir, opinar y decidir. Con ello se cumple la vieja regla de Polibio sobre la persona a la que vuelve siempre el movimiento pol´ıtico, y adem´as se cumplen los conceptos de Pareto o de Mosca sobre el conflicto y la circulaci´on de las e´ lites. En Toledo se desembaraz´o de dos posibles rivales, ganando para s´ı la legitimidad legal y al volver a Nombre de Dios, amenaz´o con sustituir a Almagro, pero debi´o transigir con la oferta de llevar consigo a De Soto, a quien ofreci´o una importante gobernaci´on ((en alg´un lugar)), as´ı como el cargo de lugarteniente de la expedici´on. Sin embargo, al desembarcar en Tumbes, design´o sorpresivamente a su hermano Hernando, lo cual motiv´o el des´animo y la protesta de De Soto, quien finalmente debi´o continuar como Sancho con la ilusi´on de gobernar m´as adelante una ´ınsula baratar´ıa. Sin embargo, no fue intransigente en la b´usqueda del monopolio de la legitimidad. Como veremos despu´es, comprendi´o muy bien que en un reino muy extenso o sin l´ımites no tendr´ıa una legitimidad s´olida y definida. Aunque lo ofendiera la creaci´on en el sur de la Gobernaci´on de la Nueva Toledo, m´as all´a de los mil kil´ometros de longitud asignados a e´ l, fue a su vez una definici´on necesaria que le dio la ocasi´on de desplazar a Almagro con el prop´osito previsible de diezmar su ej´ercito y de empobrecerlo. Ninguna noticia se conoc´ıa sobre riqueza alguna en el territorio de Chile, como la que lo hab´ıa impulsado tras los relatos de Panquiaco sobre el oro del Vir´us. Como buen pol´ıtico supo reconocer lo positivo dentro de lo que se presentaba como negativo. En esta b´usqueda del monopolio de la legitimidad se incluye tambi´en la compra de las naves y de los soldados de Pedro de Alvarado, as´ı como el haber convencido a Almagro para que, en su partida a Chile, a la b´usqueda de un nuevo reino, no considerase a I lomando de Soto, pues seguramente le advirti´o que el audaz, joven y ambicioso jinete terminar´ıa, en una larga aventura, reemplazando al viejo y tuerto Almagro, quien empobrecido, no tendr´ıa ya

79

Pizarro, el Rey de la Baraja los recursos para garantizar la lealtad de la tropa mercenaria que hab´ıa comprado con dinero del propio Pizarro a Pedro de Alvarado. Es muy importante reflexionar sobre las consecuencias de esta regla de Pizarro. Acept´o la creaci´on de la nueva gobernaci´on, pero defendi´o al Cusco dentro de la suya por haber sido e´ l quien lo tom´o primero. El Consejo de Indias, burocr´atico, aristocratizante y lejano, evitaba el fortalecimiento de la autoridad de los descubridores y conquistadores, enviando fiscales, jueces, supervisores, pero adem´as creando l´ımites territoriales y recortando las gobernaciones originales. As´ı buscaba impedir que los siervos de Extremadura se convirtieran en grandes se˜nores dispuestos a competir con la nobleza espa˜nola. Actu´o de esa manera frente a Col´on, al que llevaron encadenado a Espa˜na. A Cort´es, que tom´o Tenochtitl´an en 1519, le recortaron el mando en 1523 envi´andole al juez Estrada, que despu´es lo desterr´o de la capital y fue enjuiciado o ((residenciado)) por dos a˜nos, tras los cuales fue nombrado Marqu´es del Valle de Oaxaca, triste consuelo, pues no volvi´o a tener el mando real de M´exico por los diez a˜nos siguientes hasta volver a Espa˜na para siempre. A Pizarro le crearon hasta dos gobernaciones: Nueva Toledo, que correspond´ıa a Chile, y m´as al sur del actual Santiago, la Nueva Andaluc´ıa, para el noble Sim´on de Alcazaba, que no lleg´o a su territorio. Un importante detalle hist´orico que los peruanos olvidamos es que, de no haber sido por la defensa que Pizarro hizo de su territorio, el Cusco habr´ıa pertenecido a Nueva Toledo y porconsiguiente al Chile actual. Y eso que pareciera absurdo, pues mucho antes de la conquista el ((Se˜nor Cusco)) hab´ıa incorporado todo el norte de Chile al Tawantinsuyo, se hubiera cumplido por las mezquindades del Consejo de Indias en el que el noble doctor Carbajal actuaba contra Pizarro y a favor de Almagro, cuyo hijo, Almagro ((el Mozo)), habr´ıa de casarse con su hija. Pero como no hay mal que por bien no venga, De Soto, al cual tampoco repuso Pizarro en su anterior cargo de teniente gobernador del Cusco, opt´o por un abierto destierro, que despu´es habr´ıa de conducirlo a la conquista de La Florida descrita por Garcilaso de la Vega en ((La Florida del Inca)). Dentro de esta eliminaci´on de rivales para lograr el monopolio de la legitimidad, contamos tambi´en con la ejecuci´on de Almagro y

80

Alan Garc´ıa Perez de hecho, aunque esto es menos perceptible para los analistas, el env´ıo reiterado de Hernando Pizarro a Espa˜na, el cual con sus actitudes pon´ıa en peligro su legitimidad. Francisco, estamos seguros, no dudaba de la lealtad personal de Hernando, pese a ser el hijo leg´ıtimo de su padre y a ((estar sometido a la voluntad de Hernando)) seg´un algunos cronistas, pero tem´ıa la soberbia y los crueles excesos de su hermano, ante lo cual opt´o por enviarlo a Espa˜na a dar cuenta adem´as del proceso y de la ejecuci´on de Almagro.

´ Crear un nucleo duro identificado con el tenedor de la legitimidad Pero el monopolio de la legitimidad, al igual que lo hicieron otros grandes conductores, requer´ıa un n´ucleo duro y de confianza, como la Guardia Pretoriana de los emperadores, los Mamelucos en el caso de Napole´on o el c´ırculo estrecho de los disc´ıpulos m´as cercanos a Cristo (Pedro, Andr´es, Santiago y Juan, los que, como narra San Mateo, por la cercan´ıa al Mes´ıas causar´ıan dentro del grupo severos enfrentamientos en la entrada a Jerusal´en). Para constituir ese n´ucleo diaro la primera medida fue recurrir a su propia familia, buscando, despu´es de las Capitulaciones de Toledo en 1529, respaldo en conocidos personajes de Trujillo y de all´ı llev´o con e´ l a Hernando, el hermano leg´ıtimo y de soberbia solo comparable a la de Atahualpa, por lo que ambos establecer´ıan la mejor relaci´on. Llev´o tambi´en a sus otros hermanos, Gonzalo y Juan, que parece haber sido el m´as cercano a e´ l; a su medio hermano Mart´ın de Alc´antara, hijo de ((La Ropera)), quien lo acompa˜no´ hasta su muerte, cayendo tambi´en a su lado. Adem´as, reclut´o a parientes m´as lejanos, como Pedro Pizarro, el cronista adolescente, Mart´ın Pizarro y Diego Pizarro, as´ı como a los hermanos de madre de Mart´ın de Alc´antara. Todos ellos esencialmente crueles y ambiciosos como demuestra la quema de cientos de caciques en el sur y en el Collao, despu´es de la derrota de Almagro en Las Salinas. Pero a este n´ucleo b´asico lo rodeaba un segundo c´ırculo conc´entrico de trujillanos y extreme˜nos, cuyas riquezas y aventura se debieron completamente a Pizarro. Entre ellos, se encontraban Francisco de Orellana, Pedro de Hinojosa, Fray Jer´onimo de Loayza,

81

Pizarro, el Rey de la Baraja Arzobispo de Lima y fan´atico pizarrista, Garci Manuel de Carbajal, fundador ˜ no de Ch´avez, que explor´o Charcas, Per Alvarez Olgu´ın y de Arequipa, Nu˜ muchos otros. Resulta claro que varias decenas de los embarcados en el tercer viaje ten´ıan una relaci´on personal y directa con Francisco Pizarro. Y a la postre Pizarro tuvo raz´on al constituir ese n´ucleo, pues nueve a˜nos despu´es, muerto Juan Pizarro en el Cusco, partido Hernando a Espa˜na, ausente Gonzalo por su expedici´on a Quito y dispersos los trujillanos y extreme˜nos en sus encomiendas de todo el Per´u, Francisco fue abandonado por los veinte comensales que lo acompa˜naban en el almuerzo el 26 de junio de 1541, momentos antes de su asesinato, y despu´es nadie se atrevi´o a indagar por su suerte. Bast´o con que, aun antes de su muerte, un almagrista mostrara en la puerta de la casa una espada enrojecida con la sangre de un camero y advirtiera ((Muerto es el tirano)). Sic transit gloria mundi. A ese n´ucleo b´asico de hermanos, parientes y extreme˜nos se sumaban dos contingentes de ind´ıgenas, aliados de anta˜no, los nicaraguas y los guatemalas, que por cientos viajaron en las naves de Pizarro para participar en la conquista del Per´u, sirviendo activamente en las batallas y en los desplazamientos. Este conjunto es el que permiti´o a Pizarro mantener s´olidamente el monopolio de su legitimidad sobre su propio ej´ercito y sobre sus asociados espa˜noles o ind´ıgenas. Si a ello se agrega a los ca˜naris, los chachapoyas, vinculados al bando pizarrista, y a los huaylas, a quienes gan´o por su uni´on con In´es Huaylas, hermana de Atahualpa, tenemos la expresi´on f´ısica y armada de su poder personal.

82

V QUINTA REGLA ´ UNA NUEVA CONSTRUYO ´ LEGITIMIDAD AUTONOMA DE LA ANTERIOR

83

Alan Garc´ıa Perez La preocupaci´on que demuestra Pizarro por la legitimidad religiosa, mon´arquica, arbitral y carism`atica, sustentada en un n´ucleo duro y monopolizado por e´ l mismo, le permiti´o edificar una nueva legitimidad; es decir, sustituir la vieja legitimidad sin enfrentarse a ella por una nueva forma de autoridad sustentada en sus propios hechos y en su propia ((visi´on)) del reino que comenz´o a crear y que, en nuestro concepto, alcanza su cima con la fundaci´on de Lima, que es la ((Ciudad Pizarro)) en el Nuevo Mundo. Fue en realidad un monarca por la supremac´ıa de su voluntad y por la lejan´ıa de la metr´opoli. Desde el primer momento comprendi´o que en el Per´u no hab´ıa una clara legitimidad, pues los pueblos no apoyaban realmente a Hu´ascar o a Atahualpa, dado que la conquista quechua sobre el resto del Per´u era muy reciente. Vio desde Pun´a, y m´as adelante en Pabur, que la mayor´ıa de los pueblos estaban contra Atahualpa pero buscaban al mismo tiempo recuperar su independencia del Cusco. Tal fue la tecla que toc´o. Eso le abri´o la posibilidad de crear una autoridad todopoderosa en el Per´u sin romper con la Corona Espa˜nola, utilizando la vieja legitimidad ind´ıgena tradicional a trav´es de reyes t´ıteres y de su propia y directa alianza con los caciques. As´ı parecer´ıa seguir a Maquiavelo cuando aconseja o advierte: ((Es dif´ıcil tomar por la fuerza un pa´ıs regido por un principado hereditario, pero resulta muy f´acil de mantener)), por la obediencia en que est´an educados los s´ubditos. Por esto mantuvo con vida a Atahualpa en tanto le fue u´ til para generar hambre y desconcierto en las tropas quite˜nas. En segundo lugar, procedi´o a la coronaci´on de T´upac Huallpa, que despu´es habr´ıa sido envenenado por Chalcuch´ımac, y coron´o victoriosamente a Manco Inca en el Cusco, a condici´on de que se arrodillara p´ublicamente ante e´ l y levantara por dos veces el estandarte de Espa˜na frente al pueblo y los caciques.

Creaci´on de una nueva aristocracia dependiente de e´ l Busc´o constituir su nueva legitimidad repartiendo riqueza entre los espa˜noles, pero no solo con el oro de Cajamarca o del Cusco - que pod´ıa ser pasajero y hasta constituirse en un obst´aculo en esa

85

Pizarro, el Rey de la Baraja tierra extra˜na- sino distribuyendo las tierras y, aunque no estuviera debidamente autorizado para ello, creando las encomiendas. Ello confirma su proyecto de establecer un sistema social y pol´ıtico con una poblaci´on capaz de producir, pagar impuestos y sostener durablemente el reino. El encomendero cumple el rol del noble y tiene adem´as un derecho perdurable e inmueble que defender. Adem´as, tras conducir el cuantioso quinto real de Cajamarca, Hernando Pizarro solicit´o y obtuvo del emperador Carlos V en persona la autorizaci´on para que Francisco nombrara tres alcaldes vitalicios en cada ciudad del Per´u, hecho que asegur´o por largo tiempo el poder tambi´en vitalicio de Pizarro. A˜nos m´as tarde, y tras la muerte de Pizarro, Francisco de Carbajal aconsejar´ıa a Gonzalo Pizarro la creaci´on de t´ıtulos nobiliarios, duques, condes y marqueses pues -seg´un e´ l- aquellos que los aceptaran y poseyeran defender´ıan ante Pedro de la Gasca sus derechos adquiridos. Esto es lo que Almond considera una de las funciones b´asicas de la pol´ıtica; es decir, el reclutamiento del personal y la distribuci´on de honores. Gonzalo, que entr´o a Lima con m´as de mil hombres de infanter´ıa, seiscientos a caballo, cincuenta artilleros y con banderas y escudos propios al lado de los tres arzobispos del Cusco, Quito y Lima, afirmaba por escrito que su destino ((era reinar)), sin embargo no lo hizo, tal vez por un postrer rasgo de respeto a la legitimidad real o por esperar un mejor momento y muri´o decapitado. La historia muestra que quien encarna la audacia debe cumplir su rol y no esperar el ((momento m´as favorable)).Audacis Fortuna Juvat. Hay tres temas adicionales e importantes con relaci´on a la nueva legitimidad que Pizarro construye: la liberaci´on de los yanaconas, la liberaci´on de las ajllas y la fusi´on de las dos legitimidades en una nueva. Por u´ ltimo, a estos se suman las ordenanzas hechas a los cabildos sobre el tratamiento a los ind´ıgenas.

Una nueva ciudadan´ıa. La liberaci´on de los yanaconas Puede calcularse entre cincuenta y ochenta mil el n´umero de ind´ıgenas de tribus vencidas y subordinadas por los incas, cuyos varones mayores estaban destinados al servicio permanente de los

86

Alan Garc´ıa Perez se˜nores y de los orejones. Cieza los llama ((servidores perpetuos)) y su estatus, seg´un Nathan Wachtel (((La visi´on des vaincus)), p´aginas 120- 122) era el de gente desprendida de los ayllus, no eran campesinos autosuficientes sino gente servil, heredable y cuya condici´on, seg´un John Murra era asimilable a la de los esclavos. Despu´es de la toma de Atahualpa en Cajamarca, Pizarro, con inmensa habilidad pol´ıtica, orden´o la liberaci´on de todos los yanas o sirvientes que acompa˜naban al jefe ind´ıgena, as´ı como a sus generales, y dispuso que ((volvieran a sus casas)). Y esos yanas ((forasteros)) pudieron al fin viajar por los caminos. No podemos dejar de anotar un sesgo personal en esa medida. Pizarro, que en su Trujillo original pudo tener la categor´ıa inferior de sirviente por ser bastardo, al tomar esta decisi´on de alguna manera se liber´o simb´olicamente a s´ı mismo. Ahora bien, con la liberaci´on de los yanaconas, procedentes de diversas tribus y volviendo estos a todas las regiones del Per´u, gan´o para s´ı unos extraordinarios publicistas y envi´o un gran mensaje pol´ıtico de generosidad y justicia a todas las provincias y comarcas del territorio. Muchos continuaron sirviendo a los espa˜noles e inclusive participaron en la defensa del Cusco y de Lima ante Manco Inca. Y as´ı a˜nadi´o, como despu´es veremos, una nueva contradicci´on a la enorme suma de conflictos que el Per´u ten´ıa. Por ello Manco Inca sentenci´o a muerte a los yanaconas, considerando que no solo hab´ıan traicionado a sus amos naturales, sino que adicionalmente significaban un desequilibrio social y un peligroso reclamo igualitario respecto de quienes hab´ıan sido sus superiores. En ese aspecto, el concepto pizarrista de un reino productivo es m´as moderno y eficiente que el de Atahualpa. Este le aconsej´o, seg´un narra Pedro Pizarro (36 v.): ((Yo morir´e, qui´erote decir Apo, lo que han de hacer los cristianos con estos indios para poder servirse de ellos. Si a alg´un espa˜nol dieses mil indios, ha de matar la mitad para poder servirse de ellos)). As´ı replic´o Atahualpa a la tesis de Pizarro que le hab´ıa explicado que, aun asignando un curacazgo a cada espa˜nol, ((´el hab´ıa de crear pueblos donde los espa˜noles estuvieran juntos)) y no entre los ind´ıgenas o en ((sus)) pueblos, limit´andose a recibir los tributos de la encomienda.

87

Pizarro, el Rey de la Baraja

La liberaci´on de las ajllas. Recorte de los privilegios nobiliarios ind´ıgenas Un segundo tema para consolidar su nueva legitimidad fue la liberaci´on de las ajilas, las cuales, por decenas de miles, se hacinaban en los llamados ajllahuasis o casas de mujeres destinadas al Inca, a los grandes orejones y a los curacas que tuvieran el favor del emperador. Tampoco puede olvidarse que la madre de Pizarro, Francisca Gonzales, fue criada como ((donada)) en el Convento de la Noria, con el agravante de haber sido servidora de una monja, prima hermana del padre de Pizarro. Cancelar el privilegio de la asignaci´on de mujeres y de la difusi´on gen´etica signific´o desaparecer el derecho de la casta inca sobre el imperio. Claude Levi-Strauss defini´o el sistema social como un conjunto de sistemas de intercambio de s´ımbolos ling¨u´ısticos, de mujeres como recipientes gen´eticos y de bienes de consumo; es decir, lenguaje, estructura familiar y econom´ıa, Pizarro impuso una nueva ((lingua franca)), un nuevo orden gen´etico y nuevos valores de atesoramiento, manteniendo la relaci´on agr´ıcola b´asica. Era la creaci´on de un nuevo reino. Todo ello signific´o, en el caso de los yanaconas y de las ajilas, una aparente medida democratizadora, pero en el fondo estaba construy´endose un auditorio favorable, una nueva ciudadan´ıa para quien tom´o esa decisi´on. Por ello, una enorme cantidad de yanaconas permanecieron junto a Pizarro y los espa˜noles, a los que deb´ıan esa aparente libertad. Los otros iniciaron el proceso de destrucci´on de las viejas jerarqu´ıas.

La fusi´on de las dos legitimidades anteriores en una nueva Finalmente, la construcci´on de la nueva legitimidad se expresa en el ((haber recibido como esposa)) -de manos del propio jefe ind´ıgena- una ni˜na de trece a˜nos, Quispe Sisa, hermana de Atahualpa. Como producto de esa uni´on, en Jauja naci´o Francisca, que sumaba tanto la legitimidad conquistadora y carism`atica de Pizarro como la legitimidad imperial, por ser nieta de Huayna C´apac. En efecto, Huayna C´apac tuvo como mujer leg´ıtima a Arias Collqui, hija de Huancachillac, se˜nor de Huaylas y en ella tuvo a In´es Huaylas (Cusi Quispe) y a T´upac Huallpa, nombrado Inca tras la muerte de

88

Alan Garc´ıa Perez Atahualpa, pero adem´as a Paulo Inca, que, siendo hermano de In´es, entreg´o su lealtad a los espa˜noles, particip´o en la expedici´on a Chile y combati´o ferozmente la sublevaci´on de Manco Inca, tambi´en su medio hermano. Por el nacimiento de Francisca y su bautizo, naturales y caciques celebraron grandes fiestas en Jauja. En la ni˜na comprobaban la suma de ambas legitimidades. En este aspecto Pizarro, a diferencia de otros conquistadores, fue muy cuidadoso y pareciera haber seguido, sin leerla, la regla de Maquiavelo: ((para no ser odiado, no deben tomarse los bienes y las mujeres de otros)).

Las Ordenanzas olvidadas. Preservar el trabajo humano Pero un tema adicional en cuanto a la nueva legitimidad son las Ordenanzas hechas a los cabildos sobre el tratamiento a los ind´ıgenas. Datan de 1534 y son por lo tanto anteriores a las Nuevas Leyes de Indias de 1542. Estas ordenanzas, que fueron anunciadas por pregonero en el Cusco, ser´ıan despu´es confirmadas por la Corona. La intenci´on de estas ordenanzas nada tiene que ver con la piedad o bondad de Pizarro, pero demuestran que su prop´osito no era el saqueo de tesoros sino la construcci´on de un reino sostenible sobre la base del pueblo campesino capaz de pagar impuestos en bienes o labores, al cual deb´ıa preservarse. Recordemos algunas: ((Que los indios sean bien tratados no consintiendo que les sea hecho agravio ni vexacion alguna por los espa˜noles y quien sea osado de hacer mal tratamiento e hiriere alguno de dichos indios quede inhabilitado para tenerlos en otras provincias)) (2da); ((Que no se tomase oro ni plata a los indios de la ciudad del Cusco, ni de dep´ositos ni tesoros, so pena de quinientos pesos de oro para la C´amara de su Majestad y el tal oro y plata perdido)) (3ra); ((Que ninguno tome oro de su cacique ni molesten a sus indios e caciques que saquen oro de las minas)) (4ta); ((Que ning´un espa˜nol sea llevado en andas, salvo si estuviera muy enfermo, so pena de ciento pesos de oro de ley o pague el inter´es a los dichos indios)) (5ta); ((Que la orden que los dichos naturales ten´ıan en la divisi´on de sus tierras o partici´on de aguas, aquella mesma se guarde o platique entre los espa˜noles entre quienes est´an repartidos o

89

Pizarro, el Rey de la Baraja que para ello sean se˜nalados los mismos naturales que de antes ten´ıan el cargo)) (9na); ((Que el espa˜nol que no fuese encomendero o no tuviese oficio no permanezca m´as de veinticinco d´ıas en esta gobernaci´on)) (11ma); ((Que a los negros que maltratasen a los yndios les sean dados cien azotes)) (13ma), etc´etera. (Porras B., ((Pizarro)), p. 285). Pizarro fue consciente de que la fuerza productiva, la poblaci´on campesina de su reino estaba siendo diezmada por las enfermedades, por las guerras de legitimidad y las luchas curacales, por la desorganizaci´on agraria y por la codicia de sus propios soldados. Deb´ıa preservar el factor humano para el largo plazo. Ese es el sentido de sus Ordenanzas, dictadas en persona, ratificadas por la Corona, las cuales dieron origen a las Nuevas Leyes de 1542, cuyo m´erito, sin embargo, ha sido exclusivamente atribuido a De Las Casas, que por cierto lleg´o en el mismo barco que Pizarro a La Espa˜nola en 1504 y result´o a la postre siendo el gran impulsor del comercio negrero y de la esclavitud en Am´erica. Pizarro dict´o las primeras normas, pero la leyenda negra creada contra e´ l gan´o la lucha por la memoria hist´orica. Ocurre muchas veces en la pol´ıtica. Fue el caso tambi´en de la segunda ((abolici´on)) de la esclavitud hecha por Castilla en 1857, que no fue liberaci´on sino una compra ama˜nada para enriquecer a los propietarios ya enriquecidos antes por la consolidaci´on de la ((deuda)) de la Independencia, una ((liberaci´on)) a la que sigui´o la introducci´on de m´as de setenta mil trabajadores chinos en condici´on cercana a la esclavitud, hecha por personajes cercanos a ese gobierno.

90

VI SEXTA REGLA

´ Y EJECUTO ´ EL ´ MISMO LOS DECIDIO HECHOS FUNDAMENTALES

91

Alan Garc´ıa Perez Viejo recurso de la pol´ıtica, quien manda o quien encarna la le gitimidad busca estar presente en las grandes circunstancias; en la victoria, en la firma de la rendici´on, en la teatralizaci´on de las capturas. Puede, inclusive, vestirse como Robespierre en la Fiesta del Ser Supremo, colocarse e´ l mismo la corona como Napole´on o ser el primero en cruzar a caballo el Rubic´on como C´esar. Pizarro tambi´en reserv´o para s´ı los que consideraba los temas m´as importantes y en los que se hac´ıa evidente la faceta teatral de la pol´ıtica.

La captura de Atahualpa Recordemos, como primero de ellos, el haber llevado ante el emperador la propuesta de la conquista y suscribir, a su manera, las Capitulaciones de Toledo. Luego, resaltemos el m´as caracter´ıstico y teatral: el desaf´ıo planteado a sus hombres en la Isla del Gallo para mantenerse en el descubrimiento y la conquista. El tercero es de enorme importancia: en la plaza de Cajamarca, despu´es de haber enviado a Valverde, fue e´ l mismo quien se abri´o paso, a la cabeza de veinticuatro espa˜noles y causando gran mortandad entre los indios, para tener el privilegio de apresar directamente a Atahualpa, el cual, ante la resistencia pasiva de los rocanas cargadores de las andas, solo pudo ser tomado despu´es de que Pizarro fue herido en la mano por otro espa˜nol. Es trascendental y simb´olico que el jefe de la expedici´on fuera el primero en poner la mano sobre el Inca y lo condujera personalmente al galp´on que le hab´ıa asignado como prisi´on.

La ejecuci´on de Atahualpa En cuarto lugar, podemos citar el hecho de que decidiera la eje cuci´on de Atahualpa, evadiendo sin embargo la responsabilidad por ella, lo que logr´o al transferir simb´olicamente la responsabilidad a todos. Es cierto que la totalidad de los caciques del norte exig´ıa la muerte de Atahualpa, y los emisarios de Hu´ascar y del sur cusque˜no tambi´en, pero asumir la responsabilidad de matar a quien aparentaba tener la legitimidad religiosa y legal en el territorio ind´ıgena fue algo que Pizarro no acept´o jam´as como una decisi´on propia, aunque de hecho tuvo todo el poder legal y f´ısico para evitarlo. El sab´ıa

93

Pizarro, el Rey de la Baraja que, para los bur´ocratas del Consejo de Indias, un argumento que les permit´ıa limitar o incriminar a los conquistadores era la ejecuci´on de un rey, como ocurri´o a Cort´es con la muerte de Moctezuma. Un argumento que a˜nos despu´es, en 1572, tambi´en emplearon contra el virrey Francisco de Toledo. por el asesinato de Felipe T´upac Amaru, el u´ ltimo inca de Vilcabamba, en 1572. Ya Maquiavelo advierte: ((Que otros tomen los roles que causan rencor, y los que dan gratitud debe tenerlos el Pr´ıncipe)). Uno de los ejemplos que ofrece Maquiavelo respecto a la trans ferencia del castigo ata˜ne a C´esar Borgia, el cual habiendo ocupado la Roma˜na encontr´o que all´ı exist´ıan abusos y bandidaje y decidi´o establecer la paz. Para ello envi´o al noble Remy d’Orque, ((hombre cruel y expeditivo)). Siguiendo sus instrucciones, este recuper´o la calma y la uni´on. Mas al llegar Borgia a la ciudad, percibi´o los odios generados por d’Orque y para que se supiera que la crueldad no proced´ıa de e´ l sino de la mala naturaleza del ministro, ((una bella ma˜nana)) hizo que este fuera ejecutado parti´endosele por la mitad con un ((cuchillo sangrante)). ((La ferocidad del espect´aculo logr´o que el pueblo quedara al mismo tiempo contento y est´upido)) (El Pr´ıncipe, VII). En Cajamarca, Pizarro pudo cumplir con esta transferencia sim b´olica de responsabilidad y de castigo aun despu´es de haber matado entre tres y cuatro mil ind´ıgenas durante la toma de Atahualpa en la plaza y en la persecuci´on de los restos del ej´ercito por la caballer´ıa. Y ello fue posible porque Atahualpa era odiado por el exterminio de muchos pueblos. Pizarro hab´ıa encontrado Tumbes destruido, el cacique de Caxas describi´o a Hernando de Soto que las cuatro quintas partes de ((sus indios)) hab´ıan sido muertos e igualmente hab´ıa ocurrido antes en la isla de Pun´a y en otros lugares donde el exterminio alcanz´o las mismas proporciones, seg´un el testimonio de muchos caciques. Puede calcularse que en la guerra atahualpista, solamente en la regi´on del norte, fueron directamente eliminados unos doscientos mil varones en las batallas contra las tropas huascaristas, desde la primera en Tumibamba, en el actual Ecuador, hasta las de exterminio de diferentes pueblos, como el de los ca˜naris m´as adelante. Por ello se plegaron a Pizarro. Esa enorme mortandad desatada por la

94

Alan Garc´ıa Perez violencia atahualpista fue motivo para que pudiera producirse la transferencia simb´olica del castigo y que pr´acticamente todo el norte del Per´u aprobara la ejecuci´on de Atahualpa, as´ı como tambi´en lo hiciera el sur por el asesinato de Hu´ascar. Coincidiendo con el ya mencionado consejo maquiav´elico sobre los roles que causan rencor y los que dan gratitud, que son los que debe guardar para s´ı el Pr´ıncipe, Pizarro decret´o t´acticamente, al mismo tiempo que la ejecuci´on de Atahualpa, la libertad de las yanaconas y de las ajllas. Consigui´o as´ı un mayor fundamento en el campo ind´ıgena, en tanto que, con la distribuci´on del rescate de Cajamarca, hab´ıa consolidado su posici´on de jefe espa˜nol incontestable, anunciando adem´as el tesoro del Cusco. En Gargamela, en 370 a.C. Alejandro enfrent´o a Dar´ıo con un ej´ercito griego cinco veces menor al persa, y contra la opini´on de sus jefes militares inici´o un avance aparentemente suicida que le permiti´o alcanzar el lugar de mando de Dar´ıo. Aunque no logr´o capturarlo, oblig´o a su retirada y ocasion´o el desorden y la derrota de los persas. Es cierto que entre los ocho mil ind´ıgenas m´as los cientosesentiocho espa˜noles y los trescientos mil combatientes de Gargamela hay una gran distancia num´erica, pero el aspecto fundamental es la estructura de la acci´on y la decisi´on del conductor. Pizarro adem´as debi´o recordar, por la narraci´on de muchos espa˜noles, que en la batalla de Pavia Francisco I fue tomado por las tropas de Carlos V, entre otros por Rodrigo Orgo˜nez, el mariscal jud´ıo del Per´u, que morir´ıa en 1538 en la batalla de Las Salinas y que contaba haber escuchado decir al Gran Rey: ((¡Tate, que soy el Rey de Francia!)). Adem´as de contribuir a su fama y autoridad personal, la captura del jefe ind´ıgena puso en sus manos un inmenso territorio que, como Maquiavelo hab´ıa ya advertido, ser´ıa f´acil de mantener, en tanto principado hereditario, por la obediencia de sus s´ubditos.

La entrada al Cusco. Teatralizaci´on de la pol´ıtica Un cuarto hecho decisivo y trascendental es la entrada a la capital pol´ıtica y religiosa del Tawantinsuyo. Cuando en agosto de 1533 Pizarro decidi´o su partida al Cusco, donde lleg´o tres meses des

95

Pizarro, el Rey de la Baraja pu´es, envi´o, como lo hizo varias veces antes, a Hernando de Soto al frente de la vanguardia. Llevado por su a´ nimo aventurero y su desesperaci´on por lograr la gobernaci´on que le hab´ıa sido ofrecida en Panam´a por Pizarro a cambio de los barcos y hombres de Ponce de Le´on, De Soto intent´o avanzar a gran velocidad para ser el primero en entrar al Cusco y posiblemente solicitar despu´es, a Pizarro o al Rey, la gobernaci´on de esa ciudad y su regi´on para ver cumplida la oferta de que ((se le hiciese capit´an y teniente de gobernaci´on en el pueblo m´as importante que se poblase)) (Pedro Pizarro, 170 v.). Pizarro, comprendi´endolo y sabiendo la enorme importancia de encabezar personalmente el ingreso al Cusco, envi´o de inmediato a Diegode Almagro a perseguir a De Soto y detenerlo. La circunstancia determin´o que fueran las tropas de Quisqu´ıs las que impidieron su avance en la zona de Vilcaconga, a poca distancia de Cusco. Al llegar all´ı Diego de Almagro, termin´o salvando a De Soto del virtual exterminio de sus tropas. Un detalle importante es que al llegar Almagro de noche a las inmediaciones del lugar en que De Soto estaba rodeado, anunci´o su presencia con la trompeta de Pedro de Alconchel, la misma que hab´ıa desencadenado el ataque en Cajamarca y que en 1541 se mantuvo silente el d´ıa del asesinato de Pizarro, pues Alconchel y otros, como el valido Ampuero, fugaron del almuerzo que aquel ofrec´ıa. Veremos despu´es, como una paradoja de la historia, que Almagro al detener a Hernando de Soto consolid´o el derecho de Pizarro sobre el Cusco, y m´as adelante este lo ejecut´o para poner fin a su pretensi´on por apropiarse de esa ciudad.

La fundaci´on de Lima Un quinto hecho que evidencia la vocaci´on de Pizarro por decidir los hechos fundamentales es que, despu´es de llegar al Cusco, comprendi´o que era el centro de la vieja legitimidad que deb´ıa sustituir y volvi´o de inmediato a Jauja para fundarla como ciudad espa˜nola, la primera en importancia de su nuevo reino o capital de la Nueva Castilla. Se comprueba as´ı que Pizarro deseaba crear un nuevo centro de poder, propio y al mismo tiempo equidistante de sus fronteras. Sobre el mapa, Cusco aparec´ıa descentrado, demasiado al sur

96

Alan Garc´ıa Perez en la l´ınea del poder andino, desde Quito hasta el lago Titicaca, donde los coyas eran el n´ucleo social m´as importante sobre el que ejerc´ıa su dominaci´on el Imperio. Sin embargo, Pizarro, cuya legitimidad depend´ıa de la Corona, requer´ıa una capital vinculada a la metr´opoli por la navegaci´on. Por lo tanto, abandon´o Jauja y cuando su ej´ercito estaba estacionado en Pachacamac, envi´o tres espa˜noles a buscar el lugar adecuado, pues reconoci´o que Pachacamac, a pesar de contar con un r´ıo y con un f´ertil valle, era parte vital y religiosa de la legitimidad anterior. Por eso finalmente tom´o la decisi´on personal de no fundar la ciudad en los centros urbanos m´as importantes (Limatambo o Maranga), donde se concentraba la mayor parte de la poblaci´on y se levantaban los templos m´as importantes, sino en la ribera del r´ıo R´ımac, para obtener el control estrat´egico del partidor de aguas de la ciudad, lo cual le daba adem´as una defensa trasera en el r´ıo y le permit´ıa ver la llegada de los barcos desde la casa edificada sobre la huaca de Taulichusco. As´ı la nueva capital se construy´o a los pies, r´ıo mediante, de un importante Api o cerro de valor religioso, al que llam´o San Crist´obal, en el que posiblemente se alzara un adoratorio ind´ıgena de la cultura Ismo y sobre el cual Pizarro coloc´o una cruz, su s´ımbolo. Los tres enviados y los cronistas Cieza, Jerez y Esteta describen a Lima como un valle riqu´ısimo. Esteta dice: ((Esta mezquita (Pachacamac) estaba situada en tierras muy pobladas y muy ricas)). Estaba cerca al mar, factor muy importante para Pizarro, que fue fundador de Panam´a y era natural de la Extremadura pobre y fronteriza con el mundo musulm´an, carente de un puerto como el que ten´ıa Sevilla. Adem´as la l´ogica del desplazamiento hacia el mar fue tambi´en uno de los objetivos del avance inca desde T´upac Yupanqui, que, como hijo de Pachac´utec y padre de Huayna C´apac, aun antes de ser Inca fue encargado de la conquista de todo el norte en una expansi´on que buscaba la riqueza mar´ıtima como centro de alimentaci´on, centro de navegaci´on y finalmente como punto de contacto del mundo incaico con el dios Viracocha, que hab´ıa partido por el mar.

97

Pizarro, el Rey de la Baraja

El trato personal con Almagro Un sexto asunto que demuestra que Pizarro sigui´o la regla de decidir e´ l mismo los temas fundamentales fue el acuerdo con Almagro para apoyar su expedici´on a Chile, la Nueva Toledo, e inclusive para acelerar su salida de Nueva Castilla, adem´as de otorgarle, en Pachacamac, el gobierno provisorio del Cusco hasta que una c´edula real decidiera, con exactitud, los l´ımites entre las dos gobernaciones. Pero para entonces la Corona ya hab´ıa decidido extender Nueva Castilla en 70 leguas m´as hacia el sur y hab´ıa nombrado a Fray Tom´as de Berlanga, obispo de Panam´a, como mediador para determinar la l´ınea recta de las doscientas setenta leguas desde el r´ıo Santiago. Berlanga no lleg´o al Cusco para notificar a Almagro y nunca se sabr´a el por qu´e demor´o su labor en recepciones y agasajos en Lima, pero volvi´o a Panam´a sin cumplirla, a´ rbitro piadoso, con una caja de cubiertos de metales preciosos y donaciones de Pizarro para los hospitales de Panam´a y Nicaragua. Con tal carta en la mano, el ((matador del tresillo)), Pizarro tom´o una decisi´on que, en apariencia dejaba en suspenso la ubicaci´on del Cusco hasta la decisi´on real, pero lo consolidaba como jefe m´aximo de todo lo espa˜nol en el territorio de Sudam´erica. Fue el u´ ltimo esfuerzo de Pizarro en la relaci´on con Almagro y demuestra su apego a la legitimidad. Un s´eptimo caso es que all´ı mismo, en Pachacamac, valid´o el acuerdo de Pedro de Alvarado con Almagro. El acuerdo signific´o para Pizarro el desembolso de 100 mil pesos, casi media tonelada de oro, por la compra de los barcos de Alvarado, el cual, repetimos, con tales recursos intent´o lanzar una expedici´on a la conquista de China, lo que de haberse logrado hubiera cambiado en muchos sentidos la historia universal.

98

VII ´ SEPTIMA REGLA

´ SISTEMATICAMENTE ´ ESTUDIO LA ´ REALIDAD FISICA Y SOCIAL

99

Alan Garc´ıa Perez

La excesiva extensi´on debilita el poder Sin un sistem´atico y renovado estudio de la realidad no existe liderazgo ni puede consolidarse un objetivo. A pesar de su escasa formaci´on acad´emica, Pizarro fue consciente de que una exagerada extensi´on territorial obstaculizaba la consolidaci´on del liderazgo y la gesti´on del reino. Comprendi´o tambi´en que la fragilidad de las conexiones geogr´aficas y pol´ıticas era muy grave, pues los ind´ıgenas carec´ıan de un medio de transporte como el caballo ni la rueda, que multiplica su utilidad. Ni el gran desarrollo de los caminos ni el sistema de tambos de provisi´on pod´ıan evitar el alto costo de los desplazamientos pol´ıticos. Tal vez por ello, y por su apego a la legitimidad, no formul´o reclamo contra la divisi´on de Sudam´erica entre la Nueva Castilla y m´as al sur -en el pobr´ısimo territorio chileno- la Nueva Toledo, a la cual parti´o Almagro, ilusionado. Sab´ıa que extender en exceso el Imperio cost´o, a Huayna C´apac, precipitar su reino a la divisi´on, el caos y la crisis productiva. No debemos olvidar que apenas en dos generaciones se hab´ıa extendido enormemente el territorio dominado por los incas. La expansi´on se inici´o con Pachac´utec, que despu´es de su victoria contra los chancas, ampli´o su peque˜no reino de los valles del Cusco y Yucay desde cuarenta hasta unos trescientos kil´ometros de longitud. A continuaci´on, T´upac Yupanqui y Huayna C´apac, en dos generaciones, los convirtieron en cuatro mil kil´ometros de extensi´on longitudinal, y con ese cambio se pas´o de una poblaci´on de cien mil habitantes del valle del Cusco, genuinos quechuas o incas, a dominar casi ocho millones de personas o, seg´un otros c´alculos, hasta diez millones. Esa exagerada extensi´on fue la debilidad del proyecto, por cuanto exigi´o conquistar curacazgos, cacicazgos y se˜nor´ıos existentes, que eran en parte el residuo disperso de diversos horizontes y culturas anteriores, como las concentraciones culturales moche, la federaci´on chim´u, los grupos subsistentes de la cultura chachapoyas, los cajamarcas, los jaujas, y las derivaciones de la cultura chincha- que integraba las anteriores civilizaciones paracas y nasca-, y al sur los tiahuanacos y los collas, que ofrecieron enorme resistencia. Es mi

101

Pizarro, el Rey de la Baraja interesante recordar que la invasi´on de T´upac Yupanqui en la zona colla termin´o en una hermosa repetici´on del episodio de la entrega de los burgueses de Calais al Pr´ıncipe Negro en la guerra de los 100 a˜nos, representada en la c´elebre escultura ((Los burgueses de Calais)), de Rodin. Aqu´ı, seg´un la versi´on de Garcilaso, los jefes collas, rodeados ya por las tropas de T´upac Yupanqui, se entregaron igualmente desnudos y con ropas ra´ıdas, dispuestos a ser ejecutados por haber resistido el avance del Inca. Era un territorio que, a diferencia de los imperios hitita, egipcio, asirio, mogol, romano y otros, carec´ıa del caballo, la rueda y la escritura. Adem´as, se extend´ıa desde el tr´opico ecuatorial hasta las tierras desiertas y g´elidas de Chile, de norte a sur, lo que plantea como dificultad adicional la heterogeneidad del espacio. Sobre este tema, Jared Diammond (((Guns, germs and steel)), Londres, 1997) ha propuesto una sugestiva interpretaci´on para la expansi´on de la especie humana, que seg´un e´ l se cumple en el sentido de los paralelos, Este- Oeste, respetando la similitud de los climas. Esa fue despu´es la l´ogica del imperio de Gengis Khan, del imperio romano y aun la de la expansi´on maced´onica. Sin embargo, esos imperios, a pesar de contar con otros medios de transporte y de tracci´on, se desmembraron. As´ı ocurri´o tambi´en con el imperio de Carlos V y con la expansi´on napole´onica. Con m´as facilidad la ruptura habr´ıa de producirse en el eje Norte-Sur, que aun divide los pa´ıses y los continentes por su desarrollo y geopol´ıtica: la Europa n´ordica y la Europameridional, la Padania y el Mezzogiomo en Italia, los estados del norte industrial y los del sur esclavista en la Guerra de Secesi´on norteamericana; y ello se repite al interior de Espa˜na, de M´exico, del Per´u, etc. Pero la extensi´on como fen´omeno contradictorio no solo es geogr´afica. Tambi´en lo son la extensi´on conceptual o discursiva de los grandes sistemas filos´oficos o religiosos y la de las teor´ıas cient´ıficas en los que tambi´en impone el debilitamiento o el conflicto. Es previsible que aun sin la llegada espa˜nola, fuese victorioso Hu´ascar o bien Atahualpa, el territorio se hubiera dividido igualmente contra s´ı mismo y los cusque˜nos aquietados. Quisqu´ıs, Rumi˜nahui o Chalcuch´ımac habr´ıan debido dejar su sitio a los ca˜naris de Tumipampa, a los chachapoyas o a los pastos, a pesar del esfuerzo

102

Alan Garc´ıa Perez postrero de Huayna C´apac, que tal vez comprendi´endolo quiso fundar en Quito, ((un centro como Cusco)). La extensi´on impone un alto costo econ´omico y detrae de la producci´on y la inversi´on importantes recursos. El esfuerzo por desplazar al Inca, sus jefes militares, orejones, curacas, tropas, exig´ıa un enorme sistema log´ıstico de criados y yanaconas. Cieza de Le´on relata que el viaje de Huayna C´apac a Quito impuso una movilizaci´on de doscientas mil personas, lo que exigi´o retirar del espacio productivo regimientos reclutados en el Cusco y Yucay, pero tambi´en de los soras, lucanas, collas, chancas, etc. El costo y consecuencia de estos movimientos debi´o ser enorme, y luego mayor con las guerras de sucesi´on. Aparece con toda claridad una din´amica espacial declinante. La superposici´on de la etnia inca sobre el territorio, que exig´ıa situar en el Cusco una poblaci´on cada vez mayor de curacas dominados y de orejones, concentraba las decisiones y el producto social en esa ciudad y en el sistema de tambos para su desplazamiento. A ello se sumaba una segunda administraci´on inca, con un noble en cada una de la ochentiocho provincias y un gran personaje a la cabeza de cada suyo, sus criados y sus fuerzas, adem´as de la burocracia requerida por la administraci´on decimal, los correos, los tambos, etc. Todo ello impon´ıa continuar ampliando el territorio dominado para seguir alimentando al Cusco y a su clase dirigente, lo que en condiciones de baja tecnolog´ıa ser´ıa cada vez m´as dif´ıcil. Tal vez, comprendiendo esto, Pizarro liber´o a los yanaconas y estableci´o que no se cometieran exacciones contra los ind´ıgenas y que los impuestos en bienes y trabajo se entregaran a los encomenderos y no en las cabeceras administrativas de las regiones y suyos. Tal vez. Lo que s´ı comprendi´o de inmediato fue que la gran debilidad de sus adversarios ind´ıgenas era la exagerada extensi´on. Por ello, entre Cajamarca, Jauja y Cusco, fund´o Lima y cre´o ciudades intermedias, como Trujillo, Arequipa, Huamanga y valid´o la creaci´on de Chincha por Almagro, pues as´ı garantizaba un espacio homog´eneo, que no se extendiera m´as all´a del Per´u actual o m´as all´a de Quito, que permiti´o ocupar por Alonso de Alvarado y por su propio hermano Hernando Pizarro. Es muy significativo que jam´as se propusiera viajar a Quito ni volviera a Cajamarca. As´ı, aunque fue here

103

Pizarro, el Rey de la Baraja dero de la vocaci´on unificadora de Castilla y Arag´on y coet´aneo de la formaci´on del imperio de Carlos V, Pizarro ten´ıa un criterio m´as homog´eneo y limitado para el reino que estaba creando.

´ Las multiples divisiones del Peru´ En segundo lugar fue consciente, desde su desembarco en la isla de Pun´a, de la divisi´on comarcana y de curacazgos del Per´u como efecto de la geograf´ıa, la historia y la expansi´on inca. El cacique Chirimasa de la ciudad de Tumbes, que tuvo un doble juego respecto de Pizarro por su temor a Atahualpa y al mismo tiempo por su respeto temeroso y mitol´ogico a los espa˜noles, le inform´o sobre la historia reciente de la presencia inca, la conquista de la Federaci´on Chim´u y la de su propio se˜nor´ıo tall´an por Huayna C´apac y T´upac Yupanqui. Explic´o sobre las muchas comarcas en que se divid´ıa el territorio cercano, como Reque, Jayanca, T´ucume, Caxas, Serr´an, y c´omo estas ten´ıan conflictos entre s´ı, acrecentados por la lucha remota y ex´otica, impuesta a ellos, entre los Hurin Cusco y los Hanan Cusco. As´ı, exist´ıan pueblos huascaristas dominados por los gobernadores militares atahualpistas a costa de sangrientos exterminios, en los que los curacas proclamaban ante los reci´en llegados espa˜noles ser ora huascaristas, ora atahualpistas y dudaban sobre qu´e decisi´on tomar. De all´ı que el propio Chirimasa, informante de Pizarro seg´un el cronista Guti´errez de Santa Clara, huyera de Tumbes cuando se preparaban atentados y emboscadas contra los espa˜noles por algunos atahualpistas como Maica Huillca. Es importante anotar que la astucia pol´ıtica de Pizarro le hizo perdonar a Chirimasa, no obstante haber ordenado d´ıas antes la quema en la hoguera de doce caciques de Amotape y La Chira por haber hecho ese mismo doble juego. Con el perd´on de Chirimasa, que lo acompa˜nar´ıa despu´es en su marcha hacia Serr´an y a su encuentro en Tangarar´a con los emisarios de Hu´ascar, logr´o tener a todo el pueblo tall´an agradecido y respaldando su acci´on en la zona de desembarco de los refuerzos esperados. En suma, casi setenta reinos y grandes curacazgos agrupaban a m´as de trescientos importantes caciques en las zonas en las que

104

Alan Garc´ıa Perez hab´ıan desembarcado los pizarristas y en el territorio actual del pa´ıs. Un ejemplo t´ıpico: solo en la isla de Pun´a exist´ıan nueve caciques, de los cuales, el primus ´ınter pares era Cottoir, que fue el primero con el cual tom´o contacto Pizarro. Sin embargo, fue tambi´en el primero que, dudoso, intent´o emboscar a los espa˜noles a pesar de estar en contra de Atahualpa, que hab´ıa diezmado su pueblo, aunque buscando al mismo tiempo independizarse de la legitimidad del Cusco, expresada en Hu´ascar. Fue esa rebeli´on de los caciques contra la dominaci´on Inca lo que paraliz´o la acci´on de Atahualpa y Manco Inca, cuya autoridad muchos no reconocieron: ((Cuando Don Francisco lleg´o al Cusco vino un cacique principal de la provincia de Chucuito que se llamaba Caripaxa, indio muy viejo y gobernador de esa provincia y llego al pueblo de Muina y les dijo a los indios mitimaes que all´ı estaban: hermanos ya no es tiempo del Inca, ahora os pod´eis volver a vuestra tierra cada uno)) (Sempat Assadourian. ((En Stirling, Stuart)), p´agina 109). Pero el an´alisis de Pizarro lo llev´o a comprender que la extensi´on geogr´afica hab´ıa originado el conflicto m´as grave, ((la contradicci´on fundamental)) como lo hubiera expresado Mao Tse-Tung, entre Hu´ascar y su hermano Atahualpa, el cual no fue al Cusco a rendir pleites´ıa al nuevo Inca. Pizarro debi´o comprender que ese conflicto retroalimentaba los obst´aculos de la gran extensi´on que lo origin´o y hac´ıa renacer la vocaci´on de independencia anterior en las comarcas. Comprendi´o que la adhesi´on de los se˜nores o caciques a Atahualpa y a Hu´ascar era forzada y aparente. Mucho antes que el gran historiador John Murra, Pizarro entendi´o que el Per´u era un archipi´elago de legitimidades entrecruzadas por la necesidad econ´omica, comercial y de implantaci´on de peque˜nos grupos productivos de los cacicazgos en el territorio de otros. Cieza describe c´omo ((a una legua de distancia)) se hablaban len- guas diferentes y se obedec´ıan sistemas pol´ıticos distintos. Esa actitud comarcana esencial, caracter´ıstica del Per´u hist´orico y vigente hasta hoy, fue agravada por el sistema incaico de los mitimaes. Con ese programa forzado de poblaci´on, se desplazaba grandes multitudes en uno y otro sentido, buscando implantarlealtades y desarraigar rencores en las zonas nuevas: soras y lupacas al norte, ca˜naris y

105

Pizarro, el Rey de la Baraja chachapoyas al sur. Todo ello, como anota el propio cronista, generaba descontento y desconfianza general. Los reci´en llegados, por ejemplo, eran ((mal considerados por los residentes anteriores y todos vigilados por un sistema de esp´ıas y gobernadores del Cusco)). Cieza informa, por ejemplo, sobre la presencia de mitimaes en Cajamarca, una poblaci´on que solo ten´ıa dos mil habitantes y eso, por cierto, debi´o facilitar la acci´on militar de los espa˜noles la tarde del 16 de noviembre de 1532, por la actitud contemplativa de los mitimaes for´aneos. Podemos preguntamos por qu´e, si Pizarro liber´o a los yanaconas y les dio libertad de tr´ansito, no hizo lo mismo con los mitimaes permitiendo que volvieran a sus tierras de origen. Ello hubiera sustentado mucho m´as su legitimidad, asociando los dos sectores como base de una nueva ciudadan´ıa pizarrista, a la vez que hubiera devuelto las fuerzas productivas del trabajo a sus tierras ancestrales. Lamentablemente no lo hizo, aunque la l´ogica lo conduc´ıa a ello. Pero el pensamiento de Pizarro le permiti´o actuar con sagacidad e inteligencia porque entendi´o este complejo y conflictivo tejido de legitimidades, etnias y localidades. Su estudio de la realidad lo llev´o a comprender la dram´atica situaci´on humana, econ´omica y pol´ıtica de la escena a la cual llegaba e identificar los mayores enconos anti incaicos. Era una poblaci´on, en muchos sectores, angustiada y susceptible de constituir el apoyo que los espa˜noles requer´ıan. Y lo logr´o. Primero los ca˜naris contra Atahualpa y despu´es contra el Cusco y contra Manco Inca; luego los chachapoyas de reciente incorporaci´on al imperio a costa de una sangrienta guerra, que podr´ıa definirse como un enfrentamiento entre la cordillera y la zona preselv´atica. Ambas etnias estuvieron al lado de los espa˜noles, tanto en el Cusco sitiado por Manco Inca y defendido por Gonzalo y Juan Pizarro, como en la Lima sitiada por Titu Yupanqui, donde fueron el apoyo fundamental. No olvidemos que Pizarro ten´ıa, adem´as, dos fuerzas ind´ıgenas ajenas al territorio peruano y a las pasiones de la divisi´on comarcana o de las legitimidades, los nicaraguas y los guatemalas a los que trajo en su segundo y tercer viaje, m´as los que posteriormente le fueron enviados por Almagro.

106

VIII OCTAVA REGLA

´ Y MULTIPLICO ´ LA PROMOVIO ´ CONFUSION DEL ADVERSARIO

107

Alan Garc´ıa Perez

El norte contra el sur El estudio de la realidad le permiti´o promover y multiplicar la confusi´on de la situaci´on que encontr´o. Comprendi´o prontamente que, en el fondo, era todo el Per´u actual el que estaba en punto de rebeli´on contra Atahualpa, por su origen quite˜no y su ilegitimidad. Comprendi´o que el primer y m´as importante conflicto geogr´afico en el Per´u era el norte contra el sur y tuvo raz´on, pues a lo largo de la historia tal divisi´on se mantuvo por cuestiones de extensi´on y por la idiosincrasia: Atahualpa contra Hu´ascar, Bol´ıvar contra La Sema, Orbegoso contra Gamarra, el Apra y el antiapra, etc. Pero al mismo tiempo entendi´o que los yungas coste˜nos no aceptaban la dominaci´on andina, y especialmente los yungas del norte no acataban la dominaci´on del sur cusque˜no. Paralelamente al conflicto norte-sur, exist´ıa el conflicto costa-sierra, y en tercer lugar, en el valle del Cusco y luego en todo el territorio y a trav´es de los gobernadores impuestos por Huayna C´apac, T´upac Yupanqui, Hu´ascar o Atahualpa, el gran enfrentamiento de los Hurin contra los Hanan a lo largo de todo el territorio.

Liberaci´on de los yanaconas Pizarro aument´o ese conflicto con la liberaci´on de los yanaconas ya mencionada. Estos se rebelaron contra sus anteriores amos de cualquier extracci´on, bien cusque˜nos del Hurin o del Hanan o los se˜nores de los cacicazgos y curacazgos. Siguiendo el dictado de que ((no hay peor enemigo que el renegado ni mayor fan´atico que el nuevo converso)) y siguiendo el ejemplo de Felipillo y decenas de traductores como e´ l, los yanaconas liberados fueron los mejores informantes del bando espa˜nol. Los yanas, que no entraban en el sistema de tripartici´on de la sociedad andina (tierras del sol, tierras del inca, tierras del ayllu), ayudaron a la desestructuraci´on de la vida india, asaltaron los tambos para comer el ma´ız reservado a los se˜nores y no solo la corriente papa, violaron a las mujeres reservadas antes por el poder Inca y desechadas luego por los espa˜noles. Fue el desorden, pero al mismo tiempo la ((horizontalizaci´on)) de la sociedad, que fue contenida m´as adelante por la reforma de Toledo, una alianza entre la nueva

109

Pizarro, el Rey de la Baraja burocracia y los curacas y caciques. Pizarro pudo comprobar el conflicto preexistente en la pugna entre los independentistas o huascaristas de la isla de Pun´a y los gobernadores tumbesinos atahualpistas y pudo ver en el Tumbes destruido cientos de cad´averes de los tallanes que hab´ıan mantenido su fidelidad a Hu´ascar. Lo confirm´o, adem´as, en su recorrido por la ribera del r´ıo Tumbes, hacia Tangarar´a y m´as adelante en Serr´an, verificando el inmenso desorden sobre el cual construy´o, como hemos advertido, su legitimidad arbitral. Y a e´ l sum´o el nuevo conflicto de los yanas liberados.

Los viracochas y la confusi´on religiosa Pero el desorden creci´o tambi´en por la diversa interpretaci´on de los ind´ıgenas sobre el rol de los reci´en llegados y la versi´on de su car´acter divino, la cual fue recogida por ellos mismos en Tumbes y luego difundida por los enviados tallanes al Cusco en la versi´on de Titu Cus´ı Yupanqui: ((No pueden ser menos que Viracochas porque dicen que vienen por el viento y es gente barbuda, muy hermosa y muy blanca, comen en platos de plata y las mismas ovejas que los traen a cuestas, las cuales son grandes, tienen zapatos de plata, echan rayos como el cielo. Y nosotros los hemos visto con nuestros ojos hablar con pa˜nos blancos y nombrar algunos de nosotros por nuestros nombres sin se lo decir nadie)). Pero m´as que tal relato, debi´o alentar esa interpretaci´on el pante´ısmo generalizado que Polo de Ondegardo describe: ((Los serranos particularmente adoran el rel´ampago, el trueno, el rayo llamado Santiago. ´ıtem el arco delcielo, el cual es tambi´en reverenciado de los indios de los llanos, ´ıtem las tempestades, los torbellinos o remolinos de vientos, las lluvias, el granizo. ´ıtem los serranos adoran los montones de piedras que hacen ellos mesmos en la llanadas, encrucijadas o en cumbreras de montes. Finalmente aun adoran cualesquiera mocaderos de piedras donde hallan averse echado piedras, coca, mais, sogas, trapos y otras cosas diferentes)): Igual enumeraci´on hace con los sacrificios y las fiestas, y todo ello hubo de facilitar que, para el promedio de los pueblos, la versi´on divina de los espa˜noles fuera inevitable. Ello se expresa m´as adelante en el conflicto entre Atahualpa,

110

Alan Garc´ıa Perez Maica Huillca y Rumi˜nahui, quienes luego de sus primeras dudas no reconocieron ese car´acter divino frente a la convicci´on de Hu´ascar, el cual, en su desesperaci´on providencial, s´ı estaba convencido de que eran los viracochas llegados a sancionar al usurpador Atahualpa. Y el propio Manco Inca particip´o de esta interpretaci´on, a pesar de la opini´on del Villa Huma o gran sacerdote que, a su lado, negaba a los espa˜noles ese car´acter divino. Aunque los cronistas del Per´u no expresan mayores detalles, es u´ til recordar por analog´ıa la relaci´on del fraile Francisco Mart´ın de Jes´us sobre la conquista de Michoac´an, citado por Todorov (op. cit. p´aginas 101-104), que reproduce la construcci´on verbal del Cazonzi de Michoac´an: ((De d´onde pod´ıan venir sino del cielo los que vienen. Alg´un dios los envi´o y por eso vienen. Esperemos a ver, vengan a ver como seremos tomados, que suyo era aquello, de aquellos dioses que lo llevaban. ¿Para qu´e quieren este oro? Debenlo de comer estos dioses por eso lo quieren tanto)) (III, 22 a 27). Pero la consecuencia pol´ıtica tambi´en es similar a la situaci´on en el Per´u, pues al ser requeridos para defender a los mexicanos, responde el Cazonzi michoacano: ((¿A qu´e habremos de ir a M´exico? Tenemos rencores entre nosotros. Muera cada uno de nosotros por su parte. No sabemos lo que (los mexicas) dir´an despu´es de nosotros y quiz´as nos vender´an a esas gentes que vienen y nos har´an matar. Haya aqu´ı otra conquista por si, vengan a nosotros con sus capitan´ıas, m´atenlos a los mexicanos)) (III, 23).

˜ La llegada espanola intensific´o el conflicto Pero lo que adicionalmente promovi´o y multiplic´o la confusi´on fue la propia presencia espa˜nola, que hizo m´as feroz la lucha. Antes de la llegada espa˜nola se hab´ıan librado m´ultiples batallas entre Hu´ascar y Atahualpa, como las de Ambato, Tumipampa, Mullutuyru y Cusipampa, y ya con los espa˜noles en el territorio, las de Bomb´on y Yanamarca, pero ante la noticia del arribo de esos extranjeros o dioses justicieros, los dos bandos intensificaron el encarnizamiento de su lucha. Hu´ascar, para lograr su apoyo en las mejores condiciones, despleg´o las u´ ltimas fuerzas que ten´ıa en la defensa en el r´ıo Apur´ımac, donde se libr´o en 1532 la batalla de Tahuaray y, poste

111

Pizarro, el Rey de la Baraja riormente, con sus tropas en retroceso hacia el Cusco, la batalla de Cotabambas, hasta que en un u´ ltimo esfuerzo se enfrent´o a Quisqu´ıs en Chotacaxas, donde fue tomado prisionero. Por su parte, antes de su captura, entre julio y noviembre de 1532 y luego de ella, hasta agosto de 1533, en que fue ejecutado, Atahualpa impuls´o las tropas de Chalcuch´ımac y Quisqu´ıs en el centro y sur del pa´ıs para solucionar primero el problema de la legitimidad con su hermano y -eliminado ese peligro principal- despu´es hacer frente a los extranjeros. Durante los ocho meses del cautiverio de Atahualpa, el conflicto en el sur continu´o y solo culmin´o cuando orden´o la eliminaci´on de su rival, hecho dram´atico que, sin embargo, ten´ıa m´ultiples precedentes por cuanto, como hemos se˜nalado, solo en la toma del Cusco por Quisqu´ıs, dicen las cr´onicas que se mat´o m´as de doscientos hijos de Huayna C´apac y ochenta y tres hijos de Hu´ascar, habiendo logrado fugar Paullu y Manco Inca. De todo esto fue consciente Pizarro, porque en esas ocho batallas producidas antes y despu´es de su llegada puede calcularse en trescientos mil los muertos en ambos ej´ercitos ind´ıgenas. Cieza cifra en treinticinco mil muertos las bajas en la batalla de Coxabamba y en quince mil las de Ambato. Pero a ello deben agregarse las v´ıctimas en la debelaci´on de insurrecciones como las de Tumbes, Caxas, y las de los ca˜naris, jaujas, chachapoyas, etc. Todo ello muestra una alta proporci´on de combatientes ca´ıdos, pero tambi´en una gran reducci´on de la poblaci´on masculina en edad de combatir en todo el territorio. As´ı se explica el desorden agrario y la gran hambruna existente a consecuencia de ese desorden. Si a ello se suma la silenciosa pero eficaz acci´on de la vanguardia bacteriana, que las cr´onicas no recogen, pues solo afectaba a los ind´ıgenas y que por el movimiento de los ej´ercitos debi´o difundirse activamente asolando todo el pa´ıs, el debilitamiento econ´omico y humano del Per´u de entonces permiti´o a Pizarro cumplir la ya citada indicaci´on de Maquiavelo: ((la mejor forma de conquistar un reino es arruin´andolo)).

112

IX NOVENA REGLA

´ PROFUNDAMENTE LA ESTUDIO ´ DEL ADVERSARIO PSICOLOGIA

113

Alan Garc´ıa Perez Pizarro, hombre austero, analfabeto, de escasa capacidad discursiva y de sonrisa excepcional era, sin embargo, un astuto y profundo observador de la psicolog´ıa de los otros actores. Un gran jugador de baraja que no delat´o su juego pero ley´o el de los otros, en su mirada y en las cartas que devolv´ıan. Eso fue lo que le permiti´o anticipar los movimientos de cada uno de ellos y tomar ventaja de todas sus debilidades y objetivos. Alian Bullock, al caracterizar a Hitler, lo describe por su gran capacidad de identificar el poder psicol´ogico en cada actor. Hitler identific´o en Chamberlain y Daladier, los ministros ingl´es y franc´es enviados a negociar con e´ l, un temor p´anico a la guerra y su urgencia por mantener la paz a todo precio. En conocimiento de esto, los avasall´o y fue avanzando en sus prop´ositos militares, anex´andose Austria, tomando los Sudetes, iniciando descaradamente el rearme alem´an, como antes lo hizo Napole´on con el zar de Rusia y m´as grotescamente con Carlos IV y su heredero Femando, fr´ıvolos y cobardes, cuya abdicaci´on logr´o en Bayona. Pizarro obtuvo algo similar de varios actores en su escena.

Almagro: la envidia subordinada Al primer gran personaje, que estudi´o y diagnostic´o adecuadamente, fue Diego de Almagro. En este, tan parecido en apariencia al propio Pizarro, identific´o una persona aquejada por profundos problemas de origen. Si bien Pizarro fue hijo bastardo en una criada, era hidalgo por su origen y fue educado y sostenido por su madre, en tanto que Almagro fue abandonado y rechazado por la suya y narra la historia que, cuando la busc´o a los doce a˜nos de edad, recibi´o de ella solo un mendrugo de pan en la puerta y la orden de marcharse. Esta circunstancia y otras, como la de ser fugitivo de la justicia espa˜nola por un crimen con arma blanca, determinar´ıan que la personalidad de Almagro fuera oscura, triste y ansiosa de protecci´on. Pizarro percibi´o de inmediato lo manipulable y subordinado que ser´ıa su socio. Almagro no se inclin´o nunca a las personalidades expansivas, elocuentes o triunfadoras, como Hernando de Soto, o a las abiertamente soberbias, como Hernando Pizarro, pero al encontrar un socio adusto y serio, ((un padre adoptivo)), opt´o por subordinar su ca

115

Pizarro, el Rey de la Baraja rrera militar a e´ l, que adem´as de ser menor, contaba con doce a˜nos m´as de experiencia en el Nuevo Mundo. Ten´ıa adem´as, una ((ambici´on limitada)), de la que Pizarro fue muy claramente consciente, y jam´as intent´o disputar en el territorio de Nueva Castilla, el Per´u, la superioridad y el mando de Pizarro. Solo en una ocasi´on dio rienda suelta a su envidia. En el tercer viaje, permaneciendo en Panam´a como reclutador de soldados y acopiador de vituallas insinu´o en su informe a la Audiencia de esa ciudad que era e´ l, y no Pizarro, el verdadero impulsor de la conquista, pues el otro siempre ((se quer´ıa volver)). Pero fue la u´ nica vez y Pizarro, h´abilmente, fingi´o ignorarlo. En adelante, Almagro solo gestion´o que se le concediera un territorio m´as all´a de los l´ımites de la gobernaci´on de su jefe. Como consecuencia de estas caracter´ısticas psicol´ogicas era un buen y ordenado administrador, al cual Pizarro confi´o desde los a˜nos en Panam´a el aprovisionamiento y el reclutamiento, de tal modo que lo priv´o de participar en los m´as importantes hechos de la conquista. Almagro fue, a lo largo de su vida, un hombre que acumul´o dinero y riqueza. Aunque en su testamento declar´o haber habido un mill´on de pesos de su asociaci´on con Pizarro, se desprendi´o de mucho de ello, tanto por ayudar a sus soldados y compa˜neros como por buscar la Gobernaci´on de la Nueva Toledo, siendo su segundo objetivo -que m´as adelante lo har´ıa perder la vida- el ennoblecer a su familia mediante el matrimonio de su hijo -para quien dos horas antes de morir pidi´o a Carlos V la Gobernaci´on de Nueva Toledo- con la hija del doctor Carbajal, miembro del Consejo de Indias. Fue por ello que no se atrevi´o, como se lo exig´ıan los soldados de Pedro de Alvarado, a ejecutar a Hernando Pizarro, su prisionero en la ciudad, porque eso hubiera causado graves problemas jur´ıdicos a su pretensi´on, pues se trataba de un hidalgo y de un hermano del gobernador Pizarro. Parad´ojicamente fue Hernando Pizarro, quien liberado y traicionando su palabra de ((no tomar las armas contra e´ l)), lo derrot´o en la batalla de Las Salinas y lo ejecut´o despu´es de un juicio simulado e ilegal. As´ı, en conocimiento de esa limitada e ingenua ambici´on, Pizarro no puso ning´un obst´aculo para la expedici´on a Chile, y por el contrario la promovi´o, pag´o los cien mil pesos pactados por Almagro con Alvarado y dej´o que las tropas de este se incorporaran a las

116

Alan Garc´ıa Perez fuerzas de su socio. Todo esto ocurri´o en Pachacamac. Pizarro confi´o siempre en su capacidad para dominar la psicolog´ıa de Almagro, consider´andolo inferior; por eso, en 1536, cuando Almagro declar´o al Cusco como capital de la Nueva Toledo, Pizarro se traslad´o al Cusco con un peque˜no grupo de soldados, haciendo un azaroso viaje en solo siete d´ıas, le ofreci´o aceptar su pretensi´on si el rey la reconoc´ıa mediante una c´edula real y comulg´o con e´ l de una sola hostia. As´ı, un Almagro satisfecho viaj´o a Chile llevando como lugarteniente a Rodrigo Orgo˜nez, con lo que Pizarro elimin´o a Hernando de Soto de la nueva aventura. Pero, al retomo de la expedici´on a Chile y tras levantar el sitio del Cusco, desenga˜nado por no haber encontrado riquezas, tom´o Almagro prisioneros a Gonzalo y Hernando Pizarro. Sin embargo, por la vieja subordinaci´on, acept´o reunirse con Pizarro en Mala, en un episodio en el que no est´a confirmado si los setecientos espa˜noles que acompa˜naron a Pizarro iban dispuestos a capturar a Almagro, a pesar de haberse pactado una escolta limitada a doce personas para cada uno. Gracias al aviso de su escudero, Almagro abandon´o sin aviso previo la entrevista, pero al llegar al Cusco cometi´o el grav´ısimo error pol´ıtico de liberar a Hernando, quien, como se ha dicho, tom´o el mando del ej´ercito para luchar contra e´ l y ejecutarlo despu´es.

Atahualpa. La soberbia Seg´un puede comprobarse por la cr´onica de Francisco de Jerez, que como secretario de Pizarro expresaba sus ideas, este estudi´o e identific´o psicol´ogicamente a Atahualpa, al que defini´o con el t´ermino ((soberbia)). Dice Jerez, por ello, que Atahualpa los esperaba ((con mucha soberbia)), y repite ese calificativo en muchas ocasiones, recogiendo sin duda la expresi´on de Pizarro: ((indio soberbio)). Pero el primer contacto de Pizarro con Atahualpa no fue directo y f´ısico. Lo estudi´o a trav´es de su enviado Maisa Huilca, que lleg´o a Serr´an, donde estuvo Pizarro en las semanas previas a la marcha sobre Cajamarca y donde se present´o amenazante al tiempo que despreciativo con fortalezas de barro y piedra y con patos desollados para demostrar el poder ofensivo y la condici´on f´ısica en la que

117

Pizarro, el Rey de la Baraja quedar´ıan los espa˜noles. Pizarro fue cauto al exigir a su tropa paciencia e indiferencia ante esa actitud desafiante del enviado, que lleg´o a mesar las barbas de un soldado. Pizarro sonri´o mostrando una paciencia afectada, con la que estaba haciendo llegar una falsa informaci´on a Atahualpa y, por el contrario, correspondi´o el insulto enviando al jefe ind´ıgena una copa de cristal de Venecia, borcegu´ıes y una camisa de seda. Era un mensaje simulado de temor y de paz. Lo dram´atico es que el estudio de Pizarro sobre la actitud de Maisa Huilca, en la que vio retratado el pensamiento de Atahualpa, fue muy acertado, porque este crey´o la versi´on de Maisa Huilca cuando su enviado le inform´o con jactancia haber victimado a tres espa˜noles y un caballo, seg´un informa Francisco de Jerez, testigo de esta ingenua declaraci´on de Atahualpa a Hernando Pizarro en su campamento de los Ba˜nos de Cajamarca. Maisa Huilca, contradiciendo la estrategia de Rumi˜nahui que exig´ıa ((atacarlos en las pasos de la cordillera)), solicit´o ((solo cinco mil indios con sogas)) para ((atar a los cameros)) y entregar a los espa˜noles prisioneros. Atahualpa tom´o esta decisi´on ((para traerlos en persona, castrarlos y tenerlos como sirvientes)), seg´un la cr´onica de Miguel de Estete. Hernando Pizarro, que a la postre ser´ıa con De Soto el m´as cercano a Atahualpa, recibi´o una muestra de esa soberbia, pues el jefe ind´ıgena, bien informado de las jerarqu´ıas en el campo espa˜nol, se neg´o a recibir a De Soto y u´ nicamente sali´o de su tienda cuando lleg´o Hernando, el hermano del Apo o Jefe, y solo entonces orden´o dos vasos de oro para beber con e´ l y luego dos vasos de plata para beber con De Soto, al que consider´o de bajo nivel. Hernando Pizarro debi´o entonces explicar que ambos, De Soto y e´ l, ten´ıan la misma jerarqu´ıa como capitanes del rey. (Francisco de Jerez, 17). Pero debemos entender que tal explicaci´on estaba m´as bien dirigida al orgullo herido de Hernando de Soto, quien, como veremos despu´es, reaccion´o altivamente. La soberbia, mucho m´as grave que la vanidad, es en t´erminos eclesi´asticos uno de los mayores pecados, por cuanto ignora a Dios y lo desaf´ıa como lo hizo el rey de Babel. Es en este sentido que Pizarro utilizaba, a trav´es de su secretario, el t´ermino de ((indio soberbio)), pues adem´as, para Atahualpa, los espa˜noles no eran dio

118

Alan Garc´ıa Perez ses. Si en alg´un momento lo crey´o, no lo menciona cr´onica alguna. Es esta soberbia, por su l´ınea leg´ıtima con el Sol, lo que lo hizo obsesionarse con el trono, por su legitimidad de sangre y por la necesidad prioritaria de derrotar a Hu´ascar, antes de pensar seriamente en los prop´ositos de ese ((peque˜no grupo de extranjeros’: Ello sucedi´o a pesar de la inteligencia estrat´egica anteriormente desplegada en su campa˜na contra Hu´ascar y de su natural habilidad, apreciada por los propios espa˜noles a los que r´apidamente se adapt´o y de los que aprendi´o a jugar el ajedrez y a los que tambi´en logr´o dividir sobre su propio destino. A su manera logr´o promover la confusi´on del adversario, ganando tiempo, eliminando rivales, pero su propia captura ya hab´ıa debilitado la autoridad y el temor que anteriormente impon´ıa. Gran parte de su pueblo lo hab´ıa abandonado, entre ellos el propio general Rumi˜nahui, que volvi´o a Quito con sus tropas. Fue por soberbia que Atahualpa acept´o la ((invitaci´on)) que Pizarro le hizo, en conocimiento de sus condiciones psicol´ogicas, para cenar con e´ l, encerr´andose dentro de un aposento e ingresando a una plaza rodeada de muros. Seg´un dijo despu´es, fue por soberbia y en demostraci´on de superioridad que se present´o al campamento sin tropa de guerra y llevando, como narran los cronistas, miles de indios limpiadores del camino, cargadores de andas y m´usicos, pero disponiendo que las fuerzas militares, que seg´un Jerez eran ((m´as de treinta mil indios armados con lanzas largas, que son como picas)), no se acercaran a Cajamarca. De esa manera facilit´o su prisi´on, pues como informa Diego de Trujillo, los veinticuatro hombres de infanter´ıa encabezados por Pizarro ((hicieron calle hacia Atahualpa)) en medio de esos lacayos y m´usicos. El cronista Mena informa que no llev´o vanguardia armada y en vez de ello, ((cuatro mil hombres delante limpiando piedras y pajas aunque la plaza estaba limpia)). As´ı tambi´en lo informa Hernando Pizarro en carta al emperador Carlos V, relatando que ((lleg´o sin armas)). Entr´o pues como un rey desarmado, recordando los t´erminos con los que Maquiavelo justifica la ca´ıda de Savonarola: ((Fue un profeta desarmado)). Sin embargo, tambi´en ten´ıa un plan: hab´ıa dispuesto que un grupo de hombres de guerra tomara posiciones unos kil´ometros detr´as de los muros de la plaza para aprisionar a los espa˜no

119

Pizarro, el Rey de la Baraja les ((cuando huyeran ante su presencia’: Fue adem´as, seg´un el cronista Juan de Betanzos, embriagado: ((Entro el Inca bien tomado de la bebida que hab´ıa bebido ainsi en los ba˜nos antes que partiese como en el camino en el cual hab´ıa hecho muchas pausas y en todas ellas hab´ıa bebido e´ l)). (Ver Maticorena Estrada, Miguel. La caida del Imperio Incaico. Un dato de Atahualpa. Revista Hist´orica, Tomo XLI. 2002-2004). Atahualpa fue a la plaza acompa˜nado por Maisa Huilca, que morir´ıa en ella, y junto a los grandes se˜nores, el de Chincha, segundo personaje del imperio y el de Caxamarca. Un detalle significativo es que los largos cabellos de Atahualpa, que no correspond´ıan a su dignidad y eran usados as´ı para ocultar su oreja mutilada en una batalla contra Hu´ascar, permitieron que fuera asido de ellos para echarlo del anda que sosten´ıan aun sus cargadores. Vanidad. Detectada esa soberbia y sabiendo que lo cegar´ıa, en las dos reuniones previas con Maisa Huilca Pizarro ofreci´o su ayuda al jefe ind´ıgena y ((ponerse a sus pies para servirlo)). Siguiendo el mismo libreto, cuando destac´o veinte jinetes con De Soto al campamento, envi´o despu´es a Hernando para verificar lo que ocurr´ıa, pero tambi´en para halagar al jefe indio, ofreciendo nuevamente ayuda contra los enemigos e inclusive devolver inmediatamente los bienes tomados de los tambos reales. All´ı Pizarro tuvo la destreza psicol´ogica de juntar dos personalidades soberbias, que entablaron desde ese momento una relaci´on de coincidencia en cuanto a su forma de tratar desde˜nosamente a las personas.

Hu´ascar. Desesperaci´on y providencialismo Un tercer actor al que estudiar en el escenario fue Hu´ascar, al que Pizarro nunca vio, pero al que s´ı vieron los tres soldados enviados por e´ l al Cusco durante la prisi´on de Atahualpa. Pizarro sab´ıa para entonces, a trav´es de los emisarios de Hu´ascar que llegaron a Tangarar´a meses antes, as´ı como por los mensajes que recib´ıa en Cajamarca de parte del Inca leg´ıtimo y sus orejones, que pod´ıa sintetizar el mundo emocional y la actitud de Hu´ascar en un solo t´ermino: desesperaci´on. En los meses que van de julio de 1532 hasta su muerte, aproxi-

120

Alan Garc´ıa Perez madamente en mayo de 1533, Hu´ascar vivi´o obsesionado por la derrota de sus tropas y por la p´erdida de su legitimidad m´as que por la p´erdida de su vida. Por ello fue uno de los primeros que crey´o, a pesar del consejo de su m´aximo sacerdote Villa Huma, que esos s´ı eran los viracochas que volv´ıan para poner justicia en la tierra y logr´o que sus m´as cercanos, los familiares de la panaca y del Hanan Cusco, compartieran esa interpretaci´on. Desde entonces, contribuyeron a difundir y a defender el car´acter m´agico-divino de los extranjeros. Huam´an Malqui Topa, padre del cronista Huam´an Poma, fue enviado a Tangarar´a, donde exigi´o a Pizarro el castigo contra el usurpador. Desde entonces Pizarro supo que, empujado por su desesperaci´on, Hu´ascar creer´ıa en su divinidad y ser´ıa su mejor aliado en el sur contra las tropas de Chalcuch´ımac y Quisqu´ıs. Pero al mismo tiempo comprendi´o que m´as adelante necesitar´ıa la desaparici´on de Hu´ascar para poder sumar todo el sur en contra de Atahualpa y al cumplir con la demanda de su muerte, eliminar a los dos contendientes, tener abierto el camino del Cusco y estar en libertad de designar al nuevo Inca, como finalmente lo llegara a hacer. Hu´ascar expres´o n´ıtidamente la actitud de los hombres del mundo andino, ritualizado y m´agico: ¿C´omo saber lo que por ser profec´ıa es inevitable? ¿A trav´es de qu´e signos encontrarlo? ¿Era el enano que visit´o una noche a Huayna C´apac antes de su muerte o el cometa que Moctezuma vio? ¿Era la enfermedad que se inici´o en los auqu´enidos y mataba despu´es a los hombres?

Manco Inca. Credulidad y ambici´on El cuarto personaje a considerar fue Manco Inca. Al iniciar su marcha de Cajamarca hacia el Cusco, Pizarro iba acompa˜nado por T´upac Huallpa, monarca designado por e´ l, pero asesinado este, encontr´o en el camino a un adolescente de diecisiete a˜nos que habiendo sido perseguido por los soldados quite˜nos en el Cusco, fug´o a la selva amaz´onica. Manco, hijo de Huayna C´apac, volv´ıa para pedir protecci´on a los viracochas. El futuro Manco Inca cre´ıa en el car´acter divino de los espa˜noles, pues era de la panaca de Hu´ascar y del Hanan Cusco y por ello fue f´acil para Pizarro satisfacer sus pedidos, darle protecci´on y ofrecerle al mismo tiempo que, a trav´es de

121

Pizarro, el Rey de la Baraja e´ l, continuar´ıa la legitimidad del imperio. Ello fue aceptado de inmediato por Manco, que fue coronado despu´es con gran fasto en el Cusco. Como prueba de esa alianza, Pizarro le brind´o la muerte de Chalcuch´ımac, quemado en Jaquijahuana antes de ingresar a la capital. M´as adelante, Manco, utilizando a los soldados de Almagro, hizo asesinar a dos hermanos suyos para consolidarse en el poder. (Pedro Pizarro 61 v.). De esta manera Pizarro pudo incorporar en su s´equito de ingreso al Cusco al nuevo pretendiente al Incanato bajo el aplauso y la expectativa de toda la poblaci´on que, como dice la cr´onica, en todos los edificios de la ciudad y en los cerros vecinos aclamaba el ingreso de los justicieros divinos, que tras ello seguramente se ir´ıan ((cargados de oro)). Pedro Pizarro cuenta c´omo Manco Inca aun mantuvo esa ingenua credulidad cinco a˜nos despu´es, inclusive tras su rebeli´on, en 1537, luego de haber abandonado el sitio del Cusco y ver destruido el ej´ercito que Titu Yupanqui envi´o a Lima: ((Pues envi´o Almagro a un Ruy D´ıaz a Manco Inca por mensajero. Manco le hizo una pregunta, dime Ruy D´ıaz, ¿si yo diese al rey un gran tesoro echar´ıa a todos los espa˜noles de este reino? El Ruy D´ıaz respondi´o: ¿Qu´e tanto dar´ıas Inca? Dijo Ruy D´ıaz que hab´ıa mandado traer el Manco Inca una fanega de ma´ız e hizo la echar en el suelo y de aquel mont´on tom´o una mazorca y dijo: los cristianos apenas han encontrado el equivalente a esta mazorca del oro y plata que hay y lo que no hab´eis encontrado es tan grande como este mont´on del que he cogido una sola mazorca. Y Ruy D´ıaz dijo a Manco: aunque todas las monta˜nas estuvieran hechas de oro y plata y se las dierais al Rey no retirar´ıa a los espa˜noles de esta tierra)). Esto ocurri´o cinco a˜nos despu´es de la llegada de los espa˜noles y comprueba que el propio Inca cre´ıa aun en la posibilidad de recuperar su reino a cambio de oro, sin comprender el prop´osito real de Pizarro.

Hernando de Soto. Ambici´on y vanidad Un quinto personaje al cual Pizarro defini´o fue Hernando de Soto, que cumpli´o un papel esencial en el aspecto militar de la conquista

122

Alan Garc´ıa Perez y fue por sus condiciones psicol´ogicas un experto en conducir la vanguardia. Pizarro identific´o en e´ l dos elementos: primero, la audacia caballeresca y, en segundo lugar, la vanidad por creerse de un mayor nivel social o de capacidad militar superior como capit´an de caballer´ıa y usar por ello, seg´un descripci´on de Garcilaso, perlas en los l´obulos de las orejas y amuletos y joyas en la pechera. Un rasgo sint´etico debi´o ser tambi´en advertido por Pizarro, Hernando de Soto lleg´o acompa˜nado de su amante espa˜nola, Juana Hern´andez, ante la cual deber´ıa demostrar sus grandes capacidades. Era ambicioso, pero u´ til. Su presencia fue impuesta por Ponce de Le´on, que pidi´o una encomienda para s´ı y una importante gobernaci´on para De Soto y all´ı naci´o la rivalidad entre e´ l y Alma-gro. Sin embargo, Pizarro, conociendo la ascendencia soldadesca que De Soto pod´ıa generar, lo us´o permanentemente como vanguardia de su tropa, en primer lugar para sancionar a los indiosde Pun´a, luego en el avance hacia Caxas, despu´es como enviado desde Cajamarca a la localidad de Ba˜nos, posteriormente como pacificador de la zona conc´entrica de la ciudad luego de la toma del Inca y, acto seguido, al haberse anunciado que se preparaba un gran asalto contra Cajamarca, como encargado de llegar hasta Huamachuco para verificar si tal alzamiento era cierto. Un detalle no analizado es que, al no haber sido recibido por Atahualpa en su tienda, y viendo la importancia que reconoc´ıa el jefe indio a Hernando Pizarro, antes de marcharse Hernando de Soto castig´o la soberbia de Atahualpa efectuando de improviso, y sin recibir alguna orden, una arremetida de su caballo en direcci´on al jefe indio, que permaneci´o imperturbable y ejecut´o inmediatamente despu´es a trescientos indios que pretendieron huir y cuyos cad´averes encontraron los espa˜noles al d´ıa siguiente. Naturalmente, la afrenta fue dirigida tambi´en hacia la mayor jerarqu´ıa y soberbia de Hernando Pizarro. Fue un actor militarmente u´ til pero peligrosamente ambicioso. Por ello, al desembarcar en Tumbes y contra su expectativa, Pizarro nombr´o a su hermano Hernando como Capit´an General del ej´ercito de la gobernaci´on, fingi´o ignorar su insubordinaci´on al avanzar hacia Quito sin o´ rdenes, lo fren´o en su marcha al Cusco, m´as adelante evit´o que fuera a Chile y tampoco lo repuso como gobernador del

123

Pizarro, el Rey de la Baraja Cusco. As´ı origin´o que De Soto partiera hacia La florida.

Hernando Pizarro. Peligrosa crueldad y soberbia Ya conoc´ıa Pizarro la soberbia aristocr´atica de su hermano menor, al cual Atahualpa distingui´o al comprobar que sab´ıa leer y escribir. Pero tambi´en conoc´ıa su car´acter conflictivo y violento, por lo que en dos ocasiones lo envi´o a Espa˜na llevando el dinero del quinto real. La primera, desde Cajamarca, para evitar una ruptura con Almagro, y la segunda tras la muerte de este, tal vez con el oculto prop´osito de desplazar hacia e´ l toda la responsabilidad por la ejecuci´on del Adelantado. Al mismo tiempo que soberbio, Hernando fue muy codicioso y en ning´un momento pens´o como Francisco en crear un reino para permanecer en e´ l sino que quiso enriquecerse para volver con mayor fortuna a su condici´on de hidalgo en Trujillo. Su fortuna al volver sumaba varias veces el valor de su participaci´on en los tesoros de Cajamarca y el Cusco, dici´endose adem´as que intent´o apropiarse de la riqueza de Almagro, raz´on por la que este design´o heredero al rey. Por ejemplo, ante una oferta t´actica de Manco Inca, que ya hab´ıa sido apresado y maltratado por sus dos hermanos, Juan y Gonzalo, Hernando procedi´o -contra la opini´on de sus capitanes- a liberarlo de las cadenas y dejarlo salir de la ciudad para obtener un gran tesoro, ((una figura humana de tama˜no natural en oro)). Solo obtuvo el sitio de la ciudad, en el levantamiento de los d´ıas siguientes. A pesar de respetarlo, Pizarro conoc´ıa de su codicia y soberbia, por lo que intent´o separarlo del escenario en dos ocasiones, dej´andolo cargar con la responsabilidad por la suerte de Alma-gro. Raz´on tuvo el cronista Gonzalo Fern´andez de Oviedo al escribir en su ((Historia natural y general de las Indias)) (1535) que ((Pizarro truxo tres o cuatro hermanos suyos, tan soberbios como pobres. E de todos ellos el Hernando Pizarro solo era legitimo, e mas legitimado en la soberbia, hombre de alta estatura e gruesso, la lengua y los labios gordos, e la punta de su nariz con sobrada carne y encendida, y este fue el desavenidor del sosiego de todos, y en especial de los dos viejos compa˜neros Francisco Pizarro y Diego de Almagro)) (Libro XLVI cap I).

124

Alan Garc´ıa Perez

Pedro de Alvarado. Un adversario temible y de gran dimensi´on Compa˜nero de aventuras y lugarteniente de Hern´an Cort´es, Pedro de Alvarado particip´o con mucha crueldad en la conquista de M´exico y desencaden´o, por la matanza del Templo Mayor que perpetr´o en ausencia de Cort´es, el gran levantamiento de Tenochtitl´an. Representaba el e´ xito militar en ese otro escenario. En 1534 desembarc´o s´ubitamente con seiscientos soldados y once navios, la fuerza militar m´as grande que hab´ıa llegado al Per´u. Eran cuatrocientos cincuenta infantes y de caballer´ıa, m´as ciento cuarenta ((del mar)), como consigna el historiador H´ector L´opez Mart´ınez en ((Los que vinieron con Pedro de Alvarado)) (Separata de Humanidades. PUCP. 1972- 1973). Su objetivo previsible era reemplazar por la fuerza a Pizarro y tal vez, con sus relaciones en Espa˜na, justificar y validar el hecho consumado. Ven´ıa adem´as premunido de confusas autorizaciones del Consejo de Indias para descubrir y conquistar. Fue ese el u´ nico momento en que Francisco Pizarro sinti´o verdaderamente una amenaza a su legitimidad, pero ante ello dio prueba de gran sagacidad y realismo. Temeroso del e´ xito ya demostrado por Pedro de Alvarado, prefiri´o negociar su propia legitimidad, y evitar enfrentarlo en una batalla de dudoso resultado. Acept´o as´ı una transacci´on que lo empobreci´o en el equivalente de media tonelada de oro. Pero ello le permiti´o librarse prontamente del u´ nico que hubiera podido emular su capacidad de direcci´on y podr´ıa haber sumado a sus seiscientos hombres los doscientos soldados de Almagro, descontentos por no haber participado aun en la riqueza.

Juan y Gonzalo. Los menores a proteger El cronista Gonzalo Fern´andez de Oviedo en su ((Historia natural y general de las Indias)), ya ciiada, define a estos humanos como ((tan soberbios como pobres e tan sin hacienda como deseosos de alcanzarla)), pero ignora que el padre de los Pizarro, los consign´o debidamente en su testamento a pesar de ser bastardo. (Nota de H´ector L´opez Mart´ınez).

125

Pizarro, el Rey de la Baraja Adem´as de su natural afecto filial, Pizarro viv´ıa agradecido con ellos por haber formado el n´ucleo duro y fuerte de su legitimidad inicial. Sab´ıa que eran crueles y orgullosos, sin embargo, se vio forzado por el viaje a Espa˜na de Hernando, para no nombrar a Almagro, a designar a Juan como gobernador del Cusco, grave error que motiv´o, en ausencia de e´ l, que era el u´ nico conductor pol´ıtico capaz, la gran rebeli´on de Manco Inca por los maltratos que tanto Juan como Gonzalo le infligieron. Por ejemplo, contra lo previsto por Maquiavelo, Gonzalo Pizarro insisti´o violentamente en que el Inca le entregara a su esposa Cura Ocllo como una prueba de sumisi´on y al entreg´arsele otra n˜ usta en lugar de la esposa, la tom´o por su cuenta. Ello fue determinante en el inicio de la rebeli´on del Inca. Pizarro conoc´ıa de la ambici´on, la codicia y la crueldad de sus hermanos, pero confiaba en que estaban subordinadas a su autoridad. A pesar de los peligros, no llev´o a Gonzalo a Lima, dej´andolo en el Cusco sin poder imaginar que despu´es de su muerte, en 1544, la ambici´on de Gonzalo llegar´ıa a desafiar la legitimidad central del imperio y del propio Vaticano al exigir la virtual autonom´ıa o independencia del Per´u, con la inspiraci´on de Francisco de Carbajal. De este u´ ltimo escribi´o Pedro Pizarro: ((Este Carbajal era tan sabio que dec´ıan ten´ıa familiar)), aludiendo a la leyenda repetida por la tropa, seg´un la cual Carbajal, originalmente llamado L´opez Gasc´on, era hijo del Papa Alejandro IV Borgia y por tanto hermano de C´esar Borgia, ((El Pr´ıncipe)), de Maquiavelo. La verdad es que los conoci´o como secretario en Roma del Cardenal Bemardino de Carbajal, del cual tom´o el apellido. La hip´otesis probable es que fue hermano del Cardenal y por tanto hijo del Se˜nor de Torrej´on de C´aceres, Don Francisco L´opez de Carbajal. Fue tal parentesco el que le permiti´o, a pesar de ser formalmente plebeyo, llegar a la Universidad de Salamanca, de la que fue Rector su posible hermano, el cardenal, quien despu´es fue excomulgado por organizar el Concilio Cism´atico de Pisa contra el Papado, como en el Per´u Carbajal impuls´o a Gonzalo Pizarro a la ruptura con la Corona Espa˜nola. ¿Coincidencia gen´etica? (Sobre la familia Gasc´on ha escrito H´ector L´opez Mart´ınez. ((Rebeliones de mestizos y otras temas quinientistas)). Ediciones P.L. V. Lima 1972).

126

Alan Garc´ıa Perez

Los grupos humanos Pero Pizarro no solo identific´o psicol´ogicamente a las personas, sino tambi´en a los grupos sociales. Fue inteligente al comprender algo que, en muchas oportunidades defini´o los encuentros. Los indios, por su religiosidad, no peleaban de noche por no tener entonces la protecci´on de su dios, y eso le permiti´o reconstruir las fuerzas, reorganizarlas y lanzar ataques nocturnos. Adem´as intuy´o que el esp´ıritu an´onimo y colectivo de la fuerza ind´ıgena le imped´ıa pelear sin jefe y por ello, su plan principal fue tomar prisionero a Atahualpa. Luego envi´o a su hermano Hernando con una orden de Atahualpa para que Chalcuch´ımac, presente en Jauja, se trasladara a Cajamarca, donde fue apresado, dejando al ej´ercito del centro sin l´ıder. Durante el sitio de Lima por las fuerzas de Titu Cusi Yupanqui, jefe militar de Manco Inca, se˜nal´o en persona y con su espada al jefe indio al que de inmediato se dirigi´o Pedro Martin de Sicilia, para ultimarlo de un lanzazo, con lo que acab´o autom´aticamente el sitio de Lima. Y lo m´as importante que comprendi´o fue el enorme desconcierto del pueblo ind´ıgena, su diversidad, su tendencia a la interpretaci´on mitol´ogica y por tanto su ineficacia como instrumento de guerra, pues en la mayor parte, sus ej´ercitos eran formados por campesinos armados con porras y hondas guardadas en los tambos, pero sujetos al calendario agrario. En el conflicto semi´otico, entendi´o mejor a los otros que lo que los otros entendieron de e´ l.

127

Pizarro, el Rey de la Baraja

128

X ´ DECIMA REGLA

´ LA CONFUSION ´ Y LAS ACUMULO DEBILIDADES DEL ADVERSARIO

129

Alan Garc´ıa Perez Cort´es supo unir, en M´exico, a los tlaxcalas y a los totonacas contra los aztecas; Alejandro us´o en su expedici´on a la India una suma de pueblos conquistados; Napole´on extra´ıa regimientos de las naciones dominadas. De igual manera, antes de dirigirse a Cajamarca, Pizarro uni´o bajo su direcci´on a casi todo el norte en contra de Atahualpa. Record´emoslo otra vez. Antes de Cajamarca hab´ıa conseguido el apoyo de los caciques de Raque y Lambayeque, luego de su estancia en Serr´an obtuvo el apoyo del Gran Chimo y con e´ l, la presencia de los se˜nores de Jayanca, Illimo, T´ucume, etc´etera. En su marcha fue constituy´endose una gran fuerza integrada por la vanguardia espa˜nola y miles de tropas auxiliares. Pero despu´es de Cajamarca logr´o el apoyo de los xauxas, que se insubordinaron contra Chalcuch´ımac, el respaldo de los chachapoyas recientemente conquistados y al llegar al Cusco, el de los ca˜naris, que aun recordaban el exterminio de sus hijos menores por Atahualpa (Cieza, 59). Adem´as obtuvo el apoyo de los huaylas por su vinculaci´on con la hija de su cacica; el de los yauyos y la aquiescencia del pueblo de Pachacamac y del valle de Lima. En los primeros a˜nos tuvo un respaldo masivo. Con habilidad pol´ıtica uni´o a todos los enemigos y v´ıctimas de Atahualpa. Por eso, cuando lleg´o a Huamachuco fue recibido entusiastamente como un libertador, pues Atahualpa hab´ıa ocasionado all´ı decenas de miles de muertes y hab´ıa victimado de un lanzazo al gran sacerdote, derribando adem´as al ´ıdolo Setequil para imponer como nuevo dios al Sol. Pero mientras avanzaba al frente de todas esas fuerzas, aun antes de la muerte de Hu´ascar y con m´as fuerza tras ella, acumul´o en el sur a todas las tribus y se˜nor´ıos que apoyaron al Inca leg´ıtimo, los soras, los lucanas, los aymaras, los chancas, los huancas, y adem´as a los rezagos del ej´ercito quechua. Esto tambi´en lo logr´o Pizarro, el jugador de baraja, pacientemente, deteniendo su tropa para dejar que los otros actores hicieran su juego. Primero en Piura, por dos meses, luego en Cajamarca durante ocho meses, despu´es aproxim´andose a Jauja y luego en el viaje hacia Cusco, lo que en conjunto le tom´o un a˜no y medio. De

131

Pizarro, el Rey de la Baraja jaba madurar la carest´ıa, el desorden militar y religioso, el calendario agr´ıcola, las enfermedades, etc. Es dif´ıcil imaginar a De Soto o a Hernando Pizarro haciendo gala de tal paciencia. Tal vez ellos hubieran arremetido con velocidad mayor, afrontando los peligros de la cordillera ante tribus y ej´ercitos dispuestos a enfrentarlos. Pizarro, con sus mensajes, sus embajadores y su paciencia, logr´o unir a todo el Per´u contra Quito y el actual Ecuador, que, a su turno, estaba tambi´en dividi´endose por la insubordinaci´on de los ca˜naris y por el retomo de Rumi˜nahui. Constituyendo esa federaci´on de aliados y a costa de muy pocos espa˜noles muertos o heridos, Pizarro ya era militarmente due˜no del Per´u, gracias tambi´en a la sangr´ıa cruel de la lucha entre los preten- dientes al Imperio y a la acci´on encarnizada y vigorosa de la caballer´ıa y de los arcabuceros, pero esencialmente porque era el pol´ıtico m´as h´abil en la escena. Anotemos que la fuerza espa˜nola caus´o desde Tumbes hasta llegar al Cusco unas veinte mil v´ıctimas ind´ıgenas, cifra muy inferior a los cientos de miles de muertos ocasionados por la marcha de Huayna C´apac y por la lucha entre sus hijos. Esta acumulaci´on de fuerzas militares, de legitimidad religiosa, de devoluci´on de autonom´ıa a los cacicazgos y se˜nor´ıos ind´ıgenas, permiti´o en el sitio de Lima, por ejemplo, que los ca˜naris, los chachapoyas, los huancas y los huaylas fueran su tropa auxiliar frente a las tropas de Titu Yupanqui. Inclusive cuando los incapaces y pol´ıticamente infradotados Juan y Gonzalo Pizarro, residentes en el Cusco, generaron la gran rebeli´on de Manco Inca, fueron tambi´en defendidos por tropas ca˜naris y chachapoyas.

Consolidar la retaguardia Otra regla de Pizarro fue avanzar lentamente, consolidando su retaguardia. As´ı lo hizo en Pun´a, en Tumbes, en el norte, confederando a todos los se˜nor´ıos, ganando la adhesi´on de los huascaristas y capturando al Inca y a Chalcuch´ımac como reh´en. Tambi´en la sigui´o al avanzar hacia el sur tras verificar la partida de Rumi˜nahui a Quito, al utilizar la muerte de Hu´ascar para presentarse como vengador y adem´as al reconocer la coronaci´on de Manco Inca. Luego de los errores de sus hermanos, tom´o a su cargo el

132

Alan Garc´ıa Perez aplastamiento de las rebeliones de Manco Inca y de Almagro. Pero como no todo puede ser calculado y ((funcional)), cometi´o un grav´ısimo error al dejar en Lima a Diego de Almagro ((el Mozo)) y a los almagristas empobrecidos, a los que en algunas ocasiones se refer´ıa despectivamente como ((pobres diablos)), aconsejando ((dejarlos en paz)). Actu´o as´ı ignorando el u´ nico consejo acertado que le dio Hernando antes de partir a Espa˜na, de donde no volver´ıa. No les dio a los almagristas ninguna riqueza, no los compens´o, no los repuso en sus encomiendas, ((no los mantuvo a cincuenta leguas ni impidi´o que se reunieran en m´as de diez)), como le hab´ıa pedido su hermano. Es razonable suponer que no desterr´o ni ejecut´o al hijo de Almagro, a Juan de Herrada y a los veinte almagristas m´as notables por temor a las consecuencias que eso podr´ıa tener en su legitimidad, pues e´ l sab´ıa de las graves consecuencias y acusaciones que se lanzaban ya contra Hernando Pizarro en Toledo por la muerte de Almagro y no quiso abrir un frente en contra suya en Espa˜na. No fue por generosidad, fue por c´alculo; es decir, por mal c´alculo. Pero esto, como sabemos, le cost´o la vida, aunque es bueno apuntar que no fueron los veinte almagristas quienes decidieron su suerte, sino sus veinte invitados al almuerzo del 26 de junio de 1541 en su casa, quienes seg´un los cronistas lo abandonaron dej´andolo en manos de los almagristas vengativos. Todos lo traicionaron, inclusive el sacerdote que celebr´o la misa en la capilla de su casa. Relatan los cronistas que Juan Bl´asquez, el teniente de gobernaci´on de Lima, que le acompa˜no´ a la misa le aseguraba que mientras e´ l tuviera en la mano la vara de la autoridad, nada ocurrir´ıa con Pizarro. Presente en el almuerzo, para poder huir descolg´andose del comedor al patio de los naranjos, debi´o ponerse la vara entre los dientes, con lo que cumpli´o su promesa. Pizarro era un gran pol´ıtico, pero como casi todos olvid´o que hab´ıa cumplido, desde 1532, nueve a˜nos de poder absoluto en el Per´u y que la extensi´on en el tiempo tambi´en es una debilidad y un peligro. Pero ese fue un error final. Pizarro siempre consolid´o su retaguardia. No ((quem´o las naves)), como se recuerda en Cort´es. En el primer viaje traz´o una l´ınea en la arena sin crear un abismo, pero entonces, como en el tercero, mantuvo a Diego de Almagro en Pa

133

Pizarro, el Rey de la Baraja nam´a por hombres y provisiones. Cre´o una ciudad en Piura dejando all´ı parte de su tropa; cuando lleg´o el momento cr´ıtico pidi´o ayuda a todas las ciudades espa˜nolas en Centroam´erica y el Caribe para enfrentar a Manco Inca. Tampoco tuvo una ((Noche Triste)), como Cort´es. El episodio m´as parecido es el sitio del Cusco, pero ocurri´o en su ausencia y cuando el centro del poder ya estaba en Lima.

134

XI ´ UNDECIMA REGLA

´ LA UNION ´ DE LOS DEMAS ´ Y IMPIDIO ´ EVITO EL CONFLICTO IRREVERSIBLE ENTRE LOS PROPIOS

135

Alan Garc´ıa Perez De acuerdo a la consigna de Maquiavelo, ((quien hace la fuerza de otro hace su propia desgracia)). Francisco Pizarro fue muy consciente de ello y de evitar que las diferentes razones de autoridad y de legitimidad que otros ten´ıan se juntasen, porque de esa manera podr´ıan equilibrar su mando. Almagro significaba la duplicidad de la lealtad y la envidia, la organizaci´on, la provisi´on de bienes y adem´as hab´ıa sido el responsable de reclutar a personas que podr´ıan sentirse ligadas a e´ l. De Soto era el aventurero exitoso y audaz, capaz de ganar admiraci´on. Hernando representaba la soberbia tradicional de la hidalgu´ıa, al que algunos pod´ıan sentirse obligados a obedecer. Esos y otros representan facetas a las que, por separado, Pizarro superaba largamente, pero juntos podr´ıan significar un contrapeso. Aplic´o por tanto la t´actica de neutralizar por separado a cada uno de sus rivales. Napole´on lo demostr´o en su plan de batalla contra las coaliciones europeas, precipit´andose prontamente contra el ej´ercito adversario para impedir su uni´on a los otros y Waterloo fue su fin por el retomo al campo del prusiano Blucher gracias a la incapacidad del general franc´es Grouchy, que no pudo detenerlo. La uni´on de los otros era el peligro a impedir. Grecia, por primera vez unida, detuvo la inmensa maquinaria militar de Jerjes y mucho despu´es, tambi´en unida, pudo conquistar el reino de Babilonia en tiempos de Alejandro. Se cuenta que Hitler bebi´o champagne la noche del ataque japon´es a Pearl Harbor, pues concluy´o que de esa manera distraer´ıa hacia el otro lado del mundo el inmenso poder norteamericano, pero el an´alisis y la estrategia de Roosevelt fueron superiores y respondieron declarando la guerra a Alemania y concentrando su mayor fuerza en el escenario europeo. Pizarro, como hemos mencionado, permiti´o la desobediencia de Hernando de Soto y los reclamos de Almagro en varias ocasiones, pero utiliz´o a Almagro para equilibrar a Hernando de Soto, como lo demuestra el episodio de Vilcaconga. Confiado en su dominio respecto de Almagro, lo envi´o a detener o comprar a Alvarado, sin temor a su posible uni´on, como podr´ıa haber ocurrido de haber enviado a De Soto. A este lo bloque´o enviando, despu´es de e´ l, a Hernando, su hermano, a los ba˜nos del Inca, para mostrarle al Inca y al propio De Soto la verdadera jerarqu´ıa del poder en el campo

137

Pizarro, el Rey de la Baraja espa˜nol. Adem´as, con gran inteligencia, logr´o evitar la posible aunque remota uni´on de Hu´ascar y Atahualpa contra los extranjeros, la que hubiera significado el desastre de la presencia espa˜nola. Con ese fin, coron´o a Manco al d´ıa siguiente a su llegada al Cusco, impidiendo todo contacto con los quite˜nos que todav´ıa se encontraban en las inmediaciones de la ciudad y que, como se sabe por los cronistas, calcularon tempranamente, en noviembre de 1532, su posible alianza con los cusque˜nos, la que luego desecharon por temor a ser castigados por los maltratos infligidos a Hu´ascar y al Hanan Cusco. De esta manera Pizarro actu´o en su escenario, tal cual Napole´on lo hizo en el suyo. Jos´e de San Mart´ın por su parte, aunque no gan´o la independencia definitiva, origin´o con su plan de ataque por mar a Lima y a trav´es de Chile la divisi´on del ej´ercito espa˜nol en dos frentes, el Alto Per´u y la costa inmediata a Lima, un escenario del cual se aprovech´o Bol´ıvar. Adicionalmente, al repartir el rescate de Cajamarca d´ıas antes de la llegada de Almagro a Cajamarca, Pizarro premi´o y enriqueci´o a cada uno de los soldados de infanter´ıa o de caballer´ıa y gener´o con ello una clara divisi´on entre los enriquecidos por el rescate y los llegados posteriormente, privados de riqueza. Ello supondr´ıa una permanente y mayor adhesi´on de los primeros hacia e´ l, pero tambi´en la adhesi´on de los segundos con Almagro y eso ir´ıa aliment´andose hasta la batalla de Las Salinas, cuatro a˜nos despu´es. Hizo as´ı imposible la uni´on de los propios soldados espa˜noles, que en alg´un momento hubiera podido significar un problema para e´ l. Siguiendo las viejas t´acticas, Pizarro imped´ıa que los componentes de autoridad y quienes los encamaban se unieran en un solo grupo. Pero al mismo tiempo deb´ıa impedir que el enfrentamiento entre sus subordinados llevara a hechos consumados, irreversibles o sangrientos, que terminaran debilitando la conquista como objetivo primordial de su presencia y, con ello, el establecimiento de un nuevo reino. Pareciera haber pensado que quien mantiene la rivalidad y e´ l conflicto al interior de su tropa puede, a pesar de eso, ganar una batalla, pero el que divide irremediablemente su hueste pierde

138

Alan Garc´ıa Perez la guerra. Por eso es evidente que envi´o a Hernando a Espa˜na para evitar que continuara agraviando a Almagro, con el cual casi hab´ıa cruzado espadas. Permiti´o a Almagro comprar a Alvarado, evitando un choque armado. Para evitar enfrentamientos, Pizarro dio una peque˜na suma de su parte del rescate a las tropas de Almagro y en esa misma circunstancia les ofreci´o participar en el tesoro del Cusco. All´ı, a˜nos despu´es, les ofreci´o aumentar su riqueza y consolidar su propio reino en la Nueva Toledo de Chile. Sab´ıa que, aunque el actor exija algo, una peque˜na parte de lo exigido, m´as una gran esperanza, puede ser una oferta mejor. De esta manera, aparentemente paradojal pero compleja, Pizarro manten´ıa la desuni´on evitando al mismo tiempo la divisi´on llevada al extremo.

139

Pizarro, el Rey de la Baraja

140

XII ´ DUODECIMA REGLA

´ ELEMENTOS DE GUARDO ´ EN CADA ETAPA NEGOCIACION

141

Alan Garc´ıa Perez A pesar de una victoria, el actor ha de guardar siempre ciertos elementos de continuidad y negociaci´on, pues la complejidad del escenario impide saber cu´ando culmina un proceso de conflicto o cu´ales son los elementos definitivos de la victoria. Creer que se ha eliminado definitiva y absolutamente al adversario es un grave error que puede convertir una victoria moment´anea en una ((Noche Triste)).

La vida de Atahualpa El primer elemento de negociaci´on que mantuvo Pizarro fue la vida de Atahualpa. Por tanto se encarg´o personalmente de su captura, desvi´o una cuchillada contra e´ l con su propia mano y ((Dio voces diciendo, nadie hiera al indio so pena de la vida)). Era un elemento de negociaci´on que Atahualpa tambi´en acept´o para ganar tiempo con el ofrecimiento del rescate, y que garantiz´o permitiendo el libre paso de Hernando Pizarro hacia Pachacamac, sin sufrir agresi´on. Tal informaba el paje Gaspar de G´arate en una carta a su padre el 20 de julio de 1533: ((Hay muchos grandes se˜nores, entre ellos hay uno que posee quinientas leguas de tierra. Le tenemos preso en nuestro poder y con el preso, puede ir un hombre solo quinientas leguas sin que le maten, antes le dan todo lo que ha menester para su persona, lo llevan a hombros en una hamaca)) (Macquarrie. Op. Cit.). En ese momento se dio un punto de coincidencia entre ambos con el objetivo de ganar tiempo, cada uno para diferentes finalidades. Y es el momento de mayor inteligencia estrat´egica de Atahualpa. Ese elemento de negociaci´on le permiti´o a Pizarro evitar durante ocho meses los ataques de las tropas ind´ıgenas; en segundo lugar, lograr que los indios llevaran cruces para identificarse, como menciona un historiador (Stuart Stirling); en tercer lugar acumular un tesoro importante haciendo que, a lo largo de los caminos del Imperio, el paso de ese tesoro y de los dignatarios que lo conduc´ıan mostraran a la poblaci´on cu´al era el mandato del jefe ind´ıgena. Adem´as, con la espera de esos ocho meses provoc´o el hambre y el desorden de las tropas situadas en los alrededores de Cajamarca, y mandadas por Rumi˜nahui, quien en abierta rebeli´on contra Atahualpa, termin´o march´andose a Quito, aunque con gran temor

143

Pizarro, el Rey de la Baraja de los espa˜noles que, al decir de los cronistas, ve´ıan tropas quite˜nas que ((pasaban y pasaban mas no osaban llegar)). Todo ello desconect´o a Rumi˜nahui de los otros jefes militares, como Quisqu´ıs en el Cusco y Chalcuch´ımac en Jauja, permitiendo con gran inteligencia que estos, al mismo tiempo, continuaran sus acciones antihuascaristas y anticuzque˜nas hasta tomar la ciudad del Cusco y ejecutar a Hu´ascar. Pero lo m´as importante que logr´o, reteniendo como reh´en a Atahualpa por ocho meses, fue mantener movilizados a m´as de cien mil soldados quite˜nos, destruyendo las bases econ´omicas y la agricultura. As´ı se redujo el trabajo de siembra, el de cosecha y se gener´o con ello la carest´ıa y el hambre que impulsaron a los quite˜nos a volver: primero las tropas de Rumi˜nahui, m´as adelante las de Chalcuchimac y se ocasion´o finalmente la insubordinaci´on de las tropas de Quisqu´ıs, que le impusieron volver a Quito. Pero la vida de Atahualpa como elemento de negociaci´on dej´o de tener valor con la llegada de los refuerzos de Almagro y con el reparto del rescate. Entonces procedi´o a la ejecuci´on del prisionero, y aplic´o adicionalmente la norma maquiav´elica de la transferencia del castigo, con lo cual logr´o el apoyo de casi todo el territorio.

La vida de Hu´ascar El segundo elemento de negociaci´on fue la vida de Hu´ascar. Entre el 16 de noviembre de 1532 y mayo de 1533, fecha probable de su asesinato, Pizarro pudo detener la muerte de Hu´ascare inclusive frenar las masacres de Quisqu´ıs en el Cusco, pero e´ l requer´ıa hacer ese doble juego y luego eliminar a los dos contendientes, uno inmediatamente despu´es del otro. Al d´ıa siguiente de la captura de Atahualpa, ((el Marqu´es le pregunt´o por su hermano Guascar, d´onde estaba, y Atahualpa le respondi´o que sus capitanes le ten´ıan preso. El Marqu´es mand´o que se lo trajesen vivo y no le matasen, porque si lo mataba, le matar´ıa a e´ l)). Pero en los cinco meses siguientes, hasta la fecha aproximada de la muerte de Hu´ascar, nada se hizo. Esto est´a demostrado por cuanto los tres enviados de Pizarro al Cusco encontraron en Taparaco, en las serran´ıas de Hu´anuco, un

144

Alan Garc´ıa Perez contingente del ej´ercito de Quisqu´ıs que conduc´ıa en condiciones penosas y crueles al cautivo Hu´ascar, caminando descalzo, con los hombros atravesados por sogas bajo las clav´ıculas, hacia Cajamarca o por lo menos hacia el norte. Es muy importante analizar si estos tres enviados ten´ıan -como debieron tener- informaciones o instrucciones para disponer algo respecto a la suerte de Hu´ascar. Ellos, Mart´ın Bueno, Pedro Martin de Moguer y el notario Juan Z´arate, conversaron con el Inca leg´ıtimo, pero -como afirma la cr´onica- se limitaron a pedir a sus guardianes que lo trataran de mejor manera y prosiguieron su marcha al Cusco dej´andolo caminar descalzo hacia el norte. En Cajamarca, Pizarro estaba evidentemente al tanto de todo ello por los correos de su prisionero completamente ((perforados)) por sus yanaconas, acllas y traductores. Pizarro ya conoc´ıa la derrota y captura de Hu´ascar en Chontacaxa pues como el propio Atahualpa le explic´o al hablar de la velocidad de sus informaciones, en una semana la noticia debi´o llegar a Cajamarca por los mensajeros. Es poco cre´ıble que Pizarro fuera ignorante o indiferente ante esto. La vida de Hu´ascar era un verdadero tesoro. Pero vivo y en Cajamarca planteaba un problema mayor. Desconocer su legitimidad y retenerlo como prisionero convertir´ıa la marcha al sur por la cordillera en un gran peligro con un Cusco hostil. Reconocerlo como Inca en ejercicio ser´ıa permitir su masiva venganza contra los quite˜nos y compartir el poder con un jefe aun muy fuerte. Peor aun ser´ıa ejecutarlo, pues ello desenmascarar´ıa su aparente y divina voluntad de hacer justicia. As´ı pues, siendo la situaci´on de Hu´ascar una informaci´on fundamental, es de suponer que Pizarro la conoci´o pero dej´o hacer a Atahualpa para poder ocuparse de este, despu´es. Pizarro prefiri´o dejar su suerte en manos de Atahualpa. Cuenta Pedro Pizarro que Atahualpa se quej´o amargamente de que sus subordinados, sin o´ rdenes suyas, hab´ıan matado a Hu´ascar y Pizarro, fingiendo creerle, le dio la garant´ıa de que no ser´ıa sancionado por eso. Tras ello, Atahualpa -que cay´o en la trampa- envi´o emisarios con la orden de ejecutar a Hu´ascar. Es muy probable que Pizarro hubiera podido salvar al Inca, como m´as adelante pudo hacerlo con Almagro, pero en los dos casos ((dej´o hacer)). Era preferible tener al

145

Pizarro, el Rey de la Baraja lado a un ((usurpador)) sancionable que un Inca restituido. Adem´as, como anota el mismo Pedro Pizarro (25 v.), la uni´on de quite˜nos y huascaristas fue posible desde noviembre de 1532 aunque no se cumpli´o por cuanto despu´es del ((desbarate de los indios en Cajamarca, (el d´ıa de la captura) los que se escaparon fueron donde estaban los capitanes de Atahualpa que ten´ıan preso a Guascar y les dieron la nueva de que Atahualpa era muerto por los cristianos (era una noticia falsa), por lo cual estos capitanes e indios estuvieron en gran confusi´on y no sab´ıan qu´e hacer, porque hab´ıan tratado muy mal a Guascar en la prisi´on que le tra´ıan horadadas las islillas de los hombros y por ellas metidas unas sogas, y por esta causa no osaron soltarle y confederarse con e´ l, que si no hubieran hecho esto con e´ l lo hicieran)).

La vida de Chalcuch´ımac Pizarro guard´o adem´as como elemento de negociaci´on la vida de Chalcuch´ımac, que lleg´o a Cajamarca cumpliendo el llamado de Atahualpa, y pudo ser ejecutado junto con este como lo ped´ıan los curacas coste˜nos. Pero en palabras de Pizarro, seg´un su secretario Francisco de Jerez, Chalcuch´ımac se convirti´o en ((la llave para el viaje al Cusco)). Adem´as, reteniendo e incomunicando a Chalcuch´ımac evit´o la uni´on de los ej´ercitos de Jauja y del Cusco. Posteriormente, Chalcuch´ımac acompa˜no´ la comitiva de Francisco Pizarro hacia el sur, garantizando que ning´un ind´ıgena pudiera atentar contra ellos, pues el jefe espa˜nol sab´ıa que era un viaje a trav´es de desfiladeros al borde de abismos, en los que su tropa hubiera podido ser f´acilmente diezmada mediante galgas o derrumbes, en un camino en el que ni la caballer´ıa ni la artiller´ıa pod´ıan desplegar su poder. Adem´as de la coronaci´on del nuevo Inca, T´upac Huallpa le otorg´o una seguridad adicional en el trayecto. Nunca se sabr´a si en verdad fue Chalcuch´ımac quien orden´o su muerte o si esta fue causada por alguna de las nuevas enfermedades, pero en cualquiera de estos casos la muerte de T´upac Huallpa le permiti´o a Pizarro incriminar a Chalcuch´ımac, pues el nuevo Inca pertenec´ıa a la panaca de Hu´ascar. Pero inmediatamente ofreci´o a Chalcuch´ımac nombrar como suce

146

Alan Garc´ıa Perez sor a Taricoc, nacido en Quito y hermano m´as cercano de Atahualpa. Mas en la entrada del Cusco y despu´es de dispersar a las tropas de Quisquis en Vilcaconga, la vida de Chalcuch´ımac dej´o de ser u´ til y fue, por el contrario, su muerte la que se volvi´o necesaria. Por ello fue quemado a la vista de los enviados de Manco Inca, para que este confiara firmemente en Pizarro y le garantizara un ingreso triunfal a la ciudad del Cusco. Un detalle enaltecedor es que el jefe militar muri´o sin aceptar su conversi´on al cristianismo y afront´o el fuego invocando a Pachacamac, a diferencia de Atahualpa al que hab´ıa servido y por el que hab´ıa dado la vida quien, usurpador como fue, desvalij´o su reino y abandon´o a su padre el Sol para salvar su vida, sin lograrlo. Chalcuch´ımac, jefe del ej´ercito del centro, es el m´as grande personaje ind´ıgena de esos a˜nos. Captur´o y guard´o el centro del Per´u para Atahualpa y con e´ l, el granero del Mantaro, su mayor despensa. Fue el m´as leal entre todos pues, a diferencia de Rumi˜nahui y de Quisquis, permaneci´o en el campo. Obediente a Atahualpa, se entreg´o voluntariamente a Hernando Pizarro en Jauja y es probable que lo hiciera para acercarse a su jefe en Cajamarca y organizar alg´un plan. Pero all´ı, Atahualpa particip´o en las torturas a las que fue sometido y por las que perdi´o el movimiento de las piernas. Tras la muerte de su jefe, despleg´o una nueva estrategia, la guerra en la cordillera, a la que no respondieron los caciques ni las tropas quite˜nas en retirada. Es muy factible que ordenara la eliminaci´on del primer Inca t´ıtere, T´upac Huaripa, y esper´o con seguridad pero infructuosamente una reacci´on colectiva en los cinco meses en los que fue prisionero. Su muerte, invocando a Pachacamac, es la voz m´as aut´entica del Per´u de entonces.

El poder para Manco Inca En cuarto lugar, Pizarro guard´o con Manco Inca un elemento fundamental de negociaci´on. Le ofreci´o restablecer a trav´es de e´ l la legitimidad del Hanan Cusco. As´ı, este sector o Cusco inferior tuvo las manos libres para su venganza contra los orejones atahualpistas que todav´ıa resid´ıan en la ciudad. Al ofrecer a Manco Inca una legitimidad subordinada, se comprueba que uno de los objetivos de Pizarro era superponer a la estructura ind´ıgena una legitimidad espa˜nola racial, tecnol´ogica y religiosamente diferente, pero mante

147

Pizarro, el Rey de la Baraja niendo el orden aparente para valerse de e´ l como instrumento de negociaci´on con el conjunto. En este caso, Pizarro parece seguir otro de los conceptos de Maquiavelo, el cual advert´ıa sobre ((lo peligroso que es introducir nuevas instituciones)). Es previsible que Pizarro hubiera mantenido la legitimidad inca subordinada, de no haberse producido el levantamiento de Manco originado por los abusos y crueldades de sus incapaces hermanos Juan y Gonzalo. Adem´as hubiera mantenido la legitimidad cusque˜na dentro de un reino gobernado desde Lima para todo lo fundamental, ratificando una capa intermedia de orejones y caciques que le sirvieran para apropiarse del producto social. Volviendo al punto, en todos los casos mencionados, tanto en el de Atahualpa, al cual garantiz´o la vida; en el de Hu´ascar, cuya muerte permiti´o; en el de Chalcuch´ımac, cuya presencia utiliz´o; y en el de Manco Inca, al que desprotegi´o ante la codicia de sus hermanos Juan y Gonzalo, Pizarro aplic´o tambi´en otra cl´asica y fr´ıa norma de Maquiavelo: ((el Pr´ıncipe no est´a obligado a cumplir su palabra si es que se retoma contra e´ l y si las causas de la promesa han desaparecido)).

148

XIII DECIMOTERCERA REGLA ´ PACIENCIA Y SERENIDAD MOSTRO

149

Alan Garc´ıa Perez Ya conocemos los claros prop´ositos que Pizarro ten´ıa para s´ı mismo: un objetivo estrat´egico, como era constituir un reino de legitimidad para e´ l, y un objetivo t´actico, que fue la captura de Atahualpa, logrando con ella el desgaste de sus fuerzas. Para ello necesit´o de un instrumento fundamental: mostrar serenidad ante los adversarios y los testigos; es decir, la paciencia que fue en su caso una demostraci´on de fortaleza y confianza, porque el adversario h´abil detecta tras la gesticulaci´on y la emocionalidad exageradas el temor y la debilidad del actor. Es cierto que la estructura psicol´ogica y la imagen que de s´ı mismo ten´ıa Pizarro, de pocas palabras y larga constancia, conduc´ıan a la reflexi´on paciente, pero m´as all´a de ser una aptitud o una decisi´on t´actica, la paciencia fue funcional a sus objetivos. Ninguno de los dem´as actores (Almagro, Hernando, De Soto, Maisa Huilca, u otros) ten´ıa tal fortaleza. Tal vez la fing´ıa Atahualpa como un c´odigo de conducta ante sus s´ubditos, porque era una virtud requerida para la alta nobleza ind´ıgena de Am´erica, tal cual se ense˜naba en M´exico. A trav´es de los c´odices aztecas sobre la ense˜nanza que se ofrec´ıa en los calmescac, o escuelas, a los pipiltin, o nobles aztecas, sabemos que se impart´ıa como virtudes la paciencia, la serenidad, la indiferencia aparente ante el dolor y el no delatar los verdaderos sentimientos. En este sentido Pizarro fue cultor de tal norma y de la especialidad en ((guardar para ma˜nana la respuesta o el rencor)), como afirman los testigos. Y lo comprobar´ıa en muchas ocasiones. Primero, en Piura, donde a pesar de la aparente traici´on de Chirimasa, que abandon´o a los espa˜noles ante las tropas atahualpistas, le perdon´o la falta con fingida generosidad, pero con el objetivo de continuar inform´andose a trav´es de e´ l y de ganar para su causa al pueblo tall´an. Desde Piura se mantuvo a la espera varios meses, ante la impaciencia de su hueste. Pero e´ l aguardaba la destrucci´on mutua de las legitimidades incaicas en las batallas de Cusipampa, Conchahuaylas, Bambon, Yanamarca, Tahuaray, Cotabambas, Chontacaxa, etc. En esa espera pudo ver c´omo se destru´ıan hasta trescientos mil vidas humanas. Durante esa larga paciencia logr´o la alianza fundamental con el m´as importante se˜nor de la costa e incorpor´o para s´ı las fuer

151

Pizarro, el Rey de la Baraja zas de Moche, Vir´u, Chicama, Jequetepeque y Collique, que deber´ıan aportarle con los anteriores curacazgos, mil doscientos hombres por cada cacique. Esa paciencia en la marcha, que previsiblemente no hubiera prac- ticado Hernando de Soto, dispuesto al avance audaz aunque a veces irresponsable como en el caso de Vilcaconga, donde fue sitiado, le permiti´o estacionarse a la espera de los acontecimientos, dejando a los otros tomar la iniciativa y hacer su propio juego, cual en una estrategia de rocambor. Y con esa espera promovi´o la curiosidad de Atahualpa, demostrada con el env´ıo de Maisa Huillca a Ser´an, visita que aprovech´o Pizarro para proyectar sobre Atahualpa las im´agenes y mensajes que deseaba. M´as adelante, despu´es de la prisi´on de Atahualpa en Cajamarca, permaneci´o all´ı nueve meses, con lo cual gener´o el hambre y el desconcierto de los quite˜nos. Dio tiempo a quienes se alzaron contra Chalcuch´ımac, acrecent´o la divisi´on de los ca˜naris y permiti´o la casi total eliminaci´on de la nobleza cusque˜na. Adem´as gan´o tiempo para la recaudaci´on del tesoro y cuando la llegada diaria de los env´ıos fue disminuyendo, procedi´o al reparto y a la ejecuci´on del reh´en. Despu´es, haci´endose fuerte en el Cusco tras su ingreso triunfal, pudo observar la rebeli´on de las fuerzas quite˜nas contra su jefe Quisqu´ıs, que fue obligado a retroceder hacia el norte y culmin´o muriendo a manos de Huaina Palcon, otro jefe atahualpista. Pero la serenidad y el no mostrar sus sentimientos fueron practicados tambi´en con las personas. Ya hemos relatado antes como, a Maisa Huillca, la encamaci´on de la soberbia atahualpista, que lleg´o amenazante con patos desollados ante los espa˜noles, respondi´o con enorme frialdad y hasta sonriendo, aunque Maica Huillca llegara a halar las barbas de algunos espa˜noles para ver si estas eran reales porque hab´ıa visto en acci´on al barbero ((devolviendo la juventud)). Mesar las barbas era un gran ultraje en la Espa˜na posmedioeval, pero lo ignor´o porque Maisahuillca no era importante en s´ı mismo y el objetivo de Pizarro era demostrar temor y voluntad de paz hasta llegar a Atahualpa, d´andole mensajes de confianza. Convirti´o al enviado del jefe ind´ıgena en mensajero suyo. Inclusive en el pugilato entre este y Huachapuru, el se˜nor de los tallanes, se limit´o a ordenar que los separaran y se ofreci´o nueva-

152

Alan Garc´ıa Perez mente para servir a Atahualpa. As´ı manipul´o a Maisa Huillca y este a su vez a Atahualpa. La misma y estudiada paciencia demostr´o ante Pedro de Alvarado, ante quien envi´o a Almagro con una generos´ısima oferta econ´omica para comprar su salida. Igual paciencia, tal vez mezclada con el afecto de viejos socios, tuvo con Almagro en sus dos entrevistas, tanto en la de Pachacamac como en la del Cusco, desde donde sali´o la expedici´on a Chile, aunque en la u´ ltima, en Mala, fue seco y duro porque ya hab´ıa decidido su suerte. Sin embargo, la misma serenidad la ejerci´o con la frialdad del terror cuando fue necesario aplicarlo a los trece curacas de la Chira, a los que precipit´o a la hoguera para confirmar su alianza con los tallanes. Hay pocos episodios en los que se puede ver a Pizarro perdiendo la paciencia. Uno de ellos ocurri´o ante la noticia del sitio del Cusco, pues en esa ciudad se encontraban sus hermanos, lo que motiv´o que enviara sucesivamente cinco expediciones, cuatro de las cuales, al mando de Mogrovejo, Tapia, Gaete y Diego Pizarro, fueron totalmente exterminadas al subir a los Andes. Tambi´en sucedi´o cuando Lima fue sitiada por Titu Yupanqui, ocasi´on en la que, en un acto de desesperaci´on, que algunos cronistas suponen fue inducido por los celos de In´es Huaylas, la madre de Francisca, ejecut´o a Acarpa, hermana de In´es. La acus´o de ser la informante y la quinta columna de las tropas de Manco Inca, y la someti´o al garrote en su propia casa y comedor. La misma impaciencia y crueldad fue mostrada en el caso de Cura Collo, mujer de Manco Inca, que hab´ıa sido anteriormente tomada como concubina por Hernando Pizarro y tras ser recuperada por Manco fue capturada en una de las expediciones que se hizo hacia Vilcabamba para terminar con la insurgencia. Entonces Pizarro, no habiendo podido alcanzar a Manco, hizo que la torturaran y la asaetearan las tropas ca˜naris, dejando su cuerpo en un bote para que sirviera de lecci´on al Inca rebelde. Esta acci´on, as´ı como la quema de los prisioneros tomados a Manco, entre ellos el Villa Huma, fue duramente criticada por los testigos y cronistas: ((E querido decir esto de estas dos se˜noras que as´ı mataron tan sin consideraci´on y mirar que eran mujeres y sin culpa)) ( Pizarro 122 v.). Pizarro un´ıa a su paciencia un gran respeto y culto por el ceremonial y el protocolo, tal vez porque ello retroalimentaba la ima

153

Pizarro, el Rey de la Baraja gen de serenidad que gustaba ofrecer a los observadores. Fundar ciudades con gran alarde, invitar diariamente a cenar a Atahualpa, guardar las reglas de la etiqueta fueron permanentes muestras de su deseo de construir una nueva legitimidad. Femando VII fue paciente y taimado al aceptar la constituci´on liberal impuesta por la sublevaci´on de Riego en 1821. Concluy´o ejecutando en la Plaza de la Cebada de Madrid, en 1823, a quien es un h´eroe indirecto de la independencia de Am´erica, pues con su sublevaci´on de 1821 impidi´o la partida de un ej´ercito de veinte mil hombres que, sumados al contingente realista en Sudam´erica hubieran aplastado a los ej´ercitos libertadores. Luis XVI, por el contrario, demostr´o impaciencia, pues insisti´o en el derecho al veto, conspir´o con las potencias europeas e intent´o huir de Francia y fue e´ l quien muri´o en la guillotina. El propio Hitler, expresi´on m´axima de la crueldad y la megaloman´ıa, despu´es del fracaso del putsch de Munich, acept´o en apariencia las reglas democr´aticas, realizando un paciente ascenso parlamentario durante ocho a˜nos hasta alcanzar la mayor´ıa y desenmascarar sus prop´ositos criminales.

154

XIV DECIMOCUARTA REGLA

´ LOS CENTROS DE ACOPIO CAPTURO

155

Alan Garc´ıa Perez Pizarro identificaba los lugares geogr´aficos con fuerza econ´omica o con fuerza de legitimidad pol´ıtica; por eso la captura de Cajamarca y su estancia all´ı significaron tomar directamente la legitimidad del territorio y garantizarse la paz. Acumul´o el rescate y adem´as las ofrendas de los huascaristas y all´ı esper´o pacientemente la gran cosecha andina que pod´ıa permitir una marcha sin tropiezos a los espa˜noles y a los miles de indios auxiliares que los acompa˜naban. El segundo punto de acopio que domin´o fue Pachacamac, un milenario centro religioso de legitimidad espiritual y donde, a trav´es de su hermano Hernando, logr´o la destrucci´on del ´ıdolo de Pachacamac en el llamado Templo Viejo, cuyos vestigios aun existen, pero donde mantuvo el Templo del Sol (pir´amide visible hoy). No hay cronista que afirme que sobre ese ´ıdolo destruido y m´as aun sobre el Templo del Sol, edificado por T´upac Yupanqui, se levantara una cruz o alg´un centro de oraci´on cristiana, lo que vale decir que en esos primeros momentos se atac´o la religiosidad anterior pero fingi´o respetarse la legitimidad de Hu´ascar y Atahualpa a trav´es del dios Sol. El tercer centro de acopio fundamental fue el Cusco, el ombligo del mundo, el centro del Tahuantinsuyo y punto final de los lugares desde los que conflu´ıan las riquezas y productos del territorio y donde llegaban todos los caciques y curacas del imperio, quienes constru´ıan all´ı viviendas para residir durante el tiempo en que rend´ıan homenaje al Inca. All´ı logr´o entrar Pizarro como un h´eroe, articulando la suma de todas las legitimidades. Pero no contento con ello cre´o, en cuarto lugar, un nuevo centro de acopio de poder y riqueza, con conexi´on por mar a la metr´opoli, continuando la l´ogica de la expansi´on incaica hacia el oc´eano por la alimentaci´on y el comercio que ello supon´ıa. La construcci´on de Lima es la edificaci´on de un nuevo centro de acopio de la riqueza minera, agraria, pol´ıtica y de legitimidad religiosa. Tal vez Pizarro entendi´o entonces, en 1535, que m´as que el sol cusque˜no de reciente data, Pachacamac en la costa representaba como santuario un antecedente m´as importante sobre el que construir la nueva religiosidad. Ello fue comprobado por la historia cuando los siervos ind´ıgenas del primer encomendero de Pachacamac, trasladados a su

157

Pizarro, el Rey de la Baraja casa en la ciudad de Lima, edificaron m´as adelante un ´ıdolo sobre el cual pintaron despu´es los esclavos negros un Cristo al cual se conoce como el Cristo de Pachacamilla, Se˜nor de los Temblores, como Pachacamac fue a su turno, Se˜nor de la Tierra. Pizarro, con gran criterio de dominio espacial, escogi´o un punto central en la zona que los propios cronistas parecen preferir al Cusco. Esteta (24) afirma que Lima era una tierra muy poblada y rica, y a su turno Cieza lo se˜nala como el valle m´as rico de toda la costa del Per´u.

158

XV DECIMOQUINTA REGLA

´ LAS RESPONSABILIDADES Y EVADIO ´ A OTROS LAS ATRIBUYO

159

Alan Garc´ıa Perez Hemos se˜nalado c´omo Maquiavelo advierte que ((los hechos que originan odio deben ser asignados a otros y el Pr´ıncipe debe cumplir aquellos que ganan afecto)). Pizarro fue un h´abil evasor de la responsabilidad que le era propia por sus acciones o por sus omisiones. En el caso de la muerte de Atahualpa, que e´ l decidi´o, aprovech´o los m´ultiples elementos con los que contaba. Primero, el pedido de un gran sector de espa˜noles, entre los que figuraban Diego de Almagro y Alonso de Riquelme, el tesorero real, quienes lo exig´ıan, como Atahualpa hab´ıa anticipado, para poder participar del rescate invalidando el primer acuerdo de reparto. En segundo lugar, el pedido un´anime de los caciques del norte y de los orejones huascaristas. En tercer lugar, la aplicaci´on retroactiva solicitada por los sacerdotes presentes de la moral cat´olica al jefe ind´ıgena. Y en cuarto lugar la tesis de la conspiraci´on. No es casual que ante la amenaza de un posible ataque ind´ıgena denunciado por Felipillo el traductor, se decidiera inmediatamente el inicio del juicio y el ajusticiamiento, aprovechando, ((coincidentemente)), que De Soto hab´ıa sido enviado a las inmediaciones a verificar la realidad de tal amenaza de concentraci´on de tropas, que d´ıas despu´es desminti´o y que Hernando Pizarro, amigo del Inca en esos ocho meses, hubiera sido enviado a Espa˜na con el quinto real. Tampoco es casual la coincidencia de los cronistas pizarristas. Esteta afirma que ((ocurri´o el proceso a Atahualpa, aunque contra la voluntad del propio gobernador)) y su secretario y valido Pedro Sancho de la Hoz, testimonia: ((viendo el gobernador el peligro del ataque y aunque le doli´o mucho)). Igualmente lo dice su primo Pedro Pizarro. Pero todo ello sabe a consigna o a la eficacia de sus manifestaciones de dolor y duelo en el proceso, la ejecuci´on y en la misa posterior. Tampoco es v´alida la tesis de un requerimiento masivo de sus soldados, difundida por Pedro Pizarro. M´as que nunca, Pizarro era due˜no total de la situaci´on y del mando y el n´ucleo familiar y extreme˜no, que era mayoritario, le obedec´ıa ciegamente. Lo cierto es que Pizarro requer´ıa la muerte de Atahualpa para iniciar su viaje al Cusco huascarista. Nada hubiera podido hacer manteniendo con vida a Atahualpa, aunque seg´un los cronistas le hab´ıa ofrecido dejarle marchar hacia Quito y restablecer su reino all´ı. Lo ejecut´o, pero para ello cumpli´o con una de sus reglas b´asicas,

161

Pizarro, el Rey de la Baraja la legitimidad formal y con esa formalidad y la acusaci´on respaldada por los sacerdotes dominicos, con la acusaci´on de idolatr´ıa, incesto y fratricidio cometido contra Hu´ascar, se logr´o en pocas horas la condena, que de inmediato fue ejecutada a pesar de los lamentos del usurpador quite˜no. As´ı, habi´endose satisfecho todas estas formalidades, con fiscal, jueces y defensor, jam´as el Consejo de Indias, entre 1533 y 1541, pudo hacer reproche alguno a Pizarro por la muerte de Atahualpa, pues se acept´o que actuaba por necesidad urgente, a diferencia de la forma en que se actu´o contra Cort´es por la muerte de Moctezuma. En el caso de la muerte de Hu´ascar, ella fue conveniente y funcional para sus prop´ositos. Aunque pudo evitarla, qued´o para siempre en la historia que fue Atahualpa el que la orden´o, sin importar si Atahualpa era un prisionero sujeto a la voluntad de Pizarro y al que este dej´o actuar. Sin embargo, la evasi´on de responsabilidades por parte de Pizarro no es un caso aislado. Bol´ıvar supo cubrir con su triunfo y con su gloria final su responsabilidad sobre el horroroso episodio de la entrega del m´as grande revolucionario americano, el procer Francisco de Miranda, al jefe espa˜nol Monteverde, a cambio de su autorizaci´on para salir de Venezuela. As´ı tambi´en evadi´o la responsabilidad de haber perdido la fortaleza que le fue encargada por Miranda, evadi´o su responsabilidad por el asesinato de ochocientos soldados espa˜noles canarios, prisioneros en Puerto Cabello y degollados por su indicaci´on. Evadi´o su responsabilidad por el fusilamiento del general Piar, ejecutado para ganar la obediencia de otros jefes, el fusilamiento de Berindoaga en el Per´u, hecho para aterrorizar a los peruanos, etc. ¡Oh victoria, que cubres todas las culpas!. Y Napole´on, con el fasto nacionalista de su imperio, dej´o atr´as el deg¨uello de miles de mamelucos en Acre y a los millones de muertos que la construcci´on de su gloria ocasion´o mientras repart´ıa las tierras ((ganadas por las ideas de la revoluci´on)) a sus hermanos como nuevos reyes. El propio San Mart´ın, perdida la guerra en el Per´u e incapaz de enfrentar a sus viejos compa˜neros del ej´ercito espa˜nol, donde sirvi´o por m´as de veintid´os a˜nos, cubri´o su fracaso con el aparente ((desprendimiento)) de su partida, que es por lo que se le recuerda. Evadir las responsabilidades no fue pues una caracter´ıstica exclusiva de Pizarro.

162

Alan Garc´ıa Perez Este tambi´en lo hizo en otros asuntos importantes. Despu´es de viajar a Toledo en 1528 y lograr las Capitulaciones con la Corona, en las que obtuvo su propia designaci´on como la u´ nica autoridad leg´ıtima, a pesar del pedido y del encargo hecho por sus dos socios para compartir esas responsabilidades, Pizarro evadi´o la culpa asign´andosela a la Emperatriz y al Consejo de Indias, con el argumento de que no pod´ıa entregarse la autoridad dividida porque eso podr´ıa traer conflictos. Fue un momento tenso pero, despu´es de unos d´ıas de reproches y de lucha, Almagro se rindi´o ante el hecho consumado e irreversible. Es probable que el propio Pizarro sugiriera entonces a Almagro solicitar una gobernaci´on diferente al sur de su territorio, como en efecto hizo este. Ante las protestas de Manco Inca por los abusos que sufri´o mientras e´ l estaba en Lima, pudo explicar que fueron sus hermanos Juan y Gonzalo los responsables de la crueldad y Manco Inca debi´o creerlo por un tiempo tras su nueva partida a Lima, pero cuando los maltratos se reanudaron estall´o la rebeli´on. Intent´o aun, a trav´es de las cartas y mensajes que envi´o a Manco Inca, pedir nuevamente su adhesi´on argumentando que estaba ausente del Cusco cuando se cometieron los nuevos ultrajes de sus hermanos, que lo encadenaron haciendo que la tropa orinara sobre e´ l, pero entonces su pedido ya no tuvo efecto. Pudo adem´as tranquilizar a Almagro refiri´endole que Hernando Pizarro hab´ıa sido enviado desde Cajamarca a Espa˜na para evitar que continuara insult´andolo. Finalmente, y es lo m´as grave, evadi´o tambi´en toda responsabilidad en la muerte de Almagro. Pero dej´o la suerte de este en manos de su peor enemigo, Hernando, y en su marcha al Cusco despu´es de la batalla de Las Salinas (26 de abril de 1538) se detuvo ex profeso en Jauja m´as tiempo del debido, a pesar de los clamores de Almagro por tratar su caso con e´ l antes de ser ejecutado (8 de julio de 1538). El cronista L´opez de Gomara se˜nala que Hernando no concedi´o la apelaci´on ((porque no la revocasen la sentencia en el Consejo de Indias y porque ten´ıa mandamiento de Francisco Pizarro)). El propio Porras Barrenechea, simpatizante del personaje (Pizarro. p. 581), conviene en que ((Francisco Pizarro neg´o su piedad a Almagro)). Lo cierto es que Pizarro no lleg´o esta vez en siete d´ıas al Cusco, como en el viaje de 1536, sino que se demor´o ex profeso desde julio de

163

Pizarro, el Rey de la Baraja 1538 hasta diciembre de ese a˜no. Ciertamente L´opez de Gomara, el mexicanista, no fue simpatizante de Pizarro, pero Hoffman Birtney, en su libro ((Los hermanos del destino)) (p. 196), anota que Pedro Pizarro, en un momento ie descuido, menciona c´omo el gobernador respondi´o en Jauja una carta de Hernando Pizarro enviada desde el Cusco, diciendo: ((Arregla ese asunto, as´ı ese Al-magro no provocar´a m´as revueltas)), tal como lo se˜nala Cieza de Le´on en sus Guerras Civiles (T. I p. 419). Sobre este hecho grav´ısimo, la ejecuci´on de un gobernador nombrado por el rey y la negativa de su apelaci´on ante el Consejo de Indias, guardan silencio los partidarios de Pizarro. A lo m´as, descargan toda la responsabilidad en Hernando y difunden la manida tesis de la ((conspiraci´on)), la misma que utilizaron para precipitar la muerte de Atahualpa y de Acarpa. Seg´un ellos, Pedro Pizarro por ejemplo, los almagristas hab´ıan se˜nalado fecha para tomar el Cusco y liberar a su jefe. Pero la verdad es que la mayor parte de los almagristas, se cree que ciento noventa, hab´ıa muerto en Las Salinas o despu´es de esa batalla, asesinados en las calles del Cusco, o estaban fugitivos en el Collao y en Vilcabamba. De esta suerte, es concluyente que su ausencia, su demora y la respuesta dada a su hermano precipitaron la muerte de Alma-gro, a pesar de lo cual no fue comprendido en el proceso cumplido en la corte de Carlos V, el que cost´o veinte a˜nos de prisi´on a Hernando en el Castillo de la Mota de Medina del Campo. As´ı, fue m´as h´abil que Cort´es, que apenas tres a˜nos despu´es de la toma de Tenochtitl´an y de la muerte de Moctezuma hab´ıa sido disminuido en sus cargos y honores por tal acusaci´on. Pero fue justamente el temor a verse comprometido en el crimen de Almagro lo que a su turno condujo a Pizarro a la muerte. Quiz´as para no verse culpado prefiri´o mantener con vida a los de Chile, a pesar de las amenazas y los rumores que hasta 1541 se difund´ıan contra e´ l en Lima. Ejecutar o desterrar a Almagro ((el Mozo)) y a sus secuaces lo hubiera vinculado al caso. No lo hizo. Fue uno de sus pocos errores pol´ıticos, pero tambi´en el m´as grave, y ser´ıan el hijo y los seguidores de Almagro quienes le dieron muerte el 26 de junio de 1541. La habilidad pol´ıtica y sus reglas tienen tambi´en un l´ımite.

164

Alan Garc´ıa Perez

BIBLIOGRAFIA Agle, W. In the footsteps of Pizarra. The Homer Hill. Seattle. 1903. Bermejo, Vladimiro. Vida y hechos del conquistador del Per´u Don Francisco Pizarra. Talleres Portugal. Arequipa. 1942. Bimey, Hof´ıman. Los hermanos del destino. Editorial Juventud. Buenos Aires. 1946. Cieza de Le´on, Pedro. Guerra de Las Salinas. En ((Guerras Civiles del Per´u)) Vol. II. Librer´ıa de la Viuda de Rico. 1899. Editorial Carmelo S´aenz de Santa Mar´ıa. Consejo de Investigaciones Cient´ıficas. 1984. Calvete de Estrella, Juan Crist´obal. Rebeli´on de Pizarra en el Per´u y vida de Don Pedro de la Gasea. P´aez, J Roberto. Biblioteca Virtual. Cronistas coloniales. Del Busto Duthurburu, Jos´e Antonio. Pizarra. Ediciones Cope. Lima. 2001. La tierra y la sangre de Francisco Pizarra. Universidad de Lima. 1993. D´ıaz del Castillo, Bemal. Historia verdadera de la conquista de la Nueva Espa˜na. Madrid. 1992. Estete, Miguel de. El descubrimiento y la conquista del Per´u. Biblioteca Peruana. Primera Serie. Tomo I (347-402) Ed. T´ecnicos Asociados. Lima. 1968 Enr´ıquez de Guzm´an, Don Alonso. Libro de la vida y costumbres de Don Alonso Enr´ıquez de Guzm´an. Biblioteca de Autores Espa˜noles. T. 126. Madrid Garcilaso de la Vega, Inca. Comentarios reales de los incas. Greenwich Centeno, Edwin. Francisco Pizarra. Lima. 2009. Guti´errez de Santa Clara, Pedro. Historia de las guerras civiles del Per´u. 15441548. En P´aez, R. Biblioteca Virtual. Cronistas coloniales. Jerez, Francisco de. Verdadera relaci´on de la conquista del Per´u. Madrid. 1988. Biblioteca Peruana. TI. Editores T´ecnicos Asociados. Lima. 1968. 165

165

Pizarro, el Rey de la Baraja L´opez de Gomara, Francisco. Historia general de las Indias. Es-pasa Calpe. Madrid 1932. L´opez Mart´ınez, H´ector. Rebeliones de mestizos y otros temas quinientistas. Ediciones P.L.V. 1972. Los que vinieron con Pedro de Alvarado. PUCP. Separata de Hu- manidades. Nro 5.1972-1973. Blas, De la Puente, Servi´a. La empresa de Am´erica. EDAF. Madrid. 2011. Lockhart, James. The men of Cajamarca. A social and biographical study of the f´ırst Conquerors of Per´u. University of Texas Press. Austin. 1972. Maticorena Estrada, Miguel. La ca´ıda del Imperio Inca. Un dato de Atahualpa. Revista Hist´orica. Tomo XLI 2002-2004. Macquarrie, Kim. Los u´ ltimos d´ıas de los incas. La esfera de los libros. Madrid. 2011. Mena, Crist´obal de. La conquista del Per´u llamado la Nueva Castilla. En Porras B., Las relaciones primitivas de la conquista del Per´u. Lima. 1967. Mart´ın, Luis. Las hijas de los conquistadores. Ed. Casiopea. 2000 Porras Barrenechea, Ra´ul. Pizarro. Lima. Editorial Pizarro S.A. Lima. 1978. Las relaciones primitivas de la conquista del Per´u. Lima. Instituto Ra´ul Porras. 1967. Los cronistas del Per´u. Ministerio de Educaci´on. BCP. 1986 Pizarro, Pedro. Relaci´on del Descubrimiento y Conquista de los Reinos del Per´u. Biblioteca Autores espa˜noles. Madrid. 1965. Biblioteca Peruana, T. I (449- 586). Editores T´ecnicos Asociados. Lima.1968. Prescott, William. History of the conquest of Per´u. Rosemblat, Angel. Viajes al Estrecho de Magallanes (15791584). Emec´e Editores. Buenos Aires. 1950. Sarmiento de Gamboa, Pedro. Historia de los incas. Madrid. Ed. Miraguano. 2001. Sancho de la Hoz, Pedro. Relaci´on de la conquista del Per´u. Madrid. Editorial Porr´ua. 1962. En P´aez, Roberto. Biblioteca Virtual. Cronistas coloniales. Stirling, Stuart. Francisco Pizarro. El Ateneo. Buenos Aires.2005 Trujillo, Diego de. Relaci´on del descubrimiento del reino del Per´u. Una relaci´on 166

166

Alan Garc´ıa Perez in´edita. Instituto Ra´ul Porras. Lima. 1970. Titu CUS´I Yupanqui, Inca. Relaci´on de la conquista del Per´u. En Carlos Romero. Relaci´on de libros y documentos referentes a la Historia del Per´u. Vol. VII. Lima. 1916. Vega, Juan Jos´e. La guerra de los viracochas. Populibros Peruanos. 1965. Wylie, J.C. Military Strategy: A general theory of power control. Rutgers University Press. 1967. Wachtel, Nathan. La Visi´on des Vaincus. Ed Gallimard. 1971. Zarate, Agust´ın de. Historia del descubrimiento y la conquista de la provincia del Per´u. Biblioteca Peruana, T. II. Lima. Editores T´ecnicos Asociados. 1968. Zweig, Stefan. Magallanes. Claridad. Buenos Aires. 1996.

167

Pizarro, el Rey de la Baraja mente elegido Presidente de la Rep´ublica, con el 52,6 % de los votos. Su segundo mandato se caracteriz´o por el alto nivel de crecimiento econ´omico alcanzado, cuyo promedio en el periodo fue de 7 %, el mayor obtenido en d´ecadas por gobierno alguno. El veloz crecimiento march´o a la par de la reducci´on de la pobreza, que disminuy´o del 44,5 % al 31,3 % durante los cinco a˜nos de su gesti´on, lapso en el que tambi´en se observ´o un gran desarrollo de infraestructura, como puertos y carreteras. El Presidente Garc´ıa es autor de diversos libros, entre ellos: Pida la Palabra (2012) Contra el temor econ´omico. Creer en el Per´u (2011) Sierra Exportadora. Empleo, modernidad y justicia en los Andes (2005) Para comprender el siglo XXI (2004) Modernidad y pol´ıtica en el siglo XXI: globalizaci´on con justicia social (2003) La d´ecada infame: deuda externa 1990-1999(2000) Mi Gobierno hizo la regiona- lizaci´on(1998) La falsa modernidad (1997) El mundo de Maquiavelo (1994) Contra la dictadura (1992) El nuevo totalitarismo (1991) La revoluci´on regional (1990) El desarme financiero (1989) A la inmensa mayor´ıa (1987) El futuro diferente (1982)

168

Alan Garc´ıa Perez Francisco Pizarro es una figura extensamente analizada por historiadores, escritores y autores de las m´as diversas orientaciones, quienes durante casi 500 a˜nos se han preguntado c´omo un aventurero espa˜nol, a la cabeza de un reducido ej´ercito, logr´o conquistar el Imperio de los Incas. En este libro, sin embargo, el ex presidente Alan Garc´ıa ensaya un an´alisis novedoso, desde un a´ ngulo muy pocas veces abordado: Pizarro, el personaje pol´ıtico. Garc´ıa explora en forma rigurosa los hechos hist´oricos y extrae de ellos las reglas o normas pol´ıticas que guiaron los actos de Pizarro hacia el e´ xito en la conquista de unos de los mayores imperios de la Am´erica prehisp´anica. El libro reivindica el valor de la pol´ıtica: ”Sin los caballos, la p´olvora y el hierro, Pizarro no habr´ıa logrado su objetivo. I ´ıs posible, pero como demuestran otros fracasados esfuerzos, como los de Pascual de Andagoya o Alonso de Ojeda, todos esos factores no hubieran sido suficientes sin un verdadero hombre pol´ıtico actuando en la escena”. Pizarro, el Rey de la Baraja, logra combinar el an´alisis y conocimiento detallado de la historia con la agilidad y la facilidad de la lectura. Y m´as all´a de su car´acter hist´orico, nos brinda una comprensi´on de la pol´ıtica y el liderazgo, v´alida para los tiempos actuales.

169

View more...

Comments

Copyright ©2017 KUPDF Inc.
SUPPORT KUPDF