Pilar en La Ruta de La Historia - Isacio Mauricio Acosta - Diciembre 2015 - Portalguarani

September 8, 2017 | Author: PortalGuarani4 | Category: Paraguay, Society Of Jesus, Argentina, Spain
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Descripción: PILAR EN LA RUTA DE LA HISTORIA - ISACIO MAURICIO ACOSTA - DICIEMBRE 2015 - PORTALGUARANI...

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PILAR En la ruta de la Historia

Edición al cuidado del autor Isacio Mauricio Acosta Jiménez [email protected] Corrección: Mithy Fabio Diseño de tapa: Natalia Tapia Fabio Diagramación: AGSR – César Luis Sosa Fotos: Mauricio Acosta y gentileza Publicación Electrónica (Internet) www.EstoesPilar.com Pilar – Paraguay 2015 Isacio Mauricio Acosta Jiménez Pilar – Ñeembucú - Paraguay ISBN 978-99967-0-152-8

Quedan reservados todos los derechos. La presente publicación no podrá ser reproducida íntegra o parcialmente, ni archivada o transmitida por ningún medio (ya sea impreso, electrónico, mecánico, fotocopiado, grabado o de otro tipo), sin la autorización previa del autor. 3

INDICE Reconocimiento ...................................................................................... 5 Introducción ......................................................................................... 7 Cap. I – Pilar y sus orígenes .................................................................... 9 Cap. II – Primer casco urbano de la Villa del Pilar ..................................... 30 Cap. III – Por los pasillos de la antigua Villa ............................................. 58 Cap. IV – El Puerto de Pilar ..................................................................... 82 Cap. V – Historias Ribereñas ................................................................... 89 Cap. VI – Periódico de Pilar 1916 Ecos de una época .............................................................................. 105 Cap. VII – Enseñanza Primaria y Secundaria en Pilar ................................ 110 Cap. VIII – Pinturas y Pintores de Pilar .................................................... 117 Cap. IX – Juanita Pesoa Sostoa y Elisa Alicia Lynch................................... 137 Cap. X – El Pirabebé defiende Pilar Combates de Pilar en la guerra del 70 .................................................. 160 Cap. XI – Documentos inéditos de pobladores de Pilar .............................. 168 Cap. XII – Casona Colonial “Villamayor” .................................................. 202 Bibliografía ............................................................................................. 207 Biografía del autor .................................................................................. 209

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GRATITUD Mi reconocimiento a: - A las personas a quienes entrevisté y tan maravillosamente respondieron a las consultas para este libro. - A las personas que tan gentilmente facilitaron fotografías de su álbum familiar y de sus colecciones de pinturas. - A la familia que nos permitió acceder a documentos con contenido histórico.

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DEDICATORIA A Pilar, por su pasado, por su presente, por su futuro. A los habitantes de Pilar que hacen posible su rica Historia en permanente devenir.

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INTRODUCCION Este libro es una RECREACION, una recreación de la historia de Pilar. No es un libro de historia que, para el efecto, requiere de un método científico de investigación. Por eso, en algún capítulo se propone un recorrido “Por los pasillos de la antigua Villa”, un paseo imaginario y al mismo tiempo real. Es una recreación sobre diversos acontecimientos desde el arranque de la conquista española en esta parte de América del Sur, uniendo datos históricos de distintas fuentes bibliográficas con la memoria de los pilarenses para ofrecer retazos de la historia de nuestra ciudad. Históricamente, la fundación de Pilar se basó en la necesidad de proteger, pueblos y hacienda, de “las invasiones de los indios infieles”, como eran considerados los nativos que resistían a los usurpadores de sus ancestrales tierras, al atropello y destrucción de su cultura, de sus tradiciones, costumbres, de sus creencias. Diversos factores habrán intervenido para la tardía fundación de Pilar en relación a la llegada de las primeras incursiones de los conquistadores europeos como, quizás, las frecuentes y grandes inundaciones y los extensos humedales existentes en Ñeembucú. Se presentan algunas conjeturas sobre el tema. Esta situación no fue, sin embargo, impedimento para un poblamiento paulatino de la región, primero desde el Norte en contacto con Asunción y después al Sur del río Tebicuary, con una creciente producción ganadera que la caracteriza hasta ahora. Con las cuestiones encaradas o planteadas en los distintos capítulos se pretende hacer una conjunción que se presenta en el libro con el título de: PILAR, EN LA RUTA DE LA HISTORIA. Se cuenta con el soporte de interesantes fragmentos encontrados en el Archivo Nacional, “el acervo documental más antiguo del río de la Plata” según Margarita Durán Stragó, de una amplia bibliografía sobre “Nuestra Señora del Pilar de Ñeembucú”, además de mapas, planos, fotos, artículos periodísticos, y documentos inéditos de archivos particulares de familias pilarenses. Para enriquecer la documentación histórica, se agregan los relatos y las vivencias de muchas personas, con temas sobre nuestra tradición “ribereña”, los centros educativos desde los orígenes de la Villa, sus templos, las imágenes de la Virgen María y de santos, el primer casco urbano y su posterior proyección urbanística, los cambiantes nombres de calles y avenidas como parte de una dinámica atada a las circunstancias. 7

Las “historias” que se incluyen pertenecen a distintas épocas, pero ellas están fuertemente vinculadas entre sí. Se aportan datos acerca de la pilarense Juanita Pesoa y la irlandesa Elisa Alicia Lynch, compañeras y madres de los hijos del Mariscal Francisco Solano López, sobre los regalos que recibió Juanita y que están actualmente dispersos en el Museo Histórico del Cabildo, en la Cripta Histórica de la Basílica de la Virgen del Pilar y en casas particulares como herencia familiar. También se realiza el planteamiento de una duda sobre el lugar del histórico juramento a la bandera que hizo el Mariscal López en 1845: ¿en el interior del Templo de Nuestra Señora del Pilar o frente al Cabildo, entonces cuartel general del Ejército Paraguayo?. Un capítulo está dedicado a la defensa de Pilar por el buque “Pirabebé” y su tripulación cuando la Villa fue invadida por las tropas aliadas, a los dos combates de Pilar y el destino final de la citada embarcación con destacada intervención en otras acciones de la guerra del 70. Se van entrelazando fragmentos más antiguos con hechos más recientes como la casona colonial “Villamayor” y su restauración; pinturas y pintores de Pilar, el puerto y los ribereños. Fue un apasionante “descubrimiento” el encontrar, por ejemplo, pruebas documentales de la existencia de esclavos en las familias de la” Villa”, un tema del que nunca había oído hablar. Es un libro de recreación sobre nuestra historia, de contenido a veces didáctico, buscando conocer, interpretar y apreciar mejor nuestras raíces y nuestra sociedad actual.

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CAPITULO I PILAR Y SUS ORIGENES Pasaron más de doscientos cuarenta años desde la fundación de Asunción en 1537, para concretarse la fundación de Pilar en 1779, en una zona aparentemente ignorada por tanto tiempo por los conquistadores españoles y sus descendientes. Y esto ha acontecido pese a que Ñeembucú se encuentra en el paso obligado, especialmente por vía fluvial, hacia el reino de los Incas, donde abundaban las riquezas codiciadas por los invasores del Viejo Mundo. Desde sus barcos, los europeos no habrán considerado a los esterales lugares muy atractivos, ni habrían encontrado población indígena para contactar, como hallarían posteriormente en las zonas central y Norte del Paraguay actual, para penetrar a continuación en el Gran Chaco hasta las estribaciones andinas, retornando con piezas de oro y plata. En este paisaje, históricamente, se tiene comprobada la influencia del fenómeno meteorológico llamado EL NIÑO, con oscilaciones de crecidas y sequías importantes. Este fenómeno se viene produciendo con certeza, por lo menos desde hace 160.000 años. El más lejano testimonio de la época colonial corresponde a los años 1525-1526. (Julio Rafael Contreras). Los datos históricos se relacionan con el comportamiento del eje fluvial Paraguay-Paraná con episodios intensos y muy intensos. Megacrecientes entre 1747 y 1748. Una notable bajante en 1751. En el período 1775-1786, se registran crecidas con episodio intenso. Sin embargo, 1779 era un año de fuerte sequía, por lo menos en la zona de Asunción, como menciona Jorge Rubiani en su libro “Historias Secretas del Paraguay” (Tomo II), cuando “hacía ya tiempo que el cielo negaba sus aguas a la sedienta y caldeada tierra”, las plantas no daban flores ni frutos, los cultivos se arruinaban llegando a registrarse una “gran mortandad de hombres y ganados”, por lo que la población recurrió a las oraciones y a todo tipo de invocaciones por la lluvia salvadora, dice Rubiani, especialmente a la Virgen de la Asunción y “al Patrón Señor San Blas”. El Consejo del Cabildo de Asunción tuvo que reunirse de urgencia y a la reunión asistió hasta el propio Gobernador Pedro Melo de Portugal. Es posible que, con la gran sequía del 79, estuvieran dadas las condiciones para el establecimiento de la Villa del Pilar. Numerosos registros históricos que se tienen desde la llegada de los conquistadores europeos muestran los caminos que se recorrieron y fueron abriéndose para la formación de las ciudades y naciones de América. En Sudamérica, el principal centro de la conquista fue Asunción, con un territorio amplio que llegaba del Atlántico hasta las estribaciones de los Andes, y que se fue perdiendo en sucesivas desmembraciones. 9

Ñeembucú estuvo a punto de pasar a integrar o a depender de la Provincia de Corrientes y de la República Argentina. Tal vez ni Pilar existiría si no hubiera sido por el reclamo firme de los gobernadores de la Provincia del Paraguay, ante la pretensión correntina de apropiarse de las tierras ubicadas entre los ríos Paraguay y Paraná, hasta el Tebicuary. La región hoy ocupada por el departamento de Ñeembucú y las provincias argentinas de Chaco y Formosa (el Gran Chaco), ya figuraban en los primeros relatos de las exploraciones europeas, como los de Sebastián Gaboto (14841557). Este marino, cartógrafo y explorador italiano al servicio de España, fue el fundador del primer asentamiento español en el Río de la Plata, conocido como Sancti Spiritu, cerca de la ciudad argentina de Rosario. Fue el primer europeo que exploró los ríos de La Plata, Paraná y Paraguay, en 1526. Navegó el Paraguay hasta los saltos de Yacyretá-Apipé que no pudo sortear, y tuvo que haber quedado por algún tiempo en la zona de Cerrito para retornar a la confluencia y seguir el río Paraguay hasta las cercanías de Asunción. El historiador Blas Garay, en su libro “Breve resumen de la historia del Paraguay” (1897) capítulo primero “Descubrimiento del Paraguay”, al comentar el viaje de Gaboto dice en una parte que “… Retrocedió y remontó el Paraguay, hallando por su izquierda el Bermejo o Ypyta: has habiendo desembarcado en la orilla opuesta (oriental) parte de su gente, fue muerta toda por los agaces, lo que con la noticia de la aparición de otra escuadra extraña, comunicada por los indios, le determinó a retroceder”. Esto habría ocurrido a pocos kilómetros al Sur de Pilar en territorio que pertenece hoy a Ñeembucú. El relato es mencionado por Sergio Cáceres en su libro sobre el intelectual pilarense “Manuel Domínguez” (2013). En 1530, el mencionado navegante europeo regresa finalmente a Europa con información brindada por los indígenas sobre la existencia de la Sierra de Plata. Primer asentamiento español en ÑEEMBUCU ? En el libro “Los Humedales del Paraguay” del Comité Nacional de los Humedales del Paraguay (Asunción, 2004), página 36, está el siguiente comentario: “…el primer asentamiento español, aunque temporario de Sebastián Gaboto y su gente en el sur del Ñeembucú, es el desaparecido asentamiento de Santa Ana, sobre la costa del Paraná, en 1528 (Harrise 18; Medina, 1908; Gandía, 1932; Cháves, 1968). “Los humedales del Ñeembucú, que fueron asiento del primer asentamiento hispano en el actual territorio paraguayo, y cuya extensión supera holgadamente el millón y medio de hectáreas … cuentan con una larga y compleja historia paleogeográfica, paleoclimática y geomorfológica …” 10

De acuerdo con la versión dada por los correntinos, Gaboto habría permanecido con su tripulación en la zona de Itatí, antes de continuar viaje.

Laguna SIRENA, Cerrito.Ñeembucú. Foto: Mauricio Acosta Asunción fue el centro de las expediciones iniciales, convirtiéndose en “Madre de Ciudades”, y dio también nacimiento a las primeras poblaciones establecidas en las cercanías o dentro del territorio de lo que hoy es el departamento de Ñeembucú, con participación de españoles, criollos, los franciscanos, los jesuitas, negros e indígenas. “Nuestra Señora de Concepción del Bermejo”, fue fundada el 15 de marzo de 1585, aguas arriba del Río Bermejo o Colorado, en las cercanías de la actual localidad de Tres Isletas (Chaco-Argentina). Esta primera fundación europea en el Chaco fue destruida en el año 1632. San Juan de Vera de las Siete Corrientes (Ciudad de Corrientes), fue fundada en 1588. Los sacerdotes franciscanos fueron los primeros religiosos en llegar con los españoles. Desde 1580 propiciaron la fundación de varias poblaciones en la región Oriental y en el Chaco, figurando ya el nombre de ÑEEMBUCU. En 1588 llegan los primeros sacerdotes jesuitas. Su residencia en Asunción se funda jurídicamente en 1594. La primera Provincia fue creada en 1604, y como primer provincial fue designado el padre Diego de Torres. En 1609, Diego de Torres, inició la serie de reducciones de indios en las selvas del Paraguay, algunas de ellas muy cercanas nuevamente al territorio actual del

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departamento de Ñeembucú, ubicándose en Misiones e Itapúa y allende el río Paraná, en la región conocida como Guayrá que llegaba hasta el Atlántico. La primera ciudad fundada por los jesuitas en Paraguay fue San Ignacio Guazú, el 29 de diciembre de 1609. Las estancias ganaderas de los jesuitas llegaban hasta el límite septentrional del actual departamento de Ñeembucú Desde el año 1676 se concedían “mercedes” a los pobladores hispano-criollos para la utilización de extensos territorios a partir de Asunción, y en la zona sur en particular, para la cría de ganado vacuno. La región ubicada al sur del río Tebicuary, estaba bajo dominio de los jesuitas. El 5 de marzo de 1714, el gobernador Juan Gregorio Bazán de Pedraza funda la ciudad de Villeta, con el nombre oficial de “San Felipe de Borbón en el Valle del Bastán”, y desde 1972 le agregaron “… en los campos del Guarnipitán”. Estos campos constituían un amplio territorio al sur de Asunción y se extendían hasta la zona de Alberdi, que los españoles ocupaban para sus chacras y estancias. En la zona ribereña del Paraná, antes de la fundación de Pilar, los correntinos ya ocuparon Curupayty y Pedro González (actual Mayor Martínez). Con un objetivo inicialmente militar se instalaron fuertes en Curupayty y Humaitá, para enfrentar a naciones indígenas rebeldes. Según el historiador Jorge Rubiani, “Historias Secretas del Paraguay” (2014), esta zona conoció de guardias armadas desde 1720. La ciudad de Resistencia (Chaco) tuvo su origen en la reducción de los indígenas Abipones, con el nombre de “San Fernando del río Negro”, en el año 1750. Cada vez más cercana la fundación de Pilar El historiador paraguayo Alfredo Viola, en su libro “Origen de pueblos del Paraguay”, hace referencia a las últimas poblaciones fundadas por los Jesuitas en el Paraguay, “fuera de los límites tradicionales otorgados a la referida Compañía”. Los indios Abipones, buscando la paz con la Provincia, solicitaron la fundación de una comunidad la que fue dispuesta en 1762 por el Gobernador del Paraguay José Martínez Fontes. La reducción se denominó “Nuestra Señora del Rosario y San Carlos del Timbó”, estaba ubicada a una legua de la margen derecha del río Paraguay (Formosa) frente a la desembocadura del río 12

Tebicuary, región perdida por el Paraguay tras la guerra contra la Triple Alianza en 1870.

Plano de la reducción “Nuestra Señora del Rosario y San Carlos del Timbó”

De la fundación y administración de Nuestra Señora del Rosario y San Carlos del Timbó se encargaron los jesuitas. La expedición fundadora llega procedente de Asunción el 25 de noviembre de 1763, en tres naves, con autoridades de la Provincia, el padre Martín Dobrizhoffer, infantes y 400 jinetes al mando del Teniente Gobernador Fulgencio de Yegros. Con esta misión se pretendía cortar los ataques de los indios chaqueños que, por el Paso del Timbó, asolaban las estancias y las chacras del Sur del país. Los indios del Chaco no se subordinaban fácilmente a los conquistadores, y rechazaban la enseñanza religiosa cristiana. Se trataba de la cuarta Reducción establecida por la Compañía de Jesús entre los indios abipones. Años atrás ya fueron fundados los pueblos de Concepción del Bermejo, San Jerónimo y San Fernando, en el actual territorio argentino. Sin embargo, San Carlos del Timbó no se consolidó y desapareció alrededor de 1776, después de la expulsión de los jesuitas. Posteriormente, se reanudaron las invasiones de los indígenas hostiles del Chaco a la región del suroeste de la Provincia del Paraguay, a las que se sumaron las incursiones provenientes de la provincia de Corrientes para el robo de ganado y la intención de apoderarse de más territorios hasta el río Tebicuary, inclusive. Según Viola, el dictador Francia hizo referencia de Nuestra Señora del Rosario y San Carlos del Timbó, en una comunicación al Comandante de Pilar, en estos términos: “… pues es el mismo, donde en tiempo de los jesuitas, que permaneció poco tiempo, como las demás del Chaco. Ya también lo había 13

reconocido Hermosilla hará ha más de un año. Sólo recuerdo fue quedando de esta última fundación de la Compañía de Jesús en el Paraguay colonial”.

Arroyo Ñeembucú crecida 2014 – foto: Mauricio Acosta

La tardía fundación de Pilar y de algunos pueblos al Sur del río Tebicuary, tendría que ver, en parte, con sus grandes humedales, las lluvias y permanentes inundaciones que dificultaban las comunicaciones y el asentamiento de pobladores, así como con el dominio que ejercían los indígenas invasores del Chaco.

Mapa del Paraguay colonial – año 1771 – Se lee “Ñeembucú del pantano”, zona entre los ríos Tebicuary y Paraná – hacia el Este las Misiones Jesuíticas.

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Las Misiones Jesuíticas se fundaron en regiones que cumplían las características e instrucciones que señalaron sus mentores: “Para formar un pueblo, decían tales indicaciones, se procura escoger una llanura de las cualidades siguientes: 1- Ancha como un cuarto de legua y cerca de una milla para la extensión de las calles. 2- Algo eminente, así por huir de la humedad, dañosa en estas tierras, como por gozar del aire más puro. 3- Que no tenga pantanos, en los cuales se engendra multitud de molestos mosquitos y víboras ponzoñosas. 4- De buenas aguas cerca, así para beber, como para lavar y bañarse, a que es aficionado todo indio, y lo necesita para la salud. 5Que esté despejada por la parte sur, para desembarazo de viento fresco, necesario en tierra de tantos calores. (Fuente: Libro “Historias minúsculas” de Luis Verón, que cita ABC Color, domingo 17/07/2011.)

Humedales de Ñeembucú - Guazú Cuá Foto: Mauricio Acosta

Ñeembucú era, precisamente, todo lo contrario del tipo de tierras que los jesuitas pensaron para sus fundaciones, que comenzaron con San Ignacio Guazú en 1609. De alguna manera, las haciendas de sus estancias incursionaron también por este departamento especialmente entre los distritos de Tacuaras, Guazú Cuá, Laureles y Yabebyry, siendo objeto de robos por los indígenas del Chaco y de Corrientes. Con la expulsión de los jesuitas y la paulatina desaparición de las misiones jesuíticas, el control español se extiende a otras regiones del Paraguay, como el departamento de Ñeembucú con la fundación de Humaitá y Pilar, entre otras poblaciones. La influencia de los asuncenos ya llegaba desde mucho tiempo atrás hasta el río Tebicuary y su desembocadura en el rio Paraguay. En esta expansión, es indudable la importancia que adquirieron los ríos como principal vía de comunicación y para el asentamiento de los nuevos pueblos. 15

La dinámica geográfica En “Territorio y Población. Nuevas Dinámicas Regionales del Paraguay”, (Fabricio Vázquez y otros. 2006), se hace un análisis sobre los vínculos entre la población y su entorno geográfico (investigación sociodemográfica). Se señala a Pilar como un distrito con “aislamiento crónico”. Este dato podría ser una explicación válida para el tardío poblamiento al sur del río Tebicuary, en la zona perteneciente al departamento de Ñeembucú. Históricamente se afirma que Pilar fue inicialmente un bastión para hacer frente a las incursiones, en búsqueda de alimentos, de los indígenas del Chaco a las misiones jesuíticas ubicadas en el noreste del país. En tal sentido se dice en el mismo libro que el proceso de ocupación del territorio y el aprovechamiento de sus recursos “fueron alternándose en sus dinámicas demográficas en relación directa con los sistemas económicos y comerciales y con las infraestructuras disponibles, como es el caso de las rutas y caminos o del río Paraguay…”, en lo que la Región Oriental “tuvo siempre mayor capacidad de carga humana que el Chaco”. A la característica de cada región, se agregan también las diferencias culturales de las poblaciones originarias. Los indígenas del Gran Chaco utilizaban los pasos de Curupayty y Humaitá, sobre el río Paraguay, para incursionar sobre las estancias y pueblos más occidentales de las Misiones Guaraníticas ubicados entre los ríos Paraná y Tebicuary, y también atacar a las poblaciones adyacentes. Las expediciones correntinas ocasionaron igualmente las quejas de los jesuitas de las Misiones. Los jesuitas no ocuparon las costas del río Paraguay, alejándose de los belicosos indígenas del Gran Chaco, enemigos seculares de los guaraníes. El gobernador Agustín Fernando de Pinedo, a quien originalmente se atribuyó la fundación de Pilar en el año 1776, ordenó en el año 1775, la fundación de Villa Franca de los Remolinos y Guazú Cuá. Una expedición correntina que partió de Itatí, exploró en el año 1779 hasta el Tebicuary, encontrando sólo indígenas chaqueños como pobladores de la región. También fueron enviados pobladores para asentarse en los pasos de Curupayty y Humaitá, antes de la fundación de Pilar. Recién casi a finales del Siglo XVIII, se crea el primer centro poblacional de importancia en Ñeembucú. El 25 de agosto de 1779, el gobernador del Paraguay Pedro Melo de Portugal y Villena solicitó autorización al Virrey para poblar la desembocadura del arroyo Ñeembucú, en donde ya había iniciado la población. 16

Pedro Melo de Portugal fue considerado como uno de los gobernadores más progresistas del Paraguay. Fundó tres villas de españoles: Villa del Pilar del Ñe’embuku, Villa del Rosario del Cuarepoti y Villa de San Pedro del Ykua Mandyju, además de los pueblos de Humaitá, Arroyos y Esteros, Ybytymi, Yhacanguazú, Acahay, Limpio y Ca’apucu. El 13 de septiembre el Virrey permite a la Provincia del Paraguay poblar el Ñeembucú, para que prosiguiera la construcción del poblado de Ñeembucú. Lo señalaba como “un establecimiento efectivamente útil (…) y con especialidad a los pueblos de Misiones que sufren repetidas invasiones por aquella parte”. Al amparo de la política “defender poblando”, en la época colonial, entre 1537 y 1840 nacen los pueblo-puertos, como Asunción, Concepción, Villeta y Pilar, que vivían del comercio de entrada y salida de mercaderías, y otros pueblos ribereños cumplían “una función más claramente defensiva, con la categoría de fuertes o presidios”, entre otros Fuerte Olimpo. Motivo de la fundación de Pilar, según Azara y Viola Para Azara y Viola, la fundación de la Villa de Nuestra Señora del Pilar de Ñeembucú, no sólo significó la creación de un apostadero de tropas y asiento de vigilancia permanente para evitar el paso de indígenas chaqueños, que atravesaban el río Paraguay en su camino para realizar incursiones predatorias en las estancias y villas del noroeste de la actual provincia argentina de Corrientes y en el área jesuítica de San Ignacio Guazú, sino también manifestó concretamente la voluntad del Cabildo de la ciudad de Asunción de sostener para su jurisdicción el dominio de las tierras situadas al norte del río Paraná, región amenazada por la fundación en 1778-1779, de una guardia o presidio en Curupayty sobre la que el Cabildo de Corrientes se abrogaba derechos (Azara, 1871; Viola, 1992). Tras la fundación de Pilar el 12 de Octubre de 1779, terminaron las invasiones de los indios payaguaes del Chaco, que con sus incursiones llegaban hasta San Ignacio, Santa María y el Partido de Quyquyo, ocasionando continuas alarmas y perjuicios a los vecinos. Con el tiempo surge la necesidad de contar por parte del Estado con las organizaciones administrativas del territorio, dando nacimiento a la división político-administrativa para su mejor desenvolvimiento y control. En el año 1901, el territorio del país estaba organizado en estos espacios: La capital Asunción (con una creciente concentración demográfica), los 86 partidos de la región Oriental (con escasos habitantes y semi aislados) y el Chaco, bajo administración militar.

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En 1906, el territorio es dividido en 16 departamentos, y éstos en partidos, categoría correspondiente a los actuales distritos. Es el primer ordenamiento territorial “con delimitaciones claras, que tendrá vigencia hasta 1945…” Fueron creados por Ley los siguientes departamentos; 1. Concepción - 2 San Pedro – 3 Caraguatay – 4 Guairá – 5 Yhú – 6 Caazapá – 7 Encarnación – 8 San Ignacio – 9 Quiindy – 10 Paraguarí – 11 Villeta – 12 PILAR. En casi la totalidad de los casos, las ciudades capitales daban también su nombre al departamento. El río Tebicuary era el límite entre los departamentos de Pilar y Villeta. Otra modificación se realiza en 1943, con la creación de nuevos departamentos, totalizando 16. El Chaco deja de ser región militar. El departamento PILAR pasa a denominarse ÑEEMBUCU, siendo la ciudad de Pilar su capital. Además, el departamento se expandió hacia el norte incorporando los distritos de Villa Franca, Alberdi y Villa Oliva que formaban parte del departamento de Villeta desde los tiempos de la colonia. El pilarense tiene sus orígenes remotos en los descendientes de los primeros pobladores de Asunción (europeos e indígenas) y otros europeos inmigrantes que arribaron tiempo después a estas tierras. También se incorporan los afrodescendientes, lo que hace la existencia de una población multiétnica en la región, como en el resto del Paraguay.

Arroyo Ñeembucú, Pilar. Foto: Mauricio Acosta

Desde su fundación, Pilar tuvo destacada participación en la historia del Paraguay: muralla para las incursiones indígenas y correntinas, puerto de importación y exportación, primer puerto de entrada al Paraguay, uno de los pilares en la independencia de 1811, escenario de la Guerra Grande, sus hijos 18

estuvieron en la defensa de la patria contra la Triple Alianza (1865-1870) y en la guerra del Chaco (1932-1935), se han destacado en la política, en las ciencias, en la cultura, en las artes, en la conducción y en la reconstrucción nacional. La Villa se convirtió en Ciudad. La historia de Pilar está llena de acciones de hombres y mujeres que forjaron su grandeza. Línea del tiempo. -

1492, descubrimiento de América 1515, descubrimiento del Río de la Plata (Mar Dulce) 1520, descubrimiento del estrecho de Magallanes. 1524, Descubrimiento de Paraguay 1536, primera fundación de Buenos Aires 1537, fundación de Asunción 1580, segunda fundación de Buenos Aires 1588, fundación de Corrientes 1609, fundación de San Ignacio Guazú (Misiones). 1767, expulsión de los jesuitas de las posesiones españolas. 1776, creación del Virreinato del Río de la Plata. 1779, fundación de Pilar 1810, Independencia de la Argentina 1811, Independencia del Paraguay.

Como se viene analizando y especulando, nos encontramos con numerosos elementos considerados como posibles causas de la tardía fundación de Pilar, en relación a los primeros asentamientos tras la fundación de Asunción. Además de plantear estas ideas sobre la problemática de los grandes humedales, de hecho existieron muchos otros factores, tal vez más importantes, como la constante resistencia de las comunidades indígenas, en rechazo a la esclavitud a que estaban sometidos sus hombres y mujeres por los conquistadores, apoderarse de sus tierras y herir profundamente sus culturas; la provincia convulsionada por guerras y revoluciones, actos de insurrección desde los tiempos de Irala; niveles de intolerancia y hostilidad entre los mismos españoles y sus descendientes; la exagerada ambición por el poder; la revolución de los Comuneros; las disputas entre los españoles y los jesuitas que crearon su propia “Provincia”, muy diferente a la Provincia del Paraguay; el desinterés o la indiferencia de la Corona hacia el Paraguay por no contar con las riquezas de los Incas; la división de la provincia y el aislamiento de Asunción; la región cada vez más miserable; la convulsión generada por la Real Cédula de 1537, que permitía la elección de autoridades; una inestabilidad imperante por siglos. Desde 1538 hasta 1811, en 273 años, pasaron 79 gobernadores, muchos de ellos como Lugartenientes o Tenientes de Gobernador, o como gobernadores interinos. 19

EN LA RUTA DE LA HISTORIA Pilar, o si se quiere Villa del Ñeembucú, Villa del Pilar de Ñeembucú, Ñeembucú de Nuestra Señora del Pilar, o Villa del Pilar, y su zona de influencia, forman parte de la historia del Paraguay, se encuentran en el camino de la Historia no solo del país, sino de una época larga de la conquista europea en esta parte de América. El nombre del arroyo Ñeembucú es de origen guaraní. Algunos traducen como “de hablar largo”, o como “voz que se escucha a lo lejos” Documentos históricos de archivos públicos y privados, libros y otras publicaciones contienen datos relacionados, por ejemplo, con el nacimiento de Pilar; de su intervención en la gesta emancipadora de mayo de 1811; se la señala como puerto estratégico para el comercio internacional del Paraguay; hablan de la importancia de su economía, de su población; del problema limítrofe con Corrientes; mencionan la problemática de la tierra, de la educación, o como cuna de personalidades ilustres de la política, la economía, la jurisprudencia, la literatura, la música, el teatro, la pintura. Si dijéramos que “TODOS HABLAN DE PILAR”, parecería una exageración. La celebración del Bicentenario de la Independencia Nacional en el 2011, permitió la reedición de muchos títulos, y hurgando en sus páginas se puede confirmar la precedente aseveración y de que efectivamente Pilar, forma un lugar importante en la Historia del Paraguay.

A continuación, apuntes sobre Pilar Los caminos Reales En el diario ABC COLOR, se publica un artículo de Oscar López Deggeller, titulado Paraguay y sus “caminos reales” (30.agosto.2013), recordando que desde Asunción partían nueve “caminos reales”, utilizados desde la época colonial. Alude al capítulo “Los caminos del rey”, del tomo II del libro “Historias Minúsculas del Paraguay”, de Luis Verón. Los españoles, ante la necesidad de extender sus áreas de influencia, se vieron obligados a crear los denominados “caminos reales”, utilizando los caminos que ya eran utilizados por los nativos guaraníes. Verón relata que el primer “camino real” fue el que unía Asunción con Tapuá, actual ciudad de Limpio. El mismo era utilizado en forma frecuente 20

considerando que, en tiempos del gobernador Domingo Martínez de Irala, la mayoría de las chacras de los vecinos de Asunción estaban dispersas en esos lugares.

Cabildo Histórico de Pilar (la construcción del costado derecho ya no existe. Fue el primer local de la escuela “Cristo Rey” en la década de 1950)

Ñeembucú en el cuarto camino real. Como “dos Bocas”, según el texto de Verón, era conocido el cuarto “camino real” a Ysaty, que hoy es conocida como la avenida Fernando de la Mora (Asunción). La vía llevaba a Ñemby, Ypané, Villeta, cruzaba el río Tebicuary, pasaba por Pilar, Humaitá, culminando en “Paso de Patria”, sobre el Río Paraná. Este camino fue testigo de acontecimientos bélicos durante la guerra contra la Triple Alianza en lugares como Ytororó, Avay, Cumbarity, Angostura y Curupayty, entre otros.

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Cabildo de Pilar

Conflicto territorial con Corrientes. La biblioteca digital Wikipedia, recuerda que sin resolverse plenamente el conflicto limítrofe ante el reclamo por parte de Corrientes de las tierras hasta el río Tebicuary, el Virrey de Buenos Aires autoriza en 1779 al gobernador de Paraguay a poblar la desembocadura del arroyo Ñeembucú, “que ya se había iniciado”. El límite sur iba hasta el Arroyo Hondo. Los primeros reclamos de Asunción se remontan al 22 de septiembre de 1720, mucho antes de la fundación de Pilar, con la advertencia de que los correntinos iban a ser expulsados de la región. En el sector correntino se estableció una comandancia militar que comprendía: las Lomas de Pedro González, el paso y guardia de Curupayty, el resguardo de aduana de Humaitá, y los parajes de Laureles, Curuzú Cuatiá, Costa del Paraná y Estero Bellaco. En lo eclesiástico se formó una vice parroquia dependiente del curato de la Ensenada de la Ciudad de Corrientes. La parte paraguaya formó el Partido de Ñeembucú o Pilar, con una comandancia militar y un curato. Como la parte correntina no tenía una iglesia, los feligreses solían asistir a la de la Villa del Pilar. En 1782, Paraguay pide a Corrientes evacuar Curupayty, llevándose las armas, municiones y pobladores, pero la petición fue rechazada, elevándose de nuevo el caso al Virrey. 22

En 1786 el comandante de Ñeembucú Juan de Jara, realizó mensuras hasta el río Paraná, motivando el reclamo correntino el 10 de enero, ante la supuesta usurpación territorial por parte de los paraguayos en la jurisdicción de Curupayty. Ya más tarde, en 1803 hubo cruce de notas entre el comandante de Ñeembucú, Sebastián Esteche, y el teniente gobernador de Corrientes, debido al problema jurisdiccional en el área en disputa. El conflicto se alargó bastante tiempo. La resolución definitiva se dio recién al término de la guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay.

Cabildo de Pilar

El 3 de febrero de 1876, los gobiernos de Paraguay y Argentina firmaron un tratado de límites que reconoció definitivamente la propiedad paraguaya del área de Curupayty y Pedro González. Por el mismo Tratado se establece que la isla Apipé pertenece a la Argentina y la isla Yacyretá al Paraguay, como ya se declaró en el Tratado de 1856. Sobre este mismo problema de límites con Corrientes, se hace referencia en “Causas de la independencia del Paraguay” de Fulgencio R. Moreno, quien ratifica los incontestables derechos del Paraguay. La desmembración temporal por la ocupación de Corrientes, “ocasionó ingentes perjuicios al campesino paraguayo”. Los indios del Chaco, aliados con los 23

correntinos, bien armados y en gran número “caían sobre las granjas y estancias de Ñeembucú, saqueando las propiedades, asesinando a sus moradores y llevándose cuánta hacienda encontraban a su paso”. “El Paraguay no abandonó por eso la defensa de sus derechos, y el asunto pasó a la Corte de Madriz. Pero los correntinos continuaron en sus posesiones y en 1810 ocupaban, mientras se fallara el pleito, desde el Arroyo Hondo hasta el Paraná”. Los reclamos de las tierras por parte de las autoridades de la Provincia del Paraguay se hicieron antes y después de la fundación de la Villa del Pilar. En los albores de la independencia. El prócer Mariano Antonio Molas, en su “Descripción Histórica de la Antigua Provincia del Paraguay”, menciona la llegada a la Villa del Pilar en el año 1810, del coronel José de Espínola, quien reunió a los pobladores y los obligó a jurar y reconocer “la superioridad de la Junta Provisional de Buenos Aires”. Espínola había sido depuesto por el Gobernador Velazco como comandante de Villa Real (Concepción) y juró lealtad a la nueva autoridad de Buenos Aires, con la esperanza de recuperar su cargo. “Pero el más grave error que cometió Espínola en Villa del Pilar fue el de anunciar aparatosamente el envío de un fuerte cuerpo de tropas en apoyo de la Junta Provisional, a cuyo efecto empezó a hacer circular órdenes para el alistamiento de los vecinos” (…) “Todavía no había llegado a la Asunción el comisionado de Buenos Aires, cuando ya parte de la campaña del sud se sublevaba contra tales disposiciones”. Al tener el Gobernador Velazco noticias de lo que pasaba en Pilar a principios de julio de 1810 publicó un bando desautorizando a Espínola, con la advertencia de usar incluso las armas para defender los derechos de la Provincia y del Rey Fernando VII. Sobre este mismo hecho y los acontecimientos posteriores, se habla así mismo en “La Revolución paraguaya de la Independencia, biografía de los próceres”, de Julio César Cháves. Después de las batallas de Paraguarí y Tacuary, apunta, “el espíritu subversivo prendió en todo el país”, igual en Ñeembucú, ya que en el plan inicial de la revolución de Mayo “estaba preparada también la unidad militar de Pilar, al mando de José de Roxas de Aranda”. Si bien “la revolución estaba decidida desde fines de marzo” de 1811, el movimiento de los patriotas, fue adelantado con la milicia presente en 24

Asunción. “La sublevación de Yegros en Itapúa y de Rojas en Corrientes estaba calculada para mediados de mayo, y la ocupación de la capital Asunción, para el 29 de mayo de 1811, más o menos”. “El 16 de mayo (de acuerdo con el plan general de la revolución) el jefe de las fuerzas paraguayas que ocupaban Corrientes (Blas José de Rojas) se sublevó, apresó a todos los europeos, los desarmó y embarcó”.

Desfile estudiantil frente al Cabildo de Pilar – década de 1960

Viajeros europeos por Pilar Los hermanos escoceses, Juan y Guillermo Parish Robertson, que vinieron al Paraguay poco tiempo después de la independencia (1811 – 1815) mencionan también a ÑEEMBUCU en sus “Cartas al Paraguay”. En el prólogo del libro, edición especial por el Bicentenario de la Independencia Nacional, el escritor compatriota Guido Rodríguez Alcalá dice que Guillermo estuvo a punto de caer en las garras de los yaguaretés en Ñeembucú, cuando se dirigía a Asunción. Ambos hermanos, en sus viajes entre Asunción y Santa Fe (Argentina), quedaban en la Villa del Pilar, haciéndose amigos del comandante del puesto militar y del cura, con quienes compartían las aventuras de sus travesías por los ríos Paraná y Paraguay.

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Juan Parish escribe que “Ñeembucú es la primera población o comandancia del Paraguay a que se llega por el camino que recorría”, después de pasar por Corrientes y Curupayty, bajo dominio de los correntinos. En sus viajes de negocio, en barco con marineros paraguayos y canoas conducidas por los habilidosos y fuertes remeros payaguaes, de Asunción a Santa Fe, por el año 1813, era una necesidad quedarse en Ñeembucú para enterarse de los peligros en la navegación aguas abajo, y a su retorno. En el año 1814 su hermano William Parish, tuvo sus propias aventuras, llenas de dificultades durante la navegación, como la falta de viento para impulsar el barco lleno de mercaderías para los clientes de Asunción. Acompañado de su guía llega también a Pilar de Ñeembucú. Comparte con el comandante y el sacerdote, mate y cigarros. Aprovecha para dormir una tranquila siesta. William comenta la existencia de dos caminos entre Ñeembucú (Pilar) y Asunción. Uno por las Misiones y el otro por la ribera del Paraguay: “La primera ruta es tortuosa, pero los caminos son relativamente buenos. La distancia es de ciento treinta leguas. El camino de la costa sólo tiene unas ochenta y cinco leguas, pero pasa a través de muchos esteros, pantanos y tierras inundadas. Estaba particularmente en mal estado por entonces a causa de la gran creciente del río Paraguay y la consiguiente inundación de los campos vecinos”. Aunque el comandante de Ñeembucú le recomendó el camino de Misiones, William Parish decidió tomar el camino de la costa, acompañado de un baqueano de la zona, que era el secretario privado del comandante de la Villa. Su llegada a Asunción se produce el 20 de mayo de 1814, encontrándose con su hermano John, después de un largo y accidentado viaje. Problemática de la Tierra. El trabajo de investigación de Carlos Pastore – “La Lucha por la Tierra en el Paraguay”, Montevideo 1972 – menciona a ÑEEMBUCU entre los partidos de origen español existentes a fines del siglo XVIII (1700). “Villa del Pilar de Ñeembucú – afirma - había perdido una gran parte de sus tierras comunales, yendo a parar a manos de los arrendatarios españoles. En todos los lugares, los arrendatarios de las tierras (…) desconocían los derechos de la población, invadían las tierras comunales y acaparaban los mejores campos de pastoreo de la Provincia”, y resalta además que los mejores criaderos de ganado eran los campos (…) y de Ñeembucú. Otro dato interesante refiere que al finalizar la administración de José Gaspar Rodríguez de Francia, más de la mitad de la superficie del territorio de la 26

Región Oriental y la totalidad del Chaco, desde el río Bermejo, pertenecían al Estado paraguayo. Sin embargo, cuando terminó la guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay las tierras estatales más importantes fueron vendidas a inversionistas extranjeros. El país estaba en ruinas, sometido al saqueo de los invasores, con su población reducida a la mitad de la que tenía al inicio de la contienda. Entre otras decisiones tomadas por las autoridades paraguayas, está la cesión a título gratuito de los edificios del Estado de varios pueblos. También fueron cedidos a título gratuito los edificios en ruinas de Humaitá y Pilar (Ley del 14 de noviembre de 1874) y los edificios en ruinas de todos los pueblos, con cargo de restaurarlos en el plazo de un año y de escriturarlos sin gastos fiscales en el mismo plazo (Ley del 6 de junio de 1876). El 16 de Julio de 1885 el Poder Ejecutivo promulgó una ley sancionada por el Congreso Nacional que le autorizaba a enajenar todas las tierras públicas. Las tierras fueron divididas en cinco clases. En nuestro departamento, Villa del Pilar, Villa Oliva, Villa Franca, Villa Humaitá, entre varias otras, contaban con campos de primera clase. Con campos de segunda clase contaban Yabebyry (que pertenece ahora a Misiones), Pedro González (Mayor Martínez), Laureles, Desmochados, Tacuaras, Guazucuá, Isla Umbú y San Juan Bautista de Ñeembucú. Según Pastore, hubo resistencia de la población rural, “víctima del cambio económico y social creado por la política de liquidación del patrimonio territorial del fisco”. El vicepresidente de la República, el pilarense Dr. Manuel Domínguez, al referirse al conflicto, en su mensaje de adhesión a la Revolución de 1904, afirmaba que “los gobiernos anteriores habían malbaratado las tierras públicas”. Agregaba que las tierras fueron vendidas “a vil precio, dejando sin hogar a la mayor parte de nuestros compatriotas”. En su manifiesto, Domínguez criticaba fuertemente al gobierno del Presidente Juan A. Escurra, del cual formaba parte y afirmaba que este gobierno “está moralmente muerto”. Además, la mayor parte del comercio de importación y exportación del país quedó en manos de firmas de extranjeros que residían fuera del territorio nacional. El mencionado escritor señala que de la situación de la postguerra, “de desolación, pobreza, destrucción, y disminución de la población”, tampoco escaparon Pilar y el resto del departamento de Ñeembucú, como escenarios 27

principales de esa contienda bélica de eliminación del pueblo paraguayo. “Varias comunidades quedaron sin tierras fiscales debido a esta política de venta de gran parte del territorio nacional. En Desmochados fueron vendidas todas las tierras fiscales, así como en Isla Umbú y Tacuaras. No había tierra fiscal en Guazucuá y San Juan de Ñeembucú”. Pilar en “El Paraguay Ilustrado” – Manuel W. Cháves 1918. Producción de tabaco en Pilar. “En un interesante estudio del Dr. Moisés Bertoni, según el censo de 1863, la producción de tabaco alcanzaba ya proporciones notables (…) También producían grandes cantidades de tabaco Villa del Pilar, Tacuaras, Isla Umbú, Laureles, Yabebyry, Desmochados … “. Cháves refiere igualmente la exportación de naranjas a los mercados del Plata. Enormes cargamentos “salen de los puertos de Pilar, Asunción, Villeta y otros, además de las exportaciones por ferrocarril. En 1915 se llegó a exportar más de 217 millones de unidades de naranjas”. El auge del comercio hizo posible la instalación de empresas navieras, como la compañía de navegación Vierci Hermanos S.A., cuyo fundador fue Juan Bautista Vierci, natural de Génova (Italia), quien llegó al Paraguay en 1883. Sus hijos incursionaron en las líneas fluviales del Norte y del Sur. La carrera hacia el Sur llegaba hasta Humaitá, pasando sin duda también por Pilar. Astillero en Pilar Ante el gran movimiento existente en el comercio de importación y exportación por vía fluvial, hubo necesidad de contar con astilleros en varios puertos principalmente del río Paraguay. En “Origen e Historia de los pueblos del Paraguay” del profesor Dr. Dionisio González Torres se comenta la existencia de “Varaderos y astilleros”, en Asunción (Varadero), San Antonio, Villeta, Angostura, Pilar … entre otros sitios, donde “había refugios y construcciones de embarcaciones medianas y grandes (piraguas, canoas, jangadas, chatas, barcos)”. Cita además el “camino real del sur” que recorre la costa oriental del río Paraguay, desde Asunción hasta Paso de la Patria, pasando por Lambaré, Ypané, Villeta, Oliva, Remolinos (Villa Franca) y Ñeembucú (Pilar). Ganado correntino por Pilar La importación de ganado vacuno para Asunción y otras zonas del Paraguay, se hacía desde Corrientes pasando por Villa Ñeembucú.

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Thomas Whighan en su libro “La economía de la independencia” dice que las haciendas paraguayas fueron insuficientes para atender la demanda local, y Corrientes era una de sus principales proveedoras. “Entre 1780 y 1797, más de 149.000 cabezas de ganado vacuno pasaron de Corrientes al Paraguay, mayormente por la ruta de Itatí- Pilar” citando a Ernesto J.A. Maeder como su fuente. El cruce de los animales se hacía en balsas, y en temporadas de bajante, los animales cruzaban el río a nado. Una gran crecida se menciona entre 17851786, cuando muchos animales murieron en el cruce. Según Félix de Azara, cuando llegó al Paraguay en 1783 se comía carne vacuna correntina, pero para 1801 ya existían dos millones de cabezas en el país. Las denominadas “estancias del Rey” de la época colonial pasaron a denominarse “estancias de la República” por el Dictador Francia en 1835. Había cincuenta estancias, algunas de ellas en la jurisdicción de Pilar. “Las estancias del Estado también producían una parte importante de los artículos negociados por el gobierno en Itapúa y Pilar”.

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CAPITULO II PRIMER CASCO URBANO DE LA VILLA DEL PILAR Tras su fundación el 12 de octubre de 1779, a la primera zona urbana de la Villa del Pilar de Ñeembucú se la ubica entre los actuales barrios San Antonio y General Díaz, muy cerca del río Paraguay y en la confluencia con el arroyo Ñeembucú, con el levantamiento de casas o ranchos, una capilla y el cementerio. El naturalista, cartógrafo y geógrafo español Félix de Azara, visitó la Villa, por lo menos en dos ocasiones, según relata en sus memorias. La primera vez fue en febrero de 1784: “… está en el quinto año de su fundación. Su situación es de esta banda del arroyo de su nombre, cerca de él y como a media legua de su confluencia con el río Paraguay. La ha fundado don Pedro Melo de Portugal, actual gobernador de esta Provincia (del Paraguay), con el fin de asegurar la costa contra los indios del Chaco y de aprovechar estos hermosos terrenos. Llámase Nuestra Señora del Pilar de Ñeembucú y se compone hoy de cuarenta casas o ranchos, pero dependen de ella hasta 135 familias que ya el año pasado poseía catorce mil reses. Su Iglesia es de paja (techo de paja) y se ha solicitado que S.M. la declare villa y que al mismo tiempo se le den las tierras hasta el Paraná. Es puerto preciso para los barcos que bajan con motivo del resguardo del tabaco”. En su libro sobre el naturalista, historiador y demarcador de límites, Julio Rafael Contreras señala que es evidente que en esta ocasión, Azara no visitara detenidamente Pilar, seguramente pasó por sus afueras hacia el sudeste y el este de la villa, partiendo muy temprano después de comer “en casa de un gallego con vasija de plata”. Sostiene su teoría en el sentido de que la “Villa de Nuestra Señora del Pilar de Ñeembucú” se situaba en la margen sur del arroyo Ñeembucú, en la propia confluencia con el río Paraguay, y no a media legua de la misma como describe Azara. (“Félix de Azara. Su vida y su época”, Julio Rafael Contreras, 2010, Tomo II). Azara se refiere al arroyo Ñeembucú como “riachuelo”, que tiene regular barranca, poblada de árboles y muchos yacaré. En sus escritos figuran los nombres de los arroyos Yacaré, Yacaré Pytá y Las Hermanas.

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Casas de estilo colonial en zona del primer casco urbano de Pilar – fotos Mauricio Acosta

Doña Heliodora Galeano de Ferreiro, en su libro “La Villa del Pilar que no vuelve” (1988) señala que el centro ocupaba una manzana cuadrada. La primera casa se edifica en la esquina de las calles Tacuary y Teniente René Ríos (…) “La iglesia fue levantada en la cuadra siguiente, Paraguarí (hoy Alberzoni) y Teniente René Ríos. A medida que seguía el proceso de formación fueron levantándose habitaciones para los sacerdotes, el cementerio, el Cabildo, la cárcel, algunos almacenes y más habitaciones familiares”. Como Capellán Párroco fue nombrado Marcial Antonio Uliambre, oriundo de Zaragoza (España) y a quien se atribuye haberle dado el nombre de Pilar a la nueva Villa y su advocación a la Virgen del Pilar. El 11 de febrero de 1782, el Cabildo de Asunción pide al Rey Carlos III que otorgue a Pilar el título de Villa y una solicitud similar hace el Gobernador del Paraguay. Se concede en el año 1792 con la advocación de Nuestra Señora del Pilar. En la nota de petición del Cabildo asunceno, se menciona que Pilar contaba con más de cien vecinos españoles y quinientas almas de comunión, un comandante con jurisdicción civil para administrar justicia y un cura interino para la administración de los sacramentos. Y "está por concluir una buena Iglesia que se está edificando en la plaza, por ser muy pequeña la capilla que tiene en el día …”. El 28 de septiembre de 1792, el Virrey del Río de la Plata autoriza la formación del Cabildo y la elaboración de un padrón con número de familiares y un plano de la Villa, que tenía entonces 2.355 habitantes – 787 familias.

Las primeras familias muy pronto rindieron culto a la santa patrona a “la Pilarica”, como la llaman los españoles. Casi todos los pobladores eran descendientes de colonos españoles o que se casaron con nativos en Asunción. Una señora devota de la Virgen del Pilar, integrante de la expedición llegó con un cuadro de la imagen de la que sería patrona de la Villa. Su modesta casa estaba ubicada a pocos metros de la residencia de Juan de Jara, sobre la calle 31

Teniente René Ríos, donde todas las tardes se rezaba el rosario. Hombres, mujeres y niños asistían al rezo, y al final se realizaba una fiesta con petardos, gallardetes en las precarias calles y una corta procesión. Muy pronto nace la idea de levantar un templo, se formó una comisión y “con mucho esfuerzo y cariño, construyeron una tosca capilla con paredes de barro y techo de paja”. Primera capilla de la Villa del Pilar de Ñeembucú. Ante las consultas acerca del lugar en que pudo haberse construido el primer templo, y dónde estaría el cementerio, se cuentan varias versiones. El historiador Benigno Riquelme y Doña Heliodora ubican la capilla en la esquina de Alberzoni y Teniente René Ríos, dentro de la manzana ocupada por el Banco Nacional de Fomento, donde habría estado también el primer cementerio. De igual manera, Arquímedes “Quimito” Fornerón, ex secretario de la Municipalidad de Pilar dijo haber escuchado alguna vez comentarios de que el primer cementerio habría estado en la mencionada manzana. Buscando otros sitios probables Los profesores Osvaldo Vázquez y Felisa Ortiz de Vázquez, tienen su vivienda desde 1973 en una fracción de la antigua propiedad de los Mazzei, ubicada sobre la calle Teniente Capurro entre las calles Alberzoni (antes Paraguarí) y 14 de Mayo. En una entrevista se refirieron a los hallazgos, en su terreno, de cruces, restos de ataúdes y hasta de maderamen de urunde’y, de lo que parecía haber sido una capilla. Osvaldo recuerda que ya antes de casarse le decían que no comprara el terreno en el mencionado lugar, coincidentemente cerca de la casa de su futura suegra Doña Celina de Ortiz, porque “era un cementerio y se escuchaban ruidos”. Finalmente se decidieron por la adquisición del lote y el uso de otro para la carpintería, profesión del ex instructor de ebanistería del Colegio Técnico JUAN XXIII. “Doña Celina quería que su hija esté muy cerca y finalmente nos decidimos, pero con mucho miedo. Antes, este lugar era muy despoblado, y frente a nuestra casa existía una enorme laguna que fuimos enterrando de a poco”, nos dijo. Llamó mucho la atención de la familia el hallazgo de una placa de metal en lo que parecía un pozo ciego sin usar en el fondo del patio con la siguiente inscripción (como está): “AQUÍ YACEN LOS RESTOS DE MIGEL ANTOLA Y

FALLECIO EL 14 DE NOBINBRE DE 1872 EDA DE 9 DIAS. SUS PADRES LO DEDICAN ESTE RECUERDO EN CALDDA DE PRUEBA. Q.P.D.”

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En las cuatro esquinas de la placa, se grabaron unos dibujos de hojas como adorno, además, abajo, una especie de escudo y en el centro del mismo las letras P : Z . Aparentemente la placa estuvo prendida a un bloque de mármol o una pieza de madera. Cuando encontraron la misma, los esposos Vázquez- Ortiz, hicieron celebrar una misa en memoria de MIGEL ANTOLA fallecido a los nueve días de su nacimiento. De este cementerio y de los restos de ataúdes también les hablaba el señor Tomás Pereira, un conocido enfermero que recorría la ciudad aplicando inyecciones. Vivía en una modesta vivienda en la esquina de Alberzoni y Teniente Capurro. Hacia el fondo, sobre la calle Alberzoni, anteriormente Paraguarí, habría estado una capilla. “Hemos visto varias piezas de madera, horcones, vigas, tirantes que tenían las características de haber sido de una iglesia, o lo que se decía una capilla”, dice Osvaldo Vázquez y al mismo tiempo cuenta cosas “que nunca quise contar”, como “los movimientos, ruidos, personas que hablan y cambian maderas de su lugar en la carpintería, pero al día siguiente no encuentro que falte nada, ni que se haya movido algo. No cuento porque no me van a creer, es la primera vez que lo estoy haciendo”. Pero esta revelación lo confirma su esposa “Chiquita”, quien asegura que “hasta ahora, que ya no tenemos la carpintería y funciona la guardería de una congregación religiosa, estando en la cocina escucho como si se trabajara todavía en la carpintería”. “Alguien me empujó, me di vuelta y no vi a nadie” acota Osvaldo al recordar que al lado de su carpintería tenía una plantación de tomates, y que le empujaron en pleno día cuando estaba removiendo la tierra. “A mí siempre me perseguían más, sentía que alguien andaba cerca, veía a una persona con sombrero y bolsa en el hombro, el motor de la cepilladora funcionando de noche, el ruido de las maderitas que sobraban y que estaban en bolsas dentro del taller, gente hablando ruidosamente”.

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Esquina Alberzoni y Teniente Capurro, en este predio podría haber estado el primer cementerio de la Villa del Pilar de Ñeembucú, o un cementerio privado, además de la primera capilla.

Como ya se contaban las historias de luces y movimientos extraños, inexplicables, en tiempos anteriores se hicieron excavaciones hasta con maquinarias en la búsqueda de “plata yvygüy”, pero aparentemente nunca nadie encontró nada. Desde la colonia, las iglesias y los cementerios estaban juntos, hasta que el Presidente Carlos Antonio López sacó un decreto que prohibía se siguiera con esa tradición. Acerca de la existencia de una partida importante de piezas de madera en la gran propiedad de los Mazzei, atestigua también la señora Lucía Caballero de Mancuello, quien por veinte años estuvo al servicio de dicha familia. “Era un maderamen bellamente trabajado, algunos horcones con base cuadrada, así como la parte superior para la colocación de las vigas, y cuerpo redondeado. Había cualquier cantidad en un enorme galpón”, dijo al mismo tiempo de pensar que bien pudo haber sido parte de una Iglesia o de una capilla. También había una antigua construcción con corredor en un costado, donde vivía con su familia. Las paredes de estaqueo fueron reemplazadas por paredes de ladrillos al Este y al Oeste. El techo estaba formado con tirantes de caranda’y, tacuaras atadas con tiras de cuero, con cobertura de barro y encima unas enormes tejas. El piso construido con enormes ladrillos llamados “loperé”, porque se hablaba que esa clase de materiales se fabricaron en tiempos de los López. “Era una vivienda muy fresca”, dijo doña Lucía.

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Actual oficina de la Guardería “San Filippo Smaldone”. En este mismo lugar pudo haber estado la primera capilla de la Villa del Pilar – Alberzoni casi Teniente Capurro (2012)

Casa del ordenador de la Villa En el terreno donde construyó su casa el ordenador y primer administrador de la Villa, actualmente existe una vivienda de estilo colonial refaccionada utilizándose materiales originales como las columnas de madera, los tirantes y varillas de tacuaras. Llegaba hasta la esquina entre Tacuary y Teniente René Ríos. Juan de Jara había venido con su esposa Angela Rolón y sus dos hijos, Joaquín y Catalina, encabezando el primer contingente de pobladores de la nueva población, en el año 1779.

Vivienda estilo colonial, en el predio donde estaba la residencia de Juan de Jara, organizador de la Villa del Pilar en 1779. Foto: Mauricio Acosta, 2011.

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Historia de los templos de la Parroquia de la Virgen del Pilar Los templos de mayores dimensiones de la Villa del Pilar, se levantaron en las manzanas ocupadas actualmente por la residencia de los Sacerdotes Redentoristas y la Basílica de la Virgen del Pilar. La primera Iglesia construida en 1782, estaba ubicada en la esquina formada por las calles Mariscal Estigarribia y General Caballero, donde actualmente está la Casa Parroquial, y en su entorno un cementerio. A esta Iglesia se hace referencia en el pedido que se hizo al Rey Carlos III para otorgar a Pilar el título de Villa el 11 de febrero de 1782. En el Cabildo de Pilar, se exhibe un banner con un plano parcial de la Villa, mostrándose al templo dentro de un cuadro artístico. “Tiene una Iglesia que han costeado los mismos pobladores y a cuyas expensas se mantiene a un sacerdote que administra los sacramentos” (Archivo Nacional SH Vol. 158) En 1811, los padres Lorenzo Antonio de la Torre y Juan Buenaventura Ortiz eran los responsables de la Iglesia de Cristo y del templo de Nuestra Señora del Pilar, según el “juramento escrito” presentado por numerosos vecinos al nuevo gobierno independiente. El acta fue también suscrita por ambos sacerdotes. El 21 de junio de 1826, el cura interino, Manuel Antonio Uliambre realiza un inventario de haberes de la Iglesia que hace entrega al mayordomo Pedro Ignacio Hermosa, en presencia del comandante Juan José Tomás Gill (Archivo Nacional NE Vol. 1846) Dice que la Iglesia está compuesta de seis lances y un cupial, cubierta con tejas de palma todas sumamente deterioradas, con cinco puertas y tres ventanas colocadas en ella. Según el inventario, contaba con cinco campanas, dos útiles y tres inservibles, dos Santo Cristo, una imagen de San Antonio con un niño, un púlpito, una pila bautismal, una matraca, un violín, un Señor de la Agonía, una cruz de madera, dos imágenes de la Virgen, otra imagen de la Virgen del Pilar. Los siguientes templos fueron construidos en la manzana de enfrente, donde actualmente se encuentra la Basílica y Santuario Regional.

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Plano de la Villa del Pilar, con la primera Iglesia, la plaza de Armas y el Cabildo hacia el oeste. Siglo XVII. Se exhibe en el Cabildo de Pilar.

Planos de Pilar, referencias históricas y fotografías, ofrecen características de los diferentes templos de la parroquia Nuestra Señora del Pilar. En una de sus numerosas visitas a la Villa del Pilar, el Presidente Carlos Antonio López dio instrucciones para el mejoramiento de la estructura existente y la construcción de un nuevo templo que comenzó en el año 1843. El 18 de marzo de 1843, se informa de una ampliación del plano original, con el agregado de un lance. El 21 de julio se informa que el templo se encontraba en etapa de conclusión, “faltándole únicamente alguna parte del tejado, el revoque de las paredes y el piso”. Así también, se informa de las dificultades que se presentan para conseguir ladrillos y de la falta de recursos “a excepción del ganado que no se halla en estado de venderse por flaco” (Archivo Nacional NE 1902). Es una relación realizada por Miguel Gerónimo Núñez sobre el estado de las obras. De la colección de Javier Yubi, en una foto de 1890 se pueden ver la Iglesia, la Torre construida en 1876, otras edificaciones, con alambradas y vecinos.

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Foto Iglesia de Pilar- año 1890 - Album 2011 - Colección Javier Yubi.

En una aproximación se observa mejor la presencia de algunos pobladores trajeados y mayores detalles del entorno de la Iglesia de esa época.

Foto año 1890 - (aproximación) Pobladores, una vivienda con galería y techo de paja y campanario Iglesia de Pilar. Album 2011 - Colección Javier Yubi.

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En el costado sur de la torre, se destaca el templo con sus cinco arcos de entrada. - Foto de año y autor desconocidos - Album Luis Alonso

Procesión en Pilar frente a la Iglesia – Album Gráfico del Paraguay 1911

Informe del Cura Párroco año 1917. El Padre Saturnino Romero, quien fue cura Párroco de Pilar, San Juan de Ñeembucú, Tacuaras, Guazú Cuá e Isla Umbú, en una nota que envió al Secretario de la Curia Eclesiástica de Asunción, informaba de la situación en que se encontraban sus respectivos templos en el año 1917. El escrito, al que acompañaban los planos de las iglesias, tiene fecha 28 de marzo de 1917. Sobre el templo de la Virgen del Pilar expresa: “… lleva seis dimensiones, número de altares, su posición, según plano, es construcción antigua de antes de la guerra con paredes francesas , como se dice – su torre es una 39

fortaleza, de material muy fuerte y de nueva construcción, ubicados en propiedad propia de la Iglesia”. En negrita y cursiva del autor, para señalar la antigüedad del templo. También informa acerca del templo de San Juan Bautista de Ñeembucú que fue puesto al servicio de la comunidad en el año 1916 y está “levantado en el centro de la plaza del pueblo que es propiedad particular”.

Carta del Padre Romero – Año 1917 - archivo del autor.

El padre Romero encaró un ambicioso proyecto para la construcción de un nuevo templo semejante a la Iglesia de la Encarnación de Asunción, que posteriormente abandonó debido a problemas económicos y el comienzo de la guerra del Chaco. Estructura base de la futura Basílica En el año 1959 se encontraba en avanzado estado la construcción de un nuevo templo, que se remodelará años después convirtiéndose en Santuario Regional y Basílica Menor de Nuestra Señora la Virgen del Pilar.

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Templo en construcción Archivo Parroquia VIRGEN DEL PILAR

El 3 de diciembre de 1969, el entonces director de ZP 12 Radio “Carlos Antonio López”, Miguel Angel Rodríguez, escribió un informe sobre las obras encaradas por el Padre Federico Schiavón, con el título: “El Altar de la Virgen del Pilar, una obra monumental”. Se refería a “la gigantesca obra iniciada en 1965 y que debe inaugurarse el año próximo (1970) en adhesión al centenario de la muerte del Mariscal Francisco Solano López”. “Los detalles precedentes ya pueden dar una idea de la magnitud de la obra, ya que no se trata de un altar corriente, es un conjunto de construcciones cuyo valor es de unos 25.000.000 de guaraníes”. “La construcción comprende la Cripta Histórica o Capilla Ardiente, de características similares al Panteón Nacional de los Héroes de Asunción. Allí descansarán los restos de los caídos en las dos grandes guerras, huesos simbólicos que unidos en el Altar Sagrado pondrán de manifiesto la hermandad que hoy acerca a los países que fueron beligerantes en épocas superadas”. “Luego de la Cripta o Capilla Ardiente viene el Altar o Presbiterio, sobre el cual se erige majestuosa la cúpula, alcanzando todo el conjunto una altura de 31 metros hasta la cruz iluminada que completará la estructura de una obra que será orgullo nacional”. 41

La redacción de Miguel Angel Rodríguez la menciona como “la obra más grande del país y una de las mejores en Sudamérica”. Los datos fueron proporcionados por el Padre Federico Schiavón y el constructor Alonso, “radicado en el país desde hace 19 años y ha dirigido construcciones de altares en las iglesias capitalinas de San José, San Miguel, Virgen del Rosario, Buen Pastor, Asilo Nacional, Las Teresas, La Providencia y también en el interior de la Catedral de Encarnación, Iglesia de Coronel Oviedo y muchas otras obras”. Alonso dice enfáticamente que “el altar de la Virgen del Pilar será sin duda alguna el más imponente del país y téngalo por seguro que es uno de los mejores de Sudamérica. Este altar es de mármol macizo, lujo que no se pueden dar otras iglesias del continente”.

A su vez, el Padre Federico explicó cómo surgió el proyecto y dijo que “había querido que la Iglesia de Pilar adhiriera a tan grande celebración del heroísmo paraguayo”, el Centenario de la Epopeya Nacional. El informe destaca también todo lo que hizo el mencionado sacerdote en su reciente viaje a Italia para conseguir el respaldo necesario al proyecto, y para la deuda pendiente “espera completar el pago por la gracia de Dios y la calurosa adhesión de la feligresía”. La inauguración estaba inicialmente calculada para el 42

1º de Marzo de 1970, en coincidencia con el centenario de la inmolación del Mariscal Francisco Solano López. Rodríguez se refiere igualmente a los datos proporcionados por el Superior de los Redentoristas sobre los templos construidos desde la época del gobierno de Don Carlos Antonio López. La iglesia destruida durante la batalla de Villa Paso en 1868, fue reemplazada por una construcción de madera en 1876 y se construyó también la Torre del campanario que aún se conserva. “La Iglesia de madera ya se hallaba levantada en el emplazamiento habitual, ligeramente hacia el oeste. La feligresía no se hallaba satisfecha con la Iglesia de madera y comenzaron los petitorios al gobierno, entonces presidido por el general Bernardino Caballero (…) La piedra fundamental fue colocada en 1901 y fue encontrada cuando se hizo la excavación para construir la Cripta Histórica de la Basílica en 1965. En 1917 la construcción de madera resultó destruida, quedando la Iglesia reducida por algún tiempo a la Sacristía que se había construido de material en los fondos y al Altar ya mencionado. “Desde 1917 hasta el estallido de la guerra del Chaco, se efectuaron construcciones en forma escalonada, completándose la Iglesia, pero sin representar una línea definida en materia arquitectónica y además con perspectivas muy pobres. El escrito del Director de Radio Carlos Antonio López, alude además a los sacerdotes redentoristas italianos que arribaron a Pilar en el año 1951, “iniciándose una nueva era en el historial de la Iglesia de la Virgen del Pilar”. “Ejecutada la primera etapa (creación de escuelas y colegios parroquiales) los Redentoristas creyeron llegado el momento de poner en marcha obras de mejoramiento en la Iglesia, que seguía casi igual que en 1932”, para formar las comisiones pro templo rumbo a la Basílica de la Virgen del Pilar. El primer presidente fue el señor Celso Delfino. El Superior de los Redentoristas dijo que esperan concluir todo para el año 1979, en el segundo centenario de la fundación de Pilar. En la época inicial se había dispuesto seguir los planos de la Iglesia de la Encarnación (de Asunción), pero el padre Balbuena se opuso, destruyendo aquellos planos, porque deseaba que su Iglesia tuviera un aspecto distinto. Otros sacerdotes que han prodigado su esfuerzo fueron el padre Romero y el padre Samudio. Espera el padre Federico poner sus cenizas en la Cripta Histórica en construcción”, concluye el escrito de Miguel Angel Rodríguez.

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Interior de la Basílica Menor y Santuario Regional de Pilar – foto: Mauricio Acosta

Sobre la imagen de la Virgen La profesora Clelia Fernández Ríos, “Chocha”, comentaba que la actual imagen de la Virgen del Pilar fue donada por la familia de Lorenzo Jiménez, entonces vestía toda de azul, “hasta que el padre Romero (Saturnino) que le sucedió en la parroquia al padre Félix Gaona, en 1893, la vistió de blanco”. Otra imagen fue donada por la familia Sostoa.

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Actual imagen de la Virgen del Pilar en la Basílica y Santuario Regional – foto: Mauricio Acosta.

Cancha y Plaza La Plaza ubicada frente a la Basílica servía como cancha de fútbol, donde se jugaban los encuentros entre los equipos de los primeros clubes deportivos de la ciudad. Las fotos tomadas con estos equipos permiten ver su entorno en las primeras décadas de 1900. 45

La foto de abajo, campeonato de la Liga Regional del año 1931, en la plaza que era la cancha de la Liga. A la izquierda, el cadete Vera Vargas, jugador del Club Centro América, en el medio, de traje, el árbitro oficial Blas Ravetti (h), y en el lado derecho Angel Martino, jugador del Club General Díaz, detrás, unos niños curiosos mirando y posando también para la foto.

El saludo entre los dos jugadores, en el fondo la Torre y la Iglesia, y unas viviendas en el sector que ocupa hoy la Escuela “Cristo Rey”. Album fotográfico de Luis Alonso.

Equipo de fútbol – en el fondo a la derecha el campanario de la Iglesia 46

Otra foto antigua, posan un civil de traje ( Sr. Zamphirópolos) y un militar, en la plaza y cancha de fútbol. En el fondo la Iglesia y la Torre del campanario, sin fecha. Album Familia Acosta-Fabio.

Tratando de encontrar documentos sobre las Iglesias de Pilar, hemos recurrido a los Archivos y la Biblioteca de la Iglesia Catedral de Asunción. Las personas consultadas dijeron que tales documentos fueron remitidos a las diferentes parroquias y que nada quedó en poder de la Arquidiócesis.

Salón “Virgen del Pilar” y la torre del campanario con pintura renovada (2007) – foto Mauricio Acosta 47

Reliquias de la Iglesia De los primeros templos de la parroquia de la Virgen del Pilar, el sagrario, imágenes de santos, de Jesús, de la Virgen María, columnas de madera tallada, mosaicos, retablo y otros diversos adornos, así como el altar, se conservan, entre otros lugares, en la Basílica, en la capilla de la residencia de los Sacerdotes y en el Museo del Cabildo Histórico. El desmantelamiento interior comenzó en 1966.

Capilla de la residencia de los Sacerdotes Redentoristas en Pilar – foto Mauricio Acosta

En el Cabildo Histórico Las piezas e imágenes de las antiguas iglesias de la Virgen del Pilar guardadas en el Cabildo fueron objeto de una restauración integral en el 2011. Junto con los demás elementos forman parte del Museo histórico. 48

Las columnas, Jesús bajado de la cruz y otros objetos. Foto Mauricio Acosta.

Los símbolos tradicionales de la Iglesia Católica, cuadros tallados en madera: El Sol y la Luna - Foto Mauricio Acosta

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Impresionantes esculturas en madera de SAN FRANCISCO DE ASIS y de SAN MIGUEL ARCANGEL- foto Mauricio Acosta

La talla de San Francisco, con un cráneo humano en la mano derecha, está hecha en un solo tronco, perteneció al altar del primer templo de Pilar, época franciscana. La de San Miguel Arcángel, con el demonio bajo los pies, es de la época jesuítica. También perteneció a la primera Iglesia.

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Fotos del retablo, facilitadas por el artista plástico pilarense RAMON VAZQUEZ

En la foto de abajo: ornamentos, un sillón, y una Cruz de hierro que fue encontrada en el cementerio que existía en el entorno de la primera iglesia. La placa de la cruz, lleva la siguiente inscripción (textual): “IRENEA GUTIERREZ FALLECIO EL 16 DE OTTUBRE DEL AÑO 1890 EDAD DE 50 AÑO SU INOLVIDABLE ERMANA LE DEDICA ESTE RECUERDO. NICANOR GUTIERREZ”.

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En el Museo del Cabildo – foto: Mauricio Acosta

Enlaces matrimoniales en la antigua Iglesia En la foto de abajo, del álbum familiar Pereira- Jiménez, tomada por Don Espinoza, uno de los primeros fotógrafos: la boda de Erdulfo Pereira Fernández (+), renombrado peluquero, y Asunción Jiménez Gamarra, el 21 de julio de 1956. En el fondo se observan el altar y el presbiterio.

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Matrimonio Erdulfo Pereira – Asunción Jiménez 1956 – álbum de la familia

Otro conocido matrimonio de Pilar, contrajo enlace en la Iglesia el 10 de julio de 1964. Se trata de José Eugenio Godoy Cassinelli (+) y Basilia Galeano, quienes cuando se casaron tenían 33 y 22 años de edad, respectivamente.

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Foto del álbum familiar JOSE GODOY – BASILIA GALEANO – año 1964

En la década del 70, el templo de la Virgen del Pilar, fue remodelado y convertido en Basílica, una de las grandes obras del Padre Federico Schiavón. Así luce imponente la parte del presbiterio. Foto Mauricio Acosta año 2012 54

Participantes del Festival del MERCOSUR con una coreografía frente a la Basílica - Foto Mauricio Acosta año 2006

EL JURAMENTO DE FRANCISCO SOLANO LOPEZ La bandera nacional fue establecida por un Congreso extraordinario y adoptada por ley el 25 de noviembre de 1842. Es la tricolor (rojo, blanco y azul) del 15 de agosto de 1812, con las franjas iguales, y el agregado de los dos escudos nacionales. Es la que se sigue utilizando. La primera bendición del pabellón patrio se hizo en la Iglesia de la Villa del Pilar, el 15 de diciembre de 1845, ocasión en que el entonces coronel Francisco Solano López hizo su histórico juramento, que algunos autores aseguran fue frente al Cabildo, en coincidencia con una arenga a su tropa. Juramento dentro del templo Juan E. O’Leary, en su libro “El Mariscal Solano López” (páginas 17/18), asegura poseer un documento inédito de un testigo del histórico acontecimiento. El historiador recuerda que en 1845 Solano López era ya general en jefe del ejército nacional, que pudo reunir cinco mil hombres, bien disciplinados, en la Villa del Pilar “primer núcleo de nuestra resistencia y base de nuestro futuro grande ejército. Y en diciembre de 1845 tenía lugar la primera bendición solemne y jura de la bandera en dicho pueblo”. 55

Agrega O’Leary que “Para aquel acto – dice un testigo en un documento inédito que poseemos – hizo evolucionar a sus cinco mil soldados, gallardamente uniformados en la plaza de la Villa, y después de varios movimientos, hábilmente ejecutados, los hizo parar ante la Iglesia, y entró él, su Estado Mayor y la bandera a bendecirse, en el templo, en cuya puerta lo recibió el obispo Maíz (Marco Antonio), pasando en tal orden hasta el presbiterio. El santuario estaba espléndidamente adornado e iluminado con profusión de luces; la banda de músicos del ejército cesó de tocar sus aires marciales, y grave y solemne comenzó el canto llano de la bendición religiosa, que atrajo sobre la enseña sagrada de la patria la unción del cielo y el rocío de la divina protección. Enseguida el Pontífice entonó el Te Deum, dando gracias al Todopoderoso, en cuyas manos está la suerte de las naciones, y bajando de su trono tomó en sus manos la bandera enarbolada, y, tras una breve y conmovedora alocución, la entregó al brigadier López, quien la recibió, pronunciando también un elocuente y entusiasta discurso, que terminó con estas proféticas palabras: jamás caerá de mis manos esta insignia sagrada de mi patria. Después se salió del templo, y agrupados ante la puerta los jefes y oficiales, cantaron el himno nacional…” concluye la transcripción del documento al que alude Juan E. O’Leary López y su tropa, partieron posteriormente hacia Corrientes para combatir al tirano Rosas, en cumplimiento del tratado de alianza que el Paraguay había firmado con la vecina provincia el 19 de noviembre de 1845. El campamento general se estableció en Paso de Patria. Otras referencias. El Paraguayo Independiente, diciembre de 1845, informa que “El Señor Obispo Auxiliar (Marco Antonio Maíz) por su oferta digna de elogios se dirigió para la Villa del Pilar, donde están reunidas las fuerzas, a fin de bendecir los Estandartes de la República, y entregarlos al valor de los bravos soldados paraguayos”. En su edición del sábado 20 de diciembre de 1845, el mismo periódico publica la copia de la proclama que el Mariscal Francisco Solano López hizo “frente al Ejército Nacional”, en la Villa del Pilar, el 15 de diciembre de 1845. No se proporcionan detalles del acontecimiento. El padre Francisco Fidel Maíz, en sus memorias “Recuerdos de mi vida 1828marzo 1910”, Arroyos y Esteros, su pueblo natal, escribe lo siguiente: 56

“Entonces salí de las aulas literarias, para acompañar a mi tío (Marco Antonio Maíz) en carácter de familiar; tenía a la sazón 17 años de edad. Y a la vuelta de Cuyabá (Brasil), en diciembre de aquel mismo año – 1845 – mi tío bajó a la Villa del Pilar para bendecir la Bandera Nacional, que debía tremolar en el ejército paraguayo, próximo a ponerse en campaña, aliado con el de Corrientes contra el gobierno de Entre Ríos; me llevó consigo, y desde entonces ya no me separé de él hasta su muerte”. El obispo Marco Antonio Maíz falleció en Villa Oliva en mayo de 1848. (Fuente: Portal Guarani.com)

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CAPITULO III POR LOS PASILLOS DE LA ANTIGUA VILLA A través del tiempo, muchas calles, avenidas y plazas de Pilar cambiaron de nombre. Los primeros planos disponibles están en el Archivo Nacional y en libros publicados en distintas épocas. “Mi calle se llamaba Loreto, y Florida la calle Tacuary”, recuerda Jonás Céspedes, al mismo tiempo de exhibir un viejo título del terreno de su casa sobre la actual calle Alberdi, a media cuadra de la avenida Mariscal Francisco Solano López, la que hasta la década del 70 era conocida como Independencia Nacional. Por la ley del 28 de mayo de 1872, el gobierno cedió gratuitamente a Doña ANA ROSA CESPEDES, su bisabuela, “un terreno de 20 varas (…) lindando al sur que es su frente con la calle LORETO…”. El lindero norte con la propiedad de Doña Encarnación Vda. de Céspedes y parte con Doña Rosa Céspedes, sobre la calle Tacuary, cuyo antiguo nombre era FLORIDA. También fue conocida como PROGRESO.

Plano Villa del Pilar – año 1868 – Archivo Río de Janeiro – Norte: regimiento de caballería – Este: Iglesia – Oeste: de izquierda a derecha: Aduana (Melo y Mariscal López) Policía (Mariscal López y Mariscal Estigarribia) – el Cabildo, asiento del regimiento de infantería.

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Izquierda: En la plaza de Armas dos caballeros – en el fondo viviendas con corredores que ya figuraban en los planos de los tiempos de los López – Derecha: (2015) Residencia de Francisco Guillén, lo que queda de las viviendas que se observan en la primera foto.

Plano Villa del Pilar, 1870, archivo Nacional de Río de Janeiro – Arriba la “plaza de abasto”, abajo la “plaza de armas”, en su costado este la Iglesia (17) (EVOLUCION URBANISTICA Y ARQUITECTONICA DEL PARAGUAY 1537 – 1911. Arquitecto RAMON GUTIERREZ – ediciones COMUNEROS - Asunción - Mayo 1983).

Visitas de Don Carlos 59

En numerosas ocasiones el Presidente de la República, Carlos Antonio López visitó la Villa del Pilar, y desde este lugar firmó decretos y manifiestos. En una de sus visitas – en el año 1843 - ordenó la reparación de la Iglesia, dentro de sus planes por transformar y modernizar los poblados existentes en el país. Dispuso igualmente la instalación de camposantos o cementerios de acuerdo a un plano uniforme en la totalidad de los centros poblados, habiéndose realizado un total de 105 cementerios públicos en todo el país. En 1849 se prohibió definitivamente el enterramiento en las Iglesias. También en Pilar el cementerio estaba en el entorno del templo principal.

Lo tradicional, Templo y cementerio juntos. (foto de templo y cementerio de un pueblo no identificado)

López renovó una gran cantidad de templos de la época colonial que se encontraban en estado ruinoso o eran ya insuficientes (capillas generalmente), según el libro “Evolución urbanística y arquitectónica del Paraguay 1537-1911. (Asunción mayo 1983). También son mencionados los templos de Pilar y Guazú Cuá. De acuerdo con las orientaciones dictadas por el gobernante, se elimina la galería perimetral y al atrio se le adosa una fachada que incluye ahora una torre-campanario. Sin embargo, las iglesias de Pilar, Guazú Cuá e Isla Umbú, mantienen las galerías. 60

En 1826 la iglesia de Pilar tenía seis lances y un cupial, cubierta de tejas de palma. En 1842 bajo la dirección del maestro Domingo Ferreira se le agregan dos lances más y una sacristía. Entre los años 1843 y 1844, las obras del nuevo templo de la Virgen del Pilar, fueron dirigidas por el maestro Gerónimo Núñez. En el Archivo Nacional de Asunción se encuentran documentos relacionados con la Iglesia y el cementerio nuevo de Pilar. Los datos figuran, a manera de guía en una publicación de la Secretaría de Cultura de la Presidencia de la República, en base a un trabajo realizado por María Hilda Laguardia de Llamosas y Vicente Arrúa Avalos: Del año 1826, existe en el Archivo Nacional un “inventario de los haberes de la Iglesia parroquial de la Villa del Pilar”. En 1843 se informa de la erección y bendición del cementerio de la Villa del Pilar. Del mismo año “Razón de las herramientas acomodadas para las obras de Fábrica de la Iglesia de la Villa del Pilar”. 1843, “Relación realizada por Miguel Gerónimo Núñez sobre el estado de las obras de la Iglesia de la Villa del Pilar”. 1844, “Razón de los días de trabajo que tuvieron los carpinteros de la capital en la Iglesia de la Villa del Pilar”. 1844, “Inventario realizado por el Vicario foráneo de la Villa del Pilar sobre los libros parroquiales, expedientes y demás papeles pertenecientes a la antigua Vicaría de esta expresada Villa”. En 1861, era cura párroco el padre León Caballero, como maestro de escuela en 1862, José Evaristo Céspedes. Nueva Iglesia en 1844 En el libro CARLOS ANTONIO LOPEZ “Obrero Máximo” de Juan Francisco Pérez Acosta, se hace referencia a los templos refaccionados y construidos bajo el gobierno de Don Carlos: “El informe al Congreso de 1844 dice que “se ha concluido el templo de la Villa del Pilar”. En el informe de 1857 agrega que “en

la campaña se han demolido las iglesias viejas de las Villas del Rosario y del Pilar, y de los partidos de Guazú Cuá … y todas se han reedificado ”. El nuevo cementerio El actual cementerio de Pilar, se encuentra en el predio seleccionado por las autoridades locales y autorizado por el Consulado (gobierno presidido por Carlos Antonio López) en el año 1843. 61

“… para el cementerio encontré un paraje al propósito una colina de buena altura mucho más extensa que las treinta varas para cada uno de los cuatro costados inmediato a una laguna titulada Coronel que se ofrece de la colina a poniente”, dice el informe elevado desde Pilar por José Carmen Villalba, comisario policial. Destaca que es un sitio exento de poblaciones, terreno apto, sin intermediar de la villa ningún barrio o pantano ni por tiempo “de muchas aguas” (Archivo Nacional Vol. 984, 27 de agosto de 1843). El presidente Carlos Antonio López ordena, por decreto el establecimiento del cementerio público a costa de los fondos de “la fábrica de la Iglesia parroquial de la Villa del Pilar”, con el auxilio del vecindario en el local designado. Dispone que a cada sepulcro “se dará la capacidad de costumbre con una división destinada a párvulos, y colocando en el centro una cruz”. En el año 1844, el Presbítero ciudadano Nicolás Drasi, párroco de la Villa del Pilar, fue encargado de la bendición del cementerio y de “dar a entender a la feligresía la distinción que debe haber entre “la casa de adorar a Dios”, y el lugar de la sepultura de los cuerpos muertos, y cuán importante y útil sea esta obra en beneficio del aseo y decencia del templo de Dios y en la preservación de la humanidad contra la corrupción pestífera de los cadáveres sepultados en la Iglesia”. Inauguración y bendición, el 19 de Mayo de 1844. Puerto estratégico Bajo el gobierno de Carlos Antonio López, Pilar se había constituido en puerto importante para el comercio internacional. En el periódico “El Paraguayo Independiente”, Nº 32, del 13 de septiembre de 1845, destacó la importancia estratégica y comercial de Pilar: “frecuentada por muchos extranjeros tiene su puerto casi siempre ocupado por muchos buques” (Julio César Frutos, 1985). Manifiesto y otras disposiciones Durante su visita a Pilar el 13 de febrero de 1848, en un manifiesto se reafirma en la legitimidad de los títulos y derechos territoriales del Paraguay. El 13 de agosto de 1848, en instrucciones reservadas, en Pilar, Don Carlos ordenaba que: “el Gefe (sic) de policía y todos sus empleados de la Nación, deben procurar informarse, pero con mucho disimulo y delicadeza, del modo de proceder y hablar de todo extranjero que llegue a la Villa; debe indagar sus relaciones, sus visitas y amistades. Pero esto debe ser hecho sin que se sienta, ni se reconozca…”. 62

El 15 de agosto de 1848 seguía en Pilar, y en una carta a su hijo Francisco Solano López, “General en Geje del Ejército Nacional”, acampado en el cuartel de Paso de la Patria, le informaba de su próximo retorno a Asunción. En esta misma oportunidad, en el año 1848, Don Carlos Antonio López firma un decreto, al haberse concluido el arreglo y apertura de calles que había ordenado en una visita anterior. Por el artículo 1º, dispone que las siete “calles largueras principales a contarse de norte a sud, se llamarán como sigue: 1. Calle de Ñeembucú, la que del oeste sube a este hacia el río (Ñeembucú) (actual Teniente Mendoza) 2. Calle de la Aduana, la que de la ribera (del Ñeembucú) se dirige a esta casa (calle Pedro Mello de Portugal). 3. Calle 25 de septiembre, en memoria de que en tal fecha del año pasado de 1847, el presidente de la República ha entrado por esta calle a visitar la Villa en el tránsito al Campamento de Paso de la Patria (calle Mariscal Estigarribia). 4. Calle 14 de Mayo 5. Calle de Paraguarí (Alberzoni) 6. Calle de Tacuarí (Tacuary) 7. Calle de Loreto (Alberdi) Por el artículo 2º se establece la denominación de las calles transversales, comenzando por el oeste: 1º. Calle de los Puertos (General Díaz) 2º Calle de la Policía (Iturbe) 3º Calle de la Oliva (Teniente Capurro) 4º Calle de la Estrella (Teniente René Ríos) 5º Calle de la Palma (Palma) 6º Calle de La Paz (Dr. Mazzei) 7º Calle de la Independencia Nacional, la que pasa por frente a la casa de gobierno. (Avenida Mariscal López). 8º Calle del Pilar, la que atraviesa por frente a la Iglesia (Gral. Caballero) 9º Calle de la Candelaria (Ortiz Granada y Saavedra) 63

10º Calle del Hospital, la que pasa frente a ese establecimiento (el primer hospital de Pilar que se encontraba a dos cuadras detrás de la Iglesia sobre Yegros, casi Mariscal Estigarribia). El edificio fue destruido por la gran crecida del año 1905. Plano 1846.

Plano 24 de noviembre de 1846 – Archivo Nacional Vol. 279 Nº 3

Un plano de la Villa del Pilar, que data de noviembre de 1846, muestra la amplia plaza que constaba de dos manzanas (A) plaza de Armas (actualmente de los Héroes y Mariscal López). El nuevo templo estaba ubicado al Este de la plaza (templo y campanario); Con la letra (B), se señala un templo derribado, según las especificaciones del plano, y que fue la primera Iglesia de Pilar, en la esquina, Caballero/Mariscal Estigarribia, predio ocupado actualmente por la Residencia de los Sacerdotes Redentoristas de la Parroquia “Nuestra Señora del Pilar”. Al Oeste, en la zona del Cabildo (C): el alojamiento de seguridad, la policía y el cuartel general del ejército. Además, la Colecturía (D), la Policía y la Aduana (E). Otra sección del cuartel (C) estaba en el lado Norte de la plaza, lugar ocupado en la postguerra, sucesivamente, por el Colegio nacional, la Escuela Normal de Profesores Nº 7, el Batallón 40, y el Colegio técnico JUAN XXIII-FROSEP.

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Las medidas están establecidas en varas, una de las antiguas medidas españolas.

Plano parcial de Pilar 1846 (Archivo Nacional Vol. 279 Nº 3) Al Norte Cuartel de la Caballería (CT JUAN XXIII). En el centro la plaza. Al Este La Iglesia con su torre,la casa del cura y escuela. Al Oeste la Comisaría, la Colecturía y el cuartel de Infantería (Cabildo). Varias viviendas en los alrededores.

Vías de comunicación Los medios de comunicación

Como en toda la provincia, el caballo y la carreta tirada con bueyes fueron los medios primarios de desplazamiento. La vía fluvial fue de vital importancia. Esto exige además contar en Pilar con un astillero para la construcción de embarcaciones de diversas denominaciones como barcas, balsas, botes, barcos, canoas, chalupas, fragatas, bergantines y balandras. El caballo era el medio más rápido para el traslado de las notas de comunicación entre las autoridades de Pilar y las de Asunción, con respuestas inmediatas en pocos días a las consultas que se efectuaban sobre un tema determinado. Dos caminos se utilizaban, uno por la ribera del río Paraguay pasando por Villa Franca y Villeta, y el otro camino por el departamento de Misiones, donde estaban las postas para reposición de caballo y comida. En los tiempos de la Guerra Grande, las líneas telegráficas unían Asunción con Paso de Patria, pasando por Pilar y otros puntos intermedios. Los visitantes de aquella lejana época, recuerdan la presencia de indios del Chaco, que anteriormente incursionaban en las haciendas de las misiones jesuíticas y de pobladores españoles y criollos de Ñeembucú. Detectaron la 65

presencia de bandadas de papagayos azules, pavos (con collar negro y blanco en el cuello) y patos salvajes, garzas. El diplomático al servicio de Gran Bretaña, Jorge Juan Roberto Gordon, informaba de una gran bajante del río Paraguay en octubre del año 1842, y de “un tedioso viaje de 14 días hasta Ñeembucú”, desde Asunción por vía fluvial. Charles B. Mansfield, enviado por el gobierno británico después de la caída de Rosas (1852) en la Argentina, describe a Pilar como “la más bella ciudad que yo haya visto. Las calles se intercruzan en ángulos rectos formando esquinas regulares ocupadas por plazas. Cada calle es un hermoso campo sin piedras. Está bellamente situada en los barrancos del Paraguay. El canal es visible y está aquí muy estrecho por una gran isla cubierta de bosques”. Sobre las casas decía que “casi chozas, son muy prolijas y limpias. Yo apenas tuve tiempo de darme un refrescante baño en el cercano y pequeño río Ñeembucú antes de que una tormenta de truenos y lluvias nos alcanzara y de la que felizmente escapamos”. Pilar en 1918

En este plano que incluye “El Paraguay Ilustrado.1918”, la Iglesia de la Virgen del Pilar se encuentra ubicada en la esquina norte de Mariscal Estigarribia y General Caballero, en la misma manzana de la actual Basílica. La Jefatura Política entre la avenida Mariscal López y la calle Mariscal Estigarribia frente a la 66

plaza de los Héroes, sede actual de la guardería “Marianne Glass de Alberzoni” y escuela “Nuestra Señora del Pilar”.

Una pareja posando en la plaza de los Héroes. En el fondo, izquierda, el Cabildo y otra casa de estilo colonial; derecha, la Policía (Jefatura Política).

Una escuela de niñas funcionaba en la vivienda colonial de los Granada, entre Caballero y 14 de mayo.

Residencia familia Granada – foto Mauricio Acosta

La agencia del Banco Mercantil estaba sobre 14 de mayo y Palma; un mercado figura en la esquina 14 de Mayo y Mariscal López (actual Jefatura de Identificaciones). Pero doña Heliodora Galeano ubica este mercado detrás del 67

colegio SANTO TOMAS, con un amplio galpón abierto a comienzos de 1900, sobre la calle Dr. Mazzei con salida hacia la calle 14 de Mayo, donde “tenía un lindo portón de hierro para el acceso al público”. Dice también que este mercado quedó abandonado cuando el entonces ministro del Interior Alfonso dos Santos hizo construir el mercado Centenario en 1911, nombre dado por los cien años de la independencia nacional. Además del Hotel “Doña Rosa” o “Alliana” (actual Casa de la Cultura), funcionaban otros, como el Hotel París y el Hotel Gardel, del español Sinforiano Gardel.

Hotel “Gardel” – residencia de la familia Roldán - foto Mauricio Acosta año 2012

En 1918, la calle Alberdi figuraba con el nombre de PROGRESO, la calle Sargento Azzarini con el nombre de LIBERTAD, la calle Teniente Fossati como CONSTITUCION; la calle Mariscal Estigarribia se llamaba 25 de NOVIEMBRE. Pilar en la década de 1930 En el plano catastral de Pilar, del año 1931(Guía General Gráfica del Paraguay 1932), figura también demarcada en dos manzanas la primera plaza de carretas – o piso de carretas – en el predio ocupado actualmente por el Centro Regional de Educación “Mariscal Francisco Solano López”. Este “piso” fue trasladado años después al terreno ubicado entre el Hogar de los Veteranos y Radio Carlos Antonio López, entre Alberdi, Irala y Antequera y Castro. 68

Eran conocidos como “piso de carreta” por las grandes carretas que llegaban desde los puntos más alejados del departamento de Ñeembucú, con los productos del agro para su venta a los pobladores de Pilar. Otras carretas llegaban con su cargamento de naranja y otros cítricos hasta el puerto para su exportación a las ciudades del Río de la Plata. Las sabrosas naranjas eran muy apreciadas por los argentinos. “La carreta es el rancho que camina” dicen los versos de Manuel Frutos Pane en su poema “La carreta”. “Nosotros llevábamos de todo, lo que producíamos en nuestro campo, para vender en Pilar, en el “piso”, y después comprar lo que necesitábamos, especialmente para vestir”, decía doña Esther Vda. de Ruiz, mujer octogenaria de Potrero Esteche (Laureles), quien falleciera en el 2013. Viajaban en una carreta muy grande, casi todos los componentes de la familia, y además, con lo necesario para cocinar en el largo camino de más de cien kilómetros: olla, pava, sartén, cubiertos. Según doña Esther, muchas carretas se unían en el trayecto, con gente que salía de las diferentes compañías de Laureles y Cerrito. Tenían que cruzar muchos arroyos y esteros.

Gustavo Rodas y Cinthya Martínez, en una entrevista a doña Esther Vda. de Ruiz en Potrero Esteche (Laureles) – 11 de septiembre de 2011 – foto Mauricio Acosta.

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Las pesadas carretas eran tiradas por dos o tres yuntas de bueyes que eran guiadas y azuzadas con el látigo o la larga picana para apresurar el lento andar. Cada buey tenía su nombre que se gritaba al mismo tiempo de hacerse sonar el látigo. Para doña Esther fue una muy linda experiencia de sus tiempos de niñez y juventud.

De la colección “Pilar de ayer” del artista plástico Ramón Vázquez. Perspectiva de la entrada de carretas, calle 14 de Mayo rumbo al puerto.

Un vecino de Paso Pindó, en el límite entre Laureles y Pilar recuerda que para el cruce de las carretas en el arroyo, se utilizaban las canoas como flotadores a los costados. Después aparecieron las balsas y puentes en otros pasos profundos del Ñeembucú. Las carretas se instalaban en el “piso” de Pilar. Maíz, sandía, naranjas, almidón, miel de caña dulce en “pelotas” (recipientes hechos de cuero vacuno), entre otros productos, se ofrecían en una gran romería. Tras las ventas de los frutos de la tierra, y las compras en los almacenes locales, se hacía el extenso y cansino recorrido de regreso a los hogares. ¡Cuántas sandías fueron “quinteadas” en horas de la noche de las carretas, por los niños traviesos de la época!.

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Carreta en un camino vecinal de Isla Umbú – Foto: Mauricio Acosta.

Década 1930 (Pilar)… “Dispone de alumbrado eléctrico y en breve funcionará en ella una fábrica de tejidos que, por su capacidad, será la primera de la República y beneficiará la gran producción de algodón de la región”, se comenta en el Anuario Daumas, Guía General del Paraguay, año 1932. La población estaba calculada en 9.000 habitantes. En Pilar ejercía entonces como Delegado Civil y Jefe Político el Señor Gregorio Ríos Duré. Juez en lo civil el señor Vicente Quintana, como juez en lo criminal el señor Juan Luis Báez, Intendente Municipal señor Sixto D. Ríos.

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Plano 1931

Referencia: 1. Intendencia 5. Aduana 6. Depósito aduanero y puerto 8. Banco Agrícola (BNF) 10. Hotel Alliana 11. Sociedad Italiana 12. Usina Alberzoni - MPSA (propiedad Leal Cué)

Otros datos sobre Pilar En 1932, Pilar contaba con tres plazas públicas: la plaza de Armas (hoy de los Héroes), la plaza 12 de Octubre (actual Mcal. López) y la plaza Capitán Bado (actual Soldado Pilarense) sobre el río Paraguay. La escultura del soldado es obra del artista plástico asunceno Francisco Almeida. La dirección de la Escuela Normal era ejercida por el profesor Adolfo Avalos, vice directora Ermelinda de Ros, vice director Manuel de Mendoza. La escuela de Aplicación tenía como directora a Carmen Giménez. El Padre Saturnino Romero, era cura párroco de Pilar, Tacuaras, Guazucuá, Isla Umbú, Humaitá, Paso de Patria, Pedro González (Mayor Martínez), Desmochados y San Juan de Ñeembucú.

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Referencia: 9. Negocio Ferreiro y Brisco 13. Plaza del Mercado 14. Plaza de carretas “piso” de carretas (actual CREP) 15 Hospital

Este plano lleva una dedicatoria: “Homenaje al Señor Intendente Municipal de Pilar Don Sixto Ríos”, con fecha 9 de octubre de 1931. Se observa el trazado del muelle y su unión con el depósito aduanero.

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Referencia: 2. Policía 3. Escuela Normal 4. Cabildo 7. Iglesia 14. Plaza piso de carretas (CREP). Guía General Gráfica del Paraguay – año 1932.

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Antiguas sedes de instituciones públicas.

Antiguo local de la Intendencia Municipal, actual residencia de la familia Contreras, sobre la calle Mariscal Estigarribia entre Teniente René Ríos e Iturbe, Barrio General Díaz. Foto Mauricio Acosta.

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Foto del Intendente Gregorio Ríos Duré, sentado, tercero desde la izquierda, año 1927 – frente a la actual residencia de la familia Contreras.

Sede policial – Mariscal López y Mariscal Estigarribia

En la foto superior la Policía, en el terreno ocupado actualmente por la Guardería Marianne Glass de Alberzoni y la Escuela Nuestra Señora del Pilar, esquina Mariscal López y Mariscal Estigarribia. En la foto de abajo la Escuela Normal de Profesores Nº 7, actual Colegio técnico Juan XXIII, Mello y Mariscal López. 76

Foto: Guía General Gráfica del Paraguay – año 1932.

En el plano de 1931 están también marcados el negocio Ferreiro y Brisco (14 de Mayo y Palma), el de los Dos Santos, Fernández, Fosatti, Hotel Alliana (frente a la plaza del Soldado Pilarense), la Sociedad Italiana, la Usina y la desmotadora de Manufactura de Pilar S.A. (propiedad Leal Cué), la Fideería Ravetti (Azzarini y Caballero), Panadería Antola hermanos, entre otros.

Tienda Pilar – ex Ferreiro y Brisco – foto: Mauricio Acosta 2012 77

Ex panadería Antola – Caballero y Teniente Fossati foto: Mauricio Acosta

Mercado Centenario (desaparecido)

En el predio donde estuvo el Mercado Centenario se construyó una plaza pública en el año 2010. 78

Hospital – Guía General Gráfica del Paraguay – año 1932

Otros datos del plano de 1931: la Avenida Mariscal Francisco Solano López figura como Independencia Nacional. Ñeembucú era el nombre de la calle que iba por detrás del Colegio Juan XXII hasta el río Paraguay a la altura de Manufactura Pilar, hoy se conoce con el nombre de Teniente Mendoza. La actual calle Alberzoni, se denominaba Paraguarí. Pilar era el nombre de la calle Bernardino Caballero que pasa frente a la Escuela Cristo Rey, la Basílica, y al costado Oeste del Centro Regional de Educación. La calle Teniente Ríos era conocida como Estrella, Iturbe se denominaba Oliva. La calle La Paz que pasa por el costado Este del Club Deportivo Pilarense lleva hoy el nombre de Dr. Mazzei. A la calle Tte. Fosatti que pasa detrás del CREP se la conocía como Constitución, y la calle Sargento Azzarini frente a la misma institución se denominaba Libertad. La calle conocida como Comuneros lleva actualmente el nombre de Sargento Zalazar. Es una calle de corto trecho en el barrio General Díaz. De las calles Estrella, Palma y Olivo, del escudo de la bandera paraguaya, solo Palma queda con esta denominación original. De Sur a Norte, partiendo desde el arroyo Ñeembucú. 1. Comuneros (Sargento Lorenzo Salazar) 2. Gamarra (Mayor Gardel) 79

3. Ñeembucú (Teniente Mendoza) 4. Mello 5. En el plano no figura el nombre (25 de Noviembre - actual Mcal. Estigarribia) 6. 14 de Mayo 7. Paraguarí (hoy Alberzoni) 8. Tacuary 9. Alberdi (se llamaba Loreto) 10. Libertad (actual Sargento Azzarini)) 11. Constitución (actual Teniente Fossati) De Oeste a Este (desde el río Paraguay hasta Irala) 1. General Egusquiza (una cuadra frente a la portería de MPSA) 2. General Díaz 3. Iturbe 4. Oliva (Teniente Capurro) 5. Estrella (Teniente René Ríos) 6. Palma 7. La Paz (Dr. Mazzei) 8. Independencia Nacional (Mcal. López) 9. Pilar (Gral. Caballero) 10. Saavedra (Ortiz Granada- Saavedra) 11. Yegros 12. Capitán Caballero 13. Antequera 14. Irala

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Casa Santos e Hijos, destruida en la creciente de 1983. Alberdi y Palma. Foto autor desconocido.

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CAPITULO IV EL PUERTO DE PILAR Pilar y el comercio internacional. Desde la época de la colonia, el puerto de la Villa del Pilar revistió importancia para el comercio internacional, tanto bajo el dominio español como en el período independiente. La variedad y calidad de maderas hizo que la industria naviera floreciera desde la misma instalación de la Colonia, asegura el historiador Jorge Rubiani, en “Repiques y Redobles” (Libro 9 Tomo II) Efemérides Históricas del Paraguay. En Asunción y en otros sitios de la ribera, especialmente en Ñe’embuku y Angostura, al sur de Villeta, se construían diversos tipos de barcos. Thomas Whigham, en su libro “Lo que el río se llevó” (1776 – 1870), dedica un capítulo a esta actividad bajo la denominación de “El comercio pilarense”, afirma que era el puerto más importante de la República. Destaca que el Dictador José Gaspar Rodríguez de Francia “nunca cerró por completo las puertas al comercio exterior. Cerró Asunción, pero mantuvo dos “puertos libres” en el sur del país. El más importante era Pilar del Ñeembucú, ubicado al Norte de la confluencia del río Paraná”. Dice también que la Villa del Pilar fue fundada en 1779, para repeler las invasiones indígenas en la región. “A mediados de la última década del siglo XVIII, su población ascendía a casi 2.000 habitantes. Francia transformó este pequeño puerto en el punto central del comercio del Paraguay con Buenos Aires, Montevideo y las provincias de abajo”. Whigham nos habla del futuro favorable que se presentaba para el comercio que se canalizaba por Pilar, hacia 1822. A comienzos de este año el Gobernador de Corrientes, el reformador Juan José Fernández Blanco, en un mensaje enviado a Francia le propuso amistad y la apertura del comercio en los ríos. El 30 de enero arribó a Pilar un barco paraguayo proveniente de río abajo con un importante cargamento de mercaderías. Fernández Blanco era propietario de una de las mayores curtiembres de Corrientes y había hecho negocios con Buenos Aires en numerosas oportunidades. “Con la regularización del comercio en Pilar efectuada por Francia, ya no se permitía a los barcos acercarse a Asunción. En lugar de ello, un piloto y su escolta reunían en Curupayty a todos los barcos que zarpaban de Corrientes con destino al Paraguay y los escoltaba desde allí hasta Pilar, donde las mercaderías eran inspeccionadas y se pagaban los impuestos”. Francia, tras revisar todas las documentaciones pertinentes, autorizaba finalmente la descarga. 82

Este intercambio por el puerto de Pilar prosiguió incluso después de la muerte de Francia en 1840. “La conexión Pilar-Corrientes fue oportuna para los intereses políticos de los gobiernos altoplatenses y frustró el deseo porteño de mantener divididas a las dos provincias. En realidad, Corrientes generalmente era considerada miembro de la “familia”. Según Whigham, en Buenos Aires no era bien visto este acercamiento entre Corrientes y Paraguay, al cual consideraban una provincia disidente, “y en consecuencia, un ejemplo peligroso. El comercio entre la antigua capital Virreinal y una provincia rebelde no podía ser tolerado oficialmente, pero las restricciones legales e impedimentos – a este intercambio – eran menores. Por eso, en Pilar, se cargaban en barcos grandes cantidades de productos paraguayos que eran transportados una corta distancia hasta Corrientes y después reexportados a Buenos Aires como de procedencia correntina”. A mediados de la década de 1820, “el comercio en Pilar se desarrollaba libremente, y una pequeña comunidad de comerciantes extranjeros trabajaba allí bajo la protección de Francia. Entre estos hombres se encontraban correntinos, porteños, genoveses y algún inglés. Ellos debieron ver Pilar como un lugar primitivo, donde los guardias del puerto se divertían enlazando yacarés, cuya grasa usaban como medicina. Los habitantes del pueblo – hombres y mujeres – pasaban los días más calurosos bañándose desnudos en el río”. Frente al comercio legal, también existía el contrabando, que era combatido con fuertes multas por las autoridades paraguayas, igual siguió vigente. El Paraguay era considerado autosuficiente en la época de Francia, pero durante la década de 1820 entraron por el puerto de Pilar algodón y ponchos provenientes de Corrientes, “lo que sugiere que los paraguayos carecían incluso de materia prima para sus vestimentas”. Si bien 1827 era considerado como el año pico para el comercio por Pilar bajo el gobierno de Francia, se mantuvo en forma limitada en la siguiente década. “El Paraguay no recuperaría esa escala de actividad comercial hasta 1852, mucho después de la muerte del Dictador”. Los archivos manejados proporcionan informaciones sobre el comercio canalizado por Pilar hasta inclusive el año 1848, ya bajo el gobierno de Carlos Antonio López. Whigham señala que Francia falleció antes de ver el comercio de Asunción sustituir al de Pilar, lo que ratifica la importancia que tenía el puerto de la Villa de Ñeembucú para el comercio internacional. Nidia R. Areces, confirma que el comercio por vía fluvial se realizaba solo con permiso del Dictador. En 1822 ordenó el cierre definitivo de los puertos paraguayos. A partir de 1829 se reabre el puerto de Pilar. 83

Otro dato interesante que brinda Areces, en el libro “De la independencia a la guerra de la triple alianza 1811 – 1870”, tiene que ver con el impulso que Francia dio a la actividad artesanal y manufacturera. El taller de cureñas funcionó sin interrupción, trabajando en él operarios libres y algunos esclavos del Estado, como “oficiales carpinteros”. Agrega que mayor amplitud tuvo el ramo de la armería para la fabricación de fusiles. En 1816 existían dos talleres, uno en Asunción y otro en Pilar, que era el centro de acantonamiento de tropas con un número importante de oficiales y operarios, a quienes se abonaban sueldos mensualmente. La preferente ubicación del puerto de Pilar se mantiene por varias décadas más hasta prácticamente mediados del siglo XX. Las transacciones se ven favorecidas por las facilidades existentes en el puerto local, la posterior construcción de un muelle de varios niveles que operaba con aguas crecidas y en períodos de bajante en el 1900. A esto se agrega la llegada de una corriente migratoria importante de Europa y países árabes que se dedica al comercio, el aumento de la población debido al auge económico y la producción de cítricos requeridos por Buenos Aires.

Puerto de Pilar – depósito aduanero y muelle. Guía General Gráfica del Paraguay 1932

El historiador paraguayo Carlos Pusineri Scala sale también al paso de las versiones del supuesto cierre de los puertos, mencionando datos que obtuvo en el Archivo Nacional y que prueban la existencia de importaciones y exportaciones en la época de Francia por los puertos de Pilar e Itapúa (Encarnación). Hay detalles de las mercaderías y nombres de los comerciantes de febrero de 1831.

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El historiador norteamericano Richard Alan White en “la Primera Revolución Popular en América” nombra igualmente a Pilar como puerto para las importaciones y exportaciones paraguayas durante la Dictadura de Francia, preferentemente con comerciantes correntinos. Las restricciones provenían desde Argentina y Uruguay. En varias comunicaciones, José Joaquín López, comandante de Pilar informaba al Dictador que las naves paraguayas eran constantemente asaltadas por las huestes de Artigas. En respuesta Francia insta al patriotismo, exhortando “a sostener la causa de la patria”. El Supremo dispone en 1814 la prohibición para la extracción del país de monedas acuñadas y de metales preciosos, destinando las mismas sólo al pago por importación de armas. El comandante de Pilar tenía la misión de hacer registrar “… baúles, cajones y otras piezas en que pueda conducirse plata sellada o macuquina” (moneda cortada, de oro o plata). En 1823, el intercambio entre Pilar y Corrientes se interrumpe por la guerra declarada entre el Paraguay y la mencionada provincia argentina. La paz se restablece en 1825. Al proponer Francia que los paraguayos comercien con los extranjeros por Pilar, señalaba que “será más beneficioso a los habitantes del país comerciar en esa plaza que en Asunción”. (Alfredo Viola). El 23 de Octubre de 1869, el gobierno provisorio de Paraguay (bajo dominio aliado) decreta la habilitación del puerto de la Villa del Pilar para la descarga de artículos a la importación y exportación de productos (Diario Histórico del Paraguay, de Luís Verón). En esa misma época, el ejército de Francisco Solano López se encontraba acampando sobre el arroyo Itanaramí, cerca de Ygatimí. La guerra estaba llegando a su etapa final. La importancia del puerto de Pilar había declinado considerablemente durante la guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay, al cerrarse la navegación con la presencia de las escuadras aliadas en la confluencia. No resiste al feroz impacto del aniquilamiento de la población y de las ciudades ubicadas a lo largo del río Paraguay. De hecho, toda vinculación comercial con el exterior estaba imposibilitada por la presencia de las fuerzas invasoras. Por ley del 24 de agosto de 1876, El presidente Juan Bautista Gill dispone la conversión en pueblo del fuerte de Humaitá, y su separación de la Villa del Pilar. Poco antes del fallecimiento de Cándido Bareiro en 1880, se dispuso el traslado de la aduana de Humaitá a Villa del Pilar. Se crea una comandancia militar en ambos puertos. 85

El coronel Pedro Hermosa figuraba en el mismo año como comandante general en campaña en el puerto de Humaitá, y el ciudadano José D. Velazco en la Villa del Pilar. Como Juez de Paz Miguel Trinidad.

Sede aduanera y casa con corredor- año 1899 - Album 2011 - Colección Javier Yubi

En el álbum gráfico de Ramón Monte Domecq, “La República del Paraguay en su primer Centenario”, 1911, con datos de 1908, figura que Pilar, como Departamento, contaba con nueve mil habitantes. Su población urbana se calculaba en cinco mil habitantes. En cuanto a los edificios públicos y privados, sus calles, jardines, “puede decirse que son los mejores después de los de la capital… La ciudad está circundada por preciosas quintas de naranjos y multitud de árboles frutales”. En el año 1929, destaca “El Paraguay contemporáneo”, de J. Natalicio González y Pablo Max Insfrán, el puerto de Pilar ocupaba el cuarto lugar en importancia en el país. “El puerto, con muelle moderno y buenos depósitos para las mercaderías y productos garantiza la seguridad y rapidez en las diversas operaciones que la vialidad fluvial requiere. Todas estas ventajas bien aprovechadas han hecho de esta ciudad una de las más prósperas del país”. También destaca la elevada cantidad de naranjas que se exportaba por el puerto de Pilar y que “del comercio de la naranja vive halagüeñamente mucha gente. Cándido Granada y Manuel Romero se encontraban entre los principales exportadores de naranja. La producción de naranja era trasladada en carretas desde distintos puntos del interior del departamento de Ñeembucú. 86

Exportación de naranjas, colección “Pilar de ayer”, del artista plástico Ramón Vázquez.

En distintas etapas, el comercio internacional hizo posible un crecimiento extraordinario y la recuperación de la economía de Pilar. Superando las calamidades, la miseria, la destrucción total de la Guerra Grande, en las primeras décadas del 1900, ya contaba con una sucursal del Banco Mercantil, casas importadoras y exportadoras, una fábrica a vapor de fideos, varias panaderías, fábrica de gaseosas y licores, dos hoteles, cuatro cafés, dos farmacias, siete carpinterías, herrerías, fábricas de caña, miel y materiales de construcción, un astillero de la sucesión de Ventura Rébori donde se construyeron varios buques de importancia como el vapor “Progreso Villa del Pilar”, un taller tipográfico y de encuadernación donde se publicaba el periódico “La Igualdad”. El pueblo pilarense en todo este tiempo de su existencia supo superar con fortaleza las adversidades de las guerras, del 70 y del Chaco, el azote de las revoluciones, el infortunio y el éxodo por las inundaciones y otros problemas climáticos.

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Sede aduanera – año 2011 foto: Mauricio Acosta

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CAPITULO V HISTORIAS RIBEREÑAS La vida de los pobladores de Pilar estuvo por mucho tiempo vinculada a la zona portuaria debido a la importancia que tenía para la ciudad el comercio internacional. Numerosos inmigrantes llegaron entre fines de 1800 y en las primeras décadas de 1900, los que se integraron rápidamente a la población existente. Entre ellos, Angel Formichelli, procedente de Paraná (Entre Ríos), arribó a Pilar a finales de 1800, casándose con la pilarense Julia Torres, de este matrimonio nace Venus Angela Formichelli, quien contrae enlace con Federico Ventre, oriundo de Ypacarai. Tuvieron tres hijos, uno de ellos FEDER OMAR VENTRE FORMICHELLI, más conocido como KUKI, quien nos proporcionó muchas informaciones de sus padres y abuelos, vecinos del barrio General Díaz, y detalles del viejo puerto de la calle 14 de Mayo. “Mi padre, don Federico, era contador, vino a Pilar en su carácter de investigador, para esclarecer la muerte de un extranjero adinerado en una pensión de Don Pachí, frente a la pista Blanco y Negro. Tras la captura del presunto asesino, queda en Pilar como Jefe de Investigaciones, y en sus caminatas conoce a la que sería mi madre doña Venus Angela Formichelli, gran pianista y soprano. Mi madre estudiaba en Paraná (Entre Ríos) en el colegio “Nuestra Señora del Puerto”, que hoy ya no existe. El “gancho” le hizo Alfonso dos Santos para poder llegar a la casa de mi abuelo, la conocida como Casa Ventre”.

Residencia familia Ventre – barrio General Díaz - foto: Mauricio Acosta 2011 89

Su abuelo Angel y el primer yate de Pilar

Según Kuki, su abuelo Angel Formichelli trajo un yate, “Julia Venus” que fue el primero de Pilar, así como el primer auto Ford T, comprado en Resistencia (Chaco). La conocida casa Ventre fue también la primera de Pilar en contar con luz eléctrica, generada con un motor Otto Deus de 10 KVA, mucho antes de la usina de Manufactura de Pilar S.A., y con agua corriente. Kuki exhibe con orgullo una placa del yate con el nombre de “Julia Venus” que lograron desenterrar, oxidada, del patio de la residencia familiar, y menciona que aún existe parte de la instalación eléctrica de hace más de cien años, “con pinzas de porcelana”, así como piezas del viejo motor generador. Amigo del viejo Alberzoni.

Kuki cuenta que le unía una gran amistad con el profesor Paolo Federico Alberzoni, fundador y propietario de Manufactura de Pilar S.A., debido a su relación anterior con su abuelo Angel Formichelli. “En una ocasión de necesidad especial, mi abuelo le había prestado 22 (veintidós) pesos a Alberzoni, y cuando superó el problema le devolvió a los dos meses. Esto me contó a mí, el propio profesor, agradeciéndome también por haberle facilitado el aterrizaje en Corrientes con su avión ZPTAO, siendo piloto Centurión”. Por otra parte, describió las características de la plaza ubicada al término de la calle 14 de Mayo, al costado Sur de la escalinata que estaba junto al muelle del puerto, ya desaparecido. “Era una plaza rodeada de plantas de mandarina como ligustro, con dos portones giratorios para la entrada, uno sobre la barranca del río Paraguay y el otro en la esquina de 14 de Mayo y General Díaz, que colocaron mi abuelo Angel Formichelli y el carpintero Fleitas que vivía frente a la panadería Romero González. (Tacuary entre Mcal. López y Caballero). Acerca del muelle, dijo que alrededor de 1957 ya no funcionaba por el banco de arena que se formó frente al mismo. Contaba con cuatro niveles para operar en cualquier época del año, con bajantes y crecidas y también tenía un guinche. Se vendió y desapareció”.

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Muelle de Pilar, colección “Pilar de ayer”, del artista plástico Ramón Vázquez.

El muelle estaba unido al depósito aduanero por un riel hasta donde eran llevadas las mercaderías en dos zorras. El depósito que ocupaba un lugar en el extremo sur del predio de la Prefectura fue demolido. Según referencias históricas, el muelle fue proyectado y construido por Don Pílade Valoriani, la misma persona que en 1922 construyó la sede del Banco Agrícola del Paraguay, hoy Banco Nacional de Fomento.

Sede aduanera, muelle y depósito aduanero de Pilar – Archivo de Luis Alonso. 91

EL PINGO Otros recuerdos de KUKI, de sus tiempos de niñez y juventud, son sus viajes a Asunción, como muchos pilarenses lo hicieron, en la motonave PINGO “el primer barco de pasajeros de lujo. Desde bebé viajé con el PINGO”, que realizaba también un viaje mensual hasta Humaitá.

PINGO en dársena de Asunción – Foto 1930 - Guía General Gráfica del Paraguay 1932.

Por el año 1950, también navegaban por la zona, entre otros buques, el “Anita Barthe”, y el “Salto” con rueda atrás con motor marino diesel MWM de 350 HP.

Buque “Olimpo” de la Compañía Paraguaya de Marcelino Camihort, también hacía viajes al Sur – Guía General Gráfica del Paraguay 1932. 92

El comerciante francés MARCELINO CAMIHORT quien llegó al Paraguay en 1883 crea una empresa naviera en 1920. El OLIMPO, su primer vapor cubría la carrera Asunción-Pilar, Asunción-Alberdi llegando además a Humaitá. En 1930 comenzó la construcción de la motonave PINGO, equipada con camarotes para pasajeros y para el transporte de carga en sus bodegas. Marcelino Camihort falleció el 8 de octubre de 1932, siendo reemplazado por su hijo Luis. Un año después de la muerte de don Marcelino, la motonave PINGO comenzó sus viajes a Pilar, con escalas en puertos intermedios. A su llegada y salida del puerto local, existía toda una movilización popular, para el recibimiento y despedida de parientes y amigos, y la recepción de las encomiendas, cartas y mercaderías varias. El despachante en Pilar era Próspero Azzarini, cuya agencia funcionaba en la actual casa de los descendientes de Oscar Ferreiro, sobre la calle General Díaz, entre Mello y Mariscal Estigarribia, barrio General Díaz.

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Vivienda de Oscar Ferreiro, ex agencia marítima Azzarini. Foto 2011

El puerto fue perdiendo hegemonía con la construcción y habilitación de la ruta IV. Se abre así otra vía para la comunicación con la capital, lo que hizo dejar paulatinamente de lado los viajes con el buque. El PINGO cubrió entonces viajes al Norte como chata de carga después de algunos trabajos de reacondicionamiento. Se hundió finalmente en el puerto Sajonia de Asunción en la década del 70. La magia de su romántica historia permanece entre los pilarenses a través del tiempo. El muelle como trampolín De Kuki Ventre se esperaba cualquier travesura, y una anécdota muy comentada era que repetidamente se tiraba con su bicicleta de lo alto del muelle a las aguas del río Paraguay. Acerca de esa “hazaña” da su propia versión, riéndose: “Fue una sola vez, pero se comenta tanto como que fue en varias ocasiones. Inventé un freno hidráulico y no anduvo. La primera vez que hice una carrera hasta la punta del muelle tuve que usar los frenos de la bicicleta, pero en la segunda ocasión queriendo probar mi invento y confiado en que andaría, no funcionó y con bicicleta y todo fui a parar al fondo del río. Pasé de largo. En verdad, fui el primero que lo hizo en bici. Esto fue en 1950. Me ayudó a sacar la bicicleta del 94

agua el amigo Belchi Bértoli, quien usó para el efecto la pateja de mi abuela. Y eso fue lo que pasó”, y en verdad que este salto al vacío, utilizando el muelle como trampolín, se convirtió después en toda una leyenda urbana.

Muelle antiguo de Pilar – año 1937- Soldados pilarenses volviendo de la guerra del Chaco – Archivo de Luis Alonso.

Por contar con las aguas del río Paraguay y del arroyo Ñeembucú, los pilarenses eran conocidos como grandes nadadores. Kuki tenía muchos amigos que se aventuraban en el agua con él. Chiqui Mereles, Kuki Ventre, su hermano Gustavo y Chachito Ozuna, subieron en una ocasión al barco holandés “Mariscal López”, y se lanzaron al agua, “era una altura considerable”, desde la timonera. “Eramos criaturas, era una locura, pero, qué experiencia”, exclamó. Aventuras de la niñez y de épocas juveniles. Ya bastante mayor, sorprendió y causó el espanto a muchos automovilistas, cuando en la década del 90 sobrevolaba a baja altura sobre la ruta IV en las cercanías de la ciudad con una pequeña aeronave. Es que Kuki, además de ser experto mecánico del automotor, pianista y cantante, paracaidista, es también piloto aviador civil recibido. Fue piloto de la Marina con el comandante de la aviación naval Capitán Serviliano Osorio Gill, piloto de helicóptero, piloto instructor de los Zucolillo, de Alfredo Jaegli, mecánico del diario ABC color. Fue 95

campeón paraguayo de salto en garrocha y arquero de la quinta división del Club Capitán Bado. Cirilo “Tito” Jara, también ribereño, pero del Ñeembucú, agrega sus comentarios acerca de las aventuras de aquellos tiempos con Kuki y toda la barra - “Nos tirábamos desde el muelle y nadábamos ida y vuelta entre Pilar y Colonia Cano, sin descansar”. El ex -futbolista del Club América recordó asimismo sobre un viaje con el Pingo desde Asunción, para escaparse del Colegio Militar, y regresar a Pilar. Finalmente “hizo el cuartel” en el Batallón 40. Tito Jara falleció en el año 2015. En la década del 60, las maderas del antiguo muelle de Pilar fueron extraídas por los soldados para ser utilizadas como leña en la cocina del Batallón 40. También se utilizaron como rampas para el cruce de camiones durante la construcción de la ruta IV.

Motonave “Pingo”. Album 2011 - Colección Javier Yubi.

En su libro “La Villa del Pilar que no vuelve” la señora Heliodora Galeano de Ferreiro evoca el romanticismo de los viajes con el Pingo, afirmando que “subirse a bordo del Pingo era sentirse en familia” y que “con alegría se esperaba su llegada, al aparecer allá por la isla Yuquerí y daba su primera pitada, ya corría la noticia: ya llega el Pingo… chicos y grandes iban apresuradamente hacia el puerto, allí se aglomeraban para ver quién llegaba”. Además, para ir a Bermejo y Corrientes (Argentina), se tenían los barquitos

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“Anita G” y “Pazo Largo”, con camarotes. También relata que los viajes del Pingo terminaron con la apertura de la ruta IV.

Llegada del “Pingo”, puerto de Pilar - Archivo de Luis Alonso – 11 octubre 1950

Con relación al muelle Doña Heliodora dice que allí atracaban las cañoneras Paraguay y Humaitá para llevar a los contingentes formados en su mayoría por campesinos voluntarios para pelear en el Chaco en la guerra contra Bolivia (1932 – 1935), y en otros casos para el desembarco de soldados heridos en dicha contienda que volvían para su recuperación. “En estas circunstancias rememora – el muelle fue testigo de innumerables y tristes despedidas de madres e hijos o de jóvenes novios, muchos de ellos no volvieron a verse”.

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Plataforma superior antiguo muelle de Pilar y el “Pingo” – Archivo de Luis Alonso

Siempre en la ribera La decisión de Alberzoni En la foto de abajo, años antes de que se construyera el muelle y que funcionara hasta 1960 aproximadamente, se observan la casa con largo corredor, el negocio de Jaime y Ramón Dos Santos, el hotel, y varias embarcaciones mayores y menores operando en el puerto. El Hotel fue conocido como Hotel “Florencia”, Hotel “González”, Hotel “Ventre”, Hotel “Alliana”, “Beconi”, por cambio de dueño o por alquiler. Destacadas personalidades se alojaron en dicho hotel. Según un tríptico de la Casa de la Cultura, así lo hicieron: el gran concertista de guitarra, misionero, Agustín Pío Barrios, el maestro Remberto Giménez, quienes actuaron en el salón de la Sociedad Italiana, y el profesor Paolo Federico Alberzoni pionero de la industria textil paraguaya, entre otros. El hotel fue obra de los inmigrantes italianos Ricardo Alliana y Rosalía Diustefani de Alliana.

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Foto colección Javier Yubi: casa Ramón dos Santos y el Hotel, actual Casa de la cultura.

El conocido intelectual pilarense Washington Ashwell (+ noviembre 2015), en el periódico “La Región” (febrero-marzo 2012), habla acerca de la venida de Alberzoni a Pilar, de su alojamiento en el referido hotel y de cómo tomó la decisión de instalar en esta ciudad su fábrica de tejidos. Juan Dahlquist le había contactado en Buenos Aires donde ejercía como embajador paraguayo en la década de 1920. Le invitó a viajar a Pilar donde “había un señor que conocía mucho del cultivo y la industrialización del algodón”, el ingeniero Ramón Sosa, gerente de la sucursal del Banco Agrícola.

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El Hotel – hoy Casa de la Cultura. foto: Mauricio Acosta 2011

Alberzoni se alojó en el “único hotel que tenía Pilar, el hotel Alliana”, para luego hacer un recorrido por la ciudad, y entrevistarse con Sosa de quien recibió una amplia información sobre la producción algodonera.

Casa corredor, plaza, casa Ramón Dos Santos, un muelle pequeño, embarcaciones con cargas y pasajeros - Puerto de Pilar Año 1899 - Album 2011 - Colección Javier Yubi 100

Después de una comida, un encuentro con varios de sus conciudadanos, el empresario italiano pronunció un discurso: “Quiero decirles, especialmente a mis paisanos residentes en esta hospitalaria ciudad, que yo también me voy a sumarme a ellos para trabajar por la prosperidad y el bienestar de esta población”. Y no pasó mucho tiempo para que eso sucediera, señala Washington Ashwell, cuyo padre John William Ashwell, se encontraba también entre las personas presentes en el mencionado encuentro. El mismo Alberzoni eligió el terreno de su futura planta industrial y pidió a la municipalidad que se lo vendiera. Doña Heliodora Galeano Vda. de Ferreiro, en un escrito publicado en el periódico EL SUR, de Pilar, junio de 1979, también comenta la decisión de Alberzoni para instalar su fábrica en esta ciudad. “El Sr. Alberzoni convencido de las verdades planteadas por el Sr. Dalhquis, decidió instalarse en Pilar. Resuelto entonces desembarcó aquí en el año 1929, hospedándose en la casa de Doña Rosa de Alliana. Allí vivió varios años. Poco a poco fue eligiendo el lugar donde haría fabricar el edificio para la futura fábrica y eligió una quinta sobre el río Paraguay, que tenía una tapera y unos arbolitos, lugar conocido con el nombre de “Ñandeyara Quinta”. En un plano de la época figura como “Leal Cué”. Para comenzar el edificio hizo venir a unos cuantos señores italianos, especializados en diversas actividades, los primeros en venir fueron Don Silvio Voltolini, señores Carecio, Martinucci, Martochi y el ingeniero Forti”. En la parte final de su escrito, Doña Heliodora dice: “Pilar debe pues al señor Paolo Federico Alberzoni inmensa gratitud e imperecedero recuerdo”.

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Hospital de López

Doña Juana de Barreto, posando frente a su casa. Foto: Mauricio Acosta – año 2011

Como mirando a través del tiempo, doña Juana de Barreto posa frente a su casa la que formara parte de una estructura mayor. Sus recuerdos la llevan a los comentarios de su abuela que le llegaron a la vez a través de su madre sobre esta residencia que abarcaba casi una cuadra frente al antiguo puerto de Pilar y que resultara muy dañada con la crecida de 1983.

Foto álbum familiar de doña Juana Candia de Barreto. Antes de la inundación de 1983 102

Dice doña Juana “Esta casa de largo corredor, contaba mi abuela Constancia Benza de Candia, sirvió como hospital para atender a los heridos y enfermos que eran trasladados en barco desde la zona de Humaitá durante la guerra grande. Por eso era conocida como Hospital de López”. Agrega que muchos de los que fallecieron fueron enterrados en el patio de la vivienda, por lo que se decía que mejor no hacer excavaciones en el lugar para no encontrarse con los huesos. Sobre algún movimiento extraño, apariciones de las ánimas en pena, aseguró que “nunca” sintieron nada. Este relato le llegó a través de su madre doña María Victoria Candia Benza.

Después de la inundación de 1983

La vivienda era compartida por tres propietarios, una parte pertenecía a la señora Constancia Benza, otra a Antonio Aceval, y una tercera sección a la familia dos Santos, la cual tenía también un negocio importante frente al Hotel. En cuanto al entorno, Juana de Barreto recuerda la existencia del muelle, de un depósito aduanero ya demolido, de una placita junto al depósito de la aduana, en el predio ocupado actualmente por la Prefectura, una plazoleta. Cuando cedió parte de su vivienda a causa de la gran crecida del 83, uno de los ladrillos de la pared que la dividía de la casa de los dos Santos, llevaba impreso el año 1877. Eran ladrillos de gran tamaño como se acostumbraba fabricar desde los tiempos de la colonia.

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Album familiar de doña Juana de Barreto – Su casa en el agua, creciente 1983

Tanto los comentarios de doña Juana como el álbum familiar, son verdaderos testimonios de la historia de esa parte de la ribera del río Paraguay, de los tristes momentos inclusive de separación familiar y los perjuicios ocasionados por la crecida de las aguas en 1983.

Casa Ramón dos Santos, lo que quedó después de la inundación de 1983

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CAPITULO VI PERIODICO DE PILAR 1916 Ecos de una época Desde el 1900, aparecen periódicos y revistas, si bien con corta existencia, con mucha influencia en la vida de la ciudad para informar, opinar, y difundir anuncios comerciales, sociales. EL DISTRITO XX (20), en alusión a Pilar, es una de esas publicaciones. Fotocopias de sus páginas (del Nº 1 al Nº 9) encontradas en una biblioteca particular de Asunción, permiten conocer algunos hechos registrados en Pilar en los primeros meses del año 1916, como casamientos, viajes, nacimientos, fallecimientos, visitas de autoridades nacionales, rendición de cuenta de la Intendencia Municipal. En una de sus ediciones de enero de 1916, EL DISTRITO XX informa que el Director General de Escuelas, profesor Manuel Riquelme, ofreció en el hotel París una comida “a sus relaciones”. Asistieron, entre otros, el director de la Escuela Normal del Paraguay, Juan R. Dahlquist y su esposa Natividad S. de Dahlquist; la vice directora de la misma institución Felicidad González, el director del Colegio Nacional Narciso Méndez Benítez y su esposa Ramona A. de Méndez Benítez, el delegado civil José M. Cano, y el intendente municipal Domiciano Olmedo. El periódico despide con elogios a la profesora Felicidad González, quien regresa a Asunción en el buque “Humaitá”, tras permanecer varios días en Pilar. De la vice directora de la Escuela Normal del Paraguay expresa: “Talentosa y eximia educacionista, es una de las Profesoras que honra el magisterio nacional”. Igualmente, en enero de 1916, el periódico informaba de la muerte de la señorita Angela Sostoa. También de la visita del diputado Manuel W. Cháves para la presentación de su libro “El Paraguay Ilustrado”. El 27 de febrero de 1916, en la sección “Actualidades”, el periódico anunciaba el inicio de clases del Colegio Nacional, bajo la dirección del señor Narciso Méndez Benítez, desde el mes de marzo. A propósito, escribe lo siguiente: “El cuerpo de profesores ha resuelto el árido problema de la determinación de la norma de conducta a que debe amoldarse en la enseñanza. Debe seguirse el método positivo, recomendado por los 105

mejores pedagogos de nuestros días, quedando extirpada para siempre toda enseñanza textual y dogmática”. Señala con satisfacción que “los pilareños”, consagren todas sus energías al estudio. “Sacrificándose – alumnos del Colegio Nacional – han resuelto trasladarse a la Capital, para proseguir sus estudios”, citándose a Martiniano Capurro, Vicente Quintana, Alberto Gardel, (a la escuela militar), el joven Aureliano Troche a la escuela de Comercio, donde ya estaban Crescencio Pérez Torres, Adolfo Mendoza y Néstor Mendoza. También, Rafael Romero, Juan Cano, Ramón Méndez Paiva, Manuel Brisco, Beatriz Ferreira, Silvia Mendoza, Heliodora Galeano y Clodomira Gaona, Gregorio Duré, Marcos Ortiz, Emilio Sisul, Amado Aguirre, Héctor F. Granada, Mariano Molas y José Ferreira. Para estudiar francés y piano la niña Lilia Cano. A la escuela de la Providencia: Dipmna Medina y Ramona Ravetti. En la Universidad Nacional: Eleuterio Fernández, Justo Prieto, Teófilo Alonso, Séver Marecos, Jacinto Guillén y Gabino Santa Cruz. En otro comentario, el periódico lamenta que la municipalidad de Pilar no tenga edificio propio, como lo tienen los municipios de Villarrica, Encarnación, Concepción. También puntualiza el abandono de la caligrafía del sistema inglés en nuestras escuelas “por la vertical o caligrafía normal”. Al señalar que la caligrafía inglesa “ofrece a la vista una estética insuperable”, agrega que “el relieve especial que se da, la inclinación, la forma y más las líneas complementarias, según el uso y habilidad del que la usa contribuyen a presentar un aspecto sumamente hermoso”. De la nueva caligrafía destacaba que “los escritos son claros y limpios, sin peligro de los borrones que hablan mucho de la moralidad de las personas (…) el sistema de caligrafía normal es el que debe preocupar a los maestros de las escuelas primarias como a los de la enseñanza secundaria”. La caligrafía inglesa es la utilizada en los escritos como se muestran en el Capítulo de Documentos Inéditos, de este libro. El periódico contaba con el respaldo publicitario de las principales casas comerciales de Pilar como: Tipografía y Papelería FELIX E. AYALA (Melo esq. Iturbe – barrio General Díaz – actual rectorado de la Universidad Nacional de Pilar), Ferreiro & Brisco (actual Tienda Pilar), agencia Banco Agrícola, zapatería Italiana de Juan Migliore, 14 de Mayo entre Iturbe y General Díaz; Fernández Hermanos, Mariscal López y Alberdi, y hasta de Puerto Bermejo (Chaco argentino) como Arca & Santos, tienda, almacén, ferretería y zapatería. Entre los profesionales, los médicos cirujanos José Lázaro Albera, Marcial Rojas y José 106

M. Ríos, el contador público Roque J. González, el agrimensor público Miguel Trinidad,y la partera diplomada Jovita Caballero.

“La placita está triste” Una lectora que firmó con el seudónimo de “Cleopatra” se quejaba del “abandono de la placita” dándose preferencia “al muelle” para el paseo de los jóvenes, y afirmaba que: “La placita está triste”. Propone “renovar las hermosas tardes de que antes disfrutábamos en la placita y dejar las noches para el muelle”. “Cleopatra” dice también no poder explicarse como “las niñas pilarenses dejen pasar sin frecuentar los lugares de paseo, estas hermosas noches de verano” (febrero 1916).

“La placita ya no está triste” Este reclamo de “Cleopatra”, según se informa en otra crónica, tuvo su reacción en la comunidad. “La placita ya no está triste. Sus hermosas y amplias avenidas se han visto frecuentadas durante las tardes, por nuestras bellas lectoras. Y el muelle?. Ah!. El muelle, durante todas las noches ha sido una verdadera romería. Los bancos han sido insuficientes para dar asiento a tanta concurrencia”. Y es así que EL DISTRITO XX pide al Intendente que coloque más bancos en el muelle. Homenaje póstumo El 8 de febrero de 1916, se realizó una peregrinación organizada por el centro de estudiantes del Colegio Nacional hasta la tumba de la estudiante Alcira Patrocinia Gaona, (tenía 15 años cuando falleció) ex tesorera de la comisión directiva, en el primer aniversario de su muerte que fue muy sentida por la comunidad pilarense, según la crónica de EL DISTRITO XX. Hablaron el presidente del centro Juan B. Cano, el profesor Aureliano Troche, por sus ex compañeras María Elida Delpino del 2º curso, el presbítero Félix C. Gaona, familiar de la extinta, y el cura párroco Padre Saturnino Romero. Alcira era hija de Angela B. Vda. de Gaona. Fue colocada una placa en su memoria.

Dónde estará su tumba? Como si me dijera, “aquí estoy”, por una de esas raras casualidades, encontré la tumba con la placa del homenaje de sus ex compañeros de estudio, en la parte más antigua del cementerio de Pilar, junto con otra pieza más grande, ambas de mármol. Lo primero que me pregunté fue: quién es Alcira?, y la respuesta vino de por sí, al leer más abajo “Centro estudiantil” a su digna ex – tesorera. ¡Aquí está su tumba!, exclamé. Era ella, presente frente a mí. 107

Dice la placa: “Alcira P. Gaona. Homenaje del “Centro Estudiantil”, a su digna ex tesorera”, nada más, sin ninguna fecha. Los datos estaban en el periódico EL DISTRITO XX de Pilar, de 1916. Alcira Patrocinia Gaona había fallecido un año antes. Indagando el posible parentesco con las personas cuyos nombres figuran en la placa más grande, podría concluirse que MARTIN BLANCO, fallecido el 11 de junio de 1888 a la edad de 65 años, era el abuelo de la joven estudiante. La lápida grande dedicada a Martín Blanco, fue puesta “en prueba de amor filial”, por sus hijos: Pedro, Pablo, Juana Pabla, María de los Angeles y Angela del Rosario Blanco, ésta última sería la madre de Alcira P. Gaona.

Losas de homenaje a: Alcira P. Gaona (+1915) y Martín Blanco (+1888), en el cementerio local. Foto 2014

Casamiento En la edición del 13 de febrero de 1916, el periódico DISTRITO XX, en “Sociales” informa sobre la unión matrimonial de “la señorita Concepción Fontana con el caballero don Ramón Gastiaburo”. Fueron testigos: Fernando Zatoni, Guillermo Mazzei, C.L. Pinard e Italo Pirovano. “Los nuevos desposados habitan el hermoso palacete, construido expresamente por el contrayente en la avenida Saavedra esquina Alberdi”.

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DISTRITO XX. En su primer número, 2 de enero de 1916 dice que este semanario “enarbolará como estandarte de lucha la defensa de los intereses de este Distrito”, como “las dificultades fundamentales que entorpecen su avance decidido en el camino del progreso”. Administrador: Félix E. Ayala; jefe de redacción: José Dahlquist; colaboradores: Narciso Méndez Benítez, José M. Capurro, José Gardel y J. Cirilo Prieto. El periódico se imprimía en la casa de su administrador, actual sede del Rectorado de la Universidad Nacional de Pilar, barrio General Díaz.

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CAPITULO VII Enseñanza Primaria y Secundaria en Pilar El 13 de julio de 1889 el senador José Segundo Decoud presentó un proyecto de ley para la creación de colegios de segunda enseñanza en Pilar, Villarrica y Concepción, además de la Universidad Nacional de Asunción. El 24 de septiembre de 1889, bajo la presidencia del general Patricio Escobar, se sanciona la ley de creación del Colegio Nacional de Pilar, además de los colegios nacionales de Villarrica, Villa Real de Concepción y Encarnación. Hacia 1890 el Colegio Nacional de Enseñanza Secundaria funcionaba bajo la dirección del médico Díez Pérez. En 1894, Pilar contaba con la Escuela elemental de Niños (1ª clase), director Juan B. Benítez, Escuela de Niñas, a cargo de Brígida Bareiro y Silveria Prieto y el Colegio Nacional bajo la dirección de Policarpo Ríos. J. Natalicio González y Pablo Max Insfrán, en “El Paraguay contemporáneo”, recuerdan que en 1929 Pilar contaba con un Colegio Nacional que funcionaba hasta el tercer curso, una Escuela Normal y varias escuelas graduadas y rurales. A principios de 1900 comenzó la construcción de un local propio del Colegio Nacional que se habilitó en 1904. Con anterioridad las clases eran dictadas por el maestro Manuel B. de Mendoza, pilarense diplomado en Asunción.

Este edificio fue, sucesivamente, sede del Colegio Nacional, de la Escuela Normal de Profesores Nº 7 de la Unidad militar y por último del Colegio Técnico “JUAN XXIII”. 110

El nuevo local del Colegio Nacional tenía cinco salas de aulas con pupitres para los niños. Como directora fue designada Catalina Banarra, vice directora Natividad Ferreira, maestras de grado: Eustacia Araujo, Octavia Alonso, Victoria Céspedes, Evarista Prieto y Raquel Céspedes. El Colegio Nacional de Pilar se transformó posteriormente en Escuela Normal Superior el 15 de marzo de 1926 a iniciativa del legislador pilarense Narciso Méndez Benítez. Fue su primera directora María Clotilde de León. Para su inauguración se contó con la presencia del calificado pedagogo paraguayo profesor Ramón I. Cardozo, Director General de Escuelas. A María Clotilde le reemplazó el profesor Adolfo Avalos, bajo cuya dirección se creó el kindergarten y se hizo la organización completa de los cursos y grados. Al profesor Avalos le sustituye el profesor Serviliano Alonso Peralta, bajo cuya dirección se amplió el local de la Escuela Normal de Profesores Nº 7, en 1938. Entre los vice directores estuvieron Sabino Espinoza Núñez, Santiago Sánchez, Manuel B. de Mendoza y Delfina Jiménez. Manuel B. de Mendoza, padre de la cantante lírica pilarense Sofía Mendoza, ejerció también la cátedra en el Colegio Nacional de Pilar. La escuela Normal fue trasladada al predio del actual Centro Regional de Educación “Mariscal Francisco Solano López”. El 10 de mayo de 1963, el Parlamento Nacional otorgó en donación a los Sacerdotes Redentoristas el viejo inmueble de la escuela Normal de Profesores Nº 7. La entrega oficial se hizo el 23 de noviembre del mismo año, allí empieza a funcionar la Escuela de Artes y Oficios JUAN XXIII, actual Colegio técnico privado subvencionado JUAN XXIII, de la FROSEP.

Testimonios de aquellos tiempos. En la búsqueda de otras referencias de aquellas primeras instituciones educativas de Pilar, fueron muy interesantes los aportes de Rolando Benítez Azzarini, Miguel Aureliano Troche y Gilda Olmedo de Quintana. Prof. ROLANDO BENÍTEZ AZZARINI “Mis padres, Pedro Gerardo Benítez y Severa Catalina Azzarini de Benítez, fueron alumnos del Colegio Nacional que funcionaba en el edificio que pertenece a la familia Candia, (Tacuary y Teniente René Ríos). Se estudiaba hasta el tercer curso”, recuerda el profesor Rolando Benítez Azzarini.

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El dueño original del edificio fue el parlamentario pilarense Narcisco Méndez Benítez, quien vivía en Asunción, vendió a los Gastiaburo, luego pasa a ser propiedad de la familia Candia Fretes. El Colegio funcionó posteriormente en el edificio de propiedad estatal, sede actual del Colegio técnico JUAN XXIII. Es reemplazado por la Escuela Normal Nº 7, donde el profesor Rolando Benítez se recibió como “maestro normal” en el año 1953 y como Profesor Normal Superior en 1958 ya en un nuevo local ocupado actualmente por el Centro Regional de Educación “Mariscal Francisco Solano López”, que unió al ex Colegio Nacional, ex Escuela Normal, la ex Escuela Nacional de Comercio y la escuela primaria. Rolando va más atrás en el tiempo, para referirse a su abuelo don Juan Francisco Azzarini, “el primer boticario de Pilar, destilaba las hierbas medicinales para preparar sus propios remedios para la gente”. Vivía en la casa ubicada en la esquina de Mariscal Estigarribia y Teniente René Ríos, lado Norte de la manzana de la actual oficina central de COPACO. Don Azzarini, italiano, se casó con la pilarense Cecilia Cabral, “primera partera de Pilar”. Los que nacían con ella “pasaban a ser sus ahijados”, además tenía licencia de la Iglesia para administrar “agua de socorro” antes del bautismo, señala también el profesor Benítez Azzarini. Doña Severa, su madre, era una conocida y reconocida partera pilarense, y por tan noble trabajo se había ganado el cariño de la comunidad. Rolando Benítez comenzó a enseñar en el tercer grado en la escuela ECUADOR, “una ruina”, “era una gruta” al costado de la librería El Colegial, frente al Centro Regional. Fue director por cinco años de la Escuela “San Miguel”, nombre que recibió la escuela “Ecuador” al instalarse en su local definitivo, donado por don Miguel Meza. Fue también Supervisor de Enseñanza Primaria de Ñeembucú entre 1970 y 1988, cuando se jubiló con un sueldo de 78.000 guaraníes. Estaba a su cargo la atención de 140 escuelas, fundó 10 escuelas y para otras cincuenta gestionó la creación hasta el sexto grado. Debía atender todo el departamento, en los tiempos en que Yabebyry (Misiones) todavía pertenecía a Ñeembucú.

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Una de las primeras sedes del Colegio Nacional de Pilar (1900) – Residencia “Doña Benefrida”, Tacuary y Teniente René Ríos. Foto Mauricio Acosta.

AURELIANO TROCHE, docente A don Aureliano Troche se lo menciona en uno de los ejemplares del periódico EL DISTRITO XX en el año 1916, como docente del Colegio Nacional de Pilar. Y la primera pregunta a la arquitecta Silvana Troche: ¿es tu pariente?, y la respuesta: “era mi abuelo, el papá de mi papá”. Y fotocopia va, fotocopia viene, una de las cuales llega a manos de su emocionado hijo Don Miguel Aureliano Troche, conocido profesional carpintero de la comunidad. La consulta obligada fue a don Miguel Aureliano, laureleño,( 90 años en 2014) para conocer mejor a su padre, el profesor Aureliano Troche, quien se recibió de profesor en el Colegio San José de Asunción, junto con otros pilarenses. Enseñó primero en Pilar, después en Laureles, donde fue director de escuela, también fue Juez de paz en la misma localidad. Fue oficial instructor de tropa durante la guerra del Chaco. Al término de la guerra ejerció como director en la escuela de Ybycuí (Paraguarí), en la escuela de San Juan Nepomuceno y en la escuela de Yuty (Caazapá). Enseñó durante 49 años. Separado de su madre doña Sofía Miguelina Couseiro Avalos, de nacionalidad argentina, don Miguel cuenta que su padre, Aurealiano Troche formó nueva familia en Ybycuí. Desde entonces, don Miguel Aureliano nunca más contactó con él. Murió en Yuty. Miguel Aureliano vivió con su abuela doña Nicolasa Avalos en Laureles, en una casa ubicada frente a la escuela. Su abuelo don Antonio Causeiro, había muerto camino a 113

Pilar a la edad de 46 años cuando estaba siendo trasladado en carreta gravemente enfermo. Don Miguel Aureliano Troche tiene su propia historia.

“Toda mi vida fue trabajo. Che apena ayapó cuarto grado Laureles pe. Desde que tengo memoria trabajé y sigo trabajando sin descanso”. En 1936 fue a la Argentina. En 1942 se inscribió en el distrito de Humaitá para cumplir con el servicio militar obligatorio. Mil 500 reclutas viajaron en barco a Asunción, recuerda a Mariano Barreto y “Kiriki” Díaz entre algunos pilarenses. Se alistó en la Marina, donde permaneció hasta 1943. Sobre el oficio de carpintero dijo que aprendió en el cuartel en Bahía Negra (Chaco) y le valió varios ascensos. Estaban con él en tan inhóspita región, Andrés Torres de Tacuaras, José Domingo Rojas de Guazú Cuá, José Gregorio Coronel de Isla Ro’y, Villalbín. En Asunción trabajó en una carpintería ubicada al lado del Cine Roma. Sus patrones le hablaron de la posibilidad de viajar a Pilar, la primera escala fue San Juan Bautista de las Misiones, donde hicieron muebles para un matrimonio. Viajó a la Argentina, a la edad de 24 años. Se asoció con un carpintero de Corrientes, dedicándose a lustrar muebles y tomó como especialidad el lustre de pianos, de 1946 a 1950, cuando llega a Pilar, a la edad de 30 años. Se casó con la pilarense Silvana Guillermina Servín, hija del profesor Marcos Servín y de Gabina Zarza. Finalmente recuerda a sus hermanas: Angélica Troche, quien se jubiló en el Banco Nacional de Fomento, la profesora Elena Troche (murió de parto en Corrientes) y la profesora Lilia Troche, jubilada como directora de la Escuela San José Artesano del Barrio Obrero de Pilar. Profesora Gilda Olmedo de Quintana – Doña “Kitú”

Los recuerdos de su niñez se remontan a las primeras instituciones educativas de la ciudad. Desde el Kindergarden y hasta el tercer grado, hizo en la primaria de la Escuela Normal de Profesores Nº 7. “Nosotros teníamos que pasar por frente a la oficina de la Vice directora, a quien teníamos que saludar obligatoriamente. Sobre su mesa estaban todos los cuadernos con los deberes que ella misma revisaba, hasta si estaban bien corregidos por la maestra”. También fue alumna de la famosa escuela “Mandi’ó” en el cuarto grado, y entre sus ex compañeros recordó a “Tormenta” Mellone y a Nicolás Mellone, quienes constantemente se escapaban del grado para vagar por los barrios. Dicha escuela funcionaba entonces en una casita en el fondo de un patio propiedad de la familia Benítez Fernández, entre Avenida Antequera y calle Teniente Fosatti, barrio Loma Clavel. 114

Doña Kitú tiene tan buena memoria a sus 86 años (2013), que mencionó a sus primeras maestras. Del primer grado la profesora Angela Rébori, segundo grado la profesora Bienvenida Parra, tercer grado la profesora María Paiva, del cuarto grado la profesora Visitación Ramírez, el quinto grado la profesora Escudero, y en el sexto la profesora Nita Escudero. Por la noche funcionaba también la Escuela de Comercio, bajo la dirección de Alcibiades Quintana dos Santos, hermano de su esposo el escribano Arnulfo Quintana. Recuerda que la Escuela de Comercio fue fundada en el año 1942 por el maestro y escritor Ramón Viveros, nacido en Yabebyry en 1912. Los primeros egresados de la Escuela Normal eran “MAESTROS”, “de los mejores”. El profesorado (para la secundaria) se hacía solamente en Asunción, hasta que en Pilar se crea el nivel Normal Superior. Señaló que estas maestras “eran inamovibles”, enseñaban por años en un mismo grado y por eso “estaban bien entrenadas por la experiencia y práctica que tenían”. En la Escuela Normal se enseñaba también música en un salón ubicado sobre la calle Mello, siendo una de las instructoras la profesora de piano doña Tecla Tómberli, y también la profesora Sara Silva de Ashwell, pianista y compositora. Ya estaba en construcción el edificio al que se trasladó la Escuela Normal, el pabellón Norte de dos plantas del Centro Regional de Educación, cuando en la revolución de 1947 fue ocupado por los pynandí colorados, quienes según la profesora Gilda incursionaban en su casa y de los otros vecinos creando zozobras y llevando todo lo que encontraban. Nelson Walder del Valle, quien sería luego esposo de su hermana Arminda, también maestra, era entonces el vice director de la Escuela Normal. Lo tomaron preso y lo mandaron al exilio, a la República Argentina. La profesora Kitú se recibió de maestra en 1945 y comenzó a ejercer en 1946 en el cuarto grado en la misma Escuela Normal, también enseñó en el primer grado. Fue víctima de la persecución de la dictadura de Alfredo Stroessner contra los educadores que no querían afiliarse al partido colorado, trámite que debían hacer obligatoriamente todos los funcionarios públicos. “En 1962 me echaron del magisterio justo cuando comenzamos a votar las mujeres, estando como profesora en la Escuela Normal – ya en su nuevo local – y en el bachillerato del Colegio SANTO TOMAS. Era demasiado pecado no ser colorada”. Nunca pudo recuperar su cargo. Doña Kitú estaba también especializada como profesora de Educación Física, y cada año presentaban exhibiciones gimnásticas con los alumnos, actividad que gustaba mucho a la comunidad pilarense. 115

En el año 1949, contrajo enlace matrimonial con el escribano Arnulfo Quintana, y preguntada sobre alguna foto de la celebración en la Iglesia de la Virgen del Pilar, dijo que “no podíamos darnos el lujo para sacarnos una foto” por la precariedad económica en que se encontraban, ella sin trabajo y su esposo en los comienzos de su trabajo como escribano. Plaza Mariscal López. Entre 1920 y 1930, la actual plaza Mariscal López estaba cercada con una alambrada, y en las esquinas contaba con portones giratorios, según la descripción hecha por la profesora Gilda Olmedo. Los primeros juegos infantiles fueron montados por el entonces Intendente Serviliano Alonso Peralta. Era el lugar preferido por los alumnos de la Escuela Normal, antes de regresar a casa. La presencia de soldados de la Policía era suficiente para salir corriendo. “Nos corrían los policías, les teníamos un miedo!”, dice doña Kitú, quien señaló además que los agentes con sus recorridas ejercían mucho control sobre la presencia de los niños en las calles de Pilar. Aún así, no perdían la oportunidad de hacerse una escapada al parque antes de volver a sus hogares a la salida de la escuela. La plaza de Armas, era un enorme baldío que servía de cancha de fútbol.

Cancha de fútbol – plaza de Armas –jugadores y dos elegantes caballeros - frente a la Escuela Normal década 1930

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CAPITULO VIII PINTURAS Y PINTORES DE PILAR “La pintura de pincel femenino surge en Pilar alrededor de 1920, de manos de Ramonita Silva y Rosalía Alliana. Desde entonces, se han venido sucediendo en la comunidad figuras que se destacan por sus propios méritos dentro de la plástica, dejándonos un ejemplo de vida y en el arte”. Esto lo expresó la Lic. María Esther Flores de Antola, directora del Instituto de Bellas Artes de la Facultad de Ciencias Aplicadas de la Universidad Nacional de Pilar y destacada pintora humaiteña, en la exposición de cuadros habilitada en nuestra ciudad, con motivo del Bicentenario de la Independencia del Paraguay, en mayo 2011. Agregó que “Esta muestra, por un lado, recuerda los inicios de la pintura artística en Pilar y su desarrollo a través de varias generaciones; el papel cumplido por cada uno de ellos, lo que significó su obra en sí como cifra de personalidad y también, como prueba de los valores alcanzados a través de los años”. A continuación, las biografías de los pintores y pintoras pilarenses cuyas obras formaron parte de la exposición realizada en el local de la Facultad de Ciencias Aplicadas de la UNP.

RAMONITA SILVA CACERES Nació en Pilar a finales de 1800. Sus padres fueron Fermín Silva y Justa Cáceres de Silva. Tuvo ocho hermanos. Familia culta, amante del arte, especialmente de la música. Ramonita ejecutaba el violonchelo, su hermana Elvira, el piano, y otro hermano la bandolina. Acostumbraban a ofrecer conciertos en la casa familiar, entre la escuela Cristo Rey y el campanario de la Basílica de la Virgen del Pilar. Su infancia y gran parte de su adolescencia transcurrieron en Pilar. Como pintora fue autodidacta. Luego viajó a Buenos Aires donde estudió. En Asunción fue discípula del prestigioso pintor Roberto Holdem Jara, quien quedó impactado por su talento. Regresó finalmente a Pilar, dedicándose a la enseñanza del dibujo y la pintura. Uno de sus discípulos fue el Dr. Arnaldo Benítez Azzarini. De esa época datan algunos de sus cuadros que se encuentran en algunas casas particulares y en el Club Deportivo Pilarense, entidad de la cual fue una de sus fundadoras. Ramonita, pintó paisajes y retratos. Para su cuadro, La Naranjera, tomó como modelo a Lucila, una de las empleadas de la estancia de Garros Cué – Tacuaras. Manejaba el pincel con destreza, sus cuadros marcan el inicio de la pintura en nuestra ciudad. “Se puede decir con orgullo que la pintura pilarense surgió de sus manos hacia 1920”. Falleció en Asunción en el año 1969. 117

Oleos de Ramonita Silva

ROSALIA ALLIANA DE MONTRONI. Nació en Pilar en 1908, hija de Ricardo Alliana y Rosa Steffani de Alliana, ambos italianos. Desde pequeña se sintió atraída por el arte. Viaja a Italia usufructuando una beca concedida por el gobierno de dicho país. Tenía entonces 20 años de edad. Estudia pintura con destacados profesores y comienza una vasta producción. Se especializó en Historia clásica romana y en restauración de obras de arte. Participó en los trabajos de mantenimiento de la Capilla Sixtina en el Vaticano, sobresaliendo en el difícil campo de la restauración por su gran habilidad para restaurar piezas antiguas. “Es la primera restauradora pilarense, y junto a Ramonita Silva, son las precursoras de la pintura en Pilar” Falleció en Italia en el año 1996. Según el profesor Rolando Benítez, Rosalía había hecho la restauración de dos pinturas que estaban en la residencia de Luciano Granada, una de Don Carlos Antonio López y otra del Mariscal Francisco Solano López, y que en forma prepotente, había sustraído un personaje venido de Asunción décadas atrás. La comunidad pilarense reclama su recuperación.

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Cuadro pintado por Rosalía Alliana

FAUSTO RAMON SANCHEZ, “Maestro” Hacia fines de 1949 se destaca el nombre de Ramón Sánchez, más conocido como “Maestro Sánchez”. Las manos masculinas se emparejan con las femeninas en fervor creativo, en valores plásticos y significativos”. Nació en Pilar el 6 de septiembre de 1930. Maestro Normal Superior y Profesor Normal, egresado de la Escuela Normal de Profesores No 7. Enseñó en la primaria, en el colegio Santo Tomás y en el Centro Regional de Educación “Mariscal Francisco Solano López”, donde se jubiló. Como pintor. Le gustaba dibujar y pintar en sus horas libres. Autodidacta, realizó excelentes cuadros que están distribuidos en numerosas casas particulares y hoteles de nuestra ciudad, y en la que fuera su residencia en Yegros casi 14 de mayo. Amante de la caza y de la pesca, plasmó el paisaje natural que recorría en varios de sus cuadros.

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Sus temas son variados, pintó paisajes, bodegones, flores, animales, bailarinas, retratos. Le gustaba realizar reproducciones de pinturas clásicas. “Maestro” Sánchez incursionó también en la artesanía, el teatro de revista y en el coro de la Iglesia de la Virgen del Pilar. Fue un excelente artista, un hombre de vasta cultura. Falleció el 14 de abril de 1994.

Pintura de “Maestro Sánchez”

Oleos de “Maestro” Sánchez – años 1989 y 1993– colección José Félix dos Santos Pesoa 120

Otros pintores Posteriormente aparecen otros pintores, discípulos de los anteriormente mencionados, como Arnaldo Benítez Azzarini “Chiqui”, Darío Brizuela Servín, Mario Stete Dávalos “Chiquitón”, Ramón Vázquez Fernández y Mario dos Santos. A partir de 1997 nace una nueva generación de pintores, como Lorena dos Santos de Tirabosco, Rodolfo Jiménez y Martín Báez, entre numerosos otros.

RAMON VAZQUEZ FERNANDEZ Nació en Mburicá – Tacuaras el 21 de junio de 1947. Fueron sus padres Francisco José Vázquez y Elisa Fernández de Vázquez. Estudió Artes Plásticas con Ramón Fausto Sánchez y la pintora chilena Sara Maldonado de Fonseca. Trabajó en Manufactura de Pilar como dibujante de estampados. Desde 1985 realiza tallados en madera, trabajos en yeso, cemento y arcilla. En 1989 trajo a Pilar el monumento a la Madre, estatua de línea moderna realizada en Corrientes a pedido del Centro Pilarense de Buenos Aires. Esta estatua se encuentra ubicada en el Barrio Obrero, sobre la calle 14 de mayo y barranco del arroyo Ñeembucú. Desde 1997 trabaja en la ornamentación escultórica de plazas y avenidas de Pilar, de pueblos del interior del departamento de Ñeembucú y de otras zonas del país. En su taller de arte, en el barrio Crucesita, se dedica también a la enseñanza de las artes plásticas. Egresado del Colegio SANTO TOMAS, cursó la carrera de Medicina en Corrientes hasta el quinto año. Tuvo que regresar para cuidar a su madre enferma hasta que ella falleció. Este tiempo aprovechó para dedicarse de lleno al arte, la pintura, la escultura y a escribir poemas y la historia de Pilar. Ramón Vázquez fue catedrático del Centro Regional de Educación de Pilar, orientador responsable por diez años del Taller de Artes de la Municipalidad de Pilar, poeta, escritor. Como actor participó en varias obras teatrales.

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María Ester Flores junto a un cuadro pintado por Ramón Vázquez

ARNALDO GERARDO BENITEZ AZZARINI “CHIQUI” Nació en Pilar el 5 de febrero de 1941. Egresado en 1963 del Colegio Santo Tomás, y en 1970 de la Facultad de Odontología de Montevideo, Uruguay. Se inicia en la pintura al óleo con la pintora pilarense Ramonita Silva en 1960. Intensifica sus estudios en el Uruguay. Con el profesor Esteban Garino estudió dibujo artístico en 1966; con la profesora Lucía Franck, presidenta del Círculo de Artistas Plásticos del Uruguay, estudió pintura al óleo y dibujo artístico. El estilo de su pintura es figurativo y abstracto. Utiliza la técnica del pincel y la espátula, también incursionó en el pastel. Cuenta con más de 120 cuadros. Sus obras se encuentran en Buenos Aires, Montevideo, Dinamarca y Australia, así como en el Paraguay.

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Cuadros de “Chiqui” Benítez Azzarini

LUIS DARIO BRIZUELA SERVIN Nació en la sexta compañía Medina de Pilar el 21 de junio de 1941. Profesor de matemáticas, inglés, física. Artista plástico, artesano, Maestro Normal Superior egresado de la Escuela Normal de Profesores Nº 7 de Pilar. En Artes Plásticas, hizo estudios de dibujo y acuarela en Kiswaukee Collage de Estados Unidos. Sus obras. “Buen dibujo, equilibrio de formas, perspectiva y excelente técnica de terminación, hacen de sus acuarelas y cuadros terminados en lápices de colores, hermosas estampas de nuestra cotidianeidad, de nuestras costumbres, y buena combinación en bouquet de flores. “Las obras del profesor Darío, quien representa tal vez a uno de los contados cultores de la difícil y espontánea técnica de la acuarela en nuestro ambiente, tienen una prolijidad destacable, un acabado sutil, y muy profesional balance armonioso de colores”, en la descripción que hizo María Esther Flores. Falleció en Pilar en el año 2011.

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Pinturas del profesor Luis Darío Brizuela Servín

MARIO FRANCISCO STETE DAVALOS “Chiquitón” En su adolescencia estudió dibujo y pintura en una Escuela de Arte que funcionaba en el colegio técnico JUAN XXIII. Fue alumno de la profesora chilena Sara Maldonado de 124

Fonseca, quien durante algunos años impartió clases de dibujo y pintura en Pilar. Luego hizo estudios con “Maestro” Sánchez, incursionó en el campo de la acuarela. La técnica utilizada por “Chiquitón”, el pincel y la espátula. Pintó retratos, paisajes y flores. Nació en Pilar el 4 de octubre de 1945. Egresado de la Escuela Nacional de Comercio, ejerció la docencia en la misma institución y en la Escuela Normal de Profesores Nº 7, con las cátedras de Dibujo, Contabilidad y Protocolo. Técnico en Psicología egresado de la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional de Asunción. Era muy conocido en el medio como coiffure, sobresaliendo como asesor de imagen, de protocolo, peluquero estilista, maquillista para cine, teatro y televisión, contando igualmente con estudios superiores sobre decoración. Falleció en Pilar, en el año 2013.

Retrato al óleo perteneciente a “Chiquitón” Stete Dávalos (+), año 1966

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Pintura de Mario “Chiquitón” Stete Dávalos – año 1966

MARIO ANTONIO DOS SANTOS SILVA Sus temas preferidos son los retratos y los paisajes sobre relieves. Muy conocidas son sus pinturas de la ribera del río Paraguay y del arroyo Ñeembucú, lugares de su recorrido y aventuras en tiempos de su niñez. Nació en Pilar el 8 de julio de 1952. Aprendió a dibujar con la profesora Irene, cuando estaba en la primaria en la escuela Cristo Rey. En el espacio denominado “Otras Actividades” del colegio Santo Tomás, recibió clases de pintura al óleo con “Maestro” Sánchez. Sus obras son presentadas en las diferentes exposiciones artísticas de Pilar. Sus cuadros se encuentran además en Asunción y en Italia.

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Mario dos Santos, en su atelier terminando un cuadro Las pinturas de Mario son figurativas. Tiene retratos hechos a lápiz, óleo y pastel. Dibujante textil en la sección Estampadora de Manufactura de Pilar S.A., donde se desempeñó también como jefe de diseño y gerente de estampado. En 1993 instala en la empresa el sistema CAD de diseño, uno de los primeros computarizados de diseño en toda América del Sur. Es uno de los creadores del museo “Paolo Federico Alberzoni” en la residencia del fundador y propietario de la importante industria textil. En sus tiempos libres sigue dedicándose a la pintura.

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Pintura de Mario dos Santos Silva

Pintura de Mario dos Santos Silva 128

LORENA DOS SANTOS DE TIRABOSCO Nació en Pilar en noviembre de 1968. Egresada del Colegio Nacional de Pilar y de la Facultad de Medicina de Corrientes, donde está radicada. Es médica psiquiatra y docente universitaria. Alumna durante varios años del taller de la prestigiosa profesora Luciana Zappa en Corrientes. Realizó cursos de pintura con la profesora Silvina Belcastro, con Patricia Turtu y Ana Gyurinovich de Buenos Aires. Utiliza técnicas de pintura al óleo, acrílica y técnicas mixtas, dentro de un estilo realista. Resaltan sus cuadros de rosas y otras flores, bodegones, paisajes, vasijas indígenas.

Pintura de Lorena dos Santos

RODOLFO BALTAZAR JIMENEZ PAREDES Nació en Pilar el 6 de enero de 1968. Hijo de Eliseo Jiménez Ruíz Díaz y Beatriz Paredes. Egresado de mecánica general del Colegio Técnico Juan XXIII y Bachiller Comercial del Centro Regional de Educación “Mariscal López”, con estudios de informática en la Universidad Nacional de Pilar. 129

Pintó y dibujó desde niño. Estudió inicialmente artes plásticas con “Maestro” Sánchez, y luego dibujo y pintura en el taller de la profesora María Esther Flores. Su estilo es figurativo, pinta bodegones, animales y paisajes. Se destacó en la pintura de retratos de personas mayores y de niños. Impacta la pintura del rostro del Padre Federico Schiavón. Falleció en el año 2015.

Padre Federico Schiavón, pintado por Rodolfo Jiménez

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Cuadro al óleo de Rodolfo Jiménez

Cuadro al óleo de Rodolfo Jiménez

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Ruinas de Humaitá – pintura de Rodolfo Jiménez

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Escultura – otra faceta artística de Rodolfo Jiménez

MARTIN FERNANDO BAEZ RIOS Pertenece a la nueva generación de pintores pilarenses. Nació en Pilar el 2 de junio de 1986. Egresado del Colegio Técnico JUAN XXIII y del Centro Regional de Educación “Mariscal López”. Técnico en Diseño Textil e Indumentaria egresado de la Facultad de Ciencias Aplicadas de la Universidad Nacional de Pilar. Estudió pintura al óleo en el taller de la profesora María Ester Flores. Tiene numerosos trabajos realizados, su estilo de pintura preferido es el abstracto.

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Pinturas de Martín Fernando Báez Ríos

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MARIA ESTER FLORES DE ANTOLA

Agregamos en esta sección a MARIA ESTER FLORES cuyas obras pictóricas son muy apreciadas y exhibidas en varias partes del mundo. A su iniciativa se realizó la muestra dedicada a las pintoras y pintores pilarenses que forman parte de este capítulo. Maria Esther nació en Buenos Aires (Argentina) el 25 de febrero de 1958. Realizó sus estudios primarios en la Escuela “Eloy Fariña Núñez” de Humaitá, el bachillerato en el Colegio “Santo Tomás” de Pilar. Ingresó a la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional de Asunción, egresando con el título de Licenciada en Ciencias y Letras. De la Escuela de Bellas Artes, también de la UNA, egresa como Profesora Superior de Artes Plásticas, con medalla de oro. Gana una beca para seguir sus estudios de pintura en la ciudad de Florencia (Italia). Fue docente de la Escuela de Bellas Artes de Asunción durante cinco años. Participó con sus pinturas en exposiciones realizadas en Asunción, en la Escuela de Bellas Artes, en el Centro Cultural Juan de Salazar, en la Dirección de Turismo y Banco de la Nación Argentina. Anualmente expone junto con otros destacados pintores en la muestra que anualmente se realiza en el marco de los festejos de aniversario de la fundación de Pilar y el día de su Santa Patrona. Es profesora de pintura en su taller particular en Pilar. Dictó igualmente cursos de artes plásticas para docentes de escuelas y colegios. La pintura figurativa marca su estilo. Sus obras reproducen la realidad exterior. Pinta diversos temas como paisajes, bodegones, figura humana, retratos, siendo el paisaje su favorito. La mayoría de los trabajos de María Esther Flores están hechos al óleo. Utiliza además otras técnicas como la tinta, pastel, lápiz, carbonilla, témpera, acuarela y técnica mixta. Sus obras se encuentran en Paraguay, Argentina, Brasil, Chile, Cuba, Estados Unidos, Israel, Japón y España.

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P

Pinturas de María Ester Flores: paisajes y ruinas de Humaitá

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CAPITULO IX JUANITA PESOA SOSTOA y ELISA ALICIA LYNCH. La historia de las dos mujeres del Mariscal Francisco Solano López no puede contarse por separado. Sus vidas estuvieron fuertemente unidas por el lazo común con el héroe máximo de nuestra nacionalidad, por los hijos que tuvieron y se dice, por la amistad y simpatía que ambas se tenían, principalmente en los tiempos de infortunio de la Patria. La relación de Juanita y el Mariscal continuó en plena guerra, en Ñeembucú y al integrar “la caravana de carretas” de doña Juana Pabla Carrillo Vda. de López, junto con sus hijos y principalmente después de migrar hacia Asunción tras la primera orden de evacuación de la Villa del Pilar. José Félix, el último hijo de Juanita Pesoa con López, formaba parte del grupo de Madame Lynch hasta Cerro Corá, donde fue asesinado por los soldados brasileños. José Félix, hijo menor de Juanita, y Federico Noel, hijo de Elisa Lynch, nacieron en 1860, es decir en el mismo año. Federico falleció en 1904, a la edad de 44 años. El Mariscal Francisco Solano López quedó prendado de la pilarense Manuela Juana Paula Pesoa, más conocida como JUANITA PESOA, cuando estuvo en Pilar comandando una fuerza militar, alrededor de 1845. Entre viaje y viaje a Ñeembucú, llegaron a tener tres hijos, dos varones y una mujer. La pareja oficial de López después de su retorno de Europa como embajador del Paraguay, fue la irlandesa Alicia Elisa Lynch, a quien trajo ya con un hijo en brazos, Juan Francisco “Panchito” inmolado con su padre en Cerro Corá después de rechazar una intimación a rendirse diciendo que “un coronel paraguayo no se rinde”. Madame Lynch fue madre de siete hijos reconocidos por Solano López. Juanita Pesoa fue hija de Doña Dejesús Sostoa de Pesoa, descendiente por línea paterna de Juan de Jara, considerado el organizador de la Villa del Pilar, cuya fundación fue dispuesta en 1779 por el Gobernador Pedro Mello de Portugal y Villena. El primogénito de López, con Juanita, Emiliano Víctor nació en 1850, mientras que el hijo mayor con Elisa Lynch nació en 1858. El último hijo de López y Juanita, José Félix nació en 1860 cuando Elisa Lynch ya era presentada como su mujer oficial en la sociedad asuncena. Emiliano Víctor estudiaba en Europa y también se trasladó a Estados Unidos, durante la guerra. A su término, fue uno de los principales apoyos que tuvo Elisa Lynch, criando a sus hijos pequeños en su exilio europeo y realizó 137

Emiliano Víctor López Pesoa, hijo mayor del Mariscal y Juanita 138

infructuosas gestiones para recuperar sus bienes que le fueron confiscados tras la ocupación de los aliados. El primogénito del Mariscal López regresó al Paraguay en 1874. Murió un año después en Pilar a la edad de 25 años. No dejó descendencia. Cuando comenzó la guerra tenía 15 años. Alicia Lynch estando en Río de Janeiro (Brasil), envía una carta a Emiliano, fechada el 1º de julio de 1875: “He sabido hace pocos días que estaba muy

enfermo, aún de gravedad. Esta noticia me ha causado un profundísimo pesar, lo mismo que a Rosita y Enrique. Todos hacemos los más fervientes votos por tu pronto y completo restablecimiento, Dios quiera que no tarde porque su enfermedad nos tiene con demasiado cuidado y pena. Cuídese mucho y háganos el favor de darnos pronto sus noticias, que tanto deseamos”. (Fuente: Las Residentas. El rol de la mujer paraguaya en la Guerra Grande. Noelia Quintana Villasboa (Tomo II, julio 2015).

López reconoce a sus hijos con Juanita y Madame Lynch El 4 de junio de 1865, poco antes de partir hacia el teatro de la guerra, el Mariscal Francisco Solano López reconocía a sus hijos y los instituía como herederos. Documento: “… Reconozco como hijos míos: Emiliano Víctor, de 15 años; Adelina Constanza, de 14 años y José Félix, de cuatro años, que he tenido de Juana Pabla Pesoa, y Juan Francisco, de 10 años; Enrique Venancio, de siete años; Federico Morgan Lloyd, de seis años, y Leopoldo Antonio, de tres años, que he tenido con doña Elisa A. Lynch, los cuales llevarán en seguida mi nombre, y como tales, mis hijos legitimados los instituyo herederos míos”. Después de la firma de este documento, Madame Lynch da a luz a Miguel Marcial, “durante la guerra, en plena batalla de Tuyutí”. Otra hija de Elisa Alicia, Corina Adelaida, murió a los seis meses de edad, el 14 de febrero de 1857. Leopoldo moriría poco después de firmada la escritura de reconocimiento. En el documento no figuraba el nombre de ROSITA CARRERAS “públicamente conocida como hija de López”, y con toda la familia del presidente llegó también hasta Cerro Corá, además le acompañó a Madame Lynch en su exilio a Europa. En el momento de la masacre en Cerro Corá, fueron hechos prisioneros Elisa Alicia y sus cuatro hijos menores. Sobrevivieron a la guerra y acompañaron a su madre a Europa Enrique Venancio, Federico Joel, Carlos Honorio y Miguel Marcial.

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López donó todos sus bienes, derechos y acciones personales a Madame Lynch, en un documento que firmó en el cuartel general de Pikysyry, el 23 de diciembre de 1868. (Fuente: “El lustro terrible”, de Anastasio Rolón Medina y suplemento ABC Color en el sesquicentenario del natalicio del Mariscal López, sobre reconocimiento y herencia). ADELINA CONSTANZA LOPEZ PESOA Adelina Constanza murió, enferma de viruela negra, a la edad de 17 años el 3 de febrero de 1868, en Tobatí. El comandante general de armas Venancio López en un despacho informaba a su padre, el Mariscal lo siguiente: “Con el más doloroso pesar tengo que dar a V.E. la triste noticia del fallecimiento de Adelina, ocurrido el día 3 de un violento ataque de la epidemia según noticia que hemos recibido a las 6 de esta mañana hora en que también mamá (Juana Pabla Carrillo Vda. De López) había recibido esta infausta noticia que la dejó muy afectada, según acaba de hacerme avisar, causando a toda la familia un profundo dolor la temprana muerte de esta niña, rindiendo a V.E. mi respetuoso y hondo pésame por esta sensible muerte. Según noticia, este terrible flagelo se desarrolla en aquel partido de Tobatí con rigor”. Adelina Constanza residía con su hermano José Félix, de 7 años, juntamente con su madre, en Tobatí. El Mariscal López le respondió a su hermano Venancio lo siguiente: “He recibido el (despacho 33) e inútil es ponderar cuánto pesar me causa la temprana muerte de Adelina, acaecida de una manera tan triste, y siento que haya estado tan huérfana que desarrollándose por tantos días la peste nadie haya habido para mirarla ni para que yo supiera. Ya no necesitará más la oficiosidad de nadie (…) Mil y mil gracias a Mamá por su postrero recuerdo a la memoria de mi malograda Adelina…” También Venancio lamenta no haber tenido noticia suficiente de la epidemia en Tobati y de la salud de Adelina… “y me hace doblemente sensible esta temprana muerte”. El periódico “El Semanario”, de Asunción, en su edición del 8 de febrero de 1868, dedica más de dos columnas al fallecimiento de Adelina Constanza, y reproduce los discursos pronunciados en su sepelio. Sus restos fueron depositados en uno de los panteones del antiguo cementerio de Tobatí, en el actual predio de la escuela “Pedro Juan Caballero”, según escribe Andrés Aguirre en “Acosta Ñú. Epopeya de los Siglos”. El mausoleo de Adelina Constanza fue arrasado y las piedras del mismo y del murallón circundante del camposanto fueron empleados en la construcción de la Iglesia de la Virgen de los Milagros, obra del padre Cobriza.

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Doña Juana Pabla Carrillo que residía en aquellos tiempos en Itacurubí del Rosario, recibía periódicamente la visita de Juanita Pesoa “a la que quería entrañablemente” y vivía en la residencia de la familia Rivarola, frente a la plazoleta de San Roque en Barrero Grande. Su pequeño hijo José Félix paseaba a caballo en las cercanías de la residencia. “Murió en el sacrificio de Cerro Corá al lado de su padre y de su hermano el coronel Panchito López”. Según Aguirre, Juanita usaba un carruaje que llevaba la leyenda: “carretón de Juanita Pesoa”. Abandonado en el lugar tiempo después pasó a poder de Miguel López, luego a Timoteo Solaeche y finalmente a Elías Anabitarte que lo usaba como almacén rodante. Entre las Residentas En agosto de 1868, el Jefe de Policía de Luque, mayor Matías Sanabria, registra la presencia de Juanita Pesoa en el departamento Central. Le hizo entrega del siguiente pasaporte: “Pasa a la Capital doña Juana Pesoa, con dos hermanas y familias, y cuatro sirvientas, con un militar, a objeto de visitar a los valientes heridos que actualmente se encuentran en los hospitales de sangre, para cuyo efecto se les permite dos días de plazo, y el deber de presentarse donde corresponde”. El 31 de marzo de 1869, el juez de paz del partido de Yhû, Francisco Antonio Frutos escribe al vicepresidente Sánchez, donde da cuenta de que “la vecindad ha permanecido siempre en el mejor orden y armonía, de igual modo las destinadas y residentas se hallan a la vez muy contentas, trabajando en la agricultura bajo toda vigilancia ...”. Y agrega lo siguiente: “… y solamente he recibido una carta de comunicación de Doña Juana Pesoa, la cual se sirvió dirigirme el Señor Jefe de Milicias de Barrero Grande por postas para su hermana Asunción Pesoa, junto con otra carta para Francisca Baldovinos, cuyas cartas relatan sobre amistades expresiones y estado de salud”. Una de las últimas referencias que Efraim Cardozo hace de Juanita Pesoa en “Hace 100 años”, es un escrito del “diario del ejército” del Brasil, con fecha 7 de diciembre de 1869, transcribiendo informes proporcionados por prisioneros y desertores paraguayos: “El Capitán Paulo López, con 19 años de edad, ayudante de órdenes de López, hecho prisionero en Jejui-mí, informa que el Mariscal “hace 13 días fue a Panadero, llevando en su compañía a su madre Juana Pablo Carrillo, a Madame Lynch, a D. Juana Pesoa, a la madre del teniente coronel Carrillo, y otras personas”. El diario “La Regeneración” del gobierno provisorio de Asunción en diciembre de 1869, relata la tragedia de los pueblos de campaña con “cuadros sombríos y desconsoladores se presentan a la vista en toda su negra realidad… las familias casi todas no tienen que comer, mueren muchas de hambre”. El ejército de López sufre estas mismas consecuencias. 141

Al finalizar la guerra Juanita Pesoa contrae matrimonio con el coronel Pedro Hermosa, héroe de varias batallas, ayudante de campo del Mariscal López. Murió en Pilar a la edad de 84 años en el año 1916. Sus restos descansan en un pequeño panteón de la familia Torres Pesoa, en el cementerio de Pilar. Los hijos de Juanita. - Emiliano Víctor, 1850-1875 – muere a los 25 años en Pilar - Adelina Constanza, 1851-1868, murió en Tobatí. - José Félix, 1860-1870, 10 años, muere asesinado por los brasileños en Cerro Corá. Después de la tragedia de Cerro Corá, Madame Lynch viaja a Europa, con sus hijos sobrevivientes. En 1885 volvió a Asunción, pasando por Buenos Aires, donde fue saludada por algunas personas que la reconocieron. El gobierno paraguayo se negó a recibirla, y se vio obligada a dejar de nuevo el país, retornando a Europa, para nunca más volver. Enfermó gravemente estando en París y falleció el 24 de junio de 1886 en la más absoluta pobreza a la edad de cincuenta y un años. Solo conservaba un relicario con los cabellos de Francisco Solano López y de su hijo Panchito, que pudo cortar antes de sepultarlos juntos el 1º de marzo de 1870 en Cerro Corá. Sus hijos le construyeron un mausoleo en el cementerio de Pére-Lachairse, cerca de Alfred de Musset, el poeta que más admiró en vida. Sus restos descansan actualmente en un panteón en el cementerio de la Recoleta de Asunción, erigido en 1970. Enrique Venancio Solano López, hijo del Mariscal y Madame Lynch, fue traductor de inglés y francés en el Ministerio de Relaciones Exteriores del Paraguay, cargo al cual renunció el 19 de enero de 1905. También fue Director de la Oficina General de Estadística. El gobierno provisorio de Asunción, decretó el 19 de marzo de 1870 el embargo de todos los bienes de la familia López, incluyendo los de Elisa Lynch.

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Los hijos de Alicia Elisa Lynch. Juan Francisco “Panchito”, 1855-1870, asesinado en Cerro Corá por los brasileños, tras proclamar “un coronel paraguayo no se rinde”. Corina Adelaida, 1856-1857 Enrique Venancio Víctor, 1858-1917 Federico Noel, 1860-1904 Carlos Honorio, 1861-1924 Leopoldo Antonio, 1862- ¿? Miguel Marcial, 1866-1966

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Recuerdos imborrables Los Regalos de Francisco Solano a Juanita En el museo de Isla Umbú, localidad distante 15 km al sur de Pilar, son expuestos objetos que pertenecieron a Juanita Pesoa, como una cama de hierro con badaquín, artísticamente trabajada. El mencionado museo lleva el nombre del Coronel Pedro Hermosa, con quien se casó después de la Guerra Grande.

Museo de Isla Umbú – cama de Juanita Pesoa - foto Mauricio Acosta

Numerosos regalos hizo el Mariscal López a Juanita Pesoa, entre otros, imágenes de la Virgen María y de santos, muebles y joyas que con el tiempo fueron a parar en los museos público y privado, en casas particulares y en la Iglesia de la Virgen del Pilar. Una de las imágenes, es de la Virgen Inmaculada Concepción, que fue obsequiada a los sacerdotes Redentoristas italianos y se encuentra en la cripta histórica de la Basílica de “Nuestra Señora del Pilar”.

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Virgen de la Inmaculada Concepción – Cripta de la Basílica de la Virgen del Pilar

En el museo histórico del Cabildo de Pilar se exhibe una silla con respaldo de cuero repujado con las iniciales del Mariscal López: F.S.L., la que usaba en la casa de Juanita Pesoa. Están igualmente un aparador, una palangana, un sello con las iniciales de su hijo Emiliano Víctor: E.L.P.(Emiliano López Pesoa), su tintero, un sujetador de cartas, y una navaja con dibujos de nácar con sus iniciales, e imágenes de santos.

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En el Cabildo Histórico de Pilar: Crucifijo, San José y Jesús Crucificado, pertenecían a Juanita Pesoa - foto Mauricio Acosta, 2012

En la casa de una conocida familia de Pilar, también se guardan con mucho cariño algunas pertenencias de Juanita: una cama de una plaza hecha en caoba, con cabeceras torneadas. Un nicho que originalmente contenía una imagen de la Virgen del Rosario. Un crucifijo de madera del cual desaparecieron las incrustaciones de piedra que tenía.

Cama, nicho y crucifijo de Juanita Pesoa – foto Mauricio Acosta 2011 145

Los recuerdos de Jonás. Jonás Céspedes, vecino de la calle Alberdi casi avenida Mariscal López, nos cuenta haber visto un montón de imágenes religiosas, en una amplia habitación de la casa de la señora Justa Pesoa Vda. De Torres. En esta casa con corredor en el frente, sobre Tacuary, residían entre otros, Justa Pesoa Vda. De Torres, Elodia Romero, Visitación Romero, Emilio, De la Paz, Constancio Romero y Leonarda, una señora ya muy anciana. Entre las imágenes menciona la de la Virgen Inmaculada Concepción, que el Mariscal López le había regalado a Juanita Pesoa, y que se encuentra actualmente en la cripta histórica de la Basílica “Nuestra Señora del Pilar”, también una imagen de la Virgen de los Dolores, vestida de negro con bordados y joyas de oro, como un prendedor, un corazón con una flecha cruzada. Esa imagen se utilizó en el velatorio de Doña Bárbara De Jesús Céspedes, madre de Jonás, en el año 1966. Según Jonás, la imagen de la Virgen del Rosario era de 60 cm de altura, tenía un vestido color rosa, bordado en oro. Dijo haber escuchado una versión sobre una mesa redonda muy pesada, que estaba en la mencionada casa y que desapareció, y en cuya enorme base céntrica supuestamente estaba escondido un tesoro. Doña Bárbara De Jesús Céspedes, la madre de Jonás, fue por mucho tiempo cocinera de los Sacerdotes Redentoristas de la parroquia de la Virgen del Pilar, primeramente de los de origen norteamericano y luego de los italianos. Ella también vivió la protesta ciudadana creada por el cambio de imagen de la Virgen del Pilar que hicieron los norteamericanos, y que fue rechazado con manifestaciones por la feligresía. LA VIRGEN DEL ROSARIO La imagen de la Virgen del Rosario que Francisco Solano López había regalado también a Juanita Pesoa, está actualmente en el hogar de la señora Agripina Insfrán de Leguizamón, hija del arpista pilarense Vicente Insfrán, más conocido como “Vicente Arco” (+). Le había donado su tía y madrina Doña Visitación Romero (+), una de las personas que residían en la vivienda ubicada sobre la calle Tacuary casi Mariscal López, donde además de las imágenes se guardaban en baúles, objetos de oro y plata y numerosos documentos de la época de los López. Allí llegó a vivir también Juanita Pesoa.

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Virgen del Rosario, regalo del Mcal. López a Juanita Pesoa - foto Mauricio Acosta

“Esta imagen que yo considero es milagrosa, pasó de generación en generación, hasta que me obsequiaron a mí. En realidad, había numerosas imágenes” expresa Agripina en coincidencia con lo relatado por Jonás Céspedes. La Virgen del Rosario le dio su tía Visitación cuando tenía 14 años, en el año 1977. La mayoría de las imágenes vestían lujosas ropas y contaban con joyas que fueron llevadas por un grupo de tres personas supuestamente enviadas por el gobierno en la década del 70, con el argumento de que “pertenecen al Estado”. En relación a la imagen de la Virgen del Rosario, originalmente tenía un bastón y una corona grande de oro, objetos que también fueron llevados por las 147

citadas personas. Doña Visitación, le hizo fabricar un bastón y una corona de plata. Sigue contando Agripina que la imagen de la Inmaculada Concepción que está en la Basílica, fue regalada por su tía al Padre Federico Schiavón. La imagen de la Virgen de los Dolores desapareció. Visitación era muy devota de la Virgen del Pilar cuya imagen se encargaba de vestir. “Siempre rezábamos juntas, mi tía era rubia de ojos azules, una mujer muy hermosa”. Era hermana de padre de la madre de Agripina, Doña Dejesús Morel. La tía Visitación murió cerca de los 90 años. A José, hermano de Agripina, le había regalado una imagen de San José.

Casa “Juanita Pesoa” – foto Mauricio Acosta año 2012

CORONEL PEDRO HERMOSA El Coronel Hermosa nació en Isla Umbú, Ñeembucú. Se alistó en el ejército en 1855, en el arma de artillería. Falleció el 2 de mayo de 1906 en Humaitá. Sus restos fueron trasladados en barco hasta Pilar y sepultados en la actual plaza de los Héroes. Fue, como muchos jefes del ejército paraguayo, “héroe de cien batallas”. Aparece en la defensa de Itapirú, en Paso de Patria, en Curupayty, en Humaitá, al frente de las brigadas de “artillería a caballo”, en San Fernando, en la

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campaña de La Cordillera. En “Hace 100 años”, obra de Efraim Cardozo, está parte de su historia guerrera. Durante un ataque de los aliados desde el banco Purutué (Paso de Patria), resultó herido en el brazo, el 16 de abril de 1866. El 19 de septiembre de 1866 es designado como comandante de la batería del centro en las trincheras de Curupayty. El 24 de septiembre de 1866 son condecorados los héroes de Curupayty, entre ellos el capitán Pedro Hermosa, comandante del tercer regimiento de artillería a caballo. Recibe medallas e insignia de Oficial de la Orden Nacional del Mérito. El 15 de agosto de 1867, todos los cañones de la trinchera de Curupayty estaban al mando del coronel Pedro Hermosa, cuando se produce el paso por primera vez de la escuadra aliada. Los disparos, inclusive con los grandes cañones Acá Verá y Cristiano, hicieron verdaderos estragos en los acorazados, lo que Natalicio Talavera, corresponsal de “El Semanario” presentó como una notable victoria paraguaya. Durante su permanencia en Timbó, en marzo de 1868, López le ascendió nuevamente y le condecoró con la medalla de plata de Riachuelo. Según el coronel Centurión, protagonista principal de la defensa de la fortaleza de Humaitá, fue el coronel Pedro Hermosa, quien estaba al frente de la artillería, en julio de 1868. Relata este hecho: cuando ya se agotaron los pertrechos y buscando evitar la entrada del enemigo dentro de la trinchera “Hermosa baja del caballo y manda cargar hasta la boca otra pieza que se encontraba cerca, con balas de fusil, casco de bomba, pedazos de fusil y bayonetas” causando destrozos entre los atacantes parando su avance. Humaitá comenzó a ser evacuada en la noche del 23 de julio de 1868. El 14 de agosto de 1869 el Mariscal López establece su cuartel general en Caraguatay. A pocos kilómetros “mandó levantar una trinchera, defendida por doce piezas de artillería ligera, con mil doscientos hombres al mando del coronel Pedro Hermosa (…) con el objeto de entretener al enemigo”. El 18 de agosto de 1869, “las tropas aliadas triunfantes en Ñú Guazú (Acosta Ñú) prosiguieron su avance en persecución de los restos del ejército paraguayo, y encontraron tenaz resistencia en la boca del monte de Caraguatay (Caagüyyurú), donde 1.200 hombres al mando del coronel Hermosa fueron arrollados por los atacantes, cuádruple en número”.

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“Casi todos los nuestros que no murieron, dice Centurión, cayeron prisioneros”. El coronel Hermosa cae finalmente en poder de los brasileños, junto a 18 oficiales y soldados que pudieron salvarse de la masacre. Descendiente del coronel Hermosa. Don Clemente Hermosa Vázquez, vecino del barrio Obrero de Pilar, es uno de sus bisnietos, quien nos facilitó otros detalles de su bisabuelo. Dijo que el coronel Pedro Hermosa, tras caer en poder de los brasileños en un monte conocido como “caagüy jurú”, una zona indígena, fue llevado como prisionero de guerra a Río de Janeiro donde vivió cuatro años. Regresó a bordo de un buque de guerra con otras 280 personas. Después viajó hacia Humaitá, a Inglaterra y Francia. A su regreso contrajo enlace matrimonial con Juanita Pesoa, ya mayor. “Pasaba más tiempo en Humaitá, hasta su muerte, y visitaba de vez en cuando a Juanita en Pilar”. Ya no tuvieron hijos. Sin embargo, Hermosa dejó descendientes de su unión anterior con la humaiteña Melchora Negrete. Fueron sus hijos Feliciano Hermosa, el mayor Ezequiel Hermosa, Juan Silverio Hermosa y Agustín Hermosa. Agustín Hermosa se casó con Cayetana Paredes, vivieron en Humaitá. Su hijo Sabá Hermosa contrajo enlace con Ramona Basilicia Vázquez, descendiente de la residenta del 70, Bartola Vázquez. Don Agustín y doña Cayetana, fueron los padres de Clemente Hermosa Vázquez. Según el relato de don Clemente, Juanita Pesoa y Pedro Hermosa se casaron en Asunción en el año 1885 y vinieron a vivir en Pilar. En la década del 70, como un homenaje a su bisabuelo, don Clemente Hermosa donó la espada del héroe militar al museo histórico del Cabildo de Pilar.

Sable de Hermosa, con hoja de acero, vaina de metal y empuñadura de bronce, en el museo histórico del Cabildo de Pilar - foto Mauricio Acosta.

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LOS PESOA JOSE MARIA PESOA Era hermano de Juanita. En el tomo XIII de “Hace 100 años” de Cardozo, se lo menciona de la siguiente manera: “El 25 de febrero de 1870 los coroneles Juan Bautista Delvalle y Gabriel Sosa y el teniente coronel José Romero, acampados con su tropa en la margen derecha del río Amambay, al otro lado de la cordillera”, enviaron una nota al Mariscal López, que se encontraba en Cerro Corá, a la espera del martirio final. El Coronel Juan Crisóstomo Centurión, recuerda en sus “Memorias o Reminiscencias de la Guerra del Paraguay” que “el conductor de esta nota era el sargento JOSE MARIA PESOA, vecino de Villa del Pilar, que fue capturado por el enemigo en el camino cerca de Chirigüelo, ya después de la muerte del Mariscal.

José María Pesoa – con el grado de Teniente.

Firma de José María Pesoa. 1881

Los coroneles Juan Bautista Delvalle y Gabriel Sosa y el teniente Coronel José Romero informaban a López de la resolución que habían tomado: (…) “Vemos que la continuación del presente estado de cosas servirá más bien para el duro 151

aniquilamiento de nuestra nación, bajo el yugo de una voluntad arbitraria y caprichosa sin esperanza de ningún otro resultado más que un prolongado padecimiento de aquellos que aún se encuentran bajo los pies de V.E., nosotros, convencidos de que nuestro deber de patriotismo ya no nos obliga a más sacrificios, renunciamos formalmente seguir causando víctimas en la huella de V.E…”. El mismo Centurión señala que “el sargento mayor JOSE LEON que no estaba conforme con la resolución tomada por consejo de Delvalle, se puso en camino para Cerro Corá. ¡Fue perseguido y muerto!. JOSE FELIX DOS SANTOS PESOA, descendiente de JUAN DE JARA y de los PESOA Más conocido como José dos Santos, preparó un árbol genealógico de su familia en que se muestra su consanguinidad con el organizador de la Villa del Pilar, Juan de Jara quien estaba casado con Angela Rolón. Una de los descendientes de Juan de Jara y Angela Rolón, Dejesús Sostoa se casa con José María Pesoa, de donde surge el parentezco de los Pesoa con el organizador de Pilar. Los campos que José Félix dos Santos Pesoa poseía en la zona de Tacuaras pertenecían a los descendientes de Juan de Jara. Su bisabuelo fue JOSE MARIA PESOA, héroe del 70. Sus abuelos fueron JOSE FELIX PESOA Y BIVIANA ESPINOLA VILLAMAYOR. Los Villamayor vivían en la histórica casona “Villamayor” construida en 1841, ubicada en Alberzoni y Caballero. José Félix dos Santos Pesoa, quien nos proporcionara estos datos, fue hijo de doña María Pesoa de dos Santos y de don Oscar dos Santos. Falleció en el año 2014.

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María Pesoa de dos Santos, madre de José dos Santos Pesoa

“Según los datos que tenemos, Juanita Pesoa nació y murió en Pilar, otros dicen que nació en Yabebyry cuando pertenecía a Pilar. Falleció en Pilar allá por 1915/16. Los últimos años de su existencia pasó en una antigua casa ya desaparecida sobre la calle Tacuary casi Avenida Mariscal López, costado este de Motociclo Pilar”, nos relataba José dos Santos en el año 2012. En cuanto al lugar en que residía Juanita con su esposo, el coronel Hermosa, José menciona una casa ubicada al lado de la vivienda que López le construyó sobre la calle Alberzoni entre Palma y Teniente René Ríos. La mencionada casa habría sido reemplazada por otras construcciones.

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Foto de Juanita Pesoa – Colección de José Félix dos Santos Pesoa

Sobre las joyas que poseía Juanita Pesoa, dijo que había regalado a sus parientes. Se mantiene una tradición entre los descendientes de Juanita. Los aros que le habían pertenecido son usados por las mujeres de la familia, en el día de su casamiento.

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Una sobrina de José, con los aros de Juanita Pesoa

José guardaba algunos objetos de los Pesoa, como una lámpara a kerosén que recibieron como regalo de casamiento sus abuelos José Félix Pesoa y Biviana Espínola Villamayor. Fueron sus hijos Dejesús, Benjamín, Fidelina, Abrahám y María Pesoa, esta última fue la madre de José.

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Lámpara a kerosén – regalo de casamiento 1903

Según comentó José, era costumbre en aquellos tiempos que el novio se encargada de hacer la invitación, como reza en la tarjeta que distribuyó José Félix Pesoa para su enlace matrimonial con Biviana Espínola Villamayor, el sábado 21 de noviembre de 1903, “a las 8 p.m. en la Iglesia Parroquial de este pueblo”, es decir, Pilar.

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El novio José Félix Pesoa invita a su casamiento con Biviana Espínola - 1903

Recuerda también que en la misma casa, Tacuary casi Mariscal López, donde murió Juanita Pesoa, vivieron los Romero, los hermanos Matías Pesoa y Leonarda Pesoa, tíos de José, también doña Justa Pesoa Vda. de Torres, sobrina de Juanita. Juanita regaló un anillo de oro con topacio a cada sobrina, entre ellas doña María Pesoa, madre de José, casada con don Oscar dos Santos. Todo el terreno que estaba en la esquina Tacuary-Mariscal López era propiedad de los Pesoa. Juanita era tía de doña Justa Pesoa Vda. de Torres. Juanita le dejó en herencia una gran imagen de la Virgen Inmaculada Concepción, que doña Justa obsequió al presidente Stroessner quien sugirió que quede en la Iglesia de la Virgen del Pilar, en cuya cripta se encuentra desde entonces. Esta imagen tiene aros de tres pendientes con una piedra conocida como Crisólito. En la residencia de José Félix Pesoa (+) y Ercilia Lezcano de Pesoa, en el barrio San Antonio de Pilar, se encuentran otros objetos que también pertenecieron a Juanita Pesoa.

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Obsequios de Solano López a Juanita Pesoa – Familia Pesoa-Lezcano – foto Mauricio Acosta.

Otros recuerdos familiares de José

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Los abuelos de José: José Félix Pesoa y Biviana Espínola Villamayor (parados). Los niños desde la izquierda: Fidelina, Dejesús, Abrahám (sentado) y Benjamín. Después nace su madre María Pesoa, quien no figura en esta foto del año 1913.

Fidelina Pesoa de Duarte, hermana de doña María, formó parte de la primera promoción de maestros de la Escuela Normal de Profesores Nº 7 de Pilar, que funcionaba en el actual colegio Juan XXII. Enseñó unos años en Pilar luego se trasladó a Asunción donde obtuvo el título de doctora en Bioquímica. Trabajó en el Ministerio de salud pública y en el IPS, y como docente ocupó la dirección de la Escuela Pasteur. Doña Justa Pesoa Vda. de Torres, prima hermana de doña María Pesoa de dos Santos, formó parte de la segunda promoción de profesores de la Escuela Normal de Profesores Nº 7.

Los hermanos Benjamín, Fidelina y De Jesús Pesoa, tíos de José.

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CAPITULO X EL PIRAVEVÉ DEFIENDE PILAR COMBATES DE PILAR EN LA GUERRA DEL 70

El vapor mercante PIRAVEVE o PIRABEBE construido en Escocia – Reino Unido, con el nombre original de Ranger, formó parte de la escuadra paraguaya durante la guerra de la Triple Alianza.

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El Piravevé contaba con casco de hierro y máquina a vapor. Era uno de los barcos más veloces de la flota paraguaya. Fue hundido por orden del Mariscal López junto a otros tres buques en el río Yhagüy para que no cayeran en poder de los brasileños. Las embarcaciones reconstruidas por la Armada Nacional en la década de 1970, forman hoy parte del Museo histórico de Vapor Cué, departamento de la Cordillera. El vapor Piravevé tuvo una destacada actuación en la histórica batalla del Riachuelo, frente a las costas de Corrientes, en el río Paraná, el 11 de junio de 1865, el más importante combate naval de la guerra. A pesar de los daños sufridos, y con la llegada de la noche, pudo retornar a la zona de dominio paraguayo, junto con el Tacuary y otras embarcaciones, tras fracasar el intento por destrozar la escuadra aliada. Intervino, junto al Ypora, en el traslado de las tropas paraguayas desde territorio argentino para el cruce del río Paraná hacia las costas del departamento de Ñeembucú, del 31 de Octubre al 3 de noviembre de 1865, También se lo recuerda por su intervención en Villa del Pilar, septiembre de 1867, ingresando por el crecido arroyo Ñeembucú para defenderla de la presencia de las tropas brasileñas. Pese a la orden de evacuación dispuesta por Lòpez, habían quedado unos pocos pobladores, incluyendo a mujeres, además de una guarnición para proteger a la Villa.

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Rescate casco y máquina del Pirabebé del lecho del río Yhaguy

EVACUACION DE PILAR - agosto de 1867. En agosto de 1867, el Mariscal López decretó que la Villa del Pilar se convirtiera en plaza militar, previendo el avance de la escuadra aliada, y en consecuencia ordenó su evacuación por mujeres y niños de corta edad. El 24 de agosto de 1867 llegó a Asunción el primer contingente de emigrados pilarenses, encontrando hospitalidad en diversas familias capitalinas. “Tranquilas, reposad, queridas hermanas”, decía “El Semanario”, y “no tardaréis en volver a vuestros hogares a gozar de la paz doméstica bajo la sombra de los laureles y el porvenir de la patria”. (Tomo VII – HACE CIEN AÑOS – E. Cardozo). A pesar de la orden de evacuación permanecieron en la Villa muchos pobladores, varones y mujeres quienes fueron testigos del saqueo que hicieron las fuerzas brasileñas. Combate de Villa Paso Efraim Cardozo incluye en su obra un relato bien detallado del combate de Pilar, en Septiembre de 1867, tras una misión de reconocimiento de fuerzas aliadas de caballería que arranca en la zona rural de Humaitá ocupada por el enemigo. Tropas brasileñas y argentinas incursionaron para apoderarse de ganado y de la artillería de Pilar, a cargo de una guarnición de 200 hombres, y también para cortar las líneas telegráficas del ejército paraguayo. El avance se hizo desde Tuyú Cué (Humaitá) con 2.300 hombres.

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Los brasileños ya tuvieron sus primeros enfrentamientos con los soldados paraguayos en Pedro González (Mayor Martínez), Desmochados, Laureles y en los alrededores de Humaitá. Los argentinos comandados por el General Hornos no pudieron entrar a Pilar al ser recibidos con varios cañonazos y se dieron a la retirada. La información de Hornos es que la Villa estaba abandonada por sus pobladores y que quedaba solamente una guarnición del otro lado del arroyo Ñeembucú (Villa Paso) con dos piezas de artillería y una fuerza grande. “El Semanario” de Asunción, publica la crónica de su corresponsal, el poeta y escritor guaireño Natalicio de María Talavera, dos días después de la batalla de Pilar. Dice que los argentinos se dieron a la fuga por temor a la guarnición paraguaya. En cambio, los brasileños decidieron atacar al día siguiente apoderándose, tras un fuerte combate, de la Villa del Pilar por algunas horas. Según referencias del coronel Juan Crisóstomo Centurión, héroe de la guerra y escritor citado por Efraim Cardozo en Hace Cien Años, los brasileños atacaron la Villa del Pilar el 20 de septiembre de 1867 al mando del brigadier Andrade Neves, más tarde barón del Triunfo, “La guarnición estaba integrada por 260 hombres, al mando de los tenientes Simón Antonio Villamayor e Isidro Ayala, compuesta en su mayor parte de amputados, enfermos y heridos convalecientes recién salidos del hospital. Dicha fuerza guarnecía el Paso Villa (Villa Paso) a la derecha del Ñeembucú. La del enemigo bastante numerosa, compuesta de caballería e infantería montada guiada por los paraguayos Higinio Céspedes, Amarilla y Bordón al servicio de los brasileños, cruzó el mismo río más arriba en el Paso Yegros (Yegros Paso), cayendo sobre la nuestra por la retaguardia. A pesar de la desigualdad del número y armamentos se trabó un reñido combate. La resistencia fue tenaz, Villamayor hizo prodigios de valor y cuando le intimaron rendición, después de haber muerto casi toda la gente, contestó con energía: MIENTRAS CONSERVE EN LA MANO ESTA ESPADA (blandiéndola) QUE ME HA CONFIADO LA NACION PARA DEFENDERLA NO ME HE DE RENDIR!. Al pronunciar la última palabra cayó sin vida, víctima de una descarga de fusilería enemiga. Muertos todos sus compañeros, un artillero se puso a caballo sobre el cañón con el escobillón en la mano, defendiéndolo a golpes de los que se acercaban, hasta caer muerto, también de una descarga de fusilería. De los 260 hombres, solo quedaron vivos 40 que se retiraron a la playa del río Paraguay”. EL PIRABEBE: “En esos momentos”, continúa el relato de Centurión, “llegó de Humaitá el “Pirabebé” trayendo a bordo una compañía de infantes al mando del teniente Felipe Osorio y el Alférez Pedrozo, desembarcándose cuatro cuadras 163

más abajo del puerto. En seguida penetró en la población haciendo desalojar a los brasileños de las casas que continuaban saqueando, retirándose éstos a incorporarse con sus demás compañeros que tenían aparentemente como punto de reunión dos cuadras más allá de la Iglesia. El “Pirabebé” tomó posición frente a la Capitanía, hacia la desembocadura del Ñeembucú, y haciendo espiar desde el palo mayor el sitio donde había mayor grupo de enemigos, lanzó unas cuantas bombas, de las cuales una cayó y estalló en medio mismo de los que se hallaban reunidos más allá de la Iglesia, y otra sobre ésta, rompiendo una de las vigas frente al altar mayor”. El templo estaba ubicado cerca del cementerio en el predio ocupado hoy por la Basílica de la Virgen del Pilar. Ante la acción de los paraguayos, los brasileños se retiraron llevando sus muertos y heridos, además de un cuantioso botín y numerosos prisioneros en chatas y canoas por el Ñeembucú. “La estatua de la Virgen patrona titular del pueblo, así como las de los otros santos, colocados en los altares de la iglesia, desaparecieron, suponiéndose con fundamento que hayan formado parte del botín que se llevaron los expedicionarios. Las que había en la casa de Don Isidoro Ayala se encontraron tiradas en el suelo embadurnadas de miel”. (La casa de Ayala figura en un plano de la época en el costado sur de la plaza de Armas). Talavera, el corresponsal de “El Semanario” da otros detalles del combate librado en Pilar y de la presencia del buque Pirabebé comandado por el joven Saturnino García: “Penetró el Pirabebé” en el riacho Ñeembucú, desembarcó el alférez García, hoy teniente, 50 infantes al mando del teniente (Eustaquio) Vega, con el objeto de cargar a los grupos enemigos que saqueaban, mientras que él secundaba este movimiento con un bombardeo certero y eficaz que produjo bastante daño y terror entre los ocupantes de la Villa que fueron arrojados y echados de las casas por los ardorosos infantes y las bombas del “Pirabebé”. […] El joven García ha desplegado una serenidad, inteligencia y disposición, digno de todo elogio, porque asumiendo sobre sí toda responsabilidad, en defecto del comandante de aquel punto, obró conforme a sus inspiraciones, no sólo para dar un golpe oportuno y eficaz al enemigo, sino para ordenar y prevenir cuanto era necesario en aquella inesperada emergencia. Así él se ocupó también de recoger a la guarnición y a las mujeres, que se encontraban en la Villa, por un accidente que no comprendo, porque había orden terminante (de López) que se había dado a precaución de estos casos, de no permanecer una sola familia en la Villa y sus cercanías”. Según Talavera, al teniente García se le debe que el saqueo de las casas abandonadas no hubiese sido completo en Pilar. La columna brasileña en fecha 21 de septiembre de 1867, remitió a Caxías los trofeos capturados en Pilar: varios estandartes, dos cañones pequeños de alma 164

lisa, cuatro carretillas, bueyes y caballos, además de 84 prisioneros de los cuales cuatro oficiales. En el combate de Villa Paso, tras una heroica resistencia, fue muerto el capitán Simón A. Villamayor. De avanzada edad, “Había combatido en 1811 en la batalla de Paraguari contra los porteños, y se hallaba accidentalmente en la Villa cuando se produjo el ataque. Al primer disparo corrió a ocupar un puesto entre los defensores y murió luego de desplegar heroico denuedo” (Hace Cien Años). EL SAQUEO DE PILAR.

“El Semanario” en su última edición, censura el proceder de los aliados cuando ocuparon Villa del Pilar. “En la sorpresa que hicieron los aliados, el día 20 del presente a la pequeña guarnición de la Villa del Pilar antes de aparecer el Pirabebé se ocuparon exclusivamente del saqueo a la población: cuyas familias, en su mayor parte habían desaparecido, dejando intereses varios con los enseres de sus casas, sin llevar consigo más que lo absolutamente necesario. Los enemigos de nuestra independencia nacional echaron las puertas a balazos o con las culatas de sus fusiles. El templo fue también saqueado y las imágenes decapitadas, mutiladas, despojadas. Los mismos enemigos lo confiesan. Una carta tomada de un oficial brasileño muerto en el combate de Umbú, dice: “Los nuestros y los argentinos han hecho un saqueo regular hasta en la iglesia”. Segundo combate de Villa del Pilar El 29 de octubre de 1867, fuerzas brasileñas ocuparon nuevamente la Villa del Pilar, ya abandonada por sus pobladores. Las tropas paraguayas se refugiaron en el vapor nacional Ygurey, surto en el puerto junto con los vapores 25 de Mayo y Olimpo. Las tres embarcaciones cañonearon a las fuerzas brasileñas de ocupación las que se replegaron a una distancia donde no podrían ser alcanzadas por los disparos de la flotilla paraguaya.

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El Pirabebé (Internet – página Carlos Mey – Argentina)

Pirabebé averiado El vapor Pirabebé, con sus ruedas inutilizadas, estaba siendo reparado en Villa del Pilar, el 15 de noviembre de 1867. El marqués de Caxías ordenó una expedición con una fuerza de dos batallones de infantería y caballería “para destrozar cualquier fuerza enemiga existente en la misma Villa y echar a pique el mencionado vapor”. El diario del Ejército brasileño informa que el Pirabebé pudo escapar aguas arriba, “que la guarnición de la Villa se componía de treinta hombres de infantería más o menos, de los cuales murieron cuatro y quedaron prisioneros 16, pudiendo el resto escaparse en el mismo vapor”. Pilar en poder de los aliados El 14 de agosto de 1868, el brigadier Juan Manuel Menna Barreto recibió la orden de seguir hasta Ñeembucú y ocupar la Villa del Pilar, con la vanguardia bajo su mando, compuesta de las fuerzas acampadas en Tayy. El 20 de agosto Menna Barreto franquea el Ñeembucú al rayar el día, y acampó en la margen derecha del arroyo. El estado mayor aliado se instala en las casas de la Villa del Pilar, después de una marcha por tierra. La parte baja de la Villa estaba completamente inundada. La Villa del Pilar quedó totalmente desprotegida y ocupada casi en forma continua por los invasores, después del abandono del cuadrilátero por López y 166

el grueso del ejército paraguayo, por el Chaco hasta instalarse en San Fernando sobre el río Tebicuary, y la rendición de Humaitá. El 19 de agosto de 1868 el ejército aliado, compuesto de 40 mil hombres de las tres armas, inició su marcha en dirección de las posiciones paraguayas del Tebicuary. El marqués de Caxías, comandante del ejército y de la escuadra del Brasil, que se hallaba en el puerto de Pilar a la cabeza de los navíos fondeados, desde el 9 de febrero de 1868, bajó a tierra para saludar a los jefes brasileños que operaban en la zona dentro de la expedición al Tebicuary. Durante la ocupación de Pilar en agosto de 1868, la Villa estaba inundada en gran parte debido a las torrenciales lluvias que cayeron. “El camino presentaba mayores dificultades que el recorrido en la víspera, siendo casi todo una sucesión de pantanos y tembladerales. La extensa planicie, junto a la villa estaba completamente inundada, volviéndose muy fatigosa la marcha aún para la caballería”, según el “diario del Ejército” del Brasil que menciona Cardozo en HACE CIEN AÑOS.

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CAPITULO XI DOCUMENTOS INEDITOS En este Capítulo se insertan copias y transcripciones de documentos inéditos facilitados por una familia de Pilar cuyos nombres y apellidos no se dan a conocer, por pedido expreso de la misma. Tales documentos tienen que ver con algunos aspectos de la vida en la Villa del Pilar, de sus habitantes más antiguos, de testamentos de propiedades de Pilar y del Partido de Guazucuá, de las relaciones entre las autoridades locales y las del gobierno de la República de la època. Las diferentes transcripciones se hacen como están escritos, tal vez con algunas imprecisiones por el estilo de letras, las abreviaturas, algunas palabras ilegibles, respetando la ortografía, muchas palabras sin las acentuaciones que se utilizan en la actualidad. Por poner un ejemplo, en muchos escritos se observa que la letra A cuando va sola está acentuada: á, o con h, há. Entre los documentos más antiguos encontrados en la investigación para este libro, uno de ellos está fechado el 23 de noviembre del año 1835. Es un contrato de arrendamiento entre “el Paisano Juan Manuel Cespedes y Vicente José de Roa”.

El arrendamiento es por ocho años, de una fracción de la estancia conocida como CESPEDES CUE, “dentro de los límites de la estancia Laguna Porä, perteneciente a (…) de la propiedad de mi finado padre José Saturnino de Roa” 168

(en la jurisdicción de la Villa del Pilar) con vigencia desde el 1º de octubre de 1836. El precio establecido fue de “doce pesos de plata” que como arrendatario Juan Manuel de Céspedes “debe satisfacer anualmente en razón de recibos”. El documento le prohibía terminantemente subarrendar el campo a otras personas: “jamás pueda usarse como negocio comercial y mucho menos subarrendar”.

La firma del documento se realizó en San Miguel, departamento de Santiago (Misiones), el 23 de noviembre de 1835.

PODER ABSOLUTO

El poder unipersonal del Dictador José Gaspar Rodríguez de Francia, de Carlos Antonio López y Francisco Solano López, hizo posible que desde Asunción y desde el Cuartel General de Humaitá en el caso de este último, se manejaran hasta las cuestiones aparentemente menos importantes relacionadas con la vida de las diferentes poblaciones. No se podían tomar decisiones sin la autorización del “Supremo”. Las comunicaciones se hacían por escrito, como lo testimonia una serie de documentos, muchos conocidos, publicados o inéditos. Muerte del extranjero Boggiani. Año 1850.

El Alcalde ordinario de la Villa del Pilar, Juan Manuel Céspedes, quien también fue Juez de Paz, remite una carta al Presidente de la República, Carlos Antonio López informándole del fallecimiento del ingeniero extranjero Enrique Boggiani y le pide orientación sobre qué hacer con sus bienes reclamados por varias personas, en septiembre de 1850.

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Dice la carta de Céspedes: “Tengo el honor de elevar al Supremo conocimiento de V.E. con el debido respeto el adjunto inventario que he formado en 13 útiles de los bienes del difunto extranjero Don Enrique Boggiani, he creido lo más acertado, Exmo. Señor, acomodar todo los libros de comercio y papeles sueltos en una caja bajo cerradura, y dar cuenta a V.E. que en vista del gran desorden de papeles expusieron los dos socios que no se crearán retilentes para el arreglo en ellos. Participo así mismo a V.E. haberse personal ante mí el extranjero Don José Zacarelo acreditando con dos testigos que en poder del referido difunto tenía depositadas algunas herramientas usadas en obra, un cuñete de clavos, un poco de (ilegible) algunos guantes y tres cajitas de sortijas falsas, todo lo que he tenido a bien dejar en depósito sin asentar en el inventario hasta la deliberación de V.E”. También le informa a Don Carlos que otras personas se acercaron para reclamar otras pertenencias de Boggiani, cuya cantidad y nombres le remite en una lista.

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Como se observa en el documento, el 27 de Septiembre de 1850 el presidente de la República le ordena a Céspedes la entrega a Zacarelo “el depósito que le pertenece”. Está su firma. Arriba a la derecha se ve el encabezado que se daba tradicionalmente a algunos documentos oficiales: “Viva la República del Paraguay. Independencia

o Muerte, Villa del Pilar, Septiembre de 1850. Año 41 de la libertad, 40 del reconocimiento explícito de la independencia por el gobierno de Buenos Aires, y 38 de la Independencia Nacional”. Precisamente un decreto de Carlos Antonio López del 28 de Julio de 1848, ordenaba que “en adelante, todos los actos y documentos oficiales se iniciarán con la salutación patriótica “Viva la República del Paraguay – Independencia o muerte”, lo que no era obligatorio para los escritos particulares. Se complementaba con “Año … de la Libertad, … del reconocimiento explícito de la

independencia por el gobierno de Buenos Aires y … de la Independencia Nacional”. Céspedes comunica finalmente a López, el 1º de Octubre de 1850, haber cumplido con su disposición:

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Dice la comunicación: “Cumpliendo con el Supremo Decreto precedente, entregué a José Zacarelo lo siguiente: treinta achas, un cuñete de clavos, dos achitas de mano, cuatro barrenas, cuatro escoplos, dos estoperos, cuatro libras acero, una asuela, un martillo, tres y media docenas guantes, y tres cagitas con trescientas cincuenta sortijas; y firmó conmigo en comprobación, de que certifico”. Abajo están las firmas de Juan Manuel Céspedes y José Zacarelo. Recaudación por arrendamientos en la Villa del Pilar, año 1853 . El mismo Alcalde Ordinario y Juez de Paz de la Villa del Pilar intercambia cartas con Don Carlos Antonio López, en el año 1853, con respuesta de éste en la misma hoja doblada en dos páginas. La firma del presidente está al dorso, pero ya no es legible por el deterioro del papel.

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Según consta en este documento de 1853, el Alcalde y Juez de Paz informa a López la recaudación realizada en la Villa del Pilar y le solicita instrucciones sobre el destino de la cantidad acumulada. “Viva la República del Paraguay” Excmo. Señor “El infrascrito Alcalde ordinario de la Villa del Pilar, tengo el honor de comunicar a VE que tengo en mi poder la cantidad de ciento siete pesos cinco reales consistentes en sesenta y tres pesos dos reales metálicos y cuarenta y cuatro pesos trece reales billetes, producto del arrendamiento de los egidos de esta Villa, de cuya exacción se halla encargado el juzgado a mi cargo. Entre esta cantidad hay veinte y cinco pesos cuatro reales plata (ilegible) ……; y como está ordenado por Supremo Decreto de 3 del corriente que se recoja en la Colecturía General, toda plata de esta clase, y las pesetas de codornillo trenzadas, para chafalonía, no obstante que el mismo Decreto Supremo comisiona a los jueces de paz y jueces comisionados de los partidos para el cumplimiento de lo que se ordena en él, suplico a V.E. se sirva decirme si debo entregar la cantidad expresada de plata cortada del Juez de Paz de esta Villa, o remitir directamente al Señor Tesorero y Colector General, ó lo que V.E. se digne determinar sobre esto. 173

Dios guarde a V.E. muchos años. Villa del Pilar Diciembre 14 de 1853. Exmo. Señor” Más abajo está la firma de JUAN MANUEL CESPEDES, y en la parte superior a la derecha la firma de Carlos Antonio López, visible solo en algunos trazos, con la fecha de remisión.

El primer presidente constitucional de la República, responde a Céspedes, el 16 de diciembre de 1853, dándole las indicaciones para que envíe los valores mencionados a la Colecturía General, en Asunción: “Haga Ud. La remisión de la plata que refiere a la Colecturía General, como ya debió hacerlo sin parar en las circunstancias que (ilegible)…”que en el decreto están facultados los jueces de paz, sin hacerse cargo de que se ha nombrado este empleo por ser el más generalizado sin que eso pueda primar en que donde hayan alcaldes ordinarios puedan también esto hacer la recaudación y comisión, lo mismo que los jueces de paz, y aun esto, será más cómodo, que el tener que cargarse uno solo con esa atención que será más o menos recargada”. DECRETO SUPREMO

El 18 de febrero del año 1854, Carlos Antonio López establece por decreto el valor de las onzas de oro y de plata; una de las copias enviadas a los partidos y las villas, fue encontrada en Pilar. Adopta tal medida por la excesiva introducción de onzas de oro, la escasez de monedas de plata que hacen difíciles las transacciones, la desproporción entre una y otra moneda, por la suba y baja del valor de la onza de oro en los países 174

vecinos según el curso del papel moneda, y por un informe de la Colecturía General. “Art. 1º Los que importan a la República onzas de oro, deben tener entendido que tendrán el valor de diez y seis pesos fuertes. Art. 2º El peso fuerte de plata tendrá en la República el valor de diez reales. Art. 3ºº Las disposiciones contrarias a este decreto quedan sin efecto. Asunción, febrero 18 de 1854 Carlos Antonio López – Mariano González Es copia, circule en cada uno de los partidos y villas del derrotero del margen. Asunción, febrero 18 de 1854 Firmado. López”

Segunda parte del decreto sobre onzas de oro y plata – año 1854.

JUAN MANUEL CESPEDES – Juez y Alcalde Juan Manuel Céspedes, fue nombrado como Juez de paz durante el gobierno

de Don Carlos Antonio López en el año 1849. Así consta en esta comunicación que recibió de Félix Barboza, fechada el 28 de mayo de 1849. 175

Como Juez y como Alcalde ordinario de la Villa del Pilar llegó a ejercer hasta el gobierno del Mariscal Francisco Solano López. Cumplió igualmente algunas funciones en el transcurso de la guerra grande. Sobre la fecha de su fallecimiento se informa en una hoja de lo que parece ser un libro oficial de décadas anteriores.

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“Juan Manuel Cespedes falleció un día lunes a las tres de la tarde, el 7 de febrero del año 1890 (no tan legible) y fue cepultado al día martes el siguiente día en el cementerio publico de esta Villa”. El 9 de mayo de 1869, durante la Guerra Grande, Juan Manuel fue designado por decreto supremo como Tesorero General. El 28 de julio de 1869, el Mariscal López da una orden para que se abone en la Tesorería General una gratificación al canónigo Justo Román, en metálico y billete por mitad. El documento de entrega está firmado entre otros, por el Tesorero General Juan Manuel Céspedes, estando en Piribebuy, tercera capital de la República. PRIMERA Y SEGUNDA ESCUELA - 1855 El mismo Alcalde Ordinario Juan Manuel Céspedes, por medio de una carta oficial comenta a Don Carlos Antonio López sobre los problemas que tiene la escuela de la Villa del Pilar, como la falta de maestro y hasta de alumnos. Tiene fecha 21 de febrero de 1855. ¡Viva la República del Paraguay¡ Exmo. Señor “El infrascrito Alcalde ordinario de la Villa del Pilar tiene el honor de dirigirse a V.E. con su acostumbrado respeto, dando cuenta haber hecho los esfuerzos posibles en cuanto hacer su parte, para poner en cumplimiento lo que V.E. se há servido ordenarle en Orden Suprema del 12 de diciembre del año pasado (1854), para que se acomode en la casa del Estado que há referido a V.E., la mitad de los jóvenes en la escuela primera de esta Villa, haciendo reconocer por maestro de dicha segunda escuela al propuesto Don Aniceto Rojas, quedando en la denominación de primera la escuela actual, cuya diligencia se há servido V.E. cometer al infrascrito para este día. Mas, por las actuales circunstancias en que se hallan todos los barones habitantes de esta Villa y de su distrito ocupados en los servicios públicos, no he podido conseguir establecer dicha segunda escuela con los elementos necesarios, además de estar en la actualidad el maestro de la primera escuela, como el provisto para la segunda, ocupados diariamente en la Comandancia de esta Villa llevándose la pluma; y por otra parte las familias de esta Villa se han retirado alguna parte por la campaña, no quedando ni para (…) de los niños en escuela. Por cuyos motivos no hé cumplido, según mis deseos, con dicha Suprema Orden de V.E., hasta mejores circunstancias, ó hasta que V.E- se sirva ordenarme lo que estime conveniente”. 177

“Dios guarde a V.E. muchos años Villa del Pilar febrero 21 de 1855” “Exmo. Señor” Firma : JUAN MANUEL CESPEDES (Alcalde ordinario de la Villa del Pilar)

Parte final de la carta mencionada firmada por Juan Manuel Céspedes.

Invitaciones - 1863 El Juez en lo civil de la Villa del Pilar, Juan José Villamayor, al igual que las demás autoridades, y como era costumbre, recibió varias invitaciones para la celebración de diversos acontecimientos en Asunción. En las notas de invitación su nombre y cargo figuran al dorso, y en otra, al pie de la misma. En el año 1863, recibe dos invitaciones para banquetes en la capital. El primero de ellos en el Club Nacional el 30 de agosto “en obsequio del gran beneficio que la Religión y la Patria acaban de recibir con la Solemne Consagración del Venerable Dean del mismo Senado Eclesiástico el Illmo. Sor. D. Manuel Antonio Palacios Obispo Coadjutor de esta Diocesis, y en felicitación al Exmo. Sor. Presidente de la República, Patrono de esta Iglesia Diocesana, y del nuevo Prelado”

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Otro banquete “con motivo de la Primera misa Pontifical, que el Illmo. Sor. Obispo Auxiliar oficiará el día de mañana en la Santa Iglesia Catedral por la felicidad del Exmo. Sor. Presidente de la República (se refiere a Francisco Solano López) y del pueblo paraguayo”, el 6 de septiembre de 1863.

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El mismo magistrado de Pilar es invitado también para el cumpleaños del Presidente Francisco Solano López, el 24 de Julio de 1863:

Esta invitación dice: “Los gefes y oficiales de la guarnición de la Capital tienen el honor de invitar a V. á un baile que dan y tendrá lugar en la noche del 24 del corriente en el antiguo Palacio de Gobierno, en obsequio del aniversario del natalicio del Excmo. Señor Presidente de la República y General en Gefe de sus ejércitos, ciudadano Francisco Solano López”. Los salones estarán abiertos a las 8. “Señor D. Juan José Villamayor, Juez civil en 2º instancia”.

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DONACION EN MEMORIA DE DON CARLOS Año 1863

Suscribe este aporte Juan Manuel Céspedes, quien venía ejerciendo como Alcalde Ordinario y Juez de Paz de la Villa del Pilar. Año 1863.

LOS CESPEDES Los Céspedes figuran entre los primeros 70 pobladores, varones y mujeres, que acompañaron al Capitán Juan de Jara para la fundación de la Villa del Pilar en el año 1779. También formaron parte de las diferentes familias que se integraron en uniones de hecho y matrimonio, tanto entre los pioneros y la llegada de grupos de inmigrantes americanos y europeos. Los registros históricos mencionan a Andrés Céspedes y Andrés Ventura Céspedes dentro del contingente que aceptó el llamado del Gobernador Pedro Melo de Portugal para el nacimiento de esta Villa. Como una de las primeras autoridades militares figura el teniente coronel Manuel José de Céspedes. Los Céspedes se dedicaron principalmente a la ganadería, base principal de la economía regional en la mencionada época. Aparecen desde la fundación de la Villa del Pilar, eran numerosos, habitantes del nuevo pueblo y de partidos vecinos como Guazucuá, contaban con propiedades importantes, viviendas, estancias, haciendas, abundantes joyas, dinero en efectivo, de acuerdo con las documentaciones mencionadas. 181

Acerca de la historia de los Céspedes, se pudo acceder en parte a través de copias y originales de testamentos, recibos, contratos, con muy interesantes contenidos. Algunos de los testamentos comienzan, como era tradicional en aquellos tiempos, con largas oraciones para luego, en cláusulas mencionar los bienes donados a los familiares y a esclavos, excepcionalmente, cuando no había hijos propios u otros herederos. Entre los “bienes” figuraban numerosos esclavos y esclavas y también libertos que seguían en poder de sus amos. Uno de los más nombrados y renombrados es JUAN MANUEL CESPEDES, Juez de Paz y Alcalde de Primera de la Villa del Pilar. En 1863 aparece como Juez Don Juan José Villamayor, casado con Facunda Céspedes quien habría muerto en el año 1887, según consta en unos apuntes sobre el fallecimiento de Juan Manuel, Juana Gregoria Céspedes de Vera, Facunda Céspedes de Villamayor y Petrona Céspedes. Herederos de María Agueda Ramírez y Andrés Ventura Céspedes “Yo el infrascrito Juez de Paz del partido de Guazucuá: a solicitud del finado JUAN MANUEL, MARIA ROSA, MARIA GREGORIA, MARIA PETRONA, el finado JOSE DE LA CRUZ, MARIA JUANA Y MARIA FACUNDA CESPEDES, hijos y herederos legítimos de la finada Doña MARIA AGUEDA RAMIREZ, todos naturales de la República y vecinos de la jurisdicción de la Villa del Pilar: confiero y doy permiso bastante para que puedan proceder extrajudicial y … a la partición y a la adjudicación de los vienes pertenecientes a la testamentaria de la expresada Doña MARIA AGUEDA RAMIREZ difunta y divisible entre sus hermanos; con cargo en que en conclusión presenten las diligencias a este juzgado para su aprobación, ó lo que haya lugar”. María Agueda Ramírez estaba casada con Andrés Ventura Céspedes.

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Firma: JUAN CRISOSTOMO DIAZ, Juez de Paz de Guazú Cuá - 24 de enero de 1853

En un posterior documento fechado el 21 de enero del año 1856, se hace la descripción de los bienes dejados como herencia por Doña María Agueda Ramírez y su esposo Don Andrés Ventura Céspedes, para su distribución entre los herederos.

Establecido el “Cuerpo de bienes”, lista completa y tasación de los mismos, se da por terminada esta parte de “la presente diligencia de inventario”. 183

“Partido de Guazucuá, jurisdicción de la Villa del Pilar, en veinte y un día del mes de enero de mil ochocientos cincuenta y seis, nos los infrascritos MARIA GREGORIA, el ciudadano JUAN MANUEL, MARIA PETRONA, el ciudadano JOSE DE LA CRUZ, JUANA GREGORIA y MARIA FACUNDA CESPEDES, naturales de la República y vecinos del distrito de la misma Villa, hijos y herederos legítimos de los finados DON ANDRES VENTURA CESPEDES, y DOÑA MARIA AGUEDA RAMIREZ, congregados a efecto de hacer la descripción extrajudicial de los bienes fincados de nuestra finada madre que nos recayeron de herencia, en virtud del antecedente permiso que para el efecto obtenemos con fecha 24 de enero de 1853 del señor Juez de Paz de dicho partido ciudadano JUAN CRISOSTOMO DIAZ hemos acordado y consensuado proceder nosotros mismos en comunión al contage, tasación y partición de ellos, advirtiendo haber fallecido la heredera ROSA ISABEL CESPEDES expresada en el mismo permiso sin haber dejado sucesión alguna; y para el efecto de dicha partición formamos este CUERPO DE BIENES..” Dejan constancia la omisión de cuarenta cuerdas de terreno situado en el partido de Guazucuá y Paraje Rincón de Luna, “que por ahora no pensamos partirlo, hasta mejores circunstancias”, y tasar y partir otros bienes, que “acaso por ignorancia ú olvido se hubiere omitido”. En el “Cuerpo de bienes” figuran ganado vacuno y caballar, dinero en billetes y metálico, joyas, objetos de oro y plata, utensilios, productos del agro, una casa en Rincón de Luna y dos carretas. Asímismo, siete esclavas (con su respectivo precio): Ana María 40 pesos, Luisa 25 pesos, María Juana 40 pesos, el liberto José Martín de 9 años, 8 pesos, la esclava anciana Ana Rosa 40 pesos. Estas personas forman parte, como cualquier otro objeto, de las Hijuelas (conjunto de bienes que forman la herencia, lo que a cada heredero corresponde). Firman: Juan Manuel Céspedes, José de la Cruz Céspedes, José Félix Vera (por su esposa Juana Gregoria Céspedes que dice no saber firmar), Juan José Villamayor, por su esposa Facunda Céspedes, por la misma razón. En la última parte del mencionado documento, dan su conformidad y firman, el 8 de febrero de 1856.

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Testamento de tres hermanos Céspedes – 18 febrero 1854 Comienza de esta manera: ¡Viva la República del Paraguay! Corresponde. “En el nombre de Dios Todopoderoso de su purisima y señorita Madre y de todos los Santos y Santas de la Corte Celestial sepan por esta publica escritura de testamento ultima y primera voluntad de como nos el ciudadano Juan Manuel, Rosa Isabel y Maria Petrona Cespedes, los tres naturales de la Republica y vecinos de esta Villa del Pilar, é hijos legitimos de los finados Andres Ventura Cespedes y Maria Agueda Ramirez, hallándonos con perfecta salud, pero tememos de la muerte que és natural y por la Divina clemencia con nuestros libres juicios, y entendimientos conformes, constantes las voluntades y recordantes las memorias: y con disposición tal de nuestras potencias y sentidos, creyendo como firme y verdaderamente creemos y veneramos el Sacrosanto Misterio de la Santisima Trinidad, Padre, Hijo y Espiritu Santo que son tres personas distintas y un solo Dios verdadero, como en todos los demás 185

que tiene este y confiesa nuestra Santa Madre Iglesia Catolica romana, de la que nos confesamos humildes aunque indignos hijos, en cuya fé y creencia hemos vivido y protestamos vivir y morir, para lo cual elegimos por nuestros Patronos y Abogados a la Clementisima Virgen Maria, al Glorioso Patriarca San José, á los de nuestros nombres y demás de la Corte Celestial, en cuyo patrocinio afianzamos el acierto esperamos la salvación y los tres juntos mancomun y cada uno in solidem otorgamos este nuestro testamento en la forma siguiente:

Primero: mandamos y encomendamos nuestras almas a Dios nuestro Señor que las crió, y redimió con su Santisima Sangre suplicando á su Divina Magestad las lleve consigo a su gloria eterna para donde fueron criadas, y nuestros cuerpos mandamos á la tierra de que fueron formados. 2º En esta cláusula piden que cuando sean “llevados de esta presente vida” y sean sepultados, que “el entierro, misas y demás sufragios se hagan a disposición de los otorgantes que les sobrevivieren”. En otras cláusulas explican el manejo que dieron a sus bienes heredados y adquiridos, declaran no ser deudores a persona alguna, dicen no mencionar ni poner el valor de los bienes “porque pueden aumentarse o disminuirse” antes de su fallecimiento. Libertad para sus esclavos

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En la sexta cláusula, declaran su voluntad “que queden libres todos nuestros esclavos, después del fallecimiento del ultimo de los tres otorgantes, acordándoseles alguna gratificación moderada por el ultimo que sobreviviere”. Como albaceas para los efectos hereditarios se designa a los “dos hermanos que sobrevivieren”, y así sucesivamente quedando en posesión de los respectivos bienes como “herederos universales”. “Confesamos no haber otorgado antes de ahora ningún testamento ni poder para testar salvo el presente testamento que otorgamos en presencia de los señores testigos que suscriben todos vecinos, firmando uno por las dos otorgantes á ruego por no saber escribir, en esta Villa del Pilar a diez y ocho días del mes de febrero de mil ochocientos cincuenta y cuatro” (1854).

Firman: Juan Manuel Cespedes. A ruego de Doña Rosa Isabel y Doña Maria Petrona Céspedes y por testigo Jose Angel Gimenez Testigos Jose Miguel Meza – José Martin Sabedra – Pedro Jose Villamayor – Faustino Velazco – Jose Roman Ferreyra – Manuel de los Reyes Céspedes. Testamento de Petrona Cespedes – año 1881 – sello Tesorería Nacional. 187

El 4 de agosto del año 1881, Petrona Céspedes, hija legítima de los finados María Agueda Ramires y Andrés Ventura Céspedes, soltera y de setenta años de edad, ordena su testamento en su propio domicilio en la Villa del Pilar, en presencia del Juez de Paz Inocencio Talavera. A su doméstica Griselda Céspedes deja lecheras con crías, un rosario de oro con una cruz de oro, un par de sarcillos de oro de tres pendientes, dos anillos de oro con piedras montadas al aire, un baúl con ropas, dos hamacas de algodón y una cama con colcha y sábanas. Otras herederas fueron Ana Rosa Céspedes, Ana María Céspedes, Felipa Céspedes, a quienes dejó lecheras, bueyes y hamacas de algodón. Petrona Céspedes dice en el documento que durante su vida “no ha procreado ningún hijo y por consiguiente no tiene heredero forzoso, que solo tiene parientes colaterales á quienes instituyo por únicas y universales herederas del remanente de sus bienes”.

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Como albaceas nombró a sus hermanas Juana Céspedes de Vera de 64 años de edad y Facunda Céspedes de Villamayor, de 62 años de edad, ambas viudas y residentes en esta Villa. Como dice no saber firmar, ruega que lo haga Don Carlos Vera, con los testigos Don Pedro Medina de 55 años de edad, Don José de la C. Azas de 35 años, y Don Isidro Esquivel de 34 años de edad, también residentes en Pilar. Se deja expreso que “este testamento sigue inmediatamente á la escritura de poder especial otorgado por Don Lucio Prieto a favor de Don Prudencio Ozcaris, en fecha tres de este mismo mes y año, doy fé. A ruego de Doña Petrona Céspedes por decir no saber firmar, lo hace Caros Vera – testigo. Testigo Pedro Medina - José de la C. Azas – testigo Isidro Esquivel Ante mí: Inocencio Talavera, Juez de Paz. Entre los testamentos transcriptos, este es el primero en que se menciona la edad de las personas que son nombradas. Donación de bienes a esclavos. Año 1865. 189

Dos de los hermanos Céspedes, Juan Manuel y María Petrona, como no se casaron ni tuvieron hijos, dejaron sus bienes, en carácter de “donación gratuita” a su esclavo y cuatro esclavas “en atención y agradecimiento a los buenos servicios que nos tienen hechos el esclavo y esclavas de nuestro servicio”. Se trata del esclavo Juan Esteban “y su conjunta persona (esposa), María Juana, Agustina Rosa, Ana Rosa y Ana María”. Aclaraban que hacían esta donación porque no tenían sucesión alguna, ni otros herederos forzosos, como una demostración voluntaria “sin apremio ni fuerza alguna”, “donación pura, mera, perfecta e irrevocable”. Los bienes debían serles transferidos “después de muertos”. En un párrafo ambos hermanos dejan constancia que de en ninguna circunstancia podrá ser revocado o cambiado el testamento: “suplicando á los Señores Jueces que lleguen á entender en este asunto, que por falta de alguna clausula ó solemnidad, en manera alguna no deje de tener esta escritura, el valor y firmeza que se requiere: y que de modo alguno esta donación no revocaremos por testamento ni otra forma tacita ni expresamente en tiempo alguno, ni por otros motivos aunque nos sea de derecho, y si lo hiciéramos de mas de no ser oídos en juicio no se le dará valor; añadiendo fuerza á fuerza y contrato á contrato; y que en la pocecion de dichos bienes no serán inquietados, ni les pondrá pleito ni contradiccion alguna”. Dejaron como herencia a su esclavo y esclavas, propiedades, ganado vacuno, bueyes, caballos, cajas de guardar ropa, alhajas de oro que ya les fueron entregadas con anticipación, herramientas de campo, y objetos diversos. Una casa en la Villa del Pilar “compuesta de dos lances cubierta con tejas de losa que sirve de oficina y vivienda de las mismas (las esclavas), situada sobre la vera de la calle transversal de la Independencia Nacional (actual avenida Mariscal López) con todo el terreno que la ocupan, y consiste en trece varas por frente y contrafrente, con fondo de treinta y dos tercias varas; y cuyo terreno es parte del que yo(Juan Manuel) el primer otorgante tengo comprado al Estado en el año de mil ochocientos cincuenta”(1850). Asímismo, otra propiedad “con mas cuatro cuerdas de terreno por frente y contrafrente, con fondo correspondiente desde el arroyo Ñeembucú hasta el de las Hermanas, cituado en el parage nominado Rincón de Luna en el Partido de Guazcucuá”. “… confiamos que las expresadas donaciones hechas son para después de nuestro fallecimiento, que para entonces desistimos y apartamos del derecho de propiedad, señorio, titulo, voz y recurso que á dichos bienes teníamos, y se los traspasamos a las expresadas criadas, para que como propios ellas y sus herederos en sus derechos los posean y gosen unanimas con las conveniencias que tuvieren dichos terrenos como absolutas dueñas sin dependencia alguna: 190

dando poder á las referidas criadas para que judicial o extrajudicialmente á su tiempo aprehendan la pocecion de ellos;” “En cuyo testimonio y en cumplimiento de la clausula sexta de nuestro testamento otorgado el año de mil ochocientos cincuenta y cuatro (1854); asi otorgamos la presente escritura ante el Señor Alcalde ordinario de esta citada Villa del Pilar ciudadano José Antonio Basaras y yo el citado Alcalde que presente estoy á este otorgamiento certifico en cuanto a lugar en Derecho que conozco a los otorgantes y doy fé que así lo otorgaron firmando el primero por sí, y por la segunda que dice no saber firmar lo hizo conmigo á su ruego uno de los infrascritos testigos que los son Don Manuel Caseres y Don José Felix Osuna vecinos de esta citada Villa del Pilar a los diez y seis de agosto de mil ochocientos sesenta y cinco (1865)= José Antonio Basaras= Juan Manuel Cespedes= A ruego de la otorgante Doña Maria Petrona Cespedes, por decir no saber firmar y por testigo: José Felix Osuna= testigo Manuel Caseres= pagó cinco reales de Derecho. Aquí hay una rubrica. “Concuerda fielmente este testimonio con la Escritura de donación original de su tenor que ante mí se otorgó en un pliego Sello 3º, y queda agregada al respectivo protocolo del juzgado de mi cargo, al que en lo necesario me remito. Y á pedimento de las partes otorgantes lo autorizo y firmo con testigos de esta Villa del Pilar á 16 de agosto de 1865”.

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Firman José Antonio Basarás (Alcalde ordinario de Villa del Pilar) Testigo: José Felix Osuna, Testigo Manuel Caserez. Año 1865. BASARAS El 9 de mayo de 1869, en plena guerra, don José Antonio Basarás, fue nombrado como Pagador General, y ostentaba el título de “caballero de la Orden Nacional del Mérito” que le otorgó el Mariscal López por sus servicios. El 13 de julio de 1869, Basarás escribe al vicepresidente solicitándole recursos para los pagos ordinarios, y la Tesorería General provee de monedas metálicas y billetes. La constancia de recibo es firmada por Juan Manuel Céspedes y José Antonio Basarás, de la Villa del Pilar, entre otros. El 30 de Julio de 1869, el mismo Basarás recibe una constancia de la llegada a Piribebuy, de una partida de ayuda alimentaria enviada por el vicepresidente de la República Sánchez para “las menesterosas” de Valenzuela. Durante el gobierno de don Carlos Antonio López, fue también diputado por Pilar. Alrededor de 1876, José Antonio Bazarás integra una comisión de vecinos para encarar la construcción de una nueva iglesia, a raíz de los daños causados 192

al antiguo templo por el cañoneo del buque Pirabebé contra los invasores brasileños. El 28 de julio de 1869, el Mariscal López da una orden para que se abone en la Tesorería General una gratificación al canónigo Justo Román, en metálico y billete por mitad. El documento de entrega está firmado entre otros, por el Tesorero General, el pilarense Juan Manuel Céspedes, estando en Piribebuy, entonces la capital de la República.

Familia Vera – Céspedes Juana Gregoria Céspedes y José Félix Vera, contrajeron enlace matrimonial en octubre de 1828. Juana Gregoria era hija legítima de Andrés Buenaventura Céspedes y María Agueda Ramírez, vecinos del partido de Guazucuá, dependiente del distrito de la Villa del Pilar. En un borrador de testamento de José Félix Vera, se mencionan el capital que aportó personalmente y lo que su consorte “trajo a mi poder por dote y capital suyo todos los bienes que la cupo en herencia por muerte del apreciado su padre Don Andrés Buenaventura Cespedes..". Entre las propiedades que José Félix aportó al matrimonio, menciona “una esclavita como de doce años de edad nombrada Transito que la compré en cien pesos”. En 1842 compró un campo para su hacienda en el partido de Guazucuá y Tacuaras y costa del arroyo Yacaré. El campo que compró en Yaguarón hizo “donación graciosa” a su esposa Juana Gregoria Céspedes, por escritura judicial y, … ante el señor alcalde ordinario de la Villa del Pilar, el 29 de noviembre de 1845…”. Declara igualmente que en el año 1843, recibió en herencia por la muerte de su madre Doña María de las Nieves Fleitas, una importante partida de ganado vacuno, caballar y ovino, además de tres esclavos: Sebastián de 20 años de edad “tasado en cien pesos”, Francisca del Rosario de 20 años, enfermiza tasada en 40 pesos y Joaquina “de seis para siete” años de edad tasada en cincuenta pesos. Una fracción de tierra en el distrito de Villa del Pilar y en el Partido de Guazucuá. En la fecha del escrito, los Vera – Céspedes no llegaron a tener hijos, pero recogieron y educaron a la niña Toribia Denir, hija natural de José de la Cruz Céspedes, a quien le donaron un centenar de cabezas de ganado vacuno. La hicieron casar posteriormente con un tal Lorenzo Rodas, quien recibió los animales obsequiados, para su reproducción.

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José Félix Vera manifiesta su voluntad para la entrega a su hermana María Gregoria Vera, consorte de Juan Llano Montiel, de medio centenar de vacunos, “por considerarla más pobre”. De común acuerdo con su esposa Juana Gregoria, se dispone la libertad de la esclava de nombre Ignacia de treinta años de edad y a su hijo liberto Francisco de tres años de edad, “en razón de habernos dado ya tres hijos esclavos que están a nuestro servicio”, renunciando al “patronazgo” que ejercían sobre ambos. En cuanto a los otros esclavos se expresa que “Es mi voluntad que por mi fallecimiento y de la expresada mi esposa, queden enteramente libres de toda servidumbre todos los esclavos que estuvieren en nuestro servicio”, proveyéndoles de animales vacunos y algunos bienes. En otra parte del testamento, nombra como única y universal heredera a su esposa Juana Gregoria “en caso que llegara a sobrevivirme para que la haya y goce con la bendición de Dios, en rememoración del amor que siempre me ha manifestado y de la honradez y fidelidad conque se ha portado todo el tiempo de nuestro matrimonio”. También le nombra como su “primera” albacea.

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Testamento de JOSE FELIX VERA. José Félix Vera estaba casado con JUANA GREGORIA CESPEDES. Hijo natural de José Justo Vera y María de las Nieves Fleitas, de la Villa del Pilar. En fecha 12 de septiembre de 1844 otorga y ordena su testamento, dejando para sus herederos ganado vacuno y caballar, el esclavo SEBASTIAN cuyo valor tasa en cien pesos, la esclava Francisca, 40 pesos y la esclava Joaquina, 50 pesos, así como una propiedad, “una damajuana, un taburete, cubiertos”. El documento es firmado inicialmente el 24 de agosto de 1844, y rubricado por José Félix Vera el 12 de septiembre del mismo año, nombrando a Pablo Justo Vera como su albacea. Como era costumbre, el testamento comienza con una larga oración. (fragmento)

Fragmento testamento de José Félix Vera – 1844

Apuntes encontrados sobre la muerte de miembros de la familia Céspedes. Se respeta el escrito original. “Juana Gregoria Cespedes de Vera fallecio el día miércoles hora de la una de la tarde, el 30 de octubre de 1885, y fue cepultada en el cementerio publico de esta Villa el 31 del mismo mes y año, el siguiente dia” “Facunda Cespedes de Villamayor fallecio el dia domingo 10 de julio de 1887 y fue cepultada en el cementerio publico de esta Villa el 11 del mismo mes y año”. 195

“Petrona Cespedes fallecio el dia martes 30 de octubre de 1883, y fue cepultada en el cementerio publico de esta Villa el 31 del mismo mes y año”. LIBERTAD DE VIENTRES. Con la intención de tener una mejor comprensión del tema relacionado con la esclavitud de los negros en el Paraguay, que ya vimos por la documentación testamentaria, brindamos estas consideraciones. El Segundo Consulado prohibió el tráfico de esclavos y adoptó una medida que tenía por objeto la extinción de la esclavitud en el Paraguay. Decretó que desde el 1º de enero de 1843 serían libres los vientres de las esclavas, y que sus hijos que nacieren en adelante serían llamados “Libertos de la República del Paraguay”. Con esta medida el Paraguay se adelantó a muchas otras naciones en la solución del problema de la esclavitud. (EFRAIM CARDOZO. Apuntes de Historia Cultural del Paraguay, Biblioteca de Estudios Paraguayos, Volumen XI, Asunción, 16 enero 1985.) Muchos de los esclavos y sus descendientes no tuvieron la oportunidad de gozar de su estado de hombres libres porque murieron, así como gran parte de la población paraguaya, en la guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay en la que fueron alistados diez mil negros. Ya en el año 1847, Carlos Antonio López dio la orden al comandante de la Villa del Pilar para el reclutamiento de cien “pardos libres, jóvenes, aptos”, para el servicio con destino al arma de infantería, y su presentación en el campamento de Paso de Patria. De la Villa del Pilar “ocho individuos”, Tacuaras seis, San Juan Bautista de Ñeembucú veintitres, Curupayty catorce, Desmochados cinco, Isla Umbú diez, Pedro González seis, Guazúcuá catorce, Yabebyry seis y Laureles ocho. (Archivo Nacional – vol 3413 folios 48 al 50 – 28 de agosto de 1847). Los esclavos adquirían generalmente el apellido de sus amos, por lo que resulta difícil seguir la línea de descendientes de algunas familias originales que no tuvieron hijos y que cedieron sus pertenencias a sus esclavos negros. En los documentos testamentarios de los Céspedes y otros pobladores de Ñeembucú, hemos visto como se mencionan las transacciones que se hacían con los esclavos, la compra, venta o traspaso, cesión por herencia, fijándose los valores que tenían según su edad, sexo, salud, estaban incluidos en las listas de bienes. Los esclavos en Paraguay podían ser vendidos, donados, hipotecados o dados en préstamo al igual que cualquier objeto. Tradicionalmente, se cree que en el Paraguay hubo pocos esclavos de origen africano. Sin embargo, a fines del siglo XVII (1600) ya constituían el 12% de la población de Asunción y sus alrededores. 196

Las familias pudientes de Asunción y Villa Rica contaban con esclavos domésticos al igual que las órdenes religiosas, que también tenían una gran cantidad de esclavos negros. Numerosas familias de Ñeembucú disponían igualmente de esclavos y esclavas. Algunos fueron libres por voluntad de sus antiguos amos. En la guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay, el Mariscal López ordenó el enrolamiento de esclavos a cambio de su libertad. El sargento CANDIDO SILVA, el trompa que anunció la victoria de las fuerzas paraguayas en Curupayty, era negro. Los negros del afamado “Batallón Nambi’i” pelearon en la batalla naval de Riachuelo, el 11 de junio de 1865. Abordaron el buque brasileño “Paranahyba” y luego de desalojar a sus tripulantes e izar la bandera paraguaya en el mástil, fueron barridos por la metralla de otros barcos aliados. El historiador Ignacio Telesca, afirma que “en toda persona nacida en el Cono Sur de América (si tiene ascendencia más allá de 1870) corre sangre americana (en mayor medida), africana y europea (en menor medida)”. (Ultima Hora, 14.noviembre.2015). Dice también que “población esclavizada proveniente desde África, existió en Paraguay desde tiempos de la conquista como bien claro lo mencionó Josefina Plá en su célebre obra Hermano negro. Esta población no disminuyó, sino que se mantuvo constante y –según los censos con los que contamos– hasta la época de la Independencia más del 11% de la población era afrodescendiente y un poco más del 4% esclavizada. La Ley de Libertad de Vientres entró a regir el 1 de enero de 1843 y decía que las hijas e hijos de las mujeres esclavizadas que nacieran tras dicho 1 de enero serían libres cuando las mujeres cumplieran 23 años y los varones 25. Es decir, aunque recibieran el nombre de libertos seguían siendo esclavos hasta cumplir dicha edad: podían ser vendidos y estaban sujetos a todas las obligaciones que cualquier persona esclavizada tenía. La esclavitud recién fue abolida con la Constitución de 1870. La gran mayoría, desde épocas coloniales, se fue mezclando con el resto de la sociedad. Ante la pregunta: “Adónde se fueron los negros?, la respuesta más certera es: “Dentro de todos nosotros”, concluye Telesca.

DESCENDIENTES DE LOS CESPEDES Es muy difícil establecer, en muchos casos, una relación entre aquellos primeros pobladores de esta zona, de apellido CESPEDES y sus descendientes. Esta 197

vinculación, orígenes y ramificaciones, va a depender de un árbol genealógico específico. En la búsqueda de tales descendientes entrevistamos a varias familias. Aparecen los Granada-Méndez, los Defelice-Céspedes, los Stete - Céspedes, los Ortiz-Granada, los Jiménez-Céspedes. Muchos de los Céspedes estaban afincados principalmente entre Pilar y Guazucuá. Algunos datos obtenidos Patrocinio Jiménez Céspedes, ya desaparecido, con vivienda en Mariscal López y Sargento Azzarini, barrio San Antonio, fue hijo de Froilán Jiménez y de Cecilia Céspedes, de Guazucuá. Salvador Stete se casó con Silvia Céspedes. Luciano Granada Méndez fue hijo de Cándido Granada Céspedes y Josefina Méndez Aceval. Los padres del Dr. Gilberto De Felice Céspedes, fueron Vicente De Felice quien fuera cónsul argentino en Pilar y Victorina Céspedes Barrios, pilarense, hija de Abdón Céspedes y Cecilia Barrios. Abdón Céspedes, héroe de la guerra del 70, llegó a Cerro Corá, de donde volvió caminando hasta Pilar, con la graduación de Mayor del ejército. Se casó con Cecilia Barrios, hija del General Barrios. Su tío José Céspedes, hermano de su madre fue Juez de Paz de la Villa del Pilar. El Dr. De Felice (+ 2013) a quién entrevisté en el año 2011, recuerda que vivían en el barrio Loma Clavel, en “la Loma” como le llamaban, cerca del estadio del Club Capitán Bado. Don Gilberto tuvo varios hermanos: Amanda, Elvio, Irma, Estela, Olga, Angel y Oscar De Felice Céspedes, éste último falleció cuando tenía 9 años de edad. Otros hermanos fueron Sindulfo De Felice, Gliceria De Felice y Vicente De Felice Saccarello. Doña Victorina Céspedes Barrios murió a la edad de 45 años en Asunción. Sus ocho hijos pasaron a vivir con la tía Raquel Céspedes Barrios. Victorina, Raquel, Dolores, Angélica, Eliseo y Pancha Céspedes-Barrios, vivieron en Asunción, según el recuerdo de la profesora Martha Fernández De Felice, hija de Amanda De Felice Céspedes y Humberto Fernández Ríos, es decir nieta de Vicente De Felice y Victorina Céspedes Barrios.

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Jonás Céspedes, está en la línea de sucesión de los Céspedes que habitaron antiguamente en las viviendas ubicadas sobre las calles Loreto (Alberdi) y Florida (Tacuary) casi Independencia Nacional (Mariscal López). Según Jonás, el 28 de mayo de 1872 el gobierno paraguayo cedió gratuitamente la propiedad sobre Alberdi, a su bisabuela Doña ANA ROSA CESPEDES, con una dimensión de veinte varas – por igual contrafrente – 47 varas de fondo y ambos costados, lindando al Norte con parte de las propiedades de Encarnación Vda. De Céspedes y Rosa Céspedes, sobre Tacuary. La escritura original sobre la propiedad, fue autorizada por el Presidente de la Junta Administrativa de la Villa del Pilar Inocencio Talavera. Su abuela Doña Buenaventura Céspedes nació en Pilar en 1889 y falleció en 1950 a la edad de 61 años. La madre de Jonás fue Doña Bárbara De Jesús Céspedes, cuyos hijos son Jonás, Aurelio, Amelia, Buenaventura y Oscar. También menciona a sus tíos José Céspedes, Emilio Céspedes, Fredesvinda Céspedes y Antoliana Céspedes, madre de Delia y de Arsenio “Pelotita” Velazco Céspedes.

En la guerra del 70 Muchos Céspedes son citados por los historiadores, como Efraim Cardozo en “Hace 100 años”, con intervenciones en la guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay, formando parte del ejército del Mariscal Francisco Solano López o de la Legión Paraguaya que acompañó y sirvió de guía a los invasores brasileños, argentinos y uruguayos. Batalla de Corrales Los paraguayos al mando del teniente coronel José E. Díaz alcanzan una gran victoria, el 31 de enero de 1866. Entre los heridos de gravedad se menciona al alférez Anselmo Céspedes. El boletín del ejército relata la batalla, destacando las acciones heroicas de la expedición paraguaya. Menciona a niños que intervinieron también en el combate, como a Prudencio Giménez, y a Bernardo Céspedes, quien “salvó a muchos heridos”. En febrero de 1866, López condecoró a los héroes de Corrales. Con la Estrella Caballero de la Orden Nacional del Mérito a los subtenientes Vicente 199

Céspedes de la tercera compañía del Batallón 25 y Bernardo Céspedes de la compañía de Granaderos del Batallón 21 de caballería. En febrero de 1866 se reorganiza la caballería, muy maltratada durante la campaña de Corrientes. Los regimientos de la denominada División del Sud que defendía el campamento fortificado de Paso de la Patria, eran 26. En el regimiento Nº 3, figuraba como comandante el alférez Luis Céspedes. Del regimiento Nº 8, el alférez Marcial Céspedes. En el regimiento Nº 19 figura el alférez 2º José Tomás Céspedes, Nº 20 el alférez 2º Florencio Céspedes, en el 21 el alférez 1º Bartolomé Céspedes, en el 23 el alférez 2º José Céspedes. También está el teniente 2º José María Pesoa, pilarense, como uno de los comandos del regimiento de caballería Nº 29. El 18 de octubre de 1867 el Mariscal López asciende por actos de heroísmo al teniente 1º José Céspedes del regimiento 20, caballero de la Orden Nacional del Mérito, al grado de capitán. Por su actuación en la segunda batalla de Tuyutí, fue ascendido a segundo mayor el capitán Bernardo Céspedes, en noviembre de 1867. Al grado de capitán es ascendido el teniente Luis Céspedes, del regimiento 26. El 7 de marzo de 1868, el periódico “El Semanario” de Asunción informa de una acción con victoria sobre los argentinos frente a las Trincheras de Angulo, zona de Humaitá. La unidad argentina fue destrozada por la caballería paraguaya comandada por el capitán Luis Céspedes. En el operativo de abordaje de naves de guerra de la escuadra aliada, tuvieron heroica intervención el entonces capitán pilarense Ignacio Genes y el comandante del regimiento Nº 21 José Tomás Céspedes. El abordaje se hizo el 2 de marzo de 1868. La reacción de los aliados impidió que se consumara la hazaña, que terminó en una espantosa carnicería. Genes, acribillado a balazos, bañado en sangre se presenta ante el Mariscal López en su cuartel general en Paso Pucú. “Se nos rompió el sable” dijo Genes. López le prometió “una espada de honor”. Entre los tomados prisioneros por los aliados estaba el capitán Céspedes, uno de los jefes de la expedición. Una compañía de exploradores paraguayos (la legión) que actuaba de baqueanos a los brasileños, fue comandada por el capitán Higinio Céspedes 200

en las acciones realizadas en la zona del río Tebicuary. En 1867, Higinio Céspedes guio a las tropas brasileñas para el ataque a la Villa del Pilar. El ejército paraguayo en su retirada desde el cuadrilátero, llevaba también a numerosas mujeres acusadas de haber conspirado contra el Mariscal López, a las que se les conocían como “destinadas”. Una de ellas, doña Susana Céspedes de Céspedes, tía del mayor Higinio Céspedes, jefe de los baqueanos paraguayos al servicio de los brasileños, logró escapar hacia Ygatimí, con la ayuda de los indígenas “cainguás”. Según el periódico “La Regeneración” de Asunción, “las destinadas vivían de naranjas agrias, de coco y de algunos víveres que les daban los indios a cambio de joyas … “. Cuando residía en Asunción, Susana Céspedes llegó a integrar la comisión de damas para recibir las joyas donadas por las mujeres paraguayas para la defensa de la Patria. ABDON CESPEDES en Cerro Corá. “Rodeados de sus últimos soldados, agonizantes casi todos, el Mariscal esperaba en Cerro Corá que llegaran los brasileños para librar la última batalla…” Revista a su último ejército, 500 hombres, de los cuales apenas 351 listos para el combate final. Dentro del regimiento Nº 25, con apenas 22 efectivos, es mencionado entre ellos el capitán Abdón Céspedes. El 26 de diciembre de 1869 Días antes, cuando el resto del ejército paraguayo aún estaba en Zanja Jhü, camino a su destino final, en la lista de los ayudantes estaba, entre otros, el sargento mayor Angel Céspedes. Así como El teniente 2º José María Pesoa, pilarense, 24 jefes y 38 oficiales.

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CAPITULO XII CASONA COLONIAL “Villamayor” Uno de los edificios de estilo colonial más antiguos de Pilar, conocido como CASA VILLAMAYOR, fue adquirido por la entidad cultural “Rescatemos Nuestras Antigüedades”, presidida por Rufino Palmerola, con la finalidad de convertirlo en un centro histórico – cultural. La transferencia se oficializó el 7 de febrero de 2011, y de inmediato comenzaron los trabajos para su total restauración. El Parlamento Nacional incluyó dentro del Presupuesto de la Nación los recursos iniciales necesarios gestionados por dicha organización.

Mosaico: día de la transferencia – estado en que se encontraba y comienzo de la restauración de la Casona Villamayor. Fotos Mauricio Acosta.

En la pared se puede leer la siguiente inscripción: Proyecto de restauración y revitalización “Vivienda colonial Villamayor 1841”. Casco histórico de la ciudad de Pilar para su refuncionalización como Centro Cultural”. Instituciones responsables: La Secretaría Nacional de Cultura y la entidad cultural pilarense “Rescatemos nuestras antigüedades”. En al año del Bicentenario de la Independencia Nacional. Propietarios y ocupantes. Su primer propietario fue CELEDONIO HERMOSA, quien se alistó en el ejército de López y murió en acción de guerra. La construcción data de 1841. En una viga del frente, se tiene la inscripción: año 1841, y las iniciales de su primer propietario. 202

Don Celedonio se casó con Justa Sostoa, de cuya unión nace Dolores. Al alistarse su esposo para la guerra, Justa Sostoa se trasladó a Villarrica, de donde regresa al enterarse de la muerte de Celedonio Hermosa. La casa quedó posteriormente en poder de las hermanas Juana y Dejesús Villamayor quienes la dejaron en donación a la señora Regina Antonia Lezcano de Ayala por haberlas cuidado hasta su fallecimiento. Regina Antonia se casó con Nicolás Ayala. Regina murió el 18 de julio de 2004, y más tarde fallece su esposo. De esta manera, la casona colonial pasa en herencia a sus tres hijos: César Ramón, Aníbal Ramón y Luis María Ayala Lezcano, quienes finalmente deciden venderla a la organización “Rescatemos nuestras antigüedades”. Luis María Ayala, uno de los tres últimos propietarios, recuerda que su madre doña Regina Antonia Lezcano de Ayala solía escuchar los relatos de sus dueñas anteriores Juana y Dejesús Villamayor, que la casa era utilizada para sus encuentros por el Mariscal López y Juanita Pesoa, en la década de 1850. Un mes después de ser fundado el Partido Colorado (11 de septiembre de 1887) se crea en Pilar la primera Seccional Colorada del interior del país, y su sede por mucho tiempo fue la residencia “Villamayor”. Los colorados nunca se preocuparon por preservarla, reconstruirla o restaurarla.

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Mensura judicial 1888 El diario EL PARAGUAYO de Asunción publica, el 4 de agosto de 1888, un aviso del escribano público Miguel Trinidad, quien informa de la realización de la mensura, deslinde y amojonamiento de dos terrenos que pertenecían a JUSTA SOSTOA DE HERMOSA y a su hija DOLORES HERMOSA.

“El Paraguayo”, de Asunción 1888. Recorte hallado en un archivo particular.

El primer edicto era por comisión del juez de paz de la Villa del Pilar, para la mensura, el 6 de agosto de 1888 del terreno ocupado precisamente por la “Casa Villamayor”, “lindando al Sud con la calle larguera “Paraguarí” (Alberzoni), al este con la calle transversal “Del Pilar” (General Caballero), al norte con los derechos de Don Angel Soto y Cipriano Ayala y oeste con los de Doña Pabla y Francisca Velazco”. Para el día 7 de agosto del 88, se fijó el mismo trabajo de otro terreno de las mismas propietarias “situado en esta Villa en el paraje llamado “Villa Paso”, en la orilla derecha del arroyo Ñeembucú, lindando al norte con la de Don Inocencio Talavera, al este con la de los herederos de Fernández, al oeste con la de Don Gervasio Burgos y Francisca Moreira y al sud con el arroyo Ñeembucú”. En ambos casos, “los autos” debían ser tramitados por el escribano público Mariano Mena.

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Fotos de la histórica residencia, tomadas por el autor en los años 2011 y 2012, antes y después de los primeros trabajos de restauración.

Casona “Villamayor” en etapa avanzada de restauración – Octubre 2015 – Foto Mauricio Acosta

En el año 1872, doña Justa Sostoa Vda. de Hermosa, solicitó al Ministerio del Interior las copias de los títulos originales de los dos terrenos, por tener noticia de su existencia en el Archivo Nacional, lo que se le concede en el mes de septiembre del mismo año. La viuda de Celedonio Hermosa había comunicado que los títulos que estaban en su poder se extraviaron a causa de la guerra del 70. Decía que el terreno de la “Casona Villamayor”, fue comprado del Estado “en el centro de esta Villa, y el otro terreno lugar de chacra, cituado(sic) al otro lado del arroyo Ñeembucú en las inmediaciones de esta Villa, que mi finado esposo lo hubo también por 205

compra de los herederos del finado Pablo Román vecino de Guazucuá distrito de esta Villa”. Por no saber firmar, la nota que doña Justa Sostoa presentó al Ministerio del Interior fue firmada en su representación por el señor Lorenzo Jiménez, también vecino de Pilar.

Casona “Villamayor” en etapa avanzada de su restauración – Foto: Mauricio Acosta 12 de octubre de 2015

Termino este retazo de la historia de nuestra ciudad con muchos deseos de que esta casa, tan cara a la vida de la comunidad, albergue alguna vez los tesoros que, con su permanencia, nos hablan de un tiempo que no se fue. Sigue en la sangre y la memoria de sus habitantes, en sus calles, edificios y objetos familiares guardados celosamente, conviviendo con los rápidos cambios que se suceden en nuestra querida ciudad de Pilar.

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PILAR En la ruta de la Historia

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ISACIO MAURICIO ACOSTA JIMENEZ . Técnico Superior en periodismo radiofónico para el desarrollo. . Profesor de Enseñanza Primaria . Funciones desempeñadas en ZP 12 radio “Carlos Antonio López” desde 1963: - Radiooperador - cronista - redactor de noticias - conductor periodístico - Director – septiembre 2008 – enero 2010 - Corresponsal en Pilar del diario Última Hora de Asunción 1982 – 2008 - Conductor de programa periodístico en FM PATRIA SOÑADA, FROSEP, Fundación Redentorista de Obras Sociales y Educativas de Pilar - Tarea periodística en la Unión de Organizaciones y Ciudadanos y Ciudadanas de Ñeembucú “Salvemos los Humedales” (UOCÑ) – desde 2011 . En el campo de la docencia: - Catedrático en los colegios “Santo Tomás” y “Juan XXIII”, FROSEP - Coordinador Escuela-Empresa en el Colegio Técnico JUAN XXIII (1993-2012) - Catedrático invitado por la Facultad de Humanidades Y Ciencias de la Educación, Universidad Nacional de Pilar, para dictar clases de “Teoría y Prácticas de periodismo”, en el primer curso de la carrera de Ciencias de la Comunicación – año 1999. Libros publicados -

SEMBRADOS EN LA TIERRA (torturados y desaparecidos de Ñeembucú) Marzo 2011. CENSURA EN MEDIOS ESTATALES. Enero 2013 ZP 12 LA RADIO DE PILAR, diciembre 2015, primer libro digital pilarense. WWWEstoesPilar.com y en Portal Guaraní 209

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