Pieces of Him PDF
April 27, 2024 | Author: Anonymous | Category: N/A
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Pieces of Him - Alice Tribue Moderadoras
Nelly Vanessa y Mona Traducción
Nelly Vanessa Corrección
Caronin84 Dabria Rose clau
Annabrch Kath Srta. Ocst
Revisión y Recopilación
Mona Diseño
Dabria Rose
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Índice Sinopsis
Capítulo 14
Capítulo 1
Capítulo 15
Capítulo 2
Capítulo 16
Capítulo 3
Capítulo 17
Capítulo 4
Capítulo 18
Capítulo 5
Capítulo 19
Capítulo 6
Capítulo 20
Capítulo 7
Capítulo 21
Capítulo 8
Capítulo 22
Capítulo 9
Capítulo 23
Capítulo 10
Capítulo 24
Capítulo 11
Capítulo 25
Capítulo 12
Capítulo 26
Capítulo 13
Epilogo
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Sinopsis ¿Quieres la verdad? La verdad es que nunca habrá tiempo suficiente en el mundo para averiguar cómo volver. Nunca se me ocurrirá una forma de cambiar el resultado. La verdad es que no necesito escuchar que tengo un hijo. No puedo negar que sea verdad porque él está vivo, respirar prueba que mi vida está fuera de control. Pero la verdad es que lo amo. La verdad es que es solo estamos él y yo en el futuro próximo… Hasta que conocí a una chica que atravesó mi corazón y cambió todo. Emelia era una estrella brillante en mi cielo abandonado, y se necesitaría un milagro para mantenerla allí. Voy a luchar por el milagro, sin embargo, porque perderlos significaría perder piezas de mí.
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Max~ —Ya voy —grito, envolviendo una pequeña toalla desgastada, alrededor de mi cintura. Al igual que muchas cosas en mi apartamento, ha visto días mejores. No porque no me pueda permitir una mejor, sino porque no estoy acostumbrado a vivir con nada más que lo estrictamente necesario. Finalmente, acabo de decidirme a renovar los muebles para este lugar hace un par de meses, y después de dormir en un colchón nuevo, pude haberme dado a mí mismo una patada por no invertir en una cama nueva antes. Los golpes en mi puerta regresan, y sé exactamente quién está esperando al otro lado. Siempre es la misma persona. Dos, a veces tres, veces a la semana, ella viene, golpea en mi puerta, y luego me permite tener sexo con ella. Ha sido nuestro negocio desde hace casi dos años. Ella viene. Echamos un polvo. Se va a su casa. No hay compromiso, ni promesas. Somos sólo yo, la chica hermosa que trabaja en la caja registradora de la cafetería que frecuento, y nuestro acuerdo mutuamente beneficioso. Algo así como una situación de amigos con derecho, nos da a ambos exactamente lo que necesitamos sin el drama de una relación. —¡Keri! Jesús, ¿qué demonios? Te dije que ya venía —le grito mientras abro de golpe la puerta. —Tienes un vecino viejo y pervertido. Me miraba y me asustó como el demonio —explica, abriéndose paso delante de mí y lanzando su bolso al sofá. Sus rizos rubios rebotan mientras entra en la cocina y empieza a rebuscar en mi refrigerador. Pongo los ojos en blanco y cierro la puerta de entrada, dirigiéndome en su dirección. —¿No trabajas normalmente el jueves por la noche? Su cabeza aparece detrás de la nevera. —¿Memorizaste mi horario? Es un honor, nene. —Sonríe—. Jessica me pidió que cambiara un turno con ella porque tiene una boda este fin de semana —dice, cerrando la puerta del refrigerador y desenroscando la tapa de una botella de agua. Centra sus bonitos ojos verdes en mí, observándome de pies a cabeza. Sus labios se inclinan en otra sonrisa, claramente disfrutando de la vista, y finalmente recuerdo que estoy aquí de pie, en su mayoría desnudo. Me mira, y sus ojos se encuentran
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con los míos. Su maquillaje es perfecto; sus labios con brillo labial, haciéndolos seriamente tentadores. Su top violeta es ajustado y le queda como un guante, llevo mis ojos al centro y a la curva de sus pechos. La falda de mezclilla es aún más ajustada que la maldita camisa, lo que es difícil de creer, y es corta, tan corta que está malditamente cerca de no alcanzar el pudor. Y finalmente, sus sandalias negras de cuña, le dan a su pequeña complexión la suficiente altura para hacer que sus piernas se vean como si duraran para siempre. El atuendo grita vulgar, pero para mí es perfecto. Para mí, simplemente está bien, porque me recuerda exactamente lo que se esconde debajo de la ropa y exactamente lo que va a dejarme hacer con ella esta noche. La idea de eso hace que mi polla tome nota. —Ven aquí —la llamo, dándole la orden. Sin embargo, no se mueve; Se queda de pie, clavada en su lugar, con el agua en la mano y sus ojos todavía en mí, pero ya no están llenos del deseo que estaba en ellos hace un minuto—. Keri. Niega con la cabeza. —No vine aquí para eso. —Entonces, ¿qué haces aquí? —pregunto impaciente. —Quería hablar contigo. Mierda. Estaba esperando esto. Esperando el día en que decidiera que ya no quería nuestro acuerdo sin ataduras. Esperando el día en que viniera aquí y me dijera que quería más de mi parte, que sus sentimientos por mí habían crecido. Siempre supe que sucedería. Estoy realmente sorprendido de que durara tanto tiempo sin traer esa mierda. Quiere hablar, entonces vamos a hablar, y luego terminaré con ella. La dejaré fácil; le explicaré cómo es y por qué ya no podemos hacer esto. Va a joder mi carrera de café de la mañana, pero sólo tendré que enfrentarlo. Tengo que terminar esto ahora antes que esté más involucrada, antes que comiencen las súplicas y la manipulación emocional, pero ella está aquí ahora, en este momento... Y tengo que follarla hasta el cansancio una última vez antes de decirle que terminamos. Tengo que hacerlo. Me dará un poco de algo para recordarla y me alcanzará hasta que encuentre a mi adecuada, próxima amiga con derechos. —¿Quieres hablar? Vamos a hablar, pero primero, ven aquí —ordeno, apuntando al suelo delante de mí. Ella sabe que no estoy jodiendo; lo oye en mi tono, y puedo ver la preocupación de unos momentos antes, ser reemplazada por la lujuria. Deja la botella de agua sobre el mostrador y luego da tres pasos vacilantes hacia mí. Tiro de la toalla y se afloja, su mirada la sigue a medida que cae al suelo. —Abajo, Keri. Quiero sentir tu boca sobre mí.
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—Max. —Ahora, Keri —digo poniendo mi mano en su hombro e instándola a bajar. Lo hace, dejando que la ponga de rodillas, y cuando está ahí, agarro mi polla y se la ofrezco como si se tratara de una comida gourmet. No pierde tiempo en hacer exactamente lo que quiero que haga, envolviendo sus pequeños labios carnosos a mi alrededor y disfrutando de cada minuto. Me lleva allí rápidamente, y cuando termino, está más que dispuesta a tragarse hasta la última gota. Es sucio y sexy y me vuelve malditamente loco. La pongo de pie, subo su falda, la subo en la encimera, y ella ya abrió las piernas para que pueda devolverle el favor empujando a un lado su ropa interior y lamiéndola de arriba a abajo. Así es como me gusta, enloquecida, sin inhibiciones, y libre. Tomo tanto de ella como puedo hasta que está gritando por mí; su cabeza cae hacia atrás con un golpe, mientras pega en el gabinete encima. Sólo cuando estoy seguro de que se corrió, cuando sus gemidos dejan de salir, jalo sus caderas y golpeo mi pene en ella. Es una especie de castigo de penetración, implacable y voraz, porque estoy enojado de que esté a punto de cambiar nuestro acuerdo y que me obligue a usar la mano. No tengo misericordia, y me importa una mierda. Ella tampoco. Lo toma porque siempre toma lo que quiero darle y la chica está lejos de ser estúpida. Debe saber, en algún nivel, que lo que hay entre nosotros no puede seguir así. —Max, por favor —grita, y no sé si está pidiendo que pare o que la folle más duro, así que elijo lo último y le doy más duro, para que cuando salga de aquí, esté inestable en sus piernas y me sienta durante días. Cuando termina, los dos estamos agotados, satisfechos, y tiene esa mirada soñadora en sus ojos. Una vez que salgo de su interior, agarro el mostrador para estabilizarme mientras se desploma contra él. Necesito un minuto para recuperar el aliento, pero una vez que lo hago, me alejo de ella, agarrando la toalla del suelo y camino a mi habitación, diciéndole que volveré. Tiro la toalla en el cesto cerca, saco unos pantalones de chándal y una camiseta blanca lisa, y voy de regreso a Keri. Para el momento en que salgo de mi habitación, ella se acomodó su ropa y tomó asiento en el sofá, su mano agarrando la botella todavía llena de agua. —¿Te lastimé? —pregunto, ahora sintiéndome como un idiota por ser duro con ella. Fue un poco en el lado excesivo, pero no pude evitarlo. —No —murmura, sin encontrarse con mi mirada. Tomo asiento en el otro extremo del gran sillón. Con una pierna inclinada hacia un lado, lanzo mi brazo derecho sobre el respaldo. —¿De qué quieres hablar?
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Sus ojos se acercan a los míos, y si tuviera que adivinar, diría que se ve asustada, lo que hace que esto sea mucho peor. Porque significa que en algún lugar a lo largo del camino, probablemente, esta chica se enamoró de mí, lo cual es más que ridículo. No hay nada aquí para amar. Aquí no hay nada digno de ser amado. Soy un idiota, y nunca he escondido eso de ella. —Es sólo... —Jesús, Keri, simplemente escúpelo ya —digo, perdiendo la paciencia con este acto de ojos saltones. Cree que puede hacerme sentir culpable para ser lo que quiere, pero está muy equivocada. —Estoy embarazada. Ahora, eso... capta mi atención. El mundo se detiene, y de repente, siento como que todo está ocurriendo en cámara lenta. Esas dos palabras son el equivalente de un misil que se apuntó y disparó directo hacia mí y no hay lugar al cual pueda correr a esconderme. Un puto golpe directo. —¿Disculpa? —Max. —No. —Niego tratando de asimilarlo, tratando de envolver mi cerebro alrededor de lo que acabo de oírla decir—. De ninguna manera. —Me acabo de enterar. —¿Qué diablos? ¿Es en serio esa mierda? ¿Estás sentada allí y me dices que en realidad estás embarazada? —Es lo que te estoy diciendo —confirma con una inclinación de cabeza. —Perra, estás mintiendo —la acuso, moviendo el torso hacia abajo para inclinarme más cerca de ella, ahora de una manera amenazante. —No estoy mintiendo. —Entonces, ¿quién es el padre? —No hagas eso —dice con el inconfundible sonido del dolor mezclado dentro de sus palabras. —Por qué viniste aquí, ¿eh? ¿Qué pensaste que iba a decir? —Solo pensé... —No. Sabías lo que había entre nosotros desde el principio. Se suponía que esto sería sobre diversión. Eso es todo. Sin cadenas de mierda, sin compromisos de mierda, ¿y luego vienes aquí y me golpeas con esta mierda? Es una mierda.
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Sus ojos se llenan de lágrimas y trata desesperadamente de parpadear para alejarlas. Puedo verla luchar para ganar el control de sus emociones. —No lo hice a propósito, Max. —Hasta donde sabía, estabas tomando la píldora, y estabas follando sólo conmigo, nena. Eso es lo que me dijiste, y fue la única razón por la que dejé de usar condones contigo. —Lo hacía. —Entonces ¿por qué estás sentada aquí diciendo que estás embarazada? —Fue un accidente. —Algún maldito accidente —respondo, con una carga de repulsión. Ella lo siente, sé que lo hace, pero continúa, tratando de defenderse cuando no hay defensa para esto. —Olvidé un par de pastillas cuando fui a Miami con las chicas el mes pasado, ¿de acuerdo? Sin embargo, tomé doble después, y pensé que estaría bien. —Cristo. ¿Crees que podrías haber mencionado esa mierda para mí antes? Pude haber tomado medidas para evitar esta situación. Me hubiera enguantado. — La miro y juro por Dios. Juro. Por. Dios. Nunca en mi vida he tenido el impulso de golpear a una mujer, pero en este momento, está tentando mi paciencia. Tomo una respiración en un débil intento por calmarme—. ¿Y ahora qué? —No puedo hacer esto sola, Max —dice en voz baja, pero puedo ver el miedo que emana de ella. Puedo oír la vulnerabilidad; no quiere estar aquí contándome esto, tanto como yo no quiero que lo esté. —¿Quieres hacerte cargo de eso? Te daré el dinero. Te llevaré yo mismo Keri, y me aseguraré que estés bien. Ninguno de los dos está listo para tener una familia. Estamos jodidos, los dos. No podemos darle a un niño lo que necesita. No podemos darle algo que nunca nos dieron. —Eso no es cierto. —Niega en señal de desacuerdo—. Tú tienes mucho que darle a un niño, y yo también puedo ser una buena madre, Max, sólo necesito tu ayuda. Podemos hacerlo juntos. Esta chica no se puede creer. Es como si no hubiera estado aquí los últimos dos años, y tengo que preguntarme cuándo, durante ese tiempo, le di la impresión de que alguna vez podríamos ser más de lo que fuimos y cuándo fue que consiguió que su cabecita se atascara en las nubes. —Te hiciste un cuento de hadas, una fantasía dentro de tu cabeza y tienes que detenerla. Déjala ir. Nunca vamos a tener cercas blancas, tú y yo. Así no es como esto va a terminar.
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—¿Por qué no? —¿Por qué no? —Muevo mi cabeza hacia un lado con incredulidad; está pensando que somos buenas opciones para padres y estoy mirándola como si tuviera un tornillo suelto. Y justo ahora, estoy seguro de que lo tiene—. Para empezar porque malditamente no te amo —siseo, observándola mientras se estremece visiblemente—. En segundo lugar, tengo una buena vida... AHORA. Finalmente puse mi mierda junta lo suficiente para conseguir un apartamento decente. Esa mierda no quiere decir que puedo mantener dos bocas más. —Conseguiré un mejor trabajo. —¿Sí? ¿Conoces muchas compañías dispuestas a contratar a una chica embarazada? Tienes dos compañeras de habitación, porque no puedes permitirte el lujo de vivir por tu cuenta, pero ¿quieres traer un bebé al mundo? —Podemos hacer que funcione. —No, no podemos. No seré eso para ti. No puedo darte la familia que nunca tuviste. No estoy hecho así. Ten ese bebé, Keri, y tienes mi palabra de que haré lo que pueda, te daré tanto como pueda, y voy a tomarme el tiempo para llegar a conocer al niño. Voy a ser padre como pueda. Es todo lo que puedo ofrecer. Es todo lo que honestamente puedo darte. —Muy bien. —Lo admito, nena, estoy enojado, pero no estoy tratando de hacerte daño. Sólo te estoy diciendo la verdad. No tuve madre, y tuve un papá de mierda, eso es todo lo que conozco. Voy a tratar de ser mejor, de lo que él fue, para este niño, pero no puedo prometerte nada. —¿Qué hay de ti y de mí? —No hay tú y yo. —¿Así de fácil? —No. No así. Nunca hubo un tú y yo. Teníamos un acuerdo, y ahora, ese acuerdo se acabó. —Dios, realmente no tienes corazón. —Si no tuviera corazón, no seguirías sentada aquí. —No sigo sentada aquí —dice, levantándose del sofá y agarrando su bolso. Pisa fuerte hacia la puerta principal y la abre. —Keri —la llamo, sin saber por qué. Sin saber por qué no acabo por dejarla salir por la puerta y rezo a Dios para nunca ver su cara otra vez. —Qué.
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—Avísame cuando vayas al médico. Voy a tratar de ir a la cita contigo. Se congela y me mira fijamente, probablemente sorprendida porque haya hecho esa oferta, aunque no tan aturdida como yo. Todavía no le estoy dando una cerca blanca, pero lo menos que puedo hacer es sentarme con ella en unas pocas citas médicas y asegurarme que el niño está bien. Mierda, soy estúpido. Quiero ser un idiota pero aún no puedo ser un idiota tan grande. Me fulmina con la mirada y cierra la puerta de un golpe al salir, pero sé que volverá. Sé que aceptará mi oferta porque prefiere tener lo poco que tengo que ofrecerle a pasar por esto sola.
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Max~ Ocho meses después~ —¿Señor Castillo? —Me disparo de la silla, mi cuerpo está dolorido y rígido después de estar sentado allí durante tanto tiempo. —¿Sí? —respondo, dando un paso hacia el médico. El mismo médico que me echó de la sala de partos cuando Keri se volvió loca y empezó a gritar porque no podía soportar el dolor. Podía ver las venas en su cuello comenzando a hincharse, y su rostro volviéndose de un azul escalofriante, y entonces me pidieron que saliera. Me asustó como el demonio verla de esa manera, con tanto dolor y con ese nivel de angustia. Eso fue hace horas. De hecho, hace tanto, que sus dos compañeras, Jessica y Dana, se fueron. Ambas tenían que ir a trabajar y necesitaban llegar a casa, ya que, al igual que yo, pasaron la mayor parte de la noche aquí. Sus ojos caen en mí, se mueve incómodamente y me preparo. Me preparo para escuchar que me diga que algo salió mal, que el bebé murió. Mientras me preparo para escuchar esas palabras, me recuerdo a mí mismo que si lo peor ha pasado, tendré que ayudar a Keri a superarlo. Deseaba tanto a este bebé, y si no lo logró, no estoy seguro de que pueda enfrentarlo. —Tienes un hijo. Está muy bien, y lo transferimos a la guardería. Lo podrás ver en cualquier momento. Dejo escapar un suspiro de alivio, y me sorprendo por la forma en que me hace sentir saber que está bien. Es cierto que no quería un hijo, pero ni siquiera soy tan idiota que hubiera querido que le sucediera algo. —¿Cómo está Keri? —pregunto, dándole de vuelta mi atención. Vacila brevemente antes de hablar. —Hubo una complicación, como sabes. Comenzó a sentirse mareada y tuvo náuseas. Su ritmo cardíaco y presión arterial se redujeron, y sufrió un paro cardíaco. Hicimos todo lo que pudimos, señor Castillo. Hicimos que todo el equipo trabajara en ella, pero no pudimos traerla de vuelta. Keri murió. —¿Qué? —pregunto, pero no puedo escuchar mi propia voz. Estoy suspendido en el tiempo, y todo en lo que puedo centrarme es en sus palabras. Keri
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murió... Keri murió… murió. Comienzo a tomar respiraciones rápidas, superficiales porque de repente tengo una sensación de mareo—. ¿Qué quiere decir con que murió? —Quiero agarrar su bata blanca de mierda y agitarlo. No estoy seguro de que incluso me puede oír, no estoy seguro, incluso que dije las palabras, pero él empieza a hablar mientras lucho por mantener la compostura. —Utilizamos varios métodos para tratar de traerla de vuelta sin ningún éxito. Desarrolló una embolia, que escapó del útero y entró en su torrente sanguíneo; en última instancia, se fue a su corazón y la condujo a un paro cardíaco. No podríamos haber hecho nada más por ella. Lo escucho hablar, pero las palabras ya no se registran. Son frías y clínicas. No tienen ningún significado. No tienen sentido. La verdad es que me perdí con lo de la muerte. Murió. Keri se ha ido; una hermosa mujer de treinta años, con toda la vida por delante, y se ha ido, muerta. ¿Cómo diablos sucedió esto? ¿Qué demonios está pasando? Me pregunto mientras la habitación comienza a girar. Me aparto de él y agarro una silla, cayendo en ella, y muevo la cabeza, sintiéndome absoluta y malditamente impotente. —Señor Castillo, ¿está bien? —pregunta el médico, en cuclillas frente a mí, y me enoja como la mierda. —Déjeme en paz —digo, apoyando la cabeza en la palma de mis manos en un esfuerzo por evitar que se envuelvan alrededor de su cuello. —Por supuesto —murmura, enderezándose—. Una vez más, siento su pérdida. Una enfermera vendrá y lo llevará con su hijo en poco —dice y luego se va, terminando su discurso practicado y recordándome el hecho de que hay un niño, en algún lugar de este hospital, con una maldita madre muerta y un padre inútil. —Mierda. —Suspiro, pensando que la historia tiene una forma jodida de repetirse. Keri y yo tuvimos padres de mierda, pero no tuve una madre y un padre que no quería tener nada que ver conmigo. Ahora, aquí estoy en una situación extrañamente similar. Esa sensación de mareo empeora a medida que la realidad, de lo que ha ocurrido, intenta establecerse en los rincones de mi mente. Lucho contra ello. No quiero saber que Keri se ha ido, que hay un niño, con mi sangre corriendo por sus venas, en algún lugar de este hospital. Quiero restituir todo de vuelta y continuar con mis asuntos, como si se tratara de cualquier otro día. Lucho contra el impulso de correr, de levantarme y largarme de aquí, de conducir hasta que no pueda seguir conduciendo, de conducir tan rápido como pueda, tan lejos como pueda, y dejar que otro lidie con este desastre. No mucha gente lo sabe, porque sólo Dios sabe, que no he dejado a muchas personas entrar en mi vida, pero sé, lo sé, que no puedo manejar toda la mierda que ha pasado. No tengo la
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más mínima puta idea de qué hacer en este momento. Es por esto que tomo la decisión de hacer exactamente lo que quiero hacer y salgo de aquí. Me largaré de aquí y pretenderé que nada de esta mierda ha ocurrido. El pánico tiene un firme control sobre mi pecho, y temo que explote si no consigo un poco de aire fresco. Me pongo de pie, centrado en encontrar la salida, pero es lo más lejos que llego. Oigo mi nombre de nuevo, sacándome de mis pensamientos de huir. Me vuelvo y hay una enfermera allí con una sonrisa triste en su rostro. —Soy Marie. Estoy aquí para llevarlo a la guardería. ¡No, no! Ese es el último maldito lugar al que quiero ir. No puedo preocuparme por un niño ahora, no cuando todavía estoy tratando de lidiar con el hecho de que Keri se ha ido. —No puedo —le digo, sin encontrarme con su mirada. —¿Por qué no? —Keri, su madre, tengo que... —No tengo idea de lo que estoy diciendo o lo que estoy tratando de decir, pero sé que estoy tratando de inventar una excusa para salir de aquí y poner tanta distancia, entre ese bebé y yo, como sea posible. Algunos hombres están destinados a ser papás, algunos hombres quieren serlo, pero nunca he sido ese tipo de hombre. Ahora no, por lo menos. Todavía tengo mierda que quiero hacer; avanzar en mi trabajo, comprar una casa, salir en citas, viajar, beber, acostarme con chicas. Ninguna de los cuales va conmigo convirtiéndome en un señor mamá. —Siento mucho su pérdida, Sr. Castillo, pero no puede hacer nada por ella en este momento. Un administrador le ayudará a tomar las decisiones, y sin duda puede verla... Su cuerpo. Eso es lo que está pensando, pero no termina el pensamiento. Sin embargo, tiene razón. Todo lo que queda para ver de ella, es sólo un cuerpo. Toda la vida se habrá ido. La sonrisa, los ojos muy verdes, las mejillas rosadas, y los labios carnosos. Todo lo mejor de ella, las cosas que la hacen ser ella, se han ido. Realmente no necesito ver esa mierda, sobre todo porque no lo aprecié cuando lo tenía. Nunca lo dije cuando debí haberlo hecho porque no me molesté en preocuparse por eso. —Lo mejor que puede hacer en este momento es ir a ver a su hijo. La miro fijamente por un instante antes de asentir vacilante, porque ¿qué otra cosa puedo hacer? No puedo admitirle a esta mujer, que me atrapó tratando de salir del hospital que lo último que quiero hacer es ver a mi hijo. Se siente irreal; Puedo pretender que es un mal sueño, por ahora, pero en el momento en que lo vea, todo se volverá real. Es la prueba viva, respirando, que mi vida acaba de ser
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magníficamente arruinada. La sigo fuera de la sala de espera y al final del pasillo a un conjunto de puertas, donde utiliza su tarjeta de identificación como llave. Las puertas se abren y atravesamos otro corredor, brillantemente iluminado y vamos alrededor de una esquina. La habitación cerrada en vidrio con filas de bebés es exactamente como se ve en las películas. Solo mirarlos me pone inquieto, y lucho contra el impulso de dar la vuelta y correr. —Es él —dice señalando la última fila. Pero no tiene que decírmelo. Lo veo y al instante lo conozco. Sé que es de Keri y mío. Tiene su pequeña nariz y los ojos en forma de almendra—. Entremos. Lo llevaremos a la mecedora y se podrá sentar con él durante todo el tiempo que desee. Es muy importante que se una con usted en este momento. No hablo; Sólo la sigo dentro de la habitación, sintiendo como si el peso del mundo estuviera en mis hombros. También siento un poco de pánico y enormemente lleno de dolor. Ella me da instrucciones para lavarme las manos y tomar asiento, en una fea silla mecedora verde, mientras se lava las manos y toma al niño. Mientras espero, contemplo conseguir un abogado que pueda encontrarle un buen hogar, porque simplemente no puedo malditamente imaginar el tener que criarlo. No quería hacerlo con Keri, y mucho menos solo. Estoy seguro que estará mejor en otro lugar. En algún lugar con personas que realmente quieran un niño, con personas que realmente sepan cómo demonios cuidar de él, porque estoy seguro que si lo dejan conmigo, no duraría un día. No sabría nada sobre cuidar de él. Ni siquiera tengo cuna, por el amor de Dios. Keri manejó toda esa mierda. Definitivamente debo encontrar un abogado o un trabajador social o un cura. Alguien así. —Aquí vamos, papá. —La enfermera regresa, sosteniendo con sus brazos, una pequeña cosa envuelta en una manta. Apenas le echo un vistazo a su pequeño gorrito azul y quiero salir corriendo. Estoy pensando en que detecta eso porque dice—: Sólo relájese, siéntese, levante las manos, y yo haré el resto. —Creo que es demasiado pequeño. —No, está bien, casi cuatro kilos. No es tan frágil como piensa. —Sonríe y se inclina hacia abajo, colocándolo suavemente en mis brazos—. Le voy a dar un minuto a solas con él —dice. Se va antes que pueda oponerme. Dejo escapar un suspiro y miro hacia abajo, al bebé dormido en mis brazos y algo me llama la atención. Un dolor en el pecho, una punzada de culpa, por traerlo a esta maldita vida. Siento una sensación de tristeza porque la única persona que estaba dispuesta a luchar por él se ha ido, y no me gusta eso para él. El arrepentimiento me llena, porque nunca va a llegar a saber cuán buena chica era. Nunca sabrá lo mucho que lo deseaba. Nunca va a entender la forma en que se hizo cargo de él,
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mientras estaba creciendo dentro de ella, cómo investigó todos los escenarios posibles, todos los resultados posibles, e hizo lo que pudo para asegurarse de que las probabilidades estuvieran a su favor, para tener un bebé sano. —Lo siento, amigo. Esto no es lo que tu madre hubiera planeado para ti, pero estarás bien. Ya se me ocurrirá algo. Me aseguraré de que cuiden de ti de alguna manera. Lo sostengo de esa manera por un tiempo, descansando su pequeño cuerpo contra mi pecho. Es surrealista tenerlo aquí, verlo y saber que no estaba ni cerca de estar preparado para lo que ha ocurrido. Pero eso no importa ahora. No puedo cambiar nada de eso; todo lo que puedo hacer es encontrar una manera de seguir adelante. Doy gracias a Dios de que la enfermera regresara justo cuando empieza a hacer pequeños sonidos de llanto. —No estoy seguro de lo que sucede con él —le digo en un ataque de pánico. —Es probable que sólo tenga hambre —dice sacando un pequeño biberón de fórmula debajo de su cuna. Abre el biberón y le pone una tetina antes de entregármela—. Sosténgalo un poco más arriba —dice moviendo el brazo para mostrarme cómo elevar al bebé para que su cabeza quede ligeramente elevada—. Eso ayuda a minimizar el gas. —Guía mi mano con el biberón a la boca del bebé y, por supuesto, él la toma en poco tiempo. —¿Cómo sabe hacer eso? —le pregunto, como aturdido de que esté trabado en la tetina tan rápidamente. —Sólo lo hace. Milagro de la vida, supongo —ofrece a modo de explicación— . Vamos a dejar que beba un poco, y entonces le mostraré cómo hacerlo eructar. Lo estás haciendo genial. Sus palabras son alentadoras, pero hacen poco para aliviar mi ansiedad. Nada puede ayudarme a lidiar con la grandeza de este momento. Un momento tan enorme que me siento pequeño. Estoy tan perdido como nunca he estado en mi vida. Tan perdido, que nunca podría encontrar la salida. Sé que me hace una persona de mierda, un padre incluso peor, pero la única solución que puedo ver a este problema es darlo en adopción. Es la única manera, que sé con seguridad, que los dos estaremos bien. Tendré mi vida de nuevo, y él conseguirá una buena familia y una vida mejor. —¿Tiene un nombre elegido? Un nombre. Guau. Esa pregunta duele. Fue un dolor que no sabía que podía sentir. La cuestión suscita un recuerdo, me hace pensar en ella, y lo mucho que me gustaría poder traerla de vuelta.
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—Hola —dijo cuando me abrió la puerta principal. No pude evitar notar lo mucho más redondo que se veía su vientre, lo feliz que estaba. —Hola —la saludé mientras caminaba a la sala de estar—. Sé que me perdí la cita. Me vi envuelto en el trabajo —dije secamente, tirándome en el sofá. No era la primera cita que me había perdido, y probablemente no sería la última. A estas alturas, diría que tenía una trayectoria de cincuenta por ciento de apariciones. —Está bien. No habría venido sin llamar, pero sólo quería que lo supieras. —¿Saber qué? —pregunté, dejando que mi indiferencia se mostrara. —Es un niño. —Sus palabras me golpearon en algún lugar, supongo a como lo haría con cualquier hombre que oyera que estaba a punto de engendrar un niño. Quiero pedirle que se vaya, pero se ve tan emocionada que no puedo obligarme a hacerlo. —Eso es genial. ¿Es lo que querías? Ella sonrió luminosa y asintió. —Sí, las madres y los hijos siempre son cercanos. Puedo imaginarlo jugando a la pelota, Max. —Creo que te estás adelantando, nena. Toma una cosa a la vez. —Correcto —respondió ella, moviéndose más cerca de mí—. Estaba pensando... que tal vez lo podemos llamar Max. —No. —La corté rápidamente. Algo sobre darle a mi hijo el nombre que mis estúpidos padres me dieron, se sentía mal para mí. Algo acerca de darle mi nombre a un bebé que no había planeado o deseado se sentía peor—. Mi nombre es una mierda, Keri. ¿Cuál otro tienes? Ocultó su decepción de la mejor manera que pudo, pero la vi de todos modos. De cualquier forma, me dio una de sus sonrisas más tímidas y continuó. —¿Brandon? —No. —¿Brody? —No. —Dylan. —No —Los rechacé todos, uno a uno, cada nombre peor que el anterior. —¿Xander? —Xander —repetí el nombre, Probándolo—. Xander Castillo. Me gusta, suena bien.
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—También me gusta. —Estuvo de acuerdo con emoción. Acercándose más, envuelve sus brazos alrededor de mi cuello y me abraza, sorprendiéndome eficazmente como el demonio. No hice nada para apartarla porque he estado intentando, como el infierno en los meses pasados, de tratarla más amable, más suave. La última cosa que necesitaba era que enfermara por algo que le dijera o le hiciera, lastimando al bebé, y luego culpándome por ello. Se aprovechó de ese hecho y metió la cabeza en mi cuello y cuando lo hizo, utilizó su nueva posición para besarme allí. —Keri. —Lo sé, Max. Lo sé, pero han pasado meses, y sólo quiero celebrar contigo. Esta es una noticia increíble. —Lo acordamos. —No estuvimos de acuerdo, tú lo decidiste. Mis sentimientos están bajo control, Max. Sé cómo están las cosas, no es más que las hormonas del embarazo fuera de control y te necesito en este momento. —Sus labios tocan mi cuello de nuevo, en silencio y luego me besa en la mandíbula y con eso hace añicos cualquier resistencia que tuviera. Fue la primera vez que la había tenido desde que me enteré de lo del bebé, pero no fue la última; no había mentido acerca de las hormonas del embarazo, y se aseguró de aprovechar todas las veces que pudo. —¿Señor Castillo? —¿Sí? —¿Un nombre? —Xander. —Es un nombre muy bonito. —Su madre lo eligió. —Me aseguraré de que se añada a su historia clínica. —Gracias. —Me imagino que querrá quedarse con él. Hay una silla en la sala de espera junto a una cama, y puedo conseguirle mantas y una almohada. Puedo colarlo en una habitación vacía de un paciente para una ducha rápida y conseguirle un par de batas de dormir. —Oh, eso no es necesario. —Es lo menos que puedo hacer. —Sonríe. Cree sinceramente que estoy compitiendo por el padre del año aquí. Apenas puedo decidir lo que voy a hacer en los próximos diez minutos, y mucho menos lo que voy a hacer por toda la noche. Supongo que aceptaré su oferta, y luego saldré a escondidas de aquí una
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vez que haya cambio de turno. Voy a ir a casa, a dormir un poco decentemente, y luego podré decidir lo que sucederá después. Ella me guía por el resto de la alimentación, cuándo apartar la botella, y la forma de hacerlo eructar. Él se vuelve a dormir mientras lo sostengo contra mi pecho, frotando su espalda. No sé por qué, pero se siente casi pacífico, sentado aquí de esa manera con él. Mi mente regresa a Keri, que está probablemente acostada en la morgue en este momento, llamándome y pidiéndome que la encuentre en el hospital porque había roto aguas. Como el idiota que soy, me tomé mi dulce tiempo para llegar aquí. Me di una ducha, me afeité, y me detuve por una taza de café en el camino. Durante todo el tiempo que ella estuvo de parto. A pesar de todo, cuando llegué aquí, me saludó con su sonrisa brillante. —Llegaste. —Había dicho con esa voz suave de ella, y pude escuchar la emoción y el nerviosismo mezclados entre sí. Ya había dilatado cuatro centímetros en el momento en que llegué aquí, y me decía cuán feliz estaba porque él estuviera llegando finalmente. Que no podía esperar para reunirse con él, abrazarlo, besarlo. Tenía tanta esperanza hace unas horas. Tantos sueños para un futuro con su chico, y ahora, se ha ido y no llegó a hacer ninguna de las cosas que había deseado. Solo pensar en ello hace que el peso de plomo en mi pecho se vuelva más pesado, más apretado hasta el punto de causar dolor. No soy de llorar, pero mierda, incluso me vuelvo emocional ante la idea de que Keri no existe en este jodido mundo. Con el pensamiento de que este pequeño bebé, nunca la conocerá ni sabrá cuánto luchó por él. Puedo ser una buena madre, Max... tienes mucho que darle a un hijo. Estaba loca, malditamente chiflada por pensar que cualquiera de nosotros podría hacer esto. Por lo menos con ella alrededor, mi papel en su vida habría sido mínimo, cada fin de semana y días festivos, pero tratar de tomar a este niño de tiempo completo sería una broma, un desastre. La forma más rápida de arruinar, de una puta vez, a un niño es dejarlo conmigo; ¿Qué demonios iba a enseñarle y cómo iba a cuidar de él? ¿Cómo diablos voy a mantenerlo respirando cuando no tengo ni idea de lo que estoy haciendo? —¿Quiere que le muestre cómo cambiarle el pañal? —Um, ¿podemos guardar esa lección para la próxima vez? —Por supuesto. Son muchas novedades para usted, han sido unas horas difíciles. —Sí. —Estoy de acuerdo, con un maldito nudo en la garganta. Ella asiente con conocimiento y agarra a Xander de mis brazos con soltura. Lo coloca en su pequeña cuna, e intento escapar, pero me detiene antes que pueda llegar muy lejos,
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me da algunas batas que encontró en alguna parte, y me lleva a una habitación de pacientes vacía. Mierda. Keri estaba en esta habitación. —Sus cosas todavía están en el armario. Tenemos algunas habitaciones vacías en este momento, así que no debemos necesitar esta. Sólo puede permanecer aquí por la noche; estará más cerca de Xander de esa manera. Les diré a las demás enfermeras de guardia, y voy a pedir una bandeja de cena mientras toma su ducha. Jesús, me está matando. Su amabilidad es demasiado para manejar en este momento. —¿Por qué hace todo esto? —Porque se ve perdido. Ha pasado por un trauma, y es probable que no esté pensando correctamente. Sólo quiero ayudar. Malditamente. Me. Está. Matando Asiento a través de la protuberancia recién formada en mi garganta y murmuro mi agradecimiento. —Traeré a Xander después que haya cenado. Debe estar listo para comer de nuevo para entonces, y le mostraré cómo cambiarle el pañal. Un administrador del hospital hablará con usted en algún momento en relación con los preparativos finales de su novia. Me deja solo, y miro alrededor sin saber qué hacer primero. Camino hacia el pequeño armario incrustado en la pared y saco la bolsa de lona de Keri. Tomando asiento junto a la ventana, reviso el contenido. Abro su cartera de tarjetas de crédito, cincuenta dólares en efectivo, tarjeta de seguro y licencia de conducir. Dentro de uno de los bolsillos hay una imagen de la ecografía y una foto de ambos sentados en el café, probablemente en uno de sus descansos, enfrascados en una conversación. Tan profundo estaba, que no tenía idea que tomaron la fotografía, ni idea de quién la tomó, o cómo la consiguió. Apoyo mi frente en mi mano tratando de llevarme a mí mismo a superar esta mierda, guardo la foto y acomodo la cartera. Miro a través del resto de la bolsa. Un libro que parece ser un diario, algunas de sus ropas, artículos de tocador, y un par de cambios de ropa para él... para Xander. Pongo todo de nuevo dentro, dejándolo en el alféizar de la ventana, y voy al cuarto de baño, listo para lavar algo de este estrés. No sé cuánto tiempo me quedo allí, dejando que el agua caliente caiga sobre mí, dispuesto a que esta pesadilla se vaya, tratando de aceptar la única solución realista, pero no importa el tiempo que paso aquí, no es suficiente. Nunca habrá tiempo suficiente en el mundo para encontrar la manera de volver. Nunca encontraré una forma de cambiar el resultado de las cosas. Lo sé mejor que nadie; Keri también lo sabía. En el gran esquema de las cosas, no creo que este final le hubiera sorprendido en absoluto.
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Parece casi a propósito. Sólo otra manera de la vida, de arruinarnos a los dos, y me lo merezco, sé que lo merezco, por la forma en que la traté, por no darle las cosas que necesitaba de mí, por no ser capaz de amarla como quería, pero ella no se lo merecía. Hubiera sido difícil. Ella habría tenido dificultades y luchas, pero estaba en lo cierto... habría sido una buena madre porque no lo habría dado por sentado. Nada de eso. La cena ya fue entregada para el momento en que salgo del baño. Como tanto como puedo, a pesar que no tengo hambre. Cuando estoy terminando, el administrador del hospital viene a darme el pésame y a ponerme en contacto con una de las funerarias locales y la compañía aseguradora de Keri, con el fin de averiguar lo que, en su caso, estarían cubriendo los gastos. Tomo la información que me da y la realidad de que Keri no tenía a nadie. Son sólo sus estúpidas compañeras y yo. Ella me hizo su familia. Aparezco en la lista de sus familiares, y ni siquiera lo sabía. Estaba allí por ella, simplemente Xander y yo. Soy el que va a tener que lidiar con su muerte. Cuando sus compañeras de cuarto, Jessica y Dana, regresan, se enteran de las noticias y veo cómo cada una de ellas se rompe, intento con todas mis fuerzas consolarlas, cuando es la última cosa que quiero hacer. Tengo tanto de mi propia mierda para procesar. Me dejan sus números de teléfono, y me prometen llamar, una vez que haga los arreglos del funeral. Me alegro cuando se van, probablemente la primera cosa por la que he estado contento desde que puse un pie en este maldito hospital. Me siento en el sillón mirando la televisión, pero sin verla, hasta que la enfermera Marie trae a Xander. —Tiene hambre. Pensé que podría alimentarlo una vez más. —Estoy un poco cansado. Este día me está pasando factura. ¿Le importaría hacerlo? —Sólo será un minuto —dice tranquilizadora. Es incansable; Le daré eso. Se niega a darme cualquier espacio para escapar. Es como si pudiera leer mi mente y por sí sola, hiciera de su misión, asegurarse que me quedaré donde estoy. —¿Por qué no lo toma ahora? —pregunta, después de mostrarme cómo preparar el biberón. La pregunta surge más como una orden, y como una perra, me levanto y voy a la cuna—. Siempre sostenga su cabeza. Sólo estire la mano derecha debajo de su cabeza y cuello, y luego use la otra para recogerlo. Trato de hacerlo tan frío y sereno, pero esta mierda no parece natural para mí. Temo dejarlo caer o romperlo o algo así, pero hago lo que dice, tirando de él hacia mi pecho, y sentándome con él. Con mucho cuidado lo acomodo para que esté descansando en el hueco de mi brazo y agarro su biberón. Él se prende igual que antes. Una vez que sospecha que estoy bien, la enfermera Marie me deja y se va a
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hacer lo que sea que hace. Recuerdo lo que dijo y me detengo a mitad de camino para hacerlo eructar, luego me las arreglo para reanudar su alimentación. Miro a Xander, tratando de encontrar las similitudes entre nosotros, facciones que se asemejen a las mías, tal vez porque estoy tratando de encontrar esa conexión que lo hace que me pertenezca. Estoy en busca de algo para retener y recordar cuando se haya ido. Lo que veo son partes de Keri y de mí, envueltas en algo más grande que nosotros dos. Estaría mintiendo si dijera que no sentí una ligera sensación de orgullo, tal vez incluso un poco de amor por él, pero el amor me está motivando a decirle adiós. Ensucia su pañal casi inmediatamente después que termina su biberón, y utilizo el botón de llamada para pedirle a la enfermera que regrese. Me muestra cómo limpiarlo, cómo colocar el pañal debajo de él, y cómo cambiarlo lo antes posible para evitar accidentes. Aún estoy sorprendido por la simplicidad de eso. Él se duerme en el momento en que termino y la enfermera lo lleva de regreso a la guardería por la noche, después de decirme que necesito dormir. No podría estar más de acuerdo; Me digo que voy a tomar una siesta rápida y luego me iré a casa y veré qué mierda. Me tumbo en la cama que Keri había ocupado y cierro los ojos. Trato de aclarar mi mente, pero no dejo de pensar. No creo que haya manera de que pueda dormir después de todo lo que ha pasado hoy. Tardo mucho tiempo, pero estoy agradecido cuando finalmente caigo en un sueño lleno de sueños.
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Max~ —Es hermoso —dice, dirigiéndome su radiante sonrisa. Se ve feliz, casi etérea, y quiero tocarla, paso mis manos por su cabello de la manera que solía hacerlo a veces, cuando me dejaba llevar mientras estábamos descansando en la cama. —Lo es, Keri. Lo hiciste bien, nena. —Lo intenté. Traté de quedarme contigo, con Xander, pero no pude. —Sé que lo hiciste. —Vas a ser un gran padre. —No, Keri, no puedo hacer esto. Tienes que entender. —Mantenlo a salvo, mantenlo contigo, se necesitarán entre sí. Lo necesitarás. —No creo... —Es tu decisión contarle sobre mí. Nunca me conocerá si no se lo dices. Nunca sabrá cuánto lo quiero. Necesita saber que tú también lo quieres. Cuida de nuestro hijo. —Keri... —Cuida de nuestro hijo, Max. Me despierto sobresaltado y asustado como la mierda por mi sueño. Un sueño que se sintió un poco demasiado malditamente real para mí. Un sueño que me hace cuestionar lo que ya había decidido hacer. ¿Y si esa mierda era una señal de que Xander se supone que debe quedarse conmigo? Jesucristo, estoy mal de la puta cabeza, escuchando los sueños y tratando de encontrar su significado. Me paso la mano por el cabello frustrado y me siento en la pequeña cama de hospital. Lo primero que tengo que hacer es llamar a mi jefe, Jack, y decirle que hoy no iré a trabajar. Después, voy a tener que poner las cosas en marcha para averiguar sobre un hogar permanente para Xander. Después de eso, me pondré en contacto con la funeraria por Keri. Ninguna de estas cosas es algo que quiera hacer. Tomo mi teléfono de la cabecera y llamo a Jack, quien, independientemente de que sea mi jefe, es más padre para mí que mi propio padre. —¿Hola? —responde a la segunda llamada. —Jack.
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—Hola, hijo, he estado esperando saber de ti. ¿Cómo va todo? —Tengo un hijo. —Estupendas noticias —dice, con verdadera felicidad en su voz—. ¿Cómo está tu chica? Mi chica. Mierda. Incluso Jack tenía la esperanza de que sacara la cabeza de mi trasero y le diera una oportunidad a Keri. Dejo escapar un suspiro irregular y paso una mano por mi cabello. —Murió, complicaciones durante el parto. No lo logró, hombre. Esto es recibido con un largo silencio y una brusca inhalación. —Mierda, Max. Lo siento. No sé qué decir. —No hay nada que decir —respondo, pensando que toda esta situación es tan jodida que realmente no hay nada que alguien pudiera decir. Nada que pudieran decir o hacer haría esto mejor. —¿Aún estás en el hospital? Puedo estar allí en quince, veinte minutos máximo —ofrece, y sabía que eso es exactamente lo que haría; es solo el tipo de persona que es. Me recibió incluso después de descubrir que tenía antecedentes y estaba en libertad condicional. Eso fue hace más de siete años, y si no fuera por él, no tengo dudas de que finalmente habría terminado en la cárcel. Si tuviera que ver a alguien en este momento, sería a él, pero honestamente preferiría estar solo. Tal vez sea porque estoy triste, en estado de shock, y abrumado, pero sobre todo porque me siento culpable y avergonzado por lo que estoy a punto de pedirle. —No, está bien, no tienes que hacer eso. —No es problema. —No, yo sólo. —Presiono mi frente contra la palma de mi mano—. Necesito que me ayudes en esto ahora mismo, porque realmente quiero salir corriendo. —Tienes un hijo, Max —dice, explicándome algo que ya sé. Pero saberlo sólo lo hace peor, y para ser honesto, me asusta como la mierda. Cualquier hombre, que diga que se siente genial con la idea de ser padre soltero es un mentiroso de mierda. Nadie quiere esta mierda, especialmente un idiota como yo que no quería el título de padre, para empezar. —Quiero salir corriendo. —Es tu hijo. Aparto las sábanas y salgo de la cama para caminar a las ventanas.
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—No pedí esto. Tienes que entender que esta mierda no fue planeada, y que seguí la corriente porque sabía que Keri lo quería. Sabía que ella se haría cargo de él, pero ahora... —Es tu hijo. Con Keri o sin ella, es tu hijo. —Sigues diciendo esa mierda. Ya lo sé. —Pero, ¿lo entiendes? Niego en señal de frustración. —Estaba pensando que podría hablar con el abogado que conoces. —¿Para qué? —Él necesita un hogar mejor del que le puedo dar. Necesita una familia real. No tengo nada que darle. —Tonterías. —¿Disculpa? —digo comenzando a enojarme. —Esto no se trata sobre lo que puedes o no puedes darle a ese niño. Es sobre ti, tratando de lavarte las manos de una situación que no querías. No quieres ser molestado por la responsabilidad. —No sé una mierda sobre criar a un bebé, Jack. —Entonces aprende. —Claro, porque es tan fácil —le contesto con sarcasmo. —¿Piensas que Keri lo sabía? ¿Crees que iba a dar a luz a ese bebé y simplemente saber cómo cuidar de él? Se necesita trabajo, hombre. Se aprende sobre la marcha y de escuchar lo que otras personas tienen que decir. —¿Quién? —No sé, amigo. Yo, por ejemplo. Tengo dos hijos propios, así que sé un poco. Sé que es duro. Sé que es un trabajo duro. Son noches de insomnio. Es como tratar de armar piezas de un rompecabezas, pero te diré una cosa, te odiarás por no intentarlo. —No lo creo. —Te conozco, y he llegado a conocerte. No hay mucha gente en quien confiaría mis asuntos de la manera en que confío en ti. Te he estado observando desde hace mucho tiempo, y sé que vas a arrepentirte de darle la espalda a ese chico. ¿Quieres un abogado? Voy a llamar a Fred. Haré que te ayude, haz las cosas bien, pero te prometo que será el mayor arrepentimiento de tu vida. —Tengo que trabajar. No tengo a nadie que lo cuide.
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—Te daré algo de tiempo libre. Lo resolveremos. —Correcto. —Te diré una cosa. Pasa unos días con él. Lo instalaremos. Cualquier cosa que necesites, nos ocuparemos de eso. Nos aseguraremos de que tengas lo que necesitas. Si todavía te sientes igual dentro de unos días, me pondré en contacto con Fred. ¿Está bien? Suspiro, sintiéndome completamente derrotado y resignado por el hecho de que no me zafaré de lo que está a punto de suceder. Puedo hacer esto por unos cuantos días, por lo menos. La gente hace esto todos los días. Mierda, el perdedor de mi padre me mantuvo con vida después que mi madre nos dejó. Era un idiota, pero me mantuvo vivo. Incluso yo puedo hacerlo mejor que él. —Está bien. —Bien, hombre. Voy a hablar con Rachel. Haremos una lista de lo que necesita un nuevo bebé, te llamaré de vuelta, dime lo que no tienes, y voy a conseguir lo que necesitas. —Los bebés cuestan mucho dinero, hombre. Las cosas que necesitan cuestan mucho dinero. Tengo un asiento para el auto porque Keri me obligó a instalarlo, pero eso es todo lo que tengo. —Supongo que te debo algún tipo de regalo de bienvenida para el bebé. Resolveremos el pago del resto después. —Gracias. —Lo siento por Keri. Lo siento por los dos, pero estarás bien. Eres el tipo más inteligente que conozco. —Creo que has estado viendo al tipo equivocado todos estos años. —Naa. Te he estado observando. Estarás bien. —Correcto. —Hasta más tarde —dice antes desconectar la llamada. Suelto una risa divertida porque hice esa llamada para sentirme mejor, pero sólo me hizo sentir peor. Nunca he estado tan abrumado; nunca me he sentido tan impotente y perdido, y no hay final a la vista. Esta es la situación actual del futuro previsible, así que sólo voy a tener que aguantar. Después de darme a mí mismo una charla mental, llamo a la cafetería donde trabajaba Keri, pero ya sabían lo que había sucedido, probablemente informados por una de sus compañeras. El propietario expresó sus condolencias, diciéndome lo mucho que le gustaba Keri, lo buena empleada que era, y que la extrañaría. Me dijo todas esas cosas como si estuviera hablando con su padre o su marido, alguien con quien compartía su vida de forma
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permanente. Pudo darme la información y el número de teléfono de su póliza de seguro de vida y se ofreció a pagar el balance de su servicio. Sentí que todo mi cuerpo comenzaba a relajarse, literalmente, pude sentir que algo de la tensión se desvanecía después que hizo la oferta, porque ahora tenía una cosa menos de qué preocuparme. Mis finanzas están mejor ahora, pero pagar por el funeral de Keri probablemente me dejaría en un mal lugar, no es que no lo hubiera hecho. Me hubiera gustado hacerlo por ella. Hago arreglos con el director de la funeraria, y una vez que termino, estoy listo para seguir adelante con este día. Salgo a la estación de enfermeras pensando que sería una buena idea comprobar a Xander. No quiero que la gente piense que soy un mal padre en las primeras veinticuatro horas de su nacimiento. —¿Marie está aquí? —le pregunto a la joven rubia sentada detrás del escritorio. —¿Señor Castillo? —pregunta y asiento—. Soy Amber. Marie no volverá hasta esta noche. Me habló de usted, sin embargo. Siento mucho su pérdida. —Gracias. —Le pedí una bandeja de desayuno. Debe llegar de un momento a otro. —Gracias de nuevo. ¿Puedo ver a Xander? —La pediatra está con él ahora. Se lo traerá cuando haya terminado. —¿Pediatra? ¿Quién es su pediatra? —Umm, la Dra. Haas. —¿Quién la escogió? —le pregunto sintiéndome completamente estúpido y fuera de lugar. Por otra parte, esto es lo que quería, ¿verdad? Una mínima participación en la formación de mi hijo. Quería sentarme y dejar que Keri tomara todas las decisiones mientras vivía mi vida y les daba la menor cantidad de apoyo que requerían de mí. —Ella es quien aparece en la historia clínica de Xander. Si no fue usted, debe haber sido su novia. —Correcto. Bien. Creo que entonces voy a esperar por ella —digo regresando a la habitación. No habría pensado en llamar a un pediatra. Mierda, soy muy malo en esto de la paternidad. ¿Qué clase de padre no conoce al pediatra de su propio hijo? No tengo tiempo para contemplar eso porque, en ese momento exacto, la pediatra lleva a Xander a la habitación. —Hola. —Su alegre saludo es un poco demasiado para mí en este momento; son apenas las ocho de la mañana y mi día ya se complicó. No necesito amabilidades para rematarlo—. Soy la Dra. Haas.
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—Hola, soy Max —respondo, dándole mi nombre de pila, porque si alguien me llama señor Castillo, perderé la calma. Ella sonríe de nuevo y se pone delante de mí. Sin embargo, mantiene su distancia, cuidando de no invadir mi espacio personal. —Xander tuvo una buena noche. Se alimenta regularmente, sus intestinos están bien, su corazón y pulmones son perfectos, y pasó su prueba de audición. Podrá irse a casa con usted mañana. —¿Mañana? —le pregunto, sonando más asustado de lo que quiero, pero mierda. Mañana es pronto. Pensé en pasar el rato aquí un poco más, tener tiempo para sentirme cómodo con él, y tomar algunas lecciones, de supervivencia de bebé, de la enfermera Marie. —Sí, está muy bien, y podrá irse a casa. Tendrá su primera vacuna hoy, vamos a hacerle la circuncisión, y entonces podrá hacer una cita para llevarlo a mi oficina en dos semanas. —Espera un minuto. Lo siento, ¿la circuncisión? —Sí. Jala la silla vacía frente a mí y se sienta inclinándose hacia mí, y por primera vez desde que entró aquí, parece mucho menos alegre. Se ve casi empática, casi sombría. —Lo siento, Max. Su madre pidió la circuncisión, y simplemente asumí que era algo que ustedes habían discutido. A menudo en el parto, los profesionales médicos toman lo que mamá dice como la palabra final en el cuidado del bebé, ya que suelen llenar el papeleo. Niego por su suposición, y sé que debería seguir con lo que Keri quería, pero parece que puede que no sea médicamente necesario y muy doloroso para un pequeño bebé. Puede que no siempre sea el padre del año, pero no quiero causarle ningún dolor al niño más de lo necesario. —No estoy seguro de querer que pase por eso. —Entiendo. Le daré los hechos y entonces podrá decidir, pero le prometo que los beneficios superan los riesgos. Adormecemos el área y el dolor es mínimo. — Continúa dándome todas las razones científicas por las que es mejor para él a largo plazo, e incluso tengo que admitir que tiene sentido. Suena como que sabe de lo que está hablando, y después de prometerme, más veces de las que puedo contar, que el dolor y la recuperación son mínimos, firmo los papeles. Ella me deja a solas con Xander, y lo recojo con mucho menos dudas que ayer. Me acuesto en la cama con él, sosteniéndolo cerca y viendo mientras duerme cuando me doy cuenta que
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acabo de hacer mi primera decisión real como padre. Entonces pienso que tal vez no soy una cagada, después de todo. Tal vez puedo hacer esto.
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Emelia~ —Te esperamos en casa para el picnic de la compañía de tu padre, Emelia. —Sí, madre, lo sé —le contesto, poniendo los ojos en blanco sólo porque sé que no me puede ver—. Ya lo dejaste perfectamente claro. —Simplemente no entendemos por qué tienes que mudarte a otro estado para trabajar. ¿No podrías ser trabajadora social aquí en Connecticut? La respuesta a esa pregunta es sí. Pude haber sido trabajadora social en Connecticut, pero eso significaría estar cerca de mi madre, que es exactamente de quien estaba tratando de alejarme. —Encontré un puesto aquí haciendo exactamente lo que quiero hacer. —Hay personas necesitadas en Greenwich —dice de forma snob. Jesús, mi madre es la persona más inconsciente que conozco. —Madre, lo siento, pero tengo que irme. Los de la mudanza acaban de llegar. —Es una mentira.; llegaron hace una hora, pero diría cualquier cosa para colgarle el teléfono y seguir con mi día. He estado en mi nuevo apartamento por un día, y ya está llamando y exigiéndome cosas. —Llámame mañana. Avísame cómo te va. —Lo haré. Incluso en el teléfono, mi madre me enloquece. Siento que me empiezo a desenrollar en el minuto que cuelgo. Lo que pasa con mi madre es que está agobiada, siempre lo ha estado, y salvo algún acontecimiento catastrófico imprevisto, siempre lo estará. Es la típica chica rica con la cabeza en las nubes, egocéntrica, y completamente fuera de la realidad. Por desgracia, así es exactamente como nos criamos mi hermana mayor, Hannah, y yo. Nos enseñaron a ser igual que ella, sus clones, y durante casi toda mi vida, jugué el papel a la perfección. Hannah, no tanto. Se escapó a la primera oportunidad que tuvo, y ahora vive en Londres y trabaja a tiempo completo como compradora en una exclusiva galería de arte. Mi salvación fue mi padre, bien, es mi padre. Él no viene de una familia adinerada; lo hizo de la manera tradicional, con mucho trabajo duro, sudor y lágrimas. Siempre ha entendido el valor de un dólar, pero lo más importante, es que entiende el valor de la familia. Mi padre me enseñó sobre el
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amor, la familia y la compasión. Lecciones que nunca entendí bien hasta que fui a la escuela y me metí a trabajo social. Mi elección de carrera es otra historia. ¿Por qué, una niña rica mimada, entraría en algo tan filantrópico como trabajo social? En realidad es muy sencillo. Mi madre quería que me especializara en negocios, y pensé que volver a casa con un título en trabajo social la volvería completamente loca. Tuve razón, y fue jodidamente brillante. Verán, a pesar que me crió para ser como ella, una parte de mí sabía que no quería ser así. Tuve que ir a la universidad y conocer a todo tipo de nuevas personas, normales, para darme cuenta de eso. Empecé a entender lo que mi padre había estado tratando de enseñarme todos esos años. Después de la universidad, trabajé en una clínica de salud mental, y aunque me gustó mucho el trabajo, no me gustaba estar en casa. Hay varias razones para eso. Siendo la más obvia, el estar bajo el mismo techo que mi madre porque no quería oír que viviera por mi cuenta cuando podría vivir en casa... bajo su pulgar. Luego está Garrett, mi ex, que se niega a creer que es mi ex. Es el hombre que mi madre ha estado tratando de empujar hacia mí durante años. Garrett proviene de una familia adinerada, de una familia de prestigio, y es todo lo que mi madre ve cuando lo mira. A sus ojos, es el complemento perfecto para mí. Voy a admitir que Garret me gustó cuando lo conocí, no por su dinero, sino porque es hermoso. El hombre podría aparecer en la portada de la revista GQ; es tan atractivo, y me encantó eso de él. Salimos de forma intermitente durante unos años, pero sus objetivos y valores en la vida se alinean muy estrechamente con los de mi madre. En otras palabras, es un esnob pretencioso de mierda. Si fuera por ella, estaríamos casados y con hijos en este momento. Necesitaba un escape de eso. De todo, de la constante presión por ser perfecta, para encajar en ese molde que había creado para mí. Por eso, cuando se presentó un puesto de trabajadora social en centro para adultos mayores aquí en Nueva Jersey, no dejé pasar la oportunidad. No sólo porque quería alejarme, sino también porque sabía que el trabajo sería apropiado para mí. Como se pueden imaginar, esa decisión fue recibida con mucha resistencia por parte de mi madre y de Garrett. Ella, porque ya había perdido el control de mi hermana. Soy la única esperanza que le queda de dominar el mundo. Garrett, porque piensa que nuestra ruptura actual es sólo una fase que estoy pasando, y el hecho que deje Connecticut, hace su creencia de que voy a volver a él mucho menos realista. Espero que finalmente capte el punto ahora. Bajo mi teléfono y le echo un vistazo al apartamento de un dormitorio. No es mucho, un combo de sala/comedor bastante grande, una cocina grande, un pequeño cuarto de baño, y un no tan pequeño dormitorio. Las enormes ventanas
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en la habitación, que dan a un hermoso parque, sellaron el trato. Compré todos los muebles nuevos para el lugar, incluyendo un juego de dormitorio completo con cama extra grande. Todo fue entregado hace dos días, cuando me mudé oficialmente. Mi padre contrató a una empresa de mudanzas para mí, a espaldas de mi madre, para que el resto de mis cosas fueran traídas. Actualmente estoy mirando las cajas que han tomado la mayor parte del espacio disponible en mi sala de estar. Fijo la mirada en ellas, completamente abrumada y sin tener la menor idea de por dónde empezar. Decidiendo enfrentar las etiquetadas como “cocina” primero, comienzo a mover cajas de allí cuando mi teléfono vuelve a sonar. —Hola —respondo sin molestarme en mirar el identificador de llamadas. Sólo unas pocas personas me llaman y ya tuve noticias de mi madre, así que sé que estoy a salvo. —¿Cómo se siente ser libre de la carcelera? —Hola, Hannah —chillo de alegría, emocionada por escuchar la voz de mi hermana. Si no fuera por ella y mi padre, habría perdido la cabeza, probablemente, a estas alturas. Solo desearía que no viviera a un océano de distancia. —Hola. ¿Cómo está el nuevo apartamento? Suspiro, mirando alrededor una vez más, considerando seriamente dejar todo donde está. —Estoy de pie en medio de una montaña de cajas preguntándome cómo demonios acomodaré todas estas cosas yo sola. —La alternativa es dejar que mamá te ayude con ellas. —Me arriesgaré por mi cuenta. —Le devuelvo rápidamente. La idea de mi madre, ayudándome a desempacar, es risible en el mejor de los casos. Supervisaría y delegaría, y cuando hubiéramos terminado, el apartamento se vería como algo sacado de una sala de exposición en una tienda de muebles. —Buena elección. ¿Cuándo comienzas en el nuevo trabajo? —Mañana —le digo, luchando contra los nervios del primer día de trabajo. —Estoy muy orgullosa de ti, Em. Sé lo difícil que es ir en contra de lo que mamá quiere, pero es hora de que empieces a hacer las cosas que te harán feliz. —Estoy feliz. —Trato de asegurarle, pero sale más como una pregunta que una declaración hecha. —¿Por qué no pareces feliz?
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Me apoyo en la encimera de la cocina, colocando la cabeza entre mis manos y suspiro. ¿Qué le digo? ¿Debo decirle que no sé cómo ser feliz, porque nunca he sido feliz, al menos no durante un período largo de tiempo? Esto es lo más cerca que he llegado a ser feliz, y hasta ahora, no puedo acoplarme lo suficiente a ello. —No lo sé. Estoy aquí, pero estoy sola. ¿Qué pasa si no conozco a nadie, si no hago amigos? —Emelia, eres increíble. Harás muchos amigos, lo prometo —dice tranquilizadora—. Mierda. Sueno como una madre. —No a nuestra madre —respondo con sarcasmo, y ambas estallamos en un ataque de risa. —¿Tienes algunos vecinos que sean de tu edad? —pregunta después de recuperar la compostura. —Todo el mundo parece mayor. También vi a una joven embarazada entrar en el apartamento al final del pasillo el viernes por la mañana. —Una joven pareja es algo bueno. Tal vez te familiarices con ellos. —Sí, tal vez —Estoy de acuerdo, pensando que estaría bien hacer amigos dentro del edificio. Hablamos durante unos minutos más, mientras desempaco una caja llena de vajilla y cubiertos antes de que se tenga que ir, explicando que tiene una cita para comer. Todavía tengo dificultades para averiguar la diferencia de tiempo entre nosotras, pero de alguna manera, nos las arreglamos para hacer que funcione. Cuando finaliza la llamada, abro mi ordenador portátil y pongo algo de música, necesitando la motivación para ayudarme a desempacar. Ayuda a pasar el tiempo, y me parece que cuando me pierdo en la música, termino más rápido. El sonido de algo estrellándose contra una pared me saca de mi zona. Fue ruidoso, y por un minuto, creo que vino de aquí, pero no tengo nada en mis paredes todavía. Apago la música y escucho, y casi podría jurar que escucho los gritos de un hombre, seguido de más ruidos. Tomo el celular por si acaso tengo que llamar para pedir ayuda, y voy en dirección de la puerta principal. Mientras camino por mi sala de estar, el estruendo se hace más fuerte, y escucho lo que sólo puedo imaginar, es algo que ha sido golpeado. ¿Qué carajos? Pienso para mí misma mientras voy a la puerta principal. Miro por la mirilla, pero desde mi vista, el pasillo parece estar despejado. Probablemente debería meterme en mis asuntos y permanecer dentro de mi apartamento donde es seguro, pero siento la necesidad de asegurarme de que nadie está ahí fuera teniendo su trasero pateado, violado o asesinado. Me gustaría que alguien viniera y me comprobara, si estuviera allí en una mala situación. Poco a poco, abro la puerta, con cuidado de no hacer ruido. La invisibilidad es mi amiga en este
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momento. Si hay un loco en éstos pasillos, la última cosa que quiero hacer es alertarlo de mi presencia. Salgo al pasillo mirando a ambos lados a medida que avanzo, al mismo tiempo, me doy cuenta que los ruidos se han detenido. No veo a nadie en el pasillo y vuelvo a mi apartamento, cuando una puerta se abre. Girando en esa dirección, observo que es el mismo apartamento donde vi a la mujer embarazada entrar hace unos días. Un hombre sale corriendo, y de inmediato tomo nota del hecho que es muy guapo. Incluso con la gravedad fija en sus facciones, tiene su propio estilo de atractivo. Su tipo de atractivo hace que Garrett parezca patético. Cierra rápidamente la puerta y pasa más allá de mí, por poco echándome fuera de su camino de destrucción. Me toma completamente por sorpresa, y suelto un grito cuando pasa, pero nunca mira hacia atrás. Desaparece fuera del edificio, y me quedo preguntándome qué demonios acaba de pasar. ¿Por qué estaba tan enojado? ¿Por qué tenía tal prisa? ¿Dónde está la mujer que vi el otro día? ¿Es su mujer? Entonces creo que tal vez tuvo al bebé. Entonces me pregunto si algo pasó con el bebé y tal vez por eso estaba tan furioso. El pensamiento realmente me preocupa, y espero que no sea el caso. Sería terrible para ellos; No puedo imaginar pasar por algo tan traumático como la pérdida de un hijo. Niego, castigándome mentalmente por saltar a conclusiones tan inverosímiles. En cualquier caso, no es asunto de mi incumbencia, así que en vez de especular, decido volver a mi apartamento y continuar desempacando. Paso la mayor parte del día sin hacer nada más que eso, parando sólo para comer y atender una llamada de mi padre. De vez en cuando, mi mente se remonta a él... Al hombre al otro lado del pasillo. Toda la rabia que emanaba parecía enmascarar un aire de tristeza. Me identifico con los sentimientos de tristeza; Para mí, la falta de control sobre mi propia vida la activa. Cómo me gustaría que mi madre me aceptara por lo que soy y no por quien quiere que sea. Pobre Emelia, pienso, sintiendo lástima por mí misma porque tengo demasiado miedo de enfrentar a mi mamá. Quizás es el momento de crecer y actuar como un adulto.
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Max~ Fui a casa a tomar una ducha y a dejar una llave de repuesto debajo de la alfombra para Jack. Rachel y él se comprometieron a pasar por ella esta misma mañana y organizar toda la mierda que compraron para Xander antes de llevarlo a casa esta tarde. Cuando le dije a Marie que me iba, en realidad lucía preocupada de que pudiera irme y no volver. No puedo decir que la culpo por pensar eso, pero ahora las cosas son diferentes. Le hice la promesa a Jack que lo iba a intentar, y sé que es lo que Keri querría. Además, no puedo hacerle eso al chico, ahora no. No lo dejaré ahí. Traje las mierdas de Keri conmigo, su bolso y la ropa. Contemplo seriamente tirar todo en el contenedor más cercano, y luego pienso en ese maldito sueño que tuve y lo que ella había dicho. Nunca me conocerá si no se lo dices. Esa mierda se me quedó grabada. Me afectó, porque no conocí a mi madre. La perra se fue cuando tenía dos años debido a que era adicta a las drogas, y eso es todo lo que sé. A medida que fui creciendo, me hubiera gustado tener algo de ella. Hubiera querido algún tipo de conexión con ella. Pensé que podía revisar las mierdas de Keri y guardar algunas cosas para Xander. Incluso si no termino quedándomelo, las puedo enviar a donde quiera que él vaya. Pierdo mi mierda cuando empiezo a revisar sus cosas, y otra vez encuentro el diario, y mientras lo tomo, una carta se cae. Se abre y el nombre de Xander está escrito en la parte de atrás. Debería haberla dejado, la debí haber guardado para que la pudiera tener cuando se hiciera mayor. Ese fue mi error. Me senté en el sofá, la desdoblé, y la leí. Querido Xander, Quise escribirte esta carta para que supieras cómo fue y lo que sentí antes de tu llegada. Desde el momento en que me enteré que venías, supe que tenía que decirte lo mucho que te quiero. Supe que pasaría el resto de mi vida mostrándotelo y diciéndote lo mucho que significas para mí. Nunca he sido tan feliz en toda mi vida, porque siempre he sabido que algo me faltaba. Una parte de mí que no estaba completamente llena, hasta el momento en que me enteré de ti. Estoy tan emocionada por el día en que por fin llegue a estrecharte en mis brazos.
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Mi corazón está lleno de tanta alegría y anticipación de lo que te depara el futuro. Disfraces de Halloween y cosechas de calabazas. Árboles de Navidad y cartas a Santa Claus. Huevos de Pascua, cumpleaños, y muchos deportes. Prometo hacer lo mejor que pueda para darte todas esas cosas y más. Tú y yo seremos una familia. Siempre vamos a ser una familia y nada ni nadie podrá cambiar eso. Así que no importa lo que suceda en tu vida, no importa cuántos fracasos o cuántos éxitos logres, quiero que sepas cuán importante eres. No importa si estamos juntos o separados; mi amor por ti nos mantendrá conectados para siempre. Nunca creí en los milagros hasta que supe de ti. Ahora, creo en ellos. Te quiero, Mamá Terminé de leer la carta y la doblé muy cuidadosamente de nuevo, exactamente de la manera en que ella lo había hecho, y la puse de regreso en el interior del diario. Juntando las manos detrás de mi cabeza mientras me balanceaba hacia adelante y atrás, traté de mantener mis emociones bajo control. No estaba funcionando. Así que en vez de eso, me levanté, dejando el diario en el sofá. Tomé la lámpara sobre la mesita y la arrojé al otro lado de la habitación. Observé cómo chocaba contra la pared y se rompía en pedazos junto mientras pensaba que no era el único que se rompía en la habitación. Algo en mí, absoluta y malditamente se rompió cuando leí esa carta, y cualquier parte de mí que quedara después de la muerte de Keri, se destruyó totalmente junto con la lámpara. Esa cadena muy fina que me sostenía, se rompió por la mitad, y el dolor que había estado tratando de mantener a raya, llegó para inundarme. Pensé en cómo me sentí al crecer sin mi madre. En cómo habría dado cualquier cosa, lo que sea, para que alguien cuidara de mí de la forma en que Keri quería cuidar de ese niño. Me hacía sentir dolor por mí, por ella, por nuestro niño. Nunca había sentido dolor de esta manera, nunca pensé que el dolor pudiera causar dolor físico, como el que estaba sintiendo en ese momento. La lucha contra la que estaba peleando contra la avalancha de dolor, era lo único que impedía que me desquiciara. Físicamente, no podía llorar; No podía dejar que las lágrimas salieran, así que en vez de eso, grité tan fuerte como pude. Fue violento y gutural, y sentí cómo me partía en dos. Había pura furia en mí; Era intensa y más grande que yo. Una creciente rabia sustituyó mi dolor y tristeza. Una ira de una grandeza que nunca había sentido antes, y todos los pensamientos racionales salieron de mi cabeza. Fue entonces cuando causé un maldito alboroto. Creo que incluso pude haber perdido el conocimiento mientras tiraba todo a mi alcance. Me fui contra cualquier cosa que fuera demasiado pesada para lanzarla, y para el gran final, atravesé mi mano en una pared de la sala de estar. No fue suficiente para hacerme sentir mejor, pero era
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algo. Fue suficiente para calmar a la bestia luchando por encontrar la forma de salir. Fue suficiente para hacerme sentir vivo, y necesitaba sentirme vivo. Necesitaba alejarme de la muerte, porque la muerte era todo lo que podía ver. Para el momento en que terminé de decorar mi casa estaba hiperventilando Mirando alrededor, me quedé satisfecho con mi trabajo y me largué de allí. Lo último que hice fue abrir la puerta, cerrarla inmediatamente detrás de mí, y salir del edificio. Recuerdo vagamente a una chica de pie en el pasillo, mirando completamente horrorizada mientras pasaba a su lado. Oh malditamente perfecto. Conduje por una buena media hora antes de que finalmente entrara en el estacionamiento del hospital. Salí y fui hacia el otro lado del auto, abrí la puerta trasera, y saqué el asiento para auto, negro y gris, que Keri me hizo comprar el mes pasado. Después de haberlo comprado, no paró de molestarme sobre instalar la cosa en mi auto, en última instancia, usando su boca sobre mí como una manera de sobornarme para que lo hiciera. Sí, soy un maldito idiota. Entro en el hospital pensando que la mayoría de los padres hacen esta caminata con una sonrisa en sus rostros. Probablemente parezco un criminal entrando en una comisaría de policía para entregarse por asesinato. Cuando llego a la sala de maternidad, voy directamente a la habitación en la que me he estado alojando, para enfrentar los trámites que las enfermeras me pidieron que leyera y llenara antes de salir esta mañana. Entre ellos se encuentra el formulario de certificado de nacimiento y sólo lo miro fijamente. ¿Qué pasaría si no lo lleno? ¿Qué pasaría si no pongo mi nombre en ese papel? ¿Si no reclamo a mi propio hijo? ¿Qué clase de hombre me haría? Mantenlo a salvo, mantenlo contigo Maldita seas, Keri, pienso mientras agarro la pluma y empiezo a llenar el formulario. —Estamos esperando que el médico venga y firme los documentos de alta de Xander. Miro hacia arriba y la enfermera Marie está apoyada en la puerta abierta, con las piernas y los brazos cruzados. Sus ojos están en mí, me mira pensativa. —Gracias —le digo antes de regresar mi atención al formulario. Hay silencio en la habitación por un tiempo. El tiempo suficiente para que casi piense que desapareció. Entonces la oigo decir: —Vas a estar bien. —¿Lo estaré? —pregunto, sin levantar la vista de mi papel. —Sí.
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Escribo mi nombre en el formulario, tirando la pluma en la parte superior, y alzando la mirada hacia ella. —Es bueno que uno de nosotros esté seguro de eso. Ha estado aquí desde el principio, presionándome silenciosamente para que asuma mis responsabilidades, para que me arriesgue por Xander. Debe saber que no estoy seguro. Debería saber que puso su fe en una apuesta desconocida. —Sabes cómo levantarlo. Sabes cómo acunarlo. Sabes cómo hacer sus biberones y darle de comer. Sabes cómo hacerlo eructar y cambiarlo. Sabes cómo cuidar del lugar de su circuncisión. Repasamos cómo bañarlo ayer por la noche, pero también sabemos que no le darás un verdadero baño hasta que el cordón umbilical se caiga. ¿Qué más necesitas saber? Cómo quererlo, pienso. No porque no quiera quererlo, sino porque, literalmente, no sé cómo. No sé cómo sentir lo que siento por él, cómo abrazar esa mierda porque nadie me la dio. —Sabes cómo mantenerlo feliz y saludable, Max. Eso es lo más importante. Debes prepararte mentalmente para la privación de sueño. Eso va a ser difícil. Va a despertar cada dos o tres horas para alimentarse. Va a querer dormir todo el día y mantenerte despierto toda la noche, pero no puedes dejar que lo haga. Despiértalo a menudo durante el día —dice, y me da una charla como si fuera un emocionado entrenador en el medio tiempo, y nuestro equipo estuviera cerca de la victoria. Está malditamente loca. —Te preparé su bolso con muchos pañales, toallitas, y fórmula para que te dure algunos días. —Señala el bolso negro que Keri había llevado al hospital—. Hay un termómetro allí. El que se pone en la frente. Es muy fácil de usar. Hay un par de chupones, algunos pañitos para eructar, y los pocos cambios de ropa que trajo tu novia para él. —Gracias. —Trata de hacer un seguimiento de cuánto come y con qué frecuencia. Cuántas veces moja o ensucia el pañal. La pediatra querrá saberlo cuando lo lleves con ella en un par de semanas. Te irás a casa con una tarjeta de vacunas. Guárdala en un lugar seguro y llévala contigo al médico. Nosotros archivaremos el certificado de nacimiento aquí, y tú deberías poder recoger en el edificio municipal en aproximadamente dos semanas. Vas a necesitar eso. —Jesús, debería estar escribiendo estas cosas. —Lo recordarás. —Ciertamente lo intentaré.
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—También puse mi número en el bolso, Max —dice suavemente, y bloqueo los ojos con los de ella—. Si necesitas algo, si tienes alguna pregunta, cualquier duda o inquietud, llámame en cualquier momento. Maldita sea. Me. Está. Matando. No le digo nada. ¿Qué se le puede decir a la persona que te arrastró a través del pozo de oscuridad ya sea que lo quisieras o no? Me hubiera ido hace mucho tiempo si no fuera por ella. No estoy orgulloso de eso, pero es lo que es. Asiento, y ella se adelanta y recoge los formularios que llené. —Volveré con Xander tan pronto como pueda. Hicimos que el fotógrafo le tomara una foto. Voy a necesitar tu tarjeta de crédito para pagar el paquete. ¿Habla malditamente en serio? —¿En serio? —A cada bebé recién nacido se le toman fotos. No querrás que sea el único que no las tenga. —Cierto, porque está realmente preocupado por las fotos en este momento. —Pongo los ojos en blanco mientras saco mi billetera del bolsillo trasero y le doy mi tarjeta de crédito. —Gracias —canta, literalmente canta, mientras se vuelve y se aleja. Repaso en mi cabeza todas las instrucciones que me dio y rezo por no olvidar nada de esa mierda. Cuando pienso que he logrado memorizar la mayor parte de ellas, saco mi teléfono y llamo a Jack. Supongo que debería saber que va a entrar en un apartamento que parece que fue golpeado por un tornado.
—¿Qué demonios le hiciste a tu apartamento? —Son las primeras palabras que pronuncia cuando contesta. Claramente, no le advertí lo suficientemente temprano. —Tropecé. —Jesús, hombre. Rachel pensó que te habían robado. —Nop —le contesto con un movimiento de cabeza. Debería sentir vergüenza por destrozar el lugar, pero no la siento. Se sintió bien y lo necesitaba; Tenía que deshacerme de esa agresividad antes de regresar con Xander. —¿Lo sacaste? —Síp. —Muy bien. Estamos haciendo lo mejor que podemos para limpiar esta mierda y acomodar todo lo demás. ¿Cuándo estarás aquí? —No sé, estoy esperando que el médico lo dé de alta.
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—Vamos a tratar de trabajar rápido. —Te lo agradezco —le digo y lo hago. No tengo familia. Tengo muy pocos amigos y, además de Keri, nadie con quien contar frecuentemente. Contar con el apoyo de Jack en este momento es un gran alivio. —Te veré luego. —Hasta más tarde —contesto antes de desconectar. Paso el resto de mi tiempo en este hospital de mala muerte, tratando de prepararme mentalmente para lo que traerán los próximos días. Voy a tener a Xander, y no voy a tener a nadie que me ayude con él. Voy a tener que contratar a una niñera para cuando vuelva al trabajo. Tendré que atravesar el funeral de Keri. Le daré una semana, sólo una semana, y luego decidiré qué hacer. Decidiré si Xander se queda o se va, y lo que sea que decida, será definitivo.
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Max~ Me tomó unos buenos diez minutos averiguar exactamente cómo asegurar a Xander en su asiento. Logísticamente, sabía qué hacer, pero parecía tan pequeño para un asiento de ese tamaño. Una vez que me di cuenta de cómo instalar la cosa de la almohada de apoyo para su cabeza, fue mucho mejor. Marie unió el asiento de auto a este cochecito de aspecto extraño y me dijo que tomara las maletas y llevara mi auto a la parte frontal, mientras ella llevaba a Xander. Le dije que no tenía que hacerlo, pero dijo que era procedimiento hospitalario. Lo que no dijo fue que normalmente la madre del bebé es la que sale con ella. Me muestra cómo asegurar el asiento de seguridad a su base y muy rápidamente se despide, dándose la vuelta con su cabeza hacia abajo, y se aleja. Extraño. Antes que cambie de idea, me meto en el lado del conductor y salgo del estacionamiento del hospital. Mis nervios están tirantes, y voy a casa pasando de diez a veinte kilómetros bajo el límite de velocidad todo el tiempo. No tengo idea de por qué hago eso, pero creo que estoy nervioso por los empujones con mi forma de conducir loca. Jesús, estoy siendo estúpido. Cuando entro en mi estacionamiento, me doy cuenta que el auto de Jack todavía está allí. Él y Rachel todavía deben estar trabajando. En el momento en que cierro el auto, me golpea la gravedad de esta situación. Tengo un bebé. ¿Qué carajos? Le pregunto a nadie en particular mientras salgo del auto y voy alrededor del capó. Esto es de lejos el mayor desastre de mi vida, pienso mientras saco el asiento del auto y me dirijo hacia el edificio. Este chico no debería estar conmigo, lo sé, y no estoy seguro de por qué nadie más lo ve. Mientras llego a la entrada del edificio, veo a una chica sacando una pequeña caja de un auto. Estoy casi seguro que es la chica de antes, la que casi tiré al suelo al salir del edificio. Tal vez se está mudando al apartamento de enfrente, donde vivía el viejo Keri con los pelos de punta. La ignoro y voy dentro, yendo a la puerta de mi apartamento. Estoy a punto de poner la llave en la cerradura cuando la puerta se abre y Jack y Rachel están de pie allí. —Bienvenido a casa, Xander —grita Rachel emocionada. Avanza, agarra el soporte de mi mano y entra con él al apartamento. Hace un trabajo rápido sacándolo de la cosa, lo levanta, y lo acurruca.
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—Oh, eres tan hermoso. —Comienza a mecerlo mientras me muevo desde mi posición, entrando, y dejando caer la bolsa de pañales en el suelo. Rápidamente, noto que limpiaron la zona de desastre y el apartamento tiene un aspecto normal de nuevo. Alguien incluso parchó el agujero del puñetazo que dejé en la pared. Después me detengo de inmediato mientras doy un buen vistazo. —Jesucristo —susurro mirando a Jack, que me está observando con cuidado. Entonces me doy cuenta que todavía no ha dicho una palabra. Inmediatamente sé por qué; se ve como que un almacén de bebés vomitó en mi maldito apartamento—. Jack… —Antes que te pongas como loco, mucho de esto son cosas que tenía en el ático de cuando mis hijos eran bebés. No es tan malo como parece. El resto son regalos de Rachel y míos, y de los chicos. —¿De los chicos? —Sí, se corrió la voz en el lugar de trabajo que tenías un niño, y Clara empezó a recolectar dinero para los regalos. Clara es la recepcionista de Jack. Es buena, eficiente, por encima de todo, y siempre buscando una razón para hacer el bien. —Esto es, sólo un montón de mierda. No conozco la mitad de esto. —Oh, está bien. —Rachel se acerca, con Xander todavía en sus brazos. Jack se aleja en dirección a la cocina, y me giro de nuevo a Rachel—. Te lo explicaré. —Grandioso —murmuro tratando de ocultar mi sarcasmo. Ella pone los ojos en blanco y apunta a algo en medio de la sala de estar. —Corralito. Esa parte de arriba es para que duerma por ahora. Cuando crezca un poco más, puedes quitarla y utilizar toda la cosa. —Señala una vez más la esquina de la habitación y mis ojos la siguen—. Ese es un columpio para bebés. A veces es útil cuando están nerviosos o cuando quieren ser arrullados pero tú estás ocupado. Sólo lo puedes poner ahí, y tiene diferentes ajustes de velocidad. Esa cosa en el suelo junto al columpio es una silla mecedora. También vibra. —¿Por qué necesito un columpio y una silla mecedora? —Solo los necesitas —dice, mientras Jack regresa justo a tiempo con dos cervezas en la mano. Me entrega una y toma un trago de la otra. Tomo un trago, dejo escapar un suspiro y miro a Rachel. —Bien. ¿Qué más? —Vamos. —Se dirige a mi dormitorio, y sigo tratando de recordar que esto no es para siempre. Si no funciona, tengo opciones.
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—Este es el moisés —dice sobre la cosa que está al lado de mi cama—. Es un poco pequeño para una cuna, además querrás mantenerlo cerca unos meses, así estará aquí cuando te despierte para darle de comer. Es muy conveniente. —Se da la vuelta y sale de la habitación, y estoy a punto de dar gracias a Dios porque finalmente terminó, cuando se dirige en dirección al estudio. Con cautela, la sigo y juro por Dios que tengo la necesidad de destruir el lugar de nuevo cuando entro. —No tienes un segundo dormitorio, así que pensé en convertir el estudio en la habitación del bebé. Esa sensación de pánico comienza a formarse de nuevo, y sé que tengo que mantenerla bajo control. La última cosa que quiero hacer es morder a la esposa de mi jefe por tratar de ayudarme, pero todas estas cosas hacen que esta situación se sienta jodidamente permanente. —La cuna, un armario, y una mesa de cambio estaban en nuestro ático, y obviamente, nunca volveremos a utilizarlos, así que funcionó de maravilla. La mesa de cambio y la ropa de cama son nuevas. Hay pañales, toallitas húmedas, toallas, gel de bebé, y loción allí. —Apunta a los estantes debajo de la mesa para cambiar pañales—. Sus cajones están llenos de ropa y mantas. Clara fue de compras. Hay una bañera de bebé debajo del lavabo del baño, y hay biberones en la cocina. —¿Eso es todo? —También hay un cochecito para bebés en el armario de los abrigos. Tu asiento para el auto debería encajar directo en él —dice con una sonrisa. Miro de Jack a ella y les doy un movimiento de cabeza, y luego giro sobre mis talones y me marcho de allí, a mi habitación, hacia las puertas correderas de cristal, y salgo al pequeño porche cerrado. Sólo pasan unos treinta segundos para que Jack me siga ahí. —¿Estás bien, hombre? Trato de mantener mi compostura. Recordándome, a mi pesar, que Jack es un buen tipo, que sigue siendo mi jefe y que no puedo tener mi trasero despedido por enojarme con él y su esposa. —Dijiste algunas cosas. Asiente y luego sonríe. —Tú mismo lo dijiste. Los bebés necesitan muchas mierdas. Pongo mi cerveza y me apoyo en la barandilla. —Sabes que no estoy seguro de si esto es permanente.
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—¿Alguna vez trataste de evitar que una mujer fuera de compras y decorara? No estaba dispuesto entrar en discusión por eso. Simplemente le sigo la corriente. —Tenemos que hablar acerca de cómo va a afectar mi trabajo. —Tienes la semana libre. Después de eso, iremos paso a paso. Niego pensando en toda la mierda que tenemos en el calendario. Toda la mierda que tengo que supervisar. —Estamos en medio de un trabajo. No puedes permitirte el lujo de darme toda la semana de descanso. —No te preocupes. —¿Quién va a cubrirme? —Yo —dice tomando otro trago de su botella de cerveza—. Usa el tiempo libre, conéctate con tu hijo, y averigua sobre cuidado de niños. El trabajo todavía estará allí cuando regreses. —Gracias —le digo, pero no importa cuánto me ayude. No importa la cantidad de mierda que ponga en mi apartamento o la cantidad de tiempo que me otorgue fuera del trabajo, todavía siento como si me estuviera ahogando. —Es un chico guapo. Se parece a ti —señala, como si el hecho de que se pareciera a mí se supone que haga que me sienta más conectado a él. Si solo fuera así de fácil. Sé que soy el problema. No es culpa del niño, pero no puedo cambiar mi forma de pensar de la noche a la mañana. —Sip. —Está bien, voy a ir a ver si puedo alejar a Rachel de él para dejarte en paz. —No tienes que hacer eso. —Sale un poco demasiado rápido y me hace parecer casi desesperado cuando no lo estoy. ¿A quién estoy engañando? Estoy malditamente desesperado. No quiero estar solo con este niño cuando no sé nada acerca de qué hacer con él. —Estarás bien. —Me da una palmada en el hombro antes de volver adentro. Lo sigo a la sala de estar justo a tiempo para ver a Rachel besar la frente de Xander y colocarlo en la cosa del corralito. —Max, si necesitas algo por favor llámame. Estamos a sólo diez minutos en auto —dice mirándolo en lo que sólo puedo imaginar es una manera maternal. Apuesto a que Keri lo habría mirado de esa manera. —Me decidí por la cremación de Keri. Tendré un pequeño servicio para ella mañana por la noche. No tiene familia, ni muchos amigos, así que pensé que tal vez...
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—Estaremos allí —dice inmediatamente. Estoy agradecido de que no me haga preguntas, agradecido de que esté allí. Agradecido de que Keri tendrá unas pocas personas allí para darle su último adiós. —Gracias. Una vez que se van, me siento en el borde, como si estuviera sentado a la espera de que algo más suceda. Hago todo lo posible para sacudirme el sentimiento de ansiedad, decidiendo aprovechar el hecho que Xander está durmiendo, y tomo la ducha que nunca llegué a tomar esta mañana porque estaba ocupado volteando mi departamento patas arriba. Dejo la puerta del baño entreabierta, por si acaso, y me meto en la ducha. Malditamente necesitaba esto ahora mismo. Se siente como si no me hubiera duchado en años o hubiera estado en mi apartamento entre mis propias cosas. No creo que pudiera haber manejado un día más en el hospital. Por supuesto, llegué a casa con más de lo que esperaba, pero no puedo hacer nada al respecto ahora. Acabo de poner champú en mi cabello cuando lo escucho... llorando. —Tienes que estar jodiéndome —gruño, aclarando el champú de mi cabello tan rápido como me es humanamente posible. El llanto se vuelve más fuerte, y prácticamente caigo fuera de la ducha en una carrera para llegar a él. Cierro el agua, hago el trabajo de medio secarme, y me pongo un chándal. En el momento en que llego a la sala de estar, el niño está gritando como si lo estuvieran malditamente asesinando. —Jesús, niño, espera —le grito mientras voy hacia él para ver que toda su cara está de color rojo por sus gritos. Lo levanto, lo más suavemente que puedo, como Marie me mostró y lo sostengo cerca de mi pecho. Instintivamente, comienzo a balancearme hacia adelante y hacia atrás. —Está bien, Xander. Está bien —digo en voz baja, y juro que deja de llorar casi inmediatamente. Camino con él hacia la bolsa de pañales que tiré antes en el suelo y la recojo para rebuscar un biberón. Lo preparo como Marie me mostró una y otra vez, me siento en el sofá, y se la ofrezco. La toma de inmediato, y siento como que acabo de ganar una victoria. Siento como que tal vez las cosas no son tan desesperadas. Tal vez puedo hacer esto, después de todo.
Lo quieres. Sólo tienes que aceptarlo. Cuida de él, Max. Me despierto con un sudor frío, agotado y enfermo de esos sueños. Jódete, Keri. No puedo hacer esta mierda, pienso. No realmente. No puedo hacerlo. El niño estuvo despierto toda la noche. Toda. La. Maldita. Noche. Para el momento en que termino de alimentarlo, eructa, y lo cambio, debió dormir de
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treinta a cuarenta minutos máximo y tuve que hacerlo todo de nuevo. Tres a cuatro horas máximo. Eso es cuanto dormí ayer por la noche, lo cual no es suficiente. No lo suficiente porque ya no tengo veinte. Me vuelvo en dirección de la cuna para ver cómo está Xander. Lo observo mientras duerme tranquilamente, decidiendo que me gusta así. Es tolerable cuando duerme; Todas las otras veces, me vuelve loco. Me levanto y hago mis actividades de la mañana tan rápido como me es posible, tratando de hacerlas todas antes que se despierte. Uso el baño, me cepillo los dientes, me ducho, me afeito y me visto. Una vez que estoy listo para este día de mierda, voy a la cocina, me hago una taza de café, y tengo un biberón listo para Xander. Calculo que la preparación es la clave del éxito. Con este chico, tengo que anticipar todos sus movimientos. Repaso lo que tengo que hacer hoy... Pagar las facturas, calcular un presupuesto para el cuidado de niños, cuidado de niños que empezaré a buscar, y asistir al servicio de Keri. Como dije antes, un día de mierda. Tomo un último sorbo de mi taza, la pongo en el fregadero, y, como si fuera una señal, Xander comienza a llorar. Exhalo un suspiro y tomo el biberón antes de dirigirme al dormitorio. Al menos, tuvo la suficiente decencia de dejarme terminar mi café.
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Emelia~ Estoy agotada mientras mi primer día de trabajo llega a su fin, pero también estoy emocionada porque siento que podré hacer mucho bien en este centro. La gestión es increíble y el personal es muy acogedor. Parece que realmente se preocupan por el trabajo que hacen y ayudan a aliviar un poco la ansiedad que tenía de meterme en esto. Lo único malo en mi día fue la desagradable entrega de flores que recibí de Garrett esta mañana. Es un movimiento típico de Garrett, exactamente su estilo. Un mes antes de que me mudara a Nueva Jersey, tomé la decisión de terminar las cosas con Garrett. Había jugado un poco con esa decisión por mucho tiempo, pero nunca había reunido el valor para finalizarlo. Le di una oportunidad porque me sentí presionada. Él no era mi elección, y es poco profundo, lo sé, pero al menos, no era difícil de ver. Lo que pasa es que nunca me hizo sentir... bueno, nada. Estar con él era como estar con cualquier persona al azar que acabara de conocer. No había ninguna chispa, no había química, no había fuegos artificiales, y si tuviera que adivinar, hay algunas razones para eso. En primer lugar, siempre ha estado demasiado preocupado por su imagen. Nunca haría nada en público que le hiciera parecer algo menos que refinado y culto. Está tan subido en el trasero de su padre, que dudo incluso que pueda ver bien. Probablemente nunca tuvo un pensamiento original en toda su vida. Podría seguir, pero creo que todo lo que dije es suficiente sobre él. Así que flores de él en el primer día... flores de él cualquier día son una sorpresa desagradable. ¿Honestamente cree que me gustaría tener más miradas puestas en mí desde el primer día en un nuevo trabajo en una nueva ciudad? En realidad, era embarazoso, trayendo más atención a mí misma cuando honestamente sólo quería mezclarme. Estoy pensando en eso cuando dejo el centro, con mi bolsa subida por encima del hombro, con las llaves del auto en una mano y flores en la otra. Estoy pensando en eso cuando el auto está a la vista y veo a Garrett inclinado en contra de él con los brazos cruzados sobre el pecho y una sonrisa arrogante en su rostro. —Mierda —maldigo en voz baja mientras me acerco, cuidando de no estar demasiado cerca. Tenía la esperanza de que la distancia entre nosotros fuera una indicación del estado de las cosas. —Hola guapa.
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Respiro la necesidad de escupir fuego contra él. —¿Qué haces aquí, Garrett? —Quería sorprenderte en tu primer día. —Inclina la cabeza y extiende su mano en un intento de agarrarme. Doy un paso hacia la derecha y fuera de su alcance. Sus ojos en mí brillan con humor en el sol de la tarde. Típico. Piensa que me gusta jugar con él, que me gusta jugar duro para conseguir y hacer que funcione para él. —Creo que las flores fueron bastante sorpresa —dije empujando el ramo en su pecho. —¿Qué, no te gustaron? —pregunta despistado como siempre, con la mano sosteniendo el ramo con el fin de evitar que se caigan. Piensa que cualquier atención que le dé a una mujer es buena atención porque está bajo el supuesto de que él es un regalo de Dios para las mujeres. No entiende que no es tan encantador como cree que es. —Fue totalmente innecesario e inapropiado. —Oh, vamos, Emelia. No empieces. Sólo es un buen gesto y lo conviertes en algo malo. —Terminamos. Eso significa que te mantendrás alejado de mí y yo me mantendré alejada de ti. No me enviarás textos, no me llamarás, no me enviarás correos electrónicos, ni señales de humo. —Hago un gesto violento con las manos—. No me enviarás flores, y lo más importante, no te presentarás en mi trabajo. —Está claro que vas a tener otro de tus episodios —dice viéndose cada vez más molesto a cada segundo. —¿Un episodio? —Requiere de un esfuerzo no gritarle. Estoy tan cansada de la gente diciéndome cómo debo comportarme. Cómo debería ser sólo un miembro del jet set sin sentido como mi madre, la niña rica perfecta y manteniendo las apariencias. Nunca debería tener una opinión mía, no estar de acuerdo, y siempre hacer lo que me digan. —Vamos a mi auto, y me podrás mostrar tu apartamento, te llevaré a cenar temprano, y entonces podrás darme las gracias adecuadamente —dice moviendo el pecho en alto para que nuestros ojos se encuentren. La determinación llena su mirada mientras llena de disgusto la mía. Doy un tirón de mi cabeza tratando de escapar, pero él aprieta su agarre en mí, hundiendo sus dedos en mi rostro dolorosamente.
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—Suéltame —demando, manteniendo mi voz fuerte a pesar de su agresividad que me ha sorprendido. He visto deslizarse su paciencia antes, lo he visto meterse en mi cara, pero nunca puso sus manos sobre mí antes. —Sabes que nunca lo he admitido, pero me gusta cuando estás así. Me gusta cuando pones una pelea porque cuando cedas... y confía en mí, vas a ceder, harás la victoria mucho más dulce, nena. —Dice el “nena” en tono de burla, que me enoja como el infierno, y me las arreglo para apartarme de él. Debería meterme en mi auto e irme, poner la mayor distancia entre nosotros como pueda, pero el falso coraje entra en acción. —Que te jodan, Garrett. Vete a casa y llévate tus putas flores contigo. Nunca volvería contigo. Él arroja las flores en el pavimento, y antes de que lo sepa, avanza hacia mí haciéndome retroceder al auto donde me enjaula. —Retrocede —digo en un susurro roto, todos los consejos de valentía se han ido. Su mano se acerca y se hace puño alrededor de mi cuello cerrándome efectivamente la boca y asustándome como el infierno. —No tienes a papá aquí para protegerte, Emelia. Querías estar sola entonces vas a tener que aprender a pelear tus propias batallas. Quieres pelear conmigo, bien. Hazlo... Te garantizo, que perderás. —Sonríe, liberándome y dando un paso hacia atrás. Mi mano va involuntariamente a mi cuello, y dejo salir el aire. —Permanece como el infierno lejos de mí. Terminamos. Él sobre saca la barbilla, y es como si estuviera aceptando el reto. Un reto del que no quiero ser parte. —Ya veremos. —Es todo lo que dice antes de girar y alejarse. Cuando miro hacia abajo a las flores, lo primero que pienso es en dejarlas allí, sacar mi auto fuera de mi lugar de estacionamiento, y atropellarlas, pero uno de mis compañeros de trabajo podría verlas en el suelo y hacer preguntas. En su lugar, las recojo, las tiro en mi asiento trasero, y hago una nota mental para echarlas en el primer contenedor de basura que encuentre. Estoy en el borde todo el camino a casa, observando cuidadosamente el espejo retrovisor y con la esperanza de que Garrett no me esté siguiendo. En todos mis tratos con él, en los tiempos buenos y malos, que puedo recordar ni una vez sentí particularmente miedo de él. No hasta hoy. Me hace pensar que tal vez todos lo subestiman; tal vez es tan astuto y despiadado como su padre. Tomo la decisión de llamar a mi padre esta noche y decirle lo que está pasando. Él se asegurará de que Garrett se mantenga alejado de mí. Normalmente no soy el tipo que corre a papá con todos mis problemas, pero no
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soy de tomar un poco de esta mierda. No cuando estoy aquí sola. Él necesita saber si estoy potencialmente insegura. Doy un suspiro de alivio cuando llego a mi edificio y estaciono. Sin demora, agarro mis cosas y entro en el edificio, dejando caer las flores en el recipiente exterior. Una vez que estoy en mi apartamento, me cambio de mi ropa de trabajo a un cómodo par de pantalones vaqueros y una camiseta. Tomo un trozo sobrante de pizza y enciendo la televisión. Es patético, lo sé, pero el ruido me ayuda a sentirme un poco menos sola. Siempre lo ha hecho. La gente, el personal, la familia y los amigos elegidos por mi madre me han rodeado toda mi vida, pero eso no cambia el hecho de que siempre me he sentido sola. Realmente no tengo una explicación para ello; simplemente siempre ha sido así conmigo. Las pocas veces que no me he sentido de esa manera han sido las veces que he pasado los últimos años con mi padre y hermana. Veo a la bolsa de regalo de color amarillo en la encimera de la cocina pensando que tal vez debería ir y dársela a los vecinos. Vi al hombre de nuevo ayer, esta vez en el estacionamiento; venía al edificio con el bebé. Sentí una sensación de alivio cuando vi que mis sospechas estaban mal y que el bebé estaba bien. No vi a la mujer de nuevo, pero pensé que probablemente había ido delante de ellos. Después de ver eso, la conversación que tuve al principio del día con Hannah acerca de hacer nuevos amigos vino a mi cabeza, por lo que fui a una tienda de bebés durante el almuerzo y escogí un pequeño regalo. Calculo que ahora es un momento tan bueno como cualquier otro, así que me muevo a la cocina, recojo la bolsa de regalo, y me dirijo a su apartamento. Toco a la puerta sintiéndome toda estúpida por venir aquí, pero es lo que los vecinos hacen, ¿verdad? Espero, pero no hay respuesta, y estoy casi aliviada de que nadie esté en casa. Habría apestado si se hubiera abierto la puerta. Podría haber sido embarazoso, especialmente después de que él me atrapó en el pasillo después de su cosa de ayer. Estoy segura de que habría sido incómodo para los dos. Estoy a punto de darme la vuelta y caminar de regreso a mi apartamento cuando la puerta se abre bruscamente. —¿Sí? Es él. Por supuesto, tenía que ser él. ¿Por qué no iba a ser él? Esa es la confirmación de la constante necesidad de que el universo me jode. Me mira con impaciencia, y no puedo hacer otra cosa que dárselo una vez más. Lo que noto es que mi evaluación original de él estaba ligeramente equivocada. No es atractivo. Es oh-mi-dios-atractivo-como-el-infierno, y decido al instante que no hay manera en el mundo que alguna vez pudiera ser amiga de su esposa porque pasaría mi tiempo con ella deseando a su marido en silencio. Desde mi vista, supongo que
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fácilmente mide alrededor de un metro ochenta y cinco, musculoso, pero no excesivamente. Puedo ver la cantidad justa de tono muscular bajo su Henley gris oscuro. Sus poderosos muslos llenan los vaqueros a la perfección. Miro hacia arriba notando que su grueso, cabello castaño oscuro tiene un toque de ondulación. Del tipo que te hace pensar que tal vez esté un poco atrasado para un corte de cabello, pero que te gustaría pasar tus dedos a través de él de todos modos. Sus ojos son de color marrón lechoso, y bordeados con pestañas imposiblemente largas. No estoy segura de eso con la tenue luz en este pasillo, pero juro que casi puedo ver huellas verdes en ellos. Es sólo... Guau. —¿Puedo ayudarle? —pregunta, sacándome de mi estado de coma permanente y claramente sé que está perdiendo la paciencia conmigo. —Um, hola —digo con un ligero movimiento. Jesús, soy una idiota—. Soy Emelia. Me acabo de mudar frente al pasillo de usted. Sus ojos van a mi puerta cerrada y luego vuelven a mí. Sin ningún tipo de piedad, murmura: —Sí, el viejo que vivía allí, finalmente estiró la pata. —¿El anterior inquilino murió? —pregunto vacilante. —Sí —responde de manera casual. —Oh —digo todo el tiempo pensando que esto es simplemente genial, eso es todo lo que necesito putamente para ser perseguida por el fantasma de un hombre muerto—. ¿Murió en el apartamento realmente? —Ni idea —dice alcanzando algo en su apartamento y sacando una chaqueta que no pierde tiempo en ponerse. Me sacudo mi sorpresa por la noticia de una posible muerte en mi apartamento y le doy una sonrisa. —Correcto. Bueno, de cualquier modo. Sé que usted y su esposa acaban de tener un bebé, y sólo pensé en pasar por aquí y aportar un poco de algo para decirles felicidades. —No tengo esposa. ¡Dios! Este hombre no hace fácil tener una conversación. —Oh. De acuerdo, entonces su novia. —No tengo novia. —Eso despierta mi interés demasiado. Parece un poco idiota, pero Jesucristo, es precioso. Me encuentro necesitando saber cuál es el trato, a pesar de que no es absolutamente nada de mi incumbencia. Sé que debería dejarlo solo, pero en su lugar, prosigo.
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—Ah, la vi la semana pasada. Supuse, y entonces te vi con el bebé. Supongo que pensé... —No era mi novia, y ahora se fue, así que... —dice llegando a una pequeña mesa junto a la puerta de entrada y tomando un juego de llaves. —¿Te dejó? ¿Con un bebé? —No fue su elección, ya que a pesar de eso, murió —responde con brusquedad, y yo jadeo con malestar y sorprendida por la noticia que acaba de darme. No puedo explicar por qué me pone tan triste que falleciera ya que no la conozco. No sabía nada de ella, sin embargo, era tan joven y dejó un precioso bebé. ¿Cómo no ponerme triste? —Oh Dios mío. Oh Dios mío. Lo siento. Lo siento mucho. —Está bien —me interrumpe. Miro su rostro en busca de una reacción, en busca de cualquier indicio de emoción en absoluto, pero no me da una. En cambio, se da vuelta y camina al interior dejando que la puerta se abra, lo que me permite ver mejor el interior. Cualquiera que sea el lío que montó cuando tuvo su estallido de ayer se ha disipado y en su lugar hay un bonito apartamento completo con todos los elementos necesarios para un bebé. Él toma el porta bebé con el niño más lindo que he visto durmiendo en él y se vuelve a mí—. Escucha, estoy a punto de salir —dice, colocando la silla a su lado. —Por supuesto —digo rápidamente entregándole la bolsa de regalo y moviéndome hacia atrás. Él la toma y la pone en el suelo a un lado de la puerta—. Escucha, sé que no me conoces, pero si hay algo que necesites, si hay algo que pueda hacer, por favor no dudes en llamar a mi puerta. Él me mira de arriba abajo, probablemente tratando de averiguar algo sobre mí. Probablemente se pregunta por qué esta extraña chica está tomando un interés repentino en su vida y ofreciendo su ayuda. —Gracias, pero es temporal —dice finalmente. Inclino mi cabeza y estrecho los ojos con confusión. —¿Qué es temporal? —Esto —dice moviendo la barbilla en dirección del bebé—. No estará conmigo mucho más tiempo. Me siento como si simplemente hubiera entrado en medio de una discusión privada, y hubiera perdido toda la información pertinente. —¿Qué quieres decir? ¿Por qué no estará contigo? —Estoy buscando darlo en adopción.
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Bueno. Esa es mi señal para irme. Para alejarme del sacudido hombre de pie frente a mí y olvidar lo que he oído, pero no puedo. Es como conducir cerca de un accidente de auto. Necesito saber. —¿Por qué? Él se encoge de hombros. Se encoge, como si fuera una decisión simple acerca de un inconveniente menor, y juro que quiero darle un puñetazo en la cara ahora mismo. Metiendo algo de sentido de mierda en su cabeza súper atractiva. ¿Qué le pasa? —Debido a que no me inscribí para ser papá soltero. —Ya veo. —Asintiendo mi cabeza intento, pero lo más probable es que falle, de ocultar el disgusto que estoy sintiendo en este momento. —Crees que soy una persona terrible. —Sí —contesto sinceramente porque... bueno, porque ha sido brutal e inapropiadamente honesto conmigo hasta ahora. Calculo que ni siquiera se inmutó por mi franqueza. Su mandíbula se aprieta y sobre saca la barbilla. —Gracias por no endulzarlo —escupe. ¿Está enojado conmigo? Es un maldito destructor de apartamentos, perezoso papá psicótico, ¿y tiene el coraje a enojarse conmigo? —Es tu hijo. —Le recuerdo un hecho del que ya está al tanto, poniendo mi mano en mis caderas y mirando hacia él. —Sé eso. —Esa chica que vi, lo quería, ¿verdad? —No sé por qué estoy preguntando; Siento que tengo que razonar con él. Me da la sensación de que tal vez su miedo a ser padre soltero con un bebé está detrás de su decisión. Dijo: No me inscribí para ser padre soltero. Nunca dijo que no quería ser padre, no dijo que no quisiera a su hijo o que pensara que estaría mejor sin él. Tal vez sólo necesita a alguien poniendo esto en perspectiva para él. —Sí, pero ella se ha ido. —Su irritación conmigo es clara. Me importa un carajo. —Sí, se ha ido. Murió por él. Murió para que pudieras tenerlo. Fue un regalo. El regalo más jodidamente precioso que jamás podrías recibir y estás tirándolo a la basura, ¿porque no te sientes como para ser padre soltero? —Yo no pedí esto —dice entre dientes. —Él tampoco —le grito señalando con mi dedo al bebé dormido—. Pero está aquí ahora.
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—No tengo tiempo para esto —dice alejándome mientras recoge el porta bebé—. Gracias por pasar, pero como dije antes, tengo que irme. —Sí. Quizás lo debas regalar —murmuro mientras me alejo y voy hacia la puerta. —¿Qué dijiste? —grita tras de mí. Me vuelvo y doy dos pasos hacia él de nuevo. —Dije, que tal vez debas regalarlo. Un niño debe tener un padre que lo quiera, no alguien que no quiera molestarse en quererlo, alguien que sólo lo vaya a tolerar. Ese hermoso bebé merece más que eso. —Le doy mi golpe de despedida, entro en mi apartamento, cierro la puerta detrás de mí, y me echo a llorar. Puede parecer estúpido, pero lloro por esa chica que vi feliz entrar en el apartamento con ese idiota la semana pasada. Lloro porque probablemente estaba muy emocionada de ser madre, de tener a su bebé y empezar su familia y esa promesa le fue quitada. Lloro porque nunca va a llegar a verlo crecer. En lugar de ello, tuvo que dejarlo con un padre que ni siquiera puede apreciar el milagro que es. Lloro por el pequeño bebé porque sé exactamente lo que es tener un padre que es tan puto, MALDITO egoísta. Lloro por mí tanto como yo lloro por ellos, y espero que el precioso niño obtenga un resultado mejor que el mío.
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Max~ Toda esta tensión debe estar finalmente alcanzándome. Algo está, obviamente, mal conmigo. ¿Qué clase de persona jodida comparte todo ese tipo de mierda con una pobre mujer, desprevenida que sólo estaba tratando de ser agradable? Yo. ¡Eso es! En mi defensa, toda esa mierda que acaba de salir de mi boca. Ni siquiera sabía lo que estaba haciendo. Pongo el asiento de seguridad en su base y lo meto en el auto. Saliendo del estacionamiento, me dirijo al crematorio para el pequeño servicio previsto para Keri. Creo que tal vez esa es la razón por la que me perdí con Emelia. Me agarró justo cuando estaba a punto de irme para poder asistir a esta cosa. Y esto... esto es lo último que quiero estar haciendo en este momento. Hasta ahora, tan sólo podía estar en negación de toda la situación. Me di cuenta de que Keri realmente no se había ido, pero esto como que lo hace real. Esto le da un carácter definitivo que ni siquiera yo puedo negar. Creo que su muerte es sólo una verdad difícil de aceptar para mí. No es que alguna vez la amara, y probablemente nunca lo habría hecho... no realmente. No de la manera que ella hubiera querido, y no podría decir por qué, no puedo poner mi dedo en la llaga. Era inteligente, hermosa, y era buena en la cama, pero no me excitaba. Bueno, obviamente, me excitó lo suficiente, pero me refiero a la clase de todos los días. Estaba cómoda en su pequeño apartamento que tenía que compartir y cómoda con su trabajo que no le daba seguridad financiera. La única cosa por la que la vi trabajar duro fue por Xander, y, a veces, por mí. Creo que si hubiera mostrado esa cantidad de pasión en las otras áreas de su vida, entonces quizás habría podido verla de otra manera. Eso no quiere decir que no me importaba en mi propia manera; tal vez la quería un poco de la única manera que podía. Pero sabía desde el principio que nunca sería la elegida. No es que hubiera puesto mucho pensamiento o esfuerzo en encontrar una. Eso no me interesa en absoluto, sobre todo ahora en medio de la tormenta de mierda en la que estoy. Ahora, Emelia... esa chica era un jodido espíritu de fuego. Me conoció en mis cinco minutos antes de que me diera un dolor de mierda del que no tenía ninguna pista. No tuvo ningún problema en ponerse en mi cara y decirme exactamente lo que pensaba de mí. La subestimé, eso es seguro. A primera vista, parecía tímida, insegura de sí misma, incluso miedosa, pero una vez que se enfadó, fue como una chica completamente diferente. Su apariencia únicamente le ayudaba en su dulce
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trato. Sí, me di cuenta, soy un tipo. ¿Qué esperaban? Llevaba sólo un simple par de pantalones vaqueros y una camiseta, pero podía haber estado usando una bolsa de basura para que todo lo que me importó. Ella es, de lejos, una de las mujeres más bonitas que he visto nunca. Sus labios me llamaron la atención primero. El brillo en ellos los hacía aparecer de color rosa, llenos y completamente besables. Sus ojos eran de un azul profundo y oscuro, como el color del cielo justo antes de una tormenta. El tipo de ojos que en los que podría perderme, ser hipnotizado por ellos. La forma en que su cabello castaño ondulaba cayendo violentamente sobre su hombro hizo que quisiera extender la mano y agarrarlo. Era dulce, sin duda, de la cabeza a los pies, pero no puedo dejarme ir allí. Primero, porque todavía no he descubierto lo que haré con el niño. Sé que le dije que lo daría en adopción, pero todavía estaba molesto de mi falta de sueño de anoche. En segundo lugar, después de la carrera que acabamos de tener, estoy seguro de que me odia. Lo que sea, no se debe cagar donde se duerme de todos modos, y ella está demasiado cerca de casa para mi comodidad. Entro en el estacionamiento casi vacío del crematorio tomando el lugar más cercano a la puerta principal y apagando el auto. Me muevo fuera del auto y hago el trabajo rápido de conseguir a Xander e ir al interior. El propietario me recibe en la puerta, informándome de cómo va a funcionar el servicio, y luego me lleva a la sala donde está Keri. Jack y Rachel están allí, así como algunos de los compañeros de trabajo de Keri y sus amigos. Me impacta que esta sea la primera vez que la vuelva a ver desde el momento en que me echaron de su sala de partos. Después, me golpea el hecho de que esta será la última vez que vaya a verla, y lo más importante, me golpea que esta es la última vez que Xander alguna vez estará en presencia de su madre. Hay algo asfixiante sobre ese hecho, la idea es casi insoportable. Nunca sabrá lo que se siente estar en sus brazos, ser querido por ella como sólo una madre puede querer a un hijo. Me dan un amplio espacio mientras coloco el soporte hacia abajo y lo desabrocho, para poco a poco levantar a Xander y sostenerlo contra mi pecho. Todos los ojos están puestos en mí, los siento, pero no me importa mientras camino hasta el ataúd abierto. Me toma un segundo encontrar el valor para hacerlo, pero finalmente la veo. Siento una enorme cantidad de dolor en el pecho, una desesperación que no puedo aplacar. Un deseo de ver sus bellos ojos revolotear con señales de vida me llena, la necesidad de verla abrir la boca para decirme acerca de lo que está pasando en su mundo. Eso me mata. Malditamente. Me. Mata. No puedo hacer eso, nunca he podido hacer eso. La odio porque se fue, porque todo lo que queda de ella es ese pálido cuerpo frío y sin vida que ni siquiera se acerca a la chica impresionante que era en realidad.
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Respiro a través del escozor en mis ojos y a través de la mezcla de tristeza y rabia que siento. Toco su mejilla con el dorso de mi mano, y con la frialdad de ella, pierdo la batalla con el control. Siento la lágrima, sin preocuparme de si me hace parecer menos hombre. Esta mierda es brutal, y la he sostenido en mí mismo todo el tiempo que fue posible. —Lo siento mucho, nena —le digo en un susurro quebrado. Tengo a Xander cerca, miro hacia abajo a él y luego a ella—. Este es, este es Xander. Lo hiciste bien, nena. Lo hiciste muy bien. Él está muy bien. Espero por algo; No sé lo que es... tal vez una señal, algo que me diga que me puede oír, pero nunca llega. Aun así, tengo que creer que lo sabe. Tengo que creer que puede ver a su chico y tener paz por eso. Esa necesidad de asegurarme de que va a estar en paz es abrumadora, y en ese momento, me gustaría hacer o decir cualquier cosa para asegurarle que la tendrá. Las palabras de Emelia vuelven a mí. Ella murió por él. Murió para que pudieras tenerlo. Fue un regalo; fue el regalo más precioso de mierda que pudieras haber recibido. —Voy a cuidar de él, Keri —le digo en voz baja—. Te lo juro. No moriste por nada. Voy a cuidar de él. Me aseguraré de que sepa lo mucho que lo querías. —Mi voz se quiebra mientras viene un nuevo lote de lágrimas—. Le voy a decir todo sobre ti, nena. Unas manos fuertes agarran mi hombro mientras Rachel viene a mi lado y toma cuidadosamente a Xander de mis brazos. En el momento en que lo hace, agarro los bordes de la urna y lucho en contra de darle un empujón en desafío. Mi propia manera de antagonizar la muerte, de decir a la mierda. En su lugar, tomo una respiración profunda y suavemente encojo los hombros dejando que Jack sepa que puede soltarme. El aire aquí es sofocante, y en el momento en sus manos están fuera de mí, me vuelvo, evitando los ojos en mí, y salgo de allí. Voy afuera y camino a mi auto descansando las manos sobre el capó y trato de recuperar la compostura. Nunca pensé que tendría esa clase de reacción al ver a Keri así. Por otra parte, nunca he visto a nadie así, pero eso no es todo. Esta era la madre de mi hijo. Murió para que pudieras tenerlo. Fue un regalo; fue el regalo más precioso de mierda que podrías haber recibido. Ahora lo entiendo. Capto lo que Emelia estaba tratando de decirme, y tanto como quiero negar la inmensidad de todo lo que ha sucedido, no puedo hacer eso. Keri se sacrificó por Xander. Renunció a su propia vida para que él pudiera tener la suya, y me lo dio. Me dio un hijo, si lo quería o no. Si estaba listo para él o no, está aquí ahora. Está aquí, y tengo que darle la vida que ella quería para él. Esa es mi responsabilidad. Es la única manera de regresarle lo que me dio. Es jodido y me
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molesta, pero no tengo otra opción. Xander se quedará conmigo. Que vengan los demonios contra viento y marea, él se quedará conmigo.
Me despierto con el sonido de llanto, extiendo la mano, y giro el botón de vibración en la cuna para calmar a Xander. El reloj de la caja de cable dice que son las 7:00 am, y me sorprende que durmiera tan tarde. Le di de comer a las dos de la mañana, así que estoy agradecido por las pocas horas más de sueño que me dio. Me tomo un minuto para estirar los músculos tensos y levantarme para hacerle una botella. Después de mi puta caída de anoche, tengo mi mierda junta y vuelvo a entrar en el servicio. Me senté allí con Jack y Rachel, que nunca soltaron a Xander mientras se dio un servicio para conmemorar la vida de Keri. Me quedé mientras las personas de su trabajo se deslizaron dentro y fuera, y me quedé callado cuando me dieron sus condolencias. Les di las gracias y acepté sus apretones de manos y abrazos, a pesar de que me sentía mal. Ella no era realmente mía, no me gustaba eso, pero supongo que era lo más parecido a una familia que tenía, y lo que hace que sea aún más triste. Sus compañeros se quedaron cerca hasta el final. Dana se ofreció a cuidar de Xander cuando volviera a trabajar, ya que sólo trabaja un par de noches a la semana. Dijo que sólo me ayudaría porque estaba buscando un trabajo extra ahora que su renta había subido. Acepté la oferta porque dijo que vendría a mi apartamento todos los días, y me está salvando de lo que sólo puedo imaginar es un montón de dinero en gastos de guardería. Cuando el servicio terminó, Jack preguntó si quería un minuto a solas con Keri. Supongo que pensó que podría tener algún momento para decirle adiós, pero no necesitaba ningún momento. Le dije lo que tenía que decirle, le llevé a su hijo, y le hice mi promesa. No había nada que me quedara por hacer, así que en vez de eso, me llevé a Xander y fui a casa donde pasé casi toda la noche preparándome mentalmente para mi nueva vida y tratar de imaginar lo que sería mi nueva normalidad. Al final, lo único que se me ocurrió fue que no importaba qué tan duro fuera como la mierda, o lo mal que lo hiciera, no se llevarían a Xander. No voy a hacerle lo que mi padre hizo conmigo, apartándome, y haciéndome sentir responsable de la partida de mi madre. Ni siquiera trató de ser un verdadero padre para mí, en realidad no. Hizo lo mínimo para mantenerme con vida y quitar a servicios de protección infantil de su rostro. El puto padre del año. Puedo hacerlo mejor que él. De hecho, haré de mi misión en la vida ser mejor que él. Termino de preparar el biberón de Xander y regreso a la habitación en la que acaba de empezar a llorar otra vez.
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—Muy bien, Xander. Estoy aquí —le digo, poniendo la botella en la mesa de noche, y tomándolo en mis brazos. Me meto en la cama y lo acomodo en la misma posición en el hueco de mi brazo. Estirándome hacia atrás, agarro la fórmula y me relajo en la cama mientras le doy de comer a Xander. Puedo hacer esto, pienso mientras lo observo beber. Él está bien, y aunque cuidar de él será un dolor en el trasero, no es una ciencia exacta. Definitivamente puedo hacer esto.
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Emelia~ Ya han pasado casi dos semanas desde que tuve mi encuentro con el idiota del vecino. En ese momento, logré evitarlo, o mejor dicho, hice mi mejor esfuerzo para evitarlo al extremo. Idiota. Dicho eso, no he evitado espiar por la mirilla para averiguar el estado del bebé. Aquí está lo que sé: Primero. El bebé está todavía con él. Segundo. Tiene a una niñera para él. Es una chica bonita con el cabello rubio largo y el cuerpo de una niña de doce años, sin curvas de ningún tipo. Eso es ni aquí ni allá. Sobre todo, tengo curiosidad de por qué el bebé está todavía con él si fue tan firme sobre darse por vencido. ¿Realmente se necesita tanto tiempo para encontrar una familia adoptiva cuando estás tan motivado? Pongo los pensamientos de padre e hijo fuera de mi mente y me centro en mi viaje a casa. Reviso mis espejos para asegurarme de que nadie me está siguiendo. No he visto o escuchado de Garrett desde ese día fuera de mi trabajo, la misma noche que tuve mi encuentro con mi vecino. Después, llamé a mi padre y le dije lo que pasó con Garrett. Evidentemente estaba furioso y me dijo que iba a manejar la situación inmediatamente. Dicho eso, también me dijo que debería estar alerta y observar mi entorno por si acaso se presentaba de nuevo. Mi madre se enteró de eso, y por supuesto, tuvo una reacción muy diferente. Deberías estar halagada de que se preocupe lo suficiente para ir sin avisar, Emelia, fueron sus palabras exactas sobre el tema. Como de costumbre, lo que quería no era un factor en su proceso de pensamiento en absoluto. Ni siquiera se aplacó después de que le dije que Garrett en realidad me había asustado. ¿Por qué iba a hacerlo, sin embargo? En opinión de mi madre, la atención no deseada es mejor que ninguna atención en absoluto. Llego al estacionamiento, apago el motor, y agarro mi bolso antes de salir del auto. Voy al edificio y con mi suerte, en ese mismo momento, la nueva niñera de El Tarado está saliendo de su apartamento, empujando al bebé en un cochecito. Mientras camino hacia mi puerta, tengo la sensación al mirarla de que algo está mal. Ella deja su puerta abierta y su marcha es inestable en el mejor de los casos. Estoy a punto de enfrentarme al toro y preguntarle si está bien cuando se tuerce el pie y golpea el suelo con un fuerte golpe. Me apresuro hacia ella, a la vez que doy gracias a Dios que tuvo suficiente sentido común para dejar de lado el coche cuando se cayó. —¿Estás bien?
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—Estoy bien —dice ella, pero sale más como un insulto. Trata de levantarse sólo para tropezar otra vez, y cuando estiro una mano para ayudarla a levantarse, me doy cuenta de que está completamente bebida. Qué Mierda. —Ahí estás —digo entre dientes mientras la dejo ir mirándola mientras lucha para permanecer en posición vertical—. ¿A dónde ibas? —pregunto, tratando de ocultar la ira y la alarma en mi voz. —A llevar a Xander al parque —responde, de nuevo arrastrando las palabras. Le doy un lento asentimiento, pero de ninguna manera en el infierno la dejaré ir a ninguna parte con él. Probablemente no debería involucrarme teniendo en cuenta que no conozco a estas personas, pero no puedo dejar que se lo lleve cuando apenas funciona. —Soy Emelia. —Me presento con una sonrisa en mi rostro, aunque quiero abofetear a esta chica—. Vivo justo al otro lado del pasillo. ¿Por qué no te ayudo a llevar a Xander de nuevo al apartamento mientras te orientas? —Estoy bien. Llevaré a Xander al parque —dice, moviéndose para agarrar el coche de paseo. Me coloco enfrente de ella negándole el acceso—. ¿Qué estás haciendo? —Su voz va en aumento y se está poniendo nerviosa. Puedo verlo escrito en toda su rostro. —Escúchame —le digo con calma tratando de abstenerme de perder el mínimo de paciencia que me queda con ella y empeorar las cosas—. No estás en condiciones de ir a ninguna parte, y menos aún con un bebé. —¿Qué diablos se supone que significa eso? Pongo los ojos en blanco porque esta chica me está llevando de enojada a iracunda en un tiempo récord. —Significa que estás borracha y tropezando. No llevarás a este bebé fuera de este edificio. —¡Púdrete! Soy su niñera. —¿De verdad? ¿Su padre sabe que te emborrachas en el trabajo? —Sus ojos se agrandan, y puedo decir que tiene miedo de la posibilidad de tratar con un idiota hombre enojado. Se sacude el miedo y mueve una mano con desdén hacia mí. —A Max le gusto. No le importaría. Max... Max es su nombre. Max y Xander. Tengo que admitir que me preguntaba cuáles eran sus nombres. Sin embargo, Max, el Tarado, suena bien. —Max perdería su jodida cabeza si te viera así cerca de su niño. —Estoy llegando allí porque no tengo ni idea de cómo va a reaccionar. Probablemente le
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ofrecería otra cerveza y se uniría a ella. De acuerdo, no lo sé. Sólo estoy siendo una perra, pero él se lo merece. —Estoy teniendo un momento difícil ahora —se queja como si decirme eso hiciera de este fallo extremo un juicio algo mejor. —Estoy segura que sí, y lo siento por ti, pero no puedes beber mientras estás cuidando a Xander... nunca. —No me juzgues. —Levanta un inestable dedo en mi dirección—. No sabes nada de mí. —No. No lo hago. Sólo sé que Max confió en ti para cuidar de su hijo y no estás haciendo un gran trabajo en este momento. —Voy alrededor de ella empujando el cochecito de nuevo al apartamento y empiezo a abrir su arnés. —¿Qué estás haciendo? —Lo voy a sacar de este coche, y voy a quedarme y a ayudarte con él, hasta que estés sobria. —¡Estoy bien! Sólo necesito un poco de aire —medio me grita. Levanto la cabeza para mirarla completamente con cara de piedra. —No estás bien. Ahora, ven aquí, cierra la puerta, y bebe un vaso de agua o algo —le digo volviéndome hacia Xander. No tengo ni idea de si el agua potable en realidad la ayudará. Nunca he estado borracha, así que no tengo ni puta idea de lo que estoy hablando. —¿Crees que eres mucho mejor que yo? Lo vigilas —grita desde algún lugar en el fondo. Cierra la puerta y me deja sola con Xander antes de que tenga la oportunidad incluso de tratar de detenerla—. ¿Qué Diablos? —No puedo creer que esa perra me dejó aquí, a una jodida completa desconocida, con un bebé que se supone que debe estar cuidando. Esto es simplemente increíble. No tengo ni idea cuándo esa persona Max estará en casa, y no tengo su número. No tengo ni idea de cuáles son los horarios de este bebé. ¿La cantidad de leche que toma? Mierda. Cuándo voy a aprender a meterme en mis asuntos especialmente en lo que respecta a este bebé. Pero no puedo evitarlo. Es un hombre tan pequeño y lindo, pienso mientras lo levanto de su silla de paseo y lo mantengo cerca de mí. Noto una manta de bebé echada sobre el brazo del sofá y me acerco para recoger la manta y con cautela envuelvo a Xander en ella. —Esa chica tonta ni siquiera agarró una manta para ti, ¿verdad? —le susurro teniendo la dulzura de él. Sus pequeños ojos en forma de almendra y el botón de su nariz, sus labios dulces y pequeños, y la mata de cabello marrón que sobre sale desde su pequeño sombrero de bebé—. Eres un niño tan dulce, ¿verdad? —digo
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eso más para mí que para él. Me doy cuenta de que estoy sonriendo mientras tomo asiento en el sofá. Calculando que voy a estar aquí por un tiempo, también podría instalarme. Agarro el mando a distancia y encendiendo el televisor, al mismo tiempo que mantengo a Xander acurrucado. Me quedo allí por un tiempo y empiezo a dormitar mientras Xander se agita, sus pequeños gemidos me despiertan. Lo pongo en su corralito y entro a la cocina en busca de lo que necesito. Por suerte, Max mantiene todo lo de Xander afuera, botellas, agua, y la fórmula, todos están dispuestos ordenadamente en la encimera. Tomo el polvo de fórmula y leo las instrucciones. Una cucharada de polvo por cada dos onzas de agua. —Está bien, él es sólo una cosa pequeña, por lo que no se puede beber más de dos o tres onzas. —Deduzco haciendo mi mejor conjetura educada. Vierto tres onzas de agua en la botella y las cucharadas del polvo, las pongo en la parte superior, y la agito. Me dirijo de nuevo a la sala de estar. Busco en su bolsa de pañales hasta que encuentro un babero y un paño para eructar y recojo a Xander, sentándome en el sofá con él. Le doy la botella y le agradezco a mi padre que me obligó a conseguir un trabajo de verano antes de ir a la universidad. Quería tener alguna experiencia de trabajo real. Pasé aquel verano trabajando como ayudante en la guardería de un centro de cuidado infantil. Mi madre, por supuesto, pensó que era ridículo que consiguiera un trabajo, pero mi padre se mantuvo firme en su contra. Con el tiempo, ella cedió. Una vez que Xander termina su botella y parece saciado, le cambio el pañal, después lo abrazo y lo miro dormir por un rato. Cuando lo veo, no puedo dejar de preguntarme cómo Max siquiera podría pensar en dar a un niño tan hermoso en adopción. No es que no crea en la adopción. Normalmente no soy tan crítica. Es sólo que sé que Max está haciéndolo por razones puramente egoístas. Está haciendo esto porque no quiere ser padre soltero, fin de la historia. Mi estómago se agita, y me doy cuenta que no he comido todavía. El reloj de la caja de cable dice que es un poco más de las 6:00. Poco a poco, me levanto, pongo a Xander en su patio de juego, y tomo mi bolso del suelo donde lo dejé cuando iba a sacarlo del cochecito. Reviso mi celular asegurándome de que no hay llamadas perdidas o mensajes entonces lo tiro en el sofá junto con mi bolsa. Empujo el cochecito fuera a la mitad de la entrada y la pongo a un lado donde está fuera del camino. Al entrar en la cocina, abro la nevera y encuentro que está sorprendentemente bien abastecida. Agarro algunos embutidos, queso, mayonesa y una lata de refresco. Busco en sus gabinetes por el pan, agarro un cuchillo y un plato, y hago un sándwich. Una vez que como, me aseguro de lavar mi plato y guardar todo. Imagino que Max, el Tarado, pronto estará en casa, así que voy de nuevo a la sala de estar, me dejo caer en el sofá, me siento y espero por él.
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Max~ Eran casi las siete y media en el momento en que llegué a casa del trabajo. Llamé a Dana para decirle que llegaría tarde, pero no contestó su teléfono. Supuse que estaba ocupada con Xander, así que le dejé un mensaje asumiendo que me avisaría si había un problema. Estamos llegando a una fecha límite en el trabajo, e independientemente del hecho de que Jack cubre mi espalda, conmigo lejos por una semana, se retrasó en algunas cosas. Este trabajo es importante para mí, así que si me tengo que quedar un poco más tarde para conseguir mi mierda hecha, eso es lo que tengo que hacer. Esa mentalidad no es propicia para tener un bebé, pero tengo que alimentar al niño, así que necesito este trabajo. Esa primera semana con Xander fue difícil. NO... Si soy cien por ciento honesto, fue un infierno en la tierra. Esta semana ha sido un paso por encima de los demonios; Diría que ha sido como el purgatorio. El chico tiene un puto radar en lo que a mí se refiere; cada vez que estoy a más de dos metros de distancia de él, empieza a gritar. Me he visto obligado a capacitarme a mí mismo para tomar una ducha de cinco minutos porque eso es todo el tiempo que me da antes de que empiece a llorar. Pensé que la enfermera Marie estaba bromeando sobre la privación del sueño. No lo hizo. Esa mierda es verdad... Nunca me di cuenta de lo mucho que valoraba el sueño hasta que lo perdí. Las peleas locas de llorar y gritar sin motivo, los pañales llenos de mierda repugnante, y vomitar constantemente la fórmula son con lo que he lidiado en las pasadas dos semanas. Nunca he sido tan feliz que levantarme e ir a trabajar como en mi primer día de vuelta porque me dio un descanso de este chico. Suena terrible, porque es absoluta putamente terrible. Es un desastre envuelto en el cuerpo de un pequeño bebé. Está engañándome como la mierda. Es una pesadilla y la cosa es, que tan horrible como es todo... En realidad me gusta estar a su alrededor. No puedo creer que esté diciéndolo, pero es verdad. El chico seriamente está empezando a gustarme. No iría tan lejos como para decir que estamos enlazados o algo, pero es algo tolerable. A medida que pasan los días, parece caer en una rutina más normal. Todos los días, me siento un poco más capaz que el anterior. Estoy prácticamente muerto en el momento que entro en mi edificio y estoy preparándome mentalmente para el hecho de que tendré tres a cuatro horas de
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sueño máximo. Creo que estos son los momentos en los que echo de menos tener una madre que adore a mi hijo y lo vigile mientras tengo unas cuantas horas de sueño. ¿No es eso para lo que son los abuelos? Se trata de la única vez que echo de menos tenerla a ella. Camino a mi puerta, lanzo mis llaves y me paro en seco, mi cuerpo se pone en estado de alerta. —¿Qué demonios? —murmuro. Mis ojos están pegados al sofá teniendo la vista a Emelia dormida con Xander dormido en su pecho. Fijo la mirada en ellos, mis ojos están muy abiertos y llenos de confusión. No me gusta la sensación de confusión. El hecho de estar en la oscuridad no es mi cosa favorita. No me gusta preguntarme qué demonios le pasó a mi niñera y porque ahora mi vecina está acurrucada con mi hijo como si fuera su puta madre. Mi primer instinto es cerrar de golpe la puerta para despertarla, pero eso despertaría a Xander, así que cierro tan suavemente como puedo, camino más profundo en la habitación, y me quedo de pie sobre ellos. Se ven pacíficos allí, naturales, incluso, y me imagino que Keri podría haberse visto de esa manera con él si hubiera vivido. Inclinándome, le doy a su pierna un suave empujón; ella toma una respiración corta, rápida mientras sus ojos se abren. Me toma, viendo como levanto a Xander y lo saco de su pecho y lo dejo en su silla. —Hey —saluda en voz baja empujándose a sí misma hasta una posición sentada. —¿Dónde está Dana? —pregunto tomando asiento junto a ella, cuidando de mantener una cierta distancia entre nosotros. —Ella se emborrachó. La encontré tropezando fuera de tu apartamento tratando de llevar a Xander a dar un paseo... —¿Disculpa? —pregunto en voz baja, incapaz de ocultar el borde de rabia en mi voz. Se da cuenta de eso, con la espalda recta y sus ojos vigilantes. —Lo siento. —Niega y coloca su mano sobre su pecho como si estuviera prometiendo lealtad—. Sé que no era de mi incumbencia, pero no podía dejar que se fuera con él. Ella apenas si podía caminar. Mis puños se aprietan involuntariamente, pero no hacen nada para calmar la ira que me monta. —¿Me estás diciendo que mi niñera se emborrachó cuando se suponía que estaba vigilando a mi hijo y luego procedió a tratar de salir del edificio con él? Sus ojos cambian de mí a Xander y luego de nuevo a mí. —Um. Sí, eso es lo que te estoy diciendo. —¿Qué. Mierda?
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Ella me mira como si fuera un depredador, y ella fuera mi presa, y pudiera arrancarle la cabeza. No está lejos de la realidad, pero no es su cabeza la que quiero arrancar. —Bueno, obviamente estás molesto, así que sólo me iré. —¿Dónde está? —¿Quién? —Dana. ¿Esa está durmiendo en mi habitación? —Um. —La niñera —reitero porque es evidente que no está siguiéndome hasta ahora. —Se fue. —¿La sacaste a patadas? —pregunto, inclinando la cabeza hacia un lado pensando que salvó a Dana de mi ira. —No. No dejaría que se llevara a Xander, y cuando lo traje de vuelta a tu apartamento, tuvimos unas palabras. Ella se enojó conmigo y se fue. Esto se pone cada vez mejor y mejor. No podía hacer esta mierda. —¿Tuviste unas palabras con mi niñera, y ella sólo te dejó aquí sola con él? —Sí. —Asiente con cautela. —¿Se fue dejando a una completa extraña a solas con mi hijo? —Sí. Me levanto del sofá y voy hacia mis llaves. —Espera aquí —le digo, pero ella está en movimiento detrás de mí. —¿Qué estás haciendo? —pregunta medio entrando en pánico. —Voy a cometer un asesinato —le digo agarrando mis llaves y girando hacia la puerta principal. Me veo obligado a parar porque está allí. Sus manos están como aplacándome como si estuviera tratando de darme la energía necesaria para mantener la calma. —Está bien, sé que estás enojado en este momento, pero eso no va a ayudar en nada. —Lo hará. Le voy a enseñar a esa perra una lección que nunca olvidará. Va a pensarlo dos veces antes de volver a hacer algo estúpido de nuevo. —No puedes hacer eso.
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—Como el infierno que no puedo —digo moviéndome hacia ella. No me importa si tengo que empujarla en mi camino a la puerta. Sus manos se acercan a mi pecho, y miro hacia ella sin palabras diciéndole que salga de mi camino. —Max, esto no ayudará. Si haces algo loco, entonces, ¿qué va a pasar con Xander? Tienes que parar, analizarlo mientras duermes, y podrás tener una discusión con ella sobre esto mañana. —¿Una discusión? ¿Crees que una discusión va a arreglar esto? —No —contesta con honestidad—. Pero es lo mejor que puedes hacer. Ese niño ya perdió a su madre, y por ahora, todo lo que tiene es a ti. ¿Por ahora? ¿Qué diablos se supone que significa eso? Entonces me doy cuenta... todavía está bajo la impresión de que daré a Xander en adopción por las observaciones idiotas que hice la noche que la conocí. En circunstancias normales, podría corregirla, pero no estoy en el estado de ánimo de una clase explicativa. —Por favor. Por favor, sólo piensa en ello. No hagas algo que vayas a lamentar más adelante. No vale la pena. Puedo decir que está tambaleando al borde del miedo, de pie con un tipo como yo cuando sabe que la puedo quitar fácilmente de mi camino. Puedo lastimarla fácilmente. Sin embargo, aquí está de pie, con las manos sobre mi pecho y tomándome porque le importa. Tal vez no se trata de mí, pero se preocupa por Xander y no puedo enojarme por eso. No me duele que tenga razón, tampoco; Soy todo lo que tiene ese chico y si me meto en algo con Dana, podría terminar la noche encerrado. Paso una mano por mi cabello y dejo escapar un suspiro derrotado. —Está bien, está bien. —Doy un paso atrás y tiro las llaves sobre la mesa—. ¿Cuánto tiempo llevas aquí? —No sé, tal vez cuatro horas. No tenía ninguna manera de ponerme en contacto contigo, así que sólo pasé el rato. Es un bebé muy bueno, Max. Maldita sea, pero es bonita, pienso mientras la observo, la forma en que se mantiene a sí misma vigilante mientras me da trozos de honestidad. —Gracias por intervenir. Eso podría haber salido mucho peor si no fuera por ti. —De nada. —Se mueve hacia el sofá y toma su bolso, sus movimientos espasmódicos como si no estuviera segura de sí debe quedarse o irse—. Ah, tomó tres onzas de formula a las cinco. —Ahí va mi ducha —murmuro. —¿Qué?
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—Nada, que por lo general se despierta cada tres horas. Ya casi es hora, así que tomaré una ducha después. —Puedes hacer eso ahora si quieres. Ya que estoy aquí, puedo esperar un poco. —¿No te importaría? —No. No tengo ningún plan, además que es viernes. No es como si tuviera que levantarme temprano para el trabajo o algo. —Muy bien, gracias. Sólo tomará un minuto. —Tómate tu tiempo —dice dejando caer su bolsa de nuevo en el sofá. Entro en mi habitación, agarro un cambio de ropa, y me dirijo al cuarto de baño. Tomo mi ducha, tratando de disfrutar hasta el último minuto de ella, pero no puedo porque mi mente está en el hecho de que acabo de perder a mi niñera. Es fin de semana; no hay guarderías abiertas, que yo sepa, el sábado y el domingo y eso me deja en un lío jodido. —Maldita sea —digo con los dientes apretados. Termino la ducha, tiro de mis pantalones, y voy de regreso a la sala de estar. Emelia está de vuelta en mi sofá, con las piernas cruzadas, Xander en sus brazos tomando su biberón. Sus ojos van a encontrarse con los míos completamente feliz y sin vigilancia durante un breve momento antes de que la luz en ellos se apague. —¿Te sientes mejor? —Un poco —le respondo con honestidad. Ella asiente con comprensión de que no hay manera de que pueda estar completamente tranquilo después de lo que pasó hoy. Nadie podría estar tranquilo después de algo así. —Me imaginé que tendrías hambre, por lo que te hice un sándwich. Espero que no te importe que me haya hecho uno antes también. No sé por qué, pero casi me estremezco al escucharle decir que me hizo un sándwich. Un puto sándwich. Es probable que sea nada para ella pero para mí... no creo que alguien me haya hecho comida antes. Mi padre me alimentó hasta que tuvo que hacerlo y luego se hizo cargo, aprendiendo a calentar cualquier cosa en una lata para evitar que muriera de hambre. —No tienes que hacer eso. Gracias. —No sé qué más decir. Me siento como un idiota, pero ella solo sonríe y vuelve su atención de nuevo a Xander. Me dirijo a la cocina, tomando asiento en uno de los taburetes, e inspeccionando el sándwich que hizo para mí. Pavo y queso. Simple y fácil y, probablemente, le tomó cinco
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minutos hacerlo, sin embargo, es el sándwich de mierda más perfecto que he visto nunca. —¿Max? —Emelia me llama mientras tomo el primer bocado de mi comida. Miro hacia arriba para encontrar sus ojos en mí otra vez. —¿Sí? Duda por un momento antes de volver a hablar. Está claro que la hago sentir incómoda. —Sé que no es de mi incumbencia, pero... —¿Pero qué? —La sondeo. —¿Cuánto tiempo más Xander va a estar contigo? —¿Por qué? —No sé —susurra, mirando hacia atrás a él. Sonríe, pero la hace parecer triste—. Es tan pequeño. Me está matando, la forma en que lo mira, la forma en que ha tomado interés en él. Cómo la idea de él desapareciendo la hace parecer tan jodidamente triste. —Él no irá a ninguna parte. Me lo quedaré. Su cabeza se dispara, su rostro no puede ocultar su sorpresa. Niega hacia mí. —Pero pensé que habías dicho... —Estaba enojado. Era una situación nueva. No sabía lo que estaba diciendo. —Entiendo. —Sonríe tímidamente hacia mí—. Debe haber sido un shock de pronto ser padre soltero. —Eso es un eufemismo. —Sabes que mi oferta inicial sigue en pie. Si necesitas algo, estoy al otro lado del pasillo. —Lo aprecio. —Tomo un trago de la soda que dispuso para mí y muevo la cabeza—. En este momento, estoy preocupado por quién va a sustituir a Dana. —Correcto —dice, sacando la botella de la boca de Xander y poniéndolo por encima del hombro. Comienza a alternar entre acariciar y masajear su espalda, y creo que el chico está probablemente en el cielo. Por lo general sólo le doy palmaditas en la espalda hasta que eructa, pero lo que está haciendo probablemente se siente muchísimo mejor—. Oh, me encontré con una de las vecinas de arriba, el otro día. Su nombre es señora Park, y es maestra jubilada. Tal vez ella lo pueda cuidar.
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—No lo sé. —Bueno, no hay nada malo en preguntarle, Max. Me dijo que estaba empezando a aburrirse sola. Sus hijos viven en Pensilvania, y sólo los ve una o dos veces al mes. Dijo que estaba considerando la posibilidad de buscar trabajo. Suena ideal tener a una maestra cuidando a Xander, y no puede ser peor que Dana. —Te puedo llevar y a Xander para que la conozcan mañana. —Está bien. —Acepto porque no tengo otra opción. No me importa lo genial que sea Jack, no puedo darme el lujo de faltar al trabajo en este momento. El exceso me está pasando factura, y necesito el dinero. No puedo permanecer en este apartamento para siempre con Xander, y aunque no tengo ahorros decentes, necesito asegurarme de estar adelante en mis finanzas. Emelia reanuda la alimentación de Xander viéndose totalmente cómoda con ella. Se ve como que ha estado a cargo del niño desde el primer día. Me pregunto si es sólo una cosa con lo que todas las mujeres nacen. Esa capacidad de crianza. Por otra parte, mi madre demuestra que no todas las mujeres nacen con el gen de la maternidad. —Eres muy buena con él. —Trabajé en una guardería hace unos años. —Me habla, pero todavía está encantada por él. El chico está claramente envuelto alrededor de su dedo meñique. Estoy casi celoso. Me levanto para tirar mi plato en el fregadero antes de volver a ella y tomar asiento en el extremo opuesto del sofá. —¿Por qué me ayudas después de lo mierda que fui contigo? —No comenzó de esa manera. Lo estaba ayudando a él. No podía evitarlo. Ahora, no eres tan idiota como te presentaste ayer... —Mueve los labios en una sonrisa apenas perceptible. —¿Así que me estás ayudando también? —Sonrío hacia ella, y sé que es coqueto, pero soy un hombre. ¿Qué esperaban? —Creo que voy a ayudarte a ti también. —Es más bonita de lo que recordaba. O tal vez mi vida ha sido tal locura que se me olvidó. Me pregunto cómo puede ser tan tímida y alternativamente ponerse en mi cara en un abrir y cerrar de ojos. Me pregunto qué está haciendo aquí sola, ya que es joven. Puedo decir... que tal vez demasiado joven. Me pregunto cómo se vería momentos antes de que estuviera a punto de llegar. Jesucristo, soy un cerdo, pero ella es hermosa y no soy putamente ciego. —Él está totalmente fuera.
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—Sí. —Lo cambié antes de darle de comer, por lo que debe estar bien hasta su siguiente comida. —No puede mirar hacia mí, y eso me hace pensar si sabe lo que estoy pensando. Puedo sentir cómo el aire de la habitación ha cambiado porque yo lo siento—. Deberías dormir un poco antes de su siguiente toma —dice. Se levanta y pone a Xander abajo. Mientras se endereza, me empujo fuera del sofá y llego a estar a su lado. —Sí —repito. Sueno estúpido, pero qué otra cosa voy a decir. He visto a esta chica en tres ocasiones, y no hice una buena impresión en ninguna de las dos primeras. —Creo que pasaré por aquí mañana para llevarte donde vive la señora Park. Alrededor del mediodía, ¿estás de acuerdo? —pregunta agarrando su bolso y dirigiéndose a la puerta principal. La sigo pensando acerca de lo estúpido que soy porque quiero envolver un brazo alrededor de su cintura y tirar de ella hacia mí. Hacer que sienta exactamente lo que su presencia aquí me hace. No lo hago, sin embargo. Extiendo la mano y agarro la manija de la puerta para ella. —Al mediodía está bien. —Grandioso. —Me sonríe a su salida, y mientras pasa, no puedo luchar contra el tirón. Extiendo la mano y tomo su mano dándole un suave apretón. —Emelia —le digo, y se da la vuelta, sus ojos en nuestras manos unidas. Se recupera y levanta la mirada para encontrarse con mis ojos. —¿Sí? —Lo que hiciste hoy, por Xander. Gracias. —Libero su mano y doy un paso atrás.; ella da un paso atrás también. —De nada, Max. Buenas noches. —Buenas noches. —La observo caminar por el pasillo. La veo mientras poner la llave en la cerradura, la gira y abre la puerta. Sigo mirándola cuando se mueve a través de ella y entra en su apartamento. Sigo mirándola cuando vuelve a cerrarla. Miro mientras sus ojos capturan los míos justo antes de que su puerta se cierre. Sólo entonces vuelvo a mi apartamento. Agarro una manta de mi cama, la llevo a la sala de estar, y la extiendo en el sofá. Levantar a Xander de nuevo podría despertarlo, así que decido dormir aquí por ahora. Me tumbo en el sofá, cierro los ojos y dejo que mi cuerpo se relaje. Mi mente se remonta a Emelia, a lo que hizo
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hoy, y cómo protegió a Xander. Pienso en lo enojado y loco que me pongo con la idea de que algo le suceda, y eso me perturba. No sé cómo reaccionar ante esto; no sé qué hacer con lo que siento por él y por qué. Estoy pensando en eso cuando me quedo dormido, y es la primera vez en dos semanas que tengo un sueño sin sueños.
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Max~ El sonido del timbre de mi celular me despierta a las once de la mañana. Xander se despertó cada tres o cuatro horas durante la noche. Finalmente, le di una botella a las ocho de la mañana, y después, los dos volvimos a caer dormidos. El identificador de llamadas me dice que es Dana quien llama y al ver su nombre, los acontecimientos de la noche pasada regresan a mi mente y me enfurezco de nuevo. —¿Qué? —respondo con dientes apretados. —¿Max? —Suena asustada; la emoción correcta. Debe estar putamente aterrorizada de mí en este momento—. Sé que es probable que estés enojado conmigo, pero... —¿Enojado? —digo con incredulidad. Enojado ni siquiera comienza a arañar la superficie de lo que siento por ella en este momento. Enfurecido sería más correcto—. Perra. Mejor reza porque nunca me veas otra vez, porque te voy a mostrar lo molesto que estoy. —Estaba teniendo un mal día. Estar cerca del niño de Keri... ayer se cumplieron dos semanas desde que murió. Supongo que todo me alcanzó. ¿Cómo se atreve a malditamente recordarme qué día fue ayer? Como si alguna vez pudiera olvidarlo, como si no viviera con esa mierda todos los días. Nadie siente la muerte de Keri más que yo porque me dejó un recordatorio permanente. También me gustaría ahogar esa mierda en una botella. Me encantaría olvidar por un minuto que se fue. Entonces, tal vez no me sentiría tan malditamente culpable por no amarla. —Sí. Entonces, haz tu trabajo, cuida de su hijo y espera a que llegues a casa para perderte. —Lo sé —gime como una niña, y eso perfora mis nervios—. Te lo compensaré. —No. No harás ni mierda. No quiero ver tu cara de nuevo, Dana. Te lo estoy advirtiendo. —Espera —dice como si una bombilla finalmente se hubiera encendido en esa tenue cabeza suya—. ¿Me estás despidiendo?
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—¿Estás malditamente tomándome el pelo? —pregunto porque no le puedo creer a esa perra—. ¿Qué te parecía que iba a pasar? ¿Creías que iba a darte palmaditas en la espalda y a decir que no te preocuparas? —Yo solo... —No vuelvas aquí —digo, antes de colgar el teléfono. Paso una mano por mi cabello y digo una oración silenciosa rogando por paciencia. Si esta señora a la que Emelia quiere que conozca el día de hoy no está de acuerdo en cuidar a Xander, no sé qué voy a hacer. Si me veo obligado a ponerlo en la guardería, no hay manera de que eso pueda contribuir a mis ahorros de la manera que he estado haciendo. En vez de pensar en eso, le hago a Xander su próxima botella de modo que esté lista cuando se despierte. Uso el tiempo libre para conseguir la ropa de Xander para el día y me visto con una camiseta y vaqueros negros. Estoy poniéndome los calcetines cuando lo escucho llorar y voy de regreso a la sala de estar. Tomo la botella que le hice, lo levanto, y me siento en el sofá con él. —Hey, amigo, ¿tienes hambre? —No tengo ni idea de por qué, pero cuando hablo con el chico, casi siempre parece que se calma. Es como si me conociera, como si supiera que soy su padre. Le doy la botella y cuando termina, lo bajo mientras voy a hacerme una taza de café. Es casi extraña la forma en que hemos caído en una rutina, también es refrescante no tener que pasar por cada minuto de mi día sin saber qué hacer después. Cuando voy de nuevo a él, agarro su cambio de ropa y un pañal nuevo para poder alistarlo. Lo huelo inmediatamente; esta es la peor parte de cuidar de él. No estaba hecho para limpiar mierda. —Está bien, chico, apestas. Vamos a superarlo y a terminar con ello —le digo quitándole el pijama. Saco las mangas y cuando llego a sus piernas, me detengo—. ¿Qué demonios? —pregunto horrorizado ante la visión—. Xander, ¿qué hiciste? Jesucristo, está en todas partes. Él me mira como si verme lo fascinara, y todo el tiempo, estoy luchando contra el impulso de vomitar. El chico se soltó el pañal, y todo está literalmente en todas partes. No tengo idea de cómo podría haber hecho un lío de sí mismo en los últimos diez minutos. No quiero saberlo, y considero seriamente esperar a que Emelia llegue aquí y pedirle que lidie con esto por mí. —Joder, pequeño, quédate aquí —digo como si realmente pudiera ir a alguna parte. Voy a su improvisada guardería, agarro una esponja de baño y una toalla, y voy a la pileta de la cocina. Tiro de la bañera para bebés y jabón y el agua empieza a caer hasta que está caliente. Cuando estoy seguro de que no se va a quemar, vuelvo hacia él, le quito con cuidado la ropa, el pañal y lo llevo al fregadero. A pesar de que los restos de su cordón umbilical se cayeron hace unos días, he estado
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posponiendo darle un baño en toda regla. No quiero ahogar o quemar al niño, pero no tengo otra manera de limpiarlo cuando hay tanta mierda por todas partes. Me apoyo sobre el fregadero y lo sostengo contra mi pecho para poder pasar el agua caliente sobre su espalda. Esperaba que llorara, pero no lo hace. Echo un poco de su jabón en la esponja y froto su espalda y la parte inferior yendo hacia abajo antes de acostarlo en la cosa honda de su baño y lavar su parte delantera. Cuando termino, lo saco y lo envuelvo en la toalla. Estoy impresionado como la mierda de mí mismo por conseguir superar esto. Un golpe en la puerta se escucha mientras estoy caminando de nuevo a la sala de estar, y grito que la puerta está abierta. Emelia camina vacilante, como si venir a este apartamento fuera incómodo para ella. Supongo que no puedo culparla. No soy exactamente la persona más fácil de tratar. —Hola —dice mientras cierra la puerta detrás de ella. —Hola. —Me vuelvo, haciendo un rápido escaneo de ella. Su cabello castaño cae en ondas sueltas alrededor de su rostro. Su top morado queda ajustado contra su torso acentuando sus curvas y sus pantalones vaqueros se adaptan como una segunda piel. En otras palabras, se ve increíble de nuevo. Jesucristo, tengo que dejar de mirarla así—. Sólo necesito un minuto. Xander tuvo un accidente. Ella mira a su alrededor, seguramente viendo la evidencia de destrucción que queda. Me sonríe. —Puedo vestirlo mientras limpias, si quieres. Sonrío hacia ella. —¿No prefieres limpiar la mierda? —Ah, no... —Señala sin ninguna exageración... lo que es lindo. Niego hacia ella y transfiero a Xander a sus brazos cuando se acerca. Ella se deja caer en el sofá con él y empieza a vestirlo. Empiezo a recoger las capas de ropa, mantas y pañales embarrados y los pongo en la lavadora y en la secadora en mi cuarto de baño. Lanzo el resto de su ropa allí con el detergente especial que la enfermera Marie me dijo que consiguiera y arranco la máquina. En el momento en que salgo del baño, Emelia tiene a Xander completamente vestido y lo está balanceando hacia adelante y hacia atrás. —¿Así que fue tu primer reventón? —Eso no fue un reventón. Fue una explosión. Ella se ríe y le da un apretón a Xander. —Tal vez deberías cambiar al pañal de tamaño más grande. —No había pensado en eso —admito, sintiéndome de pronto como si hubiera dejado caer la pelota.
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—Estás haciendo un gran trabajo, Max. Él está prosperando y debes estar orgulloso de ello. No sé cómo estás. Yo ya hubiera cedido ante la presión. —Me parece difícil de creer. —Es verdad... y las explosiones pueden suceder en cualquier momento. Cambiar de tamaño es sólo una sugerencia. —Le voy a conseguir el tamaño más grande —le digo—. ¿Estás lista para subir? —Sí. —Asiente, levantándose—. Fui allí esta mañana y le dije que iríamos. Está emocionada de conocer a Xander. Jesús, esta chica está llena de sorpresas. No tengo idea de lo que hice para merecer su ayuda, pero por una vez en mi vida, estoy agradecido. Tomo a Xander de ella y la llevo fuera de mi apartamento. Juntos, caminamos en silencio el doble tramo de escaleras que conducen al segundo piso. Ella camina delante de mí cuando alcanzamos el rellano, y la sigo por el pasillo hacia la segunda puerta a la derecha. Llama a la puerta, y se abre casi inmediatamente. Al otro lado se encuentra una mujer de estatura media, cabello castaño largo hasta los hombros con rayas blancas, ojos amables y una verdaderamente agradable sonrisa. —Hola, señora Park —Emelia la saluda con una sonrisa. —Emelia. —Desplaza su atención hacia mí—. Tú debes ser Max. —Encantado de conocerla —digo en confirmación, pero sus ojos ya están en Xander. —Y este debe ser Xander. ¡Oh Dios mío! Es tan hermoso —dice con una sonrisa—. Entren. Nos muestra su apartamento, que es casi idéntico al mío. Muebles de otro estilo, mismo diseño. Sus paredes están llenas de fotos de niños y de familia, a diferencia de las mías, que están al descubierto. —Tomen asiento. ¿Puedo traerles algo de beber? —No. —No, gracias. —Los dos contestamos de forma simultánea. Nos sentamos en el sofá y empieza a decirnos acerca de sus antecedentes. Cómo enseñó a niños de primaria la mayor parte de su carrera. Habla de su familia, de sus hijos, de sus nietos pequeños, y de cómo se mudaron lejos. Nos dice cómo ha estado buscando algo para llenar las horas de su día y cómo le encantaría volver a lo que la hace sentirse bien consigo misma. Está dispuesta a aceptar la misma cantidad de dinero que estaba pagándole a Dana, por lo que al escuchar eso, por supuesto, estoy pensando que es la persona perfecta para cuidar a Xander.
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—Señora Park, creo que sería perfecto para nosotros si realmente está dispuesta a cuidar a Xander. —Me encantaría. ¿Cuáles son las horas en que me necesitas? —Entre siete y cinco la mayoría de los días. —Oh. Cariño, lo siento. Los lunes y viernes, soy voluntaria en el hospital, y comienzo allí a las cuatro. Mierda. Estoy repasando a través de mi cabeza, tratando de averiguar cómo puedo hacer funcionar esto. Cómo puedo manejar cortar mis horas dos veces a la semana y no quedarme atrás. —Yo puedo cuidarlo en la tarde esos días —dice Emelia, sus ojos viéndome casi emocionada—. Normalmente estoy en casa a las tres y media. —¿Podrías hacer eso? —Eso me salvaría. Estoy legítimamente aturdido porque no puedo creer que esta chica esté tan llena de generosidad en lo que a mí respecta. Me recuerdo a mí mismo que es por Xander; No tiene nada que ver conmigo. Me recuerdo que está tratando de ser una buena vecina. —Claro, lo haría. Quiero decir que es sólo por un par de horas, y me encanta pasar tiempo con Xander. —Te pagaría —digo, haciéndole saber que voy a compensarla por el tiempo que me está dando. —No—responde inmediatamente—. No tienes que pagarme. Lo estoy haciendo porque quiero. No es un gran problema, Max. —Emelia... —Me aburro en casa después del trabajo de todos modos. Así tengo a Xander para hacerme compañía. Asiento, porque no hay nada que decir. Si pudiera darle un beso en este momento, lo haría. Si pudiera, haría más que eso, pero me conformaría con besarla. Sé que no es la clase de chica que alguna vez se involucraría conmigo. Es joven, hermosa, inteligente y parece tener su mierda junta. A diferencia de mí, que soy incipiente y tratando de pasar un día a la vez. La mitad de las veces, tiene más miedo de mí que cualquier otra cosa. Necesita el tipo de persona que no sea tosco. Un hombre que pueda hacerse cargo de ella y que no añada estrés a su vida. Sin embargo, no puedo negar el hecho de que me siento atraído por ella. Pasamos un poco más de tiempo con la señora Park. Ella sostiene a Xander por un tiempo y charla un poco más sobre su época como profesora. Normalmente, eso sacaría la mierda fuera de mí, pero la señora, literalmente, salvará mi vida, así que me siento aquí y escucho. Finaliza la agenda acordando
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que cuidará a Xander en mi apartamento, ya que todas sus cosas están ahí. Emelia toma a Xander y le decimos adiós a la señora Park. Cuando llegamos a la puerta del apartamento, ella lo desliza cuidadosamente de nuevo en mis brazos. —No sé cuántas veces te he dado las gracias desde anoche, pero... —No —dice extendiendo la mano y acariciando la mejilla de Xander. Lo mira como si quisiera absorberlo. Como si de tener el poder de quitar todas las cosas malas que alguna vez lo pudieran tocar, lo haría—. No me des las gracias. —Muy bien, entonces —digo, mirando sobre su hombro y a su puerta. Soy incapaz de explicarle por qué de repente no quiero que abra esa puerta. Una mirada sobre ella me dice que en realidad tampoco quiere abrirla. Dijo que se aburre en casa, y tengo que preguntarme si está tan sola como yo a veces. Me pregunto si estaría totalmente fuera de lugar utilizarnos uno al otro para matar esa soledad. —¿Qué vas a hacer ahora? —Ah. No sé. —Se encoge de hombros, mirando hacia abajo a sus zapatos y luego de vuelta hacia mí—. Nada me imagino. Tal vez termine de desempacar. —Suena aburrido —digo con una sonrisa. Ella sonríe y acepta. —Lo es. —Entonces ¿dejarás que te lleve a comer? —¿Almorzar? —pregunta, sus cejas están levantadas con confusión mientras inclina la cabeza hacia un lado. Maldita sea, es linda. —Sí, estoy asumiendo que no has comido. Yo tampoco. Invitarte a comer es lo menos que puedo hacer por ti. —Um. Bien, seguro. Déjame ir por mi bolsa —dice. —Voy a conseguir la bolsa de Xander. —Doy un tirón en dirección a mi apartamento—. Solo tienes que venir a mi casa cuando hayas terminado. Voy a dejar la puerta abierta. —Está bien —acuerda. Pongo a Xander abajo y miro alrededor tratando de averiguar exactamente lo que necesito poner en su bolsa. Trato de imaginar lo jodidamente ridículo que me vería empujando un cochecito con una bolsa de pañales colgando de mi hombro. Jesús, esto es una mierda. Voy a mi armario y agarro mi mochila negra, porque no hay jodida manera de que salga con esa cosa que Keri compró para él. Lanzo un par de pañales allí y un paquete de toallitas húmedas para bebés sin abrir. —Max, ¿estás listo? —Escucho a Emelia, y me vuelvo mientras está cerrando la puerta detrás.
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—¿Qué diablos se supone que voy a poner aquí? —pregunto sosteniendo la mochila. —¿Por qué no estás usando la pañalera? Muevo mi cabeza hacia un lado y la miro con cara de ¿estás bromeado? —¿Qué? ¿Eres un tipo demasiado duro como para llevar una bolsa de pañales? —Sí. —Bien. Yo la llevaré. —Está bien —dije tirando de los pañales y toallitas húmedas de mi bolsa y entregándoselas a ella. Los pone en la bolsa y me mira. —Un cambio de ropa en caso de que vomite o explote en su pañal de nuevo —dice con una sonrisa. —Correcto. Esa es una buena idea. —Voy a su mueble y agarro un cambio de ropa. Cuando vuelvo, Emelia está en la cocina vertiendo agua en botellas. Pongo la ropa en la bolsa y voy a la cocina. —¿Puedes llenar ese dispensador con fórmula en polvo? Miro la cosa que es como una taza azul a la que está apuntando, la recojo y la examino. —¿Para eso es? —Sí, llénala, tiene suficiente para hacer tres botellas. —Interesante. —Todos los días hay algo nuevo. Algo sucede, o encuentro la manera de utilizar otra cosa o hacer otra cosa para cuidar de Xander. Hace dos semanas pensaba que sería imposible para alguien como yo arreglárselas con el cuidado de un bebé. Hace dos semanas, no quería ni una cosa que ver con nada de eso. Quiero decir, no me malinterpreten, sigue siendo difícil, pero tal vez no sea tan malo como el purgatorio.
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Emelia~ Sus ojos están puestos en mí mientras reviso mi menú. Puedo sentirlos. Después de nuestros primeros encuentros, no habría estado de acuerdo con eso, pero ahora... Ahora, me gustan sus ojos en mí. Es una locura, lo sé. Su vida es caótica. La madre de su hijo murió hace sólo dos semanas y todavía no sé nada de ella o de su relación. No podría estar pensando en algo más que una amistad conmigo. Creo que está muy agradecido de que me acercara y le ayudara con Xander. Lo que pasa es que hay momentos en los que no se da cuenta de lo vulnerable que se ve. Momentos en los que parece perdido y no sé por qué pero quiero ayudarlo. Al principio, tenía una conexión con Xander porque pensé que Max no lo quería. Una parte de mí entendía eso- lo que se siente tener un padre que no te quiere. Cuando pensé que podría estar en problemas, tuve que ayudarlo porque no podía hacer nada. Entonces me di cuenta de que Max no era tan malo; me di cuenta de que quería a su hijo. No podría entenderlo, pero el ver su reacción anoche con lo de la niñera me lo confirmó. Quiere a Xander, pero se perdió y está solo, y puede incluso tener miedo de hacer las cosas mal. Pero lo he visto ver a su bebé con orgullo, he visto lo tierno que puede ser con él, y me gusta. Un buen hombre existe en algún lugar debajo de la actitud que emana, y he visto atisbos de él. Eso es lo que me atrae. La camarera viene y se lleva nuestros pedidos. Miro a Xander, que está dormido en su coche, sobre un cabestrillo en el extremo de la mesa. No tengo otro lugar a donde ver, excepto a Max. —Este lugar es genial —digo, en un esfuerzo por tener una pequeña charla. —¿Nunca antes habías estado aquí? —Se siente extraño tener toda su atención. Él no parece el tipo de persona que da su atención fácilmente. —Me acabo de mudar de Connecticut. En realidad no he estado en ningún sitio. Se inclina hacia atrás en su silla con un movimiento muy fluido. Tiene una facilidad, un aire de confianza que lo hace genial sin esfuerzo. —¿Qué te trajo aquí? —Obtuve un trabajo.
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—Para conseguir un trabajo tenías que haber estado buscando uno. —Sí, ¿y? —Así que estabas buscando dejar algo atrás. Oh, mierda, no me gusta el tema de conversación. Tengo que encontrar una manera de salir de esto e ir a temas menos inquietantes. —No. Sólo pensé que sería bueno para mí de ganar un poco de independencia. Salir de bajo el techo de mis padres. Creo que eso es normal, ¿verdad? —No lo sabría —dice encogiéndose de hombros—. He estado solo desde que tenía diecisiete. —Lo dice como si no fuera gran cosa, como si este tipo de cosas sucediera todos los días. —¿Diecisiete?—pregunto tratando de ocultar el hecho de que esa revelación me aturde. Estoy segura de que estoy haciendo un mal trabajo con ello. —Sí. —¿Por qué tan joven? —Lo sondeo, deseando escuchar la historia detrás de esto. —Mi madre se fue cuando era chico. Ni siquiera me acuerdo de ella. Mi padre era un inútil. No quería un niño, pero me aguantó. Me mantenía bien alimentado, protegido y algo vestido. Cuando llegué a edad suficiente, empecé a cuidar de mí mismo. —¿Qué edad fue suficiente? —Diez. —Toma el vaso de agua y bebe un sorbo, sin apartar los ojos de mí. —¿Cómo cuidaste de ti mismo? —Conseguía mi propia ropa, me alimentaba, e iba a la escuela, cosas así. —¿Cómo manejaste todo eso? —Uno hace lo que tiene que hacer. —Es todo lo que da como respuesta. En realidad no necesitaba decirlo; sólo puedo imaginarlo. Rompe un poco mi corazón escuchar qué clase de infancia tuvo. Lo puedo imaginar como un niño pequeño valiéndose por sí mismo y no me gusta la imagen mental. No me gusta que su padre no cuidara de él. —De todos modos, para el momento en que llegué a los diecisiete años, la mierda se había vuelto mala con mi padre. Bueno, siempre fue mala, pero sólo empeoró —dice, modificando su declaración—. Era adicto a las drogas y gastaba todo su dinero en esa mierda. Se encontró con una chica grande, se fue con ella, y ella comenzó a mantener su vicio, por lo que se marchó y se fue a vivir con ella.
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—¿Sólo te dejó? —Sí, había dejado de pagar la hipoteca de nuestra casa, obviamente... pero conseguí un trabajo después de la escuela. Pagaba los servicios públicos y la televisión por cable y me quedé allí hasta que el banco se la quedó. En el momento en que sucedió, tenía dieciocho años. Tenía un trabajo a tiempo completo y alquilé una habitación en la casa de un anciano. Le ayudaba con su patio y esa mierda, arreglaba cosas para él, y él me daba un descuento en el alquiler. Creo que en su mayoría sólo quería compañía. Me quedé allí por un tiempo hasta que conocí a Jack. —¿Jack? —Mi jefe. Me dio mi primer trabajo de fiar. Por alguna razón, le gusté. Me tomó bajo su ala y me enseñó todo lo que sé. —¿Acerca de? ¿Qué haces? —Construcción. Me ascendieron a gerente de proyecto hace un año. El dinero es bueno, sólido. Es un trabajo estable y tengo una vida decente ahora. —Max, eso es increíble —le digo porque lo es. Nunca he conocido a nadie como él antes. Nunca he conocido a alguien que, literalmente, pasara de no tener nada a hacer una vida para sí mismo. Una vida de la que puede estar orgulloso. Él puede ser un idiota a veces, puede ser grosero, pero lo entiendo. Lo entiendo porque ese tipo de comportamiento es todo lo que ha conocido, sin embargo, todos los días intenta salir de ese molde. Nuestra comida es traída y el tema de la infancia de Max llega a su fin. Mueve su punto de mira de regreso a mí. —¿Y?—comienza mientras vierte salsa de tomate en sus papas fritas—. ¿De qué es ese gran trabajo que te mudaste hacer aquí? —Soy trabajadora social. —Ah, eso explica muchas cosas. Eso capta mi atención. Bajo mi hamburguesa y tomo un sorbo de mi bebida. —¿Explica qué? —Tu necesidad de arreglar las cosas. Niego en respuesta. —No tengo necesidad de arreglar cosas. —No es algo malo. No me verás quejarme de ello. —Me gusta ayudar a las personas. Eso es cierto, pero no creo que tenga mucha fijación por las cosas, ya que es... —Lo dejo a mitad de frase, porque no sé exactamente lo que estoy tratando de decir. Creo que honestamente nunca le he
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dado mucho pensamiento a mi carrera; era algo que quería hacer. No pienso en cómo y por qué lo quiero. —¿Eso es, qué? —No lo sé. Supongo que tal vez tienes razón. Me gusta arreglar cosas — concedo con un encogimiento de hombros. Tomo mi hamburguesa, y sé que está mirándome, pero lo ignoro mientras tomo un bocado. Los dos estamos en silencio durante un rato, con nuestras comidas, disfrutando de la compañía del otro, y es agradable. Debería dejarlo como está y no preguntar, pero la curiosidad me está matando. Necesito saber acerca de la madre de Xander. —¿Cómo se llamaba ella? —¿Quien? —La madre de Xander. —Su nombre era Keri. —¿Estuvieron juntos mucho tiempo? —No estábamos juntos en absoluto. Ella era mi amiga. —¿Amigos con beneficios? —Sí. Supongo. —De manera que Xander... —Sé que suena como mierda, Emelia. Lo entiendo, pero es lo que es. Fuimos amigos, y Xander fue un accidente. Esa mierda me cayó como balde. No lo quería, pero sucedió. —¿Qué le ocurrió a ella? —Sufrió un paro cardíaco durante el nacimiento. Me dijeron que fue una embolia y se fue a su corazón. No lo sé. Pero en un minuto, estaba aquí, y al siguiente, ya no. —La querías —digo, y no sé por qué lo dije. Sólo pienso que tal vez necesita algún tipo de tranquilidad sobre lo que le pasó. Sobre su participación en todo. —No. —Tal vez no sabías que lo hacías. —No estaba enamorado de ella, Emelia. —No tienes que estar enamorado de alguien para quererlo, Max —le digo porque es verdad. Puede no haber estado enamorado de Keri de esa manera, pero era algo para él. Una amiga, la madre de su hijo, una persona que fue parte de su vida por un momento fugaz.
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Me mira fijamente, pero no estoy segura de que me ve. Creo que está a millas de distancia ahora, tal vez tratando de conectar sus emociones de lo que sentía por Keri. Tal vez llegando a un acuerdo con lo que significaba para él tenerla, sobre todo cuando no tiene a nadie más. Y ella se podía haber ido, pero le dejó algo que tendrá para siempre. Hay una triste belleza en eso. Sale de él cuando la camarera vuelve a recoger los platos y deja la cuenta. —¿Estás lista? —pregunta bajo, y siento haber preguntado por Keri porque es obvio que está apagado. Asiento y me pongo de pie mientras él revisa su cartera y deja unos billetes sobre la mesa. Agarro la bolsa de pañales y me quedo allí cuando él agarra la silla de Xander, y juntos, salimos del restaurante. El regreso a casa es en un incómodo silencio. El aire en el auto es grueso, y quiero disculparme por haber sacado el tema. Quiero decirle que siento haber atraído recuerdos que aún se encuentran de manera muy cruda para él, pero me acobardo. Ya hice suficiente. Cuando volvemos a los apartamentos, me deja pasar a mi puerta y espera a que abra. Quiero decir algo, pero no tengo ni idea de qué decirle. No sé si algo lo traiga de nuevo a la persona que estaba empezando a gustarme, pero digo algo educado en su lugar. —Gracias por el almuerzo. —De nada —responde de inmediato, pero me da nada más. —Entonces ¿nos vemos el lunes?—Jesús, espero no sonar desesperada. Y así sueno. Sueno desesperada y estúpida. —Sí. —Me vuelvo para caminar por la puerta abierta ahora. ¿Qué es exactamente lo que estoy esperando que diga? —Hey, Emelia —me grita, y no podría haberme vuelto más rápido. Patética. Tan, tan patética Emelia. —Sí. Él ladea la cabeza hacia un lado, frunce el ceño, y pregunta: —¿Cuántos años tienes? —Veinticuatro. ¿Cuántos años tienes tú? —Le devuelvo, preguntándome por qué está preguntado. —Treinta y dos —dice con una sonrisa. Es agradable, pero sigue siendo cerrada. Algo cambió durante el almuerzo, y no sé cómo solucionarlo. Como si un balde de agua fría simplemente nos hubiera caído encima y cualquier calor que existiera entre nosotros se hubiera ido. Sé que no lo imaginaba, la forma en que me miró anoche y hoy. Algo estaba allí, y ahora, lo había bloqueado. —Max.
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Él me interrumpe inmediatamente. —Tengo que llevarlo dentro. Te veré más tarde. —Se vuelve y se aleja. No fue grosero, simplemente abrupto. Pero todavía me duele y no me gusta que lo haga. Sólo he estado en torno a él un puñado de veces. ¿Por qué me importa si se aleja de mí? Más importante aún, ¿por qué tuve que abrir ese tipo de dolor en él? ¿Soy la puta solitaria que iba a aventarse sobre el primer chico que encontrara? Jesús, Emelia, consigue una vida. Decido empujar los pensamientos de Max de mi cabeza. Desempacaré, le haré una llamada a Hannah, y comeré helado. Ese es mi plan para el día, y no me dejaré pensar en él de nuevo. Sobre todo, no voy a permitirme considerar lo que significó cuando se alejó de esa manera.
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Max~ —No sé por qué esperé tanto tiempo para hacer esto. El chico me tiene ocupado, supongo. Está muy bien, sin embargo, por lo que no quiero que te preocupes por él. Cualquier día de estos, estará dando vueltas. Es implacable. Estarías muy orgullosa de él. —Me pongo de pie, sacudo la arena de mis pantalones, y recojo la urna. Caminando cerca de la costa, la abro y esparzo cuidadosamente las cenizas, dejando que el viento se lleve la mayoría de ellas. Han pasado más de cuatro meses desde que murió. Cuatro meses de asumir el cuidado de nuestro hijo sin ella. Ha sido el momento más intenso de mi vida. Sinceramente, no creí poder hacerlo en un principio, pero de alguna manera, el niño sólo me puso en el camino. No sé si podría ser un buen padre. ¿Qué sabía sobre el cuidado de un niño? No voy a decir que fue algo natural, porque no lo fue. Para este momento, he descubierto una gran cantidad, y lo que no sé, la señora Park y Emelia parecen ser excelentes en ayudarme a averiguarlo. Ver lo que ha crecido es una locura. El chico es del doble de tamaño. Ahora me reconoce, sonríe cuando me ve, se ríe, y se duerme con la nariz enterrada en mi pecho. Es mío y podría no haber querido eso al principio, pero ahora... mataría por él. Después de decirle mi último adiós a Keri, dejo la playa, salto en mi auto y voy a casa. Es viernes por la noche y eso significa que Emelia estará cuidando a Xander ahora. Los últimos cuatro meses ha sido un infierno estar tan cerca de ella y no poder hacer nada al respecto. Tomé la decisión de mantener la mierda platónica con ella a pesar de que no haría nada más que para complicar las cosas. Emelia es joven, demasiado joven para mezclarse con un hombre crecido y su hijo. No necesita convertirse en madre instantánea a la edad de veinticuatro años. Ya ha hecho tanto por nosotros, que no me gustaría sacrificar tiempo de su vida por nosotros. Asimismo, no sé si podría incluso desearlo. En cualquier caso, he optado por dejarla sola por razones puramente egoístas y ese simple pensamiento es impactante, pero es mejor así. Lo que significa que he tenido una erección constante a su alrededor en los meses pasados. ¿Qué puedo decir? Es hermosa. Me sorprende lo rápido que llego a casa siendo viernes por la noche cerca de la costa. Por lo general el tráfico es un dolor en el trasero debido a los turistas, pero la amenaza de lluvia debe haberlos mantenido lejos. Me dirijo al edificio y cuando
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llego a mi puerta, puedo escuchar a Emelia gritar oh mi Dios. Desbloqueo la puerta y la empujo en un suspiro, preguntándome qué diablos voy a encontrar al otro lado. Emelia tiene a Xander en sus brazos y besa su mejilla. Vuelve la cabeza hacia mí cuando escucha mis llaves golpear la mesa. —Oh, Dios mío, Max. Llegaste justo a tiempo. —¿Qué pasó? —Tienes que ver esto —grita. Pone a Xander sobre su espalda en una estera en el suelo y se deja caer a su lado. —Fascinante —le digo con sarcasmo sólo para conseguir de ella una ceja levantada. —No seas idiota. Espera un minuto. —Me fulmina con la mirada antes de volver su atención de nuevo a Xander. Sonrío y muevo la cabeza hacia ella—. Vamos, Xander —dice poniendo uno de sus juguetes fuera de su alcance. Le toma unos pocos segundos pero, por supuesto, rueda sobre su estómago, y juro por Dios, que sólo quiero agacharme y abrazarlo. Sí, ya sé que me hace un idiota extremo, pero ¿qué diablos? Emelia le aplaude, y yo camino a su alrededor, sentándome sobre mi trasero en el suelo, y tomo a Xander, levantándolo para que estemos cara a cara. —Buen trabajo, amigo —le digo en voz baja, luchando contra el maldito nudo en mi garganta. El chico finalmente se da cuenta de que estoy aquí y sonríe grande hacia mí y la pura fuerza de su sonrisa se dispara a través de mí. Lo pongo en mi pecho y espero. Él toma eso como una invitación para mover su cabeza hacia mí, y yo le beso la parte superior. Miro a Emelia, que tiene sus ojos en nosotros y una pequeña sonrisa en su rostro. —Es un genio, ¿verdad? —pregunta. —Joder, sí —estoy de acuerdo. Ella asiente y se levanta. —Le di zanahorias y plátanos hace unos treinta minutos. No debe volver a comer hasta su biberón de la noche. —¿Te irás tan pronto? Iba a pedir una pizza. —No quiero nada más que pasar el resto de mi noche con ella y mi hijo. —Auch —dice con una sonrisa—. Lo siento. No puedo. Voy a salir en un rato, y tengo que irme para estar lista. —¿Saliendo con las chicas del trabajo de nuevo?
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—Nooo —dice con timidez y jugando. Se ve joven y despreocupada; me encanta la forma en que se ha soltado a mi alrededor en los últimos meses—. En realidad, tengo una cita. Mi pecho se contrae ante el sonido de esas palabras. Es como si todo el aire hubiera sido expulsado de mis pulmones. —¿Tienes una cita?—Me opongo a tratar como el infierno de ocultar la ira en mi voz. Por qué estoy enojado, no tengo ni puta idea. Desde luego, no tengo derecho a estarlo. —Sí. —¿Con quién? —Sólo es un tipo con el que una de las chicas me emparejó. Parece agradable. Pongo a Xander de nuevo en su tapete y me levanto del suelo. Doy un paso hacia ella y muevo mi cabeza hacia un lado. No tengo derecho a hacerle ninguna pregunta, pero lo hago de todos modos. —¿Incluso conoces a este tipo? —No. —Se encoge de hombros—. Hemos hablado por teléfono un par de veces, y Kristen lo conoce desde hace mucho tiempo. Ella responde por él. No creo que me envíe a cenar con un asesino. Le doy un movimiento de cabeza, porque ¿qué otra cosa puedo hacer? Nunca le he dado ninguna indicación de que me gusta, y no puedo esperar que se quede sola por siempre. Es joven, saldrá en citas y tengo que aceptarlo. —Entonces, ¿sobre la pizza? ¿Mañana por la noche tal vez? —Me sonríe con sus ojos azules, y estoy bastante seguro de que haría casi cualquier cosa que quisiera. Además, estaría mintiendo si dijera que no quería verla. Si fuera por mí, la vería todos los días, a pesar de que es una tortura. Tal vez es mi castigo por mantener a Keri a la distancia de mi brazo extendido. No quería dar un paso más con ella, y ahora, la única persona con la que querría ir más lejos está fuera de mi alcance. —Mañana por la noche. Sólo ten cuidado esta noche, ¿de acuerdo? —Lo tendré —responde antes de agarrar sus cosas y dirigirse a la puerta. —Emelia —digo alto. Ella se detiene y se vuelve hacia mí. Quiero ir a ella y tirar de su cabello fuera de ese moño desordenado en la parte superior de su cabeza. Ver cómo cae alrededor de su rostro y luego pasar mis dedos a través de él. ¡Qué tortura de mierda! —¿Sí?
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—Si este tipo intenta algo, si te mete en problemas o lo que sea... me llamas, ¿de acuerdo? —¿Tú me vas a proteger, Max? —pregunta en voz baja. Sus ojos destellan con algo y la vista de eso me hace tensar. Qué carajos significa no lo sé, pero quiero creer que es deseo. La miro fijamente por un instante observando cómo su guardia se desliza de regreso, pero no dice nada a cambio. No se necesita mucho tiempo para que rearme sus defensas—. Te llamaré si te necesito. No puedo quitar mis ojos de ella cuando sale de mi apartamento. No quiero nada más que ir tras ella, pero no lo hago. ¿Por qué me siento de esa manera? ¿Por qué ella? ¿Qué hay en ella que me hace desearla? Es diferente a Keri. Sin duda, más independiente, y me gusta eso, pero no es todo... ¿Tal vez sea la forma en que se pone cabeza a cabeza conmigo o con cualquier otra persona si siente que están haciendo mal? ¿Tal vez es sólo tan simple como su sonrisa? No tengo la respuesta. Todo lo que sé es que es la primera chica que alguna vez he querido mantener. Tomo a Xander levantándolo de su tapete y lo pongo en su patio de juego mientras voy a la cocina y busco comida. Me hago un bocadillo rápido y regreso mientras Xander está en calma. Él podría cansarse y estar de mal humor porque se cayó su gorrito, pero he aprendido a sacarle provecho a sus estados de ánimo tranquilos cuando puedo. Cuando termino, acomodo todo de modo que le pueda dar un baño y prepararlo para ir a la cama. Está durmiendo en su guardería improvisada ahora que es un poco mayor. Mientras hago esas cosas, no puedo evitar que mi mente se distraiga con Emelia. Emelia y su puta cita. Me está volviendo loco. Quiero ir a su casa y prohibirle salir con él. No estoy bien de la cabeza, lo sé. Quiero aferrarme a ella, pero sin pretender hacerlo. Una vez que hago correr el agua, busco a Xander y le doy su baño. Paso por su rutina nocturna. Sí, él tiene una rutina. Traigo su pijama, me siento con él en la mecedora y le leo un libro porque Emelia dice que eso va a mejorar su capacidad intelectual o algo así. De cualquier manera, no me importa porque parece que le gusta. Se sienta y escucha mientras le leo acerca de darle las buenas noches a la luna. Una vez terminado el libro, le doy su botella y está fuera para el momento en que bebe la última gota. Lo pongo en su cuna, enciendo el monitor de bebé, y cierro las persianas. Una vez que dejo a Xander dormido en su cuna, tomo una cerveza, abro la tapa, y siento mi trasero en el sofá mirando la televisión, pero en realidad no veo lo que hay en ella. Estará probablemente a mitad de su cena para ahora, y seguramente él estará tratando de impresionarla, mostrándole cuán sensible y reflexivo puede ser cuando en el fondo es igual que cualquier otro idiota tratando de entrar en los pantalones de una chica. Mierda.
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Estoy a mitad de mi tercera cerveza cuando escucho el sonido de voces en el pasillo. Una de ellas la conozco muy bien. Me levanto para caminar hacia la puerta, y como un puto chismoso, miro por la mirilla. Emelia y su cita están de pie fuera de su puerta. No puedo hacer que se vaya, pero puedo decir que tengo al menos cuatro centímetros más que él. Soy más grande que él, pienso, imaginándolo acostado en el pasillo después de que le doy un puñetazo. Puedo oír sus voces, pero por más que lo intento, no puedo entender lo que están diciendo. Por su lenguaje corporal solo, puedo decir que va a tratar de besarla. Da un paso más cerca de ella invadiendo su espacio, acercándose tanto que tiene que mirar hacia arriba para mantener el contacto visual. No me pregunten por qué... no me pregunten qué me posee, pero antes de que pueda hacer su movimiento para besarla, abro la puerta y salgo al pasillo. Todo lo que sé es que tengo que detenerlo porque si realmente atestiguo que besa a Emelia, voy a perder mi mierda. —Emelia —grito desde justo afuera de mi puerta, y sale de manera más dura de lo que pretendía. El idiota da un paso atrás y se vuelve para mirarme mientras Emelia se asoma alrededor de su hombro. —¿Max? —Se ve sorprendida y preocupada por mi arranque—. ¿Xander está bien? —Sí, totalmente preocupada. Soy un estúpido por asustarla de esa manera, pero no me importa. Lo único que importa es que las manos de él no están sobre ella. ¿Qué diablos se supone que debo decir ahora? Miro atrás y adelante entre ella y esta broma de tipo que está viéndome ahora. ¿Por qué no vienes aquí y haces eso en mi cara, idiota? Pienso mientras lo miro hacia abajo. Centro mi atención de nuevo en Emelia y tomo una decisión. A la mierda. —Necesito verte. Ahora —digo inclinando la cabeza en dirección a la puerta. Sus ojos se agrandan, y me da una lenta inclinación de cabeza antes de volverse hacia su cita. —Muchas gracias por esta noche, Sean. Él la mira con sorpresa aturdida, y me muerdo una risa. No puede creer que vaya a alejarse de él para venir a mí. Obviamente, se considera un partido, y es un golpe a su ego que ella lo corte así. —Ah sí. ¿Te... llamo mañana? —Claro. —Ella se aleja de él dando un par de pasos más cerca de mí—. Conduce con cuidado. —Termina la conversación y da un paso hacia mí. Llega a mi puerta; Sean el idiota no se ha movido, sus ojos brillantes están en mí, y estoy disfrutando cada minuto de esto. —¿Qué pasa? —cuestiona ella. Un indicio de miedo en su voz, pero no le respondo. En lugar de ello, niego una vez y me estiro para agarrar su mano y tirar
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de ella a mi apartamento. Me aseguro de mirar por encima del hombro a su ahora humeante cita antes de cerrar la puerta. —Max, ¿qué sucede? Me estás asustando. —Sus ojos son grandes, el azul de su mirada tempestuosa aún más inestable. —¿Cómo estuvo tu cita?—pregunto manteniendo bajo el sarcasmo y los celos. —Es... estuvo bien. —¿Estuvo bien?—pregunto, pero sale más como una declaración con un toque de amenaza atada debajo. Esta chica no va a saber lo que la golpeó en un minuto. Lo siento por eso, pero estoy luchando contra ello. La deseo, y me importa un carajo lo joven que sea. Si me da la más mínima indicación de que siente algo por mí, tomaré mi oportunidad. —Sí —responde apenas en un susurro, y eso me gusta. Me gusta su voz suave. Me hace preguntarme cómo sonaría conmigo enterrado dentro de ella. Coloco una mano sobre su estómago y le doy un suave empujón. —¿Te tocó? —Max. —¿Te. Tocó? —pregunto bajando la cabeza para que mis labios estén en su oído. —No. —¿Lo besaste, Emelia? —No, Max. ¿Qué está pasando? —cuestiona mientras le doy otro empujón. Su espalda golpea la puerta, y me muevo un paso más cerca. —Estaba a punto de besarte —le digo, pero suena como una acusación. Ella endurece su columna y sobre saca la barbilla. Mi chica valiente. —Sí. Lo iba a hacer. —No me gusta. Sus ojos estallan por mi revelación, y puedo ver que está empezando a captarlo ahora. —¿Por qué no? —Su cabeza se inclina ante la pregunta. La curiosidad está empezando a agarrarla. —Porque quiero besarte yo. —Max —murmura en una ingesta irregular de aire. —Porque voy a besarte.
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—Max —susurra de nuevo, colocando sus manos en mi pecho. —Porque creo que preferirías que fuera yo quien te besara —le digo, dejando que mis ojos se posen en sus labios entreabiertos. Su aliento sale en ráfagas rápidas y cortas; mis manos van a la puerta a cada lado de su cabeza, enjaulándola. Mi cabeza desciende y ella le da a mi pecho un suave empujón, pero me empujo contra ella y sigo. En el momento que mi boca toca la de ella, sé que estoy acabado. Los interruptores dan un tirón y se encienden, persuadiendo a sus labios a abrirse más para mí, y tomo todo lo que puedo de ella. No se necesita mucho tiempo para que responda; sus manos sobre mi pecho agarran mi camisa y empieza a besarme también. Su lengua se desliza dentro de mi boca, y necesito todo mi control para no levantarla y llevarla a mi habitación. Su participación me dice que desea esto tanto como yo. Cuando grita por mí, es como si una cuerda invisible hubiera sido lanzada a mi alrededor y me tirara dentro, consolidando esta conexión entre nosotros. Ninguna de mis razones o excusas de mierda importan ya. Emelia es mi vida, y tomaré cada pedazo de ella que me permita tomar.
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Emelia~ Estoy teniendo una experiencia fuera del cuerpo. Es como si cada fantasía que hubiera tenido durante los pasados cuatro meses se hubiera hecho realidad completamente de la nada. En un minuto, estoy con Sean... el dulce, aburrido Sean, y al minuto siguiente, estoy siendo arrastrada al apartamento de Max y sujeta contra una pared, y siendo besada como si fuéramos las últimas dos personas en la tierra y me necesitara para respirar. No peleo; tal vez es estúpido, tal vez debería pelear contra ello, pero este es Max. Oh. Mi. Dios. Este es Max... ¡¡¡BESÁNDOME!!! Y es bueno. Tan, tan, bueno. Después de todos estos meses de estar en la zona de amigos, no podría detenerlo aunque quisiera. Cuando por fin termina el beso, de inmediato lo extraño, quiero más de él... necesito más de él. Me deja sin aliento e inmóvil; es la sensación más increíble en el mundo. Se pasa las manos por el cabello y luego toma mi rostro y fuerza mis ojos a encontrarse con los suyos. Me gusta lo que veo allí. Si tuviera que adivinar, diría que la expresión de sus ojos refleja la mía. Poco a poco, mis manos en su camisa se aflojan y mi respiración comienza a regularizarse. —Te voy a dar una noche para decidir. Me fascina, pero me las arreglo para murmurar. —¿Para decidir qué? —Si quieres ser mía o no. —Lo miro con ojos abiertos, con la boca abierta y totalmente desprevenida. ¿Cómo fuimos de él besándome a reclamarme como suya en el lapso de cinco minutos? —Oh, Dios mío. —Oh, Dios mío, ¿acabo de decir eso en voz alta? Él me sonríe y me acaricia la mejilla con la yema de su dedo pulgar. Mis ojos se cierran por propia voluntad entonces, se agitan abriéndose lentamente. —He estado alejado de ti porque eres joven. No mereces atarte a un tipo como yo, y a un bebé que no es tuyo —dice, y quiero empujarlo. ¿Cómo puede decir eso? ¿Cómo puede pensar que buscar una relación con él sería atarme? Quiero a Xander, y nunca lo podría ver como una carga. ¿Y qué quiere decir con un tipo como yo? —Max. —Emelia, tómate esta noche, ¿de acuerdo? Consúltalo con la almohada. Si deseas explorar lo que hay entre nosotros, no voy a pelear más. Si no lo haces,
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entonces vamos a mantener nuestra relación exactamente de la forma en que estaba antes de ese beso. Estrictamente platónica. —Creo... —Mañana —dice acariciando mi mejilla de nuevo. Joder, es frustrante. Sólo quiero un poco más de besos, y está tratando de echarme para poder pensar en mierda. Reflexiono sobre esa teoría... Tal vez tiene razón, tal vez eso es exactamente lo que necesito. Esto salió de la nada, y mi cabeza da vueltas. No realmente. De hecho, me siento como una adolescente mareada. Tratar de empezar una relación con Max lo cambiaría todo. ¿Y si sale mal, entonces qué ocurrirá con Xander? Él puede ser un verdadero idiota, por lo que el potencial de catástrofe, sin duda existe. ¿Me va a mantener lejos del bebé si pasa algo? Por otra parte, la vida es demasiado corta como para no ir tras las cosas que quieres y deseas. Lo he deseado a algún nivel desde el momento en que lo vi. —Muy bien. Mañana —admito. Pensando que tal vez ambos necesitamos pensar esto. Hay riesgo de su parte también. Él asiente y luego me besa una vez más, más suave, más dulce esta vez. Tan bonito pero totalmente diferente. —Mañana por la noche, la pizza —dice soltándome y alcanzando el picaporte. Asiento y salgo lo que le permite espacio para abrir la puerta—. Vete antes de que cambie de opinión —gruñe, y siento eso en todas partes. Hago lo que dice y dejo su apartamento, caminando la corta distancia a lo largo del pasillo al mío, abro la puerta, entro y la cierro nunca miro hacia atrás a Max; no puedo. La atracción entre nosotros fue demasiado fuerte esta noche. —¿Qué demonios fue eso? —le pregunto a nadie. Mi cuerpo hormiguea, completamente iluminado, y no tengo ni idea de qué hacer para que se detenga. No puedo llamar a mi hermana para decirle sobre este giro increíble de acontecimientos porque son como las tres o cuatro de la mañana en Londres. Lanzo mis llaves y bolso en el sofá en mi camino a la habitación pensando que dormir es la única manera de apagar el entusiasmo de mi cuerpo. Repasando los movimientos, me cambio de mi traje y me pongo un par de pantalones de pijama sueltos y una camiseta. Una vez que termino, me recojo el cabello en un moño desordenado y voy hacia el baño para ocuparme de mis asuntos. Todavía estoy tarareando con energía para el momento que apago las luces y me meto en la cama. ¿Realmente puedo salir con Max? La única relación de la que jamás ha hablado era la que tenía con Keri y no fue ni siquiera una relación. Estuvo lejos de ahí. Ella era su compañera de acostón y nada más hasta que se convirtió en la madre de su hijo. Incluso entonces, admitió que no la amaba. Me hace preguntarme si alguna vez tuvo una relación real. Debe haberla tenido porque,
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¿cómo un hombre de treinta y dos años, va por la vida sin hacer ninguna conexión? El único amigo del que habla es su jefe, Jack. Tal vez esos son los efectos de una infancia mala. ¿Quién soy yo para hablar? La verdad es que no tengo muchos amigos tampoco. Salgo con algunas de las chicas del trabajo de vez en cuando, pero eso es todo con lo que puedo enmascarar la soledad que siento cuando no estoy con Xander y Max. Puedo estar aquí y pensar en ello hasta que esté azul de la cara. Puedo dejarlo correr en círculos alrededor de mi mente durante toda la noche, pero en realidad, no hay ninguna decisión que tomar... ¿verdad? No. No la hay. La decisión fue tomada en el momento en que Max me inmovilizó contra la puerta y me tomó en ese beso. Él lo sabe; Yo lo sé, y lo deseo. Catastrófico o no, lo deseo. Voy a tomar aunque sean trozos de lo que pueda conseguir y espero que sea suficiente. Espero que no sea temporal y que la promesa de él esté a la altura del sueño. El teléfono en mi mesita de noche suena alto, despertándome de mis sueños. Sigue siendo media noche, y sé exactamente quién es. Siempre que recibí una llamada de teléfono como esa en los meses pasados, siempre lo ha sido. —Garrett, ¿qué quieres? —Ni siquiera trato de ocultar la extrema molestia en mi voz. Esto está yendo más allá de fuera de control y ya me cansé. —Crees que eres mucho mejor que yo. ¿Es eso? —gruñe en la línea con una amenaza innegable en su voz. —¿De qué estás hablando? —Puedes hacerle pensar a tu padre que puede mantenerme lejos de ti, pero estás equivocada. No he terminado contigo todavía. Sus palabras envían un frío por mi espalda, porque le creo. No puede manejar el hecho de que alguien le diga que no. Odia que me niegue, y no va a recibir un golpe en su ego como ése. Ganar se ha arraigado en su psique de manera que el fracaso no es una opción. Nunca. —Bueno, yo terminé contigo. Déjame en paz o conseguiré una orden de restricción. —Pequeña perra —escupe mientras cuelgo el teléfono y lo apago. Estoy prácticamente temblando después de su llamada y sentarme aquí en la oscuridad no está ayudando. Quito las mantas y voy a las ventanas asegurándome de que cada una está cerrada. Es algo excesivo, pero compruebo el seguro y el cerrojo de la puerta también. Sólo cuando me he asegurado que estoy encerrada a cal y canto me siento a salvo de nuevo. Me tumbo en el sofá, enciendo la televisión, y tomo la almohada del respaldo del sofá para tirarla sobre mí. Podría decirle a mi padre que me llamó una vez más,
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pero dejé de hacerlo hace dos meses. ¿Qué bien haría? Garrett no se preocupa por las amenazas de mi padre; sólo va a seguir llamando. Además, decírselo a mi padre significa que sólo pondrá en mi espalda a mi madre y luego tendré que escuchar su sesgada opinión al respecto. Me ha exasperado oír de ella tres veces en los cuatro meses que he estado aquí, y no quiero añadirle más combustible a su siempre ardiente fuego. Voy a manejar esto por mi cuenta. Con suerte, Garrett se aburrirá y me dejará en paz, pero si no lo hace, cumpliré mi amenaza y conseguiré una orden de restricción. Pase lo que pase, nunca voy a dejar que me toque de nuevo.
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Max~ Me quedé despierto la mayoría de la noche mirando las aspas del ventilador de techo sobre mi cama mientras daban vueltas. Le dije que le daría la noche para tomar una decisión acerca de nosotros, pero después, me sentí como si estuviera subiendo por las paredes, luchando contra el impulso de ir a través del pasillo y arrastrarla de nuevo aquí. Pensé en llamarla y pedirle que volviera a sentarse conmigo y me dejara sostenerla. He estado solo durante tanto tiempo. Tal vez con ella aquí, mi cama no se sentiría tan jodidamente vacía. Es frustrante como el infierno porque está tan cerca pero tan malditamente lejos. Nunca he querido tener más que una relación casual, pero el hacerme mayor y tener un niño, me hace ver todo de otra manera. Tener a Xander me hace ver que la vida es más que encuentros casuales y relaciones sin sentido. Creo que tal vez Keri estaba tratando de enseñarme eso, pero yo sólo no pude verlo entonces. No quise hacerlo. Pasé la mayor parte de mi sábado pensando en Emelia. Pensando en lo sucedido anoche y si es o no una buena idea difuminar las líneas con ella. Tenía el aspecto de un ciervo frente a los faros cuando la inmovilicé contra la puerta, pero una vez que mi boca golpeó la suya, estaba tan ansiosa como yo de explorar. Dejar que se alejara de mí anoche no fue fácil, pero quería darle el espacio y el tiempo para pensar en ello. Soy manejable por mi cuenta, pero ahora, vengo como parte de un paquete. Eso es mucho para que cualquiera pueda manejarlo. Sólo necesito asegurarme de que eso es lo que ella quiere. Presuntuoso de mí parte, lo sé... Nunca le pregunté a la chica si le gustaba. Sí, soy un jodido estúpido, pienso en eso mientras llaman a mi puerta. Pedí la pizza hace treinta minutos, por lo que o es el tipo de la entrega o Emelia. Dejo a Xander en su corralito dando patadas y el bebé habla sobre algo u otro para ir abrir la puerta. Sonrío ante la visión de Emelia de pie en la puerta con una sonrisa en su rostro y una caja de pizza en la mano. —Entrega —dice y visiones de todo tipo de sesiones de juego de roles sobre la repartidora traviesa pasan por mi mente. Me pregunto si estaría de acuerdo con ese tipo de cosas, y luego empujo esos pensamientos de mi cabeza. Se trata de Emelia, y merece más que mi comportamiento normal de tarado. —¿Cuánto te debo? —pregunto con una sonrisa.
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—¿Cuánto tienes? —Ella sonríe alegremente hacia mí. Envuelvo un brazo alrededor de su cintura, tirando de ella al interior, y dándole a la puerta un empujón. —¿Esta es la pizza que ordené? Ella asiente. —El tipo de la entrega y yo llegamos aquí al mismo tiempo. Bajo la vista hacia ella y tomo sus bonitos rasgos, la mirada de inocencia que posee tan perfectamente. Funciona para ella de una manera grandiosa; funciona para mí también. —¿Tomaste tu decisión? —No pierdo el tiempo para ir al grano. Necesito saber en dónde estamos, si es sólo una chica que me ayudará con mi hijo o una chica que ocupará mi tiempo. —¿Puedo entrar? ¿Relajarme un poco? ¿Comer una rebanada de la pizza que acabo de comprar? —Te pagaré la pizza —le digo inclinándome y dejando caer la caja en la mesa. Cuando vuelvo, envuelvo mi otro brazo alrededor de ella, tirando de ella contra mi cuerpo de tal forma que pueda sentir exactamente lo que me hace. Su cuerpo se pone rígido levemente y las manzanas de sus mejillas adquieren un tono rosado. Esto le da vergüenza y no puedo evitarlo, pero eso me gusta también. Me gusta el hecho de que ella sepa que quiero claramente volverla tímida. —Soy ocho años mayor que tú. Tengo un hijo de cuatro meses. Hasta hace unos cuatro meses, sólo pensaba en mí mismo, lo que quería, lo que necesitaba, lo que me hacía feliz. Ahora, todavía pienso en mí mismo, pero estoy aprendiendo a cómo pensar en los demás también. Eres una de las personas en las que estoy aprendiendo a pensar. Nunca he estado en una relación real, y probablemente voy a apestar en ello. Puedo ser un verdadero idiota, y no sé si eso va a cambiar alguna vez. Ahora —dije con una sonrisa—, ¿cuál es tu decisión? —¿Quieres estar en una relación conmigo? —pregunta, y por alguna razón, se ve sorprendida por eso. Como si estuviera en shock por el hecho de que quisiera estar con ella cuando en realidad debería ser yo el que estuviera sorprendido de que ella quisiera estar conmigo. —¿Has estado prestando atención? —Le sonrío. —Definitivamente estoy tratando. Asiento y mi sonrisa se convierte en una sonrisa completa. —¿Quieres estar conmigo, Emelia?
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—Sí —susurra colocando sus manos en la parte de atrás de mi cuello. Sólo así. Sin vacilar, sin juegos. Pregunta formulada, pregunta respondida sin ninguna de las tonterías. —¿Estás segura? —Max, estoy segura. Eso es todo lo que necesito saber de ella. Le doy un abrazo y me muevo para un beso. Empiezo despacio, suave, manteniéndola conectada a mí y dejándome explorarla. Ella envuelve sus brazos alrededor de mi cuello y se aferra para salvar su vida mientras intensifico las cosas; Ya no voy todo lento y suave. Su suave gemido contra mis labios me hace apartarme, rompiendo el beso antes de lo que pretendía. —Debemos hablar de esto —dice con un suspiro entrecortado que me hace querer besarla de nuevo. —Primero, tendremos la pizza. Luego hablaremos. —Está bien. —Acepta, mordiéndose el labio inferior. Jesús, necesito poner algo de distancia entre nosotros antes de llevarnos a algún lugar al que ella podría no estar lista para ir. Mi habitación, por ejemplo. La suelto y ella hace lo mismo, dejándome ir y dirigiéndose directamente hacia Xander. —Hola, guapo —le dice, y miro mientras todo su rostro se ilumina con la vista de él. Brilla cuando él mueve los brazos y las piernas de emoción por verla—. ¿Cómo está mi chico? —Lo levanta y lo llena de besos. —Iré por los platos —le digo, pero ella desde hace mucho tiempo me ha olvidado. El niño tiene suerte de ser mi hijo, de lo contrario no podría con el hecho de que me hubiera dejado en un segundo por él. —¿Necesitas ayuda? —grita después de que se deja caer en el sofá con Xander cerca de ella. Los dos sabemos que en realidad no quiere ayudarme, pero es lo suficientemente buena como para preguntar. —Estoy bien —le digo con una sonrisa, sacando un par de platos del gabinete y un poco de soda de la nevera antes de regresar. Pongo la pizza sobre la mesa de café junto con todo lo demás y ella no pierde tiempo poniendo a Xander abajo y agarrando una rebanada. —Me gustaste la primera vez que te vi —admite entre bocado y bocado de su pizza. —¿En serio? —Estoy un poco sorprendido de escuchar eso. La primera vez que me vio, acababa de destruir mi apartamento, y la siguiente, no fui mejor. De hecho, fui peor—. Debo haber matado esa sensación muy rápido.
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Ella se ríe limpiándose la boca con una servilleta y asintiendo. —Debo admitir, que prácticamente te odié después de eso. —Siento haber actuado de esa manera. —No lo sientas. No sé lo que habría hecho si hubiera estado en tus zapatos. —Todavía no hay excusa. Estabas tratando de ser agradable, y yo lo tiré en tu cara. Ella extiende la mano y agarra la mía para darle un apretón. —Creo que ya hace tiempo me lo compensaste, Max. —¿Cómo? —pregunto, intrigado por cómo puede realmente sentirse de esa manera cuando todo el tiempo nos ha estado dando a Xander y a mí. No sé cómo habría pasado los últimos cuatro meses sin ella. ¿Habría sido capaz de tener éxito? Sí. Probablemente. Pero no tan bien como lo he hecho con su ayuda. Ha sido bastante difícil, como es, odiaría pensar en lo que hubiera sido sin ella. —Siendo mi amigo, dejando que me quede contigo y Xander —No pides mucho, ¿verdad? —Bromeo a pesar de que sus palabras me tocan. Me conmueve que sienta pasar tiempo con nosotros como un regalo. Ella se encoge de hombros. —No necesito mucho. —¿Qué necesitas, Emelia? —Pruebo, necesitando saber. Queriendo conocer exactamente qué es lo que la haría feliz. Si puedo dárselo, lo haré. Ella mira hacia el espacio, probablemente pensando en lo que le pregunté, y la dejo tener su tiempo. —Supongo. —Comienza, trayendo sus ojos de vuelta hacia mí—. Sólo quiero a alguien respaldándome. Quiero a alguien que piense en mí y lo que quiero en lugar de lo que les conviene. Quiero ser una prioridad para alguien... No tengo que ser la prioridad número uno, no soy tan narcisista. Sólo quiero importar lo suficiente como para ser algo más que una idea de último momento. —Nada de eso parece extremadamente difícil. Quiero decir, he sido conocido por estar un poco absorto en mí mismo en el pasado, pero eso fue antes de que tuviera a otra persona que cuidar —le digo sinceramente, porque quiero que sepa que estoy al tanto de mi comportamiento pasado y que ya no quiero ser ese tipo de persona. Quiero que sepa que puedo ponerla en lo más alto de mi lista. —Nunca he podido encontrarlo. —¿Cuántas relaciones has tenido? —No debería haber preguntado porque no quiero que la respuesta me moleste, pero es útil saber de dónde viene y calibrar su nivel de experiencia.
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—De eso se trata. Sólo he tenido una relación, Max, y fue una mierda. Pero no es porque los hombres no lo hayan intentado antes. Es porque pude ver que en realidad no estaban interesados en mí. Querían cualquier pedazo de mí que les conviniera. —Así que te cerraste. —Soy la reina en cuanto a cerrarme. —No puedo decir que no me guste saber eso acerca de ti. —Ella me sonríe de nuevo, tratando de ocultar el hecho de que está sonrojándose. Me inclino hacia delante poniendo mi plato en la mesa luego me siento—. Volvamos a la relación, sin embargo. ¿Cuánto tiempo duró tu relación? —Fue intermitente durante unos tres años. —¿Cuánto tiempo ha pasado desde que la terminaste? —Cinco meses o algo así. —¿Tú terminaste con él? —Yo terminé con él. Él, por el contrario, no quiere hacerlo —dice en voz baja. —¿Disculpa? —Sus palabras encienden esa sensación protectora de mierda que tengo por ella, y todo mi cuerpo entra en estado de alerta. No tendría ningún problema en hacer algunas cosas... y dejar que algún idiota sepa que tiene que soltar a Emelia es una de ellas. Mis métodos podrían ser turbios, pero el resultado final sería favorable. —No es nada. No es más que un idiota que no puede soportar un ego herido. —¿Qué está haciendo? —Llamándome por teléfono en su mayoría. Se presentó aquí una vez después de mudarme, pero no ha vuelto desde entonces. Ahora, sólo llama de vez en cuando y es usualmente detestable. —Eso va a terminar ahora —le digo. Estoy tratando de controlar la rabia que siento ahora mismo. Este puto sentimiento posesivo que tengo por ella es nuevo para mí; No me gusta la forma en que me hace sentir, y voy a tener que hacer algo al respecto. —Max. —Quiero su número, Emelia —exijo. No necesito escuchar nada más. Todo lo que sé es que tiene que parar. No quiero que este tipo piense que puede llamar y hostigar a mi chica cada vez que quiera. No quiero que piense que estás sola, que está sin protección. —Max.
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—No. No voy a dejar que este tipo te acose más. —Lo sé, pero sólo escúchame —declara, y no tengo más remedio que hacer lo que me pide—. Si vuelve a llamar, lo prometo, prometo que te lo diré. Pero lo amenacé con una orden de alejamiento la última vez que llamó, y espero que eso saque lo mejor de sus células cerebrales. —No me gusta esa mierda. —Lo entiendo, pero te estoy pidiendo que le des un minuto. Vamos a ver si se marcha antes de que te pongas todo hombre de las cavernas con él. Soy reacio a estar de acuerdo, pero tengo que tener en cuenta lo que ella quiere aquí. No puedo ser hipócrita diciéndole un minuto que puedo darle lo que necesita, y luego al siguiente, haciendo exactamente lo contrario. Voy a perderla en un momento si comienzo nuestra relación de esa manera. —Bien. Pero si vuelve a llamar, me lo dices inmediatamente. —Lo haré. —Xander va a querer comer pronto. Voy a conseguir su botella. —Bien. Lo prepararé —dice ella, y es difícil no ver lo fácil que es esta parte. Es difícil pasar por alto el vínculo que ha desarrollado con Xander. Siempre está dispuesta a ayudar en lo que a él concierne. Es sólo que no quiero que sienta como que es su obligación. No quiero que piense que estoy buscando seguir las cosas con ella porque necesito una madre sustituta. No es por eso. Ella toma la botella de mi mano cuando llego e inmediatamente comienza a darle de comer. —Sabes. Aparte de las veces que haces de niñera para mí, no quiero que pienses que espero que cuides automáticamente a Xander cuando estemos juntos. —¿No quieres que te ayude? —Se ve lastimada, casi ofendida. —No. No quise decirlo de esa manera. Es sólo que no quiero que pienses que es lo esperado. Te quiero aquí porque me gustas y quiero pasar tiempo contigo, no porque me ayudes con él. —Nunca pensé eso, ni una sola vez. —Niega y parte de su cabello cae sobre su hombro. Me estiro y se lo acomodo de nuevo para que no esté en la cara de Xander. Después, toco su rostro, dejando que mi pulgar marque los contornos de su mejilla rosada. Ella se funde en mi toque mientras algo pasa entre nosotros; me está dando su confianza sin tener que decir las palabras. —Es sólo que no quiero que te decepciones —le digo porque sé que hacer esto funcione va a tomar mucho esfuerzo. Lo deseo, sin embargo; Tengo que tenerlo porque verla con otra persona fue una llamada de atención. Sería un idiota
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si dejara que alguien como ella se deslizara a través de mis dedos. Puedo ser muchas cosas, pero no soy idiota. —¿Por qué estaría decepcionada? —Debido a que va a ser bastante difícil para mí llevarte por vino y a cenar, ir más lejos, y hacer cosas cuando tengo un bebé. No puedo darte una relación normal. —¿Te he dado alguna indicación de que quiero esas cosas? Inclinando la cabeza hacia un lado, le doy una mirada que dice, vamos, estás llena de eso. —Todas las chicas quieren esas cosas. —No. Lo que queremos es un poco de romance. Queremos a alguien que se tome el tiempo para familiarizarse con nosotras, alguien que sea reflexivo. Y, por supuesto, me gustaría ir a una cena agradable de vez en cuando, pero entiendo que tienes a Xander. Sé mejor que nadie lo que haces. Estoy segura de que podemos encontrar a alguien para hacer de niñera de vez en cuando si queremos salir, pero Max, no me importa hacer cosas contigo y Xander. ¿Esta chica puede en serio ser de verdad? Si es tan sorprendente como promete ser, entonces nunca podría dejarla ir. Nos instalamos en esta pequeña escena doméstica cómoda que tenemos y pasamos un par de horas hablando y disfrutando de la compañía del otro. Al final de la noche, la dejo ir con un beso viendo como entra en su apartamento y espero escuchar que cierra su casa. Esta noche, me voy a la cama con una sensación de calma que me inunda y que no estaba ahí antes. Porque ahora con Emelia y Xander en la fotografía, tengo una oportunidad real de algo más de lo que alguna vez pensé que sería posible tener.
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Max~ Emelia y yo pasamos juntos todas las noches durante la semana pasada. Yo llegaba a casa del trabajo, y si no estaba todavía aquí cuidando a Xander, venía y cenábamos juntos. Yo lo ponía en la cama y luego nos quedábamos juntos en el sofá, viendo TV, y terminando la noche así. Cada sesión de besos se volvía más caliente y más pesada, pero siempre nos deteníamos antes que las cosas se salieran de control. Y cada vez es más y más difícil detenernos. Al final de la noche, ella vuelve a su apartamento y en cada ocasión es una tortura verla irse. No quiero nada más que acelerar este proceso y llevar las cosas al siguiente nivel con ella. Puedo decir que está dispuesta, porque parece estar tan frustrada cuando nos detenemos como yo. Pero detengo las cosas de todos modos porque nuestra primera vez juntos no debería ser aquí con un bebé en la habitación de al lado que pudiera despertarse en cualquier momento. Necesito que nuestra primera vez sea privada. Quiero aprovechar mi tiempo con ella, y por una vez, al menos, sacarla a una cita real. Tengo la esperanza de que esta noche sea la noche. Hablé con la señora Park y estuvo más que dispuesta a quedarse con Xander esta noche para poder pasar algún tiempo de calidad con Emelia. No, no voy a apresurarla parar cualquier cosa. Si decide que no está lista, estaré bien sólo con pasar un tiempo a solas con ella. Cuando abre su puerta, de repente me quiero saltar la cena y pasar directamente a la segunda parte de mis planes para la noche. Su cabello cae en ondas sueltas por su espalda y hombros, e imagino mis manos enterradas en su cabello mientras la beso como la mierda. El top gris que lleva resalta el azul de sus ojos y su brillo de labios hace que sus labios parezcan aún más llenos. Cada parte de mí nota lo hermosa que se ve en este momento. —Hola —dice en voz baja, con una tímida sonrisa en sus labios. Se ve tan inocente en este momento y hace que la inocencia se le vea bien. No tengo ningún problema siendo el chico que la corrompa. Con mucho gusto me registro para ese trabajo. —Hola, nena —regreso, y sus ojos se iluminan con el sonido de que la llame así—. Estás preciosa.
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—Te ves bien también —dice, y termino con la charla. Extiendo la mano para agarrarla y atraerla hacia mí. Envuelvo mis brazos alrededor de su cintura y deposito un beso en su frente mientras se funde en mí. —¿Estás lista? —pregunto, mis labios rozan la parte superior de su cabeza. —Mmmhmm. Nos separamos, pero sigo sosteniendo su mano mientras la llevo fuera del edificio y a mi auto. Ella se desliza en el asiento del pasajero, una vez que abro la puerta para ella y sólo cuando tiene abrochado su cinturón la cierro y me muevo hacia el lado del conductor. —¿A dónde vamos? —No quería ir demasiado lejos en caso de que la señora Park llame, así que pensé en mantenernos en la localidad. Espero que no te importe. —No me molesta en absoluto —dice mientras salgo del estacionamiento y voy a la carretera. —Esta noche es la gran apertura de un nuevo restaurante italiano a algunos pueblos de distancia. Un amigo mío es el propietario, y pensé que podríamos ir a probarlo. —¿Un amigo? —indaga con curiosidad en cuanto a quién podría ser este amigo, tal vez pensando que es una mujer. —Sí. Dominic y yo solíamos trabajar juntos. Él hizo la construcción y fue a la escuela culinaria. Es una gran cosa para él, así que pensé que sería genial comprobar qué tal terminó. Ella se estira para darle a mi mano un apretón en la palanca de cambios. —Suena muy bien. —Me sonríe y giro la mano para poder agarrar la suya y descansarla en mi regazo. La dejo allí, conectándola conmigo todo el camino al restaurante. El valet toma el auto cuando llegamos, y conduzco a Emelia al interior. No puedo negar la sensación de orgullo que siento al tenerla de mi brazo. Le presento a Dominic y él personalmente nos acerca a la mesa que reservó para nosotros. Una botella de vino está encima de la mesa y mientras la ayudo con su silla, un camarero se acerca y la abre inmediatamente, sirviendo una copa para cada uno de nosotros. —Guau —dice ella mirando alrededor del restaurante con poca luz—. Esto es muy bonito. —Sí. —Estoy de acuerdo sin apartar los ojos de encima de ella. No podría decir nada sobre el restaurante, el color de las paredes, la instalación, nada de eso. Tengo mi atención centrada exclusivamente en ella, en la forma en que sus ojos
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brillan con este tipo de iluminación, la forma en que ellos toman los alrededores con asombro. Cómo me ve como si fuera la persona más importante en el mundo y cómo realmente quiero ser eso para ella. Una vez que toman nuestras órdenes, la agarro de la mano y dibujo perezosos círculos en su palma con mi pulgar. —Háblame de tu familia —le pregunto. Quiero saber de ella, de las cosas que nunca habla conmigo porque hasta hace poco, Xander era nuestro único punto en común. Puedo ver la vacilación en su rostro, pero la cubre con una sonrisa. —Tengo una hermana mayor. Hannah. Ha estado viviendo en Londres durante los últimos años y le encanta. —Londres, ¿eh? ¿Has estado ahí? —Sí. He ido a visitarla un par de veces. Es una ciudad hermosa. —¿Y tus padres? —Mis padres. —Se detiene, toma un sorbo de vino, y procede—. Mi papá es grandioso. Es el que nos enseñó a mi hermana y a mí sobre la bondad y la generosidad humana, ¿sabes? —Así que debo agradecerle a él entonces. —Yo no iría tan lejos. —Se ríe con un movimiento de cabeza. —¿Qué hay de tu mamá? —Bueno, mi madre es muy vana. Piensa que el que sea trabajadora social es muy trivial, y si fuera por ella, estaría casada con Garrett y con dos hijos para ahora. Sería ama de casa y dejaría que me mantuviera y controlara mi vida. Todo rastro de humor se ha ido de su rostro ahora, y se ve lastimada. —Puedo entender que no es lo que querías. —No. Pero a ella le importa una mierda lo que quiero, nunca le ha importado. Desde luego no le importó lo que Hannah quería, lo cual es por lo que vive al otro lado del mundo ahora. No podía escapar de mi madre lo suficientemente rápido. —¿Es el porqué estás aquí, Emelia? ¿Fue tu manera de alejarte de tu madre? —En parte, sí. Pero ¿sabes qué, Max? No importa la razón por la que vine aquí. Fue la mejor decisión que he tomado en mi vida. Soy feliz aquí. Estoy feliz y en mi vida, no he podido decir eso... —Niega—. Nunca. —Odio eso por ti. Todo.
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—Estoy bien. —Ella vacila, mira hacia abajo a su mano todavía conectada a la mía, y luego de vuelta hacia arriba—. Esos días, los dos días a la semana en que corro a casa del trabajo para ver a Xander... —lo dice, pero suena casi como una pregunta. —¿Sí? —La animo a continuar. —He esperado esos días en los últimos meses. Llego a casa esos días, y no me siento sola. Los espero porque llego a acurrucarme con el mejor pequeño bebé y aún mejor es porque esos días siempre terminan contigo. —Me tienes ahora, nena. No iré a ninguna parte. —¿Lo prometes? —Lo prometo. —Y lo digo en serio. Quiero decir cada palabra que le digo a esta chica porque es un elemento de cambio. Es la chica que estaba destinado a encontrar algún día. Siento esa mierda como siento los latidos de mi propio corazón. Ella es la razón por la que nunca tomé en serio a ninguna otra chica. Es la razón por la que no me pude permitir amar a Keri. Ella es la única que estaba destinada a hacer mía. Creo eso hasta el fondo de mi alma. Una parte de mí sabía eso hace cuatro meses, y absolutamente lo sé ahora. Nuestra comida llega a la mesa y la conversación se vuelve un poco más ligera. La escucho hablar de trabajo, sobre las personas mayores en el centro en el que trabaja, y de cuán histéricos están. Cuando la cena termina, caminamos de la mano hacia afuera, y la tengo en mis brazos mientras esperamos que el valet nos traiga el auto. El viaje a casa es en su mayoría en silencio, a escondidas doy vistazos hacia ella cada vez que puedo. Regresamos a nuestro edificio de apartamentos, y tomo su mano cuando sale del auto. La pongo delante de mí soltándola para poder abrir la puerta para ella. Cuando llegamos a su apartamento, ella se vuelve hacia mí y se inclina contra la puerta, sacando las llaves de su bolso. —La cena fue genial. —Me alegra que te gustara. —¿La señora Park está esperando por ti o puedes pasar? —Me encantaría entrar. —Ella asiente con una pequeña sonrisa, se empuja de la puerta, y se vuelve para abrirla. Colocando una mano en la parte baja de su espalda, uso la otra mano para tomar la llave de sus manos y la inserto en la cerradura yo mismo. La puerta se abre con un suave empujón, y con un poco de presión en la parte baja de su espalda, Emelia pasa. Enciende el interruptor de la luz, y me doy cuenta al mirar en torno que en todo el tiempo que la conozco, nunca he estado en su apartamento. Se adapta a ella; ella compensó las paredes del
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estándar color blanco del apartamento con coloridas ilustraciones. El mobiliario es lujoso y acogedor, llenando el espacio con carácter. —¿Puedo traerte una bebida? —pregunta, extrayendo las llaves de mi mano y poniéndolas en el anillo que cuelga justo frente a su puerta ahora cerrada. —No. Pero gracias, nena. —Mis manos se envuelven inmediatamente alrededor de su cintura, y la jalo hacia mí. La tensión en su cuerpo es evidente; está actuando normal, pero obviamente está nerviosa—. Somos sólo tú y yo, ¿de acuerdo? No tienes que estar nerviosa. Nada va a suceder a menos que lo desees. —Mis labios acarician los de ella y su cuerpo comienza a relajarse contra el mío—. ¿Mejor? —Mejor. —Admite, rodando la cabeza hacia un lado y apoyando la mejilla en mi pecho. En el transcurso de la semana pasada, he aprendido que a Emelia le encanta el afecto en todas sus formas. Busca el máximo contacto siempre que sea posible y florece bajo la sensación de un simple toque en su mejilla. Me encanta poder hacer eso por ella. —¿Quieres sentarte? —No quiero que te sientes, Max. —Desliza sus brazos alrededor de mi cintura y me mira, con el cuerpo relajado, pero su mirada es insegura. —¿No? —No —responde, con un ligero movimiento de cabeza—. Quiero darte un tour. Sonrío porque su apartamento es una réplica exacta del mío. Un recorrido es completamente innecesario, pero si eso la hace feliz y la mantiene relajada, voy a seguirle la corriente. Ella da unos pasos hacia atrás y levanta los brazos como si fuera el ganador en un concurso de preguntas y me mostrara mi premio. —Esta es mi casa —dice mientras me agarra de la mano y tira de mí—. Y esta es mi habitación. Entramos en su habitación, y se gira hacia mí, deslizando sus brazos alrededor de mi cintura de nuevo. Comunica tanto sin decir las palabras, y yo dejo salir una risa profunda mientras quito el cabello de sus hombros. —¿Eso es todo lo que quieres mostrarme? Ella da un paso atrás y mueve la cabeza lentamente. —No, hay más. —La sonrisa burlona en su rostro es mi perdición. Está jugando conmigo, y putamente me encanta. En una falta de definición, da un paso fuera de mi alcance y desliza el top sobre su cabeza, dejándolo caer al suelo. Mis
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ojos están pegados a ella, tomando su torso desnudo en su mayoría. Su rollizo escote rogándome que tire de las copas de su sujetador abajo y la saboreé. —¿Quieres ver más? Mis ojos inmediatamente se encuentran con la expresión burlona en su rostro, y si ésta no fuera nuestra primera vez, tiraría de ella sobre mi regazo y la azotaría como la mierda. —Absolutamente —gruño... jodidamente gruño hacia ella como un animal enjaulado esperando para saltar sobre su presa. El bulto en mis pantalones ya ha alcanzado proporciones sin precedentes, y estoy más que listo para verla toda. Hipnotizado, miro mientras sus manos lenta y seductoramente empujan sus pantalones abajo más allá de sus caderas. Mi ritmo cardíaco se eleva cuando veo las bragas de encaje azul que coinciden con el sujetador que estaba comiéndome con los ojos hace unos momentos. Sale de su pantalón y me mira con inocencia a través de pestañas imposiblemente largas, y en ese momento, me doy cuenta de que mi chica es una puta bromista. Con su tour llegando a su fin, decido que me gustaría ser el que termine esta misión exploratoria de ella. Ella deja escapar un pequeño grito mientras hago mi movimiento, agarrándola por la cintura y con poco esfuerzo la recojo y la lanzo sobre la cama. Su cuerpo aterriza con un rebote, y estoy sobre ella más rápido de lo que puede recuperarse, agarrando sus manos y fijándolas por encima de su cabeza con una de las mías. Mi otra mano se apoya en la base de su cuello con una ligera cantidad de presión, sintiendo su pulso allí. —¿Quieres jugar conmigo, nena? —¿Cuál juego? —Quieres jugarlo. —Confirmo mientras se ríe y se retuerce debajo de mí. Mis caderas giran en su contra y algo mucho mejor reemplaza rápidamente su sentido del humor... hambre—. Quiero asegurarme de que esto es lo que quieres. —Pongo mi nariz junto a la de ella. —Me desnudé para ti, Max. No puedo hacer que sea incluso más claro de que eso es exactamente lo que quiero. —Listilla. —Mi mano en su cuello se aprieta ligeramente haciéndola gemir. Eso es todo lo que necesitaba oír, es todo lo que le toma a mi mano iniciar la caricia de los picos y curvas de su cuerpo. Las copas de su sujetador bajan fácilmente con un suave empujón, y como una polilla hacia una llama, mis labios están en su pezón tenso al instante. Me tomo mi tiempo, lamiendo y chupando uno, mientras juego con el otro con mi mano libre. Sus suaves gritos de placer son la confirmación de que estoy haciendo que se sienta bien. Trata de liberar sus manos, pero aprieto mi control sobre ella.
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—No. —Max... —Empieza a reprochar mis órdenes, pero yo muevo la cabeza, e inmediatamente, cierra la boca. Me muevo a horcajadas sobre ella, usando mi mano libre para moverlas por encima de su cabeza, posicionándolas en torno a los listones de su cabecera. —No te sueltes. —Quiero tocarte. —Emelia. No. Te. Sueltes. Ella asiente, y mi pene se hincha por su fácil obediencia. Es casi como si supiera que necesito estar en control aquí. Su cuerpo se retuerce debajo de mí mientras beso y lamo mi camino hasta donde quiero estar. La necesidad de verla desnuda es casi demasiado abrumadora. Jesús, no puedo recordar la última vez que estuve tan excitado por una mujer. Con un brusco tirón de mis manos, sus bragas se desprenden, mi boca de inmediato va a ella dándole un beso justo ahí... Su respiración se acelera, y es como si ambos supiéramos que la mierda entre nosotros está a punto ser real. Usando más fuerza de la necesaria, empujo sus piernas y las separo, abriéndolas para que esté completamente desnuda para mí. —Joder, mi nena está tan mojada para mí. —Oh, Dios mío. —Ella gime ante el sonido de mis palabras. Su reacción es el combustible necesito para ella, me hace querer hacer esto increíble para ella. —He estado esperando probarte —le digo justo antes de lamerla de arriba a abajo. Moviendo sus caderas hacia arriba, y posicionando las manos en sus piernas, la mantengo extendida para mí y su cuerpo firmemente clavado en la cama. —No sueltes la cabecera de la cama. ¿Me entiendes? —Sí —gime de nuevo, y la recompenso con otra lamida. —Buena chica —le digo mientras su cabeza cae de nuevo sobre la almohada. Con mi dedo, juego con ella. Deslizándolo lentamente hacia arriba y hacia abajo, dentro y fuera, viendo como se agarra a la cabecera, y cuando estoy completamente seguro de que ha tenido suficiente, mi boca se conecta con su hinchado clítoris. Sus gritos llenan la habitación a oscuras, su acelerada y jadeante respiración me dice que está recibiendo exactamente lo que necesita de mí. Empiezo dibujando círculos perezosos alrededor de su bonita vagina con la lengua, pero a medida que sus gemidos se vuelven cada vez más frenéticos, tomo ritmo. Cuando sé que no puede tomar mucho más de mi implacable juego, centro mis esfuerzos exclusivamente en donde sé que lo necesita con el fin de explotar.
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Succiono su clítoris, girándolo, y manteniendo mis esfuerzos allí hasta que unos breves momentos más tarde se viene intensamente, dejándome experimentar su belleza por primera vez. Empujándome hacia arriba de la cama, la observo mientras desciende de su subida. Tomándola, dejo que se reúna con sus sentidos mientras saco un condón de mi cartera y lo abro. Tan rápido como puedo manejarlo, ruedo el condón sobre mi palpitante pene antes de ir de vuelta a ella. —Hiciste un buen trabajo, nena. Puedes soltar la cabecera de la cama ahora. —Ella hace lo que le digo, llevando sus manos hacia abajo y apoyándolas en mis hombros mientras pongo un beso en su frente—. ¿Te gustó eso? —Sí. —Me gustó también, nena. Me gustó que te vinieras por mí. —Max. Deslizando mi nariz arriba y abajo, acaricio su cuello y muevo mis caderas, deslizando mi pene a lo largo de su vagina mojada. —¿Sientes eso? —le susurro con mis labios en su cuello ahora—. ¿Lo quieres? —Max, por favor —ruega y el sonido me excita. Algo primitivo se mueve a través de mí, mientras entierro mi pene dentro de ella. Ella jadea por la invasión, y se queda quieta por un breve momento. A medida que su cuerpo comienza a relajarse y aclimatarse a mí, empiezo a moverme. Mi ritmo es lento al principio disfrutando de la sensación de ella; la puta sensación de ella es diferente a cualquier cosa que haya experimentado. Su coño sujeta mi pene, lo aprieta, y es brillante, mejor que cualquier droga imaginable. —Oh dios, nene. Más duro —gime, y hago lo que me pide acelerando el ritmo y se siente mucho mejor. Jesucristo, puedo sentir la tensión comenzar crecer, y sé que me estoy acercando. —Mantén las piernas hacia arriba —le ordeno, levantando ligeramente mi torso y utilizando mi pulgar para frotar pequeños círculos alrededor de su clítoris. Ella levanta sus piernas, el ligero cambio de posición la hace sentir increíblemente apretada y me deja ir aún más profundo, y sé que no puedo aguantar mucho más. Las sensaciones están quemándome, y estoy tan jodidamente cerca de reventar. —Oh, mierda, nena, te sientes tan bien. —Max —grita, envolviendo sus piernas alrededor de mi cintura y cerrando sus manos sobre mi espalda, clavando las uñas con fuerza. A medida que su cuerpo se tensa con su segundo orgasmo, golpeo en ella con tal fuerza; Estoy casi sorprendido de que ella pueda manejarlo. Soy incapaz de detenerme, sin embargo.
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Todo el control ha dejado construir mientras gimo a través de mi propia liberación. En algún lugar en el fondo de mi mente, estoy consciente del hecho de que esto cambia todo. Esta mujer... es un premio absoluto.
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Emelia~ No sé qué demonios fue eso, pero fuera lo que fuera, necesito más. El sexo nunca ha sido así para mí... NUNCA. Uno lee sobre esa mierda en los libros, pero realmente nunca espera experimentarlo. Max no me dio uno, sino dos orgasmos... Dos. Es un hacedor de milagros. A medida que la nube de euforia empieza a desaparecer, comienzo a registrar su respiración irregular en la base de mi cuello. Me hace sentir caliente; sus manos están en mi cabello ahora, sus labios se arrastran y deja suaves besos a través de mi barbilla y luego en mi boca. —Hola —susurra suavemente. Siento eso en todas partes... Todo lo que tiene que hacer es susurrar, y le daré cualquier cosa, haré lo que sea. —Hola. —¿Estás bien? —¿Qué piensas tú? —pregunto en un risa. —Creo que estás bien. —Él arrastra el “bien”, haciéndome sonreír por su arrogancia. —Estoy genial. Con un último beso en la punta de mi nariz, se aleja lentamente de mí. Siento su pérdida, y es una hermosa pérdida. Una chica podría acostumbrarse a ese tipo de pérdida. —Voy a encargarme del condón. —Sale de la cama dándome una magnífica vista de sus activos a medida que camina hacia el baño. Mierda, estoy en serios problemas si así es cómo siempre será con él. No creo que pueda llegar a tener suficiente. Vuelve unos momentos después saliendo del baño completamente cómodo y a gusto con su desnudez. Bonito. —Abre las piernas —exige volviendo a la cama. Sin mostrar paciencia, coloca una mano en mi muslo interno y lo empuja hacia abajo, hacia el colchón, obligándome a hacer lo que me pidió. El calor de la toallita que utiliza para limpiar entre mis piernas se siente como felicidad. Este es sólo otro nivel de intimidad que nunca he experimentado antes. Nunca habría pensado que él podría ser tan dulce. Cuando termina, lanza la toalla en mi mesita de noche y se acuesta sobre su lado
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tirando de mí hacia él, así que estamos cara a cara. Coloca una mano en la parte baja de mi espalda y hace perezosos círculos arriba y abajo de mi espina. —¿Tienes que irte a casa? —pegunto, esperando que la respuesta sea no, pero anticipo que la respuesta es sí. —No. La señora Park se quedará con Xander esta noche. —¿En serio? —pregunto con entusiasmo—. ¿Estás de acuerdo con dejarlo? —Está justo al otro lado del pasillo, nena. La señora Park sabe dónde encontrarme. —¿Lo sabe? —De repente, me siento tímida y un poco avergonzada con el pensamiento de la agradable y dulce señora Park sabiendo exactamente lo que Max y yo estamos haciendo esta noche. —Sí. —Bueno, eso es mortificante. Su mano me da un apretón y no puedo evitar notar la sonrisa molesta en su rostro. —Nena, somos adultos. Creo que lo entenderá. —Lo que sea. —Me burlo enterrando la cabeza en la almohada con fingida cólera, a la vez que disfruto de la sensación de sus manos sobre mi espalda—. Eres muy bueno en eso —le digo, mi voz amortiguada por la almohada. —Me alegra que pienses eso. Mi cabeza se levanta, y no sé por qué lo hago, pero le pregunto: —¿Has estado con muchas chicas? —Quiero retractarme al instante porque no es naaaada de mi incumbencia. A decir verdad, no estoy tan segura de que quiera saberlo. Esta noche ha sido demasiado perfecta para ser empañada con lo que su pasado pueda o no haber sido. —No soy un santo, Emelia. Creo que sabes eso... He tenido mi parte justa de amantes, pero en los últimos años, sólo fue Keri. —Claro. —Era un chico rebelde, y tuve mi diversión. Entiendo que no quieres pensar en el hombre que está empezando a importarte con otra persona, igual que yo seguro como la mierda, no quiero pensar acerca de ti con algún otro chico... pero el pasado es el pasado. Me gustaría poder volver atrás en el tiempo, porque sabiendo lo que sé ahora... No habría hecho toda la mierda que he hecho si hubiera sabido que un día tendría a alguien como tú.
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Bien, ¿qué puedo posiblemente decir a eso? Es una de las cosas más agradables que nadie me ha dicho nunca. Llevo mi mano a descansar en su rostro, acariciando su mejilla con la yema de mi pulgar. —Tienes razón. El pasado es el pasado, pero no se debe desear cambiar nada de eso. Todas las cosas que hiciste, que pasaste, te trajeron aquí... a mí. Sus ojos destellan con calor y mi vientre revolotea al verlo. Se levanta por encima, y antes de saber lo que está pasando, me clava en la cama otra vez. Su cuerpo duro se cierne sobre mí haciendo mi vientre aleteé y mis partes femeninas toman nota. Cuando sus labios reclaman los míos otra vez, estoy más que lista para experimentar todo lo que es Max de nuevo.
—No puedo hacerlo de nuevo —gime Max en una de mis almohadas, y estallo en un ataque de risa. Él mira a escondidas hacia mí con humor y cansancio en sus ojos. —Bueno. Puedo esperar —bromeo, dejándome caer de nuevo a su lado en la cama. —Nena, eres una loca del sexo. Creo que he terminado por la noche. Necesito alimento, dormir, y unas cuantas horas de recuperación antes de que pueda follarte de nuevo. —Te puedo dar todo eso —le digo, dándole un beso en los labios—. Pero necesitaré al menos una ronda más en la mañana. Él es el que estalla en risa ahora, se estira y pasa un brazo a mi alrededor para tirar de mí a su lado. —Estás fuera de control. —Tal vez un poco. —Me acurruco más en él, entonces rápidamente me doy cuenta de que en realidad tengo bastante hambre también. Mucho sexo increíble toma mucho de ti, supongo—. ¿Tienes hambre? —Podría comer. —¿Demasiado cansado para salir de este apartamento? —¿A dónde quieres ir? —Paso por un restaurante en la calle todo el tiempo. El anuncio dice que están abiertos las veinticuatro horas, y realmente quiero una tortilla. —Una tortilla, ¿eh? —cuestiona con una sonrisa. Asiento en el hueco de su cuello y coloco un suave beso allí—. Podría ir por una tortilla. —Se aleja de mí, saliendo de la cama y llevándome con él como si fuera ligera como una pluma.
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Una vez que me pone de pie, me libera, me visto en silencio. Me dirijo a mi tocador, recojo mi cabello en un lazo, y rápidamente hago un nudo en un moño desordenado. —¿Estás lista? —Sí. —Toma mi mano cuando camino de regreso a él y no pierde el tiempo en agarrar las llaves y conducirme fuera del apartamento. —No agarré mi bolso. —No lo necesitas —responde de una manera que sé que no deja espacio para la discusión. Cuando llegamos al estacionamiento, abre la puerta del auto para mí cerrándola una vez que estoy segura dentro. Me encanta que sea un caballero; me hace sentir como si me respetara. Los faros de su auto cortan a través de la noche desierta. Se siente como si él y yo fuéramos las dos únicas personas en el mundo ahora mismo. Es casi como si el mundo existiera sólo para que pudiéramos estar juntos. El resto del mundo puede tener la luz del día... con Max, tomaría la noche en cualquier momento. El restaurante está prácticamente vacío cuando llegamos. La camarera nos dice que podemos sentarnos en cualquier lugar, por lo que escogemos un stand en la parte de atrás lejos de los pocos clientes que están allí. Pedimos tortillas occidentales con queso; él ordena jugo de naranja, mientras yo consigo una humeante taza de chocolate caliente con malvaviscos y crema batida. Su comportamiento fácil, su actitud fría, y el hecho de que es tan duro en el exterior me fascina, pero en el interior, una vez que llegas por debajo de la superficie hay verdadera belleza allí. Es sorprendente y estimulante poderlo experimentar de primera mano. —A veces, me sorprende mucho lo agradable que puedes ser. Veo con absoluta fascinación cómo cambian sus facciones, cómo su rostro se ilumina con humor y los músculos de su cuello hacen un bulto ligero cuando echa la cabeza hacia atrás y se ríe. Su risa se apaga, pero el humor en sus ojos se mantiene cuando habla. —Fui realmente tan malo, ¿eh? —Más o menos. —Tienes que entender, nena. Mi madre se fue cuando era joven y ya sabes que mi padre fue un pendejo. Eso es todo lo que supe al crecer; es todo lo que tuve. Nunca he tenido un toque suave, alguien que cuide de mis rasguños y moretones, o se asegurarse de que tuviera comida en mi estómago. A nadie le importaba una mierda si iba a la escuela o hacía los deberes o me iba a la cama a una hora decente. Soy frío, porque todo lo que recibí fue frío.
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—Pero no eres frío... no realmente. No con Xander, no... —Contigo. —Termina la frase como si quisiera tranquilizarme de la validez de esa afirmación. Es como si me estuviera diciendo que me está dando más allá de lo que cree que es capaz de dar. Que valgo que trate de ser una mejor persona, que Xander vale la pena. Quiero lanzar mis brazos alrededor de él y abrazarlo, pero no lo hago. —Sí. —Me diste una sacudida eléctrica como la mierda, ¿sabes? —dice, después de tomar un bocado de su comida. —¿Lo hice? —Mi ceja se levanta en pregunta. Tengo curiosidad en cuanto a cómo me las he arreglado para darle descargas en absoluto. —Sí. La forma en que me encaraste ese primer día... No mucha gente podría encararme de esa manera. —Me hiciste enojar —le digo, recordando lo horrible que me sentí después de ese primer encuentro. —Sí, y la forma en que enfrentaste a Dana porque sacó a Xander ese día. Puedes ser muy ruda. —Tengo mis momentos —digo con una mirada de suficiencia en mi cara. —Me gusta. —Sus ojos parpadean con algo caliente, algo que me gusta un infierno de mucho. Me gusta la forma en que su aprobación me hace sentir; no porque la necesite, sino porque estoy aprendiendo lo que quiero. Querer eso de él, querer cualquier cosa sustancial de él o de cualquiera, me da miedo, porque un sueño demasiado grande puede conducir a grandes fracasos. —¿Estás diciendo que está bien que te encare todo el tiempo? —bromeo, necesitando sacudir los pensamientos negativos de mi cabeza. —No. Lo que digo es que me gusta que no tengas miedo de decirme cuando estoy siendo un idiota. —¿Ninguna chica alguna vez te dijo que te salías malditamente con la tuya siendo un idiota? —No, si querían que les diera la hora del día. —Guau. Voy a fingir que no oí eso. Se ríe y niega hacia mí, dando un mordisco a su tostada sin una sola preocupación en el mundo. Maldita sea, es atractivo. Está tejiendo una red, y con cada día que pasa, me quedo más y más atascada en ella. Tan pegada que nunca podría liberarme... La verdad es que no quiero liberarme.
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Emelia~ Nunca he tenido esta cantidad de sexo, nunca. En las semanas transcurridas desde nuestra primera vez juntos, Max y yo apenas tomamos aire. He pasado la mayor parte de mis noches aquí en su casa ya que las cosas de Xander están aquí. Trabajo mis días en el centro y paso mis tardes con mis chicos. Casi todas las noches, cocino la cena cuando llego a casa y luego la llevo a la casa de Max cuando llega del trabajo. Las noches que cuido a Xander, sólo cocino allí. Después de la cena, nos relajamos viendo la televisión y disfrutamos de la comodidad de una película hasta que Xander se va a la cama. Es entonces cuando Max y yo tomamos nuestro momento para acurrucarnos en la habitación donde hacemos las cosas de manera más agradable. Casi todas las noches, recuerdo cambiar el timbre de mi celular a modo silencioso. Hago eso para que Max no se dé cuenta de que Garrett todavía me está llamando en medio de la noche. En un primer momento, llamó de forma esporádica y aunque era molesto y a veces alarmante, no sucedía con la suficiente frecuencia para que estuviera realmente preocupada por eso. Una vez que lo amenacé con una orden de restricción, las llamadas se detuvieron... brevemente. Luego se repitieron dos o tres veces a la semana, pero ya que nunca contestaba el teléfono, había llegado al punto en que llamaba dos, tres, algunas ocasiones hasta cuatro veces por noche. Garrett parece estar cada vez más impaciente conmigo, pero todavía no le menciono nada a Max al respecto. No quiero que pierda control y haga algo estúpido cuando tiene que preocuparse por Xander. Así que siempre, siempre pongo mi teléfono en silencio... excepto esta noche. Esta noche, lo olvidé por completo, así que ahora que mi teléfono está sonando, sólo Dios sabe a qué hora de la noche, Max está en marcha y tiene mi celular en la mano en lo que parece una fracción de segundo mientras lo miro completamente congelada. —Hola. —Su tono es recortado, sus ojos ven con ira hacia mí, y puedo sentir la tensión irradiar de su cuerpo—. Hola —repite; esta vez, con más fuerza si se puede creer posible que lo haga. —No, no puedes hablar con Emelia. ¿Quién eres y por qué le llamas a mi chica a la una de la mañana? —Escucho gritos al otro lado del teléfono, aunque no puedo entender lo que dice. Estoy bastante segura que Garrett está haciéndole
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saber que no está emocionado porque un hombre conteste mi teléfono y me llame su chica. —¿Tu chica? Encuentro difícil creerlo porque ha estado en mi cama todas las noches de este mes. Mierda. No puedo creer que acaba de decir eso. No puedo creer que acaba de decir eso. Se me encoge el estómago porque sé que Garrett se está volviendo loco en este momento, y si se vuelve loco, no se sabe lo que es capaz de hacer. —Ella me dijo que has estado llamando, incluso después de que te dijo que no quería que lo hicieras. Necesitas mantenerte jodidamente lejos de ella. —Aparta su mirada de mí, voltea las cubiertas, y está fuera de la cama en un instante—. Porque si no lo haces, te encontraré y te dejaré claro que no puedes estar cerca de ella. Miro en silencio mientras se pasea lejos de la cama. —No es una amenaza. Es una promesa. No me pongas a prueba —gruñe, apretando el botón de desconexión, y arroja el teléfono sobre la cama con un poco más de fuerza de la que estoy cómoda. —¿Esta es la primera vez que llama? —Sus cejas están levantadas y sus manos detrás de su cabeza como si estuviera luchando para calmarse. Todo sobre su postura es de aterradora agresión, y aunque sé que Max nunca me haría daño, estoy demasiado alarmada para hablar. —Respóndeme. —El auge de su voz me hace saltar—. No hagas eso. No actúes como si tuvieras algo por lo que estar asustada de mí. Lo sabes mejor. En silencio, le contesto: —Lo sé. —Estoy enfadado, pero eso no quiere decir que haría algo para hacerte daño. —Lo sé. —Miro hacia abajo a mis manos, mientras se agitan con el borde de la manta. Un tic nervioso, supongo—. Sólo me tomó por sorpresa. —Mírame —exige. Suelto un respiro y hago lo que pide. Su ira es el registro de entrada, puedo ver eso. No va a perder el control ni a destruir su apartamento como lo hizo cuando murió Keri, pero está enervado, sin embargo—. ¿Fue su primera llamada, Emelia? —No —le respondo con rapidez y honestamente me imagino que cuanto antes tengamos esta conversación, será mejor. Debería habértelo dicho hace semanas, pero lo hecho, hecho está; No puedo regresarlo ahora. Él cruza los brazos sobre su pecho y me da otra mirada.
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—¿Cuántas más ha habido? —pregunta en voz baja. Demasiado bajo, casi amenazador, y sé que tengo que andar con cautela, pero no hay forma real de solucionar esto, y no puedo mentir. —Muchas. Él respira por la nariz, y observo como su pecho se infla. Mierda. Apenas puede mirarme cuando finalmente habla. —Voy a dar un paseo. —¿A dónde vas? —pregunto, y estoy segura de que no debería haber preguntado. De hecho, estoy segura de que fue estúpido de mi parte preguntar, pero no quiero que vaya a ninguna parte. Eso se confirma cuando veo los músculos de su cuello tensarse y soltar algo doloroso. —Lejos. De. Ti. Necesito calmarme, y no quiero decir algo que no quiera. Mi nariz pica mientras las lágrimas me amenazan, pero me niego a llorar, sobre todo porque soy la que hizo algo malo. —Cometí un error, lo sé, pero por favor, no te vayas, Max. Sólo háblame. —Ya hemos hablado de esto —grita. Me grita, y me duele; duele más de lo que debería, pero no me gusta que esté tan enojado conmigo. Mueve un dedo en mi dirección con acusación—. Dijiste que me dirías la próxima vez que ocurriera esta mierda. —Lo sé pero… —Ahora, me estás diciendo que no sólo ha continuado esta mierda de él, sino que has estado mintiéndome también. Mintiéndome durante un mes, Em. —Max. —¿Cómo diablos se supone que voy a confiar en ti si me mientes? —Su voz va en aumento, cada vez más y más agitada—. ¿Alguna vez me lo ibas a decir si no hubiera contestado el teléfono? —Sí, Max. Iba a decírtelo. —Lo interrumpo tratando de conseguir que me escuche. —¿Cuándo? ¿Después de que llegara a ti? ¿Después de que te hiciera algo, de que te lastimara? —No. —¿Cómo esperas que te proteja si no me dices que hay una amenaza potencial? —grita de nuevo.
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Sé que su corazón está en el lugar correcto, pero en este momento, terminé. Con su ira, con sus gritos, con que me hable así. Lanzo la sábana fuera de mí y antes de que pueda siquiera pensar en ello, estoy levantada, rodeando la cama, y en su cara. —Detente. —Emelia. —No. No me llames Emelia. Detente. Esto está sucediéndome a mí, no a ti. Lo entiendo, ¿de acuerdo? Debería haberte dicho algo antes, debería habértelo contado, pero sólo tenía miedo. No quiero que te metas en problemas por mi culpa. Su cuerpo se relaja, la tensión comienza a disiparse, y sus ojos se vuelven suaves. —Nena, aprecio que quieras protegerme, pero hay algunas cosas en las que sólo tienes que confiar en mí. No voy a hacer nada para poner en peligro a mi familia. —Pero acabas de amenazarlo con lastimarlo físicamente. —No. Sólo dije que le dejaría en claro que no puede acercarse a ti. Hay un montón de maneras de hacer eso sin terminar en la cárcel. —Sonríe. —Esto no es divertido. —Mis manos se envuelven alrededor de sus bíceps, dándole un poco de mi peso—. Realmente no quiero que mis problemas te afecten. —Bueno, elegiste estar con ese tipo de persona, nena. Tus problemas son mis problemas, y si puedo solucionarlos, lo haré. —Me encanta que pienses eso pero… —No hay peros, es lo que es. Cuanto antes aceptes eso, mejor. No voy a dejar que ese pendejo se meta contigo. Estoy casi lista para discutir con él, pero el sonido del llanto de Xander desde la otra habitación me interrumpe. Max se vuelve, echando un vistazo a la hora en el reloj. —No debería estar despierto ahora. —Voy a ver cómo está —le digo. Dando un paso delante de él, le doy un beso rápido en los labios necesitando ponerle fin a la conversación con una nota alta. En el momento en que llego a Xander, su llanto se ha vuelto más intenso. —Hola, guapo. —Lo tomo suavemente mientras lo levanto y lo abrazo. Comienzo a ir a la mecedora pero me detengo en seco cuando descanso mi mejilla en su frente. Inmediatamente, observo que se siente caliente, demasiado caliente para ser normal, y mi estómago cae—. Shh, está bien, Xander —susurro, tratando
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de calmarlo, con la esperanza de que le ayude a dejar de llorar. No puedo evitar la sensación de pánico y miedo que se apodera de mí con el pensamiento de que esté enfermo. Estoy pérdida en cuanto a qué hacer entonces, por lo que prácticamente corro al dormitorio. Cuando llego allí, Max está levantado y fuera de la cama antes de que incluso atraviese la puerta. —Creo que tiene fiebre. —Dámelo —dice tomando a Xander de mis brazos y poniendo el dorso de la mano en su frente—. Mierda. —¿Qué hacemos? —pregunto, de repente sintiéndome abrumada, totalmente mal de la cabeza. —No lo sé. Nunca ha estado enfermo antes. —Empieza a caminar lentamente, moviendo suavemente a Xander a medida que avanza. Puedo ver que está tratando de averiguar qué hacer, pero puedo decir que está asustado. Aún más que yo. —¿Deberíamos llamar al pediatra? —No. —Se detiene bruscamente y se mueve para estar delante de mí—. Hay un termómetro en su habitación, comprobaremos su temperatura y veremos qué tan alta está. No perdemos tiempo; ambos rompemos en una carrera loca a su habitación. Enciendo la luz y Max se dirige hacia la mesa de cambio en la que había fijado estantes arriba llenos con cosas que nunca he notado antes. Saca un termómetro temporal; He visto a las enfermeras usarlo en algunas de las personas de edad avanzada en el centro. Lo enciende y extiende a lo largo de la frente de Xander. —Tiene 37.8 —Eso es alta, ¿verdad? —No lo sé. Tengo Tylenol infantil aquí. Vamos a darle una dosis de eso y luego llamaré a la pediatra —dice con calma, de manera más tranquila de lo que pensaba. ¿Cómo es que puede ser tan frío cuando estoy cayéndome a jodidos pedazos?—. Aquí, cárgalo durante un minuto y voy a conseguir el medicamento. Lo transfiere a mis brazos, y noto que ha dejado de llorar ahora. El hecho de que esté empezando a calmarse envía una oleada de alivio a través de mí. Meciéndolo de ida y vuelta, tarareo una canción de cuna mientras Max sirve la dosis de la medicina. Observo cuando se la da con cuidado a Xander y luego lo sigo de nuevo a la habitación donde toma el teléfono, llama al servicio de pediatras, y solicita una llamada de regreso. Con mucho cuidado maniobro para acostarme en la cama y acurruco a Xander cerca de mí. Los ojos de Max están en
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mí, mientras lo hago, y cuando finalmente me instalo, él se sube también, con Xander entre nosotros, su pequeña mano agarrando mi camisa. Nos quedamos allí, ninguno de los dos habla, ambos mirando a este bebé. Me permito registrar los sentimientos que estoy experimentando... miedo. Siento un miedo tan abrumador de que le ocurra algo, de que algo ande mal con él. Lo que noto después es que siento ese miedo como resultado del amor que siento por él. Eso me asusta más que nada porque cuando examino el amor que siento por él, es algo más que amor de niñera, o de una amiga de la familia, o de una parienta lejana. No. Mi amor por este niño es mucho más profundo que eso. No es mi lugar sentirme así, lo sé. Sé que Xander tiene una madre... tenía una madre, pero eso no cambia lo que mi corazón me está diciendo. Xander está dormido, todavía acurrucado a mi lado en el momento en que suena el teléfono. Max lo contesta, lo pone en su oreja, y va a la sala de estar para poder hablar sin despertarlo. Estirándome a la mesita de noche, agarro el termómetro y tomo su temperatura de nuevo para poderle dar a la doctora una lectura precisa en caso de que lo pida. Suelto un suspiro de alivio cuando veo que la fiebre ha disminuido. —Sí, la tomaré en este momento. —Escucho decir a Max mientras regresa a la habitación. —37.6 —le digo; él asiente y camina de regreso a la sala de estar. Sin nada más que hacer que esperar, me relajo en el colchón, apoyo la cabeza en la almohada, y me centro en Xander de nuevo. Estudio sus facciones, realmente las estudio tratando de destacar las similitudes con Max y descifrar lo que recibió de su madre. Todavía puedo imaginarla en mi mente, lo feliz que se veía, el caminar a su paso. Estaba probablemente tan emocionada ante la perspectiva de ser madre, de conocer a su hijo. Me entristece cada vez que pienso en ello, me hace sentir culpable el que yo haya conseguido ver cómo ha crecido en los últimos cinco meses más o menos. Culpable de ser la que tenga que atestiguar el que se ruede por primera vez. Culpable de que sea la que ayude a Max a cuidar de él cuando está enfermo. Culpable de que se esté agarrando a mí como si fuera un salvavidas. Sobre todo, me siento culpable por quererlo. Todo de él. Por esperar que algún día, si tengo suerte, si Max y yo seguimos, vaya a pensar en mí como su madre. Culpable porque sé que si ella estuviera aquí en este momento, no tendría esa oportunidad.
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—Dijo que sólo lo deberíamos vigilar durante la noche, que nos mantuviéramos dándole Tylenol, y si la temperatura le sube a 39, lo llevemos al hospital. —¿Dijo lo que lo está causando? —Dijo que podría ser viral o que sólo podría ser la dentición. —Bien. Apaga la luz, pero enciende el televisor y baja el sonido, utilizándolo como una luz de noche. Desliza un brazo debajo de mi cabeza cuando se mete en la cama; usa su mano libre para sentir la frente de Xander y acariciar su mejilla. Mis ojos comienzan a arder con lágrimas contenidas, y no sé por qué verlo hacer eso me golpea en la forma en que lo hace. Es sólo un gesto de amor, y es precioso presenciarlo porque Max ha recorrido un largo camino para enfrentar sus sentimientos por Xander. —Eres un buen padre. —Ni siquiera sabía qué hacer cuando me dijiste que estaba enfermo. Me asustaste como la mierda. —¿En serio? Yo estaba completamente en pánico. Pensaste en todo. Te tomó un segundo, pero al final, supiste exactamente qué hacer. —Creo que en los meses pasados he estado preparándome para algo como esto. He estado leyendo un libro de bebés, todo el tiempo pensando que era estúpido, pero en realidad recordé lo que decía. —Es porque eres su cuidador principal. Por lo general, la mamá hace todas esas cosas, pero tomaste todo esto y estás haciéndolo increíble. —Me alegro de que estuvieras aquí. —Yo también. Yo… —¿Qué? —Simplemente, lo quiero sabes. Todos los días, espero verlo sonreír. —¿Por qué fue tan difícil para ti decirlo? —Porque no quiero sobrepasar un límite. —¿Por qué habría un límite para amar a mi hijo? Estamos juntos, y somos sólidos. Estaría decepcionado si no sintieras algo por él. —Es sólo que no quiero que pienses que estoy tratando de tomar su lugar. —Ella no tiene lugar, nena. Se ha ido y nada que tú o yo hagamos o digamos puede cambiar eso. Quiero que esta relación contigo funcione. Realmente me
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importas, y si en el proceso, puedo darte algo bueno a mi hijo, entonces estaré jodidamente encantado. El estúpido escozor continúa, pero me niego a llorar. Él acaba de decir todo lo que no sabía que necesitaba escuchar. Todas esas pequeñas dudas sobre mi lugar en su vida se han disuelto mágicamente con sólo unas pocas palabras de Max. —Todavía estoy enojado contigo por mentirme sobre ese idiota que te llama. Pongo los ojos en blanco hacia él. —Lo que sea. No arruines este momento. —Hablaremos de ello más tarde. —Ya hablamos de ello, Max. —Te voy a comprar un nuevo celular mañana, con un nuevo número de mierda, sólo para asegurarme de que no te llamará de nuevo. —Eso no es necesario. —No es debatible. —Está bien —digo mostrando mi exasperación cuando en realidad me encanta el hecho de que quiera hacer eso por mí. Que salga y me compre un nuevo teléfono sólo para que pueda estar seguro de que Garrett no puede ponerse en contacto conmigo. Me mira por un momento, pero juro que capto el lado de su boca moviéndose hacia arriba en lo que sería una sonrisa si no peleara contra ella. La quita de su cara y simplemente apoya la cabeza sobre la almohada. —Duerme, nena. Me quedaré despierto y mantendré un ojo en Xander. — Quiero decirle que debe dormir o que estaré despierta con él, pero por alguna razón, parece equivocado. Se está volviendo padre por derecho propio, y no quiero cuestionarlo o algo que pueda hacer que dude de sí mismo. —Está bien —le susurro justo antes de cerrar los ojos. No me lleva mucho tiempo quedarme dormida, y cuando lo hago, lo hago con satisfacción por saber que mis dos chicos están conmigo.
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Max~ Hace calor como la mierda esta noche, y nunca he estado tan feliz de dejar un sitio de trabajo. Entro en el estacionamiento del bar de deportes en el que me reuniré con Jack. Me llamó esta mañana y me pidió que nos viéramos para una cerveza después del trabajo. Emelia está con Xander por lo que no tengo que correr a casa. Él cumplió ocho meses la semana pasada, y en ese momento, aprendió gatear y a ponerse en pie para pararse en su cuna. Emelia jura que va a caminar antes de su primer cumpleaños. Emelia se ha vuelto cada vez más y más parte de nuestra vida cotidiana. Creo que está conservando su apartamento por molestar y divertirse porque nunca está allí. Ya sea que se dé cuenta o no, vive con Xander y conmigo, pero es simplemente lenta para captarlo. No puedo decir que sea toda su culpa, sin embargo; no es como si en realidad hubiera aceptado las cosas y se lo hubiera pedido. De todos modos, es feliz conmigo. Puedo verlo escrito en ella, y su felicidad es contagiosa. Cuando lo pienso, no creo poder recordar un momento en el que haya sido realmente feliz. Ahora, soy feliz. Soy feliz debido a Xander y a Emelia y, al principio, no sabía qué hacer con eso, pero con el tiempo, se ha vuelto más fácil. Todavía puedo ser un idiota... sólo pregúntale a Emelia, estoy seguro de que estará de acuerdo. Veo a Jack tan pronto como entro en el bar, sentado en el extremo más alejado con una cerveza. Tomo el taburete vacío a su lado y le hago una señal al camarero para pedir una cerveza. —¿Has estado aquí mucho tiempo? Él mueve un dedo en dirección de su vaso medio vacío. —Aún es mi primera cerveza. —¿Planeas tomar más de una? —Probablemente no —dice con una sonrisa—. ¿Cómo va todo en casa? —Bien —digo tomando un trago de la cerveza que acaba de ser puesta en frente de mí—. Tienes que venir a ver al niño. Está creciendo rápido. —¿Y la chica de la que me hablaste?
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—Emelia. Es buena. De verdad se está encariñando con Xander, y es genial con él. —Me alegro por ti. Sabía que estarías bien cuando toda esa mierda se vino abajo y perdiste a Keri. —Me alegro de que lo supieras. Estaba seguro de que iba a arruinar todo. —Bien, ya has recorrido un largo camino desde allí. —Gracias —murmuro antes de tomar otro sorbo de mi cerveza. Teniendo suficiente de la charla seria, llevo la conversación en otra dirección—. Entonces ¿me pediste venir aquí para hablar de mi vida o tienes algo que decirme? —Tengo algo que decirte —responde enigmáticamente. Lo hace para molestarme; sabe lo mucho que odio cuando las personas se andan con rodeos. Soy el tipo de hombre que va a al grano. Dejo escapar un suspiro exagerado y le pongo mis ojos en blanco. —¿Y eso sería? Él se toma su tiempo, mira alrededor del bar, toma un sorbo de su cerveza, y se toma una eternidad para tragarse la mierda. —Quiero hacerte socio —dice poniendo su atención de nuevo en mí. Estoy sorprendido. De todas las cosas que había esperado que dijera, esa no era una de ellas. Pensé que tal vez querría pedirme que tomara horas extras o que estaba haciéndolo bien y que me daría un aumento o algo. —¿Qué? —Lo has hecho bien como jefe de proyecto, tu equipo te respeta, terminas el trabajo, lo haces bien, y quiero darte la oportunidad de expandirte en eso. —¿Quieres hacerme un socio por igual? —pregunto con más que una pequeña cantidad de incredulidad en mi voz. —No hay que volverse loco, chico. Vamos a empezar dejándote un veinticinco por ciento y a subirte hasta ser socio por igual. Mierda, incluso el veinticinco por ciento de un negocio exitoso es un gran negocio. Nunca conseguiría otra oportunidad como esta, a menos que estuviera por mi cuenta y empezara mi propio negocio. Algo que no tengo el capital para hacer, lo que me lleva a mi siguiente comentario. —Por mucho que aprecio la oferta, Jack, no tengo el dinero para comprar un veinticinco por ciento de tu empresa. Estoy ahorrando para una casa y... —Vamos a llegar a un plan de pago escalonado en el que hagas abonos en el transcurso de los próximos dos años. Podemos deducirlo automáticamente de tu
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sueldo si lo deseas, y no estamos hablando de millones aquí, amigo. Te daré un descanso. Después de eso, revisaremos la situación. —¿Harías eso? —Mis hijos no dan una mierda por mi negocio porque están fuera haciendo sus propias cosas. Tú te preocupas por él, has aprendido de mí, y sé que puedes manejarlo. Necesito que alguien se encargue de esto cuando decida retirarme, y si lo quieres, ese eres tú. —No puedo creer que estés diciéndome esto en este momento. —Aquí —dice él, deslizando un sobre hacia mí, que no había notado antes—. Haz que un abogado lea esto, llámame cuando se haga, e partiremos desde allí. Se levanta, arroja unos billetes sobre la barra, y se mueve para alejarse. Tengo que decir algo, pero nada de lo que pueda decir sería suficiente. Este hombre cambió mi vida de una manera que nunca podría ser capaz pagar. —No sé dónde estaría ahora si no me hubieras ayudado. Él niega y su mano se posa en mi hombro con una palmada. —Habrías estado bien. Se va antes de que pueda pronunciar otra palabra, no es que quedara algo para que dijera. Esta oportunidad alterara mi vida; me permitirá darle a Xander todo lo que tenía tanto miedo de no poder darle. Con esta oportunidad, puedo darle la niñez nunca llegué a tener. Luego está Emelia y lo que esto significa para ella y para mí. Puedo construir un futuro para nosotros y tener la confianza en el hecho de que puedo mantener a mi mujer y tener algo más que ofrecerle que sólo un niño, un cutre apartamento y yo. Todavía estoy tratando de procesar todo eso cuando dejo el bar y voy a casa, tratando de averiguar cómo un chico molesto y sin nada terminó así. Es un puto milagro, pero no voy a seguir cuestionándolo. En su lugar, lo aceptaré y sacaré el mayor provecho de esto. La noche está cayendo para cuando llego a casa; agarro los papeles que Jack me dio y voy adentro. Cuando abro la puerta principal, veo a Emelia en la cocina sirviendo una bebida. Xander está de pie en su patio de juego viendo algunos personajes de dibujos animados contar números en español. Cuando su atención viene a mí, chilla y empieza a rebotar de arriba abajo. Su emoción por verme me hace sonreír siempre, y aunque no lo demuestre, estoy bastante seguro de que estoy igual de emocionado de verlo. —Hola, pequeño —digo cerrando la distancia entre nosotros. Cuando llego a él, me agacho y lo tomo en mis brazos. Golpea mi pecho con euforia mientras beso su pequeña mejilla. Una vez que hemos tenido nuestro saludo apropiado, lo apoyo
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en mi costado y camino con él a la cocina. Los ojos de Emelia están en nosotros, con una sonrisa en su rostro. —Hola, nena —saludo. Mis labios se encuentran con los de ella para un rápido beso, uno que espero ampliar más tarde esta noche. Me mira con ojos felices, y al instante, mi día está completo. Un niño, una novia, nada de esto estaba en mi radar hace unos años, ni de lejos. Le habría dicho a cualquiera que no quería ninguna de esas cosas y que estaban locos si pensaban que con el tiempo me gustaría tenerlos. Que divertido como la vida tiene su forma de funcionar algunas veces. Cómo te da exactamente lo que necesitas, incluso cuando eres tan reticente. —¿Tienes hambre? Hice hamburguesas y papas fritas—me pregunta, dándole a mi brazo un apretón. —Sí, puedo servirme eso. —No, yo te lo serviré. Pon a Xander abajo y te traeré un plato. —Observo mientras se aleja, sabiendo en el fondo que no merezco a una chica como esta. Después de todas las cosas malas que he hecho, las chicas que herido en el camino... No debería tener a alguien tan buena como Emelia, pero soy demasiado egoísta para renunciar a ella. Me preocupa lo joven que es a veces; me preocupa que pueda cansarse de jugar a la casita y a la mamá y querer algo más. Nadie tiene que decirme en las cosas normales que están las de veinticuatro años. He estado allí y podría haber escrito un libro sobre ello. Ella es feliz, sin embargo; quiere estar aquí ahora, y haré lo que pueda para mantenerla feliz. Xander y yo nos sentamos en el suelo en la sala de estar. Él juega con sus juguetes mientras miro y de vez en cuando me uno a él, mostrándole un nuevo sonido o canción que un juguete el particular haría. Emelia pone un plato de comida y bebida en la mesa de centro en frente de mí antes de sentarse con nosotros. Le doy las gracias luego voy por mi cena mientras ella entabla una conversación con Xander en su mundo, cantándole canciones y haciendo muecas. Él absorbe cada segundo de eso. —¿Me vas a decir lo que quería Jack? —Me despidieron —miento, acomodando mis facciones y tratando de parecer serio. —¿Qué? Oh, Dios mío, Max, ¿por qué? Te partes el trasero trabajando para él. Pensaba que era tu amigo. ¿Cómo pudo hacerte eso? Dios, amo a esta maldita chica. Sí, lo dije. La amo. Nunca a nadie le había importado una mierda lo me pasara. Nunca nadie se había preocupado por mí de la forma en que ella lo hace. Me inclino hacia adelante, envuelvo un brazo
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alrededor de ella y la jalo hacia mí. Cuando mis labios encuentran su cuello, todo su cuerpo se deshace contra el mío. —Estoy bromeando, nena —le digo en voz baja—. En realidad es una buena noticia. Ella deja escapar un suspiro de alivio. —¿Crees que es divertido molestarme de esa manera? Se supone que debes estar trabajando en NO ser un idiota todo el tiempo. —Lo sé —le digo con una sonrisa, empujando un mechón de cabello detrás de su oreja—. Ofreció hacerme socio. Quiere venderme un veinticinco por ciento de la empresa. —Mierda —susurra, envolviendo sus brazos alrededor de mi cuello. Sus ojos bailan con entusiasmo, y no puedo evitar reír. —Tienes una manera con las palabras. Su agarre sobre mí se tensa mientras mueve la cabeza. —Mierda, Max. Eso es muy bueno. —Es algo bueno, ¿verdad? —Sí. Pero, ¿por qué quiere vendértela a ti? —He estado trabajando con él desde hace mucho tiempo, nena. Es probablemente la única cosa que he hecho con cierta consistencia y compromiso. Ella mira a Xander, comprobándolo para asegurarse de que está bien antes de volver su atención hacia mí. Es algo que una madre haría, algo que su madre habría hecho probablemente. —¿Por qué crees que fuiste tan comprometido? —Debido a que Jack me dio la oportunidad cuando nadie más lo haría. Me mostró su negocio, confió en mí para hacer el trabajo, y no iba a desperdiciar esa oportunidad. Me gustó también, sabes. Aprender desde el principio cómo construir cosas y todos los puestos de trabajo que intervienen en dicho proceso. Cuando me hizo jefe de proyecto el año pasado, pensé que era lo mejor que jamás sería. Es un muy importante, significaba que confiaba en mí, que sabía que podía hacer el trabajo y hacerlo bien. Ahora, esto —digo con ojos entrecerrados—. Nunca lo habría adivinado. —Es asombroso. —Hay más. Me mira con un poco de confusión.
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—¿Más que ser dueño de una parte de su empresa? —Sí, dice que es su manera de transferir poco a poco toda la empresa hacia mí. Quiere a alguien en quien puede confiar para mantener las cosas funcionando cuando se retire y que ése soy yo. Esto es... No puedo explicarlo, Em. Es decir, esto es algo que podré dejarle a Xander un día si lo quiere. Esto hará que pueda cuidar de él de la manera que se merece. Es un maldito futuro para mi familia. —Estoy muy feliz por ti, Max. Estoy tan orgullosa de ti. —Siéntete feliz por nosotros, nena. Eres parte de esto también. Ella entierra su cara en mi cuello, su agarre es firme en mí. —Quiero ser parte de esto —murmura. —¿Por qué no lo serías? —No lo sé. Podrías cansarte de mí e dejarme un día. Mi cuerpo entero se mueve a medida que rompo a reír en silencio. Nunca he oído nada tan ridículo en toda mi vida. Esta chica salió de la nada en un momento en que necesitaba a alguien más que nada e hizo posible que tuviera éxito como padre. Está preocupada porque la deje cuando en realidad soy el que debería estar preocupado. Ella se echa un poco hacia atrás y me mira. —¿En realidad te estás burlando de mí? Te acabo de decir sobre mi miedo legítimo, y te estás riendo. —Nena, tú me dejarías antes de que yo te dejara —digo tratando de calmarla. —Lo que sea. —Resopla—. En cualquier caso, tenemos que celebrar. Tal vez podamos salir este fin de semana. Podemos pedirle a la señora Park que cuide a Xander. O tal vez podamos hacer algo divertido con él. Inclinándome hacia adelante, le susurro al oído. —Prefiero celebrar so1os… esta noche. Miro con diversión mientras sus mejillas sonrojan. Le gusta la idea de una celebración privada también. —Creo que voy a darle un baño de Xander y a prepararlo para la cama —dice con una pequeña sonrisa maliciosa. Nunca he visto esa mirada en ella antes; me hace querer tirarla por encima del hombro, lanzarla en mi cama, y penetrarla furiosamente... sin descanso. Ella se para y tiene a Xander en sus brazos antes de que pueda siquiera decir una palabra. Desaparecen en su habitación y me dirijo a la cocina para lavar mi plato disfrutando de cada minuto de la felicidad doméstica.
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Max~ Después de comprobar las cerraduras y asegurarme de que todas las luces están apagadas, la habitación de Xander es mi última parada. Lo compruebo; mirando su figura dormir, me deleito con lo tranquilo que se ve, cuán totalmente inocente es. No tiene idea de que ya ha pasado por muchas cosas en estos cortos ocho meses. No tiene ni idea de que perdió a su madre, o que se quedó atascado con un padre que no sabía cuál era la diferencia entre arriba y abajo al principio. Esa punzada que sentí en el pecho justo después de que Keri murió regresa; me golpea de vez en cuando, cuando me acuerdo de cómo han salido las cosas. Lo diferente que resultaron, lo inesperado que fue todo. No creo que el dolor vaya a desaparecer nunca de verdad porque sé que mi hijo perdió algo importante cuando ella murió. Luego pienso en lo que tengo con Emelia y cómo con ella tengo la oportunidad de darle algo jodidamente bueno. Mi mente se remonta a antes, cuando dijo que tenía miedo de que la dejara con el tiempo. He tenido el mismo miedo desde el momento en que la conocí; tal vez me he estado preocupado por nada. Cuando voy de nuevo al dormitorio, Emelia está sentada con las piernas cruzadas en el centro de la cama viéndose un poco intranquila. —¿Xander está bien? —pregunta. Miro mientras tira del dobladillo de su camisa, y sé que esa es una de sus peculiaridades cuanto está nerviosa. —Está bien. —Cierro la distancia entre nosotros deteniéndome justo antes de llegar a la cama—. ¿Qué ocurre? —Nada. —Emelia. —No, en serio, estoy bien. Es sólo que... Está bien, sé que en realidad nunca hemos hablado de esto, pero dijimos que íbamos a celebrar esta noche y pensé que tal vez podríamos hacer algo un poco diferente. Debo admitir que su tartamudeo y el uso de la palabra diferente cuando se trata de nuestra vida sexual despertaron mi interés en una gran forma. —¿Qué tenías en mente? —Bueno, yo
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—Oye. Cualquier cosa que quieras hacer me la puedes decir. Estás a salvo diciéndome cualquier cosa. Nunca te juzgaría. Ella se escabulle de la cama y se dirige a su bolsa en el suelo, en la que insiste en mantener sus cosas. —Elegí estas hace unas semanas —dice sacando un par de esposas—. Y pensé que tal vez podríamos hacer algo con ellas esta noche. Mi mente explota de una puta vez. He muerto he ido al cielo de las novias. Justo cuando pensaba que no podría ser mejor, lo es. Las mejores porno están hechas de este material. —Está bien —digo tratando de apartar mi mente de los pensamientos lascivos—. Primero, quita la mirada de vergüenza de tu cara. Bajando de la cama, doy unos pasos más cerca de ella, estiro la mano y agarro las esposas de ella. En lugar de parar, sigo en movimiento hacia ella, obligándola a retirarse, por lo que no tiene a dónde ir. En el momento en que su espalda está contra la pared, estoy sobre ella, mis manos a cada lado de su cabeza, enjaulándola. Muevo mi cabeza hacia abajo así que mis labios quedan a centímetros de distancia de su oreja. —Segundo. Si quieres ser creativa, todo lo que tienes que hacer es decirlo. No tengo ningún problema en hacer lo que quieras que haga. —Max. —Ahora bien, ¿deseas utilizar estas en mí, nena, o quieres que las utilice en ti? —Yo… —Dime qué quieres. —Quiero que las utilices en mí. —Eso es lo que pensé. —Meto las esposas en la cintura de mis vaqueros, y sin palabras, agarro su camisa y tiro de esta hacia arriba y sobre su cabeza. El sujetador es el próximo en irse, y cuando golpea el suelo, su primera reacción es cubrir sus pechos. —No —le ordeno con un movimiento de cabeza—. No te escondas de mí. Me gustas así. Sus manos caen a sus costados, su respiración se acelera más, en inhalaciones cortas. Por alguna razón, capto el hecho de que está nerviosa. Puedo decir que nunca ha hecho esto antes y lo que le costó iniciarlo. Confió esto en mí, y voy a disfrutar cada minuto de ello.
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—Ve a la cama, Emelia, manos hacia arriba y sobre tu cabeza. —Asiente, vacilante y luego hace lo que le pido, acomodándose en posición para mí. Mientras hace eso, me encargo de quitarme mi propia camisa y luego me dirijo a mi tocador abriendo el cajón donde guardo toda mi basura y encuentro lo que estoy buscando. Se ve hermosa extendida en mi cama, su pecho desnudo subiendo y bajando. La anticipación está empezando a llegar a ella, así que cierra los ojos y respira profundamente. Sin decir una palabra, saco las esposas y hago un trabajo rápido fijándolas en sus muñecas. —Mantén tus manos aquí —le digo, viendo cómo su pecho se expande con mi orden. Sé que disfruta cuando tomo el control, pero estoy empezando a pensar que en realidad le encanta. Uso la cuerda pequeña que saqué de mi cajón para hacer un nudo alrededor de las esposas y luego ato el otro extremo a uno de los tablones en mi cabecera. Parándome, la miro, admirando mi obra, la visión de ella por completo a mi merced. —Mierda. Me gusta que te guste esto —medio le gruño. Ella se retuerce un poco, y observo con fascinación mientras trata de obtener algo de alivio apretando los muslos juntos. Quería diferente, así que voy a dárselo. Estoy a punto de presentarle un lado completamente diferente de mí. Con sólo la punta de mi dedo, deslizo mi camino hacia abajo desde su clavícula hasta su ombligo. —¿Estás agradablemente húmeda para mí, nena? —Su gemido hace que mi pene se ponga duro como roca—. Podríamos tener que invertir en algunos juguetes más. Me gustaría tener un montón de cosas para ti cuando estés atada así para mí. Pasando a los pies de la cama, pongo una rodilla en el colchón y con un tirón le quito los vaqueros y las bragas. Una vez que los tiro al suelo, abro sus piernas de par en par y absorbo la vista de su muy húmedo coño. —Oh, sí, estás empapada. —Lanzo el comentario porque soy un idiota, y estoy disfrutando de esto demasiado. Ella gime mientras paso mi dedo de arriba abajo y luego hago un círculo en su hinchado clítoris. —Oh, Dios —gime, sus caderas comienzan a moverse, montándose en mi dedo mientras froto, rodeo y juego con ella allí. Me excito observándola, viendo cómo con un solo dedo puedo volverla salvaje. Con un poco más de presión, está diciendo mi nombre y montándose en el primer orgasmo de la noche. Sigo trazando círculos mientras ella comienza a calmarse, y cuando mi toque se vuelve demasiado, cierra los muslos alrededor de mi mano en un intento de hacerme parar.
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—Max. Por favor, por favor detente. No puedo —grita. Me detengo, pero sólo para forzar sus piernas a abrirse para mí otra vez. —Puedes hacerlo —gimo justo antes de empezar todo de nuevo, esta vez usando mi boca en su ya sensible coño. Pelea al principio, pero no pasa mucho tiempo antes de que comience a excitarse de nuevo. —Oh, Dios mío, Max... es demasiado. Ella está cerca, y sé simplemente por el movimiento de sus caderas que será grande. Acelero mi ritmo y uso mis manos para fijar sus caderas a la cama. Ella comienza a cantar alguna variación de oh dios, oh dios, oh dios. Eso me dice que estoy haciendo bien mi trabajo y que está sintiendo esto en todas partes. Con un último tirón de mis labios, explota; es salvaje, desinhibida, su cuerpo se retuerce a través de él, sus sonidos son frenéticos. Malditamente hermosa. Abriendo el botón de mis pantalones vaqueros, los dejo caer al suelo y acaricio mi pene mientras la veo todavía tratando de respirar a través de su clímax. Debería darle tiempo para recuperarse, pero no lo hago. En su lugar, agarro sus piernas con fuerza y la volteo su sobre su estómago. Lanza una exclamación de sorpresa, pero de nuevo, sin darle tiempo a recuperarse, la pongo de rodillas, con su cabeza hacia abajo en el colchón, y golpeo dentro de ella con fuerza. —Oh Dios, Max. —Sus gritos me impulsan y me motivan a seguir. No tengo ni idea de si esto es lo que tenía en mente cuando sacó las esposas, pero espero por Dios que no piense que soy un fenómeno de la naturaleza, cuando haya terminado con ella. Abofeteo su trasero solo por si acaso, y supongo que no estoy lejos de la verdad cuando grita su confirmación por eso. —Sí. —¿Sí? ¿Te gusta eso? Te gusta ser mala para mí —digo con otro golpe en su trasero. Esto es, de lejos, el sexo más intenso de mi vida; nada nunca se ha comparado con lo que estoy haciendo con ella. Esa presión familiar comienza a elevarse, y sé que estoy jodidamente cerca. Demasiado cerca, pero tengo hacerla venirse una vez más. Estirándome alrededor de su cintura, deslizo mi mano sobre su coño y toco su clítoris con mi dedo... con fuerza. Su canto de oh dios se pone en marcha de nuevo, sus manos esposadas agarran la sábana debajo de ella, y en momentos, está allí. Su coño se contrae, apretando con fuerza mi pene y me envía sobre el borde junto con ella. Dios, es bueno, si tuviera la energía me gustaría hacer eso de nuevo, pienso mientras me dejo caer encima de ella, cuidando de no soltar demasiado de mi peso.
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—Mierda. —Emelia se suelta en el colchón, y no puedo evitar reír mientras poco a poco me deslizo fuera de ella y ruedo sobre mi espalda. Estirándome, quito su cabello del colchón y lo muevo sobre su espalda para poder ver su rostro. —¿Estás bien? —Mmmhmm. —¿Tienes las llaves de las esposas, nena? Quiero soltarte antes de que tus manos se adormezcan. Lo que suena más como un ronroneo sale del colchón nuevo. —En mi bolsa. —Está bien. —Me levanto, golpeando su trasero cuando voy. Ella deja escapar un suspiro agotado—. No vayas a ninguna parte —le digo, siendo un listillo porque ambos sabemos que no se puede mover. Inclinándome, busco en su bolso hasta encontrar la llave y liberarla. Pasando un brazo alrededor de su cintura, tiro de ella hacia mí y la pongo sobre sus pies. —Vamos, huesos perezosos, vamos a tomar una ducha. —Ella se aferra a mí mientras la llevo al cuarto de baño. Tal vez debería haberla dejado dormir, pero pensé que la ducha la ayudaría a relajar los músculos en caso de que sintiera dolor. Al abrir el agua, la dejo correr por un momento para ajustar la temperatura antes de arrastrarla allí conmigo. —¿Esa fue suficiente celebración para ti? —pregunta, mientras formamos espuma entre nosotros con jabón. Inclinándome, pongo un beso en su frente. —Ha sido perfecto, nena. Lo hiciste bien. Sus brazos se envuelven alrededor de mí, y ella se inclina hacia mí como si quisiera fundirse conmigo, convertirnos en una persona. —Oye —le digo, moviendo su barbilla hacia arriba de manera que nuestras miradas se encuentran. —¿Sí? Algo se apodera de mí, un momento de claridad tal vez. Sé lo que siento por ella, sé lo que tenerla significa para mí, y necesito que lo sepa. Decido lanzar la precaución al viento y a la mierda con todo. —Te amo —le digo sintiendo mi estómago caer cuando las palabras salen de mi boca. —¿Sí? —Ella me sonríe, viéndose a la vez feliz y sorprendida. —Putamente te amo.
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—Yo también te amo putamente —responde ella, y no puedo evitar reír por lo adorable que es. Pero cuando termino de reír, me doy cuenta de la intensidad del momento; comienzo a caer en cuenta de que esta es probablemente la primera vez que he oído decir a alguien que me ama. Y además de Xander, es la primera vez que siento esta emoción... realmente lo siento. No es como fue con Keri, como el cariño que sentía por ella, esto es completamente diferente. Con una caricia en su mejilla y otro beso en la frente, le doy la versión simple de cómo me siento. —Me alegro de que me ames. —Demuéstramelo. —¿Cómo puedo demostrártelo? —Llévame a la cama y déjame dormir durante al menos cinco horas —dice con una sonrisa. Con eso, cierro el agua, tomo una toalla, y la envuelvo alrededor de ella después de ayudarla a salir de la ducha. Envuelvo una toalla alrededor de mi cintura y la llevo al dormitorio. Deteniéndome en mi tocador, saco una camiseta para ella y la ayudo a pasársela por la cabeza. Ella se acerca a la cama, pasando sus brazos por las mangas, y se arrastra sobre el colchón. En el momento en que me pongo mis calzoncillos y me meto con ella, creo que ya está dormida. Soy consciente de que estoy equivocado cuando se desliza sobre mí y se acurruca; su brazo pasa a mí alrededor y una de sus piernas se entrelaza con la mía. —Estoy tan contenta de que me ames también —murmura antes de dormirse. Parece que en el transcurso de un día, me las he arreglado para asegurar un futuro para mí. He conseguido lo que espero sea mi seguridad financiera, una mujer que me ame, y el hijo más increíble. Qué más podría pedir posiblemente, cuando, de repente, pasé de no tener nada significativo a tenerlo todo. Para un hombre como yo que creció de la manera en que lo hice haber alcanzado tanto no es un resultado normal. Cuando finalmente me quedo dormido, lo hago pensando que nunca daré nada de esto por sentado. Nunca olvidaré lo afortunado que soy y lo que tuve que pasar para llegar hasta aquí.
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Max~ —Di papá —susurro en el oído de Xander mientras lo mezo en su silla. —Pa —responde, haciéndome reír. —Buen trabajo, amigo. Suficientemente cerca. —Pongo un beso en su frente antes de levantarme y acostarlo en su cuna. Él succiona su chupón y se acuesta en el colchón con su peluche favorito. Cada vez que lo hace, quiero recogerlo, besarlo, y apretarlo con mucha fuerza. Cada. Maldita. Vez. El niño sabe cómo derretirme; ni siquiera tiene que intentarlo. Acaricio su pequeña mejilla antes de prender el clásico CD de música de cuna que Emelia le compró. —Buenas noches, hombrecito. La señora Park está en mi sofá viendo la última película de Lifetime cuando camino hacia la sala de estar. Me hará el favor de cuidar a Xander por la noche mientras salgo con Emelia. Sólo hacemos esto unas cuantas noches al mes, por lo que nos gusta aprovechar el tiempo juntos cuando podemos. Los meses pasados han sido agitados con el anuncio de mi colaboración en el trabajo y teniendo más horas y responsabilidades, así que realmente usamos estos momentos para conectarnos. —Podría haberlo puesto en la cama por ti, sabes. —Se voltea del televisor a mí. —Lo sé. Me gusta pasar tiempo con él cada vez que puedo. —Ella sonríe y asiente. Siempre ha sido muy buena en respetar los límites. Es una de las razones por las que estoy muy contento de que vigile a Xander por mí—. ¿Tiene todo lo que necesita? —pregunto mientras agarro las llaves de la mesa. —Estoy bien, cariño. Ve y pásala bien, te llamaré si te necesito. —Gracias —le digo al dejar el apartamento, cerrando la puerta detrás de mí. Caminar los pocos pasos al apartamento de Emelia me hace poner los ojos en blanco. Se negó a vivir conmigo hasta que su contrato expirara porque se siente mal por romper el contrato. Realmente, creo que todavía tiene un poco de miedo de que algo salga mal entre nosotros. Me enfurezco cuando tomo el pomo de su puerta y se abre de forma inmediata.
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—Nena, pensé que te había dicho que mantuvieras tu puerta cerrada con llave. —Acabo de abrirla para ti —grita desde algún lugar de las profundidades de su apartamento, probablemente del cuarto de baño. —Mantén la puerta cerrada con llave —le grito de vuelta. No responde, probablemente debido a que lo que dijo, lo murmuró en voz baja. —¿Cuándo llegaste a ser tan mandón? —pregunta, haciendo una aparición en lo que sólo puedo describir como el vestido negro más pequeño. Estoy duro sólo de mirarla; la puta cosa hace que sus piernas se vean como de un kilómetro de largo. La imagen visual que eso trae es agradable... muy agradable, pero lo sacudo y le sonrío. —Siempre he sido mandón, nena. ¿Apenas te estás dando cuenta de eso? —Lo que sea. —Ella me mira y agarra su bolso. Cortando la distancia entre nosotros, extiendo la mano hacia ella, tirándola hacia mí, y llevo mis labios a su oreja. —Si sigues así, te pondré sobre mis rodillas, te levantaré el vestido, y te azotaré. —No lo harías. —Lo he hecho antes, y estoy bastante seguro de que te gustó. La mirada se devuelve. —¿Me estás sacando a una cita o me estás haciendo enojar, Max? —Si puedo salirme con la mía en ambos... —No puedes —interpone. Sonriendo hacia ella, digo. —Entonces, supongo que sacaré a mi chica. La actitud fría termina; ella se funde en mí, mueve la cabeza hacia atrás, e imprudentemente susurra. —Te amo. Me mata. Ella y el chico me aniquilan. Es el mejor tipo de muerte, sin embargo. —También te amo. —No siendo capaz de evitarlo, empujo un mechón de cabello detrás de su oreja y reclamo su boca con un beso. Cuando me alejo, tiene este aspecto mareado, saciado en su cara que me hace querer olvidarme de llevarla a salir.
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—Vamos. Salgamos de aquí antes de que sea demasiado tarde. De la mano, caminamos fuera del edificio y por el estacionamiento a mi auto. Como siempre, abro su puerta, y una vez que está asegurada en el auto, le doy la vuelta al capó y estoy en el lado del conductor. —¿A dónde vamos? —pregunta, incapaz de ocultar su emoción. —Quiero mostrarte algo. —Saco el auto de la zona del estacionamiento y momentos después, estoy en la carretera y en dirección a la costa. Mientras conduzco, Emelia me cuenta todo acerca de la conversación que tuvo con su hermana, Hannah, hace unos momentos. Cómo Hannah, quien vive en Londres, ha estado viendo a un hombre desde el año pasado y ahora están comprometidos. Menciona que está pensando en volver a casa para sorprender a su padre por su cumpleaños y al mismo tiempo darle la noticia de su compromiso. Me gusta escucharla hablar de las personas que quiere, que significan algo para ella, porque lo hace con tanto entusiasmo. Sólo puedo esperar que hable así de Xander y de mí algún día. Estaciono en un camino recientemente pavimentado y apago el motor. —¿Qué es esto? —pregunta mirando a su alrededor. —Esta es la casa que mi equipo y yo estamos construyendo actualmente. Quería mostrarte a donde voy todos los días —le digo antes de salir del auto y caminar hacia el lado del pasajero. Ya está fuera en el momento en que llego allí, y está mirando a su alrededor y arriba y abajo de la calle. —¿Eres el responsable de todas estas casas? —Sí, somos la constructora de viviendas de todo este desarrollo. —Todas son tan hermosas, Max. —Gracias. Lo que me gusta de ellas es que todas tienen un plano diferente. No son como si hubiéramos usado un cortador de galletas, por lo que le da a la vecindad un poco de carácter. —¿Son caras? —Pueden serlo. Este modelo en particular es más caro porque la playa está justo al otro lado de la calle. Las que se construirán sobre la calle serán menos costosas. —No puedo creer que puedas hacer esto. Es genial —dice, mirándome con genuino asombro en sus ojos. —Vamos, déjame mostrártelas —le digo, llevándola dentro de la casa. Le doy un recorrido y la llevo al porche de arriba, con vista al océano. En el centro,
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acomodé una pequeña mesa para dos con un ramo de flores en su silla y una vela sin prender en el centro. —¿Que es todo esto? —Vamos a tener la cena aquí. Pensé que sería... —Perfecto. Es perfecto —dice ella, acercándose a la mesa y tomando las flores—. Son mis favoritas —dice, llevando el ramo de peonías frescas a su nariz. —Lo sé. Me lo dijiste. —¿Lo recordaste? —Recuerdo todo lo que me has dicho. —Es verdad. Ella podía hablar durante horas de todo y al final, yo retenía todo porque me fascinaba. Nunca he conocido a alguien con tal capacidad de amar. No sé si es una especie rara o sólo estoy acostumbrado a tratar con gente de mierda, pero eso no importa de cualquier manera. Está en mi vida ahora, y cada día que paso con ella, me inspira a querer ser mejor. Si no por mí mismo, entonces definitivamente lo sería por ella y por Xander. —Eso es muy impresionante —se burla, tomando asiento en la silla que saco para ella. —¿Vino? —le pregunto y asiente. Abro la botella de vino frío que puse sobre la mesa y le sirvo una copa—. Empieza con esto y ya regreso —le digo, dejando la botella y voy al interior de la cocina. Hice la cena y la traje aquí más temprano, por lo que sólo necesita ser calentada. Pongo la ensalada en los platos y los llevo fuera, colocando el de ella primero y luego el mío cuando me siento frente a ella. —No puedo creer que hicieras todo esto. —Es sólo una comida. —Es atento —insiste, recogiendo el tenedor y pinchando un pedazo de su ensalada. —Sé que no estamos mucho solos. Pensé que esta sería una buena manera de salir y todavía pasar tiempo a solas. —Me encanta estar aquí —dice ella mirando hacia el agua. —¿De verdad? —Sí, es hermoso. —He estado pensando en comprar una de estas para mí. — Me muevo por ahí, probando las aguas.
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—¿Lo has hecho? —cuestiona, su mirada vuelve a mí, y no puedo evitar notar que se ve decepcionada. —Sí. No me puedo quedar en ese apartamento para siempre. Xander va a necesitar su propio espacio y sus cosas ya están ocupando mucho espacio. Sería bueno para nosotros tener una casa y ya que somos los contratistas de este proyecto, podría conseguirla por un precio decente. Ella apunta hacia el suelo e inclina la cabeza hacia un lado. —¿Esta casa en particular? —No. No creo que pueda permitirme alguna de las propiedades frente al mar, pero será bueno estar a una o dos cuadras de distancia. —Voy a extrañarte cuando te mudes —me dice con honestidad, y sé que le cuesta algo decirme eso. Ese nivel de confianza y honestidad que me entrega no es fácil para ella. Está acostumbrada a ser cuidadosa. —No tendrás que echarme de menos. La razón por la que te traje aquí es para ver si te gusta, porque en el momento en que lo haga, podrías estar lista para mudarte conmigo. —Max. —No tiene que ser de inmediato si te hace sentir incómoda. Sé que sólo hemos estado juntos seis meses pero ¿con el tiempo? —Max. —Y no me mudaré mañana. La casa aún no se ha construido, y si, para el momento en que se construya, no estamos listos para vivir juntos, puedes pasar tanto tiempo allí como quieras. —Jesucristo, estoy divagando como un puto idiota. Me detengo y espero su reacción. No voy a negar que me sorprende cuando dice lo que dice a continuación. —Me mudaré contigo. —¿En serio? —Soy incapaz de ocultar mi escepticismo; hemos estado bailando en torno a este tema durante meses—. Porque pensé que ibas a tratar de evitar esto. —No, sólo quería saber si podía ayudarte a seleccionar las opciones, los pisos, los colores, ya sabes. —Nena, puedes diseñar toda la casa. No me importa. —Entonces supongo que me mudaré con mis chicos. —No sabes lo mucho que quiero arrastrarte a casa y tener sexo contigo en este momento.
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—No tenemos que ir a casa para tener sexo, Max. Estoy aquí. Mierda. Va a ser la muerte para mí. —No empieces cosas que no estás dispuesta a terminar, Em. No tengo idea de que se apoderó de ella, o tal vez es sólo una parte de ella que no he visto antes, pero me sorprende una vez más esta noche, cuando se levanta y se acerca a mí. Mirando hacia ella con un montón de lujuria, empujo mi silla hacia atrás. Es una invitación para que haga algo acerca de lo que acaba de iniciar. Sin romper el contacto visual conmigo, se agacha y desabrocha mi cinturón. Sus manos trabajan en sus pantalones y abro la boca para decirle que probó su punto cuando se apodera de mi polla y todo pensamiento racional se va con el viento. Mi cabeza cae hacia atrás cuando comienza a acariciarme, pero nada, quiero decir nada, me pudo haber preparado para la sensación de sus labios haciéndose con el control. Mi cabeza se levanta de golpe mientras que, con los ojos abiertos, la observo, arrodillada delante de mí, con las manos en mis muslos mientras me trabaja con su boca. —Oh, mierda, nena. —Esas son las únicas palabras funcionales que logro articular. Quiero decirle que se levante, que no tiene que hacer esto, no aquí, no en este momento, al menos, pero la verdad, se siente demasiado bien como para siquiera intentar detenerla. En su lugar, hago lo mejor que puedo y quito su cabello de su rostro y lo tomo en mi puño, sosteniéndolo flojamente, con cuidado de no hacer que parezca como si estuviera tratando de controlar sus acciones. Ella mantiene su ritmo; es casi implacable y no me quejo. Lo hace bien, pero en el momento en que mis ojos ruedan a la parte posterior de mi cabeza, decido que necesito detenerla. Venirme en su boca aquí cuando se ve así no es como quiero terminar esto. Mis manos van debajo de sus axilas y de un tirón, la levanto y la pongo sobre mi regazo para que esté a horcajadas. Sus labios van inmediatamente a mi cuello, donde me empieza a besarme. —Nene —dice mientras paso los dedos por su cabello y le doy un suave tirón. —¿Sí? —contesto, viendo caer su cabeza justo antes de que ataque su cuello a cambio. —Fóllame. Hecho. Estoy fuera de mí; haría casi cualquier cosa que deseara en este momento. Mi dulce Emelia nunca ha pronunciado esas palabras para mí, desde luego no así. Sé en ese momento que es mía-soy dueño de ella, ella me posee, fin del juego.
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—Pídemelo de nuevo y que sea amablemente —le ordeno, moviendo su ropa interior a un lado para poder frotar su clítoris. Gime cuando mi dedo y deja caer su frente contra la mía. El azul de sus ojos baila como una inminente tormenta. —Fóllame, nene, por favor. —¿Lo quieres? —Lo necesito —gime. Eso es todo lo que necesito escuchar. Le daré exactamente lo que necesita. Levantándola, guío mi polla dentro y la bajo de golpe... duro. —Sí. —Respira. Sus brazos se aprietan alrededor de mí, y se aferra a mí como si se estuviera ahogando y yo fuera su salvavidas. —Esto es lo que necesita, Em. ¿Eh? —Si nene. Más duro, por favor. —Mierda, esto es caliente. Demasiado sexi para terminarlo por el momento, y si Emelia quiere ser mi chica mala esta noche, voy a ayudarla a ser sólo eso. Grita cuando la agarro de la cintura, deteniendo sus movimientos. La ayudo a subir y a salir de mí, la paro, y le doy la vuelta para que su espalda se presione contra mí. —¿Quieres ser una chica mala? —le pregunto, ganándome otro gemido de ella. Deslizo una mano a lo largo de su torso, parando una vez que la envuelvo alrededor de su cuello. Dándole un suave tirón allí, prácticamente gruño en su oído. —Respóndeme. —Sí. —¿Sí, qué? —Quiero ser una chica mala, Max. Estoy. Tan. Enamorado. De. Esta. Chica. Libero mi agarre de ella, dándole a su espalda un suave empujón. —Inclínate y agárrate de la barandilla. —Le encanta obedecer y meterse conmigo, pero me encanta dárselo. En el pasado, era una manera de hacer valer mi control sobre mi pareja, pero con Emelia, es diferente. Mientras absorbo la vista de ella posicionada para mí, empujo su vestido hacia arriba y tiro de sus bragas por sus piernas. Se deshace de ellas, y con un toque de mi mano en la cara interna de su muslo, se abre para mí. —Te debo, por ser descarada antes, ¿verdad? —Sí. —Su respuesta es inmediata; cobra vida cuando jugamos así. Se excita a lo grande.
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El sonido de mi mano bajando sobre su trasero se mezcla con su grito; hace eco a través de noche haciendo esto aún más emocionante. Sé que la mayoría de estas casas están vacías, pero no es del todo imposible que alguien pasar caminando. En este momento, me importa un carajo si alguien nos ve; nada podría detenerme en este punto. Pierdo la cuenta de cuántas veces más la azoto, encantándome la sensación de conectar con su parte trasera. Es un hermoso trasero. —¿Aprendiste la lección, Emelia? —Sí. Envolviendo un puño alrededor de su cabello, le doy un tirón. —¿Sí qué? —Sí, Max. —Buena chica. —Uso mi mano libre para darle masajes a los puntos que acabo de golpear; incluso en la oscuridad, puedo ver que su trasero es de color rosa—. ¿Me puedes tomar ahora, nena? —Sí. Coloco mi pene en su resbaladiza entrada, pero no voy más lejos. —Toma mi polla, nena. Muéstrame lo mucho que lo deseas. —Jesús, no sé de dónde vino esa mierda, pero nos enciende tanto que sólo voy con la corriente. Me quejo mientras ella se empuja hacia atrás, tomando mi pene dentro y poco a poco comienza a moverse. —Oh sí, esa es mi niña buena. Pasando un brazo alrededor de su cintura, maniobro mi mano para poder jugar con su coño, frotando su clítoris exactamente de la manera en que sé que le gusta. Una vez que tengo un buen ritmo, me hago cargo por ella, empujando dentro y fuera como un hombre enloquecido. —Aguanta cariño. —Joder, Max, por favor, no te detengas —me pide. Dios, amo a mi chica. Aumento la presión de mi dedo, necesitando que se venga pronto porque sé que no podré aguantar mucho más. Sé que está cerca cuando sus gritos se vuelven menos tranquilos y más desinhibidos. Aplico un poco más de presión, y ella se va. Apenas registro su orgasmo cuando el mío me golpea con fuerza, quemando a través de mí y dejándome totalmente gastado. Sosteniendo el balcón para estabilizarme, me tomo un minuto para recuperar el aliento, escuchando como Emelia hace lo mismo. Cuando estoy seguro de que no me derrumbaré en el suelo, me enderezo y me pongo decente de nuevo. Emelia está estirando su vestido y se
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vuelve hacia mí para cuando termina. Camina directo a mis brazos; de la forma en que siempre me busca después de que las cosas entre nosotros se ponen intensas. Es casi como si estuviera buscando mi tranquilidad después de que hemos hecho algo que podría ser considerado tabú. Cierro mis brazos alrededor de ella y la tiro a mi regazo mientras me vuelvo a sentar en la silla. —¿Cómo se siente mi chica? —susurro en su cabello. —Bien —responde en voz baja. —¿Te divertiste? —le pregunto, necesitando asegurarme de que se siente bien. Ella asiente en respuesta, pero sonríe con timidez y lo tomo como una buena señal. —Está bien, bueno, no hay ni una ducha que funcione aquí, pero el medio baño de la planta baja funciona. Te llevaré allí. Puedes limpiarte mientras caliento la cena. —Está bien —está de acuerdo. —Todavía tienes hambre, ¿verdad? —Me estoy muriendo de hambre. —Bien. —La ayudo y la llevo al cuarto de baño, dejándola sola que recupere el control. Mientras caliento la cena, pienso en lo que acaba de ocurrir en el balcón y en cómo esta chica nunca deja de sorprenderme. Pero igual que todas las cosas buenas, una parte de mí está aterrorizado de que llegue a su fin.
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Emelia~ —¿Irás a casa para el cumpleaños de papá o qué, Em? —No lo sé. —Tienes que hacerlo. No sólo mamá no va aceptar que no estés allí, sino que tampoco puedes dejarme arreglándomelas por mi cuenta. No saben que iré, y para rematar, voy a llevar conmigo a Colin y a presentarlo como mi prometido. Te necesito. —Lo sé, Hannah, es sólo que no les he dicho sobre Max y Xander todavía, y no quiero ir a casa y no llevarlos conmigo. —¿Por qué no se los has dicho? —Porque mamá todavía está tratando de juntarme con Garrett y enloquecerá si le digo que estoy saliendo con un hombre que es ocho años mayor que yo y que tiene un bebé. No pienso que vaya a terminar bien. —No puedes seguir haciendo eso. No puedes seguir viviendo tu vida de acuerdo a lo que mamá quiere. Tienes que dejar de darle tanta importancia. Ella vivió su vida, Em. Ha hecho miserable a todo el mundo por años, y ahora, es el momento para que vivas la tuya y seas feliz. —Lo sé. —Amas a Max y a Xander, y ellos te aman. Eso es algo hermoso. No deberías estar ocultándolo. —Tienes razón. Voy a contarles sobre Max y Xander, y voy a invitarlo a la cena de cumpleaños de papá. —Bien. —Pero tengo otro problema. —¿Cuál? —No le he dicho a Max que tenemos dinero. —¿No le has dicho que eres rica? —Odio esa palabra.
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—¿Por qué? Es lo que es: eres rica. Tienes dinero, fin de la historia. ¿Qué crees que vaya a pasar cuando se lo digas? —No lo sé. Max es un sobreviviente. Salió de la nada y construyó una vida por sí mismo, y simplemente no quiero que piense que soy una niña mimada. —Él te conoce. Sabe que no eres una niña mimada, pero has estado con él durante casi siete meses, Em. Estará molesto de que le hayas mentido. —No le mentí. Él nunca me lo preguntó. —Le mentiste. Le mentiste por completo. ¿Por qué te iba a preguntar si eras rica? Estás viviendo en un apartamento en Nueva Jersey trabajando como trabajadora social. ¿Qué en todo eso le daría la idea de que tienes dinero? —Lo sé, y ahora, ha pasado tanto tiempo que no sé cómo decírselo. —Sólo díselo. Lo entenderá. —Bueno. —Te quiero. —Yo también te quiero. No puedo esperar a verte y a Colin. —No puedo esperar a conocer a tus chicos. Desconecto la llamada y rápidamente me cambio a un par de pantalones de yoga y a una camiseta sin mangas. Me pongo un suéter ligero, agarro las llaves, y voy a la casa de Max para relevar a la señora Park. Mis días favoritos de la semana son los días que voy allí y paso tiempo con Xander primero. Es nuestro tiempo de unión especial, y me encanta. Utilizando la llave que Max me dio, me permito entrar en su apartamento. La señora Park está limpiando la cocina, y Xander chilla al verme. —Hola, guapo —le digo mientras me acerco a él y lo levanto. Me aprieta la cara con sus pequeñas manos regordetas y pone su boca abierta en mi mejilla. Es. El Mejor. Beso. Del. Mundo—. ¿Cómo está mi niño? ¿Me extrañaste? —Él siempre extraña a su mamá. Mi cuerpo se congela con las palabras de la señora Park, y todo lo que puedo hacer es mirarla. Oírla referirse a mí como la madre de Xander me hace algo. Tal vez porque en el fondo es lo que quiero ser, pero no puedo decirlo, no puedo pedir el título, porque no soy su verdadera madre. Max y yo estamos juntos, pero nunca ha surgido el tema. —Señora Park. —Una madre es la que se encarga de ti, la persona que te quiere, que te nutre, y a veces esa persona no es la que te da a luz. La verdadera madre de Xander
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falleció y eso fue trágico, fue tan triste, cariño. Pero tiene una madre. Tiene a una mujer increíble con tanto amor para dar, para hacerse cargo de él. —Cree… —Veo la forma en que lo miras. Lo veo escrito en toda tu cara. Él ya sabe lo que eres, míralo. Bajando la mirada, veo la mano de Xander agarrando mi camisa, con su cabeza apoyada en mi pecho aferrándose a mí como, bueno, como a una madre. —Tengo miedo de que a Max no le vaya a gustar. —Confieso algo que he estado sintiendo desde hace meses. —Max también lo quiere. Tal vez si los dos dejan de estar asustados y solo hablan de ello, es posible que se sorprendan gratamente por el resultado. Por Dios, ¿qué pasa con todas las lecciones que recibiendo de la gente hoy? Primero, Hannah, y ahora, la señora Park. Ambas tienen razón, sin embargo; es tan obvio que necesito discutir estas cosas con Max. Cosas que he estado conteniendo porque tengo miedo de cómo reaccionará. —Hablaré con él. —Bueno. Bien, debo irme. Buenas noches, querida. —Igualmente. Cuando se va, me dirijo al sofá con Xander y me acurruco con él. Él hace lo mismo conmigo, acurrucado contra mí y viendo mientras paso mi dedo a lo largo de la palma de su mano. Lleva el chupón a su boca con una mano y mantiene su cabeza en mi pecho. No se necesita mucho tiempo para que se duerma. No debería dejarlo tomar una siesta en este momento porque probablemente va a estar despierto toda la noche, pero no me importa. Me quedaré despierta con él si tengo que hacerlo, pero sólo quiero disfrutar de este momento cómo lo que es. Hago esto todo el tiempo, me siento con él y lo abrazo o lo pongo en el suelo y juego con él, y mientras lo hago, me pongo a pensar que debería valorar el momento, nunca olvidarme de lo pequeño que una vez fue. Entonces me castigo a mí misma, porque no tengo el derecho a pretender que los recuerdos con él sean míos para guardarlos.
Para el momento en que termino de hacer la cena, mis nervios están disparados. Después de mis conversaciones con Hannah y la señora Park hoy, decidí que no podía seguir guardándome las cosas en cuanto a Max se refería. Lo amo. Estoy tan locamente enamorada de él, y si tengo alguna posibilidad de conservarlo, tengo que ser honesta con él. Como hace todas las noches, fija sus ojos
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en mí, dándome un saludo en silencio y va camina directamente a Xander cuando llega a casa. Tienen su momento juntos, y yo uso el tiempo para servirle un plato de camarones rebozados y pollo sobre una cama de pasta. Pongo el plato abajo junto con una bebida y me dirijo a la sala de estar. Me besa con dulzura y la atracción está ahí, como siempre, como espero que siempre esté. —Ve a comer. Yo lo cuido. —Él me da a Xander y se dirige a la mesa, mientras lo pongo en su caminador. Me aseguro de que no pueda alcanzar o tropezar con algo peligroso y luego lo suelto. Él recorre el apartamento deteniéndose a jugar con los juguetes pegados al caminador de vez en cuando. Lo tengo en mi línea de visión mientras tomo asiento en la mesa con Max. —¿Cómo estuvo tu día?—le pregunto. —Ocupado, pero ocupado, es bueno para los negocios. —Bien. —Voy a necesitar que te pases por el proyecto algún día próxima semana. Hay unos pocos lotes que quiero que veas en los que potencialmente podemos construir, y quiero que les des un vistazo. —Eso es muy emocionante. No puedo esperar —le digo con la esperanza de que todavía vaya a querer vivir conmigo después de enterarse de que he sido menos que honesta acerca de mi vida. —¿Estás bien? Pareces como callada. —Por supuesto, lo estoy porque generalmente hablo a mil por hora cuando llega a casa, para contarle de cada segundo de mi día. —Tengo que hablar contigo de algo. Sus ojos parpadean con lo que me parece preocupación mientras baja su tenedor. —¿Qué pasa? —Estaba hablando con Hannah hoy y... —Soy interrumpida por Xander, quien estaciona su caminador frente a nosotros, mira atrás y adelante entre nosotros, y al instante comienza a llorar. —Oye, amigo, ¿qué te pasa? —le pregunta Max sacándolo del caminador—. Oh, necesitas un cambio de pañales, ¿eh? —Termina tu cena, cariño. Lo voy a cambiar —digo rápidamente levantándome y sacando a Xander de sus brazos. —¿Estás segura?
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—Sí, totalmente, hablaremos cuando haya terminado. —Bien. Muy bien, soy una cobarde de mierda, lo sé, pero quiero besar a Xander por su perfecta sincronización en este momento. Mi corazón late con fuerza al doble de tiempo, y mis nervios se disparan. ¿Por qué es tan difícil para mí? Debería haberle dicho sobre el dinero de mi familia hace mucho tiempo. Es probable que ni siquiera lo perturbe porque con Max no se trata de dinero. Me toma dos veces más de lo normal cambiar el pañal de Xander porque me tomo mi dulce tiempo. Estoy tratando de retrasar mi plazo de ejecución tanto como sea humanamente posible. Para cuando mi desaparición empieza a parecer ridícula, decido volver a enfrentarme mi castigo. Oigo hablar a Max cuando entro en la habitación y me imagino que debe estar en el teléfono. —Correcto. Sí, señor, se lo diré —dice antes de desconectar el teléfono... Mi. Teléfono. Mierda, mierda, mierda. Se vuelve cuando oye las palabras de bebé de Xander. Lo bajo y doy unos pasos más cerca de Max. Él se acerca a mí, su cara es ilegible; con mi teléfono en la mano, y me mira fijamente como si fuera una pistola humeante. —El teléfono sonó. Vi un número de Connecticut y pensé que podría ser ese idiota ex tuyo. —Está bien. No he sabido nada de Garrett desde esa noche. Te lo hubiera dicho —digo tomando el teléfono de él y mirando el registro de llamadas —la línea de la oficina de mi padre. —¿No tienes el número de tu padre grabado en tu teléfono? —Me llamó desde su oficina, y nunca llama de allí. Tengo su celular y el número de la casa grabado. —Él asiente pero no dice nada más. Es difícil e incómodo, pero tengo que pasar por esto—. ¿Qué te dijo? —Quería saber si irás a su cena de cumpleaños el próximo fin de semana. —Oh. —No sabía nada de mí, Em. —Hay una herida-innegable en su voz, y me mata porque esa es la última cosa que quería. Es sólo que no sé cómo solucionarlo sin que sea peor. —Lo sé. Eso es de lo que quería hablarte. —Entonces habla, estoy escuchando —dice despectivamente. Yo dejo escapar un suspiro, porque esta no va a ser una conversación fácil.
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—¿Podemos sentarnos? A pesar de que se ve frustrado conmigo, obedece mi petición y se sienta en el sofá. Me siento al lado de él, girando mi cuerpo para enfrentarlo. —Te conté un poco sobre mi familia antes. Soy más cercana a mi padre que a mi madre. —Sí, tu madre te quiere controlar y te ve casada con Garrett. —Sí. Pero es más que eso, ella es… —Hago correr mi cerebro tratando de pensar en una manera de describirla, cómo es, cómo se comporta, y cómo tira de las cuerdas como un titiritero. No hay manera fácil de decir nada de eso, así que sólo le digo la verdad más obvia. —Ella nunca te aceptaría, no para mí, no hay manera en el infierno. —Quiero retractarme de las palabras inmediatamente, dándome cuenta demasiado tarde de cuán francamente las dije. Lo insensibles que sonaron. —¿Qué? —Como había previsto, se ve tan enojado como herido. —Bueno. Dios, eso sonó muy mal. Mi familia es rica, Max. Tienen un montón de dinero, y mientras que mi padre es impresionantemente amoroso y sin prejuicios, mi madre es todo lo contrario. La única clase de hombre aceptable para una de sus hijas es el que viene con una cuenta bancaria grande y gorda. —¿Alguien como Garrett? —cuestiona ácidamente. —Exactamente —confirmo. —Entonces no quieres presentarme con ella porque no soy lo suficientemente bueno para ti. —No. Nene, no quiero presentarte con ella, porque me temo que veas qué tipo de persona es y creas que yo también soy así. Que soy una mimada, egoísta y estirada. No quiero que pienses mal de mí. —Emelia. —Te amo. A ti y a Xander los quiero demasiado, y tenía miedo de que si te decía sobre mi familia y su dinero, te alejarías y no podría soportarlo. Quería que me amaras a pesar del hecho de que fui criada por alguien como ella. —Lo entiendo. —Y hablé con Hannah antes y ella me animó a decírtelo porque... —Nena, para. Lo entiendo, pero debes saber que nunca pensaría en ti como mimada o cualquiera de las otras cosas que dijiste. —¿No estás enojado conmigo?
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—Bueno, no estoy feliz de que me lo ocultaras. Tienes que dejar de mentirme cuando piensas que va a ser algo que no quiero oír o algo que tengas miedo de cómo voy a manejar. Necesitas confiar en mí con todo para que esto funcione entre nosotros, Em. —Lo sé —le contesto tímidamente. Nunca me di cuenta de cuán difíciles son las relaciones o tal vez es sólo que no soy buena en ellas. Desde luego, no tuve un buen maestro en Garrett. Estaba demasiado ocupado siendo un idiota todo el tiempo—. Prometo que lo haré mejor. —Está bien —dice en voz baja, y me sorprende lo bien que manejó todo esto. He visto cómo puede estallar su temperamento, y aunque sé que nunca realmente me haría daño, no es fácil verlo—. ¿Cuándo te volviste tan maduro cuando se trata de discutir? Él me sonríe. —Soy un trabajo en progreso. Mis brazos instintivamente se envuelven alrededor de su cuello, y estoy tan feliz cuando pone los suyos alrededor de mi cintura. —Siento mucho no habértelo dicho antes. —Sus labios encuentran mi cuello y coloca un beso diciéndome que todo está perdonado. —¿Eso es todo lo que querías hablar? —No —le digo, re-acomodándome a mí misma para sentarme en su regazo— . Quería pedirte que vinieras a la cena de cumpleaños de mi padre conmigo. No iba a ir, pero Hannah le presentará a Colin a todo el mundo. Creo que si mi madre va a tener un colapso, bien podría pasarle igual, con sus dos hijas arruinando sus esperanzas de dominar el mundo al mismo tiempo. —¿Estás segura de que me quieres allí? —Sonríe. Inmediatamente, asiento en confirmación. No quiero que piense que no lo quiero conmigo. No quiero que dude de eso en absoluto. —No quiero ir sin ti. —Entonces voy a ir. —Desliza una mano en mi cabello haciéndome sentir calor por todas partes. Me encanta esta sensación, y he llegado a necesitarla. Estoy agradecida de que reaccionara mucho mejor de lo que jamás podría haber esperado. Apenas incluso pareció inmutarse por todo lo que le dije. Doy un suspiro de alivio de que todo haya terminado. Ahora, sólo tengo que superar esta reunión con mis padres. La única cosa que sé con certeza es que no importa lo que suceda el próximo fin de semana, no voy a dejar que mi madre arruine mi
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oportunidad de ser feliz. No voy a dejar que me quite la familia que estoy tratando de construir aquí con Max y Xander. Pienso en lo que la señora Park dijo antes y decido guardar esa conversación sobre Xander para otro día. Creo que han habido suficientes temas incomodos discutidos esta noche, y todo lo que realmente quiero hacer es meter a Xander a dormir, entrar en la cama con Max, y hacer el amor. El resto puede esperar.
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Max~ Emelia y yo decidimos dejar a Xander con la señora Park esta noche. Pensamos en traerlo, pero decidimos que sería mejor que sus padres me conocieran antes de presentarles un bebé. Cuando descubrí que su familia era rica, mi primer pensamiento fue que había estado en lo correcto hace todos esos meses, que Emelia era demasiado buena para estar con un tipo como yo. Pensé que se merecía algo mejor y entonces me di cuenta de que su dinero no era suyo. Se mudó a otro estado, tomó un trabajo promedio y se instaló en su apartamento normal de día porque no se trataba de dinero. Sé que el tamaño de mi cuenta bancaria no le importaba. Cuando le pregunto por esta noche, me dice que van a ser solo sus padres, su hermana y el novio de su hermana. Eso significa que todos los ojos estarán puestos en ese pobre tipo Colin y en mí. Me pregunto a cuál de nosotros odiarán más sus padres. Debido a que Hannah ha estado fuera de casa y que dio a conocer su rebeldía por más tiempo que Emelia, estoy suponiendo que el más odiado probablemente voy a ser yo. Emelia indica que debería ir al camino de entrada a unos pocos metros delante de nosotros y cuando lo hago, el gran tamaño de su casa me sorprende. Creo que, tal vez, Emelia minimizó lo rica que realmente es su familia. Vamos de la mano por el camino a la casa abierta. Sucede tan pronto como entras por la puerta. Pensé que tendría un minuto para instalarme en el caos antes de que comenzara, pero en el momento en que nos encontramos con el hall de entrada, podemos escuchar una discusión ya en curso. —¿Cuál es tu problema? —Escuchamos gritar a alguien. —Mierda, es Hannah —dice Em, prácticamente jalándonos a través del frente de la casa a lo que parece una sala de estar llena de rostros desconocidos. —¿Estás comprometida y no creíste que sería prudente hacer a tu familia consciente de eso o incluso de que estabas viendo a alguien en absoluto? —¿Por qué iba a hacer eso, madre? Realmente no es asunto tuyo. Emelia da unos pasos en la habitación. —¿Hannah?
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—Em —responde su hermana, volviéndose hacia nosotros. Puedo ver al instante el parecido entre las dos; tienen muchas de las mismas facciones, mismo color de ojos, nariz, postura. Hay diferencias también, donde Hannah es alta y delgada, Emelia es ligeramente más baja y con más curvas. Algo que me funciona de una manera grandiosa. Tiene ojos amables, sin embargo y en este momento, están plantados en mi chica y están llenos de una gran cantidad de amor y de alivio. Prácticamente saltan a los brazos de la otra y yo doy un paso atrás sin querer entrar en el camino de su reunión. Tomo breve nota del hombre que está más cerca de Hannah; es joven, en forma y bien vestido. Obviamente, su prometido, Colin. Le doy un movimiento de barbilla, uno que él regresa antes de que mi atención se aleje. —¿Quién es este? —La pregunta viene de quien sé es la madre de Em; es fría, dura y claramente infeliz. No me esperaba y no está feliz de que esté aquí. —Max, ¿verdad? —pregunta su padre caminando hacia mí y estirando la mano. Emelia y Hannah ahora se han separado, pero sus manos no se desconectan mientras ven en nuestra dirección—. Encantado de conocerte, hijo —dice, con gusto, acogedor y nada como su esposa. —Encantado de conocerlo también, señor Masters. —Lo siento, Corrine, debo haber olvidado mencionar que Emelia traería a su novio con ella esta noche. Max, esta es mi esposa, Corrine. —¿Se te olvidó? —suelta ella antes de que tenga la oportunidad de saludarla. Siento la presencia de Em venir detrás de mí y desliza su mano en la mía—. ¿Cómo es que olvidaste decirme algo por el estilo? Y tú. —Se vuelve con su mirada mortal sobre Em y yo la tiro más cerca—. No he sabido nada de ti en semanas, no has regresado una sola de mis llamadas y ahora, ¿apareces aquí acompañada por alguien que no conozco? —Lo siento, madre, pero he estado ocupada. Y la verdad es que no creo que tenga que correr a ti cuando decido empezar a ver a alguien. Tengo veinticuatro años, soy empleada y vivo por mi cuenta. —Emelia Masters, ¿qué te pasa? Puedo decir mucho en respuesta a esa pregunta, pero contengo mi lengua, porque en realidad me gusta el Sr. Masters y me gustaría mostrarle respeto en su propia casa. —Te escuché hablar con Hannah cuando llegamos y me di cuenta de que nunca vas a cambiar. No la has visto en años. En años porque tuvo que mudarse a un país totalmente lejos de ti y finalmente está de regreso, incluso si es solo para
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una corta visita y te vas contra ella inmediatamente. ¿Por qué te molesta tanto ver felices a tus propias hijas? —¿Contenta? Dime, Emelia, dime qué hace tu amigo aquí para vivir. Las fosas nasales de Em se abren con ira, con la mano apretada en la mía y puedo decir que podría romper a llorar porque está tan enojada. —Soy copropietario de una empresa de construcción —interrumpo, tratando de darle tiempo a mi chica de recuperarse. Esta perra es irreal, apenas con un pie en la puerta y se va contra sus hijas de esa manera. Ella se ríe, se ríe real y jodidamente. —¿En construcción? —dice como si fuera la cosa más absurda que jamás hubiera escuchado. También podría haber dicho que llenaba bolsas de compras para ganarme la vida, no soy nada para ella y nunca voy a ser nada en lo que a ella se refiere—. ¿Con este es con quien estás saliendo? ¿Con un trabajador de construcción? —Corrine —le advierte el Sr. Masters. Parece a punto de explotar—. Basta de esto. Tuve suficiente de ti alejando a nuestras hijas. —Quiero lo mejor para ellas. Quiero que tengan todo. —Dinero —dice Emelia—. Quieres que tengamos dinero. No te preocupa lo que queremos, lo que nos hace felices. —No, en realidad eso la haría una buena madre. —Eso viene de Hannah, quien tomó su lugar junto a Colin ahora, pero mira a su madre con disgusto—. Lo siento, papá. Quería estar aquí por ti, pero no debí haber venido. Me casaré con un buen hombre, alguien a quien amo con todo mi corazón y eso no es lo suficientemente bueno para ella. Ninguna de nosotras volverá a ser lo suficientemente buena para ella. —Tienes razón. Desprecio la mediocridad y las crié a ambas para algo mejor que eso. Les enseñé cuál era su lugar y como continuar su apellido. —Gracias a Dios, no te escuchamos, o ambas seríamos tan miserables como lo eres ahora. Fría y miserable y no queriendo ver a nadie más feliz. —¿Crees que eres realmente feliz, Emelia? ¿Vas a ser feliz peleando, viviendo cheque a cheque de pago en una casa pequeña en algún lugar sin nada que mostrar por ti misma? —Siempre y cuando tenga a Max y a Xander, seré feliz. —Em se retrocede un paso, con la espalda tocando mi frente. Se dio cuenta demasiado tarde de que solo abrió una nueva lata de gusanos. Por instinto, mi brazo se envuelve alrededor de su cintura en señal de protección.
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—¿Xander? —pregunta su madre con frialdad. Cuadrando mis hombros, al mismo tiempo aprieto mi agarre en Em. —Mi hijo. —Bueno, eso es solo divertido. Él tiene un hijo. —gruñe en dirección de su marido—. ¿Sabías eso? ¿Apruebas eso? —Corrine, a quién le importa. Están contentos. Déjalos ser. —Dejar que sean, ¿dejarlos ser? Y qué le digo a Garrett, que por cierto debe llegar aquí en cualquier momento. —El cuerpo entero de Emelia se pone rígido en mis brazos. Tiene miedo de ese idiota, le dijo a su madre que había terminado con él y ella todavía lo invita aquí. —¿Por qué diablos vendrá?— Eso viene de mí. Sí, ahí va el respeto. Vuela por la ventana junto con mi paciencia. —No te atrevas a hablarme de esa manera. —Señora, ¿sabe que ese hombre se presentó en el trabajo de su hija y la amenazó, que la llamó todas las noches durante meses y la acosó? El Sr. Masters da un paso en nuestra dirección, su expresión está empezando a coincidir con la mía. —¿Qué? Emelia, no me dijiste que continuó acosándote. —Lo sé, papá, pero Max se encargó de ello. —Eso es ridículo. —Todo el mundo mira a la madre del infierno—. Garrett nunca le haría daño a nadie. Emelia sacude la cabeza con incredulidad. —Dios, eres demasiado. —Ya terminé con todo esto. Hannah, renuncié a que alguna vez fueras más que una decepción. Si quieres pasar tu vida lejos en otro país con este hombre, que así sea. No me sorprendería en lo más mínimo —dice, mirando a Hannah como a un parásito. Cuando vuelve su atención de nuevo a Emelia, su mirada no se suaviza ni un poco—. Emelia. Tienes la oportunidad de una buena vida. Garrett es perfecto para ti. Puede cuidar de ti y asegurarse de que tengas todo lo que siempre has querido. —Tengo lo que quiero. —Si sales de esta casa con ese hombre, te negaré. Te lo juro, no verás un centavo de mí. —No necesito tu dinero. No lo quiero, pero incluso si el dinero fuera un problema, creo que has olvidado que heredaré mi fondo fiduciario dentro de unos meses y no hay absolutamente nada que puedas hacer al respecto.
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¿Que. Mierda? ¿Acaba de decir que está a punto de recibir una herencia? En ese momento, estoy totalmente sin habla. Esta chica solo convenientemente olvida decirme los principales detalles de su vida como se olvidó lo que tuvo para el almuerzo hace dos días. Mantengo mi lugar a su lado y trato de contener mi frustración con ella en secreto. En esencia, solo renunció a su relación con su familia por mi hijo y por mí, pero mantener eso en perspectiva sigue siendo un reto. —Considérate rechazada entonces, Emelia. El Sr. Masters agarra del brazo a su esposa y le da una sacudida. —Corrine, no puedes negar a tus propias hijas. Terminé con ser dominado por ti. —Phillip, suéltame. —Papá— interviene Hannah—. Déjala. Nunca va a cambiar, y siempre nos tendrás a Em y a mí. Pelear con esa mujer simplemente no vale la pena. —Ella tiene razón, papá —dice Emelia—. Siento que tu cumpleaños se arruinara, pero no puedo quedarme aquí. No puedo estar cerca de ella y absolutamente no necesito otro encuentro con Garrett. —Se escapa de mi agarre y le da a su padre un abrazo antes de volverse hacia mí. Hannah hace lo mismo y luego juntos los cuatro salimos de esa jodida casa. Tenemos una breve presentación y despedidas en nuestros autos estacionados. Breve porque Emelia realmente no quiere ver a Garrett. Hannah decide que ella y Colin se irán a hacer su salida de su hotel en Connecticut mañana y vendrán con nosotros a un lugar. Hacemos planes para reunirnos mañana por la noche para cenar antes de partir en diferentes direcciones. Mientras conduzco, me tomo tiempo para calmarme. Estoy frustrado, pero realmente no quiero tomarlo contra ella. Sigo recordándome a mí mismo que, además de ese idiota, no ha tenido ninguna experiencia con una verdadera relación. Ni yo tampoco y sé que es necesario que haya una curva de aprendizaje para los dos. —Siento mucho que tuvieras que lidiar con eso. Sé que no significa que sea mejor, pero es por eso que no te dije acerca de ellos antes. —Tu madre es un caso serio. —Eso es un eufemismo. —No importa, se acabó. Ella se queda callada después de eso, mirando por la ventana. Pensativa. Probablemente pensando en lo que pasó con su familia y lo que eso significa.
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Debería dejarla sola, dejar que sea, pero no puedo putamente evitarlo. Necesito saber la pieza faltante del rompecabezas que es Emelia. —Mencionaste algo acerca de una herencia de tu madre. —Sí. —¿Qué quisiste decir con eso? —Mi abuelo, el padre de mi madre, nos dejó a mi hermana y a mí dinero en su testamento. El dinero se ha mantenido en depósito hasta que cada una de nosotras cumpla veinticinco. Hannah ya recibió la de ella y yo recibiré la mía en unos pocos meses. —¿Cuánto dinero es? —No sé la cantidad exacta, pero probablemente es alrededor de cinco millones de dólares. —No me dijiste de eso —la acuso a través de mis dientes apretados. —Max. No, no es algo que estuviera tratando de ocultar de ti. Sinceramente, ni siquiera pienso en ese dinero. Ha sido algo que he sabido por años, pero que siempre ha sido algo de un futuro lejano. —Correcto —le contesto con semi-sarcasmo. ¿Quién diablos se olvida del hecho de que está a punto de heredar millones de dólares? Oh, sí, alguien que siempre tuvo millones de dólares. Ese tipo de dinero es probablemente nada para ella. —Nené, te lo juro. Te juro, que no fue una mentira intencional. —Estoy cansado, Em, ¿podemos hablar de esto más adelante? Está de acuerdo con vacilación, pero sé que le cuesta. Odia la idea de que esté enojado con ella, de que tengamos algo que potencialmente nos podría romper. Una parte de mí quiere aliviar sus preocupaciones, pero no lo hago. Dejo que cuelguen sobre nosotros como una amenazante nube de tormenta a pesar de que sé que le duele. No digo nada porque en la raíz de todo, soy un idiota y prefiero hundirme en mi propia frustración que calmar su mente. Cuando llegamos a casa, acompaño a Emelia a su puerta; ella me mira con confusión en su rostro. —¿La señora Park se quedará con Xander desde esta noche a la mañana? — pregunta. —No. Solo estoy cansado. Manejar de ida y vuelta realmente me cansó, así que me iré directamente a la cama. —¿Entonces, no quieres que pasar aquí la noche?
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—Solo necesito tiempo para pensar. —¿Sobre qué? —Está empezando a agitarse ahora. Está visiblemente molesta y me odio por hacerla pasar esto, pero solo tengo que aclarar mi cabeza ahora mismo. —Un montón de mierda sucedió esta noche, Em y es mucho para asimilar. Solo necesito una noche para comprender toda esta mierda. —¿Qué es lo que tienes que comprender? —Oh, no lo sé. ¿Como el hecho de que mi novia es una maldita millonaria? —¿Hablas en serio? A quién le importa, Max, es solo dinero. Me importa una mierda. —Por supuesto que no, ¿cómo podrías dar una mierda por algo que nunca has peleado por tener? —Oh Dios mío. —No. Em, no quise decir eso. —Mimada niña rica, igual que mi madre, ¿verdad? Como te dije que podrías pensar de mí. —No me refiero a eso. Estoy frustrado, está bien. —¿Tan frustrado que no quieres pasar la noche conmigo cuando no hemos pasado una noche separados en más de seis meses? —Sí. —Si me alejas esta noche, no estoy tan segura de que quiero que vuelvas. —Joder —medio grito—. No hagas eso. No me hagas esa mierda. No necesito un puto ultimátum. Te estoy pidiendo una noche. No es el fin del mundo. Ya hablaremos de eso mañana —dije alejándome de ella y caminando hacia la puerta. Llego a mitad de camino antes de detenerme en seco. —Si estoy aquí. —¿Disculpa? —pregunto, girando. —Dije que hablaremos mañana si estoy aquí. —Se da la vuelta, pone la llave en la cerradura y abre la puerta del frente. —Esa es una amenaza, Em. —Tómala como quieras —dice, caminando por la puerta abierta—. Buenas noches. —Muerde antes de golpear la puerta cerrándola. Puedo escuchar sus cerraduras y quiero patear la puerta como la mierda, pero aplaco mis irracionales
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impulsos y voy a mi apartamento. En el fondo de mi mente, espero que no haya acabado de cometer el mayor error de toda mi vida.
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Max~ Tumbado en la cama, paso y paso los canales en la televisión, quizá por décima vez desde que llegué a casa. Fijo la mirada en la pantalla, pero no podría decir lo que hay en ella. De repente, soy muy consciente de cuán fría es esta cama sin Emelia. Han pasado más de dos horas desde que me alejé de ella en el pasillo y ya la echo de menos como la mierda. Echo de menos la forma en que se mete en mis brazos por la noche cuando no puede acercarse lo suficiente a mí. Estaba molesto por el dinero porque, de repente, la vida que le ofrecía no parecía tan atractiva. No sentía como si se pudiera comparar con lo que ya tenía a su alcance. Así que en lugar de hablar de ello y decirle lo que sentía, de contarle lo que me preocupaba, me cerré. Me alejé de ella y me duele que tomara una posición en contra de su propia madre por mí. Ella salió de la casa, con la mano en la mía como si estuviera orgullosa de tenerme en su brazo y le importó una mierda lo que pensara. ¿Cómo pagué eso? Siendo mi idiota habitual. Esto es estúpido. Agarrando mi teléfono de la mesa de noche, la llamo. Tengo que decirle que lo siento, pedirle que venga otra vez, que vuelva a casa. No contesta, lo que hace más que confirmar lo que ya sé... Está enojada conmigo. No puedo decir que la culpo. Sin pensarlo dos veces, me levanto, me pongo unos pantalones de chándal y una camiseta, agarro mis llaves y tomo el monitor de vídeo de Xander del enchufe así lo podré ver. Voy con pasos silenciosos a través de mi apartamento, por la puerta y al otro lado del pasillo hasta la puerta de Em. Toco una, dos, tres veces sin obtener respuesta. —Em, abre —grito dándole a la puerta otro golpe. Debería irme a casa, darle la noche para calmarse y volver por la mañana, pero no puedo putamente dejar las cosas así. No puedo pasar la noche sabiendo que cree que estoy enfadado con ella. Tengo que arreglar esto. Utilizando la llave que me dio, abro la puerta, pero cuando agarro el pomo de la puerta, le doy un toque y se abre. Le he advertido acerca de mantener la puerta cerrada con llave y claramente, no me hizo caso. A medida que camino a su apartamento, me golpea que algo está mal. Escuché el sonido de sus cerraduras cerrarse antes. Inmediatamente, sé que no está aquí; se ha ido y mi piel se eriza y mi corazón comienza a latir al doble. Nada parece estar fuera de orden, no se ve mal, pero lo siento. Me dirijo a la habitación,
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por si acaso estoy equivocado y ella está aquí, pero cuando llego allí, la habitación está vacía. ¿Adónde fue sola en medio de la noche? Mi cerebro me dice que esto está mal, algo está mal y puedo sentir el temor establecerse en mí. Esa sensación de pánico comienza a tomar fuerza y tengo que luchar contra ello, porque el pánico no me ayudará en este momento. Respirando profundamente, miro alrededor de la habitación en busca de pistas. Su cama está hecha, lo que significa que no se acostó. En la cómoda está su bolso, como si lo hubiera arrojado allí cuando entró en el dormitorio. No habría ido muy lejos sin su bolso. —Mierda. —Compruebo el monitor para asegurarme que Xander todavía está dormido y luego camino a la bolsa de Em. Cuando la abro, veo su celular y las llaves allí junto con sus tarjetas en la billetera, dinero, licencias y tarjetas de crédito. Él la tiene. En mis huesos, sé de alguna manera que el ex-hijo de puta llegó a ella. —Mierda—grito. El terror se apodera de mí, mientras agarro mi teléfono y le marco a la señora Park primero. Le doy un breve resumen y le pido que venga a mi apartamento para mantener un ojo en Xander. No sé dónde tiene a Em y necesito saber que Xander está bien para poder centrarme en esto. Llamo a Hannah después, por si acaso ella y Colin decidieron venir esta noche y recoger a Em. —No he hablado con ella desde que nos dijimos adiós, Max. ¿Qué está pasando? Esa sensación hundiéndose en la boca de mi estómago regresa de nuevo mientras la poca esperanza que estaba sosteniendo se aleja. Me siento como un animal enjaulado necesitando salir y buscarla, pero estoy atascado. No tengo nada para continuar. —Creo que Garrett la tiene. —¿Cómo es posible? —grita y puedo escuchar el miedo en su voz. El sonido es demasiado para asimilarlo; me llega, porque yo también lo siento. —Porqué putamente la dejé sola. —¿Qué hacemos? Tengo que pelearme con el pensamiento racional, armar algún tipo de plan que tenga sentido. No se trata de mí, se trata de Em, y entre más tranquilo esté, mejor oportunidad tengo de traerla de regreso. —Llama a tu padre y averigua si ha hablado con ella. A ver si Garrett apareció esta noche como tu madre dijo que haría y si no es así, ve si puedes averiguar su dirección. Voy a llamar a la policía.
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—Bien. Voy a llamar a papá y entonces iremos allí. Mantén tu teléfono contigo —dice con determinación en su voz. No podría sacarla incluso si lo intentara y en este momento, voy a tomar toda la ayuda que pueda conseguir. —Lo haré —le digo antes de colgar. Llamo a la policía, a quien probablemente debería haber putamente llamado primero, pero quería asegurarme de que no estaba exagerando. Tratan de decirme que tengo que esperar veinticuatro horas antes de que pueda presentar un informe de persona desaparecida, pero cuando les digo que creo que ha sido secuestrada, me dicen que enviarán a alguien. Estoy subiendo por las paredes mientras espero que lleguen pensando en todas las cosas que podrían estar pasándole en este momento. En un momento de claridad, vuelvo a la habitación, reviso la bolsa de Emelia y veo su teléfono, pensando que tal vez cuando transfirió sus contactos al nuevo teléfono que le compré, la información de Garrett la hubiera guardado en allí también. —Por favor Dios —ruego, moviéndome por los números. Cuando encuentro su nombre, la sensación de alivio que siento es tremenda. Aprieto el botón de llamada y suena varias veces. Estoy a punto de perder la esperanza, pero finalmente contesta. —Estaba esperando que me llamaras. Dime ¿cómo se siente cuando el zapato está en otro pie? ¿Qué te parece no poder llegar a ella, idiota? —¿Dónde diablos está? —Está donde pertenece. Conmigo. —Voy a matarte si le haces daño. ¿Me entiendes? Voy a matarte. —Tendrías que encontrarme primero. —Se ríe, después desconecta el teléfono y aprieto el número de contacto de nuevo. Esta vez, se va directamente al correo de voz. Si estuviera en frente de mí ahora, cumpliría mi amenaza. Lo mataría y le causaría dolor. Pienso en Em, probablemente asustada y la idea me enfurece. Este sentimiento inútil que tengo solo lo hace peor. Lanzo el teléfono contra la pared, pero hay un golpe en la puerta justo cuando estoy contemplándolo. Dos agentes uniformados están ahí cuando abro la puerta y una vez que les explico lo que pasó y me hacen una serie de preguntas estúpidas, les doy acceso a la vivienda. Mi celular suena y en el momento en que lo hace, estoy orando porque sea algún tipo de noticia. Cualquier noticia ahora sería mejor que nada. —Sí. —Max, soy Phil Masters. ¿Has sabido algo de Emelia?
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—Hablé con Garrett y confirmó que la tiene. Lo restregó en mi rostro y colgó. No pude conseguir sacar otra cosa de él. —¡Maldita sea! —grita—. Todo esto es tú culpa, Corrine. Si algo le pasa a mi hija, será porque empujaste a ese loco imbécil hacia ella. —Le escucho decir. —Garrett nunca le haría daño. No seas ridículo. —Estás siendo malditamente delirante —suelta antes de volver su atención hacia mí—. Estamos en camino para allá, Max. Te enviaré mensajes con todas las direcciones de las propiedades que posee el padre de Garrett. Dale eso a la policía inmediatamente. —Lo haré. Se sienten como horas perdiendo el tiempo sin hacer nada; horas sin fin que se sienten más como días. La cantidad de policías ha crecido de manera exponencial; Hannah está sentada con Colin viéndose mucho como me siento, una combinación de miedo y enojo. El padre de Emelia está tratando de obtener información de cualquier persona que hable con él, mientras su madre se ve como que todo esto es solo un inconveniente menor. Como si Emelia caminará por esa puerta en cualquier momento y todo esto hubiera sido un gran malentendido. La odio y cuando tenga a mi chica de vuelta, voy a hacer mi misión asegurarme que no esté cerca de ella otra vez. Una madre no se comporta de esa manera; no trata a su hija así. Debería estar tan aterrada como el resto de nosotros en este momento, tal vez más. Estoy casi agradecido por el hecho de que no tuve a mi madre en absoluto, porque no tenerla es mejor que tener una madre como Corrine Masters. Entonces pienso en Xander, que perdió a Keri... a Keri, que quería darle al mundo y lo triste que es que no consiguiera eso de ella. Es cierto que no tenía a su madre biológica, pero de repente se vuelve muy claro que ha tenido una madre todo este tiempo. Ha tenido a Em para criarlo, para sostenerlo cuando estuvo enfermo, para animarlo cuando aprendió a darse la vuelta y a arrastrarse. A Em, quien le enseñó a mover sus palmas y a decir adiós. Él deja caer todo por Em cuando canta una canción de cuna o le hace cosquillas en el estómago. Mi garganta amenaza con cerrarse por el bulto que se forma en ella. No puede perder a otra madre. No puedo dejar que eso ocurra. No puedo esperar y ver mientras mi hijo y yo perdemos a la persona más importante para nosotros. Tengo que traer a Emelia a casa; no importa lo que se necesite, tiene que volver a casa.
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Emelia~ Hemos estado en esta habitación, en este sucio motel, durante horas. Garrett en su celular mientras ordena el jet de su padre para que esté en su lugar en una pista de aterrizaje que sé está por lo menos a una hora de aquí. No me llevó lejos y ese fue un error. Sé que después de la llamada telefónica Max sabe que no estoy; y sé que no va a dejar que Garrett me aleje. Debió haberme llevado al norte, a un lugar cerca del aeropuerto para esperar, pero Garrett es estúpido y debido a eso, sé que alguien me va a encontrar. Cuando Max se alejó de mí en el pasillo antes, me destruyó, tan completamente me hizo pedazos porque ni siquiera se molestó en mirar alrededor de mi apartamento antes de entrar en el suyo. Ni siquiera se molestó en encender las luces. Yo solo cerré la puerta, entré y fui a mi habitación en la que me estaba esperando. Me gustaría pensar que lo habría detectado allí, sentido el peligro, pero estaba demasiado molesta por la discusión con Max. Estaba triste de que no me quisiera con él igual que todas las noches antes. Tenía miedo de que fuera el final de nosotros. Cuando Garrett apuntó su arma hacia mí, amenazó con herir a Max y a Xander. Así es como supe que me había estado vigilando porque ni una sola vez, ni una, le mencioné el nombre de Xander a Garrett. Sin embargo, sabía quién era Max, a pesar de que Max tampoco le había dado su nombre cuando habían hablado y él sabía de Xander. Me había estado vigilando y yo había entrado directamente a una trampa. Sabía que estaría en casa de mis padres con Max. Sabía que mi mamá se volvería loca, que es, probablemente, el porqué no le había dicho acerca de mi relación con Max. Quería que tuviéramos un problema, contaba con ello, contaba con que la explosión causara una ruptura entre Max y yo, estuvo esperando su oportunidad. Fui con él y no le di batalla. ¿Cómo podría hacerlo? No estaba a punto de pelear con él cuando pelear significaba que lastimaría a Max o peor, a Xander. Prefiero morir a dejar que le pase algo a mi bebé. No importa que no sea su verdadera madre; Lo quiero demasiado como para dejar que alguien le haga daño. —Si no me vuelves a llamar en una hora, me iré de aquí y encontraré otra manera.
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Garrett lanza su teléfono a la cama, donde estoy sentada con obvia frustración. Claramente, su papá no está tan entusiasta acerca de ayudar a su hijo a salir del país con la ex-novia secuestrada. —Garrett, por favor, solo déjame ir. Los dos estamos cansados y no estamos pensando con claridad. No tienes que hacer esto. —Cállate —me grita y yo me encojo, me hago una bola y llevo las rodillas a mi pecho. No puedo negar que tengo miedo de él; He tenido miedo de él durante meses—. Cierra la boca. Esta es tu culpa. He estado tratando de hablar contigo durante meses y has estado enredada con ese puto perdedor y su hijo. Debería haberlos matado a los dos solo para darte una lección. Cierra la distancia entre nosotros y agarra mi cabello tirando de él con fuerza. El dolor irradia a través de mi cráneo y dejo escapar un grito de agonía. —Me perteneces. Ya es hora de que aprendas la lección. —Estás lastimándome. —Esto no te está haciendo daño, Emelia. Confía en mí, puedo putamente lastimarte mucho peor que esto. —Puedo decir que su control está cayendo y que una ciega rabia lo reemplaza. No sé lo que va a hacer, pero no tengo ninguna duda de que me lastimará. Tira de mi cabello otra vez en su puño y luego me da un empujón hasta que quedo de lado sobre la cama. El miedo que tengo comienza a toda marcha y trepo por el otro lado de la cama, dándole gracias a Dios de no haber tratado de frenarlo en absoluto. Todavía puedo tratar de hacer una carrera de él. Puedo ir a la estación de policía más cercana hasta que Max venga por mí. —Vuelve a sentarte en la cama de mierda. —Garrett, vamos a hablar de esto. No vale la pena. —Tú perteneces a mi lado. —Yo no te amo. —¿Y qué? ¿Lo amas a él? ¿Al muerto de hambre? —No es un muerto de hambre, pero sí, lo amo. Tienes que dejar que me vaya. Necesitas comprender que nunca te amaré. Nunca te he amado. —¿Realmente lo elegirías sobre mí? ¿Sobre alguien que podría darte todo? ¿Qué podría darte él que yo no pueda? Quiero decirle que todo. Quiero explicarle que nunca me daría la clase de amor me que me da Max. Nunca podrá darme otro Xander, pero no lo hago. Nunca entendería eso de todos modos. Lo único que gente como Garrett y mi madre entienden es sobre dinero. El dinero es el único idioma que hablan.
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Su teléfono suena y baja la guardia, su atención se ha desviado y mientras alcanza el teléfono, tomo mi oportunidad. Sé que no voy a tener otra, por lo que doy la vuelta y corro hacia la puerta. La tengo a medio abrir cuando viene detrás de mí y la empuja cerrándola. Grito como el demonio, con la esperanza de que algún transeúnte me pueda escuchar, pero Garrett agarra un puñado de mi cabello y golpea mi cabeza en la puerta. Mientras me deslizo hacia el suelo, con dolor la cabeza y lágrimas en los ojos, envuelve sus brazos alrededor de mí y me arrastra de nuevo a la habitación. Me arroja sobre la cama como si no pesara, como si no fuera más que una pluma. Aterrizo con un ruido sordo y reboto y reboto nuevamente, trato de trepar fuera de la cama, pero está en mí rápidamente. Su mano está en mi cuello, sus piernas sobre mi torso y lucho tan duro como puedo. Pateo, empujo, agarro y rasguño, pero cuando su puño conecta con mi rostro, estoy prácticamente inutilizada. La fuerza pura del primer golpe es como una explosión en mi cabeza volviendo mi visión borrosa. Las lágrimas que he estado retrasando ganan la batalla y comienzan a caer. Levanto mis manos en un vano intento de proteger mi rostro, mientras él continúa pegándome. Una pequeña ráfaga de aire se escapa de mis pulmones mientras se levanta, pero es rápidamente seguido por un gruñido de dolor cuando me recoge y me lanza hacia abajo al suelo. En ese punto, mi mente se desconecta y dejo a mi cerebro ir a la deriva con pensamientos de Max, de mi Max, que a pesar de estar enojado conmigo, estoy segura de que está lleno de preocupación y de culpa. Pienso en mi guapo chico, en su risa linda de bebé y en sus muecas. Su pequeño puño agarrando mi camisa mientras lo mezo para dormir, y así Garrett no me puede lastimar ya. No me puede hacer daño porque mi corazón y mente están en casa con mis chicos y puede hacer lo que quiera con mi cuerpo, pero nunca podrá quitar eso de mí. Mis chicos están conmigo. Es el último pensamiento coherente que tengo antes de que todo se vuelva negro; antes de desvanecerme a un lugar donde nada importa ya.
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Max~ Este es el último lugar donde quiero estar en este momento, después de lo que pasó hace casi un año y como perdí a Keri. No puedo malditamente lidiar con salas de espera de hospitales. He estado aquí más de una hora esperando noticias sobre Em. Cualquier noticia. Me puse tan furioso hace quince minutos cuando me dijeron que si no me sentaba y me callaba, sería acompañado fuera del hospital. Hannah, Colin, y Phillip esperan conmigo, todos se ven tan asustados como yo. Incluso su puta madre tuvo la decencia de parecer dolida. La llamada de que había sido encontrada llegó hace casi una hora y media. Habían seguido a Garrett por el uso de su celular debido a que el hijo de puta fue demasiado estúpido como para deshacerse de él. De hecho, se mantuvo usándolo por lo que fue mucho más fácil para los policías encontrarlo. Supimos que habían transferido a Emelia aquí y a partir de esa hora, no se nos ha dado ninguna información adicional. Esta ha sido la noche más larga de mi vida y estar en el mismo hospital en el que murió en Keri no está ayudando para nada. Mis nervios están disparados y apenas puedo evitar levantarme y hacer un agujero en la pared. ¡Al diablo esto! Creo que me levanto con la intención de caminar de regreso a la estación de enfermeras para exigir respuestas. Me detengo en seco cuando un médico entra en la habitación, sus ojos están en mí. —¿Familiares de Emelia Masters? —Sí —le respondo de inmediato mientras su familia viene a pararse a mi lado y detrás de mí. —¿Usted es? —pregunta y no pienso en ello, simplemente digo lo que tengo que decir para obtener la información que necesito. —Su prometido. —Su familia permanece callada; Creo que saben que golpearé a cualquiera que trate de alejarme de mi chica. Realmente me importa una mierda lo que tenga que hacer. —Soy el Dr. Mathews y era el médico atendiendo urgencias cuando Emelia fue traída —comienza. He estado aquí antes, sentí esta sensación antes y casi tengo miedo de escuchar lo que tiene que decir. Digo una oración en silencio por un buen resultado, por un resultado diferente de la primera vez—. Ella fue golpeada
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bastante. Su rostro y torso están magullados e hinchados. Tiene un par de costillas fracturadas, así como una conmoción cerebral. Vamos a ponerla lo más cómoda posible, pero va a tener dolor durante algunos días. Está en la sala de emergencias en este momento, pero vamos a transferirla al piso de arriba a una habitación tan pronto como sea posible. La dejaremos aquí esta noche en observación. —Pero ¿va a estar bien? —pregunto con suerte. —Sí. Con un poco de tiempo, tendrá una recuperación completa. —Hannah se funde en los brazos de Colin y empieza a llorar mientras doy gracias a Dios que mi chica estará bien. —¿Podemos verla? —Escucho preguntar a su padre detrás de mí. —Claro, vamos a tratar de mantenerlo a uno o dos visitantes a la vez. Estoy perdiendo la batalla con la paciencia cuando su madre habla—: Bueno, Phillip, tú y yo podemos ir primero. El médico me mira y me da una sonrisa de complicidad. —Max, ¿no? — Sondea. —Sí. —Ella está pidiendo verlo. Puede seguirme. Sin quedarme para escuchar a su madre hacer una rabieta o argumentar que ni siquiera soy su familiar. Camino tan rápido como mis piernas me llevan, siguiendo al médico a través de las puertas dobles que conducen a la sala de emergencias y él me apunta en dirección de su habitación. —Habitación siete —dice mientras se aleja y murmuro mi agradecimiento mientras me precipito en esa dirección. Prácticamente corro a la habitación, necesitando verla, asegurarme de que está bien. Todo el alivio que sentí momentos antes se aleja cuando realmente la veo. En su lugar, la furia regresa y quiero encontrar a ese hijo de puta y golpearlo como la mierda. Me empujo más allá de mi reacción inicial y me digo que está aquí, que esos moretones se desvanecerán con el tiempo, que Xander y yo todavía la tenemos. Si todavía quiere eso, quiero decir. Sus ojos están cerrados y me imagino que debe estar agotada después de pasar por una experiencia tan traumática. Piso en silencio en la habitación y tomo asiento al lado de su cama, cuidando de no despertarla. —Lo siento —susurro, descansando los brazos en la cama. Sus ojos se abren y estoy sorprendido por la intensidad de ellos cuando me ve y la tormenta amenaza con romperse libremente mientras las lágrimas llenan sus ojos. —Max. —Su voz se quiebra y estoy arriba de la silla y me siento en el borde de la cama inmediatamente.
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—Está bien —le aseguro, mientras le acaricio el cabello con cansancio. La última cosa que quiero hacer es causarle más dolor. —Lo siento, Max. —¿Por qué lo sientes, Em? —pregunto, incrédulo. Después del infierno que ha pasado, en realidad se disculpa conmigo—. Yo soy el que lo arruinó. Soy el que lo siente. Tú fuiste la víctima aquí. Niega en desacuerdo. Sus movimientos son inestables, poco naturales y quiero decirle que se quede quieta. —Fue mi constante mentira lo que... —No —la interrumpo. Sé que Emelia no es una mentirosa. Sé que siempre actúa con las mejores intenciones, así que no quiero que tenga esa preocupación y culpa con ella—. No debí haberte dejado sola, ni siquiera un minuto y eso estará sobre mí. Voy a tener que vivir con eso por siempre. —No es tu culpa. —Levanta la mano a mi mejilla y su toque se siente como el cielo porque, en el fondo de mi mente, estaba aterrado de que nunca lo iba a sentir de nuevo. Que nunca la tendría a ella de nuevo. —Estaba tan asustado, nena. Tenía tanto puto miedo de que nunca volvería a verte. —Yo también. Seguía pensando en ti y en Xander y eso me ayudó a superarlo. —Quita la mano de mi rostro y toma mi mano en su lugar. Yo la agarro y le doy un suave apretón, pensando que tal vez necesita sentir tanto mi toque como yo necesito el suyo. Tal vez necesita sentir la conexión entre nosotros, asegurarse de que todavía existe. —Él estaba loco. Se quebró y yo no estaba segura... —No vayas allí. Nunca debería haberme alejado de ti. —Esto iba a pasar con el tiempo. Estaba esperando alguna oportunidad para llegar a mí. Era mejor así. ¿Y si hubiera llegado a mí cuando tenía a Xander? Por favor, no te eches la culpa. —Era mi trabajo protegerte —contrarresto porque es verdad. Debería haber estado con ella y realmente no hay excusa para mí. Actué como un idiota y ella pagó el precio por eso. —Max —me suplica—. Por favor, déjalo ir. No quiero tener que volver a vivir esta noche por siglos. Garrett nunca me podrá lastimar de nuevo. Está encerrado y si tuviera algo que decir al respecto, seguiría así durante mucho tiempo. —Voy a tratar. —Cedo porque no quiero que tenga algo más de qué preocuparse. Siempre y cuando sepa que no puede lastimarla más, puedo manejar
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lo que está nadando en mi cabeza. Puedo hacerlo de modo que nunca la toque porque quiero nada más que cosas buenas para ella de ahora en adelante. —¿Dónde está Xander? —pregunta, cambiando efectivamente el tema—. ¿Puedo verlo? —Está en casa con la señora Park. Me aseguraré de que venga a verte mañana. —Se ve decepcionada, pero sus ojos brillan con algo. Puedo decir que está pensando en algo cuando me mira, pero hay indecisión en su rostro. Estoy a punto de preguntarle qué pasa, pero ella llega antes que yo. —Quiero que sea mío —deja escapar, un nuevo juego de lágrimas llenan sus ojos—. Quiero decir que sé que no es realmente mío. Sé que pertenece a Keri, pero ella no está aquí y yo sí. Te amo y lo quiero y quiero que... —Em, no tienes que pedirme permiso para querer a mi hijo. Me encanta que lo quieras. —No. No entiendes. —Tal vez lo hago. —Trato de tranquilizarla porque sé exactamente lo que está diciendo. Sé lo que quiere hacer y sé por qué la asusta. Tiene miedo de que objete o que lo nuestro no vaya a funcionar y pierda sus momentos con Xander, pero lo sé mejor. Sé que nunca sucedería. Nunca quitaría algo bueno de mi hijo porque, en el corto curso de tiempo que ha estado conmigo, me he dado cuenta de que no hay nada que no haría por él. Eso es lo que me separa de mi propio padre— . Pero creo que necesitas simplemente decir lo que quieres y no tener miedo de mi reacción. Sus labios tiemblan mientras dice las palabras. —Quiero ser su madre. Le sonrío y juro que si no tuviera tanto dolor, entonces la tendría en mis brazos, la besaría, y más que probablemente le haría el amor. —Ya lo eres, ¿no? —Siento que lo soy —susurra. Tiene esperanza en su voz y me doy cuenta de que estuvo preocupada acerca de esto en el pasado. —Lo sientes porque lo eres. Él siempre tendrá a Keri. Voy a hacer mi mejor esfuerzo para asegurarme de que sepa sobre ella. Pero las historias sobre ella y una descolorida fotografía no van a darle lo que necesita en este momento. Eso es lo que tú le darás y él podrá tenerlas a ambas. —¿Qué pasa si algo sucede y nos separamos? ¿Dónde me dejará eso? Tú podrías alejarte de mí y quitármelo. ¿O si Dios no lo permita y algo te sucede? No tendría ningún derecho sobre él.
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Jesús, realmente está volviéndose loca sobre esto y no puedo decir que la culpo. Sé mejor que nadie que la vida puede ser una perra. Esa mierda puede suceder y sucede. —En primer lugar, no romperemos. —Me quiere interrumpir, puedo decirlo, pero niego una vez, diciéndole que no he terminado—. Pero tienes razón, la vida pasa y porque lo hace, tenemos que tomar medidas para asegurarnos del bienestar de Xander. Por ahora, voy a contactar a un abogado y a redactar mi testamento y a nombrarte como su tutora legal en caso de que algo me pase. —Est{ bien, pero… —Vamos a empezar el papeleo para que puedas adoptarlo, Em. De esa manera, no importa lo que pase entre nosotros, sabrás dónde estarás parada. Nunca te dejaré, nunca, pero si te hace sentir mejor saber que es legalmente tuyo, entonces eso es lo que haremos. —¿En serio? —pregunta en un susurro aliviado. —Si, en verdad. —Está bien —dice, tratando de sonreír, pero se queja cuando siente el dolor de sus contusiones. Me gustaría poder ayudarla, eliminar el dolor de alguna manera, pero lo único que puedo hacer es asegurarme de que esté cómoda. —Muy bien, por qué no te relajas y tratas de dormir un poco. — Deslizándome fuera de la cama, reacomodo sus cubiertas. —¿Te vas? —Suena ansiosa y su ansiedad hace que quiera poner un puño a través de una pared. Necesito un poco de esfuerzo, pero mantengo la compostura. —No voy a ir muy lejos. Tu familia está esperando verte. —¿Mi madre? —Está aquí. —Asiento. Con determinación de acero, realiza una solicitud. —No quiero verla. —Entonces no tendrás que verla —le aseguro. Abordaré a la perra si trata de llegar a alguna parte cerca de esta habitación. Sus días de ser puta con mi chica se han terminado. A partir de ahora, Em me tiene para interferir con su madre. —No quiero que te vayas todavía. —Entonces no voy a irme. —Haría cualquier cosa por ella. Me quedaré aquí hasta que salga si eso es lo que quiere. No sé qué fue de mí, como fui de antirelaciones a necesitar tanto a alguien. Sentado en la silla, agarro su mano de nuevo, acariciándosela suavemente con el pulgar. Esta noche podría haber terminado de
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manera tan diferente, pero puedo soltar un suspiro de alivio de que lo peor no sucedió. —Solo hasta que me duerma. Sé que tienes que volver con Xander. —Xander está bien. La señora Park está muy bien con él. —Te amo tanto, Max. Lo mejor que hice fue mudarme al otro lado del pasillo de ti. Bueno, mierda. ¿Qué puedo decir a eso? ¿Cómo puedo decirle lo mucho que significa para mí que se sienta así? ¿Cómo expresarle el hecho de que me siento exactamente igual que ella? ¿Qué tan diferente sería mi vida si no hubiera entrado en el edificio cuando lo hizo? —Te amo también, Em. Sabes que estás pegada a mí ahora, ¿verdad? —Puedes ser un idiota a veces, pero me gusta el sonido de eso. Una enfermera viene a comprobarla una última vez antes de que llegue un transportador y se la lleven al piso de arriba a una habitación privada. Ella se acomoda en las almohadas de su cama de hospital viéndose incómoda, con los ojos cerrados, espero y veo mientras se queda dormida. Solo entonces bajo a la sala de espera con el fin de que su familia sepa que está bien. —Te tomó bastante tiempo —su madre se burla de mí. —No quería que me fuera, así que no lo hice. —Está bien, Max —me dice Hannah, pero mira a su madre—. ¿Cómo está? —Está muy golpeada, pero está bien. Ya fue trasladada a una habitación arriba. —Bueno, ¿cuál es el número de la habitación? Phillip y yo iremos primero. Me vuelvo hacia su madre. No puedo mentir, estoy deseando esto demasiado. Si eso me hace una mala persona, puedo vivir con ello. —En realidad, señora Masters, me pidió que me asegurara de que no vaya allí. No quiere verla. —¿Disculpa? No me puedes mantener alejada de mi hija. —Puedo y lo haré si es lo que ella quiere. Además, ya se lo informó a la enfermera de la sala de urgencias quien le avisó a seguridad y si intenta ir a su habitación, se le sacará del hospital. Con eso, Hannah y Colin se ríen y tratan de ocultar su risa. Su padre se ve indiferente, pero la señora Masters está echando humo y dirige su ira hacia mí.
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—Crees que eres tan inteligente, por la forma en que has logrado alejar a Emelia de mí, ¿verdad? Ella solía escuchar lo que tenía que decirle hasta que llegaste. —No. La verdad es que no podía hacerle frente a la presión constante y persistente de usted por lo que se mudó aquí para alejarse. —No sabes nada acerca de nuestra relación. —Corrine. —El Sr. Masters intenta intercalar, tratando de calmarla antes de que la mierda se salga de la mano, pero terminé con esta señora. —Conozco mucho. Sé que la empujó a una relación con un hombre al que no amaba con el único propósito de obtener ganancias financieras. Sé que trató de explicarle como la estaba acosando y le dijo que su atención era algo bueno. Sé que preferiría ver a sus hijas desgraciadas a dejar que tengan lo que quieran. Y le juro, que se acercará a Emelia sobre mi cadáver. —Yo —comienza, pero por suerte, el Sr. Masters la interrumpe. —Corrine, suficiente. Ella no quiere verte. Trajiste esto sobre ti misma, ahora siéntate y cállate. —Se vuelve a Hannah y se apodera de su mano—. Ve arriba. Voy a conseguir que tu madre se registre en un hotel y luego volveré. —Hannah asiente a su padre y yo le muestro a ella y Colin el camino a la habitación de Em. Me siento fuera de la esquina en el fondo de la sala, mientras tienen su visita. Emelia se encuentra entrando y saliendo del sueño, pero me busca cada vez que despierta y solo se relaja después de que me ve. Sé que es debido a que una parte de ella todavía está asustada, pero no puedo evitar estar feliz de ser al que esté buscando.
Para el momento en que Emelia sale del hospital y va a casa, está enloqueciendo. No puede soportar estar atrapada en una cama de hospital un segundo más y tener que esperar a un médico para que viniera y la diera de alta no fue agradable. Su padre pasó mucho tiempo en el hospital, pero finalmente tuvo que volver a Connecticut anoche, llevándose a su esposa con él. No la he visto desde nuestra última discusión en el hospital y, sinceramente, no me importa si alguna vez la veo de nuevo. He estado tratando de averiguar cómo funciona su relación, o mejor aún, cómo el señor Masters se pone al día con ella, pero al final, no es de mi incumbencia. Hannah y Colin han estado viviendo en el apartamento de Em y se dirigirán de vuelta a Londres en un día o dos. —¿Dónde está mi pequeño? —cuestiona cuando la ayudo a entrar en el apartamento.
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Ya que solo pude colar a Xander en el hospital un par de minutos ayer, Emelia ha estado ansiosa por verlo de nuevo. —La señora Park tenía que estar en un lugar, por lo que está al otro lado del pasillo en tu casa con Hannah y Colin. —Bien, ¿irás por él? —Nena, relájate. Hannah lo traerá en un minuto. Vamos a conseguir acomodarte en la cama primero. —No quiero ir a la cama. ¿No puedo quedarme en la sala de estar? —Claro. —Con un suspiro de frustración simulado, la llevo hasta el sofá y la ayudo a sentarse. Sigue teniendo dolor, así que tengo cuidado cuando levanto sus piernas sobre los cojines. —¿Tienes hambre? —No. Solo quiero ver a Xander. —No lo puedes cargar. Lo sabes ¿verdad? —Lo sé, pero puede sentarse aquí conmigo por un rato. —Le enviaré un texto a Hannah y le diré que lo traiga, pero tenemos que hablar primero. —¿Sobre qué? —Hablé con el propietario ayer. Le avisé y estuvo de acuerdo en que terminaras tu contrato antes de tiempo. Iba a quedarse con tu depósito, pero le expliqué el hecho de que Garrett se metió en tu apartamento a través de tu ventana y que eso no era bueno. Sobre todo porque esa ventana se supone que tiene un sensor de alarma. Dijo que mientras estés fuera para el primer día del mes, te regresará tu depósito. Al parecer, tiene lista de espera y le gustaría tener a alguien allí tan pronto como sea posible. —¿Qué quieres decir con que le diste un aviso? —Significa que le dije que ibas a dejar el apartamento. —Sé lo que significa, pero ¿por qué? ¿Por qué harías eso? —Debido a que vivirás aquí ahora. Has estado viviendo aquí durante meses, eso es, solo que ahora lo haremos oficial. —Así que no me estás pidiendo que me mude, me lo estás ordenando. —¿No fuiste tú la que dijo que querías ser una madre de tiempo completo para Xander? —Bueno, sí, pero...
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—¿Cómo podrás hacer eso si no vives con nosotros? —Solo digo… —Em, la construcción de nuestra casa va a empezar pronto, así que nos estaremos mudando juntos de todos modos. —Lo sé pero... —A menos que no quieras vivir en esa casa ya. Sé que estás acostumbrada a vivir en una casa más grande, pero no creo que pueda costear otra en este momento. No es que el dinero sea un problema para ti, pero quiero vivir en una casa que pueda pagar. —Max, ¿podrías por favor callarte y escucharme? —¿Qué? —Por supuesto, quiero vivir en esa casa contigo y con Xander. No puedo esperar. Y no, el dinero no es un problema para mí, pero no quiero que se convierta en un problema para nosotros. ¿Estarás bien con el hecho de que tenga ese dinero? —Estaré de acuerdo con eso, Em, siempre y cuando me dejes ser el proveedor de mi familia. Si alguna vez estoy en un aprieto, sabré que tengo un respaldo, pero en su mayor parte, quiero que las cosas se queden como están. —Puedo hacer eso. —¿Así que te mudarás conmigo? —Me acabas de decir que ya lo hice, así que supongo que lo haré. —Buena chica —le digo, y puedo decir que quiere sonreírme, pero me mira de todos modos. Sacando mi celular de mi bolsillo, le envío un texto a Hannah, y en pocos minutos, está aquí con Xander, quien inmediatamente va a Em. Se acerca a ella porque necesita su amor y estoy feliz porque mi hijo tenga eso. Me encanta darle eso, me encanta que le dé su amor a ella y solo puedo esperar que Keri allá arriba en algún lugar vele por nosotros y que sonría con el hecho de que nuestro chico tiene todo lo que quería para él. Puede que no haya sido exactamente como lo planeó, pero creo que estaría feliz, no obstante. Horas más tarde, después de que Xander se ha ido a la cama por la noche, después de que Hannah y Colin se fueron al otro lado del pasillo hasta la casa de Em después de haber interceptado varias llamadas de su madre, mi chica se acomoda en la cama acurrucada en el hueco de mi brazo y finalmente, se siente como que esta pesadilla ha terminado. Em está en casa y sus heridas se están curando, y por eso, estoy tan jodidamente agradecido.
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—Nené —me dice en silencio y al oír el sonido de su suave voz, mi pene se mueve a la vida. Algunas cosas nunca cambian, pero hago todo lo posible para ignorar mis impulsos. —Sí. —No importa si estoy al otro lado del pasillo o aquí, o en una nueva casa, tú y Xander son mi hogar. —Hazme un favor y no digas cosas así en este momento, Em —le digo y sí, soy plenamente consciente de que sueno como un idiota, pero ella no tiene que enfrentar un caso grave de bolas azules. Además, estoy bastante seguro que mis tendencias idiotas ni siquiera la perturban más. —¿Por qué no? —Debido a que me hace querer penetrarte y estás fuera de servicio en este momento. —¿Quién lo dice? —Lo dicen las contusiones, la conmoción cerebral y las fracturas de costillas que tienes. —Entonces no me penetres, Max. Hazme el amor. —Em, no quiero hacerte daño. —No me lo harás. Deseo eso, nene. Lo necesito. ¿Quién soy para negarle lo que necesita? Puedo hacer eso y será bueno para ella... espero. —¿Estás segura? Con una sonrisa seductora en su rostro, una que le sale bien, incluso con las contusiones, agarra mi mano y lentamente la empuja hacia el interior del dobladillo de sus pantalones de pijama. Lleva mi mano hasta su vagina y no puedo negarme a una invitación como esa. Muevo mi dedo a través de sus pliegues ya mojados. —¿Sientes eso? —pregunta y prácticamente gruño en respuesta—. Te deseo. Te necesito. Estoy muy segura. Me encanta cuando hace eso, cuando inicia el sexo, ya que no parece ser lo que haría alguna vez. Em es la inocencia en persona, pero no dejes que te engañe. Puede bajar y ser sucia como el resto. Es una de las razones por las que malditamente la amo tanto. Y debido a que me lo pidió tan bien, decido hacer que su primer orgasmo sea agradable y rápido. Me centro en su clítoris, frotando círculos suaves en el para empezar, aumentando mi ritmo cuando la tengo
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trabajada y gritando. Con solo un poco más de presión, se va, viniéndose con fuerza y alto, mientras monta mi mano y la observo mientras vuelve a bajar. —¿Estás bien? —le pregunto, queriendo asegurarme de que no tiene ningún dolor después de eso. —Mmm. —Es la única confirmación que recibo mientras desliza sus manos dentro de mi camisa, sus cálidas manos exploran mis abdominales y pecho. Volviéndose un poco más audaz, la empuja hacia arriba y le ayudo a que me la saque. —Implacable —le susurro al oído mientras desliza sus manos por encima de mi trasero. —Mío —regresa ella. Quiero reír porque es tan jodidamente linda, pero me encanta que me considere suyo. Nadie me ha reclamado antes y me gusta. Con un beso en su frente, tiro hacia arriba de ella, desnudándola rápidamente y con un rápido tirón, le tengo fuera de sus pantalones y ropa interior. Dejo su camisa puesta porque no quiero empujarla demasiado, sabiendo que sus costillas todavía le duelen. —¿Puedes extender tus piernas para mí, nena? —pregunto mientras me coloco sobre ella. Ella abre las piernas para mí. Sus ojos parpadean con un deseo lujurioso abierto y se traga su gemido al sentir que me rodea. —Mierda —gruño, amando todo lo relacionado con estar tan cerca de ella. La siento con seguridad colocada debajo de mí, donde nadie puede tocarla. Donde pertenece y conmigo, solo conmigo. Sus gemidos llenan la sala, haciéndome acelerar mi ritmo. Sus manos agarran mi trasero mientras lucha por moverse, deseando girar sus caderas, pero la mantengo inmovilizada a la cama. —Por favor. —No. Te. Muevas —le ordeno y se detiene al instante, a mi chica siempre le encanta cuando tomo el control. Con cuidado, levanto sus piernas, envolviéndolas alrededor de mi cintura y cuando estoy seguro de que no le voy a causar ningún dolor, comienzo a moverme de nuevo. Mi pulgar encuentra su hinchado clítoris y con unos pocos movimientos circulares, se viene para mí de nuevo. Estoy perdido en la familiar acumulación en la boca del estómago y sé que estoy cerca. Quiero aumentar mi ritmo, pero no quiero lastimarla. Me muevo fuera, pero ella presiona sus manos más profundamente en mi trasero. —No. —No quiero lastimarte.
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—Más duro, Max. —Em. —Más fuerte. Por favor —me pide y en contra de mi mejor juicio, cedo, acelerando mi ritmo lo suficiente como para enviarme por encima del borde. Mi cuerpo se estremece de la sensación de mi propio clímax atravesándome mientras sigo empujando dentro de ella. Sus labios en mi cuello son lo primero que registro mientras empiezo a reducir la velocidad, ya que el orgasmo sigue su curso. Con facilidad, me deslizo fuera cuidando de no darle nada de mi peso mientras me muevo fuera de ella, cayendo de espaldas sobre el colchón. —¿Te lastimé? —pregunto, con poco de aliento. —No. Fue perfecto —dice, y me vuelvo sobre mi lado, pasando una mano por su bonita cabellera marrón. —Tal vez te ate y te deje pegada a esta cama para siempre. —¿Una esclava sexual? —Sí. Me gusta eso. —Ya soy tu esclava sexual. —Sí, lo eres. —La beso en la frente—. Malditamente te amo, Em. —Te amo también, Max. —Se vuelve, dejando que sus ojos se cierren. Me relajo junto a ella pensando que debería levantarme y limpiarla, cuidar de Em y luego podré ir a dormir. Eso es lo último que pienso antes de cerrar los ojos y quedarme dormido. —Te dije que serías un gran padre. —¿Keri? —la llamo, sorprendido de verla, su cabello largo rizado se mueve suavemente—. Nunca pensé que te vería de nuevo. —Lo sé. —Te extraño cariño. Yo… —Está bien ser feliz, Max. Ella es hermosa y te ama. Quiere a Xander. Es todo lo que pude haber pedido. —Una parte de mí tenía miedo de que pudieras pensar que te traicioné. —Nunca fuiste mío para mantenerte. Estás exactamente donde perteneces ahora. Le diste a nuestro hijo una familia. —Me aseguraré de que sepa de ti, Keri, te lo prometo. —Sé que lo harás. Sé feliz ahora, Max. Dile a Xander que lo quiero —dice antes de desvanecerse.
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Me despierto con un sobresalto mirando alrededor en busca de señales de ella, en busca de señales de Keri. —¿Max? —me dice Em medio dormida a mi lado—. ¿Estás bien? Acostándome de nuevo a su lado, me tomo un momento para dejar que mi dificultosa respiración vuelva a la normalidad. —Soñé con Keri. —¿Haces eso a menudo? —cuestiona con curiosidad, y no puedo echarle la culpa por ser curiosa. No sé cómo me sentiría si me dijera que estaba teniendo sueños acerca de un tipo con el que una vez tuvo relaciones. —Tuve algunos sueños después de su muerte. Sé que suena loco, pero en ellos, siempre está hablándome. Tenemos conversaciones. —No creo que sea raro en absoluto. Creo que es real. Es su manera de comunicarse contigo. —¿Lo crees? —Absolutamente. —Al principio, me decía que tenía que cuidar de Xander, que tenía que mantenerlo conmigo y preocuparme por él. Esta vez, me dijo que estaba feliz por mí. Que lo hice bien y que encontré a la madre perfecta para su hijo. Hay lágrimas en sus ojos y las atrapo con mi pulgar mientras se deslizan. Me sonríe, en parte triste, en parte feliz. —Estoy tan triste de que no llegara a criar a su hijo, y eso me hace sentir culpable porque siento como que estoy tomando su lugar. —Creo que no pensaría de esa manera. Estás haciendo algo por ella. Le estás dando a su hijo lo que ella quería darle. Él nunca extrañará tener una madre debido a ti. Siempre nos aseguraremos de que sepa de ella y eso es todo lo que realmente quería. —Podemos hacerlo. Nos aseguraremos de que sea el niño más feliz del mundo y lo haremos por él y por ella —declara descansando su cabeza en mi pecho. Dios, la amo. No hay nadie con quien prefiera pasar mi vida, ninguna otra mujer que consideraría dejar que criara a mi hijo. Todo lo que estaba roto en mí, toda la duda de mí que tenía sobre mis habilidades como hombre y como padre, sanaron lentamente y eso fue con cada toque de su mano, con cada beso de su boca, con cada sonrisa. Ella me cambió sin siquiera intentarlo; ella y Xander me
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ayudaron a ser un hombre, uno que no conozco, pero alguien que me gusta mucho como el infierno y más que la cáscara que solía ser.
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Max~ Seis años después —Manten tus ojos en la pelota, Xander. No te balancees si va demasiado baja —grito desde mi sitio en el hoyo. He sido entrenador del equipo de Xander desde su primer año, en la época que solo estaba jugando T-ball. Este es su segundo año en la liga pequeña regular y es difícil creer que ya tiene siete años. La pelota de juego es lanzada y hace una media vuelta y falla. Quiero gritarle y decirle que está haciendo un buen trabajo, pero no quiero que nadie me acuse de favoritismo. Él me mira y le doy un movimiento de cabeza, una muestra silenciosa de aprobación. A veces, no puedo creer lo mucho que se parece a mí, es como yo, el niño incluso duerme como yo. Todavía me mata lo lindo que es. Otro bateo, él comprueba su swing, la pelota fue demasiado baja. —¡Sí! Buen ojo, Xander —grita Em desde las gradas y yo peleo por no reír. Me mata lo linda que es también. Le aplaude a nuestro chico como si estuviera en el séptimo juego de la Serie Mundial y me encanta. A él también le gusta. Prospera bajo su atención. Bajo la mía también, pero con ella, es diferente. Esa cosa que se dice de las madres y sus hijos siendo cercanos es cierta. La unión que los dos comparten es especial. Creo que el hecho de que no lo dio a luz solo lo hace más fuerte. Em trata a Xander como si fuera un regalo que se le dio, por lo que nunca da por supuesto nada de eso. Cada raspada de rodillas, cumpleaños, corte de cabello y clase de natación es algo para recordar y apreciar. En el tercer lanzamiento, Xander se balancea y conecta con la bola, enviándola a volar, luego rueda por el jardín izquierdo. Tira el bate y corre a primera base. Emelia grita y salta en las gradas durante todo el camino hasta allí. Cuando el árbitro lo declara a salvo, hay aplausos. —Así se hace, Xander. Maldita locura. Niego divertido. Pienso en lo que era mi vida hace diez años más o menos. Trabajé y me acosté con muchas mujeres hasta que conocí a Keri. Entonces solo trabajé y me acosté con ella, en realidad nunca tuve en cuenta que algún día podría querer más. Nunca en mis sueños más salvajes imaginé que algún día me daría un hijo.
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Mientras otro bateador se pone en la base, esta vez envía a Xander a volar a la segunda base y a deslizarse a tercera, pienso en el momento en que descubrí que estaba embarazada. Estaba tan enfadado con ella, fui tan estúpido y engreído y arrogante. No podía ver que me estaba entregando todo el mundo. Me dio el primer amor de mi vida y estuve peligrosamente cerca de alejarlo. Cuando Xander viene disparado hacia la base, ya no me importa si se considera favoritismo o no. Estoy tan jodidamente orgulloso de él, no del hecho de que anotó una carrera, sino del mero hecho de que exista. Estoy orgulloso de que sea mío y que me quiera, que me permita quererlo y encontrarme a mí mismo también, igual que Emelia, apreciando cada momento. Pone su pie en la base y mientras el árbitro grita —seguro— deja caer su casco y corre directamente a mí. Caigo sobre una rodilla y lo tomo justo a tiempo, tirando de él hacia mi pecho y sosteniéndolo cerca. —Buen trabajo, amigo —le digo tratando como el infierno de superar el nudo en mi garganta. —Gracias, papá —responde en su pequeña voz de chico y juro que desearía poder mantenerlo así y nunca soltarlo. —Vamos al banquillo, amigo y prepárate para salir al campo de nuevo. —Está bien —dice, tirando hacia atrás, girando y con pequeñas piernas, corre de nuevo al banquillo. Miro hacia arriba y veo a Emelia, con los ojos vidriosos hacia mí. Me dice, te amo, y muevo el mentón hacia ella. Sí. Soy un afortunado hijo de puta, me digo a mí mismo antes de volver mi atención de nuevo al juego.
—¿Qué estás haciendo? —le pregunto a Em mientras pago por nuestros helados. El equipo ganó el juego y como premio, decidimos llevar a los niños a tomar un helado. Los padres y los niños están corriendo por todos lados, y Em tiene su oído en su celular mientras mantiene un ojo en Xander, que está jugando con algunos de sus amigos. —Llamando a la señora Park para comprobar a Sophie. Asiento, agarrando mi cambio y poniendo mi billetera en el bolsillo trasero de mis vaqueros. Emelia y yo tuvimos una hija hace poco más de un año y cuando digo que fue una fuente de discordia entre nosotros durante mucho tiempo, no es broma. Yo quería un hijo con ella, en el fondo realmente lo hacía, pero después de lo que pasé con Xander, con Keri muriendo en medio del parto, no estaba muy entusiasmado de embarazar a Em. Ella incluso me amenazó con divorciarse si no sacaba mi cabeza de mi trasero. Por supuesto, me fajé los pantalones y Em tomó el
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asunto en sus propias manos, lanzando sus píldoras anticonceptivas por el inodoro y diciéndome que lo intentaríamos. Ni que decir, que el embarazo y el parto fueron los más largos nueve meses de toda mi vida, pero por suerte, ella y Sophie estuvieron bien. —Mamá. —Xander viene corriendo hacia nosotros. Em desconecta su llamada, deja caer su teléfono en su bolso y mira a nuestro hijo. —¿Sí nene? —Los padres de Chris lo llevarán a la playa la próxima semana. ¿Podemos hacer eso? —Xander, vamos a la playa casi todas las semanas. Estoy segura de que podemos hacer una visita. —Ella sonríe hacia él quitando el cabello de su rostro. —Bien —dice y se da la vuelta y corre de nuevo a sus amigos. Su mano se estira y lo agarra por la camisa deteniéndolo en seco—. ¿Cuál es el problema? —le pregunta, con ojos muy abiertos. —Toma tu helado de papá primero. Él estira una mano hacia mí y toma su cono. —Gracias, papá —me grita, ya a medio camino hacia sus amigos. —Ese es tu hijo —dice Em, sonriéndome. Agarra su helado, planta un beso en mis labios y se va para poder estar más cerca de Xander y de sus amigos. Siempre queriendo estar cerca de él, pero sin agobiarlo. La sigo como siempre porque quiero estar donde quiera que ella esté.
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Emelia~ Once años más tarde He estado luchando contra las lágrimas durante todo el día. No estoy ganando la pelea, pero lucho de todos modos. Max se está vistiendo en el dormitorio de la casa que construyó para nosotros hace tantos años. No puedo decir cuántas veces me ha ofrecido construir una casa nueva, una casa más grande, pero me parece que no puedo salir de este lugar y dejarlo atrás. Empezamos nuestra vida juntos en esta casa. Criamos a nuestros hijos en esta casa y no puedo dejarla ir. Actualizamos cada pocos años las cosas para poderla mantener y que se vea limpia y nueva, la cocina fue remodelada el año pasado. Incluso hemos estado jugando con la idea de una adición para que sea más cómoda cuando tengamos invitados en casa. En concreto, Hannah y su familia y mi mamá y papá. Me tomó mucho tiempo hacer las paces con mi madre después de todo lo de Garrett. Max y ella todavía se odian, pero se toleran por mí. Ella ha aprendiendo a ser menos snob en su vejez. Golpeo la puerta de Xander y él grita que entre. La habitación del niño está impecable, siempre lo ha estado. Es un maniático del orden, absolutamente nada como yo. —Hey, nene. Solo quería comprobarte y ver si querías alguna ayuda. —Estoy bien, mamá. Me estoy preparando para irme. Tengo que ir a la escuela pronto. Todavía está bien si uso tu auto, ¿verdad? —Sí, está bien. Solo quería darte esto —le digo y le doy una pequeña caja—. Es de papá y de mí. —Gracias. —Mira hacia abajo la caja en sus manos y la va a abrir, pero pongo una mano en la suya, deteniéndolo. Sus ojos vienen a encontrarse con los míos y cuando miro en ellos, todavía puedo ver al bebé del que me enamoré hace todos esos años. Hubiera hecho cualquier cosa por él en ese entonces y sigue siendo válido hoy en día. —Antes de que abras eso, solo quería decirte algo. —¿Está bien? —Ladea la cabeza hacia el lado viéndose confundido. —Solo quería decirte lo orgullosos que papá y yo estamos de ti. —Gracias, mamá. —Me sonríe y me vuelvo a alejar, pero antes de pensarlo mejor, giro hacia atrás—. Sabes, el día que conocí a tu padre y a ti... fue el mejor día de mi vida —le digo incapaz de contener las lágrimas. —Mamá —dice en voz baja.
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—No podría haber pedido un hijo mejor, ni en un millón de años. —Cierro la distancia entre nosotros y levanto una mano para tocar su mejilla—. Has hecho que cada día valga la pena vivirlo, me has traído tanta alegría y sé que no soy tu madre biológica... —Eres mi madre —interrumpe—. Siempre has sido mi madre. La biología no importa. —Sé que ella estará contigo, hoy... todos los días y está bien. Siempre debes llevar esos pedazos de ella contigo. —Inclino mi barbilla en la dirección de la fotografía de Keri y Max que puse en la mesita de noche hace años—. Ella estaría muy orgullosa de ti. De lo que eres, del hombre increíble que te has vuelto y yo también. —Eso significa mucho para mí. —Voy a echarte mucho de menos cuando te vayas. —Lloro, perdiendo toda compostura. —Iré a una escuela a menos de una hora de distancia. Vendré a casa algunos fines de semana y tendremos todo el verano juntos. Madre, tienes que relajarte. —Okay, okay, lo sé —digo, secándome las lágrimas de la mejilla—. Estoy tan emocional hoy. Abre tu regalo y dame un respiro, ¿está bien? Él se ríe de mí, me tira a un abrazo y pone un beso en mi frente. Cuando me aparto, sé que Max está aquí. Miro hacia atrás y él está inclinado en el umbral con los brazos cruzados sobre el pecho, con las piernas cruzadas en los tobillos. Sexy como siempre. Xander se deja caer en su cama y desenvuelve la caja que le di. —Mamá y yo pensamos que deberías conducir tu propio auto a la graduación, amigo —dice Max detrás de mí mientras Xander saca las llaves de su nuevo auto. —¿En serio? —dice, mirando atrás y adelante entre nosotros maravillado. Max le da una lenta inclinación de cabeza, la comisura de su boca está movida hacia arriba, luchando con claridad con una sonrisa. —Has demostrado que se puede confiar en ti, así que sí, hablamos en serio. —Mierda —susurra luego salta y corre hacia su ventana. Le diría que no maldijera, pero tiene dieciocho y con Max hablando en un lenguaje grosero todo el tiempo, sería simplemente dejarlo caer en oídos sordos—. ¿Me compraron un auto? —pregunta, aunque ya sabía la respuesta a la pregunta. Le habíamos dicho que no íbamos a comprarle un auto nuevo, que tendría que trabajar para ello y ahorrar su propio dinero. Es evidente que le mentimos.
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—No puedo creerlo chicos —dice, dirigiéndose de nuevo a mí y me envuelve en sus brazos no tan pequeños. No voy a llorar, no voy a llorar, canto. Me besa en la mejilla y va a su padre, dándole un abrazo también. —Voy a irme. ¿Está bien si me voy? —pregunta con entusiasmo. —Sí —dice Max, dándole una palmada en la espalda—. Maneja cuidado, ¿está bien? Un auto nuevo no te da permiso para conducir como un idiota. —Está bien, papá —grita mientras desaparece al final del pasillo. Escucho sus pasos corriendo por las escaleras y su voz mientras le dice, hasta luego, a Sophie su hermana. —¿Estás a punto de llorar, Em? —pregunta Max con una sonrisa en su rostro. —Oh, como si no te hubieras puesto emocional esta mañana cuando te dijo que se especializaría en negocios para poder ayudarte a dirigir la empresa un día. —Lo que sea. —Me atrae hacia él, poniendo un mechón de cabello detrás de mi oreja, susurra—: Todavía puedo ponerte sobre mi rodilla si sigues siendo una listilla, sabes. Siento sus palabras en todas partes. Dios, es bueno en excitarme, lo ha sido siempre y no tengo ninguna duda de que siempre lo será. —Vamos, viejo, tienes una graduación a la cual llegar. Terminamos de prepararnos y Max, Sophie y yo subimos al auto para ir y ver a nuestro chico graduarse de la secundaria. Este es un momento agridulce para mí. Puedo tener orgullo en el hecho de que tuve una parte en la crianza de este hermoso bebé a un hombre guapo. Hace mucho tiempo, le dije a Max que quería asegurarme de que Xander creciera para ser el niño más feliz del mundo. Se suponía que iba a ser lo que haríamos por él pero también por Keri. Hemos hecho eso y sé que ella está mirando hacia abajo a nosotros y que está contenta por la forma en que criamos a su niño pequeño.
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Xander~ Doce años más tarde —Gracias por dejarme prepararme aquí, mamá. Chloe y su equipo se han apoderado de nuestra casa —le digo, agarrando una galleta de la mesa y dándole un mordisco. —No tienes que agradecérmelo. Esta es tu casa también. Lo sabes —dice mamá, tomando una galleta también—. Los dos sabemos que me emociono y lloro a menudo por estar aquí, solo voy a decir que estoy muy feliz de que tú y Chloe se hayan encontrado uno con el otro. Estoy muy orgullosa de ti, como siempre y probablemente voy a llorar a moco tendido cuando bailemos más tarde. Dios, mi mamá es la mejor. Conoció a mi padre cuando tenía tan solo unos días, después de que mi verdadera madre murió al darme a luz. Papá no sabía lo que iba a hacer solo con un bebé y luego conoció a mamá. Nunca sentí que algo faltó en mi vida y nunca sentí como si fuera una sustituta o alguien que estuviera tratando de tomar el lugar de mi verdadera madre. Ha estado ahí para todo, en cada evento, en cada hito, incluso las veces en que me he metido en problemas, que fueron unos cuantos. Pero sé que se emociona porque hay momentos en que se siente mal de que mi verdadera madre no esté aquí, o porque piensa que me gustaría que estuviera aquí. No voy a mentir, hubiera sido bueno tenerla, tenerlas a ambas, pero no funcionó de esa manera. A veces, me siento mal de que mi verdadera madre perdiera la vida por darme la vida a mí, pero sé que tengo la suerte de haber conseguido a una mamá que me criara. A la primera oportunidad que tuvo, me adoptó, asegurándose de que fuera legalmente su hijo. Fue la primera mujer que quise y ella y papá me enseñaron lo que es el amor, lo que significa en realidad, todas las cosas que quiero darle a Chloe. —Debes saber algo —digo, apoyado en el mostrador. —¿Qué? —Cuando baile contigo esta noche, debes saber que no habrá nadie más con quien preferiría estar bailando. —No tienes que decir eso. —Lo hago porque es verdad. La llevo conmigo y sé que ella está conmigo, mamá, porque tú y papá me lo han dicho toda mi vida. Tú te aseguraste de que la conociera, pero cuando todo esté dicho y hecho, tú serás mi mamá —le digo. Miro
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con una pequeña cantidad de humor, mientras pierde su batalla contra las lágrimas y tira de mí para un abrazo. —Eres tan tonta, mamá —le susurro al oído. —Lo sé —responde entre sollozos—. Está bien, vete. Ve a prepararte. Tu padre quiere verte antes, sin embargo. Creo que está en tu antigua habitación. Le beso la frente y voy arriba, en busca de mi padre. Como dijo, lo encuentro en mi habitación, de pie, mirando por la ventana. —¿Papá? —Hey, amigo —dice, inclinando la cabeza hacia mí. —Mamá dijo que querías verme. —Sí. —Deja escapar un suspiro y se aleja de la ventana, en dirección hacia mí y se detiene a unos pocos metros de distancia—. No estoy seguro de si lo sabes o no, pero cuando naciste y me di cuenta de que estaba solo con un niño, de hecho contemplé darte en adopción. Me río porque he oído esa historia de mamá antes. —Sí. ¿Qué te hizo cambiar de opinión? —Un montón de cosas, pero Em me dijo que sería un pinchazo egoísta. Darme cuenta de que Keri sacrificó su vida para que tú y yo diéramos un paso adelante e hiciéramos lo correcto por ti, y esto...—dice empujando un trozo de papel en mi dirección. —¿Qué es eso? —pregunto tomándolo de él. —Es una carta que te escribió Keri mientras estaba embarazada. Me aferré a ella, siempre buscando el momento adecuado para dártela, para no incomodarte cuando eras un niño y el momento nunca pareció correcto. Mi corazón empieza a latir al doble de tiempo en mi pecho. Una carta de la mujer que me dio a luz, la mujer que me habría criado si hubiera tenido la oportunidad. Algo es a la vez aterrador y emocionante con el pensamiento de leer sus palabras para mí. —Bueno, ¿qué es lo que dice? —Si alguna vez te preguntaste qué clase de madre habría sido contigo, eso está en esa carta, Xander. Te quería mucho y si piensas que podría molestarte, no tienes que leerla ahora. Puedes guardarla y leerla cuando estés listo. —No. Quiero leerla ahora —le digo, sentándome en la cama y abriendo la carta. Lo primero que noto es que tenía buena letra. Es extraño sostener algo que sé
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que escribió, algo que estaba destinado para mí. Respiro profundamente y comienzo a leer.
Querido Xander, Quise escribirte esta carta para que sepas lo que fue y lo que sentí antes de tu llegada. Desde el momento en que me enteré de que venías, supe que tenía que decirte lo mucho que te quería. Sabía que pasaría el resto de mi vida demostrándotelo y diciéndote lo mucho que significas para mí. Nunca he sido tan feliz en toda mi vida, porque siempre he sabido que algo me faltaba. Una parte de mí que no estaba completamente lleno hasta el momento en que me enteré de ti. Estoy tan emocionada por el día que por fin llegue a tenerte en mis brazos. Mi corazón está lleno de tanta alegría y anticipación de lo que te depara el futuro. Disfraces de Halloween y cosechas de calabazas. Árboles de Navidad y cartas a Santa Claus. Huevos de Pascua, cumpleaños y un montón de deportes. Prometo hacer lo mejor que pueda para darte todas esas cosas y más. Tú y yo seremos una familia. Siempre vamos a ser una familia y nada ni nadie podrá cambiar eso. Así que no importa lo que suceda en tu vida, no importa cuántos fracasos o cuántos éxitos logres, quiero que sepas siempre lo importante que eres. No importa si estamos juntos o separados; mi amor por ti nos mantendrá conectados para siempre. Nunca he creído en los milagros hasta que descubrí acerca de ti. Ahora, creo en ellos. Te quiero, Mamá
Mierda. Miro la carta durante unos momentos y me arde la nariz con la quemadura de las lágrimas derramadas. No pensé que me haría emocional leer esto, pero lo hace. Tomando todo lo que debe haber sido, lo que sintió por mí, y lo mucho que me quería. —¿Alguna vez llegó a abrazarme? —le pregunto a papá. No sé por qué se lo pregunto, pero lo hago. Tal vez porque creo que al menos habría conseguido algo de lo que quería antes de perder la vida. —No, amigo. No llegó a abrazarte. Pero no debes sentirte mal por eso, solo sé feliz. Ella quería que fueras feliz y eso es todo lo que importa. Em y yo... —Me hicieron feliz. Tú te podrías haber ido con tu primer instinto y haberme dado, o peor, mantenerme y hacer un trabajo de mierda al criarme como tu padre hizo contigo, pero en su lugar, me diste todo. —¿Estás tratando de hacer llorar a tu viejo?
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—No. Solo tratando de decirle a mi padre que lo quiero. —También te quiero —dice mientras me tira a un abrazo y me da palmaditas en la espalda—. Voy a dejar que te prepares ahora. Tenemos que llegar a la iglesia en menos de una hora. —Está bien, papá —le digo, mirando con una sonrisa en mi rostro mientras sale de la habitación. Doblo la carta y la coloco en la cama con mi traje. Quiero llevarla conmigo y mostrársela a Chloe después. Es curioso, pero Chloe me recuerda mucho a mi madre, a Emelia. Su tipo de espíritu, su gran corazón, su capacidad de querer y la forma en que me ama. Pienso en mi infancia, en los trajes de Halloween y en las cosechas de calabazas, en los adornos de los árboles de Navidad y en las cartas a Santa, en buscar huevos de Pascua, en los cumpleaños y en todos los deportes imaginables. Igual que en la carta que Keri me escribió, solo que mi familia se veía un poco diferente de lo que imaginó. Digo un silencioso gracias a ella; Le agradezco por quererme, por querer lo mejor para mí, por darme la vida. Cierro los ojos y le envío mi amor y casi puedo sentirla conmigo ahora. —Espero que estés feliz —le digo tal vez a nadie—. Tengo todo lo que querías para mí. Respiro profundamente y me centro en mi traje sacándolo de la bolsa de ropa. Al final del pasillo, escucho las voces de mis padres, papá le dice a mamá que se dé prisa y que se prepare y que no le tome para siempre. Madre le dice que retroceda y luego estalla en un ataque de risa. Sonrío por sus bromas, por su torpeza, porque han sido así toda mi vida. Solo puedo esperar que Chloe y yo tengamos una relación la mitad de fuerte que la de ellos. Solo puedo esperar que pueda tener ese tipo de amor con mis hijos algún día. Que pueda decirles cómo es posible el amor verdadero, que no conoce fronteras, y que puede durar toda una vida absolutamente.
Fin
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Sobre la Autora
Alice Tribue vive con su marido y sus hijos en Nueva Jersey. Ella tiene una licenciatura en comunicaciones y actualmente está trabajando en su maestría. Ella pasa la mayor parte de su tiempo libre leyendo, escribiendo, y cuando el tiempo lo permite descansar en una playa.
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