PERFIL DEL NIÑO AUTISTA

July 3, 2018 | Author: Victoria Profesora Educacion Especial | Category: Autism, Psychosis, Diagnostic And Statistical Manual Of Mental Disorders, Asperger Syndrome, Schizophrenia
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PERFIL DEL NIÑO AUTISTA Perfil de un niño autista Un niño autista tiene una mirada que no mira pero que traspasa. En el lactante se suele observar un balbuceo monótono del sonido, balbuceo tardío, y una falta de contacto con su entorno, así como de un lenguaje gestual. No sigue a la madre y puede entretenerse con un objeto sin saber para qué sirve. En la etapa preescolar el niño se muestra extraño, no habla. Le cuesta asumir el “yo” e identificar a los demás. No muestra contacto de ninguna forma. Pueden presentar conductas agresivas incluso a sí mismo. Otra característica característica del autismo es la tendencia a llevar a cabo actividades de poco alcance de manera repetitiva. El niño autista puede dar vueltas como un trompo, llevar a cabo movimientos rítmicos con su cuerpo tal como aletear con sus brazos. Los autistas con alto nivel funcional pueden repetir los comerciales de la televisión o llevar a cabo rituales complejos al acostarse a dormir. En la adolescencia adolescencia se dice que 1/3 de los autistas suelen sufrir ataques epilépticos lo cual hace pensar en una causa nerviosa. Vale a pena conocer un resumen de los síntomas que pueden indicar que el niño sea autista: - Acentuada falta de reconocimiento de la existencia o de los sentimientos de los demás. - Ausencia de búsqueda de consuelo en momentos de aflicción. - Ausencia de capacidad de imitación. imit ación. - Ausencia de juego social. - Ausencia de vías de comunicación adecuadas. - Marcada anormalidad en la comunicación no verbal. - Ausencia de actividad imaginativa, como jugar a ser adulto. - Marcada anomalía en la emisión del lenguaje con afectación. - Anomalía en la forma y contenido del lenguaje. - Movimientos corporales estereotipados. - Preocupación persistente por parte de objetos. - Intensa aflicción por cambios en aspectos insignificantes del entorno. - Insistencia irrazonable en seguir rutinas con todos sus detalles. - Limitación marcada de intereses, con concentración en un interés particular. http://www.guiainfantil.com/salud/cuidadosespeciales/autista.htm

TRASTORNOS GENERALIZADOS DEL DESARROLLO. AUTISMO Los criterios del DSM-IV y del CIE-10 definen, bajo el epígrafe de  Trastornos Generalizados del Desarrollo, una serie de cuadros clínicos que clásicamente se habían diagnosticado como psicosis infantiles. El trastorno autista sería el más característico. El nombre de "cudros psicóticos infantiles" aplicado a estos síndromes es poco realista. De hecho para diagnosticar un cuadro clínico como psicosis o como esquizofrenia debe tratarse de un cuadro delirante o alucinatorio con unos criterios muy concretos (entre ellos: ideas delirantes, alucinaciones, pérdida de la capacidad asociativa, catatonía) lo cual es raro en la infancia. Antes de los 3 años las psicosis infantiles se parecen mucho al autismo, y solamente las de

inicio más tardío tienen una mayor similitud con la esquizofrenia del adulto. La evolución, con la aparición de síntomas delirantes o alucinatorios, nos va a marcar la diferencia. De todas formas, algunos profesionales de la psiquiatría gustan de emplear la terminología de "niños psicóticos", o de niños con "estructuras psicóticas de personalidad". Nuestra elección ha sido clara en el sentido de adoptar las terminologías del DSM y de la clasificación ICD, por lo que excluiremos el nombre de psicosis en este epígrafe. El trastorno autista fue descrito inicialmente por Leo Kanner en 1943, a partir de su observación de 11 niños en la Clínica Psiquiátrica Infantil John Hopkins. El informe inicial ponía el énfasis en la incapacidad para desarrollar interacciones con otras personas, aislamiento afectivo, insistencia en las actividades habituales (con demanda más o menos compulsiva de la invariabilidad del entorno) y la presencia de algunas habilidades específicas que podían resultar paradójicas en niños con limitaciones. Por este mismo tiempo Hans Asperger, en la clínica Pediátrica Universitaria de Viena, preparaba su tesis doctoral sobre el mismo fenómeno, utilizando también el término "autismo". De hecho, el nombre pertenecía a la psicopatología clásica y se empleaba para definir algunas características propias de los pacientes esquizofrénicos. El caso de Kanner más veces invocado (Donald) vino a resultar un prototipo diagnóstico, siendo el paradigma de muchas de las falacias clásicas acerca del autismo, como, por ejemplo, la "normal inteligencia" de los autistas, o su "tendencia a poseer habilidades especiales". Donald, por ejemplo, a los 2 años cantaba y entonaba melodías de oído. A partir de ahí aparecieron abundantes descripciones, junto a discusiones para delimitar cuáles serían los rasgos definitorios del trastorno. Rutter (1966) y Rutter y Lockyer (1967), mediante un programa de investigación con esta finalidad, establecieron tres grandes áreas de afectación, que -a grandes rasgos- se han ido repitiendo en diversas publicaciones psicopatológicas y que prácticamente son las que, al cabo de los años, recoge en sus criterios el DSM-IV:

1. Fracaso profundo y global de la relación social caracterizado por ignorar los sentimientos de los demás, anómala busca de apoyo en circunstancias de estrés (ej.: no solicitar ayuda al hacerse daño), dificultad (o incapacidad) para imitar gestos y acciones, anomalía (o ausencia) en cuanto a juegos sociales, déficit considerable en la capacidad para hacer amigos. 2. Retraso en la adquisición del lenguaje, falta de adquisición y/o alteraciones en su implantación. Los síntomas acompañantes son:

inicio más tardío tienen una mayor similitud con la esquizofrenia del adulto. La evolución, con la aparición de síntomas delirantes o alucinatorios, nos va a marcar la diferencia. De todas formas, algunos profesionales de la psiquiatría gustan de emplear la terminología de "niños psicóticos", o de niños con "estructuras psicóticas de personalidad". Nuestra elección ha sido clara en el sentido de adoptar las terminologías del DSM y de la clasificación ICD, por lo que excluiremos el nombre de psicosis en este epígrafe. El trastorno autista fue descrito inicialmente por Leo Kanner en 1943, a partir de su observación de 11 niños en la Clínica Psiquiátrica Infantil John Hopkins. El informe inicial ponía el énfasis en la incapacidad para desarrollar interacciones con otras personas, aislamiento afectivo, insistencia en las actividades habituales (con demanda más o menos compulsiva de la invariabilidad del entorno) y la presencia de algunas habilidades específicas que podían resultar paradójicas en niños con limitaciones. Por este mismo tiempo Hans Asperger, en la clínica Pediátrica Universitaria de Viena, preparaba su tesis doctoral sobre el mismo fenómeno, utilizando también el término "autismo". De hecho, el nombre pertenecía a la psicopatología clásica y se empleaba para definir algunas características propias de los pacientes esquizofrénicos. El caso de Kanner más veces invocado (Donald) vino a resultar un prototipo diagnóstico, siendo el paradigma de muchas de las falacias clásicas acerca del autismo, como, por ejemplo, la "normal inteligencia" de los autistas, o su "tendencia a poseer habilidades especiales". Donald, por ejemplo, a los 2 años cantaba y entonaba melodías de oído. A partir de ahí aparecieron abundantes descripciones, junto a discusiones para delimitar cuáles serían los rasgos definitorios del trastorno. Rutter (1966) y Rutter y Lockyer (1967), mediante un programa de investigación con esta finalidad, establecieron tres grandes áreas de afectación, que -a grandes rasgos- se han ido repitiendo en diversas publicaciones psicopatológicas y que prácticamente son las que, al cabo de los años, recoge en sus criterios el DSM-IV:

1. Fracaso profundo y global de la relación social caracterizado por ignorar los sentimientos de los demás, anómala busca de apoyo en circunstancias de estrés (ej.: no solicitar ayuda al hacerse daño), dificultad (o incapacidad) para imitar gestos y acciones, anomalía (o ausencia) en cuanto a juegos sociales, déficit considerable en la capacidad para hacer amigos. 2. Retraso en la adquisición del lenguaje, falta de adquisición y/o alteraciones en su implantación. Los síntomas acompañantes son:

anómala comunicación extraverbal (ausencia de gesto, mirada, expresión...), ausencia de actividad imaginativa, anomalías graves en la producción del habla (alteraciones del volumen, tono, frecuencia, ritmo, entonación), uso repetitivo y estereotipado del lenguaje, inversión pronominal ("tu" en vez de "yo"), deterioro en la capacidad para mantener o desarrollar una conversación.

3. Conductas ritualistas y compulsivas que traducen un amplio trastorno de intereses y actividades: movimientos corporales estereotipados, preocupación excesiva por detalles o formas (ej: olfatear objetos, examinar repetidamente la textura de un objeto o uno de sus detalles), vinculación a objetos peculiares (por ejemplo, llevar siempre encima un trozo de cuerda), obsesión por la invariabilidad del entorno con malestar ante pequeños cambios, insistencia en seguir rutinas, restricción en el conjunto de intereses con preocupación excesiva por algunas finalidades concretas e ilógicas, conductas autolesivas. En el caso de que estén presentes solamente algunos síntomas, en una o dos de esas áreas, el DSM-IV recomienda diagnosticar el caso como "trastorno del desarrollo no especificado", reconociendo que este tipo de casos "no completos" son más frecuentes que el trastorno autista propiamente dicho. Desde un punto de vista práctico, las exploraciones a efectuar son las mismas y, en cuanto al tratamiento, pueden considerarse como casos leves de autismo. Es frecuente que los padres informen acerca de una total normalidad del niño hasta un momento determinado (por lo general antes de los 30 meses), aunque a veces se refiere el inicio hacia los 4-5 años. Es muy difícil evaluar retrospectivamente el inicio real, a menos que se nos aporten datos objetivos acerca de la evolución referida a lenguaje, socialización y juegos. Es probable que a algunos padres (de hijos únicos, por ejemplo) se les pasen por alto los síntomas iniciales (o no los quieran ver). En tales ocasiones el cuadro clínico queda en evidencia cuando el niño empieza a acudir a la escuela y se le puede comparar con otros niños de su misma edad. Recordemos nuestra exposición del capítulo 1 acerca del experimento de Kellog & Kellog sobre la comparación entre un niño y un simio durante los primeros meses de vida: el mono adelantaba en maduración al bebé humano hasta los 13-14 meses de vida. Si los esposos Kellog, anotando minuciosamente los datos, no percibían diferencias objetivas (aparte de la apariencia física, como cabe esperar) entre el desarrollo de su hijo y del primate, cuánto más sujeto a error debe de estar el criterio de los padres de niños autistas que aseveran con firmeza que sus hijos fueron normales durante el primer año de vida. Kanner sugirió en su trabajo inicial que el C.I. de los niños autistas era normal. Otra falacia. Actualmente se considera que hasta un 80 % de niños autistas tienen un C.I. inferior a 70. De la misma forma, la situación es similar en modo recíproco: hasta el 84 % de niños afectos

de retraso mental profundo son poseedores de rasgos autistas. Es posible que algunos autistas den el perfil del "débil mental oculto", con una cifra de C.I. normal o cuasi normal, a causa de un buen rendimiento en tareas mecánicas o de memoria, en tanto que con bajo rendimiento en pruebas que miden pensamiento abstracto, capacidad para formar conceptos, etc. En la película Rain Man, Dustin Hoffmann interpreta a un autista típico en cuanto a su contrariedad para comunicarse y para entender el mundo que le rodea, pero con una capacidad específica muy desarrollada: la pericia para calcular mentalmente. La incomunicación del autista está bien reflejada en el film, magistralmente interpretado por Hoffmann, aunque la idea del "autista superdotado en según qué" sigue sin ser el paradigma real de esta devastadora minusvalía.

El autismo es un trastorno infantil que suele ser más frecuente en los niños, los afecta cuatro veces más que a las niñas. Se desarrolla antes de los 30 meses de edad. Por lo general, se piensa que la prevalencia es de 3 a 4 niños por cada 10,000 niños. Las habilidades de un niño autista pueden se altas o bajas dependiendo del nivel de coeficiente intelectual como la capacidad de comunicación verbal. . ¿Que lo ocasiona?. . Las causas del autismo aun son desconocidas. Se han implicado factores genéticos y se ha mencionado la existencia de alguna base neurológica aunque no esta demostrada. Los estudios de niños con autismo han encontrado anormalidades en algunas regiones  parecen ser mas pequeñas de lo normal y tiene fibras nerviosas subdesarrolladas, las cuales pueden interferir con las señales nerviosas. Estas anormalidades sugieren que el autismo resulta de una ruptura en el desarrollo del cerebro durante el desarrollo fetal.. . Perfil del niño autista:. Un niño autista muestra un total desinterés con los demás y es indiferente al mundo que lo rodea. En el lactante se suele observar un balbuceo del sonido, balbuceo tardío y una falta de contacto con su entorno, así como de un lenguaje gestual. En la etapa preescolar  el niño se muestra extraño, no habla. El niño autista es retraído y a menudo se pasa horas jugando solo. No sigue a la madre y puede entrenerse con un objeto sin saber para que sirve. Las perturbaciones de la rutina pueden desencadenar episodios similares a rabietas.. . El contacto ocular es mínimo ó inexistente. El seguimiento visual de los movimientos de la mano y los dedos, el hecho de llevarse objetos a la boca y el que froten las superficies pueden indicar un aumento de la conciencia y la sensibilidad para ciertos estímulos, mientras que la escasa reacción al dolor y la ausencia de reacciones de sobresalto ante ruidos fuertes y Repentinos reflejan una menor sensibilidad a otros estímulos. Le cuesta asumir el “yo” e identificar a los demás. No muestra contacto de ninguna forma. Pueden presentar conductas agresivas incluso a si mismo. El niño autista puede dar vueltas como trompo, llevar a cabo movimientos rítmicos con su cuerpo tal como aletear con su brazos. Los niños autistas con alto nivel funcional  pueden repetir los comerciales de la televisión televisión o llevar a cabo rituales complejos al acostarse a dormir. En la adolescencia se dice un tercio de los autistas suelen sufrir  ataques epilépticos lo cual hace pensar en una causa nerviosa..

. Según los test psicológicos . convencionales, la inteligencia suele encontrarse dentro del retraso funcional; sin embargo, las deficiencias en el lenguaje y en la socialización dificultan que se pueda determinar con precisión el potencial intelectual del niño autista. . . Vale la pena conocer un resumen de los síntomas que pueden indicar que un niño sea autista: . - Ausencia de capacidad de juego social.. - Ausencia de capacidad de imitación.. - Ausencia de búsqueda de consuelo en los momentos de aflicción.. - Ausencia de Vías de comunicación adecuadas.. - Marcada anormalidad en la comunicación no verbal.. - marcada anormalidad en la emisión de lenguaje con afectación.. - Anomalía en la forma y en el contenido de lenguaje.. - Movimientos corporales estereotipados. - Intensa aflicción por cambios en aspectos insignificantes del entorno.. - Limitación marcada de intereses, concentración en un interés particular.. . ¿Que deben hacer los padres que se enfrentan a esta situación?. . Los padres que sospechan que su hijo puede ser autista, deben consultar al pediatra para que los refiera a un psiquiatra de niños y adolescentes, quien puede diagnosticar con certeza el autismo, su nivel de severidad y determinar las medidas educacionales apropiadas. . ¿Hay alguna curación para el autismo?. . El autismo no tiene curación. Es un síndrome que definió en 1943 un psiquiatra de origen austriaco llamado Leo Kanner. Hoy en día 60 años después, aún no se conocen las causas que originan esa grave dificultad para relacionarse.. . ¿Existe tratamiento?. . Se han producido avances en el tratamiento del autismo, en especial en las áreas educacional, psicosocial y biológica. El tratamiento es más eficaz cuando se centra en las necesidades particulares de cada individuo. La terapia con los más jóvenes se centra a menudo en el habla y el lenguaje, la educación especial, la educación a los padres, el entrenamiento y el apoyo, y la farmacoterapia para ciertos síntomas. El apoyo familiar  es de gran utilidad. Los padres deben saber que la alteración autista no es un trastorno relacional afectivo de crianza. Es recomendable buscar y mantener contactos con asociaciones para padres de niños autistas, el compartir las experiencias propias es sin duda un gran apoyo para la familia. (
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